Revista Q Nro 48. Marzo-abril de 2014

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REVISTA LA REVISTA DE LA CIUDAD Antonio Ordóñez. Una guerrilla cultural que dura medio siglo Yunguilla, un ejemplo de conservación La historia del mes. Las edades arquitectónicas del Centro Histórico Distribución mensual gratuita No. 48. Marzo / abril del 2014 Edición final 25 000 ejemplares EL RoCk qUITEño 40 AñoS BAJo EL VoLCÁN

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Una revisión completa sobre el movimiento rockero quiteño, sus orígenes, sus personajes, sus luchas y sus retos. Una entrevista con el célebre creador del Teatro Ensayo, un viaje hacia una de las Áreas Protegidas de la ciudad... una variada oferta de lectura y buen periodismo.

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REVISTALA REVISTA DE LA CIUDAD

Antonio Ordóñez. Una guerrilla cultural que dura medio siglo

Yunguilla, un ejemplo de conservación

La historia del mes. Las edades arquitectónicas del Centro Histórico

Distribución mensual gratuitaNo. 48. Marzo / abril del 2014

Edición final25 000 ejemplares

EL RoCk qUITEño40 AñoS BAJo EL

VoLCÁN

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2 • Revista Q

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MUNICIPIo DEL DISTRIToMETRoPoLITANo DE qUITo, 2014

AUgUSTo BARRERA g.Alcalde del Distrito

Metropolitano de Quito

CARoLINA ESPINoSA VERgARASecretaria de Comunicación MDMQ

EDITOREdwin Alcarás

[email protected]

COORDINACIÓN EDITORIALkatherine Tatés

[email protected]

CONCEPTO Y REPORTERÍAFOTOGRÁFICACésar Morejón

[email protected]

DISEÑO E INFOGRAFÍARafael Castro

[email protected]

DIRECCIÓN DE ARTERevista q

PORTADAFotografía de

César Morejón

[email protected]

Teléfono: 395 23 00 ext. 12089 MUNICIPIO DEL DISTRITO

METROPOLITANO DE QUITODirección: Palacio Municipal, Venezuela

entre Chile y Espejowww.quito.gob.ec

Número 48. Marzo 2014.25 000 ejemplares

MUNICIPIO DEL DISTRITOMETROPOLITANO DE QUITO, 2014

Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de los autores

y no comprometen a la revista nia sus editores.

PRODUCCIÓN: Revista QIMPRESIÓN: Imprenta Mariscal

Av. 6 de diciembre 7015 • Telf: [email protected]

Si usted nos cita le agradecemosque indique la fuente.

Muchas gracias a quito

La capitalidad de Quito no es solo un hecho administrativo y político, es una cualidad que tiene que ver con su producción cultural, su pensamiento crítico y su producción artís-tica y científica.

Con esa convicción hemos impulsado durante estos años un robusto plan en el ámbito de la cultura. Además de triplicar la infraestructura cultural, la hemos democratizado y hemos abierto espacios plurales, tolerantes, de calidad y de absoluto respeto hacia las diferentes expresiones de nuestra ciudad.

Esta maravillosa revista es parte de esa apuesta. Nació en abril de 2010, a los pocos meses de iniciada nuestra gestión; hoy, casi cuatro años después, llegamos a la edición 48. Hemos querido convertirla en la revista de la ciudad, que trascienda temas coyunturales y aborde más bien aspectos estructurales, desde miradas diversas y perspectivas distintas, reflejando el pensamiento y dinámica de este Quito cosmopolita.

Sabemos que estamos en un momento determinante de la historia de la ciudad. Más de una vez hemos señalado que será en estos años cuando se definirá si se forja una so-ciedad moderna, democrática, igualitaria, respetuosa, o un territorio segregado, violento e intolerante.

Esta construcción, si bien coloca a la autoridad de turno en un rol predominante, es una función de la sociedad y de todos sus estamentos. Tampoco es un proceso lineal, previa-mente fijado o preestablecido, es una construcción de ir y venir, de la inteligencia social que desarrollemos, de la capacidad de deliberar, escoger, construir y hacer que tenemos todos como ciudadanos.

La revista Q es un instrumento de esa democracia deliberativa y ha sido por ello, útil y potente. Hoy cerramos este ciclo, pero estamos seguros de que la vitalidad de la sociedad quiteña abrirá nuevos cauces para pensarse, soñarse y expresarse.

Muchas gracias a los articulistas, funcionarios, consejo editorial; y a quienes imprimen, distribuyen y han hecho de este esfuerzo un símbolo de la cultura quiteña. Pero, en especial, muchas gracias a los lectores, por su fidelidad y su apoyo.

Muchas gracias a Quito

Augusto Barrera GuarderasAlcalde Distrito Metropolitano de Quito

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4 • Revista Q

sumario

11

18

52

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MISCELÁNEAS6 Tecnología. Un click y toda la cartelera de cine en su teléfono.7 Ideas. Filtro casero para purificar el agua.8 gente de a pie. Raúl Arias. Fuimos poetas del momento y de la realidad.9 Radiografía social. La fuerza trabajadora femenina es el 44% en Quito.10 Civilitas. Un proyecto apoya la economía femenina.11 La q recomienda. Un mito del rock mundial llega a Quito.76 Bitácora. Fotoperiodismo mundial. El agua es cada vez más importante en la ciudad.78 Tiempo libre. La actividad cultural de la ciudad.82 La imagen. Tiempo de cambios para las mujeres.

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28 42

36

66

78HISToRIAS

12 La voz del espejo. Una guerrilla cultural que dura medio siglo. 18 Ciudad viva. Yunguilla, un ejemplo de conservación.28 Dossier. Quito en clave de rock.36 Dossier. Cuatro aportes para el santoral rockero quiteño.42 Dossier. Nuevas bandas, nuevos cultos.48 Dossier. Las mujeres rockean contra los prejuicios52 La historia del mes. Las edades arquitectónicas del Centro.66 Poiesis. Antilógica, los límites gráficos de la realidad.

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Los estrenos de cada semana, con los horarios y las sinopsis están a disposición en su teléfono inteli-gente con una aplicación desarrollada por tres qui-teños que se descarga gratis desde el celular con

Apple Store o Google Play en uno o dos minutos. Apenas se instala, el sistema le preguntará si desea usar su información de Facebook. Si acepta, puede calificar el servicio y guardar sus preferencias sobre salas y géneros. La aplicación ofrece la opción de mantener confidencial su información de usuario.

A continuación se elige, de entre 15 posibles, su ciudad de residencia. Entonces se despliega la oferta cinematográfica local. Una vez que se escoge la película sobre la que se quiere información le mostrará en la pantalla las salas, las fechas y los horarios disponibles. La búsqueda puede realizarse por cartelera con el menú de las próximas dos horas. También se puede filtrar sus preferencias con el criterio de la sala de cine de su preferencia. La información también está disponible en la página web con la misma oferta: www.cinepass.com.ec

Miguel Vega de 25 años, Pablo Espinosa de 49 y Javier Granda de 24, han trabajado en el desarrollo de aplicaciones tecnológicas para facilitar el acceso a información de interés común, por ello fundaron hace un año la empresa Palapa, que tomó el nombre de las casas de playa mexicanas. La empresa funciona en el tercer piso de ConQuito. El costo del arriendo está subvencionado por el Municipio, del que también reciben asesoría gratuita en administración de ne-gocios. Por lo pronto el servicio de la aplicación no genera ganancias directas, pero proyectan establecer un ingreso por medio de la publicidad.

tecnología

y toda la cartelera decine en su teléfono

UN CLICk

SERVICIo. Cine Pass es una aplicación tecnológica creada por la empresa ecuatoriana

Palapa. Más de 20 000 usuarios en Quito acceden a la cartelera cinematográfica actualizada en sus teléfonos. Una

vez inscrito le llegan alertas totalmente gratis.

Infografía de Miguel Vega

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Cada vez más gente se empieza a dar cuenta de la importancia de cuidar el agua. Desde los fu-turólogos más dudosos hasta los científicos más serios, todos están diciendo que las guerras del

futuro no serán por el petróleo sino por el agua. De modo que ya es tiempo de que tomemos en serio su cuidado y los modos de optimizar su uso.

Lo más interesante de este invento es que puede cons-truirse en la casa de cada usuario. Hay varios formatos de filtro, según el nivel de purificación y el uso que se vaya a dar al agua, pero el más común, el que se necesita para cocinar o beber, puede construirse de la siguiente manera:

Se necesita un balde de 55 litros, 25 kilos de arena, 5 kilos de grava (una piedra menuda de menos de un centímetro), 5 kilos de piedras medianas para la construcción y 5 kilos de carbón activado, que se obtiene de la cáscara de coco casi quemada a una temperatura de 800° a 1000 º C. (Activado significa que el material ha desarrollado una característica

altamente porosa). Primero se realiza un agujero en la parte inferior para colocar una válvula o llave de agua, luego se co-loca una malla plástica en la parte baja del balde de modo que quede libre 1/5 del espacio. Allí se almacenará el agua. Hacia arriba hay que ir colocando las siguientes capas: primero el carbón activado, luego la arena, después la grava y finalmente la piedra mediana. Se deja correr el agua y al final, luego de todos estos filtros, usted tendrá agua pura y segura, lista para el consumo, pues esta herramienta casera elimina cloro, pes-ticidas, herbicidas, solventes, aceites derivados del petróleo etc. La eficiencia del filtro es de 99,75%.

Con este invento usted puede tranquilamente usar el agua de la lluvia para alimentarse. Sí, es más fácil tener el agua del grifo, pero, en cambio, con este método cada familia quiteña podría ahorrar 40 000 litros del sistema de agua potable cada año. Usted se beneficia y el planeta también. Y, así, contribui-mos entre todos a conservar el ambiente en el que vivirán sus hijos y nietos.

El carbón activado se conoce desde finales del siglo XVIII, cuando se lo usaba principalmente como decolorante de azú-car. En la Politécnica estudian los usos alternativos de este filtro natural desde hace más de doce años. Renato Sánchez, ingeniero ambiental y Francisco Charro, ingeniero mecánico industrial, desarrollaron este filtro casero a partir de sus estu-dios como una manera de colaborar con la gente y el planeta.

El carbón activado se puede regenerar hirviéndolo en agua durante dos horas. Hay que hacerlo al menos una vez al año y prácticamente es eterno.

AMBIENTE. Para tener agua segura ya no se tiene que gastar en los consabidos botellones. Dos ingenieros de la Politécnica Nacional han desarrollado un filtro que se puede fabricar en casa, al alcance de todo bolsillo y de amplia durabilidad. 

ideas

Renato Sánchez (izq) y Francisco Charro demuestran cómo funciona el filtro de agua en la

Escuela Polítecnica Nacional

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8 • Revista Q

Ser poeta en los sesenta significaba involucrarse en el mundo. Si no te metías con la política, la política se metía contigo. Como poetas nos interesaba la Refor-ma Agraria y los medios de comunicación, es decir

temas para comentar poética y políticamente. No escribíamos para trascender. Fuimos poetas del momento y de la realidad. Había poetas desentendidos del arte político que hablaban del amor casi divino y sofisticado. Nosotros también creíamos en el amor, pero en el amor social. Queríamos un régimen de amor en la sociedad y para eso teníamos que luchar; debíamos hacer buen arte para luego hacer arte político o militante.

Yo pertenecí al grupo de los Tzánticos. Dábamos recita-les en la Casa del Obrero, en la 24 de Mayo y en la Facultad de Filosofía. Después nos reuníamos para contarnos nues-tras impresiones en la casa de alguno de nosotros. Rafael Larrea, por ejemplo, vivía en la Briceño, más arriba de San Blas, y tenía una hermosa vista de Quito en la noche. Ahí amanecíamos escuchando Los Chalchaleros, Los Fronteri-zos y Atahualpa Yupanqui. Rafael tocaba la guitarra y can-taba. Pasábamos una bohemia muy linda. Nunca tuvimos horarios. En el Café 77 nos encontramos para organizar re-citales pero no era un taller formal, era casual.

El centro de Quito no ha cambiado mucho. Antes, en la Benalcázar estaba la Facultad de Filosofía y Letras de la Uni-versidad Central. Media cuadra al sur estaba el Café Águila de Oro, que más tarde fue el Café 77. Más allá estaba la 24 de Mayo, que era una zona complicada con vagabundos y gente lumpen, pero que también era la vecindad de artistas como Héctor Cisneros, el poeta de la calle, quien daba recitales en plena avenida 24 de Mayo y en mercados como el de San Roque y el Central.

Antes el poeta tenía compromiso con el pueblo y sus problemas. Si bien los tiempos han cambiado, las inquietu-des generales siempre están latentes, aunque se aborden de distinta manera. Por ejemplo, en nuestro sistema era normal ser blanco del acoso gubernamental. En la Universidad or-ganicé un recital en el aula magna de la Facultad de Filoso-fía, con participación de Fabio Pacchioni, director de teatro de la UNESCO, y Mario Müller. Corría el año de 1965 y es-tábamos en medio de una dictadura militar. Los Tzántzicos titulamos al evento La muerte del cisne pero el Gobierno nos comunicó que había una denuncia en la que se decía que yo estaba realizando actividad política prohibida.

Me condujeron a un local cerca del Teatro Bolívar. Un general me informó sobre la denuncia por actividad su-puestamente subersiva. Y sin más me dejaron una jornada en el CDP de la Mideros. Mis compañeros se preocuparon, fueron a la prensa y salió una noticia en el diario Últimas Noticias que decía Estudiante detenido sin saber por qué. Me dejaron comida y cobijas. La misma facultad gestionó mi liberación.

TESTIMoNIo. Este 21 de marzo se celebra el Día Mundial de la Poesía. Por eso buscamos a un poeta emblemático de la ciudad, fundador del Movimiento Tzántzico, quien a sus 70 años, dicta talleres de Literatura en el CDC de Conocoto.

gente de a pie

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Según el último censo, en la Capital, hacia 2010, vivían 1 829 277 per-sonas. De ellas, 1 097

521, es decir el 60% de todos los quiteños pertenecen a la Población Económica-mente Activa (PEA). De esa cantidad, 483 258 son mujeres, es decir el 44%, mientras que 614 263, es decir el 56%, son hombres. La Población Económica-mente Inactiva (PEI) era, para ese año, de 731 706 per-sonas. 465 169 son mujeres, es decir 64%; mientras que 266 537 son hombres, es decir 36%.

El índice de la PEA mide la can-tidad de personas que trabajaron al menos 1 hora en la última semana o que no laboraron pero tuvieron empleo, o quie-nes no tenían empleo, pero estaban disponibles para trabajar y lo buscaban (desocupados que tuvieron empleo en los últimos seis meses). En la PEI se encuentran personas inactivas no clasificadas como ocupadas o des-ocupadas, entre ellos rentistas, jubilados, pensionistas, es-tudiantes, amas de casa, entre otros.

El estudio Panorámica del mercado laboral ecuatoriano, realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Censos en 2010 sobre una muestra de 500 casos, indica que 9 665 mujeres pertenecientes a la PEA, es decir el 2,6%, no tienen

femenina es el 44% en quito

radiografía social

ninguna instrucción

educativa, las que tienen instruc-

ción primaria son 106 316, el 22% de la PEA femenina; las quiteñas trabajadoras con ins-trucción secundaria son el 36%, es decir 173 972. Finalmen-te, quienes tienen instrucción superior son 183 638, o sea el 38% del total de la PEA femenina en Quito. Las mujeres profesionales, es decir con instrucción superior, ganan en promedio 620 dólares mientras que los hombres profesio-nales ganan 678 dólares, 58 dólares más.

LA FUERzA TRABAJADoRA

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Desde hace tres años varias veci-nas del barrio El Camal lleva-ban habitualmente a sus hijos a la Fundación Cenit (Centro de

la Niña Trabajadora) para que las ayudaran con tareas dirigidas y nivelación. Pero hace tres me-ses, Mariana Tello, de 40 años, Verónica Loor, de 33 y Susana Cabrera, de 46, se encontraron con una propuesta diferente. Ali Pickard, artis-ta plástica y gestora social estadounidense, les propuso empezar un proyecto para ayudarlas en su economía familiar.

La propuesta de Pickard consistía en reunirse tres veces a la semana, por dos horas, en las au-las del Cenit para aprender a elaborar artesanías a partir de papel reciclado reforzado con un proce-dimiento de pintado y lacado, que luego pudieran comercializar. La inversión que debían hacer era de cinco dólares por inscripción, y 30 dólares por

una matrícula para talleres durante un año. Luego, los productos entrarían en 10 tiendas de produc-tos alternativos de Quito. Las mujeres se anima-ron y, con dos vecinas más, echaron a andar el proyecto Nadena (una aliteración de la expresión: “nada de nada”). Por cada par de aretes vendido la artesana gana tres dólares, 50 centavos para el Cenit y 50 centavos para el proyecto Nadena.

Hasta ahora se han hecho dos talleres: uno de artesanías y uno de confección de bolsos. El tercero inició el 8 de febrero y está dedicado a la confección de tarjetas a base de papel reciclado. La primera etapa incluye cuatro sábados en la mañana, en los que se aprende a hacer papel re-ciclado. Luego hay un curso de ocho tardes con el jefe del Taller Estampería Quiteña, Arnoldo Sicles. Si usted desea apoyar el proyecto pue-de llamar al 265 4260 o dirigirse al Cenit, en la Huacho E2-63 y José Peralta.

CooPERACIóN. 10 mujeres quiteñas han aprendido a convertir el material reciclado en una fuente de ingresos para su familia. El proyecto Nadena (un juego lingüístico de la expresión “nada de nada”), de la Fundación Cenit, las ha apoyado para crear un modelo de economía sustentable.

Los aretes son elaborados con papel

reciclado, de entre 8 mm y 2,3 cm. Los precios van de 3 a 6

dólares.

civilitas

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recomendación

Metallica, la mítica banda estadounidense for-mada hace 33 años y una de las más impor-tantes del mundo, tocó en el nuevo Parque Bicentenario el 18 de marzo, a las 21:00. Las

18 canciones del repertorio las eligió el público, de entre 420, a través de un código disponible en la página web de la banda. Entre ellas están los clásicos Master of Puppets, One, Enter Sandman, Seek and Destroy, Nothing Else Matters.

La banda conformada por James Hetfield, Lars Ulrich, Kirk Hammett y Robert Trujillo figura actualmente entre los cuatro gigantes del trash metal mundial junto a Mega-deth, Slayer y Antrax. Quito ha estado entre las seis prime-ras ciudades de la gira con Bogotá, Lima, Sao Paulo, Asun-ción, Santiago de Chile y Buenos Aires. Las ventas totales en la historia de la banda, entre discos y conciertos, superan los 100 millones de dólares.

De la Tierra, banda de metal conformada por Andreas Kisser (Sepultura), Álex González (Maná), Andrés Giménez (A.N.I.M.A.L. y D-mente) y Flavio Cianciarulo (Los Fabulo-sos Cadillacs), abrió el concierto en Quito. También tocó la

Orquesta de Instrumentos Reciclados de Cateura, un grupo infantil de una barriada pobre de Asunción, Paraguay, cuyos pasajes y estadía fueron financiados por Metallica. Y en re-presentación ecuatoriana, la banda de metal core Mad Brain, cerró la lista de teloneros.

En el operativo trabajaron 2000 personas entre emplea-dos de servicios de emergencia (500) y policías nacionales. El sistema de seguridad ECU 911 instaló dos cámaras en el interior del parque con un alcance de 500 metros.

Las puertas del Parque Bicentenario se abrieron a las 17:30, el espectáculo comenzó a las 19:30 con la banda te-lonera ecuatoriana Mad Brain. Luego pisó escenario la Or-questa de Instrumentos Reciclados de Catecura y finalmen-te De la Tierra. Metallica estuvo en el escenario a las 21:43 con la canción blackened luego creeping death y al final seek and destroy. El show duró aproximadamente cuatro horas.

Para abril y mayo de este año se prevee que se presentan en Quito Megadeth, Municipal Waste y Children of the Bo-dom, un movimiento interesante para el movimiento rocke-ro de la ciudad.

UN MITo DEL RoCkmundial en quito

Foto

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lica.

com

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la voz del espejo

Su afición por las tablas es tan metafórica como literal. En la parte posterior de la hermosa casa que construyó hace 20 años cerca de la Mitad del Mundo –en un galpón que fue pensado para ser un teatro- ahora tiene un taller de carpintería. En lo que iba a ser la

boletería y el vestíbulo tiene una sala para mostrar las mesas, los armarios y los escritorios que produce junto con un empleado. Al maestro Antonio Ordóñez, fundador y director del mítico Teatro Ensayo, le gusta bromear continuamente sobre su demostrable “ambición por las tablas”. Es un hom-bre alto de voz grave y una cortesía tan suave como rigurosa, que recuerda las maneras clásicas del quiteño antiguo. Desde la infancia padece un estra-bismo que le da un carácter de determinación y cierto misterio a su rostro. En la sala de su casa recorre las primeras cinco décadas de su trabajo. Cada tanto apela a la confirmación o a la corrección de Isabel Casanova, su com-pañera en el teatro y en la vida.

UNAgUERRILLACULTURALque dura medio sigloEl maestro Antonio Ordóñez, miembro del movimiento Tzán-tzico, fundador del Teatro Ensayo y profesor de varias genera-ciones de actores ecuatorianos, es una institución de las artes escénicas nacionales. Acaba de recibir un homenaje por sus cin-cuenta años de trabajo en el que aprovechó para publicar su pri-mer libro de poesía El demonio en el fondo de los ojos.

Entrevista Edwin Alcarás. Fotos de César Morejón

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¿Usted es quiteño de dónde?Mi padre tenía una casa en la Loja y

Quijano. Nací en el 43. Soy el cuarto de nueve hermanos.

¿En su familia había ambiente propicio para las artes?

Parece que mi abuelo, que fue un mé-dico célebre en Quito, pintaba. Mi padre quedó huérfano muy joven. Estudió Con-tabilidad y luego fue Ingeniero en Sistemas, uno de los primeros del Ecuador. Trabajaba en el Seguro Social y tenía dos pisos enteros de ese edificio, entonces nuevo (en la 10 de Agosto y Bogotá), con unas máquinas IBM inmensas que hoy cabrían en una computa-dora portátil. Él tuvo una vinculación muy fuerte con la gente porque era miembro del Sindicato de Trabajadores del IEES. Mu-chas veces fue Secretario General. Leía mu-chísimo, Por otro lado mi hermano Marco, que era un excelente atleta y campeón na-cional de Pentatlón, fue bailarín de ballet.

