Revue Nerudiana N° 10, Diciembre 2010

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nerudiana Fundación Pablo Neruda Santiago Chile nº 10 Diciembre 2010 Director Hernán Loyola escriben Gunther Castanedo P. Jaime Concha Francisco Escudero G. Aída Figueroa Amalia Iriarte N. Pedro Lastra Patricio Lizama Hernán Loyola Sergio Macías B. Gabriele Morelli Juan Antonio Muñoz Olga Ries Nicole Sternsdorff Mario Valdovinos José Miguel Varas

Transcript of Revue Nerudiana N° 10, Diciembre 2010

1NERUDIANA – nº 10 – 2010

nerudiana Fundación Pablo Neruda Santiago Chile nº 10 Diciembre 2010 Director Hernán Loyola

escriben

Gunther Castanedo P.Jaime ConchaFrancisco Escudero G.Aída FigueroaAmalia Iriarte N.

Pedro LastraPatricio LizamaHernán LoyolaSergio Macías B.Gabriele Morelli

Juan Antonio MuñozOlga RiesNicole SternsdorffMario ValdovinosJosé Miguel Varas

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2 NERUDIANA – nº 10 – 2010

Sumario

Los juicios y opiniones vertidos en los artículos y demás materialesaquí publicados son responsabilidad de sus respectivos autores.

Portada: Foto y reproducción de Marcel Garcés.

nerudiananº 10 Diciembre 2010

director y editor Hernán Loyola

secretaria de ediciónAdriana Valenzuela

[email protected]

diseño y diagramaciónJuan Alberto Campos

FUNDACIÓN PABLO NERUDA Fernando Márquez de la Plata 0192

Providencia. Santiago Chile

nerudiana 10Viaje inmóvil y viaje funerario enBombal y en Neruda 4PATRICIO LIZAMA

Miguel Hernández en la prisión de Alicante 7FRANCISCO ESCUDERO GALANTE

Miguel Hernández en el corazón de Neruda 11SERGIO MACÍAS BREVIS

La huella de Neruda enla poesía de Luis Rosales 13GABRIELE MORELLI

El «otro» viaje deNeruda a Isla de Pascua 17GUNTHER CASTANEDO PFEIFFER

1960-2010: el mediosiglo de Canción de Gesta 20HERNÁN LOYOLA

Notas de ayer y de hoyen torno a Canción de Gesta 23JAIME CONCHA

Pancho y Pablo 25JOSÉ MIGUEL VARAS

Entrevista con Eliana Rojasviuda de Francisco Coloane 28MARIO VALDOVINOS

CRÓNICASLa Antología General en Playa Ancha 30PEDRO LASTRA

Il Postino: una ópera para el mundo 31JUAN ANTONIO MUÑOZ

Congreso conmemora elCentenario de Luis Rosales 31

Premio Pablo Neruda 2010: Christian Formoso 31

En La Chascona:casas y cosas de Pablo Neruda 32NICOLE STERNSDORFF

Casas y cosas de mi amigo Pablo 32AÍDA FIGUEROA Y.

PUBLICACIONES RECIBIDAS 34ADRIANA VALENZUELA P.

RESEÑASCASTANEDO PFEIFFER / (Loyola) 35CAMACHO GUIZADO / (Iriarte) 36

ADIOSESBella Ajmadúlina (1937-2010) 38OLGA RIES

Ajmadúlina responde a Neruda 40OLGA RIES

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3NERUDIANA – nº 10 – 2010

ESTE NÚMERO

El año 2010 remitía a varias efemérides conexas a Neruda y dig-nas de memoria. Iniciamos en el número anterior y proseguimosahora destacando otros personajes y libros más o menos en ordencronológico de aparición. Comenzamos con un homenaje a la grannarradora María Luisa Bombal en el centenario de su nacimiento.Para ayudarla a recuperarse de su bullado drama de amor vivido enChile, Pablo y Maruca la invitan en 1933 a compartir con ellos eldepartamento en el piso 20 del moderno Edificio Safico en BuenosAires. El poeta y la narradora viven en la capital argentina algunosmeses de fraternidad (no sólo de amistad) literaria en un clima derecíproca ayuda y admiración: única experiencia de este tipo conuna mujer en la trayectoria de Neruda. El profesor Patricio Lizama,de la Universidad Católica (Santiago de Chile), nos ejemplifica talsituación al analizar aspectos de afinidad y resonancias entre Laamortajada y Residencia en la tierra.

Sobre Miguel Hernández, también centenario, entregamos unsegundo dossier (el primero en N9) que no necesita justificación.Su breve estación poética fue tan intensa y dramática que estánlejos de agotarse las tentativas biográficas y de exégesis textuales.Proponemos dos aproximaciones: (1) una panorámica de SergioMacías Brevis, asesor cultural de la embajada chilena en Madrid;(2) una de grande y novedoso interés documental sobre las prisio-nes de Miguel, debida a Francisco Escudero Galante, organiza-dor del homenaje que el Ayuntamiento de Elche dedicó a los 100años del poeta.

Luis Rosales fue uno de los firmantes del espectacular Home-naje que los poetas españoles brindaron a Neruda en 1935 a travésde la edición en opúsculo de los Tres cantos materiales (y de unamemorable cena en junio). La mención que Pablo hace de Rosalesen su “Oda a Federico García Lorca” es índice de una relación estre-cha, que más tarde devino conflictiva porque Luis era de Granada yen su casa familiar intentó refugiarse Federico antes de ser arrestadoy asesinado. Sólo muchos años después se produjo su reencuentrocon Pablo. El profesor Gabriele Morelli, de la Universidad deBérgamo, desarrolla en el ensayo que reproducimos (en homenaje alos 100 años del poeta español) la influencia de Neruda, que el mis-mo Rosales admitió, sobre su poesía. El profesor Morelli acaba depublicar en Italia una edición bilingüe de La casa encendida / Lacasa illuminata (Nápoli, Liguori, 2010), uno de los poemarios másinnovadores de Luis Rosales.

Para celebrar los 60 años de la primera edición de Canto general(México 1950) hemos elegido la vía insólita que nos propone el artí-culo de Gunther Castanedo Pfeiffer sobre el indocumentado viajeque Pablo Neruda y la exuberante pintora Maruja Mallo —su amigay también su maestra de 1935-1936 en rincones y cachivaches madri-leños— habrían hecho a Isla de Pascua en 1945. La relación entreeste episodio y Canto general está en los cuatro poemas que el libroincluye (en su capítulo XIV) vinculados a la misteriosa Rapa Nui.

Remito a las razones y argumentos aportados por el artículo del acu-cioso e infatigable doctor Castanedo (de quien reseñamos también eneste número su libro Neruda y los barcos, Santander 2010).

No tengo noticias de que la habanera Casa de las Américas niel aparato cultural cubano hayan recordado en diciembre de 2010(como sería razonable esperar) los 50 años de Canción de Gesta,el libro que tempranamente Neruda dedicó a la revolución barbu-da. Nuestra revista ha juzgado su deber la inclusión de al menosdos artículos, como mínimo homenaje a una obra tan importanteen la trayectoria de Pablo: uno mío y otro de Jaime Concha. Eneste último mezclamos un fragmento de su ensayo publicado en elnúmero especial 157-160 de Anales de la Universidad de Chile(que dicho ateneo me encargó editar en 1971 como homenaje alNobel de Neruda) y una nota inédita, especialmente escrita ahorapara nuestra revista, y que mucho agradecemos al ilustre académi-co de California.

Francisco (Pancho) Coloane, nacido en 1910 como Bombal,Rosales y Hernández, compartió con Neruda la pasión del mar, sibien privilegiando la región magallánica (el Estrecho y Tierra delFuego). Fue en cierto modo nuestro Jack London, y a su amistadmarinera con Neruda dedicamos la crónica “Pancho y Pablo”, es-crita especialmente para nerudiana por José Miguel Varas (Pre-mio Nacional de Literatura 2006), y la entrevista que con su viudaEliana Rojas sostuvo Mario Valdovinos, dramaturgo, narrador,poeta y periodista, de proclamadas pasiones por la escritura deNeruda y por la música de Miles Davis (y por el buen jazz en ge-neral: léase su libro Takes).

Aparte las reseñas de una reedición de Camacho Guizado ydel libro de Castanedo Pfeiffer sobre Neruda y los barcos, la sec-ción Crónica trae un mosaico de noticias y la intervención deAída Figueroa durante la presentación del bello libro Casas ycosas de Pablo Neruda, con textos de Aleka Vial y fotografías deCristina Alemparte.

El 29.11.2010 murió en Moscú la poeta Bella (Isabella)Ajmadúlina, habiendo nacido allí mismo el 10.04.1937. Hija únicade padre tártaro y madre ruso-italiana, fue amiga de Neruda, quienle dedicó uno de los poemas de su libro póstumo Elegía (1974), quereproducimos en la página final junto a la “Respuesta retardada aPablo Neruda” (1975). Este poema de Ajmadúlina fue traducido es-pecialmente para nerudiana por Olga Ries, joven estudiosa de lite-ratura hispanoamericana y comparada (rusa, alemana), nacida enAlma Ata, Kazajstán, con formación académica en Bielefeld y resi-dente en Santiago desde hace pocos meses. Debemos también a OlgaRies la crónica (casi) biográfica sobre Bella Ajmadúlina que prece-de a su poema y al de Neruda.

— El Director

loyolalh@gmail com

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Los cien años de María Luisa

Los años que pasó María Luisa Bombalen Buenos Aires fueron de gran rele-

vancia para su vida y su consolidacióncomo escritora. Luego de sus estudios li-terarios en París y de sus vínculos con elteatro en Santiago, su trabajo narrativo sedesplegó con gran lucidez en la capital ar-gentina y, en razón de ello, obtuvo la le-gitimidad inmediata de sus pares: el re-conocimiento de los artistas y la valora-ción de la crítica.

En este trabajo queremos profundizaren la importancia que tuvo para Bombalsu encuentro con Neruda en Buenos Ai-res pues creemos que su proyecto crea-dor se plasma, entre otros vínculos, enrelación al trabajo del poeta chileno. Enparticular, el viaje inmóvil y el viaje fu-nerario son problemáticas que Bombalapropia y más tarde articula con un se-llo original. Revisemos entonces el acer-camiento que tuvo la narradora chilenacon Neruda.

La amortajada: viajes y residencia enla tierra

En 1933, María Luisa Bombal es invita-da por Neruda a vivir en su departamen-to de calle Corrientes. En este lugar seafianza la amistad de ambos escritores,iniciada en Santiago el año anterior, y serevela el respeto literario y genera un te-jido nuevo a partir de la absorción otransformación del poemario preexisten-te. Postulemos un texto B, La amortaja-da, unido a un texto A, Residencia en latierra, y destaquemos dos nexos funda-mentales entre estas dos obras.

(1) El viaje inmóvil: lugar de enuncia-ción y forma de aprehender la realidad

La novela presenta a una mujer envueltaen una mortaja que entreabre «un poco,muy poco» los ojos, como si quisiera mi-rar escondida con «aquella franja de pupi-la». Ella ve con una mirada visionaria ycon esta conciencia de gran lucidez con-templa y trata de entender desde la muertelo que fue su vida. Para ello se sitúa en unumbral, en un entre de límites ambiguosporque si bien la protagonista está en unestado post-mortem, desde este «otro lado»percibe su entorno y narra sus experien-cias. Ana María se encuentra y participaasí de dos mundos.

Desde este lugar impreciso y con estacapacidad visionaria, la protagonista rea-liza una introspección autobiográfica enbusca del fundamento de su propia vida,desdoblamiento que se articula como elviaje al pasado de una mujer que mira aotra mujer. Así, el yo es otro, clave de todapoética visionaria. Esta travesía que tras-ciende el tiempo y el espacio, inscribe a lanovela en la tradición moderna del viajeinmóvil.1 Ella es una vigía solitaria queen su condición de muerta, se encuentracondenada a sufrir un «doloroso acecho»de las personas que una a una se acercana despedirla. Son estos sucesivos encuen-tros los que desencadenan en la amorta-jada variados recuerdos y sentimientosque le permiten reconstruir e interpretarsu existencia.

El lugar de enunciación y la manerade conocer son muy similares en el libronerudiano. Para Santí, «una ‘residencia en

la tierra’ puede serlo únicamente para al-guien que no está en la tierra; alguien quese siente ajeno, o al menos enajenado»(88). El hablante residenciario habita enuna territorialidad confusa donde no haylímites ni regiones bien delimitadas demodo que también está en un entre. En elpoema “Agua sexual” se explicita muy bienesta dualidad opuesta y complementaria dequien participa a la vez de dos mundos:

Estoy mirando, oyendo,

con la mitad del alma en el mar y la mitad del

alma en la tierra,

y con las dos mitades del alma miro el mundo.

— “Agua sexual”, OC, I, 323

El ve con un «párpado atrozmente levan-tado a la fuerza» (OC, I, 322), indicio almenos de un moribundo, ve «aunque cie-rre los ojos», ve como un «ciego de ojosabiertos» que exactamente igual que laamortajada, «observa con sus ojos que lamuerte preserva» (“El fantasma del buquede carga”, en OC, I, 289). En este sentido,inevitable es reparar en la enérgica conde-na nerudiana al muerto que, a pesar de suestado, rehúye la posibilidad de percibir,verso que otra vez nos conduce a la amor-tajada: «Execración para tanto muerto queno mira» (“Establecimientos nocturnos”,en OC, I, 283), y que al mismo tiempo nosplantea la maldición del don visionario delcual el poeta no puede renegar.

El sujeto posee una visión que penetratodos los ámbitos de lo real pues como unvidente extrañado y dividido, explora elmundo interno, oscuro, irracional del yo,

Viaje inmóvil y viajefunerario en Bombal y en Neruda*

PATRICIO LIZAMAPontificia Universidad Católica de Chile

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y el mundo externo alienado y hostil quelo angustia. La desintegración que ame-naza todo lo real, conduce al vidente aexplorar también las regiones insonda-bles de lo terrestre, en búsqueda de vín-culo y arraigo.

El vigía que recorre su vida realizaun viaje horizontal, más cronológico,autobiográfico y otro viaje vertical, deinmersión «en lo más genital de lo te-rrestre» y en ambos permanece «ancla-do en una sustancia única y perecedera,pero eternamente renovada» (RodríguezMonegal 204). Él hace un viaje inmóvilalrededor de su ‘residencia’ en la tierra,situación que le ofrece «la oportunidad dedescubrir o volver a conocer su entorno»y define el carácter visionario de todo ellibro (Santí 88).2

(2a) El viaje funerario en Residencia

En “Entrada a la madera”, el hablante através de una «absorción física del mun-do», vía de acceso distanciada de la razón,desciende a las profundidades de la tierra,cruza diversos estratos y llega al corazónde la materia donde se gesta el universoprimordial.

El viaje vertical es el de un vidente quecon sus sentidos emprende un viaje fune-rario pues cae en un mundo donde encuen-tra sólo muerte y desintegración, se sumer-ge en un espacio donde todo es deterioro ydisfuncionalidad: «destruidas cosas», «ma-deras inconclusas», «tréboles amargos».3

A esta realidad sombría e infernal se agre-ga la precariedad del propio yo, sujeto sinvínculos ni amparo, sin raíces ni arraigo,sin permanencia pues no encuentra un es-pacio para habitar, por tanto, vive extra-viado y errante, vive siempre en un tiempoque todo lo destruye y disuelve.4 El des-habitado confiesa: poseído por «lamentossin origen, / sin alimentos, desvelado, solo»(“Entrada a la madera”, en OC, I, 325); «sinfuego, / sin pan, sin piedra, sin silencio,solo, / rodé muriendo de mi propia muer-te» (“Alturas de Macchu Picchu”, cantoIV, en OC, I, 437). El viaje horizontal, enla tierra, conduce al viaje vertical, en lasentrañas de la tierra, descenso que es unviaje funerario: bajar a morir.

El yo que con toda su orfandad se pre-senta al mundo de muerte, descubre que eneste espacio subterráneo hay gérmenes devida y signos de resistencia: «Veo moversetus corrientes secas», «crecer manos inte-rrumpidas», «siento morir hojas… incorpo-rando materiales verdes / a tu inmovilidad».Estos núcleos de supervivencia en la natu-raleza logran desplazar la hegemonía de lamuerte de modo que estos «se toman» elpoema y conforman una nueva hegemonía.El yo contempla la pluralidad de elementosque nacen, la presencia de intersticios y devenas desde donde surge y circula la vida:«poros, vetas, círculos de dulzura, / peso,temperatura silenciosa».

La manifestación emergente y múltipleque ahora predomina, se plasma en una enu-meración caótica que construye un verdade-ro tejido. Es esta explosión de vida y estetejido lo que el hablante quiere apropiar, peroahora desde otro espacio, un espacio habita-do: «venid a mí… caed en mi alcoba». Elsujeto que también puede resistir a la muertese abre «a vuestra vida, a vuestra muerte»,quiere aferrarse a esta coexistencia inscritaen la naturaleza, para, a través de una meta-morfosis, reconstituirse de otra manera. Elviaje funerario se convierte en viaje desalvación, pues el vidente tiene el propó-sito de participar de la vida que late en lamadera, materia madre, y el anhelo deintegrarse a un nosotros y así encaminar-se por otros cordones de existencia. El

viaje vertical de penetración deviene viajede compenetración, porque el hablante se haceuno con la materia: «hagamos fuego» y «ar-damos». Con esta voluntad de vínculo él sereintegra al mundo natural, matriz generado-ra de todo cuerpo, y a la vez halla una moradaque lo habilita para incorporarse a la historiay tener una nueva residencia en la tierra.

(2b) El viaje funerario en La amortajada

Ana María permanece en su cama granparte de la historia y más tarde es puestaen el ataúd y llevada por sus parientes cer-canos hasta la cripta del panteón familiardonde es enterrada, trayecto que constitu-ye el primer viaje. Entre su estadía en lacasa y el traslado al panteón comienza unsegundo viaje situado en un nivel de reali-dad distinto, pues lo inicia una fuerza mis-teriosa que aparece y desaparece, «alguien,algo» que llama y conduce a la protago-nista a un «más allá» fuera del tiempo ydel espacio. Esta segunda travesía es unintersticio discontinuo que primero se su-perpone al velorio y más adelante al corte-jo, pero luego se instala en el relato y cie-rra la novela.

Si el primer viaje culmina con el cuer-po de Ana María en la cripta, el segundo,como en Neruda, es el viaje vertical de unvidente que desciende, cruza varios estra-tos y llega a «las entrañas mismas de latierra» porque «ella se siente precipitada

María Luisa Bombal, pintada por Jorge Larco, Buenos Aires, hacia 1935.(Gentileza de Manuel Peña Muñoz).

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hacia abajo, precipitada vertiginosamentedurante un tiempo ilimitado hacia abajo;como si hubieran cavado el fondo de lacripta» (Bombal 174).

En efecto, al final de la novela, una vezmás atraída por ese «alguien, algo», elladesciende «fango abajo» y atraviesa raí-ces encrespadas y pequeñas madrigueras,cae en pozos de agua y vertientes subte-rráneas, ve animales que respiran y seresde cuerpo viscoso, accede a antiguos ma-res y bosques petrificados: caída continuade resonancia nerudiana pues revela la re-sistencia y los signos de vida de la natura-leza que se construyen en el texto sobre labase de la repetición, la enumeración caó-tica y el ritmo en cadena —otra resonan-cia residenciaria.

Ana María en este viaje tiene la mis-ma revelación que el vidente nerudiano:la naturaleza genera la vida y la muerteen una dinámica de equilibrio permanen-te y eterno: «todo duerme en la tierra ytodo despierta en la tierra» (Bombal175). El comprender la existencia de estacontinuidad de vida y de muerte traecomo consecuencia inmediata la trans-formación de Ana María, metamorfosisque al igual que en Neruda la lleva deregreso a la vida. Por ello el narrador,después de la revelación, señala: «laamortajada refluyó a la superficie de lavida» (Bombal 175).

El segundo viaje funerario culmina enun viaje de salvación, porque este volverhacia atrás indica que Ana María regresadesde la muerte a la vida. El paso le per-mite una radical renovación, pues sereconstituye en un nuevo cuerpo el cualse funde y es uno con la naturaleza, yaque de él salen infinidad de raíces que sehunden en la tierra «como una pujante te-laraña por la que subía temblando, hastaella, la constante palpitación del univer-so» (Bombal 175-6). El viaje de penetra-ción deviene uno de compenetración conel universo.

El primer viaje funerario, el que trasla-da a Ana María de la casa a la cripta, con-cluye con la bendición del padre Carlos. Conlos sacramentos, él prepara a Ana María paraque acceda a la vida eterna; luego invoca ala Trinidad para que reciba su cuerpo y alma

y, por último, acompaña al alma de la pro-tagonista «hasta la puerta tras la cual te en-cuentras Tú, Señor, esperándonos con tubondad y misericordia infinitas» (Bombal174). Con esta certeza, él la bendice por úl-tima vez, le da la paz y la despide, y portanto la deja a las puertas del Cielo, con laesperanza cierta que allí será recibida porDios y tendrá vida eterna.

En cambio, muy distinto es el final delsegundo viaje funerario. El deseo de laprotagonista es quedarse «crucificada a latierra, sufriendo y gozando», anhelo quesubvierte la creencia de su hermana, delpadre Carlos y de las monjas en cuanto aconsiderar la vida terrena como sólo unpaso al «otro mundo» donde se halla laverdadera vida. Ana María, al contrario,quiere vivir la vida en plenitud y así, me-diado por el amor humano, encontrar aDios «en este mundo», en el aquí y en elahora. Tal como «si hubieran cavado elfondo de la cripta y pretendieran sepul-tarla en las entrañas mismas de la tierra»,así también ella desfonda el cielo y lo dejacaer a la tierra al decirle al padre Carlosque le «gustaría que [el cielo] fuera lomismo que es esta tierra» y alcaracterizarlo como un lugar donde flo-rece la vida y donde el hombre se recon-cilia con la naturaleza y encuentra elamor: imagen que perturba al sacerdote ysobre todo a las monjas (Bombal 168).

La imagen de Dios, por lo mismo, tam-bién es diferente para Ana María. No com-parte la veneración de ese Dios terrible,lejano y severo —más ligado al AntiguoTestamento— que le imponen las mon-jas y que adora su hermana; prefiere encambio ese Dios más comprensivo, cer-cano y secreto que Zoila le hace presentir(Bombal 121) y que ella busca en las co-incidencias extrañas de la naturaleza y enlos signos inexplicables que aparecen ensu vida. Para ella, Dios se le presenta demanera misteriosa, a través de signos,como un «alguien» anhelante de ser des-cubierto y que comparte su existencia másabierta al amor humano que al temor di-vino, por tanto, un Dios que la acompañapues va «entretejiendo a ratos parte de suvoluntad dentro de la aventura de mi vida»(Bombal 121).

Palabras finales

Neruda y Bombal proponen una lecturade la existencia humana a partir de un ale-jamiento respecto a esa misma existen-cia la cual se plasma en una representa-ción de la ausencia y de la lejanía. En am-bos se advierte una percepción de estar«fuera de lugar», una vivencia de«descolocación» con respecto a un cen-tro deseado, experiencia que se resuelvecomo extrañeza y se asemeja al exilio.Como sugiere Pedro Lastra, «el poetaexiliado vive y comunica un mundo quees para él, por lejano y perdido, el espa-cio de una realidad sentida comofantasmática» (250). Y agrega: «El exilioconvierte en fantasmal todo lo que toca,confunde los contornos del espacio propio,irrealiza no sólo los lugares del pasado sinotambién los del futuro» (252). En este sen-tido, si Neruda y Bombal abandonan ellugar en principio «propio», la residenciaen la tierra, para acceder a uno extraño, alfinal todo se invierte pues lo extraño serárealmente lo propio, movimiento que lesotorga una nueva identidad.

