Revista espacio crítico No 18, primer semestre de 2013

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    Economa polticaOcho tesis sobre el neoliberalismo (1973-2013)

    Jos Francisco Puello-Socarrs

    Anlisis polticoLa produccin campesina del territorio.

    Zonas de Reserva CampesinaJairo Estrada lvarez

    Zonas de reserva campesina: un campo de luchaAna Milena Gmez Mrquez

    La Seguridad Democrtica: Un caso de Populismo de Derecha?Luis Humberto Hernndez

    Crtica & DebateNotas crticas sobre Amrica Latina en la geopoltica

    del imperialismo de Atilio Born

    Emiliano Teran Mantovani

    Amrica LatinaLos logros y retos en Venezuela: Reflexiones

    ms all del chavismo sin ChvezSilvina Mara Romano, Arnzazu Tirado Snchez

    CoyunturaEl conflicto en Siria: Anlisis y reflexionesFranois Houtart

    La economa de Rusia en la actual crisisJos Luis Rodrguez

    Cultura & PolticaGracias, Pep, por hacernos creer

    (Ftbol, polticas estticas y educacin)Henry D. Sampedro

    ReseasRedescubriendo a Abraham Lincoln

    Notas acerca de la pelcula Lincoln de Steven SpielbergMarino Canizales P.

    La Izquierda del Siglo XXI Aproximaciones crticasMarino Canizales P.

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    Jairo Estrada lvarez

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    Jess Gualdrn Sandoval

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    Mara Teresa Ciuentes Traslavia, Nelson Fajardo Marulanda, Vctor Manuel Moncayo Cruz,

    Edgar Novoa Torres, Ricardo Snchez ngel, Libardo Sarmiento Anzola, Renn Vega Cantor

    Beatriz Stolowicz Weinberger (Mxico) Claudio Katz (Argentina) Nildo Domingos

    Ouriques (Brasil) Manuel Salgado Tamayo (Ecuador) Dietmar Wittich(Alemania)

    Mq / DM

    Miguel Bustos / Tatianna Castillo Reyes

    D D w

    Luis Guillermo Quevedo Vlez [email protected]

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    Espacio crtico Centro de estudiosBogot D.C., Colombia

    Revista colombiana de anlisis y crtica social

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    Economa

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    Jos Francisco Puello-Socarrs*

    Universidad Nacional de San Martn

    esumen

    Desde que se anunciara su lanzamiento intelectualcon la Sociedad Mont-Perlin ms de medio sigloatrs y cuatro dcadas ms tarde de su aplicacinin situ a nivel global, se hace necesario hacer unbalance sobre el signicado poltico econmico ysocial-histrico sobre qu es y qu signifca el neo-liberalismo. A pesar que desde los primeros aosdel nuevo milenio se vociera el fn de la llamadaHegemona Neoliberal, idea reorzada ms recien-temente con ocasin de la Crisis global por la queatraviesa el capitalismo hoy y que las posturas neo-liberales convencionales reinantes durante las lti-mas dcadas del siglo pasado ciertamente han sidodesacreditadas aortunadamente no desde la teo-ra abstracta sino desde las realidades concretas,el neoliberalismo contina su curso buscando con-solidar nuevos reerentes, sin extralimitar en nin-gn momento su identidad ideolgica undamen-tal. El actual trance crtico ha propiciado no slo lareemergencia de discursividades (algunas de ellas)novedosas y alternativas sino tambin una recon-guracin al interiordel neoliberalismo en generalinadvertida pero que viene gestndose a travsde la recomposicin de la hegemona del proyectoneoliberal (su ideologa y prcticas) con el relevo

    de las posiciones ortodoxas, en su gran mayoradeinspiracin leserista (laissez-aire, laissez-passer,dejar hacer, dejar pasar) activndose la renova-cin del ideario neoliberal a partir otras perspecti-vas igualmente neoliberales pero heterodoxas. Estesendero permitira la reconstruccin del capitalismoneoliberal con el n de enrentar las vicisitudes quele plantean los nuevos tiempos y ante los cualesel extremismo ortodoxo no parece orecer ya res-puestas viables, sobre todo, desde el punto de vista

    * P, MA A P D C

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    OCHO TESIS SOBRE ELNEOLIBERALISMO

    poltico-econmico. Este trabajo intenta propone8 tesis generales en perspectiva histrica que sintetizan cambios y rupturas en el neoliberalismo paraallanar diagnsticos prospectivos en torno a su superacin.

    Palabras clave: Neoliberalismo, Nuevo neoliberalismo, Ortodoxia, Heterodoxia, Crisis capitalista

    esis 1. l eoliberalismo,etapa superior delapitalismo

    Un anlisis retrospectivo del neoliberalismo permite establecer dos precisiones en torno a su posibleperiodizacin en perspectiva histrica.

    Por una parte y desde un abordaje de memorialarga, el neoliberalismo no slo es la ltima etapadel capitalismo histrico hoy conocido, cronolgicamente hablando. La expansin de los mercadosconocida como globalizacin, ilustrara la dimensin espacial-temporal de este punto y se ajustamuy bien a lo que Harvey actualiza, desde la vie-

    ja pero an vigente proposicin de Lenin, como

    nuevo imperialismo. Igualmente resulta ser la asesuperiordel sistema en sentido cualitativo. El neoliberalismo es la etapa donde se verica la ms pronunciada exacerbacin de las lgicas y contradicciones inherentes a la reproduccin y acumulacinincesante del capital. La explotacin econmica, ladominacin poltica, la opresin social y la alienacin ideolgica, en todos los niveles y dimensiones que caracterizan al decir de Wallerstein laeconoma-mundo capitalista, encuentran al da de

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    hoy y al mismo tiempo, su cenit y su ocaso. La denominacin coloquial que se le ha venido otorgado alneoliberalismo como capitalismo salvaje es tan consistente como descriptiva respecto de la progresivamercantilizacin de la vida humana pero sustancialmente de la deshumanizacin del hombre (en sentidogenrico) dentro del capitalismo. El salvajismo se propone como la impronta ms distintiva de la actualase neoliberal1. Las condiciones crticas y las tendencias inditas que actualmente muestra el sistema re-

    basan ampliamente el balance de tensiones histricamente conocidas durante toda la evolucin del modode produccin capitalista desde sus orgenes.

    Las implicaciones que se desprenden de la actualcrisis del Capitalismo son radicalmente expresivas dela poca de crisis civilizatoria que encarna el neoliberalismo. No hay que olvidar tampoco que la maneracomo se pretendieron sortear las crecientes contradicciones y la sobrevenida crisis del capitalismo de post-guerra, especialmente, el agotamiento del Estado de Bienestar y el modelo de acumulacin ordista a nivelplanetario (principalmente en los pases centrales pero siempre en correlacin a las perierias capitalistas)ue articulada bajo la contrarrevolucin neoliberal.

    Desde la dcada de 1970 y hasta el da de hoy, el neoliberalismo es, por antonomasia, la estrategia oen-siva del Capital (contra el Trabajo) y reaccin, salida y solucin ante la crisis estructural y global delcapitalismo tardo. Inclusive, desde la perspectiva de las lites hegemnicas, la actualcrisis plantea salidas

    no slo en el marco del capitalismo sino peor an bajo la proundizacin de las lgicas neoliberales, aun-que, como se ha advertido poco, dependiendo de los ritmos y espacios, alrededor de un neoliberalismonuevo, es decir, una versin de nuevo cuo.

    Desde una aproximacin de corta duracin, de otra parte, y ms all que los orgenes del neoliberalismopueden rastrearse de dierentes maneras a lo largo y ancho del siglo XX en su pretensin por actualizarel capitalismo liberal de antao en tiempos contemporneos y darle solucin al trance estructural crticocapitalista, se sugieren dos momentos puntuales que inorman la emergencia y la proyeccin sociopolticadel neoliberalismo en tanto en trminos de A. Sohn-Rethel materialidad real, es decir, en abstracto yen concreto.

    El primero, el ao 1948, nacimiento in vitro del neoliberalismo con la undacin de la Sociedad de Mont-Perelin, cnclave intelectual y plataorma ideolgica clave desde la cual se diundieron con posterioridadel pensamiento y las doctrinas neoliberales y, con este objetivo se promocionaron tambin distintos tan-ques de pensamiento (think tanks), centros de investigacin, oros pblicos y estrechos vnculos conprestigiosas universidades a nivel mundial; en segundo lugar, lo que podramos denominar la emer-gencia in vivo del neoliberalismo, en 1973, una echa en la que adems existe un relativo consenso sobreel inicio de largo plazo de esta crisis por ser el ao delshockpetrolero mundial, entre otros hechos. Msexactamente hablamos del 11 de septiembre de 1973, da del golpe de Estado contra el primer gobiernosocialista elegido por voto popular, el del chileno Salvador Allende y perodo en el cual se desencadenauna oleada de dictaduras cvico-militares en el Cono Sur de Latinoamrica y el Caribe en el marco del PlanCndor, iniciativa promovida por el gobierno de los Estados Unidos, a travs de la Central de InteligenciaAmericana (CIA). Este acontecimiento marca la instalacin de las bases del rgimen econmico-polticoneoliberal en la regin (recurdese las asesoras en materia de reormas econmicas y sociales en Chilepor parte de los llamados Chicagos Boys y de las lites neoliberales globales, los padres del neoliberalismo

    F.A. Hayek y, en el caso chileno, M. Friedman, lineamientos que luego seran transeridos a travs dediversos mecanismos y presiones hacia los pases vecinos) (Ramrez 2012). Durante las dcadas posteriores,la consolidacin del neoliberalismo a nivel global, especialmente y entre otros, estuvo de la mano de otroplan, esta vez de carcter econmico-poltico: el tristemente clebre Consenso de Washington ensu versin original de 1989 y en la de sus sucedneos (Puello-Socarrs 2013), encarnado por los malllamados organismos multilaterales de crdito (stricto sensu son unilaterales en vista del unilateralismoque practican, casi sin ninguna excepcin, subordinado a los intereses y dictados de Washington2) comoel Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y el Banco Interamericano de Desarrollo.

