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| Revista digital de filosofía, cultura y voluntariado |Córdoba, Argentina | N° 9 – OTOÑO 2021 Revist A crópolis La ANALOGÍA y el retorno a una FILOSOFÍA NATURAL El Escudo de HERACLES La reminiscencia según Platón: ANAMNESIS como camino del olvido al recuerdo BHAGAVAD GITA: cómo conocer las causas de la duda y superar sus efectos

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Revista digital de filosofía, cultura y voluntariado |Córdoba, Argentina | N° 9 – OTOÑO 2021

RevistAcrópolis

La ANALOGÍA y el retorno a una

FILOSOFÍA NATURAL

El Escudo de HERACLES

La reminiscencia según Platón: ANAMNESIS

como camino del olvido al recuerdo

BHAGAVAD GITA: cómo conocer las causas

de la duda y superar sus efectos

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Inicios todo el año

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ÍNDICE

02 Editorial

03 La ANALOGÍA y el retorno a

una FILOSOFÍA NATURAL

12 Fotosofía: La Vida Una

13 El Escudo de HERACLES

23 Etimología: Perfecto, ¿un sueño

anhelado o un estado de conciencia?

24 Poesía: Ley de vida

25 La reminiscencia según Platón:

ANAMNESIS como camino del

olvido al recuerdo

33 BHAGAVAD GITA: cómo

conocer las causas de la duda y superar sus efectos

41 ¿Qué hicimos durante el

VERANO?

EQUIPO EDITORIAL

Directora: María Kokolaki

Edición y diseño: Franco Soffietti

EDITORIAL

Los momentos de equinoccio son momentos de equi-

librio de la Naturaleza. Es decir, instantes de balance en-

tre el día y la noche, expresiones por excelencia del prin-

cipio de la Dualidad. Los seres humanos, sujetos por na-

turaleza a los cambios progresivos desde la luz a la os-

curidad y viceversa, experimentamos dos veces al año

estos momentos especiales: en el equinoccio de la pri-

mavera y el del otoño. Estos son instantes de equilibrio

que nos ofrecen la oportunidad de integrar tanto la luz

como la oscuridad del mismo modo y al mismo mo-

mento. Siendo momentos de conciliación nos brindan el

marco ideal para abrazar de la misma manera tanto a

Apolo como a Dioniso. Claridad y confusión, orden y

caos, armonía y desenfreno se reconcilian dos días al

año para dar paso al camino hacia la victoria de uno con-

tra al otro. Esta victoria es representada por los dos

solsticios. No obstante, los días de los equinoccios estas

dos fuerzas opuestas se encuentran conciliadas.

En el mes de marzo, después de este momento conci-

liador de balance entre la luz y la oscuridad, en el hemis-

ferio sur se da paso al camino progresivo de la madurez.

La madurez es el simbolismo del otoño y no es nada más

que el aprender a enfrentar la oscuridad que a partir del

equinoccio de otoño ganará cada día más territorio; es

el aprender a morir para luego renacer.

¡Bienvenido Otoño porque nos enseñas a dejar caer

las hojas de la vida y así aprender a preparar el

abono de las semillas nuevas de la Vida!

María Kokolaki

Directora de Nueva Acrópolis Córdoba

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LA ANA

Y EL RE

A U

FILOSOFÍA

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LOGÍA

TORNO

NA

NATURAL

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de juego racional, sobre bases convencio-

nales, completamente desligado de la Na-

turaleza y de la Lógica en su sentido es-

tricto. Se especula y se bucea en un mundo

de imágenes comunes que atan y desatan

cuerdas mentales que para nada sirven ni

de nada traccionan, de tal suerte, que el fi-

lósofo actual, cual pescador burlado, sólo

extrae el sedal que él mismo arrojó al mar

de las ideas fundamentales, sin presas ni

frutos de su esfuerzo.”

aaaaaaaaace más de cincuenta años, el

aaaaaaaaprofesor Jorge Ángel Livraga

aaaaaaaa(1930-1991), escribió[3] lo si-

guiente:

“Últimamente el concepto de Filosofía se

ha degenerado de tal manera, que ese tér-

mino suele involucrar tan sólo una forma

de juego racional, sobre bases convencio-

nales, completamente desligado de la Na-

turaleza y de la Lógica en su sentido es-

tricto. Se especula y se bucea en un mundo

de imágenes comunes que atan y desatan

cuerdas mentales que para nada sirven ni

de nada traccionan, de tal suerte, que el

filósofo actual, cual pescador burlado,

sólo extrae el sedal que él mismo arrojó al

mar de las ideas fundamentales, sin pre-

sas ni frutos de su esfuerzo.”

Jorge Ángel Livraga, fundador de Nueva Acrópolis

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“Todas las cosas en el Universo siguen la ley de analogía. “Como es arriba así es abajo”;

el Hombre es el microcosmos del Universo. Lo que tiene lugar en el plano espiritual, se repite en

el plano cósmico. La concreción sigue las líneas de la abstracción; lo más inferior debe corres-

ponder a lo superior; lo material a lo espiritual [1].

H

“La analogía es en la Naturaleza la ley directora, el único y verdadero hilo de Ariadna que

puede conducirnos a través de los inextricables senderos de sus dominios, hasta sus primordia-

les y últimos misterios. La Naturaleza, como potencia creadora, es infinita; y ninguna genera-

ción de hombres de ciencia física podrá vanagloriarse jamás de haber agotado la lista de sus

medios y métodos, por uniformes que sean las leyes según las cuales procede.[2]”

H. P. Blavatsky (1831-1991), en su obra ciclópea, “La Doctrina Secreta”

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lósofo actual, cual pescador burlado, sólo

extrae el sedal que él mismo arrojó al mar

de las ideas fundamentales, sin presas ni

frutos de su esfuerzo.”

Este es, efectivamente, el panorama de

la filosofía académica actual aún, con raí-

ces en el materialismo que llegó a su apo-

geo en el siglo XIX, y ahora estamos vi-

viendo las oleadas de sus miasmas concep-

tuales y morales. Desde que Descartes

proclamó la independencia total entre su

res extensa (la materia, que puede ser “me-

dida”) y su res cogitans (el pensamiento),

y desde que él mismo consideró, junto a

Galileo, Kepler, Newton o Bacon, al uni-

verso más un reloj que un Ánima Mundi

sustanciado bajo ciertas leyes armónico

musicales, la Filosofía Moderna entró en

un laberinto sin salida. Un laberinto con

Minotauro, la más completa alienación

respecto a nosotros mismos y pérdida de

vínculos con la naturaleza y la vida, y sin

Teseo heroico ni hilo de Ariadna, pues los

expulsamos de éste, que pensábamos pa-

lacio o paraíso del placer, la multiplicación

hasta el infinito de nuestras sensaciones.

El hilo de Ariadna que permite salir del

laberinto de nuestra confusión mental y

aún del encadenamiento de la mente a la

materia es, precisamente, según refiere la

genial H. P. Blavatsky, LA ANALOGÍA. Es la

llave de oro de la Filosofía y de la Ciencia a

la hora de buscar la verdad, pues la ver-

genial H. P. Blavatsky, LA ANALOGÍA. Es la

llave de oro de la Filosofía y de la Ciencia a

la hora de buscar la verdad, pues la ver-

dad, siendo, como la luz, una, debe crear

un vínculo de todo en el todo. Cuando ex-

pulsamos al Anima Mundi de nuestra tie-

rra mental, fraccionamos el conocimiento

y dificultamos el acceso a una verdad ar-

mónica, encontrando así sólo páginas

arrancadas, o peor aún pedazos inconexos

del Libro de la Vida y la Naturaleza.

Y aunque proclamemos, con Galileo,

que “las Matemáticas son el alfabeto con el

que Dios ha escrito en este Libro”, perdi-

mos los vínculos que nos permiten descu-

brir la armonía en aquello que estudiamos.

