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    La que se vinoEl shock económicoy las respuestas sociales.

    Atucha/Techint,Chaco, MéxicoViajes al corazón del modelo.

    El periódico de lavacaabril 2016 / año 10 / número 98Valor en kioscos $ 28

    DesocupadoCómo sobrevivir al ajuste cuando no se tiene una sociedad truchaen Panamá ni una cueva financiera llena de billetes.

    INVESTIGACIÓN E XCLUSIVA: PERÓN PAPERS

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    Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat Light,representó desembolsar 4.653 millones dedólares al contado.

    Aquella nota de Bloomberg termina conuna anécdota que ilustra el irónico sentidodel humor de Singer: fue a ver la final de laCopa del Mundo que se disputó en Brasilcon la camiseta de la Selección Argentina.

    Sí: al partido en el que todos gritamos“Era por abajo”.

    Por arribaEl panorama se complica aún más si se tie-ne en cuenta la crisis que afecta a Brasil,principal socio económico de Argentina.Ejemplo: la industria automotriz sufrió, enel primer bimestre de este año, una caídadel 43,3 por ciento de sus exportaciones.

    El coctail de ajuste económico y co-rrupción política que sacude al más im-portante mercado latinoamericano no esmás que un espejo enorme, por la escalabrasileña, de lo que parece herir el futurode varios países latinoamericanos, entrelos cuales Argentina no es la excepción. Alas detenciones del ex secretario deTransporte kirchnerista, Ricardo Jaime

    -en el marco de una causa que investigala compra a una empresa española de 120vagones en desuso-, y Lázaro Baéz y Cía,hay que sumarle el efecto de Panamá Pa-pers, la investigación sobre sociedadesoffshore  que reveló que el presidenteMauricio Macri era director de dos socie-dades en ese paraíso fiscal que nunca fi-guraron en sus declaraciones juradas. Lanoticia fue portada de medios de todo elmundo. El más lapidario fue el inglés TheGuardian, que tituló: “Macri, el empresa-rio Presidente de un país en el que crecela pobreza”.

    Por abajo¿Cúal es el efecto de todas estas noticias enla vida de la gente?

    En la redacción del diario Tiempo Ar-gentino hay asamblea y hay miedo. Hace yacuatro largos meses que los patrones fu-garon. No se fueron del país: simplementeabandonaron a sus trabajadores.

    En diciembre dejaron de pagar el agui-naldo, y luego los sueldos. Los trabajado-res no tienen información sobre cómo lo-graron hacerlo, pero lo cierto es que

    22.800 despidos en elsector privado. 30.000,según ATE, en el Estado.Tarifazos. Inflación.Devaluación. El shock esbrutal y aturde.

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    Los expertos hacen sus apuestas: PBI negativo, caída del consumo, desocupacióny pobreza en ascenso. Las personas hacen sus respuestas: cooperativas, paros ymovilizaciones para defender derechos básicos. El futuro tiene un fantasma que metemiedo: la historia. ¿Cómo construir otra?▶ CLAUDIA ACUÑA

    Pronósticos22.800 despidos en el sector privado,30.000 echados del Estado, aumentos enlos servicios básicos del 300 por ciento,inflación y devaluación. El shock queproduce las políticas del nuevo gobiernoes brutal y aturde. Sus consecuencias re-cién comenzarán a producir daños más

    graves en los próximos meses, aunquequizás los números del año repunten ha-cia el final del segundo semestre, cuandolas liquidaciones del agro ayuden a dis-minuir las cuentas en rojo, si bien esa ac-tividad no crea un solo puesto de trabajoni impacta en la recuperación del consu-mo. De todas formas, es posible que porprimera vez en muchos años el PBI de2016 arroje resultado negativo. 2015 ce-rró con una expansión del PBI del 2,5 porciento. Para este año se prevé un caída deentre el 0,5 y el 1 por ciento.

    Esta es la síntesis de los pronósticos delos “expertos”. Es decir, de aquellos que sesupone pronostican la que se viene. Así loreconoce los informes de FIEL, ACM, Fe-rreres y Asociados y Analítica Consultoresen una nota publicada el domingo 3 deabril en el suplemento económico del dia-

    rio contrainformativo Clarín, firmada porIsmael Bermúdez. Es un ejemplo de entrelos muchos que pueden darse para confir-mar que estamos atravesando tiempos deoscuras tempestades.

    Buitres“Fue una excelente noticia para un pe-queño grupo de inversores bien conecta-dos y una terrible noticia para el resto delmundo, especialmente para los paísesque enfrenten crisis de deuda en un futu-ro”, escribió en el diario The New York Ti-mes el Premio Nobel Joseph Stiglitz al díasiguiente de que el Senado argentino vo-tara la aprobación del pago a los buitres.El principal beneficiado fue Paul Singer,el financista al que el portal Bloomberg,especializado en finanzas, retrató tra-gándose el mapa de Argentina. Fue enabril de 2014, cuando el país entró for-malmente en default por no aceptar unfallo que obligaba a pagar 539 millones dedólares de interés. La nota se tituló, pre-monitoriamente, “Paul Singer hará queArgentina pague”.

    Finalmente, la oferta del ministro de

    dejaron de pagar y no hay funcionario ni juez que los esté obligando a hacerlo.

    Formalmente, pertenecen al Grupo 23,una sociedad liderada por Sergio Szpolski yMatías Garfunkel. Ese grupo recibió du-rante el año 2015 por parte del Estado na-cional 104,9 millones de pesos en conceptode pauta oficial. “Nos dijeron que lo quequeda por cobrar de pauta, Szpolski lo en-tregó al Banco Macro, como garantía por

    sus deudas. También nos dijeron que notiene bienes a su nombre y que por eso nopodíamos pedir un embargo”.

    Tras organizar festivales, ollas popu-lares, campañas de recolección de ali-mentos y pañales y editar una tirada de40 mil ejemplares que se vendió y agotó

    durante la marcha del 24 de marzo –todo

    para sobrevivir en estos largos meses sinsalario- los trabajadores están ahora enasamblea para intentar responder a esemiedo que produce la pregunta más pa-ralizante en tiempos de oscuras tempes-tades: ¿qué hacer?

    Escuchan ese interrogante quienes yaencontraron una forma de resolverlo enmedio de otras tormentas: integrantesdel Hotel Bauen, de El diario de la Región,de Chaco, de IMPA, todas empresas recu-peradas por sus trabajadores, hoy coope-rativas. También está MU. Lo que sigueson casi tres horas de intercambio sobreel desafío grupal que representa trabajarsin patrón.

    Dos días después, José Orbaiceta, pre-sidente de la Federación de Cooperativasde Trabajo y representante del movi-miento cooperativo en el Inaes, participóde la asamblea para despejar dudas y ha-cer explícito el apoyo del sector. El resul-tado fue la respuesta a esa pregunta:Tiempo Argentino  votó transformarse enuna cooperativa.

    Tiempo Argentino  es ahora periodismosin patrón.

    Recuerdo entonces una frase que ya nisé quién dijo: “Lo único que se hace biendesde arriba es un pozo”.

    FuturosLos expertos aseguran que este shock ini-cial es resultado de un “sinceramiento” dela economía.

    Así estamos.Más pobres, más endeudados, más des-

    ocupados.De allí, dicen los expertos, saldremos

    cuando lleguen las inversiones que el pagoa los buitres destrabó.

    Lo que urge, aseguran, es concretarlas.No los apura la necesidad, sino el pro-

    ceso electoral. En año y medio habrá elec-ciones y es necesario que para entonces latempestad haya amainado.

    Ya sucedió: los más veteranos recuer-dan el difícil primer año de la presidenciade Carlos Menem, seguido por la bonanzadel endeudamiento, la apertura de la im-portación y los tratados comerciales conEstados Unidos. Lo que siguió, también losabemos. Ese proceso culminó destrozan-do al país.

    Es difícil, sin embargo, que la historiase repita. No hay dos tormentas iguales,aunque ambas sean bravas. Tampoco escierto que aquello que fue tragedia hoy nosayude a sonreír.

    Nosotros no somos los mismos.Sabemos lo que fue, lo que ya no es, pe-

    ro no podemos ni intuir lo que vendrá por-que ese destino dependerá de lo que haga-mos y de lo que dejemos de hacer.

    Sabemos (¿sí?) que entre las cosas de lasque habrá definitivamente que despedirsees de aquella utopía argentina que marcó afuego el destino político del país, sus bata-llas, sus tragedias, sus victorias, sus sue-

    Hacemeshock

    LA QUE SE VINO

    Macri da explicaciones por tevésobre Panama Papers. Jaime,preso. Prat Gay se reune conla UIA.

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    adie invierte durante años enuna compleja investigación, queincluye más de 370 periodistas

    de 78 países, para producir unos cuantostitulares que, como toda producciónmediática, son intrínsecamente fugaces.

    Nadie dedica tanto tiempo y dinero-aunque dinero sobra en el mundo dehoy- si no tiene un objetivo claramentetrazado. Además, sabemos que entre losque financian el Consorcio Internacionalde Periodistas de Investigación (ICIJ, porsus siglas en inglés) aparecen fundacio-nes como Open Society de George Soros,entre otras del mismo rango y orienta-ción. Por lo tanto, se impone la preguntasobre qué se está buscando con estesupuesto ataque a la corrupción.Para responderla hay que ponerse en loszapatos de quienes apoyaron y financia-ron la investigación conocida comoPanama Papers, las elites del mundoque están detrás de la difusión de estosparaísos, que por otro lado es unainvestigación notable que contribuye aclarificar el modo como funciona la

    evasión fiscal. Si nosotros fuéramosellos, ¿qué nos debería estar preocupan-do? ¿Qué nos quitaría el sueño?Es evidente que el sistema ha conseguidouna ventaja importante sobre las clasessubalternas en cuanto a poder económicoy militar; en cuanto a la capacidad políticapara cooptar y/o comprar opositores paraque jueguen a favor de las elites; encuanto a su capacidad para tener la mayorinformación jamás concebida sobre lo quepiensan/sienten/desean los de abajo; ensu capacidad para desfigurar las identida-des populares a través de la difusión delconsumismo. Pero saben que su sistematiene una debilidad, un agujero negro porel que puede diluirse la energía sistémica:la falta de legitimidad.Sin legitimidad, o sea, sin cierto consen-so social de que el mundo funciona

    razonablemente bien para beneficio dela Humanidad, la dominación tiene losdías contados. Podemos decirlo de otromodo. Digamos, al estilo Wallerstein,que la dominación es estable cuando haytres partes: los de abajo, los de arriba ylas clases medias. Si la dominacióndescansara sólo en dos polos opuestos,sería inestable, nos dice este sociólogo ehistoriador norteamericano.El asunto es que desde los años 70,cuando el sistema dejó de lado laintegración de las clases peligrosas(Estado del Bienestar, desarrollismoclásico y/o soberanía nacional), latercera pata del sistema ha sidosistemáticamente descuartizada poreso que llamamos acumulación pordespojo/robo de los bienes comunes.

