REVISTA DE Hl STORIA’ NAVAL

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REVISTA DE Hl STORIA’ NAVAL INSTITUTO DE HISTORIA Y CULTURA NAVAL Año IX Núm. 35 ARMADA ESPAÑOLA

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REVISTA

DE

Hl STORIA’ NAVAL

INSTITUTO DE HISTORIA Y CULTURA NAVAL

Año IX Núm. 35

ARMADA ESPAÑOLA

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INSTITUTO. DE HISTORIA Y CULTURA NAVAL

ARMADA ESPAÑOLA

REVISTADE

HISTORIA NAVAL

Año IX 1991 Núm. 35

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REVISTA DE HISTORIA NAVAL

CONSEJO RECTOR:

Presidente: Director del Instituto de Historia y Cultura Naval, José Ignacio González-Aller Hierro, contralmirante.

Vicepresidentey Director: José Cervera Pery. coronel auditor de la Armada.

Vocales: Secretario general del Instituto de Historia y Cultura Naval, Antonio Meirás Baamonde, capitán de navío.

Redacción: María Vigón Tabar, Lola Higueras Rodríguez. Luisa Martín-Merás,Hugo O’Donnell y Duque de Estrada, Isabel Hernández Sant.

Administración: Ovidio García Ramos, comandante de Intendencia de la Armada.

DIRECCIÓN Y ADMINISTRACIÓN:

Museo Naval—Montalbán, 2.28014 Madrid (España).

IMPRIME:

Servicio de Publicaciones de la Armada.

Publicación trimestral: cuarto trimestre 1991.Precio del ejemplar suelto: 650 ptas.

Suscripción anual:

España y Portugal: 2.400 ptas.Resto del mundo: 30 $ USA.

Depósito legal: M. 16.854-1983.ISSN-0212-467X.NIPO: 098-91-018-X.

Printed in Spain.

CUBIERTA: Logotipo del Instituto de Historia y Cultura Naval.

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SUMARIO

Págs.

NOTA EDITORIAL . 5

Consideraciones y reflexiones ante un escenario estratégico, porJosé Cervera Pery7

El comercio triangular entre Filipinas, México y Perú a comienzosdel siglo xvii, por Pilar Latasa Vasallo y Maribel Fariñas deAlba13

La defensa de Puerto Rico (1797), por Pilar Castillo Manrubia 29

Casas del Rey y Capitanía, por Juan Soler Cantó45

La deserción en la Marina española del siglo xviii, por AdelaidaSagarra y Nieves Rupérez63

La carta de fletamento del vapor «Royal Zar» al servicio de la Armada Española (1834), por Ramón Fernández Guerra77

Reflexiones sobre el Descubrimiento, por José Luis Tato89

Documento95

Noticias Generales, por M. Dolores Higueras Rodríguez99

La Historia Marítima en el mundo, por Luisa Martín-Merás103

Recensiones 105

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COLABORAN EN ESTE NÚMERO

José Cervera Pery es coronel auditor y periodista. Diplomado en Tecnología de la Informaciónyen Derecho Internacional. Miembro de la Real Academia de la Historia y autor de una seriede libros de Historia Naval. Conferenciante y articulista, en la actualidad es jefe del Departamento de Cultura del Instituto de Historia y Cultura Naval, y jefe del Servicio Histórico delCuartel General de la Armada. Actual director de la REVISTA DE HISTORIA NAVAL.

Pilar Latasa Vasallo, licenciada en Historia de América. Investigadora. Ha participado ennumerosos cursos y congresos americanistas. Colaboró en un simposio sobre HistoriografíaNaval,organizado por el Instituto de Historia y Cultura Naval. Actualmente se encuentra investigando en distintos archivos españoles sobre la administración virreinal española en América.

Maribel Fariñas de Alba es estudiante de Geografía e Historia en la Universidad Complutensede Madrid.

Pilar Castillo Manrubia es bibliotecaria del Estado Mayor de la Armada y fue condecorada conla Cruz del Mérito Naval de primera clase, con distintivo blanco. Obtuvo su licenciatura en Historia en la Universidad Complutense, donde permaneció como profesora ayudante de la Cátedra de Historia de España en la Edad Media. Su tesis doctoral, titulada: La Marina de GuerraEspañola en el primer tercio del siglo xix, obtuvo el Prémio Virgen del Carmen para libros. Haparticipado en congresos internacionales de Historia Militar yen las Jornadas de Historia Marítima del Instituto de Historia y Cultura Naval. Colabora habitualmente en revistas castrenses,como: «General de Marina», «Ejército», «Historia y Cultura Naval», «Formación»...

Juan Soler Cantó es teniente coronel médico de la Armada y sus numerosos trabajos sobrevariadas temáticas han versado sobre los temas médicos de sus especialidades: medicina interna, geriatría, aparato digestivo, medicina subacuática..., obteniendo diversos premios nacionales de la Fundación Félix Echauz (1945 y 1956), de la Real Academia de Medicina y Ciencias deMurcia (1967), de la Sociedad Española de Gerontología (1971). También en el área histórica.con 14 libros editados sobre Cartagena, Mastienos y Tartesios, Cartagineses y Bizantinos... Yen el área literaria, premios de ensayo (Serem 77), turismo (Everest 77), poesía (Flor NaturalCastellón 1978) y el primer Manual para Buzos (1952). Colaborador habitual de las revistas:«General de Marina», «Ejército», «Medicamenta>», «Especial del Aparato Digestivo», «Noticias Médicas», etc.

Ramón Fernández Guerra, Licenciado en Derecho en 1980 por la Universidad de Oviedo, esprofesor de Derecho Marítimo en la Escuela Superior de la Marina Civil de Gijón, dependientede la Universidad de Oviedo. Obtuvo la Suficiencia investigadora en 1989 en el Departamentode Ciencias Jurídicas Básicas de la mencionada Universidad, y en la actualidad es también profesor visitante en el Instituto Europeo de Estudios Marítimos y en el Colegio de Oficiales de laMarina Mercante Española durante los cursos 90-91 y 91-92.

José Luis Tato Tejedor, capitán de navío, ha sido director de la «Revista General de Marina»durante los cuatro últimos años y anteriormente fue subdirector de la misma. Actualmente, ensituación de retiro, forma parte de los Seminarios de Relaciones Internacionales del InstitutoEspañol de Estudios Estratégicos (CESEDEN). Estos temas relativos a política internacional,estrategia general y naval e historia constituyen una constante en sus aportaciones a diversaspublicaciones especializadas en dichas materias. Asimismo, es miembro de la AsociaciónAtlántica Española y de la Fundación Humanismo y Democracia.

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NOTA EDITORIAL

Con este número de la REVISTA —cronológicamente el 35— se cierra laplanificación otorgada a 1991, en la que se ha procurado ante todo una puntualidad en el encuentro con el lector. Encaramos ahora con idénticos ánimosy renovadas esperanzas el anunciado 1992, del que tanto hay que decir desdela conmemoración no sólo del y Centenario del Descubrimiento, sino también de la culminación de la Reconquista, el logro de la unidad religiosa y laprimera gramática española —obra de Nébrija— 4ue siempre fue la lenguacompañera del Imperio.

Pero mientras que aguardamos el evento, bueno será que expongamos laslíneas directrices de cuanto se nos ofrece en este número. El almirante Bordejé ha cesado en la dirección del Instituto de Historia y Cultura Naval porimperativo legal y tras una meritoria y espléndida labor de cuatro años. En suhomenaje —más que merecido— se abren las primeras páginas de la REVIS

TA, ya que «Consideraciones y reflexiones ante un escenario estratégico» es,ante todo, el justo reconocimiento de su tarea impulsora, a través de análisisde su último libro.

«El comercio triangular entre Filipinas, México yPerú a comienzos delsiglo XVII» es un documentado estudio de dos jóvenes investigadoras, PilarLatasa Vasallo y Maribel Fariñas de Alba, frente a las que se abre un nomenos espléndido porvenir en tan difícil como abnegada ciencia; «La defensade Puerto Rico en 1797», de Pilar Castillo, ofrece su nuevomatiz histórico, y«Casas del Rey y Capitanía» es un interesante trabajo de Juan Soler Cantó,para quien la historia de su ciudad natal no guarda ningún secreto.

La deserción en la Marina española en el siglo XVIII, tema poco conocidoy menos valorado es un trabajo conjunto de Adelaida Segarra y Nieves Rupérez, mientras que Ramón Rodríguez Guerra nos brinda su curiosa «Carta defletamento de vapor Royal Zar, al servicio de la Armada española en 1834».Otras nuevas reflexiones sobre el Descubrimiento, de José Luis Tato, cierralas páginas de los ensayos y notas de esta nueva comparecencia editorial.

Las secciones «fijas» de Documento, Noticias Generales, la HistoriaMarítima en el Mundo, y las acostumbradas Recensiones, culminan la singladura número 35 de la REVIsTA, en la que su director, redactores y colaboradores, desean a los lectores, suscriptores y favorecedores unas felices Navidadesy un venturoso año de 1992, tan cargado de expectativas y de esperanzas.

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CONSIDERACIONESY REFLEXIONES ANTE

UN ESCENARIO ESTRATÉGICO

(Homenaje al Almirante Bordejé)

José CERVERA PERYDirector de la Revista de Historia Naval

Casi al propio tiempo que culminaba una magnífica tarea rectora al frentedel Instituto de Historia y Cultura Naval, el contralmirante Fernando de Bordejé, —uno de los más preclaros investigadores de la razón marítima española—daba a la luz—y nunca mejor expresado el término— su libro El escenario estratégico españolen el siglo xvi (1492 -1556) con el que se ha cerrado la brillante trayectoria de la Colección Gran Armada, testimonio de un esfuerzo y una constancia en buena parte a él debidos.

No pretendo desde aquí ejercer funciones críticas de una obra que, siendopara mi admirable, me exime de cualquier contemplación analítica, que seguramente pecaría de incompleta. Trato de exponer —desde la perspectiva de laadmiración y la amistad— una serie de reflexiones o consideraciones que la lectura del libro me ha sugerido. Porque ante todo es un libro importante, para leerdespacio y meditar lo leído, y cuyo único pero, si es que hay que buscar alguno,es el que no hubiera salido capitaneando la serie de los que después se sucedieron, pues como pórtico de ellos constituye la más lograda meditación sistemáticasobre la indudable influencia del mar en la Historia de España.

La posición estratégica española ha dinamizadó desde siempre los diferentesespacios marítimos, desde muy distintas perspectivas. Los diversos reinospeninsulares existentes al nacimiento de Isabel y Fernando, Aragón, Castilla,Portugal y el más pequeño de Navarra, estaban ya delimitados y tenían respectivamente concluída su etapa de reconquista, excepción hecha del reino nazaríde Granada, enmarcado en la esfera de influencia castellana, ya que Aragón,asomado al litoral levantino y con el anda mediterránea de las islas Baleares,había iniciado con bastantes años de anterioridad su expansión marítima haciatierras de Italia, de las que desde Nápoles a Sicilia no conocían otros reyes quelos suyos.

Castilla, tras el freno que supuso el desastre de Aljubarrota con los portugueses, apuntalaba el reino, que desde Juan II, padre de Isabel, había evidenciadocon señales inequívocas sus déseos futuros de expansión en aras de una potencialidad que se vio por desgracia interrumpida y retrasada en el tumultuoso reinado de Enrique IV, que demora la ascendente marcha castellana. Un auténtico

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J. CERVERA PERY

clamor popular se alzará en torno a la figura del llamado Impotente y se dan actitudes como el destronamiento simbólico del Rey en Avila, la proclamación delInfante Don Alfonso, y que éste consiguiera arrancar de la Corte a su hermanaIsabel para llevarla a Arévalo, donde se convierte en símbolo de la reacción contra su hermanastro Enrique IV.

Dado que la candidatura del Rey Alfonso de Portugal al trono de Castilla serechazaba por el resentimiento de sus posibles súbditos ante la derrota sufridaen Aljubarrota, y de otra parte el temor de que Castilla quedase postergada auna mera provincia francesa, invalida la propuesta del matrimonio de Isabel conCarlos de Valois, heredero de Francia. El enlace con Aragón —de clara potenciación marítima— se entendía (aunque no fueran estas las razones) preferentea cualquier otro, no sólo por la simpatía que su Príncipe despertaba, sino por elasentimiento popular manifestado, conocida la oposición del Rey Enrique aautorizar el matrimonio.

Se unen pues Castilla y Aragón, con lo que el escenario estratégico deambos reinos se despliega y diversifica en las acciones exteriores, que en Aragón continúan significando el mantenimiento del control mediterráneo,basado en su expansión marítima y en la disputa a Francia de las tierras de Italia, a más de los litigios fronterizos con el Rosellón y la Cerdaña, y que en Castilla no puede por menos que proseguir hacia el sur, puesto que Portugal lecerraba el paso hacia el oeste e incluso había comenzado con sus correríasatlánticas una maniobra envolvente, poniendo pie en la zona vital del estrecho con la toma de Ceuta, Seguer, Tánger y Arcila, corriéndose el riesgo dequedar emparedada al mantenerse bajo dominio árabe el reino de Granada.De aquí que por el Tratado de Alcaçobas se pacte con Portugal una paz designo definitivo, en la confianza de que la unión peninsular llegue a través demedios pacíficos por los entronques matrimoniales.

La política matrimonial de los Reyes Católicos incidirá, pues, muy directamente en la mayor o menor permeabilidad del espacio estratégico español,en los que el mar ha de jugar un papel primordial. Se concierta el matrimoniode la Infanta Isabel con el Príncipe portugués Don Alfonso, hijo de Juan II,y cuando muere al poco tiempo la vuelven a casar con Don Manuel elAfortunado, de cuyo matrimonio nació en Zaragoza el Príncipe Miguel, que dehaber vivido hubiera llegado a heredar las tres coronas de Castilla, Aragón yPortugal, realizando así la unidad peninsular tan deseada y buscada. Lamuerte también de Isabel, al dar a luz a su hijo, y la posterior del príncipedejaba al aire la alianza con Portugal, con lo que los Reyes Católicos volvieron a casar con el Rey Don Manuel a su otra hija, Doña María, que tan interesante papel jugaría en el Tratado de Tordesillas.

Además del matrimonio real se advierte claramente en este acuerdo unaparticipación inicial de esferas de influencia entre Castilla y Portugal, referidas ya directamente al espacio marítimo, ya que a Castilla se le reconoce ellímite hasta las Canarias, anteriormente descubiertas y conquistadas paraella, quedando para Portugal el litoral africano, amén del reconocimientoexpreso del dominio sobre las islas de Cabo Verde, Madeira y Azores. Con

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CONSIDERACIONES Y REFLEXiONES A NTE UN ESCENA RIO ESTRATÉGICO

esta cobertura de seguridad, Castilla puede acometer la empresa de Granaday la limpieza de piratas del litoral de Berbería, con’el fin de consolidar eldominio mediterráneo, que Aragón ejercía desde Barcelona. Los espaciosestratégicos permiten entonces conjugar una expansión terrestre peninsularcon la marítima, aunque todavía el Atlántico siga siendo hacia el oeste un marcasi inédito, a la espera de la gran aventura ultramarina’.

El sistema de alianzas matrimoniales seguirá dando su juego en apoyo dela expansión. Como la superioridad c ntinental se inclinaba a Francia, quecon sus acciones en Italia, el Rosellón y la Cerdeña, a más de su influenciasobre el reino de Navarra, ponía en peligro la integridad de Aragón, losReyes Católicos inician su aproximación a los Hasburgo, que desde su posición geoestratégica europea podrían fácilmente neutralizar a Francia, y así sepacta el doble matrimonio del Príncipe español Don Juan con la PrincesaMargarita de Austria, y el de Felipe el Hermoso, heredero de Maximiliano,con la Princesa Doña Juana. Todavía la neutralización de Francia podrá sermayor reforzando la posición nacional sobre la misma y quedando más despejado el escenario marítimo, al concertar el matrimonio de la princesa DoñaCatalina, última hija de los Reyes Católicos, con el Príncipe inglés Arturo,hijo de Enrique VII, que al morir a los pocos meses de casado posibilita el discutido y posterior matrimonio de Catalina con su hermano, el que luegohabrá de ser Enrique VIII, cuyos negativos efectos políticos serían muy distintos de los que se pretendían.

De esa manera, y a través de los sucesivos matrimonios de sus hijos, losReyes Católicos entretejieron una red de alianzas al objeto de cubrir los flancos de sus reinos, que si no logran la plenitud de fines, contribuyen poderosamente a proyectar la preponderancia conjunta de Castilla y Aragón, pues respaldada la primera en el continente, superado el obstáculo de Granada, ycompartiendo con el segundo los intereses mediterráneos, se prepara unanueva faceta de expansión y acción exterior hacia el sur y el oeste, con la consiguiente ampliación, por tanto, del escenario estratégico español.

Con el descubrimiento de América, este escenario estratégicó español,sobre todo en su ámbito marítimo, acusa un gran impacto decisorio. La rutaatlántica queda abierta y los descubrimientos se suceden y regularizan, ofreciendo a los cuatro vientos el camino de América. Los interrogantes ante estanueva coyuntura se suceden ininterrumpidamente. Cabe preguntarse, ¿quévariables políticas podrán surgir respecto a la acción exterior seguida hastaentonces?, ¿qué repercusiones mundiales habrá de producir el acontecimiento? y ¿cuál será el auténtico significado de la proyección nacional sobre elNuevo Mundo? En orden a la primera interrogante, la total continuidad de lalínea seguida es la respuesta. La paz con Portugal se prosigue sistemática yplenamente pese a las salpicaduras de interpretaciones que el Tratado de Tordesillas —propiciado por los Reyes Católicos tras el primer regreso deColón— seguiría’arrojando. De otra parte, el equilibrio continental seguíaprácticamente estabilizado tras la aproximación con los Hasburgo y con Enrique VIII de Inglaterra. La acción sobre el litoral africano, para salvaguardar

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el territorio peninsular, dominio del Mediterráneo y lucha contra la pirateríasarracena, se refuerza al máximo incluso tras la muerte de la Reina Isabel, yque nos lleva al dominio desde Melilla a Trípoli, y la defensa de los dogmascristianos va a conocer el trasvase espiritual plasmado en la evangelización delas nuevas tierras.

La apertura de las nuevas rütas marítimas determina el desarrollo de losintercambios comerciales internacionales, centrados sobre los puertos de Lisboa, Sevilla y Cádiz, Europa se ve obligada a mirar al Atlántico y a replantearsus propios escenarios estratégicos, o mejor dicho la estrategia de sus acciones. La lucha por la supremacía marítima sale de los moldes mediterráneos,donde no había otra oposición que la de la media luna, para tratar de arraigarsobre los nuevos espacios abiertos por españoles y portugueses.

«Escenario», «estratégico» y «español» son términos que se completan ypormenorizan, cuando pueden ser estudiados en sus componentes de uniformidad y variabilidad. Bordejé sabe conjugarlos perfectamente desde su raízmarítima, pero ésta quedaría huérfana de contenido si no se le aplicara elnecesario esfuerzo para desvelar su imagen. Y en ello ha puesto su empeño elinvestigador, cuya tesis debe ser aceptada y valorada positivamente, pues esel exponente de una realidad histórica que, guste o no, se hace presente. El«como» y el «por qué» de una España de destino peninsular y marinero, convertida en potencia continental cuyas derivaciones y efectos habrán de sufrirFelipe II y sus sucesores, aparece explicado con claridad meridiana, porqueBordejé ha sabido bucear en el fondo de muchas realidades superpuestas ycontrapuestas en la explicación de un complejo proceso de desarrollo histórico a partir de una serie de ordenaciones convivenciales, trazadas en ordena la contemplación de la estrategia hispana desde la época de los Reyes Católicos hasta las vísperas de la Empresa de Inglaterra, en la que a propósitoqueda varado, pues su estudio comporta un abundante almacén de deducciones que exige la íntima colaboración del lector.

No se puede abordar el análisis sin una meditación sobre los antecedentes,ya que no es suficiente una única tipología para comprender fenómenos políticos presentes o pasados. Del escenario estratégico bordejiano derivan laperspectiva, la dimensión y el movimiento del espacio que es pluridimensional, acorde con las circunstancias que lo condicionan, utilizado comoesquema ordenador de la política y sus exigencias. Porque en el escenarioestratégico español, el mar está no como frontera sino como vía de tráfico, decomunicación y comunidad. Castilla lo utiliza cuando sus poderes llegan alsur, con jefes expertos procedentes de Italia, como los Zacarías o los Bocanegra, o súbditos de la corona de Aragón como Gilberto de Castelnou. Pero lairrupción del mundo marítimo en la concepción terrestre propia de Castilla,encuentra un interesante ejemplo en la equiparación que hace Alfonso X delos caballeros preparados para la lid campal y los que fuesen sennores denavios armados, tal y como lo documenta en un privilegio concedido a loscaballeros de Alicante (17-enero-1257).

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CONSiDERA ClONES Y REFLEXIONES A N TE UN ESCENARIO ESTRATÉGICO

Ha escrito Beneyto que la España al modo de los antiguos, la España queacoge a la Península es obviamente marinera, pero Castilla no. Al iniciarse laEdad Moderna, Castilla seguía siendo completamente medieval y sentíacomo tarea nacional propia la de conseguir la unidad confesional de la Península, y después, en tanto que posible, la del mundo. Pero Aragón no comparte su mismo entusiasmo, y abandonada la política internacional de lacorona aragonesa, desarbolado sus navíos y erosionadas sus defensas, Castilla no pudo disponer de una vía de comunicación bien protegida. Si Felipe IIpiensa en la Marina portuguesa para enfrentarla a los ingleses, ningún Felipese ocupó de la Marina aragonesa o de la catalano-balear al impedir a los hombres del litoral del este español su acceso a las tierrás trasatlánticas. La falta.de una armada fue consecuencia del rechazo de la aportación litoral levantinaa la empresa colonizadora colombina, pero también el abandono de la política mediterránea hizo viable la entrega del mare nostrum a los franceses. Yalo advierte claramente Barcia Trelles en su Interpretación del hecho americano por la España universitaria del siglo xvi. Carlos Vera ungeócrata;leinteresaban los asuntos europeos, digamos continentales, no los indianos, digamosmarineros. Por su familia y talante no asimila, ni acaso percibe en toda sumagnitud, lo que representa la adición del Nuevo Mundo. Y como España noera un país talasocrático, van a ser Inglaterra y Holanda quienes se beneficiende tal estructura, pues de ese modo pudieron participar en la actividad colonial.

Y esta falta de mentalidad naval se concretará también en el tema quedirectamente nos atañe. La propia Gran Armada no estuvo preparada paraluchar contra otra formación con el escenario estratégio marítimo impúesto,sino que tenía por objetivo situar tropas en tierra (y esto ha sido magníficamente estudiado por los autores de la colección Gran Armada). Era marinade desembarco, no marina de combate; la lucha prevista no era naval sinocampal. De ahí las instrucciones de rehuir al enemigo y de tratar de desembarcar en Irlanda, donde habría de encontrar mejores apoyos.

El almirante Alvarez Arenas ha tratado en varios de sus ensayos el temade la falta de mentalidad naval española, con auténtico magisterio. En De lamar en la historia de España escribe: Desde el siglo xiii, y rotundamente desdeel xv, España, toda la península, era marcadamente de condición marítima.La desviación entre condición y mentalidad germinante en el fondo del alma seconfirmó definitivamente en el siglo xvi, al perderse la singularísima oportunidad del Descubrimiento, con su inmensamente efectiva secuela histórica, por lapreferencia austríaca de la «solución» europea. Y ello habrá de sopesarsenegativamente cuando recursos económicos, e incluso humanos, y una mentalidad ciertamente anquilosada no sean suficientes desde el escenario estratégico felipino para sostener la preponderancia marítima de la que puedaderivarse la hegemonía militar.

Fernando de Bordejé, con su Escenario estratégico español, ha culminadola magnitud de una empresa editorial, plasmada en ocho importantes volúmenes, nacida y lograda a sus impulsos. Puede enorgullecerse de ello y patenti

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J. CERVERA PERY

zar así la trascendencia de su labor en su destino de Director del Instituto deHistoria y Cultura Naval. Desde su bien ganado descanso, esperemos ydeseemos que nos siga ofreciendo su clarificada dimensión investigadora yanalista en nuevas y felices aportaciones, con la atención que se debe a lainfluencia de un factor histórico, como es la problemática del mar y sus connotaciones, en el origen y desarrollo de la historia patria.

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EL COMERCIO TRIANGULARENTRE FILIPINAS, MÉXICO’

Y PERÚ A COMIENZOS DELSIGLO XVII

Pilar LATASA VASALLOMaribel FARINAS DE ALBA

El comercio de las Indias con Oriente, 1573-1620.

Desarrollo del eje Manila-Acapulco-El Callao.

La actividad comercial del Estado español en tierras de Indias estuvodomiñada durante los siglos xvi y XVII por las doctrinas mercantilistas de laépoca. Dos eran las pautas que regulaban el comercio colonial:

— El monopolio español del comercio y la navegación en el Nuevo Mundo.— La explotación de metales preciosos.

Cuando se produce el asentamiento español en Filipinas aparece un elemento perturbador del sistema mercantilista (1).

Las Islas gozaban de una situación privilegiada para el comercio con Asia.Los intercambios con China y otros lugares del continente habían comenzadomucho antes de la llegada de los españoles. Además, no había en Filipinasriquezas mineras que explotar, así que se optó por el desarrollo del comerciooriental. Manila se convirtió pronto en el intermediario fundamental entreAsia y América.

En 1573 llega a México el. primer cargamento de productos asiáticos. Apartir de ese momento se establece un intercambio constante a través del llamado Galeón de Manila. De regreso a las Islas llevaba artículos peninsularesy de aquel virreinato, que se vendían allí a elevados precios, para consumo delos hispanos (aceite, vino, harina, tejidos, sombreros, calzado, cordobanes).

Este tráfico no tuvo en sus comienzos ningún tipo de trabas en cuanto a lacalidad y cantidad de sus artículos. Tan sólo hubo por parte de la Corona unlógico interés fiscalizador, dados los importantes beneficios que empezaba aproducir. Al poco tiempo, se fijó un flete de ocho pesos por tonelada de cargaembarcada desde Manila. En 1598, Felipe II ordenaba que este flete y la alcabala se cobrasen como se acostumbra (2)., -

(1) Así lo define Navarro García. L., en «El comercio interamericano por la Mar del Suren la Edad Moderna». Revista de Historia, IV, núm. 23. Caracas, 1965; pág. 20.

(2) Recopilación de Leyes de los Reinos de indias. Libro IX, tit. 45, Ley 66.

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P. LATASA VASALLO-M. FARIÑAS DE ALBA

El alto nivel de vida de la ciudad de México favoreció la demanda de losproductos del Galeón. Sin embargo, Schurz cree que el virreinato peruanopronto se vislumbró como un mercado aún más lucrativo para los artículosasiáticos, ya que la riqueza y el lujo con los que vivían los limeños eran aúnmayores (3). Además, Perú apenas producía manufacturas y la coyunturaeconómica era indudablemente favorable tras el descubrimiento de los yacimientos de plata del Potosí.

