Reyes No Taumaturgos

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f" Las opiniones expresadas en estarevista son responsabilidad de sus autores. Seprohibela reproducción de los trabajos sin autorización de la Dirección. . REIá'croNES publica trabajos científicos sobre temas de historiay ciencias sociales, indépendientemente desus enfoques teóricos o supues- tos ideológicos. Los manuscritos deben dirigirsi a la Dirección. La presentación delosmismos debe seguir loscriterios quepueden observar- seen este número. lssN 0185-3929 Suscripción anual: en México en el extranjero Número suelto: en México en el efranjero N$ 48.00 48.00 Dls. N$ 12.00 12.00 Dls. Redacción y administración El Colegiode Michoacán Martínez de Navarrete # 505 Esq. con Av. del Árbol 59690 Zamora,Mich. Tel. (351)2_63_gI Fax: (351) 5-53-07 BirNet:[email protected] N.B. La mayor parte delasactividades académicas y publicaciones que realiza El colegio de Michoacán están subsidiadas por la Secre- taría de Educación pública. Portada: MapaTlotzin. Detalle tomado de:Instituto Nacional deAntro- pología e Historia Los códices de México, México, 1979, pág.65. Relaciones Estudioc dc Historia y Socicdad Reüsta Trkncstral Publicada por El Colcgiodc Michoacán Fundador Luis Gonálcz Directora Brigittc Boehmdc l¿meiras Dircctora Adjunta Ma. Eugenia M. dc Williams Responsablc de la edición Herón Pérez Matíncz Auxiliarcs dc cdición Jaimc Domíngucz A. e IsabclTcrán Coordinadora dc estc númcro Nelly Sigaut Diseño Rosa María Manzo Mora Conscjo &litorial Luis Gonálcz, Andrés Lira, Hcribertó Moreno, Rafacl Diego-Fcrnándcz, AgustínJacinto, Custavol¡pez, Víctor Gabricl Muro vol-. xnl No.51 VERANO 1992 ARTfCULOS JacouesLnGom' Prefacio a Los reyes taumaturgos deMarc Bloch. (Traducción de Oscar Mazín y Adeline Rucquoi). De los rcyes que no son taumaturgos:los fundamentos de la realeza en España AoeLrNERueuor 55

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Las opiniones expresadas en esta revista son responsabilidad de susautores. Se prohibe la reproducción de los trabajos sin autorización de laDirección.

. REIá'croNES publica trabajos científicos sobre temas de historia yciencias sociales, indépendientemente de sus enfoques teóricos o supues-tos ideológicos. Los manuscritos deben dirigirsi a la Dirección. Lapresentación de los mismos debe seguir los criterios quepueden observar-se en este número.

lssN 0185-3929

Suscripción anual:en Méxicoen el extranjero

Número suelto:en Méxicoen el efranjero

N$ 48.0048.00 Dls.

N$ 12.0012.00 Dls.

Redacción y administraciónEl Colegio de MichoacánMartínez de Navarrete # 505Esq. con Av. del Árbol59690 Zamora, Mich. Tel. (351) 2_63_gIFax: (351) 5-53-07BirNet: [email protected]

N.B. La mayor parte de las actividades académicas y publicaciones querealiza El colegio de Michoacán están subsidiadas por la Secre-taría de Educación pública.

Portada: Mapa Tlotzin. Detalle tomado de: Instituto Nacional de Antro-pología e Historia Los códices de México, México, 1979, pág.65.

RelacionesEstudioc dc Historia y Socicdad

Reüsta TrkncstralPublicada por El Colcgio dc Michoacán

FundadorLuis Gonálcz

DirectoraBrigittc Boehm dc l¿meiras

Dircctora AdjuntaMa. Eugenia M. dc Williams

Responsablc de la ediciónHerón Pérez Matíncz

Auxiliarcs dc cdiciónJaimc Domíngucz A. e Isabcl Tcrán

Coordinadora dc estc númcroNelly Sigaut

DiseñoRosa María Manzo Mora

Conscjo &litorialLuis Gonálcz, Andrés Lira, Hcribertó Moreno,

Rafacl Diego-Fcrnándcz, Agustín Jacinto,Custavo l¡pez, Víctor Gabricl Muro

vol-. xnl No.51 VERANO 1992

ARTfCULOS

JacouesLnGom' Prefacio a Los reyes taumaturgos de MarcBloch. (Traducción de Oscar Mazín yAdeline Rucquoi).

De los rcyes que no son taumaturgos: losfundamentos de la realeza en España

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De los reyes que no son taumaturgos:los fundamentos de la realeza en España

Adeline RucquoiCNRS, Parh

Hacc va casi setenta años que Marc Bloch publicaba lol rew.s

igue gozando en Francia y fuera de Franciataumnuffgos, obra que srgue gozanooen ¡ranqay luera qe rranc

de r¡nl fama y un prestigio de los que testimonia el prefacio quede r¡nit fama Y un Prestlgloescrihiri en t9g3 Jacques L,e Goff para su reedición' Desde enton-

ces, l.ls cstudios relativos a ritos, símbolosy demás insignias reales

en ia truropa medieval sehan multiplicado,ymás aúnenlos últimos

años mcrced a la renovación, al "redescubrimiento" de la llamadahbtori¿ det poder o histori-a de las formas de poder por la que,

Seguramenté alentados por las reflexiones de Michel Foucault, seiniercsaron los historiadores.r No hay que olvidar, por otra parte,que cn 1954-1956 Percy Ernst Schramm publicaba en tresvolúme-n"* ,n catálogo casi completo de los "signos del poder y simbólicade I F-s r atlo " (H e ns c h aftneiche n und S ta at s symbolik) que, curiosa-mentc, no lue objeto de ninguna traducción al español, al francéso al inglés, aunque siga siendo un estudio fundamental para todoslos espccialistas de los ritos y gestos que rodearon a los monarcasmetl icvalcs. Al tiempo que Percy E. Schramm publicaba en Alema-nia su estudio, centrado ante todo en la liturgia y las rePresentacio-ncs propias de la función imperial y a los reyes que se referían a ellacn su claboración de ritos específicos, Ernst Kantorowicz escribíacn Princeton una obra dedicada a Los dos cuerpos del rey (TheArng's Two Bodícs, 1957) en la que estudiaba el desarrollo, enI nglatcrra yluego enFrancia, afinales delaedad media, de la teoríadel tloble cuerpo del rey, uno "humano" o mortal frente a otro

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"político" e inmortal --de ahíla proclamación: "¡El rey ha muerto,yiva 9l rey!"--. si pocos historiadores son actualmente capaces deleer la obra original de Percy schramm --por no existir traduccio-nes--, en cambio, Los reyes taumatutgos de Marc Bloch y Los doscuerpos del rey de Ernst Kantorowicz son las obras fundamentalesde la antropología histórica del poder y de sus representaciones enla edad media.

Ninguna de estas obras, sin embargo, menciona siquiera depasada la existencia de monarquías fuera de la trilogía Imperio-Francia-Inglaterra. El mismo papado no fue objetó de ningúnestudio específico, en particularpor partede MarcBlochyde EinstKantcrrowiczque, por otra parte, se referían constantemente a laIglesia y a sus obispos. Fieles, aunque a veces sin saberlo, a la idealanzada a principios de este siglo por Henri pirenne en su libroMahoma y Carlomagno --que, con siglos de distancia, reflejaba lapropaganda de los clérigos del propío emperador carolingio_-,2Bloch, schrammy Kantorowicz compartían obviamente la idia deuna translatio imperii, de un deslizamiento geográfico del mundopolítico hacia el norte de Europa a partir de las conquistas musul-manas de principios del siglo VIII. El Mediterrán eo,mare nostrumdel mundo romano, se habría convertido entonces en zona fronte-riza entre la cristiandadyel islam,ypor lotanto en región periféricade esa cristiandad, cuyo centro se encontraba en ádelinte en laregión delimitada por Aquisgrán, Inndres y parís. La teoría cen-tro-periferia elaborada por Immanuel wallerstein, con sus conse-cuencias económicas de explotación de la periferia por el centro,o sea de recesión y declive de las zonas ,,marginales'; en provechode un enriquecimiento progresivo del "centro" permitió, desde losaños 1970, "explicar" el auge de la Europa septentrional en lossiglos XWI a XIX a partirde unos "orígenes"que había quesituar,s¡ ¿de,lante, en el siglo VIII. A lo largo del los años oChenta, semultiplicaron los coloquios, congresos y estudiós dedicados a la"periferización" (sic) de la Europa medieval meridional.

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Los estudios dedicados a las formas y representaciones delpoder en Francia, Inglaterra y el Imperio se convirtieron pues enestudios de las únicas formas, posibles si no concebibles, del poderen la edad media. Comentando a Marc Bloch, Jacques Ir Goffpuede así pasar, sin levantar mayores objeciones, de la descripciónde los ritos elaborados por los reyes de Francia e Inglaterra paradotarse de un poder "milagroso" de curanderos, a afirmacionescomo "lo que hace del rey de Francia el cristianísimo rey de finalesde la Edad Media, lo que le coloca por encima de los demás reyesdela Cristiandad",o "Dios,además de los santos, escoge ados reyesde dos naciones para obrar milagros en su nombre". Lo que aquí sevislumbra, yel texto de Jacques Ir Goff, como el de Marc Bloch sona ese respecto claros, no es la esencia del poder real en la Europamedieval, sino el intenso esfuerzo de propaganda que hicieron losmedios que rodeaban entonces a los reyes de Francia y de Inglate-rra.