¿Usted fue un niño histriónico?No sé. En realidad en la infancia, en la

Escuela Espejo, tuve un fracaso rotundo que me marcó porque yo quería salir en los programas, disfrazarme, etc. pero siempre me excluían de las actividades de sainete. Me tuve que resignar.

¿Y en el Colegio?Como alumno de la Escuela Espejo yo

tenía un cupo directo para el Benalcázar. Pero me negué e insistí en ir al Mejía para ser como mi hermano Marco. No había cu-pos así que mi papá habló con el inspector Genaro Fierro y, no sé cómo, pero entré. Y cuando ya estuve ahí, me entró un arrepen-timiento… (sonríe)

¿Qué pasó? La Escuela Espejo era una maravilla,

muy elegante. Había, incluso, unos talleres de carpintería donde yo empecé a aprender el oficio. Ahí empezó, creó yo, mi ambición por las tablas, literalmente hablando… (ríe

con carcajadas secas e iguales). Bueno lo que pasó es que en el Mejía los alumnos eran terribles. Yo fui muy elegante a mi pri-mer día, con corbata y todo. Por ahí se me acercó un compañero repetido, me dijo que me iba arreglar la corbata, pero me apretó casi hasta la asfixia. Luego se fue corriendo.

Usted entró a los Tzántzicos cuando estaba en el Colegio ¿no?

Fue en sexto curso, por influencia de Simón Corral que era mi compañero de aventuras. Los Tzántzicos empezaron con Ulises Estrella, Leandro Katz -un argen-tino que estaba por acá de paso-, Alfonso Murriagui, Marco Muñoz y Simón Corral.Al comienzo me cayeron medio mal es-tos Tzántzicos porque eran muy formales, demasiado estudiosos. Cuando un libro nuevo caía por ahí, pasaba por todas las manos. Entonces empecé a conocer a Jean Paul Sartre y los existencialistas. Era una especie de taller espontáneo lo que había en el Café 77, en la Plaza Grande. Ibamos todos los días, a pie siempre, luego de ter-minar el Colegio. Había mucho rigor, mu-cha disciplina intelectual.

¿Qué escribía en ese tiempo?Algunas cosas esporádicas. Pero era

cruel porque el Ulises, a veces, también el Euler Granda, nos despedazaban los textos. Leíamos a Sartre, Albert Camus, Henry Miller, los surrealistas franceses... También manteníamos contacto con las vanguardias de América Latina, como los Nadaistas de Colombia; la gente de la revista El Techo de la Ballena, de Venezuela; o El Corno Em-plumado de México. En muchas ideas per-cibíamos coincidencias con ellos. Sin saber empezamos a ser como una red de agitado-res culturales y políticos.

Y entonces ¿cómo llegó el teatro a su vida?

Teníamos mucha vinculación políti-ca. La Central Única de Trabajadores en

realidad era única porque no había otras. Con ellos trabajamos mucho haciendo recitales en las fábricas. No era una ac-titud intelectual de poetas o bohemios, sino una militancia política. Luego de los recitales lo que principalmente hacíamos los Tzántzicos era teatro. Ahí empecé a solucionar mi antiguo problema con la escena porque en todos los recitales pre-parábamos una especie de puesta en es-cena. Parece que yo tenía una voz versátil, con capacidad para subir el volumen que nos venía muy bien para las cosas que hacíamos. Con Mario Müller montamos Antígona. Ahí me conocí con Isabel. (En ese momento entra Isabel, con quien lleva una relación tan larga como la que tiene con el teatro. Trae una bandeja con galle-tas y cubitos de queso).

¿Se asumía como un iconoclasta?No, para nada. Seguíamos el ritmo de

las cosas que iban pasando. Había triunfa-do la Revolución Cubana y nosotros pen-sábamos que íbamos a hacer la ecuatoriana en un par de semanas. Yo más bien he sido siempre respetuoso y tímido. Sobre la esce-na éramos capaces de hacer otras cosas.

Y afuera también, en las plazas, en los anfiteatros…

Bueno, afuera también. En 1962 se rea-lizó una bienal de arte de vanguardia y pro-testa en el edificio de los espejos de la CCE, entonces en construcción. Y resulta que el Centro Ecuatoriano Norteamericano deci-dió hacer una antibienal por las mismas fe-chas con artistas abstractos. Los Tzántzicos fuimos a la inauguración, muy elegantes, con terno. Cuando iba a empezar, lanza-mos un grito poético y empezamos a repar-tir un manifiesto en contra de la antibienal. Era una guerrilla literaria.

Ustedes también se hicieron famosos por hacer recitales de espaldas ¿A quién se le ocurrió eso?

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Hicimos un primer recital así un día en que se festejaba un aniversario de la Facultad de Filosofía de la Universidad Central. Era un acto formal con todas las autoridades. Fuimos de espectadores. Pri-mero se cantó el Himno Nacional, todos muy serios. Segundo se anunció el discurso del Rector. Cuando iba a empezar a hablar, el Simón Corral saltó sobre la mesa direc-tiva. Yo salté en el otro extremo de la sala. Ambos de espaldas. Desde el público se escucharon gritos y consignas poéticas de los otros Tzántzicos que estaban colados por ahí. El público pronto se dio cuenta de que el recital era parte de la ceremonia. Una parte muy especial. Planificábamos los re-citales con meses de antelación. Una vez, en el anfiteatro de la Facultad de Medicina, dimos un recital mientras se diseccionaba un cadáver...

¿Por qué empieza a contar los años de su carrera artística desde 1963?

La cosa es que el dramaturgo guaya-quileño José Martínez Queirolo empezó a colaborar con la revista Pucuna que no-sotros editábamos. Un día nos mandó un monólogo titulado Réquiem por la lluvia. A mí me gustó mucho y planificamos que yo lo interpretaría en un acto en contra de las recién inventadas Fiestas de Quito. Esa función fue un 5 de diciembre de 1963, hace 50 años.

¿Ese fue el inicio del Teatro Ensayo?Esa noche, entre el público del Café 77,

estaba Fabio Pacchioni, quien había llega-do precisamente esa noche a Quito, desig-nado por la Unesco para crear proyectos de profesionalización del teatro ecuatoriano. Pacchioni Se acercó al final de la función y nos dijo que era urgente que nos reunié-ramos. Al siguiente día nos invitó a parti-cipar en un seminario al que llegaron de-cenas de actores de todo el país. Una cosa terrible, con jornadas desde las cinco de la

tarde hasta las dos o tres de la mañana. De ahí salió, entonces, el Teatro Ensayo, la Es-cuela de Arte Dramático de la Casa de la Cultura y, poco más tarde, el Teatro Popu-lar Ecuatoriano. Pacchioni pasó a ser, dos años después, director del Teatro Popular y en ese ritmo vertiginoso yo pasé a ser di-rector del Teatro Ensayo.

A todo esto ¿qué opinaba su padre de sus andanzas de tzántzico?

Creo que estaba orgulloso. Me decía: ya estás otra vez de saltimbanqui. Pero nunca faltaba a ningún recital. Ninguno. Supongo que se preocupó por mi subsistencia, como es obvio… Yo mismo no sé de qué he vivido hasta ahora, pero he vivido. En esa época, además, me casé. Con la Isabel empezamos a hacer de todo. Yo, incluso, fui burócrata. Pero un solo día.

¿Cómo es eso?Pacchioni tenía un amigo que era di-

rector del Instituto Ecuatoriano de Refor-ma Agraria, Ierac, a quien le pidió ayuda para mí. Al día siguiente yo tenía ya un puesto en la burocracia. La situación eco-nómica apremiaba de modo que fui. Usé el terno que me puse en la antibienal. Me pre-sentaron al director del departamento, me sentaron en un escritorio y me dieron un

archivo. Tenía que llenar unas fichas de car-tulina con información sobre predios. Lle-gó el mediodía. Salí a comer con los com-pañeros. Volvimos. A las cinco de la tarde salí. Esa noche no pude dormir. Pensaba y pensaba. Me imaginaba a mí mismo, des-pués de 20 años, en el mejor de los casos, sentado en el escritorio del jefe. Al siguiente día fui directo donde el director y le presen-té mi renuncia. (El maestro ríe, pero luego se recompone y sigue, serio). Pacchioni se enojó un poco, pero al final entendió. Des-pués me di cuenta de que había tomado la mejor decisión de mi vida.

¿Lo que se empezó a hacer en el Teatro Ensayo significaba una ruptura radical con el teatro de entretenimiento como el de don Ernesto Albán?

Yo reniego de no dar crédito a lo que había antes. Es cierto que con Pacchioni se sistematizó y se crearon nuevas posibi-lidades profesionales, pero siempre hubo grupos de alta calidad en el país y grandes figuras como Marco Barahona, Jorge Ica-za o el mismo Ernesto Albán. Él nos tenía admiración porque nosotros ensayábamos seis meses para estrenar una obra, mientras que él las hacía en ocho días… Su teatro dependía de la contingencia política, con

Antonio ordóñez interpreta Réquiem por

la lluvia en el Café 77. La foto fue publicada el 6 de diciembre de

1963, en el diario Últimas Noticias.

Foto: Archivo de Isabel Casanova.

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un trabajo de puesta en escena y decora-dos. Pero después le fue ganando la contin-gencia porque tuvo que adaptar su teatro a los lugares en los que representaba, en las conchas acústicas o los coliseos. Lo cual no quiere decir de ningún modo que Albán no tenga un inmenso valor para este país.

Y es uno de los artistas que más conectó con la gente, en sus recorridos minuciosos por todo el país…

No tantos como el Teatro Ensayo (sonríe con intención). Si Pacchioni no se hubiera encontrado con los Tzántzicos, el teatro ecuatoriano hubiese tomado otra dirección. Fue a partir de eso que Pacchio-ni entiende que hay que ir a los pueblos. Y eso hicimos. Primero con piezas clásicas de Cervantes, de Lope de Rueda y de otros autores del Siglo de Oro español. Luego vi-mos la necesidad de un tipo de teatro con contenido social, entonces pusimos obras ecuatorianas como El velorio del albañil, de Augusto Sacoto Arias; El pasaporte, de Ernesto Albán Gómez; El tigre, de Deme-trio Aguilera Malta. El público lo acogió muy bien. Pacchioni logró tener un presu-puesto desde el Congreso para el proyecto de la Escuela de Artes Escénicas, el Teatro Ensayo y el Teatro Popular. Yo ganaba un

sueldo como director. Fue la primera vez que el teatro me daba un salario formal. Y la última (risas).

¿Por qué se fueron de la Casa de la Cultura?

En 1972 nos echaron. Habíamos hecho una gira muy exitosa en México y Estados Unidos con adaptaciones de Huasipungo (novela de Jorge Icaza) y Boletín y elegía de las mitas (poema de César Dávila Andra-de). Cuando regresamos, recibimos una esquela del presidente encargado de la CCE en la que nos decían que, por haber cometi-do “actos bochornosos” en los que hablába-mos mal del Gobierno, quedábamos expul-sados de la institución.

¿Y?Seguimos. Ensayamos primero en El

Ejido, luego en mi departamento y final-mente fuimos a la Escuela Espejo donde me reencontré con el profesor que me había im-pedido actuar cuando era niño (risas). Años más tarde, la Concentración Deportiva de Pichincha nos ofreció el espacio del Teatro Quitumbe, un teatro redondo, maravilloso. Por entonces empecé a ser profesor de la Fa-cultad de Artes de la Universidad Central, donde estuve treinta años. Luego, en 2003, la Casa de la Cultura nos volvió a ofrecer un

lugar. En principio dijimos que no, porque estábamos aún un poco resentidos, pero al final aceptamos. Nos ofrecieron un presu-puesto. Raúl Pérez Torres hizo un préstamo a FonCultura con el fin de tener una parti-da presupuestaria para el grupo. El proceso llegó al Banco del Estado, pero cambió la administración de la CCE y el nuevo presi-dente no firmó. Seguimos en esa espera.

El mundo cambió mucho desde los sesenta ¿La propuesta del teatro comprometido sigue vigente?

El Teatro Ensayo no ha envejecido. Siempre hemos estado explorando y bus-cando. No somos los viejitos que hacen lo mismo que hace 50 años. Hemos aportado y podemos seguir aportado al desarrollo del arte de este país. No hay que ser modestos en este sentido. No hemos confundido las cosas. Además del compromiso político he-mos tenido un compromiso estético mar-cado por una búsqueda y una investigación permanente. Tenemos un método propio, trabajado durante décadas de experiencia, que ahora estamos sistematizando.

50 años de trabajo ¿Qué viene luego?Empiezan los siguientes 50 años (El

maestro sonríe).¿Nunca pensó en retirarse?Algunas veces sí. En los momentos di-

fíciles, de penuria económica, con Isabel hemos estado tentados. Pero siempre he-mos seguido.

Maestro, por su actitud usted sigue pareciendo el muchacho que interpretó el Réquiem por la lluvia en el Café 77

Hay un trayecto grande, una madurez actoral, intelectual, un aprendizaje. Lo que nunca he hecho es declinar en nuestra pos-tura ideológica, nuestra convicción... (El maestro se emociona, se le quiebra la voz, se enjuga una lágrima. En broma, le pide a Isabel que no lo critique, que lo deje emo-cionarse.). Nunca nos hemos echado atrás y no empezaremos ahora.

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El género constituye una narrativa construi-da históricamente en el largo plazo, como un medio de superar las formas naturali-zadas de atribución de características fijas

a hombres y a mujeres. El artículo que presentamos a continuación reconstruye un acontecimiento suce-dido en la ciudad a comienzos del siglo XX que per-mite visualizar las dificultades que por estas razones enfrentaron personajes de nuestra historia.

Cuando en la ciudad de Quito, en abril de 1907, durante la segunda administración del general Eloy Alfaro, se desencadenó una aguda crisis como con-secuencia de la muerte y represión de estudiantes del Club Universitario que se manifestaron a favor de las elecciones libres para la designación de senadores y diputados, hubo voces de mujeres que protestaron por el clima de intolerancia generado por el Gobierno.

Zoila Ugarte de Landívar, en ese momento re-dactora del diario La Prensa de Quito, pidió por carta a Ana Paredes, esposa de Alfaro, que influyera en éste para que cambiara de rumbo o renunciara. Uno de sus argumen-tos impresiona porque parece premonitor de los sucesos de 1912 (el crimen de lesa humanidad cometido contra Eloy Alfaro y sus colaboradores): “Cuando los pueblos quieren ser libres, nadie pue-de impedirles que lo sean (…) Evitad el derramamiento de sangre que a nada bueno puede conducirnos”, le dice.

Esta participación provocó el rechazo de varios allegados al Go-bierno. En un comunicado opuesto a las manifestaciones de protesta de las mujeres, se dice: “La mujer ha de sobresalir como la violeta en-tre las demás flores por la fragancia de sus virtudes, por el aroma de sus méritos cívicos, pero no se ha de inmiscuir en la política porque esta, encaminada a dirigir los Estados, no cabe sino en los cerebros varoniles”. En cartas anónimas públicas se aconsejó a Zoila Ugarte “dedicarse a la santa paz del hogar” porque “son los hombres que van a los campos de batallas en busca del ideal (…) los únicos llamados a meterse en las contiendas políticas”. Zoila Ugarte no era conservado-ra sino una escritora y pensadora liberal interesada en que se profun-dizara en los postulados liberales relacionados con la ampliación de la esfera pública y el ámbito de las libertades individuales.

Es posible que lo planteado por sus detractores fueran improperios en medio de la contienda política, pero también afirmaban una concepción interiorizada en el habitus que partía de la superioridad masculina para atender los asuntos públicos y que desvalorizaba la participación política de las mujeres. En todo caso, enuncian un claro recordatorio sobre los roles de gé-nero y lo que se consideraba adecuado para hombres y mujeres. En la concepción de esa época, las mujeres debían destinarse únicamente al hogar y al espacio privado (algo que preocupaba al propio Alfaro y a lo que la educación laica impulsada por él contribuyó en parte a superar). Mientras los hombres eran capaces de grandes cometidos que los vinculaban a lo público y al bien universal, las mujeres debían estar destinadas al espacio doméstico en su rol de esposas y madres abne-gadas, lo que deslegitimaba su participación política.

Ahora, un siglo después, serían impensables esas respuestas, aunque las formas naturalizadas de separación entre lo que se considera masculino y fe-

menino pueden reproducirse bajo nuevas formas, afectan-do, entre otras, a las minorías sexuales. Todo esto nos ayuda a comprender que las formas de ser hombres o mujeres o

personas con opciones sexuales distintas son construcciones so-ciales y culturales que cambian con el tiempo. El ejemplo relatado también nos remite a los estereotipos de género, al intento de fijar de manera estática los roles de las personas de acuerdo a su sexo y al sufrimiento que muchas veces genera esa imposición.

Felizmente, nuestra protagonista rebatió ese intento defendien-do la capacidad de acción pública de las mujeres a la par que los hombres: “Las ecuatorianas que hemos protestado por la matanza del 25 de abril hemos estado en nuestro derecho y hemos cumplido nuestro deber haciéndolo (…) ¿Acaso no tenemos lo mismo que los hombres instintos de conservación, amor a la tranquilidad y patriotismo también?”. Se trata de una respuesta favorable a la li-bre participación política de las mujeres y a su igualdad frente a los hombres para opinar e intervenir en el debate político.

Sin mencionarlo, ella estaba afirmando un contenido de gé-nero: lo que compete a una parte de la humanidad tiene relación con la otra y está atravesada por relaciones de poder. Analizarlo y comprenderlo puede ayudarnos a romper las inequidades a fin de construir una sociedad más justa y más libre.

opinión

En primera persona

Soy historiadora y profesora investigadora asociada al Programa de Estudios de Género y de la Cultura de Flacso - Ecuador. Obtuve la maestría en Historia Andina en Flacso-Ecuador y el doctorado en Ciencias Sociales en la Universidad de Amsterdam. Entre otros temas, he trabajado los procesos de constitución del Estado, la Historia de las mujeres y la Educación en la primera mitad del siglo XX y los orígenes del feminismo en el Ecuador.

zoILA UgARTE DE LANDíVAR,una historia de géneroEscribe Ana María Goetschel.Doctora en Ciencias Sociales

“Las formas de ser hombres o mujeres o personas con opciones sexuales distintas son construcciones sociales y culturales que cambian con el tiempo”

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ciudad viva

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A una hora de Quito se encuentra una de las áreas protegidas del Distrito Metropolitano. La consciencia ambiental de

sus pobladores ha logrado que se establezca un modelo de desarrollo económico sustentable basado en actividades

comunitarias y de turismo ecológico.

un ejemplo de conservaciónYUNgUILLA,

Escribe Diana Sofía Tamayo. MSc. en Biología de la Conservación

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La ciudad ha crecido mucho en dimensio-nes y en dinámicas. Muchas veces quienes la habitamos ignoramos, o conocemos solo superficialmente su enorme riqueza

natural. A unos cuantos kilómetros del perímetro urbano la belleza natural se vuelve inigualable con zonas de páramo, valles interandinos, estribaciones altas y medias de la cordillera occidental de los An-des, y una flora y fauna excepcionales. De hecho, ac-tualmente se conoce que la vegetación natural ocupa cerca del 60% del territorio total del Distrito Metro-politano de Quito (DMQ).

La diversidad de plantas y animales que sostienen estos ecosistemas es formidable. Existen 21 490 regis-tros de especies vegetales, 540 especies de aves, entre las cuales destacan el zamarrito pechinegro, ave em-blemática de Quito, así como el cóndor andino, cuyo simbolismo ha sido representativo de la identidad no solo de la ciudad sino de todo el país. Se tienen regis-tradas 111 especies de mamíferos, entre ellos el oso de anteojos, recientemente añadido a la lista de espe-cies emblemáticas del DMQ y cuya supervivencia hoy pende de un hilo.

Las amenazas que enfrentan estos complejos y delicados sistemas naturales provienen principal-mente de actividades económicas no sustentables como la extracción de madera, la minería ilegal, la producción de carbón y las intervenciones agrícolas insostenibles, que derivan en una tala irracional de los bosques. Por eso, estos espacios requieren una protección urgente a través de medios eficaces que garanticen su permanencia.

La Secretaría de Ambiente del Municipio, en alianza con Conservación Internacional-Ecuador y la Fundación EcoFondo, ha impulsado la creación de las Áreas Protegidas Municipales, es decir es-pacios naturales legalmente constituidos y delimi-tados en los que está prohibido el uso irracional y desordenado de los recursos naturales como la tala y quema de bosque, la extracción de flora y fauna nativa, el petróleo, la minería, entre otras. El obje-tivo es conservar sus bosques, la biodiversidad, los servicios ecológicos asociados y garantizar también el desarrollo humano.

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En el DMq existen 21 490 registros de especies vegetales.

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Estas áreas dentro del Distrito han sido identificadas como prioritarias para crear una red de zonas interconectadas que amplíen la cobertura de conservación y potencien activi-dades económicas sustentables. Con esta idea es fundamental el compromiso y el trabajo de las comunidades locales para gestionar estos espacios bajo diversos esquemas de manejo y de tenencia de tierra, incluyendo la municipal, la comunitaria y la privada.

Yunguilla, consciencia ambientalEntre estas áreas prioritarias está la de Yun-

guilla, una de las primeras en ser declarada ofi-cialmente área protegida. Tiene una extensión de 2 998 hectáreas y alberga a tres comunida-des: Yunguilla con 250 personas, Nieblí con 130 y Cruz Loma con 80. Yunguilla se encuentra en el noroccidente de Pichincha, en la Parro-quia de Calacalí, a 45 km de Quito, forma parte de la zona de amortiguamiento de la Reserva Maquipucuna, entre el bosque y vegetación protectora de la cuenca alta del río Guaylla-bamba y la Reserva Geobotánica Pululahua. La mayor parte del área pertenece a la cuenca del río Tanachi, que desemboca en el Guayllabam-ba, mientras que la zona suroeste de Yunguilla pertenece a la cuenca del río Pichán. Está com-prendida entre los 1 572,8 y los 3 154,3 metros de altitud. La temperatura promedio es de 8 a 12 °C y la precipitación varía de 500 a 2 000 milímetros anuales.

