Revista Heraldos del Evangelio 31 2006

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  • 7/21/2019 Revista Heraldos del Evangelio 31 2006

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    Salvadme ReinaFebrero 2006 N 31 / Revista informativa de la Asociacin Cultural Salvadme Reina de Ftima / www.salvadmereina.or

    ...que os amis unos

    a otros( Jn 15, 17)

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    Oh, Roma EternaEn 1950, Po XII dispuso que la Marcha Pontificia

    creada por Gounod se convirtiera en el Himno Oficial

    del Vaticano. Como tributo a la Ctedra de Pedro,

    cuya fiesta conmemora la Liturgia el 22 de este mes,

    ofrecemos a los lectores la letra del vibrante Himno.

    Oh, Roma Eterna de mrtires y santos,oh, Roma Eterna, acoge nuestros cantos!

    Gloria en lo alto al Dios de majestad,paz en la tierra, justicia y caridad.

    A ti corremos, Anglico Pastor,en ti vemos al Dulce Redentor.La voz de Pedro en la tuya el mundo escucha,fuerza y escudo de quien combate y lucha.No vencern las puertas del infierno;s la verdad, el dulce amor fraterno.

    Salve, salve Roma,es eterna tu historia,cntanos tu gloria

    monumentos y altares.Roma de los apstoles,Madre y Luz de la verdad,Roma, toda Cristiandad,el mundo espera en ti.

    Salve, salve Roma,tu sol no tiene poniente,

    vence refulgentetodo error y todo mal.Salve, Santo Padre,

    vivas tanto o ms que Pedro!Baje cual miel de la roca

    la bendicin papal.

    (Versin en espaol de los Heraldosdel Evangelio, a partir de laversin compuesta porDom Marcos Barbosa OSB)

    Imagen de la Baslica de sanPedro revestida con las insigniaspontificales para la fiesta de san

    Pedro y san Pablo.

    V

    ictor

    Ton

    iolo

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    Los Heraldos viven alegres, animados y serenos, con la esperanzade llevar la buena nueva del Evangelio a sus hermanos de

    todo el pas (ver pp. 30-31)

    Nmero31Febrero2006

    ...queosamisunosaotros(Jn15,17)

    SalvadmeReina

    Febrero2006N31/RevistainformativadelaAsociacinCulturalSalvadmeReinadeFtima/www.salvadmereina.org

    ...queosamisunosaotros(Jn15,17)

    Salvadme Reina

    Peridico de la Asociacin CulturalSalvadme Reina de Ftima

    Ao IV, nmero 31, febrero 2006

    Director Responsable:Eduardo Caballero Baza

    Redaccin y AdministracinC/ Cinca, 17

    28002 MadridR.N.A., N 164.671

    Dep. Legal: M-40.836- 1999

    [email protected]

    Con la Colaboracin de la Asociacin In-ternacional Privada de Fieles Derecho

    Pontificio Heraldos del Evangelio

    Consejo de Redaccin:Guy Gabriel de Ridder, Juliane Vasconce-los A. Campos, Luis Alberto Blanco Cor-

    ts, Mariana Morazzani Arriz, SeverianoAntonio de Oliveira

    En Espaa:C/ Cinca, 17

    28002 MadridTel. sede operativa 902 199 044

    Fax: 902 199 046

    Montaje:Equipo de arte grfica de

    los Heraldos del Evangelio

    Imprime:Istituto Veneto di Arti Grafiche

    Los artculos de esta revista podrn ser reproducidos,indicando su fuente y enviando una copia a la redaccin.

    El contenido de los artculos es responsabilidadde los respectivos autores

    Sumario

    Escriben los lectores ....................................................................................................... 4

    Editorial: El apostolado laico ....................................................................................... 5

    Comentario al Evangelio: Puede el hombre perdonar los pecados? ........................ 6

    Confesar en nombre del Santo Padre .......................................................................... 12

    Urbi et Orbi .................................................................................................................. 15

    La voz del Papa: La correcta lectura del Concilio Vaticano II ................................ 16

    Como nosotros perdonamos ........................................................................................ 20

    Admiracin, belleza y reforma de la Iglesia ............................................................. 23

    Heraldos en el mundo .................................................................................................. 26

    Diversidad de dones y un solo Seor ......................................................................... 32

    La Eucarista nos une a Cristo y nos transforma en l ........................................... 35

    El mudo pez predica la devocin de la Eucarista .................................................... 38

    La Edad Media no muri ... ......................................................................................... 40

    Sucedi en el Iglesia y en el mundo ............................................................................ 42

    Buscaba empleo y encontr una madre ..................................................................... 46

    Los santos de cada da ................................................................................................. 48Tpicamente brasileo ................................................................................................. 50

    Eric

    Sa

    las

    Vare

    la

    Heraldos llevanla Imagen

    Peregrina decasa en casa

    (Foto: CatsumassaSakurata)

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    ESCRIBENLOSLECTORES

    4 Heraldos del EvangelioFebrero 2006Febrero 20062006

    DELASMEJORESREVISTASCATLICASDELAACTUALIDAD

    Permtame expresar la ms alta ysincera alegra por haber descubier-to la revista Heraldos del Evange-lio, que es un resumen de las exce-lencias de los propios Heraldos: pri-morosa, fiel, buena redaccin, im-presin esplndida, contenido se-lecto, actual, oportuna y al alcancede todos.

    Ya emprend una campaa de di-vulgacin de la revista de los Heral-dos en la iglesia y en contactos per-sonales, seguro de estar indicandouna de las mejores revistas catlicasde la actualidad.

    Mons. Raymundo Jos FernandesCapelln de la Casa del Pobre

    Fortaleza, Brasil

    AGRADABLESORPRESADEMARA

    Me llevo una gran alegra ca-da vez que recibo la revista de losHeraldos del Evangelio. Se trata deuna agradable sorpresa de Mara,que viene a mi encuentro por me-dio de la riqueza de esta revista.

    Quiero agradecer a todos los He-raldos porque son un testimonio v-lido, y su dedicacin proviene sinduda alguna de Jess con Mara.La revista es rica en espiritualidad,teologa e informaciones.

    Maria G.Cagliari, Italia

    SIEMPREPORTADORADECULTURAYDEFE

    Gracias por la dedicacin de lasuntuosa revista, siempre portadorade cultura y de fe. Prosigan. Uste-des lograron poner la imagen de la

    Virgen Santa para que todo Brasilpobres, ricos, intelectuales, poe-tas todos se rindan a este caminarde fe. Prosigan, es una bendicin deMara. Soy profesora de pintura y

    tcnica de murales.Gilda Reis Neto

    Rio de Janeiro, Brasil

    FIELALMAGISTERIOYALASESCRITURAS

    Agradezco la excelente revis-ta Heraldos del Evangelio. Me hesuscrito a 15 publicaciones catli-cas, pero esta es COMPLETA

    Adems de FIEL al Magisterio y alas Escrituras. Es un bao de espi-

    ritualidad que recibo todos los me-ses. Felicitaciones y muy agradeci-da!

    Myriam Callado ScipioniJoinville, Brasil

    COMUNICALASVERDADESDELAFE

    Les agradezco el envo de la re-vista. Felicidades por la edicin, he-cha con cario, para comunicar las

    verdades de la fe. La revista es lo

    ms precioso que he visto. A partirdel momento en que empec a leer-la, me di cuenta del regalo que esta-ba llegando a mi casa. Me sent muyfeliz y muy emocionada.

    Edna Ferreira de AquinoCongonhas, Brasil

    MENSAJEDEPAZ,FUERZAYALEGRA

    Quiero seguir siendo suscrip-tor de esta revista. Es un hermoso

    mensaje que nos trae una paz in-mensa. Los artculos e ilustracionesno podran ser ms adecuados pa-ra el momento que atraviesan Bra-sil y el mundo, puesto que nos lle-nan de alegra y fuerza el corazn,adems de hacernos sentir la pre-sencia de la Virgen Mara en nues-tras vidas. No quiero quedarme sin

    esta maravillosa revista, que me datanta paz.

    Marly de Mores MouratoRio de Janeiro, Brasil

    HACEPARTEDEMIFAMILIA

    Me gustara renovar mi suscrip-cin porque la revista hace parte demi familia. Est cada vez mejor encontenido y presentacin, comuni-cando consejos maravillosos, quenos ayudan a crecer espiritualmen-te. Es una revista insustituible!

    Maria de Barros VasquesSorocaba, So Paulo

    MEENSEAASERCATLICA

    Me hizo muy feliz suscribirme ala revista de los Heraldos. Me en-sea a ser catlica apostlica verda-dera. El primer editorial que le mehizo aproximarme ms a Dios.

    Albertiza GermanoFortaleza, Brasil

    AGRADECIMIENTO ESPECIALESALPADREJOO

    Quiero agradecer especialmen-te las palabras del Padre Joo Cl

    en su artculo Seris como dioses.Me encant! Verdaderamente hedisfrutado al mximo lo que nos di-

    jo. Doy gracias a Dios por la bon-dad que manifest a todos.

    Ricardo Prez-OlageValencia, Espaa

    ENSEAANODESANIMARSE

    Quiero felicitarlos por las bell-simas revistas. La del mes de sep-tiembre me atrajo mucho, me fas-

    cin la contraportada, una hermo-sa imagen de la Virgen de Ftima.Qued paralizado admirando losojos de Mara! Qu fantstico! Larevista nos ensea a no desanimar-nos, a no desistir. Nos ensea a serfelices!

    Pedro Andreasipor e-mail

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    Editorial

    EL

    APOSTOLADO

    LAICO

    E

    Febrero 20062006Heraldos del Evangelio 5

    l Concilio Vaticano II supo encarar el cambio de los tiempos y la ne-cesidad en la Iglesia de enfrentar los desafos planteados por la ex-

    plosin demogrfica en muchas naciones, en contraste al control denatalidad en otras, el progreso cientfico y tecnolgico, el adelantode las comunicaciones y muchas otras novedades inimaginables ha-

    ce algunos decenios, y que han hecho muy diferente al mundo actual de cualquie-ra otra era histrica.

    En su DecretoApostolicam actuositatem, el Concilio alert sobre los nue-vos problemas que acarreaban tales transformaciones, con evidentes reflejossobre la misin de la Iglesia. Mxime cuando la autonoma de muchos sectores

    de la vida humana, como es justo, aument, a veces con cierto distanciamiento delorden tico y religioso, y con grave riesgo para la vida cristiana. Y adverta: Ennuestro tiempo surgen nuevos problemas y se difunden gravsimos errores que ame-nazan con subvertir la religin, el orden moral y la propia sociedad humana.

    Cuarenta aos despus, la sociedad est vacindose gradualmente de Diosy de Cristo, rodando cuesta abajo hacia el relativismo moral y la corrupcin,radicalizados por un desenfrenado hedonismo.

    El Viernes Santo de 2005 reson en el mundo esta advertencia de quien en-tonces era cardenal y hoy es el Papa Benedicto XVI: La cristiandad, como can-

    sndose de tener fe, ha abandonado al Seor: las grandes ideologas y la superficiali-dad del hombre que ya no cree en nada y se deja llevar simplemente por la corriente,han creado un nuevo paganismo, un paganismo peor [que el antiguo] que, querien-do olvidar definitivamente a Dios, ha terminado por desentenderse del hombre. Elhombre, pues, est sumido en la tierra..

    Este mal, que no tiene miramientos con clase social, ambiente o nacin al-guna, ha ido desvaneciendo la sensibilidad moral y haciendo desaparecer el

    concepto mismo de pecado, la nocin de arrepentimiento y el valor del pesode conciencia. En suma, hoy se vive como si Dios no existiera. Las estadsti-cas no hacen ms que confirmar esta realidad: el porcentaje de fieles que fre-cuentan la misa de domingo y los sacramentos disminuye a ritmo acelerado.

