REVISTA DIEZ, NÚMERO 75

DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos.

Revista catorcenal, hecha en la tierra de los cositías con la bendición de Tata Lampo.

Editor responsable: Alejandro Benito Molinari Torres

Contacto: [email protected]

Contenido

5.- EDITORIAL:

Como el ámbar.

8.– ZAGUÁN:

ARENILLA: Desde una mesa.

11– PATIO:

Fotografías de la quincena.

19.– Chica de DIEZ: FANNY

20.– BALCONES:

La Frontera y Balún-Canán (un borrador)

Autor: Carlos Gutiérrez Alfonzo.

28.– CORREDORES:

Casa de Citas: Pollitos de granjas

metafísicas.

Autor: Héctor Cortés Mandujano.

36.– SITIO:

Respiración de libro a boca del corazón.

44.– ACTUALIDADES.

50.– Chica de DIEZ: FANNY


Comitán, ciudad que habla de vos

Fanny


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DE LA VIDA

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EDITORIAL Como el ámbar


¿Quién supone que en el corazón de la tierra está el ámbar? ¿Cómo advertirlo si en

la superficie sólo piedras, humildes guijarros?

¿Quién puede, al ver la fachada sencilla de esta capilla, advertir que en su inte-

rior hay algo como el corazón de un cielo? Esta capilla está en el “Parador Museo

Santa María” y, como si fuese un copón, contiene el cuerpo de Cristo, en su forma

más sutil, en la más etérea: el arte.

En su interior existe una colección de cuadros y tallas de prodigiosa factura. Sólo

a alguien como Mario Uvence Rojas pudo ocurrírsele tal hazaña. ¿En cuántos pue-

blos abandonados del mundo existen capillas que son, a su manera, hijas de la Capi-

lla Sixtina? ¡En pocos, muy pocos! En la zona de Comitán contamos con este prodi-

gio. ¡Larga vida a los hombres que, en terreno árido, siembran sueños!



El Museo Parador Santa María

está ubicado en la Carretera que

conduce a la zona de Los Lagos de

Montebello. Antes de llegar a

Yuria, antes de Chinkultic, antes

del verde ¡el oro de la creación!



La Fundación Cultural Santa María, A.

C., en su propósito de difundir los valo-

res de la cultura, exhibe en esta capilla-

museo una notable colección de obras de

arte de los siglos XVI al XIX donde

nuestros visitantes podrán apreciar

magníficas pinturas al óleo, tallas en

madera y marfil o productos de los orfe-

bres del barroco mexicano.

La historia del México Virreinal es

infinitamente rica y variada en su pro-

ducción estética. En esta exhibición se

dan cita trascendentes firmas del arte colonial mexicano entre las que des-

tacan Juan Correa, Manuel Arellano, José de Páez, José Alcibar, y los chia-

panecos Andrés de Mazariegos y Juan de Aguilar.

Rescatar y preservar nuestra cultura son objetivos fundamentales de

quienes la promovemos. El Estado de Chiapas a través de su extraordina-

rio patrimonio busca compartir la recreación espiritual y los privilegios de

la vista con sus visitantes.

Esperamos que esta modesta contribución al desarrollo cultural de esta

región fronteriza y de Chiapas deje una honda huella entre quienes apre-

ciando el arte renuevan la esperanza por un futuro mejor.

Texto de la placa que se encuentra en la entrada del Museo.



ZAGUÁN

ARENILLA



ARENILLA Desde una mesa

El edificio de la Casa de la Cultura

fue, en los años setentas, la Preparato-

ria de Comitán. Tal vez por esto es que

sus corredores siguen convocando a

tantísima gente. Debe ser que en su pi-

so y en sus paredes de piedra aún hay

resabios de aquellos tiempos. Tal vez

por ahí están embarrados los sueños

de tantos muchachos que, como barcos

titubeantes, oteaban el horizonte.

¿Cuántos cumplieron sus sueños? No

lo sé. Tal vez por esto hay algo como

una luz en ese espacio.

Y digo esto porque varios comite-

cos han hecho de este espacio su espacio.

Ahí hay una cafetería con un pésimo

servicio y, me cuentan, con un pésimo

café. No obstante, los convidados de to-

dos los tiempos acuden a la mesa de

siempre y desde ahí ven cómo transcu-

rre el tiempo. Son grupos perfectamente

identificables. Son integrantes de una

cofradía que acuden puntualmente a la

cita.

