Revista del Instituto de Cultura

62
REVISTA del IN$TITUT,Q de CULTURA PUERTORRIQUEÑA ANTROPOLOGIA HISTORIA UTER.ATUR.A ARTES PLÁSTICAS TE.ATRO MOSICA ARQUITEC7V1Ul "l ABRIlrJUNIO, 1974 San Juan de Puerto Rko

description

Primera serie número 63, abril - junio de 1974.

Transcript of Revista del Instituto de Cultura

Page 1: Revista del Instituto de Cultura

REVISTAdel IN$TITUT,Q de

CULTURA PUERTORRIQUEÑAANTROPOLOGIA

HISTORIA

UTER.ATUR.A

ARTES PLÁSTICAS

TE.ATRO

MOSICA

ARQUITEC7V1Ul

"l

ABRIlrJUNIO, 1974

San Juan de Puerto Rko

Page 2: Revista del Instituto de Cultura

R E v 1 s T ADEL INSTITUTO

DE CULTURAPUERTORRIQUEÑA

JUNTA DE DIRECTORES

Carlos Conde, Presidente

Enrique Laguerre - Aurelio Tió - Elías López Sobá

Arturo Santana - Esteban Padilla

Milton Rua

Director Ejecutivo: Ricardo E. Alegria

Apartado 4184 SAN JUAN DE PUERTO RICO

AÑO XVII 1974ABRIL-JUNIO

SUMARIO

Núm. 63

Historia de una poesíapor Angel López Cantos 1

Quinta exposición de la Escuela de Artes Plásticas 7

Notas sobre el paisaje de Puerto Ricopor Samuel Giú' Gaya. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

Elogio de Tomás Blancopor Eladio Rodríguez Otero

Poemapor Eisa Tió

11

15

Eugenio Fernández Méndez: "Art and Mythologyoí the Taino Indians oí the Greater West Indies"

por Roberto D. Agramonte . . . . . . . . . . . . . . . 16

Exposición de tallas de José Manuel Torres San-tiago 20

Don Andrés Salvador de Vizcarrondo y Ortiz deZárate

por Vicente Géigel Palanca . . . . . . . . . . . . . . . 22

Page 3: Revista del Instituto de Cultura

Las relaciones entre los taínos de Puerto Rico y losde La Española

por Ricardo E. Alegria ~1

Valoración geográfica sobre la arquitectura reli­giosa en Puerto Rico

por Arturo Dávila ~4

Exposición de Augusto Marin . . . . . . . . . . . . . . . . . ~9

Guillaume Coppier y su "Historia y viaje a lasIndias Occidentales"

por Manuel Cáraenas Ruiz .... . . . . . . . . . . . 41

SEPARATAVista de la Casa BlancaMuseo de la vida en San Juan durante el Siglo XVI.

PUBLICACION 'DELINSTITUTO DE CULTURA PUERTORIQUE~A

Director: Ricardo E. Alegria

Fotografías de Jorge Diana

Aparece trimestralmente

Suscripción anual .. oo .. oooo.oooo................................. $2.50Precio del ejemplar oo ... oooo .. oo .... oooo.oooooo .... oooo .... oo... $0.75

[Application for second class mail privilege pending atSan Juan, P. R.]

DEPÓSITO LEGAL: B. 3343 -1959

IMPRESO EN LOS TALLERES GRÁFICOS DE MANUEL PAREJA

BARCELONA - PRINTED IN SPAIN - IMPRESO EN ESPAÑA

Page 4: Revista del Instituto de Cultura

COLABORADORES

Page 5: Revista del Instituto de Cultura

Angel López Cantos, nació en Churrianade la Vega (Granada), ei 10 'de diciembrede 1935. Estudió el bachillerato en Córdo­ba; Maestro Nacional por la Escuela Nor­mal de Granada; Graduado Social por laFacultad de Derecho de la misma ciudad;Licenciado en Filosofia y Letras, y Doctoren Historia de América por la Universidadde Sevilla. Tiene publicado Don Franeiscode Saavedra, segundo intendente de Cara­cas, e Histon:a de Puerto Rico, 1650-1700;amén de varios artículos en diversas revis­tas.

Samuel Gili Gaya. Profesor y lingüista es­pañol, nacido en Lérida en 1892. Catedrá­tico de literatura del Instituto Escuela deMadrid. Colaboró en el Diccionario de laReal Academia. Ha colaborado con sumaestro Ramón Menéndez Pidal, en elCentro de Estudios Históricos. Ha publica­do trabajos de investigación en la "Revistade Filología Española". Sus ediciones criti­cas de autores clásicos son de interés.Autor de: Tesoro Lexicográfico (1492­1697); Curso Supen'or de Sintáxis Españo­la; Vox Dicáonan'o de Sinónimos (l958);Elementos de Fonética General; NuestraLengua Materna.

Eladio Rodríguez Otero nació en 1919 enRío Piedras, Puerto Rico. Hizo sus estudiosen la Escuela Superior de la Universidad dePuerto Rico graduándose en 1935. Obtuvosu grado de Bachiller (1939) en la Universi­dad de George Washington y en Derecho(1942) en la Universidad de Puerto Rico.Hizo su Maestria en Derecho (1943) yMaestria en Artes (Ciencias Políticas) en laUniversidad de Harvard (l947). Tiene enpreparación los siguientes libros: El AteneoPuertorn'queño; Funáón y Destino (ensayohistórico e interpretativo de la Significa­ción del Ateneo en la Historia Nacional dePuerto Rico); La generación de la Liber­tad y otros ensayos (Reflexiones sobre eldesarrollo histón"co-político de Puerto:~z"co); dos volúmenes de documentos histó­ricos; en colaboración con el Lic. RobertoBeascoechea Lota, sobre la lucha para laobtención de un episcopado autóctono, y

Page 6: Revista del Instituto de Cultura

el otro, sobre la lucha en pro de la puerto­rriqueñización de las escuelas privadas enPuerto Rico. Ha publicado numerosos ar­tículos en los periódicos y revistas del paísprincipalmente sobre temas culturales y

políticos. Preside el Ateneo Puertorrique­ño desde 1967.

Eisa]. Tió nació en Santurce, Puerto Ricoel 19 de marzo de 1951. Cursó estudios pri­marios y secundarios en el Colegio del Sa­grado Corazón. Luego se graduó de Bachi­llerato en Artes con concentración en Lite­ratura comparada de la Universidad dePuerto Rico. Terminó sus estudios deMaestría en Estudios Puertorriqueños en elInstituto de Cultura. Publicó su primer li­bro de poesía en el 1958. Tiene en prepa­ración su segundo libro.

Roberto D. Agramonte nació en SantaClara, Cuba en el 1904. Catedrático de laFacultad de Ciencias Sociales de la Univer­sidad de Puerto Rico, es miembro funda­dor de la International Sociologial Associa­tion, del Institut International de Sociolo­gie, de la Deutsche Gesellschaft fur Sozio­logie, de la Sothern Sociological Associa­tion y de la Asociación Mexicana de Socio­logía. Fue decano de la Facultad de Filo­sofía en la Universidad de la Habana. Hadesempeñado la cátedra de profesor ex­traordinario de la Universidad NacionalAutónoma de México (1941), catedráticohonorario fundador de la Facultad de Hu­manidades de la Universidad de San Carlosde Guatemala (1945), profesor honorariode la Universidad Autónoma de El Salva­dor (1946), profesor Honoris causae de laUniversidad de Panamá (1949), y profesorvisitante de la Universidad de Miami(1958). Entre sus obras de carácter cientí­fico y filosófico se cuentan las siguientes:Tratado de sociología general (2 vols.); In­troducción a la sociología; Biografía deldictador Carcía Moreno; Tratado de psi­cología general; Los orígenes de la con­ciencia cubana; Varona, el filósofo del es­cepticismo creador; Sociología de la unz'­versz'dad; Mendz'eta y Núñez y su magiste­n'o sociologico; Estudz'os de sociología con­temporánea y La concepción del mundodel Apostol Martí, así como un Tratado desoáología latz'noamen'cana.

Page 7: Revista del Instituto de Cultura

Arturo V. Dávila nació en San Juan. Hizosus estudios de licenciatura en la Universi­dad de Madrid, donde se especializó enhistoria Yobtuvo, en 1960, el grado de doc­tor en filosofía y letras. Su tesis doctoral setitula: La isla de Vieques en su histona.Hapublicado numerosos trabajos de investiga­ción sobre la historia religiosa y el arte enPuerto Rico, además de su libro: Las encí­clicas sobre la Revoluci6n Hispanoamen·­cana y su divulgaci6n en Puerto Rico. Hadirigido el Departamento de Bellas Artesen la Universidad de Puerto Rico. En la ac­tualidad es Director del Museo de Antro­pología, Historia y Arte de la Universidadde Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.

Manuel Cárdenas Ruiz es profesor delDepartamento de Ciencias Políticas de laFacultad de Ciencias Sociales de la Univer­sidad de Puerto Rico. Junto con EugenioFernández Méndez ha publicado diversosartículos de cñtica de arte en revistas y pe­riódicos del país.

Page 8: Revista del Instituto de Cultura
Page 9: Revista del Instituto de Cultura

Vicente Géigel Palanca. Natural de Isa­bela, se recibió de abogado en la Universi­dad de Puerto Rico. Cofundador de la re­vista cultural "Indice" (1929). De 1934 a1940, figuró en la Junta de redacción de la"Revista del Ateneo Puertorriqueño". Hacolaborado en la prensa del país con traba­jos de diversa índole. Su obra principal laconstituyen ensayos interpretativos de larealidad puertorriqueña y de crítica litera­ria. Se ha destacado como orador, confe­renciante y legislador, y ha ocupado cargosde importancia en las esferas políticas e in­telectuales, entre ellos el de Presidente delAteneo Puertorriqueño, fundador y secre­tario de la Acad<lmla Puertorriqueña de laHistoria, catedrático de Derecho y Cien­cias Sociales en la Universidad de PuertoRico. Presidió la Sociedad de AutoresPuertorriqueños. En 1970, recibió el Pre­mio Nacional del Instituto de CulturaPuertorriqueña por su valiosa contribuciónal fomento y enriquecimiento de la cultl,lranacional. Entre sus obras, figuran El des­pertar de un pueblo (1942), Valores dePuerto Rico (1943) ambos en prosa y lospoemarios Canto del amor infi'nüo (1962) yBajo el signo de Gémz'nis (1963), Canto detz"erra adentro (1965).

Ricardo E. Alegría nació en San Juan.Antropólogo e historiador. Estudió en lasUniversidades de Chicago y Harvard, co­mo becario de la Fundación Guggenheim.Ha publicado diversos artículos sobre ar­queología, folklore y cultura puertorrique­ña en revistas del país y del exterior. Esautor de los libros Histon'a de nuestrosz'ndz'os (1952), La fiesta de Santiago Após­tol en Lozza Aldea, (1955), Los renegados(1965), Cuentosfolklón'cos de Puerto Rz'co(1968), Descubn'mz'ento, conquista y colo­nzzaez"ón de Puerto Rz'co (1969), y Elfuertede San Jerónz'mo del Boquerón (1969).Desde hace varios años es profesor de Pre­historia en la Universidad de Puerto Rico,y dirige, desde su fundación en 1955, elInstituto de Cultura Puertorriqueña.

Page 10: Revista del Instituto de Cultura

Documentos Históricos

A DON GUTItRREZ DE RIVA

Toda mi musa dedicoun demonio en traje humanoque ha venido a Puerto Rico.

No sea tu fe Don Gabrielque hable así con mis amigos,que una vez que me ha tocado,he de echar por esos trigos.

Por copas más bien quisieraque fuera aquí el estribilloy según alza de codoha de dar de colodrillo.

Señores, no es un rigorpara hacer perder el tipoque nos "haiga" de mandarun hombre "jarto" de vino.

Dice que es un gran caballero,y yo diré si me picaque el tener tan buenas botascaballero le publica.

El hábito den las lustresque tiene su señoría,el hábito de bebertoda la noche y el día.

Dicen que es un gran soldado,el Don Gutiérrez de Riva,

* Compulsa de la causa criminal seguida de oficio dela real justicia por su señoría el maestro de campo infan·tería española D. Gabriel Gutiérrez de la Riva, caballeroprofeso de la Orden de Santiago y capitán de esta ciudade isla de San Juan de Puerto Rico por S. M. (que Dios guar­de), sobre las traiciones y delitos a.troces que cometió Ni·colás Fernández Correas, albañil.

Archivo General de Indias. Santo Domingo. 560.

Historia de una poesía*Por ANGEL LÓPEZ CANTOS

Año de 1703

y quiere que por los frascos,la información se reciba.

Este ministro de BacaDon Gutiérrez se apellida,lo demás trae en ]a copaque el vino es quien lo derriva.

Es una rara figurala del tal su señoría,que parece por los humosla sota de copas viva.

Para que sepa que sigo,estas verdades le digo,y sepan que Don Gabrielde buena cepa ha venido.

Esa coja de maldadeses de Baca cofradíaque la frecuentan alegresuna honrada compañía.

Gabriel y el maestro Correay el pulpero Valentinotodos son de una tijeracon el dómine Agustín.

Puerto Rico desdichado,a qué poder has venido¡ay! que temo han de tragartepues beberos no han podido.

Qué cosa buena han de hacer,unos pícaros sin juicio,que sólo en emborracharsees su mejor ejercicio.

1

Page 11: Revista del Instituto de Cultura

\ ,.:\ ...¡ ,

~ t'r,,,r...¿i.

o'>

.r,-,

"'""\-'~

- ..'~C' 1 ~- .. _J''':'"....

rt-"U.'

~,"

Page 12: Revista del Instituto de Cultura

--_. ----...._- --Manuscrito original de la poesía de Nicolás Fem4ndez CaTTeTas (Reproducido de una ¡olocoP,iacedid~ por el Archivo General de Indias de Sevilla, lugar donde se conserva el original).

Page 13: Revista del Instituto de Cultura

Las demás virtudes callopor ser Gutiérrez mi amigo,y sólo por disculparlelo que es público le digo.

El quiere hacerse casto,aunque dicen tiene amiga,yo creo que será falso,que de Sota es la querida.

El dice que no ha de hurtary que tiene manos limpias:al ,fin se verán las trampas,que en Dios no falta justicia.

Acuérdate borrachóndel otro, tu compatricio,a quien por tres trasquerasse lo arrebató el maldito.

Es un buen pobre, señores,el Don Gutiérrez de Riva,que el fuerte mal de la gotade toda razón le priva.

Cuando le arrecia la gota,su tema son los hechizos,y yo digo sin engaño,que su hechizo es el vino.

Pura curar este achaque,que él dice que son hechizos,Gregario le ha asegurado,que ha de ser con bebedizos.

Señores, nadie se espante,. cuando hiciere desatinos,si saben que se emborracha,no se les dé dos pepi~os.

Puerto Rico ruega a Dios,que te mande algún alivio,que según va aqueste locomil desgracias te adivino.

Quien hay en este lugar,que no viva en un martiriocon el demonio en carnedescendiente de tal vino.

Bebe vino Don Gabriela todas horas muy potentes,y mira que los hechizoslos tienes en los pipotes.

Como tuyo te 10 digoy como amigo _te 10_ advierto,que los pipotes estándentro de t':1 mismo aposento.

También dicen que por vinoqueréis de vender la plazay según lo que bebéisde venderla tenéis traza.

Todos dicen que el negarossin vergüenza y sin empacho,cuando van a visitaroses porque estáis borracho.

Que no rezáis también diceny que sois en vuestras obrascalvino o luterano.

Temo que os han de curtir,y por tus maldades infiero,que de vino y viqagrete han de cargar como cuero.

Las brujas andan diciendoque viene gobernador,mira, no tengas las moscasen el cubo de la Concepción.

Perdonen mis disparatesque no alcanzan más mi juicio,y rueguen. a Dios le quitea este borracho este vicio.

A continuación viene dibujado en el documentouna figura, un tanto rudimentaria, que representaal Gobernador Gutiérrez de la Riva, alzando su co­pa, y al pie la siguiente estrof~:

Este hombre que está bebiendoen su vaso aguardiente y vino,es Don Gabriel Gutiérrezque de los infiernos vino.

Esta poesía fue escrita en-la cárcel de San Felipedel Morro por Nicolás Fernández Correas, maestrocantero según él, y albañil, simplemente si atende­mos a la información del gobernador D. GabrielGutiérrez de la Riva, a quien satiriza en esos malconstruidos cuartetos, carentes de la ilación en laforma, siendo cada estrofa un pequeño islote, sinconexiones entre sí, aunque el tema de unas y otrassea el mismo: Tildar a la primera autoridad dePuerto Rico de gustar en demasía del fruto' de lavid, y también de-la caña, y de no ser un fiel admi­nistrador de los -bienes, que la Corona españolamandaba a la isla para la construcción de la ca·tedral.

Había sido encarcelado Nicolás Fernández porhaber escrito al rey de los gastos de las obras deltemplo metropolitano. A diario anotaba el dineroque se consumía en la edificación. l-ógicamente sus

Page 14: Revista del Instituto de Cultura

cuentas no coincidían con las del gobernador. Elcantero ni corto ni perezoso escribió al rey infor­mándole de lo que allí sucedía y al mismo tiempoadjuntaba una relación detallada de los gastos, quesegún él, eran los verdaderos. Estos, como se su·pondrá, no coincidían con los enviados por el go­bernador poniéndolo ante el gobierno de la metró­poli en una situación 'bien delicada. Llegado quehubo tales noticias a los oídos de D. Gabriel Gutié­rrez, montó en cólera y ordenó que el tal fiscaliza­dor fuera encarcelado, bajo la acusación de f~lsear

la verdad. Fue llevado a los "calabozos del Morro, yes aquí donde engendra y nace la cit~da poesía.Pero aún no había dado sus primeros pasos y atra­vesando el umbral del fuerte, cuando llegó a cono­cimiento de la primeJ;a autoridad isleña. DesconoCíasu contenido, pero se imaginaba que no podía sermuy laudatoria para su persona. Por lo que inme·diatamente mandó a su ayudante, Juan Guerra, aobtener de buenas maneras o a viva fuerza la poe·sía satírica. Y después de porfiar con su autor duorante un buen rato, el uno afirmando y el otronegando la existencia de tal escrito infamatorio,cedió el preso, sacándola "de una pierna del calzón,junto a la rodilla", donde la tenía escondida. Comose supondrá, su lectura encolerizó al gobernador einmediatamente le incoó un proceso. Gracias a élconocemos esas desilvanadas estrofas: la biografíaun tanto esquemática, pero bien significativa delfrustrado poeta, y el triste destino que en suerte lecupo.

De las :Platas que más arriba apuntábamos, yaconocemos la primera. En cuanto a la segunda saobemos que Nicolás Fernández Correas había nacidoen la isla de Gran Canaria, aunque desconocemosel lugar exacto. Era su madre mulata y su abuelanegra, y según afirmaban sus conciudadanos ambasprofesaban la bruJería, muriendo la primera en laInquisición, "en que confesó que debía muchasmuertes, entrando en ellas sacerdotes y seculares".En Terol, pueblecito de su isla natal, el encartadopretendió a una moza, que lo rechazó a causa delcolor de la piel de su madre y abuela, "porque eran:muy prietas y brujas". La madre "la amenazó di­ciéndole, que ya que no había querido casar con él,que no se había de gozar muchos días con el mozocon quien se había casado, y sucedió que a los treso cuatro meses de casada murió de repente la moza,quejándose del estómago". Tuvo también un pleitocon un clérigo, que se iba a ordenar. Le calumnió,diciendo "que era un perro morisco judío". De suisla natal tuvo que huir nuestro cantero por haberdado muerte a un hombre, y se refugió en Tenerife.En esta isla se comprometió a reparar el campa·nario de la iglesia de la villa Guimar, pidió poradelantado la mitad del dinero y "anocheció el dichoNicolás Correas, y no amaneció, ni 10 vieron más".Por aquellos días estaba el electo gobernador de

Puerto Rico, Juan Fernández Franco de Medina, re·clutandp gente para llevarla consigo a la isla, yaque se le había concedido su dirección a cambio dellevar 20 familias canarias o 100 personas, para pa­liar la falta de población que en la isla se padecía.Se enroló en la expedición y durante ocho díasestuvo escondido en una pipa, hasta que el barcozarpó rumbo a Puerto Rico. Allí fue empleado comomaestro de obras, y en recompensa a todo lo quehabía hecho por él Franco de Medina, en el juiciode residencia testificó en su contra, lo mismo que yahabía hecho en su isla natal con el capitán generalD. Juan CoeHo de Portugal que así mismo lo habíaprotegido. Los juicios que sus nuevos conciudada·nos, los puertorriqueños, hicieron, de él, no fueronmuy favorables, y todos coincidían en una "nota co­mún: que murmuraba de todo el mundo. He aquíalgunas afirmaciones que hicieron de su conducta:"que su vivir fue siempre muy inquieto y de natu­ral chismoso", decía uno; otro comentaba "quedesde que llegó a esta plaza no ha oído otra cosa

5

Page 15: Revista del Instituto de Cultura

que clamores contra el dicho Nicolás Fernández,diciendo que él ha sido la causa con sus enredos ychismes de los disturbios que ha habido en estaciudad", y otro más aseguraba "que su lengua noha dejado estado seguro". Y como ya hemos vistoal leer su poesía de estos juicios, y por cierto pocofavorables, no se escapó ni el gobernador. En unprincipio llevándole las cuentas, y después utilizan·do su musa contra su vida privada.

A esto se le unió en el proceso otros cargoscomo el de haber desobedecido al gobernador enla construcción del fuerte de la Perla, utilizandoladrillos en vez de piedras de cantería, como se lehabía ordenado. Tal hecho fue considerado comodelito de alta traición por ser fortificaciones deplaza. También se le acusó que las obras de ]a ca­tedral no eran ]0 sólidas que debieran haber sidoy todo esto debido a un capricho suyo.

Por todo ]0 cual se le sentenció a muerte en lossiguientes términos: "Fallo atento a los méritos delproceso que está probado y justificado, convicto y

en ]a mayor parte y más sustancia] confeso e] dichoNicolás Fernández Correas reo de semejantes deli·tos, que debo condenar y condeno en pena de muer·te de horca, que se ejecutará sin remisión alguna.y que su cuerpo sea colgado de un árbol en elcamino junto al puente de Martín Peña para escaromiento y ejemplar de otros".

"Y se declaren por perdidos todos sus bienes,aplicados a las fortificaciones y reparos de estaplaza por ]0 mal que ha obrado en ellas." La sen·tencia fue dictada e] martes 17 de abril de 1703. Elreo la oyó "y no respondió a ella cosa a]guna", peroese .. mismo día por ]a noche me llamó -al escri­bano real- y pidió apelación cosa que no fue aten­dida". Dos días después, el 19 se hizo el siguientedocumento: "Certifico, doy fe y verdadero testimo­nio como hoy jueves y ]9 de abril de este presenteaño de 1703 a las 10 de ]a mañana vide ahorcadoy colgado de ]a horca a Nico]ás Fernández Correas."

¡Triste destino para una vida aventurera e in·quieta!

6

Page 16: Revista del Instituto de Cultura

Quinta exposición de la Escuela de Artes Plásticas

SIGUIENDO SU TRADICIÓN ANUAL, LA ESCUELA DE ARTES

Plásticas del Instituto de Cultura Puertorrique­ña organizó una exposición de obras de sus alum­nos con motivo de la graduación de la clase de 1973.que constituyó la quinta de sus promociones.

En las amplias galenas del antiguo Convento deSanto Domingo, sede del Instituto de Cultura. no­venta y siete artistas de ambos sexos presentaronun conjunto de 370 obras integrado por grabados.dibujos, diseños, pinturas, acuarelas, serigrafías ylitografías. También formaron parte de la muestraobras en mosaico, grisallas policromadas, murales,esculturas y piezas de cerámica, además de esceno­grafías. fotografías y muestras de arte caligráfico.

