Revista EMPRESA 190

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190 EMPRESA LECCIONES DE UN CONFLICTO Editorial EL NECESARIO CAMINO HACIA UNA DEMOCRACIA INSTITUCIONAL Natalio Botana BRASIL Y ARGENTINA EN LOS úLTIMOS 108 AñOS Y EN LOS PRóXIMOS 20 Orlando Ferreres Agosto / Septiembre 2008

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Nº 190 de la Revista EMPRESA de ACDE - Ago-Sep 2008

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BrASiL y ArgentinA en LoS úLtimoS 108 AñoS y en

LoS próximoS 20Orlando Ferreres

Agos to / S ep t i embre 2008

SUMARIOEMPRESA

tarifa reducidaconcesión nº 1453

franqueo pagadoconcesión nº 1277

Número 190Agosto / Septiembre 2008

publicación de Acde Buenos AiresAsociación cristiana de dirigentes de empresa

Afiliada a la Federación ACDEUNIAPAC de Argentina

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celso enrique Arabettipablo BevilacquaViviana morandi

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Consejo Editorialenrique del carril

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Secretario de Redaccióneduardo otsubo

Asistente de Direcciónpatricia d’Agostino

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Los artículos reflejan el punto de vista del autor y no necesariamente

el de Acderegistro propiedad intelectual 632.907

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3 Editorial Lecciones de un conflicto 6 Institucional XI Encuentro Anual de ACDE •Protagonistas de nuestro destino,

como individuos y como Nación Eduardo López Rivarola •Argentina: Una nación por construir

¿Qué país queremos los argentinos? •Una Nación en base a la Verdad

y el Bien Común Adolfo Ablático 25 Política El necesario camino hacia

una democracia institucional Natalio Botana 29 Economía Brasil y Argentina en los últimos

108 años y en los próximos 20 Orlando Ferreres 34 Constitucional Estado de Derecho y seguridad jurídica Pedro J. Frías 37 Empresa Cuatro capitales para una

Argentina posible Oscar Alvarado 40 Empresa Tamaño de empresa

y eficiencia de producción Marcos Gallacher 48 Desde España El último lugar de la tierra Miguel Aranguren 50 Economía La pelea del campo recién comienza Mario Teijeiro 54 Organización La carrera corporativa,

cuando la renuncia es un ascenso Gerardo Carchio 57 Institucional Reconocimiento al Padre Rafael Braun Un testimonio de inteligencia y coraje Celso Enrique Arabetti 59 Sociedad La droga, sinónimo de muerte Conferencia Episcopal Argentina 64 Testimonio Enrique Shaw. El compromiso

de una vida cristiana Celso Enrique Arabetti

Presidente Adolfo Ablático

Vicepresidente 1º mariano Bravo

Vicepresidente 2º eduardo López rivarola

Secretario pablo taussig

Tesorero tomás elewaut

Pro Secretaria graciela martini

Pro Tesorero federico Quintana

Asesor Doctrinal Alejandro Llorente

Director Ejecutivo Alejandro tonnelier

Vocales

eduardo AceiroJosé Antonio ArandaLuis cedrolaJuan José ezamaAnna ganciacarlos garaventaguillermo Liperapatricio pintoAlejandro preuschepablo roviraltaJuan carlos Sagardoyburunatalia SicardiJuan pablo Simón padrósmanuel Solanetignacio urangapaula Valentefrancisco von Wuthenau

Consejo DireCtivo A C D E B u e n o s A i r e s 2 0 0 8

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Lecciones de un conflicto

“Conozco tus palabras y que no eresni frío ni caliente; mas porque eres

tibio, y no eres caliente ni frio, estoypara vomitarte de mi boca”.

(Carta a la iglesia de Laodicea;Apocalipsis 3, 14-16)

Hemos vivido un largo y muy costoso conflicto -en realidad no podemos ase-gurar que finalizó- entre el Gobierno y el sector agropecuario que sacudió a la sociedad toda, generando adhesiones y críticas públicas que es necesario analizar con tranquilidad y objetividad para poder aprovechar las enseñanzas que este tipo de acontecimientos nos deja. Tampoco podemos decir que el conflicto fue sólo entre el Gobierno y el agro; muy posiblemente, las tensiones escalaron hasta liberar la voz y los espíritus de aquellos que no aceptaron la tibieza de ser espectadores callados ni pusilánimes.

En nuestro caso, ese análisis se impone para evitar un rasgo típico de los argenti-nos, que es el entusiasmo excesivo frente a determinados hechos y el rápido olvido creado por la sinusoide de los asuntos públicos donde unos entran y otros salen para reaparecer más tarde.

Una primera lección que podemos sacar de lo acontecido es el ejemplo de alianza estratégica y de unidad en la diversidad que han demostrado las entida-des representativas del agro. Es público que las cuatro organizaciones que se unieron en la mesa de enlace mantenían diferencias ideológicas y programáticas profundas, derivadas de sus respectivos orígenes históricos. En otras épocas, representaron intereses opuestos en pujas distributivas que dejaron la secuela de una composición ideológica y social diferente. Sin embargo, frente al centra-lismo, la voracidad fiscal y la arbitrariedad del Gobierno Nacional, sus dirigentes supieron deponer diferencias y unirse en un objetivo común constituido por el firme propósito de poner límites a la pretensión de un Estado que quiso imponer retenciones a la exportación, ilegales y confiscatorias, bajo la máscara de propen-der a una pretendida redistribución de la riqueza para luego cambiar su discurso alegando un sin número de razones (evitar la “sojización”, defender la mesa de los argentinos, etc.) que, por su incoherencia, desnudó el único propósito real: aumentar la recaudación.

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La voracidad fiscal del Estado Nacional, que intenta ensañarse con el sector agropecuario, es parte de una política económica errática que ya muestra clara-mente una alta y creciente inflación, un problema fiscal por el exceso del gasto público con una insostenible telaraña de subsidios incoherentes, la ya innegable crisis energética y la patente desinversión en infraestructura. Solo se atina a in-crementar la caja para hacer frente a la creciente deuda pública y establecer un sistema de premios y castigos, traducido en una política de auxilio a las provin-cias cuyos gobernadores demuestren lealtad al Gobierno Central, y de restric-ción a aquellos calificados como enemigos.

Una segunda lección esta dada por la triste, pero incontrastable realidad que nos impone la debilidad de nuestras instituciones cuando es necesario enfrentar el au-toritarismo. En una sociedad nunca es deseable la reacción popular directa traduci-da en protestas en lugares públicos que pueden alterar la tranquilidad. Pero cuando los caminos institucionales y los de la lógica están cerrados, es legítimo y constituye un deber que la ciudadanía, ejerciendo la libertad de opinión y de manifestarse, haga llegar su protesta en forma pública para concitar la atención de la sociedad y la reacción del poder prepotente que se niega a escuchar y debatir. Ciertamente esta reacción debe tener los límites que imponen la ley y los derechos de terceros. Desde este punto de vista, son cuestionables algunas de las medidas tomadas por el sector agropecuario, pero debe reconocerse que, dada la magnitud y gravedad del conflicto, primó finalmente la mesura, y las consecuencias negativas fueron me-nores a lo que pudo temerse.

Pero lo más importante es que el conflicto despertó a los argentinos de un largo letargo y nos obligó a recordar principios institucionales que, si bien teóricamente conocíamos por nuestra elemental instrucción cívica, en la generalidad de los casos, no advertíamos sobre su importancia práctica y su realidad.

En primer lugar, a nivel nacional, aprendimos lo que significa el federalismo. Esta palabra contenida en nuestra Constitución histórica, causa de crueles enfrenta-mientos que duraron cincuenta años en el siglo XIX, ha sido vapuleada y tergi-versada desde la política. Los gobernantes de turno -no sólo los actuales- han confundido federalismo con la realización de obras en el interior, subsidiadas por el Poder Central de acuerdo a su conveniencia electoral, con fondos que son extraídos de las riquezas que las propias provincias producen. La herra-mienta principal utilizada es un sistema tributario orientado a engordar las arcas del Gobierno Federal mediante impuestos regresivos y distorsivos como las retenciones a la exportación y el impuesto al cheque, a lo que se agregan tri-butos calculados sobre ganancias ficticias por causa de la inflación. Además, no se cumple con la manda constitucional de sancionar una ley de coparticipación justa y equitativa que permita a las Provincias disponer de los ingresos que ge-neran en sus territorios.

En este contexto, el reclamo del sector agropecuario denuncia el crimen cívico y social que significa captar fondos para condicionar lealtades políticas, fomentar la obediencia, la obsecuencia y adhesiones al capricho o a los shows mediáticos del

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Poder Central. El reclamo fue masivamente apoyado por los habitantes de las ciu-dades y pueblos del interior, porque comprendieron que las retenciones implicaban la apropiación de recursos que le pertenecían a sus coprovincianos del campo y que, en buena medida y voluntariamente, los volcaban en sus pueblos generando una verdadera y sana redistribución de la riqueza de la cual todos eran beneficia-dos. Pero también fue entendido por los habitantes de las grandes ciudades que superaron su tibieza y masivamente se volcaron a las calles exigiendo un cambio en la política oficial.

En segundo lugar, el gratificante desenlace final del conflicto nos mostró a los ar-gentinos lo que significa el buen funcionamiento de las instituciones. Por primera vez en muchos años, fuimos testigos de sesiones intensas de ambas Cámaras del Congreso de la Nación en plenitud, donde un número considerable de los legisla-dores, luego de escuchar a las partes interesadas, debatieron y votaron según sus propias convicciones dejando de lado lealtades partidarias o pruritos ideológicos y de acuerdo a los intereses de los ciudadanos que los eligieron. Vimos también un Senado que cumplió su función de representante de las Provincias y, final-mente, comprendimos la importancia de una figura institucional históricamente desdibujada como es la del Vicepresidente de la Nación. Julio Cobos, con suma sencillez, demostró que al Vicepresidente lo elige el pueblo y se debe a él, antes que al Poder Ejecutivo que no integra, porque nuestra Constitución establece con claridad que lo ejerce exclusivamente el Presidente de la Nación. Cumplió así, un papel que le reserva nuestra Ley Fundamental: desempatar en el Senado en caso de igualdad en la votación, según su conciencia y los intereses del pueblo de la Nación que representa.

Fueron jornadas históricas. Lamentablemente, aún no se ven suficientes signos de que el oficialismo en el poder haya aprendido la lección que esos días nos dejaron. Pero es importante que todos los sectores de la sociedad no la olvide-mos y que construyamos sobre ella. Especialmente, los empresarios no agrope-cuarios deberíamos imitar la actitud de la dirigencia del campo que supo enca-rar el complejo y exigente proceso de generación de amistad social, confianza mutua y construcción de consensos básicos, aún en la diversidad, para erigirse en un eficaz factor de contención a las tendencias autoritarias. Por otro lado el entusiasmo de la ciudadanía y la búsqueda republicana de soluciones nos abre una puerta para confiar en las instituciones políticas que canalizaron la opinión del pueblo, exteriorizada con firmeza para exigir a sus representantes que, en su calidad de mandatarios, asuman su responsabilidad en la solución del conflic-to al servicio del bien común.

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Presidente del XI Encuentro Anual de ACDEDe la exposición realizada en el acto de apertura del Encuentro (Buenos Aires, 3 de julio de 2008).

XI Encuentro Anual de ACDEProtagonistas de nuestro destino, como individuos y como Nación

Institucional

Eduardo López Rivarola

En diciembre de este año, cumpliremos veinticinco años de la reinstauración de la democracia en el país. Tiempo insignifi-cante para muchas Repúblicas sólidamente establecidas, pero un indudable logro de fines del siglo XX para los argentinos. Hemos superado más de una crisis en este tiempo, mostrando que somos capaces de instrumentar articulaciones democráti-cas con mecanismos que mantengan las instituciones de la República. Debemos ser capaces de reconocer aciertos en los sucesivos mandatos, desalentando rein-terpretaciones históricas que busquen minimizar logros del pasado sólo para mag-nificar supuestas grandezas presentes. Isaac Newton solía decir: “Si he visto más lejos es porque estoy sentado sobre los hombros de gigantes”. No hace falta que busquemos construir cada tanto nuevos “gigantes de la patria” sobre la base del menosprecio hacia líderes anteriores. Más bien debiéramos encontrar, en nuestra historia reciente y lejana, puntos de apoyo para crecer y pro-yectarnos sobre ellos.

A dos escasos años del Bicentenario de nuestro nacimiento como Nación, nos encontramos también frente a situacio-nes nuevas. En junio de 2001, ACDE presentó el documento “Pensando la Argentina del Bicentenario - Hacia una visión compartida de país”, un compen-dio de cómo anhelamos sea la Argentina en ese tiempo. Luego de siete años, la situación social y económica del país es diametralmente distinta a cuando fue escrito el documento, lamentablemente, algunas cuestiones de fondo no. Esto debe movernos a incrementar el compromiso por alcanzar los objetivos, y a insistir en el camino correcto.

Superar las cicatrices del pasado

En los últimos tiempos se ha recordado reiteradamente el caso del Pacto de la Moncloa, como una referencia para alcan-zar un acuerdo del Bicentenario en nuestro país. En el Encuentro de ACDE de mayo

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de 2003, contamos con la participación de Alfonso Osorio y García, participante privilegiado en las tratativas políticas que condujeron a aquel Pacto. Don Alfonso nos confió que la voluntad de alcanzar un acuerdo y de buscar la pacificación era tal que hizo que la primera reunión de grupos tan antagónicos, con tantos muertos por ambos lados, durara poco tiempo, acaso menos de una hora, y que rápidamente se alcanzaran los compromisos necesarios para mirar en conjunto hacia adelante. La enseñanza para nosotros es clara, el deber político y moral de una generación de dirigentes no es olvidar las cicatrices del pasado, es superarlas.

No podemos dejar de sentirnos preocupa-dos por la situación de perplejidad en la que se encuentra nuestra Patria. Tantos temas irresueltos, tantos frentes abiertos, tanta energía disipada, tan pocos resulta-dos concretos y perdurables. Todos cuantos tenemos responsabilidades de conducción, o hemos sido beneficiados en nuestras

vidas por haber recibido más talentos o más bienes, no podemos estar ausentes a la hora de aportar a la solución, en función de nuestras posibilidades. Es básico en nuestra formación que el haber recibido más supone siempre un mayor compromiso con la Sociedad.

Quiero compartir con ustedes una poesía escrita por John Donne -nacido en In-glaterra dentro de una familia católica y ordenado sacerdote anglicano- durante la convalecencia de una enfermedad que casi lo lleva a la muerte en 1623. Cito la tra-ducción de Alberto Girri:

“Ningún hombre es una isla, completa en sí misma; cada hombre es un trozo del continente, una parte del todo; si un te-rrón fuese arrastrado por el mar (y Europa es el más pequeño), sería lo mismo que si fuese un promontorio, una finca de tus amigos o tuya propia; la muerte de cual-quier hombre me disminuye, porque yo estoy involucrado en la humanidad”1.

