Revista Río Negro

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REVISTA VIRTUAL RIO/N_EGRO RIONE/GRO_ RIONEGRO/ N° 01 COLECTIVO RIO NEGRO http://www.colectivorionegro.blogspot.com/

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Revista del colectivo artístico cultural Río Negro, Número 1, Año 1

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REVISTA VIRTUAL RIO/N_EGRO RIONE/GRO_ RIONEGRO/

N° 01

COLECTIVO RIO NEGRO http://www.colectivorionegro.blogspot.com/

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ARTE DE LA

PORTADA:

APOCALIPSIS

DE FELIPE

OSORIO PARRA

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Bienvenidos al primer número de la Revista Literaria Virtual RíoNegro, acá

hemos reunido el trabajo de muchos de los seguidores del colectivo, como

también de miembros del mismo. Nos ha llegado un gran volumen de

material, por lo cual estamos muy contentos de lograr haber obtenido su

atención e interés. En esta primera edición virtual, podemos encontrar

diversas creaciones tanto en Poesía, Narrativa, hasta en Ilustración. No nos

hemos medido, ni tampoco lo haremos en la extensión de la publicación,

creemos que mientras más material se nos haga llegar, mayor será la

motivación para nosotros de seguir mejorando los medios de difusión para

los creadores que acepten compartir sus trabajos con nosotros y con todos

los lectores. Sin más introducción, los dejo con la Revista, esperamos que la

disfruten.

Recuerden que pueden seguir las actividades del colectivo en nuestro blog

http://colectivorionegro.blogspot.com, y colaborar para el siguiente número

enviando sus creaciones al correo electrónico

[email protected]

Gracias por todo, Colectivo RíoNegro

...@

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QUIENES SOMOS/NUESTRA IDEA

Somos un grupo variado de personas pertenecientes a todo el territorio chileno

y a más allá de la frontera, con diversas actividades cada uno, pero unidos por

la necesidad de dar cabida con la fuerza de una comunidad, a nuestros impulsos

creativos. Es de esa fuerza que nace nuestra asociación, tanto en la búsqueda

de plasmar nuestras ideas, realidades y experiencias, como en la de dar tribuna

y voz a todo aquel que quiera exponer sus creaciones, sean poesías, cuentos,

dibujos, fotografías, etc.

Hoy, gracias a la tecnología, tenemos el medio para la difusión que no sería

entregado por muchas de las grandes editoriales por limitantes económicas, en

las cuales el acceso permanece abierto en su mayoría sólo para algunos grupos.

Podemos así compartir nuestras ideas y armar redes para impulsar nuestros

proyectos tal y como los concebimos, sin los requerimientos de silencio que

podrían llegar a ser exigidos en el camino de tomar fuerza y sacar voz para ser

escuchado. Creemos en la Internet punk, es decir aquella que te permite decir

lo que sea, a la hora que sea, y en la cual tú eres el que se encarga de afrontar

lo que has dicho, sin ninguna figura paternalista o castigadora que haga borrosa

la visión de tu libertad. No somos un proyecto bicentenario institucionalmente,

pero sabemos que lo queramos o no, somos parte de la sangre creadora de

nuestros pueblos.

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INDICE

00- QUIENES SOMOS……………………………………………………………………..05

01- POEMARIO………………………………………………………………………………08

01-1 /El caos de cero………………………………………………………………09

01-2 /Heil……………………………………………………………………..………..10

01-3 /A la hora de la suerte………………………………………….…………11

01-4 /Vagabundo……………………………………………………….…………..13

01-5 / (I) La enfermedad…………………………………………….…………..16

01-6 / (II) El despertar del corazón………………………………………….17

01-7 / (III) Zagala……………………………………………………………….……18

01-8 /Fantasías animadas de ayer y hoy………………………….……..19

01-9 /Amaneció tarde aquella noche de pasión……………………..20

01-10 /Anti oda para socialistas socialité…………………………….21

02- NARRATIVA…………………………………………………………………………....24

02-1 /El engaño……………………………………………………………….……..25

02-2/El viaje…………………………………………………………………………...27

03-3/Carne molida………………………………………………………………....30

03-4/ La sombra que se oculta…………………………………………………34

03-5/ Acacias……………………………………………………………………………51

03-6/ Vinculo falso…………………………………………………………………..54

03- ARTE VISUAL……………………………………………………………………66

04- AGRADECIMIENTOS………………………………………………………..68

05- LINKS………………………………………………………………………………69

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001- POEMAR_IO POEMARI O/ POEM_ARIO /POEMARIO

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El caos del cero

Solo de soledad soledad de no me importa

giro y giro atornillado a la sonrisa homicida de mis pasos cada vuelta es la exhibición de un coma temporal propio en el que intento olvidarme de mí y de los míos mientras la voz de fondo dice no sirve cerrar los ojos no sirve que se revuelva el estómago hay labios en los besos de las huellas que no te van a dejar olvidar

Y se acerca el ir como huracán rabioso oculto bajo la almohada no hay sueño que pueda negarlo con él se irán los juramentos atragantados juramentos Entonces, pienso yo nunca tú nunca siempre muertos no hubo mucho que pudiéramos decir Entonces, pienso deformes las miradas que urdidas en la piel no quieren cicatrizar.

Por Sebastián Aguirre

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HEIL

Refinado érase aquel bigote En un guiño de labios Circuncidaba libertad por azote Madriguera de sabios Al superhombre señaló aquel edén

Flujo viscoso del Rhin El Hades peregrinaba en su desdén Locura de un Caín Marchitos aquellos campos concentrados Ópera de fusibles ¡Wagner! Encubridor de espacios. Ghettos La muchedumbre, someros vertebrados ¡Vida! Humo sensible. Todo es ébano. Hasta nunca ethos.

Por Paolo Orozco

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La hora de la suerte

Pasajero de la vida rendido en los momentos caído ante los tropiezos amanecido entre desgracias despierto ante justicias. Es tu vida la que se detiene entre tanta palabra sucia entre tanto secreto caído. En la hora de tu muerte líbranos de verte morir. En la hora de tu gracia líbranos de perder tus ojos, líbranos de no oír tus gritos líbranos de enfriar tu calor líbranos de la mala suerte.

A la hora de las penas que estas se ahoguen entre lágrimas que nadie deje días tristes vagando en los calendarios. En un día de las tuyos préstame tu mediodía para alargar mi mañana y dame tu medianoche para alargar mi tarde. En la hora de la suerte espérame de pie y sin mascaras para ver la luz de tu mirada la esperanza que se hospeda en tu sonrisa, la fe que grita en tu risa. En el transcurso de la hora enséñame a enseñar las glorias que quiero ser un guía con suerte compañero de la dicha.

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A la hora de la suerte, dile a la desdicha que se aleje que les puertas se cerraron para su imperio de tristeza para su semilla ciega de futuro, para su amor resentido de amor y su voz oscura de armonía...

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Vagabundo

Cierra la puerta y cierra las ideas. Apaga los oídos

momento a momento la encrucijada se separa del momento, momento a momento se extinguen los pies sin destino. Le siguen las piezas de una vida azotan las voces con quejidos destruyen vidas con la palma atesoran labios con verdades. Tú, entre tantos sin fortuna elegiste horas sin minutos y meses sin semanas. Hasta que todo pase quédate entre las sombras que iluminan. Ay, quédate entre las sombras que iluminan.

Dame tu mano amiga que yo no tengo manos. No tengo manos que sirvan, tengo manos vacías. Ay, ayúdame, que mis manos están vacías de vida, toma la inocencia que hay en ellas y arrójasela a las palomas. Invoca el nombre del olvido escribe las letras que no se escriben que soy un analfabeto analfabeto vitalicio en esta vida. Oh, que haremos cuando el analfabeto se vuelva soberano. Oh, que haremos cuando el delirio se haga patente.

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Deambula en el camino de regreso, entre sueños y pesadillas entre secretos y traiciones entre verdades y mentiras. Deambula en los ojos del ciego en los días del muerto, en los recuerdos del viejo, en la vejez del niño. Rojos caminos envueltos en prisiones transparentan voces que vacilan encandilan ojos que no miran. Y tú entre tanto necio te das la media vuelta y, oh, los miras y caes en su juego. Iluso fuiste entre tanta conciencia herida. Iluso fuiste taciturno quedaste, tu voz apagaste ¡Que iluso fuiste!.

Atraviesa mi vida que yo tomo el desvío y tomo la impaciencia del asiento del destino y tomo la impaciencia del brujo sin motivo. Hoy quiero caminar solo y solo quiero caminar para tomar conciencia del erróneo momento del esquivo segundo en el que la muerte tranquila jala los pies cansados, en el que con o sin mentira llega la verdad absoluta, que es aquella esquiva esquiva y más esquiva.

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Sube tus pies a tus hombros que ya se cansaron. Camina no preguntes cómo. Camina no preguntes por qué encierra las dudas en un mar de prisiones, camina sin retorno no dudes los pasos camina sin retorno; no dudes vagabundo que aún te sigo los pasos.

Por Carlos Flores

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I. La Enfermedad

Las placas madres haciendo el amor

Para resolver el problema

Sacudiendo todo sobre el lomo

Las ciudades se transforman en casas de

muñecas.

Vida colectiva sumergida en un mar de telas de

araña

Quizás sea yo el que salte de la cortina, humilde

servidor.

No sé qué es lo que pasa, pero tu asquerosa luz lo

oscurece todo

Los disfraces felpudos que nos obligaste a

uniformar

Ahora se degeneran y chorrean vísceras de trapo

Los falsos ojos caen….

Suena madera hueca contra madera hueca, en un

mundo hueco.

El sistema cancerígeno contamina tu cuerpo de

loba

En lagos bencina me desconozco

De nuevo lloro, mientras veo por un solo ojo

Tobillera que la ahoga, rosario anclado en un mar

de agua santa.

En nuestro bastión caen los ángeles del cielo

Y sus caras se revientan contra la tangible del

cemento

Algunos, sabíamos que ese Dios abandonaría su

reino

El vicio de querer construir sobre hueco y mojado.

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II. El Despertar del Corazón

Es un tejido al cuales le escribes todo

Es un tejido personal

Es un libro de un órgano

Pero es un tejido tuyo, de tu autoridad.

En estantes vertiginosos

Que no dejan de de crujir al ondular

A veces las páginas se cortan y gargajean

Pero siempre vuelven a reinventar.

Cuando mis latidos comienzan a latir

Desde el interior de mis costillas

Las luciérnagas suben prismáticas

En libélulas dormidas

Se alojan en mi medula

Caja eco a veces vacía

Comienza el ritual de la polilla

Amorosas brillan

Y solo cuando alcanzan una luz mas allá de la luz

Se transforman en decasílabas.

