REVISTA ILUSTRADA DE LAS ARMAS Y SERVICIOS ret_290
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REVIST ILUSTR D DE
L S RM S Y SERVICIOS
MINISTERIODELEJERCITO
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sUmarIo
jrcito - Revista ilustrada de las Armas y Servicios
marzo 1964
- ao XXV - nmero 290
El 0munismo._-Divulgacin para el
oficial instructor (1
.
parte)
Escritores militares y militares escri
tores.-Don Alansa de Ercilla y Z
niga
Nu&.o conceptp de la guerra qumica.
(La guerra psicoqumica)
El mtodo audio-visual de enseanza.
(La proyeccin fija como ayuda de
instruccin)
El entretenimiento preventivo de ve
hculos
Sobre el estudio del enemigo
.Ls vehculos militares
Estudios sobre aspctos concretas de
la tctica:
Lucha de la Infantera can los
carros
Test de las matrices progresivas (Ra
ven). Anlisis para su aplicacin
Operacin anfibia Medlandex 5-63
Informacin e ideos y reflexiones
La verdadera faz de Portugal
Natas breves
En busca de una mayor movilidad
de las vehculos todo terreno
El XXV Congreo de Medicina Militar
Brigada Blindada de Caballera. (Ob
servaciones)
De criptografa
Desarrollo de la actividad espaola
capitn de Infantera J. Fras OValIe
coronel auditor A. Allendesalazar y
Bernar
coronel, de Ingenieros A Flores Tri
vio
teniente coronel, de Artillera J. Pala
cios Muoz
capitn de Infantera del Sv. de E. M.,
A. Prez Prez
comandante de Infantera del Sv. de
E. M., M. Carrasco Lanzs
comandante de Infantera del Sv. de
E. M., A. de Ljnos Dez
coronel Bertin. (Traduccin del ca
mandante de Artillera C. itaub
Nez
teniente coronel de Infantera E. Nieto Martnez
capitn de fragata J. L. Samalea
P. Jean Rilyoud. (Traduccin de la Re
daccin de Ejrcito),
R. M. Ogorkiewiez. (Trduccin del
caronel Ingeniero de Armamento,
p Salvador Elizondo)
teniente coronel mdico J. J. Gmez
y Gmez Sigler
teniente coronel de Artillera del Sv. de
E. M., J. J. Bonal Snchez
3
7
15
25
31
35.
39
47
53
59
63
66
70
74
77
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teniente coronel de Intendencia J. Rey
de Pablo-B1ancO
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ejrcito
REVISTA ILUSTRADADE
LAS ARMASY SERVICIOS
Madrid, Marzo 1964AioXXVNm.290
Depsito Legal: M.
Leulgsg
DIRECTOR
ALI?NSO FERNANDEZ, Coronelde E. M.
JEFE DE REDACCIN
General de Brigada, Excmo. Sr. D. Jos Daz de Villegas, Director General de Plazas y Provincias
Africanas.
REDACTORES
General de Divisin, Excmo. Sr. D. Emilio Alamn Ortega, Subdirector del Museo del Ejrcito.
General de Divisin, Excmo. Sr. D. Juan Prez-Chao Fernndez, a las rdenes del Ministro del
Ejrc:ito.
General de Divisin, Excmo. Sr. D. Enrique Gallego Velasco, del Consejo Supremo de Justicia
Militar.
General de Brigada, Excmo. Sr. D. Gonzalo Pea Muoz.
General de Brigada, Excmo. Sr. D. Jos Otaolaurruchj Toba. Del Servicio Militar de Construcciones.
General de Brigada, Excmo. Sr. D. Alfonso Romero de Arcos, a las rdenes del Ministro del Ejrcito.
Coronel, de Artillera, del Sv. E. M., D. Jos Fernndez Ferrer, de la Escuela Superior del Ejrcito.
Coronel de Ingenieros, del Sv.. E. M., D. Jos Casas y Ruir del rbol, de la Subsecietara del Mi
nisterio del Ejrcito.
Coronel Ingeniero de Armament, D. Pedro
Salvador
Elizondo, de la Direccin General de Indus
tria y Material:
Coronel de Infantera, del Sv. E. M., D. Narciso Ariza Garcia, Jefe de la 1
.
Zona Instruccin Premilitar
Superior.
Ti., Coronel de Intendencia, D. Jos Rey de Pablo-Blanco, de la Escuela Superior del Ejrcito.
PUBLICACLON MENSUAL
Redaccin y Administracin: Alcal, 18, 40 MADRID (14)
Telfono 2225254 :-: Correspondencia: Apartado de Correos 317
PRECIOS DE ADQUISICION
Para militares en suscripcin colectiva por intermedio de los Cuerpos
...
11 ptas. ejemplar.
Para militares en suscripcin particular (por semestres adelantados) 70 Para el pblico en general, por suscripcin anual200.
Para el extranjero, en suscripcin anual 400
Nmero sulto
Correspndencia para colaboracin, al Director
Correspondencia para suscripciones,al Administrador;1]
deascont1nidosenIos.trabajosdeestaRevistarepresentan nicame
nin del espectivo firmante y no la doctrina de los organismos oficia
on y Admun stracuon Alcala, 18, 4
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MADRID 114)
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Apartado de Correos
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ELCOMUNISMO
Divulgacinparaeloficialinstructor(1.. Parte)
Capitn Jos FRIAS OVLLE, de le Escuela de A. y T. de lnfantera
!NTnobvccx&
Las misiones del oficial son mltiples y variadisi
mas: complejas. No entraremos en analizar las cau
sas que lo determinan, aunque de pasada s indica
remos algunas: complejidad de la instruccin, esca
sez de oficiales subalternos y de mandos intermedios
entre aqullos y la tropa. Este estado de cqsas obli
ga al oficial de forma sistemtica, si quiere cumplircon su deber, a superarse y a suplir con su celo
la falta de preparacin para muchas de las misiones
que puedan encomendrsele y que de hecho se le
encomiendan.
Una de stas, la ms importante, la fundamental
y casi su razn de ser es la de oficial instructor,
y, por otra parte, tan compleja y tan intensa como
la que . ms: instruccin fsica, tcnica, tctica,
moral...
Creo que todos estamos de acuerdo, al menos te
ricamente, en la primaca de esta ltima, en su im
portancia de primersimo orden y en la dificultad
de llevarla a la prctica.
Hoy todo se complica. El nivel cultural y las in
quietudes de la tropa son muy superiores a las de
hace slo diez aos. Las guerras futuras, los conffic
tos actuales son, fundamentalmente, ideolgicos. No
nos puede bastar ya, para dar por realizada la for
macin moral de nuestra tropa, con cuatro nociones
de las mal llamadas virtudes militares, que en rea
lidad no son otra cosa que virtudes ciudadanas que
el militar, sobre todo en guerra, deber tener en
grado superlativo, y unos cnticos emotivos sobre
la Patria y la Bandera. Es necesario profundizar
mucho ms: es vital.. Si no damos a nuestros sol
dados las armas apropiadas para luchar contra las
-
ideas del enemigo, estamos expuestos ,a perder nue
tra causa sin necesidad de un solo disparo... Menos
temor a las hipotticas explosiones atmicas y ms,
mucho ms temor a esa otra bomba)) de efectos
infinitamentepeores que es el comunismo.
No dogmaticemos, no durmamos felices la siesta
a la sombra del logan de que: Espaa es anticomu
nista y catlica... Pongamos todos de nuestra parte
para que esto sea una realidad, de forma que esta ca
tolicidad y este anticomunismo estn, no slo en el
corazn, sino en el discernimiento de todos los es
paoles y con los conocimientos ideolgicos necesa
rios para estar covencidos, plenamente, de que son
el biena y el mal los que estn en lucha, qe
no caben situaciones intermedias, que el que no
est conmigo est contra m...
Es necesario dar al soldado, al futuro combatie
te o al futur ciudadano, una formacin moral y po
ltica... S, poltica, aunque esta palabra suene ex
traa y poco ortodoxa en los odos militares.
El hombre, n este mundo actual, vive desentend.t
do de reflexionar sobre estos dos puntos fundamen
tales: qu es y adnde va...? Y as como en lo re
ligioso son necesarios unos Ejercicios espirituales)),
para meditar sobre las verdades eternas y hacer un
examen de conciencia, al individuo, como ente so
cial, como miembro de una colectividad, le es nee
sano tambin pararse a meditar en su funcin so
cial; en conocer sus derechos y sus deberes para
con los dems; entre los que se mueve, quiz, como
en medio de una selva; luchando por la vida, y mu
chas veces sin importarle, en esa lucha, aplastar a
otros y dejarse llevar tan slo por su egosmo.
Es su pso por el Ejrcito la ocasin, nica quiz,
para hacer esa meditacin en el retiro: duro, aus
tero y viril de un campamento antes de etrar en
la vida y en la sociedad, plena y definitivamente.
El espaol es quiz uno de los pueblos que desco
noce ms sus derechos y, sobre todo, sus deberes;
en el que a todos les gustaS hacer su real gana;
peroS que muchas veces no reacciona, por falta de
valor o de civismo, y no denunciarefugindose en
la crtica y en la murmuracinlos atropellos o fal
tas de otros, cometidos cpntra su persona o contra
terceros.
Pero no nos apartemos del tema. Es necesaria una
formacin ciudadana: Fuero, del Trabajo, Fuero de
los, espaoles, leyes fundamentales del reino.., sobre
las que el soldado,slo l?tiene una ignorancia
supina y sobre el comunismo: enemigo siempre en
lucha contr Espaa, incesante en u propaganda,
destilando siempre su baba, su veneno y sus menti
ras en los odos candorosos y vrgenes de nuestra
juventud, que ya no tuvo el gusto de conocerlos
en su propia salsa. No estn preparados, inmuniza
dos, para or sus cantos de sirena...
En esta formacin poltica es primordial la forma
cin anticomunista para as completar la labor so
cial y la elevacin del nivel de vida por la que lucha
nuestro Gobierno; pero que necesita de tiempo, de
paz y de continuidad; que no puede obrar milagros
..y llevar, como sera su deseo, por arte de birli
birlo4ue la fecilidad a todos los hombres y las tie
rras de Espaa; que an hay chabolismo, emigracin
y, en muchos casQs, miseria, y que ste es el caldo
abonado de donde pueden brotar sus masas de
choque.