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1. Devociones, capítulo XVII, página 104. Santia-go Arcos Editor

López Rivarola: “Sin una comprensión de cómo nos comportamos

en tanto comunidad -dónde estamos y para qué estamos aquí-, y de cómo nos relacionamos, no podremos construir

con “el otro” un entendimiento común que abra caminos de crecimiento a futuro”.

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Los grandes desafíos de nuestra sociedad

Como argentinos sabemos de los grandes valores de nuestro pueblo, especialmente para sortear momentos difíciles. También debemos ser conscientes de los grandes desafíos que la situación actual nos pre-senta. Hoy podríamos decir, siguiendo el sentido de unidad que presenta el poeta y sacerdote:

El hambre, el frío y la falta de posibili-dades de cualquier chico de la calle nos disminuyen como seres humanos e hijos del mismo Dios, abiertos a atender el sufri-miento del prójimo.

El desempleo de un número significativo de compatriotas, que conduce a la exclu-sión y a la pérdida de posibilidades de cre-cimiento, nos disminuye como custodios y generadores de riqueza.

Las agresiones verbales y físicas, la toma a la fuerza de espacios públicos, los piquetes y cualquier corte de vías de comunicación nos disminuyen en nuestra capacidad de convivencia.

La reescritura y alteración violenta de nuestra historia nos disminuye en nuestra búsqueda de consolidar una identidad como Nación.

La excesiva regulación de mercados y la falta de reglas confiables nos disminuyen en nues-tra vocación empresaria y de co-creación.

La búsqueda excluyente de concentración de poder, antes que la construcción de autoridad moral, la continua interferencia entre pode-res independientes del Estado, nos disminuye en nuestra capacidad de consolidar Institu-ciones sólidas, confiables y perdurables.

La ambición de establecer un pensamiento único que acalle los disensos y amordace los pensamientos libres nos disminuye como ciudadanos que quieren construir soluciones sumando miradas distintas.

Pido a Dios que nos otorgue sabiduría para realizar una profunda reflexión, para llevar a nuestros lugares de trabajo acciones con-cretas de mejora; esperanza para redescu-brirnos como un pueblo que merece vivir de manera mejor y alegría para sentirnos protagonistas de nuestro destino, como individuos y como Nación.

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La ambición de establecer un pensamiento único que acalle los disensos y amordace los pensamientos libres nos disminuye como ciudadanos que quieren construir soluciones sumando miradas distintas.

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El actividad se inició con las palabras de bienvenida de Eduardo López Rivarola, en su calidad de presidente del Encuentro Anual. A escasos dos años del Bicente-nario, subrayó nuestro compromiso por alcanzar una Argentina con inclusión, con instituciones sólidas, confiables y perdu-rables. En las páginas 6 a 8 de la presente edición, compartimos -a manera de colum-na- su reflexión.

Luces y sombras de la Argentina en el XI Encuentro Anual

Inaugurado formalmente el encuentro, durante la mañana se presentó el primer panel, integrado por Lucas Llach, Ana María Mustapic y Natalio Botana, quienes aportaron distintas miradas sobre las luces y sombras de la Argentina.

En el plano económico, Llach señaló que si se toma en cuenta el período que va desde 1880 hasta la actualidad, la econo-mía argentina atraviesa hoy una etapa de divergencia, en cuanto a un crecimiento comparado con el de países desarrollados. “Nuestro país tiene grandes asimetrías sectoriales y regionales. Políticas como fueron el fuerte proteccionismo o el en-deudamiento externo volvieron difícil un crecimiento sostenido”. Ante la oportuni-dad que ofrece el escenario internacional, Llach fue optimista “si aprovechamos el contexto que se nos presenta podríamos proyectar un país mejor”.

Mustapic, por su parte, analizó el sistema político argentino y señaló que hoy el electorado al estar mejor informado es más exigente e independiente; que se pasó de un voto de preferencia (voto fiel del adhe-

XI Encuentro Anual de ACDEArgentina: Una nación por construir¿Qué país queremos los argentinos? El 3 de julio pasado tuvo lugar el XI Encuentro Anual de ACDE. Más de 300 empresarios se dieron cita en Punta Carrasco para reflexionar acerca de los motivos que, periódicamente, llevan a nuestra Nación a situaciones de ilusión y desencanto.

El programa temático apuntó más que a profundizar en la problemática coyuntural, a elevar la mirada hacia la historia y las potencialidades futuras. En el marco de la Jornada se realizó una encuesta de opinión sobre el rol de los empresarios y el clima de inversiones en el país.

A continuación compartimos una reseña de la actividad, los puntos salientes del cierre del encuentro a cargo del presidente de ACDE, Adolfo Ablático, y un breve comentario de los resultados de la encuesta realizada.

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rente a un partido) a un voto de opinión (voto cambiante del que simpatiza la pro-puesta de un partido).

Pronosticó que nuestro país se encuentra ante una segunda transición democrática y que, con la crisis del campo, surgió el sector medio urbano como nuevo actor político que tiene un gran activismo y capacidad de convocatoria. En esta co-yuntura llamó a “sumar a la justicia y la equidad la idea de progreso como motor de la economía, éste es el objetivo para llegar al Bicentenario”.

Finalmente, Natalio Botana habló de la incapacidad argentina de subsanar el sis-tema institucional, desde la restauración democrática hace veinticinco años y, que en este sentido, carecemos de habilidad a diferencia, por ejemplo, de España.

“Si entendemos a la política contemporá-nea como el arte de combinar los valores de igualdad, justicia y libertad, el país fracasó estrepitosamente. Nuestros líderes

siempre partieron de la exclusión de valo-res, incluso de una exclusión del pasado. La desvinculación entre pensamiento teórico y praxis política es muy grande y afecta la democracia electoral que, a su vez, no construye instituciones”, señaló Botana cuyo testimonio reproducimos en este número de EMPRESA.

Una mirada filosófica

Durante el encuentro, y como expositor invitado, José Galimidi aportó su mirada filosófica sobre la responsabilidad a asumir como argentinos en la construcción de nuestra Nación.

Partiendo del planteo platónico de un acuerdo sustantivo entre alma justa y polis justa en el ejercicio responsable del poder, y pasando por la concepción weberiana de responsabilidad como la mezcla de entusiasmo, racionalidad instrumental y, fundamentalmente, entrega a una causa; el orador puntualizó en la relación directa-

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Hombres y mujeres de empresa siguieron

atentamente la dinámica que propuso el XI

Encuentro Anual de ACDE

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mente proporcional entre responsabilidad y poder, y cómo en tiempos de crisis esta relación se potencia.

“Una Democracia Liberal-Capitalista se define por el modo de construir poder. Para que funcione aceptablemente requie-re de un alto nivel de comprensión de sus integrantes y buena disposición. En la rea-lidad adolece del sentido de responsabili-dad de sus dirigentes cuando el uso y goce del poder que ejercen no es ni decente ni racional”, marcó en su reflexión.

Sinergia Empresas-Estado

La articulación entre las Empresas y el Estado en la construcción de la Nación fue un tema clave del Encuentro y parte del segundo panel del día.

Jorge Matetic Riestra, empresario chileno del sector agropecuario e industrial y presidente de USEC Chile, mencionó que el modelo conocido como Economía Social de Mercado y el respeto por sus principios básicos fue lo que le permitió a su país crecer continuamen-te a pesar de los distintos gobiernos. “Si bien se introdujeron cambios laborales se respeta el modelo reinante”, enfatizó.

Y agregó: “Para crecer se necesita un proyec-to de país con una estrategia y objetivos in-teligentemente definidos. La cohesión entre las políticas públicas y la acción privada, fun-dada en el orden natural, es nuestro desafío para un progreso en armonía y paz”.

Un carismático José Botafogo Gonçalves alentó a hacer desaparecer la visión de que “exportar materias primas es de poco valor” y subrayó las posibilidades de cre-cimiento de la actividad agropecuaria. “Brasil y Argentina son, quizás, los dos países con mayores posibilidades de tener un crecimiento fuerte a nivel mundial en la actividad agrícola por muchas décadas”. El ex embajador de Brasil en Argentina, y segundo disertante del panel, destacó que los industriales brasileros plantean pro-yectos de largo plazo para una expansión energética, agraria y de transporte.

Para concluir el panorama regional, Oscar Alvarado, presidente de El Tejar S.A. y titular de la AACREA, sostuvo que en nuestro país falta invertir en capital social para poder desarrollar una visión común. “Los empresarios no nos ocupamos sólo de ganar plata, también tratamos de aportar a esta gran empresa que es Argentina. Hay una diferencia sustancial entre crear una empresa y hacer un negocio, y acá sobran negocios y faltan empresas”, señaló otro de los expositores nota que se incluye en el su-mario de esta edición de EMPRESA.

La nueva dirigencia política argentina

Durante la tarde, otro de los temas clave fue indagar sobre la nueva dirigencia política. Para ello se contó con la visión de las nuevas generaciones de políticos provenientes de diferentes partidos.

Soledad Acuña, Subsecretaria de Promo-ción Social del Gobierno de la Ciudad de

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Ana María Mustapic, Natalio Botana y Lucas Llach aportaron distintas miradas sobre las luces y sombras de la Argentina.

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Buenos Aires planteó tres grandes desafíos que enfrentamos como sociedad: el recam-bio generacional que permita dejar de lado el antagonismo “amigo-enemigo” para que el ejercicio político pase por los valores de nuestra joven Democracia; nuevos modelos de inclusión con soluciones inno-vadoras para terminar con viejos dogmas preestablecidos que no sirven para resolver los problemas cada vez más complejos que se presentan; y una mayor participación de la clase dirigente en la política.

Su par en Gestión Pública de Mendoza, Diego Bossio, aportó una mirada esperan-zadora al escenario actual siempre que se faciliten consensos que respondan a la cul-tura democrática. Refirió a los lineamien-tos a partir de los cuales generar acuerdos. “Una nueva institucionalidad, por la volatilidad del crecimiento de Argentina; un equilibrio federal; una verdadera inte-gración al mundo y un nuevo modelo para la gestión educativa”.

Por su parte, y desde su lugar como Inten-dente de Olavaria, José Eseverri sostuvo que el reto principal que impone la mo-dernidad está en crear reglas para un ca-pitalismo que incluya. “Hemos logrado un consenso democrático. Hoy tenemos que avanzar en un consenso educativo y políti-co, sin por ello renunciar a ideologías pero con vocación de llegar a acuerdos”, señaló.

Finalmente, Horacio Ghirardi, Secretario de Gobierno de Rosario expuso sobre la necesidad de construir un país previsible, con calidad institucional para lo cual re-sulta indispensable que la clase política genere confianza en su población.

“Nuestra labor como funcionarios es pro-mover políticas de Estado que den conti-nuidad y respeten los compromisos asumi-dos con la sociedad civil y la comunidad internacional.” Y agregó: “Es fundamental

construir una visión conjunta de largo pla-zo sobre el país que queremos en lugar de gestionar por encuestas”.

Construir un país con amistad cívica

El Rabino Sergio Bergman y el Pbro. Ra-fael Braun formaron parte del último panel del Encuentro. El foco estuvo puesto en los valores cívicos necesarios para la cons-trucción de una Nación.

En una charla dinámica, Bergman propuso recuperar los valores que se habían pac-tado en la Constitución para reconstruir el pacto recíproco de amistad cívica que fundamenta una sociedad. “Hoy tenemos democracia para elegir, pero no República para gobernar. La amistad cívica se cons-truye cuando asumimos nuestras obliga-ciones. En este sentido, nuestra obligación ética es hacer un uso digno, y reivindicar la política y el poder como servicio a los demás”. Refiriéndose a la futura dirigencia sugirió que para lograr una Democracia real, los jóvenes deben primero cultivar una política cívica y luego una partidiaria, y concebir la Nación como un “proyecto de emprendedores”.

Por su parte, Braun habló de las virtudes que hacen falta para construir una nación seria. Rescató la humildad, la participa-ción y la solidaridad, entendida como la mezcla de justicia y caridad. “Hoy abun-dan las protestas, pero no las propuestas. Falta participación y compromiso de la ciudadanía en las estructuras intermedias y a su vez los partidos deben renovar su forma de hacer política. Necesitamos un nuevo paradigma de afiliación”.

Por último, en la búsqueda del Bien Co-mún recordó a los dirigentes que siempre está primero la responsabilidad social “quien más puede, más debe”.

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Presidente de ACDEDe la exposición realizada en el cierre del XI En-cuentro Anual de ACDE. Argentina: Una nación por construir ¿Qué país queremos los argentinos? (Buenos Aires, 3 de julio de 2008)

XI Encuentro Anual de ACDEUna Nación en base a la Verdad y el Bien Común

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Adolfo Ablático

Se debe distinguir entre “crecimiento” y “desarrollo sustentable”. El primero sirve para acrecentar la actividad económica de corto plazo, el segundo para crear capital social. El “crecimiento sustentable” se logra cuando una sociedad comparte una Visión Común sobre su destino. Insisti-mos en que este es un capítulo faltante en nuestra sociedad.

Para construir una Nación

Es claro que para construir una Nación se necesitan ciertos requisitos esenciales:• El funcionamiento pleno de las institu-

ciones democráticas, con independencia de poderes.

• La estabilidad de las reglas de juego y el cumplimiento de los compromisos asumidos.

• El respeto de la justicia y los poderes que la administran.

• La libertad de expresión y disenso para crear un ambiente donde todos nos sin-tamos partícipes.

• La vigencia de la verdad como valor bá-sico para construir la confianza entre los actores sociales.

• La rendición de cuentas por los actos de gobierno.

• La valoración del trabajo y el esfuerzo personal como herramientas de la reali-zación de la persona.

• El acceso irrestricto a la educación bá-sica.

• La plena inserción del país en el orden mundial.

• La implementación de políticas con-cretas para reinsertar a los excluidos del sistema.

• La configuración de un ambiente amigable para la llegada de capitales productivos.

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• La participación comprometida de la dirigencia pública y la privada (en par-ticular la dirigencia empresaria) en la consecución de estos objetivos.

A poco que hagamos un examen de con-ciencia sincero, veremos que en casi todos los acápites señalados nos merecemos bajas calificaciones. Tal vez lleguemos a la conclusión que hemos retrocedido en los últimos años.

Es más, nos preguntamos si ésta es la agen-da real (la de las decisiones concretas) de quienes tienen la responsabilidad de gobernarnos hoy. Repito lo que manifesté semanas atrás: “En ACDE nos preocu-pamos cuando las medidas de gobierno desincentivan la propensión de los agentes económicos a producir e invertir, para po-der distribuir primero hay que producir”.

Todo depende de nosotros

Hasta hoy el escenario internacional ha sido plenamente favorable y toda la región tiene una oportunidad inmejorable, pero no está garantizada su continuidad, al con-trario percibimos signos de cambio.

Inmersos en esta bonanza los empresarios, por acción u omisión, hemos convalidado

un modo de manejar la economía que en muchos casos ha degradado la instituciona-lidad. Debemos hacer un acto de autocrítica pues hemos acompañado decisiones que no se corresponden con aquellos requisitos enu-merados. De hecho, hoy persisten tensiones significativas en la sociedad argentina que atentan contra su desarrollo armonioso.