Estas son las aves que de tanto en tanto el viento

congelan

Para quedarse quietas…

Para transformarse en lienzos; paisajes de

trementina, tinta y tempera.

Libro que no olvida nada

Tejido que brilla y no deja de brillar

Cortafrío que escribe a pulso

Hojas que no dejan de procrear.

Tejido de un solo cuerpo

Dentro de otra librera transdimensional.

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III. Zagala Para Fresia

Se le hicieron rizos de tanto derramarse el pelo

Hijos de puta, la vuelven a cargar con sofocantes

ornamentos…

Mis ojos desabridos buscan tus ojos sin sueño

No sé qué pasa, pero esta luz lo tapa todo, lo

eclipsa todo.

Hijos de puta, la vuelven a cargar con sofocantes

ornamentos

Por ocultar a la delirante dormida de la insomne

razón enferma…

No sé qué pasa, pero esta luz lo tapa todo, lo

eclipsa todo

Por suerte a ti Fresia, aun te puede salvar un león

recuerdo.

Por ocultar a la delirante dormida de la insomne

razón enferma

Con gusto cambiaria de mi espina dorsal todo el

álcali de mis vértebras

Por suerte, a ti Fresia aun te puede salvar un león

recuerdo

¡Si es que escalas el viento y la mar en la caja eco

de tu cabeza!

Con gusto cambiaria de mi espina dorsal todo el

álcali de mis vértebras

Por volver a ser la misma ameba…

¡Si es que escalas el viento y la mar en la caja eco

de tu cabeza!

La volverás a ver a ella ¡cayendo en espiraliris!

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Fantasías animadas de ayer y hoy.

Un espantapájaros come calabazas

Junto a cuervos que comen ojos.

Mares que escupen montañas

Porque la luna se comió al sol y el cielo.

Bostezo mientras duermo

Negativos en señales de humo

Lagrimales secos de estalactita

Espacios repletos de espacios.

Nieblas, alucinantes mermeladas

Recetas caceras del inframundo

Atardeceres rosados para enfermizas ciudades.

Nidos de lluvia buscan

Entes con conjuntivitis crónica

Que tienen asma de no sangrar.

Una palmatoria para oscurecer el día

Una vela que chorrea vidas.

Emoción, quimérica y ensordecedora

Sofocante llanura.

Aires nuevos para un cigarro

Y estoy agradecido

De que me vuelen la cabeza los pájaros.

Por Arturo Pinto

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Amaneció tarde aquella noche de pasión.

El mundo se hace trizas en nuestras manos

Que juegan silenciosas en el clarodía

Desembocando parsimoniosas en el calor de tus

labios

Que gentiles como el aguanieve recorren mis brazos

Hundiéndonos en las profundidades del fuegosacro

Y purificándose en el abismo del cálido tacto.

Tus pechos son manantiales de vida

Que abren mil caminos aniquilando la razón

Tus ojos son los guías del peregrino

Errante y amante en las delicias de la pasión.

Atardece en la infinidad de tus besos

En la candidez de nuestras caricias

En el calor del llameante estío

Que danza al compás tintineante y musical de tus

latidos

Tin tin replican al amor

Como campanas al viento que claman a su son.

Desfallece el crepúsculo

Cae noctámbula la negruzca noche

En sus mieles melosas melodías son

Una y otra vez, se juntan nuestros cuerpos

A tenor de nuestra canción.

Por José Patricio Chamorro

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Anti oda para socialistas socialité

¿Así que no quieres ser ni siútico ni arribista?

¿Haz visto la casa en que vives?

¿Haz notado que tienes un computador de lujo?

¿Te das cuenta que no podrás salir de esto,

Por la mera razón de que este ES el „mundo‟

Que te agrada?

¿Te haz puesto a pensar

Que los únicos que están fuera de esto

Que llamas mierda

Son esos dementes,

Y esos delincuentes que algún día

Entraran a tu casa a robar todo cuanto

En ella encuentren valioso

Y que después se violarán a tu madre?

¿Haz notado que los únicos

Que están afuera

Son esos mismos

A los que tú quieres despertar?

¿Sabes por qué no te queda bien

El papel de niñit@ revolucionari@?

Simplemente por que eres más papista que el Papa.

Porque te gusta tener dinero

Para ir al cine

O para comprar figuritas del último juego 3D de

moda.

Porque crees en el amor,

Porque crees que dios no existe

Y después cuando estés por morir le rogaras

En silencio

Para que te sane.

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Si fueras lo que dices no te interesaría

Si existe dios,

No te interesaría quien es el presidente de tu país

Ni tendrías país

No te interesaría que los pobres sean desaseados

Ni te importaría mearte y cagarte en los pantalones

una noche de juerga

Si no fueras eso que te reconforta

Y de lo que reniegas ilusamente

La gente te llamaría:

Animal, irresponsable, parásito

Inútil, bestia, etcétera, etcétera;

Y sabes,

Probablemente

Que te llamen así tampoco te importaría

Y ahora no estarías yendo al psicólogo

Ni tomando esas pastillas para poder dormir.

Por Gerson

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002- NARRATI_VA NARRATI V A/ NARRA_TIVA /NARRATIVA

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El Engaño

Llamen a CONAF: ese bosque en llamas sobre su cabeza me incendia los sueños húmedos; me los evapora cual tetera al agua y los hace desaparecer en el cielo de sus labios. Y aquellos ojos de café expreso caliente revolviendo mi estómago… arden, duelen, abren llagas invisibles. Ella lo sabe y no me da respiro. Me asfixia y no lo disimula. Maldita bruja. Mía, mía y de nadie más.

¿Me engañará? Cada mirada furtiva, cada contacto sobre la piel de otro, cada dulce sonido dirigido a un extraño y ya pienso lo peor. Un meneo de caderas demasiado bamboleante y entonces la realidad me da en la cara y me desangra... sí, ella debe estarme engañando.

Quisiera apresarla entre mis puños, al igual como ella teje redes invisibles a mi alrededor. Pero se me desliza como quimera de entre los dedos y me contempla lastimada desde el suelo. Tan frágil, tan animal, tan bruta: me pone loco. De cada uno de sus suspiros, sólo yo debería ser la razón. Y también de cada sonrisa... ¡Pero hace tanto que no me sonríe! ¿Será que guarda esos dientecitos de muñeca para otro?

Que horrible novela de la que soy protagonista. No lo merezco. Y entonces grito y bramo y no me calmo hasta verla atrapada entre mis brazos. Ella llora desconsolada y tiembla, como edificio de malos cimientos. Sí... ella es una mala semilla. Ella me tiene así... yo no soy una mala persona, todo es su culpa ¿para qué me provoca? Quizás yo sea un celópata, pero ella es una grandísima puta.

Tantas sospechas, tantas noches mal dormidas por su sola existencia martillando dentro de mi cabeza... y sin embargo comprendo, sé, estoy seguro y pongo las manos al fuego por afirmar… que ella es mi vida. A extremos enfermizos, pero de verdad la amo. Lamentablemente, en cuanto lo entiendo, la puerta está con tranca y ella allá adentro, tan callada... casi inexistente ¿Por qué siempre que se siente

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triste se baña? ¿Esperaba evaporarse de entre mis dedos como el agua caliente? Golpeo, golpeo, nadie responde; derribo la puerta desesperado y por primera vez en mi vida deseo tan fuertemente que me mienta, que esto sea una trampa suya.

Dicen que en la vida cuando se cierra una puerta, se abre una ventana. Pero en este baño de escasos metros cuadrados y calefón en eterno mal estado... no hay ventanas por ningún lado. Sólo queda su cuerpo desvanecido, un intento de sonrisa vencida, atascada en su boca y el dióxido de carbono desparramado, cual asesino arrepentido del crimen ejecutado. Primera vez en mi vida... y lo necesito tanto...

Quiero que sea un engaño.

Por Serenade

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El viaje

Ella prefería la vida natural, añoraba los verdes prados y su encanto mágico, el susurrar del viento, que como céfiro la envolvía en sus suaves brazos. Sin embargo, por largos años, quizás los más tristes y

amargos de su vida, había sido privada de toda maravilla y prodigio divino. Cecilia moraba en los suburbios de una ciudad céntrica, que poco o nada tenía de llamativo, más bien sus enigmáticos muros de antaño y vastas calles, se le tornaban monótonos y aborrecedores, estaba hastiada de todo cuanto sus radiantes ojos observaban, incluso éstos habían adquirido una tonalidad opaca, que como los camaleones, se acompasaban al ambiente. Así no sólo sus prístinas opalinas estaban perdiendo su matiz tornasolado, sino que todo su cuerpo sufría metamorfosis continuas. Al principio eran sólo sus ojos, pero al cabo de unos meses su rostro sonrosado y perfumado como el azahar, se tornaba de un color acre y agrio, palideciendo ante la falta de los rayos de sol que tanto anhelaba. Sus padres recurrieron ante cuanto artilugio encontraban, no obstante, ninguno surtió efecto, la llevaron con los médicos más destacados de la ciudad, incluso éstos con su sapiencia, no encontraban razón lógica y causa aparente para tales síntomas; más aún, con el tiempo, ella comenzaba a empeorar. Primero sus brazos, luego sus piernas y finalmente su cuerpo empezaba a decaer, languideciendo en son del clima, puesto que en aquella ciudad, no se conocía otra estación, más que aquella desoladora y atormentante denominada invierno. Los días transcurrían y no había indicios de mejora, por el contrario, ésta empeoraba aún más, como si con tal estado de abatimiento no bastara, su último rescoldo de vida se desvanecía con cada minuto que

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pasaba, hasta que su cabellera negra como el azabache, cedió ante los suplicios de la enfermedad, decayendo lentamente, hasta perder toda luminosidad y conformar una sincronía con la blancura profunda y penetrante de la nieve invernal. Sus padres se lamentaban por tanto infortunio, no lograban entender por qué su hija estaba padeciendo tales males, se lo atribuyeron a un mal de ojo, que una anciana del pueblo más cercano les había anunciado, ésta la sometió a un sahumerio, pero tampoco tuvo el efecto esperado, sólo consiguió entristecer aún más a su madre, quien sin encontrar de dónde sacar más fuerzas para ayudar a su hija, quiso cumplir con su último deseo, ya que Cecilia había llegado hasta la agonía, en ella nada parecía pertenecer a este mundo, sino a uno más lejano. Así fue como decidió emprender un viaje junto a ella, éste sólo aspiraba a cumplir con los deseos más íntimos de su estertórea hija, quien deseaba entrañablemente contemplar la naturaleza en todo su esplendor, recorrer a campo traviesa senderos rodeados por magnífica floresta. Tal cual en sus sueños, así se dejó guiar por su madre, ella la condujo por caminos inusitados, donde aves de áureos plumajes sobrevolaban a su alrededor, anduvo parsimoniosamente por sendas atiborradas de abetos, laureles, gardenias, rosas, magnolias y todo cuanto pudiese imaginar, escuchó el tintineante sonido proveniente del arroyo y quedó embelesada con el manantial de vida que de éste manaba. Se sucedieron efímeras horas y cuando su madre se supeditaba a la resignación, dándolo todo por perdido, Cecilia sonrió. Fue una sonrisa fugaz, pero bastó para que su semblante adquiriera levemente el sonrosado habitual, al percatarse de ello, su madre a medida que la observaba, recuperaba las esperanzas; su esfuerzo no estaba siendo en vano. Así transcurrieron los días, parecía que Cecilia captaba el néctar de vida que prodigaban los árboles, ya que los cambios comenzaron a manifestarse en todo su cuerpo, su cabellera recuperó levemente el brillo, sus brazos y piernas, correspondieron a la brisa del valle, con sutiles movimientos, hasta que al cabo de una semana, Cecilia estaba revitalizada.