    La legitimidad del sistema descansabaen que la convicción de los de abajo(casi 70 por ciento de la Humanidad)creyera que trabajando toda su vida,ahorrando, sin timbearse los misera-bles ingresos, podían llegar a formar

    parte de ese sector que llamamosclase media (en el mejor de los casos,25 por ciento de la población). Eratanto una confianza como un deseo;nada sencillo de cumplir, pero posiblecomo lo atestiguan dos generacionesde trabajadores industriales desde ladécada de 1940. Pero si la gentecomún no tiene más horizonte queseguir en la pobreza, como les sucedehoy; o sea, si desaparecen los anzuelosy las zanahorias, es evidente que van aaprovechar la menor distracción paralevantarse y pasarlos a degüello.Eso dicen, más o menos, las leccionesde la Historia y el sentido común.Pero, ¿qué decimos nosotros?Lo primero, es entender que ellosestán divididos. O, por lo menos,tienen dos tácticas que no acaban de

    cerrarles. Debemos aceptar que al 1por ciento más rico ya no le interesaintegrar a los de abajo, ni siquieraentretenernos con el cuento delascenso social. Libia, Siria, Palestina,Afganistán e Iraq; la militarización delas favelas de Brasil y de las barriadasperiféricas del mundo, son una buenamuestra del intento de recomponer elmundo por las bravas. El Club deBilderberg, que planea cómo reducir lapoblación del mundo a la mitad paraestabilizar la dominación, es otro buenejemplo de esta tendencia.Lo segundo, es que si ellos estándivididos es porque nosotros nosomos tan débiles como creemos. Sonlegión los que dejaron de creer en elsistema político y, sobre todo, en elempleo. Son millones los que ya no no

    confían en el salario como forma devida porque saben que no obtendrántrabajo estable, blanco.Lo tercero, y fundamental, es que lacorrupción no existe: es el sistema.En un sistema basado en la acumula-ción por despojo/ extractivismo, unsistema que roba en lugar de explotar,no puede hablarse de corrupción.¿Entonces?Entonces, sigamos denunciando a loscorruptos, sigamos aprovechandotodos los datos que aparecen aún sinsaber los objetivos de esas filtraciones.Pero no perdamos nuestra agenda.Nuestros objetivos. Mientras vamosrecomponiendo una estrategia quenos lleve más allá del modelo extracti-vo/corrupto.

    La corrupción no existe ▶ RAÚL ZIBECHI

    ños y sus pesadillas.Sabemos que cuando hay desocupación

    no hay peronismo, ese invento criollo queconsolaba a los de abajo al trazar un hori-zonte en el cual el trabajo definía todo: elfuturo, el bienestar social, nuestras vidas yla de nuestros hijos.

    No estamos refiriendo aquí al devenirde las internas justicialistas, que poco tie-nen ya que ver con los dictados de aquel

     Juan Domingo, sino de un pensamientocapaz de hacernos creer que el Estado erael lugar al cual marchar para pedir o paracelebrar la construcción de un destino so-cial próspero, equitativo, capaz de alcan-zar a todos y cada uno.

    La única verdad es la realidad, decía Juan Domingo, y esa realidad nos indicaque el Estado ayer fue el primer precari-zador y hoy una máquina de expulsiónsocial.

    A ese Estado no se le pide ni se le celebranada: se le exige y reclama.

    Siempre.Sabemos que esa utópica litúrgica pe-

    ronista dictaba que en aquel Estado pa-ternal los únicos privilegiados eran losniños.

    Sabemos que las crisis nos hacen crecer.Que así sea.

    N

    Tiempo Argentino se moviliza yforma una cooperativa. Paro ymarcha docente. El 24, todos ala calle. Brasil: el peor de todos.

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    vas de la enseñanza privada.Son las 9 de la mañana en el playón in-

    terno de Atucha.A doce kilómetros, en Campana, cada tan-to se oyen estruendos metálicos: las des-cargas de caños gigantescos de Tenaris Si-derca, del grupo Techint, multinacionalconsiderada argentina que maneja el 40%del mercado mundial de caños sin costurautilizados en los pozos petroleros, oleo-

    ductos y gasoductos.Se calcula que sólo este emporio dejó sin

    trabajo a 2.200 personas durante 2015 enCampana. De los 2.800 que quedan, 1.000están suspendidos. Otros mil rostros perodispersos, cada uno en su casa, esperando.

    Causas esgrimidas: la baja del precio delpetróleo (que en este curioso país no impi-de que aumenten los combustibles), y elactual proceso de apertura de importacio-nes, por el cual con los caños petrolerosocurre lo mismo que con tantos consumoscotidianos: se importan de China.

    “La empresa no está perdiendo, estádejando de ganar”, razona un obrero sus-pendido hace 14 días, que oculta su nom-bre para prevenir atentos telegramas de laoficina de recursos humanos: “Pero ima-ginate: ¿quién paga los platos rotos? ¿Y sa-bés lo que está provocando esa situaciónen el resto de la ciudad, en los trabajos, enlos comercios?”.

    Las preguntas son similares en un gigan-te estatal como Atucha y en otro privado co-mo Techint, vecinos de una región que el ac-tivista Bernardo Neustadt llamaba “paraísodel capitalismo”. Pero los dioses de este pa-raíso andan atravesados, mientras las cria-turas humanas están esperando, por ahora,noticias sobre su destino.

    il rostros están esperandonoticias sobre su destino,

     junto a una planta nuclear.Tienen fecha de venci-

    miento: en 15 horas se con-vertirán en desocupados.

    Muchos recuerdan lo que es eso. Otrostodavía no lo saben, pero les pasa algoigual o peor: lo imaginan.

    Los amenazados o los que ya recibieron

    sus telegramas de despido son 2.400. Mil sonlos que están en esta asamblea. Miran haciael acoplado de un camión, escenario sobre elque sus representantes van a informarles quéocurrió en las reuniones que tuvieron conministros, secretarios, funcionarios, en unlugar llamado Buenos Aires, a 115 kilómetros.

    Todos (representantes, ministros, etc.)cobran sus haberes mientras negocian odesnegocian destinos ajenos.

    Los mil rostros esperan en silencio cono-cer el resultado de las negociaciones de lasque son objeto. Hay estudiosos que aseguranque no son objetos sino sujetos, según lo ex-ponen en seminarios progresistas.

    En realidad son objeto de negociacio-nes, como son objeto de políticas, o de in-sultos:

    -El otro día hicimos corte y algunos nosputeaban de arriba abajo. Uno en 4x4 nosgritó: ¡vayan a laburar! Sí, papá. Eso es loque queremos: laburar- informa Manuel,con una gorrita ya descolorida de un equi-po de la NBA.

    Otros insultos pueden leerse en los co-mentarios de usuarios online de empresascomo Clarín y La Nación, o en charlas decountries: “Negros de mierda”, “Cabe-zas”, “Cabezas de tacho”, “Peronchos”, locual hace dudar sobre las secuelas cogniti-

    Info atómica

    l triunfo de Cambiemos cayó comouna bomba de tiempo en diversasgeografías incluyendo al partido de

    Zárate, y más exactamente Lima, localidaden la que se encuentran las usinas nuclea-res Atucha I (Juan Domingo Perón) y Atu-cha II (Néstor Kirchner). Esta última co-menzó a funcionar el 3 de junio de 2014: a

    las 9.02 el reactor registró su primera re-acción en cadena, o proceso de “criticidadcontrolada”, término aún no incorporadoa las llamadas ciencias políticas.

    Un año y medio después el ex ejecutivode Shell y ministro de Energía CarlosAranguren produjo el recambio de funcio-narios del área nuclear, anunció 2.400despidos de obreros y técnicos informandoque no estaban haciendo nada desde 2014,lapso durante el cual no se comenzaron lasobras de Atucha III para la cual se suponíaque debían trabajar. Cundió el calificativode “ñoquis” dirigido indistintamente aobreros y funcionarios jerárquicos.

    Repaso de esta reacción en cadena. Atu-cha II estuvo a cargo de una Unidad de Ges-tión (UG, una especie de gerencia interna) deNucleoeléctrica Argentina S.A (NA-SA),empresa creada para la construcción, opera-ción, mantenimiento y retiro de servicio delas tres centrales nucleares del país: las dosAtucha y Embalse (Córdoba).

    “Se terminó la obra en 2014 y muchagente empezó a ser prescindible”, informael ingeniero Carlos Euvrard, vicepresiden-te de TyPEN (Técnicos y Profesionales enEnergía Nuclear) y jefe del Departamentode Montaje Mecánico de la central. “Comoestaba aprobado construir Atucha III, NA-

    SA decidió mantener a profesionales y téc-nicos ya capacitados para este tipo deobras porque había bastantes trabajoscomplementarios que realizar de AtuchaII, y se esperaba muy pronto iniciar lasobras de la nueva central”.

    A esa situación se agregó la de 1.800trabajadores afiliados a Unión Obrera de laConstrucción (UOCRA), y 600 de UECARA(jefes, capataces, administrativos) quetambién quedaron en un limbo al finalizarAtucha II. Por acuerdo entre NA-SA y el in-tendente de Zárate Osvaldo Cáffaro, 800de ellos fueron derivados en 2015 a la rea-lización de obras municipales en la ciudady en Lima: veredas, la estación de trenes,plazas, cloacas. Todo esto se hizo con lainspiración y aprobación decisiva del en-tonces ministro de Planificación Julio DeVido, motor de la finalización de Atucha II,

    quien además tiene casa en Lima, en elclub de chacras Puerto Panal.

    ¿Por qué la demora entre Atucha II y elcomienzo de Atucha III? Un importante exdirectivo de NA-SA habló conMU pidiendoreserva del nombre “para no poner palosen la rueda a la nueva gestión”. Su argu-mento: “Cuando se empezó a planificarAtucha III, por las deudas en el exterior(buitres), no nos financiaban los segurospara los créditos. Los únicos eran Rusia yChina, y los chinos hicieron una oferta es-pectacular. Las negociaciones se alarga-ron, al final cerramos con ellos. Faltaba elterreno. La plata no estaba. Fue toda laépoca de elecciones. Al final salió el decre-to de expropiación del terreno lindantecon Atucha II en noviembre, entre la pri-mera y segunda vuelta. Pero la plata siguiósin aparecer (577 millones de pesos)”.

    Dos palabras tal vez son clave: año elec-toral. El ex directivo agrega: “Mantuvimosa la gente para que trabajara en ingenieríabásica y cuestiones complementarias. Alos obreros les renovamos el trabajo enacuerdo con el Municipio. Como todos loscontratos terminaron en junio de 2015, losfuimos prorrogando hasta fin de marzo de2016. Y en el medio cambió el gobierno”.

    Euvrard reconoce: “La verdad es que na-

    Dos gigantes. Uno estatal: la central nuclear de Atucha con amenaza de 2.400 despidos.Otro privado: el grupo Techint, con 1.000 suspendidos. Los efectos regionales delajuste y la desocupación en el comercio y en lo personal. Y el eterno retorno de unmisterio: ¿quién paga los platos rotos? ▶ SERGIO CIANCAGLINI

    Crisis en el paraísoATUCHA EN ZÁRATE, TECHINT EN CAMPANA

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    die pensó que ganaría Macri. La idea es queganaba Scioli, continuaba la gestión, y ya es-taríamos iniciando las obras. Lo central esque aquí hemos desarrollado un know-howpropio. No compramos una central llave enmano, como los brasileños: sabemos hacer-la nosotros. Hoy el 7% de la energía que con-sume el país, viene de las tres centrales nu-cleares: 1.700 megavatios”.

