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REVTSTA DE E S T U D I O S I N T E R N A C I O N A L E S El mundo y la sociedad en la era de la globalización Luciano Tomassim LOS CAMBIOS DE PARADIGMA SOBRE EL SISTEMA INTERNACIONAL E n los últimos decenios el sistema internacional ha experimentado cambios tan profundos que, para comprenderlos, se requeriría un paradig- ma distinto de los que hasta ahora se han utilizado para analizarlo o describirlo. Lo que es más, en estas notas sostendré que para entender la forma en que hoy se de- sarrollan las relaciones internacionales es necesario abandonar la pretensión de que ellas se ajustan a un paradigma o a un modelo previo. Y argüiré también que en los últimos treinta años las sociedades del mundo occidental han vivido una transfor- mación cultural sin precedentes desde que se fraguaron sus rasgos fundamentales durante la antigüedad clásica, un cambio adverso a los grandes relatos o modelos que en el pasado pretendieron moldear las sociedades y nuestras vidas dentro de ellas. Se apelará aquí a este cambio cul- tural como la clave principal para enten- der la transformación que ha experimen- tado el sistema internacional durante el último período. Yme apoyaré en ese mis- mo cambio para mostrar por qué el mun- do y las sociedades que lo integran han llegado a semejarse tanto como una figu- ra a la imagen que esta proyecta en un espejo1. He sostenido anteriormente que exis- te una diferencia entre conceptos que con frecuencia se usan indistintamente, a sa- ber, los de internacionalización, transna- cionalización y globalización-tres fenó- menos que obedecieron a cronologías di- ferentes- diferencia que hay que enten- der para definir correctamente el último de estos procesos. La internacionalización del comercio se inició ya en la época de los descubrimientos geográficos, con el co- 1 Este artículo fue solicitado para el cuadragésimo aniversario de la revista Estudios Internacionales, que me correspondió dirigir a lo largo de veinte años. Considerando el período durante el cual me dediqué a los estudios internacionales, el artículo adoptará la forma de un relato que inevitablemente incluirá algunas referencias personales. 23

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R E V T S T A D E E S T U D I O S I N T E R N A C I O N A L E S

El mundo y la sociedaden la era de la globalización

Luciano Tomassim

LOS CAMBIOS DE PARADIGMA SOBRE ELSISTEMA INTERNACIONAL

En los últimos decenios el sistemainternacional ha experimentado

cambios tan profundos que, paracomprenderlos, se requeriría un paradig-ma distinto de los que hasta ahora se hanutilizado para analizarlo o describirlo. Loque es más, en estas notas sostendré quepara entender la forma en que hoy se de-sarrollan las relaciones internacionales esnecesario abandonar la pretensión de queellas se ajustan a un paradigma o a unmodelo previo. Y argüiré también que enlos últimos treinta años las sociedades delmundo occidental han vivido una transfor-mación cultural sin precedentes desde quese fraguaron sus rasgos fundamentalesdurante la antigüedad clásica, un cambioadverso a los grandes relatos o modelosque en el pasado pretendieron moldear las

sociedades y nuestras vidas dentro deellas. Se apelará aquí a este cambio cul-tural como la clave principal para enten-der la transformación que ha experimen-tado el sistema internacional durante elúltimo período. Yme apoyaré en ese mis-mo cambio para mostrar por qué el mun-do y las sociedades que lo integran hanllegado a semejarse tanto como una figu-ra a la imagen que esta proyecta en unespejo1.

He sostenido anteriormente que exis-te una diferencia entre conceptos que confrecuencia se usan indistintamente, a sa-ber, los de internacionalización, transna-cionalización y globalización-tres fenó-menos que obedecieron a cronologías di-ferentes- diferencia que hay que enten-der para definir correctamente el últimode estos procesos. La internacionalizacióndel comercio se inició ya en la época delos descubrimientos geográficos, con el co-

1 Este artículo fue solicitado para el cuadragésimo aniversario de la revista Estudios Internacionales,que me correspondió dirigir a lo largo de veinte años. Considerando el período durante el cual medediqué a los estudios internacionales, el artículo adoptará la forma de un relato que inevitablementeincluirá algunas referencias personales.

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Luciano Tomassím

mercio a larga distancia, como uno de losrasgos propios de los nuevos tiempos mo-dernos. La transnacionalización de la pro-ducción, operada por las grandes corpo-raciones industriales una vez que adqui-rieron la capacidad de dividir el ciclo pro-ductivo a fin de radicar cada uno de suscomponentes en diferentes lugares, enbusca de las ventajas comparativas quecada uno ofrecía, comienza a manifestar-se después de la Segunda Guerra Mun-dial, y se acelera a partir del decenio delos años sesenta, cuando el valor de la pro-ducción de las filiales de estas empresasradicadas en el exterior sobrepasó el va-lor total del comercio internacional. El pro-ceso de globalízación se despliega a lo lar-go del último tercio del siglo XX como unfenómeno más complejo, caracterizado,desde cierto ángulo, por la difusión de todasuerte de conocimientos, ideas, valores,procesos, productos y formas de organi-zación, de vida y de consumo a través delas antiguas fronteras nacionales o bien,desde otro punto de vista, como la cre-ciente conectividad entre los distintos seg-mentos de la sociedades nacionales. De-bido a que en su forma de expresión másprofunda la globalízación se refiere a latransmisión de las formas de pensamien-

to, de percepción y de organización de lasdistintas sociedades y de sus miembros in-dividuales, la definiría, en última instancia,como el proceso de internacionalizaciónde la subjetividad de las personas, por locual sostengo que en la práctica el proce-so de globalización y la transformacióncultural, que a mi juicio constituyen los dosrasgos dominantes de la última parte delsiglo XX, se encuentran íntimamente aso-ciados2.

La globalización sería elproceso deinternalización déla

subjetividad de las personas.

En The Structiire of ScientificRevolutions Thomas Khun sostuvo queen la ciencia las verdades no se estable-cen mediante la acumulación de conoci-mientos derivados simplemente de la ve-rificación empírica, porque la investigaciónsiempre está guiada por una determinadamanera de entender el mundo, mientrasque Imre Lakatos extremó este punto devista al exponer que el conocimiento de larealidad siempre está condicionado por unavisión interpretativa acerca de ella, quegenera un cordón protector que filtra los

Ver, Tomassini, L., «El proceso de globalización y sus impactos socioeconómicos», en R. Urzúa(ed.), Cambio social y políticas públicas, CAPP, Universidad de Chile, 1997. En relación con lavinculación entre globalización y cultura, ver Tomassini, L. «El giro cultural de nuestro tiempo», enB. Klisberg y L. Tomassini (eds.), Capital social y cultura: Claves estratégicas del desarrollo,Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2000. Para un examen general del proceso de globalización,ver McGrew, A., «A Global Society», en S. Hall el al., Modernity and its Faiwes, Cambridge, Ma.,Polity Press, 1992,61-102, y Spybey, T., Globalization and World Society, obras en donde se sugierela tesis central de este ensayo, relativa a la semejanza que actualmente han adquirido la estructura yla dinámica de las sociedades nacionales y del sistema internacional, antaño caracterizados por rasgosenteramente diferentes. Ver también Lewis, R, Global Polltlcs, Cambridge, Ma. Polity Press, 1992,y Srnith, A., Natlons and Nationalism In (he Global Era, Cambridge, Ma. Polity Press, 1995.

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El mundo y ia sociedad en la era de la globalizatión

hechos registrados por nuestra percepciónde las cosas, visión que influye en la con-cepción de nuestros programas de inves-tigación en el mundo de las ciencias so-ciales.

El cambio cultural nos enseña a nocreer en los modelos.

Abundando en lo anterior, Lakatossostiene también que estas visiones inter-pretativas no son reemplazadas por otrassolamente cuando la anterior ha sido re-futada mediante demostraciones empí-ricas precisas, sino que lo hace cada vezque otra resulta tan convincente como paragenerar un consenso o compromiso entrelos observadores, de modo que a partir deese momento esa nueva visión reorienta lainvestigación hacia otros derroteros. «Es-tas consideraciones asignan un nuevo én-fasis al papel de nuestras percepciones (queen inglés él denomina con el término másfuerte de hindsighf) en nuestra aprecia-ción de la realidad y conducen a liberalizaraún rnás nuestros estándares y percepcio-nes que, cuando cambian, permiten regis-trar hechos nuevos y acuñar nuevas inter-pretaciones acerca de ellos3.

El cambio cultural de nuestro tiemponos enseña a no creer en los modelos. JohnDewey, representando el pragmatismonorteamericano, mucho antes de esto sos-

tenía ya que la solución de los problemaspúblicos suponía un proceso de ensayo yerror aplicado a cuestiones específicas.Charles Lindblom, ese gran iconoclasta delanálisis racional de las políticas públicas,enseñaba que éstas se definen a travésde un proceso de tanteo -o de dar palosde ciego- en búsqueda de una solucióncorrecta. Albert Hirschmann, que a pesarde haber sido presentado por el BancoMundial como uno de los diez fundadoresde la teoría del desarrollo realizó gran par-te de su multifacética experiencia intelec-tual en América Latina, mostró cómo labúsqueda de paradigmas podía convertir-se en un inconveniente para la compren-sión de los problemas. Y durante su largacarrera intelectual, Fierre Bourdieu sos-tuvo permanentemente que esa compren-sión se adquiere mucho mejor por mediode la práctica, comparando la reflexión dePlatón en la tranquilidad de la Academiacon el quehacer de un hombre práctico,con un abogado en los tribunales por ejem-plo, para quien el tiempo de la clepsidra-el reloj de agua de esa época- sigue co-rriendo y no se detiene, por considerar quela práctica es una fuente más certera paraacceder al conocimiento de las cosas de-bido a la oportunidad y el acicate que re-presentan la cercanía y la urgencia conque en la realidad se presentan los pro-blemas4. Cuarenta años antes, con la ha-bitual certeza de sus intuiciones, Ortega

Khun, Thomas, The Stmcfwe ofScientificRevoliitions, Chicago, University of Chicago Press, 1962.El debate epistemológico a que dio lugar el libro de Khun fue recopilado, pocos años más tarde, porImre Lakatos y Alan Musgrave, en la obra pionera titulada Cniiclsm and (he Growfh ofKnowledge,Cambridge University Press, Cambridge, Ma. 1970. La referencia corresponde a la contribución deLakatos en el volumen mencionado, página 156.Ver Dewey, John, The Public and its Problems, publicado por primera vez en 1927, objeto posteríor-

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Luciano Tomassíni

sostuvo que cada generación posee unasensibilidad propiapara definir y compren-der su propio tiempo, que constituye sucultura. En esta visión, agrega, «late lasuposición de que existe una íntima afini-dad entre los sistemas científicos y cadageneración y cada época»5.

La nueva manera de conocer larealidad formó parte de una

transformación de carácter ontológico.

Este cambio epistemológico, es decir,el cambio ocurrido en nuestra manera deconocer la realidad, formó parte de unatransformación de carácter ontológico,esto es, de un cambio referente a las ca-racterísticas que atribuimos a la realidadmisma, que se explicará más adelante. Ensíntesis, lo que el cambio cultural que aca-bo de postular aparentemente dejó atráses la tradición esencialista que, desde laantigüedad clásica, caracterizó la concep-ción del mundo en la civilización occiden-tal, según la cual los distintos entes queconfiguran la realidad poseen una natura-leza o una esencia fija, que les confiere suidentidad propia. Esa tradición esencialistadeterminó que en esas sociedades fuesetan difícil comprender la diversidad, laambivalencia o el cambio. La nueva sen-sibilidad cultural que actualmente se estáabriendo paso nos ofrece una visión másflexible acerca de la realidad, en donde

ya no se espera que el ser humano, suscomportamientos o las instituciones socia-les obedezcan necesariamente a un mo-delo o una esencia previa, de tal modo queen la medida en que se aparten de ella seconvertirían en otra cosa o dejarían deexistir en el universo de lo real. Se tratade una sensibilidad de conformidad con lacual para existir ya no es necesario re-producir un arquetipo o un modelo sino endonde, de acuerdo con la expresión deFeyerabend, «todo lo que funciona vale».A la luz de esa sensibilidad el sistema in-ternacional habría dejado de tener unaestructura predeterminada y se habríaconvertido en un campo en que se produ-cen toda suerte de interacciones entre dis-tintos agentes y procesos, todos los cua-les son relevantes para la evolución de lassociedades y para la vida de las personas,como ocurre con las turbulencias de losmercados financieros, las compras chinasde productos básicos, la acción de un gru-po terrorista o una elección presidencialen los Estados Unidos.

