Revista del Instituto de Cultura

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REVISTA del INSTITUTO ck CULTURA PUERTORRIQUEÑA ANTROPOLOGIA UTERATURA TEATRO ARQUITECIVRA HISTORIA ARTES PLÁSTICAS MOSICA ENERO.MARZO, 1975 San Juan de Puerto Rico

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Primera serie número 66, enero - marzo de 1975.

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REVISTAdel INSTITUTO ck

CULTURA PUERTORRIQUEÑAANTROPOLOGIA

UTERATURA

TEATRO

ARQUITECIVRA

HISTORIA

ARTES PLÁSTICAS

~

MOSICA

ENERO.MARZO, 1975

San Juan de Puerto Rico

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COLABORADORES

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R E v 1 s T ADEL INSTITUTO

DE CULTURAPUERTORRIQUEÑA

JUNTA DE DIRECTORES

Enrique Laguerre, PresidenteMilton Rúa Carlos CondeCarlos Sanz Samuel R: QuiñonesAmelia G. de Paniagua Jesús María Sanromá

Director Ejecutivo: Luis M. Rodríguez MoralesDirector de'la Revista: Ricardo E. Alegría

Apartado 4184 SAN JUAN DE PUERTO RICO

AÑO XVIII 1975ENERO - MARZO

SUMARIO

NÚIn.66

Rafael W. Ramírez de Arellano (1884-1974) 1

Como vivían nuestros abuelospor Rafael W. Ramfrez 3

La última tardepor Rafael W. Ramfrez 7

La música y el baile en Puerto Ricopor Marcelinoj. Canino 10

Luis Leal en el Instituto de Cultura Puertorriqueña,Convento de Santo Domingo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17

SanJuan de la Cruzpor Francisco Matos Paoli 19

Francisco Mariano Quiñones: In Memoriam(1830-1908)

por Ismael Reyes Carcta 20

El más antiguo dibujo de un objeto arqueológico dePuerto Ricopor Ricardo E. A legrla . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 28

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La reforma lingüística: Una obra inconclusa en el sis­tema escolar de Puerto Rico

por Eladio Rodriguez Otero 3(

Adagiopor Olga Nolla

Acercamiento a Don Diego de Torres Vargaspor Manuel A lvarez Nazario 3f

María E. Somoza en el Museo del Grabado Latino-amencano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41

La descripción de las islas caIÚbales en la obra deJean de Laet

por Manuel Cárdenas Ruiz 4~

PUBLICACION DELINSTITUTO DE CULTURA PUERTORIQUEÑA

Director: Ricardo E. Alegría

Fotografías de Jorge Diana

Aparece trimestralmente

Suscripción anual................................................. $2.51Precio del ejemplar $0.7.

[Application for second class mail privilege pending aSan Juan, P'. R.L

DEPÓSITO LEGAL: B. 3343 - 1959

IMPRESO EN LOS TALLERES GRÁFICOS DE MANUEL PAREJA

BARCELONA· PRINTED IN SPAIN - IMPRESO EN ESPAÑA

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MARCELINO CANI o SALGADO nacIO enDorado el 17 de julio de 1942. Profesorde la Universidad de Puerto Rico en laFacultad de Estudios Generales, dondeenseña lengua y literatura. Crítico yfolklorista. Es autor de la monografía:La copla y el romance populares en latradición oral de Puerto Rico, contri­bución al estudio del folklore de la Isla,public¡:¡da en 1968 por el Instituto deCultura Puertorriqueña. Es éste el pri­mer libro específico sobre este tema enPuerto Rico. Para este estudio recogiómaterial directamente de la tradiciónoral en 34 localidades y pueblos. Tam­bién el Instituto publicó su libro Lacanción de cuna en la tradición dePuerto Rico (1970).

FRANCISCO MATOS PAOLI nacIO en Laresen 1915. Estudió en la Universidad dePuerto Rico, y. durante algunos añosfue en ella profesor de Humanidadesy de literatura puertorriqueña. Poste­riormente realizó estudios avanzadosen la Sorbona de París. Entre sus obraspoéticas figuran Signario de lágrimas(1931), Cardo labriego (1937), Habitan­te de eco (1941), Teoría del olvido(1944), Canto a Puerto Rico, Luz de loshéroes, Criatura del rocío, Canto de lalocura, El viento y la paloma (1969),Cancionero (1970), La semilla encendi­do (1971), La marea sube (1971), Can­cionero II (1922), Rostro ~n la estela(1973),4Variaciones del mar (1973), Laorilla sitiada (1974), Testigo de la es­peranza (1974), Antología Poética (1972)y Diario de un poeta (prosa).

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ISMAEL REYES GARCfA nacIO en Canóva­nas, Puerto Rico, en 1928. Ha publicadoun libro, Francisco Mariano Quiñones:vida y obra. Actualmente tiene en pren­sa dos libros: Hiperglucemia o la si­quis de un diabético (novela) y La no­velística de Bernardo Verbitsky (tesisdoctoral). Tiene asimismo otra novelaen preparación. El profesor Reyes esCatedrático Asociado en el Departa­mento de Estudios Hispánicos de laUniversidad de Puerto Rico.

RICARDO E. ALEGRíA nació en el VIeJOSan Juan. Antropólogo e historiador.Estudió en las Universidades de Chica·go y Harvard, como becario de la Fun­dación Guggenheim. Ha publicado di­versos artículos sobre arqueología, fol­klore y cultura puertorriqueña en re·vistas del país y del exterior. Es autorde los libros Historia de nuestros in­dios (1952), La fiesta de Santiago Após­tol en Loíza Aldea (1955), Los renega­dos (1965), Cuentos folklóricos de Puer·to Rico (1968), Descubrimiento, con­quista y colonización (1969), y El fuer­te de San Jerónimo del Boquerón (1969).Por varios años fue profesor de Prehis­toria en la Universidad de Puerto Rico,dirigió desde su fundación en 1955, has­ta el 1973, el Instituto de Cultura Puer­torriqueña. Desde 1973 ocupa el cargode Director de la Oficina de AsuntosCulturales del Estado Libre Asociadode Puerto Rico.

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MANUEL ALVAREZ NAZARIO, natural deAibonito, es graduado de Maestro enArtes de la Universidad de Puerto Rico.En 1954 se recibió de Doctor en Filoso­fía y Letras de la Universidad Centralde Madrid. Desde 1949 profesa una cá­tedra de lengua y literatura españolaen la Universidad de Puerto Rico, Re­cinto de Mayagüez, donde dirige el De­partamento de Español. Dedicado a lalingüística, ha publicado las obras Elarcaismo vulgar en el español de Puer­to Rico (su tesis doctoral) y El Ele­mento afronegroide en el español dePuerto Rico (1961), libro premiado porel Instituto de lJiteratura Puertorri­queña. En 1972 el Instituto de CulturaPuertorriqueña publicó su libro La ill­fluencia de Canarias en el espaiiul dePuerto Rico.

MANUEL CÁRDENAS RUIZ nació en Espa­ña, profesor del Departamento de Cien­cias Políticas de la Facultad de Cien­cias Sociales de la Universidad de Puer­to Rico. Junto con Eugenio FernándezMéndez ha publicado diversos artículosde Crítica de arte en revistas y perió­dicos del país.

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RODRíGUEZ OTERO, ELADIO, escritor, abo­gado y hombre de empresa, nació enRío Piedras, Puerto Rico, el 9 de mayode 1919. Bachiller en Artes de la Uni­versidad de George Washington y enDerecho de la Universidad de PuertoRico, en la Universidad de Harvard serecibió de Maestro en Derecho (1943) yen Artes (1947), con especialización enCiencias Políticas.

Fue catedrático de esta disciplina enla Universidad de Puerto Rico y ha par­ticipado destacadamente en actividadesde índole cultural y política, distin­guiéndose por sus gestiones públicas endefensa del idioma del país. Miembrode la Junta de Directores del InstitutoPuertorriqueño de Cultura Hispánica ydel Directorio del Congreso Puertorri­queño Anticolonialista, o c u p a desde1967 la presidencia del Ateneo Puerto­rriqueño.

OLGA NOLLA nació en Mayagüez, PuertoRico. Se graduó en Manhattanville Col­lege y cursó estudios de Maestría enla Universidad de Puerto Rico. Fue Co­directora de la revista literaria ZonaCarga y Descarga.

Ha publicado un poemario, De lo fa­miliar, Colección Storm, Argentina,1973. Próximamente publicará otros dospoemarios, El sombrero de plata (poe­mas del 1974) y El ojo de la tormenta(poemas de 1975), La Serie Literatura:Hoy del Instituto de Cultura Puertorri­queña acaba de publicar su libro Clavede sol. Dos de sus cuentos han apare­cido en las revistas Zona Carga y Des­carga y Sin Nombre.

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In Memoriam

Rafael W. Ramírez de Arellano(1884-1974)

LA HISrORIOGRAFfA y LOS ESTUDIOS FOLKLÓRICOS DBPuerto Rico han sufrido una sensible pérdida

con el fallecimiento de don Rafael W. Ramírez deArellano, acaecido en San Juan el 2 de diciembrede 1974.

Don Rafael Ramírez, nacido en -San Germánen 1884, se inició en la vida profesional como maes­tro de enseñanza primaria en las escuelas públicas.En 1912 fue nombrado profesor de lengua españolaen el Colegio de Agricultura y Artes Mecánicas deMayagüez, y en la década del 20 pasaba a la Univer­sidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, don·de por algún tiempo enseñaría las mismas materiasa la vez que se dedicaba a investigaciones folklóri·caso En 1926 tomó cursos en el Centro de EstudiosHistóricos para la Ampliación de Estudios, de Ma­drid. Designado poco después profesor de Historiade la Universidad de Puerto Rico, en esta institu-

ción ocupó por más de tres décadas la cátedra dehistoria de Puerto Rico, ejerciendo desde ella unanotable influencia como propulsor de las investiga­ciones históricas en el país y contribuyendo a des­pertar el interés por esta disciplina en un grupo dediscípulos que más tarde se destacarían en el campode las ciencias históricas, como Arturo Morales Ca·món, Ricardo E. Alegría, Luis M. Díaz Soler, ArturoSantana Peña, entre otros.

El profesor Ramírez de Arellano fundó y dirigióla revista El Mes Histórico y publicó varios fascícu­los de documentación histórica. Se le deben tambiénlas obras: Folklore puertorriqueño: cuentos yadivi·nanzas recogidas en la tradición oral (1926); Cómovivían nuestros abuelos (1957); Cuentos folklóricos(1957), La última tarde (evocación histórica) (1964)e Historia de una calle (la calle del Cristo).

Al jubilarse de la Universidad de Puerto Rico,

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en 1950, le fue concedido el rango de profesor emé­rito de dicho centro docente. Posteriormente ocupódurante varios años el cargo de historiador oficialde la ciudad de San Juan y al momento de su muer·

te desempeñaba el de director del Museo de la Fa­milia del Instituto de Cultura Puertorriqueña, enti·dad que en 1965 le distinguió con el Premio Nacio­nal de Cultura.

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Cómo vivían nuestros abuelos·

Por RAFAEL W. RAMfREZ

..

EN ESTA OCASIÓN VENGO A USTEDES CON EL DESEO DE

colaborar en el noble empeño que persigue elInstituto de Cultura de dar a conocer nuestra histo·ria, nuestra vida; con el deseo de dar algo de lo quetengo; algo que he aprendido en los muchos añosen que estuve dedicado a la enseñanza; algo de loque he arrancado a las páginas de la historia en lasoledad de mi cuarto de estudio; algo de lo que meha enseñado la labor continua de investigación quellevo a cabo en mi laboratorio histórico.

Vengo, pues, dentro de mi tema, de mi gran lo­cura quizás, de lo que he llegado a dominar, en par­te, por haberle dedicado y continuar dedicándolemis mejores entusiasmos, mi fuerza, mi vigor; fuer·za y vigor que ya van faltando, pero entusiasmo queaún va in crescendo sostenido por el ardiente y seriodeseo de despertar en ustedes el amor a ésta, micausa, el amor a las cosas del pasado tan llenas deencanto y de sabias enseñanzas.

En cierta ocasión, reunidos los maestros alema­nes para oír a los más distinguidos oradores de supatria, un humilde profesor formuló la siguientepregunta a un notable pedagogo.

-Señor, ¿qué debo enseñar a mis alumnos?-Enséñele usted a sus muchachos todo lo más

que pueda de la historia de nuestro país, que latiene hermosa y llena de ejemplos saludables atodas las naturalezas; y así, levantando su nivel mo­ral y ennobleciéndolos, los enseñará usted a ser ale­manes, no sólo por el hecho del nacimiento, que escosa eventual y ajena al individuo, sino por el cono­cimiento y amor a sus glorias y tradiciones, y a sushéroes y mártires y a sus felicidades y desgracias.No olvide usted jamás ni nunca que el país cuyos

* Esta conferencia fue dictada por su autor el 24 de agos­to de 1956 en la Sala de Conferencias de la Biblioteca Ge·neral de la Universidad de Puerto Rico.

hijos han aprendido a amarlo en la historia está lla­mado a grandes hechos.

Cambiad en esta cita la palabra alemanes porportorriqueños y analizad conmigo el significado yalcance de estas palabras.

-Pero Puerto Rico no tiene historia -dirán mu­chos. A los que tal dicen o piensan convendría pre·­guntarles qué nombre dan a los actos realizados poraquellos hombres y mujeres, que ya se fueron, des­de el día en que el Grande Almirante divisó las cos­tas del Boriquén indiano hasta el día del últimoadiós a la bandera que durante cuatro siglos vioconvertir espesos bosques en fecundos campos delabranza; yucayeques indígenas, en pueblos y ciu­dades; idolatría, en fe cristiana; obediencia al caci­que, en amor y respeto y fidelidad al monarca; bar­barie, en civilización.

Convendría tomarlos de la mano y llevarlos a vi­sitar al Doctor Chanca, al Almirante Diego Colón, alLicenciado Figueroa, al nieto del conquistador yal Bachiller de Santa Clara, al Beneficiado Castella­nos, al Canónigo de Torres Vargas, a Francisco Dra­ke, a Cumberland, a Samuel Champlain, a Flinter, aEmerson y a muchos otros caballeros españoles yextranjeros y portorriqueños, que sin pretender es­cribir historia, dejaron descripciones y narracionesde los hechos en que tomaron parte como actoresprincipales del drama histórico, que nosotros, desdela cátedra, ofrecimos durante más de tres décadasa los que de ellos proceden.

Convendría transportarlos a la presencia de Jua­na Antonia Arauja, Josefa Echevarría, Paula Moli­nero y Juana Polanco, aquellas cuatro humildesmaestras que organizaron a fines del siglo XVIII laenseñanza para niñas; llevarlos al Cabildo Municipal;enseñarles la leyenda que inspiraba a los antiguosregidores de la Ciudad: "Amad la luz de la justicia,vosotros los que os sentáis a regir al pueblo"; hacer·les leer la página que dejaron escrita con letras de

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oro los Ayuntamientos de San Juan, Coamo, Agua.da, Arecibo y San Germán y su representante en lasCortes de Cádiz, don Ramón Power y Giralt; sentar·los junto a Francisco Tadeo de Rivera y dejarles oírsu notable plan de instrucción; hacerlos miembrosde la Real Sociedad Económica de Amigos del Paísy trabajar junto a Alejandro Ramírez, José de An­dino y otros en el DIARIO ECONOMICO y en la re­habilitación de la Isla. Matricularlos en el COLEGIODE CARPEGNA; llevarlos por los claustros del Se·minario Conciliar y departir con Fray Angel de laConcepción Vázquez. Observar a Campeche trasla·dando al lienzo la imagen de la Virgen de Belén, pin­tando el ataque de las fuerzas británicas o el salva­mento de Power; vivir los períodos constitucionalesdel 12 y del 20. Sonrojarse con nuestros abuelos alver a un gobernador reglamentar las peleas de ga­llos; perder la fe al esperar leyes especiales quenunca llegaron; sufrir con el Padre Rufo la muertede un ideal. Escuchar a Acosta, Quiñones y Ruiz Bel·vis en su misión antiesclavista y hacerles leer y es­tudiar su informe, tal vez el documento más impor­tante en el orden político, económico y social quesaliera de mente puertorriqueña. Seguir paso a pasola labor filantrópica de Lucas, Juancho y Xiorro; lapedagógica y sociológica de Hostos. la económica deAsenjo, la patriótica de Baldorioty de Castro, la lite·raria de Tapia, la histórica de Brau, la cientifica deStahl, la médica de Hernández. Hacerles vivir lastormentas de Santa Ana, de los Angeles,de San Nar­ciso, y obligarles a llevar a cabo su propia recons·trucción y rehabilitación sin ayuda de afuera. De­jarles gozar el 22 de marzo del 73 y llorar de alegríaal verse partícipes de la más cristiana y humanalabor que el mundo ha conocido. Acompañadles ala Fortaleza de Santa Catalina y permitirles asistiral juramento de aquellos que vieron coronada la lu·cha de cuatro siglos en la mañana del 11 de febrerode 1898.

Preguntadles entonces si Puerto Rico tiene his­toria y tal vez cambien su opinión.

Yo no culpo a los que tal piensan. La apatía eneste asunto de nuestra historia es grande. He aquípor qué creo que la labor comenzada por el Institu­to de Cultura es digna de encomio y del más cálidorespaldo por parte de nuestra ciudadanía. He aquípor qué apelo a ustedes dándoles el mismo consejodel pedagogo alemán.

La historia no es simplemente una relación deguerras y de fechas. Si la descripción detallada delas primeras se hubiera suprimido en las llamadashistorias, quizás el mundo hubiera inventado mayornúmero de instrumentos de labranza y menos má·quinas y explosivos para destruir a los hombres.

Ese tipo de historia tuvo su razón de ser cuandolos hombres creíarr en castas y en privilegios.

Pero no es ella la que yo quiero que se enseñey se transmita a la juventud. No. Es la que nos en-

seña"cómo vivía nuestra gente, cómo vestía, cómopensaba, a qué se parecía". Es la que nos hablaríade la vida en la Capital, en las grandes poblacionesy en las aldeas que en el correr de los años llegarona pueblos. Es la que nos pintaría el diario vivir enun hogar típico del siglo pasado, del siglo que nosdio nuestros abuelos -la generación del 30 en ade­lante-- hombres y mujeres que tuvieron fe en símismos, que jamás se preguntaron cómo eran niqué podían hacer. Hicieron patria yeso les bastó.Como herederos directos, nos dejaron sus instru­mentos de trabajo, sus ideales y su corazón.

No tenemos tiempo para hacer un recorrido portoda la isla, estudiar la vida en el bohío o en la es­tancia o en el ingenio. Tenemos, pues, que limitar·nos a visitar un hogar típico de una familia nume­rosa -como todas las del siglo pasado-- la cual,además de sus miembros componentes, contaba conun número mayor o menor de esclavos.

Permitidme trasladarme al 1856 -hace un sigloexactamente-- cuando Puerto Rico acababa de su­frir la más terrible de todas las epidemias que re­gistra nuestra historia. El cólera, que también entrópor el oriente como por él entra la mayor parte detodos los huracanes, había quitado la vida a milesde personas en casi todas las poblaciones de la isla.Sólo Aibonito y Adjuntas escaparon a la infecciónque atacara a cincuenta y cuatro mil personas. Delas víctimas, poco más de cinco mil fueron esclavos.

Fue aquél un momento de prueba para el pue·blo portorriqueño que supo, con la ayuda de un buengobernante, llevar a cabo una magnífica obra de re­habilitación.

Cada ho~ar era por decirlo así, un centro manu­facturero. Gracias a los esclavos que poseía la fami·lia muchos de los articulas necesarios para la vidaeran producidos en la casa, bajo la inspección cui­dadosa de la dueña del hogar. Comprábase la telapor piezas y de ella salían los trajes, la mantelería,la ropa interior. Preparábanse vinos y licores utili·zando frutas del país. El famoso ron de multa nofaltaba en ninguna familia. El mundillo funcionabadurante todo el año para la preparación de encajes.

Cada uno de aquellos esclavos tenia sus respec­tivas funciones. Los había dedicados a la cocina, alfregado de pisos --operación semanal- para mante­nerlos blancos, sin mancha alguna. Otros estabanencargados del cuidado de los caballos y de los co­ches. Había además, las nodrizas, las encargadas delas habitaciones de la casa, las doncellas asignadasa las hijas y las que habían sido educadas para elservicio de mesa.

Aparte de la inspección de todas estas activida­des, la dueña del hogar cuidaba a los enfermos cuan­do era necesario, servía como maestra religiosa desus hijos y de los hijos de los esclavos. Evitaba quelos chicos desarrollaran anormalidades patológicastales como comer tierra, comerse las uñas, usando

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contra estos males la correa y el arrodillamiento delas criaturas.

No crean ustedes que con toda la ayuda queprestaban los esclavos la dueña del hogar era unamujer inclinada a la holgazanería. Cierto que echa­ba su siesta diaria en la hamaca, que no faltaba enningún hogar del siglo pasado, pero con excepciónde este breve descanso, nuestras abuelas s610 po­dían dedicar las horas de la tarde a los chismes debalcón a balcón, o las horas tempranas de la nochea la lectura de novelas o al estudio de los patronesque traían las ilustraciones femeninas.

Durante la primera mitad del siglo, la mujer nosalía de la casa para sus compras. Para eso estabanlos mandaderos o los vendedores ambulantes quellegaban a la puerta del hogar. Los pregones de losvendedores eran señal para enviar a la calle a laesclava perita en la selección de los vegetales y vian·das necesarias para los platos del día.

Fue más tarde, cuando empezaron a aparecermodernos establecimientos en la ciudad que la due­ña iba personalmente de compras.

Nuestras abuelas fueron hasta cierto punto, pri­sioneras de su hogar, pero se distinguieron por sucapacidad administrativa. Fueron buenas, fueronhonradas, fueron nobles, distinguiéndose por su do­naire y gracia, pero al mismo tiempo por su templerecio y su clara visión de las realidades de la vida.Fueron como la mujer descrita en el último capítu­lo de los Proverbios: "Velaban sobre los procederesde su familia; y no comían ociosas el pan".

Nuestros abuelos fueron verdaderos patriarcasdel tipo romano. Daban autoridad a la esposa den­tro del hogar, pero no fuera de él. Le permitían elbordado, la costura, la confección de dulces, la di· .rección de las esclavas, la imposición de castigos, devez en cuando visitas a las amigas, y los domingosy días de fiesta de guardar, una visita a la iglesia.

Él pasaba su tiempo en la calle, en la plaza, enla tertulia de la botica, en la librería, en su oficinao en su almacén. En estos sitios se discutía política,arte, literatura, negocios.

Como padre, era el encargado de seleccionar elesposo para la hija y la profesión para el hijo.

El hombre consideraba la casa como cosa propiade la mujer. Tal vez nos explique el porqué de lacarencia de casas atractivas en nuestro Puerto Rico­de ayer.

Si humildes y pobres eran aquellas fachadas,los interiores, sin embargo, ofrecían equipo mara­villoso. Los muebles -mesas, sillas, consolas, lascamas, los lavabos, los roperos y las mesas de nocheeran de caoba, roble, cedro, aceitillo, yaití o capá.

