Revista de Historia Naval Nº11. Año 1985

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    REVISTE

    HISTORI N V L

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    INSTITUTO DE HISTORI Y CULTURRM D ESP OL

    N V LAo III

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    INSTITUTO DE HISTORIA Y CULTURA NAVALARMADA ESPAOLA

    REVISTADEHISTORIA NAVAL

    Ao III Madrid, 1985 Nm. 11

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    REVISTA DE HISTORIA NAVALCONSEJO RECTOR:Presidente. Directordel Instituto de Historia y Cultura Naval, D. Jos LorenzoRey Daz, almirante.Vicepresidente: Jefedel Departamento de Historia y Director del Museo Naval,D. Jos Mara Zumalacrregui Calvo, capitn de navo.Vocales: SecretarioGeneral del Instituto de Historia y Cultura Naval, D.Juan Berenguer y Moreno de Guerra, capitn de navo. Subdirectordel Museo Naval, D. Ricardo Cerezo Martnez, capitn de navo.Director: D.Ricardo Cerezo Martnez, capitn de navo.Redaccin: DMara Vign Tabar, Lda. en Biologa. D. M. del Pilar San PoAladrn, Lda. en Filosofa y Letras. D. Beln Rivera Novo. Lda. enGeografa e Historia, y D Lola Higueras Rodrguez, Lda. en Filosofa y Letras.D. Hugo ODonnell y Duque de Estrada, capitn de Infantera deMarina, Ldo. en Derecho.Administracin: D.Jos Luis Pando Villarroya, teniente coronel de Intendencia de laArmada, y D. Paloma Moreno de Alborn Calvo.

    DIRECCIN Y ADMINISTRACIN:Museo NavalMontalbn, 2.28014 Madrid (Espaa).

    IMPRIME:Servicio de Publicaciones de la Armada.

    Publicacin trimestral: cuarto trimestre 1985.Precio del ejemplar suelto: 400 ptas.Suscripcin anual:Espaa y Portugal: 1.200 ptas.Resto del mundo: 10 $ USA.Depsito legal: M. 16.854-1983.ISSN-0212-467XPrinted in Spain.CUBIERTA:

    Del libro Regimiento de Navegacin,por Pedro Medina. Sevilla, 1563.

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    SUMARIOPgs.

    Algunos aspectos de la Marina espaola en los aos previos al delcombate de Trafalgar,por Leopoldo Boado y Gonzlez-Llanos. 5Las emiarcaciones tradicionales de Sri Lanka necesitan un museo,por Gerhard Kapitaen23

    Flecos de la Historia El prncipe burlado, por Luis Surez deLezoLa sublime desobedienciade Nelson en Copenhague, por Jos LuisAlcofar NassaesSanta Mara, Trafalgar y las invasiones inglesas, por AlejandroNelson Bertocchi Morn83La funcin notarial a bordo del buque, por Eduardo Gutirrez-Solar y BragadoDocumento101Noticias generales,por Lota Higueras Rodrguez103Recensin105

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    La direccin de esta REVISTA no se hace responsable de las opiniones expresadaspor los autores en us artculos.La reproduccin y la traduccin, parcial o ntegra, de los textos e ilustracionesdebe ser previamente solicitada por escrito a la direccin de la REVISTA.

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    ALGUNOS ASPECTOSDE LA MARINA ESPAOLAEN LOS AOS PREVIOSAL DEL COMBATEDE TRAFALGAR

    Leopoldo BOADO Y GONZALEZ-LLANOSCapitn de navo

    El objetivo de este artculo es tratar de contestar el interrogante que seplantea con frecuencia sobre lo que signific Trafalgar para nuestra Marina.Fue la causa de su ruina o coincidi con la poca de su decadencia definitiva? Si nos ceimos a la pregunta escueta y prescindimos del problema msgrave de la latente descomposicin que afectaba a toda la nacin, podemosdecir que el citado combate acaeci cuando la Marina iniciaba una poca derecuperacin despus de un perodo catico.Vamos a estudiar algunos aspectos fundamentales de la Marina espaolaen los aos previos al combate de Trafalgar.

    El material.Es imprescindible tener en cuenta en este tema los ingresos de que dispona la Marina y los costos de la construccin y del mantenimiento de losbuques. Para obtener estos datos hemos utilizado exclusivamente manuscritos del Archivo del Museo Naval, pues si bien existen trabajos actuales,fruto de una amplia investigacin, estn escritos con el afn de extraer consecuencias inmediatas.Para el estudio de los ingresos y de los gastos nos hemos basado en elmanuscrito 471, y para el de los costos de construccin y mantenimiento delos buques, en el trabajo que realiz la comisin presidida por Ruiz de Apodaca en el Departamento de Cdiz en 1805 y 1806, publicada en La Habanaen 1822.El perodo que nos ocupa se caracteriza por el alza de los precios y laprctica estabilidad de los salarios, fenmeno econmico complejo que produjo un aumento de la acumulacin de capital, lo que debi posibilitar, pro

    bablemente, la revolucin industrial.Si tomamos los datos de los trabajos de Hamilton sobre la evolucin delos precios y salarios en Castilla y en Londres, tendremos que, tomandocomo ndice 100 el de la dcada de los aos treinta, este ndice, para Castilla, pasa a ser, en 1780 de 140, y afin de siglo, 220; para Londres las alzasAo 1985

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    L. BOADO Y GONZALEZ-LLANOSsern 130 (en 1790) y 260. El ndice de los salarios pas de 100 a 120 a lolargo del perodo 1730-1800, tanto en Espaa como en Inglaterra.

    Con datos obtenidos de los documentos citados podemos deducir el alzade los costes de la construccin naval, para lo que tomaremos los correspondientes al del casco de un navo de a 74, de lo que resulta que, tomandocomo ndice 100 el de 1737, en 1783 es 174 y en 1805, 135, sin que duranteeste perodo hubieran aparecido variaciones tcnicas importantes que justificasen este aumento tan notable.En lo referente a los sueldos y jornales, tomando como ndice 100 el de1740, en 1800 tendremos:Sueldos de oficiales generales190Sueldos de oficiales particulares130Contramaestres y guardianes71Jornales de la Maestranza160Es de gran inters sealar el que los contramaestres vieran disminuidossus sueldos.Por otro lado, la Marina perciba parte de sus asignaciones en vales reales, sobre todo el Departamento de Cartagena. La conversin de estos ttulos en moneda supona una prdida del 15 por 100 de su valor, segn constaen las numerosas reclamaciones procedentes de este Departamento.

    Para los clculos que vamos a efectuar muy someros utilizaremosprecios de 1805, suficientes para comparar la normalidad de lo ocurrido enun perodo y lo casi incomprensible del siguiente. Es oportuno destacar,para no deducir consecuencias excesivas del caso espaol, que estos problemas se presentaron con igual o mayor gravedad en Inglaterra.Presupuesto de la Marina.

    La elaboracin de los presupuestos viene descrita en las ordenanzas dearsenales; cada Departamento elaboraba el suyo, dirigindolo al secretariode Estado y del Despacho Universal de Marina para el trmite correspondiente. Inclua los sueldos de los diversos Cuerpos, los jornales de la Maestranza y las adquisiciones para los arsenales. En principio, la suma de lostres presupuestos departamentales constitua el de la Armada; sin embargo,hay que sealar que haba algunos gastos importantes que no figuraban enellos y eran pagados por la Tesorera Mayor, como los de las fbricas de artillera de La Cavada o las grandes compras de madera y camo, tanto enEspaa como en el extranjero. Tampoco figuran los gastos del astillero deLa Habana, aunque s los de los pertrechos que se le remitan, tales como jarcias, velamen, artillera, etc.Lo expuesto hasta ahora corresponde a lo que se denominaba la consignacin ordinaria, nica en tiempos de paz; en tiempos de guerra haba adems la extraordinaria, debido a los mayores gastos de personal y al mayorconsumo de material que se produca al armar buques. El pago de los vveres corra por cuenta de la Real Provisin de Vveres.6 11

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    ALGUNOS ASPECTOS DE LA MARINA ESPAOLA EN LOS AOS...Evolucin de los presupuestos.

    Vamos a distinguir cuatro perodos: el primero corresponde al reinadode Carlos III hasta 1779, principio de la guerra contra Inglaterra; el segundodesde esta fecha hasta la cada de Floridablanca (1792), el tercero hasta1802, fecha de la paz de Amiens, y el cuarto al ministerio de Grandallana.Durante el primer perodo, los presupuestos son estables, por lo que quedandesfasados respecto a los precios; durante los dos siguientes, la evolucin delos precios contina por debajo de la del ndice general; en el cuarto se produce una fuerte estabilizacin y un profundo saeamiento econmico.Primer perodoDurante ste la media de la consignacin ordinaria esde unos 70 millones de reales, que consideramos suficientemente significativa, a pesar de lo amplio del perodo, ya que si exceptuamos los 3 4 ltimosaos, los presupuestos son muy constantes.Cabe destacar, adems de lo dicho anteriormente, la publicacin de lasordenanzas de arsenales de 1776, que no tienen otra interpretacin, una vezledas, que el perfeccionamiento de la organizacin de los mismos, persiguiendo un objetivo claramente militar: asegurar el rpido armamento delos buques en servicio.Segundo perodo.La guerra contra Inglaterra marc un punto de inflexin en los gastos de la Marina, que se elevaron considerablemente duranteel conflicto, pero finalizado ste se mantiene el nivel del presupuesto enunos 128 millones de reales anuales, cifra razonable debido a las deudas contradas y a las necesarias reparaciones de los buques, como consecuencia desu prolongada actividad durante la guerra.Esto produjo, lgicamente, ciertas tensiones con el Ministerio deHacienda. En 1789 el ministro de Marira hizo una representacin al rey poruna cantidad de 28 millones que deba Hacienda a Marina, lo que provocla formacin de una Junta de Estado, en la que se orden a la Marina queajustase en lo sucesivo su presupuesto anual a la cantidad de 110 millones dereales, y que el Ministerio de Hacienda librase la cantidad reclamada. Lanuev cantidad fijada. supona una indudable mejora sobre la de 70 millonesque se haba venido percibiendo anteriormente. No hubo ocasin de llevara cabo este plan de estabilizacin, pues lo impidieron acontecimientos inmediatos.Valds hace una importante revelacin en esta Junta, de la cual Sededuce que la Marina antepon el pago a los asentistas y proveedores a supropio personal, en contra de lo establecido en la ordenanza de arsenales de1776 (tt. II, art. 57):

    (...) pues no pudiendo dejar de pagar a los asentistas, que algunos no queran esperar, no es justo que se falte. a lo. contratado con ellos, falta para elpago de la Oficialidad, Tropa, Marinera y Maestranza, que dama justamente por lo que han ganado con tanto trabajo (...)En este perodo se construyeron buques de calidad superior a la de losfranceses e ingleses, gracias a los acertados proyectos de Romero de LandaAo 1985