Desde una época muy temprana se llevaron a cabo en Acapulco florecientes intercambios entre los mercaderes peruanos yios representantes de Manila. Los isleños eran favorables a la llegada de los peruanos, que venían siempre bien provistos de plata. Además, su competencia con los mexicanos subíalos precios (4).

Pero no era suficiente con que parte del cargamento del Galeón fluyerahacia el Perú vía Nueva España. Pronto se proyectaron desde Lima y Manilaintentos de establecer una comunicación directa entre el centro de la producción argentífera del imperio y la factoría de las manufacturas chinas (5).

En 1580, el gobernador D. Gonzalo Ronquillo de Peñalosa envió al Perúdos naves repletas de mercancías y una más al año siguiente. Las tres tuvieronuna excelente acogida. -

Sin embargo, en 1582, cuando la vía directa Filipinas-Perú era ya una realidad prometedora, Felipe II prohibió esta contratación.

Restricciones mercantilistas al comercio del Pqcífico.

Las causas de esta ruptura radical del eje triangular Manila-Acapulco-ElCallao hay que buscarlas en la doctrina mercantilista.

Sin duda la razón fundamental fue la alarma de la Corona española anteel peligro de que la plata peruana se le escapase de las manos rumbo a Oriente. Como los géneros asiáticos se compraban con plata, única forma de pagoque aceptaban los sangleys o comerciantes chinos, era probable que disminuyeran las remesas de este metal que se enviaban a la metrópoli.

Todos los intereses peninsulares estuvieron de acuerdo, según explicaBorah, en reducir el comercio filipino con las colonias americanas a NuevaEspaña y prohibirlo en las demás. De este modo se protegía el sistema de flotas que traían la plata americana y se garantizaba que estas colonias fueranmercado seguro para los productos españoles (6).

Al mercantilismo hispano le preocupaba también que el comercio delGaleón acarrease la ruina de los obrajes americanos y el colapso de las feriasde Portobelo, con las que se nutría desde España el mercado peruano.

(3) Schurz. W. L.: «Mexico, Peru and the Manila Galeon», Hahr, november, 1918. Vol. 1,núm. 4; pág. 394.

(4) Schurz, W. L.: op. cit.; pág. 397.(5) Navarro García, L.: op. cit. pág. 18.(6) Borah, W.: Earl colonial trade and navigation between Mexico and Pero. Berkeley.

1954, pág. 123.

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EL COMERCIO TRIANGULAR ENTREFILIP1NAS, MÉXiCO YPERÚA...

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P. LATASA VASALLO-M. FARIÑASDE ALBA

A pesar de todos estos razonamientos mercantilistas, tampoco parecíaposible cerrar totalmente el comercio asiático porque, según explica Ramos,era el único modo de mantener la economía de Filipinas (7). Finalmente, seoptó por reducir el enlace con Manila a lo necesario para mantener en las islasun campo misional y permitir la subsistencia de sus pobladores. Con ello seprodujo la tremenda paradoja histórica que señala este mismo autor: despuésde ser la ilusión del comercio con Catay el motor que movió la empresa descubridora de los Reyes Católicos, cuando esta posibilidad se lleva a efecto, laCorona tendrá que poner cortapisas (8).

Lá Real Cédula de 1582 prohibió el tráfico directo con Perú, aunque en1591 Luis de Velasco recibió instrucción dé permitir el reembarque haciaaquel virreinato de las mercancías orientales que no necesitarañ en México,asegurándose de que se pagaban los impuestos (9).

En ese mismo año, la restricción del tráfico asiático se hizo extensiva alresto de los reinos de Indias al declarar Felipe II: que no haya contratación delPerú, Tierra Firme, Guatemala y atrás partes, con la China y Filipinas (10).Sólo habría, por tanto, comercio cón Asia desde Acapulco.

Tan sólo dos años más tarde, en 1593, se cerró el mercado peruano a losproductos orientales. A pesar dé la permisión de 1591, se estableció que laropa de China que se trajere a Nueva España, se consuma en ella (...) y no sepuedan llevar al Perú ni a Tierra Firme, ni a ninguna otra parte de las Indias(11). Además, se limitó el comercio entre Perú y México a dos navíos anualesque transportasen mercancías por valor de 200.000 ducados en productosmexicanos oriundos de ambos virreinatos. Es decir, Nueva España podríaenviar al Perú brea, pez, añil, telas asiáticas teñidas en México y telas de Castilla. Perú, a su vez,, exportaría productos de escaso valor económico como elvino, el vinagre o lasal. Según explicaRodríguezCrespo, esto era lo que quería la Corona, un comercio que respondiera a las necesidades más vitales y noun comercio indiscrirninado y dé grandes proporciones (12).

Como a pesar de estas medidas el tráfico de productos asiáticos continuaba, la Corona, después de diversas consultas,’ elaboró una nueva serie dedecretos en 1604:

— El comercio entre Filipinas ‘ Nueva España se redujo a dos naves de200 toneladas cada una (13).

(7) Ramos Pérez,.D.: Minería y comercio interprovincialen Hispanoamérica, siglos xvi,xvny xviii. Vallado1id. 1970; pág. 229. ..

(8) Ramos Pérez,D.: op. cit.; pág. 229. ‘:

(9) Borah. W.:’o. cit.; pág. 120.(10) Recopilación de leves de los Reinos de Indias. Lib. 9. Tit. 45, Ley 5.(11) Recopilación de Leves de los Reinos de indias. Lib. 9. Tit. 45. Ley 68.(12) Rodríguez Crespo, P.: «Aspectos del comercio Perú-México en la administración del

Virrey Marqués de Montesclaros, .1607-1615». Cuadernos del Seminario de Historia, núm. 8.Lima, 1965; pág. 12.

(13) En 1595 se había restringido el comercio entre Nueva Espaúa y Filipinas a dos barcosde 300 toneladas cada uno. Se permitió importar mercancías chinas por valor de 250.000 pesosy llevar de regreso 500.000 pesos de plata.

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— Se prohibió el comercio peruano con Oriente y se reforzó con una seriede medidas de registro y nuevas penas por contrabando (14).

— El tráfico anual entre México y Perú se estableciÓ en tres navíos de 300toneladas cada uno, lo cual, según Borah, demuestra que la Corona noponía objeciónes a la exportación de manufacturas mexicanas, sópreocupación se limitaba a la amenaza de los productos chinos sobrelos mercados españoles (15).

• Con estas nuevas disposiciones se condenaba a muerte el comercio por elPacífico. Más tarde, en 1607, se llegó incluso a prohibir el reembarque demercancías europeas de México a Perú, éstas podrían llegar sólo a través dePortobelo. Refiriéndose a tal cédula, dice Solorzano que parece haberse fundamentado en que si se abriese y frecuentase por allí este cOmercio, cesaría omenoscabaría mucho el pasaje y contratación con e/reino de Tierra Firme, quevulgarmente llaman la garganta del Perú (16).

La política mercantilista vuelve al ataque en 1609, año en que se redujo elnúmero de navíos autorizados en 1604 entre México y Perú a dos de 200 toneladas cada uno. Sin embargo, para contrarrestar el viaje ilegal de la plata, laCorona tuvo que permitir que se pudieran embarcar cada año 200.000 ducados para pagar las mercadurías mexicanas. La razón era clara: no había en elPerú productos suficientemente valiosos para el intercambio (17).

La cédula del 28 de mayo de 1620 intentó de nuevo controlar y minorar lacontratación entre Perú y México hasta que finalmente, en 1631, se prohibiótotalmente.

•Así pues, la batalla se mantiene hasta el primer tercio del siglo xvii que,al igual que los últimos años del siglo XVI, se vio marcado por continuos y esté-..riles intentos de estrechar más el comercio Perú-México y México-Filipinaspara evitar el escape hacia Oriente de la plata peruana.

El tráfico real.

Durante casi 50 años la legislación mercantilista española trató de controlar el tráfico del Pacífico entre Perú, México y Filipinas.

Schurz cree que rara vez la ejecución de una normativa colonial fue perse-’guida con tanta constancia y rigor (18). Sin embargo, a pesar de los esfuerzos,la legislación no se cumplió y las prohibicÍones fueron letra muerta.

Durante la década de 1580-1590, las mercancías se embarcaban, registraban y pagaban impuestos como si no existiera restricción alguna. En la década

(14) Recopilación... Lib. 9. Tit. 45. Leyes 69.71, 76.(15) Borah, W.: op. cit.; pág. 126.(16) Solórzano Pereira, J.: Política Indiana. Lib. VI. Cap. X. núm. 23.(17) Rodríguez Crespo, P.: op. cit.; pág. 14.(18) Schurz,W.L.:op.cit.;pág.399.

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siguiente, el comercio México-Perú adquirió un enorme volumen; Borah creeque alcanzó un valor de más de dos millones, o quizá tres, de pesos de plata.La mayor parte de esta plata se destinaba a pagar en Acapulco las mercancíasorientales. Después se enviaba a Filipinas y desde allí gran parte iba hacia laChina (19).

El desarrollo del Galeón de Manila favoreció, por tanto, la aparición deuna nueva relación comercial entre México y Perú. Los productos más importantes que se reembarcaban rumbo a El Callao procedentes de Asia fueron:terciopelos, tafetanes, rasos y sedas de China, loza, canela y pimienta.

De ello da testimonio la crónica de un judío portugués de principios delsiglo XVII: De las mercadurías que vienen a México cada dos años de la China,se llevan al Perú grandes partidas de tafetanes y gorboranes enrollados y otrosde librete, damascos ordinarios y damascos mandarines (...) rasos de muchassuertes, en particular vienen muchos de lustre blancos de languín, picotes y azabachados, muy lindos terciopelos llanos y labrados, negros y [de] colores,mucha diversidad de colchas y sobrecamas labradas de muy varios colores(...). Llévase almizcle, a/galia, ámbar negro, muchas y finas porcelanas y otrasmil lindezas. No es extraño que el judío anónimo concluya que: Lima es unaciudad rica, la mejor ciudad de América, abastecida de cuantas mercadurías sebenefician y labran debajo del cielo (20).

La causa principal de este fraude era la corrupción administrativa. LaCorona fue desde un principio consciente de esta realidad y procuró penalizarel colaboracionismo. La Real Cédula de 1609 privaba de su oficio a los ministros venales y desterraba de Indias a los maestres de los navíos involucrados.En la de 1620 se reconocía que el contrabando de ropa no se realizaba sin contar con los visitadores, oficiales reales y demás personas que intervenían en elregistro, así como los oficiales de las naves donde se hallase la ropa. Por ellose establecía que todos ellos fuesen declarados culpables (21).

En opinión de Schurz fueron pocas las personas capaces de enfrentarsecon la hostilidad casi unánime de ciudadanos y funcionarios hacia estas medidas restrictivas. Incluso era frecuente que altos cargos de la Administracióny la Iglesia comerciaran a través de intermediarios (22); una gran parte de lapoblación se beneficiaba directa o indirectamente de este comercio.

Por todo ello se trató también de reforzar las medidas judiciales contraeste tráfico ilegal. En 1604 se estableció, por ejemplo, que el virrey nombraraun oidor de la Real Audiencia que fuera juez privativo en estas causas (23).

Pero existían múltiples formas de evasión que hacían prácticamenteincontrolable el contrabando de producÚs de Oriente al Perú: algunos tejidos

(19) Borah, W.: op. cit.; pág. 123.2O) Lewin, B.: Ed. prólogo y notas. Descripción del Virreinato del Perú. Crónica inédita

de comienzos del siglo xvii. Rosario, 1958; pág. 115.(21) Ayala, M.: Diccionario de gobierno y legislación de indias. Madrid. 1988. T. III,

núm. 47.(22) Schurz, W. L.: op. cit. pág. 399.(23) Solórzano Pereira. J.: op. cit. libro VI, cap. X, núm. 24.

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asiáticos, teñidos en Nueva España, se exportaban como mercancía mexicana; en ocasiones, los barcos desembarcaban estos productos antes de llegar aEl Callao para evitar su registro, etc.

Una rápida panorámica del origen y desarrollo del tráfico indiano con Filipinas nos permite descubrir la existencia de un vigoroso comercio con el Pacífico a principios dél siglo xvii. Se trata de un floreciente sistema de relacionesinterregionales, ajeno por completo al ya decadente comercioatlántico. Elmercantilismo metropolitano no consiguió controlarlo debido a los fuertesintereses locales que movían este tráfico.

El Virrey Montesclaros y el comercio interregional.

El hecho de que a pesar de las limitaciones legales subsistiera el comercioasiático con México y Perú demuestra la vitalidad de esta conexión triangularentre Manila, Acapulco y El Callao.

Ramos cree que a la Corona le faltó una política eficaz en este campo alno saber aprovechar debidamente esa clara tendencia de comunicación regional. Como consecuencia se impidió la consolidación de economías colonialesautosuficientes entre sí (24).

Esta falta de visión se debió a la primacía que tuvieron las inflexibles teorías mercantilistas, desconectadas de la realidad americana, que favorecían laformación de un sistema rígido con poca capacidad de adaptación a las nuevascircunstancias.

Pero no conviene olvidar que, aunque los intereses metropolitanos marcaron las directrices de este comercio, la Administración colonial española supodefender los intereses locales.

Un ejemplo de esto es la política comercial seguida por el Marqués deMontesclaros, que al ser Virrey de México (1603-1607) y de Perú (1607-1615)tuvo un gran conocimiento del comercio triangular por el Pacífico. Su administración coincide, además, con las fuertes restricciones que llevó a caboFelipe III en 1604 y 1609.

Manila-Acapulco.

Montesclaros se mostró en todo momento favorable al comercio entreFilipinas y Nueva España.

En una carta de gobierno fechada el 12 de abril de 1612 (25), responde ala propuesta presentada al monarca por la Universidad de Mercaderes deSevilla sobre eliminar la contratación entre Nueva España y Filipinas ydejarla sólo entre las Islas y la metrópoli. Los comerciantes sevillanos pensa

(24) Ramos Pérez. D.: op. cit.; pág. 246.(25) Carta de gobierno del Virrey Marqués de Montesciaros, los Reyes 12. IV. 1612. Bi

blioieca Nacional de Madrid. Ms. 8990. fs. 2(4-214. Publicada Codoin Serie 1. VI, págs. 298-314.

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ban que de este modo se conseguiría que México fuera absolutamente dependiente de España. Además, aumentaría la contratación con la metrópoli, quesegún ellos estaba en decadencia.

Se observa en la propuesta sevillana una interesante preocupación por eltema de la dependencia. No se veía con buenos ojos un comercio que posibilitara el autoabastecimiento colonial en Nueva España.

Montesclaros se muestra en principio partidario de esta política: Cosasabida es (señor,) que el principal medio para tener en quietud estos reinos eshazellos dependientes de España (26). Sin embargo, no oculta que sería mejorsi esta finalidad se pudiese conseguir sin molestar a los súbditos como se hacíaal impedir la contratación de unos reinos con otros. Expresa esta idea con unagráfica metáfora: escusemos en cuanto fuere posible el daño que podría resultar si viéndose este cuerpo tan descoyuntado, que aun de sus propios miembrosno se pudiese valer, diese en alguna desesperación y caiese de todo como suelenhacer los desauciados (27).

Además, el Virrey no cree que el comercio oriental haya empequeñecidoel tráfico entre México y España. Advierte que esta contratación se ha estancado pero no por disminución de la demanda, sino por saturación de la misma: el basso donde esto se recive es de suelo y capacidad limitada, lo que tardóen llenarse fue crecer, llegó ya el colmo de este bacío i toda vía se porfía a más,no es cosa llana qi.ie lo que sobra se a de verter (28). Señala, además, que unade las causas del estancamiento es la falta de conexión entre la corrientecomercial procedente de España y la intercolonial: embiesse señor a las Indiaslo que sus provincias pueden digerir (29).

Se plantea el Virrey si México podría prescindir del comercio filipino. Larespuesta es afirmativa aunque señala que esto le supondría un gran esfuerzo.Montesclaros se muestra confiado en la capacidad de autoabastecimientó dela industria sedera de la Mixteca y otros lugares. Iniciada en 1530, esta actividad había alcanzado un gran desarrollo pero empezó a decaer a partir de 1580por la competencia de la seda de China y las restricciones de la propia Corona.El Marqués, que conocía bien el terreno (30), prescinde de prejuicios mercantilistas y trata de concienciar a la Corona sobre las perspectivas que aún teníaesta industria.

Concluye que el cerrar la contratación Manila-Acapulco sólo perjudicaríaa las Islas, que perderían la ayuda de Nueva España. Tampoco se beneficiaríaEspaña, ya que los productos peninsulares no se venderían bien en las Islas:los paños no se usan allí por el calor y en Japón, donde hace más frío, se vistencon tafetanes. En cuanto a la venta de mercancías asiáticas en España, Montesclaros no ve la utilidad porque cree que este trato iría en detrimento de la

(26) Ibídem.(27) ibídem.(28) lbídem.(29) Ibídem.(30;) En 1603 el virrey recibió orden de informar detalladamente sobre los obrajes de

paños que había en el virreinato. A. G. 1., México 25, BAE, T. 274; págs. 273-276.

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industria sedera española. En lo referente al flujo de plata desde Américahacia Asia, el Virrey se muestra escéptico: hay tantas vías para que se escapela plata como puertos de mar, no se va a solucionar mucho con cerrar estapuerta.

La conclusión es. por tanto, favorable al comercio Acapulco-Manila.Montesclaros sólo ve ventajas en este tráfico, es partidario de un desarrollocomercial autóctono que mantenga cierta dependencia de España, pero queno ahogue a los súbditos de Indias.

Esta postura, mantenida por otros virreyes, es significativa porquedemuestra un conocimiento real, pegado al terreno, de la realidad americana.Se vela por los intereses de la Corona, pero se valoran en su justa medida lasnecesidades locales. No se debe olvidar que este tráfico beneficiaba a muchosde los españoles residentes en Nueva España. El propio Montesclaros fueacusado en su Juicio de Residencia mexicano de tratar con Filipinas, aunqueél siempre lo negó (31).

Acapulco-El Callao.

A finales de 1607, llega Montesclaros al Perú para cubrir la plaza del fallecido Monterrey. Tras ocho años de experiencia en el gobierno virreinalperuano se manifiesta, como en el caso mexicano, partidario de una dependencia moderada de la metrópoli. Esta razón de Estado debe ser aplicada concautela. Las claves de la dependencia peruana son impedir el desarrollo de losobrajes, el cultivo de las viñas y olivares y la entrada de ropa de China. Sinembargo, en su Relación de gobierno no se muestra de acuerdo con la políticamercantilista en lo referente a los obrajes y al vino: rigor parece vedar a losmoradores lo que nati.ralrnente les concede la tierra que habitan (32). Distingue, por tanto, de modo claro entre el provecho de la metrópoli y el perjuicioque causan tales medidas en el Perú.

En lo referente al comercio con México y la entrega de ropa de China, supostura sigue en la misma línea, aunque varió a lo largo de su gobierno en elmodo de aplicar las ‘medidas:

A los pocos meses de comenzar su mandato, el 9 de abril de 1608, informaba al monarca sobre su intención de ejecutar lo ordenado acerca de laprohibición de las mercadurfas que venían desde Nueva España y afirmabahaber confiscado más de 40.000 pesos de ropa —dato indicador del enormevolumen de contrabando—. La prohibición de traer ropa de España (RealCédula de 1607) no se había podido poner en marcha todavía. En cualquier

(31) Instrucción del Marqués de Montesclaros a un criado suyo para representarle enEspaña (sin fecha). Biblioteca Nacional de Madrid. Ms. 3207. f. 713-725. Publicada en la BAE,T. 274; págs. 284-289.

(32) Relación del estado del gobierno de estos reinos que hace el Marqués de Montesclaros al señor Príncipe de Esquilache, su sucesor. 12-XII-1615. Biblioteca Nacional de Madrid.Ms. 3077. Publicado por la BAE, T. 281; pág. 123.

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caso, advierte al Rey que el mejor modo de evitar ambos tratos ilícitos esreducir el tráfico con México a un navío anual (33).

Aporta una información más detallada la carta del oidor Juan Jiménez deMontalvo del 11 de ese mismo mes. El juez se muestra confiado en que laprohibición de 1607 facilitará la tarea de combatir el contrabando, ya que apartir de ahora se confiscará toda la ropa que no se demuestre ser mexicana.Medida útil, dado que en los pleitos de contrabando algunos mercaderes interesados declaraban que la ropa de China parecía de Italia u otra parte deEuropa. El oidor apoya la propuesta del Virrey de reducir a un navío elcomercio con Acapulco porque estoy informado de mercaderes que sería debastante porte y capacidad para traér las inercadurías que realmente son deMéxico, las cuales permite solamente vuestra majestad se traigan y cuando avuelta de ellas quieran traer de las prohibidas, forzosamente ha de ser en tanpoca cantidad que no sea de consideración. Conviene tomar medidas seriascomo ésta, pues es difícil que los mercaderes no se salgan con la suya porquesiempre tienen gente que les apoye (34).

Tres años después, en un despacho del 26 de marzo de 1611, el Virreymanifiesta al monarca su desaliento al comprobar que, a pesar de las diligencias tomadas no se ha podido evitar esta contratación. Propone cerrar porcompleto el comercio con México para lograrlo (35).

En otras ocasiones muestra su preocupación porque el comercio con Guatemala neutralice todos sus esfuerzos por controlar la contratación mexicana.Sin embargo, no encuentra solución a este punto porque el tráfico con Guatemala es muy abundante y no pueden prescindir de él ninguna de las dos provincias (36).

Un año más tarde, en 1612, pide que el Monarca le aclare si la prohibiciónse extiende a Guatemala e insiste en que se podrían mal sustentar los señoresde la nao y los vecinos de aquella provincia si se cerrase o limitase esta contratación (37).

Es en 1612 cuando Montesclaros. da un giro radical en su política. Consciente del vigor que tiene el comercio asiático con el Perú a través de Acapulco y de la ineficacia de las medidas tomadas para atajarlo, sugiere almonarca, en el despacho del 8 de abril, que se piense si no será más conveniente permitirlo, cobrando fuertes derechos (38). En otra carta del 14 dediciembre de este año, desarrolla más esta idea. Confiesa que a pesar dehaber puesto medidas tales que le han acarreado fama de sobrada aspereza yrigor, el resultado ha sido escaso: Le preocupa al Virrey el hecho de que sus

(33) Carta de Montesclaros al Rey. 9-IV-1608, A. G. 1., Lima 35.(34) Carta de Juan Jiménez de Montalvo, oidor de la Real Audiencia de Lima, al Rey.

1 1-IV-1608. A. G. 1., Lima 95.(35) Carta de Montesclaros al Rey. 26-111-1611. A. G. 1., Lima 36.(36) Rodríguez Crespo. P.: op. cit.; pág. 28 (despacho 7-111-1610).(37) Carta de Montesclaros al Rey. 12-IV-1612. A. G. 1., Lima 36. Existe una copia abre

viada en la Biblioteca Nacional de Madrid. Ms. 8990, fs. 254 V-256 V. Publicada en CodoinSerie 1. T. VI; págs. 340-44.

(38) Carta de Montesclaros al Rey. 8-IV-1612. A. G. 1., Lima 36.

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diligencias perjudiquen a la gente iñiserable y desprotegida, mientras que losgrandes comerciantes tienen recursos para salir indemnes porque nada bastapara desarraigar este daño y todos desayudan en el intento (39).

Denuncia el colaboracionismo de religiosos, vecinos, oficiales de Armadae incluso del propio juez privativo para estas causas que se limita a cumplircon su obligación sin parecerle que la tiene de hacer finezas. También se quejade la corrupción de los propios jueces que suelen absolver al reo diciendo quelas leyes penales no se han de ejecutar con rigor y que la materia de Estadomás conveniente es mantener este comercio. Y así quedan el virrey y el fiscala solas con sus buenos deseos (40).

Ante esta situación, Montesclaros se detiene a considerar las posiblessoluciones:

1. Cerrar por completo la contratación entre Perú y Nueva España. Nole parece una buena medida porque habría que dejar la de Guatemala, por donde se introduciría el comercio de ambas provincias.

2. Quitar también el tráfico con Guatemala. No sería muy factible porque sin él no se mantendrían ni Guatemala ni Nicaragua. Además,perderían su trabajo muchos peruanos que viven de él.

3. Reducir a un navío anual esta navegación, como se ha venido intentando.

Montesclaros 0pta finalmente por la permisión de un navío anual entrePerú y Nueva España, en el que se pudiese traer ropa de Castilla y China, cargando mucho los derechos a la salida de Acapulco y entrada en El Callao, conlo que se hará menor la gran jería y menos codiciable, y apetecerán y tendránpor inejorla correspondencia de Tierra Firme, donde pagarán menos (41).

De todo lo anterior se deduce que la postura de Montesclaros ante elcomercio peruano de productos asiáticos fue más inflexible que en el casomexicano. La razón es obvia. Este último no estuvo prohibido, tan sólo secontrolaba. En cambio, la Corona manifestó desde muy temprano un graninterés por erradicar todo comercio asiático con el virreinato peruano.

El virrey no tuvo más opción que tratar de aplicar esta política mercantilista. Sin embargo, cambió de parecer al chocar con la realidad de un comerciofuerte, en el que había muchos interéses en juego, y comprobar la ineficaciade sus restricciones, que sólo perjudicaban a los pequeños comerciantes. Suexperiencia como Virrey de México y, después, del Perú le permitió tener unaamplia panorámica de las arraigadas interrelaciones comerciales existentesentre ambos reinos y Filipinas. Supo daptarse a esta situación y presentó ala Corona una propuesta moderna de, libre comercio, fuertemente fiscaliza

(39) Carta de Montesclaros al Rey. 14-XII-1612. A. G. 1., Lima 36. Copia en l BibliotecaNacional de Madrid. Ms. 8990, f. 254 V-256 V. Publicada en Codoin Serie!, T. VI; págs. 340-44.

(40) ibídem.(41) Ibídem.

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do, para proteger los intereses peninsulares. Pero la metrópoli no estaba preparada para planteamientos tan avanzados. La Paz de Vervins (1598) y la Pazde Londres (1604) habían demostrado que España no podía mantener unmonopolio económico en América. Tal vez por ello la Corona, aferrada a lasideas mercantilistas, no quiso ceder en el caso peruano: convenía garantizarque la riqueza argentífera del virreinato se orientaría exclusivamente haciaEspaña a través de las remesas de los galeones de la Armada y los beneficiosdel comercio peruano en las ferias de Portobelo.

Las restricciones de 1604 y 1609 se volvieron a emitir en 1620, 1634 e,incluso, en 1706, sin embargo, durante más de un siglo existió un florecientecomercio al margen de la legalidad.

La vía alternativa.

Desde los últimos 20 años del siglo xvi alrededor de la ruta triangularManila-Acapulco-El Callao se fue conformando un importante sistema interregional.