Las salas tenían un sofá y filas de sillas quepartían de los lados del sofá. Arreglábanse los mue·bies en forma simétrica, en filas derechas. El espal­dar de sillas, sillones y sofás se adornaba con anti­macasares hechos de encajes y cintas. Rara vez fal-

taba el piano. Se obsequiaba a las visitas con algúnnúmero musical, una sonata, un vals o una polka. Seacompañaban al piano las melopeas.

El santo de un miembro de la familia era unacontecimiento. Pobre de aquél que se olvidase demandar su tarjeta personal después de las diez dela mañana o de asistir a la fiesta durante la noche.

Las visitas informales o de amigos íntimos po­dían hacerse después de las diez de la mañana. Lasformales por la tarde o por la noche.

Parte importante de la vida familiar era la edu­cación religiosa que se recibía en el hogar. La dis­ciplina de aquellos tiempos estaba basada en el san·to temor de Dios y en el foete. Desde bien tempranaedad comenzaban los cuentos sobre María y el niñoJesús. El Padre Nuestro, el Ave María, la Salve Re­gina, el Credo, eran enseñados desde bien tempranaedad conjuntamente con las oraciones que los chi·cos debían decir al levantarse y al acostarse. Nin­gún hijo o hija era capaz de acostarse sin recibir labendición de los padres y de los abuelos.

Muchas casas tenían sus capillas, otras sus cuar­tos oratorios. En las habitaciones, las paredes seadornaban con la imagen del santo de la persona opersonas que en ella dormían.

Los jóvenes no tomaban parte en la conversaciónde los mayores a menos que se les permitiera.

Los años de la niñez eran cortos para ambossexos. Cuando un niño llegaba a los nueve años,abandonaba los jueguetes, pues él era ya un hom·brecito. Se vigilaban sus estudios y cuando llegabanJos exámenes sus esfuerzos eran premiados con unejemplar de El Quijote de la Mane/la, de El ParaísoPerdido o de La Divina Comedia.

Cuando terminaba su bachillerato o escuela se­cundaria, se preparaba para los estudios profesio­nales. Para decidir la carrera a seguir se oía la vozdel padre. Cuando los hijos varones eran muchos,cada uno de ellos era asignado a una profesión dis·tinta. La carrera preferida era la de leyes, seguíadespués la de medicina. En las últimas décadas delsiglo, algunos logran entrar en las academias mili·tares.

El ideal de las madres era tener por 10 menos unhijo dedicado al servicio de Dios. Nada como tenerun Padre en la familia. El hijo de menos habilidadintelectual era dedicado al comercio, ocupación quesiempre fue mal vista por los caballeros.

En cuanto a las niñas, su educación duraba hastalos trece o catorce años. Comenzaba sus estudios enel hogar y pasaba después a alguna escuela particu­lar o de carácter religioso. Se le educaba en un her­masó arte: El Arte de ser mujer. Música, bordado,calado, tapicería, orar, francés, un poco de literatu·ora romántica. Asidua lectora de Sue, Dumas, Sandy de las novelas por entregas. ¡Cómo oraba! ¡Cómobailaba! Cuadrillas, lanceros, contradanzas, rigodo-

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Des, poIka, mazurka, vals, danza y seis. Su ideal erabailar como una pluma.

Sus años de niñez eran también cortos. A los 14o 15 empezaba a vestir como mujer hecha. Su mayorgracia consistía en su docilidad y en su timidez.

Sí. Nuestras abuelas eran todo lo que no es lajoven moderna. Apenas habían dejado las muñecas,cuando empezaban a sentir las sonrisas y las lágri­mas de los hijos verdaderos.

En el moderno progreso nada hay que demues·tre un cambio tan notable y tan rápido como laactitud de los enamorados en cuanto a la declara­ción de sus sentimientos. Cuando el abuelo de fu·lana López se había convencido, después de año ymedio de respetuosos saludos, de tropiezos por ca·sualidad a la salida de misa, de que la emoción quesentía hacia la futura abuela de fulana López erauna emoción de amor, la costumbre o la moda dela época le obligaba a dar sus pasos en una formamuy estudiada y particular.

Primeramente, en las visitas al hogar de la dama,pasaba una parte de la noche recitando poemas ro­mánticos o doloras campoamorinas o cantando ba­ladas sentimentales, que ella acompañaba al pianomientras el resto de la familia sentada en líneas pa·ralelas vigilaba más bien que escuchaba, para queno cayeran los jóvenes en algún desliz. Cuando Fu­lano López observaba que la chica bajaba los párpa­dos y se sonrojaba al llegar él al último ..Acuér­date de mín

, sentía en su pecho un algo de esperan­za que le animaba a llamar a su hermana al día si·guiente para preguntarle si el objeto de su afectomencionaba su nombre alguna vez en el curso desu conversación. Después... nuevas conversacionescon las otras hermanas, regalitos al hermano peque·ño de la adorada; monedas que se caen, sin querer,en la palma de la mano de la sirvienta; paseos dearriba a abajo por la manzana, miradas llenas demisterio emocionante, nuevos colores que suben alrostro tierno; saludo con la mano desde el balcóno desde la azotea; palpitar rápido del corazón alcontemplar la chica -todo esto indicaba que habíallegado el momento de enviarle un tomo de Cam­poamor o el Rafael de Lamartine con varias líneaso pasajes subrayados.

Pasaban unas semanas y don Fulano escribía laprimera misiva copiada de aquel libro que tantaventa tuvo en las últimas décadas del siglo pasado:El secretario del amor. ..Señorita: Seguramente ha­brá notado usted que por mucho tiempo he venidoalimentando en mi alma un sentimiento mucho másgrande y profundo hacia usted que el de la amistad.¿Me da usted alguna esperanza?"

Algunas veces la tradición, el respeto a los pa­dres, el temor o tal vez el deseo de mortificar alamante, exigía la devolución del verde manuscrito,al parecer intoc.ado, aunque previamente abiertocon el auxilio del vapor de la cafetera. Nueva insis­tencia, nueva devolución, y al fin, los bailes de car­naval o de pascua o de fiesta de Cruz, yen el tercerbaile y en uno de los compases, al llegar a aquellode "vuelve otra vez junto a mí, que sólo así mesiento yo feliz", la pollita daba el "sí" en el últimomerengue que era generalmente el más furioso detodos. Así lo daba la inocencia educada en San 11­defonso, en las Madres del Sagrado Corazón o enla escuela de Doña Paca. Pero la jamona, la que eraveterana en esperanzas perdidas, en ilusiones muer­tas, en desengaños amorosos, esa 10 daba con losojos y 10 acompañaba de un suspiro apasionado quese diluía en un fuerte apretón del parejo. Aquel apre­tón era la expresión de una intensa pasión que ha­bía aguardado mucho tiempo. Pocos días después,la petición de mano, la visita a los padres, la obten·ción del consentimiento para ver a la prometida losmiércoles y los domingos.

Dos, tres, cuatro o cinco años de relaciones cons­tantemente vigiladas por la madre, la abuela, lastías. Preparativos para la boda. Mucha costura enel viejo hogar para surtir el nuevo hogar. Muchoconsejo a la futura esposa sobre sus deberes comotal. Mucha advertencia al futuro esposo sobre susdeberes como nuevo jefe de otro hogar. Noche debodas. Fiesta en la vieja mansión. Lágrimas de ma­dre al despedir a la hija. Y en medio de la algazarade amigos y parientes un padre que aparta al novioy le dice al oído: "Hijo mío, te llevas una buenamujer. Sólo deseo para ti lo que yo he gozado consu madre durante cincuenta años. ¡Que Dios os ben­diga!"

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N o FUE UNA. FUERON DOS. LA PRIMERA, LA DEL 19 DE

noviembre de 1493. Yucayeque indígena deAymaco, en la costa occidental.

Los indios celebran un areyto.Llegan a nosotros ecos lejanos de un monótono

cantar.

Con sus notas repiten viejas consejas de antiguosjefes, de casi olvidadas luchas, de hechos gloriososrealizados por bravos caciques. El bohique guía, ylos nitaínos y naborias repiten al unísono las pala­bras del maestro de la tribu. En su rustico danzarreproducen todos los movimientos guerreros des­critos en el areyto; resuenan los salvajes gritos deguerra que se oyeron en épocas lejanas; los ayesdel dolor arrancados de los pechos de los que imi·tan o toman la parte del enemigo feroz; los alaridosde la victoria.

Es la hora de la puesta del sol. De un sol quebrilla fuertemente, en un día tropical. De pronto unindio que desde cercana colina otea el horizonte, co­rre hacia el batey donde se celebra el areyto. ¡Ca­noas! ¡Canoas! ¡Muchas canoas!

Cesa la música, muere el cantar, reina el silen·cio y todas las miradas se dirigen hacia el mar. Allíen el horizonte, en aquella línea en la cual el tureyy las aguas parecen juntarse, flotan galanas, orgu­llosas, diecisiete naves castellanas.

Sorprendidos ante aquel nuevo espectáculo, ca­cique y bohique celebran misteriosa charla. Mientrastanto avanza la flota que trae el nuevo pabellón.y al caer el manto de la noche sobre aquel caserío

* Rafael W. Ramirez de Arellano. La Ultima Tarde. Publi·cación del Gobierno Nacional de la Capital de Puerto Rico.San Juan, 1964. 64 págs.

La Ultima Tarde*

Por RAFAEL W. RAMlREZ

los indios abandonan el yucayeque y se internan enlos espesos bosques cercanos.

Nuevo día, Nueva Luz. Nueva insignia en aquellaplaya. Nuevo símbolo en aquel solar. Una cruz paraacabar con el cerní. Una bandera para implantar unacivilización.

Quince años de duda, quince años de expectación.Rumores que llegan de Quisqueya, de Cuba, de Ja·maica. Nuevas canoas que arriban a las playas delBoriquen. Hombres que saltan a tierra, que cambiansus nombres con los indios y que empiezan a abrirlas entrañas de aquel suelo para arrancar el oro; queobligan a sembrar mucha yuca para alimentar a suscompañeros.

Dureza, sufrimiento, guerra, muerte.

Yucayeques que desaparecen para dar paso a unnuevo tipo de pueblos. Veredas antiguas que se con­vierten en caminos. Culto supersticioso que cambiaen religión sacrosanta.

Gobierno cacical que se convierte en monarquía.Obediencia a un cacique, en fidelidad y lealtad a unrey. Luchas sangrientas contra el hombre; crueles,contra las epidemias; desconsoladoras, contra la na·turaleza.

Puerto Rico que surge en lugar del Boriquén.Lengua castellana, música llena de sentimiento querecuerda tierras lejanas. Introducción de brazoscomprados cuyos dueños van a doblar la cerviz paraarrancar a la tierra no el oro de las entrañas, sinola riqueza de su fertilidad.

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Envidia de otros pueblos, celos de otros hom-'bres, ambiciones de piratas, intentos de bucaneros,ataques de corsarios. Fortificaciones que nacen, cre­cen, se desarrollan y cercan la ciudad para defen­derla a toda costa de las envidias, de los celos, delas ambiciones, de los intentos. Para conservarlacomo joya de la Corona española; para mantenerlacomo llave y entrada de todas las indias.

Siglo de exploración, de tanteo, de forcejeo con­tra indígena y extraño, de evitación de ruina de unideal, que empieza en Guánica en tratado de amis­tad y termina en lucha, en conquista por otra razacontra la cual la defiende la naturaleza.

Siglo de colonización, de dependencia propia, decontrabandos que permiten el comercio, que ayudanla vida, que la hacen posible, pero que no enfrían nila lealtad ni el patriotismo. Siglo de heroismos in­contables contra el holandés: Haro, Botello, Vargas,Améiquita. Siglo de Balbuena, el obispo literato, fi­gura importante de la literatura castellana. Ense­ñanzas en Santo Tomás, en la Casa de los Curas.Nuevos pueblos en los dos viejos partidos de la Ciu­dad y de la Villa.

Nuevas brisas que soplan del Norte y de la viejaFrancia. Cabildos cuyos hombres han jurado ..amarla luz de la justicia por sentarse a regir al pueblo".

Harvey, Abercrombie. Ramón de Castro, los An­dinos; plaza que se ataca; plaza que se defiende;once mil vírgenes que pasan en procesión junto alPuente de Martín Peña; miliciano que deja su re·cuerdo en el folklore insular; triunfo de las armasportorriqueñas; sostenimiento de la misma fe, delmismo ideal mantenido y defendido desde el 1508por Ponce de León y sus hombres.

Siglo de oro, de un oro fundido con la labor y elesfuerzo de tres pueblos que se amalgaman paraformar uno nuevo. Siglo de aspiraciones, de espe­ranzas. La Capital, San Germán, Aguada, Arecibo yCoamo. Cinco voces que exponen un deseo. Cincovotos que eligen a un hombre. Power que ayuda arecobrar a Santo Domingo; que ocupa la vicepre­sidencia de las Cortes de Cádiz; que como Edmun·do Burke, queriendo salvar la América inglesa, tratade salvar la España Americana; que termina con lasfacultades omnímodas; que consigue la igualdad decriollos y peninsulares; que propulsa y defiendeleyes reformistas; que coadyuva a dar, con su voto,a España y a América, la supresión de la Inquisición,

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aa libeItad de imprenta; que obtiene la separaciónde la Intendencia del gobierno militar; que hace po­sible la figura de Alejandro Ramírez; que obtiene laReal Cédula creando la Sociedad Económica; quese gana el afecto de aquel memorable Congreso, yque muere defendiendo, hasta el último momento,los intereses de su querida tierra.

Siglo de Constitución que viene y se va. De facul­tades que rigen y desaparecen. Siglo de prometidasleyes especiales. De olvido. De tanteos en la instruc­ción. Creación de cátedras, de periódicos, de centrosde enseñanza que surgen, empiezan a dar frutos, de­saparecen, renacen, vuelven a desaparecer al antojode espíritus mezquinos. Deseos de liberalizar el ré­gimen; ansias de libertad para 30,000 almas que sólosaben del dolor del látigo, de la dureza del trabajobajo el sol ardiente de la isla, que carecen del calordel hogar.

Nuevas brisas del Norte. Martirio de Lincoln.Aspiración de Acosta, Quiñones, Ruiz Belvis. Valien­te exposición de un ideal. Recolecta semanal y com­pra de libertad humana en la pila del bautismo. Re­volución de septiembre en Esp~ Nuevas vocesportorriqueñas en el parlamento español: Padial,Baldorioty, Escoriaza. Lucha constante por la aboli­ción, por la extinción de facultades omnímodas, porla descentralización administrativa.

República. Realización de un ideal. Libertad quese obtiene sin sangre, sin represalias. Lágrimas quecorren pero no de dolor, sino de alegría. Reacción.Muerte de las milicias. Nuevos cuerpos: Volunta­rios, guardia civil, orden público. Destierros, perse­cuciones, dolor del 87. Perseverancia en un ideal.Nueva lucha, nuevo esfuerzo. Triunfo en el 1897. Su­ma total de cuatro siglos de vida hispánica, tratan­do de recobrar, de resucitar derechos, libertades yprivilegios plantados y arraigados en este suelo des­de aquel día que se plantó y se arraigó en él el pabe­llón de Castilla.

Suma total: La Autonomía. Repique de Campa­nas, toque de cometas, procesión de vasallos agra­decidos y leales, de patriotas que entran a SantaCatalina a jurar el fiel cumplimiento de sus nuevosdeberes para con su isla, para con su nación, paracon su rey y para con su Dios.

Música, luz, alegría, cánticos que expresaban lasatisfacción de un pueblo que oía y leía de labios deviejos luchadores 10 que había costado el triunfo.

Explosión lejana que rompe el areyto civilizado.Culpa no merecida que cae sobre ]a vieja nación.

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Nuevos toques de cometa. Armas que brillan. Ca­ñones que relucen de nuevo. Marchas y contramar­chas. Despertar bajo horrorosa lluvia de balas. Ciu­dad que se vacía. Vecinos que marchan a los cam­pos que se ..embriscan". Arribo de nuevas canoas alas playas de Guánica. Desembarco, avance de tro­pas extrañas, captura de otros puertos. Nuevas tro­pas. Combates en la sierra, en el llano. Héroes quebañan con su sangre las tierras del Coamo. Hombresde honor que se suicidan antes que rendirse. Armis­ticio. Paz.

Regreso a la ciudad, de los que se fueron. Pre­parativos para cumplir las principales estipulacio­nes del armisticio. Marchas de tropas hacia lostransportes surtos en el puerto. Batallones que cru­zan por las estrechas calles de la ciudad al son de lamarcha de Cádiz. Otros que han de permanecer enun rincón en la marina hasta próxima fecha. Muje­res que corren, niños que lloran, ancianos con ojoshumedecidos que lentamente acompañan aquel rarocortejo, para dar el último abrazo, el último beso, alsoldado amigo, al cabo compañero, al sargento querepartía rancho en Ballajá, en San Francisco; alhijo, al hermano, al yema que pasaba a España que-

riendo permanecer leal a su reina a María Cristinay a su rey Alfonso Trece.

La noche empieza a ascender y cuando llega a loalto y cubre la isla, todavía el crepúsculo vespertinorefleja en las aguas el oro y rojo de la puesta del sol.Abajo, en la marina, última tierra española en nues­tra isla, los hombres de rayadillo y sombrero depaja, encintado en cuero con escarapela, oyen el to­que castellano de retreta. Arriba, en el solar quehabía sido base de las antiguas murallas, de aquelpétreo cinturón que abrazaba y encerraba la ciudad,los hombres de botas caqui, uniforme azul y somobrero de fieltro, oyen el toque americano de retreta.Pero la brisa sólo trae a nuestros oídos el mon6tonocanto del indio, la nota misma de aquel areyto queoyera el yucayeque de Aymaco cuando a sus playaslleg6 el pabellón que en esta última tarde desplegó­se abiertamente, flotó con ritmo de postrera bendi·ci6n y bajó de su cumbre para tomar hacia Españala ruta misma que siguiera en sentido contrario enel 1493 para descubrir el Borinquén.

Una estrella fugaz atraviesa el espacio y dibujacon su pálida luz en el azul del cielo una crípticainterrogación.

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La música y el baile en Puerto Rico

Por MARCELINO J. CANINO

Ya yo no soy quien solíani quien yo solfa ser;un ramito de tristezaarrimado a la pared.

(Folklore de Puerto Rico)

LA MtlSICA y EL BAILE HAN SIDO SIEMPRE DOS DE LAS

manifestaciones más destacadas de nuestra cul­tura. En el desarrollo histórico de éstas podemosver también el perfil de nuestro pueblo y la huellaindeleble de nuestro particular sentir...

Prehistoria

Pocas noticias tenemos de la música precolom­bina en Puerto Rico; y, aunque el cronista de indiasGonzalo Femández de Oviedo 1 describió con detallesla coreografía y significado de un baile indígena lla·mado areito, de la música con que éste se realizabano conocemos absolutamente nada. Los indios ba­rincanos bailaban y cantaban al son del "areito", yabien en circunstancias alegres como melancólicas.Solían celebrar con este baile ceremonial cualquiersuceso que sobreviniese.

Manera de templar el espíritu, para reflexionarsobre el pasado heroico o patético. Medio lúdricocon el que aleccionaban a los pequeños de la tribu,recordando los virtuosos actos de sus antepasados...Cuenta Oviedo que:

El areito o baile se componía de mucha gente;unas veces bailaban hombres solos; otras muje.res solas; otras todos juntos, formados en dosfilas, asidos de las manos, y una guía que llevabael compás y la voz a quien respondían todos lahistoria que cantaba.

Sumose a la herencia indígena la notoria aficiónpor la danza yel canto de nuestros criollos. Ya parael siglo XVIII Fray Iñigo Abbad observa que:

1. Femández de Oviedo, Historia general y natural deIndias, Libro 5.0 , Cap. 1, p. 63.

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La diversión más apreciable para estos isle­ños son :los bailes; los tienen sin más motivo queel de pasar el tiempo y rara vez falta en unacasa u otra. El que da el baile convida a sus ca­maradas. corre la voz por el territorio y acudena centenares aunque no sean llamados. Como lascasas son reducidas caben pocos; se quedan de­bajo de la casa y en circunferencia, y suben elrato que quieren bailar. Para dar principio albaile, los convidados se ponen al pie de la escaleracon las sonajas, calabazas, maracas y algún guita­rrillo; al compás de estos instrumentos cantanuna relación en honor de los dueños de la casaque apropian a cualquiera que sea. Cuando a éstele parece, se presenta al cabo de la escalera, dala bienvenida a los convidados y circunstantes yles insta a subir: entonces se abrazan y saludancomo si hiciera muchos años que no se han visto.Las mujeres se sientan en banquillos y hamacasque tienen colgadas; los hombres se están de pieo se sientan de cuclillas sobre sus talones y losque no caben se quedan en el campo.

Salen a bailar de uno en uno o de dos en dos:cada uno convida a una mujer, ·la cual si no tienechinelas. como sucede a las más, las pide presta­das a otra, sale con su sombrero y empieza a darweltaspor la sala con un compás tan aceleradoque parece exhalación por toda ella.

El hombre que baila está a un extremo, pues­to su sombrero de medio lado, el sable cruzado alas espaldas, teniéndolo con olas dos manos; nomuda de sitio, ni hace otra mudanza que subir ybajar los pies con mucha celeridad y fuerza; siestá sobre alguna tabla desenclavada, echa el res·to de su habilidad, que consiste en hacer todoel ruido posible para que la música ni cantaresse oigan tanto como sus pies descalzos. Cuandoel que baila o alguno de ·los circunstantes quierenmanifestar su cariño a la bailarina, se quita elsombrero y se lo pone a ella en la cabeza; algunasveces le ponen tantos, que no pudiendo sostener·los, los lleva en las manos, y debajo del brazo;cuando se cansa de bailar, se retira con una cor­tesía, vuelve los sombreros a los que se los hanpuesto y cada uno da ·la medio real; a esto llaman

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dar la gala. Si alguno quiere bailar con la mujerque está bailando con otro, necesita pedirle licen·cia. Sobre esto acostumbran armar fuertes penodencias y como todos llevan la razón en las ma­nos, suele el baile acabar a cuchilladas.1

Durante el siglo XIX conservábase aún nuestropeculiar apego al baile, no obstante las diversas pro­hibiciones que de bailes y entretenimientos públicoshicieron los despóticos gobernadores de la Isla.

En el año de 1848, caricaturizándonos, el Gene­ral de la Pezuela, Conde de Reus, decía que.. _ .. paragobernar la Isla sólo basta un violín y un látigo,pues sólo sirven para jugar y para bailar". Llegó alextremo de prohibir un recién adoptado baile porlos jóvenes puertorriqueños del entonces: el llama­do "merengue", que más tarde habría de evolucionaren nuestra .. señorial danza".

Con las prohibiciones, contrario a lo que se es­peraba, florecieron aún más las formas bailables enel pueblo. Surgió nuestra danza, y floreció el escán·dalo entre las conservadoras señoras de la incipien­te sociedad puertorriqueña.

Pero, acaso, ¿no comprendfan que era el baile yel canto una manera inconsciente de alentar la mi­seria material y las injusticias políticas de que ha­bían sido objeto los puertorriqueños por parte delos gobernantes nombrados por la Metrópoli? .

