Revista Etcétera Valle de Leiva

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REVISTA ETCÉTERA IES VALLE DE LEIVA CURSO 2015/ 2016

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Revista del IES Valle de Leiva curso 2015/2016

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PRESENTACIÓN

En este año del cuarto centenario de la muerte de dos grandes genios de la literatura universal,

Cervantes y Shakespeare, los alumnos y profesores del IES Valle de Leiva nos atrevemos a

coger la pluma y dar rienda suelta a la imaginación, a poner en palabras nuestros sueños e

ilusiones, a contar al mundo nuestras experiencias, y a compartir todo esto con quien quiera

dedicarnos unos minutos de su tiempo. Vivimos en una sociedad acelerada, con prisas, sin

apenas hueco para muchas cosas. Sin embargo, nos atrevemos a pediros un ratito de vuestro

ocio para que nos conozcáis mejor, para que disfrutéis del placer de la lectura y, quién sabe,

quizás para inspirar en algunos el deseo de imitar, aunque modestamente, a los grandes

escritores. Por eso, como a Alicia en el país de las Maravillas, esta revista os pide: ¡LÉEME!

Mª Mercedes García Bolós

Coordinadora de la revista

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ESCRITORES PRINCIPIANTES

Somos un grupo de 1º de ESO de Refuerzo de la Competencia de Comunicación Lingüística

(RCCL).

Nuestro grupo es peculiar. Pero estamos tan orgullosos de él que no tenemos reparo en

compartir algo de lo que hacemos en clase. Tal vez os parezca sencillo, pero expresa y muestra

nuestro trabajo y nuestras ganas de mejorar un poco cada día. Y hacerlo, además, con ilusión.

¿Alguien da más?

Ana Alcaraz

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Descripción de Roberto

Soy Juan Pedro, compañero de Roberto. Voy a describirlo.

Roberto tiene el pelo de color marrón y corto. Sus ojos son marrones, redondos, grandes, y

vivarachos. Su tez es de color blanca, su nariz es recta y puntiaguda. Sus cejas son pobladas y

arqueadas. Su cuerpo es delgado y de estatura mediana tiene 12 años.

Es bueno, listo, estudioso, tímido, paciente, obediente, y es una persona muy divertida. Esto es

lo que más me gusta de él.

Juan Pedro García (1º C)

Retrato de un compañero: Antonio

Hola, soy Roberto, y voy a describir a mi amigo Antonio.

Antonio tiene la cara redonda, tiene el pelo rizado de color marrón, sus ojos son de color verde

claro. Antonio tiene los dientes separados, es un poco rechoncho y siempre va con chándal. Su

carácter es simpático y amable. Sus aficiones son el ajedrez y el patinete. Lo que más me gusta

de él es que es amable con las personas. Lo que no me gusta de él es que cuando se enfada es

imposible hacerle razonar, y si se enfada mucho pega a la gente.

Roberto Hernández (1º D)

Retrato de un compañero

Soy Fadua, la compañera de Juan.

Juan es un chico bueno, simpático, le gusta jugar con mis compañeros. Tiene pelo castaño, ojos

azules. Le gusta jugar con el scooter y al fútbol. Siempre queda con sus amigos. Sabe dibujar y

a mí me gustan sus dibujos.

Fadua El Farh (1ºD)

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Retrato de Yeray

Yeray es muy buena persona, amable, simpático, divertido y buen amigo. Lo malo de él es que a

veces se cabrea y no hace caso. Lo que más le gusta es patinar y a veces jugar al fútbol. Tiene

los ojos marrones, pelo negro, piel un poco oscura. Es bajito y viste muy bien. Aunque no le

apetezca estudiar él es muy listo. Yeray es un zagal fenomenal.

Rida (1º C)

Retrato de una compañera

Hola soy Juan, hoy os voy a hablar de Luisa, mi compañera de clase. Luisa es muy simpática y

amable. Es lista. Su aspecto físico es: morena, pelo castaño, ojos castaños, pelo rizado y por

último es alta. Viste con ropa buena. Lo que me gusta de ella es que es muy simpática conmigo.

Lo que no me gusta es cuando se enfada. Es mejor no cruzarse con ella mientras está enfadada.

Juan Martínez (1º D)

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Estaba tan aburrido…

Estaba aburrida en mi casa tan aburrida que solo pensaba en dónde ir o qué hacer. Hasta que se

me ocurrió llamar a mi amiga. La llamé porque me gusta estar en ella y es muy buena amiga. Es

divertida y siempre estoy con ella, tengo mucha confianza con ella. Con ella y con mi hermana

salgo en la hermandad de los “Coloraos”. Me gusta mucho la Semana Santa. Nos fuimos a un

parque que hay debajo de mi casa, estuvimos charlando y jugando con los niños que viven cerca

de mi casa hasta las ocho de la tarde. Todos juntos fuimos a ensayar a la Hermandad. A las 9 de

la noche nos fuimos a casa y cuando íbamos de camino nos encontramos a una amiga.

Luisa Mehalli Giménez

Estaba muy aburrido en mi casa estudiando Ciencias. Al terminar de estudiar me fui al jardín

del Paco Rabal a por uno de mis mejores amigos, Jose. Luego nos fuimos al jardín de los bolos

a jugar al fútbol con mis amigos Bruno, Izan y Adrián. Al terminar nos fuimos a la Tívoli de la

feria, nos pedimos 2 Bambinos grandes que nos costaron en total 10 euros. A continuación nos

fuimos al cine a ver la película de Jurassic World. Cuando terminó nos fuimos a nuestras casas

y decidimos quedar al día siguiente para jugar al fútbol.

Os he contado esta historia porque nos llevamos bien desde los cinco años. Lo que más me

gusta de mis amigos es que nunca nos peleamos y nos llevamos bien.

Roberto Hernández (1º D)

Estaba en mi casa tan aburrida que solo pensaba en qué podría hacer. Así pensé en hacer una

cosa: ver vídeos en Youtube. Pasaron unas horas y llegó mi madre y me castigó porque no

estaba estudiando para el examen. Ella me dio la charla de lo que pasaría si no estudio. Estoy

harta de esta charla. Después saqué a mi perro para despejarme. Luego cené, después leí un

manga que era de Pokemon. ¡Me encantan los juegos de Pokemon! Después jugué a la DS,

porque me aburrí de leer, el juego de Mario Cars. Oí a mi madre y apagué corriendo la DS y

fingí dormir hasta que se fuera y ahí me dormí.

Nuria Sánchez (1º D)

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Estaba mirando la tele y mi madre no estaba en casa. Entonces se me ocurrió llamarla y

preguntarle que si podía ir a jugar a la plaza del ayuntamiento con mi scooter. Me dijo que sí y

que tuviera cuidado con los coches (como siempre me dice). Cuando llegué a la plaza, me

encontré con Cristian, un amigo, que tenía dos horas libres (como yo). Cogimos los scooter y

nos fuimos a una fábrica abandonada. Sólo pudimos entrar hasta el fondo del pasillo porque

teníamos un poco de miedo. Después de un rato nos fuimos de allí a un camino que está por

detrás del castillo. Dejamos los patinetes escondidos para que nadie los viera y nos pusimos a

escalar. Como yo sé moverme por ese terreno no tengo problemas, pero como Cristian no sabe

moverse por allí, por poco se cae en 3 ocasiones. Cuando terminamos de escalar todavía

quedaba una gran cuesta. Después de diez minutos llegamos al mirador, pero se estaba haciendo

tarde.

Juan Pedro (1º C)

Estaba tan aburrida en mi casa que solo pensaba dónde ir o qué podía hacer. Me fui de

vacaciones a Mazarrón a la playa con mi hermano y mi madre. Por la mañana mi hermano y yo

nos fuimos a la playa y le dejamos una carta a mi madre: “Mami, te hemos dejado el desayuno

en la cocina y hemos ido a la playa. Vamos a estar debajo de una palmera. Adiós, te quiero

mucho”.

Pasó una hora y vino mi madre con mis tíos y primos, todos nos fuimos a jugar en la playa. Al

rato se empezaron a caer las palmeras, el agua se hizo una ola gigante, que nos llevó arrastrando

a todo el mundo. Yo agarré a mi hermano y grité: ¡MAMÁ! En ese momento me sentí mal

porque si a mi madre le pasara algo yo me muero, si mi madre y mi hermano desaparecieran, se

me caería el mundo entero.

Yo estaba sola y triste porque no encontraban a mi hermano ni a mi madre. Estaba paseando

para ver si encontraba a mi hermano y a mi madre y después de unos minutos escuché una voz

que decía: “SOCORRO, SOCORRO”. Me fui corriendo a ver si era mi hermano. Llegué y era

mi hermano, lo cogí y lo abracé muy fuerte. Más atrás estaba mi madre. Todos nos fuimos a

buscar a los demás. Se hizo de noche y no sabíamos nada de mis tíos y primos. Los buscamos

por toda la playa y encontramos a mi prima Paula que estaba con mi primo Cristian, sólo

faltaban mis tíos y todos gritábamos: ¡Tía! ¡Tío! Se hizo de noche y mi tío estaba bien, pero a

mi tía estaba mal de la pierna y mi tío la estaba cogiendo para curarla. Nosotros fuimos

corriendo hacía mi tía. Pasaron los días y nos fuimos todos a casa. Mi tía ya estaba bien y todos

muy contentos.

Érika Narváez (1ºC)

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Estaba tan aburrida en mi casa que sólo pensaba dónde ir o qué podía hacer. Me fui a gimnasia

rítmica. Cuando llegué estaban todas las niñas de mi grupo, pero no estaba la maestra, y

teníamos que terminar el baile, porque al día siguiente era la competición y el baile tenía que

estar hecho. Se nos ocurrió terminarlo nosotras. Cuando lo habíamos terminado apareció la

maestra. Le enseñamos el baile, y dijo: ¡qué bonito! Luego lo perfeccionamos y lo ensayamos

para la competición.

Llegó el día de la competición y estábamos todas en un hueco ensayando el baile, nos tocaba ya.

Estábamos muy nerviosas. Llegó el momento de salir a competir, nos salió muy bien el baile.

Cuando iban a entregar las medallas, yo estaba muy nerviosa, porque no sabía en qué puesto me

iba a quedar. Cuando nos llamaron fuimos. ¡Nos habíamos quedado en primer puesto! Nos

pusimos muy contentas. Cuando terminó la competición nos fuimos todas las de mi grupo a

comer a un restaurante. Después de comer nos fuimos a nuestras casas.

¡Este día me gustó muchísimo!

María Soria (1º D)

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La noche más extraña

Era una noche de invierno a las cuatro de la madrugada. Me desperté en una casa encantada.

Había libros que hablaban. Mesas que se movían, pero lo más extraño era que había un cadáver

que andaba. De repente aparezco en China. No pasaba nada extraño nada más que allí eran las

cuatro de la tarde. A los diez minutos aparezco en mi casa. Era la hora de comer. Era verano, mi

jardín era precioso. Mariposas, flores hermosas hasta que aparezco en la piscina de mi amigo.