En la vorágine del día pocos advier-

ten cómo el tiempo se diluye. Medio

mundo corre, pero ellos, como si vieran

llover, presencian el derrumbe del día.

El misterio de la vida se consume frente

a su mirada. ¿Por qué acuden mañana a

mañana, tarde a tarde? Tal vez pepenan

los sueños ahí consumidos.

Nunca como cuando fue la Prepara-

toria dicho espacio estuvo tan lleno de

vida. La vida, ya Sabines lo dijo: “es el

ala que aún no inaugura el vuelo”.

Estos hombres, tal vez, son los so-

brevivientes de los sueños ajenos. Tal vez

son los capitanes que se resisten a aban-

donar el navío. Tercos, necios, acuden

cada día, como fieles irreductibles, a la

ceremonia donde confirman su vocación

de hombres sin alas.

¿Qué piensan esos hombres que,

desde una mesa de café y sin más herra-

mienta que la palabra, componen el

mundo?


Las

Cajitas

de

Molinari

Son de

DIEZ



PATIO

Fotografías de la quincena



Y ni a quién ECHARLE la culpa de esa “hache” de más.



¿Se llegó el momento? ¿Solito se llegó?



Además de inalámbrico ¡es invisible!



Quiero visitar el Museo, pero ¿me deja‟sté entrar al sanitario

para que no orine una de las salas?



¿AY de coco? ¿Así de dolorosas son?


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Conjuros de Alejandro Molinari

Poesía.

De la serie

Letras Nuevas.

Una edición de

Coneculta-Chiapas.

Pausa

El caminante necesita una pausa; también la necesita el que vuela.

¿Acaso la eternidad que cabe entre un segundo y otro no es una

pausa?

¿Qué otra cosa sino pausa, el rojo de una granada, el arco de la

casa y la línea sobre el agua?

Una pausa es la ida, otra pausa el retorno; y entre esos dos

instantes: un puente de viento, de agua.



En la DIEZ embotellamos el aire

puro para que

¡respirés vida!

Fanny



BALCONES


La Frontera

y

Balún Canán

(un borrador)

Carlos

Gutiérrez

Alfonzo



Mientras busco definir las coordena-

das de mis ideas sobre los universos li-

terarios que se manifiestan en el Sur

de México y Centroamérica, a partir

de las migraciones y las fronteras, ha

dado vuelta por la red el video titulado

“El tren de las moscas”, película de

Nieves Nieto y Fernando López Casti-

llo, en la que se relata cómo en Guada-

lupe o la Patrona, comunidad situada

en el municipio de Amatlán de los Re-

yes, Veracruz, 14 mujeres desde hace

15 años dan de comer y beber a los mi-

grantes que intentan llegar a los Esta-

dos Unidos de Norteamérica. Viene a

mi mente, pronto, que a principios de

este año hubo una marcha de Arriaga,

en el estado de Chiapas, hacia Chahui-

tes, Oaxaca, con la que se buscó llamar

la atención sobre los abusos que sufren

los migrantes en su paso por la re-

pública mexicana con destino hacia el

Norte. Y para que el cuadrado quede

debidamente dibujado, cito dos casos

más: la fuerte presencia de trabajado-

res temporales, provenientes de Guate-

mala y El Salvador, sobre todo, en las

plantaciones de papaya y plátano ubi-

cadas en el municipio de Mazatán, en

el estado de Chiapas. Y el registro de

una considerable población de mujeres

hondureñas en Frontera Comalapa,

municipio chiapaneco que colinda con

Guatemala. La elección de estos dos

últimos casos tiene que ver con moti-

vos personales.

Los parámetros anteriores no me

dejan frente a respuestas claras. Al

contrario, me colocan ante una pre-

gunta: ¿Por qué los creadores litera-

rios (por lo menos los de Chiapas) con-

tinúan dándole la espalda a estas reali-

dades configuradas en el extremo sur

de México? Esta pregunta me lleva

hacia otras más: ¿acaso sigue pesando

sobre cada creador el hecho de que la

población indígena y campesina de

Chiapas no haya resuelto lo necesario

y que toda mirada que se lance hacia

otras realidades sea vista como super-

flua? ¿Cuáles son las preocupaciones

de los narradores y poetas chiapane-

cos? ¿Cuáles son sus universos narra-

tivos, poéticos? No es mi intención

ahora responder estas interrogantes.