Los mismos españoles legaron a los puertorn­queños la sabia sentencia de que

El que cantasus penas y malesespanta.

Derivado ideológico de ese antiguo proverbio, esuna copla que escuchamos frecuentemente en bocadel pueblo:

No canto porque me oiganni porque sepa cantar,canto por estar alegrey dar alivio a mi mal.

Seducidos por el mágico sortilegio del baile y lacanción, nuestro pueblo, desde sus orígenes, se vol­có emocionado en la faena creadora y, adoptandounas veces, adaptando otras, consiguió dar carta deidentidad a las formas musicales que heredó de Es­paña, conformándolas con su particular gusto y sen­tir. Igualmente aprovechó los rítmicos cantares ybailes del exótico negro, quien habia fraguado suespíritu junto al nuestro desde el siglo ~. .

Con rafces tripartitas: indfgena, espanola y afri­cana, nació nu~stro árbol musical. Diverso y vividorepertorio que disfruta el pueblo con fruición y emepeño.

2. Abbad y Lasierra, Historia geogrdfica. civil y naturalde la Isla de San Juan Bautista de Puerto RICO, Cap. XXXI,pp. 188-189.

l. Nuestro acervo musical

Periodo de la Conquista

El 19 de septiembre de 1512 atraca en San Juande Puerto Rico la carabela Santiago, en ella Alonsode-Buenaño, contramaestre de la misma, trae consi­go la primera vihuela que se introduce en la Isla.J

Más tarde, el 11 de diciembre de 1516 en el navíoSan Juan, llega a nuestro suelo el platero Rury Diaz,quien -entre otro centenar de mercaderías-- intro­dujo la primera guitarra española a la isla de SanJuan Bautista de Puerto Rico.4

Al mismo tiempo que se realizaba la conquista,los primeros españoles trajeron consigo los roman­ces y romancillos.

Seguramente -dice Menéndez Pidal- en la me­moria de cada soldado, de cada negociante, iba algodel entonces popularísimo romancero español, quecomo recuerdo de la infancia reverdecía a menudopara endulzar el sentimiento de soledad de la pa·tria, para distraer el aburrimiento de los incansa­bles viajes o el temor de las aventuras con que brin·daba el desconocido mundo que pisaban.5

Al igual que los romances y romancillos, llegarontambién los juegos y canciones infantiles, los villanocicos navideños y otras manifestaciones líricas comolas coplas y décimas.

Tanto viejos y niños, ricos y pobres han repetidoy disfrutado estas canciones y tonadillas inocentestraslúcidas, llenas de gracia y virtud, que han ayuda­do a fonnar conceptos morales y espirituales en lasalmas puertorriqueñas.

Hasta hace unos quince años los niños solíamoscantar en los patios de las casas y escuelas, en laplaza del pueblo y en el mismo atrio de la iglesialos romances de Angelina, el Conde Olivos, BlancaFlor, Las tres cautivas, Alfonso Doce y diversas can­cioncillas que regocijaban nuestros corazones y eranla delicia de todos.

Pero ¿quién que haya escuchado con detenimien­to estas joyas de nuestro folklore puede negar esanota melancólica y grave que les caracteriza?

Dato curioso: Aún los juegos y cantares infanti·les tienen la impronta de la tristeza y hasta tonopatético. Estos romances suelen cantar historias deamores desafortunados, de cautiverios crueles, dedoncellas requeridas de amores por sus propios pa­dres, incestos, crímenes horrendos... En los casosmenos graves aluden a fracasos en la vida: panesque se queman en el horno, prendas pérdidas, niñoshuérfanos y miles de casos que estremecen nuestrasensibilidad.

3. Aurelio Tanodi, Documentos de la Real Hacienda dePuerto Rico, p. 146.

4. Ibid., p. 376. 14-16S. R. Menéndez Pidal, Los romances de América, PP. .

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Adviértese el fin moralizante de estos cantares.Habrá catarsis al escucharlos y actitudes estoicasdespués. Nuestro pueblo, como el español caracte­rizase, no por la servil docilidad y sí por el acen­drado estoicismo...

Aun, nuestras décimas amorosas, mezclan elamor de la patria con el de la amada, y todo en untono lastimero, reconociendo nuestra incapacidadpara vencer el inexorable destino.... Fatalismo, dolor, conformismo, reflexión, melan­colía y afectivismo, parecen ser los signos queproyectan nuestros cantares. .

y para mayor agravante, impera en nuestra mú­sica instrumental -aún en la brava- el tono deañoranza y melancolía. Y hasta nuestras limitacio­nes geofísicas, refléjanse en la coreografía de nues­tros bailes. Al respecto observa Antonio S. Pedreira:

"En un pueblo de extensión tan limitada comoel nuestro, fuerza era aprender a bailar en unatabla".'

Los instrumentos típicos -herencia modificadade tres culturas- muestran nuestro apego por el pa­sado: el güiro y las maracas (legado indígena), labomba yel bongó (herencia africana) y la guitarra(aportación española).

Nosotros transformamos la hispánica vihuela ennuestro tiple, cuatro y bordonda: fruto de nuestroingenio. nacidos y elaborados en nuestra tierra.

y llama la atención el tono agudo y plañidero denuestro tiple. El mismo jíbaro le denomina "tipledoliente". Veamos una décima:

Llegaron mds trovadorescomenzando la porfiay a la diez la choza míase llenó de bailadores.Se agotaron los licoresy mandamos prontamenteal ventorrillo del frentepor mds licor. y seguimosla fiesta, y amanecimosal son del tiple doliente.

(Tradición oral de P. R.)

Con muslca brava acompañamos las décimas,todos los tipos del seis, el mariyandá. el nuevo ma­peyé y los aguinaldos.

Pero como bien observa Pedreira, " ...nuestro cli­ma no soporta tan reiterada agitación y nuestraidiosincrasia, importando y asimilando cadencias deotras tierras, buscó formas de expresión más ínti·mas y sosegadas y entonces surge la danza. Así secompleta el anverso y reverso de la medalla; la mú­sica brava es la alegría, el ímpetu, el aturdimient9~

la danza es la tristeza, la meditación, el sosiego.'

6. Pedreira, Insularismo, p. 195.7. Pedreira. Insularismo, p. 196.

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Es la danza puertorriqueña la síntesis de nuestrocarácter espiritual: .. fórmula bailable lenta y reca·tada, con principios que llamamos paseos y con ca·dencias que permiten el diálogo cordial".

Ya para 1854 la danza puertorriqueña había al·canzado un notable desarrollo artístico. Compónesede cuatro partes: Un "paseo" a manera de introduc­ción y el bailable que se divide en tres, correspon­diendo la segunda parte del bailable al llamado .. solode bombardino", clímax emotivo y artístico de lacomposición...

En el período inicial de su evolución (1855·1896)cultivaron la danza compositores puertorriqueñoscomo Aurelio Dueño, Francisco Santaella, Julián An·dino, Casimiro Duchesne y los hermanos Federico yHeraclio Ramos.

La danza puertorriqueña alcanza en manos delcompositor sanjuanero Manuel -Gregorio Tavárez(1843-1883), la maestría y gracia estilísticas que noposeía en sus primeros tiempos. Tavárez estiliza ydepura la danza puertorriqueña vistiéndola de galasrománticas e impartiéndole un además grácil, pr€r.pio de la obra saloniere francesa.

Posteriormente, el ponceño Juan Morel Campos(1857.1896) escribirá danzas principalmente para laorquesta. Su danza tiene como función principal elbaile, que constituía entonces, como ahora, nuestradiversión social por excelencia.

Morel Campos dejó una pléyade de discípulosdestacándose entre otros, Juan Ríos Ovalle. JaimePericás, Olimpo Otero, y Mansita Ferrer...

Otros compositores de danzas de estilq indepen.diente y variado fueron José Quintón, Angel Mislán,Rafael Balseiro Dávila, Luis R. Miranda, Jesús Fi·gueroa y José Enrique Pedreira, entre otros...

1I. Nuestra Música y el cambio de Soberania

Efectos de la invasión

Al finalizar el siglo XIX el esplendoroso desarr€rUo musical de Puerto Rico, sufrió un rudo golpe.Resonancia inmediata de la invasión norteamerica­na del 2S de julio de 1898. Infortunio militar, políti­co y cultural que nos sacude cuando apenas disfru­tábamos la autonomía que España nos había con­cedido en 1897 tras una lucha de muchos años. Anteel hecho muchos puertorriqueños se sintieron opti­mistas y esperanzados; no ocultaban sus alegrías ysimpatías ante Estados Unidos, como pesimistas sehabían sentido ante España. Observa Tomás Blancoque:

Tampoco faltaron numerosos puertorriqueñosque no se solidarizaron nunca con el invasor. A ladesorientación general se sumaba -la agravante delas divisiones de criterio y opinión. La mayoría de

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~as clases populares, el campesino, el jornalero. elartesano, ignorantes de la trascendencia del mo­mento, no hizo -no estaba en condiciones dehacer más- sino reflejar la confusión de los es­tratos superiores. Su ingenuidad, algo templadapor el impreciso recelo que toda lo extranjero oextraño tiende a despertar entre simples buenasgentes, se tradujo en titubeos, mezcla de curiosi­dad y timidez, de pasividad y novelería.'

Apenas entrado el nuevo siglo xx, gran parte dela sociedad puertorriqueña, elegante y frívola, ponesus ojos en la nueva Metrópoli, modelo de cursile­ría y esnobismo...

Muchos de nuestros músicos no ocultaron susempeños en armonizar la antigua tradición musicalespañola con la moda norteamericana. Aparecieroncomposiciones tan raras como inusitadas; pasodo­bIes, two steps y danzas, fox trox. Pero no obstantela superficial admiración por lo extranjero no des­deñó las viejas formas boricuas con sus profundasraíces hispánicas.

Surgió entonces el vals crioUo como neutraliza­dor de la frivolidad bailable de casinos y plazas. Elvals animaría ahora la estirada y engolada sociedad,que reservando la danza para la intimidad, se delei·taba en las vertiginosas vueltas del tres por cuatro.Con el vals crioUo se amenizaron los envelecos delos primeros años del siglo xx: reinados y juegosflorales, veladas y tertulias.

Esta sociedad, impregnada por la poesía de Ru­bén Daría y las poses de Oscar Wilde, produjo pocode original, y al menos, en música, dejó poco denuevo.

No obstante no podemos subestimar la obra deBraulio Dueño Colón; Femández Juncos y VirgilioDávila, quienes con sus Canciones Escolares, sin pro­ponérselo, ya que respondían a otros fines, lograronconservar viva la llama del amor patrio en los cora­zones de los niños puertorriqueños.

A partir de los años de 1927, al 1930 comenzó aescucharse una nueva música. Música de acentonegro, la plena, nacida en el suburbio, en el arrabal.Concisa, precisa, grácil y lírica. Junta a la antiguadécima se convirtió también en vehículo de la quejay nuestra sátira social...

Así también, para la misma época aparecieron lascanciones populares de Rafael Hemández, melancó­licas, de telúrico acento, impregnadas del paisajepatrio. Con la nota de protesta, con el pesimismoanémico de unos tiempos agrios. Hubo un despertarde conciencias, pero la ~bra cuidada, producto delorfebre musical, a veces demasiado hermética fueaparentemente velada con las estruendosas manifes­taciones musicales latinas y norteamericanas quecruzaron el pequeño ámbito geográfico de nuestraIsla. Música sensual, agitada... propia para la ena­jenación... hoy todavía padecemos sus efectos, y ena-

8. Tomás Blanco, Prontuario histórico de Puerto Rico.

jenados nos sonreímos y seguimos sus vaivenes.Pero, en realidad, hasta que nuestra verdadera mú­sica, no atraviese las esferas del dolor y el sacrifi­cio, y alcance el "do" absoluto de la Solitaria Estre­lla, no nos quitarán el dolorido sentir...

Veamos ahora, una relación descriptiva de lasformas musicales existentes en la tradición oral dehoy día en Puer:to Rico, especificando sus caracterís­ticas musicales, tanto como las formas métricas yesu:óficas empleadas:

111. Estructuras músico-bailable

A. Canciones

1. Canciones de Cuna

Las nanas, canciones de cuna o turuletas,--eo­mo les llama el pueblo- expresan su mensajeliterario en la estructura de las seguidillas de sieteversos. Pero también emplean la copla de segui­dilla o seguidilla coja, -las coplas octosilábicas, enmenor grado, y también ']as cuartetas hexasilábi­caso Las canciones de cuna, por estar destinadaspara arrullar niños y cantarse de improviso, notienen acompañamiento musical. Se cantan "acappella". Su linea melódica es muy sencilla yel "tempo" es muy lento. Cada compás musicalde la canción de cuna incluye siempre cuatro uni­dades de un tiempo, esto es, el compás de cuatropor cuatro (4/4) o e] de compasillo ( ). A pesarde que ]a línea melódica es muy sencilla, resultadifícil de entonar y de transcribir musicalmente,por la diversidad de sonidos de fracciones y cuar·tos de tono que incluyen. Estos sonidos, impreci­sos, no los encontramos en la escala musical con·vencional, por tanto son difíciles de fijar en elpentagrama y de conciliar con la armonía.

2. La seguidilla

Como cantar independiente, -la seguidilla sor·prende por su brevedad y gracia, ya que consisteúnicamente de siete versos. Los cuatro primerosversos forman ]a copla, y ]05 tres restantes com­ponen el bordón o estribillo al que el pueblo suelellamar "el coro". Aunque en ,fuerto Rico, por logeneral, las seguidillas se emplean en expresarcanciones de cuna, hay muchas que, por tenertemas y asuntos sin relación alguna con el sueñoy los niños, constituyen, expresando temas diver­sos, cantares de verdadera hermosura.

La música de -la seguidilla es muy simple. Lalmea melódica, muy sencilla, nunca alcanza unregistro de más de dos octavos. El "tempo" de-los compases es de tres por cuatro (3/4) y cuatropor cuatro, muy movido y alegre. Su armoníasimple utiliza con regularidad los acordes de tó­nica y dominante. Prefiere el tono mayor al me­nor y puede cantarse sin acompañamiento mu­sical o con él.

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3. El villancico

El villancico puertorriqueño es siempre uncantar de tema y asunto navideño. Es -la formacancioneril que más diversos tipos de estrofas ymetros admite para la expresión de su mensajeliterario: desde la copla hexasflaba hasta las máscomplicadas combinaciones poliestróficas y mé.tricas.

La estructura musical del villancico es más va­riada que la del aguinaldo; casi siempre tiene.más de una parte, a veces tres. En ·Ios más comu­nes se encuentran estas combinaciones: A, AB YABA. Los compases más usados son: dos por cua·tro, tres por cuatro, tres por ocho y seis por ocho.Pueden estar armonizados en tono mayor o me·nor, y si es mayor la armonización, se prefierela escala melódica. Se pueden cantar "a cappella"o con acompañamiento instrumental. La armoniozación es sencilla: acordes de tónica, dominantey subdominante, sin tener determinado un ordenfijo.

4. El aguinaldo

Los aguinaldos se cantan en diversas ocasio­nes y tratan sobre distintos temas. Se distinguen,entre otros, los de Navidad, con temas "a lo hu­mano o a lo divino". El tema humano gira entorno de las festividades y celebraciones de laépoca. El tema divino alude a la encarnación y alnacimiento de Jesús. Hay además, aguinaldospara la Semana Santao Estos versan en torno deltema de la pasión de Cristo. Tenemos tambiénaguinaldos para las Fiestas de Cruz, que se cele­bran en mayo; y, también aguinaldos para rosa­rios cantados a la Virgen y para velorios de an­gelitos.

Todas estas diversas clases de aguinaldos ad­miten igualmente distintas clases de estrofas ymetros para verter el texto literario de la canción.Se valen de todas las formas estróficas de cuatroversos, ya sean octosílabos o hexasílabos, las quin­tillas, sextillas, octavillas y, sobre todo, las déci·mas hexasílabas.

El aguinaldo casi siempre se canta con acom­pañamiento instrumental. Se prefieren nuestrosinstrumentos típicos de cuerda: cuatro, tres, tiple,bordonúa y, a veces, la clásica guitarrd. El acom·pañamiento rítmica -percutivo del güiro acarra·cho es indispensable. La estructura musical delos aguinaldos sigue un solo motivo temático. Elprofesor Francisco López Cruz los clasifica en dosgrupos: los de unidades de ocho compases y losde cuatro.' Los que tienen unidades de ocho com­pases completan el motivo melódico en la trayec­toria de los cuatro primeros versos de la letra.1O

Los que tienen la unidad de cuatro compases ne­cesitan dos unidades para cantar la estrofa decuatro versos. Cuando el aguinaldo se canta conestrofas de más de cuatro versos, el cantante yel acompañante, repiten las unidades musicaleshasta que completan la estrofa. Otras veces cam·bian la frase melódica cubriendo así con la me-

9. Francisco Cruz López, El aguinaldo y el villancico enel folklore puertorriqueño, pp. X-Xl.

10. Ibid.

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lodia toda la parte literaria del aguinaldo. La mo­notonía de ·la Hnea melódica se rompe con el con­tenido literario de los versos y con Jos adornosmusicales o "arabescos" que hace el cuatro ensus cadencias a solo. Antes de comenzar a cantarla letra del aguinaldo, los músicos tocan una pe­queña introducción de ocho a doce compases paraque el cantador se acomode al tono musical. El"tempo" del aguinaldo es siempre de dos por cua·tro y se caracteriza rltmicamente por la sincopay el !resillo. La armonía es muy sencilla y, si latonalidad es mayor, los acordes que lo armonizanse combinan asf: IV, 1, V, 1, esto, la subdominan­te, tónica, séptima dominante y tónica. Cuando elaguinaldo se canta en tono menor, la armoniza·ción generalimente es: 1, 111, IV, V, esto es, tóni­ca, mediante, subdominante y dominante.

5. El romance y el romancillo

En Puerto Rico, tanto el romance octosflabocomo el romancillo hexasilábico cantados tienenuna melodía propia. La música del romance y elromancillo es muy sencilla y su "tempo" y ritmoson muy amenos. Prefiere los metros temarioscomo el compás de tres por cuatro y seis porocho. Muchas veces la tesitura musical alcanzapoco más de la octava, en los momentos en quela narración cobra mayor interés. Por lo general,los pocos cantadores de romances que nos que·dan, se acompañan el canto con una guitarra y,a veces, con una sinfonía o armónica de mano.

B. Composiciones bailables

1. El seis

Don Manuel Alonso y Pacheco (iniciador delas letras puertorriqueñas) y don Fernando Calle­ja (nuestro primer historiador musical), señalanque el seis es uno de nuestros bailes más anti­guos'" Su nombre se deriva de que al principiolo bailaba un grupo de seis parejas. Su origen esespañol y comienza en las fiestas religiosas y enlos bailes de las Saltatrices de Cádjz.u Casi siem·pre la música del seis se combina con canto. Paraello, se prefieren las décimas octosílabas y, a vecesen menor grado, :las cuartetas y las sextillas deversos octosilábicos. Hay varios tipos de seises.Muchos se denominan partiendo del nombre dellugar de su procedencia geográfica: seis fajarde·ño, seis doradeño (que vienen de los pueblos deFajardo y Dorado, Puerto Rico). Otros toman sunombre de la forma o manera en que suelen bai·larse: "seis enojao" (las parejas bailan de espal.da sin mirarse al rostro), "seis tumbao", "seis mi·langa", y varios más. Pero entre todos los tiposde seises sobresale el "seis bombeaoH o seis conbombas. En este baile, tanto la música. como laletra se interpretan independientemente una de

11. Manuel Alonso, Bailes de Puerto Rico, en El giba.ro, pp. 33-40. Fernando Calleja, Música y músicos puertorri.queños, p. 34.

12. Pablo Garrido, Esoterla y fervor populares de PuertoRico, p. 24.

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otra; esto es: primeramente el conjunto musicaltípico hace una introducción de unos dieciochocompases de duración y luego hace un silencio deunos seis u ocho compases. En ese espacio detiempo se dice en recitativo entonado la parte li­teraria que es casi siempre una estrofa de cuatroo seis versos. Rompe de nuevo el conjunto musi­cal; bailan las parejas unos ocho o más com­pases, y alguien grita: ¡Bomba!, interrumpiendola música y recitando de nuevo otra copla. Lascoplas que se cantan, se dirigen específicamentecomo una "bomba" a alguna de las personas quese encuentra en el baile. Puede ser un enamoradoque quiera aprovechar la ocasión del baile paradeclarar su amor a la amada. Como es el caso deesta copla:

Desde aquí te estoy mirandocomo un granito de sal,y tus miradas me dicenque nos hemos de casar.

La persona aludida no toma en serio el ofreci·miento y, burlándose de su admirador, le con·testa:

Desde aquí te estoy oyendoque conversas con halago;si es que casarme tendré,nunca lo haré con un vago.

Así se continúa y, a veces, llegan a establecer·se diálogos larguísimos. Comienza de nuevo la mú'sica y las parejas siguen bailando hasta el próxi­mo grito de "bomba".

2. El mapeyé

Para acompañar con texto Uterario la músicadel mapeyé, se utilizan tanto las estrofas de cua·tro versos, como las sextillas y ·Ias décimas, pre·firiéndose estas últimas. Don Manuel Alonso nolo menciona en su ensayo sobre los Bailes dePuerto Rico,13 lo que demuestra que hay razónpara creer que esta modalidad bailable surgecomo tal en el siglo XX y que se venía gastandocomo una derivación del seis. Su música es muysencilla, al igual que su ritmo. Tiene una intro­ducción de ocho o más compases, después de lacual comienza la parte cantable. La linea melódi·ca es muy simple y a veces alcanza una tesiturade más de una octava. La armonía también esmuy elemental, ya que sus acordes más frecuen­tes son los de tónica, dominante, cuarta y sexta.Prefiere casi siempre el tono menor y su "tempo"es mucho más lento que el del seis.

3. La plena

La letra de la plena se vierte, por lo general,en cuartetas y sextillas octosUabas y hexasilábi·cas; aunque no requiere que las estrofas sean iso­métricas. Sólo exige que los acentos rftmicos sesucedan regulármente. Su estructura consta de

13. Manuel Alonso, op. cit., pp. 33-40.

dos partes: la estrofa o solo y el estribillo que serepiten a capricho del ejecutante. Su extensiónmusical no excede de ocho compases, con medidade dos por cuatro en cada uno de ellos. La plena,glosa -con intención burlesca y caricaturesca­los sucesos de la vida diaria del pueblo o aconte­cimientos históricos puertorriqueños.

Sus títulos son en este sentido muy significati­vos: "Cortaron a Elena", "Temporal", "El Obis­po", "Tintorera del Mar"... Las hay también inti­mas y liricas. A esta modalidad pertenecen: "Mu­chachita de mi amor", "Las mujeres de Borin­quen", y "¡Qué bonita es!"

La parte vocal de la plena la interpretan unsolista y un coro que se alternan a manera de res­ponso. El solista, al cantar, cambia poco o muchola melodia y la letra de cada estrofa; 'Y por elloen la tradición de la plena se ·Ie conoce como el"inspirador". El coro canta en una sencilla armo­nfa en terceras y en sextas. A veces la que en elcoro hace de segunda voz, canta en una octavaalta. Es lo que se llama el "requinto".