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    esis 2. l eoliberalismo es, ante todo, unroyecto econmico-poltico de clase y nosolamente un programa de polticas pblicas

    El neoliberalismo no se agota ni se puede igualar directamente al Consenso de Washington (1989) n

    sus versiones sucedneas. Tampoco al programa especco de polticas econmicas all contenido, comomuchos arman ingenuamente.

    Desde hace algn tiempo, es un error demasiado comn asociar unvocamente al neoliberalismo con lapolticas descritas por el Consenso, como si el neoliberalismo se limitara a un mero acontecimiento tecnocrtico de orden exclusivamente econmico (o mejor: economicista). Esta idea bastante diundida entredeensores y supuestos detractores del neoliberalismo si bien no es completamente errada en tanto eConsenso es una de las traducciones histricas posibles del proyecto neoliberal s resulta altamente suspicaz, ya que se plantea como uno de los argumentos por excelencia y usado con ligereza en las discusiones emergentes para insinuar una inexistente y actual poca post-neoliberal. Igualar el neoliberalismoa un programa de polticas, oculta o, en el mejor de los casos minimiza, su signicado sociopoltico. Aneoliberalismo hay que analizarlo desde un punto de vista estratgico y, por supuesto, tambin tctico.

    El neoliberalismo implica, ante todo, un Proyecto econmico-poltico de clase (capitalista) el cual se havenido expresando a travs de una estrategia de acumulacin (llamada comn y colonialmente de Desarrollo). Slo posteriormente el neoliberalismo se materializa enprogramas de polticas, tal y como loevidencia el Consenso de Washington y sus variantes, los cuales representan, precisamente, su dimensintctica. La estrategia neoliberal, a dierencia del modelo anterior, se basa en especcamente en la sujecin y subordinacin absoluta al Mercado (iniciativa privada que, en el mundo real, siempre es asimtricacomo el dispositivo de produccin y reproduccin social en sentido amplio. Bajo esta impronta se derivanla amplia gama de polticas pblicas (econmicas, sociales, etc.).

    En este caso, por ejemplo, el neoliberalismo como estrategia se dierencia del anterior industrialismoorientado por el Estado, tambin conocido como el modelo de industrializacin por sustitucin de importaciones (comnmente ISI de mediados del siglo XX). El modelo orientado hacia el mercado, instalado entre los 70 y los 90 (hoy vigente), deende a ultranza la reduccin del Estado, en tanto actorsociopoltico, es decir, la menor injerencia del aparato de Estado rechazando a limine la intervencin y laplanicacin estatal aunque es permisivo con la regulacin, tres situaciones dierentes que ltimamentese han conundido. La especie emergente de tercera va, el modelo estatal orientado hacia el mercadoprototipo novedoso del neoliberalismo en particular durante el nuevo milenio (y que se ajusta a lasversiones neo-extractivista y, especialmente neo-desarrollistas que hacen eco en este momento en dierentes partes del mundo), no se dierencian en lo undamental del neoliberalismo anterior, ms que en losupercial. Precisamente, en contraste con la incontestable hegemona neoliberal de los 80 y los 90, en eneoliberalismo del nuevo milenio se observan contrastes pero al nivel de las polticas pblicas, econmicao sociales y, por el contrario, esta nueva versin garantiza la continuidad ininterrumpida de la estrategiade acumulacin neoliberal capitalista.

    En sntesis, el alejamiento de las polticas del Consenso (original) que ha signicado recuentemente

    la adopcin adaptada de sus versiones sucedneas incluso, variantes del modelo extractivista y neo-extractivista, como lo ha mostrado recientemente Gudynas, sin problematizar el paradigma de desarrollono indica de ninguna manera una postura ms all del neoliberalismo como retricamente se vienesosteniendo. Todo lo contrario.

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    esis 3. l eoliberalismo es multidimensional,no slo una cuestin de economa pura

    Otra de las recuentes desviaciones ha estado relacionada con la identicacin del neoliberalismo comouna apuesta exclusivamente econmica. Esta posicin exime deliberadamente identicar las mltiples

    dimensiones del neoliberalismo, entre otrasaunque, tal vez, la ms sustancial la insoslayable uerzasociopoltica y la realidad como tecnologa gubernamental (Foucault 2007). La comprensin de la actualcrisis del capitalismo, entre otras, ayuda a revelar el radical carcter multidimensional del neoliberalismo.

    Alrededor de la Crisis Global hoy convergen, simultnea y estructuralmente, crisis especcas que permi-ten capturar la complejidad antes insospechada y que para este momento exasperan los lmites mismosdel sistema. El calidoscopio completo de esta Crisis en mayscula est compuesta por ocho crisis enminscula, todas ellas uertemente interrelacionadas: a)econmica particularmente comprometida conaspectos nancieros y en las nanzas pblicas estatales y privadas; b)energtica con la escasez absolutay relativa de las uentes de energa cruciales para el uncionamiento del sistema y que se ilustran con eldenominado pico del petrleo y con la insuciencia paulatina de los minerales estratgicos del capi-talismo como el carbn, cobre, etc.3; c)ecolgica y socio-medioambientalde la mano de la explotaciny depredacin desmedida de los bienes comunales de la Naturaleza y sus implicaciones en las ecologas

    sociales y subjetivas va desposesin violenta de territorios, uno de los casos las cuales son hoy reco-nocidas, incluso por los deensores del neoliberalismo; d)biolgica, tal y como lo plantea, entre otros,Koumentakis, ruto de las mismas dinmicas de degradacin, explotacin y polucin del planeta pero queaectan al cuerpo y la mente humanas en la orma de enermedades crnicas como el cncer, obesidad,diabetes en el mundo desarrollado mientras que en el subdesarrollado se expresa en desnutricin,hambrunas, etc.; e)alimentaria con el aumento inusitado en los precios del consumo bsico de alimentosdebido a la nanciarizacin de los mismos y tambin por la sustitucin de la produccin alimenticia parala produccin de agrocombustibles; ) ideolgica y epistmica con el trance, hoy en trmite, de la prdidaaunque tambin recomposicin de reerentes basados en la hegemona del capitalismo neoliberal y quese proyecta en los dispositivos de produccin de saberes, conocimientos, tcnicas; g)poltica principal-mente con la crisis de representatividad y de alternativas polticas; la oleada antineoliberal que recorre elmundo desde principios de la dcada de los 1990, iniciando con la revuelta venezolana conocida como elCaracazo pasando por la insurreccin neozapatista mexicana en Chiapas y las Guerras del Gas y el Aguaen Bolivia, las rebeliones populares en Argentina y Ecuador hasta las protestas sociales contemporneasen dierentes pases de Europa y los Estados Unidos, la Primavera rabe y los episodios contenciososen Amrica Latina Chile, Colombia, ltimamente en Brasil y Per, entre muchos otros, aleccionan lamagnitud de esta crisis; y, por supuesto, h)socialy la sostenida devaluacin de las relaciones sociales yde los niveles de vida, la proundizacin de la pobreza y el empobrecimiento de sectores medios, la mise-ria, la precarizacin; igualmente incidentes sistemticos de represin, progresiva militarizacin incluso,bajo dispositivos parainstitucionales y terrorismo de Estado que atentan contra los criterios mnimos entrminos de derechos humanos, bienestar social, etc.. Esta sntesis no deja dudas sobre la aceleracin ymagnitud de las lgicas y las contradicciones del capitalismo bajo su versin neoliberal.

    La tesis que el neoliberalismo es que una cuestin ms all de la economa pura ue una cuestin abordadadesde un principio en las discusiones de la Sociedad de Mont-Perlin4. Esta armacin se encontrara bas-

    tante bien documentada por la hegemona histrica de las posturas neoliberales en las ciencias sociales yhumanas dominantes, en particular desde mediados del siglo XX. En la ciencia econmica contemporneael dominio de los enoques convencionales, a pesar de la creciente contestacin y disputa epistemolgicay acadmica ms recientes, resulta evidente. En otras disciplinas como por ejemplo la Ciencia poltica (en-oques como el neoinstitucionalismo) o la Administracin pblica (la Nueva Gestin Pblica, New PublicManagament) el convencionalismo an goza de buena salud y expresa la pretensin imperialista delneoliberalismo en trminos de la produccin de saberes y conocimiento sociales y humanos (detalles enPuello-Socarrs 2008, 2010, 2011).

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    esis 4. l eoliberalismo no es una ideologamonoltica sino diversa y compleja

    Otro de los errores sistemticos en el anlisis del neoliberalismo es la negacin de su complejidad ideolgica. Se lo interpreta comnmente como si uera una ideologa monoltica sin llegar a identicar en este

    terreno su diversidad constitutiva y el calidoscopio de posiciones que lo constituyen (detalles en PuelloSocarrs 2008; Mirowski & Plehwe 2009).