Los adeptos al comunismo los podemos dividir en
tres grandes grupos;
La gran masaobrera y proletariaque slo
tiene que perder sus cadenas...; son, en reali
dad, capitalistas con el bolsillo vaco, que slo
pretenden vivir mejor y hasta, segn creen los
ingenuos, sin trabajar o trabajando lo menos
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sib1e (desde ltego mucho nins qe en e!
despiadado paraso comunista).
Los intelectuales, que quieren sobresalir y des
tacar a costa de lo que sea, y los que quieren
mandar, los que ambicionan poder y honores;
que lo nico que ven en el comunismo es una
forma de medro personal.
Los ltimos, los idealistas; fanticos, casi msti
cos, que creen en la posibilidad de un paraso
sovitico y en la necesidad de llevar esta doc
trina todos los pueblos.
Los del primero y ltimo grupo son los hombres
que se queman en las primeras etapas de las revolu
ciones, los que dan la cara y la vida a cambio de
nada; bueno, de algo: de verse suplantados y arrm
conados por los del segundo grupo, de ver que ya
no cuentan como personas, que son tratados como
cosas, que son, todo lo ms, un nmero.
A pesar de todo esto, acta sin cesar el poder pro
selitista de sus teoras, de su propaganda, de sus
mentiras descaradas... y de su dinero.
Para dar una formacin anticomunista creo que no
estamos preparados suficientemente; que no todos
los olcia1es sirven para darcon s palabraun
formacin moral y poltica a la tropa. Para esto son
ecesarias unas cualidades innatas y una prepara
cin adecuada. Creo que sera mucho ms provecho
so especializar a aquellos oficiales y jef es con facul
tades en estas materias, encargndoles -de la forma
cin moral y poltica de las unidades por medio de
charlas: bien preparadas, muy documentadas, ilus
tradas con proyecciones y diapositivas y rodeadas
de cierta solemnidadasistencia de jefes y olicia
lessobre los ternas ms fundamentales, sobre cuyos puntos insistiran y machacaran los restantes
jefes. y oficiales que los tuviesen a sus rdenes di
rectas.
Mientras tanto,, no para facilitar este trabajo, ni
para llenar este hueco que en nuestra formacin te
nemos muchos profesionales, sino para alimentar la
preocupacin de este problema va encaminado este
trabajo, impulsado tambin por el vivo sentimiento
de que alguien que llev con honor nuestro mismo
uniforme y mi misma sangre se dejase seducir, por
estas teoras, lo que, me ha llevado a conocer y a
estudiar este tema con cierto conocimiento de causa.
Continuamente estamos oyendo hablar de comunis
mo; pero qu pocas son las personas que conocen
su doctrina, al menos, superficialmente.
Cierto que es difcil encontrar textos que den una
visin completa, que estudien a fondo y refuten sus
teoras. Muchos slo tratan el tema de forma par
cial, o exageradamente tcnica, o se limitan a acusar
defectos del comunismo o de sus dirigentes en Ru
sia o detrs del teln de acero, y muchas de las ve
ces en unas traducciones detestables.
Me permito recomendar a todos,, no la lectura,
sino el estudio de la obra del padre agustino Char
les J. Mc. Fadden La filoso/la del comunismo, cali
ficada por el cardenal Fultn J. Sheen, como el
mejor libro que se ha escrito en cualquier lengua
sobre la filosofa del comunismo, y del que estas
lneas no son casi nada ms que una pobre glosa.
ENFOQUEDELANTICOMUNISMO
Al comunismo se le
-
debe atacar en sus pilares fun
damentales, no por lo que ocurre, ha ocurrido, o
deja de ocurrir en Rusia o detrs del Teln de Acero.
En Rusia, os dirn excusndose, y menos an en
los otros pases, no imper el comunismo, sino el
Socialismo, que les llevar de forma indefectible a
una
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de teoras que se le presenten como -nuevas y reno
vadoras, aunque slo sea, en principio, por snobismo.
Nuestos tiros debern ir contra stos. La masa, los
menos cultos, no entendern las teoras ni en pro
ni en contra. A stos s que se les convencer demos
trndoles con unos cuantos ejemplos vivos, de la si
tuacin en la Rusia actual, cmo el comunismo ha
engaado miserablemente a las masas proletarias.
Oafcziizs DEL COMUNIsMO
No temis, no me remontar a la poca de los f
nidos.
Podemos fijar su origen remoto en el Renacimien
to, con su liberalismo intelectual)), por el cual todo
hombre es libre pra dedicarse sin frabas de ,ningu
naespecie al estudio de los clsicos paganos.
Pero el liberalismo no qued reducido a este m
bito literario e intelectual, y muy pronto estas ideas
- de la libertad individual fueron aplicadas al campo
de la moral: eliberalismo moral)). El, hombre se nie
ga a reconocer una ley reguladora de sus actos; de
biendo ser su propia conciencia la que le marque
esta ley. Esto dio como consecuencia una poca de
decadencia en las costumbres.
El espritu liberalista pasa al campo religioso, to
mando su forma ms tangible en la rebelda protes
tante del siglo xvi, que adopta y establece la afirma
cin de que cada individuo puede interpretar la Sa
grada Escritura de la forma que crea ms conve
niente, y adems se niega a reconocer una autoridad
religiosa.
Sigue el liberalismo su marcha ascendente; socava
el respeto a la autoridad y la debida subordinacin
y nace el liberalismo poltico)), que tiene su ms
conocida forma de expresin en las obras de Russeau
- los enciclopedistas franceses.
El liberalismo poltico quedara poco tiemp sien
do un mero concepto, com una teora. Las masas
populares vivan en gran parte en estado de miseria
y muy supeditadas a las clases privilegiadas. SI laautoridad no debe ser respetada, ni hay por qu es
tar subordinado a ella, el pueblo est en su perfecto
derecho de derrocarla, naciendo de esta forma el es
piritu de revolucin.
As vamos viendo aparecer las revoluciones france
sas de primeros del siglo y de 1830,y en Inglaterra
la Reforma electoral de 1832, de resultados muy se
mejantes, aunque muy distinta en la forma, menos
radicales, quiz por la influencia del flemtico esp
ritu sajn.
Las mentalidades ya estn preparadas, y cuando.
en Centroeuropa se presenta el maquinismo, el in
cremento de la industria que adquiere caracteres de
gigantismo, fro e impersonal, en contraposicin con
el calor, casi familiar, del, taller artesano; cuando el
campo empieza a emigrar sobre las ciudades, dondese hacinan, se amontonan hombres y familias en
suburbios tristes e inmundos; cuando ha nacido el
liberalismo econmico)), que deja reducido -al Es
tado a la situacin de u guardia municipal bona
chn, que no puede dirigir eficazmente en el campo
de lo econmico; cuando, en fin, aparece el capita
lismo cargado de defectos en la mayora de los ca
sos, se dan todos los requisitos necesarios para que
puedan brotar por doquier las revoluciones econmi
cas y sociales.
CARLOsMARx
En estas circunstancias, el 5 de mayo de 1818,y en
los territorios del. Rin, viene Marx al mundo en
una familia de padres judos de la clase media. Su
padre era abogado, y su madre, de origen holands,
apenas haba aprendido a escribir y, posiblemente,
ni a leer el alemn, idioma de su patria de adopcin.
Inicialmente la familia era de religin juda, aunque
no practicasen ni apareciesen por la sinagoga. Una
vez afincados al nuevo pas, se hicieron protestantes,
pero sin significar este cambio inquietud espiritual,
sino nicamente otras de ndole poltica y social.
Estos territorios del Rin fueron entregados por
el Congreso de Viena en 1815a Prusia. Anteriorment
pertenecieron a Francia, y bajo la Revolucin fran
cesa, se haban exaltado las ideas de igualdad y de
libertad; el pas se benefici de los avances polti
cos, sociales e industriales y, francamente, haban
salido perdiendo en el cambio al pasar bajo el do
ininio del Estado prusiano, en el que an imperaban
las normas del feudalismo y un manifiesto atraso
con respecto a Francia e Inglaterra.
De esta disconformidad surgen all lo,s movimien
tos progresistas del siglo xix, y, concretamente, en
los aos 1835-50se desarrollaba en esta regin del
Rin la teora revolucionaria marxista por obra y
gracia de Carlos, Marx.
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El lugar en que naci y creci y el ambiente fami
liar en que se educ, influyeron poderosamente en su
personalidad, motivando las caractersticas ms sig
nificativas de sus teoras:
Verdadero odio a la religin,
Carcter internacional, al no sentirse ligado a
patria alguna.
Odio al Estado, al estar bajo la frula del pru
siano que cort las alas de libertad a los terri
torios del Rin.
Todo ello tiene un definido carcter personal y lo
cal, per l desarrolla sus teoras para justificar sus
sentimientos, generalizando de forma mundial su
ambiente local.
En el ao de 1836,cuando Marx se incorpora a la
Universidad de Berln, era sta el gran centro de es
tudios de la juventud alemana y cuna de doctrinas
filosficas. I)ominaban en ella las teoras de Hegel,
que habla fallecido slo seis aos antes, y la dialc
tica idealista de ste le servira de inspiracin y
base a Marx para cimentar su dialctica materialista.
No podemos entrar aqu a fondo en el complejo
mundo de la filosofa, pero s es nedesario vulgarizar
algunos conceptos, de los que omoi hablar constan
temente, y enunciar, aunque slo sea de pasada, los
prinipios filosficos de Hegel.
Qu es dialctica?
Dialctica es el arte de defender y rebatir: el arte
de disputar.
Los escolsticos la identiflcan con la lgica o
ciencia de pensar con rectitud. Es decir, el procedi
miento de afirmar y contraafirmar entre dos adver
sarios que se enfrentan.