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    L. BOADO Y GONZALEZ-LLANOSy sus continuadores. Tambin hubo una notabilsima mejora en la artilleradesde que se encomend a la Marina en 1783 la direccin de las fbricas deLirganes y La Cavada, donde se volvieron a fundir los caones segn el sistema espaol; es tambin, la poca en que se inician los trabajos de Rovira.Si aadimos a esto que en l se inician importantsimos trabajos hidrogrficos como el Atlas de Tofio, las expediciones de Malaspina y otros, se corrobora su excepcional brillantez.Se construyeron 10 navos de tres puentes y 22de dos puentes. La decisin de construir un nmerQ tan notable de navos de tres puentes fue plenamente acertada; varias razones la justifican: la primera, y evidente, es la delmayor peso de andanada, lo que proporcionaba una concentracin prcticamente de dos a uno sobre el navo de dos puentes. La segunda es la queexpone Mazarredo en su libro Rudimentos de Tctica Naval. Por la mismarazn tendr mucha ms fuerza la Escuadra dotada de mayor nmero denavos de tres puentes, y crecer an ms cuando no pueda servirse en unos,ni otros de las bateras bajas, por razn de la mar, o de las altas, a causa dedesarbolo, quedando siempre con mayores fuegos contra las operaciones delos Brulotes, para .,umergirlos antes de ser abordado, como hizo nuestronavo El Real en el glorioso combate de Toln: de que sigue, que conmenor nmero de navos podr ser tanto o ms fuerte una Escuadra si excedeen los de porte mayor.Despus del combate de Trafalgar se estim de forma unnime que unade las ventajas de los ingleses fue contar con mayor nmero de navos detres puentes; en uno de los informes que elev al general Castaos, entoncescomandante general del Campo de San Roque, su jefe de Estado Mayor, D.Pedro Abada, que haba sido destacado a Gibraltar como comisario de prisioneros, figuran los siguientes prrafos:Carta de 22 de noviembre, conversacin que tuve con un oficial inglsmuy ilustrado. , , .Pregunta.3.a.. No debera mirarse como una de las princi

    pales causas de la victoria la gran diferencia que a su favor tenanlos ingleses en navos de tres puentes, y al uso de las carronadasde grueso calibre en el alcanzar?Respuesta: Sin duda deben considerarse como gran des ventajas, la superioridad de un navo de trespuentes y otro de dos esmucho mayor de la que ha parecido a los ministros de Francia yEspaa, y muy conocida de nuestro Almirantazgo. Lo mismodigo de las carronadas gruesas, por lo pronto que se cargan y elgrande estrago que producen.Para completar la descripcin de lo que fue la Marina en este perodo,vamos a transcribir algunos prrafos del informe rendido por Gravina sobrela Marina inglesa, fruto de una comisin realizada en Inglaterra en los aos1792 y 93.Para Gravina la Marina inglesa era, en cuanto a nmero de barcos serefiere, el doble de la nuestra, contando con 135 navos, 24 de ellos de tres

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    ALGUNOS ASPECTOS DE LA MARINA ESPAOLA EN LOS AOS...puentes., de los que slo podran armar 95, teniendo en cuenta su estado deconservacin, marinera disponible, acopio de pertrechos, etc., y para ellotendran que transcurrir dos ao, hasta la vuelta de todos los buques mercantes, ya que los armamentos se hacan a base de marinera en gran parteextranjera. Las tropas de marines embarcaban en poca cantidad. Consideraba, en cambio, que Espaa estaba en condiciones de armar sus buques:

    (...) pero mediante el continuo trabajo de carenas de nuestros arsenales,sera muy raro que no puedan armarse, como se ha visto prcticamente en elDepartamento de Ferrol, en que desde el buque mayor al menor, todos lo hanpodido verificar, lo que se puede asegurar no suceder en ningn gran departanento de la Europa ypor consiguiente en ninguno de la Gran Bretaa (...).Lo que nos confirma que tanto el ritmo de construccin como el de lostrabajos de mantenimiento era satisfactorio:(...) en cuanto a la calidad de los buques de todas las clases, puede ser quemi buen deseo me engae, pero creo las aventajamos mucho. Esto es, en losnavos de tres puentes les excedemos considerablemente en calidad, no slocon mayores que los suyos y de mayor fi.erza, pero ms veleros as como enlos de 80 y 74 en lo general, particularmente con los de la ltima construccinla mayor parte de los nuestros son ms veleros (...).Por ltimo, incluimos una de las consideraciones ms interesantes deeste informe:

    (...) as en el primer ao de guerra y particularmente al principio de ella,tendremos superioridad haciendo los armamentos con puntualidad (como seha hecho en el ao 90 y ste). Con el auxilio de nuestras tropas de Batallonesy Brigadas y pasando con solicitud las matrculas a los Departamentos,podremos tener en la mar a lo menos 30 navos y otras tantasfragatas,. posiblemente antes deque ellos puedan tener la mitad, siendo los navos de losms veleros, repartindose los cruceros de ida y vuelta de sus embarcacionesde las Indias Orientales y Occidentales y del Mediterrneo se les puede hacerun dao extraordinario y perjudicial, no slo a su comercio, sino lo que estodava de mucha mayor entidad, para retardar muy considerablemente susarmamentos, con la gente que se pueda apresar de sus embarcaciones (...).Es muy poco frecuente encontraren obras de esta poca algo referentea estudios, planes o ideas sobre operaciones navales; esto se debe.a que las.ordenanzas vigentes concedan al inspector general y a los capitanes generales solamente determinadas facultades administrativas, negndoseles lacapacidad, de decisin en lo referente a las operaciones navales,.sinque porotra parte existiese nada parecido a un Estado Mayor Central; salvo duranteel breve perdo del eficaz y sencillo Almirantazgo de Ensenada.Finalmente incluiremos unos datos que ns permitirn comprobar elsatisfactori funcionamiento de la Marina, en estos aosComenzremos:por calcular elgastoanual de los arsenales, constituidopor el de las compras de material y el pago de los jornales de laMaestranza:si aceptamos la media de los aos 1784, 1786, 787 y 1789, el gasto ascendaa 64 millones de reales, aproximadamente.: . Ao 1985

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    L. BOADO Y GONZALEZ-LLANOSPara hacer la estimacin de la parte de este gasto dedicado a las nuevasconstrucciones, tomaremos como mdulo el coste de un navo de a 74; para

    obtener el del navo de tres puentes habr que multiplicar el anterior por1,5, y-para el de una fragata por 0,75; dado que durante el perodo se constiuyeron anualmente 3,5 navos de a 74, cuyo coste con todos sus pertrechosera de unos 7,5 millones de reales, se deduce que la cantidad anual dedicadaa este fin era de 26,5 millones, restando 37,5 para el mantenimiento de losbuques en servicio.El coste anual de mantenimiento del buque aceptado como mdulo es deunos 0,4 millones, en l se incluye el de las carenas y el del reemplazo peridico de sus pertrechos, en este caso por tratarse de tiempos de paz, se lessupone debidamente almacenados, con lo que la vida til era, tomandocomo ejemplo la jarcia y el velamen, de unos 15 aos. Dividiendo la cantidad citada de 37,5 millones por este coste medio, resulta que el resultado esel suficiente para mantener 93 navos del tipo elegido, o su equivalente, encondiciones de ser inmediatamente armados, lo que concuerda bastante conla fuerza naval existente.Gravina, en el informe ya citado, incluye el gasto de la Marina inglesa enel quinquenio 1786-1790, cuyo promedio anual fue de 2.239.022 libras, queal cambio de 100 reales y 14 maravedes, son algo ms de 226 millones dereales anuales, es decir, un gasto no excesivo para una Marina que, aunqueera el doble de la nuestra, tena menor nmero de personal permanente, loque nos confirma la impresin de normalidad a que nos referamos.Tercer perodo.Como ya hemos indicado, consideramos la cada deFloridablanca como el hecho divisorio; indudablemente existieron otroscontemporneos de mayor trascendencia, pero ste, en cierto modo, losresume y est ms prximo a los acontecimientos que tratamos de exponer.Lo grave de la cada de Floridablanca fue que sus sucesores se propusieron como tarea primordial paralizar y destruir una obra indudablementepositiva para Espaa.Para resumir lo ocurrido en lo referente a la Marina en este tercer perodo, que abarca diez aos, hasta la llegada al Ministerio de Marina delteniente general Grandallana en abril de 1802, transcribimos el siguienteprrafo del manuscrito 471:

    (...) no pudiendo deducir ni aun con aproximacin las consignacionesordinarias y extraordinarias por no hacerse entonces esta subdivisin, y porla aplicacin que siempre se haca al caudal en objetos de ms urgencia, se hahecho prudentemente el cmputo y sealamiento de estas cantidades del totalaprobado anualmente, aunque no se haya librado, mayor dificultad seencuentra desde el ao 93 al de 801, porque no librndose ni con mucho loque se peda resultaba una deuda que reca considerablemente cada ao conlos muchos gastos de armamento, de modo que se incurri primero, en lapoca exactitud y despus en una confusin que no se desvaneci hasta el aode 1802, y de aqu resultaban peticiones monstruosas (...)Procediendo de forma anloga a la del perodo anterior, vernos que la10 11

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    ALGUNOS ASPECTOS DE LA MARINA ESPAOLA EN LOS AOS...media de los gastos de los arsenales fue de 114 millones (aos 95, 96, 99,1800), con lo que se poda haber construido 15 navos de a 74 al ao, o mantener en perfecto estado 114. En este caso, aplicamos un coste anual de unmilln de reales, que es lo que corresponde a un navo de esta clase armadoal tratarse de aos de guerra, con lo que la vida media de algunos de los pertrechos era notablemente ms baja, siendo para el velamen y la jarcia delabor, de unos cuatro aos. En este perodo se.termin con gran retraso laconstruccin de cuatro navos, y al final los existentes estaban en muy malestado.La cantidad percibida durante estos aos por la Marina fue del orden delos 160 millones anuales, menos de los que solicitaba. De los 178 millonesreclamados a Hacienda en 1802, prcticamente la totalidad corresponda asueldos y jornales impagados. El prrafo transcrito seguidamente, ademsde su importancia intrnseca, sirve para comprobar la cifra anual de 160millones, ya que el Departamento de Cdiz en aquellos aos vena percibiendo la mitad aproximadamente del presupuesto de la Marina:

    (...) Cdiz 1798. Por Oficio del Tesoro General del Reino, se infiere quelas consignaciones ordinarias y extraordinarias de este Departamento, ascienden a 132,5 millones de reales pero que por aquella Tesorera General no sele consignaba ni se le poda librar ms que 82,5 como el ao anterior, de locual resultaban varias contestaciones entre los Ministerios de Hacienda y deMarina. Estas contestaciones parece que fueron origen de la Ordenanza Econmica (...).Por esta ordenanza, cuyo nombre completo es el de Ordenanza de S. M.para el Gobierno Econmico de la Real Hacienda de Marina, promulgada en1799, la Marina fue despojada de todas sus facultades econmicas,pasandoa depender del Ministerio de Hacienda. Lo mejor que se puede decir de estadrstica disposicin es que fue totalmente intil; si con la anterior de arsenales de 1776 se haba conseguido una eficacia notable, la solucin de los problemas no estaba en variar lo ordenado, sino en hacer que se cumpliera.