Los comerciantes sevillanos fueron los principales enemigos de este tráfico que desestabilizaba el comercio atlántico. De ahí su propuesta a laCorona de hacerse con el comercio asiático, quitándoselo a Nueva España.Los sevillanos se dieron cuenta de que para monopolizar esta contratación yromper las peligrosas relaciones de Perú y México con las Islas, era necesariodesplazar este tráfico fuera del Pacífico. Por ello en su petición se incluye lapropuesta de una vía directa hacia Filipinas por el cabo de Buena Esperanza.La unión de las coronas española y portuguesa desde Felipe II abría en estosmomentos la posibilidad de rutas alternativas alrededor de Africa hasta AsiaCentral.

La Corona pidió también su parecer sobre este punto a Montesclaros. Enla carta del 12 de abril de 1612 el Virrey da una serie de razones contrarias aesta alternativa (42).

Comienza explicando los esfuerzos que desde Carlos V han hecho losmonarcas españoles en enviar expediciones por el Norte y Sur de Américabuscando el paso hacia Asia. Le parece absurdo, por tanto, renunciar ahoraa algo tan deseado. Además, explica el Virrey, el objetivo de este empeño fueno tocar en puertos y tierras de Portugal y, según él, la unión de las dos coronas no debe hacer desaparecer este recelo porque persisten el rencor y la enemistad. Además, afirma, como quien lo tiene bien experimentado, que entodas las Indias donde tienen mano niegan los portugueses la correspondenciaque les devían [a los españoles] como a vasallos de su mismo dueño (43).

Tampoco le parece a Montesclaros un argumento favorable el que losholandeses utilicen la ruta africana. Desde finales del siglo xvi, al haberse

(42) Carta de Montesciaros al Rey. 12-IV-1612. Citada en nota 37.(43) Ibídem.

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incorporado Portugal a la monarquía hispánica, los Países Bajos recurrierona la fuerza para continuar uilizando las rutas portuguesas y sé hicieron conuna serie de bases comerciales en el Sureste asiático. La tregua de 1609 leshabía réconocido el derecho a navegar por estas rutas pero les vedaba elacceso a través de las Indias occidentales. A esto se refiere el Virrey cuandoaclara que los holandeses utilizan la ruta de Buena Esperanza pues no tuvieron otros caminos entre quien elegir (que) este, y aseguro yo de prudencia conque ellos miran lo que les conviene que si pudieran gosar de tal comodidadcomo la que ai en Nueva España no se pusieran en riesgo de correr la costa ypuertos de vuestra majestad por una mar abierta donde podrían encontrarquien se lo resistiese (44). Una prueba de ello son los intentos que han hechopa.ra hallar un paso por el estrecho de Anian, teniendo por más seguro para suquietud hacer experiencia de rigurosos y nuevos mares, que sujetarse al sobresalto con que pasan los que son tanto más dulces y cursados (45).

Así, pues, la conclusión que saca es que aunque la. navegación viene adurar lo mismo por la ruta occidental que por la oriental, la seguridad es elfactor decisivo que debe inclinar la balanza en favor de esta última: en la seguridad conocida es mucha la ventaja que hacen los que ban por la mar del Surpor estar siempre tan limpia de enemigos (46).

En este punto se podría decir que Montesclaros se muestra excesivamenteconfiado. De hecho, tres años más tarde tuvo que hacer frente en la batallanaval de Cañete a una escuadra holandesa, al mando de Spilbergen, quehabía entrado por Magallanes (47).

Finalmente, añade el marqués un último argumento contrario a la víaalternativa: no sólo existen más garantías en la navegación si se va por la rutaoccidental, sino que la misma seguridad de las Filipinas resulta beneficiada.La defensa de las Islas debe apoyarse en sus propias fuerzas y en los auxiliosque en caso de necesidad se envíen desde Nueva España. Pero, sin duda, elfactor principal que protege a Filipinas, cercadas de enemigos tan poderososcomo el Japón y la China, uno por esfuerzo y valentía i otro por multitudincreíble de gente, es el que por medio de ellas esté abierta la contratación conlos reinos hispanos. Por ello, en opinión de Montesclaros, se debe de tenermuy en cuenta que si la navegación se hace por Oriente, es probable que granparte del tráfico se trasladase a los puertos de Portugal que son más accesibies, dejando a Manila sin la contratación que salvaguarda su seguridad (48).

No exagera el virrey al plantear el problema en estos términos. La amenaza china no era sólo externa. La población originaria de este lugar constituía en Filipinas un grupo étnico superior al de los españoles. Tenían, ade

(44) ibídem.(45) ibídem.(46) Ibídem.(47) Rodríguez Crespo, P.: «El peligro holandés en las costas peruanas a principiós del

siglo xvii: La expedición de Spielbergeny la defensa del virreinato (1615)><. Separata RevistaHistórica, T. XXVI. Lima, 1964.

(48) Carta de Montesclaros al Rey. 12-IV-1612. Citada nota 37.

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más, una importancia decisiva en la vida económica de las Islas. Los sangleyscontrolaban una gran parte del tráfico del Galeón. El resto de la población erauna mano de obra hábil y barata. Los pocos españoles residentes en Filipinasdudaron siempre de su fidelidad y de hecho hubo algunas revueltas como lade 1603. Precisamente dice Montesclaros que cuando el gobernador Pedro deAcuña receló de que los sangleys se habían levantado en ese año por orden desu emperador, este último le contestó diciendo que por su parte respetabanlas Islas sólo a título de que a través de ellas podían comerciar con las Indias.

Las relaciones con Japón fueron también tensas. A principios del siglo xviise normalizaron los contactos entre isleños y japoneses a través de un rígidosistema de control comercial: el certificado del Sello Rojo. De nuevo, el contacto se limitaba al interés económico.

La argumentación de Montesclaros en favor de la navegación por el Mardel Sur estuvo, por tanto, apoyada en un profundo conocimiento del contextointernacional en que se enmarcaba el tráfico asiático.

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LA DEFENSA DE PUERTO RICO(1797)

Pflar CASTILLO MANRUBIADoctora en Historia

Para Inglaterra destacaban dos objetivos en el mar Caribe: La isla Trinidad, obligado paso de las ecuadras del comercio con Tierra Firme, Portobeloy el golfo Dulce; y el de Puerto Rico, llave de las Antillas y antemural de/golfomexicano y principal base en la ruta del tráfico político-militar de la metrópolicon Centroamérica. Sobre estos dos claros objetivos se centró la actividad delas últimas grandes batallas de la guerra anglosajona durante el siglo xviii.

Perdida Trinidad en las aciagas jornadas del 16 al 18 de febrero de 1797,quedaba Puerto Rico como última posición de firmeza en la ya quebradaorganización del viejo imperio español, para cuya conquista se dispuso laescuadra del almirante Harvey. Los primeros rumores de la aproximaciónenemiga llegaron a nuestros compatriotas en la segunda mitad de febrero,esto es, inmediatamente después de la pérdida de Trinidad; así que el 13 demarzo se despacharon avisos a Santo Domingo y a La Habana pidiendo socorro de armas, tropas, dinero, etc., y a primeros de abril, el gobernador y capitán general de Puerto Rico, brigadier Ramón de Castro y Gutiérrez, reiteróal gobierno español la misma petición, manifestando el estado de los oficiales,tropa y gente de armas; en este escrito explicitaba que el número total de lasfuerzas con las que contaba era de 4.029 hombres, a los que había que añadirlas dos Maestranzas —la de artillería y la de fortificación— y 180 presidiariosque, voluntariamente, se prestaban a combatir.

La escuadra británica, conducida por el almirante Harvey, y los efectivosde desembarco del general Sir Ralph Abercromby se presentaron ante SanJuan de Puerto Rico, a las seis de la mañana del 17 de abril de aquel año de1797. La escuadra la componían: un navío de tres puentes, de setenta cañones, The Prince of Wales; dos navíos de 70 cañones; dos de 60; dos fragatas de40; una de 36; dos bergantines de 18 y 16 cañones, respectivamente; cuatrocorbetas de 16; 18 goletas corsarias, de porte, artilladas con 12 cañones; unaurca grande, y un número impreciso de buques menores de transporte. Total,68 velas. Y en cuanto al ejército, el contingente oscilaba entre los 8.000 hombres admitidos por Castro, y los 11.000 declarados por el ingeniero Ramírez.

Para hacer frente a esta crítica situación, el gobernador y capitán generalRamón de Castro convocó a los primeros jefes de la guarnición en el palaciode la Real Fortaleza y les dio la novedad, tratando de poner en ejecución elPian de Defensa, aprobado por la Corona para la isleta de San Juan el 3 deoctubre de 1796. El brigadier Castro, acompañado de su Plana Mayor,. pasaron al castillo, de San Felipe del Morro, desde donde mandó tocar generala,marchando todos los mandos a sus respectivos castillos y fuertes para colocar

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Mapa de la plaza de San Juan de Puerto Rico y su bahía. Firmadb por Tomás ODaly, 1776. (Museo Nava

a las tropas en los lugares designados. Se facilitaron al comandante Félix dela Cruz, jefe de las Compañías Urbanas, armas y municiones para el paisanaje, y se mandó que un cuerpo volante a las órdenes del teniente coronel graduado y capitán del Fijo, Isidoro Linares, con soldados veteranos y cuatrocañones de campaña, se situaran en las playas de Cangrejos, Punta del Condado y Monte del Rodeo, con el fin de oponer la primera resistencia a losintentos de desembarco por el sector este de la isleta y plaza de San Juan.Igualmente se dispuso que la Marina Real, bajo la dirección de su comandante, el capitán de fragata Francisco de Paula y Castro, colocara en los lugaresasignados en el caño de San Antonio los cuatro gánguiles, dos pontones y 12lanchas cañoneras de que disponía, y que otras embarcaciones se apostaranal abrigo de la pequeña cala de San Agustín para obstaculizar cualquierintento de penetración por la boca del Morro. También se dieron instrucciones para que acudieran a la capital las ocho compañías de infantería de lasMilicias Disciplinadas existentes en los partidos de la islas, y la compañía decaballería destacada en Guaynabo y Bayamón. Asismismo se publicaron bandos ordenando la evacuación de las mujeres, ancianos e impedidos.

Linares, con cien hombres, se apostó en el lugar denominado La Pasa,inmediato a la playa de Cangrejos; en el caño de Martín Peña, el capitán deIngenieros Ignacio Mascaró y Homar, con su batería, reforzada con la presencia en la bahía de dos gánguiles; en la playa de Torrecilla se situó elteniente coronel Teodomiro del Toro, con bastantes hombres de la MiliciaDisciplinada; y el teniente coronel José Vizcarrondo, al mando de otros cien

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hombres, se apostó en la playa de San Mateo. Así pues, las tres importantesposiciones —La Pasa, San Mateo y La Torrecilla— estaban con buenos resguardos para detener, o retrasar al menos, los intentos de desembarco de losingleses. El mismo brigadier Castro pasó con sus ayudantes a Cangrejos parareconocer las posiciones, y al Castillo de San Jerónimo para seguir paso a pasolas eventualidades del desembarco.

Aproximadamente a las diez de la mañana de aquel 17 de abril, la escuadra inglesa inició movimientos de aproximación hacia las playas de Cangre-.jos, empezando los buques de transporte a dar fondo en la última, llamada LaTorrecilla. Dos fragatas se destacaron del grueso y se acercaron a la boca delMorro con idea de bloquear su entrada, pero manteniéndose a respetable distancia de los fuegos del castillo de San Felipe; y otro navío se dirigió a altamarpara realizar las misiones de vigía y descubierta. Cuatro lanchas grandes,repletas de soldados, protegidas por los fuegos de las fragatas, llegaron hastala misma arena de la playa de Torrecilla, mostrando una de las chalupaserguido el pabellón británico. Contra ellas atacó el teniente coronel-DelToro, con tal denuedo, que en ésta sólo quedó un superviviente y en las otrasmuy pocos, por lo que tuvieron que retroceder. Poco después realizaron unnuevo intento, esta vez protegidas las lanchas entre sí por el fuego de los fusiles, en tanto que los navíos arrojaban fuego contra los apostaderos de las playas; de esta manera, más de 3.000 hombres consiguieron desembarcar. Enrespuesta, Teodomiro del Toro reagrupó sus efectivos con los de Vizcarrondoy Linares. Vizcarrondo se atrincheró en San Antonio, instalando dos caño-

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nes; pero los ingleses atacaron con tanta decisión y superioridad que se tuvoque refugiar en el puente de San Antonio. Y en cuanto los soldados inglesesaparecieron entre los manglares, salió Vizcarrondo con 50 voluntarios de lasMilicias Disciplinadas, 100 ciudadanos de la República francesa y 30 de lacompañía de Caballería de Bayamón, atravesó rápidamente el puente y cargócon gran ardor contra ellos, deteniéndolos. Una vez Vizcarrondo en Cangrejos, organizó sus fuerzas en tres agrupaciones, avanzó por los mangles y diovista a la playa de San Mateo, retirándose por el puente de San Antonio, queel gobernador mandó cortar.

El 18 de abril, el general Abercromby y el almirante Harvey, que mandaban conjuntamente las tropas británicas, enviaron un pliego al brigadier Castro intimándole a la rendición de la plaza de Puerto Rico. Nuestro valerosogeneral les contestó que defendería la plaza que tenía el honor de mandarhasta perder la última gota desangre. Y se aprestó rápidamente a su defensa.

El capitán Ingeniero Ignacio Mascaró y Homar, que estaba defendiendoel cenagoso paso del caño de Martín Peña, fue atacado por dos columnasinglesas de más de 200 fusileros. El brigadier Castro envió tres lanchas cañoneras con el fin de contener al enemigo y proteger la retirada de Mascaró;conseguida ésta, San Juan quedaba abandonado a su suerte, esperando seratacada al anochecer. Así las cosas, Mascaró le pidió a Castro un puesto avanzado, de gran responsabilidad, para defender San Juan, siendo encargado dela defensa del fuerte y puente de San Antonio; y al teniente coronel Teodomiro del Toro se le asignó defender el fuerte de San Jerónimo.

Al amanecer el 19, estos héroes luchaban denodadamente contra el enemigo, deteniendo los ininterrumpidos asaltos de los fusileros de Abercromby.Castro encomendó al teniente coronel Linares que formara apostadero en laplaya de Palo Seco, con el fin de observar los movimientos de los ingleses. EnRío Piedras se concentraron 400 hombres de las Milicias Urbanas de Toa, porsilos ingleses atacaban por allí. Al amanecer el 20, se vio que las intencionesdel almirante Harvey se fijaban en las playas de Boca Vieja y Punta Salinas,al oeste de la boca del Morro, con dos chalupas de reconocimiento, que estuvieron todo el día intentando acercarse. A las nueve de la noche, salió paraevitar el desembarco el capitán del puerto, teniente de fragata Juan Hurtado.situándose en la boca de Palo Seco. Un bergantín inglés, temerariamente,fondeó al norte de la isla de Cabras, pero desde el Morro las baterías de SanFernando lo acribillaron, teniendo que retirarse. Sesenta voluntarios, conducidos por los subtenientes de Milicias Vicente y Ernigdio Martínez de Andino, fueron a reunirse con Linares en Palo Seco, al tiempo que otros 50 hombres, conducidos por el sargento mayor de Toa Alta, José Díaz, detuvieronla penetración por Cangrejos. Los ingleses instalaron en el Cerro del Condado, del Rodeo, puente de Martín Peña y en Miraflores las cuatro baterías conlas que iban a batir los fuertes de San Antonio y San Jerónimo, el polvorín yla línea de la playa entre el mar del Norte y el cabo de San Antonio.

El 20, las partidas conducidas por los subtenientes de Milicias Vicente yEmigdio Martínez de Andino, junto con las que mandaba el subteniente de

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Granaderos del Fijo, Luis de Lara y Navarrete, bajolas órdenes del jefe Linares, emprendieron la valerosa y peligrosa acción de reconquistar el puente deMartín Peña, desalojando a los ingleses. El 22 de abril, el Ingeniero Mascaróemplazó dos cañones de a 8 en la parte inferior del puente de San Antonio yderribó los pretiles para evitar abrigos a los enemigos. También se reforzó elpuente de San Jerónimo con dos morteros de nueve y doce pulgadas. Por latarde, elbrigadier Castro, convencido del iniiiinente ataque inglés, mandóasegurar la primera línea y puso en guardia a los defensores de la segunda ytercera. La Marina colocó gánguiles y lanchas cañoneras en el caño de SanAntonio, escondidas entre los mangles. La noche del 23 al 24 la pasó el brigadier Castro en las bóvedas del fuerte de San Jerónimo, reunido con su planamayor y la de la Marina. Proyectaron un desembarco en la parte de Cangrejosque da a la bahía, pero conociendo el general la calidad de las tropas que teníaen su guarnición, siendo el regimiento Fixo el único veterano que había en ella,nuevamente completado con reclutas..., consideró, no sin mucho sentimientode perder la ocasión, que se hallaba imposibilitado de hacer una salida de laplaza y dar un ataque brusco al enemigo para obligarle a levantar el sitio yescarmentarlo. Pero como Castro no quería perder la oportunidad que leofrecía la indecisión de Abercromby, a las primeras horas del amanecerembarcó una partida de 70 hombres armados, conducidos por el sargento primero de las Milicias Disciplinadas Francisco Díaz; las piraguas, protegidaspor lanchas cañoneras, penetraron sigilosamente por el caño de San Antonio,desembarcando en las proximidades de las trincheras y baterías de los ingleses. A la distancia conveniente hizo una descarga y fue avanzado hasta entraren la trinchera sable en mano, acometiendo valerosamente a los contrarioshasta ponerlos en fuga, a pesar de que serían unos 300. Reconoció la bateríay, con un capitán y trece prisioneros más, decidió retirarse. La brillanteacción del sargento Díaz y sus hombres fue seguida por el brigadier Castrodesde el fuerte de San Jerónimo, ordenando el fuego de cobertura. CuandoDíaz y sus valientes regresaron al fuerte, el general, lleno de júbilo, dio gracias en nombre del Rey a todos y ordenó que se les entregaran inmediatamente500 pesos del Real Erario, recomendando especialmente al sargento primeroDíaz para que fuera recompensado por la Corona. En efecto, el 22 de octubrede 1797, Carlos IV le concedió el ascenso a subteniente veterano, con sueldoy agregación a las Milicias Disciplinadas.

La acción del sargento Díaz excitó a los ingleses, quienes, a las ocho de lamañana, iniciaron un nutrido fuego de todos los calibres con las bateríasemplazadas al sur y este del puente de San Antonio, lucha que duró toda lanoche, defendiéndose entre sus maltrechos muros los heroicos hombres deMascaró.

• A los ingleses les era imposible superar el duro obstáculo que presentabanunos extraordinarios soldados aferrados a sus debilísimas defensas. De ahí lagran injusticia que supuso el que Abercromby quisiera justificar su derrotaconfundiendo los que fueron gloriosos soldados con tropas de la peor clase ylas murallas imponentes, porque si es cierto que San Juan contaba con un

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Mandaba el ejército de desembarco que atacó a San Juan de Puerto Rico, en abril de 1797. Seunió en Barbada a la escuadra de Sir Harvey —que acababa de conquistar la isla Trinidad—para llevar a cabo la gran operación que diera a Inglaterra, con la conquista de Puerto Rico, eldominio en las Antillas y Centroamérica. Su fracaso significó para la nación británica la pérdidade la prolongada batalla del Caribe.Había nacido en Moustry (Escocia), en octubre de 1734. Se había distinguido en la campañasde Flandes, toma del fuerte de San Andrés, sobre el Mosa, yen la retirada de Nimega. Despuésde su aventura en Puerto Rico, participó en las campañas de Holanda con el ejército del duquede York. Mandaba la expedición que venció a los franceses en Alejandría, resultando herido enAbukir, el 21 de marzo de 1801, muriendo días después a bordo del «Foudroyant»; sus restosreposan en la Catedral de San Pablo, en Londres, en el panteón que le erigió la Cámara de losComunes.

(«The National Portrait Gallery, London»).

General, Sir Ralph Abercromby (1734-1801).

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extraordinario recinto fortificado. con dos fábricas de mucho respeto —elMorro y San Cristóbal—,. Abercromby se dirigió contra los flancos vulnerables, simples fortificaciones reforzadas con sacos, barriles de arena y otrosauxilios.

También en el fuerte de San Antonio. se destacó el soldado CristóbalOrtega que, encargado de un cañón, con sus disparos consiguió desmontarotro del enemigo. Asimismo, el fuerte de San Jerónimo fue intensamentebatido por la artillería emplazada en el monte del Rodeo, y su comandante,Teodomiro del Toro, igualaba la proeza que, a corta distancia, llevaba a caboel capitán Mascaró. Allí, otro soldado, Domingo Blanco, apuntó un morterocon tanto acierto que la bomba cayó en un repuesto de municiones y bombasdel enemigo, causándole gran daño.

La isla de Miraflores constituía una posición ventajosa, porque desde ellapodía hacerse saltar, por la espalda y el flanco derecho, el duro cerrojo de laslíneas defensivas de la isleta. Y debido a su valor estratégico, los ingleses seapoderaron de ella y de su almacén de pólvora. Como respuesta, el brigadierCastro.ordenó que en la puntilla de San Lázaro se emplazaran varias bateríaspara atacar por eloeste a la isla de Miraflores, lo que impidió que los inglesesplanearan ninguna operación de asalto a la isleta. También mandó atacar porla retaguardia a los de Cangrejos y Miraflores, orden que cumplió FranciscoMartínez de Andino con una partida volanté, infiltrándose por el. caño deMartín Peña y causando numerosas bajas al enemigo. Similar fue la accióndesempeñada por el sargento primero Felipe Cleimpaur, al que, durante elsitio, Castro lo nombró para hacer servicio de subteniente, y que por su comportamiento fue reconocido como efectivo por la Córona en 22 de octubrede 1797.

El 29 de abril se reunió Castro con sus principales jefes, reso!yiendo pasara la ofensiva. Los 800 fusileros, las dos compañías de Caballería y el cañón debatallón del cuerpo volante del Río Piedras, de Lara, toparon al día siguientecon las avanzadas y baterías enemigas del caño de Martín Peña, produciéndose numerosas bajas. Esta acción, considerada imperfecta y precipitada porel brigadier Castro, agudizó de tal modo la intranquila situación inglesa queAbercromby, temeroso de ser sorprendido por rápidas infiltraciones que loexpusieran a un copo general, dispuso en la misma noche del 30 de abril elurgente reembarque. Resultando pues, que ningún acto de energía por nuestrqparte o ninguna operación combinada por las armas de Mar y Tierra podía enmanera alguna llevarse a cabo, determiné retirarme y embarcar las tropas, loque se efectuó en la noche del 30 de abril con el mayor órden y regularidad...(Parte Oficial del general Abercromby a S.M.B.).

Castro dispuso que tres compañías de Caballería pasaran a Cangrejospara cargar sobre la retaguardia enemiga, estorbando el reembarque; perolos ingleses habían abandonado ya el campo, dejando centenares de cadáveres, armas de fuego, municiones y víveres.

Los pliegos del brigadier Castro a la Corona fueron traídos a España porel capitán de Ingenieros Ignacio Mascaró, héroe del puente fortificado de San

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Almirante, Sir Henry Harvey.

Conducía la poderosa escuadra de «sesenta y ocho Belas» que traía el ejército de desembarcodel general Abercromby sobre Puerto Rico.Jefe de los efectivos navales ingleses en el Caribe, su presencia en las Antillas iba precedida dejustificado temor. Conquistador de la isla Trinidad, el 18 de febrero de 1797, arremetió dosmeses más tarde contra la «llave de las Antillas», pero sus navíos no pudieron vencer la heroicaresistencia que se le ofrecía en San Juan. Su flota intacta, se alejó vencida del horizonte antillano, perdida la moral de una gran batalla liquidada con el siglo xviii.

(<>The National Maritime Museum, Greenwich, 5. E. 10»).

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Antonio. En ellos, y llevado de su profundo sentimiento religioso, Castrodecía: Yo no atribuiré, Excmo. Sr., la retirada del enemigo, que no puede titularse así, sino precipitada y afrentosa fuga, como convencen los despojos quedejó abandonados dentro de sus líneas, a las acertadas providencias mías, sinoa la mano poderosa del Altísimo que, además de dictar/as, protegió visiblemente esta plaza e ysla. Poco después, con fecha 13 de julio, la Corona, profundamente impresionada por la brillante gesta, contestaba a Ramón de Castro ascendiéndole a Mariscal de Campo. También Mascaró fue ascendidoateniente coronel y se le concedió la Cruz pensionada de la Real Orden de Carlos III; y, por último, Carlos IV concedió a la ciudad de San Juan, por RealOrden de 13 de abril de 1799, el título de muy noble y muy lea/y el mote quepersevera en su escudo, para su honor en la Historia: Por su constancia, amory fidelidad, es muy noble y leal esta ciudad.

Escrito núm. 139, de 8 de mayo de 1797, del gobernador y capitán generalde Puerto Rico, brigadier Ramón de Castro, dando cuenta a Miguel José deAzanza de haber sido sitiada la plaza de su mando por los ingleses y rechazados éstos hasta obligarles a una precipitada fuga. (Arch. Gral. Mtar. Segovia:Ultramar, leg. 36, expediente 2).

Excmo. Sr.: Tengo el honor de participar a 5. M. por medio de V. E., decómo he triunfado de los enemigos de i.ui modo que llena de gloria a las armasespañolas, como de vergüenza al pabellón inglés.

Orgullosos los comandantes generales de las fuerzas terrestres y marítimasde S. M. B. en estos dominios, Ralph Abercromby y Henry Harvey con la conquista de la isla de Trinidad se dirigieron a ésta provistos de un lucidísimo trende artillería con todos los útiles y demás necesario para bloquear y sitiar suplaza en una numerosa escuadra procedente de Martinica, compuesta de 68buques, entre ellos un navío de tres puentes, cuatro más de 70 a 50 en que secontenían de 7 a 8.000 hombres de desembarco, según los informes de los prisioneros de guerra y desertores del campo enemigo, extendiéndose algunoshasta 12.000 y 13.000.

En efecto, al amanecer del día 17 del mes próximo pasado se avistó la escuadra, enemiga sobre las playas de Loysa, al este de/puerto principal de esta isla.Luego que se reconoció enemiga, distribuí con arreglo al Plan de defensa todaslas tropas que componían la guarnición de esta plaza, designándolas los puestos y comandantes respectivos, los que reconocí sucesivamen te por mí mismo.

El Cuerpo Volante por la parte de Cangrejos, situado también al este quemás se aproxima a la plaza, pasó sin demora a ocupar sus playas, Condado yRodeo, cuyos puestos reconocí aquella tarde y noche con el teniente de Rey yel ingeniero en jefe, D. Felipe Ramírez. Se colocó en la tercera D. Teodomirodel Toro, teniente coronel graduado y Ayudante Mayor de las Milicias Disciplinadas de esta isla.