En realidad todo esto era un sueño. Mi madre me despertó, fui a la piscina y me bañé.

Juan Pedro (1ºC)

Entre las lápidas

En un autobús había 3 niños, uno de ellos se llamaba Robin. Su físico no es que fuese como el

de un culturista, pero tenía mucha fuerza, más de la que tenían sus compañeros. La chica se

llamaba Lucía, era muy atlética y muy flexible. El otro chico se llamaba Alex, este chico tenía

un intelecto superior al de todos sus compañeros de clase, aunque no era nada bueno en los

deportes, es más, era malísimo. Hace 2 días hicieron una apuesta con sus compañeros. “La ruta

de los valientes” la llamaban. Se trataba de entrar al cementerio a media noche, cruzando las

tumbas de los muertos y llegar a la cripta que estaba justo al lado de la tumba de un tipo

llamado “Elois Perales” ¿Que quién era? Ni ellos lo sabían. Debían coger un número de teléfono

que había en la cripta y llamar para que les dijeran cómo salir del cementerio. Salieron del

autobús y se encontraron a sus compañeros que les esperaban en la puerta. Los tres niños

entraron los primeros. Pasaron por las tumbas. Era escalofriante andar por las tumbas en la

oscuridad porque tenían la sensación de que alguien o algo les estaba observando. Entonces se

oyó una rama rompiéndose en el suelo, los niños aterrorizados miraron a ambos lados y no

vieron nada. De repente a Robin lo agarró algo. Miró hacia su pie, ya no había nada, pero aún

sentía ese tacto misterioso. Empezaron a revisar las tumbas. Alex se acercó a una lápida

ensombrecida por una farola …

Mario Díaz

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EL VIENTO

Yo, peregrino de este pequeño mundo, camino cuán nómada, no buscando un lugar en el que

quedarme, sino que simplemente camino, a veces a paso más ligero de lo que me gustaría. He

estado en todas partes, y aunque no se me pueda ver, todo el mundo puede sentirme. Invado las

calles agitando los papeles del suelo; me cuelo en tu respiración, y en los edificios más altos

disfruto colándome entre las rendijas, produciendo sonidos que bien podrían ser los silbidos de

los seres inanimados. Los árboles hablan mi idioma, agitando sus hojas cuando me ven pasar, y

de vez en cuando hago algún que otro favor a las flores, esparciendo su polen en mi camino. En

la noche más fría soy el augurio de la mala fortuna, y soy capaz de causar escalofríos a la

persona más brava solo con pasear a su lado; pero en las mañanas más calurosas se me echa de

menos, y acaricio el cabello de aquellos con quien me encuentro, erizando la piel de quienes

tienen tiempo para pararse y escucharme. Años llevo explorando este inmenso planeta. He

caminado entres las montañas, me he bañado en las aguas más frías del basto océano, he

esparcido la arena de los inhóspitos desiertos, y he hablado con los más altos árboles de todas

las junglas. He visto morir a todas las generaciones; todos los seres de este mundo se han

marchitado y han perecido en mi camino, pero yo he seguido. Gigantescas acumulaciones de

nubes han viajado junto a mí en muchas ocasiones y han acabado esparciendo su lluvia y

desapareciendo, pero yo he seguido. Titánicos volcanes han erupcionado, causando muerte y

destrucción en su cataclismo, pero yo he seguido. Los más valerosos reyes han perecido y sus

imperios han desaparecido en el olvido, pero yo he seguido. Y no sé quién eres, pero estaré ahí

cuando exhales tu último aliento; y cuando te hayan enterrado y de tu cuerpo no queden más

que cenizas, yo seguiré caminando, y con el tiempo removeré la tierra que hay encima de tu

tumba, y el polvo que quede de ti fluirá conmigo, acompañándome en el camino que recorreré

una y otra vez hasta el final de los días.

Diego Alfonso Marín Muñoz 1ºA Bachillerato

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El despertador estaba sonando

El despertador estaba sonando, mi mano se dirigía a la mesilla con la intención de apagarlo,

pero de repente, mi enorme gato se avalanchó sobre mí, impidiendo movimiento alguno.

Mi nombre es Darío y tengo 16 años, y me acabo de mudar con mi familia a un nuevo pueblo,

Villa Tenebrosa (gracioso nombre), ya que mis padres tuvieron que ser trasladados de Madrid a

este pueblo por cuestiones de trabajo. Cuando me enteré de que nos íbamos a mudar me alegré

un montón, prefiero mil veces antes el campo que una ciudad y por el tema de los amigos, todo

el mundo piensa que es mejor quedarse con los amigos y que no hay que separarse, pero el

problema estaba en que yo no tenía amigos, nunca fui una persona muy social y esta mudanza la

veía como un nuevo comienzo desde cero.

Bajé a desayunar y me encontré con mi padre haciendo el desayuno y con mi madre poniendo la

mesa. Mi padre era una persona bastante seria a primera vista, pero luego era el que ponía los

castigos más suaves; era alto, pelo negro (al igual que yo), ojos marrones y una poblada barba.

Mi madre, una mujer pelirroja y con los ojos verdes (los cuales yo había heredado), era muy

dulce y amable hasta que no la liaba, que entonces era como si tuviera doble personalidad. En

realidad, yo quería demasiado a mis padres, aunque me costase admitirlo, ya que ellos no me

presionaron en ningún momento por ser tan antisocial. Lo único malo de mi familia, es que soy

hijo único, mis padres no pudieron volver a tener más niños; cuando era más pequeño recordaba

cómo lloraba mi madre al enterarse de que no podría volver a tener más hijos, así que yo

siempre intentaba portarme bien y evitar dar problemas. Pero no es cuestión de deprimirse, hoy

es mi primer día de instituto, es mi oportunidad para hacer amigos.

Terminé de desayunar y me dirigía mi habitación para cambiarme. Me puse unos jeans negros,

con mis zapatillas y una camisa blanca, intenté ir lo mejor que podía para causar una buena

impresión. Eran las ocho en punto, me quedaba media hora más, pero decidí salir pronto para

conocer un poco más el territorio. Cogí mi cartera y mi almuerzo y me encaminé hacia la puerta,

pero antes de eso mi madre me plantó un beso en la frente y me deseó un buen día;

avergonzado, salí corriendo de allí.

Hacía un día estupendo, de mi casa al instituto sólo se tardaban diez minutos y para atajar

cruzaba un lindo parque que estaba justo en el pie de una cima, decidí sentarme en uno de los

bancos para observar esa cima, que si mis ojos no me engañaban había como un agujero a un

lado, quería ir a averiguar, pero si lo hacía podría llegar tarde, así que no me la jugué, pero más

tarde estaba seguro de que iba a volver.

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Llegué a la entrada del instituto, muchos chicos y chicas se me quedaban mirando fijamente, yo

simplemente decidí dirigirme a mi salón de clases. Allí me senté en un pupitre cercano a la

ventana, empecé a sacar mi material, cuando de repente veo a un chico moreno, bajo y con una

mirada muy brillante.

─ ¿Eres el nuevo? ─preguntó él.

─ Emm... Sí ─contestando algo muy obvio.

─ Genial, ¿cómo te llamas? ¿Dónde vives? ¿Tus aficiones?

─ Emm... pues me llamo Darío, vivo cerca del parque de la cima y me encanta leer. Creo haber

contestado todas tus preguntas ─le dije sintiéndome un poco acosado─ ¿Y tu nombre es?

─Yo me llamo David y siento si te he agobiado pero es que has llamado mucho mi atención. A

mí también me gusta mucho leer, ¿tus libros...?

─ Ey ─dijo una chica, interrumpiendo al emocionado David─ tú eres el chico nuevo ¿no?, yo

soy Sandra, encantada de conocerte.

─Igualmente ─dije bastante sorprendido por lo simpáticos que eran todos─. Yo soy Darío.

─ ¿Qué estabas haciendo tan pronto con Darío? Ehh David ─dijo mirándolo fijamente.

─Yo no intentaba hacer nada ─dijo rojo como un tomate─. Oye Sandra, sabes que él vive cerca

del parque de la cima ─intentando cambiar de tema.

─ ¿Qué problema hay con eso? ─dije perplejo.

─ No, ninguno, solamente que vives cerca del lugar donde murieron un montón de personas y tú

paseas por allí ─dijo Sandra tranquilamente, pero al ver mi cara de terror dijo─: Es broma, es

broma, dice la leyenda urbana que tres chicos se metieron allí y murieron, pero vamos que eso

es mentira.

─ ¿Cómo que murieron? ─dije todavía más perplejo y un poco asustado.

─ Es que dentro de esa cima dicen que hay montañas de oro y tres chicos se metieron y

murieron pero fue todo una farsa, los chicos se fueron a estudiar al extranjero, no murieron

─aclaró todo David─. Si quieres podemos ir a echarle un vistazo esta tarde, Darío.

─Vale, yo me apunto ─dijo Sandra muy contenta, al mismo tiempo que David la fulminaba con

la mirada.

─Está bien, vayamos, podemos quedar en el parque a las seis, si os parece bien ─dije yo un

poco entusiasmado.

─Perfecto ─dijeron los otros dos a la misma vez.

Las clases se me pasaron muy lentas, por fin había hecho amigos y encima había quedado con

ellos. Cuando tocó el timbre anunciando que se habían terminado las clases, me despedí de ellos

y me dirigía mi casa para comer y esperar que fuesen las seis.

Empecé a bajar la calle para dirigirme al sitio acordado, de repente visualizo las figuras de mis

nuevos amigos.

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─Vamos, lento ─me dijo la sonriente Sandra, los dos portaban una mochila─. Que nos hemos

traído la merienda para comerla allí.

─Me parece bien ─dije yo.

Nos encaminamos hacia la entrada del lateral, toda la cima era muy inhóspita, no había ninguna

planta, excepto en la parte más arriba del todo en la que había unas preciosas amapolas rojas,

más bien granates, un color parecido a la sangre. Esta imagen de todo seco y en la parte de

arriba flores, era muy graciosa. La entrada estaba bastante oscura, los únicos rayos de luz que

había eran los de la entrada. David me lanzó una linterna y me sonrió. La encendí y pude

comprobar que el camino, que se abría entre las rocas, era bastante amplio. Muy sospechoso,

pero decidí no echarme para atrás. Comenzamos a caminar, la conversación era fluida daba

gusto poder estar así, a pesar de que el lugar no era muy encantador. Pero de repente

escuchamos un ruido, parecía el ruido que hace el agua cuando choca con el suelo, miramos a

todos lados buscando qué era eso, pero no encontramos nada.

─Yo creo que deberíamos volver ─dije intentando evitar que se diesen cuenta del miedo que

sentía.

─No, un poquito más, ya que estamos aquí no podemos dar marcha tras ─me dijo entre una

sonrisa David y sin darme cuenta me dio un breve beso, corto, demasiado corto, haciendo que

me sonrojara─. Así, se te pasará el miedo.