La descripción de Marc Bloch, como la que elaboró añosdespués Ernst Kantorowicz en su obra Los dos cueryos del rey, esel resultado de la puesta en práctica de un método de investigaciónhistórica: la antropología histórica. Demasiados historiadores, sinembargo, no han separado el método de los resultados obtenidosy, a partir del estudio de unas formas específicas de realeza, de unsistema de representaciones desarrollado en un medio particular--Francia e Inglaterra en los siglos XII a XIV--, el libro de MarcBloch, como luego el de Ernst Kantorowicz, se convirtieron endescripción del "modelo" de la realeza medieval. Inconsciente-mente influidos por la teoría de Pirenne, la mayor parte de losmedievalistas parecen haber tomado la frase: "lo que le coloca [alrey de Francia] por encima de los demás reyes de la Cristiandad"como axioma, yno comodiscurso político propagandístico emitidopor los medios cortesanos franceses del siglo XIII.

Partiendo del postulado de que la monarquía francesa o lainglesa constituyen el modelo más elaborado de realeza en la edadmedia, los escasos medievalistas que se han interesado reciente-

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mente por el problema de los fundamentos del poder real en laEspaña medieval han adoptado posturas divergentes. Teófilo F.Ruiz fue el primero en publicar un artículo sobre el tema, artículoque apareció en 1984 en la revista Annales bajo el título ..Unarealeza sin consagración: la monarquía castellana a finales de laBlad Media".3 Teófilo Ruiz señalaba esencialmente la ausencia deunción, consagración, coronación y ritos alrededor de la monar-quía en Castilla cuando precisamente éstos existían en Francia eInglaterra, atribuyendo en parte esta ausencia a la persistencia derituales más germánicos heredados de los üsigodos, como ellevantamiento del pendón o el izar al nuevo rey sobre un escudo.Su estudio no dejaba sin embargo de ser, para cualquier lectorfamiliarizado con Bloch, un catálogo de lo que no tenían los reyescastellanos, en clara referencia a un modelo preestablecido: el delas monarquías ungidas, consagradas, coronadas y milagrosas deFrancia e Inglaterra. Esta visión negativa fue ardientemente com-batida por José Manuel Nieto Soria que publicó en particular, en1988, bajo el título de Fundamentos ideológicos del poder real, unintento de legitimación de la realeza en Castilla, que, según elautor, encajaba perfectamente dentro de la descripción hecha porKantorowicz, convertida ésta en modelo de la realeza medieval.a

En un caso como en otro, sea para comprobar las ausencias opara demostrar al contrario las semejanzas, no deja de ser ciertoque lo que nunca seponeen tela de juicio es lavalidezde las teoríasrelativas ala realezaen Francia y en Inglaterra en orden a estudiarotras monarquías medievales. iNo hubieran podido soñar mayortriunfo los clérigosycortesanos que rodeaban a un Enrique II o unEduardo I de Inglaterra, a un Felipe Augusto, un Luis IX o unFelipe el Hermoso de Francia!

Sin embargo, pese a lo atractivo que pueda resultar el estudiode Marc Bloch sobre Los reyes taumatutgos, pese a lo sugerenteque sea el libro de Kantorowicz sobre Los dos cuerpos del rey,squizás convenga recurrir más al método --la antropología históricay el estudio del medio natural-- para evaluar en su justa medida el

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valor del ritual, del ceremonial de que se rodearon estos dos reyesmedievales

Al contrario de lo que ocurría en el mundo mediterráneo, o seaen la Europa meridional, las regiones del norte de Francia, deAlemania y del sur de Inglaterra en los siglos XI y XII eran zonasesencialmente rurales en las que el crecimiento demográfico,notable apartir del año mil, empezaba a convertirbosquesyyermosen campos cultivados, donde las ciudades eran escasas Y, conexcepción de las sedes episcopales, no constituían aún centros depoder. La fragmentación del poder en manos de "señores" de todaíndole era un hecho que ya empezaban a revelar las fórmulasdocumentales, y la existencia de un "señor de los señores", el rey,si bien se reconocía formalmente, no tenía en la práctica granvigencia. El derecho escrito, romano, que nunca había tenido granpeso en estas regiones septentrionales, había desaparecido con lainstalación de las monarquías "bárbaras" en el siglo VI, y lacostumbre decada lugarservía de referencia encasos de litigio. Loslibros de confesión redactados en el sur de Alemania revelan porotra parte la existencia de numerosas supersticiones y prácticasmágicas, vinculadas a menudo a lugares sagrados, probablementeprecristianos, de bosques y aguas. Dentro de ese mundo rural ysuperficialmente cristianizado, los centros que conservaban y di-fundían el conocimiento eran escasos y dispersos; la ordenborgoñona de Cluny o las escuelas de las catedrales de Laon,Chartres o París funcionaban en circuito casi cerrado, sin tratar deestablecer contactos que no fuesen los demás centros monásticosy catedralicios de la cristiandad.

El valor concedido al gesto, al rito que manifiesta, que "revela"y traduce de forma visible una realidad trascendente e invisible--por ejemplo el traspaso de la posesión del feudo o la investidurade un poder de origen divino--, depende ante todo de la sociedaden la que se efectúa y del grado de abstracción de ésta. En unasociedad rural e iletrada, donde lo escrito desempeña un papel muysecundario, el gesto, la puesta en escena teatral, visible por todos

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y susceptible de ser contada, se convierte en fundamental: el gestorequiere la presencia de testigos que, por haberlo visto "con susojos", validarán el acto, y de una simbología inmediatamentecomprensible por todos. Por ejemplo, la entrega del feudo --tras-paso del derecho de usufruto de una propiedad-- se manifestará enpresencia de testigos oculares por el toque de un haz de paja, de ahíque la ruptura del vínculo social que conlleva la aceptación de eseusufruto, el vasallaje, se manifieste p or la ufestucatio,lanzamientoo rompimiento del mismo haz de paja.

El establecimiento de lazos personales que sustituyan a losvínculos sociales desaparecidos, sean de vasallaje o de servidum-bre, requerirá así mismo de un ritual visible y público que tiene a lavez su contrapartida en caso de ruptura del vínculo. La entrada enel clero, con la ceremonia de la tonsura, la entrada en una ordenreligiosa, o la entrada en la orden de caballería tendrán cada unasu ritual. El gesto, visible, público y ritualizado, es el que fundamen-ta el acto; su realización concede además una fuerza, un podermágico, sobrenatural, a ese acto. I-os testigos desempeñan en él unpapel esencial, al podercontar loque hanvistoyoído, mientras queel acta escrita --cuando la hay-- es una mera memoria de lo queocurrió y de quiénes fueron sus testigos --recordemos las listasinterminables de grandes personajes, laicos y eclesiásticos, quefiguran en toda la documentación anterior al siglo XIII--.

La sociedad llamada feudal, propia de ciertas regiones de laEuropa septentrionalde los siglos XI y XII, fue efectivamente unasociedad predominantemente oral y en parte mágica, en la que lostestigos que sabían la costumbrey vieron los gestos ritualizados,podían atestiguar la existencia de las realidades invisibles y facilitarsu difusión, su popularidad. El gran mérito de los clérigos querodeaban a los reyes de Francia y de Inglaterra -- entre el Sena y elTámesis-- essin duda elhabersabido utilizar la necesidaddel ritual,propia de la sociedad rural en la que vivían, para asentar y afirmarel poder real: un poder de origen divino --merced a la unción conel óleo sagrado--, que se ejerce sobre los hombres --la coronación

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DE t,os REyEs aup No soN TAUMATURc'os

y sus objetos--, y que pertenece al campo de lo mágico --la curaciónde las escrófulas--. Las diversas fases de la ceremonia, con susrituales, espacios y momentos específicos, eran públicas, anuncia-das con tiempo y recordadas por los testigos presenciales, que a suvezlo transmitían a aquellos que no habían tomado parte activa enellas. Cuando los gestos, a partir del siglo XIII --el siglo de lasuniversidades y de la difusión de una cultura escrita en el norte deEuropa--, requieran de una justificación teológica, jurídica o histó-rica, no faltarán los tratados y la elaboración de mitos y leyendaspara atribuir a cada una de las fases del ceremonial un sentidoacorde con las nuevas exigencias.

El sur de Inglaterra y de Alemania y el norte de Francia noconstituían, sin embargo, más que una pequeña parte de la Europamedieval, entendida como cristiandad, y además una parte situadaen sus márgenes septentrionales. Pocos son los mapas que nos hansido conservados de la alta y plena edad media, pero los que existen,fieles a la geografía antigua y a Isidoro de Sevilla, siguen situandoal Mediterráneo en el centro del mundo, representándolo vertical-mente. En mediodel Mediterráneoseencuentra Roma, a mitaddecamino entre Jerusalén --centro del mapa-- y España: tenemos asíen una misma línea, de arriba abajo, los tres grandes centros deperegrinación medievales: Jerusalén, Roma y Santiago deCompostela. A la derecha del mapa se extiende Africa y a suizquierda Europa, cuyos contornos están igualmente indefinidos(fig. 1). Cuando, en el siglo XII, el rey normando de Sicilia RogelioII pidió al geógrafo árabe Al-Idrisiun mapa, éste figuró al Medite-rráneo en medio del mapa, horizontalmente, con Africa en la partesuperior y Europa en la inferior; aunque Africa ocupe un espaciomayor que en los mapas cristianos, ni éste ni el atribuido a Europatienen delimitaciones precisas.

