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, ICON OS REVISTA DE CIENCIAS SOCIALES

No. 21 , enero 2005 ISSN I 390-1249

COD 300.5 I CDU 3 I LC H8 .S8 F53 Vol 9, Issue I, january, 2005

Quito Ecuador

Fl.ACSO . Bibliotaca

MELiRCsuM SEDE ACADEMICA DE ECUADOR

Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales FLACSO • Sede Ecuador

#fO,bO

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MeuAcsoM SEOE ACADUAICA DE ECUADOR

Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales Sede Academica de Ecuador

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ICON OS. Revista de Ciencias Sodales Num. 21, enero 2005, Quito-Ecuador ISSN: 1390-1249/ COD: 300.5/ CDU: 3/ LC: H8 .S8 F53 (Vol. 9, Issue I, January, 2005)

ICON OS es Ia revista especializada en ciencias sociales de Flacso-Ecuador. Fue fundada en 1997 y su objerivo es estimular un ripo de reflexi6n que vincule las inquietudes academicas de las ciencias sociales con problemas de Ia realidad social. La revisra esta dirigida a Ia comunidad cientifica y a quienes se imeresen por conocer, amp liar y profundizar, desde perspectivas academi­cas, temas de debate social, politico, cultural y economico del pais, Ia region andina y el mundo en general.

Los articulos que se publican en Ia revista son de responsabilidad exdusiva de sus autores; no reflejan necesariameme el pensa­miemo de ICON OS. Para Ia seleccion de articulos se utiliza un sirema de arbitraje imerpares (peer review). 1CONOS se publica cuarrimestralmente en los meses de enero, mayo y septiembre. Se autoriza Ia reproduccion total o parcial de los conrenidos siempre que se cite expresameme como fuente a ICON OS. Revista de Ciencias Sociales

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Coordinador del dossier "Conflictos por petroleo y gas natural en Ia Amazonia" Guillaume Fontaine

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COD 300.5 I CDU 3 I LC: H8 .S8 F53 Iconos: revista de ciencia.s sociales.-Quito: Flacso-Ecuador, 1997-

v. : il. ; 28 em. Ene-Abr. 1997-Cuatrimestral- enero-mayo-sepciembre ISSN: 1390-1249

I. Ciencias Sociales. 2. Ciencia.s Sociales-Ecuador. I. Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Ecuador)

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No. 21, enero 2005ISSN 1390-1249

CDD 300.5 / CDU 3 / LC H8 .S8 F53Vol 9, Issue 1, January, 2005

Quito - Ecuador

Sumario

Dossier

Conflictos por petróleo y gas natural en la Amazonía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9-10Presentación del DossierGuillaume Fontaine

Petróleo, seguridad ambiental y explotación petrolera marina en Colombia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11-17Alfonso Avellaneda Cusaría

Impactos sociales de la actividad petrolera en Ecuador: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19-34un análisis de los indicadoresTeodoro Bustamante y María Cristina Jarrín

Microconflictos ambientales y crisis de gobernabilidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35-46en la Amazonía ecuatorianaGuillaume Fontaine

Camisea: ¿por qué cuesta tanto el gas barato? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47-55Carlos Soria

Los conflictos ambientales del gas boliviano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57-66Marc Gavaldá Palacín

Debate

El patrimonio como domesticación de la cultura . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69-77Comentarios al Dossier de Íconos 20Gey Espinheira

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Temas

La desventura de ser soltero: introducción a la sociología . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81-90rural de Pierre BourdieuLuciano Martínez Valle

Encuentros artísticos con el dolor, la memoria y las violencias . . . . . . . . . . . . . . 91-104Pilar Riaño Alcalá

Coaliciones fantasmas, esencialismos políticos y corrupción . . . . . . . . . . . . . . . . 105-112Felipe Burbano de Lara

Reseñas

Francisco Delich. Repensar América Latina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 115-117Carlos de la Torre

Guillaume Fontaine, Editor, Petróleo y Desarrollo Sostenible en Ecuador. 2. Las apuestas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 118-120Pedro Elías Galindo León

Política editorial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 122

Normas para la presentación de originales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123

Índice Revista Íconos 18 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 126

Índice Revista Íconos 19 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127

Índice Revista Íconos 20 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 128

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Desde la década de los noventa, lacuenca amazónica se ha convertidoen una apuesta mayor de la globaliza-

ción, especialmente para la explotación de re-cursos naturales. No sólo las políticas de con-servación y la integración comercial, sino tam-bién el narcotráfico, la bioprospección, la ex-plotación intensiva de madera, la minería, laextracción de petróleo y gas natural, las in-fraestructuras de transporte son algunos de lostantos temas de la agenda internacional queafectan a la selva y a sus habitantes. En el casoparticular de los hidrocarburos, la región tieneuna creciente importancia estratégica en la go-bernanza energética global1, que viene acom-pañada con una serie de amenazas para las co-munidades locales y el medio ambiente, y quesuele reforzar la dependencia de las economíasnacionales. Desde luego, no cabe duda de quelas políticas energéticas afectarán severamentela región en el próximo medio siglo, no sóloen las áreas de producción sino también enaquellas de procesamiento y transporte.

Es muy sintomático de este fenómeno lamultiplicación de los conflictos ambientalesen las dos últimas décadas, al tiempo que mu-chas críticas fueron formuladas en contra delos gobiernos y la industria de hidrocarburospor la desforestación, la contaminación cróni-ca y los derrames masivos de petróleo crudo.Esta situación tiene mucha influencia en laspolíticas energéticas y económicas, pues algu-

nos conflictos radicales se volvieron obstácu-los a mega proyectos como en los bloques 23y 24 en Ecuador o el bloque Sirirí en Colom-bia. De hecho, hay un creciente esfuerzo deorganización de la sociedad civil para el reco-nocimiento y el respecto de los derechos eco-nómicos, sociales y culturales, así como parauna mayor incidencia para la justicia socialante los gobiernos, los organismos de coopera-ción y las instituciones financieras internacio-nales. El dossier que presentamos a continua-ción da cuenta de la complejidad de esos con-flictos. Hemos seleccionado los casos más sig-nificativos en cuatro países andinos –Colom-bia, Ecuador, Perú y Bolivia– para evaluar losalcances de las políticas energéticas en térmi-nos de impactos sociales y ambientales.

El balance de cien años de actividades pe-troleras en Colombia, según Alfonso Avellane-da Cusaría, deja un saldo bastante negativopues el Magdalena Medio, Arauca, Cazanare,el Putumayo y Amazonas son las zonas de ma-yor inseguridad ambiental y pobreza, a pesarde las bonanzas sucesivas que conllevaron lacolonización de estos departamentos. Es más,el mapa petrolífero del país se superpone engran medida con los escenarios de violencia yde exclusión social. Avellaneda explica que nila creación del Consejo Colombiano de Segu-ridad, ni el Plan Nacional de Contingenciahan sido suficientes para contrarrestar estosefectos perversos. Últimamente se licitaronmillones de hectáreas para la exploración off-shore, sin que existiera la necesaria legislaciónambiental específica para asegurar la protec-ción de los recursos marinos.

9ÍCONOS 21, 2005, pp. 9-10

Conflictos por petróleo y gas natural en la Amazonía

Presentación del dossier

Guillaume FontaineProfesor Investigador de FLACSO Ecuador.

1 Cf. Varios Autores, 2000, World Energy Assessment. Energyand the Challenge of Sustainability, UNDP, New York.

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En Ecuador, el artículo de Teodoro Busta-mante y María Cristina Jarrín evidencia la co-rrelación entre la presencia de la industria pe-trolera y la agudización de los déficits de in-fraestructura, equipamiento y calidad de vi-viendas, junto con los bajos indicadores deeducación, salud y pobreza. A partir de uncentenar de variables sociales, estos autores de-ducen que las actividades petroleras no son unfactor determinante de bienestar para las po-blaciones amazónicas, aunque no llegan a tra-tar los impactos ambientales generados porellas. El artículo de Guillaume Fontaine anali-za precisamente la correlación entre la conta-minación y la multiplicación de conflictos enlas áreas de explotación petroleras administra-das por Petroecuador. La mala gestión am-biental en estas áreas crea un entorno hostil yse convierte en un factor de conflictos latentesy difusos. Más aún, la revisión de 2.600 actasde compensaciones, indemnizaciones y medi-das diversas firmadas por la empresa estatalecuatoriana entre 1994 y 2002, deja pensarque tampoco las relaciones comunitarias de laempresa constituyen una respuesta adecuada alas demandas de la población. Al convertirseen un mecanismo de mitigación y resoluciónde conflictos, estas medidas no permiten unaresolución de los problemas estructurales de laregión y sus habitantes, lo cual, in fine, sevuelve un factor de crisis de gobernabilidadpara el país.

En Perú, el caso Camisea constituye unejemplo más de las dificultades planteadaspor la explotación de hidrocarburos en áreassensibles, como lo explica Carlos Soria. Esteautor menciona una serie de informes quedenunciaron irregularidades a lo largo delproceso de negociación encabezado por elgobierno y los consorcios encargados de laextracción, el procesamiento y el transportedel gas natural de Camisea. Esta situación hadado lugar a varias iniciativas por parte de la

sociedad civil, en particular ante el BID, pa-ra frenar la ejecución del proyecto. Sin em-bargo, dada la importancia de los intereses fi-nancieros en juego, las medidas tomadas fue-ron escasas y tanto los estudios de impactoambiental como los acuerdos de indemniza-ción fueron avalados en un plazo record. So-ria concluye en la necesidad de fortalecer laparticipación de la sociedad civil en la defini-ción y ejecución de la política energética, asícomo de afianzar los mecanismos de controly rendición de cuentas de las autoridades es-tatales y del BID.

En Bolivia, los planes de ajuste estructuralllevados a cabo desde medianos de los ochen-ta llevaron a la privatización completa de laempresa nacional YPFB y una política agresi-va de licitación de los bloques hidrocarburífe-ros, así como la intensificación de la explota-ción de gas natural, como lo recuerda el artí-culo de Marc Gavaldá. Con una legislaciónambiental poco apremiante, la mayoría de lasáreas protegidas y de los territorios indígenasse superpusieron con el mapa energético delpaís, generando numerosos conflictos am-bientales. Los más significativos son los quedesató la construcción de tres gasoductos, a locual se sumó la “guerra del gas” provocadapor el proyecto de exportar gas líquido porChile.

La impresión general que se destaca delconjunto de artículos es que los impactos so-ciales y ambientales de las actividades hidro-carburíferas no han sido tomados en cuentade manera satisfactoria, ni por la industria nipor las autoridades públicas. En este sentidoes que se convierten en un problema de go-bernabilidad democrática, entendida aquícomo el equilibrio entre las demandas socia-les y las respuestas del sistema institucional2.Ahora bien, la manera en que se definiránlas políticas públicas en los próximos añosdeterminará la capacidad de los países ama-zónicos de enfrentar este reto, de tal modoque los conflictos ambientales no se vuelvanfactores de una crisis social y ambiental en laregión.

dossier

10ÍCONOS 21, 2004, pp. 9-10

Guillaume Fontaine

2 Cf. Antonio Camou, 2001, “Estudio preliminar”, en A.Camou et al., 2001, Los desafíos de la gobernabilidad, FLAC-SO, Plaza y Valdés, México, p. 39.

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Petróleo, seguridad ambiental y exploración petrolera marina en Colombia

Alfonso Avellaneda Cusaría

Mtr. Gestión Ambiental Universidad El Bosque y Universidad Pedagógica y Tecnológica (Colombia)Email: [email protected]

Fecha de recepción: septiembre 2004Fecha de aceptación y versión final: noviembre 2004

ResumenEste artículo reseña un siglo de las actividades petroleras en Colombia, sus consecuencias en losterritorios indígenas, así como los riesgos ambientales y para la salud, destacando por -otra par-te- el papel que han asumido algunas compañías para controlar esos riesgos. Se discute las im-plicaciones sociales y ambientales, directas e indirectas, de las distintas fases de las actividadespetroleras en la parte continental del país, y sus relaciones históricas con los procesos de violen-cia donde ha habido explotación petrolera desde el siglo XX. Finalmente, se abre una discusiónsobre la nueva política petrolera del Estado colombiano, con la exploración costa fuera y la au-sencia de control ambiental para proteger los ecosistemas que subyacen la licitación de áreas pa-ra los próximos años, sin asumir el derecho internacional en la protección marina.

Palabras clave: Petróleo, riesgo ambiental, salud ambiental, violencia, Colombia

AbstractA hundred year panorama is presented of oil activities in Colombia and their consequences onthe indigenous territories, as well as the risks about the environment and health, standing outon the other hand the half-filled one that some oil companies have taken to control these risks.The direct and indirect environmental and social implications of the diverse phases of the oilactivity are discussed in continental areas and their historical relationships with the processesof violence that one lives there where they have had oil exploitations during the XX century.Finally a discussion is presented on the new oil policy of the Colombian state in connectionwith the off-shore exploration and the absence of environmental controls to protect the mari-ne ecosystems that underlie to the delivered areas for exploration during next years, ignoringthe international legislation on the protection of the sea.

Key words: Oil, environmental risk, environmental health, violence, Colombia

11

Iconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 21, Quito, enero 2005, pp. 11-17© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.

ISSN: 1390-1249

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Impactos sociales de la actividad petrolera enEcuador: un análisis de los indicadores

Teodoro Bustamante* y María Cristina Jarrín**

*Postgrado en Estudios Políticos por FLACSO-Ecuador.Coordinador del programa de Estudios Socio Ambientales de FLACSO-Ecuador.Email: [email protected]

**Mtr. (c) en Estudios Ambientales por FLACSO-Ecuador.Asistente de investigación, programa de Estudios Socio Ambientales de FLACSO Ecuador.Email: [email protected]

Fecha de recepción: septiembre 2004Fecha de aceptación y versión final: noviembre 2004

ResumenEl presente artículo explora en qué medida las zonas en las cuales se desarrolla la extracción pe-trolera, muestran similitudes y diferencias con el país y el resto de la Amazonía, en una gamade 100 indicadores estadísticos sociales particularidades. Se utilizaron datos provenientes deINFOPLAN, SIISE, series censales, e información petrolera. Se estudió el comportamiento devariables, las correlaciones entre ellas, se efectuó un análisis de componentes principales y den-dogramas de agrupamiento de los cantones. El resultado es que existen aspectos en los cualestales unidades administrativas se diferencias de las demás, pero la presencia de petróleo no es elprincipal factor que se asocia a la variación socioeconómica en la Amazonía ecuatoriana.

Palabras clave: Petróleo, Amazonía, indicadores sociales, correlaciones, Ecuador

AbstractThis paper analyzes in what measure, the oil production process in Eastern Ecuador shows aspecific profile in a hundred social indicators. The data used come from INFOPLAN, SIISE,census series, and oil production information. The correlations between different figures analy-zed are studied, factor analysis and clusters are used to establish different groupings. The resultsshow that oil activity produces a specific profile, but is not the main factor that explains or isassociated to the differences in social indicators in the Ecuadorian Amazon basin.

Key words: Oil, Amazon, social statistics, correlations, Ecuador

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Iconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 21, Quito, enero 2005, pp. 19-34© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.

ISSN: 1390-1249

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Microconflictos ambientales y crisis de gobernabilidad en la Amazonía ecuatoriana1

Guillaume Fontaine

Doctor en Sociología por la Université de la Sorbonne Nouvelle-Paris 3 (Francia).Profesor Investigador de FLACSO-EcuadorEmail: [email protected]

Fecha de recepción: septiembre 2004Fecha de aceptación y versión final: noviembre 2004

ResumenEste artículo analiza la relación entre contaminación y conflictos ambientales en el norte de laAmazonía ecuatoriana. La idea central que se defiende es que el manejo de conflictos por la em-presa petrolera del Ecuador, Petroecuador, puede llevar a negociaciones “eficientes” a corto pla-zo, a costa de la institucionalización de los arreglos y de un tratamiento de las causas estructu-rales de los conflictos. Este entorno, condicionado por una gestión ambiental inadecuada en elnorte de la Amazonía, constituye el telón de fondo de los conflictos radicales en el centro y elsur de la región y seguirá siendo un marco referencial contra la política petrolera del Estado. Enparticular, el clima de tensión social que resulta de esta situación es agravado aún más por lamediatización del juicio contra Chevrón-Texaco. Sin una redefinición de las políticas públicas–en particular políticas ambiental y social responsables y equitativas– este clima amenaza condesembocar en una crisis de gobernabilidad democrática.

Palabras clave: Petróleo, contaminación, Amazonía, conflictos ambientales, gobernabilidaddemocrática, Ecuador

AbstractThis paper analizes the relationship between oilspills and ecological conflicts in the northernAmazon of Ecuador. The central idea is that conflict management by the state-owned oil com-pany, Petroecuador, can lead to “efficient” negotiations in the short term, at the cost of a long-term perspective, that seeks the institutionalization of agreements and an effective treatment ofthe structural causes of environmental conflicts. This context is determined by an inadequateenvironmental management in the Northern Amazon and constitutes the background of wi-der protracted conflicts, in the Central and Southern parts of the region. Especially, the resul-ting tense social relationships are actually worsened by the mediatization of the Chevron-Texa-co trial. As a matter of fact, it will probably remain the framework for oil policies. Without aredefinition of public policies -especially a responsible and equitative environmental and socialpolicies– this could lead to a crisis of democratic governability.

Key words: Oil spills, pollution, Amazon, ecological conflicts, democratic governability, Ecuador

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1 Una versión preliminar de este artículo fue presentada en el “Segundo Encuentro de Ecuatorianistas de LASA. Mesa24: Gobernabilidad democrática y desarrollo sostenible” (Quito, 26/06/2004). Estoy muy agradecido del equipo del

Iconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 21, Quito, enero 2005, pp. 35-46© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.

ISSN: 1390-1249

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Camisea: ¿por qué cuesta tanto el gas barato?

Carlos Soria

Ph.D. por The Flinders University of South AustraliaUniversidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima.Email: [email protected]

Fecha de recepción: septiembre 2004Fecha de aceptación y versión final: noviembre 2004

ResumenEl caso Camisea muestra como las decisiones de invertir más o menos en las medidas socialesy ambientales de los megaproyectos terminan afectando a las poblaciones más vulnerables. Unadetallada revisión de los impactos causados a lo largo del trazado del gasoducto permite mos-trar la ineficiencia de los actuales esquemas de supervisión aplicados por el BID, el OSINERGy el Ministerio de Energía y Minas entre otros. El artículo revisa el aporte crucial de la socie-dad civil organizada, a pesar de su fraccionamiento ideológico y práctico. Información detalla-da de las vulneraciones ocurridas confirman la lección aprendida que sugiere la necesidad decrear en el BID un auditor ambiental y social del BID, que reporte a un consejo tripartito derepresentantes de la sociedad civil, los pueblos indígenas y la banca multilateral.

Palabras clave: Amazonía, gas, indígenas, políticas, Derechos Humanos, Perú.

AbstractThe Camisea case shows that decisions to invest more or less in the social and environmentalaspects mega-projects end up affecting the vulnerable populations. One detailed revision of theimpacts caused throughout the layout of gas pipeline shows the inefficiency of current schemesof supervision applied by the I.A.D.B., the OSINERG and the Ministry of Energy and Minesamong others. The paper reviews the crucial contribution of the organized civil society, in spi-te of its ideological and practical division. Detailed information of human rights affected con-firm the learned lesson that suggests the need to create in the I.A.D.B. an environmental andsocial auditor of the project it finances, that reports to a tripartite council formed by civil so-ciety, indigenous peoples and multilateral banks representatives.

Key words: Amazon, Gas, Indigenous Peoples, Policies, Human Rights, Perú

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Iconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 21, Quito, enero 2005, pp. 47-55.© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.

ISSN: 1390-1249

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Los conflictos ambientales del gas boliviano

Marc Gavaldá Palacín

Licenciado en Ciencias Ambientales por la Universidad Autónoma de Barcelona.Colabora con la Universidad Mayor de San Simón (Cochabamba-Bolivia)

Mail: [email protected]

Fecha de recepción: septiembre 2004Fecha de aceptación y versión final: noviembre 2004

ResumenLos ajustes neoliberales introducidos en la legislación bolivana han facilitado la apropiación delos recursos hidrocarburíferos por parte de las transnacionales petroleras. Estas compañías in-vaden territorios indígenas y áreas protegidas. En su accionar generan graves conflictos ambien-tales con las comunidades locales. La costrucción de los gasoductos Bolivia-Brasil, Cuiabá yGasyrg así como la oposición de la población a exportar gas a Estados Unidos nos reflejan có-mo la población se organiza para resistir al expolio de las compañías petroleras. Las moviliza-ciones populares de “La Guerra del gas”, en octubre 2003 no han terminado, porque el gas si-gue en manos extranjeras.

Palabras clave: compañía petrolera, gas natural, conflictos ambientales, gasoducto, territoriosindígenas, Bolivia

AbstractThe Neoliberal Structural Adjustment introduced in Bolivian Law have facilitated the appro-piation of the Hidrocarbon Resources by the transnational oil companies. These companies in-vade indigenos territories and protected areas. Their activities generate serious environmentalconflicts with the local communities. The construction of the Bolivia-Brazil, Cuiabá andGasyrg gas pipelines as well as the popular resistance to the exportation of gas to the USA illus-trates how the people organize themselves to resist the pillage of the oil companies. The popu-lar mobilizations of the “Gas War” in October have not yet finished, as the gas continues to bein foreign hands.

Key Words: Oil Company, Natural Gas, Environmental Conflicts, Gaspipeline, IndigenousTerritories, Bolivia

57

Iconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 21, Quito, enero 2005, pp. 57-66.© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.

ISSN: 1390-1249

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El patrimonio como domesticación de la culturaComentarios al Dossier de ICONOS 20

Gey Espinheira

Dr. en Sociología. Profesor de la Universidade Federal da Bahia

Mail: [email protected]

Fecha de recepción: octubre 2004

Fecha de aceptación y versión final: noviembre 2004

Traducción del portugués: Nilma Martins.

Revisión final: Edison Hurtado

Resumen

Tres de los artículos publicados en el dossier de ICONOS 20 “Patrimonio, memoria y ‘rege-neración’ urbana”, convergen en reconocer algunos efectos perversos de la restauración de cen-tros históricos y espacios públicos. Este artículo explora los argumentos presentados en esos ar-tículos y los entiende como parte de un proceso que, en nombre del turismo, domestica la cul-tura.

Palabras clave: patrimonio cultural, centros históricos, regeneración urbana, turismo, estudiosurbanos, Quito, Guayaquil, Pelourinho

Abstract

Three of the articles formerly published in the dossier of the journal ICONOS 20 entitled “Pa-trimonio, memoria y ‘regeneración’ urbana” (Cultural Heritage, Memory and Urban Regene-ration), recognize some of the perverse effects of the preservation and regeneration of HistoricCenters and other public spaces. The present work explores the arguments developed by thosearticles, and approaches them in the context of a procces that, in the name of tourism, domes-ticates culture.

Key Words: Cultural Heritage, Historic Centers, Urban Regeneration, Tourism, Urban Studies,Quito, Guayaquil, Pelourinho

69

Iconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 21, Quito, enero 2005, pp. 69-77.© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.

ISSN: 1390-1249

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La desventura de ser soltero: introducción a la sociología rural de Pierre Bourdieu

Luciano Martínez Valle

Dr. en Sociología. Profesor-Investigador de Flacso-Ecuador

Mail: [email protected]

Fecha de recepción: julio 2004Fecha de aceptación y versión final: noviembre 2004

ResumenEste trabajo busca abrir la discusión sobre la metodología utilizada por Bourdieu para abordarla sociedad rural francesa. Lejos de ser una apología sobre el libro de Bourdieu “Le bal des cé-libataires”, se trata de una reflexión que recupera algunos temas pertinentes para el análisis dela sociedad rural de los andes del norte.

Palabras clave: Herencia, crisis campesina, matrimonio rural, habitus, campo social.

AbstractThis article explores the Bourdieu’s methodology about French rural society. Far from being anapology of Pierre Bourdieu’s book “Le bal des célibataires”, this is a critical reflection which re-trieves some relevant subjects for the research of contemporary Andean rural society.

Key Words: Inheritance, peasant crisis, rural marriage, habitus, social champ

81

Iconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 21, Quito, enero 2005, pp. 81-90.© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.

ISSN: 1390-1249

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Encuentros artísticos con el dolor,las memorias y las violencias

Pilar Riaño Alcalá

Antropóloga, Ph.D. Universidad de VancouverProfesora de la Universidad Nacional de Colombia

Mail: [email protected]

Fecha de recepción: julio 2004Fecha de aceptación y versión final: noviembre 2004

Resumen: El artículo examina las pugnas del recuerdo y el olvido en comunidades afectadas ydivididas por la violencia. Mira a un proyecto de arte público comunitario que reunió mi in-vestigación antropológica sobre jóvenes, memoria y violencia, el trabajo de arte público de laartista Suzanne Lacy, el trabajo comunitario de una coalición de organizaciones gubernamen-tales y no gubernamentales y el liderazgo de un grupo de residentes del barrio Antioquia enMedellín (Colombia). El proyecto de arte comunitario creó un museo de la memoria en un busde transporte público como lugar activador de procesos de elaboración del duelo tanto a nivelindividual como colectivo y como lugar para imaginarse el futuro mientras que se confrontanaspectos del duelo, la coexistencia pacífica y la reconciliación.

Palabras claves: Arte público, memoria y violencia, Colombia

Abstract: The article examines the politics of remembering and forgetting in communities di-vided and affected by violence. It looks at a public art project that brought together my anth-ropological research on youth, memory, violence and place in Medellín, the public art work ofvisual artist Suzanne Lacy, the community work of a coalition of several local government andnon government organizations and the leadership of a group of residents from Barrio Antio-quia in Medellin (Colombia). The community art project created a museum of memory in apublic transit bus as a meaningful place that activated processes of individual and collectivemourning and that invited individuals and the community to envision the future and addressissues of mourning, pacific co-existence and reconciliation.

Keywords: Public Art, Memory and Violence, Colombia

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Iconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 21, Quito, enero 2005, pp. 91-104.© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.

ISSN: 1390-1249

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Coaliciones fantasmas, esencialismos políticos y corrupción

Felipe Burbano de Lara

Profesor-Investigador de Flacso-Ecuador

Mail: [email protected]

Fecha de recepción: noviembre 2004Fecha de aceptación y versión final: noviembre 2004

ResumenEste artículo reflexiona sobre la inclinación de los partidos políticos ecuatorianos a ocultar suspactos y acuerdos. Sostiene que el funcionamiento de “coaliciones fantasmas” -como las ha de-finido el politólogo Andrés Mejía- hay que explicarlas en la necesidad de los partidos y de suslíderes de sostener -en el espacio público- identidades ligadas a principios de legitimación po-lítica y valores éticos irreductibles. La negociación política y los pactos con el gobierno, ine-vitables en democracia, son entendidos como daños irreversibles a la identidad política, unmestizaje inaceptable desde el punto de vista de la imagen pública. De allí que los acuerdosdeban ser ocultados, negados, aún cuando la práctica cotidiana les empuje a buscarlos cons-tantemente.

Palabras clave: Alianzas fantasmas, identidad política, espacio público, partidos políticos,liderazgos, corrupción

AbstractThis article reflects upon the trend of the Ecuadorian political parties of hiding their pactsand agreements. It sustains that the functioning of the "phantom coalitions" -as they havebeen defined by the politologist Andrés Mejía- should be explained in the necessity of theparties and their leaders, of maintaining, in the public scenario, identities that confirm thepolitical legitimation and irreductible ethic values. The political negotiations and the agree-ments with the government, all inevitable in a democracy, are understood as irretrievabledamages to the political identity, as unacceptable merge according to the point of view of thepublic image. Thus, these pacts should be hidden, denied, done under the table, eventhoughthe daily practice obliges to look for them constantly.

Key Words: Phantom coalitions, Political Identity, Public Sphere, Political Parties, Leaderships,Corruption

Iconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 21, Quito, enero 2005, pp. 105-112.© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.

ISSN: 1390-1249

Page 16: REVISTA DE CIENCIAS SOCIALES€¦ · Fecha de aceptación y versión final: noviembre 2004 Resumen Este artículo reseña un siglo de las actividades petroleras en Colombia, sus consecuencias

Desde la década de los noventa, lacuenca amazónica se ha convertidoen una apuesta mayor de la globaliza-

ción, especialmente para la explotación de re-cursos naturales. No sólo las políticas de con-servación y la integración comercial, sino tam-bién el narcotráfico, la bioprospección, la ex-plotación intensiva de madera, la minería, laextracción de petróleo y gas natural, las in-fraestructuras de transporte son algunos de lostantos temas de la agenda internacional queafectan a la selva y a sus habitantes. En el casoparticular de los hidrocarburos, la región tieneuna creciente importancia estratégica en la go-bernanza energética global1, que viene acom-pañada con una serie de amenazas para las co-munidades locales y el medio ambiente, y quesuele reforzar la dependencia de las economíasnacionales. Desde luego, no cabe duda de quelas políticas energéticas afectarán severamentela región en el próximo medio siglo, no sóloen las áreas de producción sino también enaquellas de procesamiento y transporte.

Es muy sintomático de este fenómeno lamultiplicación de los conflictos ambientalesen las dos últimas décadas, al tiempo que mu-chas críticas fueron formuladas en contra delos gobiernos y la industria de hidrocarburospor la desforestación, la contaminación cróni-ca y los derrames masivos de petróleo crudo.Esta situación tiene mucha influencia en laspolíticas energéticas y económicas, pues algu-

nos conflictos radicales se volvieron obstácu-los a mega proyectos como en los bloques 23y 24 en Ecuador o el bloque Sirirí en Colom-bia. De hecho, hay un creciente esfuerzo deorganización de la sociedad civil para el reco-nocimiento y el respecto de los derechos eco-nómicos, sociales y culturales, así como parauna mayor incidencia para la justicia socialante los gobiernos, los organismos de coopera-ción y las instituciones financieras internacio-nales. El dossier que presentamos a continua-ción da cuenta de la complejidad de esos con-flictos. Hemos seleccionado los casos más sig-nificativos en cuatro países andinos –Colom-bia, Ecuador, Perú y Bolivia– para evaluar losalcances de las políticas energéticas en térmi-nos de impactos sociales y ambientales.