Este diagnóstico no nos debe desanimar, sino alertarnos y alentarnos en la búsqueda de una mejor sociedad. Tenemos todos los recursos necesarios para lograrlo. De ahora en más todo depende de nosotros como sociedad y de las decisiones acertadas de quienes nos gobiernan. Y en particular, depende de la participación comprometi-da, sin mezquindades ni miedos de toda la dirigencia empresarial.

Cuando en el año 2001, en ACDE, emitimos el documento “Pensando La Argentina del Bicentenario”, ese momento era visualizado como un punto de llegada; hoy el Bicentena-rio debe convertirse en un punto de partida para que con nuestra participación y compro-miso nos animemos a construir una Nación en base a la Verdad y el Bien Común.

Pidamos a Dios nuestro Señor y a nuestra patrona la Virgen de Luján para que ilumi-nen nuestro camino y nuestras mentes, y así podamos lograrlo.

Ablático: “El crecimiento sustentable se logra

cuando una sociedad comparte una Visión

Común sobre su destino”.

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Sobre la base de los resultados que surgieron de la encuesta realizada entre 168 dirigentes de empresa participantes del xi encuentro Anual de Acde, qui-siera apuntar algunas breves conclusiones y obser-vaciones tentativas útiles, y a la vez preocupantes, de no actuarse positivamente sobre ellas:

1. ¿Cómo evalúa la calidad de la representación política en Argentina?Muy buena 1% Buena 4% Regular 40% Mala 56%

existiría una crisis de representación política. Los cargos electivos no estarían en manos de los más idóneos, o sea, éticos y competentes.

2. ¿Cómo califica el rol de los empresarios no agropecuarios en el actual contexto socio económico?Muy bueno 0% Bueno 12% Regular 49% Malo 39%

La sociedad civil no se sentiría escuchada o ten-dría una baja o poco efectiva participación en los procesos de toma de decisiones sobre políticas públicas.

3. ¿Cómo califica el rol de los empresarios agropecuarios en el actual contexto socio económico?Muy bueno 19% Bueno 59% Regular 17% Malo 5%

La baja participación de los empresarios podría sig-nificar una ausencia de la “voz del empresario” (su pensamiento y propuestas) y de su aporte directriz y ejecutivo en la gestión efectiva y eficiente de las organizaciones no gubernamentales de la sociedad civil, incluyendo también los partidos políticos. ello, por omisión, podría estar contribuyendo a la baja in-fluencia de la sociedad civil en los procesos de toma de decisiones sobre políticas públicas.

4. ¿Cómo piensa que será el clima de nuevas inversiones en el país en los próximos cinco años?Muy bueno 2% Bueno 12% Regular 58% Malo 27%

existiría falta de confianza en el sector empresarial y una valoración negativa del clima de negocios en el país, con proyección a largo plazo. La baja parti-cipación de los empresarios en la construcción de la nación podría no estar ayudando a generar pro-puestas y a inducir acciones que mejoren el clima de negocios. tampoco a revertir la baja valoración social del importante rol empresarial, lo que también aten-ta contra un buen clima de negocios a largo plazo.

5. ¿Cómo califica a la capacidad de la sociedad civil para influir positivamente sobre los procesos de toma de decisiones políticas y económicas?

Alta 11% Media 43% Baja 43% Nula 4%

pareciera importante evaluar el comportamiento de los empresarios no-agropecuarios para extraer lec-ciones útiles que puedan ser extendidas al resto del empresariado. (Ver el editorial página 3).

6. ¿Cómo evalúo mi participación en la construcción de la Nación?

Alta 4% Media 49% Baja 43% Nula 4%

por último, la percepción de un buen rol de los em-presarios agropecuarios en el actual contexto socio-económico, frente al regular/ malo de los empresa-rios no agropecuarios, indicaría cuán rápidamente la “voz del empresariado” actuando coordinadamente, con perfil alto, y de modo responsable, puede gene-rar un impacto positivo frente al poder cuando éste actúa irresponsablemente y sin límites.

Gabriel MayorSocio de ACDE

ENCUESTA DE oPINIóN. LA voz DEL EMPrESArIo

Agosto / Septiembre 2008 Página 25

El necesario camino hacia una democracia

institucional

P o l í t i c a

Natalio Botana

Quisiera hacer foco en algunos aspectos que me parecen importantes de la evo-lución histórica de la Argentina en estos setenta y pico de años. Como primera reflexión diría que uno de los recorridos más importantes de la Argentina contem-poránea es la crisis de la legitimidad de las instituciones. Muchos países tuvieron esa crisis, pero lo más significativo es que la Argentina no logra suturar esa herida, que para algunos se abrió el 6 de septiembre de 1930 y para otros tiene antecedentes aún mayores. Ilustremos este concepto con algunas anécdotas de mi experiencia per-sonal, unas más próximas y otras, mucho más lejanas.

La experiencia española

Hablando hace unos cuatro años con Fe-lipe González, rescataba una de las cosas que más me había impresionado de la transición española a la democracia: la capacidad extraordinaria que tuvo Espa-ña para salvar ese hiato gigantesco de la Guerra Civil y la dictadura franquista, y para volver a un sistema de partidos que era bastante parecido al que no había fun-

cionado durante la República española. Por supuesto que la salida habitual de los argentinos es recordar los Pactos de la Moncloa. Pero lo que me dijo González, uno de los protagonistas de este proceso junto a otros líderes institucionales, fue muy importante: no sólo son los Pactos de

“Una democracia electoral que no construye instituciones es una democracia institucional condenada a vegetar en la intemperie de una lucha de pasiones abierta,

descontrolada y sin orientación racional”, subraya Botana al compartir su mirada histórica en un recorrido por la Argentina contemporánea.

Dr. en Cs. Políticas y Sociales en la Universidad de Lovaina. Prof. y

director del Dep. de Cs. Políticas y Gobierno de la Universidad

Torcuato Di Tella. Miembro

en número de la Academia Nacional

de Cs. Morales y Políticas y de la

academia Nacional de la Historia.

Columnista del diario La Nación.

Versión periodística de la exposición realizada en el

XI Encuentro Anual de ACDE. Argentina: una

Nación por construir. ¿Qué país queremos los argenti-

nos? (Buenos Aires, jueves 3 de julio de 2008).

Página 26 empreSA nº190

la Moncloa, sino la capacidad institu-cional de los par-tidos para rehacer esa democracia y fundar una de ca-rácter institucional. Es decir, no sólo una democracia ba-sada en el carácter electoral de la mis-ma, sino también una democracia capaz de sobrevivir

a los episodios y a la trayectoria personal de los dirigentes políticos.

Este es un punto crucial. Porque en la Ar-gentina hay una herencia de mal arreglo institucional. 1930 es el comienzo de una serie de golpes de Estado, que ustedes co-nocen bien, siguen en 1943, prosiguen en 1955, 1966 y 1976. La salida del ciclo de 1976, en el 83, nos brinda esta democracia a punto de cumplir 25 años. Entonces, me parece importantísimo destacar que, durante la democracia, iniciada en 1983, esta mala herencia institucional no ha sido subsanada. Esta es la primera idea-fuerza que quiero dejarles.

Un marco institucional y el arte de combinar valores

Pero, claro, la política contemporánea no sólo es institucionalidad y requiere, detrás de la institucionalidad, de un arte polí-tico muy especial, que es el de combinar valores. Obviamente, hay antecedentes históricos, pero la marca de la política en el siglo XX es ese gran desafío histórico de combinar los valores de la libertad, de la igualdad y de la justicia.

La segunda anécdota se remonta al año 1956, y surge del diálogo con un sindi-

calista de inspiración cristiana, Emilio Máspero, quien tuvo después una trayec-toria continental extraordinaria -lamen-tablemente, ha dejado este mundo hace algunos años-. Emilio venía de la tradición peronista en la Argentina, y en el 56 me decía: “Sabés, Natalio, el gran problema que tenemos en la Argentina es que el jus-ticialismo -peronismo, se decía en aquella época- no logró combinar el valor de la justicia social con el de la libertad, y el antiperonismo no combina el valor de la libertad con el de la justicia social”.

Este arte de la combinación, porque es un verdadero arte que muy pocos políticos han tenido en el mundo -evoco a De Gasperi, a Schuman, a Roosevelt-, fracasó estrepi-tosamente en la Argentina. Los liderazgos históricos de la Argentina, salvo algunas excepciones que fracasaron, fueron lide-razgos de exclusión y no de combinación de valores. Y esto significa un problema muy complicado, porque cuando hay ex-clusión de valores también hay una visión excluyente del pasado argentino. Es decir, el pasado argentino se revela, y en lugar de ser un objeto para los historiadores, para re-flexionar, vuelve al presente y se transforma en una bandera de lucha y de combate.

Arte de combinar valores. Pero, por su-puesto, este arte tampoco es suficiente. Y esto nos remonta a una tradición filosófica muy antigua: la buena política es el arte de ordenar con la razón las pasiones humanas en procura de una finalidad común, de un bien común como se dice a partir de la tra-dición aristotélica.

Y traigo entonces, una tercera anécdota, que me lleva a comienzos de la década de los setenta, y el protagonista es el padre Braun. Terminaba el régimen de Onganía, y Raffy escribió un texto muy importante -que después corregimos para Criterio- que se llamaba “Del régimen autoritario al

La política contemporánea

no solo es institucionalidad y requiere,

detrás de la institucionalidad,

de un arte político muy especial,

que es el de combinar valores.

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gobierno constitucional”. ¿Qué es lo que planteaba? La necesidad de que la razón política fuera capaz de encaminar a la Ar-gentina hacia una transición pacífica, en procura de la recuperación del orden cons-titucional y de la democracia. No sucedió.

Salidas por transición o por derrumbe

Y este es otro dato interesantísimo: las dos salidas que hubo a dictaduras militares, una más blanda y otra más dura, que fue-ron la del 66 al 73, y la del 76 al 83, no se hicieron por el camino de la racionalidad de una transición, sino por derrumbe. De algún modo, la recuperación del peronis-mo en el orden constitucional es preanun-ciada por los acuerdos entre el radicalismo y el justicialismo, pero no hay transiciones capaces de anunciar una estabilidad fu-tura. Lo peor de todo fue la caída 76-83, que tiene mucho de caída griega, porque la dictadura griega cayó por una guerra y,

en nuestro caso, fue la de Las Malvinas, la que produjo un derrumbe colosal sobre el que hubo que hacer de la necesidad virtud.

Llevado al extremo, lo que demuestra este rápido pantallazo por la evolución histó-rica de la Argentina es que la razón no es un elemento predominante. Lo es, sin duda, en determinados sectores de nuestra vida política y cultural. En este ámbito de ACDE, vale subrayar que el último texto del Episcopado, si uno lo observa desde el punto de vista no sólo religioso, sino desde una oferta temporal a las ciudadanas y a los ciudadanos de buena voluntad, es un extraordinario documento que apela a la razón como manera de resolver conflictos y de lograr consolidar valores.

Una historia de predominio de las pasiones sin cauce

En cambio, a medida que avanzan los ciclos históricos en la política argenti-

P o l í t i c a

Botana: “El pasado argentino se revela,

y en lugar de ser un objeto para

los historiadores, para reflexionar,

vuelve al presente y se transforma en una bandera

de lucha y de combate.

Página 28 empreSA nº190

na, lo que se advierte, más que el pre-dominio de la razón, es el predominio de las pasiones sin cauce. El predominio de las pasiones sin cauce institucional y el predominio de las pasiones sin cauce de ideas.

Permanentemente, tengo la dicha de hablar con este tipo de dirigentes, y me parece inte-resante contrastar los liderazgos ar-gentinos con los liderazgos de cons-trucción institu-cional, racional, y de combinación de valores que hoy en día ustedes pueden

observar en Brasil, de Fernando Henrique Cardoso a Lula; en el Uruguay, de Julio María Sanguinetti a Tabaré Vázquez; y que ni decir de Chile desde el momento en que Patricio Aylwin pone en marcha esa transición que abonaron líderes como Ricardo Lagos. Aquí hay una cuestión que tiene que llevarnos a una profunda meditación.

Por lo que a mí compete, hago las críticas personales que corresponden, porque hay una desvinculación muy grande en la Ar-gentina entre pensamiento teórico y praxis política.

El camino hacia la democracia institucional

¿Cómo entender esta sociedad tan rica desde el punto de vista cultural, en rela-ción con otros países de Iberoamérica, y tan pobre desde el punto de vista político? Es decir, la falta de pontífices, en el senti-do romano antiguo del término, “construc-

tores de puentes”, es aquí evidente y digna de ser subrayada.

En síntesis, esta constante de disconti-nuidad e insuficiencia institucional en la política argentina es la que está afectando otros dos niveles de la democracia. Sin duda alguna se está afectando el nivel de lo que llamo -junto a otros- la democracia electoral.

Una democracia electoral que no constru-ye instituciones está condenada a vegetar en la intemperie de una lucha de pasiones abierta, descontrolada y sin orientación racional.

Pero a su vez, una democracia institu-cional débil, frágil como la que tenemos, nubla, oscurece el horizonte utópico que debemos buscar incansablemente, sabien-do que es un horizonte y que nunca lo alcanzaremos en plenitud. Ese horizonte es el de la democracia de ciudadanos; como dijo un autor francés del siglo XIX: una democracia que todos, cumpliendo la ley, consideramos como algo común, valioso y digno de ser defendido.

La bisagra para avanzar, a partir de una democracia electoral, es la democracia institucional. Y si tuviese que recomen-dar un tipo de liderazgo para la Argen-tina venidera, diría que aquel que se impone es un liderazgo con orientación institucional.

Si andamos a los tropezones no es tan-to porque hemos olvidado votar, cosa que hacemos bastante bien, diría yo, e intensamente, sino que hemos olvidado el sentido del voto que es levantar el perfil y la estructura de un Estado de derecho y una vida amparada por las instituciones.

Los liderazgos históricos

de la Argentina, salvo algunas

excepciones que fracasaron,

fueron liderazgos de exclusión

y no de combinación de valores.

P o l í t i c a

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Brasil y Argentina en los últimos 108 años

y en los próximos 20“Nosotros somos los que tenemos que replantearnos nuestra realidad y encontrar la manera de recuperar el terreno perdido, aliándonos con el mundo en todo lo que da resultado a largo plazo, y no queriendo enseñar o dictaminar cómo deberían ser las

cosas según nuestra particular desmesura”, concluye Ferreres.

Partiendo de un pasado que nos ubicaba, en términos económicos, en una posición de privilegio con respecto a Brasil, la historia económica de la Argentina ha transitado una serie de desencantos. Sustentado en un diagnóstico alejado de subjetividades, el

economista nos invita a recorrer a grandes rasgos este camino y a proyectarnos para los próximos años, con el consiguiente compromiso hacia un plan de desarrollo inclusivo,

en una nueva visión país.

E c o n o m í a

Orlando Ferreres

En este artículo, deseo llamar la atención sobre la imperiosa necesidad de analizar con objetividad nuestra situación -con números, con hechos concretos, no con eslóganes ni con “maquillajes”-, para tener un diagnóstico adecuado de nuestra reali-dad, que es el primer paso para corregirnos y reenfocar nuestro destino como Nación.