De la exposición. que estuvo abierta al públicodel 1.0 al 29 de junio, ofrecemos algunas ilustracio­nes en estas páginas.

Una de lasobras presentadas

7

Page 17: Revista del Instituto de Cultura

Aspecto dela e:cposici6n

Pinturas murales

Page 18: Revista del Instituto de Cultura

Páginas de nuestra literatura

Notas sobre el paisaje de Puerto Rico

Por SAMUEL GIL! GAYA

.. En este calor húmedo todos los frenos se suel­tan. Comienzo a sentir la mayor indiferencia por lacrítica del conocimiento; me halaga el deslizarmepor la atmósfera de las posibilidades ilimitadas."

Keyserling.

CON ESTAS PALABRAS RESUME EL CONDE DE KEYSER-

ling la impresión que le produjo su visita a laisla de Ccylán. El haberlas traído para encabezareste ensayo acerca del paisaje boricua no significamás que una adhesión parcial a ellas. Porque si bienel paisaje puertorriqueño contiene las notas gene­rales de la naturaleza tropical, el viajero encuentrasuficientes rasgos especificas para que se dibuje ensu mente un perfil inconfundible.

Se siente aquí en efecto, el halago de deslizarsepor la atmósfera de las posibilidades ilimitadas. Laangostura de los frenos racionales se quiebra pron­to, y el afán de saltar más allá de toda lógica seconvierte en necesidad del espíritu. Junto a esapalma o aquel mango, desearíamos hundir comoellos nuestras raíces en el suelo, y sentirnos porarriba suavemente mecidos por la brisa blanda quehace ondular las ramas con graciosa coquetería,como si quisiera juguetear un poco antes de entre­garse a los abrasadores rayos del sol. El gallego pre­visor y el yanqui activo son un contrasentido recti·línea en esta isla de las curvas gráciles. La terque­dad es algo insÓlito en su paisaje físico y moral.

La lujosa vegetación del trópico tiene aquí todasu excelencia, pero dista mucho de ser imponente.Todo adopta un aire suave, halagador, amable. yprofundamente femenino. Las montañas no son más

(Reproducido de la revista Brrijula. San Juan de PuertoRico)

'J.

9

Page 19: Revista del Instituto de Cultura

que colinas vestidas de verde claro, donde pace unavaca que no embiste, una vaca casi vegetal. El Aso­mante parece como si quisiera embravecer un poco,pero en seguida se arrepiente de sus gestos de ma­t6n, y se inclina con toda cortesía, ante el azulcobalto de la costa sur. Echamos de menos las ser­pientes venenosas, y no podemos creer en los ci·clones ni en los terremotos que dicen ocurren.

Las estrellas están cercanas y nos imponen me­nos respeto que en otras latitudes; parecen lucecitasfamiliares y amigas que no quieren aterrarnos ha­blándonos de misterios distantes. La luna está col­gada muy lejos del cielo azul y luminoso que brilladetrás de ella. En la zona templada es un disco pe­gado al cielo; aquí parece como si quisiera acercarsea nosotros en un gesto hospitalario de errabundezdespreocupada. Para hacer un viaje a la luna habríaque salir de aquí.

Puesta de sol: rápido y cambiante, juego de to­nos perlas, nácar, grises ligeros y radiantes, sinplomo, rosas transparentes, oros pálidos. Los colo­res crepusculares no están pintados en el lienzo delcielo, sino que tienen volumen: parece como si laluz no les viniera del sol, muestran incandescenciapropia. El atardecer boricua nos convence sin másde que la luz es material y tiene peso, sin que ne­cesitemos los argumentos matemáticos y físicos deaquel lento teutón llamado Einstein. A medida quenos vamos acercando al norte, la noche se va apo-

derando del paisaje. Aun el paisaje diurno adquierematices de nocturnidad. Aquí, por el contrario, pre-

. domina el día. La noche tiene un esplendor meri­diano que no nos deja creer por completo en ella,noche risueña, expresada por la sinfonía optimistadel sapo y el coquí, pleneros innumerables, goza­dores simpáticos y un poco ebrios de caricias hú'medas y tibias. Los nocturnos musicales han sidoinventados por compositores norteños en sus paísesde noches silenciosas y ceñudas. A ningún compo­sitor puertorriqueño se le ocurriría producir unnocturno que no fuese bullanguero y saleroso.

En la zona templada el sol se pone con lentitudy nostalgia cavilosa: sabe que han de llorar su ausen­cia. Aquí se marcha de prisa como en alegre piruetade efebo saltarín, soltero y petulante, sin viuda quelo llore y con muchas novias que le esperan. Elpaisaje no se entristece, porque en su huida atolon­drada se ha dejado unos cuantos cabellos de oroque la noche metálica y tirante combina con la pla­ta estelar.

Las olas van llegando a la costa con la suaveondulaci6n de un vals. Nada de encrespamientosinh6spitos ni de espumas desmelenadas. Las sirenasde Ulises se han refugiado aquí y vuelven la mentedel extranjero en una canci6n acariciadora que lehace olvidarse de la patria lejana. Nadie puede sen­tirse extraño en Puerto Rico: es la isla de la florde loto, sedante y borradora de nostalgias.

10

Page 20: Revista del Instituto de Cultura

"EN LA CIUDAD DE SAN JUAN DE PUERTO RICO Atreinta de abril de mil ochocientos setenta

y seis, habiendo sidO' convocadas por don Franciscode Paula Acuña, don Ramón María Moreno, donJosé Pérez Moris, don José Ignacio Béyens, don Ale­jandro Tapia y Rivera, don José Ramón Becerra ydon Manuel Elzaburu, cuantas personas se conside­raron que pudieran ser afectas al pensamiento deestablecer en esta localidad un Ateneo científico, ar­tístico y literario, se reunieron en los salones delExcmo. Ayuntamiento los señores que al margen seexpresan, y se constituyeron en Junta, para lo cuallos señores Béyens y Elzaburu habían alcanzado elcompetente permiso, y conseguido del señor Alcal­de don Rafael Palacios la sala principal del Excmo.Ayuntamiento."

Así lee el primer párrafo del acta de fundacióndel Ateneo Puertorriqueño. Presentes entre otros,en aquella memorable reunión celebrada hace 98años, se encontraban, además de los convocadores,don José Géigel y Zenón, don José Julián Acosta, donGabriel Ferrer y don Felipe Gutiérrez Espinosa.

A mi modo de ver, a este histórico acontecimien­to, que rubricó la toma de conciencia cultural denuestro pueblo, todavía no se le ha reconocido suverdadera significación en la formación y desarrollode la personalidad nacional de Puerto Rico, comotampoco se reconocía la profunda trascendencia delGrito de Lares hasta hace relativamente pocos años.Es cierto que en todas las historias de Puerto Ricoaparece consignada la fundación del Ateneo. Peroen ninguna de ellas se le atribuye a ese hecho ya la actividad cultural y de afirmación de los valo­res patrios que de él se ha derivado, su verdadera

ir Discurso pronunciado por el presidente del AteneoPuertorriqueño, con motivo de la imposición al doctor To­más Blanco de la insignia del Premio de Honor de la DoctaCasa, acto celebrado el 30 de abril de 1974, nonagésimooctavo aniversario de la fundación del Ateneo.

Elogio de Tomás Blanco *

Por ELADIO RODR1GUEZ OTERO

Don Tomds Blanco

dimensión en el proceso formativo de la naciónpuertorriqueña. Igual podría decirse de la SociedadEconómica de Amigos del País, fundada en 1812 ycuya existencia se proyectó hasta fines del siglo.

Me inclino a creer que este error de perspectivadebe atribuirse a la marcada tendencia a no 'reco­nocer toda la relevancia que en el acontecer histó­rico reviste la dinámica cultural de un pueblo, mien­tras se le concede la misma, casi con exclusividad,

11

Page 21: Revista del Instituto de Cultura

a los hechos políticos y económicos. Este desbalancese ha venido acentuando cada día más hasta alcan­zar su mayor desproporción durante las dos últi­mas décadas. Bastará con hojear las páginas denuestra prensa para comprobar que ésta casi haperdido contacto con la vida de la cultura en elpaís. Verdaderamente, los que en el futuro escribanla historia de nuestros tiempos van a tener gravesdificultades en realizar dicha labor si pretendenvalerse de la prensa como fuente principal de loshechos históricos. Podrán obtener de ella gran cau­dal de información sobre los acontecimientos polí­ticos y económicos, y por supuesto, en lo referentea Jos hechos delictivos y a la vida deportiva. No asíen lo tocante a la historia de las letras, las artes ylas ciencias.

En vista de esta penosa realidad, sería muy con­veniente que el gobierno, además de recopilar la in­formación estadística de carácter social y económi­co, asuma también la responsabilidad de mantenerun registro oficial de todas nuestras actividades cul­turales. Creo que nos sorprenderíamos agradable­mente si tuviésemos la oportunidad de enterarnosde los múltiples actos culturales que se celebran enel país, tanto a nivel nacional como municipal.

Esta persistente actitud de no concederle im­portancia al impulso cultural de nuestro pueblo-claramente observable desde el inicio de la pren­sa en Puerto Rico en el siglo XIX y recrudecida ennuestra época- tiene una clara explicación. Es enel ámbito de las letras, las artes y las ciencias endonde el espíritu del hombre se manifiesta a pleni­tud en su lucha por impulsar hasta lejanos hori­zontes los ideales de cultura, justicia y libertad. Poreso, es natural que en la conciencia de los confor­mistas, de ayer y de hoy -sean éstos puertorrique­ños, norteamericanos, españoles o soviéticos, porsólo mencionar algunos- exista la actitud muyarraigada de no confiar en los hombres de profun.da sensibilidad intelectual y artística, por razón deque en el fondo de su espíritu, d~erme, cuando nose agita peligrosamente un grito de protesta y re­beldía contra las injusticias del orden social y po­lítico vigente.

La toma de conciencia nacional de un pueblo,sus luchas reivindicadoras y sus gestas heroicas tie­nen su origen en causas tan dispares como el injus­to salario. de los obreros y la ausencia de libertadpolítica o religiosa. Pero todo grito de protesta semoldea finalmente como arma efectiva en un poe­ma, en un ensayo, en una pieza oratórica, en unacomposición musical, en una pintura, en una expre­sión artística o literaria. Son estas expresiones lasque, por su poderoso impacto espiritual, impulsana los grandes hechos a los hombres que qtarchanal frente de los acontecimientos históricos. Y ¿quées el Ateneo sino el cenáculo que congrega los es­píritus más liberales de un pueblo en su ruta hacia

12

el logro de los nobles ideales de cultura, justicia ylibertad?

Es por ello que las poderosas fuerzas que obsta·culizan el progreso de la humanidad, tratan derestarle preeminencia, principalmente en la prensay los medios de comunicación social, a la actividadintelectual y espiritual de los pueblos, con el consi­guiente perjuicio para la labor de los historiadores,quienes no habrán de disponer en el futuro de unarelación completa de todos los hechos de relevanciahistórica acaecidos en el presente.

Invito a reevaluar la significación de la obra delAteneo en la vida de nuestro pueblo. Creo que pro­cede el reexamen, a lo largo de los 98 años de suexistencia, pero sobre todo en nuestros tiempos, enque las obras del intelecto y del espíritu resultanlamentablemente orilladas por la exagerada impor­tancia que se le concede a las realizaciones de or­den material.

En lo que a nosotros toca, pláceme informar quedesde hace cerca de un año hemos iniciado la bús·queda de informaciones referentes al Ateneo, desdesu fundación hasta el presente, en las actas y otrosdocumentos que conserva la institución, así comoen periódicos, revistas, libros y tQda clase de mate­rial impreso. Se trabaja con intensidad en esteproyecto para ofrecerle al pueblo de Puerto Rico,al cerrarse al año del centenario de esta Casa, lamás completa relación de la labor realizada por elAteneo durante sus primeros cien años de vida. Es­peramos que esta obra ayude a nuestros historia­dores a ubicar la institución en su adecuada pers­pectiva dentro del desarrollo nacional de PuertoRico.

Dije antes que el Ateneo es el cenáculo que con.grega los espíritus más liberales de un pueblo ensu ruta hacia el logro de los nobles ideales ue cul.tura, justicia y libertad. Es lógico, pues, que seaaquí donde nos reunamos esta noche para tributar­.le reconocimiento público al doctor Tomás Blanco.

Nuestro homenajeado -una de las más promi·nentes personalidades de la Generación del Trein·ta- es de los pocos pensadores y hombres de letraspuertorriqueños que ha alcanzado niveles de verda­dera excelencia artística e intelectual en los variadosgéneros literarios que ha cultivado: el ensayo histó­rico y literario, el cuento, la novela, la poesía, laprosa poética y la critica literaria y artística.

Su primera aventura mayor en el campo denuestras letras es el Prontuario Histórico de PuertoRico, obra definitoria de nuestra personalidad na·cional, que por sí sola, le hubiese valido los másaltos reconocimientos de sus compatriotas. Todavíano nos hemos percatado cabalmente del enormepoder que ejerció este libro en el curso de los his­tóricos acontecimientos que le dieron categoría rec­tora a la década del treinta. Casi cuarenta años des­pués de Guánica, en medio del desconcierto, la de-

Page 22: Revista del Instituto de Cultura

sesperación y la angustia existencial de aquellosaños, desde Madrid, Tomás Blanco nos hizo llegarsu mensaje de aliento y esperanza. "El dilema es,pues -nos decía- o tomar en nuestras manos,con serenidad y firmeza, nuestro destino, o some­ternos, como retrasados mentales, a una lenta ago­nía, prolongada por paliativos y aparatos ortopédi·cos, hasta llegar al límite de la miseria física y lapostración moral... Fe, esperanza y voluntad sonvirtudes imprescindibles en el empeño. Fe en naso·tras mismos y en la razón que nos asiste. "

Muy difícil sería encontrar un escritor másauténticamente puertorriqueño que Tomás Blanco.Su afán por penetrar en la entraña de nuestraautoctonía se hizo presente en su producción lite­raria, desde su célebre Elogio de la plena, anterioral Prontuario Histórico, y leído por vez primera eneste Ateneo, hasta esa exquisita e inigualable des­cripción sensorial de la guajana, el coquí, el café,las frutas y las brisas contenida en su libro LosCinco Sentidos.

De Tomás Blanco puede decirse, que en su obraha logrado plenamente lo que la mayor parte denuestros escritores sólo han alcanzado en forma li­mitada: la más íntima identificación con el espí­ritu y el cuerpo de la Patria.

Por eso, en una noche de San Silvestre, en lasplayas del Condado, le declaró su amor a PuertoRico con las siguientes palabras:

Hubo una vez que el ritmo,el compás, la medida,ante tu imagen se me quedaban cortos.Por mis tercos sentidos absorbíafonnas, escorzos, trasluces, movimientos...No encontraba palabras para decir quién eras.Pues para capturarte y decantarteme sobraban vehemenciasy me escaseaba el tiempo y el acierto.

Después de años y años-o quizás sólo meses, quizás días­de haber entrado en tiy de tenerte dentro,no es necesario ya que te describa-iya ni siquiera importa que seas bella!­para quererte más,para que sigas siendo-tal cual eres, indescriptible­más que nunca mía.

El mensaje de Tomás Blanco es de autenticidad,de amor a lo entrañablemente nuestro, sin que porello ignore o desprecie lo que de valor hay en lascosas ajenas. Hace mucho tiempo que nos alertó aldecirnos: "Para ser algo, hay que ser lo que se es,antes que nada; lo demás -si lo merecemos- se

nos otorgará por añadidura:' Y en su forma sose·gada y reflexiva hace poco nos dijo: "Alguna enaje.nada buena gente de esta antilla no se cura de suspropias cosas. Son gustadores de químicos menjur­jes forasteros, de sabores, olores y colores sintéti­cos. Son entusiastas de igualmente importados des­propósitos en varios otros modos. Sin que exista lamás mínima razón sensata para ello. Gozan, algu­nos, hasta del fraude y la falsía que pagan caros,con tal que sean urdidos en rascacielos de cuarentapisos. Son gentes que, en 10 íntimo, están desean­ciliadas con sus propios tuétanos. Pero no se dancuenta. No entienden ni el cómo, ni el cuándo, niel por qué de la oquedad y del desasosiego. Tal vezles pase igual que al pobre don Cristóbal Colón, quedescubrió estas islas. Las descubrió, pero nunca ja­más llegó a creer en la verdad de ellas. Creía sóloen Cipango y en Catay -como quien dice en Ho­llywood y en Nueva York."

Por ser un espíritu tan enraizado en lo nacional-al igual que todos los grandes escritores de todoslos países y de todas las épocas- es que TomásBlanco pudo penetrar con éxito en el ámbito de louniversal, enlazando lo nuestro con profundos plan·teamientos de carácter general.

Una de las cosas que más le he admirado y ad­miro es que, a pesar de ser un escritor comprome·tido con altos ideales patrios y universales, ha sa­bido cultivar el ocio noble y amar la cultura por lacultura, sobre todo en tiempos en que, con muycontadas excepciones, la actividad cultural casi seha convertido en instrumento puesto al servicio ex­clusivo de ideas y organizaciones políticas y econó­micas.

Dudo que haya en Puerto Rico un escritor conmás completo dominio del idioma que Tomás Blan­co. Se regocija el espíritu al leer y releer su prosatersa y cristalina a la vez que ágil, plena de evoca·doras imágenes y de ricos y reveladores matices,en la cual cada palabra está engastada con gracia,acierto y precisión; prosa rica en vocabulario, girosy tonos expresivos, donde lo racional y lo estéticose abrazan en admirable armonía, y todo ello conun carácter personalísimo, con un estilo propio einconfundible. Verdaderamente, leer a Tomás Blan·ca es áventura enriquecedora, es penetrar en los se­cretos y reconditeces del alma del idioma. -

Nuestro homenajeado es personalidad polifacé­tica, excepcional, literato de dramáticos contrastes;hombre de formación científica y a la vez poeta;pensador, que además de mente lógica y reflexivaposee una frondosa imaginación; gustador de ensue.ños y quimeras y analista juicioso de asuntos temoporales; divulgador del lenguaje popular y posee­dor de un admirable dominio del idioma culto; ani­mador de la décima y la plena y admirador de lamás refinada música; profundamente enraizado ensu tierra y noble exponente de los valores hispáni-

13

Page 23: Revista del Instituto de Cultura

cos y cosmopolitas; escritor que enlaza lo usual ycotidiano con el distante mundo de la mitología;mente crítica y traviesa pero de sensibilidad doliday angustiada ante los grandes problemas humanos;espíritu que se deleita en lo sensorial a la par quedisfruta de las altas ejercitaciones del intelecto.

Podríamos decir que lo único que no admite con­traste en Tomás Blanco es la elegancia, la exqui­sitez y la finura, siempre presentes en todos susescritos. Leer sus páginas es una de las más efica­ces y agradables formas de alejarse del mundo defealdad y vulgaridad que desafortunadamente cir­cunda nuestras vidas.

Tomás Blanco: hace 98 años que este Ateneoproclamó la validez y la vigencia de la cultura puer­torriqueña dentro del amplio y generoso marco dela cultura hispánica y occidental de la cual somosuna de las múltiples manifestaciones. Veintidósaños después, en 1898, el proceso de crecimiento ~e

nuestra expresión nacional dentro del amplio caucede la cultura hispanoamericana recibió un súbito y

violento golpe. Cincuenta y cuatro años más tarde,para 1930, acosada por las poderosas fuerzas quedesde el 98 han tratado de conducirnos a la nega­ción de nuestros valores nacionales, la cultura puer­torriqueña luchaba angustiosamente por sobrevivir.

Fue en ese momento decisivo que en defensa delo nuestro, lanzaste a la- arena del combate, tu sere­na, pero recia y vigorosa palabra. Más tarde, reagru­padas las fuerzas de la puertorriqueñidad, ofrendas­te generosamente tu noble inspiración poética paracantar los secretos y bellezas de la tierra amada.

Tu vida estará por siempre unida a nuestra his­toria cultural, la cual has enriquecido con las ex­traordinarias aportaciones de tu refinada y fecundaobra artística.

Por eso, en esta noche en que recordamos el co­mienzo, hace 98 años, de esta Casa de cultura y depuertorriqueñidad, nada más propio que celebrareste acontecimiento honrándote a ti, creador de be­lleza, fiel enamorado de todo lo nuestro, ilustre ex­ponente de las letras patrias.

Page 24: Revista del Instituto de Cultura

PoeUla

Por ELSA TIÓ

ESTÁS HECHO DE BALA Y DE MACHETE

de pecho y escondite.Tu furia corta al aire que te tocayal viento que te sigue.Tu sangre te la tiñe la amapola.y en orgías de heridaseres un bosque en flor de llanto rojo.Tus sueños peligrosostienen el filo de las estrellasque nunca han caídoy en tu mirada de caracolocultas el eco de tu muerte y de tu viday miras desde adentroy desde afuera tu tierraen tumbas de semilla.

1974

15

Page 25: Revista del Instituto de Cultura

Eugenio Fernández Méndez: «Art and MythologyoC the Taino Indians oC tbe Greater West Indies»*

Por ROBERTO D. AGRAMONTE

L A ARQUEOLOGíA Y ETNOLOGíA DE M~XICO, DE LAS AN-tillas y de toda el área circuncaribe está de plá­

cemes ante la aparición de un libro notable, frutode la rigurosa y metódica investigación del egregiomaestro don Eugenio Fernández Méndez, de la Fa­cultad de Ciencias Sociales de la Universidad dePuerto Rico, y autor de Ensayos de AntropologíaPopular y La Identidad y la Cultura. Nos referimosa la obra Art and Mythology of the Taino Indiansof the Greater West Indies, publicada en 1972, enEdiciones "El Cemí" de San Juan, Puerto Rico, paraprovecho y orientación de los estudiosos de la géne·sis de las culturas americanas. La obra está escritaen lengua inglesa. y ya está reclamando su ver~ión

al castellano. No sólo trata de arte mesoamericano,sino que tipográficamente, por su excelencia y beBe·za, es, como libro, una obra de arte, con sus 31 graobados a toda página, cada uno contentivo -y sobrepapel cromo- de dos a cuatro figuras' de ol:-jetosde cerámica, de deidades, de dujos y collares y fi­guraciones de los más exotéricos y esotéricos sím­bolos de las culturas estudiadas.

La obra del profesor Fernández Méndez está de­dicada a los maestros de estas disciplinas que fue·ron don Fernando Ortiz, don Alfonso Caso y MorrisSiegel. Una exhaustiva bibliografía apoya cada te­sis, cada teoría, cada hipótesis. Aquí fundamenta unconcepto en la Historia de Indias del Padre LasCasas, allí busca como fuente la Historia general ynatural de las Indias, de Fernández de Oviedo; eneste lugar se acoge a la descripción de un rasgohistórico o cultural de Bernal Díaz del Castillo ensu Historia verdadera de la Conquista de Nueva Es­paña; en ese otro su hontanar es la Historia Gene·ral de Indias, de López de Gomara. Y hay que re:

* Ediciones «El Cerní_, San Juan, 1972.

16

cardar cómo el gran americanista Germán Arcinie­gas sostuvo que esos cien cronistas del Nuevo Mun­do, que desde el siglo XVI se adelantaron a Comtey a Spencer, tenidos como los fundadores de lasociología, fueron en verdad sociólogos precursorespor el método con que trataron las cuestiones delorbe del Nuevo Mundo.

Un segundo repertorio de fuentes arqueológicasy antropológico-culturales en que apoya su cons­trucción son las pacientes pesquisas hechas sobreel terreno por arqueólogos de la talla y nombradíade J. W. Fewkes, tal en su estudio "On Zemes fromSanto Domingo", o en "Prehistoric Culture of Cu­ba", o en "The Aborigenes of Puerto Rico andNeighboring Islands"; o los de Alfonso Caso sobre"La religión de los aztecas" o sobre"El calendariomexicano"; o los de Harrington -que por desdichano llegó a publicar su libro orgánico, que debía sub­seguir a Cuba before Columbus; o se basa en SvenLovén, en su sólido libro Origins of the Tainan Cul­ture. Tampoco faltarán los descubrimientos señeros'de Irving A, Rouse en sus estudios "Areas and Pe·riods of Culture in the Greater Antilles", de 1951,importante para la periodización, ·ni su "Mesoame­rica and the Eastem Caribbean", de 1966.