    Al actual subsecretario de Energía Nu-clear, Julián Gadano, le atribuyen haberdefinido el “cluster tecnológico más sofis-ticado del país” a la industria nuclear. Eu-vrard: “Pero quieren reducir a NA-SA a lafunción de operar centrales. Lo que noso-tros queremos es que se haga la planta”.

    El directivo anónimo: “Aranguren dijoque van a hacer Atucha III en 2017 y revisan-do todos los contratos. Lo harán con los chi-nos, o con otros actores. De la UG no puedo

    decir nada sobre eso de que sean ñoquis. Pa-ra mí es gente con un expertís (experiencia)que hay que aprovechar. Pero hay otra polí-tica: la aceptás o no; les creés o no”.

    Para los trabajadores es simplemente laamenaza de quedar desocupados: “Desgra-ciadamente es una parte muy cruel. Uno malo bien los mantenía, qué sé yo. Vivo en Lima,son mis vecinos. Pero bueno, tengo 27 añosen NA-SA, ahora seguiré siendo personal deplanta, y todo lo que se haga para bien deNA-SA me pone contento y feliz”.

    Un mes en la vida

    n UOCRA no están contentos ni fe-lices. Ronda de mate. Ariel Puebla,secretario adjunto: “Lo nuestro es

    sostener las fuentes de trabajo, con todoslos compañeros adentro hasta que se hagala nueva central. Para eso es el Plan de Mi-tigación, haciendo obras para el Munici-pio”. César Sánchez, secretario de organi-zación: “No nos importa que sea en unacentral nuclear o en otra cosa: queremostrabajo para todos”. Juan Lischetti, dele-gado de obra: “Una nación tiene que bus-car cómo generar empleo y salarios dig-nos”. Claudio Gómez: “Lo que gana un

    obrero en Atucha no lo gana en otros lados,de 20 a 25 mil pesos por mes para un sol-dador”.

     Juan: “Cualquiera tendría que ganar esocomo mínimo. Mi pueblo es Alsina, 1.500habitantes. Cien obreros trabajaban en lareconstrucción de las vías del tren. El go-bierno hizo como con Atucha, no recono-ció los contratos. Hoy la desocupación esdel 60% sin esperanza futura de reinser-tarse, porque para colmo la agricultura es-tá devastada por la soja transgénica, queademás no genera empleo. Buscan disci-plinarnos, que nos acostumbremos a ga-nar poco: si no te gusta, buscate otra co-sa”. César: “Que el gobierno haga lo quequiera, pero no dejándonos afuera”. Juan:“Yo pido que me digan una sola medida deeste gobierno, una sola, a favor del traba-

     jador. Y no hay”. Miran con cierta distan-

    cia a la UG que gerenciaba Atucha: “Ahí

    había unas 1.000 personas. Y muchos te-nían sueldos de arriba de 100.000 pesos.Que ganen lo que quieran, pero que noperjudiquen a los trabajadores”.

    Claudio: “Se nota un cambio en la ge-neración de entre 20 y 30 años que crecióen esta década. Siempre tuvieron laburo,se consideraron como de una clase más al-ta. En la construcción y en muchos gre-mios. Decimos que son los toyoteros, porel auto. Lo veo en mi familia: casita, piletaen el fondo, todo fenómeno. Dicen: ‘el go-bierno no me da de comer, me la gané la-burando todos los días’. Es cierto, pero sino hay condiciones para que tengas labu-

    ro, por más esfuerzo que hagas no te va a

    alcanzar. Votaron a Macri, y ahora habráque ver qué pasa”.

    UOCRA es un gremio denso. En 2012 hu-bo tres heridos de bala en enfrentamientosentre grupos antagónicos que se acusabanmutuamente de mafiosos y patoteros. En2014 Julio González y Ariel Puebla fueron de-tenidos tras un enfrentamiento con Fran-cisco Sosa, ex militar, dueño de una empresade perforaciones. González y Puebla queda-ron 9 meses presos y la causa -caratuladacomo amenazas y coacción agravadas por eluso de arma de fuego- sigue abierta. “Noqueremos hablar mucho. Hubo un alterca-do, distintos tonos, pero no es tan así como

    lo cuentan”, dice Puebla.

    La asamblea de los obreros de Atucha, que hacen trabajos comunitarios mientras sedecide su destino. La desocupación es algo que muchos vivieron, y otros empiezan aimaginar. Las manos de los trabajadores no siempre logran ser manos a la obra.

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    Frente al conflicto de Atucha la UOCRA(dirigida a nivel nacional por Gerardo Mar-tínez, agente de inteligencia del Ejércitodurante los años 1982 y 83) tardó, pero fi-nalmente se movilizó cortando la rotondade ingreso a Zárate junto con UECARA. Elministro de Trabajo Jorge Triaca convocó alos gremios y a las diez contratistas un díaantes de que los 2.400 trabajadores queda-

    ran en la calle.Mil rostros esperaban conocer el re-sultado de esa reunión, detallado por elsecretario general de la regional Zárate,

     Julio González: “Compañeros, el ministe-rio decretó la conciliación obligatoria por15 días hábiles, prorrogables por otros 5,así que seguimos la lucha pero como tra-bajadores, no como desocupados. Siem-pre de pie, de rodillas jamás”. Traducción:al menos un mes más de trabajo. La reac-ción fue de alegría, pero sobre todo de ali-vio al no incrementarse el número de1.500 obreros de la construcción sin tra-bajo, sólo en Zárate.

    Monsanto y Martínez

    l doctor Facundo Campos, 37 años,

    es el abogado de UOCRA y UECARAy cuenta al finalizar la asamblea:“Mi papá era obrero de un frigorífico, soyel octavo hijo, fui becado en mi carrera porla UCA, por Lomas de Zamora, y la maes-tría en Tres de Febrero”. Sobre la región:“Además de lo de Atucha está el problemaen Campana producido por la apertura a im-portaciones chinas que permitieron queconstructoras de la red de gasoductos tron-cales de Córdoba compraran caños chinospor 250 millones de dólares. Pero más allá dela decisión del gobierno de afectar las políti-cas de protección de la industria nacional,también hay una responsabilidad social em-presaria en grupos como el de Paolo Rocca(Techint) que ha sido socio de este gobiernoy cómplice civil de la última dictadura cívi-co-militar-eclesiástica-comercial. La em-presa siempre se queja, pero achica a costa

    de los trabajadores. Y se produce el 4x1: porcada trabajador afectado en plantas grandes,te llevás puestos cuatro trabajos indirectos(transporte, seguridad, gastronomía, terce-rizados)”.

    Como el ingeniero Euvrard, Camposdefiende a la energía nuclear pero con re-ferencias sorprendentes: “Es una energíalimpia, segura, controlada, que todos es-tén tranquilos. Los agrotóxicos y la petro-química sí son de alta contaminación y re-querirían de parte del Estado más control ymenos corrupción. Presentamos un pro-yecto municipal para control de los agro-tóxicos que tienen niveles terriblementenocivos más allá de que el primer conta-minante mundial que es Monsanto no loreconozca. Tampoco reconocía que el PCBera altamente cancerígeno. Y este año laempresa estará en La Haya acusada de crí-

    menes contra la humanidad”.La pregunta obvia: ¿qué opina de la situa-

    ción de Gerardo Martínez, registrado comoagente de los servicios de inteligencia delEjército? Campos: “Conozco la causa, no hayningún dato probatorio que plantee queMartínez haya cometido algún ilícito penal,por lo menos hasta hoy. Para nosotros esvíctima de un carpetazo, pero le cabe el prin-cipio de inocencia hasta que se demuestre locontrario”. Pero era agente de inteligencia.“No hay probado ningún ilícito penal”, re-pite, trazando una frontera pantanosa enciertos casos, entre qué cosas son lícitas enesta vida, y cuáles no.

    Campos cree que el problema que afectaa Zárate-Campana proviene de lo que lla-ma estado de mercado: “Hay partidos con-servadores, lo digo con respeto, que vie-nen con una clara política de dominio delmercado y paraguas mediáticos para ge-nerar voluntades que crean que lo mejorque puede pasar es el neoliberalismo. Sonpolíticas de ajuste, desregulación en lasrelaciones laborales y desmantelamientode la industria nacional. Si nos equivoca-mos y en realidad hay responsabilidadempresaria, no hay despidos, hay leyesantidumping y se impulsa la industria, pe-diremos disculpas. Y si el actual gobierno

    tiene problemas comerciales con Elec-troingeniería (una de las contratistas deAtucha) o con otros, son problemas em-presariales. Nosotros queremos a la gentetrabajando y que se respeten las condicio-nes salariales. Es todo o nada”.

    Obreros conversando

    os obreros de Atucha andan con ca-misas de jean azul esperando la ho-ra del almuerzo. No pronuncian

    discursos ni relatos mediáticos que atur-den. No se ponen en víctimas. Sólo charlan.

    Damián: “Yo de chiquito trabajé en lacalle. Acá es la primera vez que tengo untrabajo en serio y puedo darle algo a miscuatro hijos”. ¿Por ejemplo? “Algo de ro-pa, o ir un día al centro a tomar un helado.

    Antes yo no podía hacer eso. Y menoscomprarles un remedio si se enferman”.

    Gabriel: “Con el trabajo en blanco tenésobra social. Por eso queremos el laburo. Yosoy carpintero pero si me dicen de arreglarel campo, voy”, dice cabeceando hacia elterreno donde se haría Atucha III. Blas: “Siel otro gobierno se la robó, o se la roba éste,no me importa. Lo que quiero es que hayacomida y escuela para los hijos. Me pasóque los pibes me pidan una fruta o un cara-melo, y no tenía para darles. Te sentís parala mierda. No querés más eso”.

    Un poco más allá Mario va con sus dosmuletas y las piernas paralizadas por lapolio. “No sé cómo se llama lo que tengo.Acá conseguí trabajo por el sindicato. Enotro lado no me tomarían ni locos”.

    A Alejandro le dicen Patón. Calza 47,tiene 56 años y 37 de mecánico. “Cuando

    tenía 39 años, me rajaron de Celulosa.Época de Menem. Ya era viejo, me decían.Lo que pasa es que no quieren a la gentecon experiencia sino a pibes para mol-dearlos como quieran y pagarles menos. Ladesocupación, lo vi con muchos compañe-ros, te da impotencia, angustia. Creo quese sale de eso yendo a reclamar, con el gre-mio o del modo que te parezca, pero que

    sea de la clase obrera, ¿me entendés? Esote da un alivio interno”. Laureano: “La ver-dad es que acá estoy mal porque me la pasotodo el día sentado. Ojalá ahora empiece eltrabajo en serio. Yo hice la estación de Limacon otros compañeros, pero estos días an-damos todos mal de tanto no hacer nada”.

    Mejor ni te cuento

    ima es la localidad más cercana aAtucha. Pero el tema no es sóloAtucha, sino la época. Edgardo

    Fleitas es uno de los suspendidos por unade las contratistas de Atucha. “Todo estoes muy feo, no digo sólo por mi sino en ge-neral, como si estuviéramos otra vez en los90 o en el 2001. Yo entiendo que la gentequería el cambio, pero respetuosamente

    digo que me parece que es un cambio equi-vocado. Yo estaba sacando 4.000 pesos porquincena, en montaje eléctrico. Hace tresquincenas que no cobro”. ¿Qué harías siquedás en la calle? “Pensé tantas cosas quemejor ni te cuento. Si no tenés plata ni tra-bajo, parece que tuvieras que salir a robar.No es mi caso, tengo la ventaja de que vivocon mi vieja. Pero mi hermano alquila conla mujer. Los dos trabajan en Atucha. Es-tán muy nerviosos. Mucha gente está ner-viosa, más con todos los aumentos. Yo veoque esto es una bomba”.