La Filosofía, así adulterada, perdió su dig-

nidad y el protagonismo de las nuevas

ciencias la fue cercando y desnaturali-

zando. La Física y la Astronomía le arre-

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Retrato de Helena P. Blavatsky

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de sus recintos secretos, y pondrá de mani-

fiesto ante tus ojos los tesoros ocultos en

las profundidades mismas de su seno puro

y virginal. No contaminados por la mano

de la materia, muestra Ella sus tesoros úni-

camente al ojo del Espíritu, ojo que jamás

se cierra, y para el cual no hay velo alguno

en todos sus reinos.”

Y cómo hacerlo, si la mentalidad occi-

dental, fuertemente enraizada en la tradi-

ción bíblica nos había dicho “creced y mul-

tiplicaos” y había puesto a la Naturaleza

como esclava a nuestro servicio total. Para

ser despojada, humillada, violada y des-

pués desechada. Qué diferente de la visión

hindú, por ejemplo, en el Mahabharata,

donde la Tierra es representada como una

diosa, que va a quejarse ante Indra, dios

del cielo, por las pisadas impías de hom-

bres que perdieron el respeto a su madre

y nutridora, y esta contaminación es la

causa de la gran Guerra, un acto de sacrifi-

cio para purificar a la humanidad de tantos

egoísmos y sombras.

dignidad y el protagonismo de las nuevas

ciencias la fue cercando y desnaturali-

zando. La Física y la Astronomía le arreba-

taron el estudio del movimiento en la tie-

rra y en el cielo; la Química el de los Ele-

mentos y las transformaciones de la Natu-

raleza; la Geología el dinamismo de la Tie-

rra y el estudio de sus procesos y los del

reino mineral; la Psicología el estudio del

alma, que al principio, y aún hoy se hace

derivar de los simples humores del

cuerpo; la Lingüística el estudio del Len-

guaje; la Lógica, las leyes del pensamiento.

En verdad todas estas ciencias se podrían

haber desarrollado más y más, como las

ramas de un árbol o los pétalos de una flor

sin perder su sentido de unidad y armonía,

si la Filosofía no hubiese degenerado en

una alienación onanismática arrastrada

por las corrientes psicológicas del siglo. El

análisis cartesiano como método, guiando

ad nauseam todas las ramas del saber, des-

menuzó todo en polvo, sin encontrar los

verdaderos secretos de la vida. Nos faltó la

pureza de alma para desvelar sus leyes in-

ternas. ¡Cuán proféticas fueron las pala-

bras de Voz del Silencio, obra mística del

budismo mahayana, escrita más de mil

años antes!:

“Ayuda a la Naturaleza y trabaja con Ella,

y la Naturaleza te considerará como uno

de sus creadores y te prestará obediencia.

Y ante ti abrirá de par en par las puertas

de sus recintos secretos, y pondrá de mani-

fiesto ante tus ojos los tesoros ocultos en

las profundidades mismas de su seno puro

Indra, dios hindú del Cielo, montado

en su elefante blanco

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hindú, por ejemplo, en el Mahabharata,

donde la Tierra es representada como una

diosa, que va a quejarse ante Indra, dios

del cielo, por las pisadas impías de hom-

bres que perdieron el respeto a su madre

y nutridora, y esta contaminación es la

causa de la gran Guerra, un acto de sacrifi-

cio para purificar a la humanidad de tantos

egoísmos y sombras.

Analogía significa, literalmente, en

griego, “según la proporción” o “de

acuerdo al logos”, o sea, a la Idea. Es el des-

cubrimiento de verdades o la ejecución de

formas de acción en base a semejanzas. En

el ámbito jurídico, es el argumento más

importante cuando se ha de juzgar un caso

que no se halla bajo ninguna ley. Entre las

figuras del lenguaje, las de analogía son las

que establecen comparaciones entre las

semejanzas de dos elementos, sean estos

ideas, acontecimientos, cosas o seres, y se

que establecen comparaciones entre las

semejanzas de dos elementos, sean estos

ideas, acontecimientos, cosas o seres y se

incluyen en este apartado la metáfora, el

símil y la alegoría. El gran maestro de la

analogía fue el sabio presocrático Tales de

Mileto, a quien se atribuye la máxima “Co-

nócete a ti mismo y conocerás el universo y

sus leyes”, bellísima y sapientísima analo-

gía que establece la relación entre el Ma-

crocosmos (Universo) y el Microcosmos

(Ser Humano). También es de él la máxima

“Espera de tus discípulos lo que tú mismo

hagas a tus maestros”, otra analogía o com-

paración entre términos. Toda analogía

implica un vínculo y ese vínculo es la pro-

porción. El mismo Tales escribió en forma

matemática uno de los fundamentos de la

geometría, el teorema que lleva su nombre

y que establece la semejanza de triángulos.

Casi podemos llamarle “cristalización geo-

métrica” del principio de analogía. ¡Y es

que aquí está la clave de la analogía, en la

proporción (ratio en latín, logos, en

griego)! La proporción establece el

vínculo, hay una misma idea que rige todo

aquello que es semejante:

El giro de los electrones, y los niveles

cuánticos de energía de los mismos en

torno al núcleo es análogo al movimiento

de los planetas alrededor del Sol. El mismo

Sol es como un corazón que bombea su

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Urania es musa de la astronomía y las

matemáticas. Se la suele representar con

un compás, herramienta que permite cono-

cer y mantener las proporciones que rigen

la naturaleza.

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torno al núcleo es análogo al movimiento

de los planetas alrededor del Sol. El mismo

Sol es como un corazón que bombea su

sangre (el viento solar) a todo el orga-

nismo, o huevo hasta dónde llega su vida.

Los límites del mismo ahora los llamamos

Helioesfera.

Hay una semejanza entre la membrana

de una célula, la piel humana, las 7 capas

de la atmósfera y esta “cáscara” del “huevo

de vida” del sistema solar: hay ciertas sus-

tancias, energías o rayos cósmicos que pa-

san y otros no, es un umbral, una puerta de

acceso de sí o no.

Hay una analogía entre la actividad fre-

nética, irracional, del hombre en la Tierra

y un cáncer, o un virus dispuesto a devo-

rarla y pasar a otro organismo huésped.

Entre las mareas y las grandes convul-

siones sociales y políticas que van mar-

cando el ritmo de los siglos y milenios.

Entre la distribución de los diamantes

bajo la Tierra y la de las estrellas en el

cielo, según probó Mandelbrot con sus

fractales matemáticos.

Entre los metales y no metales con mas-

culino y lo femenino, o de esto primero con

lo cóncavo y lo segundo con lo convexo.

De los coloides, sensibles a influencias

planetarias, según demostraron Kolisko y

Picardi (de la Universidad de Florencia) y

las sociedades humanas cuando no muy

enraizadas en la recta razón.

O entre la distribución de los números

primos y los estados cuánticos de los nú-

cleos atómicos.

y un cáncer, o un virus dispuesto a devo-

rarla y pasar a otro organismo huésped.

Entre las mareas y las grandes convul-

siones sociales y políticas que van mar-

cando el ritmo de los siglos y milenios.

Entre la distribución de los diamantes

bajo la Tierra y la de las estrellas en el

cielo, según probó Mandelbrot con sus

fractales matemáticos.

Entre los metales y no metales con mas-

culino y lo femenino, o de esto primero con

lo cóncavo y lo segundo con lo convexo.

De los coloides, sensibles a influencias

planetarias, según demostraron Kolisko y

Picardi (de la Universidad de Florencia) y

las sociedades humanas cuando no muy

enraizadas en la recta razón.

O entre la distribución de los números

primos y los estados cuánticos de los nú-

cleos atómicos.