    Tradicionalmente se ha identicado al Neoliberalismo solamente con la cosmovisin que se deriva de lateora econmica neoclsica, reerida siempre en genrico, sin notar que esa reerencia convencional esvinculante nicamente con una de las corrientes de la escuela neoclsica, el contingente angloamericanoCiertamente, esta corriente ha ungido como la plataorma ideolgica y el soporte epistemolgico porexcelencia que ha certicado (de manera unvoca y, por momentos, casi exclusiva) la reinstalacin deespritu liberal clsico en el marco del capitalismo contemporneo. Pero aunque la postura de yuxtaponer la escuela neoclsica y agotarla en su versin angloamericana no resulta del todo incorrecta, s esmuy limitativa. Sobre todo, al restringir las motivaciones (en trminos de Gilbert Durand) que permitencomprender y reconstruir integralmente en qu consiste la ideologa neoliberal, histrica y actualmentehablando. La opcin hermenutica y heurstica de igualar el universo de la teora econmica neoclsica a

    neoliberalismo resulta entonces cada vez ms impotente para acceder a las particularidades del procesoespecialmente en los detalles que expresa el neoliberalismo ms recientemente.

    Al examinar la complejidad del neoliberalismo, es decir, abordando los puntos de vista terico-abstractossus prcticas histricas, sus uentes econmicas y sus aliaciones polticas, ideolgicas y sociales, establecemos esquemticamente cinco reerencias bsicas en la evolucin del pensamiento neoliberal esencialepara describir y descubrir sus principales traducciones, tanto en trminos de las recetas pblicas y lasreormas polticas, econmicas y sociales que impulsa como tambin los sujetos, agentes y actores quepersonica: a) La Escuela Neoclsica Angloamericanarepresentada por la Escuela de Londres aunque mclebremente por las ltimas generaciones de la Escuela de Chicago con M. Friedman a la cabeza. Estavariante instal un tipo neoliberalismo angloamericano que a lo largo del tiempo, paulatinamente y bajouna uerte impronta usamericana, eclips los elementos anglosajones y bajo esta identidad apareci comola corriente ortodoxa al interior del neoliberalismo. Otras corrientes neoliberales, en consecuencia, ueronconsideradas heterodoxas, subordinadas y menos infuyentes dentro de la tpica neoliberal en general5

    b) La Escuela Neoclsica Europea Continental, puntualmente la llamada Escuela Austriaca o de Viena ysus sucesivas generaciones encabezadas por reerentes como Mises y Hayek; c) El llamado NeoliberalismoAlemn: el Ordo-liberalismo y la Escuela de la Economa Social de Mercado (ESM), posturas que deendenuna renovacin del liberalismo clsico opinin en la que convergen con los austracos pero insistiendoen un liberalismo de nuevo cuo y descartando decididamente cualquier tipo de restablecimiento delaissez-aire del antiguo liberalismo, nocin mucho ms cercana al tipo de neoliberalismo ortodoxoangloamericano. Su tentativa se basa en la construccin de una economa organizada (regulada) peronunca dirigida planicada. Admiten entonces la regulacin estatal con el n otorgar garantas absolutas para la libertad natural de los procesos econmicos (lgicas de mercado).

    Aunque poco diundidas seguramente debido al grado de sosticacin bajo el cual se han conec

    cionado y que obstaculiza su reconocimiento en los debates no especializados pero no por ello menosimportantes: d) las Sntesis neoclsico-keynesianas, tanto la primera sntesis como la nueva sntesisposiciones tericas que armonizan los presupuestos neoclsicos con los de la teora keynesiana, intentando incorporar elementos de la teora de Keynes al interior del campo epistmico de la escuelaneoclsica tradicional. Estas sntesis lograron renovar la teora neoclsica en sentido estricto, colocandoa Keynes vis--vis Wicksell y reintegrando en el universo de lo neoclsico las teoras de Marshall a Keyne(Puello-Socarrs, 2007). Sin embargo, se trata de un neoclasicismo keynesiano, aunque suene para-djico: sin Keynes! (recordemos el antikeynesianismo innato del neoliberalismo). Esta variante resultatener una infuencia undamental en vista que las principales prescripciones y rmulas neoliberales, sobretodo, en materia de poltica econmica (monetaria, especialmente) se han sustentado en la pretendida

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    superioridad tcnica y tecnocrtica desde este horizonte; nalmente, e) Las sntesis Austroamericanasy Americano-austracas las cuales combinan elementos de las corrientes angloamericanas y austriacas(gradualmente tambin se nutren de las claves propuestas por el neoliberalismo alemn). En el primercaso, privilegian los ncleos austracos sobre los americanos (como en J. Buchanan y, ms recientemente,E. Ostrom), y en el segundo caso, a la inversa, subordinan los elementos austracos y exaltan los ncleos

    angloamericanos (como es el caso de las posturas de G. Becker o el Nuevo Institucionalismo Econmicodel tipo D. North) (detalles en Puello-Socarrs 2007).

    No sobrara anotar que al interiordel neoliberalismo, especialmente entre las dos corrientes de mayor pesoy uerza ideolgica y teortica (la ortodoxia angloamericana y la heterodoxia austriaca y paulatinamentealemana) existen dierencias indiscutibles. Puntualmente, proundas discrepancias a nivel terico, episte-molgico, metodolgico, etc. que se traducen en interpretaciones dismiles rente a dierentes tpicos:en materia de polticas, medidas econmicas, el planteamiento y resolucin de problemas socioeconmi-cos. Sin embargo, lo destacable de este asunto es que ms all de las divergencias tericas que existenal comparar posiciones ortodoxas y heterodoxas que, en abstracto, resultaran opuestas (casi antpodasaunque nunca contradictorias), ambas mantienen al unsono los principios generales del neoliberalismoy convergen superando sus dierencias en una unidad ideolgica consistente que gua sus prcticasundamentales. As qued conrmado y registrado histricamente en distintos escenarios distintivos del

    proyecto neoliberal desde su undacin en la clebre Sociedad Mont Perlin (y sus sucesivos oros inte-lectuales, acadmicos y polticos), en donde de Hayek (un neoliberal austraco) a Friedman (un neoliberalusamericano) se determin que, ms all del disenso abstracto, el neoliberalismo in extenso confuye po-lticamente alrededor de un acuerdoundamental de principios en concreto, el cual al decir del mismoHayek discute pero nunca cuestiona ciertos conceptos bsicos, undamentalmente la construccin dela Sociedad de Mercado (no slo una economa de mercado). Para todos los neoliberales, los problemasde la sociedad, las dinmicas pblicas y las tensiones y confictos societales deben ser sancionados y con-siderados unvocamente bajo una ptica individualista en el mercado.

    esis 5. l eoliberalismo se conjuga en pluralno en singular. ipo(s) de eoliberalismo(s)

    Ahora bien, estrechamente vinculada con la tesis anterior, las conusiones ms reiteradas al respecto sedeben a la incapacidad analtica para identicar la existencia de tipos de neoliberalismo. En este caso, sedebe armar que el Neoliberalismo se conjuga en plural y no en singular. Existen neoliberalismos que sibien se pueden enmarcar didcticamente bajo un concepto abarcador esta operacin no debe ocultar supluralidad constitutiva.

    Sintetizando esta alternativa, podramos decir que unprimer tipo de neoliberalismo estara ms prximoa la proundizacin y radicalizacin de los argumentos neoclsicos usamericanos, y ms lejano de losestilos heterodoxos (austraco, alemn, etc.). En el debut de la poca neoliberal, asistimos a la norma-lizacin de los reerentes neoliberales cristalizados en torno a los criterios angloamericanos durante laetapa de los procesos de ajuste y de las denominadas reormas de primera generacin observadas conparticular mpetu en las perierias. Si se quiere, el primer neoliberalismo ue abiertamente usamericano.No obstante, recientes transormaciones al interior del proceso neoliberal y paralelo a nacientes con-

    guraciones concretas (p.ej., contrarreormas de segunda y tercera generaciones en el marco del procesoin vivo de construccin neoliberal a nivel global y tambin en razn a la crisis de reerentes en mediode la Crisis) sugieren, en concreto, un segundo tipo de neoliberalismo en el cual los ncleos austracosy alemanes del neoliberalismo vienen tomando paulatinamente una mayor relevancia, en detrimento delas versiones usamericanas. No sobra advertir, en todo caso, que las maniestaciones concretas del emer-gente neoliberalismo todava cuentan con rezagos provenientes de ambas visiones, previniendo algunaclase de mixtura con cierta hegemona austriaca la cual viene posicionndose espectacularmente. Losrasgos que, precisamente, insinan un trnsito al interiordel neoliberalismo desde su versin ortodoxaamericana hacia los reerenciales austracos-alemanes maniestan las crticas (superciales en todocaso pues no amenazan al neoliberalismo, por el contrario) y el relativo abandono de categoras antes

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    centrales como el hombre econmico (puro), la ingeniera social, los modelos de competencia perectay el equilibrio para activar nociones ms uncionales, ajustadas y verstiles como el individuo emprendedor, el emprendimiento, y la pretendida racionalidad creativa y tambin a travs de nuevas ormade accin institucional (un ejemplo son las privatizaciones implcitas encarnadas por las asociaciones oalianzas pblico-privadas, los llamados cuasimercados, etc.) (ver Puello-Socarrs 2008, 2010, 2011, 2012)

    Lo anterior es igualmente visible rente a la discutida cuestin estatalque tambin enrenta a un neoliberalismo antiestatista y un nuevo neoliberalismo que admite la regulacin (oportunista) del Estado, aunquecomo la ortodoxia, es claramente antiintervencionista, decamos antes, dos cuestiones dierentes.