    Frente a esta situacin, tenemos derecho a quedarnos parados? Qu es-pera Dios de nosotros?

    La exhortacin final de la Apostolicam actuositatemnos da la respuesta,convocndonos a un gran esfuerzo de evangelizacin: El sagrado Concilio pi-

    de encarecidamente en el Seor a todos los laicos que respondan con voluntaddecidida, nimo generoso y corazn dispuesto a la voz de Cristo que en esta ho-ra los invita con mayor insistencia y al impulso del Espritu Santo. Que particu-larmente los ms jvenes tomen este llamamiento como dirigido a ellos, y lo reci-

    ban con alegra y magnanimidad.La quinta palabra de Jess en su agona en el Calvario, tengo sed, era yauna convocatoria dirigida a todos los laicos, hacindose an ms apremiante ennuestra poca. El Salvador tiene sed de almas, quiere la conversin de todos.

    El Concilio Vaticano II se hizo eco de la voz del Divino Maestro y nos re-cuerda que en las circunstancias actuales la Iglesia necesita ms que nuncaa los apstoles laicos. Las almas de nuestros hermanos claman por nosotros;muchas de ellas corren el riesgo de perecer si no atendemos este llamamiento.

    Seamos generosos y digamos nuestro s!. De este modo llevaremos a laprctica el sublime mandamiento del Seor: que os amis unos a otros(Jn15, 17).

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    P. Joo Scognamiglio Cl DiasPresidente General

    Perdemos con

    facilidad la nocin

    de la grandeza

    del perdn que

    recibimos a travs

    de la confesin

    6 Heraldos del EvangelioFebrero 2006Febrero 20062006

    COMENTARIOALEVANGELIO VII DOMINGODETIEMPOORDINARIO

    Puede el hombre perdonar los pecados?Qu es ms difcil: perdonar los pecados o curar un

    paraltico? El interesante dilema propuesto por Jess en el

    Evangelio que comentamos hoy nos muestra la grandeza y

    eficacia del Sacramento de la Reconciliacin.

    I INTRODUCCINAssueta vilescunt, se dice en la-

    tn. O sea, el uso frecuente de algo ca-si siempre acaba por desgastarlo, no

    importa la magnitud del objeto usa-do ni su sustancia. Por ejemplo, nadaparece ms trivial que el curso diariodel sol, y no obstante, san Agustn loconsidera uno de los milagros natura-les de Dios.

    Ni los mismos milagros sobrenatu-rales rehuyen esta regla. Harn casidos mil aos que el Sacramento de laConfesin est a disposicin de cual-quier penitente, y pese a todo, perde-mos con facilidad la nocin de la mis-

    teriosa grandeza del perdn que re-cibimos por su intermedio. La pro-pia nocin de la gravedad del peca-do se debilita fcilmente si nuestra vi-gilancia y nuestra vida de piedad sonpracticadas de modo insuficiente. Ypuede que recibamos un convite pa-ra aceptar panoramas sobrenaturalesinditos con fe ntegra, justo despusde haber elaborado sofismas que jus-tifiquen nuestra permanencia en el

    llaron un sistema doctrinal y tico almargen de la verdadera ortodoxia.

    Ahora bien, Jess, que quera lasalvacin de todos e incluso de los es-

    cribas, les demostrar que l esCris-to, entrando divinamente en su pen-samiento, perdonando pecados co-mo Dios y como hombre, adems decomprobar su poder con un impre-sionante milagro.

    Cul fue la reaccin de la multi-tud presente y de los propios escribas?La Liturgia de hoy nos responder.

    San Mateo (9, 2-8) y san Lucas(5, 18-26) tambin cuentan el mismoepisodio. Pese a diferencias cronol-

    gicas Lucas y Marcos sitan los he-chos en la poca en que las autorida-des judas empiezan sus ataques a Je-ss los tres se empean en transmi-tir el gran objetivo del Seor, es de-cir, la prueba de su poder para per-donar los pecados.

    De los tres narradores, san Mar-cos, como suele suceder, es quien da-r ms vida a los colores de su pre-sentacin.

    vicio. En tal caso, es difcil reaccionarcon toda rectitud.

    Estos presupuestos explican de al-guna forma la conducta de los escri-

    bas que seala el Evangelio de hoy.Educados en escuelas serias, ellosconocan las seales precedentes e

    indicadoras de la aparicin del Me-sas, e incluso de su propio nacimien-to1. Pero no slo se haba vuelto frgilla fe de los doctores de la Ley, sinoque, peor an, stos haban amolda-do todas las enseanzas aprendidas asus conveniencias egostas. Desarro-

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    Febrero 20062006Heraldos del Evangelio 7

    1Pasados unos das, entr de nuevo en Cafarnam,y se corri la voz de que estaba en casa. 2Se junta-ron tantos que no caban ni delante de la puerta, yl les anunciaba la Palabra. 3Vinieron entonces a

    traerle un paraltico, que era llevado entre cuatro.4Y como no podan acercrselo a causa del gen-to, levantaron la techumbre por encima de don-de Jess estaba, y haciendo un agujero descolgaronla camilla donde yaca el paraltico. 5Viendo Jessla fe de esos hombres, dijo al paraltico: Hijo, tuspecados te son perdonados.6Unos escribas que all estaban sentados pensa-ban para sus adentros: 7Cmo ste habla as?Blasfema! Quin puede perdonar pecados, si-

    no slo Dios? 8Pero al instante, conociendo Je-ss en su espritu lo que ellos discurran en suinterior, les dijo: Por qu pensis as en vues-tros corazones? 9Qu es ms fcil, decir al pa-

    raltico: Tus pecados te son perdonados, o de-cir: Levntate, toma tu camilla y vete? 10Puespara que sepis que el Hijo del hombre tiene po-der en la tierra para perdonar los pecados ledice al paraltico, 11yo te digo: Levntate, to-ma tu camilla y vete a tu casa. 12Se levant y,tomando luego la camilla, sali a la vista de to-dos, de manera que todos se maravillaron, yglorificaban a Dios diciendo: Jams vimos co-sa igual. (Mc 2, 1-12)

    a EVANGELIO: CURACINDEUNPARALTICOA

    II COMENTARIOALEVANGELIO

    1Pasados unos das, entr de nue-vo en Cafarnam, y se corri lavoz de que estaba en casa.

    Maldonado2 opina que Jess de-bi entrar de noche y en forma muy

    discreta a la ciudad, sabindolo tanslo los discpulos y nadie ms, a finde poder descansar. Vano intento,pues la noticia de su llegada corri enla ciudad.

    Probablemente se trataba de la ca-sa de Pedro, y no se puede descartarla hiptesis de que la noticia la haya

    esparcido algn amigo o hasta algnpariente suyo. No es fcil hacer pasardesapercibida la presencia de Jess,una vez que la propia virtud partici-pada la de los santos no puede sersofocada por nadie.

    El perodo de ausencia de Cafar-nam no fue de tan slo unos das,

    Curacin del paraltico de Cafarnam (Baslica de san Marcos, Venecia)

    Scala

    Arc

    hives

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    Tanto apreci

    Cristo la fe de los

    portadores, que

    perdon los pecados

    del paraltico a

    causa de la fe de

    esos hombres

    Febrero 20062006Heraldos del Evangelio 9

    para atravesarla, y otros regaandoa medida que se aglomeran todavams. Intuitivos como son esos pue-blos, los cargadores y acompaan-tes dieron por hecho que sus artesdiplomticas seran intiles. Desis-

    tieron de usar el camino normal pa-ra la entrada y se lanzaron a unaaventura tambin muy caractersti-ca de esas tierras.

    Las casas judas de tiempos me-sinicos tenan un solo piso, con unaterraza a manera de tejado, o unacubierta fabricada a partir de barro

    y fibras vegetales, suficiente para re-sistir la intemperie y permitir a la fa-milia usarla en noches de verano. Seacceda a ella por alguno de los cos-

    tados de la casa, a travs de una es-calera fija. Los portadores de la ca-milla del paraltico, al parecer sinmayores riesgos para los que se ha-llaban en la sala, separaron las ra-mas de la argamasa, abriendo un bo-quete en el techo.

    Este hermoso y atrevido gestonos permite entender la realidad delaxioma de santa Teresita: Para elamor no hay imposibles. Aquello,en verdad, simbolizaba el verdadero

    celo apostlico. As debe ser nuestrafe y nuestro empeo en el cuidadode las almas, sin dejarse vencer porobstculo alguno. Por otra parte, elmismo episodio muestra cunto de-sea Jess que la salvacin de unossea obrada por el auxilio de otros.Es la imagen de la importancia delapostolado colateral.

    Podemos hacernos una idea delasombro de los circundantes, apia-dos en torno a Nuestro Seor, al dar-

    se cuenta que el techo se abra. Pol-vareda, ruido, sorpresa! De repente,una camilla empieza a bajar median-te cuerdas y, por fin, el pobre paralti-co aterriza, obligndolos a apartarse

    y comprimirse.

    5Viendo Jess la fe de esos hom-

    bres, dijo al paraltico: Hijo, tus

    pecados te son perdonados.

    En vista de la famade los innumerables mi-lagros realizados porJess, evidentementetodos los presentes es-peraban la curacin in-

    mediata de aquel para-ltico. Es fcil suponerque baj con una ex-presin de splica, cau-sando lstima. Bastarala presencia de algunasmujeres, dotadas con eladmirable instinto ma-ternal para crear un cli-ma de conmiserado sus-penso.Si cualquiera deellas fuera taumaturga,

    hara con que el paral-tico se levantase de in-mediato.

    La perplejidad sus-citada por las palabrasdel Divino Maestro enunos y otros fue inten-cional, por varias razo-nes. Jess deja muy en claro quelos problemas del alma importanms que los del cuerpo. Adems,como ya dijimos, exista entre los

    judos la fuerte creencia de que lasenfermedades eran fruto de los pe-

    daba alguna relacin con proble-mas morales, aunque no podemosresponder afirmativa ni negativa-mente. Pecados, no obstante, s de-

    ba tener, pues la frase del Seorresulta inequvoca. Hasta se pue-de admitir que estuviera profunda-mente arrepentido, como lo com-prueba el afectuoso trato que reci-be: Hijo, confa.

    Es muy interesante la opinin deMaldonado sobre la fe de esos hom-

    bres:De este paraltico hemos de pensar

    que tendra no menor fe que aquellosque le llevaban; pero se dice que Cristo

    le perdona los pecados por la fe de suscamilleros, porque apreci tanto la fede aquellos buenos hombres, que auncuando el paraltico no la hubiera teni-

    do cual convena, sin embargo, por res-peto a la fe de sus portadores, Cristo lehubiera perdonado5.

    Tambin hay algunos comentaris-tas, como san Juan Crisstomo, quepiensan que Jess pudo querer darcabida a una reaccin de los fariseos,

    Yo, el Seor, sondeo el corazn, examino laconciencia (pintura de Giovanni Bellini, Museo

    de El Prado, Madrid)

    cados propios o de los pecados deantepasados4. Hubo ocasiones enque Jess, despus del milagro, re-comend a los beneficiados: No

    vuelvas a pecar, para que no lessucedieran males peores. En el ca-so concreto de este paraltico, cabepreguntar si su estado fsico guar-

    S e r g

    i o H o

    l l m

    a n n

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    Nuestros

    pensamientos,

    anhelos y angustias

    son seguidos pornuestro Redentor

    a cada momento

    10 Heraldos del EvangelioFebrero 2006Febrero 20062006

    valindose de ese pretexto para hacerpatente su divinidad.