Y donde hay una semejanza real, no una

ilusión de la fantasía, hay una misma ley

que lo rige y hay un vínculo, base de toda

operatividad en la naturaleza, o una

misma causa vertical. Hay una semejanza

entre la lluvia de gotas de agua y la de ra-

yos cósmicos, y los últimos estudios deter-

minan en los segundos la causa de los pri-

meros, al electrizar las partículas de polvo

que atraen la humedad del aire. Entre el

ser humano verticalizado por su razón y

responsabilidad y el fuego que se eleva al

cielo, como una oración, buscando la liber-

tad y el retorno a lo puro y sin mancha. En-

tre los ojos y las estrellas, a las que llama-

mos, precisamente, los mil ojos de la no-

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Ilustración que muestra la relación entre

Macrocosmos y Microcosmos

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ser humano verticalizado por su razón y

responsabilidad y el fuego que se eleva al

cielo, como una oración, buscando la liber-

tad y el retorno a lo puro y sin mancha. En-

tre los ojos y las estrellas, a las que llama-

mos, precisamente, los mil ojos de la noche

y ahora se ha demostrado científicamente

que el ojo humano irradia una luz que

puede ser medida materialmente y que

todo ser sensible y especialmente los poe-

tas han percibido desde que el mundo es

mundo. Entre una colmena y un cúmulo de

estrellas, libando en el mismo elixir de in-

mortalidad que constituye su vida.

La analogía, si es rectamente usada, nos

permite adentrarnos en lo desconocido,

imaginar, crear un puente que después po-

drá ser afirmado, constatado, probado. Es

síntesis pura, la única que puede redimir a

un método analítico, ya exhausto, además.

No basta medir, medir, medir y medir, hay

que encontrar la clave, el sentido, el signi-

ficado de lo que estamos midiendo, cuyas

verdades íntimas son como estrellas en el

alma humana: Platón las llamó Arqueti-

pos, los decretos del todo en la infinitud y

que descienden, en cascada desde lo infi-

nitamente grande a lo pequeño, o desde lo

infinitamente sutil a lo objetivo.

La Filosofía necesita la analogía como el

mismo aire para respirar, si no, se con-

vierte en idolatría hacia una herramienta,

la mente formal, una herramienta y nada

más. Kant la llamó “Razón Pura” (el Kama

Manas de las tradiciones teosóficas) y de-

mostró -en una argumentación matemá-

tico-conceptual de 500 páginas-que ésta

no puede conocer la esencia de nada, que

está aislada de la realidad, pudiendo sólo

masticar con sus acerados dientes de aná-

lisis la simple apariencia fenómeno de las

está aislada de la realidad, pudiendo sólo

masticar con sus acerados dientes de aná-

lisis la simple apariencia fenómeno de las

cosas, nunca la esencia o noúmeno.

Si queremos una nueva Filosofía, que

sea natural, que eleve el alma en un vuelo

de belleza e inmortalidad y no la haga, con-

taminada, fundirse con las sombras del

abismo en la materia; es necesario retor-

nar a la analogía, la que hizo verdadera-

mente avanzar la ciencia. Pues ¿no “ima-

ginó” y estableció Newton la analogía en-

tre las fuerzas y los vectores, con su direc-

ción, sentido y magnitud?; ¿no soñó Ke-

kulé con su estructura circular del ben-

ceno (C6 H6) ?; no relacionó Schrodinger

los diferentes modos o niveles de energía

atómica con los armónicos de la energía

del hidrógeno, como si éste fuese el fuego

universal cuyas ondulaciones armónicas

crean cuanto existe?; ¿no “vio” Nikola

Tesla, en un éxtasis intuitivo, la “corriente

alterna”, al sentir que giraba en ciclos él

mismo unido a la Tierra, como un gigan-

tesco imán, en torno al Sol?, descubriendo,

así como la electricidad era universal, todo

estaba en ella y sostenido por la misma (la

base de la actual Teoría Físico-Cosmoló-

Analogía entre un átomo y el sistema solar

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así cómo la electricidad era universal, todo

estaba en ella y sostenido por la misma (la

base de la actual Teoría Físico-Cosmoló-

gica del “Universo eléctrico”, muy próxima

de las tradiciones esotéricas).

En la figura, en uno de los paneles de

Notre-Dâme de París, que se atribuye a la

Alquimia, aunque en verdad, original-

mente representaba la Dialéctica, ella apa-

rece sujetando una escalera de 9 Peldaños:

los diferentes niveles o categorías del ser,

tal y como aparecen ya en los Misterios de

Heliópolis y después en la filosofía gnós-

tica, neoplatónica, medieval (con Pseudo

Dionisos), etc. El ascenso y descenso a tra-

vés de estos Peldaños del Ser sólo se puede

hacer por analogía y como dicen los textos

egipcios, los travesaños son los brazos

mismos de los Dioses. Ella, la analogía, es

la que establece la ciencia de los vínculos,

es por tanto la base de la magia y de todas

las operaciones fértiles de la mente, las

que

las operaciones fértiles de la mente, las

que arrastran semillas de acción y conoci-

miento real y no quedan aisladas en la so-

ledad de un espejismo. Como dijo el poeta

cubano José Martí, al estudiar la obra de

H.P.Blavatsky y llamarla Gran Sacerdotisa:

“Lo verdadero es lo sintético. En el sis-

tema armónico universal, todo se rela-

ciona con analogías, asciende todo lo

análogo con leyes fijas y comunes.” ~

José Carlos Fernández

Almada, 18 de septiembre de 2017

Artículo original publicado en el blog del autor: https://jo-

secarlosfernandezromero.com/2017/09/19/la-analogia-y-

el-retorno-a-una-filosofia-natural/

11 | RevistAcrópolis

Referencias

[1] – En Doctrina Secreta I, Cosmogénesis, Estancia VI.

[2] – En Doctrina Secreta, volumen III, Antropogénesis

[3] – En “Introducción a la Sabiduría de Oriente”, Capítulo I.

Panel en Notre-Dâme

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Imágenes que nos hacen reflexionar...

FOTOSOFÍA

La VIDA con sus dos facetas; la de naci-

miento y la de envejecimiento; vida y

muerte; primavera e invierno. La VIDA

UNA; como la percibieron todas las cul-

turas milenarias, se manifiesta cíclica-

mente, a lo macro y a lo micro, en un mo-

vimiento perpetuo que progresivamente

lleva de uno a otro para cerrar el ciclo y

comenzar de nuevo.

¿Cómo sería la VIDA sin la fresca incerti-

dumbre de los comienzos que nos llena

de esperanza? ¿Cómo sería la VIDA sin el

inexorable fin que cierra los ciclos nece-

sariamente para permitir el nuevo co-

mienzo que se está gestando ya, dentro

de sus entrañas?

Equipo de RevistAcrópolis

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LA VIDA UNA

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13 | RevistAcrópolis

Réplica del escudo de Hércules, construido por

Ludwig Michael Schwanthaler (Siglo XIX)

EL ESCU

HERA

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DO DE

CLES RevistAcrópolis | 14

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El Escudo de Heracles, la obra del

poeta Hesíodo, haciendo alusión a la

gestación del héroe comienza… “Toda

la noche estuvo acostado con su reca-

tada esposa Alcmena, disfrutando los

dones de la muy dorada Afrodita. Y ella,

entregada a un dios y a un varón con

mucho el mejor, dio a luz, en Tebas la de

siete puertas, dos niños gemelos -aun-

que no de igual carácter-. Descenden-

cia distinta: uno mezclada con hombre

mortal (quien sería éste Yolao, hijo de

Anfitrión, a quien lo citan como vás-

tago de Zeus.) el otro, con Zeus, guía de

todos los dioses.”

Heracles al nacer recibió el nombre

Alcides, si bien esta misma palabra

evoca la idea de fortaleza, fue en su

edad adulta cuando recibió el nombre

con que se lo conoce, impuesto por

Apolo – a través de la Pitia – para indi-

car su condición de servidor de la

diosa Hera.

“Alcmena y el joven Hércules”, oleo de

Thomas Stothard

aeracles representaba un célebre héroe griego. Relacionado en la mitología

aaaaaaaaaromana con Hércules, sin ser exactamente lo mismo, guardaba ciertas

aaaaaaaaasemejanzas con él. Era hijo de Zeus y Alcmena, esta última era una princesa mor-

tal, hija del rey Electrión de Micenas y esposa de Anfitrión.