El primitivo instrumento acompañante de loscantan·tes de plena fue el pandero, luego se añadióla sinfonía de mano. Con el tiempo, y según lascircunstancias, se agregaron ·la guitarra y el cua·tro, la trompeta y el clarinete. Desde hace algu­nos años se han incorporado el bajo de cuerdas,la timba, la tambora y ·Ia conga. En la actualidadse sustituye la sinfonfa de mano por el acor·deón.l4

Los verdaderos orígenes de la plena no se hanpodido descubrir todavía; unos creen que surgióa fines del siglo XIX, y otros sostienen que datade la segunda década del siglo XX; pero en ningúncaso hay pruebas concretas y documentos quesostengan tales afirmaciones.

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LóPEZ CRUZ, Francisco: El aguinaldo y el villancico en

14. Parte de esta información está tomada -y brevemen·te modificada por nosotros- de un programa de conciertode plenas, ofrecido por Manuel Jiménez y auspiciado por elInstituto de Cultura Puertorriqueña, con motivo de la cele­bración de la Octava Feria del Libro, el viernes 15 de abrilde 1966 a las 8:00 de la noche en la Plaza de Armar; en SanJuan de Puerto Rico. La hoja impresa por: CaribbeanStationery & Printing Corporation.

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TANODI, Aurelio: (Compilador) Documentos de la RealHacienda de Puerto Rico (151()..1519), U. P. R., C. 1. H.,1971.

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Luis Leal en el Instituto deCultura Puertorriqueña

LUIS LEAL NACIÓ EN LA HABANA, CUBA, y DESDE MUY

temprana edad se interesa en la técnica de lacerámica. En 1949 estudia en la escuela taller Flo­rence Ceramic, de Miami, y en La Habana, con losmaestros Iván Gundrum y José Suárez. En 1955 escontratado como profesor de cerámica en la Univer­sidad de Santo Domingo. Diez años más tarde se tras­lada a Puerto Rico donde trabaja como profesor enel Departamento de Bellos Oficios en la Universidadde Puerto Rico. Actualmente es Director del Tallerde Cerámica del Instituto de Cultura Puertorrique­ña y profesor en la Escuela de Artes Plásticas deesta Institución.

La obra de Luis Leal es numerosa y abarca des­de interesantes obras originales, las cuales modelay decora siguiendo formalmente los principios deldiseño, hasta fieles réplicas indígenas logradas conacierto.

La extensa colección de piezas exhibidas en lasSalas del Instituto de Cultura sitúan a Luis Leal en­tre los más destacados ceramistas que residen ac­tualmente en Puerto Rico.

Vasija condiseifos taínos

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Un aspecto de la exposición

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Vasija Inspirada enel arte de nuestros indios

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San Juan de la Cruz

Por FRANCISCO MATOS PAOI.I

Llegó a la cima tan claracon amor y con figura.Antes, en la nieve impuradel dolor que fue mamparatuvo humildad en la raraestela de honda evasión.Docto y santo, el corazónlevantó el humo dormidocomo recuerdo y olvido,como silencio y pasión.

Asi alcanzó llama vivael que padeció lo muerto.y aunque estuvo en el desierto,la hermosura fugitivade los ecos lo cautiva.Porque supo, en don supremo,consignar el leve remoal mar azul-tempestuoso.Nació del polvo gozoso,polvo-cielo en un extremo.

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Francisco Mariano Quiñones:In Memoriam (1830-1908)*

Por ISMAEL REYES GARCfA

EN 1975 SE CUMPLE EL PRIMER CENTENARIO DE LA PU-blicación de dos de las tres novelas de Francisco

Mariano Quiñones. Hace algunos años se cumplióuna centuria de él haber sido comisionado a la his­tórica Información del'67, hecho por el cual es qui­zás por lo único que se recuerda al patrio sanger­meño. En aquella ocasión. Quiñones. que era un ricohacendado y dueño de esclavos, y sabiendo que la 'abolición representaba una ruina para él, defendiqno obstante, la posición de Ruiz Belvis y José JuliánAcosta, los otros Informantes, quienes pedían la abo­lición de la esclavitud con indemnización o sinella...

Indudablemente e] nombre de Francisco Maria­no Quiñones ha caído en el olvido; ha sido poster­gado en el presente siglo. Convieoe recordar que.Quiñop,es no sólo cultivó el periodismo y la litera­tura imaginativa. sino que sobresalió en el campode la política, en la que arruinó su vida y gastó susriquezas por el bienestar del prójimo. Tuvo oportu­nidad de ocupar puestos de importancia en Argen­tina. pero no quiso abandonar la Is]a. Un compa·ñero de estudios en Alemania. Carlos Cáseres, mástarde Presidente de la República del Plata. en variasocasiones lo llamó a su lado. sin embargo Quiñonesprefirió seguir viviendo... y sirviendo a su patria.

Además de Informante en la Información del'67,Quiñones ocupó algunos puestos públicos en PuertoRico. Fue diputado a Cortes en 1871, año en querehusó la Gran Cruz de Isabel la Católica y el Mar·

* Con respecto a la fecha de la muerte de Francisco Ma·riano Quiñones quiero señalar que la correcta es: el 13 deseptiembre de 1908 a las 8:48 P.M.• para ser más exacto. Hagoesta aclaración porque he encontrado que en el libro deJosé Luis Vives. Historia de Puerto Rico y en la EnciclopediaCldsicos de Puerto Rico aparece la fecha de 1903, que esincorrecta. Véase: Ismael Reyes Garcia, Francisco MarianoQuiñones, vida y obra, San Juan, Editorial Coqui (EdicionesBorinquén), 1963, 129 p.

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quesada de San Germán. En 1898, cuando se orga·nizó el Gobierno Autonómico en Puerto Rico, Qui·ñones fue llamado a ocupar la Presidencia por sucarácter conciliador, ya que en esos años el partidoAutonomista estaba dividido entre asimilistas y or­todoxos. Quiñones fue también alcalde de San Ger­mán en 1902; y en ese mismo año fue electo Dele­gado a la Cámara. En 1903 se creó el cargo de His­toriador como pensión, por así decirlo, para Fran­cisco Mariano Quiñones, quien había sacrificado sufortuna y su vida y había dedicado su talento albienestar común de la Isla. Se le asignó la cantidadde $ 125.00 mensuales. En dicho puesto duró hastaque lo sorprendió la muerte en 1908. Luego el cargoes ocupado por Salvador Brau y Asencio.

Quiñones fue muy querido, admirado y respe­tado no sólo por los hombres que compartían susideas, sino por sus adversarios políticos. Basta se­ñalar las palabras de Luis Muñoz Rivera, su adver­sario, aun cuando ambos eran autonomistas:

Francisco Mariano Quiñones ha muerto. Enlos primeros años de mi vida política, tuve elorgullo y la alegría de llamarle mi maestro; enestos últimos tiempos infelices tuve 'Ia hondapena de Ilamar]e mi adversario; pero siempre lerendí el tributo de mi hondo respeto y de miinalterable estimación.

Francisco Mariano Quiñones fue caballero delucha: un gentil hombre de patria. Entre sushermosas condiciones personales poseía la alti­vez, aquí. donde ser altivo se paga tan caro. Na­cido en gran casa y entre costumbres aristocrá·ticas, aparecIa, sin embargo, sencillo y demócrata.y él, que podía formar en la región de los privi­legiados, tenía su diestra al pueblo que sufrey se levantaba con amor, enseñándole a pensary actuar.

Después ]a fol'tuna le abandonó. Y supo manotenerse íntegro, en, su carácter, sin decadencia

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FranciscoMarianoQuiñones

intelectual ni moral, firme y fuerte como losrobles a las tempestades.1

Terminó don Luis Muñoz Rivera el obituario afir·mando que el mejor homenaje al ilustre sangerme­ño consistía en imitarle para resultar puertorrique­ños dignos como aqué1.2

Quiñones fundó el periódico El Espejo, periódi~

co de corta duración. Su labor periodística está re­cogida en dos libros: Artículos políticos y Conflictoseconómicos artículos originalmente publicados enel periódic~ Liberal de Mayagüez. Hay, además, diezartículos bajo e! título Formemos escuela de hom-

1 Luis Muño1: Rivera (Cámara de Delegados), sesión tú­neb;e en honor de Francisco Mariano Quiñones. En La De­mocracia, San Juan, 15 de septiembre de 1908, número 5,105.

2. ¡bid.

bres, dispersos en el periódico La Democracia. Tie­ne Quiñones, asimismo, dos libros de historia: His·toria de los partidos Reformista y Conservador dePuerto Rico y Apuntes para la historia de PuertoRico, su libro más conocido y en el cual describecon lujo de detalles el llamado campante.

Quiñones cultivó el ensayo literario, entre loscuales tenemos, Emilia Pardo Bazán, celebrada enligerísimo estudio de su gran arte literario, El baileen la culta sociedad, Influencia de las bellas artesen el cardcter de los pueblos y un trabajo sobre elpoeta alemán Heine.

Las novelas

Concerniente a sus novelas, Quiñones publicó LaMagofonía y Kalila en 1875 y Fdtima en 1876. Lasdos últimas son la primera y segunda parte respec-

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tivamente de Nadir-Shah que consta de tres parteso tres novelas. Quiñones no llegó a publicar la ter­cera parte, Riza-Kouli, pues su esposa, ConcepciónQuiñones, la quemó para evitar que cayera en ma­nos de la Guardia Civil, ya que Quiñones era perse­guido por sus ideas autonomistas; se le creía Pre·sidente de la Sociedad del Corazón negro, sociedadque sólo existía en la imaginación de los conserva­dores, según lo manifiesta el propio Quiñones en sulibro Apuntes para la historia de Puerto Rico. Elera simplemente un fiel creyente de la masonería enla cual alcanzó el vigésimo octavo grado: Kadosh,el cual usó como seudónimo en sus novelas. Las tresnovelas fueron publicadas clandestinamente en Bru­selas y son muy poco conocidas por la crítica...

Desde el trabajo que presentó la profesora Caromen Gómez Tejera (RIP) sobre la novela en PuertoRico, para optar el grado de Maestro en Artes, enla cual se limitó a señalar que las novelas de Quiñ<rnes eran de asunto persa, los demás críticos todo loque han hecho es repetir lo que ella dijo. Sin em­bargo, un extranjero, Pedro Henríquez Ureña, ensu prólogo a una de las ediciones de Enriquillo, deManuel de Jesús Galván, al comentar de que en lanovela histórica de Hispanoamérica, los temas exó­ticos eran muy raros, de que muy pocas tratarontemas extranjeros, dijo que las ti muestras más cu­riosas eran dos novelas del puertorriqueño Francis·co Mariano Quiñones... " J

No creemos que estas novelas carezcan de méri­tos. No se han reeditado porque no se las conoce,'pues ,fueron publicadas clandestinamente, como se·ñalamos arriba, y las tiradas fueron de pocos ejem­plares. No creemos que el tema exótico haya sidoimpedimento, ya que era común en la novela román­tica. Conviene señalar que Quiñones lleva la pr<rblemática puertorriqueña a un plano oriental paravelar la sátira...

Historia e imaginación en las novelas de Quiñones

Las novelas de Quiñones, aunque son de basehistórica, no pueden ser catalogadas de meras cró­nicas noveladas. En la novela histórica, general­mente, la materia está dada, y por consiguiente, eldon de la inventiva tiende a menoscabarse. Las n<rvelas de Quiñones, sin embargo, ofrecen un caudalde inventiva, donde el elemento poético se super­pone a la crónica. El autor tergiversa los hechos his­tóricos, colmándolos de fantasía oriental.

En La Magofonía nos presenta una serie de he­chos y personajes históricos de la época de Gandí­ser-Farcit. La novela está basada en el suceso dela magofonía, o sea, muerte de magos, que según el

3. Pedro Henríquez Ureña, Prdlogo a Enriquillo, de Ma.nuel de Jesús Galván. Enriquillo, Buenos Aires, Wm. Jack­son, Ine. 1945, p. IV.

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historiador Herodoto, se convirtió en día festivopara los persas:

The anniversary of this day has become ared·letter day in the Persian Calendar markedby an important festival known as the M;gophonia,or Killing of the Magi, during which no Magusis alIowed to show himself-every member of thecaste stay indoors till the day is over..~

Francisco Mariano Quiñones presenta en esta no­vela al rey persa, Cambises, uno de los personajeshistóricos de más relieve, que según Herodoto fueun rey muy cruel, que ordenó la muerte de su her.mano Esmerdi, y se casó con su propia hermana, aquien mató de un puntapié en el vientre estandoaquélla embarazada.5 Pero Quiñones moldea de talmanera a Cambises que consigue que el lector sim.patice con tal personaje. En otras palabras, haceuna caracterización distinta de este personaje his­tórico. Quiñones cambia en La Magofonía el actoincestuoso cometido por Cambises, según la his­toria. En su novela son los hijos del rey, Agradato yla princesa Astarthé, quienes cometen incesto. Desdeluego, el autor salva a estos personajes en ciertosentido, ya que ellos no se conocían... Vemos cómola imaginación de Quiñones transforma el hecho his·tórico, probablemente influido por la moral cristia­na, por su cosmovisión. La historia, por el contrario,no deja dudas de que Cambises cometió incesto pre·meditadamente.

Otro hecho en que Francisco Mariano Quiñonesse divorcia de la crónica en La Magofonía, es el dela muerte de Cambises. Según nuestro autor, el reymuere alevosamente; "una mano oculta y alev<rsa (... ) ha costado su preciosa vida..... dice. La his·toria, en cambio, dice que cuando Cambises supoque su hermano Esmerdi estaba en el trono de Per­sia, pensó que no se había cumplido su orden res·pecto a la muerte de éste, y se apresuró a regresara Susa, a hacerles frente a los magos; y al montaren su caballo apresuradamente, se hirió con su pro­pia espada en un muslo...6

En la novela Nadir-Shah (Kalila y Fátima), Qui­ñones nos demuestra que le interesa más lo nove·lesco que la crónica. Nos presenta al personaje his­tórico Nadir Kuli Khan, que es el protagonista deKalila y Fátima. Es en tomo a su vida y sus hechosque se desarrolla la novela. Nadir, según la historiafue un simple soldado que se hizo rey por su ha­bilidad, inteligencia y astucia. Quiñones no llega anovelar la vida de este personaje cuando es rey de

4. Herodoto, The Histories, Boo, Three. (Transtated andwith an Introduction by A. de Selineourt), Edinburg,R. R. Clark, 1955, pp. 17+241 (p. 209).

S. Ibid., pp. 186-187.6. --, p. 281.

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Persia (1732), sino los sucesos anteriores a la coro­nación del hijo de Husein, Tahmasp 11. Nos narralas aventuras y desventuras de Nadir antes de coro­narse rey.

Quiñones se inclina más, como hemos señalado,a la narración novelesca que a la crónica, y en par­ticular, en Nadir~hah, a la intención social, puesél lleva a un escenario oriental la situación existenteen Puerto Rico en el siglo XIX, como veremos opor­tunamente.

Motivos para el asunto persa

Varios motivos indujeron al autor a tratar elasunto persa en sus novelas. Posiblemente el exotis­mo romántico, la afición por la historia y por looriental, y finalmente, la intención social, quizás elmotivo más importante.

a) Exotismo

Luis Maigron enumera los rasgos que WalterScott fijó en sus novelas históricas: "informaciónhistórica, color local, exotismo; atención a lo exte­rior, sacrificando algo de lo interior; evocación decivilizaciones lejanas y de sociedades diferentes odesaparecidas".'

Estas peculiaridades de la novela histórica estánpresentes en las novelas de Quiñones. Su exotismoconsiste en la atención prestada exclusivamente altema persa. Si pasáramos revista a todas las nove·las históricas del Romanticismo en Hispanoamérica,encontraríamos que solamente Quiñones utilizó di­cho tema. Así lo afirma Pedro Henríquez Ureña.Hasta donde sabemos, el tema oriental se viene atratar en Hispanoamérica en el Modernismo, espe·cialmente en la poesía. La novela histórica hispa­noamericana trata el tema indígena preferente­mente.

Un contemporáneo de Quiñones, Alejandro Ta­pia, trata ligeramente el tema oriental en Póstumoel trasmigrado y en Póstumo el envirginiado. PeroTapia cae en la concepción egipcia del trasmundo,es decir, en la mitología y tradición egipcia, la cualacomoda a su cosmovisión con respecto a sus creen­cias espiritistas; no es pues el tema histórico quetrata Quiñones...

b) Afición por la historia

En toda la obra de Quiñones vemos cuán aficio­nado era a la historia. En su obra histórico-política,

7. En Amado Alonso, Ensayo sobre la novela histdrica,B. A., Ed. Coni, 1942, pp. 7-142 (p. 54).

Historia de los..partidos R~formista y Conservador.dice lo siguiente:

Busco afanosamente en ·la historia, hace tiem­po, afirmaciones concretas, en la necesidad deno morir descreido, para estas tres grandes ysub.limes alegorías, que, si no me equivoco, ladefinen correctamente.

Es la historia, antorcha luminosa en manos de·los espiritus que nos han precedidos; y sirve a losamantes del bien, que disponiéndose seguir segu­ros derroteros, desean evitar escollos.

Es sibila de ceño rígido e implacable, quecorrige a los imprudentes y amonesta a los que,desoyendo la voz de la razón y la justicia, perAturban con su egoismo la tranquilidad y el bie­nestar de sus hennanos. .

Es lecho o panteón inconmensurable, labra­do trozo a trozo en la conciencia de los pue·blos (... ) (p.l)

Vemos, pues, que Quiñones personifica la histo­ria. En uno de los artículos políticos nos dice quela historia es la única ciencia que se atreve a con­sultar, pues según él, "ésta suministra en todos tiem­pos al hombre el más rico tesoro de lecciones pro­vechosas". De modo que Quiñones era indudable­mente un asiduo lector de historia, lo cual nutre suinterés en crear novelas históricas.

c) Afición por lo oriental

Hurtado y Angel González Palencia señalan en­tre los caracteres principales del Romanticismo: ol­vido y desprecio de la mitología clásica, y afición,en muchos casos, a los mitos y costumbres delOriente.'

Apenas encontramos alusiones mitológicas en lasnovelas de Quiñones, es decir, de la mitología clá­sica. En cambio éstas están recargadas de mitos ycostumbres orientales, lo cual demuestra su aficiónpor lo oriental. Conocía Las mil y una noche, segúnlo dice en Fdtima:

Los pueblos del Oriente, en su sentimiento de10 bello, sólo conocen una de sus fases: aman elfausto, el esplendor, la hennosura.

"lAs mil y una noche", compilación admirablede fantásticas leyendas, debidas a escritores ypoetas ya desconocidos, pintan gráficamente, me­jor que ninguna otra, los gustos y los caracteres

8. Juan Hurtado y Angel Palencia, El Romanticismo, enHistoria de la literatura española, 4." ed. Madrid, Ibiza, 1940,pp. 826-906.

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de aquellos para quienes fueron escritas. (Fátima,p.12).

En el ensayo Influencia de las bellas artes en elcardcter de los pueblos, nos dice que el progresohumano ha marchado siempre de Oriente a Occi­dente. Y en ese mismo ensayo comenta que la reli­gión de los magos fue más sencilla y más pura quela de los indios y la de los egipcios. Pero el proble­ma de Persia y Asiria, los dos pueblos cuya religiónera la de los magos, era que ponían el estro en ma­nos de los reyes, quienes amaban el esplendor, elFausto por puro deleite (p. 77).

d) Intención social

La intención social es quizás el motivo principalque indujo a Quiñones a utilizar el asunto persa ensus novelas. Como conocía la historia de los pue~

bIas orientales y sentia afición por tal ambiente,nada más a propósito para esconder la queja social.~ara el tiempo en que Quiñones escribió estas no­velas, se perseguía a los masones, por el egoísmoy la ignorancia de los que gobernaban en PuertoRico a fines del siglo XIX. Estaba, pues, justificadala protesta social. Recordemos que Francisco Ma­riano Quiñones fue arrestado en una tenida masó­nica en 1874, y que utilizó el seudónimo A. Kadoshen sus novelas las cuales como ya hemos indicadofueron editadas clandestinamente. Por ello, en lastres novelas trata el tema de la masonería.

En el prólogo de La Magofonía nos da su inter­pretación de la masonería:

Extraña la masonería a todo espíritu de into­lerancia, impone a sus adeptos discreta reservaen lo controvertible de toda -ley social, que debasu existencia en el mundo como manifestaciónde una creencia religiosa. Pero con el mero hechode levantar sus templos bajo la égida del GranArquitecto del Universo, declara que e¡¡ creyente,que se somete amorosamente, para la prácticaobligatoria del bien. a la idea de una gran causa,de un único autor de todo lo existente.

En torno de este pensamiento (... ) se ha agi­tado nuestro espíritu. depositando en La Magofoníael fondo principal de sus creencias. (p. IV)

En ese mismo prólogo nos dice Quiñones que supropósito es protestar ardorosamente contra lasartes de la impostura y del egoísmo. La encomiendaes llevar el sello de la verdad. Para Quiñones, la ma­sonería era una .. santa y bien hechora institución".

En su novela Fátima, Quiñones personifica la ma­sonería cuando se dirige a ella en apóstrofes:

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( ... ) La guerra tú la detestas, tanto como com­bates el egoísmo y la ignorancia, sus causasprincipales entre los hombres: el engaño y la perofidia tú los maldices tanto como recomiendas eltrabajo y la buena fe: la fraternidad es tu dogmapredilecto (...)

(. .. ) La masonería, ¡cuán dulce es tu nombre!Tú aplacas, cuando se te comprende, el furor, yodio entre los combatientes (... ) (p. 111-112).

El procedimiento utilizado por Quiñones paratrasladar la intención social, la queja, a suelo persa,es muy parecido al de Montesquieu en su Cartaspersas. El escritor francés esconde la sátira tras unaestela de personajes persas, en una serie de cartasque se cruzan entre éstos. Pinta la Francia en lospostreros años del reinado de Luis XIV y de laregencia de Felipe de Orléans. Procedimiento aná­logo es el que emplea José Cadalso en sus CartasMarruecas, las cuales reflejan el propósito de sátirasocial.

Quiñones, reformista por excelencia, hombre quelucha denodadamente por toda reforma social, alver que no se cumplen las aspiraciones de los quecomo él se habían consagrado al bienestar comúnde los puertorriqueños, busca la forma de desaho­garse y la encuentra en el tipo de novela que cul­tiva. Así lo confiesa en La Magofonía:

Cuando un hermoso edificio se derrumba,por causas que han venido minando y deterioran­do su solidez a la vista de todo el mundo, y elque se dice su propietario porque cobra la renta,se niega a toda reforma, no es extraño que quienla habita pierda la paciencia, y prefiera buscarbajo el puro cielo estrellado. bajo la inmediataprotección del Altísimo, sombras más benignas,que no le persigan en la tranquilidad del espíritu.(p. I).

