Revista De Rabona
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DE RABONAEdic
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N° 1
12.
CARRERA SOBRE LA MARCHA
MARCAS DE SANGRE
Martín Jaite cuenta cómo fue creciendo profesionalmente como jugador y como en-trenador de tenis, aunque nunca lo había planificado.Pág. 24.
Los orígenes de Adidas y Puma a partir de la pelea entre dos her-manos. Los comienzos del mar-keting deportivo cruzado con una historia familiar que pone en juego millones de dólares.Pág. 28.
Buenos Aires, Lunes 17 de noviembre del
2014.
Porque lo que importa no es el deporte, sino sus alrededores.
GENERACIÓN GAMBETAComo si fuera un capricho del destino, el más importante número 10 de la historia se retiró del fútbol en el mismo momento en que surgía la última gran generación de talentosos enganches del fútbol argentino. De la diferencia de estilos entre Román y Aimar, a los destinos truncos de los Manso y los Giampietri.Pág. 4.
contenido
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RRDT
DOSSIER
EL TÚNEL
LOS NUESTROS
AL MARGEN
Sin importar el deporte, todos los equipos cuentan con un
conductor fuera del campo de juego. Héroes silenciosos que
trabajan incansablemente por lograr la victoria.
Acerca de la generación de enganches que deslumbraron al
fútbol argentino luego del retiro de Maradona. Luces y som-
bras sobre tres jugadores que marcaron una época sin igual.
Atravesamos el túnel del tiempo para revivir aquellas historias
que merecen ser recordadas. Una buena manera de mirar ha-
cia el pasado disfrutando el presente.
Argentina cuenta con grandes deportivas que quedarán en la
historia del deporte mundial. Celebramos sus logros, recorda-
mos sus hazañas y agradecemos que sean argentinos.
No todo en el deporte está relacionado con los resultados, di-
rectamente. Muchas veces el hecho más importante está por
fuera de la competencia.
56RECUn mano a mano con íconos del deporte nacional o interna-
cional. Vida, trayectoria, logros y algunas cuentas pendientes
de grandes deportistas.
APUNTES DE RABONAAportamos una mirada única sobre los fenómenos deportivos. Si el deporte es com-
petencia, acá el deporte es excusa. No se pretende hablar de victorias o derrotas, sino
de intervenir en aquellos aspectos estéticos y culturales que genera el deporte: his-
torias de deportistas que han tenido algún minuto de gloria, opinión sobre aspectos
del juego, debates sobre políticas deportivas, análisis de actualidad de las diferentes
disciplinas.
OBJETIVO
Intentaremos estar atentos para poder hacer de “De Rabona” un espacio que conten-
ga el sinfín de miradas interesantes que merodean los alrededores del deporte de
élite, aristas que consideramos muy atractivas y que merecen ser contadas, analizadas
(y leídas) por cualquier amante del deporte en general. Nuestro objetivo no es solo
informar, sino trascender al lenguaje y el habla cotidiano. Contra alguna regla peri-
odística, preferimos que sepan quién ganó y quién perdió, primero, por otro medio:
para nosotros queremos las habladurías, las teorizaciones y las historias mínimas que
se comentan en el bar o la cocina de casa.
DIFERENCIA
Queremos lograr una conexión con el lector que sin duda busca un material de cali-
dad, actual y con gran contenido. Por eso, intentaremos darle una vuelta de tuerca a
las publicaciones deportivas: como los pibes cuando se hacen una rabona del colegio,
pretendemos ser también el raje de los lectores cansados de la estadística. Acá, menos
estadísitica y más cuerpo.
Equipo La Rabona®.
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DOSSIER
Como si fuera un capricho del destino, el más importante número
10 de la historia se retiró del fútbol en el mismo momento en que
surgía la última gran generación de talentosos enganches del fút-
bol argentino. De la diferencia de estilos entre Román y Aimar, a
los destinos truncos de los Manso y los Giampietri
El 25 de Octubre de 1997 fue sábado. Extraño: no es que esa
fecha tuviera ese casillero del almanaque prohibido, sino que
los superclásicos del fútbol argentino se suelen jugar los do-
mingos. Pero éste no, va sábado. Monumental colmado como
marco del encuentro de la fecha 10 que, según la prensa es-
pecializada, marcará el rumbo del campeonato. En el equipo
de Ramón Díaz sobran estrellas: Gallardo, Salas, Sorín, Placente,
Burgos, Berizzo y podrían seguir las firmas. Pero el Boca de Vei-
ra no es menos: Caniggia, Latorre, Palermo, Guillermo Barros
Schelotto y un tal Diego Armando Maradona.
Ni el desarrollo del juego ni el resultado final decepcionaron
a los espectadores. Fue un partido de altísimo vuelo desde
todas las aristas y, para variar, la prensa especializada pifió: el
partido se lo llevó Boca 2 -1 con el recordado gol de un pla-
tinado Martín Palermo en medio de una batahola en el área,
pero el campeonato fue para River, que así sellaba un histórico
tricampeonato. El partido entró en la historia y no por el foul
de Bermúdez a Burgos, tampoco por algún arañazo del 10 de
River. El partido entró en la historia por su entretiempo.
El 10 de Noviembre de 1996 sí fue domingo. Y no fue extraño
que la Bombonera estuviera repleta porque ese día Boca re-
cibía a Unión de Santa Fé. Aquel Boca era dirigido por Carlos
Salvador Bilardo y llegaba a aquella tarde soleada de prima-
vera con números que preocupaban: en pleno reinado fut-
bolístico de su clásico rival, el “Xeneize” había sumado sólo 15
de los 33 puntos disputados, menos de la mitad. El técnico
tenía decidido hacer debutar a un tal Juan Román Riquelme,
un flaquito de 18 años, enganche, que el mismo Bilardo había
pedido comprarle a Argentinos Juniors junto a otras prome-
sas de la cantera del “bicho”. El partido terminó 2-0 para Boca
con goles de Cáceres y Guerra, pero la nota la dio Juan Román:
se movió, se mostró, la pidió, la pisó, encaró y participó de los
dos goles del equipo. Bastó aquella primera cita para que la
hinchada toda gritara a coro el luego célebre “¡Riqueeeeeelme!
¡Riqueeeeeelme!”.
Pero estábamos en el entretiempo del 25 de Octubre del ’97, ya
no con Bilardo sino con un Veira desorientado por el 0-1 parcial
que había establecido Berti cinco minutos antes del descanso.
GENERACIÓN GAMBETA
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Había que torcer el rumbo del partido y, para eso, va a mandar
dos cambios de cara a los segundos 45 minutos: sale Nelson Vi-
vas del lateral derecho y entra Claudio Paul Caniggia, retrasan-
do a Toresani al lugar antes ocupado por Vivas y sumando un
delantero; y sale Diego Armando Maradona para que ingrese,
con la 20 en la espalda, Juan Román Riquelme. Aquel fue el
último partido oficial del “Diego” y el primero de una etapa en
nuestro fútbol colmada de jóvenes crack, entre los que estuvo
Román pero que, por suerte para quienes crecimos con el fút-
bol de aquellos años, no fue el único. Se retiraba el más grande
y, con él, se destapaban los pibitos sensación en un montón de
clubes, como si hubieran esperado que desaparezca su som-
bra: a los más conocidos Riquelme y Aimar (que además de
ser los estandartes de los dos equipos más grandes del país
eran dos modelos antagónicos de vivir y jugar el futbol, lo cual
alimentó la polémica durante un buen tiempo: contra el cere-
bral Román del pase entre líneas, la verticalidad electrizante
y el cambio de ritmo de Aimar) se les sumaban un Federico
Insúa que ilusionaba a los hinchas de Argentinos a fuerza de
enganches maradonianos, un Marianito Messera que hacía
delirar a la gente del Lobo y ponía a Gimnasia a pelear campe-
onatos, los enanos Manso y Quintana se convertirían en ídolos
de la mitad de los pibes de Rosario con los colores de Newell’s,
Sixto Peralta y el Rolfi Montenegro eran la luz de esperanza de
un Huracán que no daba pie con bola…
La idea en este número será, entonces, reconstruir las carreras
de los ídolos juveniles de los que hoy estamos debajo de los 30
años. A modo de homenaje, recordar las gambetas, los som-
breros y los caños de quienes le pusieron nombre a nuestras
fantasías infanto-juveniles. Bienvenidos al maravilloso mundo
de los cracks que, por unos años, nos sacaron del universal
“Maradona” para devolvernos el particular orgullo de tener,
con nuestros colores propios, los que nos identifican, a quién
mentar cuando tirábamos un firulete en el barrio.
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Bastó aquella primera cita para que la hinchada toda
gritara a coro el luego célebre “¡Riqueeeeeelme!
¡Riqueeeeeelme!”.
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Alejados del club de sus amores, Juan Román Riquelme y Pablo Aimar viven realidades distintitas. Amigos desde hace
años, pero separados por los colores de sus camisetas, ambos enganches han dejado su estampa en lo más alto del
futbol argentino.
Riquelme, que a mediados del presente año volvió al club que lo vio nacer futbolísticamente -Argentinos Jrs-, y tras una
conflictiva relación con el ex entrenador “xeneize” Carlos Bianchi, disfruta de sus últimos días como jugador profesional.
Román todavía conserva ese talento único en su pie derecho que lo ha transformado en un referente, sobre todo en
una posición del campo que ya se encuentra extinguida.