─Vamos parejita, dejaos eso ─dijo un poco enfadada Sandra.

Iba a hablar cuando de repente, sentí la sensación de que algo me tocaba por detrás, era como un

corriente de aire en mi cuello, un aire muy caliente para estar dentro de una montaña; por suerte

no fui el único que lo sintió, nos miramos y nos pusimos a correr profundizando todavía más en

la cueva y corriendo todo lo que nuestras piernas nos lo permitían. Empezamos a ver una luz

que provenía del exterior y entramos en una gran zona, más ancha e iluminada con la luz

natural. Miro a mis amigos pensando que ya estábamos en un lugar seguro, cuando de repente

veo unas miradas y sonrisas lujuriosas en sus rostros. No entiendo nada, iba a preguntar, cuando

de repente veo que Sandra señala algo detrás de mí y mi primer instinto fue girarme.

Siento como mi sangre se hiela, mis piernas no responden, están inmóviles, mi corazón parecía

fallar y mi piel estaba completamente erizada.

El agujero del que provenía la luz tenía tres cuerdas amarradas a él, del que suspendían tres

cuerpos o más bien esqueletos medio pudriéndose que todavía se podían ver los restos de carne

ensangrentados. Entonces comprendí de donde venía el ruido de antes, era la sangre chocar con

el suelo, vi la sangre cómo bajaba hasta llegar a una especie de charca roja, en la que si te

fijabas bien podrías contemplar hasta vísceras. Ahora también entiendo porqué las amapolas

estaban tan rojas, ahora comprendo por qué ellos se acercaron a mí, y porqué llevaban mochilas.

Las empezaron a abrir y comenzaron a sacar navajas, cuchillos y correas, mi cuerpo tenía la

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sensación de dar un infarto y lo primero que se me ocurrió hacer fue clavarme yo mismo uno de

esos cuchillos, antes que ese par de locos me torturara.

Noelia Martínez Ruipérez (1ºA Bachiller)

Y once

Al principio no quiso créelo. Después se convenció, pero no pudo evitar el tomarlo a chacota. El

ruidito (a veces, como de fichas que caían; otras como un sordo zumbido) era inconfundible

para los oídos expertos. Armando no sabía el motivo y, sin embargo, estaba ahí, todos los días a

la misma hora, las 11:11 de la noche. Primero, las fichas, luego, de forma fraccionada, una serie

de golpes. Por último, el zumbido. Es una de estas cosas que durante los tres primeros días

sientes inquietud y, a partir del tercer día, ya no tiene importancia. Como un niño que aprende a

montar en bici y tiene miedo de caerse, pero, tras pasarle esto unas cuantas veces, ya no piensa

en ello.

Armando ni siquiera lo había hablado con sus padres. Simplemente, pasó de ello.

─Armando, hijo, mañana tu madre y yo nos iremos a una fiesta del trabajo sobre las 09:00 de la

mañana. Volveremos por la noche, ¿quieres irte a la casa de tu tío o prefieres quedarte aquí?

─Me quedo aquí. Además, he quedado por la tarde con Nora y Léa ─contestó levantando la

vista de su película favorita, Harry Potter y la piedra filosofal.

─Ah, vale. Entonces ten mucho cuidado, a las 11:00 te quiero en casa.

─Vale, papá.

Se hicieron las 11:00 de la noche y Armando fue a su habitación a leer un poco antes de

costarse. Llegaron las 11:11 y otra vez esos sonidos tan extraños. Desde allí, en la segunda

planta, se oían aún más fuertes. Las fichas, los golpecitos, el zumbido. Se le erizó la piel y

siguió con su lectura hasta que a las 12:00 se durmió.

Armando se levantó en tensión, estaba sudando. Había tenido una pesadilla. Él estaba solo en

casa y... no, no podía ser posible, solo era un maldito sueño. Miró el reloj, marcaba las 11:11 de

la mañana. Había dormido exactamente 11 horas y 11 minutos. Qué raro, pensó. Decidió

olvidarlo, se haría unas tortitas, almorzaría y luego se daría una ducha para despejarse.

Se lio en la toalla y miró a su alrededor. El vapor del agua caliente había empañado todos los

cristales y el espejo. ¿Qué era eso? Armando volvió a dirigir la mirada al espejo. Había

números escritos. 1211. Miró la hora, marcaba justamente lo mismo. Rápidamente, borro el

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número, como si así fuera a desaparecer de su mente. Respiró hondo y siguió con lo suyo,

haciéndose creer que eran alucinaciones suyas.

Decidió ponerse a hacer algo de deberes hasta la hora de comer para no pensar más en ello.

Cogió sus cascos y se puso a escuchar música a la vez que analizaba las oraciones de lengua..

Todo marchaba correctamente has que, como por arte de magia, el ventilador situado sobre su

cabeza, empezó a girar.. Primero, lentamente, luego, más rápido. Tanto, que comenzó a agitarse

hacia los lados, como un reloj antiguo. Crujió y, esta vez, a Armando le pareció oír algo. Miró

hacia arriba y precipitadamente pegó un salto de la silla. Entonces, en ese instante, el ventilador

se soltó y se estrelló contra el suelo con un gran estruendo. Armando, con los ojos como platos,

miró alternativamente el agujero del techo y el ventilador, con las aspas parándose poco a poco.

Había estado a punto de matarle. Con el corazón aún latiéndole a mil, bajó a la cocina a por un

vaso de agua, sin percatarse de que la hora marcaba las 01:11.

Ya en la cocina, le entró hambre. Cogió el encendedor para los fogones pero, al poner la mano

el botón para abrir el gas, un escalofrío le recorrió de abajo a arriba y se lo pensó dos veces.

Mejor se prepararía un bocadillo de jamón y queso, antes de arriesgarse a pegar fuego a la casa

o, lo que era peor, a él mismo. De nuevo, un escalofrío. Sacó la comida del frigorífico y fue a

coger un cuchillo para partir el pan. Aunque pensándolo bien, lo abriría con los dedos, no quería

cortarse.

Se sentó en el sofá y encendió la televisión. Beethoven, su perro, llegó corriendo y se sentó a su

lado, babeando al ver el bocadillo.

─Tú ya tienes tu comida en el plato, no seas envidioso.

Beethoven volvió a ladrar.

─Eh, a mí no me ladres, que soy yo quien te da de comer.

Él volvió a ladrar.

─Bueno, ladra todo lo que quieras.

De repente, Armando sintió que se ahogaba. Tosió y tosió, muy fuerte. Rápidamente se iba

quedando sin aire. Se levantó, se golpeó el pecho y siguió tosiendo. Estaba completamente rojo,

ya no podía respirar. Pensó que se ahogaría en el saló de su casa. Cayó al suelo y m con una

última arcada, escupió algo redondo. Armando recuperó el aire mientas Beethoven ladraba a ese

objeto. Una vez recuperado, examinó el objeto que casi lo mata. Era una canica. Una canica gris

oscura salpicada de puntos rojos. ¿Qué acababa de ocurrir y quién o qué había metido la canica

dentro del bocadillo?

Armando decidió que ya era hora de preocuparse, estaba empezando a sospechar. Miró la hora.

Las 02:11. El número le resultaba familiar... ¡Claro! ¡Los números del espejo! 1211, las 12:11.

Ahora se dio cuenta: a las 11:11 la pesadilla; a las 12:11, el ventilador; el espejo a las 01:11; y

ahora, a las 02:11, la canica. Cada hora, algo extraño sucedería. A Armando se le puso la piel de

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gallina solo de pensarlo. A las 03:11, algo ocurriría. Pensó en salir de su casa inmediatamente, a

lo mejor estaba encantada, como en las películas. Se guardó su móvil en el bolsillo, cogió su

reloj de muñeca y depositó la canica sobre la mesa del comedor.

Sin embargo, Armando no vio los ojos que le seguían desde la oscuridad...

Una vez en el jardín, le puso la correa a su perro y juntos se dirigieron a la casa de su amiga

Léa. Aunque no había quedado hasta las cuatro, ella le haría sentirse más seguro. Su casa estaba

en el otro extremo del pueblo, así que, si no se daba bastante prisa, llegaría la hora que tanto

temía.

Acababa de tocar el timbre, miraba el reloj impacientemente. Las 03:09. Armando no paraba de

alterar la mirada entre la puerta y su reloj, la puerta y su reloj. Nadie abría, su corazón latía tres

veces más rápido que el marcador de segundos. Comenzó a escuchar la aguja del reloj, cada vez

más y más fuerte. Se echó las manos a la cabeza en el momento en que la aguja marcó las 03:10.

Escuchó un gran golpe, como un tambor, y se encogió, apretujándose contra Beethoven. Parecía

que no había nadie en casa, lo que lo ponía todavía más nervioso. El sonido de los segundos

incrementaba. Ahora parecía truenos. Diez segundos para las 03:11. Armando aporreó la puerta

con todas sus fuerzas, si nadie abría en ese preciso instante le explotaría la cabeza.

Y, de repente, silencio. Armando, perplejo, abrió los ojos y fue dirigiendo la vista muy

lentamente hacia el reloj. Las 03:11. Nada había sucedido. Ningún suceso extraño, nada

anormal, ningún intento de asesinato. Llegó a la conclusión de que nada le ocurriría estando

fuera de esa casa maldita, por lo que esperaría sentado en el portal hasta que Léa llegase. No

tenía la menor intención de volver a casa, bajo ninguna circunstancia. Se quedaría allí, alerta a

cualquier cosa anormal que pasase.

Pasó el tiempo y, sin percatarse de ello Armando se fue quedando dormido, inofensivo ante

cualquier peligro.

No fue consciente de que estaba siendo arrastrado por quien él creía que estaría seguro. Ella

tenía los ojos en ninguna parte, mientras una fuerza extraña dirigía a Léa hasta la casa de

Armando. Entraron y, dejando el cuerpo de Armando dentro de la casa, Léa se marchó de

nuevo.

Las fichas caían de nuevo, el proceso volvía a repetirse. Todas las noches, a la misma hora.

Armando despertó de su profundo sueño y, anonado, miró a su alrededor. No creía recordar que

se durmiera en su casa, pero entonces lo escuchó bastante bien, una serie de golpecitos y,

seguido, el zumbido. Miró su reloj, las 11:11 de la noche, había dormido toda la tarde y había

vuelto a su casa sin saber cómo. Estaba aterrorizado, la respiración era irregular, no sabía qué

hacer, se había quedado paralizado por el miedo.

Y entonces, las fichas sonaron otra vez. “¿Dos veces? Nunca antes habían sonado dos veces”.

Golpes. “¿Por qué razón el proceso se repetía?”

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19

Zumbido. “Está bien, ya es hora de investigar” ─se dijo Armando.