Hegel advirti que este choque de opiniones tiene
una doble ventaja: dar relieve a dos puntos de
vista antagnicos y dar a los contendientes una ms
acabada comprensin de la verdad: de la discusin
nace la luz. La dialctica da vida siempre a una idea
ms desarrollada, un concepto ms completo y ver
dadero de las cosas que siempre puede irse perfec
donando.
La primera fase de la dialctica es la enunciacin
de una vetdad, que est contenida en la idea origi
nal, a la que llama tesis; pero sta ya encierra
en s una idea opuesta, contradictoria, la anttesis
o negacin de la tesis, pero sin anularla ni destruir,
la. En la tesis o en la anttesis no est toda la
verdad, y en cada una de aqullas hay parte de sta,
dando lugar a la sntesis, es decir: reunin del
contenido de verdad que se enderraba tanto en la
tesis como en la anttesis.
Esta anttesis, inmediatamente, daba lugarse
transformabaa una nueva tesis, que a su vez en
centraba otra anttesis, y de esta ccintradiccin sur
ga una nueva sntesis: una idea ms verdadera, ms
exacta y ms completa que la anterior.
Expondremos a continuacin las cinco caractersti
cas ms salientes de la dialctica hegeliana:
1. Hegel crey que la idea, se forma por la unin
de contrarios; mejor an, la idea es unidad de ele
mentos opuestos o contradictorios.
2. Hegel defiende que la idea avanza y se desarro
lla en virtud de un impulso que le es propio. Este
impulso inmanente, o automocin, que caracteriza
la idea es un producto directo y necesario de su
contradiccin interna. La idea, por su misma ndole,
se compone de elementos contradictorios y la contra
diccin produce el movimientq o progreso. Por ello,
la ndole misma de la idea explica el movimiento de
ella hacia el desarrollo.
3. La idea se desarrolla por negacin, es decir,
el carcter contradictorio de la idea produc una
forma de movimiento que hace volver la idea hacia
si misma, pero en un nivel cada vez ms alto. Esta
accin interna y dialctica de los elementos opuestos
de que consta la idea, produce lo que poda llamar-
se una evolucin en espiral.
4. El Universo, es un proceso de evolucin cons
tante, es decir, toda la realidad est correlaciona
da; todos los seres se encuentran en estado de rec
proca y continua interaccin.
.5. El desarrollo de la idea es susceptible de con
tinuarse indefinidamente, o sea que la klea conten
dr siempre y ncesariamente su opuesto; por eso
es siempre susceptible de un desarrollo ulterior por
medio de dicho proceso dialctico.
De estos cinco puntos sac Marx las bases de su
filsofa materialista. Del impacto recibido durante
su actuacin como periodista, en la que entr en
contacto con las condiciones de vida y con el pro
blema social de las masas, le interes lo que hasta
entonces1842no le haba preocupado: la necesi
dad de una filosofa social; y, por ltimo, de Darwin
consigui la base cientficade la que tanto alar
deapara su nuevo sistema.
Bien poco puso de su propia cosechaJa verdad
es que nunca se distingui como un genio hasta que
Lenin y el triunfo de la revolucin rusa han colo
cado en primer plano sus teoras; pero muy ha
bilidosamente, con todos estos mateliares ajenos y
otros que omitimos por no ser tan fundamentales
y por mayor brevedad, supo ensamblar su edificio
filosfico que, conio apuntamos ms arriba, encon
tr el hombre que, en contra de sus propios diag
nsticos, los llev a la realidad all donde Marx ase
guraba que no podran triunfar: en Rusia.
Para Marxaplicando el idealismo de Hegella
materia se. compone de elementos contradictorios.
Los elementos contradictorios producen la evolucin.
La materia es autosuficiente; su naturaleza contra
dictoria le proporciona un impulso evolutivo que la
libera de la necesidad de recurrir a una causa ex
terna a la misma materia.
Este esel fondo y el principio de la dialctica ma
terialista marxista: la negacin de Dios.
No se puede ser comunista y negar la dialctica
materialista.
No se puede ser comunita sin negar a Dios.
El comunismo est directamente inspirado en las
obras de Marx y en la interpretacin que de ellas
hizo el pontfice rojo: Lenin. El comunismo es ra
biosamente ateo y antirreligioso. Cualquier otra pos
tura que adopte el partido. en esta materia es abso
lutamente falsa y engaosa: va contra sus propios
principios, y cuando lo hace, circunstancialmente,
slo pretende con ello atraer a los incautos u obte
ter momentneamente beneficios de ndole poltica o
econmica. Superadas estas circunstancias, volver,
con mayores bros, a imponer su atesmo. No faltan
ejemplos para demostrarlo.
No es lcito que ningn catlico coquetee lo ms
mnimo con el comunismo.
El catlico, forzosamente, tiene que ser anticomu-
-
nista. La idea del catlico-comunista es un absurdo,
una aberracin que no puede tener cabida en una
mente normal.
-
En otra ocasin comenzaremos
estudiar y a re
futar los principios dQ la dialctica materialista,mar
xista,
6
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CoronelAuditorAndrsALLEDESALAZARY BERNAR.
5iempre ha sido no slo compatible, sino
muy de alabar, el cultivo de las letras por los
militares, tanto los que pueden llamarse es
critores militares, porque se ocupen de las
materias ropias de la profesin castrense,
como los que han abarcado tambin otros as
pectos de la literatura, que pueden calificarse
de militares escritores. Y, entre los que han
escrito sobre materias blicas, o haciendo his
toria de la guerra, ha habido siempre quienes
han relatado las campaas en que, con mando
supremo, con mandos intermedios o como
simples combatientes, haban tomado parte.
Pero generalmente se han escrito estas obras
en pocas posteriores a esas c.ampaa y, en
muchos casos, despus de retirados sus auto
res, por edad o por circunstancias diversas, de
la activa participacin en las acciones de
guerra.
Lo que en pocos casos ha ocurrido y casi
puede sealarse como excepcional es el he
cho de escribir esos relatos segn iban ocu
rriendo los hechos, guerreando todo el da y
escribiendo po la noche la relacin de -lo ocu
rrido. No es probable que Julio Csar escribie
se sus Comentarios a la guerra de las Galias
mientras guerreaba en aquellas regiones.
El caso de do Alonso de rdllla y Ziga
tiene varias singularidades; una de ellas es
sa: la simultaneidad entre los hechos de
guerra y la redaccin de su historia, que iba
escribiendo, unas veces por -las noches (mu
chos de sus Cantos terminan diciendo que
la relacin de lo siguiente quede para el si
guiente Canto, por encontrarse ya cansado
y con sueo), otras, en breves momentos de
relativa pausa entre marchas y combates, y,
como l mismo indica, aprmtando sus versos
en papeles sueltos, en trozos de cuero, en ho
jas de rboles, que saba, por los indgenas,
que servan para el caso, y aun, en marchas,
escribiendo sbre el arzn del cab.alo.
Y, adems, no eran una sencilla redaccin
en prosa, como las de los dems escritores de
Indias o de otras guerras, sino constantemen
te en verso correcto, flido y sonoro, lo que
supone en l no slo una gran facilidad para
la improvisacin potia, smb, adems, una
vluritad y una constancia notables, pues el
versificar los sucesos y comentarios del da
e sobre la marcha supone un obstculo ms
que l gozaba en vencer, tanto como los que
le ponan los araucanos en su porfiada resis
tencia de cada da.
Otra de las particularidades de la obra lite
raria militar de Ercilla es que se le conside
ra, con raz:n, no- slo como un gran poeta
espaol,
Sino
adems como el pfirner - poeta
de Hispanoamrica, y no slo por los chile
nos, sino, en general, por todos los iberoame
ricanos, que le tienen tambin- como gloria
suya. No hay que olvidar que los chileos ac
tuales son, en general, descendientes de los
compaeros de- Ercilla y de los dems con-
Escritores militares
y
-militares escritores.
Don Alonsode Ercilla y Ziga
-
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quistadores y civilizadores de las Indias.
Siempr ser poco lo que se insista en. sealar
la diferencia esencial entre la emancipacin
de los pa:[ses de Amrica y la llamada des
colonizacin actual en otros continentes.
Pues esta descolonizacin de ahora consiste
o tiende a la expulsin de los europeos, que ci
vilizaron y en algunos casos crearon esos
pases que encontraron en estado de prehis
toria y rgimen de tribu, y aspiran.a que que
den en ellos slo los aborgenes, y, en cambio,
la emancipaci
-
americana consisti en que
ls europeos (espaoles y portugueses en Sud
amrica e ingleses e el Norte, llamados
criollos), quisieron regirse por poderes esta-
blecidos en su, territorio en vez de que los go
bernasen desde Madrid, Lisboa o Londres. Es
posible que esa emancipacin americana fue
se prematura e inoportuna, pero se es otro
problema diferente.
Lo cierto es que los descubridores, explora
dores y conquistadores de aquel Hemisferio
tienen su descendencia y continuacin en los
actuales ciudadanos de esas naciones y, por
tanto, stos van considerando, cada vez ms,
como glorias suyas las de esos civilizadores y
,fundadores de ,su pas, a diferencia de lo que
sucede en los territorios que ahora se desco
lonizan y tratan de arrancar y borrar todo
rastro de esa accin de las naciones civiliza
doras.
Pero, adems, ,por lo que haya de fusin de
razas, la espaola y la india (pues en Chile
no son problema los negros, que apenas exis
ten) tienen todos los chilenos, y americanos,
en general, motivo y razn para considerar
como obra referente a todos ellos el poema
La Araucana,
porque Ercilla, en un rasgo
muy propio ,de la caballerosidad espaola, ce
lebra con admiracin las cu.iidades de valor
y amor a la independencia de, los adversarios,
pues siendo una cualidad muy espaola la
de luchar hasta que pueda parecer temeridad
en defensa de su propia independencia, siem
pre ha inspirado respeto y hasta cierto modo
simpata esa misma actitud en los enemigos
cuando combatan con valor y tenacidad por
sostener la suya. Y los araucanos eran raza
fuerte y gente decidida y dieron prueba de
ello, ya que otros pueblos de las Indias no tu
vieron ni tanto tesn ni tanta virilidad.