Obra original y nueva en sus certeros plantea­mientos, el examen a fondo del Arte y la Mitologíataínas y de las áreas circuncaribes y del resto dela América del Centro, son los goznes sobre los cua­les gira el cimero estudio. La sociología del arte yla mitología profundizadas, llevan a su autor a laintuición -corroborada por un abundante y sis­tematizado material empírico- de ver con claridadalgunas de las "ideas fundamentales" que formanla urdimbre mitológica de las culturas estudiadas ycomparadas, y de su cosmología primeval, y su teo­gonía. Pone de relieve el autor, a través de su tensay continuada argumentación, que una cultura no es

Page 26: Revista del Instituto de Cultura

sólo la percepción e interpretación de unas cuantaspiezas arqueológicas, sino también un llegar a darcon los conceptos típicos sobre la vida y el mundo,haciendo de la mitología a más de' un estudio delotro mundo, un examen de la correlación entre esemundo mitológico y el "aquí" y el "ahora". Uno deesos conceptos es el de la deidad una con una dualo cuádruple forma. Así demuestra el investigadorque la idea de fertilidad -esfera de la existenciamaterial- es un concepto básico de la mitologíataína y de la centroamericana. Un arcaico dios re­presenta'al fuego y al viento -que es vida intensa­polarizados éstos con sus opuestos la muerte y lasinundaciones. y ello está concretado en las piezasarqueológicas halladas en abundancia. La diosa Ma­dre rige las aguas y los vientos, y es el complemen·to femenino del dios masculino Yocahú, máximosrepresentativos del Panteón Taíno.

He aquí el planteo fundamental de FemándezMéndez: que, sin duda alguna, los conceptos mítico­artísticos-religiosos de nuestros taínos son análogosa los de otras culturas mesoamericanas, especial­mente a los de originación remota visibles en lassociedades proto-olmecas y olmecas. Clava así eleminente etnólogo su banderín sobre cimientos deroca, en defensa de la teoría difusionista de la cul­tura, en estos casos; o sea, la cultura, a pesar dela identidad de la naturaleza humana, y de la aná­loga circunstancia física y ambiental, y de 10 impe­rioso de las afines soluciones a los problemas, secompone de préstamos, y hay una predisposiciónimitativa en los espacios culturales. Ello, ya sea lacomunicación directa o la indirecta.

Tal tesis ha sido construida y concluida despuésde un estudio muy cuidadoso de las esculturas enpiedra o arcilla altamente elaboradas de los taínos;y a base de ello y a conciencia llega a afirmar elpesquisidor que muy pocos ejemplares de la cerá­mica taína fueron superados por los de la cuencaandino-caribe y que las reliquias arqueológicas dela zona taína son comparables a- las del área caribe·venezolana. Es que no hay modo de explicar -afir­ma- la excelencia del arte lítico y la cerámica taí·nas, y el desarrollo de complejos conceptos religio­sos, y su alta organización sociopolítica (de suyoaristocrática, según Lovén) de Santo Domingo yPuerto Rico, si no aceptamos como hecho consu­mado el impacto de la difusión o contacto cultural.Los medios de comunicación (digamos, una desa­rrollada "cultura de canoa", según Wissler) dentrodel cuadrilátero de Centroamérica y posiblementeYucatán, y el área huasteco-totonaca y nuestras An·tillas Mayores fueron adecuadas para tales contac·tos de sus sistemas culturales, aunque a veces lle­garan hasta nosotros en forma debilitada o sujetasa lo que Gabriel Tarde, recordemos, llamó. "refrac­ciones imitativas", como ocurrió con la Danza delsol.

No omite el profesor Femández Méndez la posi~

bilidad de influencias chibchas o andinas de laAmérica Nuclear, según la llama Kroeber. Ni el po­sible contacto desde Venezuela-Guayana, que proba­-blemente dio a nuestros taínos su base lingüísticaprimigenia arawak y el complejo agrícola a base dela manihot utilissima, de la yuca amarga y veneno­sa, que se cree nativa de Sudamérica, si bien, comoseñala Femández Méndez se ha sugerido que crecióoriginariamente en las zonas costaneras secas delCaribe. Y también no cree imposible que la zonacentroamericana de TalamaIÍca, hogar de los chiri­quís y los nicaraos puede haber sido un canal in­directo a través del cual corrientes de cultura me­soamericana llegaron a nuestras Antillas Mayores.

* * *

Insiste Femández Méndez en la tesis de que laescultura en piedra cerámica antropomórfica degran arte fueron trabajadas y producidas en lasGrandes Antillas bajo el influjo huasteco-totonaca,cultura que fue acaso la fuente de los misteriososyugos y collares rituales de piedra. Y asimismo elárea maya-quiché yucatanense hubo de ejercer po­sitiva influencia en nuestra sociedad primigenia. Deella vinieron los complejos mitológicos que en for­ma similar describe el agudo y perspicaz fraile ca­talán Ramón Pané, según se pormenorizan en lasCrónicas de Puerto Rico, edición de 1957. Y ve tam­bién nexos con el Libro del Consejo o Popol Vuh,cuyo manuscrito copió Brasseur con fonetizaciónfrancesa, e indica que a fines del siglo IX de nues­tra era la corriente cultural mesoamericana penetraen nuestra América, confiando en la periodizacióncronológica investigada por Irving Rouse y porG. )Villey. El mito del Diluvio, central en la cosmo­gonía del Popal Vuh, lo tenemos en la cosmogoníaantillana formulado con toda claridad. E igualmen­te asociado a los cuatro héroes mitológicos de laraza. y el concepto del dios Hurakdn, corazón delcielo, es compartido. Es más, el concepto del diosde la lluvia asociado a las montañas y a los cuatrotlalogues o cisternas, donde se recogió el agua, esasociado en las Antillas al culto de la rana, que re­presenta lluvia e inundación y posiblemente hu­racán.

Son complejos culturales comunes el juego depelota, universal acaso entre los indígenas del Nue·va Mundo, y probablemente la comunidad de con·ceptos persiste en la significación religiosa de estedeporte, y en el sacrificio de la víctima humana,que era sacrificada en la plaza ceremonial por obradel sacerdote o bohitihu de que hablaremos másadelante. Y el robo de los ídolos -digamos a virtudde una magia por contacto-- era común a Yucatány a las Antillas.

17

Page 27: Revista del Instituto de Cultura

La teoría que podría llamarse canónica sobre elpoblamiento y difusión cultural ocurridos dentrodel triángulo hidráulico que forman Venezuela·LasGuaYanas.Las Antillas, y que las Mayores fueronpobladas a través de una emigración -aportadorade la cultura arawak- saltando la constelación delas islas Antillanas Mayores, advierte FernándezMéndez que es poco favorecida por los investigado­res, pues no puede ser basada en argumentos ar­queológicos ni históricos ni sociopolíticos ni lin­güísticos. En cambio, acepta Fernández Méndez latesis de Rudolf Schuller a base de un contacto ma­rítimo directo con Mesoamérica, pero cree que que·da aún por investigar sobre estas correlaciones.

El capítulo 1 de este importante libro se consa·gra a estudiar la deidad del fuego. La bella cubiertadel libro representa al dios del fuego. sentado enun dúho, en una actitud impresionante dada por elescultor taíno. Ese dios del fuego se tiene en Guate­mala, en Kaminal.juYÚ; y un ejemplar de Fewkesdel propio dios lo hace padre de las montañas; yhay un hermoso ejemplar del dios hecho sobre untambor, descubierto en Cuba por Harrington en1921. y lo hay en Haití y en Puerto Rico y en Teoti­huacán.

Como este dios principal, Fernández Méndez haidentificado los otros también principales del cultotaíno. Fuego, tierra, viento yagua -elementos pri­mordiales de la naturaleza- fueron encamados endeidades adoradas y temidas por esos nuestros an­cestrales primitivos. _La vegetación tiene su diospropiciador. Se trata de una sociedad matrilineal,y la deidad madre estaba investida de varios pode­res y atributos, y uno era controlar el huracán des­tructor. Y es la tesis de nuestro sociólogo culturalque el estudio comparativo de esos dioses revelaque los cernís antillanos "no podrían haberse crea­do sin sus modelos rnesoamericanos". El autor dellibro Art and MytholDgy of the Taino Indians así loafirma y prueba.

En el libro previo se demuestra una vez-más queel mito interpreta la realidad de la existencia y quepara los taínos los poderes sobrenaturales intervie­nen en los asuntos y anhelos de los humanos. Elmito tiene un carácter sagrado. Y nada como elmito sirve para crear un otro-mundo. Es admitidopor el grupo como una explicación verdadera de loshechos. Nadie dudará de la explicación del diluvio;y cohesiona y unifica al grupo en un mismo pensa­miento. El mito remodela al grupo; por eso siemprehay en él un hombre modelo, un héroe. Es que-como dice Ruth Benedict- el hombre no se re­signa a aceptar un universo mecanizado, tal comoes; y sustituye lo malo y los contratiempos de estemundo por otro mundo mejor, y ello lo hace a tra­vés del mito.

Fernández Méndez con verdadero acierto y cien­cia presenta, en primer término, a Yocahú Yagua

18

Maorocotí, la deidad del sustento, y padre creador,según Pané, y que habita en el cielo, y es invisible,e inmortal, y que tiene una madre. El principiomasculino, Yocahú, se une al principio femeninoAtabex, o Atabei, o Guabancex. La fuerza femenina-asevera el sociólogo- tiene gran importanciacomo principio creador, dentro de la cultura taína,por su matriarcalidad. Yocahú, padre, aparece concuatro encarnaciones de un único principio, asa·ber: Gautauba (el viento), Maquetaurie-Guatauba (lamuerte), Boinayol (el Sol) -con su serie de mitosy ciclos solares esculpidos en piedra- y Coatriquie(dios de la lluvia, -la luna y las aguas). La conexiónentre el sol y los caciques es significativa en la mi·tología taína -si bien la adoración del sol y la esti·mación del metal oro es acaso universal. Agueyba­ná, el muy famoso cacique de Puerto Rico -comolo pintan los cronistas- llevaba en su pecho uncerní de oro. En los mitos de México y de las Anti·llas se habla del origen del hombre, del Sol y dela luna saliendo de cuevas sagradas. Así hay un pa·raíso, que está en el cacicazgo de Mayobanex, situa·do en la península de Samaná, y allí según PedroMártir de Anglería se hacían peregrinaciones.

Otra deidad que el antropólogo ve en común esla serpiente, que lejos de ser una deidad astuta yperversa e insidiosa, como en el mito bíblico, esbenéfica.

El capítulo VII es consagrado al juego de pelota.He aquí la tesis. Como entre los totonacas y losmayas, la conexión entre la madre serpiente y laserpiente emplumada con el juego de pelota y consacrificios es clara. Los bajorrelieves de Tajín exhi­ben sacrificios ceremoniales en que las víctimas en·tregan sus vidas a los sacerdotes, que usan yugosde piedra como parte del ceremonial. En las Anti·llas el capitán español Diego de Salazar tuvo queinterponerse, pues un joven español estuvo a puntode ser sacrificado, de arrancársele su vida, comopremio aI equipo vencedor en la lid. Fernández Mén­dez ve en ciertos hallazgos arqueológicos que elbatey es una versión simplificada -digamos, lo queGabriel Tarde llamaría "refracciones imitativas"­"del Pok la pok" -reflejo adaptado al nivel cultu­ral de las taínos.

La descripción e interpretación que hace el pro­fesor Fernández Méndez no sólo del juego de pelo­ta en sí, sino de sus implicaciones religiosas, y sucertera tesis al respecto, es de un valor superlativo.y aclara este aspecto de la dinámica de nuestrosbateyes ahora con el nuevo punto de vista del etn6­lago, no como mero deporte alegre, sino con todala dramaticidad del sacrificio de una vida humanaa los dioses.

• • *

Consignemos nuevas similaridades culturales ha­lladas a través de la sapiente pesquisa del profesor

Page 28: Revista del Instituto de Cultura

Fernández Méndez. CoatrisqLlie, dios antillano de lalluvia, tiene su contrapunto en la deidad maya CIlac,de Yucatán, yen la Tohíl o Tajín de los totonacas,y en Tlaloc de los pueblos de habla hahuatl. El sím­bolo 'artístico que representa la deidad de las Anti·llas y la maya Chac son cuatro cisternas de agua.Las figuras antillanas de las deidades del agua y dela lluvia se representan por figuras de piedra espe­ciales cónicas o de "tres puntas" de un cerní quesimbolizan las montañas y la deidad antillana Coa­trisquie, como la mexicana Tlaloc, se representa aveces por una rana, animal que, según Westhem,tiene "una antigua e incuestionable connotación deagua en todas las religiones del área circuncaribe".Tal en el hallazgo veracruzano de una rana hechade piedra, ve el disco pectoral o placa de Ehecatl odios del viento colgado a su cuello; y en el estudio"Facatativa, santuario de la rana", realizado en San­ta Clara, Cuba, en 1959, ello se ve.

El concepto o "representación colectiva", comodiría Levy-Bruhl, de la muerte se representa de mo­do similar en las religiones mesoamericanas. En lasAntillas se simboliza por medio de un cráneo o dehuesos cruzados. Esta deidad está unida al dios delfuego, y a la vez de la muerte, Maquetaurie Güatau­ba, señor y amo en Coaybay, hogar de los muertos,según Pané. Se les llevaba recipientes de agua yalimentos -igual que la costumbre maya para queel viaje fuera leve. La cremación era práctica, es­pecialmente para la clase noble, pues el fuego esatributo solar.

Terminaremos esta reseña del libro de superla·tivo interés analizado, contrayéndonos de nuevo alinteresante y a veces dramático juego de pelota.Este es un deporte en América que se remonta aañejos tiempos. El indio antillano lo llamaba batey.Gilberto Freyre refiere en Casa·Grande y Senzalaque los indígenas brasileños lo jugaban tan bien que

lo!¡ admiraban sus espectadores en Lisboa. Entre no­sotros -como advierte el autor- se jugaba enPuerto Rico, Haití, Islas Vírgenes, y en el extremooriental de Cuba justamente en la Gran Tierra deMaya. Tlachtli se llamaba en antiguos pueblos deMéxico. La víctima propiciatoria era el mensajeroportador de las ofrendas al dios Sol. Nuestro autorse produce excelentemente contra la afirmación deque no existía el aspecto ceremonial en las Antillas;pero -anota- Fray Pedro Aguado hace constar laceremonia en que a un individuo señalado se learrojaban flechas -y danzaban, y se regocijaban­en una parte vital del cuerpo. Y la reina Anacaona,"esa gran señora, muy pudiente y acatada por sussúbditos", prefirió salvar a un miserable fugitivo"antes que verlo muerto en los templos". Una orgíao rito de purificación precedía al sacrificio en honora los dioses. En Capá (Utuado) -agrega Fernán­dez Méndez- el arqueólogo Fewkes habla de muer­tos ofrendados en los bateyes, y Mason encontróuna piedra de sacrificios, con un Sol esculpido. Peroconcluye sabiamente el profesor Fernández Méndezque "esta cultura fue destruida antes de que sussecretos pudieran ser registrados por los cronistas,pues historiadores como Las Casas, Oviedo, Pané yotros escribieron sus libros cuando ya la culturaindígena -recordemos el destnlCtio destructionis­no era una fuerza social normal y activa". Y estosescritores -a quienes tanto les debemos-, aun apesar de sus etnocentrismos, "no contaban lo quepara ellos no parecía tener interés práctico, o cosasque les parecían incomprensibles, o que chocabancon sus ideas preconcebidas".

Hemos ofrecido un apretado resumen del muyvalioso y orientador libro del eminente catedráticopuertorriqueño, cuyo innovador entramado agrada.rá sobremanera al lector, y será pan bienhechorpara su inteligencia, y para la comprensión de laetnología antillana.

19

Page 29: Revista del Instituto de Cultura

Exposición de tallas de José Manuel Torres Santiago

BAJO EL TfTULO DE "LA INSURRECCIÓN DE LOS REYES

Magos" se presentó en el Museo de Santos dePuerto Rico, dependencia del Instituto de CulturaPuertorriqueña, una colección de tallas que cons­tituyen las primicias artísticas del poeta José Ma­nuel Torres Santiago en el ámbito de las artes plás·ticas. Integraron la exhibición -inaugurada el 27de abril- 31 representaciones de los Tres Reyes,individuales y en grupo, realizadas en caoba, éedro,aceitillo y otras maderas del país.

10

Conformadas artísticamente a la tradición denuestros imagineros populares, pero obedientes auna intención de carácter social, las pequeñas taollas policromadas subrayaron con sus nombres-"Los Reyes proletarios", "Gaspar taíno", "Balta­sar lareño", "Melchor con molotov y machete"­una temática centrada en la lucha de clases, elindigenismo, la independencia y las reivindicacionesantiimperialistas.

José Manuel Torres Santiago se ha destacado en­tre los poetas jóvenes de Puerto Rico por su versosocial, que ha difundido en libros y a través derevistas literarias, principalmente Guajana. La coin­cidencia entre la vida, el mensaje poético y el menosaje escultórico de Torres Santiago ha sido desta·cada por el doctor Marcelino Canino en notas in·sertas en el catálogo de la Exposición, de la quedamos a los lectores algunos aspectos gráficos.

Una de lastallas presentadas

Page 30: Revista del Instituto de Cultura
Page 31: Revista del Instituto de Cultura

SEPARATA REVISTA INSTITUTO DE CULTURAPUERTORRIQUEÑA N° 63

Vista de la Casa Blanca. Museo de la vida de San Juandurante el Siglo XVI.

Page 32: Revista del Instituto de Cultura

Rey Mago guem'llero

Reyes Mago5_

Page 33: Revista del Instituto de Cultura

Precursor de la Independencia

Don Andrés Salvador de Vizcarrondo y Ortiz de Zárate

Por VICENTE GllIGEL POLANCO

EN ESTA OCASIÓN VAMOS A ACERCARNOS, CON HUMIL-

.-. dad y reverencia, a la vida y la obra de un pa­triota olvidado. Los puertorriqueños no podemosdarnos el lujo de olvidar a uno solo de nuestros pa­triotas. La nómina de los que satisfacen la defini­ción a plenitud no es muy extensa. Precisamentepor estar sin resolver aún el pxoblema de nuestra'soberanía nacional, hemos menester del alienkl ins­pirador de todos los que rindieron jornada fecundaa la gran causa. La chatez moral de nuestro tiem­po, la confusión política imperante, las fuerzas diso­ciadoras que nos acorralan y la falta de apostoladogenuino en los dirigentes, claman por las clarasrutas de orientación que nos vienen de esas vocesmayores desde el fondo de nuestra historia patria.Hoy nos detenemos frente a una de esas vidas sinmácula del ayer, que urge rescatar del olvido e in­corporar sus devociones y su temple de lucha a lamilitancia de nuestros días.

A la Galería de Próceres Puertorriqueños delAteneo llegó el retrato de este patriota olvidado, enla noche del 14 de agosto de 1969: él, que siempretuvo méritos sobresalientes para figurar en ella. Lle­gó, pues, por derecho prop'io, por la arraigada devo­ción a la causa de la independencia nacional de suPatria, por la inquebrantable voluntad de lucharpor esa causa en los tiempos de mayor adversidad,por mantener viva la fe, levantado el ánimo y reno­vado el empeño de emancipación en la juventud, enla madurez, en los años de vejez, es decir, a travésde toda una larga vida, sin que los reveses, proce­SOS, delaciones y persecuciones aminoraran jamássu dedicación al ideal sagrado de la libertad. Talprócer: don Andrés Salvador de Vizcarrondo y Ortízde Zárate.

Su ejemplar hoja de servicios es totalmente des­conocida de su pueblo. Ni en las escuelas públicasni en la Universidad se menciona su nombre. No seha dedicado un edificio, ni un parque, ni una calle

22

al recuerdo de' su azarosa vida de combatiente por]os derechos de su Patria. La injusticia involuntariallega al punto de que hasta las pocas líneas que al­gunos textos de historia dedican a una de sus ges­tiones libertarias, se atribuyen a su señor padre, elCoronel don Salvador de Vizcarrondo y Martínez.Así se explica el olvido con que la posteridad -in­grata en ocasiones- ha tenido al benemérito pa.-tricio. .

Cupo al Ateneo Puer.torriqueño el honor de de­velar esa noche en su Galería de Próceres un óleodel recio paladín. La historia completa de su vidano se ha escrito aún. Apenas si se conocen informa­ciones aisladas. parciales, de aspectos inconexos desu dinámica existencia. En la Historia de la Insu­rrección de. Lares,· de José" Pérez Morís, figuran al­gunas reseñas y documentos concernientes al movi­miento revolucionario de 1838. Salvador Brau haceen su Historia de Puerto Rico 2 una brevísima alu­sión al mismo suc.eso. Lidio Cruz Monclova, en sumagnífica Historia de Puerto Rico (Siglo XIX),3dedica dos párrafos y una nota bibliográfica sobreel particular, confundiendo por inadvertencia elnombre del homenajeado de hoy con el ya referi·do de su padre Vizcarrondo Martínez. En una notadel Editor de la Revista del Instituto de CulÍuraPuertorriqueña,4 que precede el ensayo El Regresode los Vizcarrondo a la Luz de las Fuentes Manus­critas, del joven y brillante historiador, Alberto Ci­bes Viadé, se incurre en igual error, identificando adon Andrés Salvador como "antiguo Alcalde de San

.Juan", cargo que en efecto ocupó su padre en 1825.José Luis Vivas repite el mismo error en el breve

1. Establecimiento Tipográfico de Narciso Ram[rez &Cía., Barcelona, 1872. págs. 33 a 40 y 260 a 263.

2. Ediciones Borinquen. Editodal Coqui. Segunda edi­ción. San Juan, P. R., 1966, págs. 245 a 246.

3. Editodal Universitaria, U.P.R. Imprenta Soltero, 1952,Tomb 1, págs. 303 a 304.

4. Año nI, Núm. 6, enero - marzo de 1960, pág. 33.

Page 34: Revista del Instituto de Cultura

párrafo que dedica a la "Conjura de 1838".5 DoñaMaría Cadilla de Martínez, en su libro Rememo­rando el Pasado Heroico,6 .también incluye por erroral Coronel don Andrés Vizcarrondo entre los cons­piradores de 1838, no obstante consignar en la notanúmero 326 de su libro que éste había muerto enSan Juan el 18 de mayo de 1838.

El hecho cierto es que no se ha llevado a cabouna exhaustiva indagación histórica de la dramáticavida de don Andrés Salvador de Vizcarrondo y Ortízde Zárate. Sabemos que desde hace algunos añoslos esposos don Euclides Quiñones Vidal y doñaCarmelina Vizcarrondo vienen recopilando datospara el libro Genealogía de la Familia Vizcarrondoen Puerto Rico. Del archivo particular de una nie­ta del patricio, doña Delia de Vizcarrondo de Otero,residente en Caracas, se les ha facilitado valiososdocumentos. Quedan vacíos, sin embargo, grandes einteresantes vacíos en el historial de las ejecutoriasde esta noble figura, que algún día se logrará escla·recer. Sus epistolarios, los documentos relacionadoscon los varios movimientos revolucionarios en quetuvo activa participación, sus especificas gestionespersonales en Puerto Rico, Cuba y Venezuela, susvinculaciones con el doctor Ramón Emeterio Be­tances, don José Antonio Calcaño, residente en Li­verpool, el general dominicano Juan Pablo Duarte yotros significados paladines de la causa de la inde·pendencia en América: to~as estas fuentes de infor­mación podrán contribuir en su día a documentarpormenorizadamente sus reiterados empeños de li­beración patria.