    Eliana y Eugenia trabajan en un lavade-ro casero de autos y juegan en la Selecciónde la Liga de Fútbol Femenino. Eliana: “Elaño pasado lavábamos 8 ó 9 autos por día.Ahora 2 ó 3 a lo sumo”. Eugenia: “Una chi-ca conocida perdió el trabajo de niñeraporque al papá de la nena que cuidaba lo

    echaron de Atucha”. Eliana: “Mi sobrinotiene discapacidad. El padre fue despedidode una de las contratistas y en unos mesesse queda sin obra social”. Eugenia es de-fensora, admiradora de Pablito Aimar y deIbrahimovic. No le gusta Messi. Eliana esenganche, y su jugador favorito es Di Ma-ría. Miran hacia la calle, esperando que al-guien llegue a lavar su auto.

    Intermedio

    Cómo pensar estos asuntos en unmundo en el que las energías no re-novables (combustibles fósiles co-

    mo petróleo y gas) tienden a generar másproblemas que soluciones? La pregunta sur-ge naturalmente al acercarse al tema nu-clear, que tiene defensores apasionados y

    críticos igualmente intensos. Pablo PalicioLada (del Movimiento Antinuclear de Chu-but) brinda un vistazo: “Argentina ha tenidodesarrollos científicos y tecnológicos muyimportantes en materia nuclear, que po-drían direccionarse hacia las energías reno-vables. Lo nuclear está en franco declive enel mundo. Uno puede oponerse por razonesambientales: todavía no hay solución a lagestión definitiva de los residuos nucleares,que permanecen por siglos, sin contar elriesgo de accidentes. O la contaminaciónque generan los combustibles fósiles. PeroLa revolución actual son las energías reno-vables, incluso desde lo económico. Con laplata de todo el Plan Nuclear, 15 mil millo-nes de dólares, se podrían instalar unos8.600 megavatios de energía eólica (viento),que es cinco veces lo que aportarían las cen-trales nucleares. Y se calcula que sólo laenergía eólica potencial de Chubut podríaabastecer 9 veces toda la energía eléctrica deLatinoamérica, con un potencial decenas deveces mayor al de Vaca Muerta”.

    Caso vecino: Uruguay. En una década ycon mucha menor inversión ya genera demodo eólico el 22 % de su energía eléctrica,con posibilidad de llegar al 30% este año yha tenido picos del 83%. La producción eó-lica uruguaya ya supera a las dos Atucha.

    Guillermo Bentancourt, metalúrgico de Tenaris-Siderca y el Frente de Izquierda.Claudia hace tatuajes, su marido está suspendido y su padre murió cuando leanunciaron que estaba despedido de Techint. El alivio de los obreros en Atucha y,abajo, cuatro de los integrantes de la UOCRA local: “Es todo o nada”.

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    Cierre de este intermedio, sólo para dejarabierto, y no clausurado, el enigma sobrecómo conviene que sea la matriz energéti-ca del futuro, mientras la energía del pre-sente se centra en los cimbronazos de lafalta y la precarización del trabajo.

    Ollas y tattoos

    ampana está suspendida en la in-

    certidumbre, como los 1.000 obre-ros de Techint. “Pagan el 80% del

    sueldo, que se te termina haciendo menosporque no cobrás ningún extra y quieren ba-

     jarlo al 65%”, cuenta uno de los trabajadoresen el barrio Siderca. “Yo estuve 9 meses sus-pendido en el último año. Ellos dicen que lesconviene fabricar caños en la planta de Mé-xico o la de Rumania, y nos joden a nosotros.La UOM (Unión Obrera Metalúrgica) nuncahizo una gran gestión en defensa de la gente.Todos llegan a su arreglo, digamos”.

    Eva organizó un grupo de mujeres queofrece en la vereda ollas Essen bajo la certezade que son las mejores del universo. Cuenta:“Mi hijo está suspendido en Siderca y tieneel bebé con discapacidad”. (Fue la segundapersona en dos días, además de Eliana en Li-ma, que me habló del Síndrome de West, in-usual alteración cerebral en bebés, entre cu-yas causas más frecuentes se encuentra unamalformación cerebral prenatal, holopro-sencefalia, similar a las descriptas por eldoctor Andrés Carrasco en su investigacio-nes sobre los efectos del glifosato en em-briones de anfibios).

    Eva votó a Macri: “Recién está empe-zando y confío que haga las cosas bien”. Sucompañera Silvia: “Lo veo distinto, la gen-te sufre, se queda sin trabajo, y el bajón ya

    se nota en todos los comercios”. Eva: “Laseñora de la verdulería me contó que enlugar de comprar por cajón, compra pormedio, porque se vende muy poco. Y si vasa cosas más caras, le sacaron los precios alos zapatos en las vidrieras, para que lagente no salga corriendo. Pero pasamoscosas peores. El 2001 sí que fue terrible pe-ro se pudo salir adelante por las mujeres

    que tienen fuerza para salir adelante”.A media cuadra, en el kiosco, Danielcalcula que vende la mitad de diarios queen 2015. “Y si hace unos años vendía 40 o50 Gente y Caras por semana, ahora cuandovendo 3 o 4 tiro cuetes”.

    Guillermo Bentancourt no cree que elajuste haya comenzado con Macri. Esobrero metalúrgico desde hace 12 años eintegra el Frente de Izquierda: “El ajuste loempezó el kirchnerismo hace dos años porlo menos. Desde diciembre de 2014 queda-ron unos 2.200 trabajadores menos en Te-naris entre despidos encubiertos, retirosvoluntarios, caída de empresas contratis-tas. En Comau y Loginter están por echar a300 obreros. En Atma, de Newsan, 159. Endiciembre despidieron de Tenaris a 189compañeros y como la UOM no hacía nada,se armaron asambleas de trabajadores au-

    toconvocados y se hizo una marcha por lascalles. Los reincorporaron, pero automáti-camente los suspendieron. También hubotres empresas del polo petroquímico quecerraron, otros 300 en la calle, Honda tuvo800 suspendidos y Toyota está planteandoreducir la semana de trabajo”.

    Dato cervecero: Quilmes pertenece algrupo AB InBev (belga-brasileño) que seha logrado la 3º fusión más grande de lahistoria con la británica SABMiller. En Ar-gentina controlan el 80% del mercado peroestán pensando irse de Campana y del paísa producir más barato en otro lado.

    “Somos como un laboratorio de unplan patronal. En lo personal te afectaporque perdés al compañero que trabajósiempre con vos”, reconoce Guillermo,que viene de una suspensión de 12 días.“Es cierto que los empresarios se la lleva-

    ron con pala, porque Rocca además teníamontones de cosas subsidiadas. Hoy tienecasi la mitad de los obreros, pero cuando serecupere, como pasa siempre, va a produ-cir con los que tiene hoy, no va a tomar alresto. Todo es una rueda de negocios. La deTechint esperando su momento, ganandosiempre. La del macrismo y antes el kirch-nerismo viendo cómo le sacan el jugo aAtucha. La de los inversores y los especu-ladores. Nada está pensado a favor de lagente. Todo a favor de ellos”.

    En la parada de taxis del barrio Sidercacuentan que de 30 viajes diarios hace unaño pasaron a 7 u 8 actuales. “Es como unaepidemia, estamos todos contagiados, unoestá mal y todos terminamos mal”, diag-nostica Fabio, que votó a Macri igual quesus compañeros de parada. Ricardo: “Nosé para quién gobiernan. El que mantiene

    el país es el laburante. Los de arriba la vi-ven mejor. Hay que darle tiempo. Tres me-ses: después, me como el auto”.

    A Claudia siempre le dijeron Cló. Suabuelo, su papá, su hermano y su maridotrabajaron en Siderca. Pablo, el marido,está suspendido y ambos ofrecen hacer ta-tuajes: Clotattoo y Pablo’s. “La situaciónestá tremenda. Pero además es el ánimo.Conozco gente que la echan y se ha queridomatar. Mi papá era de los tipos re cumpli-dores. Cuando lo despidieron, se murió deun ataque al corazón”.

    Claudia no votó a Macri: “Trabajé enuna de sus empresas, Servicios Viales, quecobraba el peaje en la Panamericana entreZárate-Lima. Nos hacían trabajar dos ho-ras de más por día sin pagarnos. Es lo queél dijo: los sueldos son un gasto. Nos ver-dugueaban y cuando alguno era llamado ala oficina me contaban que él mismo apa-recía y a la gente no la trataba bien. Con esamentalidad no sé si él puede entender quées lo que necesita la sociedad”, cuenta estamujer que ha pasado de realizar un tatuajey un piercing por día, a uno por semana.Como si no hubiera mucho ánimo de se-guir gastando en buscar palabras, imáge-nes, amores o sueños que queden grabadosen la piel para siempre.

    ARGENTINA TRANSGÉNICA  por Frank Vega

    Técnicos de Atucha, know howargentino. Vendedoras deCampana: know how de ollas.Verónica, directora de unaescuela estatal que recibe a losque dejan las privadas por elajuste. Eugenia y Eliana: lavanautos, aunque cada vez menos.

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    Detenciones al azar o por aspecto. Pedidos de documentos, ilegalidad, prepotencia.Dos casos que muestran que el hostigamiento contra jóvenes y adolescentes no es sólopolicial. ¿Qué hay detrás de estos procedimientos?▶ LUCAS PEDULLA

    de la Policía Federal Matías Hoyos (tambiénoriundo de la zona oeste del Conurbano:Haedo) es quien labra el oficio. Allí sostieneque por “reclamos” realizados por la em-presa ferroviaria y “las denuncias” de usua-rios “por el consumo de estupefacientes y

    por diferentes hechos ilícitos”, realizó “uncontrol poblacional” y una identificación de“personas al azar” (sin especificar ningúncriterio para ambas abstracciones), por loque pidió documentos a un joven que, afir-ma, “comenzó a demostrar un cierto ner-viosismo” y que “de forma espontánea ma-nifestó poseer un arma de fuego en lacintura”. El oficial lo esposó, le extrajo el ar-ma y solicitó la cooperación del personal dela Brigada de Investigaciones.

    El defensor oficial planteó la nulidad dela detención, al ser inconstitucional “laidentificación al azar”, sin ninguna razón.El argumento del defensor es convalidadopor el Juzgado de Primera Instancia en loPenal, Contravencional y de Faltas N° 25 yla Sala II de la Cámara de Apelaciones. “Noes facultad de la policía, si no cuenta conun motivo válido para hacerlo”.

    El Ministerio Público Fiscal apela dos veces.Así el proceso llega hasta el máximo Tri-

    bunal porteño, que deja sin efecto la resolu-ción de la Cámara y devuelve las actuacionespara que otros jueces se pronuncien sobre lalegitimidad del procedimiento “con arregloa la doctrina fijada por esta mayoría”. Es de-cir, ellos mismos. Y establece que, ademásde considerar que la intervención es “ni-mia” sobre las personas, es una “facultad

    l filósofo Michel Foucaultplantea que una época nooculta nada.

    Nada.Sólo hay que saber leerla.