La historiografía actual, que presta un interés mayor a lasrepresentaciones mentales de las sociedades, no ha concedido aúna larepresentación geográfica --que tansólo cambióen elsiglo XVIcon la irrupción de América dentro del paisaje mental europeo-- la

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importancia que merece. De hacerlo, quizás dejaría de tenervalidez, consciente o inconscientemente, la tesis de Henri Pirenneexpresada enMahomay Carlomagno. Los estudios llevados a caboen Italia y España, así como los que interesan el sur de Francia,muestran en efecto que no hubo tal ruptura con el mundo antiguo,que el Mediterráneo no se convirtió en "lago islámico", que lasrelaciones comerciales e intelectuales no fueron cortadas entre elsur de Europa, el Medio Oriente y el norte de África aunque susagentes cambiaran; que la civilización urbana y el derecho escritopervivieron en el sur de Francia, en Italia y en la península ibérica.Más aún, y por mucho que en el año 800 el papa hubiese coronadoemperador a Carlomagno, un "bárbaro", dentro de una política depresiones mutuas y de rivalidades con el emperador bizantino,Roma siguió siendo elcentro de la cristiandad y la recuperación delos lugares santos un anhelo que persistió a lo largo de los siglosmedievales.

Todos los caminos llevaban a Roma, y accesoriamente a Jeru-salén y Compostela, verdaderos "centros" a los que se acudía desdelos "márgenes",las "periferias" del mundo cristiano. El emperadorera "reyde los romanos"yFederico II abandonó sin remordimien-tos su herencia paterna Staufen en Alemania por Sicilia, reino desu madre.ó La larga rivalidad entre ttanceses e ingleses tuvo enparticular por objeto a Aquitania en el suroeste de Francia, y ya enel siglo XIII el rey de Francia se apoderó en cuanto pudo delcondado de Toulouse, del Lenguadoc y de Provenza, que leproporcionaron una fachada mediterránea. El derecho romano ysu corolario, el derecho canónico, se difundieron desde 1130-1140a partir de Bolonia en Italia, mientras que la llamada escuela detraductores de Toledo, activa desde los años 1130, facilitaba elacceso a la filosofía aristotélica, a los pensadores árabes y a lamedicina heredada por judíos y musulmanes del mundo antiguo.Del mismo modo que el "renacimiento carolingio" del siglo IX sedebe en gran parte a la emigración hacia el norte de visigodoshuyendo de los musulmanes,Tel "renacimiento del siglo XII" no se

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entiende sin las escuelas de Bolonia, de Toledo y de Sicilia, o seasin la cultura venida del Mediterráneo.

No se pueden estudiar, pues, los fundamentos del poder real enla península ibérica medieval sin tener en cuenta esta configura-ción mental y estas realidades. Lejos de constituir una "periferia"en la edad media, España, al igual que Italia, se sitúa dentro delantiguo mundo romano, de los países mediterráneos tempranamenteurbanizados, romanizados y evangelizados, en el centro del mun-do. En el siglo XI, cuando se inicia la reconquista territorial, lapenínsula ibérica goza de una antigua tradición urbana --desdeCórdoba, Toledo, Barcelona, Sevilla o Cádiz, a las que se añadie-ron en los siglos VIII y IX: Oviedo, León, Burgos--, posee underecho civil escrito,la Lex Wisigothontm o Liber Iudicum,y unacolección ca nónica,la Hispana Collecüo, que perpetúan el concep-to de un poder monárquico unificador;y tiene una larga historia deautonomía eclesiástica que incluye reglas monásticas tempranas,mártires de los romanos y de los musulmanes, y controversiasteológicas --podríamos contrastar las herejías de Pelayo y Elipandocon los ritos mágicos de la Europa septentrional--. Las empresasbélicas llevadas a cabo en contra de los musulmanes del sur seconvirtieron, con la bula de Pascual II de 1102, en cruzada y cadapalmo de territorio reconquistado en un engrandecimiento de lacristiandad; a partir de 7270y de la muerte de Luis IX de Franciaen Túnez que puso fin a las cruzadas organizadas por los reyesseptentrionales, los hispánicos --castellanos, aragoneses y portu-gueses-- fueron los únicos en proseguir la lucha contra el enemigode la cristiandad, dentro de una perspectiva aún mediterránea derecuperación del antiguo mundo romano.

En una sociedad mayormente urbanizada, con tradición decentralizacióndel poder,ycon underechoescrito que garantiza susderechos a todos los súbditos del rey, elgesto, con su teatralizacióny el poder mágico que conlleva, no desempeña el mismo papel queen las sociedades orales de los confines del mundo civilizado. Losritos visibles del vasallaje y de la investidura del feudo, como los de

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la unción y de la coronación, sólo aparecerán en las regiones encontacto con el mundo septentrional: el condado de Barcelona--antigua marca hispánica del imperio carolingio-- entre los siglosXI y XIII, y el reino de Navarra a partir de la llegada al trono de ladinastía de Champagne en 7234.8 En las demás regiones de lapenínsula, donde se irán conformando los reinos de Aragón,Castilla y PortugáI, ni la sociedad ni los círculos palatinos tuvieronnecesidad de recurrir al arsenal de ritos, liturgia y símbolos propiosde lo que siguió siendo, en el sistema de representación medieval,la periferia de la cristiandad. Aún en 1434, en el C-oncilio deBasilea, Alfonso de Cartagena, obispo de Burgos y jefe de laembajada castellana, recordará a los ingleses que no se puedecomparar un rey que reina sobre islas excéntricas con su "señor, elrey de Castilla" que gobierna un reino en el que además crecen elolivo y la vid, como en los países bíblicos.e

Los fundamentos del poder en España distan mucho de serestudiados y analizados en profundidad, sin referencia --más quecomparativa-- a las formas del poder elaboradas en Francia eInglaterra. Presentaremos pues aqui una problemáticay unasvíasde investigación susceptibles de ser matizadas, completadas oinvalidadas por estudios posteriores.

La naturaleza del poder real en la península ibérica medievalderiva del derecho romano, revisado a mediados del siglo VII porlos visigodos bajo la influencia de grandes obispos como Irandroe Isidoro de Sevilla, que veían en un monarca estrechamentecontrolado por el poder eclesiástico la mejor garantía para laIglesia. No hay que olvidar por otra parte las estrechas relacionesque existieron en los siglos VI y VII entre la península yConstantinopla: Irandro de Sevilla, hermano de Isidoro, estudióen Constantinopla en la época del emperador Mauricio y fuecondiscípulo de Gregorio Magno. El concepto debasileus,empe-rador que domina alavez lo espiritual y lo temporal mencionadopor Jacques I-e Goff en su prefacio a la edición de Los reyestaumatutgos de Marc Bloch, no era ajeno a la idea del poder en la

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Hispaniavisigótica,yfue transmitido a la España cristiana al mismotiempo que el conocimiento del derecho romano, tal y como lohabía codificado Justiniano en la misma Constantinopla a princi-pios del siglo VI.'o

I-os grandes monarcas de la alta edad media, Alfonso II el Castoen Oviedo (791-84:2),y Alfonso III en l-eón un siglo después (866-910), se rodearon de clérigos letrados, en parte mozárabes, empe-ñados en sus crónicas en reivindicar la herencia visigótica en cuyonombre se encomendaba a los reyes la tarea --casi mesiánica-- devencer a los enemigos de la fe; en estas crónicas, los españoles nofiguran jamás como tales sino únicamente como "cristianos". Elrey, en esta perspectiva, tiene el deber de dirigir la lucha de loscristianos en contra de los musulmanes, y no el de recobrar comoespañol un territorio que le hubiera sido arrebatado.

La toma de Toledo en 1085 permitió al rey de Castilla y [rón,Alfonso VI, titularse em per ador: imperator totiils Hispani"ae, títuloque seguirá usando su nieto, Alfonso VII, tras exigir de los demásreyes y magnates de la península un juramento de vasallaje. Eltítulode emperadorque llevaron los reyes de Castillay kónentre1086 y ll57 ha planteado problemas a numerosos historiadores,acostumbrados a un único emperador en la Europa medieval, eldescendiente de Carlomagno, rey de los romanos y emperador enAlemania --que no de Alemania--. Plantearlo así es hacer casoomiso de la tradición jurídica propia de la España medieval,tradición que permite dis tinguir entre pote stas, auctorüa s e imperiwn,siendo este último el poder supremo, el de vida y muerte. Altitularse imperatores, Alfonso VI y luego Alfonso VII dejabanconstancia de que, además de ser reyes o sea regidores, ejercían elimperíum,la forma suprema del poder dentro de la península, porser herederos de los reyes visigodos que reinaron en Toledo.Tardarán dos siglos los juristas franceses en elaborar para su rey,lateoría del "rey es emperador en su reino", que fue formulada enFrancia en la época de Felipe el Hermoso dentro de un proceso dereivindicación de independencia frente a las pretensiones del

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emperador alemán. La no-pertenencia de la península al antiguoimperio carolingio --con la excepción del condado de Barcelona--y la tradición jurídica romana daban asíenel siglo XI a los sucesoresde los reyes visigodos, sin necesidad de largos tratados y de arguciasjurídicas, plena libertad para ejercer, dentro del territorio peninsu-lar, el imperium.