El motivo por el cual Nadir, en la novela Nadir­Shah, especialmente en la parte denominada Kalila,es tildado de bandido por el rey Husein y por elMuftí, es el hecho de que protegiera a un ciudada­no del oprobio de un oficial del fisco. Este últimoembargó al primero una pareja de bueyes por nohaber podido pagar los derechos de aquel año... Lavíctima, hombre honrado, laborioso, pero pobre ycargado de familia, tiene que ceder los bueyes al ofi­cial del fisco. Nadir se dirige en estos términos aloficial, que estaba acompañado de un militar y unMollah:

-Buen hombre, le dice: devolved su parejade bueyes a este infeliz. Es honrado y os pagará

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si le concedéis un término razonable. Doleos almc:nos de st.I ~umerosa familia, a la cual vais apnvar del dIana sustento si le quitáis el recursomás necesario para el cultivo del campo.(p. 34-35).

Nadir, por la defensa que hace al labrador re.cibe insultos, desprecio, escarnio: '

(...) he aquí a un hombre reducido desde hoya ver llorar de hambre a sus hijos por la impiedadde este otro en el cobro del impuesto (... ) (p. 35).

Como resultado del diálogo anterior, el oficialmilitar desafía a Nadir, resultando muerto el pri­mero. Es entonces que Nadir empieza a ser perse­guido y tildado de bandido...

Problema semejante al que acabamos de ver enesa novela (de asunto persa -para algunos críticosen tono peyorativo...) lo encontramos en el folletoConflictos económicos, de Quiñones. En el artículonúmero nueve, por ejemplo presenta lo siguiente:

Por suma, pues, de $ 48.00 que se adeudaba alMunicipio de cuota contributiva con costas ori·ginales hasta llegar al remate público que no séen la forma que se ha hecho, hase visto nuestrovecino desposeido de ocho cuerdas de terreno,que a poco valer estiman cuantos conocen la pe·queña propiedad de $ 200.00 (... ) (p. 53) (... ) y porla insignificante deuda de $ 6.00 que debía el era·rio y ascendió a $11.50 tuve embargadas dosvacas ajenas que habla tomado a cuido y un ca·baIlo de mi mujer. (p. 54)

Vemos, pues, claramente que el episodio del impues­to, trasplantado a un escenario oriental, conllevauna intención de sátira social. Esa intención se comoprueba en todas las novelas de Quiñones. En LaMegafonía dice que el Archimago "regaló a su regiasobrina joyas de tan inmenso valor, que (...) escasa­mente hubieran alcanzado las rentas de todo el rei·no para adquirirlas de otro modo" (p. 37). En Fáti­ma, cuando relata las luchas interna!! y externas deMahmoud, Aschraf, Husein y Tahmasp con respec­to a las ambiciones de éstos por el trono de Persia,Quiñones pone en boca de uno de los personajes querepresenta a la clase baja: .. Nuestro lote en la mor·tal contienda, será siempre el pago de tributo"(p. 10).

En resumen, concluimos que el tema persa estábien motivado en Quiñones. Aunque el hecho dehaber tratado asuntos persas, asuntos exóticos enambientes exóticos también, puede haber sido unobstáculo para que nuestro autor sea conocido comonovelista; no creemos que en realidad le haya res­tado méritos. Aparte de que ese hecho está plena­mente: justificado dentro del Romanticismo, como

ya hemos señalado, creemos que el mismo contri.buye a dar más originalidad a la obra novelística deQuiñones.

Ideología

Aunque Quiñones es romántico en sus ideas lite­rarias y liberal en su ideología política, es, sin emebargo,. conservador respecto a las ideas filosóficas.ReaCCIona en contra del positivismo; está más ape­gado al espiritualismo de Goethe y Schiller. Su fe~n la paternidad divina lo hace rechazar el materia­hsmo, pero no las ciencias; acepta de ellas lo quedebe aceptar. Pero siempre superpone la fe sobre lamateria y sobre la razón.

Quiñones nos recuerda al Calderón de la Barcade La vida es sueño. en la concepéión de que el hom·bre es un compuesto de hombre y fiera. Si el serhumano se deja dominar por la fiera, es malo, siocurre lo contrario, es bueno. Todo depende deldominio propio. Este principio filosófico-moral estápresente en su novela Kalila, en un diálogo entre elsabio Medgid y Nadir. Y es que Quiñones experi.menta en su personaje Nadir, la eterna lucha entreel espíritu y el mandato de los sentidos. En Nadirestá presente "el bárbaro, la fiera, el déspota, elegoísta, pero también la parte más noble, en la cualvenciendo el espíritu al bruto que le acompaña e~su terrenal morada, se buscan goces más durade­ros que los que proporcionan los sentidos". En Na­dir está presente el hombre reformador, el héroe, elhombre de fe hecho para el progreso.

Quiñones presenta la parte fiera del hombre yhasta comenta que no puede negar que en muchospuntos el hombre se asemeja al mono; sin embargono concibe, como se tiende a interpretar errónea·mente la teona darwinista, que el hombre desciendedel mono, ni de otro animal al cual se le parezca.y es que Quiñones cree en la paternidad divina...

Francisco Mariano Quiñones era antiseparatistay antirrevolucionario. Aunque ataca duramente algobierno español, es decir al gobierno conservadorde la Isla, constituido por personas que se jactabanen decir que eran fieles súbditos de España, Qui·ñones nos deja ver en todo momento su gran sim­patía por la Madre Patria, y en ningún momentofavorece la separación radical y sí las reformas.

Para él, ni Cuba ni Puerto Rico estaban prepa.radas en aquel momento para ser países libres. El,sí creía en el autonomismo, el cual veía como unanecesidad...

En su libro Historia de los partidos Reformistay Conservador reafirma su posición:

y entiéndase que sólo me refiero a Puerto Ricoy a Cuba, donde nadie que tenga buen sentido sele ocurre pensar seriamente qué habrfamos de

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ganar sustentado ideas de separatismo, porquesi se me habla de regiones más vastas que tu·vieran elementos y vocación para constituirse ennaciones libres e independientes, han de ser mu­chos los que tengan la aspiración por natural y'legítima (... ) La. separación ni nos conviene, ni laqueremos. (p. 33)

El sangermeño no creía en la violencia; para élla revolución sólo convenía a los conservadores paradesatar mayores persecuciones; por ello no estuvode acuerdo con el Grito de Lares, que en definitivaalimentó el odio y el oprobio de parte de los incon­dicionales... Y no es que a Quiñones 10 disuadierala desi~dad de las fuerzas para una revolución,sino que sinceramente favorecía la reforma social,económica y política por medios pacíficos. Para Qui·ñones, pues, la revolución de Lares dio al partidoConservador lo que le faltaba: "fuerza, cohesión,crédito y disciplina; organización per"fecta". En otraspalabras fue contraproducente... Quiñones fue unautonomista ortodoxo como ya hemos indicado, locual defendió; e hizo propaganda explícita e implíci­tamente, no sólo en sus ensayos y artículos, sino ensus novelas.

Aspectos técnicos de sus novelas...

Francisco Mariano Quiñones utiliza los "méto­dos de presentación" tradicionales en sus novelas.El "punto de vista" es siempre el del autor omnis­ciente (tercera persona), con un conocimiento totaly absoluto de todo, incluso los sentimientos más in­timas de los personajes. El autor adopta una actitudsubjetiva comentando y anticipando a lo largo delrelato. Esta actitud subjetiva quizás esté muy lejosde nuestra sensibilidad, pero hay que tener en cuen­ta que era muy común en la época que él escribiósus novelas. Esa actitud que consiste en la viva con­versación del narrador omnisciente con el lector,sirviéndole de guía en el relato, y que quizás hoydía ha sido sustituido por el leimotiv debido a la ex­trema objetividad que adopta el narrador de hoy,está presente en las novelas de Juan Valera, Galdósy sobre todo en las novelas y cuentos de Pedro An­tonio de Alarcón. De manera que aunque hoy dianos parezca de mal gusto tal actitud subjetiva, quiensabe si entre pocos años vuelve a estar de moda.Algo análogo ha sucedido con la "estructura episó­dica" de la novela de caballería en las novelas deVargas Llosa.

Veamos un ejemplo de esa actitud subjetiva enla que Quiñones está en franca conversación con ellector:

Quizás diga ya el lector que voy tardandodemasiado en presentarle a ~a heroiDa principalde esta parte de mi historia a la interesante cauti·

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va por quien languidecfa Kerym, y por cuya liber­tad iban a conspirar Nadir y Tbamar en estrechaalianza... (Fdtima, p. 59)

Vemos, pues, que no se trata del punto de vista de"primera persona", sino de un autor omniscienteque no toma parte en la acción de la obra, sino quenarra en tercera persona.

En Lo. Magofon!a dice:

Debemos ihterrrumpir por breves instantes elhilo de nuestra historia, ya tantas veces interrum­pido, siendo ya tiempo de que nos ocupemos deotros personajes... (p. 19)

Estos comentarios del autor, narrador omnis­ciente con actitud subjetiva en los cuales habla unasveces en singular y otras en plural de modestia noes común en la narrativa de hoy, pero como indi­camos arriba era común en la época de Quiñones.

Los métodos narrativos que más emplea Quiño­nes son el narrativo tradicional directo: panorá­mico, donde el autor se sitúa distante en el tiempo,y el espacio, y el cual combina con la técnica escé­nico-pictórica y escénico-dramática donde predomi.na el diálogo rápido, cortado.

En la estructura o composición de los sucesos dela acción, Quiñones ya insinúa el contrapunto y so­bre todo la estructura zizagueante en la cual retro­cede después de haber avanzado en la narración.

En cuanto al método escénico-pictórico, convie­ne señalar que Quiñones presenta una descripción,una pintura tipo inventario, por la abundancia de'detalles, característico en la novela romántica. A ve·ces estos pasajes descriptivos nos dan la impresiónde que estamos frente a un poema en prosa. En elpárrafo que sigue, compuesto por una sola oracióngramatical, que a su vez está construida de frasesyuxtapuestas asindéticamente, el autor nos da un re·trato cabal de la belleza física y del estado de ánimode Ka1iIa:

Bella sultana de ojos grandes y negros, con lar·gas pestañas, en el mirar ya lánguidos, ya radio­sos; de boca dulce, entreabierta, con labios pur­purinos, deliciosos; de nariz perfecta, rostro hala­güeño y mejillas que a la más delicada rosa pudie­ra disputar la palma por la suavidad de sus co­lores: encantadora odalisca, en traje vaporosode mañana, que busca el sueño, acariciando un re­cuerdo, recostada con elegante abandono en sudiván, entre cojines de espléndido terciopelo colorde grana; hada aún más hechicera de negras y ar­queadas cejas, con frente ideal, modelada en eléter, donde se halta siempre alto el pensamiento,que se duerme al fin, rendido el cuerpo de fatiga;hada en pequeña corte soberana, con hermosasesclavas en torno de su lecho, que velaran su re­poso; tal parecía Kalila en la deliciosa estancia

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en que la dejara Saudji. cuando se retiró a cum·plir sus órdenes. (p. 180)

Indudablemente, hay temple poético en la prosade Quiñones, no sólo en sus novelas, sino en sus tra­bajos histórico-políticos y en su ensayo sobre la con­desa Emilia Pardo Bazán; asimismo en los pasajessobre la naturaleza y el paisaje en todos sus es­critos...

Además de la "almendra poética" de la prosa,Quiñones logra atrapar al lector en sus novelas pormedio de la intriga, la acción complicada; sus nove­las son, finalmente, espectaculares, fabulosas ...

Conclusiones

Francisco Mariano Quiñones se inició como es­critor en el género novelesco. el cual abandonó muypronto. Luego escribió artículos periodísticos, y es­porádicamente, algunos ensayos. Su dedicación acti­va a la vida pública le impidió. sin duda, dedicarmás tiempo a la creación literaria.

Las obras de Quiñones no han tenido la fortunade otras obras clásicas de nuestra literatura: llegarhasta nosotros a través de ediciones sucesivas. Nose puede afirmar que ese hecho se deba a que ca-

rezcan de mérito que justifiquen el reimprimirla,pues algunas de las que conocemos han recibido re­conocimiento tardío por una u otra razón.

En los estudios realizados en Puerto Rico sobrela novela y la literatura en general, apenas se men­ciona el nombre de Quiñones. Sin embargo, EnriqueAnderson Imbert y Pedro Henríquez Ureña, lo si­túan entre los autores de novelas históricas en laAmérica Hispánica.

La obra de nuestro autor gira en tomo a dostemas principales: la política y la religión. En eldesarrollo de ellos utiliza lo exótico y lo estético.Finalmente, pueden señalarse varios temas secun­darios: la naturaIeza,la duda, el destino, el hombreen su estado natural, etc. En general, se trata de te­mas universales en la literatura, pero concebidosy expresados a la manera romántica; en un roman­ticismo depurado que linda ya con el pre-moder­nismo.

En resumen, Francisco Mariano Quiñones fueun hombre muy leído y de amplia cultura; lectorincansable de obras históricas, literarias, políticas yrelativas a las artes plásticas. Nuestra franca exhor­tación es, pues, que entidades como la EditorialUniversitaria o el Instituto de Cultura reediten nosólo las novelas de este autor, sino las obras com­pletas. Amén...

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El más antiguo dibujo de unobjeto arqueológico de Puerto Rico

Por RICARDO E. ALEGRfA

AUNQUE LA ARQUEOLOGíA COMO CIENCIA ES UNA DISCI·plina relativamente joven -no fue hasta 1860

que los hallazgos arqueológicos del francés Boucherde Perthes, el padre de la arqueología cientffica, fue­ron aceptados como artefactos hechos por el hom·bre- los objetos de las culturas desaparecidas siem­pre han llamado la atención de los estudiosos y sehan venido coleccionando desde la antigüedad.

En Puerto Rico, como ya hemos demostrado(Alegria, 1974), la primera exposición pública de ob·jetos arqueológicos de nuestros indios se hizo enSan Juan durante la Primera Feria-Exposición de1854. Algunos meses después (noviembre de 1854),al crearse el Museo Militar, primer Museo en el paísy tal vez en todas las Antillas, se volvieron a expc.ner en forma permanente piezas arqueológicas in­dígenas de las colecciones de Jorge Látimer, JoséJulián Acosta y otros coleccionistas del país.

El primer dibujo de un objeto arqueológico puer·torriqueño I que hemos podido localizar es muy an­terior a estas exposiciones. El mismo fue hecho ha·cia 1822-1823 por el joven naturalista francés Augus­te Plée (1787-1825).

Plée, quien a pesar de su juventud había publi­cado algunas obras 2 y se había distinguido como

1. En el Mapa de .L'lsle Espagnole...• por el Sr. D'Anvi·lIe hecho en 1731 y que ilustra la Histoire de L'/sIe Espag­nole ou de S. Domingue... de Pierre Francois·Xavier de Charolevoix (Tomo 1, p. 61, París, 1730), hay tres dibujos de ob­jetos arqueológicos de La Española; uno es un petroglifograbado en un menhir de los que a veces aparecen en losbateyes indígenas, que tiene el titulo de .Figure trouvie dansune sepulture Indienne. y dos pequeños amuletos, uno delas tradicionales figuritas antropomorfas, en piedra con' lasmanos detrás de la cabeza y en cuclillas. Estos amuletos tie·nen una leyenda que dice: .Figures superstiusenses de Zemiou Miabouya de jacon de anciens /nsulaires•.

Son estos los dibujos de objetos arqueológicos más anti.guas, que hemos encontrado de la isla Española.

2. Auguste Plée, EJCotic plant collections in the Environs01 Paris (1812·1814). Conversations 01 a father with his sonon Botany and plant physiology (1812).

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botánico en Francia, viene a las Antillas francesascomo corresponsal del Museo de Historia Naturalde París, en 1820. Para febrero de 1821 estaba enPuerto Rico, recogiendo plantas, semillas y animalespara el museo francés desde donde sale para los Es·tados Unidos y Canadá, regresando nuevamente ala Isla en 1822·23.

En Puerto Rico, al igual que más tarde en Nortey Sur América, Plée no se ha de dedicar exclusiva·mente a la recolección de especímenes botánicos yzoológicos, sino que por su afición al dibujo ha dellenar tres cuadernos con vistas de escenas campes·tres, edificios, ruinas y pueblos de la Isla. En estacolección de dibujos, que hoy se encuentra en elMuseo de Historia Natural de París hay SS vistasdel Puerto Rico de 1821-1823.3 Entre ellas hay unade un objeto que llamó la atención de Plée y queno sabemos si también lo adquirió y envió a París"Se trata de un cerní o .. ídolo de tres puntas", formacaracterísticas de los ídolos de los indios taínos dePuerto Rico. El cerní presenta, en su extremo delan·tero, una cabeza de tipo antropomorfo. En el extre­mo posterior, se observan las "ancas de rana" ca­racterísticas de este tipo de ídolo. El cono o puntacentral es sencillo y no muestra ornamentación al­guna. A la derecha del dibujo, hay otro más peque·ño que parece ser un croquis de la parte posteriordel ídolo. En la parte inferior del dibujo Plée escri­bió: u Antiquite Caraibe, en pierre granitique". La

3. Deseamos agradecer a los doctores Arturo Morales Ca­rrión y Thomas Matheus quienes nos llamaron la atenciónhacia fotos de estos dibujos de Plée que se conservan en laBiblioteca del Congreso, en Washington, y al señor YvesLaissus, archivero y bibliotecario del Musée National d'His·toire Naturelle de Parfs. quien en 1965 nos envió fotos detodos los dibujos puertorriqueños de Plée.

En un próximo número de esta Revista reproduciremosalgunos de los principales dibujos puertorriqueños de Plée.

4. Sabemos que desde las islas francesas envió al Museode Historia Natural de Paris dos cráneos do indios.

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lámina, al contrario de muchas de las otras, no estánumerada o por lo menos su número no se mani·fiesta en la fotografía.

Es interesante observar que entre los dibujosque Plée hizo en Puerto Rico hay otro de la Cuevade Loíza ("Grotte de Loisa", a P. Rico; número 37)que parece ser la misma "Cueva de María la Cruz",donde en 1947 encontramos la más antigua eviden­cia, científicamente comprobada, de la presencÜl delhombre en Puerto Rico (Alegría et Al, 1964: 246-249).Plée también se interesó por las antiguas ruinas es·pañolas de ingenios de azúcar.

Después de viajar por Estados Unidos, Canadá,Venezuela y las Antillas francesas, el joven natura­lista murió en Martinica en el año 1825, a los 38años de edad.

Aunque sus dibujos y su correspondencia se hanconservado en- el Museo de Historia Natural de Pa·rís" su diario y anotaciones de su estancia en Amé­rica fue retirad,? del Museo hacia 1833 por un repre-

sentante de sus herederos y actualmente está per­dido.

BIBLIOGRAFIA

ALECRíA, Ricardo: -Los dibujos puertorriqueños del na·turalista francés Auguste Plée. Ms.

---o "La primera exposición de piezas arqueológi­giCa5 y el establecimiento del primer museo en Puer­to Rico". Revista del Instituto de Cultura Puertorri·queña, número 64, 1974.

ALEGRíA, Ricardo, H. B. NICHOLSON y GORDON R:. WÍUEY:"The Archaic Tradition in Puerto Rico". AmericanAntiquity, Vol. 21, Núm. 21, págs. 113-121; Salt LakeCity, 1955.

Lussus, Yves: Personal -letter, abril, 1965.R.\YMOND, Mareel: Auguste Plée (1787-1825) et la Flore

Americaine. Les botanistes francaís en Amerique duNord avant 1850. París, 1957, págs. 193-201.

ROUSE, Parke: "The American travels of a Frenchbotanist". Antiques, November, 1969, págs. 763-767.

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La reforma Iingüistica:Una obra inconclusa en el sistema

escolar de Puerto Rico·

Por ELADIO RODlÚGUEZ OTERO

ES UN HECHO DE CAIÚCTER HISTÓRICO, OUE POCOdespués de la ocupación militar de Puerto Rico

por los Estados Unidos en 1898, recobrada la sere­nidad luego de la confusión y el aturdimiento queprodujo aquel violento acontecimiento, las fuerzasrepresentativas de la puertorriqueñidad se reagru­paron para oponer firme resistencia al proceso deasimilación política, económica y cultural abierta­mente iniciado por el nuevo soberano.

Tres cuartos de siglo han transcurrido desde en­tonces. Nadie podría negar que durante esos largosaños, Puerto Rico ha realizado el milagro, no sólo desobrevivir -que ya eso de por sí es mucho- sinode afirmarse en su personalidad nacional, de enri­quecerla, de levantar con orgullo la bandera repre­sentativa de sus valores históricos y culturales, enfin, de decirle a la nueva metrópoli y al mundo en­tero, que ha rechazado la ruta que conducía a sudisolución y se encamina resuelto a afirmar plena­mente en la historia su personalidad colectiva.

La prueba más rotunda de ello es que al presen­te, ninguna entidad política, cultural o social puer­torriqueña aceptaría la subordinación de nuestroidioma al idioma de la metrópoli, subordinación quefue acatada durante los primeros cuarenta años delsiglo, no sólo por las esferas del gobierno local, sinopor destacadas personalidades, así como por diver­sas organizaciones culturales, cívicas y sociales.

Esta es una realidad que debe complacer, no sóloa los puertorriqueños, sino a todo el mundo hispá­nico, así como a los hombres amantes de la justicia;el que a pesar de no tener poderes soberanos en elámbito político, el Gobernador, la Asamblea Legis-

* Ponencia leída el 24 de enero de 1975 por el Presidentedel Ateneo Puertorriqueño, licenciado Eladio Rodríguez Ote­ro, ante el Congreso de la Lengua, la Cultura y la Educación,auspiciado por el Instituto de Lexicografía Hispanoameri·cana y la Universidad de Puerto Rico en el Recinto Univer·sitario de Mayagüez, Puerto Rico.

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1ativa y el Tribunal Supremo de Puerto Rico, hayandefendido y defiendan el derecho y la determinacióndel país a continuar siendo lo que por su historia ysu naturaleza es: una nación hispanoamericana.

La primera gran demostración que dimos, en lalucha por la conservación y enriquecimiento de nues·tra personalidad nacional, fue el rechazo de aquelabsurdo sistema que imponía la enseñanza en inglésde todas las materias en la escuela pública. Rechazoque alcanzó trascendencia internacional en el verboresonante de José de Diego y Pedro Albizu Campos.y que -después de una dura y larga batalla frente apoderosas fuerzas, tanto en Puerto Rico como enWashington- culminó en 1949 con la implantaciónde la enseñanza en el idioma nacional de PuertoRico, por decreto administrativo del entonces Se­cretario de Instrucción Pública, doctor Mariano Vi·Ilaronga, decreto que ha permanecido inalteradohasta nuestros días.

Han transcurrido veintiséis años, casi una gene­ración, desde la reforma de 1949. Mucho se ha pro­gresado desde entonces en la producción de librosde texto en español, así como en la traducción, prin­cipalmente del inglés, de numerosas obras necesa­rias para la buena marcha de nuestro sistema edu­cativo.

Pero a pesar de la reforma de 1949, hay todavíamillares de escolares puertorriqueños que reci!Jenla educación en inglés en muchas escuelas privadasque se obstinan en impartir la enseñanza en dichoidioma. El problema tiene vastas repercusiones cul­turales. No se trata de cuatro o cinco liceos en don­de los hijos de las personas de habla inglesa radica­dos temporeramente en Puerto Rico reciben la ins­trucción en esa lengua. Esto, naturalmente, seríamuy razonable, pues no habríamos de negar a ellos,so pena de cometer una grave injusticia, el derechoque reclamamos para nuestros propios hijos.