Tenemos la idea de que Brasil siempre fue más grande que Argentina en términos económicos, y no es cierto. En 1900 el Producto Bruto Interno de Argentina era de 13 691 millones de dólares constan-tes, y el de Brasil de 13 017 millones de la misma moneda, o sea que, al iniciarse el siglo XX, Argentina era un 5,2% más grande que Brasil en términos económicos globales

Cien años después, en 2000, las cosas habían cambiado dramáticamente. En ese año, Brasil contaba con 974 973 mi-

llones de dólares constantes y Argentina con 317 993 millones de la misma mo-neda; es decir, ahora Brasil era tres veces mayor que Argentina. Esa relación de tres veces mayor, se mantiene según las cifras de 2007.

¿Hasta cuándo fue más grande Argentina que Brasil? Hasta 1952, pero hubo años en los que nuestro país superó hasta en un 45% el tamaño de la economía brasileña, como en 1927. No es que Brasil haya teni-do una política excepcionalmente adecua-da y eficiente, sino que la nuestra ha sido desastrosa en sus resultados.

Tanto Argentina como Brasil, y otros países latinoamericanos, en sus intentos de desarrollo, siguieron un proceso de industrialización por sustitución de im-portaciones, entre otras estrategias, para mejorar la posición económica y social de sus habitantes.

Licenciado en Economía (Universidad de Buenos Aires). Advanced Management Program, Harvard University. Titular de orlando J. Ferreres & Asociados S.A.

Página 30 empreSA nº190

Los procesos de migraciones internas del campo a las ciudades -dada la mejor produc-tividad de las actividades agropecuarias, que producían más con mucha menos gente- concentraban enormes masas urbanas des-ocupadas. La industria se consideró una estra-tegia adecuada para atenuar este problema.

Además, en el año 1950, se publicó el articulo de Prebisch, y por separado el de Singer. Ambos seña-laban que había una tendencia secular a la caída de los pre-cios de las materias primas en relación a los precios de los productos industria-lizados, teorías que terminaron de con-vencer a los políticos de que era necesaria la industrialización a toda costa. Se consideraba que la

tonelada exportada de carne tenía poco valor agregado; su precio era bajo en relación, por ejemplo, con la tonelada exportada de autos.

Esta industrialización no fue muy profunda en cuanto a sustitución de importaciones, pues hizo a los países latinoamericanos más dependientes de la importación de maquinarias e insumos intermedios, en tanto que las exportaciones tradicionales fueron consideradas poco importantes, y afectadas con altos impuestos a las expor-taciones, transferencia de recursos que iba a financiar la industria incipiente. Esto ocurrió tanto en Argentina como en Bra-sil; y aún cuando en nuestro país la activi-dad agropecuaria era más importante y fue relegada, las políticas fueron muy pareci-das y posiblemente no expliquen mas que una moderada parte de nuestro problema.

Si buscamos otros puntos, ambos países han tenido, aproximadamente en los mis-mos tiempos, los golpes y gobiernos mili-tares, seguidos de gobiernos civiles y luego nuevamente gobiernos militares, y gobier-nos populistas interesados en el corto plazo y en las próximas elecciones. Así podemos repasar los distintos aspectos influyentes en las condiciones de crecimiento de am-bos países y no encontramos desigualdades en cuanto a la orientación de los temas.

¿Cuál podría ser la diferencia entonces? La expropiación del ahorro ha sido muy fuerte en la Argentina, sobre todo por la desme-sura de las tasas de devaluación o inflación resultante que hemos tenido desde 1939 hasta 1989. Y cuando esto no dio más re-sultado -extraer recursos de los agentes eco-nómicos y las familias y pasarlos al Estado, o los sectores amigos-, pues gran parte de la población había aprendido a defenderse de la inflación o las devaluaciones (salvo los más pobres), vino la expropiación directa del ahorro como, por ejemplo, la política de cambiar los plazos fijo por un bono estatal a diez años, o cambiar un deposito en dólares, pesificarlo, y al día siguiente devaluar un 300%, y otras similares.

Después del famoso “rodrigazo”, la Argen-tina ha sido muy diferente a Brasil. Esa medida debilitó mucho la credibilidad en el país. Posteriormente, la desmesura ar-gentina ha sido una constante de nuestras políticas públicas. Hemos llegado -incluso últimamente- hasta el extremo de conside-rar que un impuesto directo sobre el precio de algunas exportaciones podía tener una tasa marginal del 95%.

Naturalmente, el ahorro de los argentinos, para protegerse de estos cambios desme-surados de políticas expropiadoras, se ha enfocado hacia lugares seguros como Uru-guay, Europa, Estados Unidos y, actual-mente, tenemos aproximadamente unos

La desmesura argentina ha sido

una constante de nuestras políticas

públicas. Hemos llegado

-incluso últimamente- hasta

el extremo de considerar que

un impuesto directo sobre el precio

de algunas exportaciones podía

tener una tasa marginal de 95%.

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230 mil millones de dólares de capitales argentinos en el exterior, que representan alrededor del 75% del total reproductivo actual del país, neto de amortizaciones.

En otras palabras, la mitad del capital de los argentinos está en el exterior. Esto provocó un gran debilitamiento de la Nación, y la frustración de la mayoría de la población que se encuentra sin rumbo seguro para un destino del largo plazo, que ha perdido el orgullo de ser argentino, el amor por los símbolos patrios y, básica-mente, el sentimiento nacionalista.

Un país sin capital y sin estrategias no puede avanzar

Un país sin capital y sin estrategias no puede avanzar. Para darnos una idea de lo que esto significa, observemos la evolución de la industria automotriz y de la industria

cárnea en ambos países.

Podemos ver que, en 1965, ambos países tenían una producción de au-tomotores similar (Argentina: 194 000 y Brasil: 185 000 unidades). La tendencia ha sido muy diferente y actualmente Bra-sil produce casi seis veces más, o sea 3 millones de unidades, en tanto que nuestro país solo llega a las 550 000 unidades. Se ha mencionado que el tamaño de la economía de Brasil le ha per-mitido crecer más que nosotros en esta in-

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ProDUCCIóN DE AUToMoTorES

Fuente: USDA, Foreign Agricultural Service

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dustria que requiere una escala importante para ser competitiva. Bien podría ser un argumento válido, aunque países pequeños han desarrollado una importante industria automotriz y, además, ¿cómo era que hasta 1965 producíamos lo mismo si Brasil ya era más grande?

Dejemos la industria automotriz y veamos la industria de las carnes, que siempre ha sido nuestra principal carta de presen-tación internacional y local, y además, fuente principal de divisas. Las exporta-ciones de carne de Argentina, alrededor de 1965, eran de unas 600 000 toneladas, en tanto que las de Brasil eran práctica-mente inexistentes. Es más, en esa época Brasil importaba carne de Argentina (unas 60.000 toneladas por año).

Brasil aplicó planes sistemáticos de desa-rrollo de la industria de carne vacuna (cré-

dito rural para mejoramiento de las razas, para mejores pasturas; subsidios indirectos a la exportación de carnes) y actualmente ha logrado una exportación de 2 189 000 toneladas de carne vacuna, según cifras para 2007, en tanto que nosotros hemos bajado en ese año a 532 000 toneladas. El stock de bovinos de Brasil se ubica en 205 886 244 cabezas (2006), y se puede encon-trar año a año por regiones y Estados, en tanto que el de Argentina, se estima –sin certeza- que sería de alrededor de 50 millo-nes de cabezas o algo menos.

No solo esto, sino también, favorecidos por este desarrollo, y viendo que ahora la tonelada de carne vacuna (cuota Hilton) es más cara que la tonelada de auto -ya que la carne vale más de 20 000 dólares la toneladas, y la de auto 11/12 000 dólares (auto mediano mas vendido)-, los brasile-ños han enfocado el negocio internacio-

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Fuente: USDA, Foreign Agricultural Service

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Fuente: USDA, Foreign Agricultural Service

ProDUCCIóN DE CArNE

nal. Entre otras estrategias, han comprado los principales frigoríficos argentinos (Swift y Quickfood), además de adquirir el más grande frigorífico de Australia, Tas-man Group; en Estados Unidos, el Swift & Co. de Colorado; en Italia, Inalca Spa. Sólo una cadena brasileña, el grupo JBS SA (Batista) posee operaciones en 22 países. Es decir, dominan buena parte del mercado mundial de carne vacuna. Es, más o menos, como si la Argentina hubiera lo-grado dominar el mercado mundial de café y hubiera comprado las principales planta-ciones de café del Brasil.

¿Cómo será la comparación de Brasil y Ar-gentina dentro de 20 años?

Dependerá de nuestra reacción ante tanta evidencia. Brasil está haciendo las cosas bastante bien. Nosotros somos los que tenemos que replantearnos nuestra reali-

dad y encontrar la manera de recuperar el terreno perdido, aliándonos con el mundo en todo lo que da resultado a largo plazo, y no queriendo enseñar o dictaminar cómo deberían ser las cosas según nuestra parti-cular desmesura.

Tenemos el octavo territorio del mun-do, por extensión geográfica, y podemos volver a ser el octavo país del mundo por tamaño económico, como lo fuimos en 1910. Si recorremos el camino de la hu-mildad, si formamos grupos de expertos en diferentes materias para lograr una gran coincidencia hacia delante en cosas con-cretas, un Plan de Desarrollo Inclusivo, una nueva Visión de País, si dejamos de lado lo que nos divide para acentuar lo que nos une y enorgullece, y si, en definitiva, logramos concretar estas ideas, estaremos de nuevo de igual a igual con Brasil dentro de 20 años.

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Constitucional

Pedro J. Frías

Presidente honorario de la Academia Nacional de Derecho de Córdoba y de la Asociación Argentina de Derecho Constitucional.* Guión de exposición con ideas que he desarrollado en el prólogo al libro de Alberto Bianchi, La dinámica del Estado de Derecho.

El Estado de Derecho es una inno-vación que ha triunfado y que ateso-ramos. Pero sus normas y principios deben conjugarse con la vida, que es un movimiento especificador. Lo dijo un Padre de la Iglesia griega para re-cordarnos que somos naturaleza, pero también historia. Y esa historia está tejida de aciertos, desafíos y fracasos. La tensión entre las reglas y la seguri-dad jurídica es el objeto de este exa-men, rico de doctrina, jurisprudencia y reflexiones personales. Es como si dijéramos que el Estado de derecho es la naturaleza de la actual sociedad occidental y la seguridad jurídica, su historia. Una historia siempre en pro-yecto. En el límite, podría haber Esta-do de Derecho y no seguridad jurídica.

Al derecho se le puede pedir todo en cuanto al conflicto de intereses y de las estructuras sociopolíticas, pero hay desequilibrios y anomalías colectivas que el derecho no puede corregir, porque no son de su orden. ¿Por qué esta advertencia? Porque la única novedad del siglo XX, cuando han caído las utopías revolucio-narias, es el Estado de Derecho. Y como el Estado no está en su apogeo (J. Freund), crece la responsabilidad del derecho. El Estado ya no es ni empresario ni comerciante, y esca-samente benefactor. La tendencia es a esperarlo todo del derecho. Es su grandeza, pero también su debilidad.

¿Por qué? Porque el derecho no es más que el “orden del Orden Social, no todo el Orden”. Cuando el Orden Social está desgarrado por el narco-tráfico, la subversión, la corrupción, la injusticia, el poder hegemónico, el derecho ayuda a restablecer el Or-den, pero no basta.

No basta porque provee las normas y las decisiones que las aplican, pero el desgarramiento del Orden Social depende de conductas que se apoyan en valores. El derecho no es el ethos, y el ethos son los valores vividos en la vida emotiva de la gente. El dere-cho hunde sus raíces en el ethos, que es anterior al derecho. El Orden So-cial hace remisión a los valores, más que a las normas, aunque también a las normas.

Cuando la sociedad está desgarrada por la subversión o por la corrup-ción, o cualesquiera de los otros males posibles, el descreimiento social se traduce en “anomia”, bien estudiada por Jorge R. Vanossi. Esto quiere decir que desaparece o se va debilitando, “todo marco de refe-rencia, todo parámetro que permita valorar, que permita computar las conductas”. El relativismo moral conduce asimismo a la anomia. Y cuando el descreimiento abarca a los poderes públicos, a los poderes de hecho, a las principales relaciones

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Estado de Derecho y seguridad jurídica*. Lo que se va perdiendo en la Argentina

sociales, también la seguridad jurídica parece desvanecerse; aunque las culpas no sean del sistema normativo ni del Poder Judicial. La ausencia de confianza genera-lizada -si es generalizada- pone en cuestión la seguridad jurídica.

La conclusión es simple: los que nos in-teresamos por la seguridad jurídica, como producto del sistema normativo, debemos interesarnos por los valores y por los con-travalores de nuestra sociedad. Mencioné, entre las amenazas de nuestro tiempo, el relativismo moral. Es precisamente la otra cara de la anomia. No hay normas, no hay valores; hay cambalache..., mezclar la Bi-blia con el calefón. Pero una vez mezclado todo, la vida se reduce a nuestras “relacio-nes carnales” con los objetivos del deseo.

¿Qué sociedad puede subsistir? ¿De qué seguridad jurídica vamos a hablar, si todo es igual? El siglo XX, en Europa, ha sido un campo de demolición de sistemas po-líticos. Sólo quedó el Estado de Derecho y la Comunidad Europea. Piénsese en los millones de hombres a quienes el nazismo y el comunismo acostumbraron a andar a ciegas entre los escombros de la historia. ¿Estamos advertidos sobre la necesidad de valores? No estoy seguro, cuando advierto tanta complicidad con la cultura light. Lo liviano, lo que no compromete, lo que no enciende la responsabilidad personal ha ganado algún terreno en las comunica-ciones sociales y en conductas personales y colectivas. No basta advertir lo ridículo

de cierta frivolidad, el disimulo de algunos desparpajos, el cinismo de alguna dirigen-cia, en suma, la falta de autenticidad. Es el uso y la costumbre.

Como creo que el horizonte de América latina es capaz de excitar el optimismo, aunque no el optimismo fácil, me atrevo a prevenir contra conductas que de nuevo podrían desviarnos de una vida responsa-ble. ¡Una vida responsable no es una vida ingrata, lejos de eso! Las responsabilidades generan satisfacciones. La reconversión de América latina está en su punto más difícil y, por eso mismo, de mayor mérito moral. Ha reconocido los errores de su pasado, que de todos modos no son tan graves como los de Europa durante este siglo. Está consciente de las necesidades de integración, a pesar de las asimetrías económicas que debe reabsorber. La tenta-ción autoritaria es un reflejo de su pasado, no una postulación de su presente, y está desprestigiada aunque vigente. La empresa económica toma conciencia de su hipote-ca moral. La clase política encuentra resis-tencias para la organización partidocrática. La corrupción todavía es rentable, pero va siendo acorralada: produce repugnancia. Las comunicaciones sociales deben acom-pañar este camino del hombre latinoame-ricano. Ellas proponen los valores y los contravalores, los héroes y los antihéroes.

Debo agregar que cuando compartí las grandes maniobras del derecho comparado en el Congreso Internacional de 1994, en

Página 36 empreSA nº190

Constitucional

Atenas, ya no tuve duda: la sociedad oc-cidental depende en exceso del Estado de Derecho por la falta de grandes consensos morales. Es un rehén de las reglas de un poder limitado, controlado y compartido. Esto puede alegrar a los constitucionalis-tas, pero también perturbarnos.