El concepto de imperium, en el sentido que le da el derechoromano de poder supremo que se ejerce sobre un espacio --llama-do imperio--,rr nos parece fundamental dentro del concepto delpoder que elaboró España a lo largo de la edad media. Elimperiumno presupone la unidad política, lingüística, fiscal o religiosa delespacio dentro del que se ejerce; exige en cambio que todos los quele están sometidos, independientemente de sus costumbres, len-guas o religión, reconozcan su autoridad. Alfonso X en el siglo XIIIpudo así figurar como "rey de las tres religiones", del mismo modoque era rey de Castilla, rey de Irón, rey de Toledo, rey de Jaén, delAlgarve, de Córdoba, de Sevilla, de Murcia, señor de Yizcaya yseñor de Molina. El imperium real exige un reconocimiento porparte de los súbditos, sean éstos cristianos, moros o judíos;sean dehabla gallega, castellana o aragonesa;estén exentos de impuestoso pecheros, sigan el fuero de I-eón o el de Toledo. El territoriosobre el que se ejerce este imperiutn no necesita, pues, unificacióno, mejordicho, uniformización --nose impondrá, porejemplo, unalengua "nacional" en el siglo XVI como en Francia; ésta sólo sedeberá a los borbones cuyo concepto del poder estaba basadgprecisamente en la centralización uniformizadora--.

De esta noción deimperium, que heredaron los reyes medieva-les de la tradición romana conservada por los visigodos, se derivaasí mismo la aparente contradicción entre un poder real, absolutoen su definición, y un mosaico de fueros, privilegios, libertades,lenguas, sistemas fiscales y de representación, grandes y pequeños"estados" nobiliarios. "Obedézcase, pero no se cumpla", la famosafórmula acuñada en el siglo XV, atestigua sin lugar a dudas lasupremacía de un concepto de poder abstracto, y de su recono-

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De ¡-os neyEs euE No soN TAUMATURcos

cimiento por todos, sobre su efectividad. Bajo el imperium,existeuna libertad de movimientos mucho mayor que la que se dio enotras formaciones monárquicas medievares; Fiancia iue unu

"."u-ción de sus reyes, llevada a cabo, no en función de un conceptoabstracto de poder, sino por una dinastía concreta que unió a sualrededor --dentro de un concepto de vínculos personates y me-diante un proceso de uniformización-- todas lal regiones qu" reconsideraban parte de la Francia carolingia

La permanencia de la herencia romana, alterada en er LiberIudícum o Fuero; Juzgo, pero recuperada a partir de la renovacióndel derecho romano en el siglo XII --la obra jurídica de la época deAlfonso X, desdeElfuero realy Las siete panidashasta los tratadosde Jacobo de Las leyes y de Bernardo de Brihuega, lo atestiguan--,supone asímismo en la península ibérica la existencia de un Césa..r-papismo derivado de constantinopla-Bizancio. No hubo necesi-dad en España, al contrario de lo que subrayaba Jacques Le Goffa propósito de Francia, Inglaterra y hasta del papa, de distinguirentre lo espiritual y lo temporal. Al iguar que sus antecesóresvisigodos, el rey medieval tenía por obligación primera el velar, nosólo por el bien de la Iglesia, sino ante todo por la fe de sus súbditos:el Libro I, tanto del Fuero real (1255) como de las partidas (1260-1280), trata de

qué cosas son las leyes e fabla de la Sancta Trinidat e de ta fe católicae de los artículos della e de los sagramientos de Santa Eglesia, e delapostoligo e de los otros prelados que los pueden dar, en qué maneradeven seer onrrados e guardados, e de los clérigos e religiosos, e detodas las otras cosas tan bien de previlegios cuemo dé los otrosderechos que pertenescen a Santa Eglesia.t2

Temas más propios de concilios y sínodos que del derecho civil.. .Inocencio III y sus sucesores no podían permitir semejanteinjerencia en asuntos considerados como propios del poder espi-ritual, e iniciaron desde principios del siglo XIII una-lucha parareservarse el nombramiento de los prelados y de sus beneficios,

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cobrar las rentas de las sedes vacantes y, a partir del siglo XIV,controlar estrechamente la jerarquía y las rentas eclesiásticas. peroya en el siglo XIII, era ésa para los obispos de Roma una luchaperdida.r3 Los reyes ibéricos añadieron, de hecho, al concepto delimperíum heredado de su pasado romano, unos fundamentos más"modernos", más propiamente medievares, que reforzaron aúnmás su autoridad, dentro y fuera de sus reinoJ.

reconquista, empresa a la vezmilitar y religiosa, fue induda-blemente una de las bases del poder real en la España medieval.Empresa de carácter militar, la reconquista permifió al rey ser undefensorpatrine perpetuo, un noble y un cauáilero, y ejerclr así almás alto grado la función guerrera propia de la cástá nobiliariamedieval. En sus sellos a partir del siglo XIII, los reyes escogieronpreferentemente las representaciones ecuestres qle subr{rabansu papel militar.'4 cuando se extendió por toda Euiopa en ei sigloXIItr la orden de caballería, los reyes de castilla que, cómo AlfonsoX con el futuro Eduardo I de Inglaterra, no dudában en recibir ensu corte a jóvenes nobles y conferirles dicha orden --lo cual siempreintroducía una relación de dependencia entre el nuevo caballero ysu "autor"--, se proveyeron de una estatua articulada de Santiago,cuyo brazo armado con una espada les armaba caballerosrs $g.Z)sin intervención humana. Por lo tanto, sin sujeción u ni,ig,iohombre, los reyes de castilla se convertían en cabálleros reforán-do así su papel deprímus inter pares dentro del grupo nobiliario(f ig.3).

. P."Io la reconquista no era una mera empresa militar de apro-piación de tierras, consecutiva al crecimiento demográfico queexperimentóEuropa entrelos siglos XIyXIII. La priméra cruzadafue predicada en clermont por el papa urbano fv en 1095. Tansólo.siete años después, Pascual II prohibió a los hispánims queparticiparan en las cruzadas ultramarinas, encomendándoles laliberación de su propio territorio, liberación que se dotaba contodas las indulgencias y privilegios concedidos a los cruzados enTierra Santa. La reconquista enmntró así su justificación como

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De I.06 REyEs euB No soN TAUMATURcos

guerra santa, guerra justa y cruzada, término éste tan evocadorpara la mentalidad medievar. cruzados permanentes --ro que noeran ni el emperador alemán ni los reye.sde Inglaterra y Francia:,los reyes peninsulares que contribuíana la srtensión de la cristian_dad y, como Io recordaron sin cesar cr.nistas y tratadistas, habíanganado sus reinos con la sangre de ros españoies --o sea que no lodebían a ningún poder externo, imperial ó papal,--rose situaban enuna posición de defensores o protectores de la cristiandad, papelque asumirán todavía Carlos V frente a los protestantes, y ÉelipeII en Lepanto. cruzados permanentes, ni ros reyes ni tur í¡iáito,necesitaban por otra parte de ra intervención dér clero para ganarel cielo, mientras que ra Igresia sí'necesitaba del rey y o? tosespañoles para recobrar su territorio. Las menciones dé áparicio-nes de santiago a ciertos reyes de los sigros IX y X para anunciarlesla victoria contra los moros, refuerzán esta convicción de unaconexión directa entre los cristianos y su rey con Dios.. Dentro del juego de poderes que iaractériza alapenínsula enla edad media, la Iglesia no consiguió atribuirse .rn pápet pr"fon-derante: no hubo, en la España medieval, una teoiíá ¿e ras tresórdenes, en la que el ordo deros que rezaban estuviera separado yfuera superior a los otros, ya que en una empresa de cruzadapermanente no son necesarios los intermediarios entre el hombrey Dios. En cambio, a partir de la primera mitad del siglo XIII, laasimilación entre reconquista ycruzada permitió a los rJyes desviarhacia sus arcas parte de las rentas eclesiásticas. Las teóias reales--dos novenas partes del diezmo ecresiástico-- se añadieron a lasrentas de los obispados v¿cantes, a los préstamos forzosos exigidosde losprelados y a las bulas de cruzadapara subvencionar parie dela política real;t7la monarquía hispana, áefensora de la crisiiandad,no dudó jamás en recurrir a fondos eclesiásticos para llevar a buentérmino sus empresas.

Fl concepto de poder como imperium o poder absoluto seenriqueció, por lo tanto, con la valoración def rey como noble ycruzado, defensor de su reino y de la cristiandad, cabezade una

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sociedad organizada para la guerra.rs La reflexión teológica delsiglo XII añadió finalmente un nuevo elemento al concepto delpoder real en España, al dotar a los reyes con un atributo divino,signoyseñalde su papel como "lugartenientes deDios en la tierra".En Francia en el siglo XIII, la justicia se convirtió en el atributodivino que compartían los reyesyse difundió la imagen de San Luishaciendo justicia --la expresión francesa dice: "devolviendo lajusticia"-- debajo de un roble. Los letrados y clérigos que rodeabana los reyes de Navarra y de Castilla entre finales del siglo XII yprincipios del XIII escogieron para ellos la sabiduría y a Sancho VIel Sabio de Navarra (1150-1194) sucedió Alfonso X el Sabio deCastilla (1252-12U) (fig. 4). "Compañera del trono de Dios",creada por él antes del mundo, instrumento de su poder, la sabidu-ría es indudablemente el más alto atributo divino que se puedeencontrar en las Escrituras. Por su parte, el Libro de la Sabiduríaes el prototipo de los De regimine principum o libros destinados ala educación de los príncipes, como aquél que escribirá el dominicoGil de Roma para el hijo de San Luis a mediados del siglo XIII.