    El Seor que escudrialos corazones

    6Unos escribas que all estaban

    sentados pensaban para sus aden-tros: 7Cmo ste habla as?Blasfema! Quin puede perdo-nar pecados, sino slo Dios?

    Como doctores de la Ley, esos es-cribas saban que slo a Dios compe-te perdonar los pecados, como estdicho en la Escritura: Soy yo, soy yo

    quien por amor de m borro tus peca-dos y no me acuerdo ms de tus rebel-das(Is 43, 25). Saban tambin que

    ningn juez poda arrogarse la facul-tad de perdonar cualquier pecado,pues ste consiste en una ofensa a unSer infinito, eterno, etc., y quien locomete contrae una culpa igualmen-te infinita.

    Quien afirmara pblicamente sucapacidad para perdonar los peca-dos proferira una blasfemia, al que-rer casi usurpar el trono de Dios. Laley mosaica sentenciaba al blasfema-dor a morir apedreado6, y los testi-

    gos deban comenzar por rasgar susvestiduras. Con este pensamiento,los escribas evidentemente precipi-taran la condena de Jess a la pe-na capital. No podemos olvidar quetal vez fueran stos los fariseos quehaban presenciado la proclamacindel Precursor: He ah el Cordero de

    Dios, que quita el pecado del mundo(Jn 1, 29).

    8Pero al instante, conociendo Je-

    ss en su espritu lo que ellos dis-curran en su interior, les dijo:Por qu pensis as en vuestroscorazones?

    Aqu hay una prueba ms de la di-vinidad de Jesucristo. Las Escriturasson ricas en afirmaciones al respectode cmo el Seor escudria los co-

    razones de todos y penetra todos losdesignios y todos los pensamientos

    (1 Par 28, 9). Dice Dios a Jeremas:Yo, el Seor, sondeo el corazn, exa-

    mino la conciencia(17, 10).Conforme narra el evangelista,

    los fariseos nada haban dicho en esaocasin, se trataba de puros pensa-

    mientos. El solo hecho de ver que Je-ss discerna con tanta precisin elinterior de las almas habra sido sufi-ciente para que creyeran en la divini-dad del Mesas.

    prueba la eficacia de estas palabras,porque no hay elementos para co-rroborar si de hecho los pecados fue-ron perdonados o no. Todo lo contra-rio que con el gesto de levantarse; eneste ltimo caso, la prueba es inme-

    diata. Se puede imaginar fcilmentelo que ocurrira si despus de dar laorden, el paraltico no se moviera desu litera

    Por fin, como los judos crean enun vnculo entre pecado y enferme-dad, al ser curada la parlisis forzo-samente el enfermo estara exento desus pecados.

    10Pues para que sepis que el Hijodel hombre tiene poder en la tie-

    rra para perdonar los pecados le dice al paraltico, 11yo te digo:Levntate, toma tu camilla y ve-te a tu casa.

    Sobre estos versculos abundan loscomentarios de los ms variados mati-ces. Maldonado, sin embargo, parecemejor inspirado en sus observaciones.El exgeta nota que Jess no se llama s mismo Hijo de Dios sino Hi-

    jo del hombre, para dejar claro que

    tambin como hombre tiene el poderde perdonar los pecados. Cristo prue-ba que es Dios no con argumentos, sinocon la obra, cuando les revela lo que es-tn pensando; y que perdona en cuanto

    hombre. No se refiri a ese poder co-mo poseedor del mismo en el Cielo que ostenta desde la eternidad sinosobre la tierra, demostrando que tam-

    bin como hombre perdona pecados7.Ms adelante concluir el propio

    Maldonado:De la misma manera que

    la potestad de perdonar pecados fue co-municada a la humanidad de Cristopor su divinidad, as tambin de Cristocabeza se deriv a los miembros que l

    quiso, esto es, a los sacerdotes8.El resto de la escena tiene algo

    necesariamente teatral para demos-trar ad nauseam la grandeza de losmilagros obrados ah por Jess. Esla razn de las tres rdenes conse-cutivas: Levntate es decir, el pa-

    Segn san Juan Crisstomo, sefue el primer milagro realizado porJess aquella noche, antes incluso decurar al paraltico. Y se puede adver-tir que la blasfemia concierne exclusi-

    vamente a los fariseos, nunca a Jess.

    Es un pasaje muy consolador pa-ra nosotros, al demostrar que nues-tros pensamientos, anhelos y an-gustias son seguidos a cada momen-to por nuestro Redentor. Semejantepoder de Jess incentiva nuestra pie-dad, fortalece nuestra confianza y nosinvita a la honestidad. Por otra parte,hace crecer nuestro temor de Dios yrefrena nuestra negligencia.

    Con el milagro, Jess pruebasu poder de perdonar

    9Qu es ms fcil, decir al para-ltico: Tus pecados te son perdo-nados, o decir: Levntate, tomatu camilla y vete?

    En sustancia, es incomparable-mente ms difcil perdonar los peca-dos que curar una parlisis. Sin em-bargo, la frase tus pecados te son

    perdonados no pone en riesgo ni a

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    Jams debemos

    cerrarnos ante el

    divino poder de

    Jess para perdonar

    nuestros pecados

    Febrero 20062006Heraldos del Evangelio 11

    La Confesin frecuente, hecha con amor yseriedad, har obrar en nosotros la propia fuerzade Nuestro Seor Jesucristo (confesionario de la

    Catedral de Montreal, Canad)

    raltico la ejecut por s mis-mo, sin ayuda de nadie, pa-ra dejar patente que Cristole haba devuelto su fuerza;toma tu camilla, otro granprodigio pues, adems de

    ponerse en pie, l, que slogracias a la ayuda de cuatroms haba bajado del techo,haba bajado del techo,debe ahora recoger su cami-lla; y vete a tu casa. Ima-gnese el asombro de la mul-titud, todava ms apiada,

    vindose obligada a dar alex-paraltico el paso que lehaba negado al llegar, paraque, camilla en mano, bus-cara el camino de la calle

    12Se levant y, tomandoluego la camilla, sali a lavista de todos, de mane-ra que todos se maravilla-ron, y glorificaban a Diosdiciendo: Jams vimos co-sa igual.

    La actitud de la muche-dumbre es lo opuesto de losescribas. Esas personas se sintieron

    embebidas de admiracin, remon-tndose con facilidad desde los efec-tos hasta la causa, y retribuyen a Dioscon alabanzas, reconociendo lo ins-lito de lo ocurrido. Crecen as en las

    virtudes teologales, se llenan de ale-gra, reciben una infusin de energa

    y tambin progresan en el temor deDios.

    Muy distinto debi ser el retornode los escribas a sus casas, traspasa-dospor las angustias de la blasfemia

    sin reparacin.III CONCLUSIN

    No debemos tomar jams una ac-titud como la de los escribas, cerrn-donos frente al divino poder de Je-ss para perdonar nuestros pecados,

    y as desdear la eficacia, grandeza ynecesidad del Sacramento de la Con-fesin. La Liturgia de hoy nos ense-a las maravillas de ese poder, que

    l mismo confiri a sus sacerdotes.

    A fin de alimentar nuestra piedaden tan importante materia, transcri-

    temente con el ttulo de pobre-cita. Un da, la santa, transpor-tada de la confianza tan propia

    en el amor filial, le dijo:Seor, vos me llamis

    siempre con el nombre de

    pobrecita; cundo llegar eltiempo en que oiga llamarmede vuestra divina boca con elbello ttulo de hijita?

    No eres an digna; an-tes de recibir el nombre y trata-

    miento de hija, te conviene pu-rificar mejor tu alma con unaconfesin general de todas tusculpas.

    Entendido esto, margaritahizo minucioso examen de sus

    pecados, y por ocho das con-tinuos los expuso al confesor,ms con lgrimas que con pa-labras. Acabada la confesin,se quit el velo de la frente y sepuso una soga al cuello, y conesta humilde postura fue a reci-bir el cuerpo santsimo del Re-dentor. Apenas haba comulga-do, cuando sinti resonar en loms ntimo de su alma estas pa-

    labras: Hija ma. A una voz tan dulce

    y por que tanto haba suspirado, perditodos los sentidos y qued absorta en unmar de gozo y alegra.

    Vuelta luego en s de aquel dulcextasis, comenz a repetir toda atnitapor la admiracin: Oh dulce palabra,hija ma! Oh dulce voz! Oh palabracolmada de jbilo! Oh voz llena de se-

    guridad, hija ma!

    1)Cfr. Mt 2, 4-62)P. Juan de Maldonado SJ, Comenta-

    rios a los cuatro Evangelios, BAC,Madrid, 1951, v. II, pg. 643)Op. cit., pg. 664)Cfr. Jn 9, 1-25)Op. cit., v. I, pg. 3726)Cfr. Lev 24, 14-167)Op. cit., pg. 3748)Op. cit., pg. 3759)Cfr. Francisco Marchese, Vida de

    Santa Margarita de Cortona, c. 12,pg. 169.

    bimos un hermoso hecho ocurrido asanta Margarita de Cortona:

    Viendo el Redentor la fervorossi-ma conversin de Margarita, comen-z a instruirla y a regalarla de muchasmaneras, y, mostrndosele todo lleno depiedad y de amor, la llamaba frecuen-

    Gus

    tavo

    Kra

    lj

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    12 Heraldos del EvangelioFebrero 2006Febrero 20062006

    ENTREVISTACONUNPENITENCIARIOAPOSTLICO

    Confesar en nombre del Santo Padre

    Fray Isidoro Liberale Gatti es un franciscano con-ventual que integra desde hace ocho aos el Cole-gio de los Penitenciarios Apostlicos de la Baslicade San Pedro, en el Vaticano. Su suave y firme voz,sus expresiones claras y precisas, sus gestos pater-nales y corteses descubren una gran experiencia enel cuidado de las almas.

    Oriundo de la regin delVeneto, Fray Isidoro es-t al servicio directo del Santo Padre, con la en-comienda particular de atender en confesin a losperegrinos pro Gallica Natione, vale decir, proce-dentes de pases francfonos. Cada verano viaja aPars, donde tambin es confesor y predicador en laBaslica del Sagrado Corazn de Montmartre.

    Heraldos del Evangelio: Qu es

    la Penitenciara Apostlica?

    Fray Isidoro Gatti: Es un tribu-nal apostlico que tiene com-petencia en el fuero interno,o sea, sobre todo lo que di-ga respecto a la conciencia de

    los fieles, ya sea para la abso-lucin de ciertos pecados re-servados a la Santa Sede comopara dispensas que tambin sereservan a ella. La Penitencia-ra Apostlica se ocupa ade-ms de la concesin de indul-gencias. Por ejemplo, hace po-co fue concedida una indul-gencia especial para el Ao dela Eucarista. El responsablede la Penitenciara Apostlica

    es un cardenal, llamado Peni-tenciario Mayor y nombradopor el Papa. Nosotros, los con-fesores, somos penitenciariosmenores.

    HE: Por qu el ttulo de

    penitenciarios apostlicos?

    Fray Isidoro:El nombrepe-nitenciario deriva del ministe-rio que se nos confa, de admi-

    nistrar el Sacramento de la Peniten-cia o Reconciliacin (tambin llama-do Confesin), o sea, con sabidura y

    caridad acogedora hacer que las al-mas pecadoras se encuentren con lamisericordia de Dios y con su Pala-

    bra. El Sacramento de la Peni-tencia est destinado a borrarlos pecados personales come-tidos despus del Bautismo,

    ante todo los mortales y tam-bin los veniales.Son penitenciarios apos-

    tlicos porque los designa elPapa y estn al servicio directode la Santa Sede. Pueden aten-der confesiones en cualquierparte del mundo.