Yunguilla es un caso particular porque su vegetación está distribuida en pequeños par-ches rodeados de mosaicos de bosque en rege-neración natural y amplios espacios de cultivo. La declaratoria como Área Protegida Municipal ha sido fruto de la gran capacidad de liderazgo, el compromiso y el nivel de consciencia am-biental de sus pobladores, así como la organiza-ción comunitaria.

Yunguilla sorprende por su belleza paisajís-tica dominada por bosques nublados que aco-gen una biodiversidad única de flora y fauna.

En estos vastos ecosistemas se ha reportado un número considerable de plantas vasculares, principalmente musgos, líquenes, helechos, orquídeas, bromelias y heliconias. Existen, además, especies maderables como el cedro, el aliso y el canelo. Ente los mamíferos destacan las ardillas, armadillos de nueve bandas, guan-tas, venados colorados y los emblemáticos osos de anteojos. Del mismo modo, hay una gran variedad de especies importantes para la con-servación y el desarrollo de actividades para el turismo de naturaleza como la observación de aves (birdwatching en inglés), entre ellas el tu-cán andino piquilaminado, el gallo de la peña, el quetzal, la pava andina, entre otros. De las 540 especies de aves registradas en el Distri-to, en la zona de Yunguilla se han reconocido 120, pertenecientes a 33 familias y 95 géneros. También hay anfibios en peligro de extinción como el cutín militar, o amenazados como la rana terrestre de ingles amarillas ovaladas.

Preservar los ecosistemas de esta zona del Distrito, restaurar y recuperar sus condiciones naturales y generar la conexión entre ecosiste-mas permitirá que varias especies, actualmen-te en peligro crítico o amenazadas como el oso de anteojos, cuenten con hábitats adecuados para su conservación en el largo plazo.

El escenario propicio para la conservación es relativamente reciente. Yunguilla se encontraba sometida a una serie de transformaciones de-bido a los asentamientos humanos que usaban el suelo para la agricultura, el pastoreo, u otras actividades de subsistencia (como la producción de carbón) que resultaban incompatibles con el cuidado ambiental. Estas acciones ocasionaron pérdidas irreparables a la vegetación de la zona.

A partir de 1995, los pobladores comen-zaron a tomar consciencia de la importancia de conservar sus bosques, gracias al apoyo de organizaciones ambientalistas y a raíz de ex-periencias negativas derivadas de la extracción irracional de los recursos naturales. Por ello, va-rios pobladores de Yunguilla decidieron apostar

En la zona se mantienen constan-

tes reuniones para coordinar el cultivo

agrícola sustentable para el autoconsumo y

la comercialización.

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por un nuevo esquema de desarrollo local basado en activi-dades productivas sustentables y amigables con el ambiente.

Al principio, asumir este cambio en su forma de vida fue difícil debido principalmente a la falta de recursos. Sin embargo, como lo menciona Germán Collahuazo, líder comunitario, se logró una visión diferente. “Poco a poco hemos sido los gestores directos de nuestro propio modelo de desarrollo con enfoque participativo e inclusivo. Imple-

mentamos una serie de actividades productivas basadas en el manejo sostenible de los recursos, tanto para auto-consumo como para la comercialización. Lo cual nos ha permitido valorar nuestra naturaleza e ir generando mayor conciencia ambiental y preocupación por el cuidado de la biodiversidad de la zona”.

Un ejemplo de ello ha sido la conformación del grupo de mujeres Mamapallo que trabaja para desarrollar actividades

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sustentables como la horticultura orgánica, la confección de artesanías con papel reciclado, la elaboración de mermeladas con frutas propias de la zona como la uvilla o el chamburo, la pro-ducción de quesos y yogurt, y el establecimien-to de una tienda comunitaria.

En 1997 se incorporó el ecoturismo como un mecanismo clave para complementar y for-talecer la gestión de las mujeres de Mamapa-llo. Mediante un largo proceso de capacitación al personal y la construcción y equipamiento de infraestructura se creó la Operación de Ecoturismo Comunitario que empezó a ge-nerar recursos para la comunidad. Tres años más tarde, la comunidad decidió gestionar sus proyectos íntegramente con dinero propio. Entonces nació la Corporación Microempre-sarial Yunguilla como entidad legalmente re-conocida por el Ministerio de Relaciones la-borales, integrada actualmente por 54 socios,

que se encarga de gestionar proyectos de de-sarrollo sostenible. Dentro de las acciones de este modelo económico también está un pro-grama de reforestación, de cultivo y manejo de orquídeas, entre otros.

Daisy, una de las vecinas que apoya el eco-turismo en Yunguilla señala que “El ecoturis-mo es la actividad que representa mayores in-gresos para nuestra comunidad. Actualmente, recibimos turistas extranjeros y cada vez más turistas nacionales gracias a la promoción de las actividades ecoturísticas que ofrecemos, entre ellas la alternativa de convivencia con la comunidad. Nos sentimos orgullosos de nuestra identidad y de la enorme riqueza de nuestros bosques que aseguran la vida de las futuras generaciones”.

Si desea mayor información sobre cómo visi-tar el sitio puede contactarse con los mismos veci-nos de la zona al mail [email protected]

Uno de los caminos que conducen a Yunguilla.

El Área Protegida tiene una extensión de 2 998

hectáreas y alberga a tres comunidades con

460 habitantes en total.

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Hablar de la representación literaria de una ciudad no pasa por una reflexión en torno a la veracidad de la imagen que de ella ofrece el discurso litera-

rio. La ciudad es siempre una totalidad compleja y múltiple. Es una y muchas al mismo tiempo, puesto que se estructu-ra sobre la base de diferencias genéricas, sociales, étnicas, generacionales. Son estas diferencias las que determinan el sentido que le damos a los espacios, así como el modo en que nos apropiamos de ellos. No es lo mismo caminar la ciudad en el día o en la noche, vivirla desde la pobreza o la riqueza, percibirla desde la cotidianidad familiar o la extrañeza del turista, habitarla asumiendo una identidad de género u otra, nacer en ella o llegar como emigrante. Cada experiencia define un modo de mirarla, de conver-tirla en memoria, de narrarla, amarla o resentirla. A partir de estas ideas, me interesa leer la representación de Quito en tres novelas escritas por mujeres: Bruna, soroche y los tíos (1973), de Alicia Yánez Cossío; Azulinaciones (1990), de Natasha Salguero y Salvo el calvario (2005), de Lucrecia Maldonado.

Bruna, soroche y los tíos obtuvo el Premio Único de Novela, organi-zado por diario El Universo en 1971. En el plano temático son dos los aspectos que resultan reveladores: el tema de la mujer y el tratamiento de la ciudad. Ésta es recreada como instancia definitoria en la confi-guración de los personajes. Así, la historia de esta ciudad tomada por el “soroche” ha socavado largamente la autonomía de la mujer y la ha condenado a roles tradicionales, bajo el dominio de un orden patriar-cal. La historia se remonta hasta la fundación de la ciudad colonial. Una “ciudad dormida” que, tomada por el soroche, fomentó el despre-cio de todo aquello percibido como inferior: mujeres, indios y niños. La protagonista, Bruna, se construye a sí misma en ruptura con aquello que la familia ha ocultado históricamente: el origen genealógico de una abuela india. De allí, la trascendencia simbólica que tiene el hecho de que Bruna recupere el apellido original, “Illacatu”. En contraposición al conjunto de personajes femeninos que rodean a la joven protagonista, Bruna, “la incendiaria”, aprende a entrar y salir de la ciudad dormida, en busca de una vida plena e independiente.

La novela de Yánez Cossío está escrita en clave de saga familiar, cuya trama gira alrededor de varias generaciones que tienen como epicentro la vieja casa de los abuelos de Bruna. La memoria familiar está localizada en esta casa, cuya fisonomía expresa y conjuga una geo-grafía: “fue construida aprovechando los desniveles del suelo y hasta donde llegaba la montaña abrupta y fría”. La ciudad se expresa en la vida de quienes la habitan: en sus costumbres y prejuicios, en sus tra-yectorias y búsquedas, así como también en sus rupturas y realización de los deseos más profundos. Con esta novela, Alicia Yánez coloca, a inicios de los setenta, la pregunta sobre el rol de los géneros desde la perspectiva de la ciudad–su matriz cultural, su impronta geográfica y la herencia de una historia que porta la marca colonial en un escenario de modernización y vidas cambiantes. La autora dialoga con la estética del “realismo mágico”, en la invención de un mundo intervenido por situaciones insólitas y desmesuradas. De la mano de Bruna, recono-

cemos la ciudad y nos reímos con ella, porque se trata de una novela cargada de humor e ironía.

Azulinaciones mereció el Premio Nacional de Literatu-ra “Aurelio Espinosa Pólit” en 1989. Esta novela da cuenta de las dinámicas de un grupo de jóvenes universitarios, de clase media quiteña, en la década de los setenta. Son va-rias las experiencias que aglutinan a los jóvenes: encuen-tros sexuales, el “vacilón”, la ciudad, lecturas y una política vivida desde el desencanto y nuevos intereses vitales, que marcan un sentido de búsqueda, experimentación e in-conformidad generacional. En el contexto de un periodo de dictadura militar, la novela articula algunas historias de encarcelamientos y allanamientos, así como la problemati-zación de una visión que estigmatiza al sujeto joven bajo el estereotipo de “jipi” y “marihuanero”. El personaje central, Graciela (de diecinueve años), se configura en la interac-ción de múltiples encuentros que la confrontan con dolo-rosas desgarraduras en su proceso de afirmación femenina.

Uno de los méritos de la novela radica en la cons-trucción de una escritura ágil y experimental, en clave de

coba, de lengua viva y local –la lengua cotidiana de una comunidad de amigos (canti de gente). La obra pone en cuestión una época y una sociedad, pero no sólo sus estratos más conservadores, sino incluso a quienes pretendiendo ser sus críticos evidencian falta de solidaridad cuando la reflexión se articula en clave de género. Graciela vivirá en soledad la experiencia del aborto y la infidelidad; el Negro, excluido por su color y condición homosexual, se suicida tras haber abando-nado nuevamente la ciudad. Azulinaciones puede ser leída como una novela de aprendizaje al revés, pues en verdad Graciela se ha volcado al ejercicio de un desaprendizaje que abarca el amplio espectro de su vida cotidiana: familia, universidad, grupo de amigos, relaciones de pareja.

Salvo el calvario obtuvo el Premio Nacional de Literatura “Aurelio Espinosa Pólit” en 2005. La novela explora la temática del amor ho-mosexual, de la amistad entre Fernando y Miguel. La historia se desa-rrolla alrededor del motivo de una comunidad de jóvenes amigos, que comparten las horas laborales y las noches de bohemia en la ciudad. El cine, la música, la poesía, los aglutina alrededor de cervezas, concier-tos, karaokes y fiestas en noches de San Viernes. La iniciativa de “talle-res urbanos” empuja a los jóvenes hacia la Plaza Grande, en donde leen poesía en voz alta frente a un público de jubilados y lustrabotas. Con los libros de poesía en las manos, la cofradía de amigos corretea por las calles del Centro Histórico, tratando de contagiar la emoción poética a chapas municipales, peluqueros y dependientas de tiendas.

Así, la poesía tiene el efecto de argamasa social al interior del grupo, a la vez que sensibiliza al lector de la novela ante la experiencia homoerótica. La ciudad se deja reconocer en la nominación de sus espacios –Fernando vive cerca del parque de La Carolina, Miguel en una vieja casa en el barrio La Floresta, y el karaoke favorito del grupo que queda en las inmediaciones de la Universidad Central se alterna con bares y restaurantes de La Maris-cal–, pero también en la violenta rigidez de sus estructuras familiares. Se trata de una historia de amor que se potencia/explicita con la enfermedad, la leucemia de Miguel, y la muerte. Como si los amores clandestinos nece-sitaran del absoluto de la muerte casi como una sombra protectora.

opinión

En primera persona

Nací en Guayaquil en 1964. Obtuve un Ph. D. en Litera-tura Latinoamericana por la Universidad de Pittsburgh y un Magíster en Literatura por la Universidad Andina Simón Bolívar. He publicado en ensayo La ciudad y sus bibliotecas: el graffiti quiteño y la crónica costeña, como an-tologadora: Te cuento Quito, como editora y coautora los volúmenes Sartre y nosotros; Jorge Icaza, Pablo Palacio y las vanguardias, Antología esencial –Ecuador siglo XX- El cuento; Historia de las Literaturas Ecuatorianas. La literatura de la república, 1960-2000, tomos 7 y 8.

qUITo ENTRES NoVELASescritas por mujeresEscribe Alicia Ortega Caicedo. Crítica literaria

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dossier

Se sabe desde hace mucho tiempo, pero hace falta decirlo claro: el rock es tan propio y característico de la identidad quiteña como han sido el pasillo, el

sanjuanito o el yaraví. Centenas de miles de personas, jóvenes o no, han adoptado la fuerza, la crítica y la estética rockera como una forma de vida. A propósito

de la visita a Quito de Metallica, una de las mayores bandas del mundo, hemos querido dar un espacio de reconocimiento a nuestra propia tradición rebelde y

escribir la leyenda de nuestros propios mitos. ¡Salud y anarquía!

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dossier

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Hasta los años noventa el rock en Quito se desarrolló de forma des-ordenada y dispersa. Se pueden ubicar primeros atisbos de rock en

la Capital a fines de los sesenta, en agrupaciones que hacían covers de bandas mexicanas, general-mente versiones de temas estadounidenses can-tados en español, con lo cual el rock ecuatoriano, indirectamente, se influenció por Bill Halley, El-vis Presley, Chuck Berry, entre otros. En esa épo-ca el término rock no existía. Se lo llamaba mú-sica yeyé, agogó, o de modo impersonal, música moderna, un nombre que, años después, ayudó a despistar el ojo inquisidor de la dictadura y las fuerzas del orden.

En aquella época no había sitios donde comprar discos ni instrumentos, mucho me-nos lugares donde ensayar, ni espacios para mostrar la música. Tampoco ayudaba la visión distorsionada de la sociedad que, influenciada por los medios de comunicación -sobre todo la radio-, miraba al rock con prejuicio. Aunque a la larga, esta discriminación se volvió una mo-tivación para el sino rockero de Quito.

Largo tiempo duró el tributo al rock inter-nacional, si bien desde las primeras etapas pu-

lulaba en el ambiente la necesidad de hacer un rock propio. El 11 de marzo de 1972 se produjo el Primer Festival de Música Moderna, que in-auguró la larga historia de conciertos de rock que suceden hasta hoy en la Concha Acústica de la Villaflora. En aquel concierto fundacio-nal tocó la banda La Tribu, que incluyó en su repertorio un tema propio llamado Por la paz, compuesto por su guitarrista, Eduardo Erazo.

Ante la dificultad por conseguir sitios de en-sayo e instrumentos, nuestras incipientes bandas invertían su tiempo en cubrir esta necesidad, lo que obligaba a emplear el espacio disponible en ensayos breves con un repertorio de covers ya conocidos para sorprender en el siguiente con-curso de bandas o kermés colegial, los únicos lugares en los que desarrollaba el rock quiteño.

La igLesia, primer centro de operaciones rockeras

Las bandas que sonaban en ese tiempo se formaron en los colegios, sobre todo religio-sos, que disponían de equipos de amplifica-ción, instrumentos y sitios de ensayo. De aquí

Una tradición de más de cuatro décadas ha hecho sonar los acordes duros y las letras testimoniales en la ciudad. Contra la represión y los

prejuicios, el movimiento rockero quiteño ha empezado a extenderse al mundo, mientras cada día trabaja con creatividad y constancia.

Escribe Pablo Rodríguez. Periodista especializado en rock y gestor cultural.Fotos de su archivo personal.

La Tribu se prepara para saltar a escena

durante el mítico concierto en la Concha

Acustica de 1972.

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proceden grupos como Los Extraños y Moz-zarella (del San Gabriel), y Tarkus (La Salle).Años después, el apoyo institucional de los colegios sería decisiva, como sucedió con Igor Icaza (Sal y Mileto) y Willy Campaña (Mortal Decisión), quienes ensayaban en la batería del grupo musical de sus colegios. Otro espacio natural de ensayo juvenil fueron las iglesias, cuyos instrumentos musicales servían para interpretar música que llamaba tanto a la fe como al rock. Uno de estos casos –acaso el más notorio- fue el de la iglesia de El Girón, entre cuyos músicos estaban Claudio Jácome y Ramiro Acosta, quienes versionaban temas de DeepPurple, entre otros grupos, mientras ensayaban el repertorio espiritual.

Una de las primeras y más naturales con-frontaciones ideológicas del rock quiteño se produjo contra la autoridad. Ya en esa época se registran los primeros casos de agresión a las libertades estéticas. Uno de los primeros momentos críticos fue protagonizado por un intendente quien en los setentas ordenó que se cortara el cabello a la brava a cuanto peli-largo habitara esta ciudad. RadioTarqui apo-yó la medida desde sus micrófonos. Pedía a la gente delatar a los mechudos de su barrio para que las brigadas de policías –en lugar de coger a los ladrones- los llevara hasta los sillones de peluquería que se habían dispues-to en la Plaza Grande para que, en público escarnio, les enseñaran a cortarse el cabello como hombres…

De los conciertos en colegios se pasó a los primeros concursos de bandas, es decir a los escenarios abiertos, con el mencionado con-cierto en la Concha Acústica de 1972, organi-zado por Ramiro el “Negro” Acosta y su grupo La Tribu, inspirados en cierta medida en el Woodstock. Durante los setenta se replicaron en este sitio algunos esporádicos conciertos al aire libre.

Nuestras bandas empiezan entonces le-vemente a alternar la interpretación con la

creación propia.A fines de los setenta se sien-ten los primeros ramalazos serios de un rock ecuatoriano. Pero es en 1980, cuando Mozza-rella edita In Vitro, que se produce el primer disco LP de la historia del rock ecuatoriano, que incluía la célebre balada rock Tantas Co-sas. Ahí podría, si se trata de aventurar hitos concretos, ubicarse el acta de nacimiento del movimiento rockero nacional.

Las entradas a los conciertos de Gran Festival Mozarella, 1979. Los mejores

conjuntos nacionales de 1982 y Luna llena,

Cancerbero, Imágenes, Friend Sheep, Sphinx,

Heaven, Israel y A.D.N., 1985.

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Un inicio efímeroCon In Vitro, Mozzarella marcó el inicio de los ochen-

ta y la producción inédita del rock ecuatoriano, pero tam-bién su fin como grupo. Apenas empezaron a producir su siguiente disco, su vocalista se marchó a Estados Unidos y aunque buscaron otros músicos, su siguiente disco no pudo sostener la propuesta iniciada en In Vitro. La banda finalmente se separó en 1983.

El único medio para difundir este material fue la ra-dio Teleonda Musical, la primera emisora de la ciudad especializada en rock. Cuando la dueña de la frecuencia, Mary Lou Parra de Hei, escuchó la calidad de esta nueva propuesta local se apasionó tanto que empezó a ir a los en-sayos. “A veces, apenas terminábamos de ensayar, simple-mente se marchaba sin decir nada. Era la prueba de que no había nada que cambiar”, recuerda Sebastián Maldonado, tecladista del grupo.

Pero a partir de este inicio, efímero pero suficiente-mente notorio, en la escena rockera seguían madurando las condiciones para desarrollar un proceso de creación.Aún se hacían mayormente covers, aunque con cierto ma-tiz local, como el grupo Luna Llena, proveniente del barrio de Los Dos Puentes, quienes versionaban hits del rock in-glés, pero cantados en español y con modificaciones en las letras. Esta banda retomó, durante el primer lustro de los

ochentas, los conciertos en la Concha Acústica de la Villa-flora a los que llamaron Conciertos en Libertad.

El acceso a la música seguía siendo difícil. En Quito se practicaba mucho el rito de visitar al que volvía del ex-terior con un lote de discos, o al amigo que viajaría para encargarle algún material. En 1987, algunos rockeros del sur de Quito se ilusionaron con replicar el Festival Woods-tock en el Panecillo, una idea tan ambiciosa como costosa que no pudo ser. Estos soñadores vestidos de negro no se rindieron y trasladaron la propuesta hacia las canchas de la calle Patate (en los Dos Puentes) pero el barrio se opuso debido a los prejuicios y el desconocimiento de esta pro-puesta cultural. Sin embargo, las trabas solo intensificaron el compromiso de los rockeros y, entonces,decidieron arre-glar ellos mismos el potrero lleno de matorrales en el que se había convertido la Concha Acústica por falta de uso. Y así el 26 de diciembre se celebró el primer concierto de la segunda etapa de festivales en este espacio, y que se ha mantenido hasta hoy, cada 31 de diciembre.

El movimiento rockero de algún modo reprodujo la lógi-ca social de la división entre norte y sur. El primero se distin-guía por ser contemporáneo, por seguir ávidamente las van-guardias y por las facilidades relativas para crear su música. En el Sur predominó, en cambio, el ambiente del barrio y las carencias de diversas índoles. Esta diferencia geoeconómica

Los integrantes de Mortal Desición. Desde la izquierda: César Ferri,

Williams Campaña y Pablo Mora. Sentado,

Rolando Vasquez.

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avivó una polémica interna que confirmó la fuer-za social del movimiento rockero y la firmeza de sus posturas ideológicas. Tal dicotomía ha sido analizada por Edgar Castellanos, de Fundación Música Joven, productora del QuitoFest: “El Sur ha demarcado su territorio rockero porque su rock se realiza en sectores con problemas socia-les, con sentimiento de barrio, de comunidad, que se expresa en esa ortodoxia rockera. En el Norte había más influencia mediática, otras for-mas de acceso a la información que determinan otras formas de hacer rock”.