Saber de los saberes, la sabiduría divina permite a quien la posee"ordenar los pueblos", "someter las naciones de las gentes", "serrey y juez" y además conocer los secretos de la tierra y de loselementos, de los tiempos yde las estrellas, y hasta de las cosas másocultas y desconocidas de los hombres.Elscriptoria¡m de AlfonsoX llevó a gabo, en la tercera parte de la General Estoria, unatraducción romance (o sea castellana) del Libro de la Sabiduría,leclaro testimonio de cómo el rey lo había escogido como programa:el rey Alfonso el Sabio quiso ser también autor de libros dederecho, historia, astronomía, juegos, lapidarios y poesía; delmismo modo que mandó edificar templos y catedrales. Siguiendoel ejemplo de Salomón, al que la edad media atribuyó siempre laautoría del Libro de la Sabiduría -Jo que le permitía verse como elcontinuador de su padre, Fernando III, convdrtido en nuevoDavid--, Alfonso X el Sabio no dudó en afirmar que "son los reyesen los sesos mas agudos que los otros omnes",'¡afirmación que

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conllevaba, para los reyes, el deber de comunicar esta sabiduría, desacar a sus pueblos de la ignorancia considerada ésta como pecado.Semejante afirmación no constituía sin embargo ninguna novedaden la Castilla medieval, sino al contrario, el entronque con latradiciónvisigótica, talycomo la habíanexpresado los Concilios deToledo del siglo Yll:- Ignorantin mater cunctorum errontm.2r

La afirmación de que todo saber üene de Dios y acerca a Dios,y de que los reyes, por ser reyes, tienen más saber y entendimiento,confería a la función real un carácter clerical, si no sacerdotal: nosólo compartía el reycon los miembros de la Iglesia elsaber --recor-demos que, cuando aparece en los siglos XII y XIII, la figura del"intelectual" es ante todo una figura eclesiástica--,2 sino que loposeía en su mayor grado. Por otra parte, y según los modeloshagiográficos anteriores a finales del siglo XIII, santidad y sabidu-ría estaban estrechamente ligadas, creencia que compartían porcierto algunos filósofos árabes. Rex sapicns, el rey hispánico es asímismo un rey-santo, al tiempo que reafirma su participación enambos estados, el laico y el eclesiástico, y se sitúa por encima deellos. La ley 2 del título II del Fuero real dirá:

Nuestro Señor Jesuchristo puso primeramientre la su corte en el cielo[...] Et desíordenóla corteterrenal en aquella mismaguisa e en aquellamanera que era ordenada la suya en el cielo, e puso el rey en su logar,cabezae comenzamiento de todo el pueblo, asf como puso a sí cabezae comienzo de los angeles e de los arcangeles. Et diol poder de guiarsu pueblo t...1 tel reyl es su cabeza e puesto por Dios para adelantar elbien e para vengar e vedar el mal".a

La elección de Salomón como modelo real no fue exclusivo de

Alfonso X, sino que consta dentro de las representaciones queacampañaron a la monarquía de finales de la edad media. Temafrecuente en retablos, pinturas y esculturas diversas, Salomónconstituye también una figura muy mencionada por cronistas,poetas y autores de cancioneros. La comparación entre el modeloy la persona real no se estableció, por cierto, siempre en favor de

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RE¡c¡oxps 5l

estaúltima, comolo muestra Fernán pérezde Guzmán, hacia r450,a propósito de Juan Il, en Generaciones y Semblaruas:

9.L Iu pringipal ürtud del re¡ despues de la fee, es ser industrioso ediligente en la governagion á rigimienro ¿" ,u ,áyo",-" ;;;;;;; p".aquel mas sabio de los reyes, Salamon, el cuar, avilndo Áandamientode Dios que pidiese lo que quisiese, non demando,auo."ro p"r" rigi,e hordenar el pueblo.z

Cual nuevo Salomón, Juan II sin embargo, sabía la tín y fi losofía,honrab¿ a "las personas de sciencia", urubu la música y el baile yse había rodeado de una verdadera corte literaria. Hacia 1440-1450, la chancillería real acuñará ra fórmula: "de mi gierta sEienEiae sabiduría e de mi poderío rear absoluto", reafiimando'así elvínculo que une indisolublemente podery sabiduría en la realezamedieval castellana.

^ Un concepto abstr¿cto del poder absoluto, el imperium, lafunció¡ militar magnificada por ü asimilación entre reánluir,u ycruzada, y la adopción de ra sabiduría como atributo divino propióde los reyes, constituyeron pues, ros fundamentos del poder iearenla península ibérica medievar, y más precisamente en castila.Dentro de esta perspectiva, los reyes, ',r.idud"ro, lugartenientes defi.os eq la tierra, protectores de ia Igresia, no solamente tenían eldebe¡ de regir,a sus pueblos, sino an-te todo er de verar po.,u r" ysu educación. Las universidades fueron creadas, no poi ra Igresiasino porlos reyes, en palencia hacia 1210, en Salun,un.uporoüRo,después, en valladolid y en sevila a mediados del sigio XIII, enAlcalá de Henares en 1293 --tan sóro sobrevivieron iuruo,"n"u yValladolid--, en Iérida y en Lisboa en 1300. Los Reyes católicos,amén de precipitar la conversión de los judíos --que ie transformóde hecho en una expulsión-- en r49zy ia de ros musurmanes diezaños después, tomaron en r502 ra primera medida de censura de roslibros; dentro de la misma perspeótiva, y fieles a su misión, ro, i"y"sse reservaron en 1480, fecha de creación del Santo Oficio, elnombramiento del Gran Inquisidor.

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DB ros neyEs euE No soN TAUMATURcos

iQué papel desempeñó el ritual, qué valor se concedió a losgestos y símbolos, cuáles fueron estos símbolos, las insignias oseñales del poder real en la España medievar? Indudablemente, losfundamentos del poder en la península pertenecían al campo delderecho y de la teología más que al de la magia y de las t"pi"r"n-taciones materiales. Y si bien el rey estaba ródeádo por una seriede objetos, éstos nunca tuvieron el valor que se llegó a atribuir enFrancia a la corona real, a las espuelas de la coronación y a labander a u oriflamme. Lasrepresentaciones de reyes elaboraáas enel siglo XII y que nos han conservado en particuiar los cartularioscatedralicios --las miniaturas que ad ornan el Liber Testamentorumde ll25 de la catedral de oviedo, las veintinueve miniaturas delTumbo A de la catedral de Santiago de c-ompostela, de hac ia 1129,y las ocho miniaturas del Liber Testamentontm o Libro de lasestampas de la catedral de [¡ón de la segunda mitad del sigloXII:.- muestran reyes sentados en sillas/tronos, con las piernasmedio cruzadas en señal de majestad --comparémosles con lasrepresentaciones del Pantocrótorde la misma época--, coronadosy dotados con un cetro (figs. 5, 6,7,8 y 9); la figura real suele iracompañada por la de un armiger o escudero que lleva un escudoy la espada (figs. 10y 11), el pendón o el báculc propio del poderimperials (figs. 12, By Á).

_ En los sellos y ciertas monedas de los siglos XIV y XV, los reyesprivilegiaron una representación menos máyestáticá y, mediante lafigura ecuestre, pusieron el acento sobre su función militar: laespada desempeñó entonces un papel más importante que el cetro,pero la corona seguía definiendo al rey. Espada, corona y cetro soriefectivamente los símbolos que los reyes ibéricos comparten conlos demás reyes y a los que se daba probablemente el mismo valorque en el resto de las monarquías medievales --no vayamos a caeren el anacronismo de considerar a los monarcas hispánicos medie-vales como los representantes de una racionalidad propia de lossiglos XVIII y XIX--; son aquellos de que se despojár á en 146Á ala efigie de Enrique IV durante la llamada fársa de Avila o

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destronamiento der rey por ros partidarios de su hermanastraIsabel.ñ

Ahora bien, sino hay rey sin corona, tampoco la existencia deésta implica necesariamente una ceremonia áspecífica de corona-ción y un valor casi mágico atribuiclo a dicho símbolo. Escasísimos1on los reyes de los que se nos dice que fueron coronados en lacastilla medieval --ar_contrario de ro que ocurría en Aragón desdeprincipios del siglo XIII y en Navarra i partir de 1234--y"er rito decoronación o ritual escurialens. que enóa.gó Alfonso Xi ar obispode coimbra, don Remón, hacia 1i30, nuncá fue utilizado; recorde-mos aquí el cuadro conservado en el museo del prado que nosmuestra al Niño Dios depositando directamente ra corona sobre racabeza de Fernando de Aragón, mientras que la Virgen concedíala mitra a Sancho cle Rojas (fig. l5). En cambio, sabÉmos que enalgunas ocasiones, el reyde casti[airegó a donarsu corona a argúninvitado al que quería agasajar .rp"Jiulr"nte, muestra ésa delvalor relativo que se concedía al objéto corona. Tampoco tenemosmenciones de cetros o espadas particulares que se transmitieran depadre a hijo hasta convertirse en símbolós del poder y Oe sucontinuidad.