Rodríguez Monegal llamó a todo el ci-clo de Residencia en la tierra un «diario yconfesión de una temporada en el infier-no» (89), experiencia semejante a la queencontramos en las novelas de Bombal, enparticular en La amortajada.

La búsqueda de un fundamento parasalir del acoso y la descolocación, Nerudala resuelve al encontrarse con la materia,establecer vínculos y así abrirse a la histo-ria. Bombal propone quedarse crucificadaa la tierra con un nuevo cuerpo abierto alamor; ella baja la cruz de modo que el ejevertical queda horizontal y así postula queel cielo se debe encontrar en la tierra comolo postulará más tarde Carpentier en Elreino de este mundo, Roa Bastos en Hijode hombre y Cortázar en Rayuela. De estaforma, Bombal y Neruda, cada uno a sumanera, encuentran una nueva residenciaen la tierra.♦

*Este trabajo es parte del proyecto de inves-

tigación “La vanguardia chilena en sus revistas

(1920-1930): modernidad, poesía e intelectuales”.

Fondecyt 1090735.

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REFERENCIAS

Bombal, María Luisa. Obras completas. Edición

de Lucía Guerra. Santiago: Andrés Bello, 1996.

Lastra, Pedro. Obras selectas. Santiago: Andrés

Bello, 2008.

Neruda, OC. Pablo Neruda. Obras Completas,

5 vols. Edición y notas de Hernán Loyola. Barcelona:

Galaxia Gutenberg, 1999-2002.

Rodríguez Monegal, Emir. El viajero inmóvil:

introducción a Pablo Neruda. Buenos Aires: Losada,

1966.

Santí, Enrico Mario. “Prólogo” al tomo I de

Pablo Neruda. Obras Completas. Edición y notas de

Hernán Loyola. Barcelona: Galaxia Gutenberg, 1999,

pp. 81-104.

NOTAS

1 Entre los poemas de esa tradición, señalemos

“El barco ebrio” de Rimbaud, “Voyage” de

Baudelaire, y en el ámbito español, René de

Costa añade los poemas metafísicos Altazor de

Huidobro, Muerte sin fin de Gorostiza, Sobre

los ángeles de Alberti y al propio Neruda con

Tentativa del hombre infinito. Ver René de Cos-

ta, “Tentativa del hombre infinito. Notas para una

revaloración”, en Emir Rodríguez Monegal y

Enrico Mario Santí, eds., Pablo Neruda. Madrid:

Taurus, 1980: 104-118. Para un análisis del via-

je mágico y su proyección en la vanguardia, ver

Selena Millares, Neruda: el fuego y la fragua.

Salamanca: Ediciones U. de Salamanca, 2008.2 Santí señala que el viaje inmóvil ya está presente en

Tentativa del hombre infinito. Señala que se tra-

ta «de un poema en la tradición del viaje visio-

nario, que casi siempre es un nocturno, que en la

poesía moderna inaugura El barco ebrio de

Rimbaud y que se repetirá muchas veces des-

pués, desde Mallarmé hasta los surrealistas»

(87).3 En carta a Eandi, Neruda señala: «Pero, verdadera-

mente, no se halla usted rodeado de destruccio-

nes, de muertes, de cosas aniquiladas?» (OC, V,

938).4 En este sentido entendemos el verso «Si me pre-

guntáis en dónde he estado / debo decir ‘Suce-

de’», en el poema “No hay olvido (Sonata)” de

1935.

1

Los últimos años de vida de MiguelHernández fueron un auténtico cal-

vario que retratan los niveles de intoleran-cia y rencor acumulados en la España definal de la guerra. Miguel Hernández se haencerrado en una literatura intimista, de so-ledad impuesta, y su recorrido personalresulta un vía crucis carcelario especial-mente sangrante.

El 1 de abril de 1939 concluye oficial-mente el conflicto civil que ha enfrentadoa los españoles durante tres años, y Mi-guel Hernández se encuentra en ese mo-mento en Cox. Venía de Madrid y Alican-te, y pudo haber tomado uno de esos bar-cos salvadores que se hallaban en el puer-to alicantino durante los últimos días delconflicto. Sin embargo, su único pensa-miento es volver a su tierra y reencontrarsecon su mujer y su hijo. Allí le aconsejanque se marche, y por ello se desplaza aSevilla donde piensa encontrar ayuda.

A partir de este momento, Miguel bus-ca en su entorno literario y de amistades elauxilio necesario para solventar la difícilsituación en que se encuentran él y su fa-milia. Con fecha 19 de abril, escribe a JoséMª de Cossío para pedirle ayuda económi-ca, y a finales de ese mismo mes se en-cuentra en Huelva, desde donde pretendealcanzar la frontera portuguesa para esca-par a la represión de los vencedores. El 30de abril cruza la frontera, llega al puebloportugués de Santo Aleixo, y a continua-ción a Moura donde es detenido por la po-licía el día 3 de mayo1 y devuelto al pri-mer puesto fronterizo español: Rosal de laFrontera, que se convierte en su primeracárcel. Allí recibe palizas y sufre humilla-ciones, iniciando un periplo que le llevópor diversas prisiones españolas: Sevilla,Madrid (calle de Torrijos, nº 65), Orihuela,

de nuevo Madrid (Conde de Toreno),Palencia, Ocaña y Alicante. En los calabo-zos municipales de Rosal de la Fronterapasa Miguel siete días, del 3 al 9 de mayo,cuando es trasladado a la prisión provin-cial de Huelva, según consta en la ficha dela Dirección General de Seguridad. Losmalos tratos y vejaciones se suceden, y sinembargo la única acusación que figura enel informe policial de esta villa es «haberpasado la frontera sin la debida docu-mentación».

El 18 de mayo, Miguel llega a la cárcelmadrileña de Torrijos, desde donde escri-be a Josefina para que consiga la ayuda deun abogado oriolano, y a finales de mespide de nuevo a su esposa que hable con elcanónigo Luis Almarcha para que interce-da por él ante las autoridades. Tambiénescribe de nuevo a Cossío pidiendo ayuda,así como a los padres de Ramón Sijé. Pa-ralelamente, la causa abierta contra Miguelsigue su curso, y el 9 de junio, la Auditoríade Guerra del Ejército de Ocupación re-mite el sumario del juicio, y el juez mi-litar lo transfiere al Juzgado Especial dePrensa. Asume el caso el Juez Especialde Prensa, Manuel Martínez Gargallo, yel 6 de julio Miguel es interrogado y rea-liza su primera declaración judicial. Eljuez solicita informes y la editorialEspasa-Calpe se desmarca afirmando queel poeta no trabajó para la empresa, sinoque lo hizo directamente para Cossío.

Miguel Hernández en la prisión de AlicanteTestimonios carcelarios

FRANCISCO ESCUDERO GALANTEEscritor — Ayuntamiento de Elche, España

Dossier MH–2

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Por su parte, el Ayuntamiento deOrihuela emite un informe negativo so-bre Miguel firmado por el alcalde2 , endonde se recoge lo siguiente:

En contestación a su escrito de fecha 4del actual solicitando informes políticos ysociales de Miguel Hernández Gilabert, hede manifestarle que su actuación en estaciudad desde la proclamación de la Repú-blica ha sido francamente izquierdista, másaún, marxista, incapaz por temperamentode acción directa en ningún aspecto, perosí de activísima propaganda comunistoide.Se sabe que durante la revolución ha pu-blicado numerosos trabajos en toda clasede periódicos y publicaciones, y que estu-vo agregado al Estado Mayor de la Briga-da del Campesino. Hace bastantes años sele conocía por ‘El Pastor Poeta’, y última-mente por ‘El Poeta de la Revolución’.

Lo que comunico a los efectos que con-sidere oportunos.

Orihuela, 14 de julio de 1939.Año de la Victoria.El Alcalde

Mientras tanto, el juez recibe ejempla-res de los libros y escritos publicados, en-tre ellos un ejemplar de Teatro en la gue-rra, lo que le lleva a concluir que MiguelHernández participó en la guerra comoagitador y propagandista.

2El 15 de septiembre, y ante sorpresa ma-yúscula, el juez concede su libertad. ¿Porqué? No lo sabemos a ciencia cierta, perocabe pensar, primero en el caos adminis-trativo-burocrático que debió reinar en losprimeros meses tras la finalización de laguerra, y segundo en la descoordinación eincluso rivalidad existente entre las auto-ridades civil-políticas (léase la Falange) ylas militares (léase el Ejército) en la cons-trucción del nuevo régimen. Lo cierto esque, como preso gubernativo, las autori-dades civiles no encontraron en MiguelHernández causas graves (sólo cruzar ile-galmente la frontera con Portugal o no lle-var documentación), y por ello lo ponenen libertad, sin tener en cuenta que al mis-mo tiempo las autoridades militares teníanun expediente abierto contra el poeta.

Fuera de prisión Miguel Hernándezacude a la embajada de Chile y después aCox para ver a su mujer y a su hijo. Sedesplaza a Orihuela para visitar a sus pa-dres y también a los padres de Sijé. El 29de septiembre es denunciado y detenido enOrihuela, y se le traslada al seminario, con-vertido en cárcel. La fiscalía había pedidopreviamente la pena de muerte para el poe-ta. El juez militar de Madrid pide al juezde Orihuela que le remitan al preso y quese inhiba a su favor para unificar el expe-diente abierto inicialmente en el JuzgadoMilitar de Prensa de la Plaza de Callao. El3 de diciembre Miguel sale del seminarioesposado y custodiado por dos guardiasciviles. Lo llevan a la estación de tren ydesde allí es trasladado a Madrid, ingre-sando en la prisión de la Plaza de Condede Toreno. El reo ha vuelto a la capital,pero el juez oriolano, desoyendo la peti-ción del juez de Madrid, no envía el expe-diente abierto en Orihuela y continúa sumarcha tomando declaración a testigos yrecogiendo declaraciones. Es el sumarísi-mo de urgencia nº 4.487, descubierto e in-vestigado por el escritor Enrique CerdánTato, y publicado hace tan sólo tres sema-nas por el Ayuntamiento de Elche3 en elmarco de las actividades del centenariohernandiano. Se produce por tanto una si-tuación absurda, con dos sumarísimos deurgencia abiertos en paralelo contra la mis-ma persona, y con testimonios recogidosen el expediente del juzgado de Orihuelapero no en el de Madrid, como es el caso

de la declaración del falangista JuanBellod Salmerón4 , amigo de MiguelHernández por haber colaborado con él enla revista El Gallo Crisis de Ramón Sijé.El testimonio de Bellod es claramente fa-vorable a Miguel, y podría haber influidopositivamente en el juicio, sin embargo noviene incorporado a la causa que le sigueel Consejo de Guerra en Madrid. En su de-claración Bellod dice, entre otras cosas:

Juan Bellod Salmerón, secretario de laJefatura provincial de la milicia de la F.E.Ty de las JONS de Valencia,

Certifico: que conozco desde su ni-ñez a Miguel Hernández Gilabert, hijode Miguel y Concepción del reemplazode 1931, natural y vecino de Orihuela,constándome ser persona de inmejora-bles antecedentes, generosos sentimien-tos y honda formación religiosa y huma-na, pero cuya excesiva sensibilidad ytemperamento poético le han hecho ac-tuar atendiendo más a los dictados delapasionamiento momentáneo que de unavoluntad firme y serena…

Que garantizo plenamente su conduc-ta y actuación así como su fervor patrióti-co y religioso que se revela por lo demásen la lectura de su producción literaria,singularmente en la de su magnífico autosacramental ‘Quién te ha visto y quién teve y sombra de lo que eras’, publicado enla revista Cruz y Raya…..

No le creo pues en lo fundamental ene-migo de nuestro Glorioso Movimiento, concuyos principios, una vez conocidos en lareveladora verdad de nuestra Doctrinahecha actuación gloriosa, le consideroidentificado por su formación y por su tem-peramento….

No incorporar este testimonio, y otrostantos, al expediente abierto en el JuzgadoMilitar de Prensa de Madrid que juzgó y con-denó al poeta, constituye una clara irregula-ridad jurídica, y está sirviendo en la actuali-dad como argumento para la petición de nu-lidad de la sentencia por defecto de formaque los herederos de Miguel Hernández hancursado ante el Tribunal Supremo.

En Madrid, el primer expediente siguesu curso, y el 14 de enero de 1940 tienelugar el juicio sumarísimo 21.001 contraMiguel y otros 28 reclusos. La fiscalía pide

Miguel Hernández visto por Buero Vallejoen la cárcel (1940).

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la pena de muerte, y tras 90 minutos dejuicio ante el Consejo de Guerra, la mitadde los acusados, incluido el poeta, son con-denados a muerte. El 9 de junio se le con-muta la pena de muerte por 30 años de pri-sión. Su contacto con el exterior es exiguo,pero algunos amigos intentan ayudarle,entre ellos el propio Neruda desde París,también Germán Vergara, de la embajadade Chile, y Vicente Aleixandre. En la cár-cel conoce al dramaturgo Antonio BueroVallejo, quien le realiza el retrato a carbon-cillo que se convertirá en la imagen másconocida del poeta oriolano.

3El 15 de septiembre es trasladado a la cár-cel de Palencia y en esa prisión sufre neu-monía. El 29 de noviembre es trasladado ala prisión de Ocaña. Miguel pide a susamigos que intenten gestionar un trasladoa la prisión de Alicante para poder estarcerca de su esposa y de su hijo, trasladoque se lleva a cabo el 24 de junio de 1941,llegando a Alicante el día 28. En el Refor-matorio de Adultos de Alicante, ya a fina-les de septiembre, el poeta recibe la visitade su esposa y de su hijo, a quien ve porprimera vez desde que está en prisión. Perola salud de Miguel Hernández es ya muydelicada, ha contraído la enfermedad deltifus, y posteriormente la tuberculosis.

En esta última sede carcelaria, la deAlicante, Miguel fue tratado por el DoctorBarbero, y algunos amigos y conocidos delpoeta intentaron interceder para que fueratrasladado a un sanatorio donde pudiera seroperado con garantías de su afecciónpulmonar. Los testimonios que ha dejadoescritos Luis Fabregat5 , amigo y compa-ñero de cárcel de Miguel hasta su muerte,revelan que el Reformatorio de Adultos deAlicante nunca llegó a cursar solicitud for-mal (oficio) a la Dirección General de Pe-nitenciaría para proceder al traslado delpoeta al sanatorio de Porta-Coeli (Valen-cia), sino que únicamente se cursaron car-tas personales (no oficios).

Además, asegura Fabregat, la inicia-tiva no partió directamente de la direc-ción de la prisión de Alicante, sino delperiodista Manuel Augusto GarcíaViñolas, director general de Cinemato-

grafía en los albores del franquismo, unhombre que, a pesar de ser afecto al nue-vo régimen, mantenía ciertas amistadesy simpatías con escritores de izquierda,como ocurrió con Lorca y con Alberti.Según el testimonio de Luis Fabregat, lasgestiones que a título particular realizóGarcía Viñolas eran continuamente ‘fre-nadas’ por el padre Vendrell, que visita-ba a Miguel Hernández como delegadodel canónigo Luis Almarcha, que pocodespués sería obispo de León y uno delos hombres de confianza de Franco.Vendrell —asegura Fabregat en los es-critos guardados por su familia— frenóesas gestiones de traslado para conseguirprimero el arrepentimiento del enfermoy su regeneración moral.

Esa solicitud no fue cursada de formaoficial (en el expediente de la prisión nofigura ninguna solicitud) sino en carta par-ticular. ¿Por qué? Sencillamente porque seestaba ‘trabajando’ su regeneración.Aquella regeneración que se buscaba yadesde marzo de 1939. Pero como en suscontactos personales D. Luis no lo pudoconseguir, dejó a su lado al padre Vendrellpara que trabajara ‘la pieza’ porque eranecesario ganarle para la iglesia. La pre-sión que este último señor ejerció sobreMiguel llegó a ser asfixiante, hasta tal pun-to que, en determinado momento, llegó adecirle: ‘Nosotros no vamos a conseguirde usted lo que queremos, pero usted tam-poco va a conseguir de nosotros lo quepretende’.

El escritor Enrique Cerdán Tato reco-ge en su obra La lucha por la democraciaen Alicante6 referencias al perfil de estesacerdote afirmando que «entre la pobla-ción reclusa circulaba a hurtadillas, claroestá, el comentario de que el padre Vendrellllevaba un crucifijo del nueve largo…», ytambién el discurso que obsequiaba a lospresos en espera de ser fusilados: «¡No ten-gáis miedo, porque los moritos tienen muybuena puntería y no os harán ningúndaño…, vosotros sí que sois bien afortu-nados, puesto que conocéis el momentoexacto en que ha de veniros la muerte, yasí podéis poneros en paz con Dios y sal-var vuestras almas, que es lo único quedebe importaros!»

Fabregat afirma además, en cartadirigida a Miguel Signes7 , que D. LuisAlmarcha nunca llegó a cursar ningunapetición de traslado al sanatorio de PortaCoeli antes de que el poeta se casara por laiglesia 24 días antes de morir. Dice así:cuando Francisco Martínez Marín medijo que iba a tener acceso a los archi-vos del Reformatorio a tomar datos parasu libro sobre Miguel, le pedí pusiera sumayor interés en ver si en el expedientefiguraba alguna petición de traslado yuna solicitud de autorización de laD.G.P. para hacerle una mascarilla.Pues bien, no figuraba ninguna solici-tud, y sí sólo una orden de traslado confecha posterior a su matrimonio canóni-go y pocos días antes de morir.

4 Esta actitud de desinterés real que tantoAlmarcha como Vendrell mostraron por lavida del poeta fue corroborada, años des-pués de la muerte del poeta, por su herma-no Vicente Hernández. En carta personaldirigida a su amigo y paisano, el doctorVicente Escudero8 , asegura:

Estimado amigo:En vista de las diversas versiones que

circulan por todas partes respecto a la ayu-da que mi hermano Miguel recibió estandoen la cárcel, quiero decirte la verdad de loque ocurrió en la entrevista que tuve con elobispo Almarcha; creo que a los cinco oseis meses de terminar la guerra cuando fuia ver al obispo Almarcha para pedirle ayu-da para mi hermano. Me dijo que no podíahacer ahora nada porque él no le quisohacer caso cuando le propuso que rectifi-cara de sus ideas y de sus escritos. Ahoraya no era el caso. Esto fue la primera vez,después de la primera visita fue la segundacuando mi hermano estaba ya con el pul-món quitado por D. Antonio Barbero, es-tando tan malo en aquella enfermería don-de había 90 – 100 hombres tendidos, qui-tándose las puses los unos a los otros contrapos sucios, pues allí no entraba un mé-dico o un practicante en siete u ocho días.Aquello era inhumano.

Entonces propuso D. Luis Almarcha eltraslado a Porta Coeli, a un sanatorio que

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se llama así. Se estuvo esperando el tras-lado unos 20 días y no llegó, hasta quemurió. Son malos recuerdos porque yo lle-gué a entrar allí, era terrible. La cabidadel reformatorio es de 2.000 personas yhabía 9.000.

En fin, para qué decirte más.Se despide de ti con un fuerte abrazo

tu amigo, Vicente Hernández.Vicente Hernández, Elvira Hernández

y Josefina Manresa fueron las personas quemás frecuentemente acudieron a la prisiónde Alicante para ver a Miguel. Vicente yElvira, al ser familiares directos (herma-nos del poeta) tenían acceso a los permi-sos de visitas, sin embargo, JosefinaManresa tuvo más dificultades, a pesar deser la esposa de Miguel, ya que no estabancasados por la Iglesia, y los matrimoniosciviles materializados durante la Repúbli-ca no eran reconocidos por el nuevo régi-men. En más de una ocasión, los amigosde Miguel recurrieron a una estratagemapara que pudiera ver a su hijo Manolillo.

Según el testimonio de Julio Oca‘Petete’9 , hijo del pintor Eusebio Oca,compañero de cárcel del poeta en Alican-te, en varias ocasiones Miguel acudía ala zona de visitas acompañando al pin-tor cuando sus familiares venían a verle.Eusebio Oca cojeaba de una pierna y an-daba con bastante dificultad. Por ello pre-cisaba de ayuda para poder caminar. Deesta manera, el pintor podía salir ayuda-do por Miguel cuando recibía las visitasde sus familiares, entre ellos su esposa ysu hijo pequeño, de tan solo 2 años deedad. Sin embargo, en alguna ocasión,el ingenio y la necesidad hizo que el niñode 2 años que portaba la esposa deEusebio Oca no fuera su hijo, sino otroniño de la misma edad: Manuel MiguelHernández, hijo del poeta. De esta ma-nera, gracias al engaño, Miguel Hernándezpudo ver en varias ocasiones a su hijo apesar de que Josefina Manresa perma-necía fuera sin poder entrar. Son testi-monios transmitidos por Julio Oca a susfamiliares, que retratan un episodio encierta medida entrañable, pero tambiénrevelador de la cruel situación de aisla-miento y falta de libertad que padecíael poeta.

Miguel se encuentra en estos años de cau-tiverio en una situación de amargura y des-esperación, pero el dramático panorama per-sonal no merma ni un ápice la capacidadcreativa del poeta, que no deja de escribirversos que radiografían sus sentimientos. Aeste período carcelario pertenece su Cancio-nero y romancero de ausencias, posiblemen-te la obra cumbre de Hernández, en la querefleja con mayor profundidad los ejeshernandianos del amor, de la muerte y de lavida desde una óptica intimista. Como sunombre indica, este conjunto poético es uncanto a las ausencias que el poeta padece, laausencia de libertad, la ausencia del hijomuerto, de la esposa, de su segundo hijo alque no puede ver crecer, ausencia en defini-tiva de la vida exterior que le es injustamentenegada. Es, por tanto, una poesía de amargu-ra, pero también cargada de esperanza, comoasí puede contemplarse en la famosa “Nanasde la cebolla”, la canción de cuna másemotiva y popular de la literatura española.En un contexto personal dramático, Migueles capaz de transmitir luz a través de estosversos, que, de esta manera, se convierten enun canto de esperanza y de futuro.

5Y mientras se intentaba sin éxito gestionarel traslado, la enfermedad de Miguel avan-zaba con velocidad galopante. Y en esteasunto es importante puntualizar algunosaspectos relacionados con los cuidados querecibió el poeta en prisión, ya que se ha lle-gado a publicar que los médicos del Refor-matorio de Adultos de Alicante hicieron porél todo cuanto pudieron por salvarle.

Este extremo debe ser, al menos, mati-zado. El testimonio del hermano del poeta

nos aproxima una idea sobre las pésimascondiciones en las que se encontraba Mi-guel Hernández en aquella enfermería.Pero también Fabregat, compañero de pe-nurias en aquellos momentos, revela co-mentarios del propio poeta a su esposa endonde habla de desidia y despreocupaciónen los cuidados que se le practicaban:

Josefina, mándame inmediatamentetres o cuatro kilos de algodón y gasas queno podré curarme hoy si no me los man-das. Se ha acabado todo en esta enferme-ría. Comprenderás lo difícil que es curar-me aquí. Ayer se me hizo una cura con tra-pos y mal. Quiero salir de aquí cuantoantes. Se me hacen unas curas a fuerza detirones y todo es desidia, ignorancia, des-preocupación.