El balance de cien años de actividades pe-troleras en Colombia, según Alfonso Avellane-da Cusaría, deja un saldo bastante negativopues el Magdalena Medio, Arauca, Cazanare,el Putumayo y Amazonas son las zonas de ma-yor inseguridad ambiental y pobreza, a pesarde las bonanzas sucesivas que conllevaron lacolonización de estos departamentos. Es más,el mapa petrolífero del país se superpone engran medida con los escenarios de violencia yde exclusión social. Avellaneda explica que nila creación del Consejo Colombiano de Segu-ridad, ni el Plan Nacional de Contingenciahan sido suficientes para contrarrestar estosefectos perversos. Últimamente se licitaronmillones de hectáreas para la exploración off-shore, sin que existiera la necesaria legislaciónambiental específica para asegurar la protec-ción de los recursos marinos.

9ÍCONOS 21, 2005, pp. 9-10

Conflictos por petróleo y gas natural en la Amazonía

Presentación del dossier

Guillaume FontaineProfesor Investigador de FLACSO Ecuador.

1 Cf. Varios Autores, 2000, World Energy Assessment. Energyand the Challenge of Sustainability, UNDP, New York.

Page 17: REVISTA DE CIENCIAS SOCIALES€¦ · Fecha de aceptación y versión final: noviembre 2004 Resumen Este artículo reseña un siglo de las actividades petroleras en Colombia, sus consecuencias

En Ecuador, el artículo de Teodoro Busta-mante y María Cristina Jarrín evidencia la co-rrelación entre la presencia de la industria pe-trolera y la agudización de los déficits de in-fraestructura, equipamiento y calidad de vi-viendas, junto con los bajos indicadores deeducación, salud y pobreza. A partir de uncentenar de variables sociales, estos autores de-ducen que las actividades petroleras no son unfactor determinante de bienestar para las po-blaciones amazónicas, aunque no llegan a tra-tar los impactos ambientales generados porellas. El artículo de Guillaume Fontaine anali-za precisamente la correlación entre la conta-minación y la multiplicación de conflictos enlas áreas de explotación petroleras administra-das por Petroecuador. La mala gestión am-biental en estas áreas crea un entorno hostil yse convierte en un factor de conflictos latentesy difusos. Más aún, la revisión de 2.600 actasde compensaciones, indemnizaciones y medi-das diversas firmadas por la empresa estatalecuatoriana entre 1994 y 2002, deja pensarque tampoco las relaciones comunitarias de laempresa constituyen una respuesta adecuada alas demandas de la población. Al convertirseen un mecanismo de mitigación y resoluciónde conflictos, estas medidas no permiten unaresolución de los problemas estructurales de laregión y sus habitantes, lo cual, in fine, sevuelve un factor de crisis de gobernabilidadpara el país.

En Perú, el caso Camisea constituye unejemplo más de las dificultades planteadaspor la explotación de hidrocarburos en áreassensibles, como lo explica Carlos Soria. Esteautor menciona una serie de informes quedenunciaron irregularidades a lo largo delproceso de negociación encabezado por elgobierno y los consorcios encargados de laextracción, el procesamiento y el transportedel gas natural de Camisea. Esta situación hadado lugar a varias iniciativas por parte de la

sociedad civil, en particular ante el BID, pa-ra frenar la ejecución del proyecto. Sin em-bargo, dada la importancia de los intereses fi-nancieros en juego, las medidas tomadas fue-ron escasas y tanto los estudios de impactoambiental como los acuerdos de indemniza-ción fueron avalados en un plazo record. So-ria concluye en la necesidad de fortalecer laparticipación de la sociedad civil en la defini-ción y ejecución de la política energética, asícomo de afianzar los mecanismos de controly rendición de cuentas de las autoridades es-tatales y del BID.

En Bolivia, los planes de ajuste estructuralllevados a cabo desde medianos de los ochen-ta llevaron a la privatización completa de laempresa nacional YPFB y una política agresi-va de licitación de los bloques hidrocarburífe-ros, así como la intensificación de la explota-ción de gas natural, como lo recuerda el artí-culo de Marc Gavaldá. Con una legislaciónambiental poco apremiante, la mayoría de lasáreas protegidas y de los territorios indígenasse superpusieron con el mapa energético delpaís, generando numerosos conflictos am-bientales. Los más significativos son los quedesató la construcción de tres gasoductos, a locual se sumó la “guerra del gas” provocadapor el proyecto de exportar gas líquido porChile.

La impresión general que se destaca delconjunto de artículos es que los impactos so-ciales y ambientales de las actividades hidro-carburíferas no han sido tomados en cuentade manera satisfactoria, ni por la industria nipor las autoridades públicas. En este sentidoes que se convierten en un problema de go-bernabilidad democrática, entendida aquícomo el equilibrio entre las demandas socia-les y las respuestas del sistema institucional2.Ahora bien, la manera en que se definiránlas políticas públicas en los próximos añosdeterminará la capacidad de los países ama-zónicos de enfrentar este reto, de tal modoque los conflictos ambientales no se vuelvanfactores de una crisis social y ambiental en laregión.

dossier

10ÍCONOS 21, 2004, pp. 9-10

Guillaume Fontaine

2 Cf. Antonio Camou, 2001, “Estudio preliminar”, en A.Camou et al., 2001, Los desafíos de la gobernabilidad, FLAC-SO, Plaza y Valdés, México, p. 39.

Page 18: REVISTA DE CIENCIAS SOCIALES€¦ · Fecha de aceptación y versión final: noviembre 2004 Resumen Este artículo reseña un siglo de las actividades petroleras en Colombia, sus consecuencias

Petróleo, seguridad ambiental y exploración petrolera marina en Colombia

Alfonso Avellaneda Cusaría

Mtr. Gestión Ambiental Universidad El Bosque y Universidad Pedagógica y Tecnológica (Colombia)Email: [email protected]

Fecha de recepción: septiembre 2004Fecha de aceptación y versión final: noviembre 2004

ResumenEste artículo reseña un siglo de las actividades petroleras en Colombia, sus consecuencias en losterritorios indígenas, así como los riesgos ambientales y para la salud, destacando por -otra par-te- el papel que han asumido algunas compañías para controlar esos riesgos. Se discute las im-plicaciones sociales y ambientales, directas e indirectas, de las distintas fases de las actividadespetroleras en la parte continental del país, y sus relaciones históricas con los procesos de violen-cia donde ha habido explotación petrolera desde el siglo XX. Finalmente, se abre una discusiónsobre la nueva política petrolera del Estado colombiano, con la exploración costa fuera y la au-sencia de control ambiental para proteger los ecosistemas que subyacen la licitación de áreas pa-ra los próximos años, sin asumir el derecho internacional en la protección marina.

Palabras clave: Petróleo, riesgo ambiental, salud ambiental, violencia, Colombia

AbstractA hundred year panorama is presented of oil activities in Colombia and their consequences onthe indigenous territories, as well as the risks about the environment and health, standing outon the other hand the half-filled one that some oil companies have taken to control these risks.The direct and indirect environmental and social implications of the diverse phases of the oilactivity are discussed in continental areas and their historical relationships with the processesof violence that one lives there where they have had oil exploitations during the XX century.Finally a discussion is presented on the new oil policy of the Colombian state in connectionwith the off-shore exploration and the absence of environmental controls to protect the mari-ne ecosystems that underlie to the delivered areas for exploration during next years, ignoringthe international legislation on the protection of the sea.

Key words: Oil, environmental risk, environmental health, violence, Colombia

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Iconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 21, Quito, enero 2005, pp. 11-17© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.

ISSN: 1390-1249

Page 19: REVISTA DE CIENCIAS SOCIALES€¦ · Fecha de aceptación y versión final: noviembre 2004 Resumen Este artículo reseña un siglo de las actividades petroleras en Colombia, sus consecuencias

Cien años de la actividad petrolera en Colombia

En Colombia el contacto del hombrecon este aceite natural se produjo des-de los albores de las culturas indígenas

que poblaron y se desarrollaron en el valle delMagdalena. Los manaderos naturales cerca-nos a Barrancabermeja, sobre el río Oponci-to, aparecen registrados por los españoles co-mo utilizados por los indígenas yariguíes(Avellaneda Cusaría, 1998).

En poco más de un siglo de explotaciónpetrolera en Colombia podemos caracterizarlas siguientes fases: magdalénico-motilona(1908-1930 y 1930-1960); costeña (1910-1920 y 1945-1970); amazónica (1960-1970)y llanera (1935-1940 y 1975-2002).

Durante todo este periodo la actividad pe-trolera ha contribuido a la transformación delos paisajes naturales, a la dinamización de lacolonización y a la formación de pueblos y re-giones, que se han abierto llevándose tras de sía decenas de culturas indígenas e introducien-do patrones extractivos, que a la postre hancontribuido a la degradación del medio am-biente, la corrupción de las clases dirigenteslocales y regionales, al incremento de la po-breza y la violencia. Un balance de cien añosde explotación petrolera en Colombia mues-tra que el Magdalena Medio, Arauca y Casa-nare en los Llanos Orientales y Putumayo enel Amazonas son hoy las zonas de mayor con-flicto social y político, de mayor inseguridadambiental y de mayor pobreza, a pesar de lassucesivas bonanzas petroleras. Es un balancepoco alentador que nos lleva a pensar que lascosas no han sido hechas de la mejor manera.

Riesgos y seguridad ambiental en laindustria petrolera

Si bien existe una amplia gama de temas quetienen que ver con la seguridad, para el caso

que nos ocupa nos remitiremos a aspectosque tienen que ver con la seguridad ambien-tal, entendida como las relaciones existentesentre el proyecto, los ecosistemas y la saludambiental de la población. Partimos de reco-nocer la necesidad de la sustentabilidad am-biental de una actividad como la petrolera,como ese estado de las relaciones proyecto-ambiente que aseguran la conservación de losecosistemas y una permanencia de las activi-dades petroleras, cuando éstas se adaptan a lasofertas ambientales y la capacidad de resilien-cia de los ecosistemas que las soportan.

La salud ambiental la consideramos comola resultante del equilibrio dinámico entre elhombre y su medio, entre las fuerzas produc-tivas que desata y estimula la actividad petro-lera y la oferta ambiental; entre cultura, indi-viduo y comunidad; entre necesidades funda-mentales satisfechas de una población y losflujos energéticos, y está relacionada, en ésteámbito, a los aspectos de riesgo que van apa-reciendo en la medida que la actividad petro-lera se va expandiendo y desarrollando desdela exploración hasta el consumo final de loscombustibles fósiles.

Los análisis epidemiológicos han mostradouna clara asociación entre los factores de riesgoambientales y los cuadros de morbilidad. Estaconsideración obliga a determinar la casuísticadel proceso salud - enfermedad. Los elementosdel ambiente que mayor peso tienen en la ocu-rrencia, magnitud y trascendencia que afectana los países en desarrollo son del siguiente or-den: deficiente saneamiento básico: agua pota-ble, disposición sanitaria de excretas y basuras;contaminación ambiental de aguas, aire, sue-los, flora y espacios públicos; ausencia o defi-ciencia en la calidad de los alimentos; precariasituación de la vivienda y criaderos de vectores(Calderón Llantén et al., 1995).

La presencia de alguno(s) de estos factoresen las zonas petroleras, relacionados con im-pactos directos o indirectos, sinérgicos o acu-mulativos, residuales o persistentes, genera-

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12ÍCONOS 21, 2005, pp. 11-17

Alfonso Avellaneda Cusaría

Page 20: REVISTA DE CIENCIAS SOCIALES€¦ · Fecha de aceptación y versión final: noviembre 2004 Resumen Este artículo reseña un siglo de las actividades petroleras en Colombia, sus consecuencias

dos durante el desarrollo de la misma, haceninsostenible y por lo tanto insegura ambien-talmente la actividad petrolera en cuanto a sa-lud ambiental se refiere.

Como puede observarse, estos factores es-tán relacionados con la calidad ambiental, laintegridad ecosistémica y manifiestan una de-sarmonía entre las actividades antrópicas y lanaturaleza. De esta forma, los cambios am-bientales y su relación con la salud, son diver-sos e interrelacionados. Por una parte los flu-jos energéticos y el crecimiento de la entropíacondicionan los fenómenos globales que per-miten el sostenimiento de la vida en el plane-ta (Avellaneda Cusaría, 2002). De otra parte,se crean las condiciones que actúan como pro-ductoras y facilitadoras de los procesos de en-fermedad. El desorden causado por el hombresobre el medio natural, genera mayores posi-bilidades de ambientes inseguros y por lo tan-to mayores enfermedades. Estas alteracionesse denominan riesgos en cuanto constituyenun evento productor de una consecuencia nodeseada (Calderón Llantén et al., 1995:76).

En la legislación colombiana se contemplael análisis de riesgo como el estudio o evalua-ción de las circunstancias, eventualidades ocontingencias que en el desarrollo de un pro-yecto, obra o actividad puedan generar peli-gro o daño a la salud humana, al medio am-biente y a los recursos naturales1.

En el cuadro de la siguiente página se es-tablecen las relaciones de carácter ambientalentre las actividades petroleras en sus diferen-tes procesos y el medio local, en la cual se des-tacan aquellas que tienen relación directa conla seguridad ambiental.

Seguridad y control ambiental

En Colombia desde mediados de la décadade 1980 se ha venido trabajando el tema de

seguridad industrial relacionado estrecha-mente con el control ambiental. Dinamiza-do por la industria petrolera se crea el Con-sejo Colombiano de Seguridad, para aten-der y asesorar los aspectos relacionados conla seguridad y el control ambiental en la in-dustria. Empresas como Occidental de Co-lombia desde 1985 crearon gerencias paraatender estos aspectos y otras los desarrolla-ron por los siguientes diez años hasta esta-blecerse como departamentos independien-tes. En el caso de Ecopetrol, la empresa hamantenido diferenciado el control ambien-tal de la seguridad industrial. Para los años1993-1996 el Inderena (Instituto de Desa-rrollo de los Recursos Naturales Renovablesdel Ministerio de Agricultura), el Ministeriode Salud, el Ministerio de Medio Ambiente,en asocio con Ecopetrol, promovieron den-tro de la industria petrolera los estudios ymapas de riesgos para todas las fases de estaactividad, así como los Planes de ManejoAmbiental y Contingencia que ya se veníandiseñando y cumpliendo parcialmente des-de 1986.

13ÍCONOS 21, 2005, pp. 11-17

Petróleo, seguridad ambiental y exploración petrolera marina en Colombia

1 Ministerio de Ambiente, Decreto 1753 de 1994 so-bre licencias ambientales, artículo 1.

Gon

zalo

Var

gas

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Durante este periodo se tomaron medidascomo el sistema de “mínima descarga” quecomprendía la recirculación de fluidos deperforación exploratoria y de las aguas resi-duales industriales; la obtención de cortes deperforación con mínimo arrastre de lodo; laslagunas de estabilización y floculación comotratamientos primarios de las aguas residua-les industriales; la inyección de aguas de for-mación a formaciones geológicas evitando su

descarga a las aguas superficiales; rellenos sa-nitarios de seguridad para residuos sólidosespeciales; perforación de varios pozos direc-cionales desde una misma plataforma; la uti-lización de bioremediación para la degrada-ción de lodos aceitosos2. Debido a esta situa-ción se creó el Plan Nacional de Contingen-cia, que es una estrategia medio ambiental yde prevención de desastres que permiteafianzar y fortalecer las operaciones de res-

dossier

14ÍCONOS 21, 2005, pp. 11-17

Alfonso Avellaneda Cusaría

Actividad

Exploración

Explotación

Transporte

Refinación

Consumo

Transformación

-Alteración de ecosistemas naturales y antrópicos por la construcción de vías de pene-tración y construcción de campamentos: tala, cambios en los cursos de aguas, desesta-bilización de taludes naturales; procesos intensivos de colonización por las vías construi-das para la exploración y en los alrededores de los campamentos; ampliación de la fron-tera agrícola facilitada por la apertura de vías; creación de expectativas económicas po-cos sólidas y a corto plazo; desconocimiento de la territorialidad indígena; pérdida de laidentidad cultural y desarraigo.

Vertimientos de agua contaminada y lodos a esteros y ríos; contaminación fuentes deagua superficial y subterránea por la disposición permanente de vertimientos salinos alos cuerpos de agua; transformación de los drenajes naturales con la apertura de vías yoleoductos; vertimiento de aguas negras de los campamentos a la red hídrica; produc-ción de ruidos intensos; hibridación cultural; cambio en la escala de valores éticos y mo-rales reflejados en la gobernabilidad, violencia, inseguridad, proliferación de actores so-ciales al margen de la ley; ruptura del núcleo familiar y por ende del tejido social: pros-titución, madres solteras, indigentes; subutilización del recurso petrolero en el ámbitoregional: grandes riquezas naturales asociadas con altos índices de pobreza; pérdida delcapital ambiental; pérdida de identidad cultural: desarraigo; cambios drásticos en la eco-nomía local: sobreprecios en los productos de consumo más común; aparición de eco-nomías no formales.

Alteración de los ecosistemas que son atravesados por los oleoductos; incendio de eco-sistemas por accidentes o sabotajes; generación de amenaza permanente por la presen-cia superficial de oleoductos; crecimiento desordenado de ciudades y pueblos.

Contaminación de aire por emisiones de gases y ruidos; contaminación térmica yquímica del agua; alto consumo de agua en el proceso, lo cual implica su contami-nación; inadecuada disposición de los grandes volúmenes de residuos sólidos; gen-eración de amenaza por la presencia de grandes volúmenes almacenados de com-bustibles inflamables; crecimiento desordenado de ciudades y pueblos; cambios drásti-cos en la economía local y sobreprecios en los productos de mayor consumo.

Expulsión de gases contaminantes y energía en forma de calor a la atmósfera: cambioclimático global; generación de ruido.

Cuadro 1Transformaciones relacionadas con la seguridad ambiental

Page 22: REVISTA DE CIENCIAS SOCIALES€¦ · Fecha de aceptación y versión final: noviembre 2004 Resumen Este artículo reseña un siglo de las actividades petroleras en Colombia, sus consecuencias

puesta existentes en el país y crear un marcode desarrollo en aquellos ámbitos nacionalesdonde no se cuenta con esquemas adecuadospara prevención y atención de derrames dehidrocarburos, derivados y sustancias nocivasen el medio marino, fluvial o lacustre. En elámbito internacional, El Plan Nacional deContingencia permitió fortalecer e imple-mentar acuerdos binacionales de coopera-ción para prevenir y enfrentar derrames degran magnitud.

La situación nacional, la violencia y las actividades petroleras

El petróleo ha estado en el centro de los con-flictos sociales y políticos de la historia re-ciente de Colombia. Tal como se vislumbra através de las diversas fases de ocupación deterritorios por actividades petroleras a lo lar-go del siglo XX, éstas han ido acompañadasde la migración, la construcción de nuevospueblos, el desplazamiento y subyugación deculturas locales. En el mapa de Colombia,los escenarios de violencia, desafortunada-mente coinciden con territorios donde hahabido o hay yacimientos y bonanzas petro-leras3. En el reciente Seminario Internacionalsobre “Colombia en la Aldea Global”4 se des-tacaba que la causa principal de la inseguri-dad que se vive actualmente en Colombia secorresponde con la exclusión de la mayoría

de los actores sociales de las decisiones y be-neficios del desarrollo. Este factor ha carac-terizado a la explotación petrolera en Co-lombia (Avellaneda Cusaría, 1988). La situa-ción obliga a plantear que la actividad petro-lera para neutralizar los factores de inseguri-dad que acompaña su desarrollo, deberáorientar grandes esfuerzos a la inclusión de lapoblación en los beneficios que se derivan dela explotación del recurso, fortaleciendo lacapacidad de gobernabilidad de las localida-des y las regiones, asoladas por la corrupcióny la falta de una planificación y gestión ade-cuadas.

Perspectivas

Las críticas a la actividad petrolera apuntandesde varios vértices sociales, políticos, eco-nómicos y culturales. Todas parecen coinci-dir en que se requieren profundas reformasque vayan más allá de los ajustes tecnológi-cos (de por sí disponibles para neutralizarimpactos ambientales negativos sobre losecosistemas) y se orienten más a realizar unaactividad petrolera con inclusión social, eco-nómica y cultural de las poblaciones, en sumayoría campesinas e indígenas, que hanhabitado por centurias en los territoriosdonde se descubre el petróleo. Podríamoshablar entonces de una explotación susten-table, que partiera de la valoración costo -beneficio social y cultural que tendrían lasactividades petroleras, frente a recursos co-mo la biodiversidad, la etnodiversidad, laheterogeneidad y las armonías regionaleshistóricas, reconociendo las inconmensurabi-lidades económicas de la cultura y la territo-rialidad. Obviamente ello implicaría mane-jos económicos de relativa autonomía de lasregiones y de los Estados frente a interesesde las transnacionales petroleras, tendenciaque hay que fortalecer para avanzar en la se-guridad ambiental petrolera.

15ÍCONOS 21, 2005, pp. 11-17

Petróleo, seguridad ambiental y exploración petrolera marina en Colombia

2 Esta actividad está basada en investigación adelantadapor el Instituto Colombiano del Petróleo y en la for-mulación y puesta en práctica del Plan Nacional deContingencia por Derrames de Hidrocarburos. EstePlan se sustenta en sistemas inteligentes de reacciónrápida para atender fundamentalmente eventos rela-cionados con voladuras de oleoductos y gasoductosprovocados por factores de violencia que han tomadoa la industria petrolera como objetivo durante los úl-timos 16 años, especialmente en el corredor Arauca-Coveñas.

3 Cf. ECOPETROL, 10/2002, “Mapa de Tierras”.

4 II Seminario Internacional de Planeta Paz “Colom-bia en la Aldea Global”, Bogotá, noviembre 14-15 de2002.

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La nueva política petrolera:buscando petróleo en costas y mares

Según el Ministro de Minas y Energía de laadministración Uribe, desde el 2003 se inicióuna nueva fase de exploración petrolera gra-cias al Convenio suscrito por el gobierno na-cional y las transnacionales del petróleo re-presentadas por la Asociación Colombianadel Petróleo. Este convenio tiene que ver confacilitar la exploración petrolera, especial-mente en lo que se refiere a las licencias am-bientales, considerando un eventual agota-miento de las reservas descubiertas para elaño 2007, y además porque, en éstas áreas, laseguridad con respecto a los factores de vio-lencia social y política que afectan a las zonaspetroleras en tierra firme, sería baja.

En los últimos años, Ecopetrol ha puestoa disposición para exploración de las empre-sas petroleras una extensión de más de 30 mi-llones de hectáreas en las zonas costeras, losmares territoriales y las zonas económicas ex-clusivas costa afuera, mientras el Ministeriode Medio Ambiente, que ha tenido una pre-caria gestión sobre los mares y sus ecosiste-mas, ha venido disminuyendo las exigenciaspara las actividades de hidrocarburos En el ca-so de las actividades petroleras costa afuera, noexiste ninguna legislación específica que protejalos recursos marinos vivos. Y si nos atenemos alDecreto 1180 de 2003 sobre licencias am-bientales, solo se contempla la obligación deobtener licencia a las actividades de explora-ción sísmica, cuando requieran la construcciónde vías para el tránsito vehicular, quedando dehecho excluidas de esta obligación este tipode actividades en el mar.

Esta legislación está acorde con el abando-no de la gestión de los ecosistemas costeros ymarinos que tradicionalmente ha tenido el Es-tado colombiano. Habría que recordar que du-rante el montaje del proyecto Caño Limón –Coveñas, en 1985-1986, para la construccióndel oleoducto submarino de la costa a la plata-

forma de embarque en el Golfo de Morrosqui-llo se destruyeron arrecifes de coral (como loconstató el Inderena) debido a esta interven-ción, y que derrames de crudo durante la ope-ración del proyecto han afectado gravementelos ecosistemas marinos y costeros del Golfo,afectando la oferta pesquera de la que subsistencientos de familias de pescadores artesanales.

Los estudios ambientales que se realizaronen años anteriores para la exploración sísmicacosta afuera estuvieron limitados por la preca-ria información existente sobre el estado de losecosistemas marinos, particularmente en losmares frente a la Guajira y el Golfo de Urabá,donde se desarrollaron este tipo de actividadesa finales en la década de 1980 y principios dela década de 1990. Por ejemplo, es conocidoque los sistemas de prospección sísmica traba-jan en base a explosiones de aire que generanondas sonoras, sin que hasta ahora se conoz-can estudios que concluyan sobre el impactoque este tipo de ondas pueda tener sobre espe-cies marinas, especialmente los cetáceos yotros mamíferos marinos que se comunican agrandes distancias por medio de sonidos.Tampoco se sabe nada sobre el impacto encardúmenes de peces y sobre especies de coralque se conocen son muy sensibles a este tipode intervenciones, factores estos que ademáspueden afectar la oferta pesquera, especialmenteen zonas de pesca artesanal en las costas Atlánti-ca y Pacífica de la que viven miles de poblacio-nes de pescadores pobres en esta región.

Por otra parte, los convenios internaciona-les que tienen relación con la protección de losmares y sus recursos marinos vivos (como elConvenio para la protección y manejo deáreas marinas y costeras del Pacifico Sureste, laConvención de Londres sobre vertimientos almar, la Convención de Cartagena que se rela-ciona con el plan de acción del gran Caribe yla Convención de Ramsar sobre humedales, laConvención de las Naciones Unidas sobre losderechos del mar o Ley del mar, la Conven-ción de diversidad biológica, los acuerdos de

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16ÍCONOS 21, 2005, pp. 11-17

Alfonso Avellaneda Cusaría

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la Organización Marítima Internacional y losrecientes acuerdos plasmados en el Plan deimplementación de la Cumbre de desarrollosustentable de Johannesburgo) dan prioridada la protección de los ecosistemas marinos, sinque hasta ahora ninguno de estos instrumen-tos haya sido tenido en cuenta por el gobier-no colombiano para la protección del medioambiente marino, en relación con las activida-des petroleras costeras y marítimas.

Este último Plan considera en su párrafo 34(literal c):

“Crear capacidad en ciencia, información ygestión marina, mediante, entre otras cosas, lapromoción del uso de evaluaciones de impac-to ambiental y técnicas de evaluación y presen-tación de informes sobre el medio ambiente enrelación con proyectos o actividades que pue-dan ser dañinos para los entornos costeros ymarinos y sus recursos vivientes y no vivientes”

Es de señalar que, teniendo en cuenta la legis-lación vigente, es competencia exclusiva delMinisterio de Ambiente, Vivienda y Desarro-llo Territorial este tipo de gestión.

A nivel internacional incluso son más cui-dadosos en relación con la protección de losrecursos marinos vivos. Así, por ejemplo, re-cientemente la International Finance Corpo-ration ha emitido unas Guías Ambientales5

que deben ser tenidas en cuenta por las em-presas petroleras en relación con el desarrollode actividades petroleras y de gas costa afue-ra. Entre ellas se destacan los siguientes aspec-tos: control de efluentes y desechos de peli-grosos como residuos de pinturas, solventes,cementos; control a materiales radioactivos;control de efluentes de grasas y aceites, flui-dos de perforación, sustancias contaminantesdisueltas en agua, aceite Diesel, aditivos yquímicos, efluentes sanitarios y aguas refrige-

radas menores de 3º C; realización previa debioensayos con especies marinas locales,aprobadas por las autoridades ambientales,tales como camarones que son altamente sen-sibles a sustancias químicas y algunas especiesde anfípodos que son sensibles a las descargasde fluidos de la exploración petrolera.

Nos preguntamos entonces, ¿cuáles de estasmedidas y otras de protección del medio mari-no están consideradas para la exploración pe-trolera aprobada en el mar, frente a los depar-tamentos de Bolívar y Atlántico y en la Guaji-ra? ¿Qué tipo de monitoreo se está adelantan-do por parte del Ministerio de Medio Ambien-te para la conservación y protección de los re-cursos marinos vivos? ¿Qué información ha si-do suministrada a las comunidades de pesca-dores, a lo largo de las zonas costeras del Pací-fico y el Atlántico, sobre las actividades petro-leras aprobadas o en aprobación? ¿Van a que-dar desprotegidas las 30 millones de hectáreasde mar territorial y zonas económicas exclusi-vas, frente a las actividades petroleras, tal comolo han sido hasta ahora por las actividades enla Bahía de Cartagena, en el terminal de Tuma-co y en Bahía Huckel en San Andrés?

El gobierno y los pescadores tienen la palabra.

Bibliografía

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Varios Autores, 1999, Casanare, Características Geográ-ficas, Instituto Geográfico Agustín Codazzi, Bogotá.

17ÍCONOS 21, 2005, pp. 11-17

Petróleo, seguridad ambiental y exploración petrolera marina en Colombia

5 Cf. URL: www.ifc.org/enviro/enviro/pollution/oil&gas2002.doc

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Impactos sociales de la actividad petrolera enEcuador: un análisis de los indicadores

Teodoro Bustamante* y María Cristina Jarrín**

*Postgrado en Estudios Políticos por FLACSO-Ecuador.Coordinador del programa de Estudios Socio Ambientales de FLACSO-Ecuador.Email: [email protected]

**Mtr. (c) en Estudios Ambientales por FLACSO-Ecuador.Asistente de investigación, programa de Estudios Socio Ambientales de FLACSO Ecuador.Email: [email protected]

Fecha de recepción: septiembre 2004Fecha de aceptación y versión final: noviembre 2004

ResumenEl presente artículo explora en qué medida las zonas en las cuales se desarrolla la extracción pe-trolera, muestran similitudes y diferencias con el país y el resto de la Amazonía, en una gamade 100 indicadores estadísticos sociales particularidades. Se utilizaron datos provenientes deINFOPLAN, SIISE, series censales, e información petrolera. Se estudió el comportamiento devariables, las correlaciones entre ellas, se efectuó un análisis de componentes principales y den-dogramas de agrupamiento de los cantones. El resultado es que existen aspectos en los cualestales unidades administrativas se diferencias de las demás, pero la presencia de petróleo no es elprincipal factor que se asocia a la variación socioeconómica en la Amazonía ecuatoriana.

Palabras clave: Petróleo, Amazonía, indicadores sociales, correlaciones, Ecuador

AbstractThis paper analyzes in what measure, the oil production process in Eastern Ecuador shows aspecific profile in a hundred social indicators. The data used come from INFOPLAN, SIISE,census series, and oil production information. The correlations between different figures analy-zed are studied, factor analysis and clusters are used to establish different groupings. The resultsshow that oil activity produces a specific profile, but is not the main factor that explains or isassociated to the differences in social indicators in the Ecuadorian Amazon basin.