Precisemos ahora los orígenes de la familia Viz­careando. Hemos tenido oportunidad de examinarun precioso álbum genealógico en la residencia deleducador don Francisco Vizcarrondo Moren, nietode don Juan de Vizcarrondo y Ortiz de Zárate. Elhistoriador puertorriqueño, don Enrique T. Blanco,en un documentado estudio titulado Filiación Ge­nealógica de don Julio L. Vizcarromw, que vio laluz en la revista Indice,' anota 10 siguiente: "Estafamilia es originaria de la casa solar de Vizcarron·do en el lugar de Zugarramurdi, partido judicial dePamplona en la provincia de Navarra... El proge­nitor de este linaje, fue don Juan de Vizcarrondo... "Contrajo matrimonio el 7 de febrero de 1616 condoña Estefanía Barrenechea. Su hijo, don Pedro deVizcarrondo Barrenechea, en su matrimonio condoña Jerónima María de la Paz de Torres, tuvo unhijo nombrado don Pedro Nicolás de Vizcarrondo yde Torres, quien casó con doña Cándida Mansi enPortolongone, ciudad de la Isla de Elba, cuando

S. Historia de Puerto Rico. Bibliotcca Puertorriqueña di.rigida por Gactano Massa. Las Américas Publishing Com­pany, Nueva York 1960, pág. 145.

6. Imprenta Venezuela, San Juan, P. R., 1946, págs. 315 y316. Véase también: Coll y Toste, Cayetano: Boletín Histó­rico de Puerto Rico, T. IX, Núm. 1, 1922, pág. 39.

7. Año 11, Núm. 24, marzo de 1931, págs. 381 a 384.

ésta era posesión española. Su hijo, don AndrésNicolás de Vizcarrondo y Mansi, nacido en Porto­longone el 13 de octubre de 1725, es el fundador deesta ilustre familia en Puerto Rico. Con una bri·llante hoja de servicios militares en España, el 11de diciembre de 1765 se le confirió la comandanciade todas las compañías de milicias que se formaranen Puerto Rico.· Aquí contrajo matrimonio con doñaAna de Andino y Ferrer, procreando cinco hijos:Andrés Cayetano, José, Gaspar, Nicolás y Cándida.

Don Andrés Cayetano de Vizcarrondo y Martí·nez, nacido en San Juan el 7 de agosto de 1774, casócon doña Josefa Maria Ramona Ortiz de Zárate yMartínez el 28 de diciembre de 1798. Procrearonocho hijos: Antonio, José (padre de don Julio L.Vizcarrondo, el notable abolicionista puertorrique­ño), María Asunción, María Francisca, Margarita,Lorenzo, Andrés Salvador y Juan. Estos tres últimosfiguraron en el movimiento revolucionario de 1838,que resumiremos en breve. Don Andrés Cayetanoperteneció al Real Cuerpo de Artillería. Fue trans­ferido a Cataluña desde el 29 de enero de 1795 hastala terminación de la guerra con Francia en el tra­tado de Basilea, y luego participó en la defensa dela plaza de San Juan de Puerto Rico durante el sitiode los ingleses en 1797, "sirviendo tres días en elfuerte de San JerÓnimo".9 Se jubiló con el gradode Coronel de Infantería el 12 de abril de 1828 yfalleció en San Juan el 18 de mayo de 1838.

Es pertinente indicar que la familia de los Viz­carrondo tuvo a través de todos los tiempos, tantoen España como en Puerto Rico, un alto rango so­cial, prestó servicios eminentes y recibió encomien·das de gran responsabilidad. "A sus descendientes,escribe el historiador Enrique T. Blanco, se les haguardado todos los honores, derechos, prerrogativasy exenciones de los nobles hijosdalgo".lo

Por otro lado, también es de rigor dejar aquíconstancia de que los honores y bienandanzas dela alta posición social y de los rangos militares ja­más aminoraron la constante devoción de esta i1us·tre familia por las causas de la justicia y de la li­bertad. Conscientes de la situación angustiosa dePuerto Rico en el orden administrativo, político,económico y social, del implacable régimen de las"facultades omnímodas", de los privilegios abusivosde las clases gobernantes, del baldón de la esclavi·tud negra, del menosprecio para el nativo y del ve­jamen del sistema colonial, los Vizcarrondo siempreapoyaron los ideales de liberación, de mejoramientocolectivo, de justicia humana, de engrandecimientosocial. Sin preocuparles que arriesgaran el sosiegode sus hogares, sus encumbradas posiciones I'!n lacomunidad, sus honores militares, sus mismas vi-

8. Cayetano Col1 y Toste, Boletin Histórico de P. R.T. IX, 1, 1922, págs. 31 a 32.

9. Enrique T. Blanco: ensayo citado, pág. 381.10. Revista lndice, número citado, pág. 381.

23

Page 35: Revista del Instituto de Cultura

das, luchaban y cooperaban con los demás puerto­rriqueños para hacer valer los derechos del país ycimentar aquí una civilización de progreso, digni­dad, justicia y libertad. Su interés en estos noblesideales de genuina puertorriqueñidad, no fue senti­miento de ocasión, ni tarea fortuita, ni exaltaciónde una hora, ni gesto aislado en el tiempo, sino con­sagración de toda una vida.

Oigamos la voz inequívoca y viril de uno deellos: .....Llevemos a efecto la grande y sublime obrade nuestra emancipación de la dominación españo­la. ... No más esclavitud, no más degradación, nomás humillación, para los que han nacido en elprivilegiado suelo americano". Así dijo don AndrésSalvador de Vizcarrondo y Ortíz de Zárate en unhistórico manifiesto dirigido a sus compatriotas.

De la ideología democrática de esta distinguidafamilia y de su espontáneo espíritu de sacrificio porlas causas de la libertad de hombres y pueblos, ha­bla elocuentemente una carta que el puertorriqueñoJosé Ignacio Grau, a la sazón preso en el Castillode San Cristóbal, dirigió el 18 de nQviembre de 1824a José de Luque, agente de los insurgentes colom­bianos en Sto Thomas, haciéndole saber las personasdecididas en Puerto Rico a tomar las armas enfavor de la República de Colombia en el momentoen que se presentara a la vista de la isla la más mí­nima fuerza colo~biana. Después de mencionar va­rios nombres de personas adictas a la causa eman­cipadora, asegura que puede contarse con "todoslos Vizcarrondo".11

Bosquejemos ahora, con los limitados datos amano, la figura del prócer. Don Andrés Salvad~rde Vizcarrondo y Ortíz de Zárate, nació en la capi­tal de Puerto Rico el 30 de mayo de 1804. No tene­mos datos sobre su preparación escolar. Debió te­nerla como correspondía a su posición social. En1821 le nombraron Oficial Escribiente Meritorio delReal Cuerpo de Artillería. Su padre, el Coronel donAndrés Cayetano de Vizcarrondo y Martínez de An­dino, luego le encomendó la dirección de las hacien­das que tenía en Trujillo Bajo, hoy jurisdicción deCarolina. El, a su vez, fundó otra hacienda en lamisma vecindad, desarrollándolas todas con nota­ble éxito. Dos años más tarde, cuando apena!: con­taba 19 de edad, le nombraron Alcalde de TrujilloBajo. Contrajo matrimonio con doña Vicenta deQuiñones y Quiñones, procreando en el mismo seishijos: Josefa, Ursula, Andrés, AdIano, Gabriel y Lo­renzo.

Mientras dirigía las haciendas de Trujillo Bajo,de 1824 a 1835, en su amplia casona residencial, donAndrés Salvador, revolucionario por temperamentoy devoción ideológica, fue haciendo una intensa la­bor de conciencia nacional, preparatoria para la li·

n. José Pércz Moris: Historia de la Insurrección de La·res, págs. 20-21.

24

beración de Puerto Rico del reglmen español. Laprédica constante llegaba por igual a los grandes dela colonia y del clero de entonces, a los militaresde alto rango, a tenientes, sargentos, cabos y solda­dos, a los terratenientes, a los campesinos, a la gen·te humilde. Frecuentes intercambios de opinión ensus haciendas, persuasivas peroraciones, mensajesdifundidos por todo el país, conversaciones discre­tas, fueron abriendo paso a la idea de la indepen­dencia política como forma de liberación de losirritantes atropellos, persecuciones y vejámenes delsistema imperante. En la carta del revolucionariopuertorriqueño, José Ignacio Grau, que citamos anotes, aparece esta afirmación: .. Si fuera a anotartodos los adictos a dicha causa, creo que no se en·contraría papel donde cupieran. Pero concluyo pordecirle que de las cuatro partes de Puerto Rico lastres y media están decididas por nuestra opinión".'2

Don Andrés Salvador, que contaba también conel firme espaldarazo de todos los miembros de sufamilia, era el jefe nato, reconocido y admirado detodos en el movimiento de emancipación patria, quefUe la más encendida, dedicación de su vida, a pesarde las circunstancias adversas, procesos y persecu·ciones. que impidieron la culminación de sus anhe­los. Fue. no sólo el primero en acaudillar la grancausa de la independencia nacional de Puerto Rico,sino uno de los pocos que la mantuvo viva en suesfuerzo, en su mente, en .su corazón, en su integri­dad de hombre, durante .todo el largo transcurrirde su existencia ejemplar. El mayor reconocimientoque se ha ofrendado a don Andrés Salvador lo hizoacaso uno de los poquísimos compatriotas suyos,con conocimiento de la historia, autoridad moral ypareja vida de sacrificios y luchas esforzadas: eldoctor Ramón Emeterio Betances, quien en las pos­trimerías de su vida de patricio insobornable escri­bió al austero y abnegado Sotero Figueroa, devotocolaborador del apóstol José Martí, una carta desdesu destierro en París el 8 de julio de 1892, con estafrase lapidaria: "el venerable anciano Andrés Vizca­rrondo que fue el primero de los precursores" 13 dela independencia. y en otra carta, también dirigidaa Sotero Figueroa, fechada el 17 de mayo de 1894, lerindió este tributo: "el venerable decano de los re­publicanos don Andrés Vizcarrondo".14

Sucesos de 1835

La primera insurrección se proyectó para la no·che de San Rafael, el 24 de octubre de 1835, con elconcurso de don Pedro Loizaga, capitán del Regi-

12. Pérez Moris: Obra citada, pág. 21.13. ColI y Toste: Boletín Histórico de P. R., Año VII,

Núm. S, 1920, pág. 269.14. Luis BonaFoux: Betances, Imp. Modelo, Barcelona,

1901, pág. 446.

Page 36: Revista del Instituto de Cultura

miento de Granada, "hombre de ideas sumamenteexaltadas", al decir de Pérez Moris, quien reconoceque en el Castillo de San Cristóbal "estaban las com­pañías más comprometidas",15 además de admitirque Loizaga "no era más que un instrumento delos traidores", léase patriotas. Denunciado el planpor el soldado Rufo Guia, esa misma noche el go­bernador don Miguel de la Torre embarcó al capi­tán Loizaga en una goleta que salía para Cádiz, y enuna circular del 31 de octubre confesó que "los su­cesos de San Rafael tenían cierto carácter de grave·dad y que se trataba de turbar el sosiego no sólode esta ciudad, sino en toda la isla"}6 El procesomilitar reveló que"se contaba con mil quientos pai.sanos... que les ayudarían a libertar al capitán Loi·zaga... y a la cabeza del regimiento o de las campa·mas 1.", 2.. Y 3." Y la de granaderos que debían sermandadas por los sargentos y cabos Alonso Váz·quez, Díaz, Abril, Santillana, Santos y otros, el ca·pitán mencionado descendería a la plaza donde co­locaría la lápida de la Constitución y en seguidamarcharían a La Fortaleza para que el Capitán Ge·neral la jurara y proclamara y, si se negaba a ello,se le embarcaría para la Península junto con losjefes y oficiales que no se adhiriesen o hiciesen re­sistencia al movimiento. Los mil quinientos paisa·nos con que contaba Loizaga estarían armados en elcampo del Morro, dispuestos a tomar parte en larefriega si era preciso." 17 Se agrega que "la oficia­lidad de Artillería estaba en la conspiración" (pági­na 28). El ayudante de Granada, don José Bacener,que permaneció a bordo de la goleta hasta la horade salir, declaró luego que Loizaga le había referidoque "la mayor parte del regimiento de Granada ycasi las dos terceras partes de la población se ha·liaban comprometidas en la conspiración proyecta.da."la Como resultado de los acontecimientos de1835, Loizaga fue destituido de su cargo en la Pe·nínsula y entre sargentos, cabos y soldados, veinti­

.trés fueron deportados.19

Mente inspiradora y organizadora de este movi­miento revolucionario fue don Andrés Salvador deVizcarrondo. Sus estrechas vinculaciones con lasfuerzas armadas de Puerto Rico por un largo perío­do de 15 años -su padre, don Andrés Cayetano deVizcarrondo y Martfnez, Coronel del Real Cuerpode Artillería; su hermano, Lorenzo de Vizcarrondo,Capitán de Infantería, y él mismo había sido en 1821Oficial Escribiente Meritorio del Real Cuerpo de Ar­tillería- les permitieron mantener las más íntimasrelaciones de amistad y confianza con la alta oficia·lidad, capitanes, sargentos, cabos y soldados. En sushaciendas de Trujillo Bajo solían reunirse con fre-

15. Pérez Moris: Obra citada, pág. 23.16. Pérez Morís: Obra citada, pág. 27.17. Pércz Morís: Obra citada, págs. 27 y 28.18. Pérez Moris: Obra citada, pág. 30.19. Pércz Moris: Obra citada, págs. 32 y 33.

cuencia. Allí disfrutaban de vacaciones, convalescen­cias, descansos, pasadías. AlU dialogaban sobre ladureza e injusticia del régimen imperante de la Isla.Don Andrés Salvador, perspicaz y convincente, defijo aprovechaba esas ocasiones para interesarlesen la causa del país y recabar su solidaridad encualquier movimiento armado que pudiera produ­cirse.

Es pertinente aclarar en este punto que el cono­cimiento que don Andrés Salvador tenía de sus pai­sanos y de la situación general del país y sus nexoscon las fuerzas armadas, les habían hecho perca-

" tarse que difícilmente podría triunfar ningún levan­tamiento de los puertorriqueños si no era apoyadopor el Ejército. Concebía, más bien, que el alza·miento de los cuerpos armados debía secundarloel pueblo. Esa fue la estrategia seguida en los suce­sos de 1835 yen los otros movimientos revoluciona­rios en que, directa o indirectamente, intervino mástarde. Los mil quinientos paisanos, de que habla elproceso militar del año 35, de seguro habían sidoadiestrados en las haciendas de don Andrés Salva­dor y el plan que esbozó el capitán don Pedro Loí­zaga también era promoción o inspiración suya.

Movimiento Revolucionario de 1838

La guerra de emancipación en Hispano Américatuvo vivas repercusiones en Puerto Rico. Simón Bo­lívar proyectó una expedición para libertar a Cubay Puerto. Rico. La Junta Patriótica de México, en1826, bajo la presidencia de don Juan Anzueta, ela­boró un plan con igual propósito.

Ante el acuerdo de las Cortes españolas de quelas Antillas se regirían por leyes especiales, priván­dosenos de la representación parlamentaria, nuestrobatallador patricio, don Andrés Salvador de Vizca­rrondo y Ortíz de Zárate, juzgó propicio el momen­to para organizar un poderoso movimiento revolu­cionario dirigido a establecer la independencia dePuerto Rico. Asumiendo la jefatura de la iniciativa,reunió en sus haciendas de Carolina a familiaressuyos, como sus hermanos don Juan y don LorenzoVizcarrondo, éste Capitán de Infantería, su cuñadodon Buenaventura Valentín Quiñones y Vizcarrondo,personalidades de destacada posición en la comuni­dad, como don Santiago Dalmau, don FlorentinoGimbernat, don Santiago Bacaro, don José Escuté,quien ya era conocido por su radicalismo, los sar­gentos don Francisco Salinas y don Ezequiel San·tilUma, numerosos oficiales y soldados del Regi­miento de Granada, y centenares o millares de per­sonas de otras poblaciones de Puerto Rico, R~fiere

el historiador Lidio Cruz Monclova que .. patrocinócolectas pecuniarias, ascendentes a cerca de veintemil pesos, para sostener el movimiento que adoptó

25

Page 37: Revista del Instituto de Cultura

por divisa una bandera rectangular enteramenteroja".211 La insurrección habría de estallar el 15 dejulio de 1838.

Reconoce el incondicional español Pérez Moris,en su ya citado libro, que "el conato de rebeliónde 1838 fue mucho más explícito en sus tendenciasque el del año 35. Esta vez... los dirigentes salen ala escena, no dejando la menor duda de que semarchaba directamente a proclamar, por medio deun atrevido golpe de mano, la independencia de laIsla de Puerto RicO".21

El jefe accidental del Regimiento de Granada,don Juan Barranco, por una delación que le hicierael cabo o sargento Juan Almansa, se enteró de quela guardia del Castillo de San Cristóbal franquearíala entrada a los revolucionarios de la Capital, laguardia de la Fortaleza se apoderaría del Goberna­dor mariscal Miguel López de Baños, en tanto quedon Andrés Salvador de Vizcarrondo y Ortiz de Zá·rate marcharía, desde sus haciendas de Carolina, alfrente "del grueso de las fuerzas revolucionarias",para tomar la Capital.22 El Gobernador tan prontorecibió esa información, mandó instruir un suma­rio, nombrando fiscal de la causa a don José MaríaRamírez, capitán primer ayudante del tercer bata·llón de milicias, y secretario al subteniente don Ma­nuel Loureyro. No hemos podido examinar el volu­minoso expediente de esta causa, que consta de cua·tro grandes piezas, que de seguro darán luz sobreaspectos interesantes de este acontecimiento histó­rico. Como resultado del mismo, se decretó el arres­to contra don Andrés Salvador de Vizcarrondo yOrtíz de Zárate, su hermano don Juan, don Buena­ventura Valentín Quiñones y Vizcarrondo, cuñadodel primero, los capitanes don Lorenzo de Vizca·rrondo y Ortíz de Zárate y don Pablo Andino, lossargentos del Regimiento de Granada Francisco Sa­linas, -Ezequiel Santillana, José Vaquero, los cabosprimeros Andrés Garrido, Antonio Bazán, José Rosa,Salvador Rodríguez, y el cabo segundo Juan Hidal­go, los cabos de granaderos Antonio Povedano, JoséDomínguez, y de fusileros Bernardo Bernar, gra­nadero ~tonio Bazén, los granaderos José García,Francisco Ureña, Manuel Balante, sargento primeroRafael Bigio, ídem de segunda clase José MartínezVázquez, José Moreno Valdés, Antonio Bonilla, gra­naderos Mariano Quiles, Santiago Sacristán, RamónArce, fusileros Antonio Olea y José Becerra, paisanoSantiago Bacaro y el sargento segundo Manuel Las·treo

Al diligenciarse la orden de arresto, no pudieronlocalizar a don Andrés Salvador ni a su hermanodon Juan, por haber logrado éstos burlar la vigilan­cia, trasladándose luego a Venezuela. Don Buena-

20. Lidio Cruz Monclova: Obra citada, págs. 303·304.21. Pérez Moris: Obra citada, pág. 34.22. Cruz Monclova. Obra citada, pág. 303.

26

ventura y. los capitanes Vizcarrondo y Andino fue­ron arrestados el día 19 de j1l1lio, quedando a dis­posición del Tribunal Militar, al igual que los de­más, que también fueron puestos bajo arresto.

Don Buenaventura Valentín Quiñones y Vizca­rrondo fue encarcelado en una mazmorra del Casti­llo del Morro. Veintiséis días después -precisamen­te en la mañana del 14 de agosto de 1838- aparecióeste patriota ahorcado en su celda. Desde entoncesy a través de los años, médicos, historiadores e ilusotres personalidades de la vida pública puertorrique.ña han albergado la creencia de que el ilustre per­seguido no dispuso de su vida, como aseguró laversión oficial de los médicos de oficio, doctoresJoaquín Bosh y José Cantero, quienes suscribieronun reconocimiento del cadáver, afirmando que" seencontró ser el de don Buenaventura Quiñones, ves­tido con una levita y pantalón gris, medias blancasy zapatos de color encarnado, suspenso de una ha­maca que había recogido fuertemente y en su partemedia había amarrado un pañuelo de seda encarna­do y blanco con un lazo corredizo al que se colgópor el cuello; detrás se encontró una silla, lo queda a entender que debió ponerse de pie sobre ellapara decolgarse". Así lee el parte oficialesco.

El doctor J. Francisco Basara, en carta al patrio­ta chileno Benjamín Vicuña Mackenna, de fecha 19de enero de 1866, refiriéndose a este suceso, aseguraque don Buenaventura Quiñones había sido "asesi­nado en la cárcel". El historiador y notable faculta­tivo puertorriqueño, doctor Cayetano CoIl y Toste,ha expresado su crite '0 médico en los siguientestérminos: "Un simple reconocimiento no es sufi­ciente para afirmar que un sujeto se ha ahorcado.Es preciso practicar la autopsia jurídica y recono­cer bien las vísceras. Un sujeto puede ser suspendi­do de una hamaca con un pañuelo corredizo al cue­llo contra su voluntad y parece un suicidio, dondepositivamente hay un homicidio, o mejor dicho, unasesinato. También puede ser estrangulado un su­jeto antes de ahorcarlo. Comúnmente esto es lo quese hace antes de suspenderlo por ser difícil colgara un sujeto vivo".23

Por nuestra parte, dado el espíritu de desafecto,rencor y venganza que generalmente mostraban lasautoridades españolas durante esos dolorosos tiem­pos contra los puertorriqueños que luchaban por laindependencia de su Patria, tenemos la firme con­vicción moral de que el combativo patriota donBuenaventura Valentín Quiñones y Vizcarrondo, fi­gura principal de su época fue villanamente asesi­nado en su celda del Morro en la madrugada del 14de agosto de 1838. ¡Un Vizcarrondo jamás se suicidacuando se levanta en armas para servir los derechosde su pueblo! Ni nosotros ni la posteridad jamásolvidaremos este crimen.

23. Coll y Toste: Boletln Histórico de P. R., T. IV,pág. 19.

Page 38: Revista del Instituto de Cultura

El Consejo de Guerra, celebrado durante los días7 y 8 del mes de marzo de 1839, estuvo integradopor el gobernador Miguel López de Baños y los mi­litares Segundo Ulibarri, Manuel Arroyo, Ramón.Abois, Ignacio Castrilló, Juan Herrera Dávila y JuanJosé de Lara. La sentencia dictada condenaba a donAndrés Salvador y su hermano don Juan de Vizca·rrondo. y a Francisco Salinas, Ezequiel Santillana,José Vaquero, Andrés Garrido, Antonio Bazán, JoséRosa, Salvador Rodríguez y Juan Hidalgo a la penacapital de garrote; a Antonio Povedano, José Do·mínguez. Bernardo Bernar y Antonio Bazén, a diezaños de presidio en Ceuta, con retención; a los ca·pitanes Pablo Andino y Lorenzo Vizcarrondo a pri­vación de empleos y diez años de confinamientoen ]a plaza de Ceuta; a los granaderos José Garcíay Francisco Ureña a seis años de presidio en Ceu­ta; a] granadero, Manuel Bo]ante, Rafael Bigio, JoséMartínez Vázquez, José Moreno Va]dés, Antonio Bo­nilla, Mariano Quiles, Santiago Sacristán. RamónArce, Antonio Olea y José Becerra, los sargentos aperder sus empleos y los soldados pasar al ejércitode ]a península a disposición de] Inspector Generalpara que se sirva destinarlos a ]05 cuerpos quetuviere por conveniente, para que continúen sirvien­do e] tiempo que les falta para cumplir sus empe­ños; al paisano Santiago Vaquero, a que sea ex­pulsado de esta Isla sin poder volver a estos domi­nios, y al sargento Manue] de Lastre que sea puestoen libertad. A don Andrés Salvador se le confiscarontodos sus bienes en Puerto Rico.