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Mas su caso no aconteció en vano, nadie se explicaba tan sorprendente recuperación, primero se enteraron los amigos más cercanos de la familia, luego los médicos y finalmente ya estaba en boca de todos, así fue que conocí a Cecilia y cuando la ví por vez primera, supe que había padecido de melancolía.

Por José Patricio Chamorro Mail: [email protected]

www.una-mirada-diferente.blogspot.com

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CARNE MOLIDA

La puerta sonó tan fuerte que despertó sobresaltada, asustada, confundida. Su marido, su chanchito, no había llegado a casa y ella, como buena y abnegada esposa, se había quedado dormida sobre las tapas esperándole, encantadora, celestial, demasiado hermosa para su chanchi. La cosa es que chanchi golpeó la puerta muy fuerte, así que se levantó, confusa, miró por el cerrojo y ahí estaba él. Aún no salía completamente el sol, debían ser las seis de la mañana o algo así. Abrió la puerta. - hola- dijo ella. - puta de mierda- respondió chanchi entre dientes. - ¿qué? Y él que empuja a su “perrita” sobre la cama, cierra la puerta y se tira sobre ella con sus noventa y cinco kilos a cuestas, rojo de cólera, sudando, apestando a ron barato y tabaco. Le toma las manos, la inmoviliza. -ya sé quién es, ya sé quién es ¿así que clases de pilates? ¡A la mierda el pilates!- gruñía chanchi. -oye, el pilates hace muy bien, sirve para… -¡qué me importa para qué sirve el pilates! ¡Ya sé quién es! ¡Ya sé quién es! -¡pero qué es lo que sabes!- gritó la perri. -¿te haces la tonta? ¡Ya sé que te acuestas con otro! Perri quedó un instante en silencio, absorta, mirando directamente los ojos en llamas de su chanchito. Luego dijo lo único que se le ocurrió… - eso es mentira.

- ja, y más encima eres descarada, sé que te acuestas con otro y sé quién es.

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- ¡mentira!- y forcejeaba, trataba de sacarse a su chanchi de encima, pero él era más fuerte – suéltame, suéltame- pero no, no, no podía, trataba de golpearlo, pero no, algo cayó, algo se rompió – ¡vas a despertar a los vecinos!- pero chanchito no estaba dispuesto a oír razones, chanchito quería SANGRE… .................................................................................................................................... Cuando las cosas se calmaron, chanchito y perrita abrieron unas latas de cerveza y se sentaron en la cama, él aún colérico, ella llorando suavemente. El sol ya casi inundaba la habitación… - y según tú- dijo ella, mientras se le caían los mocos- ¿quién es mi “amante”? - el pelado de la carnicería. - ¡qué! - El pelado de la carnicería, no te hagas la hueona. - ¡Y de dónde sacaste que es el pelado de la carnicería! - Él me lo dijo Silencio. Chanchito prendió un cigarro, tragó el humo, lo aguantó unos segundos en los pulmones y lo botó mientras agregaba… - tomamos unas cervezas en el club, todos juntos, así como los jaivas, y el negro Quinteros empezó a hablar cosas, a contarnos cómo conoció a su mujer ¿sabías que la conoció en un accidente? Bueno, la cosa es que entre tanta cháchara y tanta cerveza y todo eso se le salió un mal chiste, de ti y del pelao… - ¿qué chiste? - No importa, la cosa es que el pelao salió a mear y yo lo seguí… - ¡Oh! - …y lo tomé por la espalda y le dije “a ver pelao de mierda, así que me estai cagando con mi perrita, dímelo en la cara”, y el pelao lo negaba, pero se notaba que estaba mintiendo porque… - ¡para! ¡para!- y lloraba y se le caían los mocos a la perrita.

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- …estaba pálido, casi lloraba, él sabe como me pongo cuando me enojo, sabe que yo soy arrebatado, así que lo agarré del cuello y le dije que me dijera la verdad, que sería peor si me enteraba después y… - ¡para por favor! ¡Los vecinos escucharán todo! - …entonces lo confesó, me dijo que se acuesta contigo, que en la hora de almuerzo de la carnicería se saca el delantal y se viene a MI casa, hediondo a carne molida y a chorizo y se mete a MI cama con MI mujer, si por eso sentía olor a prieta y a longaniza en esta pieza… - ¡chanchi! ¡me ofendes! - …así que me emputecí y lo agarré de los brazos y lo metí al portamaletas del auto… - ¿QUÉEE? - …y lo empeloté y ahí lo tengo, en pelota en el maletero… - ¡no te creo! - Baja a ver si quieres. y bajó corriendo las escaleras (¿mencioné que el departamento estaba en un tercer piso?) y llegó al auto y lloraba y trataba de abrir pero no tenía las llaves, entonces ahí venía su chanchi bajando las escaleras, con su polera musculosa y su pinta de Tony Montana sobrealimentado, algo ebrio, haciendo sonar las llaves, y el sol comenzaba a pegar fuerte y las cortinas de los vecinos se movían y ojos espías asomaban y entonces llegó al maletero, giró la llave y ante los ojos de perri y chanchi aparece un hombre calvo, de unos cuarenta y cinco años, entrado en carnes, desnudo, con un llamativo lunar de pelo en una nalga, atado de manos y pies y con una manzana en la boca. Sí, con una manzana metida en el hocico, mirando asustado, tiritando de miedo, de horror… -no puedo creerlo- dijo ella, pálida, quieta, CASI como muerta. Chanchi no dijo nada, volvió a cerrar el maletero, tomó a perri del brazo y ante su nula resistencia la subió al auto, en el asiento del copiloto, luego subió él, echó a andar el motor y salieron disparados avenida abajo hasta meterse en la carretera sur. El día comenzaba a tornarse caluroso, muy caluroso. Prendió la

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radio del vehículo. Sonaban Los ángeles negros. Le subió el volumen y comenzó a tararear el amor adiós, no se puede continuar, mientras los dados se balanceaban colgados en el espejo y la pista se volvía cada vez más desierta. -¿no me vas a preguntar dónde vamos?- dijo él, luego de un rato. Pero ella no contestó, seguía mirando la carretera, perdida, pálida, muy quieta. Serían las once a eme cuando chanchi salió del camino y se metió por una angosta y dispareja calle de tierra. Condujo en línea recta hasta que llegaron a un sitio desconocido, solitario, seco. El sol pegaba muy fuerte, molestaba en los ojos. Entonces chanchi detuvo el auto y miró a su perrita. Seguía en trance. No reaccionó siquiera cuando chanchi abrió la cajuela y sacó una pistola. Se la metió en el pantalón y bajó del vehículo. Tomó un cigarro, lo encendió y comenzó a fumarlo mientras miraba el horizonte. Luego tomó las llaves y abrió el maletero. Ahí estaba él, el maldito hijo de puta que se acostaba con su mujer, desnudo, aterrorizado… y con una manzana en la boca. Dio una última fumada al Derby, lo tiró y lo apagó con el pie. Se metió la mano en el pantalón para tomar la pistola. La tomó y la miró, la miró mientras recordaba los días pasados, los buenos viejos tiempos, luego pensó en el pelao encima de su perrita y todo se fue a la mierda. Así, mientras sus dedos acariciaban el gatillo, sintió un deseo incontrolable de reír. Y rió. A carcajadas. Rió como un loco. Y bueno, no volvió a reír en mucho tiempo.

Por Emilio Vilches Pino

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La sombra que se oculta El sol sobre la bahía lo llenaba todo y se reflejaba plateado entre cientos de pequeños espejos que parpadeaban en la tranquila superficie del mar. Por encima de este, las nubes flotaban plácidamente mientras formaban altas montañas blancas, las cuales se llevaban a Víctor lejos de donde se encontraba. Tras sus ojos abiertos al cálido día, un largo y empedrado sendero surgía de la nada. Luego este se ladeó y ensanchó un poco. Entonces dos hileras de arbustos aparecieron a cada lado del ahora colorido camino, proyectándose luego sobre este, las sombras de frondosos árboles de grises y aserradas hojas verde claro, que se mecían a causa de la ligera brisa que cada vez más fresca, soplaba tanto dentro como fuera de su admirador. De pronto, la imagen comenzó a desvanecerse y el sendero sobre el cual se dibujaba débilmente la tenue imagen de una delgada joven, vestida de blanco y dorado, se transformó en una fría, húmeda y obscura calle desolada.