Fondeada la escuadra con inmediación de la boca de Cangrejos y Torrecilla, y procediendo un vivo fuego de sus embarcaciones para proteger el desembarco, el cual presencié desde él castillo de San Jerónimo, se verificó éste al

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El Brigadier D. Ramón de Castro y Gutiérrez.

Gobernador y Capitán General de Puerto Rico, había tomado posesión de su alto cargo el día21 de marzo de 1795. Militar de preciadas dotes; a su valor, capacidad y entereza, correspondegran parte de la victoria sobre Abercromby y Harvey en los ataques de 17 de abril a 1 de mayode 1797. Premiado por la Corona con el ascenso a Mariscal de Campo, cesó en su mandato en1804. regresando en 1809 a España.Era hijo del Marqués de Lorca y Gentilhombre de Cámara deS. M. En su brillante Hoja de Servicios figura la gloriosa defensa del Fuerte-Willage (Penzacola) en 1781. frente a los ingleses;mandó la Comandancia General de las Provincias Internas de Oriente (Virreinato de NuevaEspaña), antes de su glorioso desempeño en Puerto Rico.

(Oleo, Colec. particular de D. Acisclo Marxuach, San Juan de Puerto Rico).

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aclarar el siguiente día 18, sin embargo de la oposición que le hizo el bravo oficial Toro, que causó mucho estrago sobre el contrario, y se replegó a la partidadel teniente coronel don Isidoro Linares, apostado en la playa inmediata, en elmejor orden según le había prevenido. En el mismo día me intimaron los dosgenerales por oficio de rendición de la plaza a S.M. B. y les contesté con elhonor y confianza que alentaban mi espíritu, dispuesto a resistir su entregamientras conseri-’ase la vida.

El enemigo, apoderado de aquella parte de tierra, marchó hacia el puentede San Antonio, abrió sus trincheras y formó sus baterías para franquear elpaso por él; pero no lo pudo jamás conseguir por el vivo fuego que incesantemente se le hizo de las del puente mismo, que mandó valerosamente el Ingeniero ordinario D. Ignacio Mascaró y Homar y por el del Castillo de San Jerónimo, que dirigió con arrogancia el referido Toro, quien poco después de suretirada de la playa de Cangrejos pasó a encargarse del mando de él. Fueronfrustradas e inútiles las vigorosas tentativas del enemigo y ataques impetuososde fusilería sostenidos de sus dominantes baterías.

Estas que dominaban el puente de San Antonio y el castillo de San Jerónimo hicieron un fuego continuado; pero no apagaron el de uno y otro; a éstosofendían los tiros de los navíos de la escuadra y a ambos otra batería establecida en el Condado por el enemigo. A la ofensa de éste y defensas del puente,sin duda, contribuyeron mucho los gánguiles y lanchas cañoneras situadas enel caño de San Antonio.

Durante el sitio hizo el enemigo varias diversiones por unas y otras partesdirigidas a la plaza, y a saquear y robar las casas y haciendas colindantes consu campo y líneas. Con el primer objeto se estableció en Miraflores yformó allíbaterías de obuses, morteros y cañones, cuyos fuegos dirigió a la plaza, dondeintrodujo un gran número de granadas reales y algunas balas incendiarias,pero ninguna causó daño a estos vecinos, a quienes parece preservó elAltísimoy solamente una prendió fuego en unos de los almacenes de víveres, que felizmente apagó: con cuyo motivo tomé las precauciones correspondientes a evitarcualquier incendio. Tiró algunas bombas, pero como le faltaba mortero a placano llegó a la plaza alguna, y las de ella le hostilizaron tanto que le obligaron adesamparar el puesto dejando infructuosos unos trabajos crecidísimos.

Con el segundo objeto hizo el enemigo en los primeros días del bloqueomuchas salidas: en ellas robó los ganados y haciendas contiguas: destrozó lascasas y cuanto encontraba en ellas: cortó los árboles más útiles: ofendió a losdueños con castigos: y se comportó con tanta bajeza que en nada observó lasreglas y leyes de un conquistador generoso que por los medios permitidos pretende hacer su conquista; pero, por último, con el Cuerpo Volante que establecíen el inmediato partido nombrado Río Piedras se le encerró dentro de su campo, de tal suerte que después no fue osado a salir y se pudo decir que el sitiadorpasó a ser sitiado.

Cortó y arruinó el puente de Martín Peña para que no pudieran ofenderlelas partidas del mismo Cuerpo, que llegó a componerse de más de 800 hombresde tropa reglada de Infantería y Caballería, y de paisanos de esta isla con dos

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Viejo castillo avanzado del Sector Este de la «Isleta de S.’ Juan», de gran valor estratégico porsu situación en el reducido acantilado que forma el Boquerón frente a la Punta del Condado.Ante él, la boca o paso que comunica por el Caño de San Antonio a la bahía de San Juan. Acababa de ser restaurado siguiendo los planes del ingeniero militar Juan F. Mestre—aprobadospor R. O. de 30 de octubre de 1791—, cuando aconteció el gran ataque inglés de 1797, del queresultaría destrozado.

Lugar sagrado en la defensa de San Juan, aquí se defendió con gran heroísmo el teniente coronel Del Toro, resistiendo la acometida del ejército de Abercromby, y el duro castigo de losnavíos de Harvey. Con el fuerte de San Antonio, defendido por el capitán Mascaró, estosbaluartes constituyerón los sólidos pilares en los que se confirmaba la fuerza moral de los ejércitos españoles ante los poderosos ataques británicos en el Caribe.

(Fot. cedida por el Dr. Alegría, Director del Inst.de Cult. Puertorriqueña, San Juan de P. R.).

El fuerte de San Jerónimo (San Juan de Puerto Rico).

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cañones de batería y la dotación correspondiente de artilleros, pertrechos ymuniciones para su servicio.

De la plaza dispuso varias salidas al campo enemigo, que hicieron en élmucho daño y condujeron prisioneros de guerra en bastante número. Por elefecto de éstas reconocí que el enemigo las temía: supe además por las deposiciones de ellos y desertores de su ejército que la vigorosa defensa de la plaza letenía eñ bastante consternación, la que no había pensado: acaso procedería decilgunas inteligencias qtie tuviese en la pjaza del enemigo con vecinos extranje-ros y otros transeúntes residentes en ella; que mandé arrestar privándolos décomunicación, luego que se me informó que había alguna sospecha de ellos; Séconfirmaron en mi concepto las inteligencias del contrario con algunos de laplaza, en vista de un papel en que se me comunicó haber dado aviso al generalinglés del paraje en el campo en que se hallaba mi mujer afin de que dispusierehacerla prisionera. Era también fundamento)’ apoyo de su expedición la noticia que tenía, según supe de sus desertores, de la escasez de víveres y falta deagua en la plaza.

Incitado de estos principios, mandé que todo el Cuerpo Volante establecidoen Río Piedras con otras partidas que destiné hiciesen una salida al campo enemigo, atacándole por los costados y retaguardia, según y con las disposicionesque constan del Diario; y sin embargo de que uno de los comisionados, el subteniente de Granaderos D. Luis de Lara, no comprendió mis órdenes e idea,hizo un ataque por retaguardia con el Cuetpo Volante que causó estrago en elcontrario y que rehusó la salida a que aquél le provocó: resultó de esto batirsela gene frala en el campo enemigo, ponerse todo el ejército sobre las armas yrepartirse en dos columnas para atender a su vanguardia y retaguardia, receloso de que como por ésta sele atacara también por aquélla; y, en fin, se ha vistoque fue tan precipitada su fuga al otro día y en el mismo quedejó en el campola artillería, municiones, útiles, tiendas, víveres, caballos, lanchas, botes yotros efectos de su servicio con noticia de haber dejado enterrados otrosmuchos que, como los desparramados en toda la extensión de su campo, hanpadecido extravio y pillaje, que las atenciones de la plaza no han permitido evitar. Tomó sus buques en que estuvo embarcado el día 1 de este mes todo el ejército enemigo, y dieron vela al siguiente día, dejando a la verdad estampado unborrón indeleble para las armas británicas con su cobarde y vergonzosa fuga;el cual hubiera sido mayor si no se hubiese frustrado la salida de otras partidasque había dispuesto atacaren por el flanco a los enemigos, dirigiéndose a laparte que media entre el puente y Miraflores, en cuyo caso creo que en pago desu osadía hubieran sufrido la alternativa y extremos de rendirse o de virar.

Es admirable, Excmo. Sr., el estado ruinoso del puente de San Antonio enque hoy se mira, cortado en tiempo por disposición mía, y a mi presencia conel ingeniero en jefe derribados sus pretiles para dificultar el paso al enemigo. Supintura, si no se le añade la vista, sería increíble. No puede atribuirse su conservación a otra mano que a la divina.

El Diario que acompaño instruirá a V. E. pormenor de las disposicionesdadas por mí durante el sitio, y movimientos u operaciones del enemigo al que

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P. CASTILLO MA NR UBIA

precede las relaciones de las providencias y precauciones previas que tomé paradefender esta plaza de sus sorpresas, ataques y sitio.

Nada faltó en la plaza durante el sitio ni hubiera faltado aunque se hubierediferido por quatro meses. Estuvo abundante la provisión de pan, arroz, carne(no he llegado a echar mano de 1.300 reses vacunas de lOa. cada una que tenía.arrimadas a esta plaza por la parte del norte en los partidos libres del robo delenemigo). Sin necesidad, comencé a suministrar la ración de los víveres apropiados aquí para el socorro de nuestra escuadra, porque después de tantotiempo de depósito y almacén se había reconocido póxi1nos a la corrupción,si no se consumían. La artillería estuvo bien servida, aunque no había más de70 artilleros de la Compañía Veterana y 200 de Milicias, porque tenía de antemano instruídos en e/manejo del cañón, mortero y obús a más de 200 hombresdel Regimiento Fijo y Milicias de infantería, a que.se agregaron algunos franceses que se hallaban aquí dependientes de sus buques corsarios, que, como tropas auxiliares, se han prestado a servir durante el sitio. Todos los cuerpos veteranos y levantados por mí desempeñaron su obligación en la parte que pudieron y que a su calidad correspondía. De los individuos, de todos y principalmente de los que se han distinguido, doy con esta fecha a V.E. por separado elcorrespondiente aviso para el premio de que les considero dignos.

Yo no atribuiré, Excmo. Sr., la retirada de/enemigo, que no puede titularseasí sino precipitada y afrentosa fuga, como convencen los despojos que dejóabandonados dentro de sus líneas, a las acertadas providencias mías, sino a lamano poderosa del Altísimo que, además de dictarlas, protegió visiblementeesta plaza e isla. El día 3 del corriente mes, en reconocimiento y gratitud a supiedad sin límites, se ha cantado solemnísi,namente en acción de gracias el TeDeum con Misa y sermón que predicó el Ilmo. Sr. Obispo en esta santa iglesiacatedral. Monté en uno de los caballos recogidos entre los despojos del enemigo, qt.le se decía ser del servicio y liso del general Abercromby, y puesto a lacabeza de todo mi ejército, que se fornió en la línea de nuestro campo en elorden de batalla, le conduje en el de columna con los cañones de campaña,banderas y comandantes trii.infantes de los castillos, según pormenor expresa elDiario, hasta e/frente de dicha santa iglesia, en donde volvió a su primera formación, y colocando aquellas banderas en e/presbiterio, como tributo al SeñorDios de los ejércitos del triunfo conseguido, se dio principio a la función dispuesta. En su oportuno tiempo el ejército formado y la artillería de todos loscastillos y recinto, con la tropa de su guarnición, hizo la correspondiente triplesalva. Fue innumerable el concuro de todo el pueblo, que asistió a este religioso acto precedido de repetidos vivas y aclamaciones que demostraban eljúbilo, contento y alegría de todos estos fieles y leales vasallos por la gloriaadquirida en obsequio y honor del soberano y de esta isla.

Un ejército numeroso, provisto de cuanto el arte tiene descrito parapreveniry formar un sitio, fue derrotado (estaba sembrado el campo enemigo de cuerpos muertos, cuyo número con el de heridos se calcula llegue hasta 2.000, inc/usos los 290 prisioneros y desertores que entraron en esta plaza); a fin de queaquéllos no infestaran la atmósfera y contagiaran esta ciudad por hallarse a

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LA DEFENSA DE PUERTO RICO (1797)

barlovento de ella, he mandando que pasaren cien hombres a las órdenes de losalcaldes ordinarios y dos regidores a sepultarlos y cubrirlos con cal o tierrahasta sofocar el hedor que despedían; y, por último, ahuyentando el sitiadorcon vilipendio por unas tropas sin disciplina o muy poca, cual es a la verdadregular en un Fijo compuesto casi todo de reclutas, y en las Milicias, se embarcóprecipitadamente.

En el día 17 sólo contaba esta plaza 973 hombres de aquél y 1.600 de éstascon dos Compañías Urbanas de 200 hombres vecinos del país y catalanes, yotras de blancos, pardos y negros libres y esclavos presentados por sus amosvecinos de toda la isla, que todos componían 300 hombres a lo sumo. Despuésfi.ieron entrando las compañías de Caballería, los Milicianos cumplidos y lascompañías de Paisanos de los partidos. Es verdad que todos se presentaronprontos y leales al real servicio, pero los últimos no tienen la disciplina másmínima ni había fusiles por haberse remitido 3.000 de esta plaza a la de SantoDomingo, lo que aunque he reclamado repetidas veces no pude conseguir. Nohabía en esta bahía un buque de guerra, y aunque para la defensa de ella, queimporta tanto a la de la plaza, tenía de antemano armados los pontones, gánguiles y lanchas de todos los buques que franquiaron espontaneamente suscapitanes y patronos al mando y dirección del capitán defra gata D. Franciscode Castro, que habiendo concluído su comisión del establecimiento de Matrícula subsistía en este puerto esperando ocasión en que restituirse a su Departamento de La Habana, nunca podían suplir la falta completamente tanto por sudebilidad como por su corto número. No creo necesitar más pruebas para convencer quela Divina Protección recayó visiblemente sobre esta isla que, en fin,tengo la suma complasencia y gloria de haber conservado al rey y defendidosatisfactoriamente... (Falta texto en el original por deterioro) gozo a queanhela todo generoso espíritu, aunentado con la consideración de que derrotado el enemigo y debilitadas sus fuerzas, quedó inhá bu para hacer otras conquistas, que sin duda hubiera emprendido contra toda la América septentrionalsi en ésta hubiera sido su éxito féliz. Nuestro Señor guarde la vida a V. E.muchos años como deseo. Puerto Rico, 8 de mayo de 1797.

BIBLIOGRAFÍA

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ZAPATERO, Juan Manuel: La guerra del Caribe en el siglo xviii. San Juan de Puerto Rico.Instituto de Cultura Puertorriqueña. 1964.

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CASAS DEL REY Y CAPITANÍAJuan SOLER CANTÓ

Tte. Col. Méd. de la Armada

El actual palacio de Capitanía General de la Zona Marítima del Medite,rráneo ocupa gran parte del solar de las antiguas Casas del Rey, que tantafama tuvieron como base de aprovisionamiento de las armadas de España alo largo de toda nuestra época imperial.

Desde la segunda reconquista de Cartagena por Alfonso X el Sabio,, éstemostró gran preocupación por el desarrollo marítimo del nuevo estado deCastilla y fue su voluntad que junto con Sevilla, la ciudad mimada por supadre, fuese Cartagena la base naval de nuestra Reconquista. Y si dotó aSevilla con las célebres atarazanas para cubrir con sus naves el dominio delEstrecho, proveyó a Cartagena de la primera Infantería de Marina que tuvoCastilla, haciéndola sede de la abadía de la nueva orden militar de vanguardiapara fechos de mar de Santa María de España o de Cartagenia. Pero esta abadía fortificada se hallaba emplazada en una altura, incluida en el recinto inexpugnable de su ciudadela, en el lugar en que hoy se asienta la vieja Catedral.

Tuvieron que pasar dos siglos para que la población cartagenera se volviese a asentar en el llano, como ya lo estuvo en la Edad Antigua, y esto sedebió principalmente a la creación de la infraestructura necesaria para laexpansión marítima de la patria que, ya unificada, se lanzaba por un lado aldescubrimiento de Ultramar y por el otro a la conquista de los puertos mediterráneos. -

Cartagena fue base naval de primera magnitud en estas últimas empresasy ya en 1503 salieron de su puerto los bajeles de D. Luis Portocarrero para laguerra de Nápoles y en sus muelles embarcó el Gran Capitán D. Gonzalo deCórdoba con sus tropas. Entre otras expediciones destacó la del generalPedro Navarro en mayo de 1509, llevando en sus naves al cardenal Cisnerospara la conquista de Orán.

Es natural que én estas concentraciones de buques y tropas se hiciesepatente la falta de locales adecuados para servir de base de aprovisionamientoa una flota expedicionaria, así como las instalaciones necesarias para reparaciones, suministros, víveres y municiones de los barcos de guerra que se acogían a su refugio. Todó esto se hizo más patente en 1541, cuando él emperador Carlos 1 desembarcó en la ciudad al regreso del intento de conquistarArgel; es entonces cuando se reafirmó el propósito de hacer de Cartagena unaplaza fuerte, cosa que ya se venía proyectando desde varios años antes,puesto que se conserva el plano que el capitán general de la Artillería D.Andrés Dávalos envió al Rey en 1540 proponiendo nuevos muros que guarden la parte llana de la ciudad, apoyados en los extremos de la antigua fortaleza y defendidos por cuatro baluartes (1).

(1) Casal, Federico: Historia de las calles de Cartagena, pág. 14. Plano de D. Andrés Dávalos, capitán general de Artillería, año 1540. Leyenda: Esta torre cobiene aprovecharse destamuralla (...).

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Más tarde, el mismo Dávalos propone al Rey que se erijan dos murallas:reparar la de la Ciudadela para poder fortificarse en caso de necesidad y erigirla más amplia del llano y Molinete, para que pueda ser defendida por dos otres mil hombres, incluyendo en su recinto varias instalaciones para proveera la gente de armas (2).

Como Carlos 1 estaba muy interesado en fortificar la plaza envía enseguida abundante artillería (cañones, sacres, falconetes, etc.) y da órdenespara que se proceda a la construcción de una casa en la que se fabriquen lasmuniciones y las provisiones para los barcos, dando amplios poderes para elloal general Dávalos, quien en 1542 comunica al Rey que ha adquirido los terrenos, ha construido los hornos que se propone ampliar a veinte; se advierte quela obra es de gran envergadura, puesto que en su carta hace notar al Rey queen Cartagena no hay bastantes materiales ni maestros albañiles, por lo queserá necesario traerlos de Málaga (3).

En 1544 debían estar casi terminadas las murallas, puesto que la ciudad deCartagena pide al Consejo de Su Majestad que no le mande soldados paraguarnecerlas, porque para ello se bastan y se sobran los vecinos de la ciudad,sin tener que soportar, mantener y alojar a la nueva tropa real (4).

Se puede afirmar que en 1545 ya están construidos o en terminación variosedificios de las Casas del Rey, entre ellos las atarazanas para el armamento yreparación de los buques y la casa fuerte de municionamiento, en la cual yaestá acopiada toda la artillería, pólvora y municiones de diversas procedencias

(2) La carta de y. M. de quinze de octubre recivi aqui en Murcia donde havia venido a vsitaila con lo demás y repondiendo a lo que V. M. digo que en Cartaxena conviene se haga dos cossas, la una y lo principal que se cercasse y conforme a esta traça que ynvio porque creo sería lomenos costoso y más provechoso y guardarí cerca todo lo poblado della, como por la traça se verápara saber lo que podría costar esta muralla con sus torres a traveses no hay aquí maestros lo quea mi me paresce es que se haría con doze mili ducados, tan bueno que se pudiesse defender. Alcomenzo que está echo de muralla en la otra parte que es de la cara de la muralla donde está lapuerta de San finés, toma tanto campo que será menester para guardalla dos o tres mili hombresy por esto la dejo en la traça fuera y de esta no se puede aprovechar sino es de alguna piedra parahacer estotra en esta población alta donde va encorporada la yglesia va un muro que aun que pormuchas partes el es flaco, el asiendo donde el está es fuerte yfortificándose esta cinta y peinándosey derribando dos o tres casas que a ellas están pegadas, quedaría aquello fuerte para que si viniessen a dar en ella los enemigos se recogiessen a esta y en ella se defendiessen, junto con esto esmenester que la cinta más alta que está en la fortaleza se repare y fortifique (...).

(3) (...) En lo de los hornos de bizcocho que V. M. manda que se amplien a veynte y que eledifizio sea perpetuo asta agora están hechos cinco y comen çados otros dos por manera que faltarán treze para los quales emos comprado un solar muy apropósito junto con los otros hornos,pero porque en esta tierra ay mucha falta de materiales y de maestros alvañires quales convienepara este edificio comen çarse a ajuntar los materiales y traerse con maestros alvañires de Málagay aviendo dineros se hará por la orden que V. M. manda. Cartagena a 11 de enero de 1542. DonAndrés Davalos. Don Francisco Verdugo.

(4) (...) an procurado assegurarse delios haciendo cerrar la dicha cibdad con ayuda y favordel Dean de Cartaxena y del licenciado Lasarte, juez de residencia, la cual cerca esta en términosy brevemente se acabará y acabada que sea estará sigura delios (...) hacemos saver a V. S. que ladicha cerca va de manera que acabada que sea y será presto no avernos menester soldado ni losquerernos (...). de Cartaxena a los VI días de junio de 1544 años. Francisco de Salas.

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ya que se trajo parte de ella desde Flandes y otra parte de Argel (5). En estedocumento vemos que se han adquirido casas aledañas para la ampliación delos magazenes (almacenes) y derribarlas para dejar despejados los alrededores, ya que es peligroso su contenido. También vemos que existe ya la ermitade San Sebastián, que daría luego su nombre al convento y a la plaza actual,donde está la fachada principal de Capitanía. La ermita está separada e independiente de las Casas del Rey y entre ambos edificios se va formando a lolargo de las sucesivas obras y transformaciones un callejón sin salida.

En 1556 comienza a reinar Felipe II y en esta época empiezan los de movimientos de insurrección de los moriscos en las comarcas de Granada y Valencia, por lo que el Rey considera conveniente concentrar la fortaleza militar enel reino de Murcia para impedir la inteligencia entre ambos focos de insurrección. Pero, como los moriscos establecen contactos con el Gran Turco, setemen ataques y desembarcos tanto de la flota turca como de los bajeles corsarios del norte de Africa, por lo que nombra a D. Juan de Austria capitángeneral del Mediterráneo en el año 1568 y su primer acto es revistar las Arma-das en el puerto de Cartagena, con lo que las Casas del Rey se tienen queampliar y acondicionar para el inmenso esfuerzo de abastecer una flota tannumerosa y efectiva como en aquellos tiempos tenía España.

Por aquél entonces las Casas del Rey eran un conglomerado de edificiosadosados con diversos cometidos, pero formando en conjunto un bloque dealtos muros que podía considerarse una pequeña fortaleza, en la que estabanlas Atarazanas Reales, el depósito de armas, la fábrica cJe la pólvora, los talleres para refinar el salitre y tratar la barrilla, los treinta hornos para hacer bizcocho y los almacenes para acopiar los pertrechos de las naves, las balas de lasarmas de fuego, la madera, el salitre, la cordelería para jarcias, la galleta ymunición de boca y tantas otras cosas necesarias para las armadas imperiales.

Don Juan de Austria, después de visitarlas, dispuso que redoblasen losesfuerzos y seguidamente embarcó en la capitana haciendose a la mar la flotapara recorrer la costa y visitar los puertos mediterráneos de la península,comprobando de este modo la eficiencia y valorando la posibilidad de éxito delos temidosdesembarcos berberiscos.

En 1569 sobreviene la proclamación de Aben Humeya y en Cartagena seconcentra la dirección de las operaciones marítimas del bloqueo de la costaandaluza. Para mantener el reino de Murcia como una barrera que impidierael contacto entre los moriscos de Valencia y Granada, así como la apariciónde nuevos focos de rebelión, Felipe II envía a Vespasiano Gonzaga Colona,Duque de Traiecto, investido de mando militar; quien estando ya en Murciarecibe nueva orden del Rey para que fije su residencia en Cartagena y la fortifique.

Durante estos agitados años de ataques navales mahometanos, en Cartagena sólo se piensa en amurallar la ciudad para convertirla en una plaza fuertey en reclutar dotaciones para crear una fuerte armada que pase a formar parte

(5) Véase anexo 1.

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MURALLAS DE 1570:FELIPE JI POBLACION i500 vecinosPlano de 1669 del Ingeniero Posi (igual que el de 1540 de D.Andrés Ddvolos.Capitdn General de la Artillerta.)

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de la Santa Liga, cuya concentración tendrá lugar en Barcelona y su momentode apoteosis en el golfo de Lepanto el 7 de octubre de 1571.

Vespasiano Gonzaga no deja de consultar al Concejo de Cartagena y ésteopina que las nuevas murallas debieran abarcar el perímetro de las cinco colinas, tal como lo hacían en la antigüedad. La realidad es que bien por falta demedios, bien por reducir la extensión de muralla a defender o por las prisaspara estar pronto preparados para la guerra, el trazado de las murallas que seerigen sigue en todo lo propuesto en el plano diseñado por D. Andrés Dávalos treinta y seis años antes, en el que quedan las colinas de Alethes y Cronosfuera del recinto, el lienzo de la muralla baja desde el Molinete a las Casas delRey, incluyéndolas en la fortificación.

La construcción de estas murallas se efectúa en los años 1576-1577, cuatroaños después de que las Casas del Rey recibieran las galeras victoriosas de labatalla de Lepanto y procedieran a su reparación y puesta a punto para sucesivas empresas. No se va a explicar aquí el trazado de dichas murallas, perosí es necesario consignar que entre la Morería y las Atarazanas se abría lacélebre Puerta de Murcia, junto a la cual se construyeron fuente y abrevaderopara las caballerías; ambas desaguaban en la mar por una aceña junto a lamuralla que luego sería la calle de la Seña y separará las Atarazanas del Hospital Real de Galeras, construido en 1601.

A la vez que la erección de la muralla, se procedió también a la construcción del gran edificio de las Atarazanas que con el nombre de Cuartel del Reyse ha mantenido hasta nuestros días, conservando en su fachada sur el escudode los Austrias labrado en piedra con la inscripción:Año 1576. Philipus Dei Gratia Rex Hispaniarum.

Esta parte de la Casa del Rey tenía la fachada norte amurallada, el ángulonordeste estaba flanqueado por el caballero o baluarte que defendía la Puertade Murcia y el noroeste por el caballero de San Juan, que dominaba las playasy muelles del mar de Mandarache.

En el año 1584, al describir Cartagena Fr. Jerónimo Hurtado, dice deestos edificios: Tiene Su Majestad allí una casa muy grande y muy costosa, másfabricada para atarazanas y almazenes para bastimentos y municiones que nopara abitación de príncipes (6). En 1589 el comisionado del Rey D. Juan deAcuña Vela rinde un detallado informe en el que expresa el buen funcionamiento de la fábrica de pólvora, salitre y almacenes, pero expone las gravesdeficiencias del edificio y las reparaciones que precisa, así como las de lasmurallas y castillo, con lo que pone de relieve que la obra hecha por Antonelliera tan deficiente que no había resistido doce años de paz (7).