Key words: Oil, Amazon, social statistics, correlations, Ecuador

19

Iconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 21, Quito, enero 2005, pp. 19-34© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.

ISSN: 1390-1249

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El presente análisis es el resultado deuna experiencia de trabajo sobre losimpactos ambientales causados por la

explotación de hidrocarburos en el Ecuador1.Una revisión sobre el tratamiento que han re-cibido los temas específicamente ambientalesnos permite ver que su abordaje se ha centra-do en la descripción de algunas variables talescomo los derrames de petróleo, la superficiedeforestada, algunos efectos epidemiológicos,entre otros (Kimerling, 1993; Varea et al.,1995; San Sebastián et al., 2004).

Sin embargo, la experiencia de campo nosha mostrado que los aspectos más importan-tes de los impactos de la actividad petrolera seubican a nivel de los procesos sociales. Nues-tra percepción es que tales impactos no hansido trabajados de manera sistemática, ni hansido hasta el momento realmente dimensio-nados. Por lo tanto, el propósito del presentetrabajo es sistematizar la información dispo-nible sobre la realidad social existente en lasregiones en las cuales se desarrolla actividadpetrolera y comparar esta información con laexistente respecto a otras zonas, analizandoasí las tendencias específicas de evolución so-cial en las zonas de actividad petrolera.

Esta iniciativa está marcada por dos pre-guntas. Primero, ¿cuáles son las diferenciasque existen en la estructura y en el tejido so-cial entre las zonas en las cuales se desarrollaactividad petrolera y aquellas en las cuales es-to no sucede? Segundo, ¿cuáles son los perjui-cios, problemas y dificultades que la explota-ción petrolera produce en las zonas en las quese desarrolla esta actividad?

Enunciar estas preguntas implica asumiralgunos presupuestos. El más importante deellos es que la actividad petrolera marca -de

una manera clara y consistente- la estructuray la dinámica de la sociedad donde esta acti-vidad se realiza. La segunda es que este efectoo impacto es, en lo sustancial, generador deproblemas y dificultades. Estos presupuestoscorresponden a una opinión generalizada y adifundidos puntos de vista que asumen y afir-man que la actividad petrolera es dañina so-cialmente y que, por lo tanto, debe ser recha-zada. Tal posición es expresada con frecuenciapor los movimientos ambientalistas (Varea etal., 1995).

Metodológicamente hemos procedido aconformar una base de datos con más de 100variables que provienen de varias fuentes: elInfoplan, el SIISE, el VI Censo Nacional dePoblación y V de Vivienda y la base de datosdel Observatorio Socio Ambiental de FLAC-SO. Nuestro trabajo se ha referido en lo fun-damental a la región amazónica, pero incluyevarias dimensiones a nivel nacional. En otrostrabajos abordamos los problemas metodoló-gicos que han surgido en el manejo de esta in-formación (Bustamante y Jarrín, s. f.).

Una perspectiva nacional

Como primer interrogante para abordar estetema tenemos el relativo a cómo se compor-tan las zonas petroleras con respecto al restode variables sociales nacionales. Para desarro-llar este análisis conviene que tomemos encuenta cuáles son las particularidades de la re-gión en la cual se desarrolla la mayor parte dela actividad petrolera. Para ello, señalemos al-gunas características de la situación de laAmazonía, respecto al conjunto del país. Se-gún una combinación de datos Censales, delINFOPLAN y del SIISE podemos señalarque la región amazónica muestra respecto alos promedios nacionales dos característicasimportantes: a) un importante déficit en todolo que implica infraestructura, equipamientoy calidad de la vivienda, así como una apre-

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Teodoro Bustamante y María Cristina Jarrín

1 Este trabajo recoge algunos aspectos cuantitativos deun trabajo desarrollado durante varios años en el Ob-servatorio Socio Ambiental de FLACSO-Ecuador,que ha contado en diversos momentos con el apoyode Petroecuador y del Fondo de Solidaridad Social delEcuador.

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21ÍCONOS 21, 2005, pp. 19-34

Impactos sociales de la actividad petrolera en Ecuador: un análisis de los indicadores

Gráfico 1:Indicadores de infraestructura y vivienda(10 indicadores)

Gráfico 2:Indicadores de educación(7 indicadores)

Gráfico 3:Indicadores de pobreza(6 indicadores)

Gráfico 4:Indicadores de salud(4 indicadores)

Fuente: SIISE versión 3.5; INFOPLAN versión 2.0; IV Censo Nacional de Población y V de Vivienda.Elaboración: T. Bustamante y C. Jarrín.

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ciable desventaja en indicadores referentes aeducación, y b) una situación más compara-ble a la media en lo relativo a las variables depobreza e indicadores de salud.Un segundo aspecto que es necesario abordares el de determinar qué es lo que entendere-mos por “zonas de actividad petrolera”. Hayvarias estrategias posibles: entre ellas hemosexaminado la de definir como zona petroleraa la región donde hay infraestructura petro-lera; otra opción es referirse a la presencia depozos; también es posible relacionarla con elvolumen de la producción de crudo. En este

artículo utilizaremos dos aproximaciones.Por un lado, basándonos en la concentraciónde pozos a nivel cantonal, hemos definidouna zona petrolera nuclear que incluye encuatro cantones al 80% de los pozos del país.Estos cantones son Lago Agrio, Shushufindi,Orellana y La Joya de los Sachas. Para el aná-lisis de correlaciones utilizaremos como va-riables el número de pozos por cantón, el vo-lumen de producción por cantón y en algu-nos momentos usaremos como variables di-cotómicas la presencia o no de ductos y lapresencia o no de pozos.

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22ÍCONOS 21, 2005, pp. 19-34

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Croquis 1Distribución espacial de los principales campos petroleros en el norte de la RAE.

Fuente: Observatorio Socio Ambiental de FLACSO, sede Ecuador.Elaboración: Observatorio Socio Ambiental de FLACSO, sede Ecuador.

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La justificación de nuestra primera aproxi-mación puede apreciarse en los dos gráficossiguientes, esto es en la distribución y con-centración en el espacio de los pozos y la acu-mulación del número pozos. (Ver Croquis 1y Gráfico 5).

La situación de los cantones petroleros

Con estos antecedentes se ha procedido acomparar a los cantones petroleros con tresmarcos de referencia: a) con el promedio na-cional, b) con la región amazónica y c) con elconjunto del país, excluyendo a Quito y Gua-yaquil (Ver Cuadro No. 1 y Gráfico No. 6).

Estos datos nos señalan que en infraes-tructura y educación, la situación de las zonas

petroleras es marcadamente inferior a los pro-medios nacionales y también, aunque en me-nor medida, es peor que el promedio amazó-nico. Las deficiencias de infraestructura pro-pias de toda la región se ven agudizadas en lazona petrolera.

Con respecto a salud y pobreza, toman-do en cuenta que estos datos están construi-dos como inversos, es decir que mientrasmejor es la situación de un cantón mayor vaha ser el valor del índice, nos encontramoscon que los datos son bastante cercanos alos promedios nacionales. En salud encon-tramos una situación ligeramente mejor queel promedio amazónico. Y respecto a la po-breza encontramos un valor igual al prome-dio regional y ligeramente mejor que elconjunto del país excluyendo Quito y Gua-yaquil.

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Impactos sociales de la actividad petrolera en Ecuador: un análisis de los indicadores

Gráfico 5Concentración de pozos según cantones en la Amazonía ecuatoriana(Porcentaje acumulativo)

Fuente: Observatorio Socio-ambiental FLACSO, sede Ecuador.

Elaboración: T. Bustamante y C. Jarrín.

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Cuadro 1Comparación de índices* sociales promedios entre los cantones "petroleros" y otros ámbitos nacionales

Total Amazonía Ecuador sin Número denacional Quito ni Guayaquil indicadores

INFRAESTRUCTURA 0,6889 0,9297 0,7445 10

EDUCACION 0,7382 0,9161 0,7998 7

SALUD 0,9211 1.0395 1.0144 4

POBREZA** 0,9603 1,0028 1,0370 6

* Para la comparación con el total nacional sin Quito y Guayaquil se utilizaron 9 indicadores.** Los valores de pobreza son inversos aditivos, es decir (= 1 – Variables de pobreza). Por lo tanto, mientras más alto es el valor, menosgrave es la pobreza.Fuente: Observatorio Socio Ambiental FLACSO Sede EcuadorElaboración: T. Bustamante y C. Jarrín.

Gráfico 6Situación comparativa de los cantones petroleros

Fuente: Infopbn 2.0, SIISE 3.5Elaboración: T. Bustamante y C. Jarrín.

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Análisis de las variables

Un paso siguiente del análisis es examinar es-pecíficamente cada una de las variables. Estonos permite obtener el Gráfico No. 7.

El comportamiento de las variables co-mienza a marcar un perfil muy específico pa-ra las zonas petroleras. Aquellas variables que

están masivamente por debajo de la medianacional son las que se refieren a la asistenciaa la educación superior y varias asociadas a lainfraestructura.

Las variables en las que las zonas petrole-ras están mejor que el promedio nacionalson algo sorprendentes, y corresponden alindicador de nutrición infantil (44% mejor

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Impactos sociales de la actividad petrolera en Ecuador: un análisis de los indicadores

Gráfico 7Cantones petroleros comparados con la media nacional

Fuente: Infoplan 2.0, SIISE 3.5, VI Censo Nacional de Población y V de Vivienda.Elaboración: T. Bustamante y C. Jarrín.* Corresponde al porcentaje de niños menores de 5 años que NO tienen problemas de desnutrición (1–desnutrición crónica).** Este valor es el inverso de la tasa de mortalidad infantil.*** Todos estos valores son inversos aditivos, es decir: 1–variables de pobreza. Por lo tanto, mientras más alto es el valor, me-nos grave es la pobreza.

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que el promedio nacional) y al de supervi-vencia infantil (8% mejor que el promedionacional). Estos datos llaman la atenciónpuesto que nos hablan de dos condicionesbásicas de la situación de los niños que esta-rían considerablemente mejor que el prome-dio nacional2.

Si realizamos la comparación en relación alos promedios de la amazonía, las variables sedesplazan en ciertos aspectos pero mantienen al-gunas características comunes (Gráfico No. 8).

Como se observa en el Gráfico No. 8, en es-te caso las diferencias son sustancialmente me-nores. De hecho, el valor mínimo es un 50%del promedio regional en comparación con el26% del valor nacional. Tenemos en primerlugar los déficits más altos (menos del 70% delos valores regionales) que se refieren a caracte-rísticas de la vivienda, servicios y ciertos aspec-tos de la educación. Con un retroceso menor(entre el 85% y el 95% de la media regional)tendríamos a varios índices complejos que mi-den educación y otro grupo de servicios. Entreestos se incluye un indicador de pobreza (el in-verso de la incidencia de la pobreza). Tenemosotro grupo, muy cercano al promedio regional(entre el 95% y el 105% de la media regional)en el que encontramos algunas variables inver-sas de pobreza y algunas relativas a servicios. Aligual que en el caso anterior, es necesario notarque la nutrición infantil se encuentra clara-mente sobre el promedio regional3.

Esto ya nos permite vislumbrar ciertas hi-pótesis sobre el impacto de la actividad petro-lera en la estructura social. Los datos que he-

mos consignado nos hablan de una clara pre-cariedad en las condiciones de infraestructuray el acceso a servicios, aunque no un deterio-ro masivo de la pobreza y la salud.

Análisis de correlaciones

Un paso ulterior en el análisis se refiere a exa-minar los niveles de correlaciones que existenentre la presencia de variables sociales y losdatos que revelan la actividad petrolera. Eneste caso hemos utilizado el logaritmo naturaldel número de pozos, como variable que in-dica la actividad petrolera.4 Asimismo, en es-te análisis hemos incorporado más variables,pues hemos agregado todas aquellas que tie-nen menos carácter valorativo y que son másdescriptivas (esto incluye desde estructura dela población económicamente activa –PEA-,hasta tasas de crecimiento demográfico). Esteanálisis ha sido efectuado exclusivamente so-bre la región amazónica del Ecuador.

Los resultados que obtenemos de este aná-lisis constan en el Cuadro No. 2.

De estos resultados se desprenden algu-nos aspectos interesantes. Por ejemplo, la co-rrelación promedio que existe entre la presen-cia de pozos y el conjunto de las variables (ex-ceptuando aquellas que serían algo tautológi-cas como el porcentaje de producción de cru-do, presencia de infraestructura petrolera,etc.) es de 0,198, un valor relativamente bajo.Esto parecería indicar que la presencia de ac-tividad hidrocarbuífera no es determinantede la estructura social. Como veremos poste-riormente esto merece ser matizado. De todasmaneras podemos señalar que hay muchasvariables que tienen coeficientes de correla-

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2 El SIISE explica en su metodología que estos valoresprovienen de la expansión de la muestra de EME-DINHO 2001. Se trata por lo tanto de datos estima-dos y no medidos. Sería posible y conveniente unanálisis más estricto de las fuentes, y de los métodosutilizados.

3 Estos datos vitales nos hablan de ciertas condicionesde vida mejores. Consideramos que requieren de másdetenida verificación antes de sacar conclusiones. Verla nota anterior sobre la metodología de estos indica-dores.

4 Hemos efectuado el análisis con respecto al númerode pozos (sin logaritmo), porcentaje de la produc-ción, sin que los resultados se modifiquen apreciable-mente. Hay más diferencias si comparamos con lapresencia de infraestructura. Sin embargo ese análisisdeberá quedar para otra ocasión.

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Gráfico 8Cantones petroleros comparados con la media amazónicl

Fuente: Infoplan 2.0, SIISE 3.5, VI Censo Nacional de Población y V de Vivienda.Elaboración: T. Bustamante y C. Jarrín.* Corresponde al porcentaje de niños menores de 5 años que NO tienen problemas de desnutrición (1–desnutrición crónica).** Este valor es el inverso de la tasa de mortalidad infantil.*** Todos estos valores son inversos aditivos, es decir: 1–variables de pobreza. Por lo tanto, mientras más alto es el valor, me-nos grave es la pobreza.

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Cuadro 2.Coeficientes de correlación entre presencia de pozos y las 41 variables socioeconómicas más asociadas

Variable Coeficiente de correlaciónProducción crudo 0,760Tasa crecimiento demográfico 1974-1982 0,692Cantones con presencia de pozos 0,689Cantones con infraestructura petrolera 0,598No declarados según rama de actividad PEA 0,490Tasa crecimiento demográfico 1974-2001 0,479Tasa crecimiento demográfico 1990-2001 0,477No declarados según categoría ocupación PEA 0,462Trabajador nuevo según rama ocupación PEA 0,453Trabajador nuevo según grupo ocupación PEA 0,453Trabajador nuevo según categoría ocupación PEA 0,453Logaritmo poblacional 0,421Operadores maquinarias 0,409No declarados según grupo ocupación PEA 0,409Viviendas con agua por tubería -0,387Trabajadores sector inmobiliario 0,385Trabajadores enseñanza -0,378Materiales techo -0,363Trabajadores calificados -0,360Empleados Municipio o Consejo Provincial -0,354Viviendas con servicio de alcantarillado -0,343Poder ejecutivo 0,334Instrucción secundaria 1-3 años 0,333Trabajadores de los servicios 0,330Trabajadores transportes, almacenes y comunicaciones 0,329Trabajadores comercio 0,319Índice infraestructura -0,315Trabajadores cuenta propia -0,307Trabajadores sector pesquero 0,285Tasa neta asistencia primaria -0,283PEA femenina -0,274Instrucción primaria 4-6 años -0,271Trabajadores hoteles y restaurantes 0,264Trabajadores agricultura, selvicultura y caza -0,251Empleados privados 0,249No asalariados sector terciario PEA 0,249Trabajadores electricidad, gas y agua 0,246Viviendas con Serv. Eléctrico -0,246Índice de vivienda -0,239Ingresos propios sobre ingresos totales (Municipios) 0,231Incidencia de la pobreza 0,227

Fuente: Infoplan 2.0, SIISE 3.5, VI Censo de Población y V de Vivienda.Elaboración: T. Bustamante y C. Jarrín.

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ción bajos. En efecto, de las 99 variables tra-bajadas, catorce muestran coeficientes de co-rrelación superiores al 40% y sólo cuatro su-periores al 50%. De esas cuatro, tres se refie-ren a la actividad petrolera misma. En estesentido es interesante señalar que la variablesimple más asociada a la presencia de pozos esla tasa de crecimiento demográfico en el pe-ríodo 1974-1982.

En el segundo grupo de indicadores estre-chamente asociados a la presencia de pozos,es decir aquellos que tienen coeficientes decorrelación entre 40% y 50%, tenemos unagama de variables que incluyen: tres relativasa personas que no declaran algún aspecto desu situación laboral en el censo, dos que se re-fieren a trabajadores nuevos, dos más que sonnuevamente tasas de crecimiento, una que serefiere a la cantidad de habitantes y una quedescribe a los operadores de maquinarias.

Si analizamos el siguiente grupo de varia-bles (entre 30% y 40%) tenemos la presenciade cuatro variables sobre infraestructura y vi-vienda (todas con correlaciones negativas),una sobre educación, y nueve relativas a es-tructura de la población económicamente ac-tiva (PEA).

Por último, en el grupo entre 20% y 30%de correlación encontramos siete variablesmás asociadas a la estructura ocupacional, dosa la educación, dos a la vivienda, una relativaa la gestión municipal y una a la pobreza.

Todo este panorama nos permite hacer va-rios comentarios. El aspecto que más clara-mente está asociado a la actividad petrolera esun alto crecimiento poblacional.5 El segundoes la presencia de una categoría de trabajado-

res poco definidos, los no declarados, así co-mo los trabajadores nuevos. Esta categoríapoco explícita está sin lugar a dudas asociadaa población de alta movilidad relacionada consectores informales, entre los cuales se puedenpresentar situaciones relativas a marginalidad,así como a delincuencia y prostitución. Entercer lugar tenemos otro aspecto de la estruc-tura de la población económicamente activaque se refiere a un conjunto de correlacionespositivas y negativas con ciertas formas detrabajo. Básicamente una escasa representa-ción de las actividades públicas, la enseñanza,los trabajadores calificados y trabajadoresagrícolas y, en cambio, una muy alta presen-cia de operadores de maquinarias, trabajado-res del transporte, del comercio, del sector in-mobiliario y el turismo.

En relación a la estructura de la PEA hayun dato que nos parece interesante: hay en laactividad petrolera una perceptible correla-ción negativa con la participación femenina.Cabe también señalar que tenemos solamen-te una variable asociada a la pobreza que lle-ga a superar una correlación del 20%: nos re-ferimos a la incidencia de la pobreza con un22%. Las demás variables que se asocian a te-mas de pobreza tienen correlaciones bajas,inferiores al 20% y más bajas aún con respec-to a la indigencia. Esto permitiría suponerque la presencia de pozos petroleros no es unfactor significativo para aumentar la pobrezade la población, pero tampoco es un factorque se pueda asociar a la superación de lamisma.

Por último señalemos que las 58 variablesrestantes no asociadas a la presencia de pozos,incluyen muchas relativas a la educación, al-gunas referidas a estructura ocupacional, y lamayor parte de las relacionadas a la gestiónmunicipal. Esto indicaría que a pesar de quehay una variable de este campo que sí tieneuna ligera asociación (el porcentaje de ingre-sos propios de los municipios), en realidad lapresencia del petróleo no parece ser un factor

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Impactos sociales de la actividad petrolera en Ecuador: un análisis de los indicadores

5 Esta sola variable debería hacer pensar a los responsa-bles de las políticas petroleras que la primera medidade mitigación del impacto de cualquier actividad pe-trolera propuesta deberían ser las variables asociadasal manejo del crecimiento. Esto es, fundamental pla-nificación e infraestructura urbana, manejo del terri-torio y sobre todo saneamiento de la situación de te-nencia de la tierra.

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Teodoro Bustamante y María Cristina Jarrín

Cuadro 3 Componentes principales

% Varianza explicada % Varianza acumulada

Componente principal 1 36,816 36,816

Componente principal 2 12,894 49,711

Componente principal 3 8,816 58,527

Elaboración: T. Bustamante y C. Jarrín.

Cuadro 4Componente principal 1.Variables más asociadas al primer componente principal

Variables Coeficiente de extracción

Índice de desarrollo social 0,9428

Índice de necesidades básicas insatisfechas -0,9428

Viviendas con sshh de uso exclusivo 0,9335

Viviendas con servicio de recolección de basura 0,9232

Índice de vivienda 0,9169

Índice de salud 0,9112

Índice de infraestructura 0,8961

Índice de educación 0,8930

Personal de salud por cada mil hab. 0,8795

Promedio años de escolaridad 0,8754

Escolaridad en la PEA 0,8493

Viviendas con servicio de alcantarillado 0,8472

Incidencia de la pobreza -0,8447

Instrucción superior de 1 a 3 años 0,8401

Viviendas con servicio eléctrico 0,8397

Instrucción superior 4 y más años 0,8383

Agricultura, selvicultura y caza -0,8270

Tasa de acceso a instrucción superior 0,8238

Brecha de la pobreza -0,8098

Saneamiento 0,8092

Porcentaje de hogares hacinados -0,7987

Fuente: Infoplan 2.0, SIISE 3.5, VI Censo de Población y V de Vivienda.Elaboración: T. Bustamante y C. Jarrín.

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determinante en la calidad de la gestión de lasautoridades seccionales.

Análisis de componentes principales

Con esta base de información es posible ana-lizar cuáles son las variables más importantespara explicar la variabilidad en los indicado-res sociales de la Amazonía. Los resultadosque este análisis arroja hace posible identificar16 componentes principales. Los tres mayo-res tienen la capacidad explicativa que semuestra en el Cuadro No. 3.

El primer componente principal (Cuadrono. 4), marca una muy fuerte asociación conlas variables relativas a la infraestructura y tie-ne muy escasa asociación con la actividad pe-trolera (en general coeficientes de correlaciónmenores al 5%, a veces positivos y a veces ne-gativos). Este componente, capaz de explicarel 36% de la varianza total estaría indicándo-nos la profundidad en el tiempo del procesode construcción de infraestructura, la consoli-

dación de su articulación al espacio nacional yel desarrollo de instituciones. Este componen-te está además muy fuertemente asociado conlos principales indicadores de calidad de vida:los índices compuestos del Infoplan en rela-ción a salud, vivienda y educación, tienen aso-ciaciones superiores al 85%. Este componen-te principal parece ser el más asociado a la ca-lidad de vida de la población.

La actividad petrolera tiene un valor expli-cativo apreciable, con una capacidad explicati-va del 11% (Cuadro No. 5), como segundocomponente principal. En este caso, la asocia-ción de las variables petroleras es bastante al-ta. Por ejemplo, una asociación del 68% conel número de pozos y de un 54% con la pro-ducción de crudo. Está también fuertementeasociado con todas aquellas variables que he-mos anotado propias de los cantones petrole-ros, especialmente tasas de crecimiento, secto-res no formales de la PEA y una estructuraocupacional específica. Tienen una moderadao baja asociación con los indicadores de po-breza (alrededor del 20%). Es relevante seña-

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Impactos sociales de la actividad petrolera en Ecuador: un análisis de los indicadores

Cuadro 5 Componente principal 2.Variables más asociadas al segundo componente principal

Variables Coeficiente de extracción

Empleados del Poder ejecutivo 0,8016

Tasa de crecimiento demográfico1974-2001 0,7701

Operadores de maquinarias 0,7551

Cantones con presencia de pozos 0,7478

Cantones con infraestructura petrolera 0,7459

Explotación de minas y canteras 0,7223

Empleado privado 0,7007

Logaritmo de número de pozos 0,6854

Tasa de crecimiento demográfico 1990-2001 0,6827

Tasa de crecimiento demográfico 1982-1990 0,6330

Promedio de ingresos propios sobre ingresos totales (Municipios) 0,6019

Fuente: Infoplan 2.0, SIISE 3.5, IV Censo de Población y V de ViviendaElaboración: T. Bustamante y C. Jarrín.

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Teodoro Bustamante y María Cristina Jarrín

1 AGUARICO

2 ARAJUNO

3 ARCHIDONA

4 CARLOS JULIO AROSEMENA

5 CASCALES

6 CENTINELA DEL CONDOR

7 CHINCHIPE

8 CUYABENO

9 EL CHACO

10 EL PANGUI

11 GONZALO PIZARRO

12 GUALAQUIZA

13 HUAMBOYA

14 LA JOYA DE LOS SACHAS

15 LAGO AGRIO

16 LIMON-INDANZA

17 LOGROÑO

18 LORETO

19 MERA

20 MORONA

21 NANGARITZA

22 ORELLANA

23 PALANDA

24 PALORA

25 PASTAZA

26 PUTUMAYO

27 QUIJOS

28 SAN JUAN BOSCO

29 SANTA CLARA

30 SANTIAGO

31 SHUSHUFINDI

32 SUCUA

33 SUCUMBIOS

34 TAISHA

35 TENA

36 YACUAMBI

37 YANZATZA

38 ZAMORA

Dendograma de aglomeración jerárquica. Cantones amazónicos.Variables: infraestructura, educación, pobreza y PEA

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lar que en este caso encontramos una asocia-ción relativamente fuerte, pero inversa con laparticipación femenina en la PEA (-39%).

Dendogramas y agrupaciones

A partir de los datos anteriores, podría pensar-se que la actividad petrolera no es un factorque determine una estructura social específica.Sin embargo, eso no es sino una lectura super-ficial de los datos que hemos anotado. En rea-lidad los datos lo único que demuestran esque la presencia del petróleo no es lo que másexplica, o lo que más se asocia al conjunto dela variabilidad social de la región amazónica(existiendo eso sí una clara asociación conciertos acotados campos de variables).

Para determinar cuánto se parecen entre sílas realidades de los cantones en los cualesexiste actividad petrolera, hemos procedido arealizar un análisis de agrupaciones. Para ellohemos utilizado el programa SSPS; se hanelaborado dendogramas de aglomeración uti-lizando el método de Ward, con la técnica dela distancia Euclídea y con valores estandari-zados de 0 a 1. El resultado que hemos obte-nido se refleja en el dendograma siguiente ynos permite concluir que si bien la presenciadel petróleo no es lo que segrega y diferenciade manera más radical a los cantones que de-sarrollan esta actividad, sí tiene una muy cla-ra asociación y muestra la gran cercanía quetienen los cuatro cantones que hemos califi-cado de petroleros. Cabe señalar que en elcurso de este trabajo hemos ensayado un sin-número de formas de agrupar los datos y deponderar las variables, y en todos los casos seha mantenido este fuerte nivel de asociación.

Comentarios finales

Los datos que hemos trabajado no permitenseñalar que la presencia de la actividad petro-lera sea la causa principal de la situación de

bienestar o malestar de las poblaciones de laregión amazónica. Todo parece indicar queson otros los factores fundamentales que de-terminan la calidad de vida de la población.En otras palabras, en relación a las variablesanalizadas, la presencia de actividad petrolerano arregla el nivel de vida de la población, nilo destruye.6

La explotación petrolera genera una diná-mica específica; comprenderla sería funda-mental para las autoridades con responsabili-dades en las zonas en que esta actividad se de-sarrolla o se está proponiendo desarrollarla.Este análisis solamente estadístico ya permiteidentificar algunas orientaciones que podríanser prioritarias en el caso de que existiera unavoluntad real de mitigar, o en su caso preve-nir, los impactos de esta actividad. Estos se re-fieren a manejar el crecimiento buscando evi-tar el desorden y la informalidad y previendooportunamente las necesidades de infraes-tructura.

Por otra parte aparece con claridad que enlas zonas de actividad petrolera sí existe unaestructura social específica. Los indicadoresque hemos analizado pueden ser un comien-zo en la tarea de describir la sociedad petrole-ra en nuestro país. Esta descripción es necesa-ria si se pretende reparar las desventajas queexisten en las zonas petroleras y maximizar elbienestar de su población.

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—————, 1992, El reto de la energía en laspróximas dos décadas, Quito, Siglo XXI,

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Impactos sociales de la actividad petrolera en Ecuador: un análisis de los indicadores

6 En este análisis no se han incluido indicadores de vio-lencia ni de toxicidad del medio.

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dossier

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Teodoro Bustamante y María Cristina Jarrín

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Microconflictos ambientales y crisis de gobernabilidad en la Amazonía ecuatoriana1

Guillaume Fontaine

Doctor en Sociología por la Université de la Sorbonne Nouvelle-Paris 3 (Francia).Profesor Investigador de FLACSO-EcuadorEmail: [email protected]

Fecha de recepción: septiembre 2004Fecha de aceptación y versión final: noviembre 2004

ResumenEste artículo analiza la relación entre contaminación y conflictos ambientales en el norte de laAmazonía ecuatoriana. La idea central que se defiende es que el manejo de conflictos por la em-presa petrolera del Ecuador, Petroecuador, puede llevar a negociaciones “eficientes” a corto pla-zo, a costa de la institucionalización de los arreglos y de un tratamiento de las causas estructu-rales de los conflictos. Este entorno, condicionado por una gestión ambiental inadecuada en elnorte de la Amazonía, constituye el telón de fondo de los conflictos radicales en el centro y elsur de la región y seguirá siendo un marco referencial contra la política petrolera del Estado. Enparticular, el clima de tensión social que resulta de esta situación es agravado aún más por lamediatización del juicio contra Chevrón-Texaco. Sin una redefinición de las políticas públicas–en particular políticas ambiental y social responsables y equitativas– este clima amenaza condesembocar en una crisis de gobernabilidad democrática.

Palabras clave: Petróleo, contaminación, Amazonía, conflictos ambientales, gobernabilidaddemocrática, Ecuador

AbstractThis paper analizes the relationship between oilspills and ecological conflicts in the northernAmazon of Ecuador. The central idea is that conflict management by the state-owned oil com-pany, Petroecuador, can lead to “efficient” negotiations in the short term, at the cost of a long-term perspective, that seeks the institutionalization of agreements and an effective treatment ofthe structural causes of environmental conflicts. This context is determined by an inadequateenvironmental management in the Northern Amazon and constitutes the background of wi-der protracted conflicts, in the Central and Southern parts of the region. Especially, the resul-ting tense social relationships are actually worsened by the mediatization of the Chevron-Texa-co trial. As a matter of fact, it will probably remain the framework for oil policies. Without aredefinition of public policies -especially a responsible and equitative environmental and socialpolicies– this could lead to a crisis of democratic governability.