Los edificios lúgubres y a medio derruir a su alrededor le resultaban tristemente familiares, al igual que el lejano y osco llamado que le demandaba el volver a sus obligaciones. Detestaba el recordarlos, por lo que rápidamente los borró, evocando nuevamente la escena anterior. Esta vez el cuadro se mostraba algo nebuloso, aunque con nuevos elementos. De entre los árboles, de entre sus ramas y sus hojas, se filtraban los dorados rayos del sol y estos proporcionaban nuevos matices a la escena. Al fondo de todo se divisaba una deteriorada muralla cubierta de trepadoras y delante de esta, dos esculturas blancas y haladas. La joven delgada y delicada, aún sin un rostro bien definido, sostenía con ambas manos una pequeña sombrilla del mismo color que sus vestidos; y a cada lado de ella, decenas de flores se habrían y de aquel

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manto irisado, hecho de neblinosas estrellas escarlata, azules y amarillas, de la sutil sonrisa que poco a poco comenzaba a dibujarse en el rostro de la muchacha; un leve aire melancólico, prácticamente imperceptible, pero innegable a la vez, silenciosamente, casi dulcemente se elevaba con lentitud. Mientras terminaba Víctor de distribuir los colores, a la vez que parecía contemplar la impresionante vista que podía obtenerse de gran parte de la bahía desde la terraza en la cual se encontraba; se percató de que súbitamente, inquietantemente, aquel cálido día comenzaba a apagarse y que todo a su alrededor de pronto palidecía, y así mientras el aire gris que le rodeaba se tornaba frío e inhóspito, recordó donde se encontraba. Sacudió rápidamente los pensamientos de su cabeza y entonces se percató de que Laura, hija de monsieur Dufar lo estudiaba con curiosidad. -Que lastima que este día halla sido tan corto ¿no le parece Víctor? El un supo como contestar a aquello así que solo sonrió a manera de respuesta. -Tal vez no los logró usted oír- Continuó ella con su voz suave- se veía muy concentrado escrutando el paisaje, pero mi padre y su maestro convinieron en dejar el retrato para otra ocasión ya que solo quedarían por ejecutar algunos detalles nada mas. Entonces Víctor observó a los dos hombres hablando en un extremo distante a ellos y dándoles las espaldas. Enseguida el viejo pintor como presintiendo que los observaba, volteó y con un gesto de los dedos le indicó que comenzara con la limpieza de los pinceles. -¿Por qué su maestro debe culminar el retrato en su taller? ¿No sería mejor ejecutarlo mientras me observa?-preguntó Laura fijando sus grandes ojos en los de Víctor. -Una vez me comentó, que Aristóteles decía, que las cosas son más que la suma de sus partes- contestó este con lentitud mientras lo recordaba- y que para capturar lo que en verdad es una persona y que su

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mirada resulte viva y humana, le es necesario estar en la quietud de su hogar, que solo estando en contacto consigo mismo lo puede estar con los demás. -Me acaba usted de revelar un preciado secreto Víctor; pero no se preocupe, de mis labios no saldrá-dijo Laura sonriendo y observándole hacia arriba conforme caminaba en dirección a los dos hombres. Pero entonces se detuvo. -Una vez oí hablar a Oscar Wilde- dijo ella y aguardó a que Víctor expresara asombro, pero al percatarse de que él no lo conocía continuó- Dijo que los mejores poetas escriben sobre la poesía que no se atreven a vivir ¿Cree usted que con un pintor suceda lo mismo? - Nunca lo había pensado- replicó él. Se sentía insignificante a su lado. Permanecieron observándose por un instante. El pálido sol, casi por completo oculto tras las grisáceas nubes parecía desvanecerse cerca del horizonte. Víctor jamás olvidaría aquella extraña sensación de electricidad que subía por su espalda. -¿Por qué me mira?- Se atrevió a inquirir con cierto enojo hacia si mismo. Se arrepintió enseguida. - Me gusta su aspecto- dijo ella con resolución tras pensarlo brevemente- Sabe, resulta imposible darse cuenta si alguien tiene malas intenciones con solo verle; tampoco puede conocerse si aquella persona que se observa es mala y se piensa buena a la vez, lo cual puede ser incluso aún peor que aquellos que no enmascaran sus reales pasiones,.. Ni a los demás, ni a ellos mismos. Lo que si es posible saber, como es en su caso, es si se trata de alguien en esencia bueno. Eso estaba mirando. En breve monsieur Dufar y el pintor entraron al estudio y Laura debió seguirles. Mientras tanto Víctor principiaba con la limpieza de los implementos de trabajo, los ordenaba y guardaba en sus respectivos estuches. Una vez que Víctor ingresó a la habitación y mientras instalaba en un extremo de esta el lienzo cubierto y depositaba los diversos utensilios que se habían empleado sobre una de las mesas en la que se encontraban materiales que no se utilizaron; se juraba febrilmente para sus adentros el ser capaz algún

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día, de poder retratar a Laura, de poder plasmar lo que para él tanto significaba, lo intensamente que la quería. ¿Pero cómo ser capaz de reflejar algo que ante sus ojos resultaba ser tan sublime? Tal vez, no existía otra forma de conseguirlo ya que era más de lo que las palabras podrían llegar alguna vez a interpretar, las que no le parecían algo lo suficientemente real como para realizar su propósito. Delicadamente bella, le parecía una flor que trémula y lívida recordaba tras su primer encuentro, luego del cual se enteraría que pronto agostaría y que nada lo impediría. Pero el la adoraba y sí, algún día su mas alta ambición se consumaría; plasmando la suave esencia de la mujer mas maravillosa del mundo y su dulce sonrisa y su plácida mirada, silenciosamente vivirían por siempre, derramando sobre quien la contemplase al igual como lo hizo una vez sobre él, su mágico y poético encanto, su mismísima alma, por siempre amada. *

- Tiene usted toda la razón James-decía el pintor a monsieur Dufar mientras mecía entre sus dedos una copa del jerez obscuro que albos bebían- Todo lo que nos aleja de la realidad; esta que a veces puede ser tan cruel, tan sórdida y horrible nos agrada. Y he aquí el que las artes nos sean tan amadas. La poesía, la escultura, la música y las mismas pinturas. Su irrealidad nos hace amar aún mas la vida ¿no es extraña esta contrariedad?

- Por cierto que lo es…- decía meditabundo monsieur Dufar mientras conducía a su invitado hacia un enorme espejo enmarcado por un grueso y sinuoso marco de madera lacada y dorada y cuya cara se encontraba cubierta.

- Su nueva adquisición es esplendida James, pero dígame ¿Por qué el espejo está cubierto? ¿se rompió acaso?

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- Felizmente no amigo Leira- contestó Dufar mientras abría el papel que cubría el espejo- se trata simplemente de una vieja superstición de la zona.

Aguardó a que Víctor tomase asiento cerca de ellos y entonces prosiguió. - Dicen que perteneció a un misterioso personaje llamado el marques de Sales; alguien de quien a

pesar de los años transcurridos, aún se siguen especulando las mas extrañas versiones respecto a su vida. La historia real de este hombre, la cual fue relatada por tal vez su único cercano, revela la existencia de un truncado romance entre Sales y la hija de un poderoso conde, quien le prohibió rotundamente a ella el relacionarse con nuestro caballero. Esto causó que la frágil joven cayera en un estado de ánimo tal, que le hizo enfermar gravemente.

- Claro- repuso el pintor- Nadie puede decirles a nuestras células que continúen trabajando forzosamente si nosotros no lo deseamos.

- Absolutamente.- asintió Dufar y continuó- Al enterarse el marques de la situación de la joven en cuestión, creo de algún modo una cura, valiéndose para ello de conocimientos arcanos que según dicen algunos, por inverosímiles que parezcan resultaban ser intrínsecamente veraces. La cura que el marques ideo era una rosa cárdena a la cual llamó la flor del Basilisco y cuyo aroma era tan letal para una persona sana que podía acabar con ella en segundos. Pero que el mismo aroma, percibido por alguien alterado en su estado de salud, de alguna forma era capaz de restablecer inmediatamente. “Entonces y dado que la mortífera rosa podía extinguir la vida de cualquier persona que se encontrase cerca, salvo que fuese extraordinariamente fuerte, y además, a causa de que tendía a consumirse rápidamente; debió su creador contenerla en el espejo de marco obscuro que tiene usted aquí, partiendo al punto donde su moribunda amada. Empero, en el momento

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en que se prestaba a partir, la persona que reveló estos hechos le explicó que sus esfuerzos ya ningún objeto tendrían.” “Luego de esto las últimas anotaciones realizadas por el cronista antes de que sin dejar el menor rastro desapareciese, fueron; que entre la obscuridad, un hombre solitario y desesperanzado se pierde y es a la sazón cuando nuestra peor cara puede exteriorizarse.”

- Que lamentable- expresó el pintor como si hablase para sí mismo. Después, luego de la cena y una escueta conversación referente al retrato, la velada culminó prematuramente, principalmente a causa de la intranquilidad del anfitrión para con el quebrantado estado de salud de su joven hija.

*

- Nunca he podido creer que algo como el destino exista- Le decía el viejo pintor a Víctor mientras habría la puerta de su habitación de huésped.

Víctor le seguía llevando sus estuches y paletas. - Es difícil hacerlo – prosiguió el maestro-si se consideran todas las cosas horribles que suceden a diario

por doquier. O tal vez estas solo ocurran a causa del azar, no lo se, seguramente nadie logrará resolverlo a ciencia cierta.

Víctor entonces acabó de acomodar el equipo de trabajo dentro de unas valijas abiertas, ubicadas sobre un escritorio y volteó para así prestar mayor atención a lo que se le decía.

- Lo que si es mas sencillo de imaginar- continuó Leira- es que debido a que somos todos distintos; y no me refiero solo a la forma de actuar y de relacionarse, ya que eso se puede aprender o incluso fingir. A lo que me refiero, es a la manera de pensar; eso nadie puede enseñarlo, ni esconderlo del

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todo…y esto a de deberse (o será tal vez una causa de aquello) a que todos irradiamos un tipo de energía distinta, y esta nos abriría o cerraría diferentes escenas, querámoslo nosotros o no.

- Creo que no lo comprendo- dijo el aprendiz. Era ya algo tarde y estaba cansado. - Solo quisiera explicarte que existen cosas que uno puede hacer y otras que no. Además, muchas

veces uno puede darse perfecta cuenta de que algo nos es imposible, pero a pesar de ello nos resistimos a aceptarlo y nos causa un sufrimiento innecesario. Sabes que nunca haría algo como darte un concejo; suenan como si fuesen recriminaciones o como si se estuviese imponiendo algo casi a la fuerza, pero aún así me gustaría que pensaras en esto.

Ambos callaron. Percibían algo sumamente inquietante en el ambiente. La noche era tempestuosa y fría, pero existía algo más, algo que en verdad desconcertaba, incluso atemorizaba. La lluvia golpeaba pesadamente los cristales de la única ventana en la habitación. El pintor se aproximó a ella y recorriendo con la vista la negra espesura del bosque musitó:

- El silencio es la ribera tras la cual el abismo mudo y horrible nos aguarda,…es la perdición que alberga la soledad. Debemos cuidarnos de no hundirnos en ella, es increíble lo insensatamente débiles que podemos llegar a ser.

Después de aquella velada reconvención, prosiguió una escueta charla en la que se acordaron ciertos asuntos que Víctor debería tratar al día siguiente en Génova, luego de que ambos abandonasen la residencia de Monsieur Dufar por la mañana; el aprendiz ( quien debería partir primero) salió del cuarto del pintor para dirigirse a la biblioteca, allí lo esperaba el lienzo con el retrato de Laura, el cual seguramente ya se encontraba seco, listo para ser enfundado a fin de que pudiese ser trasladado al carruaje enseguida y así al día siguiente no perder tiempo. *

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En aquel largo pasillo iluminado parcamente, Víctor se detuvo de pronto sintiéndose algo avergonzado a causa del súbito miedo que le ocasionó el advertir un rápido destello procedente desde la biblioteca. Aguardó un instante en espera de que se repitiese.

