Revista Río Negro 8.3 Especial Atacama

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REVISTA RÍO NEGRO ESPECIAL ATACAMA

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Revista de difusión artistica.

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REVISTA RÍO NEGRO

ESPECIAL ATACAMA

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REVISTA RÍONEGRO 8.3

Revista de Creación Artistica y Lite-

raria Río Negro. Especial Regional

Nº1 Atacama.

CC BY NC ND

www.colectivorionegro.cl

Editorial:

César Castillo

Javier Flores

Daniela Silva

Diagramación:

César Castillo

Motivo de portada:

“Sin Título” por Fabiola Velásquez.

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3Carolina Muñoz - La Bailarina Niña Mirando Al Mar.

EDITORIAL¿Quién llega cuando se llama? ¿Qué llega cuán-do se pide? Seguramente depende del medio, del aire que vibra haciéndose ilusión de mensaje. A alguien le llega un pedido, un llamado y res-ponde. ¿Desde dónde responde? De donde pue-de, de lo que es, de lo que ha sido. Llamamos y nos responden; queremos creer que en esa res-puesta una amistad fue construida.

Queremos creer que convocar a hablar y a hablar no solo en tanto escritor, poeta, artista, etc. (ya difícil de por cierto, ya demasiado arriesgado), sino en tanto habitante de un pedazo de rincón de Chile ha sido un llamado que fue oído. Fue oído con limitaciones y dificultades, porque no solo hay que pedir para que se entregue una pie-za de trabajo sino ofrecer (ofrecer ese resplan-dor de revista buena, de revista bonita, de revista que puede parir nombres), no solo, en tiempos de SOPA, hay que confiar en la posibilidad de las redes sociales y el Internet para despertar el en-tusiasmo de los consagrados del rincón, de los círculos locales o de las individualidades pasaje-ras que leyeron nuestros anuncios en algún pos-te de Copiapó. Vaya a saber uno como se llega al lugar oportuno donde cada quien crea. Hace tiempo se entiende que lo que se juega en el campo literario y artístico no solo depende de la habilidad, de la proeza, del talento, sino del con-tacto, de la amistad, de una cosa que aún está como un imposible en la vida virtual que muchos, gran parte de nuestro tiempo, sostenemos.

Sobre esa imposibilidad toca seguir trabajando; seguiremos convocando rincones y viendo quién llega cuando se le llama región, escritor, local, ar-tista y/o margen.

Hoy es el turno de Atacama, le agradecemos a las personas que se interesaron y se atrevieron a enviar sus trabajos. No sabemos como fue que oyeron el llamado que les hacía esta revista que hacemos, pero ahora, haciéndola junto a uste-des, sabemos habernos encontrado.

Equipo Río Negro.

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ELEGÍA DE MI VALLE(Soneto endecasílabo de ritmo melódico)

Lastimoso torrente murmurante,

canción de movimiento entristecido

serpenteas cansado a paso herido

explotado por oro con sembrante.

Desangrado y errante caminante

anteriores te han antecedido

caudalosos recuerdos que se han ido

transformado en desierto al visitante.

¿Nuestros hijos oirán su ronco canto?

¿Sentirán el olor a hierba fresca

paseando en su lecho ribereño?

Nebulosa postal de negro manto,

esperando que tu alma al fin florezca

como breve semilla en largo sueño.

Por Anabil Cuadra.

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POSTAL DEL VALLE DEL HUASCO (CINQUAIN GARLAND)

Valleencantado

apareces quietoen penumbra de tu oculta

cuenca.

Cieloinfinito

cubres de celestecon fino velo de alado

éter.

Frescohorizonte

colmado de vidaaprisco del más extenso

verde.

Ríodesangrado

débil serpenteas,anatema del desierto

agua.

Cuadrogeneroso

pintado en la arena,floreces en colorido

lienzo.

Valleinfinito

colmado de vidaanatema del desierto

lienzo.

Por Anabil Cuadra.

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Cés

ar C

astill

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Sin

Títu

lo”

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Fabiola Velásquez - “Sin título”6

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Solo era esperar, solo soy

Era tan consiente para estar a tu lado

Era quien olvida su nombre para guardar solo el tuyo

Era lo que dejo una persona, me recogiste y me guardaste

en ti.

Eras vida mía, la vida de mi conciencia que me hizo olvidar

que solo tuyo era.

Soy esa alma sonriente que tú conociste y luego despojaste

Soy sueño ándate de anhelos alcanzable

Soy vida mía solo mía y de ti todo ya era

Soy sonriente de mis sueños que me hacen sentir que mi

vida es mía lo demás

solo era.