La propia Josefina, acompañada deElvira, hermana del poeta, y de una de lashermanas de Fabregat, Maruja, fueron depuerta en puerta por las casas para recogerla mayor cantidad de algodón y gasas quepudieron. «En aquellos días fueron muchaslas puertas de Alicante a las que tuvo quellamar su hermana Elvira, acompañada al-guna vez por una de mis hermanas, paraconseguir esas gasas y algodón.»10 .

Miguel murió en la madrugada del 28de marzo de 1942 sin que llegara el ansia-do traslado a un sanatorio. Entre LuisFabregat y Ramón Pérez Alvarez lograronsacar de la cárcel los últimos poemas deMiguel Hernández, a saber: “Eterna Som-bra”, “Cada hombre”, “Riéndose, burlán-dose con claridad del día”, “Muerte nup-cial”, “Yo no quiero más luz que tu cuerpoante el mío”, “Desde que el alba quiso seralba” y “Sonreíd con la alegre tristeza delolivo”. Lo hicieron a escondidas, yFabregat utilizó para ello la capaza condoble fondo que portaba su hermanaMaruja cuando fue a verle: «La capazaMaruja, la capaza. No te olvides de lacapaza.»11 . Los poemas fueron entrega-dos a Gabriel Sijé, hermano de Ramón,para que los remitiera a Josefina Manresa.

Tras velar su cadáver, varios paisanoscompañeros de prisión, entre ellos LuisFabregat y Ramón Pérez Álvarez, sacaronsu cuerpo hasta el rastrillo de la cárcel.

Al día siguiente fue enterrado en el ce-menterio de Alicante.♦

Diseño computacional sobre Miguel Hernándezrealizado por Araceli Villalba, Santander-España.

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NOTAS1 El informe policial de las autoridades de Rosal de

la Frontera recogen la fecha del 3 de mayo

como día de la detención, sin embargo, el propio

Miguel Hernández dice en las declaraciones a la

policía del puesto fronterizo, y así consta en el

informe, que fue detenido el 30 de abril.2 Informe del Ayuntamiento de Orihuela de fecha

14 de julio de 1939 con firma del alcalde y

sello municipal.3 Cerdán Tato, Enrique. El otro sumarísimo contra

Miguel Hernández. Octubre, 2010. Editado por

el Ayuntamiento de Elche y presentado públi-

camente el 6 de octubre de 2010 en el salón de

plenos municipal de dicho Ayuntamiento.4 Declaración de Juan Bellod Salmerón incluida en el

expediente sumarísimo de urgencia nº 4.487,

conservado en el Archivo Histórico del Ministerio

de la Defensa, y publicado por el Ayuntamiento

de Elche en El otro sumarísimo contra Miguel

Hernández, libro de Enrique Cerdán Tato.5 Escritos personales de Luis Fabregat de fecha

marzo de 1983 conservados por su familia.6 Cerdán Tato, Enrique. La lucha por la democra-

cia en Alicante. Editorial Casa de Campo,

Madrid 1978, pág. 56.7 Carta de Luis Fabregat Terrés a Miguel Signes de

fecha 8 de julio de 1975. Archivo familiar de L.

Fabregat.8 Carta de Vicente Hernández al doctor Vicente

Escudero Esquer, de fecha 8 de septiembre de

1975. Archivo personal de Francisco Escudero

Galante. La carta me fue solicitada para su

publicación por Eutimio Martín para su biogra-

fía de Miguel Hernández, El oficio de poeta.

Ed. Aguilar., Madrid, febrero de 2010, pág.

650. También es recogida por Jesucristo

Riquelme en su tesis Aproximación semiótica

al teatro alegórico y social de M. Hernández,

Universidad de Valencia, 1985-1986, tomo IV.9 Testimonio transmitido por Eusebio Pérez Oca.

Archivo personal de la familia Oca.10 Carta de Luis Fabregat Terrés a Miguel Signes

de fecha 8 de julio de 1975. Archivo familiar

de L. Fabregat.11 Testimonio de Maruja Fabregat y de Marisol

Fabregat, hermana e hija de Luis Fabregat.

1

Pablo Neruda escribió: «Recordar a Mi-guel Hernández que desapareció en la

oscuridad y recordarlo a plena luz, es un de-ber de España, un deber de amor». Y esto eslo que hacemos una vez más sobre un poetaextraordinario en todo sentido. La razón estáen la descripción que nos da VicenteAleixandre: «Tú, el más puro y verdadero;tú, el más real de todos; tú, el no desapare-cido». Cuando Neruda llegó a España en1934, Miguel Hernández aún no era uno delos poetas más importantes. Dominaban losde la generación del 27, como García Lorca,Alberti, Altolaguirre, Cernuda, Aleixandre,Gerardo Diego, Juan Ramón Jiménez,Bergamín y otros. Miguel arribaba a Ma-drid en ese mismo año. Al igual que el poe-ta chileno que primero desempeña sus fun-ciones diplomáticas en Barcelona por unosmeses, para luego trasladarse a la capital,Miguel lo hacía desde su pueblo de Orihuela,donde fue pastor de cabras y cogió ciertoolor a incienso pueblerino por su religiosi-dad, el que refleja en sus primera composi-ciones. Durante su corta vida –apenas al-canzó los 32 años– mantuvo siempre unaactitud humilde, provinciana, campesina, sinolvidar jamás sus raíces y, en aquel tiempo,un fervor a Dios: «Dale que dale, dale, /molino, piedra, aire, / cabrero, monte, as-tro; / dale que dale largo. / Dale que dale,Dios, / ay! / hasta la perfección.»

Pablo Neruda, que lo conoce a través deFederico, nos dice en sus Memorias: «Lle-gaba de alpargatas y pantalón campesinosde pana desde sus tierras de Orihuela, endonde había sido pastor de cabras. Yo pu-bliqué sus versos en mi revista Caballo Ver-de y me entusiasmaba el destello y el brillode su abundante poesía». Neruda traza unretrato literario de manera pintoresca y tier-na: «tenía una cara de terrón o de papa quese saca de entre las raíces y que conservafrescura subterránea». Neruda percibió enél a un poeta talentoso con la simple lectura

de algunos versos que le mostró. Gozaba conlas historias campesinas que éste le conta-ba: «cuán impresionante era poner los oí-dos sobre el vientre de las cabras dormidas.Así se escuchaba el ruido de la leche quellegaba a las ubres, el rumor secreto que na-die ha podido escuchar sino aquel poeta decabras.» A Miguel se le puede definir comoel poeta de la tierra, del amor y de la muer-te: «después del amor, la tierra. Después dela tierra, nadie.»

Entre 1933 y 1934 escribe su poema “Elsilbo de la llaga perfecta”, diciendo que elamor es lo más agraciado, pero al mismotiempo permite que «salgan las malas an-sias» o las malas intenciones. No deja deser curioso que en este comienzo de la poe-sía cantara: «Ábreme, amor, la puerta / dela llaga perfecta», y que en sus últimos poe-mas repitiera ante el fruto producto de suamor con Josefina, que «se abren todas laspuertas del mundo». Josefina Manresa esla esposa y compañera que trasciende ensus poemas de amor. Se identifica con lasangre y proyecta sus ideales. Sus últimaspalabras fueron para ella con una adora-ción apasionada: «Caudalosa mujer: en tuvientre me entierro. / Tu caudaloso vientreserá mi sepultura. / Si quemaran mis hue-sos con la llama del hierro, / verían que gra-bada llevo allí tu figura. / Con el amor acuestas, dormidos y despiertos, / seguire-mos besándonos en el hijo profundo. / Be-sándonos tú y yo se besan nuestros muer-tos, / se besan los primeros pobladores del

Miguel Hernández en el corazón de Neruda

SERGIO MACÍAS BREVISAsesor Cultural en la Embajada de Chile, Madrid

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sino porque se le muere su hijo de pocosmeses. Nace otro, pero esta alegría y cari-ño es muy breve, pues lo han tomado pri-sionero y condenado a muerte.

2La amistad con Neruda y los poetas en Ma-drid alentaron su creación, porque «Conellos me he sentido más arraigado y hondo,/ y además menos solo. Ya vosotros sabéis /lo solo que yo soy, por qué soy yo tan solo./Andando voy, tan solos yo y mi sombra.»Neruda en sus Memorias dice: «El recuer-do de Miguel Hernández no puedeescapárseme de las raíces del corazón. Elcanto de los ruiseñores levantinos, sus to-rres de sonido erigidas entre la oscuridad ylos azahares, eran para él presencia obsesi-va, y eran parte del material de su sangre,de su poesía terrenal y silvestre en la que sejuntaban todos los excesos del color, del per-fume y de la voz del Levante español, conla abundancia y la fragancia de una podero-sa y masculina juventud.»

Él quiere a sus amigos sin posturas aca-démicas, lejos de museos y bibliotecas queson para otros momentos. Los quiere librescomo las espigas a merced del viento: «En-tre todos vosotros, con Vicente Aleixandre /y con Pablo Neruda tomo silla en la tierra: /tal vez porque he sentido su corazón cercano/ cerca de mí, casi rozando el mío.» Delia delCarril, en ese tiempo amante de Neruda, ape-nas lo conoce le toma cariño por su aspectode buen hombre y sin recovecos. Lo quierecomo a un hijo, y Miguel un día compensaesa fraternidad con una “Relación que dedi-

co a mi amiga Delia”, versos que ella cono-cerá muchos años después, en Chile: «Tu ter-nura es capaz de abrazar a los cardos / y enella veo un agua que pasa y no se altera… /Tu voz pasa a través de un mineral racimo. /No encontraréis a Delia sino muy repartida /como el pan de los pobres.» El poeta deOrihuela no solamente sintió una amistad en-trañable con Pablo, sino también con aquellahermosa e inteligente mujer de izquierdas quetanto influyó en el vate sureño.

Neruda fue para él como el hermanomayor a quien leía su creación poética y quelentamente lo alejó de la influencia religiosade Ramón Sijé para devenir poeta social ycombatiente. Participa con entusiasmo y ad-miración, con Lorca, Alberti y otros, en elhomenaje a Neruda del 14.06.1935, y luegopublica un artículo elogioso, dramático ytremendista sobre Residencia en la tierra enel periódico El Sol (enero 2, 1936): «Ganasme dan de echarme puñados de arena en losojos, de cogerme los dedos con las puertas,de trepar hasta la copa del pino más dificul-toso y alto. Sería la mejor manera de expre-sar la borrascosa admiración que despiertaen mí un poeta de este tamaño de gigante.»Además, le dedicó un bello y conmovedorprólogo en su libro El hombre acecha y unpoema muy sentido: “Oda entre sangre y vinoa Pablo Neruda”. ¡Cuánto había cambiado supoesía! Su espíritu piadoso y cristiano se re-bela ante los que dividen a su España. Nopuede estar del lado de la iglesia que se incli-na por los nacionalistas. Su creación se con-vierte en verbo militante, pero no panfletario,sino riguroso, hermoso y dramático en la for-ma que da al contenido.

Ante el riesgo que corre piensa en soli-citar asilo a la embajada de Chile. Inclusose entrevista con el Encargado de Negocios,Carlos Morla Lynch, muy vinculado a losde la generación del 27, quien acepta unalista de refugiados que le pasa Alberti, perorecapacita y prefiere no huir de España, in-corporándose a la milicia republicana. Loliberan y nuevamente le toman preso. Des-de ahí vivirá en permanente vía crucis. Suamigo Pablo ya no está de cónsul en Ma-drid, había pedido permiso a su Ministeriopara hacer abandono de España en el co-mienzo de la guerra. La autorización se ladieron en noviembre de 1936. Neruda, ya

mundo». Su lenguaje no es rígido, se dejallevar por los sentimientos, aunque en otrospoemas se percibe claramente la influen-cia clásica. El amor que consagra aJosefina, es también para el hijo: «él haráque esta vida no caiga derribada». Su poe-sía en este sentido es optimista. El futuroestá en el hombre nuevo, por esta razón ledice a su amada: «No te quiero en ti sola:te quiero en tu ascendencia». Este poema“Hijo de la luz y la sombra”, representa elverdadero amor de la pareja humana. Laesposa está fundida en el nuevo ser comoun sol naciente. Es un canto social en cuan-to a que el amor cumple con una finalidaden la vida. Es la dicha para ellos y los de-más. Es la esperanza de la especie huma-na. La transformación poética que fue te-niendo Miguel, causó admiración en Pablo.Y a Miguel lo cautivaron el estilo vanguar-dista y la actitud generosa del poeta de losríos y volcanes de la Araucanía, que le abríasu hogar de la Casa de las Flores. La amis-tad con Neruda fue fundamental para la in-novación de su poesía. Además, se diocuenta que esa influencia era positiva paratransformarla.

Por otro lado, no podía vivir en solita-rio, aunque la soledad sea parte vital de laexistencia del poeta. Los primeros desen-gaños poéticos lo hicieron refugiarse en símismo. Cuando por primera vez viaja aMadrid trata de publicar en La Gaceta Li-teraria, pero no lo consigue. Entonces, re-torna a su pueblo para escribir con másbríos. Después de publicar Perito en lunas,el auto sacramental Quién te ha visto yquién te ve y sombra de lo que eras, se di-rige nuevamente a la capital. Si antes no loaceptaron en La Gaceta Literaria, ahoratiene entrada y resonancia en Cruz y Raya,que con rigurosidad edita José Bergamín,y que le publica el auto sacramental. YNeruda lo incluye en su Caballo Verde. Consus amigos ya no se sentirá solo, ni tan des-arraigado de Orihuela. Se ha enamorado dela modista Josefina Manresa, que vive tam-bién en su pueblo. Es un amor con perma-nente nostalgia. Con Josefina se casará en1937, en plena guerra civil. Se convierteen poeta-amante-compañero-padre-mili-ciano. Tiempo de dolor profundo para Mi-guel, no sólo por su patria que se desangra,

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lejos de España, cuando le comunican la si-tuación de su hermano de la poesía, se des-espera, hace gestiones para que le den la li-bertad. Finalmente, los sufrimientos y la en-fermedad que contrajo Miguel en las fríasceldas acaban con su ya débil existencia: «Sime muero, que me muera / con la cabezamuy alta. / Muerto y veinte veces muerto, laboca contra la grama, / tendré apretados losdientes / y decidida la barba. / Cantando es-pero a la muerte, / que hay ruiseñores quecantan / encima de los fusiles / y en mediode las batallas.» En su consternación Nerudaacusa de ser culpables a varios escritores es-pañoles y a Carlos Morla Lynch. Acusacióninjusta y en algunos casos errónea. Esamuerte que provocó la dictadura franquis-ta fue tan cruel y horrorosa como la de Fe-derico García Lorca. Muertes enjuiciadaspor la historia.

Neruda nunca pudo olvidar a su amigo.Sangró su corazón durante toda su vida. Algran poeta de Orihuela, de España y deIberoamérica dedicó dos magníficos poemas:en “A Miguel Hernández, asesinado en lospresidios de España” describe biográfica-mente su origen, su inocencia, su cultura, suinfluencia escolástica, su toma de posicióncon el fusil y el verbo: «Ya sabes, hijo mío,cuánto no pude hacer, ya sabes / que para mí,de toda la poesía, tú eras el fuego azul. / Hoysobre la tierra pongo mi rostro y te escucho, /te escucho, sangre, música, panal agonizan-te. / No he visto deslumbradora raza como latuya, / ni raíces tan duras, ni manos de solda-do, / ni he visto nada vivo como tu corazón /quemándose en la púrpura de mi propia ban-dera.» (Canto general); y en “El pastor per-dido” exclama: «Nadie, Miguel, te ha ol-vidado. / Aquí te llevamos todos / en mitaddel pecho /… / Verás que tu rostro arruga-do / estará en las banderas, vivirá en la vic-toria, / revivirá cuando reviva el pueblo, /marchará con nosotros sin que nadie / pue-da apartarte más del regazo de España.»(Las uvas y el viento).

Neruda y Hernández, dos grandes poe-tas que los pueblos no olvidan. Permanecenen la memoria de la historia, como símbolosluminosos de las ilusiones del hombre, en lasdos orillas y en el mundo entero. ♦

Madrid, otoño, 2010

1

Al recordar el acto del homenajeofrecido a Pablo Neruda en su

tercera estancia madrileña, que concre-tamente consiste en la publicación de Trescantos (Madrid, Plutarco, 1935) –trespoemas del libro Residencia en la tierraque se publicará meses después– se sueleatribuir la iniciativa a los poetas del grupodel 27, cuyos nombres aparecen en la hojaintroductoria de la plaquette. En ordenalfabético son: Alberti, Aleixandre,Altolaguirre, Cernuda, Diego, León Felipe,García Lorca, Guillén, Salinas. De todosmodos, en el espacio inferior del folletoaparecen otros firmantes: Hernández,Muñoz Rojas, Leopoldo y Juan Panero,Rosales, Serrano Plaja y Vivanco.

Para algunos, el homenaje supone elacto de solidaridad de los amigos del grupogeneracional al vate chileno, autor delmanifiesto de la poesía impura contra JuanRamón Jiménez que representaba la líricaelitista. Pero existe otra versión másacreditada que tiene en cuenta unadedicatoria anterior del libro, queinformaba que el homenajeado había sidoobjeto de una injusta campaña dedenigración en su tierra natal. En ladedicatoria se aludía a una violenta querellacontra Neruda (a quien se acusaba deplagio), de la cual indirectamente seinculpaba a Huidobro. La correspondenciacruzada entre el autor de Altazor y susdiscípulos Diego y Larrea1 recuerda lospreliminares del homenaje y el rechazo departe de los dos neófitos del creacionismoa firmar la primera entrega, luego sustitui-da por la definitiva, donde en efecto seelimina la alusión a la polémica contraNeruda y por consiguiente a Huidobro. Una

carta (18 de marzo de 1936) de Diego a suamigo Vicente, recientemente salida a laluz, da nuevos detalles sobre el asunto.Escribe el santanderino:

Yo a Neruda le debo atenciones de finaamistad (aunque de mucho menorimportancia y profundidad, que a lasque a ti te debo). Cuando solicitaronmi firma para un homenaje a Neruda,yo les dije a los organizadores, queadmiraba sinceramente al poeta, comoes verdad, y que me parecía simpáticoque los poetas españoles le demos-trasen públicamente su estimación ysatisfacción por tenerle en Madrid.Pero me parecía hiperbólico ydesproporcionado el homenaje, y,sobre todo, que yo no firmaba, si no sesuprimía toda alusión a una campañade que era objeto Neruda en su país.2

Todo esto permite afirmar que si elgrupo del 27 efectivamente trabó unaintensa relación con Neruda durante sularga estancia en España, no menosrelevante fue el magisterio que el poetade Residencia en la tierra ejerció sobre lageneración de los poetas españoles másjóvenes, en particular sobre Hernández,

En el centenario de otro amigo granadino

La huella de Neruda en la poesíade Luis Rosales

GABRIELE MORELLIUniversidad de Bérgamo, Italia

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Rosales, Vivanco y Juan Panero, miembrosde la generación del 36. Me refiero alvínculo personal y literario que se creóentre Pablo y los otros firmantes delhomenaje. Como prueba contundente dela admiración profesada por estos jóvenesal maestro chileno –del cual se subraya«su extraordinaria personalidad y suindudable altura literaria»– basta recordarla reseña de Vivanco aparecida en el nº 8de Cruz y Raya (noviembre de 1933) sobreel libro Residencia en la tierra, publicadoen Chile en ese año. Bajo el título “Ladesesperación en el lenguaje” Vivancoreflexiona sobre el concepto de creaciónpoética del chileno, subrayando la fuerzainnovadora y experimental de su lenguajemoderno. «Pablo Neruda –apunta– nodesespera en su conciencia, sino en sulenguaje; y esta desesperación, másprofunda, es siempre la poesía». La crisisdenunciada por Pablo (recordamos losconocidos versos de su poema “Walkingaround”: «Sucede que me canso de serhombre /... Sucede que me canso de mispies y mis uñas») coincide con la que estánatravesando en la época los jóvenes poetasespañoles. Se trata de una análogadesesperación, consecuencia de la toma deconciencia de carácter existencial eideológico frente al vacío dejado por losvalores e ideales consagrados del pasado.

2Al lado de Vivanco, también Rosalesrememora el impacto de su lectura deResidencia en la tierra: «Fue mi libro decabecera –confiesa–, mi movilización, midespertar». Y añade: «La lectura de estelibro producía en mí un temblor hondo,tiritante, una dulzura, un calor húmedocomo una lengua de vaca que me lamierael rostro. No era tan solo una lectura: eraun contacto.» Ningún sintagma másapropiado que el último para confesar lainfluencia ejercida por el verbo de Neruda,del que Rosales se apropia físicamente, conuna adhesión en que participa cuerpo yalma. Y más el cuerpo que el alma. Másque el contenido, seduce al granadino eltono, la expresión poética, el arranque vitaly formal del mensaje creativo del maestrochileno. Rosales insiste en la importancia

del tono, recordando la originalidad del deNeruda y de García Lorca, cuyos timbresmisteriosos parecen arrancar de loprofundo de la tierra. Escribe: «El tonotiene carácter emocional. Conjunta laemoción vital y la conciencia artística queno se deben confundir –¡ay del que lasconfunde!–, ya que tienen distintanaturaleza.» Y más adelante: «El tono es latensión poética motriz y abarca todos loscomponentes formales: palabra, verso,tiempo, que sólo en él pueden fundirse. Eltono es, pues [...] la ley de acuñamiento de loexpresivo.»3 Y el granadino indica el poema“Barcarola”, en que el tono primigenio ygenético llega a su cima, asignando granimportancia a la función del ritmo, sobre elcual apunta:

Es un ritmo alternante, encadenado,largo y lento, reiterativo, que vuelvesiempre hacia su origen para tomar impulsoy matizar de nuevo la expresión. Sedespliega, como hemos visto ya en nuestrocomentario de “Barcarola”, por medio deondas concéntricas, cada vez mayores, quetienen siempre el mismo arranque. No loolvide el lector. Este es el ritmo deResidencia en la tierra, del Canto general,de las Odas elementales o Memorial de IslaNegra, es decir: el ritmo característico de

Neruda, que no es un ritmo externo, sinouna forma estructural.4

Al lado del tono entendido comocolumna estructural del poema, el lectorpuede notar, como elemento llamativo, eluso recurrente de la condicional «si», célulaestilística que rige toda la arquitecturapoemática –lo mismo que apuntabaAmado Alonso en su lectura de“Barcarola”5 («Si solamente me tocaras elcorazón, / si solamente pusieras tu bocaen mi corazón», etc.)–. Igualmenteencontramos este uso en la poesía delgranadino, sobre todo a partir de La casaencendida, la obra que más evidencia lainfluencia de Neruda. Sigue en el libroposterior Rimas, en particular en el poema“Hay un dolor que se nos junta en laspalabras”, del que cito estos versos: «Si túsupieras que ayer tal vez resulta caro, / ...sitú supieras que un poema / no puede yavolver a ser como un escaparate de joyería,/ si tú supieras que ahora es preciso queescribamos».

Rosales capta especialmente en lapoesía de Neruda, en una época dedesorientación colectiva, la recuperaciónde la realidad cotidiana y humana en lapalabra poética, como él mismo confiesa aFélix Grande: «Lo que estaba en el aireaquellos años, de manera difusa peroapremiante, era el deseo de restablecer elcontacto olvidado entre la vida y la poesía,y en ese sentido la aportación de Nerudafue decisiva».6 Pero si Rosales coincidecon Neruda en la denuncia de la congojaque aflige al ser humano, se diferenciaporque el chileno encuentra solución en lafilosofía del marxismo que culpa a lasociedad capitalista de la injusticia ysufrimiento del hombre, mientras que él,de profunda fe cristiana, ve el dolor comocondición del ser humano y componenteintrínseco de nuestra vida que sólo puedenconsolar la presencia de Dios, el anheloreligioso y los afectos familiares. En esteafán por captar la sustancia genuina del ser,por cantar la experiencia cotidiana y vitaldel hombre, Neruda anticipa una tendenciarehumanizadora del grupo generacionaldel 36, que inspira la revista Cruz y Rayay, más adelante, con más iniciativaprogramática, Espadaña y Escorial, que

Neruda en el aeropuerto de Barajas, regresandoa Chile en noviembre de 1972, con Luis Rosalesy Luis Felipe Vivanco.