E] proceso se elevó al Tribunal Supremo de Gue·rra y Marina para su aprobación. Con fecha 28 dejulio de 1840 descendió una Real Orden, que enparte decía: .. Enterada S. M. la Reina Gobernadorade la preinserta sentencia... se ha servido aprobarlaen cuanto a las penas que por la misma... se impo­nen a don Andrés y don Juan Vizcarrondo y a lossargentos Francisco Salinas y Ezequiel Santillana,como igualmente con respecto a libre absolución delsargento Manuel Lastre... " Sigue la confirmación orebaja de las condenas impuestas a los otros proce·sados, y finalmente ordena que "se ponga en liber­tad a don Pablo Andino y don Lorenzo Vizcarrondo,quedando libremente absueltos, sin que la forma­ción de esta causa les sirva en ningún tiempo denota en su carrera y opinión."

En ]a mañana del 6 de octubre de 1840 los sar­gentos de Granada, Francisco Salinas y EzequielSantillana, fueron ejecutados a garrote, pagandocon la vida su adhesión a la causa de la indepen­dencia de Puerto Rico.

Algunos años después, a base de una amnistíapolítica, el Gobierno indultó a don Andrés Salvadory a don Juan Vizcarrondo. Después de los sucesosde 1838, don Andrés Salvador vivió largos años enVenezuela. Estudió y ejerció en ese país hermanola profesión de dentista. Viudo de su primer matri·

monio, en 1842 contrajo en Cumaná segundas nup·cias con la dama venezolana doña Carmen Daríade Rojas y Rojas.24 Luego visitó España, en ocasiónde la amnistía que decretó Isabel II para los delitospolíticos. En 1849 regresó a Puerto Rico hasta elaño 1859, en que se trasladó con su esposa y sushijos a La Habana, residiendo allí hasta marzo de1863. En ocasión de su permanencia en Puerto Rico,tanto él, como miembros de su familia yellideratoque aquí abogaba por la Independencia, alentaronuna nueva insurrección en los Cuerpos de Artillería,en connivencia con el Regimiento de Granada, el 13de abril de 1855, durante la gobernación del CapitánGeneral don Andrés García Camba. El levantamien­to no tuvo graves consecuencias públicas. De losocho artilleros procesados, siete fueron condenadosa muerte. Véase el Informe del Gobernador GarcíaCamba reproducido en el Boletín Histórico de Puer­to Rico, Año XIV, números 1 y 2, 1927, págs. 28 a 89.

Un llamamiento a don Andrés Salvador en 1866

Al propio tiempo que el doctor Ramón EmeterioBetances y el licenciado Segundo Ruíz Belvis, conel concurso de distinguidos puertorriqueños y ex­tranjeros domiciliados en la Isla, organizaban larevolución de Lares por el año 1866, otro grupo depatriotas puertorriqueños radicados en la Capital ysus inmediaciones cooperaban en ese mismo movi·miento o planeaban otro proyecto de alcances simi­lares para establecer la independencia de PuertoRico. Los documentos históricos divulgados hastaahora, principalmente los recogidos por el incondi­cional español José Pérez Moris en su Historia dela Insurrección de Lares y el expediente del procesojudicial seguido contra los que participaron en esarevolución, no revelan las relaciones que pudierony debieron existir con el influyente grupo que cons­piraba desde la Capital. Escribe el señor Pérez Mo­ris: "Probablemente la red de asociaciones que seextendía por toda la Isla en 1868 estaba dividida endos grandes grupos, dependiente el primero de laCapital y el otro de Mayagüez, si bien ambos reco­nocían por Jefe Supremo, al doctor don RamónEmeterio Betances, residente en San Thomas unasveces y en Santo Domingo otras". (Obra citada, pá­gina 76). En el Informe al Poder Ejecutivo rendidopor el General don José Laureano Sanz y Posse el 4de julio d~ 1869, se lee lo que sigue: "En esta Ca­pital, según la manifestación de varios procesados,existían los principales hombres de la causa separa·tista y la socjedad secreta que formaban remitía alos presidentes de otras sociedades las proclamas y

24. En este matrimonio procreó nueve hijos: Rosa, Vi­cente, Andrés, Pedro, Fernando, Salvador, Carmen, Atilanoy Josefina.

27

Page 39: Revista del Instituto de Cultura

otros papeles subversivos, dándoles algunas noticiasde los acontecimientos políticos". (Pérez. Moris:Obra citada, pág. 327). Acaso algún día se descubrala documentación necesaria para reconstruir la his­toria completa del movimiento emancipador deaquella época.

Por lo pronto, ha llegado a nuestras manos unvalioso documento perteneciente al archivo de donAndrés Salvador de Vizcarrondo y Ortíz de Zárate,que su nieta, doña Delia de Vizcarrondo de Otero,ha facilitado en copia autografiada, y que consti­tuye un significativo eslabón en el historial de esosaños de hondo sacudimiento de la conciencia puer­torriqueña. El documento en cuestión lee así:

"GRAN CLUB DEL ESTADO BORINQUEN. ESTA­BLECIDO EN LA CAPITAL DE SAN JUAN BAU­

TISTA DE LA ISLA DE PUERTO RICO"

Nos, los infrascritos representantes en comisióndel pueblo. reunidos hoy 24 de abril de mil ocho­cientos sesenta y seis, con el laudable fin de tratarde asegurar nuestro pronunciamiento de emancipa­ción fracasada hasta ahora, promover nuestra feli­cidad, asegurar el don precioso de libertad, especial­mente el de nuestros descendientes. En uso de lasatribuciones y facultades de que estamos investidospor los setenta y tres Clubes que representan las 73poblaciones de la Isla.

Considerando:

1.0 Que dispuestos como estamos a proclamarnuestra independencia de la metrópoli y constituir­nos en estado soberano, libre e independiente detoda dominación.

2.° Que para obtener nuestra autonomía, es deabsoluta e imprescindible necesidad la cooperacióndel exterior, a causa del rígido espionaje del Go­bierno Español, por lo que han fracasado todasnuestras tentativas de los años 35, 38, 55 Yla últimadel año próximo pasado y sacrificándose muchasvíctimas, e imposibilitándonos por consiguiente dereunir los elementos necesarios.,. (ilegible)... parallevar a efecto nuestra santa y justa causa.

3.° Que por lo expuesto debemos solicitar y es­perar de las Repúblicas nuestras hermanas, protec­ción y los elementos de que carecemos para el buenéxito de nuestros deseos.

4.° Que el llamado a desempeñar la gran mi·sión de conseguir de las Repúblicas todos los recurosos y elementos necesarios para conquistar nuestraindependencia de la dominación española, es nues­tro compatriota don Andrés Salvador de Vizcarron-

28

do, Caballero de la Distinguida Orden de la Cruzdel Mérito y hoy General de Brigada de los Esta­dos Unidos de Venezuela.

Decretamos

1.° Elevamos al rango de Gran Mariscal de Bo­rinquen, Primer General en Jefe de sus Ejércitos deMar y Tierra y Jefe Supremo mientras se reúna laprimera asamblea constituyente, al excelentísimoseñor don Andrés Salvador de Vizcarrondo.

2.° Autorizamos a dicho General de Vizcarrondocon facultades amplias e ilimitadas para que formeuna expedición de 3,000 hombres en el exterior, quenos sirva de apoyo en un día señalado.

3.° Autorizamos también al mencionado GeneralVizcarrondo para que trate y contrate con los Go­biernos Republicanos y con individuos particulareslos empréstitos necesarios que juzgue y crea con­venientes.

4.° Ygualmente autorizamos al excelentísimoseñor de Vizcarrondo para que compre y flete losBuques que crea necesarios c.c.c. (Como crea con­veniente).

5.° Que el excelentísimo señor don Andrés S. deVizcarrondo dé por garantía de las sumas que tomepara los fines mencionados y sus intereses, el vein­ticinco por ciento de lo que se recaude por dere­chos de importación en las aduanas de la Ysla, cuyopago se principiará a hacer tan luego como estemosconstituidos en estado libre e independiente.

6.° Acordamos y venimos en nombrar SegundoJefe y Sustituto del primero, al señor don Lorenzode Vizcarrondo, en atención a sus antecedentes no­torios y prestigio en esta Ysla.

7.° Ygualmente nombramos Secretario Generalal señor don Francisco Márquez que posee todas lascualidades necesarias para el buen desempeño deldelicado encargo que se le confía.

8.° Que esta acta sea autografiada en númerosuficiente y se remita un ejemplar al señor don An­drés Salvador de Vizcarrondo. otro al señor don Lo­renzo de Vizcarrondo, otro al señor don FranciscoMárquez y uno a cada uno de los Setentitrés Clubesque representan las poblaciones, dejando en Secre­taría copia fiel y exacta firmada por la misma co­misión que autoriza la presente.

9.° Que en el Oficio de remisión se manifiesteal señor don Andrés Salvador de Vizcarrondo que elGran Club ha tenido en consideración sus laudablesprecedentes, sus padecimientos, servicios y sacrifi-

Page 40: Revista del Instituto de Cultura

cios hechos con constancia y abnegación por conse­guir nuestra libertad.

El Presidente de la comisiónJosé M.a Porrata

Por Mandado del Gran ClubEl Secretario

Mauricio Guerra

Antonio Vizcarrondo. - Prisco F. de Vizcarron­do. - Nicolás Fernández. - Estevan de Escalona.­Saturnino Rivera. - Francisco B. Zavala. - Bar­tolomé Elzaburu. - José Escuté. - A. J. Martínezde Aparicio. - R. Emilio Zevallos. - Juan EugenioAntonio de Vizcarrondo. - Lorenzo de Vizcarron­do. - Elías de Idarte. - Justo Nieves. - José R.de Goenaga. - Miguel Felipe de Quiñones Vizca­rrondo. - (Otros nombres que no se leen claramen.te). - Esteban --- cottes. - J. J. Hernández.­Antonio B. (Poina o Poiba). - Mauricio Géigel. ­Inocencia Géigel. - Gabriel --- l. Ramírez".

Don Andrés Salvador aceptó la patriótica enco­mienda del Club Revolucionario de Puerto Rico yse dio de lleno a su cumplimiento. Bajo la firma de"UN PUERTO.RIQUE~O", dirigió a sus conterrá·neos, desde Caracas el 9 de agosto de 1866, un ma·nifiesto, exhortándoles a la lucha por la indepen.dencia nacional, del cual transcribimos aquí variospárrafos:

"¡Valientes y denodados borinqueñosl Unhermano vuestro, General de los Ejércitos dela República de Venezuela, condecorado conla Cruz de Mérito, y mártir por vuestra inde­pendencia, hace veinte y ocho años, os saludaafectuosa y cordialmente desde las libres yrisueñas playas de Venezuela, cuna de la li·bertad de toda la América nuestra... y os diri­je su voz para alentaros a que llevemos aefecto la grande y sublime obra de nuestraemancipación de la dominación española.

"Llegada es la hora de realizar el sublimepensamiento que ha tiempo germina en nues·tros corazones.

"Un pequeño esfuerzo, prudencia, unidaden la acción y constancia es 10 que necesita­mos. Valor nos sobra y pruebas de ello lastenemos dadas en muchas ocasiones.

"Los hijos de la América Latina, nuestroshermanos de las Repúblicas aliadas del Pací·fico, tienen puestas sus miradas sobre noso­tros y los cubanos, y están en miras y comobinaciones en la guerra con la España, coo­perar a nuestra emancipación.

"¡La hora ha sonado! ¡Los triunfos delPerú sobre la escuadra española, van a llevar.nos con la suya, que es superior, el hermosoestandarte de la libertad!

"¡No más esclavitud, no más degradación,no más humillación para los que han nacidoen el privilegiado suelo americano en el siglodiez y nueve cuyas luces se han esparcido ennuestro territorio en grande e'icala!

"Preparaos, puertorriqueii a recibir envuestra isla dentro de poco th:mpo .. nuestrosprotectores y hermanos de las repúblicas alia­das del Pacífico, que irán a proteger nuestraemancipación y hacer desaparecer para siem­pre de toda la América latina el pabellón es­pañol, símbolo de la tiranía y de la domina.ción de más de trescientos años. Un solo es.fuerzo y seremos libres para siempre! Peronecesario es paciencia, prudencia, constanciay tacto."

En el archivo personal de don Andrés Salvadordeben constar las otras numerosas gestiones quellevó a cabo para dar estricto cumplimiento a lasinstrucciones recibidas del Club Revolucionario dePuerto Rico. Compatriotas y amigos suyos, residen·tes entonces en Venezuela, sin duda conocieron al·gunas de sus labores. Esa información no se ha di·vulgado aún. Hay, sin embargo, un documento depoder, de puño y letra suyo, escrito en seis foliosde tamaño legal, en papel sellado de Venezuela, ofi­cialmente registrado ante las autoridades compe­tentes en Caracas el 19 de febrero de 1869 y certifi­cado por el Encargado de Negocios y Cónsul Gene·ral de la Legación Británica, haciendo referencia alas mencionadas "instrucciones" y, en su virtud,confiriendo poder al señor José Antonio Calcaño,residente en la ciudad de Liverpool, para que, en surepresentación y nombre, levantara en Londres un"Empréstito para la Independencia de la Isla dePuerto Rico", y con su importe, tratara o comprara"un monitor" (barco de guerra), "equipado de- untodo, hasta con su tripulación. dos vapores acora·zados, también equipados de un todo, en cuyos bu·ques puedan transportarse tres mil hombres encuatro días de navegación, y además todos los ar­tículos y elementos de guerra y todo lo que tengarelación a ésta, con arreglo a las instrucciones quepor separado remitiré... El empréstito será de me·dio millón de libras esterlinas, y se dividirá en ac­ciones de a cien pesos una, las que ganarán el docepor ciento por años de interés... ".

No conocemos el resultado de estas diligenciasdel insigne república. En una carta suya, que escri·bió en Caracas el 25 de mayo de 1869 a un amigo

29

Page 41: Revista del Instituto de Cultura

suyo de esta Capital, aludiendo al entonces Gober·nador de la Isla, decía: "A éste le escribí en el pa­quete pasado y hoy lo hago también enviándole losperiódicos que tratan sobre la independencia deCuba y Puerto Rico y diciéndole que se prepare pararecibir una grande expedición de valientes america­nos que vamos a darles libertad a los puertorrique­ños. Pronto, sí, muy pronto nos veremos en PuertoRico libre".25

Sabiendo de su temple de lucha, de su devociónpatria. de su sentido del deber, tenemos la íntima

25. Pérez Moris: Obra citada. pág. 40.

convicción de que en esta encomienda el batalladorpaladín redobló los esfuerzos, multiplicó las inicia­tivas, siguió tocando en todas las puertas amigas delas repúblicas hispanoamericanas y agotó todos losrecursos para poder servir, cada vez con más efica·cia, la causa de la soberanía nacional de su Patria.¡Primer precursor de la independencia de PuertoRico, según el juicio autorizado del apóstol Betan­ces, es seguro que don Andrés Salvador de Vizca­rrondo, en el momento supremo de su tránsito a laEternidad. ocurrido en .Caracas el 23 de enero de1897, tuvo en su espíritu la visión luminosa de estatierra amada que anheló libertar toda su vida!

Page 42: Revista del Instituto de Cultura

Las relaciones entre los taínos dePuerto Rico y los de La Española

Por RICARDO E. ALEGRiA

DESDE LOS PRIMEROS AÑOS DE LA COLONIZACIÓN ANTI-

llana los cronistas de Indias llamaron repetidasveces la atención hacia la semejanza existente entrela principal de las culturas indígenas de la Isla Espa.ñola y la de los aborígenes de Puerto Rico. Tantoéstos como aquéllos pertenecían al grupo aruacoque en la literatura arqueológica se denomina taíno,y cuya área de máximo desarrollo cultural compren­dió la totalidad de Puerto Rico y la mitad orientalde la Isla Española, que hoy coincide con la mayorparte de la República Dominicana.

El cronista Gonzalo Femández de Oviedo, al co­mentar sobre los indios de Puerto Rico, nos dice:" ...en el traje o hábito y en la manera de la gente,no difieren en cosa alguna de lo que tengo dichode la Isla Española, excepto que estos indios de SanJuan eran flecheros e más hombres de guerra... ".·y reafirmando la semejanza cultural entre las dosislas, añade:

.....en las idolatrías del cerní y en los areytose juegos del batey y en el navegar de las canoasy en sus manjares e agricultura y pesquerías, yen los edificios de casas y camas, y en los matri·monios, e sucesión de ·los caciques y señorío, y enlas herencias, y otras muchas cosas, muy seme­jantes los unos a los otros. E todos los árboles,y plantas, y frutas, e hierbas en la Isla Española,todo lo mismo se halla en la de Boriquén o Islade San Juan... ".!

Existe además suficiente evidencia para confir­mar que "la lengua universal" de La Española, co­mo la llama Las Casas, era la misma que hablabanlos taínos de Puerto Rico.

La similitud cultural entre los indios taínos deambas islas no se demuestra solamente en las des-

1. Gonzalo Femández de Oviedo, Historia General de lasIndias, Libro 16, Cap. 1. (Madrid, 1851. V. 1, p. 46).

2. Ibid., Libro 16, Cap. XVI. (Madrid, 1851, V. J, p. 488).

cripciones de la época de la c~nquista; se com­prueba además por medio de la investigación ar­queológica. No hay lugar a dudas de que todos losindios taínos de Puerto Rico, La Española y el estede Cuba trazaban sus orígenes a los mismos indiosaruacos de la AméI;ica del Sur. Algunos de los prin­cipales rasgos arqueológicos de los taínos de PuertoRico se repiten en La Española, particularmente enla parte oriental de esta isla. Entre esos rasgos sedestacan los bateyes o plazas donde se jugaba a lapelota, los dujos o asientos ceremoniales y, espe·cialmente. los cernís o ídolos de tres puntas, quelos arqueólogos cubanos y dominicanos llaman tri·gonolitos. Existen muchas otras características ar­queológicas que claramente identifican como unsolo grupo c"1ltural a los taínos de ambas islas ylos del este de Cuba, sin que ello signifique que noexistan algunas ligeras diferencias determinadas porla geografía.

No sería preciso, sin embargo, recurrir a la comoprobación arqueológica para establecer las relacio­nes culturales existentes entre los taínos de PuertoRico y los del Higüey, en el este de La Española.En las fuentes históricas referentes a la conquistay colonización se encuentran numerosas referenciasque claramente demuestran la existencia de unaestrecha comunicación cultural entre los taínos deambos lados del estrecho de la Mona. Así, al refe·ri:r:se el padre Las Casas a los primeros intentos deJUtul Ponce de León para colonizar la isla de PuertoRico, alude al continuo tráfico y comunicación entrelas dos islas, cuando afirma:

.....tuvo noticia de algunos indios de los que leservían, que en :Ia ·isla de San Juan o Boriquénhabía mucho oro, porque como .Jos vecinos indiosde aquella provincia de Higuey, fuesen los máspropincuos, y en la más propincua tierra viviesena la dicha isla de San Juan, y no hubiese sino12 o 15 leguas de distancia, cada día se ·iban en

31

Page 43: Revista del Instituto de Cultura

sus canoas o barquillos los de esta isla a aquella,y los de aquella a ésta venían, y se comunica­ban, y así pudieron saber los unos y los otros loque en la tierra de cada uno había'?

La prueba de que existía una estrecha y continuacomunicación entre los taínos de Puerto Rico y losdel este de La Española la corrobora Oviedo cuandodice:

"...y como éste (Ponce de León) había sido capi­tán en la conquista de Higuey, tuvo noticias desdeaquella provincia e alcanzó a saber de los indiosque en ·la isla de Boriquén o San Juan había mu­cho oro",·

Esta evidencia histórica se enriquece con los da·tos que nos suministra uno de los conquistadores,al hablarnos de un intento de sublevación de losindios del Higüey para liberarse del yugo de la do­minación europea. Nos referimos a las declaracionesque Marcos de Aguilar, quien había sido alcaldemayor de La Española, hizo en 1517 ante los frailesjerónimos, con motivo de la encuesta que realizaban

3. Fray Bartolomé de Las Casas, Historia de las Indias,Lib. 11, Cap. XLVI (Edición de 1927), Madrid. Vol. 11, pá·ginas 290-291.

4. Oviedo, op. cit. Libro 16, Cap. 2. (Madrid, 1851, V. 1,p. 467).

los mismos para determinar si se podía dar plenalibertad a los indios. En dicha encuesta, Aguilar serefiere a un incidente ocurrido hacia el año 1511,cuando el cacique Andrés, que para entonces regíala población indígena del Higüey, se preparaba paralanzar contra los españoles un ataque cuyo objetoera poner fin a la dominación española en SantoDomingo. Al comentar sobre dicho incidente, Agui­lar revela datos de gran interés para el estudio dela cultura taína en las Antillas Mayores. Un hechoimportante se manifiesta en la aseveración de Agui­lar de que el cacique Andrés del Higüey "se teníapor pariente" del cacique Agüeybana de PuertoRieo.s

5. Archivo General de Indias. Leg. Independiente Gene·ral, 1624. «Los pareceres se dan sobre la manera como debenestar los indios de estas Islas.• - Debemos la informaciónsobre este interesante documento al distinguido amigo ydestacado investigador de nuestra historia, Monseñor VicenteMurga. En relación con este documento, hicimos declara·ciones que se publicaron en Claridad, 12 de noviembre de1972. El mismo documento ha sido citado parcialmente enla obra de Manuel Jiménez Hernández, Bartolomé de LasCasas, Escuela de Estudios Hispanoamericanos, Sevilla, 1953,Vol. 1, pp. 308-317, Y recientemente se publicó en su integri.dad en la magnifica obra del erudito historiador dominicanoEmilio Rodriguez Demorizi. Los dominicos y las encomien­das de indios de la Española. Editora El Caribe, SantoDomingo, 1971. Próximamente publicaremos una edición ano­tada del documento original.

Cem{ o {dolo de tres puntas de Puerto Rico (Museo Nacional de Washington).

32

Page 44: Revista del Instituto de Cultura

Cemí o (dolo de tres puntas de la República Dominicana(Colección BoiTe-Moya).

Aparte de la significativa revelación de que exis­tían vínculos de consanguinidad entre caciques delas dos islas vecinas, se demuestra por el testimo­nio de Aguilar que la comunicación entt:e las islasera continua y que los acontecimientos que ocurríanen una de ellas repercutían en la otra. El mismoAgu,ilar nos informa que el ataque lanzado porAgüeybana, el caudillo de los caciques rebeldes dePuerto Rico, contra Cristóbal de Sotomayor, lugar.teniente de Ponce de León, en la t:egión suroestede esta isla, había tenido profunda repercusión en·tre los taínos del Higüey, en La Española. En estaofensiva las fuerzas indígenas de Boriquén no sólodieron ~uerte a Sotomayor y a varios otros coloni·zadores, sino que destruyeron también su poblado.El ataque había iniciado la guerra de la liberaciónpor parte de los taínos de Pue~o Rico.