Reflexión sobre la paradójica relación entre Riquelme y Aimar: ref-
erentes de la misma generación de cracks, sus formas de ocupar
un mismo lugar en el fútbol constituían estilos completamente
opuestos, aunque fuera de la cancha cultivaron una profunda
amistad
AMISTAD ENGANCHADA
Aimar, con la meta de recuperarse de sus lesiones y volver al nivel que alguna vez supo
tener, se entrena por su cuenta y en River se ilusionan con una posible llegada a fin de
año para disputar la Copa Libertadores. El “payasito” no quiso volver antes de tiempo
porque siente que para jugar en River tiene que estar al 100%.
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“LA PELOTA SIEMPRE AL DIEZ”
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Amigos desde que coincidieron en las juveniles, estos dos
“cracks” se han convertido en una especie exótica y extinta del
fútbol argentino. Talentosos, pensantes, habilidosos y dese-
quilibrantes, ambos jugadores han tenido una exitosa trayec-
toria profesional. Los dos coincidieron, también, en la selección
mayor y hasta disputaron el mundial 2006 en Alemania.
Amistad llena de lujos en la mitad de la cancha. Aquellos ju-
gadores que se enfrentaron en el clásico más famoso del mun-
do y que la selección unió, no conocía de imposibles. Hombres
jugando como niños, divirtiéndose y disfrutando. Haciendo,
además, disfrutar a terceros. Porque cuando estos jugadores
entraban a la cancha, no importaba los colores, no importaba
el resultado. El talento y la magia eran más.
El fuego sagrado que estos “10” supieron mostrar se va apa-
gando, poco a poco como consecuencia del paso del tiem-
po, que es indetenible. Y cuando llegue el momento de decir
adiós, será un día gris. Porque el mundo futbolero sabrá que
esta amistad repleta de fútbol no volverá a verse. No de la mis-
ma manera. No con los mismos artistas..
A pocos días de un nuevo superclásico, en esta ocasión por las
semifinales de la Copa Sudamericana, ambos equipos pon-
drán todas sus figuras sobre la cancha para lograr la victoria.
Sin embargo, habrá una sensación de extrañeza. Faltará aquel
conductor situado en la mitad de la cancha. Aquel de la pausa,
del vértigo, del pase entre líneas.
Tanto Román como Aimar estarán presentes en la mente de la gente de Boca y River, respectivamente. Seguramente,
el hincha espera con ansias su llegada, su vuelta para verlos y disfrutarlos con la 10 en la espalda por última vez.
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DAMIÁN, EL PIOJO
El Piojo Manso podría ser el personaje de una novela de Arlt. Sus características podrían
convertirlo en un Silvio Astier futbolista: una cara tristemente aniñada, una estatura que
desentonaba tanto en el mundo del fútbol que hubo quien llegó a decirle “Pulgarcito”, mo-
tivado por esos 167 centímetros a los que no había camiseta que no le quedara como si,
en realidad, pudieran entrar siameses, y un silencio que quebró contadas veces en estos 18
años de trayectoria. Pero mientras el protagonista de “El Juguete de Rabioso” desandaba
los callejones de los barrios bajos de Buenos Aires, “Mansito” llevó la gambeta indescifrable
de su zurda a pasear por el mundo, sin distinguir continentes ni categorías.
Con apenas 16 años, Manso ya estaba jugando en la primera de Newell’s. Fruto de una
cantera que por aquellos años dio otros ilustres talentosos como Diego Quintana o Lionel
Scaloni, Damián debutó de la mano de Mario Zanabria en el Clausura ’96: como para que
Cuando Manso se integró al plantel profesional de Newell’s con tan sólo 16 años, le dier-
on la 10 que poco antes había usado Maradona. 18 años después está en Chacarita, en la
Tercera División. Idas y venidas de un talentoso que prometió más de lo que logró.
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no anduviera en chiquitas, de movida jugó con la 10 que hacía no mucho tiempo
había usado el mismísimo Diego Armando Maradona. Aquel equipo tenía jugadores
de mucho peso en la historia reciente de Newell’s: desde el “Negro” Julio Zamora has-
ta “Terremoto” Cejas, pasando por Bruno Giménez Marioni e Iván Gabrich. El Parque
Independencia deliró con él esos primeros años, probablemente sin poder entend-
er cómo podía manejar tan magistralmente una pelota que le quedaba tan grande:
verlo a Manso jugar con una pelota en los pies era como ver a un baterista tocando
con palos de escobas. Antes de irse por primera vez de Newell’s en el 2001, dejó en la
retina de todos los leprosos una actuación descollante contra el clásico rival, Rosario
Central: por la fecha 17 y ante su gente, Manso estuvo imparable en todos los sec-
tores y tiró cuatro caños en 90 minutos, dejando en ridículos a Loeschbor y el “Cata”
Díaz las veces que quiso. Las primeras buenas actuaciones le dieron la posibilidad de
mostrarse en algunos partidos de la selección juvenil de Néstor Pekerman, llegando
incluso a ser figura en el Torneo Internacional de Fútbol Sub-20 de l’Alcúdia disputado
en 1998, un logro que adquiere toda su relevancia si se repasan los enganches con los
que compartió camada. Y fue también convocado por Marcelo Bielsa para ser parte
de una gira por Estados Unidos con la selección mayor en el período de eliminatorias
para el Mundial 2002.
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En 2001 tiene su primera experiencia fuera de Rosario fue en el
Bastia de Francia. Pero el sueño europeo se derrumbó rápida-
mente: a los pocos meses de haber llegado, se rompe los liga-
mentos cruzados de una de sus rodillas, lo que no sólo le com-
plica su desarrollo en Francia sino que lo afectará por el resto
de su carrera. Al año, Newell’s lo repatria, pero en el mercado de
pases del año 2003 surge algo llamativo: Independiente le rec-
lama a la institución rosarina un jugador por el incumplimiento
en el contrato de transferencia de Pablo Guiñazú. ¿Y quién fue
ese jugador? El Piojo Manso, que tuvo en el Rojo un paso para
el olvido, siendo el referente de una de las peores campañas
del club en los últimos años. Tras semejante fracaso deportivo,
retornó a Newell’s por tercera vez, siendo una de las figuras en
las primeras fechas del Apertura 2004 hasta que, en la cuarta
fecha, nuevamente se rompe los ligamentos cruzados: su lugar
en el equipo fue para Ignacio Scocco, que terminó siendo una
de las figuras de aquel equipo dirigido por Américo Gallego
que terminó como campeón. Tras tantos traspiés, un viejo ami-
go lo llama para compartir una aventura en el ostracismo fut-
bolístico de Xanthi, Grecia: Diego Quintana, aquel compañero
que surgiera con él en Newell’s, lo llama para compartir plantel
en el Skoda de la Super Liga local. Pero ni uno ni el otro logran
continuidad.
Todo en su vida deportiva parecía acabado. Pero cual burla del
destino, uno de los técnicos que más lo sufrió lo llamó para su
equipo: Edgardo Bauza, ex técnico de aquel Rosario Central
que en el 2001 había sido bailado por el “Piojo”, le solicitó a los
dirigentes de Liga Deportiva Universitaria de Quito (equipo
donde se encontraba dirigiendo en aquel 2007) que le com-
praran el pase, al punto de pelearse con varios dirigentes que
desconfiaban de la rodilla lesionada de Damián. Bauza logró su
cometido y, junto al equipo ecuatoriano, logró relanzar la car-
rera del 10: con él como armador, Liga salió campeón de la liga
local en 2007, campeón de la Copa Libertadores de América
de 2008 y Subcampeón en el Mundial de Clubes de ese mismo
año, siendo elegido como Balón de Bronce en esa compet-
ición, detrás de Wayne Rooney y Cristiano Ronaldo.
En el 2009 el Pachuca mexicano pone muchísima plata para
tenerlo como armador de su equipo. No logra ningún título,
pero mantiene un alto nivel que lo convierte en figura del
campeonato, haciendo muchos goles y otras tantas asisten-
cias. Los Jaguares de Chiapas le compran su pase al Pachuca y
le dan a Manso el contrato más alto de la liga, pero la rodilla no
le da tregua y comienza a impedirle jugar con normalidad. Ese
mismo año, cansados de la inactividad, Jaguares lo da cedido
al Morelia, pero el “Piojo” se muestra fuera de ritmo y no logra
desnivelar, perdiendo la titularidad rápidamente. La Liga de
Quito busca repatriarlo para que vuelva a ser su estandarte en
la Copa Libertadores de 2012, pero ese mismo año y antes de
acabar el contrato Manso decide unilateralmente irse a jugar a
Arabia con un contrato exorbitante. Mal deportiva y emocio-
nalmente, su estadía en el Al-Nassr termina siendo de medio
año, logrando un nuevo contrato con Deportivo Cuenca de Ec-
uador: ese 2013 lo ve recuperado futbolísticamente hablando,
dando varias asistencias y peleando cosas importantes, pero
decide con los dirigentes desvincularse porque tiene el sueño
de volver al club de sus amores.
Ilusionado con volver a brillar ante el público que conoció su
mejor faceta y retirarse (ese era el sentido de un contrato de
dos años para un jugador de 34), Manso hace la pretemporada
con el club y pelea por un lugar en el equipo titular. Sin embar-
go, el técnico Alfredo Berti le dio muy pocos minutos en can-
cha en dos campeonatos seguidos, y Manso decidió junto a la
dirigencia terminar su contrato para ahorrarle su alto salario al
club y buscar continuidad en otro lado. Actualmente, el “Piojo”
Manso gasta sus últimos cartuchos como jugador profesional
en Chacarita, de la Tercera División del Fútbol Argentino.