    HE: Cmo llegaun sacerdote a serpenitenciario apostlico?

    Fray Isidoro: A los sacer-dotes penitenciarios los eligeel Superior General de su res-pectiva orden religiosa entrelos miembros que poseen cier-ta experiencia en atender con-fesiones en iglesias importan-tes, y que poseen una doctrinamoral y cannica adecuada porlo menos al comportamientohumano en los casos comunes,

    Los penitenciarios apostlicos sondesignados por el Papa y estn al servicio

    directo de la Santa Sede

    Fo

    tos:

    Vctor

    Ton

    iolo

    Eduardo Caballerodesde Roma

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    Febrero 20062006Heraldos del Evangelio 13

    unida a la prudencia pasto-ral y a la humildad.

    El Superior Generalpresenta el candidato ala Penitenciara Apostli-ca, la cual lo somete a un

    examen de teologa moraly de derecho frente a unacomisin compuesta porel Cardenal, el Regente,un telogo y un canonis-ta. Una vez aprobado, elnuevo penitenciario haceun juramento en las ma-nos del Cardenal Peniten-ciario, de confesar siem-pre segn la doctrina delmagisterio ordinario y ex-

    traordinario de la Iglesia.Cada penitenciario de-be conocer al menos doslenguas. En la Baslica deSan Pedro se confiesa enitaliano, francs, alemn,espaol, portugus, ingls, hngaro,malts, croata, esloveno, ruso, pola-co, ucranio, y hasta en chino!

    HE: Qu es el Colegiode los Penitenciarios?

    Fray Isidoro: El Colegio es ungrupo de penitenciarios menores en-cargados de las confesiones en unade las cuatro baslicas patriarcales ro-manas, y que viven en comunidad ba-

    jo la direccin de un superior o rec-tor. Entre 1568 y 1569, el Papa sanPo V estableci tres colegios: el Co-legio Vaticano, para la Baslica deSan Pedro, confiado a los jesuitas; elColegio Lateranense para la Baslicade San Juan, confiado a los francisca-

    nos (Frailes Menores); y el ColegioLiberiano para la de Santa Mara laMayor, confiado a los dominicos. ElPapa Clemente XIV, por el BreveMi-

    serator Dominusdel 10 de agosto de1774, coloc en San Pedro, en el lu-gar de los jesuitas, a los franciscanosconventuales. En 1933 el Papa Po XIinstituy el Colegio Ostiense, paraSan Pablo Extramuros, confindolo alos benedictinos.

    HE: Usted habl de pecadosreservados. De qu se trata?

    Fray Isidoro: Se trata de algunospecados gravsimos que, infelizmen-te, ofenden gravemente a Dios y a laIglesia. Por ejemplo, el que profana

    la Eucarista llevando hostias consa-gradas para arrojarlas en lugares in-mundos, o para usarlas en actos sa-crlegos como la misa negra. O si-no, el que comete un acto de violen-cia fsica contra la persona del Papa.

    A los pecados reservados se lesaplica una excomunin cuya absolu-cin queda reservada al Papa. El pe-nitenciario que recibe la confesin detales pecados no puede absolverlos,sino que debe escribir al Penitencia-

    rio Mayor, guardando en secreto elnombre del pecador, y esperar la res-puesta y la indicacin de la peniten-cia a cumplir como expiacin.

    Existen grados en las reservas.Por ejemplo, la excomunin aplica-da a quien provoque un aborto o aquien fraudulentamente grabe o di-

    vulgue en los medios de comunica-cin social lo dicho durante una con-fesin. El penitenciario menor tiene

    facultad para absolver estas excomu-niones.

    HE: Entonces, para obteneresa absolucin es necesariovenir hasta Roma

    Fray Isidoro:La Iglesia es madre,y no puede olvidar a sus hijos peca-dores que viven lejos: en el Congo, enBrasil, en Nueva Zelanda

    As, en cada Iglesia Catedral pue-de hallarse el confesionario del Ca-nnigo Penitenciario, al que todofiel puede dirigirse sin necesidad de

    venir personalmente a Roma. Le ca-br al Cannigo Penitenciario con-sultar a la Penitenciara Apostlicaconforme a cada caso concreto.

    Existen otras posibilidades, siem-pre en vista del bien de las almas, so-bre todo si el penitente se encuentraen peligro de muerte. Pero no intere-sa aqu entrar en detalles.

    No obstante, me permito contarun pequeo caso personal. Cuandonio, mi parroquia era la Catedralde Treviso. Un buen da le sobre unode los confesionarios esta inscrip-cin: Cannigo Penitenciario. Hu

    Algunos penitentes que se confiesan con un Penitenciario Apostlico tienen laimpresin de hacerlo con el propio Papa

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    14 Heraldos del EvangelioFebrero 2006Febrero 20062006

    asustado y pensando: Qu sa-cerdote ms malo, que pone uncartel para avisar que dar pe-nitencias y castigos! Nunca meconfesar con l!

    HE: Qu busca y qu

    encuentra el peregrinoen el penitenciario?

    Fray Isidoro: Busca al hom-bre de Dios que se encuentra

    junto a la tumba de san Pedro,el lugar donde el primer Papasufri el martirio y es glorifica-do. Muchos penitentes me ha-cen la confidencia emociona-da de que vinieron a confesarseaqu para ver a Pedro. Algu-

    nos tienen la impresin de con-fesarse con el propio Papa.Buscan tambin al hombre

    de Dios al cual pueden confesar, conla libertad del anonimato, los peca-dos que no se atreveran a revelar alsacerdote de su propia parroquia.

    El peregrino debe encontrar en elpenitenciario la sabidura, la dulzura yla inagotable paciencia, pues toda per-sona cualquiera que sea su conducta,aun si no puede ser aprobada quie-

    re ser respetada y amada. Y debemosrecordar lo dicho por san Pablo: Her-manos, si alguno fuere hallado en falta,ustedes, los que estn animados por el

    Espritu, corrjanlo con mansedumbre.

    Y cudate de ti mismo, pues tambin tpuedes ser tentado(Gal 6, 1).

    HE: Por lo tanto, este ministeriotambin depara una gran alegra?

    Fray Isidoro:Por cierto que s. Exis-te la alegra de comprobar cmo elOmnipotente hace grandes cosas. Sesiente una gran alegra cuando llegan

    los que dicen: He pensado mucho,y veo que me equivoqu de camino,que ando perdido. Decid firmementecambiar de vida a partir de hoy, pase loque pase. O cuando llega un peniten-

    te que dice: Entr a la Baslicacon mi grupo turstico sin inten-cin de confesarme, porque nolo hago desde hace aos. Pero vilos confesionarios, vi las perso-nas que se confesaban, y una voz

    interior me llamaba: por quno vas t tambin? Y me deci-d. Qu cosa ms linda que seruno de estos penitentes que re-cobran la paz con Dios y consi-go mismos?

    Otros llegan a la confesinatrados por la belleza del ar-te, de la arquitectura, de la li-turgia, de los cantos de la Ca-pilla Sixtina. La percepcin dela belleza se convierte en admi-

    racin y deseo del bien, ya queDios tambin acta por mediode las caractersticas comunes

    a todos los hombres: la aspiracin alo Bello, lo Bueno y lo Verdadero. Laadmiracin de la belleza puede res-taurar la vida moral en el hombre.

    Es en esos momentos cuando mesiento exactamente como nuestro PapaPapaBenedicto XVI dijo de s mismo en eldijo de s mismo en elprimer da de su pontificado: un humil-de trabajador en la via del Seor.

    Esta es, evidentemente, la obradel Espritu Santo. A fin de cuen-tas, qu hice yo para traer esas al-mas? El Parclito ya lo haba hechotodo.

    El peregrino debe encontrar en el

    penitenciario la sabidura, la dulzura y lainagotable paciencia

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  • 7/21/2019 Revista Heraldos del Evangelio 31 2006

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    Victor Hugo Toniolodesde Roma

    N

    Febrero 20062006Heraldos del Evangelio 15

    Urbi et Orbi

    avidad de 2005. Lascampanas de la Ba-slica de San Pedrorepican alegremen-

    te, anunciando elmedioda. En ese preciso momento seabren las cortinas de terciopelo de la

    Logia delle Benedizioni, el balcn cen-tral de la Baslica de San Pedro, dandopaso a Su Santidad Benedicto XVI.

    Han transcurrido siete meses delhistrico 19 de abril, cuando el Paparecin electo se asomaba por primera

    vez a ese mismo balcn para saludara la multitud y dar la bendicin Urbi

    et Orbi(a la ciudad, Roma, y al mun-

    do). Ahora est otra vez ah, para elmismo rito.En efecto, el Ritual de los Pont-

    fices estipula que dos veces al ao,en Navidad y Pascua y excepcional-mente el da de su eleccin el Papaha de conceder solemnemente dichabendicin, cuyo origen se pierde enla noche de los siglos.

    Urbi et Orbies la expresin latinaque encabez durante siglos los prin-

    cipales decretos pontificios, indican-do que se destinaban tanto a la urberomana, que tiene al Papa por obis-po, como a todo el orbe terrestre.

    Con el paso del tiempo, la bendicinconcedida por el Papa en ciertas fies-tas litrgicas pas a denominarse tam-bin Urbi et Orbi, pues no se limitaba alos presentes en la Baslica sino que seprolongaba a los fieles del mundo ente-ro. A ella viene aparejado el don espe-cialsimo de la indulgencia plenaria.

    En laloggia, el Sumo Pontfice pro-nuncia en voz clara y pausada la fr-mula solemne de la bendicin, mien-tras la multitud en la Plaza de San Pe-

    dro escucha en devoto silencio y al fi-nal se santigua:Que los Santos Apstoles Pedro y

    Pablo, en cuyo poder y autoridad con-fiamos, intercedan por Nos junto al Se-or. Amn.

    Que por la intercesin y por los m-ritos de la Bienaventurada siempre Vir-gen Mara, del Bienaventurado MiguelArcngel, del Bienaventurado JuanBautista, de los Santos Apstoles Pe-

    dro y Pablo y de todos los santos, elDios Omnipotente tenga misericordiade vosotros, y perdonados todos vues-tros pecados, os conduzca por Jesucris-

    to hasta la vida eterna. Amn.El Seor Omnipotente y Misericor-dioso os conceda la indulgencia, la ab-solucin y la remisin de todos vues-tros pecados, tiempo para una verda-

    dera y provechosa penitencia, el cora-zn siempre contrito y la enmienda devida, las gracias y el consuelo del Esp-ritu Santo, y la perseverancia final enlas buenas obras. Amn.

    Y la bendicin de Dios Omnipoten-te, Padre + Hijo + y Espritu Santo +,

    descienda sobre vosotros y permanezcapara siempre. Amn.Llama particularmente la atencin

    la atmsfera de gracias que rodea alos fieles para la ocasin. Por as de-cir, se siente, casi se palpa, que el Vi-cario de Cristo abarca en ese gesto asus hijos esparcidos en toda la tierra.

    Es la presencia del Dulce CristoUrbi et Orbi: en Roma y en el mun-do!

    El Ritual de los Pontfices estipula que dos veces al ao

    el Papa conceder solemnemente esta bendicin, cuyoorigen se pierde en la noche de los siglos.