Veamos cómo refiere Aguilar el impacto quetuvo en el Higüey la noticia de la victoria de lasfuerzas del Boriquén contra los conquistadores es·pañoles:

"...un cacique de la isla de San Juan ma~ó .a undon Cristóbal de Sotomayor e a otros cnsÍlanos

en un lugar que se dice Jauca en la isla de SanJuan. Luego que lo supo el cacique Andrés, queagora sirve a Sus Altezas, que se (enía por. pa·riente del otro cacique que había muerto al dIchodon Cristóbal, el dicho cacique Andrés junt~ ~nsu casa a todos los más caciques desta provmclade Higuey e mucha gente e hicieron grandes fies·tas e alegrías por la victoria que 105 .in~ios deSan Juan habían habido contra los cnstlanos ecomo cuando se juntan así muchos caciques siem·pre suelen platicar cosas contra los cristianos,acordaron entre sí diciendo que pues el caciqueAgueybana en la isla de San Juan m.ataba a loscristianos e 'los había de echar de la Isla, que así10 debían ellos hacer, pues ya los indios eranmanicatos, que quiere decir esforzados, e que loscristianos eran nada e que matándolos se estaríancomo de antes, sólos en la isla, y en aquella no­che acordaron de enviar mensajeros a ·105 caci­ques para que cierto día se juntasen e que cien·tos de ellos diesen en la 't7illa de Salvaleón, dondehabían de echar una ponzoña que tenían hechaen el fuego, para que el humo que de allí saliesematase a todos los cristianos que lo oliesen. e queotros caciques quedaríad en la ciudad de SantoDomingo que así lo concertarían por toda laisla......•

Este proyecto de rebelión que narra Aguilar nun·ca llegó a materializarse, ya que los españoles des­cubrieron la trama y apresaron a algunos de loscaudillos, entre los que figuraban ciertos bohiteso curanderos, y los juzgaron en Santo Domingo.

Este interesante episodio de la conquista de lasAntillas por los españoles demuestra claramente lahermandad que existió entre los habitantes aborí­genes de nuestt:as islas antes de la llegada de los con·quistadores, hermandad que siempre siguió unien·do a los pueblos de estas islas en sus luchas por lalibertad nacional, como quedó demostrado en lasactuaciones de Marti (cubano), Máximo G6mez yLuperón (dominicanos), Hostos y Rius Rivera (puer­torriqueños) en pro de la independencia de dichospaíses hermanos.

6. El uso en la guerra de estos gases nocivos cons~ituye

una interesante característica de los taínos que se repite enotros grupos indígenas de la América del Sur. El tem!' delos gases ]0 trataremos en otro articulo que se pubbcaráoportunamente.

33

Page 45: Revista del Instituto de Cultura

Valoración geográfica sobre laarquitectura religiosa en Puerto Rico

Por ARTURO DÁVILA

EN LOS tlLTIMOS VEINTE AÑOS, A PARTIR DE ALGUNOS

estudios valorativos de las estructuras arquitec­tónicas pertenecientes al período de la CapitaníaGeneral, ha recaído la atención de los estudiosossobre los edificios de carácter sacro y religiosoexistentes en Puerto Rico. Las normas de conserva­ción y restauración vigentes, la catalogación de mo­numentos históricos y la labor vigilante del Insti­tuto de Cultura Puertorriqueña, junto con los es­fuerzos de otras entidades y grupos particulares, hacontribuido eficazmente a crear una conciencia deresponsabilidad colectiva ante los vestigios de nues­tro pasado. Al redactar estas notas, nos dirigimos,por lo tanto, a un público que no es ajeno a sucontenido. Podrían llamarse más bien reflexionessobre la arquitectura religiosa en Puerto Rico.

La ausencia de un estudio de carácter científicoriguroso y ambicioso en materia de historia delarte en Puerto Rico se hace sentir fuertemente. Deahí que dependamos de ordinario de valiosos tra­bajos nada numerosos y de tipo monográfico sobrela arquitectura y las artes plásticas para asomamosal proceso del arte en nuestra historia. La valora­ción, generalmente descriptiva, obedece en parte ala misma ausencia de estudios integradores en elárea geográfica del Caribe. La suerte varia que en elcurso de la historia cupo a estas letanías de islones-usando una frase sabrosa de nuestro cronista delseiscientos, don Diego de Torres Vargas Zapata­ha determinado la dispersión del estudio de su his­toria en áreas locales, aplicándose también por con­secuencia al área del arte. Una rápida ojeada a cual­quier manual de arte hispanoamericano nos permitecomprender de inmediato el parentesco de las for­mas. En este sentido la brevedad territorial dePuerto Rico ofrece la ventaja de presentar, con elencanto de la miniatura, casi todas las variantes

34

arquitectónicas que cobijaron las diferentes urgen­cias religiosas del sentir hispánico.

En efecto, empezando por la ciudad de PuertoRico encontramos las estructuras propias qe lasiglesias hispánicas, aparecidas con mayor o menordiferencia de años en el curso de su historia. Elsiglo XVI ve crecer los muros de la iglesia mayor ocatedral, cuya fábrica, en frase de los capitulares,había de ser tal como la ~e Sevilla, andaluzada trans­oceánica que cortó la crisis de la mineraci6n deloro años antes de mediar el mismo siglo. Poco des­pués aparece en la cresta del islote el convento dedominicos con su interesantísima iglesia, y antes demorir la centuria acordonan la ciudad como signoscardinales donde el poblado se precipita en el aguao se vuelve al monte, las graciosas edículas de lasermitas: San Sebastián, Santa Catalina y Santa Bár­bara, testimonio clarísimo de la piedad bajo medie­val -son tres de los célebres XIV santos auxilia­res- y la ermita de Santa Ana, cuyo origen deberemontarse al mismo siglo XVI tanto por su empla­zamiento frente al surgidero como por su titular,recuerdo de la santa patrona de los mareantes dela Hansa. Coronada la ciudad por esta aureola decelestes protectores, no puede olvidarse el Hospitalde la Concepción y su ermita, que madrugaron enlos comienzos de la fundación de la Ciudad y decuya traza primitiva, perdida definitivamente en lasreformas de este siglo, queda el recuerdo precisode un intento de planta cruciforme, trasplante ar­quitectónico de soluciones romanas -Santo Spiritoin Sassia- y castellanas: Santa Cruz de Toledo, quetuvo larga aceptación en el Nuevo Mundo.

El siglo XVIII, el gran siglo conventual de Hispa­noamérica, hace aparecer en la ciudad los conven­tos de San Francisco.... de frailes de la observanciay el de monjas carmelitas, legándonos finalmente

Page 46: Revista del Instituto de Cultura

Sala Capitulardel conventode Santo Domingo.

el siglo XVIII una ermita de grandísimo sabor: ladel Santo Cristo de la Salud y una capilla de naveúnica, la capilla de los Terceros franciscanos o deSan Luis, hoy parroquia de San Francisco, dotadade una curiosísima sacristía de trazas mixtilíneas,tan interesante como desconocida. El siglo XIX cie·rra la geografía religiosa de San Juan con el Semi·nario tridentino, aparecido en casi toda Hispano­.américa a finales del siglo XVIII, como en nuestrocaso es el XIX y el asilo de Párvulos, copia de lasoeuvres francesas.

Basta esta enunciación cronológica para sentarel carácter hispanoamericano del proceso de desa­rrollo eclesial de Puerto Rico y de sus correspon­dientes estructuras arquitectónicas. Convertida enrutinaria la visión ahistórica de nuestros procesosvitales de pueblo, suele perderse la perspectiva ló­gica que como hilo conductor nos lleva a través deltiempo pasado hasta el presente. La historia denuestros edificios religiosos no es otra cosa que uncapítulo más, aún no escrito, del arte hispanoame­ricano, con unos matices diferenciales ciertamentemenores pero no por eso menos ricos.

En el corto espacio de estas líneas debe apare­cer con claridad, una vez definida sumariamente lagradación cronológica e intencional de la arquitec­tura religiosa de San Juan de Puerto Rico, la perio­dización y definición por áreas geográficas de los

monumentos del mismo carácter esparcidos por lageografía de la Isla.

Los procesos históricos en Puerto Rico se partennaturalmente en dos rostros: el nordeste cuya vidagira en tomo al Puerto Rico murado y el sur oesteque se bascula claramente hacia un ce1Jtro de vidadeterminado por la misma geografía: la villa de SanGermán, cuyos prestigios se desplazaron lentamenteen la segunda mitad del siglo XIX hacia Ponce. SanGermán, la villa peregrina que al fin encuentra undescanso encabalgada en las colinas de su actualemplazamiento a fines del siglo XVI, preside el creocimiento de un área de fuerte personalidad, deter­minada no sólo por el inquieto espinazo de la Corodillera sino también por unas formas de piedadnacidas del barroco hispanoamericano.

Un examen superficial de la ciudad y de susedificios religiosos nos revela de inmediato el calconatural de las estructuras de San Juan. Una iglesiamayor -la vicaría- que merece un estudio atentoe incluso unas prospecciones arqueológicas que se­guramente obtendrán resultados reveladores, unamodesta pero notable iglesia conventual: Porta Coe·li, una ermita tan vieja como la villa aunque rehe·cha en neoclásico en el siglo XIX: San Sebastián yun hospital de la Concepción, hoy totalmente rees·tructurado.

Subrayando el carácter único de la parroquial

35

Page 47: Revista del Instituto de Cultura

de San Germán, con sus tres cúpulas ciegas en elingreso y sus dos capillas cerradas en los flancosde la puerta principal, con su curiosa torre roma­nizante, rara copia del Duomo de Barletta, el anti­guo partido de San Germán se distingue por el mar·cado carácter mariano de sus monumentos. Pode­mos decir que pone el acento diferencial de laarquitectura religiosa en aquella área. En primerlugar, a pocos kilómetros de San Germán, se en­cuentra el único fenómeno de geografía religiosaintegral que conoce el país: el pueblo de Hormigue­ros, que sube en una deliciosa espiral de urbanismonatural hacia el santuario cuya conservación debecelarse atentamente. Precisamente es Hormiguerosel único caso de mariofanía que registra la historiadel sentimiento religioso en Puerto Rico con unacronología y unos testimonios bastantes explícitos,en la primera mitad del siglo XVII, el gran desco­nocido de nuestra historiografía y sin embargo, elmatraz de las razas y de la personalidad del país.El Santuario, cuyas paredes mae!;tras deben reman·tarse al siglo XVIII, ha sido el determinante de laaparición del poblado. Un estudio atento de la do­cumentación probablemente comprobará lo que pa­rece adelantar la lógica y es que este pueblo seformó no sólo por el avecindamiento de los estan­cieros del valle inmediato sino por la sedentariza-

ción de parte del flujo anual de peregrinos, proba­blemente por aquéllos favorecidos para los que lalengua francesa ha creado un vocablo insustituible:miraculés.

Interesantísima por demás la gran explanada yla casa de peregrinos que merece un estudio urgen­te y una restauración inteligente antes de que sudistribución interior se altere para otros usos. Elemplazamiento del santuario, en la cima de un mon­tículo que domina uno de los dos valles puertorri·queños que lograron emocionar el áspero corazónde Fray Iñigo Abbad, es una lección viva de urba­nismo natural repetida más de una vez en nuestrospueblos, y que tiene mucho que decir -si la escu­chan- a nuestros planificadores, empeñados enhonrar su nombre creando planos abrasadores paralas áreas suburbanas, deprimiendo el carácter monotuoso de nuestro suelo.

El valle de Coamo, en la misma demarcación,ofrece en la villa una rara distribución de tensionesdel sentimiento religioso con la graciosísima parro­quial de movido imafronte dieciochesco y la ubica­ción radial, en los extremos de un triángulo, de lasermitl\s de Nuestra Señora de Altagracia y de Val­vanera. Perdida la primera, se conserva al parece~

su planta cuya traza debe recogerse y de la segunda,empozada en las alas del actual colegio, apenas se

Dos aspectos de la capilla de la Ermita de Porta Coel,~ en San Germdn.

36

Page 48: Revista del Instituto de Cultura

conserva otra cosa que el arreglo decimonónico,casi desnudo de decoración.

El mismo cronista, Fr. lñigo Abbad, consigna suasombro ante esta disposición que articula la~ tresestructuras en unas líneas de clara función parali­túrgica: los desfiles procesionales, tan caros al ba­rroco. La relación -conservada en el libro de la Co­fradía de la Valvanera- de la px:ocesión inauguralde la ermita en diciembre de 1683, es muy rica ensu carácter descriptivo. Se trata de una procesiónpenitencial que parte de la parroquia, con las imá·genes del patrón San BIas y San Francisco queacompañan al cuadro milagroso. La teoría procesio­nal sale de la Casa de Dios barroca camino de laedícula de María en cumplimiento de un voto hechocon motivo de una epidemia. La modesta caja deladrillos servirá de sagrario a la imagen milagrosa.Fue al igual que Hormigueros, centro de peregrina­ciones procedentes del área vecina de Barros, hastaprincipios de este siglo.

La red parroquial de Puerto Rico se vuelve másdensa en el curso de los siglos XVIII y XIX segúnavanza en el primero el proceso de reducción apoblado y en el último el índice de densidad po­blacional. Desgraciadamente, los ciclones y sobretodo los movimientos sísmicos del siglo XIX, culmi­nados en el presente con los temblores del año 1918,echaron por tierra las iglesias parroquiales de ma­yor sabor: las del antiguo partido de San Germán,y nos privaron del aire sabroso dieciochesco quecon elementos modestos: ladrillos y cal, daban unaspecto riente y movido a los grandes astiales deaquellos templos. Sólo Coamo conserva en esta mo­mento un imafronte de corte mixtilíneo y algunospináculos, que se perdieron en San. Gennán, así co­mo su simpática espadaña, que alojaba .Jos pequeñosbronces de los repiques, maravillosa sonería pulsa­da diestramente por nuestros sacristanes y mona·guillas, desaparecida para no volver.

Los mismos temblores hicieron desaparecer tam­bién varias ermitas en relación radial con las igle­sias parroquiales, centros de piedad local levantadoscon carácter votivo, que constelaron tradiciones ycomposiciones melódicas ingenuas aún no recogidas.Es preciso inventariar estas ermitas y reducir a tex·tos escritos sus leyendas, testimonio precioso de laformación y osatura de nuestra geografía religiosa.

En el área de la costa norte, el edificio más in­teresante extramuros de la ciudad de San Juan esla parroquial de Manatí. No nos referimos a la am­pliación del siglo XIX que parte del arco triunfaldel presbiterio sino a éste mismo, al ábside, las dossacristías y la estupenda torre con escalera helicoi·dal en piedra del país. Aunque las noticias ciertassobre este edificio pertenecen al siglo XVIII, se sabede la existencia en el siglo XVII de una ermita y ladecoración empleada, las mismas cruces que deco­ran las puertas exteriores de acceso a la sacristía,

parecen más bien traza del siglo XVII. Las sacristíasestán cubiertas por dos cúpulas ciegas y rebajadassobre pechinas, rodeadas en su base por una coronaformada por dentellones de ladrillo. Algunos detallesdecorativos ingenuos como cabezas de querubinesdescubren la mano del cantero local. El presbiterio,deformado hoy por un altar de gusto lamentable,guarda la disposición primitiva del ábside que debióde apreciarse al extremo antes de la construcción dela actual casa parroquial. Es poligonal, único en elpaís a excepción del de la Catedral en San Juan.Pero estructuralmente, la parte más interesante deeste conjunto monumental donde -único caso fuerade la capital- se prodiga la piedra de los montesvecinos, es la torre. Su disposición es simplicísima,girando la gradería sobre un pilar o machón recu­bierto hoy de cemento y tiene el mismo pasamanosde trazo funicular que tanto pondera el Marquésde Lozoya en la torre de la Catedral.

El siglo XIX, absorbidos los gastos de culto yclero por el erario público bajo Isabel 11, nos dejaal finalizar el siglo un discreto balance: una cate·dral iniciada en gótico en el siglo XVI y rematadadecorosamente en neoclásico (en el siglo XIX) poringeniosos militares españoles, dos preciosas iglesiasparroquiales de impecable estructura neoclásica:San Fernando de la Carolina y el Santísimo Rosariode Vega Baja con torre en el eje de la fachada yuna serie menor de iglesias en pueblos de nuevafundación o bien ampliadas y restauradas, localiza·das la mayor parte de ellas en las costas del norte,el noreste y el sur de Puerto Rico, con las cons­tantes de la torre en la línea axial mayor del tem­plo, la caja rectangular inalterada en todo el sigloy sin otras estructuras salientes que las sacristías.Aparecen a veces y esto es interesante comprobarlo,algunos arcos apuntados que recuerdan el gustoneogótico de tiempos de la Reina de los tristes des­tinos.

y luego, la fecha liminar de 1898. La confusiónhibridizante que caracteriza los Pontificados de LeónXIII y Pío X en materia de arte sacro nos da lasflamantes mezclas neorrománicas de San Agustínen Puerta de Tierra y años adelante un diluvio deformas neogóticas: la Inmaculada en el Colegio desu nombre en Santurce, la Capilla del Colegio de lasDamas del Sagrado Corazón en la parada 26, culmi·nadas en la década del 40 con la parroquial de SanJorge y el engendro de corte basilical cementicio enel Sagrado Corazón y en San Vicente, en la mismaárea de Santurce. Donde un ciclón o la endeblez deuna fábrica amenaza de ruina una iglesia en la Isla,o donde fue preciso crear una nueva parroquia, es­tructuras que sólo merecen el nombre de infra ar­quitectura vieron la luz con el solo propósito deservir a una función de cobija de la asamblea cris­tiana: Será preciso que llegue la década de los cin­cuenta para que una actitud comprensiva suscite

37

Page 49: Revista del Instituto de Cultura

una planificación más inteligente que se traduciráen las iglesias de Klumb en Cataño, el Seminariode los Padres dominicos de Hato Tejas, en SantaMaría Reina de Ponce, a pesar de su reiteración defórmulas que empezaban a gastarse por el uso altiempo de su construcción y la pequeña casa con­ventual de Yabucoa, obra del arquitecto Amaral,donde se asoma de· nuevo la pobreza evangélica porlas persianas criollas a una casa de religiosos enPuerto Rico, desde que doña Ana de Lansós insta·lara su primitiva comunidad en una o unas casasde simples balcones colgadizos allá por 1649.

Poco podemos añadir en juicios valorativos alos hechos de los últimos años. Se advierte la creociente preocupación por hacer una arquitecturaválida para el hombre y la circunstancia puertorri.queña. Pero creemos que se impone una coordina­ción mayor de esfuerzos, una inteligencia penetra·tiva de las exigencias que el concepto cambiante de

comunidad eclesial impone a las estructuras arqui.tectónicas de arte sacro y un estudio no menos di·ligente de aquello que, siendo tradicional, perma·nece como aceptable y merece incorporarse juntoa las nuevas tendencias. La geografía religiosa dePuerto Rico, como el hombre puertorriqueño quela habita y su talante religioso, exigen una conside­ración atenta para captar los matices propios desus urgencias religiosas y traducirlos a forma, nosea que se cumpla en nosotros la amarga sentenciaevangélica que cita Pablo VI en su encíclica sobreel Progreso de los Pueblos, aplicando lo que dice elSeñor de los individuos a las naciones pobres, queseducidas por el brillo de la técnica, arrojan comoun fardo insoportable su personalidad, cambiándolapor el bíblico plato de lentejas: ¿De qué le vale alhombre ganar todo el mundo si pierde su alma? I

1. S. Mateo, 16, 26.

38

Page 50: Revista del Instituto de Cultura

Exposición de Augusto MarÍn

EN SU TERCERA EXPOSICIÓN PERSONAL REALIZADA

bajo los auspicios del Instituto de Cultura Puer­torriqueña -donde también exhibió sus obras en1961 y en 1965- el pintor Augusto Marín presentóun conjunto de óleos. acuarelas y dibujos recientes,ilustrativos de una trayectoria artística caracteriza­da por la búsqueda constante de nuevos temas, for­mas y medios de expresión.

.. El mundo de Augusto Marín -afirma HéctorCampos Parsi- es uno de quietas revoluciones enlas que se trenzan y destrenzan corrientes, encuen·tras, búsquedas o infinitas soluciones a un mismoproblema: ser uno mismo. De año en año. o mejoraún. de obra en obra, hay toda una red de trillosy caminos que se entrecruzan sin nunca repetirse,añadiendo, poco a poco, más componentes al gigan­tesco mosaico de su obra de autoidentificaciÓn."

Marín, natural de San Juan, empezó sus estudiosen la misma ciudad bajo la dirección del artista es­pañol Alejandro Sánchez Felipe, y los continuó enel Art Students League, de Nueva York y el LosAngeles County Art Institute, de Los Angeles. Variasobras suyas han obtenido premios del Ateneo Puer·torriqueño. Obras de Marín se encuentran en lascolecciones del Instituto de Cultura, la Universidadde Puerto Rico, el Museo Metropolitano de NuevaYork y el Museo de Arte Moderno de la misma ciu­dad.

En estas páginas ofrecemos algunas gráficas dela muestra, inaugurada en el Convento de SantoDomingo el 27 de abril.

39

Page 51: Revista del Instituto de Cultura

Una de las

obras presentadas

Aspecto de la e;epos;c;6n.

40

....-.:.-I~ ~

• I:f

-

Page 52: Revista del Instituto de Cultura

Guillaume Coppier y su «Historia y viajea las Indias Occidentales»

Por MANUEL CÁRDENAS RUIZ

GUILLAUME COPPIER ES, TAL COMO SE DIJO EN EL AR-tículo anterior sobre el Padre Jacques Bouton,

el único cronista francés del Caribe en el siglo XVII

que no pertenece a una orden religiosa. Nacido enLyon en 1606, fUe hijo de un pequeño notario de es­casos medios y cargado de familia, y parece ser quetuvo una educación un tanto esmerada a juzgar porlas citas en latín y griego que introduce en su obra"Histoire et Voyage des lndes Occidentales". Antelas perspectivas económicas limitadas, y ser uno dclos hijos menores, y por ello no poder disponer deaquclla notaría, toma la resolución de venir a Améri­ca en los momentos iniciales de la colonización fran·cesa del Caribe. Es entre los cronistas franceses deesta región el primero que vino al Nuevo Mundo,aunque su obra fue publicada con posterioridad ala del Padre Bouton. En 1626, a la edad de 20 años,nuestro hombre se embarca en el puerto de El Ha·vre en el filibote "Trois Roix", rumbo a las Antillas,siguiendo la ruta de Cabo Verde. Queda patente conla lectura de su obra, que Coppier no ha sido educa­do para estas aventuras, y aunque no nos indica enespecífico las razones de su decisión, podemos con­jeturar que una gran parte de las mismas fueron lasdificultades económicas a que hemos hecho refe­rencia, así como también algún arrebato más o me­nos espontáneo, ya que los horrores que le producenla mar embravecida, y las quejas que de ello y deotras cosas tiene, muestran a alguien que no sopesóadccuadamente la aventura en que se metió. En esemismo año de 1626 es que funda Esnambuc de Diep­pe la Compañía de la Isla de San Cristóbal que serála propulsora inicial de la colonización francesa delCaribe. Vemos por tanto que Coppier viene a Améri­ca en momentos privilegiados, y si hubiese sido unbuen observador y un cronista riguroso, cosas queno fue, posiblemente nos hubiese brindado una ex­celente visión del Nuevo Mundo. Su interés era mu­cho más inmediato: la riqueza, y este afán, que se

muestra a lo largo de su obra, también creemos queconstituye una fuente valiosa para conocer el tipode hombre que hizo la colonización' de las Antillasfrancesas. No obstante lo anteriormente indicado,de cuando en cuando suele hacerse preguntas detono mora! y religioso, pero normalmente van diri­gidas a mostrar la superioridad ético-religiosa dequien las hace y por consecuencia la inferioridad delos indios.