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reúnen al grupo de los jóvenes poetasfalangistas.

Si limitamos el impacto de Residenciaen la tierra al aspecto formal yprecisamente a la presencia del lenguaje‘desesperado’, vemos que el léxico deRosales asume el dolor humano comoelemento de la cosmovisión religiosa enque se funda la voz del poeta. Es suficientevolver a su libro juvenil Abril, cuyo títuloalude al optimismo laico afirmado por ellibro Cántico de Guillén (el verso «Elmundo está bien hecho» recurre confrecuencia también en La casa encendida).Rosales, por su parte, sabe que sólo quedael peso rutinario de la realidad cotidiana,nuestra consunción física, el paso deltiempo y el dolor de la muerte, y por eso lanecesidad de confiar en la presenciaprotectora de Dios. Significativos son losversos del poema “Cántico del destino” deAbril, que rezan: «¡La nieve, Abril, la nievecon su cándido asombro!... la tinieblaprecisa / para que mis sentidos no maduren,y sólo / quede erguida esta fe de sentirasombrado hacia ti»

Pero más evidente es la deuda conNeruda en La casa encendida, donde elgranadino sintetiza los distintos génerosheredados de la tradición, borrando lasfronteras que separaban los diferentesmodos de la recepción poética. Modifica yfunde los elementos variados «en unanueva forma artística ancha, flexible, oral,manumitida, que pudiera acoger, por igualla amplitud del movimiento narrativo, laviveza de la palabra dramática y laconcentrada intensidad de la palabralírica», según escribe el propio Rosalesen su exégesis de la obra del vate chileno7 .En efecto, no es difícil rastrear en el léxicode La casa encendida los recursosestilísticos peculiares de Residencia en latierra, como la enumeración caótica, larepetición y, sobre todo, un ritmo narrativolento y cadencioso, que, como anotaRosales en la lectura nerudiana, «vuelvesiempre hacia su origen para tomar impulsoy matizar de nuevo la expresión».8 Enparticular, la reflexión vale para el poema“Barcarola”, del que Rosales analiza lafunción del ritmo de la frase que, ennumerosos pasajes, acude a la tensión

anafórica creada por la iteración de lacondicional «si», ya citada («Si solamenteme tocaras el corazón, / si solamentepusieras tu boca en mi corazón, / tu finaboca, tu dientes, / si pusieras tu lengua...»),donde cada célula métrica corresponde auna entera unidad fonológica y semántica.El uso está presente también en algunospoemas de Rimas, pero su empleo se repitecon abundancia sobre todo en La casaencendida (véase la IV parte del libro“Cuando a escuchar el alma me retiro”).

3Rosales comparte con Neruda el interés porel descubrimiento de la obra de Villamediana,al que dedica el importante libro Poesías(Madrid, Edición Nacional, 1944) ydespués el estudio monográfico Pasión yMuerte del Conde de Villamediana(Madrid, Gredos, 1969). Este interés fueanticipado por el maestro chileno que, yaen julio de 1935, presentaba Poesías deVillamediana (En manos del silencio),compilación publicada por la revista Cruzy Raya, y también como plaquette aparte.La predilección nerudiana por el autorbarroco es criticada por Juan RamónJiménez quien, al negar el carácterindigenista asignado a la poesía del poeta

chileno, descubre su vínculo profundo conla literatura española. Escribe a propósito:«Y ya en los años 30, y esto es lo másperegrino, ¿no cayó Neruda, casi, en elgoloseo gongorino de Villamediana, segúnmoda del momento en cierta Españaotramente barroca, que ha igualadodespués, por ese lado a las dos Españasactuales?» 9

De la lectura nerudiana extrae Rosalesla concepción del poema entendido comoresultado de un proceso compacto que uneel elemento lírico y épico, narrativo ydramático, la palabra reflexiva y lacoloquial. Igualmente proviene de Nerudala imagen de ascendencia surrealista yonírica que crea la atmósfera de un mundoirreal, habitado por seres invisibles,familiares o amigos desaparecidos que enel pasado poblaron la vida del poeta. Setrata de una poética que el propio Rosalesreivindicó en las páginas de Espadaña, bajola égida de “Poesía total”, vaticinando lasupresión de las fronteras que separaban losgéneros y dividían la forma del contenido ybuscando el equilibrio necesario paraamalgamar los distintos elementos. Endefinitiva, Rosales persigue una creaciónlírica que incorpore conocimiento y vivenciacon los sentimientos y objetos de la vidahumana. Para Xelo Candel, su palabrapoética será «de meditación y deconocimiento vital que busca en losentresijos de la memoria los límites de laexistencia».10 La intensa relación humanay literaria vivida entre Rosales y Nerudasufre gran distancia durante y después de lacontienda civil y, en cambio, vuelve arecuperarse a partir de los años cincuenta.Entonces se produce el proceso dealejamiento del grupo de Escorial respectoal régimen franquista, proceso en el queparticipan en especial Rosales y Panero. Larecuperación de los vínculos con Nerudatiene su ápice cuando se le concede elPremio Nobel de Literatura en 1971. No seconoce ninguna declaración oficial deRosales, aunque –¡bien podemosimaginarlo!– la noticia fuera de gransatisfacción y alegría, como lo fue para suamigo Luis Felipe Vivanco, quien con sutilvena irónica comenta el acontecimiento ensu diario con estas frases: «¡Qué triunfo para

Luis Rosales, al fondo un retrato de César Vallejo.

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la España de Franco! Le han dado el Nobela Pablo Neruda. Mañana, Pau Casals, a susnoventa y cinco años, estrena la música delhimno de la ONU, y pasado mañana PabloPicasso cumple noventa años.»11 .

4En noviembre de 1972, Neruda regresa aChile desde París —habiendo dejado atrássu embajada a la que nunca regresará— ysu avión hace escala en el aeropuerto deBarajas. Vivanco y Rosales van a saludarle.El primero anota en su Diario: «Me alegrode haber bajado a Barajas y haberle dadoun abrazo, a su paso por Madrid».12

Gonzalo Menéndez Pidal, tambiénpresente, inmortaliza el encuentro en unafotografía en que se ve a Neruda sonriendosatisfecho entre los dos antiguos amigos,ambos de nombre Luis. Poco después,Rosales empieza a escribir el libro sobrela obra nerudiana donde, ya en sus primeraspáginas, analiza las coordenadas esencialesque caracterizan la producción del vatechileno. Se trata, apunta, de una poesía«donde se narren los hechos mismos queconstituyen nuestra urdimbre vital, losacontecimientos que hemos vivido, ysuprima las pretendidas diferencias entre losgéneros literarios; esto es: una poesía con

argumento, una poesía total que asuma ensu expresión los contenidos propios de laexpresión lírica y la expresión narrativa».13

Ninguna expresión más adecuada paradefinir la propia experiencia poética deRosales. El proceso de identificación, y almismo tiempo de diferenciación, entre losdos poetas es evidente, como es evidentela gran deuda –reconocida por el propiogranadino– que Rosales, renovador de lapoesía española de posguerra, debe a suamigo y maestro Pablo Neruda.

Y para terminar recuerdo cómo en elhomenaje que la revista CuadernosHispanoamericanos dedica a Luis Rosalesen los años 7014 , Pablo Neruda colaboracon un texto autógrafo donde en pocaslíneas resume de una manera ejemplar elrecorrido literario de su amigo. Nerudallama a Rosales un «mortal antipolítico»,que ha atravesado el periodo de la tragedianacional y luego, recluido en su silencio,ha alimentado de continuo su palabrapoética, llegando a ser un gran poeta,«exacto definidor, exigente y fecundo».Así lo saluda su amigo Pablo:

Qué decir de Luis Rosales a quien yo conocí

naranjo, recién florido en aquellos años

treinta, y que ahora es gran poeta, exacto

definidor, señor de idioma? Ahora lo

tenemos lleno de frutos, exigente y fecundo.

Atravesó este mortal antipolítico el

momento desgarrador en Andalucía y se ha

recuperado en silencio y en palabra. Salud!

Buen compañero. — Pablo Neruda, París

1972.♦

NOTAS1 Vicente Huidobro. Epistolario. Correspondencia

con Gerardo Diego, Juan Larrea y Guillermo de

Torre, 1918-1947, edición de Gabriele Morelli,

Madrid, Publicaciones de la Residencia de

Estudiantes, 2009.2 La carta, encontrada en el archivo de la Fundación

V.H., acaba de ser publicada por G. Morelli,

“Aproximación a la lectura de La casa

encendida”, en el catálogo dedicado en el

centenario del autor, Luis Rosales. Discípulo del

aire, Sevilla, Centro Andaluz de Las Letras, 2010,

pág. 262, n. 16.3 La poesía de Neruda, Madrid, Editora Nacional,

1978; respectivamente pág. 30 y pág. 35.4 Ibídem, pág. 46.5 Poesía y estilo de Pablo Neruda, Buenos Aires,

Editorial Sudamericana, 1966, pág. 90.6 “La poesía de Luis Rosales: más junta que una

lágrima”, en Luis Rosales, Poesía, Madrid,

Trotta, 1966, pág. 126.7 La poesía de Neruda, op. cit., pág. 87.8 Ibidem, pág. 46.9 Cito del interesante libro de María Isabel López

Martínez, Neruda y los escritores de la Edad de

Oro (Sevilla, CSIC, Universidad de Sevilla, 2009,

págs. 98-104), que estudia también la presencia

de Villamediana en la obra del poeta chileno,

aportando una nueva e importante documentación

sobre el tema.10 Introducción en Luis Rosales, La casa encendida,

Valencia, Editorial Denes, Colección “Calabria/

Poesía”, 2003, pág. 12.11 Diario (1946-1975), Madrid, Taurus, 1978, pág. 231.12 Ibidem, pág. 223.13 La poesía de Neruda, op. cit., pág. 16.14 Concretamente en el número doble 257-258, fecha-

do (por razones internas o administrativas de la

propia revista) en mayo-junio de 1971, aunque

salió a la calle mucho más tarde, este texto-carta-

homenaje de Neruda a Luis Rosales, texto de que

habla Félix Grande en su libro La calumnia, con-

tando cómo se entrevistó con Neruda en París.

Manuscrito original de Luis Rosales.

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En las cronologías de Pablo Neruda sedescribe el viaje que el poeta hizo a

Isla de Pascua en enero de 1971, como suprimer contacto con la Isla. Este hecho seha repetido hasta ahora en todas las biogra-fías del poeta.

El presente artículo se propone funda-mentar cómo en 1945 Neruda viajó a laIsla en compañía de la pintora gallegaMaruja Mallo. En ese momento su esposaera Delia del Carril, por lo cual se abstuvoentonces de comentar ese viaje, y tampo-co lo recordó en sus memorias. Al parecerel asunto fue también mantenido en secre-to entre sus amigos.

Pero años después Maruja Mallo con-firmará en una conferencia aquel viaje conNeruda a Isla de Pascua. Viaje que, por lodemás, explicaría la inclusión en Cantogeneral (México, 1950) de cuatro poemastemáticamente vinculados a la isla.

Rapa Nui

La Isla de Pascua o Rapa Nui es una isla chi-lena ubicada en la Polinesia, en medio delocéano Pacífico, con una superficie de163,6 km2 y con una población actual queno llega a los 4.000 habitantes, casi todos con-centrados en Hanga Roa, capital y único po-blado existente. Administrativamente, la Islaes una provincia perteneciente a la V Re-gión-Valparaíso, Chile (en 2007 fue decla-rada territorio especial cuyo estatuto está entrámite constitucional), y constituye hoy unode los más preciados destinos turísticos delpaís debido a su belleza natural y a la enig-mática cultura ancestral de la etnia rapa nuique ha dejado como únicos rastros esas enor-mes estatuas llamadas moais, mundialmen-te famosas. En 1995 la UNESCO la consa-gró patrimonio de la humanidad.

En el idioma autóctono la isla se lla-maría Tepito-te Henúa equivalente a «el

ombligo del mundo». Rapa Nui es un nom-bre posterior, y más aún Isla de Pascua,así rebautizada por el almirante JakobRoggeveen, navegante holandés que en1722, a bordo del velero Thienhoven, lallamó Passers, o sea Pascua.

1971: La rosa separada

Pablo Neruda visitó la isla en el mes deenero de 1971 para participar en el rodajede un documental de Hugo Arévalo parael Canal 13 de la televisión chilena. Con-secuencia de este viaje será su libro La rosaseparada. Un libro triste a causa del tristedesenlace de la historia de amor entre Pa-blo y Alicia Urrutia, joven sobrina de latercera mujer del poeta, Matilde Urrutia.Alicia había sido acogida en Isla Negracon su hija pequeña, para ayudarla en susproblemas económicos. Con el paso del

tiempo Neruda se convierte en su amante,a pesar de la diferencia de edad. El secretoidilio estalla cuando Matilde descubre larelación. Alicia es expulsada de la casa.Para intentar poner un poco de armonía consu mujer, Pablo pide al presidente Allendeel puesto de embajador en París, ciudad queél asociaba a la felicidad. El Senado deChile aprueba en sesión parlamentaria elcargo de embajador en fecha 21 de enerode 1971. En abril Neruda presenta sus cre-denciales al presidente de la república fran-cesa, Georges Pompidou, quien lo recibecon singular rapidez. En París termina ellibro que había comenzado durante su via-je a Isla de Pascua.

Así, La rosa separada no es un libropóstumo: su primera edición se publica enParís en 1972 (fecha de colofón: 16 de oc-tubre) por Éditions du Dragon, ilustrada conseis grabados en color de Enrique Zañartu,formato 34 x 26 cm, y presentados en unacarpetilla, con la particularidad de que lasplanchas de cobre fueron rayadas con pos-terioridad. La edición se limita a 99 ejem-plares firmados por Neruda y Zañartu. Ellibro tendrá una segunda edición póstumaen Buenos Aires, Losada 1973. Su últimopoema es una despedida, en la que se mez-clan versos dedicados a la belleza de la Islay otros a la estéril migración humana queno alcanza a comprender su misterio.

Nada hace sospechar en el libro quePablo pudiera haber estado allí anterior-mente. Pero estuvo.

Maruja Mallo

La pintora gallega Maruja Mallo (1902-1995) nos cuenta que con Pablo se cono-cieron en Madrid. En muchas tertulias y

En los 60 años de Canto general

El «otro» viaje de Neruda a Isla de Pascua*

GUNTHER CASTANEDO PFEIFFEREstudioso de Neruda. Licenciado en Medicina y Doctor en Odontología.

Santander, España

Maruja Mallo en playa Brava, Punta del Este, 1943.

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fiestas coincidieron. Rafael Alberti lo re-cuerda en su crónica “La Hormiguita yotras hojas perdidas” (El País, 22.11.1985).También Neruda en sus memorias, escue-tamente: «Aquel Madrid! Nos íbamos conMaruja Mallo, la pintora gallega, por losbarrios bajos buscando las casas dondevenden esparto y esteras, buscando las ca-lles de los toneleros, de los cordeleros, detodas las materias secas de España, mate-rias que trenzan y agarrotan su corazón».

Y Maruja confirmará: «Yo le acompa-ñaba a la calle de Toledo a comprar cosasde esparto, esteras y otras materias secas,y mientras salía o entraba en tiendas de to-neleros y cordeleros me recitaba versos convoz perezosa, lenta y triste, que se identi-ficaba muy bien con su físico» (VicentManuel 1981). En una entrevista con Ma-rino Gómez Santos, “En España con Pa-blo Neruda” (ABC, 23.08.1970, p. 97), elpoeta dijo: «Pepe Caballero y otros artis-tas plásticos de la época, como MarujaMallo, y especialmente el gran AlbertoSánchez (...) cruzamos el umbral de aqueltiempo, un tiempo encendido y apagado amedida que nuestras esperanzas y nuestrosdeseos se cumplían o se morían. (...) Éra-mos todos más o menos locos; pero la gue-rra nos hizo ponernos serios».

Maruja, que frecuentó la Casa de las Flo-res desde comienzos de 1935, recordará:

«Neruda había traído de Java pieles au-ténticas de todos los monarcas de la selva,león, tigre, leopardo, pantera, y máscarasde tribus javanesas también auténticas.Entonces nos poníamos esas vestiduras yarmábamos una selva virgen llena de gri-tos ancestrales. En medio de aquella alga-rabía de rugidos siempre sonaba de repen-te un timbrazo en la puerta. Era un cate-drático del piso de abajo que subía metidoen un impecable pijama blanco a pedirnosque, por favor, rugiéramos más bajo, por-que no le dejábamos dormir. Creo que fueCernuda el que dijo: ‘A este señor hay queinvitarle a una copa de Valdepeñas la próxi-ma vez’. El sábado siguiente, en pleno ri-tual, se oyó el timbre. Amparo Mom, dis-frazada de bandera argentina, con una gasablanquiazul, se acercó a la puerta para re-cibir la queja. Pero el que llegó no era elcatedrático sonámbulo, sino Federico

García Lorca en persona que, al ver aque-lla bandera humana, la cogió de la mano,la introdujo en el salón, mandó callar a laconcurrencia enloquecida y soltó estas pa-labras proféticas: ‘Esta bandera de Argen-tina nos custodiará un día’… Aquel díaestaban todas las pieles acaparadas, y Fe-derico se puso cualquier cosa, pero yo hevisto a Lorca, a Alberti, a Bergamín, vesti-dos de león, de tigre, de leopardo […] Eranfiestas surrealistas, es decir, de libertad, poreso el surrealismo molestaba tanto a la cu-ria» (Vicent 1981).

Ella marcha al exilio y llega a BuenosAires el 9 de febrero de 1937, vía Lisboa ygracias a la protección diplomática deGabriela Mistral, entonces cónsul en lacapital portuguesa. En 1939, Maruja Ma-llo viaja a Chile, se hospeda en el hotelConcón de Viña del Mar. Pablo Jiménezdice que en ese año compartieron «mági-cos secretos de la noche de Valparaíso».Pero es durante su segundo viaje, a finesde 1945, que Neruda recorre con la pinto-ra gran parte de Chile.

Maruja y Pablo viajan a Isla de Pascua

Para Maruja lo principal de esta nueva vi-sita a Chile es el viaje que hace con Pablo

a Isla de Pascua. Tan importante que in-cluso transformará su forma de entenderel mundo y la vida:

«Y ante el encuentro inesperado deci-dimos Pablo Neruda y yo penetrar en laestética inédita de la monumentalizaciónen forma de estatua, donde aparecen: her-méticas practicando ritos ancestrales: tes-timonios enigmáticos de la incógnita delpasado: Isla de Pascua (Rapa Nui), ojos quecontemplan las estrellas… Y desde el fon-do del Pacífico sentí la hiperestética de lasubstancia del éter, de los moradores delvacío.» (Mallo 1983).

José Luis Ferris, en su biografía de lapintora gallega (Maruja Mallo, Ed. Temasde Hoy, Madrid 2004), aporta el testimo-nio de Shirley Mangini: «no hace menciónNeruda en sus memorias, Confieso que hevivido, quizá porque no quiso documentarlas varias relaciones extra-matrimonialesque mantuvo» (Mangini 2001: 131, nota48). El mismo Ferris hace mención a unacarta de Bozenna Borkowska (2003: 334)en que Maruja se dirige al poeta chileno,conmovida por la muerte de SalvadorAllende y preocupada por la salud de Pa-blo mismo. Al final de la misma se despi-de con un «Te recuerdo y quiero», que tie-ne aire de confesión y de complicidad.

Maruja Mallo con manto de algas, Chile. Pablo Neruda y Maruja Mallo en las playas deChile, 1945.

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Por último, en 1983 Francisco FernándezOrdóñez, director del Banco Exterior deEspaña, organizó una exposición de lascartas de amor de Pablo Neruda a AlbertinaRosa Azócar. El cartel de la exposición,pintado por Maruja Mallo, fue acusado deser el plagio del dibujo de Jorge Salas parala carátula de un LP del grupo Inti Illimani,editado en mayo 1976: una araucana vo-lando asida al cuello de una llama. La lla-ma lleva en ambos dibujos los mismos ins-trumentos: tambor, guitarra, quena y pan.Al fondo la cordillera andina.

Isla de Pascua en Canto general

En Canto general (1950), cuatro poemasde la sección XIV, “El Gran Océano”, apa-recen vinculados a la Isla de Pascua. Sonel poema IV, “Los hombres y las islas”; elV, “Rapa Nui”; el VI, “Los constructoresde estatuas (Rapa Nui)”, y el VII, “La llu-via (Rapa Nui)”.

Ahora bien, Neruda nunca fue capazde escribir y menos describir algo que nohubiera conocido. Su primer viaje oficiala Isla de Pascua es de 1971, pero segúnMaruja allí estuvieron juntos en 1945. YCanto general, que se publicó en 1950, enlos mencionados poemas trae versos de estetipo: «llevándonos suavemente / hacia laoscuridad, más abajo del agujero / de RanuRaraku», que parece una descripción; «Notemas, esperemos que caiga la lluvia, des-nudos, / la lluvia, la misma que cae sobreManu Tara».

Sobre todo el poema “La lluvia (RapaNui)” sugiere un apasionado romance clan-destino, como el que suponemos entreMaruja Mallo y Neruda: «No, que la Rei-na no reconozca / tu rostro, es más dulce /así, amor mío, lejos de las efigies, el peso /de tu cabellera en mis manos». Pero hayun fragmento que contiene un singular in-dicio: «Mis manos no eran férreas cuandote conocieron, las aguas / de otro mar laspasaban como a una red: ahora / agua ypiedras sostienen semillas y secretos». ¿Aqué otro mar alude el poeta, cuál era eseotro mar que sus manos no atrapaban? ¿Acuál otro mar puede aludir Neruda sino almar español vinculado a Maruja, elCantábrico o el Atlántico de su orígenes, o

bien «el rostro seco de Castilla / como unocéano de cuero» si pensamos en la ciu-dad donde el poeta la conoció? Pero ha-cen el amor entre los moais: «Y cuando yotambién vaya durmiéndome / en tu amor,desnudo, / deja mi mano entre tus pechospara que palpite / al mismo tiempo que tuspezones mojados en la lluvia». Se trata deun poema amoroso con una sola destinata-ria posible: Maruja Mallo.

No deja de sorprendernos que en 1971Neruda divida los poemas de La rosa se-parada en dos series que se alternan, titu-ladas Los hombres y La isla, en las quevisiblemente resuena el título del primerode los poemas pascuenses de Canto gene-ral: “Los hombres y las islas”.

La posibilidad de encontrar algunaprueba documental del viaje de Maruja yPablo a Isla de Pascua se ha revelado difí-cil para quien ha intentado tal tarea. Cual-quier eventual testimonio de alguien quecoincidiera allí con Pablo habría apareci-do ya. En aquella época la isla pertenecíaa la Armada de Chile, y sólo en sus navesse podía acceder a ella, o en barcos bajo sucontrol. Pero los registros de billetes o lis-tas de pasajeros invitados, podrían habersido eludidos por el mismo Pablo Neruda,que en aquel momento era senador de laRepública y por tanto con recursos políti-cos para ‘ocultar’ su viaje.