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Quilmes era uno de los equipos animadores de la segunda
categoría del fútbol argentino cuando Adrián Giampietri, “el
Máquina”, debutó. En el ’98 ingresó por primera vez y en las
siguientes dos temporadas no dejó de romperla: además de
hacer goles en partidos importantísimos, al “Máquina” no se
la podían sacar y no se cansaba de asistir delanteros. Contem-
poráneo de la última gran joya de la cantera del “Cervecero”,
Alejandro “Chori” Domínguez, Giampietri se lució en las tem-
poradas 99-00 y 00-01, en las que Quilmes fue subcampeón y
perdió finales de ascenso contra Huracán, Los Andes, Banfield
y Belgrano.
Recibiendo siempre en el círculo central, “el Máquina” encar-
aba y era imparable: dejaba uno, dos rivales atrás y siempre
metía el pase entre líneas para que algún delantero la tuviera
fácil. A pesar de no conseguir el ansiado ascenso, las actua-
ciones de Giampietri hicieron que Ferrocarril Oeste le diera
la oportunidad de conocer la Primera División: aquel equipo,
dirigido por la dupla Brandoni-Rocchia, terminó último en la
tabla y descendió, mientras Adrián sólo pudo jugar siete parti-
dos y cosechó una infinidad de problemas de indisciplina.
El Badajoz, en aquel entonces gerenciado por Marcelo Tinel-
li, desestimó los rumores crecientes que indicaban que “el
Máquina” se la pasaba de boliche en boliche sin tener menor
cuidado de su condición física y lo contrató. No duró ni un año,
ya que a los meses estaba arreglando una nueva etapa en
Quilmes. El rendimiento no fue malo, pero no terminó de con-
vencer, asique la dirigencia del club quilmeño decidió cederlo
a la primer propuesta que apareciera. Y esa propuesta llegó
desde Córdoba: Belgrano lo recibió menos de 6 meses y nue-
vamente “el Máquina” tuvo que hacer las valijas tras una nueva
ola de rumores respecto a su intensa vida nocturna.
Entre 2003 y 2007, Giampietri saltó de un equipo a otro sin
poder asentarse en ninguno y generando conflictos varios
con dirigentes y cuerpos técnicos: dos pasos por Ben Hur, San
Martín de Mendoza, Sarmiento de Junín más el Deportivo
Pereira colombiano y el Luzern suizo vieron cómo ese jugador
que había sabido llevar a Quilmes a soñar grande, cómo aquel
petiso morrudo que saltaba patadas y asistía como los mejores
se disolvía en un presente lleno de rebeldía sin causa y falta de
profesionalismo.
A los 28 años, momento en el que, se cree, el futbolista se en-
cuentra en su plenitud, “el Máquina” se encuentra sin equipo.
Tras hablar con los dirigentes y plantear su deseo de retornar a
su mejor nivel en el club de sus amores, la CD aceptó. Quilmes
no encontraba el rumbo en el campeonato del Nacional B de
aquel año, no terminaba de conformar, pero Giampietri altern-
aba algunas actuaciones destacables y de a poco recuperaba
la confianza de propios y extraños, al punto que el técnico
Alberto Pascutti llegó a considerar que su Quilmes debía ser
“Giampietri y 10 más”. Pero el equipo empeoró en las últimas
fechas y Giampietri fue apartado del plantel profesional en
medio de un escándalo mediático.
El desafío para el 2009 que se puso “el Máquina” demostrar en
AL “MÁQUINA” NO SE LA PODÍAN SACAR
MÁQUINA DE CERVEZA
Adrián Giampietri, crack del ascenso, construyó uno de los derroteros futbolísticos más lla-
mativos que se puedan conocer. De figura del mejor equipo de Segunda División y futuro
de gloria en Primera, a las ligas regionales del interior del país: un camino con algunos
destellos de clase pero repleto de conflictos.
Sarmiento de Junín, de la Tercera División. Pero se peló con el Presidente y lo
echaron. Recaló en Central Córdoba de Rosario, de la misma divisional, pero
también se fue mal, en este caso con su Director Técnico. Probó suerte en el
Sport Boys de la Primera División peruana, pero retornó rápidamente por no
poder adaptarse a vivir en el exterior. Retornó al país para jugar en Berazate-
gui, pero nuevamente lo echaron, acusado de querer “voltear” al técnico.
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Desde el año 2012 que Adrián Giampietri está rebotando en equipos de ligas regionales.
Es un triste final para un jugador repleto de talento pero que nunca pudo domar su tem-
peramento. Tan es así, que hace poco declaró estar peleado con quien fuera uno de sus
grandes amigos desde la juventud y compañero en sus comienzos en Quilmes, Alejandro
Domínguez, por no darle una camiseta que le pidió. Es que “el Máquina” era hábil con los
rivales, pero nunca supo gambetear los conflictos.
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RRDT
Gregg Popovich es el hombre que dirige al San Antonio Spurs, (equipo donde juega
Manu Ginobili) último campeón de la NBA. Ha sabido llevar a su equipo a la cúspide
del Olimpo del básquetbol. Definido por especialistas como uno de los mejores equi-
pos de la última década y media, Popovich es la persona detrás de los laureles que
envuelven a sus jugadores y a la misma franquicia.
EL DUEÑO DE LA BATUTA
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Nacido en Indiana en 1949, tomó las riendas de “los Spurs” en
1996 y los resultados se dieron casi inmediatamente. Llevó a
su equipo al campeonato de la NBA, cinco veces (1999-2003-
2005-2007 y 2014) de la mano del famoso “Big Three” com-
puesto por el estadounidense Tim Duncan, el francés Tony
Parker y el argentino Emanuel Ginobili. Individualmente fue
nombrado mejor entrenador en los años 2003, 2013 y 2014;
y consiguió, además, numerosos records para la historia de la
franquicia..
Con mano de obra maestra, Gregg Popovich dirige la orques-
ta afinándola cada temporada según la etapa de la misma en
la que se encuentre. Distribuye minutos sobre todos sus ju-
gadores buscando la armonía perfecta, dándole descanso a su
trío ofensivo para las grandes citas y rodeándolos de jugadores
jóvenes y talentosos. Cada ficha es colocada perfectamente en
su lugar, cumpliendo su propósito, el DT de los Spurs ha trans-
transformado el basquetbol en un deporte más táctico. Y le ha
dado resultado.
A pesar del retiro inminente de uno de sus jugadores claves,
Tim Duncan, el DT tiene la confianza y apoyo de los aficiona-
dos de San Antonio y del presidente de la franquicia, Peter
Holt, para seguir en el cargo por mucho tiempo más. Y no debe
asombrar a nadie.
Señalado a ser uno de los mejores entrenadores de la historia
de la NBA, Popovich no tiene aún fecha de retiro. Y es que partir
de su llegada y con este tipo de juego, los Spurs han conquista-
do a muchos amantes de este deporte que aprecia la esencia
del basquetbol más allá de los espectaculares saltos y “volca-
das” a los que está acostumbrada la NBA, la mejor liga del pla-
neta, y en donde los Spurs han demostrado ser los mejores.
GREEG POPOVICH ES UN DIRECTOR DE ORQUESTA, LA CUAL AFINA CADA TEM-PORADA
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Hoy Martín Jaite es empresario, pero supo ser jugador profe-
sional de tenis entre 1981 y 1993, Alcanzó su mejor ranking de
ATP en 1990 al llegar al décimo puesto. Durante nueve años
representó a la Argentina en la Copa Davis. Además, fue en-
trenador de dos grandes jugadores, como Gastón Gaudio y
David Nalbandian. Y hasta hace poco, capitán de Argentina en
la Copa Davis. Pero nada de ello, ni jugador, ni entrenador ni
capitán, fue algo que Martín Jaite planificó desde joven.
Cuando chicos, junto a su hermano, Fernando, y sus padres,
Mario y Myriam, Martín comenzó la típica vida de club de fin
de semana. El Club Municipal de Buenos Aires (Muni), hoy con-
ocido como Club Ciudad, fue el elegido. La abuela Berta no se
quedaba fuera del programa familiar ya que, aunque estaba
grande para practicar deportes, disfrutaba de estar horas con
las amigas jugando a la canasta. Sus padres practicaban el
tenis y, mientras tanto, Martín y Fernando jugaban a ser her-
manos: correteos, aventuras y peleas. Con tres y cinco años de
edad, respectivamente, no tenían un deporte con el cual pasar
el tiempo y no confrontarse mutuamente. Fue por eso que Ma-
rio y Myriam decidieron asignarle a cada uno su futuro hobbie;
o quizás, sin saberlo, profesión.
Fernando empezó en tenis. Martín, quizás para evitar las pe-
leas, no practicó en el mismo deporte. La natación lo recibió
entre brazadas abiertas. Entrenó un tiempo hasta que vino la
primera competencia y, con ella, la primera gran frustración.
Había mucha gente, muchos padres. Pero en la categoría de
Martín no se había anotado nadie; él era el único. “Me daba
vergüenza, pero tuve que nadar igual. Y obviamente gané la
carrera”, cuenta Martín entre risas. Pero en el momento de reci-
bir las medallas faltaba una, justamente la de Martín. Frustrado
con la natación, volvió a su casa y agarró una raqueta doblada
y, al otro día, se fue a jugar al frontón en Muni.