La seguridad es el contexto dentro del cual se toman las decisiones individuales y las interacciones de los actores sociales; para ellos, es la expectativa de que el marco legal es y será confiable, estable y predeci-ble. Para que así sea, es indispensable que las decisiones de los actores políticos se tomen según la “lógica de las reglas” y no según la “lógica de la discrecionalidad”.

La seguridad jurídica influye en el creci-miento económico, porque la decisión de sus actores depende de sus expectativas respecto del futuro, en primer lugar, y de sus expectativas respecto de las expecta-tivas de los otros, en segundo lugar. Los problemas que surgen de la incertidumbre, acciones no cooperativas o inconsistencia temporal, se resuelven dentro de la lógica de las reglas.

Saenger Gianonni, desde Chile, nos re-cuerda que la seguridad jurídica exige el reconocimiento de la persona y de la soberanía del pueblo, pero también de la supremacía constitucional, de la división entre los poderes constituidos, del poder judicial independiente y de la administra-ción sometida a la ley, de la representación política y la oposición, y del control del poder.

La seguridad jurídica no encuentra buen asilo en una sociedad transgresora que respeta las reglas según su humor. Cuando asoma la discrecionalidad y se asocia al despilfarro, la tercera “d” del paradigma es el desencanto, y a veces el deshonor.

Mis amigos Osvaldo Meloni y Julio Sa-guir, de la Fundación del Tucumán, han dedicado un ensayo a las relaciones de la seguridad jurídica y del crecimiento económico. Quisiera aludirlo. La corrup-ción merece una referencia porque ataca, a la vez, la seguridad jurídica y el bien común, en cuanto se apropia de recursos prioritariamente públicos. He estudiado el tema en mis artículos “Algunas propuestas contra la corrupción”, en el prólogo a las Recomendaciones de la Comisión para la Recuperación ética de la sociedad y el Es-tado y en “Italia, laboratorio político”. La corrupción ha avanzado en la Argentina y nos vamos convirtiendo en una socie-dad transgresora, cuyos finales, con sesgos diversos, se anticipan en los ejemplos de México y de Italia.

Agosto / Septiembre 2008 Página 37

Cuatro capitales para una Argentina posible

“Sentimos una enorme tristeza por la imposibilidad de generar en la Argentina proyectos comunes y que, cuando tenemos diferencias, los conflictos se diriman de maneras violentas, agresivas, donde uno no escucha al otro”, subraya Alvarado en

relación directa al conflicto con el sector agropecuario.

En este contexto -y como miembro de CREA- comparte qué tipo de país se pretende, a partir de la definición de cuatros capitales: natural, de infraestructura, humano y social. Para él, es una nación que permite a sus habitantes cumplir sus propios sueños. “Algo

sencillo de describir, pero difícil de lograr”, agregó.

E m p r e s a

Oscar Alvarado

Intentaré enfocar desde nuestra óptica, como representante de AACREA -una entidad que no es ni gremial ni política-, lo que consideramos podemos cambiar en función de mejorar una relación sector público/privado. El marco de comentarios tiene que ver, justamente, con una orga-nización de empresarios agropecuarios que están claramente comprometidos con sus propias empresas y con la gran empresa que se llama Argentina.

Uno podría aclarar el concepto plantean-do la diferencia entre empresa y negocio. Decimos que negocio es cuando lo que importa es la plata, a pesar del hombre, a pesar del medio ambiente, a pesar del de-sarrollo comunitario; empresa es cuando lo que importa es el bienestar de las per-sonas; es decir, generar un ámbito que sea bueno para la gente, para todos los que se vinculan con ella, para el medioam-biente, para el desarrollo comunitario. En nuestra concepción, una empresa vendría a ser un grupo de personas que comparten sueños y valores. Y desde esa lógica nos sentimos empresarios.

En la Argentina sobran negocios y faltan empresas; sino no tendríamos el país que tenemos, con todo lo bueno, pero también con toda la deuda social existente.

Frente a esta lógica, el movimiento CREA tiene también consensuado qué tipo de país se pretende. Lo llamamos una Ar-gentina posible, una Argentina soñada. En realidad es una nación que permite a sus habitantes cumplir sus propios sueños. Algo sencillo de describir, pero difícil de lograr.

Los cuatro capitales necesarios

Para lograr esto, entendemos que hay cuatro capitales que necesita el país para poder convertirse en ese país posible: • El capital natural, los recursos naturales;

y a la Argentina le sobran los mismos.• El capital de infraestructura, que condi-

ciona en muchos aspectos, pero no es el gran limitante. Tenemos mucho por hacer, pero no nos podemos escudar en la falta de infraestructura para no seguir avanzando.

Empresario agropecuario. Presidente de El Tejar S.A. Presidente de AACrEA. Miembro de los CrEA roque Pérez, Saladillo. Panel: “relación Empresa-Estado”.

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• El capital humano. Siempre decimos que en la Argentina somos muchos más los buenos que los malos, lo que sucede es que los malos se juntan y hacen algo; ha-cen daño. Frente a eso, la sensación que tenemos, y compartimos, es que somos un país lleno de gente buena.

• El capital social, el cuarto capital, el de “to-dos juntos detrás de un objetivo común”; tener una visión de país compartido.

Volviendo a este esquema de conceptuar y simplificar, imaginemos el concepto de Nación como un grupo de personas que comparten sueños y valores. Por lo menos, algún sueño común.

De lo expuesto en el último Foro Econó-mico Mundial queda claro que, en muchos aspectos, estamos lejos, como la protec-ción de la propiedad privada, la efectivi-dad en resolución de disputas, o lo que es ambiente de inversión.

Hay muchas cuestiones, que tienen que ver con construcciones comunes para ge-nerar ámbitos institucionales donde poder desarrollar todos nuestros propios sueños, en las que no nos está yendo muy bien.

No estamos reple-tos de virtudes ni en el marco legal, ni en la eficiencia regulatoria, ni en la ética pública. En el ranking de com-petitividad latino-americano, que de alguna manera in-tenta unificar todo eso, no estamos bien posicionados. Y mucho peor, si lo miramos desde un país con las posibilidades y la potencialidad que

tiene el nuestro, y cómo le va a muchos argentinos.

Aquí volvemos al concepto de empresa como un grupo de personas que comparten sueños y valores; entendiendo que el de-sarrollo comunitario y la responsabilidad con las personas y el medioambiente es algo inherente a la empresa. Si no, no es empresa, es negocio.

El capital social y la confianza

Hay muchas especialistas que escriben, incluso varios de ellos han estado por la Argentina y nos tratan de ayudar concep-tualmente para que entendamos cómo se construye o cómo es ese tema del capital social. No sé donde empieza este círculo virtuoso; pero probablemente por algún pequeño proyecto consensuado que nos permita tener acciones conjuntas, que ge-nere un logro compartido; un proyecto que se pudiera festejar y que entonces hiciera surgir un poco de confianza para poder re-crear proyectos cada vez más grandes.

En la visión del movimiento CREA, nos hemos propuesto, por ejemplo, trabajar en las localidades donde vivimos cada uno de los grupos de productores. Y desde pequeños proyectos y logros compartidos, aumentar el grado de confianza para genui-namente generar capital social.

Hace poco discutíamos entre varios em-presarios agropecuarios si, durante toda esta crisis del gobierno con el campo, se construyó o se destruyó capital social. Y llegamos a una conclusión: se construyó muchísimo y también se destruyó muchísi-mo. Lo que sí estábamos todos de acuerdo, es que el capital social, con el que ingresa-mos a esta crisis, no era el suficiente como para posibilitarnos dirimir un conflicto que muchos otros países tienen y que,

Nuestra realidad es un buen ejemplo

por lo absurdo: pareciera que la acción

del hombre hace todo lo posible para

que no podamos convertir nuestras

obvias ventajas comparativas en

verdaderas ventajas competitivas para

bien de todos los argentinos.

E m p r e s a

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finalmente, resuelven de otra manera. El capital social que hemos construido hasta el momento no ha permitido canalizar un conflicto de esta envergadura de un modo mucho más democrático.

El consenso a partir del disenso

Como en el grupo CREA somos expertos en construir consenso a partir del disenso, y somos mucho mejores construyendo pro-puestas y sueños para trabajar en el marco de conflicto, estamos esperanzados en recrear un ámbito de conversación en la Argentina, sano y apasionado, que permita escucharnos y generar propuestas consensuadas; que es la única manera de construir para adelante.

En nuestra historia de vinculación con el Estado, habíamos trabajado, por ejemplo, en temas de educación, apadrinando escuelas. Hay un proyecto que se llama EduCREA, del que nos sentíamos sumamente orgullo-sos. Pero la verdad, evaluando lo que había-mos construido y para lo que sirvió, está cla-ro que es mucho más el desafío que tenemos por delante que lo que llevamos construido.

En este camino es necesario reconstruir la relación entre lo público y lo privado, pero también entre sectores. Recrear la vincu-lación con el estado y con el gobierno es importante, pero también es esencial entre los privados.

La idea del trabajo en redes

Si la lógica del lobby es la lógica de ver quién tironea más fuerte, por lo pronto no-sotros, como AACREA, nos bajamos. Si la lógica es la de ser capaces de construir un país mejor para todos -y cada uno va a esa mesa a tratar de aportar lo mejor que tiene, para tratar entre todos de generar una idea mejor a la que traía-, en esa nos sumamos.

Esta idea de trabajar en redes, de mirar la forma de organizarse de otra manera, no sólo tiene que ver con algo que hemos aprendido en las organizaciones agrope-cuarias, sino también con algo que cada vez vamos entendiendo más: la vida en comunidad.

Sentimos una enorme tristeza por la imposibi-lidad de generar en la Argentina proyectos comunes y que, cuando te-nemos diferencias, los conflictos se diriman de ma-neras violentas, agresivas, donde uno no escucha al otro. Más aún cuando esta im-posibilidad se da en un contexto de oportunidad bajo las actuales ventajas comparativas que tenemos para la agroindustria

Michael Porter decía que las ventajas comparativas sólo se convierten en competitivas a través de la acción del hombre. Y nuestra realidad es un buen ejemplo por lo absurdo: pareciera que la acción del hombre hace todo lo posible para que no podamos convertir nuestras obvias ventajas comparativas en verda-deras ventajas competitivas para bien de todos los argentinos.

Tenemos muchísima expectativa y espe-ranza para nuestro país, pero también que-remos meterle mucho compromiso; quere-mos ser personas y grupos de personas que sembremos confianza, potenciemos ideas y construyamos entre todos una Argentina posible.

E m p r e s a

Esta idea de trabajar en redes, de mirar

la forma de organizarse de otra manera,

no sólo tiene que ver con algo que

hemos aprendido en las organizaciones

agropecuarias, sino también con algo

que cada vez vamos entendiendo más:

la vida en comunidad.

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Tamaño de empresa y eficiencia de producción“Existen costos, al pretender favorecer a cierto tamaño de organización sobre otro. Estos costos los paga la sociedad toda con menor productividad y, por lo tanto, con menor bienestar”, señala Gallacher.

El autor profundiza en el vínculo existente entre el tamaño de una organización y la eficiencia de producción, y advierte de las implicancias que distintos tipos de intervención pueden tener sobre el tamaño de estas empresas y sobre el bienestar general.

E m p r e s a

Marcos Gallacher

Con frecuencia, tanto funcionarios públicos como así también dirigentes de partidos políticos de diversa extracción declaman las ventajas de las empresas pequeñas y me-dianas con relación a las “grandes”. Como ejemplo reciente, la retórica a favor de “apoyar al pequeño y mediano productor agropecuario” constituye un caso de este fenómeno. En otras oportunidades, algunos de estos mismos individuos toman decisiones que consolidan el poder de organizaciones de enorme tamaño. Por ejemplo, la educación que recibe un joven que vive en la provincia de Buenos Aires es generada en un sistema relativamente centralizado, que tiene juris-dicción sobre unos 13.000 establecimientos educativos, a los cuales asisten nada menos que 3.1 millones de alumnos. Las decisiones sobre contenidos educativos, premios y cas-tigos a docentes, estrategia disciplinaria para con los alumnos o inversiones en tecnología informática no se realizan escuela por escue-la (o a nivel de pequeños grupos de escue-las), sino que se originan en forma directa en un puñado de despachos oficiales.

En definitiva, es frecuente que recursos públicos se asignen a privilegiar ciertas organizaciones en desmedro de otras. En

algunos casos, las que se pretende favore-cer son las empresas “pequeñas” (“pequeño productor versus pool de siembra”). Por el contrario, en otras situaciones, son fa-vorecidas (en forma explícita o implícita) las empresas u organizaciones “grandes” en desmedro de la autonomía decisoria de unidades de menor tamaño (Ministerio de Educación versus escuelas individuales).

Esta nota centra atención en el vínculo que existe entre el tamaño de una organización y la eficiencia de producción y que existen cos-tos, al pretender “favorecer” a cierto tamaño de organización sobre otro. Estos costos los paga la sociedad toda con menor productivi-dad y por lo tanto, con menor bienestar.

Tamaño y eficiencia de producción

Producir trigo, automóviles o servicios edu-cativos requiere que se empleen insumos. El costo por unidad de producto obtenido de-penderá del ratio entre el total de insumos (y por lo tanto costo) y el total de producción obtenida. Este concepto es fácil de entender. Sin embargo, los vínculos entre tamaño (medida como producción total) y costo por

Centro de Estudios de organizaciones y Productividad. Universidad del CEMA

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E m p r e s a

unitarios pueden ser complejos. Por ejemplo, en un artículo aparecido hace algún tiempo en el semanario The Economist (“Incredible Shrinking Plants”, 23 de febrero 2002) se argumenta que –contra lo que podría pensar-se– el tamaño de plantas automotrices está descendiendo. En efecto, en la actualidad las nuevas plantas se diseñan para una produc-ción anual de unos 200.000 vehículos, muy por debajo de las “megaplantas” que empre-sas como Volkswagen o Toyota construían en años anteriores. Inclusive, en un futuro cercano, plantas “pequeñas” (con produc-ción inferior a los 50.000 vehículos por año) bien podrían producir en forma económica. Desintegración vertical, sistemas flexibles de manufactura y creciente uso de informática podrían tener como consecuencia importan-tes aumentos de eficiencia en las plantas de menor tamaño.

En mercados competitivos las empresas ajustan tamaño a fin de producir con la máxima eficiencia. En el caso mencionado de la industria automotriz, los ajustes im-plican reducción en el tamaño de planta. En otros casos ocurre lo contrario: en la in-dustria frigorífica argentina, por ejemplo, el volumen promedio de cabezas faenadas por frigoríficos habilitados a nivel nacional au-mentó de 56.000 por año en 1998, a 65.000 por año en 2006. En principio, existen eco-nomías de escala que los empresarios inten-tan aprovechar. Obsérvese, sin embargo, la enorme variedad en tamaño de planta fri-gorífica que existe en la actualidad: si bien el “promedio” de tamaño de plantas frigo-ríficas ronda en las 65.000 cabezas faenadas por año, existe un importante número de empresas considerablemente más peque-ñas, junto con otras empresas mucho más grandes (ver gráfico). En definitiva, en un mundo complejo, múltiples tipos de “orga-nismos” logran sobrevivir: cada uno adapta a un nicho algo distinto. Esta adaptación tiene en general, como consecuencia, me-nores costos y mayor calidad. El consumi-

dor (en el caso de oferta de bienes privados) o el ciudadano (en el caso de producción de bienes públicos) salen beneficiados.