    La prounda crisis de reerentes intelectuales e ideolgicos en los que se debate el (para hoy viejopensamiento neoliberal de la ortodoxia neoclsica y el debilitamiento de la hegemona de los deensorea raja tabla de las tesis del absolutismo del mercado, incluso, en sus versiones ms recalcitrantes conrman esta tesis. Pero tambin y al mismo tiempo reuerzan la sospecha que presenciamos el reciclaje delas antiguas ideas neoliberales y la puesta a tono de su pensamiento con los nuevos tiempos. Las liteintelectuales hegemnicas del establishmentpropician hoy un trnsito por ahora, dbilmente advertidopero que poco a poco ha venido instalndoseal interior del pensamiento neoliberal, particularmente enla teora econmica, en lo que se denominara un novel neoliberalismo, nuevo neoliberalismo.

    Este trnsito tiene un correlato ideolgico e intelectual que puede ser ilustrado con los detalles relacionados con los Premios nobel en economa en su historia ms reciente. Tomemos uno de los tantos ejemplosel caso de la Nobel Elinor Ostrom, el cual aplica casi para la totalidad de los premios adjudicados en estetema durante el siglo XXI, poca del trnsito de la ortodoxia a la heterodoxia neoliberal.

    Ostrom proesa un tipo de neoliberalismo que si bien hasta el momento ha permanecido en la sombrahoy emerge imperceptiblemente pero con uerza. Sus posiciones tericas abandonan relativamente lopresupuestos tradicionales de la escuela neoclsica angloamericana, el neoliberalismo tpico ortodoxo(por ejemplo, la idea del homo economicus), pero posiciona, al mismo tiempo, con parsimonia e mpetucaracterstico, las posturas de la escuela neoclsica heterodoxa (austriaca) retomando a los padres del neoliberalismo como Mises y Hayek quienes desde la dcada de los 70 tiempo en que debutaron Buchanany Tullock, promotores de la sntesis austro-americana disrutan de un enclave estratgico en las universidades de Usamrica. Su concepto de bienes comunes resulta ms que ilustrativo de lo que armamos.

    Los premios nobel en economa recientemente han dado un espaldarazo al trnsito desde las ideas deFriedman y compaa hacia una generacin de conceptualizaciones novedosas, esta vez apoyadas enHayek y sus seguidores, pues desde distintas voces se ha venido subrayando la necesidad de dejar atrun neoliberalismo que ya se considera entre los mismos crculos neoliberales, anacrnico y obsoleto, parasustituirlo por otro neoliberalismo actualizado. Las ideas neoliberales austriacas (y alemanas) parecenestar a la echa mejor capacitadas terica, epistemolgica, intelectual y, por supuesto, polticamentepara arontar las necesidades hegemnicas del mundo social contemporneo y del capitalismo tardocon todo lo que ello implica. Desde luego, de lo que se trata es redimir al capitalismo neoliberal de suapremiante crisis.

    Antes que presenciar entonces un declive inminente del pensamiento dominante lo que parece sugerirse

    hacia adelante tanto la contestacin (va crtica por parte de antineoliberales) como la reactivacin deneoliberalismo, mediada por la circulacin y el recambio de sus corrientes y lites ortodoxas por otrasheterodoxas (va crtica por parte de los neoliberales mismos). Este giro tambin y contrario a lo que secree, no debilita sino que podra rehabilitar y ortalecer todava ms los ncleos de la doctrina neoliberal ysus mundo-visiones. En el trnsito, insistimos, no se cuestionan los presupuestos bsicos, ni mucho menolas posturas tpicas de la mundo-visin neoliberal y que animan constantemente las tesis pro mercado, poms de que se intenten presentar de otra manera.

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    esis 6. l eoliberalismo no es estticosino dinmico y resiliente

    Frecuentemente se concibe al neoliberalismo como un evento esttico minimizando su resiliencia6

    : resis-tencia ante los desaos crticos (en particular, la crisis ideolgica y epistmica) y capacidades de renova-cin y recomposicin. En ltimas, se desestima deliberadamente su dinmica. Por ello, complementandola errnea concepcin del neoliberalismo como un programa de polticas y una ideologa monoltica ysingular, muchos analistas (y polticos que acuden retrica y estratgicamente y avalan tales posiciones)verican cambios en las polticas y automticamente concluyen la existencia de situaciones ms all delneoliberalismo. De hecho, se habla del neoliberalismo como un acontecimiento del pasado renegandoincluso de la evidencia de los hechos reales que actualmente recorren el mundo y que verican aqu sque, en medio de los indicios y pruebas sobre el creciente cuestionamiento al proyecto neoliberal, ste ensus aspectos esenciales contina adelante y, como plantea el concepto de resiliencia, bajo esta situacinde inconciencia entre las resistencias antineoliberales ya acumuladas, el neoliberalismo podra eventual-mente salir mucho ms ortalecido. El avance de la llamada globalizacin neoliberal y de la ampliacinde los mercados globales en los proyectos econmico-polticos hegemnicos ms importantes en la utu-

    ra conguracin de la economa capitalista (principalmente nos reerimos a los mltiples Mega-Acuerdos/Tratados/Alianzas de Libre Comercio) son prueba de ello.

    Como lo sostenamos antes, las modicaciones tcticas al programa de polticas en el neoliberalismono implican necesariamente transormaciones de la estrategia de desarrollo del neoliberalismo, la cualhasta el da de hoy seguimos insistiendo, por lo menos en su ncleo duro, contina intacta.

    La dinmica neoliberal ha promovido cambios y variantes en el programa tctico que encarnan sus polti-cas, siempre sintonizadas con distintos ritmos y coyunturas y asociadas a dierentes espacios y tiempos. Elcontraste de los acontecimientos y las tentativas neoliberales impuestos sobre la perieria: Amrica Latinadurante las dcadas de 1980 y 1990, por ejemplo, y los de los pases centrales recientemente: Europa y losEstados Unidos, en particular, despus del shock nanciero de 2007-2008, ilustran este punto. En mediode las convulsiones vistas durante los ltimos diez aos, sera impensable reproducir el mismo modelode polticas de la dcada de 1990 en varios espacios (Amrica Latina, es un caso) y, en este sentido, seralgico esperar que, en medio del neoliberalismo, el plan de polticas haya surido cambios tcticos paraajustarse a los nuevos tiempos. Esta operacin ha sido realizada sin que sea necesario alterar su marcoundamental, es decir, la estrategia neoliberal. Sin embargo, algunos analistas absortos y bastante entu-siastas siguen considerando una paradoja que las versiones ms tpicas de las polticas neoliberales (losllamados ajustes ortodoxos la FMI) se apliquen hoy en los pases centrales, planteando que en algunasperierias ese acontecimiento ha sido superado. Desde luego, aqu es necesario hacer un balance cuidado-so entre estrategia y tcticas y relacionarlas con ritmos y magnitudes del proyecto neoliberal a nivel globaly local. En ese sentido, los trnsitos del Desarrollismo de la ISI de postguerras hacia el neoliberalismo delltimo cuarto del siglo XX, y de ste hacia un supuesto nuevo estadio en los albores del nuevo mileno,habra que analizarlos ms all de un economicismo rampante y ponerlos en perspectiva de las relacionesde uerza dominantes en el terreno concreto de la economa poltica.

    Actualmente la conviccin de que la prosperidad econmica slo puede ser obtenida mediante la sujecinal poder del mercado como paradigma es an dominante. Incluso despus de la crisis el discurso recu-rrente de las lites ue no abandonar estos convencimientos. Por el contrario, y tal como lo plantearon lamayora de lderes mundiales, entre ellos, Barack Obama (Estados Unidos), Gordon Brown (Gran Bretaa),Nicols Zarkozy (Francia), Peter Steinbrck (Alemania), Dominique Strauss-Kahn (en su momento, gerentedel Fondo Monetario Internacional; postura que continua la actual directora gerente Christine Lagarde),y regionales crticos del neoliberalismo anterior, como Dilma Rouse (Brasil) o Cristina Fernndez deKirchner (Argentina), la idea es transitar hacia un liberalismo regulado (Susan Waltkins), un neoliberalismo

    pragmtico (Fischer & Plehwe), es decir, un nuevo neoliberalismo (Puello-Socarrs) el cual, desde luego,

    6. D .L q x , L. M q V: L : f , , , j , ,

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    debe retricamente por razones de productividad poltica y ante el desprestigio global del neoliberalismovigente: su crisis ideolgica y epistmica y la exacerbacin de la alienacin encubrir su propia naturaleza7

    Resaltando tesis anteriores, el trnsito hacia un nuevo neoliberalismo conrma que la crisis del neoliberalismo en general es palpable en contra de un tipo de neoliberalismo (ortodoxo) y, las crticas neoliberale

    al neoliberalismo (corrientes heterodoxas) pretenden ser la vanguardia de su reconstitucin. Sera tilustrar este punto, a travs de la siguiente tabla en la cual se contraponen el viejo y ortodoxo neolibe-ralismo y su renovada versin heterodoxa relacionando cuatro criterios centrales: a) Presencia estatal; bDesempeos de los Mercados; c) Balances y desbalances de la Sociedad; y, d) Races ideolgicas, en ambaormas del neoliberalismo (ver Tabla 1).

    Tabla 1. Viejo y Nuevo Neoliberalismos

    Viejo neoliberalismo Nuevo neoliberalismo

    Estado [presencia entanto apparatus]

    Desregulacin. Intervencin estatal o Pla-neacin estatal centralizada imposible. ElEstado de la inaccin.