En la hora de su muerte, no sintieron los reyes peninsulares lanecesidad imperiosa de dotarse de un ""r"*oniur

particurar --rasnarraciones de muertes reales en ras crónicas abundin con descrip-ciones.de reyes despojándose de sus vestiduras reales para vestirsehumildemente, cubrirse aveces con cenizas ymorir, no como reyes,sino como cristianos--, como tampoco huúo panteón rear eá racastilla medieval: las catedrares be [rón, Toledo, sevilla: rosmonasterios de Las Huelgas y de Miraflores, así como otroscenobios conservan los restos de los monarcas y de sus famiriares.,L,os estudios de Bloch, Kantorowicz, A. Erlande_Branden_Burg,l"lpL.E. ^Giesey y Richard A. Jackson han mosrrado el papelsimbólico fundamentar que desempeñaron en Francia y en ingra-terra los panteones estabrecidos enSaint-Denis y en wéstminsier,y las ceremonias propias de los funerales realei. Sin embargo, lo

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De tos n¡yEs euE No soN TAUMATURcoS

primero que llama la atención del medievarista cuando estudia esasdescripciones de la muerte del rey en la Europa septentrional, esla omnipresencia de la Iglesia, bien para organizar el conjunto delos ritos funerarios, bien para constituirse en guardián de ios reyesdifuntos, manifestación visible de la continuidad dinástica.

Los reyes castellanos, que se sitúan por encima de su lglesia, nola necesitan para organizar su muerte --mueren como cristianospenitentes y, en los casos más sonados, por ejemplo los de Fernan_do I el Magno a mediados del siglo XI y de Alfonso vI a principiosdel XII, saben de antemano, mediante un anuncio celestiai, lafecha de su muerte-- y menos aún para promover una especie deculto a la continuidad dinástica. Al escoger su lugar de descansodefinitivo en función de su devoción personal o de lugares porellosreconquistados --Fernando III está sepultado en Sevilla, Isabel deCastilla y Fernando de Aragón se encuentran en Granada--, losreyes hacen de toda la península su panteón, última manifestaciónquizás de un poderentendido com oimpeñum,identificación entreel que ejerció ese poder y el espacio sobre el que se ejerció.

Si bien no hubo objetos cargados con un poder simbólico y casimágico en la España medieval, ni gestos y ceremoniales a loi quese concedieron significados especiales, ni poderes milagrosos atri-buidos al rey --Alfonso X enviaba a los que le pedían curación arezar a la Virgen, mientras que el "talento de exorcista" que MarcBloch habíacreídoveren larealeza castellana no pasó nunca de seruna acusación, lanzada por Alvaro Pelayo en"1,344, que fue luegorecogida en el siglo XVII--,8si bien tampoco hubo panteón querecordase la línea dinástica, no por ello dejaron de existir, en lapenínsula ibérica, conceptos, objetos y ritos capaces de fomentarel sentimiento nacional y de realzar el papel de la monarquíadentro del reino.

Los emblemas y figuras heráldicas, propios de una sociedadguerrera en la que se exaltan los valores nobiliarios, se convirtieronen el siglo XIII en representación del reino de Castilla y León. Apartir de la unión definitiva de las dos coronas en 1230. los

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emblemas del castillo y del león se multiplicaron hasta invadir lasmonedas, los sellos, las vestimentas, los adornos de los caballos yhasta los paramentos de las paredes y los cubrecamas. Las minia-turas del siglo XIII muestran así personajes enteramente revesti-dos con castillos y leones indefinidamente repetidos (figs. 16y 17),mientras que estos mismos motivos sirven para enmarcar escultu-ras o pinturas, adornar tumbas, bonetes, interiores de viviendas;dificultando en particular la identificación de ras monedas entre1230y l3l2,ya que sólo figuran un castillo en el anverso, un leónen el reverso y el nombre del rey --"Fernando" puede ser, porejemplo, Fernando III (1230-t252) o Fernando tV (1295-BtC)--.La "moda" de los emblemas heráldicos utilizados como motivoornamental, típico de la Castilla medieval, no estuvo sin embargoreservado al rey: los miembros de la familia real y otros familiaresde la corte lo llevaban.

Los emblemas heráldicos del castillo y del león no constituyenuna representación monárquica, como podría serlo la corona o elcetro. Simbolizan en cambio el reino en su conjunto, y no deja deser significativo que la moneda --monopolio real por excelencia--,en vez de llevar la figura del rey difunda el símbolo del reino. Nopodemos aquísino recordar la enorme importancia que las cróni-cas hispánicas, desde la alta edad media, concedieron a la palabra"tierra". La historia que relatan no es la de los españoles luchandopor España, sino la de los cristianos dando su sangre por recobrarsu tierra. Elconcepto de tierra en la mentalidad medievar hispánicamerecería un estudio en profundidad quc no fuera solamentecuantitativo: no olvidemos que, dentro del mundo cristiano, latierra, unida y opuesta al cielo, reino de Dios, fue el reino entrega-do al hombre antes de convertirse en el "exilio", en el "valle delágrimas" en elque todo hombre ha de realizar su salvación.

El vínculo que desde la alta edad media une en España loshombres a la tierra en la que viven es primordial: se es natural deCastilla, Portugal o Aragón y no súbdito de sus reyes, aunqueobviamente la naturaleza implique un reconocimiento delmonar-

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qDB I-os nsyEs euE No soN TAUMATURGoS

ca.La ruptura del vínculo entre el rey y ciertos nobles desconten-tos, en las luchas civiles tanto de la época de Alfonso X como deEnrique I I , Juan I o Juan I I , se tradujo siempre por ladesnaturalizaciónde éstos: la asimilación es total entre el rey y elespacio dentro del que ejerce su poder. Las crónicas escritas por ypara la nobleza en los siglos XIV y XV intentaron efectivamentepresentar a ésta como guardiánde la tierra, encargada de aconsejaral rey para que no se desviara de sus obligaciones para con ella-'

Un gesto y un objeto simbolizan sin embargo la realeza en laEspaña medieval. El signo de reconocimiento del rey en Castilla es,nos dicen los tratados de nobleza del siglo XV, el "besamano",loque confirma los relatos de los cronistas que subrayan el besamanocomo signo de reconocimiento, por parte de los nobles, del nuevomonarca. Gesto de sumisión muy antiguo, el besamano pertenecepor otra parte al conjunto de gestos específicos de la sociedadfeudalyestá reservado a la nobleza. Su significado se inscribe, pues'dentro del papel que asumía el rey de caudillo de la reconquista,caballero cruzado, cabeza de la nobleza. En su Nobiliaño Vero,escrito hacia 1475-1480y editado en Sevilla en1492, Fernando deMexíahablará delreycomodel "padre"desu nobleza ala que debede guiar como "madre". Fuera del besamano, no parece que lapersona real en la España medieval se rodeara de un ceremonialespecífico: las fiestas, juegos y torneos en las que participaba el reyeran fiestas propias de la aristocracia en las que el monarcadesempeñaba el mismo papel que los demás nobles.30Tan sólo lallegada al trono de Carlos V introducirá en la corte española unaetiqueta rígida, procedente de la corte de Borgoña.3t

El pendón, con su forma específica, está así mismo íntimamentevinculado al concepto de poder monárquico en la España medievaly figura ya en las miniaturas de la primera mitad del siglo XII. El

reconocimiento del nuevo rey por parte de las ciudades --que' con

la nobleza, constituyen el conjunto de la sociedad civil-- se realiza,a finales de la edad media, mediante el alzamiento del pendón algrito de "iCastilla, Castilla por el rey X !" o "ipor la reina X!"'

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Bandera militar, el pendón llegó también asimbolizarel poder real.En la segunda mitad del siglo XIV, los toledanos reivindicaban envoz alta su privilegio de no servir --en las expediciones militares--si no fuera "bajo el pendón del rey"; significaban así su negación aprestar el servicio de las armas bajo elmando decualquier miembrode la nobleza, aunque se tratara de campañas organizadas por elrey.32 En los tratados de nobleza y heráldica que

"mp.raion a

florecer a partir de la segunda mitad del siglo XV, para multiplicar-se desmedidamente a lo largo de losdossiglos siguientes, el péndónencabezará siempre la descripción de las diversas banderas yenseñas entonces en uso. Ahora bien, si el pendón simbolizó dealguna forma el poder real en castilla, no existió un objeto únicoy específico, un pendón que se guardara en un lugar sagrado y tansólo saliera a la luz en grandes ocasiones como eloriflama francés.que no poclía utilizarse si no era en guerras justas.33

Nos quedaría por valorar, dentro del conjunto de imágenes yrepresentaciones de la realeza en la castilla medieval,las represen-taciones de todos los reyes que, tallados en madera policromada,ornaban una de las salas del alcázar de Segovia. Las estatuasdesaparecieron durante un incendio en ersigloXlX y las dos seriesde dibujos que existen no coinciden. Ignoramos, por lo tanto, lafunción que se les atribuía: zserían una manifestación de la conti-nuidad monárquica? ifueron realizadas a finares de la edad mediacuando la sociedad española erigió a la nobleza como valor supre-mo y a la antigüedad como su fundamento? óquién encargó talobray en qué circunstancias?