    En medio de este desorden econmico y orgnico, ocurri el combatedel cabo de San Vicente, cuyo resultado fue causado no slo por estas circunstancias coyunturales, sino tambien por defectos permanentes en el sistema de la Marina.Para terminar esta poca haremos un recuento del nmero de navossupervivientes y, a continuacin, expondremos el estado en que se encontraban:Dados de baja por mal estado7Entregados a Francia. 7Naufragios3Perdidos en combate. . . :.40Total de bajas

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    L. BOADO Y GONZALEZ-LLANOSNuevas construcciones4Entregado por su comandante francs1Total de altas5

    En 1791 existan 75, por lo que el nmero de navos en 1802 era de 53,que segn el estado remitido a Madrid desde los Departamentos en diciembre de 1802 se encontraban en la siguiente situacin:En obras de carenas3Exigen carena17Sin reconocer4Total24Es decir, quedaban 29 navos en estado de poder ser armados, aunquevarios de ellos sin valor militar apreciable. Se cuenta adems con uno de LaHabana correspondiente a los buques que componan la escuadra de Aristizbal.Cuarto perodo.Corresponde, como ya hemos dicho, al Ministerio deGrandallana, que realiz una labor ingente en varios campos, a pesar delcorto espacio de tiempo que permaneci en el cargo.

    En lo referente al material, consigui que se suprimiera la ordenanzaeconmica de 1799, que tena maniatada a la Marina, llegando a un acuerdocon el ministro de Hacienda, del que indicaremos los puntos fundamentales:1. Hacienda se haca cargo de las deudas de Marina (178 millones), delos cuales 161 se deban al personal de los distintos Cuerpos.2. Se asignaban 60 millones anuales para sueldos y jornales que nopodran salir de esta asignacin por ningn motivo.3. Una cantidad igual se destinaba a adquisiciones de los arsenales.4. Todo gasto extraordinario de armamentos o de construccin se propondra separadamente y no se llevara a efecto hasta que se librasen lascantidades necesarias.Continuando con esta labor de saneamiento financiero, transcribimos:(...) desde que en principios de Abril entr en el Ministerio de Marina elExcmo. Sr. D. Domingo Grandallana, se ocup eficazmente de descubrirlosmales graves y ocultos-en los principales Ramos constitutivos de la Armada,en la averiguacin de las existencias de los Arsenales, del adelanto en el trabajo, en el ahorro de compras intiles y verificacin de las necesarias y sobretodo, en aclarar las deudas de los aos pasados y simplificarlas en adelante,de resultas, hizo varias reformas y enmiendas en los gastos de Muirina y cuyas

    economas y averiguaciones, pudo conseguir que de los 117 millones que a suentrada ene Ministerio se deba o se supona deber a la Marina se rebajasen98, y qi.e de las 80 restantes se pagaran 20 en poco ms de medio ao delsobrante de la consignacin ordinaria (...).- En 1803 consigui un presupuesto extraordinario de 30 millnes paraterminar de pagar en el ao el resto de la deuda, con el auxilio de l consig

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    ALGUNOS ASPECTOS DE LA MARiNA ESPAOLA EN LOS AOS...nacin ordinaria, este plan no se pudo llevar a cabo totalmente debido a lasituacin internacional, que, presagiaba un rompimiento de hostilidadesentre Francia e Inglaterra, por lo que se dedic parte del caudal a la preparacin de los buques.El personal.

    Durante el perodo que abarca el ministerio de Grandallana se realizuna importante modificacin que afect a las Matrculas de Mar, las cuales,como consecuencia de la ya citada ordenanza econmica, haban pasado adepender del Ministerio de Hacienda. La solucin fue pasar las matrculasa cargo del Cuerpo General, como queda indicado en la Ordenanza de S. M.para el rgimen y gobierno de las Matrculas de Mar, publicada en agosto de1802.Es mi voluntad, que segn tengo por mi Real Decreto de 1800 estn lasMatrculas de Mar a la inmediata y nica orden del Cuerpo Militar de miArmada Real.Esta nueva ordenanza supone el encuadramiento casi militar de todo elpersonal matriculado; se agrupaba la marinera de cada pueblo en Trozos;y la reunin de los Trozos correspondientes a una provincia martima, constitua un Partido, la de varios Partidos un Tercio, cuya capitalidad era la deuna de las provincias elegidas. En cada uno de los Departamentos existanvarios Tercios, concretamente tres en el de Cdiz y Ferrol y cuatro en el deCartagena.

    - (...) de modo que el Tercio de cada capital se reputar como un regimiento de Milicias Navales, sus .partidos como otros tantos Batallones, y losTrozos como Compaas (...).El mando de los Tercios de un Departamento lo desempeaba un jefe deescuadra, con la denominacin de comandante general de los Tercios, el decada uno de ellos un brigadier, y as sucesivamente.El capitn de navo Salas, en su Historia de la Matrcula de Mar, calculael nmero de matriculados de servicio partiendo de la cifra total de lasmatrculas y restndole la correspondiente al personal de Maestranza. Aunque el proceso es correcto, la cifra resultante parece excesiva.La matrcula de 1786, que es la que utiliza Salas, se compona, en general, una vez deducida la Maestranza, de 51.381 hombres, y para el Departamento de Cartagena en particular, 23.216; comparando esta cifra con lacorrespondiente a la revista realizada en este mismo Departamento en 1795,en la que no figuran las islas Baleares, y restando en la de 1786 el nmerode alistados de estas islas, nos resultarn 18.126 matriculados en 1786 y18.176 en 1795.La revista de 1795 viene desglosada por clases de matriculados y elnmero que figura como marinera de servicio es de 10.158, siendo losrestantes, jubilados, muchachs, inhbiles y patrones, es decir, un 60 por100. Como datos ilustrativos aadiremos que de esta cantidad se enconAo 1985

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    L. BOADO Y GONZALEZ-LLANOStraban 4.621 en campaa, dado que se trataba de un ao de guerra, unos3.000 eran desertores y el resto apareca como presentes o ausentes enconocido destino.Si examinamos las matrculas correspondientes a las revistas de 1755 enCartagena y la de 1759 de Ferrol, podemos comprobar que la proporcin del60 por 100 es muy aproximada, por lo que estimamos el nmero de matriculados movilizables del orden de 30.000 a 35.000.Si es poco exacto el clculo de personal matriculado de servicio, muchomenos lo es el del necesario para un armamento, pues, segn se indica ennota a pie de pgina, se tomaron de los manuscritos del Marqus de la Victoria los nmeros totales de las dotaciones de cada tipo de buque, multiplicndolos por los totales de los buques existentes de cada tipo armados simultneamente, sin considerar la composicin de las dotaciones.Tomamos del Reglamento de Dotaciones de 1803 lo necesario para losdos tipos de buques ms caractersticos en nuestra Marina:

    Navo Fragatadea74 dea74

    Tropa de batallones y brigadas225 75Artilleros de Mar y Marineros220 120Grumetes y Pajes114 68El nico personal procedente de la matrcula era el de artilleros de mary marineros. El grumete era un hombre de cubierta y poda ser de la clasede voluntarios no matriculados. En la ordenanza de 1802 figuran los siguientes prrafos, que nos confirman esto:Art. 11, Ttulo XII:(...) y el que no la tuviere (campaa hecha) se le dar el abono de Marinero, debiendo despus sufrir el descuento correspondiente, si por falta de resolucin para trabajar a bordo por alto debiera descender a la Grumete, y en elmismo hecho, quedar en la clase de voluntario, mediante a no deberlo estaren la de matriculado en dicha ltima plaza (...) del mismo modo habiendoalgn Grumete que por su agilidad en los trabajos por alto, se hiciese acreedor a la de Marinero, podr sealrsele por el Comandante del Bajel, con lasformalidades de la Ordenanza (...).Art. 47. Ttulo IV:(...) y en los armamentos para la guerra proveer dicha clase de Grumetesel Gobierno por iguales medios que se valga para reemplazar los Cuerpos deInfantera del Ejrcito (...).Si sumamos en el cuadro anterior el personal matriculado necesario porReglamento para dotar a un navo de a 74 o una fragata de a 34, nos resultar que el nmero es de 340, y tomando slo la mitad de la matrcula, es

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    ALGUNOS ASPECTOS DE LA MARINA ESPAOLA EN LOS AOS...decir, a una sola de las dos brigadas de campaa, se podran armar 44 navose igual nmero de fragatas, armamento pocas veces alcanzado.Se puede alegar que esta Ordenanza es tarda, pero hay que tener encuenta que con frecuencia las ordenanzas que se publicaron recogan hechosconsumados; como ejemplo podemos decir que la conveniencia de colocarlas matrculas bajo el mando de oficiales del Cuerpo General, era una opinin sentida y expresada con bastante anterioridad.Los costos del personal matriculado, cuando era movilizado, eran altos.A continuacin indicamos los sueldos diarios en aguas de Europa, as comoel de otras clases, para que sirva de comparacin:Artillero de mar de preferencia5 reales.Artillero de mar ordinario4 reales y6 maravedes.Marinero3 reales.Otras clases:2. Contramaestre6 reales.1. Sargento de Batallones4 reales.Granadero de Batallones2 reales y1 maraved.1. Condestable de Brigadas5 reales y

    10 maravedes.Artillero de Brigadas2 reales y4 maravedes.Otro factor que encareca notablemente los armamentos era el costo dela racin de armada, que a la salida de los almacenes de provisin era de 4reales y 20 maravedes, y para su consumo a bordo se contabilizaba en 5.rea-les por prdidas, gastos de embalaje, etc. Este gasto no gravitaba sobre lospresupuestos de Marina, pero s incida sobre la Hacienda y, por tanto,

    sobre la posibilidad de sta de poder o no pagar otros gastos.El problema de la matrcula era el de la falta de pago, pues los sueldosreseados eran superiores a los jornales medios de la vida civil. En 1790, conmotivo del conflicto de Nutka con Inglaterra, se realiz un rpido y oportuno armamento general, dada la ndole del posible enfrentamiento; posteriormente, en 1793, cuando se entra en guerra contra Francia contando conla alianza inglesa, se vuelve a hacer Otro armamento general, esta vez totalmente inoportuno y de funestos resultados para la matrcula, pues Haciendano pudo atender al pago de sus haberes, debido a las ms urgentes necesidades del Ejrcito.Una de las decisiones ms importantes de Grandallana, una vez publicada la nueva ordenanza, fue hacerque se llevase a cabo el pago de todaslas deudas con el personal de la matrcula, lo que en El Ferrol fue realizadopor Escao, comandante principal de los Tercios de este Departamento, yAo 1985

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    L. BOADO Y GONZALEZ-LLANO5cuya labor est citada por su bigrafo y admirador Vargas Ponce, que describe cmo este pago restableci en forma muy notable la confianza de losmatriculados, facilitando los armamentos llevados a cabo con motivo de lanueva guerra contra Inglaterra.Juicio sobre la marinera.