El sistema internacional que dominóla escena en el mundo occidental hastamediados del siglo XX fue el que surgiócomo consecuencia de la Paz de West-falia, que puso término a la Guerra deTreinta Años, como se llamó a las guerrasreligiosas que asolaron el mapa europeoentre 1618 y 1648, un tratado que consa-gró el derecho de los reyes para imponersu religión en sus respectivos territorios,

mente de numerosas reediciones; ver también Lindblom, Charles, «The Science of Muddling Through»,en Public Admlmstraúon Review, N° 19, 1959; Albert Hirschmann, «The Search for Paradigms as aHindrance to Undersíanding», en A S¡as for fíope, New Haven Yale University Press, 1971 yBourdieu, Fierre, Meditaciones Pascábanos, Barcelona, Anagrama, 1997,p.42.Ortega y Gasset, J., El Tema de Nuestro Tiempo, Revista de Occidente, Madrid, 1923, p. 39,

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El mundo y la sociedad en la era de la globalizacíón

principio encerrado en la frase citjns re-gio ejits religium. La Paz de Westfaliasignificó el triunfo de la monarquía abso-luta como régimen político y del Estadonacional como único protagonista de lasrelaciones internacionales.

Al formarse los Estados nacionales susrelaciones generalmente tuvieron

características conflictivas.

El Estado nacional no existió en elmundo feudal. En el Concilio de Constanza,convocado en 1414 para poner término alCisma de Avignon, provocado y manteni-do por intereses políticos, «los asuntos porprimera vez fueron tratados y votados encapítulos nacionales en los que, despuésde haber llegado a algún consenso, cadanación actuando como una unidad, emitíaun voto» una fórmula que prácticamentefue necesario inventar para ese encuen-tro, pues guardaba relación con realida-des aún difusas6. Precisamente por eso,tanto los sentimientos nacionales como elEstado nacional tardarían en configurar-se en un mundo políticamente integradopor una gran diversidad de ciudades-Es-tado, repúblicas, señorías, principados ymonarquías que reconocían en la cima unImperio y un Papado. Una vez formados,en cambio, los Estados nacionales, y lossentimientos de nacionalidad que se de-sarrollaron en torno a ellos, sus relacionesadoptaron características generalmenteconflictivas, de manera que la guerra pasó

a ser la situación normal del sistema inter-nacional en los siglos siguientes. Los Esta-dos que lo integraban pudieron cambiar conel tiempo, como también fue cambiando supoderío relativo, pero la dinámica del siste-ma en general continuó siendo la misma.

El sistema internacional de la épocamoderna se caracteriza por la presenciade múltiples Estados soberanos en ausen-cia de una autoridad central, estados quecompiten entre sí por el logro de sus inte-reses nacionales, procurando mantener ensus relaciones recíprocas lo que dio endenominarse el equilibrio del poder. Estostres elementos -los Estados nacionales,el interés nacional y el balance del poder-constituyeron la base de las relaciones in-ternacionales y dieron lugar a una escue-la o un modelo interpretativo que se defi-nió como «realista» debido a que estima-ba que permitía explicar el acontecer in-ternacional con un considerable grado derealismo y prescribir la conducta que de-bían desplegar los Estados frente a cadacircunstancia. Las diversas perspectivasteóricas empleadas para comprender lapolítica internacional durante el siglo pa-sado giraron en tomo a esa escuela que,al igual que los grandes campeones en lascompetencias deportivas, enfrentó en for-ma exitosa a sus competidores. En otrolugar he analizado el enfrentamiento delos realistas con la escuela idealista en lasrelaciones internacionales, con los cientí-ficos o behaviouralistas y, posteriormen-te, con los «neorrealistas»7.

6 Bokenkotter, T., A Concise History ofthe Catholic Church, Nueva York, Dubleday, 1979, p. 170.7 Ver Tomassini, L., Teoría y Práctica de la Política Internacional, Santiago, Ediciones Universidad

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Mientras que los tradicionalistasconfiaban en el juicio bien informado,

los científicos desconfiaban de él.

Los realistas creían que el poder cons-tituía el único medio para resolver los con-flictos entre los Estados mientras que losidealistas, representados por el Presiden-te Wilson en las negociaciones conducen-tes a la Paz de Versalles que puso térmi-no a la Segunda Guerra Mundial, pensa-ban que la paz solo podía ser preservadamediante el respeto por la autodetermina-ción de los pueblos y el establecimientode mecanismos de seguridad colectiva,como la Sociedad de las Naciones, en quetodas las partes se comprometieran a ac-tuar conjuntamente para disuadir a cual-quier Estado que se constituyera en unaamenaza para la seguridad de otro. El Pre-sidente Wilson murió en el curso de esasnegociaciones y el gobierno de los Esta-dos Unidos se negó a ratificar la Socie-dad de las Naciones, y en los veinte añossiguientes al tratado de Versalles el na-cional socialismo se convirtió en una ame-naza contra la paz mundial sin preceden-tes en la historia, por lo que la escuela idea-lista desapareció en medio del mayor des-prestigio.

Al término de la Segunda Guerra Mun-dial Vos realistas tuvieron que enfrentar aun nuevo adversario, representado por la

escuela behaviouralista o científica, la cualsostenía que el análisis del sistema inter-nacional no podía inspirarse en grandesvisiones políticas o históricas como en laescuela clásica, sino que debía basarse enla verificación empírica de una gran can-tidad de hechos particulares que permi-tieran configurar ciertas tendencias o pre-decir determinados comportamientos, to-mando como punto de partida hipótesis detrabajo cuidadosamente acotadas. Loscientíficos criticaron a los tradicionalistaspor basar sus estudios en grandes intui-ciones no sustentadas por una labor cui-dadosa de verificación empírica. A su vez,los tradicionalistas -más apegados a lahistoria, la geopolítica, la diplomacia o elderecho- cuestionaban a los científicos porestudiar hipótesis banales o por arribar, através de su comprobación empírica, adescubrimientos irrelevantes. En últimotérmino, puede decirse que la línea diviso-ria entre ambos estribaba «en la confian-za en el juicio bien informado por parte delos tradicionalistas, y en la desconfianzaen este procedimiento por parte de loscientíficos, así como en su necesidad decomprobar empíricamente todos los he-chos susceptibles de conducir a una ge-neralización, inicialmente planteada enforma de una hipótesis»8.

Sin embargo, mientras los tradiciona-listas pretendían entregar una descripciónvaledera acerca de la estructura del sis-tema internacional, los científicos o beha-

Católica, 1989, especialmente capítulo 2. Los debates teóricos también han sido revisados por Smith,M. LittleR. y Shackleton, M. (eds.), Perspectives in World Polines, Londres, CromHelm, 1981, ypor Maghroor R. y Ramberg, B., Globallsm versas Realism: Internacional Reíations Thírd Debate,Nueva York, Westview Press, 1982.Tomassini, L., op, cil., p. 68.

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viouralistas solo discrepaban de los prime-ros en cuanto a la metodología que debíanemplear para el estudio, sin proponer unadescripción de éste que discrepase de lasque ofrecían los primeros. Esta discrepan-cia asoma, por el contrario, en el llamado«tercer debate» que se dio entre los «rea-listas» y los denominados «neorrealistas»que hicieron su aparición a partir de losaños setenta en el campo de los estudiosinternacionales. Lo que interesa mostraren estas notas es, ante todo, la transfor-mación que ha experimentado la estruc-tura misma de las relaciones internacio-nales y, como consecuencia de ello, elhecho de que en la actualidad estas no seajusten a la descripción que podría ofre-cer ningún modelo o paradigma teórico deaspiración omnicomprensiva.

De hecho, la descripción entregadapor los realistas contó con una sólidafundamentación histórica y conservó suvigencia durante la mayor parte del siglopasado. Como este ensayo se refiere alcambio que ha experimentado el sistemainternacional durante ese período, convienedetenerse en ella. La «política del poder»constituye la columna vertebral de la teo-ría clásica de las relaciones internaciona-les. Morgenthau definió la política inter-nacional como una «lucha por el poder»,afirmaba que los estadistas actúan en tér-minos de «intereses definidos como po-der», y decía que el interés de los Estadosconsistía en «mantener el poder, aumen-

tarlo o demostrar poder». Lasswell habla-ba del «uso del poder para la adquisiciónde más poder o de otros valores», sugi-riendo implícitamente que en la política elpoder es una suerte de valor universal. Elsistema internacional, según los realistas(1) está integrado por un conjunto de es-tados soberanos (2) cuya coexistenciaestá regida por el conflicto y que (3) vi-ven en un estado de anarquía debido a lainexistencia de una autoridad central (4)moviéndose tras unos intereses naciona-les que en la práctica implican maximizarsu seguridad (5) mediante el empleo -o laamenaza de empleo— de sus recursos depoder, recursos que (6) a partir de un ses-go fuertemente reduccionista los realistastendían a identificar con los recursos mili-tares. En estas circunstancias, el interéshistórico de los Estados nacionales ha con-sistido en mantener una relación de equi-librio entre ellos, desde el punto de vistade su poderío relativo, evitando que la ex-pansión de una potencia amenazase laseguridad de las otras9.

Los Estados nacionales han tenidointerés histórico en mantener unarelación recíproca de equilibrio.

La estructuración del sistema interna-cional a partir de la Paz de Westfalia res-pondió a los rasgos centrales que le atri-buyó esta escuela. De hecho, no bien con-

Estas alusiones se refieren a H. Morgenthau, Politics Among Nations, publicado originalmente en1958, cita tomada de su edición en castellano, GEL, Buenos Aires, 1988. La cita de Lasswell se refierea Power andPersonality, Nueva York, Norton, 1948. La otra referencia está tomada de J. W. Burton,Internationa! Relaüons: A General Theoiy, Nueva York, Harper and Row, 1967, p. 46.

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cluidas las guerras de religión, los paíseseuropeos vivieron permanentemente enestado de guerra, o bien al borde de ella.Durante el siglo XVII, la amenaza de LuisXIV de consolidar una suerte de monar-quía universal alineó en contra de Franciadistintas alianzas integradas, de una u otramanera, por Inglaterra, el Sacro Imperio,los Países Bajos, Suecia y Dinamarca, laMarca de Brandeburgo (que daría lugar aPrusia), Saboya, Bavieray, eventualmen-te, Portugal, con períodos de pausa mar-cados por la Paz de Ryswick de 1697 olaPaz de Utrecht de 1713, tan solo para re-tomar la pugna en el siglo XVIII con laGuerra de la Oreja de Jenkins, como seconoció el conflicto desencadenado por lacomparecencia ante el parlamento inglésde un tal capitán Jenkins portando la orejaque le había sido arrancada por un solda-do francés en las colonias americanas.Este conflicto, complicado por otros comola guerra por la sucesión de España, seprolongó hasta el Tratado de París de 1763,sin dejar de involucrar de paso a los inte-reses ingleses y franceses en América oen la India, hasta donde Robert Clyde lle-vó las banderas del Imperio Británico.

El carácter belicoso de las relacionesinternacionales resalta si se comparan losdos siglos anteriores con las característi-cas más tranquilas que tendría el siglo XIX,pese a las guerras napoleónicas, a la gue-rra de Crimea, al conflicto franco prusianode 1870 y a las guerras coloniales, carác-ter comparativamente más pacífico debi-do al peso que tuvo la industrialización enesa época y a que los conflictos socialespasaron temporalmente a desplazar del pri-mer plano a los conflictos internacionales.

Los conflictos sociales desplazarondel primer plano a los conflictos

internacionales.