Subió las escaleras, se encontraba bajo la escalera del desván. Respiró hondo, y con una valentía

que ignoraba, tiró de la cuerda para bajar las escaleras. Todo parecía normal, ningún ruido,

ninguna risita malévola. Subió las escaleras y, poniendo el pie en el suelo del desván, las fichas

volvieron a caer. Ahogó un grito, aunque no se movió, sino que entrecerró los ojos para ver lo

que estaba pasando con la ayuda de la poca luz que se colaba a través de la ventana. Lo que vio

le extraño un tanto y lo aterrorizó otro poco. Un circuito de coches, fichas, canicas, carreteras de

juguete y todos sus juegos de la infancia ocupaban todo el desván. Los golpecitos eran las

canicas, chocando unas con otras y con cochecitos.

¿Y el zumbido? Se preguntó Armando.

Pronto lo supo, un peso cayó sobre unas tijeras que cortaron un hilo y un hacha se dirigió directa

hacia Armando. Este, como un rayó, salió disparado hacia la calle, consiguiendo escapar de su

muerte. Intentó abrir la puerta, pero estaba cerrada. Corrió hacia una ventana, pero se cerraron

todas de golpe. Armando, contra la puerta, miraba hacia la escalera, paralizado de pies a

cabeza.

Algo caía por la escalera. Una muñeca quedó sentada en la mitad de la escalera. Armando

pareció tranquilizarse, solo era una muñeca inofensiva.

Ella abrió la mano y una canica ruló por las escaleras, despacio, hasta llegar a los pies de

Armando. Una canica gris oscura, salpicada de puntos rojos. Seguidamente, la muñeca

enderechó la cabeza, abrió los ojos y miró a Armando, dejando ver su siniestra sonrisa. Él salió

corriendo, la muñeca le perseguía, y no tenía intención de detenerse hasta terminar su trabajo. A

un metro de Armando, este gritó, la muñeca estaba a un palmo cuando la puerta de la casa se

abrió. Eran sus padres. Dejó escapar un suspiro al ver a la muñeca caer al suelo. Corrió hacia

sus padres y los abrazó muy fuerte. Les contó todo lo sucedido y su padre, decidido, subió a

investigar.

Tras unos minutos, Armando escuchó el zumbido.

─¡¡NOOO, PAPÁ!! ¡SAL DE AHÍ, RÁPIDO! ¡PAPÁAAA!

Armando, abrazado a su madre, vio la cabeza de su padre caer por la escalera y sintió como su

madre dejó de respirar y caía al suelo, muerta de un infarto. Él no pensó en otra cosa que no

fuera huir. Sin embargo, la puerta estaba cerrada y no había manera de escapar. La muñeca,

volvía a levantarse. Él ya conocía su final...

Nuria Sánchez Romero (1ºBac A)

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20

No creas en seres fantásticos

-PRÓLOGO-

La verdad, no sé si contar esto, ya que me podríais tomar por un loco y mandarme a un

manicomio. Pero es así: esto no es una historia inventada, es un relato fiel a la asombrosa

realidad que comprobamos mis tres amigos (se llaman Javi, Elena, Rosa) y yo. No sé qué más

añadir a esto, porque la historia es muy rara y, de verdad, digna de una historia de Disney©.

-

CAPÍTULO 1-

Todo empezó un viernes por la tarde, al salir del instituto. Mi amigo Javi, que es todo un

aventurero, nos dijo: ¿Chicos, queréis ir a Sierra Espuña, a un bosque, y hacer allí una

acampada?; sólo sería llegar allí después de la hora de la comida e irnos al levantarnos. ¿Qué os

parece, chicos? Genial, dijo Elena, la hermana de Javi y mejor amiga de Rosa, podríamos

traernos dos tiendas de campaña y que en cada una duerman dos. ¡Podrías ir conmigo,

hermanito! Todos los demás aprobamos la decisión de Javi, aunque él no aprobó la de su

hermana: ¿Contigo? ¡Ni de broma! ¡No tienes suficiente con chincharme todas las noches que

hasta fuera de casa sigues! ¡No! ¡Ponte mejor con Luis (que soy yo, por si alguien no lo sabía),

si quieres! Y, para sorpresa de todos, incluso la mía, dijo esto: ¿Pues sabes qué? ¡Prefiero ir con

Luis que ir contigo! ¡Pero después no me digas que tienes miedo, que encienda una luz o que

vaya a casa a traerte el osito de la suerte, porque no te lo voy a traer! Entonces yo, para poner

paz (y después gloria), dije: ¡Pues ya está, asunto resuelto! ¡Javi, tú vas con Rosa y, si quieres,

yo voy con Elena, pero parad ya, que parecéis niños de parvulitos! Al final, todo se quedó como

estaba: Acampada en el “maravilloso” (según Javi) paraje de Sierra Espuña en dos tiendas de

campaña: en una irán Javi y Rosa y en otra, Elena y yo.

-CAPÍTULO 2-

Al final llegó el día. Para algunos, convencer a sus padres fue pan comido, pero para otros fue

una ardua tarea: yo tuve que prometerle a mi madre que lavaría los platos de las dos semanas

siguientes a la acampada para que pudiera ir. Pero, después de todo, todos mis amigos y yo

pudimos ir a esa acampada. Lo que nadie sabía era que esa acampada iba a cambiar nuestras

vidas, no sé si para bien o para mal, pero, definitivamente las cambió por completo.

Después de comer cada uno en sus respectivas casas, llegamos al punto de encuentro, al lado de

un restaurante-asador llamado “La Perdiz”. Pero no nos asentamos en un lugar inmediatamente,

sino que, como las tiendas de campaña eran portátiles, y no llevábamos mucha carga encima,

decidimos hacer senderismo por la zona hasta que anocheciera. Y así fue. Cuando por fin

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21

llegamos a un claro de bosque, colocamos nuestras respectivas tiendas de campaña en sus

respectivos sitios, tomamos unos bocadillos que nos habían hecho nuestras madres antes de

partir, estuvimos hablando un buen rato y, a eso de las once u once y media, nos acostamos

todos a dormir. Mi sueño plácido sólo duró unas horas, ya que muy pronto, Elena me levantó:

Luis, Luis, ¿estás despierto? Obviamente, le dije que no, que estaba durmiendo muy

tranquilamente, y también le pregunté que qué pasaba, que por qué había perturbado tan

abruptamente mi sueño. Ella me contestó: He oído un ruido raro. Le respondo: Será solo un

jabalí, tranquila, no hacen daño a menos que les molestes. Pero no es jabalí, dijo ella, es un

ruido como de pasos entre las ramas, un poco lejano, y Javi y Rosa están durmiendo, es decir,

que no están levantados. ¿De verdad sigues creyendo que eso es un jabalí? Yo no, la verdad. Por

desgracia, tuve que darle la razón, así que nos pusimos algo de ropa, y avisamos a los demás. Su

respuesta fue igual de negativa que la mía cuando me despertó Elena, la verdad, pero, al final,

cedieron ante nuestras súplicas, se vistieron también y nos adentramos hacia el profundo

bosque. Posteriormente, les contamos a Javi y a Rosa lo que Elena había escuchado, y se

sintieron muy intrigados por el asunto. Fuimos avanzando entre la maleza y los arbustos y, unos

minutos después, llegamos a otro claro de bosque donde, para sorpresa general, se encontraba

una gran casa que, por la situación, bien podría haber pasado por un castillo encantado. Javi lo

iluminó con su mini linterna, que la había traído “por si acaso”, y nos dimos cuenta de que esa

casa estaba abandonada desde hacía mucho tiempo, o eso parecía. Así que decidimos entrar a

ver que había allí dentro.

-CAPÍTULO 3-

El castillo era un edificio imponente, con bajas paredes de piedra, aunque con aspecto de ser

muy resistentes, muy pocas ventanas, todas rectangulares y medianamente translúcidas, una

gran puerta de madera y una azotea en la parte más alta del castillo. En realidad, no era un

castillo: parecía más una mansión de hace algunos siglos con aspecto de castillo. Lo de

encantado era porque la casa estaba abandonada y era de noche entrada, aunque principalmente

fue por otro motivo que se comentará más adelante en la historia. Efectivamente, la casa estaba

abandonada. No había ningún mueble y lo peor, ningún interruptor de la luz, por lo cual tuvimos

que andar a tientas y a ciegas con la única iluminación de la tenue luz de la linterna de Javi. El

salón principal era grande y, mientras avanzábamos por él, Rosa gritó: ¡Algo me está tocando la

pierna! ¡Quítamelo, quítamelo, quítamelo ya! ¡Por favor, ayuda! Cuando yo cogí la cosa esa,

me di cuenta de una cosa: parecía un diminuto muñeco verde, pero se movía, aunque muy

lentamente. Entonces dije: Esto es una tortuga. Pero en este sitio no hay tortugas; ya casi no

quedan en la Región de Murcia, y aquí no hay ninguna. Es muy raro-. Pero entonces pasó la

primera cosa increíble de esta aventura: esa tortuga habló. Parece algo digno de un cuento de

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22

fantasía, pero es así: la condenada tortuga parloteó algo. Después del shock inicial, Elena le

preguntó: ¿Quién eres? ¿Qué haces aquí? La tortuga respondió: Soy una tortuga mágica. Hacen

muchos lustros que nadie pisa estas tierras. Yo soy, en cierto modo, la dueña de este castillo,

aunque hace mucho tiempo, esta propiedad perteneció a un noble del Marquesado de los Vélez.

Este noble era un gran aficionado a lo mágico y a lo desconocido, y casi toda su vida adulta la

dedicó investigando y buscando explicación real a leyendas que corrían por la gente de la época.

En otros tiempos, todos estos parajes estaban completamente deshabitados; por eso el noble

decidió asentarse aquí para poder hacer sus experimentos, investigaciones y cábalas varias. Y

este noble me tenía como mascota. Me dio vida con un hechizo que descubrió en el Oriente

Medio de unas tuaregs que conoció en sus múltiples viajes por todo el mundo. También, en un

sótano de este castillo, escondió los seres más increíbles y fantásticos que un ser humano

pudiera jamás. Eso sí, todo esto –recorrió con la mirada toda la estancia- tuvo un precio: este

noble murió sólo, sin más compañía que yo y sus propias locuras. Ahora, si me permitís, me

gustaría enseñaros la parte más interesante y a la vez más misteriosa y fantástica de esta casa: el

sótano. Seguidme…. El grupo entero estaba impactado por lo que acababan de oír, y nos

pellizcábamos para ver si esto era solo un mal sueño, pero no: todo esto era real. Seguimos a la

tortuga (que se notaba que era mágica, ya que se movía muchísimo más rápido que una tortuga

convencional) hacia el sótano. Cuando llegamos allí, vimos cosas increíbles: ¿Un unicornio?