    Del parte dado por el citado general Escao despus del combate deTrafalgar entresacamos las siguientes frases: Toda la tropa de Infantera yArtillera se ha portado con la mayor bizarra, las bateras han estado bienservidas, etc., pero no podemos decir lo mismo de las maniobras ni de losmarineros (...). La clase de los Contramaestres y Guardianes, se debe considerar endeble, la falta de navegar y la repugnancia que tienen muchos buenoshombres de mar a entrar en aquel servicio, lo ha hecho decaer en algunosaos a estaparte, cuando es lo ms necesario a bordo de los navos. -La marinera estaba dividida en tres clases, matriculados, voluntarios ygente de leva o de presidio. Los matriculados eran gente honrada, pero lamayor parte de ellos eran pescadores que no haban navegado en buques decruz. Entre los voluntarios haba buenos marineros; pero, en general, eragente que no conoca la disciplina, sin hogar conocido, sin amor al servicioy sin el entusiasmo que tienen los cuerpos organizados; la mayor parte de lagente de leva ejerca un efecto perjudicial a bordo por falta de disciplina.Lo expresado por Escao en estos prrafos nos da idea clara de que unode los puntos dbiles de aquella Marina era, sin lugar a dudas, el no contarcon un cuerpo de contramaestres debidamente construido. Estaban considerados oficiales de mar, clase en la que figuraban los carpinteros, calafates,veleros, cocineros, etc., lo que parece indicar una especie de Maestranza.Extraa que no se hubiera formado este cuerpo de una manera ms militar,pudiendo haber servido de ejemplo el de brigadas, en las que un simple artillero por su formacin militar y conocimientos profesionales, estaba capacitado para tomar el mando en combate de uno o ms caones, y, por supuesto, el de sus sirvientes. No cabe duda que un cuerpo de contramaestres asconcebido hubiera sido eficaz para encuadrar al conjunto de la marinera.Ordenanza Naval.

    En septiembre de 1802 se promulga la Real Ordenanza Naval para losBajeles de su Majestad, otro de los cambios fundamentales introducidos porGrandallana.El resultado del combate de San Vicente demostr los defectos de laanterior ordenanza de 1793, el primero, no sealar claramente las normaspara el combate a los generales y comandantes, ya que, si bien unos actuaron con decisin e iniciativa impulsados por su honor militar, otros no lohicieron as, escudndose en la falta de rdenes concretas y seales adecuadas. Otro de sus defectos qued demostrado durante el desarrollo del con

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    L. BOADO Y GONZALEZ-LLANOSEstos objetivos: iniciativa, apoyo mutuo y extremada resistencia, son losque se destacan en estas ordenanzas como principales normas de la actua

    cin de Ios.comandantes en el combate, y estas normas estn apoyadas porun severo cdigo penal, que prev la pena de muerte para todo comandanteque no les de el ms exacto cumplimiento (ver artculos del 32 al 41 delttulo 40 y del 1 al 20 del ttulo 33.).Para apreciar el endurecimiento que supuso respecto a las leyes penalesla nueva ordenanza, vamos a exponer la responsabilidad exigida a uncomandante que hubiese rendido su navo segn la de 1748 y la de 1802:Artculo XVII. Para que el Consejo de Guerra pueda formar juicio,fundar su parecer, determinando las penas que corresponden a los Oficialesde Guerra por faltas esenciales a su obligacin en materia del Servicio, se tendr presente lo siguiente. Todo el que mandare Vagel armado en Guerra,estar obligado a defenderlo cuanto lo permitan sus fuerzas, a correspondencia de las de los enemigos que lo atacaren y si alguno faltare en esto, ser privado de su Empleo; y en caso de que la defensa haya sido tan corta que hayaentregado el Vagel indecorosamente, y sin acuerdo de sus Oficiales, podrextenderse la sentencia hasta la de muerte.Artculo XVIII: Cuando se tratare de examinar la conducta de algnComandante, que hubiere entregado su navo en los trminos explicados,deber tambin hacerse cargo a el que mandaba en Segundo, y a los demsque hubieran votado su entrega;pues en el caso de que el Comandante se niegue a hacer la defensa regular, doy facultad a el Segundo, para que deacuerdo con los dems Oficiales de Guerra, lo prenda, y contine el combate.Pero si el Comandante mudando de dictamen, quisiere proseguirlo, ser portodos obedecido, sin novedad.Grandallana tena razn cuando comentaba la extraeza de que bastaseel acuerdo del comandante con los oficiales, para que el hecho fuera menospunible. En las ordenanzas del 1802 el tratamiento es mucho ms severo,como se comprueba en los siguientes artculos:

    Artculo 6: Cuando alguno de mis bajeles sueltos, o en situacin desproporcionada de comunicarse con algunos de sus Jefes, se viera abrumado de lasuperioridad de los Enemigos, y en estado de no ser dable continuar su defensa, no podr su Comandante disponer la rendicin sin consultar a su Segundoy Oficiales; y en caso de acordarla, aunque sea del Comandante la primeraresponsabilidad, los dems la tendrn proporcionada a su graduacin, si eldictamen no hubiera sido conforme con todas las obligaciones del honor ensostener el de mis armas.Artculo 7: En el caso de que discorde el Comandante acerca de rendirse,se decidiese a practicarlo, le declaro despojado del mando, y ordeno alSegundo propietario o eventual, qz.Lelo tome para continuar el combate, yarreste al Capitn a fin de que sea juzgado en Consejo de Guerra.Artculo 8: En hecho de rendir a los enemnigos un Comandante el buquede su mando, se podr en Consejo de Guerra para que sea examinada y juz

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    ALGUNOS ASPECTOS DE LA MARINA ESPAOLA EN LOS AOS...gada su conducta a tenor de esta Ordenanza; y si la defensa no hubiera sidola ms honorfica por su bizarra, ser condenado a muerte; pero en el casode con vencerse la traicin, ser deshonrado antes de perder la vida.Para terminar esta exposicin de la nueva ordenanza citaremos brevemente la obra de Escao: Cuaderno de Tctica Naval, escrita en fechas prximas a la del combate de Trafalgar, y editada con bastante posterioridad,en 1835.Este Cuaderno viene a ser una recapacitacin de sus primeras impresiones sobre el combate, tal como las emiti en la memoria que elev alGobierno el 17 de diciembre de 1805, recapacitacin que tendra lugar en elsilencio y tranquilidad de su gabinete,,segn el prologuista de la edicin dela obra. Grandallana, en la ordennza naval, haba dictado ya algunos preceptos sobre el movimiento en combate, pero Escao lo expone de unamanera ms extensa y acabada.Por una parte es obvio que Grandallana lo escribi antes de Trafalgar;sin embargo, no llegan exactamente a las mismas conclusiones, pues Escono concede iniciativa a los comandantes de los buques, sino a los de divisin,formada por tres o cuatro navos, procurando que tenga facultades parecidas, a un oficial general, segn lo expresa en los artculos 78 y 86:Artculo 86: Pero dirigirse y maniobrar dispersos los navos que no combaten, y sin formar un cuerpo de fuerza suficiente, en muchas ocasiones seracelerar la derrota de la Armada; los Generales de las divisiones debenmaniobrar y operar juntos, reuniendo a los navos que hubieran perdido a susJefes; pero ningn Capitn por su autoridad propia debe abandonar a suGeneral para dirigirse slo al fuego de su enemigo, porque probable e intilmente se perderan los que as lo hiciesen, disminuyendo lafuerza del resto dela escuadra.Es probable que haya tenido en cuenta la-experiencia del combate parala redaccin de este artculo; criticando la decisin de los cinco navos que,estando a la vanguardia del punto de corte, sin combatir, viraron para entraren fuego. Sin embargo, los comandantes de estos buques actuaron deacuerdo con lo mandado en los artculos 35 y 36 del ttulo5. de la ordenanza naval. El primero de estos artculos exige el sostenimiento a todacosta de la insignia del general en jefe, y el segundo, continuacin del primero, dice:Tambin ser su obligacin sostener a los compaeros, amigos o aliadosconocidos por tales que estn a su vista; y como en esta general y precisa leyno pueden determinarse los casos y ocasiones en que por s pueda procedersin las rdenes o seales de su General, queda a su inteligencia y valor el dis

    cernimiento en los momentos en que no pueda ni deba esperarse tal precepto,y haya d tomar a impulso de su bizarra una resolucin gallarda, siempreque el General en Jefe no determine lo contrario por sus seales, o lo tuviesedispuesto en sus instrucciones.Si se trata de otro caso real del combate, sera probablemente el delAo 1985

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    L. BOADO Y GONZALEZ-LLANOSnavo Argonauta, que combati en solitario a barlovento de la lnea, segnel testimonio de Escao, testigo presencial y de la mxima calidad.

    Este navo espaol, por srts condiciones extraordinarias de vela hubierapermitido a su comandante realizar la maniobra de salir a barlovento y dingirse solo al encuentro de las columnas que se aproximaban.Para terminar este artculo incluimos una carta que el ya citado D. PedroAbada elev al general Castaos. De su lectura parece desprenderse quefue el combate del Argonauta el que ms impresion a los ingleses:

    Carta del 4 de Noviembre.Excmo. Sr.: Las gacetas inglesas que remit a V. E. contribuyen de un modo especial con el tributo debido al mrito y danbastante idea de cuanto ocurri en el combate el 21 de Octubreltimo, en tanto que se remitan completos detalles, me limito adecir a V. E. que cuando yo contaba encontrar a estas gentes lle

    nas de orgullo e insoportables por su victoria, les he visto bien alcontrario, rindiendo los mayores agasajos a nuestros Oficialesprisioneros, hablando de ellos con el mayor ent1.siasmo. Interiormente con harto dolor su.o, de que la Espaa tiene todavamarinos que presentar algn da con honor a sus enemigos. LosCoroneles de los Regimientos que se hallan aqu de guarnicinme han convidado a porfa para que les lleve a los Oficialesmarinos a cenar con ellos, los nombres privilegiados de Gravina,Escao, Cisneros; Cagigal, Pareja, Uriarte, Valds, etc., sonaqu conocidos y respetados.Tan cierto es que aun los que por la guerra se llaman enemigos, pueden desconocer un mrito que crean empaado en nuestra Marina Nacional. El fuego tan vivo que lucieron los navos Trinidad, Argonauta, Prncipe, S. Ana, Ildefonso,Bahama, Nepom ucen o, Leandro, Montas y Monarca, se recuerda con admiracin, y hay Capitn de Navo queha dicho preferir l una defensa tan brillante a la parte que hatenido en la victoria. Los Comandantes Durham, Harvey,Pedlon, Redmil de los navos Belie-Isle, Temerarie, Conqueror y Poiiphemus, y otros en ct.tya compaa comn en casadel General Fox, se perdan en elogios en referir la firmeza y tiniforme valor de nuestros buques hasta el final de la accin, y nopude por pequea complacencia or las alabanzas que daban anuestro Comandante Pareja del Argonauta, este navo quedtal, que empeados los ingleses en conservarlo, por saber que era

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    ALGUNOS ASPECTOS DE LA MARINA ESPAOLA EN LOS AOS...el favorito de Gravina, echaron toda la artillera al agua, ms lascubiertas y entrepuentes se vinieron abajo, despus se fue apique. El Comandante Durham me ha dicho que observ lafigura de Pareja cuando fue l solo que qued en pie sobre elalcazar. El Trinidad puso al de Nelson de que no haber sidoinmediatamente sostenido por el Temerario y otro, Nelson sehubiera visto en la mayor confusin. Pero la notable diferenciaque tenan los ingleses en navos de trespuentes y en el efecto delas carronadas de grueso calibre, ambas ventajas considerables,y a que atribuyen principalmente el que se decidiese la victoria asu favor, es a lo que debe ms atenderse cuando se quiera formarun recto juicio de este combate, que har poca en la historia denuestra Marina.Los Comandantes Churruca y Galiano murieron hroes, ysus nombres son muy respetados entre estas gentes, tambin deellos han muerto algunos Oficiales y Comandantes de muchocrdito.