Key words: Oil spills, pollution, Amazon, ecological conflicts, democratic governability, Ecuador

35

1 Una versión preliminar de este artículo fue presentada en el “Segundo Encuentro de Ecuatorianistas de LASA. Mesa24: Gobernabilidad democrática y desarrollo sostenible” (Quito, 26/06/2004). Estoy muy agradecido del equipo del

Iconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 21, Quito, enero 2005, pp. 35-46© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.

ISSN: 1390-1249

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La contaminación originada por las acti-vidades petroleras en el norte de la Re-gión Amazónica Ecuatoriana (RAE)

desde la era Texaco (1972-1992) representaun factor esencial en los conflictos socio-am-bientales. No obstante, este alto nivel de con-taminación en el área actualmente operadapor la empresa estatal Petroecuador contrastacon el nivel relativamente bajo de enfrenta-mientos en la misma zona. En realidad, la ba-ja polarización de los conflictos ambientales sedebe a un tipo de manejo de conflictos que losvuelve invisibles en vez de institucionalizar losarreglos. Para explicar esta paradoja revisare-mos los impactos socio-ambientales de las ac-tividades petroleras en el norte de la regiónamazónica en el periodo 1994-2002 (I), luegoanalizaremos el tipo de manejo de conflictosaplicado por la empresa estatal y las percepcio-nes locales de la misma (II), finalmente vere-mos en qué medida este tipo de manejo deconflictos incide sobre la gobernabilidad de-mocrática en la región amazónica (III).

Factores de conflictos en el norte de la RAE

El Distrito Amazónico, operado por Petroe-cuador, abarca 49.160 km_ y 35 parroquias.El área de estudio es constituido por los cam-pos más antiguos -Shushufindi y Sacha– quefueron explotados a partir de 1969 y 1971 su-cesivamente por el consorcio Texaco-Gulf,luego Texaco-Gulf-CEPE, Texaco-CEPE yPetroecuador. Son también los más impor-tantes en producción petrolera: a medianos

de los ochenta acumulaban el 74% de la pro-ducción total del consorcio CEPE-Texaco,mientras que el 26% de la producción restan-te salía de 12 campos (Gordillo 2003: 238).Entre 1994 y 2002 ambos campos siguieronrepresentando el mayor porcentaje de la pro-ducción acumulada, aunque desde medianosde la década del noventa Shushufindi entró auna fase de decrecimiento tendencial2.

Estos campos afectan directamente a cin-co parroquias –Shushufindi, Limoncocha,Enokanqui, La Joya de los Sachas y San Car-los– que cubren 1.726,5 km2. Alrededor dela mitad de la población se concentra en lascabeceras cantonales. Shushufindi es el se-gundo cantón de Sucumbíos, con 32.184 ha-bitantes. El cantón La Joya de los Sachas es elsegundo de Orellana, con 26.363 habitantes(OSA 2003). La población ubicada en el áreadirecta de influencia del campo Shushufindiestá compuesta mayoritariamente de colonos(100 comunidades) y de menos 10 comuni-dades indígenas (4 quichua, 1 shuar, 2 secoyay 1 siona). Por su lado, la población ubicadaen el campo Sacha se compone de 25 comu-nidades de colonos y 6 quichua. (Varios Au-tores 2000: 88-89).

La duración de vida de esos campos y suimportancia en la producción regional se tra-ducen por una concentración excepcional deinfraestructuras petroleras: cinco estacionesde almacenamiento, una refinería, una plantaprocesadora de gas, un gasoducto y 105 pozosen Shushufindi; cuatro estaciones y 191 po-zos en Sacha. También cuentan con los mayo-res pasivos ambientales de la era Texaco: 151piscinas según Petroproducción (ie: el 12%del crudo y el 46% del volumen de aguas re-siduales) o 183 piscinas según el Frente deDefensa de la Amazonía. Por último, sonafectados por una contaminación crónicaocasionada por las actividades de producción

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Guillaume Fontaine

Observatorio Socio Ambiental, en particular KarenAndrade, María Cristina Jarrín, Santiago Vallejo yDiego Sánchez, que me ayudaron a levantar y siste-matizar la información de campo que ampara esta in-vestigación. Agradezco también a Edmundo Guerra,Iván Narváez y Fredy Rivera por sus comentarios. Lasinterpretaciones y los posibles errores son de mi res-ponsabilidad exclusiva.

2 En 2001, Shushufindi produjo 24,3 millones de ba-rriles y Sacha 16,5 millones (OSA, 2003).

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y transporte. El volumen derramado en elDistrito Amazónico entre 1994 y 2002 alcan-za 32.611,5 barriles, es decir, 304,8 barrilespor mes durante 9 años. A nivel regional, latasa de recuperación promedio fue del 68%en este periodo. El mayor volumen de crudoderramado se registra en Sacha, con 20.132,5barriles. En promedio, se derramaron 188,15barriles por mes, de los cuales se recuperó el88%. En una oportunidad (1996) se registróun volumen derramado superior a 10.000 ba-rriles por año y en dos oportunidades (1999y 2000) se registraron volúmenes superiores a3.000 barriles. En los otros campos del Dis-trito Amazónico, el promedio derramado esmucho menor: 49,5 barriles por mes en Li-bertador, 44,6 en Auca, 21,6 en Shushufindiy 5,2 en Lago Agrio. La información sobre lassuperficies afectadas, disponible desde el año1997, confirma que el campo Sacha está en-tre los más contaminados del Distrito Ama-zónico, con un promedio anual afectado de63.637 m2. Si bien es cierto esta área es infe-rior al área contaminada en el campo Liberta-dor (78.411 m2), es muy superior a los deShushufindi (37.842 m2) y Auca (38.143m2) (OSA 2003).

Según el balance provisional de los derra-mes por causas, que se realizó a partir de 991reportes entre 1994 y 2001, 310 derrames sedeben a fallas de equipo y 135 a negligencias deoperación (Arteaga 2003). De ello se puede de-ducir que Petroecuador podría reducir más del45% de los derrames mediante un mayor man-tenimiento de los equipos y una mejor gestiónde los recursos humanos. Otra causa de acci-dentes proviene del hecho que los oleoductosno enterrados pueden ser atropellados por ca-rros o máquinas agrícolas. Finalmente, en últi-mos años, el intento de robo de tubería se havuelto una frecuente fuente de derrames: entre1997 y 2002, se registraron 122 denuncias porhurtos (entre los cuales 14 en Sacha y 35 enShushufindi), aunque tan solo 32 desemboca-ran en procesos judiciales (OSA 2003).

Como se pudo ver, la contaminación poractividades petroleras en el norte de la RAEestá particularmente concentrada en los cam-pos más antiguos y más productivos de laAmazonía ecuatoriana: Sacha y Shushufindi.Ahora bien, la mala gestión ambiental en es-tas áreas crea un entorno hostil y se vuelveuna causa de conflictos latentes y difusos. Acontinuación analizaremos cómo Petroecua-dor enfrenta estos retos, a través de sus pro-gramas de relaciones comunitarias.

Manejo instrumental de conflictos

Las relaciones comunitarias de Petroecuadorpasaron por tres periodos, relacionados con laevolución de la normativa ambiental y el es-tatuto legal de la empresa y sus filiales.

Creada tras la adopción de la Ley de hi-drocarburos de 1971, la Corporación Estatalde Petróleos del Ecuador (CEPE) no tuvouna política de relaciones comunitarias siste-matizada durante los 13 primeros años de suexistencia. Éstas se caracterizaban por su in-

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Microconflictos ambientales y crisis de gobernabilidad en la Amazonía ecuatoriana

Gon

zalo

Var

gas

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formalidad, en un contexto de legislaciónambiental incipiente hasta la Ley de preven-ción y control de contaminación de 1976. Apartir de 1984 se fijaron los primeros linea-mientos de una política, de corte asistencial ycoyuntural, es decir, para facilitar la ejecuciónde las obras de las empresas y sus contratistas,mitigando y anticipando los conflictos loca-les. Así fue creado el Fondo de Desarrollo Co-munal, destinado a financiar “obras de bene-ficio comunal” cuya ejecución era a cargo deorganismos seccionales y organizaciones co-munitarias.

Tras la Ley 45, de septiembre de 1989,CEPE cedió paso a Petroecuador y sus filiales–Petroproducción, Petrocomercial, Petroin-dustrial-. En este periodo se concretaron losprimeros intentos de planeación corporativa,con la creación de la Unidad de ProtecciónAmbiental (UPA) de Petroecuador. Sin em-bargo, la lógica burocrática de la reforma ge-neró un conflicto de competencias entre estaentidad y la UPA de Petroproducción, cuyasoficinas de relaciones comunitarias y de ase-soría legal funcionaban ya en el DistritoAmazónico. En este periodo, el marco legal seamplió más que nunca, con la Ley de hidro-carburos de 1993, el Reglamento ambientalpara las operaciones hidrocarburíferas de1998 (reformado en 2001) y la Ley de gestiónambiental de 1999.

La conversión de la UPA de Petroecuadoren una Gerencia (GPA) con presupuesto pro-pio, en 2001, marcó el inicio de un cuartoperiodo, aunque su funcionamiento haya si-do afectado por el cambio de gobierno en2003 y la consiguiente inestabilidad en el di-rectorio de Petroecuador. Desde luego, la po-lítica de relaciones comunitarias osciló entreel modelo tradicional y un modelo de plani-ficación estratégica, sin que haya desapareci-do la competencia entre las unidades afinesde Petroproducción y Petroecuador.

En la actualidad, tres entidades están invo-lucradas en el manejo de conflictos: la Ofici-

na de relaciones comunitarias y la Oficina deasesoría legal de la UPA de Petroproducción,y la GPA de Petroecuador. La primera tiene asu cargo la gestión de compensaciones enobras sociales mediante acuerdos colectivoscon las poblaciones afectadas por las opera-ciones de Petroproducción. La segunda es res-ponsable de los acuerdos y convenios de in-demnizaciones individuales. La tercera inter-viene en la planificación de la política social yambiental de Petroecuador y sus filiales.

Esta rápida revisión muestra que, desde1970, la política de relaciones comunitariasde la empresa estatal obedece a una lógicafuncional de prevención o resolución de con-flictos, aunque en el último periodo se afirmóuna voluntad de planificación estratégica dela responsabilidad social.

Los acuerdos suscritos entre la Oficina derelaciones comunitarias de Petroproducción ylas parroquias de los campos Sacha y Shushu-findi abarcan cinco tipos de actividades. Sedestaca la importancia de las obras de cons-trucción y lastrado para las calles, o la entre-ga de material de construcción, desbroce, jue-gos para parques infantiles, etc. En segundolugar, aparece la construcción de sistemas deagua potable y alcantarillado, así como obrasde electrificación. Luego viene la entrega dematerial de oficina y material escolar, la aten-ción médica y los dispositivos de salud y, porúltimo, la ayuda para la realización de parce-las agrícolas demostrativas.

Los convenios suscritos entre la GPA dePetroecuador y la población de los campos es-tudiados se reparten entre cuatro tipos de ac-tividades. En primer lugar se destacan los“proyectos de arrastre”, que apuntan al mejo-ramiento de la calidad de vida a través deobras de infraestructuras de educación, saludy puentes, equipos médicos, cultivos alterna-tivos y proyectos avícolas, capacitación so-cioambiental a promotores comunitarios,eventos deportivos y prevención de drogadic-ción. En segundo lugar vienen los “proyectos

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de salud integral”, que atañen a la reconstruc-ción de subcentros de salud y la ampliaciónde un hospital. En tercer lugar están los “pro-yectos de educación”, que incluyen progra-mas de protección integral y muebles (sillas,escritorios, etc.). En cuarto lugar vienen “pro-yectos de infraestructura comunitaria”, queabarcan obras de construcción, sistemas deagua, muros de contención y viviendas oficia-les para la Policía Nacional.

La RAE en su conjunto se benefició deproyectos de construcción y operación de launidad médica fluvial Umiña, implantaciónde un sistema de electricidad fotovoltaica paradiversas comunidades, investigaciones acadé-micas, lucha contra las hepatitis B y D. Tam-bién se financiaron varios proyectos culturales(grabación de CD, compilación etnomusicó-loga, publicación de un libro de fotos, etc.), elequipamiento de bibliotecas y un estudio decontaminación en los campos petrolíferos, porel Frente de Defensa de la Amazonía.

Como se puede observar, los convenios dela GPA de Petroecuador demuestran una vo-luntad de planificar la gestión social a un nivelnacional y estratégico. No obstante, no buscanenfrentar los retos planteados por la contami-nación masiva registrada en el área de Sacha yShushufindi. Desde luego, es preciso analizarlas percepciones locales en relación con estapolítica, para determinar el nivel de riesgo realde conflictos ambientales en la zona.

En el periodo 1994-2002, se emitieronmás de 2.600 actas para indemnizaciones,compensaciones y medidas diversas, tan sóloen las oficinas de relaciones comunitarias y deasesoría legal. Entre éstas, 1.150 atañen a in-demnizaciones o compensaciones por conta-minación o muerte de animales.

Según la Oficina de asesoría legal de Pe-troproducción, se firmaron 2.554 convenios,demandas o acuerdos de indemnización eneste periodo, más 288 casos sin fecha (que notomamos en cuenta aquí). Al nivel del Distri-to Amazónico, el 43,46% de las actas son ori-

ginados por la contaminación o la muerte deanimales –debido en general a la presencia depiscinas de crudo o residuos de derrames. Elresto se reparte entre la adquisición de servi-dumbre para las operaciones de exploración yexplotación (el 26,9%) o para la electrifica-ción (el 26,64%). En el área de estudio, se re-portaron 185 actas originados por contami-nación o muerte de animales, 191 actas deservidumbre para operaciones y 100 actas deservidumbre para electrificación local. A ellose añaden los megaproyectos de electrifica-ción en el Distrito, que representan el19,77%.

La información proporcionada por la Ofi-cina de relaciones comunitarias de Petropro-ducción (diciembre de 2002) consta de 51documentos (convenios, actas de cooperacióno proyectos de convenios). Las comunidadesdel área de influencia directa de Sacha se be-neficiaron de 11 convenios o actas de coope-ración y 5 proyectos de convenio. En compa-ración, Shushufindi recibió mucho menosayuda, ya que constaba en la misma fecha de3 convenios o actas. Las comunidades de losdemás campos se repartían los 32 convenios,actas y proyectos de convenios restantes.

Finalmente, se reportaron 204 conveniosen ejecución o por ejecutarse en 2003 en laUnidad sociocultural de la GPA de Petroe-cuador. Los proyectos que benefician a laRAE representan tan sólo el 44,12% del to-tal. Las provincias de Sucumbíos y Orellanaapenas representan el 20% del total nacional,en cuanto a los proyectos específicos, y el25,5% si se incorporan los proyectos que be-neficiaron a la región en su conjunto. Esta re-partición no refleja la presencia de la empresaestatal en el norte de la Amazonía y de mane-ra especial en ambas provincias.

A pesar de esta profusión de proyectos, lapoblación local muestra cierta desconfianzahacia la política de relaciones comunitarias dePetroecuador. Cierto es que, para algunos sec-tores de la sociedad civil (como la junta pa-

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Microconflictos ambientales y crisis de gobernabilidad en la Amazonía ecuatoriana

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rroquial de San Carlos), las relaciones con ellason buenas, siempre y cuando contribuye aldesarrollo local. Reconocen que hay proble-mas, debidos al incumplimiento de ciertoscompromisos, pero consideran que la empre-sa se esfuerza por aportar en obras de com-pensación social al bienestar de aquellas co-munidades.

En otros casos, el grado de frustración ex-presado es proporcional a la gravedad y la fre-cuencia de los derrames. Por ejemplo, los nu-merosos derrames que se registraron en la Jo-ya de los Sachas, suscitan fuertes críticas, prin-cipalmente debido a las demoras en la reme-diación y la falta de planificación ambiental.

Por último, encontramos actitudes defranca desconfianza, debido a la repetición dereclamos y enfrentamientos irresueltos con laempresa. Este fenómeno es particularmentepatente en las zonas de mayores impactos so-cio-ambientales, que coinciden con las zonas

donde las infraestructuras petroleras son a lavez más concentradas y obsoletas, como en elcaso de Shushufindi.

Como se pudo constatar anteriormente, lapolítica de relaciones comunitarias de Petroe-cuador sigue siendo desligada de las necesida-des de la población, en particular en cuanto ala gestión ambiental. El desfase entre la profu-sión de actas y el nivel de satisfacción de los ac-tores locales opaca el nivel real de riesgos deconflictos ambientales en esta zona. Para me-dir el nivel de riesgo real de conflicto, es preci-so considerar la correlación de dos factores: elnivel de contaminación o riesgo ambiental3 yel nivel relativo de manejo de conflictos rela-

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Guillaume Fontaine

3 Definimos el nivel de riesgo ambiental, como la co-rrelación entre cuatro factores en una determinadazona: la presencia de piscinas, la frecuencia de derra-mes, el volumen de crudo derramado y el volumen decrudo no recuperado.

Figura 1.Indicador promedio de conflictividad real en Sacha y Shushufindi.

Fuente: OSA (2003).

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cionados con la contaminación4. Así es comocalculamos dos coeficientes de variación conrespecto al promedio parroquial del DistritoAmazónico: el de contaminación o riesgo am-biental (detallado según las causas) y el de ma-nejo de conflictos mediante acuerdos y conve-nios. La correlación de ambos indicadores,ponderada por la densidad poblacional, da uníndice de riesgo real de conflictos en cada pa-rroquia del área, que contrasta con el nivel demanejo de conflictos (Cf. Figuras 1 y 2).Limoncocha aparece con el nivel de riesgoreal más bajo del área de estudio, con el índi-ce de 17,95. Este resultado se explica en parte

por la baja densidad poblacional en esta pa-rroquia (6 habitantes/km2) y en parte por queel riesgo ambiental global es inferior al pro-medio del distrito por parroquia. Sin embar-go, cabe recordar que la presencia de piscinasy la frecuencia de los derrames en esta parro-quia representan riesgos mayores al promedio(1,4 cada uno6). Por otro lado, el nivel de ma-nejo de conflictos es particularmente bajo(0,18), ya que no se registraron actas firmadospor la Oficina de relaciones comunitarias.

San Carlos se ubica en segundo lugar, conel índice de 35,3. Este resultado se explica porsu relativamente baja densidad poblacional(17,8 habitantes/km2). Vale insistir en que pa-dece de un nivel de riesgo ambiental (1,7)

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Microconflictos ambientales y crisis de gobernabilidad en la Amazonía ecuatoriana

4 Definimos el nivel de manejo de conflictos relaciona-dos con la contaminación como la correlación entre losacuerdos de indemnización por contaminación, muer-te o enfermedad de animales. Estos acuerdos resultan amenudo de conflictos con los afectados, mientras queel precio del derecho de servidumbre resulta en generalde procesos de negociación de tipo comercial.

5 Base 100 = promedio por parroquia del área de estu-dio.

6 Coeficiente 1 = nivel promedio por parroquia delDistrito Amazónico.

Figura 2.Indicador promedio de manejo de conflictos en Sacha y Shushufindi.

Fuente: OSA (2003).

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muy superior a los de Enokanqui y Limonco-cha. Ello se debe al nivel particularmente altode riesgo relacionado con el volumen derra-mado no recuperado (2,3), el cual es compa-rable al de Shushufindi. Además, si bien escierto esta parroquia beneficia de un nivel demanejo de conflictos superior a los de Limon-cocha y Enokanqui, éste queda por debajo delpromedio (0,85).

Enokanqui y Shushufindi se ubican entercer lugar, con índices similares: 56,8 y57,2. Cabe recordar que todos los indicadoresde riesgo por causa para Enokanqui están pordebajo del promedio, lo cual da un indicadorde riesgo ambiental bajo (0,81). No obstante,vale insistir en que el nivel de manejo de con-flictos ahí es particularmente bajo (0,15), enparticular debido a la escasez de actas firma-das con la Oficina de relaciones comunitarias.En cambio, en Shushufindi, todos los indica-dores de riesgo por causa se ubican por enci-ma de los promedios del Distrito Amazónico,lo cual da un nivel de riesgo ambiental 3,8 ve-ces superior al promedio. No obstante, en lamedida que el nivel de manejo de conflictoses también relativamente alto (2,8), la corre-lación entre riesgo ambiental y manejo deconflictos es similar a la de Enokanqui, pese auna densidad poblacional dos veces superior(43,5 habitantes/km2).

Finalmente, el alto índice de riesgo real enLa Joya de los Sachas (211) se explica por laconjunción de altos niveles de riesgo con nive-les insuficientes de manejo de conflictos y altadensidad poblacional (50 habitantes/km2). Enparticular, el riesgo relacionado con el volu-men de crudo derramado (19) supera conside-rablemente los niveles registrados en otras pa-rroquias, lo cual agrava el riesgo implicado porla presencia de piscinas y la frecuencia de de-rrames. Por otro lado, el nivel de manejo deconflictos (1,9) no compensa estos resultadosy se ubica por debajo de Shushufindi.

La ausencia de correspondencia entre losniveles de riesgo ambiental y niveles de asis-

tencia a la población del área evidencia queno existe correlación entre contaminación ymanejo de conflictos. Por otro lado, la pre-sencia de fuentes permanentes de contamina-ción –no necesariamente masiva– y la siem-pre incompleta limpieza y remediación creanun clima de tensión constante, aunque sea debaja intensidad. La falta de respuestas idóneaspor parte de Petroecuador y el Estado ecuato-riano, no sólo para la limpieza y remediación,sino también en términos de indemnizacio-nes y compensaciones por obras sociales, ge-neran un clima de desconfianza, hacia la em-presa estatal y cualquier empresa petrolera enel país. A continuación veremos en qué medi-da y por qué razones este fenómeno se con-vierte en factor de crisis de gobernabilidaddemocrática de la región amazónica.

Factores de crisis de gobernabilidad democrática

Un problema crucial para la sociología deconflictos ambientales es la evaluación del ni-vel de riesgo y la magnitud de un conflicto. Elnivel de riesgo de conflicto por contamina-ción puede variar considerablemente según siocurre en áreas pobladas o no, cultivadas ono, etc. En ese sentido, la contaminación delagua de uso doméstico es quizá el mayor fac-tor de conflicto, y no depende tanto del volu-men derramado como de la ubicación y laimportancia de la fuente contaminada paralos afectados –según si existe fuentes alterna-tivas o no, si los derrames son repetitivos aun-que de baja magnitud, si se producen reitera-damente infiltraciones desde una piscina ale-daña, etc.

Otro factor de conflicto que no reflejannecesariamente las estadísticas ambientales, esel factor subjetivo –emocional o estético–,que concierne a la calidad de vida de los po-bladores debido a la cercanía de infraestructu-ras petroleras. Sean defectuosas o en buen es-

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tado, estas infraestructuras generan un entor-no hostil y constituyen una agresión continuacontra los sentidos y el psiquismo de los po-bladores, lo cual puede generar tensionesconstantes, aunque de baja intensidad. Tal esel caso de estaciones como Sacha en San Car-los que, a medida que se ampliaron, genera-ron una imagen de desolación, como resulta-do de la progresiva invasión por el ruido, elmal olor, los mecheros y las tuberías oxidadasa la vista.

Ahora bien, en varias zonas del norte de laRAE, subsisten conflictos latentes o de bajaintensidad, que pueden desembocar en medi-das de hecho o en conflictos abiertos cuandose reinician las operaciones en estas zonas.Además, la presencia de núcleos de organiza-ciones sociales, ampliados y consolidados porla existencia del conflicto alrededor de la he-rencia dejada por Texaco, contribuye a media-tizar los impactos socio-ambientales negati-vos, producidos por la industria petrolera des-de los años setenta. Cierto es que las condicio-nes de precariedad que afectan a la poblaciónamazónica constituyen todavía el marco derelaciones de poder extremadamente desequi-libradas. Sin embargo, los actores locales de-muestran una creciente capacidad de presióny negociación con la empresa estatal, reforza-da por su creciente capacidad de interpelacióndel Estado ecuatoriano, a través de la opiniónpública nacional e internacional.

Al respeto, con la llegada al Ecuador de lademanda contra Chevrón Texaco -aceptadapor el presidente de la Corte Superior deNueva Loja, el 13 de mayo 2003- el “caso Te-xaco” se volvió un referente imprescindiblepara entender los conflictos ambientales ac-tuales en toda la RAE y hasta en otros paísesamazónicos. Por supuesto, no es el primerconflicto ambiental mediatizado a escala in-ternacional que estalló en Ecuador: basta conrecordar el conflicto entre la Organización delos pueblos indígenas del Pastaza (OPIP) yArco-AGIP, que arrancó en 1989 con la ex-

ploración sísmica del bloque 10 (Pastaza), o la“campaña Amazonía por la vida” lanzada en1990 para la defensa del Parque Yasuní. Entodos ellos, siempre hubo un efecto demostra-tivo excepcional. Los ecologistas radicales ven“el caso Texaco” no solo como una “clave pa-ra cuestionar el modelo petrolero en el Ecua-dor” sino que destacan, además de sus aspec-tos judiciales, que éste abarca la organizacióny la educación popular en las comunidadesamazónicas y el compromiso del Estado ecua-toriano (Ramos 2000:228, Jezic 2001:185).Por ello, el “caso Texaco” se volvió un referen-te constante en los conflictos ambientales queestallaron en el centro y en el sur de la región,alrededor de Sarayacu y del Transcutucú (blo-ques 23 y 24).7 Por lo tanto, lo más probablees que seguirá siendo el telón de fondo de laspróximas rondas de licitación petrolera anun-ciadas por el Estado ecuatoriano, incluso en elmegaproyecto ITT (Ishpingo, Tiputini, Tam-bococha), para el cual se busca una alianza es-tratégica con el sector privado.

Hemos subrayado en otra parte que losconflictos socio-ambientales en el norte de laRAE se desarrollan en un contexto de pobre-za endémica y falta de integración al ámbitonacional (Fontaine 2003a). A ello se agrega eldéficit de gobernabilidad democrática cuyascaracterísticas merecen ser recordadas aquí.8

Asumimos, siguiendo a Camou (2001:39),que hay un déficit de gobernabilidad cuandolas demandas de la sociedad y las respuestasdel sistema institucional entran en desequili-brio crónico, lo que se traduce por la apari-ción de “anomalías” percibidas como inacep-tables por los actores organizados, que ame-

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5 Base 100 = promedio por parroquia del área de estu-dio.

6 Coeficiente 1 = nivel promedio por parroquia delDistrito Amazónico.

7 Por un análisis de estos conflictos, Cf. Varios autores,2002; López, 2004.

8 Para un análisis más amplio de la relación entre polí-tica petrolera y crisis de gobernabilidad en Ecuador,Cf. Fontaine, 2003: 89-142.

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nazan la estabilidad institucional por la pre-sión política. Una situación de crisis de go-bernabilidad surge cuando aquellas anomalíasse multiplican y constituyen “un conjunto dedesequilibrios inesperados y/o intolerablesentre demandas sociales y respuestas guberna-mentales”.

En su dimensión política, se traduce por lafalta de eficiencia del sistema institucional.9

Señales de ello son la confusa división o la su-perposición de competencias entre los pode-res ejecutivo, legislativo y judicial, la inefi-ciencia de los mecanismos de control y la in-suficiente responsabilidad del Estado frente ala ciudadanía. Por ejemplo, es notoria la difi-cultad de acceder (cuando existen) a los infor-mes de monitoreo ambiental de la Direcciónnacional de protección ambiental. Tambiénes conocido el control del Ministerio deEnergía y Minas en materia ambiental, parala validación de los estudios de impacto am-biental y planes de manejo ambiental de lasempresas, salvo en áreas protegidas (que sondel dominio del ministerio del Ambiente). Aello se agrega la falta de coherencia de las po-líticas públicas entre sí, particularmente ta-jante en el caso de las políticas energética yextractiva, ambiental y neoindigenista, comolo muestra la superposición de áreas protegi-das, territorios indígenas legalizados y blo-ques petroleros en la Reserva Cuyabeno y elParque Yasuní. Por último, es patente la ino-perancia de la administración local del desa-rrollo y la incapacidad del ECORAE de cana-lizar los recursos procedentes de la renta pe-trolera para fomentar un modelo de desarro-llo sostenible a escala regional y local (Andra-de 2004).

En lo económico, la crisis de gobernabili-dad se traduce ante todo por la excesiva de-pendencia hacia los ingresos de las actividades

petroleras en Ecuador (por parte del Estadocentral y los organismos seccionales), la con-formación de economías de enclave y la insu-ficiente integración de la RAE al mercado na-cional. Se traduce también por la privatiza-ción de la política social, es decir, la delega-ción de responsabilidades sociales a las em-presas (públicas y privadas). Esta política seopone a la falta de autonomía financiera dePetroecuador, que desemboca en presupues-tos operativos restringidos para enfrentar lacrisis ambiental y social en la cual está sumer-gida la población del norte de la RAE.

En lo social, es notoria la persistencia de lapobreza y las patologías sociales, que 32 añosde explotación petrolera sólo han profundiza-do. Otro factor de crisis de gobernabilidaddemocrática en este ámbito es la falta de au-tonomía de los movimientos sociales frente alos poderes locales, así como la falta de acto-res estratégicos encargados legítimamente derepresentar los intereses colectivos de las po-blaciones afectadas por las actividades petro-leras, a excepción notable del Frente de De-fensa de la Amazonía, con sus 17 organizacio-nes miembros de primer y segundo grado.

Finalmente, en su dimensión ética, cabemencionar el clientelismo, el nepotismo y lacorrupción, que obstaculizan el ejercicio de lademocracia, tanto al nivel local como al nivelregional. Pero el mayor problema es la fragili-dad del tejido social y la ausencia de una ver-dadera identidad regional, asumida por laspoblaciones. Este fenómeno, diagnosticadopor el Consejo Provincial de Sucumbíos(2002), contrasta con la importancia de laproblemática territorial y la vitalidad de lasreivindicaciones identitarias planteadas porlas organizaciones indígenas amazónicas des-de los ochenta.