- El cuadro no piensa moverse por si solo monsieur Sales- inquirió Dufar mientras se acercaba a Víctor, sonriéndole de una forma altanera y que a la vez pretendía débilmente ser amable.

Tomó a su interlocutor del hombro derecho y mientras lo mecía continuó: - Espero que estas pequeñas vacaciones hallan sido de su agrado- y le dio un par de palmaditas en el

brazo izquierdo-. En su hogar debe tener usted una vida muy distinta me imagino. - Dolce far niente- 1contestó Víctor con una sonrisa mucho menos garbosa, pero no menos sínica. - Es lo que dicen- repuso Dufar y dirigió una mirada impaciente hacia el oscuro corredor.

Se produjo un silencio muy incomodo. Algunas personas pueden considerar hasta intolerable una situación así. Víctor, a veces pasaba varias horas sin decir ni una sola palabra; tanto el como su maestro solían permanecer largo tiempo en su taller sin oír mas que el ocasional resquiebre de un huevo empleado para dar consistencia a algún color; el batir de alguna mezcla, el murmullo de alguna indicación necesaria. Así eran ellos, se trataba, pensaba Víctor, de un buen silencio. El de aquellos instantes distaba mucho de serlo. Finalmente el caballero dijo:

- Le presento a Pedro. El le ayudará con el cuadro. Adiós. El caballero sin más se retiró. Luego de saludarse, Pedro y Víctor ingresaron a la habitación, tomaron el retrato de Laura y lo condujeron hacia el carruaje. La lluvia había cesado. 1 En italiano: Dulce hacer nada.

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* - No hablas mucha verdad amigo- mencionó Pedro a su acompañante mientras salían hacia la gélida y turbulenta noche. - Pensaba en si a mademoiselle Dufar no le dará demasiado miedo el vivir tan cercana a un cementerio- contestó Víctor observando el balcón del cuarto de Laura. - Es el cementerio familiar y no lo creo, ella es muy valiente. Cuando pequeños, a todos nos invitaban para sus cumpleaños y ella era la única que no se atemorizaba con las cosas horribles que su abuela nos relataba para divertirnos. - ¿Historias de terror? - Sobre la sombra oculta ¿Conoces la historia? Víctor negó con la cabeza.

- Hay quienes creen que la maldad no existe- repuso Pedro- Son aquellos que nunca la han percibido. Ellos piensan que estamos formados por una parte humana; gracias a la cual podríamos sentir afecto, compasión, tristeza y otras emociones similares. La otra parte sería la animal; y esta nos haría actuar solamente en pos de nuestro beneficio personal, de ella vendrían nuestras actitudes violentas, crueles, nos haría sanguinarios y eso.

Hizo el mozo una pausa dejando el pesado lienzo apoyado en el peldaño de una escala de tres peldaños y sujeto por su hombro y mano diestra. Con la otra mano destapó una cantimplora de metal plateado y brillante y bebió un largo sorbo de esta. Mientras lo hacia Víctor pensaba en cual sería la parte que nos volvería burlones o rencorosos. Luego Pedro ofreció un trago a su acompañante y al rechazarlo este continuaron su camino. - Una vez nos contó como es que la leyenda del hombre perro deriva de esta teoría, explicándonos que estos seres eran hombres en los cuales el lado animal es más poderoso que la parte humana.

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“Después nos relató una historia en la que el héroe, para poder acabar con la manada de hombres-perro que azolaba su pueblo, partió en busca del mago de Ruan. Este le hizo forjar una copa de plata; luego el mago tomó la copa y vertió agua pura en ella. Después de observar un instante el reflejo de la luna plateada sobre la superficie del agua, arrojó esta hacia el cielo, atrapando de esta manera un rayo lunar, creando así una lanza de cristal luminoso, tan frágil como el cristal, pero que conseguiría cortar la piel de un hombre-perro como si fuera de papel.”

- ¿Y que hay de la sombra oculta? – preguntó Víctor temblando de frío. - Según recuerdo- y mi memoria es excepcional- la sombra que se oculta sería algo así como una

manifestación pura de salvajismo, de sed por la sangre; un animal espectral con la crueldad de hombre.

Recuerdo cada palabra del relato; casi podía verlo, incluso ahora. Dejaron el lienzo cubierto dentro del carruaje. Detrás de ellos otro mozo llegó con la única valija de Víctor y dos de las tres del pintor. Le ayudaron a dejarlas sobre la calesa y se despidieron de el. Entonces Pedro prosiguió.

- Un pelaje negro y tupido cubre su cuerpo. Mide mas de dos metros, pudiendo erguirse cual fuese un hombre corpulento, solo que curvado y con los brazos extremadamente largos. Sus manos y sus pies son enormes, pero semejantes a los humanos. Sus garras son purpúreas y afiladas, largas como navajas y rechinan como el metal cuando desea anunciar su presencia.

“Su cabeza es como la de un lobo o por su hocico más bien chato como un perro dogo, con amarillos y penetrantes ojos ígneos e impasibles, pero que al envestir se tornan centelleantes de voracidad, hipnóticos para su víctima. Lo más espeluznante es su sonrisa, que con sorna enseña blanca y perfecta como la de un gran señor.”

Se detuvieron en el punto en el cual debían separarse. Pedro deseaba continuar con el relato por lo que decidió acompañar a Víctor hasta la entrada del jardín en el cual se encontraban.

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- Hay quienes aseguran que si vez a la sombra del mal mientras se oculta de la luz de la luna llena,

esta penetrará por tus ojos y te morderá por dentro. Entonces tu ser herido se consumirá lentamente hasta que ya no seas más que tú parte animal.

- ¿Dice usted que es una invención de la abuela de mademoiselle Laura?- preguntó Víctor con poca convicción.

- Muchos aseguran que si se presta real atención, entre las penumbras, meciéndose despaciosamente, observando fijamente, es posible distinguirla…

El aullido proveniente de uno de los perros guardianes les hizo ponerse alerta y tragar saliva. Ambos rieron y continuaron el camino de regreso.

- No cree que hace demasiado frío para esta época del año- preguntó Víctor que de pronto comenzó a sentir molesto el silencio en compañía de su amigo.

- Tal vez. - ¿Usted tampoco se siente inquieto por el cementerio y lo extraño de esta noche? - No. Aunque en noches así me siento muy seco; seco como Pedro2. – el mozo no se explicó,

simplemente se limito a sonreír mientras estrechaba la mano de Víctor al despedirse. *

Víctor volvió a entrar. Podían oírse truenos, en cualquier momento se reanudaría la lluvia. El continuaba pensando en la sombra oculta, en que todos tendríamos algo negro en nuestro interior anhelando el ser liberado y que de allí seguramente habría surgido la idea tan loca…

2 Pedro en italiano significa piedra.

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Pensando en esto, nuevamente al pasar junto a la biblioteca, advirtió el fugaz destello colándose por debajo de las puertas. Se detuvo. Luego de unos instantes se dejó oír un trueno, se había demorado bastante. Decidió entrar para así cerciorarse de que la puerta que conducía a la terraza no estuviese abierta. Luego podrían atribuirlo, si este era el caso, a una negligencia suya o de su nuevo amigo. Al ingresar a la habitación todo en ella se encontraba cerrado, tanto ventanales como puertas. Un pálido destello iluminó por varios segundos los objetos en el atiborrado despacho, el rugido de este no se hizo esperar. Víctor cerró la puerta detrás de sí y avanzó con la lámpara en mano hacia el espejo. Deseaba observarlo por última vez. Al estar junto a este, recordó de pronto como es que los antiguos hombres solían explicarse el porqué de los relámpagos; ellos decían que cuando Dios está enojado con los mortales, arroja sus rayos sobre la tierra. Pensaba Víctor que podría ser cierto en parte, pero no entendía el porqué de recordarlo en ese momento. Por asociación, supuso. Mientras estudiaba de cerca el marco, fijándose en los gravados y palabras escritas en un idioma que el jamás había visto, recordó la conversación que había sostenido con su maestro, entendía que se estuvo refiriendo a Laura y sintió vergüenza por ser tan transparente. Solo esperaba que los demás no se hubiesen percatado de su ya no tan secreta admiración hacia ella. Pensaba en algo que no pocas veces había oído; en que cuando uno quiere que algo suceda- y en especial si uno lo dice- es casi seguro que no ocurra. El afirmaba – claro que para si mismo- que esto se debía a las muchas probabilidades que existen para que diferentes cosas ocurran y que resultaría muy difícil el atinar exactamente a la posibilidad correcta. De pronto un destello iluminó toda la estancia. Esta vez provenía del espejo.

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Una extraña sensación de vértigo casi le hace perder el equilibrio. El silencio se hacia abismante, el frío o cualquier otra sensación habían desaparecido. Víctor se sorprendió al notar que su reflejo ya no estaba; el espejo se había transformado en una enorme ventana hacia el bosque. Luego de un parpadeo que se sintió como un latido, Víctor se encontraba inexplicablemente en su interior. Delgadas hebras de nubes, plomizas y translucidas flotaban con lentitud mientras cruzaban por delante de una pequeña luna, llena y amarilla. El intenso aroma de pinos y demás hierba húmeda a su alrededor, la fría brisa que congelaba su rostro y manos, haciendo visibles sus exhalaciones, le indicaban que aquello no podría tratarse de un sueño o una alucinación. Así que decidió avanzar para comprobarlo. Podía oír el crujir de las hojas bajo sus pisadas, el rose de las ramas que pendían sobre su cabeza y el caer de cientos de hojas cada vez que la indiferencia del viento arremetía sobre el bosque sumido en gran parte, en las más profundas penumbras nocturnas. No se oían ni búhos, ni grillos, ni el mar siquiera. “Al menos ya no llueve” pensaba Víctor más distraído que desconcertado. Pero súbitamente, la inquietante sensación de ser observado le llenó de un paralizante miedo y apenas venciéndole, consiguió voltearse y descubrir con estupor la imponente figura que se erguía frente a sus ojos. No existía la menor duda; era la sombra que se oculta, surgiendo lentamente desde las penumbras, sonriendo afablemente, salivando y relamiéndose, enseñando sus brillantes y afilados dientes humanos, crispando su pelaje, flexionando sus rodillas y apoyándose con una mano en la tierra; adoptando la posición de embestida. Sin la necesidad de pensarlo demasiado Víctor huyo por su vida.