Coppier se ha enrolado como un simple "contra­tado" (Indentured servant). Estos "contratados"fueron una de las dos fuentes de mano de obra ini­cial en el poblamiento y colonización del Caribe fran·cés. La otra, sin lugar a dudas, fue la mano de obranegra esclava. Veamos en qué consistía esta relaciónde "contratado", La política francesa en los prime­ros años del siglo XVII sabe que la suerte y el éxitode la empresa colonizadora a llevarse en las Islasdel Caribe que le ha arrebatado principalmente Es­paña y algo menos a Inglaterra, descansa en el po­blamiento de las mismas y en su puesta en produc·ción. Los primeros colonos que Francia tiene en lasAntillas son los conquistadores de las mismas, quie­nes a la hora de ponerlas en explotación verán clara­mente el fracaso de la mano de obra indígena que semuestra totalmente reacia a ser empleada de una

,manera intensiva, y más o menos racional, 'en unproceso de cultivo extensivo. Por esta razón estos pri­meros colonos se verán obligados a utilizar mano deobra negra esclava y francesa. Estos franceses erancontratados en su país por los colonos de las islas,y antes de embarcarse se ajustaba el pago y duracióndel contrato. La duración de dichos contratos sehizo fija en tres años, es decir treinta y seis meses,de aquí que a los "contratados" también se les co­nociese por los "treinta y seis". En un principio elpago consistía del viaje y la promesa de tierras paracolonizar, pero las Islas de las Antillas Menores, sien­do pequeñas, pronto agotaron las tierras y aquella

41

Page 53: Revista del Instituto de Cultura

promesa fUe cambiada por una cantidad específica:trescientas libras de tabaco pagaderas al final delos tres años. En aquella promesa se origina la ideade la promisoria o "faire 'América'''. Pero no nosengañemos, la 'condición de los "contratados" fue te­rrible y.similar a la de los esclavos negros. Aquellastierras prometidas, sólo algunos, y muy difícilmente,las llegaron a poseer, y cuando se establece la pagafija, por acabarse aquéllas, la situación de los contra­tados empeoró. Trescientas libras de tabaco en Fran-

. cia suponían una cantidad de dinero aceptable. asícomo en las Islas, pero en éstas el nivel general deprecios era elevadísimo con respecto a la metrópoli.Como nos dice Coppier, "es de notarse que una cosaque en Francia vale un sol, en América vale comopoco cien"l, si a los precios elevadísimos de los bie­nes más indispensables -que eran deducidlls de lapaga del "contratado"- añadimos las deduccionesarbitrarias de colonos poco escrupulosos -que fue­ron los más- observaremos que muchas veces este"contratado" tenía que renovar su acuerdo jurídicocon el colono por deudas, renovación, que en mulii­tud de casos tuvo carácter vitalicio. Cuando la co­rriente de negros esclavos llega a la isla la condiciónde aquéllos empeorará, ya que los amos tendrán máscuidado con sus esclavos -su propiedad- que conestos alquilados, y la muerte de uno de éstos serámenos lamentada que la de aquéllos, ya que con lamuerte de un esclavo el perjuicio era mayor.

No obstante, Coppier parece haber tenido suerteal r~specto y no cayó, que sepamos, en las malasprácticas de su patrón, o patrones. Cumplió su con­trato en la Isla de San Cristóbal, cultivando tabacoy volteando tortugas, y tomó parte en la defensa dela isla contra D. Fadrique de Toledo en 1629. Refu·giado en la Isla de San Martín vuelve a San Cristó­bal donde estuvo como rehén de los ingleses porunos 15 meses (esta isla estuvo en posesión de fran­ceses e ingleses hasta 1713, fechas en que por la pazde Utrecht pasó a Inglaterra). Hastiado de la vidacolonial, Coppier no soñaba más que en recolectar lamayor cantidad posible de tabaco y volver rico aFrancia. Con otros 28 franceses fletó un navío inglés,de nombre" Marie-Irlandoise" para volver a Europa.Su viaje de retorno estuvo lleno de peripecias. Fue·ron perseguidos por los corsarios cerca de las Azo·res, lanzados por una tempestad hacia las costas deTerranova y el Canadá y no llegaron a puerto másque después de largos meses y esto fue en las costasde Ir]anda. Aquí se le impidió deshacerse de su car­gamento de tabaco y tuvo que tomar la resoluciónde dirigirse al Norte. Parece que un grave sucesole aconteció, del que no nos informa, y vino a perderel fruto de tanta labor cuando llega a las costas deNormandía. Nuestro aventurero vuelve a Lyon po-

1. Coppier: cHistoire el Voyage des Indcs Occidentales».- Capítulo V, pág. 33.

42

bre, y no encontrando la vida muy fácil y tal vez pi­cado ya por las aventuras, vuelve a las Antillas en1646. En esta segunda venida a América parece" queCoppier tuvo una suerte tal que le permitió volver asu ciudad natal y acabar sus días en ella, en 1674, ala edad de 68 años.

Su obra "Histoire et voyage des Indes Occiden­tales et de plusieurs autres regions maritimes eteslignees" sale a la luz pública en Lyon, editado porJean Huguetan en 1645, es decir un año antes de susegundo viaje a América. En la selección de la mis­ma que hemos traducido, seguimos nuestro interésprimordial en toda esta serie de artículos: los indiosCaribes, de los cuales Coppier nos da datos intere­santes sobre su vida, aunque a veces falle en laexactitud, como cronistas posteriores nos lo hacenver o en la precisión del lenguaje que, francamente,tiene momentos de difícil comprensión. Junto a esteaspecto de la vida de los Indios Caribes hemos in­cluido su descripción de las "Islas de las Indias, paí­ses de Salvajes" por ser de algún interés geográficoy an tropológico.

Guillaume Coppier es un cronista menor, peronos da no sólo una visión de las Antillas y de sus ha­bitantes (claro está, bastante parcializada), sino quetambién nos da una buena idea de quienes eran esosque vinieron "con¡ una camisa y un calzón" a "hacerla América", y esto es tan importante como la des­cripción más o menos fiel, del mundo a que llega­ron.

Los capítulos específicos que hemos traducido df']a obra de Coppier son los siguientes:

Capítulo V, de la página 25 a la página 42.De las Islas de las Indias, países de Salvajes.

Capítulo VII, de la página 56 a la página 59.De los Salvajes de las Indias Occidentales.

Capítulo IX, de la página S9 a la página 61.De su manera de navegar y de guerrear.

Capítulo X, de la página 61 a la página 68.De su Caramemo.

Capítulo XI, de la página 68 a la página 71.De sus Ajupas, bohíos y Carbeils.

Capítulo XII, de la pági!1a 71 a la página 74.De su pan.

Capítulo XIII, de la página 74 a la página 76.De su vino.

Veamos:

Las Islas de las Indias, países de Salvajes

CAPITULO V

Habiendo navegado algunas semanas por el mardel Norte, comenzamos a divisar la isla de Barbados,

Page 54: Revista del Instituto de Cultura

que es la primera de las Islas de la América. Deja·mas allí de lado otra, las dos habitadas por los in·gleses, los cuales no tienen allí otro comercio que eldel Algodón y el del Tabaco; éste en todas estas islasque os describiré se acepta como dinero contante.

Dejamos a babor la Granada, que es una isla muyfértil, sus habitantes, los granadinos, son los másgrandes guerreros que hayamos visto en cualquierade estas islas, habiéndolo experimentado con dema­siada frecuencia, al tener que ir en ella a beber amanantiales desconocidos, o a buscar a sus aguaslangostas, vacas de mar, erizos o chancros de mar,de los que hay muchos en la isla de San Cristóbal, dela que trataré aquí después en particular. Pues entreotras, una vez que estábamos refrescándonos en es­tos manantiales, fuimos sorprendidos y asediados porestos bárbaros que, salvo por la figura humana, erandiablos encarnados, y confieso francamente, que enesos momentos dudaba que las inquietudes de unfrenético fuesen mayores que las nuestras. Para pe­demos salvar nos batimos en retirada, cuatro a cua­tro, espalda con espalda. Dudo también que un navíoen mitad de una mar irritada estuviere más azotadoy sacudido por los vientos, qüe lo que estábamos ne­sotros en estos sucesos, agitados por un ir y venirde contratiempos y de sobresaltos de espíritu; y ha­ciendo cuenta de nuestras fuerzas, en todo punto de­siguales a las suyas, no era sino el buen orden lo quepodíamos aportar en nuestra defensa; así que hici­mos los cuartos de conversión2 para atacarlos y des­hacerlos y esto batiéndonos en retirada y defendién­donos valerosamente; sin embargo, las armas máslegitimas no tienen siempre los mejores resultados.Al fin regresamos a nuestros barcos, donde recupe­rado el aliento, levamos anclas y nos hicimos a lamar.

Fuimos en busca de la Santa Alosia, o Lucía, quees una muy buena isla, habitada por Salvajes, y don­de hay muchos riachuelos, así como muy buenas fru­tas, como habréis de ver en el capítulo XV. Harémuy sucintamente las descripciones de lo que deseohacerles ver, ya que la prolijidad me llevaría a en·grosar volúmenes enteros, lo que os podría cansar.Así que la desnudez de mi discurso será parecida ala franqueza y la pureza de mis intenciones, las cua­les no tienen otro fin que el poner claramente antevuestros rostros lo que podría parecer nubloso desdela perspectiva de tantos lugares horrorosos y solita­rios que os mostraré aquí después, mediante el pin­cel de mi pluma, pretendiendo hacerlos ver a vues­tro~ ojos y tocar a vuestras manos. Si éste no es unestilo elegante al menos será sencillo, sincero y ver·dadero.

Descendimos en la Marth\ica que es una isla y

2. Movimiento de ejercicio militar en forma dc cuartodc círculo que se manda hacer a los soldados para cambiarel frente de un batallón.

tierra alta habitada por gentes de nuestra nación ysalvajes.

Costeamos la Dominica que es una muy bella ylarga isla. Es una tierra alta, cubierta de grandesbosques y árboles, de la mayor parte de los cualesfluyen gomas aromáticas; sus plantas son diferen­tes a las nuestras, tanto en su nombre como en susespecies; hay jabatos en cantidad y grandes lagar.tos de los que os hablaré después. Hay salvajes.

A la entrada de esta Isla hay una sulfatara ar­diente, que lanza humos y llamas, las cuales, por lacontrariedad de los vientos, van haciendo piruetassobre el mar, en medio de olas tortuosamente re­flUentes.

Costeamos la isla de los Locos. Estos son Ull0S

pájaros asi llamados, que se pueden matar a baste­nazos, de tantos como está cubierta. Esta isla, casidesierta y deshabitada, está situada al sur de la quea continuación indicamos.

María Galante es una isla llana y arenosa total·mente desierta y deshabitada..

La Deseada se encuentra a estribor.La Redonda está situada a babor de la anterior,

éstas son dos islas de poco valor e infructuosas; hayalgunos cangrejos y conchas los cuales veréis en elcapítulo de los peces con el que se cierra este pri­mer libro.

La Antigua es una isla donde no pudimos hacerlarga estancia debido a que es demasiado húmeda ylluviosa. Es una tierra alta, donde los salvajes deotras islas vecinas van a cazar lagartos así como tam­bién cangrejos que abundan por todas partes. Ne­sotros encontramos allí sus Carbeilsl y ajupas· queson sus viviendas, así como sus antiguos huertos demandioca que es una raíz de la que se hace el pande las Indias Occidentales, que se llama .. CasaveMuchachan. Os hablaré de él en un capítulo espe­cial.

La Margarita es una bella isla situada a babor de)as anteriores; está dominada por los españoles; losbarcos mercantes vienen a arribar a estas costaspara talar palo brasil. Hay riachuelos donde hay pe·ces, también hay caña de azúcar, de la que se sacael azúcar y las cuales no tienen pinchos y sí dulzor.

La Barbada es una buena Isla y tan acantilada queno hay más que un lugar propicio para desembar·car, y esto porque el inglés la ha frecuentado. Elloshacen allí el tabaco que envían a vender a los reinosde Inglaterra, Escocia e Irlanda. No hay salvajes ysí jabatos.

Montserrat es una tierra alta. Hay salvajes, ne­sotros encontramos sus casas vacías ya que nos ha­bian descubierto bien armados; ésta es una tierra

3. Carbeil, Casa Comunal. El término correcto según cra­nistas posteriores, es Carbet.

4. Ajupas, vivienda provisional que levantaban cuandoiban de correrías y que consistía de un techo sostenido porhorcaduras y abierto todo alrededor.

43

Page 55: Revista del Instituto de Cultura

rica en mandioca, y patatas, que merecen más elnombre de frutos que el de raíces. De ellas os habla·ré después. Hay lagartos y cangrejos.

Costeamos y Locamos rápidamente la Isla delas Nieves, porque creímos que estaba habitada to­davía por nuestra nación, habiéndolo estado en otrotiempo; hace ya varios años que los ingleses la tie·nen en su poder; ellos nos dispararon salva de mos­quete, mostrándonos los pabellones y l'anderas blan·cas para sorprendernos, haciéndose pasar por fran·ceses, y de esta manera fuimos invitados a arrojarel ancla y descender, para entonces hacernos prisio.neros; pero gracias a Dios, tuvimos por compañeraa la madre de la fortuna que es la desconfianza, yproseguimos nuestra ruta. No hay salvajes debido aque es un paraje acuático y lluvioso y ellos no habitansino las mejores islas y lugares; a pesar de eJJo, losseptentrionales, a saber: ingleses, galos, escoceses eirlandeses están muy bien habituados, y trabajanallá el tabaco, que se acepta en todas estas islas comodinero contante, no siendo aquél tan bueno allácomo en otras islas vecinas. Hay allí un muy belloy saludable baño para la curación de los baldados;en el extremo de la isla está la gran rada de LosFlamencos donde arrojan el ancla todos los barcosholandeses e ingleses que vienen a las costas de lasislas que yo he mencionado, o que van al Perú y alBrasil.

San Cristóbal es una isla situada a diecisiete graodos del ecuador, y tiene treinta y siete leguas de con.torno. Yo he vivido aJJí tres años y la he recorridovarias veces a causa de los salvajes; está a tres leguasnada más de la mencionada Isla de las Nieves. Suprincipal producto es el tabaco, el cual, siendo bus·cado tan ansiosamente por los mercaderes extran­jeros sirve de moneda, cambiándose y aceptándosecomo dinero contante. No hay allí invierno, c;ino unperpetuo verano en el cual el calor es atemperadopor la prolongación de las noches que son iguales alos días, es decir, doce horas a lo largo de todo elaño. Llueve bastante seguido pero no copiosamente.El paisaje es maravillosamente variado, debido a losmares, bosques, JJanuras, vaJJes y montañas, algunasde las cuales son de inmensa altura. La isla está lIe.na de árboles de elevados troncos, de los cuales ha.blaré después. Hay frutos que os enunciaré en uncapítulo particular. Hay allí naranjas y limones engran cantidad, e higos parecidos en bondad a losnuestros, pero más largos. Los melones vienen amadurar en seis semanas, pero son mucho más tror­dos, más hermosos y mejores que los nuestros. Hayallí los que se llaman melones de agua, porque estánllenos de un jugo, o agua, parecida al vino dulce yal vino gris; son extraordinariamente refrescantes yde eJJos se come hasta la corteza. Los guisantes deBrasil maduran también en seis semanas.

La tierra es allí tan fértil en toda otra cosa que sedesconoce lo que es estercolar y mientras que los

44

campesinos aquí (en Francia) tienen la preocupa·ción de hacer la tierra más fértil y de estimular laproducción de sus granos hasta donde sea posiblepor medio del estiércol, nosotros, los nuevos habi­tantes de estas tierras es necesario que apliquemosnuestra principal industria en hacerlas menos férti­les y en retardar la maduración de los granos, ya queel Sol los hace brotar de la tierra; él es la causa deque la espiga de trigo crezca antes de que grane;y las uvas se dan tanta prisa en madurar, que unaparte del racimo no espera a la otra, estando éstaagraz cuando la primera ya ha madurado. Podéisjuzgar, en una palabra, esta gran fertilidad: si unarama de un árbol toca la tierra al momento allí en­raíza.

No se ha traído grano alguno de Francia que nohaya retoñado; las plantas del país se desarrollancon un grosor y un tamaño tan extraordinario, quehay allí árboles que quince o dieciséis hombres nodarían para abarcarlo, y de una altura tal, que sepierden a la vista, como el caracolillo, el moral, eljagüey, el latanero y otros en gran número, los cua·les ocuparán un capítulo particular.

Hay papagayos, flamencos, palomas torcaces, tór.tolas, tordos, temblones, gallinas, como las nuestras,y pavos, todos volátiles que veréis y admiraréis enun tratado particular.

La pescá es muy buena en sus mares, pero esmejor en las Islas de la Martinica y de la Guadalupe,a donde llegan una infinidad de tortugas, de platijasy de vacas de mar, cuya carne compite en bondad conlas de la vaca y el buey de Europa; aquí se encuen­tran peces de un tamaño tan enorme que puedendar alimento abundante a más de cien personas.

Los ingleses y nosotros estamos allí divinamentebien establecidos con fuertes y bastiones, habiendomandado el de San Urbano, situado en la basseterrede la Isla, los alrededores del cual están fosados enfondo de cuba, y está sobre un montículo que domi·na el mar. El capitán Waernard manda allí en elnombre del Rey y los Lores de Inglaterra. La Islaestá dividida, incluso las playas, a las que vienen lasmencionadas tortugas. Hay bellas salinas a las cua­les llegan los Flamencos y los Holandeses para abas.tecerse, fletar y cargar. Los ingleses y nosotros tene.mas tabaco que comerciamos con los flamencos acambio del brandestoque, que es su bizcocho, dequeso de Holanda, de potes de manteca salada, detoneles, unas veces llenos de tocino, o de carne saolada, o de harina de cereal, particularmente de avenaque es la más delicada; o por legumbres como lashabas, o guisantes o por barriles de harina cam·biándolo todo libra por libra o por pipas o barricasde aguardiente, o de clarete, o de rosado, y por otrasmercaderías y mercancías, tales como camisas, ja­bones, cofias, pañuelos y otras ropas ya que allá noes posible soportar los vestidos, los bonetes, los somobreros y zapatos; siendo de notarse que una cosa

Page 56: Revista del Instituto de Cultura

que en Francia vale un sol, en América vale comopoco, cien, y esto se debe al trueque de los mercade­res, no habiendo allí por otro lado más que algodón,tabaco, pi'l1ienta, canela, azúcar, yaiti, sandaraca,guayacán, cafeillo, etc. En fin éstas son unas tierrasdonde sin pall, sin vino y sin dinero, se vive, y don­de para hacerse de bienes no es necesario más quellevar allá algunos hombres que sean del populacho,y dirigirlos adecuadamente, a cuyo fin os he dadoaquí atrás los informes y avisos oportunos.

. Sin embargo, me encontraba como un Tántalo,con sed en medio de las aguas, bIOpem me copiafaciebat; ya que todo mi tabaco y todo lo que oshe dicho anteriormente no estuve jamás falto de ne­cesidades, o de sufrimientos, ya fuese el tener que ircorriendo a la playa para voltear la tortuga, y paraesto era necesario que anduviese con los pies des­nudos sobre las ardientes arenas; o ya fuese necesa­rio tener que ir a la caza del lagarto, ora por las ás­peras y solitarias montañas, habiendo pasado allívarios días sin encontrarme con un hombre, orapor caminos perdidos y desconocidos; ota por bos­ques laberínticos y extraviados; lo que me hizo re·flexionar y acabé por dirigirme a otra isla.

Costeamos la isla de Santa Cruz pero esto fue delejos, e induso, por la contrariedad de los vientos,hicimos una ruta triangular. Está situada a baborde la anterior..

Fuimos a buscar la Guadalupe. Esta es una islamuy buena y fértil en víveres, fecunda en jabalíes ylagartos. Hay salvajes, estando dominada por nues­tra nación, y en otro tiempo lo estuvo por los espa­ñoles, que cuando iban al Perú -a Cartagena- o aLa Habana a cargar cueros curtidos, paraban enella para repostar agua y madera, y allí montaban yponían los aparejos a sus barcos, o sus barcazas, lasque le eran necesarias para poder descargar y des­cender a tierra en las Islas, ya que sus galeones nopodían más que difícilmente arrimarse de cerca atierra, debido a que sus quillas entraban demostra­do en el fondo, no pudiendo hacer aquéllos esas ope­raciones sin gran peligro.

San Vicente es una de las mejores islas de las In·dias. Es muy fértil en víveres y fecunda en pájaros,especialmente en papagayos. Hay muchos riachuelosy ríos donde hay diversas clases de peces que noso­tros pescábamos con anzuelos. Esta es la mejor po­blada de salvajes, de los cuales teníamos cautivosen la San Cristóbal. Nuestro Gobernador, el mencio­nado Señor de Roysee, tenía una muy bella salvaje,bautizada con el nombre de Francisca, de la cual seservía.

Habéis oído decir siempre que el fuego de saucees tan débil, que si no se le sopla constantemente seapaga de inmediato, de igual manera puedo decirque en estas islas y particularmente en la San Cris­tóbal, el amor que los ingleses nos expresaban eraun fuego de sauce, que se apagaba inmediatamente

si cesábamos de e"citarlo y mantenerlo a nuestrasexpensas comerciando con ellos de cuando en cuan­do; y vemos hoy día que hay allí muchos hombresque simpatizan con ellos ya que no se meten en naday no se preocupan más que de sus propios intereses.

Fuimos a parar a la Isla de San Eustaquio, quees de poca extensión y estuvo habitada por el señorCufac, gascón de origen, quien no estuvo muchotiempo en ella a causa de los españoles. Hay en ellauna infinidad de ratas, a causa de haber embarran­cado y haberse destrozado algunos barcos a lo largode sus costas. Hay en ella algunas colinas.

Seguidamente costeamos la Isla de Saba, que estambién de poca extensión. Hay un corpulento ygran peñasco donde se encuentran grandes lagartos(iguanas) muy buenos de comer; allí llegan diversasplatijas de cuya concha o caparazón se hacen sorti­jas que se guarnecen con oro, haciéndose tambiéndiversos peines de calidad. Hay una secta de salva·jes, que se llaman los "Igniris" que tienen el cuerpoenteramente desnudo y tienen barba, lo que es con­trario a todos los indios antillanos que se la arran­can conforme les sale, son idólatras, y su refugio seencuentra en los pintorescos lugares de esta isla, vi­viendo como bestias salvajes.

Siguiendo nuestra ruta, desembarcamos en lasIsletas de San Bartolomé, éstas son pequeñas rocasa las cuales hay como ceñidas y adheridas burgots;éstos son pequeños peces dentTO de conc.has, delas cuales hablaré aquí después, pues merecen unaordenación particular.

Nos movimos también a la Isla de San Bartolo­Olé que está allí donde las mencionadas isletas; no­sotros y nuestros moros cautivos, los cuales sonen todo más "manigats", es decir, más arrojadosque los europeos, cazamos allí y tomamos lagartos.

La Isla de Anguila es una tierra llana y arenosa,hay algunos cangrejos de diversos colores y especia­les, los cuales consideraré más tarde.

Sigue a continuación la Isla de la Anguilita, tam­bién de tierra arenosa llana, y ondulada; hay allí losmencionados cangrejos y burgots; a estas dos islasarriban las vacas de ~ar cuya carne es muy dura ygruesa; allá se puede fácilmente abstenerse de pecarcontra las reglas de la sobriedad. No hay víveres, niárboles, sólo algunos matorrales.

Os diré cómo Don Federico de Toledo, hermanode Don Pedro de Toledo, General de la Armada Es·pañola y Almirante de la Flota de las Islas de Po­niente, vino a recalar en la dicha Guadalupe pararepostar, y cuando partió vínose de ella costeandoy arrimándose a la mencionada Isla de las Nieves,en cuya rada encontró catorce navíos ingleses quecapturó con astucia, no sin antes haberlos bombar­deado en círculo, después de lo cual, al día siguiente,dominando todo el mar con cien velas, que parecíaun gran bosque, de tanto mástil y antenas, vínose defrente por proa para atacarnos en la Isla de San

45

Page 57: Revista del Instituto de Cultura

Cristóbal, en la basseterre de la Isla, donde arrojósus anclas y nos cañoneó día y noche durante oncedías. Nosotros para defendernos cortamos y pusi­mos árboles en el suelo a todo 10 largo de la granplaya, lugar propicio para hacer el desembarco, lacual tiene aproximadamente una legua francesa yallí nos emboscamos para impedírselo, haciendofliego de mosquete incesantemente; desde nuestromencionado fuerte de San Urbano les disparamosunos cuantos cañonazos y culebrinas, sin embargo,esto fue en vano, ya que sus cañones eran de máslargo alcance y rugían y atronaban mucho más fuer­te que los nuestros.