    Victor

    Ton

    iolo

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    E

    16 Heraldos del EvangelioFebrero 2006Febrero 20062006

    LAVOZDELPAPA

    La correcta lectura del

    Concilio Vaticano IIEn discurso a los miembros de la Curia Romana con motivo del 40

    aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II, el Papa Benedicto

    XVI presenta la correcta clave de su lectura y aplicacin.

    l ltimo acontecimien-to de este ao sobre elque quisiera reflexio-nar en esta ocasin esla celebracin de la

    clausura del concilio Vaticano II hacecuarenta aos. Ese recuerdo suscita lapregunta: cul ha sido el resultado delConcilio? Ha sido recibido de modo

    correcto? En la recepcin del Concilio,

    qu se ha hecho bien?, qu ha sidoinsuficiente o equivocado?, qu que-da an por hacer?

    Conflicto entre doshermenuticas opuestas

    Nadie puede negar que, en vastaspartes de la Iglesia, la recepcin delConcilio se ha realizado de un mo-

    do ms bien difcil, aunque no que-

    remos aplicar a lo que ha sucedidoen estos aos la descripcin que hacesan Basilio, el gran doctor de la Igle-sia, de la situacin de la Iglesia des-pus del concilio de Nicea: la compa-ra con una batalla naval en la oscuri-dad de la tempestad, diciendo entreotras cosas: El grito ronco de los que

    por la discordia se alzan unos contra

    otros, las charlas incomprensibles, elruido confuso de los gritos ininterrum-pidos ha llenado ya casi toda la Iglesia,tergiversando, por exceso o por defecto,

    la recta doctrina de la fe(De Spi-ritu Sancto XXX, 77: PG 32, 213 A).No queremos aplicar precisamenteesta descripcin dramtica a la situa-cin del posconcilio, pero refleja algode lo ocurrido.

    Surge la pregunta: Por qu la re-cepcin del Concilio, en grandes zo-

    nas de la Iglesia, se ha realizado has-ta ahora de un modo tan difcil?Pues bien, todo depende de la co-

    rrecta interpretacin del Concilioo, como diramos hoy, de su correc-ta hermenutica, de la correcta clavede lectura y aplicacin. Los proble-mas de la recepcin han surgido delhecho de que se han confrontado doshermenuticas contrarias y se ha en-tablado una lucha entre ellas. Una ha

    En la solemne atmsfera de la Sala Clementina, Su Santidadse dirige a los miembros de la Curia Romana

    Fo

    tos:

    LOsserva

    tore

    Romano

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    La Iglesia, antes

    y despus del

    Concilio, es la misma

    Iglesia una, santa,

    catlica y apostlica

    Febrero 20062006Heraldos del Evangelio 17

    causado confusin; la otra, de formasilenciosa pero cada vez ms visible,ha dado y da frutos.

    Por una parte existe una interpre-tacin que podra llamar hermenu-tica de la discontinuidad y de la rup-

    tura; a menudo ha contado con lasimpata de los medios de comunica-cin y tambin de una parte de la teo-loga moderna.

    Por otra parte, est la hermenu-tica de la reforma, de la renovacindentro de la continuidad del nico su-

    jeto-Iglesia, que el Seor nos ha da-do; es un sujeto que crece en el tiem-po y se desarrolla, pero permanecien-do siempre el mismo, nico sujeto delpueblo de Dios en camino.

    La hermenutica de ladiscontinuidad caus confusin

    La hermenutica de la disconti-nuidad corre el riesgo de acabar enuna ruptura entre Iglesia preconciliare Iglesia posconciliar. Afirma que lostextos del Concilio como tales no se-ran an la verdadera expresin delespritu del Concilio. Seran el resul-tado de componendas, en las cuales,para lograr la unanimidad, se tuvo

    que retroceder an, reconfirmandomuchas cosas antiguas ya intiles. Pe-ro en estas componendas no se refle-

    jara el verdadero espritu del Conci-lio, sino en los impulsos hacia lo nue-

    vo que subyacen en los textos: sloesos impulsos representaran el ver-dadero espritu del Concilio, y par-tiendo de ellos y de acuerdo con ellossera necesario seguir adelante. Pre-cisamente porque los textos slo re-flejaran de modo imperfecto el ver-

    dadero espritu del Concilio y su no-vedad, sera necesario tener la valen-ta de ir ms all de los textos, dejan-do espacio a la novedad en la que seexpresara la intencin ms profun-da, aunque an indeterminada, delConcilio. En una palabra: sera pre-ciso seguir no los textos del Concilio,sino su espritu

    De ese modo, como es obvio, que-da un amplio margen para la pregun-

    ta sobre cmo se defineentonces ese espritu y,en consecuencia, se dejaespacio a cualquier arbi-trariedad. Pero as se ter-giversa en su raz la na-

    turaleza de un Conciliocomo tal. De esta mane-ra, se lo considera comouna especie de AsambleaConstituyente, que elimi-na una Constitucin anti-gua y crea una nueva. Pe-ro la Asamblea Consti-tuyente necesita una au-toridad que le confierael mandato y luego unaconfirmacin por parte

    de esa autoridad, es de-cir, del pueblo al que laConstitucin debe servir.

    Los padres no tenanese mandato y nadie selo haba dado; por lo de-ms, nadie poda drselo,porque la Constitucinesencial de la Iglesia vie-ne del Seor y nos ha sido dada pa-ra que nosotros podamos alcanzar la

    vida eterna y, partiendo de esta pers-

    to, para que no quede oculto en al-gn escondrijo, sino que d fruto y elSeor, al final, pueda decir al admi-

    nistrador: Puesto que has sido fiel enlo poco, te pondr al frente de lo mu-cho(Mt 25, 17). En estas parbolasevanglicas se manifiesta la dinmicade la fidelidad, que afecta al serviciodel Seor, y en ellas tambin resultaevidente que en un Concilio la din-mica y la fidelidad deben ser una so-la cosa.

    La hermenutica de la reformaprodujo buenos frutos

    A la hermenutica de la disconti-nuidad se opone la hermenutica dela reforma, como la presentaron pri-mero el Papa Juan XXIII en su dis-curso de apertura del Concilio el 11de octubre de 1962 y luego el PapaPablo VI en el discurso de clausura el7 de diciembre de 1965.

    Aqu quisiera citar solamente laspalabras, muy conocidas, del PapaJuan XXIII, en las que esta herme-

    pectiva, podamos iluminar tambin lavida en el tiempo y el tiempo mismo.

    Los obispos, mediante el sacra-mento que han recibido, son fiducia-rios del don del Seor. Son admi-

    nistradores de los misterios de Dios(1 Cor 4, 1), y como tales deben serfieles y prudentes (cfr. Lc 12, 41-48). Eso significa que deben adminis-trar el don del Seor de modo correc-

    Benedicto XVI: La reflexin sobre la fe exigetambin que se viva esta fe

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    Donde la sntesis

    de fidelidad y

    dinamismo gui

    la interpretacin

    del Concilio, ha

    crecido nueva vida

    18 Heraldos del EvangelioFebrero 2006Febrero 20062006

    nutica se expresa de una forma in-equvoca cuando dice que el Conci-lio quiere transmitir la doctrina en su

    pureza e integridad, sin atenuacionesni deformaciones, y prosigue: Nues-tra tarea no es nicamente guardar es-

    te tesoro precioso, como si nos preocu-pramos tan slo de la antigedad, si-no tambin dedicarnos con voluntaddiligente, sin temor, a estudiar lo queexige nuestra poca[]. Es necesarioque esta doctrina, verdadera e inmu-table, a la que se debe prestar fielmen-te obediencia, se profundice y exponga

    segn las exigencias de nuestro tiempo.En efecto, una cosa es el depsito de lafe, es decir, las verdades que contienenuestra venerable doctrina, y otra dis-

    tinta el modo como se enuncian estasverdades, conservando sin embargo elmismo sentido y significado.

    Es claro que este esfuerzo por ex-presar de un modo nuevo una deter-minada verdad exige una nueva re-flexin sobre ella y una nueva relacin

    vital con ella; asimismo, es claro quela nueva palabra slo puede madurarsi nace de una comprensin conscien-te de la verdad expresada y que, porotra parte, la reflexin sobre la fe exi-

    ge tambin que se viva esta fe.En este sentido, el programa pro-puesto por el Papa Juan XXIII erasumamente exigente, como es exi-gente la sntesis de fidelidad y dina-

    mismo. Pero donde esta interpre-tacin ha sido la orientacin que haguiado la recepcin del Concilio, hacrecido una nueva vida y han madu-rado nuevos frutos. Cuarenta aosdespus del Concilio podemos cons-

    tatar que lo positivo es ms gran-de y ms vivo de lo que pudiera pa-

    te. En el gran debate sobre el hom-bre, que caracteriza el tiempo mo-derno, el Concilio deba dedicarse demodo especial al tema de la antropo-loga. Deba interrogarse sobre la re-lacin entre la Iglesia y su fe, por una

    parte, y el hombre y el mundo actual,por otra. La cuestin resulta muchoms clara si en lugar del trmino ge-nrico mundo actual elegimos otroms preciso: el Concilio deba deter-minar de modo nuevo la relacin en-tre la Iglesia y la edad moderna. []

    El concilio Vaticano II, con la nue-va definicin de la relacin entre la fede la Iglesia y ciertos elementos esen-ciales del pensamiento moderno, revi-s o incluso corrigi algunas decisiones

    histricas, pero en esta aparente dis-continuidad mantuvo y profundiz suntima naturaleza y su verdadera iden-tidad. La Iglesia, tanto antes como des-pus del Concilio, es la misma Iglesiauna, santa, catlica y apostlica en ca-mino a travs de los tiempos; prosiguesu peregrinacin entre las persecucio-

    nes del mundo y los consuelos de Dios,anunciando la muerte del Seor hastaque vuelva (cfr.Lumen gentium, 8)

    La Iglesia sigue siendo un

    signo de contradiccin

    Quienes esperaban que con estes fundamental a la edad modernatodas las tensiones desapareceran y

    Benedicto XVI anuncia la primera Encclica

    Hacia el final de la Audiencia General del 18 de

    enero, el Santo Padre Benedicto XVI adelant el te-ma de su primera Encclica, publicada el 25 de enero.Tambin trato de demostrar [en la Encclica]que

    el acto personalsimo que nos viene de Dios es un ni-co acto de amor. Este acto debe expresarse tambin co-

    mo acto eclesial, organizativo. Si realmente es verdadque la Iglesia es expresin del amor de Dios, del amorque Dios tiene por su criatura humana, debe ser tam-bin verdad que el acto fundamental de la fe que crea y

    une a la Iglesia y nos da la esperanza de la vida eterna y

    de la presencia de Dios en el mundo, engendra un actoeclesial. En la prctica, la Iglesia, tambin como Iglesia,como comunidad, de modo institucional, debe amar.

    Y esta caritas no es pura organizacin, comootras organizaciones filantrpicas, sino expresin ne-cesaria del acto ms profundo del amor personal con

    que Dios nos ha creado, suscitando en nuestro cora-zn el impulso hacia el amor, reflejo del Dios Amor,que nos hace a su imagen.

    recer en la agitacin de los aos cer-canos al 1968. Hoy vemos que la se-milla buena, a pesar de desarrollar-se lentamente, crece, y as crece tam-bin nuestra profunda gratitud por laobra realizada por el Concilio.

    Antes y despus del Concilio laIglesia es siempre la misma

    Pablo VI, en su discurso durantela clausura del Concilio, indic tam-bin una motivacin especfica por lacual una hermenutica de la discon-tinuidad podra parecer convincen-

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    Tambin en

    nuestro tiempo

    la Iglesia siguesiendo un signo

    de contradiccin

    Febrero 20062006Heraldos del Evangelio 19

    la apertura al mundo as realizadalo transformara todo en pura armo-na, haban subestimado las tensionesinteriores y tambin las contradiccio-nes de la misma edad moderna; ha-ban subestimado la peligrosa fragili-

    dad de la naturaleza humana, que entodos los perodos de la historia y entoda situacin histrica es una ame-naza para el camino del hombre.