¿De verdad me lo dices en serio?, dijo Javi, sorprendido y abrumado por los acontecimientos

que acababan de ocurrir. ¡No es posible, estoy soñando! ¿A que sí? La tortuga parlante le

respondió muy amablemente: No, muchachito, no estás soñando, esto es tan real como lo es tu

hombro izquierdo. Estos fueron los resultados de tantas investigaciones, viajes, experimentos y

esfuerzos del noble. Y ésta es su mejor pieza. Este unicornio lo descubrió en los bosques de

Transilvania, y lo camufló entre un ganado de reses en un barco. La verdad es que fue una tarea

muy difícil, pero la recompensa hizo valer con creces todo el esfuerzo del noble. ¡Un unicornio,

fíjate! Está atado porque, si se dejara en libertad y alguien lo descubriera y cayera en malas

manos, se acabaría el secreto y, además, sería un gran problema para la humanidad. Aunque en

los tiempos del noble, a veces lo dejaba que saliera fuera a pastar, pero ahora se alimenta de la

paja que le doy yo con un complejo mecanismo que no os puedo enseñar ahora mismo, ni

nunca. Yo avancé por el sótano, que podría pasar por las mazmorras de un castillo de cuento y

me di cuenta que una de las estancias parecía estar vacía. Entonces le pregunté a nuestro

“anfitrión”: Y aquí, ¿qué había? La tortuga me contestó: -Hay, niño, hay. Aquí, si agudizaras

más tu vista, te darías cuenta de que hay un diminuto ser azulado correteando por aquí ahora

mismo-. Me fijé un poco más y distinguí por el suelo una pequeña figura azul moviéndose

rápidamente. Entonces prosiguió con su explicación: -Esto de aquí es un pitufo, o como los

llaméis los humanos. Es una especie muy rara de gnomo que el noble recogió en uno de los

Page 23: Revista Etcétera Valle de Leiva

23

bosques de la Selva Negra, en la actual Alemania. Elena, que es muy curiosa y aventurera,

señaló una vitrina de cristal en la que dentro había algo parecido a una lámpara de la película

“Aladdin”. Le preguntó a la tortuga: ¿Y esto? ¡¿Esto es una lámpara mágica?! ¿No?

Efectivamente, es una lámpara mágica que le vendieron al noble los mismos tuaregs que le

dieron el hechizo para que me diera vida propia. Pero el noble nunca se atrevió a frotarla para

ver qué pasaba. Y la verdad, yo tampoco; ni vosotros tampoco. Y esto, básicamente, esto es lo

que hay aquí.

-EPÍLOGO-

Después de su extensa explicación, la tortuga nos dijo: Por favor, me gustaría que me prometáis

una cosa: que no vais a contar lo que habéis visto aquí a nadie, absolutamente a nadie. Todo

esto ha permanecido en secreto durante siglos, casi escondido del mundo, y, en mi nombre y en

el nombre de los seres extraordinarios que hay en este lugar, nos gustaría que permaneciera así.

¿Me lo prometéis? Todos dijimos al unísono, aunque sin gritar: ¡Sí, así lo haremos! Al final,

salimos de la casa y nos dimos cuenta de una cosa: estaba amaneciendo. Consulté mi reloj, que

siempre llevo en la muñeca, y me percaté de que eran las siete de la mañana, y les dije a todos:

¿Nos vamos? Todo el mundo dio una respuesta positiva, así que recogimos todo lo que

teníamos en nuestro “campamento” y nos fuimos a casa, muy asombrados y con una única cosa

en mente: no íbamos a volver allí jamás. En los meses siguientes nadie de nuestro grupo volvió

a mencionar el tema nunca más.

FIN

Jorge Marín García 1ºB ESO

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24

¡Maldita Asignatura!

Cuando nos integramos en España, yo tenía un año y varios meses. Pasó el tiempo y mis

hermanos emprendieron los estudios en el colegio. Como yo era la menor todavía no había

asistido. Al tener 3 años mi madre no quiso matricularme en el colegio, pero llegaban cartas

mencionando la obligatoriedad de asistir. Mi madre concebía que no había necesidad de ir al

cole. Transcurrieron dos años y siguió sin matricularme hasta que llegó ese día. Ese día en el

que yo gozaba de mi propia cartera, mis propias cosas y compañeros. Nos dirigimos a clase.

Reconozco que, antes de internarme en el cole sentía cierta curiosidad por el idioma español,

por lo que era un colegio y por muchas más cosas que no creo recordar. Mi madre no sabía

hablar español y yo tampoco. Pasábamos el tiempo juntas cuando mis hermanos se iban a

estudiar y mi padre a trabajar.

Aún tengo en mente aquella imagen cuando entré a clase a los 5 años. Eran todos mayores que

yo. Niños bien vestidos, bien peinados con rostros inocentes. También había unas cuantas niñas

con peinados muy monos. Todos me contemplaron de manera insegura, curiosa e inquietante.

Era como una especie de ¡BOM! Alumna nueva en clase.

Me invitaron a pasar. Estaban todos acomodados en sillas. La clase era considerable, muy bien

ornamentada y con un cúmulo de libros. Había un rincón donde se leía "Biblioteca" y otro que

por intuición se suponía que era para eso que ellos nominaban " tiempo libre".

Poco a poco me fui adentrando y me relacioné con mis compañeros. Los maestros siempre les

decían a mis padres que yo era una alumna muy diferente a todos. Aspiraba a saber el porqué de

todo. Hablaba mucho y preguntaba mucho.

Llegamos a sexto, último año en el colegio, y después comenzaríamos una nueva etapa que

marcaría nuestro futuro. Aquí empieza mi gran experiencia al matricularme en el instituto.

Comencé primero de la ESO con una clase numerosa y muy variada. Había gente de todos

lados. En el instituto todo era diferente: alumnos guays, chicas que iban vestidas como querían,

etc.

Los profesores (que así era como había que llamarlos) eran más serios que los del colegio. Se

distinguía una gran diversidad de profesores reconocidos a primera vista: los buenos, los

maléficos, los frikis (por así decirlo) y los "macarras".

Las clases duraban más que en el colegio o es lo que sentíamos los alumnos. Había un director y

dos jefes de estudios. Cuando alguien mencionaba los nombres de estos dos últimos, todos

sentían cierto horror. Pero cuando avanzamos de curso, pudimos ser conscientes de nuestra

equivocación al presentir esa maldad.

Se suele decir que primero (ESO) es lo más fácil, pero siento decir que ha sido el curso más

complicado para mí. No por ninguna causa nueva que la de cambiar de etapa escolar.

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Las Matemáticas en el colegio me resultaban difíciles. Por consiguiente, al llegar al instituto

tendría que pasar lo mismo. En primero (ESO) un profesor de mates hizo que mi odio hacia

ellas (las mates) creciera bastante. Este causaba la sensación en los alumnos de que es imposible

hacer bien un examen. Le gustaba hacer bromas, pero a mí no me gustaban nada de nada sus

"bromas". Él se jactaba de ser gracioso mediante sus chistes. Este profesor no nos permitió

disfrutar de asignaturas tan valiosas como estas. Lo curioso y nunca nada peculiar era que a

medida que avanzaba de curso, me cautivaban más; pero el año que marcó mi pasión por ellas

fue en tercero (ESO).

Nadie conocía al nuevo profesor, o por lo menos yo. Era un profesor prominente, de pelo

holgado y carácter severo. Al dar clase era distinto, no enseñaba de la misma manera que otros.

Mis dudas llegaron a aclararse. Me fascinaba cada vez que estudiábamos algo nuevo.

Despreciándolas durante años llegaron a ser de mi agrado. Sentí algo de curiosidad por ellas. Es

increíble cómo decimos que algo es imposible cuando se puede lograr. Sea o no de manera

laboriosa, pero se logra al fin y al cabo.

Cuarto era como todos los cursos, ni fácil ni difícil. Quizás se precisaba trabajar más que en

cursos anteriores, pero era igual. Pensé que científico era apropiado como itinerario para mis

conocimientos. Aunque no sea un genio en las materias más "científicas", pero sabía que me iba

a gustar.

Y aquí estoy ahora, escribiendo esta experiencia como estudiante de bachillerato. Finalmente,

reconozco que a medida que un estudiante va avanzando de curso, es sorprendido por el gran

temario que se le ofrece.

Nawal Karachi 1º C Bach.

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HIPOFRENIA

Te da un escalofrío, te estremeces

y vuelve,

vuelve ese sentimiento que te invade

te inunda

y te ahogas.

Miras hacia arriba, intentas salir, ponerte en pie,

pero no puedes,

ya es tarde, o eso dicen,

todo está acabando, llega el fin,

lo sabes.

Lo sé.

¿Quieres vivir más? Responde.

¿Quieres sufrir más? Vamos, dilo.

Sueltas mi mano,

te hundes,

me hundo.

¿Dónde está nuestro final feliz?

Pero dime,

¿al menos tuviste un buen comienzo?

¿O ya no te acuerdas de eso?

Malditos finales, siempre robando protagonismo.

FRÍO

Frío,

como el invierno,

como la nieve de enero, como ese ultimo aliento,

como ese hasta mañana eterno,

como esa visita que nunca llega,

como ese café que se enfría mientras espera,

como ese cigarro que consumen las horas,

como ese brillo en la mirada,

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27

como ese brillo que al final se apaga.

Tan efímero como todo, tan duradero como nada.

VOLVERÍA

Y volvería,

créeme que volvería.

De hecho

haría todo lo que fuese

por volverte a ver.

Cruzaría mares

más profundos

que tu mirada.

Movería montañas

más grandes

que tu sonrisa.

Volaría hasta ti,

para que entonces tú

me hicieras volar a mí.

RUTINA DE UN ENAMORADO

Quiero levantarme cada día a tu lado,

abrir los ojos y que parezca que sigo soñando.

Despertarte con una mirada y una sonrisa,

desayunarte con una caricia,

comerte con un beso,

cenarte de un bocado,

dormirme,

sabiendo que tú

despertarás a mi lado.

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ESTEREOTIPOS

Tú,

eres bonita sin maquillaje,

ni pintauñas.

Sin un vestido ajustado,

ni unos taconazos.

Sin pesar menos de 50

ni usar la talla 34.

Con esas curvas

en las que iría cuesta abajo y sin frenos.

Tú,

eres bonita con esas ojeras,

que te salen cuando trasnochas,

con esas pecas,

que tan poco te gustan,

con esas arrugas

que te salen cuando sonríes...

Y tu sonrisa,

¡En esa curva sí que me mataría yo!

PUEDES

Puede que el camino sea duro,

puede que quieras abandonar,

puede que tropieces,

puede que sufras,

puede que llores

pero puede

que puedas.

Page 29: Revista Etcétera Valle de Leiva

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LUNA

Luna sigue esperando,

desesperando por ver algo de luz,

pues nunca vio el sol,

Sólo vio pequeñas estrellas,

mas algunas de ellas

tan solo eran perlas,

perlas de dolor

viejas y quebradas,

como la esperanza de Luna,

que nunca vio el sol,

que hoy se cansó,

que Luna hoy

se apagó.

Silvia Blázquez (2º Bachillerato)

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ARTÍCULOS CON NOMBRE PROPIO

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El Instituto Valle de Leiva celebra la Francofonía

Tras el fin de la Semana Cultural y unas semanas de vuelta a la normal, los estudiantes de

Francés del centro Valle de Leiva se preparan con sus profesores para profundizar sobre la

Francofonía, a algo más de un mes de celebración.