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Corrió y corrió tan ligeramente como le fue posible, avanzando sin atreverse a mirar atrás, sin querer creer que en realidad aquella enorme bestia con cuerpo de hombre se hubiese materializado de entre la umbrosa espesura y solo anhelase el devorar su carne… Corrió y corrió por entre los ásperos troncos, abriéndose paso trabajosamente por entre matorrales que lo arañaban mientras parecían querer detenerlo. Corrió sin detenerse por lo que le pareció ser una eternidad. Sus piernas se acalambraban y dolían en los muslos y las articulaciones de la cadera. Apenas y respiraba; su corazón martilleaba, su marcha se tornaba cada vez más lenta, pero aún así, cada vez que percibía el cálido y pestilente aliento de su perseguidor junto a su rostro, lograba encontrar fuerzas y eludirlo... O al menos eso creyó en un principio; cuando ya no consiguió continuar corriendo y solo avanzada conforme sus fuerzas se lo permitían, advirtió que la sádica bestia solamente deseaba jugar con él, saltando burlonamente a su alrededor. En cuanto tropezó con una raíz saliente y cayó pesadamente entre ramas, hojas y tierra pedregosa y húmeda, supo que ya no volvería a levantarse, por lo que cerró los ojos, oprimió los puños y los dientes en espera de lo inevitable, pero nada ocurrió. Nuevamente el hondo silencio. Solo oía su respiración sonoramente agitada y entrecortada por el inusual esfuerzo y el palpitar martilleante de su corazón. Con mirada apremiante buscó por todas direcciones, pero solo consiguió ver árboles y matorrales. El dolor en el costado derecho y las piernas habían descartado la probabilidad de que todo fuese un sueño. Aunque tal vez – pensó - podría haber caminado dormido y por eso se encontraba en medio del bosque. El estruendo de los truenos que ya para entonces había cesado, habría hecho huir a las aves y el sonido del mar resultaba imperceptible dado que se hallaba relativamente alejado de este. En cuanto logró ponerse de pie, consiguió atisbar a lo lejos las que parecían ser las luces de la finca y en seguida se dirigió hacia ellas. Comenzó a llover copiosamente.

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Fue entonces cuando precedida de un sutil gruñido, la imponente bestia surgió desde la negrura de la noche, irguiéndose justamente ante el atemorizado Víctor Sales. Su cordial sonrisa y ojos fijos en su presa le impidieron a este reaccionar. Y así, sin conseguir oponerse o siquiera gritar por auxilio, contempló impotente como lentamente las cuatro delgadas y alargadas garras de la bestia se clavaban dolorosamente y sin esfuerzo entre sus costillas; de abajo hacia arriba, de izquierda a derecha y el pulgar como el de un hombre, sujetando con firmeza en sentido opuesto. Cuando las garras como navajas ya no consiguieron seguir abriéndose paso entre la trémula carne, elevaron de golpe al sorprendido Víctor y sus ojos pudieron así encontrarse frente a frente con los del sonriente animal- hombre. No le era posible moverse; sus brazos y piernas estaban completamente faltos de fuerzas y no respondían. No podía hablar o gritar siquiera, solo mirar y abrir la boca intentando infructuosamente el pedir auxilio. Sentía como su sangre, caliente y abundante bajaba mezclándose con la fría lluvia por su torso y piernas. El sufrimiento se hacia interminable, el dolor era inaguantable, acrecentándose cada vez mas a medida que la bestia, que no dejaba de sonreír y observar maravillada, oprimía y soltaba, oprimía y soltaba, y cada vez que lo hacia en sus ojos brillaba la satisfacción, ya que le regocijaba enormemente el sentirse temida, vivía para poder olfatear aquel incontenible terror. Víctor solo deseaba el ya no continuar sufriendo. Y así paulatinamente y como atendiendo a sus ruegos el intenso dolor se esfumó. Sus ojos sin cerrarse dejaron de ver y sin embargo ahora todo lo veía muy claro, ahora se daba perfecta cuenta de todo. La encantadora Laura nunca fue ni podría jamás haber sido suya. Alguien tan vulgar, tan insignificante. Ahora y como nunca podía verse como en un espejo, aun mas claro que en ningún espejo. Podía notar lo poca cosa que era y lo lejos que la felicidad podía hallarse de alguien como el; alguien horrible y estúpido, inmerecedor de cualquier cosa buena, solo y abandonado a la merced de las circunstancias, en medio del

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frío páramo crepuscular de la vida,…de la cual Laura solo fue un bello y fugaz rayo de luz, el cual solo consiguió enseñarle el desagradable aspecto de cuanto le rodeaba. Solo existía una cosa cierta en el mundo y es que todo podría llegar a estar siempre peor. Y mientras se abandonaba a la cruel realidad recordaba como el tiempo que pasó jamás dio tregua y las oportunidades que se dejaron ir ya no volverían más; y una extraña sensación de alivio fue llenándole, ya que ahora en verdad nada importaba. El intenso dolor y pavor ya habían quedado atrás. Quien conoció a Víctor puede decir de el que era algo atolondrado; nunca pensando en las cosas que tenía enfrente. Y esta vez no podía ser la excepción...Así, mientras la bestia clavaba en el su mirada que como dos flamas de fuego negro y vibrante intentaban devorarle el corazón y su aliento tórrido y maloliente le asfixiaba, el hizo lo que de ordinario; rememoró la dulce primera imagen de Laura, sonriéndole tras un abanico negro y plateado, observándole fijamente, sostenidamente. Y como de esa mirada, de aquellos ojos, de la profundidad insondable de aquel par de estrellas cafés y lejanas, surgía algo que le era imposible de descifrar, pero que sin embargo, ahí se encontraba. Algo tan suave, tan tibio y fresco a la vez,… tan ciertamente real… Entonces todo culminó de forma tan repentina e inexplicable como se inició. La asqueada bestia arrojó con violencia la delgada y maltrecha figura que sostenía en vilos, alejándose velozmente valiéndose de sus cuatro extremidades. Todo aquel extraño acontecimiento había finalizado sin dejar el menor rastro de que hubiese jamás ocurrido. Víctor no tenía heridas o dolor alguno. La rosa cárdena estaba justamente a la vera de donde había el caído. Al levantarse la recogió.

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Caminó lentamente por el bosque siguiendo las luces de la finca y pensando en como le haría entrega de la flor a Laura. No deseaba pensar en lo ocurrido, no pensaba en nada más que en la forma de escalar por su balcón. La lluvia era intensa, nuevamente surgieron los rayos y los truenos.

*

La procelosa noche irrumpió en la alcoba de Laura con súbito y furibundo estrépito, abriendo de par en par los ventanales de su balcón, soplando la lluvia hacia el interior del cuarto, empapando así las cortinas y la alfombra. Casi al instante Laura se repuso al sobresalto y a pesar del brusco despertar permaneció impasible, sentada sobre su cama, observando el negror frío y rugiente del exterior, pensando en que al entrar de golpe la naturaleza en territorio alterado por la mano del hombre, siempre parece hacerlo con ademán de castigo. Sin más dilación, se levantó con encantadora gracia y encaminó hacia la ventana. Junto a ella observó, cuidando de no pararse sobre la alfombra mojada, como Víctor con gran dificultad engarzaba solo los caballos a su carruaje. Enseguida cerró las persianas, luego las cortinas, regresando tranquila a su suave lecho. Al llegar la mañana ni el menor rastro quedó de lo que su admirador enfrentó por Laura Dufar; solo unas cuantas cenizas de la hermosa flor consumida.

Por J. A. Salazar

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Acacias Con los ojos herméticamente cerrados y con una sonrisa despampanante en sus labios, Camille dibujaba a Isabella en su mente. Contorneaba sus curvas y recreaba cada centímetro de su cuerpo. Recordaba incluso la forma de su nariz, de sus manos, la figura de sus ojos, cada rizo de su cabello y festejaba alegremente cada detalle de la chica. Saboreaba intensamente su ensueño como si se tratase de una tajada de ambrosía. Inspiraba todo el aire que le cabía en los pulmones alargando cada segundo para retenerlo en su interior. Inspiraba tan fuerte haciendo crecer su sonrisa, dándole lucidez a sus rasgos. Fue adoptando colores de complicidad, como si tramara algo. Tumbada en el piso no hacía otra cosa que soñar a Isabella y recibir los vestigiales rayos del sol otoñal. Las flores de los árboles comenzaban a caer sobre el rostro de Camille, haciendo que su excesiva palidez se exacerbara de forma celestial. Era un día soleado, aunque muy frío, pero Camille guardaba cierta tibieza en el alma. Jugueteaba con el viento. Abría y cerraba los ojos sin esquivar las Acacias cayendo sobre si. Estaba en completa armonía con su realidad. Camille humedeció sus labios, inspiró por la boca y en un acto de rebeldía dio fin al preciado silencio."Isabella... He descubierto que no te amo". Dijo sin esperar una respuesta.

El corazón de Isabella un tanto confundido se dispuso a entender la declaración de Camille. "Yo tampoco te amo Camille". Respondió, pero ella si precisaba una respuesta. - Me explico. Cuando digo que no te amo, es porque quiero decir justamente lo contrario. ¿Comprendes lo que te digo Isabella?, ¡Es tan genuino todo esto! Me llevas al desgarro absoluto, a vaciar toda mi sangre, a

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endurecer mis venas y respirar hondo otra vez llenando mis pulmones de aromas infinitos, de aromas lejanos que se desprenden de los tuyos. Tras unos segundos el corazón de Isabella volvió a su habitual serenidad, pues sabía que había entendido las palabras de Camille. - Entiendo. Siento que sobrepasamos hace mucho tiempo los “te amo”, el amor ya no alcanza para expresar lo que generas en mi. Te amo, te adoro, egoístamente te quiero y generosamente te dejo volar lo más alto que necesites. Cada vez que quieras que mis brazos sean tu nido, puedes tener la certeza de que lo serán. Camille reunió todas las emociones provocadas por las palabras de Isabella y encausó sus energías en un abrazo infinito hacia ella. El abrazo eufórico hizo que ambas rodaran colina abajo, impregnando sus cuerpos de hojas secas y hierba fresca. Los besos apasionados reprimían la respiración de las chicas. Rodaron kilómetros, tal vez muchas vidas. No importaba. Rodaban y eso era lo esencial. Los impetuosos jugueteos acabaron de súbito. Camille, quien estaba prisionera entre la hierba y el cuerpo de Isabella, sonriente y de un impulso arrebatado, acomodó su cuerpo sobre el su amada, permitiendo que fuera ella ahora la prisionera. - Me haces tan dichosa. He visto cosas que no podrías imaginar, cosas que te estremecen el alma, cosas capaces de hacerte enloquecer de dolor, cosas que ni el mismo Dios sería capaz de perdonar. Pensé que ya nada podía conmoverme, pensé que era inmune a los sentires del mundo y aquí me tienes... Sin poder explicarme esto que siembras en mi. Sin saberlo y quizás sin quererlo, me has hecho vulnerable. Has bañado mis instintos en aguas de calma, has logrado tempestades en un pequeño vaso de agua y has cortado mis alas que tanto cuidé. No me explico ésta locura, que de locura se hace cuerda. No me la

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explico y no quiero hacerlo, porque en el intento de la lógica puedo encontrar desasosiego. Es tan grande el sentimiento y tan pocas las palabras para describirlo, que siento que en un arranque de locura y en una sinfonía de besos podría perder la vida... o quitarte la tuya. Siento temor de mis actos. Siento niveles de pasión tan elevados que podría devorarte lentamente, comer cada espacio de ti para que vivas en mí y ya no preocuparme por dejarte ir. Me llevaré tu presencia para que no se vaya y siempre vuelva. Comeré tu cuerpo, engulliré tus ojos y la paz reinará en mí. Luego el arrepentimiento golpeará mi puerta, pero ya no tendré nada que perder, porque serás parte de mí y de mí ya no puedo perder nada. Respiraré al fin dichosa al sentirme satisfecha, saciada de tu amor, probablemente con rastros de tu sangre aun en mis labios.