También resalta si se considera quela historia de las relaciones internaciona-les, jalonada por esos conflictos, general-mente omite el papel desempeñado por elBanco de Inglaterra, la Compañía de lasIndias Occidentales y otras sociedadesfinancieras creadas por Inglaterra o Fran-cia desde fines del siglo XVII para elmanejo de sus intereses en sus territorioscoloniales, pese a la importancia que acomienzos del siglo XVIII tuvieron lasespeculaciones financieras realizadas através de esas sociedades. Las principa-les operaciones especulativas estuvieronasociadas al auge y posterior caída de lafabulosa fortuna amasada por el financistaJohn Law a ambos lados del Canal de laMancha. En ellas también perdieron susfortunas numerosos inversionistas cuyoespíritu emprendedor se estaba desarro-llando en esa época dentro del marco dela expansión de los nuevos Estados na-cionales y del éxito de las políticas mer-cantilistas ensayadas en el siglo XVII poriniciativa del Parlamento Británico en In-glaterra y del Ministro Colbert en Fran-cia. Tales operaciones fueron conocidaspor el público de esa época bajo el nom-bre de bitbbles o burbujas. De hecho, da-das las premisas del pensamiento realista,nada que no perteneciera claramente alámbito de la política, del conflicto y delpoder, definido en forma estrecha comola acumulación y el uso de recursos mili-

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El mundo y la sociedad en la era de la globaÜzación

tares, tenía cabida en el campo de las re-laciones internacionales. Esta situación nocambiaría sino a partir del decenio de1970'°.

En las relaciones internacionales, solocabía lo perteneciente al ámbito de la

política, el conflicto y el poder.

EL NACIMIENTO DE LA ESCUELA DE LA

INTERDEPENDENCIA COMPLEJA

El retroceso de la amenaza de la gue-rra en el sistema internacional, en el mar-co de una política de mutua disuasión ga-rantizada como la que hizo necesaria elsurgimiento de la Guerra Fría, y el mayorpeso adquirido por los factores tecnológi-cos, económicos y comerciales en las re-laciones internacionales, hicieron inevita-ble revisar la teoría empleada hasta en-tonces para describir su estructura. Sehacía necesaria, pues, una nueva interpre-

tación de dicho sistema. Esta interpreta-ción fue proporcionada por JosephNye yRobert Keohane, dos autores que desdeentonces no han cesado de analizar el sis-tema internacional desde una perspectivadiferente, atrayendo hacia ella a otros es-tudiosos11. En 1968 ambos autores fue-ron invitados a integrar el consejo edito-rial de la revista International Organi-zation. J. Nye relata cómo ambos consi-deraban que esta revista centraba su polí-tica editorial solamente en institucionesjurídicas o formales, como las NacionesUnidas, lo cual hacía que esa publicaciónfuera menos interesante que si abordaratambién el análisis de otras organizacio-nes de carácter informal, pero no menosinfluyentes. El resultado de esa preocu-pación fue un número especial de esa re-vista titulado «Transnational Relations andWorld Politics», que publicó importantestrabajos sobre una amplia gama de orga-nizaciones que actuaban en el campo delcomercio y las finanzas, así como tam-

En 1979, Kenneth Waltz intentó dar un carácter sistemático -o más moderno- a la visión realista delsistema internacional en su libro titulado Theoiy of Internationa! Politlcs, Addison-Wesley,Massachussets, 1979. Según esta obra lo que permite analizar las relaciones internacionales comopertenecientes a un sistema es ignorar tanto los atributos nacionales de los distintos Estados queparticipan en ellas como las diferentes formas en que estos se relacionan entre sí, para concentrarsesolamente en la posición que ocupa cada Estado respecto de los otros, posición que es definida soloy exclusivamente en términos del poder relativo que posee cada uno. La clave para comprender elsistema internacional se podría encontrar, entonces, en las relaciones de predominio o de subordina-ción existentes entre los Estados, relación que está determinada por el poderío relativo de cada uno deellos, de tal manera que, dentro de dicho sistema, los distintos Estados se diferencian entre sí solamen-te por la cuota de poder de que cada uno dispone. No hay una sola variable del sistema internacionalen la propuesta de Waltz que no pueda reducirse al fenómeno del poder, por lo que cabe concluir queen ella, pese al intento por definir el sistema internacional a un nivel de abstracción más alto, elemperador aún va desnudo.Recientemente, Joseph Nye publicó un libro en que recapitula la forma en que ambos fueron desarro-llando este nuevo esquema interpretativo, libro que, más de treinta años después, nos permite trazarla genealogía de esa escuela. Ver, de este autor, Power in the Global Information Age, Nueva York,Routledge, 2004.

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bien en otros campos, incluyendo algunasempresas multinacionales y organizacio-nes no gubernamentales. Estos trabajosfueron recogidos en un libro bajo el mis-mo título, libro que tendría un papel pione-ro en el desarrollo de una nueva escuela.«De hecho, los realistas centraban su aná-lisis en las interacciones que tenían lugarentre los distintos Estados, considerandolas actividades de las organizaciones nogubernamentales solamente en la medidaen que estas actuasen a través de sus res-pectivos gobiernos. Sin embargo -agregael autor- «nosotros sentíamos que las in-teracciones transnacionales que desarro-llaban los ciudadanos y sus agrupacionesciviles con los gobiernos y con las organi-zaciones intergubernamentales con fre-cuencia generaban resultados y coalicio-nes de gran interés en el campo de la polí-ticamundial»12.

Los estudios internacionales fueronabandonando la visión Estadocéntrica.

Bajo la influencia de esta escuela, losestudios internacionales comenzaron a

abandonar la visión Estado-céntrica quehabían tenido hasta entonces, y a diversi-ficar su atención, que antes se había cen-trado exclusivamente en el análisis de losconflictos entre los Estados, de la seguri-dad internacional y del ejercicio del podercomo medio para dirimir la situacionesconflictivas. A partir de aquel entonces,se comenzó a entender en algunos círcu-los académicos que las relaciones inter-nacionales (1) son protagonizadas por uncreciente número de centros de poder ode actores frecuentemente distintos delEstado, (2) cuya actuación extema no re-presenta solamente el interés nacional, estoes, el interés de los gobiernos, y cuya con-ducta (3) se desenvuelve en torno a unaagenda mucho más diversificada y me-nos jerarquizada que en el pasado, (4) paracuya consecución los distintos actoresponen enjuego recursos no tradicionales(5) en una cantidad de escenarios muchomás numerosos, cambiantes y entrelaza-dos que antes, (6) lo cual hace que su ac-tuación se articule en una serie de circui-tos más coherentes y menos atomizadosque los del pasado, (7) en nuevos escena-rios que ya dejan de estar principalmente

12 J. S.Nye, op. cit.,pp. 2 y 3. A fines de los años sesenta yo había comenzado a desempeñarme comoasistente especial del fundador y primer presidente del BID, Felipe Herrera, cuando Joseph Nye meinvitó a participar en un grupo de estudio que se reunió varias veces en el clásico Cosmos Club, de laciudad de Washington, donde se intercambiaron las primeras ideas relativas a este nuevo enfoque, queandando el tiempo pude seguir muy de cerca. Ese enfoque fue la inspiración que en 1977 me llevó acrear el Programa de Estudios Conjuntos sobre las Relaciones Internacionales de América Latina(RIAL), una red que a partir de ese año agrupó a los pocos especialistas que por ese entonces existíanen la región con el propósito de modernizar la disciplina, sustituyendo el énfasis en los temasjurídicos, geopolíticos y militares por otro colocado en los problemas propios de una situación deinterdependencia compleja. Un poco antes había comenzado a dirigir la revista Estudios Internacio-nales, cuya dirección mantuve por unos veinte años. Esas dos instancias jugaron un rol decisivo en lamodernización de estos estudios (a lo que deben sumarse los 90 libros en que se recogieron losresultados de las investigaciones realizadas por el RIAL).

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El mundo y la sociedad en ia era de la clobalización

dominados por alternativas circunscritasa la guerra o la paz, (8) en tomo a algunosde los cuales se construyeron formas deregulación de nuevo tipo bajo la forma deregímenes internacionales configuradospor objetivos, principios y normasarticuladoras de la conducta de los acto-res involucrados en ellos debido a la afini-dad existente entre sus intereses13.

El neorrealismo puso de manifiesto latransformación experimentada por el

sistema internacional.

En forma tal vez menos llamativa quelas propuestas de los realistas, por tratar-se de una interpretación más sutil y mássofisticada, la nueva escuela -que tam-bién se hizo denominar «neorrealista»-revelaría que el sistema internacional des-crito por los clásicos estaba experimen-tando una transformación profunda. «Deeste modo desarrollamos -señala Nye-un tipo ideal que denominamos de inter-dependencia compleja, revirtiendo las trespresunciones básicas de la escuela realis-ta: que los Estados constituían los únicosactores significativos del sistema interna-cional, que la fuerza era el instrumento do-minante que podían emplear estos parasatisfacer sus intereses, y que la seguri-dad de los Estados era su único objetivo.Nuestro libro fue, en general, bien recibi-do, pero la reacción general de los tradi-

cionalistas apuntó a que solo habíamoslogrado destacar algunos hechos nuevosde carácter marginal y que carecíamos deuna teoría que nos permitiese vincularloscon las cuestiones centrales de las rela-ciones internacionales. En el mejor de loscasos, según ellos, habíamos ilustrado al-gunos fenómenos atípicos. Nosotros ar-gumentamos, por nuestra parte, que almenos algunos segmentos de la políticainternacional habían comenzado a aproxi-marse a las condiciones caracterizadascomo de interdependencia compleja (co-mo, por ejemplo, las relaciones entre losEstados Unidos y Canadá y las que seestaban desarrollando al interior de laComunidad Europea), siendo de esperarque también lo hicieran una serie de pro-cesos novedosos desde el punto de vistadel paradigma dominante. No descarta-mos la perspectiva realista, pero argumen-tamos que, en ciertos casos, el enfoquede la interdependencia compleja podríaproporcionar una buena explicación paraalgunos aspectos que se hubieran consi-derado marginales -o simplemente igno-rados- desde el punto de vista de esa es-cuela. Estas visiones nos colocaron en unbuen pie, por ejemplo, para predecir cómoevolucionaría Europa después del fin dela Guerra Fría. Mientras algunos realistaspredecían que Alemania se convertiríanuevamente en una potencia hostil dentrodel sistema internacional, desarrollaría ar-mamentos nucleares y rompería con la

Esta descripción es una versión más detallada de la contenida en Tomassini, L., Teoría y práctica...,op. cit., p. 113. AI libro de Nye y Keohane titulado Transnacional Relations and World Polines,Cambridge Ma., Harvard University Press, 1972, que corno se ha dicho recogió los trabajos seminalesaparecidos en la revista fnternalional Organizafions, siguió la obra Power and Interdependence, delos mismos autores, publicada porLittle, Brown, Boston 1977.

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Unión Europea, nosotros nos dimos cuen-ta de que las instituciones de esta última ylas ventajas proporcionadas por la integra-ción económica podrían mantenerlos uni-dos, y que Bruselas podría servir como unpolo magnético que orientase las relacio-nes internacionales de la Europa Cen-tral»14.

Se produjo un contrapunto entrerealistas y neorrealistas.

Mientras tanto, con la notable excep-ción de George Kennan pocos estudiososo incluso diplomáticos se habían dadocuanta de cuan efímera resultaría la cola-boración soviético-norteamericana des-pués de la guerra, cuyo desenlace depen-

dió hasta tal punto de ese esfuerzo mutuo,por el cual el ejército soviético inmoló a lamitad de los 40 millones de hombres queperecieron en ese conflicto. Esta imper-donable inadvertencia se debe, sin dudaalguna, a que la relación ruso-norteameri-cana seguía siendo evaluada solamente enfunción de su alianza militar, sin percibirla magnitud de las diferencias ideológicasque separaban a ambas partes.15

De este modo, al debate entre realis-tas e idealistas en tomo a la estructura yla dinámica de las relaciones internacio-nales vino a añadirse, a partir de esa épo-ca, un nuevo contrapunto entre «realistas»y «neorrealistas». En este punto, sin em-bargo, la termino logia podría confundir alos lectores. Resulta interesante hacernotar que esta última denominación no fue

Referencias tomadas de Joseph Nye, Power in ihe Global Information Age, op. cit, pp. 3 y 4. En esepunto del libro, Nye relata que, mientras que Keohane continuaba desarrollando su teoría neo!iberalde las relaciones internacionales, él hacía su primera incursión por el gobierno de los Estados Unidoscomo subsecretario adjunto en el Departamento de Estado de la administración de Cárter. Joseph Nyeatribuye gran importancia a esta experiencia en la génesis de esta visión del sistema internacional,conjuntamente con la responsabilidad que le correspondió asumir en la política para Asia Oriental enel Departamento de Defensa de la administración de Clinton, subrayando así lo fecundo que resultamezclar una trayectoria académica con algunas experiencias prácticas. En mi libro Teoría y Práctica,antes citado, relato la experiencia de los «in and outers» del mundo de los estudios internacionales,que durante la Segunda Guerra Mundial fueron llamados desde la academia para asumir responsabi-lidades directivas o asesoras en el gobierno -como había ocurrido antes de la guerra con los cientistassociales que fueron cooptados, como Lord Keynes, para diseñar soluciones a la crisis de los añostreinta- y que, de este modo, alternaron su carrera académica con responsabilidades oficiales, con granprovecho para el avance del conocimiento.Como diplomático asignado a la embajada norteamericana en Moscú al terminar la guerra, Kennanenvió un largo cable al Departamento de Estado alertándolo sobre la pro funda convicción que posee-ría el gobierno soviético de que era imposble llegar a un machis vivendi entre ambas naciones. Filtradode inmediato hacia Winston Churchill, quien debido a su sorprendente derrota electoral al terminar laguerra encabezaba entonces la oposición inglesa, Churchill se haría invitar al estado de Missouri, alcual pertenecía originalmente el Presidente Harry Truman, pronunciando allí un discurso en la Uni-versidad de Fulton, en que sostuvo que «una sombra ha caído sobre ese escenario tan brillantementeiluminado por la victoria aliada», y que la anterior alianza soviético-norteamericana no se recuperaría.Ver. Kennan, G. F, Memorias, Boston, Little, Brown, 1969, pp. 583-598. Ver también Andreas-Fiedrich, R., Baiílegi-oimdBerlín: Diaries, Nueva York, Paragon, 1990.

