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74 [74] REVISTA DE EDUCACION - CRONICA XLVIII. 139 de la Ley de Instrucción Pública de 9 de septiembre de 1957 se determinaba que todo p ueblo de 500 almas habría de tener una Escuela pública elemental de niños y otra, aunque fuese incompleta, de niñas, no permitiéndose las incompletas de niños más que en los pueblos de menor vecindad. El carácter de Escuela incompleta se cimentaba en la menor retribución en relación con las demás Es- cuelas, desapareciendo esa diferencia de denominación y estableciéndose las mismas enseñanzas al ser la re- tribución igual en todas las localidades y para todos los maestros, según las Leyes presupuestarias, y en su virtud, el artículo 3. 0 del Real Decreto de 8 de julio de 1910 dispuso que «en todas las Escuelas se darian las enseñanzas establecidas en el artículo 3. 0 del Real Decreto de 26 de octubre de 1901. desapareciendo las denominaciones de Escuelas elementales, superiores, completas, incompletas y cualesquiera otra que exis- ta», términos reproducidos por multitud de disposicio- nes posteriores. Las Escuelas de maestro único en España han tenido cerca del 60 por 100 de analfabetos existentes en 1900 la gloria de haber hecho posible que el baremo de se haya reducido a menos del 9 por 100 en los mo- mentos actuales, siendo de esperar su desaparición total en muy corto plazo de la población rural. Mientras tanto, las mejoras de las dotaciones de personal, de material, de los recursos educativos, de la protección escolar y asistencia social, de la renovación y elevación de nuevos edificios con condiciones higié- nicas, modernos y ca p aces, y de los demás servicios técnicos, pedagógicos y complementarios, al alcance del día, han de permitir una elevación en la eficacia cultural de la Enseñanza primaria española abrién- dola el acceso, sin solución de continuidad, a los estu- dios y enseñanzas de los grados medio y superiores. Hacia esta coordinación van encaminados los estudios y los esfuerzos de las autoridades encargadas de la dirección de la Enseñanza nacional. La formación profesional y la nueva sociedad española 1. ANTECEDENTES Y SITUACION ACTUAL La Formación Profesional posee un aspecto externo muy visible, en el que, por su propia fuerza y dimen- sión, tenemos que fijarnos. Este aspecto externo es el que nos muestra a dicha formación como encaminada a proporcionar al hombre los conocimientos necesarios para la perfecta realización de las actividades econó- micas. Sin trabajadores con perfecto dominio de la técnica es imposible el progreso de la industria, de la ganadería, de la agricultura y, en general, de cual- quier quehacer humano orientado a la producción y utilización de los bienes económicos. Pero sabemos que incluso para este quehacer eco- nómico se requiere una preparación completa y que, por consiguiente, no basta con dotar al hombre de aquellos conocimientos técnicos que ha de permitirle realizar su tarea a la perfección, sino que se exige que dicho saber se inserte en una esfera de conocimientos de indo:e humanista que alcance a más de lo com- prendido en el puro quehacer económico. La Formación Profesional supone, según conceptos superadores de aquellas viejas y caducas ideologías que no supieron ver en el trabajador sino «un factor de la producción», el desarrollo más perfecto posible de las facultades humanas, de modo que el individuo adquie- ra, evidentemente, la suma de conocimientos necesaria para la realización de su quehacer productivo, pero también la gama de aspectos culturales que les lleven al perfeccionamiento de su vida total. Esto es perfectamente posible porque lo que común- mente consideramos como «saberes diferentes», no constituyen en realidad sino facetas de un solo saber : «El saber vital que nos hace racionalizar el trabajo y mejorar sus facultades, pero que también raciona- liza el ocio, las distracciones y, en un campo también económico, el "saber consumir".» En una sociedad que ni se deje llevar ni por un materialismo ciego ni por un intelectualismo decaden- te (ejercicio «exclusivo» del intelecto), la Formación Profesional tiene que ser una preparación para la vida. Con esto queda dicho lo que en ella ha de pesar la preparación técnica que garantiza la profesionalidad. Pero ese peso, esa importancia que para el adecuado quehacer económico posee la Formación Profesional, no debe hacernos olvidar que el ser que la recibe es el hombre y que, por consiguiente, para ser completa, ne- cesita abarcar otros conocimientos que completen los puramente técnicos. Hay, pues, que afirmar que la Formación Profesio- nal requiere un «saber técnico» enlazado con un «saber culto», que unidos nos dicen el «cómo» de nuestra ta- rea. Sin embargo, ambos deben ir acompañados de los que Max Scheler llamó «saber de salvación» y que po- demos identificar con la formación moral. En este último aspecto de la Formación Profesional creemos que se ha reparado poco y merece la pena in- sistir en él. En el trabajador —y denominamos así a todo hombre que desde cualquier puesto realiza una labor económica— la formación moral tiene, aun desde el reducido punto de vista de los resultados de su tra- bajo, una influencia tan decisiva como la formación técnica. Esto, aunque oscuramente, ha sido advertido siempre y todavía nos queda, como un recuerdo enquistado en el lenguaje, el concepto de «conciencia profesional». Por el gigantismo de las empresas, por la masificación de las tareas y, sobre todo, por la pérdida de solida- ridad que ahora se trata de remediar merced a las «relaciones humanas», la conciencia profesional se ha perdido en gran parte. Y esta conciencia, tan desarro-

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de la Ley de Instrucción Pública de 9 de septiembrede 1957 se determinaba que todo pueblo de 500 almashabría de tener una Escuela pública elemental deniños y otra, aunque fuese incompleta, de niñas, nopermitiéndose las incompletas de niños más que en lospueblos de menor vecindad.