En 1989 se realizó el concurso internacio-nal MTV Ecuador, en el que se inscribieron

casi todas las bandas de rock del país, sobre todo de Quito y Guayaquil. La importancia de este concurso fue tal que el requisito prin-cipal de contar con temas propios, motivó a que nuestras bandas se pusieran a crear por primera vez, lo cual a su vez demostró que la carencia de temas propios realmente era una limitación para la proyección internacional de nuestro rock. Al respecto Patricio Tobar (Tarkus) resume: “Lo que implicaba ganar ese concurso era tener una producción propia que soportara el ingreso a un mercado competiti-vo. Pero ninguna de las bandas que participa-mos teníamos un disco, y apenas muy pocos temas que alternábamos con covers”.

garrote y rock propioLos noventa empezaron con el escenario

ideal para forjar un rock ecuatoriano propio que le diera una marca identitaria a los acordes duros que ya sonaban por estas tierras. La forma para hacer ecuatoriano a ese rock fue escribir canciones que contaran situaciones que vivían los propios músicos. En esta década nacen y se consolidan bandas que hoy son referentes del rock nacional y que compusieron letras críticas, “puteantes”, reflejos líricos de las condiciones de vida en las que el sistema había sumido al rockero. En esta década no solo se consolidó nuestro rock, sino que también se reprimió ex-presiones fuertes del nuevo movimiento, lo cual lejos de silenciar estas voces “inmorales y llenas de bulla”, como cacareaba el prejuicio, ejercie-ron el efecto opuesto.

Varios factores confluyeron en este nue-vo momento del rock quiteño. Uno vino por los medios de comunicación: surgieron más programas radiales especializados, espacios en prensa escrita, revistas y fanzines, incluso se estableció una emisora, Radio Planeta, de-dicada exclusivamente al rock. Otro fueron los conciertos en casas barriales, espacios que potenciaron el progreso de nuestras bandas, sobre todo de géneros extremos.También estu-

De los conciertos en colegios se pasó a los

primeros concursos de bandas. En la

imagen el afiche de un concierto de la banda Friendship, del 12 de

enero de 1984.

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vieron los conciertos interregionales, a través de los cuales las bandas quiteñas conocieron el trabajo que se realizaba en Riobamba, Ambato, Guayaquil o Cuenca.

La producción discográfica se destacó visiblemente con discos clave como Hijos de… (Basca), La Ruleta (Sobrepe-so), La Dimensión del Cuy (Crucks en Karnak), Sal y Mileto (Sal y Mileto), Perdido en el Tiempo (Falc), entre otros. Se citan dos grupos cuencanos porque tomaron gran fuerza en Quito, en los conciertos de la Concha Acústica o en el bar El Sótano, núcleo hirviente del movimiento de la época.

La represión fue otra marca de esta década. Por eso se abrieron nuevos espacios para el rock. El punto máximo de represión sucedió el 23 de marzo de 1996, en el concier-to que los mexicanos Cenotaph dieron en Ambato. Allí de-cenas de policías y militares ultrajaron a los seguidores de esta forma de arte y de cultura. Llevaron camiones donde confinaron a las personas para hacerles requisas, cortarles el pelo y -en humillante muestra de desprecio- obligarlos a tragarse su propio cabello.

Semejantes manifestaciones de barbarie motivaron la integración de organizaciones como el Movimiento Pro Libertad Artística y Juvenil, que organizó la primera Se-

mana del Rock Ecuatoriano, desarrollada entre el 17 y el 23 de marzo de 1997, justo un año después de la salvaje represión estatal. Esta fue una actividad multigénero que convocó distintas corrientes artísticas relacionadas con el rock local y tuvo réplicas en Ambato y Riobamba. En 2003 fue retomada por otras organizaciones que adoptaron su nombre, de las cuales Al Sur del Cielo es la que se mantie-ne realizando este festival hasta la actualidad.

Otro elemento clave en esta década fue la realización de grandes conciertos internacionales en Quito. Bon Jovi y DefLeppard empezaron una etapa pródiga en espectáculos remarcables en los que las mejores bandas del rock mun-dial sonaron en Quito, que ha seguido, si bien de modo intermitente, hasta ahora.

En 2000 se edita la banda sonora del filme Ratas, rato-nes y rateros, que llevaba una selección de bandas de rock quiteñas y cuencanas, cuyas composiciones acompañaron decisivamente en ese momento fundacional de la nueva cultura cinematográfica del Ecuador. Sebastián Cordero ha hecho una descripción certera cuando explica esa combi-nación de lenguajes: “Cuando era adolescente, la mayoría de bandas tocaban covers, pero cuando me puse a escuchar

Los integrantes deSal y Mileto. Desdela izquierda: Franco

Aguirre, Paúl Segoviae Igor Icaza.

Foto : Archivo de Sal y Mileto.

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música para la película me sorprendió encontrar, por fin, cosas inéditas e interesantes hechas en Ecuador. Entonces resultó que el rock se había ubicado como una propuesta concreta, que empezó a destacarse por un trabajo de crea-ción que hablaba de cosas reales”.

Otros espacios donde se desarrollaba el rock local tam-bién priorizaron la creación, como el festival de la Concha Acústica, realizado también por Al Sur del Cielo, bajo la dirección de Diego Brito, Cristian Castro, Freddy Achig y otros. Esta organización impuso como condición a los grupos que querían tocar, presentar un repertorio exclusi-vamente de temas propios. Así, este festival pasó de tener entre sus atracciones a las más dispares versiones de temas como Paranoid (de Black Sabbath), o Wish you were here (de Pink Floyd), a los más diversos grupos con propuestas propias, muchas de las cuales se convertirían en referentes del rock de todo el país.

Estos espacios le dieron una saludable diversidad al movimiento rockero de la ciudad, tanto de nuevas bandas como de nuevos géneros. Por ello se sintió la necesidad de crear nuevos espacios para el rock, como el QuitoFest (que ha logrado gran proyección tanto por su contenido como por su infraestructura), el Rockmiñahui (que desde 1998 ha mantenido una fuerte presencia escénica de grupos re-presentativos) la Semana del Rock (que abrió un escenario exclusivo para bandas nuevas) y el Quitu Raimy (que alterna la música con foros y ferias).

A pesar de todos estos avances, el rock sigue navegan-do contra corriente y luchando contra los prejuicios y la incomprensión. La historia de represión tiene su línea de tiempo, que va desde el cortar el cabello a la fuerza a los jóvenes rockeros, a la requisa de correas antes de entrar a los conciertos en la actualidad, pasando por carcelazos, prisiones breves (como las que el tristemente recordado Escuadrón Volante, en época de Febres Cordero, realizó contra rockeros como Willy Campaña, de Mortal Deci-sión, por el solo hecho de ir por las calles vestido de negro y con el cabello largo).

Con tanta información imprecisa flotando por ahí, con un espacio tan restringido en los medios clásicos (salvo para la polémica, que siempre es atendida golosamente), el rock tuvo que generar sus propios medios. Por ello ha lle-gado a establecer un efectivo sistema de comunicación con

varias publicaciones, programas radiales de rock, y más. Las nuevas tecnologías permitieron accesos más democrá-ticos a la producción e ingeniería de sonido, cuyo fruto más palpable es la consolidación de radios online, sobre todo en Quito. También la producción musical ha tenido momentos espléndidos poniendo entre 10 y 15 títulos au-toproducidos por año, cifra muy representativa en un mer-cado rockero cuya industria musical es escasa.

Actualmente ese ritmo de producción ha bajado, pero en contraparte está ganando mucho espacio la producción audiovisual, representada en una media de dos a tres vi-deoclips profesionales y semiprofesionales por mes que nuestras bandas autoeditan. Esta red de nuevas comuni-caciones ha supuesto un regreso a las prácticas antiguas de ayuda mutua, en la que participan profesionales de diver-sas áreas para abaratar costos de producción.

y eL rock vUeLa Lejos...Un aspecto definitivo producido en esta última década es

la presencia internacional de nuestras bandas. Muchas han alcanzado circuitos regionales e internacionales con giras en los países vecinos, Estados Unidos o Europa, continente este último al que han llegado Sal y Mileto, Ente y Descomunal. En Sudamérica se destacan Muscaria, Aztra y Custodia. En total, una veintena de bandas, con significativos esfuerzos, han llevado su música allende las fronteras ecuatorianas.

Los beneficios de estas giras no solo se miden en la pro-moción de la música sino también en el aprendizaje y hasta en el estado anímico de los grupos. Es que alojarse en casas de paisanos ecuatorianos, cargar maletas, instrumentos y equipos en medio de un entorno desconocido, lidiar con el hambre, la carestía, y otras situaciones extremas, y lue-go llegar a casa con una deuda considerable, hace que un músico se pregunte cuánto vale la pena el sacrificio y la inversión. La respuesta unánime de la mayoría ha sido un Sí contundente. La vida dedicada al rock está marcada por esfuerzos, riesgos y sacrificios constantes. La satisfacción del rock no radica en los saldos a favor, sino en ver conver-tidos en realidad sus sueños y sus objetivos. El rock quite-ño vive esa lucha cada día, mientras llega el momento de concretar ese logro que resumirá toda una vida dedicada a rockear.

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Hard rockcrasH, La triBU, eUforia, friendsHip, LUna LLena, moZZareLLa, oceano, BanQUete de mendigos, via Lactea, tHe Band, naranja mecÁnica, gLass, anima inside, tarkUs

rock and roLLBanda aZUL, jaime gUevara, aramBeL, Los tXk,

Los gatos Locos, mc cLain, rockapciosos, domingo negro

Heavy metaLmUtaciÓn, aBadon, coraZÓn de metaL, sUeÑo eterno, espada sagrada, sparta, faLc, daga, BraHma, kHfir, eUforia, camisa de fUerZa, mandragora, armageddon, arkano, vULcano, vaLHaLa, reBeLion, romasanta, resistencia, Hydra, torQUe, codigo rojo, midgard, angHeLot, amaZon, animaL, antigona, amadeUs, estirpe, QUinta esencia, metamorfosis, onírica, crossfire, reino eterno, dam, HostiL

trasHaLmetaL, avatHar, perversor, Likaon, narcosis, maLak, demencia, kassieL, visions of deatH, pUteada generaL, indigno, rUin, a reject messiaH, 333

progresivoviUda negra, stigma, soUtHern cross, ZadkieL, Harvest

doomtotaL deatH, pro-cesiÓn, decapita-dos, Lassen

indUstriaLsiQ, neBUXys, toXic Bit, dark cavern

deatHente, mUrder, desQUiZofrenia, eskHaton, epide-mia, dissection, fear, ormUZ, ego, necrop-sy, impULso de tanatos, rotten corpse, coLapso, dementHorn, sar-coma, nirodHa

gÓticoZeLestiaL, Lapi-daria, asHLer, triskeL, necro-tika, Hempirika, escarLartHia, dst, midnigHt spirit, oceanUs proceLarUm, LUX aeterna

BLackgrimoriUn verUm, te-keL, nB 604, eUtHanos, naagrUm, gorgonia, imperio negro, vo-mitoryUm, tHe grief, Borgia, enigmatic spirit, LiBer spiritUm, nosferatUs dark, sate-forp, deatH´s coLd win

foLkaZtra, cUrare, irk, wayrapamUsHka, crUZ deL sUr

pUnkeL retorno de eXXon vaLdes, aBUeLito dime tú,

tanQUe, konsenso agresivo, inocencia perdida, poLíticos no, regimiento QUito, antipatikos, Los pUntas, soLUka pUnk, vida Hp, desaLmados, Lokos

por La pega, caLLe morgUe, pÓLvora, ratas de ciUdad, r.a.t.a.s. , retaQUe, pincHo e rata, per-

tUrBados, jonas y Los atrakadores, Los sinikos, pUnto g, La Bestia, jUana La Loka, akratas

soListasHittar cUesta, jorge paUta, cristian QUinta-na, ricHard ro-drigUeZ, cristian gUevara

Hardcoreanticrisis, traUma, misiL,

sUmmo cannaBis, mUscaria, mandaLa, descomUnaL,

mortaL decisiÓn, enemigo púBLico, inocencia perdida, pUnto de encaje, cUstodia, seLva, desarma eL imposiBLe,

martiLLo, veda, contraria, madBrain, maL rojo, maLaHUe,

pikawa, serverUs, pUÑo

grind noisen cH, BrUtaL massacre, cHancro

dUro, gaLe, vULtUr gripHUs, asfiXia, necrofagocitosis

aLternativomama vUdú, dentro de HeLena, patricia piernas Largas, Biorn

Borg, aLicia se tiro por eL paraBrisas, anHemona, desperas,

evangeLion, sarta, ZeoL

fUsiÓnsaL y miLeto, arkHam, ceLeste

esfera, tapir, fULL siLBato, Hijos de QUien, cUrare, pULpo 3, dUrga

vassago, treBoL, cicLo p

Elaborado por Pablo Rodríguez,Alfredo Carvajal, Diego Maestre, Miguel

Vinueza, Diego Brito, Gustavo Dueñasy Anthony Lozada.

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eL BaceroLa, rockstar imaginario

Bacerola sonríe y asiente con la cabeza. Se imagina a sí mismo con unos pantalones apre-tados de cuero, al estilo Jim Morrison, una co-rrea de hebilla generosa (sobre la cual se po-drían colgar perfectamente las llaves de la casa), el torso desnudo y los luengos cabellos desor-denados. Sonríe y su sonrisa delata los golpes que la calle le ha asestado en el rostro. Esa sería su imagen de santo, esa imagen que sus feligre-ses pegarían religiosamente en los tabernáculos sombríos de sus altares roqueros, mientras le rogarían que baje a la tierra para prodigar más movimiento y más locura.

No recuerda muy bien los conciertos en los que el mosh le arrebató -como una secular ofren-da ritual- dos de sus dientes delanteros. Sendos codazos y golpes de amistad lo dejaron chimue-lo. Pero de lo que nunca se va a olvidar es aquel concierto de Baños, en la década de los ochenta,

Todo movimiento tiene sus precursores. Toda gesta, sus personajes míticos. El rock en Quito ha creado una galería de gente remarcable que ha construido su historia. Aquí ensayamos cuatro retratos que

también pueden funcionar como un santoral laico, heterodoxo y eternamente rebelde.

Escribe Pablo Tatés Anangonó. Periodista y teatrero.Fotos de César Morejón

cuando la ciudad tenía un solo hotel y aún era desconocido para los gringos que ahora buscan deportes extremos. La música estaba a punto de explotar en el coliseo pero a los baneños les en-tró miedo hacia los jóvenes de pelo largo. Más prejuiciosos que aterrados, llamaron a la Policía, que llegó rauda, en pelotones, desde Ambato. El concierto finalmente se realizó, pero cuando terminó la última banda, medio Baños estaba afuera, malencarado y esperando echarlos a las malas. Hubo gas, toletes, patadas, puñetes y más de un detenido. Pero lo bailado y lo gozado no le quitó nadie, vuelve a sonreír Bacerola.

El rock de la cárcel es un himno para el Ba-cerola y los Beatles sus guías espirituales en su senda personal en el rock. Ellos lo acompañaron cuando en los setenta se ganaba la vida limpian-do zapatos a la salida del recién estrenado edificio de la Caja del Seguro. En esos tiempos Telecentro transmitía The Beatles, un programa de dibujos animados del cual Bacerola no se perdía un solo

dossier

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capítulo. Luego de lustrar zapatos corría a ver a los panas en la Amazonas. Ahí hizo su vida hip-pie y bohemia, conoció a gente de todas partes del mundo con las que compartió andanzas y hasta hambres, pues cuando no se ganaba mucho había que conformarse con un plátano y un pan.

Sobrevivir en la calle requiere destreza, ta-lento y disciplina. El Bacerola no olvida la vez que, medio muerto del hambre, se metió en un restaurante y se acercó a un gringo: “Míster, ay am jungry”, le dijo. El forastero algo contestó, el Bacerola no entendió pero igual se sentó a su lado y pidió al mesero pollo, papas y biela. Lue-go el mismo mesero le tradujo al intempestivo convidado las palabras del gringo: “¡Yo no voy a pagar lo que se comió! ¡No lo invité!”. Pasada el hambre, al Bacerola le tocó quedarse a fregar las ollas, hasta eso de las 04:00.

Vivió la época en la que el portazo era la única respuesta cuando no había plata para la entrada. Ha tenido que quedarse fuera de los grandes conciertos históricos: el de Ozzy, el de Iron Maiden, Deep Purple y lo mismo con el de Metallica. Una entrada black box para ver a los inventores del heavy equivale a cuatro meses de arriendo, una alimentación digna y algún paseo por Imbabura.

Su oído no le ha permitido hacer música, pero sí distinguir el motor de una Harley Da-vidson a varias cuadras. Sueña con una de ellas, pero los precios, prohibitivos para él, lo obligan a conformarse con los paseos que un amigo suyo le da en su motocicleta. Entonces aprove-cha para sentir la música del motor y el viento golpeándole agradablemente en la cara.

Los sueños son material complejo para el Ba-cerola. Igual de complejo que tratar de averiguar su nombre de pila. Para enterarse de él habría que averiguar en qué recinto electoral vota, esperar-lo ahí hasta que se deposite el voto y luego pre-guntarle al presidente de mesa por el nombre del señor. Ese sería el único trámite, porque por su lado, planea irse a la tumba con el secreto y que en la lápida pongan el único nombre que en realidad lo ha representando en la vida: el Bacerola Mosh.

Curiosamente casi nunca se lo ha visto en un concierto vestido de negro entero, el arete que lleva en su nariz es para que la gente sufra, pensando que es chico malo cuando en realidad es tranquilito, y las lágrimas que lleva tatuadas en el pómulo derecho son un recuerdo de que no puede llorar sobrio, solo lo hace cuando las cervezas hacen su efecto traicionero y se pone sensible. Siempre ha creído que le faltó llorar por sus padres fallecidos hace varios años.

Hace tres años tuvo que ir al Hospital por problemas en la columna. La solidaridad del movimiento rockero le ganó atención y ayuda con varios conciertos de beneficencia. Su histo-ria está inmortalizada en la canción que le com-puso el grupo Mortal Decisión, en un pasaje de cuya letra dice: “Toda la semana va a trabajar, bajo el sol caliente que tiene la ciudad”.

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Sabe que es uno de los íconos del rock quiteño. Y

lleva bien ese peso simbólico. Con el chamo Guevara todo bien, si se encuentran en la calle saludan, conversan un rato del clima, la vida, los panas y ya. Cada uno sigue su camino. En cambio sostiene una relación platónica unila-teral y unívoca con una conocida locutora de un programa de rock. Pero ella viene de un planeta y él de otro, dice con resignación. En muchos conciertos se conformó con palpar desde abajo el cuero bruñido de sus botas ne-gras mientas ella presentaba a los grupos en la Concha Acústica de la Villa Flora.

mayra BenaLcaZar, La pasiÓn por La

LiBertadLa Policía no tuvo ninguna con-

sideración. Apenas terminó el con-cierto se soltó tal cantidad de gas

lacrimógeno que hacía impo-sible que alguien se pudiera mantener en pie. Uno de los uniformados, aprovechan-

do la confusión, tomó a Mayra por los cabellos y la arrastró salvajemen-te por media cuadra de una de las calles de Lu-luncoto.

Bucaram ocupaba la silla presidencial en ese represivo año de 1996. ‘El loco que ama’ había recha-

zado el uso de las chompas de cuero negras y los cabellos

largos, calificándolos de mo-das extranjeras, a pesar de que,

durante su campaña presidencial, él usó El rock de la cárcel para ganar sim-patía y votos.

Mayra fue una de las pocas mujeres que fue agredida esa tarde. No porque la policía se anduviera con contemplaciones de género sino porque en esa época no había muchas chicas que se aventuraran en un espacio de dominio principalmente masculino. Jabas de cerveza vacías, tanques metálicos y tablones crudos era todo el mobiliario que se usaba para armar la tarima de un concierto de rock. Las convocatorias se hacían con volantes caseras y no había celulares para cuadrar el tope. Ese era un espacio de hombres. Mayra andaba rodeada de decenas de ellos en sus primeros conciertos.

Nunca le dio miedo estar entre tanto hom-bre. No acuso miradas hoscas en los concier-tos. Al contrario, desarrolló un alto sentido de camaradería y de protección. Era una época en que se conocían todos los asistentes, las mareas humanas aún no ahogaban a todos los panas en el anonimato. En esa época apare-ció el Prohibido prohibir, el programa de radio que tomó el nombre de un célebre gaffiti de la revolución de Mayo 68, en Francia. Rápi-damente esta palestra pública, creada por Ma-yra en 1992, pasó a convertirse en una de las trincheras del movimiento roquero quiteño. Alguien tenía que ponerle el pecho a las balas y denunciar los atropellos a los derechos hu-manos de parte del Estado. Y ahí estaba ella con su micrófono.

Mayra nació en Portoviejo, un primero de enero de un año que jamás revela. Dice que ese misterio a los fans de su programa los cautiva. Estudio Comunicación Social, en el Weissman School of Arts & Sciences. Su vinculación al movimiento roquero se dio cuando conoció a gente como Jaime Guevara, quien cantaba en la Plaza Grande en defensa de los Derechos Humanos. No es narcisista ni mujer de adoración. Si ella fuera una santa, su estampita tendría fuego, aire, agua, tierra, sol y luna. Sus devotos rezarían el credo del pro-

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hibido: “Madre Rock que estás en los cielos, haz que las canciones se oigan más alto que las balas”.

Los primeros seguidores naturales del programa fueron los guambras que llevaban el inconformismo metido en sus cuadernos de colegio. Teleonda Musical fue su primera casa, hasta que el tema Botas locas, programado en pleno conflicto del Cenepa, le costó el puesto. Trabajó en un estudio jurídico, pero no revisando juicios ni vistiendo traje sastre. Lo que pasa es que la ofici-na del papá de Igor Icaza, integrante de Sal y Mileto, era el lugar desde el que funcionaba la Radio Impacto, donde se alojó el Prohibido prohibir en aque-llos momentos duros de represión. Luego pasó a La Metro donde locutó por 10 años, un tiempo maravilloso, como dice. Hoy es parte de la Radio Pública del Ecuador. Pero también tiene un proyecto de comunicación radial en la Penitenciaria del Litoral, donde nadie quie-re ir, excepto ella a quien siempre le ha gusta-do nadar contra corriente.

Mayra es hija de un exsacerdote a quien le gustaban los pasillos y llamar a su hija huaira-pamushca, traída por el viento. De esa anécdota atávica le vienen las hojas que lleva tatuadas en distintas partes del cuerpo, como una conexión con sus raíces y su forma de libertad. El gusto por el rock le llegó por parte de madre. La pro-genitora era fanática de los Rolling Stones y de los micrófonos. Fue ella quien la metió en su primer curso de locución en la Casa de la Cul-tura, cuando tenía 10 años.