Hay estudiosos de Neruda que sugierenque los versos de Canto general se justifi-can como un viaje imaginario, pero, en miopinión, Pablo no era capaz de eso. En “Es-tatuto del vino” de Residencia en la tierra,dice: «Hablo de cosas que existen. Dios me

libre / de inventar cosas cuando estoy can-tando» y en la conferencia inédita a la quese refiere Margarita Aguirre en Las vidasde Pablo Neruda, Grijalbo, 1973, p. 113, elpoeta dijo: «Hablemos francamente. Nun-ca dije una palabra de amor que no fuerasincera, ni habría podido escribir un versosin verdad». ¿Qué más puedo añadir?♦

*Las fotos de Maruja Mallo fueron enviadas

por el Dr. Castanedo y proceden de catálogos de

la Fundación Caixa Galicia.

REFERENCIAS

Borkowska 2003: Bozenna Borkowska, “Maruja

Mallo en el recuerdo vivo”, en Xornadas sobre

Maruja Mallo, Xunta de Galicia, Consellería de Cul-

tura, Comunicación Sociale Turismo, Santiago de

Compostela, 2003.

Ferris 2004: José Luis Ferris, Maruja Mallo,

Ed. Temas de Hoy, Madrid 2004.

Mallo 1983: Maruja Mallo, “El surrealismo a

través de mi obra”, conferencia pronunciada en la

UIMP, Santander, 1981, y publicada en El surrealis-

mo en España, Cátedra, Madrid, 1983. También apa-

rece recogida en Maruja Mallo, catálogo de exposi-

ción, Xunta de Galicia, Centro de Arte Contemporá-

neo de Galicia, Santiago de Compostela, 1993.

Mangini 2001: Shirley Mangini, Las modernas

de Madrid. Las grandes intelectuales españolas de

la vanguardia, Península, Madrid, 2001.

Vicent 1981: Manuel Vicent, “Maruja Mallo,

la diosa de los cuatro brazos”, El País, Madrid,

12.09.1981; declaraciones también recogidas y

ampliadas en Maruja Mallo, catálogo de exposi-

ción, Guillermo de Osma y Fundación Cultural

Banesto, Madrid, 1992.

«Maruja Mallo y Pablo Neruda en la Isla de Pascua hacia 1945.» (Catálogo deexposición: Maruja Mallo, Tomo II, Fundación Caixa Galicia, Madrid 2010).

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20 NERUDIANA – nº 10 – 2010

Un testimonio de Sylvia Thayer —her-mana de Álvaro Hinojosa— ilumi-

nó el trasfondo de estas palabras póstumasde Pablo Neruda sobre la génesis de Can-ción de Gesta (La Habana, Imprenta Na-cional de Cuba, 1960). En 1958 había es-tado en Chile el portorriqueño AntonioSantaella Blanco, apasionado activista dela causa de la liberación política y econó-mica de la isla. Sylvia lo puso en contactocon Neruda, quien quedó tan impresiona-do con el relato de Santaella que comenzóa escribir algunos poemas «en torno a Puer-to Rico, a su martirizada condición de co-lonia». Pero desde comienzos de 1959 ellibro tomó un rumbo no previsto.

Estando Neruda en Venezuela, el 1º deabril escribió al entonces amigo NicolásGuillén confidencialmente, de comunistaa comunista: «Por qué tú, el más aventaja-do entre los discípulos de Blas Roca [diri-gente del partido comunista cubano], nonos envías unas cortas líneas o un ‘son paraturistas’ explicándonos quién es Fidel Cas-tro, quién es el Che Guevara…? Escríbe-nos de manera bárbara o barbuda para sa-ber al fin todo lo que pasa…» (cito porFerro 2009: 89). Así, cuando Fidel llegó aagradecer la ayuda que a su lucha habíanprestado el gobierno de Larrazábal y elpueblo venezolano, Neruda no se perdióel discurso de cuatro horas que el líder cu-bano pronunció «en la gran plaza de ElSilencio, corazón de Caracas. Yo era unade las doscientas mil personas que escu-charon de pie y sin chistar aquel largo dis-curso… Oyéndolo hablar ante aquella mul-titud, comprendí que una nueva época ha-

bía comenzado para América Latina» (Con-fieso que he vivido, en OC, V, 755).

Neruda entonces apostó —de inmediatoy sin vacilar— a la revolución recién triun-fante y a su joven líder, cosa digna de notardadas su habitual cautela poética y la circuns-tancia histórico-política de aquel período, yfue así que más y más poemas enendecasílabos romanceados jalonaron su es-critura durante 1959. El libro fue completa-do en los primeros meses de 1960, segúnsugiere el prólogo del autor, fechado «A bor-do del Paquebot Louis Lumière entre Améri-ca y Europa, 12 de abril de 1960». Nerudaestaba viajando (con Matilde) hacia la UniónSoviética como jurado permanente del Pre-mio Lenin. Después de breves períodos en

1960-2010: el medio siglo deCanción de Gesta

HERNÁN LOYOLAUniversidad de Sássari, Italia

Polonia, Bulgaria, Rumania y Checoslova-quia, se instaló por algunos meses en París(donde supo de los catastróficos terremotosde mayo en el sur de Chile, en particular delmaremoto que arrolló su inolvidable PuertoSaavedra de la adolescencia). Desde París losoriginales del nuevo libro partieron haciaCuba en manos de Juan Marinello (segúnAdoum 2002: 505).

El 12.11.1960 Pablo y Matilde se em-barcaron en Marsella rumbo a La Habana,donde, al llegar el 5 de diciembre, los espe-raba la «primera edición de Canción deGesta [de la que] se tiraron 20.000 ejem-plares en papel Gaceta, 5.000 ejemplares enpapel Antique de 60 libras y 50 ejemplaresen papel Guarro numerados y firmados porel autor» (del colofón). Recibido por el mi-nistro Armando Hart y por los futuros disi-dentes Carlos Franqui y Guillermo CabreraInfante (respectivamente directores del dia-rio Revolución y del suplemento cultural delos Lunes), Neruda recorrerá la nueva Cubadurante casi un mes, concediendo entrevis-tas y verificando las transformaciones eco-nómicas y culturales. Y leyendo poemas deCanción de Gesta junto al poema 20 y aotros de su trayectoria. Antes de partir ha-cia México tendrá un encuentro con el Chey estará en el Presidium del multitudinarioacto del ‘Segundo Aniversario’ en la Plazade la Revolución (02.01.1961).

La escritura de Canción de Gesta fueun desafío para Neruda. ¿Cómo abordar unevento de tal magnitud histórica y políticasin recaer en la tentación retórica, en laexaltación del líder? No era posible volver

Primeramente medité este libro en torno a Puerto

Rico, a su martirizada condición de colonia, a la

lucha actual de sus patriotas insurgentes. El libro

creció después con los acontecimientos magnáni-

mos de Cuba y se desarrolló en el ámbito Caribe.

—Neruda, Confieso que he vivido

Portada de Neruda para un tiraje especial de laprimera edición (1960).

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21NERUDIANA – nº 10 – 2010

al registro de Canto general (1950) ni deLas uvas y el viento (1954). El título mis-mo fue una transacción entre lo leve y losolemne: ‘canción de gesta’ y no ‘cantarde gesta’, que acaso habría sonado arcaicoy grave, y tampoco ‘canto’, que habríaevocado un canto general ahora inviable.

Neruda rechazó entonces la solemni-dad y el tono épico mayores de Canto ge-neral y de Las uvas y el viento en favor deun tono épico menor, deliberadamente tra-dicional, arcaico y popular. La diferenciafue marcada por el uso del romanceendecasílabo (versos pares asonantados)como forma métrica, constante para todoel libro. Un brillante ejercicio de versifi-cación de arte mayor, sostenido y mono-corde como el trovar juglaresco del me-dioevo: una versificación sólida y a la vezligera; rigurosa y a la vez popular.

Otra diferencia fue marcada con me-nor sutileza en la invocación épica del lí-der: «ésta es la copa, tómala, Fidel. / Estállena de tantas esperanzas / que al beberlasabrás que tu victoria / es como el viejovino de mi patria: / no lo hace un hombresino muchos hombres / y no una uva sinomuchas plantas: / no es una gota sino mu-chos ríos: / no un capitán sino muchas ba-tallas.» (poema XIX, “A Fidel Castro”).

No era difícil captar la advertencia im-plícita en esos versos. Pero la buena fe, laseriedad y la esperanzada admiración conque un Neruda próximo a los 60 pretendió‘advertir’ al aún joven Fidel (de 34 años)sobre los peligros del poder revoluciona-rio, fueron al parecer muy mal compren-didas. Lejos estaban —y están aún— losdirigentes cubanos de entender que Nerudaera en 1960 un poeta en metamorfosis yen busca de la recuperación de sus sueñosutópicos, y que desde su personal puntode vista estaba muy interesado en que lafascinante diversidad revolucionaria deFidel no se malograse.

Lo cierto es que con su visita a Cubacomenzó para Neruda una lamentable his-toria de desencuentros e incomprensiones,incluso —dicho con sus palabras— de«malversaciones ideológicas» y maligni-dades que persistieron hasta su muerte.Algo nunca aclarado sucedió. El aparato

cultural cubano, tras un breve período deexaltación de Canción de Gesta en suspublicaciones (incluyendo el nº 88 de Lu-nes de Revolución, 26.12.1960, enteramen-te dedicado a Neruda), terminó por relegarel libro, sin jamás explicar por qué, a esaespecie de limbo literario-revolucionarioen el que todavía está. Nunca reeditado hasta

Pablo Neruda (léase el texto en OC, V, no-tas, 1390-1396) fue un documento extrema-damente infeliz, como pocos en la historiapolítico-cultural latinoamericana, e injusti-ficable desde cualquier punto de vista. Por-que fue un agravio a la integridad y a la dig-nidad revolucionarias de Neruda. La gra-tuidad y la injusticia de tal ofensa aparecenhoy, desde una perspectiva actual, todavíamás evidentes que entonces. Los mismosautores y firmantes de la Carta evitan re-cordarla, como si quemara. El aparato cul-tural cubano ha pretendido hacer pasar comoreparación del daño algunas publicacionescasuales, y las conferencias de algún fun-cionario menor, en homenaje al poeta chi-leno. Pero la dirección de la RevoluciónCubana, o sea el gobierno de Cuba (verda-dero mandante de la Carta, según ha es-crito y publicado su principal redactor),hasta hoy sigue siendo deudor del desagra-

vio público, oficial y de di-fusión mundial (como fue laCarta) que el poeta y revolu-cionario Pablo Neruda mere-ce y que esperó hasta el últi-mo minuto de su vida. (Deta-lles en Loyola 2004.)

Para Neruda, hombre or-gulloso y susceptible, fuemuy difícil (y a ratos hasta he-roico) moverse con decoroentre la ira y la responsabili-dad. «El Partido Comunistade Chile decidió concedermeen un acto público la Meda-lla Recabarren, recién creadaentonces y destinada a susmejores militantes. Era unasobria respuesta. El PartidoComunista chileno sobrelle-vó con inteligencia aquel pe-ríodo de divergencias…Con

el tiempo toda sombra de pugna se ha eli-minado…» (OC, V, 763). El conflicto en-tre los partidos fue superado, pero en lo per-sonal el abismo subsistió para Neruda: has-ta hoy falta el desagravio oficial al ‘chivoexpiatorio’ que el gobierno cubano eligiópara manifestar sus divergencias políticas,puesto que Neruda era, además de impor-tante poeta, un importante miembro de ladirección del Partido Comunista chileno.

hoy, que yo sepa, de Canción de Gesta no sehabla ni se escribe en Cuba, ni siquiera paracriticarlo. No hay memoria de él, no existe.Con razón y orgullo, en cambio, Nerudaescribirá en sus memorias: «no puedo olvi-dar que yo fui el primer poeta que dedicóun libro entero a enaltecer la Revolucióncubana» (en OC, V, 763).

En 1966 la distancia devino incolmable.La Carta de los Intelectuales Cubanos a

Del poema “Juicio Final”

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22 NERUDIANA – nº 10 – 2010

Aunque excluida de Obras completas1962 y 1968 (por temor del editor Losadaa la censura oficial argentina), Neruda au-torizó ediciones de Canción de Gesta enChile (Austral, 1961) y en Uruguay (ElSiglo Ilustrado, 1962, 1964, 1968, 1970).La edición 1968 de Montevideo incluyó unnuevo prólogo del autor —que era otraréplica a la Carta— y además la página106 traía en alto el número romano XLIII,sucesivo al XLII del último poema (“Es-crito en el año 2000”) de la edición cuba-na de 1960, y traía también el título de unpoema, “Juicio Final”, pero sin el texto deese poema, y en su lugar este anuncio: «(ElEditor hace constar que el Poeta con estetítulo anuncia un poema que cerraría estevolumen en una edición definitiva.)»

Seguramente Neruda mismo se auto-censuró en obediencia a la razón política,obligado a tascar el freno por disciplinapartidaria… y por lealtad a la revolucióncubana. Pero no resistió a concederse almenos ese anuncio del editor como señalhacia los ofensores y como mínimo des-ahogo del malestar en que vivía. La coda“Juicio Final” no se publicó —que yosepa— en vida de Neruda. Mucho debehaberle costado esa renuncia.

Matilde decidió —seguramente lo ha-bían concordado con Pablo— incluir “Jui-cio Final” en las ediciones póstumas deCanción de Gesta. Legítimamente, a mientender, e incluso necesariamente porqueel anuncio de 1968 expresó en modo in-equívoco que era voluntad del autor cerrarcon “Juicio Final” esa futura edición defi-nitiva de Canción de Gesta que él —muya contrapelo— eligió suspender. Y que lamuerte le impidió ver impresa.

De ahí que “Juicio Final” viene en lasObras completas de Neruda editadas pormí para Galaxia Gutenberg y Círculo deLectores en Barcelona (véase OC, vol. II,1999, pp. 972-973). Algunos años despuéspubliqué a mi vez una carta abierta perso-nal (Loyola 2004) dirigida al principal re-dactor de la Carta cubana, RobertoFernández Retamar, quien además acusa-rá a Neruda de haber transformado unaCarta «estrictamente política» en una que-rella literaria al vapulear, en “Juicio Final”y en otros escritos, a Nicolás Guillén, a AlejoCarpentier y al propio Retamar, a quien, alrespecto, entre otras cosas precisé:

«No, no fue Neruda quien confirió ca-rácter de querella literaria a este asunto. Élvivió la carta abierta precisamente comouna agresión gratuita a su condición polí-tica, como […] un agravio político enmas-carado como carta de los intelectuales cu-banos. [Pero,] por obvia disciplina de par-tido… y sobre todo por lealtad políticahacia la Revolución cubana misma, Pablono podía responder, como hubiera hechoen otro caso, y como sabía hacerlo, al ver-dadero emisor de la carta abierta, por timismo identificado como ‘la dirección dela Revolución cubana’. Eso explica quehaya debido [o mejor: eso explica por quéeligió tácticamente] circunscribir su ‘con-tra-ataque’ a tres escritores que conocía:Carpentier, Guillén, Retamar.

«Al hacerlo aprovechó conscientemen-te el ‘juego’ que proponía la carta abiertaal venir firmada por intelectuales, artistasy escritores, y no por el verdadero emisor(a éste, representado directamente en 1968por el ministro Llanusa, respondió en mododiferente [véase OC, V, 103-106] ). ¿Quéalternativa le dejaron? Admitirás que, res-pecto al volumen de la rabia que bullía en

su interior, su desahogo contra ustedes tresfue más bien modesto, inclusoheroicamente moderado. Y no estoy bro-meando ni soy irónico: porque yo conocí[personalmente] la dimensión de la cóleraque Pablo se vio obligado a tragar y a di-gerir por lealtad a su razón política. Y cuán-to le costó.» (Loyola 2004).♦

REFERENCIAS CITADAS

Adoum 2002: Jorge Enrique Adoum, De cerca

y de memoria. La Habana, Ed. Arte y Literatura, 2002.

Ferro 2009: Vladimir Ferro, Neruda y Cuba.

Santiago de Chile, Editorial USACH, 2009.

Loyola 2004: Hernán Loyola, “Carta abierta a

Roberto Fernández Retamar en los cien años de

Neruda”, en Anuario 2004, número extraordinario de

la revista Cuadernos de la Fundación Pablo Neruda,

Santiago 2004, año del Centenario del poeta. – Texto

reproducido en Confabulario, suplemento cultural del

diario El Universal, Ciudad de México, 16.07.2005.

Neruda, OC: Pablo Neruda, Obras completas,

5 vols., edición y notas de Hernán Loyola. Barcelo-

na, Galaxia Gutenberg, 1999-2002.

Portada de la edición Planeta, Madrid 1990, queincluye “Juicio Final”.

Soy el hombre del pan y del pescadoy no me encontrarán entre los libros,sino con las mujeres y los hombres:

ellos me han enseñado el infinito.

—Neruda, Canción de Gesta.Versos elegidos por Juan A. Campos.

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23NERUDIANA – nº 10 – 2010

Previa incluso a las Residencias es lavisión poética según la cual el movi-

miento de la oscuridad hacia la luz expre-sa un tránsito totalizador entre mitadescomplementarias de la realidad. Pero an-tes, sobre todo en las Residencias pero tam-bién en Canto general, el énfasis recaía enla construcción secreta, en la arquitecturaintestina de las cavidades, en la fisiologíainvisible de la vida. Ahora, en cambio,como el horizonte de la luz lo define todo,podemos ver que los primeros poemas den-tro del libro giran, por decirlo así, en bús-queda de la luz. Las instancias sucesivasde esa luz son las estrellas, la luna, la ma-drugada, la aurora, pero no como conste-laciones de un cielo modernista [RubénDarío], sino como régimen de marcha ha-cia la historia. Estamos indudablementeante una teleología de la luz.

Pero cuando torturas y tinieblas

parecen apagar el aire libre…

surge la mano de Fidel y en ella

Cuba, la rosa limpia del Caribe.

Y así demuestra con su luz la Historia

que el hombre modifica lo que existe…

atrás queda la noche del tirano,

su crueldad y sus ojos insensibles…

todo cae en el polvo de los muertos

cuando el pueblo establece sus violines

y mirando de frente corta y canta,

corta el odio de sombras y mastines,

canta y levanta estrellas con su canto

y corta las tinieblas con fusiles.

Y así surgió Fidel cortando sombras

para que amanecieran los jazmines.

— CDG, IV, “Cuba aparece”

El poema, éste como los demás de Can-ción de Gesta, tiene dos perspectivas de cons-titución. Por una parte es canto rapsódico,homenaje y memoria de la hazaña reciente.El hecho está consumado: allí está, para ad-miración de quienes quieran contemplarlo.Por otra parte, él produce y genera el acto,recorre el movimiento de transformación,vence resistencias y adversidades. El poemaes un hecho y un acto a la vez.

La procesalidad del poema comienza aexistir a escala minúscula para elevarse adeterminaciones de conjunto. Tensión delas segmentaciones silábicas; explosióndialéctica de las significaciones; alternan-cia de contrarios en la totalizaciónpoemática: tales son las medidas progresi-vas en que se presenta el fenómeno. En“Cuba aparece” se manifiesta, por ejem-plo, un entramado aliterativo: «cuando elpueblo establece sus violines».

Si se observa de cerca el desenlace delpoema, su cascada poderosa de rimas, ten-siones y aliteraciones, el brioso avanzar delpoema, es fácil darse cuenta que su energíareside en la contradicción de dos significa-ciones: corta y canta. Son la urdimbre y latrama del segmento final. En éste, las aso-nancias tienden a desaparecer en pos de unacongruencia más estrecha de los sonidosterminales: violines-mastines-fusiles-jazmines.Y he aquí lo más interesante, enesta medida mínima de percepción:

corta el odio de sombras y mastines…Y así surgió Fidel cortando sombraspara que amanecieran los jazmines.

La serie de la oscuridad sombras-mastines se quiebra en el último ver-so, se escinde, sintetizando a partir delúltimo término, como un resultado na-

cido en su interior, la luz que se esta-blece sobre el mundo:

para que amanecieran los jazmines.Esta explosión de significaciones con-

tradictorias (sombras-mastines: amanecer-jazmines) no es algo ocasional, es algo per-manente en la poesía de Neruda, pero aquí,en Canción de Gesta, se pone al servicio deuna particular dialéctica: oscuridad / luz.

Una nota posterior (2010)**

Hace tiempo, en el marco de un seminariosobre teología de la liberación y revisandoalgunos textos políticos sobre las principa-les revoluciones del siglo XX latinoameri-cano, me detuve en un escrito del Che: “No-tas para el estudio de la ideología de la revo-lución cubana”. Lleva la fecha de octubrede 1960 y finaliza con este párrafo: «Poreso, cuando bañados en sudor campesino,con un horizonte de montañas y de nubes,bajo el sol ardiente entraron a La Habana eljefe rebelde y su cortejo, una nueva ‘esca-linata del jardín de invierno, subía la histo-ria con los pies del pueblo’» (Ernesto CheGuevara, Obra revolucionaria, México, Edi-ciones Era, 1967, pp. 513-4).

La cita tenía para mí un claro sabornerudiano, pero por mucho que busqué enCanción de Gesta, desde luego, y en segui-da en España en el corazón y en el Cantogeneral, no tuve éxito en identificarla. Lacosa quedó ahí hasta que, gracias a losprodigios del Google y a las artes electró-nicas de mi colega y amiga Beatriz Pita,los versos resultaron ser parte de la “Odaa Leningrado” (Odas elementales, 1954).Lo que sobre todo impedía dar con ellos,conduciendo por una pista falsa, era undoble disfraz. En el texto en prosa que hetrascrito, el par de versos tomaba un aire

Notas de ayer y de hoyen torno a Canción de Gesta

JAIME CONCHAUniversity of California, San Diego (at La Jolla)

Dialéctica de la oscuridad y dela luz (1971)*

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24 NERUDIANA – nº 10 – 2010

de perfectos endecasílabos; además, elChe, obviamente ocupado en otros me-nesteres, citaba de memoria, cambiandouna palabra importante del breve pasaje.En la “Oda” los versos se ofrecían con ladistribución métrica especial de este tipode composiciones nerudianas:

cuando en la escalinatadel Palacio de Inviernosubió la Historiacon los pies del puebloA estos versos en cascada, el Che les

daba una disposición horizontal, revelan-do el esquema métrico siempre virtualen las Odas, el de endecasílabos; y, conasco inconsciente tal vez a las pompaszaristas, transformaba el Palacio de marrasen mero jardín. El verso no dejaba desalir ganancioso, dicho sea de paso, y su-ministraría más tarde el título a uno delos libros póstumos de Neruda –Jardín deinvierno, 1974– sin que el poeta lo supie-ra, por supuesto.

Las páginas del guerrillero argentino-cubano, pese a tratarse de un artículo decircunstancia, resultan bastante sólidas, deun vuelo político indudable, incluso intelec-tualmente ambiciosas. Con naturalidad, elChe empieza mencionando a Lenin (¿nexomnemónico con la “Oda a Leningrado”?),sigue con Bolívar para pasar en seguida aMarx y a Engels; y ello, paseándose rauday levemente por nombres de científicos

como Newton, Planck y otros peces gordosde la matemática y de la física. Uno puedepensar lo que quiera de esto, pero es útil sucontraste con los líderes de nuestras demo-cracias actuales cuyo mayor timbre de glo-ria es no haber leído jamás un libro. (Recuér-dese la famosa declaración de la candidatu-ra de Reagan en 1980: «We Americans arenot a philosophical people»; y échese unaojeada a la reciente autobiografía de Bush elJoven.) Por otra parte, muy de pasada, elChe hace dos correcciones que siempre lefueron entrañables, rescatando a Bolívar dela leyenda negra con que lo percibió Marx ymostrando que la visión de la guerra entreEstados Unidos y México a mediados delXIX procedía de supuestos discutibles:«Nosotros los latinoamericanos, podemos,por ejemplo, no estar de acuerdo con su in-terpretación de Bolívar o con el análisis quehicieran Engels y él (Marx) de los mexica-nos, dando por sentadas incluso ciertas teo-rías de las razas o las nacionalidades in-admisibles hoy» ( p. 508). Con desplantetípicamente argentino y con la autoridad quele confería su acción en la Sierra, el Che nose muerde la lengua, rechazando toda posi-ble infalibilidad en materia ideológica. Poralgo, a su muerte los chinos lo llamarán,para vergüenza eterna de Mao y sus congé-neres, «un aventurero pequeño-burgués».