    Estos peligros, con las nuevas po-sibilidades y con el nuevo poder delhombre sobre la materia y sobre s mis-mo, no han desaparecido; al contrario,asumen nuevas dimensiones: una mi-rada a la historia actual lo demuestraclaramente. Tambin en nuestro tiem-po la Iglesia sigue siendo un signo de

    contradiccin(Lc 2, 34). []El Concilio no poda tener la inten-cin de abolir esta contradiccin delEvangelio con respecto a los peligros

    y los errores del hombre. En cam-bio, no cabe duda de que quera eli-minar contradicciones errneas o su-perfluas, para presentar al mundo ac-tual la exigencia del Evangelio en to-da su grandeza y pureza. El paso dadopor el Concilio hacia la edad moder-na, que de un modo muy impreciso se

    present como apertura al mundo,pertenece en ltimo trmino al pro-blema perenne de la relacin entre lafe y la razn, que se vuelve a presentarde formas siempre nuevas.

    El Concilio, una fuerza parala renovacin de la Iglesia

    La situacin que el Concilio debaafrontar se puede equiparar, sin du-da, a acontecimientos de pocas an-teriores. San Pedro, en su primera

    carta, exhort a los cristianos a estarsiempre dispuestos a dar respuesta(apo-loga) a quien le pidiera ellogos(la razn) de su fe (cfr. 1 Pe 3, 15).Esto significaba que la fe bblica de-ba entrar en discusin y en relacincon la cultura griega y aprender a re-conocer mediante la interpretacinla lnea de distincin, pero tambin elcontacto y la afinidad entre ellos enla nica razn dada por Dios.

    Cuando, en el si-glo XIII, median-te filsofos judos

    y rabes, el pensa-miento aristotli-co entr en contac-

    to con la cristiandadmedieval formadaen la tradicin pla-tnica, y la fe y la ra-zn corran el peli-gro de entrar en unacontradiccin incon-ciliable, fue sobretodo santo Tomsde Aquino quienmedi el nuevo en-cuentro entre la fe

    y la filosofa aristo-tlica, poniendo asla fe en una relacinpositiva con la for-ma de razn domi-nante en su tiempo.

    La ardua disputaentre la razn mo-derna y la fe cris-tiana que en un pri-mer momento, conel proceso a Galileo,

    haba comenzadode modo negativo,ciertamente atrave-s muchas fases, pe-ro con el concilio Vaticano II lleg lahora en que se requera una profun-

    Si leemos y acogemos el Concilio Vaticano IIguiados por una hermenutica correcta, puedeser, y llega a ser cada vez ms, una gran fuerza

    para la renovacin siempre necesaria de laIglesia (Benedicto XVI recibiendo la ofrenda en la

    Misa de Navidad)

    forma que el dilogo entre la razn yla fe, hoy particularmente importan-te, ha encontrado su orientacin so-bre la base del Vaticano II.

    Ahora, este dilogo se debe desa-rrollar con gran apertura mental, pe-ro tambin con la claridad en el dis-cernimiento de espritus que el mun-

    do, con razn, espera de nosotrosprecisamente en este momento.As hoy podemos volver con grati-

    tud nuestra mirada al concilio Vatica-no II: si lo leemos y acogemos guia-dos por una hermenutica correcta,puede ser y llega a ser cada vez msuna gran fuerza para la renovacinsiempre necesaria de la Iglesia.

    Extractos del discurso a la CuriaRomana, 22/12/2005)

    da reflexin. Desde luego, en los tex-tos conciliares su contenido slo es-t trazado en grandes lneas, pero asse determin la direccin esencial, de

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    Como nosotros perdonamos

    T

    Pedro Morazzani Arriz

    20 Heraldos del EvangelioFebrero 2006Febrero 20062006

    SANNICFORODEANTIOQUA

    En el tiempo en que el impo Valeriano asolaba la Iglesia

    de Cristo, se destac un activo sacerdote de nombre

    Sapricio. Su diligente celo le haba atrado un joven laico

    llamado Nicforo, el cual, pasado el tiempo, llegara a ser

    un auxiliar indispensable. Un da tuvieron una diferencia

    errible e inesperado co-mo el estrpito de untrueno en una maanaclara y sin nubes, reso-n en todo el Imperio

    Romano el anuncio de la nueva per-secucin a los cristianos que decretabaValeriano.

    A la sangrienta e implacable per-secucin desatada por el extinto em-perador Decio que so con revi-

    vir el antiguo y desprestigiado cultopagano sigui un perodo de paz ytranquilidad para la Iglesia. Valeria-no, desde su ascenso al trono el ao253, daba muestras de simpata y has-ta benevolencia con aquella religin

    que creca sin parar y cuyos seguido-res enfrentaban los tormentos y lamuerte con valor desconcertante.

    Sin embargo, pasados cuatro aos,sbitamente la benignidad cedi lu-gar al odio, y en el ao 257 fue pro-mulgado un tirnico decreto con-tra la Santa Iglesia de Dios: todos losobispos, presbteros y diconos de-ban rendir tributo a los dolos so pe-na de destierro, y las reuniones para

    celebrar el culto cristiano quedabanprohibidas bajo pena de muerte.

    En consecuencia, incontables pre-lados y sacerdotes fueron deportadosa las minas de metal o de sal, en don-

    de encadenados con criminales, es-clavos rebeldes o prisioneros de gue-rra deberan trabajar sin descansoen condiciones verdaderamente in-descriptibles, hasta el agotamiento fi-nal.

    Tales horrores no fueron sino elprimer relmpago de una furiosatempestad.

    Ros de sangre cristianainundaron el Imperio Romano

    Al ao siguiente, 258, un nuevoedicto agrav y extendi a todas lasprovincias del imperio el incendio dela persecucin: los obispos y presb-teros que no hicieran sacrificios a losdolos deban ser ejecutados inme-diatamente; por el mismo crimen,los senadores, nobles y ciudadanosilustres seran sentenciados a muerte,con la confiscacin de todos sus bie-nes.

    Todo pareca dispuesto por la im-piedad para hacer sucumbir defini-tivamente a la nica religin verda-dera.

    Ros de sangre cristiana inunda-

    ron el vasto Imperio Romano. El Pa-pa Sixto II subi al Cielo gracias alhierro de los verdugos. Pocos dasdespus, su valeroso dicono Loren-zo muri quemado en una parrilla.Un joven aclito llamado Tarcisio sa-crific su vida en defensa del Sant-simo Sacramento. Fructuoso, obis-po de Tarragona, fue quemado vivo

    junto a sus dos diconos. En fricadel norte, 153 fieles fueron precipita-dos en un horno de cal y pasaron a la

    Historia con el calificativo de massacandida (la masa blanca). Cipriano,el gran obispo de Cartago, veneradopor los cristianos y odiado por los pa-ganos por su combativo carcter, ex-clam al or la sentencia de muerte:Gracias a Dios!, y entreg con re-solucin su augusta cabeza a la espa-da del verdugo.

    El paganismo, ciego y moribundo,se embriagaba con la sangre de los

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    discpulos de Quien haba proclama-do: nimo! Yo he vencido al mundo(Jn 16, 33).

    Padre, perdname poramor del Seor!

    En el perodo en que el impo Va-leriano asolaba la Iglesia de Cristo, sedestacaba en una parroquia de An-tioqua un activo sacerdote de nom-bre Sapricio. Su activo celo le habaatrado un joven laico llamado Nic-foro, el cual, pasado el tiempo, llega ser un auxiliar indispensable en laarriesgada faena apostlica que desa-

    rrollaba Sapricio en medio de la per-secucin.Por motivos que la tradicin no di-

    ce ni la Historia registra, cierto datuvieron una diferencia, y una ene-mistad profunda los separ al punto,que uno y otro evitaban encontrarseen la misma calle.

    No dur poco esta situacin nadaejemplar. Pero Nicforo, arrepentidode comportarse ms como un paga-

    no que como discpulo de Cristo, bus-c algunos amigos de Sapricio y porsu intermedio le envi un pedido de

    clemencia. ste, sin embargo, con elorgullo herido, se neg a perdonarlo.Nicforo renov varias veces la mani-festacin de su arrepentimiento y elpedido de reconciliacin, pero Sapri-cio se mantuvo inflexible en su repu-dio, negndose incluso a recibir losmensajeros del amigo de antao.

    Desconsolado, Nicforo se pre-sent en casa de Sapricio y se arroj asus pies, exclamando:

    Padre, perdname por amor del

    Seor!Pero aquel sacerdote, cuya condi-cin lo llamaba a ser ejemplo de be-nevolencia y humildad, permaneciobstinado en su rencor.

    Fro y silencioso desdn

    Segua en pie esta lamentableenemistad cuando la polica impe-rial detuvo a Sapricio y lo llev al tri-bunal. Despus de reconocerse co-

    mo sacerdote de Cristo y negarsea adorar a los dolos, sufri cruelestormentos y, por fin, recibi la sen-

    tencia irrevocable: sera degolladode inmediato.La pena capital se aplicaba fue-

    ra de las murallas de la ciudad, comoera costumbre. Y all parti el reo,exhausto y tambaleante por los tor-mentos padecidos.

    Los dramticos sucesos llegaron aodos de Nicforo, que se dirigi pre-suroso al encuentro de la escolta quellevaba al sentenciado y se arroj asus pies, suplicndole una vez ms:

    Mrtir de Cristo, perdname lasofensas que comet contra ti!Pero los labios de Sapricio no se

    abrieron; un fro y silencioso desdnfue la nica respuesta.

    Nicforo, sin embargo, no renun-ci. Se les adelant por un atajo, yantes de la salida de la ciudad suplicnuevamente en voz alta:

    Mrtir de Cristo, te lo ruego, per-dname y olvida las ofensas que te hi-

    A la izquierda, san Lorenzo

    frente al emperadorValeriano el ao 258 (frescode Capilla Nicolina, Roma,pintado por Fra Anglico).Al lado, monedas con laefigie de aquel emperador

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    22 Heraldos del EvangelioFebrero 2006Febrero 20062006

    ce por culpa de la debilidad humana.Muy pronto recibirs de Cristo la co-rona de la victoria por haber confesa-do el nombre del Seor!

    Sapricio no se dignaba mirar si-quiera a su antiguo y dedicado auxi-

    liar. Los mismos verdugos decan en-tre risas: Nunca vimos a un hom-bre tan necio! Le pide perdn a uncondenado a muerte Oyendo es-to, Nicforo respondi con energa:No sabis lo que pido al confesor deCristo, pero Dios lo sabe.

    Corazn empedernidoen el orgullo

    El orgullo, pasin dinmica e in-saciable que Sapricio no haba sa-

    bido contener adecuadamente a lolargo de su vida, le impeda aho-ra, frente a las puertas de la Eterni-dad, poner en prctica las palabrasdel Redentor: Si, pues, al presentartu ofrenda en el altar te acuerdas queun hermano tuyo tiene algo contra ti,

    deja tu ofrenda delante del altar y veteprimero a reconciliarte con tu herma-no; luego vuelves y presentas tu ofren-da(Mt 5, 23-24).

    Ese hombre que negaba el per-

    dn a quien lo imploraba con humil-dad, cmo podra recibir de Dioslas indispensables gracias extraordi-narias para realizar el holocausto su-premo?

    Tan pronto llegaron al lugar delsuplicio, Nicforo intent ablandaruna vez ms ese corazn empeder-nido:

    Est escrito: Pedid y se os da-r, buscad y encontraris, golpead yse os abrir.