Ni unción, niconsagración, ni coronación, ni poderes milagro_sos de curación, ni siquiera panteón real: obviamente los funda-mentos de la realeza en la España medieval no pertenecen almismo ámbito culturaly social en los que florecie.on erto. ritos ygestos, fundadores del poder de los reyes de Francia e Inglaterra.Profundamente enraizada en elmundo mediterráneo, herédera dela tradición romana y tempranamente cristianizada, organizadaalrededor de una red urbana y de una economía ganadira y de

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DB f,os REYES euE No soN TAUMATURGoS

comercio, entregada a la máxima empresa cristiana, la cruzada, lapenínsula ibérica elaboró una teoría y una práctica del podermonárquico mucho más acordes con los conceptos clásicos ycristianos que con las supersticiones y la "psicología colectiva" delas sociedades superficialmente romanizadas del norte de Europa.

El conocimiento de los autores griegos a través de sus traduc-ciones árabes se unió al que se conservaba de las obras literarias,poéticas, apologéticas y tratadistas latinas en la España altomedieval,y se enriqueció a partir del siglo XII con el estudio del derechoromano v de los maestros franceses; las estrechas relaciones man-tenidas con Italia entre los siglos XIII y XV permitieron una rápidadifusión del humanismo florentino y romano, mientras que elimaginario literario y poético absorbía los temas orientales difun-didos porel mundo musulmánylos mitosseptentrionales, artúricosen particular. Situada en la confluencia de varios mundos --elmediterráneo clásico, el orientaly el nórdico--, la península ibéricamedieval se caracteriza por una cultura en la que resulta difícildistinguir claramente entre "lo popular" y "lo culto", ya que lostemas que ponen por escrito autores eclesiásticos --desde PetrusAlfonsi a principios del siglo XI, hasta el arcipreste de Talavera enel XV, pasando por Gonzalo de Berceo en el XIII y el arciprestede Hita en el XIV-- y miembros de la aristocracia --como AlfonsoX en el siglo XIII, don Juan Manuel en el XIV y el marqués deSantillana en el XV-- pertenecen a ambos medios y son compren-sibles, al igual que las hazañas del Cid o los relatos míticos deHércules --fundador de España--, por todos los grupos sociales.

La elección de la lenguavernácula como lengua de la chancille-ría real a mediados del siglo XIII facilitó su uso como lengua dederecho, de literatura, de filosofía y de poesía en Castilla, como enPortugal y, más tarde, en Cataluña. No existió pues, en la Españamedieval, el abismo que pudo separar, en Francia e Inglaterra, algrupo de los consejeros y letrados del rey de la opinión común, deun pueblo iletrado y necesitado de gestos y ritos visibles, de signos.

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Ra¿,cloNes 5l

La pervivencia y ra reivindicación del concepto de imperiam,poder supremo heredado de los emperadorer rorun* y ááin*_do en constantinopra.por Justiniano, ra reconquista asimilada auna cruzada que justifica al rey y re permite situárse ,o-o ""u"rude su noblezay protector de su igl"riu, ra adopción de ra sabiduríadivina como atributo propio de roi monarcas, y ra profunda relaciónque existe entre la tierra y sus habitantes, una tieira d. tu qu" "t

."yes guardián y sus súbditos naturarer, ná, parecen caracterizar yfundamenta r la realezaen la España'medi"ual.r,os objetos y signos externos de esta realeza,si bien existieroncomo en las demás monarquías medievares, nui"u rJqri.i'"r""

"rcarácter sobrenatural y mágico que otras sociedades res dieron; noera necesaria ninguna sacrarizaóión de ra realeza,en ra medida enque ésta ¡o era puesta en tela de juicio. Tampoco sintieron ranecesidad ros pensadores españores medievarei oe pro"iu*, rusuperioridad de su rey sobie los demás, excepto en contadasocasiones. En una controversia con el canonista aremán JohannesTeutonicus, Vicente de España, "n

noru a principios del sigloXIII, subrayó la independencia de su patria --uiu quJráo,u-,irl'nruEspaña"-- frente al papa y ar emperüor porque ros españores rahabían ganado con,u.p.opiu ,ungr., y po.Lt frécno ¿e qi" E p1n"poseía su propio código de dere-cho. Én er siglo XV, eronr'o o"cartagena reivindicarára superioridad de castla sob;" I";i;;rr"alegando su mayor nobleza,iu paper en erengrandecimiento de racristiandad, y su independencía ir.nt" a los-demás poO..., __"tpapa y el emperador--.

NOTAS

l' Para Francia, véase en panicurar er estudio de c.orettc Beaunc , Naissance de ra nariotlFrance,Pais, Gallimard, lgg5, que da una cronología fina de la aparición de losdiversos ritos, mitos y leyendas relativos a la monarquía.

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Dp ros neyrs ouE No soN TAUMATURc,og

2. Sobre la formación de los grandes medievalistas del sigto XX, sus fuentes y susideologías, véasc Norman F. Canlor,Inventing the Middle Ages. TItc Lives, worlcs, andIdeas of the Great Medianlku of tleTwentieth Cezrary, New York, William Mor¡ow &Company, Inc., 1991.

3. Teófilo F. Ruiz, "Une royauté sans sacre: la monarchie castillanc du bas Moyen Age",Annal¿s E.S.C., mai-juin 19t14,pp.429453; reed.: ,.Unsacred Monarch¡r the Kings ofCastile in the láte Middlc Ages", Ntes of Power. Symbotism, Ntual & Potiics since tltMiddle Ages, Philadelphia, UPP, S. Witentz ed., 1985, pp. 109-1,t4.

4. José-Manuel Nieto Soria, "Imágenes religiosas del rcy y del @er real en la Castitladel siglo XIII", en: La España Mediaal, V (l9ft6), t.2, pp. 1ú-729; Fundatnentosideológicos del poder real en Castilla (siglos XIII-XW), Madrid, Univcrsidad, lql8. l:"demostración" queda sin embargo invalidada por la fatta dc crítica dc las pruebas yla yuxtaposición de documentos sacados de su contcxto.

5, A cuya lcctura conüene añadir el reciente libro y, en palc, refutación dc dicha tcoría,de Alain bureau,It simple corys du roi, Paris, 1988.

6. Másqueelestudiocasi hagiográficoquelededicóenlg2SErnstlGntoraxicz,FredrickII; véase Daüd Abulafia, Frederick II: A Medianl Enrperor, London, Allen [ane,Penguin Press, 1988.

7. Éstas fueron en particular las conclusioncs del coloquio L'Europc, héritiérc dcI'Espagre wisigothiquc, cclebrado en París cn mayo 1990, cuyaslaas, pubticadas porla Casa de Yelázquez en Madrid, deben de salft en 1992.

8. Es precisamente entrc Nar¡arra y Cataluña dondc hay que situar el cpisodio, relatadoporMarc Bloch (Lesroisthaumalurges, Paris, Callimard, 1983,pp.15}'154),del intentode "santificación" dcl prfncipe de Viana, hijo dc Juan II de Aragón -y hcrmanastro dcFernando el C¿tólicc'-, mucrto cn 1¿lól durante la guerra cMt en C.ataluña.

9. Alfonso de Cartagena, Drscurco sobre la preeminencia del rq de Castilla sobre el rq deInglaterra,Madrid, Bibliotecadc Autores Españolcs, 11ó (Prosistas Españolesdel sigtoxv),1955.

10. AlamuertedcSancholen96ó,elreyde[,cónRamiroIII tcníacincoaños.SutíaElüraasumió la regencia, fue llamada dominissima, "reina, basilea y madrina del rey'', hizoungir a su sobrino, lo rodeó con csplendor y le hizo dar los títula dc llavius,princepsmagnus y basileus (Hístoria de España, dir. por R Menéndcz Pidal, t. \/I, p. la9).

ll. Dentro de cste concepto, adquierc otro y mayor significado la ase rción de Antonio dcNebrija que figura en Ia dcdicatoria de su Gramát:ca, publicada e¡ 1492, primcragramática dc una lcngua vernácula: "La lengua cs compañcra del impcrio".

12. Alfonso X cl Sabio, Pri¡zoa Partüa, cd. por Juan Antonio Arias Bonct, Valladolid,Universidad, 1975, p. 34.

13. Pcter A. Linehan, Thc Spankh Church and the Papacy in the Thbteenth Century,Cambridge, 1971 ed. española, La lglesia española y el papado en el siglo )OI\Salamanca, Univenidad Pontificia. 1976.

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R.Er.AcroxEs 51

14' Tcófilo F. Ruiz, "[:s rcpresentaciones de la monarquía cn ros sellos rearcs,,,GenéseMédiévaledel'EwModeme: racastilreetraNwane (12s0-13óz), Aderine Rucquoi ed.,Valladolid, Ámbiro, 1987.

15. I-a estatua, quc data de mediados del sigro XIII y cuyo sistema de articulación nofunciona ya, sc conserwa en er monasterio de r¿s Huetgas dc Burgos. [-as crónicas sólomencionan le ccremonia a la que sc sometió Alfonso XI cn 1330.

1'ó. Véase a este respecto ros capíturos dedicados ar ,,nacionalismo" precoz del canonisttvicente dc Españade principios der sigroXIII en Gaines post,sru dicsinMedianrLegarTlnuglu. Pubric Law and ilE sraz, IrWl322,princeton, 19(/,;yrxaregacioncs dclobispo Alfonso dc c:rtagena cn cl concitio dc Basilea en su Dac¿¡so sobre Iapreeminencia del rey de castilra mbre et de Ingrarenade 1434 (BAE 116, Ma<trid, 1955).[¿ reiündicación de que cr reino se ganó con ra sangre de loc españoles hace por otraparte referencia al derecho de propiedad real sobre todos los teritorios conquistadoa:España pertenecc al rey que, Iuego, encomendará su explotación, su defensa y sugobicrno a ciudades, órdenes militares o retigiosas, obispos o nobles.