    Para eso, Foucault postula dos condi-

    ciones: ver y hablar.Lo que se ve y lo que se dice en una épo-

    ca permiten extraer su esencia.¿Qué es lo que podemos agrupar de un

    lado y de otro? Destellos y discursividades.Por ejemplo.El 23 de diciembre de 2015 el Tribunal

    Superior de Justicia de la Ciudad de BuenosAires resolvió por mayoría (con los votosde los jueces Luis Lozano, José Casás, AnaMaría Conde, Inés Weinberg y la disidenciade la doctora Ana María Ruiz) que la PolicíaFederal está habilitada a pedir DNI, a cual-quier persona y al azar. Organismos de de-rechos humanos y organizaciones socialesalertaron que la máxima autoridad judicialporteña fallaba en favor de una prácticapolicial que, entre otros casos, habilitó laprivación ilegítima de la libertad, la tortu-ra y asesinato del joven Walter Bulacio en1991, que motivó una condena al Estadopor parte de la Corte Interamericana deDerechos Humanos (CIDH).

    ¿Cuál fue el inexplicable recorrido deesta sentencia emitida por un tribunalporteño? La respuesta proviene del conur-bano bonaerense.

    El 14 de abril de 2014 Lucas Abel Vera -19años, de La Matanza- es detenido a las 15.20horas en la estación Constitución. El oficial

    implícita” de la Policía Federal para la “pre-vención del delito”. El presidente de la Cor-te, doctor Luis Lozano, aclara que la medidadebe “estar dentro de la competencia quehabilita la ley”, por lo que “no puede violarninguna garantía constitucional” ni “asu-

    mir solapadamente criterios de sospechapor notas de las personas que harían odiosauna distinción” como, por ejemplo, “el colorde la tez” o el nivel económico revelado porla indumentaria (sic)”.

    Los hechos muestran que eso no suce-de. Por eso el fallo de 18 páginas abrió unaCaja de Pandora.

    Y una época.Hasta aquí los discursos del centro.Los destellos provienen, como siempre,

    de los bordes.Por ejemplo: Quilmes, sur del conurba-

    no bonaerense.

    En primera persona

    aureana Rodríguez tiene 17 años ycursa su último año en el colegioSagrado Corazón de Jesús. Está

    sentada en un bar, se pide una Aquarius demanzana y dice que quiere hablar. Enfren-te suyo está sentada una amiga, 16 años,que prefiere no decir su nombre. Laurea-na: “Estábamos escuchando tantas barba-ridades que pensé que era necesario ha-blar. Mi papá estuvo de acuerdo. Se decíancosas que nada ver. Y el colegio pidió queno hagamos declaraciones”.

    ¿Qué nos está contando?Nos está contando eso que se vio en In-

    ternet y en todos los medios de comunica-ción del país.

    “Hicimos la fiesta del UPD, que es Úl-timo Primer Día de clases, donde festeja-mos el inicio del último año del colegio.Tipo 5 de la mañana paramos en una pla-za cerca de la escuela y nos quedamos

    ahí. En ese momento se acercan algunospitufos (así son conocidos en el Conur-bano los efectivos de las policías locales,por sus trajes azules) y dicen que nos va-yamos porque iban a venir más policías.Dieron a entender que iban a ser otros,como más grandes. Supuestamente ha-bía otros colegios que estaban haciendoquilombo porque tenían aerosoles ybombos, pero por festejo. Nosotros noteníamos nada, pero nos fuimos, porqueya era hora de entrar al colegio. Estába-mos a una cuadra y vemos llegar policías.Muchos. Vimos cinco patrulleros, queson esas camionetas grandes que tienenellos. Ni estacionaron: abrieron las puer-tas con todo y bajaron con las armas enmedio de la calle. La cortaron. Cuandolos vi me asusté, pensé que nos iban ameter a todos en la camioneta. Eran mu-

     jeres y hombres. Nos empezaron a gritar,y de mala manera nos dijeron que nospusiéramos de espaldas, que tiráramoslas mochilas. A algunos los revisaron. Alos chicos les chocaron la cabeza contraslas rejas. Hubo gritos y varios vecinos sa-lieron a ver qué pasaba. Ahí fue cuandonos vieron a todos en fila y los vecinosempezaron a filmar”.

    El video se viralizó en minutos y llegó atodos los canales de televisión y portalesweb. Allí se ve a adolescentes con sus uni-formes de colegio católico requisados por laBonaerense y se escucha a una señora quegrita: “¿Por qué no van a agarrar a los trapi-tos que nos rompen todo y se cagan a tirostodos los días? ¿A estos pelotudos agarrás?Esta es la policía que tenemos”. La amiga deLaureana recuerda la respuesta de la Bonae-rense: “Gorda, metete adentro”.

    Laureana: “Nos gritaban. Nos decíanque éramos unos chetos. Decían: ‘¿Uste-des se hacen los chetos, los cancheros?Bueno, hacete el vivo conmigo’. Y estabancon armas grandes, como escopetas. Co-mo si estuviéramos afanando un banco.Una compañera se enojó y les dijo: ‘Uste-des pretenden que nosotros seamos edu-cados pero no dan el ejemplo, no son res-petuosos’. Una mujer policía, la másagresiva, que parecía que en cualquier mo-mento iba a hacer algo, le gritó: ‘¡A ver, ve-ní vos, date vuelta: callate la boca!’. No po-díamos emitir palabra”.

    Las jóvenes critican la cobertura delepisodio en los medios: “Hablaron conprofesores que no eran de nuestro colegioque dijeron que estábamos alcoholizados.¡Mentira! Entrevistaron a un remisero queno tenía nada que ver: la remisería estaba

    cerrada. Después, otro periodista publicóla noticia en Facebook y vi comentariosque hablaban como si estuviéramos en ungobierno militar. Decían que estaba bien loque nos habían hecho, que nos tenían quecastigar así, que los policías actuaron per-fecto, que los padres tenían que poner lí-mites. No saben nada. Por eso salimos ahablar. Uno se queja de la policía, perotambién la gente repite y fomenta estascosas”.

    Otro de los alumnos habló con el pro-grama Ir a más, de FM Sur 88.9. “Supues-tamente nos pararon para ver si tenía-mos navajas o armas de fuego”, dijo.“Nos pidieron documentos. Lo más vio-lento es que te agarraban del cuello y teponían la cara contra la pared: me quedóuna marca en la frente. Lo hacían parameter miedo. Nos decían: ‘No me miresporque te llevo a la comisaría’”.

    Lo normal de lo policial

    as chicas dicen que a ellas no lespidieron documentos. Pero Lau-reana recuerda una situación que

    pasó esa misma madrugada: “Tipo 2, porahí, salimos a comprar con una amiga por-

    LA POLICÍA, EL DNI Y LAS REQUISAS ARBITRARIAS

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    la identidad

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    que faltaba jugo. Nos frenó la policía. Loúnico que faltaba, pensé, es que nos metanadentro. Me asusté. Nos llamaron y nospreguntaron si teníamos documento. Nolo tenía a mano. Me pidieron que cuandosalga lo lleve conmigo, porque era su ‘de-ber pedirlo’. Y lo tenemos que tener. Dije-ron que vayamos tranquilas porque el do-cumento es supuestamente para saber

    quién sos, por si te llega a pasar algo. Nohabíamos hecho ni dos pasos que nos paróde vuelta. Nos dijo que ellos nos iban a lle-var a comprar en el patrullero. Yo lo vi nor-mal. Después, cuando lo cuento, todos di-cen que la policía no tiene por qué llevarmeen el auto. Nos metieron en la parte deatrás, ¿viste que hay como una rejita? Ahínos llevaron al kiosco. Bajé, compré, y di-

     jeron que nos iban a llevar al salón. Uno delos policías era medio gordito y otro flaco.En ese momento pensé que si les decía queno, no sé qué me podían hacer. Supuesta-mente lo hicieron por seguridad, por si nospasaba algo. Un amigo cuando conté estoen el aula, dijo: ‘Si hubiera sido yo, no mellevaban’. Me pidieron los datos: de dóndeera, nombre completo, numero de teléfo-no como para llamar y el nombre de mi pa-pa. Lo anotaron”.

    El relato estremece.El papá de Laureana es Adrián Rodrí-guez, juez de Faltas de Quilmes, que de-nunció el accionar policial junto a otrospadres. La denuncia penal se tramita como“abuso de autoridad” en la fiscalía penalN° 5 del municipio, a cargo del fiscal JorgeZaizar. Hay cinco patrulleros y al menos 10policías identificados de la Comisaría 1° ydel Comando de Prevención Comunitaria(CPC). El propio jefe distrital de la UnidadRegional de Quilmes dispuso un sumarioadministrativo y dio aviso a Asuntos Inter-nos de la Bonaerense.

    “Es muy fuerte y absolutamente desa-gradable enterarte que a tu hija adolescente,con un uniforme escolar y cuando estabayendo al colegio, la ponen contra la pared,con una actitud desmedida de la fuerza deseguridad policial, injustificada y sin orden

     judicial”, dice el juez Rodríguez aMU. “Losderechos constitucionales no pueden seravasallados por la autoridad policial. Hayque tomar conciencia de que vivimos en unEstado de Derecho: no podemos retroceder40 años. Esto debe llamar la atención delGobierno: deberían repudiarlo. De lo con-trario, interpreto que hay una liberación in-

     justificada del accionar represivo. Es la jus-ticia la que debe determinar qué tipo deresponsabilidad existió. Como persona delDerecho, digo que existieron responsabili-dades penales. Desconozco si esto obedecióa una falta de formación policial o a una or-den. Probablemente estén autorizados a ac-tuar al margen de la ley. Pero yo quiero saberquién fue la persona que impartió la orden”.

     

    El color penal

    a Defensoría General y la Defenso-ría General en lo Penal, Contra-vencional y de Faltas (PCyF) de la

    Ciudad presentaron un recurso extraordi-nario federal para revocar el fallo del Tri-bunal porteño sobre el caso de Lucas Vera,el joven detenido inconstitucionalmenteque dio origen al fallo que derivó en la ge-neralización de las requisas arbitrarias.

    Se refieren a la acción de identificar alazar y sin causa, y van al hueso:

    • “Siempre estuvo claro para todos que lapolicía usaba esa facultad para justificarsus intervenciones o sospechas sin otrofundamento, y que la aprovechaba se-lectivamente para poder interrogar orevisar a los ‘seleccionados’. Es decir,invariablemente funcionó como un me-canismo para sortear la exigencia legalde orden judicial de detención, en casosdonde no hay delito flagrante alguno. Yaunque los doctores Weinberg, Lozano,Casás y Conde válidamente aspiren queno ocurra, lo cierto es que la policíanunca pidió documentos de identidad ala gente que suponía ‘decente’ y de apa-riencia ajustada a sus propios estánda-res, sino a las que atribuía ‘notorias ca-

    racterísticas sospechosas’, y que,después de su derogación, redefinió co-

    mo propio de su ‘olfato policial’”.• “No existe ninguna norma que exija la

    portación de documento de identidad pa-ra la sola circulación por la vía pública”.

    Horacio Corti, defensor general de la Ciu-dad, dice aMU: “Este caso trasciende la si-tuación del joven Vera. Hay un contenidosimbólico: el fallo se dio a conocer el mis-mo día del anuncio de la transferencia de laPolicía Federal al ámbito de la Ciudad.¿Qué mecanismo institucional es posible yfactible que asegure que la policía no estárealizando detenciones al azar, o que noestán jugando criterios implícitos para se-leccionar a las personas?”.