    Regulacin. La intervencin estatal noest permitida excepto en tanto regulacin[accin oportunista y momentnea]. Pla-neacin centralizada imposible. El Estadode la re-accin.

    Mercado

    [desempeos]

    Liberalizacin con extrema libertad [libertina-je] de los mercados. El Mercado como pro-ducto de las fallas del Estado/Gobierno.

    Liberalizacin con libertadde los mercados.Regulaciones del Estado en funcin delMercado (y sus fallas).

    Sociedad

    [(des)balances socialesy extraeconmicos]

    Espontneos y autoregulados por los mer-cados

    Inducidos va cuasimercados, regulados porel Estado.

    Races Ideolgicas

    [pensamiento neoclsico]

    Ortodoxa

    Escuelas Angloamericanas como referenciasclaves

    Fundamentalismo de Mercado: perspecti -

    va ultraneoliberallesferista (laissez-faire).

    Heterodoxas

    Austracos / Ordoliberales (Alemanes) / Eco-noma Social de Mercado (ESM) como refe-rencias claves

    El Mercado es fundamental: perspectivaproneoliberal antilaissez-faire.

    Fuente: Puello-Socarrs (2013)

    Proundicemos este punto a travs de un par de ejemplos: Discursos como el nuevo desarrollismo propuestos, entre otros, por Luiz C. Bresser-Pereira han venido contraponiendo la ortodoxia convencional(el neoliberalismo tpico del Consenso de los 90 y que tericamente iguala a lo neoclsico; ya sabemoque es un error, deliberado o espontneo, pero error al n y al cabo) al neo-desarrollismo, segneste autor, un paradigma alternativo al neoliberalismo. No obstante, y como decamos, en este caso, eneo-desarrollismo evita discutir el paradigma de desarrollo prevaleciente, y se limita a sustituir polticaseconmicas y sociales pero en el mismo marco del neoliberalismo, nunca ms all. En rigor, la ortodoxiaconvencional aludida no puede contraponerse a un nuevo desarrollismo. Lo ortodoxo se contraponea lo heterodoxo, ya lo aclarbamos. La oposicin que convoca Bresser-Pereira con el nuevo desarrollismo

    precisamente es una heterodoxia convencional, como cilmente puede inerirse de las dierenciasque l mismo intenta ilustrar entre la ortodoxia y el supuesto neo-desarrollismo, un neoliberalismo heterodoxo. En una de sus obras al respecto: Macroeconomia da estagnao (So Paulo, Editora 34, 2007)esto es rotundo.

    Por qu reerirse a una teora ortodoxa e igualarla directamente a la neoclsica como orma para trazauna rontera ante un (supuesto) nuevo modelo? En este, como en otros casos, Bresser-Pereira alude ala teora neoclsica u ortodoxa que undament los 30 aos del capitalismo neoliberal (ortodoxo). Amismo tiempo, oculta que lo veamos la teora econmica neoclsica tiene variantes, as como tambinel neoliberalismo. Existen dierencias epistemolgicas y tericas sustantivas entre un neoliberalismo de

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    laissez-aire, basado en teoras neoclsicas ese mismo que deende en orma ortodoxa el absolutismodel mercado, ahora criticado por todos y otras teoras tan neoclsicas como neoliberales, crticas deldejar hacer, dejar pasar, que podra decirse, parecen en este momento moderadas rente a la ilusinde que el mercado lo resuelve todo.

    Otro ejemplo, entre una innidad de ellos al respecto, es la perspectiva del nobel de Economa JosephStiglitz, a quien muchos consideran crtico del neoliberalismo. Una muestra reciente de la discursividadque manejan los neoliberales heterodoxos, como Stiglitz lo representa su artculo titulado: La arsa dellibre comercio, en donde Stiglitz critica el libre comercio practicado por los Estados Unidos porqueprecisamente no es neoliberal. Llama pasar de un libre comercio controlado a uno autntico, es decir,neoliberalizado.

    esis 7. l eoliberalismo radicalmente es autoritario

    Como lo muestra y demuestran la gran mayora de los casos en la regin, el inicio y la raz de la era neo-liberal in vivo, es decir, la inauguracin del neoliberalismo real, se encuentra uertemente asociada conun arco autoritario. Tanto de naturaleza sociopoltica como econmica; igualmente desde punto de vistainstitucional como parainstitucional.

    Por una parte, el componente autoritario se despliega a travs de la oleada de dictaduras cvico-militaresimpuestas en el Cono Sur del continente desde la dcada de 1970 (decamos anteriormente, empezandopor Chile y Argentina adems de los antecedentes de este perodo en Bolivia, Brasil, Uruguay y Paraguay,entre otras). Todos estos acontecimientos tienen la impronta adems de estar promovidos por el inter-vencionismo extranjero, situacin conrmada a travs de la documentacin desclasicada por parte de laCentral de Inteligencia Americana, a propsito del Plan Cndor, a la postre uno de los casos ms paradig-mticos, y que aplicara ampliamente para los pases latinoamericanos y caribeos. Por otra parte, el infu-

    jo del autoritarismo neoliberal se mantuvo incluso despus de la poca de las dictaduras cvico-militares.En la oleada posterior de democratizaciones bajo la institucionalizacin de las llamadas democraciasrestringidas al decir de ODonnell (1997a, 1997b), delegativas o democracias con gran potencial autorita-rio desde la dcada de los 80 y especialmente en la dcada de los 1990, el modelo neoliberal instaladoinicialmente a travs los golpes de Estado se proundiza y se consolida en distintos aspectos.

    En casos ms puntuales, como el colombiano donde las rupturas institucionales ueron menos inestables yms excepcionales, el autoritarismo se habran cristalizado bajo la presencia e institucionalizacin de reg-menes anocrticos o simplementeAnocracias: una tipologa de rgimen poltico: parte democracia, par-te dictadura, considerando un anlisis emprico ms prximo de las caractersticas inherentes al contexto.El rgimen econmico aqu tambin ha reorzado correlativamente al rgimen poltico, y a la inversa, conlo cual sera lcito de hablar para estos casos de rgimen econmico-poltico deAnocracias neoliberales8.

    En este contexto sera undamental remarcar el hecho que el modelo neoliberal tiene como presupuestoinicial dentro del arco autoritario la violencia estatal: Con el errorismo de Estado se dispone deliberada y siste-mticamente el pasaje del modelo de industrializacin por sustitucin de importaciones (ISI) al nuevo modelo neoliberal() los principales mtodos mediante los que se construyeron las bases del neoliberalismo en nuestro pas [Nota: se reere

    a la Argentina, pero es una armacin que se verica para los dems pases de la regin] ueron tanto la impunidadcomo el terror sistemticamente organizado por el Estado(resalto) (Bayer, Born & Gambina 2010, pp. 111 y 114).

    Quisiramos subrayar entonces que, como tendencia en general, adems de los procesos consideradosnormales (legales, institucionalizados) la matriz neoliberal desde su mismo nacimiento emerge de lamano de procesos paranormales (ilegales, parainstitucionalizados) como orma de instalarse en la re-gin, de la mano de la impunidady la violencia del terrorismo de Estado, dos elementos veremos im-posibles de soslayar a la hora de analizar el rgimen econmico-poltico del neoliberalismo y que, raticanentre otras que el uncionamiento del neoliberalismo exige necesariamente dimensiones extraeconmi-cas y, en especco, como sucede dentro del capitalismo (recordemos la exacerbacin de todas las lgicas

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    American Political Science Review, (anocracy) .

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    del sistema en la ase neoliberal), la progresin del carcter violento del Capital en relacin con el Trabajo(precarizacin y desposesin exasperadas) y tambin en relacin con la Naturaleza (depredacin agra-vada). No obstante, la etapa de contrarrevolucin neoliberal, en dierentes situaciones y episodios mall de la oleada dictatorial, todava mantiene una combinacin particular entre la violencia instituciona(legal y legtima la Weber) y la parainstitucional, en ciertos casos velada y en otros institucionaliza

    da. Colombia sera un caso paradigmtico de esto ltimo en vista de la sistematicidad de enmenossociopolticos como el paramilitarismo auspiciados en asocio con sectores del Estado y de la dirigenciapoltica; o, en otros trminos, los equivalentes medioambientales que representan prcticas ecocida(alegrico de homicidios al ecosistema) como el racking, autorizados por varios Estados extractivistas yneoextractivistas (Gudynas 2009).

    En este sentido, no habra que olvidar las palabras de David Harvey en relacin al hecho sustancial contemporneo lase el sntoma ms diciente del actual capitalismo neoliberal que: () estamos en e l mediode una transicin undamental del uncionamiento del sistema global El balance entre acumulacin por desposesin yreproduccin ampliada ya se ha volcado a avor de la primera y es dicil imaginar que esta tendencia haga otra cosa que

    proundizarse, transormndose en el emblema de lo que es el nuevo imperialismo(Harvey 2004, p. 124).

    esis 8. l eoliberalismo es eminentementeolonialista: la tercera edicin de la servidumbre?Una de la tesis ms ensombrecidas y en la que existen grandes dcits en el anlisis del neoliberalismoes la urgente refexin sobre su naturaleza sustancialmente colonialista9. sta, raz inherente, se expresade varias ormas. Nos limitamos aqu esbozarla a travs de dos dimensiones cruciales: 1) el componentecolonial in vitro del pensamiento poltico-ideolgico neoliberal; y 2) el neoliberalismo neocolonial in vivoy los resultados concretos que podran sugerir hacia adelante una hipotticas tercera reedicin de la servidumbre.