DON ALONSO DE ERCILLA Y LA TORRE
DE ERCILLA, EN BERMEO
Mucho se ha escrito, y no vamos a exten
dernos, ahora, sobre la figura de don Alonso
de Ercilla, pero s conviene ,precisar algunos
datos en puntos sobre los que, a veces, in
curren en error los que de su personalidad
hablan o escriben.
Ha, habido quien se ha proclamado deseen
diente directo de don Alonso de Ercilla, pero
lo cierto es que no dej descendencia alguna
8
-
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- que le sobreviviese de su nico matrimonio
con doa Mara Bazn, pues su unignito,
don Diego, muri en el desastre de la Gran
Armada, de veintin aos y soltero. Lo que
pudiramos llamar su representacin viene a
corresponder a sus prximos parientes el li
naje de seores de la torre d Ercilla.
Don Alonso no naci en dicha torre., ni fue
propietario de ella, como algunos han enten
dido, pero vivi mucho en ella en tiemps de
si abelo paterno don Martn Ruiz de Erci
ha, seor de dicha torre, y de su to, hermano
mayor de su padre, don Juan Prez de Ercilla,
y siempre se consider como ligado a aquella
mansin de su familia, y a su condicin de
vizcano y de bermeano, y en la descripcin
que hace en el canto XXVI de
La Araucana;
de muchas naciones y ciudades -de todo el
mundo, se cotiene el prrafo que dice: Mira
a Bermeo, cercado de malezaCabeza de Viz
caya, y sobre el puerto los anchos muros
del solar de Ercilla solar, antes fundado
que la Villa>) (en algunas ediciones la redac
cin vara algo, y dice y tu torre de Ercilla,
sobre el puerto de las altas montaas en
cubierto). Es decir, que siempre proclam su
veneracin y cario al solar de sus mayores,
con el que se consider vinculado. La torre,
que, efectivamente,
,
se alza sobre el puerto
de Bermeo, dominando todas las edificaci
nes de la villa, fue, naturalmente, heredada
por el primognito de la casa, el citado Juan
Prez de Ercilla, to de don Alonso, y onti
nu en los descendientes de dicho seor has
ta hace muy pocos aos, en que ha sido ce-
dida a la Junta de Cultura de la Diputacin
de Vizcaya, en condiciones muy favorables
para la entidad adquirente, para, recuerdos
histricos de Ercilla, y el llamado Museo del
pescador, que es en realidad un pequeo,
pero muy interesante museo naval, y arregla
do, con acierto, com homenaje a la meinoria
de tan clebre descendiente de la casa.
El padre de don Alonso, don Fortn Garca
de Ercilla y Arteaga, segundognito de su
casa, fue una figura importante en el .reinado
de Carlos V, notable juriscnsulto, al que el
emperador y rey quiso tener siempre en sus
Consejos de Castilla y de las Ordenes, alcan
zando en ellos l mayor categora: Fue regente
de Navarra y caballero de Santiago; cas
con doa Leonor de Ziga, seora de Bo
badilla; de este matrimonio naci en Madrid
don Alonso de Ercilla y Ziga, que desde
muy joyen fue designado como gentilhombre
al servicio del prncipe don Felipe, luego Fe
lipe II, al que acompa en paz y en guerra
por muchos pases de Europa (ates de subir
este rey al trono, y tambin durante su rei
nado).
Antes y despus de la campaa de Arauco,
don Alonso viaj con misiones militares y di
plomticas por diversos pases, entre los que
l cita: Italia, Francia, Inglaterra, Flandes,
Alemania, Moravia, Silesia, Austria, Hungra,
Estiria y Carintia...
Y lo que pruba su carcter y espritu mi-.
litar es que, pudiendo haber seguido viviendo
en esa situacin de lucimiento y de vida en
las Cortes de Europa, prefiri abandonar esta
clase de actividades para ir a luchar, precisa-
LA A
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NADE DON ALON
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Con priuiIcgO.
InsprrjJien Msi.drzd,encafddePie,
resCoJ?rn..47f0. J
txiJjado4 trc m.zrucde p io.
Facsmi1 de la portaca de la edicin
prncip de La Araucana.
-
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mente donde la guerra se presentaba ms
dura, en regiones inexploradas y otras recin
descubiertas, y en una lucha que apareca
como la ms dura, contra una raza que se
presentaba cmo la ms fuerte, vigorosa e in
dmita de todas las que poblaban las Indias
en los momentos en que acababa de demos
trar sus condiciones al apoderarse y destruir
las ciudades fundadas por Valdivia y sus com
paeros.
Para ello pidi y obtuvo formar parte de la
expedicin que mandaba Jernimo de Aldere
te que marchaba a castigar y contener a los
araucanos, despus de esos hechos en que
aquellos indgenas se encontraban tan enva
lentonados que, en su ignorancia de toda geo
grafa, decan que iban ellos a invadir Espa
a como si fuera una tierra de aquellos con
tornos.
-
ARAUCO Y LOS ARAUCANOS
Como describe Ercilla en el primer Can
to de su epopeya, la regin de Arauco estaba
poblada por diecisis tribus (o naciones,,, se
gn el lxico de aquella poca), mandadas por
sus respectivos caciques, y no tenan rey, ni
jefe comn, para el conjunto de ellas, ms
que para caso de guerra, en que nombraban
lo que llamaramos un general en jefe. Los
caciques eran seores absolutos y hereditarios
en sus respectivas fracciones, y su preocupa
cin mayor era tener guerreros prearados
para la lucha; as es que, desde nios, los pro
baban en ejercicios fsicos y de valor, en que
se demostrase que tenan condiciones para la
guerra, y stos quedaban libres de toda otra
clase de ocupacin o trabajo y s ejercitaban
y adiestraban para la empresa blica. Los
cargos de la guerra y preeminencia
no son
por flacos medios provedos
ni van por cali-
dad, ni por herencia ni por hacienda y ser
-
mejor nacidos,mas la virtud del brazo y la
excelencia esta hace a los hombres preferi
dos
esta ilustra, habilita, perfecciona
y
quilata el valor de la persona.,, As lo explica
Ercilla en el citado Canto primero.
Una cosa curiosa es que, dentro de lo pri
mitivo y rudimentario del uso de armas. que
se conocan, estaba en grmen el principio d
especializacin en el uso de cada arma que
hoy da se proclama conveniente en los mo
dernos y complicados medios de combate; y
as dice Ercilla: Cada soldado una arma so
lamente ha de aprender y en ella ejercitar-
se
y es aquella a que ms naturalmente
en la niez mostrase aficionarse: d sta
s6lo procura djestramente
saberse aprove
char y no empacharse, en jugar de la pica
el que. es flecheroni de la maza y. flechas
el piquero. Luego describe (y sera largo el
transcribirlo) el modo de combatir en filas ce
rradas, propio de la poca y de aquellos me
dios, pero muy arreglado a las condiciones del
pas y de las armas en uso.
Ese pueblo robusto y celoso de su indepen
dencia no haba podido nunca ser dominado
por ninguna de las otras razas de aquel Con
tinente, y haban fracasado los poderosos In
cas del Per cuando. lo haban intentado.
Al llegar los espaoles, mandados por Val
divia, la superioridad de los nuestros, y espe
cialmente la presencia de los caballos y de las
armas de fuego, impresion tanto a los arau
canos, que se sometieron amedrentados; pero
algn tiempo despus, al observar qu no eran
inmortales ni superhombres, perdieron el
temor y el repeto y empez la sublevacin
(que lo era, pues ya haba mediado sumisin
previa). No entra en el objeto de este trabajo
el relato circunstanciado de los, episodios de,
aquella guerra (que tan exacta y minuciosa
mente expone don Alonso en su poema), con
el ataque y destruccin por los araucanos de
la ciudades fundadas por los espaoles, la
muert de Valdivia y los reveses de las fuer
zas mandadas por Villagrn,. con la heroica
resistenc5ia de los nuestros contra un nmero
tan superior de enemigos, etc.; todo ello ante
rior a la llegada de Ercilla, con la expedicin
enviada por el virrey del Per, marqus de
Caete, y mandada por su hijo don Garca
Hurtado d Mendoza. Entonces empieza la ac
tuacin militar de Ercilla en Arauco y su la
bor literaria simultanea, pero tambin des
cribe lo ocurrido antes de su llegada, con todo
detalle, pues lo fue conociendo por sus con-i
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paeros, y, por lo que se refiere a las decisio
nes y sucesos internos de los araucanos por
los prisioneros y los indios que servan a los
espaoles (los yanaconas). Luego sigue his
toriando, potica, pero realistamente, todo lo
que aconteca en su tiempo, aunque no cele
bre los actos personales suyos d valor, que
se conocen por otros conductos, s lo hace con
detalle de nombres- toda la actuacin de cada
uno de sus compaeros y aun de los enemi
gos, citndolos a todos por sus nombres y con
los golpes que dieron o recibieron cada uno
en cada batalla.
Describe la ereccin del fuerte, llamado
Penco, junto a la Costa, donde se defendi,
al frente de otros 130 espaoles, contra ocho
mil araucanos, mandados por su gran jefe
Capoulicn, y tambin el avance que sigui
a la liberacin de ese fuerte. Se sabe que
don Alonso de Ercilla se distingui siem
pre y especilmente en los combates de La
rraquete, las Lagunillas, Millarapus, entre
otros, y en el paso del desfiladero de Cayupil,
donde su personal actuacin cambi la situa
cin de derrota en completa victoria de los es
paoles, y todo ello en una lucha dura y nun
ca interrumpida con un enemigo fuerte y te.
naz y n un terreno extraordinariamente di
fcil.
o slo fue guerrero, sino tambin descu
bridor, pues form parte de la expedicin que
lleg a los extremos sur del Continente, a las
islas de Chiloe, y an Ercilla, con diez solda
dos a sus rdenes, pas en una piragua (bar
Vista de a rte occidental de los
Andes. El Callejn de
la Guardia,
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co deslastrado, dice l) y cruz el calificado
por todos de peligrossimo paso del Des
aguadero, y regres a la dejada compaa,
o sea que se incorpo al grueso de la expedi
cin despus de dejar grabada con un cuchi.
lb una cctava en que aluda al hech y que
reprodujo en su poema.