Fue recién a los siete años cuando su abuela Berta le regaló su
primera raqueta y empezó a practicar más seguido. Los fines
de semana en el club tomaba clases grupales. A los diez años
de edad empezó a competir en torneos inter-clubes. Y ya a los
11, en 1975, comenzó a destacarse en la categoría sub 12. Todo
esto sin pensar ni imaginar el ser profesional. A los 12 años otra
gran frustración se interpone en su camino: los padres deciden
irse a vivir a Barcelona antes de la dictadura. Es entonces el 5 de
febrero de 1976 que se suben a un barco que, luego de 15 días,
los deja en el puerto de Barcelona, con baúles, no con valijas
momentáneas, sin un rumbo fijo ni contactos a los que acudir.
Tras la adaptación, una de las primeras cosas que la familia bus-
có fue un club para no perder la costumbre. Sin intención al-
guna de ser profesional, Martín vuelve a entrenar y destacarse
entre los suyos. En ese buen momento deportivo otra vez un
obstáculo se interpone en su camino: su hermano Fernando,
tras visitar Argentina, decide, en 1981, volverse. Y, como si
fuese poco, los padres se separan y la madre se vuelve tam-
bién para la Argentina. Pero Martín se queda en Barcelona con
su padre y siguió destacándose en las categorías juveniles, ya
internacionalmente. Fue recién en esa etapa que, tras llegar a
la final de Roland Garros, Martín se da cuenta que podía probar
suerte en el mundo profesional.
En 1983, en una visita a Buenos Aires, conoce a una chica que
no es la actual mujer. Una novia. Eso se sumó a las buenas bi-
envenidas de la madre, a su hermano que vivía en Argentina
y a toda su historia. Sentía que tenía que tomar una de las de-
cisiones más importantes de su vida a nivel personal, porque
profesionalmente le convenía quedarse en Europa que estaba
más cerca de los torneos y con más posibilidades de jugar.
A fines de 1983 ya era profesional; estaba en el puesto 150 del
ranking mundial. En ese momento tomó la decisión de volv-
erse. Con 1500 dólares en el bolsillo, compró un pasaje abierto
por un año sin saber qué iba a pasar, si volvería y con qué plata.
Al llegar a Buenos Aires se anotó en unos torneos por plata.
Ganó todos. Cinco seguidos.
La primera semana, la revista El Gráfico tituló “Jaite Jaite, ¿quién
es el hispano-argentino?”. Estar ahí era lo mejor existía. Con
fuerte envión anímico, Martín decidió irse a Europa a probar
ENTRENADOR SOBRE LA MARCHA
Martín Jaite aprendió el ser jugador y entrenador profesional de tenis sin antes planificarlo.
De un día para otro, en diferentes momentos de su carrera, Gaudio y Nalbandian lo convo-
caron para que los entrene; más tarde, capitán de Argentina en la Copa Davis.
“En mi casa agarraba raquetas de ping pong y jugaba solo contra la pared;
organizaba torneos y simulaba que jugaba profesionalmente contra Jimmy
Connors, Ivan Lendl y John Patrick McEnroe. Pero eso estaba lejos de ser real”.
JUGAR A SER PROFESIONAL
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suerte en la clasificación de Roland Garros de 1984. Antes de
eso participó en un torneo en Brasil, en Curitiba, un challenger
que, según él increíblemente logró ganar. Siempre perdía en
primera vuelta. “Algo me había pasado porque no estaba en-
trenando bien, pero anímicamente la vuelta y la decisión me
ayudaron”, admite Martín.
Una vez en Europa logró pasar la quali de Roland Garros, que
eran 3 partidos. Eso ya lo ponía feliz de la vida; era lo que más
quería. Luego ganó la primera ronda. En segunda ronda le
tocó contra un tenista EEUU, Vitas Gerulaitis. Tenía mucho mie-
do, sobre todo al papelón. Era impensable e inimaginable es-
tar jugando contra él. Ganó también y llegó a la tercera vuelta,
donde todo lo que había hecho con la paleta de ping pong se
había vuelto verdad: le tocó jugar contra Jimmy Connors en
la cancha central de Roland Garros. Dice Martín que lo único
que quería era hacerle 2 o 3 games para no terminar 6-0 y 6-0.
Perdió, pero muy dignamente en 4 sets, y cuando terminó Ro-
land Garros lo llamaron para estar en el equipo Copa Davis de
Argentina.
La vida le hizo un clic desde diciembre 83 a junio del 84. “Me
recibí de tenista, voy a dedicarme ahora”, recuerda haber pen-
sado en ese momento. Debutó en la Copa Davis jugando en
Atlanta contra Connors y contra McEnroe en un estadio con
20.000 personas. En 1985 obtuvo su primer título, que en toda
su carrera llegaron a ser 12 y jugó 7 finales en total.
Su carrera como jugador terminó en 1993. Así como nunca
supo por qué jugó al tenis profesionalmente, tampoco supo
por qué se estaba retirando. Pero, dice Martín, “sentía que no
podía seguir más. No tenía ya la concentración necesaria; no
tenía ganas de trabajar y entrenar”.
Martín fue entrenador de Gastón Gaudio y David Nal-
bandian. Gaudio, en 2002, lo llamó y le dijo por teléfono
que si no lo entrenaba a la semana siguiente se retiraba
porque nunca había ganado un torneo. Jaite, sorprendi-
do, dudó en su decisión pero finalmente aceptó y quedó
en encontrarse el lunes, el día que el torneo comenzaba.
Especularon con que su primer encuentro sea el mar-
tes para el día anterior poder conocerse, pero le tocó el
primer turno del lunes y Martín llegó directo desde el
aeropuerto, vestido de civil, durante la entrada en calor.
Una vez en el vestuario, antes de comenzar el encuentro,
Gaudio le preguntó a Martín qué hacer. Martín, sorpren-
dido e incómodo, le respondió: “¡qué sé yo! Si yo no te
conozco”. Pero sabía que algo le tenía que decir y, tras
algunos incómodos minutos, Martín le dijo: “¿Sabés
qué, Gastón? Hacé esto: pasá la pelota para el otro lado”.
Gaudio, atónito y desconcertado, se lo quedó mirando.
Lo anecdótico es que ganó el torneo, la final contra el es-
pañol Albert Costa. En el momento en que Gastón tenía
el match point Martín estaba sentado detrás de él. El
entrenador, se supone, no le puede hablar: está penado
con multa. Pero Gastón se da vuelta y le pregunta: ¿qué
hago? Martín dijo lo primero que se le vino a su mente:
“ponete de drive y pegale paralelo”. Confesó luego no
saber por qué le dijo eso, pero la cuestión es que ganó.
“¡Sos un genio!”, le dijo Gastón. “Las cosas simples son las
más fáciles. A veces los mensajes simples, los más claros,
son los que mejor llegan”, recomienda Martín.
Algo similar sucedió con Nalbandian. Lo llamó a Martín
para entrenarlo. “Es un tipo más duro que Gastón, muy
autosuficiente. No había que hablarle mucho, pero me
contrató y algo le tenía que decir”, recuerda Martín. “Da-
vid, ¿qué es lo peor que nos puede pasar?”, le preguntó.
“No sé”, respondió David. “Perder… y ¿qué pasa si per-
dés? No pasa nada: si ganás, ganás; si perdés, perdés”. Lu-
ego de algunos años comprobó que el mensaje le había
llegado a David: en una de las últimas series de la Copa
Davis que Nalbandian disputó, durante la cena tuvieron
todos una charla y Martín le preguntó a sus jugadores lo
mismo, qué era lo peor que podía pasar. “Perder, y ¿qué
pasa si perdemos? Nada”, respondió Nalbandian.
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EL TÚNEL de correr al aire libre en el hielo del invierno alemán.
Sus productos era de buena calidad, perfecta man-
ufactura y una gran resistencia. La fama del calzado
de los Dassler llegaron a Josef Waitzer, entrenador
del equipo alemán de atletismo. Con Adolf en el pa-
pel de artista introvertido, y Rudolf como experto en
relaciones públicas, la pareja de hermanos comenzó a
comercializar sus productos en la Villa Olímpica de los
Juegos de Berlín de 1936.
La creación de dos de las mayores marcas deportivas del mun-
do tiene una historia digna de ser retratada en una película.
Dos hermanos alemanes, hijos del zapatero Cristoph, partidar-
ios del nazismo, comenzaron juntos su carrera empresarial y
fundaron las míticas marcas de Adidas y Puma, las cuales hoy
en día cuentan con millones de consumidores y facturan miles
de millones de dólares anualmente.
Un joven Adolf Dassler, panadero, comenzó a producir su
propio calzado deportivo en la cocina de su madre después
de su regreso de la Primera Guerra Mundial. Decidió utilizar su
apodo (Adi) y la primera sílaba de su apellido para nombrar a
su gran emprendimiento: Adidas. En 1924, su hermano, Rudolf
Dassler, se sumó al negocio.
Era el año 1926 y en el interior de su casa, los hermanos Ad-
olf y Rudolf confeccionaban zapatillas y pantuflas sin marca.
También producían calzado con clavos para los que gustaban
MARCAS DE SANGRE
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El crecimiento del nazismo, del cual eran partidarios, su-
puso un beneficio económico ya que el atletismo era el
deporte utilizado por los nazis como el reflejo perfecto
para mostrarle al mundo la perfección aria. Sin embar-
go, no fue un ario quien se llevó estos reconocimientos:
fueron para Jesse Owens. El atleta negro se colgó al cuel-
lo la medalla dorada cuatro veces por sobre muchachos
rubios y de ojos azules. Este fenómeno ocultaba un se-
creto: Jesse utilizaba unas zapatillas de clavos elabora-
dos por Adi Dassler. La compañía comenzaba a reconoc-
erse de la mano del atleta de Alabama.