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    LAS EMBARCACIONESTRADICIONALESDE SRI LANKANECESITAN UN MUSEO

    Gerhard KAPITAENSri Lanka posee un rico patrimonio cultural nutico, specialmente ensus tradicionales embarcaciones de pesca de bajura. Estas abarcan una granvariedad, que va desde las balsas ligeras y las unidas por barras atravesadas,

    pasando por las piraguas monxilas simples, o ampliadas, con o sin balancn, hasta los botes de tblas con fondo plano.La lista preliminar que se presenta en la tabla 1 no pretende sr completa, pues slo contiene, a excepcin del ejemplar 1.2.1.4, lo que el autorpudo ver y. recopilar mediante anotaciones, fotografas y algn dibujo aescala en seis semanas de viajes, durante 1983 y 1985, en parte de la costaoccidental de Sri Lanka, distrito de Puttelam, entre Chilaw, al norte, hastaGalle, al sur. Un inventario completo de las embarcaciones de Sri Lanka sera, naturalmente, ms amplio, incluyendo un grupo de tiadicionales balsas enquilladas, que an existen en los distritos norteos, como, por ejemplo, las Jaffna Dhoni, mientras que otras. embarcaciones de abotaje, lasYathra Dhoni, ligadas (cosidas) y con balancn, ya hace aos que se consideran extintas (1).Lii tecnologa que se aplica a los divrsos tipos de balsas, piraguas mon

    xilas y botes de tablas ligadas sobre piraguas monxilas, muestra en estastradicionales embarcaciones de Sri Lanka mtodos y tentativas primitivasdel hombre para hacerse a la mar, ilustrando sobre los orgenes de l navegacin. Por ello, este legado cultural nutico es de la mayor importancia noslo para esta nacin, sino tambin para el mundo entero. Probablementeno haya otro pas con tal riqueza y variedad de embarcaciones tradicionales.Su estudio y conservacin resultan, por ello, una importante misin cientfica y cultural que debe resolverse ahora, si se quiere obtener un mejorconocimiento de los primeros pasos del hombre para crearse medios detransporte sobre el agua. La nica solucin eftiva para asegurar la conservacin del legado nutico en Sri Lanka consistira en la creacin de unmuseo para estas embarcaciones tradicionales.Urge coservaf est patrimonio porque estas mbarcaciones tradicionales estn reemplazndose con rapidez por construcciones modernas, inclusoimitando las tradicionales, hechas de polister-fibra de vidrio y otros materiales., ya que cda vez se necesitan ms ante la urgente neceidad de aumentar la produccin pesquera. Algunos modelos tradicionales ya se han extin

    (1) Hornell. 1943,p. 43 y ss.Ao 1985

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    LAS EMBARCACiONES TRADICIONALES DE SRI LANKA...guido o se estn extinguiendo, despus de haber sido usados durante centenares o miles de aos.Por ejemplo, de los Kattumarams de tres troncos, en su tiempo ampliamente representados en el puerto pesquero de Colombo, Modera (= Mutwal) (2), slo quedaba un nico ejemplar, y ste aun en mal estado, enfebrero de 1985 (u. 2). Esta balsa seguramente no resistir ya ms de unao, y no es probable que se vuelva a hacer otra para reemplazarla.La situacin de los Kattu,nararns de cuatro troncos en Modera, movidosa pala o remo, no es mucho mejor. Slo pocas de estas balsas ligadas, de lasque las menores miden entre 5 y 5,5 metros de eslora, siguen siendo de usoregular para la pesca, pero la mayora ya tienen los troncos muy viejos yagrietados. En el rompeolas.occidental del puerto se conservan tres o cuatrode los Kattumarams de cuatro troncos d unos 7 metros de largo (il. 3). Casisiempre algunos estn desmontados para secar. En dos balsas haban sidorenovados recientemente los troncos centrales, los ms largos, mientras quelos exteriores eran viejos, muy agrietados. El nmero total de Kattumaramses actualmente de slo 13 a 14 en Modera.Teppams: Pequeas balsas de cuatro troncos unidos por barras atravesadas (tabla 1, 1.2.1.2.1) an son numerosas. En Hegombo, distrito de Gampehe, existen bastante ms de mil en las playas de mar y de laguna. Ahorabien, en algunos lugares ya ha desaparecido ms de la mitad desde 1983,habiendo sido sustituidos por pequeos botes abiertos de polister-fibra de

    vidrio con motor fuera-borda. Estas construcciones modernas, de un astillero de Negombo, ya son mayora en muchas playas.En Hikkaduwe, distrito de Galle, declina el nmero de pequeos velerosPalu-Oruwe, tanto en el puerto pesquero como en la playa adjunta, frenteal aumento en el uso de motoras de madera, de diseo europeo, para lapesca de altura (Cfr. il. 13). El tipo Madel-Paruwa(iI. 16 y tabla 2.2.2) deGalle, usado para situar las redes que luego se estiran desde la playa, es unacJiscin pculiar, en la que dos troncos huecos hacen de pantoque. Estetipo parece tener una extensin muy limitada y quiz haya sido siempre deuso local. Slo quedan cuatro barcas, tres en uso y una desmontada en Katugoda, un suburbio en una baha vecina a Galle. En cambio, el tipo corrientede Madel-Paruwa, equipado con balancn, sea a babor o a estribor, slo seutiliza en una rea limitada cerca de Bentote, en el extremo norte del distrito de Galle. Quiz sobrevivan unos 10 ejemplares.En ros y canales ya son escasos los transbordadores formados por doscanoas monxilas. Tambin en este caso se sustituyen por polister-fibra devidrio y las reparaciones de las canoas con hoja de plstico an pudren lamadera ms de prisa, pues impiden que se sequen. Un tipo de bote paratransporte en aguas interiores, el Padda, construido segn las lneas generales del Madel-Paruwa, pero extraordinariamente grande y con un techo abovedado es una rareza. El nico ejemplar conocido por el autor consiste sola

    (2) James Hornell. 1943, p. 53.Ao 1985 27

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    LAS EMBARCACIONES TRADICIONALES DE SRI LANKA...mente en las mal conservadas estructuras de uno, ya fuera de uso, asentadoen una playa al norte de Negombo, cerca de la desembocadura del ro MahaOya y del canal holands, cegado por el lodo en la actualidad en su mayorparte. Cascos para Oru (singular Oruwe), canoas monxilas ampliadas conaltas bordas y balancn se construyen desde hace aos de polister-fibra devidrio, y tambin. en algn caso los flotadores de los balancines. Otro astillero que trabaja con polister en Colombo los suministra en grandes cantidades, principalmente para la costa Suroccidental. Algunos tambin sehacen en Negombo. Pero independientemente de ello, ya ha declinado en un20 por 100 desde 1983 el nmero de los grandes Oru a vela en Negombo. quesalan hacia el norte a la pesca de gambas (fig. 8). Puede que esto se debaa los esfuerzos para multiplicar la flota para la pesca de altura con barcos amotor, tanto de madera como de polister-fibra, pero tambin a la disminucin de la pesca de bajura.Mltiples factores causan la extincin de los originales modelos de madera. No se puede saber con seguridad cundo un determinado tipo desaparecer definitivamente. Lo que es seguro es que el proceso es irreversible yseguir su curso, en forma similar a lo ya sucedido en los pases europeos yotras partes del mundo, donde los cargueros a vela han desaparecido y losbotes a vela para la pesca son curiosidades restringidas en reas marginales.Cmo se puede organizar y gestionar un museo para estas embarcaciones tradicionales?Podra ser un museo de la pesca y los pescadores. Deberan estar representados todos los tipos principales de embarcaciones tradicionales, tantomartimas como de aguas interiores, por lo menos por un ejemplar caracterstico, con los subtipos ms importantes. Las embarcaciones tendrn queconservarse en bueiias condiciones, aplicando, en caso necesario, los productos qumicos protectores, segn la amplia experiencia de la que ya se dispone.Junto con los accesorios de las naves expuestas, como son las pagayas,remos, timones, mstiles y velas, ncoras, achicadores, cabullera, etc.,deberan presentarse tambin las artes de pesca, con sus diferentes tipos deredes, llevando los originales flotadores de madera y lastres de piedra, sedales, anzuelos, nasas, etc.Tal Museo de la Pesca quiz como seccin de un Museo Martimo,como el que se est gestionando para Sri Lanka por el Dr. H. W. Jayawardene, director del National Acuatic Resurces Agency, en Colombo proporcionara una viva imagen de la vida de los pescadores de Sri Lanka si seincluyese todo el conjunto necesario para la labor de estas gentes en sus playas: los elementos para varar, mantener y almacenar sus cabaas tpicas consu inventario; el trabajo de los maestros de ribera dando forma a los troncosdeAas balsas o vacindolos para las canoas monxilas y Oru. Todos losmodernos mtodos de presentacin, adems de modelos y dibujos, podranexplicar los diversos sistemas de navegacin y pesca en uso con las embarcaAo 1985

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    LAS EMBA RCAClONES TRADICIONA LES DE SRI LANKA...ciones expuestas, as como otros detalles que no quedan explicados.con lasimple exposicin.Publicaciones bien ilustradas, populares y cientficas, sobre todos lostipos de embarcaciones y su equipo reunidos en el museo, postales, diapositivas, modelos a escala y tambin estampados decorativos con los correspondientes motivos podran estar a la venta y ayudar, con los derechos de entrada, a sufragar los gastos.Como anexo cabra un departamento para investigadores de este legadonutico, una de cuyas primeras misiones sera el inventario de las embarcaciones tradicionales an xistentes, documentndolas con fotografas y planos. Estudiosos y expertos, especialistas en tecnologas de pesca, historiadores en nutica, construccin naval y otras ciencias disfrutaran as de la ventaja de encontrar reunidos todos los elementos que actualmente hay quebuscar a travs de fastidiosos y costosos viajes a muchos lugares distantes alo largo de estas costas. Adems de estos investigadores habra otros visitantes. Esencialmente la juventud de Sri Lanka, y especialmente la de los colegios de los barrios de pescadores, puesia joven generacin querr sabercmo salieron a pescar sus antepasados y qu artes usaron. Tambin ir elpblico con intereses generales, habitual en todos los museos, incluyendo amiles de turistas que van a Sri Lanka y para los que puede ser un alicientems.El problema est en la financiacin. No tanto en el coste de adquisicinde las embarcaciones a exponer, que ser relativamente reducido, sino enmontar todo lo dems. Posiblemente pueda ayudar la UNESCO, a la que laComisin Nacional para el Legado ultural en Sri Lanka est adherida,pues la ayuda exterior es indispensable, considerando la situacin econmicadel pas. Quiz pueda ayudar alguna organizacin diferente, pues de otraforma se perder esta ltima oportunidad de conservar un legado cultural.