Por unas disputa que tuvo con otro caballe
ro, n la que llegaron al ademn de desnvai
nar las espadas delante del general, que lo
era don Garca Hurtado de Mendoza ste lo
tom a desacato, por considerarse represen
tante de la autoridad del rey, y les conden a
muert, lo que luego conmut por prisin y al
poco por destierro, que lo fue de lo que puede
llamarse Cuartel General o capital del terri
torio de su mando, y don Alonso lo cumpli
combatiendo en los frentes ms avanzados, y
despus acudi al Per, dispuesto a luchar
contra el traidor Lope de Aguirre, aunque
ouando lleg haba sido ya Aguirre preso y
ajusticiado.
Disgustado de todos modos con Hurtado de
Mendoza, regres Ercilla a Espaa, y en Ma
drid orden, termin y public su poema, que
dedic al rey don Felipe II, que acept la de
dicatoria, y le emple en otras empresas, como
luego veremos.
LA ARAUCANA
Este pqema, dividido en treinta y siete
Cantos, lo iba escribiendo, como hemos di
cho, en plena y dura lucha guerrera. En l
va narrando con detalle todos los episodios de
aquella guerra, con consideraciones sobre los
deberes y cualidades que deben tener los mi
litares, y otras de carcter general, con alto
espritu patritico, y deriva tambin a comen
tar sucesos contemporneos de. aquellas lides
y otros asuntos que le pareci bien comentar.
Es curioso el observar que muchas frases
en verso que han pasado al lxico corriente y
que pasan ante la mayora de las gentes como
procedentes del saber popular, tienen s
origen en el texto de
La Araucana.
Citaremos
como ejemplo aquella mxima de El miedo
es natural en el prudente
el saberlo vencer
es ser valiente, .que suele pasar por frase de
uso inmemorial, cuando lo cierto es que est
sacada del Canto VII de La Araucana, y as
otras muchas, lo que demuestra que, a pesar
de su extensin y texto tan detallado, debi
ser el poema bastante ledo.
Otra caracterstica de la obra de rcilia
es su admiracin por la entereza y valor de
los araucanos, pues si
.
siempre pondera con
razn y entusiasmo las hazaas de los espa
oles (sin dejar de censurar en algunos casos
lo que le parece que as lo merece), no ahorra
elogios al enemigo por el valor con que defen
dan su independencia. En el prlogo .de la se
gunda parte (y esta vez en prosa) dice: Todo
lo merecen los araucanos, pues ms de trein
ta aos que sustentaron su opinin, sin habr
seles cado las armas
de
las manos, no deten-
1
anto prknero
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12
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diendo grandes ciudades ni riquezas, pues de
su voluntad ellos mismos han abrasado las
casas y haciendas que tenan, por no dejar
gozar de ellas al enemigo; mas slo, defendie
ron unos terrones secos (aunque a veces rega
dos con nuestra sangre) y campos incultos y
pedregosos.
Ercilla nunca llama salvajes a los arau
canos, sino siempre brbaros, que es como
los romanos llamaron a los que tienen otro
modo de vida ajena a la civilizacin nues
tra, es decir, extranjero, en el sentido de
cstumbres y mentalidad. extraas, pero
no salvaje, que supone un estado careiite
de toda cias de rudimento de civilizacin.
Otra particularidaddela obra de Ercilla es
que, por noticias que tuviera o por su propia
fantasa, se entretiene en cescribir largamen
te las discusiones y disputas que tuvieron en
tre silos araucanos sobre la forma u ocasin
de hacernos la guerra, y sobre todo sobre la
designacin de quin de ellos deba mandar
los, y les atribuye largos y floridos discursos,
en los que, dejndose llevar por la moda lite
raria de su siglo, se atribuye a veces citas y
alusiones de la mitologa clsica, greco-roma
na. Tambin se deja llevar de la fantasa po
tica al relatar sus supuestas conversaciones
con el mago Fitn, que le nuestra en una
bola de cristal sucesos pasados, presentes y
futuros, en todas las partes del mundo, y ve
desde all (como sera hoy da en la Televi
sin) ja campaa y triunfo de Felipe II en
Portugal y la descripcin de todas las nacio
nes y ciudades principales del mundo, que es
verdaderamente una curiosa, leccin de Geo
grafa de todo el planeta en las circunstancias
de aquel siglo.
EL LTIMOCANTO
En el Canto XXXVII, ltimo de La Arau
cana, despus de celebrar nuevamente la su
misin de Portugal aFelipe II, como su leg
timo soberano, y de enumerar someramente
sus propios servicios, dice don Alonso de Er
cilla: Mas ya que de mi estrella la porfa
me tenga as arrojado y abatid.
vern al
que por la derecha va
la carrera difcil
he corrido; y aunque ms inste la desdicha
ma
el premio est .en haberlo merecido
y las honras consisten no en tenerlas,
sino
en solo arribar al merecerlas.
Gran verdad esta ltima, que no todos sa
ben comprender, pero algunos han credo en
tender que Felipe II tuviera poster,gado a don
Alonso y tomado como argumento de la su
puesta ingratitud de los reyes con, sus leles
servidores, que tanto se ha tergiversado y exa
gerado, como en el caso de Coln y otros, pero
lo cierto es que, despus de escrita La Arau
cana, el Rey, a .quie se le entrega y dedica,
distingue de un moco sealado a don Alonso
de Ercilla, otorgndole el hbito de Santiago,
concesin que entonces no se 9odigaba, y
que tambin como distincin notable haba
ostentado su padre don Fortn, y le tuvo ocu
pado en importantes y honrosas misiones, no
slo de examen y aprobacin de libros, cmo
lo de Garcilaso y Herrera, sino en delicadas
negociaciones de Estado, como en las referen
tes a las pretensines de los duques de Bruns
DE LA ARAVCANA 4
tos cargosdelagsierray preemneflCi3
Nofon port lacosmedios proucidos
Ni
vanporcalidad
,
ni porhercncra
Ni porhazknda.y(ermejornacidos
Mas la virtud delbraoy la excelencia
E(hhaZcI0Sh01t .prcferido
Elaillufra,habilita,Peti0la
Yquilataci valordclaperoiia.
Losqueelcana lagoerradedicadoS
.Wo
o
aotro
eruiciocoflrcnidos
Del trabaioy labraiiarecniado
Y delagentebaxamanrenids,
- Pero ouporlasleyesobligados
De eftarapunto dearmasproueidoi
YaaberdieflramefltCg0le4
En las
licitasguerras
y batallas.
Lasarmasdeliosmas exerciradai
Son
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Cori otraspunt largasenhalladas
De la
fj(ti6n
y rormadepunonCS
425,rnartilLosmaa5bar1da5.
Dardos,argentasflcchasybalones
Lazos defuertesmimbresybexucOs,
nosarsojadiz05 y ttabucos.
A A:g.
Pgina 4 de la edicin prncipe.
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wick y las desavenencjas entre el Justicia de
Aragn y el virrey de dicho reino, conde de
Sstago, y otras en las que con gran tacto y
xito demostr ser tan hbil diplomtico como
valeroso guerrero.
Lo que sin duda amarg, en parte de su
vida, el nimo de Ercilla fue quiz el no ha
ber podido seguir hasta el fin la guerra de
Arauco, y probablemente su ilusin hubiera
Sido completar la sumisin y
pacificacin
de
aquellas tierras, y aun quedar alif, con man
do, en nombre del rey, gobernand enrgica,
pero paternalmente, a aquellas gentes a las
que dedicaba, en cierto modo, simpata por
su valor y cierta forma de caballerosidad, y
goberarlos en aquellos lugares, donde con
tanto entusiasmo y tantas fatigas, haba lu
chado. Nunca olvid que por don Garca Hur
tado de MendOza vio interrumpida su actua
cin en Arauco, y por ello olvid el nom
brarle en todo su poema, cosa que don Garca
tampoco olvid.
Pero si en el otro mundo cupiera que se
tuvieran consuelo por motivos terrenos, podra
tener don Alonso de Ercilla el consuelO de
saber que ni los araucanos, ni los chilenos,
ni los espaoles actuales, hemos tenido oca
sin de conocer el fin de la guerra de Arauco,
por la sencilla razn de que esa guerra no ha
terminado. Constantemente se leen noticias
de encuentros armados entre los araucanos,
que se mantienen como insumisos en parte
de su territorio, de un lado, y de otro las tro
pas chilenas. Es decir, que guerra que se ini
ci bajo el mando de Valdivia y en la que lu
ch y a la que histori en sus versos don Alon
so de Ercilla, coitina entre los tenaces arau
canos, que en ciertas zonas son todava lios
tiles y rebeldes, con sus costumbrs brbaras,
sus creencias supersticiosas, fomentadas por
sus magos)>, aunque seguramente con arma
mento ms moderno que las picas y las fle
chas de los tiempos de Capoulicn, en lucha
con los representantes de la civilizacin, re
presentada ahora por los militares chilenos, el
Ejrcito ms ejemplar de Hispanoamrica, en
e] que fornin muchos descendientes de los
compaeros de Valdivia y de Ercilla, que pue
de decirse que, en cierto modo, son espaoles,
aunque ahora dependan no de un Gobierno de
Madrid, sino de Santiago.
Esta, continuidad en el espritu hispano
prueba lo que adelantbamos en los primeras
lneas cte este trabajo al decir que no puede
tornarse como antecedente de las actuales ten
dencias, llamadas de descolonizacin (en que
se expulsa o anula a los europeosque forma
ron y civilizaron los pueblos de otros conti
tentes), la emancipacin de, los pases de Am
rica,
hecha por los mismos eropeos que en
ellos se haban asentado.
Esta diferencia favorable a la evolucin
americana se debe a que Espaa supo formar
estas nacfonalidacles sin racismos, por haber
sabido durante varios siglos adaptarlas y
adaptars los conquistadores a una unidad es
piritual y durante aquella poca (llamada im-
propiamente colonial, pues no fueron colo
nias, sino Reinos de Ultramar, y debe lla
marse poca monrquica), no eran necesa
rias revoluciones ni violencias para castigar
los abusos de cualquiera clase, porque saban
los virreyes, gobernadores y dems autorida
des que sobre ellos estaba la justicia del rey,
con su Consejo de Indias, y, como dice don
Alonso de Ercilla en el Canto IV de
La
Araucana:
slo dir que es opinin de sabios
que donde falta el rey sobran agravios.