17. Véase Miguel Ánger tadero euesada, r.¿ Haiienda Rear en castilta en er sigto w,r-a,I*aguna, Universidad, 1973.

18. James F. Powers,,4 socieqr organized for war. Th¿ lberian Municipar Militias in thcCenual Middle Ages, lm-12%, Berkeley, University of Catifornia press, 19gg.

L9. General Estoria, tercera pafc, inédita. Real Bibrioteca de Er Escorial, Mss. c-ast., y-I$' F l31v-142v. Mientras no sc pubrique esta tercera parte cn una edición crítica,scguirá siendo difícit poder apreciar rcalmente el pensamiento porítico de Arfonso x

20. Véasc Francisco Rico, Arfonso x er sabio y ta 'Genoal Estoria,'. Tres recciones,Barcclona, Ariel, 1972; reed. 19&4, en panicular p. 130 y 133.

2l' Dentro dc este contexto no resurta sorprendente quc, a principios del siglo XIII, uncanónigo de Osma, en Castilla, Domingo de Guzmán, fundara la priÁera orden"sapicncial", la dc ros dominicos, que exigía estudios yconocimientos porpafe de susmiemb¡os y escogió como lema la veritas.

22. Jacques l* Goff, lts intellectuels au n oyen age, paris, L¡ Scuil, l9SZ.23. Alfonso x el Sabio, Fuero rear [r$ó], Madrid, Rcal Academia dc ra Historia. ed.

facsímil, Valladolid, 1929, pp. 9-10.Z. FernánPérezdc0uzmán,CeneracionesySenrblanzas,ed.porJ.DomínguezBordona,

Madrid, Espasa-Calpc, 1979, p. ll9.25' comparemos, por cjemplo, ra representación de Fernando I de t eón y castilra (1035-

1065) en el Diurno dc la Bibrioteca de ra unive¡sidad de santiago de compooteia, tasde los rcyes sancho II y Ramiro cn er Códice arbetdense de 976, y rade Alfonso III enel Liber Tesramentorunt de oviedo de rr25, con Ia miniatura que representa atempcrador otón II o III del Museo de condé en chantiily ilevan er mismo bácuro. Encambio, Alfonso II el casto y ordoño I están definidos por er escudo y ra espada cn clmismo I¡'ó¿r Testamentorum, y Fruela II por el escudo y el pendón.

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De Los nEyEs euE No soN TAUMATURcoS

26. sobre el significado de esta cercmonia ritual, ver la interesante polémica que se levantóentreAngus MacKayyKristin Zappalacenpcsl&present: Angus MacKa¡,,RitualandPropagandainFifteenth-CenturyCastile",pasr& present,no.107,may19g5,pp.3_43;Kristin Sorensen Tapalac, "Ritual and propaganda in Fifteenth-century castite", yAngus MacKay, "A Rejoindcr", Past & hesent, no. 113, november l9gó, pp. fg5-209.

27. Denis Menjot, "l¡s funérailles dcs souverains castillans du bas Moyen Age racontéespar les chroniqueuls: une image de la souveraineté", Mélanges Jean larmat, Nice,1982; "[rs funérailles royalesen castilleá la fin du M oyenAge", La ideay elsentimienode la mume en la hisnria y el ane de la edad media, santiago de c-ompostela, 19g9, pp.I27-1X.

28. Marc Bloch,Izs rois taumaturges, Paris, Gallimard, 1983, pp. 151-152; Alvaro pelayo,speculum Regtnr, R. Scholtz ed., uberkannte Kirchenpolitische streitschriftcn, II, p,517;véase Frei Alvaro Pais, Bispo de Silves, Eqp¿lá¿ dos reis.,Estabelecimento dotexto e tradugo do Dr. Miguel Pinto de Meneses, Lisboa, l9?2, 2 vols. Alvaro pelayo,penitenciario del papa cn Aüñón hacia 1330, y por poco tiempo obispo de Silves enPort ugal, escribió en Aüñón un De planctu Ecclesiae sobre los males que afectaban ¡la Iglesiae inició el speculum Regum que dedicóaAIfonsoXI conel recuentodesetentay dos pecados y males propios de los reyes: De matk regibus et principibus et in quibuspeccail,

29. Adeline Rucquoi, "l¡ lutte pour le pouvoir cn filigrane de I'historiographictrastamariste", Genése médiévale de I'Espagne Modeme. Du refus d Ia révolte: Iesrésistances,A.Rucquoi (ed.), Nice, Publicationsde la Faculté des l¡ttres de Nice, 1991,127-144.

30. TeófiloF.Ruiz,"FcstMtés,couleursetsymbolesdupouvoirencastilleauXVesiéclc.l¡s célébrations de mai l4?3",Annales E.S.C., no.3, 1991, pp. 52l-96.

31. Pese a que el apcllido paterno, Habsburgo, sirviera para definir a la dinastía qucempezó con Carlos V, la familia alemana de los Habsburgo estaba arruinada y habíaperdido peso en Alemania; la mayor parte de las ,.novedades" introducidas en España--incluyendo la etiqueta de corte y la moda de lo negro en el vestir-- proünieron de lacorte de Borgoña, en las que se habían forjado a lo largo del siglo XV. L: España delsiglo XVI es cl producto de la conjunción dc Castilla con Borgoña. Con la llegada dcla herencia borgoñona entrarán también en España historias relativas a un podcr"milagroso" de los reyes como exorcistas,

32. Véase Adeline Rucquoi, "Des ülles nobles pour Ie Roi", Reatidad e Imógenes delPoder. España afnes de l.a Edad Media, A. Rucquoi ed., Valladolid, 1988, pp.l9S-214.

33. Philippe Contamine, "L'oriflamme de Saint-Denis aux XIVe et XVe siécles. Etude dcsymbolique religieuse et royale",Annales de l'Est, no.3, 1973,pp. 1,79-244. Sobre laoriflama y su apreciación por un castellano, ver Gutierre Díez de Games,ElVtctorial.Crónica de don P*o Niño, conde de Buelna, Juan de Mata Carriazo ed., Madrid. 19¿14.

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REráctoNFs 51

Fig. 1. En las representaciones del mundo, el Mediterráneo ocupa elcen_tro_del ma,pa. (Mapa Mundi d,el Cotnentario al Apocalrpsrs del beatode Liébana, abadía de Saint-Sever, Francia, siglo Xj.

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r:üi.., *Fig. 2. Estatua articulada de Santiago que servía para armar caballerosa los reyes de Castilla (Museo de Las Huelgas de Burgos, siglo XIII).

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Fig. 3. Estatua policromada representando al rey Ordoño II de León consu espada y su corona (Museo de la catedral de León).

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Fig. 4. Alegoría del imperio de Carlos V que, con la sapienfra, dominaGermania, Italia e Hispania (Salontonis Tria Officia ex Sacris Destunpta,Navigatiunt Caroli V, Biblioteca de El Escorial, siglo XVI). Siguiendo elmodelo del Pantocrátor, los reyes en majestad están representadossentados en un trono con una corona v un cetro.

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Fig 5 . Pr rn tocr¿ ' r t r l r dc l r i i r s i t l c dc l , ¡ , i . ,q lcs i r r r l c s ln r ( th lnc l ¡ i dc ' fau l l cn[ .ú r ' i r " i ; r ( l v luscr i dc Ar te t l c ( ]¿ r tu luñ ; r , f Jur .c l t ina . l l l . l ¡ .

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Fig.9. Ramiro II dc l-crin (l.ilr.r Tc'lamcntuntm (t Libro de las e-rtantpos,catcdra l dc l ,cr in , s ig l , r X l l ) . S ic¡ l r f rc c( )n cr) r ( )na, y ü vcces con cct ro, losrcycs eslán acom¡lariadus p()r un unntg.,r (, cscudero quc l lcva el escudoy la csprrda.

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Fig. - l1 . Al f i rnso I I l c l Magno con su nru jer la rc ina J imena y e I obispo dcOviccltr (Libcr Tc.stunt('ttrot'utn, catcdral dc ()vicdo, c.l120). Al igual qucl<ls enrperadorcs alcmanes, los rcyes ibóricos est án figurados con eI bácukrdc manckr.

Fig. 12. El crnpcrador Ot(ln (Regt.strutrtChant i l ly , Francia, s ig los X-Xl) .

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Fig. 14. El rey Fernando I el Magno (1037-1065) con la reina Sancha y elmonje Fructuoso (Diurno de la biblioteca de la universidad de Santiagode Compostela, siglo XII).

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Fig. 15. Coronación de Fernando de Antequera, infante de Castil la y reyde Aragón, por cl Niño-Dios (rctablo de Sancho dc Rojas, Musco delPrado, Madrid, siglo XV). Los emblemas heráldicos de Castil la y Leóninvadieron trajes, pcndones, escudos y hasta el marco de las miniaturas.

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Fig. 17. El rey Alfonso VtI cabalga hacia su coronatión en León (D.Rcmón, obispo de Coimbra, Libro de las coronacio,cs de los reyes deEspaña o Riruui escuriufunte, Bibli<xcca de El Escorial, c.1330).

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