Al contrario, seguiré arrojando más y

más cuestionamientos que me ayuden

a marcar las líneas con las que quizá

logre aprehender los universos litera-

rios que se manifiestan en el Sur de

México, en especial en Chiapas, a par-

tir de las temáticas de las migraciones



y las fronteras.

Otros compañeros y yo, quienes

formamos parte de la Red de Investi-

gaciones Teórico-Literarias, hemos ele-

gido esas temáticas, por la relevancia

que tienen en este mundo globalizado,

en el que las fronteras se cierran para

impedir el tránsito de las personas y se

fomentan las migraciones de los pro-

ductos. Quizá, con esta elección, hecha

por investigadores del norte, del golfo

y del sur de México, estamos constri-

ñendo un universo que puede ser más

amplio. Me apresuro a decir que no

creo que la nuestra sea una posición

reduccionista. Más bien la veo como

una manera de centrar nuestros inte-

reses de investigación. Pero he empe-

zado a hablar en plural y ello me com-

promete más de la cuenta.

Desde hace tiempo había tenido la

intención de interrogarme acerca de

mi procedencia, la que, lo veo ahora,

tiene una raigambre fronteriza. Ese

propósito se acentuó aún más cuando

empecé a vivir con intensidad mis gra-

tas estancias en la costa chiapaneca,

cuyo centro de atracción es la ciudad

de Tapachula, tanto para quienes habi-

tan a lo largo de la costa como para

quienes viven, en Guatemala, y en los

años recientes, en El Salvador y Hon-

duras. Tapachula ha sido relevante

porque alrededor de ella fueron insta-

ladas fincas cafetaleras, a finales del

siglo XIX y principios del XX, cuyos

propietarios eran, sobre todo, alema-

nes. Atrás de ellos llegaron los chinos y

la mano de obra guatemalteca y de los

Altos de Chiapas.

-En Balún Canán aparecen refe-

rencias a la frontera geográfica, me di-

jo mi amigo cuando le platiqué en qué

andaba yo. Y agregó: -Claro, están ahí

también las otras fronteras que han si-

do analizadas por los estudiosos de la

obra de Rosario Castellanos. Pero sí

hay una clara mención de la frontera.

Mi amigo y yo seguimos platican-

do sobre otros asuntos. Y en la noche,



cuando llegué a la casa, fui en busca de

Balún Canán. Y ahora, quiero compar-

tirles algo de lo que de mi interés fui

encontrando en dicha obra.

Lo primero que aparece es la

mención de la ropa de la nana de la ni-

ña: “Mi nana se puso su tzec nuevo, el

bordado con listones de muchos colo-

res; su camisa de vuelo y su perraje de

Guatemala” (Balún Canán 18).

La fiesta más animada de Co-

mitán es la de San Caralampio: “En

Comitán celebramos varias fiestas

anuales. Pero ninguna tan alegre, tan

animada como la de San Caralampio.

Tiene fama de milagroso y desde lejos

vienen las peregrinaciones para rezar

ante su imagen, tallada en Guatemala,

que lo muestra de rodillas, con gran-

des barbas blancas y resplandor de

santo, mientras el verdugo se prepara

a descargar sobre su cabeza el hachazo

mortal” (Balún Canán 35).

La siguiente descripción no sólo

me sitúa ante una concepción del terri-

torio en el que se desarrolla la obra, si-

no que también me ayuda a colocarme

en ese espacio que llegué a vivir cuan-

do mis padres nos traían a mi herma-

no y a mí a Comitán, cuando visitába-

mos a mi tía Zoila, quien vivía en el

barrio de San Sebastián, en una casa

de amplios corredores y paredes altas.

Dice la niña de Balún Canán: “Ya se

entablaron las aguas. Los caminos que

van a México están cerrados. Los auto-

móviles se atascan en el lodo; los avio-

nes caen abatidos por la tempestad.

Sólo las recuas de mulas continúan

haciendo su tráfico entre las poblacio-

nes vecinas, trayendo y llevando carga,

viajeros, el correo.