El carácter de Escuela incompleta se cimentaba enla menor retribución en relación con las demás Es-cuelas, desapareciendo esa diferencia de denominacióny estableciéndose las mismas enseñanzas al ser la re-tribución igual en todas las localidades y para todoslos maestros, según las Leyes presupuestarias, y en suvirtud, el artículo 3. 0 del Real Decreto de 8 de juliode 1910 dispuso que «en todas las Escuelas se darianlas enseñanzas establecidas en el artículo 3.0 del RealDecreto de 26 de octubre de 1901. desapareciendo lasdenominaciones de Escuelas elementales, superiores,completas, incompletas y cualesquiera otra que exis-ta», términos reproducidos por multitud de disposicio-nes posteriores.

Las Escuelas de maestro único en España han tenidocerca del 60 por 100 de analfabetos existentes en 1900la gloria de haber hecho posible que el baremo dese haya reducido a menos del 9 por 100 en los mo-mentos actuales, siendo de esperar su desaparicióntotal en muy corto plazo de la población rural.

Mientras tanto, las mejoras de las dotaciones depersonal, de material, de los recursos educativos, de laprotección escolar y asistencia social, de la renovacióny elevación de nuevos edificios con condiciones higié-nicas, modernos y capaces, y de los demás serviciostécnicos, pedagógicos y complementarios, al alcancedel día, han de permitir una elevación en la eficaciacultural de la Enseñanza primaria española abrién-dola el acceso, sin solución de continuidad, a los estu-dios y enseñanzas de los grados medio y superiores.Hacia esta coordinación van encaminados los estudiosy los esfuerzos de las autoridades encargadas de ladirección de la Enseñanza nacional.

La formación profesional

y la nueva sociedad española

1. ANTECEDENTESY SITUACION ACTUAL

La Formación Profesional posee un aspecto externomuy visible, en el que, por su propia fuerza y dimen-sión, tenemos que fijarnos. Este aspecto externo es elque nos muestra a dicha formación como encaminadaa proporcionar al hombre los conocimientos necesariospara la perfecta realización de las actividades econó-micas. Sin trabajadores con perfecto dominio de latécnica es imposible el progreso de la industria, de laganadería, de la agricultura y, en general, de cual-quier quehacer humano orientado a la producción yutilización de los bienes económicos.

Pero sabemos que incluso para este quehacer eco-nómico se requiere una preparación completa y que,por consiguiente, no basta con dotar al hombre deaquellos conocimientos técnicos que ha de permitirlerealizar su tarea a la perfección, sino que se exige quedicho saber se inserte en una esfera de conocimientosde indo:e humanista que alcance a más de lo com-prendido en el puro quehacer económico.

La Formación Profesional supone, según conceptossuperadores de aquellas viejas y caducas ideologías queno supieron ver en el trabajador sino «un factor dela producción», el desarrollo más perfecto posible de lasfacultades humanas, de modo que el individuo adquie-ra, evidentemente, la suma de conocimientos necesariapara la realización de su quehacer productivo, perotambién la gama de aspectos culturales que les llevenal perfeccionamiento de su vida total.

Esto es perfectamente posible porque lo que común-mente consideramos como «saberes diferentes», noconstituyen en realidad sino facetas de un solo saber :«El saber vital que nos hace racionalizar el trabajoy mejorar sus facultades, pero que también raciona-

liza el ocio, las distracciones y, en un campo tambiéneconómico, el "saber consumir".»

En una sociedad que ni se deje llevar ni por unmaterialismo ciego ni por un intelectualismo decaden-te (ejercicio «exclusivo» del intelecto), la FormaciónProfesional tiene que ser una preparación para lavida. Con esto queda dicho lo que en ella ha de pesarla preparación técnica que garantiza la profesionalidad.

Pero ese peso, esa importancia que para el adecuadoquehacer económico posee la Formación Profesional,no debe hacernos olvidar que el ser que la recibe es elhombre y que, por consiguiente, para ser completa, ne-cesita abarcar otros conocimientos que completen lospuramente técnicos.

Hay, pues, que afirmar que la Formación Profesio-nal requiere un «saber técnico» enlazado con un «saberculto», que unidos nos dicen el «cómo» de nuestra ta-rea. Sin embargo, ambos deben ir acompañados de losque Max Scheler llamó «saber de salvación» y que po-demos identificar con la formación moral.

En este último aspecto de la Formación Profesionalcreemos que se ha reparado poco y merece la pena in-sistir en él. En el trabajador —y denominamos así atodo hombre que desde cualquier puesto realiza unalabor económica— la formación moral tiene, aun desdeel reducido punto de vista de los resultados de su tra-bajo, una influencia tan decisiva como la formacióntécnica.