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El mundo y la sociedad en ia era de la globalizadón

acuñada por los autores tradicionalistaspara referirse a sus detractores, sino porlos mismos autores de la teoría de la in-terdependencia, y que desde entonces hasido usada por ellos con gran liberalidad,en el sentido de incluir en una misma ca-tegoría a autores realistas disfrazados demodernos, como Kenneth Waltz, junto conlos propios autores y seguidores de la nue-va escuela. Esto revela, a mi juicio, queesta terminología íue acuñada para apla-car a los viejos barones de los estudiosinternacionales debido al prestigio que ellosdetentaban. Se trataría, por lo demás, deuna maniobra conocida, que de una u otraforma ha venido repitiéndose en la histo-ria de las ciencias sociales, como unamanera de evitar que los elementos másinnovadores sean aplastados por el pesode la política burocrática que con granencarnizamiento se desarrolla dentro deellas como consecuencia de la competen-cia por el prestigio y el poder16.

La escuela de la interdependenciacompleja hapermitido explicar el papel queha desempeñado en el sistema internacio-nal un conjunto de fenómenos que en elúltimo período han adquirido la mayor im-portancia, y que no tenían cabida en laaproximación realista o que dentro de esavisión ocupaban un lugar marginal quedebió ser revalorizado. Para ilustrar la

capacidad interpretativa que posee estanueva descripción del sistema internacio-nal, cabe mencionar algunos fenómenosque no podrían haber sido explicadosadecuadamente -o que fueron ignoradosdel todo-bajo el imperio de la escuela clá-sica:

• la fuerte incidencia que ha tenido latercera revolución tecnológica en casitodas las variables del sistema inter-nacional, revolución que reemplazó unparadigma tecnológico basado en elpetróleo y sus derivados que estuvoen la base de la totalidad de las activi-dades económicas y sociales del mun-do contemporáneo a partir de la era enque, hacia 1870, se construyeron losgrandes ductos que unieron a Rusia conEuropa o el Atlántico con el Pacíficoen los Estados Unidos, generando apartir del microchip y de la microelec-trónica una sociedad de la informacióne interconecíando a todo el mundo enuna red de alcance global;

• la transición productiva que desdeentonces ha tenido lugar en las eco-nomías industrializadas, condenando aacumular capacidad ociosa a los anti-guos sectores dinámicos de la econo-mía, y trasladando el motor de esta

El propio intento de Waltz por modernizar esta escuela, vistiendo las antiguas visiones realistas de unnuevo ropaje de carácter sístémíco, puede considerarse también parte de la vieja política burocrática.Es interesante señalar que, al hacerlo, Waltz pierde los elementos que dieron más prestigio a esaescuela, como su sensibilidad histórica, la fineza con que fue capaz de recrear algunos eventos críticos,su apreciación acerca del papel que desempeñaban los factores personales en la política internacionaly el talento con que era capaz de identificar los liderazgos involucrados en ella. La pérdida de estoselementos se aprecia, sin ir mucho más lejos, al comparar la obra de Waltz analizada en una notaanterior de pie de página con el libro que le había dado fama veinte años antes, Man, The State andWar, Nueva York, Columbia University Press, 1959.

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última hacia nuevos sectores claves,como la electrónica, las biotecnologíaso la producción de nuevos materialesy, sobre todo, a los servicios;

• la extraordinaria importancia asig-nada a la competitividad en las activi-dades económicas, científicas y socia-les, haciendo de ellas un factor claveen el crecimiento económico y un re-quisito indispensable para mejorar lacalidad de vida en las modernas so-ciedades;

• la sustitución de la sociedad indus-trial que dominó el mundo a partir demediados del siglo XIX por una so-ciedad del conocimiento, basada en lainformación y orientada hacia los ser-vicios, entendida como la sociedad delfuturo;

• el papel protagónico desempeñado porlas empresas transnacionales comoprincipal agente en el proceso de des-articulación de los procesos producti-vos y de implantación de sus diversasfases en distintas localizaciones geo-gráficas, en busca de ventajas compa-rativas, en una economía que de estemodo llegó a tener un carácter entera-mente transnacional;

• el papel no menos crítico que en eldesarrollo internacional han desempe-ñado las más diversas organizacionestransnacionales surgidas como pro-ducto, y como condición a la vez, deun mundo interdependiente, incluyen-do un sinnúmero de organizaciones

laborales, ecológicas, de género, cul-turales o religiosas, que han hecho quevivamos en lo que Peter Drucker de-nominaría una «sociedad de organiza-ciones»;

• el extraordinario desarrollo, la ubicui-dad y la volatilidad de los mercados fi-nancieros internacionales, y la magni-tud que adquiriría el impacto de sus fluc-tuaciones sobre el ciclo económico;

• las restricciones anticipadas en losaños setenta por el lado de la disponi-bilidad de los recursos naturales, quellevaron al Club de Roma a procla-mar el fin de (crecimiento económi-co, y la continua preocupación mun-dial por la evolución de los precios delos recursos petroleros y sus reservasprevisibles -preocupación que sobre-vivió al fracaso de aquellas prediccio-nes- fenómeno que, conjuntamentecon la presencia del estado de Israel,ha convertido al Oriente Medio en unpolvorín;

• los permanentes vaticinios acerca dela declinación del poderío económicorelativo de los Estados Unidos, princi-palmente basados en la magnitud delendeudamiento del gobierno contra losfondos de pensiones y de seguridadsocial y en el vertiginoso aumento delgasto federal representado por losgastos en seguridad social y por elpresupuesto militar, así como en lapropensión del público al consumo endesmedro del ahorro y en el endeuda-miento inmobiliario;

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El mundo y la sociedad en la era de la globalización

• la inesperada y rápida penetraciónde los productos chinos en el comer-cio internacional y de la presencia dela India en el comercio tecnológico yde los servicios;

• el ensanchamiento de la brecha eco-nómica entre el norte desarrollado yel sur subdesarroliado;

• el surgimiento o la consolidación deun predominio militar de carácter uni-lateral por parte de los Estados Uni-dos, en contraste con un extraordina-rio pluralismo en materia de iniciati-vas políticas o culturales revestidas deinfluencia internacional;

• el incremento del número de pueblossin estado, y las estrategias de inter-vención ensayadas para estabilizarloso para reducir sus conflictos, como enel caso de los Balcanes, de Haití o dealgunos países de África Central;

• el solapado pero importante papelque están desempeñando el crimenorganizado y las mafias internaciona-les, y su rápida proliferación como con-secuencia de la desaparición o la al-teración de algunos Estados, como enel caso de los antiguos miembros dela Unión Soviética;

• el rol destacado y amenazador dedeterminados movimientos terroristasde carácter cultural o religioso, algu-nos de los cuales encierran reivindi-caciones históricas, y su contraparti-da: la sobreutilización del fantasma del

terrorismo para justificar el rol unila-teral de los Estados Unidos en losasuntos mundiales o la atribución nosustentada de una presencia terroris-ta activa a Al Qaeda, pese a la hipó-tesis, bastante fundamentada, de queeste movimiento constituiría más unaescuela estratégica que una fuerzaoperativa y

• el agotamiento de la capacidad ideo-lógica y operativa de los agentes queantes desempeñaron un rol contesta-tario frente al orden internacionalimperante en esa época, como Arge-lia, Cuba y la propia Unión Soviética,y del llamado Tercer Mundo, los Paí-ses no Alineados y el Grupo de los 77,así como de la capacidad de atrac-ción de sus consignas revolucionarias,sin perjuicio de la mantención por partede algunos círculos de su lenguaje sim-bólico.

Se demostró que la escuelabasada en la interdependencia

podía explicar una ampliagama de fenómenos.

La reseña anterior se basa en unavariedad de fenómenos que están ejercien-do gran influencia en las relaciones inter-nacionales, y determinan en gran medidala visión que tienen actualmente los me-dios y la gente sobre la política mundial yque, por su naturaleza, no alcanzarían aser registrados en el reducido mapa delsistema internacional -en blanco y negro—

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a que nos tenía acostumbrados la escuelarealista. El inventario precedente tuvo porobjeto ilustrar hasta qué punto la escuelade análisis basada en la interdependenciacompleja demostró tener la capacidad dedar cuenta de una gama muy amplia yheterogénea de fenómenos, que configu-ran cotidianamente la realidad internacio-nal, prescindiendo de la estridencia y de lavisibilidad de los conflictos de poder y delas amenazas a la paz en que se centró laatención de los analistas clásicos. Si se mepreguntara, sin embargo, si la mera hete-rogeneidad de estos fenómenos define ade-cuadamente la naturaleza y característicasdel actual sistema internacional, tendría quereconocer que por sí sola no lo hace, y queeste se caracteriza por rasgos más profun-dos y más contrastantes aun con el ordenmundial que imperó en el pasado.

EL SISTEMA INTERNACIONAL

CONTEMPORÁNEO

El escenario dentro del cual se des-envuelven hoy las relaciones internacio-nales es el resultado de tres grandes fac-tores: la caída del muro de Berlín, el im-pacto del proceso de globalización, y latransformación experimentada por la cul-tura en las sociedades del mundo occiden-tal, es decir, la transformación de la re-presentación simbólica que posee la gen-te acerca de ellas,

La caída del muro de Berlín, y la con-siguiente desaparición de los socialismos

reales, puso término a la lucha en que seempeñaron durante cuarenta y cinco añoslas dos superpotencias por imponer recí-procamente su visión del mundo y su ideo-logía y, por lo tanto, al mundo entero.

El siglo XX llegó a ser el siglode las ideologías.

Es más, puede decirse que todo el si-glo XX llegó a ser el siglo de las ideolo-gías. Dicho siglo, medido en la forma enque lo hace Eric Hobsbawn al referirse al«corto siglo XX» que transcurre entre1914 y 1991, se inicia con el estallido de laPrimera Guerra Mundial y la consiguien-te desaparición del Imperio Austro Hún-garo, que dejó a Europa como herenciaun enorme vacío, no solo de poder sino desentido histórico, vacío que conjuntamen-te con las reparaciones de guerra impues-tas a Alemania y denunciadas como ex-cesivas por Lord Keynes -no solo comoeconomista sino también como uno de losnegociadores del Tratado de Versalles-sirvió de caldo de cultivo de un descon-tento generalizado que sería capitalizadopor Adolfo Hitler mediante las promesasencerradas en la ideología nacional-socia-lista para amenazar con su dominio deEuropa y a través de ella del mundo ente-ro17. Sin embargo, no habían pasado cua-tro años desde que Roosevelt, Churchill yStalin reunidos en Yalta en 1943 -cuandoaún no comenzaba el retroceso alemán—acordaron la forma en que se distribuirían

17 Hobsbawn, E., The Age of Extremes: A Hislory ofthe World 1914-1991, Nueva York, PantheonBooks, 1994.

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El mundo y la sociedad en la era de !a globalización

Europa y el resto del mundo después dela victoria, cuando Winston Churchill, enun discurso pronunciado en una oscura uni-versidad norteamericana, declarara que untelón de acero había dividido a los antiguosaliados en dos campos. Se iniciaba así esetenso y prolongado episodio de la historiamundial dominado por la Guerra Fría y porel empeño de cada superpotencia en cons-truir un arsenal nuclear que, a poco andar,acumuló varias veces la capacidad nece-saria no solo para destruir al adversario sinotodo el planeta. El común denominador deambas posguerras, y el rasgo central delsiglo XX3 fue una pugna ideológica que dotóa los principales actores del sistema inter-nacional de una ideología, de un proyectoque dio sentido a todas sus acciones, y quea sus ojos -y a los de sus ciudadanos- legi-timó una incesante acumulación de recur-sos de poder por ambas partes.