Al principio la gente le escribía a Mayra cuando cargaba sus libros del colegio, ahora esa misma gente, que carga a sus hijos, le siguen escribiendo para acompañarla en el Prohibido prohibir. Y ella los acompaña, siempre, en ese delicioso juego de libertad que ha sido la radio para ella.

diana cÁrdenas, pionera deL rock femenino

Tuvo que respirar profundo para dejar pasar aquel arranque de ira. Cuando una pa-reja se burló de ella al verla subir al escena-rio, se figuró cuánto del labrado de sus botas quedaría estampado en la cara de ambos si llegaban a chocar vigorosamente. Respiró de nuevo… se paró con agresividad frente al pedestal y el micrófono, soltó el legenda-rio grito de Robert Plant, vocalista de Led Zeppelin, en la canción Black dog: ¡Hey, hey, mami! / por la manera en que te mueves / te voy a hacer sudar / vas a disfrutar.

El concierto fundacional se realizó en 1987. El público enmudeció frente a la potente

voz de Diana Cárdenas. Muchos se levantaron de sus asientos para ovacionarla apenas había empezado la canción. El baterista de Tarcus, la banda con la cual ella debutaba a los 19 años, le gritó desde atrás: “¡Eso es Diana!, ¡Dale!, ¡Can-ta!” y ella, un tanto asombrada, siguió deshilva-nando aquella letra salvajemente sensual.

Para ella el camino al escenario fue largo y complejo. La cantante nació el 15 de julio de

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1967, en el barrio de La Jipijapa, sus estudios secun-

darios los realizó en el Colegio de América. A Diana le gustó siempre el baile

y, de hecho, participó en algunos elencos folclóricos. Pero su madre, a quien le gustaban

los pasillos y los tangos, la alentaba a cantar, con-tra su inclinación más bien introvertida, en las reu-

niones familiares. No fue hasta que algún amigo de su madre colocó una pista musical de Olivia Newton que la

chica, que entonces tenía 17 años, empezó a perder el miedo escénico. Solo cantó a condición de no tener que hacerlo en frente de todos, sino alejada, en una esquina. Alguien grabó su voz y le hizo caer en cuenta que no estaba nada mal.

Su rebeldía le costó repetirse el sexto curso donde co-noció a una amiga argentina que le contó de unos rockeros que buscaban una cantante. Ella no se interesó hasta que le contó que los músicos se especializaban en covers de Led Zeppelin. Diana consideraba, y sigue considerando, que el blondo y desgarbado Robert Plant es el hombre más sexi del mundo. Fue, cantó y se sintió Plant. Luego se quedó.

Los de Tarcus, que así se llamaba la banda, le dijeron que tenía bonita voz pero que le faltaba potencia. De modo que ella se dedicó a cantar sin micrófono por tres meses mien-tras ellos tocaban con amplificación. Al final del entrena-miento saltó a la Concha con tan buena estrella que al final los mismos que se burlaron se acercaron para felicitarla. Más tarde siguió su formación musical en Massachusetts en el Worces Music and Carmi, en la carrera de música.

Entre sus galardones personales está el haber abierto el concierto del gran Ozzy Osburne. Grande no solo por su ta-lento sino porque en realidad es un gringo enorme a quien Diana recuerda caminando a pocos pasos de ella en el ca-merino en ese concierto 2012 realizado en el Coliseo Rumi-ñahui. También abrió los shows de Supertramp, Air Supply y Mr Big. Ha trabajado en una lista variada y heterodoxa de bandas como Umbral, Flashback o Anima Inside. Incluso le ha hecho coros a Juan Fernando Velasco.

Si ella fuera una santa llevaría un vestido pobre, sosten-dría una clave de sol como si fuese una guitarra y su cabello se vería suspendido en el aire, agitándose y sus devotos pe-dirían que les diera su voz. De algún modo eso ya ha ocu-rrido. Una pareja le pidió, no sabe hasta dónde en broma y hasta dónde en serio, que tuviera un hijo con ellos. Querían que heredase la estupenda voz de Diana.

jaime gUevara,Un “cHamo” de Botas

Las guitarras de palo eran mal vistas entre los roqueros de la Capital, allá en los años setenta. Por eso cuando Jaime Guevara se subió al escenario del Julio César Hidalgo, en di-ciembre de 1973, en el Primer Festival de Rock, le gritaron: “¡Bájate oye!, ¡Fuera!”. Pero la animadversión cesó cuando el respetable comprobó que el intérprete no tenía baladas ni temas folclóricos en su repertorio.

Su memoria ilumina su mirada profunda, enmarcada por unas cejas generosamente pobladas. Su trabajo musical que lleva más de cuatro décadas siempre ha estado acompa-ñado por la lucha por las reivindicaciones sociales y su amor por la libertad. debido a ese amor nunca le ha tenido miedo a la cárcel, que visitó por primera vez a los 15 años, cuan-do el general Guillermo Rodríguez Lara prohibió el cabello largo (porque afeminaba a los hombres, recuerda con indig-nación el “Chamo”), la barba (porque daban la impresión de ser guerrilleros) y las minifaldas (porque echaban sombras de indecencia sobre las sañoritas). Jaime escuchó gritos en la noche, dice, gritos de gente torturada, afirma. Pero nunca dejó que esos gritos lo amedrentaran. Nunca, jura.

El “Chamo” Guevara nació en Quito el 21 de diciembre de 1954. Creció junto a seis hermanos en el barrio de San Marcos. Egresó del colegio Montúfar y luego entró “de con-trabando” en la Facultad de Artes, de la Universidad Cen-tral. Se enamoró de los pinceles y de los trazos hasta que se le cruzó una señorita bien proporcionada y de cintura estre-cha llamada guitarra, que se lo llevó para otro lado.

Jaime arrancó su trabajo artístico en una época inte-resante para la historia del rock. En el Conservatorio Na-cional de Música, en donde estudió durante tres años, se prohibía tocar otra cosa que no fuera el Himno Nacional y la música clásica, cuenta Guevara. El inspector abría las puertas a patadas cuando encontraba a los alumnos tocan-do otros ritmos. Por otra parte, la izquierda de aquel enton-ces rechazaba el rock en inglés por considerarlo una forma de penetración cultural. Tampoco estaban de acuerdo con los conciertos.

Luego de mover uno de los dos sillones que forman su sala diminuta, saca de un estante sus álbumes de fotos. El Chamo aparece guambrito, vestido con jean, chaqueta, sandalias y cabello largo, con todos los elementos que luego le ganaría el apelativo de hippie. El acceso a la música era muy limita-do. Jaime y sus amigos “hippies”, o sea los guambras incon-

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formes con el sistema, hacían colectas y un pequeño sorteo para ver quién iba a Ipiales a comprar discos de rock. Acá las disqueras no se animaban a fabricar acetatos sobre el género. El movimiento mochilero latinoamericano de ese entonces, era lo que es el Internet ahora. Acaso lento, pero seguro. Los “hippies” traían música que acá casi nadie escuchaba. Entre esas joyas llegó el trabajo de un dúo argentino llamado Pedro y Pablo, cuyo tema Blues del éxodo, impactó tanto al chamo Jaime, que fue el primero que interpretó con su guitarra.

El “Chamo” Guevara, la leyenda viviente del movimien-to roquero ecuatoriano, no ha vivido solo de su guitarra. Su trayectoria profesional ha sido multifacética. Trabajó como ayudante de los maestros que colocan parquet (con su pri-mer sueldo se compró el disco que recopila el concierto de Woodstock, de 1969). Aprendió a tocar el violín en el Con-servatorio, pero a falta de recursos tuvo que abandonarlo. Fue vocalista de varias bandas que exploraron incluso con la fusión con el folclor. También tuvo algún coqueteo con la plástica. Hay una foto remarcable que registra su exposición de dibujos a plumilla en la Casa de la Cultura en 1974, el mismo año en que hizo su primer recital.

Los estantes de libros tapizan toda la escasa habitación. Entre los que gusta mostrar están los de los filósofos Noam Chomsky y Michael Foucault. Las biografías le apasionan y

de ellas destaca la de Charles Chaplin. La lectura es el amor de su vida, dice. Y debe ser cierto luego de que se casó y vivió en pareja durante siete años, procreó dos hijas y, final-mente, se separó. Ha tenido amores, desamores y soledad. La verdad, dice, es que debe ser por algo que libertad rima con soledad.

Junto a sus libros se yerguen las guitarras. Siempre es-tán a mano, las usa para cantar en las protestas. Revisa una y sus dedos dan con una fisura considerable que amenaza con desarmarla. Un gesto de pesar le estremece el cuerpo, pero luego recuerda las innumerables veces que sus guita-rras han sufrido los golpes de la opresión y no se arrepien-te de nada. Más bien se siente un hombre realizado por estar donde debía en el momento en que debía. Su plan de vida ahora, como siempre, es cantar. Quizá, en algún momento, hacer una nueva muestra plástica.

“Dios no me permita ser un santo. No haré un solo mi-lagro”, advierte. No se imagina inmortalizado en una estam-pita, los pecados que ha cometido no se lo permitirán y por ellos pide ir a la paila, pero a la paila de los vegetarianos. No cree que tenga devotos. Lo que pasa es que él siempre ha estado de botas, y más bien prefiere que lo sigan quienes también andan de-botas negras, mientras no sean los piso-teadores de los derechos de otros.

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“El infinito es una foto, solo tus ojos la que-marán”, cantan Los Alkaloides en el tema Perdidos en el tiempo. Se supone, se dice, se insinúa de boca en boca –o mejor: de

sacudida en sacudida– en medio de los altos decibelios emitidos desde la pequeña tarima de algún concierto un-derground, que eso es lo que pasa con las bandas de culto: se encuentran perdidas en el tiempo. O, quizás, también en el espacio.

Ni adelantados ni atrasados, tampoco desubicados: en otro lugar, a otro tiempo.

Hablamos de agrupaciones que prefieren no jugar en las ligas más convencionales del pop-rock, de esas bandas que transitan alguna de las cada vez más ramificadas líneas del rock y que suelen tener una voluntad pujante e inconforme o, por lo menos, convencida de que es posible hacer las cosas de

Escribe Juan Manuel Granja. Periodista y escritor

Pasa en la música como en la literatura como en cualquier arte: por fuera de los circuitos convencionales de difusión empiezan a crecer propuestas estéticas radicalmente distintas, rabiosamente ellas mismas. Y alrededor proliferan capillas de feligreses que sostienen a estas bandas de culto. Aquí proponemos tres. ¿Las conocían?

una manera propia, sin enlatarse. Con adolescencias enchu-fadas a referentes underground inescapables, sus integrantes suelen vivir buena parte de sus años universitarios con un pie en las aulas y el otro sobre los pedales de sus guitarras. O, dentro de unos años más, entre la oficina y los conciertos.

Los aLkaLoides, diversiÓn(y eXpansiÓn) desde eL garage

Carlos Espinosa y Nicolás Meneses se conocieron mien-tras asistían a clases de Psicología en la Universidad Católica de Quito. Carlos le pasó unas grabaciones caseras de temas que había compuesto. Nicolás compartía la música de su proyecto El Extraño Comportamiento de un Torso Anima-do en el que había tocado la batería durante un par de años. Decidieron, así de una, como pasan esas cosas, reunirse a

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ensayar. Leonardo Morales (Niños Caníbales) se incorporó a las prácticas y con esa formación (Carlos en voz/guitarras, Leonardo en la segun-da guitarra y Nicolás en la batería) se pararon frente al público en sus primeros shows. La ban-da fue contactada luego para realizar un corto-metraje en el que compartieron escena con la banda guayaquileña Las Vírgenes Violadoras. Cuando buscaban al productor, conocieron a José Vergelin, bajista de varias bandas de punk. Fue entonces que la banda tomó un rumbo dis-tinto y fue convirtiéndose en lo que es hoy.

El primer registro de esa mutación data de 2011, cuando lanzaron el EP titulado La som-bra Fuera del Espacio, con cuatro temas que sintetizan el sonido inicial de la banda, una

perspectiva entre postpunk, garage y discretos acentos rockabilly. Pero es en 2012, con su sen-cillo Ella Viene del Futuro, cuando estacionan su sonido en una suerte de postpunk bailable. Esta canción les permitió abrirse paso entre la gente y ganar espacio en la escena. Sin embar-go, ellos destacan a Glándula Pineal, un tema nuevo, como una de sus creaciones más sig-nificativas. “Se fue construyendo accidental-mente en dos momentos. Sentimos que cuenta una historia amplia y a la que le hemos metido mucho experimento. Sobre la letra, creemos que es un buen viaje. Es una historia de amor y habla del momento justo, metainspirador y visionario en el que encuentras amplitud para mirar las cosas”.

Los Alkaloides son, desde la izquierda,

Carlos Espinoza, Nicolás Meneses, Leonardo

Morales y José Vergelin.

Foto: Archivo de Los Alkaloides.

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Conscientes de la crisis de la industria musical, o al menos de sus formatos más consabidos, Los Alkaloides desarrollan su repertorio con miras a los espectáculos en vivo. Nintendo, por ejemplo, es el título de una de sus canciones inéditas que están ansiosos por hacer estallar en el escenario.

Al hablar de influencias y referentes, esta banda es muy precisa: CSS, Interpol, Caribou, Holy Ghost!, The Drums, Tame Impala, Chromatics, Joy Division (en sus inicios to-caban una versión en español de uno de sus temas) son los

grupos que han marcado su vida y su música. Pero resaltan, en medio de esta lista exclusivamente anglo, el hecho de que sin Eskorbuto o sin la música de Flema seguramente Los Alkaloides no habrían existido.

Claro que su propuesta forma parte del rock indepen-diente, pero la agrupación quiso ir más allá y se ha calificado así misma, hablando de esa cuestión porosa llamada género musical –aunque al principio esta definición haya sido solo un chiste–, como space-garage-punk. A fin de cuentas se

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trata de una etiqueta para una banda flexible y abierta a la exploración. Es decir, sus sonidos son, por lo general, ajustados y enérgicos pero con la posibilidad de expandirse. Sin embar-go, la opinión de la banda es que en el país aún existe un acercamiento un poco convencional del público a la música. A veces solo se trata del desconocimiento que existe de la variedad y riqueza de opciones musicales que presenta la ciudad y el país. Por eso su público se compone justamente de personas que no necesariamen-te se contentan con la radio o la televisión sino que van y buscan lo que les interesa.

Carlos, Nicolás y Leo tienen 24 años, José tiene 29. Aparte de la música deben dedicarse a otras actividades. José es diseñador gráfico, Leo es comunicador, Carlos y Nicolás se desempe-ñan como psicólogos organizacionales. El rock and roll paga con rock and roll, dice el dicho. Próximos a publicar su primer disco en mayo, Los Alkaloides quieren crecer aún más como banda pero tienen claro que lo más importante es divertirse. Es decir, seguir divirtiéndose.

La caLLe morgUe,teXtUras oscUras

Los sonidos de La Calle Morgue son como la erupción de vibraciones potentes que pa-recen provenir de alguna profunda caverna. Juegan, estos músicos de Quito, con tonos de oscuridad y arman atmósferas envolventes y diversas (su atención al detalle y la textura es digna de aprecio considerable). Este tipo de rock no es de aquel que por intentar probar-se en lo progresivo hace cambios de tiempo de forma gratuita o se demora en enrevesados solos de guitarra para exhibir destreza técnica. En La Calle Morgue, la canción va primero, la canción manda. La banda se agarra de ella y la explora hasta hacerla sonar como finalmente la podemos oír, por ejemplo, en el sencillo que circula en las redes sociales con su elegante y sobrio video en blanco y negro Frecuencia de las aves.

Este cuarteto no habla de ganar más público o de internacionalizarse (esa especie de manda-miento mediático que oímos una y otra vez en boca de uno y otro cantante en demasiados pro-gramas de farándula). Su meta más importante y más sincera es simple y a la vez sumamente difícil, siempre y cuando el rigor este de por medio: la autosatisfacción.

“No buscamos ser diferentes, solo somos lo que somos”, dice Jaime Murgueytio, el guitarris-ta de la banda. La literatura ocultista es parte del alimento del grupo. Y más cerca, en el uni-verso del rock, algunos de los ingredientes de sus canciones pueden hallarse en géneros de los años ochenta como el postpunk, el death rock y el new wave. Pero en esta agrupación, naci-da en 2007, hay apertura musical y es posible encontrarlos escuchando desde pasillos hasta electrónica. Lo que interesa, en el fondo, es la búsqueda. De hecho, si bien la idea al reunir-se por primera vez era la de formar una banda con una esencia oscura, no despegaron desde un género definido. Lo único que tenían claro era que no querían integrar una agrupación de metal gótico.

Christian Arias en la batería, Víctor Paz-miño en el bajo y Juan Auz en teclados y voces complementan el trabajo de Jaime Murgueytio en la guitarra. Es él quien describe el proceso creativo del grupo: “Todos metemos cuchara en la sopa, algunas de nuestras canciones nacen de los jams que hacemos de calentamiento antes de un ensayo y a veces salen ideas buenas. Lue-go grabamos esas ideas y las seguimos trabajan-do hasta tener una canción. Aunque otras veces es más sencillo con las bondades de la cerveza”.

La ciudad hundida, Noche en vela, Can-tata profana o la homónima La Calle Morgue son canciones que permiten sintonizarse con sus conceptos preferidos cuando desarrollan su música: misantropía, pesimismo, egoísmo, nihilismo, destrucción, muerte y belleza. La le-tra de Frecuencia de las aves ilustran estas preo-cupaciones temáticas: “Despierto en la ciudad / Que está gestando el miedo/ Derramé la sangre

Calle Morgue, de izquierda a derecha: Cristian Arías, Víctor Pazmiño, Juan Auz y Jaime Murgueytio.

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de milenios/ Mutilé el origen del viento/ Obs-truí la puerta al firmamento”.

De modo que ésta es tanto una banda como un concepto estético. Un concepto que, sin em-bargo, no agota las posibilidades sonoras del conjunto ya que al escucharla es posible enten-der su plasticidad creativa. Efectivamente, lejos del fundamentalismo musical, La Calle Morgue está consciente de que “no existe nada nuevo bajo el solsticio de verano” y es por eso que, jus-tamente, no le temen al sondeo de nuevos soni-dos, atmósferas y texturas.

Juan y Víctor tienen 27 años, Jaime tiene 26 y Christian 33. Juan es abogado, Víctor se en-cuentra terminando su carrera de producción musical, Christian es diseñador gráfico y Jaime está terminando una ingeniería en sonido y acústica. Además, todos cuentan con proyectos musicales aparte de La Calle Morgue. Aseguran que uno de los mejores momentos en estos años de música fue su viaje al Perú: “Fue como bailar y emborracharte con la chica linda de la fiesta, solo que en este caso duró cinco días”.

sweet sandra,eLectrÓnica aBierta

Sweet Sandra es un trío de sonidos más elec-trónicos que roqueros –pero también roqueros– compuesto por Maggie Camps en la voz, Javier Izquierdo en la batería y Alberto Moncayo en las secuencias y demás aditamentos electróni-cos. En 2014 esta banda cumple dos años. Se trata de una agrupación que se mueve rápido, muy rápido, pues el año pasado ya lanzaron su primera producción discográfica titulada Nasty Disco, que se compone de diez temas cantados en inglés, excepto una sola canción en español: Nakkked, y tocados a una velocidad que les hizo auto calificarse como electro garage, aunque ahora prefieren ubicarse entre el noise dance y el electroclash (fusión de la electrónica y la new wave). Fue esa zona fronteriza de lo electro lo que los llevó a que sus canciones sean cantadas en inglés pues así fluyeron mejor.

En un principio se trató de un divertimen-to doméstico en manos de Maggie y Alberto, que son esposos. Decidieron que ella le pusiera letras a la música que él iba creando. Tuvieron varias presentaciones pero cuando Javier se in-corporó a la banda –recién llegado a Quito des-de su ciudad, Guayaquil– su trabajo se aceleró y sus shows se multiplicaron. Efectivamente, el hecho de contar con una batería permitió que el grupo superara la etiqueta de DJ para fiesta o de show electrónico dedicado al baile para ser considerada una banda.

El hecho de que el baterista nunca haya sido muy fan de la electrónica le permitió dotar al proyecto de un nuevo eje ya que las estructu-ras electrónicas –normalmente largas y de es-pirales progresivas– fueron reducidas a las de canciones más convencionales. Esto le permi-tió a Sweet Sandra ganar en economía sonora, así comprimieron la intensidad en cápsulas de electro rock y saltaron a las canchas del under-ground capitalino.

Alberto Moncayo (29 años, director de arte de una agencia de publicidad) incursionó en la música desde joven. Tocó la guitarra y el bajo en algunas bandas. Dentro del rock siempre fue afín a los géneros alternativos como el hardcore. Más tarde fue cautivado por la posibilidad de generar sonidos mediante los aparatos y las in-terfaces electrónicas. Más allá de la pericia que requiere un instrumento, la música electrónica depende del conocimiento de ciertos progra-mas, del gusto y la creatividad. Maggie (28 años, pintora y dedicada a trabajar en ventas), al igual que Javier (27 años, productor de promociones en un canal de tv), tampoco era muy cercana a la electrónica pues lo suyo era el punk. No obs-tante, en Sweet Sandra el contagio electrónico, además de infundirle frescura a la música, su-pone un aprendizaje constante.

La conexión con la que cuenta la banda les permitió fluir y empezar a crear canciones de forma continua. Se decían “esto hay que grabarlo”. Y así fue: pronto, cuando contaron diez canciones compuestas resolvieron grabar

Sweet Sandra, de izquierda a derecha:

Alberto Moncayo, Maggie Camp y Javier

Izquierdo.

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su trabajo. Javier dice que son contrarios a aquellos pro-cesos de grabación y postproducción muy largos pues la idea fue capturar la espontaneidad y la energía de Sweet Sandra. Registraron el disco en Capital Radio Records de José Báez. La idea fue, efectivamente, desarrollar el disco como si se tratara de capturar un ensayo completo de la banda. “A mí no me gusta cuando hay un trío con una sola guitarra, por ejemplo, y en el disco escuchas como tres o más guitarras y cuando tocan en vivo suena muy distinto”, dice Alberto.