La relación entre los hermanos comenzó a ser tensa du-
rante la Segunda Guerra Mundial. Por orden de Hitler, la
fábrica de calzado se convirtió en un taller de tanques
y repuestos de lanzamisiles. Adi se libró de utilizar las
armas para hacerse cargo del rumbo bélico que había
tomado su empresa. Rudolf, convencido de la causa nazi
y espía de la SS, se unió a las tropas en Sajonia y desde
31
allí le escribió un mensaje a su hermano lleno de afecto: “No
dudaré en pedir el cierre de la fábrica para que tengas que
asumir una ocupación que te permita jugar a ser jefe y, como
deportista de elite que eres, tengas que llevar un arma”.
Una vez finalizada la guerra, ocurrió lo esperable: Rudolf dejó
la empresa para crear la propia: la competidora Puma. En ese
momento comenzó una batalla comercial inescrupulosa, que
rozó patético por tratarse de dos hermanos. La disputa se ex-
tendió más allá de ellos, trascendiendo las generaciones, y
continuando en el presente.
Adolf (Adidas) y Rudolf Dassler (Puma) crearon dos gigantes
del calzado deportivo y patrocinaron a los mejores atletas del
siglo XX. La muerte le llegó a ambos sin haberse reconciliado.
Después de la muerte de Adolf Dassler en 1978, su hijo y su
esposa, Käthe, asumieron la dirección. Adidas se transformó en
una sociedad anónima en 1989, pero la propiedad se mantuvo
en la familia hasta 1995.
Bajo la dirección de Rudolf Dassler, PUMA fue una empresa
pequeña. Sólo con la dirección de su hijo, Armin Dassler, PUMA
llegó a ser la empresa mundialmente conocida que es hoy.
Dos hermanos, dos marcas y una historia que quedará en los
anales del mundo deportivo.
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El Tigre Boat Club cumplió 126 años y es, actualmente, uno de los clubes de remo que
más ha crecido en los últimos tiempos, tanto en lo social como en lo deportivo, con el
compromiso y participación de sus socios..
El club se destaca por el compañerismo y por compartir constantemente actividades
entre los afiliados. El T.B.C cuenta, aparte de los elementos necesarios para la prácti-
ca de remo (incluidos unos setenta botes de paseo y de competición), con un salón
comedor, buffet, sala de billar, dormitorios para socios y remeros de otros clubes en
épocas de regatas, pileta de natación, cancha de paddle, de squash y gimnasio.
TBC: UN CLUB EN MARCHA
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El Tigre Boat Club es un club de remo privado, situado en la
ciudad de Tigre en la provincia de Buenos Aires. Fue el primer
club de remo fundado en dicha ciudad el 17 de julio de 1888,
bajo la iniciativa de un núcleo de remeros inmigrantes de na-
cionalidad inglesa. Y rápidamente los colores del club, negro y
amarillo, comenzaron a hacerse conocidos y a ser respetados
debido a sus triunfos deportivos.
A partir del año 2004 se organizó una escuela de remo para
los más jóvenes y el club comenzó a participar de las regatas
oficiales y promocionales, y también a obtener premios en las
mismas. Uno de los logros deportivos más importantes, fue el
logrado por Agustín Campassi, durante la regata del Campe-
onato Argentino de octubre de 2006, obteniendo el primer
puesto en la categoría single novicio.
En el 2008, el T.B.C cumplió un objetivo sumamente impor-
tante, que fue participar de la regata más tradicional del mun-
do: la “Henley Royal Regatta”, en Inglaterra. Allí, Agustín Cam-
passi consiguió ser el primer singlista del club y en representar
al país en un campeonato mundial de remo, en la especialidad
Single Peso Ligero. Para el 2009, se lograron grandes resultados
a nivel nacional obteniéndose cinco campeonatos argentinos.
En el año 2012, la Argentina fue representada en los Juegos
Olímpicos de Londres por dos remeros del T.B.C, Joaquín Iwan
y Milka Kraljev, logrando resultados satisfactorios.
En el corriente año, el club tiene cuatro remeros dentro de la
Selección Argentina de remo: Axel Haack, Milka Kraljev, José
Moreschi y Agustín Campassi. Siendo, este último, el mejor
remero a nivel nacional e internacional: por ser cuatro veces
campeón argentino, tres veces campeón sudamericano; por
haber participado en cuatro competencias mundiales, por
contar con tres participaciones en World Cup, por ser dos vec-
es campeón metropolitano, y por tener el record nacional y
sudamericano de remoergómetro.
Actualmente el equipo oficial de remo está entrenando al
máximo, para obtener los mejores resultados en el Campe-
onato Argentino, que se disputará a mediados de noviembre.
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En los inicios del club, los miembros fundadores intentaban sociabilizar exclu-
sivamente con gente de nacionalidad inglesa, pero con el tiempo esta actitud
fue cambiando y hoy el club le da la bienvenida a todos, sin importar la nacio-
nalidad. El T.B.C hoy mantiene una personalidad particular, donde el socio no
necesita un carnet social para ser reconocido como tal, y donde todos confor-
man una gran familia.
Hoy el Tigre Boat Club apuesta por un presente con participación de los
jóvenes, con ideas claras, con ganas y humildad, por lo que no hay objetivos
imposibles ni metas que no se puedan superar.
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Si se piensa en el surf lo primero que surge en la imaginación es la figura de hom-
bres sobrevolando un grupo interminable de olas gigantes en mares embravecidos.
Sin embargo, el elemento fundamental para que el deporte se vea completo son las
tablas.
HAY TABLA
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Hoy en día, las hay de diversas formas, diseños y tamaños. Pero
el material del cual están hechas, es en verdad el componente
principal, que decidirá si son capaces de mantenerse a flote y
de resistir los embates del mar. Actualmente la fabricación de
las tablas se realiza básicamente, con espuma de poliuretano
por dentro, un refuerzo de madera y son recubiertas con telas
de fibra de vidrio. Lleva mucho tiempo reconocer las diferen-
cias entre ellas y decidirse por la mejor según el gusto y el cu-
erpo de cada uno.
Dice la leyenda que repiten los amantes de este deporte, que
la forma cóncava de dichas tablas se debe al “caballito de toto-
ra”. Este es un tipo de embarcación construida con tallos y ho-
jas de totora, planta acuática oriunda de la zona del litoral pe-
ruano. Los escritos del antropólogo español José Acosta, que
datan del siglo dieciséis, relatan cómo los pescadores del lugar
avanzaban en ese tipo de balsas, cortando las olas del océa-
no Pacífico. Cuenta en sus crónicas descriptivas que con cada
corte creaban formas increíbles, casi obras de arte en distinto
tonos de azules, espumas y turquesas.
A principios de siglo XX, la modernización llegó también al
arte de deslizarse sobre la superficie del agua. Las tablas eran
grandes planchas de madera y los hawaianos recuperarían la
tradición de romper olas, organizándose deportivamente.
De Hawái a Mar del Plata hay miles de kilómetros de distancia,
pero la misma se acortó cuando en la década del ’60 un grupo
de amigos se vio inspirado por el deporte y no le importó que
sus olas, las de su ciudad, no tuvieran el tamaño adecuado (en
SI SE PIENSA EN EL SURF, LO PRIMERO QUE SURGE EN LA IMAGINACIÓN ES LA FIGURA DE HOMBRES SOBREVOLANDO UN GRUPO INTERMINABLE DE OLAS GIGANTES EN MARES EM-BRAVECIDOS.
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esa zona del Atlántico generalmente se gestan olas medianas).
Lo que verdaderamente les fascinaba fue la manera de que-
brarlas. Estos amigos (Federico Laich, Jorge Azulay, Raúl de
Ibarreta, Ricardo Mandojana y Ezequiel Padovani) se nuclearon
bajo el nombre de “Lampalagua” y comenzaron a diseñar, fab-
ricar y vender modernas tablas de fiberglass (fibra de vidrio),
material que las hacía más livianas, resistentes y maniobrables.
Así empezaron a “cabalgar” las olas de Playa Grande, Punta
Mogotes y La Perla.
Unos años más tarde a los Lampalagua se sumó otro grupo de
amigos, el “Kikiwai Surf Club”, (integrado, entre otros, por Luis
De Ridder, Daniel Gil y Armando Lopez) que luego se fusionaría
bajo la denominación de CAT, “Club Argentino de Tablistas”.
Treinta años después, también en Mar del Plata, en 1996, sur-
giría Camarón Brujo, cuyo creador, el surfista Sebastián Galin-
do decidió ponerle este nombre a su pasión por crear diversas
formas de tablas; y fue así como junto a su hermano Marcelo y
con su amigo Carlos Ordano, le dio nacimiento a esta reconoci-
da marca en el mundo del deporte acuático. Su fama aumentó
con el paso del tiempo y se logró que las tablas Camarón se
convirtieran en asiduas visitantes de los campeonatos de surf
argentino.
Los hermanos Galindo continúan el perfeccionamiento de las
tablas, buscando nuevas ideas y técnicas a lo largo del planeta,
sumando, además, indumentaria y trajes de neoprene confec-
cionados en la Argentina con productos de alta tecnología.