    La respuesta de Corti: “Ninguna”.Luis Duacastella Arbizu, defensor ge-

    neral adjunto: “Si Lucas Abel Vera hubie-ra tenido documentos, ¿qué pasaba? ¿Hu-

    biera seguido teniendo una supuestaarma? El juez Lozano dice que no puededetenerse por discriminación, pero no esel juez el que está en la calle, sino unagente de la policía al que le estamosotorgando una facultad discrecional. Sin-ceremos esto: existe una cifra negra dedetenciones ilegales. Y estudios quemuestran que el 80 por ciento de las de-tenciones por identificación no terminanen causas penales. La policía siempre lomaquilla: no reconoce que detuvo a unapersona para pedirle documentos, sinoporque ‘estaba nerviosa’ o ‘volvió sobresus pasos’. Tenemos 24 defensores de pri-mera instancia: ya nos está llegando esainformación. Y la vamos a sistematizar”.

    Por ahora no hay datos.Y esa ausencia es un dato: la falta de

    producción de información policial y judi-cial deja en el vacío cuántas personas de-tienen y el por qué. La doctora VerónicaHeredia (abogada del caso Iván Torres,desaparecido en democracia, que motivóotra condena de la Corte Interamericanade Derechos Humanos al Estado Argentinoen la que prohíbe las detenciones al azar)realizó un trabajo para la Universidad dePalermo: El color del derecho penal. Cotejó lainformación de 163 expedientes ingresa-

    dos en un turno de una fiscalía porteña. Lainformación involucraba a 272 personas.Algunos resultados comprueban la hipó-tesis del proyecto: casi el 90 por ciento delos detenidos son varones de tez trigueña/morena, de pelo negro, contextura físicadelgada y se visten con campera capucha,

     jean y zapatillas.Es decir, el prototipo del pibe pobre.La mayoría de las detenciones eran por-

    que las personas “cambian de rumbo” alver el control policial o muestraban “sig-nos de nerviosismo y sudoración” o por-

    que se los observaba “manipulando algopequeño” que luego “esconden” o “arro-

     jan”. Tal lo escrito en las actas policiales.Ese es el “olfato policial”.Por esa razón, Duacastella Arbizu cree

    que el fallo repercute en otras fuerzas pro-vinciales y nacionales. “Cuando uno le damás facultades a la policía lo que le estádando es más autonomía. Y nuestra policíano fue democratizada. Los cuadros poli-ciales conservan intacta la capacidad deactuar de forma autonómica y contraria ala ley. Y la policía también es muy rápidapara advertir un cambio político: cuandoadvierte que el Ejecutivo da una orden y,

    por otro lado, el Poder Judicial libera y con-valida actuaciones excesivas, rápidamentesienten que hay piedra libre. Y la usina ge-neradora de estas libertades es el podermediático”.

    Ninguno de los jueces y las juezas delTribunal porteño quisieron hablar conMU.Todos coincidieron que el fallo todavía es-taba en trámite y que no era “pertinente”

    dar entrevistas. De todos modos, el doctorLozano, si bien remarcó que los jueces“hablan por su voto”, sostuvo que le gus-taría hablar para aclarar algunas “malin-terpretaciones” de la sentencia. “Cuandoesto se resuelva, hablamos con gusto”,afirmó. Otra respuesta dio el magistrado

     José Osvaldo Casás: “Los jueces no tienenpor qué defender la sentencia. Lea el fallo.Entrevista, imposible”.

    Por otro lado, el recurso extraordinariopresentado por los defensores tiene grandesposibilidades de llegar hasta la Corte Supre-ma de Justicia de la Nación. Allí se habilitaríauna instancia para que organizaciones so-ciales, sindicales, cooperativas y movimien-tos de derechos humanos se presenten co-mo amicus curiae para manifestar su opinióndentro de esta discusión vital para la demo-cracia. Ante el hipotético caso de una sen-

    tencia negativa por parte del máximo tribu-nal, MU pregunta a los defensores: ¿hastaqué instancia buscarían llegar para revertir-lo?. Responde Corti: “Hasta a la Corte Inte-ramericana”.

    La pregunta

    anesa Orieta lleva en el cuerpoesta discusión. Referente inelu-dible, cita el caso de su hermano,

    Luciano Arruga, que con 16 años fue hos-tigado sistemáticamente por efectivosde la Bonaerense en La Matanza. Su des-aparición en 2009 se convirtió en uno delos símbolos de la brutalidad del Estado.Luciano vivía en un barrio pobre y se ha-bía negado a robar para la policía. Enseptiembre de 2008 fue detenido por una

    supuesta denuncia de un robo que nuncase comprobó ni se juzgó, por lo que fuellevado a un destacamento por “averi-guación de antecedentes”. Alli fue tortu-rado por el oficial Julio Diego Torales,condenado luego a 10 años de prisión.

    Vanesa sabe, entonces, de qué estamoshablando:

    “¿A quién le van a pedir el documento? ¿Aun chico de Recoleta? ¿O al que venga del Co-nurbano a la Capital porque le ven esa caraque ellos consideran ‘peligrosa’? Seguimoshablando de lo que ya está instalado hacemucho tiempo: acá se persigue por porta-ción de cara”.

    ¿Cómo leer entonces esos destellosque se emitieron en Quilmes?

    “Está mal. Estamos mal. Y es peligro-so: muchos salen a decir en los mediosque parar a los pibes está mal, pero son

    los mismos que aclaran que ‘igual haymuchos delincuentes’. Y ahí ya me justi-ficaste la requisa. Hay que combatir esediscurso: es una persecusión anticipadaen base a una sospecha que viene de lamano de discriminar y criminalizar la fi-gura de una persona. Y, en este caso, sonchicos de un colegio privado. Y va a llegarun punto donde la violencia no va a dis-tinguir entre clase media o pobre. ¿Hayque esperar a eso para darnos cuenta queya nos han liquidado una cantidad enor-me de pibes?”.

    La pregunta queda resonando. ¿Unaposible respuesta? Ver y hablar.

        I    G    N    A    C    I    O    Y    U    C    H    A    R    K

    Dos chicas del grupo deestudiantes agredidos por

    la policía en Quilmes.Arriba, Horacio Corti y LuisDuacastella Arbizu.

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    lejandro tiene 7 años y estásentado en un changuito parabebés que le queda chico. Ac-ceder a una silla de ruedas esuno de los tantos derechos

    incumplidos. Alejandro sufre parálisis ce-rebral y su familia y médicos también lovinculan a la pobreza y a otras injusticias:

    vive a diez metros de un campo de soja, quefue rociado con agrotóxicos desde su ges-tación. Bajo un árbol, a pasos del cultivotransgénico, Carmen Almeida, su mamá,intenta hacerle upa. Le cuesta, pero lo lo-gra. Habla casi con susurros. Pide, comouna súplica, tres cosas: una silla de ruedas,atención médica y que su hijo pueda ir laescuela. Mientras habla, mira al horizonte,donde solo se ve soja.

    Así es el corazón transgénico de Chaco.

    Salud

    lejandra Gómez vive en Resisten-cia, capital chaqueña. Estudió abo-gacía “ya de grande” (treinta y po-

    cos) para acompañar en la carrera a unaamiga que padecía cáncer. Ya participaba

    de la Red de Salud Popular Ramón Carrilloy, casi de casualidad, en 2008 fueron con-vocadas por los vecinos de las localidadesLa Leonesa-Las Palmas: arroceras arroja-ban agroquímicos sobre los barrios.

    Lograron fallos inéditos: se prohibieronlas fumigaciones terrestres a menos de1000 metros de las casas (2000 si eran aé-reas). La sentencia protegió a las escuelasrurales, ríos y lagunas y fue confirmadapor el Superior Tribunal de Justicia.

    Gómez es didáctica: hay una ley (“deBiocidas”, número 7032, que restringe lasfumigaciones a 500 metros de las vivien-das) que no se cumple. Los productoreshacen caso omiso y los funcionarios de to-dos los signos políticos miran para otro la-do. “Para los poderosos pareciera que pri-mero están los negocios y después la salud.Nosotros pensamos lo contrario”, afirma.

    Acompaña el viaje hasta uno de los epi-

    centros transgénicos de Chaco. Ruta 16, 170kilómetros hasta Roque Sáenz Peña, segun-da ciudad provincial, conocida como “capitalnacional del algodón”. Ya casi no existe al-godón, que además es también transgénicocon uso masivo de agroquímicos. Desde laruta se ve soja, maíz, girasol y más soja.

    Primera parada, casa de la doctora María

    del Carmen Seveso. Médica, treinta años detrayectoria, testigo privilegiada de los cam-bios productivos. “¿Cómo te puedo expli-car?...”. Hace una pausa mientras carga eltermo: “Es un desastre desde todo punto devista. Echaron a la gente del campo, la deja-ron sin trabajo y encima enfermaron a la po-blación. Y nadie se hace cargo”, denuncia.

    Napenay

    obre la misma ruta 16, veinte kilóme-tros hasta Napenay. Al costado de laruta, repleto de carteles del agrone-

    gocio: Vicentín, Bunge, Dow, Basf, Rizobac-ter, John Deere. Es una localidad de 5000 ha-bitantes, de matriz agropecuaria. CatalinaCendra, 40 años, recibe en el patio de su casamaterna, en la zona urbana. Sillas de plástico,

    mesa con galletitas y mate recién preparado.Vive a 25 kilómetros, tierra adentro, Lote 15,Paraje Pampa La Desatinada. “Me dicen Ca-ti”, se presenta con besos en ambas mejillas.Cuatro generaciones campesinas. Animales,quinta, frutales, batatas, zapallo, mandioca ytodo lo necesario para comer sin depender delmercado o la carnicería. Pero hace diez añostodo comenzó a cambiar.

    “Fueron los cordobeses”, precisa. Y ex-plica que son empresarios de esa provinciaque llegaron hasta Chaco, compraron (oalquilaron) a familias ancestrales del lugary comenzaron a rodear a campesinos queno querían irse, ni alquilar ni vender.

    Y se iniciaron los desmontes y luego lasfumigaciones indiscriminadas. Los fruta-les se “quemaron”, los frutos se cayeron ylas plantas se fueron secando. Intentarondialogar con los nuevos vecinos, pero no

    tuvieron respuesta. O sí tuvieron: los vol-

    vieron a rociar con agroquímicos. “Ya nosfumigaban por demás”. Su esposo no que-ría confrontar, pero ella salió a la calle.

     Junto a la Unpeproch (Unión de PequeñosProductores del Chaco), denunció lo quepasaba, incluido el éxodo rural. Como unorquestado plan de vaciar el campo, nuncahubo obras para que cuenten con electrici-

    dad, y cerraron muchas escuelas rurales.En el Paraje La Desatinada esa fue la(mala) suerte de la Escuela 289. Conse-cuencia: los chicos en edad escolar tuvie-ron que ir al pueblo (en muchos casos conlas madres) para terminar la primaria.

    “Nos vaciaron el campo. Acá y en todoel país. Quieren que desaparezcamos, quesea todo un campo de empresarios”, defi-ne Catalina con precisión que no se escu-cha en autoridades del INTA ni del Minis-terio de Agroindustria.