“Todos nos asomamos a los balco-

nes para verlas llegar. Entran siguien-

do a la mula madrina que hace sonar

briosamente su cencerro. Vienen con

las herraduras rotas, con el lomo lasti-

mado. Pero vienen de lejos y traen no-

ticias y cosas de otras partes. ¡Qué

alegría nos da saber que entre los cajo-

nes bien remachados y los bultos en-

vueltos en petate vienen las bolsas de

lona tricolor, repletas de periódicos y

cartas! Estamos tan aislados en Co-

mitán, durante la temporada de llu-

vias. Estamos tan lejos siempre. Una

vez vi un mapa de la República y hacia

el sur acababa donde vivimos nosotros.

Después ya no hay ninguna otra ruedi-

ta. Sólo una raya para marcar la fron-

tera. Y la gente se va. Y cuando se va

escribe. Pero sus palabras nos llegan



tantas semanas después que las recibi-

mos marchitas y sin olor como las flo-

res viejas. Y ahora el cartero no nos

trajo nada. Mi padre volverá a leer la

prensa de la vez anterior” (Balún

Canán 42).

A esa casa de mi tía, de la que he

hablado líneas arriba, llegaban los

chiríes, hombres o mujeres guatemal-

tecos que traían a Comitán a vender

cosas que pasaban de contrabando. La

siguiente escena me es familiar: “Una

mujer está parada en el zaguán, salu-

dando. Es vieja, gorda, vestida humil-

demente y lleva un envoltorio bajo el

rebozo […] La mujer deshace los nu-

dos del envoltorio y bajo la tela parda

brota una cascada de colores. Mi ma-

dre exclama con asombro y delicia:

-¡Qué primor!

-Son paños de Guatemala, legítimos.

No creas que se van a desteñir a la pri-

mera lavada. Te duran toda la vida y

siempre como ahora” (Balún Canán

47).

Zoraida no puede comprar las alhajas

que también le ofrece Pastora. Zoraida

argumenta que su marido le ha dicho

que no hay dinero. Y Pastora dice:

-Dile a tu marido que puedo venderle

lo que necesita.

--¿Qué?

-Un secreto.

-¿Un secreto?

-Un lugar en la frontera. No hay guar-

dias. Es fácil cruzarlo a cualquier

hora. Dile que si me paga le muestro

dónde es.

Mi madre sonríe creyendo que escucha

una broma.

-César no le va a hacer la competencia,

doña Pastora. No piensa dedicarse al

contrabando.

Doña Pastora mira a mi madre y repi-

te, como amonestándola:

-Dile lo que te dije. Para cuando sea

necesario huir” (Balún Canán 48).

La frontera es ese lugar desconocido,

al que se puede ir cuando no hay otra

opción más que la partida. Otra refe-

rencia a Guatemala: “El sol pica a

través del palio que colocaron sobre

nuestra cabeza y que está hecho con

sábanas de Guatemala” (Balún Canán

63).

¿De dónde vienen las cosas? De Guate-

mala: Acá, otro ejemplo:

-¿Ésa es la ermita donde rezamos ano-

che?

-Sí. ¿Te fijaste que la imagen de Nues-

tra Señora de la Salud es de bulto? La

trajeron de Guatemala, a lomo de in-



dio. Es muy milagrosa” (Balún Canán 75).

Habla Zoraida: “El vestido de novia era precioso,

bordado de chaquira como entonces se usaba. César

lo encargó a Guatemala. Era rico y como quería

quedar bien” (Balún Canán 88-89).

Lo único que estoy haciendo, como se han da-

do cuenta, es preguntarle al libro sobre la frontera,

sobre la relación que la gente de Comitán ha mante-

nido con Guatemala. Y los datos que he recibido de

él me resultan por demás atractivos.

En un texto anterior, aventuré algunas res-

puestas en torno a las fronteras internas descubier-

tas en mí en dos obras literarias. Ahora, al estar re-

visando Balún Canán, descubro que esas fronteras

internas, las que construyen a partir de la lengua,

del conocimiento mágico, están presentes también

en la novela de Rosario Castellanos. Pero no es mi

pretensión seguir hacia esa misma vía. Ahora explo-

ro lo relacionado con la frontera geográfica.