Se trata, por el contrario, de todo un sistema de

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educación privada, cuya matrícula ascendía en 1974a 99,765 alumnos, o sea, casi el 14 % del total de713,166 escolares que en ese año recibían la ense­ñanza en las escuelas públicas de Puerto Rico. Unsistema escolar en el cual no es obligatoria -comolo es en las escuelas públicas desde 1949- la ense­ñanza en el idioma materno de Jos estucl1antes.. Conla especial circunstancia de que los alumnos queconcurren a estos planteles educativos pertenecen ala alta clase media o a la clase rica, por lo cual ine­vitablemente ejercerán en el futuro una gran' in­fluencia en nuestros asuntos políticos, económicosy culturales.

Muchos pensarán --es lógico suponerlo- que sise hiciera obligatorio en el sistema escolar privadoel empleo del correcto principio pedagógico de laenseñanza en español, la reforma de 1949 quedaríafinalmente completada. Y que, naturalmente, sólorestaría, al igual que en todos los países del mundo,mejorar la calidad de la enseñanza para lograr eldesarrollo integral de la personalidad del alumnoy atender a las necesidades de la sociedad en queéste se desenvuelve.

Es lamentable tener que afirmar que la anteriorconclusión no sería válida, porque siempre subsis­tiría, tanto en la escuela pública como en la privada,una realidad pedagógica que constituye uno de loserrores fundamentales de la educación en nuestropaís, y causa principal de la mediatización que serefleja en el habla del puertorriqueño promedio.

Bastará con escuchar la conversación de la ge­neralidad de nuestros compatriotas para que nospercatemos de la pobreza de su vocabulario, de sutímida y vacilante expresión, de los muchos erroressintácticos en que incurren. El gran poeta y mentorPedro Salinas, en su célebre discurso pronunciadoen 1944, en ocasión de la cuadragésima colación degrados de la Universidad de Puerto Rico, nos decía:.. ¿No nos causa pena, a veces, oír hablar a alguienque pugna, en vano, por dar con las palabras, queal querer explicarse, es decir, expresarse, vivirse,ante nosotros, avanza a trompicones, dándose gol­pazos, de impropiedad· en impropiedad, y sólo en­trega al final una deforme semejanza de lo quehubiera querido decimos?" I

Bastará con escuchar el habla de los españoles,colombianos, cubanos e hispanoamericanos en ge­neral, para advertir que poseen mayor fluidez, másrico vocabulario, más corrección sintáctica, más se­guridad en la expresión que los puertorriqueños.

Todos sabemos que cuando estos últimos parti­cipan en asambleas o reuniones con españoles e his­panoamericanos, los que más se destacan --en tér­minos generales- por su capacidad para comunicar

1. Pedro Salinas, Aprecio y defensa del lenguaje, Edicio­nes La Torre, Universidad de Puerto Rico, 1964, p. 16.

oralmente con mayor claridad y efectividad susideas, no son precisamente los puertorriqueños.

Por supuesto, lo anteriormente expresado no de­be en forma alguna servir de base para que de ellasurja una presunción de inferioridad de parte nues­tra. No. El haber conservado nuestro idioma y cul­tura, nuestra personalidad nacional, en medio delas más adversas circunstancias históricas -no em­pece ciertas deformaciones y enquistes, resultadoinevitable de 76 años de intenso proceso de transcul·turación- debe hacemos sentir orgullosos. Se tratade lo que con toda propiedad podem"" llamar, eltriunfo de la resistencia puertorriqueña. Así lo ex·presamos ante el Primer Congreso de LexicografíaHispanoamericana en la sesión celebrada en el Ate­neo Puertorriqueño el 3 de diciembre de 1969: Elidioma español es dos veces nuestro. Primero, porherencia. Segundo, porque no sólo lo hemos sabidodefender y retener frente a violentos y persistentesataques: 10 hemos enriquecido con nuestras aporta­ciones: literarias y lexicográficas. Es y seguirá sien­do el idioma nacional de Puerto Rico como resul­tado, no del azar histórico, sino de la voluntad delucha, de la decisión inquebrantable de este pueblode no rendir jamás su más preciada posesión.

Pero por más orgullosos que podamos estar lospuertorriqueños ante el resultado positivo de tan·tas luchas y esfuerzos, no por eso debemos ignorarel hecho señalado anteriormente: los demás hispa­noamericanos y los españoles .--en términos gene­rales- poseen mayor dominio del idioma español,especialmente en su uso oral.

Pues bien, intentemos encontrar la causa funda·mental de esta situación que indudablemente debecorregirse, para beneficio, no sólo de Puerto Rico,sino de toda la Hispanidad.

Excluiremos de nuestro análisis el efecto que in­dudablemente tienen en el habla de los puertorri­queños, los factores de naturaleza extra-escolar, en­tre otros, la prensa, la radio y la televisión. La limi­tada extensión de esta ponencia no nos permiteadentramos en la consideración del mal empleo d~l

idioma en dichos medios de comunicación. Pero ade­más, esta deficiencia es ciertamente, y en gran me­dida, un efecto del problema fundamental que pro­cederemos a examinar ahora.

¿Cuál es el factor determinante de que los puer­torriqueños no alcancen el grado de dominio de suidioma materno -particularmente en su aspectooral- que es característico de españoles e hispa­noamericanos?

Antes de ofrecer la contestación a la pregunta,procederemos a situar en su adecuada perspectivaotras posibles causas del problema. En Puerto Rico,al igual que en España e Hispanoamérica se empleael español como medio de enseñanza en todos losniveles educativos, con excepción de un sector delas escuelas privadas. Claro está, la anormalidad pe-

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dagógica de la enseñanza en inglés, vigente todavíaen muchas escuelas privadas, en buena medida tieneque ser causa de la pobreza expresiva que hemos se­ñalado. Igualmente ocurre con los libros de texto.Todavía no hemos llegado al punto en que los librosque se usan en la enseñanza en Puerto Rico -desdela elemental hasta la universitaria- sean todos es·"critos originalmente en español o traducidos correc­tamente a dicho idioma. Pero aunque no deben des­cartarse estos factores en el análisis del problemaque es objeto de estas consideraciones, ninguno deellos tiene, a nuestro juicio, la trascendencia del quevamos a señalar a continuación.

Trataremos de demostrar brevemente que lacausa fundamental de la señalada mediatizaciónlingüística de los puertorriqueños, particularmenteen el aspecto oral, es el hecho, de que tanto en laescuela pública como en la privada, todos los esco­lares vienen en contacto con un idioma que no es elmaterno, desde el momento mismo en que iniciansus estudios primarios.

Comencemos el análisis del problema formulán­donos dos preguntas. Primera: ¿En qué otros paísesexiste un sistema educativo en el cual se enseñeobligatoriamente un idioma extranjero desde el pri.mer año de escuela elemental? Contestación: Enninguno. Segunda: ¿Es Puerto Rico la excepción porrazones pedagógicas y culturales o por razones po­líticas? Si somos la excepción por razones de supe­rioridad pedagógica y cultural, entonces sería debermoral nuestro comunicarle la buena nueva al restodel mundo para que nos imite; si por el contrario,somos la excepción por razones de inferioridad pe­dagógica o política, entonces sería nuestro debermoral y patriótico completar la reforma iniciada en1949 para situar todo nuestro sistema escolar en con­cordancia con las normas educativas que rigen yhan regido siempre en los demás países.

Ante la segunda pregunta, si Puerto Rico es laexcepción por razones pedagógicas o culturales, osi realmente se trata de una derivación de un régi.men de inferioridad política, prestemos atención alos que deben tener la palabra final en esta materia:los pedagogos.

Dice Nicholas Murray· Butler, ilustre presidenteque fue de la Universidád de Columbia, Nueva York,y una de las más notables autoridades en la cienciaeducativa: "Si un niño de tierna edad tiene la des·gracia enorme de que se le facilite un poco (obser­vemos que el doctor Butler dice "que se le faciliteun poco", no que se le obligue, tal cual es el casoen Puerto Rico) el conocimiento de una lengua ex­tranjera, a expensas, como es de rigor, de un mayory mejor conocimiento de su lengua materna, y elchorro espontáneo y generoso de su nativa energíamental se encuentra devuelto hacia adentro, en lu·gar de seguir brotando naturalmente hacia afuera,el resultado probabilísimo es un caos intelectual,

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originador de daños incalculables que impedirá queen la vida mental del niño ocurran un millón de co­sas buenas", (subrayado nuestro).:Z

"El estudio de una segunda lengua" -dice el pro­fesor Carlos Balby, de la Suiza francesa, "es estérilmientras no se haya removido en todas las direccio­nes la lengua maternal, como a un terreno nuevo; si,por el contrario, el alemán, el inglés, el latín o elgriego, llegan a su hora, es decir, no llegan tempra·no, encontrarán el terreno admirablemente prepa­rado, y por las muchas diferencias que los distin­guen del idioma materno, invitan, incitan, e impul­san a un mejor conocimiento de éste".J

El profesor Stanley Hall, de la Universidad deClark, Estados Unidos, autoridad tan relevantecomo el doctor Butler en la materia, expresa 10 si·guiente: "Dejadme decir de paso, una vez más, quelos niños deben vivir y desarrollarse solamente enla atmósfera de su lengua maternal, y en ella sola­mente pensar, si es que pretendemos influirle soliodez y profundidad en su espíritu, y unidad y firmezaen su carácter", (subrayado nuestro).4

La inteligencia, cuando se esgrime en defensade la verdad, siempre se proyecta luminosa y recti­línea a través de los siglos. Hace dos mil años decíaPlutarco: "Las personas que se asocien con el niño,deberán hablarle en lengua griega, porque si se leacostumbra a la conversación con gente de lenguabárbara, adquirirá del trato con ellos, manchas quenunca más se borrarán de su espíritu".!

Hasta aquí las conclusiones que sobre el temarepresentan el pensamiento de las autoridades. Noescapan a nuestro conocimiento recientes estudiosrealizados en los Estados Unidos y en el Canadá queparecen confligir con la tesis sostenida por Butler,Balby, Hall y tantos otros pedagogos, tesis que sigueteniendo aceptación y aplicación universal. Eviden­temente las referidas investigaciones lingüísticassólo tienen vigencia en lo referente a grupos o mi­norías nacionales, pero no al sistema educativo ge·neral de toda una nación.'

Procede entonces que contestemos la segundapregunta que antes nos formuláramos: Al exigir des­de el primer grado la enseñanza de un idioma queno es el vernáculo de los estudiantes, ¿es PuertoRico la excepción por razones pedagógicas o cultu·

2. Epifanio Fernández Vanga, El Idioma de Puerto- Ricoy el idioma escolar de Puerto Rico, Editorial Cantero Fer­nández y Ca., Ine., San Juan, Puerto Rico, 1931, p. 78.

3. Op. cit., p. 97.4. Op. cit., p. 98.5. Ibid.6. Me refiero a los estudios e investigaciones realizadas

por Roberto Ladó, Wallace Lambert y Theodore Andersonsobre el aprendizaje simultáneo del vernáculo y una lenguaextranjera, tanto en Canadá como en los Estados Unidos.Véase al efecto la Revista Internacional de Educación, pri­mavera de 1962, pp. 11 a la 33.

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rales o lo es por imperativo poiítico? Nos pareceque tanto Butler, Balby y Hall han respondido cla­ramente que las razones no son de carácter peda­gógico: se trata pura y llanamente de una anorma­lidad originada por un hecho político.

Está pues en orden que nos planteemos una ter­cera pregunta: Si por razones educativas y cultura­les -y para beneficio tanto del aprendizaje de suidioma materno como de cualquier otra lengua- nodebemos poner en contacto a los escolares a muytemprana edad con ningún otro idioma que no seael suyo ¿cuándo, a qué edad debe iniciarse a lospuertorriqueños en el aprendizaje del inglés?

El doctor Pedro A. Cebollero, decano por mu­chos años de la Facultad de Pedagogía de la Univer­sidad de Puerto Rico, propuso en 1945 que la ense­ñanza de dicho idioma comenzara en el cuarto gra­do de primaria.7 Ya desde 1926, el ilustre escritor,licenciado Epifanio Femández Vanga, quien luegoformó parte del Consejo de Educación Superior, nosdecía: "Para aprender inglés debemos conocer antessuficientemente nuestro idioma. ¿Cuándo es que,como promedio, nuestras generaciones tienen lasnociones bastantes o el conocimiento suficiente denuestro idioma nativo para emprender el estudio deuna lengua extranjera? Decididamente, y hablandoen términos pedagógicos -concluía Femández Van­ga- después que han terminado toda la instrucciónelemental" .1

Y el doctor Angel Quintero Alfara, ex secretariode Instrución Pública de Puerto Rico, ha manifes­tado recientemente que "el inglés obligatorio en losprimeros años es contraproducente".9

Como hemos visto, el único punto respecto alcual difieren los entendidos en el tema es en cuantoa la edad en que debe el estudiante iniciarse en elestudio de 'una lengua extranjera sin que se le difi·culte su aprendizaje ni sufra daño su idioma mater­no. Pero no hay la menor discrepancia en que elestudio no debe comenzar durante los primerosaños de la vida escolar.

Hasta aquí los expertos en la materia. Podría­mos continuar agregando testimonios de los máscapacitados de ellos en todo el mundo, corroborati­vos de las mismas conclusiones que hemos citado.Nos parece, sin embargo, que ha quedado claramen­te demostrado, que en este campo, como en tantosotros, nuestro país es la excepción a la regla.

Preguntamos: "¿Cómo es posible que en la avan­zada etapa en que se encuentra en el mundo enteroel proceso de descolonización, todavía se insista enque Puerto Rico continúe siendo la excepción a laregla?".

7. Pedro A. Cebollero, La Politica Lingüistico-Escolar dePuerto Rico. San Juan, Puerto Rico, p. 130.

8. Epifanío Fernández Vanga, op. cit., pp. 102-103.9. Diario El Nuevo Día, San Juan, Puerto Rico, 4 de ene.

ro de 1975, p. S·8.

No hay razón de orden alguno que justifique elque prolonguemos en el ámbito educativo, lo que atodas luces es gravemente lesivo para nuestro pue­blo. Lo que obviamente es el resultado de una into­lerable imposición, contraria a las normas de ense­ñanza mundialmente reconocidas.

Hasta que no resolvamos este problema, la gene­ralidad de los puertorriqueños continuarán exhi­biendo su evidente vacilación expresiva. El día enque los idiomas extranjeros se enseñen en PuertoRico siguiéndose las normas pedagógicas fundamen­tales que en esta materia se aplican en los demáspaíses del mundo, de seguro que empezaremos aobservar en nuestros compatriotas un mejor domi­nio, no sólo de su idioma nacional, sino también delinglés, o de cualquier otro idioma.

No quiero afirmar con esto, que la aplicación dedichas normas, a manera de fórmula mágica, resol·vería todos los problemas de nuestro sistema pe·dagógico. Por supuesto que no. Pero si lográramosalcanzar la meta propuesta, habríamos eliminadoun obstáculo cuya presencia impide realizar el me­joramiento de la edu'cación puertorriqueña.

Y no se aduzca que esta proposición es objeta­ble, por el hecho de que hay millares de puertorri­queños que antes de finalizar su educación prima­ria emigran hacia Estados Unidos en busca de tra­bajo. Aparte de que el sistema educativo de unanación no puede estar supeditado, en sus objetivosfundamentales, a los problemas de ningún sector enparticular, lo cierto es que las necesidades de losemigrantes podrían satisfacerse mediante la ense­ñanza de cursos intensivos de inglés, preparadospara atender a sus especiales urgencias. Con seguri­dad que en esta forma estarían en mejor situaciónpara emigrar a los Estados Unidos, en cuanto al co­nocimiento del idioma inglés se refiere, que si hu­biesen de valerse de los cursos regulares que dedicha lengua se imparten actualmente en los prime.ros grados de las escuelas públicas de Puerto Rico.

Anteriormente expresé el orgullo que debemossentir todos los puertorriqueños por el triunfo ob·tenido en 1949 al implantarse en la escuela públicala enseñanza en nuestro idioma. Pero, como indiquéantes, el hecho de que reconozcamos lo mucho querepresentó y representa aquel triunfo, no nos debehacer olvidar que en esta materia sólo estamos a mi­tad de camino.

El sistema educativo de Puerto Rico debe colo­carse a la altura del desarrollo ascendente que hatenido y tiene el país en su ruta hacia la total afir­mación de su personalidad como pueblo hispano­americano. Y la verdad es que no lo situaremos aesa altura hasta que nuestra escuela sea plenamentepuertorriqueña. Lo cual no podrá lograrse mientras,entre otras cosas, no hagamos posible para nuestroscompatriotas, el mejor dominio posible de su pro­pio idioma.

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Adagio·

Por QLGA NotU

Lento, muy lentamente,al ritmo de semilla que despierta,mi corazón se expande abriendo espacioshasta envolver la curva del planeta.El intimo latido de la materiagennina desde la nuez del todoy mi razón de furiaes ya la voluntad de recobrarlo que he entregado al sueño.Lento, muy lentamente,me deslizo extendida abriéndome al azary al mando del timón,materia en fuga.Por las venas del tiempo corre mi voz,cantando se disuelve y absorbepartículas sin rostro, agujas huecas,TÍos de humo y túneles de barro.Regresa luego lento, muy lento,despacito,entre susurros de bambúas,para reverdecerel hondo surco de mi frente.

• (Del libro inédito El ojo de la tormenta. 1975).

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Acercamiento aDon Diego de Torres Vargas

Por MANUEL ALVAREZ NAZARIO

L A FIGURA ILUSTRE DE DON DIEGO DE TORRES VARGASafirma su presencia, en las páginas de nuestra

historia eclesiástica y literaria, en diversos momen·tos a lo largo del segundo tercio del siglo XVII. Naci·do en San Juan de Puerto Rico, en 1615, era hijo, se·gún él mismo escribirá, del capitán Don García deTorres, "natural de la villa de Vélez en la Mancha"(acaso la Villa de Vélez Blanco, municipio localizadoen el territorio septentrional de la provincia de Al·mería), "soldado de grande opinión en Flandes"-agrega el hijo-, que en Puerto Rico hubo de se·ñalarse, en su condición de Sargento mayor de laPlaza fuerte, entre los defensores de la Capital con­tra el ataque de los holandeses, en 1625, en una decuyas acciones guerreras "fue herido en el pechode una bala de mosquete y a pocos días murió de laherida") La madre fue probablemente de cuna crio­lla, y este hecho, junto a las dotes ejemplares cíemujer sufrida y abnegada que pudo apreciar sin duo

1. V. D. de Torres Vargas, .Descripción de la Isla y Ciu­dad de Puerto Rico, y de su vecindad y poblaciones, presi·dio, gobernadores y obispos; frutos y minerales.., copiadadel códice titulado .Iglesia de Indias.., que se encontrabaen 1851 en la biblioteca de Don Domingo del Monte, Madrid,en Biblioteca histórica de Puerto Rico que contiene variosdocumentos de los siglos XV, XVI, XVII Y XVIII coordina·dos y anotados por Alejandro Tapia y Rivera, 2." ed., SanJuan de P. R., 1945, p.483. Se deberá al historiador CayetanoColI y Toste la primera noticia biográfica que se escribe enel pafs sobre el personaje que nos ocupa, titulada .EI canó­nigo Torres Vargas.., y recogida, como parte de la seriede .Puertorriqueños ilustres.., en el Boletin Histórico dePuerto Rico, San Juan, 1916, III, pp. 153-154. En tiempos másrecientes se han ocupado también de la biograffa de TorresVargas otros escritores puertorriqueños: Josefina Rivera deAlvarez, Diccionario de literatllra puertorriqueña, [Rfo Pie.dras), 1955, p. 477; 2." ed. rey. y ampliada, San Juan de P. R.,1974, tomo 2 (volumen II), pp. 1553-1555, y asimismo, de estaautora, el artfculo titulado .Notas de literatura puertorri·queña. Diego de Torres Vargas, cronista puertorriqueñodel XVI!», Atenea, Mayagüez, P. R., 1965, n, números 3-4,pp. 9·12; Y Cesáreo Rosa.Nieves y Esther M. Melón, Biogra­flas puertorriqueñas,' perfil histórico de un pueblo, Sharon,Conn., 1970, pp. 419-420.

da en su progenitora -viuda desde que Don Diegotenía diez años de edad, y madre además de otrosdos hijos, mayores que Don Diego, también, comosu padre, soldados en el presidio militar capitalino,los capitanes Don García y Don Alonso de Torres(quienes habrían de morir en edad muy joven, a los33 y 26 años, respectivamente), así como de dos hi­jas-, parecen operar en la base de la alta y afee·

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tuosa opinión que merecen a Torres Vargas las hijasdel país, expuesta años después en uno de los plie­gos de su célebre memoria descriptiva sobre la islade Puerto Rico: "Las mujeres son las más hermo­sas de todas las Indias -escribirá por entonces-,honestas, virtuosas y muy trabajadoras y de tan linodo juicio, que los Gobernadores Don Enrique y DonIñigo, decían, que todos los hombres prudentes sehabían de venir a casar a Puerto Rico, y era su orodinario decir, "para casarse, en Puerto RicO".2

Luego de cursar en San Juan las enseñanzas pri­marias que por aquellos tiempos podían estar al al­cance de la niñez de edad escolar (así, por ejemplo,las lecciones de gramática que se impartían en laCatedral y en el Hospital de San Ildefonso, ampara­das en rentas y donativos previstos para tales pro­pósitos por ciudadanos ricos como Antón Lucas yFrancisco Ruiz),l el adolescente Torres Vargas, talvez protegido a la par por el obispado -en recono­cimiento de aptitudes intelectuales sobresalientes,casadas a una evidente vocación eclesiástica mani­fiesta desde época temprana en su vida- y por lacapitanía general y gobierno superior de la colonia-en virtud de la relevante carrera militar de su fe·necido padre y de sus hermanos mayores-, enconotrará los medios para trasladarse a España a losfines de proseguir estudios universitarios y de for­mación sacerdotal en la ya cuatro veces centenariaUniversidad de Salamanca. Del paso de nuestro comopatriota por las aulas de aquel famoso centro deenseñanza superior queda una importante documen­tación en el "Libro de exámenes mayores de Gramá­tica 'para Ciencia" (1631.1649) que se guarda en elarchivo de la institución, en cuyos folios correspon·dientes al año de 1635, cuando Torres Vargas com­pletaba tal vez la etapa inicial de los estudios delantiguo bachillerato universitario español, figurauna entrada que nos ofrece, junto con otras noti·cias de interés académico, un rápido y sintético re·trato en prosa del joven estudiante puertorriqueño:

Don Diego de Torres y Vargas, natural dePuerto Rico, de 20 años, moreno y menudo de ros­tro, nariz afilada. Pasa a Cánones en 13 de agosto.Uno de sus testigos es el ·licenciado Calzas.'