    Todo fue en vano. Sapricio pare-ca ignorar lo que suceda a su alre-dedor.

    Por no perdonar al prjimo

    Arrodllate y apoya la cabeza enel cepo, para ser cortada orden el

    verdugo.Por qu? pregunt Sapricio.Porque te niegas a ofrecer sa-

    crificio a los dioses y desobedeces

    el edicto del emperador, todo poramor a un hombre ejecutado en lacruz respondi el comandante de lamilicia.

    Se cumplieron entonces las pala-bras eternas del Divino Maestro: No

    seris perdonados si no perdonis decorazn cada uno a vuestro hermano(Mt 18, 35).

    El Seor, Juez perfectsimo, noderram en ese corazn domina-do por el orgullo las gracias msticas

    y eficaces sin las cuales no tendrafuerzas para enfrentar la muerte poramor a Dios y a su Ley. Abandona-do as a sus simples fuerzas humanas,el presbtero incapaz de perdonar di-

    jo al verdugo que comenzaba a levan-

    tar la espada:No me hieras! Har un sacrifi-cio a los dioses, como ordena el em-perador.

    La voz de Nicforo rompi el si-lencio estupefacto que domin porunos momentos a todos los presen-tes:

    No hermano, no apostates ne-gando a Nuestro Seor Jesucristo!No desfallezcas! No pierdas la coro-na celestial que ya te est preparada!

    Pero Sapricio, que no haba ama-do y perdonado al prjimo que vea,renegaba ahora del Dios que no vea(cfr. 1 Jn 4, 20). Ciego de soberbia,cerr para s las puertas del Cielo.

    El otro recibi la corona

    Mientras el nuevo Iscariotes eradejado en libertad y se perda en lamultitud atnita, Nicforo comenza gritar:

    Yo soy cristiano! Yo creo en el

    Nombre de Jesucristo que ese otroneg! Descarga sobre m el golpe dela espada!

    Con todo, nadie se atreva a ejecu-tarlo sin orden formal. Y todos se ad-miraban con la valenta de ese disc-pulo de Cristo, que se entregaba vo-luntariamente a la muerte sin dejarde clamar:

    Soy cristiano y no doy sacrificioa vuestros dioses!

    Uno de los soldados fue enviadoa toda prisa al palacio del goberna-dor para contar lo sucedido. Pocodespus volvi con la sentencia, queNicforo recibi con gozo: Si no sa-crifica a los dioses segn los edictos

    imperiales, sea muerto por la espa-da.Y as rod por tierra la cabeza de

    ese heraldo de la fe, mientras su al-ma, perdonada y santificada, volabaal Cielo rebosante del amor infinitode Cristo Nuestro Seor.

    La Iglesia cruztriunfante el huracn

    El justo castigo de Valeriano porsu odio y crueldad comenz en esta

    misma tierra. En una batalla contralos persas el ao 260, cay prisionerode sus enemigos. Abandonado hastapor su propio hijo, Galieno, fue eje-cutado despus de sufrir innumera-bles humillaciones.

    La Iglesia atraves inclume ytriunfante el huracn de maldad de-de-sencadenado por ese tirano. La santapor ese tirano. La santaintrepidez de miles de hombres, mu-

    jeres y nios que siguieron al Maes-tro Divino hasta lo alto del Calvario

    despertaba un entusiasmo crecien-te y arrastraba a multitudes cada vezms grandes hacia la verdadera fe.De este modo, los golpes de los ver-dugos no produjeron otro resultadoque multiplicar el nmero de los cris-tianos.

    La Santa Iglesia Catlica Apost-lica Romana, roca inquebrantable,

    volva a salir del sepulcro al igualque Cristo, ms fuerte, ms esplen-dorosa y gloriosa. As lo har siem-

    pre, luego de cada nueva embesti-da de las puertas del infierno con-tra ella. Hasta el fin del mundo, a lolargo de los siglos, los pueblos po-drn contemplar el cumplimien-to de la infalible afirmacin que unda labios divinos profirieron en Je-rusaln: Todo el que caiga sobre es-ta piedra, se destrozar, y a aquel so-

    bre quien ella caiga, le aplastar(Lc20, 18).

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    Jos Manuel Jimnezdesde Roma

    E

    Febrero 20062006Heraldos del Evangelio 23

    Admiracin, belleza y

    reforma de la IglesiaLa Iglesia siempre requiere estar reformndose. Pero, en qu

    consiste esa reforma? Tal vez la respuesta pueda sintetizarse en

    esta frase del Papa actual: Necesitamos, no una Iglesia ms

    humana, sino una Iglesia ms divina.

    l libro del Papa Bene-dicto XVI que anali-za este candente te-ma ha despertado ca-da vez mayor inters

    en Europa, y no slo en los reducidoscrculos intelectuales sino tambin enel gran pblico catlico, e incluso en-tre personas de otras confesiones reli-giosas.

    Pequea en volumen (60 pginas)pero rica en contenido, la obra lacomponen dos magistrales textos delentonces Cardenal Ratzinger, cuandoera Prefecto de la Congregacin pa-ra la Doctrina de la Fe: Una socie-dad siempre en reforma, conferen-

    cia pronunciada en 1990, y El senti-miento de las cosas, la contemplacinde la belleza, mensaje al Meeting deRimini en 2002.

    Mons. Luigi Negri, obispo de SanMarino-Montefeltro (Italia), que pre-par la edicin del libro, seleccion am-bos temas de forma muy certera, con-siderndolos afines y sustanciales pa-

    ra comprender el Misterio de la salvacincristiana, como afirma en el prefacio.

    Descontento hacia la Iglesia

    Al comienzo mismo de la confe-rencia de 1990, el ahora Pontfice serefiere al descontento con relacin a

    la Iglesiay se pregunta: por qu es-

    ta Institucin les parece importuna

    a muchas personas, incluyendo a ca-tlicos que pueden figurar entre losms fieles? Algunos sufren porque la

    Iglesia se adapt en demasa a los pa-rmetros del mundo actual; otros es-

    tn molestos porque parece demasiadoajena a este mundo, constata.Observa luego que, para la mayo-

    ra de los descontentos, el reparo ala Iglesia surge por ser sta una ins-titucin que limita la libertad indivi-dual. Las normas de vida de la Iglesiales exigen decisiones que no puedentomar sin el dolor de la renuncia. Sesienten oprimidos, tanto en su librepensamiento como en su libre volun-tad, y por eso se preguntan si la nica

    reforma verdadera no consistira enrechazar todas esas normas.A este motivo de amargura con-

    tra la Iglesia se suma otro: el hom-bre, sujeto a las duras leyes e inexora-bles tragedias del mundo actual, es-pera poder realizar en ella su sueoutpico de un mundo mejor. Cuan-do ve frustrada esa fantasa, lo domi-na una clera particularmente amar-

    ga. Y concluye que es preciso refor-

    Mons. Luigi Negri, obispo de SanMarino-Montefeltro, seleccionambos temas por considerarlos

    afines y sustanciales para lacomprensin del misterio de la

    salvacin cristiana

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    Necesitamos una

    Iglesia ms divina;

    y slo entonces

    ser tambin

    verdaderamente

    humana

    24 Heraldos del EvangelioFebrero 2006Febrero 20062006

    mar la Iglesia para hacerla tal comola suea.

    La reforma intil

    Cmo lograr esa pretendida re-forma?

    Para la ptica de los reformistas,pasando de una Iglesia paternalista ydistribuidora de bienes a una Iglesia-comunidad. Para ello, nadie puedeseguir como receptor pasivo de bene-receptor pasivo de bene-pasivo de bene-ficios; todos deben ser activos agen-tes transformadores.

    A esos agentes de reforma el Pa-pa actual los llama activistas, y haceuna comparacin entre el activista,el hombre autosuficiente, y el admira-

    dor, el hombre capaz de admirar, pa-

    ra luego manifestar su franca preferen-cia por el admirador. En cuanto al acti-vista, expone en los siguientes trminosla idea que lo caracteriza: La Iglesia ya

    no puede seguir bajando de las alturas.No! Somos nosotros los que hacemos

    la Iglesia, y la hacemos siempre nueva.[]El aspecto pasivo cede su sitio al ac-tivo[]La Iglesia brota de discusiones,

    acuerdos y decisiones.Siendo as, solamente a travs de

    debates se podra llegar democrti-

    camente a definir lo que todos pue-den aceptar como verdad de fe o co-mo norma moral. Siguiendo la mis-ma lnea de razonamiento, en Ale-mania se lleg a explicitar la tesis deque la Liturgia ya no debe corres-ponder a un esquema preestableci-do, sino que, por el contrario, debenacer en el momento mismo, porobra de la comunidad que la cele-bra.

    Josef Ratzinger hace notar que

    una reforma semejante introducirala autogestin en la Iglesia, sujetn-dola al complejo juego de las eleccio-nes segn el moderno sistema polti-co. Y entre varios errores, apunta es-te: Todo lo que decide una mayora

    puede ser revocado por otra mayora.Una Iglesia basada en las decisiones deuna mayora se vuelve una Iglesia pu-

    ramente humana. [] La opinin re-emplaza la fe. []El significado de la

    palabra creo jams supera el signifi-cado de pensamos.

    Modelo para laverdadera reforma

    Despus de presentar en los tr-

    minos citados lo que l mismo lla-ma reforma intil, el entonces car-denal afirma, con la seguridad de unmagnfico telogo y su autoridad co-mo Prefecto de la Congregacin pa-ra la Doctrina de la Fe: La reforma-tio, la reforma necesaria a todos lostiempos, no consiste en poder remo-

    delar siempre de nuevo nuestra Igle-sia como mejor nos parezca, en poderreinventarla; por el contrario, consis-te en apartar siempre nuestras propias

    bases de apoyo a favor de la pursimaluz que nos llega de lo alto, y que es al

    cual el Divino Escultor lo libra de to-das las escorias que cubren su imagen.

    Si entendemos bien esa figura, po-demos encontrar en ella el modelo pa-ra la reforma eclesial, aade el Car-denal. Distingue, claro est, que la

    Iglesia siempre necesitar un sopor-te humano; las instituciones eclesis-ticas, lejos de ser instrumentos limi-tantes de la libertad, son necesarias yhasta indispensables; pero no debenser vistas como elementos esenciales.La reforma escribees siempre unaablatio, un acto de remocin para que

    se haga visible la figura noble, el rostrode la Esposa, y junto con l, el rostrodel Esposo, el Dios vivo.[]La verda-dera reforma es, pues, una ablatio.

    La admiracin preparael acto de fe

    Reportndose a la comparacin en-tre el activista y el admirador, el Car-denal Ratzinger subraya que el pri-mero coloca su actividad por encimade todo, lo cual limita sus horizontes,reduce su visin del mundo a lo em-prico, lo hace un hombre amputa-

    do. Y afirma: La autntica admira-cin, por el contrario, es un no a las

    limitaciones de lo emprico. [] Pre-para al hombre para el acto de fe, quele abre de par en par el horizonte de loEterno, de lo Infinito. []Por ende, lafe misma, en toda su grandeza y ampli-tud, es siempre aquella reforma esencial

    que necesitamos. El Cardenal deplo-ra el hecho de que exista hoy, inclu-

    so en altos ambientes eclesisticos, laidea que mientras ms empeada estuna persona en actividades eclesiales,tanto ms cristiana ser. No obstante,

    alguno puede ejercer sin tregua acti-vidades asociativas eclesiales y no sertotalmente cristiano; algn otro, porel contrario, puede practicar el amorque proviene de la fe sin haber com-parecido jams a una comisin ecle-sistica, y ser un cristiano verdadero.Y afirma: Necesitamos, no una Iglesia

    ms humana, sino una Iglesia ms divi-na; y solamente entonces ser tambinverdaderamente humana.

    mismo tiempo la irrupcin de la puralibertad.