Quiero explorar la frontera; Rosario Castella-

nos me está ayudando en esta labor. No he citado

ahora todo lo que he ido encontrando sobre ello en

Balún Canán. ¿Y qué habrá en Los convidados de

agosto? Ahí voy, en esta ruta, que se define por las

preguntas que les lanzo a los textos. ¿Cuáles serán

las respuestas? Aún no tengo alguna entre mis ma-

nos.



CORREDORES



Casa

De

Citas

Héctor

Cortés

Mandujano

Pollitos

de

granjas

metafísicas



Luis Daniel Pulido es un poeta que pa-

reciera, en contraste, no quiere escri-

bir poemas. No importa que éste, In-

tencionalmente náufrago (Carámbura

Ediciones, 2010), sea el tercer libro

que publica y todos los días haya nue-

vas líneas suyas que celebrar en su

blog personal, Popotito 22, y en varias

bibliotecas virtuales.

Tal vez ni siquiera escribiría, creo,

si la paz, el amor, la felicidad, la fra-

ternidad y todas las bondades que tie-

nen nombres específicos existieran de

veras y no fueran fantasmas o vírge-

nes de Guadalupe que únicamente se

le aparecen de vez en cuando a viejeci-

tas crédulas o a indios canonizados.

Luis Daniel escribe, pues, como

reclamo.

¿Pero cómo no escribir así si el

mundo, éste que tenemos a la mano al que podemos llamar o Tuxtla Gutiérrez o

Chiapas, da lo mismo, está lleno de canallas, corruptos, infelices, dílers, prostitu-

ción, analfabetismo, crímenes y todas las maldades que tienen nombres específi-

cos y nunca aparecen en los boletines oficiales? ¿Quién va a hablar de esto si pa-

rece que hay un acuerdo de silencio?

Luis Daniel escribe, entonces, para mostrar su desacuerdo con el modo en

que está organizada la vida y para que reconozcamos su ternura por los niños y

su solidaridad —irónica, eso sí, y no siempre— con los que poco o nada tienen y

también para que conozcamos cómo su amor se estrella y se estrella y se estrella

contra los cristales detrás de los cuales se resguardan las mujeres que sólo alguna

vez fueron o nunca serán suyas.

Y por eso sus disparos de amor cambian constantemente de pecho femenino;

por eso a unas, ahora, tira la flecha de oro de la pasión amorosa y a otras, ayer, la

flecha de plomo del olvido. Por eso el amor del que habla no es edulcorado ni



light: tiene bombas en el pecho, fusil y

balas, lujuria, abortos, incendios, ori-

nes, semen, cocaína. Sus poemas,

además, cuando deja el discurso amo-

roso, señalan injusticias sociales, com-

ponendas políticas, la brutalidad de los

poderosos contra todos los que anda-

mos a pie.

Por eso, porque aquí hay un hom-

bre que vive y naufraga —no un poeta

que quiere quedar bien con todos para

que le den premios o ediciones institu-

cionales—, son sus poemas líneas car-

gadas de sudor, cotidianidad, palpita-

ciones continuas, pulso agitado, vida:

ese asunto que muchísimos que se dicen

poetas eluden en sus versos anémicos de

elementales jueguitos verbales y nada

que decir.

Muestra en este libro, Luis Daniel,

su humanidad sin tapujos ni cartas es-

condidas bajo la manga. Intencional-

mente náufrago es un libro honesto y

este adjetivo es muy difícil de aplicar en

estos tiempos. Pero es también un libro

que no elude la ternura, la evocación de

un mundo doméstico que pudo haber

sido un paraíso: un padre que no ha

muerto, una madre con corazón de azú-

car, unos hermanos súper héroes.

Pulido se asume en este volumen

como un exiliado en Tuxtla; igual po-

dría ser un contador de arenas del de-

sierto o el domador de cometas en el

monte Everest o salvavidas en el mar

tranquilo de Japón. En realidad Luis

Daniel es un hombre que tiene mucha

imaginación y vive a tope las horas que

le tocan vivir, lo que no excluye el buen

humor, la risa, aunque a veces decida

morirse voluntariamente o ser, como

su libro, intencionalmente náufrago.