Poco antes de esta publicación, el Chehabía pronunciado un discurso en el PrimerCongreso Latinoamericano de Juventudes(agosto de 1960). Es una pieza importante,no sólo por el momento en que tiene lugar,sino por las circunstancias que rodeaban suspalabras. Por un lado, el cerco imperialistaaprieta cada vez más, acusando a la revolu-ción de castigar ilegalmente a los asesinosde la dictadura. Demasiado paredón, es laqueja de la prensa libre (¡véase, hoy, el affai-re WikiLeaks!). Por otro, el discurso re-presenta un hito en el camino de definiciónmarxista del proceso revolucionario, apenasa un año y medio de la entrada en La Habana.

En lo que ahora importa, vale la penaseñalar que uno de los primeros paísesmencionados es Chile, «ese sufrido pue-blo que ha sido castigado por uno de losmás terribles terremotos de la historia». Surepresentante es Clotario Blest (por error‘Bletz’ en p. 309). Y, más cercano al espíri-

tu y a los temas de Canción de Gesta, elrelieve que adquieren la situación de Puer-to Rico y la figura de Albizu Campos,muestra el tipo de preocupaciones exis-tentes en ese entonces, lo que hallará ple-na respuesta en el carácter regional de lospoemas nerudianos. Al Canto general dealcance latinoamericano de una décadaatrás, sucede ahora este canto de ámbitocaribeño y centroamericano, más la pre-sencia históricamente destacada de Vene-zuela. Lo que resuena en el fondo de la po-lítica de ese tiempo se asume y expresa enel texto épico y rapsódico de Neruda.Dentro del libro, uno de los versos memo-rables será «Ay pobre Puerto Rico, PuertoPobre» (CDG, XX), que lanza dardos con-tra la voltereta política de Muñoz Marín;y a él se juntan dos (de “Américas”: CDG,XXXII) que condensan lo que es proba-blemente el retrato más inolvidable deAmérica Latina:

y no hay belleza como esta bellezade América extendida en sus infiernosNo hay duda que entre Neruda y el Che

la simpatía y admiración fueron mutuas.

Manuscrito del Prólogo de Canción de Gesta ala tercera edición uruguaya.(1968)

Prólogo de 1968 incluido en Obras Completas,II (1999).

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El héroe argentino fue desde muy pronto(¿desde cuándo?) lector constante del poetachileno1. Éste cuenta con sobria dignidad,en un parco párrafo de sus memorias, suencuentro nocturno en las oficinas del Cheen La Habana, indicando que lo conmue-ve, halaga y enorgullece lo que aquél ledice de su Canto general: «Acostumbra-ba a leerlo por la noche a sus guerrilleros,en la Sierra Maestra» (Confieso que he vi-vido, 1974, p. 364). Por su parte, Neruda,desde la muerte del Che en 1966 hasta supropia muerte en 1973, va a atesorar elrecuerdo fantasmal de su joven compañe-ro. Entre otras referencias, le dedicará elpoema “Tristeza en la muerte de un hé-roe”, de Fin de mundo (Losada, 1969, pp.58-9) y en el que es de seguro el mejorde sus libros póstumos, lo rememora así:

Por qué no amanece en Bolivia desde la noche de Guevara?Y busca allí a los asesinossu corazón asesinado?

–Libro de las preguntas, XXXIV, 1974

Neruda recuerda entonces la muerte deGuevara en tierras bolivianas justo cuandose hunde en la suya propia, envuelto en lastinieblas que cubren su país. «El fuego ilus-tre de Guevara» siguió ardiendo en su me-moria hasta el final.♦

* Fragmento del ensayo “Sobre algunos

poemas de Canción de Gesta”, publicado en

Anales de la Universidad de Chile, nº 157-160

(1971), pp. 209-215.

** Texto inédito, especial para nerudiana

_________________________1 Según J. Castañeda (también el Joven), que escribió

una biografía del Che con negra mala leche,

Guevara habría empezado a leer a Neruda ya

de guagüita (v. La vida en rojo, Alfaguara, 1997,

p. 34). El dato no es confiable.

La mejor biografía del Che que he podido

leer (por lo menos, la más satisfactoria e

inteligente) es la de Pierre Kalfon (Barcelona,

Plaza y Janés, 1997). Kalfon fue miembro del

cuerpo diplomático francés en Santiago durante

el tiempo de la Unidad Popular.

1

Existió una relación de amistad y decamaradería literaria y política entre

Pancho y Pablo a partir del regreso deNeruda de su exilio, en 1952. Coloane noformó parte del círculo de los amigos ycompañeros de bohemia nerudiana de losaños 20. En esa época estaba dedicado aarriar ovejas por las praderas de Tierra delFuego o a navegar por los canales del Sur.Desde los años 40 se convirtió en un devo-to lector de Neruda, con un interés espe-cial por Residencia en la tierra.

El 16 de agosto de 1952 FranciscoColoane habló sobre Neruda en un actosolemne en el Salón de Honor de la Uni-versidad de Chile. Esa actividad y otras si-milares formaban parte de la campaña quese venía desarrollando en medios intelec-tuales y también sindicales y popularespara reclamar del gobierno de GonzálezVidela, ya en su etapa final, garantías deque al regreso de Neruda al país no conti-nuaría la persecución contra él. La confe-rencia de Pancho se titulaba “Neruda, vozdel cosmos”. No era muy académica. Abor-

dó el tema sobre la base de subrayar antetodo el valor y la trascendencia de la poe-sía de Neruda, su identificación con el pue-blo, su profunda vinculación con Chile ensus múltiples aspectos. Fue, como todoslos suyos, un texto de una gran fuerza vitaly de tono narrativo, donde se manifiestasu capacidad de vincular y hacer concre-tos, conceptos abstractos, no sin humor, através de la evocación o el relato de episo-dios de su vida. Dijo entonces:

Viajaba en cierta ocasión en un barcocarbonero desde Magallanes hasta Coro-nel, y leía un libro de Roger Martin du GardEl verano de 1914. Al final se insertaba un

Los cien años de Francisco Coloane

Pancho y Pablo*JOSÉ MIGUEL VARAS

Premio Nacional de Literatura 2006

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poema de Neruda. El libro quedó abiertoen esa página sobre la mesa de la cámarade ingenieros. Después de la cena nos que-damos en ella un cuarto ingeniero y yo.

–¿Usted entiende algo de eso? –me dijocon curiosidad.

–Sí, más o menos –le respondídubitativamente,

–Mire aquello –me dijo indicándomeuna línea del poema. Y agregó: –¿Podríausted decirme lo que significa?

Lo leí: llamaría como un tubo lleno deviento o llanto… En esos mismos instan-tes ululaba el viento entre las jarcias. Nosupe qué responder.

–Lo entiendo –le expresé pero… conun gesto desesperado tomé una botella va-cía que había a nuestro frente y soplandopor ella, como hacen los niños en cualquiertubo de vidrio, arranqué ese temblorosollanto de sirena que todos ustedes, más deuna vez, habrán escuchado en sus juegosinfantiles.

–¡Eso es –le dije– un tubo lleno deviento o llanto!

Me miró como si mi cara se hubieratransformado de repente en la faz de uncaballo o algo así, y se fue sin decirme unasola palabra.»1

Pancho y Pablo se encontraron muchasveces, en Michoacán (la casa de Los Guin-dos), en Isla Negra y en La Chascona.Coloane estuvo presente en la ceremonia conque Pablo inauguró, durante uno de sus cum-pleaños (año no precisado), una gran cabezatallada en madera de un personaje a quien elpoeta identificó, sin vacilar, como el pirataHenry Morgan. «Gran maestro de ceremo-nias —dice Pancho—, Pablo nos llamó ensecreto a Manuel Solimano y a mí para queestuviéramos preparados para la escena. Noscolocamos a ambos lados de la enorme es-cultura, que estaba cubierta con un paño. Pa-blo hizo entrar a los invitados. Manuel teníael ojo izquierdo tapado con un parche negro.Yo me mantenía muy circunspecto. Pablodescubrió la escultura. Leí entonces una evo-cación del bucanero del siglo XVII que aso-ló Cuba y toda la región del Caribe, para con-vertirse más tarde en honorable miembro dela corte de Inglaterra y gobernador de Jamai-ca». El pirata Morgan sigue hoy presidiendoel comedor de la casa de Isla Negra.

2Los encuentros sociales, literarios y polí-ticos entre Pancho y Pablo fueron nume-rosos. La viuda de Coloane, Eliana Rojas,conserva libros con elocuentes dedicato-rias, como la que escribió Neruda con grue-so plumón verde en el primer volumen desus Obras escogidas, selección de Coloane,publicadas por Editorial Andrés Bello en1972. Allí se lee:

gracias por tu gran trabajoexcelente antologíaal gran Panchón quenavega a toda barbapor los mares del sursu amigo y hermano

Pablo Neruda

En 1969, cuando los partidos de la iz-quierda chilena buscaban dificultosa-mente un acuerdo en torno a un candida-to único para la elección presidencial de1970, una delegación de escritores sovié-ticos visitó Isla Negra. Eliana Rojas re-cuerda que uno de ellos era el poetaMijaíl Lukonin. Como no traían un in-térprete, la conversación debió desarro-llarse en inglés, idioma que Eliana do-mina. Fatigado de responder preguntas,Neruda le dijo en un momento:

–Sigue tú.–Pero, ¿qué les digo?–Diles lo que quieras.Los visitantes habían agotado numero-

sos temas poéticos, históricos y otros. Aho-

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27NERUDIANA – nº 10 – 2010

ra querían saber cuáles eran las perspecti-vas de la futura elección presidencial.

–Bueno –dijo Eliana y repitió con ab-soluta inocencia algo que circulaba en losmedios políticos– se está buscando el can-didato único. Y si no hay acuerdo, PabloNeruda será el candidato del Partido Co-munista.

Los soviéticos dieron un salto y Neruda,uno mucho mayor. Se puso rojo y dijo aEliana:

–¡Traidora!Ella se encogió de hombros.En ese momento, ya había resuelto la

dirección del Partido Comunista levantarla candidatura de Neruda. El poeta farfullóunas explicaciones confusas. Comprendióque Eliana no había hecho más que repetirlo que era un secreto a voces.

3La amistad entre Pancho y Pablo no estu-vo exenta de ocasionales contradicciones,a pesar de la admiración que existía entreambos. Cuenta Coloane:

Entre mis recuerdos, flota una frase dePablo Neruda. El estaba una vez conRubén Azócar colgando ristras de bande-ritas chilenas en un bar de San Antonio,para una fiesta dedicada a María Izquier-do, pintora mexicana. Los veo de pie so-bre unas sillas, afanados en su tarea.Rubén, con mayores dificultades por sucorta estatura.

–Oye, Pablo, y tan chinesca esta cues-tión –le digo.

Me responde: –Vamos a recibir aquí ala María Izquierdo con una comida.

–¡Pero puchas! –le dije– de repenteesto parece casa de putas.

Y se enoja como un dios este huevón.Me mira de arriba a bajo (yo estaba muyabajo), y me dice:

–Queremos que esto sea algo espontá-neo. Y la espontaneidad es el fruto de gran-des reflexiones.

Una frase que nunca he olvidado.En 1969 se fotografiaron los dos, con

cierta solemnidad, Pancho de blanco, Pa-blo de oscuro, en la sede del Comité Cen-tral, Teatinos 416, poco después de habersido proclamado Neruda candidato presi-dencial del Partido Comunista.

De ese mismo año data un hermosomensaje enviado por el poeta a su amigo:

He acompañado a Pancho por todaslas travesías y travesuras de cuaren-ta años y aquí estoy otra vez junto asu barba. Honor a tus ballenas, Fran-cisco, a tus arpones, a tu espléndiday perdurable infancia. 1969. Pablo.

En su libro de memorias Los pasos delhombre, escribió Coloane:

«No hay duda de que mi encuentro másdoloroso con Pablo fue el 23 de septiembrede 1973 en la clínica Santa María, donde yafallecido, le abroché el botón de la camisapara cubrirle el pecho. Después el trasladoa su casa para acomodar su velatorio. Una

casa violentada por la policía y robada ydestruida por manos ensangrentadas.»

El cortejo fúnebre en medio de camio-nes militares y hombres armados, que seconvirtió de hecho en la primera manifes-tación de protesta contra la dictadura re-cién instalada, es un hecho muy conocido.Más adelante escribe Coloane:

«Dije algunas palabras en el Cemente-rio General, que no recuerdo2 , aludí a sus‘Patagonias’, increpándolo por su partida yaque no podríamos gozar de esos parajesdonde las focas están pariendo en la pro-fundidad de las zonas heladas, en las cre-pusculares grutas que forman los últimoshocicos del océano, las vacas de la Patagoniase destacan del día como un tumulto, comoun vapor pesado que levanta en el frío sucaliente columna hacia las soledades.»♦

* Fotografías y reproducciones de Marcel

Garcés.

NOTAS

1 El verso citado forma parte del poema

“Barcarola” de Residencia en la tierra.2 La única grabación conservada del discurso fúne-

bre de Coloane, la registró un periodista italia-

no presente en el lugar. Es posible escucharla

en el centro Pompidou de París. (Información

de Eliana Rojas.)

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T iene 91 años y la lucidez y fragili- dad de una adolescente. Recibe anerudiana sentada a contraluz deuna ventana en su amplio departamen-to que da al Parque Forestal. Su cla-ridad supera el resplandor de la ma-ñana veraniega.

Es asistente social, con estudios enUSA, y militó en el Partido Comunista,junto a su marido, el escritor FranciscoColoane, muerto en 2002, con quien re-corrió el largo y sinuoso camino de vivirjuntos más de 60 años. Trabajó en su pro-fesión y como traductora, incluyendo tresaños en China. Asombra comprobar queno vive de sus olvidos, más bien mantie-ne su pasado intacto y gravitando en sutranquilo presente.

Recuerda la gran amistad de su mari-do con el poeta Neruda y su posición,como testigo de muchos acontecimientosentre ambos escritores, de segundo pla-no, de observadora, sin duda apasiona-da, pero siempre discreta.

M.V. ¿Cómo veía usted las persona-lidades de Neruda y de Coloane, qué losdiferenciaba, qué los hermanaba?

E.R. Ambos eran de gran estatura, nosólo física, y de enorme sensibilidad, sóloque Francisco era un hombre de muchamodestia y Pablo… bueno, usted puedesacar sus conclusiones.

Se entendieron en una zona común,que era la admiración de mi esposo por lapoesía nerudiana. Sin saber lo que ustedme preguntaría escogí este fragmento delas memorias de Francisco, Los pasos delhombre (2000), donde aparece una anéc-dota, a propósito de un viaje en barco conun grupo de ingenieros. Uno de ellos vioun poema de Neruda entre las hojas de unlibro que mi esposo leía en ese momentoy le comentó que, por ejemplo, el verso:«Llamaría como un tubo lleno de vientoo llanto», no lograba entenderlo. Francis-co tomó una botella que estaba en la mesay sopló en su interior. Surgió un sonidoextenso y lúgubre, como el de una sirena,

Entrevista con Eliana Rojasviuda de Francisco Coloane

MARIO VALDOVINOS

y exclamó: ¡Eso es un tubo lleno de vien-to o de llanto!

M.V. Mientras recuerda uno de loslegendarios cumpleaños del poeta en IslaNegra, aquél en que inauguró el bustode madera del pirata Henry Morgan, lepreguntamos: ¿Cómo se conocieronambos, eran amigos de la juventud, dela época madura?

E.R. Conocí a mi marido, que era diezaños mayor, en 1942, a propósito de la en-trega del primer Premio Nacional de Lite-ratura a Augusto D´Halmar, de quien mimadre era amiga. Yo venía llegando deUSA, más o menos el 46. Pablo vivía conDelia, en la calle Lynch de La Reina. No-sotros teníamos una casa en Quintero y allíiban a vernos. Recuerdo un almuerzo jun-to a Delia y Pablo, más los Velasco –Fran-cisco y su mujer María Martner—, due-ños de la casa de Valparaíso que años des-pués será La Sebastiana.

Mi esposo repentinamente se sintiómuy mal y Pabló intercedió ante el doctorVelasco, casi ordenándoselo, para que fueraoperado de urgencia. Ése era su nivel deamistad, es decir, había una corriente decariño profundo entre ambos, de respeto,de cuidarse.

M.V. También entre los dos escritoresexistía una clara afinidad ideológica…

E.R. Yo era militante del Partido antesque ambos, tal vez por la profesión queescogí, tan relacionada con el tema social.Tuve, en primer término, mucho contactocon la literatura norteamericana partidistay con militantes de ese país.

Pablo y Francisco no discutían de po-lítica, pero eran afines. Francisco era un

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militante más riguroso que Pablo, un pocodesordenado. Francisco era invitado fijo enlos congresos culturales que armaba Pa-blo en los años 50, por ejemplo en el Con-greso Continental de 1953.

En todo caso, habiendo sido yo marxis-ta, y marxista dura, resistí a todos los cam-bios y vaivenes en el Partido. Creo que lasdoctrinas pueden ser reelaboradas yreinterpretadas, pero eso lo dejo para los quevienen, yo ya me fui, ya no soy…

M.V. ¿Usted tiene una buena imagende Neruda como persona y como artista?

E.R. Muy buena, si bien creo que derepente sacaba a relucir una ironía que eraincapaz de atajar. En una oportunidad yoestaba encargada de llevar a Isla Negra aun grupo de soviéticos. Iba como traduc-tora. Era el año 1968 o 1969. Aún no sesabía quién sería el candidato de la izquier-da para la elección de 1970, que en defini-tiva ganó Allende. Después del agradablealmuerzo, Pablo me pidió que les hablaraa los soviéticos y yo les dije: se van a lle-var una gran noticia porque Pablo es elcandidato de la izquierda en la próximaelección presidencial.

Como aquello era secreto, Pablo memiró con dura expresión y me dijo «¡trai-dora!», y como lo hizo con tono enojadoesa palabra me hirió, a mí me dañó.

Después hicimos un viaje a Concep-ción, sin Matilde, junto a la poeta rusaMargarita Aliguer. Yo hacía de traductoraentre ambos.

M.V. Francisco Coloane tuvo unaparticipación muy intensa a propósitode la muerte de Neruda, el 23 de sep-tiembre de 1973, y también durante el

funeral. ¿Cómo recuerda usted esosmomentos?

E.R. Se había producido el golpe mili-tar y a raíz del fallecimiento de Pablo, Fran-cisco demostró una vez más el inmensoamor que le tenía. El poeta yacía muerto yFrancisco me contó después que nadie seatrevía a abrocharle un botón suelto de sucamisa. Él se atrevió y lo hizo.

La casa de La Chascona, en Bellavista,estaba inundada y devastada por los mili-tares. Una vez hecho el funeral la familiaDittborn acogió el cuerpo de Neruda en sutumba, por alrededor de seis meses. Des-pués fue trasladado a un nicho modesto delCementerio General y ahora descansa,como fue su voluntad, junto a Matilde, enIsla Negra.

Al funeral fue mucha gente que se atre-vió a desafiar la represión de los golpistas.Pancho estaba ensoberbecido y dijo… bar-baridades [lo que hizo fue gritar los nom-bres de Víctor Jara y Salvador Allendedurante el cortejo, lo que era muy peligro-so en ese momento, pero que resultó degran eficacia pues los soldados no se atre-vieron a disparar o reprimir—ndr], alpunto que debió ser contenido por el gru-po nuestro que acompañaba al féretro.

M.V. Usted conoció a dos esposas deNeruda, Delia y Matilde. ¿Qué visióntenía de ambas?

Una vez que el poeta se separó de Delia,se formaron dos bandos. Fue muy ingrato.Delia tuvo un mundo extraordinario, fami-lia de estancieros, gente de alcurnia.Matilde era más posesiva porque tuvo unavida distinta, tal vez de muchas privacio-nes. En cambio, Delia lo había tenido todo

y se consagró a devolver, bajo las formasde la bondad y de la generosidad, lo quehabía recibido.

Matilde era de un carácter terco, y sibien se sentía muy amada, nunca tuvo elciento por ciento de la seguridad del amorde Pablo.

Ésa es mi impresión.

Eliana cuenta que al morir su esposono logró nunca hacer el duelo, que él erasu única familia, junto al hijo que tienen,Juan Francisco, pero que, a raíz de unaoperación a las retinas, carece de lágri-mas y no llora, sólo evoca y siente la au-sencia que lleva ya ocho años. «No se llo-ra lo que se quiere, se lleva.»

Termina el gratísimo diálogo conEliana Rojas, la dejamos sola en su éticouniverso, mientras recordamos las pala-bras de Pablo Neruda dirigidas al amigocuando éste recibió el Premio Nacional deLiteratura en 1964 (y publicadas en Aler-ce nº 6, Santiago 1964, y en Neruda, Obrascompletas, Barcelona, Galaxia Gutenberg,2002, tomo V, p. 68):

Para abrazar a Coloane hay que te-ner brazos largos como ríos o ser unventarrón que lo envuelva con bar-ba y todo o bien sentarse a examinarel problema, estimarlo en sus dimen-siones, medirlo en forma sistemáticay por fin tomarse una botella de vinocon él y dejar la empresa para otravez. Dejo estos planes, este abrazo,estas mediciones, esta botella paraotra vez y le mando ahora unas cuan-tas palabras fraternales que lo cir-cunden, lo regocijen y lo dejen dis-puesto a venir por Isla Negra a de-safiar y competir con el océano.♦♦♦♦♦

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CRÓNICAS

La Antología General en Playa Ancha

… Con muy buen criterio, Hernán Loyola convocó aautores que podían procurar aproximaciones a Neruda,variadas y complementarias. Es el primero el animadotestimonio de Jorge Edwards sobre los últimos años delpoeta, tiempo que él compartió muy de cerca, comosabemos…

El estudio de Selena Millares expone, con solvenciaadmirable, la dimensión de las poéticas nerudianas ycomenta el proceso de las intertextualidades que él asumiódesde sus inicios como una práctica verdaderamenteproductiva: «¿qué sería de mí sin mis largas lecturas decuanto se escribió en mi patria y en todos los universos dela poesía?» (1962)… Las páginas de Selena Millares mehan llevado, como de la mano, a la famosa afirmación deT.S. Eliot: «El sentido histórico envuelve una percepción,no sólo de lo que es el pasado como tal pasado, sino de supresencia… Este sentido histórico es lo que hace a unescritor tradicional. Y al mismo tiempo, lo que lo hace másagudamente consciente de su lugar en el tiempo, de sucontemporaneidad.»