H Heracles, el héroe dedicado a la gloria de Hera

15 | RevistAcrópolis

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cruzaban de parte a parte. En el centro

había una terrible serpiente, indecible,

mirando hacia atrás con ojos que echa-

ban destellos de fuego; su boca estaba re-

pleta de blancos dientes, terribles y enor-

mes; sobre su horrenda frente, la horri-

ble Eris revoloteaba incitando al tu-

multo de guerreros. iCniel ella que arre-

bata la razón y voluntad a los hombres

que se enfrentan en guerra al hijo de

Zeus!

El poema

Desde el punto de vista de la litera-

tura, podemos decir que esta obra es un

fragmento de épica griega, compuesto

por 481 líneas de hexámetros. De una

manera poética, Hesíodo describe el

resplandeciente escudo: “Todo él, en

círculo, por el yeso, el blanco marfil y el

ámbar era reluciente y por el brillante

oro, resplandeciente; láminas de azul lo

cruzaban de parte a parte. En el centro

había una terrible serpiente, indecible,

mirando hacia atrás con ojos que echa-

ban destellos de fuego; su boca estaba re-

pleta de blancos dientes, terribles y enor-

mes; sobre su horrenda frente, la horri-

ble Eris revoloteaba incitando al tu-

multo de guerreros. iCniel ella que arre-

bata la razón y voluntad a los hombres

que se enfrentan en guerra al hijo de

Zeus!

13 | RevistAcrópolis RevistAcrópolis | 16

Estatua de Heracles luchando contra la Hidra

en la ciudad de Olomouc, República Checa.

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muerte y sumergían en llanto; en el cen-

tro, eran pulidos, muy largos; y por de-

trás, estaban cubiertos con alas de rojizo

buitre. Escogió una sólida lanza con

punta de brillante bronce; y sobre el

duro cráneo se colocó un excelente casco,

artísticamente labrado, de acero y ajus-

tado a sus sienes, que protegía la cabeza

del divino Heracles”.

También nombra a Perseo –como

aquel hijo de Dánae de hermosos cabe-

llos–. “En sus pies tenía aladas sandalias

y de sus hombros pendía una espada

guarnecida en negro, de un tahalí de

bronce. Aquél volaba igual que el pensa-

miento; y por toda la espalda tenía la ca-

beza de un terrible monstruo, la Gor-

gona. A sus costados corrían alforjas,

maravilla verlas, de plata; brillantes fle-

cos flotaban, de oro. Cubría las sienes del

héroe el terrible casco de Hades con la

tenebrosa oscuridad de la noche.”

Se dice que el poeta no ha querido

describir aquí un escudo real, sino que

de algún modo debemos ver en sus fi-

guras un simbolismo de la realidad cir-

cundante del héroe. El autor muestra

un gran interés por conectar el mundo

del escudo con la misión pacifica de He-

racles.

Antes de comenzar con la descrip-

ción del escudo, dibuja a Heracles… “En

torno al pecho dejó caer, por detrás, el

cóncavo carcaj; en su interior, muchos

dardos escalofriantes, dispensadores si-

lenciosos de muerte: delante, tenían

muerte y sumergían en llanto; en el cen-

tro, eran pulidos, muy largos; y por de-

trás, estaban cubiertos con alas de rojizo

buitre. Escogió una sólida lanza con

punta de brillante bronce; y sobre el

duro cráneo se colocó un excelente casco,

artísticamente labrado, de acero y ajus-

tado a sus sienes, que protegía la cabeza

del divino Heracles”.

Escultura en Bronce de Benvenuto

Cellini llamada “Perseo con la ca-

beza de Medusa” (1545).

La escultura mide 3.20 m de altura y

actualmente se encuentra en la

Piazza della Signoria en Florencia,

Italia

17 | RevistAcrópolis

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La lucha de Heracles

contra Cicno

Se puede decir que el tema central del

episodio gira en torno a lucha de Heracles

y Yolao contra el hijo de Ares llamado

Cicno, quien había desafiado a Heracles a

un combate cuando este pasaba cerca de

Itono (Tesalia).

Allí estaban los dorados caballos de

Ares; también el propio Ares portador de

despojos, funesto -con una lanza en sus ma-

nos, incitando a los infantes y rojo de sangre

como si matara hombres vivos- de pies en su

carro. A su lado se encontraban sus hijos,

el Terror (Deimos) y el Miedo (Fobos) an-

siosos de sumergirse en la guerra de hom-

bres. Allí la hija de Zeus –diosa Atenea–,

Tritogenia (término utilizado para indiciar

a los nacidos cerca del rio Tritón), en acti-

tud como si deseara incitar al combate -

con la lanza en su mano, yelmo de oro y

égida sobre los hombros- marchaba hacia

la terrible contienda. Allí estaba el sagrado

coro de inmortales.

En medio, sonaba deliciosamente la cí-

tara del hijo de Zeus y Leito con forminge

de oro, haciendo mención a Apolo. Unas

diosas entonaban un canto –las Musas de

la Pieria – como si realmente cantaran a

viva voz.

la Pieria– como si realmente cantaran a

viva voz.

A su marcha sobre el pálido acero, reso-

naba el escudo con gran estruendo, aguda

y sonoramente. En su cintura, dos serpien-

tes flotaban incurvando sus cabezas hacia

delante; corno dardos lanzaban su lengua

las dos y daban furiosas dentelladas con

los dientes, mirando de forma salvaje. So-

bre las horribles cabezas de las Gorgonas

se agitaba un terrible pánico.

La pelea no escapa al destino del héroe

y es así que aparecen en escena las famo-

sas Moiras, quienes en la mitología griega

se personifican como el destino “…las Cloto

y Láquesis estaban al frente; la más pe-

queña, Atropo, no era en modo alguno una

diosa grande, si bien era más importante

que las otras y más vieja…”.

El phorminx (forminge) también cono-

cido como lira homérica, era uno de los

más antiguos de los instrumentos musi-

cales de cuerda en la Grecia antigua, in-

termedio entre lira y cítara.

RevistAcrópolis | 18

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En la mayoría de mitos sobre héroes y

sus hazañas, nos encontramos ante la pre-

sencia de la bella y sabia Atenea dando sus

consejos, colaboración y compañía, “… la

diosa de ojos glaucos, y dándoles ánimo di-

rigiendo aladas palabras, Salud, descen-

dencia del célebre Linceo! ¡Ojalá que Zeus,

soberano de los Bienaventurados, os dé

fuerzas para matar a Cicno y despojarle de

sus egregias armas! ¡Y en particular a ti una

advertencia te hare, es el más excelente de

los guerreros!”

“Tan pronto como prives a Cicno de su

dulce vida, déjale luego allí con sus armas y

tú, vigilando el ataque de Ares funesto para

los mortales, cuando le veas con tus ojos

desguarnecido por el artístico escudo, en-

tonces hiérele con tu agudo bronce; pero re-

tírate de nuevo, ya que no es tu destino

quitarle los caballos ni las egregias armas”.

tonces hiérele con tu agudo bronce; pero re-

tírate de nuevo, ya que no es tu destino qui-

tarle los caballos ni las egregias armas”.

Tras decir esto, subió al carro la divina

entre diosas portando la victoria y la fama

en sus inmortales manos. Entonces ya el

divino Yolao incitó con voz terrible a los

caballos; aquéllos, bajo la orden, arrastra-

ban rápidamente el veloz carro envol-

viendo en polvo la llanura. Aquéllos avan-

zaron a la vez, semejantes al fuego o a un

huracán, Cicno domador de caballos y Ares

insaciable de lucha. Y sus caballos, luego,

enfrentados unos a otros, relincharon

fuertemente y a su alrededor se quebraba

el eco.