Sobre la Francofonía, ha de saberse que es el conjunto de países que utilizan el francés como su

lengua. Actualmente, se estima que al menos unos 900 millones de personas en el mundo son

francófonas. Esta festividad se celebra desde 1970 por iniciativa de los países africanos que

hablan el francés. Es además, la mejor forma de dar a conocer y unir culturas unidas por una

lengua. Hoy día, cuarenta y nueve estados forman parte de esta asociación y representan gran

parte de la población mundial.

La Francofonía se celebra el 20 de marzo y los alumnos la estudiarán durante estos días y

durante la próxima Semana Bilingüe se realizarán actividades relacionadas con el idioma.

Alfonso Heredia Sevilla

4º B ESO Sección Bilingüe

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Una tarde en Auschwitz

Alumnos de 4ªESO y 1ºBachillerato bilingüe, acompañados por los profesores, Maria José,

Inma, Javier García y Jose Miguel, asistimos a una exposición “Entre la barbarie y la cultura’’

sita en el Pósito de Alhama. Consistía en una serie de fotografías del campo de concentración

más conocido por el número de víctimas.

Tuvimos la suerte de que los autores, Alfonso Cerón Aledo y José María González Tomás, nos

pudieron comentar la exposición a la vez que nos transmitían las impresiones que sintieron

cuando lo visitaron.

A pesar de que el tema es duro, triste y conmovedor, a nadie nos dejó indiferente pero tomamos

conciencia de que “hay muchos Auschwitz’’ en nuestro mundo actual y la historia nos tiene que

ayudar a evitar catástrofes de este tipo.

¡Así que tenemos un gran reto por delante!

Alumnos de 1º Bachillerato Bilingüe

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La existencia humana como camino y como navegación.

Desde los clásicos griegos y latinos hasta hoy, en nuestra tradición literaria –la europea

y occidental– siempre han estado presentes, de diversos modos, el camino y la navegación

como metáforas de la existencia temporal del hombre. El ser humano, en cuanto caminante, ha

recibido un nombre latino muy apropiado: homo viator.

Si nos remontamos a Homero, «el maestro de la antigua Grecia», podemos evocar la

figura de Ulises, el héroe de la Odisea, que, al terminar la guerra de Troya, tuvo que navegar

con sus amigos y compañeros, durante largos años, afrontando toda clase de dificultades y

pruebas, hasta llegar a Ítaca, su patria siempre recordada, donde le esperaban Penélope, su fiel y

valiente (¡y paciente!) esposa, y Telémaco, su hijo.

El poeta griego Konstantin Kavafis (1863-1933) ha recreado con gran belleza la

navegación de Ulises hacia Ítaca, contemplada como una parábola de la vida humana; sobre

todo, si se trata de hombres y mujeres que quieren vivirla con intensidad, alegría y dignidad,

como una aventura que siempre merece la pena:

«Si vas a emprender el viaje hacia Ítaca,

pide que tu camino sea largo,

rico en experiencias, en conocimiento (...)

Pide que tu camino sea largo.

Que numerosas sean las mañanas de verano

en que con placer, felizmente,

arribes a bahías nunca vistas»1.

Pero, sobre todo, pide que tu camino sea intenso, fecundo: importa más la intensidad

que la duración temporal, siempre breve y limitada; importa más la calidad que la cantidad.

En esta navegación, hemos de saber cuál es el rumbo: hacia dónde navegamos, a qué

puerto queremos dirigir la nave. No podemos dejar que vaya a la deriva, arrastrada por los

vientos y las corrientes. Hay que mantener la orientación, para que al final arribe a Ítaca. Séneca

nos advierte: «para el que no sabe a qué puerto se dirige, ningún viento le es favorable»2. En

esta travesía por los mares del mundo, es necesario ver (o vislumbrar siquiera) un sentido, una

finalidad, una buena razón para seguir adelante y recomenzar cada día, aunque a veces se

1 KAVAFIS, K., Poesías completas, Hiperión, Madrid, 15ª ed. 1988, «Ítaca», p. 46. (En todas las citas

incluidas en este artículo, las cursivas y los paréntesis son míos). 2 «Ignoranti quem portum petat, nullus ventus suus est» (L. A. Séneca).

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oscurezca el horizonte o se levante un fuerte temporal que nos zarandee e incluso nos haga

naufragar. Para aprovechar la fuerza de los vientos, es menester tener un proyecto de vida, una

ilusión, unos ideales3, un puñado de convicciones firmes; si no, todos los vientos se vuelven

adversos. También los náufragos pueden encontrar una tabla de salvación y recomenzar de

nuevo. En todo caso, «quien tiene un porqué para vivir, encontrará casi siempre el cómo»

(Nietzsche). El poeta griego prosigue:

«Ten siempre a Ítaca en la memoria.

Llegar allí es tu meta (...).

Ítaca te regaló un hermoso viaje.

Sin ella, el camino no habrías emprendido

Más ninguna otra cosa puede darte (...).

Rico en saber y en vida, como has vuelto,

comprendes ya qué significan las Ítacas»4.

Ciertamente, hemos de cultivar la memoria, porque nuestro pasado nos constituye. El

ser humano es constitutivamente temporal, histórico. Para saber quién soy, he de recordar mi

historia personal y encontrar un hilo conductor, un sentido (o dotarla de un sentido). Si no

conozco la historia de la civilización y la nación a las que pertenezco, ignoro y pierdo mis señas

de identidad. Sin una comprensión suficiente del pasado no se puede entender el presente ni

proyectar con lucidez el futuro5. Por eso tiene un gran valor el estudio de la historia. Así, pues,

«ten siempre a Ítaca en la memoria».

Cada caminante siga su camino. El camino que cada uno ha de seguir no está señalado

de antemano. Se ha comparado la vida del hombre con una peregrinación. A nosotros, como

hispanos y europeos, nos puede servir la imagen del camino de Santiago. El peregrino ha de

caminar varias jornadas, soportando las inclemencias del tiempo y las incomodidades de

algunas posadas, pero también disfrutando de muchas pequeñas maravillas que hay que saber

descubrir y contemplar6, hasta llegar al sepulcro del Apóstol. No creamos que la dicha se

encuentra sólo al final: en Ítaca. La alegría está en el camino. Una alegría que no puede brotar

3 Hace años, en un pueblecito andaluz, vi una pieza de cerámica en la que estaba inscrito el siguiente

texto: «Los ideales son como las estrellas. Nunca lograremos tocarlas, pero ayudan al navegante, en

medio de la inmensidad del océano, a orientarse y alcanzar el puerto». 4 KAVAFIS, K., op. cit., p. 47. 5 Un gran maestro de nuestro tiempo nos exhorta a «recordar el pasado con gratitud, vivir el presente con

pasión y abrirse con confianza al futuro» (JUAN PABLO II, Carta apostólica Al comienzo del nuevo

milenio, 6-I-2001, 1). 6 «El secreto de la felicidad no está en hacer siempre lo que se quiere, sino en querer (amar) siempre lo

que se hace» (León Tolstoy).

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sin esfuerzo, tensión y sufrimiento7. El pueblo de Israel, cuando fue liberado de la esclavitud en

Egipto, tuvo que caminar durante cuarenta años, en un difícil éxodo a través del desierto, hacia

la tierra prometida: “tierra que mana leche y miel8”. Ciertamente, la vida de todo hombre es una

lucha incesante; en primer lugar, una lucha consigo mismo. «Militia est vita hominis super

terram»9, la vida del hombre sobre la tierra es una milicia. Inspirándose quizá en esta sentencia

bíblica, el escritor aragonés Baltasar Gracián (siglo XVII) afirma: «Milicia es la vida del

hombre contra la malicia del hombre»10. Con frecuencia, tu mayor enemigo eres tú mismo.

Afortunadamente, no estamos solos. No recorramos este camino en solitario. El hombre

es un ser social, comunitario. La persona humana es un ser en relación: para ella, vivir es con-

vivir. En el camino encontramos a muchos hombres y mujeres que se van incorporando a

nuestra historia y la van configurando y orientando. Estamos llamados a cultivar el diálogo

sincero y la amistad, ayudando a otros peregrinos en lo que necesiten. Decía Aristóteles: «Es

probablemente absurdo concebir al hombre solitario como dichoso (feliz, bienaventurado), ya

que nadie querría poseer todas las cosas a condición de estar solo; (...) por tanto, el hombre,

para ser feliz, necesita amigos»11.

Ciertamente, el tiempo que se nos concede en este mundo para hacer el trayecto es

breve: tempus breve est. Por eso, hemos de aprovecharlo bien12. Jorge Manrique, poeta

castellano del siglo XV, lo tiene muy claro:

«Este mundo es el camino

para el otro, qu’es morada

sin pesar;

mas cumple tener buen tino

para andar esta jornada

sin errar»13.

7 En este sentido, el psiquiatra y pensador Viktor E. Frankl (1905-1997) nos propone una reflexión

interesante sobre la condición humana: «Lo que el hombre realmente necesita no es vivir sin tensiones,

sino esforzarse y luchar por una meta que le merezca la pena. Lo que precisa no es eliminar la tensión a

toda costa, sino sentir la llamada de un sentido presencial que está esperando a que él lo cumpla» (El

hombre en busca de sentido, Herder, Barcelona, 1999). 8 Cfr. el libro del Éxodo, en el Antiguo Testamento. 9 Job 7, 1. 10 GRACIÁN, B., Oráculo manual y arte de prudencia, 13. Sin duda, el gran escritor y jesuita se inspira

directamente en las palabras citadas de Job, pero también ha podido beber en otras fuentes en las que

encontramos la misma idea, muy presente en la tradición cristiana, pero también en el mundo clásico. Así,

por ejemplo, en Séneca: «Non alia quam ludo gladiatorio vita est», la vida no consiste en otra cosa que en

el juego del gladiador (De ira, II, 8). Joaquín Setanti afirma: «Toda la vida es batalla, y todo tiempo

tempestad» (Centellas, fol. 11v.). En los Ejercicios espirituales, san Ignacio de Loyola plantea la vida del

hombre (y la vida cristiana) como un combate, y esta imagen ha calado hondamente en numerosos

pensadores y autores espirituales. 11 ARISTÓTELES, Ética a Nicómaco, IX, 9. 12 De ahí la plegaria del salmista: «Enséñanos, Señor, a contar nuestros años, para que adquiramos un

corazón sensato» (Sal 90, 12).

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Para atinar, para «andar esta jornada sin errar», es indispensable la virtud cardinal de la

prudencia, que nos permite discernir qué es lo mejor o lo que conviene hacer en cada momento,

considerando las circunstancias y los bienes o valores que están en juego en cada decisión. Pero

no olvidemos que «la fortuna ayuda a los audaces» (Virgilio).

En el poema anterior, afirma Manrique que el otro mundo es «morada sin pesar».

Cicerón decía: «La naturaleza nos dio posada donde posar, no morada donde morar»14.