Al fin y al cabo, la falta de respuesta porparte de la industria petrolera y del Estadoecuatoriano a las demandas de la sociedad ci-vil –por una política ambiental responsable ypor una política social equitativa– conlleva la

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9 Este aspecto corresponde a la crisis de “governance” enla literatura anglosajona, cuya traducción adecuada alespañol es “gobernanza”. (Cf. Solà, 2000)

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radicalización de los conflictos ambientales,que suele acompañarse de la militarización delos espacios de confrontación. Frente a losimpactos negativos generados por las activi-dades petroleras en el norte de la RAE, la po-sición de los movimientos indígenas y ecolo-gistas se cristaliza en torno a la defensa terri-torial y la exigencia de una moratoria a aque-llas actividades en el centro y el sur. En esecontexto, la política petrolera del Estado de-be evolucionar, so pena de dar cabida a unacrisis de gobernabilidad.

Conclusión: la paradoja de la negociación “eficiente”

La multiplicidad de los actas firmados por lasOficinas de relaciones comunitarias y de ase-soría legal de Petroproducción, junto con losconvenios de la GPA de Petroecuador, contri-buye a explicar la baja polarización de losconflictos ambientales comparado con el altoriesgo ambiental en Sacha y Shushufindi. Laimportancia de las actas de indemnización,comparado con los de compensación, de-muestra una preferencia por el tratamientoindividual de los conflictos, frente a un trata-miento colectivo o comunitario. Ello confir-ma que las relaciones comunitarias de Petroe-cuador siguen basadas en técnicas de mitiga-ción y resolución de los conflictos, sin realplanificación a escala regional. No se revirtióesta práctica con la conversión de la UPA dePetroecuador en Gerencia, a pesar de la im-portancia del presupuesto manejado por estaentidad (más de 20 millones de dólares en2003).

Al fin y al cabo, la multiplicación deacuerdos o convenios que conlleva la negocia-ción caso por caso no garantiza la “paz social”a un Estado y a una industria que padecen deuna imagen generalmente negativa entre lapoblación amazónica y se volvieron el blancode los movimientos ecologistas e indígenas.

Por otro lado, la aplicación de un modelo derelaciones comunitarias de corte asistencial ycontingente impide a la población local par-ticipar de los supuestos beneficios socioeco-nómicos de las actividades petroleras, aunqueésta siga sufriendo sus impactos sociales y am-bientales negativos. En este sentido, el mane-jo de conflictos por las diferentes unidades dePetroecuador implicadas puede ser “eficiente”a corto plazo pero es inoperante a largo plazo.Este efecto perverso de los mecanismos de ne-gociación caso por caso, es una clave esencialpara entender la radicalización de los conflic-tos ambientales en el país. Por último, sevuelve un factor de crisis de gobernabilidaddemocrática, no sólo al obstaculizar la armo-nización de las políticas públicas hacia unmodelo de desarrollo sostenible, sino tambiénal impedir la participación de la sociedad ci-vil en la definición del mismo.

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Guillaume Fontaine

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Camisea: ¿por qué cuesta tanto el gas barato?

Carlos Soria

Ph.D. por The Flinders University of South AustraliaUniversidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima.Email: [email protected]

Fecha de recepción: septiembre 2004Fecha de aceptación y versión final: noviembre 2004

ResumenEl caso Camisea muestra como las decisiones de invertir más o menos en las medidas socialesy ambientales de los megaproyectos terminan afectando a las poblaciones más vulnerables. Unadetallada revisión de los impactos causados a lo largo del trazado del gasoducto permite mos-trar la ineficiencia de los actuales esquemas de supervisión aplicados por el BID, el OSINERGy el Ministerio de Energía y Minas entre otros. El artículo revisa el aporte crucial de la socie-dad civil organizada, a pesar de su fraccionamiento ideológico y práctico. Información detalla-da de las vulneraciones ocurridas confirman la lección aprendida que sugiere la necesidad decrear en el BID un auditor ambiental y social del BID, que reporte a un consejo tripartito derepresentantes de la sociedad civil, los pueblos indígenas y la banca multilateral.

Palabras clave: Amazonía, gas, indígenas, políticas, Derechos Humanos, Perú.

AbstractThe Camisea case shows that decisions to invest more or less in the social and environmentalaspects mega-projects end up affecting the vulnerable populations. One detailed revision of theimpacts caused throughout the layout of gas pipeline shows the inefficiency of current schemesof supervision applied by the I.A.D.B., the OSINERG and the Ministry of Energy and Minesamong others. The paper reviews the crucial contribution of the organized civil society, in spi-te of its ideological and practical division. Detailed information of human rights affected con-firm the learned lesson that suggests the need to create in the I.A.D.B. an environmental andsocial auditor of the project it finances, that reports to a tripartite council formed by civil so-ciety, indigenous peoples and multilateral banks representatives.

Key words: Amazon, Gas, Indigenous Peoples, Policies, Human Rights, Perú

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Iconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 21, Quito, enero 2005, pp. 47-55.© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.

ISSN: 1390-1249

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“No todo desarrollo es bueno para los pobres”

Padre Gastón Garatea1

El yacimiento de gas de Camisea fuedescubierto durante la segunda mitadde los 1980, durante los difíciles años

del gobierno de Alan García (1985-1990).Un primer acuerdo exploratorio por 3.500millones de dólares con Royal Dutch Shell nollegó a concretarse. Finalmente, el consorcioTransportadora de Gas del Perú (TGP) –con-formado por las empresas Tecgas N. V., Plus-petrol Resources Corporation, Hunt PipelineCompany of Peru L. L. C., S K Corporation,Sonatrach y Graña y Montero S. A.– se adju-dicó el proyecto con una inversión compro-metida de 1.600 millones de dólares2. Esos2.000 millones de diferencia entre ambas in-versiones explican en buena medida el ampliomargen de utilidad, así como el amplio con-junto de externalidades negativas que el pro-yecto traslada a la cuenta del ambiente, lospueblos indígenas y las poblaciones locales.Este artículo presenta algunos de estos casos,registrados por consultores independientes,así como por funcionarios del propio gobier-no peruano.

En primer lugar tan sólo AIDESEP3 y al-gunas organizaciones ambientales norteameri-canas como Rainforest Action Network y Ama-zon Alliance se han opuesto al proyecto Cami-sea. Mientras que el resto de organizacionesno gubernamentales (ONG) internacionales ynacionales han aceptado la necesidad e impor-tancia del proyecto, pero han discrepado con

la forma de su implementación y con las ex-ternalidades negativas del mismo que han sidoabusivamente cargadas a la cuenta de los acto-res más débiles en el proceso.

El proceso de implementación ha estadocaracterizado por una política de hechos con-sumados y de discurso ambiguo en temas am-bientales que, en la práctica, ha dejado de la-do la cautela del ambiente y de la población.Como en otros conflictos socioambientales lageneralidad de las afirmaciones se incrementaen la medida que se incrementa la jerarquíadel funcionario que la plantea. Así se ha pasa-do de las afirmaciones detalladas de proble-mas específicos por parte de las organizacio-nes críticas al proyecto, a las afirmaciones dela empresa, el Ministro de Energía y Minas oel Presidente del Banco Interamericano deDesarrollo (BID) sobre que el proyecto cum-ple con los estándares internacionales para elcaso (claro que sin decir que la legislación pe-ruana es débil y que el Estado no financiaadecuadamente la supervisión de la misma).

La sociedad civil se ha dividido entre algu-nos críticos al proyecto como AIDESEP, elForo Ecológico, el Foro Ciudades para la Vi-da y la Sociedad Nacional del Ambiente, en-tre otros, y unas más conciliadoras, que im-plementan componentes del proyecto comoCONAP4, Pro Naturaleza y la Red Ambien-tal Peruana. Esta alineación de fuerzas, pordemás débil, es aún más débil si se consideraque los críticos al proyecto han estado dividi-dos por el interés de AIDESEP de ser el voce-ro único de los mismos, a lo que Foro Ecoló-gico planteó que los enfoques indígena y am-biental eran complementarios.

Pero definitivamente el impacto más graveviene por el lado de las poblaciones indígenasen aislamiento voluntario. En un texto ya clá-sico, Jean Jackson señala que existen cuatrotipos de efectos negativos en la relación entre

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1 Presidente de la Mesa de concertación para la luchacontra la pobreza.

2 “Otorgan a Transportadora de Gas del Perú S.A. laconcesión de transporte de gas natural por conductosde Camisea al City Gate en Lima”, Resolución Supre-ma 101-2000-EM (06/12/2000).

3 Asociación interétnica de desarrollo de la selva pe-ruana.

4 Confederación de nacionalidades amazónicas delPerú.

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Estado y sociedades a pequeña escala, es decir,aquellos grupos de cazadores-recolectores,con baja densidad poblacional, carentes de es-tratificación y centralidad política, que prac-tican la horticultura. Esos efectos son la exter-minación y el genocidio5; la pérdida de las ac-tividades económicas propias del sistema deautosubsistencia y del control en la autono-mía, especialmente respecto de los derechossobre la tierra y los recursos naturales; la rup-tura del equilibrio poblacional y el deterioroen la salud; la reducción de la autonomía cul-tural y autodeterminación (Jackson 1984).

En una carta previa al cierre financierodel préstamo del BID6 el Foro Ecológico7

señaló:

“[Después de] contrastar las aseveracionesdel informe de cumplimiento [...] estamosen condiciones de afirmar que hay serias de-ficiencias tanto en el comportamiento delBID, del Gobierno del Perú, a través de lasvarias agencias y niveles del Estado que par-ticipan, así como por parte de las varias em-presas del consorcio del Gas de Camisea”.8

Las críticas al BID y su préstamo al go-bierno del Perú se centraron en que “ni un so-lo dólar de los 5 millones” que pagarán todoslos peruanos se destinó a fortalecer las capaci-dades de la sociedad civil peruana, o a estimu-lar su coordinación y participación, siendo elcaso que los recursos del préstamo se han des-tinado a agencias estatales para compra desoftware, camionetas 4x4 y otros. Más aún,en julio de 2004, con la llegada del cierre del

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Camisea: ¿por qué cuesta tanto el gas barato?

5 Sobre el tema, merece un tratamiento aparte el casode la salud de los pueblos en aislamiento voluntarioen el caso Camisea, donde el propio Ministerio de Sa-lud reconoce que se han producido muertes.

6 La empresa Transportadora de Gas del Perú (TGP),empresa encargada del transporte de gas natural y lí-quidos desde Camisea a la costa, realizó una solicitudde financiamiento al BID y a la Corporación Andinade Fomento (CAF). Dicha solicitud de préstamo fueaprobada por ambos directorios requiriendo una seriede condiciones que deben ser satisfechas antes de lafirma del préstamo o cierre financiero y/o cumplidasa lo largo del préstamo. El consorcio ha publicado elestado del cumplimiento en http://www.camisea-.com.pe/esp/estados.asp/

Organizaciones de la sociedad civil desde Con-servación Internacional y la Sociedad Peruana de De-recho Ambiental hasta Foro Ecológico están descon-tentos con este reporte y solicitaron a Antonio Salas yLuisa Elvira Belaunde, evaluar una revisión del mismoconsultado a las organizaciones indígenas presentes enel caso. Dicho reporte fue presentado en un taller quedio motivo a que las diferentes organizaciones se pro-nunciaran manifestando su descontento con el cierredel proyecto. La carta del Foro Ecológico que se citaen este artículo se origina en dicho contexto.

El financiamiento del BID consiste en un prés-tamo de 75 millones de dólares, del capital ordinario(préstamo A) por un plazo de hasta 14 años, y unpréstamo sindicado de hasta 60 millones de dólares(préstamo B) por un plazo de hasta 12 años, cuyos re-cursos provienen de instituciones financieras que sus-criben acuerdos de participación con el BID. La tasade interés en ambos préstamos será equivalente a lastasas del mercado del sector privado (BID 2004).

En diciembre de 2002 el BID aprobó un prés-tamo de 5 millones de dólares al gobierno peruanopara fortalecer la capacidad institucional de las agen-cias gubernamentales para inspeccionar, supervisar yvigilar las medidas de mitigación ambiental y social ylos impactos del proyecto de Camisea, así como to-mar acciones adicionales que atenúen los impactosambientales y sociales.

7 El Foro Ecológico del Perú surgió como un espacio dedebate de políticas ambientales en el contexto de lapre temporada electoral de 1995. A partir de enton-ces se ha ido consolidando como una red nacional deONG, ciudadanos y organizaciones de bases, intere-sados en promover el desarrollo sostenible del Perú.En su última Asamblea, en 2001, participaron más de1200 miembros y unas 250 organizaciones.

8 Carta del 26 de Julio de 2004 dirigida por Julio DíazPalacios, Presidente del Foro Ecológico del Perú, aEnrique Iglesias, Presidente del BID, sobre el cumpli-miento de las condiciones exigidas por el banco alProyecto del Gas de Camisea. En esta carta el ForoEcológico señalaba que no había recibido respuesta aninguna de las cartas dirigidas al BID hasta entonces.

El módulo de transporte del gas y de los líqui-dos del gas desde Camisea hasta la costa y la distribu-ción del gas en Lima y Callao fue adjudicado al con-sorcio formado por las empresas Techint (Argentina),Pluspetrol (Argentina), Hunt Oil Co. (USA), SKCorp. (Corea), Sonatrach (Argelia) y Graña y Monte-ro (Perú) y los correspondientes contratos de conce-sión fueron firmados el 9 de diciembre del 2000.

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financiamiento, las ONG peruanas financia-ron sus reuniones de coordinación y su capa-cidad de propuesta sin recibir el apoyo delpréstamo del BID, del consorcio Gas de Ca-misea9 o del Grupo técnico de cooperacióninterinstitucional (GTCI)10 éste ultimo crea-

do para mejorar, entre otros, la relación con lasociedad civil. Peor aún, las condiciones delBID no incluyen un monitoreo de biodiver-sidad, condición mínima de un proyecto queimplica impactos directos sobre cinco áreasnaturales protegidas y reservas territoriales in-dígenas.

Un segundo grupo de críticas del ForoEcológico se orientó al gobierno del Perú ysus agencias, pues el Presidente Toledo y suMinistro de Energía y Minas aseguraron entodo momento que el gas de Camisea llegaríaa Lima el 9 de agosto de 2004, lo que impli-có una marcha forzada del proyecto. Esto re-dundó en que quienes plantearon observacio-nes por los incumplimientos al estudio de im-pacto ambiental (EIA) han sido despedidos oforzados a renunciar.11 Más aún, el GTCI noha sido un espacio de debate y reflexión sobreel comportamiento del Estado en la ejecucióndel proyecto, sino que ha funcionado comouna oficina de coordinación del Ministerio deEnergía y Minas, para asegurar que el proyec-to no fuera entorpecido por las múltiplesagencias y sectores con competencias sobre elproyecto.

Un tercer grupo de críticas del Foro Eco-lógico se refiere a TGP, Pluspetrol y las sub-

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9 El esquema diseñado para el desarrollo del proyectocomprendió dos módulos que fueron ofrecidos en lamodalidad de proyectos integrales, lo cual significaque se fijaron los parámetros objetivos a cumplir y sedejó en manos de los inversionistas la decisión y fle-xibilidad para elegir los detalles técnicos de diseño,construcción y operación, dentro del cumplimientode las normas vigentes en el país. Así el primer módu-lo del proyecto es el de explotación de los yacimien-tos de gas de Camisea y el segundo el de transportedel gas y de los líquidos del gas desde Camisea hastala costa y la distribución del gas en Lima y Callao.

El módulo de explotación de hidrocarburos enel lote 88 – Yacimientos de Gas de Camisea fue adju-dicado al consorcio formado por las empresas Pluspe-trol (Argentina), Hunt Oil Co. (USA), SK Corp.(Corea) e Hidrocarburos Andinos (Argentina) y el co-rrespondiente contrato de licencia fue firmado el 9 dediciembre del 2000.

El módulo de transporte del gas y de los líqui-dos del gas desde Camisea hasta la costa y la distribu-ción del gas en Lima y Callao fue adjudicado al con-sorcio formado por las empresas Techint (Argentina),Pluspetrol (Argentina), Hunt Oil Co. (USA), SKCorp. (Corea), Sonatrach (Argelia) y Graña y Monte-ro (Perú) y los correspondientes contratos de conce-sión fueron firmados el 9 de diciembre del 2000.

10 Mediante el Decreto Supremo 120 - 2002 - PCM elgobierno creó el GTCI Camisea, con la finalidad decoordinar y fortalecer los mecanismos de supervisión,vigilancia y fiscalización de los aspectos ambientales ysociales derivados de la ejecución del Proyecto Cami-sea. Este está conformado por el Organismo supervisorde la inversión de energía (OSINERG), el Ministeriode agricultura – Instituto Nacional de Recursos Natu-rales (INRENA), la Comisión nacional de pueblos an-dinos, amazónicos y afroperuanos (CONAPAAA), elConsejo nacional del ambiente (CONAM), el Minis-terio de salud – Dirección general de salud ambiental(DIGESA), la Defensoría del pueblo, el Ministerio detransporte – Dirección general de caminos, el Institutonacional de desarrollo (INADE), el Ministerio de agri-cultura – Programa especial de titulación de tierras, laDirección general de capitanías y guardacostas en lamarina (DICAPI), el Instituto nacional de cultura(INC) y el Ministerio de energía y minas – Direccióngeneral de asuntos ambientales (DGAA) y Direccióngeneral de hidrocarburos (DGH).

Los objetivos del GTCI son :a. Garantizar la protección ambiental de las áreas del

proyecto, coordinando la supervisión, monitoreo yfiscalización de aspectos ambientales y sociales.

b. Contribuir a una visión de desarrollo sostenible de lascomunidades y poblaciones del proyecto.

c. Contribuir a preservar los valores étnicos y culturales delas comunidades y poblaciones del Proyecto Camisea.

d. Ser contraparte gubernamental del Programa de For-talecimiento Institucional y de Apoyo a la GestiónAmbiental y Social del Proyecto Camisea, financiadospor el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y losrecursos del Tesoro Público.

11 Como uno de los directores del Instituto de DefensaCivil, que opinó a favor de realizar una evaluaciónmultidisciplinaria del tendido de la red de gas en Lu-rín y Pachacamac, en vez de la evaluación de riesgosque ordenó su sucesor, así como funcionarios del GT-CI, que han sido removidos por presión del Consor-cio del Gas de Camisea

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contratistas empresas que han presionado alos funcionarios para que no opinen en con-tra del proyecto y cuando así lo han hecho pa-ra que su información no se difunda en el si-tio web oficial del proyecto12. Por ejemplo, elinforme del Ministerio de Salud sobre los fa-llecimientos entre las poblaciones de la Reser-va Nahua-Kugapakori y las poblaciones Ma-chiguenga del Bajo Urubamba no fue acepta-do para ser publicado en la pagina web delproyecto y sólo se publicó en Internet en elportal de AIDESEP13. Por otro lado, el minis-terio de Energía y Minas aprobó el EIA de laplanta de gas de Pluspetrol señalando en la se-lección de sitio que Playa Loberia en la zonade amortiguamiento de la Reserva Nacionalde Paracas era el único sitio posible en toda lacosta peruana después de considerara 17 po-sibles sitios, incluyendo Playa Melchorita.Unos meses después al considerar la propues-ta de Hunt Oil para otra planta de gas, estavez en Playa Melchorita, en la selección de si-tio se dice nuevamente que es el único sitioposible en toda la costa peruana después deconsiderar a 17 posibles sitios. Peor aun,Pluspetrol descartó el diseño de ingenieríaahora aprobado para Hunt Oil.

Finalmente, las compensaciones han sidoforzadas sobre la población sin darle oportu-nidad de recibir asesoría legal o contable paraevaluar los impactos que se les compensaba.Algunos afectados han sido discriminadospor organizar a la población para defenderse.Ese es el caso de Ángel Bautista a quien solose le compensó por uno de los tres concep-tos14 que se compensó a los demás.

El “Informe Caffrey” manifiesta que el ob-jetivo del personal de relaciones comunitariasde las empresas del consorcio era negociar lascantidades de compensación, comunidad porcomunidad (Caffrey 2002). Durante febrero ymarzo, Pluspetrol, TGP y Techint presionarona cada comunidad para que firmara acuerdosde compensación. El proceso, los cálculos, losdocumentos legales y técnicos eran muy com-plejos, por lo que, según Caffrey:

“[Las negociaciones] han agobiado a las co-munidades indígenas creando un ambientede confusión, tensión y competencia. Las co-munidades no están preparadas para respon-der a las tácticas eurocéntricas de negocia-ción utilizadas por los abogados y gestores delas compañías que las han visitado. Dichascomunidades carecen de asistencia técnica ylegal adecuada para tomar decisiones infor-madas. El proceso de negociación es comple-tamente inapropiado e injusto. Las compa-ñías han dictado los términos de negociacióny las comunidades se sienten presionadas aresponder aunque no entiendan completa-mente los términos o las propuestas de lascompañías no sean suficientemente adecua-das” (Caffrey 2002)

En otro caso, Caffrey relata una carta de unacuerdo entre Techint y la comunidad Cho-koriari, en el Bajo Urubamba, por el uso dedos hectáreas para un campamento de traba-jadores. Esta carta tenía cláusulas que obliga-rían a la comunidad a hacer cosas que no ha-bían sido consultadas a la comunidad. Estosdocumentos y la percepción de las comunida-des sobre el proceso subrayan el hecho de quesus derechos para efectuar un consentimiento in-formado y libre han sido y continuarán siendoviolados si no se crean cambios significativos.

Por su parte, los comisionados de las ofici-nas de la Defensoría del Pueblo en Ayacucho,

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12 www.camisea.com.pe/13 www.aidesep.org.pe/14 Los contratos de compensación por derecho de vía,

el derecho adquirido por TGP para utilizar una ban-da 25 metros de ancho a lo largo del gasoducto, com-prendían tres conceptos:a. el daño directo a cultivos y propiedad dentro de los25 metros, b. El lucro cesante por el periodo de producción, ser-

vicios y demás que se pierde por efecto de las obras deinstalación del gasoducto, yc. el daño directo a cultivos y propiedad fuera de los25 metros,

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Cusco, Huancavelica e Ica visitaron las zonasdel tendido del gasoducto. Recibieron quejasde ciudadanos y comunidades y reportaron:

“En la zona andina de Ayacucho y Huan-cavelica se presentaron problemas ambienta-les (tala de árboles frutales y madereros; dañoa pastos naturales por excavación de zanjas ypor derrame de líquidos químicos tóxicos;migración y muerte de animales silvestres poruso de explosivos; destrucción de piscigranjasy fuentes de agua; alteración y depredación deflora y fauna; alteración del paisaje natural;contaminación de agua, suelo y aire, así comocontaminación sonora), problemas socio-eco-nómicos (afectación de las vías de comunica-ción terrestre hacia las comunidades; genera-ción de conflictos internos dentro de las co-munidades por los acuerdos suscritos por susdirigentes; la contratación de dirigentes en elproyecto Camisea debilitó la capacidad denegociación y reclamación de las comunida-des; conflictos entre las comunidades por ac-ceder a trabajo en el Proyecto Camisea; no serespetó el derecho de consulta a las comuni-dades; inseguridad ciudadana por la llegadade foráneos; reclamos de madres solteras y ni-ños/as no reconocidos por personal de em-presas ejecutoras, por ejemplo, en el Distritode San Miguel; contratación de mano de obraforánea y no de la zona; conflictos entre loscomuneros debido a los insatisfactorios tér-minos que aceptaron sus juntas directivas odirigentes en la negociación de los acuerdoscompensatorios con Techint –en algunos ca-sos los acuerdos se dieron sin participación delos comuneros afectados por el derecho devía–; falta de información de la comunidad,lo que hace que los comuneros no tengan ca-pacidad para entrar en una negociación; des-balance de poder que afecta a los ciudadanosy comunidades en las negociaciones con lasempresas Techint ó TGP; subevaluación detierras para fines de compensación en losacuerdos por el derecho de vía; trato diferen-ciado para fijación del monto de la compen-

sación en función al nivel de organización co-munal; criterios no uniformes para determi-nar compensaciones; afectó ingresos econó-micos distribución inequitativa de regalíasentre las regiones; elevación del costo de vida;incremento de enfermedades respiratorias yde transmisión sexual; destrucción de sitiosarqueológicos encontrados en la ruta del ga-soducto) y problemas político-institucionales(ausencia de entidades estatales que supervi-sen las operaciones de tendido de la tubería yel cumplimiento de acuerdos; falta de recur-sos y capacidad de respuesta de las institucio-nes del Estado para proteger los derechos delos ciudadanos; deficiente manejo de la pro-blemática local por las entidades reguladorasdel Estado; insuficiencia de mecanismos re-gulares de reclamación; indefinición de com-petencias entre entidades reguladoras; desco-nocimiento e inoperancia de las entidades re-guladoras del Estado)”15.

En la zona amazónica de Cusco, Alto yBajo Urubamba se han presentado problemasambientales: migración de aves y peces porcontaminación sonora, de aguas y tala de bos-ques, afectación de la fauna y biodiversidaden general. Se acompañaron de problemas so-cio-económicos: falta de información de lascomunidades nativas sobre los EIA, inseguri-dad ciudadana por llegada de migrantes, mu-jeres infectadas con enfermedades de transmi-sión sexual (sífilis), falta de asesoramiento alas comunidades y ciudadanos para afrontarlas negociaciones con las empresas del consor-cio, cambio de las costumbres y pérdida deidentidad de los pueblos amazónicos, cambiode los patrones extractivos de los recursos na-turales; falta de titulación de tierras, surgi-miento de nuevas enfermedades en la zona ymuertes por enfermedades (gripe, sífilis),cambio de hábitos alimenticios en la pobla-ción nativa, migración de colonos y exclusión

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15 La relación original fue elaborada por el Dr. IvánOrmachea Choque.

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de los nativos de sus zonas de influencia; in-vasión de tierras de pueblos amazónicos porcolonos, incremento en el consumo de alco-hol; cambios en los roles familiares producti-vos ( los varones salen a trabajar para las acti-vidades del proyecto Camisea y las mujeresasumen las labores económicas que anterior-mente asumían los varones), presencia de co-merciantes en la zona del proyecto, presenciade prostitución, ingreso de migrantes y forá-neos aumenta presión sobre los recursos natu-rales, asimetría en el manejo de la negocia-ción por falta de información de los ciudada-nos y las comunidades, discriminación labo-ral (extranjeros obtienen mayores ingresospor el mismo trabajo que realizan los trabaja-dores locales o nacionales y se prefiere a reco-mendados o parientes de autoridades localesal contratar mano de obra), invasión de tie-rras en el paso del gasoducto para obtenercompensaciones por el derecho de vía). Tam-bién hay problemas político-institucionales:afán protagónico de los gobiernos locales yregionales por el posible manejo de recursosprovenientes de las rentas de las actividadesdel proyecto Camisea, falta de coordinaciónentre las autoridades para resolver reclamosde los ciudadanos, discrepancia entre las or-ganizaciones que representan o protegen losderechos de los pueblos amazónicos sobre te-mas vinculados al Proyecto Camisea – la esta-tal CONAPAAA16 y las indígenas AIDESEP,COMARU17 y CONAP).

En la vertiente occidental de los Andes, de-partamento de Ica se han presentado proble-mas ambientales: contaminación de aguas delrío Pisco, afectación al ecosistema del camarónde río, ubicación de la planta de fracciona-miento de líquido de gas natural en la playaLobería (en la zona de amortiguamiento de laReserva Nacional de Paracas), contaminación

sonora producida por las actividades de bu-ques, la planta de fraccionamiento, camiones ymaquinaria en general, alteración de los ciclosde migración de aves que visitan la reserva, in-cremento de buques en la bahía de Paracaspuede afectar las labores de pescadores artesa-nales y aumentar las probabilidades de colisio-nes y contaminación de las aguas marinas.También hay problemas socio-económicos:afectación a asociaciones de recolectores de ca-marón del río Pisco, potencial afectación delas actividades turísticas de dañarse el ambien-te de la Reserva Nacional de Paracas y posibleincremento de industrias y empresas asentadasen la zona de amortiguamiento de la reserva.

En Lima, ciudadanos de la zona sur de Li-ma (Papa León XIII) se quejan de no habersido informados con anticipación de las obrasque se realizarán para tender la tubería de gashacia Lima. Por otro lado, ciudadanos de lazona Lurín Pachacamac, luego de hacer unseguimiento del tendido de la red principalde gas, han denunciado incumplimientos delos compromisos asumidos en el EIA comoque el gasoducto principal da curvas de 90ºcuando no debería hacerlo18, el conducto no

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16 Comisión Nacional de Pueblos Andinos, Amazónicosy Afroperuanos.

17 Consejo Machiguenga del Río Urubamba.

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cumple con estar forrado con polietileno des-de su fabricación, lo que ha causado quemientras esperaba ser enterrado ya mostraraefectos de la corrosión salina –ello se agrava sise considera que los suelos de la zona mues-tran un ciclo de ascenso y descenso de aguassalinas del subsuelo.

De manera más especifica Iván Brehaut,un consultor contratado por el GTCI para re-visar el tema de las compensaciones, señaladebilidades de las federaciones para poder asi-milar un proceso legal y de valorización eco-nómica, pues la sola presencia de las federa-ciones en los procesos de negociación no esgarantía de un proceso equilibrado entre em-presas y comunidades, como tampoco la par-ticipación de las ONG que no están faculta-das a intervenir en contratos privados. Nin-guna negociación puede ser equitativa si lostérminos de la misma, así como las escalas devalorización, no son abiertamente discutidascon los diferentes actores del proceso, comu-nidades, federaciones, empresa y Estado, loque no ha ocurrido en el caso. La informa-ción sobre los procedimientos para establecercompensaciones no puede ser informaciónreservada. Negociar las compensaciones úni-camente al nivel de comunidad no es lo másconveniente, aunque algunas de las comuni-dades así lo hayan deseado e impuesto; antesde iniciar las negociaciones, los actores debe-rían haber definido criterios para guiar losacuerdos y garantizar estándares mínimos pa-ra la compensación, así como garantizar laasesoría legal y técnica necesaria para las co-munidades –en el caso de la comunidad deHuancano, Ica, los campesinos fueron ins-truidos de no solicitar consejo legal ni ense-

ñar la propuesta a nadie-. Las autoridades yorganizaciones que participan en acuerdos decompensación, como observadores o asesores,deberían elaborar un informe en donde seplasme su opinión respecto a la equidad delproceso y de los acuerdos. Existen serios cues-tionamientos a los procesos de compensacióndesarrollados por TGP en el Alto Urubamba,así como por el uso de valorizaciones diferen-tes a las de CONATA19, como oficialmente secomprometió ante el Estado. Brehaut conclu-ye que el Estado debería revisar la valoriza-ción de las servidumbres y el proceso de ne-gociación de compensaciones aplicado porTGP (Brehaut 2004).