Entre los estudios introductorios debe destacarse la exce-lente guía propuesta por Hernán Loyola para caracterizar losdoce apartados o capítulos antológicos que incluyen –orde-nándola en el tiempo– toda la obra de Neruda. La consideromucho más que una guía, … se trata no sólo de una pertinentey muy orientadora disposición personal del proceso creadorde Neruda, sino de una puntualización de las variadas peripe-cias vitales que en cada momento dieron sentido a su queha-cer y generaron la modalidad escritural y el sistema expresivoque iban a corresponderles. Se descubre entonces, a través deesas acuciosas e informadas observaciones (que sin vacila-

El 20 de agosto tuvo lugar, en el Auditórium de la Universidadde Playa Ancha, la presentación de la Antología General dePablo Neruda (RAE—Asociación de Academias—Alfaguara)en presencia de Alfredo Matus, Director de la AcademiaChilena; del Rector Patricio Sanhueza Vivanco; de CarlosOssa Budge, gerente de la Editorial Santillana, y de unanumerosa concurrencia de profesores y estudiantes. La Academia Chilena designó a Pedro Lastra para que

presentara el libro en esa oportunidad. Fragmentos de laspáginas del profesor Lastra van a continuación:

ción suscribiría y celebraría el gran ensayista George Steiner)que toda manifestación literaria —en este caso poética— estásólidamente imbricada con el contexto de la vida de su produc-tor, y que de ninguna manera es ajena a las circunstancias polí-ticas, sociales y epistemológicamente actuales. Lo que nos en-trega el compilador y editor en su imprescindible guía es preci-samente esto, lo que Steiner denomina una «lectura seria…que da provecho al contexto, a las condiciones generadoras dela obra, con todas las precauciones y sospechas que impone elestatuto incierto del documento histórico, incluso del testimo-nio del autor»…

Entre los muchos aciertos de esta antología hay que des-tacar, pues, que el contenido de sus doce partes recoge textosde periodos de variable extensión, pero siempre marcadospor una especial significatividad. De acuerdo con esto, nosolo incluye los poemas claves de cada periodo sino que con-sidera también otras piezas contextualizadoras, que habre-mos de estimar como esenciales: crónicas, cartas, fragmen-tos de la novela El habitante y su esperanza, el discurso alalimón sobre Rubén Darío leído en Buenos Aires con GarcíaLorca en 1933, conferencias sobre Quevedo y Shakespeare,etc. Vale decir, una suma de páginas iluminadoras de las vi-vencias, tareas, intereses y proyectos del poeta. Esta caracte-rística tiene asimismo el singular relato inédito titulado Cró-nica de Sanpancho, cedido y presentado por el bibliófiloNurieldín Hermosilla. Con ese texto, de sesgo emotivo y hu-morístico, Neruda quiso agradecer a Francisco CuevasMackenna su hospitalidad y protección en los difíciles díasde la persecución política que sufrió en 1948…

–Pedro Lastra

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Il Postino: una ópera parael mundo

En el Bicentenario de Chile, una compañíacomo la Ópera de Los Angeles rindehomenaje a Pablo Neruda estrenandoIl Postino, del compositor mexicanoDaniel Catán. La experiencia sobrecogeporque es única, y después, por tantascircunstancias: el Himno Nacional deEstados Unidos al inicio; la presencia dePlácido Domingo sobre la escena; elministro de Cultura, Luciano Cruz-Coke,en primera fila; la partitura en español ycon subtítulos en inglés, y los textos delbardo cantados, dichos y hasta escritossobre el escenario. Y Chile ahí en medio,como un sueño, una suerte de paraíso quese evoca, añora y desea.

Hay motivos para celebrar, sin duda.Porque estamos hablando del que quizássea el mayor tributo artístico extranjero anuestro país que se haya rendido nunca yen el que convergen un tenor históricocomo Plácido Domingo; la cantantechilena más cotizada en el ámbitointernacional, Cristina Gallardo-Domâs, enla breve parte de Matilde Urrutia; una delas mezzosopranos más destacadas deEspaña, Nancy Fabiola Herrera, y unequipo técnico excepcional. Además, ¡hayuna nueva ópera para el repertorio! Eso porsí solo ya es motivo de alegría. Y si seagrega que la función culminó con el teatrocompleto aplaudiendo de pie, casi ya nohay más que pedir. Un público que rió, seemocionó y finalmente lloró con estahistoria de amor, poesía y política.

— Juan Antonio Muñoz H.Los Angeles, Estados Unidos

Premio Pablo Neruda 2010 fueotorgado al poeta puntarenenseChristian Formoso

El viernes 10 de diciembre, conmemorandola entrega del Premio Nobel a Pablo Nerudaen 1971, se otorgó el Premio PabloNeruda 2010 al poeta chileno, nacido enPunta Arenas, Christian Formoso, “enrazón de la originalidad de su obra, dondese conjugan lo histórico, lo étnico, loindígena y lo intimista. Se destaca en sutrabajo el universo patagónico y su visiónprofunda y poética de ese mundo”, segúnseñala el acta unánime de todos losmiembros del Jurado: Edmundo Herrera,por la Sociedad de Escritores de Chile;Matías Rafide, por la Academia Chilenade la Lengua; Oscar Hahn y Manuel Jofré,miembros del directorio de la FundaciónPablo Neruda.

Presidieron la ceremonia el Presidentede la Fundación, Juan Agustín Figueroa,el poeta Oscar Hahn, y el galardonado,Christian Formoso, quien comenzó su

discurso citando a Neruda: « ‘Yo vengo deuna oscura provincia, de un país separadode los otros por la tajante geografía. Fuiel más abandonado de los poetas y mipoesía fue regional, dolorosa y lluviosa.Pero tuve siempre la confianza en elhombre. No perdí la esperanza.’ Voy acomenzar al revés y con eso quiero decir quevoy a partir dándole vueltas a esa parte finaldel discurso de Neruda al recibir el Nobel,fecha que hoy se recuerda y figura que hoyverdaderamente nos convoca (...) Y acaso elrecibir [este Premio] tenga relación, comodice Mistral, con el caso magallánico-antártico: ‘zona dura de vivir, pero materiafascinante para el chileno’. Porque no puedodejar de pensar que en este premio hayimplícitamente un reconocimiento a esa ma-teria fascinante, al paisaje de, como diceNeruda, mi oscura provincia –aunque oscurasólo en invierno– y a lo ciertamente regionalde mi poesía (…)».

—Nicole Sternsdorff

Congreso conmemora elCentenario de Luis Rosales

Del 22 al 24 de noviembre 2010, enMadrid, la Comunidad Autónoma y lasuniversidades Complutense y Autónoma dela ciudad, más la Universidad de Alcalá,realizaron un Congreso Internacionaldedicado al Centenario del poeta LuisRosales, así motivado en el programa:

El 31 de mayo de 2010 se cumplió elcentenario del nacimiento de LuisRosales, uno de los nombres impres-cindibles en la poesía española del sigloXX. Su vinculación con los poetas del 27–Federico García Lorca, Dámaso Alonso,Gerardo Diego, Vicente Aleixandre– y suposición relevante en la promoción del 36–junto a Leopoldo Panero, DionisioRidruejo y Luis Felipe Vivanco, entreotros– lo convierten en una referencia in-excusable para explicar el discurrir de lalírica contemporánea. Pero, además, lafigura de Rosales destacó entre otrosámbitos literarios, como la crítica, comolo demuestran sus libros fundamentalessobre Cervantes, Villamediana y la poesía

Christian Formoso y Juan Agustín Figueroa,Presidente de la Fundación Pablo Neruda.

Hernán Loyola, Director de Nerudiana yChristian Formoso.

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Este libro de Aleka Vial y Cristina Alemparte se nos abre conun refulgente objeto. ¿Es un trozo del sol desprendido del astro,un trozo de ámbar gigante, multidorado en su transparencia? ¡Esel pomo de una puerta y en la foto de enfrente el picaporte que seembute en la pared! He aquí una historia de casas que se vanllenando de objetos y sorpresas: «Yo voy por casas, / calles, /escaleras / tocando cosas / divisando objetos / que en secretoambiciono, / uno porque repica, / otro porque / es tan suave /como / una cadera, / otro por su color de agua profunda, / otropor su espesor de terciopelo.»

La Chascona. La casa secreta del amor clandestino. Los tonosdominantes en la cámara de Cristina Alemparte son el oro y elrojo, los tonos del amor y del otoño. Sólo hacia lo alto de laconstrucción aparece el azul. Allí, hasta la vecindad protectora delcerro San Cristóbal en mi automóvil iba yo a dejar a mi poeta-político-eterno enamorado a presuntas reuniones del partido, allápor los años ’50. No es mucha la garantía de seguridad que ofrecenuestro partido, pensaba yo… Fui una confiada celestina,afortunadamente ignorante del romance que amparaba.

Pasaron algunos años y se supo todo. La Hormiga —Deliadel Carril— partió a Europa desesperada, Pablo y Matilde sefueron a vivir juntos en un departamento en Providencia hastaque fue habitable aquélla que Pablo llamó «la casa más linda delmundo» cuando nos invitó por fin, a Sergio Insunza y a mí, aconocerla, y con la casa a su nueva reina, Matilde, laimpresionante Chascona del cuadro de Diego Rivera.

Entre las fotos de La Chascona destaca la del patio interior yde distribución del primer piso. En los helechos, camelias yhiedras está el frondoso follaje de la niñez de Pablo. Los copi-hues y el pájaro de Herrera completan la magia. En este lugar,que fue espacio de cita para festejos y reuniones, la concreciónde luz y materia es maravillosa. Desde su autorretrato en el muro,el poeta nos mira socarrón. Y nos invita al bar, nos apremia abeber. Y luego al comedor. ¿No resulta casi demasiado? Lasoberbia sandía del cuadro se nos viene encima, resplandecenlos vidrios, las escamas del pez-fuente son de plata.

La Chascona es la casa de Matilde. Al iluminar la intimidaddel dormitorio, Cristina nos hace evidente a una mujer de espejosy tocadores, de cajuelas y rociadores de perfumes, las chineríasabundan y en todo hay sensualidad. La Chascona es una casaabsolutamente mágica, pero fue un disparate en términos decomodidad y funcionamiento para un Neruda múltiple ydemandante, quien no la habitó mucho, la gozó especialmente enlos otoños.

Casas y cosas de mi amigo Pablo

AÍDA FIGUEROA

barroca, Pablo Neruda… Su cercanía conlos principales poetas de su entorno, su la-bor en el Instituto de Cultura Hispánica yal frente de la revista CuadernosHispanoamericanos, fue decisiva parasacar la cultura española del aislamiento aque estuvo sometida durante muchos años.De todos estos aspectos, al lado de otrosque indagan en su rica personalidad,pretende tratar este Congreso.

El miércoles 24 de noviembre, laconferencia de clausura del Congreso estuvoa cargo del profesor Gabrielle Morelli,activísimo y prestigioso hispanista de laUniversidad de Bérgamo (Italia). Su temafue: Pablo Neruda en Luis Rosales. Elprofesor Morelli escribió para este númerode nerudiana un extracto de su conferencia,gentileza que agradecemos vivamente.

En La Chascona: casas y cosasde Pablo Neruda

El miércoles 15 de diciembre, en LaChascona, se presentó el libro Las casas ycosas de Pablo Neruda con textos deAleka Vial (residió 25 años en México),con fotografías de Cristina Alemparte(chilena), publicado en México por laEditora Baobab. Presentaron la edición PoliDélano y Aída Figueroa. El libro defotografías exhibe con detalle lascolecciones del Nobel chileno y lossecretos que esconden los rincones de IslaNegra, La Sebastiana y La Chascona.

Por primera vez se publica un librocentrado en la relación mágica entre losobjetos coleccionados por Neruda y losespacios creados especialmente paraellos en cada una de sus casas. Laperiodista Aleka Vial y la fotógrafaCristina Alemparte crearon un volumende 200 páginas en gran formato, conencuadernación de lujo, colorido, llamativoy con un novedoso diseño para que el lec-tor conozca, desde otro enfoque, lossecretos de Pablo Neruda. El libro estádisponible en las principales librerías delpaís y también en las tiendas de LaChascona, Isla Negra y La Sebastiana.

— Nicole Sternsdorff

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Isla Negra. La casa fundacional de Neruda. El azul profundo yla transparencia de las botellas. Cuando el poeta tomó posesión dellugar, al comienzo de los ’40, quizás fulguró entonces para él eseverso famoso que dedicará más tarde a Machu Picchu, «ésta fue lamorada, éste es el sitio». Isla Negra es mar y piedra, lo hirsuto y loprecioso. Un pez de fierro para golpear el portón de entrada. Nosreciben la torre, la transparencia, los caracoles y los vigilantes. Lafoto del living es una de las más impactantes de Cristina. Tomadadesde el segundo piso, nos llega todo de golpe, sea el conjunto quesus componentes, las piedras de la chimenea, los mascarones deproa, la calidez del cuero, estamos en un interior, casi olvidamos lainmediatez dominante del océano. Luego hablan los personajes:María Celeste, Francis Drake, la gigantesca Medusa, ¿quizásun Pushkin? Y el Santo Varón de «palo puro» junto ala gran lupa suspendida. Y después los juguetes,juguetes y más juguetes, todos los que el niñoPablo no tuvo.

En Isla Negra nació el Canto general.En ese gran espacio-poema que fuecreando, el poeta-político-capitán vivió lamayor parte de su existencia. Allí celebró

sus esponsales con Matilde, y allí, no en La Chascona, quisodejar la constancia del inicio de la convivencia a través de esetrozo de madera que ahora fotografía Cristina con las inicialesengarzadas y la fecha «1958». Neruda amó su casa de Isla Negra,nunca terminó de construirla y engalanarla, fue allí donde amóa las mujeres emblemáticas de su vida y allí también lo fue abuscar la muerte.

La Sebastiana. Una mano-aldaba nos da la bienvenida y elacceso al hall con cielorraso pintado por Francisco Velasco. Estacasa en lo alto de un cerro hizo realidad el sueño del poeta devivir en Valparaíso. ¿Se encarnó en el flamenco que colgó de supropia jaula de vidrio sobre el puerto? Todo fue transparencia y

voladura. El caballo, el musulmán, el escanciador decerveza y la fuente azul, todo el azul de los botellones,

del cielo y del mar. Y las marinas maravillosasdel capitán ensoñado.

En La Sebastiana mi amigo Pablo seenfiestó y festejó los añonuevos másfelices de su vida. Rodeado de amigos,allí celebró sin tregua la vida que amó ydefendió hasta su muerte.♦

Aleka Vial, Aída Figueroa, Poli Délano y Cristina Alemparte, en La Chascona, diciembre 2010,

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OBRA DE NERUDA

Neruda, Pablo, Los versos del capitán. Prólogo Mario Benedetti. Bar-celona. Editorial Random House Mondadori. Cuarta edición,marzo 2009.

—Confieso que he vivido. Prólogo Jorge Edwards. Barcelona. Edito-rial Random House Mondadori. Octava edición, marzo 2009.

—Canto general. Madrid. Editorial Seix Barral. Colección Bibliote-ca Breve. Segunda impresión en este formato, mayo 2009.

—Veinte poemas de amor y una canción desesperada. Barcelona.Editorial Seix Barral. 16ª impresión en este formato: septiem-bre 2009.

—Antología poética. Por Rafael Alberti. Madrid. Editorial EspasaCalpe, 2009.

—Veinte poemas de amor y una canción desesperada. Buenos Aires.Editorial Planeta Argentina. Primera edición del sello Booketen este formato: diciembre 2009.

—Veinte poemas de amor y una canción desesperada. Edición y guíade lectura José Carlos Rovira. Madrid. Espasa Calpe S.A.Decimonovena edición (quinta en esta presentación), Colec-ción “Austral. Poesía”. Noviembre, 2009.

—Oda a una estrella. Ilustraciones de Elena Odriozola, Barcelona-Madrid. Editorial Albur (bajo el sello de Libros del ZorroRojo). Octubre 2009.

—La rosa separada. Isla de Pascua. Rapa Nui Press, 2009.—Oda a la tipografía. Valladolid. Editorial El Pasaje de las Letras.

Edición facsímil de la primera edición, 2009.—Amor al mar. Las caracolas de Neruda. Madrid. Instituto Cervantes

/ Embajada de Chile en España. Edición a cargo de PedroNúñez. Fotos de Claudio de Casas. Diciembre de 2009.

—Pablo Neruda …amor al mar. Santiago. Archivo Central AndrésBello/Universidad de Chile. Edición a cargo de SoniaMontecino y Alejandra Araya. 2010.

—Cartas de amor. Edición, introducción y notas de Darío Oses. Bar-celona. Editorial Seix Barral, 2010.

—Antología general. Organización, selección y notas de HernánLoyola. Madrid, Real Academia Española / Asociación deAcademias de la Lengua Española, Alfaguara, 2010. EdiciónConmemorativa.

—Las casas y las cosas de Pablo Neruda. Edición de Aleka Vial.Fotografías de Cristina Alemparte. México. BaobabEdiciones, 2010.

TRADUCCIONES

Neruda, Pablo, Das meer. Praga. Gisela Oberbeck / ChristaSchwarz T. Grabados, 2004.

—Yirmi Ask Siiri ve Bir Umutsuz Sarki. (Veinte poemas de amor yuna canción desesperada). Estambul. Editorial Kirmisi deTurquía. Traducción al turco Adnan Ózer. Bilingüe, 2007.

—Veinte poemas de amor y una canción desesperada. Pablo Neruda.Israel. Editorial Keshev Publishers. Traducido al hebreo porTal Nitzán. 2009.

—Selección poemas de amor. Atenas. Editorial Patakis. 2009. Bilingüe.—Selección poemas de amor. Atenas. Editorial Patakis. 2010. Bilingüe.—Selección de poemas. Macedonia. Editorial MIKENA, 2009.—Vinte poemas de amor e uma cançao desesperada. Traducción

de Domingo Carvalho da Silva. Río de Janeiro, Editora JoséOlympio. 27ª edición, 2009.

—Ode a uma estrela. Ilustraciones Elena Odriozola. Traduc-ción al portugués de Carlito Azevedo. Sao Paulo. CosacNaify, 2009.

—Elementare Oder. Traducción al danés Peer Sibast. Dinamarca. ThePublishing House Sohn, 2009.

—Die gedichte band. Vol. 1, 2 y 3. Alemania. Editorial Verlag RandomHouse. Primera edición, 2009.

—Oda a un estel. Pablo Neruda. Ilustraciones de Elena Odriozola.Traducción al catalán de Marta Ponzoda A. Barcelona-Madrid.Editorial Albur, 2009.

UNIVERSO NERUDIANO

Castanedo Pfeiffer, Gunther, Neruda y los barcos. Santander. Auto-ridad Portuaria, 2010.

González Tuñon, Raúl, Himno de pólvora. (Tiempo del héroe /poesía de guerra). Santiago. Editorial Nueva América,1943.

Mansilla, Luis Alberto, Gente del siglo XX. Crónicas culturales.Santiago. Lom Ediciones, 2010.

Marina, José Antonio, Palabras de amor. Madrid. Ediciones Temasde Hoy. 2009. (Incluye cartas de Neruda a Albertina Rosa,frag. De Oda al amor y Poema 6 de Veinte poemas).

Martín, Eutimio, El oficio de poeta. Miguel Hernández. Madrid.Aguilar, 2010.

Montes, Hugo, Machu Picchu en la poesía de Pablo Neruda. San-tiago, Editora Zig-Zag, 2009.

Pallante, Mauricio, I Tallone. Prefacio de Gianfranco Contini,Milán, Libri Scheiwille, 1989.

Ruz Trujillo, Fernando, Historia de América con Neruda.Antofagasta. Autoedición, 2004.

Rokha, Pablo de, Neruda y yo. Santiago, Ediciones Tácitas. Segun-da edición, 2007.

Sierra Castro, Enrique, El Neruda que conocí. Quito, Veta Edicio-nes, 2009.

Varios. Antología popular de la resistencia. Santiago. Ediciones dela Resistencia, 1948.

Varios. España – 1936. Antología de la solidaridad chilena. Selec-ción de Hernán Soto. Santiago. Lom Ediciones, 1996.

Varios. Homenaje de los poetas de Francia a Pablo Neruda. San-tiago. Ediciones de la Resistencia, 1948.

Varios. Neruda: Discurso poético, escritura e internalidad.Poitiers. Université de Poitiers, marzo - 2009.

–Adriana Valenzuela P.

PUBLICACIONES RECIBIDAS

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RESEÑAS

castanedopfeiffer

Gunther Castanedo Pfeiffer, Neruda

y los barcos. Santander, edición de la

Autoridad Portuaria, 2010.

Hasta en los más inesperados rinconesdel planeta uno puede encontrar al-

gún apasionado y tenaz estudioso deNeruda. Con mayor razón en Santander,donde la investigación literaria y el ejerci-cio de la poesía son de casa (MenéndezPelayo, Cossío…). Pero el médico y odon-tólogo Gunther Castanedo Pfeiffer mere-ce una especial mención laudatoria por susesfuerzos en el estudio y en la difusión dela obra de Neruda en España. Ha publica-do ya varios trabajos y en julio de 2008incluso organizó en Santander, por perso-nal iniciativa, una entera jornada de en-cuentros, entrevistas de prensa, ágapes yconferencias con ocasión del cumpleañosde Neruda. En 2010 apareció el volumenque aquí comentamos, auspiciado y edita-do por la Autoridad Portuaria de la ciudad,y a comienzos de 2011 estará en libreríasel primer tomo del ambiciosísimoPersonario, proyecto de diccionario enci-clopédico de las personas nombradas porNeruda en sus escritos (o conectadas a suvida). Para tener una idea de la dimensióndel proyecto, baste consignar que el pri-mer volumen por aparecer cubrirá sólo losnombres que inician por la letra «A».

En su libro de 2010 Castanedo desa-rrolla una idea muy original e interesante:la (cuasi) biografía de Neruda a través deldesfile (histórico y técnico) de las muchasembarcaciones, grandes y pequeñas, en queel poeta navegó a lo largo de su vida. Demodo natural esta sucesión de relatosnavieros atrae al texto asuntos conexostambién tratados por Neruda, por ejemplolos mitos marinos, los minúsculos buquesmodelados dentro de botellas, algunos fa-mosos personajes del mar (Lord Cochrane,Henry Morgan, Colón, Balboa), las colec-ciones de caracoles y la sorprendente eru-

dición malacológica del poeta, losmascarones de proa, los grandes acuarios,la fauna y la flora de la profundidad sub-marina, los maremotos. Y por cierto elocéano mismo y sus misterios.

Pero los obvios protagonistas son losbarcos. A comenzar por los pequeñosCautín y Saturno en que el adolescenteNeftalí Reyes hizo sus primeros viajes des-de el puerto fluvial de Carahue, sobre elrío Imperial, hasta Puerto Saavedra en lacosta del Pacífico sur. Ellos hicieron po-sible ese primer contacto fundamental.Luego entran en escena el Baden (BuenosAires–Lisboa) y el cargo Elsinor (Marse-lla–Singapur), vehículos del exilio enOriente donde Neruda escribe entre 1927y 1932 la mayor parte de la primera Resi-dencia en la tierra. Castanedo resume efi-cazmente los detalles y peripecias del lar-go viaje de Neruda (en compañía de suamigo Álvaro Hinojosa) con escalas enSantos, Port Said, Djibouti, Colombo,Sabang, Singapore, y de ahí hasta Rangoon(Birmania), su destinación final, en unatercera nave de nombre desconocido. Den-tro de los años de exilio hacen fugaces apa-riciones otros barcos cuyos nombresNeruda no registró, como los que lo trans-portan desde Rangoon a Madrás (¡para vi-sitar al Aquarium!) en noviembre 1927;

desde Saigón a Kowloon (Hong Kong), aShangai, a Tokio, y de regreso a Rangoon,todo ello durante enero-febrero 1928; ydesde Colombo a Singapore, y luego aBatavia (Java), a mediados de 1930. Unacarta al amigo argentino Héctor Eandi re-vela en cambio el nombre del barco —S.S. Merkara— que conduce a Neruda des-de Calcutta a Colombo (Ceilán) en enero1929, donde transcurrirá la segunda fasede su exilio oriental. De ésta, y de las otrasdos fases (Rangoon y Batavia), el libroentrega también abundante información.