¿Cuánto cuesta interferir con ajustes de mercado?

Un ejemplo reciente sirve para ilustrar los dilemas implícitos en favorecer cierto tama-ño de empresa sobre otro. Al respecto, en los últimos meses, el gobierno ha insistido en la necesidad de distinguir el problema de los “pequeños y medianos” productores, por un lado, del de los “grandes” (incluyendo en estos a los pools de siembra). De haber sido aprobada la Resolución 125, se hubiera dado luz verde para que la presión imposi-tiva, a la cual esta sujeta una empresa, sea mucho menor si esta produce menos de 300 toneladas de soja, en comparación con la

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En un mundo complejo, múltiples tipos

de “organismos” logran sobrevivir : cada

uno adapta a un nicho algo distinto.

Esta adaptación tiene en general, como

consecuencia, menores costos y mayor

calidad. El consumidor (en el caso

de la oferta de bienes privados) o el

ciudadano (en el caso de la producción

de bienes públicos) salen beneficiados.

que produce más de este volumen. En línea con lo anterior, políticos de variadas ten-dencias (incluyendo muchos que oportuna-mente votaron en contra de la resolución 125) se manifiestan a favor de “ayudar al pequeño productor”. La ayuda, sin embar-go: ¿A qué costo se hace? ¿Existen otros beneficiarios posibles de esta ayuda?

A fin de analizar esta problemática, considérese que en las últimas cuatro décadas en el sector agropecuario argen-tino se llevó a cabo una paulatina reduc-ción en el número de empresas (con un consiguiente au-mento en su tamaño promedio). Así, el número de unidades productivas pasó de unas 550.000 en 1970, a unas 300.000 en el 2002. El ajuste menciona-do ocurrió durante gobiernos de todos los signos: populistas

o “liberales”, democráticos o de facto, etc.

¿Qué hubiera ocurrido si medidas de política económica hubieran impedido el ajuste de es-tructura de producción mencionado? Un tra-bajo que completamos recientemente analiza los costos implícitos en este tipo de política.

Los resultados pueden resumirse de la si-guiente manera. De haberse evitado en el sector agropecuario el ajuste en número de empresas, la producción actual sería entre un 3.1% y un 9.5% menor a la que observamos. El costo de esta caída de producción oscilaría entre los 1.400 y los 4.500 millones de dóla-res por año. Estas cifras pueden compararse

con el presupuesto (2008) de la Adminis-tración Nacional, donde se contempla para el Poder Judicial una asignación de fondos de unos 2600 millones de pesos (o sea unos 850 millones de dólares). La pérdida de pro-ducción por no aprovechar economías de escala en el sector agropecuario podría llegar entonces a quintuplicar el monto de recursos asignados por año a la Justicia.

Asimismo, la pérdida que estimamos puede llegar a superar el monto total contemplado en el presupuesto 2008 para Educación y Cultura (11.200 millones de pesos, o sea menos de 4.000 millones de dólares). En definitiva, “ayudar al pequeño y mediano productor” puede costar muy caro. Menor calidad de educación o menor eficiencia de la justicia pueden ser algunos de los costos implícitos en esta “ayuda”.

Conclusiones

Mecanismos evolutivos de mercado resul-tan de la adaptación del tamaño de empresa a las condiciones cambiantes. Esto en ge-neral es positivo, ya que implica una mayor eficiencia y, por lo tanto, posibilidades de bienestar general. Con frecuencia, sin embargo, las presiones políticas implican intentos de diseñar una estructura de tama-ño distinta a la que ocurriría en ausencia de intervención. Pequeños empresarios pueden ser “asistidos” mediante facilida-des crediticias, impositivas u de otro tipo. En contraste con esto, pequeñas unidades decisorias (como los hogares individuales) pueden ver que su autonomía se reduce por acción pública a favor de distintos tipos de centralización decisoria. Como reflexión final, tal vez puede sugerirse a los responsa-bles que diseñen políticas públicas atentas a las implicancias que distintos tipos de intervención pueden tener sobre el tamaño de empresa (u organización) y, por lo tanto, sobre el bienestar general.

E m p r e s a

Página 48 empreSA nº190

Desde España

En Europa -y más en España- hemos entrado en una crisis económica a la que no se adivi-na final. Cuando hace unos años despedimos a la peseta para recibir el euro, sentimos cierta vanidad por poder codearnos con los alemanes, otrora motores del viejo continen-te. Pero aquella expectativa resultó engañosa, y no sólo porque ahora estemos obligados a apretarnos el cinturón, sino porque la aldea global, este balón de agua y tierra, reclama justicia. No es de recibo que los países occi-dentales levanten un muro que los separe de aquellos lugares del planeta en los que parece no salir el sol, ni que continuen dando la espalda a quienes pasan la vida con la mano tendida.

Cada vez que leo un informe sobre la situa-ción de África, se me nubla la euforia, en buena parte porque llevo muchos años enfer-mo de eso que los antiguos exploradores de-nominaban “la llamada” del continente de la aventura, que carcome el alma cuando estás lejos de sus tierras en las que te emborrachas con los colores de los secarrales y de las jun-glas, con la pureza de los cielos y de los ama-neceres ecuatoriales, con la fauna y la flora, y con su gente.

África ha sufrido todo tipo de desventuras al socaire de la indiferencia del resto del mun-do. En apenas cien años, pasó de la Edad de los Metales a una industrialización manejada por los hilos de la corrupción, que no tiene en cuenta el bienestar de sus habitantes. Si la colonización europea de aquellas magnas extensiones jugaba al trueque y al capricho, la

Miguel Aranguren

Escritor y artista plástico español. Colaborador para El Mundo, Telva,

el Correo y Alba, entre otros medios europeos. El thriller La sangre del pelicano es su reciente y séptima

novela publicada. www.miguelaranguren.com.

Agosto / Septiembre 2008 Página 49

El último lugar de la tierra

descolonización fue -en buena medida- un abandono a su suerte o el subterfugio para seguir controlando el rancho desde la leja-na metrópoli. En una tierra que sabe poco de ideologías, las dictaduras marxistas y las mesiánicas provocaron un dolor men-surable por los millones de muertos que alimentan el barro. Allí, donde se necesi-tan infraestructuras, escuelas y hospitales, continúa el tráfico de armas vetadas por las convenciones internacionales, pero que se fabrican en Occidente. Y por si fue-ra poco, la pandemia del sida, controlada en el Hemisferio Norte, castiga con saña todos los estratos de la población, que no son clientes rentables para los laboratorios, fabricantes de los retrovirales, que se guar-dan, como oro en paño, las patentes.

Los casi mil millones de personas que pueblan las sabanas, las costas, los desier-tos y las selvas de África no acaban de comprender la división caprichosa de sus fronteras, ya que sienten con mucha más fuerza su pertenencia al continente -mamá África, le llaman algunos- que a cada una de las coloridas banderas que jalonan la sede de la Unión de Estados Africanos. Son conscientes -salvo allí donde domina el islamismo radical- de que África respira gracias a los religiosos que gastan la vida al servicio de toda esa población hundida en el limo de la miseria. La fe ha llevado esperanza allí donde la racionalidad sólo encuentra motivos para apagar la luz y echar a correr.

Resulta conmovedor, cada vez que surge un conflicto, cuando los embajadores de los países occidentales llaman a sus con-ciudadanos para evacuarlos de África. Entonces descubrimos que la caridad está mucho más anclada en la tierra que el afán de supervivencia, al menos entre los mi-sioneros. Por eso África también es tierra de mártires en la que germina el cristianis-mo con llamativa fecundidad.

África es el último lugar de la tierra donde persiste el misterio. La solución a sus pro-blemas no la pueden ofrecer dictadores ni libertarios, sino la disposición de sus pro-pios ciudadanos para salir adelante, a pesar de todas las dificultades. Hace unos días, un viajero reincidente me comentaba que en cualquier carretera de África, y a cual-quier hora del día o de la noche, hay cami-nantes que vienen y van. Yo también los he visto al caer el sol, el cielo teñido con toda la gama de azules y rojos, cuando esos mismos caminantes entonan canciones en sus lenguas extrañas con las que agradecen a Dios los frutos del día, aunque el mañana parezca cada vez más desdibujado.

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La pelea del campo recién comienza“No hay nada más antidemocrático que plantear regímenes que desigualan ante la ley; no hay nada más ineficiente que suprimir los incentivos para que chicos y grandes produzcan aquello que tiene más valor para el mercado local e internacional”, apunta con énfasis Teijeiro.

Más allá del rechazo al proyecto de retenciones móviles por parte del Senado, Teijeiro comparte su visión crítica acerca de esta instrumentación, así como de los regímenes de reintegros o subsidios discriminados por tamaño o tipo de explotación. Si bien califica el paro agropecuario, y la unión del campo, como un hecho histórico, alerta sobre el inicio de un largo y duro camino frente a una sociedad culturalmente desbordada de “distribucionismo” o de mentalidades populistas.

E c o n o m í a

Mario Teijeiro

El paro del campo ha sido un hecho histó-rico; es probable que constituya un rena-cer de su -hasta ayer insignificante- peso político y, en consecuencia, aumente la probabilidad de políticas que permitan un mejor aprovechamiento de las oportuni-dades que brinda la globalización. Pero mi impresión es que la unión del campo detrás de objetivos comunes será un largo y duro camino, acechado por la influencia de una sociedad culturalmente enferma de “distribucionismo” y por una política dominada por mentalidades populistas. Las reflexiones siguientes apuntan a distinguir las dificultades, con la esperanza de que se eviten las trampas.

La rebelión del campo

El paro del campo ha sido un hecho inesperado y extraordinario, dadas las dificultades naturales de poner de acuerdo y movilizar a 200 000 productores indi-

vidualistas dispersos a lo largo de toda la geografía del país. A esas dificultades naturales se sumaba una dirigencia agro-pecuaria, tradicionalmente desunida en cuatro centrales distintas. ¿Qué es lo que disparó este milagro? En primer lugar, la acumulación de bronca de cinco años de maltratos, prohibición de exportaciones, precios máximos, discriminaciones y promesas incumplidas. En segundo lugar, la resolución unilateral del 11 de marzo que, a días de levantar la cosecha de soja, creaba un nuevo régimen de retenciones móviles y, de hecho, establecía una re-tención marginal del 95%, confiscando a favor del Estado cualquier aumento mar-ginal en el precio.

Este régimen groseramente expropiatorio fue la gota que rebalsó el vaso. Luego se sumaron los discursos presidenciales demo-nizadores del campo y la increíble inter-vención de D’Elia como fuerza de choque del gobierno.

Presidente del Centro de Estudios Públicos. http://www.cep.org.ar (abril de 2008).

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La trampa de la discriminación entre el chico y el grande

Pero las dificultades de transformar el (exitoso) paro agropecuario en políticas válidas y permanentes han de ser muchas y muy importantes. Hay trampas en el camino que habrá que evitar. La primera de ellas se origina en la aceptación genera-lizada de que el productor chico es bueno y el terrateniente o el pool de siembra es malo. La exaltación del productor chico y la demonización del productor grande están muy arraigadas en nuestra cultura “solidaria”, y explica en buena medida la tradicional desunión de las entidades agropecuarias. Este es un campo fértil para la estrategia del gobierno, que está inten-tando quebrar la unidad del sector con su propuesta de mantener el régimen de re-tenciones móviles y subsidiar sólo a 65 000 productores chicos.

La propuesta del gobierno, o variantes similares, sería una solución desastrosa. Desde el punto de vista técnico, todos los regímenes de reintegros o subsidios discri-minados por tamaño o tipo de explotación son muy difíciles de instrumentar y de controlar, habida cuenta de que el produc-to del campo son commodities y que no es posible distinguir si provienen de produc-tores chicos o grandes.

Desde el punto de vista político, la discrimi-nación a favor de productores chicos sería extender el régimen de la dádiva clientelista a otro de los sectores impolutos de nuestra sociedad. Así como los beneficiarios de pla-nes trabajar, o los pobres que reciben dádivas en tiempos electorales, los productores chi-cos tendrían que mendigar continuamente los beneficios para recibirlos sólo con condi-cionamientos políticos o económicos.

Las presiones del gobierno para acordar regímenes discriminatorios de este tipo

serán enormes, pues la discrimina-ción entre buenos y malos, y entre ricos y pobres, es la filosofía básica del populismo. Preten-den, como siempre, quedarse primero con la renta para distribuirla luego “solidariamente”, según sus conve-niencias políticas. Dividen siempre para reinar. No hay nada más an-tidemocrático que plantear regímenes que desigualan ante la ley; no hay nada más ineficiente que suprimir los incentivos para que chicos y grandes produzcan aque-llo que tiene más valor para el mercado local e internacional.

La trampa de la coparticipación de las retenciones

Todas las políticas que afectan al campo, incluyendo las retenciones, concentran los ingresos en el gobierno y en el sector urbano, diezmando las economías regio-nales y los pueblos del interior. “La plata no vuelve, ni en la forma de caminos ni de escuelas”. La sensación es que se la tragan los Kirchner y su aparato político en Bue-nos Aires.

Una (aparente) solución “federal” sería la coparticipación automática de (parte o todas) las retenciones. Pero se trata de otra trampa que hay que evitar. En primer lugar, aceptar la coparticipación de las retenciones, supone implícitamente con-ceder que estas son un recurso válido y fijo de tributación. Sería aceptar como normal

E c o n o m í a

Todos los regímenes de reintegros o

subsidios discriminados por tamaño

o tipo de explotación son muy difíciles

de instrumentar y de controlar,

habida cuenta de que el producto

del campo son commodities y que

no es posible distinguir si provienen

de productores chicos o grandes.

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una discriminación permanente en contra del agro.

En segundo lugar, la coparticipación au-tomática de las retenciones convertiría en socios automáticos del gobierno na-cional a todos los gobernadores e inten-dentes del país, que de aquí en más, con los Kirchner o sin los Kirchner, siempre se asociarían a un gobierno central dis-puesto a aumentar las retenciones en tiempos de bonanza o no eliminarlas en tiempos de crisis. Desaparecerían defini-tivamente los intendentes y gobernado-res dispuestos a acompañar las protestas del campo.

En tercer lugar, nada más injusto que el régimen de coparticipación para devolverle a las provincias agropecuarias el fruto de su pro-ducción: el régi-men de copartici-pación tiene crite-rios muy distintos a la distribución de la producción agropecuaria. Por ejemplo, las pro-vincias mineras e hidrocarburíferas recibirían muchos recursos sin haber

contribuido a producirlos.