La agrupación complementó un par de sus canciones con videoclips hechos por ellos mismos. Uno para el tema Sweet Baby y otro para Gold Mind. La razón para hacerlos resulta singular pues no eligieron las canciones con más posibilidad de ser éxitos sino que escogieron los temas que mejor se adecuarían a una ilustración audiovisual. Y ese gesto dice mucho de Sweet Sandra: seguir caminos propios y trabajar a la velocidad del riesgo. Por lo pronto, ya se encuentran trabajando las primeras ideas para un nuevo disco.

Foto: Archivo de Sweet Sandra.

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Vomitorium subió al escenario cuando caía la tarde en la Concha Acústica de la Villaflora. La banda de death metal, formada en Quito en 2003, arrancó unos acordes potentes a las gui-

tarras eléctricas. Inmediatamente saltó a escena la vocalista Daniela Scalla, la vocalista de la banda, cubierta con una túnica pintada con los colores de la bandera de Palestina, perseguida por un músico disfrazado de militar.

Para la segunda canción, Scalla salió con una malla que le cubría hasta el pecho, un par de botas cortas, una falda ancha negra, una blusa de tiras roja y sobre ella, un top ne-gro. El pogo se detuvo por unos instantes y empezaron a caer miradas lascivas sobre ella. También se escuchó algún grito destemplado: “¡Qué no te hiciera!” o “¡Mucha ropa!”.

Las luces del escenario, rojas y azules, titilaban al son frenético del bombo. La cantante eufórica siguió cantando como si nada. La primera fila del escenario se iba engrosan-do con espectadores de género masculino, quienes tenían

Las rockeras quiteñas no solo critican y cantan en contra de un sistema político perverso, sino también para que las respeten sus propios camaradas en el

movimiento rockero. Tres historias ilustran esta lucha.

Escribe Katherine Tatés. Periodista

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la mirada fija en la figura de la vocalista. Ella se cubrió el rostro con un pasamontañas y bajó del escenario armada de una lata de areosol para escribir “Vomitorium” sobre una tela blanca.

Luego de cuatro canciones, el público de la Concha Acústica de la Villaflora despidió al grupo entre una marea ensordecedora de silbi-dos morbosos, aplausos y gritos. La noche caía rápidamente y entre la gente se escuchaban ex-clamaciones sobre “la bandota” que acababan de ver. Otros, otras, en cambio salían con dudas sobre el carácter supuestamente crítico, revisio-nista y libérrimo del movimiento rockero quite-ño, al menos cuando se trata de aplicar esa críti-ca, esa revisión y esa liberación frente al sistema de dominación masculina. En julio de 2013, en pleno siglo XXI, en un espacio de cultura que expresa crítica a la sociedad y lucha por superar los prejuicios, una artista ha debido soportar, una vez más, una forma de acoso social a causa del hecho biológico –y cultural- de ser mujer.

***La tesis Las mujeres rockeras en Quito. Es-

tudio del caso con la banda Cervix, escrita por el músico y antropólogo Hernán Jouve Reyes, propone el término rockeidad para denominar a la imagen del rock entendido como un género masculino y fuerte que opera bajo la impron-ta de una estética canónica cuyo ideal es Ozzy Osbourne, en la misma lógica que para otros grupos el ideal modélico es Brad Pitt.

Esta preponderancia masculina podría rela-cionarse con el hecho de que casi no existen re-gistros de bandas de mujeres en los conciertos de rock. Jouve toma como base la agenda del sitio especializado www.tocadas.com. en cuya cartele-ra hay de tres a cuatro conciertos de rock en todo el país, cada fin de semana. Es decir, alrededor de 12 al mes y unos 150 al año. Si a esto se suman los festivales masivos como La semana del rock, el Quito Fest, el Quitu-Raymi, el concierto de la Concha Acústica y el concierto Anti-Concha, de Cotocollao, se tiene un universo de reproduc-ción cultural importante. Sin embargo, en ningu-na parte de este panorama se registra una banda integrada exclusivamente por mujeres.

El filósofo francés Michael Foucault vio las cosas claras hace algunas décadas cuando dijo que las formas de ejercer el poder precisan una asociación entre la biología de las personas y su capacidad creadora. Es decir que, dado un grupo que detenta algún tipo de poder simbólico -di-gamos los rockeros hombres quiteños- tal grupo mantendrá tal poder a través de una operación intelectual que identifica la biología de los sujetos mujeres con su capacidad creadora, a la que se juzga diferente. La visibilización de las mujeres en este espacio cuestionaría un discurso domi-nante del rockero hombre. Jouve anota que, en realidad, los lazos que vinculan a las mujeres con el movimiento rock casi siempre se forman por medio de una figura masculina. Y concluye que si bien es cierto se puede ser rockero o rockera en un sentido social, las mujeres soportan las peores consecuencias de una escena binaria y hetero-sexual. La lucha que queda es entender y romper el binarismo de género.

***Daniela Scalla es dibujante, pintora, muralis-

ta y vestuarista. Es mamá de Mapau de 11 años y Leo de tres. En la adolescencia comenzó a es-cuchar Led Zeppelin, Pink Floyd y Janis Joplin. Poco a poco se interesó por grupos como Night Wish y Obertura, grupo quiteño que ahora se lla-ma Ente. El mosh y los gritos guturales se le die-ron muy bien desde el principio. Los chicos lle-gaban a amedrentarse por la fuerza de sus gritos.

Ahora arregla un arco de metal que servirá de soporte a una planta trepadora en el jardín de su casa, en el norte de Quito. Lleva un panta-lón celeste ceñido, un top del mismo color y un par de botas negras. Leito le abraza la pierna y le suelta a bocajarro: “Te amo mamita linda”. Hoy habrá spaguetti boloñesa. Daniella vivió en Italia durante nueve años en su infancia y parte de su adolescencia. Su padre nació en ese país y lle-garon a Ecuador gracias a su profesión de inge-niero civil lo que le permitió viajar por mundo con varias instituciones de ayuda humanitaria. Daniela pela dos tomates mientras recuerda las veces que se ha sentido discriminada en el mo-vimiento rockero quiteño.

Daniella Scalla vocalista de Vomitorium, interpretando un personaje Taromenane.

Foto

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En 2009, Grecia Atahualpa, hermana del bajista de Vomi-toriun le invitó a una fiesta de cumpleaños en la que tocaba su hermano. Cuando escuchó el nombre de la banda le pareció horrible, aunque adecuado a la estética del death metal. La banda no tenía vocalista. Animaba la fiesta de modo instru-mental. Los asistentes se pasaban el micrófono para impro-visar algún acompañamiento. Daniela vio pasar el micrófono varias veces a través de ella, como si fuera invisible. Al final lo arranchó y lanzó un grito grave y telúrico, con tanta enjundia que los músicos de la banda dejaron de tocar y levantaron la vista. “¡Noooo, focaaaazo!”, dijo uno. Desde entonces quedó claro que la banda tenía nueva vocalista.

Los Vomitorium aprovecharon el histrionismo de su nueva integrante para crear los performances que acom-pañan a las canciones. Mientras hierve el fideo y Leito pu-lula en busca de atención, Daniela se acuerda de algunos de los performances más fuertes, como el de una colegiala que aborta o una taromenani ensangrentada que corre por el escenario para luchar por los derechos de la naturaleza y el respeto al ser humano. “Una vez una mujer me dijo que si canto death debería vestirme de negro y no de taromena-ni”, se ríe. Para ella el rock tiene una profunda identificación con los sonidos fuertes de la naturaleza como el trueno, el chocar de las rocas, las olas. Algo “agresivamente sanador”.

La vocalista de Vomitorium dedica cuatro horas a la se-mana para ensayar, para hacerlo deja su hijo con su madre o con su ex pareja. Vomitorium tiene de dos a tres conciertos al mes, o a veces menos. La madre de Daniela le ha confecciona-do los trajes. Sin embargo, nunca ha asistido a un concierto. La música nunca le ha impedido cumplir con sus responsabi-lidades como madre y jefa de hogar. En la mañana los niños estudian mientras ella pinta murales en su casa. Ni a Mapau

ni a Leito les interesa por ahora el death, con lo cual su madre está conforme. Quiere que sean libres.

dos gritos en eL escenarioRenata Pacheco es estudiante de sexto semestre en la Fa-

cultad de Arquitectura de la Universidad Central. Tiene 23 años y desde los 15 frecuenta el movimiento rockero. Sus inicios musicales estuvieron marcados por Queen y Led Zeppelin bajo influencia de su padre, un fotógrafo profesio-nal y publicista de 53 años.

A los 18 años conoció a Patricio Viveros, ahora bajista de la banda, en un concierto de la Concha Acústica en 2009. Renata coincidía, con él en su gusto por el trash, y dos años después formaron la banda de trash metal Extreme Atacck. En abril del mismo año se unió Andree Viveros el baterista. La primera vez que subió a un escenario grande fue como guitarrista de Onírica cuando tenía 15 años. Al grupo llegó por medio de su amiga Magui Muñoz a quien conoció en un concierto en el Molinón, cuando Muñoz tocaba con la banda Zelestial.

Renata empezó su afición por la guitarra a los ocho años. Recuerda que en las reuniones le pedían las archiconocidas Tabaco y Chanel, algunos temas de Shakira o Maná. Se abu-rrió y dejó el instrumento por unos cinco años hasta que, a los 15, ingresó en el Conservatorio Nacional de Música para estudiar guitarra clásica. Luego de un año ahorró su-ficiente de sus colaciones para comprar su primera guitarra eléctrica. También ha sentido inclinación por la música vo-cal. De hecho perteneció al coro de la Universidad Central, en el que cantaba música nacional y latinomericana. Pero concluyó que lo suyo son las cuerdas.

Extreme ha sido una experiencia distinta. “En uno de los primeros conciertos estuve probando los instrumentos y la

Renata Pacheco, de 23 años, estudiante de Arquitectura y guitarrista de Extreme Attack, banda quiteña de Trash Metal.

Foto de César Morejón.

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gente pensaba que ese era mi trabajo. Luego se asombraron de verme como parte del grupo en el escenario. En la banda siempre he conservado sin intención, un mechón rosado en mi cabello que se ha convertido en un símbolo que me iden-tifica como mujer”.

***Evelyn Jiménez tiene 28 años y desde hace algunas se-

manas espera la delegación de un jurado para defender su tesis de Ingeniería en Finanzas en la Universidad Central. Es rockera desde los 11, mide 1,65 y no usa maquillaje. Cuando no está sobre la escena lleva calentador y zapatos deportivos.

Es domingo. El hogar de Evelyn, en Carapungo, luce un orden que raya en la perfección. En la sala hay tres sillones con una mesa de centro. Cristel, su hija de cinco años, es dueña y señora de todo el espacio. Cuando llega un visitante extraño, pregunta su nombre e inmediatamente le cuenta, sin ahorrar detalles dramáticos, la vida y pasiones de sus muñecas Monters High, la Draculaura y la Frankie.

Hace 17 años, cuando Evelyn empezó a vincularse con el movimiento rockero casi no había mujeres y el ambiente era hostil. Cuando su hermano tenía 16 años le llevó por primera vez a un concierto de la Concha Acústica. Empezó escuchando a Kurt Cobain, Gun’s and Roses y una de sus favoritas por muchos años, la banda ecuatoriana Kibalion.

La música siempre la acompañó. Tuvo un paso fugaz por el Conservatorio Nacional en donde estudió solfeo por seis

Evelyn Jiménez, de 28 años, vocalista principal

de Hempirika, futura ingeniera en Finanzas.

meses. La falta de recursos y su interés por el Coro de la Universidad Central le hicieron desistir. Tres años más tarde Evelyn probó en varias bandas de rock and roll y jazz.

Finalmente en un concierto en la desaparecida discoteca Oz, encontró un lugar en la música, y de paso el amor. Luis Hernández guitarrista y creador de Hempírica le pidió que colaborara en los coros de la banda. No tuvo que pensarlo mucho. A los 23 años dejó su vida artística para dedicarse a ser madre de Cristel. A su regreso, luego de dos años, el gru-po le propuso ser parte de la banda como la voz principal.

Varias veces Evelyn ha sufrido agresiones de género. En varios conciertos ha escuchado comentarios como “Mejor anda a aprender a cantar” o “El concierto ya se puso román-tico”. De algún modo esas ideas han estado engarzadas entre los mismos rockeros desde siempre. Ella recuerda que cuan-do tenía 11 años “había 10 mujeres de entre 200 hombres. Yo era muy tímida pero me encantaba ir a conciertos. Mis amigos me contaban que los otros chicos comentaban: esas manes son locas, noveleras o vienen solo a buscar hombres”.

Cristel sabe que su madre es rockera. Le gusta. De hecho le encantan las canciones que sus padres tocan en Hempí-rica. El grupo ensaya cada 15 días, ahora más porque están en la grabación de un primer disco. Normalmente tienen de una a tres presentaciones al mes, por ahora una cada dos meses. Evelyn se dedica ahora al hogar y a Cristel. Pasan la tarde mientras su esposo, ingeniero en Sistemas y guitarrista de la banda, regrese del trabajo.

Foto de César Morejón

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la historia del mes

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Historia fotográfica de César Morejón.Crónica de Pablo Torres Aguayo.

Las edadesarquitectónicas

DEL CENTRoEn el Centro Histórico conviven juntos y al mismo tiempo

distintos momentos de la vida de los quiteños, distintas visiones sobre la forma de vivir y habitar la ciudad. Los

edificios marcan una de las partes más visibles de esa convivencia pero también son testigos de las aspiraciones y

sueños de la gente que los habita.

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Detenidos en el tiempoEnrique Cobo es doctor en Jurisprudencia y abogado de

los tribunales de la República con 51 años de experiencia. Es viudo, abuelo, habitante nocturno de la Magdalena, donde vive y ocupante diurno del Centro Histórico, donde trabaja. Habla pausado, sonoro, con la floritura de los juristas. El de-porte le dejó la pierna izquierda rígida y una notoria cojera cuando camina.

Después de recibirse como jurisconsulto buscó una oficina para ejercer. La encontró en el Edificio Central en la Guayaquil, entre la Manabí y la Olmedo cuya construc-ción data de hace 60 años. El edificio tiene una fachada que combina el hormigón armado con ventanales oscuros. Su interior provee las comodidades de la modernidad: agua potable, energía eléctrica, sistema de desagüe, ascensor (un lujo hace 50 años y un lujo también hoy), además de estar en una zona con “buen rendimiento de comercio, ya que está junto a la Plaza del Teatro y cerca de la Pla-za Grande, lo que producía movilidad comercial, social y hasta jurídica”.

Medio siglo después, las cosas han cambiado para bien y para mal.

Para bien porque la oficina del doctor Cobo está en una zona protegida por ordenanzas municipales que fo-mentan su conservación y porque pertenece a esa épo-ca de cuando las oficinas eran “amplias, grandes, lo que determina una verdadera actitud primordial de servicio”. Y es malo porque el desgaste de las estructuras ha provo-cado molestias, como el ascensor que hay días que fun-ciona y hay días (que pueden durar meses) en que no. Su reparación es costosa o los repuestos son difíciles de conseguir. Cuando el ascensor está descompuesto, el abo-gado resiente las escaleras. Las gradas todavía mantienen el verde original de carburo de silicio, aunque en algunas el color se ha perdido para mostrar el gris del cemento seco o una parte de la varilla.

El desgaste de los escalones da testimonio del inten-so trajinar cotidiano del edificio, cuyas 40 oficinas están ocupadas en su mayoría por profesionales del Derecho. También está la Asociación de Zapateros del Ecuador, el

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Gremio de Maestros Peinadores de Pichin-cha, y algunos locales comerciales. Las ofici-nas también acusan el paso del tiempo. A pe-sar del cuidado, los muebles han perdido su mullida textura, en la madera han aparecido rayones, algunas plantas han muerto en sus macetas hace mucho y el moho ha percudido algunos vidrios.

Al preguntarle al jurisconsulto quiteño si ha considerado la idea de mudarse responde con un no tajante. ¿Por qué iba a salir si el edificio todavía está entero? Aun cuando el fantasma de la expropiación les visitó hace algunos años él no abandonó el lugar. Al contrario, asesoró a los 40 copropietarios del Edificio Central para explicar la naturaleza de esa edificación con to-dos sus despachos y locales comerciales. Hicie-ron entender que el inmueble es un capítulo del relato histórico del Centro, de cuando las pe-queñas casas empezaron a desaparecer para dar

lugar a edificios modernos, que quizá no debían estar pero están, y eso es más que suficiente para respetar su presencia

Dentro de la construcción se respira un fal-so aire de modernidad. El ambiente está car-gado de nostalgia, una sensación que también provocan otros edificios de la zona, construi-dos en la segunda mitad del siglo XX, como el Guerrero Mora (1954, en la Chile y Guayaquil), el Seguros Sudamérica (en 1952, en la Mejía y Venezuela), el Pasaje Amador (en la Venezuela y García Moreno, rediseñado en 1960 sobre lo que fue el Pasaje Royal que obtuvo el Premio Ornato en 1915), el Banco de Préstamos (en 1962, en la Venezuela 654), o el Pasaje Comer-cial San Agustín, cuya construcción, en 1963, causó polémica porque fue necesario derribar la muralla del convento, algo sencillo de hacer porque en aquel entonces eliminar la obra vieja no suponía problema alguno.

En la página anterior un detalle

arquitéctonico interior del edificio Pasaje

Amador. A la izquierda el doctor Vicente

German ha ocupado la oficina 109 del Edificio

Central por más de 37 años. A la derecha

una pata de león de su escritorio, sobre la

alfombra donde recibe a sus clientes.

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Es tarde. Las luminarias se van encendiendo de a poco y el doctor Cobo regresa a casa mien-tras otros quiteños por fin llegan a su hogar para descansar. Uno de ellos es Nelson Noboa.

Viviendo entre fantasmasLa entrada del edificio Arturo Gómez, en la

esquina de la Olmedo y Guayaquil, es el marco vacío de una puerta. En el piso crudo, sobre si-llas de plástico, están sentadas varias tejedoras de lana. Ninguna saluda. La puerta del ascensor pasa desapercibida porque en ese espacio han puesto una mesa con estambres.

Al subir las gradas de vinil y pasamano de tubería cuadrada, se escuchan rumores dentro de los departamentos. La luz se esparce con des-igualdad por las ventanas de las escaleras. Todas las puertas de seguridad son de hierro y están ce-rradas. Las de madera tienen doble aldaba. En el cuarto piso vive don Nelson Noboa con su hija

y su nieto. Cuando atiende al llamado y abre la puerta, el sonido de la televisión sale a borboto-nes. El edificio, recuerda Nelson, fue construido hacia 1950. Se inauguró con un ascensor que ahora, para variar, está dañado. La compostura es costosa y los inquilinos no quieren pagarla.

El ritmo de vida no es apacible. Si se deja abierta la ventana, las paredes y los artefactos se cubren de hollín. Además, la contaminación sonora es evidente porque el claxon de los au-tomóviles es tan fuerte que incluso ahoga el sonido de la televisión. A veces hay sirenas de los dignatarios que pasan apurados, a veces los vendedores vocean sus productos.

Noboa vivió en primera fila el rosario de golpes de Estado que removió el fin del siglo pasado. El gas lacrimógeno entraba por el techo y ellos debían salir corriendo hacia la esquina oriental de la cuadra. Las manifestaciones eran permanentes y también el peligro. Como las

Las escaleras de entrada al edificio Arturo gómez. A

la derecha, en la sala de su departamento,

adquirido hace 30años, la familia Noboa: Dorian Vasco, Andrea

Salazar, Silvia Noboa y Esteban Vasco.

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piedras volaban, fue necesario resguardar los vidrios. En el edificio de al lado, todavía se puede ver la malla protectora que colocaron en la fachada.

El ambiente de vecindad se ha perdido. Nadie conoce a nadie. Al llegar, todos se encierran en sus departamentos. Nelson piensa dejar esa vivienda para mudarse a los valles. Sabe que las casas son más pequeñas, pero se conforma con que entren dos camas. Cuando logre su traslado, Noboa entrará en las estadísticas de la gente que ha abandonado el Centro Histórico, y que ha convertido a este lugar en un gigante que agoniza.

El historiador Alfonso Ortiz dice que el índice de ocupa-ción demográfica del Centro apenas alcanza el 30% ya que, en los últimos 20 años salieron aproximadamente 20 000 personas. Es cuestión de alzar a ver el sinnúmero de edifi-cios vacíos, o percatarse que las tiendas comerciales ocupan las plantas bajas, mientras que los pisos superiores se usan como bodegas.

De todas formas, don Nelson reconoce que vivir ahí también tiene ventajas. Una de ellas es que llegar es fácil

porque hay mucho transporte público. Otra es que el edifi-cio está en buen estado y, por lo menos, se lo pinta una vez al año. La inseguridad ha estado ahí desde que don Nelson puede recordar. Antes se trataba de la venta de hervidos en las tienditas que ya no hay. Ahora es por esa soledad que se siente en las calles en donde la gente rara vez aparece en la noche y que solo se llenan con la fluida luz amarilla que brota de las farolas.

La ciudad que salvó la pobrezaEs 1960, el fin de Quito estuvo cerca y pocos se dieron

cuenta. En la ciudad, especialmente en el Centro Histórico, se habían echado abajo algunas casas tradicionales para le-vantar edificios más modernos, movimientos urbanos a los que Mauricio Luzuriaga, en el libro Arquitectura de Quito, llama “arquicrímenes”.

El fin estuvo a punto de llegar porque aquel año se de-claró ganador al proyecto presentado por el arquitecto Oswaldo Muñoz Mariño para construir el nuevo edificio del Municipio de Quito. Debido a las exigencias presentadas

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Pablo Maigua en su habitación ubicada en la terraza del edificio González. Él trabaja 20 años como conserje. A la derecha, Mesías Tufiño, técnico dental, ocupa la oficina 206 del mismo edificio.

Cristina Castro, en el estudio de fotografía del Pasaje Amadorque mantiene desde hace 39 años. A la derecha, Patricio Paz, guardia de seguridad, es de los más recientes habitantes del edificio.