Los ingleses se defendieron también bastante va­lerosamente, teniendo con ellos algunas ligeras es­caramuzas.

Como nuestras fuerzas eran tan desiguales a lasde ellos y nos veíamos derrotados por momentos aligual que los ingleses, incendiamos nuestro fuertey todos nuestros bohíos, casetas y chozas, y muy apesar nuestro, nos vimos en la necesidad de huir yganar el fuerte Richelieu, situado en la Cabesterrede la Isla, el cual estaba comandado por el Señor deNambuc, donde al favor de la noche, nos embarca·mas en dos pequeños navíos, que tenían echada elancla bajo el fuerte y nos hicimos a la mar; despuésde lo cual el Español no encontró más que un in­cendio total retirándose rápidamente y haciendosu desembarco en Perú. (Santo Domingo.)

Viajamos seguidamente a la isla del Sombrero.Al fin, para suerte de nuestras agitadas vidas, o

muerte viviente fuimos empujados a la San Martín,que es la Isla número veintiséis de este capítulo, yla única que todos los barcos están obligados pornecesidad a tocar, para salir y partir de aquéllas, lacual no siempre se la distingue y reconoce bien. Laisla de San Cristóbal y las siete últimamente mencio­nadas se entreven unas a otras. Anclamos y desem·barcamos en la playa del Católico así llamada porhaber naufragado allí un barco que tenía dicho nom­bre. Esta Isla está llena de plantas de alto tallo, di·ferentes a las nuestras en nombre yen especie, comoen otra parte aquí se dijo y veréis después en uncapítulo particular. Hay lagartos, y diversos génerosde pájaros que también veréis después en el capí·tulo de las aves. Hay un número infinito de peri·quitos.

Por las noches, al igual que en la mencionada deSan Cristóbal, y en algunas de las otras islas, no seoye más que un croar de AIlOlis, que son bestias cua·drúpedas, una especie de pequeños lagartos, comolos que nosotros vemos entre las ortigas y escombrosen verano, pero éstos son más grandes y tienen lacabeza roja; no son venenosos; y es de señalarse quecuando dormíamos entre los árboles o al aire libre,sobre la arena, nos picaban en la oreja y al desper­tarnos sobresaltados, nos dábamos cuenta que anuestro alrededor había alguna culebra, habiéndolas

46

allí por casi todos lados de un grosor y longi tud pro­digiosa. Aseguro que ellos son allí nuestros {lrotec­tares y cuando vamos a dormir, dormimos protegi­dos por ellos de esa manera. Es por lo que los lla­mo rectamente, amici Itominis, ya que cOllveniuntrebus nomines sape suis.

Allí llegan muchas tortugas a sus playa<;, a lascuales, por la noche, vamos a voltearlas. Ellas vienena poner sus huevos en la playa y su nidada o pos­tura es a veces de doscientos y pico de huevos, delo que os hablaré después. Esto era todo nuestro ali·mento con algunas ciruelas e higos salvajes.

Hay allí muy bellas salinas, situadas en la basse·terre de la Isla, donde los Flamencos tienen un fuer­te, que han construido y han armado con cañones.A la vuelta de Brasil y de Pernambuco, a donde ellosllevan gentes que allí abandonan para que hagan co­lonias, se abastecen y cargan sal, que sus habitantesacumulan a estos fines.

Os diré que en esta Isla, las lágrimas y los sus­piros fueron mis entretenimientos más familiaresporque tomaba las cosas por su.lado malo, figurán­dome que mi salvación consistía en no esperar naday abandonarme al peligro mayor, y que este erael único recurso que me protegía de todos los riesgosque me rodeaban.

De la misma manera que en la destilación, des­pués que, por virtud del fuego, se ha separado del li­cor lo más grosero, y retenido lo que- es más puroy espirituoso y si el destilador no se contenta conello, lo vuelve a poner al fuego para separar de éllo más sutil, que vuelve a cocer otra vez con tal per­fección que habiendo casi perdido su cuerpo y ma­teria, no es más que forma y puro espíritu, de la mis·ma manera habiendo yo vivido por espacio de dosmeses, y estando casi en los huesos por el hambre yla sed, no teniendo por bebida más que el agua pura,que pasaba a través de diversos minerales que nos ladejaba desagradable al gusto, me daba cuenta queeste no era yo, sino mi sombra; que parecía más bienuna sombra sepulcral, que un cuerpo vivo y palpable,o un esqueleto y espectro de huesos, y entonces, comosi todos mis débiles ánimos depurados se reunieranpara darme fuerzas, hacía yo una reflexión para con·solarme, figurándome que tenía por necesidad loque el Hijo de Dios tuvo por elección, y esto no eraotra cosa que sufrimientos y toda clase de miserias.

Jamás el Océano ha tenido tantas olas ni ha su­frido de tan furiosas borrascas en la impetuosidadde las tempestades y tormentas, como sufría yo depreocupaciones e inquietudes, imaginándome quehabía llegado el fin de mis días. Pero descubrí un díahacerse a la vela un filobote inglés que el capitánGirón, Flamenco de Nación, y anteriormente el másfamoso pirata de la mar, le había arrebatado a losingleses; tenía de desplazamiento unas doscientas ypico de toneladas, y estaba cargado en su mitad congalletas de todos los países, a saber, el greñón de

Page 58: Revista del Instituto de Cultura

España, que es el preferido, brandestoque de Holan­da, Galletas de Inglaterra y bizcocho de Francia. Lehice señales de humo, que son las comunes de losque están como perdidos en el mar, o al menos ve·jados en alguna isla desierta, y puse también micamisa en la copa de un árbol para hacer señal, yaque el blanco es la bandera de Francia, lo que lesmovió y les llevó a acercarse a la isla y allí anclaron,para saber quiénes éramos verdaderamente, lo quele disgustó, ya que él nos creía españoles que le que­ríamos sorprender; por ello es que ancló a dos le­guas de la tierra, para poder izar velas rápidamentey tomar el ancho viento, en caso de que hubiésemostenido guardacostas para capturarle. Esta Isla esde gran extensión, y de tierra medianamente alta, ehicieron el descenso a cubierto de cañón, y recono­ciéndonos como franceses nos subió a todos, con laayuda y favor de una canoa de salvajes que les habíatomado y arrebatado en las mencionadas islas; desuerte que nos devolvió así, a la mencionada SanCristóbal, en la playa de las Mariposas, cerca delbohío grande de los Ingleses, en cuyo lugar teníamospor 10 común tres enemigos capitales que vencer oal menos reducir, a saber: los salvajes, que nos ha·bían expulsado; los Ingleses que nos habían comb:l­tido y para asegurarnos de ambos siempre tuvimosrehenes ~e unos y de otros, y así si teníamos algúnrevés en la Isla, aun cuando estuviésemos en el mar,al primer encuentro con un navío inglés usábamos elel derecho de represalia. Yo he estado quince o die­ciséis meses como rehén de ellos, y nosotros tení:l­mas a su vez al capitán Joffresson. Nuestro tercery capital enemigo eran los españoles.

He aguantado muchos bellos y ricos pensamien­tos, que había concebido para expresar la excelenciade mi destino, para hablaros lisa y llanamente de lasveintiséis mencionadas Islas, cada una en su parti­cularidad, por temor a ser prolijo, cosa que he tenidosiempre presente en mis ideas. Con el débil pincel demi pluma trazo a continuación un capítulo general.

De los Salvajes de las Indias Occidentales

CAPITULO VII

Estos selvícolas son unos misántropos y antro­pófagos que se comen entre ellos, y con relación asus enemigos los peruanos (sic), contra los que vana guerrear, son unos espíritus antípodas y opuestostotalmente. La mayor parte de sus costumbres cho­can al buen sentido y a la razón. Su hablar es menosagradable que los graznidos de los cuervos. Sus accio­nes están llenas de malicia y de infamia no teniendopor norma más que la brutalidad de los Sardanápa­los, no siendo dulces, así parece, más que con sus

mujeres; gentes brutales que no tienen ninguna hue­na preocupación, ,ni otra inquietud que la de saciarsus hambres caninas y rabiosas, no teniendo el juiciopara considerar que las personas que están domina­das por la gula, sirven a mala maestra.

Son como esos peces marinos que van siemprecontra las corrientes de agua dulce y siempre a con-trapelo de los demás; pues jamás les vi hacer unabuena acción, de suerte que su probidad no consistemás que en no ser detractores, ni satíricos comolos europeos.

Se llaman caribes o caribobos; llevan sus cabe­llos un poco más largos que los nuestros, las muje­res se los trenzan y dejan caer sueltos por la espaldacomo hacen las suizas; llevan el cuerpo totalmentedesnudo, tanto los hombres como las mujeres, in·cluso sus partes vergonzosas, y esto sin ninguna ver· .güenza; se tiñen con el mencionado achiote, quemuelen con las susodichas gomas, lo que embija detal forma su piel que de lejos parecen estar vestidosa lo pantalón, de escarlata. Usan también el aceite dePalma con el mismo efecto que lo anterior; no usansal y no dejan por ello de vivir largo tiempo inclusoen perfecta salud; ellos dicen que nuestra carne estásalada y que ésa, en parte, es la causa de que nosenfermemos. Ahora bien, yo digo que aunque elaire sea allí puro y la tierra fecunda y que éstossean los bienes que convienen a sus cuerpos, (.québeneficio pueden sacar de ellos sus almas? No usandinero y viven de la caza y de la pesca, como tambiénde buenos frutos y raíces de las que os hablarédespués.

Estos pobres isleños son todos iguales en bienes;los más acaudalados difieren de los otros solamenteen el título y en el nombre de., capitán que ellosostentan llanamente y sin mando sobre los otros, yno dejan de ser por ello todos, muy aguerridos, es­pecialmente los granadinos.

Sabréis que antes de que le hubiésemos hecho laguerra y expulsado de algunas de sus islas, nos ha­bíamos acostumbrado a tratarles, al igual que a losnegros de Cabo Verde; pero desde aquel entonceshan sido irreconciliables, estando de un humor queno aguantan nada sea lo que fuere; si se les gritaes golpearles, y si se tes amenaza, o se les hiere, esmatarlos; y esto es ·10 de nunca acabar. Cuandoellos mueren les entierran mil tonterfas, es decir,todo lo que puedan poseer y tener, a lo que llamanchachonnas bucuia.

Para congraciarse con nosotros, a veces, nos ha­cen presentes, los cuales nosotros alabábamos mu­cho aunque de los enemigos, los presentes son noci·vos y perjudiciales.

Ellos se retiran a las pequeñas chozas que cons­truyen y que llaman Ajupas, Bohíos s y Carbeilscuya forma trazaré aquí después, como también in-

5. Chozas individuales.

47

Page 59: Revista del Instituto de Cultura

que los moros. Y para la pronta curación de las in·cisiones se untan con las mencionadas gomas aro­máticas, que mezclan a estos efectos, quedándoleslas cicatrices toda su vida, lo que entre ellos se con­sidera una gloria indecible.

Yo llevé dos moros del mencionado Cabo Verdea la San Cristóbal, los dos cicatrizados, uno denombre Bautista y el otro Jorge, antaño Artier deldicho lugar, es decir, uno de sus soberanos, el cualnos fue vendido por el Melique, que era un señormás importante que él a cambio de una barra dehierro, debido a que aquél la había tomado y ro­bado de su choza de Ambregris y nos la había cam­biado a bordo por una botella de aguardiente, dedonde deduzco que los malhechores y delincuentes,para su desgracia, son vendidos al primer navíomercante que viene a tocar en sus costas, para ca·merciar o repostar agua, o madera, siendo de se­ñalarse que cuando eUos descubren los barcos enalta mar, acuden a la playa en muchedumbre y allíhormiguean por todas partes.

A veces se les ve allí danzando en gran número,no entreteniéndose como es costumbre, tocando cor­netas y tambores de vascos, que se les traen deFrancia sino danzando, saltando y haciendo ruidosimpetuosos, protestando de cualquiera sabe qué co­sa, como si estuviesen envenenados; doblan unarodilla y la ponen en tierra, mirando al sol, lan­zándole gritos espantosos y alaridos espeluznantes,que hacen erizar los cabellos a los más pusil.~ni~es.

Podréis fácilmente creer, como os podels fIgu­rar, que en estos lugares alejados, estaba sobrecarogado de una Ilíada de males e incomodidades,. detal manera que la estancia allí es casi impOSiblepor las mencionadas moscas, los excesivos calores,y grandes sequías, las cuales soporta uno P?r elhábito que es una segunda naturaleza; ademas deque la mar de buena gana hace ingeniosos y robus·tos para los trabajos a aquéllos que la frecuentan.

Vean señores si hay medios de hacer en estos'lugares tan alejados, una buena fortuna que los ~a­

los cuchillos son estimados como buena mercanCla,tal como habéis. visto aquí anteriormente. Desdeahora conviene tomar el partido de los filósofos, te·niendo como criterio de verdad este axioma: Diosy la naturaleza no hacen nada en vano, ya que enestas islas se encuentra el afortunado principio delcomercio, que en nuestro Hemisferio se viene a con·sumar, en favor de éstos que han trabajado hastael presente alimentándose con la esperanza de unfinal feliz.

so

De sus Ajupas, Boltíos y Carbeils

CAPITULO XI

En éste os voy a trazar con el pincel de mi plu­ma, la estructura de su Casa Comunal (Carbeil) lacual está hecha de una única especie de árbol quese llama Latanero, el cual es de extremada e inde­cible altura, sobrepasando las más altas agujas decampanario que yo haya visto en Francia siendoincreíble a menos que se le vea; y lo que más headmirado en él, es que no tiene sino la planta y eltronco, sin rama alguna, sin horcaduras, y no másgrueso que un poste de cama, liso, su corteza comovidrio, teniendo en su copa o cima alrededor deuna quincena de hojas semicirculares, mucho másgrandes que lo que son aquí en Francia los para­soles.

La consistencia o espesor de éstas es como eldel pergamino y su color de un verde oscuro, deellas usamos nosotros para cubrir los bohíos, y duo.ran casi dos años, y cuando están secas y encogidaspor el calor, las tiramos y reemplazamos con otrasen aquellos lugares por donde pueda entrar el solohaber alguna gotera.

Aunque las lluvias no sean triviales en estas is­las, nosotros usamos de esta manera estas hojascomo aquí se usan los adobes, los ladrillos o lastejas cocidas. Pues, bien, para comenzar un edificio,se hace primeramente selección o elección de algu·nos árboles cualesquiera con tal de que se encuen­tren colocados en hilera, los cuales se desraman yse les despoja de todo totalmente hasta la horcadu­ra o yunta, y alli frente a ellos trasplantamos otrashorcas más pequeñas, pero igualadas en su alturacon respecto de la tierra, y del mismo nivel, y ennúmero impar, tres, cinco, o siete según cómo sehubiera proyectado el tamaño del edificio, ya quede otra manera no armonizaría ni sería convenien­te; si por azar no se encontrasen los árboles, setrasplantan al lugar otras horcas, las cuales una vezhincadas. se le ponen encima las lataneros paraque sirvan de caballete o viga maestra; después esnecesario trasplantar otras horcas pequeñas másbajas a un lado y a otro de las grandes sobre lascuales se colocan también unos lataneros, y desdeel caballete hasta abajo, se ponen otros latanerosque se hacen encaballar y sirven de soporte a latechumbre y a continuación se le coloca encima deéstos uno, o dos lataneros largos que sirven d~ so­brecincha y los cuales se encajan los unos con losotros; y como cerca o muro disponíamos unos lata·neros de igual altura y los uníamos como las em­palizadas, y en ella hacíamos troneras para sacarnuestros mosquetes, en caso de alarma a causa delos salvajes, lo que era frecuentemente; se ata y une

Page 60: Revista del Instituto de Cultura

todo con majagua. En cuanto a la cubierta o techo,se utilizan cañizos y cañas, que hay para escogeren las susodichas Islas, particulannente en la deSan Cristóbal y se amontonan y unen con las es­quirlas del dicho majagua, y sobre las cañas secolocan las mencionadas hojas de latanero, tal comoos he dicho anteriormente; y como cierre hacíamospuertas de ramas del dicho moral, las cuales tra·bajábamos y aplanábamos como si fuesen tablasde abeto, con las hachas, lo mejor que podíamos;siendo la necesidad la madre de la industria, algu­nos de nosotros hacíamos la cerradura y la llavede madera que cerraba con dos resortes. Os heresumido, lo mejor que he podido en lo que puedaconsistir toda la arquitectura de las Indias, no meresta más que presentaros su alimento lo que es·pero hacer en los cinco capítulos siguientes queno serán menos curiosos que el resto. En el si­guiente vaya tratar de su pan.

De su Pan

CAPITULO XII

Se le hace de raíces de Mandioca que es delgl'ueso de una caña o cañizo; es una planta llenade nudos como espinas sin punta, y le salen unashojas parecidas a las de higuera. Se le planta en laslomas o en hoyos en la tierra, que se hacen a estecfecto y que se cavan con azadas afiladas, en cuyoshoyos se colocan cinco o seis tallos de esa planta, aun pie de profundidad y dejando fuera casi lo mis·mo. La mandioca crecerá bajo tierra del gruesode una pierna y a veces mucho más, en menos decuatro meses, dependiendo del manto de la tierradonde haya sido plantada, -y si la encuentra desu agrado-, y de una longitud de alrededor de unpie y medio. Se acostumbra a dejarlas crecer ensus hoyos diez o doce meses, durante los cuales, yde cuando en cuando, se las poda y arrancan losmatojos o hierbas que la tierra produce con elfin de que sus raíces crezcan y se desarrollen mejor;si se las deja más ttempo que el mencionado sepondrán secas y leñosas, y si se pudriesen, des­prendiéndose tallos y hojas se pueden trasplantara otra parte, de manera que generatio wtius corrup­tia alterius o se las arranca con las dichas azadas, yde ellas se llevan los tallos; siendo de notarse quela tierra es allí tan fecunda y feraz que de la nochea la mañana se encuentra que los tallos de mandiocaque se han dejado sobre la tierra han echado fi·lamentos y raíces; las mujeres hacen allí el panque se llama casave, ya que los hombres no se quie.

ren ocupar de ello y sí únicamente de la pesca, lacaza y la guerrá.

Primeramente, una vez arrancadas y hecho unmontón con las susodichas raíces, es necesario ras·parlas y raerlas como a los nabos, para quitarlesla corteza, con las conchas afiladas que encontra­mos a lo largo de la costa, las cuales nos sirvende cuchillos; después se muelen y rallan como elazúcar para hacerlas harina, y extraerle su jugo, oagua, que es una especie de leche, la cual es lomás venenoso que se puede encontrar en estas re­giones; para lo cual es necesario ponerla en loscibucanes o culebras, éstos son _una especie de saocos que tienen forma alargada y que están hechosde la susodicha pita con el fin de hacerle sacarsu jugo o agua; a cuy¿s efectos es necesario hacerunas incisiones en los mencionaaos morales queson árboles blandos, poniendo entre ellas las dichasculebras, o sacos, con un guimbalete o palanca so­bre las dichas incisiones, para hacer fuerza haciaabajo, con dos piedras o rocas que sirven de pesopara hacerla así harina y secarla; la cual inmedia­tamente hay que despal ramarla sobre la planchade hierro o de barro, hecha por algunos de noso­tros; para estos efectos si es de barro tiene queser de una tierra gruesa y glutinante; y esta planchasostenida por tres cabezas de hachas rotas, o trespequeñas piedras, tiene fuego alto debajo, perosolamente alrededor de ella; y se da vueltas a laharina hacia arriba y hacia abajo, haciéndola cocerpoco a poco y dándole su tiempo, y no queda másgruesa que el ancho de un dedo. El mejor de estepan se llama casave muclzaclta, y se le hace de lapasta de la harina de mandioca, la cual es tanbella y blanca que parece haber sido hecho con laflor del trigo candeal. Se pone este casave en losdicho catollys, que están hechos de un junco marino,y son una especie de canastos o cestos, y se leseilVuelve en las dichas hojas de balliris.

Se le puede guardar y conservar incluso porvarios años. He sido testigo de cómo una porciónque llevaba cocida más de doce años estaba tanbuena como el primer día en que se hizo. Hayque exponerla al sol, cuyos rayos le hacen exhalartodos los vapores, y cuando llega la noche es neoce~ario meterla en los bohíos debido a la humedadque asimilaría; pues si bien en estos lugares nohay invierno, sin embargo, durante lo que sería ftsaestación, ocurren por las noches frescores y rocíosextraordinarios, que se evaporan al levantar el sol,quien seca rápidamente, con sus rayos, las exhala·ciones de la tierra; despUl:s de aquélla, los caloresson iguales en todos los tiempos, y son como tem­perados debido a que en las veintiséis últimas islasestán situadas, la mayor parte de ellas, próximas alequinoccio, y todas en el mar del Norte. He ahíun resumen de todo lo que hace _referencia al pan;

51

Page 61: Revista del Instituto de Cultura

resta hablar del vino. En el capítulo siguiente, loharé muy sucintamente.

También tienen maíz que nosotros llamamosaquí trigo de turquía, que ellos machacan muy fuer­te en las rocas o piedras cóncavas, especie de mor­teros; al cual, una vez machácado, le dan la formade salchichas y los envuelven en las hojas de balli·ris y después la cuecen en agua caliente, y sirvede pan, el cual (gracias a Dios) alimenta muybien.

De su vino

CAPITULO XIII

Es necesario tener un tonel o barril y llenarlode agua dulce, de lluvia, que se recoge con vinode casave, canales o cortezas dt: árb9les. que seponen alrededor de los carbets, y que vienen dary caer en los mencionados toneles o barriles, yaque el agua allí es un poco escasa, además de quelos manantiales que vienen a fluir cerca del marson sumaques, dicho en salvaje, es decir que no sonmuy dulces y son medio saladas.

Vino de Casave: En primer lugar, es necesariotomar del dicho casave, recientemente hecho, y enlugar de secarlo con los rayos del sol, es necesarioponerlo bajo tierra y hacerlo pudrir por la hume­dad; una vez que está así, se debe meter en trozosen el barril, y cubrirlo con una tabla o dos conel fin de que fermente, lo que ocurre en dos o

.tres días, después de los cuales si se desea beberlo.se le cuela o se le pasa por un ibichet, dicho ensalvaje, que no es otra cosa que un tamiz, mante­niéndose en buen estado doce o trece días, despuésde los cuales se corrompe y se agria.

Vino de Guineo: Es necesario un tanela barrillleno de agua, como acabo de explicar, después delo cual tomamos dos o tres racimos de lWineos quehe descrito anteriormente en el capítulo séptimo, ya los cuales es necesario quitarles la- cáscara, me­tiéndolos en el tonel, y cubrir de la manera ya di­cha, este vino es más delicado que el de casave.

Si se le quiere dar color a estos vinos ello esfácil cortando y raspando patatas, raíces que me­recen mejor el nombre de frutos que el de raíces,y de las que se hace un vino, como el anterior,.quees el más delicioso. Trataré de ellas en el capítulopenúltimo del libro primero.

Hay además el vino de palmita que he descritoal comienzo del capítulo séptimo.

Se hace también el vino de piña, pero raramente,no obstante es éste el más delicioso fruto de laAmérica. De él os hablaré después, en el penúltimocapítulo.

Todos los vinos mencionados son muy olorososy se beben bastante fácilmente; pero me pareccque no se debe 'dejar engañar uno por el color dcun vino que ríc tan deliciosamente en el vaso yque en él brilla dulcemente, ya que después muerdecomo una serpiente. y al final lanza por todos ladossu veneno al igual que el basilisco.

52

.....

Page 62: Revista del Instituto de Cultura

'1 • ~

~ . ~.

" ~ "" .~.... ... .. '"

,'1

" .... ~,... l'

.,