Una extensa descripción de la Casa del Rey nos la hace el licenciado D.Francisco Cascales en su Discurso de la Ciudad de Cartagena, dirigido a lamisma (1598), donde nos la presenta como un gran Arsenal, çomo se puede

(6) Hurtado, Jerónimo: Descripción de Cartagena. Manuscrito de la Real Academia de laHistoria.

(7) Véase anexo TI.

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apreciar en su lectura (8). Es una relación admirativa en la que resume lasactividades de dicha casa con la gráfica frase: . . .es una babilonia que pasma eljuicio.

Es comprensible que estas Casas del Rey tuviesen varias entradas en susdiversas fachadas, puesto que por el oeste tenían que estar conectadas con losmuelles y arenales para el abastecimiento directo de las naves y por el este,acceso directo con la Puerta de Murcia, entrada principal de la ciudad por laque se traían por tierra las mercancías. Debía haber, sin embargo, algunacalle entre la muralla y la fachada norte, porque en un acuerdo del Ayuntamiento del 3-11-1582 se prohíbe que los carros pasen por la calle Mayor desdela fuente de San Sebastián en adelante, debiéndolo hacer por la calle que hay aespaldas de las Casas del Rey (9). Otro acuerdo del Ayuntamiento del 18-1-1597 trata de remediar el desastre de lo construido por D. Vespasiano, entrelas reparaciones que manda efectuar se encuentra el baluarte situado junto alas Casas deI Rey y la fuente que mana sobre este baluarte (10).

Desde que en la ciudad se construyó esta Casa-Arsenal, Cartagena havivido pendiente y temerosa de un posible incendio, puesto que ya sufrió el dela Casa de la Pólvora en el Molinete (11). Por eso no es raro que Acuñaadvierta al Rey en su informe de los peligros de voladura y explosión a causade los cohetes de las fiestas o de la mala intención de los esclavos berberiscos(12); lo mismo expresa el acuerdo del Ayuntamiento el 21-X-1603 (13) de quese despejen de barcas y otros elementos combustibles las playas cercanas á las

(8) Véase anexo 111.(9) Martínez Rizo, Isidoro: Fechas y fechos de Cartagena, 3 de febrero de 1582. En el

cabildo celebrado por el ayuntamiento de Cartagena en este día se prohibe absolutamente laentrada de carros por la calle Mayor, desde lafuente de San Sebastián en adelante, bajo la multade 1.000 maravedises por cada carro que entrase, debiendo tomar estos por la calle que está aespaldas de las Casas del Rey.

(10) Ibídem, 18enero de 1597. A propuesta del capitán dela artillería de la plaza de Cartagena, Joan Venegas de Quixada, el ayuntámiento acuerda las siguiente instrucciones paraponerla a cubierto de un golpe de mano de los enemigos; Completar y reparar murallas que circumbalan toda la ciudad. Situar artillería en el Molinete. Reparar los caballeros o baluartes de lapuertade San Ginés, el que está detrás de las Casas del Rey y el que está cerca de la Marina, juntoa San Leandro, reparando también todo aquel lienzo de muralla que fabricó un Dean de Cartagena y que era muy vieja. Ahondar el terreno por bajo de las murallas que eran muy bajas y alzarsobre ellas algunas tapias. Reparar la cañería de la fuente que hay en el baluarte, cabe las Casasdel Rey. Reparar igualmente las tres plataformas que hay en la muralla que da frente el mar, fabricada por Don Vespasiano de Gonzaga (...).

(11) Véase anexo 1V.(12) D. Juan de Acuña y Vela; Carta a S.M. el Rey, de 22 de diciembre de 1589. Véase

anexo II.(13) Martínez Rizo, Isidoro: Fechas yfechos de Cartagena, 21 de octubre de 1603. Ordena

el ayuntamiento de Cartagena en esta fecha que las barcas, laúdes y fragatas que se hallan en elpuerto, se amarren en la playa del Arenal, fuera de la puerta del muelle de San Leandro, quitándoles de noche sus timones y que desaparezcan de aquel sitio las barcas de los pescadores que estaban varadas en tierra, para evitar el peligro de que los enemigos puedan trepar desde ellas a lasmurallas y también el de incendio que podría comunicarse a las Casas del Rey, donde hay muchapólvora y está la fabricación de ella.

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Casas del Rey, para evitar la propagación de un posible incendio. Y tambiénse refleja en la importancia prestada a la gran tormenta que se desencadenóel 3-X-1619, cuando un rayo cayó cerca de las Casas del Rey, donde se almacenaba mucha pólvora (14).

También en 1618 y como consecuencia de la actividad de los cada vez másaudaces corsarios argelinos, que castigan y corren las costas españolas, el Reymanda el 18 de febrero al Ayuntamiento de Cartagena reforzar las murallas;y éste acuerda el 12 de marzo reparar las murallas y baluartes, entre ellos elsector que protege las Casas del Rey, terraplenándolas y artillándolas (15).

Cuando, las primitivas Casas del Rey se edificaron, su fachada amuralladadel norte arrancaba del baluarte lateral de la Puerta de Murcia, por delantecorría una aceña que conducía hasta el mar las aguas sobrantes del abrevadero y de la fuente que estaban junto a la puerta. Las tierras de labor que seextendían por fuera de las murallas, frente a los muros de las Casas del Rey,eran conocidas por Los Aljibicos, en ellas se empezaron a edificar casas, lasprimeras fueron dos mesones y una aperaduría para el servicio de los arrieros.Entre ellas y las Casas del Rey se formó un callejón que al principio se llamódel Deán, por D. Sebastián Clavijo, Proveedor de las Armadas y Deán de laSanta Iglesia de Cartagena, que fue quien, en 1545, compró con su dinero lascasas y terrenos en que se edificaron las Atarazanas y la Casa Fuerte de Munición, conforme se vio en la nota número 5.

Posteriormente el Ayuntamiento cedió diversos solares, en los que se edificaron nuevas casas donde finalmente (161 1-1621) se construyó el Real Hospital de Galeras y su camposanto, con lo que quedó estructurada la calle,frontera al norte de las Casas Reales, que se llamó calle de la Aceña. Estacalle, estrecha, también llegó a conocerse por el callejón de los Palos cuandola fachada del Cuartel del Rey amenazaba desplomarse y fue apuntaladadurante mucho tiempo.

Las casuchas lindantes con la fachada sur de la Casa Fuerte de Municiónfueron demolidas y con sus solares se fornió un descampado que luego, urbanizado, dio lugar a la plaza del Rey.

(14) ‘Ibídem, 3 de octubre de 1619. Hoy ha estallado en Cartagena una espantosa tormentaque ha tenido por algunas horas al vecindario presa de la más suprema angustia. Una de las exalaciones ha caido muy cerca de las Casas Reales donde estaba almacenada una gran cantidad dela pólvora que se fabrica en este edificio. Por ser este día víspera de San Francisco de Asís votala ciudad una fiesta al Santo para que quede memoria del suceso y de su milagrosa intercesión,disponiendo para el día 6 del mismo mes una procesión de gracias en la que se llevarán las reliquias de los Cuatro Santos.

(15) ibídem, 12 de marzo de 1618. Atendiendo al aumento de corsarios de Argely a la creciente audacia que en sus empresas desplegaban, mandó el Rey al Ayuntamiento de Cartagena,con fecha 18 de febrero, que tomara las medidas necesarias para la defensa de la ciudad, hacién -

dole reponsable de los malos sucesos a que pudiera dar lugar su desobediencia. En su vista elAyuntamiento acuerda en este día terraplenar hasta el antepecho el lienzo de muralla que protegelas Casas Reales y San Leandro, desde el caballero de San Juan al de Santa María que es el másflaco. formando el terraplén de estribo a estribo con las barcas viejas que los pescadores tienenvaradas en elA renal, lienándolas de tierra. y que se pidan ocho piezas al capitán de artillería; cuatro para el caballero de San Juan que defiende el paso por mar y tierra y las otras cuatro para elde Santa María que está a espaldas de la Casa Real de la Pólvora.

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El tan temido incendio de las Casas del Rey se produjo, al fin, en 1642,aunque no ocasionó una explosión de la pólvora porque estuvo limitado alsector llamado la Casa delArmero, con fachada a la plaza del Rey. Allí quedaron las ruinas durante muchos años, hasta que en 1692 Carlos II «el Hechizado» cedió esos terrenos a la Compañía de Jesús, para ensanche del oratorioy las escuelas. Este edificio se terminó en 1697 y quedó adosado a las mismasCasas del Rey.

Una vez terminada la guerra de Sucesión, se firmó la paz en 1713, y decidida la Corona a desarrollar un verdadero poderío naval, Cartagena pasó aser una de las bases de dicho poderío, declarándola Departamento Marítimodel Mediterráneo por Real Orden de 5 de julio de 1728; Patiño, en 1730, tomódiversas disposiciones para dragar, sanear y despejar el puerto de Cartagena,trabajos tan importantes que pueden considerarse preparatorios para la construcción del gran Arsenal. Pero esta magna óbra tuvo un promotor yun fundador que fue Zenón de Somodevilla, Marqués de la Ensenada, quien volcósobre Cartagena todos los recursos de la nación, para convertirla en la másformidable plaza fuerte que se conociera. Sus esfuerzos fueron secundadosentusiásticamente por tan, prestigiosos colaboradores como Juan José Navarro, Marqués de la Victoria, Jorge Juan, el general de Ingenieros Sebastián deFeringán y tantds otros que proyectaron y llevaron a cabo las obras del Arsenal (1749 a 1782), el nuevo recinto amurallado (1733 a 1782), los fuertes, loscastillos y múltiplés edificios militares en la población.

D. Zenón de’Somodevilla fue Contador principal del Departamento deCartagena y, por, tanto, tuvo un puesto en la Casa del Rey, junto a la Puertade Murcia. Debía su título de marqués a haber sido ministro de la escuadraque conquistó el reino de Dos Sicilias, acompañando a Nápoles al infanteDon Carlos para tomar posesión del mismo.

Una vez comenzadas las obras del nuevo Arsenal, las Casas del Rey perdieron su utilidad como Atarazanas y dejaron de ser fábrica y almacén, puestoque las nuevas instalaciones se construyeron con arreglo a las mejores condiciones de utilización. Por ello, se impuso la transformación de los viejos edificios y se encargó del proyecto Sebastián de Feringán, que lo redactó para establecer decente y cómódamente los oficios del Departamento de Marina y los delas Galeras, con los archivos correspondientes.

Se realizaron proyectos independientes para el edificio de la Contaduríay para el Cuartel de Batallones, que estaban adosados por su dorso, con suspatios interiores correspondientes, según planos.

El edificio de Contaduría tenía su acceso y fachada principal por la Puertade Murcia y se construyó separado de la Atarazanas por una calle que se llamóde la Intendencia, que se dejó para dar salida a las aguas de aluvión y lluviaque bajaban del Molinete y de las calles Honda, Alta y Baja. Por la parte surestaba separado del convento de San Sebastián (en la plaza de la fuente de su

(16) Mediavilla Sánchez,.José: Cartagena y las aguas dela Región, tomo IV, 1am. 54; Planode la plaza de Carla gena. Casas del Rey. ‘ .

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nombre) por un callejón sin salida que también se llamó Carrerón de la Intendencia.

Por comunicación del Marqués de la Ensenada a D. Alejo Gutiérrez deRubalcava, se mandó hacer pública esta obra el 1 de agosto de 1738 y se solicitó persona que entrara en ella por asiento, dándosele el material que seproponía, en la porción de terreno desocupado en la casa que llamaban del Rey.

La contrata de provisión de cal para la obra se adjudicó a Pedro Marín el11 de febrero de 1730, por un-total de cuatro mil cahices de cal del Portús yde la Azohía. La provisión de azulejos se le adjudicó a Melchor Caravaca,vecino de Murcia, maestro de loza el 26 de agosto de 1739. En 1738 empezóla construcción que concluyó en 1740, conforme está consignado en el murode Capitanía que da ala actual calle de Villamartín: Esta obra la hizo el señorPedro Marín, Maestro Maior de Su Majestad año de 1740.

Su planta principal se destinó a alojamiento del Intendente y el segundopiso fue ocupado por las oficinas de contaduría de las Galeras hasta la extinción de este cuerpo en 1748, pagándole Marina, en concepto de alquiler, cuarenta y cinco pesos mensuales. La planta baja se destinó a dependencias delCuerpo del Ministerio de Marina. Así estuvo hasta 1853.

Al mismo tiempo se construía también el Cuartel de Batallones, adosadoal edificio de Contaduría y con fachada principal a poniente, ésta era tanextensa que permitía la apertura de 17 amplias ventanas por planta, con suspuertas de acceso. En principio alojaba abs batallones de la Infantería deMarina, pero en 1779, cuando tuvieron que abandonar el cuartel del Duquede Nájera, admitió también en sus locales a las fuerzas de Artillería de la Armada.

Como a pesar de su extensión, con dos patios interiores, no era suficientepara alojar todas las fuerzas, las obras continuaron hasta 1792 y ya en 1793 sehizo añadir otra planta, contruyéndose el segundo piso. No debía estar muybien hecho el edificio o bien los batallones lo sometían a un trato algo rudo,porque en 1796 ya se consignan noticias sobre el comienzo de su ruina, quepese a las diversas reparaciones se consumó a fines del siglo xix, debido a lareducción de la atención que España prestaba a la Infantería de Marina. Enefecto, la plantilla se redujo de 1.170 hombres a 565 y el cuartel fue desalojadoel 1 de junio de 1899,instalándose los soldados restantes en el Arsenal, en lasnaves 17, 18 y 19 de Recorrida, en los locales en que más tarde estuvo elArchivo General de Departamento. El regimiento de Infantería de Marinapasó posteriormente del Arsenal a los bajos y primer piso del patio este delhospital de Marina, locales que había dejado libres el regimiento de Sevillanúmero 33. La Infantería de Marina estuvo en el Hospital desde 1926 a 1958en que pasó a su nuevo cuartel de La Algameca.

El edificio del cuartel de Batallones quedó abandonado y ruinoso hasta1925 año en que fue demolido, sirviendo sus terrenos para construir los jardines de Capitanía y una parte del lado oeste para la alineación de la calle Real,en la que ya se habían plantado palmeras en 1825 y otra del surpara ampliación municipal de la plaza del Rey en 1928.

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JUANSOLER CANTÓ

El edificio de Contaduría fue adquiriendo mayor importancia y se fueampliando y reconstruyendo a lo largo del tiempo. En 1846 fue tasado en tresmillones y medio de reales. Y en 1853, después de las obras de adecuaciónpertinentes, se procedió al cambio de destino con el edificio de la Muralla delMar. En efecto, el antiguo colegio de Guardias Marinas pasó a ser ocupadopor el ordenador de Oficinas de Contabilidad, mientras el comandante general del Departamento con sus oficinas, se alojó en el palacio de la Puerta deMurcia, que a partir de entonces se llamó Capitanía General.

Ya se dijo que la fachada sur del edificio estaba separada del convento deSan Sebastián por un callejón sin salida, ya que su extensión hasta la plaza delRey estaba ocupada por unos solares en los que se erigían el colegio de laCompañía de Jesús y un sector del convento de San Sebastián. El 23 de septiembre de 1863, los dueños de esos solares, Antonio Biernert y Carlos Mancha propusieron al Ayuntamiento cederselos graciosamente para darle salidaa la plaza del Rey, para facilitar la comunicación del centro de la poblacióncon el Arsenal, lo que esperaban fuera de gran comodidad para la Marina, elvecindario y el comercio, a la vez que facilitaría el desagüe de la calle Honda.

La idea fue acogida con entusiasmo por el Ayuntamiento, también sepidió a la Marina que cediera unos almacenes, lo que se logró después de unlargo expediente. La calle quedó abierta en 1876 con el nombre de la calle dela Compañía (por los Jesuitas), cambiado en 1879 por el de calle de Villamartín, que desde entonces forma el límite del edificio de Capitanía.

Cuando en 1899 se desalojó el cuartel de Batallones, sus dependencias, omás bien sus ruinas, pasaron a formar parte de la Capitanía General hasta1925, año en que se efectuó el derribo definitivo para concretar una magnaobra de remodelación del edificio, bajo el mando y dirección del capitán general D. Juan Bautista Aznar, quien además hizo reconstruir los alojamientos yla fachada oeste con terrazas y una monumental escalera para bajar desde suresidencia a los amplios jardines que ocuparon todo el terreno que se explanódesde la calle Real a la plaza del Rey.

También se transformó su interior con área de despachos y otra de salonesde recepción, salón del trono, comedores con arañas de cristal y suntuosadecoración; y sala de reunión en la que se celebraban las Juntas de la Mancomunidad de Municipios, presidida por el capitán general, para la ejecucióndel proyecto de conducción a la Base Naval de las aguas potables del pantanodel río Taibilla. Esta decoración interior se completó con gran lujo en los añosposteriores a la guerra 1936-1939 en los que el almirante D. Francisco Bastarreche transformó ese alojamiento en un verdadero palacio.

Posteriormente la Marina adquirió unas casas que había entre el edificioprimitivo y la plaza del Rey y derribándolas construyó en sus solares residencias para sus jefes, enfermería, etc.; en los bajos, cuartel para su marinería ylas modernas instalaciones de la imprenta del Departamento. Más tarde (enIV-1965) se instaló en una zona de estos bajos la sucursal de Farmacia delDepartamento, para que fuese más céntrico y cómodo el despacho de medicinas al público militar.

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CASAS DEL REY Y CAPITANÍA

ANEXO 1

S. C. C. M. Sebastián Clavijo, dean de la yglesia de Cartaxena, proveedorde las armadas de V. M. en la dicha ciudad dize que él a echo y haze en ella unasAtarazanas y casa fuerte de munición por mandado de V. M. y que ha gastadomucha suma de maravedís de sus dineros propios en la cual dicha casa está todala artillería, pólvora y municiones que V. M. ynvió de Flandes a la dicha ciudady siendo esto ansia ciertos frayles del monasterio de Gines de la Xara que es tresleguas de la dicha ciudad, de la orden del señor San Francisco, en días pasadosse entraron de noche secretamente en una hermita de San Sebastián que estájunto a la dicha casa de munición que es del obispo de Cartagena y se hizieronfuertes en la dicha hermita con armas ansi ofensivas como defensivas y se anestado y están encastillados y se an defendido y defienden de dicho obispo y loque peor es an tomado otra casa y corral que está arriba de la casa y magazendonde está la dicha artillería, pólvora y munición siendo como es el dichocorral de y. M. que lo compró Francisco Verdugo proveedor para el efecto dehazer la dicha casa de munición y atarazana, y aunque por el dicho dean se lesquiso defender el dicho corral por el peligro que puede venir de la dicha pólvora y municiones los dichos frayles con mano armada se lo resistieron y defendieron con gran escándalo y alboroto tanto (...) mande al corregidor de ladicha ciudad no permita que los dichos frayles ni otra persona alguna tome eldicho corral ni haga ni edifique junto a la dicha casa Real por espacio de cmquenta pasos y la dexen libre y esenta por todas partes y otro si mande al corregidor y regimiento de la dicha ciudad que si los dichos frayles quisieren edificarcasa de la dicha su orden en ella, les den y les señalen otro sitio apartado de lasdichas casas de munición y atarazanas porque ansi conviene al servicio de Diosy de V. M. y a la seguridad y buena guarda de su hacienda y ansí mesmosmande V. M. que todas las casas y corrales que están junto a las dichas casasde munición que serán necesarias para las hacer (...). Cartagena, 1545. DonSebastián Clavijo.

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JUAN SOLER CANTÓ

ANEXO II

(...) E visto la casa de munición que V. M. tiene en esta ciuda de Cartagenay las armas y municiones, pertrechos y madera que en ella ay y la fábrica de lapólvora y de refinar e/salitre y todo está muy bien puesto y con mucha limpiezay aseo (...). La parte de la casa de munición que V. M. tiene aquí en que estála pólvora, armas y municiones tiene necesidad de repara rse especialmente detorres que están undidos los suelos y acabarse de hacer un soportal que lleguede una pared a otra que no está hecho mas que la mitad y está en medio y porno haber en donde demás que allí poner madera debajo de cubierta se a gastadoy podrido mucha de la de los tablones de roble que había (...). De la muralladesta ciudad ya está V. M. muy informado, lo que yo puedo dezir es que conmuy poco como han dado en capitán A costa y el capitán Carrera que la hubieron por orden de V. M. se podrían defender a lo que fuese exércitoformadoporalgún día si no se remedia cada día se va arruinando y los de aquí paresce quela ponen peor porque en la parte en que había alguna manera de foso lo han idocegando con echar basuras e ynmundicias en él y ya ban echando más enalguna parte que casi empareja con algo de la muralla. Las garitas las dejancaer, todo u-i lienzo de muralla de baluarte a baluarte no tiene subida porquede ellos a/muro no ay escalera ni/a ay en otra parte. En donde junta un baluartecon la muralla tienen por defuera quitadas piedras y hechos agujeros y por allícon mucha facilidad suben y bajan los que quieren entrar y salir después decerradas las puertas y los mochachos entran y salen de día, éselo y demostradoy dicho a la Justicia y Regidores vean lo que convendría remediallo, en opinióntengo que no lo harán (...). A la casa donde se labra la pólvora ayalgunas casillas arrimadas en que viven gente pobre y hacen mucha lumbre y por que nosuceda alguna desgracia convendría compra/las y encorporallas en las de lapólvora que es de consideración haber aquí mucha cantidad de esclavos berberiscos y que podrían por una casi/la destas con facilidad hacer algún agujero ydar fuego por él a la pólvora y se arruinaría parte de la Ciudad, y en ella enfiestas y regozijos que se usan hazer, las regocijan con tirar cohetes y otros fuegos

.que podría alguno delios caer en la dicha casa en los magazenes en donde estála pólvora que es del peligro que se puede considerar. Mande V. M. que no seuse ni se hagan las dichas fiestas ni regocijos con cohetes ni otros fuegos.

Dios guarde a V. M. Caria gena a veynte y dos de diciembre de mil quinientos ochenta y nueve. Don Juan Acuña Vela.

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CASAS DEL REY Y CAPITANÍA

ANEXO III

Licenciado D. Francisco Cascales. Discurso a la ciudad de Cartagena dirigido a la misma. Año 1598.

Esta Casa es un fortísimo alcá zar; parte labrada de cantería, parte de piedraviva y parte de ladrillo, murada alrededor toda a modo de isla y por dentro edificada con gran artificio. Hay tres grandísimos patios; sin Ótras muchas unamuy espaciosa escalera, que por ella suben a caballo hasta los altos corredores.Mucha sala, mucho aposento, retretes, camaranchones, desvanes, foscs, sótanos, .bodegas, despensas, almacenes. Esto sirve a los tablones y lanchas; esto ala artillería, xarcia, aparato y pertrechos; aquello a las gumenas, áncoras,árboles y antenas; esotro a los barriles de pólvora, a los arcabuces, mosquetes,picas, lanzas, morriones, coseletes blancos y grabados; acá la panatica, aquíacuden veintiocho que hay en la ciudad de cocer bizcocho: acullá lapróvesiónde queso, de tocino, de legumbres, de saladura. Hay arrimada a esta casa otra,ni mas ni menos del Rey donde se hace la pólvora que es la mejor y más fina quese gasta en el mundo. Y es una estación admirable ver el ruido de los molinosy de los ingenios y la gente que allí se ocupa y trabaja, ver cada día que amanecegran número de hombres ocupados en diversos oficios, unos en el refinador,donde hay quince calderas, tres capacísimas para el fuego de refinar el salitrey doce para lexía, la cual en ella se cuaja y reviene el salitre finísimo; otro en seismolinos de pólvora donde echando salitre y carbón a vueltas en los alfan ges,tiran valientes acémilas, con unos valencines y gamella, asidos y prendidos alos talones de palos; otros en los ingenios que son cinco, separados en dos palacios muy grandes. Ver aquellas ruedas de peinazos, que topando en las ruecasde abaxo, gobierna cada ingenio una gran viga, yla viga cúatro mazos con suscabezas de metal, que baten en cuatro morteros de bronce una gran masa depólvora. Y esta pólvora de los molinos va a los ingenios; de los ingenios a lostinancos, donde se cierne y se le da el grana; y de los tinancos ¡asacan al patiopara enxugalla en no menos de cuarenta artesas, y enxuta la embarrilan y la llevan a la casa de municiones. Para el gobierno de estas y preveimiento de todotieneS. M. ciquí todos estos oficiales: Proveedor y veedor de las Armadas, capitán y contador de la artillería, fiel y mayordomo de la casa, tenedor de bastimentos, y de todos gastos y salarios su pagador. Ycon ser personas de gran cuidado y asistencia al servicio del Rey, apenas pueden cumplir con sus oficios;tanta es la máquina y peso de las cosas. Porque suele venir aquí una y otraarmada por pólvora, por bizcocho, por provisión, por armas, por artillería,que es una babilonia que pasma el juicio. Aquí embarcan y desembarcan príncipes y caballeros, italianos, franceses, flamencos, húngaros, tudescos, albaneses y moros; y son de ver los esclavos de las galeras, cuando salen a hacer leña,y cuando a hacer agua, que la hay aquí la mejor de/mundo para la navegación,porque fuera de ser muy sana, por ser algo salobre y gruesa, se sustenta muchotiempo en la mar sin corromperse, hasta que se adelgaza y queda purísima. Ypara la gente muy regalada cuatro fuentes que hay de agua muy delgada y muydulce, que a muy poca costa se pueden proveer y proveen las casas de ordinario.Año 1991 59

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JUAN SOLER CANTÓ

ANEXO IV

Federico Casal: Historia de las calles de Cartagena.

En la célebre Casa del Rey de Cartagena fabricábase en el siglo xvi la mejorpólvora que se hacía en España y era depositada en grandes almacenes construidos al efecto en torreones de fuerte y resistente fábrica de mampostería. Eldía 3 de noviembre de 1600 prodújose un incendio que si bien no tuvo fatalesconsecuencias, fue lo bastante para que los caballeros capitulares fijaran suatención en el peligro que entrañaban aquellos polvorines situados en lo máscéntrico de la ciudad y reunidos en cabildo, acordaron enviar al Rey y a susconsejeros un memorial haciendo relación de lo ocurrido y pidiendo que desaparecieran los almacenes de la pólvora del sitio en que estaban emplazados.Todo lo que consiguieron fue una real licencia para que se trasladara parte dela pólvora al castillo de la Concepción.

Con motivo de haberse librado la ciudad del peligroso incendio, elA yunta-miento declaró por día de fiesta el 3 de noviembre de todos los años y acordótambién celebrar en tal día, una función votiva en la CatedralAntigua en honorde los bienaventurados e innumerables mártires de Zaragoza, santos que propuso para el caso el padre fray Diego de Arce, provincial de la orden de SanFrancisco.