Esto, aunque oscuramente, ha sido advertido siemprey todavía nos queda, como un recuerdo enquistado enel lenguaje, el concepto de «conciencia profesional».Por el gigantismo de las empresas, por la masificaciónde las tareas y, sobre todo, por la pérdida de solida-ridad que ahora se trata de remediar merced a las«relaciones humanas», la conciencia profesional se haperdido en gran parte. Y esta conciencia, tan desarro-

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liada en los sistemas gremiales y que hacía que unoficial «no firmara» unos zapatos si no salían perfec-tos. es lo que hay que procurar merced a la Forma-ción Profesional completa.

LOS FINES

A poco que recapacitemos sobre las ideas expuestasllegaremos a la conclusion de que la Formación Pro-fesional es antes un problema social que un problemaeconómico, sin que quepa olvidar que es en la econo-mía donde se asienta. Así podemos decir que tienecomo objetivo elevar el nivel de vida total a través deuna preparación técnica, cultural y moral que incre-mente y perfeccione la producción.

Ante una sociedad con plena conciencia de sus de-beres, la Formación Profesional aparece como un im-perativo que hay que llevar a cabo agotando al máxi-mo las posibilidades.

En una enumeración que no pretende ser exhausti-va, sino simplemente orientadora, la Formación Pro-fesional cumple los siguientes fines :

1. Dignifica el trabajo por la inteligencia, haciendocomprender al hombre la real importancia de su que-hacer.

2. Perfecciona la obra que realiza, ya que pone enla misma una mayor ideación.

3. Permite un jerarquización natural, que es unade las más aceptadas por el hombre y la que ofrecemejores resultados en orden a la armonía de losgrupos.

4. Al colocar al trabajador en la línea del conoci-miento y de la técnica, se le aleja de toda rutina ytrata de adquirir cualquier nuevo saber que en la es-fera profesional propia surja.

5. Desarrolla el deseo de la obra bien hecha, queal dominar las técnicas aparece como fácil.

6. Aun la más especializada, la Formación Profe-sional es siempre una previsión, pues permite pasarcon facilidad de una ocupación a otra cuando las cir-cunstancias así lo exijan.

7. Permite la solidaridad y la valoración de esfuer-zo de los demás, por lo que hace posible el trabajo enequipo, absolutamente necesario en todas las modernastécnicas.

SITUACION Y ANTECEDENTESDE LA FORMACION PROFESIONAL EN ESPAÑA

Al igual que en los restantes países, y ateniéndonostan sólo a lo que podemos denominar fomación pro-fesional moderna y enlazada con nuestra actual es-tructura laboral, la citada formación se inició por suescalón superior, esto es, por las Escuelas Técnicas.Fué en 1857, hace ya más de un siglo, cuando la Leyde Bases de Instrucción Pública configuró las Escue-las Técnicas de Arquitectura, Ingenieros de Caminos,Canales y Puertos; Minas, Montes, Agrónomos e In-dustriales.

El Estatuto de 1910 reguló el funcionamiento de lasEscuelas de Artes y Oficios y de las Escuelas Indus-triales, destinadas estas últimas a la formación delos distintos peritajes, sobresaliendo, en lo industrial,los de mecánico, electricista, químicos y textiles. En lasactividades agrarias, esta que podemos denominar En-señanza media técnica se circunscribió a los peritosagrícolas.

El Estatuto de 1934 reorganizó las enseñanzas téc-nicas, diferenciándolas en Enseñanza Obrera, Ense-

rianza Profesional y Enseñanza Facultativa, todas lascuales pueden incluirse en el concepto de Formación '10Profesional. El Estatuto de 1938 no aporta reformasfundamentales a este tipo de enseñanzas. No debemosolvidar que junto a estos centros formativos fueronsurgiendo otros eminentemente profesionales, talescomo las Escuelas de Náutica, las de Comercio, las deMagisterio, Veterinaria, etc., destinadas a satisfacerperentorias necesidades df formación.

Si nos detenemos a pensar en los resultados de laFormación Profesional hasta el ario 1936 , advertiremosque las Escuelas y Centros de enseñanza que se fun-daron respondieron normalmente a los resultados quede ellas se esperaban. Los Centros superiores crearonunos técnicos bien preparados, pero en número muylimitado, tanto más cuanto la totalidad de las Escue-las de Ingenieros adoptaron el sistema de numerusclausus, esto es, de no recibir más número de alum-nos que aquel que los propios técnicos de la especia-lidad estimaban como suficiente para atender a lasbajas anuales y a los cortos incrementos que en las di-versas actividades se preveían. De este modo, quiéraseo no, las profesiones técnicas llegaron a convertirse enEspaña en un verdadero monopolio.

En los Centros de grado medio, esta «presión pro-fesional» no fué tan acentuada, pero el número de lostitulados creció en proporción similar al de los técni-cos superiores. En cuanto a las enseñanzas profesio-nales destinadas esencialmente a los obreros, mantu-vieron una vida lánguida, no sólo por la escasez deCentros, sino también por la escasa atención que tantopor parte del Estado como de la sociedad en generalrecibieron.