Que el ministerio de Energía y Minas secomporte como lo ha hecho y favorezca la es-trategia de hechos consumados de “Camiseacomo sea” no sorprende, pero que el BID ha-ga oídos sordos a propuestas concretas paracorregir estos defectos, sí nos desilusiona de laidoneidad de estos organismos para evaluar elimpacto ambiental de los proyectos que ellosfinancian. Para mostrar un ejemplo, en sucarta el Foro Ecológico planteó:

“Que el equipo ambiental del BID con par-ticipación de la sociedad civil peruana puedaparticipar de una visita de inspección a todoel trayecto del gas de Camisea, no sólo en so-brevuelo sino con visitas de campo, como re-quisito fundamental para dar paso al cierredel financiamiento.

Que se realice una auditoria indepen-diente, que ayude a prevenir impactos paralos próximos 32 años del proyecto.

Que se convoque a la sociedad civil y alGTCI a proponer estándares de calidad en lagestión de dicho proyecto.

Que se provea acceso a toda la informa-ción de monitoreo.

Que se financie la participación de la so-ciedad civil peruana en el proyecto y su mo-nitoreo.”

El BID contestó a través de su responsable pa-

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54ÍCONOS 21, 2005, pp. 47-55

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19 Consejo nacional de tasaciones.

18 Se trata de una línea principal del ducto con casi1500 libras de presión por pulgada. La disposición esque las curvas deben tener un ángulo de 28 grados envez de 90 grados, obviamente ello requiere mayor dis-tancia para la curva, pero tratándose de una líneaprincipal hay que evitar incrementos excesivos de lapresión sobre la línea.

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ra asuntos ambientales señalando de manerageneral que se había dado adecuado segui-miento al tema ambiental, pero sin contestarde manera especifica ninguno de los cincopuntos planteados como requisitos para el cie-rre de préstamo. ¿De qué sirve que el BID ten-ga un departamento de temas ambientales yunas políticas ambientales, si cuando llega laimplementación de los proyectos que financiase deja arrastrar por las políticas de hechos con-sumados, que en el caso Camisea han hechoque las infracciones al EIA original no seansancionadas sino que se convirtieron en “unamodificación al EIA” -que fuera aprobada des-pués de que ya habían ocurrido los hechos quesupuestamente este documento “preveía”-?

No resulta extraño, entonces, que la po-blación no confié en la seriedad de la inter-vención del BID y los mecanismos nacionalesde fiscalización que intervienen en estos pro-yectos, como el OSINERG y, menos aun, enel Ministerio de Energía y Minas. Estos casosno hacen sino confirmar la necesidad de for-talecer la participación de la sociedad civil co-mo vehículo para el diálogo entre la sociedad,el Estado y las empresas sobre la oportunidaddel desarrollo. Ha llegado la hora de crear enel BID un auditor ambiental y social, que re-porte a un consejo tripartito de sociedad civil,pueblos indígenas y banca multilateral.

Bibliografía

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Los conflictos ambientales del gas boliviano

Marc Gavaldá Palacín

Licenciado en Ciencias Ambientales por la Universidad Autónoma de Barcelona.Colabora con la Universidad Mayor de San Simón (Cochabamba-Bolivia)

Mail: [email protected]

Fecha de recepción: septiembre 2004Fecha de aceptación y versión final: noviembre 2004

ResumenLos ajustes neoliberales introducidos en la legislación bolivana han facilitado la apropiación delos recursos hidrocarburíferos por parte de las transnacionales petroleras. Estas compañías in-vaden territorios indígenas y áreas protegidas. En su accionar generan graves conflictos ambien-tales con las comunidades locales. La costrucción de los gasoductos Bolivia-Brasil, Cuiabá yGasyrg así como la oposición de la población a exportar gas a Estados Unidos nos reflejan có-mo la población se organiza para resistir al expolio de las compañías petroleras. Las moviliza-ciones populares de “La Guerra del gas”, en octubre 2003 no han terminado, porque el gas si-gue en manos extranjeras.

Palabras clave: compañía petrolera, gas natural, conflictos ambientales, gasoducto, territoriosindígenas, Bolivia

AbstractThe Neoliberal Structural Adjustment introduced in Bolivian Law have facilitated the appro-piation of the Hidrocarbon Resources by the transnational oil companies. These companies in-vade indigenos territories and protected areas. Their activities generate serious environmentalconflicts with the local communities. The construction of the Bolivia-Brazil, Cuiabá andGasyrg gas pipelines as well as the popular resistance to the exportation of gas to the USA illus-trates how the people organize themselves to resist the pillage of the oil companies. The popu-lar mobilizations of the “Gas War” in October have not yet finished, as the gas continues to bein foreign hands.

Key Words: Oil Company, Natural Gas, Environmental Conflicts, Gaspipeline, IndigenousTerritories, Bolivia

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Iconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 21, Quito, enero 2005, pp. 57-66.© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.

ISSN: 1390-1249

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En octubre de 2003, Bolivia amaneciósin presidente y con un saldo de 80muertos y centenares de heridos de ba-

la durante las movilizaciones conocidas comoLa Guerra del Gas. El descubrimiento de queel presidente Sánchez Losada había firmado uncontrato de exportación de gas a Estados Uni-dos fue la chispa que prendió la mecha. Lasempresas beneficiarias del contrato (Repsol,British Gas y BP) aguardaban silenciosas el de-senlace del conflicto que les quitó de las manosla posibilidad de exportar los 13,42 trillones depies cúbicos de gas a un precio de oferta. Elproyecto del consorcio Pacific LNG pretendíalicuar diariamente 30 millones de m3 de gas enlas costas de Chile para venderlo a las termoe-léctricas californianas de Sempra Energy obte-niendo unos beneficios millonarios.

El vicepresidente Carlos Mesa tomó elmando del país, consiguiendo una tregua delas movilizaciones sociales con la promesa deiniciar un proceso de revisión de los contratospetroleros. Este proceso culminó con el refe-réndum de mayo de 2004, en el que el pue-blo boliviano asiste con desencanto a unaconsulta que pretende “cambiar todo paraque no cambie nada”. En palabras del presi-dente Mesa: “No se pueden modificar loscontratos con las petroleras porque esto es de-clarar la guerra al mundo”.

Este artículo visualiza los primeros añosdel neoliberalismo petrolero en Bolivia. Adiferencia de otros países como Ecuador yColombia, la explotación petrolera en estepaís no arrancó en magnitud sino hasta ladécada de los noventa. Analizaremos el mar-co legal que fue impuesto por agentes exter-nos para convertir a Bolivia en “pasto detransnacionales”. Las concesiones petrolerasinvaden territorios indígenas y áreas protegi-das. Por otro lado, repasaremos el desarrollode los conflictos socio-ambientales de losmega-proyectos de gas detallando cómo laspoblaciones se organizaron en defensa de suentorno inmediato y sus recursos mientras elestado asumió un rol defensor de los intere-

ses extranjeros en contra de su propia pobla-ción y territorio.

El ajuste estructural

En 17 años de neoliberalismo en Bolivia loevidente es que el modelo ha fracasado, puesno ha resuelto los principales problemas delos bolivianos y más por el contrario ha em-pujado a más y más personas a la miseria ex-trema. Los diferentes gobiernos han aplicadoincondicionalmente las recetas de los organis-mos internacionales (Banco Mundial y Fon-do Monetario Internacional). Decreto a de-creto, se ha desnacionalizado el país, que havisto como sus empresas históricas, estructu-radas con el ahorro interno de los trabajado-res, pasaban a manos de transnacionales.

Se descuartiza el Estado

Durante el gobierno del presidente GonzaloSánchez de Lozada (1994-1997) se reformu-laron todas las leyes en base a los nuevos mol-des de la Banca Multilateral. A este proceso sele llamó “ajuste estructural” y constituye unode los hitos históricos en la pérdida de la so-beranía nacional de Bolivia. Nunca, en tanpoco tiempo, el país perdió tanto: el país sedesprendió de todas las infraestructuras esta-tales, sus yacimientos y sus trabajadores.

El Estado también perdió su rol como en-te regulador. Esto queda suficientemente re-flejado en la nueva Ley del sistema de regula-ción sectorial, donde aparece la figura de lassuperintendencias.1 Estas instituciones fueroncreadas por el Banco Mundial como gobier-nos paralelos independientes del Estado pararegular alguna actividad productiva del país.Son financiadas por el Banco Mundial y porlas propias empresas a partes iguales, y ampa-radas en la Ley SIRESE; se les otorgan un po-

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1 N. del E.: Esta ley, conocida como Ley SIRESE, es laley 1600 del 28 de octubre de 1994.

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der por encima del propio Estado, o sea, sonestructuras no democráticas de empresariosque se regulan a sí mismas. Y como se espera-ba, desde su creación, la Superintendencia dehidrocarburos ha actuado como verdaderodefensor de la impunidad petrolera.

La Ley de capitalización transfiere el aho-rro interno boliviano (concentrado en la in-dustria estatal) hacia las transnacionales.2 Elprimer paso consistió en hundir intenciona-damente a las empresas estatales. Luego secuantificaba su patrimonio y por último seofreció las empresas a socios extranjeros,quienes se quedaron con el control de la em-presa y el 50% de las acciones con la simplepromesa de inversión de la misma cantidadque el patrimonio cuantificado. El otro 50%quedaría repartido entre todos los bolivianosa través de los fondos de pensiones, adminis-trados también por bancos extranjeros. Entotal, se pagó 835 millones de dólares por unaempresa cuyos activos alcanzaban 1.105 mi-llones de dólares. Las reservas probadas erande 161 millones de barriles, es decir, 4.830millones de dólares, al precio de 30 dólares /barril. Esta cantidad es superior a la deuda ex-terna del país. Además fueron entregados gra-tuitamente a las empresas Chaco y Andina, 6trillones de pies cúbicos de gas en reservasprobadas. (Mariaca 2000).

La empresa estatal Yacimientos PetrolíferosFiscales Bolivianos (YPFB) fue dividida en cua-tro, y repartida a tres consorcios extranjerosprovenientes de España, Estados Unidos y Ho-landa. Momentáneamente se dejó las refinerías(YPFB Residual) en manos de los antiguos ope-rarios de YPFB, para en 1999 ser privatizada.

Nueva Ley de hidrocarburos

El 30 de abril de 1996 se aprobó la nueva Leyde hidrocarburos, que atraería inversiones,

convirtiendo a Bolivia en un país petrolero.Los cambios fundamentales que introducíaesta ley escrita en los despachos de una con-sultora de Washington son la rebaja de im-puestos del 50% al 18% y la ampliación delas concesiones tanto en extensión (hasta 1,5millón de ha) como en tiempo (40 años).

La asfixia total del ente estatal se producecon el Decreto Supremo 24806, del 4 deagosto de 1997 por el que se entrega la pro-piedad de los hidrocarburos a las transnacio-nales en boca de pozo. Bajo estas disposicio-nes se suscriben 78 joint ventures o contratosde riesgo compartido, por 40 años. El decre-to fue abrogado por Carlos Mesa, con otrodecreto en 2004, el que, al no tener carácterretroactivo, permite que el Decreto Supremo24806 esté vigente en los próximos 36 años.

Petróleo, ¿riqueza o castigo?

Llegaron las transnacionales atraídas comomoscas a la miel. El territorio subandinoamazónico fue repartido sobre el mapa geoló-gico. La protección de las cabeceras de ríosamazónicos y las frágiles culturas indígenas

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Los conflictos ambientales del gas colombiano

2 N. del E.: Se trata de la ley 1544 del 21 de marzo de1994.

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estaban de más en un cálculo que sólo entien-de de barriles y metros cúbicos.

Transcurridos dos lustros, el pueblo boli-viano ha comprendido el precio del engaño.El país fue despojado de sus empresas, la eco-nomía nacional se ha hundido y a pesar de laconstrucción de nuevos gasoductos y un au-mento exponencial de las exportaciones degas, el tesoro nacional sigue financiando a lastransnacionales a costa de recortar los ya depor sí insuficientes presupuestos sociales. Elpetróleo parasitó la economía boliviana.

Conflictos socio-ambientales de la actividad petrolera

La industria petrolera no es limpia

Tanto las actividades exploratorias como pro-ductivas impactan seriamente en el ambiente.Para determinar la ubicación de los yacimien-tos hidrocarburíferos, la compañía realizaráuno o varios proyectos de exploración sísmi-ca sobre el territorio. Esto es, abrir sendas dedos metros de ancho por unos veinte kilóme-tros de longitud, donde enterraran y explota-rán explosivos a 10 metros de profundidadque emitirán unas ondas cuyos ecos detecta-rán una línea de sismógrafos. Para tal efecto,habrá que no sólo deforestar los caminos sinoconstruir campamentos móviles, helipuertosy zonas de descarga. Un proyecto símico sim-ple puede necesitar entre 300 y 1000 km delongitud de brechas, 200 helipuertos y milzonas de descarga.

La exploración sísmica tiene impactos im-portantes en áreas boscosas tropicales, en cuantoson nuevas vías de acceso para la colonización,caza o tala de maderas nobles. A parte, las comu-nidades originarias son ocupadas por centenaresde trabajadores foráneos que irrumpen con pa-trones de conducta occidentales, como la prosti-tución y el alcoholismo.

Ubicado el yacimiento, se iniciará la per-foración escalonada de pozos exploratorios

que, de resultar positivos, hipotecan durantepor lo menos los siguientes 30 años la vida delas comunidades vecinas. Cuando la compa-ñía abandona el territorio, deja tras de sí unpaisaje deteriorado, deforestado y con un his-torial de derrames y accidentes. Las abundan-tes lluvias actúan de vectores de contamina-ción fluvial de cualquier charquito de pro-ductos químicos que haya quedado al descu-bierto. La industria petrolera limpia en eco-sistemas tropicales no existe.

La superposición petrolera

La jerarquía legal que se estableció entorno alas leyes petroleras, que por su “interés nacio-nal” prevalecían por encima de otras leyes o re-glamentos “secundarios” como la Ley 1333 deMedio Ambiente, el Reglamento ambiental delsector hidrocarburos o la Ley INRA, ha gene-rado un estado de desprotección que vulneratanto a extensas áreas de conservación biológi-ca como amplios grupos poblacionales del país.

Dice el artículo 1 de la Ley de hidrocarbu-ros que “Todos los yacimientos de hidrocarburosson propiedad inalienable del Estado”, el cual através de contratos de riesgo compartido, losotorga a las empresas transnacionales. Dondepone “yacimientos” léase “subsuelo”... y ya te-nemos el marco legal establecido que abrepuertas a la ocupación de territorios. Si bienla superficie terrestre no es propiedad de laspetroleras, sí les pertenece el subsuelo, que eslo mismo que decir que pueden operar ahídonde el sismógrafo indique presencia de hi-drocarburos.

Además, las petroleras pueden expropiarvía derecho de servidumbre a las familias quehabiten en cualquier predio donde abrir uncamino, construir una planchada, helipuertoo campamento.

Áreas protegidas

En el país existen 21 áreas protegidas, conuna extensión de 167.417 km2, que represen-

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tan el 15,2% del territorio nacional, que hoyse ven amenazadas por la creciente actividadpetrolera. Esas zonas son ricas en biodiversi-dad, fauna, flora y en su territorio albergan acomunidades originarias que en todo el tiem-po han vivido en una relación de sostenibili-dad con los recursos.

En total, 11 áreas protegidas fueron inva-didas por las empresas petroleras para realizartrabajos de exploración, prospección y sísmi-ca. En la región amazónica, las empresas pe-troleras se adjudicaron tres bloques (RíoHondo, Rurrenabaque y Tuichi) en el áreaprotegida del parque Madidi y Pilón Lajas; elbloque Sécure en el parque nacional IsiboroSécure; el Amboró Espejos en el parque na-cional Amboró; Chimoré I en el parque na-cional Carrasco. En la región chaqueña elparque nacional Serranía de Aguaragüe ha si-do concesionado a empresas petroleras en losbloques San Alberto, San Antonio, Bereti yTarija Oeste. En el parque nacional Samaoperan las petroleras en el bloque Cambarí.

A parte, existen muchas regiones del paísque no gozan de ninguna protección peroque su inaccesibilidad las ha conservado co-mo bosques primarios no intervenidos. En elBeni, la serranía de Eva-Eva y Mosetenes es-tán aún inexploradas; se sabe de la existenciade núcleos indígenas chimanes aún por con-tactar. En el departamento de Chuquisaca, laserranía de Iñao conserva manchas de bosqueboliviano-tucumano que albergan una de lascolonias más grandes de paraba frente-roja,endémica de Bolivia.

Lo cierto es que con protección o sin ella,son muchas y de gran alcance las áreas ecoló-gicas que van a ser impactadas y degradadasirreversiblemente en Bolivia, si no se cambiala política fiscalizadora del Estado a las em-presas petroleras.

Territorios indígenas

El conflicto indígena con las petroleras se en-marca en una de las intersecciones geográficas

más habituales del país: el punto en que secruza el derecho indígena con las concesioneshidrocarburíferas. Lo cierto es que existe unarepetida coincidencia entre bloques de explo-ración hidrocarburífera y los territorios comu-nitarios de origen (TCO), lo cual no es extra-ño teniendo en cuenta que del total del terri-torio nacional, 611.100 km2 (un 55,6%) sonde potencial hidrocarburífero (Orduna 2004).

Entre otras, Repsol-YPF es de las que másterritorios ha intervenido. La compañía tieneconcesiones que se superponen a un total de17 TCO repartidos en las regiones amazóni-ca y chaqueña. De Norte a Sur, los bloquesRurrenabaque y Tuichi abarcan los territoriosde las etnias amazónicas chimanes, mosetenesy tacanas. A parte, la etnia nómada esse ejja,que recorre las playas del río Beni, también severá afectada por las operaciones hidrocarbu-ríferas, aunque no tiene un territorio titulado.El bloque Sécure atraviesa el territorio indíge-na multiétnico -donde conviven comunida-des chimanes, moxeñas y yurakarés-, el terri-torio indígena chimán y el territorio indígenadel parque nacional Isiboro Sécure, refugioancestral de la etnia yurakaré.

La fragilidad ecológica de los ecosistemasamazónicos, al ser intervenidos, coincide conla fragilidad cultural de los grupos étnicos quelos habitan. Su reducido número de habitan-tes y el escaso contacto los hace propensos aromper bruscamente sus actividades tradicio-nales, trabajar para la empresa con contratostemporales que introducen en las comunida-des hábitos como el alcoholismo, el abandonode la familia o las actividades agrícolas y reco-lectoras. Cuando Repsol ingresó al interiordel territorio chimán ofreció cepillos de dien-tes pretendiendo imponer costumbres higié-nicas ajenas. En cambio, durante la construc-ción del primer pozo exploratorio, la empresase dedicó a comprar las piezas de caza que loshombres de la comunidad cazaban para ali-mentar a los suyos. Desde entonces, ya no ca-zaban para la subsistencia sino para vender laspiezas a la compañía y comprar alcohol a los

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comerciantes que entraban a vender produc-tos al campamento petrolero.

En la región chaqueña, Repsol invade va-rios TCO de la etnia guaraní, como CharaguaNorte, Kaami, Itikaguasu y Tapiete. Estos te-rritorios, ubicados en la llanura chaqueña,también son afectados por la construcción dedos gasoductos de 500 km, que transportanel gas chaqueño a Santa Cruz, donde es ex-portado a Brasil por el Gasoducto Bolivia –Brasil. En la serranía del Aguaragüe, donde sedescubrieron las reservas más grandes de gas,el bloque Caipipendi invade el TCO Tentaya-pi, donde viven las comunidades guaranísque por su inaccesibilidad han conservado lacultura más pura. En un manifiesto fechadoen julio del 2004, la comunidad de Tentaya-pi se pronunciaba a favor de tomar medidasactivas para impedir la entrada de Repsol ensus territorios. Otra etnia afectada son losweenhayek, pescadores del río Pilcomayo,que ya expresaron su rechazo a la construc-ción del gasoducto Yacuiba Río Grande, opo-sición que fue desestimada por la Superinten-dencia de hidrocarburos.

Conflictos ambientales de los gasoductos

Esta parte nos ayudará a visualizar el contex-to de impunidad con el que se mueven losgrupos económicos en Bolivia, para entenderpor qué empresas como Repsol-YPF estánapostando tanto en este país y por qué se sa-be tan poco de sus actividades. En los últimosaños, diferentes conflictos han desenmascara-do el verdadero talante de las multinacionales,que no han dudado en ignorar y aplastar losderechos humanos para defender sus intereseseconómicos. En cada uno de los conflictos, laspoblaciones afectadas se organizan de una uotra forma para defender sus derechos, mien-tras que el gobierno siempre ha demostrado suutilidad como protector de los intereses priva-dos, que llegan incluso a fortalecerse.

Gasoducto Bolivia – Brasil

Los 1.750 millones de dólares que ha costadoel gasoducto Bolivia – Brasil, unen los 3.000km que separan los pozos de gas bolivianoscon las industrias de las periferias de Saõ Pao-lo. Esta obra es un gran negocio para Enron yShell, en Bolivia, y Petrobras, en Brasil, el cualtiene además un trato de preferencia para ex-portar todo el gas que produce en Bolivia. Elgasoducto es propiedad de dos consorcios es-tablecidos en Bolivia y Brasil, formados porTransredes, Enron, Shell, Petrobras y BTB.Los bancos realizaron préstamos por el valorde: 310 millones de dólares (Banco MundIal),240 millones de dólares (BID) y 84 millonesde dólares (Corporación Andina de Fomento)(Gavaldá 1998). Pero la imagen de los presta-mistas quedó salpicada por todos los atropellosa los derechos humanos que acompañaron suconstrucción. El Banco Mundial dirigió todauna campaña para mostrarse como un presta-mista correcto que garantiza la ética y el respe-to en sus inversiones, pero no fue así. Duran-te toda la construcción se reportaron graves in-cidentes, o situaciones no contempladas.

A finales de 1998, a raíz de una huelga dela plantilla de trabajadores bolivianos discri-minados por su salario respecto al resto deobreros, el gobierno ordenó la militarizaciónde las obras para no incumplir el cronogramade entrega. A lo largo del tramo boliviano delgasoducto, vecinos de los municipios afecta-dos se organizaron en comités de fiscalizaciónpara reportar todos los impactos del gasoduc-to. A parte de la deforestación de miles dehectáreas, la fragmentación de ecosistemas yla apertura de accesos, los impactos socialesfueron escandalosos. En la tranquila pobla-ción de Carmen Rivero Torres, donde los hu-medales del pantanal dan paso a extensas lla-nuras de pastos, la empresa constructora inva-dió el pueblo con 2.000 trabajadores. En dosmeses el pueblo se quedó sin agua y sin luz,hubo violaciones, seis menores de edad emba-razadas, alcoholismo y delincuencia. Cuando

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las denuncias del comité de fiscalización lle-garon a Estados Unidos, el Banco Mundialquedó en evidencia. Desde Washington par-tió un avión con destino a Carmen RiveroTorres para desmentir las denuncias. Una co-misión de funcionarios del Banco Mundial,acompañado por responsables de la empresaGas Transboliviano, Petrobras y la Consulto-ra Dames & Moore recorrieron el pueblo, en-trevistándose con la gente. En una reunión enla escuela, los pobladores exigieron una“damnificación socioeconómica” por los da-ños, “dado que los impactos ambientales sonirreversibles y no se pueden cuantificar” (Gaval-dá 2003). En esta reunión se puso en eviden-cia la inutilidad del monitoreo de la consulto-ra norteamericana Dames & Moore, contra-tada para monitorear las obras en contraposi-ción al comité de fiscalización formada porvoluntarios del pueblo (Crespo 2000).

Gasoducto a Cuiabá

Al año siguiente, apareció en escena el gaso-ducto a Cuiabá. Este nuevo gasoducto expor-ta gas barato boliviano a la sobredimensiona-da planta termoeléctrica, que construyó lacompañía Enron en la ciudad de Cuiabá.Con este proyecto Enron suministrará electri-cidad a un millón de consumidores brasilerosy a las poblaciones fronterizas de Bolivia, quecomprarán su propio gas convertido en kilo-watios. En realidad, lo que buscaba Enroncon esta obra era liberarse de Petrobras (sociodel gasoducto Bolivia–Brasil) para disponerde su propio tubo que alimente su central tér-mica. El proyecto requirió de una inversiónde 570 millones de dólares, la mitad de loscuales aproximadamente era para enterrar los626 km de gasoducto. Como muchas otrasobras de Enron en el mundo, recibió el finan-ciamiento de OPIC, aunque sus estatutosprohibían financiar la intervención de bos-ques primarios tropicales (OICH 2001). Eltrayecto del gasoducto a Cuiabá se podía ha-ber diseñado bajo una lógica de evitar las zo-

nas más vulnerables, pero se optó por la solu-ción barata, o sea una línea recta, de 30 me-tros de ancho destruyendo todo a su paso. Eltrazado del gasoducto atravesaba el bosque se-co Chiquitano, una mancha de bosque virgende 100 km de diámetro, calificado entre losbosques secos con mayor riqueza de especiesy endemismos del planeta. Evidentemente,todo esto no se decía en el deficiente Estudiode evaluación de impacto ambiental aproba-do por el gobierno, que consideraba el bos-que Chiquitano como si fuera una parte delpantanal (Entrix 1998). Este hecho motivóque tanto las poblaciones locales como un en-tramado de organizaciones sociales bolivianase internacionales se opusieran al trazado delproyecto. Esta oposición llegó incluso alCongreso norteamericano, donde se demos-tró la incompatibilidad del proyecto con losestatutos del banco OPIC, que prohíbe el fi-nanciamiento de obras que supongan una in-tervención directa a los bosques primariostropicales. Entonces OPIC encargó otro estu-dio complementario que determinó que “elBosque Seco Chiquitano puede ser el área másgrande de bosque seco remanente relativamentepoco disturbado en el Neotrópico, sino en elmundo entero” (OICH 2001).

Si la OPIC retiraba el préstamo, Enron yShell lo tendrían más difícil para llevar a caboel proyecto, pero a última hora Enron se sacóde la manga un acuerdo con cinco organiza-ciones para la ejecución de un Programa deconservación del bosque seco Chiquitano de20 millones de dólares. Estas organizaciones,tres de ellas extranjeras, negociaron en nom-bre de los bolivianos la destrucción de unecosistema único, a cambio de convertirse enun poder económico regional más fuerte queel Estado (Molina 2000). En cambio, las 37comunidades de indígenas chiquitanos y ayo-reos afectadas directamente por la construc-ción del gasoducto, recibieron después de dosaños de movilizaciones y negociaciones unPlan de desarrollo indígena, presupuestadoen casi 2 millones de dólares. Las cinco insti-

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tuciones del negociado con Enron, sacarondiez veces más, sólo con una firma.

Sus primeras actuaciones fueron consti-tuirse en fundación para tener más movilidadfinanciera y proponer la creación de áreas deconservación privadas. Se cerraba el ciclo.Comprando tierras a algunos particulares, lafundación retornaría los favores a la oligar-quía gobernante que impulsó el gasoducto in-cluso a costa de redactar nuevas leyes para evi-tar la inconstitucionalidad del proyecto. Perotambién había otros intereses para EstadosUnidos. En mayo del 2000, la fundación deAmigos de la Naturaleza (una de las benefi-ciadas con los 20 millones de Enron), hizouna solicitud a la Dirección general de biodi-versidad para extraer variedades de maní sil-vestre en la chiquitanía debido a la amenazade desaparición que supone la construccióndel gasoducto. En la solicitud se detallaba elconvenio que tenían la fundación con el Mi-nisterio de Agricultura de Estados Unidos pa-ra practicar la conservación ex situ de las plan-tas de maní. La Dirección general de biodi-versidad aceptó esta acción de biopirateríapor una donación de 6.000 dólares. En estosmomentos Estados Unidos habrán patentadolas propiedades de resistencia a la sequía yplagas de la planta. Las comunidades de indí-genas chiquitanos y ayoreos, que protegieroneste singular ecosistema durante miles deaños, recibirán a cambio sólo las molestias dela maquinaria de Enron, cuando circulan porla extensa brecha del gasoducto donde tienenderecho de vía.

Estas comunidades organizaron un moni-toreo activo de los impactos del gasoducto.En cada comunidad, un promotor ambientalrealizó informes mensuales de los daños pro-vocados por las obras. Durante la construc-ción se denunció la destrucción de caminos,dañar explotaciones ganaderas y contaminarcuerpos de agua, especialmente en la zona delpantanal. Por ejemplo, en la comunidad deEntreríos se contaminó el curso de agua queabastecía la comunidad. La única medida de

mitigación realizada por la empresa fue la co-locación de un vistoso cartel que ponía: “Pro-hibido tomar agua”. (OICH 2000).

Dos gasoductos paralelos: Gasyrg y Yabog

El gasoducto Yacuiba – Rió Grande(GASYRG), fue rebautizado de su nombre ori-ginal (Yabog-II) para no crear confusiones conla competencia. Se trata de la construcción deun gasoducto paralelo al ya existente gasoduc-to Yabog, que conecta Yacuiba con la estaciónde Río Grande, donde se empalma con el ga-soducto Bolivia – Brasil. El motivo de añadirotro gasoducto al ya existente es puramentemercantil. El gasoducto Yabog I pertenece alconsorcio Transredes (Enron-Shell) y esta em-presa les impondría una tarifa por el uso delgasoducto. Este dato motivó a las empresaspropietarias de los campos San Alberto y SanAntonio a construir su propio conducto, aun-que ello suponga la destrucción de más de 431kilómetros de bosque seco tropical. Este mons-truoso gasoducto, de capacidad superior al ga-soducto Bolivia – Brasil, el cual fue considera-do como el “proyecto del siglo”, tiene un diá-metro de 32 pulgadas y una capacidad detransporte de 22,7 millones de m3 diarios.

Sus dueños, agrupados en el consorcioTransierra S. A., son los titulares de los cam-pos San Alberto y San Antonio, o sea Petro-bras, Total y Andina (Repsol-YPF). El con-sorcio Transierra S. A. pretende cubrir el 70%de la demanda de gas a este país.