2. V. D. de Torres Vargas. op. cit., pp. 484, 488.3. V. C. CoIl y Toste, Historia de la instrucción pública

en Puerto Rico hasta el año de 1898, San Juan, 1910. p. 13.4. V. M. Garc[a Blanco, .América y Filipinas en Sala·

manca (Siglo XVII), IIb, Mundo Hispdnico, Madrid, 1953, mí·mero 64, pp. 10, 58. Recoge también el referido .Ubro deexámenes., según García Blanco, la presencia de otro puer·torriqueño que acompañaba a Torres Vargas en Salamancaen aquel año de 1635, Don Francisco Mariño, de 21 años.Este Mariño, a su vez, servirá de testigo, junto con el domi­nicano Francisco Maldonado Patiño, a otro hijo de nuestraisla que aparece como el único americano que se someteal examen mayor en 1640, Don Bernardino Mógica y Buy­trón. de 18 años. Después, no será hasta 1646, ya de regreso

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Es precisamente, sobre la base de esta informa­ción, que podemos hoy establecer sin lugar a dudasel año de 1615 como el del natalicio de Torres Var­gas, dato que no constaba en ninguna otra de lasfuentes biográficas de nuestro personaje.'

En la Universidad de Salamanca el distinguidopuertorriqueño del XVII cuyo rumbo de vida segui.mos habría de cursar luego estudios de Derechocanónico y de Teología dogmática, de acuerdo conColl y Toste,6 y alcanzaría, quizás hacia 1639, el gra­do de bachiller en Cánones, título éste que, a tonocon el uso de l~ época, se le acordaría en el trato-"el bachiller Torres Vargas"- y que él mismoantepone a su nombre, junto con el tratamiento deDon a que tenía derecho por condición de hidalguíaen su familia, en la firma con que suscribe la cartade 1662 que más adelante citaremos: "Br. Don Die­go de Torres y Vargas".' Ordenado además comopresbítero, regresará a Puerto Rico, donde su pre·sencia habrá de hacerse necesaria, tras lo que pa­rece haber sido la muerte de su madre, como guar­dián de sus hermanas. No pudiendo aceptar por en·tonces, debido a la razón de familia que se deja ex·presada, otros empleos eclesiásticos que su prepa­ración y valimiento le deparaban fuera de la Isla,consigue que se le proponga para ocupar una canon·

Torres Vargas en Puerto Rico, cuando aparecen otros dospuertorriqueños que logran pasar a Cánones tras sus exá·menes mayores: Don Pedro Menéndez de Valdés, de 20 años,y Don Baltasar Méndez, de 22 años. Los puertorriqueñosque cursan estudios en Salamanca por estos años de 1631a 1649 suman un total de cinco, numero igual al de los cuba·nos y superior al de los dominicanos (tres), y nada desvenotajoso, dada la pequeñez territorial y menor importanciade Puerto Rico en el mapa colonial del imperio español deIndias, en el conjunto de los estudiantes hispanoamericanos,en cuyo agregado integraban el mayor contingente de unsolo origen unos doce peruanos de Lima.

S. F. C. Sáinz de Robles, en su Ensayo de un Diccionariode la literalllra, tomo 1: Términos, conceptos, .ismos. Ule­rarios, 2.' ed., Madrid, 1954, en el inicio del artículo corres­pondiente a la literatura puertorriqueña, p. 1002, informapara Torres Vargas los años límites de vida de 1590-J649,datos erróneos que habrán de repetir tras él otros de losmodernos biógrafos del escritor que nos ocupa. La docu­mentación salmantina que citamos permite deducir correc·tamente el año natalicio de nuestro cronista, que es el de1615, y, por otra parte, la carta firmada de su puño y letra,a la cual haremos referencia más adelante en el presente tra·bajo, fechada en 1662 obliga a descartar el año de 1649 queindica Sáinz de Robles como el del fallecimiento de TorresVargas.

6. V. C. Coll y Toste, .El canónigo Torres Vargas., p. 154.7. El solo título de bachiller que el propio Torres Vargas

antepone a su nombre en su firma oficial hace pensar queno poseyó nuestro compatriota el grado siguiente de licen­ciado que se le atribuye a continuación del Utulo de su.Descripción de la Isla y Ciudad de Puerto Rico» en la Bi­blioteca histórica de Puerto Rico, publicada en Mayagüezen 1854 por iniciativa de Alejandro Tapia y Rivera (V. p. 457de este libro). También se consigna dicho titulo de licen.ciado al comienzo de la reproducción de la citada «Descrip­ción. que aparece en el BHPR, San Juan, 1917, IV, p. 257,pero, por otro lado, no dice Coll y Toste en su biografía deTorres Vargas que hubiera éste alcanzado tal grado acadé­mico.

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jía catedralicia en nuestra ciudad capital, recomen­dado para dicha prebenda como "uno de los sujetos,naturales de Puerto Rico más beneméritos".' Añosmás adelante comentará resignadamente el canóni­go Torres Vargas la poca ventura que en la vida lescupo a los tres hijos del capitán Don García de To­rres: así a sus hermanos mayores, fallecidos en pIe·na juventud, como a él, a quien le fuera forzosodejar -dice- "los mayores puestos que Su Majes.tad le hiciera merced en ot¡;as partes, por el reme­dio de dos hermanas solas y desamparadas", paratener que contentarse --continúa- "con una ca·nonjía de esta Catedral, del más limitado estipendioque hay en las Indias".' Su suerte, sin embargo, nofue todo 10 adversa que a él personalmente le pare·ció, pues llamado a servir el cargo de secretario delObispo de Puerto Rico (cuya diócesis comprendíatambién otros territorios insulares y continentalesen la región del mar Caribe: las islas de San Martín,Margarita y Trinidad y las provincias, hoy venezo­lanas, de Curnaná y Guayana), habría de perfilarseen sus días Torres Vargas como la más importantefigura, después del obispo, en el ámbito eclesiásticodel país, a quien le correspondería servir en tresocasiones como gobernador de la sede episcopalvacante: en 1648, tras la muerte del obispo Fray Da­mián López de Haro, y hasta 1650, cuando se hizocargo de la mitra portorricense Fray Fernando Lobodel Castillo; otra vez en 1651, cuando toma posesióndel obispado a nombre del mexicano Fray FranciscoNaranjo, quien a lo largo de su pontificado nominalnunca llegó a pisar el suelo de Puerto Rico, murien­do en su país, por lo que la gobernación eclesiásticade Torres Vargas hubo de extenderse hasta 1659,año cuando toma posesión de la sede un nuevo go­bernador a nombre del obispo designado Don Fran­cisco Arnaldi Isasi, a cuya muerte, acaecida en 1661,tendrá nuevamente Torres Vargas en sus manos elgobierno de la diócesis vacante, esta vez hasta lallegada en 1663 del obispo siguiente, Fray Benitode Ribas. En suma total, rigió Don Diego de TorresVargas el obispado de Puerto Rico por espacio deunos doce años, quizás el primer puertorriqueñoque mereció en el tiempo, reiteradamente, tal honory confianza.

En 1644, por la época cuando se iniciaba Don Die·go como secretario del obispado, parece haber te·nido acceso, en virtud de tal cargo, a la lectura dela carta·relación que el nuevo pastor de la diócesis,el toledano Fray Damián López de Haro, enviaba enaquel año a Juan Díaz de la Calle, oficial de la se­cretaría de la Nueva España en el Consejo de In­dias, en Madrid, contándole sobre su arribo a Puer­to Rico y su adaptación al nuevo medio de su minis­terio episcopal. Dicha misiva, rezumante de la desi-

8. V. C. Coll y Toste, .El canónigo Torres Vargas., p. 154.9. V. D. de Torres Vargas, op. cit., p. 484.

lusión poco disimulada que producía en el ánimodel obispo el modesto y limitado cuadro de la vidacapitalina y puertorriqueña de entonces, aparecesembrada de cierta injusta aspereza y de un defini·do tono de crítica, rayana por momentos en la bur­la, en cuanto a los juicios e impresiones que formu­la el prelado sobre la ciudad, el país y los habitan·tes de la Isla en general, todo lo cual habría de do­lerle en la carne viva al puertorriqueño de almatierna y sensible que parece haber sido Torres Var­gas. Imposibilitado por la disciplina eclesiástica decontradecir a su superior, o ni tan siquiera de pe­dirle cuentas, encontrará pronto sin embargo nues­tro compatriota la oportunidad de revisar las opi­niones e impresiones de Fray Damián sobre PuertoRico y los puertorriqueños a través de una "Descrip­ción de la Isla y Ciudad de Puerto Rico, y de su ve­cindad y poblaciones, presidio, gobernadores y obis­pos; frutos y minerales" que aparentemente le soli­citara desde la Península, en 1647, el cronista maes­tro Gil González Dávila, interesado en reunir ma­teriales de documentación para la obra en varios vo­lúmenes que habría de publicar en Madrid, a partirde 1649, bajo el epígrafe de Teatro eclesidstico de laprimitiva Iglesia de las Indias Occidentales, y encuyo tomo primero la sección titulada "Teatro ecle­siástico de la Santa Iglesia de San Juan de PuertoRico y vidas de sus obispos" se fundamenta en losinformes recibidos de nuestro escritor.

La memoria descriptiva del país Que envía To­rres Vargas a González Dávila no se contraerá en ex­clusiva a la contribución de informes sobre el ordeneclesiástico insular, sino que en un sentido máslato habrá de ofrecerle al cronista español un cua­dro completo, trazado con rasgos de evidente entu­siasmo, amor y orgullo patrio, de lo que era la reali­dad total de la Isla en los varios aspectos de su geo­grafía y naturaleza, productos de la tierra, minera­les, la historia de su colonización hasta aquel mo­mento, sus gentes, su constitución civil, eclesiásticay militar, los hijos ilustres nacidos en este suelo}ODespués de la llamada Memoria de Melgarejo, quesuscriben conjuntamente en 1582 el presbítero JuanPonce de León Troche, nieto del conquistador dePuerto Rico, y el bachiller Antonio de Santa Clara,corresponde continuar en el país a esta "Descrip-

10. Diversos escritores -historiadores, estudiosos de laliteratura, filólogos- han enjuiciado en distintos momentosel contenido de esta relación de Torres Vargas, analizándolaen cuanto al fondo de la información que recoge y señalan­do sus méritos y cualidades como obra de recopilación do­cumental y como pieza de expresión en el terreno de lasletras: véase C. Coll y Toste••El canónigo Torres Vargas.,pp. 153-154; l. Gutiérrez del Arroyo, Historiograffa puertorri­queña. Desde la Memoria Melgarejo (l58ZJ hasta el BoletlnHistórico (1914-27J. San Juan, 1957. pp. 7·9; T. Navarro, Elespañol en Puerto Rico; contribución a la geografÚl lingüfs­tica hispanoamericana, Río Piedras, 1948, pp. 32·33; J. Riverade Alvarez, Historia de la literatura puertorriqueña, San­turce, 1969, l. pp. 15-16.

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ción" de Torres Vargas, como obra puertorriqueña,el estudio de nuestras esencias e ingredientes depueblo hispanoamericano en formación. Con el cro­nista isleño del XVII cuya vida y ejecutorias nos ocu­pan, la imagen de la tierra natal se proyecta en tér­minos de emotiva y exaltada pintura, permitiendoal lector de hoy día comprobar cómo ya por enton­ces había despertado y echado raíces en el mediocolonial de la Isla un indudable sentimiento de iden­tificación con el caudal de sustancias y valores quedaban la medida de lo regional privativo criollodentro del marco de la conciencia cultural españolacomún a ambos mundos europeo y americano. Isa·bel Gutiérrez del Arroyo ha señalado por esta direc­ción cómo en efecto el documento sobre el cual tra­tamos alcanza una gran significación insular nues­tra al constituirse, por las razones que se indican,en "la primera manifestación de que tengamos noti·cias de regionalismo, de criollismo o puertomque­ñismo". A través de las palabras de Torres Vargas,agrega la historiadora citada, se hace patente cómoen el ambiente antillano de Puerto Rico ha logradoarraigar y sobrevivir, no empece los rigores y tribu­laciones que se han presentado continuamente en elproceso histórico de nuestro desenvolvimiento colo­nial hasta entonces, un conglomerado humano capazde ti descargar de generación en generación el cúmu­lo espiritual de tradiciones, de experiencias comunes-pequeños logros, fatales reveses- que forman latrabazón sutil, pero fuerte que es el alma de unpueblo".u Del apasionado fervor regionalista del ca­nónigo se desgranarán hiperbólicos comentarios yopiniones respecto de las cosas todas de su patria:su naturaleza y paisaje, los recursos del suelo, lavegetación, el clima, sus gentes.

Gracias a este cronista cuenta la historiografíapuertorriqueña con una valiosa fuente informativade nuestro pasado, en especial, según lo destaca Isa·bel Gutiérrez del Arroyo, a propósito de "la cuartay quinta décadas del Diecisiete, y en particular, aun­que no exclusivamente, para la historia de la vidareligiosa en nuestra Isla: fundación de conventos, es­fuerzos por continuar la fábrica de la Catedral, eromitas existentes: detalles de interés sobre arte, tra­diciones y festividades religiosas". Lega además To­rres Vargas una nómina de puertorriqueños distin­guidos que en el período de veinte años anterior almomento de composición de su memoria habian me·recido ocupar magistraturas y dignidades en diver·sos puntos de España y de su imperio colonial enIndias y Filipinas.u En sus funciones de cronista, serevela en general nuestro escritor, dice Coll y Toste,como "hombre de sólidos conocimientos y de buentacto y discreción al anotar los sucesos, procurando,

11. V. I. Gutiérrez del Arroyo, op. cit., pp. 7, 8.12. ¡bid., pp. 8-9.

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a la vez que hacía amena la lectura, ajustarse confidelidad y sano criterio a lo que narraba".u

La prosa de este autor manifiesta, a tono con elsigno estético de los tiempos cuando le correspon­dió vivir, la adaptación de influjos de forma y estiloderivados de los escritores españoles del barroco:descripciones de sentido hiperbólico, profusión oronamental en el manejo del léxico, uso de figurasretóricas de complejidad externa y de agudeza e in­genio ideológico, repetidas citas cultas, algunas enlatín, dirigidas a comunicar un efecto de erudiciónclásica.14 Tiene particular resalte en el contexto dedicho manejo de ia lengua la expresión de lo paisa­jista puertorriqueña -que en la historia de las le­tras del país logra aquí sus inicios-, y así dice elcanónigo capitalino que "el clima es una perpetuaprimavera", "la vista es variadísi,ma de valles y aroboledas", "las frutas, dulces y sabrosas", y de labahía de Aguada, punto "donde hacen agua y tomanrefresco las flotas de Nueva España y algunas vecesgaleones", declara que es un paraje "tan ameno ylleno de muchas arboledas y árboles frutales, ... quelos navegantes le alaban diciendo que no han vistocosa más deleitable en el mundo, que la naturalezaechó allí el resto".

Aparte de la "Descripción de la Isla y Ciudad dePuerto Rico" se conoce también, de la pluma deDon Diego de Torres Vargas, una de las cartas quehubo de cursar en el desempeño de sus funcionescomo gobernador eclesiástico del obispado, conser·vado hoy dicho documento en la Sección de Manus­critos de la Biblioteca Nacional, de Madrid. Dirigidaesta comunicación, con fecha del 16 de mayo de1662, a Don Juan Marroquín de Montehermoso, porlo que parece, gobernador y capitán general de laNueva Granada, a cuya autoridad militar y civil que­daban sometidos por entonces los territorios vene·zolanos que formaban parte de la diócesis de Puer­to Rico, se manifiesta a través de su contenido unanaturaleza de varón justo, discreto y diligente en eldescargo de las obligaciones que le imponía el ele­vado puesto que ocupaba, de ánimo inclinado a laconmiseración de quienes tienen que someterse alas exigencias y rigores de las leyes, y si bien firme,y seguro en sus decisiones y juicios de administra­dor, quitado, por otra parte, en su llana y modestaesencia personal, de todo asomo de soberbia o deengreimiento derivado del ejercicio del po~er. Co­piamos a continuación dicha misiva:

Señor Gov: y Cap." Gen.· D. Juan Marroquínde Montehennoso.

De particular gusto ha sido su carta de V. md.por la salud que me avisa cosa que sea por los

13. V. c. con y Toste, op. cit., p. 16.14. Véanse T. Navarro, op. cit., p. 33; 1. Rivera de AI­

varez, op. cit., p. 16.

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años que deseo. La mía es [ilegible] gracias a Diosbu~a después de ayer padecido algunos achaquesy siempre deseare emplealla en el servicio de V.md. Reconociendo las muchas honrras que mehace [ilegible]. Continuando por mis cartas elmereserselas que han sido tantos los embarasosconque me he hallado despues que muria el Sr.Obpo. que apenas para escrivir a ~os vicarios hetenido lugar. Concurriendo aun mismo impo [sic]juntos diversos despachos. Enmedio de los mu­chos embarasos de residencias y pesquisas queha avido y ay que sin tener parte en [ilegible] meaflijen y embarasan como si yo fuera de los pes­quisados o residenciados. = En lo que toca al pa­dre de la. Compañia se ha firmado el aviso queVmd. me ha dado y se escrive al padre VicarioJuan de Rivas no pennita se usse de tales dispen·sasiones pues Su Santidad cOD~ederia esa facultadal otro Padre para usar della en las islas pobla­das de franseses y quando fuera general no vi­nien40 pasada por el RI. Consejo de las Indiasno se deve dexar usar de ellas y lo mismo se es­crive a todos los demas vicarios y al de Guaianapara que lo de a entender así a otro padre y queprocure desengañar a los vecinos de aquella Ciu.·de todo lo referido para que asiguren sus consien·sias Dios g"". la persona de Vmd. como quede ydeseo ocupando los maiores puestos que merece.Puerto Rico y mayo 16 de 1662 años.

De Vmd. capellan Q. S. M. B.[Finnado] Br. Don Diego de Torres y Vargas.

La prosa de la carta citada responde a manerasde decir características o cercanas de la lengua ha~

blada de sello coloquial, en combinación aquí y allá,a través de su texto, con algunas expresiones máspropias del lenguaje consagrado en el uso epistolar.Por comparación con el empleo prosístico generalque se advierte en la "Descripción" de 1647, el deesta comunicación de 1.662 se revela menos cuidado,y, por ende, más espontáneo, a todas luces realizadosobre la marcha, en medio del tráfago cotidiano de'los múltiples deberes de Torres Vargas como fun­cionario administrador de la diócesis (él mismo de­clara en uno de los pasajes de la epístola "que hansido tantos los embarasos conque me he halladodespues que murio el Sr. Obpo. que apenas paraescrivir a los vicarios he tenido lugar"), aparente­mente sin la ventaja de un borrador previo que hu­biera permitido pulir la manifestación escrita pri­mera. Por otro lado, esta carta manuscrita del puñoy letra del propio Don Diego, de autenticidad paleo­gráfica indudable, deja observar determinados usosortográficos que hacen posible hoy día formarnosidea de ciertos rasgos de la pronunciación del canó­nigo, que sería muy seguramente también la de suscoterráneos puertorriqueños de entonces en su mis­mo nivel sociolingüístico.ls Así, por ejemplo, grafías

15. La .Descripción» de 1647. que nos llega hasta el pre­senle en Puerto Rico a través de dos copias manuscritas pos­teriores a su composición. no permite ningún estudio filoló­gico válido sobre aspectos de pronunciación. debido princi­palmente a las posibles correcciones ortográficas. volunta·

como mereserselas, embarasos, embarasan, dispen­sasiones, Iranseses, consiensias son índices de seseo(pronunciación ya conocida en Andalucía, Canariase Indias desde laS épocas tempranas de la coloniza­ción de las Antillas en el siglo XVI),16 el cual rasgofonético se cumpliría también sin duda en otras pa­labras en las cuales Torres Vargas escribe c a tonocon la norma de corrección ortográfica que se im­pondría en definitiva -gracias, padecido, servicio,reconociendo, residencias, vecinos, un merece quealterna con el mereserselas antes citado-, y aun conla vieja ~ medieval, en el único caso de con~ederia.De otra parte, la diferencia ortográfica que cumpleel canónigo respecto de 11, y. en vocablos como ent­plea1la, hallado, della, ellas, aquella, capellán, deuna parte, y mayo, maiores, Guaiana, de otra, hacepensar que el yeísmo no parecía haber arraigadoaun en el medioambiente culto de Puerto Rico en elcual se movía Torres Vargas (la confusión entre 11y Y se registra ya esporádicamente en España desdeantes de mediar el XVI, y un poco más tarde en In­dias: en Puebla (Nueva España), en 1581, yen Lima(Perú), hacia 1680-1691).17 En otros casos como alli­jen, general, consejo, dexar, los grafemas de j, g, x,confundidos en España después de la Edad Mediaen una pronunciación palatal de S, quizás correspon­derían ya en la carta que estudiamos a ·Ia realizaciónde h aspirada, distinta a la j velar castellana, que hallegado hasta nuestros días en el país (conocida enAndalucía desde los finales del XVI e inicios delXVII).'I En escrive, deve, vicarios, vecinos, etc., lapronunciación de v sería probablemente bilabial, se­gún era norma en Castilla desde antes de finalizarel siglo XVI.'9 Otras peculiaridades lingüísticas queaparecen en el documento bajo consideración--como las formas conjugadas asiguren, con voca­lismo medieval que en España pervive a lo largodel XVI y aun penetra en el XVII, y emplealla, ilus­trativa de la palatalización del grupo -rl- en lacomposición de infinitivo y pronombre enclítico, de­cadente en Castilla después del XVI-,» pueden versecomo conservaciones arcaizantes en el español co­lonial puertorriqueño de aquellos tiempos. Eviden­temente, el bachiller Torres Vargas respondía, encuanto al manejo de su lengua materna castellana,a los módulos particulares con que ésta se matizabaen el nuevo medio antillano y americano al cual se

rias o involunlarias, hechas sobre el texto original por losamanuenses que le reprodujeron.

16. V. R. Lapesa. Historia de la lengua española, Madrid,7.' ed., 1962. pp. 246-247.

17. V. G. L. Guitarte, .Notas para la hisloria del yefsmo»,Sprache und Geschichte. Festschri/l tür Harrí Meier zum 65Minchen, 1971, pp. 179-198. '

18. V. R. Lapesa, op. cit., pp. 247-248.19. [bid., p. 245. .20. ¡bid., pp. 244-245, 250.

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le había trasplantado con la conquista y la coloni­zación.

* * *

Nada más sabemos sobre la vida de Don Diegode Torres Vargas luego que éste hace entrega delobispado, en 1663, al nuevo incumbente de la mitraportorricense que arriba al país en dicho año, FrayBenito de Ribas. Hemos de suponer que el canónigoisleño, en edad de plena y productiva madurez, con·tinuaría aportando por estos tiempos el beneficiode su amplia experiencia de administrador eclesiás·tico a la tramitación de los asuntos de la diócesis.Es posible que a la muerte del obispo Ribas, acae·

cida el 2 de agosto de 1668, y hasta la toma de pose·sión del siguiente prelado. Fray Bartolomé Gardade Escañuela, unos tres años después, volviera To­rres Vargas -de estar vivo aún, en edad de S3años- a encargarse del gobierno del obispado, perolas fuentes históricas que manejamos nada indicansobre este particular. Seis años más tarde; cuandoqueda vacante otra vez la sede episcopal de PuertoRico, ya no será Torres Vargas quien habrá de to­mar posesión del obispado en nombre del nuevo pas­tor, por lo que hemos de conjeturar o que había fa­llecido ya para entonces, o que de vivir todavía, poralgún motivo -de salud, de confianza- había pa·sado nuestro canónigo a una posición de segundoplano en el escenario eclesiástico de San Juan.