En conjunto cabe, pues, decir que el concepto de laFormación Profesional extendido al ámbito de todaslas actividades y también a todos los grados de lasmismas, tal como ahora lo entendemos. no había pe-netrado en nuestro país, aunque hubiera entidades ofi-ciales (como las Diputaciones de las provincias vas-congadas) y algunas órdenes religiosas dedicadas desdeantiguo a la Enseñanza general que advirtieran prontoel verdadero significado de la Formación Profesionaly a ella dedicaran sus mejores esfuerzos.

Las estadísticas sobre la Formación Profesional enEspaña con anterioridad a nuestra guerra de Libera-ción son muy imprecisas. Una prudente estimaciónpermite señalar que, en su conjunto, las Escue:as Téc-nicas Superiores acogían a 2.800 alumnos y la Forma-ción Profesional obrera (Centros públicos y privados)no sobrepasaba los 15.000.

Estas cifras, dejando aparte la formación aceleradaque intensivamente se viene desde hace arios practi-cando con el trabajador adulto, se han más que tripli-cado, sin que la situación sea, ni mucho menos, satis-factoria, ya que, como hemos de ver, la FormaciónProfesional como instrumento encargado de la pro-moción social y medio para fundamentar el desarrolloeconómico, se encuentra todavía en una fase de ini-ciación que a toda costa hay que acrecentar, hastaconseguir que la totalidad de las nuevas promocionesque se incorporen a las actividades productivas lleguena ellas con una preparación adecuada a los conoci-mientos exigidos por el puesto que ha de desempeñar.Sólo cuando la formación se generalice hasta el puntode que acoja a una gran mayoría de los individuoscapaces de recibirla en sus diversos grados, cabe pen-sar en que se han cubierto los objetivos de esta granobra nacional a la que se ha convertido, con absolutarazón, en problema perentorio.

Por otra parte, la Enseñanza profesional no ocupa—y ello obedece a una aberración social que es preciso

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ir subsanando— el puesto que debiera dentro de la En-señanza general. La estadística de la Enseñanza enEspaña, referida al curso 1958-59, queda reflejada enel siguiente censo :

Enseñanza Matricula

3.726.492I.—Primaria

11.—Media:

Bachillerato clásicoBachillerato laboral... ...Formación profesional ...Escuelas de Comercio ...

421.34615.53058.53129.871

Escuelas del Magisterio... ... 36.581561.859

111.—Técnicas de Grado medio ... 26.3641V —Enseñanzas artísticas ... 57.273

V.—Enseñanza superior :

Facultades Universitarias ... 64.691Escuelas Técnicas ... 7.908

72.599

A estas cifras nos hemos de referir con algún dete-nimiento a través de nuestro trabajo. Señalemos aho-ra tan sólo la enorme desproporción que existe entrela cifra de alumnos de Bachillerato clásico y las de laEnseñanza técnica, incluyendo en ella a los Bachille-res laborales. Esa desproporción es uno de los pro-blemas que se plantean para alcanzar la eficacia dela labor educativa y de formación, y que hay que re-solver en el sentido de la intensificación de la Forma-ción Profesional.

2. BASES ECUCATIVASDE LA CAPACITACION LABORAL

El censo actual de España es, redondeando sus ci-fras, puesto que para nuestro estudio nos basta conuna suficiente aproximación, en el momento actual de30 millones de personas. Para el estudio de FormaciónProfesional, más que la cifra global nos interesa sudivisión por edades. Según estudios recientes llevadosa cabo por la Organización Sindical, este censo se des-compone así :

Individuos Millones

Menores de 4 arios 2,36De 4 a 5 arios ... 1,46De 6 a 11 arios ... 4,33De 12 a 13 arios 1,51De 14 a 16 arios ... 2,02De 17 a 25 arios 4,73Mayores de 25 arios 13,59

30,00

Si comparamos ahora estas cifras con las de loscensos escolares que hemos transcrito en un trabajoanterior, veremos que, por lo que se refiere a la Pri-mera Enseñanza, que en términos generales podemosidentificar con la población de seis a once arios, para4,2 millones de seres hay una matrícula de 3,7 millo-

nes, altamente satisfactoria, sobre todo si se la com-para con la que existía hace veinticinco arios. Aunquetodavía no se ha conseguido, vamos camino rápida-mente de que la Enseñanza primaria se generalice demodo que abarque a la totalidad de los muchachosespañoles.

Pero en las enseñanzas de grado medio nos encon-tramos con un panorama muy distinto. Entre los docey los dieciséis años, que es el período ideal para reci-bir una enseñanza, sea del tipo que fuere, de gradomedio, existen 3,3 millones de personas, y la forma-ción recae tan sólo sobre 645.000. Esto quiere decir que«sólo uno de cada cinco muchachos españoles recibeinstrucción de grado medio que le capacite para des-empeñar la profesión que ha de servir de soporte eco-nómico a su vida y que al mismo tiempo ha de con-tribuir a insertarse eficientemente en la sociedad».

La eficiencia o idoneidad de la enseñanza que recibepara el puesto de trabajo que ulteriormente ha dedesempeñar es ya un problema distinto que rápida-mente vamos a analizar.