    El Foro por la Tierra del Chaco denuncióen 2008, en base a censos oficiales, que amediados de siglo pasado la población ruralprovincial representaba el 70 por ciento. En1991 había descendido al 28,5 por ciento. En2001, sólo el 17 por ciento de la poblaciónpermanecía en el campo. En 2010 descendióa 12 por ciento. El éxodo tuvo un solo desti-

    no: los márgenes de las ciudades.Una mañana de febrero comenzaron a

    fumigar a las 6. Catalina se sintió mal. Reco-gió agua de un tanque que estaba tapado y seduchó. Fue peor. Comenzó con dolor la ca-beza, mareos y picazón en todo el cuerpo,como si fueran avispas. Consiguió que la lle-ven hasta el puebo, a 25 kilómetros. A las 12estuvo en la posta sanitaria. La médica re-cién apareció a las 18. “Me trató mal. Dijoque no tenía nada, y me dio Paracetamol”,relata. Se enoja al recordar. Le avisó a la doc-tora que iba a denunciar al fumigador y a ellapor no atenderla. “Ahí se amansó. Me co-menzó a hablar bien. Me revisó mejor, peroigual negó que fueran los químicos”.

    La doctora Seveso explica que hay mu-chos inoperantes en el sistema de salud, yquienes ocultan lo que pasa. Recuerda cómoinundaron los consultorios con información

    de la Gripe A o el dengue, pero nunca abor-

    dan el tema de agrotóxicos y transgénicos.“Ni se los nombra. No es casualidad”.

    Otras trece familias de Napenay estánen situación similar a la de Catalina Cen-dra. Asediadas por el modelo de agronego-cios. Como en Tres Isletas, Colonias Uni-das, Quitilipi, Machagay, Castelli. Peromuchos no quieren denunciar “para no te-ner problemas”, tienen miedo.

    En 1996 había en Chaco 123.000 hectá-reas son soja. En 2010 fue el pico: 700.000.El maíz transgénico pasó de 95 hectáreasen 2002, a 400.000 en 2010.

    El Lote 15 son 231 hectáreas rodeadas detransgénicos. Catalina aclara que elloscuidan el monte, saben que es su futuro yel pulmón que resiste. “Ofrecieron com-prarlo, pero no, es nuestro derecho vivir enel campo, de nuestro trabajo. No vamos a

    dejar de luchar”, avisa.

    Alejandro

    e vuelta a la ruta 16. Cinco minutosde andar y un camino ancho de tie-rra que se abre. Cuatro kilómetros,

    alambrado, árboles añejos y la Escuela 256,pintada de blanco y celeste. Enfrente, uncampo de algodón transgénico. AlejandraGómez dice que la Red de Salud Popular de-nunció que fumigaban, estando los niños enclase. Consecuencias: intoxicaciones, vó-mitos, mareos, problemas respiratorios,sarpullidos.

    Lapsus de unos segundos y una preguntaretórica: ¿Y si fumigaran escuelas de Paler-mo o Recoleta en Buenos Aires o en cual-quier otro lugar acomodado del país?

    Fin del lapsus. Gómez señala que logra-ron que las fumigaciones sean entre las 6 ylas 8 de la mañana, antes de clase. Sabeque es poco pero están solos: políticos,

     jueces, policías, medios de comunicaciónson, por acción u omisión, cómplices.

    Ya es el mediodía. Cinco minutos de an-dar. Una casa humilde, de material, doshabitaciones, techo de chapa, árboles a loscostados y perros alertas. Sale Carmen Al-meida, 27 años, delgada, madre de tres ni-ños. Vuelve a la casa y busca a Alejandro, 7años, en un cochecito para bebés que suspapás compraron con sacrificio, en docecuotas. Sufre parálisis cerebral, con severadificultad motriz. No camina, no se sientasolo, ni maneja su cuerpo. No puede soste-ner su cabecita erguida. Intenta hablar,pero se expresa mediante gritos o llanto.

    El carrito es pequeño para el cuerpo de

    Alejandro. Da impotencia la situación. Yaún más el lugar: el patio es al mismotiempo el campo que tuvo soja hasta hacedías. Y donde volverán a arrojar todo elcóctel químico.

    El campo, de 25 hectáreas, es del suegrode Carmen. Lo alquila a productores de lazona. Hace más de diez años que ella viveahí. Y siempre fue testigo involuntaria delas fumigaciones, incluso embarazada. Lessuelen avisar que van a echar “remedios”(agroquímicos) y ellos se encierran en lacasa. “Los médicos dicen que no fue poreso lo de Alejandro, o que no se sabe lacausa. Dicen que puede ser que al nacer leapretaron sin querer la cabecita y eso pro-vocó la parálisis”, explica la mamá.

    Nadie de los presentes se anima a con-traponer hipótesis o argumentos.

    Hace meses que tramita una silla deruedas, pero siempre falta algún papel otrámite burocrático. Recorrió hospitales,municipios y despachos provinciales.

    También tuvo problemas en la escuelaespecial Crecer con todos, de Sáenz Peña. Nole daban la vacante porque le faltaba el certi-ficado de discapacidad. No hacía falta serNobel para ver la situación. “Llevábamos aAlejandro, los doctores lo revisaban, perodecían que faltaban estudios. Y no nos da-

    El notable crecimiento de casos de niños con enfermedades y malformaciones en elChaco. La muerte de un fumigador de agrotóxicos: cáncer a los 40 años. La inoperanciao la complicidad del sistema de salud y mediático. ▶ DARÍO ARANDA

    Crónica del desastreNAPENAY Y AVIA TERAI, CHACO

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    ban el certificado de discapacidad”.Perdió meses de clases, hasta que lo

    aceptaron con una limitación: concurresolo dos días, un total de cuatro horas porsemana. Debiera ir veinte horas, pero haymuchos chicos con discapacidad y solo dosescuelas. Carmen celebra que ha habidomejoras. Que mastica al comer (antes sólotragaba) y que intenta comunicarse más.

    Lamenta que no pueda estar más en la es-cuela, con una rehabilitación intensiva.La doctora Seveso explica que no hay ci-

    fras públicas, pero en los últimos quinceaños aumentó el número de niños con dis-capacidad. Hay dos escuelas nuevas paraesos chicos, pero hay lista de espera: no al-canzan. “Esto también es el modelo agrope-cuario. Los negadores que vengan y lo veancon sus ojos, que piensen en sus hijos”, de-safía, mientras enumera parajes donde havisto lo mismo: Avia Terai, La Tigra, La Clo-tila, Tres Isletas, Castelli.

    Alejandro grita desde el changuito. Llamala atención de su mamá. Carmen se despidecomo pidiendo disculpas, agradece la visitay, con dificultad, alza a upa a su hijo.

    Cuando ya estamos en la ruta, suena elteléfono de Alejandra Gómez. Un mensajede texto de Carmen: “Que el periodista

    ponga que si tengo que esperar de los polí-ticos que me consigan una silla para mi hi- jo me voy a jubilar porque no me dan pelo-ta. Se enojaron esa vez que le llegaronustedes (a reclamar). Por eso los políticosno me quieren ayudar”.

    Gómez lo lee en voz alta. Unos instan-tes y llega otro mensaje de la mamá deAlejandro: “Hoy estuve tímida porque mequieren sacar de esta casa. Y perdón queestuve tímida pero me pongo triste cuandohablo de mi nene”.

    La impotencia se hace nudo en la gar-ganta. Todo se hace silencio.

    Sin entrevista

    via Terai significa “monte grande”en idioma originario. Es una locali-

    dad de cinco mil habitantes en elcentro geográfico de Chaco, vecina de Nape-nay. En el ingreso al pueblo hay una semille-ra transgénica (Mandiyú) y una agroquímica(Ciagro), con campos experimentales. Tam-bién sobresale una pista de aviones fumi-gadores. Y está presente la multinacionalcerealera Bunge, con carga-descarga decamiones. El casco urbano está, literal-mente, rodeado de cultivos de soja y gira-sol que son fumigados entre diez y doceveces al año.

    Casas bajas, pocas calles de asfalto. Lasiesta se respeta. Hay muchas nubes y ha-cen más tolerable el sol chaqueño. El autotoma una calle de tierra que se aleja delcentro, campo de un lado, viviendas hu-mildes del otro. Unas quince cuadras, do-bla a la derecha y se interna en una huella.hasta una fábrica de ladrillos artesanal, fa-

    miliar, precaria. Allí está Aixa Ponce Cano,de 7 años, junto a sus padres y hermanos.Aixa tiene una extraña enfermedad: todala piel cubierta de lunares, pequeñas man-chas, verrugas y vello. En 2012 la agenciainternacional de fotografía Getty recorrióla zona y retrató a Aixa. Confirmó el dicho:“Una imagen vale más que mil palabras”.La foto se viralizó en medios del exterior (yalgunos de Argentina).

    En los años siguientes, una decena defotógrafos y documentalistas fueron enbusca de Aixa y su padecer. Menos visiblesa las lentes, Aixa también padecía unosextraños tumores (de hasta un kilo de pe-so) que crecían en su espalda y le impedíancorrer, caminar erguida y sólo podía dor-mir boca abajo, con dolor. Lo peor, esos tu-mores crecían. El sistema de salud de Cha-co le respondió con una interminableburocracia que nunca daba soluciones (fi-nalmente, la unión del fotógrafo italianoMarco Vernaschi y un grupo musical logróun tratamiento pago y operación en Bue-nos Aires).

    Silvia Ponce, la mamá de Aixa, hablamientras trabaja al aire libre, en la fábricade ladrillos con su esposo. No tienen mu-chos deseos de más prensa. Pregunta dón-de están las cámaras de fotos. Se le explica

    que no habrá imágenes, sólo grabador,cuaderno y lapicera. Baja la guardia, perose excusa, deben terminar una tanda de la-drillos y no puede hablar. Aixa y cuatro desus hermanitos se acercan, quieren jugar,piden el cuaderno y lapiceras.

    No habrá fotos. Y tampoco entrevista.Pero tiene premio: Aixa y sus hermanos sequedan con las hojas, dibujan, sonríen.

    Semanas después, Alejandra Gómezexplicará lo sucedido: la familia Ponce su-fría ataques difamatorios de vecinos y pro-ductores. La acusaban de exponer a su hijay también “desprestigiar” al pueblo.

    Premonitorio

    atherina Pardo fue una pionera enalertar sobre los efectos de losagroquímicos en Avia Terai. Tenía

    14 años en 2005, cuando comenzó a pre-guntarse por “el avioncito” que sobrevo-laba la escuela cuando ella estaba en clase.

     Junto a dos compañeros y una docente, seembarcó a investigar sobre el hangar veci-no al colegio, el modelo agropecuario y lasdenuncias de enfermedades del BarrioQuebracho (a un kilómetro del hangar y

    rodeado de soja).Escucharon a los afectados, confirma-ron problemas respiratorios y vincularonavión, agroquímicos, agronegocios y en-fermos. Y precisaron el incumplimiento dela Ley de Biocidas (que fija límites de entre500 y 1500 metros para las fumigaciones).Su trabajo escolar obtuvo el primer premioen la Feria de Ciencias de la provincia.

    Hubo debates en el pueblo y llegaronfuncionarios del gobierno provincial. Sereunieron con fumigadores, productores,docentes y directivos, pero no dejaronparticipar a los estudiantes. Los invitarona una charla abierta, pero les pidieron queno hablasen. “Sentíamos impotencia”,recuerda Catherina Pardo, diez años des-pués, sentada en el living de su casa.