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NUEVOCONCEPTODELACUERRAQUIMICA
(La guerra psicquimica)
Coronel Albert. FLORES,TRIVIO; del Regimientode especialidadesde lng.ni.ros
pare Ejrcito.
CoNszanAczons PRIVIAS
Se han llevado a cabo estudios curiosisimos que
demuestran con rigor matemtico que son cortsi
mos,... prcticamente despreciables, los perodos du
rante los que el mundo ha gozado de esa paz que,
an hoy, con loable tesn y cierta candidez, persi
guen algunos hombres de indudable buena voluntad.
Se trata de un fenmeno que azota peridicamente
a la Humanidad, y hay que rendirse a la evidenciade este hecho comprobado por la historia.
Partiendo, en consecuencia, de la incmoda certi
dumbre y aun de la seguridad de tener que enfren
tarnos, tarde o temprano, con la guerra, no podemos
hacer ms que pensar en hacerla ms humana, ms
incruenta, menos costosa, y, ms que en los medios
para evitarlapura utopa, incompatible, por otra
parte, con un verdadero concepto de la dignidad,
en cmo ganarla, recurriendo -para ello a las armas
y procedimientos ms idneos.
Es forzoso reconocer que el concepto de la gue
rra, en todos los tiempos, y ms an en la actua
lidad, si estuvo en armona con los adelantos de la
ciencia, no lo estuvo con los progresos que sedebieron producir, paralelamente, en ios aspedtos
moral y humanitario, tal vez porque... ((el hombre
se abandona frecuentemente a sus resabios de ani
malidad y la bestia aparece tan pronto se presenta
- ocasin propidia, y as descendemos -vertiginosamen
te, en una cortsima accin de tiempo, en la scala
zoolgica. En tal sentido, el general Troudeau (Es
tados Unidos) hizo, no hace mucho tiempo, unas de
claraciones que son interesantes: ((El Ejrcito debe
emplear todas las armas y equipos que le conduz
can a la victoria: para moverse, hacer fuego, comu
nicarse y defenderse de las ferzas areas o cohetes
enemigos,as como para fijar a las fuerzas enemi
gas de tierra,
destruirlas
si presentan batalla yocupar el pas enemigo hasta el establecimiento de
un gobierno libre, controlndolo mientras tanto.))
Esta es la norma clsica: para vencer hay que des
truir al ejrcito enemigo, aunque la lgica nos diga
que tal destruccin no es tan necesaria.
La guerra se ha ido endureciendo con el transcur
so del tiempo. A medida que las armas progresaron
con la ci.ncia y la industria, su aplicacin ha hecho
la guerra de una crueldad inaudita, incompatible
con el concepto ms liberalmente ojtimista de seres
civilizados, Sabido es que con la aparici del arma
area, los que hasta entonces fueron meros espebt
dores, o si se quiere colaboradores en la batalla,
se convirtieron automticamente en verdaderos com
batientes; todo el territorio nacional es ahora cam
po de batalla. As, poco a poco, hemos vuelto, en
cierto modo, a base de sucesivos procedimientos,
mtodos, armas y consideraciones, a las prcticas
brutales de la ms remota antigedad, en la que el
enemigo, por el solo hecho de serlo, perda su con
dicin de ser humano, y su vida, sus bienes) que
daban a mercad del vencedor. Incluso la esclavitudpor derecho de guerra es frecuente, pues esclavos y
no otra cosa son esos miles de prisioneros de gue
rra que esperan en vno su repatriacin en las
inmensas estepas soviticas desde hace dieciocho
aos... -
Ni que decir tiene que al colmo de la crueldad, al
vrtice de la insensatez, se ha llegdo gracias a la
aparicin de las armas atmicas y termonucleares, -
cuya primera aplicacin fue, por cierto, en la reta
guardia, para indicarnos tal vez lo que se puede es
perar de las mismas en el futuro; y este xito, cien
tfico exclusivamente, fue logrado merced a la ab
negada, entusiasta y, por qu no decirlo?, incons
ciente colaboracin de sabios de- todos los pases
cultos, los cuales no han tenido tiempo, sin embar
go, para resolver problemas tan intrascendentes
como el del cncer, pongamos por ejemplo, entre
otros muchos que pudiramos citar;
En conclusin, la triste realidad es que, en la ac
tualidad, se tiende a ganar las guerras, no como an
tes, en los tiempos que llamamos brbaros, a base
de valor, sino pulverizando materialmente a la re
taguardia, que es la que, en definitiva; nutre moral
y materialmente a los ejrcitos, considerndose lici
tos todos los medios y procedimientos, si con ellos
se pude lograr la victoria.
Pero antes de entrar de lleno en el tema que in
tentamos desarrollar en estas mal pergeadas lineas,
bueno ser adelarktar, -en compensacin a lo treme
bundo de cuanto hasta ahora se ha expuesto, que
el horizonte tiende a aclrarse y que hay indicios
de una prxima evolucin del concepto clsico de la
guerra, humanizndola. Por motivos nobles y des
interesados o por c9nveniencia...? Esto es lo que he
mos de ver a continuacin.
UN
NUEvO ONEpTO DE LA GuzaRA
La GM II puede considerarse como el conflicto
armado ms cruento y costoso que conociron los
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siglos: sgi.n datos facilitados por el mayor gene
ral W. M. Creasy, en un artculo publicado en la
revista Armed Forces Chemical Journal, ms de 52
millones de persoas fueron muertas o daadas, y
las naciones beligerantes gastaron ms de un trilln
de dlares en armamento y material de guerra;
otros materiales tuvieron un coste inconmensurable.
A lo que hay quq aadir las ingentes sumas emplea
das en la reconstruccin de las naciones destruidas.
Como consecuencia de este desastre, verdadera
mente espantoso, se pens, por fin: hay que evitar a
toda costa que se puedan reproducir los hechos de
la GMII; la viqtoria fue poco provechosa y, econ
micamente, supuso una verdadera derrota para to
dos los beligerantes.
Esto ha hecho que todas las naciones, ante la
eventualidad de un conflicto armado, principalmen
te, como es natural, las que premeditan una agresin
y las que consideran probable ser objeto de- ella,
hayan tenido que considerar seriamente el factor
econmico.
Ahoi-a bien: quin es el posible agresor, el ene
migo en potenia, capaz de desencadenar una tercera
guerra mundial? Sera ingenuo querer ignorarlo:
nuestro posible adversario es definido y cruel, es
cribi el general Stubbs en la citada revista Armed
Forces Chemical Journal.
-
Ahora bien: el posible agresor a quien todos co
nocen es, Lgicamente, el ms interesado en el es
tudio de nuevos medios y mtodos, de nuevas ar
mas que Permitan alcanzar la victoria sin sufrir
como consecuencia el desastre econmico. Y as,
por la -lgica germinacin de las ideas se ha consi
derado ahora, por primera vez, que... los ataques
militares no han de star necesariamente dirigidos
/
a la -destruccin, sino a la ocupacin del territorio
cuo uso precise el ocupante. - -
Se trata, pues, de ocupar el territorio enemigo, y
esto lo ms rpidamente posible y sin producir ms
destrucciones que las estrictamente indispensables,
Cmo conseguirlo? -Si empleamos las armas conven
cionales a base de bombardeos estratgicos con ex
plosivos clsicos, obtendremos destrucciones anlo
gas, y aun., mayores, que la que hemos conocido
como consecuencia de la pasada GM II, destruccio
nes que alcanzaron a la edificacin, ala industria, a
las obras de arte.. y al potencial humano. Mucho
menos solucin eficaz sera el empleo de las armas
atmicas y termonucleares. Pero tampoco sera so
lucin el empleo de los agresivos qumicos o CBR,
si este emJpleo se hace en el concepto errneo que
hasta ahora ha sido norma, o sea, conseguir el m
ximo de bajas -en el menor tiempo posible, ya que
esta solucin, si bien dejara intactos los edificios,
la industria, -etc., destruira algo tan esencial como
es el potencial humano o mano de obra. Esto mis
mo ocurrira si se emplease la recientemente anun
ciada B.- N.: bomba de netrones o rayo de la
muerte.
Habr, pues, que apelar a otros medios; pero cu
les pudieran ser stos, que sin producir tan enormes
destrucciones, sin plantear tan pavorosos problemas
econmicos, hicieran posible, en un corto plazo, la
victoria? Aqu nos enfrentamos con una primera pa-
radoj a, porque la respuesta es que esto slo lo po
dremos conseguir si, racionalmente, eso s, acudimos
a la tan vituperada, la tan injustamente odiada gue
rra qumica, tan temida por todos que es la nica
arma que ha sido puesta fuera de la ley. Parece
que al fin se ha cado en la cuenta de - algo que, in
concebiblemete, no, se haba comprendido hasta
ahora, cegado por el afn clsico de destruir al ene-
- migo a toda costa: el arma qumica es, no slo hu
mana, sino la ms- humana de las hasta ahora co
nocidas.
En tal sentido, las numerosas estadsticas de que
disponemos, correspondientes todas ellas a la GM 1,
jmnica fuente de informacin que poseemos para sa
car consecuencias y enseanzas en esta materia,
arrojan cifras verdaderamente elocuentes. Prome
diando todas ellas se llega a la consecuencia de que
lo que pudiramos llamar ndice de crueldad, o sea
la relacin del nmero de muertos con el nmero
total de bajas fue, para los mal llamados gases,
1/7 aproximadamente del correspondiente a las de-
-
ms armas, por lo que se refiere a mortalidad, y 1/6
para los casos de invalidez permanente.