El núcleo principal de los que siguen estudios detipo medio está formado por los bachilleres clásicos.Pero precisamente ese Bachillerato clásico no está,considerado como un fin, sino como un medio parapoder llegar a los estudios de tipo superior, sean facul-tativos o técnicos. La cifra de 421.346 muchachos enel citado Bachillerato no está justificada por los 72.599jóvenes que cursan en las Universidades y EscuelasSuperiores.

Por consiguiente, para muchísimos bachilleres sus es-tudios medios se convierten en estudios finales. Y aquícreemos honrado señalar que disentimos de la opinióngeneral, que afirma que «padecemos una inflación debachilleres clásicos en detrimento de las enseñanzastécnicas».

Es evidente que una parte de los estudiantes de Ba-chillerato no llegan a completar sus estudios y tienenque dedicarse, con un bagaje de conocimientos en rea-lidad muy poco adecuados para la profesión que adop-tan, a actividades a las que hubieran ido mucho mejorpreparados de haber cursado estudios técnicos (Bachi-llerato laboral, Formación Profesional, etc.).

Pero, según nuestro modo de ver, esa Enseñanzamedia generalizada en lo clásico (que podemos identi-ficar con la cultura general, aunque exista en elladiferenciación de «Letras» y «Ciencias»), no es, nimucho menos, excesiva para la población española yfaculta para ejercer profesiones que exigen un ciertonivel de cultura general. Por mucho que hayamos re-negado siempre del Bachillerato español (y es conve-niente señalar el enorme avance que se ha experimen-tado en su elevación), se ha distinguido su preparaciónen muchas actividades, como las comerciales y de ofi-cinas. sobresaliendo prontamente el bachiller, en cuan-to a eficacia, de los compañeros que no habían reali-zado tales estudios.

A nuestro juicio, y teniendo en cuenta que paramuchas actividades de servicios el Bachillerato clá-sico es una verdadera Formación Profesional, el pro-blema no consiste en «desinflar» los Institutos clásicos,sino en «inflar» los Institutos Laborales, las Escuelasde Formación Profesional, las Escuelas Técnicas deGrado Medio, las de Comercio y Magisterio, con esos2,7 millones de muchachos españoles de doce a dieci-séis arios «que no reciben enseñanza media de ningunaclase».

Este es el problema, y como parece que tanto paralos servicios comerciales como para los de Magisterioo Enseñanza primaria existe número por ahora sufi-

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ciente de estudiantes, esos 2,7 millones de muchachostienen que ir a las Escuelas de Aprendizaje y Maes-tría, hacia las técnicas de grado medio y hacia el Ba-chillerato laboral.

Teniendo en cuenta que la Enseñanza primaria, so-bre todo cuando es seguida hasta sus últimos grados,proporciona un bagaje de conocimientos suficientespara ejercer con decoro muchas profesiones, los ex-pertos que han estudiado el problema señalan que laFormación Profesional que podemos denominar media,y que alcanza hasta los dieciséis o diecisiete arios, debeextenderse a 1,36 millones de personas. Para compren-der la magnitud del problema basta señalar que, pres-cindiendo ahora de la Formación Profesional acelerada,cuyos núcleos de población no se incluyen en nuestroanterior cálculo, la Formación Profesional no recae enla actualidad (y ello tras haber realizado un enormeavance en los últimos arios) sino sobre unos 100.000jóvenes, cifra que, como vemos, se encuentra a enormedistancia de la necesidad formativa.

La Formación Profesional tiene que ser ampliada—enormemente ampliada— si quiere ejercer una defi-nitiva influencia de tipo permanente sobre las promo-ciones laborales, capacitándoles para un mejor queha-cer laboral que se refleje en el nivel de vida de nuestranación.

Mas no debemos olvidar que, al mismo tiempo queprepara a las nuevas promociones para las tareas delproducir, la Formación Profesional tiene como misiónel modificar la defectuosa estructura de nuestra po-blación activa, centrada con demasiada fuerza en elsector agrícola, con el inevitable estrechamiento de lasactividades secundarias y terciarias, las cuales tienenque crecer de modo muy acentuado a través de lospróximos arios.

De aquí que, si bien la formación tiene que actuaren todos los sectores, no en todos ellos presenta lamisma significación. En las actividades agropecuariasla formación ha de perseguir el fin de capacitar alagricultor y aligerar el número de trabajadores delsector. En cambio, en la industria y los servicios laformación ha de recaer sobre un número rápidamentecreciente de individuos, a los menos durante el decur-so de un buen número de años, hasta conseguir quela cifra de personas empleadas en las actividades in-dustriales sea aproximadamente de un tercio de lapoblación activa total. Ahora, incluyendo el personalno especializado, los aprendices e incluso los subalter-nos (en realidad no obreros industriales), este sectorno absorbe sino el 22 por 100 de la población activadel país.

De esto se desprende que el acento debe cargarsesobre la Formación Profesional industrial, que es laque, al mismo tiempo que la que ofrece mayores pers-pectivas de crecimiento, es también la que exige unasuma mayor de personal absolutamente especializado,es decir, con una preparación técnica específica, quesólo puede conseguirse por medio de la FormaciónProfesional.