Pieza de cerámica ática de figuras negras hallada en Cámiros (Rodas): un ánfora en la

que se representa el combate entre Cicno y Heracles. De izquierda a derecha, Atenea,

Heracles, Zeus, Cicno y Ares. Ca. 550 – 530 a. C.

19 | RevistAcrópolis

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Entonces, por cierto, Cicno, ansioso de

matar al hijo del muy poderoso Zeus,

arrojó sobre su escudo la broncínea lanza.

El Anfitrioníada, el fornido Heracles, entre

la coraza y el escudo presto alcanzó con su

larga lanza el desnudo cuello, violenta-

mente, por debajo del mentón; y el fresno

matador de hombres cortó ambos tendo-

nes; pues vino a dar allí la enorme fuerza

del héroe. Se desplomó como cuando se

desploma una encina o un enorme pino

asestado por el humeante rayo de Zeus.

Así se desplomó y en torno a él resonaron

las armas labradas en bronce.

Luego Atenea, hija de Zeus portador de

la égida, vino al encuentro de Ares, le diri-

gió aladas palabras: "¡Ares! Retén tu vio-

lenta furia y tus indomables manos; pues no

es tu destino despojar de sus egregias ar-

mas, matándole, a Heracles, el arrojado hijo

lenta furia y tus indomables manos; pues no

es tu destino despojar de sus egregias ar-

mas, matándole, a Heracles, el arrojado hijo

de Zeus. Mas no persuadió al orgulloso espí-

ritu de Ares, sino que, con un terrible grito,

blandiendo sus armas semejantes a la

llama, se lanzó rápidamente contra el for-

nido Heracles ansioso de matarle."

Pero Atenea de ojos glaucos, exten-

diendo la mano desde su carro, desvió el

golpe de la lanza. Un agrio dolor se apo-

deró de Ares y desenvainando la aguda es-

pada, se lanzó sobre el intrépido Heracles.

Luego de todo el combate, se le da muerte

a Cicno. Y Heracles continua viaje hacia

Tracia.

Mapa de la antigua Tracia. Ortelius, 1585.

RevistAcrópolis | 20

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Los mitos, relatos

atemporales

En toda la narración que hace Hesíodo

sobre el combate de Heracles, va inte-

rrumpiendo con la incorporación de dife-

rentes personajes, dioses y héroes. Los

menciona en mismo tiempo, siendo que

cada uno corresponde a diferentes épocas,

en cierta forma buscando esta atemporali-

dad de la representación simbólica que se

presenta en los mitos en general. Por

ejemplo, los mitos cuentan que Heracles

era el bisnieto del héroe mitológico Per-

seo, también hijo de Zeus con una mortal.

Alude a ambos héroes, lo podemos ver

como dos modelos en donde se represen-

tan sus valores ejemplarizantes y atempo-

rales acerca de algunas virtudes humanas,

tales como la osadía, el valor, la astucia, la

fuerza.

Muy interesante es la aparición del dios

Ares y la diosa Atenea, desdoblamientos

de la representación de los dioses de la

guerra

guerra. Podemos interpretar cómo se pue-

den plantear las diferentes batallas en la

vida, por una parte, la que requiere más

fuerza física y por otra, una batalla más

profunda, en búsqueda de sabiduría. Y de-

muestra en el fragmento que esta última

supera a la primera, a pesar que Ares es el

dios de la guerra por excelencia, acepta los

consejos sabios de Atenea y actúa en con-

secuencia.

También en el relato está la presencia

de las Moiras, que personifican al destino.

Este destino en el que todo lo que sucede

es necesario que así ocurra. Si bien hay un

camino predestinado, la forma en que

transitamos ese camino depende de noso-

tros, podemos hacerlo inspirándonos en

héroes como Perseo o Heracles, o no.

Mencionando la inspiración, también

nos encontramos con las hermosas e infal-

tables Musas, aquellas que siempre inspi-

ran a recordar y traer a nuestra memoria

lo arquetípico, con fin de poder conocer

nuestra esencia y sacarla a luz.

Apolo y las nueve Musas

21 | RevistAcrópolis

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Los mitos y la vida diaria

Reflexionando sobre los personajes

principales que aparecen en la narración,

todos son hijos de Zeus, dios este que re-

presenta la voluntad, cuya intervención

debe verse en relación a la necesidad de

que la armonía pueda regir en el mundo.

En el hombre, Zeus es la voluntad humana,

es la que canaliza nuestro SER. Lo que real-

mente somos.

Podemos ver en el escudo de Heracles,

nuestra vida. Desde que nacemos, lo hace-

mos en un lugar determinado y con una

vida predestinada, vamos atravesando por

diferentes batallas internas y externas. No

debemos olvidar que no estamos solos y

podemos inspirarnos en esos héroes y dio-

ses. Que sus cualidades y virtudes nos sir-

van de ejemplo, como lo han hecho desde

la antigüedad, en la época del renaci-

miento… y por qué no ahora.

la antigüedad, en la época del renaci-

miento… y por qué no ahora.

Siempre recuerdo un fragmento de

Giordano Bruno, mencionado en un céle-

bre discurso a su diosa inspiradora Atenea

“… A ella he amado y buscado desde mi ju-

ventud, deseándola por esposa, y me he con-

vertido en amante de su forma… y he

orado… que fuese enviada para morar

junto a mí y trabajar conmigo, para que yo

pudiese comprender lo que me falta, y lo

que es aceptable a Dios; pues ella sabe y

comprende, y me guiaría sobriamente en mi

trabajo y me protegería…”. ~

María de Jesús Cuadro

Atenea, diosa de la

guerra y la sabiduría,

compañera de los hé-

roes, dando de beber a

Heracles.

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ETIMOLOGÍA

P E R F E C T O ¿un sueño anhelado o un estado de conciencia?

Si reflexionaríamos acerca de la palabra perfecto (del latín per – por

completo y factum – hecho), veríamos que significa algo acabado, com-

pleto, completamente hecho. Es por eso que gramáticamente la usa-

mos para definir una acción acabada del pasado. Las gramáticas del

castellano nos enseñan: “he comido” es una forma del verbo comer en

perfecto, indica una acción acabada en el pasado. De modo que, lejos de

ser una condición del comienzo o del proceso de una empresa, es su fin

ya que una vez perfecta, la empresa está acabada y pertenece al pa-

sado.

Pitágoras, el filósofo griego del siglo VI a.C. afirmó que no hay nada

perfecto en nuestro mundo manifestado. Indudablemente si fuera así, el

mundo sería acabado. Por otro lado, Platón enseña en su diálogo Timeo

que algo perfecto es acabado y completo porque es autosuficiente, es

decir, no le hace falta nada más. No necesita nada exterior porque ha

logrado un nivel de unicidad que contiene todo. Por esta razón es com-

pleto y no busca afuera de sí nada más. Es aquí donde encontramos la

base filosófica del estoicismo, como asimismo de Sócrates, ya que afir-

man que el filósofo es conocedor y amigo de sí mismo de tal modo que

es su único objeto de conocimiento y su único amigo. Por eso la eudai-

monia, llevarse bien con su daimon, es el estado máximo de la felicidad

y completitud.

No debemos apresurarnos y pensar que nos estamos refiriendo a

una especie de extremo egoísmo, sino de una profunda conciencia de

uno mismo que hace que la persona se encuentre completa (contenta)

con sí misma.

¿Será que al fin y al cabo la perfección está más cerca cada vez

que nos acercamos a nosotros mismos, cuando logramos mayor

unión con nosotros mismos y, simplemente, nos sentimos conten-

tos (llenos) en nuestra sana soledad?

Todas las personas en algún momento hemos anhelado la perfección en los diferentes ámbitos de la

vida: el trabajo perfecto, la relación perfecta, los padres perfectos, los hijos perfectos, los cuerpos per-

fectos, etc. Tanto es así que hemos preferido no emprender algo nuevo porque no estamos perfecta-

mente preparados.

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LEY DE VIDA

Pasamos solo un tiempo en este mundo

–a veces demasiado complicado–,

tratando de apurar en lo profundo

el paso misterioso de los años.