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    LAS EMBARCACIONES TRADICIONALES DE SRI LANKA...TABLA 1

    Clasificacin preliminar de las embarcaciones tradicionales en Sri Lanka1. Balsas.1.1. Balsasligadas improvisadas.1.1.1. Debamb, con plataforma de tablas, para recoger arena. RoMha Oya, prximo a Negombo, distrito Gampahe.1.1.2. .De ramas, para aportar coral a hornos de cal, usando comopagaya trozos de ramas de cocotero, o arrastrndolas a nado.Hikkaduwe, distrito de Galle, 1983.1.2. Balsasde troncos, con forma.1.2.1. Detroncos atados con pieza de proa: Kattumarams de los pescadores tamiles. Uso originario de los distritos norteos.1.2.1.1. Kattumaram de tres troncos con una pieza de proa, movido porpagayas (?). Un nico ejemplar en el puerto pesquero de Modera, Colombo.1.2.1.2. Kattumaram pequeo de cuatro troncos con doble pieza deproa, un remo y un bamb partido como pagaya, que tambinsirve de timn, con tripulacin de dos personas. Modera, Colombo.1.2.1.2.1. Kattumaram pequeo de cuatro troncos sin pieza de proa, mo

    vido por pagayas (?)..Los troncos centrales que sobresalen enproa ligeramente elevados. Modera, Colombo, un solo ejemplar.1.2.1.3. Kattumarams medianos y grandes, de cuatro troncos con doblepieza de proa, dos remos y pagaya-timn, con tripulacin detres personas. Modera, Colombo.1.2.1.4. Kattumaramgrande de cinco troncos. Distrito de Mannar, origen India?1.2.1.4.1. Kattutnara,n Maramma motorizado de cinco troncos con larga pieza de proa formada por tres troncos. Parte posterior deltronco central ms corta con bloque de madera para fuera-borda. Wennapuwa, distrito de Puttalam.1.3. Balsasde troncos con travesao por el interior. Usadas p1inci-palmente por los pescadores tarniles.1.3.2.1. Teppamsde cuatro y cinco troncos movidos a pagaya hecha debamb partido, con un solo tripulante, en algn caso dos. Distritos de Puttalam, Gampaha y Colombo, uso concentrado enNegombo, raro al sur de Colombo.1.3.2.1.1. Teppams improvisados, formados por slo tres troncos, o sinlos travesaos interiores, simplemente atados. Ejemplares delos primeros en Negombo y de los segundos en Modera, Colombo.2. . Barcas monxilas y monxilas ampliadas.2.1. Piraguassin balancn.

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    G. KA PI TA EN2.1.1. Madell-Wallama,con cuatro o cinco bancos para remero, doso tres travesaos, soporte, timn-remo a estribor, en uso paraextender la redde cerco desde la playa. Dos ejemplares en Negombo, distrito de Gampahe, y dos en Wennapuwa, distrito dePuttalam. La Wallama, de pantoque en retorno, procede de losdistritos nororientales de Trincomalee y Mullaittuvo, as comode la India.2.1.2. Sangadarn,canoa doble formada por dos monxilas con plataforma comn, se usa como transbordador en ros y canales.Ro Kalutera, en Remunagoda, distrito de Kalutera.2.1.3. Pequeapiragua monxila con extremos en punta, hecha y

    usada por los maestros de ribera para su trabajo. Astillero paranaves de tablas en la isla de la laguna en Negombo, distrito deGampahe.2.2. Barcasmonxilas con balancn.2.2.1. Pequeasy medianas piraguas monxilas de diversas formassin ampliaciones, pero con balancn, que se usan para pesca ytransporte en lagos y albuferas. Lago Bird Island, en Dodanduwa, distrito de Galle.2.2.2. Piraguasmonxilas ampliadas con altas tablas de borda: Oru,singular Oruwa. Tpicas para la pesca cingalesa.2.2.2.1. Orugrandes, a vela, con dos mstiles de caa de bamb, dos otres tablas-orza a sotavnto (para disminuir abatimento), plataforma en lo alto de los brazos del balancn. Para tripulacinde cuatr. En Negombo, distrit de Gampaha, y otros.2.2.2.1.1. Oru pequeos, con vela, remos o varas, con plataforma en losbrazos del balancn (,tablas-orza a sotavento?), en la laguna deNegombo, distritde Gampaha.2.2.2.1.2. Orupequeos, con pagaya o varas, balancn sin plataforma, enla laguna de Negombo, distrito de Gampaha.2.2.2.2. Madel-Orugrandes con cuatro bancos para remeros, timn-remo a tribordo, para extender la red de cerco que lleva en subodega. Tripulacin de siete o ms. Distrito de Galle, al sur ynorte de Hikkaduwa y en Dodanduwa.2.2.2.2.1. Madel-Oru menores que los anteriores, con plataforma sobrelos brazos del balancn para llevar la red de cerco. Puerto deGalle.2.2.2.3. Pilawa,pequeos Oru a vela o remos, sin tablas en sotavento,dos remos, pagaya-timn, tripulacin de tres, para la pesca conanzuelo. Dodanduwa y todo el distrito de Galle.2.2.2.4. Palu-Oru,pequeos oru a vela, con mstil de madera, y dos tablas-orza a sotavento. Red contenedora al lado del casco y tambin entre los brazos delbalancn y un palo travesao. Tripulacin de uno o ms. Distrito de Galle, Hikkaduwa y a su norte.

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    LAS EMBARCACIONES TRADICIONALES DE SRI LANKA...2.2.2.5. Orupequeos a remos (del tamao y forma de los Palu-Oru,pero menos equipados), con uno o dos remos, para la pesca debajura. Distrito de Galle, Hikkaduwa, Galle y dems.2.2.2.5.1. Oru pequeos, similares a los anteriores, pero con pagaya parala comunicacin entre la playa y grandes barcas de tablas, amotor, para pesca de altura que estn en roda. Puerto pesquerode Hikkaduwa, distrito de Galle.2.2.3. WaIlammotorizados (singular Wallama). Barcas monxilaspanzudas con tablas de borda ms bajas que las Oru, proa enpunta y popa cortada en espejopara fuera-borda. Balancn yremo a babor, pagaya-timn, lmpara de aceite para pesca nocturna. Distrito de Galle, Galle y Dodanduwa.3. Barcasde tablas unidas por ataduras (cosidas) sobre la base deuna monxila: Ampliacin de monxilas tipo Oruwa, generalmente sin balancn.3.1. Madel-Paru(singular Madel-Paruwa) con fondo plano, paraextender la red de cerco, a rem.3.1.1. . Madel-Paru del tipo comn, hechos de dos mitades longitudinales de monxila que hacen de pantoque, con tres a seis bancos para remar, remo-timn en diversas posiciones, al lado o enpopa, tripulacin de seis, siete o ms. Costa occidental entrelos distritos de Puttelam y Kalutara, hacia el Sur, llegando a

    Beruwala.3.1.1.1. Madel-Paru con cuatro bancos para remar, como el tipoanterior, pero con balancn, que en una barca va a estribor yen laotra a babor, segn la direccin en que se extiende la red. Areade Induruwa-Bentota, distrito de Galle.3.2. Madel-Parudel tipo de Galle, con el fondo ligeramenteconvexo en el interior. Proa ms alta y en punta y con dos troncoshuecos para pantoque. Tres a cuatro bancos para remar, remo-timn a estribor. Tripulacin de las mayores, de 13 metros deeslora y ms, hasta 15, si hay 10 remeros. Galle, 1983, y Katugoda, cerca de Galle.3.3. Padda,barcas para transporte, en aguas interiores, construidassegn las Madel-Paru, pero mayores y con techo abovedado cubriendo la bodega. Movidas probablemente de diversa manera,con remos o varas. Actualmente fuera de uso; un ejemplar conlos montantes que soportan el techo en la playa, al sur de la desembocadura del ro Maha Oya, distrito de Gampahe.A todo esto hay que aadir los tipos de embarcaciones construidas con

    tablazn sobre costillajes, que sern expuestas en un futuro trabajo.

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    G. KAPITAEN Tabla II

    Planta, lateral y popa de un Teppam de 3,5 m. de largo (de Kapitaen, 1985; 6, Tafel 1).46 Nm. 11

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    aTabla III

    Dibujo simplificado de secciones: a) del tipo corriente Madel-Paruwa, b) del tipo de Galle delMadel-Paruwa (Kapitaen, 1984:145).

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    G. KA PITA ENB IBLIOGRAFIA

    Bay of Bengal Programme. 1984, Marine small-scalefisheries of Sri Lanka: a general description. (BOBP/INF/6). Madras.HorneO, J.: 1943, The Fishing and Coastal Craft of Ceylon. The Mariners Mirror29.1: 40-53,1 + 6 tavv.Kapitn, G.: 1984, Em geschnrtes Zugnetzboot mit zwei Einbumen in Galle (Sri Lanka).Das Logbuch (Heidesheim) 20.4: 144-150.Kapitn, G.: 1985, Fischerflsse in Negombo (Sri Lanka). Das Logbuch 21.1: 5-8.Pars, E.: 1843, Essai sur la construction navale des peuples extraeuropens, ou collection denavires et pirogues... Paris (2 volumi): 26 ss., tav. 20 ss.