El común denominador de ambasposguerras fue una pugna ideológica.

El primero de los parámetros entre loscuales se desarrolló el sistema internacio-nal contemporáneo es, pues, aquello queDaniel Bell, en un libro publicado en 1968,denominó «el fin de las ideologías». Conellas desaparecía también el sentido deestar al servicio de una misión, de unateleología y de un sentido de finalidad, queambos poderes compartieron y que evita-ba que esa pugna por el poder en que con-sistían las relaciones internacionales se

semejase a «un cuento narrado por un idio-ta», como en otra parte describí la luchapor el poder, citando una expresión deHamlet. Esta pugna haría que esta se pa-reciera, en cambio, a la magnífica descrip-ción literaria que en unos de sus últimoslibros -Our Game-hacQ de la Guerra Fríaen la forma más casual un personaje deJohn Le Garre como «dos ideologías des-prestigiadas, luchando por una paz quenadie necesita, con arsenales que no fun-cionan», descripción que merece ser cui-dadosamente analizada: dos ideologías queno solo llegarían a desprestigiarse sino queterminarían por desprestigiar el conceptomismo de la ideología, luchando poruñapaz o, más bien, por dos escenarioscarentes de convocatoria representadospor el paraíso soviético o por la difusiónde la American way of Ufe a través delmundo entero, con arsenales nuclearesque dejarían de ser creíbles desde queacumularan un exceso de capacidaddestructiva. Lo cual plantea a todas laspartes -con nosotros incluidos- la interro-gante de cómo participar en un juego ca-rente de finalidad, evitando al mismo tiem-po la sensación de ser un simple idiota.

El segundo de los parámetros a partirde los cuales se está construyendo el ac-tual sistema internacional es la globa-lización. Ya he hecho una distinción entrela internacionalización del comercio, latransnacionalización de la producción y elproceso de globalización, como tres pro-cesos diferentes, tanto en cuanto a su con-tenido como a su cronología18. El primero

18 Ver Tomassíni, L., «El proceso de globalización: sus impactos sociopolíticos», en R. Urzúa (ed.),Cambio soda} y políticas públicas, Universidad de Chile, Santiago, CAPP, 1997.

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se refiere a la expansión del comercio deequipos, bienes y servicios iniciado des-pués que el mundo feudal fue reemplaza-do por sociedades comerciales y burgue-sas, inaugurando los tiempos modernos.El segundo, generado por la expansión delas sociedades industriales, consistió en lafracturación de los procesos productivoscon el objeto de localizar en distintos lu-gares sus diversos componentes, en bús-queda de ventajas relacionadas con elacceso a recursos naturales, con el costode la mano de obra o con ventajas tribu-tarias, lo que destacó el papel de las em-presas transnacionales, aplaudidas en losEstados Unidos y lamentadas, al mismotiempo, desde Canadá o Europa19. Laglobalización, en cambio, desborda estosfenómenos, constituyendo un proceso dedifusión de toda suerte de ideas, valores,tecnologías, procesos y productos, activosfinancieros, diseños organizacionales, for-mas de gestión, actitudes, preferencias ypautas de comportamiento, de consumo yde vida familiar y urbana entre las distin-tas sociedades nacionales. El proceso deglobalización es, por lo tanto, mucho másinclusivo y más profundo que los dos fe-nómenos anteriormente mencionados, de-mostrando una capacidad sin preceden-

tes para integrar las más distintas esferasde la vida pública y privada.

Una visión alternativa, utilizada porJohn Tomlinson, definiría el proceso deglobalización como el desarrollo de unaconectividad compleja entre las más di-versas actividades sociales, económicase internacionales20. Desde este punto devista, que difiere poco del anterior, se en-tienden imágenes como la de la «aldeaglobal» acuñada por Marshall McLuhan,hasta la de «nuestro vecindario global»empleada como título de un informe en elcual en 1995 las Naciones Unidas inten-taron, por cierto con algún retraso, darcuenta de este fenómeno21.

Cabe preguntarse si la globalizacióngenera homogeneidad o diversidad

en la realidad social.

Cualquiera que sea la perspectiva des-de la cual observemos el fenómeno, ellaplantea un debate en torno a si constituyeuna fuerza que genere homogeneidad odiversidad en el ámbito de la realidad so-cial y en el plano de las relaciones inter-nacionales. Mi lectura personal es queambas conclusiones son válidas. Entre losinnumerables autores que han terciado en

Ver Ven\on,R.aymQnd,SovereigníyaiBay, Nueva York, Basic Books, 1966;Servin-Schreiber, Jean-Jacques, Le DéfieAniericaine, París, Noele, 1967, y Levitt, Cari, Silent Surrender, Toronto, 1969.Ver Tomlinson, J., Globalización y cultura, Oxford, Oxford Universiry Press, 1999. Ver tambiénMcGrew, A., en «A Global Society?» en S. May, D. Held y A. McGrew (eds.), Modernity and iísFitíure, Nueva York, Polity Press, 1962.Naciones Unidas, Comisión sobre el Gobierno Mundial, Nuestro Vecindario Global, Nueva York,1995. El retraso mencionado se debe, a mí juicio, a la natural renuencia de la organizaciónintergubernamental por excelencia frente al nuevo fenómeno de la globalización, que es compartidapor los Estados nacionales, ambos representantes del mundo Estado-céntrico que dominó el escena-rio mundial desde la Paz de Westfalia.

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El mundo y la sociedad en la era de la globalízación

el debate quisiera citar a R. Robertsonquien, en uno de sus libros, formula la fe-liz observación de que la globalízación tien-de a producir la «condensación del mun-do en cada lugar», esto es, en el lugar sin-gular en que nosotros habitamos22. Poreso, junto al incremento de los viajes y delas comunicaciones que ha tenido lugar enel mundo de hoy, hay que referirse a laglobalización que han experimentado laslocalidades territoriales en que se desen-vuelve habitualmente nuestra vida cotidia-na. Otra imagen feliz es la de García Can-clini, cuando habla de las estrategias queen el mundo de hoy nos permiten entrar ysalir de la modernidad, imagen que en estecontexto con toda propiedad puede refe-rirse tanto a la cultura postmoderna comoalaglobalización23.

Se ha debatido si la globalizaciónes un proyecto perverso delcapitalismo internacional.

Un concepto más importante que esnecesario emplear para describir laglobalización es su multidimensionalidad,en el sentido de que ella se refiere a casicualquier aspecto de la vida contemporá-nea, como podría ilustrarse mediante múl-tiples ejemplos, como la preocupaciónmundial causada por las emanaciones quedestruyen la capa de ozono de la tierra,

cuyo control fue objeto del protocolo deMontreal de 1987; el éxito que tuvo elGreenpeace al imponerse a la poderosaempresa anglo-holandesa Shell, lograndola destrucción de la plataforma BrentSpark en 1995, o la capacidad de alterarla política mundial que tuvieron los ata-ques a las torres gemelas de Nueva Yorky a la estación de Atocha de Madrid, quecontribuyó a arrebatar al Partido Popularen las últimas horas previas a las eleccio-nes generales un triunfo electoral con elcual contaba24. Por último, se deben men-cionar los debates en tomo a si la globali-zación es un proyecto perverso del capi-talismo internacional o es un proceso in-evitable del cual también se beneficianlos países o grupos perdedores, como ocu-rrió en Chile con la oposición al gobiernode Pinochet, que siempre contó con el res-paldo de la comunidad internacional, o conla adhesión obtenida por el movimientozapatista a través de la página web cons-truida desde el comienzo de su movimien-to por el subcomandante Marcos.

El tercero de estos parámetros se re-fiere al cambio cultural que han experi-mentado las sociedades pertenecientes almundo occidental durante los últimos trein-ta años y que, ciertamente, se remonta aantecedentes más lejanos. Dicho cambioha implicado una considerable desestruc-turación de las sociedades nacionales ydel propio sistema de relaciones interna-

Robertson, R.., GlobaUzation: Social Theoty and Global Culture, Londres, Sage, 1992. Ver tambiénAlbrow, M. A Global Age: State andSociety beyond Modernity, Cambridge, Polity Press, 1997.García Canclini, N., Culturas Híbridas, Buenos Aires, Paidós, 1988Esta multidimensionalidad subraya la obsolescencia de los enfoques disciplinarios en el mundo de lasciencias sociales, y la necesidad de emplear miradas interdisciplinarias para poder apreciar la realidadsocial actual, que en mi caso personal ha sido más bien abiertamente antidisciplinaria.

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clónales en que ellas participan. Por sumagnitud, este cambio será analizado se-paradamente en la última sección de esteensayo.

Se ha puesto el énfasis en temascomo derechos humanos, desigualdad

y democracia.

Estas tendencias han impreso al sis-tema internacional características muydiferentes a las que este ha presentadodurante los últimos trescientos años. Enlugar de concentrar su análisis a la luchapor el poder, a las relaciones existentesentre Estados nacionales, la soberanía, ala guerra y la paz y la búsqueda perma-nente del equilibrio del poder, en el análi-sis de dicho sistema durante los últimosquince años se ha puesto cada vez másénfasis en los derechos humanos, la des-igualdad, la democracia y su goberna-bilidad, las tendencia demográficas y elenvejecimiento de la población, los proce-sos migratorios, el deterioro del medioambiente, los fundamentalismos religiosos,la innovación tecnológica, la competitividady la creación de una nueva economía glo-bal basada en el conocimiento, la evolu-ción del ciclo económico, su volatilidad, lainflación, y las consecuencias internacio-nales del surgimiento de nuevos actorescon gran presencia económica y bajo perfil

militar así como las secuelas geográficas,políticas y culturales del final de la GuerraFría25. Amanera de ilustración acerca delos rasgos que hoy presenta el escenariointernacional, cabe señalar, entre otras, lassiguientes características:

• la creciente conectividad entre losdistintos fenómenos sociales o even-tos internacionales, lo que ha permiti-do hablar de una «conectividad com-pleja» como rasgo distintivo del siste-ma internacional contemporáneo26.

• la interdependencia cada vez mayorentre las variables tecnológicas, eco-nómicas, sociales y culturales que pre-sentan internamente las distintas so-ciedades nacionales.

• la contracción y relativización quehan experimentado las variables es-paciales y temporales de las relacio-nes internacionales, en la medida enque la globalización penetra hoy consus tecnologías, sus mensajes y susformas de comportamiento en todaslas localidades en que se desarrollanuestra vida, y en que hoy tenemosacceso simultáneamente, en tiemporeal, a eventos muy distantes.

• la consiguiente desterritorializaciónque han experimentado los fenóme-nos internacionales.

VerThurow, L., The Fuiure of Capilalism, Books Nueva York, Penguin, 1996; ver también de P.Kennedy, The Rise and Fall afilie GratPowers, Nueva York, Vintage, \987yPreparingfortheXXfCentwy, Nueva York, Vintage, 1993. Para apreciar estas tendencias es interesante consultar, MombrialTh. et al., Reporte Anmiel sur les Sistems Economiques et les Estrategias, París, IFRI, 2005.Concepto empleado por J. Tomlinson, op. cit., p. 2 y siguientes.

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El mundo y la sociedad en la era de ia globalinción

• la tendencia hacia la convergenciade las agendas de los distintos Esta-dos nacionales y de los demás acto-res que intervienen en las relacionesinternacionales, que ha dado lugar ala creación de muy vanados foros decoordinación de sus intereses y políti-cas, como el foro económico mundialde Davos o el G-8. Esta convergen-cia se expresa en que estos foros sedesarrollan cada vez en menos tiem-po, tal vez un día, en comparación, porejemplo, con la primera ConferenciaInternacional Americana, celebrada enWashington D.C. entre octubre de1889 y abril de 1890.