Por motivos bien diversos los años ’30inscriben en la vida de Neruda dos navesmemorables. Una es el Forafric de la tra-vesía que desde Colombo a Puerto Montttrae al poeta de regreso a su patria en abril1932. Viaje interminable (junto a Maruca,la esposa holandesa nacida en Java) cuyadesolación se proyectará magistralmente alpoema “El fantasma del buque de carga”.Desde Buenos Aires viajará en 1934 a Es-paña como cónsul. En ese país nacerá suhija Malva Marina y él mismo devendrácomunista (aún sin carné), generando conello dos temas —el presunto abandono dela hija y la relación del poeta con la figurade Stalin y con el comunismo en general—que a mi juicio están muy lejos de habersido explorados hasta ahora con la profun-

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camachoguizado

Eduardo Camacho Guizado, Pablo

Neruda / Naturaleza, Historia y Poé-

tica. Bogotá: Ediciones Uniandes,

2010, 230 pp.

Esta obra, publicada por la SociedadGeneral Española de Librería, Ma-

drid, 1978, acaba de ser reeditada por laFacultad de Artes y Humanidades y el De-partamento de Humanidades y Literaturade la Universidad de los Andes (Bogotá).Su texto, el mismo de 1978, tiene algunasactualizaciones, como el “Prólogo de2009”. Este estudio se origina en cursosque dictó el autor en la Universidad de losAndes y en la Escuela Española deMiddlebury College; nace, pues, en lasaulas y conserva su sello de investigaciónacadémica. Es un recorrido por la obra deNeruda, centrado en el «enfrentamientoentre naturaleza e historia» que articula,para el autor, la poesía nerudiana (6). Apo-yado en citas del poeta y de sus críticos yaclásicos como Saúl Yurkiévich, EmirRodríguez Monegal, Amado Alonso,Hernán Loyola y Jaime Concha, nos orien-ta en la vasta bibliografía nerudiana y se-ñala diferentes accesos a la poesía del chi-leno. Los cinco primeros capítulos del li-bro analizan los ciclos que Camacho esta-blece en la obra de Neruda y el último es-tudia las reflexiones del poeta sobre suquehacer.

Frente a la usual parcelación de la poe-sía de Neruda en dos apartados, su produc-ción hasta las Residencias, «subjetiva, atono con la estética postmodernista y van-guardista», y la que va de Canto general asus poemas póstumos, obras «con preten-siones objetivas», Camacho propone cin-co ciclos, «más acordes con el cambianteproceso creador» del poeta, que obedecena «tonos vitales y poéticos dominantes» yno a divisiones rígidas (2): etapa juvenil,etapa residenciaria, ciclo de intención po-lítica y social, ciclo elemental y cicloautobiográfico.

Camacho subraya tanto constantescomo cambios permanentes en Neruda (5);

didad, con la ecuanimidad e incluso con laseriedad científica que Neruda merece.

La segunda nave, no sólo memorablesino además gloriosa, es el Winnipeg de1939, vehículo de los dos mil y más refu-giados españoles que Neruda —contraviento y marea, contra el obstruccionismosordo de la diplomacia chilena y otrasinsidias— logra sacar de Francia y des-embarcar en Valparaíso para darles unanueva oportunidad de trabajo y creatividaden Chile. Acerca de la muy positiva res-puesta de los españoles así salvados de loshorrores del franquismo y de la segundaguerra mundial, hay testimonios de VíctorPey, Leopoldo Castedo, Roser Bru, JoséBalmes y otros, que han nutrido la docu-mentación de Castanedo.

De los primeros años ’40 vividos porNeruda como cónsul en la capital de Méxi-co (transportado por el Yasukuni Maru des-de Valparaíso), este libro destaca el desa-rrollo de la pasión malacológica que Albertihabía suscitado en su amigo Pablo cuandoen 1939 le regala en París un caracol tritón.La colección crece aceleradamente duran-te un viaje del poeta a la Baja California ymás aún en Varadero y otras playas de Cubaen 1942, aprovechando en positivo la sus-pensión de su cargo por un mes que el mi-nisterio chileno le ha infligido por la visaconcedida a Siqueiros. Esta enésima hos-tilidad burocrática determina la renunciade Neruda a su carrera diplomática y suregreso a Chile en 1943, que inicia con laapoteósica despedida que le ofrecen inte-lectuales, políticos y simples lectores mexi-canos a través de un almuerzo con dos milcomensales, reunidos en homenaje al poe-ta. La trayectoria del retorno a casa inclu-ye escalas en Panamá, en Colombia (polé-mica con Laureano Gómez, acaudaladopolítico, modesto poeta, propietario deldiario conservador El Siglo de Bogotá, yaños más tarde presidente del país, 1950-1953) y en Perú (visita a Machu Picchu).

Castanedo resume en su libro la teoría—que desarrolla más ampliamente en elpresente número de nerudiana— sobreun viaje secreto de Neruda a Isla de Pas-cua en 1945, acompañado por su amigaMaruja Mallo, basándose en datos de labiografía y en declaraciones de la pintora

gallega. Ese año Neruda había sido elegi-do senador por Tarapacá y Antofagasta,cargo que ejerce con brillo y pasión hastaque en 1948 se ve obligado a la clandesti-nidad y en 1949 al exilio en Europa, quedurará hasta 1952. Esos años fuera del paísserán co-protagonizados por Matilde, conquien Neruda vive una feliz estación deamor en Capri durante la primera mitad de1952, para luego regresar juntos al conti-nente americano. Aquí Castanedo introdu-ce otra nave importante, la Giulio Cesare,barco italiano que conduce a los enamora-dos hasta Montevideo, donde se separan poralgunas semanas hasta la reunión en Chile.

Habrá todavía muchos otros barcos enla historia que narra este libro. Algunos sinnombre, como los de los viajes de Pablo yMatilde a los «lugares sagrados» del poetaen Asia y en Europa durante 1957. Otrosno escapan a la investigación de Castanedo,así el Ussodimare y el Orinoco relaciona-dos con un viaje a Venezuela en 1959; elpaquebote Louis Lumière y el EnricoDandolo, vinculados en cambio a la escri-tura de Canción de Gesta y al arribo deNeruda y Matilde a La Habana durante1960; y el Verdi de 1967, asociable a unapermanencia en Italia.

Castanedo cierra su libro con una sec-ción espectacular, impresa en papel dife-rente, en la que desfilan las fichas técnicasy el historial (nacimiento y muerte) de losbarcos identificados en el texto: Augustus,Baden, Campana, Enrico Dandolo,Forafric, Giulio Cesare, Louis Lumière,Merkara, Verdi, Winnipeg, Yasukuni Maru,entre otros. Esta sección manifiesta con luzadmirable el rigor científico con queGunther Castanedo lleva adelante sus in-vestigaciones nerudianas.

— Hernán Loyola

Universidad de Sássari, Italia

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ingresado al lenguaje poético latinoameri-cano (180). Este ciclo culmina conEstravagario, que «por su irreverencia,declara el poeta, es mi libro más íntimo».

El capítulo V explora la poesíaautobiográfica, analizando textos de másde una decena de libros, entre cuyos ras-gos comunes está el regreso «de este Ulisessocialista a su Itaca infantil» (208), y mos-trando cómo la naturaleza, no la historia,se va definiendo como el tema del poeta(219). Así Memorial de Isla Negra, el li-bro de mayor alcance del ciclo, retoma ladicotomía entre lo natural y lo elaboradopor el hombre (225).

El capítulo VI, “La poética”, es crucialpues desde su juventud es constante enNeruda la reflexión «sobre lo que es supropio oficio» (263); en ella conviven loscontrarios: inspiración y racionalismo,«poesía sin pureza» y esteticismo,telurismo e historicismo. Al estallar la gue-rra civil española Neruda proclama una«conversión» en su poesía; sin embargo,como lo demuestra Camacho, esta obranunca asume posiciones rígidas. Precisa-mente este capítulo ilustra las múltiplesdirecciones de su poética, lo que reconoceel poeta en Barcarola: “Yo cambié tantasveces de sol y de arte poética (…)”.

Muchas razones justifican la reediciónde un ensayo de hace 32 años, pero haytres que quiero destacar: se trata de un tex-to especializado pero asequible, que nosguía por los senderos de uno de los mun-dos poéticos más amplios y complejos dela lengua española; al estudiar a Nerudaenseña a leer poesía, y al ser un rigurosoanálisis de texto sigue vigente porque senutre de la palabra poética, que no caduca.

–Amalia Iriarte Núñez.Universidad de los Andes, Bogotá.

[email protected]

así, en su obra juvenil, junto a ecos «delmodernismo más depurado y más íntimo»(11), traza senderos que no abandonará yque guían este estudio: el telurismo y «laexecración de la ciudad» frente al mundorural (15); la «impureza» o incursión en loprosaico y cotidiano y la reflexión sobre lapoesía y el poeta. En el “Poema 17” deVeinte poemas de amor Neruda ya bordeael autoexamen, el monólogo interior, conimágenes de desintegración y una sintaxisde espaldas al rigor lógico que anuncian,junto al naufragio y el abandono de “Can-ción desesperada” y la corriente de con-ciencia en Tentativa del hombre infinito,el tono de las Residencias.

El capítulo II, “El ciclo residenciario”,es el más largo del libro, pues analiza loque muchos críticos, «entre los que nosincluimos —declara Camacho— conside-ran sus más logrados y trascendentalespoemas» (57). Luego de exponer variasinterpretaciones de las Residencias, el au-tor presenta la suya, que asume estos treslibros como «una aventura poética unita-ria» y que analiza «desde un punto de vis-ta principalmente social», apoyándose endeclaraciones de Neruda quien confiesaque su poesía residenciaria refleja «la so-ledad de un forastero trasplantado a unmundo violento y extraño» (67). Camacho

lee en esas palabras no un conflicto psico-lógico y personal, sino objetivo, histórico.En Residencias son recurrentes las imáge-nes de soledad y angustia, pero, como en“Walking around”, las fuerzas negativasson sociales (101): peluquerías, notarios,ascensores, a las que opone «un descansode piedras o de lana». En “Tres cantosmateriales”, última sección de ResidenciaII, la poesía del mundo en perpetuo des-gaste regresa a la naturaleza, gran logro delciclo residenciario.

Tercera Residencia salta de poemasque aún hablan de aislamiento y desespe-ración a “Reunión bajo las nuevas bande-ras” donde Neruda confiesa que ha menti-do en su cosmovisión pesimista, y a “Es-paña en el corazón”, exaltado y torrencial«himno épico que anticipa actitudes de loque será en adelante, durante varios años,la poesía de Neruda» (127-128). De lasguerras española y europea pasa a Améri-ca, estableciendo así el tránsito hacia esa«síntesis poética de la totalidad históricalatinoamericana» (133): Canto General.

De este libro realza dos apartados: “Lalámpara en la tierra”, «uno de los más ma-jestuosos momentos» del Canto (135), quese abre con una imagen de la tierra en supureza primigenia, y “Alturas de MacchuPicchu”, donde se distinguen dos temas:«el autoanálisis vital y poético y la re-flexión lírico-histórica» sobre América(141). En las secciones siguientes el poetaenjuicia la historia continental y aparecenel coloquialismo, el prosaísmo, la sátira yel insulto como recursos poéticos. Conclu-yendo el estudio del Canto, Camacho se-ñala sus ejes vertebradores: «superación dela soledad y hallazgo de la solidaridad»;«afianzamiento de la metafísica materia-lista de la naturaleza» y «liberación delhombre oprimido» (172-3).

“La conquista elemental”, capítulo IV,comienza por Las uvas y el viento, conti-nuación de la actitud beligerante del Can-to general pero que también contiene unaveta amorosa que incorpora una dimensiónsocial y militante (179). Luego estudia el«vasto y maravilloso mundo de las Odaselementales», donde Neruda canta, conprocedimientos sencillos y ojos optimis-tas, a objetos y utensilios que no habían

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B ella (Isabella) Ajmadúlina (1937-2010) irrumpió en la escena literaria

soviética como un relámpago: una mujerjoven, todavía estudiante, atractiva, inclu-so exótica, pues era descendiente de tárta-ros por el lado paterno y de un músico ita-liano emigrado a Rusia por el materno.Alguna vez escribió un ensayo sobre lossenderos tortuosos de su historia familiar.Su lenguaje es culto, pulido, formado conlos clásicos de la lengua rusa, y al mismotiempo es fresco, innovador. No lee su poe-sía: la vive, la actúa. Grabaciones en videonos permiten incluso hoy participar de susparticulares «actuaciones». Tan natural yprofunda es la fusión de poesía y vida co-tidiana en ella que su amigo, el cantautorBulat Okudyava, él mismo uno de loscantautores más destacados de su genera-ción, dice de ella: «escribe como respira».

Junto a Okudyava y a su pareja de en-tonces, Evgueny Evtushenko (de quienNeruda también habla en Elegía), Bellapertenecía a un pequeño círculo de artistasbohemios, el mismo círculo al que PabloNeruda entra en sus viajes a la Unión So-viética. Eran jóvenes formados en la pos-guerra y surgidos al conocimiento públicodurante el deshielo de Jruschov. Incluso suaparición en la conciencia pública era algonuevo e inusitado: leen sus poemas en elescenario frente a cientos o incluso milesde personas, son estrellas en el sentido máspop de la palabra. En esos años, la poesíano es nada intimista, ni elitista, ni rebusca-da, es la máxima expresión de las necesi-dades emocionales e intelectuales de todauna generación. Además, esta poesía vivaofrecía una ventaja inesperada: poemas queno han podido pasar la censura para serpublicados pueden simplemente leerse enel escenario –un truco no precisamentepermitido, pero difícil de impedir, y muy

usado por Bella, como admitió en una en-trevista.

En una época de proclamados cambios,con su juventud, energía y originalidad depensamiento, esta asociación convierte aesos artistas en personajes tan célebres comocontrovertidos, ídolos de toda una genera-ción, una posición que saben mantener tam-bién en la letárgica época de Brézhniev ymás allá, en los años postsoviéticos. Has-ta su muerte Bella permanece una de lasúltimas grandes figuras de la literatura enlengua rusa, pues, de cierta manera, elquiebre estilístico y temático de la época

tico (para seguir las palabras dePasternak).

Ajmadúlina conoce entonces a Nerudaen el marco de ese grupo de escritores yartistas, cuya frescura y creatividad susci-ta en el poeta chileno tanto interés comoviva simpatía, por oposición a las críticasde los funcionarios oficialistas soviéticoshacia ellos. Esto último se percibe sobretodo en el poema que Neruda dirige enElegía a Evtushenko.

Específicamente Bella comparte conNeruda la capacidad de percibir la poesíadentro de los objetos más comunes, encuerdas, pequeños aviones, o dentro de laescena cotidiana en un café (como la alu-dida por ambos en los poemas que aquí re-producimos). Su poesía posee un lirismoexcepcional, manejando de una maneramuy elegante y convincente un balanceentre lo moderno, aparentemente prosai-co, y lo poético-atemporal, «el verso anti-guo» al que admite sentirse atraída. Nun-ca sucumbe a las modas literarias, ni al afánde ser «moderna»: el fluir y la inquietantebelleza de sus versos parecen atemporales.Esto confiere a la obra de Ajmadúlina unaorientación no siempre de acuerdo a losdogmas artístico-políticos de su época, ob-sesionada con lo nuevo y el progreso, y laconvierte para muchos en la última guar-diana del idioma poético ruso clásico, desu herencia y de sus mejores tradiciones.Su poesía, aparentemente tan apolítica,marcará con su intenso lirismo y tono ínti-mo toda la segunda mitad del siglo XX enla literatura rusa y dará continuidad a unfenómeno comenzado por las grandes fi-guras del siglo como Anna Ajmátova oMarina Tsvetáieva. Con la misma sensibi-lidad traducía desde un gran número deidiomas, tanto del interior de la Unión So-

ADIOSES

Bella Ajmadúlina (1937-2010) Esbozo (casi) biográfico

OLGA RIESUniversidad Diego Portales

postsoviética ha resultado ser más profun-do que el de la primera mitad del siglo.

Lamentablemente, la época postsovié-tica hasta ahora no ha producido nadiede intensidad e influencia comparable yBella sea quizá la última en gozar de esa(merecidísima) reputación de POETA, unnombre conocido también para los queno leen poesía, y para los que leen unvivo, pulsante fragmento de espíritu poé-

Bella Ajmadúlina en San Petersburgo.

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viética como del extranjero, pero un par-ticular amor la unía al Cáucaso y a su cultu-ra (y es en Georgia donde se publican va-rios poemas suyos que no se pudieron pu-blicar en la capital por razones de censura).Escribía prosa siempre bella, a la vez uni-versal y personal, particularmente ensayossobre poetas y escritores como Pasternak,Ajmátova o Nabókov. En el inicio de sucarrera actuó en algunas películas orienta-das a un público juvenil y optimista.

Sin embargo, su dedicación a lo poéti-co propiamente dicho nunca significó unalejamiento de lo político. También en esoBella es una de los últimos representantesde una tradición que funde el arte y la con-ciencia ciudadana: tradición potenciada porlos grandes clásicos del siglo XIX comoPushkin o Dostoievski y continuada porMaiakovski y Ajmátova (varios de esospersonajes se mencionan también en Ele-gía). Ya siendo estudiante en el InstitutoLiterario de Moscú en 1959 se pronunciaa favor del entonces perseguido BorísPasternak, Premio Nobel de Literatura1958, difamado como burgués yantisoviético, sólo para ser excluida de di-cha institución — aunque finalmente le danla oportunidad de graduarse en 1960.

Durante la época de Brézhniev, en ladécada de los ‘70, no tiene miedo de utili-zar su influencia de autora ya consagradapara apoyar o defender a los desfavorecidospor el régimen. La unía una profunda amis-tad con los cantautores —controvertidosentonces, clásicos celebrados hoy— BulatOkudyava y Vladímir Vysotski, y ademáscon Nadezhda Mándelstam, viuda del poe-ta Osip Mándelstam, víctima del terror es-talinista. Mantiene contacto con el mun-do de los exiliados rusos. En Alemania oc-cidental una editorial de emigrantes publi-ca en 1969 un volumen que recoge su pro-ducción poética hasta entonces. En 1979participa en Moscú en el escandaloso, yaque muy vanguardista, almanaque extra-oficial Metrópolis.

Consigue, durante un viaje a Europa oc-cidental, conocer a Nabókov y a Solyenitsin.Este episodio dice mucho de la vida en laUnión Soviética porque Bella consigue via-jar a París sólo porque su amigo, el poeta ycantautor Vladimir Vyssotski, estaba casa-

do con la actriz francesa Marina Vlady,probablemente el personaje más ilustre delpartido comunista francés. La posiciónmuy expuesta de la pareja crea una peque-ña ventana a Europa que permite mayorlibertad de movimiento, o sea viajes al ex-tranjero. El mismo Vyssotski tiene la opor-tunidad de actuar en la televisión italianay mexicana (donde lo comparan con Vio-leta Parra), y Bella tiene oportunidad deviajar a París, y de ahí a Suiza, donde visi-ta a Nabókov, hacia quien siente una enor-me admiración y simpatía. Es precisamenteesta postura, por un lado estar protegidapor su reconocimiento como autora, y porel otro seguir su instinto y su concienciamás allá de los límites dictados por el ré-gimen, que le otorga particular respeto yautoridad como persona e intelectual.

Similarmente, participa en la formaciónde la nueva sociedad rusa después de lacaída de la Unión Soviética. En 1993, fir-ma con otros intelectuales la Carta de los42, tomando posición en el conflicto entreel presidente Borís Yeltzin y el parlamen-to, el último con importante presencia derepresentantes del ‘viejo poder’. La Car-ta apoya al presidente, exigiendo última-mente una renovación social. Una últimavez demuestra su independencia intelec-tual al negarse a participar en la primeracampaña electiva de Vladímir Putin, ungesto impresionante considerando el pesopolítico que Putin ejercía desde su prime-ra aparición como candidato. Su identidadde poeta siempre contenía un concepto deciudadanía activa y responsable, el tomar

posición, el ser no solamente una institu-ción estética, sino también moral y social.

La Respuesta retardada a Pablo Nerudafue escrita en 1975, dos años después de lamuerte de Neruda, y dialoga con un poemade Elegía, libro póstumo en el cual Nerudaexpresa su amor e interés por la Unión So-viética, su presente, historia, cultura y litera-tura –tanto por los grandes clásicos como porlos audaces jóvenes criticados por la censuraoficial. El poema de Bella entabla, entonces,un diálogo con el poema de Elegía dedicadoa ella. Aparte subrayar el hecho mismo deuna amistad entre poetas, este poema mues-tra algo característico de Ajmadúlina: ella seproclama parte de una continuidad cultural,con sus poemas se integra a la historia deuna literatura –la rusa– conformada porgrandes figuras: se concibe un eslabón másde una cadena poética interminable.

Por otro lado, ella postula a PabloNeruda como un clásico moderno, com-parable a cualquier clásico mencionado porél en Elegía. La estrella mencionada en elprimer verso podría aludir a un famosoverso de Pushkin dirigido a su amigoChaadáiev, símbolo de felicidad y esperan-za infinitas. Neruda es un elemento impor-tante de la cadena, a nivel translingüístico,un poeta universal y absoluto.

Así como Elegía es un espejo de la es-cena literaria soviética y el amor nerudianoa la literatura rusa, así el poema deAjmadúlina es una declaración de amor yadmiración de la literatura rusa por él y porsu excepcional sensibilidad poética.♦

Bella Ajmadúlina con Serguéi Vosnesenski.

REVISTA NERUDIANA 10/3/11, 07:5339

40 NERUDIANA – nº 10 – 2010

PABLO NERUDA

[A Bella Ajmadúlina]

Detengámonos, debo dejar un besoa Ajmadúlina: éste es el café, está oscuro,no hay que tropezar con las sillas:allí, allí en aquel rincón brilla su pelo,su bella boca está encendidacomo un clavel de Granaday no es de lámparas aquella luz azulsino los ojos de lo irracional,de la pantera que sale del bosquemordiendo un ruiseñor,es ella que, a la vezrosa del destino, cigarra de la luna,canta lo incomprensible y lo más claro,se hace un collar de mágicas espinasy no está cómoda en ninguna partecomo una sirena recién salida del marinvitada a nadar en el desierto.

–Elegía, 1974, poema XVI, en OC, III, 2000, p. 768.

BELLA AJMADÚLINA

Respuesta retardada a Pablo Neruda (1975)

Si de verdad tambaleó y cayósu estrella protectora,¿desde dónde entonces el mensaje de Pablo?¿y hacia dónde mi mensaje para él ?

¿Desde qué alturas, con cuánta claridad y asombroobserva el universo?Todos somos infaliblemente bellosmientras nos miran los ojos del poeta.

Nunca seré otra vez la que fuien el anochecer de aquel café,cantado por unos versos mágicosy tan benévolos conmigo.

¿Y si aquello jamás ocurrió así?No importa: cuando nos reflejamosen las pupilas resplandecientes del poetasomos exactamente lo que querríamos ser.

–Traducción de Olga Ries

Ajmadúlina responde a Neruda

REVISTA NERUDIANA 10/3/11, 07:5340