En cuarto lugar, el régimen de coparticipa-ción es un cheque en blanco para que las provincias lo gasten como quieran. Nada las obliga a que los recursos se apliquen a obras que beneficien directamente al agro. Los incentivos políticos siempre estarán para gastarse en zonas urbanas, donde hay más votos para captar.

El principio irrenunciable

En la negociación que se avecina, el cam-po no debería quedar entrampado en pro-puestas que discriminen entre productores ni en propuestas que acepten como nor-males y coparticipables las retenciones al sector agropecuario. El principio irrenun-ciable es que el campo no debe ser discri-minado con retenciones, prohibiciones de exportación o controles de precios, aunque llegar a ese objetivo implique aceptar una transición más o menos prolongada.

El objetivo distributivo debe ser atendido a través de programas focalizados en la ex-trema pobreza. El campo debe contribuir a financiar esos programas a través de los impuestos generales que le correspondan, en un pie de igualdad con todos los demás sectores. El objetivo debe ser prescindir definitivamente de las retenciones y reem-plazarlas por un cobro efectivo del impues-to a las ganancias, complementado con un impuesto a la tierra que no sea un nuevo impuesto discriminatorio, sino un pago a cuenta del impuesto a las ganancias.

Si una parte inevitable de la transición fuera el mantenimiento de parte de las re-tenciones, las mismas deberían ser tratadas como un ahorro forzoso del campo, y no como un recurso definitivo del gobierno nacional. Esos fondos deberían ser ahorra-dos en una cuenta especial, para ser usados sólo para fines que tengan el consenso de las entidades representativas del sector agropecuario.

El riesgo más indirecto

La eliminación de las retenciones, de las prohibiciones para exportar y de los controles de precios es un paso importan-tísimo para evitar las discriminaciones contra el campo. Pero estas medidas no

E c o n o m í a

El objetivo distributivo debe

ser atendido a través de programas

focalizados en la extrema pobreza.

El campo debe contribuir

a financiar esos programas a través

de los impuestos generales que le

correspondan, en un pie de igualdad

con todos los demás sectores.

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agotan las acciones estatales que pueden menoscabar artificialmente la rentabilidad futura del sector. La década de los 90 fue un claro ejemplo de cómo el gasto público desbocado, financiado con endeudamiento externo, produjo una apreciación del tipo de cambio que afectó seriamente la renta-bilidad del campo.

Hoy el riesgo de una apreciación artificial del tipo de cambio, originada en el en-deudamiento externo, es bajo por la inca-pacidad del Estado de endeudarse en los mercados internacionales. Pero el riesgo de una apreciación artificial (vía inflación interna) originada en un gasto público y una presión tributaria en continuo creci-miento, es una realidad frente a nuestros ojos. Otro riesgo adicional que puede

materializarse es una apreciación artificial originada en un cierre creciente de las im-portaciones, en procura de compensar a la industria, pero no al campo, de la despro-tección originada en aumentos continuos de precios y salarios.

Conclusión

En definitiva, el campo enfrenta una larga y dura batalla para no ser discriminado di-rectamente -a través de las retenciones, las prohibiciones para exportar, o los controles de precios- o indirectamente -a través de un cierre cada vez mayor de la economía-. La unidad del campo es esencial, pero también es importante la claridad conceptual para evitar las falsas soluciones.

E c o n o m í a

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Juan todavía recuerda la alegría con la que llegó a su casa para compar-tir con su familia la noticia de su reciente ascenso en la compañía, y el dolor que le provocó, frente a aquel logro por el que tanto había luchado, el pedido de divorcio de su mujer. Los años que siguieron fueron durísimos y una úlcera gastrointesti-nal constituyó su medalla al mérito por un esfuerzo que fue más allá de sus propios límites, una mutilación simbólica como premio a una carre-ra sin sentido.

La literatura de negocios abunda en estudios, análisis y soluciones sobre casos de estrés en la empresa, y la manera en la que las empre-sas y sus empleados pueden evitar caer en esta sintomatología. Por un lado se consume como lógica la competitividad con la que se vive hoy la vida laboral, las perma-nentes presiones de todo tipo que viven los ejecutivos; dando por descontado que los síntomas que padece un empleado proceden de la excesiva demanda que la empre-sa genera en ellos.

Al mismo tiempo, la incapacidad para absorber semejante presión es entendida como una debilidad, lo que ayuda a negar la vulnerabi-lidad que terminará erosionando las capacidades efectoras del can-didato.

Si bien una parte de esta explicación es verdad, no es cierto que constitu-ya toda la verdad. Para ello debemos comprender mucho más integral-mente el fenómeno del estrés a la luz del modelo de liderazgo integral.

LAS DIMENSIoNES CorPorAL y EMoCIoNAL

La base de todo líder integral la deter-mina la dimensión corporal. La misma está constituida por la dotación física heredada que el individuo ha recibi-do y las capacidades que a partir de ella ha sido capaz de construir. Dicha capacidad no tiene ver tanto con el ejercicio físico y el entrenamiento que el individuo desarrolló, sino que la mayor parte la constituye su confor-mación corporal básica heredada. A la manera de los cimientos de una cons-trucción, la dimensión corporal le dará soporte a todas las dimensiones que se asentarán sobre ella.

Una persona que haya acarreado en su vida situaciones de desnutrición, o que haya atravesado situaciones muy tempranas de limitación cor-poral, estará en condiciones de infe-rioridad frente al desarrollo de aquel que ha tenido la azarosa dicha de recibir una estructura somática libre de interferencias. Por supuesto que esta aseveración no es lineal y que encontramos excepciones a la regla.

Organización

Gerardo Carchio

Lic. en Psicología. HR Executive Program (Universidad de Michigan)

MBA (CEMA). Programa de Alta Dirección (IAE) Profesor

de la cátedra de Liderazgo en el Master en Administración de

Negocios (CEMA). Ex Director de Recursos Humanos de Johnson

& Johnson Medical para el Cono Sur y HR Business Partner para

LifeScan LA. Director General de DOC/HRsolutions. Desarrollo

Organizacional y Cambio.

Agosto / Septiembre 2008 Página 55

La carrera corporativa, cuando la renuncia es un ascensoMens sana in corpore sano nos habla de la si-guiente dimensión, que es la emocional. Esta se va desarrollando sobre la base corporal. Las emociones rudimentarias se constituyen en un fino juego, cuando las tempranas ne-cesidades de provisión son adecuadamente satisfechas con una medida postergación, entre la inmediata provisión intrauterina y la real postergación que media entre el llanto y la satisfacción que puede proveer la madre en el contexto extrauterino.

Este mecanismo, aparentemente simple, es la piedra fundamental sobre la que se construye el fino equilibrio que determina-rá, en el individuo, su capacidad de espera, la capacidad para postergar la descarga impulsiva, la capacidad para aceptar el tiempo que media entre la demanda y la provisión.

EL árEA PSICoSoMáTICA CoMo CAMPo DE BATALLA

Sin una adecuada estructura emocional, la siguiente dimensión, que es la men-tal o intelectual, se verá perturbada ya que un pensamiento que no conlleve un adecuado encaje emocional, llevará pro-bablemente a pensamientos equivocados y, finalmente, detendrá el desarrollo de la ultima de la dimensiones del liderazgo integral: la poética, llamada así por que en ella se desarrollan todas las necesidades de trascendencia, espirituales, artísticas y de contribución social; ética y estética que el individuo integrado necesita desarrollar.

Entre las dimensiones corporales y emo-cionales del modelo, se erige una zona que he dado en llamar el área psicosomática, que es el campo de batalla en el cuál se libra la batalla entre la resistencia del in-dividuo a la demanda y su capacidad de respuesta. Si el individuo cuenta con un equipo corporal y emocional adecuada-mente desarrollado, estaremos frente a una persona con alta capacidad de respuesta y de manejo de lo que organizacionalmente llamamos estrés. Si este equilibrio se haya dañado, y la exigencia de la demanda no cesa, la persona se verá envuelto en un sinnúmero de trastornos psicosomáticos entre los cuales podemos identificar: úlceras, tabaquismo, alcoholismo, droga-dicción, colesterolhemia, hipertensión arterial, falta de deseo sexual, retraimiento social, falta de interés; cuando no desem-boca en separaciones, aislamiento afecti-vo, obesidad, etc.

dimensión corporal

organización

dimensión corporal

dimensión mental

dimensión Ética

Socie

dad fam

ilia

Área psicosomática

Página 56 empreSA nº190

Hasta ahora, muchas de las soluciones que las técnicas de manejo del estrés han en-contrado apuntan a resolver las cuestiones superficiales que no conducen a la causa profunda del desequilibrio.

Gran parte de la detección del límite de esta dotación permanece oculta a la con-ciencia del individuo, y las presiones orga-nizacionales, junto con la idealización del desarrollo profesional, coadyuvan a anes-tesiar muchas de las señales, que el cuerpo y las emociones le muestran al individuo que empieza a transitar el camino límite, en el que el conflicto pasa de la emoción al cuerpo comenzando un camino de daño, a veces irreversible

EL ESTréS y EL DéFICIT DE LA CAPACIDAD DE rESPUESTA

Con esto digo que la vida laboral lleva al individuo a minimizar su límite de to-lerancia a la demanda por un déficit de su estructura corpóreo emocional, sobre exigiendo a la misma, y llevándolo a un cuadro de peligrosa evolución, cuando la mejor de las soluciones sería poder reconocer la incapacidad para absorber estos montos de tensión, aceptando, si es necesario como último recurso, renunciar a la promoción recientemente ofrecida y correrse, de alguna manera, de la carrera segura hacia la muerte.

La inadecuada evaluación de este equilibrio puede llevar al individuo a impulsarse a un desafío absolutamente

desigual, obnubilado por las mieles del progreso profesional, acorralado por la cobardía de reconocer los propios límites humanos de acción.

Con ello concluyo que el estrés no sólo se produce por exceso de la demanda, sino también por déficit de la capacidad de respuesta, interiorizada como sobre exigencia imposible de cumplir. Y cuando hablo de déficit, no lo digo desde la pers-pectiva desvalorizada del término, sino desde la mirada dinámica de ausencia en la posibilidad de respuesta. Sin ninguna duda una de las fortalezas que el indivi-duo tiene en su vida es la capacidad de conciencia de sus propios límites, que casi siempre va de la mano de la certeza de sus propias capacidades.

El autoconocimiento y el equilibrio per-sonal entre la ambición y el logro cons-tituyen la base de una vida integral feliz. Para ello es importante que la persona se avoque a una tarea de introspección que le permita conocerse a sí misma en profun-didad y lograr, de esta manera, un mejor equilibrio entre sus dimensiones emocio-nales y mentales, obteniendo así decisio-nes que le aseguren un logro equilibrado en su vida como una totalidad

Organización

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reconocimiento al Padre rafael Braun

Un testimonio de inteligencia y coraje

Institucional

Celso Enrique Arabetti

Ese gran escritor de mi tierra de los vien-tos, que fue Eduardo Mallea, en su mag-nífico e irrepetible libro Historia de una pasión argentina, nos decía “que los pueblos como los hombres, no son dueños de sus fines, sino de sus caminos”.

Porque caminos vivos son los hombres, camino es el amor; camino, la caridad, el gozo y la alegría, la agonía y la angustia del poeta, el sueño del taciturno y el coraje del valiente.

Raffy, en su rica y permanente colabora-ción con nuestra Revista, no sólo nos ha ayudado a construir el camino que es EM-PRESA, sino también a transitarlo, gracias a la guía inapreciable de sus siempre opor-tunas e inteligentes enseñanzas.

Quienes hoy, circunstancialmente, tene-mos la responsabilidad de que EMPRESA siga su camino, nos hemos detenido un momento a su vera para testimoniar y ha-cer público nuestro reconocimiento por lo mucho que hemos recibido durante todos estos años, y tal vez por lo poco que hemos sabido agradecer.

Son muchas las cosas que en esta oportu-nidad podría decir de Raffy, pero las cir-cunstancias actuales, y los momentos que

vive nuestra querida patria, me llevan hacer algunas reflexiones que, no tengan dudas, brotan de mi profundo sentir, a la luz de lo mucho que de su prédica he aprendido. Es mi deseo que sepa interpretar también el sentir de quienes, aquí presentes, tratan de dar vida a cada numero de EMPRESA.

En un país donde el déficit institucional es una constante -con el que cada habitante no sólo ha terminado conviviendo- Raffy nos ha señalado, con permanente docen-cia, cuáles son las virtudes que se necesi-tan para construir ciudadanía y lo que la misma significa.

Magníficos y clarificadores fueron los con-ceptos que sobre el particular nos entregara en la exposición realizada en ACDE, la que luego y en vísperas de las últimas elecciones presidenciales publicáramos en EMPRESA.

Hoy, queremos reconocer no sólo su tra-yectoria como colaborador, y su perma-nente disposición, sino también lo que desde su profunda religiosidad nos ha apor-tado como periodista-ciudadano, filósofo-ciudadano, educador-ciudadano, intelec-tual-ciudadano y sacerdote–ciudadano.

Su accionar caracterizado por su preocupa-ción por el bien común se ha evidenciado

Palabras pronunciadas durante el reconocimiento de EMPrESA a rafael Braun (8 de julio de 2008) por su colaboración en la publicación.

Página 58 empreSA nº190

con la sabiduría de las almas nobles, como también con algo que hoy parece devalua-do por la sociedad, por no decir olvidado, pero que en Raffy cobra su verdadero valor y la espontaneidad de lo auténtico: coraje.

Resulta imposible y, por que no injusto, ex-presar nuestro agradecimiento sin mencionar la invalorable obra llevada a cabo en estos últimos años como Rector de Santa Catalina de Siena. Hemos visto en plenitud no sólo al artesano de las almas, sino también al desa-fiante emprendedor de realidades.

Si bien no soy amigo de las comparacio-nes, la he encontrado en Giorgio La Pira -ese político italiano de la estirpe de los Moro, los Fanfani, que en las huellas de De Gasperi, configuraron la vertiente moral de la democracia cristiana italiana-, personaje hoy en camino de beatificación, que tuvo un duro desafío, el que afrontó gracias a la fuerza que le dieron sus profun-das virtudes cristianas.

El apacible Arno, en esa terrible inundación de noviembre de 1966, no había tenido pie-dad para con la irrepetible Florencia. La Pira era el intendente de esa ciudad, patrimonio de todos. Así como Florencia había sabido arrodillarse ante el arte, ahora también debía saber como ponerse de pie ante la adversidad. Y La Pira supo conjugar los verbos: asumir, discernir, reconstruir. Y así pasó a la acción.

Creo que Santa Catalina de Siena tuvo su Arno, pero también tuvo su La Pira. Raffy, aceptando la realidad, supo darle respues-ta, proponiéndose los medios y los fines para pasar a la acción.

Raffy no encontró la Cruz de Cimabue casi destruida, en la que el arte italiano dejó de imitar al bizantino, ni la Puerta del Paraíso del famoso Baptisterio sin algunos de sus paneles. Pero sí encontró parte de la historia de la Iglesia y también de nuestra Patria; rescatarlas no era sólo una restauración arquitectónica, sino un verdadero salvamento con dimensión moral. Su inteligencia lo llevó a unir fuerzas y acercar las intenciones. Nada impide la reconstrucción.