Un enorme mundo alrededor de este deporte: personas, ele-
mentos, creatividad, todo puesto al servicio del disfrute en el
difícil desafío de dominar la naturaleza. “Capturas al mar surfe-
ando” dice una de las canciones de la banda The Beach Boys…
SI SE PIENSA EN EL SURF, LO PRIMERO QUE SURGE EN LA IMAGINACIÓN ES LA FIGURA DE HOMBRES SOBREVOLANDO UN GRUPO INTERMINABLE DE OLAS GIGANTES EN MARES EM-BRAVECIDOS.
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LOS NUESTROS
Queda lejos aquella época dorada del tenis argentino, donde supimos ver a varios
jugadores locales en lo más alto del ranking mundial. Con Guillermo Vilas como figura
máxima de nuestro deporte blanco, nuestro país vio nacer jugadores de gran nivel
entre los que se destacan Javier Frana, Martin Jaite, “Luli” Manchini y por supuesto la
inolvidable Gabriela Sabatini. Fue a mediados y finales de los años ´90 y principios del
2000 donde una gran cantidad de talentosos jugadores llevarían al tenis argentino a
lo más alto.
PUNTO DE QUIEBRE
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42
La denominada “Legión Argentina” compuesta por, entre otros,
David Nalbandian, Guillermo Coria, Gastón Gaudio, Guillermo
Cañas, Mariano Puerta, Juan Ignacio Chela, Mariano Zabale-
ta y Juan Mónaco, puso la mirada del mundo sobre nuestro
país y transformó un deporte que cada vez fue ganando más
adeptos y apasionados. Si bien algunos de los nombrados
jugadores quedaron en promesas o su paso fue breve por el
circuito, marcaron un antes y un después en el deporte de la
raqueta, porque participaron en grandes torneos y principal-
mente porque lograron filtrarse entre jugadores de elite.
La recordada final entre Guillermo Coria y Gastón Gaudio en el
Roland Garros en el año 2004 quedará, sin duda, un hito para
nuestra historia deportiva. Cuatro jugadores argentinos en los
cuartos de final de un Grand Slam era algo impensado (Nal-
bandian-Chela-Coria-Gaudio). Además aquel torneo parisino
marcaría la historia del tenis mundial, siendo Gaudio el último
campeón antes de la hegemonía casi absoluta de Rafael Nadal
en el mencionado torneo.
David Nalbandian tendría su gran momento al siguiente año
al derrotar en la final Master de fin de año al mejor jugador del
momento y quizás el mejor de la historia, Roger Federer en un
partido que permanecerá en el recuerdo. El jugador argenti-
no remontó un partido ya perdido, ante un Federer inspirado
que por entonces era el rey absoluto del circuito. Otro hecho
importante tendría lugar ese mismo año. De vuelta en Roland
Garros, Mariano Puerta alcanzaría la final siendo derrotado en
un gran partido por Nadal.
Llegarían también las finales de Copa Davis, en 2006 frente a
Rusia de visitante y en 2008 frente a España de local. Ambas
serían un duro golpe para el tenis argentino, especialmente la
jugada en Mar del Plata, donde se creía que la final ya estaba
ganada. Gracias a La Legión, continuaron grandes resultados
en la Copa Davis llegando a una nueva final en 2011, quizás
con el último suspiro que quedaba de aquellos jugadores que
supieron resaltar en el circuito.
El tenis argentino no pasa por sus mejores tiempos. La Legión
cada vez se extraña más y el futuro es incierto.
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La mayoría de ellos están retirados, ahora se dedican a entrenar a jóvenes jugadores,
otros se han desligado del deporte que los vio crecer o han hecho incursión en los
medios de comunicación. Dentro de pocos días se llevará a cabo en Londres, el Master
de fin de año; del cual no participarán tenistas argentinos. La nostalgia pesa cuando se
recuerda que en algún momento este torneo supo contar con hasta cuatro de ellos.
LA FAMOSALEGIÓN
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El tenis argentino se encuentra en una etapa de transición luego de haber vivido uno
de los mejores años deportivos. Ganadores de títulos de Grand Slam, Masters Series
y demás, llevaron al deporte a la cima. Sin embargo, gran parte de esos jugadores ya
se retiraron y comienzan a aparecer el “recambio”. ¿Cómo incentivar a los jóvenes a
consagrarse?
La detección de talentos a temprana edad es un hecho fundamental para comenzar
a sentar las bases de los futuros jugadores. Para eso, la Asociación Argentina de Tenis
(AAT), de la mano de su Director de Desarrollo Deportivo, implementó una estrategia
para recorrer el país e ir buscando a jóvenes desde los 7 u 8 años. Es necesario un pre-
maturo conocimiento de sus cualidades para cuando llega el momento de las com-
peticiones más importantes el entrenador puede establecer una línea de preparación
más sólida y efectiva.
Una vez que se ha detectado a determinado jugador con las condiciones necesarias,
la AAT le brinda, tanto a él como a su grupo de entrenamiento, todas las facilidades de
trabajo para funcionar a modo de fuente de consulta permanente. La intención no re-
cae en apartar al jugador de su entrenador sino la de fortalecer esa relación y, de esta
manera, el desarrollo del tenista pueda verse mucho más favorecida para enfrentarse
a mayores competencias.
Durante los últimos años, la llegada de Modesto “Tito” Vázquez a la asociación como
Coordinador de Desarrollo ha beneficiado de manera directa el crecimiento del área
destinada al tenis juvenil. Sin embargo, a pesar que las virtudes más grandes proven-
gan del perfil “humano” de los protagonistas, el factor económico es indispensable
para colaborar con todos los jugadores de una forma estratégica, equilibrada y justa,
por lo que actualmente es una gran desventaja.
La presencia de entrenadores juveniles a lo largo y ancho del país es muy escasa. No
existe personal altamente calificado en muchas de las provincias argentinas. Solo la
TENIS: INDUSTRIA NACIONAL
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ciudad de Tandil es una gran excepción a esta característica
ya que cuenta con los mejores entrenadores del país, lo que
permitió el desarrollo y crecimiento de grandes jugadores de
primer nivel mundial como Juan Martín Del Potro, Mariano
Zabaleta, Juan Mónaco, etc. En otros casos, la llegada a la Ci-
udad de Buenos Aires es central para el desarrollo deportivo
de un jugador.
Argentina puede ser considerada como una potencia en el
tenis internacional. Sin embargo, si la comparamos con otras
potencias como lo pueden ser Estados Unidos o Francia,
cuenta con una gran desventaja: el factor económico. En el
circuito profesional hay jugadores que hace más de 4 años se
encuentran en el top 100 como Leonadro Mayer y recién en
los últimos tiempos pudo comenzar a obtener las recompen-
sas económicas de los gastos sufridos durante estos años. En
cualquier otra potencia tenística, esto es un hecho inadmisible.
Los tenistas argentinos que llegan a lo más alto del circuito
no poseen las mismas características técnicas ni surgen de la
misma escuela de tenis. Esto es una gran falencia en la AAT. La
mayor parte de los logros surgen por un gran esfuerzo per-
sonal y, en muchos casos, por el “contagio” de ver el triunfo de
ciertos compatriotas de su generación en los torneos más im-
portantes del mundo. Ni siquiera el caso de “La Legión”, con-
siderada la mejor generación de tenis nacional de la historia,
tenían la misma escuela de aprendizaje como sí lo tuvo, por
ejemplo, la generación española en su momento.
Una posible solución, práctica y efectiva, es el incentivo a los
jugadores profesionales de primer nivel que se retiran a par-
ticipar en el sector dirigencial de la Asociación Argentina de
Tenis. Sin embargo, está demostrado que es muy difícil que
esto suceda ya que los mayores conocimientos que estos ad-
quieren son los del trabajo de campo. Por lo tanto, luego de
su carrera deportiva se dedican a entrenar a los más jóvenes.
La implementación de un centro de desarrollo de la AAT
donde todos los jugadores del país puedan entrenar es otra
gran falla. Es inaceptable no contar con un espacio exclusivo
para uno de los deportes más importantes de Argentina. La
falta de estructura es un aspecto primordial a la hora de esta-
blecer las prioridades a futuro.
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El tenis argentino tiene que reencontrar su rumbo luego del
éxito de tantos años de La Legión. Las nuevas generaciones
deben ser capaces de crear una identidad nacional y volver a
llevar a este deporte a lo más alto. Para ello, la AAT tiene que
tomar las mejores decisiones y acompañar a quienes todavía
se encuentran en su etapa de desarrollo. No es una tarea sen-
cilla. Es política deportiva.
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SAQUE Y RED
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AL MARGEN
El pasado miércoles 8 de octubre, en el Paseo de la Gloria, fue inaugurada una estatua que
representa a la ex tenista argentina Gabriela Sabatini. El mencionado Paseo se caracteriza
por proveer un espacio que hace honor a algunos de los mejores deportistas que hemos
tenido en la Argentina.
49
FOTO
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Se trata de un camino en el cual se asientan figuras de con-
ocimiento público, construidas con resina poliéster y fibra de
vidrio reforzada, con un exterior patinado con diferentes pin-
turas, tintas y óleos que imitan el bronce. Las mismas están
protegidas con una laca náutica de alta resistencia que es es-
pecial para soportar la intemperie..