• la percepción de que los Estados sehan convertido, en buena medida, encentros de negocios y unidades decuenta por donde transita un volumencada vez mayor de transacciones eco-nómicas y financieras internacionales,como las que en su momento se ma-nifestaron en la expresión Tapan Inc.hace treinta años.

• la creciente participación en losasuntos mundiales de lo que está lle-gando a convertirse en una verdade-ra sociedad civil internacional,articulada a través de distintas redesu organizaciones, tales como las agru-paciones ecológicas, las de derechoshumanos o la de médicos sin frontera,una expresión de lo cual es el movi-miento antiglobalización, opuesto a losimpactos negativos de la liberalizadóncomercial, que ha organizado grandesmovilizaciones adversas alas cumbres

gubernamentales en que se expresade cuando en cuando el proceso deglobalización, ya sea en Montreal, enSao Paulo o en Santiago de Chile, paramencionárselo algunas expresiones.

• la presencia cada vez más firme demovimientos identitarios y de expre-siones ciudadanas en las relaciones in-ternacionales, como los movimientosde género o las agrupaciones organi-zadas en defensa de los pueblos origi-narios, que está generando una suer-te de sociedad civil internacional,como ya se mencionaba.

• la creciente diversidad, heterogenei-dad y pluralismo de los actores que,de una u otra manera, participan en lavida internacional.

• la reducción del protagonismo de unconjunto de actores separados y co-herentes en el campo internacional yla creciente presencia en este de fe-nómenos que pueden caracterizarsemás bien como flujos y procesos.

• la dificultad cada vez mayor paradefinir las posiciones de los distintosactores, posiciones que antes eranestables y daban lugar a los mismoscomportamientos, y la tendencia a quecada actor cambie con frecuencia deposición y por lo tanto de comporta-miento, mientras que en la actualidaddichas posiciones suelen ser más am-biguas o complejas, exigiendo sermanejadas de muy distintas maneras,como en el caso del estatus que hoy

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Luciano Tomassini

posee HongKong, la reunificación delas dos Coreas o la creciente integra-ción de las economías de México yde los Estados Unidos, con múltiplesramificaciones claramente captadasen los análisis de Lester Thurow yKenichi Ohmae27.

• la falta de centralidad del actual sis-tema internacional, en el que los dis-tintos actores relacionados con inte-reses que convergían hacia un centrodotado de mayor estatus en el siste-ma internacional hoy se vinculan di-rectamente entre ellos a través de unamultiplicidad de foros, redes o circui-tos en gran parte virtuales, de modoque este sistema puede hoy día com-pararse con una bolsa de valores o conun cybercafé que sus distintos acto-res visitan para negociar sus intere-ses o coordinar sus acciones.

• el hecho de que un número cada vezmayor de actores internacionales dela más distinta adscripción y de muydiversa envergadura sientan que es-tán en condiciones de comprender larealidad internacional, de opinar y deinfluir en ella, y de identificar sus inte-reses en dicho escenario. Esto ocurreen casos que van desde los grandescentros de negocios o conglomeradosfinancieros hasta movimientos ciuda-danos, agrupaciones valoneas o ge-neraciones de jóvenes que han acce-dido a la capacidad de elegir multina-

cionalmente sus opciones educaciona-les o profesionales, como por ejem-plo, a través del Plan Erasmo, y deincidir en las decisiones que afectan asus sociedades.

• el rol cada vez más importante quedesempeñan las imágenes, los mediosde comunicación, el internet y las es-trategias comunicacionales de los dis-tintos actores en la vida internacionalcomo, por ejemplo, las fotos con es-cenas de prisioneros torturados en Irako en Guantánamo.

• la neutralización de lo que JosephNye denomina el «poder duro», esdecir, el de las armas, la coerción o laviolencia, en torno al cual generalmen-te giró el sistema internacional en elpasado, por la excesiva acumulaciónde recursos de poder (como en el casode la Guerra Fría) o por la incapaci-dad de la parte que ha empleadoexitosamente la fuerza para adminis-trar también la paz (como en el casode Irak), y su reemplazo por el «po-der blando» que, según este autor,consistiría en «la habilidad para influiren el comportamiento de otros», o porlo menos de disentir de la posición deactores más poderosos, como fue elcaso del gobierno de Chile al votar encontra de la posición de los EstadosUnidos en el Consejo de Seguridad delas Naciones Unidas respecto de suintervención militar en Irak, posición

VerThurow, L., TheFutureofCapitalism, Londres, Penguin Books, 1996, y K. Ohmae, TheEndofde Nailon State, The Free Press, Nueva York, 1995.

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Ei mundo y la sociedad en la era de la globaüzadón

que se sustentó en el prestigio inter-nacional adquirido por este país, noobstante su pequeño tamaño, graciasa la calidad de sus políticas públicas ya la solidez de su democracia28.

• el «retiro del Estado» de la posiciónde monopolio que desempeñó duran-te siglos como único actor en las rela-ciones internacionales, y la «difusióndel poder» que este antes detentabaentre diversos actores políticos, eco-nómicos, sociales y culturales, segúnla lectura de Susan Strange, quien ilus-tra ese fenómeno analizando la auto-ridad desplegada actualmente por lasredes que controlan el mundo de lastelecomunicaciones gracias a desarro-llos tecnológicos que redujeron su de-pendencia de las grandes empresascupríferas como Kennecott, Anacon-da o Río Tinto Zinc; el papel del cri-men organizado y de las mafias inter-nacionales, de antiguo y de nuevo cuño(como las mafias rusas y chinas), susconexiones financieras y su simbiosiscon el Estado; las empresas interna-cionales de seguros, como el ExportCredit Warrantee Department en In-glaterra, Coface en Francia, Hermesen Alemania o el Exlm Bank y laOPIC en los Estados Unidos, o las seisgrandes compañías internacionales decontabilidad y auditoría, corno las fir-mas representadas en el Financial

Accounting Standards Board de losEstados Unidos, responsables ante laSecurities andExchange Commission.Respecto del poder de estas últimasorganizaciones, puede citarse el casodel Bank of Credit and CommerceInternational (BCCI), banco expropia-do en Pakistán por Ali Buhto que fuereconstituido en Londres por su dueñoy llegó a ser el banco del Tercer Mundoa través de una red mundial de sucur-sales antes de ser clausurado por su com-plicidad en operaciones de venta de ar-mas y lavado de dinero, pese a habercontado mientras montaba esos operati-vos con la auditoría de la emblemáticafirma Price Waterhouse29.

La caída del muro de Berlín no sedebió a un movimiento subversivoimpulsado por el bloque soviético.

Permítaseme ahora dar algunos ejem-plos más precisos acerca del carácterheterogéneo, fluido o abierto que presen-ta actualmente el sistema internacional, elmás conspicuo de los cuales es probable-mente el fin de la Guerra Fría. Porque lacaída del muro de Berlín no se debió aningún movimiento subversivo impulsadodesde afuera o desde dentro del bloquesoviético, sino a la relativamente tranquilaaspiración de la sociedad civil de aquellospaíses por acceder a cuotas crecientes de

Nye, J. S., Power in ihe Global Information Age: From Realism lo Globalization, op, cit., 2004.Ver de Susan Strange, The Retreat ofthe State: The Diffiísion of Power in the World Economy, Londres,Cambridge University Press, 1996. Corno socio de una firma consultora, me correspondió abrirsucursales del BCCI en Latinoamérica cuando este aún estaba en la cima de su prestigio como bancodel Tercer Mundo, y el mundo aún no conocía sus operaciones delictuosas.

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información, de libertad y democracia, porlo cual un autor calificó el proceso comouna «refolución», o la consecuencia delreclamo por reformas30. Poniendo de ma-nifiesto la conectividad que en el nuevoescenario se advierte entre fenómenosaparentemente diferentes, Gorbachev -elartífice de la Perestroika- atribuyó su vi-sión al impacto que produjeron en él losacontecimientos de Chernobyl. PuesChernobyl -como sostuvo en sus memo-rias- fue más que un desastre: «fue el vi-vido testamento de las fallas estructura-les del sistema soviético», donde tanto eseaccidente como su manejo «fueron la cla-ra expresión del secretismo y la comparti-mentalización de la burocracia y la políti-ca soviéticas», creando el desafío de lle-var la perestroika aún más lejos, y dejan-do como único actor capaz de hacerlo ala sociedad civil31.

El ofrecimiento de formar unasuerte de asociación nuclear alteró

cincuenta años de políticanorteamericana de no proliferación.

Por otra parte, cincuenta años despuésde que la Guerra Fría obligara a las dossuperpoíencias a mantener su tecnologíanuclear rodeada del mayor secreto, ali-mentando gigantescos servicios de inteli-gencia para protegerla, a través de unavisita casi imprevista del presidente Bushal primer ministro Manmohan Singh, losEstados Unidos acaba de ofrecer una

suerte de asociación nuclear sin preceden-tes a la India, país que durante el últimomedio siglo mantuvo su independencia delos Estados Unidos y pareció más cerca-no a la antigua Unión Sovética, alterandocincuenta años de política norteamerica-na de no proliferación nuclear. Por otraparte, veinte años de negociaciones co-merciales globales que se extienden des-de la rueda Uruguay hasta la ronda Dolíahan concitado un interés prioritario en lamayoría de los países del mundo, que handepositado en el Director General de laOrganización Mundial de Comercio,Pascal Lamy, un enorme poder negocia-dor global. Otro fenómeno, de muy distin-to orden, que está adquiriendo gravitacióninternacional es el papel de la filantropía:de acuerdo con la revista Forbes en losúltimos diez años el número mundial debillonarios aumentó de 423 a 691 y, conello, el volumen de las donaciones filan-trópicas, entre las cuales a los 31 mil mi-llones de dólares entregados a la Bill yMelinda Gate Foundation están en víspe-ras de agregarse otros 30 mil millones dedólares donados por Warren Buffet, nive-les que podrían ser superados a su vezpor el ritmo de las donaciones efectuadaspor Cordón Moore, fundador de Intel, porlo que estaríamos asistiendo al surgimien-to de una nueva industria cada vez másconsciente de su responsabilidad social,cada vez rnás profesional y más inspiradaen visiones estratégicas, llamada a tenerun impacto creciente en la comunidad glo-bal, como lo muestra el hecho de que la

3 ° Gerton Ash, T., In Europe s Ñame: Germany in a Diorded Continent, Nueva York, Vintage, 1993, p. 334.31 Gorbachev, M., Memorias, Doubleday, 1995, p. 124.

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El mundo y la sociedad en la era de la globaüzación

filantropía represente hoy casi el 2% delPIB de los Estados Unidos.

Son estos los cambios que han torna-do imposible dar cuenta de la estructurade un sistema internacional construido conelementos tan diversos y tan fluidos me-diante descripciones como las formuladaspor los autores clásicos. Tómese, porejemplo, el excelente libro de Z. Brzezinskide 1997, donde señala que los últimos cin-cuenta años estuvieron dominados por lapugna entre los Estados Unidos y un blo-que euroasiático integrado por la UniónSoviética y la China comunista, pugna dela cual gracias a la fuerza de los EstadosUnidos, su democracia, a su pujanza eco-nómica, a su flexibilidad tecnológica y asu poderío militar, emergieron en los añosnoventa como líderes de «un sistema glo-bal cuyo diseño es netamente estadouni-dense y que refleja la experiencia domés-tica de ese país», y en donde Europadesempeñaría el papel de «trampolín parala progresiva expansión de la democraciaen Eurasia» (ignorando no solo la resis-tencia de los países asiáticos donde losEstados Unidos han tratado recientemen-te de imponer la democracia, comoAfganistán e Irak, sino también las pro-fundas diferencias de Europa en materiade política exterior), China sería una «po-tencia regional» (ignorando también suevidente y expansiva presencia como unactor global) y los Estados Unidos seríanlos agentes del orden en los Balcanes, elMedio Oriente, en Irán y en Ucrania,Uzbekistán, Kazajstán y otras repúblicas

desgajadas de la antigua Unión Soviéticao en cualquier área «potencialmente ge-neradora de turbulencias» (ignorando elfracaso que en Irak ha tenido la paz nor-teamericana), y la «única alternativa, laanarquía global»32. Este ensayo sostieneque, pese a las apariencias creadas porHollywood, la televisión y los McDonald,el actual orden mundial presenta un ros-tro muy distinto al de una Américaparroquial y fundamentalista, y se estádesarrollando en direcciones muy distin-tas de aquella.