    En primer lugar, la impronta ideolgica colonial del neoliberalismo ya puede rastrearse desde las refexiones inaugurales suscitadas en la Sociedad Mont-Perlin, oro neoliberal que evoluciona en paralelo aperodo de descolonizacin de postguerras del siglo XX, especialmente en rica, y la tesis del desarrollo colonialsostenida por los propios pases colonizadores europeos las cuales permiten comprendede qu manera se construy este ncleo al interior del neoliberalismo, ante todo, presentndolo comosu opuesto: un horizonte liberador e independentista, incluso, emancipador; y, simultneamenteproponindolo como una atalidad dentro del proceso de modernizacin en el marco de los valores de lamodernidad capitalista. No sin razn, el supuesto triuno denitivo del Capitalismo en el siglo pasado ytras el derrumbe de los llamados Socialismos reales promovi la idea segn el Capitalismo en su varianteneoliberal sera la ase superior (ltima histricamente) de la evolucin-civilizacin humanas; el ltimohombre de Francis Fukuyama10.

    Pero ms all de la mera refexin losca sobre este asunto, el subdesarrollo y, en consecuencia lamisma nocin de desarrollo ambos euemismos que actualizan en positivo y en negativo la idea-uerzaquizs ms sustancial del capitalismo histrico: el Progreso, proceden y emergen unvocamente dentroy desde los mrgenes del neoliberalismo. Aun cuando existe al da de hoy una larga tradicin crtica que

    ha develado el carcter colonialista de la idea del Desarrollo (Escobar 1998), sigue sin enatizarse que edesarrollo y el subdesarrollo son conceptos eminentemente neoliberales.

    A partir de lo que ha documentado recientemente y como pocos Plehwe (2009), podemos estableceque el Desarrollo como discurso dominante neoliberal-colonial ha sido generado ideolgicamente tantodesde un punto de vista de: a)proyecto (poltico) estratgico en la orma de paradigma general y especco para la reproduccin global en el capitalismo tardo como de b) trayectorias (de polticas) tcticas.

    En este primer caso (a), desde el mismo momento de la invencin de la dicotoma Desarrollo/Subdesarrollocon la enunciacin de la Doctrina Truman (1949): los pases ms desarrollados deban mostrar la va hacia

    9. N f j ,

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    , saber (P ),

    externo interno.

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    el Progreso y prestarle ayuda a los menos desarrollados (sub y/o en desarrollo) para que stos lti-mos abandonen tal condicin.

    Este tema ue objeto de refexiones permanentes en las agendas de Mont-Perlin. Al principio como loreconstruye Plehwe estuvo relativamente subordinado a otras prioridades relacionadas con la coyuntura

    poltica, especialmente, internacional del momento. Precisamente, el tpico del Desarrollo se convierte enclave con la consolidacin de la Guerra Fra. Dentro de esta articulacin, el papel que jugara el comerciointernacional, uno de los tres grandes temas dentro de la Sociedad Mont-Prelin (los otros dos eran elcarcter del Estado y la infuencia del socialismo) ue discutido amplia y sistemticamente en varias cone-rencias neoliberales pero con la particularidad que era tratado en relacin con los pases en subdesarro-llo. Seguramente una de las ms amosas conerencias, la realizada en Beauvallon (Francia) a principiosde la dcada de los 1950 y en donde existi un panel titulado: Liberalismo y los pases subdesarrolladostuvo entre sus objetivos como en las de todas estas aventuras intelectuales provocar un marco ideo-lgico y, luego, acciones prcticas para resolver el acertijo del subdesarrollo bajo una visin neoliberal,desde luego distante tcnica y, sobre todo, polticamente de las posturas keynesianas, estructuralistasy socialistas. Finalmente, el neoliberalismo convino en que: () el principal camino hacia el progreso econmico

    para los pases subdesarrollados deca Benham en 1951 est en incrementar su producto por trabajador en la agricul-tura y especializarse en producir para exportar esos bienes y servicios en los cuales ellos tengan ventajas comparativas

    (citado por Plehwe 2009, p. 247).

    La respuesta neoliberal propona que el desarrollo deba basarse en la especializacin de la produccintradicional agrcola dirigida hacia auera (exportacin) y, por lo tanto, orientada hacia el mercado (librecomercio internacional); por supuesto, una visin que rie en casi todos los aspectos con la poltica deindustrializacin por sustitucin de importaciones y el desarrollo nacionalhacia adentro en boga en elcapitalismo de esos aos y completamente antpoda si se lo compara con los detalles econmico polticospresentes en los regmenes socialistas.

    Qu implicaciones conllevara lo anterior en trminos del componente colonial que se le inculca al neoli-beralismo? Primero que la estrategia de desarrollo sugiere la concentracin recomendada en el sector primario(especializacin de las exportaciones en reas competitivas de esto) [la cual] no podra desaar la prevaleciente divisin

    global del trabajo e stando as en lnea con los intereses (conservadores) de los pases desarrollados an con el control delos territorios coloniales (asegurando un mejor y continuado acceso a los insumos primarios y evitando potencialmentenueva competencia para sus propias exportaciones industriales a las regiones) (Plehwe 2009, pp. 247-248). Pero,en segundo trmino propone Plehwe este tipo de argumentaciones estaban plenamente arraigadasen los estereotipos tpicos de la antropologa victoriana prevalecientes en el discurso comparativo del evolucionismo delsiglo XIX, es decir, en discursos coloniales de la poca colonialista (en este caso britnica) que marcan untipo continuidad que se materializa a travs de una especie de aggiornamento espacio-temporal de talcosmovisin.

    Ahora bien, realidades de este tipo no slo se identican al nivel poltico ideolgico estratgico y paradig-mtico. Como tambin ha mostrado Plehwe para casos de estudio puntuales, polticas concretas que enel pasado reportaron algn tipo de productividad emanada de la uncionalidad poltica que representa larelacin colonial para el capitalismo, han sido (b) tcticamente trasladadas y transeridas hacia otros

    contextos. El caso contemporneo de Argentina durante la dcada de los 1990 con la instalacin de polti-cas econmicas neoliberales, especcamente el rgimen de la Convertibilidad de impronta colonialista,ilustra este punto (Plehwe 2011). A travs de lo anterior, el neoliberalismo ha logrado consolidar gran partede la dependencia y subordinacin neo-coloniales en la reproduccin y acumulacin asimtricas necesa-rias para su proyecto entre Centro(s) y Perieria(s), o como ms recientemente se ha venido convocan-do entre el Norte y el Sur Globales (geograas espacio-temporales epistmicas y concretas del Capital).

    En esta perspectiva in vitro, las tesis sobre colonialismo externo (ms cercano al imperialismo y nuevoimperialismo) e interno son plenamente actuales y vlidas y, adems, reuerzan en ambos niveles las l-

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    https://www.google.com.ar/search?biw=1025&bih=384&q=aggiornamento&spell=1&sa=X&ei=1ab7UabcFoLs8wS-wYFg&ved=0CC0QvwUoAAhttps://www.google.com.ar/search?biw=1025&bih=384&q=aggiornamento&spell=1&sa=X&ei=1ab7UabcFoLs8wS-wYFg&ved=0CC0QvwUoAA
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    gicas y las contradicciones exacerbadas del capitalismo en trminos de dominacin, explotacin, opresiny alienacin de la ase actual.

    De otra parte y derivado de las consideraciones anteriores, el colonialismo neoliberal se expresa radicalmente in vivo en lo que podramos denominar una (hipottica) tercera edicin de la servidumbre.

    Ms all de algunas alusiones coloquiales sobre la existencia de un rgimen de generalizada esclavitud enlas perierias capitalistas contemporneas (aunque sus principales rasgos, en virtud del avance global deneoliberalismo, se mostraran paulatinamente estructurales, incluso en las zonas centrales) debe notarseque las nuevas ormaciones sociales dentro del neoliberalismo, en especial, los niveles hoy extralimita-dos en la explotacin econmica tanto de la uerza de trabajo absorbida y excluida o latente (la denominadaprecarizacin, en la cual las maquilas son un buen ejemplo, y el aumento inusitado en los ejrcitode reserva de mano de obra: inactivos, desempleados, etc.) como tambin en la explotacin ilimitada de lanaturaleza (extractivismos en sus dierentes versiones) y las condiciones socioeconmicas y socioambientales en general, mayormente vinculadas con la ampliacin de espacios periricos y el recrudecimiento desus lgicas contradictorias, podran sugerir importantes paralelos con una (posible) tercera nueva ase delo que Engels y Marx describieron como la (segunda) reedicin de la servidumbre (Engels 1882; Skazkinet al. 1980)11. En su versin original, Engels se reera a una suerte de retraso dentro del desarrollo de

    capitalismo naciente a travs del ortalecimiento del eudalismo (o retorno a sus ormas tradicionalesen Europa central y oriental. A pesar de la especicidad del desarrollo en estas zonas, las dinmicas estaban uncionalmente articuladas con la acumulacin capitalista. Bajo nuestra interpretacin, la reedicinde la servidumbre de la que habla Engels supone la conormacin ab origine de las perierias, a la vezcontrapuestas y complementarias a las zonas occidentales centrales del capitalismo.