Dichas figuras han sido creadas en su totalidad por Mario Be-
navidez, un escultor realista reconocido por sus numerosos
trabajos para coleccionistas en varias partes del mundo. En Ar-
gentina, su sello está en estatuas y en bustos como por ejem-
plo los de San Martín, Belgrano, Sarmiento, Borges, Cortázar,
el “Che” Guevara, Mercedes Sosa, Astor Piazzolla y Sui Generis,
entre otros.
El paseo está ubicado en la Costanera Sur, se extiende desde la
Avenida Dr. Tristán Achaval Rodríguez y Azucena Villaflor has-
ta la calle Viamonte. Actualmente permanece a la espera de
la llegada de las figuras de Diego A. Maradona, el golfista Ro-
berto De Vicenzo y Luciana Aymar (jugadora de hockey) que
llegarán en los próximos meses para formar parte de la galería.
La primera en inaugurar la mencionada colección, fue la estat-
ua de Emanuel Ginobilli (basquetbolista), la segunda, fue la de
PASEO DE LA GLORIA, UN LUGAR PARA LOS MEJORES DEPORTISTAS ARGENTI-NOS.
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Guillermo Vilas (ex tenista) y la tercera, la de Sabatini, la que
a poco de llegada, sufrió un robo impensado. Los primeros
transeúntes de la mañana del martes veintiocho de octubre,
se encontraron con que la raqueta de la figura había sido roba-
da. Nadie podría creer que la misma tuviese valor de reventa
por los materiales con que está hecha, pero sí por lo que repre-
senta. Si bien los materiales recién mencionados no tienen un
gran costo, el arreglo de la misma demandará doce mil pesos a
las autoridades a cargo.
Lamentablemente parece que las esculturas en la Ciudad de
Buenos Aires pasaron a ser un blanco fácil para la agresión in-
comprensible que se descarga sobre los monumentos públi-
cos. Por este mismo motivo también se vieron perjudicadas las
estatuas de los deportistas Lionel Messi, Maradona y Gabriel
Batistuta, emplazadas en Plaza Francia.
La noticia del robo infringido a la figura de Gabriela Sabatini,
no tardó en llegar a Internet y más que un hecho de preocu-
pación por la ofensa, se convirtió en algo tragicómico cuando
algunos usuarios tuvieron la ocurrencia de crear, por medio de
photoshop, diversos memes sobre la falta del objeto. (Como
se sabe el término “memes” ha sido acuñado en los últimos ti-
empos para designar un parecido o semejanza exacta con el
original).
Donde estaba la raqueta, apareció un rayo azul emulando así,
al personaje Obi-Wan Kenobi del famoso film Star Wars. Tam-
poco tardaron en llegar otro tipo de bromas como la compara-
ción del rostro de la estatua con el del actor estadounidense
Tom Cruise.
Esta vez el “saque” no sumó ni restó puntos, fue el puntapié ini-
cial para las originales respuestas de los creativos usuarios que
supieron enredearse, proponiendo otra clase de juego dentro
del juego.
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“El auto que venía con el reloj, cuando paso a los atletas de Kenia, se me pone al lado y me dicen ‘salí de la carrera’
porque no esperaban verme ahí adelante, je. Los oficiales pensaron que yo me había metido en el kilómetro 30 y que
había pasado a los keniatas, que me había metido en la carrera a molestar”.
“No pasó más que eso; fue eso nada más. Después les avisaron que estaba corriendo desde el principio. Así que parece
que, como estaba sorprendido yo, estaban sorprendidos ellos”.
El domingo 12 de Octubre se celebró la Maratón 42k de Buenos
Aires, de la que participaron más de 10 mil corredores. Contra to-
dos pronósticos, que indicaban como máximos favoritos a varios
de los atletas negros, en especial los kenyatas Muasya y Karinga, el
ganador fue un argentino.
COMO UN NEGRO
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Mariano Mastromarino busca sentarse. Aunque esté prepara-
do para correr en la altura o en condiciones climáticas mucho
más desfavorables, correr dos horas y cuarto tiene sus con-
secuencias. Sobre todo cuando son en competencia, porque
cuando se compite (suele repetir Mariano a sus íntimos) el
músculo que más trabaja es la cabeza. Por eso busca sentarse:
necesita estar en paz un segundo, dejar bajar y salir, con el su-
dor y los latidos en los gémelos y las plantas de los pies, toda
esa presión y esa adrenalina que supo utilizar como motor
para recorrer los 42k de la Maratón de Buenos Aires a casi 19
kilómetros por hora.
En el atletismo, se sabe, quienes dominan las disciplinas son
los negros: kenyatas, brasileros, colombianos y tanzanios se
habían repartido los primeros premios de las últimas diez edi-
ciones de la competencia. Justamente, eran tan claramente
favoritos los kenyatas Peter Muasya y Julius Karinga (ganador
de la edición 2013) que, tras superarlos durante la carrera a la
altura del kilómetro 36, desde un auto comenzaron a pedirle a
Mariano que se corriera, que ahí estaban corriendo una carre-
ra, que no molestara: ahí está el video de Mariano corriendo y
mostrando el número, como diciendo “yo también estoy cor-
riendo”. Es que Mastromarino corrió como un negro. Literal-
mente y sin ánimos peyorativos: su tiempo indica que hizo 3
minutos y 12 segundos por cada kilómetro de distancia, lo que
da una velocidad promedio de 18,7 kilómetros por hora. Una
verdadera máquina.
Por eso ahora se acomoda en la primera silla de plástico que
encuentra y estira las piernas, de tal modo que sólo los tal-
“MIRÁ EL NÚMERO, ESTOY CORRIENDO”
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ones tengan contacto con el suelo y soporten el peso de esas piernas exhaustas. Quien lo ve
puede darse cuenta que la procesión va por dentro, que la alegría y satisfacción de haber cump-
lido este sueño no se corresponden con esa cara de stress postraumático: más bien tiene que ver
con que es el momento de síntesis, de repaso del pasado de reciente, de rumiar cada instante,
cada foto que le quedó de esta consagración. Con los ojos cerrado y la frente al cielo, Mariano
está mirando para atrás, está jugando con los ojos de su nuca: atrás habían quedado Palermo,
Recoleta, Retiro, San Nicolás, Monserrat, San Telmo, La Boca y Puerto Madero; atrás quedaban los
10 años en que la competencia no coronaba a un atleta argentino. Y atrás, pero mucho más atrás,
quedaban los fantasmas personales, esas 4 milésimas que lo dejaron afuera de los Juegos Olím-
picos de Londres 2012, porque ahora se clasificó a los Juegos Panamericanos de Toronto 2015 y
quedó mucho mejor posicionado, anímica y atléticamente, para ingresar a los Juegos Olímpicos
de Río de Janeiro 2016.
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56
57
REC
Franco Jarast, jugador amateur de golf, cuenta en exclusiva cómo
heredó el deporte familiar, su casi paso profesional y da algunos
consejos para aquellos que recién comienzan.
“Cuando sacás handicap empezás con 25. El handicap va de 0, que sería un jugador profesional, a 36. Siempre se empie-
za con 25 y vas bajando o subiendo de acuerdo a las tarjetas que vas presentando. Yo ahora estoy en 8 que es lo mejor
que he jugado”.
SALSA GOLF
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¿Cuándo empezaste a jugar al golf?
Arranqué cuando era bastante chico, aproximadamente a los
ocho años de edad.
¿Por qué decidiste practicar el deporte?
Yo iba al club Hebraica (SHA, Sociedad Hebraica Argentina)
con mi familia los fines de semana. Practicaba varios deportes
ahí; siempre tuve facilidad. Pero mi papá me mandaba a jugar
al golf porque él jugaba y quería que yo también juegue. Así
que, desde chiquito, empecé a jugar al golf.
¿Cuál es la primera competencia que recordás?
Recuerdo que lo primero fueron los inter-clubes en los cuales
representaba a Hebraica. Fui a varias competencias. Me acuer-
do que en Golfers hubo una competencia especial en la cual
teníamos que jugar cada uno de los principiantes contra un
profesional y me tocó jugar contra Sebastián Fernández, que
también era de Hebraica, pero profesional. Y no me olvido de
la sensación que tuve cuando tenía que salir del hoyo 1 porque
había más de 100 personas mirando a Sebastián. Sentía mu-
cha presión en ese momento y no podía casi respirar.
¿Alguna vez pensaste en dedicarte profesionalmente al golf?
Sí, lo consideré. En un momento estaba tomando clases en
la Asociación de Golf Argentina y tenía muy buen nivel. Ahí
estaba yendo casi dos veces por semana, tres horas cada vez
que iba. Estaba entrenando muy intenso. Pero es muy dura la
competencia y es muy duro el deporte porque es contra uno
mismo: no podés errar ni un tiro, no tenés margen de error
y no tenés contra quién agarrarte. Pensé jugar profesional-
¿Qué le recomendás a aquellos que recién empiezan? ¿Cuál es
la “mezcla” mágica, la “salsa” que hace falta para jugar al golf?
Arrancar de chicos porque es mucho más fácil de apren-
der, como todos los deportes. Pero especialmente en el golf
porque tiene bastante de coordinación y técnica y cuando lo
aprendés de chico es mucho más fácil incorporar los movi-
mientos corporales, interiorizarlos y que luego sean naturales.
Agarrar el swing de grande es complicado. Recomiendo prac-
ticar mucho, ir al driving, bancarse las correcciones hasta que
salgan bien porque hay mucha gente, sobre todo que empieza
de grande, que no tiene esa paciencia para corregir la técnica
y el recorrido del golpe que luego influye directamente en el
juego.
mente pero había otros chicos de mi edad que eran realmente
muy buenos y tenía que entrenar y dedicarle mucho, meter-
le mucho foco y la verdad es que nunca quise dejar todo, por
ejemplo el estudio.