Raffy, gracias nuevamente por el coraje ante el desafió que tuviste por delante.

Hoy 8 de julio, en las vísperas de un nuevo aniversario de la declaración de nuestra independencia, vivamos con renovada esperanza lo que los hombres de 1816, nos legaron; sepamos vivir como ciudadanos.

Raffy, quisiera terminar con las palabras que encontré en el Escudo de Armas de uno de nuestros máximos próceres de la Patria, las que me han parecido oportuno recordar: “Vivir se debe la vida de tal suer-te que viva quede en la muerte”.

Institucional

Agosto / Septiembre 2008 Página 59

La droga, sinónimo de muerte

La Conferencia Episcopal Argentina advirtió, en una de sus cartas pastorales titulada “La droga, sinónimo de muerte”, el dolor de muchas familias cuyos hijos “quedaron

atrapados por los efectos de la droga y sus secuelas de muerte y destrucción”; y consideró que “su comercio de muerte se instaló entre nosotros” para quedarse en la

escuela, en el club, en la esquina, en los boliches y recitales, en la cancha, en las cárceles y hasta en los lugares de trabajo”.

En otras partes del documento asegura que “el narco-negocio se instaló en nuestro país, prospera exitosamente, destruye familias y mata”.

S o c i e d a d

Conferencia Episcopal Argentina

Los obispos argentinos, reunidos en nues-tra Asamblea Plenaria, hemos recogido el eco doloroso de muchas familias de todo el país, cuyos hijos quedaron atrapados por los efectos de la droga y sus secuelas de muerte y destrucción.

En la Argentina que anhelamos no sobra nadie. Sin embargo, la droga y su comercio de muerte se han instalado entre nosotros; entró para quedarse en la escuela, en el club, en la esquina, en los boliches y reci-tales, en la cancha, en las cárceles y hasta en los lugares de trabajo. Tan flagrante marginación de nuestros niños y jóvenes nos produce mucho dolor y “la Iglesia no puede permanecer indiferente ante este flagelo que está destruyendo a la humani-dad, especialmente a las nuevas generacio-nes” (Doc. Aparecida, 422).

Toda la vida de Jesús es manifestación del infinito amor de Dios por nosotros, significado en sus gestos de compasión y misericordia. Muere en la Cruz por todos, y resucita para darnos vida en abundancia. Sus palabras reflejan siempre lo que lleva-ba en el corazón. Así lo vemos, por ejem-

plo, en la parábola del buen samaritano. Aquel hombre caído a la vera del camino, herido y golpeado por ladrones, es signo de los que están abatidos y agobiados por toda clase de males. Hoy nos interpelan de modo particular los rostros sufrientes de quienes están atrapados y condenados por una de las calamidades más grandes de estos últimos tiempos, como es el consumo y las adicciones a la droga.

Indignos escenarios de muerte

El narco-negocio se instaló en nuestro país, prospera exitosamente, destruye fa-milias y mata. Nuestro territorio ha dejado de ser sólo un país de paso. Observaciones confiables y de diversas fuentes nos advier-ten que el consumo arraiga en los jóvenes, y avanza sobre la inocencia y fragilidad de los niños. Cuando se asocian a las malas compañías del alcohol, los inhalantes, la violencia y el desamparo, el resultado es un complot para el exterminio.

Desde los más altos niveles, su tráfico genera corrupción y muerte: asesinatos

Documento de la Conferencia Episcopal Argentina, brindado en Pilar, el 9 de noviembre de 2007, al término de la 94. ª Asamblea Plenaria.

Página 60 empreSA nº190

por encargo, extorsiones, dependencias esclavizantes, prostitución. “El uso abusivo de drogas es una grave falta moral porque afecta a la salud e incita a actividades clandestinas igualmente dañinas” (Cate-cismo de la Iglesia Católica, nº 2291).

En todos los am-bientes, los que prueban la droga por curiosidad y se convierten en adictos, si no lle-gan a una muerte prematura, frenan su crecimiento y desarrollo personal. Todo lo que esté re-

lacionado con la droga es deshumanizante, anula el don de la libertad, sumerge en el fracaso los proyectos de vida y somete a las familias a duras pruebas.

Los familiares y amigos de los adictos se enfrentan día a día, con impotencia, a un enemigo de enorme capacidad de mal. No está demás decir, que una persona drogada resigna su espacio en la sociedad: todos pierden sus vínculos afectivos, el obrero su trabajo, el joven y el niño la escolaridad.

En este angustioso marco, la Iglesia procla-ma la Buena Noticia de Dios que nos con-duce a la Vida: Jesucristo, que ha vencido a la muerte y nos ha señalado el camino de salvación. Con los obispos de América Latina anunciamos que “la alegría que hemos recibido en el encuentro con Jesu-cristo, a quien reconocemos como el Hijo de Dios encarnado y redentor, deseamos que llegue a todos los hombres y mujeres heridos por las adversidades; deseamos que la alegría de la Buena Noticia del Reino de Dios, de Jesucristo vencedor del pecado y de la muerte, llegue a todos cuantos yacen al borde del camino, pidiendo limosna y compasión (cf. Lc 10, 29-37; 18, 25-43).

Conocer a Jesús es el mejor regalo que puede recibir cualquier persona; haberlo encontrado nosotros es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida, y darlo a conocer con nuestra palabra y obras es nuestro gozo” (Doc. Aparecida, 29).

Las causas

¿Por qué la droga encuentra un campo tan propicio para su expansión? Juan Pablo II dice que “la droga no es como un rayo que cae en una noche luminosa y estrellada. Más bien es como un rayo que cae en una noche tormentosa...”. Esa noche tormen-tosa describe el vacío existencial que pro-duce el contexto consumista y hedonista en el que vivimos. Nuestra sociedad ha distorsionado el sentido de la vida y los va-lores. El “ser más” ha dado paso al “tener más”.

Los jóvenes se sienten sin raíces, obligados a afrontar un presente fugaz y un futuro incierto. Se suma a esto que muchas ve-ces no encuentran adultos disponibles para la escucha y la comprensión. De tal forma, que la drogadicción no es sólo un problema de “sustancias”, sino más bien de cultura, valores, conductas y opciones. Es expresión de un malestar profundo que algunos llaman “vacío existencial”. Así pues, para una cantidad creciente de jóve-nes, se afianza la convicción que vivir no tiene sentido, no vale la pena. Más de una vez, hemos escuchado decir a jóvenes en situación de riesgo: “yo ya estoy jugado”; para ellos, felicidad, libertad, amor, son sólo palabras huecas, tan vacías como sus bolsillos o estómagos. Padecen la “vida deshonrada”, en una sociedad inhóspita e indiferente, y muchas veces sin una con-tención de sus hogares y familias.

El demonio, “padre de la mentira” odia la salud y la vida, busca aliados para expandir

S o c i e d a d

El narco-negocio se instaló en nuestro

país, prospera exitosamente, destruye

familias y mata. Nuestro territorio ha

dejado de ser sólo un país de paso.

Agosto / Septiembre 2008 Página 61

como peste este veneno. Genera verdade-ras estructuras de pecado que desprecian el amor y la dignidad humana.

Caminos a recorrer

Todos sabemos algo acerca de la droga, es un tema de la vida cotidiana en nuestras casas. Al mismo tiempo, advertimos que es una realidad muy compleja: por un lado, su organización con métodos mafio-sos y vínculos insospechables en todos los niveles parece no tener límites; por otro, la ausencia de valores en todos los estra-tos sociales, el escándalo de la pobreza y la exclusión social, achican los horizon-tes y esperanzas de nuestros jóvenes. Al no reconocer la profundidad y gravedad de esta deuda para con las generaciones del presente, estamos favoreciendo su negocio letal. Nos falta la valentía y el coraje necesarios para encarar seria-mente este problema. La indiferencia, el consumismo, la desunión de la familia, sumados al poderoso tráfico y comercio de drogas, abre el camino para destruir a los más vulnerables: nuestros chicos y chicas. Porque confiamos en la preven-ción educativa, nos parece insuficiente la atención que presta a este tema la Ley de Educación Nacional, recientemente aprobada.

La lucha contra la droga-dependencia no es un interrogante sin respuesta, aunque ésta nunca será sencilla. La situación es grave y requiere una acción mancomunada de toda la sociedad, que a corto plazo pue-da transformarse en política de estado.

La experiencia nos enseña que los caminos para enfrentarla van en tres direcciones:

- Promover una cultura de la vida, fundada en la dignidad trascendente de toda per-sona humana, llamada a ser feliz y a vivir

libre de toda esclavitud; cuánto más de estos falsos paraísos de la droga.

- Despejar la falsa ilusión de que de la adicción se entra y se sale fácilmente. Por supuesto que muchos, con gran esfuerzo y apelando a diversas ayudas y tratamien-tos, podrán recuperarse. Recordemos que siempre el amor de Dios se acerca a quienes se disponen a crecer en dignidad: “En el mundo tendrán tribulaciones, pero no teman, Yo he vencido al mundo” (Jn. 16,33).

- Denunciar y perseguir a los mercaderes de la muerte que con el escandaloso co-mercio de la droga están destruyendo a la humanidad, especialmente a las nuevas generaciones, para lo cual deben concurrir todos los recursos que cuenta nuestro Esta-do de derecho, en una lucha frontal contra el tráfico y el consumo.

S o c i e d a d

La drogadicción no es sólo un problema de

“sustancias”, sino más bien de cultura, valores,

conductas y opciones. Es expresión de un malestar

profundo que algunos llaman “vacío existencial”.

Página 62 empreSA nº190

El Evangelio anuncia la cultura de la vida

Jesús nos da fuerzas cuando nos dice: “Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia” (Jn 10,10). A todos los que fueron tocados por esta miseria y sufren esta penosa esclavitud, especialmente a los niños y jóvenes, que-remos abrazarlos y llevarlos al Corazón de Cristo para decirles que “Dios nos ama, que su existencia no es una amenaza para el hombre, que está cerca con el poder salvador y liberador de su Reino, que nos acompaña en la tribulación, que alienta incesantemente nuestra esperanza en medio de todas las pruebas” (Doc. Apare-cida, 30).

El desafío es grande. Entre todos debemos generar una red social que propicie la cultura de la vida. En este esfuerzo es fun-damental el concurso de toda la sociedad, para gestar un compromiso solidario que comprenda a madres y padres, docentes, funcionarios, medios de comunicación, instituciones religiosas; en fin, para que en todos los ámbitos sociales haya una con-tundente opción por la vida fundada en la dignidad de la persona. Debemos recrear caminos de esperanza, fortaleciendo metas e ideales, que den sentido a la existencia, reconstruyendo una cultura, en la que el esfuerzo, el sacrificio y aún el dolor, hagan prever una cosecha de frutos abundantes para el bien común.

Esta red social deberá propiciar:-la denuncia de hechos delictivos o polí-ticas que por acción u omisión favorezcan las adicciones.

-una estrategia de prevención basada en tareas educativas en todos los niveles, fun-damentalmente en el seno de la familia, las iglesias, la escuela, las fuentes de traba-jo, las comunidades barriales y en todos los

ambientes donde se dignifique y se celebre la vida.

-la multiplicación de espacios sanantes donde se facilite la recuperación de los adictos y su reinserción a la sociedad.

El Señor Jesús proclamó “bienaventura-dos los que son misericordiosos porque obtendrán misericordia” (Mt 5,7). A la escucha de esta Palabra, queremos animar y caminar junto a todas las personas que han acercado su corazón a la causa que nos ocupa: en primer lugar, a las madres que ven sufrir a sus hijos y se organizan para protegerlos. A los hombres y mujeres, que con responsabilidad y amor al prójimo, no pasan de largo ante la tragedia que nos embarga y entristece a todos. Alentamos especialmente a los profesionales del Dere-cho y la Justicia a obrar con celeridad ante este flagelo, pues están en juego miles de vidas que necesitan la protección de la Ley para seguir creciendo como ciudadanos.

Agradecemos a Dios que muchas insti-tuciones religiosas y organizaciones de la sociedad civil ya trabajan en variadas ini-ciativas terapéuticas de prevención y con-tención. Invitamos a todos a obrar como el buen samaritano. Como Iglesia, con la fuerza que nos viene del Evangelio de la Vida y con los humildes medios que con-tamos, renovamos nuestro deseo de estar al servicio de la sociedad para comprome-ternos solidariamente a enfrentar este mal. Para ello, estamos elaborando un programa de acción pastoral que sea signo del amor de Dios por los que sufren. Confiamos que nuestro Padre habrá de inspirarnos a todos para que logremos dar la respuesta oportu-na y eficaz a este drama.

La Virgen Santísima, como buena Madre nos acompañará en esta misión. Los heridos por las adicciones la buscan, y Ella les perte-nece y la sienten como madre y hermana.

S o c i e d a d

Página 64 empreSA nº190

Enrique Shaw El compromiso de una vida cristiana

Test imon io

Celso Enrique Arabetti

El 27 de agosto pasado se cumplieron 46 años de la muerte de Enrique. En el correr de los años su pensamiento no solo nos acompaña, sino que también se agiganta.

Quienes en momentos difíciles releemos sus “Notas y apuntes personales” encontramos siempre la respuesta adecuada a nuestra fragilidad espiritual. Su preocupación por el hombre, su ejemplo de vida tanto en el ámbito familiar como laboral, la búsqueda permanente del bien común y la aceptación de que lo que Dios pidiera a su vida era el camino de su realización, fue la constante que marcó el verdadero sendero de santidad

Enseñemos a las jóvenes generaciones, que muy cerca de él tienen un claro testimonio y un ejemplo para imitar. Que los verdade-ros valores que Enrique defendió no sean una mera enunciación sino que aprenda-mos a vivirlos, ya que así también será más fácil la búsqueda de Dios.

Enrique se anticipó a los tiempos, implan-tar el Reino de Dios en el mundo de los negocios fue su desafío. ACDE, es hoy he-redera de algo que mucho nos enorgullece: nuestro poder de anticipación.

De sus Notas y apuntes, son estas reflexio-nes que hoy compartimos:

Hay que remediar las injusticias, trabajar con eficacia, energía, iniciativa. Conside-

rar como deber de Estado el ser eficientes. Para poder distribuir más hay que producir más. Además, la eficacia es la mejor ga-rantía de la continuidad del trabajo para los obreros. Es más que importante que la empresa crezca.

No hay que descuidar el progreso técnico ni el económico, hay que extender la pro-piedad privada. Es necesaria una distribu-ción más justa de las riquezas.

Hoy es cosa sabida que nada anda bien en una sociedad donde muchos están mal.

Hay que distinguir y desechar lo superfluo. Lo superfluo es vanidad aun en nuestras empresas.

Debemos fomentar la cooperación, edu-cando para que desaparezca la incertidum-bre y la dependencia excesiva en que vive el obrero, que constituye -según los Papas- la esencia del proletariado.

Debemos tener sentido de responsabilidad. Pío XI en Divini redemptoris, al dirigirse a los patrones decía: Acuérdense de su res-ponsabilidad.

El ser eficientes es un deber de Estado. Es un deber hacerse suplementar para que la función patronal sea cumplida. “Si uno puede hacer, ayudar a hacer”; así lo decía León Harmel.