Espero mirarte y un día decirte gracias.

Espero soñarte solo sosteniendo lo que espero

Espero no hacerte esperar mas y que tu vida comience de

nuevo

Espero mirarte sin que tu me sueñes y que estés muy lejos.

Soy lo que era y espero lo que soy

Era lo que tu dejaste, eso era.

Espero no hacerte llorar, solo ya no te espero.

Por Axastar Reman Miyan.

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Carolina Muñoz - Fiesta de la Candelaria.

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Narrativa

LE DEALEREs quien se gana la diferencia entre la compra y la venta.Relación de poder, entre el que aporta y el que ne-cesita. El primero es cínico, el segundo sufre de sífilis. Uno lo ha dejado, le tiene asco y rabia por kiltro, el otro no se trata por tanto la locura es inminente.

Creyó amarlo, jamás durmieron juntos.

Maldá! , malo de adentro.

Kakaka, responde él, no pude evitarlo, es adorable pero tenía que cagármelo, se la metí hasta que lloro el hijo puta a ver si ahora se atreve a mirarlo de nuevo.Esa tarde estaba en la casita de condominio, todo bo-nito: césped cortado, niños jugando. Compartía casa con una aspirante a niña bien con trauma de proleta, la casita perfecta crujía, escándalo sexual mediante. No se lo comió un vez claro, la primera vez fue para vengarse de su ex por andar haciéndole los puntos. No hay que negarlo, el chico era guapito, pero ha-bía que obviar sus lapsus de no silencio… diosito nos ayude, leía revistas de gimnasio. Estaba en eso cuan-do el kiltro, así le decía él afectuosamente, comienza a gritarle desde la calle, que era un maldito, un mari-cón etc… y chuaz ! piedrazos, le parte la ventana, le truena el techo. Fin de casita feliz, pacos, amenazas en la vía pública. De fondo sonando la Bella Idiota de Masini… “por amarte demasiado tú me ignoras”.

Un año y medio antes el segundo le susurraba ince-santemente al primero …tengo cara de loco u olor a loco? de rodillas en el cemento del patio, siempre a punto de caer al suelo o sobre alguien … daba lo mismo.

Pueblo infernal! si no te mata de tedio , te mata de loco… CO-PIA-PO-TO. Y nosotros los peos disol-viéndonos por ahí.

¿Por qué volvemos siempre? Tienes alguna hipótesis al respecto o el neoprén ya te dejo lisiado? , o sea más lisiado… con la madre que te gastas cualquiera. Me extraña que no te haya apagado cigarros en la guata cuando guagua… Será cierto eso del chañar ?Interrumpe enojado, Supongo que te importa un ca-rajo lo que tenga que decirte, se acomoda.

Lo mira, levanta la ceja infernal y le responde: tú que crees? , está huevá se acabó hace rato, llévate tus traumas de aquí huevón ya te perdí el miedo. Lo que sucede es que siempre volvemos al mismo punto, los mismos condenados lugares, caminando en círculos, fumando marihuana en la calle, haciendo lo mismo, siendo otros… Solo los márgenes de dolor son mas amplios…ya nada es igual. En off… Dime que quieres que haga ? quien quieres que sea ? pero por favor… tócame !Kakakaka… lo empuja, se para, camina hasta la puerta de la cocina se vuelve a reír… le tira en la cara el resto del pito prendido … se habría devuelto a dar-le un par de patadas … pero las guardaría para des-pués.

(Fragmento)

Por Marianne Valeria.(Zomó Chinküd)

Fabiola Velásquez - “Sin Título”

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Narrativa

UN VERGEL DE SOLEDAD

Se corta las uñas sentado en una banca de madera,

bajo la sombra de un peral dormido que deja pasar

algunos rayos de sol entre sus ramas. Con el cabe-

llo suelto y mojado, goteando lánguidas lagrimas so-

bre su espalda desnuda; siente el sonido voraz del

cortaúñas que le resulta extrañamente placentero.

Rodeado de flores y plantas, de las más diversas

castas; se sabe envuelto por el aroma matutino del

jardín que le relega del mundo; le abstrae hacia un

reino florido, armonizado por insectos que danzan en

Caro

lina

Muñ

oz -

“Dig

ital”

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el aire sembrando un mudo rastro de existencia sobre

pistilos y pétalos.