3. AMPLITUD DE LA FORMACIONPROFESIONAL ACELERADA

Para examinar el problema de la Formación Profe-sional en el ámbito que ha de ejercerse tenemos quevolver a revisar, aunque desde otro ángulo que el queantes nos sirvió de punto de referencia, la actual dis-

tribución de la población activa española. En los tressectores fundamentales la población activa es la si-guiente:

Sector Millones

de personas

Agricultura ... 4.96Industria ... 3,04Servicios ... 3,50

Un dato también muy interesante es que de esos11,5 millones de individuos activos, 7,5 millones tienenla calificación de asalariados, esto es, son trabajado-res o empleados. Con un criterio muy benigno la cali-ficación de peones corresponde, a lo menos, a tres mi-llones y medio de personas, distribuidas del siguientemodo :

Agricultura ... ... 1.077.570Industria ... ... 1.530.000Servicios... ... ... 420.000

La necesidad formativa profesional se nos apareceaquí de nuevo a través de dos razones. La primera,porque «es insoportable que una industria que acogea tres millones de trabajadores tenga millón y medio,es decir, exactamente la mitad, sin una calificaciónprofesional y trabajando en la categoría antieconómi-ca y antisocial de peones». Cuando se habla de laindudable pequeñez productiva de la industria espa-ñola, debería tenerse muy en cuenta este dato, que,sin embargo, no hemos visto nunca recogido en ningúntrabajo dedicado al examen del rendimiento en la in-dustria nacional, a pesar de haber sido ampliamentedivulgado por los documentos estadísticos de la Orga-nización Sindical.

Suele hablarse de la escasez de utillaje, de la difi-cultad de financiación y de otros muchos problemasque, efectivamente, tienen una realidad, pero que nocomportan ni la gravedad ni las consecuencias deplo-rables que tiene este de la falta de mano de obraespecializada y del abultadísimo volumen del peonaje.

Nuestra industria, a pesar del enorme avance conse-guido, sigue siendo una «industria de peones», y mien-tras esto no se elimine será ocioso hablar de una ele-vación sustancial de la productividad y, por consi-guiente, de un mejoramiento de ios resultados labora-les, que permitan el anhelado crecimiento del nivelde vida.

Tomando al azar las calificaciones profesionales dealgunas de nuestras industrias, nos encontramos conlos siguientes datos :

Capa-taces

Profesio-nales

Peonesespecia-lizados

Peonesy apren-

dices

Industrias ali-menticias ... 8274 96.635 1.701 48.851

Construcción yauxiliares... ... 17.642 214.314 56.680 243.370

S id e rom e talúr-16.710 156.372 130.802 100.127

Agua, gas y elec-tricidad ... 999 19.001 4.778 5.883

TOTALES DE LAS

INDUSTRIAS

CENSADAS.. 95.895 1.551.100 254.980 762.621

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Aun admitiendo como normalmente capacitados alos peones especializados, lo cual si para algunas acti-vidades es exacto, no lo es para la inmensa mayoríade ellas, vemos que la totalidad del peonaje obreroalcanza un porcentaje elevadísimo de la población tra-bajadora en estas actividades puramente productivas.En la construcción, por ejemplo, el porcentaje de peo-nes (casi el 50 por 100) es realmente desconsolador, ycabe preguntar si muchos de los problemas que tieneplanteados esta industria, y que todos los españolespadecemos, no nacen de esta falta de preparación delos hombres que en ella trabajan.

Claro es que la capacitación profesional por mediode la formación debe abarcar a todo el peonaje, llá-mese especializado o no, así como a otros sectores noincluidos en la estadística transcrita, por lo que elpeonaje industrial alcanza la cifra antes señalada delmillón y medio largo de personas.

Pero es que, además, en la agricultura existe otromillón de peones que, dadas las características denuestra estructura laboral y las transformaciones quepara el desarrollo económico es preciso introducir, hande pasar, en muy alta proporción, a la industria.Y este transvase, además de agudizar el problema deacrecentar la Formación Profesional normal, planteael de la Formación Profesional acelerada, afrontadocon todo denuedo por la Organización Sindical y quetambién ha de ampliarse para cumplir los objetivosen un plazo relativamente breve de tiempo, acomo-dado al ritmo que siga la ampliación de la actividadindustrial.

Las consideraciones expuestas nos llevan al terrenodel ámbito en que ha de desarrollarse la FormaciónProfesional. Dado que, como ya hemos indicado, el per-feccionamiento de las estructuras laborales exige eltransvase de una considel able masa de población ac-tiva desde la agricultura a la industria, parece nece-sario que en los medios rurales se establezcan, ademásde los Centros de Formación Agrícola encargados deproporcionar la formación a quienes han de continuaren las explotaciones agrarias, otros Centros de Forma-ción Industrial, orientados hacia aquellas industriasagrícolas que en muy buena parte tienen que mon-tarse en los medios rurales.

En cuanto a los núcleos industriales, apenas si cabedecir que la orientación que ahora se sigue es acer-tada. Unicamente cabe hablar de una intensificación,o para ser más exactos, de una potente intensificación.