Alguno desespera en el intento

por dar sentido al día que amanece;

mas viendo la tormenta en torno suyo,

su humilde fortaleza permanece.

¿De dónde le ha llegado la consigna?

Lo frágil y aparente de las cosas

le dice que pasar ¡es ley de vida!,

mas puede enamorarse de las rosas…

Teresa Cubas Lara

[email protected]

POESÍA

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LA REMINISCENCI

ANAM COMO

DEL OLVIDO

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A SEGÚN PLATÓN:

NESIS C AMINO

AL RECUERDO

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aaaaaas tradiciones filosóficas que

aaaaaaapodemos encontrar, entre otros

laaaa aalugares en India, Tíbet, en las cul-

turas americanas, en Egipto o Grecia con-

cebían como algo natural la idea de que el

ser humano está constituido por un alma

inmortal y un cuerpo. La primera es

eterna, mientras que el cuerpo que la re-

viste y le sirve de vehículo, está sujeto a la

ley de ciclos y muta constantemente.

Platón en sus diálogos demuestra a tra-

vés de razonamientos lógicos que el alma

humana tiene una parte inmortal que per-

manece inmanente más allá de los ciclos

de vida y muerte. Entre las cualidades que

Platón menciona del alma, podemos en-

contrar en el diálogo Menón que el ser hu-

mano nace con el conocimiento completo

en su interior, pero olvida:

Platón menciona del alma, podemos en-

contrar en el diálogo Menón que el ser hu-

mano nace con el conocimiento completo

en su interior, pero olvida:

“El alma, pues, siendo inmortal y habiendo

nacido muchas veces, y visto efectivamente

todas las cosas, tanto las de aquí como las

del Hades, no hay nada que no haya apren-

dido; de modo que no hay de qué asom-

brarse si es posible que recuerde, no sólo la

virtud, sino el resto de las cosas que, por

cierto, antes también conocía. Estando,

pues, la naturaleza toda emparentada con-

sigo misma, y habiendo el alma aprendido

todo, nada impide que quien recuerde una

sola cosa -eso que los hombres llaman

aprender-, encuentre él mismo todas las

demás, si es valeroso e infatigable en la

búsqueda. Pues, en efecto, el buscar y el

aprender no son otra cosa, en suma, que

una reminiscencia.” (Menón, 81c5 – 81d8)

La reminiscencia es la capacidad hu-

mana de recordar aquello que no muere.

El olvido o amnesia tiene como remedio la

anamnesis: el recuerdo de uno mismo, de

lo visto por el alma en su estado original.

La anamnesis es una rememoración que

permite traer al presente, aquello cono-

cido en “el tiempo que dura siempre”.

MENÓN.- Sí, Sócrates, pero ¿cómo es que dices eso de que no aprende-

mos, sino que lo que denominamos aprender es reminiscencia? (…).

(Menón, 81e 5-7) [1]

L

Sócrates dialogando con Menón

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Aprender es recordar

El recuerdo de lo visto en el Mundo de

las Ideas del que surge el mundo manifes-

tado, Platón sostenía que es posible a tra-

vés de la educación. Esta constituye el ca-

mino para volver los ojos hacia el interior

y recordar aquello que ya ha visto en el

mundo arquetípico. Por eso aprender es

recordar. Es interesante destacar que la

etimología de la palabra recuerdo, origi-

naria del latín re-cordis, significa “volver a

pasar por el corazón”.

La técnica de enseñanza que utiliza Pla-

tón en sus diálogos, atribuida a su maestro

Sócrates, es la mayéutica. Con este nombre

se llamaba al trabajo de las parteras; era el

arte de ayudar a las mujeres a dar a luz, de

traer nuevos seres a la vida. Por este mo-

tivo Sócrates se consideraba un “partero”

que no enseñaba introduciendo nuevos

conocimientos, sino ayudaba a traer a la

luz aquella sabiduría olvidada, pero pre-

sente en el interior de cada ser humano.

traer nuevos seres a la vida. Por este mo-

tivo Sócrates se consideraba un “partero”

que no enseñaba introduciendo nuevos

conocimientos, sino ayudaba a traer a la

luz aquella sabiduría olvidada, pero pre-

sente en el interior de cada ser humano.

SÓCRATES. – Entonces, ¿llegará a conocer

sin que nadie le enseñe, sino sólo pregun-

tándole, recuperando él mismo de sí mismo

el conocimiento?

MENÓN. – Sí.

SÓCRATES. – ¿Y este recuperar uno el co-

nocimiento de sí mismo, no es recordar?

MENÓN. -Por supuesto. (Menón, 85d3-9)

Sócrates ayudando, a través del diálogo, a

recordar la sabiduría olvidada.

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ser inmortal. De modo que es necesario

que lo que ahora no conozcas -es decir,

no recuerdes- te pongas valerosamente a

buscarlo y a recodarlo”. (Menón, 86b1-5)

Quien recuerda una sola idea, a través

de la experimentación y la investigación

va descubriendo poco a poco las demás.

Este camino es para personas valerosas

que no se cansen de investigar y tengan

la voluntad de convertirse en aquello

que aprenden. Podemos ver implícita-

mente que las vivencias de lo trascen-

dente requieren valor y voluntad. En la

mitología son los héroes los símbolos del

ser humano valiente y de voluntad viva.

El carácter mitológico del

recuerdo

Las almas, dirá Platón en el Libro X de

La República, antes de retornar a la exis-

tencia por un nuevo ciclo, beben de las

aguas del Leteo, uno de los ríos del Ha-

des -el inframundo-, cuyo nombre signi-

fica “estar oculto”. Al beber estas aguas

las almas olvidan y por eso, una vez vuel-

tos a nacer como seres humanos, no re-

cordamos las experiencias anteriores.

La mayéutica y el

recuerdo

Es a través de las preguntas correctas

que uno recuerda y el arte de hacer pre-

guntas constituye la mayéutica. Sócrates

en el Menón va a expresar que mediante

la interrogación pueden despertarse en

el ser humano opiniones verdaderas que

se convierten en fragmentos de conoci-

miento que lo acercan a la verdad:

“Por tanto, si siempre la verdad de las

cosas está en nuestra alma, ella habrá de

ser inmortal. De modo que es necesario

que lo que ahora no conozcas -es decir,

Representación medieval de Sócrates

evocando la mayéutica como arte y

ciencia de “sacar a la luz” y traer a

la vida aquello que permanecía en el

interior; como un niño naciendo.

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de su padre, Pegaso golpeó la ladera del

monte Helicón y en el lugar surgió la fa-

mosa vertiente Hipocrene, cuyas aguas

inspiraron las Musas. Incluso en tiempos

posteriores, Pegaso fue considerado el

caballo de estas diosas que los poetas

montan y vuelan con él en lo alto del fir-

mamento artístico.

Entre los significados que se atribu-

yen al simbólico animal encontramos el

de la imaginación alada que se despierta

luego del recuerdo de lo eterno. Pegaso

conduce el carro de la aurora que pre-

cede al amanecer, por lo que muchos lo

identifican con la esperanza que anuncia

la luz tras la oscuridad. Pegaso es el ca-

ballo que conduce al alma a los estados

originales después de que ella haya be-

bido las aguas de la memoria.

Pero, en la naturaleza nada nuevo

surge ni nada desaparece por completo.

Este conocimiento que se oculta de la

conciencia humana al beber las aguas en

el inframundo antes de nacer es posible

de ser recuperado.

En la mitología griega las nueve mu-

sas -hijas de Zeus (padre de los dioses) y

Mnemosine (deidad de la memoria)- son

las encargadas de conservar y perpetuar

la memoria del conocimiento olvidado.

La gracia de las musas consiste en man-

tener vivo el recuerdo del ser en el hilo

del tiempo y su accionar estuvo presente

en científicos, artistas, políticos y filóso-

fos que marcaron a la humanidad alre-

dedor del mundo.