Ese es su estilo de vida y al mismo

tiempo el pozo sin fin de donde salen,

como conejos de sombrero de mago o

pollitos de granjas metafísicas, las pa-

labras que luego se vuelven estos poe-

mas con sangre y vértebras; estos ver-

sos vitales, rabiosos “como un golpe

que se imagina interminable” o sutiles

como la “orilla de un mar transparen-

te” o irónicos como hacer una “nueva

fanfarria para el hombre común”.



***

Me quedó dando vueltas en la cabeza una idea que Amos Oz da como irrefutable

en Una pantera en el sótano (FCE-Siruela, 2005). Un padre dice a su hijo (p. 16)

que “todo tiene, por lo menos, dos caras, como es sabido por todos” y el niño dice

(p. 17) “Excepto la sombra, papá. […] Casi tuviste toda la razón, pero olvidaste

que la sombra, por ejemplo, tiene siempre sólo una”. Y allí queda sin refutación el

asunto.

Leí hace poco Filmográfica Amores perros, un libro extraño coeditado entre

otras por la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, la Universitat Politècnica

de València y Chengshui Art Center de Taiwán, en 2009. El proyecto de tres libros,

en el que están involucrados investigadores y artistas plásticos aborda

(tangencialmente en los ensayos, en este caso) tres películas emblemáticas de

México, España y China: Amores perros (2000), de Alejandro González Iñárritu;

Volver (2006), de Pedro Almodóvar, y El tigre y el dragón (2001), de Ang Lee.

Los ensayos de este volumen se refieren, entre otros temas, a la luz, el tiempo

y la gráfica relacionada con el cine. Una buena parte está dedicada a carteles, alu-

sivos a la cinta de González Iñárritu, diseñados por artistas de México, España y

Taiwán.

A lo que iba. En el ensayo “La eterna (in)visible, la luz y el arte contemporá-



neo”, de Carles Méndez Llopis, coordinador

de la publicación, hay una réplica a la idea de

Amos Oz (p. 12): “podemos entender perfec-

tamente la oscuridad como ausencia de luz,

sin embargo, no podemos concebir la sombra

sin la luz que la genere”. O sea, también la

sombra tiene dos caras.

***

Soy lector asiduo de Margaret Atwood desde

hace tiempo. Lo primero suyo que cayó en

mis manos fue El asesino ciego, una gran no-

vela en los dos sentidos obvios; luego he leído

con placer y contentura La mujer comestible,

Desorden moral, Lady Oráculo…

Hasta hace no mucho conseguí una de las

consideradas por la crítica como básica, fundamental en su producción: El

cuento de la criada. Atwood es canadiense y, hasta donde sé, propuesta perma-

nente para el Nobel de Literatura que, estoy seguro, ganará en cualquier mo-

mento. Es inteligente e irónica (los imbéciles no pueden ser irónicos) y tiene una

maquinaria muy bien aceitada para escribir las muchas páginas que casi siem-

pre suman sus libros.

Una noche de éstas me hallé en TV UNAM con la conversión de su novela a

película. El cuento de la doncella (The Handmaid’s Tale, 1990, dirigida por Vol-

ker Schlöndorff) la llamaron. Durante las dos horas que duró la cinta fui tan fe-

liz como si estuviera viendo caer ángeles del cielo (que no vinieran, por supues-

to, a anunciar el fin del mundo), lo que parece un contrasentido habida cuenta

que esta historia habla en ficción de un futuro espantoso para las mujeres que,

como somos su otra cara, compartiremos nosotros, los hombres.

***

En Vertiginosas textualidades (UNAM, 1999), colección de ensayos de Noé Jitrik,



hay uno, “El delicado nexo que une dos

textos”, que mezcla las dos personalida-

des literarias que, según este crítico ar-

gentino, eran afines: Humberto Eco y

Jorge Luis Borges.

Y no es nada más el asunto manido

de que el bibliotecario de la novela más

popular de Eco, El nombre de la rosa, se

llame Jorge Luis y sea ciego, sino la

mixtura y el afán de infinito con que

ambos han asumido su trabajo literario

(p. 26): “Borges inicia una vasta tarea

de demolición de los muros que sepa-

ran, por ejemplo, crítica literaria de na-

rración, biografía de crítica, historia de

relato”. En el caso de Eco, dice Jitrik,

en El péndulo de Foucault (p. 27) “la escritu-

ra no es tan sólo el sistema operacional de

las capacidades del lenguaje como instru-

mento sino, y esencialmente, una construc-

ción, una „obra‟ sin culminación, tan infinita

como el lenguaje mismo”.