¿Qué es lo que más te gusta del deporte?
Me gusta que estoy al aire libre, que son lindos los paisajes,
conocer gente y canchas nuevas. También disfruto competir
y las distintas modalidades, por ejemplo el four-ball que sería
similar al dobles en tenis. También me gusta que se juega por
categorías porque con el handicap te asegurás jugar con-
tra otros competidores con nivel similar y eso está bueno. Y
además porque, como juego desde chiquito, me sale bien y
me gusta porque me sale bien.
“ES MUCHO MÁS FÁCIL APRENDER DE CHICO, COMO EN TODOS LOS DEPORTES”.
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Agustin Campassi, a los 26 años forma parte de la Selección ar-
gentina de remo. Nos cuenta sus inicios en este deporte, su entre-
namiento, sus logros y sus futuras metas.
RITMO Y META
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¿Cómo surgió tu interés por el remo? ¿Cómo te acercaste a esta
actividad?
Comencé a los 16 años. Para ese entonces ya había pasado
por muchos deportes y estaba en el equipo de natación del
colegio, pero quería hacer algún otro deporte. Fui a averiguar
a los clubes de Tigre y terminé en el Tigre Boat Club, en el año
2004. Me convenció la calidez de la gente que vi. Yo de botes
no sabía nada, así que tampoco podría haberme dejado llevar
por otra cosa.
Al mes de empezar, corrí mi primera regata y me gustó esa
sensación. Me quedé con ganas de más. Pronto fui cambiando
mis prioridades del día para ir más veces a entrenar durante
la semana. Los resultados acompañaron a mi motivación de
seguir en el deporte y en el 2006 pasé a Oficiales y gané el
Campeonato Argentino en Single Novicio. Desde ese momen-
to supe que todo lo que hiciese sería para entrar en la Selec-
ción. No fue hasta el 2008 que conseguí la clasificación para
el Mundial Sub23 en Alemania tras quedar en el 15vo puesto
Mundial. En el 2009 conseguí clasificar nuevamente quedando
esta vez en el 19no puesto en el Single Ligero. A los dos meses,
clasifiqué para el mundial de mayores a disputarse en Polonia,
compitiendo en Cuádruple Ligero, con tres compañeros más.
Una vez vuelto del segundo mundial, salí campeón argentino
en Single Ligero, otorgándole ese título a mi club, luego de
más de cincuenta años sin tener un campeón argentino en
una categoría así. Y dos semanas después gané el Doble Lige-
ro en el Sudamericano realizado en Tigre.
¿Cuáles han sido tus mayores logros hasta el momento?
Llevo remando ya diez años, seis en la selección argentina.
Dentro de estos años fui cuatro veces campeón argentino; tres
veces campeón sudamericano; participé en tres competencias
mundiales; salí en dos oportunidades campeón metropoli-
tano; una vez participé en una competencia en copa del mun-
do y soy poseedor del récord nacional de remoergometro.
¿Cómo es un día en tu vida?
Mi día está bastante avocado al entrenamiento. Entreno todas
las mañanas muy temprano y todas las tardes también. Salgo
a remar, vuelvo y hago remoergometro, que es un simulador
de remo. Luego gimnasio, bici y salgo a correr. Hay que ser un
deportista completo y entrenarte físicamente, pero a la vez
mentalmente para las exigencias de este deporte. Creo que si
no me exijo en los entrenamientos, en la competencia no va
a surgir mi máximo. Siempre pienso que cuando no estoy en-
trenando, hay alguien en otra parte que si lo está haciendo y le
estoy entregando ventaja, así que no puedo parar.
¿Tenés algún sueño o meta que te queda por cumplir?
Participar de un Juego Olímpico. Y como máxima aspiración
un diploma Olímpico, del primer al octavo puesto.
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¿Cómo hacés para ser constante en tu entrenamiento?
Me exijo al máximo en cada entrenamiento. Busco saber cuál
es el límite. El dolor y sufrimiento no son índices para frenar.
No son reales. Al menos para el deporte que practico. Remo
es un deporte muy competitivo y que exige a tu cuerpo como
ningún otro deporte. Es tener constantemente una sensación
de querer parar, desmayarte. Que te hace replantearte querer
cambiar de deporte porque el dolor es tanto que es insoport-
able. Pero cuando termina, la sensación de bienestar y grati-
ficación por lo logrado es tan grande que te motiva a querer
más.
¿Seguís alguna alimentación especial?
Si, es muy importante la alimentación durante todo el día y
más si uno hace deporte. La primera media hora de haber fi-
nalizado el entrenamiento es el tiempo más importante para
poder ingerir nutrientes porque el cuerpo se recupera un 80%
más rápido comiendo ni bien se termina de hacer la actividad.
Por lo general me privo de comer comida chatarra y prefiero
cocinarme yo. Desayuno café con tostadas o yogurt con ce-
reales, jugo y alguna fruta. Al mediodía, pastas que me aportan
hidratos de carbono para recuperar lo de la mañana y seguir
entrenando a la tarde. Y a la noche como carne para la repa-
ración de los músculos con la proteína. Como colación siem-
pre elijo alguna fruta, yogurt, un turrón o una barrita de cereal;
hay bastantes opciones. Algo importante: nunca descuido el
tomar mucha agua para mantener el cuerpo equilibrado.
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PARA POCOS
Ignacio Perillo, con 28 años de edad, es competidor profesional de crossfit y participó en los
Games, el mundial de dicho deporte en Estados Unidos. Nos cuenta sus inicios, cómo son
sus días de entrenamiento y su experiencia en el mundial.
¿Cuáles fueron tus inicios en crossfit?
Siempre hice mucho deporte. Jugué al rugby muchos años y, cuando dejé, me metí en el
mundo del crossfit. Empecé a entrenar hace un poco más de dos años y luego unos amigos
abrieron su box al que empecé a frecuentar diariamente. Armamos un gran equipo, con el
cual entrenamos dos veces por día y, tras mucho esfuerzo, logramos llegar a los regionales
de Chile y a los Games. Fueron experiencias incomparables que nos llevaron a redoblar
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la apuesta y seguir entrenando muy duro. Es un trabajo de to-
dos los días, individual y en equipo, mental y físico.
Al ser el primer equipo argentino que logró clasificarse para los
Games, ¿cómo fue el camino hacia esta competencia?
Entrenamos muchísimo. Dejamos todo cada día para llegar
ahí. Todas las mañanas, a las 7.30 hs., entrenamos con el equi-
po, fortaleciendo las debilidades de cada uno y del conjunto;
y, por la tarde, entrenamos otra vez. Bajo un coaching y se-
guimiento personal, trabajamos todos los aspectos: fuerza,
aeróbico, levantamiento y hasta natación. Teníamos que estar
preparados para cualquier desafío que se nos presentara.
¿Hasta qué punto crees que un atleta latinoamericano puede
competir de igual a igual con uno de Estados Unidos? Una vez
en Estados Unidos en los Games, ¿sentiste alguna diferencia
significativa entre ustedes y ellos?
En los Games sentimos una diferencia física pero nunca nos
alejó de nuestro objetivo, fuimos a dejar todo y lo hicimos. El-
los tienen muchos años más de entrenamiento que el que ten-
emos en Argentina y dedican todo su tiempo a eso. Nosotros
tenemos trabajos aparte del crossfit, lo que no nos permite
dedicarle las veinticuatro horas del día. De todas formas, no
creo que exista una brecha inalcanzable. Tenemos mucho que
aprender de ellos y ojalá tengamos otra oportunidad.
¿Cómo es una semana típica de un atleta de crossfit, en cuanto
al entrenamiento y la alimentación?
Entrenamos diariamente dos veces por día y dos veces por se-
mana tenemos clase de levantamiento. Cada entrenamiento
dura alrededor de dos horas y media. Tratamos de tener un día
de descanso por semana para recuperar el cansancio acumula-
do. Y con respecto a la alimentación, nos cuidamos mucho. No
tenemos una dieta estricta a seguir, pero tratamos de no com-
er carbohidratos, ni azúcares y de tomar mucha agua. Siempre
es importante comer sano y respetar todas las comidas, previ-
as y posteriores a la actividad para poder rendir bien en cada
entrenamiento.
¿Cualquier persona puede practicar crossfit?
Si, cualquier persona con un apto físico al día. Se adaptan los
ejercicios a las condiciones particulares de cada uno. Lo prac-
tican desde niños pequeños hasta personas de mayor edad.
¿En cuántas competencias nacionales y/o internacionales par-
ticipaste?
En competencias nacionales estuve en BAFIT, que es un torneo
en Buenos aires, y en competencias de boxes de crossfit estuve
compitiendo en southfit, en el open con clasificación regional
y mundial y en los Games.
“Nos encantaría volver a tener la oportunidad; para lo cual seguimos entrenando cada día. Tenemos mucho por
mejorar y en eso estamos con un seguimiento personalizado de nuestro coach. Mientras, planeamos participar
de cuanta competencia sea posible para ver cómo estamos físicamente y unificar al equipo. Y esperamos clasifi-
car en el open del año que viene para ir al regional y, ojalá, al mundial otra vez.
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Revista independiente de periodismo deportivo. Precio de tapa sugerido: $30. Prohibida la reproducción total o parcial por
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