El líder antiglobalización resultó ser unproducto de la globaüzación.

Si quisiéramos hacer un ejercicio quepermita ilustrar claramente la naturalezadel proceso de globalización -y suinevitabilidadpese a quienes sostienen quees un proyecto de los poderes hegemó-nicos-mediante una figura específica, yoescogería la desconstrucción de la figurade Bin Laden. Cuando pocos días despuésdel ataque a las torres gemelas OsamaBin Laden lo reivindicó apareciendo en unacadena de televisión, lo hizo vestido conun uniforme militar del ejército de los Es-tados Unidos, asomado bajo su chándal,que habrá adquirido en la época en que,en Afganistán, fue colaborador de ese paísen su lucha antisoviética; sosteniendo conuna mano una ametralladora AK-47Kalashnikov de fabricación rusa; lucien-do en su muñeca un reloj Timex, equiva-

32 Brzezinski, Z., El Gran Tablero Mundial, Buenos Aires, Paidós, 1997. Las referencias están tomadasdel capítulo de conclusiones, pp. 198 y 199.

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lente a un reloj suizo que los norteameri-canos producen desde 1850, y difundien-do su mensaje a través de la cadena AlJazeera, perteneciente a la corporación TimeWamer. En suma, el líder antiglobalizaciónpor excelencia resultaría ser un completoproducto de la globalización,

El mundo occidental se inspiró en unacultura esencialista.

EL CAMBIO COLTURAL COMO EL

CONTEXTO DEL ACTUAL

SISTEMA INTERNACIONAL

El mundo occidental -del cual Ibero-américa fue una implantación mestiza-estuvo inspirado por una cultura que enotros lugares he denominado esencialis-ta33. La tradición aristotélico-tomista loformó en la convicción de que las perso-nas, sus instituciones y el mundo en quevivían son lo que son en la medida en quereflejen una esencia o un arquetipo pre-vios, y dejan de serlo -o se deslegitiman-cuando cesan de reflejar fielmente esemodelo. Esta visión se encuentra captadaen el mito platónico de la caverna, segúnel cual nos encontramos encadenadoscontra el fondo de una gruta en que serefleja la sombra que proyectan unas ideaso esencias universales al desfilar frente ala luz del conocimiento. De hecho, dicha

visión dificultó la comprensión del cambioe impidió la aceptación de márgenes im-portantes de libertad, de diversidad y has-ta de ambigüedad en el comportamientode las personas y en el desarrollo de lassociedades, entregándonos un mapa de larealidad diseñado en blanco y negro. Elespíritu abierto, libertario y diverso delhumanismo y el renacimiento implicó una«revuelta contra un mundo de autorida-des admitidas», que abrió las puertas a loque pudo ser un cambio cultural de gran-des dimensiones34. Sin embargo, secun-dando el triunfo del Estado absolutista enlo político, de la contrarreforma católicaen lo religioso y de la sociedad barroca enel plano cultural, a partir del Discurso delMétodo de Descartes y del programa delos hombres de la Ilustración -expresa-dos en las revoluciones francesa y norte-americana- el pensamiento moderno bo-rró con el codo lo que había escrito la manode los humanistas, sosteniendo que losasuntos humanos debían someterse a unaley natural impresa en la naturaleza mis-ma de las cosas, que la razón podía desci-frar, abriendo paso a un mundo inspiradoen el racionalismo.

Por cultura se entiende en este ensa-yo el conjunto de creencias, ideas, valo-res, actitudes y preferencias que prevale-cen en una sociedad en un momento dadoy que determina el comportamiento de Ja.gente y las formas de asociatividad o deorganización que ponen en juego en su

33 Ver Tomassini, L., «El giro cultural de nuestro tiempo», en B. Klisberg y L. Tomassini (eds.), Capitalsocial y cultura: Claves estratégicas del desarrollo, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica,2000.

34 Vicens Vives, J., Historia general moderna, Barcelona, Montaner y Simón, 1956, p. 41.

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El mundo y la sociedad en la era de la globalíaación

interacción con otros. En otras palabras,la cultura es, por una parte, la representa-ción que tenemos acerca de la realidad y,por la otra, una forma de vida colectivainspirada en dicha imagen y capaz de atri-buir sentido a la vida de las personas, a suconductay a sus instituciones. En este tra-bajo se postula que durante el último ter-cio del siglo XX se gestó un fuertecuestionamiento de ese consenso cultu-ral, de inspiración esencialísta, en que sebasó el desarrollo de Europa y de Améri-ca del Norte durante la época moderna.Este cuestionamiento fue tributario de ladistinción formulada a fines del siglo XIXentre las ciencias de la naturaleza y lasciencias de la cultura bajo el impacto delbistoricismo alemán y del romanticismoeuropeo35. Estas ideas dominaron la re-flexión histórica y social durante la prime-ra mitad del siglo XX, reflejándose en pro-puestas como las que representan la obrade Amo Id Toynbee o la de OswaldSpengleí; quienes explicaron la configu-ración de las sociedades -o de las civili-zaciones- como la expresión de determi-nadas visiones culturales.

Antes de la Primera Guerra Mundialestas ideas influyeron fuertemente en eldesarrollo de las universidades y del pen-samiento social en los Estados Unidos,como lo mostró Alian Bloom, quien docu-mentó también de qué manera a partir dela Guerra Fría el gobierno norteamerica-

no censuró sin tregua esas ideas con elobjeto de proteger el American way ofUfe y de blindar al sistema capitalista mun-dial frente a todo riesgo proveniente dedebates valóneos que pudiesen servircomo caballos de Troya para la penetra-ción de ideas comunistas en el llamadomundo libre, dando lugar al fenómeno delmacarthismo36.

La cultura es una representación de larealidad a la vez que una forma de

vida colectiva capaz de dar sentido a laexistencia de las personas.

Más adelante, el triunfo del mercadoy de la escuela de la elección racional, queen 1989 fueron compendiadas en el Con-senso de Washington para uso de los lati-noamericanos, tendió a mostrar que eldesarrollo de las sociedades se basa ex-clusivamente en el mercado, ignorando elpapel que en ese proceso desempeñan lacultura cívica, el capital social y los valo-res relacionados con la calidad de vida.Este discurso sería cuestionado en formamuy persuasiva por Robert B. Reich, unode los principales asesores intelectualesdel presidente Clinton, en The Power ofPublic Ideas, de 1988, al argumentar quedicha escuela presume que la gente actúade la misma manera para adquirir un au-

Distinción planteada vigorosamente por Wilhelm Dilthey en su Introducción a las Ciencias delEspíritu, en varios volúmenes, primera edición en español del Fondo de Cultura Económica, México,1945, así como por sus contemporáneos Windelband y Rickert y posteriormente Benedetío Crocce,Weber y Werner Sombart en sus interpretaciones acerca de la influencia de la religión en el desarrollodel capitalismo.Ver Bloom, A., The Cfasing ofthe American Minci, Nueva York, Simón and Schuster, 1988.

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tomóvil o un refrigerador en el mercadoque para votar por un sistema de educa-ción o de salud.

La revolución tecnológica condujoindirectamente a cuestionar el

consenso cultural en que se basó lamodernidad madura.

Paradojalmente, la misma revolucióntecnológica basada en la informática y enlas comunicaciones que hizo posible lasreformas de mercado condujo indirecta-mente a la revitalización de los valores yal cuestionamiento del consenso culturalen que se basó lo que yo llamo la moder-nidad madura. Hacia fines de los añossetenta la OCDE, que agrupa en su senoa los países industrializados, encomendóa un grupo de académicos dirigido porRonald Ingíehart un informe basado en unamplio programa de estudios, entrevistasy encuestas, que reveló un cambio gra-dual pero progresivo en los valores y laspreferencias del público occidental, cam-bio que estaba ejerciendo profunda in-fluencia en la orientación del crecimientoeconómico y de la convivencia democrá-tica en esas sociedades. Ingíehart revelóel reemplazo de un código de valores queél llamó «materialista» por otro de carác-ter «postmaterialista», un reemplazo cau-sado por el aumento del bienestar econó-mico conjuntamente con el retroceso dela preocupación por los temas relativos ala seguridad militar asociados a la guerra

fría, donde un conjunto de valores vincu-lados con la estabilidad en el empleo, elaumento del ingreso y el respeto por laley y el orden eran sustituidos por otrosque podrían sintetizarse en una de las res-puestas recogidas por aquel estudio, rela-tiva a la aspiración a «vivir en una socie-dad donde las ideas cuenten más que eldinero»37.

Por su parte, a principios de los añosochenta el gobierno de Québec, motivadopor las mismas preocupaciones, encargóal francés Jean Fran9oise Lyotard una in-vestigación sobre la adaptación del cono-cimiento disponible en esa época a loscambios económicos y sociales que esta-ban viviendo las sociedades industriales,estudio que llegó a la conclusión de queen la actualidad los hombres y mujeres hanperdido su antigua confianza en la capa-cidad de los grandes modelos o relatos decarácter ideológico para organizar las so-ciedades. Al respecto, dicho estudio seabre con «la hipótesis de que el saber cam-bia de estatuto conforme las sociedadesentran en la edad llamada postindustrial ylas culturas en la edad llamada postmo-derna», para concluir que hoy «la nove-dad es que en este contexto los antiguospolos de atracción constituidos por losEstado-naciones, los partidos, las profe-siones, las instituciones y las tradicioneshistóricas pierden su poder de atracción»como relatos que nos permiten explicar larealidad social, y también construirla, sinque «parezca que deben ser reemplaza-dos por otros»38.

37 Ver de Ingíehart, RM el informe titulado Facing iheFntwe, París, OECD, 1984.38 Lyotard, F., La condiciónpostmoderna, Madrid, Cátedra, 1984, p. 36.

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El mundo y la sociedad en la era de la globalización

Se ha destacado con fuerza el papeldel lenguaje en la comprensión

de la realidad.

Comenzaba a cuestionarse así la tra-dición esencialista que había ejercido unainfluencia tan poderosa en la evolución delmundo occidental. A partir de entoncescomenzó a agruparse en tomo a un ejedifuso, debido a la complejidad de los cam-bios que estaban experimentando las per-cepciones y los valores de la gente, unconjunto de posiciones acerca de la situa-ción actual de esas sociedades, cuyo co-mún denominador consistiría en que enellas la gente había roto con los valoresde la modernidad madura, codificados apartir de Descartes y del pensamiento dela Ilustración en torno al predominio de larazón en la configuración de la vida per-sonal y colectiva. Empezaba a emergerasí una nueva sensibilidad cultural que al-gunos denominaron postmoderaa39. Lanueva sensibilidad cultural rechaza la es-tructura que el mundo moderno atribuyóa la realidad social, considerada como lacopia de un conjunto de esencias o mode-los previos, reivindicando lo que alguienllamó «la originalidad de la copia» e inau-gurando una época que alguien denominópostmetafísica.

Puede decirse que ese cuestiona-miento se inició con Martín Heidegger,quien en su obra Ser y Tiempo sostuvoque tanto nosotros como el mundo en quevivimos carecemos de una estructura fija,determinada por un conjunto de esenciasinmutables, y somos un «ser-ahí» o un«ser-en-el-mundo» que nos construimosa nosotros mismos y construimos nuestromundo a través de nuestra interacciónrecíproca40. A esta visión ontológica, estoes, acerca de la estructura del ser o de larealidad, se une una nueva visión episte-mológica, derivada de esta, acerca de lanaturaleza del conocimiento, ilustrada, talvez en su forma más extrema, por el filó-sofo de la Universidad de Virginia RichardRorty, quien ha abogado en favor de unaconcepción «no representativista» del co-nocimiento. Según él, la realidad efecti-vamente está allá afuera, como ha soste-nido la reflexión metafísica moderna, he-redera de los griegos clásicos, pero la ver-dad no lo está, sino que se encuentra en ladescripción-o en las redescripciones- quenosotros hacemos de la misma. Por esodurante los últimos decenios se ha desta-cado con extraordinaria fuerza el papel quedesempeña el lenguaje en la comprensiónde la realidad social, e incluso en su cons-trucción misma, hasta el punto de que enotra parte sostuve que el lenguaje es «la

Personalmente, después de un libro publicado en 1991, con el título Lo política internacional en unmundo postmoderno, dejé de emplear ese vocablo, por mi aversión a las etiquetas como por laincapacidad explicativa de denominaciones que solo aluden a que algo es posterior a otra cosa, comoocurre con los términos postmoderno, postindustrial, postcapitalista y postestructuralista, que sehan empleado para describir la transición a que estoy aludiendo.Heidegger, M. Ser y Tiempo, Santiago, Editorial Universitaria, 1997, en la traducción del chileno J. E.Rivera, que mejoró sustancialmente la pionera traducción de José Gaos, efectuada antes de la SegundaGuerra Mundial.