Cuando hubo cortado todas las uñas de sus áspe-

ras manos huesudas, guarda el cortaúñas en uno de

sus bolsillos y se pone de pie para tomar la camisa a

cuadros que el día anterior había lavado y colgado en

una soga atada entre dos árboles, enseguida la sa-

cude con fuerza, tanta, que puede observar diminu-

tas mariposas de olvido escapando tras la estriden-

cia del movimiento; luego de abotonarse la camisa,

con un desgastado elástico

negro amarrar su pelo, aún

húmedo, en un moño que

cuelga como un gris animal

adormecido. Antes de partir

admira su jardín, observa la

amalgama de colores que

rebeldes se desparraman

sobre la tierra y en platafor-

mas de metal oxidado don-

de bullen maseteros con enredaderas que trepan

por todo lo posible, incluso por la huérfana soga en

donde cuelga la poca ropa que sobrevive. Como un

director de orquesta, tras una ráfaga de viento, mece

con la punta de su dedo índice un grupo de flores de

un lado a otro, calculando al mismo tiempo cuantas

le harían falta para llenar aquel espacio que quedó

vacío al haber cambiado una maceta de lugar.

Su nombre es Laurentino, un viejo flaco y solitario que

vive en una antigua casa repleta de muebles y fantas-

mas esporádicos. De ojos claros y piel morena, pare-

ce tener la estampa de un árbol andante, silencioso

y sagaz. Nadie conoce bien su historia, simplemente

se escucha uno que otro rumor sobre él en alguna es-

quina cuando lo ven pasar sobre su bicicleta enclen-

que, que a duras penas resiste el pasar del tiempo, al

contrario de él que a pesar de su edad mantiene las

fuerzas suficientes como para subir empinadas ca-

lles sin flaquear. No tiene más ambiciones en la vida

que cuidar el jardín que con esfuerzo ha labrado en el

fondo del patio, en donde a través del perfume de las

flores puede percibir el re-

cuerdo más profundo de su

difunta esposa reposando

en una nube olorosa sobre

su memoria. Un jardín que

lentamente se ha ido enrai-

zando en su alma; del cual

no puede escapar, ni dejar

de custodiar la vida que cre-

ce constante en aquel trozo

de tierra oculto dentro de una casa corroída por el

aliento del olvido.

Montado en su bicicleta añeja, pedalea escuchando

el sonido de sus huesos replicar. Sus ojos verdes,

enmohecidos, resplandecen con la luz del sol, que

se engancha a su cuerpo y lo acompaña entre ca-

lles repletas de casas y personas que se desvane-

cen tras su paso. Esquiva autos, perros y niños, con

la mirada alerta, como un radar humano que busca

secretamente algo. Cuando ya ha recorrido diversas

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calles sin definir un rumbo, recuerda aquel lugar en

donde siempre encuentra lo que busca. Hace varias

semanas que no ha vuelto; dejo de hacerlo tras ser

atacado por una mujer gorda de nariz puntiaguda,

que le dio de escobazos en la cabeza al sorprender-

lo robando plantas de su exuberante antejardín. Por

suerte aquel día logró escapar con el botín intacto, el

cual consistía en una estrafalaria enredadera de flo-

res rojas que exhalaban un perfume de ensueño. A

pesar del susto que pasó y del dolor que le causaron

los golpes de la mujer, hoy se arriesgará a regresar,

pues aquel espacio vacío entre sus plantas debe ser

saciado.