    Para explicar mejor su pensamien-to recurre a una metfora. Miguel

    ngel, con su ojo de artista, vea enla piedra bruta la imagen oculta quelo esperaba para salir a la luz del sol.Su tarea consista solamente en libe-rar la imagen de cuanto la cubra. Ya

    antes san Buenaventura compar conla escultura el esfuerzo de perfeccio-namiento del hombre: la obra del es-cultor es una ablatio (ablacin, ac-cin de quitar, remover), o sea, sloconsiste en eliminar los obstculos.Laablatioes el medio para liberar lapreciosa imagen.

    As tambin el hombre, para hacerresplandecer en s la imagen de Dios,debe aceptar esa purificacin por la

  • 7/21/2019 Revista Heraldos del Evangelio 31 2006

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    Ser conquistado por

    la belleza de Cristo

    es un conocimiento

    ms real y profundo

    que la meradeduccin racional

    Febrero 20062006Heraldos del Evangelio 25

    El importante rol delperdn y el sufrimiento

    Para terminar, el Cardenal Rat-Rat-zinger aborda con palabras conmo-aborda con palabras conmo-

    vedoras dos importantes aspectos.Primero, el rol del perdn que lim-

    pia el alma del polvo e inmundiciay restaura en ella la imagen de Dios;el perdn que es centro de renova-cinno slo del individuo sino tam-bin de la comunidad. En segundolugar, el papel del dolor en la vidahumana. Una visin del mundo in-capaz de darle sentido al dolor y ha-cerlo precioso, de nada sirve. Se enga-

    an los que slo saben decir sobre eldolor que es necesario combatirlo. Porcierto que es necesario hacerlo todo

    para aliviar el dolor de tantos inocen-tes y para poner atajo al sufrimiento;pero no existe una vida humana sindolor, y quien no sea capaz de aceptarel dolor se evade de las nicas puri-ficaciones capaces de convertirnos enpersonas maduras.

    La belleza es verdad yla verdad es belleza

    En qu consiste la belleza, y cules su papel en este contexto? Es el te-

    ma del mensaje del Cardenal Ratzin-ger para el Meeting de Rimini, enel ao 2002.

    Comienza por presentar una pa-radoja verificada en la Liturgia delas Horas, tiempo de Cuaresma. ElSalmo 45 califica a Jesucristo de lasiguiente manera: Eres el ms her-

    moso de los hijos de los hombres, lagracia se ha derramado en tus labios(v. 3). Sin embargo, Isaas profeta lodescribe como un retoo, como raz

    de tierra rida. No tena aspecto quepudisemos estimar. [] Desprecia-ble y desecho de los hombres, varnde dolores y familiarizado con el sufri-miento(53, 2-3).

    Cmo conciliar esa aparente con-tradiccin?

    Al comentar ambos trechos, sanAgustn los compara a dos trompe-tas que suenan en contraposicin,pero cuyo sonido lo produce el mis-

    mo aliento, el del Espritu Santo. No

    hay contradiccin, aclara el Cardenal.Ambas citas provienen del mismo Es-pritu que inspira toda la Escritura, yas nos coloca frente a la totalidad de la

    verdadera belleza, de la propia verdad.[] Quien cree en Dios, en el Dios que

    se manifest en el semblante alterado deCristo, crucificado por un amor lleva-

    do al extremo, sabe que la belleza es ver-dad, y que la verdad es belleza.

    Una forma superiorde conocimiento

    La belleza es ciertamente una for-ma superior de conocimiento, porqueafirma el cardenal golpea al hom-

    bre con toda la grandeza de la verdad.El verdadero conocimiento consiste enser alcanzado por el dardo de la belle-za, ser tocado por la realidad de la pre-sencia personal del propio Cristo. Ser

    alcanzado y conquistado por la belleza deCristo es un conocimiento ms real y pro-

    fundo que la mera deduccin racional.

    El Cardenal finaliza citando la co-nocida frase de Dostoievski, la be-lleza nos salvar, destacando queen ella el famoso literato se refierea la belleza redentora del divino Sal-

    vador. Y concluye: Nada nos acercams a la belleza de Cristo que el mun-do de lo bello creado por la fe y bajola luz que brilla en la faz de los santos,a travs de la cual se vuelve visible lapropia Luz de Cristo.

    Pequea en volumen pero ricaen contenido doctrinal, la obra la

    componen dos magistrales textos delentonces cardenal Ratzinger, cuandoera Prefecto de la Congregacin para

    la Doctrina de la Fe

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    J

    26 Heraldos del EvangelioFebrero 2006Febrero 20062006

    HERAL

    Comenzar el ao recHospital del Nio,

    Guayaquil (Ecuador)

    ess quiso manifestarse a los hombres cubiertonuestra misma fragilidad, como criatura dbil edefensa. Vino a ponerse al alcance de todos, cquiera sea la clase social, cultura o raza. Pertierno Corazn infantil late con especial cario

    los desvalidos.

    Todava en plena atmsfera de Navidad, los HeraldoEvangelio aprovecharon las vacaciones escolares para ll

    Hospital Ferreira Machado,Campos (Brasil)

    Hospital de Maputo(Mozambique)

    Hospital Nacional de Nios,San Jos (Costa Rica)

    Hospital de Maputo (Mozambique)

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    Febrero 20062006Heraldos del Evangelio 27

    MUNDO

    dando a los desvalidos

    n mensaje de consuelo a los que sufren. Este tipo de mi-n viene repitindose desde hace aos, sumndose a ellacluso los Heraldos ms jvenes. Se dedicaron, pues, a re-

    orrer asilos y hospitales, llevando a los enfermos, cama porama, la benfica y reconfortante visita de Jess y Mara.

    Particularmente emotivos fueron los encuentros de la

    magen del Nio Dios con los pequeos enfermos. Tambine entregaron regalos en varios lugares.

    Hospital Mxico, San Jos(Costa Rica)

    Hogar de Ancianos de Alcabideche(Portugal)

    Hospital de GuyanaPernambuco (Brasil)

    Hogar San Camilo, Linares (Chile) San Salvador (El Salvador)

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    28 Heraldos del EvangelioFebrero 2006Febrero 20062006

    Londres: Consagracin a la Vir-gen Durante la misa celebrada en laiglesia de Nuestra Seora de los Do-

    lores, en Isleworth, por el Pbro. JosephTirello, Orion., algunos neo-Cooperado-

    res de los Heraldos ingleses realizaron suconsagracin a la Virgen Mara segn el m-

    todo de san Luis Grignion de Montfort.

    Lisboa: Misa por los inmigrantes Los Heraldos paticiparon en la misa solemne dedicada a las comunida-des extranjeras, presidida por el Cardenal Patriarca deLisboa, Mons. Jos da Cruz Policarpo, en la iglesia de

    Santo Domingo. Concelebraron sacerdotes de los ritosmaronita y ucraniano.

    San Jos de Costa Rica Los Heraldos ofrecieron unconcierto con msicas navideas (a la izquierda) ante laVicepresidenta de la Repblica, Lineth Saborio, los ministros de Estado y los dirigentes de instituciones pblicas;tambin cantaron en el Ministerio de Relaciones Exterio-res (foto superior).

    El Salvador: Fiesta de la Virgen de Guadalupe En laBaslica de Nuestra Seora de Guadalupe, en la ciudad deAntiguo Cuscatln, Mons. Luigi Pezzuto, Nuncio Apost-lico, presidi la Eucarista en honor de la Patrona, con la

    participacin de miles de fieles.

    Rio de Jainero: Centenario En la sede de la Cruz Ro-

    ja, los Heraldos participaron en el acto conmemorativo delcentenario de dicha institucin. Con este motivo se brindun homenaje al futbolista Ronaldo, el voluntario n 1.

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    Febrero 20062006Heraldos del Evangelio 29

    Conmemorando el Ao Nuevo con la Iglesia localSolemnidad y esplendor fueron las notas dominan-

    tes en las celebraciones de Navidad y Ao Nuevo en queparticiparon los Heraldos del Evangelio, sea en catedra-les, baslicas o iglesias parroquiales de todo el mundo.

    En la capital de la Cristiandad, Roma, tuvieron el ho-nor de acolitar las celebraciones presididas por el Carde-nal Bernard Francis Law en la histrica Baslica de San-ta Mara la Mayor.

    En la brasilea Catedral de So Paulo, el Coro yBanda Sinfnica Internacional de los Heraldos delEvangelio fueron invitados por el Cardenal ClaudioHummes a las misas que celebr en Vspera de Navi-

    dad y domingo 25, como tambin a la del da 31 pre-sidida por Mons. Manuel Parrado. En cada ocasin,el Presidente General de los Heraldos del Evangelio,Pbro. Joo Cl Dias, fue uno de los concelebrantes.Joo Cl Dias, fue uno de los concelebrantes.

    En Roma, con elCardenal Bernard

    Law en la Baslica deSanta Mara la Mayor,

    donde fueron expuestaslas reliquias del Santo

    Pesebre (detalle)

    En So Paulo, en la CatedralMetropolitana, con el Cardenal ClaudioHummes (al lado) y con Mons. ManuelParrado, obispo auxiliar (arriba)

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    Misin Mariana enMenasalbas, ToledoPor iniciativa de D. Juan Antonio Maestre

    Reyes, Prroco de Santa Mara Magdalena enMensalvas, los Heraldos del Evangelio realiza-ron una Misin Mariana durante siete das enesa poblacin.

    Todos los das visitaban casas defamilia, colegios, hogar de an-cianos, y establecimientoscomerciales, en las cua-les se rezaba a Maraen sus intenciones.(fotos 1 y 2)

    En las tardes, laExposicin del San-tsimo Sacramen-to y la Eucarista conpredicacin del Sr. P-

    rroco fueron ocasin demuchas gracias para losfieles que asistieron. La ima-gen permaneci siempre en algunacasa en donde se realizaba una vigilia durantela noche. (3)

    La Misa final fue muy concurrida y durantela misma se entregaron 14 oratorios que van acircular todos los meses en 440 hogares de Me-nasalvas. El coro de los Heraldos y la banda decornetas y tambores anim musicalmente el ac-to litrgico. (4)(4)

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    Misin Mariana enViclvaro, Madrid

    Con una Misa se clausuresta actividad en la parroquia de

    San Casimiro y San Valentn en Viclvaro,en la que particip el coro de losHeraldos del Evangelio. Durante variosdas la Imagen peregrina del InmaculadoCorazn de Mara visit los hogares dela parroquia. Al final de la Misin varios

    feligreses recibieron el oratorio delInmaculado Corazn de Mara.

    Conciertos Navideos El Coro y la Banda de los Heraldos del Evangelio de Toledo ofrecieron, en el pasado mes dediciembre, una serie de conciertos navideos catequticos, realizados en varias parroquias de las dicesis de Madrid,

    Valencia, Toledo, Cartagena, Palencia, Alcal y Guadix, teniendo como objetivo evangelizar a travs de la msica. Arribaen ambas fotos, presentacin en la Iglesia de San Gins, Madrid

    En la iglesia de San Miguel dePalencia Ni la nieve ni el intenso

    fro fueron impedimentos paraque el pblico palentino llenaralas naves de la histrica iglesia

    parroquial de San Miguel, con lafinalidad de asistir al Conciertode Villancicos ofrecido por los

    Heraldos, atendiendo la invitacindel prroco D. Eleuterio Garca.

    Junto al coro y Banda de losHeraldos interpretaron