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en las bases, se debía edificar 16 000 metros cuadrados. La solución era una torre de vidrio, de más o menos 14 pisos. Muñoz Mariño dijo que “había una corriente popular que quería un edificio colonial, pero eso no podía ser porque la arquitectura es de la época”.

Por suerte, al Centro Histórico lo salvó la pobreza. Después del concurso, por falta de dinero, el terreno que-dó baldío durante 10 años, hasta que en 1970 se inició la construcción del edificio que se ve en la actualidad, pro-yecto realizado por los arquitectos Diego Banderas y Juan Espinosa Páez.

La construcción de la torre de Muñoz Mariño hubiera sido el epílogo de una serie de cambios que se iniciaron casi 50 años atrás. Al comenzar la década de 1920, Quito era bási-camente el Centro Histórico. Durante esos días, relata Alfon-so Ortiz Crespo, la ciudad vivía la efervescencia de la moder-nidad. El automóvil ya había llegado aunque no era necesario y el tranvía eléctrico y a gasolina suponía un buen transporte público. La urbe estaba creciendo poco a poco hacia el norte, ya que la conexión hacia el sur era difícil por el Machángara,

el Panecillo y la quebrada de los Gallinazos (en el actual Cu-mandá). Las casas de patio central eran de adobe y argamasa. No había agua potable. No había alcantarillado.

En 1922, el Congreso Nacional creó la Comisión del Centenario de la Batalla de Pichincha para que organiza-ra los festejos y la celebración. Sin embargo, esta Comisión también se encargó de hacer obra civil, fundamentalmente la canalización de las quebradas. Se construyó la avenida 24 de Mayo, el parque El Ejido, y se asfaltaron las calles cén-tricas. Poco a poco, la ciudad despertaba hacia una nueva forma de comodidad hasta entonces desconocida.

En esos días, el hormigón armado tan solo era una anéc-dota de viajeros porque en el país no había ninguna cemen-tera. Pero, en los años siguientes ya se empezaron a levan-tar varios edificios con esta técnica, para lo cual hubo que importar hierro y cemento (que venía en barricas). Así se hizo el primer edificio en altura del Centro Histórico, el de La Previsora (Premio Ornato 1945) construido entre 1930 y 1935 y supuso el inicio de esta carrera constructiva que terminó en 1966.

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Con el progreso económico del Ecuador (estaba en auge la exportación del cacao y luego la del banano) se empezaron a levantar algunas torres en hormigón armado. Como era de su-poner, las construcciones siguieron los códigos neoclásicos en boga y obedecían a las novedosas formas de vivir importadas. Es decir con gran-des ventanales, ascensores, tuberías internas de agua potable, cableado de energía eléctrica, etc.

Durante varias décadas, en el Centro Histó-rico se derrocaron casas para levantar edificios. En ese tiempo se justificó la medida diciendo que las derrocadas eran edificaciones obsoletas. Muchas casas fueron víctimas de esos “arqui-crímenes” y, según Mauricio Luzuriaga, varias construcciones fueron borradas de la memoria colectiva. Por su parte, Alfonso Ortiz recalca que hay que apreciar la arquitectura de todos los tiempos porque no se puede prescindir de un momento histórico a riesgo de “producir un bache” en la evolución arquitectónica.

Y así se llega al año que no se construyó el Municipio de Quito según el proyecto de Oswaldo Muñoz Mariño. De haberlo hecho, los vecinos hubieran estado en su completo dere-cho de levantar edificios similares en sus terre-nos y el Centro Histórico hubiera perdido su “memoria histórica”, su valor arquitectónico, su razón de ser.

Por fin, y gracias a la voluntad política, en 1966 se delimita y se crea la Ordenanza de Pro-tección del Centro Histórico (a partir de un decreto supremo del año anterior dictado por la Junta Militar) para detener ese ánimo de-predador con que se derrocaba la antigua obra edilicia. La ordenanza provocó que se regresa-ra a ver al Centro como la joya arquitectónica e histórica que es: un lugar donde conviven el hormigón armado y la argamasa, donde las multicolores luces de los semáforos se reflejan en la piedra negra de las calles, que la garúa ha convertido en espejo.

Mónica Arregui conoce el Pasaje Amador desde

niña y trabaja hasta ahora en la oficina de

su padre. A la derecha, el escritorio del doctor

Angel Arregui, uno de los habitantes más

antiguos del Pasaje Amador. Conserva ahí su oficina desde hace

50 años.

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poiesis

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los límites gráficosde la realidad

AntilógicA,

El artista Eduardo Villacís Pástor presenta una

colección de objetos artísticos que dan cuenta de

su avidez creativa en formatos poco usuales en

Ecuador como el cómic, la animación digital y

los videojuegos. Esta muestra demuestra que la

creatividad, por sí misma, es subversiva.

Escribe Andrea Rodríguez B. Periodista. Fotos de César Morejón.

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Para quienes dedican su vida a trabajar con la ima-ginación, la realidad siempre tiene al menos dos dimensiones: una fantástica, atípica, poblada por criaturas extrañas, imposibles, y el otro, el reino

de este mundo, en el cual deambulan seres de carne y hueso. Cuando el trabajo se vuelve demasiado intenso, la frontera entre ambas suele volverse impreciso, vago, abstracto. Eso ocurre con la obra que ha desarrollado el artista visual qui-teño Eduardo Villacís, cuyo mundo fantástico es una larga y apasionante manera de contradecir los objetos de la realidad llana a través de una figuración plástica distinta, mediada por la tecnología y la fabulación.

El trabajo artístico de este artista está marcado por el estudio de la figura humana y por la exploración del arte fantástico, que conjuga lo ilógico y lo imposible, como re-vela la muestra antológica titulada Antilógica, abierta hasta el 20 de abril en el Centro de Arte Contemporáneo (en el edificio del antiguo Hospital Militar). Se trata de un re-corrido a través de su producción creativa en ámbitos un tanto inusuales en Ecuador, pues además del dibujo y la pintura, Villacís ha trabajado la animación 3D, el cómic y los videojuegos.

Una de las partes más interesantes de la muestra está en El Espejo Humeante, una exposición de objetos artísticos, dibujos, ilustraciones y mapas sobre un hecho que jamás sucedió: la conquista de Europa por parte de los Aztecas. La hipótesis de variar el discurso de la historia es un mo-tivo temático de profundo interés para un fabulador de cepa. Piénsese, por ejemplo, en la película Bastardos sin gloria, de Quentin Tarantino, en la que un grupo judío de élite se dedica a despellejar nazis. En la ficción de Villacís, Europa en realidad se llama Améxica, es decir -aquello que no es México.

Esta mezcla entre proyecto de ilustración y falso docu-mental puede ser leído como una reflexión crítica acerca del racismo, la religión como herramienta de conquista ideológica, la intolerancia religiosa y el colonialismo. El proyecto tiene dos partes dramatúrgicas que aluden a un museo de historia y a una novela gráfica. El primero fue concebido hace más de una década y fue expuesto, como una suerte de instalación alucinada, en California, Estados Unidos y en 2003. La segunda aún está en proceso. Am-bas están asentadas en una relación compleja y porosa que el autor mantiene con los conceptos de realidad y verdad. “Con la mentira das luz acerca de cómo está la realidad

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y estableces una distancia crítica por el mis-mo hecho de que la mentira se vuelve absurda. Pero la realidad es igual absurda”.

Para Juan Carlos León, uno de los cura-dores de la exposición, esta muestra no solo destaca los procesos creativos del artista, sino un ejercicio social de imaginar futuros po-sibles para un contexto inmediato. Quizás por esta razón, es una experiencia estimulante para cualquier público. “Nos permite experimentar

realidades paralelas, distopías, ucronías, en las cuales cada espectador es capaz de pensar e imaginar otras realidades posibles”. León co-noció la obra de Villacís cuando se encontró hace ya varios años cuando buceaba por el mundo de los cómics y de pronto se topó con la propuesta de un quiteño que no le pedía fa-vor a ningún cómic del extranjero.

Luego, en 2010, empezó una investigación sobre la producción de videojuegos en Ecuador y se encontró con El Tesoro de los Llanganates, un juego de video realizado por Eduardo. En-tonces la curiosidad le picó en serio y se puso a indagar en las diversas y profundas vetas del trabajo del artista. Poco después le propuso al Centro de Arte Contemporáneo una antología sobre la obra de Eduardo Villacís que mostra-ra su inquietud por los formatos tecnológicos, así como su trabajo en el cómic y la ilustración. Lo que se ha logrado con Antilógica, ya des-de su título, es una subversión creativa de las muestras tradicionales de arte que no descuida la ironía el humor y la reflexión sobre la socie-dad, la política, la cultura y la tecnología en el tiempo presente.

Este carácter multidisciplinar en realidad promueve diálogos posibles que van más allá del mundo del arte contemporáneo y de sus presupuestos teóricos. “Es una experiencia curatorial que genera cruces con la literatura, la ciencia ficción, las ciencias exactas, el arte fantástico, la ilustración, el cómic, las tecno-logías digitales, la pintura y el dibujo”, teoriza León. Por su parte Villacís está convencido de que mucho del arte implica de suyo explorar terrenos no convencionales y, por lo tanto, se trata ante todo de investigar, de indagar.

Antilógica también muestra algunos de los trabajos más tempranos del artista. Por ejemplo se muestra un cómic elaborado en los años no-venta y publicado en la revista de rock Traffic, fundada por el mismo Villacís. Bajo el alias de ‘El Bicho’, el joven artista publicó en esa revista la historia del editor Dock Tirres y las aventu-

Algunas de las obras de la muestra El Espejo

Humeante que reseña el hecho fantástico

de la conquista Azteca de Europa.

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ras de la T Mutante. Estas historias formaban parte de una serie que se burlaba de sí misma y su proceso de creación. ‘El Bicho’ creaba personajes imaginarios que supuestamente eran miembros de la comunidad roquera. La T Mutante a veces era descrita como una virgen voladora, en referencia a la Virgen de El Cajas. Todo ese despliegue de fantasía tuvo su aceptación entre el público lector que, si no era mucho al menos era incondicional.

Como en el resto del mundo, el cómic ha ido evolucio-nando desde una manifestación marginal de arte conside-rado menor por los centros del canon artístico, hasta un arte en toda regla que cada vez más se está tomando el centro de la atención mundial. Así pasó con el cine, por ejemplo. En Ecuador, el cómic comenzó a tomar fuerza en el último lustro del siglo XX y ha tenido un desarrollo no-table. “El cómic tiene la misma intimidad de la literatura o de la pintura y similar narración visual de la cinemato-grafía”, defiende Villacís. Lo que pasa es que en el cómic hay trabajos destinados únicamente a la producción masi-va y hay otros de mayores ambiciones estéticas y filosófi-cas, lo mismo ocurre también en la literatura, en la pintura y en el cine. Y al igual que en estas artes, el cómic precisa

un proceso constante y un compromiso con el trabajo de parte del autor.

Autodidacta intuitivoCuando Villacís terminó la secundaria no encontró nin-

guna universidad que pudiera atender la especificidad de su inquietud artística. Lo que más se le acercaba era una ma-teria que paradójicamente parecía ser la que más lo alejaba: la matemática pura. Acostumbrado a los juegos de ingenio y a contradecir a la realidad, el joven artista, nacido en 1979 en el tradicional barrio de San Marcos, se inscribió en la Escuela Politécnica Nacional. Allí estudió cuatro años, pero decidió abandonar el pensamiento sistemático para dejar más espacio a la creatividad.

Aunque el panorama era desalentador, Eduardo nun-ca renunció a la animación, las narraciones fantásticas y las computadoras. Mientras descifraba ecuaciones com-plejas y enfrentaba problemas lógicos intentaba realizar pequeñas producciones de animación virtual. En 1986, junto con su amigo Paul Ehming, desarrolló un prototi-po de programa en tres dimensiones en una computado-ra Amiga 1000 del fabricante Commodore, que luego fue

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exhibido en la Casa Abierta de la Facultad de Ciencias de la Politécnica.

Su primer contacto con la computadora fue a los 14 años, cuando su padre, el cardiólogo y célebre poeta Eduardo Villacís Meythaler, le obsequió una Commodore modelo 64. Su his-toria con las Commodore se extendió hasta los primeros años de su trabajo profesional. La pro-ductora publicitaria Cuesta Ordóñez le alqui-laba una Commodore Amiga 2000, que era algo así como conducir un Ferrari 2014. El argentino Sergio Dino Guida le propuso trabajo en una de las primeras compañías de animación digital de Ecuador, para la que diseñó el primer logo tridimensional trabajado en computadora para el Banco de la Producción. Era 1990.

Más tarde ingresó como docente a la Uni-versidad San Francisco de Quito, donde fue

fundador de las carreras de Multimedia y Animación Digital, las primeras del Ecuador. Mientras ejercía la docencia desarrollaba trabajos en animación publicitaria, un cam-po en el cual se mantuvo por 12 años. Por esa misma época, Eduardo y su equipo intentaron crear el juego El tesoro de los Llanganates, que finalmente no pudo salir al mercado por falta de presupuesto. Quizá no era el momento. No ha renunciado a desarrollarlo alguna vez, pero por ahora está dedicado de lleno al cómic, el dibujo figurativo y la pintura, procesos crea-tivos que pueden realizarse en una lógica más individual. Aunque lo que jamás ha abando-nado, desde que empezó a dibujar en la ado-lescencia, es esa imaginación portentosa que siempre lo mantiene en la frontera indefinida entre la realidad y la ficción.

El montaje ylos visitantes

Más de un mes tardó el montaje completo de la exposición. El principal elemento de compleji-dad fue la cantidad de

objetos incluidos en la muestra, eran más

de 500.

Cerca de 900 personas han visitado la muestra

en menos de un mes. De forma paralela,

se promueve un taller de dibujo y pintura

impartido por el artista los sábados, conuna duración de

cinco meses.

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En una ciudad como Quito, habitada por dos millones y medio de habi-tantes, las posibilidades de encontrar la pareja adecuada deberían ser bas-

tante altas. Desgraciadamente la estadística y el romance no se llevan muy bien.

Otra probabilidad es que el romance esté totalmente fuera de moda y que el flirteo y las relaciones cortas e intensas hayan ocupado su lugar. Ese cacho viejo de qué dicen una gringa, una francesa y una quiteña después de hacer el amor (la gringa dice “What was your name?”, la francesa “Au revoir, merci” y la quiteña “Ve, no contarás a nadie”) también resulta demodé.

En bares y otros locales nocturnos es común que, con ayuda de desinhibidores espirituosos (o muchas veces sin ellos) las damitas sean las que den el primer paso. Los roles del macho cazador, del clásico conquistador y de la frágil damisela se-ducida también están out; pero sigue in el matrimonio. No resulta fácil entender el fenómeno, pero es así.

A pesar de que no está vigente la monogamia, se tira la casa por la ventana para festejar a los recién casados, por lo general, bendecidos por el Altísimo y por el Estado. Es-tas voluptuosas celebraciones no son privativas de ninguna clase económica o social. Desde los barrios encaramados en el Pichincha, hasta las zonas más finolis de los valles, desde Calderón hasta Guajaló, revientan las orquestas, vibran las paredes con los discomóviles, vuelan por los aires velos de novias, arroz, burbujas, pompones, papel picado y explotan los sonoros corchos del espumante champán, al ritmo del zapateo de los celebrantes y de los celebrados.

Se cree aún en la institución y sacramento del matrimo-nio, a pesar del imbatible récord de divorcios en la ciudad. Somos unos románticos empedernidos, no hay otra expli-cación válida. La ilusión del vestido blanco y del cuento de hadas con final feliz, nos envuelve a los crédulos inocentes y a los más escépticos. ¿Nos desposamos con la persona ade-cuada? ¿Cuántas posibilidades tenemos de acertar, en una

ciudad cada vez más grande y llena de descono-cidos? Antes se sabía quién era quien, o por lo menos se conocían ciertos antecedentes de las familias. Ahora, ese conocimiento es solo una pretensión impracticable.

Hay toda una vanguardia de pensamiento fresco y antisistema que acaba agarradita de las manos y de rodillas frente los altares sacros o patrios. Anarquistas convencidos quienes, por principio, aborrecen el núcleo familiar y lo conciben como el germen de todo mal so-cial, terminan formando su nido en un apar-tamentito al alcance de su economía. Entre los derechos más peleados ha estado el del matri-monio entre homosexuales.

Vuelvo y repito, somos románticos hasta la médula y ni siquiera nos enteramos de ello. Es que nos envuelve un halo. No sé, será tal vez la

luz, los colores de las mon-tañas y de ese cielo tan azul o las noches tan plenas y redondas, ciertos sonidos, aromas de infancia… Yo no sé que sea, pero total es que, a la vuelta de cual-

quier esquina de Quito, nos agarra desprevenidos el amor; y, sin hacer distinciones, a capitalinos o provincianos, a na-cionales o extranjeros, nos deja desarmados, lelos… Y nos enamoramos, sin que obsten razas, edades, credos, capaci-dades o preferencias sexuales.

A la postre, en esta franciscana ciudad se estila enamo-rarse y entregarse con toda el alma, sea de modo consciente o (en términos futboleros) “a la bartola”. El simple y des-complicado flirteo puede volverse una gran red sutil que nos atrapa, nos envuelve y nos deja indefensos a merced de los amores metropolitanos, con unas altas probabilidades de salir averiados y/o víctimas de matrimonio… o por lo menos de una acalorada y colorida convivencia.

Encontrar la pareja adecuada es un hecho del destino o de la suerte. El sabio dicho popular ya lo dice “Matrimonio y mortaja del cielo bajan”. Hay quienes nacen con estrella para el amor duradero y enriquecedor y hay también de los otros… de esos, que no pegamos centro por más que lo in-tentemos con insistencia… pero ahí, con fe, le damos y… le seguiremos dando.

opinión

En primera persona

Nací en 1959 en Alausí, provincia de Chimbora-zo. Soy actriz, directora escénica y dramaturga

especializada en humor con una versátil carrera

que incluye teatro, televisión, radio y cine. Tengo una licenciatura en Ciencias Públicas y Sociales. He trabajado

en obras como La Marujita se ha muerto

con leucemia, Monó-logos de la Vagina, El

Eterno Femenino, entre muchas otras. 

AMoRESmetropolitanosEscribe Martha Ormaza. Teatrera y gestora cultural.

“Somos unos románticos empedernidos, no hay otra explicación válida. La ilusión del vestido blanco y del cuento de hadas con final feliz, nos envuelve a los crédulos inocentes y a los más escépticos.”

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anaquel

LA REVoLUCIóN DELA DIVERSIDAD

Quito se vuelve una ciu-dad cada vez más tole-rante e incluyente. Pero

está claro que aún falta mucho trabajo en materia de derechos humanos, sexuales y civiles. Este libro del escritor, periodista e in-vestigador francés Frédéric Mar-tel trabaja en una prospección so-bre cuánto se ha avanzado en este tema en todo el mundo a través de un texto que podría pasar por un extenso reportaje, una gran crónica, una incipiente teoría de género, o una recopilación de re-latos de no ficción. En palabras del propio Martel, Global Gay es un libro ante todo sobre geopolí-tica. La investigación implicó cinco años de trabajo y un viaje por 45 países, desde los más abiertos hasta los más hostiles frente a la to-lerancia. El resultado habla de una revolución gay que está en plena marcha en todo el mundo.

Martel es autor de ocho libros, algunos publicados por la presti-giosa casa editorial Gallimard, que han llegado a más de una veinte-na de países. Entre sus obras están: El rosa y el Negro, homosexuales en Francia desde 1968, La larga marcha de los gays, De la cultura en América, Mainstream, Encuesta sobre la guerra global de la cultura y los medios, En contra del sarkozismo cultural.

Global Gay es un viaje desde la resistencia contra la represión en China, Cuba o Irán. Una seria apología del matrimonio para parejas del mismo sexo en Estados Unidos y en Europa, desde lo underground hasta el mainstream y desde la criminalización de la homosexualidad hacia la criminalización de la homofobia. Un es-tudio minucioso que recoge el relato de centenares de actores de esta revolución.

Este libro dibuja una verdadera geopolítica de la globalización gay analizando los cambios en los modos de vida, la redefinición del matrimonio, la emancipación paralela de las mujeres y los ho-mosexuales o el impacto decisivo que han supuesto Internet y las redes sociales. Aunque se desarrollen bajo una misma bandera, las singularidades de la vida local y la ausencia de homogeneidad de las comunidades gays de todo el mundo son fascinantes.

Martel descubre que la globalización no se traduce necesaria-mente en uniformización: la diversidad es infinita. Como termóme-tro de la evolución de las mentalidades, la cuestión gay se ha conver-tido en un valioso criterio para juzgar el estado de una democracia y la modernidad de un país. Este libro, rico en retratos y testimonios sorprendentes, cuenta este nuevo frente en el que ahora se libra la batalla por los derechos de los seres humanos.

ENSAYoNoVELA

ARqUEoLogíA

Global gay, cómo la revolución gay está cambiando el mundoFrédéric MartelTaurus336 páginas

El escritorPedro Isaac BarreiroNovel Editores135 páginas

De Lucy a IngapircaFabián Saltos ColomaEditorial Casa de la Cultura Ecuatoriana130 páginas

AMoRES DE VERANo

Los personajes de Pedro Barreiro viven la juventud como un estado del alma.

En los 28 capítulos, dos narra-dores, uno en primera y otro en tercera persona, hablan de un amor ágil, vivaz y conflictivo, entre Nicolás y María Eternidad. Las escenas y las situaciones se rescatan de entre los pliegues de la memoria, para reconstruir un complejo enlace imaginario. La lectura de las cartas cruzadas du-rante 10 años le permite al autor construir un ensayo narrativo sobre ese sentimiento tan recu-rrido como elusivo.

Barreiro es manabita y médico de profesión. Antes ha publica-do tres libros de poesía y tres de narrativa. Esta, su primera novela, trabaja sobre un erotismo que rebasa y transgrede la mera realidad de los personajes y salpica las páginas de cierta perspectiva plató-nica. Los encuentros ansiosos en un cuarto de hotel resulta una estrategia interesante para crear expectativa sobre un desenlace inaudito, un tanto neurótico.