Jitrik también hermana en su análisis,

“Hacia una semiótica de la riqueza”, a Bor-

ges con Calvino, aunque aquí sea más bien

en personajes a los que les pasan demasiadas

cosas que no entienden. Y hay varios ejem-

plos en ambos autores. „Gesta del idiota‟ lo

llama.

Hace una aclaración, en este tema, que

me retrajo a algo que como chiste se repite

en Villaflores (su origen es, desde luego, se-

rio). Allá se llama idiota a una mujer e idiote

a un hombre. Cito a Noé Jitrik (p. 61): “ni

Borges ni Sartre al hablar de „idiotas‟ quie-

ren decir „idiotas‟ sino „idiòtes‟, palabra que

designa una cualidad fundamental de la di-

ferencia, la singularidad”. Cuánta erudición

en la frailesca.

***

Ya he contado sobre el tiempo en que mi

papá pasó en el hospital, luego de una vida

de aventuras de todo tipo. Miguel Ángel Flo-

res, en “Contrasuberna” (Premio de Poesía

Aguascalientes 30 años, 1978-1987, tomo II,

editorial Joaquín Mortiz, 1997) me hizo re-

cordar a don Herminio (p. 138): “No escri-

biré la relación de hospitales:/ sobre sábanas

sucias/ se pudren la sangre y los sueños/ […]



Esta tierra que ayer fue harem/ es ahora olor a

yodo y medicina”.

En este volumen compilatorio está también

“Mar de fondo”, de Francisco Hernández, en

cuyo primer poema hay dos versos magníficos

(p. 217): “Me invade, como una enfermedad de

infancia, la/ paz inmerecida del orgasmo”.

Pero un poema suyo de índole narrativo

me dejó pasmado. Habla de cómo un tacuazín

devoró una guacamaya que quería su familia.

Su padre pone una trampa y, dice el poeta (p.

226-227): “Una mañana de noviembre, cuando

ya no pensaba en la captura, pude ver al

„asesino‟ al fin cautivo, parapetado al fondo de

su instinto.

“Alguien puso un machete en mi mano y abrió/ ligeramente/ una puerteci-

lla.

“Sentí que el arma pesaba una tonelada de plumas.

“Oí voces que me instaban a la venganza.

“Muerto de miedo, dejé ir el machete hacia el cuerpo de la bestia y sólo

abrí los ojos cuando un chillido espantoso salió volando de la trampa, dejándo-

me en la frente mapas de sangre.”

***

Hace años leí una columna de Vargas Llosa donde hablaba de que, al fin, había

terminado de leer, hoja por hoja, las obras completas de, creo, Alfonso Reyes. Lo

recordé porque leo el Teatro completo de Bertolt Brecht. Cuando terminé Un

hombre es un hombre y, su epílogo, El elefantito, noté que voy en la página 320 y

que el enorme volumen llega hasta las mil 805. Ni me apuro. Así me he echado

varias obras completas. Ya les contaré.

Contactos: [email protected]



SITIO

ISABEL,

Chica

Diez

2011



Respiración de libro a boca del corazón



Dr. Fernando

López y Sánchez

Román y su esposa

Luz González

Cosío de López,

fundadores de la

Cruz Roja

Mexicana.

El Gobierno del estado de Chiapas, a través de Coneculta-

Chiapas, y el Gobierno Federal, a través de Conaculta, edita-

ron el libro: “Cruz Roja Mexicana: más de medio siglo sirvien-

do a Chiapas”.

En una edición digna, con interiores en couché y selección

de color, que da cuenta de la historia de la fundación de las De-

legaciones locales.

En el caso de la Delegación Comitán, el “Diario de Co-

mitán” publicó un artículo, el pasado 17 de mayo, con el si-

guiente título: “Se hunde la Cruz Roja en Comitán”. Dicho

artículo explica la condición precaria en que subsiste la delega-

ción que, a pesar de todo, presta un servicio invaluable en ca-

sos de desgracia. Es una pena que, como dice el Lic. Francisco

Gamboa Lara, no fomentemos el hábito de la donación en el

espíritu de los niños y de los jóvenes.