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    FLECOS DE LA HISTORIAEl prncipe burlado

    Luis SUAREZ DE LEZOCoronel mdico de la Armada

    El da 1 de noviembre del ao 1704 falleca en Madrid Carlos II, elltimo rey espaol de la Casa de Austria, dinasta que tantos das de esplendor y grandeza haba dado a Espaa. Este Carlos II, al que los historiadoresdenominan el Hechizado, por no darle otro nombre de los que figuran en loslibros de Patologa Mdica, haba estado casado con una princesa francesa,sobrina de Luis XIV, de cuyo matrimonio no hubo hijos, a causa, sin duda,de la desmedrada naturaleza del Rey.Por aquel tiempo reinaba en Francia Luis XIV de Borbn, el famosoRey Sol, que estaba casado con la Infanta espaola Mara Teresa, hijamayor del Rey Felipe IV y cuado, por tanto, de Carlos II de Espaa, unparentesco ms que aadir a los numerosos lazos de sangre.Podra parecer que, por las relaciones de vecindad de los dos pases ypor los vnculos familiares generados por las bodas reales, ambos cuados y,por tanto, las naciones que ellos regan, habran de mantener buenas relaciones, por desgracia no suceda as, sino que, por el contrario, Luis XIV,un gran intrigante y hombre de enrevesados manejos polticos, viendo quesu persona y su Casa no se abran en Espaa el camino que l hubiera querido, haba suscrito en La Haya, en 1698, un tratado secreto con Inglaterray con Holanda para la reparticin entre los tres aliados del Reino de Espaay de sus dominios, convencido de que poda ser factible dado e1 estado delos asuntos pblicos.Ese tratado, que deba ser secreto hasta la muerte del Rey de Espaa,circunstancia que se esperaba prxima por su precario estado de salud, dejrpidamente de serlo debido al gran nmero de personas que tomaron parteen las negociaciones; lo cual hizo que llegaran las noticias de semejanteacuerdo no solamente a Espaa, donde despertaron la consiguiente indignacin, sino tambin hasta el Emperador d Austria, Leopoldo II, que se sinti gravemente perjudicado, pues se consideraba con derecho al trono; esteenojo fue pronto aplacado por Luis XIV biediante un nuevo tratado, tambin secreto y en el que intervena con papel fundamental el Emperador,que se firm en Londres, refrendndose ms tarde en La Haya, signado porInglaterra y Holanda en mayo de 1700, apenas seis meses antes del fallecimiento de Carlos II.Ao 1985

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    L. SUAREZ DE LEZOPoco tiempo antes de morir en contra de lo que Europa y la mismaEspaa esperaban, el Rey Carlos II hizo testamento, dejando por here

    dero de la monarqua espaola y de sus dominios a Felipe de Anjou,segundo hijo del Delfn de Francia y, por tanto, nieto de Luis XIV y de suesposa, la Infanta espaola Mara Teresa. Con ello quedaba fuera de lasucesin la Casa de Habsburgo, que tambin alegaba sus derechos de sucesin a la corona espaola por ser jefe de la misma el Emperador Leopoldo II de Austria, cuarto nieto de Fernando 1 y hermano del Emperador Carlos de Espaa. Para hacer ms fuerte su reclamacin y evitar el peligro deque se reunieran dos coronas en la misma persona, renunciaba por lEmperador de Austria y tambin por su hijo Jos su sucesor en eltrono, cediendo sus derechos a su segundo hijo, el Archiduque Carlos.Acaecida la muerte de Carlos II, Luis XIV dud entre aceptar aquelinesperado testamento que tanto beneficiaba a su nieto, o efectuar la particin de Espaa y sus dominios conforme a lo pactado. Tras unos cortos dasde duda y consultas con sus consejeros ntimos (aunque, segn algunos historiadores, no lo dud ni un momento) decidi aceptar la herencia en nombre de su segundo nieto Felipe de Anjou, que era un muchacho de diecisieteaos de buen aspecto y agradable porte.Consecuentemente, das ms tarde se celebr en Versalles la proclamacin solemne del nuevo Rey de Espaa, con el nombre de Felipe y, quienpoco despus se dirigi a Madrid, adonde lleg el 14 de abril de 1701, celebrndose en palacio al poco tiempo la ceremonia del juramento, a la queacudieron todas las autoridades importantes de la nacin y los representantes de los reinos que la integraban.Felipe V fue reconocido como Rey de Espaa por los de Portugal, Suecia, Holanda, Gran Bretaa, Francia, Saboya y por los gobiernos de Malta,Venecia, Toscana, Maguncia, Parma, Mdena y las ciudades hanseticas;tambin lo hizo el nuncio de Su Santidad, que haba estado un poco remiso,como consecuencia de unos asuntos pasados en Npoles.

    Pero poco tiempo despus, la inexperiencia poltica del nuevo Rey y laineptiti.id de algunos de sus ministros, mal aconsejado y controlado por losembajadores franceses y otros personajes enviados desde la corte de Versalles, fueron enajenndole la buena voluntad de muchos espaoles al come-meter errores polticos graves, como permitir que unos pequeos destacamentos espaoles se unieran a las tropas francesas para entrar en son deguerra en la zona flamenca, considerada como zona de seguridad por losnaturales del pas, que con ello se sintieron atacados por Espaa.Otro error de mayor gravedad y trascendencia poltica fue el reconocercomo heredero de Inglaterra al hijo de Jacobo Estuardo, lo que constituytan grave ofensa para Guillermo de Orange, el entonces Rey de Inglaterra,que mand salir urgentemente de la corte de Francia a su embajador en e la,Lord Manchester, y expres claramente al de Francia en Londres, Mr.Poussin, el gusto con que vera que se marchara de Londres; fue prcticamente una ruptura de relaciones.50 11

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    L SUAREZ DE LEZOHesse Darmstadt, que conoca muy bien Espaa; haba sido en tiempos deCarlos II Virrey de Catalua hasta la llegada del Rey Felipe.

    En el Estado Mayor del Archiduque los criterios sobre el lugar por elque se deba iniciar la invasin por mar de la pennsula estaban divididos;Darmstadt se haba mostrado siempre partidario de comenzarla por Barcelona, donde tanto l como el Archiduque tenan amigos y partidarios, peroen vista del mal resultado del primer conato, se decidi efectuar el ataque enalgn lugar de la costa de Andaluca, que era el segundo punto sealado porel Estado Mayor del pretendiente, as es que descartado Cdiz, y conociendo la falta de defensas en que se hallaba la plaza de Gibraltar, se decidique sta era el lugar indicado para efectuarlo, decisin a la que seguramenteno sera ajeno el almirante, ya que desde los tiempos de Oliverio Cronwell,en 1656, esta plaza haba sido objeto de la atencin britnica.Enterados de la indefensin de la plaza en aquel momento, decidieron,en vista de la enorme diferencia de fuerzas, atacarla mediante un fuerte yrepentino asalto, en lugar de tantear un asedio que, por riguroso que fuera,podra ser muy largo y dar tiempo a que llegaran refuerzos enemigos quecomplicaran la accin o la impidieran totalmente. Por ello, el da 1 de agostode 1704 se present la escuadra aliada en la baha con 61 buques de guerra,armados con 4.102 caones y 25.585 hombres para el desembarco. Excesivoselementos de ataque para una plaza, fuerte por sus condiciones geogrficas,pero que estaba defendida tan sld por poco ms de un centenar de hombres, con un centenar de caones, de los cuales muchos estaban en malestado y los otros tampoco podan servir de mucho por falta de artilleros yde municionesEl gobernador de la plaza, general de Artillera D. Diego de Salinas,al enterarse de la reunin de la escuadra en ro Martn, haba pedido conurgencia al Marqus de Villadarias, capitn general de Andaluca, losrefuerzos necesarios para luchar contra la formidable escuadra que estabatan prxima, pero Villadarias decidi que no haba nada que temer. Y, enefecto, das ms tarde, el 1 de agosto, al atardecer, ya haban desembarcadoen el istmo, con muy poca oposicin, ms de tres mil hombres, que acamparon en l, cortando prcticamente las comunicaciones por tierra con el restode la pennsula.

    - Mientras tanto, y a la vista de los acontecimientos, el general Salinas yel alcalde de la ciudad haban alistado a los vecinos que quisieran defenderla, con lo que se llegaron a reunir a unos 470 hombres, de los que una relacin escrita de la poca dice:los nimos y disposicin que manifestaban los vecinos, as como lacorta guarnicin podran en otra ocasin dar fundamento a prudentes esperanzas; mas siendo tan superiores las fuerzas de los enemigos que no cabadefensa comprendi muy bien Salinas que era la resistencia en vano...A la maana siguiente debidamente fortificados los que haban sidodesembarcados la tarde anterior el Prncipe de Darmstadt envi una cartapersonal del Archiduque, supuesto Rey Carlos III de Espaa (aunque ya52 11

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    FLECOS DE LA HISTORIApara entonces tena su corazn ms en la tierra alemana que en la espaola,por la reciente muerte de su hermano el Emperador Jos, al que iba a suceder), que estaba dirigida a las autoridades de Gibraltar y de la cual, teniendola oportunidad de estudiar el original, no puedo privrme del gusto dehacrsela conocer a mis lectores, para que puedan observar el ambiente quehaba en aquel lugar en aquellos momentos y el estilo epistolar que hay queusar en ocasiones semejantes: A mi ciudad de Gibraltar estando plenamenteinformado del zelo con que siempre os habis sealado en servicio de miaugustsima casa y no dudando que lo habis de continuar, he tenido por biendeciros: Como el Almirante Rooke, General de las Armas martimas de S. M.Britnica, pasando al Mar Mediterrneo a otras expediciones de mi real servicio llegar a ese puerto y os har dar esta mi Real carta y os noticiar comoyo quedo muy prximo a partir de lasfronteras de este Reyno y entrar en losmos para tomar la posesin que por tan justos y debidos ttulos me pertenecen despus de la muerte del Rey Don Carlos II mi seor y mi to (que santa

    - gloria haya) esperando yo de lo mucho que siempre habisacreditado lafidelidad a mi augustssima Csa, pasaris luego que veis esta mi real carta a ciamarme y hacer que todos los pueblos circunvecinos que estn bajo vuestrajurisdiccin lo executen, en la misma conformidad, con el nombre que todasmis potencias de Europa me reconocen por legtimo y verdadero Rey deEspaa, y con que el Emperador mi seor y padre me proclam en su imperial Corte que es la de Carlos III. asegurndoos y empeando mi palabra real,si as lo executis que os sern guardadas vuestras exempciones, inmunidadesy privilegios en la misma forma en que las conserv y guard el difunto ReyDon Carlos II.mi seor y mi to; tratndoos a Vos y todos sus amados espaoles con el amor y benevolencia que siempre habis experimentado de la clemencia y de la benignidad de los seores Reyes mis predecesores. Si executislo contrario, que es lo que no puedo creer de tanfieles vasallosa su legtimo Reyy seor natural: ser preciso a mis altos aliados usar de todas las hostilidadesque trae la guerra consigo aunque con el extrao dolor mo de que los queamo como a mis hijos padezcan, por que ellos quieren, como si fueran losmayores enemigos. El mismo Almirante Rook lleva orden que cuandovuelva a pasar por este puerto, si se lo pidierais, os asista con la gente quepudiera dar si la necesitarais.Dada en Lisboa a cinco de mayo de mil setecientos i cuatro. Yo el Rey.