Por Isabella Crokaert

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VÍNCULO FALSO “Si supieses cómo lloraba en mi interior cuando leía en tus palabras sólo sudas, traumas y dolor… ¿Acaso alguien ha sentido lo tuyo tanto como lo he sentido yo? Te vas sin despedirte, me desechas sin decirme.” Él caminaba desorientado, la ansiedad lo consumía vorazmente. Un dejo de intranquilidad se colaba por su corazón, su mente divagaba sobre tantas cosas que cada una se sobreponía a la otra creando un nuevo monstruo, una nueva ansiedad. Cuando llegó al negocio “La Estrella”, llamó a su casa, nadie contestó. Colgó lentamente el fono como si con su mano hubiese estado efectuando una dificilísima operación cardíaca: el cordón nervioso se plegó al fono. Ese infinito “tut-tut” es un karma fatídico, es difícil sobreponerse a él, y muchas veces termina absorbiendo a quien osa seguir intentando alguna comunicación. El infinito “tut-tut” es el sonido de la desesperación, es la voz de eso llamado impaciencia…o quizás ansiedad. “Mira… Me ayudaste en su momento, ahora me harté de ti… Me cansé de tus palabras. Tengo mil atados como para seguir oyendo tus problemas. No te quiero ver más, sé feliz…, un millón de gracias por todo.” La vereda parecía la vida misma: nunca se sabe con que se puede topar al frente. Si llevas la

espalda bien erguida, el mentón en alto y la vista siempre fijada al frente orgullosamente y con gran seguridad, quiere decir que eres un ser visionario que provee buenas decisiones para su futuro, un pragmático o una pragmática con grandes esperanzas y que lleva un paso decidido y firme; pero si llevas la cabeza gacha, los ojos desorbitados “buscando” algo en el suelo, quizás el sentido o el destino perdido, y si a eso agregas que vas curcuncho, de espalda caída y jorobada, con las manos en los bolsillos y rasgo

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en la fisonomía facial un tanto depresiva, quiere decir que eres un ser que mira el hoy inseguro, que no disfruta el momento, que no tiene futuro y que carga el pasado en su joroba como un fantasma errante que carga el purgatorio o el infierno sobre sus hombros… Cuando todo parece que sale mal, nos parece que todo el mundo también está mal. “Por favor, te pido perdón… Créeme… No hay alguien más arrepentido que yo en este mundo. Nunca más seré un maldito angustiado. A veces pienso que me utilizaste, a veces pienso que sólo me querías por un momento para luego poder desecharme de tu vida.” Flores. Ella vio la flor y sonrió sarcásticamente. Sin vacilar cogió su bicicleta y se echó a andar por la gran comuna, sin miedos aparentes pero con un terror inmenso dentro de su corazón. Cada pedaleo coincidía de vez en cuando con la sístole y la diástole cardíaca. Sus venas y arterias se conjugaban con la presión sanguínea de forma tan asombrosa que se diría que una gran computadora controlaba sus movimientos, su respirar. “Qué extraño es esto del cerebro”, pensó ella. Chocó con un niño pero no le prestó mayor atención. Salió disparada dejando atrás los insultos de la madre del chico. Iba rápido y a veces quería ir más lento. Su sentido, ¿dónde estaría? Recordó a aquel vocalista de su grupo favorito el que pintaba su cuerpo con el celestial color azul por una cuestión de contacto con las constelaciones estelares. Ella buscaba en el cielo una respuesta, no un dios. Buscaba lluvia y no sol. Cuando una vez pudo haber hallado una luz, un apoyo en su vertiginosa y obstaculizada vía, prefirió desecharla, ya no quería esa chispita. “Hay cosas que no pueden seguir. No me pidas que recuerde los buenos momentos. Una palabra, sólo una, puede borrar con todos ellos. Me hartaste, te odio, imbécil, lárgate de mi vida, déjame sufrir tranquila, no quiero a nadie, quiero estar sola, sin nadie que me rodee… No quiero ver a nadie.”

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Cuando llegó a su casa tomó la guitarra y dejó que cada lágrima se hiciese una nota. Como resultado de dicha terapia, surgió una hermosa melodía que mezclaba los más sutiles compases y una exquisita fusión de ternura y sentimiento, dejó que su Yo se plasmara en una canción, dejó que ella tomara la forma de la guitarra y se hiciese música. Sus lágrimas más los recuerdos y la magia musical crearon un himno a alguien tan extraña, a un ser tan especial como a la vez endemoniado… La vida tiene sorpresas a la vuelta del próximo arpegio. “A veces pienso que no me quieres. Que tu mundo es una cámara obscura sellada, hermética y llena de obstáculos para siquiera pensar cruzar esa barrera de indiferencia. Mientras tú estás divirtiéndote, jugando a vivir con una copa en la mano, copa que refleja todos los vapores que irradian los sentimientos de aquellos que se derriten junto a ti en esas fiestas, mientras tú estás inventando un sentido, yo estoy mordiendo mi garganta con la fuerza de la resignación. A cada instante veo formas tuyas frente a mí, tus ojos, tus labios, tu ser. Esas formas pasan ante mí meneando la vida frente a quienes solo te quieren utilizar. Mientras yo te pienso, tú me olvidas; mientras yo me preocupo, tú te descuidas; mientras lloro, tú ríes. Llego a pensar que la vida es así, un tormento amargo cuando se trata de sentir, ¿acaso no es mejor vivir sin tener que pensar en ti a cada instante, a cada segundo, a cada momento, a cada sueño? ¿Acaso no puedo vivir sin tener que pensar en que te haces ángel y me sacas de este laberinto y me elevas a una paz y una seguridad que tanto necesito? ¿Por qué tengo que pensar en estabilidad cuando lo único que tú quieres es pasarlo bien olvidando a quien a dado tanto por ti? ¿Dónde están tus palabras dulces? ¿Dónde está tu voz preguntando por mí? ¿Dónde está el cariño y la preocupación por mí? Querer es difícil cuando no hay afecto, rechazar es fácil si no quieres a nadie… `Esos labios tuyos merecen una mordida´, te debe estar diciendo algún imbécil, y tú le contestarás: `Mmmm… Acércate, vamos, hazlo´, y yo aquí pensando en ti… Debes estar divirtiéndote demasiado, debes estar pasándolo súper bien… Claro, ¿para qué me querrías a mí? ¿Para que te hable del ser, de lo óptico, de la existencia? ¿Para que me quede callado

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mientras todos te hablan y te cortejan? ¿Por qué tu ser se me hace tan necesario, por qué tu ser no se despega de mi mente y corazón? Llámame carga pero ahora yo estoy cargando un dolor tan ingente que en cada crepúsculo del latido de mi corazón se oye una explosión, un volcán en erupción, un terremoto y un tsunami… Me quedo navegando en el vacío de la nada, en el descubrimiento de que le sirvo a alguien, de que ese alguien me necesita, pero explota mi corazón… Y tú no llamas… Tu voz: se me hizo costumbre escucharla diariamente cuando con ímpetu y con ganas tomabas el fono y marcabas mi número. Tu voz era el manantial que refrescaba mis pétreos oídos acostumbrados a oír duras palabras, pero que contigo pasaban al olvido y se hacían sólo murmullos frente a la catarata dulce de tu voz y tu lengua. Oía tu boquita tan cerca del fono que cada respirar, cada sonido que tú expresabas me llegaba al alma. A veces parecía que dabas minúsculos gemidos, o que asentías con un `Mmm´ tan suave que se me iba la vida de tanta ternura expresada por un ser como tú… Pero ahora ya no me llamarás. Cambian tanto las cosas cual blanco se convierte en negro o viceversa. Las maneras de poder aguantar este dolor han sido varias pero ninguna efectiva. ¿Podré volver a creer en alguien? Tengo ganas de gritar, de aullar, de subirme a una peña y cantarle mis penas a la luna y que ella arroje sobre mí la luz que el sol me niega, quizás ella interceda por mí ante el astro sol… ¿Por qué todo cambió de esta forma tan cruel?” Llevaba la canción en su garganta y el recuerdo de ella en su corazón. Recuerdo y canción se harían uno, se harían presentes. Sabía dónde encontrarla. Reparó, mientras caminaba, en la alegría ensordecedora de los niños en la calle jugando con el balón de fútbol, vio nuevos horizontes y se sentía rejuvenecido. Una esperanza que nunca perdió rondaba en su mente. Él no perdería la oportunidad de su vida. Sabía dónde hallarla, sabía dónde encontrarla, sabía cómo ubicarla. Al aproximarse cada vez más a la plaza, sentía que algo en la garganta le quemaba y no era la canción. Sentía que la guitarra que llevaba le pesaba más. El pecho quería romper las barreras físicas y volar al infinito, la cabeza era martillada por