Las poblaciones indígenas afectadas por eltrazado del nuevo conducto se opusieronenérgicamente al proyecto, así como tambiénlos habitantes de la región del Chaco, lo quegeneró una serie de problemas en la regióndel Chaco. El pueblo indígena weenhayekpresentó ante la Superintendencia de hidro-carburos su oposición a la construcción delGasyrg. Los weenhayek argumentaban que elconducto atravesará su territorio, al igual quelas tierras que son habitadas por el puebloguaraní, que también presentó su oposición.

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Pero la Superintendencia de hidrocarbu-ros de Bolivia, organismo creado y financia-do por el Banco Mundial y las propias em-presas petroleras, declaró improcedentes lasobjeciones de la empresa Transredes, del pue-blo weenhayek y de la Asamblea del puebloguaraní. Con esta decisión, el consorcioTransierra arrancó el operativo de construc-ción del Gasyrg. Según la Superintendencia“la Licencia Ambiental otorgada a Transierra,descalifica la aseveración de la Asamblea delPueblo Guaraní y de los Weenhayek, referida ala inexistencia de una evaluación de impactoambiental del gasoducto, y consecuentemente lalegalidad de la licencia”. De nuevo los estu-dios de impacto ambiental, procedimientosinconsultos en los que una consultoría reco-ge datos de todo lado para recopilarlos en undocumento de 200 páginas sin sentido, sir-ven para justificar la destrucción ambiental ylos atropellos de los grandes proyectos a laspoblaciones.

La noticia tampoco causó mayor sorpre-sa en la sede del gobierno. En círculos polí-ticos se dijo que estaba previsto, por unacuestión de emergencia nacional para cum-plir obligaciones asumidas por el Estado, undecreto para autorizar la construcción delconducto si el litigio se extendía en la Supe-rintendencia.

La guerra del gas

El proyecto LNG

Para la exportación de gas natural a México yEstados Unidos, en el mes de junio de 2001,se conformó el consorcio Pacific LNG. Con-siste en construir un gasoducto entre el cam-po Margarita que se encuentra en Tarija Boli-via y el Puerto de Mejillones en Chile, licuifi-car diariamente 30 millones de m3 de gas so-metiéndolo a alta presión, para transportarloen un tren de barcos diarios a las costas deMéxico, donde será de nuevo gasificado y

transportado a California por medio de ungasoducto. La empresa Sempra Energy se en-cargaría en este momento de quemar el com-bustible en plantas térmicas para convertir elgas en kilowatios.

Estas empresas son socias del campo Mar-garita, que se encuentra dentro del bloqueCaipipendi, en los siguientes porcentajes:Maxus (Repsol YPF) 37,5%, British Gas con37,5% y Unión Texas de Bolivia con 25%. Laempresa operadora de este campo es la em-presa Repsol a través de la empresa MaxusBolivia. El campo Margarita posee 13,42 tri-llones de pies cúbicos de gas natural y 303,48millones de barriles de petróleo, según la cer-tificación de reservas al 1 de enero del 2001,realizada por la consultora de Goldyer & MacNaughton. El consorcio estima que, en total,el proyecto comprometería una inversión deaproximadamente 5.000 a 7.000 millones dedólares y que podría culminarse a mediadosdel año 2005.

En las actuales circunstancias, definidaspor las reformas en el sector petrolero bolivia-no, la participación del Estado dentro delproyecto Pacific LNG y los beneficios que deél pueden obtener son pocos e insuficientes.Analizando la propuesta que el consorcio tie-ne para los precios en boca de pozo (de 0,60dólar por millar de pies cúbicos de gas natu-ral e explotarse), la participación del Estadoboliviano se reduciría aún más, debido a quede los 60 centavos de dólar que llegaría a cos-tar el millar de pies cúbicos tan sólo 10 sequedarían en Bolivia en concepto de regalías.Lo que en los hechos deja de ser una ventapara convertirse en un regalo y subvención alos mercados de Norteamérica, donde el pre-cio del millar de pies cúbicos de gas naturaloscila entre los 4 y los 6 dólares. De concer-tarse una venta de 30 millones de m3 de gasnatural al día, los ingresos anuales para Boli-via, por el 18%, sumarían en total 41,7 mi-llones de dólares al año: diez veces menos delos que hasta 1993 entregó la empresa YPFBal Estado boliviano.

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Alrededor y dentro del campo Margaritaviven decenas de comunidades guaranís, lascuales, a pesar de vivir sobre millones de dó-lares en gas, no han recibido de las petrolerassino contaminación y pequeñas limosnas. Porejemplo, con el pozo Margarita X3, perfora-do sobre una planchada de 2 has en el año2000, la extema vecindad (500 metros) con lacomunidad guaraní de Cumandaroti ha ge-nerado graves molestias. Durante los prime-ros años, los comunarios se quejaban de queel calor del pozo les daba dolor de cabeza porel mal olor, resfríos y mucho calor que provo-có el abandono de un campo de cultivo.

El calor que sentían los comunarios no escasual. Según registros de prensa, en octubrede 2000, Maxus-Repsol solicitó al Viceminis-terio de Energía e Hidrocarburos la autoriza-ción para la quema de gas natural en el pozo X-3. Argumentando la falta de mercado y la ne-cesidad de comprobar el tamaño de la reserva,durante el año 2000, Repsol quemó 3.900 mi-llones de pies cúbicos de gas (Orduna 2004).

La generalización del conflicto

Los acontecimientos de la Guerra del gas, pri-mero, y los artificios del referéndum, des-pués, trasladaron el conflicto ambiental de lospobladores que viven en la boca del pozo a laconcienciación de la población urbana en tor-no a la recuperación de los recursos. En unadécada, la población boliviana dejó de creerque las transnacionales petroleras sacarían alpaís del hundimiento económico. Ahora yasabe que son el problema más que la solución.Las voces de la nacionalización vuelven a so-nar en la calle, aunque como advierte el pre-sidente, todo está atado a favor de las transna-cionales y sus intereses. Bolivia vive una épo-ca difícil que deberá enfrentar con valentía. Oseguir exportando hidrocarburos baratos, a lapar que exporta famílias desempleadas y dañasus ecosistemas, o retomar el control de susrecursos aunque esto signifique enfrentarse

con las transnacionales y sus países de orígen.Pero no basta con nacionalizar el gas o re-

construir YPFB, pues la contaminación noentiende de patrias. Una explotación petrole-ra en áreas amazónicas o territorios indígenaspuede ser igualmente dañina, ya sea bolivianao extranjera. La apuesta está en la industria apequeña escala, el suministro de gas domésti-co y de automoción como camino hacia undesarrollo integral con las energías renova-bles, como inversión duradera, sostenible yrespetuosa con las poblaciones locales.

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El patrimonio como domesticación de la culturaComentarios al Dossier de ICONOS 20

Gey Espinheira

Dr. en Sociología. Profesor de la Universidade Federal da Bahia

Mail: [email protected]

Fecha de recepción: octubre 2004

Fecha de aceptación y versión final: noviembre 2004

Traducción del portugués: Nilma Martins.

Revisión final: Edison Hurtado

Resumen

Tres de los artículos publicados en el dossier de ICONOS 20 “Patrimonio, memoria y ‘rege-neración’ urbana”, convergen en reconocer algunos efectos perversos de la restauración de cen-tros históricos y espacios públicos. Este artículo explora los argumentos presentados en esos ar-tículos y los entiende como parte de un proceso que, en nombre del turismo, domestica la cul-tura.

Palabras clave: patrimonio cultural, centros históricos, regeneración urbana, turismo, estudiosurbanos, Quito, Guayaquil, Pelourinho

Abstract

Three of the articles formerly published in the dossier of the journal ICONOS 20 entitled “Pa-trimonio, memoria y ‘regeneración’ urbana” (Cultural Heritage, Memory and Urban Regene-ration), recognize some of the perverse effects of the preservation and regeneration of HistoricCenters and other public spaces. The present work explores the arguments developed by thosearticles, and approaches them in the context of a procces that, in the name of tourism, domes-ticates culture.

Key Words: Cultural Heritage, Historic Centers, Urban Regeneration, Tourism, Urban Studies,Quito, Guayaquil, Pelourinho

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Iconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 21, Quito, enero 2005, pp. 69-77.© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.

ISSN: 1390-1249

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Una mirada al Pelourinho1

En la edición No. 20 deÍCONOS, el arquitec-to y urbanista brasile-

ño, Paulo Ormindo, pasa re-vista a las cuatro últimas dé-cadas del Pelourinho, es de-cir, desde que se iniciaron losprimeros estudios y trabajosde recuperación-restauracióndel Centro Histórico de Sal-vador de Bahía. Reconociendo y caracterizan-do algunas fases de una cronología de inter-venciones y algunas ideologías en cada época,el análisis sobrio y preciso expone los princi-pales programas internacionales y nacionalesen relación al patrimonio arquitectónico, his-tórico y cultural, demostrando que en casi to-dos los países -sino en todos– las motivacio-nes para la acción fueron de origen externo, ycuando fueron orientadas nacionalmente és-tas siempre se procesaron a través de la cen-tralidad del Estado y no como el resultado demovilizaciones locales. Esa condición externay centralizada de las intervenciones configurados situaciones que pueden ser sintetizadas encolonialismo y autoritarismo. Como colonia-lismo nos topamos con la dependencia deuna autoridad externa para que brinde reco-nocimiento y de inicio al proceso de valoriza-ción del patrimonio -a través de su respaldo aautoridades nacionales y regionales, antes quelocales-, lo cual sirve como justificación de laacción. Desde la situación de autoritarismonos encontramos con un rasgo anacrónico,caduco, el del compromiso del gobierno consectores privados, el de la apropiación de laadministración pública como una gestión defamilia y de grupos, tal como lo formularon

con precisión Victor NunesLeal (1948) y Sérgio Buarquede Holanda (1936) cuandoresaltaban al “hombre cordial”como el tipo-ideal weberianodel político brasileño.

Es por eso que, en estaperspectiva, tiene gran impor-tancia la figura carismática deAntonio Carlos Magalhães,Senador de la República y ex-gobernador de Bahía en tresperíodos. Y es que este perso-

naje -de una forma mesiánica- propuso “mo-dernizar Bahía sin borrar su pasado”, eligien-do así el campo de la cultura como un ele-mento que otorgaría nacionalmente la identi-dad al baiano (de Bahia). Éste sería un ser hí-brido que transita cómodamente entre la cul-tura hegemónica y la cultura popular, queatraviesa las creencias religiosas y es aceptadopor ellas, así como por las etnias de las nacio-nes afro-brasileras -afro-baianas- del candom-blé y de los grupos culturales populares. Enese marco, el Pelourinho se ha convertido enun nicho de conservación y reproducción dela cultura popular proyectado internacional-mente, donde -entre muchos otros y de tanvariada calidad- estuvieron bailando y can-tando Michael Jackson y Paul Simon, perotambién Lula y el Reverendo Tuto de Áfricadel Sur (quien estuvo un poco antes de la vi-sita de Mandela). Ir al Pelourinho es una delas obligaciones de rigor de todos los que vi-sitan Salvador, así como subir a la colina delBomfim y llegar al famoso templo religioso.

Antonio Carlos Magalhães hizo de la recu-peración del Pelourinho un proyecto políticode larga duración. No solo lo inició, sino quelo retomó después en otros dos momentos lue-go de significativos intervalos de ausencia en elcírculo del poder gubernamental. Es debido aesa determinación respecto al campo culturalque Paulo Ormindo lo cita por su nombre ensu texto, sin destacar a figuras que lo sucedie-

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1 “Pelourinho” es el nombre con el que es conocido elcentro histórico de la ciudad colonial de Bahía y quefue declarado “patrimonio de la humanidad” por laUNESCO.

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ron en los intervalos en que no estuvo en elpoder y reconociendo –así- cómo la culturaasumió preeminencia en la vida de las grandesciudades y particularmente en Salvador.

Con el correr del tiempo, el proceso de in-corporación de esa área de la ciudad a una di-námica económica moderna se centró en elturismo cultural como prioridad y éste, para-dójicamente, generó efectos perversos, am-plios y profundos, siendo el principal el pro-pio vaciamiento cultural y su sustitución porun conjunto de actividades: actores, bailari-nes, músicos, cantores, bandas de percusión ygrupos, colocados todos en un escenario colo-nial. Hablamos de restaurantes, boutiques,bares, los más diversos almacenes y talleres deoficios cargados de un énfasis en lo lúdico re-presentacional. Como contrapartida, la po-blación fue retirada a través de una expulsióncon indemnizaciones insignificantes, com-pulsorias. Un barrio mixto, comercial/resi-dencial y bohemio, con una tradición comolugar de prostitución (Espinheira 1971 y1984), se tornó exclusivamente en un barriode servicio que ocupaba básicamente las plan-tas bajas. En un lenguaje económico, PauloOrmindo habla de este proceso de remociónde la población moradora, pero también ha-bla del fracaso de la sustitución por equipa-mientos para la elite, de la clausura sucesivade actividades sin raíces, de la resistencia de lapoblación expulsada y de la persistente pre-sencia de la población flotante, aquella queno dejaron de ir a la Misa de la Bendición2, alas plazas de Reggae3, a los bares de Cravin-ho4, a las tarimas armadas para shows sema-

nales que atraen a centenares de visitantes y -en ocasiones especiales- a millares de personas(territorio libre para el consumo de marihua-na), o al contiguo Rocinha: un gueto negrorastafari ubicado en la cuesta, al cual se tieneacceso por la calle Alfredo de Brito y que, si-tuado a menos de cien metros de la Plaza delPelourinho, ocupa predios arruinados.

La heterogeneidad venció a la homogenei-dad pretendida por los idealizadores del nue-vo ambiente. Y así, el Pelourinho es ahora ellugar de mayor concentración de soldados dela Policía Militar, un lugar donde el turistatiene una comisaría destinada exclusivamentepara su protección. Como hemos visto, es ba-jo la protección del turismo como una inver-sión rentable que se “regeneró” el Pelourinho-como bien demuestra Paulo Ormindo- perotambién donde este tipo de reorientación semostró insuficiente para garantizar la susten-tabilidad de esta área restaurada5.

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2 Fiesta que, con asistencia predominante de la pobla-ción afro-descendiente y de los turistas más curiososy participativos, ocurre los martes al final de la tardeen la Iglesia y Convento de San Francisco y que acep-ta su afición profana a danzas, cánticos y bebidas enlos bares más diversos, palcos y plazas de reggae.

3 La influencia de Bob Marley es grande en Salvador,donde el reggae se convierte en una especie de identi-dad negra contemporánea. Nótese que en Salvador el80% de su población es afro-descendiente. Vista del Pelourinho

4 Bebida a base de aguardiente de caña, con clavo, ca-nela y miel.

5 En el gobierno Waldir Pires (1987-1990) fue elabora-do el Plan Habitacional del Centro Histórico, peroéste no fue implementado, ni tampoco tomado en

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Los problemas estructurales brasileñosquedan en evidencia: el Estado asumió losgastos sin la participación de los propietariosy beneficiarios privados. La vieja apropiaciónde lo público por lo privado tiene ahí unejemplo notorio y persistente: es el Estadoquien mantiene, con recursos públicos, laanimación artificial de eventos semanales yeventuales que marcan las fiestas lúdicas y re-ligiosas del calendario soteropolitano6. Ni si-quiera los propietarios, inquilinos u ocupan-tes cuidan de las fachadas de los edificios queusan; lo externo, lo visual “es del Estado”; así,con una frecuencia elevada, es necesario re-pintar y arreglar paredes externas para mante-ner la imagen colorida del Pelourinho.

La elite se alejó del centro histórico. Sólopocos de sus representantes comparecencuando reciben visitas de afuera: rápidamen-te transitan por el Pelourinho, entran en algu-nas iglesias y museos, como turistas pasivos,pero sin vivenciar el área. Las calles, las acerashechas de piedra “cabeza o corazón de negro”que no permiten el taco alto de las mujereselegantes, o la misma gente de Bahia que allífrecuenta, parecen asustar a aquellos quecuando vienen por estos rumbos lo hacen ensus carros cerrados o rodeados de seguridades

que cargan cuerdas de aislamientos en losgrupos de carnaval, o construyen camarotescerrados en puntos estratégicos desde dondeven las calles, pero protegidos por paredes yseguridades.

Rápidamente, el Pelourinho va ajustándo-se a la cultura baiana -a la baianeidad-, unaconversión hacia la cultura popular que con-tradice todo planeamiento gubernamentalque lo quería para la gente de afuera, que loquería como un lugar privilegiado para la“cultura turística”.

Por último, Paulo Ormindo destaca un he-cho ineludible: los centros históricos no re-suelven sus problemas si no se resuelven losproblemas sociales de la gente que vive enellos. El lugar del pueblo, de la reproducciónde la cultura de Salvador, es también un lugarcentral, un lugar desde donde se puede llegar alos más diversos barrios con sólo tomar untransporte. En una ciudad pobre, con una po-blación de bajos ingresos, el costo del trans-porte significa mucho y esto es un factor im-portante para que el Pelourinho, ubicado en elcentro de la ciudad, sea el principal lugar deplacer de la población de baja renta, sobre to-do de los jóvenes que demandan música y es-pectáculo, que quieren asistir y participar degrupos famosos como el Olodum, Filhos deGandhy, del Axé Music, del Pagode y, ahora,del “Arrocha”. Sin estrategia social, todo lo quese renueve (“regenere”) será arruinado nueva-mente, como se comprobó en el proceso ini-ciado unilateralmente por un Estado protec-cionista y paternalista para con los ricos. Unproceso que buscaba mantener la tradicionalimagen de Bahia (percibida ya por Gregoriode Matos en los años 1600s): “madrasta de susnaturales, y de los extranjeros madre” (Matos

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cuenta en la recuperación física de la década del 90,manteniendo así la tradición de discontinuidad admi-nistrativa en la sucesión de los gobiernos.

6 Referente a Salvador, capital del Estado de Bahia-So-terópolis.Guayaqui, calle Villamil, hacia 1920

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s.f.: 39). Sin embargo, no se puede menospre-ciar la resistencia cultural, la resistencia de lolúdico y las manifestaciones vitales de un pue-blo que se reconoce en el centro histórico y lotoma como lugar de reproducción cultural yde afirmación de su identidad.

Guayaquil: la fabricación del antisocial

Siguiendo la línea de análisis de los efectosperversos de la renovación-restauración de loscentros históricos, Chris Garcés enfatiza elproceso de exclusión social desatado en Gua-yaquil como un resultado objetivo de políti-cas oficiales contra personas concebidas como“antisociales”, un tipo de ser humano supues-tamente trasgresor del orden público: perso-nas tipificadas como ladrones, consumidoresde drogas, prostitutas y homosexuales, perotambién desocupados, trabajadores informa-les y, en fin, todos los que Bauman llama“consumidores defectuosos” (1998:24) y queson vistos como “suciedad social”.

Las políticas de renovación-restauraciónvan al encuentro de aquellos que no se adap-tan al nuevo escenario y activan una serie dedispositivos para poner en práctica el aleja-miento de estos indeseables. Entre esos dispo-sitivos tenemos, en primer lugar, la reorgani-zación de la seguridad pública, tanto aquellaejercida directamente por las fuerzas policia-les como aquella llevada a cabo por organiza-ciones paralelas creadas para diluir el impactode la acción gubernamental; estas últimasfueron creadas bajo la figura de servicios ter-cerizados por el Estado, incluyendo de estamanera una estrategia de complicidad de lasociedad civil a través de ONGs que, ennombre de la cultura, de las artes, del medioambiente, actúan conjuntamente con lasfuerzas policiales. En segundo lugar, la perse-cución activa a los trabajadores informales ysu reubicación en zonas alejadas, generalmen-te de poco movimiento, lo que lleva al fraca-

so de esos comerciantes y prestadores de ser-vicios informales. En tercer lugar, el silencio oausencia de crítica pública sobre las formascómo se procesan las transformaciones urba-nas y sociales en esas áreas.

El autor destaca las campañas masivas através de los medios para la reconstruccióndel imaginario social, histórico, cultural y po-lítico sobre esas áreas “recuperadas”; campa-ñas en las que nuevos actores verdaderamen-te actúan en el fortalecimiento de un nuevoethos urbano, de un nuevo habitus que buscainvolucrar a sus nuevos ocupantes y visitan-tes. Asimismo, en el caso específico de Gua-yaquil, el componente religioso de la morali-dad cristiana aumenta el carácter dramáticodel llamado al sentimiento purificador y re-dentor de la misión sacrosanta de la iniciativagubernamental, fuertemente apoyada por or-ganismos internacionales de la ONU.

En el caso de Guayaquil no sólo hay unnuevo escenario urbano y nuevas operetas es-cenificadas, que buscan sustituir la esponta-neidad y la autenticidad en las formas de ha-cer, crear e inventar los modos de ser en la vi-da cotidiana de la población, sino que hay unartificialismo creado y apadrinado, que susti-tuye la heterogeneidad cultural por una ho-mogeneidad impuesta ahora como la formaideal de vida urbana. El nuevo código de con-

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vivencia apunta a la seguridad de comercian-tes y turistas, y a la selección de aspectos ar-tísticos y culturales que los turistas vienen aver y experimentar. En nombre del orden, dela higiene, del medio ambiente, de la virtudmoral cristiana y de la seguridad, los “antiso-ciales” (así tipificados por su apariencia físicay por las representaciones culturales -sobretodo los jóvenes-) son expelidos a los períme-tros sombríos (que deben ser evitados por losextranjeros y por las personas de familia) o abarrios periféricos donde son alejados de losojos de la ciudad. Ciudadanía para unos; pa-ra otros, violación de los derechos humanosen relación a lo que gobierno, religión, cultu-ra y política consideran indeseable. Una vio-lación contra los informales: confiscación delas mercancías y detención de los propios tra-bajadores; contra los no trabajadores, “jorgade vagos, vagabundos y consumidores de dro-gas”, “sospechosos de ser ladrones”; contra losjubilados: por dañar el paisaje y comprometerel ambiente con sus lánguidas presencias ypor sus conversaciones en grupos; contra losjóvenes que escuchan música en la calle y bai-lan hip-hop, break-dance… y contra cual-quier otra espontaneidad creada por la pobla-ción en sus artes de crear, de hacer la inven-ción de lo cotidiano (De Certau 1994).

La exclusión social promovida arremetecontra la concepción de democracia ya quecae en un peligroso juego de descalificaciónde todos aquellos que no encajan en el padrónde ciudadanía de la sociedad inclusiva; aque-lla sociedad compuesta por los “consumidoresvalidos” en la terminología de Bauman, perotambién por los que se conforman con el in-justo orden establecido y que lo justifican enbase a la idea de que cada uno es responsablede su destino personal, de su éxito o fracaso.En esta perspectiva, los “fracasados” son “cul-pables”, y si éstos atentaren contra la propie-dad privada o contra el orden público se acti-varán inmediatamente medidas eficaces comola prisión o la simple eliminación.

En su artículo, Garcés registra el aumentoextraordinario de la población encarcelada -refiriéndose a la Penitenciaria del Litoral- quellega a una elevación de 200% y cuyo núme-ro absoluto de internos es 3.500. Garcés en-fatiza, además, en la pesadilla kafkiana ya queuna gran mayoría de estos presos no tiene unasentencia formulada explícitamente. Esta si-tuación nos lleva al análisis de Wacquant so-bre algunas teorías en boga, adoptadas en losEstados Unidos y exportadas hacia otros paí-ses, como “...la determinación del Estado pa-ra castigar los ‘disturbios’ y, al mismo tiempo,librar a ese mismo Estado de sus responsabi-lidades en la génesis social y económica de lainseguridad e insistir en la responsabilidadindividual de los habitantes de las zonas ‘inci-vilizadas’, a quiénes incumbiría de ahora enadelante ejercer por sí mismos un control so-cial cercano” (2001:30).

Los centros históricos regenerados expelena la gente “incivilizada”, y cuando ésta se re-siste a sus insidiosas formas de “operar” den-tro sistema oficial, aparece la prisión y la eli-minación definitiva de estos reincidentes tipi-ficados como bandidos. Las políticas de rege-neración urbana, económica, social y culturalson las mismas que producen el efecto para-dójico de la violación de los derechos huma-nos, de la exclusión más extrema y, también,de la violación de la cultura de las ciudades.La renovación-restauración de centros histó-ricos discrimina y excluye, construye sujetospeligrosos, así como construye nuevas formasy medios de seguridad, elevando la criminali-dad, castigando la pobreza e hiriendo profun-damente la democracia.

¡Prohibido besarse!

A partir de la experiencia de Guayaquil, Ch-ris Garcés enfatiza en la exclusión social comoun efecto paradójico de los proyectos de rege-neración de áreas centrales degradadas pero

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con un valor histórico y cultural. Paulo Or-mindo, por su lado, analiza cuatro décadas deesfuerzos que, en nombre del turismo cultu-ral, buscan la recuperación del centro históri-co de Salvador de Bahia a través de diversosprogramas internacionales y nacionales; Or-mindo argumenta que los problemas socialesde las poblaciones centrales no son resueltos,sino camuflados a través de la expulsión deesos moradores y usuarios. Pese a tener dife-rentes focos de análisis, tenemos una conver-gencia entre los dos autores. Eduardo King-man, por su lado, vuelve su mirada a la efica-cia de las inversiones, al devenir en ruinas delespectáculo de la renovación, a las imágenesde la pobreza y a las fantasías de la riqueza, ala faena cotidiana de ritos festivos para el en-cantamiento de los visitantes, al murmullo deldía a día, a la algazara de las conmemoracio-nes. Otra realidad toma lugar: el patrimoniocultural es el amago de la cuestión y se vuelveun aspecto técnico, de especialistas, o sea, unaopinión autorizada sobre la cultura, los cen-tros históricos y el patrimonio. En la medidaen que el espectáculo se convierte en el prin-cipal objetivo de lo que se hace, el autor poneen cuestionamiento el problema de la culturacuando está de por medio un enriquecimien-to o empobrecimiento de la misma.

Concepciones diversas -y contradictorias-sobre la ciudad califican sus espacios y eligenel centro histórico como un espacio de repro-ducción cultural por excelencia. Es la viejaconcepción de que hay una racionalidad en elorganismo urbano, en donde ciertas áreas sonde apropiación afectiva, aquellas que recono-cemos con los posesivos “mi calle”, “mi ba-rrio”, y donde también están otras áreas,aquellos no-lugares, cuyo ejemplo mayor es elcentro de la ciudad, y dentro de él, la memo-ria, lo histórico. “Sin la ilusión monumental,a los ojos de los vivos, la historia no pasaría deser una abstracción” (Augé 1994:68). Es enese no-lugar, imposible de ser apropiado porlos individuos pero que también es el lugar de

todos, vivos y muertos, en donde el pasado -en su presencia y representación- se sacralizay expresa la ontología de la ciudad. Bajo estaconcepción, algunas vertientes de opiniónbuscan rescatar el centro histórico de manosde aquellos que se apropian del espacio públi-co para establecer sus actividades, ya sea conla colocación de algunos equipos (vendedoresde comida, vendedores ambulantes, etc.), obien con sus propios cuerpos (como los traba-jadores del sexo o de otras formas de mano-de-obra en espera).

En esa concepción, el centro histórico, vis-to como el patrimonio histórico y ambientalde todos, no puede ser rehén de una poblaciónde bajos ingresos que se beneficia de él a cam-bio de su factor deterioro y que no tiene capa-cidad de invertir en el mantenimiento de losedificios arruinados, contribuyendo así al ine-ludible proceso de destrucción de lo que yaestá en proceso de arruinamiento. La conclu-sión es evidente: es necesario retirar a los mo-radores y recuperar los predios; hace falta unanueva población que tenga suficiente poderadquisitivo para dar sustentabilidad al con-junto urbano revitalizado. Si bien las autori-dades que dicen qué y cómo hacer son espe-cialistas, son los políticos los que tienen la fa-cultad de decidir para quién; los políticos, sin

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Quito, mercado en la plaza de SanFrancisco, hacia 1890A

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embargo, no deciden sin rodearse antes de lasopiniones de esas otras autoridades, los inte-lectuales de la cultura. Se configura así lo queKingman registra con propiedad: “se parte dela idea de que la ciudad es un organismo quetiene un centro o eje a partir del cual puedereorientarse. En el fondo se trata de la ilusióntecnocrática de que la ciudad puede ser orde-nada, de que se puede imprimir en ella unaracionalidad que abarque todos los campos,incluyendo el de la cultura”. Siguiendo la re-flexión de este autor, nos encontramos frentea una “cultura de la racionalidad”, una verda-dera forma de intervención sobre las emocio-nes -como si eso fuese posible- de las personasa través de reglas, posturas, normas y leyes quellegan al clímax de la prohibición del beso.

El patrimonio y la cultura se enfrentan. Si,según lo afirmado por Augé (1994:66), “laalusión al pasado torna más complejo el pre-sente”, esta alusión se concretiza en la culturi-zación del patrimonio: éste, con su fuerza sim-bólica, somete la cultura a los dictámenes delos especialistas -a las opiniones autorizadas-que dicen que el centro histórico debe ser y re-presentar “lo que efectivamente es”, la memo-ria física de la cultura del pasado. Emerge, portanto, una confrontación entre cultura hege-mónica y subalterna, para usar las categorías deGramsci, tal como el autor destaca al referirseal discurso sobre la diversidad en el que se evi-dencian dos aspectos: el primero -dice King-man- “se orienta a poner en funcionamientolos mecanismos de distinción entre alta y bajacultura”, detallando los espacios y funcionesdestinados a separar a las personas. “Lo segun-do -continúa- está relacionado con la conver-sión de las manifestaciones populares en mer-cancía o espectáculo, fuera de cualquier proce-so de participación de la propia gente que nosea en calidad de meros espectadores”. La con-clusión es que este “festival de diversidad” aca-ba por expresar nuevas formas de racismo.

Los antiguos y tradicionales maestros deobras, albañiles, carpinteros, se oponen a los

actuales procesos de intervención, no sólo entanto depositarios de un saber-hacer, sino tam-bién como representantes de la cultura popularque participan en procesiones, cantos y danzas,juego corporales desarrollados en los espaciosde la ciudad que dan vida a toda la materia delos lugares, en sus formas, recodos y juegos deluz y sombra. Todo ese movimiento barrocoque requiere atención de los sentidos y del al-ma y que ahora se encuentra disciplinado porun orden que coordina las emociones y las so-mete a prohibiciones e intimidaciones.