Uno de los lemas de la Cruz Roja es: “Nadie es tan pobre

que no pueda ayudarla, ni tan rico que no pueda necesitarla”.

Valdría la pena hacer conciencia en dicho lema.



¿Hace cuánto tiempo inició

sus labores la Cruz Roja en

Comitán? De acuerdo con

el libro, el principio fue en

1983.

28 años han transcurri-

do y en dicho lapso se han escrito páginas modes-

tas y gloriosas en bien de la sociedad.



El libro da cuenta de los esfuerzos conjuntos en pro del

servicio. Los directivos, administrativos, personal médi-

co, voluntarios y damas voluntarias destinan su tiempo y

su voluntad en auxilio de los necesitados. En la foto ve-

mos a Paty de Galindo, Carmelita Robles (+), Paty Alcá-

zar, Dely Zepeda, Emita de Figueroa, Hilda de Molinari

y Lily Pulido.



28 años de trabajos para dignificar la insti-

tución. En las fotografías aparecen los ros-

tros de cuatro presidentes del Consejo Di-

rectivo de la Delegación Comitán: (1) Au-

gusto Caralampio García Pérez, presidente

en el periodo 1983-1987. (2) Augusto Moli-

nari Bermúdez, presidente en el periodo

1987-1989. (3) Jorge Gordillo Mandujano,

presidente en el periodo 1989-1993. (4) Sal-

vador Robles Dorado, presidente en el pe-

riodo 2004-2010.

Juan Ramón Galindo Albores fue presi-

dente en el periodo 1993-1996. Armando

Domínguez Zenteno, presidente en el perio-

do 1996-1998. Rogelio Ríos Santos, presi-

dente en el periodo 1998-2001 y José Anto-

nio Guillén Jiménez, en el periodo 2001-

2003.

Datos y fotografías tomados del libro mencionado.



Estamos llenos de cultura.

¿Cuándo venís a

Comitán a

llenarte de luz?

Consejo Ciudadano de Cultura Municipal


Honorable Ayuntamiento

de Comitán

y

Universidad

Mariano N. Ruiz

¿Te gusta escribir? El Centro Comiteco de Creación Literaria es

¡para vos! Ser parte del Centro no tiene algún costo económico. Lo

auspicia el Honorable Ayuntamiento de Comitán 2011-2012.

Sesionamos los miércoles en la sede del Centro, frente al Santuario del

Niñito Fundador.



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La destacada artista comiteca Sonia Conde Durán celebró su cumpleaños. El

Consejo Editorial de DIEZ envía sus parabienes y desea que cumpla muchos

años más en plenitud, para bien de la sociedad.

Es loable la labor que ella realiza con niños y jóvenes comitecos en su

Academia Musical.



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CRÓNICAS DE ADOBE

En el programa radiofónico del martes 17 de mayo asistió la Química Ángela

Susana Ramírez Román quien comentó el tema: “La vejez y el sentido de la

vida”.

La Química Ramírez Román es Vocal de Comunicación del Patronato de la

Casa Hogar para Ancianos El Sagrado Corazón.

Asimismo invitó al auditorio a asistir el sábado 21 de mayo, al Teatro de la

Ciudad, para escuchar un Concierto Romántico con el tenor Humberto

Cravioto, a beneficio de la Casa Hogar.

En la foto: Paty Espinosa Vázquez y Genaro Aguilar.



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Alumnos del sexto semestre de bachillerato del

Colegio Mariano N. Ruiz presentaron el miércoles

18 de mayo un “Simulacro de profesiones”.

Dicho acto se realizó en el Aula Magna de las

instalaciones de la Preparatoria, en Los Sabinos.



Sí, nos da pena decir que somos casi casi

¡perfectos!, pero así es.

Tenemos únicamente lectores de DIEZ,

escritores de DIEZ, patrocinadores de DIEZ y

chicas de DIEZ.

ISABEL es la chica DIEZ 2011.

¡Que su luz y mirada de albahaca permanezcan

todo el año en tu corazón!

Recordá siempre que vos, lector,

sos lo más importante de tu

Revista DIEZ.



Visitanos

¡No te arrepentirás!



Fanny

En la DIEZ

diseñamos cielos a tu medida.

¡Nos vemos en el 76!

REVISTA DIEZ, NÚMERO 75

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