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una y otra idea que nada tenía que ver con la situación a la cual se enfrentaría. Sabía dónde encontrarla. Premeditó con alevosía la canción, las palabras, quería hacerla sentir especial, quería decirle todo y mucho más. Se detuvo. Respiró. Los pulmones agradecidos ante tal parada de descanso y recreo, se entregaron al más dulce reposo. Su corazón marchitó la ilusión desalentado por la razón del sistema nervioso que le invitaba a reflexionar sobre lo que haría. “¿Valdría la pena todo este sacrificio?”, pensó. Se sentó en la vereda. Había pensado seriamente en pintar su pieza pero el color rojo no le gustaría a la familia que lo sobreprotegía tanto, pensó. Recordó compañeros, amores pasados y vio ante sí cómo la humanidad desecha tan fácilmente su propia existencia. O sea, su propia humanidad. ¿Qué significado tenía que papá y mamá hacía veinte años se jurasen amor eterno si ya hoy estaban separados? ¿Dónde quedaban todas esas palabras, esos cariños, esa comprensión? Y si ella ya lo había olvidado, ¿qué pasaría con esos regalos, con ese cariño? Llegaría otro, y otro, y aun más otro que le harían feliz. “¿Y yo?, ¿yo sólo seré un bonito recuerdo?”, pensó. Se incorporó para reanudar la marcha trascendental que marcaría su vida. Ella estaba sentada en una banca de la plaza. Miraba obsesionada hacia un punto infinito. Saber lo que pensaba era difícil. Tenía su mochila apretada con sus manos. Bajó la vista y miró al suelo. “Color, dulce color”, pensó. Sus largas manos terminaban en unas uñas pintadas de color negro. Su pelo teñido un tanto azul sobre el negro-oscuro natural, caía ordenadamente sobre sus hombros. Un moño ayudaba a esta situación. Levantó la vista, parecía como si algo la molestase. Bajó la mirada. “Debe estar ahí, lo sé… ¿Dónde más estaría después de salir del preuniversitario?”, iba pensando él. Faltaban pocas cuadras y llegaría a la plaza. La ansiedad le pedía a gemidos que corriera, que gritase, que se ausentase de la realidad. Corrió una cuadra. Cansado, se sentó en una escalinata de una casona antigua. Tocó unos tres acordes en su guitarra. Tomó valor y siguió adelante. -“Demora”- pensó ella.

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-“Quédate ahí”- pensó él. El sonido del tráfico aumentaba, las bocinas no paraban de sonar. Una paloma cruzó el cielo. Era un ave oscura con algunas pequeñas puntas plomas. Llevaba consigo el viento del invierno, llevaba consigo el frenesí de la locura. -“Estos humanos nunca aprenderán”- pensó la paloma viendo al joven caminar apresuradamente. Mil caras, vio a su lado. Ella debía estar ahí. -Más cuidado, muchacho estúpido- le gritó una señora madura a él, quien la había pasado a llevar en su agitado caminar. Alargó la mano, la plaza estaba cerca. -“Ahí lo veo”- ella estaba ansiosa. Le vio con algo en la mano. Venía cruzando la plaza con una actitud soberbia, sus largos cabellos lo conectaban con la tierra, venía de negro con una polera de un grupo musical. Era de contextura media, alto. Cuando lo divisó frente a sí, ella dejó caer su mochila y se apresuró a abrazarlo. Su hombre estaba absorto en el color del día. -¿No te parece que este azul es el mismo de los cristales de la iglesia de la que te hablé la otra vez?- le dijo él. -Sí, este día tiene algo especial, es nuestro día. Cuando estaba en cuclillas dentro de esa iglesia ví toda una sensación azul-oscura que me tenía en un limbo, un no estar. Un punto intermedio entre la vida y la muerte- ella decía esto con emoción. Las lágrimas le corrían por el rostro. -Recuerda nuestra enigmática paloma, recuerda nuestro centro- dijo él. Al tiempo que él decía la palabra “centro”, ella sintió un fuerte dolor de cabeza. Eran jaquecas normales en su familia que llegaban luego de los dieciocho años de edad. Pero en realidad este dolor era diferente, le ahogaba la garganta, le recordaba cosas. Recordó cuando una vez un solitario muchacho le

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había dicho: “Tú eres mi centro, lo más importante que me ha sucedido en la vida”. Calló un rato. Tomó por la cintura a su hombre. Este a su vez, con una mano en la cintura de ella y con la otra en el aire con un paquete en la mano, le dijo: -Esto es para ti, mi pequeño Apocalipsis Ella tomó el paquete. Estaba envuelto con un hermoso papel de regalo, tenía dibujadas unas campanas. Ella lo abrió nerviosamente. Rompió el papel. Las campanas de la iglesia sonaron. -“Te amo, eres mi centro” Ella gritó, no aguantó las ganas de llorar. Las campanas seguían sonando. Del otro lado de la plaza, un muchacho delgado, un tanto destartalado, venía con una guitarra en la mano. -¿Y qué tal? ¿Te gustó?... ¿Por qué lloras?- dijo él. -Está muy bonito- dijo ella. Era un regalo muy hermoso: un cráneo con una tarjetita que decía: te amo. Cuando ella vio al joven de la guitarra, tomó violentamente a su hombre por la cara y lo acercó a su boca. Fue un beso carnal y apasionado. El joven de la guitarra dejó caer esta. Las campanas dejaron de sonar, el beso seguía, y la paloma surcó el aire anunciando tres ayes: el pasado, el hoy y el futuro. -“Te quiero”- una vez le dijo. -“Te quiero mucho”- otra vez le dijo.

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-“No me interesas”- ella nunca se lo dijo a la cara, nunca se lo escribió, pero sí se lo demostró. -Sal, muchacho estúpido, hazte a un lado -¡¡¡Noooo!!!- ese no recorrió todo su ser, su corazón derramaba desordenadamente la sangre por su cuerpo. El beso seguía, las manos de él recorrían con fuego el cuerpo de ella, desnudos los hallaría la oscura paloma en la iglesia oscura y mental en la que estaban. -“Ámame”- dijo ella. -“Ámame”- dijo él. El joven gritó. Corrió. Los miró. Frente a frente. La paloma le ensució la cabeza, un grupo de personas lo retó por “atropellar” a la señora, los autos pasaban, “helado, heladito a cien pesitos”. -“Tócame” -“Quiéreme” Las campanas, ¿dejaron de sonar? -“Él fue” -“¿Por qué lo hiciste?” -“Ándate, imbécil, no te conozco, déjame tranquila. Amor, pégale” -Deja a mi polola tranquila Un golpe, dos golpes. Sangre -“Estos humanos nunca aprenderán”- dijo la paloma.

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En el centro de la plaza, ese centro que siempre buscó, se dejó caer. Amantes, palomas, gente, niños, universos, mundos, caían sobre él. Se arrastró por la tierra deslizándose como un gusano. La tierra entraba a sus pulmones, se mezclaba con la sangre. Las bocinas seguían disparando contra el sonido del silencio. Vencido y resignado se quedó tirado como un vago en la nada. Pensaba en que mañana sería otro día, en que mañana no la vería, en que mañana ella consumaría su amor con el otro. Pensó que nunca tuvo nada más que su propio cuento, pensó en que la historia la había escrito con su propia ilusión. *** Era una tarde soleada y alegre. Él la vio por primera vez y ella también. Siguieron su camino por una larga cuadra de limpias veredas y verde resplandor. Se conocían de hace un tiempo pero no en persona. -“¿Y por qué esto?” -“¿Y por qué lo otro?” Se hablaron, congeniaron. Todo estaba muy bien. Grandes amigos se veían. Grandes ilusiones se aguardaban entre sí. -“¡Qué divertidas tus pantys negras!” -“¡Qué loco tu desordenado pelo!” Las horas pasaban y los ojos de ella se pagaban a los de él. -“Esa tarde, tus ojos… Me hicieron darme cuenta del ser profundo que eres”- le dijo ella a él una vez. -“Eres un ser mágico y especial”- le dijo él a ella.

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-“Nuestra amistad es para siempre, ¿no cierto? Nada ni nadie la destruirá. Este momento es mágico y nunca se olvidará. Porque, ¿sabes?, a veces suceden cosas tan extrañas, gente tirada en el suelo tragando tierra… Ja…”- dijo él. -“Eso nunca pasará. Me has hecho tan feliz, eres uno en un millón”- le decía ella con los ojos iluminados, tragando saliva y sintiendo emoción en su corazón, sintiéndose plena en su ser. -“Nuestra amistad… Nuestra amistad es muy especial”- dijo él. -“Tú has visto en mí algo nuevo, algo distinto a lo que otros han visto… Has descubierto en mí algo mágico y especial… Ten por seguro que esta amistad es para siempre”- contestó ella. La tarde se hacía noche y la noche se hacía un nuevo día, y este día traía consigo la imagen de la felicidad y la ilusión. Las hojas de los árboles hablaban, la sabiduría olvidada volvía y los colores adquirían una nueva forma, una nueva sensación. El tiempo parecía reír en cada segundo, la ilusión se colaba entre las células del cuerpo humano, la luna parecía una celestina cupido, el sol era un señor más amable y su calor no era infernal sino que un dulce candor que bañaba al espíritu con la música del viento y soplaba en sus rayos un mágico helio que se amigaba con el oxígeno del destino vital. Cuando se está bien, todo parece perfecto, todo adquiere un sentido, todo toma forma y fondo. Los edificios ya no son máquinas administrativas sino montañas de personas que se alzan al cielo. Esa ilusión es una droga para amortiguar el constante vacío que nos rodea en cada esquina de nuestro subterfugio existencial. Cuando todo va bien, ocurren hechos, transiciones, cosas sin explicación. -“¿Qué sucede?” -“¿Por qué escribiste eso?” -“¿Por qué dijiste eso?” -“¿Por qué? ¿Cómo?”

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Período de transición. La nada, elipsis. Los ciclos son tan difíciles de prever. Cuando estamos en el torbellino de sus corrientes llegamos al final o al principio de la actuación. Algo pasó entre ellos. “Si supieses cómo lloraba en mi interior cuando leía en tus palabras sólo dudas, traumas y dolor… ¿Acaso alguien ha sentido lo tuyo tanto como lo he sentido yo? Te vas sin despedirte, me desechas sin decirme”- pensaba y decía él.

FIN

Por Rodrigo Torres Quezada

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003- ARTE VISU_AL ARTE VISU A L/ ARTE VI_SUAL ARTE/VISUAL

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La casa sin hogar, Por Paolo Orozco

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AGRADECIMIENTOS

Queremos agradecer a todos los que hicieron

posible esta publicación, y a todos los que

enviaron sus trabajos y esperamos que siga así,

este es el primer número de la Revista Literaria

Virtual Rio Negro y les aseguramos que no será el

último, mientras sigan habiendo escritores,

dibujantes, poetas y artistas dispuestos a salir

adelante y a divulgar su trabajo, nosotros

estaremos dispuestos a recibirlos y divulgarlos.

Saludos de parte del Colectivo RioNegro

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REVISTA VIRTUAL RIONEGRO /////////_///// AGO-SEP 2010