    Hoy las conguraciones neoliberales (precarizacin, desindustrializacin, empobrecimiento, etc.) conguraran un cuadro anlogo, con todo lo que ello implica, ya no en sentido originalsino renovado queimplica (y se explica) undamentalmente por el reorzamiento de la condicin de sujecin, subordinaciny dependencia neocoloniales de las perierias ampliadas, especialmente en su sentido socioeconmicodentro de la economa-mundo. Con base en ello, sera plausible proponer hacia el uturo una reedicin dela servidumbre (en sentido relativo y, en ciertos casos, pleno) en una tercera versin como tesis de trabajoy en tanto signo caracterstico del sistema socioeconmico, esta vez estacionario, en palabras de GundeFrank del desarrollo del subdesarrollo (condicin colonialista) proundizada en la hegemona (y tranceneoliberal.

    ntesis liminar: Antineoliberalismo Anticapitalista

    Considerando las anteriores 8 tesis sobre el Neoliberalismo resulta un hecho que cualquier alternativa autentica alstatu quo necesariamente pasara no slo por una perspectiva abiertamente antineoliberalsinotambin, decididamente anticapitalista. Expliqumoslo mejor.

    Por lo general, en el primer caso, el antineoliberalismo se ha agotado en sealar crticamente al hoyanacrnico viejo neoliberalismo ortodoxo de las ltimas dcadas apuntando hacia el tambin desgastadoConsenso de Washington, es decir, al declogo de polticas econmicas all resumidas. En este caso, no se

    percata que el neoliberalismo es unproyecto social y poltico de clase imposible de reducir a un programaespecco de polticas pblicas, sean stas econmicas o sociales. Tampoco advierte el proceso emergente hoy en marcha de recomposicin del capitalismo centrado en el mercado vale decir, los intereseprivados dominantes de naturaleza neoliberal y el cambio de estrategia asociada a la necesidad de dotacon regulacionismo estatalal proceso de acumulacin neoliberal, incluyendo sus acetas de reproduccinseguramente las ms ilustrativas, las de desposesin.

    Hablar entonces de una supuesta era post-neoliberal sin vericar cambios (o posibles uturas transormaciones, es decir, otro proyecto social y poltico), por lo menos en la estructura y la uncionalidaddel rgimen econmico poltico actual resulta ser demasiado aventurado y, en nuestro concepto, polti

    11 () x segunda edicinde la servidumbre

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    camente peligroso. No es vlido armar la superacin progresiva del neoliberalismo simplemente bajo lasospecha de vericar la (mayor o menor)presencia estatalpara los deensores de este tipo de argumen-tos, activa o el cambio en un par de polticas econmicas que ni reorman ni reormulan la matriz delneoliberalismo. Por el contrario, en muchos casos reales, particularmente en la regin latinoamericana, lassupuestas reormas antineoliberales, la dejan intacta. Algunos van ms all incluso y presumen veri-

    car la aurora post-neoliberal con la excusa de una serie de polticas que se autoproclaman socialesy redistributivas, sin poner en cuestin el espectro amplio, poltico y econmico, del neoliberalismo quevenimos hablando.

    Un antineoliberalismo (el cual puede identicarse cilmente con posiciones contrarias al neoliberalismoortodoxo pero no al neoliberalismo capitalista, tal y como sucede con las posturas heterodoxas elmenteneoliberales) sin el adjetivo anticapitalista propone ser tal vez una de las mayores encrucijadas polticasde la actualidad.

    Una salida antineoliberal que no retorne nuevamente al neoliberalismo (as sea de otro tipo, llmeseregulado, con rostro humano una contradiccin en trminos!, todos ellos y en todo caso, neolibe-rales) debe convocar la destitucin (y no el mantenimiento o la restitucin) del neoliberalismo real. Ello sig-nica ante todo una actitud contra el neoliberalismo, en todas sus versionesy, principalmente, des-andar

    el espinoso camino de las dcadas anteriores y, en simultneo, la instalacin progresiva de otro rgimeneconmico guiado e inspirado en otro proyecto poltico.

    Por ejemplo, la vorgine de discursos y el cndido paroxismo generado sobre todo por la supuesta nove-dad del emergente nuevo desarrollismo (y el neo-extractivismo) en Amrica Latina y el Caribe (tambinmodelo por antonomasia, bajo otras caractersticas en pases del Sudeste asitico), el cual en sus teoras y,especialmente, en sus prcticas, resultan ser simplemente una continuidad interrumpida, un neoliberalis-mo regulado que resulta antineoliberal rente al programa de polticas promovidas por la ortodoxia perono discute el modelo ni el paradigma, con lo cual en dierentes sentidos converge casual o acrticamentecon la heterodoxia neoliberal, se sintonizan consistentemente con el proyecto hegemnico actual y porlas mismas razones resulta ser una sin salida para la crisis actual. Quizs, lo ms desaventurado de este(sub)desarrollismo neoliberales su capacidad para atrapar y deshacer, precisamente va el Estado, lasmltiples resistencias que desde hace varias dcadas se han gestado desde los pueblos de la regin, nocomo una moda sino ruto de la descomposicin y malestar de las realidades sociales que produjo y sigueproduciendo el capitalismo neoliberal hoy vigente, y que han mostrado la posibilidad de autnticas alter-nativas ante elstatu quo y sobre todo nuevos paradigmas tico-polticos. Este parece ser el gran desaode nuestros tiempos.

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    Anlisis

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    campesina mediante la adjudicacin de baldos. Por ello, la creacin de la gura no debe entendersecomo parte de una poltica de reorma agraria en trminos clsicos, sino ms bien desde la perspectivadel ordenamiento territorial y de intentos de cierre de la rontera agrcola. Al mismo tiempo, debe decirselos diseos institucionales le abran el camino a lasZonas de Desarrollo Empresarial, ZDE, a conormarsemediante la delimitacin de zonas de baldos a las que no se le diese el carcter de reserva campesina

    (Artculos 82 y 83 de la ley).

    Se trat de diseos modernizantes del desarrollo rural, que correspondan a los enoques promovidos in-ternacionalmente por el Banco Mundial, encauzados a activar y promover el mercado de tierras, a estimu-lar el llamado agronegocio, a buscar nuevas ormas insercin de la economa campesina en la agriculturacapitalista, en momentos en los que ya se empezaba a reconocer explcitamente su papel central para laproduccin de alimentos y la sostenibilidad socioambiental.

    Las comunidades campesinas y sus organizaciones, entendiendo los lmites de los diseos institucionalesde la gura de las ZRC, tal y como estaban concebidas en la ley, le apostaron a ella y le ueron agregandosus propios contenidos. Por ello decidieron transitar inicialmente el camino de la ormalizacin para darlesostn jurdico e institucional a sus procesos y se sometieron a las reglamentaciones mandadas por la leyque, adems de dispendiosas en sus ormalidades, desarrollaron con precariedad las posibilidades que

    sta brindaba; en contraste con el tratamiento benvolo y relativamente expedito que el ordenamiento leconcedi a las ZDE2. A travs de los decretos reglamentarios y de resoluciones se mostraron las preeren-cias del Estado en esta materia. Para el caso de las ZRC se expidieron el decreto 1777 de 1997 y el Acuerdo024 de diciembre de 1996 de la Junta Directiva del INCORA.

    Los procesos organizativos campesinos existentes en ese momento hicieron todos los esuerzos por en-cuadrarse dentro del ordenamiento jurdico. Las primeras Zonas de Reserva Campesina en ser constitui-das legalmente ueron la de Guaviare y la de El Pato-Balsillas, mediante las resoluciones nmero 00054y 00055 del Incora, ambas del da 18 de diciembre de 1997. En el ao 1999 ue constituida y delimitadamediante la resolucin nmero 054 del 22 de junio, la ZRC de Morales y Arenal, en el Sur de Bolvar, previarealizacin de la audiencia pblica de socializacin de su Plan de Desarrollo Sostenible (PDS) en el muni-cipio de Morales el da 22 de septiembre de 1998. La cuarta ZRC en ser reconocida legalmente es la deCabrera (Cundinamarca), delimitada y constituida mediante la resolucin nmero 046 del 7 de noviembrede 2000, despus de realizar el respectivo proceso de socializacin y acuerdos entre las instituciones y lacomunidad, rerendados en la audiencia pblica realizada el 12 de agosto de ese mismo ao. La siguientezona reconocida legalmente ue la de Bajo Cuemb y Comandante, hoy ZRC de la Perla Amaznica, lo-calizada en el municipio de Puerto Ass (Putumayo). Su Plan de Desarrollo Sostenible ue aprobado en laaudiencia pblica realizada el 1 de julio de este mismo ao. La sexta zona en ser constituida legalmenteue la del valle del ro Cimitarra, mediante la resolucin 028 del 10 de diciembre de 20023.

    Las primeras nanciaciones institucionales de la produccin campesina de territorios desarrollaron en elmarco de un programa piloto del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural a travs del Instituto Inte-ramericano de Cooperacin para la Agricultura IICA, y nanciado por el Banco Mundial a nales de ladcada de 1990, en las ZRC de Cabrera, Guaviare y El Pato-Balsillas.

    Sin que la gura de las ZRC hubiera podido tener desarrollos importantes y se hubiesen ejecutado losplanes de desarrollo sostenible diseados por las comunidades campesinas, sera el propio Estado quienemprendera su ilegalizacin de acto al incorporarlas dentro de una lectura particular de la tendenciade la guerra contrainsurgente. En el marco de las polticas de la seguridad democrtica de los dos go-biernos de lvaro Uribe Vlez (2002-2010), las ZRC ueron denidas como retaguardias estratgicas dela guerrilla y sometidas por tanto a un tratamiento militar, en un contexto en el que adems se desatabaa plenitud el ciclo de violencia paramilitar iniciado a nales de la dcada de 1970. La estigmatizacin y lapersecucin de las comunidades campesinas que habitaban los territorios de las ZRC se constituyeron enun componente de una poltica de seguridad inscrita dentro de las concepciones de la seguridad nacio-

    2. M, V M,A Z R C,U N CI, B, ().

    3. E z, J/ Sz,D P/ Oz Gz,F/C F,F P C. Ux Z R C, UN C, I,B, ().

    5

    Z R C|Jairo Estrada lvarez

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    nal y de lucha contra el enemigo interno, desarrolladas en los tiempos de la guerra ra. Sera el Estadoquien habra de subvertir su propio orden del derecho.