Simbólicamente el agua estuvo aso-

ciada con la memoria y con su pérdida

(al beber del Leteo, por ejemplo). Por

todo el Mediterráneo se erigieron tem-

plos dedicados a las musas cerca de

aguas, fuentes y manantiales. Pues estas

diosas dan de beber las aguas del río de

la memoria que emana del Monte Heli-

cón, eje mitológico donde el mundo se

pone en movimiento.

Relacionado con las fuentes y con las

musas podemos encontrar a Pegaso,

pues donde golpean sus cascos surgen

manantiales. Los relatos mitológicos

cuentan que, obedeciendo las órdenes

de su padre, Pegaso golpeó la ladera del

monte Helicón y en el lugar surgió la fa-

mosa vertiente Hipocrene, cuyas aguas

Las almas bebiendo las aguas del río Leteo.

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Recordar es volver a

vivir

Platón en el diálogo Fedro otorga al

ser humano un estado alado original en

el que, siguiendo a los carros de los dio-

ses pierde sus alas y se precipita hacia la

tierra. Cuando aterriza en el mundo ma-

nifestado las alas se convierten en “mu-

ñones implumes” que se agitan con el re-

cuerdo de lo Bello, por despertar las me-

morias de su estado prístino.

En la vida terrestre es posible recupe-

rar la visión del plano ideal mediante la

reminiscencia. Es la imperiosa necesi-

dad de buscar aquello que a uno le está

faltando, lo que hace que el alma em-

prenda el camino de retorno a la fuente

de la memoria des-velando su identidad

trascendente.

Así el filósofo (cuyo significado etimo-

lógico es “amante de la sabiduría”), a tra-

vés del recuerdo de sí mismo, del re-

cuerdo de aquello que, siendo eterno, no

acepta la muerte, puede desplegar sus

alas fortalecidas. Despertando a Pegaso

en su interior logrará remontar vuelo

hacia el plano de lo divino, donde resi-

den los dioses.

Si el alma es inmortal y oscila periódi-

camente entre el cielo y la tierra, la

muerte y la vida como las entendemos

hoy, solo son dos caras de una misma

moneda que es la Vida. Cuando el re-

caballo que conduce al alma a los esta-

dos originales después de que ella haya

bebido las aguas de la memoria.

Pegaso, alado como estaba, ascendió

al Olimpo, junto con los Inmortales y re-

sidió al servicio de Zeus transportando

los rayos que Hefesto construía en su ta-

ller. Finalmente, los dioses le ofrecieron

a Pegaso un lugar eterno en el cielo

creando la Constelación de Pegaso. Tam-

bién en la tradición musulmana pode-

mos encontrar un caballo alado llamado

Buraq con el que Mahoma asciende a los

cielos.

Recordar es volver a vivir

“El Parnaso: Marte y Venus” (1497).

Óleo de Andrea Mantegna donde se muestra

el casamiento de Marte y Venus, junto a las

Musas, Febo, Vulcano, Mercurio y Pegaso.

31 | RevistAcrópolis

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cuerdo de aquello que, siendo eterno, no

acepta la muerte, puede desplegar sus

alas fortalecidas. Despertando a Pegaso

en su interior logrará remontar vuelo

hacia el plano de lo divino, donde resi-

den los dioses.

Si el alma es inmortal y oscila periódi-

camente entre el cielo y la tierra, la

muerte y la vida como las entendemos

hoy, solo son dos caras de una misma

moneda que es la Vida. Cuando el re-

cuerdo se abre camino y vence al olvido,

triunfa la Vida sobre la verdadera

muerte que es el olvido. ~

Franco P. Soffetti

ñones implumes” que se agitan con el re-

cuerdo de lo Bello por despertar las me-

morias de su estado prístino.

En la vida terrestre es posible recupe-

rar la visión del plano ideal mediante la

reminiscencia. Es la imperiosa necesi-

dad de buscar aquello que a uno le está

faltando, lo que hace que el alma em-

prenda el camino de retorno a la fuente

de la memoria des-velando su identidad

trascendente.

Así el filósofo (cuyo significado etimo-

lógico es “amante de la sabiduría”), a tra-

vés del recuerdo de sí mismo, del re-

cuerdo de aquello que, siendo eterno, no

acepta la muerte, puede desplegar sus

alas fortalecidas. Despertando a Pegaso

en su interior logrará remontar vuelo

hacia el plano de lo divino, donde resi-

den los dioses.

Si el alma es inmortal y oscila periódi-

camente entre el cielo y la tierra, la

muerte y la vida como las entendemos

hoy, solo son dos caras de una misma

moneda que es la Vida. Cuando el re-

cuerdo se abre camino y vence al olvido,

triunfa la Vida sobre la verdadera

muerte que es el olvido. ~

Buraq, caballo alado con el que Mahoma

ascedió a los cielos.

Referencias

[1] – Menón, DIÁLOGOS II, Biblioteca Clásica Gredos 61,

Madrid 1992.

Escultura que representa el “carro alado”

mencionado por Platón.

RevistAcrópolis | 32

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33 | RevistAcrópolis

BHAGAV CÓMO CONOCER LAS

Y SUPERAR

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AD GITA: CAUSAS DE LA DUDA

SUS EFECTOS

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habilidad de leer entre líneas y desci-

frar los mensajes ancestrales que tras-

mite el poema, detrás de la belleza ca-

racterística de la lengua en que fue reci-

tado. Los poetas de todos los tiempos,

como artistas de la palabra, tejen con

estas los sentidos más profundos, com-

poniendo una literatura que roza la

simbología. Por alguna razón la pala-

bra logos en antiguo griego compren-

día, dentro de sus diferentes significa-

dos, aquellos de palabra ha-

blada y mito.

Retomando el hilo del presente ar-

tículo y con el objetivo de aportar a los

lectores del Bhagavad Gita las herra-

mientas para poder descifrarlo, recor-

daremos algunas nociones importan-

tes:

La ciudad en disputa es la ciudad de

los elefantes. El elefante en India es

Aaaaaaaan el interior del Mahabha-

aaaaaaaarata, la gran epopeya de India,

aaaaaaaaaencontramos un poema dedi-

cado a la batalla entre Pandavas y Kura-

vas, en torno al conflicto del gobierno

de la ciudad de los elefantes, la ciudad

de la sabiduría. Este poema lla-

mado Bhagavad Gita, El canto del señor,

ha cobrado especial interés universal-

mente a lo largo del tiempo. Es tanta la

riqueza de su lenguaje y la profundidad

de sus enseñanzas, que obtuvo el estu-

dio autónomo, tratándose de manera

independiente a la gran epopeya de la

que forma parte.

El lenguaje poético-sim-

bólico del poema

El carácter de la obra es simbólico y

poético, de modo que requiere por

parte de los lectores, el desarrollo de la

habilidad de leer entre líneas y desci-

frar los mensajes ancestrales que tras-

E

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Antiguo manuscrito del Bhagavad Gita.

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usurparon la ciudad, quitando el poder

de las manos de los verdaderos señores

de la sabiduría, los Pandavas. Es funda-

mental conocer que tanto Kuravas

como Pandavas son conocidos entre sí

y pertenecen a la misma familia.

En esta épica historia ambos bandos

se encuentran formados y preparados

para combatir: por un lado, están los

Kuravas, con un ejército numeroso

frente a los Pandavas que no son más

que cinco hermanos. Entre ellos se des-

taca la figura de Arjuna, conocido por

ser el mejor arquero, quien está decla-

rado para dar la señal del comienzo de

la batalla, haciendo sonar el caracol.

los elefantes. El elefante en India es

símbolo de la sabiduría porque tiene

grandes orejas y, aunque esto parezca

infantil a los hombres modernos occi-

dentales, para la cultura de India el po-

der del oído es sinónimo de la sabidu-

ría. Es decir que aquella persona que

puede escuchar está más cerca de la sa-

biduría que el ignorante que se asemeja

a un sordo.