As, pues, paso a paso, se ha llegado a la conclu
sin, asombrosa para los que desconocan lo que era
verdaderamente la guerra qumica y, por tanto, sus
- posibilidades, de que la nica solucin prctica est
en el empleo de los, agentes CBR (1), en su concepto
moderno, lgico y humano de mnima destruccin,
lo que quiere decir que hay que emplear aquellos
que slo neutralicen al enemigo incapacitndolo du
rante un cierto tiempo. Tales agentes agresivos CBR
no destruyen los medios de produccin, sino que se
dirigen a las personas que los manejan y sostienen,
controlando el grado de sus efectos, lo cual es per
fectamente posible.
Al incapacitar la mano de obra, la industria se
paraliza, limitndose, al menos, gravemente la pro
duccin de guerra, y al faltar, con ello al ejrcito
combatiente las municiones, equipo, medicamentos,
etctera, el colapso final no se har esperar. Es en
tonces el momento de ocupar el territOrio enemigo
y poner en marcha su economa sin gastos por par
te del vencedor, porque no.. es difcil prever que el
-. enemigo ha de considerar oportuno utilizar a los
hombres del pas vencido para la industria, que ha
br encontrado intacta. Y con ello, aunque sin in
tentarlo, sa es la verdad!, se ha llegado a la hu
manizacin de la guerra, al mismo tiempo que se
hace rentable la victoria, que ahora ya no ser un
frial negocio, como hubiera sucedido si hubiramos
empleado las armas, atmicas o convencionales.
Ahora bien: ,quiere esto decir que se pueda des
cartar la posibilidad del empleo de las armas con
vencionales y de las i una futura guerra?
A esto habr que contestar con un rotundo NO. En
primer lugar, puede creer el agresor que un ataque
en masa, por sorpresa, empleando todos los medios
(1) Desde la aparicin de los agentes biolgicosy ra
diolgicos, con posibilidad de aplicacin prctica en la
guerra, no se puede hablar ya de agentes quimicos o de
guerra qumica, ya que los tres tipos: qumicos,biolgicos
y radiolgicos,habrn de emplearse, probablemente, ais
lados o combinados.
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de que dispongaque, evidentemente, sern muchos
y de la mxima eficacia, y contando con una baza
nada despreciable, como es la de actuar sin mira-
mientos ni escrpulos de ninguna clase, empleando
agresivos CBR de la mxima eficacia por su terrible
poder destructor por su espantoso ndice de mor&
lidad, pudiera tener probabilidades de xito. Evi
dentemente, un ataque de este gnero producira
efectos inimaginables. Dice a este respecto el gene
ral Creasy que ((cuando un futuro agresor se en
cuentra con un contrario igual a s mismo en ar
mas; entrenamiento y poder de fuego, y completa
mente igual en la capacidad de responder golpe con
tra golge en la guerra nuclear, ante la inposibili
dad de conseguir mi rpido fuera de combate en una
colisin clsica de fuerzas, no quedara margen para
cualquier consideracin moral o de otra clase en
cuanto al uso de armas CER.
Per sera, en realidad, prcticamente resolutivo
un ataque de este gnero? Casi puede asegurarse que
no, tratndose, como en esta ocasin, de un enemigo
potentemente armado, con el que se ha llegado al
equilibrio de fuerzas y que est, adems, alertado,
por lo que la sorpresa, si cabe, habra de ser muy
relativa, pudiendo asegurarse que la respuesta sera
contundnte y fulminante.
Pero, aun dado por cierto que un ataque atmi
co por parte de un enemigo sin ser ms fuerte en
absoluto, lo fuese en un tomento determinado, tu-
viese xito, ellOsera a costa de tales destrucciones
que pondra al vencedor ante un grave problema
econmico, ya que para sacar partido de lo conquis
tado haba de echar mano de sus propios recursos,
ya muy afectados por la guerra. En tal situacin,
parece que no cabe otra solucin al enemigo que
tratar de conseguir la sorpresa tcnicasta es
siempre posible, empleando los agentes CBR, para
apoyar y facilitar una guerin a. base de las armas
convencionales, empleando sus inagotables reservas
humanas. El temor a las represalias, en definitiva,
puede ser causa de quecomo ocurri con los ga
ses en la ltima guerrano se empleen, al fin, las
tan temidas .armas atmicas, que estn teniendo,
por otra parte, en la guerra fraprimera fase de la
GM lluna eficaz y brillante aplicacin como ar
mas de propaganda terrorfica. De modoalgo pa
recido a lo que ocurri en la GM II con la lnea
Sigfridoqu ya est justificada la existencia de las
armas atmicas por mucho que se haya gastado en su
fabricacin. En conclusin, parece lgico suponer,
a la vista de las consideraciones anteriores, que en
la prxima guerra han de conjugarse adecuadamen
te las armas convencionales, los agentes CBR y,
tal vez, las armas atmicas de empleo tctico, pero
empleando todo ello con el concepto moderno de
mnima destruccin.
Est cmprobado que los soviets se preparan para
este tipo de guerra, es decir, que investigan, fabri
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can, almacenan y organizan, con miras a la posibi
lidad de esta clase de guerra. Sus tropas qumicas
existen en todos los escalones, hasta el Batalln
inclusive, y no es de esperar que tales tropas ten
gan preparacin ni misin meramente defensivas...
Parece que la organizacin de los defensa civil CHE,
es meticulosa y se extiende a todo el pas; la orga
nizacin responsable se llama DOSMT (Sociedad
- de Voluntarios para la cooperacin con el Ejrcito,
la Marina y las Fuerzas Areas), y se le atribuyen
ms de 30 millones de miembros. Fcilmente se de
duce que todo esto no lo hara si no estuviesen con
vencidos, no ya de la posibilidad, sino de la proba
bilidad (por no decir la seguridad) de que las armas
CHE han, de ser empleadas, y como quiera que sa
ben perfectamente que l iniciativa d su empleo no
partir jaziis del lado occidental, la consecuencia
es clara y terminante: la U. E. 5. 5. se propone em
plear las a:rmas CHE en una futura guerra. El pe
ligro que supone un ataque de este gnero, llevado
a cabo sin esorpulos ni cortapisas, no slo puede
equipararse al, de las armas atmicas, las tan te
midas bombas A y H, sino que tal vez sea superior,
no slo por sus efectos, tan insidiosos como terro
rficos, sino por su mayor rendimiento y economa
de empleo. Tampoco debe olvidarse que, por sus ca
ractersticas, pudieran emplearse estos agentes para
facilitar el ataque por sorpresa de que hemos ha
blado anteriLormente, mediante una preparacin pre
via para disminuir la posibilidad de represalia, 0 al
menos su intensidad, mediante sabotajes para lo que
los agentes CHE son muy aptos.
Por tra parte, los rusos no ocultan sus intencio
nes: repetidas veces significadas personalidades po-
ltidas y militares han aseguxado estar preparados
para este tipo de agresin, habiendo puesto de mani
fiesto su intencin de recurrir a ella en una futura
guerra. Esto lo saben los norteamericanos: el gene
ral Trudeau ha dicho: ((la guerra qumica y biol
gica es la parte ms vital de nuestras investigacio
nes)), y en una conferencia (1959), el mayor general
Creasy, jefe der Departamento, Qumico del Ejrci
to, deca: ... trabajamos, no slo para alcanzar ca
pacidad para frenar el empleo por el enemigo de tales armas, .alcanzando la necesaria capacidad para
ello, sino para defendernos...)); y ms adelante:
e... tenemos razones para suponer que ,el esfuerzo
mayor de Rusia sobre sus posibilidades militares se
centra tambin en el campo CHE.))
Consecuencia de todo lo expuesto es la necesi
dad de estar preparados para la guerra CHE; pero
esta preparacin ha de ser no slo para defender
nos, sino para responder adecuadamente a quienes
recurran a tales armas, que nadie puede asegurar
no vayan a ser empleadas con la ms absoluta falta
de escrpulos, pues si tal cosa sucediera y no estu
viramos preparados con antelacin, ello supondra
la derrota inexorable y definitiva, lo que, hoy da, da
das las circunstancias actuales del mundo, supondra
ni ms ni menos que la dasaparicin como nacin
libre durante un perodo de tiempo ilimitado.!
Que muchas naciones han comprendido la mag
nitud del peligro, lo demuestra que trabajan en este
asunto, como nos dicen frecuentemente las noticias
que publica la prensa. Por nq citar ms un caso, el
ms reciente, copiamos literlmente la nota publi
cada en la Gaceta Ilustrada del 25 de mayo lti
mo (1963): ((En Fort Detrick (Marylan) se trabaja en
un nuevo tipo de germen para la guerra bacteriol
gica. No existe en la Naturaleza y podra ser resis
tente a las antibiticos y desinfectantes...)) Esto de
muestra que existe preocupacin general; pero, por
otra parte, puede conoebirse nada ms antinatural,
ms salvaje, que trabajar o verse, obligado a tra
bajar, que es la realidad, en contrarrestar los es
fuerzos y los xitos logrados por otros hombres que
han conseguido reducir la mortalidad y hacer ms
feliz la vida de sus semejantes? Porque el inconve
niente de los agentes CHE es que, segn quien les
emplee, pueden ser armas humanitarias y lgicas,
o bien armas de exterminio y desolacirL.
EVOLUCIN
DEL CONCEPTO DE GUERRA QUMICA
Si bien es verdad que la agresin qumica se prac
tic en la antigedad, tratndose ms bien de sim
ples balbuceos espordicos, fue la GM 1 la que ini
ci y sancion este tipo de agresin, y es a partir
de entonces que puede hablarse de guerra ,qumica,
unque esta vez tampoco fuese, en verdad, de gran
des proporciones.