En 1642 se incendiaron en el mismo establecimiento veinticuatro quintalesde pólvora y voló el almacén en que se custodiaba, a pesar de la fortaleza de suconstrucción.

En el transcurso del siglo xvii fue perdiendo lentamente su importancia laCasa del Rey, utilizándose como depósito de bastimentos y cuartel. También seinstalaron en sus grandes naves, talleres y hornos para la fabricación y el cocidode la galleta y del pan de munición, pero todavía subsistían en el último terciodel citado siglo varios almacenes con pólvora. En el mes de noviembre de 1671confirió el cabildo municipal sobre la necesidad imperiosa que había de quedesapareciera aquel constante peligro para la ciudad y el día 29 de dicho mesun pregonero de las galeras de España pregonó por la población si habíaalguna persona que quisiera hacer postura en el Ayuntamiento para la construcción de una casa de la pólvora en el Molinete, junto al baluarte llamado delas Beatas.

Previas las formalidades de rúbrica, fue adjudicada la obra a un maestroalbañil llamado Tomás Ros, quien la terminó en 1674. El vecindario medianteuna suscripción voluntaria, aportó una buena cantidad de maravedís para quese hiciese lo más rápidamente posible la edificación que tanto importaba al servicio de Dios, del Rey y de la Repi.blica.

De muy antiguo cuantas fiestas religiosas o populares se celebraban en Cartagena eran solemnizadas con fuegos de artificio y en el 1700 el Ayuntamiento,ante el temor de que algún cohete incendiara la Casa de la Pólvora, prohíbe

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CASAS DEL REY Y CAPITANÍA

tales fuegos, consintiendo sólo el disparo de morteretes y así lo comunicó a lospriores de los conventos y lo mandó pregonar por toda la ciudad.

En la noche del 9 de abril de 1702 se incendió una casa cercana a la de la pólvora, en ocasión de que en ésta habían almacenados dos mil quintales. Anunciose la novedad echando al vuelo la campana de la vela del castillo, las de lasiglesias y las del reloj de latorre del Concejo. El vecindario aterrado abandonasus viviendas ante el temor de que elfuego se coinunique al polvorín. Las inonjas de la Purísima Concepción, despavoridas, rompen la clausura y corren porlas calles sin saber donde guarecerse. Reina en la ciudad la más espantosa confusión y no se oyen mas que gritos y lamentaciones. Los frailes dejan los conventos e incitan al pueblo a que acuda a sofocar el incendio y elAlcalde Mayory los caballeros regidores se personan en el lugar del siniestro, donde, con laayuda de todos, se consigue apagar la inmensa hoguera que desde las alturasdel Molinete iluminaba la ciudad.

Al otro día la población en masa, sin distinción de clases, estados ni sexos,acuden en actitud levantisca a la plaza de Santa Catalina e invaden el Ayuntamiento, pidiendo a grandes voces que se quite la Casa de la Pólvora, y son losfrailes agustinos, carmelitas y mercedarios los que van a la cabeza de la imponente manifestación. Ante la amenazadora actitud del pueblo, acuerda elCabildo Municipal quitar la Casa de la Pólvora y llevar ésta a un granero quela Santa iglesia poseía en el pago de la Magdalena, distante como a una leguade Cartagena y al otro día comenzó el traslado de los barriles del peligrosoexplosivo. Surge más tarde, por esta ocupación del granero, un conflicto entreel Obispado y el Ayuntamiento y, poco tiempo después hubo que abandonarel granero ante la amenaza de excomunión mayor que contra los munícipesestaba dispuesto a fulminar el Obispo de la diócesis. Poco a poco se sacó la pólvora para mandarla a Cádiz, Algeciras y otras poblaciones y otra vez volvió autilizarse la Casa de la Pólvora del Molinete.

El 27 de julio de 1742 se incendió un molino de pólvora en la fábrica de laNora de Murcia y esto dio lugar a que el Ayuntamiento de Cartagena se alarmara y pidiera al Rey que se quitara totalmente la Casa de la Pólvora, la quepor fin desapareció en 1744.

En 14 de septiembre de 1745 se remató en D. Fernando Martínez, presbítero, el almacén de pólvora que servía para repuesto, que está en esta plaza y enel baluarte sobre la Serreta, nombrado de las Beatas. Con lo recaudado pordicho remate se hicieron dos pequeños almnacenes para encerrar pólvora en elparaje llamado de la Guáchara.

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LA DESERCIÓN EN LA MARINAESPAÑOLA DEL SIGLO XVIII

Adelaida SAGARRANieves RUPEREZ

El deseo de los Borbones de devolver a España su prestigio en el conciertoeuropeo pasaba por la reorganización y reestructuración de la Marina, indispensable, por otra parte, a una potenda que poseía todavía enormes posesiones en Ultramar.

Desde 1714, en que por Real Cédula del 14 de febrero se suprimen lasescuadras de/os reinos y sus propias denominaciones por la Armada Real, sonnumerosas las disposiciones dirigidas a esta reorganización. De la épocá deAlberoni datan el Colegio Naval de Cádiz, los reglamentos de reclutamientoy los astilleros de Galicia y Cataluña. Patiño, desde el momento en que esnombrado intendente general de Marina en 1717 y, posteriormente, secretario de Marina, y más tarde Ensenada, continuarán esta política.

Durante todo el siglo xviii fue creciendo el número de barcos que integraban la Armada y, como consecuencia, se incrementaron simultáneamente lasnecesidades, tanto financieras como humanas.

La recluta forzosa de la marinería aumenta el porcentaje de deserciones,especialmente cuando son mayores las dificultades monetarias, mientras nose establece una marinería militar. Más que una acción propiamente dicha, ladeserción era un delito de omisión, una oposición a prestar un servicio en teoría voluntario, generado por la aún deficiente organización naval, que aunque se siga dando posteriormente no tiene la amplitud ni el carácter de estemomento.

Hemos considerado interesante analizar uno de los múltiples casos dedeserciones que se dieron durante este siglo. Somos conscientes de su limitación, pero ilustra perfectamente esta realidad, tanto por el lugar donde selocaliza, Cádiz (uno de los tres Departamentos Marítimos creados en 1726bajo la jurisdicción de un comandante general y un intendente general), comopor la fecha, al poco tiempo de haberse establecido esta nueva organizaciónmilitar, lo que manifiesta que este delito es una constante a lo largo del siglo,y no sólo cuando la Armada ha crecido tanto que toda la gente disponible seconsidera escasa.

Toda la documentación utilizada procede del Archivo General de Simancas, Secretaría de Marina, leg. 251. Es una documentación oficial, constituidaen su mayor parte por la correspondencia entre José Patiño, el Marqués deMan, Cab ql/ero de la insigne Orden del Toisón de Oro, teniente general de lasReales Armadas Navales y comandante de ellas en Cádiz (1), y por Esteban

(1) Se trataba de Esteban Senturion. Se alude a estos cargos en el Proceso de los desertores,dado por el escribano Manuel de Messa. Cádiz, 22 de noviembre de 1728. A.G.S., Secret. deMarina, leg. 251.

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A. SAGARRA-N. RUPÉREZ

Felipe Fanales, primer comisario ordenador de Marina, que ejercía la Intendencia General en este mismo lugar (2), así como por otros papeles, entre losque destaca el proceso judicial realizado contra unos desertores. Todos losdocumentos están fechados entre el 2 y el 30 de noviembre de 1928.

Llama la atención la gran rapidez para informar acerca de las medidastomadas y para transmitir órdenes; entreuna y otra carta, apenas media unasemana. Es una manifestación de la preocupación y del interés de las autoridades por acabar con este delito, que dificultaba sus proyectos de engrandecer la Marina.

En noviembre de 1728 se produce en Cádiz la deserción de varios hombres, alrededor de 30, que se hallaban en dos situaciones distintas, ambospasos ordinarios para la formación de la Armada.

En un caso, la deserción la protagonizan, antes y después de recibir lapaga, hombres que ya estaban sirviendo en los navíos de la Armada, en concreto en el San Felipe, San Francisco, San Carlos, La Atoche y el paqueboteSan Diego (3). Al no tratarse de un solo barco, es claro que no depende de unasituación particular.

En otro, la deserción se produce entre los nuevos reclutas. En una cartase alude a las deserciones de los reclutas de Cataluña y Valencia, pero lamayor parte de las noticias se centran en el reclutamiento procedente deMallorca. En este caso la deserción se produce aprovechando el naufragio, enla playa del Puerto de Santa María, del jabeque que les transportaba a Galicia. De los 100 que llevaba, quedaron 92: tres no aparecieron, cuatro desertaron en La Carraca y uno pereció en el naufragio (4).

Los desertores.

La razón de tan frecuentes deserciones hay que buscarla en la composición de la Armada.

Los cargos más altos salían de las Compañías de Guardias Marinas, y ensu mayor parte procedían de los estratos medios y bajos de la nobleza (5);pero no existían, paralelamente, marineros, grumetes, pajes, etc., que estuviesen al servicio exclusivo de la Armada, pues habría supuesto un gasto quela Hacienda no estaba en condiciones de sufragar. Todavía no hay en estesiglo, y mucho menos en sus comienzos, una marinería oficial. El recluta

(2) Según Merino Navarro, José, Armada espaiiola, Madrid 1981, p. 25. Hasta 1772 elcomisario del Departamento (un teniente general de Armada o capitán general en Cádiz) mandaba solamente sobre las armas y el intendente sobre todo lo demás. Tenían el privativoencargo para todo lo económico, político, gubernativo y jurisdiccional, y a éstos seguían comisarios ordenadores, comisarios de guerra, de provincia, contadores y tesoreros, etc.

(3) Relación de la gente de mar que desertó..., dada en Cádiz, 21-XI-1728 por el contadorprincipal de Marina Felipe Brioste.

(4) Cádiz, 16 de noviembre 1728, Esteban F. Fanales a José Patiño.(5) Véase Merino Navarro. op. cO., pp. 34 y ss.

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LA DESERCIÓN EN LA MARINA ESPAÑOLA DEL SIGLO XVIII

miento de la gente precisa se realizaba a través del sistema de matrícula, establecido a principios del siglo xvii. El 24 de agosto de 1726 el Rey dio una realorden, por la que concedía a la gente de mar que se alistase, la libertad de noentrar en sorteo de quintas para la recluta o aumento delEjército de Tierra(6). Los hombres que integraban la Armada procedían, por tanto, de lugarescosteros, donde ordinariamente trabajaban como pescadores o al servicio deembarcaciones mercantes. Así lo pone de manifiesto el origen de aquellosque desertaron de los bajeles del Rey. Muchos son del sur de España, y también los hay de Galicia, pero en todos los casos, salvo uno de Miranda deEbro, proceden de zonas costeras: Ayamonte, Islas Terceras, Palma, Lebrija, Cádiz, Málaga, Vezes, Sanlúcar, Carmona, Chiclana, Tuy, Vigo, Ribadeo, Mallorca, Cataluña y Valencia (7).

Los resultados del interrogatorio realizado a varios de estos hombresembarcados en los navíos destinados a Buenos Aires confirman la dedicacióna los oficios a los que hemos aludido. Así, por ejemplo, Juan Rodríguezdeclaró que había venido desde La Habana en el navío de Agustín Utrera, enla última flota de Nueva España, y desde hacía seis meses estaba en el SanBruno, uno de los navíos de registro destinados a Buenos Aires (8)); JuanMuñoz afirmaba en el mismo interrogatorio que sólo había ido una vez aVeracruz en el navío mercante de Andrés Martínez de Murgía, en la últimaflota, y después se había ocupado en el oficio de cordelero hasta que tuvoplaza en los navíos de Buenos Aires (9). Todos los demás responden de unamanera muy similar, y todos —salvo uno que alega una enfermedad paraexplicar la ausencia del barco del Rey— insisten en negar que sirviesen algunavez en navíos del Rey ni recibiesen algún tipo de paga.

En cuanto a la edad, predominan los jóvenes. De los veinte reseñados,quince tenían menos de veinticinco años, y el resto no pasan de los treinta.Dos tienen doce y trece años, pero lo normal es que sean mayores de dieciocho años. Eran hombres en plenitud de sus fuerzas, para los que la aparenteconcesión hecha por el Rey, lejos de ser una ventaja, suponía una cargapesada que les impedía emplearse en trabajos más ventajosos, cualquiera quefuese su categoría. Por esto, la deserción se produce en todas las ocupaciones:oficiales, astilleros, marineros, grumetes y pajes (10).

(6) Se puede encontrar reproducida en el libro de Fernández Duro. Cesáreo, Armadaespañola desde/a unión de los reinos de Castilla.y Aragón, Madrid, 1973, tomo VI, pp. 227-229.

(7) Datos entresacados del Proceso de los desertores, doc. cit.(8) Sobre este barco, y sobre todo el tráfico mercante desde Cádiz, nos da completa infor

mación la obra de A. García-Baquero, Cádiz y el Atlántico (17/7-1 778). Sevilla, 1976.(9) Proceso de los desertores, doc. cit.(10) Cádiz, 23-XI-1728, Esteban F. Fanales a José Patiño. Se lee: Con carta de 16 del

corriente se sirve vsi. remitirme las cinco relaciones de los officiales y gente de mnar que desertaronen este puerto de los vajeles que menciona después de ejecutado e/pagamiento.

Igualmente, en la Relación de la gente de mar..., doc. cit. Los astilleros, ,narineros, grwnetesy pajes contenidos en esta relación son los mismos que tenían asientos en las listas que paran enla Contadu ría principal de Marina de mi cargo y no se presentaron en revista y pagamiento ejecutado desde el veintiuno de septiembre de mil setecientos veintiocho hasta el veintisiete del mismomes...

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A. SAGARRAN. RUPÉREZ

De estos desertores sólo conocemos el nombre de los 20 que se habíanembarcado en los navíos de registro, donde esperaban sacar mayor beneficioque en los navíos del Rey (11); allí fueron hallados por las autoridades, aunque el proceso demostró que en muchos casos el nombre no coincidía con lapersona buscada. Sin embargo, debieron desertar, a juzgar por las noticias,muchos más, que se escondieron en distintos lugares de Andalucía (12).

Los reclutamientos efectuados en un mismo lugar, con la sangría de hombres que suponía, eran bastantes frecuentes en el litoral. Según noticias del 16de noviembre de 1728, en el mes de octubre habían pasado hacia Galicia ungrupo de marineros procedentes de Mallorca; a mitad de este mes, llegabanotros 250 en dos barcos —uno de ellos, el jabeque de Jaime Puig, que se hundió (13)—, y el 15 de noviembre, Patiño avisaba a Esteban Felipe Fanales dela llegada de otros 31 marineros, resto de los que se mandó reclutar en aquellaisla (14).

Cuando se tenía noticia de un nuevo reclutamiento, los hombres huían desus casas. Ante esta situación Esteban Fanales escribía a Patiño: aguardo elcorreo que viene lo que vsI. se sirviese ordenarme en quanto a los que se vayanconduziendo destas carzeles de los lugares de estos contornos de donde soncontinuos los clamores de las mujeres y los hijos de los pocos que se han traydo,con cuyo ejemplar ha avido muchos que han desamparado sus casas y t’ezindanos huyendo de ser habidos segun se me acusa de diferentes partes (15).

Otras veces, para librarse de este servicio recurrían al engaño y a la mentira al hacer el asiento correspondiente, para no poder ser acusados de desertores. Intentaban justificar y afirmaban, incluso bajo juramento, que nuncahabían tenido plaza en los bajeles del Rey o que no habían servido jamás demarineros ni tenían este oficio. Al comprobar esto, las autoridades se dabancuenta que muchos sentaron plazas con nombres supuestos, dando maliciosamente el que se les previno o el de algunos conozidos o vezinos suyos en quienesse castigase su delito (16). Esto debía ser bastante frecuente, porque seis de los

(11) Para evitar que se escabuyesen de prestar este servicio al Rey por trabajar en navíosmercantes, por una Real Cédula del 18 de octubre de 1737 se estableció que ningún individuono matriculado pudiera servir en embarcaciones de renta ni en las de particulares, y que nopodrían ir a América los que no hubieran hecho por lo menos tres campañas en barcos de guerra. Merino Navarro, op. cit. p. 84.

(12) Cádiz, 2-XI-1728, el Marqués de Man a Patiño: Vs. 1. me dice en carta del dos deste queel rey ha entendido que en los navios de registro destinados a Buenos Aires sean embarcados algunos desertores de los bajeles del rey que navegan en La Coruña, y mande que se pongan en la cárcel y que asimismo se prenda a los que se ubieren retirado a los lugares de Andalucia embiandosoldados para ejecutar estas diligencias y otras cualesquiera que pueden conducir al intento deescarmentar hacer esta desordenada libertas (...). Tengo escripto al governador de Málaga sobreeste asunto por tener alguna luz de haverse retirado algunos a haquella ciudad (...).

(13) Málaga, 8 de noviembre 1728, Felipe de Ansada a Patiño. A.G.S. Secretaría de Marina, leg. 251.

(14) Cádiz, 16 de noviembre 1728. Esteban Felipe Fanales a Patiño. Otra de Ibídem del 23de noviembre 1728.

(15) Cádiz, 23 de noviembre 1728. Esteban F. Fanales a Patiño.(16) Cádiz, 30 de noviembre 1728. Esteban F. Fanales a Patiño.

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apresados tuvieron que ser puestos en libertad, porque no coincidían con lasseñas de los desaparecidos (17). Un ejemplo puede bastar para comprobarlo.En la relación de la contaduría se dice de Juan Romero que era hijo de Francisco, natural de Puerto de Santa María, de buen cuerpo, moreno y falto dedientes, de veintidós años; al comprobar los datos en el proceso se dice delJuan Romero, apresado: hijo de Fernando Romero, natural de Sevilla en lacolación de Santiago, buen cuerpo, delgado, moreno y lampiño, con toda sudentadura cabal y dos lunares en la barba y algunos hoyos de viruelas, de 24años (18).

Una vez en los navíos debía ser frecuente el apoyo de la propia guardiapara facilitar su huída. Sin esta ayuda, la estrecha vigilancia a la que eransometidos habría hecho imposible la deserción. Esto no pasaba tampocodesapercibido para el comandante. Esteban Fanales sospecha que la deserción de dos marineros mallorquines de La Carraca se había producidoganando con dinero u otra cosa a aquella guardia, respecto de que así por suninguna práctica de aquel terreno como por lo estrechamente que encargue sucustodia no puede ser de otro ínodo (19). En otro caso se tiene ya la certeza deesta ayuda. Se había comprobado que Fernando de los Reyes, cabo de laescuadra de la compañía de D. Salvador de Linares, facilitó la deserción de losmarineros antes de salir la escuadra de Cádiz (20). Esta colaboración de lospropios encargados de la vigilancia hacía prácticamente imposible acabar conel problema.

Medios para combatir el delito.

Las autoridades se encontraban, en la mayor parte de los casos, desbordadas por un delito tan general y solas para luchar contra él.

No podían contar con el apoyo de la población, pues en casi todos loscasos, por no decir en todos, apoyal al Rey y sus ministros habría sido lucharcontra sus intereses particulares. No hay delaciones a la justicia sobre el paradero de los desertores —al menos en el caso que hemos estudiado—, y si danlos nombres de otros, no es para acusarles sino para librarse ellos mismos,como hemos visto.

No pueden contar tampoco con los propietarios de los navíos mercantes,que ven disminuir su tripulación, o incluso peligrar su propia supervivencia,con estos reclutamientos. Así se puede constatar que los comisarios recurren

(17) Cádiz, 30 de noviembre 1728. El Marqués d Man a Patiño. Dice: .. paso a manos deVI. el adjunto proceso echo contra los que menziona por el que verá más bien VI. que aviendopasado a tomarles las declaraciones, examinado testigos y confrontados señas, patria y filiacióncon las listas reales se ha aliado plenamente justificado no ser estos los que se buscan pues desdizenen todas maneras por lo que a vista de estar tan claro allarse inozentes he dispuesto se les de libertad quedando en prisión los demás...

(18) Proceso de los desertores, doc. cit.(19) Cádiz, 2 de noviembre 1728. Esteban F. Fanales a Patifio.(20) Cádiz, 30 de noviembre 1728. El Marqués de Man a Patifio.

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a averiguaciones indirectas, para impedir que los capitanes de los barcos losencubran. Una vez recibida la orden de Patiño para prender a todos los quefuesen desertores, el Marqués de Man comenzó las gestiones, empezando porpedir a los capitanes una lista de la gente que tenían en los dos navios y se pretextó era para ver si tenían bastante. Con la que luego se tuvo se pasó a confrontar con la que se alla en la ofizina de las ulti,nas escuadras de S. M. que salierondeste puerto en las que se encontró entre los dos navios doce hombres con todaslas circunstancias de nombre, patria y señas de sus personas (21).

También se encuentran grandes dificultades para hacer efectivos estosreclutamientos, pues, al no disponer la Armada de barcos suficientes, noresultaba fácil encontrar capitanes de otros navíos mercantes, dispuestos arenunciar a ganancias mayores, parh emplear sus embarcaciones en el transporte de esta gente. Desde la llegada de los marineros mallorquines, en tornoal 15 de noviembre, hasta el 30, Esteban Fanales busca, sin conseguirlo,embarcación para remitirlos a La Coruña junto con los desertores capturados, porque con la noticia de la próxima venida de los galeones, se pretendenreservar creyendo mejor ocasión de utilizarse entonces (22).

Para evitar la deserción sólo hay dos medios: o tener contentos a los manneroso recurrir a la fuerza.

No suele ser fácil lograr lo primero porque el dinero no abunda y al ser unservicio prestado a la fuerza, estos hombres buscan la menor oportunidadpara librarse de él. Por otra parte, ni las propias autoridades están de acuerdocon determinar lo más oportuno. Esteban Fanales se muestra partidario dehacer concesiones y pagarles, antes incluso de terminar sus servicios, con elfin de evitar la sublevación y males mayores (23). No comparte esta posturaPatiño, que la ve como una manifestación de debilidad ante la gente de mar,tanto más cuanto que este dinero tampoco les detiene, sino que les facilita ladeserción (24).

Siendo tan difícil tenerlos contentos, no se arriesgaban a prescindir de unestrecho control y vigilancia, y el recurso a las tropas era, a pesar de las deficiencias (25), siempre preciso y, en último término, lo más efectivo y eficaz,

(21) Cádiz, 15 de noviembre 1728. Marqués de Man a Patiño.(22) Cádiz, 30 de noviembre 1728. Esteban F. Fanales a Patiño.(23) Cádiz, 16 de noviembre 1728. Esteban F. Fanales a Patiño: (...), aunque conozco la

autoridad de ,ni empleo mientras están en este puerto puede sugetarles y contener! es, contemplotambién que una vez fuera y en embarcación fletada, ha de ser lo que ellos quisiesen y que esmenos inconbeniente evitar, con tan poco como importa lo que pueden solicitar, alguna temerariaresolución suya que dejar de enviarles gustosos mayormente estando tan proximos de ser acreliedores de las tres pagas...

(24) Madrid, 23 de noviembre 1728. Patiño a Esteban Fanales (borrador): que, aunque laexpriencia ha manifestado que la anticipación que se les ha hecho de/as tres pagas no les contienede desertar será bien que echo el exem piar con los que pasaron ella esquadra se practi que lomismo con los que ahora se remiten para que no vayan disgustados siendo muy diferente que estaprovidencia la promueba la conmiseración de los ministros y no la osadia de la marinería, que nodebe quedar consentida en semejantes intentos.

(25) 30 de noviembre 1728, El Marqués de Man a Patiño. Señala la tardanza en cumplirsus órdenes para detener al cabo Fernando de los Reyes, que había ayudado a los desertores.

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aunque sólo fuera para prevenir. Las tropas están presentes tanto en el puertocomo-en los propios barcos, para evitar en lo posible la sublevación.

En cuanto a las penas que se aplicaban a losdesertores, no se puedenconocer con toda seguridad. Parece que uno de los castigos consistía en la suspensión de las pagas durante un cierto tiempo. Es de suponer que no se mostrasen demasiado duros porque se arriesgaban a quedarse sin gente. EstebanFanales, en el caso que nos ocupa, aboga por una mitigación de la pena enaquellos que, aunque es verdad que desertaron, no se llevaron más que lapaga que les correspondía por el trabajo realizado y, en justicia, no serían portanto merecedores de castigo (26).

Conclusión.

De este estudio de un caso tan concreto no se pueden sacar conclusionesgenerales, aunque las situaciones no debieron ser muy diferentes. Sí pone demanifiesto, sin embargo, la importancia que las deserciones debieron teneren el siglo xviii y, lo que es más notorio, la incapacidad de las autoridades paracontenerlas. Sólo son capaces de medidas parciales, pero eluden siempre elataque a la raíz. En definitiva, es un problema que les desborda yque—incluso por mentalidad— no estaban en condiciones de poder resolver adecuadamente.

APÉNDICE DOCUMENTAL.

Todos estos documentos se encuentran en el Archivó General de Simancas, Secretaría de Marina, leg. 251.

1. Cádiz, 2 de noviembre 1728. El Marqués de Man a Patiño.

Muy señor mio: VI. me dize en carta de dos deste que el Rey ha entendidoque en los navios de registro destinados a Buenos Aires sean embarcado algunos desertores de los Bajeles del Rey que navegan a la Coruña y me manda quese pongan en la cárcel y que asimismo se prenda los que se ubieren retirado alos lugares de Andalucia embiando soldados para ejecutar estas diligencias yotras quales quiera que puedan conducir al intento de escarmnentar hazer estadesordenada libertad.

(26) Cádiz, 16 de noviembre 1728, Esteban F. Fanales a Patiño: Aunque en carta separadadigo a V. 1. que estoy en ánimo de remitir a Galizia con los marineros mallorquines los que se hanprendido por desertores de los nal’ios que ultimamente salieron para la Coruña, previniendo ensus asientos que deven hazer la campaña sin sueldo según lo tieñe resuelto S. M. çn castigo de suprimera deserzion, me ha parezido añadir en este que los que huyeron antes del pagamento heranacreedores a percivir lo que les correspondía asta el día de su deserzion si no hubiesen cometidoeste delito y que los que le cometieron despues del pagamento percivieron puramente su haver.

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Y quedando en esta ynteligencia obedeceré a V. E. en quanto se sirva mandarme deviendo poner en notivia de vs. haver echo prender tres hombres porsospechas de si eran o no desertores y haviendo justificado no serlo dispuse darles libertad.

También tengo escripto al Governador de Málaga sobre este asumpto portener alguna luz de haverse retirado algunos a haquella ciudad. Ygualm entecontinuaré las diligencias en estas cercanias y de lo que sucediese daré quentaa vs. a cuya obediencia quedo con mi mayor rendimiento, cuya vida Diosguarde muchos años como deseo.