El jardín de Laurentino es una maraña indiscrimina-

da de seres vegetales que respiran y se tuercen di-

simuladamente, van y vienen como un péndulo sal-

vaje que de todo pretende apoderarse. Comenzó a

cultivarlo hace años, después de sumergirse en la

soledad más despiadada tras la muerte de su espo-

sa, Ester, su compañera de vida. Ambos forjaban un

menjunje de seres inconclusos, que sólo tomaba for-

ma al unirse. Ajenos al mundo, al devenir de los años

y amparados por la muda presencia de los hijos que

jamás nacieron, no podía ser el uno sin el otro. Ella

era una mujer envuelta por aureolas de sueños vaga-

bundos, cavilando siempre a un costado de la locura,

y él como un personaje imaginario la contenía fiel-

mente, con la única esperanza de sentir algún atisbo

de felicidad. Así pasaban sus vidas, décadas unidas,

hasta que un día Ester, sin previo aviso decidió morir,

dejando Laurentino sin más compañía que una casa

polvorosa repleta de muebles sin sentido. Durante

aquel periodo de penurias no hacía más que intoxicar

su cuerpo con alcohol para sentirse lleno de algo. El

vacío que sentía era absoluto, tanto que llego a pen-

sar que su alma se desvanecería irremediablemen-

te hasta esfumarse. Sólo, ebrio y con los pantalones

humedecidos por su propia orina se vio despertando

un día en un parque, entre un cúmulo de plantas; tras

una dura bofetada de sol, sintió un olor inusual sal-

picando su oxidado corazón, era la dulce escancia

de las flores de lavanda que envolvía sus entrañas,

despertándolo así del sueño alcoholizado; instantá-

neamente sintió la presencia de Ester, la estela del

aroma de su pelo bohemio aparecía en su memoria

hambrienta, tan definida como si nunca hubiera fa-

llecido. Aquel día, de una manera fortuita, descubrió

la forma de mantener vivo el recuerdo de su esposa,

simplemente reflejando su esencia etérea en la de

las flores. Entonces, ansioso arrancó un par de ma-

tas de lavanda de raíz, e ilusionado y tambaleándose

por las calles volvió a su casa y allí las trasplanto para

sí, aferrándose a aquella idea de vida oculta en los

recuerdos, como a un íntimo secreto que le permitiría

salvar su alma de la condena solitaria que llevaba a

cuestas. Desde entonces, obsesivamente comenzó a

plantar flores azarosas en el patio de su casa; pasaba

el tiempo llenando su jardín con cualquier ser vege-

tal que le hiciera recordar a Ester. Iba consiguiendo

plantas por toda la ciudad, robándolas de los lugares

más diversos, recorriendo grandes distancias, prime-

ro a pie, y luego en una bicicleta que se transformó en

su más fiel compañera.

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Parado al costado de la acera de una avenida y em-

belesado por el crudo olor del pasto que poda un jar-

dinero, espera a que la luz del semáforo de enfrente

le permita cruzar; intenta formular mientras tanto una

idea para poder robar algunas plantas sin ser sor-

prendido nuevamente; si bien es bastante hábil y con

el tiempo ha aprendido a dominar el arte del camu-

flaje, los últimos años le pasan la cuenta y cada vez

le cuesta más volverse invisible, pues el sonido de

sus huesos lo delata. Pero a pesar de su entusiasmo

por conseguir nuevas flores, no logra formular idea

alguna, pues al cambiar de color la luz del semáforo,

y comenzar a pedalear, una enorme camioneta que

aparece de la nada, como una vestía de metal, arra-

sa con la pobre bicicleta, y su flaco cuerpo de carne

y madera termina elevado varios metros en el aire,

flotando a merced del viento como una seca hoja de

laurel. Cuando al fin toca el suelo, un charco de san-

gre recorre el asfalto, mientras los huesos se le han

desvanecido, pero a pesar de aquello su semblan-

te no delata ninguna especie de dolor, es más, sus

ojos brillan como nunca lo hicieron antes, placidos y

libres. Y así se queda, tirado en el suelo, siendo testi-

go de su propia muerte a través de las miradas com-

pasivas de los curiosos que le rodean; escapando al

fin de aquel jardín por el cual vivía y ahora moría.

Pasan los años y a su casa nadie ha vuelto a entrar,

ni siquiera los fantasmas que solían visitarla. Aun así,

sé con certeza que el jardín sobrevive, más fiero que

nunca, excediendo los límites del patio, llegando a

poblar paredes y muebles dentro de la casa. Pero a

pesar de su soberanía, un trozo de tierra permanece

siempre vacío, incólume, junto al recuerdo de Ester,

esperando a que el viejo Laurentino vuelva, con las

flores que nunca traerá.

Por Carlina Muñoz.

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De nuestro Colaboradores

ANABIL CUADRA, seudónimo de Robinson Pérez Cuadra. Nacido, criado y poblador permanente de la locali-

dad de Vallenar. Profesor de educación general bási-ca (Escuela Roberto cuadra de Domeyko) y poeta lirico de oficio. Actualmente colabora activamente en varias revistas de difusión digital tales como: CON PLUMA Y

PAPEL, MUNDO POESIA.

FABIOLA VELÁSQUEZ, artista visual de Copiapó.

“Mi nombre es CAROLINA MUÑOZ VALDERRAMA, tengo 24 años y soy diseñadora grafica publicitaria profesional, lo cual me ha permitido acercarme a las diversas áreas

artísticas que abarca esta carrera como lo son la fo-tografía e ilustración entre otras. Además desde hace

años cultivo el gusto por la escritura”.http://www.surrealdevocion.blogspot.com/

MARIANNE VALERIA “Soy Escultor de profesión, estudié Diseño Teatral y Artes Visuales en la U. De Chile(...)tratando de reconciliarme con las letras, por un tiem-po escribí harta prosa poética, un cuento, varios es-critos para dramaturgia y otros tantos ensayos (Crecí en Copiapó , es una malformación... así cómo un placer

culposo al que volvemos cada cierto tiempo). http://mitesviolents.blogspot.com/

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