Estamos, pues, llamados a transformar el mundo natural, a humanizarlo, para que sea una

auténtica morada para el hombre. Sin embargo, «no tenemos aquí (en este mundo) una ciudad

permanente»15, sino temporal, transitoria.

Escuchemos ahora la voz de otro poeta, Antonio Machado, que abrió nuevos caminos en

la lírica española del siglo XX:

«Caminante, son tus huellas

el camino, y nada más;

caminante, no hay camino,

se hace camino al andar.

Al andar se hace camino,

y al volver la vista atrás

se ve la senda que nunca

se ha de volver a pisar.

Caminante, no hay camino,

sino estelas en la mar»16.

Aunque no hay camino, siempre hay puntos de referencia y personas que nos pueden

ayudar a orientarnos. Pero somos libres: nadie puede elegir o decidir por mí. Cada uno está

llamado a hacer su propio camino, que es único e irrepetible.

¿Cuál es el destino último del caminante? ¿La muerte? ¿Una vida post mortem? Ahora

no podemos abordar esta cuestión. Lo que sí podemos constatar, con el poeta, es que

«Nuestras vidas son los ríos

que van a dar en la mar,

qu’es el morir;»17

13 MANRIQUE, J., Coplas a la muerte de su padre. 14 CICERÓN, De senectute. 15 «Non habemus hic inmanentem civitatem». La cita es de una epístola paulina. 16 MACHADO, A., Proverbios y cantares, XXIX.

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Y el poeta itinerante, forzado al exilio por una guerra fratricida, quizá supo que estaba

próxima su última navegación, en la que iba a arribar –por fin– a las playas de Ítaca. Por eso,

hizo los preparativos y empuñó el timón de la nave con firmeza:

«Y cuando llegue el día del último vïaje,

y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,

me encontraréis a bordo ligero de equipaje,

casi desnudo, como los hijos de la mar»18.

Dr. Javier García-Valiño Abós ([email protected]).

17 MANRIQUE, J., op. cit 18 MACHADO, A., Campos de Castilla. Retrato.

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Búsqueda de asteroides

Un grupo de 26 estudiantes de todos los niveles de ESO y Bachillerato que cursan sus

estudios en el IES Valle de Leiva de Alhama de Murcia han participado en un programa de

búsqueda de asteroides del IASC (International Astronomical Search Collaboration). El objetivo

del programa es la introducción de estudiantes en el mundo de la investigación astronómica por

medio de la búsqueda de asteroides. En la campaña, que duró desde el 1 de febrero al 7 de

marzo, participaron 76 institutos y asociaciones astronómicas de 26 países. Que tengamos

constancia, somos el primer Centro de la Región de Murcia y el tercero en España que participa

en este programa.

Los participantes hacen importantes contribuciones: la identificación de asteroides, que

permite determinar las órbitas de los objetos con mayor exactitud, y el descubrimiento de

objetos del cinturón principal de asteroides situado entre las órbitas de los planetas Marte y

Júpiter, y ocasionalmente descubrimientos de asteroides trans-Neptunianos (cuerpos rocosos

más allá de la órbita de Neptuno).

Antes del comienzo de la campaña, un profesor del Departamento de Matemáticas del

IES Valle de Leiva formó a los alumnos participantes en el uso del programa informático, un

software especializado en la búsqueda y localización de asteroides. Los alumnos tuvieron que

aprender a diferenciar entre señales falsas y auténticos asteroides mediante el análisis de las

imágenes y la interpretación de determinadas magnitudes físicas que suministraba el programa.

Los alumnos, distribuidos en varios equipos de trabajo, recibían paquetes de imágenes

suministrados por el Instituto de Astronomía de la Universidad de Hawaii, que utiliza el

telescopio profesional 1.8-m PAN-STARRS situado en Haleakala (Hawaii), tomando imágenes

del cielo nocturno de alta calidad y valor científico. Se han recibido 24 paquetes de imágenes y

cada paquete contenía 3 imágenes de una parte del cielo, tomadas en distintos momentos. Con

estas imágenes se formaba una secuencia que permitía observar los objetos en movimiento. Una

vez analizadas dichas imágenes, se enviaba un informe al IASC. Posteriormente, un equipo de

especialistas de esta institución revisaba esos informes y comunicaba los descubrimientos

realizados al Minor Planet Center (Harvard). Nuestro Instituto ha identificado 18 asteroides en

total.

El IASC envía a los alumnos participantes, como reconocimiento a su esfuerzo, un

Certificado de Colaboración en esta actividad, que intenta acercar la astronomía a estudiantes y

permite el análisis de imágenes científicas de alta calidad. Estos certificados se entregaron el 27

de abril en el Salón de Actos del IES Valle de Leiva.

Alejandro Bernal Gutiérrez. Profesor de Matemáticas.

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Entrega de diplomas en el Salón de Actos del IES Valle de Leiva.

Observatorio PS1 en Haleakala, Hawaii.

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El futuro ya está aquí y ha venido para quedarse… esto empieza

cuando tú quieras: la búsqueda de la pasión.

Saber con certeza cómo va a ser el comportamiento del mercado laboral en los próximos

diez años es muy difícil, aunque las tendencias pasadas y actuales presentan una serie de

síntomas que nos pueden dar una idea muy cercana de lo que va a suceder en ese periodo de

tiempo. En los últimos años, los cambios que se han producido son muchos y rápidos, algunos

de ellos ocasionados por la grave crisis económica que hemos vivido y otros ocasionados por el

rápido desarrollo e integración de la tecnología en las organizaciones. Los cambios que se

avecinan serán mucho más profundos y frenéticos y lo deseable es que a los futuros “buscadores

de empleo” no les coja con el pie cambiado.

Veamos algunos aspectos para analizar y reflexionar:

1. La importancia de la tecnología en la economía y la sociedad actual:

Resulta evidente que las empresas de mayor proyección en la actualidad son las del

sector de la tecnología. Un dato que resulta sorprendente es que las tres compañías de

mayor capitalización bursátil del mundo son Apple, Microsoft y Google (tres empresas

de perfil totalmente tecnológico).

2. El alejamiento cada vez más profundo entre el sistema educativo y

el trabajo: Cada vez hay más gente que trabaja en puestos muy alejados de la materia

que ha estudiado. Nos encontramos con una elevada oferta de titulaciones con poca o

ninguna inserción laboral y con muchos puestos de trabajo que no tienen ninguna oferta

de titulación por parte del sistema educativo actual. Es desalentador que haya un gran

número de ofertas que no se pueden cubrir por falta de candidatos adecuados (la gran

mayoría relacionadas con tecnología).

3. Cada vez hay más personas inempleables: Es cada vez más patente

que existen muchas personas que en la actualidad son inempleables, algunos por su falta

de formación o motivación, otros por tener experiencia y estudios en materias en vías de

extinción. Es imprescindible desarrollar un plan de “reconversión” de estas personas,

para que puedan reinsertarse a la mayor brevedad posible en el mercado laboral.

4. Nuevas profesiones y nuevas formas de trabajar: En los próximos

años vamos a ver muchas profesiones que van a desaparecer, otras que van a explotar e

incluso muchas que hoy en día no podemos imaginar. También asistiremos a fuertes

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transformaciones en la forma de trabajar, las relaciones laborales o los sistemas de

trabajo. Entre los cambios más relevantes que se van a producir podemos ver:

⊲ No existirá el “trabajo para toda la vida”. Menos trabajo asalariado y más

trabajo freelance.

⊲ Cada vez se valorarán más las “actitudes” y menos las “aptitudes”. Serán

más importantes las competencias y menos relevantes las titulaciones.

⊲ Se agudizará la crisis de talento, lo que nos conducirá a un fuerte aumento de

la remuneración del talento, y a un descenso de las retribuciones de empleos menos

cualificados.

⊲ Trabajos relacionados con Internet de las cosas: big data, wearables,

analítica digital, marketing digital, especialistas en ecommerce o desarrollo de

aplicaciones web y móviles sufrirán altas demandas.

⊲ Aparecerán profesiones de muy corta vida, y aquellos que las ocupen

deberán ser conscientes de ello.

5. Cambios en la búsqueda de empleo y talento: Internet y las redes

sociales han revolucionado la búsqueda de trabajo y la búsqueda de talento para las

organizaciones.

⊲ Los trabajadores deberán ocuparse de mejorar su empleabilidad a lo largo

de la vida, adecuar la misma a las necesidades del mercado en cada momento, y hacerlo

a la velocidad adecuada.

⊲ La marca personal sustituirá al currículum vitae. Para la mayoría de los

perfiles profesionales, sin una buena marca personal no existirás.

⊲ Portales de empleo y redes sociales aumentarán su liderazgo en todo lo

relacionado con la búsqueda de empleo.

⊲ Los headhunters (cazatalentos) serán sustituidos casi por completo por los

nethunters (persona que se dedica a buscar candidatos a través de la web 2.0 y las redes

sociales), lo que obligará a tener una buena presencia en los medios sociales.

¿Cómo salir de nuestra zona de confort?

En psicología, la zona de confort es un estado de comportamiento en el cual la persona

opera en una condición de “ansiedad neutral”, utilizando una serie de comportamientos para

conseguir un nivel constante de rendimiento sin sentido del riesgo. Define muy gráficamente el

acomodo de aquellos que han renunciado a tomar iniciativas que les permitan gobernar sus

vidas. Como decía un anónimo: “la zona de confort es un bonito lugar, pero nada crece allí…”.

Estamos en un momento de cambio en el que las nuevas tecnologías están arrasando a un ritmo

trepidante y cuestionando los viejos paradigmas.

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¿Y cómo nos está afectando todo esto?

A veces pensamos que no nos afectará, que nos vamos a librar olvidándonos de que las

fórmulas de hoy ya no serán válidas en unos meses. Como consecuencia de todo ello están

apareciendo miedos y resistencias al cambio, nos paralizamos, el inmovilismo nos atrapa

esperando “un no sé qué”. Ralentizamos la toma de decisiones y, con ello, la reactividad

necesaria hacia un futuro que ya está aquí y ha venido para quedarse. Es necesario salir de la

zona de confort porque nada es para siempre, lo que sabes hoy sobre tu trabajo posiblemente

será insuficiente mañana y porque vivimos en un momento de incertidumbre laboral, de riesgo,

de inseguridad, de inestabilidad,… que requiere que tomemos desde ya una actitud

transformadora y preactiva. Es momento de escribir de tu puño y letra las nuevas páginas de

tu futuro profesional, no dejes que las escriban otros por ti. Ha llegado el momento de integrar

nuevos verbos en nuestro lenguaje: hacer, avanzar, caminar, perseverar, crear, realizar, trabajar,

construir, contribuir, compartir, aportar. Es el momento de hacer del cambio, la incertidumbre y

el riesgo una oportunidad. Tenemos que adaptarnos, evolucionar, flexibilizarnos, revolvernos

en nuestras zonas de confort, y si además, logramos ocupar el papel de protagonistas el

resultado final sólo puede ser bueno. Sólo así iremos de la mano del crecimiento, el aprendizaje

y de la evolución.