2. Málaga, 8 de noviembre 1728. Felipe de Ansade a Patiño.

Señor: En la ejecución de la orden que V.I. ha sido servido conferirme encarta del dos del corriente he dado certificación a D. Juan Romo Cordero de lasdos mil raciones que a mi instancia proveio a los patrones Miguel Llopez yJaime Puig Cerner para los diarios de los doscientos cincuenta hombres de m.arque conducían en sus emvarcaciones desde Mallorca a la vahía de Cádiz paraque ocurra con la citada certificación a esta corte a fin de que V. 1. mande saTisfacer lo correspondiente a su importe a razon de cincuenta y tres maravedís porcada una de dichas raciones que es el precio por que asegura el mencionadoRomo haber estipulado en su contrata el asentista propietario de estos presi-.dios, sobre que no dudo estará V.I. informado de la certeza y haviendo ioprevenido a 17. Esteban Felipe Fanales lo conveniente al resguardo de la RealHacienda a su tiempo, resta solo el que se remita de Almeria el recivo que dioel citado Jaime Puig Cernier de los víveres que percivio en aquella plaza paraexpedir otra certificación de lo respetuoso a esto ultimo de que cuando sucedadaré puntual cuenta a VI. (...)

3. Cádiz, 16 de noviembre 1728. Esteban Felipe Fanales a Patiño.

Muy señor mio: Aunque en carta de veintiseis del mes proximo pasado sesirvió vs. dezirmne que hizo mal en sugetar la autoridad de mi empleo al indiscreto arbitrio de la Marineria de Mallorca que navega a Galicia en elpingue deCastañares y que estraño S. M. que no podía pedir justamente el entero de lastres pagas con que se la socorrio ni yo venir en ello, lo primero por no haverlasvencido, lo segundo por no saber la clase de plaza que havian de servir, lo tercero por el ejemplar, lo cuarto por que este socorro les facilitaría mejor la deserción y ultimam ente por no hazer ese dispendio inutilrnente a la Real Hácienda,me beo obligado a suplicar a V. S. se sirva adbertirme lo que deberé practicarcon los noventaidos hombres mallorquines que nuebamente han de remitirse aGalicia, en el caso de que soliciten como los demás que se les enteren de laspagas sobre los socorros que han tomado en Mallorca, porque aunque conozcoque la autoridad de mi empleo mientras están en este puerto puede sugetarles y

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contenerles, contemplo también que una vezfueray en embarcación fletada, hade ser lo que ellos quisiesen, y que es menos inconbeniente evitar, con tan pococomo importa lo que pueden solicitar, alguna temeraria resolución suya quedejar de enviarles gustosos mayormente estando tan próximos ha ser acrehedores de las tres pagas y declarada la clase en cada uno ha de servir porque desdeMallorca vienen en esta distinción, cuya circunstancia me obligaron a enterara los primeros de las tres pagas expresadas y la resolución con que entoncesdigeron que no harian de otra manera el viage aunque los matase. Y pues VS.no ignora la indocilidad de la gente de mary la ninguna conveniencia que produciría del Real Servicio castigarles severamente, me pareció entonces disimular como exceso de su indiscrección aquellas voces y solicitar para el presentecaso y para el asunto las ordenes de vs. en que tengo asegurado el desempleode mi obligación.

4. Cádiz, 16 de noviembre 1728. Esteban F. Fanales a Patiño.

Muy señor mio. Aunque en carta separada digo a vs. que estoy en animo deremitir a Galizia con los marineros mallorquines los que se van prendiendo pordesertores de los navios que ultimamente salieron para la Coruña, previniendoen sus asientos que deven hazer la campaña sin sueldo según lo tiene resueltoS. M. en castigo de su primera deserzion, me ha parezido añadir en este que losque huyeron antes del pagamento heran acreedores apercivirlo que les correspondía asta el día de su deserzion si no hubiesen cometido este delito y que losque le cometieron después de/pagamento percivieron p.uramentesu haver, haexepción de los cathalanes, valencianos y mallorquines que son deudores de laantizipación que se les hizo en los lugares de donde han venido, para que conesta reflexión se sirva vs. pre venirme si deveran ser comprehendidos en e/todode la expresada pena y remitidos a Galizia en que me parece arbitrar. InterimVI. no me ordene otra cosa, asi por que serán utilesy aun necesarios para la tripulación de los vajeles de Cantabria como por escusar el gasto. de su manutencion en estas costas. Dios guarde a V.I. muchos años como deseo.

5. Madrid, 23 de noviembre 1728. José Patiño a Esteban F. Fanales. (Borrador.)

En la carta del dieciseis de este mes pregunta que si a la marinería deMallorca que ha de pasar a Galicia se le ha de enterar de las tres pagas como sehizo antecedentemente a fin de que vaya gustosa y no cometan deserciónhallandose a bordo de la embarcación fletada, en cuya respuesta diré a vs. queaunque la experiencia ha manifestado que la anticipación que se les ha hechode las tres pagas no les contiene a desertar será bien que echo el exemp lar conlos que pasaron en la esquadra sepractique lo mismo con los que ahora se remiten para que no vayan disgustados, siendo muy diferente que esta providencia

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la promueba la conmiseración de los ministros y no la osadía de la marineríaque no debe quedar consentida en semejantes intentos.

6. Cádiz, 15 de noviembre 1728. El Marqués de Man a José Patiño.

Muy señor mio: En virtud de la orden que vs. se sirvió darme en carta deldos del corriente afin de hazer prender quantos se justificase ser desertores delas últimas escuadras, passe inmediatamente a disponer con Don Francisco deVaras el medio más conveniente para el asiento de esta diligencia lo que se ejecutó pidiendo a los capitanes una lista de la gente que tenían en los dos naviosy se pretextó era para ver si tenían bastante, con la que luego se tuvo se passo aconfrontar con la que se al/a en esta ofizina de las últimas esquadras de S. M.que salieron de este puerto en las q1.e se encontró entre los dos navios docehombres en todas las circunstancias de nombre, patria y señas de sus personas,las cuales se trajeron presos a tierra el viernes habiendo dispuesto para esta diligencia dos varcos de los batallones de marina, cada uno con su ayudante y unoficial de la contratazion.

Los referidos doce hombres quedan en la carcel y el miércoles se les tomarásus declaraciones para dar principio a forinarles sus procesos.

Tengo escrito a todos los lugares de esta costa afin de hazer prender los queaverigue ser desertores y me los remitan con la mayor seguridad y en interimcontinuo en cumplimiento de lo que vs. me previene por quantos medios sonposibles el descubrir algunos otros para asegurarles. interim se arregla la disposición combeniente para que los ofiziales sean responsables de ellos pues noay duda se experimentará una grande enmienda. Queda a la obediencia devs. con las veras de mi obligación, rezando a Dios guarde a vs. muchos años.

7. Cádiz, 23 de noviembre 1728. Esteban F. Fanales a Patiño.

Muy señor mio: Con carta de dieciseis del corriente se sirve vs. remitirme lascinco relaciones de los officiales y gente de mar que desertaron en este puertode los vagelés que menciona, después de ejecutado el pagamiento y avia pasadoa manos de vsi. el comisario de marina Don Francisco Loftus, para qt.ie yo delas pro videncias comben ientes para la aprehensión y castigo de los con tenidosen ellas, y para la de los que expresan otras dos relaziones de los desertores dela fragata La Atocha y de los reclutas de Cathaluña y Valencia, que también sesirve vsI. embiarme para el mismo fin.

Y quedando advertido de esta principal orden y dada aun antes de su recibolas correspondientes providencias a su execuzion, por la notizia que aquí setenía de los desertores, se repasará rl no obstante de nuevo las relaziones de elloscori presencia de los que vsI. se ha servido remitirme y se ejecutará quanto convenga a su cumplimiento. Dios guarde a vsi. muchos años como deseo.

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8. Cádiz, 23 de noviembre 1728. Esteban F. Fanales a Patiño.

Muy señor mio: En carta de quince del presente se sirve vsi. dezirme que deMallorca avisan quedaban embarcados para este puerto treinta y un marinerosresto de los que se mandó reclutar en aquella ysla, y que respecto de querer elRey pasen sin dilación a Santander, de yo a su arribo la providencia con veniente para que se puedan llebar a aquel puerto.

En cuya ynteligencia devo dezir a vs. qi.e aunque para el transporte de losnoveintaydos mallorquines que ay aquí retenidos he solicitado embarcazionque les llebe a la Coruña en cumplimiento de la que vs. se sirvió ordenarme elcorreo pasado, no la he hallado todavía y que haré/as diligencias comben ientesa encontrarla con la más brevedad que pueda y que si antes qite salgan de aquíllegaron los treintayun marineros que vs. se sirve prevenirme los din giré conellos a la Coruña previniendo que los treintayun marineros referidos los devenenviar en derechura aquellos ministros a Santander comó yo lo ejecutaré en elcaso de que salgan antes los otros.

Aguardo el correo que viene lo que vs. se sirva ordenarme en quanto a losque se vayan conduziendo destas carzeles de los lugares destos contornos dedonde son continuos los clamores de-las mujeres y hijos de los pocos que se hantraydó, con cuyo exemplar ha avido muchos que han desamparado sus casas yvezindarios huyendo de ser havidos según me acusan de diferentes partes.

9. Madrid, 30 de noviembre 1728. Patiño a Esteban F. Fanales. (Borrador.)

En carta del veintitres del corriente expressa us. que aunque há hecho diligencias para fletar embarcazion en que con duzir a la Coruña los noventaydoshombres mallorquines detenidos en ese Puerto no lo havia encontrado y quecontinuaba la solizitud con animo de embarcar tam bien los treinta y un marineros que de ven arrivar ahy, en cuya inteligencia dire a us. que habiendo tocadoen Cartagena la embarcación que conduce estos últimos y tomado allí viverespara continuar la navegación es muy dable aya llegado a esa vahia mediante locualj’ dever us. reflexionar que si se dilata la remessa de esta marineria será mutil el gasto de su transporte porque acaso no podrá encontrar la escuadra enGalizia. Se hace preciso que con la mayor prontitud la dirija uy. a aquel Reynoen la forma que se ha prevenido. Dios guarde a uy. muchos años.

10. Cádiz, 30 de noviembre 1728. Esteban F. Fanales a Patiño.

- Muy señor mio: En carta del veintitres de/presente se sirve vs. dezirme quetodos los marineros desertores de la escuadra que se hubieren aprehendido ydevo remitir a Galizia con la ultima recluta de lo que llegaron de Mallorcavayan presos asta llegar a la Coruña, donde serán castigados, según la ordenque a este fin está dada a Andres Reggio y que para que vayan con la seguridad

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conveniente pido yo al Marques de Man la tropa que me pareciere, con un cabode satisfazion haziendo se note en el asiento de cada uno la forma en que ba yque por lo que mira al sueldo se prevendrá al tiempo de pagarseles de rematelo que se deverá ejecutar.

En cuya inteligencia debo dezir a vs. que quando se remitan a Galizia losMallorquines se practicará esta Real Orden embiando presos los desertores quepuedan ser habidos, expresando los que se an en sus asientos, para que seanconocidos, pero como las diligencias de los justicias se ban continuando hanhuydose de sus casas y vezindarios y justificado algunos que aunque han sidopresos con su propio nombre, no son los que se deven prender ni disertores,wzos porque nunca han tinido plaza en los va geles del rey, otros por no haberservido jamás de marineros, ni ser de tal ejercicio, y otros porque han estadopresentes sin intermision en su casas. Verificandose la justificación de estehecho que muchos sentaron plazas con nombres supuestos, dando maliciosamente el que se les previno o el de algunos conozidos o vezinos suyos en quienesse castigase su delito.

Toda via no ha podido hallarse embarcazion que quiera fietarse para Galizia por mas que he hecho las diligencias combenientes para fazilitarla, porquecon la noticia de la proxima venida de galeones se pretende reservar creyendomejor ocasion de utilizarse entonces; pero si no obstante no la hallare voluntaria en esta semana, me vaidré de la que encontrare más a péopósito, fletándolapor su justo valor y acusando a V. 1. su resulta y al Marqués de Maria su tiempopara que nombre el cabo y soldados que le parezcan combenientes para la seguridad desta gente en su transporte. Dios guarde a vs. muchos años como deseo.

11. Cádiz, 30 de noviembre 1728. Marqués de Man a Patiño.

Muy señor mio: De cinco dias a esta parte me alio atacado de una leve flexion de ini accidente en la mano derecha, cuya circunstancia no mepermitefirmar lo que espero poder ejecutar para el siguiente correo, por cuyo motivo soloservirá esta de acusar a VI. el rezivo de sus cuatro cartas, todas de fecha de veintitres del corriente que contienen la primera que ponga a disposición deD. Esteban Fanales los marineros sacados de los navios de Buenos Aires afinde que los rem ita a Galizia con los de los reclutas de Mallorca, para que allysean castigados segun se le a prevenido a D. Andres Reggio y con este motivopasso a manos de V.I. el adjunto proceso echo contra los que menziona por elque verá más bien V. 1. que a viendo pasado a tomarles las declaraciones, examinado los testigos y confrontados señas, patria y filiaciones con las listas reales se ha allado plenamente justificado no ser estos los que se buscan pues desdizen de todas maneras, por lo que ha vista de estar tan claro allarse innozenteshe dispuesto se les de libertad, quedando en prision los demás, que aré se entreguen a D. Esteban Fanales.

La segunda que viene acompañada del papel escripto por D. FranciscoAntonio Gavirra a D. Andres Reggio sabre ayer comprovado que Fernando de

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los Reyes cavo de escuadra de laompañia deD. Salvador de Linares facilitóla deserzion de los marineios antes de salir la esquadra de Cádiz, y me mandavs. orden del Re)’ para poner en arresto al citado Fernando de los Reyes formándole causa y senrenciandole a la pena que corresponde al delito que justificaré dando cuenta antes de ponerle en ejecucion, debo decir a y. L que mmediatamente que recibí las cartas hize llamar al cap itan D. Salvador de Linaresaquien encargue esta diligenzia previniendole en la conformidad que lo avia deejecutar y correspondiente sigilo)’ para empeñarle al mejor cuidado le hize presente la orden de V. 1. la que a viendo oydo passo al cuartel a buscar al referidoFernando de los Reyes, el que dijeron que habia pasado a la Carraca y inrnediatamente dispuso dicho D. Salvador pasase su teniente a ejecutar esta diligenciay siendo assi que todo lo referido hize ejecutar ayer lunes oy martes al medio diaaun no me han traido respuesta de nada en que se ve claramente el poco celocon que se hace el servicio asegurando a vs. no haber por falta mia quedadodiligenzia que hazer para poder responder queda enteramente obedezida laorden de vi. a quien aseguro quedo sumamente mortificado ji espero poder ejecutarlo para el siguiente correo.

La tercera que contiene que S.M. no ha venido en conzeder al teniente deDragones D. Eusebio Morinel y Lanuza el permiso que solicitava para pasara esa Corte, sobre cuyo punto no se me ofrece cosa alguna pará dezir a Vi. másque remitirme a lo que hize presente en mi carta del correo pasado sobrehaberse escusado a hazer el viaje a Buenos Aires.

La cuarta que viene acompañada de la orden para D. Esteban Fanales .afinde que asista con el importe de la gratificación de Messa en los términos queS.M. declaró, doy a V.I. las grazias por lo que se sirve favorecerme quedandocon el cuidado de pasar esta orden para su ejecuzion a manos de este ministro.Suplicando a V.I. que a causa de mi accidente se sirva vaya firmada esta cartade mano ajena, aunque en mi nombre para que vs. ayga en cuenta de quien leescrive y repitiendo como siempre a vs. mi verdadero afecto, quedo a su obdiencia que Dios guarde muchos años.

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LA CARTA DE FLETAMENTODEL VAPOR ROYAL ZAR ALSERVICIO DE LA ARMADA

ESPAÑOLA (1834)

Ramón FERNÁNDEZ GUERRA

Introducción.

Aunque durante la Baja Edad Media, en el ámbito de la policía naval delas costas y la guerra marítima, se usaban buques y embarcaciones bajo fórmulas de contratación específicas imbuídas por la normativa administrativa,como eran los asientos navales (Capitulaciones de 1293 entre Alfonso X y susCómitres, condotas ajustadas por Sancho IV y Alfonso XI con los genoveses,la práctica de tomar naos asueldo...), desde la segunda mitad del siglo xvi seproduce un acercamiento a los esquemas del contrato de fletamento, cuandola Corona y en su nombre el Gobierno desean arrendar un barco a navierosparticulares para utilizarlo en su servicio, efectuando viajes costeros de vigilancia de las comunicaciones marítimas.

Tal evolución se culmina ya en el siglo xix como se observa en el contratode fletamento de 18 de noviembre de 1834 suscrito por el Encargado de Negocios de S.M.C. la Reina de España, en Londres, que por su interés se comentabrevemente, reproduciéndose como apéndice documental de estas líneas.

Cláusulas contractuales.

En cuanto a la modalidad de fletamento que escogen las partes, no hayduda de que estamos ante un arrendamiento de buque armado y equipado detodo lo necesario para su misión durante un plazo de dos, tres o seis meses.El objeto del acuerdo es poner la embarcación al servicio del Rey, no paratransportar efectos sino para custodiar la costa, cantábrica en este caso. Elflete o sueldo se fija primeramente a un tanto alzado por mes, aunque en elXIX su devengo ya se hace por días.

Por tanto, el fletante o arrendador de la nave, sea el único propietario ocondueño o simple agente de una compañía naviera, la alquila entregándosela al fletador en un puerto determinado de antemano, en buenas condiciones, para que a la conclusión del contrato se la devuelva en el mismo estado,exceptuando el detrimento de su uso ordinario.

Aunque el buque, sus bastimentos y armamento, junto con la dotación,son suministradas por el arrendador, es el fletador gubernamental quien debepagar los salarios de oficiales y marineros, los derechos de pilotaje, los gastos

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R. FERNÁNDEZ GUERRA

de puerto y las reparaciones. Incluso, en la incipiente navegación a vapor delsiglo pasado, el arrendatario se hace cargo de los abastos de la maquinaria ycarbón durante el servicio.

En las cartas de fletamento contempladas suele entrarse en mayores detalles en lo que afecta al plazo de duración de la contrata y a las eventualidadesque influyan en la prestación y que puedan repercutir en el flete. Respecto altérmino pactado, que puede ascender a dos, tres o seis meses solares o decalendario, hay que entender que el plazo no es riguroso tanto por defectocomo por exceso, sea debido a circunstancias náuticas o de otra índole (lareparación del navío, la persecución de otro barco...).

Dicho plazo se delimita contando desde el día en que la nave es entregadaal fletador hasta que sea descargada del servicio y devuelta en el puerto convenido.

El sueldo del navío en las escrituras del XVII se fijaba en una cantidad mensual (29.000 reales de plata por una fragata en 1661; 43.000 por dos en igualaño...) pero en las cartas del xix ya se habla de un tanto al día (de 40 a 62 librasesterlinas diarias por un vapor en 1834-35). En todo caso, su devengo seproduce al fin de cada mes al contante en la moneda y lugar pactadas en elacuerdo.

Pese a que el Gobierno y la Corona sean quienes en última instancia fletenla nave, los términos comerciales exigen la presencia de un fiador suscribiente, de la propia carta de fletamento o de escritura de obligación aparte, quepromete, estipula, conviene y se obliga a sí mismo, a sus herederos, albaceas yadministradores pagará a cualquier tiempo... todos los fletes a dos dueños dedicho barco, con cualquier otra suma de dinero que en virtud de esta carta partida fuere de aquí en adelante y de tiempo en tiempo debida y pagable a losdichos dueños con respecto a esta contrata.

A veces también se estipula, junto a la responsabilidad universal del fletador, una cláusula penal por la que las partes se indemnizarán con una penamonetaria (por ej. 30.000 libras) para cualquier contravención. Y la condición es aplicable al armador y al Gobierno, no como anteriormente que sólose preveía para quien suministraba la nave o su armamento.

En esa misma dirección de garantías de los bienes y servicios puestos enjuego por el propietario del barco, el fletador se obliga a asegurar el buque acosta suya, por las compañías de seguros de Londres, o en el Lloyd’s por eltodo oporparte contra todos los riesgos en la suma de 12.000 libras, y depositarla póliza de dicho seguro en manos del dueño, cuyo depósito será al descargodel fletador de toda responsabilidad por riesgo marítimo o incendio. El segurose realiza por el tiempo que dura el servicio.

Dicha cláusula es ilustrativa de la práctica del negocio marítimo inglés delXIX en el que además del alquiler del buque al servicio de un monarca extranjero, con flete pagadero en Londres con moneda británica, se obliga al arrendatario, español en este caso, a suscribir una póliza de aseguramiento bajocondiciones inglesas. Todo ello en el marco de las guerras carlistas y la colaboración naval anglo-española.

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LA CARTA DE FLETAMENTO DEL VAPOR «ROYAL ZAR AL SERVICIO DE LA...

Para terminar hay que destacar también la inclusión de cláusulas de exoneración de responsabilidad del armador en la carta del tal modo que tienederecho a que se le indemnice de todas las pérdidas, costas y daños que puedanprovenir o en los que puedan incurrir los dichos dueños osu agente por razóno a consecuencia de la inejecución o falta de cumplimiento del dicho fletador(...) o por razón de cualquier hecho o servicio que pueda ser declarado ilegal,que pueda ser cometido o ejecutado por el comandante o tripulación del dichobarco mientras estuviere en servicio (...).

Como el personal de a bordo está a las órdenes del ilustre fletador, de susfaltas responde éste. Se observa así la construcción de un estatuto liberatoriode responsabilidad del armador, la cual se deja recaer sobre el arrendatario,que es quien dispone de la nave al efectuarse la entrega o demise del barco.

Conclusión.

Primero fue la Marina de prestación o semiobligado fletamento de laépoca medieval. Luego vinieron los asientos que dominaron la práctica de laguerra naval del xvi y parte del XVII. Por fin, en la segunda mitad de tal centuria constatamos que las misiones de guarda de la costa con barcos privados sedocumentan en escritura de fletamento o cartas partidas. Por consiguiente, laCorona no tiene más remedio que aceptar la sumisión a las reglas que sesiguen para la contratación marítima, dejando a un lado su especial condicióny actuando como una parte más del acuerdo. De hecho, la figura del Rey y latradicional concesión de prerrogativas a su favor casi desaparece de las cláusulas.

Obras documentales. Museo Naval.

Colección de documentos de Fernándéz de Navarrete, Museo Naval. VerV. Vela, Indice de la Colección de doc. de F. deN. que posee el Museo Naval,Madrid, Instituto Histórico de Marina, 1946 (reimp. Neuldein, Liechtenstein, 1971).

Colección de viajes y descubrimientos que hicieron por mar los españoles,de Fernández de Navarrete, 5 vols., Buenos Aires, 1945.

Colección de documentos de Vargas Ponce, Museo Naval. V.P. San Pio yC. Zamarrón, Catálogo de la colecc. de doc. de Vargas Ponce que posee elMuseo Naval, Madrid, 1979.

Colección de documentos de Sans de Barutell, Museo Naval. V. Indicegeneral de diplomas, documentos y otros papeles que tiene relación con laHistoria de la Marina de Castilla, que colectó en el Archivo Real y Generalde Simancas D. Juan Sans de Baruteli, 1798.

Colección de documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista yorganización de las antiguas posesiones españolas de ultramar, 2a serie,Documentos legislativos, 2 ts., Real Academia de la Historia, Madrid, 1890.

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Apuntes y documentos correspondientes al Tercer Ministerio de Vázquezde Figueroa, Madrid, 1834-1835.

Apéndice documental.

Contrato del fletamento del vapor Royal Zar o Reina Gobernadora, Londres, 18 de noviembre de 1834.

Vázquez de Figueroa, T. 21, carp. 53, ms. 450, doc. 123, fols. 378-381,Museo Naval. Madrid. Véase Anexo 1.

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REFLEXIONESSOBRE EL DESCUBRIMIENTO

José Luis TATO

Introducción.

Los antecedentes que condujeron al Descubrimiento de América han sidoexhaustivamente analizados históricamente desde todos los enfoques posibles, especialmente los políticos y sociológicos, por lo que en estas breveslíneas no vamos a navegar por los intrincados canales de la Historia, sino másbien hacer unas escuetas reflexiones de diversa índole, aunque no in extensoacerca de este hecho trascendental para la humanidad en general y paraEspaña en particular: el Descubrimiento, que abrió un nuevo y decisivo tomoen la narración de las relaciones entre los pueblos y los hombres, con airesnuevos para el pensamiento del acontecer humano, que estaba como aherrojado por los hierros —y valga la redundancia— de los tiempos que por aquelentonces corrían.

Esta vida y relaciones ínter pueblos antes del Descubrimiento se encontraban en una peligrosa situación tendente a la inmovilidad, carentes de unacausa que les imprimiera la necesaria dinámica, si bien hay que exceptuar elmovimiento cultural emanante del Renacimiento, cuya influencia en estehecho no se puede negar, aunque no tenía unas connotaciones directas en sugénesis, pero sí con un gran carácter posibilitante, como ocurrió también enotros aconteceres de la época. Esta causa que imprimió esa dinámica de la queantes carecían vida y relaciones fue la gesta del Descubrimiento, que llegó aser una realidad gracias a la previa acción individual de un corazón fuerte ysensible a un tiempo, que respondía a los estímulos provocados por la inspiración, nacida del estudio y la reflexión. Estos estímulos fortalecen la propiavoluntad, dándole peso y fijeza en su acción sobre el propio entendimiento enforma de oportunidad, concepto éste que consiste, hablando en lenguaje llano, en llegar a tiempo, como así hizo Cristóbal Colón en el momento oportuno en que las circunstancias de dentro y de fuera de España le fueron favorables por la coincidencia y consecuencias de unos hechos determinados.

Reflexión metafísica.

Los conceptos de Espacio y Tiempo se compenetran y vienen a formar enel conocer humano una sola unidad. Por otra parte, no es posible la densidadabsoluta ni tampoco en el absoluto de las categorías ubi y quando, que ensucesivos escalonamientos descendentes conducen a las soluciones oportunasa que hemos aludido antes. Pero aclararemos que no se trata aquí de conti

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J. L. TATO

nuar las hispánicas «meditaciones del propio ser» de Américo Castro, ni tampoco de repetir las modernas «atribuciones a la ajena responsabilidad» de tantos pensadores que achacan todos sus niales a la nueva dependencia —siglosdespués— de laberínticos proyectos, o si se quiere de un laberinto, en fin,como el descrito por Octavio Paz, que no representa solamente la situación deun mundo o de un pueblo, pues aquella emancipación y la dependencia quese diluyó de repente en la casi nada, no son tanto el producto de un destinointerno o externo, por ejemplo, el caracter español, corno de una complejasinergia o anialgama: se trata de un formalismo clásico que funda su caos, aligual que su porosidad, en un orden barroco.

Por consiguiente, y pasando de un plano levemente metafísico al de la filosofía de la historia, afirmamos, con el profesor Rubert de Ventós (1), que elDescubrimiento significó la creación de una realidad nueva, ya que en elmomento de producirse no existía América, y España, como tal unidad nacional, acababa de venir al mundo, y fue sólo por su encuentro que ambas llegaron a constituirse en lo que son. Pero, ¿cómo se produjo el Descubrimiento?