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Luciano Tomassíni

sede misma el evento del ser», implican-do que este tiene la capacidad de produ-cirlo o de reproducirlo41.

La nueva sensibilidad cultural secaracteriza por preferir el cambio

ante la estabilidad.

Pero fue probablemente AnthonyGiddens, el autor de La Tercera Vía, quienpresidió hasta hace poco tiempo la presti-giosa London School of Economics andPolitical Science, el que aplicó máscerteramente estas ideas a la realidad so-cial contemporánea al sostener que lamodernidad tardía, o avanzada, como seha denominado también a esta etapa de lamodernidad, habría destruido todos los ni-chos tradicionales en que históricamentese fraguaron nuestras identidades, comola familia, la escuela, el barrio, el sindicatoo el partido, enfrentándonos con la nece-sidad de construir nuestras identidadesindividuales y colectivas sin nichos ni mo-delos previos42. Giddens y otros autoresque han seguido sus orientaciones prefie-ren hablar de una modernidad reflexiva,aludiendo a que ella se caracterizaría por

un proceso auto-consciente de construc-ción social cuyos agentes, que serían to-dos los ciudadanos -más que un puñadode «actores sociales relevantes», de ca-rácter colectivo, como nos enseñó duran-te largo tiempo una sociología de sesgomás bien ideológico-habrían accedido alas condiciones necesarias para reflexio-nar acerca de este proceso de permanen-te construcción de la realidad mientras estetranscurre, como frente a un espejo, y porlo tanto, a la capacidad necesaria para di-señar y rediseñar permanentemente la so-ciedad en la que actúan y el orden inter-nacional a que ellas pertenecen. La nue-va sensibilidad cultural se caracterizaría,pues, por preferir la libertad frente al có-digo o la regla, la indeterminación frente alo excesivamente cristalizado y definido,la diferenciación frente a la homogenei-dad, lo particular frente a lo general, elcambio frente a la estabilidad, lo contin-gente frente a lo necesario, la innovaciónfrente a la rutina, lo nuevo frente a lo pre-visible, y la fluidez y la apertura de las cosasfrente a una sociedad excesivamenteestructurada.

Pues bien, lo más original de este girode la historia radicaría en que las socieda-

Desde esta perspectiva, la realidad sería el producto de los «juegos de lenguaje» que inventamos yutilizamos en nuestra conversación con los otros para comprenderla y construirla siguiendo lasavenidas abiertas por L. Wittgenstein en su primera etapa, a la cual pertenecen sus PhihsophicalInvestigations, de 1945, caminos que posteriormente recorrieron J. L. Austin en ffow do Things withWords de 1962, y J. L. Searle, con Speech Ácts, de Cambridge University Press, 1969, o J. R. Searleen TJie Constntcfion of Social Reality, Nueva York, Free Press, 1995. Estas obras exploraron desde elángulo de la semiótica lo que desde un punto de vista sociológico ya sostuvieron P. L. Berger y Th.Luckmann en La constnicción social de la realidad, Buenos Aires, Arnorrortu, 1968.Giddens, A., Modernity and Selfldentity; Selfand Sociefymíhe Late Afodern Age, Sia.nford~(JnlvQrsltyPress, Ca. San Francisco 1991, como también Tíie Conseqiiences ofModenñty, Polity Nueva York,Press, 1990. Giddens desarrolla muy pormenorizadamente los rasgos que presentan las actuales socie-dades en el libro del cual fue editor, The Progressive Manifestó, Comwall Policy Network, 2003.

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El mundo y la sociedad en la era de k globalización

des nacionales (que desde el siglo XIX losfundadores de la sociología como Compre,Durkheim y Weber caracterizaron comoestructuradas hacia adentro, en tomo a lasconsecuencias de la división social del tra-bajo, a su perpetua búsqueda de cohesiónsocial y a su lucha por imponer una racio-nalidad a lo que de otra manera sería elreino de lo anárquico) y el propio sistemainternacional (caracterizado porque susunidades gravitaban hacia ñiera, por lasiempre conflictiva coexistencia de unpuñado de Estados soberanos, por la per-secución por parte de estos de sus intere-ses nacionales y por la búsqueda del equi-librio del poder) pasaron a ser dos reali-dades que habrían llegado a semejarsehasta tal punto que parecería que una fuerala imagen de la otra. Por lo tanto, en lasactuales sociedades nacionales y en elnuevo orden global los ciudadanos circu-larían indistintamente, reconociendo losmismos nichos en unas y en el otro, en loque algunos autores han llamado una so-ciedad cosmopolita -en que se están bo-rrando las fronteras que desde los pensa-dores griegos existieron entre el cosmosy la polis-43. Las características de estanueva sensibilidad cultural han sido muybien captadas por los últimos Informessobre Desarrollo Humano elaborada enChile por el Programa de las NacionesUnidas para el Desarrollo. En ellos se sos-

tiene que los logros alcanzados por el pro-ceso de desarrollo económico y social delpaís durante los últimos veinte años -re-conocidos por lo demás por todos los fo-ros internacionales- no coinciden nece-sariamente con la visión simbólica que tie-ne la gente acerca de la sociedad en quedesearían vivir.

Cuando no se complementan lamodernización de la sociedad y la

subjetividad de las personas se pierdela confianza en la instituciones.

Estos informes concluyen que se ha-bría abierto una brecha entre el progresomaterial y la subjetividad de las personas,que se traduciría en una «subjetividad vul-nerada» y daría lugar a una sensación dedescontento o malestar frente a los pro-cesos de desarrollo y de modernizaciónque ha vivido el país durante este últimoperíodo, sensación que a mi juicio forma-ría parte de «ese desencanto llamadopostmoderao» que sirvió de encabeza-miento al último capítulo del libro deNorbert Lechner titulado Los Patios In-teriores de ¡a Democracia, de fines delos años ochenta. Estos informes sugie-ren la necesidad de lograr una mayorcomplementariedad entre la moderniza-

Para una descripción de esta realidad cosmopolita, efectuada por uno de los inventores de estaterminología, ver Held, David, La democracia y el orden global; del Estado moderno al gobiernocosmopolita, Barcelona, Paídós, 1995, así como Held D., (ed.), A Gobalizing World? Culture,Economics, and Polines, Londres, Routledge, 2000. Una imaginativa descripción del nuevo ordenglobal, que tiene la virtud de llegar en la exploración del mismo a sus esferas interiores y de entrelazarconstantemente lo nacional y lo internacional, y que en gran parte comparto, se encuentra en M.Hardí y A. Negri, Imperio, Barcelona, Paidós, 2005.

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Luciano Tomassini

ción de la sociedad y la subjetividad de laspersonas, portadora de nuestras imágenesacerca de la sociedad que deseamos.Cuando en lugar de dicha complementarie-dad lo que tenemos es una brecha entreambos polos se produce una pérdida deconfianza en las instituciones, una retrac-ción de la sociabilidad, una profunda con-fusión valonea, un temor a la exclusiónsocial y un miedo al sin sentido.

La sociedad y el sistema internacionalhan pasado a ser configurados y

reconfigurados permanentemente.

Estas percepciones son las que expli-can que aquello que podría denominarsela sociedad civil global tome distancia deun orden internacional estructurado entorno a la lucha por el poder pero carentede sentido, es decir, que ha perdido la ca-pacidad de conferir sentido a nuestras vi-das. De allí que estemos asistiendo a laconstrucción de un orden internacionalmenos estructurado, tal vez menos homo-géneo y más diverso, pero más compro-metido con la búsqueda de significados. Yde allí también que el protagonismo en laconstrucción de ese orden se esté trasla-dando desde lapolítica y la economía ha-cia la cultura. Norbert Lechner, que a tra-vés de su obra personal y de su aporte a

los Informes del PNUD antes menciona-dos, contribuyó en forma extremadamen-te significativa a la comprensión de la sen-sibilidad cultural de nuestro tiempo. Si-guiendo a Vattimo, sostuvo que si el sigloXVIII encomendó el proceso de construc-ción social a la política y el siglo XIX loasignó a la economía, el siglo XX ha radi-cado esta responsabilidad en la cultura44.

Esta nueva visiónpostula que la reali-dad social es construida a partir de la re-presentación que tenemos acerca de ella,representación desde la cual definimosnuestra identidad y construimos nuestromundo. Esa realidad ha perdido la inme-diatez que tenía en la teoría del conoci-miento cartesiana, y este último su carác-ter de tabula rasa o de espejo pasivo de larealidad externa, desde que en la actualetapa de la modernidad hemos desarro-llado una actitud reflexiva frente a ella,una visión del mundo que constituye unarepresentación del mismo y, al mismo tiem-po, es la matriz que utilizamos para cons-truirlo. En un mundo que ha dejado de serconsiderado como la reproducción de unasesencias universales o la copia de un mo-delo previo, y que está pasando a ser com-prendido como el resultado de nuestra vi-sión de la realidad y de nuestra interaccióncon ella, la interpretación pasa a ser la cla-ve que tenemos que emplear para desci-frar el mundo y, al mismo tiempo, cons-

Ver. N. Lechner, a partir de su libro Los patios internos de la democracia, FLACSO, sin año depublicación (probablemente 1988), y en particular Las sombras del mañana: la dimensión subjetivade {apolítica, Santiago, Lom, 2003. La reflexión recién citada proviene de su trabajo «Los Desafíos delDesarrollo Humano: Individualización y Capital Social», en B. Klisberg y L. Tomassini, CapitalSocial y Cultura: Claves Estratégicas del Desarrollo, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires,2000. En 2006, Editorial Lom publicó unas Obras Escogidas de Norbert Lechner, que contiene losdos textos antes mencionados.

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Eimundoyla sociedad en la era de la globalizadón

truirlo. Ya Nietzsche declaraba que «nohay hechos sino interpretaciones», mien-tras que Wittgenstein, uno de los funda-dores de la filosofía del lenguaje, comien-za su Tractatits sosteniendo que «el mun-do está compuesto por hechos, no porcosas»45. Gianni Vattimo demuestra, a suvez, que la hermenéutica ocupa en los añosnoventa el papel que el marxismo desem-peñó en los sesenta y el estructuralismoen los ochenta como método para la com-prensión de la sociedad46.

Siguiendo la sensibilidad cultural denuestro tiempo, tanto la sociedad comoel sistema internacional en que vivimoshan dejado de tener una estructura fija, yhan pasado a ser configurados y reconfi-gurados permanentemente por las mira-das que tenemos frente a ellos y por losflujos de acontecimientos generados porla interacción entre múltiples agentes apartir de esas miradas. Y una de las no-vedades que presenta este escenario -no menor, por cierto- es que, a diferen-cia del pasado, cuando vivíamos inmersosen nuestra localidad o en nuestra nación,

hoy circulamos con creciente fluidez en-tre esta última y el orden global en suconjunto. Las tendencias que aquí se hanreseñado están creando nuevas circuns-tancias en lo político, económico y social,circunstancias que tienden a disolver lacoherencia o la unidad atribuidas hastaahora al mundo, a la sociedad y al Esta-do, y convirtiendo a este último en unagente más dentro de la cadena en queactualmente se toman las decisiones y segeneran los eventos que día a día confi-guran el acontecer internacional. En estemundo global, y en esta culturapostmodema, toda decisión repercute enmuchas otras, todo acontecimiento seconecta con todos los demás y todoevento singular refleja, de alguna mane-ra, a la sociedad y al mundo en su con-junto. De esta manera, las sociedadesnacionales y el sistema internacional —hasta hace poco tiempo muy diferentesy distantes- han pasado a semejarse tanestrechamente como si se estuvieran con-templando ante un mismo espejo. De ahíla idea que brindó su título a este ensayo.

Ver The Wittgenstein Reader, por Anthony Kenny (ed.), Cornwall, Basil Blackwell, 1994.Hermenéutica viene del dios griego Kermes, mensajero de los dioses, quien era el encargado dedescifrar sus mensajes y de transmitirlos. Ver de G. Vattimo, entre otras obras, Más allá de laInterpretación, Buenos Aires, Paidós, 1995.

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