¿Cómo salir de nuestra zona de confort?

Ponte en valor. Si no lo haces tú difícilmente lo harán los demás. Haz un ejercicio de

introspección interna y cuestiónate todo lo relativo a tu mundo personal y profesional:

⊲ Detecta cuáles son los cambios que te van a afectar. ¿Estás preparado para

enfrentarte a esos cambios y nuevas formas de trabajar? ¿Qué decisiones a nivel formativo y de

aprendizaje tienes que tomar para sobrevivir, crecer y llegar a sobresalir? ¿Cómo vas a

mantenerte informado y actualizado de todo lo que afecta a tu profesión? ¿Qué evolución

quieres tener? ¿Qué oportunidades detectas? ¿Qué amenazas? ¿Es el futuro en el que quieres

estar? ¿Estás dispuesto a dedicar el esfuerzo, las horas y el tiempo que va a ser necesario?

¿Estás preparado para afrontar las renuncias que tendrás que hacer?

⊲ Establece objetivos y estrategias a corto y medio plazo, no dejes que este mundo en

transformación continua te atrape.

⊲ No tengas miedo de probar diferentes cosas. Hay que ser un poco osado para dar a

conocer nuestra diferencia y por qué nos van a elegir a nosotros y no a otros. No tengas miedo a

equivocarte.

⊲ Evalúa si lo que haces te va haciendo avanzar y aumentando tu empleabilidad de

futuro y crecimiento. Si lo que pruebas no te da resultado deja de hacerlo y cambia, no pasa

nada.

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⊲ Obtén soluciones para gestionar fácilmente las redes sociales. Intégralas, crece y

desarróllate en ellas. Son el mejor escaparate que tienes para mostrar al mundo no sólo lo que

sabes hacer sino lo que eres capaz de hacer.

⊲ Asegúrate el conocimiento: ¿Qué hago para que llegue hasta mí? Accede, crea y

difunde tus contenidos. Asegúrate de que la información que necesitas llega a ti.

Y recuerda siempre que tu futuro está en tus manos, que esto empieza cuando tú

quieras y que la actitud, la curiosidad, el trabajo y la pasión son las llaves para mejorar tu día

a día y conseguir asegurarte el futuro en el que quieres estar.

Hace no tantos años, entender cómo funcionaba el mercado de trabajo y cuál era tu

lugar en él era fácil: si podías estudiar una carrera y tenías unas notas decentes, repartías tu CV

(currículum vitae) y con facilidad encontrabas un trabajo donde, básicamente, te quedabas toda

la vida. Pero sin previo aviso, nos hemos mudado al otro extremo: a un mercado donde los

trabajos son todos temporales y los “planes de carrera” son leyenda. Donde la lealtad ya no se

da por supuesta, somos más especialistas y todo va más rápido. A esto le añadimos una gran

revolución: nos hemos convertido en una sociedad con una visión pasión y centrada en la

carrera profesional. Nuestro trabajo no debe ser sólo un trabajo, debe ser casi una aventura y la

auto-expresión de quienes somos, de nuestros valores, de nuestra forma de ver el mundo.

Queremos alcanzar al trabajo ideal y que sea una pieza esencial de nuestra felicidad. Por eso

piensas que si empiezas por averiguar qué te apasiona, eso te llevará a tu trabajo ideal, y

entonces mágicamente todas las piezas encajarán. Entonces sin falta serás feliz, rico y admirado.

Tendrás la vida que sueñas. Y pasas años y años dándole vueltas, haciendo listas, tests, mirando

alrededor… en busca de una señal, en busca de una luz que te ilumine hacia tu trabajo ideal. El

problema es que según pasa el tiempo y tu pasión no te aparece, pasan cosas malas: el crónico

“job hopping” (saltar de un trabajo a otro) en busca de ese algo mágico, la pérdida de

autoestima, las dudas, la angustia de pensar que pasan los años y no llega esa iluminación…

Siempre recomendaré a todo el mundo que haga de la búsqueda de su pasión su

principal objetivo, pero para mucha gente se convierte en un vía crucis de trabajos

insatisfactorios y permanente sensación de frustración, ya que la realidad que les toca vivir está

muy lejos de la que sueñan.

¿Por qué algunos aman lo que hacen mientras que muchos otros no lo logran?

No hay una respuesta fácil ni única. La pasión en el trabajo es algo más común entre los

profesionales con talentos específicos, como atletas, músicos, pintores… porque es gente que

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tenía una vocación preexistente, pero esto es algo excepcional. El peligro es pensar que como

algunas de estas personas a quienes admiramos y envidiamos persiguieron su pasión y llegaron

hasta donde llegaron, creemos que ese es el camino para todos. Lo malo es que habitualmente

tenemos intereses diferentes, valemos igual para un roto que para un descosido y se nos hace un

mundo eso de “buscar nuestra pasión”, porque no tenemos esa vocación preexistente. Pero sí

existe la manera de alcanzar ese trabajo ideal sin partir de una vocación o de una pasión

preexistente. La fórmula es:

⊲ En primer lugar, la búsqueda de esa claridad que persigues empieza mirando hacia

dentro, buscando dentro de ti la respuesta a tres preguntas:

¿Qué se me da bien hacer? ¿Dónde están mis fortalezas?

¿Qué me gusta hacer? ¿Cuáles de esas fortalezas además me gusta utilizar?

¿Qué quiero lograr? ¿Qué me motiva? ¿Qué valores, tangibles e intangibles

quiero conseguir en mi vida?

No es fácil dar respuestas honestas a estas preguntas, pero este trabajo de introspección

y de establecer las columnas sobre las que vertebrar tu búsqueda, hará que todo empiece a estar

más claro.

⊲ Por otra parte, tu trabajo requerirá de alguien que te pague por hacerlo. Tanto si

quieres trabajar por cuenta propia como por cuenta ajena, vas a necesitar que haya un mercado

en el que buscar a tus clientes potenciales. Éstos pueden ser empresas que te paguen una

cantidad fija al mes (trabajo por cuenta ajena) o pueden ser empresas que te paguen una

cantidad variable en forma de factura (trabajo por cuenta propia). Las circunstancias son

diferentes pero el fondo es el mismo: en ambos casos hay que encontrar a alguien que pague por

tu trabajo.

⊲ La segunda variable de la fórmula es la externa, y supone dar respuesta a esta

pregunta: De lo que se me da bien, me gusta hacer y me va a permitir alcanzar lo que deseo en

la vida, ¿qué es lo que más le interesa a mi mercado, por lo que mejor me va a pagar?

En el espacio donde se crucen las respuestas a tus preguntas internas con lo que

necesita tu mercado es donde se encuentra potencialmente tu trabajo ideal.

Ahora viene la parte realmente crucial de tu búsqueda… Mucha gente, en este punto, se

detiene y se quedan atascados dentro de su cabeza en lo que se denomina “parálisis por el

análisis”. Pues por muchas vueltas más que le des en tu cabeza, no vas a llegar hasta tu trabajo

ideal en abstracto. No puedes realmente predecir si vas a amar lo que haces hasta que no lo

haces. Los profesionales más apasionados por lo que hacen son los que han alcanzado un grado

de dominio o maestría que les hace eficaces y tremendamente buenos en lo que realizan. Por

tanto, si tú decides hacer de tu misión en la vida encontrar el trabajo ideal -el que sacará lo

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mejor de ti, con el que te sentirás realizado y cobrarás lo que mereces-, pero no sientes en este

momento esa vocación preexistente dentro de ti… por favor, no esperes sentado a que te llegue

una revelación divina. Debes decidir qué aspectos debe cumplir un trabajo para que pueda llegar

a convertirse en tu trabajo ideal, y partiendo de esas respuestas, debes salir al mercado,

experimentar y llegar a ser muy bueno en lo que haces, preparándote para ello previamente

(¡estudia!, ¡fórmate!). Ese es el camino más seguro. Tu trabajo ideal no va a llegar a ti en

sueños: tienes que ir tú hasta él físicamente y no sólo mentalmente.

Creo firmemente que todos, en algún momento, debemos vivir la vida en su máximo

potencial y no podemos alcanzar nuestro potencial como personas sin alcanzar una cierta

satisfacción laboral. Espero y deseo que esto te ayude a formarte, salir y perseguirla...

Raquel Ruiz Serra.

Orientadora Educativa.

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¿Qué es la magia?

Si me lo preguntas a mí, te diré que es un estilo de vida, un rasgo más de mi persona, por así

decirlo. Desde que era pequeño siempre me costó relacionarme con otras personas. Era un chico

muy reservado y que no hablaba con nadie y esto siguió así por mucho tiempo.

Siempre me impresionaron las personas del mundo del espectáculo, cómo hablaban con tanta

calma y fluidez ante un público tan numeroso, cosa que para mi era totalmente impensable.

Cuando acabé 2º de ESO, mi tío me regaló una baraja de cartas, porque a mi siempre me

gustaba jugar a las cartas con él.

Por extraño que parezca, las matemáticas eran una de mis pasiones en esa época y, gracias a

ello, inventé unos cuantos trucos para impresionar a mis padres y de ahí, conseguí más habilidad

con las cartas e inventé más trucos. Tiempo después, utilizaba la magia para “romper el hielo”

como se suele decir, hablaba con gente, me reía con ellos, me divertía y ellos también, pero solo

podía hacerlo con poca gente. No fue hasta un tiempo después cuando gracias a Don Antonio

García, mi profesor de Lengua en ese entonces, y la obra de teatro que nos animó a hacer, me

percaté de que “bajo la máscara de la comedia puedo hacer cualquier cosa”. Poniendo un

ejemplo, en aquel concurso de talentos del instituto, en el cual me animaron a participar, en la

fase previa (por llamarlo de alguna manera) aunque el público era reducido, no conseguía hablar

claramente ni relajarme, como siempre que hablaba ante una multitud. Pero en la final, a la cual

llegué, creé una mezcla entre comedia y magia y, según mis profesores y compañeros, se me

veía más suelto, más relajado… y yo me sentía así.

Si me preguntaran cuál es mi truco favorito, sin duda alguna, diría el siguiente: “El hacer

desaparecer las caras tristes, el borrar las preocupaciones de su mente, aunque sea por un

momento, y hacer aparecer una bella sonrisa en el rostro de la gente”. A pesar de que una de

las reglas de la magia impide repetir un truco muchas veces, yo siempre trato de hacer este en

cada actuación.

En ocasiones me gusta probar trucos nuevos, que a veces no salen bien, pero entonces hago un

all-in y lo intento con confianza. Un buen mago nunca revela sus secretos, pero el hecho de que

además de buen mago trato de ser buena persona que no es ningún secreto. Gracias a la magia

he conseguido hacer algunos amigos y relacionarme con otras personas, a pesar de mis

dificultades. Concluyo diciendo que “aunque la vida te reparta malas cartas, siempre puedes

contar con tu As en la manga”.

Fernando Vendrell Javaloy (1º Bachillerato)

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