TRATADo SoBRE LA EVoLUCIóN HUMANA

Este ensayo narrativo es un viaje en el tiempo que muestra las claves de la

evolución humana, el pobla-miento de América, el antiguo Ecuador y las antiguas culturas precolombinas. El autor muestra varios hitos de la historia remota de los homínidos hasta llegar a Ingapirca, el vestigio arqueológi-co prehispánico más grande del Ecuador. El objetivo es aportar al aprendizaje de la educación se-cundaria. El autor señala que la investigación “nació de la nece-sidad de posicionar el tema de la evolución humana entre los estudiantes secundarios y universita-rios de las carreras de turismo”. Saltos estudió Antropología Socio-cultural en la Universidad Católica y Conservación y Desarrollo del Patrimonio Cultural, en la Universidad Andina Simón Bolívar.

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La nueva antología de cuentos de la escritora y política guayaquileña explora el mundo onírico femenino. El amor y la sensualidad

son los ejes principales de las historias una de las cuales, Un fulgor en la oscuridad, relata el amorío entre una mujer casada y un chico universitario que le sirve para representar la precariedad de la vida, la fugacidad de los sueños perdidos y del amor ineluc-tablemente platónico de la adolescencia.

Varios de los cuentos incluidos en este volu-men han sido galardonados antes en certámenes literarios como el Concurso Nacional de Cuen-tos Ismael Pérez Pazmiño, y la Primera Bienal de cuento Pablo Palacio. Otros han sido traducidos al italiano y al francés.

Aminta Buenaño se ha dedicado a la cátedra universitaria, la comunicación social, la política y la literatura. Buenaño empezó su andadura lite-raria con un libro de poesía. Luego ha publicado varios libros de cuentos como La mansión de los sueños, La otra piel y Virgen de medianoche (so-bre la cual la escritora Sonia Manzano escribió: “Historias atravesadas por una hebra de hilo eró-

tico como el que moja en su inagotable inventiva la autora, para ensartar imágenes que acusan una mayor relevancia humana en esa gran metáfora de metáforas que es la vida”), y en periodismo El dis-creto encanto de lo cotidiano y Declaración de amor a Guayaquil. Su novela Si tú mueres primero, pu-blicada en 2011, cobró resonancia internacional. La obra relata la cotidianidad de un pueblo rural suspendido en el tiempo.

Ha ganado el segundo Premio en el XXI Con-curso de Cuento “Ciudad de San Sebastián”, Pre-mio Internacional de Cuentos Jauja de Valladolid (1979), Premio Nacional de Cuentos Diario El Tiempo, Segundo Premio en el III Concurso Nacio-nal de Relatos Juan León Mera de la Municipalidad de Ambato, Segundo Premio Concurso Nacional de Cuento “Ismael Pérez Pazmiño, 70 Años de diario El Universo”, 1991. Ha participado en las antologías: Mujeres ecuatorianas en el relato, Primera Bienal del Cuento Ecuatoriano “Pablo Palacio”, Veintiún cuen-tistas ecuatorianos, Antología de narradoras ecuato-rianas, 40 cuentos ecuatorianos, y Antología básica del cuento ecuatoriano.

ACADEMIA FILoSoFíA

La seguridad ciudadana y tecnologías de información y comunicaciónLautaro Ojeda SegoviaRayuela Editores135 páginas

Crítica de la razón puraImmanuel Kant. Edición revisada por Pedro Ribas Alfaguara667 páginas

La otra pielAminta Buenaño

Editorial Casade la Cultura Ecuatoriana

140 páginas

NARRATIVA

SENSUALIDADFEMENINA

CoMUNICACIoNES SEgURAS EN EL S. XXI

Para nadie es un secreto que las nuevas tecnolo-gías se pueden convertir

en un arma de doble filo cuando se quebranta la confidenciali-dad y la seguridad de los usua-rios. Lautaro Ojeda, catedrático universitario por más 30 años y experto en temas de seguridad y ciudadanía, presenta una inves-tigación que aplica sus conoci-mientos en las formas tecnológi-cas que están cambiando la vida de millones de seres humanos en todo el planeta.

Ojeda, doctor en Jurispru-dencia y sociólogo, analiza dete-nidamente las actividades de la comunicación que pueden estar en peligro potencial de ser vulneradas. De este modo se establecen las relaciones entre estas formas de invasión de la privacidad a la luz de procesos políticos, sociales y desde las mismas lógicas de-lincuenciales que cada vez más ocupan los espacios virtuales de la nueva intimidad y seguridad de la humanidad.

UN CLÁSICo INTELECTUAL DEL oCCIDENTE

Si hay un filósofo que re-presenta el gran movi-miento intelectual de la

Ilustración que puso las bases culturales de la Modernidad, sin duda es Immanuel Kant. Su obra clásica, Crítica de la razón pura, publicada en 1781, supuso una crítica tan sistemática como demoledora a los argumentos de la metafísica tradicional y, por ende, una nueva forma de interpretar la realidad, revolu-cionaria para su tiempo.

Esta edición, incluye nota-bles modificaciones respecto de las anteriores, pues se ha empe-ñado en lograr mayor precisión en el vocabulario, ampliando el índice analítico e incluyendo una introducción, una cronología y una bibliografía más completas. Como en las ediciones preceden-tes, se ha tomado como base el texto de la segunda edición original alemana de 1787. En los márgenes del texto se incluyen las refe-rencias correspondientes a la paginación de la edición príncipe.

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bitácora

SE MUESTRA EN EL CCMRECREACIóN

La edición número 56 del World Press Photo (WWP) está en Quito. La exposición recoge las 142 mejores imágenes periodísticas de 2012. Qui-to, por octava vez, es la escala ecuatoriana que

hará la muestra cuyo recorrido incluye 45 países. Las fotos más impactantes del mundo son escogidas por 19 fotope-riodistas de renombre internacional, contactados y coordi-nados por la organización World Press Photo, con sede en Amsterdam, Holanda. En total se premió el trabajo de 54 fotógrafos de 33 nacionalidades distintas, en 18 categorías. Fueron escogidos de entre 5 666 fotógrafos de 124 naciona-lidades que enviaron al concurso más de 103 481 fotos.

El sueco Paul Hansen ganó el primer lugar con una foto-grafía tomada el 20 de noviembre de 2012. En esta se describe el dolor de una familia en la Franja de Gaza que lleva a una mezquita los cadáveres de dos niños envueltos en sábanas. Los infantes se encontraban junto a su padre, quien también murió, cuando su casa fue impactada por un misil israelí. El primer premio consiste en una cámara Canon, 10 000 euros en efectivo, un lote de lentes y el prestigio de coronarse en el certamen de fotoperiodismo más importante del mundo.

Mientras la exposición itinera por el mundo, la funda-ción sigue trabajando en elegir a la siguiente mejor foto del año. La de 2014 ya ha sido elegida: se trata de la imagen

bautizada Señales, del periodista gráfico estadounidense John Stanmeyer, publicada en la revista National Geogra-phic. Muestra un grupo de emigrantes africanos alzando sus teléfonos celulares al cielo para encontrar señal en Yibuti, un punto de parada común para los emigrantes de Somalia, Etiopía y Eritrea, que van hacia Europa y Medio Oriente.

Hace 54 años nació la Fundación World Press Photo. En 1955 varios fotógrafos pertenecientes al sindicato de repor-teros gráficos holandeses quisieron crear un concurso inter-nacional que complementara un premio de carácter nacio-nal en Holanda promocionado por la Cámara Zilveren. En el primer año se inscribieron 42 fotógrafos de 11 países y presentaron 300 imágenes.

WWP no sólo se encarga de la organización de concur-sos, exposiciones y premios, sino también de brindar ta-lleres y seminarios en distintos países europeos. El primer taller fue en Budapest en 1990, y en el 94 se inauguró la Joop Swart Marterclass de jóvenes talentos en Amsterdan. La base de la organización se forma gracias a la popularidad del concurso y de la exposición que creció en la década de 1970. Ahora cuentan con personal contratado, y una oficina para la proyección internacional del certamen.

Los primeros patrocinadores corporativos llegaron para 1987. Actualmente reciben auspicio de la empresa nacional de loterías holandesa Nationale Postcode Loterij y del fabricante Canon. Más información en www.worldpressphoto.org.

Fotoperiodismo mundial Foto de www.wordpress.com

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se vuelve cada vez másimportante en quito

CoNSERVACIóN

Siete de cada diez vasos de agua que beben los quite-ños viene de los páramos de la Cordillera Oriental de los Andes. Los páramos son ecosistemas que se encuentran entre los 3 000 o 4 000 metros de alti-

tud y su suelo actúa como una esponja que almacena agua. Los pisos de los páramos están formados por una mezcla entre ceniza volcánica y materia orgánica. Recogen el agua de deshielos, neblina y lluvia y lo van liberando lentamente incluso en periodos de nivel bajo, como en verano.

La contaminación y la creciente demanda para satis-facer las necesidades de los habitantes del Distrito Metro-politano de Quito han contribuido al deterioro de estos importantes centros naturales de reserva del agua. Por eso el Municipio creó un Fondo para la Protección del Agua, Fonag, que trabaja en la protección, rehabilitación y con-servación de las cuencas hídricas de la ciudad. Se mantiene con una cuota de los pagos por el servicio de agua potable,

alcantarillado y energía eléctrica, sin financiamiento ex-tranjero ni del Gobierno central.

Los programas en los que actualmente trabaja el Fo-nag son: Educación Ambiental y Capacitación (enfocado entre los niños del Distrito), Recuperación de Cober-tura Vegetal, Gestión del Agua, Monitoreo y Vigilancia de áreas prioritarias y Comunicación. Las acciones del Fonag se centran en las cuencas altas de los ríos Guay-llabamba, Oyacachi, Papallacta y Antisana, que también abastecen de agua a los sectores que no pertenecen al Distrito. La extensión total del ámbito de trabajo es de 5 420 km2.

El propósito del Fonag es generar una nueva cultura del agua a través de una Gestión Integrada de los Recursos Hídricos, lo que significa comprometerse con un trabajo planificado, constante y sobre todo, conjunto, entre las ins-tituciones y todos los quiteños.

EL AgUA

bitácora

Foto: Archivo del Fondo para la Protección del Agua

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DoMINgoS HASTA EL 20 DE ABRIL.TRAVESíA MAgICAAL FINAL DEL ARCoIRIS

tiempo libre

HASTA EL 1 DE JUNIoLA oBRA DE UN gRANDE, EN SAN MARCoS

A qué hora: de martes a viernes de 09:00 a 17:00.Sábados, domingos y feriados de 09:00 a 13:30. Cuánto: libre.

La exposición 113 dibujos y grabados de Jaime Andrade Moscoso, creados entre los años 1950 a 1989, se exhibirán en el Museo de Acuarela y Dibujo Muñoz Mariño. El ar-tista quiteño ha sido reconocido fundamentalmente por sus extraordinarias esculturas y sus imponentes murales. Sin embargo en esta muestra se muestra la versatilidad su obra gráfica. El museo considera imprescindible recuperar la memoria de uno de los artistas ecuatorianos más importantes del siglo XX, un gran maestro que ha dejado una profun-da huella en la historia del arte ecuatoriano.

El pretexto de esta muestra es la conmemoración de los 100 años de su nacimien-to. Andrade Moscoso, fallecido a los 77 años, concentró su obra en elementos étnicos, precolombinos y sociales sin dejar de lado la figura humana y las escenas eróticas con dibujos, grabados y bocetos volumétricos. Según Patricio Vélez, curador de la muestra, Andrade abordó desde las obras públicas integradas en la arquitectura y el espacio urba-no hasta las meditaciones intimistas que encontramos en los grabados. Los murales del artista fueron trabajados envarios materiales entre los que encontramos: piedra cincela-da, hierro forjado, hierro laminado etc. Evidencia de una versatilidad que nació, según el autor, en correspondencia con los temas y la envergadura física de los proyectos.

Los visitantes podrán ver, además, tres series de dibujos preparatorios de los murales realizados en el Salón de la Ciudad del Municipio de Quito, en las Fuentes de Tesalia en Machachi y en el Banco Ecuatoriano de la Vivienda.

22 AL 26 DE ABRILDíAS PARA FESTEJARLA PACHAMAMA

Dónde: Pogyo Yaku. A qué hora: 12h00. Cuánto: 1 niños y tercera edad, 2 estudiantes, 3 adultos, personas con capacidades especiales ingreso gratuito.

Celebremos juntos el Día de la Tierra. Con el lema mundial 2014 “ciudades verdes” com-parte en familia de esta actividad que nos invi-ta a rencontrarnos y relacionarnos con la tierra.

Dónde:. Teatro de la Fundación del Mundo Juvenil. Parque la Carolina, junto a la Tribuna de la avenida los Shyris. A qué hora: 11:00. Cuánto: 3,50.

Un montaje performático que involucra a la audiencia en la ilusión que representa la posibilidad de viajar sobre un arcoíris y co-nocer el secreto de cada color. Te gustaría disfrutar de una Travesía Mágica Al Final del Arcoiris. Te gustaría que te cuenten historias, o qué la Ilusión se adueñe de tus mañanas de domingo. Entonces no te quedes afuera, la Maga Melyna (Karinna Cruz) te acompañará a encontrar el tesoro al final del arcoíris.

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6 DE ABRIL VERDI SE ESCUCHARÁ EN LA CoMPAñíA

Dónde: Iglesia de la Compañía. A qué hora:19:00. Cuánto: libre.

La Sinfónica Nacional pre-senta el “Requiem” de Verdi, una de las obras más notables del gran compositor italiano y de la música universal. En sus siete movimien-tos esta partitura de la música sacra interpreta el misterio de la vida, a través del gozo y el dolor que conducen al hombre, a la es-peranza y a la luz. Con la dirección del maestro Álvaro Manzano.

DEL 4 AL 26 DE ABRILLA MAgIA SE REÚNE PoR PRIMERA VEz EN qUITo

Dónde: Teatro de la Espada de Madera (Casa de la Cultura Ecuatoriana, Tercer Piso). Av, seis de diciembre y Patria. A qué hora: 20:00. Cuánto: 15 general, 12 pre-venta, 50 abono por temporada.

Los mejores exponentes de Magia de Cerca de Quito se reúnen por primera vez en el país, para presentar en escena lo más pulido de sus repertorios. El evento es organizado por Isaac El Mago y cuenta con el aval del Círculo Ecuatoriano de Ilusionismo, Magia Ecuador y Fundación Titerefue.

18 Y 19 DE ABRILALLAN PoE EN LECTURAS DRAMÁTICAS

Dónde: Casa Teatro Babilon, Marcos Aguirre N47 204 y Av Brasil.. A qué hora: 20:00. Cuánto: 5.

Agudice su escucha mientras toma un sabro-so café. Una Lectura Dramática de algunos cuen-tos de EDGAR ALLAN POE en las voces de las actrices: Alexandra Londoño y Sofía Dominguez. Música en vivo: Santiago Hidalgo Dirección de Diana Borja.

JUEVES 3 DE ABRIL AL 18 DE MAYoVUELVEN LAS MARUJAS

Dónde: Patio de Comedias. 18 de Septiembre E4-26 y 9 de Octubre.A qué hora: de jueves a sábado de 20:30 y domingo 18:30.. Cuánto: general 12, estudiantes 8, tercera edad y discapacitados 6, jueves valor promocional.

Las damas del Comité de “Las Marujas” invitan al público a un viaje por el Ecuador y por nuestra historia sobre las alas de la fantasía. “Las Marujas Entre Memorias y Efemérides” es una antología escénica de casi un cuarto de siglo.  Propone un mosaico de las mejores escenas, situaciones y  gags de varias piezas teatrales de estos  clásicos personajes, amalgamados por el humor fino y una decantada tradición de comediantes.“Las Marujas Entre Memorias y Efemérides”  estará en cartelera para cele-brar la vida y para homenajear con mucho cariño,  belleza, reflexiones y risas a nuestro fiel público.

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tiempo libre

HASTA EL 13 DE MAYoEl RitO DE SERVIo zAPATA

Dónde: Centro Cultural Itchimbía. Pabellón Principal, Centro Cul-tural Itchimbía. Parque Itchimbía, calle Iquique s/n. A qué hora: de martes a domingo, de 10h00 a 17h00. Cuánto: libre

La exposición El Rito, del artista zarumeño Servio Zapata se exhibirá en el Centro Cultural Itchimbía, en el pabellón principal, del 9 de abril al 13 de mayo. La muestra presenta a la naturaleza, desde una visión que conmemora su belleza, en cada una de sus manifestaciosnes, es decir: bosques, ríos, cascadas, islas, manglares; motivos de inspiración del autor. El estilo muy personal de Zapata permite trasladar al espec-tador a cada una de sus salidas al campo, como un cazador de paisajes.

ToDoS LoS VIERNES DE MARzoA BAILAR SALSA

Dónde: Café Libro. Leonidas Plaza N23-56 y Veintimilla. A qué hora: 19:00 a 21:00. Cuánto: 10 por clase.

Aprenda a dominar uno de los géneros más bailables del mundo bajo la tutela de Sylvia García, bailarina y coreógrafa profesional de lar-ga trayectoria. García es directora propietaria de la Academia de Bailes Tropicales Salsa y Merengue, con más de catorce años de actividad.

PERMANENTEENTRE EL BAILE, LA DESTREzA Y EL TAMBoR

Dónde: Sala Goethe, Aso. Humboldt. Vancouver E5 54 y Polonia. A qué hora: lunes, miércoles y viernes de 16:30 a 17:30 o lunes y miércoles de 18:30 a 20:00. Cuánto: 40 mensual.

La Asociación Humbolt le invita a disfrutar del saber ancestral que esconde uno de los mecanismos de defensa en los palenques de negros libertos, la Capoeira. La destreza y el conocimiento se juntan en las cla-ses de Marco Herrera todos los días de la semana en horarios a escoger.

25 DE ABRILLA Voz DE UNA SoPRANo ACoMPAñADA DE LA oSNE

Dónde: Teatro Sucre. Manabí entre Guayaquil y Flores. A qué hora: 19:30. Cuánto: por definir.

La Orquesta Sinfónica Nacional del Ecuador se presentará con la talentosa soprano buffa Natalie Choquette. La artista nacida en Japón y de origen canadiense es conocida por su talento vocal, sen-tido del humor y creatividad. La presentación será dirigida por el maestro Álvaro Manzano.

10 DE ABRILCoNVERSAToRIo SoBRE HUMoR gRÁFICo EN LA PRENSA.

Dónde: Universidad Andina Simón Bolívar, Aula O-51, edif. Olmedo. Toledo N22-80 (Plaza Brasilia. A qué hora: 11:00. Cuánto: libre mediante inscripción a la página www.uasb.edu.ec, en agenda

El Área de Comunicación de la Universidad Andina Simón Bolívar invita al conversatorio El humor gráfico en la prensa, en el que participarán Asdrúbal de la Torre y Xavier Bonilla (Bonil). El humor se conecta con la risa, expresión esencial de lo humano. El humor es una mirada oblicua sobre lo real, dispara múltiples sentidos. Rompe con la lógica y con la univocidad. Juega con la pluralidad, la sorpresa, el golpe. Y por eso se ríe del poder, de todos los poderes y mientras más los poderes se sacralizan más el humor los revela simplemente como parte de la condición humana.

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ToDoS LoS SÁBADoS DE MARzoA CoNTAR CUENToS EN EL EJIDo

Dónde: Biblioteca El Ejido. Parque El Ejido. A qué hora: 11:00.Cuánto: Libre.

La mejor manera de iniciar a los niños y niñas en el mundo de la lectura es el ejemplo. La biblioteca del parque El Ejido desde su área lúdica creó un rincón para que niños, jóvenes y adultos compartan y se acerquen a la lectura. El área es ideal para que los niños de cualquier edad se acerquen a la literatura. Esta biblioteca, remodelada desde 2010 y con 40 años de funcionamiento, atiende gratuitamente.

HASTA EL 3 DE ABRILTATIANA LoY EN LA CASoNA DE LA CCE

Dónde: Salas Kingman y Guayasamín, Casa de la Cultura Ecuato-riana, Av. Patria y seis de diciembre. A qué hora: de martes a sábado de 9:00 a 16:00. Cuánto: libre.

Confesión erotismo onírico presentará cincuenta obras de gran formato, cabelleras anaranjadas de mujeres, que sin sospe-char que son observadas, viven sus vidas llenas de pasiones. La artista nacida en Kiev Ucrania, estudió arte en la escuela clásica rusa. Cuenta con 12 exposiciones que se exhiben en prestigiosas galerías del mundo. Ha pintado cerca de 350 obras, de las cuales, la mayoría se encuentran en colecciones privadas en: Australia, Italia, Francia, Rusia, Panamá, Ucrania, México, España, Colom-bia y Ecuador.

26 DE ABRILTHE LINERS EN CoNCIERTo

Dónde: Teatro Variedades Ernesto Albán. Manabí Oe2-04, entre Guayaquil y Flores. A qué hora: 17:30. Cuánto: 5 dólares

The Liners es una banda quiteña formada hace siete años. Su gusto musical está entre el Soul y el Ska jamaiquino de los años sesenta. Con sólida influencia musical por parte de sus miembros en el ska tradicional es algo difícil definirles en un solo género o tendencia, más bien si cabe el término es una banda enteramente dedicada a la música jamaiquina de escencia. The liners es la tercera banda nacional confirmada para el Reggae Camp 2013 que junto a importantes bandas internacionales aportaran con su talento a este importante festival musical.

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La imagen

MEMoRIA

Cuatro mujeres del Conserva-torio Nacional de Música del Ecuador posan para la cámara, mientras una sostiene un diplo-

ma que acredita su formación profesional. La institución fue inaugurada el 28 de fe-brero de 1870, durante el gobierno de Ga-briel García Moreno, y más tarde suprimida por Ignacio de Veintimilla, en 1877. Más de una década después, el General Eloy Alfa-ro volvió a abrirlo, el 26 de abril 1900, con el nombre de Conservatorio de Música y Declamación, con la variación -escanda-losa para la época- de que incluía en sus admisiones a las ciudadanas mujeres. Más tarde la Revolución Liberal Radical amplió el espectro profesional y laboral de las ecua-torianas. Recordamos esta imagen en salu-do del 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora.

TIEMPo DECAMBIoS

para las mujeres

Acetato de 5 cm por 6 cm, blanco y negro.Autor desconocido. Archivo Histórico del Ministerio de Cultura y Patrimonio del Ecuador

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