Reflexión talasocrática.

Entre los diversos antecedentes que hicieron posible el Descubrimientoocupa un lugar destacado, en nuestra opinión, la expulsión de los judíos, conlo que nos aparece ahora un segundo centenario, coincidente en fechas anuales y ordinales, y es que la historia no es tan sencilla como pudiera aparecer aprimera vista. Del hecho doloroso para los judíos surgió una inspiración vitalpara España, marcada precisamente por el judaísmo hispánico. Ciertamente,la historia posee muchas facetas, distintas caras, aunque en este hecho influyente la diversidad polifacética confluye en un mundo del que emergen unasraíces básicas que también representan claros matices con relación a losmusulmanes, con lo que el carácter impreso resulta multiforme, pues tambiéncoincide en fechas anuales y ordinales un tercer centenario, o si se prefiere,un centenario en tercer lugar, conmemorativo de la salida de los últimos vestigios y denominadores árabes de aquella España de finales del siglo xv,reluctante a las ideas renacentistas en principio (pues tenía, y graves, sus propios problemas), por la propia naturaleza renacentista revolucionaria, emanada del arte e influyente en todas las demás actividades, prácticamente dormidas en el resto de Europa, que colisionaban con la dinámica española, aplicada enteramente a árabes y judíos.

Por consiguiente, este rechazo in primo moinenturn, hacía acumular lasenergías integradas de las embestidas, rechazadas, de la vuelta a lo clásico,que una vez terminadas las dos expulsiones irrumpieron en el espíritu nacional, que sin darse cuenta quedó como un poco huérfano de elementos queenriqueciesen su contenido, ahora hambriento de posibilidades, y de ahí que

(1) X. Rubert de Ventós: El laberinto de la hispanidad.

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REFLEXIONES SOBRE EL DESCUBRIMiENTO

el proyecto ccilombino —no de Descubrimiento, sino de acortar caminos—tuviera la suficiente entidad para ser acometido y no perder así la inercia delas acciones anteriores que condujeron a la unidad patria por un lado, y a suliberación de extraños por otro.

Y aquí surge una de las mayores contradicciones históricas de España.Ese dinamismo para emprender acciones de acuerdo con la antes citada inercia que alimentaba a la recién estrenada España, unidas sus tierras en y porgracia de la Corona, se desarrolló por, en y a través de la mar. ¿Nacía asínuestra mentalidad talasocrática? Cierto que sí. La mar fue el camino sencillo, natural y único para el asentamiento de una nueva nación, cuya sangrerevuelta en aquellos momentos la impulsaba a ensanchar sus entonces estrechos límites geográficos para su exultante y católica personalidad y sentir.Necesitaba ampliar estas fronteras, pero no a costa de terceros, pues ello seríainicua e ilegal agresión, sino por medio de acortar y transforniar líneas decomunicaciones, que entonces, las existentes, eran marítimo-terrestres y convertirlas, de punto a punto, en exclusivamente marítimas.

He aquí el germen de una talasocracia, de un apego a la mar por vocacióny necesidad, y que alcanzó su merecido galardón, no en el acorte de distancias—aspecto de la oportunidad y economía— sino en el del Descubrimiento deun nuevo mundo inexplorado y desconocido que concedía, por este hecho ensí mismo, el otorgamiento a España de carta de naturaleza de nación eminentemente marítima.

Después, en años y siglos siguientes, los desaciertos por un lado, la inocencia —nacida de una peculiar hidalguía— y la propia autocomplacencia—mirarse el propio ombligo— dieron al traste con nuestra naturaleza talasocrática. Pero ello precisaría de un análisis en profundidad, que rebasaría lasmodestas ambiciones de estas líneas. Solamente, para terminar, una brevereflexión histórica, algo post-Descubrimiento, que podría señalar el hilo conductor a esa decadencia de una talasocracia que pudo seguir siendo, pero queno fue.

Reflexión histórica.

Hace ahora cien años justos —estamos viendo que con motivo del Descubrimiento hay varios centenarios concatenados con esta temática—en que seperdieron la mayor parte de las colonias, y entonces se comenzó a celebrare!hecho del Descubrimiento. Pero ¿cómo se articulaba esta conmemoracióndoble de descubrir y de perder lo descubierto?

A nuestro juicio, tal conmemoración habría que traerse a nuestros días—y no como hace cien años— enmarcada en los parámetros o coordenadas dela evangelización, que en nuestro caso, el de España, se basó ene! hecho católico de la libertad e igualdad de los pueblos descubiertos y posteriormente,por derecho propio, engarzados en la Corona de España como sus joyas máspreciadas. Este concepto fundamental de libertad e igualdad supone un

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J. L. TATO

hecho único para los indígenas, y es que la asignación de esta naturaleza cristiana reconoce de forma inherente e implícita uná naturaleza humana, queconducirá a su inalienable derecho a la independencia. Por consiguiente, alindígena se le toma no como objeto, sino como sujeto. En esta colonización,pues, no se establecieron «reservas» para las personas, o lo que es lo mismo,aislamiento de sus culturas, sino que desde el principio se les consideró comoiguales ante Dios.

Este aspecto humano y religioso, paralelo al descubrimiento y conquistade nuevas tierras y mares, fue algo intolerable para otras naciones, que porobra y gracia del non serviam de Lutero no concebían que aquellos indígenasfueran convertidos, por decisión legal regia, en naturalezas hu,nanas, deacuerdo con el Evangelio católico. No olvidemos que, según Américo Castro,la conquista romana tardó dos siglos en conceder la ciudadanía a los peninsulares; la española igualó desde el primer día a los conquistados con los conquistadores, y convirtió a aquéllos en súbditos con iguales derechos de susdebeladores, trasladando a aquella orilla occidental del océano su panopliade instituciones, no siempre justas y generosas, ciertamente, como tampocolo eran en la península.

Reflexión final.

Hemos dicho que nuestros errores pasados fueran una de las causas de lapérdida de nuestro poder marítimo. También hemos citado nuestra inocenciaante terceros y nuestra autocomplacencia; todo ello fue cercenado y obturando la continuidad de nuestras líneas de comunicaciones con el NuevoMundo, cuyo descubrimiento y conquista generó una de nuestras dos corrientes geohistóricas (la otra es la euroafricana), que en una amplitud integralquedó como atacada por una artrosis que poco a poco la fue dejando incapacitada para su función geoestratégica que le confería nuestro carácter talasocrático. Los descubrimientos tanto de España como de Portugal contribuyeron al establecimiento, en consecuencia y por obra de terceros con grandesapetencias de lo ajeno, al establecimiento de una nueva contra-corrientegeohistórica, de norte a sur, y perpendicular, por tanto, a la nuestra Europa-América. En estrategia naval se puede demostrar —con argumentos históricos principalmente— que todo eje horizontal puede ser anulado por otro normal a él y viceversa. Todo depende del que ejerza la acción de hostigamiento.

Efectivamente, la nueva corriente geohistórica, paralela a la costa atlántica europea desde el mar del Norte hasta Madera, originó una redistribuciónde productos, con su foco principal en Amberes en perjuicio de Lisboa. Estalínea o eje vertical actuó con su dinamismo anglo-holandés, como tensor denuestra corriente paralela al Ecuador, hasta que llegó un momento en que lahizo perder su natural elasticidad, que a la vez le proporcionaba su propiadefensa, dejándola con una catenaria inoperativa que no permitía, según fue

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REFLEXIONES SOBRE EL DESCUBRIMIENTO

pasando el tiempo, el recuperar su necesaria flexibilidad de permanencia eficaz. Con ello, nuestro poder naval, nuestra talasocracia se fue debilitandohasta llegar a 1898. Y al llegar aquí podríamos preguntarnos qué aportaciónpodríamos hacer a este otro próximo centenario, desfasado de los anterioressolamente seis años. Pensamos que ello es materia de Política Naval, entroncada a la Política de Defensa Nacional, y cae, por tanto, por fuera de nuestrahumilde esfera de competencia.

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DOCUMENTO

DOCUMENTO

Traemos aquí esta curiosa descriptionem novam del estrecho de Magallanes, hecha en 1617 por G. de Mere. El título de la carta está en latín, mientrasque los topónimos aparecen en portugués. Está profusamente adornada contres rosas de los vientos en colores, con la particularidad de que el Norte geográfico aparece al sur del plano. La carta mide 42 X 111 cm, está dibujadasobre papel y tiene un alto interés histórico y geográfico, ya que debió servirde documento de trabajo para la expedición de los hermanos Bartolomé yGonzalo Nodal, que salieron el 27 de septiembre de 1618 de Lisboa con doscarabelas y 80 hombres a reconocer el estrecho de Magallanes, a causa de lanoticia de la expedición holandesa de Jacobo Lemaire y Guillermo Schouten,que en 1616 habían descubierto el cabo de Hornos y, por tanto, un paso másfácil que el del estrecho entre el Atlántico y el Pacífico. El hecho de que elautor de la carta sea holandés y la mayoría de los topónimos también, lleva apensar que sea copia de una de las cartas producidas por la mencionada expedición holandesa. La vertiente artística de la carta es verdaderamente sobresaliente, pues en ambos ángulos de la cartela aparecen dibujados dos grandespingüinos con la leyenda siguiente: Pinguins sao passaros destafeiçao que máso menos quiere decir, esta forma tienen los pingüinos. No cabe duda de queesta información era importante, ya que el autor la resalta de esta manera,con lo que el indudable aspecto artístico se ve superado en esta ocasión porel de curiosidad zoológica. Este documento se encuentra en la Sección deCartografía del Museo Naval, sig. 53-B-6.

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NOTICIAS GENERALES

María Dolores HIGUERAS RODRÍGUEZ

CONGRESOS Y SIMPOSIOS

1991-noviembre 4-diciembre 5. Madrid (España).

«Cartografía Catastral Informatizada».La Universidad Autónoma de Madrid organiza un curso sobre este temapara obtener un diploma de especialización en este campo específico de lacartografía. El curso va dirigido a ingenieros, licenciados y diplomados, yempezará desde el 4 al 22 de noviembre de 1991 y continuará del 2 al 5 delsiguiente mes. El importe dela matrícula es de 100.000 pesetas.Para más información dirigirse a: Servicio de Cartografía de la U.A.M.Módulo de Geografía. Ciudad Universitaria de Cantoblanco. 28049.Madrid. Teléf.: (91) 397 85 99.

1991-noviembre 28, 1992-mayo 14. Londres (Gran Bretaña).

«Mapas y Sociedad».Ciclo de conferencias que tendrá lugar en The Warburg Institute, WoburnSquare. London WC1H OAB. Ocho conferencias serán impartidas un díade cada mes a las 5 de la tarde, con admisión libre.Organizadas por Catherine Delano Smith (Queen Mary and WestfieldCollege) y Tony Campbell (Map Library, British Library).

1992-abril 1 al 4. Portsmouth (Gran Bretaña).

IV Conferencia de Historia Naval sobre: «La guerra anglo francesa de1688-1713».Para más información dirigirse a: D. J. Lyon. National Maritime Museum.Greenwich, SE1O 9NF.

1992-abril 23 al 26. Vancouver (Canadá).

Para conmemorar el bicentenario de la llegada de George Vancouver a laColumbia británica.Conferencia sobre exploración y descubrimiento.Para más información dirigirse a: Dr. Hugh Johnston. Dept. of History.Simon Fraser University, Burnaby, British Columbia. Canadá, VSA 1S6.

1992-abril 28-mayo 1. Portland (Estados Unidos).

«El Gran Océano. El Pacífico Norte en el siglo XVIII».

Conferencia Internacional organizada por The North Pacific Studies Cen

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NOTICIAS GENERALES

ter, dependiente de Oregon Historical Society. Portland, Oregón.Es una conferencia interdisciplinar en torno a la historia y relaciones delPacífico Norte en sus dos orillas. El lenguaje oficial de la conferencia seráel inglés. La fecha límite para recibir los sumarios de las ponencias es el 15de diciembre de 1991.

1992-agosto 11 al 15. Liverpool (Gran Bretaña).

Conferencia Internacional de Historia Marítima.Para más información dirigirse a: Prof. Lewis R. Fisher. Maritime StudiesResearch Unit. Memorial University of Newfoundland. Canadá, A1C5S7.

1992-octubre 31-noviembre 1. Greenwich (Gran Bretaña).

Conferencia sobre Arqueología Marítima de buques de guerra desde laantigüedad hasta nuestros días.Organizado por la Universidad de Oxford. The World Ship Trust. TheNational Maritime Museum y la Sociedad de Arqueología Marítima para

celebrar el Año Internacional del Mar. -

Para más información dirigirse a: Tim Dindemans. Mensum Bound.Oxford University MARE, lst Floor Flat, 58 fairholme Road. LondonW14 9JY.

1992-noviembre 12 al 14. Londres (Gran Bretaña).

Conferencia Internacional sobre Comercio y Descubrimientos en la Europa del Renacimiento.Tratará sobre el comercio de manufacturas y materias primas en la épocade los descubrimientos. Organizado por el Departamento de Medieval yAntigüedades del Museo Británico para conmemorar el Mercado UnicoEuropeo y el 500 Aniversario del viaje de Colón al Nuevo Mundo. Elmarco cronológico de la conferencia será 1450-1800 y abarcará el comerciode cerámicas, metales y otras mercancías entre Europa, América y Oriente, contemplando los cambios tecnológicos que generó este intercambio.Interesados dirigirse a: Duncan Hook. Department of Scientific Research. British Museum. London, WC1B 3DG.

Museo Naval de San Sebastián.

En el número 33 de esta REVISTA dábamos noticia escueta de la inauguración del Museo Naval de San Sebastián, de la Diputación Foral de Guipúzcoa. Queremos ahora informar sobre el funcionamiento del Museo y susobjetivos. El Museo nace para contribuir a la recuperación, conservación,investigación y divulgación del Patrimonio Marítimo Vasco, y para dar

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NOTICIAS GENERALES

una visión global de las relaciones que hán tenido los vascos con el mar através de los siglos, resaltando el aspecto de la construcción naval. ElMuseo cuenta con biblioteca, videoteca y servicio de documentaciónabierto al público. El edificio del Museo fue construido en la segundamitad del siglo xviii y fue lonja del Consulado, además de domicilio delteniente de muelles. El Museo está dividido en las siguientes áreas: Materias primas, Astilleros, Industrias auxiliares, Evolución tipológica de lasembarcaciones, Comercio, Instrumentos de Navegación, Puertos.El horario de visitas es: Martes-sábados, de 10 a 13,30 horas y de 17 a 20,30horas. Domingos y festivos, de 11 a 14 horas y de 17 a 20 horas.La dirección es: Paseo del Muelle, 24. 20003. San Sebastián.Teléf.: (943) 43 00 51. Fax: (943) 43 1115.Desde aquí deseamos a esta institución, tan cercana a nuestras inquietudesy propósitos, la mayor fortuna en esta singladura que ahora inicia.

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LA HISTORIA MARÍTIMAEÑEL MUNDO

Luisa MARTÍN-MERAS

La Cartografía Marítima en la Sección de Mapas de la Biblioteca Británica (*)

Los fondos cartográficos de esta institución proceden, fundamentalmente, como ocurre en casi todos los países, de las colecciones particulares reales.que fueron cedidas para uso público en 1750. En el inventario de la bibliotecade Enrique VIII en 1547, se encuentran reseñadas 5 ó 6 páginas de mapas,muchos de ellos expuestos en las paredes del palacio, además de globos e instrumentos astronómicos. En ese mismo año, Sebastián Caboto, hijo de Juan,que había explorado la costa atlántica de Norteamérica por cuenta de laCorona inglesa, llegó a Inglaterra después de cuarenta años al servicio deEspaña. Su carta universal, grabada de una versión revisada en 1549, estuvoexpuesta en la galería de la reina en el palacio de Whitehall en tiempos de Isabel 1 y era un documento para apoyar las reivindicaciones inglesas en Norteamérica.

Todos estos fondos, desde 1550 hasta 1650, deberían haber llegado alMuseo Británico en 1757, cuando el Rey Jorge II entregó sus colecciones personales para fundar el Museo, pero no fue así, pues un inventario de 1660,hecho después de la subida al trono de Carlos II, incluye 28 mapas manuscritos y 40 impresos que no se han podido encontrar en la Biblioteca Británica.La explicación podía estar en su traslado durante el reinado del mencionadoRey o de Jaime II hasta el gabinete de trabajo real para asesorar en cuestionespolíticas, quemándose algunos en un fuego que en enero de 1698 destruyó elpalacio. No todos corrieron esta suerte, ya que otros, entre los que se contabael mapa de Caboto, fueron llevados al Almirantazgo en 1688 por mandato delRey. Parte de ellos volvieron a la colección real pero otros aparecieron en lacoleción privada de Lord Dartmouth, cuando fue vendida en Sotheby’s en1948 y adquirida por el National Maritime Museum.

Los atlas manuscritos y libros de Náutica de la colección real estaban en elpalacio de St. James por lo que se salvaron del fuego de Whitehall, perosufrieron diversos deterioros a lo largo de la historia, sobre todo en la guerracivil de 1642-1660. Robert Harley, cortesano de los reyes (1661-1724) y su hijoEdward Harley (1689-1741) recogieron los libros que estaban en peligro en sucolección particular y, finalmente, en 1753 fueron también a engrosar los fondos del recién creado Museo Británico.

* Esta reseña se ha basado en datos obtenidos de: Helen Wailis Material on Nautical Car

tography in the British Library 1550-1 650. Lisboa. Centro de Estudios de Cartografía Antiga.1984.

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Los documentos cartográficos muchas veces han seguido una trayectoriadistinta de los libros y otros objetos de colección, pues se han guardado comodocumentos oficiales que se destruían cuando eran viejos, en vez de considerarlos materia de archivo; así en tiempos de Isabel 1, cuando se debía esperarque estos pasaran a la biblioteca real, quedaron en manos de nobles implicados en tareas oficiales como el Lord Tesorero o Sir Robert Cotton que murióen 1631; sus valiosas colecciones fueron cedidas a la nación en 1700 y llegaronal Museo Británico en 1753.

Otro fondo importante de cartografía marítima procede de la colección deSir Hans Sloane, físico y naturalista, nacido en 1660, cuya biblioteca fue vendida a su muerte al estado. Así pues, con los fondos procedentes de Sloane,Harley y Cotton, y sobre la base de la biblioteca real se formó la sección demapas de la Biblioteca Británica. Aunque todas estas colecciones son ricas encartografía, los importantes atlas del siglo xvi y xvii proceden de otras colecciones adquiridas posteriormente como la del Rey Jorge III, que estaba formada por mapas topográficos y colecciones marítimas; los primeros llegarona la Biblioteca en 1828 y los fondos marítimos depositados en el Almirantazgollegaron en dos entregas, una en 1844 y la otra en 1952. Estos fondos inicialesfueron incrementados desde 1830 a través de una decidida política de adquisiciones que permitió adquirir los tesoros que hoy integran esta sección.

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RECENSIONES

M0TILL0N, Pierre: “Amira!, vieux Garçon. Louis, Charles, Auguste de laMare de la Mellerie. 1771-1840”. Editions France-Empire. 1990.574 págs.

En este el primer libro escrito por el médico radiólogo Pierre Motillon,amante de la historia y de la mar, una vez retirado tras trabajar en su especialidad en hospitales militares, entre ellos: Berlín, Metz, Saigon y Casablánca.

Nos relata el autor la biografía, novelada, del contralmirante (1828) Louisde la Mare, ingresado en la Marina Real como aspirante en 1787. Quizás lomás interesante de la obra sea la descripciónde los sucesos ocurridos en laArmada correspondientes al período de la Revolución Francesa (1789) conlas sediciones de las tripulaciones, la miseria de los presupuestos, persecuciónde los oficiales realistas, el bloqueo inglés y la casi desaparición de la Marina.

Son excelentes las descripciones de las múltiples navegaciones en las queparticipa De la Mare, mandando la fragata La Syrene,. a las Antillas, en lasque conoció siendo esclavo al futuro comandante en jefe de la isla de SantoDomingo, Toussaint-Louverture. Cumple, asimismo, una misión diplomática en Constantinopla en 1803. Ya capitán de navío, recibe el mando de lafragata L’Hortense y participa en el combate de Trafalgar. L’Hortense estabaadscrita al navío Bucentaure, insignia del almirante Villeneuve, del que se daun retrato interesante.

El ambiente del período en el que sirve De la Mare queda reflejado entodo momento y debemos recordar que vivió en el Antiguo Régimen, laRevolución y el Imperio y, finalmente, el reinado de Louis XVIII. El autorcuida con mimo las descripciones de los barcos, sus defectos, las maniobras,el régimen a bordo, uniformidad, aprovisionamiento, utilizando el léxicomarino siempre de forma precisa.

Los lectores españoles leerán con especial interés los capítulos 12 y 13, enlos que se describe el gran proyecto de Napoleón para invadir Inglaterra, latan conocida maniobra estrategica de 1805, con la participación de la escuadra española al mando de Gravina.

Antonio DE LA VEGA

Les galériens vies et destins de 60.000 forçats sur les galéres de France. 1680-1748. Zysberg, André. Editions du Seuil. Septiembre de 1987, 480 páginas.

El autor, profesor de historia, experto en informática en la Universidad deParís-Sorbona, publica en este libro, modificados convenientemente, losresultados de su tesis de fin de carrera, defendida en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales el año 1986 y que había iniciado en 1971.

Como su subtftulo evidencia, se relata la vida y el destino de los condena

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RECENSIONES

dos a la pena de galeras durante los reinados de Luis XIV y Luis XV. Es básicamente una investigación totalmente científica, que utiliza los medios queproporciona la informática para contabilizar individuos, orígenes, delitos,penas y destinos; y también para analizar la boga, sus ritmos y la vida a bordoen general.

La relación de los Capítulos es suficiente para conocer su contenido: Prisiones en las galeras. Llegando al puerto. ¿Quiénes son los galeotes? Marselleses con casaca roja. Violencia y corrupción. Resistencia y dignidad. Armamento y dotación. La galera boga. De la renovación al apogeo de una flota.Las galeras de la Guerra de Sucesión de España. Ultimas campañas. El destino de los forzados. Conclusión: el más grande pudridero de hombres deFrancia.

Existen, asimismo, tres anexos, cada cual más interesante. 1. Movimiento anual de altas de forzados. 2. Evoluciones de los efectivos de la flotade galeras, y 3. Fichero informático de los forzados. Termina el libro con lasfuentes, una orientación bibliográfica y un glosario de términos.

Como curiosidad conozcamos el motivo de las condenas sufridas por losgaleotes: 388 desconocida, 2.317 no se hace constar, 18.150 por crimen militar, 11.094 por contrabando de sal y 4.934 de tabaco, 1.551 por ser protestantes y 21.967 por delitos comunes: total 60.401.

Y respecto a los que salen vivos de una condena a perpetuidad, fueron el48 por 100 (de 21.194 individuos) en el período 1680-1755 y sólo el 20,91 por100 en 1716-1748 (de 5.184 galeotes).

Se trata de un libro minucioso que relata hasta el menor detalle la vida delos galeotes en el período considerado, y que podría servir de guía a los investigadores españoles en la misma línea de trabajo.

Antonio DE LA VEGA

CEREZO MARTÍNEZ, Ricardo: La proyección marítima de España en la épocade los Reyes Católicos. Instituto de Historia y Cultura Naval. Madrid, 1991.338 páginas.

Pocas veces se ha sabido derivar la historia de España en función de la dela Marina, y cuando se ha hecho, el intento ha quedado incompleto, parcelado, o caduco. No me estoy refiriendo a las grandes obras decimonónicas deFernández Duro o Javier de Salas, verdaderas fuentes de ilustración marinera, sino a la historia conceptual o analítica, de la que nuestra Marina ha estadohuérfana durante mucho tiempo.

Ricardo Cerezo puede ser la excepción de la regla. Es un historiador queasume con sentido de responsabilidad rigurosa cuanto proyecta o escribe. Esminucioso, paciente, ordenado, pero también es lúcido y transparente. Estáinsito en la fugacidad y diversidad del tiempo y en su esfuerzo creativo

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RECENSIONES

encuentra su propia identidad. Si en «Las Armadas de Felipe II» —primerlibro con el que abrió la actual serie— contemplaba la perspectiva naval deEspaña del siglo XVI, con sus luces y sus sombras, en esta «Proyección marítima de España en la época de los Reyes Católicos», retrocede justamente entiempo y situación con un ajuste esencial de lo marítimo, en la España quesurge con Isabel de Castilla y Fernando de Aragón. Y que se va a ver dinamizada tras el descubrimiento de un nuevo mundo, en el que América se incorpora en plenitud a la historia patria.

La monarquía de los Reyes Católicos logra espectaculares éxitos internosy externos: Cerezo los autentifica con fidelidad notarial. La obra de la Reconquista culmina con la toma de Granada, tras una larga guerra de once años enla que se acrisola el poderío militar y naval del Estado, poniendo a disposiciónde ulteriores empresas un eficaz instrumento que impulsa en Europa la hegemonía española: Hasta llegar a ese punto crucial, el camino que Cerezo recorre es largo y no siempre claramente transitable. El propio autor lo explica ensu prólogo cuando escribe que «con objeto de presentar coherentemente lahistoria hemos considerado oportuno iniciar nuestro trabajo con una visiónretrospectiva de la historia naval de la Edad Media»; y así sus dos primeroscapítulos pormenorizan una lograda y completa síntesis de imprescindiblelectura, para quien desee situarse con verdadero «conocimiento de causa» enla raíz del tema propuesto, que entiendo admirablemente tratado en los capítulos tres al nueve, para abundar en los últimos cinco capítulos en la epopeyaamericana en su más amplia dimensión y contenido.

La brillante etapa de la monarquía de Fernando e Isabel ha sido observada más qué en sus manifestaciones, en el aporte que le sirve de sustento.Porque la trayectoria del reinado no es una pieza aislada, sino partes de untodo cuya dinámica la ensancha. El mérito de Cerezo consiste precisamente,en haber sabido conjugarla de tal modo, que el componente naval —que es elque protagoniza el estudio— no quede oscurecido o difuminado por los diferentes factores puestos en juego. Simplemente su mera lectura —y es libropara la profundización—acredita la intensidad de un trabajo, bien encauzadodesde el archivo o la imaginación creativa.

El acierto primordial de este libro, es a mi juicio, el detenimiento con quese estudia esa proyección marítima española de la época de los Reyes Católicos, que tiene lógicamente raices anteriores, y que no va a verse estancadaante el futuro. Existe una intuición clara y decisiva en su planteamiento, yaque al elegir entre la historia general y la especial se encuentra en plena libertad para la descripción axiomática o el análisis crítico. La discrepancia entrehistoria general o especial o lo que es decir, entre macro-historia y micro-historia, puede ser complicada y solamente desde muy especializados estudiosconcretos puede llegarse a su clarificación. Este es en mi opinión, un innegable mérito en la obra de Cerezo, libro del que bien puede decirse es de los quedeja fecunda huella en el lector.

J.C.P.

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