Por lo que se refiere a la Formación Profesional ace-lerada, y puesto que no vamos a tratar de nuevo deella, cabe decir que su misión consiste en actuar sobreuna suma muy importante de hombres desprovistosde conocimientos específicos profesionales y que, sinembargo, alientan la esperanza, naturalmente funda-da, de que realizando un esfuerzo para aprender pue-den alcanzar un nivel de vida muy superior al queahora poseen. Lo que conviene es no defraudarles ydisponer de un número de Centros suficientes parallenar las aspiraciones de todos aquellos que quierenadquirir una formación profesional adecuada a losnuevos empleos que esperan lograr y que el peonajeles niega.

El empl azamiento de los Centros de Formación Pro-fesional acelerada presenta una triple alternativa quepodemos señalar así : a) Las zonas de expi.Vsión.b) Los núcleos de absorción. c) Puntos intermediosdotados de buenas comunicaciones. Cada una de estassoluciones presenta sus ventajas y sus inconvenientes,por lo que hay que elegir en cada caso la que con-venga a las circunstancias que se plantean como he-chos consumados.

En la experiencia española de Formación Profesio-nal acelerada ha podido verse que el mayor número delos alumnos que asisten a los cursos procede del peo-naje agrícola que se ha establecido en las grandesciudades y que por su falta de conocimientos especia-lizados se ha colocado con preferencia en el peonajede la construcción. :Dentro de ellos, el número de losque proceden de las regiones agrícolas del sur de Es-paña (Andalucía y Extremadura, zonas de latifundioy enorme porcentaje de obreros agrícolas dentro deitotal de asalariados) es el que presenta mayor porcen-taje, siguiendo las provincias agrícolas próximas aMadrid.

Por ello, indudablemente, con buen acuerdo, losCentros de Formación Profesional acelerada se hansituado en principio en los grandes núcleos de pobla-ción, aunque inmediatamente se ha seguido con lacreación de otros en las zonas de expulsión.

4. LA CAPACITACION PROFESIONALY EL FUTURO DE ESPAÑA

El desarrollo alcanzado ya por la Formación Profe-sional en España, y sobre todo el estado de concienciaformado ya en el sentido de que es absolutamentenecesario llegar a una decidida y fuerte ampliación dela misma, nos lleva a la conclusión de que es precisoir a una regulación de la formación desde un puntode vista ampliamente nacional y tratando de aunarlos esfuerzos del Estado, instituciones y particularescon el fin de alcanzar los mejores resultados posibles.

Para llegar a esta regulación o, como ahora gustadecir, a una «planificación» de la Enseñanza o Forma-ción Profesional, hay que partir del conocimiento delclima social-económico de España, lo cual no puedelograrse sin un perfecto conocimiento de los censoslaborales con especificación de las profesiones. A estoha de añadirse lo que acaso sea aún más decisivo,y que consiste en tener un conocimiento lo más com-pleto posible de las tendencias de la expansión indus-trial y del ritmo de desarrollo. La Formación Profesio-nal normal exige, en efecto, un determinado númerode arios, que para el grado de oficialía podemos seña-lar en cuatro. Desde el principio. la Formación Profe-sional ha de acompasarse a las necesidades de los sec-tores a los que específicamente se dirige la formacióny ello no sólo por necesidad económica, es decir, paraque las empresas cuenten con la mano de obra espe-cializada que necesitan, sino también por la necesidadsocial de que, al terminar su aprendizaje, el trabajadorencuentre una facilidad de empleo.

La Formación Profesional obrera cuenta, según esta-dísticas recientes, con 450 Centros, de los que 189 per-tenecen al Estado ; 111. a la Organización Sindical;43, a la Iglesia, y 107, a las empresas privadas. Noexiste hoy ni una sola provincia española que nocuente con algún Centro de Formación, pero la redmás extensa de los mismos se encuentra en las dosgrandes aglomeraciones humanas de Madrid y Barce-lona y en aquellas provincias de mayor actividad in-dustrial. Las provincias que figuran a la cabeza encuanto al número de Centros son las siguientes :

Madrid, 40; Barcelona. 32; Vizcaya, 23; Guipúz-coa, 17; Badajoz. 17; Oviedo, 17.

Dentro del aprendizaje industrial se encuentran lassiguientes ramas, cada una dividida en diversas espe-cialidades: metal, electricidad, madera, construcción,

Page 6: REVISTA DE EDUCACION - CRONICA - educacionyfp.gob.es · al dominar las técnicas aparece como fácil. 6. Aun la más especializada, la Formación Profe-sional es siempre una previsión,

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LA FORMACION PROFESIONAL Y LA NUEVA SOCIEDAD ESPAÑOLA [79] 79

química, artes gráficas, textil, confección, piel, deli-neantes, agrícola-ganadera, minería y servicios de ar-tesanía. También, dentro de la enseñanza del Bachi-llerato laboral, se distinguen las ramas agrícola-gana-dera, administrativa, marítima-pesquera e industrial-minera.