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Maria E. Somoza en el Museodel Grabado Latinoamericano

EL ARTE PARA Mí NO ES UNA F6RM ULA, ES UN GESTO

incontrolado". Eso nos dice María E. Somozade su proceso de creación y posiblemente sea esaexperiencia la que mejor nos abra las puertas delmundo artístico en el cual ella está inmersa.

Es María E. Somoza una artista seria que buscadecir algo a través de su obra. Deja a un lado lasconvenciones fáciles y repetitivas, las fórmulas,para entrar en la creación y búsqueda de un vaca·bulario variado e inquieto. Su obra es reflejo de ex·pericncias visuales que se refuerzan unas a otras,manteniendo cada una de ellas, no obstante, unavitalidad e independencia inquietantes.

Se maneja la artista dentro del mundo de lasartes gráficas y prefiere como medio el aguafuerte,donde se mueve con gran conocimiento del medio.Sigue María la tradicional limpieza y nitidez en lagráfica de los mejores grabadores puertorriqueños,pero la distingue de ellos el hecho de que es una delos pocos grabadores que ha producido su obra casiexclusivamente a través del aguafuerte.

En la obra de María E. Somoza no hay hábito;los problemas plásticos se resuelven mediante inves­tigación y constancia excepcionales. Veamos su obraentendiendo su afán por desenmascarar el misteriode las formas.

"Pensado,"

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"Imagen"

"Mutación'

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La descripci6n de las islas canibalesen la obra de Jean de Laet*

Por MANUEL C,(RDENAS RUIZ

JBAN DE UET NACIÓ EN AMBERES EN 1593 y MURIÓ EN

Leyden en 1649. Fue director de la Compañía de lasIndias y viajó extensamente por América. En 1625publicó su obra Nieuwe Wereldt ofte Beschrijvinghevan West-Indien ent veelderande Schriften ende Aen·teeckninghen van verscheyden Natien, cuya traduc·ción francesa de 1640 lleva por título L'Histoire duNouveau Monde ou Description des Indes Occiden­tales, siendo esta edición la que hemos utilizadopara la traducción de los dos capítulos que presen­tamos más adelante. La obra está dividida en los si­guientes libros: 1. De las Islas del Océano. - 2. Dela Nueva Francia. - 3. Virginia. - 4. Florida. ­5. Nueva España. - 6. Nueva Galicia. - 7. Guate­mala. - 8. Tierra Firme. - 9. Nuevo Reino de Gra­nada. -10. Perú. -11. Perú o Charca. - 12. Chile.- 13. Magallanico. - 14. Río de la Plata. - 15. Bra.sil. - 16. Brasil Septentrional. - 17. Guyana. ­18. Nueva Andalucía. - La descripción de las IslasCaníbales está contenida en el libro primero y co­rresponde a los capítulos XVII y XVIII, cuyos títu·los son: Situación y características de las Islas delos Canfbales, y El Resto de las Islas Canibales, susituación y cualidades, respectivamente.

Laet también intervino en la polémica provoca­da por la disertación de Hugo Grocio acerca del ori­gen de las gentes de América, con su Qbra: Notaead dissertationem Hugonis Grotii de Origine Gen·tium Americanarum el observationes aliquot ad me·liorem indaginem dificillimae illius quaestionis,Amsterdam, 1643.

Sobre la organización e historia de la Compañíade las Indias Occidentales escribió la obra: Historieofte Jaerlijck Verhael van de Verrichtinghe derGeoctroyeerde West·Indische Compagnie Z e d e r t

* Traducción y notas del doctor Manuel Cárdenas.

haer Beiín tot het eynde van't jaer 1636, Ley.den, 1664.

L'histoire du Nouveau Monde ou Description desIndes Occidentales. - Jean de Laet. - Elzevier, 1640.- Leyden. Libro Primero, Capítulos XVII y XVIII.

Islas Caníbales

Capítulo XVII

Situación y características de las Islas de losCanibales

Desde la costa Oriental de San Juan de PuertoRico hasta el Continente de la América Meridionalhay diversas Islas pequeñas que dispuestas en arcoforman como una barra a través del mar, las cualesson llamadas Caribes y Caníbales, es decir de losAntropófagos, por .)a naturaleza de sus habitantes,y en la descripción de las cuales usaremos la mismabrevedad y orden que hemos utilizado en las prece·dentes..

Anegada, está situada hacia el Este de la Isla deSan Juan y a XII leguas de Saba hacia el Noroeste,a la altura de los XVIII grados y XXX minutos;tiene alrededor de VII leguas de largo; ha tomadoel nombre de su misma condición pues está rodea·da por una mar plana y llena de bancos muy peli.grosos para los navíos.

Anguila es una Isla muy larga, pero muy estre­cha, de donde ha tomado el nombre; está situada alEste de la Isla de San Juan, a XVIII grados y XXminutos de la línea hacia el Norte; es una tierra es·

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téril desprovista de agua dulce; tiene sin embargoalgunas Salinas bastante cómodas.

Antigua o Santa María del Antigua se encuentraa la altura de los XVI grados y XXX o L minutos,como a mitad de camino entre la Barbada y la De­seada; larga y ancha de VI a VII leguas, y de unacceso difícil a causa de la incertidumbre de losbajíos que allí hay; los de nuestra nación que allíllegaron fortuitamente y echaron el ancla en 1623,cuando descendieron a tierra no encontraron nadamás que bosques y marismas muy llenas de barro;está deshabitada y desprovista de agua dulce.- La Isla de los Pájaros, la última casi de todas yla más Occidental, está situada a la altura de losXV grados y XI minutos; está casi al nivel del mary por ello muy peligrosa para los marineros.

Barbada está a la altura de los XVII gradosy XXX minutos hacia el Nordeste de Monserrate, ya XII o XIII legQas de Antigua hacia el Norte; espoco elevada, y la mar que la rodea de bajíos lo quela hace peligrosa para la navegación; sin embargolos nuestros han abordado allí sin peligro y han en­contrado una bahía donde hay un ancladero bas­tante bueno; por lo demás no han visto nada quesea digno de mencionarse, pues es una tierra baja,estéril, teniendo de largo alrededor de IV leguas.

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Barbados o Barbudos, la última de estas Islashacia el Oriente, está a la altura de los XIII gradosy XX minutos o poco más; se extiende de Norestea Suroeste, de forma oval, y como los nuestros hannotado hace poco, de alrededor de XVI a XVIII le­guas de circuito, mucho más grande que lo que sehabía indicado hasta aquí en las cartas geográficas;]a tierra allí no es alta y bastante parecida a la deInglaterra; la costa del Norte es no obstante la másalta y cubierta por todas partes con árboles verdes.La costa del Este está entrecortada por diversascalas y bajíos que se extienden en el mar; la delSur recibe al mar en una gran bahía que provee unancladero muy bueno a los navíos, y donde hay in­cluso un pequeño río que allí desemboca. La tierrano ofrece allí nada importante, si no es por un cier­to árbol que se parece en algún modo al genjibreen el gusto y de una gran acritud (los nuestros lallaman Costea); sus hojas son de un verde obscuroy redondas en la punta; tiene unas pequeñas floresreunidas en círculo como las del Saúco, cada unade las cuales tiene cinco hojas, color purpurina ha­cia fuera y amarillo hacia adentro; su corteza es li·gera y su materia dura y negruzca en el interior;crece en las riberas y en los lugares pantanosos.Hay cerdos en esta Isla. Los Ingleses han estableci-

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do allí una colonia en el año de 1628, y habiendocortado los árboles para cultivar el Tabaco hantraído de otras islas árboles frutales tales como na·ranjos y otros.

San Bartolomé es una Isla situada a la alturacasi de los XVII grados; está al Este de la Isla deS. Martin, al Oeste de la Barbada y también al Estede San Cristóbal; es de un circuito bastante grandey escarpado pero de un difícil acceso por los bajíosy bancos que la rodean.

Beke o Bequia, de la cual los Españoles no hanhecho nunca mención en sus Comentarios y que yocreo fue primeramente abordada por los nuestros,está distante de San Vicente III leguas, o V comootros así dicen; tiene casi X de circuito y una solabahía que es un excelente refugio ante el encuentrode la incertidumbre de los vientos; esta Isla estácubierta de árboles y es de un terreno fértil, bas­tante cómodo para ser habitado si no estuviese des­provisto de agua dulce; está distante de la línea XIIgrados y XXIV minutos, y al Suroeste de la S. Vi·cente.

San Cristóbal está en medio de las Islas de lasNieves y de San Eustaquio a la altura de los XVIIgrados y XX o XXX minutos; de Suroeste a Nares·te, tiene de largo alrededor de VI leguas; su anchoes desigual, pues la costa del Noroeste tiene más de11 leguas de ancho y alrededor de IV hacia el Sures·te; la mar hace allí una gran bahía y así la Isla aca­ba estrechándose. Su suelo está elevado en monta­ñas, principalmente hacia el Noroeste; hacia el Sur·este hay varias Salinas. En los años pasados losFranceses y los Ingleses se han establecido allí paracultivar el Tabaco (que es allí grandemente estima·do) y han destruido o capturado a todos los habi·tantes Antropófagos que allí había, siempre al ace­cho de los extranjeros, según se dice; con la venidade D. Frederico de Toledo que allí llegó con unagran flota de Españoles, Franceses e Ingleses se vie­ron obligados a abandonar la Isla, pero han vueltoa ella de nuevo según dicen los nuestros y se dedi­can como antes a laborar los campos y a sembrarel Tabaco.

Deseada está a la altura de los XVI grados y Xminutos hacia el Norte como ha sido curiosamenteobservado por los nuestros hace poco; está a X le­guas de la Guadalupe hacia el Norte, y a VI o VIIde Mariagalante; Cristóbal Colón la descubrió en susegundo viaje; los Españoles tienen la costumbre deenderezar sus rutas cuando vienen de las Canarias;ella se encuentra entre el Noreste y el Suroeste;está cubierta de árboles y parece al comienzo cuan­do se la ve una galera; la parte del Norte es másbaja que la otra, y esta del Sur parece elevarse comoun cono; su tierra es negra destacándose unas vetasblancas y rojizas; de este lado la mar está llena debajíos y golpea entre diversos picachos.

Dominica, de XII leguas de largo y un poco me-

nos de ancho, está a la altura de los XV grados yXXX minutos, y alrededor de 111 leguas de la Mar­tinica hacia el Noroeste, entre la cual y el Surestese encuentra situada; del lado del Noroeste es másalta que del otro, y al verla de lejos parece que estádividida; las bahías tienen algunos buenos anclade­ros. En el presente habitan allí muchos Caribes quevan desnudos. teniendo todo el cuerpo pintado deun cierto color rojo; comen carne humana, son gran­demente enemigos de los Españoles, fieles a nadie,salvo cuando no se atreven o no están en condiciónde hacer mal; los hombres al igual que las mujeresllevan largo el cabello; tienen su Cacique a quienobedecen y se distingue de los otros por algunasmarcas en su cuerpo. Hay dos fuentes termales, unade las cuales mana muy cerca de la embocadura dela bahía más grande que mira al Noroeste, bastantecerca del mar y de la ribera d~ un río. Esta costadel Oeste tiene un puerto bastante cómodo y se hacefácil tomar allf agua mediante un pequeño río queallf sale de unos veinte pasos de ancho.

S. Eustaquio es una pequeña Isla (aún cuandoHerrera * le da X leguas de" contorno) al Noroestede la San Cristóbal y al Sureste de Saba, a la alturade los XVII grados y XL minutos, como ha sido ob·servado por los nuestros; se eleva en cono y pareceun pan de azúcar a quienes la ven de lejos.

Granada es la más próxima al Continente de laAmérica, a la altura de los XII grados y XV minu­tos, y a X leguas de la Isla de San Vicente hacia elSuroeste, en cuyo espacio hay varias pequeñas Islasdiseminadas que se llaman Begos. Su forma es pa·recida a una media luna, teniendo de largo, de Nor·te a Sur, alrededor de VI leguas, y en cada extremoel ancho de una; el Cabo que se extiende hacia elSuroeste tiene una bahía la más estimada de todaspor la comodidad que en ella se encuentra paratomar agua; toda la Isla está cubierta bosque es­peso; aunque de terreno fértil, no obstante está da·ñado por los cangrejos de tierra que comen las raf­ces de lo que allí se siembra; pero se piensa queeste mal no se extiende más allá de los campos queestán cerca de los ríos. Allí se encuentran cantidadde Armadillos desde el' mes de Junio hasta Octubre,y se capturan gran cantidad de tortugas de mar ymuchos Manatís. Los Caribes que la habitan sonparecidos a los de las otras Islas en costumbres ycrueldad; a veces ellos traen muchos frutos a estosque los invitan, cuando ven que no pued~n hacerningún mal; pero cuanto más os obsequian más hayque guardarse de ellos.

Guadalupe llamada en otros tiempos Carucueira,

* Se refiere a Antonio de Herrera y Tordesillas, autorde la Historia general de los hechos de los Castellanos en lasIslas y Tierra firme de la mar Océano. Madrid, 1601·1615.4 "01. Al final del tomo II se encuentra una -Descripciónde las Indias Occidentales_, mencionándose a la Isla de SanEustaqwo en el Cap. VII, pág. 11.

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como dice Mártir, está a la altura de los XVI gradosy XV minutos, como los nuestros han señalado, y alOeste de la Deseada; larga de VIII leguas de Nor­oeste a Súreste; la costa que mira al Suroeste eselevada y montañosa; y la del Este es menos escar­pada teniendo la cumbre plana; está como divididade Sur a Norte por un pequeño canal capaz sola·mente para canoas. Del lado del Sureste está rodea­da por un mar profundo donde se puede anclar bien.Los Salvajes que la habitan son parecidos a los delas otras Islas. Las flotas que vienen de España tie·nen por costumbre en el presente tomar agua allí ypartir ti los lugares de su destino.

Capítulo XVIII

El Resto de las Islas Caníbales, su Situación ycualidades

Santa Lucía está situada en los XIII grados y XLminutos al Norte de ]a Línea como ha sido obser·vado por los nuestros, al Sur de la Dominica y dela Martinica. Es montañosa; del lado que mira alSuroeste hay dos montañas separadas la una de laotra por un pequeño desfiladero, las cuales al estarcortadas por todos lados como peñascos se elevanextremadamente altas y son vistas de muy lejos porencima del resto de la Isla. Los habitantes van des­nudos y pintado de rojo todo el cuerpo; se cortanla cara con pequeñas rajas desde los ojos hasta lasorejas; tienen los cabellos migras y son bárbaros.

Mariagalante está a V leguas de la Deseada haciael Suroeste ya casi tantas de la Dominica hacia elNoroeste, a la altura de los XV grados Y XL minu­tos; es lisa y llena de bosquecillos, de suerte queviéndola de lejos parece que los árboles flotan sobreel mar; es visitada frecuentemente por Salvajescomo los de las otras Islas, e incluso puede que estáhabitada por ellos.

S. Martín está a la altura de los XVIII grados yXV minutos al este de la Isla de San Juan de PuertoRico; a VIlla IX leguas de la Isla de S. Cristóbalhacia el Noroeste y de la Anguila hacia el Sureste;rodeada del lado del Norte por varias pequeñas Islasque son casi tan bajas como el mar. Tiene de largo,como ha sido observado por los nuestros, V o VIleguas, y de ancho IV; no tiene agua dulce, no estáhabitada por ningún Salvaje, y es bastante fácil deabordar; tiene ancladeros del lado del Oeste bastan­te cñmodos y algunas Salinas, principalmente unagrande que se dice tiene II leguas de circuito, queproduce muy buena sal.

Matinino o Matilino (Martinica) (llamada anti­guamente por sus habitantes Madanina, de la que

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Martir * afirma haber estado habitada únicamentepor mujeres) está a la altura de los XIV grados yXXX minutos, y alrededor de III leguas de la Islade la Dominica hacia el Suroeste; está toda realzadaen montañas y en mitad del país hay de ellas tresque aparecen por encima de las otras, la más altalas cuales tiene la cima redonda parecida a la for­ma de un sombrero y es ]a primera que se ve detodas por cualquier costa que a ella se llegue. Estáhabitada por una ruda nación inhumana y belicosamucho más que los Salvajes de las otras Islas; losnuestros que alH fueron el año pasado dicen que noencontraron allí a nadie y no se sabe si aquéllos sehan trasladado a otros lugares.

Monserrate está situadá a la altura casi de losXVIII grados hacia el Norte, como los nuestros hanobservado hace poco; está a XI leguas de la Guada­lupe hacia el Oeste, y la Rotunda (Redonda) al Sur­este; la forma es casi redonda, larga de III leguasy casi tanto de ancha. Tiene dos bahías de arenadonde hay bastante buenos ancladeros para los na·vías; en una de ellas se toma agua cómodamentepor medio de un pequeño río que desciende de lasmontañas en ]a bahía, aún cuando algunas veces setapa por los flujos de la mar. La tierra allí es alta,fértil y llena de bosques, y por tanto muy apropiadapara cultivarla.

Nieves tiene V leguas de circuito; está a la alturade los XVII grados y XX minutos hacia el Norte; al­rededor de III leguas de la Redonda hacia el Nor·oeste, VII de Monserrate y a I de la Isla de San Cris­tóbal hacia el Noreste; tiene II de larga y es muyelevada en su mitad; cubierta de bosques muy es·pesos y regada por varios torrentes de agua dulce;los habitantes de la Dominica tienen por costumbreir allí a cazar frecuentemente. Tenemos entendidoque han sido encontradas allí unas fuentes terma­les por los Ingleses, quienes han establecido unacolonia el año de 1628.

Rotunda, vulgarmente Redonda, está al Surestede Nieves y al Noroeste de Monserrate, a la alturade los XVII grados y X minutos; ella es pequeña,redonda y elevada en su mitad casi en forma de pan;de un acceso fácil, tiene por todas partes un marprofundo y sin peligro.

Saba está al Noroeste de la Isla de S. Eustaquio;un poco más pequeña que esta pero más redonda yelevada en cono hacia su mitad, como un pan deazúcar; está rodeada de una mar que no es muyprofunda, sin embargo no es de temer ya que ellano oculta ningún peligro. Está situada a la alturade los XVII grados y XXXV minutos.

Santa Cruz antiguamente llamada por sus habi-

* Se refiere n Pedro Mártir de Anglería autor de lasDécadas del Nuevo Mundo. En la edición de 1944, BuenosAires. la cita de la Martinica se encuentra en el Libro II,Cap. III, pág. 16.

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tantes naturales Ayay, está a la altura de los XVIIgrados como ha sido observado exactamente por losnuestros; está a XII o XV leguas de la Isla de SanJuan de Puerto Rico hacia el Sureste; alrededor deVIII leguas de largo. tiene altas montañas y parecea lo lejos estar dividida; su parte Occidental es lamás alta y bajo ella hay una buena rada para losnavíos; está llena de bosques, pero no tiene apenasagua dulce; entre los árboles frutales hay allí unoque echa un' fruto parecido a una poma verde quecuando se come hace inflar la lengua de tal maneraque veinticuatro horas después todavía se está im­pedido para usarla; por lo demás no tiene peligroese fruto, pues la lengua se desinfla por sí misma (yocreo que este arbolillo es el Manzanillo el cual he­mos descrito aquí atrás); además hay que evitarlavarse la cara con el agua de pantano, que .allí hayen abundancia, antes de que el Sol salga, pues la in­flaría de tal manera que no se podría ni ver; perohabiendo el Sol salido, es menos peligroso. Los In­gleses nos han advertido de estas dos cosas despuésde haberlas sufrido para su mal.

Santos, son tres o cuatro Islas muy pequeñas, se­paradas las unas de las otras, por un pequeño in­tervalo, hacia el Sur de la' Guadalupe y a mitadentre esta y Dominica.

Sombrero, así llamada porque tiene la forma deun sombrero, es una pequeña Isla al Sureste de Ane­gada, a la altura de los XVIII grados; está situadaen medio de bancos.

S. Vicente está al Sur de Santa Lucia y a XVIleguas o más de Barbados hacia el Oeste, a la alturade los XII grados. como ha sido observado exacta­mente por los nuestros hace poco. Su forma es casiredonda y bastante parecida a la Isla de Ferro (Hie­rro). una de las Canarias; de Este a Oeste tiene delargo VI leguas; su terreno es completamente fértil.de suerte que ella produce naturalmente cañas deazúcar; está regado por varios torrentes y peque­ños ríos. A 10 largo de la costa que mira al Suroestehay varias bahías y en éstas muy cómodos anclade­ros; allí se puede tomar agua fácilmente y el desem­barco también es fácil. Sus habitantes son de lamisma naturaleza que sus vecinos y de las mismas

costumbres; de mediana estatura, perezosos y notienen otra preocupación que por la existencia; ysin embargo, cosa que es para maravillarse, vancon sus canoas hasta el Continente, que no está ale­jado menos de XXXV leguas, y vuelven de nuevoa su Isla sin la ayuda de compás. No hay ningunamás hasta Granada, a XII leguas o alrededor comolos nuestros han notado los años precedentes; entrelas dos hay algunos islotes pequeños (que se lla­man Begos) de los que no hay necesidad de hablar.

Virgen Gorda al Noroeste de la Isla de Saba, esalta y redonda; situada al comienzo de las PequeñasVírgenes, que se extienden en número de diez odoce hasta la Isla de San Juan de Puerto Rico, deEste a Oeste; son altas y desnudas de árboles; estána la altura de los XVIII grados al Norte de la Línea;en otros tiempos eran consideradas muy peligrosasa causa de los bancos y bajíos pero sin motivo, comolos Ingleses aseguran, a la luz de que los canalesque las entrecortan son bastante profundos y pue­den proveer anclaje a mil navíos; hay una granabundancia de peces y no menos de pájaros. Algu­nas de ellas o de las que le siguen han sido llamadascon nombres particulares por los marineros; quiendesease saber esos nombres podrá consultar las car­tas marinas.

He ahí 10 que hemos de decir sobre las IslasCaníbales, la mayor parte de las cuales están desha­bitadas y algunas en el presente lo están por losAntropófagos, y otras comienzan a ser cultivadaspor los Cristianos.

Es necesario advertir a los que frecuentan estosmares o anclan alrededor de estas Islas que se guaroden muy cuidadosamente de un cierto pez que esmuy común, por temor a que caigan en un peligromuy grande; este pez es parecido en tamaño y for­ma al congrio; tiene ]a piel de color verde brillantey excelentemente variada; un gran hocico y unosdientes muy afilados; la carne cuando está despe­llejada es muy blanca y de un gusto bastante bueno,pero de una cualidad tan venenosa que pone en pe­ligro e incluso de muerte a quienes la han comido,tal como no solo los Ingleses sino también los nues­tros han sabido con riesgo y peligro.

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