    Esta carta iba acompaada de otra del Prncipe de Darmstadt para elalcalde de la ciudad, insistiendo en los temas de la anterior, pero enseandoms los dientes de acero de las armas, cuyo contenido era el siguiente:A la ciudad de Gibraltar, SR mo, habiendo llegado aqu por Orden deS. M. Catlica con la Armada de sus Altos Aliados no excuso antes depasar a la guerra ulterior, demostrar confiado que V. Exc. conocer su verdad, inters y la justicia: la causa manifestar a V. E. el gran afecto que leprofeso y el deseo que me asiste de emplearme en quanto fuere de sus servi

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    L. SUAREZ DE LEZOcios, esperando de V. Exc., en vista de la Real carta de S. M. executaratodo quanto se sirve mandar en ella; de lo cual se quedar S. M. con eldebido reconocimiento a lo que debe a tan noble e ilustre ciudad, y tanobligado como es razn para y. Exc. en todo experimente el alivio yfelicidad que merece. Aguardo sin dilacin la resolucin de V. Exc., cuya vidaguarde Dios muchos aos como deseo.Delante de Gibraltar y agosto primero de mil setecientos y quatro. Beso lamano de V. Exc. su mayor servici. Jorge Landgrave de Asia.Mui noble e ilustre ciudad de Gibraltar.

    Las cartas, muy del estilo de la poca y muy de acuerdo con los propsitos, eran las de personas que hablan con arrogancia y autoridad, el unocomo Rey y Seor y el otro como su efectivo delegado, dndolo todo porsupuesto, actitud que esconde cierta sospecha sobre la respuesta que temanrecibir.Pero para su mala suerte, aquellos hombres de Gibraltar a los que elLandgrave afirmaba profesar gran afecto y tener gran deseo de emplearseen su servicio haban jurado a Felipe V como heredero de Carlos II y noqueran saber otra cosa, ni deseaban los servicios del Landgrave; ademscomprendieron perfectamente que ambas cartas no eran ms que una ordende entregarse, y a ellas contest el Cabildo con esta sencilla carta llena dehonor y de entereza:Excmo. Sr., habiendo recibido esta ciudad la carta de V. Exc. su fecha dehoy, dice en respuesta: Tiene jurado por Rey y Seor natural al Seor D.Felipe V; y que como sus fieles y leales vasallos sacrificaran sus vidas en sudefensa, as esta ciudad como sus habitantes, mediante lo qual no le quedams que decir sobre lo que contiene la inclusa, que es cuanto se ofrece, ydeseo que nuestro Sr. guarde a V. Exc. los muchos aos que pueda. Gibraltary agosto primero de mil setecientos cuatro.

    Al recibir esta emocionante carta, digna de ser escrita en mrmoles histricos, el Prncipe de Darmstadt debi quedar muy enojado y en cierto sentido bastante sorprendido, porque l hasta entonces, por sus circunstanciaspersonales, no haba debido conocer ms que a espaoles de clase alta, partidarios del Archiduque, as es que esta valiente y arrogante actitud de unpuado de personas de todas las clases sociales que ante aquella imponentefuerza no dudaban en afirmar sus convicciones y estaban dispuestos a lucharpor ellas, debi dejarle desconcertado. No obstante, decidi tomarse algntiempo para reflexionar, y en aquella noche, muy amarga para los gibraltareos, ya qe despus de su altiva respuesta estaran pensando que las tropas aliadas iban a comenzar las hostilidades en cualquier momento, nadaocurri; en contra de lo que esperaba el Prncipe y los dems asaltantes, losvecinos, aunque asustados, sin gnero de dudas, no decidieron entregarsevoluntariamente.Es decir, s, ocurri algo ; tres cosas relacionadas con la situacin; tres

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    FLECOS DE LA HISTORIAsucesos que por parecer de poca monta no son relatados por los historiadores: primero salt el viento, aunque no muy fuerte, fue lo suficiente paraponer en cuidado a la escuadra sobre si aumentara su fuerza en los dassiguientes e impedira la operacin, lo que hubiera sido unbue quite quela Providencia hubiera hecho a los spaoles de Gibraltar.El segundo fue que el general Salinas y el alcalde encontraron el modode informar a Villadarias sobre la situacin y pedirle refuerzos, si todavaera posible, para combatir a los atacantes y de paso remitirle las crtas delArchiduque y de Darmstadt, gracias a lo cual se conservan y hemos podidoinformar sobre ellas en estas pginas.El tercer suceso fue que dos grandes barcos de transporte cargados detropas espaolas que formaban parte de las fuerzas atacantes fueron obligados a salir de la formacin y enviados fuera de la baha de Gibraltar parafondear en la rada al este de la Roca, donde la estructura de la costa no permite que los barcos grandes se arrimen a ella para desembarcar gente, talvez por temor a que estos espaoles hiciesen causa comn con los sitiados.Posiblemente esto fuera ordenado o por el jefe de la expedicin, sino porel almirante, sin que aqul se diera cuenta, en un claro y deliberado intentode ocupar Gibraltar para los ingleses.A la maana siguiente todava haba viento, el suficiente para molestra los barcos, pero no para obligarles a marcharse y renunciar a la operacin.Donde ruga el viento de tormenta era en el pecho del Prncipe, que en lamaana del da 3, a primera hora, envi a Gibraltarl siguiente misiva conminatoria:

    3 de agosto de 1704.Excmo. Sr. mo: aunque la respuesta de V. E. no es digna de las benignidades que asistan en mis deseos, paso a repetir a V. E. lo que en la antecedente escrib a V. E.; pero si dentro de media hora de escribir sta, no rindela Plaza a su legtimo Rey y Seor Carlos III se pasar a todo rigor que mereciere la resistencia de V. E. a quien Dios guarde muchos aos que puede.Del campo delante de Gibraltar y agosto de a 3 de 1704.Excmo. Sr. B. L. M. su mayor servidorJorge Landgrave de Asia.Es curioso, por cierto, este nombre que l mismo se da en sus cartas:Landgrave de Asia; como no creo que su casa, alemana por los cuatro costados, tuviera la menor relacin con aquel, para nosotros, lejano continente,supongo que debi ser una hispanizacin de su apellido Hesse, que en suestancia en Barcelona quiz no fuese bien pronunciado, por lo que debadepensar que esa era la manera de fonetizarlo para que lo entendieran los

    espaoles.Siguiendo con nuestro relato, hay que decir que no habiendo recibido elPrncipe contestacin con hechos, a pesar de la fulminante menaz, en latarde de aquel sbado, como todava haba viento y los buques bastanteAo 1985

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    L. SUAREZ DE LEZOtenan con mantenerse, no hubo ms que un ligero caoneo contra los fuertes de la ciudad.

    Al amanecer del domingo 4 de agosto, en que el viento haba amainadoy, por tanto, ya era posible maniobrar, se orden que la escuadra, desplegada en lnea de fila frente a ella, abriera fuego contra la ciudad; unostreinta barcos empezaron a caonearla sin piedad, respondiendo la plazacon cuatro caones, cuyas balas no llegaban a los barcos. Cuando se vio quelas fortificaciones parecan estar destruidas por aquel fuego abrumador,orden el desembarco de las fuerzas contra la resistencia de los defensores,la mitad de ellos paisanos y mal armados, que, por fin, ante la avalanchaenemiga se retiraron volando antes una mina que haban colocado bajo unade las torres del muelle, con cuya explosin hundieron siete lanchas enemigas repletas de soldados que se aproximaban en aquel momento.Y cuando estaban las defensas de la ciudad completamente derruidas eigualmente muchos edificios de la misma, ya que el caoneo primero fuecontra las forticaciones, pero luego fue indiscriminado, viendo la imposibilidad de defenderse apenas 400 personas contra tal fuerza enemiga, se izbandera de Capitulacin, que fue rpidamente aceptada por el Landgravede Asia; es preciso reconocer que as como el bombardeo de la escuadrahaba sido despiadado, las clusulas de la Capitulacin fueron benignas yperfectamente honorables, permitiendo a los militares cuando se fueran Ilevarse sus armas y a los civiles sus efectos personales, incluso en caballos o encarros.La nica prohibicin formal prevista era para los sbditos de Su Majestad Cristiansima (el Rey de Francia), los cuales seran considerados prisioneros de guerra. Podran quedarse en la ciudad los vecinos que lo quisieranhacer, cuyos bienes y personas seran respetados siempre que se declararanleales sbditos del Archiduque.Apenas una docena de personas se quedaron en la ciudad, el resto se marcharon por tierra en un xodo impresionante, confundidos los heridos conlos ancianos, las mujeres y los nios. Muchos de ellos se fueron por los campos, donde en caseros o granjas tenan parientes o amigos. Otros se fueronal pequeo pueblo de Algeciras, al otro lado de la baha, pero la mayoraslo llegaron a la ermita de San Roque, cercana a Gibraltar, creando lapoblacin que hoy lleva el nombre de este santo peregrino y donde se guar;dan casi todos los archivos con los documentos que los gibraltareos llevaron desde su perdido pueblo, esperando la hora de devolverlos al mismo.La benignidad de las clusulas de la Capitulacin habla del espritu caballeresco y el aprecio por los espaoles que tena el Prncipe, a quien los azares del destino haban reservado para aquella misma maana uno de los disgustos ms graves y una de las situaciones ms desairadas, ms violentas yhasta ms ridculas que un personaje de su altura poltica y militar tuvieraque sufrir.Aquella misma maana del domingo, cuando la derrotada gente espaola haba salido de la ciudad, bajaron a tierra para tomar posesin de la56 11

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    FLECOS DE LA HISTORIAmisma los principales jefes de la expedicin aliada: El Prncipe mand izaren lo alto de la Puerta de Tierra, el lugar de honor de la muralla, el estandarte imperial del Archiduque, mientras que un heraldo clamaba por tresveces Gibraltar, por el Rey de Espaa, Carlos III.Esta ceremonia era contemplada por parte de las tropas invasoras quehaban desembarcado para ello, presencindola en correcta formacin ytambin por el pequeo y dolorido grupo de vecinos que por razones personales haban permanecido en la ciudad, as como por los escasos oficiales ysoldados espaoles supervivientes de la guarnicin de la misma, que por laclusula IV de la Capitulacin no podran salir de Gibraltar hasta tres dasms tarde. -Mientras sonaban los tambores y el viento haca ondular el estandarteimperial en lo alto de la muralla; el almirante Rooke, cogiendo personalmente la bandera inglesa que mantena a su lado un alfrez abanderado, sela entreg a un capitn llamado Hicks dndole unas in