    En una clara demostracin de que la produccin del territorio no es el resultado exclusivo de las ormajurdicas, sino que sta responde sobre todo a un proceso social, expresivo de los confictos y de las con

    tradicciones de la sociedad en su conjunto, las comunidades campesinas desarrollaron y consolidarona lo largo de la dcada anterior diversas ormas de produccin del territorio. Contrario a su esperadadesestructuracin, ruto de la inclusin en las estrategias de guerra, los procesos organizativos de estacomunidades, adems de desplegar una ejemplar capacidad de resistencia, lograron mayor cohesincoherencia y consistencia. No signica ello, que tales procesos no se hubieran visto aectados por la suspensin de que ue objeto la gura de las Zonas de Reserva Campesina4. Pese a ello, con dinmicas localedesiguales y dierenciadas se desplegaron ormas relativamente autnomas de la organizacin y la gestin campesina del territorio. En particular debe destacarse el desarrollo de complejos organizacionalesundamentados en las juntas comunales, en las asociaciones de juntas y en asociaciones campesinas conalcances territoriales, que trascienden la organizacin veredal, municipal o departamental. Esas ormasorganizativas responden a una lgica que no se puede encuadrar dentro de la tradicional organizacinpoltico-administrativa del Estado, sino que es expresiva de un ordenamiento territorial de hecho al quehan conducido los procesos organizativos campesinos.

    En los territorios campesinos se ha venido constituyendo a lo largo de los ltimos lustros una territorialidadcampesina que se basa, entre otros, en:

    1. Trayectorias histricas de produccin campesina del territorio, dentro de las quese incluyen las rochelas de la poca colonial en la Colonia, los baluartes constituidosdurante las primeras dcadas del siglo XX tambin en el Caribe, y los procesos decolonizacin en diversos ciclos temporales y regionales a partir de la segunda mitaddel siglo pasado, ntimamente ligados con la violencia, la dinmica de la guerra, edesojo y el desplazamiento.

    2. Formas de organizacin del poder territorial sustentadas en la democracia directacomunitaria y autogestionaria.

    3. Economas campesinas en las que se conjugan actividades de los productores di-rectos para la subsistencia con formas solidarias y de cooperacin, con precariasinserciones no buscadas adems en el mercado capitalista.

    4. Actividades comunitarias de provisin de infraestructura vial y de servicios pblicos.

    5. Actividades comunitarias asimilables a captulos de la poltica social y de asistencia

    6. Financiamientos comunitarios en dinero, en especie o en trabajo, atendiendo lascapacidades individuales de los integrantes de la comunidad.

    7. Relacionamientos no depredadores, en algunos casos conservacionistas, con la naturaleza.

    8. Regulaciones (normativas), expresivas de la produccin de un derecho propio, alternativo, en ocasiones sustituto, en otras complementario o tambin reafrmativodel derecho estatal. Tales regulaciones abarcan aspectos relacionados con la transferencia de derechos, incluidos los derechos de propiedad, aspectos socioambientales, la organizacin de la actividad econmica, y los conictos de diversa ndoleentre otros.

    4. E , ZRC

    C , 46 I

    C D R(I),

    . I.

    Z R C|Jairo Estrada lvarez

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    En suma, se trata de una territorialidad que descansa en gran medida en la comunidad y lo comn y seundamenta en la cultura campesina, entendida sta en trminos del modo de vida y de produccin. Seest en presencia de comunidades conormadas en medio de la estigmatizacin y del abandono estatal,sometidas a las precariedades propias del mundo rural, de la desigualdad y la pobreza, que ha impuestola ormacin socioeconmica capitalista en el pas.

    Esa capacidad de organizacin y gestin campesina del territorio en orma relativamente autnoma ex-plica por qu el Gobierno de Juan Manuel Santos ue recibido con el Primer Encuentro Nacional de Zonasde Reserva Campesina, realizado del 29 al 31 de agosto de 2010 en Barrancabermeja. Las comunidadesy organizaciones campesinas, adems de demandar el levantamiento de la suspensin impuesta por elgobierno anterior a las ZRC ya conormadas legalmente, y con ello la reactivacin jurdico-ormal de lomandado por la Ley 160 y sus reglamentaciones en la materia, maniestaron el inters de otros procesoscampesinos de someterse a los trmites establecidos en el ordenamiento. De igual manera, reiteraron sudisposicin de continuar consolidando los dierentes procesos organizativos, con independencia de lo quepudiera ocurrir en el mbito institucional.

    Del primer encuentro sali el acuerdo de los procesos existentes de conormar una organizacin de se-gundo piso de cobertura nacional. Tras consultas con las respectivas comunidades y la realizacin de tres

    asambleas nacionales de delegados, se conorm la Asociacin Nacional de Zonas de Reserva Campesina,Anzorc5. El surgimiento de la Anzorc represent un paso del mayor signicado para la sistematizacin delas dierentes experiencias, as como para la unicacin en el orden nacional de los propsitos polticosy organizativos en la reivindicacin y la proyeccin de los territorios y las territorialidades campesinas, sindejar de lado las respectivas especicidades regionales y locales.

    La realizacin del segundo encuentro nacional en Corinto, del 22 al 25 de marzo de 2012, y del tercero,llevado a cabo en San Vicente del Cagun durante el 22 y 23 de marzo de 2013, organizados por laAnzorc, es apenas el registro condensado de unos procesos de organizacin campesina que entre tantoadquirieron las caractersticas de un movimientosocioterritorialde alcance nacional. De nueve experien-cias que concurrieron al primer encuentro en 2010, se salt en orma espectacular a 53 procesos en laactualidad. Desde luego, con dierente grado de consolidacin organizativa y denicin de las aspiracio-nes territoriales, que en todo caso bordean los diez millones de hectreas (Ver Mapa y cuadro anexos).

    La explicacin de semejante incremento radica undamentalmente en la tendencia histrica de la acumu-lacin capitalista, que viene imponiendo un modelo de reprimarizacin nanciarizada de la economa, ba-sado en actividades de extraccin intensiva minero-energtica, cultivos de plantacin para la produccinde agrocombustibles, explotacin de la riqueza hdrica para las propias actividades de extraccin y parala generacin energa orientada a la exportacin, y el desarrollo de megaproyectos inraestructurales. Laimplementacin de tal modelo supone la conquista y colonizacin de territorios y su insercin en la lgicacapitalista, lo cual conlleva procesos de reordenamiento territorial que devienen en amenaza contra lospobladores rurales, las comunidades campesinas, indgenas y arodescendientes. Para stas, la deensa delterritorio y de sus territorialidades se convierte en asunto de supervivencia.

    La nueva calidad del movimiento socioterritorial de las ZRC resulta justamente de las mltiples luchas que

    adelantan las comunidades campesinas en deensa del territorio, las cules se unen a las histricas luchasde los colonos por el acceso a la tierra que originaron en su momento los primeros procesos de produccincampesina del territorio. La porosidad de la acumulacin capitalista es la misma porosidad de las luchas yde las resistencias de las comunidades que deenden sus territorios amenazados. Y las ZRC se han consti-tuido en un baluarte que se est reproduciendo a ritmos verdaderamente espectaculares.

    Para comprender las tendencias recientes de la territorialidad campesina es necesario insistir en el carctersocial del proceso, en su autonoma y en su autogestin, ms que en su ormalizacin jurdica. Sin queello signique que sta no merezca atencin. Lo cierto es que el movimiento socioterritorial de las ZRC esmucho ms que las zonas legalmente reconocidas. Las organizaciones campesinas que lo han promovido

    5. E f Az.S A, 8 , ZRC x , j f f , q P P Z R C.L z z j

    A N Z R C ANZORC.

    V: A N Z R C, Az(). L A N Z R C- ANZORC CRIC ACIN S EN Z RC, http://prensarural.org/spip/spip.php?article7746

    Z R C|Jairo Estrada lvarez

    18 Revista Espacio Crtico

  • 7/28/2019 Revista espacio crtico No 18, primer semestre de 2013

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    siempre han maniestado, en todo caso, su voluntad de encuadrarlo dentro del ordenamiento jurdicopese a sus reglamentaciones restrictivas. En presencia de una recurrente estigmatizacin del movimientoy de las organizaciones que lo conorman, su blindaje jurdico se torna relevante. Lo contrario no es unimpedimento para su continuidad. Por ello, numerosos procesos se autodenen como ZRC de hecho.

    En ese sentido, bien podra armarse que la experiencia de las organizaciones campesinas que impulsan eproceso a avor de una territorialidad campesina, lideradas por la Anzorc, es susceptible de interpretarsecon el concepto gramsciano de guerra de posiciones, en el sentido de la conquista gradual de posi-ciones hegemnicas, aunque stas sean parciales y localizadas, enrentando en este caso opositoresextremistas, militaristas y de ultraderecha, o las propias tcticas que promueven la reorma en el campode las clases dominantes.

    Desde ese punto de vista, el movimiento realde las comunidades campesinas, al tiempo qu