Sabido es que la guerra ,qumica surgi como me-
Equipo de campaa de la lnf&nseria del actual Ejrcito ale
mn. (De la publicacin suiza Der Schweizer Soldal.)
t
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dio para romper el equilibrio a que se haba llegado
a principios del ao 1915,al estabilizarse los frentes
de combate. Despus de la guerra prosiguieron los
estudios sobre agresivos, facilitados por el notable
progreso que experiment la ciencia qumica en ge
neral, principalmente la qumica orgnica, que es la
que realmente interesa en este caso. El primer agen
te qumico empleado como agresivo por los alema
nes, que son, bomo hemos de ver, los que siempre
llevaron la inicaitiva en este terreno, fue el doro,
en un ataque llevado a cabo en el frente de Yprs
(28-4-1915), cuyo xito, plenamente satisfactorio, no
fue explotado por falta de preparacin, y slo a esto
puede ahacarse el no haber, obtenido resultados
prcticos, todo ello a causa, sin duda, de la falta de
confianzaque, en un principio, debi tener el man
doalemn en este tipo de agresin. Reaccion la de
fensa con la mxima rapidez y pronto la mscara era
una realidad, con lo que, logrado as el equllibrio qu
mico, hubo de recurrirse a otro tipo de agresivo para
recuperar la iniciativa. Se buscaron eitonces otras
sustancias que, siendo de fcil manejo, fuesen al mis
mo tiempo de la mxima toxicidad y coii las mni
mas probabilidades de defensa, y as surgieron los
agresivos vesicantes, cuya peligrosidad se basa
principalmente en su notable persistencia. Fueron
empleados por primera vez (Iperita), tambin por
los alemanes, en la noche del da 12 de junio de 1917
en el frente de Yprs. Con estos agresivos se ini-,
cia una nueva fase en la evolucin de la guerra qu
mica, y como que la defensa de ellos es difcil, se
hizo a base del contraataque con los mismos agre
sivos, con tanta rapidez, que los alemanes fueron,
a su vez, sorprendidos. Y con esto llegamos nue
vamente al tan clsico equilibrio entre los medios
de, .ataque y defensa, equilibrio que, an hoy, sub
siste. Estos agresivos siguen siendo una seria ame
naza para el porvenir, puesto que, perfeccionados
ya, sin duda alguna, y con los importantes medios
de diseminacin, de que ho se dispone, pueden
constituir un arma terrible, llegado el caso. La nica
proteccin eficaz consiste en vestidos adecuados, pero
su elevado coste y la disminucin que con ello ex
perimenta el combatiente en su eficacia, no permiten
generalizar su empleo, que se reserva exclusivamen
te para .el personal especializado.
Verdad es que no se emplearon los agresios qu
micos en la GM II, probablemente por temor a la
represalia; pero est comprobado que los beligeran
tes estaban preparados para la guerra qumica y
-
bontaban con grandes cantidades de agresivos, prin
cipalmente los alemanesque siguen con la iniciati
va qumica, quienes posean, segn se comprob
al final de la guerra, un nuevo tipo de agresivoelos
gases nerviososque marcan el comienzo de una
tercera fase en la evolucin que estudiamos. Tales
agresivos, conocidos tambin con el nombre de an
ticolestersticos,,, son de una tremenda eficacia, ya
que bastan pocas gotas para producir ,la muerte
en pocos ,minutos. Parece ser que ya se cuenta in
dependiente de la atropina, que empleada en mo
mento oportuno es bastante eficaz; con medios para
contrarrestar los efectos de este nuevo agresivo;
,pero, aun as, tales efectos seran muy serios por
mltiples circunstancias que se ponen, como en el
cas de los vesicantes, a una defensa eficaz, y si fue
sen empleados contra un enemigo con escasa o de
fectuosa preparacin defensiva, el resultado sera sen
cillamente espantoso
j
seguramente superior, por lo
que se refiere al hombre, al causado por las armas
atmicas. Un solo avin con una carga de seis a
siete toneladas de agresivos es suficiente para con
taminar una zona de 250 kilmetros cuadrados, se
gn se ha calculado, prestndose, por otra, parte,
perfectamente a ser emitidos en forma de nieblas
o aerosoles.
Hoy se trabaj a con gases que son precisamente
los que constituyen la atmsfera y contra los cuales
la defensa es ms dirfcil. As, el argn 41Istopo
del argn naturales el prototipo de esos gases. Se
gn datos de procedencia extranjera, un ataque
areo con este gas podra exterminar varios millo
nes de personas.
Tampoco debe dejar de considerarse que los agre
sivos CBR pudieran combinarse entre s, constitu
yendo una bomba o proyectil de efectos tan insidio
sos como terribles, y que, ms an, podra simulta
nearse un ataque de est gnero con otro atmico..
-
Vemos, pues, que los agresivos qumicos han evo
lucionado, en armona y cumplimiento del concepto
bsico primordial de las armas de guerra en gene
ral: suprimir rpidamente el mayor nmero posible
de combatientes o, por mejor decir, de semejantes,
y as, se ha pasado rpidamente desde los sofocantes,
prcticamente inofensivos ya, hasta la trgica per
feccirt de los citados gases nerviosos, concebidos
como verdaderos !nsecticidas del gnero humano.
Meditese, pues, si es o ho urgente y necesario pre
pararse para evitar, o al menos neutralizar, la agre
sin mediante una adecuada organizacin ofensivo-
defensiva, teniendo en cuenta lo que un arma as
representa en manos de hombres vesnicos y sin
escrpulos, que en cualquier momento pueden lle
var a la prctica este criminal procedimiento de lu
cha, lo tjue, por otra parte, no se contrarrestara
con una actitud defensiva, por muy eficaz que sta
fuese, sino con un ataque del mismo gnro, de la
mxima potencia y eficacia. Tu vez el solo conoci
miento ,de tales decisiones pudiera evitar el ataque,
como sucedi en la GM II.
Pero si descartamos la posibilidad del empleo de
tales medios, por inhumanos y, lo que es an ms
importante y convincente, por no ser resolutivos, lo
que quiere dcir que el primero que los emplee ha
br de sufrir duras represalias.., hemos llgado a la
cuarta fase de la guerra qumica, con la aparicin
de los agentes qumicos de mnima destruccin,
que son los que neutralizan sin matar, fase que, se
gn los datos que se poseen, puede asegurarse que
ha empezado ya, ms an, que est en pleno desa
rrollo, lo que hace que el pesimismo vaya cediendo
el piso a la esperanza de llegar, por fin, a un cap
tulo ms humano en la historia de la guerra.
En definitiva, el ciclo evolutivo ha consistido en
atacar inicialmente el aparato respiratprio (agresi
vos sofocantes) y, sucesivamente, la piel (vesican
tes), el sistema nervioso y, por ltimo, el cerebro,
que xo se olvide que un arma tal, como todas las
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dems, tiene un valor distinto, segn quien la em
plea y segn con qu concepto se emplea, y que, en
consecuencia, puede ser un arma criminal o un arma
humana, lgica y racional.
GUERRA PSICOQUMICA
Hemos viLsto cmo, por consideraciones de tipo
crematstico, que ha sido preciso -tener en cuenta
dado el resultado econmicamente catastrfico que
para vencedores y vencidos tuvo la GM II, ms que
por consideraciones de tipo humanitario, ha habido
que modificar el concepto que presidi siempre la in
vestigacin de las armas, rectfficndolo -en el sentido
de no perseguir como hasta ahora, como meta ideal,
el arma que produzca el mximo de muertes y des
trucciones, sino algo ms realista y por carambola
ms humano, que es tratar de encontrar el arma
que permita ganar la guerra a costa del mnimo de
prdidas humanas y materiales. -
El genio indiscutible de Napolen prevea ya este
nuevo concepto de la guerra cuando deca en Santa
Elena: Las victorias se obtendrn algn da sin
caones ni bayonetas; y ms recientemente el co
ronel Robe:rt, francs, dijo en 1919: Despus de
todo, si hay que recurrir a la guerra, el tipo ideal
sera, desde luego, una guerra qumica, en la que el
gas zusado actuara como anestsico por un perodo
de tiempo suficiente para hacer prisionero al ene
migo, persuadindole de que se atenga a razones.
Seguramente no hay nada de inhumano en sesto y
n deja de ser guerra qumica.
Esto nos dice que hubo quien- comprendi perfec-.
tamente lo que la guerra qumica significaba y los
peligros a que poda conducir un falso concepto de
la misma. Fue ste, el coronel Robert, el pionero,
el verdadero precursor de la guerra psicoqumica y
el primero que tuvo una visin clara, un concepto
lgico, de 1, que poda y deba ser la tan odiada
como incomprendida guerra qumica.
Las primeras noticias de los agentes psicoqulmi
cos nos llegan de los Estados Unidos: el anterior-
ment citado general Trudeau, jefe del Departamen
to de Investigaciones del Ejrcito, dijo en un ar
tculo: Por otra parte, recientes experimentos con
gases no letales han demostrado la existencia de
agentes que incapacitan sin matar y sin dejar efec
tos nocivos posteriores sobre el hombre, lo que, evi
dentemente, es, un medio magnfico de tomar obje
tivos sin destruir edificios, puentes, obras de, arte...
Asimismo, el entonces secretario del Ejrcito,
W. S. Bruener, dijo en uno de sus discursos: El
Ejrcito est haciendo su mayor esfuerzo en mate
ria de agentes txicos para la defensa nacional.
Recientemente se ha notado mucho inters pblico
sobre el posible empleo de agentes qumicos que no
producen muertes, ni heridas, ni lesiones permanen
tes, sino incapacitacin temporal fsica o mental.
Aunque estos agentes tienen sus limitaciones, se pr
senta- la posibilidad de un nuevo concepto de la gue
rra, en el que nosotros debemos desarrollar una
labor adecuada. Sabemos que los soviets muestran
un sealado inters en los agentes que producen in
capacidad.
Esto ltimo es, a simple vista, verdaderamente pa
rdjico, pero hay que considerarlo seriamente, y al
hacerlo as, slo es lgica una consecuencia:, no pu
diendo concebir el humanitarismo en- quienes care
cn de tales sentimientos, forzoso ser pensar que
el empleo de tales agentes lleva consigo enormes
ventaj as.
Lo dicho casi basta para definir lo que es la gue
rra psicoqumica, y para darnos cuenta del estado
actual de l cuestin en los dos pases que ms in
teresan por si potente y eficaz preparacin para la
guerra.
Es indudable que se preparan para la guerra psico
qumica, tanto la U. R. S. S. como los Estados TJni
- dos: los primeros llevan ya aos buscando todo
tipo de agresivos para la guerra CBR, segn dice
el general Stubbs; y respecto a los Estados Unidos,
aparte de las manifestaciones de sus ms destacadas
perso