«Los estudios llevados a cabo respecto a las necesi-dades de mano de obra especializada, teniendo encuenta las disponibilidades actuales y futuras de fuer-zas de trabajo, señalan que cada ario han de incorpo-rarse a las actividades económicas unos 42.000 espe-cialistas», debiendo señalarse que en dicha cifra se haconsiderado la necesidad de reducir peonaje y dar me-jor estructura a los cuadros laborales, pero sin queello lleve implícito un proceso de expansión que nosequipare en la distribución de las fuerzas de trabajo ala que presentan países de características naturales se-mejantes al nuestro, pero más desarrollados.

Si además de tener en cuenta los dos factores seña-lados de excedente de mano de obra agrícola e incor-poración de las nuevas promociones se quiere atenderal proceso de expansión económica y a la demanda deespecialistas que necesariamente ha de producir dichomovimiento de aceleración, entonces el problema ad-quiere mayor volumen, dado que el número de especia-listas que cada año serán necesarios se eleva a '75.000.Con sólo dar a la formación un período de cuatro años,los puestos escolares dedicados a la Formación Pro-fesional han de ser 300.000.

En la actualidad, la capacidad formativa es de unos11.000 especialistas por ario. La necesidad es de 75.000,«luego hace falta, a lo menos, cuadruplicar la capaci-dad de nuestras instituciones para que la FormaciónProfesional alcance la amplitud exigida por las nece-sidades económicas y sociales del país».

Es un principio generalmente aceptado que es elEstado, o sea la sociedad organizada, el que debe aten-der a la formación profesional y técnica de aquellosmuchachos en edad escolar cuyas actividades futurashan de discurrir en el campo laboral y que, como yahemos señalado, no poseen hoy los puestos de ense-ñanza necesarios para su formación. Pero es indudableque la tarea a llevar a cabo es tan ingente que se hacenecesaria la colaboración de la Iglesia, la Organiza-ción Sindical e incluso los particulares. Mas, de todosmodos, el Estado es el que, como hasta ahora ha ocu-rrido, ha de llevar el mayor peso de la financiación dela Formación Profesional, por lo que el esfuerzo pre-supuestario dedicado a ésta ha de acentuarse de modomuy notable.

Para establecer un bosquejo presupuestario del costede la Formación Profesional hay que partir del su-puesto de proporcionar enseñanza a 375.000 jóvenesescolares y a 30.000 adultos, estos últimos afectos a laFormación Profesional acelerada.

Los estudios llevados a cabo por la Organización

Sindical a través de la experiencia ya adquirida porlos Centros que posee indican que el costo que pode-mos llamar de primer establecimiento o de creaciónasciende, para un Centro de 300 alumnos, a 10,5 millo-nes de pesetas, lo que da la cifra de 35.000 pesetas porplaza. Pero si bien el costo inicial es grande, tambiénlo es el de sostenimiento, ya que se trata de Centrosque tienen que utilizar maquinaria y materias primas,en la mayoría de los casos en pura pérdida. «Se calculaque un joven alumno de Formación Profesional requie-re no menos de 3.000 pesetas por ario para afrontarlos gastos de personal, materiales, gastos generales yamortizaciones.»

El alumno adulto de Formación Profesional acele-rada cuesta mucho más, dado que aquí no sólo juegael costo de la enseñanza propiamente dicha, sino tam-bién, y en mayor grado aún, el jornal de estímulo queel trabajador ha de percibir, ya que no debe olvidarseque en la mayoría de los casos se trata de obreros enparo o con ingresos tan bajos que les resulta imposibleasistir a un Centro formativo si no se les garantizaun mínimo de ingresos para ellos y sus familiares.

Operando con las cifras anteriores se llega a la con-clusión de que para cumplir un plan de FormaciónProfesional completo será preciso destinar durante unplazo de quince arios alrededor de 2.000 millones depesetas anuales. Pero son tantos los intereses que seencuentran en juego que no parece justo que sea sóloel Estado el que cargue con la financiación del plan.Tiene que ser ayudado, aunque de todos modos puedeestimarse que el Estado ha de aportar a lo menos1.000 millones de pesetas por año para que el plan deFormación Profesional alcance pleno y eficaz desarrollo.

Si la Formación Profesional exige unos gastos con-siderables, resulta irrebatible que, aun desde el puntode vista económico, es rentable hacerlos, o por mejordecir, «no existe hoy en España una inversión másrentable que la que se lleve a cabo en la FormaciónProfesional».

Según los cálculos más prudentes, el disponer deunas fuerzas de trabajo dotadas de un suficiente gradotécnico supondría elevar el producto nacional en un10 por 100. Como dicho producto es en la actualidadde unos 480.000 millones de pesetas, la capacitación dela mano de obra produciría al ario un crecimiento de48.000 millones, que, lógicamente, se iría alcanzandopor fases, dado que el plan de formación ha de tardarunos quince arios en completarse.

Vemos, por consiguiente, que aun sólo pensando através de lo económico es ventajoso establecer la redde Centros de Formación que permita capacitar anuestras juventudes y readaptar a los adultos que hande cambiar de profesión por la modificación de las es-tructuras laborales. En cuanto a los beneficios socia-les, son de tal !magnitud que equivalen a la promocióntotal de la población laboral española.