¿Cuántas veces no pudimos escuchar

porque no supimos callar y cuántas ve-

ces no pudimos escuchar porque estuvi-

mos desatentos? La atención, como ca-

racterística de una conciencia des-

pierta, va de la mano del silencio, que

calla una parte exterior para despertar

otra más profunda. Atención y silencio

son dos peldaños imprescindibles en el

ascendente camino hacia la sabiduría,

que, según las culturas orientales, es

poder escuchar.

En el poema, el gobierno de Hastina-

pura, la ciudad de los elefantes, está en

manos de los Kuravas quienes no son

merecedores del mismo, puesto que

usurparon la ciudad, quitando el poder

de las manos de los verdaderos señores

de la sabiduría, los Pandavas. Es funda-

mental conocer que tanto Kuravas

como Pandavas son conocidos entre sí

y pertenecen a la misma familia.

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Arjuna guiado por Krishna hacen so-

nar la caracola para dar comienzo a

la batalla.

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para la humanidad y ayuda condu-

ciendo a la gente hacia la sabiduría. Así

como simbólicamente, representa su

rol de conductor de Arjuna. Teniendo

en cuenta que el oficio de auriga es un

oficio culturalmente inferior que aquel

de guerrero, inferimos el rol del maes-

tro, como servidor de la humanidad que

presta sus atenciones conduciendo al

pueblo. Su papel en la obra, como vere-

mos a continuación, será fundamental

al respecto de la trama y la acción de Ar-

juna.

Arjuna no se encuentra en este lugar

casualmente ya que toda su vida estuvo

preparándose para este momento y es

el mejor guerrero, el más hábil de todos.

Conciente de su poder y fuerza ha pe-

dido anteriormente que Krishna sea el

conductor de su carro, su auriga, recha-

zando cualquier otra ayuda; puesto que

considera que tenerlo a Krishna a su

lado es suficiente para alcanzar la victo-

ria.

Krishna es una figura mística, muy

importante en la cultura de India. Reco-

nocido como un gran maestro que vigila

para la humanidad y ayuda condu-

ciendo a la gente hacia la sabiduría. Así

como simbólicamente, representa su

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Krishna conduce el carro de Arjuna

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desfallecen y se cierran; y mi boca se

seca y queda amarga, temblores reco-

rren mi cuerpo y mi cabello se eriza con

horror… Así habló Arjuna en el campo de

batalla; y dejando a un lado su arco y sus

flechas, con su alma inundada por la de-

sesperación y la pena, se desplomó aba-

tido…”

El rol de Krishna y su in-

tervención

Krishna aparece tomando un rol ac-

tivo y protagónico, en contraste a la pa-

sividad del mejor guerrero. El humilde

servidor se convierte ahora en protago-

nista y puede lograrlo porque no es so-

lamente un conductor de carros, sino un

maestro, un conductor de almas. Cuando

la duda como vacilación aparece, la gue-

rra exterior no puede ser combatida por

Arjuna, sin la luz de la sabiduría. Krishna

lo conduce fuera del campo de la batalla,

hacia una alejada colina. Una vez que lo-

graron subir y mirando desde lejos hacia

los ejércitos formados, Krishna recuerda

a Arjuna las enseñanzas tradicionales de

la sabiduría de India y lo alienta para re-

gresar a la batalla.

La duda vence a Arjuna

Mientras todos esperan la señal de

Arjuna para que el combate comience,

este arquero hábil y poderoso mira ha-

cia las filas de los adversarios y reco-

noce entre ellos rostros de familiares y

viejos amigos. Las tinieblas de la duda

lo circundan e impotente y confundido

abandona su arco y cae al suelo:

“¡Oh, Krishna! viendo a mis familiares

preparados para la batalla, mis párpa-

dos desfallecen y se cierran; y mi boca se

seca y queda amarga, temblores reco-

rren mi cuerpo y mi cabello se eriza con

horror… Así habló Arjuna en el campo

de batalla; y dejando a un lado su arco y

sus flechas, con su alma inundada por la

desesperación y la pena, se desplomó

abatido…”

s

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Arjuna abatido en el campo de batalla

se dirije a Krishna

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tivo y protagónico, en contraste a la pasi-

vidad del mejor guerrero. El humilde ser-

vidor se convierte ahora en protagonista

y puede lograrlo porque no es solamente

un conductor de carros, sino un maestro,

un conductor de almas. Cuando la duda

como vacilación aparece, la guerra exte-

rior no puede ser combatida por Arjuna,

sin la luz de la sabiduría. Krishna lo con-

duce fuera del campo de la batalla, hacia

una alejada colina. Una vez que lograron

subir y mirando desde lejos hacia los

ejércitos formados, Krishna recuerda a

Arjuna las enseñanzas tradicionales de la

sabiduría de India y lo alienta para regre-

sar a la batalla.

¿Qué causó la duda y

cómo Arjuna logró

¿Qué causó la duda y

cómo Arjuna logró

superarla?

Sin intención de cortar abruptamente

la narración de la historia, haremos hin-

capié en la vacilación de Arjuna: su causa

y su efecto.

Aquello que puso en duda la empresa

que Arjuna había asumido desde su in-

fancia: devolver la sabiduría a las manos

merecedoras, fue el hecho de ver los ros-

tros de los viejos conocidos. El apego a

sus emociones opacó la claridad de su

meta y nubló su discernimiento. Por consi-

guiente, Arjuna olvidó lo que siempre

supo: que la sabiduría está usurpada y

que, sean quienes sean los usurpadores,

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Krishna ayuda a Arjuna a recordar

su deber de guerrero y este último se

lanza nuevamente a la batalla.

Page 41: RevistAcrópolis · Apolo como a Dioniso. Claridad y confusión, orden y caos, armonía y desenfreno se reconcilian dos días al año para dar paso al camino hacia la victoria de

pueda descifrar. No es nuestro objetivo

imponer ninguna ya que el des-cubri-

miento es individual. No obstante, seña-

lamos que aún el mejor guerrero dudó

en el momento crítico, sin embargo,

supo pedir ayuda y en segundo lugar

supo escuchar. Muchas son las veces

que nos encontramos rodeados por la

duda y la impotencia que esta produce.

Tan solo sería suficiente tener claro

dónde se encuentra aquella colina que

lejos está de los gritos de la batalla y en

su altura, en silencio, recordar el deber

propio para regresar con certezas cla-

ras, fruto del saber silenciar y del saber

escuchar. ~

María Kokolaki

guiente, Arjuna olvidó lo que siempre

supo: que la sabiduría está usurpada y

que, sean quienes sean los usurpadores,

no merecen poseerla. La lucha por una

causa justa se puso en duda por el sen-

timentalismo pasajero; del mismo

modo que nosotros olvidamos lo que

debemos hacer cuando caemos vícti-

mas de nuestra subjetividad. Todo lo

que uno sabe y posee se puede perder

cuando la duda, la impotencia y las

emociones negativas se apoderan de

nosotros mismos. El más poderoso gue-

rrero, vencido por la vacilación, se con-

vierte en un cobarde.

Krishna, en el rol de la conciencia,

iluminó la mente nublada del compa-

ñero que lo eligió como guía. Con su cla-

ridad lo condujo hacia este espacio sim-

bólico, alto y lejos del campo de la bata-

lla y en su voz resonó nuevamente lo

que Arjuna siempre supo y momentá-

neamente olvidó: el deber de proteger la

sabiduría. Como Sócrates hará unos si-

glos después y muchos kilómetros ha-

cia occidente: Krishna ayudó, a través

del recuerdo, a que Arjuna diera luz a lo

que siempre supo que era su deber.

El poema guarda muchas lecciones,

tantas como la conciencia del lector

pueda descifrar. No es nuestro objetivo

imponer ninguna ya que el des-cubri-

Krishna se muestra como es ante

Arjuna, transmitiéndole las enseñan-

zas esenciales del Bhagavad Gita.

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“La alegría se encuentra en todas las

cosas, pero a cada cual le corresponde

extraerla”

Marco Aurelio