    Pardo estudia psicología social. Siguedenunciando los efectos del modelo agro-

    pecuario, consciente de que vive en unpueblo donde el agro es poderoso.

    Pasó una década: “Lo que alertamos enel colegio se cumplió. Hay cada vez máscáncer, más enfermos respiratorios, abor-tos espontáneos, chicos con malformacio-nes o discapacidad”.

    Al Barrio Quebracho se sumó el barrioPadre Mugica, construido por la FundaciónMadres de Plaza de Mayo. Como un destinomaldito, el nuevo barrio está lindero a cam-pos de soja y a cien metros del hangar dondedespegan los aviones fumigadores. Comoplan estatal de vivienda, tuvieron prioridad(para acceder a la casa propia) las familiascon algún integrante con discapacidad.

    “Son cien casas. ¿Sabés en cuántas haypersonas con discapacidad?”, pregunta Gó-mez. Silencio. “En todas las familias hay unapersona con alguna discapacidad. Si eso no

    es una prueba de lo que vivimos...”.Catherina Pardo recuerda que los veci-

    nos del Barrio Quebracho daban testimo-nio de los árboles quemados, las huertasarruinadas por los químicos y, claro, losenfermos más diversos.

    En 2005 había solo un avión fumigador.Ahora son tres. El dueño de los aviones de lafumigadora Aeroaplicaciones del Norte, Pa-tricio Teverosky, los acusó públicamente deprovocar miedo en la población. Dijo que sushijos lo acompañan en el hangar, que lo uti-liza casi como casa de campo, con asados fa-miliares. Argumentó que nunca pondría enriesgo a sus seres queridos ni a la población.

    Cinco años después Teverosky, de 40años, estaba en silla de ruedas, con cáncer.Tanto Catherina Pardo como María delCarmen Seveso lo conocen. Lamentan losucedido. Y les cuesta entender que aún si-ga negando el efecto de los químicos.

    Al momento de escribir esta nota, Ale- jandra Gómez envió un comunicado de laFederación Argentina de Cámaras Agroaé-reas (de aplicación de agroquímicos): “Fa-lleció el señor Patricio Teverosky, pilotoaeroaplicador, oriundo de la localidad deRoque Sáenz Peña, Chaco. Expresamosnuestras humildes condolencias a la fami-lia, colegas y amigos”.

    POSTAS  por Byron Hasky

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    12 ABRIL 2016 MU

    os trabajadores cuentan queeste había una vez arrancó en2012.Nada de lo que vino des-pués era siquiera un sueño.Tampoco un deseo. Lo que vi-

    no después lo construyeron.

    Los trabajadores cuentan que eran 330,pero cuando decidieron tomar la fábricapor primera vez sólo había 30.

    En el medio, el cuento: retiros volunta-rios, suspensiones sin goce de sueldo, des-pidos y una alianza entre la gerencia de lafábrica y el Sindicato de Mecánicos y Afi-nes del Transporte Automotor (SMATA).“De a poquito la fueron tirando abajo. Laidea era hacer un cierre fraudulento”.

    Las deudas se extendieron a los agui-naldos y a las vacaciones. Que hasta corta-ron la obra social a obreros que estaban entratamiento por cáncer. Y que comenza-ban clases y los trabajadores no tenían di-

    Tomaron la fábrica y, como querían se-guir trabajando, debatieron en asamblea laposibilidad de formar una cooperativa ytrabajar sin patrón.

    Se aprobó.Estaban comenzando a producir cuando

    50 policías y un fiscal sitiaron la fábrica ylos desalojaron con una orden judicial en lamano. No fue gratis: Negro, el perro negrí-simo que los acompañó durante el largoacampe en la ruta y la toma de la empresa,mordió a uno de los oficiales bonaerensesque los desalojó.

    “Vamos a volver”, dijeron entonces lostrabajadores.

    Y volvieron.Hombres de manos curtidas, espaldas

    doloridas, pero con voluntad metalúrgica,ingresaron nuevamente a la empresa y re-doblaron la apuesta: consiguieron que laCámara de Diputados bonaerense aproba-

    nero para comprarles los útiles a sus hijos.Para reclamar lo que les debían hicie-

    ron paro.Nada.El 25 de febrero de 2015 lo pasaron lite-

    ralmente a la calle. Durante meses estu-

    vieron acampando en la ruta N° 200 deMerlo, al oeste del conurbano bonaerense.

    Meses.Días enteros sin ver a sus familias, de

    pelearse con sus compañeras, de explicar-les a sus hijos que papá iba a dormir en lacalle otra vez.

    Días enteros de cortar parcialmente laruta para difundir entre los automovilistaslos que les pasaba y pedirles colaboración .

    Días enteros de hacer un guiso con loque se pudiera y revolverlo con maderas.

    Días enteros.Meses.Todo tiene un límite.

    ra la media sanción a la ley de expropia-ción. Las amenazas de desalojo no cesarony los patrones vaciadores comenzaron apresionarlos con otra arma: la prensa.

    Los trabajadores cuentan que hacíanguardia por las noches. Que se fueron su-mando compañeros: de 30 pasaron a ser60. La posibilidad estaba ahí. Casi que latocaban con la punta de los dedos, sólo ha-bía que seguir... Para ellos pelear para tra-

    bajar era un trabajo.El sueño se transformó en certeza

    cuando pudieron acoplarla metalúrgica-mente: el 22 de marzo, entre las noticiasde la aprobación del acuerdo buitre y lasbanderas estadounidenses en Plaza deMayo por la visita del presidente Obama, elSenado bonaerense sancionó la ley de ex-propiación que adjudica “por venta direc-ta” los inmuebles, maquinarias, instala-ciones y bienes muebles de lo que hoy ya esAcoplados del Oeste (ADO).

    Hoy son casi 100 obreros trabajando.“Ahora es cuando comienza la lucha”,

    dicen estos trabajadores de cuento.

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     Acoplando trabajoNÉSTOR SARACHO

    Los trabajadores de Acopladosdel Oeste, y Negro, el perro quelos acompañó durante todala batalla.

    LA EX PETTINARI, RECUPERADA

    Lograron la expropiación de la fábrica luego de una larga batalla que incluyó acampes,desalojos y campañas mediáticas. La historia de 100 obreros que crearon su futuro.

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    13MU ABRIL 2016

    a cuadra de México al 1.400 sepone oscura después de me-dianoche. El garaje cierra lareja a las 21, en la esquina elbar lleva hace años el cartel

    de “alquila”, los locales comerciales seconvierten en persianas pintarrajeadas ylas casas coloniales, devenidas boutique oconventillos según la ocasión, apagan susluces. Truenan los colectivos por San Joséhacia Constitución, y murmura una bandade jóvenes y no tanto, propietarios noctur-nos de la plaza de la vuelta. El Teatro Cali-bán cierra tarde los domingos pero sus in-tegrantes no saben nada de lo que pasó lamadrugada calurosa del lunes 12 de abril.Quiere decir que Massar Ba fue atacadodespués de las 3 de la mañana. Por un lla-mado anónimo al 911 fue encontrado a las5, tirado sobre la vereda, inconsciente.

    La violencia era notable: politraumatis-mos en el cráneo, en las piernas y la pelvis.

    Sangre.Horas después, tras dos operaciones para

    salvarle la vida, Massar Ba murió en el Hos-

    pital Ramos Mejía. Su madre y su hermanaesperan su cuerpo en Dakar, Senegal,mientras la causa judicial lo retiene, espe-rando averiguar quién lo mató.

    Massar Ba, senegalés robusto de 45 años,vivía en la esquina de esa misma cuadra deBalvanera. Se había mudado poco antes, pe-ro tenía mucha historia porteña: llegó en1995, y nunca más volvió a su país.

    Con los años, y ante la creciente llegadade senegaleses, se convirtió en un referentede su comunidad y ayudaba a sus compa-triotas a insertarse e inventarse trabajos,principalmente la venta ambulante. Últi-mamente trabajaba gestionando casas y ha-bitaciones en alquiler.

    Participó de casi todas las asociacionesde afrodescendientes en Argentina: CasaÁfrica, Todos por Mandela, Asociación deResidentes Senegaleses, AgrupaciónXhangó, Daira. “Cuatro días antes hablécon él por el operativo policial que impidetrabajar a los hermanos senegaleses enCaballito”, relata Carlos Álvarez, nombreargento pero piel y rastas negras y africa-nas. Carlos es integrante de Xhangó y ha-bla en una desmantelada Secretaría de De-rechos Humanos en la ex ESMA, comoresponsable del área afro. “Quería haceruna presentación aquí”, dice sobre la últi-

    ma bocanada de lucha de Massar.Massar Ba colaboraba en la presenta-

    ción de denuncias al Estado y articulabaabogados para los vendedores senegalesesperseguidos por la policía y la justicia con-

    travencional. “Esta persecución tambiéntiene que ver con el color de la piel”, plan-tea Álvarez, que hilvana una fina línea dehechos que dan contexto al asesinato.“Nuestro cuerpo negro explicita nuestrapresencia en la calle. Y la policía lo sabe”.

    El operativo policial de enero en Caba-llito contra los manteros dejó sin trabajo amás de 300 familias, la mayoría de inmi-grantes peruanos, y también senegaleses.

    La comunidad había sufrido dos violen-tos allanamientos ordenados por fiscalescontravencionales que dicen investigar aorganizaciones pero persiguen cuentra-propistas e invaden las casas de los vende-dores. Hartos, encabezados entre otrospor Massar, el 12 de agosto del año pasadomás de cien senegaleses marcharon delCongreso a la Legislatura porteña al gritode “basta de violencia racista”.

    Según cuenta Álvarez, ésa era la preo-

    cupación de Massar: “Ese es el contexto desu muerte: una creciente persecución a losvendedores senegaleses, que él denuncia-ba”. Massar era conocido por distintas or-ganizaciones políticas, sociales, diplomá-ticas y religiosas, lo cual se refleja en unasolicitada que clama por la resolución delcrimen, firmada incluso por Madres dePlaza de Mayo. “No queremos dejar que

    pase en vano su muerte”.

    El responsable del área de violenciainstitucional de la Defensoría Pública,Christian Gruenberg, anuncia que la causadel crimen de Massar Ba puede convertirseen el primer caso en el que la Defensoría sepresente como querellante, no para de-fender a un imputado, sino para velar porlas garantías del proceso y aportar datos.Por eso se firmó un convenio con la Asocia-

    ción de Residentes Senegaleses, otra orga-nización que defiende a la comunidad, antela ausencia de diplomacías formales.

    Mustafa, su presidente, es cauto pararelacionar el asesinato con la exposiciónpública de Massar: “No queremos drama-tizar la muerte sino saber qué pasó. Puedeser que no tenga nada que ver con eso, o sí.Queremos dudar de todo, sin descartar lahipótesis de la violencia institucional”.

    Las pistas

    De dónde surge esta hipótesis?Gruengberg señala la irregular inves-tigación policial: “La Comisaría 6°, ju-

    ridiscción donde encontraron a Massar, no hi-zo ningún acta y tomó intervención la 8°,porque murió en el Ramos Mejía. Nos parece

    muy sospechoso”. Algo más: “Hay una cá