El patrimonio, así concebido, es un vacíocultural. Eso es lo que se puede percibir en lasensibilidad del autor, al menos en esta peque-ña cita: “hasta hace poco había todo un mun-do público relacionado con una rica imagine-ría popular, pero hoy ese mundo ha sido redu-cido a los antiguos baños de la iglesia y con-vertido de alguna manera en un sub-mundo.La propia imaginería ha sido afectada por esascircunstancias, así como el espacio cultural...”.

El autor se pregunta si hay falta de sensi-bilidad de los especialistas y políticos o si esuna tendencia internacional, “propia de la so-ciedad del espectáculo, consistente en hacerdel patrimonio y de la cultura mercancías”.Las culturas se tornan espectáculos desprovis-tos de contenido, o mejor dicho, de sentido,de aquello que en el espacio y con el espacioliga el cuerpo al alma. Se trata de un centrohistórico en tanto escenario o arena donde to-do puede suceder, pero sólo según las órdenesde los especialistas y de los “administradoresde la cultura”. Quedan fuera los que viven lahistoria, los que son, verdaderamente, quie-nes hacen cultura. Ahí es donde se procesa loque con pertinencia el autor denominó la“domesticación de lo popular”: un procesoque vacía de significado a los ritos y los sím-bolos de la ritualidad y la simbología, en otraspalabras, que vacía la fantasía en el pastichede la fantasía ausente de la creación.

En el campo del patrimonio, de la memo-ria y de la identidad, la cultura es manipulada.

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Kingman dice: “asistimos a la construcción deuna memoria selectiva y excluyente: a la iden-tificación del patrimonio con unos supuestosorígenes o esencias, a una domesticación y co-sificación de la memoria. El problema no ra-dica en el valor que se dé a una zona, sino ensaber de qué modo determinados significadosse convierten en hegemónicos”. Lo trágico dela recuperación física de lugares urbanos es elvaciamiento de la cultura, de los significados,una forma de separar el ojo de la mano y delalma, como dice Valéry, el fin de la narrativasegún Benjamín (1975). Sin la narración, unaparte del mundo, la de la arqueología de laciudad, es decir, el centro histórico visto comopatrimonio cultural, es un escenario de espec-táculos vaciado de sus creadores.

Los artículos de Paulo Ormindo, ChrisGarcés y Eduardo Kingman, publicados enICONOS 21, convergen en reconocer la ex-clusión social, la puesta en escena de nuevasformas de racismo bajo el disfraz de la expre-sión democrática de las diferencias, el respetoa la diversidad sintetizada en el multicultura-lismo, el cual Hall (2003) denuncia comouna de las trampas de la contemporaneidad:cultura domesticada en el escenario de unaópera posmoderna en el lugar del no-lugar,espectáculo espectacular en el vacío de la his-toria desecha.

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La desventura de ser soltero: introducción a la sociología rural de Pierre Bourdieu

Luciano Martínez Valle

Dr. en Sociología. Profesor-Investigador de Flacso-Ecuador

Mail: [email protected]

Fecha de recepción: julio 2004Fecha de aceptación y versión final: noviembre 2004

ResumenEste trabajo busca abrir la discusión sobre la metodología utilizada por Bourdieu para abordarla sociedad rural francesa. Lejos de ser una apología sobre el libro de Bourdieu “Le bal des cé-libataires”, se trata de una reflexión que recupera algunos temas pertinentes para el análisis dela sociedad rural de los andes del norte.

Palabras clave: Herencia, crisis campesina, matrimonio rural, habitus, campo social.

AbstractThis article explores the Bourdieu’s methodology about French rural society. Far from being anapology of Pierre Bourdieu’s book “Le bal des célibataires”, this is a critical reflection which re-trieves some relevant subjects for the research of contemporary Andean rural society.

Key Words: Inheritance, peasant crisis, rural marriage, habitus, social champ

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Iconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 21, Quito, enero 2005, pp. 81-90.© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.

ISSN: 1390-1249

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Dentro de la prolífica producción so-ciológica de Bourdieu, el libro LeBal des célibataires1 (literalmente,

“El baile de los solteros”), todavía no traduci-do al español, es sin duda una de las más im-portantes contribuciones de sociología ruralrealizada por este autor. El libro recoge variosestudios publicados en revistas especializadasde difícil acceso hoy en día, revisados y actua-lizados con el ojo crítico de este sociólogo queha despertado las discusiones más apasiona-das sobre las características de la sociedad ac-tual.2 El libro cubre un período que va desdelos años sesenta hasta los setenta, en el cual yase había cristalizado una fuerte moderniza-ción de la sociedad rural francesa. Esa moder-nización fue impulsada desde los años cin-cuenta en gran parte por la Juventud Agríco-la Católica (JAC), que privilegiaba una agri-cultura más productivista, con una genera-ción de ingresos más elevados y un modo devida más moderno (Champagne 2002:11).

Un primer aspecto a considerarse es lapreocupación de Bourdieu por acercarsenuevamente a la sociedad rural, a donde per-tenece su familia de origen y él mismo. El au-tor vuelve sus ojos sobre la sociedad campe-sina de Béarn ubicada en el Pirineo francésen búsqueda de una conciliación con su pa-sado y un redescubrimiento personal en eseproceso, lo que el sociólogo llama “socioaná-lisis” (y que fue su preocupación en los últi-mos trabajos basados en la autocrítica socio-

lógica), un paso necesario del conocimientocientífico.3

Para ello, Bourdieu es consciente de las“rupturas” que ha debido emprender tantoen el plano académico como en el personal.El primero significó prácticamente un renun-ciamiento a la filosofía por la sociología ydentro de ella por la “sociología rural” que,como manifiesta el autor, se encontraba si-tuada “en lo más bajo de la jerarquía social delas disciplinas”. Pero además, este “renuncia-miento electivo que implicaba un desplaza-miento negativo en el espacio universitariotenía como contrapartida el sueño confusode una reintegración en el mundo natal”(2002:10). La segunda ruptura tiene que vercon las características metodológicas de esteacercamiento al mundo campesino: la utiliza-ción del trabajo “duro” sociológico (encues-tas, estadísticas, en una época en que no exis-tían las computadoras) y de las entrevistasque implican nadar en las aguas profundasdel mundo campesino.

“A través de una total inmersión, se cumpleuna reconciliación con las cosas, las gentes,de las cuales me había alejado insensiblemen-te por la entrada en otro mundo y que la pos-tura etnográfica impone respetar natural-mente. El retorno a los orígenes es acompa-ñado de un retorno controlado de lo recha-zado” (2002:11).

Preocupación temprana de un engagementcon el mundo rural que se encontraba en cri-sis, lo que implicaba no sólo una dimensiónacadémica sino también política, postura quecaracterizó las últimas obras de este sociólogoy que le valió las críticas infundadas de la aca-

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1 Pierre Bourdieu, 2002, Le Bal des célebataires. Crise dela societé paysanne en Béarn, Éditions du Seuil, Paris.La traducción de las citas de este libro, de otros librosy de artículos en francés utilizados en este ensayo, sonestrictamente personales.

2 Estos artículos son: “Célibat et condition paysanne”,publicado orginalmente en Études Rurales, 5-6, avril-septembre, 1962; “Les stratégies matrimoniales dansle sistème de reproduction”, en Annales, 4-5, juillet-octobre, 1972; “Reproduction interdit. La dimensionsymbolique de la domination économique”, en Étu-des Rurales, 113-114, janvier-juin, 1989.

3 Este es el argumento central de uno de sus últimos li-bros: “La experiencia vinculada al pasado social pue-de y debe ser movilizada en la investigación, a condi-ción de haber sido previamente sometida a un exa-men crítico riguroso. La relación al pasado que per-manece presente y actúa bajo la forma de habitus, de-be ser socioanalizada” (Bourdieu 2002:218).

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demia y los medios de comunicación (Bouve-resse 2004)4.

Un segundo aspecto importante es que enel contexto del análisis de la sociedad ruralfrancesa, se ensayan las categorías centrales deanálisis que más tarde van a ser empleadas enla abundante obra “bourdieusiana”: “camposocial”, “habitus”, “hexis corporal”. Si bienestas categorías ya se encuentran en los traba-jos pioneros de Bourdieu sobre la sociedadKabyl del norte de África, todavía no habíansido utilizadas en el contexto rural de la socie-dad francesa5.

Un tercer aspecto es que con esta reediciónde los trabajos sobre el campesinado francés sedispone de un valioso material metodológicopara abordar la realidad rural. Una aproxima-ción casi etnológica para lograr captar el mun-do simbólico de una sociedad tradicional y unanálisis sociológico para detectar los mecanis-mos económicos que encierran las estrategiasde las familias campesinas. Este aspecto es sinduda el más importante desde el legado meto-dológico de la obra de Bourdieu, y el que per-mite ilustrar las investigaciones que todavíaestán por desarrollarse en nuestro medio. Esinteresante también mencionar que en estetrabajo se concretiza la ruptura con la visiónestructuralista en el proceso de investigaciónque influenciaba desde las preguntas centra-les, el método de observación, hasta el lengua-je utilizado, visión que al parecer todavía pre-dominaba en los estudios sobre la sociedadKabyl africana (Silverstein 2003). Según

Bourdieu, esta ruptura se concretizaba en “elpaso de la regla a la estrategia, de la estructu-ra al habitus y del sistema al actor socializado”(Bourdieu 2000:12). La combinación de lastécnicas duras sociológicas con el análisis enprofundidad a través de entrevistas a los cam-pesinos, muestra la falacia de las discusionesposmodernas que buscan privilegiar (debidoal temor o a la debilidad en el uso de las ma-temáticas) el discurso, la subjetividad, en de-trimento del análisis cuantitativo, creandouna “oposición estéril entre individuo y socie-dad” (Champagne 2002:117).

El objetivo de este trabajo es doble: por unlado, rescatar la perspectiva metodológica delabordaje específico de una sociedad rural encrisis y, por otro, discutir el alcance del enfo-

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4 “En la Miseria del Mundo, que ha sido un best seller yque ha contribuído a descubrir la sociología para unbuen número de gentes que ignoraban probablemen-te todo y no tenían ninguna razón particular de inte-resarse en ella, Bourdieu manifestaba de una manerapública y solemne su compromiso al lado de todos losexcluidos de nuestra sociedad, comenzando por uncapítulo dedicado a los que encarnan hoy día el másalto grado de sufrimiento, de humillación y de indig-nidad social” (Bouveresse 2004:28).

5 Las investigaciones sobre la sociedad campesina deBéarn se realizan entre 1959 y 1960 y la primera deellas se publica en 1962.

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que bourdieusiano para el análisis de las so-ciedades rurales ubicadas en los Andes delnorte. Antes que hacer una apología del tra-bajo del sociólogo, lo que interesa es recupe-rar el poderoso instrumental teórico-analíticoque constituyen las categorías centrales delanálisis de Bourdieu, en este caso sobre la so-ciedad rural.

Los ejes del análisis de Bourdieu sobre una sociedad rural en crisis

En su acercamiento sociológico al campesi-nado de la región del Béarn francés, Bour-dieu se encuentra con una sociedad rural encrisis. Una crisis que afectaba a los patronesde reproducción campesinos, no sólo en elámbito económico, sino también en el cultu-ral y simbólico.

Una primera explicación central de la cri-sis campesina es la cada vez mayor dificultadque tienen la familias para transmitir la he-rencia al primogénito (aîné, en francés, peroque en realidad se trata del primer hijo en or-den de nacimiento). Es en torno a esta pro-blemática que el sociólogo desarrolla una bri-llante explicación tanto de los factores inter-nos que afectan a la familia campesina, comode los externos, provenientes de un entornocada vez más amplio en el que se desenvuelvela sociedad rural.

El objetivo de los matrimonios campesi-nos en la región estudiada era que el patrimo-nio, en especial la tierra, sea conservado ytransmitido en su integridad a las generacio-nes posteriores. En este contexto, la divisiónde la propiedad era considerada como la peorcalamidad de la sociedad campesina.

“Todo el sistema tiene por función conser-var la totalidad del patrimonio al primogéni-to” (Bourdieu 2002:26). “De hecho, hay quetomar muy en serio las prácticas que testimo-nian que todos los medios son buenos paraproteger la integridad del patrimonio y para

descartar las virtualidades de división de lapropiedad” (2002:185).

De allí, que la preocupación de las familiasgire en torno a este problemática casi en unaforma obsesiva.

En la estrategia de conservación del patri-monio, el buen funcionamiento de los meca-nismos de herencia era central. La decisión dequién debía heredar ya estaba establecida, pe-ro si existía algún problema era siempre el pa-ter familias quien decidía en última instanciaen beneficio de un hijo varón6. Había tam-bién que establecer una correcta estrategiamatrimonial. Para ello, era necesario que elheredero pueda casarse “bien”, es decir, queencuentre una novia “adecuada” a su estatuseconómico y sobre todo social. El matrimo-nio en esta sociedad era un affaire de familia,mientras que las decisiones individuales notenían mayor peso. No obstante, existían bas-tantes dificultades para la realización del“mercado matrimonial”, principalmente por-que había que considerar la dimensión de ladote proporcionada por la novia.

Los matrimonios realizados de arriba ha-cia abajo, es decir, de herederos de alto rangocon esposas de menor rango, eran aceptables;pero la situación inversa era desastrosa paralas familias en la medida en que el monto dela dote de una novia rica podía arruinar la si-tuación económica y social de una familia demenor poder económico. El temor a no po-der pagar la dote si no existía descendencia osi se producía una separación entre los cónyu-ges (en la medida en que la mujer siempre erala propietaria de la dote) y, especialmente, lapérdida de autoridad del marido en el seno dela nueva familia, eran argumentos que impul-saban a evitar este tipo de matrimonios. Aquí,el sociólogo analiza con detalle todos los me-

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6 Bourdieu critica la “brutal discriminación de sexos”que estaba presente en esta sociedad campesina desdela infancia: el acceso segregado a los cafés, las tareasdiferentes en la producción y los pocos contactos en-tre los jóvenes (2002:51-52).

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canismos que implementan las familias y elrol de la dote en los matrimonios; éste, enfondo, puede considerarse como una estrate-gia donde lo económico tiene un rol centralen la reproducción familiar.

“Por medio de la dote, la economía rige losintercambios matrimoniales, los matrimo-nios tendían a realizarse entre familias delmismo rango o punto de vista económico”(Bourdieu 2002:177).

El celibato afectaba principalmente a los ca-dets, los hijos varones que venían a continua-ción del heredero, quienes incluso debían sa-crificarse para conservar el patrimonio; peropoco a poco también empezó a afectar a losherederos, sobre todo cuando se empezó a“alargar el espacio social” de la misma socie-dad campesina (Champagne 2002). En defi-nitiva, como señala Bourdieu,

“la autoridad de los padres, la fuerza de lastradiciones, el apego a la tierra, a la familia yal apellido, obligan al cadet a sacrificarse, yasea que migre a la ciudad o a América, ya seaque se quede en la propiedad, sin mujer y sinsalario” (2002:51).

Pero toda esta estrategia minuciosa que lleva-ba a las familias a calcular detalladamente si ladote de la novia más los recursos familiares al-canzaba para recompensar a los hijos no favo-recidos por la herencia, tenía sus límites. Unode ellos, y talvez el más dramático, era la difi-cultad de contraer matrimonio por parte delos mismos herederos. De esta manera, la re-producción se interrumpía y entraba en crisisla familia y la misma sociedad campesina. “Elcelibato aparece como el signo más claro de lacrisis que afecta el orden social” (Bourdieu2002:56). Así como era una calamidad la di-visión de la propiedad, era peor la presenciade propiedades sin herederos.

El alargamiento del espacio social se pro-duce luego del primer cuarto del siglo XX yse manifiesta principalmente en un alza de los

precios de la tierra y en una mayor articula-ción del espacio rural con el urbano. Como loseñala Bourdieu, “el hecho esencial es sin du-da que esta sociedad antes relativamente ce-rrada sobre sí misma, definitivamente se haabierto hacia fuera” (2002:67).7 Los impactosde esta nueva situación van desde una revalo-rización de la propiedad y la dificultad de pa-gar la dote, hasta la pérdida progresiva de laautoridad paterna, del rol colectivo en las de-cisiones matrimoniales, y el éxodo rural de losjóvenes (especialmente mujeres) que acarrea-ba sin duda una desvalorización de la socie-dad campesina en su conjunto. Los valores delos pueblos rurales y de las pequeñas ciudadesirrumpen no sin resistencias en las aldeas dis-persas del medio rural. Se establece una nue-va oposición entre los pueblerinos y los cam-pesinos, que prepara la oposición mucho másneta entre los citadinos y los campesinos. Elestilo de vida urbana penetra más fácilmenteentre la población femenina y, por lo mismo,los matrimonios se realizan en un radio de ac-ción que sobrepasa la dimensión anterior es-trictamente rural. Las dificultades de casarseaumentan y crecen los solteros entre la pobla-ción campesina.

En este proceso de desarticulación de la so-ciedad rural, ha sido central el rol de las muje-res que “miran más hacia la ciudad que haciasus aldeas o aldeas vecinas, las cuales les prome-ten aquello de lo cual quieren huir” (Bourdieu2002:83). Como consecuencia, las jóvenes re-chazan la idea de casarse con un campesino yen la medida en que están más prestas a adop-tar el modelo urbano de vida, buscan salir delmundo campesino y se vinculan más rápida-mente a actividades fuera del espacio rural.

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7 En este sentido, Hervieu y Viard hablan del contras-te entre el “movimiento urbano caracterizado por losintercambios y comparaciones, de concurrencias a ve-ces de conflictos, mientras que el del pueblo es unmovimiento de clausura y de repeticiones: perpetuar-se sobre el mismo territorio, perpetuar el patrimonio,incluso en el sentido religioso. Cada pueblo es el cen-tro del mundo” (2001:94).

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Finalmente, la relación anteriormentecomplementaria entre pueblos o pequeñasciudades y las aldeas se rompe cuando la eco-nomía de mercado impone las reglas de juegoa la pequeña agricultura, tanto a nivel de laproducción como de la comercialización y delos precios, elementos económicos no contro-lados por los campesinos y que responden auna lógica exterior, la de las empresas agro-alimentarias. En un capítulo apasionante de-nominado “Del mundo cerrado al universoinfinito”, Bourdieu describe esta dolorosaruptura que conducirá finalmente al triunfodel mercado sobre los valores de la sociedadcampesina, al “derrumbe del mundo socialcon base local” o “localocentrismo”. Se gene-ra, entonces una verdadera revolución “sim-bólica” en donde las mujeres y los hijos noherederos se constituyen en los verdaderosagentes de la modernización o, como señala

Bourdieu, en el “caballo de Troya del mundourbano” (2002:227). Se trata de un procesode “conversión colectiva de la visión del mun-do” que parte del convencimiento individualde las ventajas y valores del mundo urbano.Según el francés,

“la conversión colectiva que conduce a las sa-lidas cada vez más numerosas y que termina-rá por afectar a los mismos sobrevivientes esinseparable de lo que hay que denominarlocomo una revolución copernicana: el lugarcentral, inmutable, sede de una jerarquía in-mutable y única, no es más que un puntocualquiera en un espacio más amplio, peoraún, un punto bajo, inferior, dominado. Lacomuna, con sus jerarquías (la oposición en-tre grandes y pequeños campesinos), se en-cuentra restituida en un espacio social máslargo, en el seno del cual los campesinos ensu conjunto ocupan una posición dominada”(2002:227-228).

La crisis del espacio simbólico:el baile campesino

Las fiestas de los campesinos estaban vincula-das con sus prácticas cotidianas en torno altrabajo y la sociedad rural8. Con el alarga-miento del espacio social, el baile de Navidadcumplía una función importantísima al viabi-lizar el encuentro entre los jóvenes de los dossexos, dadas las escasas posibilidades de que sematerialice en una población rural dispersa.

“Dada la separación drástica entre la socie-dad masculina y la femenina, dada la desapa-rición de los intermediarios y el aflojamientode los vínculos sociales tradicionales, los bai-les que se hacen periódicamente en el puebloo en la ciudades vecinas constituyen la únicaocasión de encuentro socialmente aprobada”(Bourdieu 2002:111).

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8 Patrick Champagne destaca la desaparición progresi-va de las fiestas comunales y la substitución por un“calendario de fiestas individuales”, así como tam-bién la “desaparición de las fiestas religiosas vincula-das a determinadas actividades agropecuarias” (2002:155-156).

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No obstante, este espacio simbólico se trans-forma también en el enfrentamiento entre lasociedad campesina y la sociedad urbana; setransforma en un verdadero “choque de civi-lizaciones”. La dinámica de este espacio per-tenece a los jóvenes estudiantes o citadinos,mientras que los campesinos, especialmentelos solterones “herederos”, se convierten ensimples espectadores de una dinámica corpo-ral para la cual no están preparados y tienenpocas posibilidades de intervención. El autorlo señala muy agudamente:

“esta conciencia desdichada de su cuerpo quele conduce a aislarse (a diferencia del citadi-no), que le inclina a una actitud introvertida,raíz de la timidez y de la torpeza, le prohíbe ladanza, le prohíbe las actitudes simples y natu-rales en presencia de las jóvenes. En efecto,avergonzado de su cuerpo, se encuentra mo-lesto y torpe en todas las situaciones que exi-gen que salga de si mismo o que de su cuerpoen espectáculo” (Bourdieu 2002:117).

Así pues, en la competencia que se realizaen el balie, en tanto nuevo espacio del “merca-do matrimonial”, quienes salen perdiendo sonlos campesinos, especialmente los herederosque cada año contemplan cómo se escapan lasposibilidades de casarse y tener descendenciapara dar continuidad al patrimonio. En esesentido, “el baile es en efecto la forma visiblede la nueva lógica del mercado matrimonial”;este mercado matrimonial que anteriormenteestaba controlado por las familias, “en adelan-te está abierto a la concurrencia más brutal ymás desigual” (Bourdieu 2002: 229, 233).

Las consecuencias sobre la desvalorizacióndel mundo campesino son muy claras. Por unlado, en la esfera de la producción ya se ha ge-nerado una desvalorización mercantil, pero aésta se suma ahora una desvalorización simbó-lica, que incide en los valores de la sociedad ru-ral y en un proceso de desculturización, sobretodo entre los jóvenes y las mujeres, que condu-ce a su vez a un “efecto de desmoralización queejerce una representación pesimista del futuro

de la clase (…) al surgimiento en la concienciade los campesinos de una imagen catastróficade su futuro colectivo” (Bourdieu 2002:241).

Bourdieu termina señalando que esta crisispuede tener dos efectos diametralmenteopuestos: o a la desmoralización, que conducea la desbandada, en tanto suma de las fugas in-dividuales, o bien a la movilización, que con-duce a la búsqueda de una solución colectivade la crisis. Esto va a depender en gran partede la “posesión de instrumentos simbólicos”que permita primero matrizar la crisis y luegoorganizar una respuesta colectiva. Se trata deuna propuesta política interesante que explicalas diversas reacciones campesinas frente al de-rrumbe de un espacio social invadido por elmercado y la importancia de disponer de ins-trumentos simbólicos alrededor de los cualesla clase en crisis pueda dar una respuesta.

No obstante, la visión final del sociólogoes poco optimista sobre el futuro político delos campesinos, pues en la medida en que losprincipales rasgos de “sus condiciones de exis-tencia” generan un comportamiento indivi-dualista, a nivel político “les impide pensarseellos mismos como una clase capaz de movi-lizarse con el objetivo de imponer una trans-formación sistemática de las relaciones socia-les” (Bourdieu 2002:259). Un análisis que re-cuerda la visión pesimista del “saco de papas”de Marx cuando estudiaba el comportamien-to político del campesinado francés en la co-yuntura revolucionaria de 1848 (Marx 1974).

El análisis de Bourdieu extendido a los Andes

En este acápite, más que hacer una aplicación(que por lo demás sería completamente forza-da) del análisis de Bourdieu a la sociedad ru-ral en los Andes, he querido resaltar algunasvetas de investigación que todavía no han si-do abordadas en nuestro medio. Los esfuerzosteóricos del sociólogo apuntan a través de to-

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da su obra a refutar el análisis economicistade la realidad social, sin considerar las especí-ficas condiciones históricas y sociales en lascuales los “actores racionales” se desenvuel-ven. En este sentido, trato de puntualizar te-mas de investigación que podrían ser aborda-dos en su especificidad andina a partir de lareflexión realizada en este trabajo.

Uno de los grandes vacíos de la temáticacampesina en el área andina es sin duda elanálisis de los mecanismos de herencia predo-minantes entre los campesinos, sean indíge-nas o no. Esta falencia (en gran parte debidoa la debilidad de los estudios antropológicos)ha impedido, por ejemplo, dimensionar elpeso que tiene la “herencia bilateral” en elpredominio del minifundio entre la pobla-ción campesina, la cual condiciona seriamen-te cualquier alternativa productiva basada enla agricultura. Al parecer, actualmente noexistiría un interés entre los campesinos andi-nos en preservar el patrimonio evitando suparcelación. Los archivos rurales muestranefectivamente que la herencia de una propie-dad indígena se reparte entre todos los here-deros sin distinción de sexo, seguramenteporque son tan pobres que no poseen otrobien a testar o con qué recompensar en formaigualitaria a sus hijos. Así pues, a lo largo deltiempo, las propiedades se tornan cada vezmás pequeñas y dispersas, lo que se convierteen un obstáculo para su aprovechamientoproductivo (Martínez 2002).

Sin embargo, algunos estudios realizadosen el subtrópico muestran sorprendentemen-te que los campesinos pueden establecer nue-vas estrategias sobre los mecanismos de he-rencia en torno a la tierra, con el objetivo deevitar su parcelamiento excesivo.9 Pero en ge-neral existe un desconocimiento de este temavital para la subsistencia de los productorescampesinos10.

Un segundo aspecto que tiene vigencia enel análisis de las sociedades andinas es el rela-cionado con el “alargamiento del espacio so-

cial”, lo que implica la vinculación de la so-ciedad campesina con los pueblos, ciudades y,actualmente, incluso con el mercado mun-dial. Recordemos que hasta la mitad del siglopasado, muchas sociedades campesinas teníansólo una relación limitada al espacio socio-productivo de la hacienda, situación que serompió con la reforma agraria de 1964. En50 años se ha desarrollado una importantevinculación con el mercado interno, lo quesupone una ampliación espectacular de losvínculos de la sociedad campesina con lospueblos y ciudades cercanas y posteriormentecon el mercado de trabajo existente a nivelnacional. Aunque el espacio que deja la glo-balización para estas sociedades no pasa por laproducción de mercancías sino por la ventade mano de obra, se trata de una vinculaciónque actualmente traspasa el estricto marconacional. No se ha estudiado el impacto queeste proceso ha significado para la sociedadcampesina, su patrón reproductivo, su cultu-ra, sus formas de organización productiva ysus valores. La manifestación más evidente deestos cambios se concretiza en el comporta-miento de los jóvenes y de las mujeres que yano corresponde al modelo supuestamente an-dino que todavía existiría, por ejemplo, entrelas comunidades indígenas.

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9 Un estudio realizado sobre una cooperativa en la zona decolonización de Alluriquin, cerca a Santo Domingo delos Colorados, muestra que los campesinos han imple-mentado un novedoso sistema por el cual sólo puedenheredar la tierra los hijos que han decidido dedicarse a laagricultura, con la obligación de casarse con alguien delmismo grupo de colonos. El objetivo último es evitar elparcelamiento de la propiedad (Surenaim 1993).

10 Estudios realizados entre comunidades peruanas, sinembargo, señalan que existirían otras estrategias respec-to a la herencia. Así, por ejemplo, Marisol de la Cade-na (1991) indica que en la comunidad de Chitapampacerca del Cuzco, a principios del siglo XX, existía unsistema de herencia por el cual el 80% de la tierra fa-miliar la heredaba el “hijo principal”, entre el 10% o15% el “secundario” y lo que quedaba para al resto dehijos. Un sistema bastante desigual, considerando ade-más que los dos primeros eran generalmente varones, yque cuestiona el supuesto igualitarismo andino.

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La ruptura del campo social en el que semovían los campesinos y la creación de unnuevo campo en donde los elementos centra-les provienen de fuera, sin duda requiere deinvestigaciones detalladas que puedan ilumi-nar los cambios actuales de las comunidadesy, en general, en el mundo rural. Sin duda, lageneración de nuevos “habitus”11, muchos deellos introducidos desde fuera y adoptadosrápidamente por las generaciones más jóve-nes, significa una desvalorización del mundoanterior y de un orden apegado a prácticas entorno a la tierra y a los elementos culturalesvinculados a ella.

Un tercer aspecto es el relacionado con elrol activo de las mujeres en la consolidaciónde un nuevo “habitus”. Entre los estudios so-bre el mundo andino, casi siempre se ha con-siderado a la mujer en el rol de conservaciónde la cultura (lengua, vestimenta, tradiciones,etc.), de modo que muy difícilmente se po-dría buscar un paralelismo con los estudiosdel sociólogo francés. En las sociedades andi-nas, el hombre ha sido el que ha debido en-frentar el mundo exterior, mientras la mujerquedaba relegada al mundo interior, en unadivisión del trabajo con predominio del rolmasculino. Pero además, se trata de una so-ciedad campesina pobre, que ha debido vin-cularse con el mundo capitalista a través de lamigración interna y en forma muy marginal através de la venta de mercancías agropecuarias(la mayoría de las veces intermediada por unapoblación mestiza que sacaba ventaja de unmejor conocimiento del mercado). En esascondiciones, la mujer no cayó en la tentacióndel mundo mercantil y, en este sentido, fuemás sólida “la fuerza del inercia” que la “fuer-za de atracción” (Bourdieu 2002:220).

Uno de los elementos explicativos de estadiferencia seguramente se encuentra en laeducación. Mientras en el caso francés, la es-cuela y la adquisición de un capital culturalprácticamente descampesinizaba a los jóvenesy en especial a las mujeres (Champagne2002), en el caso andino la prohibición delacceso a la escuela para las mujeres, constitu-yó la mejor salvaguardia de la “tradición”.Hasta ahora, el nivel de escolarización de lasmujeres indígenas es el más bajo del país, pe-ro cuando las mujeres alcanzan un nivel aun-que sea elemental de educación tambalean lospilares de la tradición campesina.12

Un cuarto aspecto a resaltar es el análisis dela dominación de la economía de mercado so-bre la pequeña producción campesina. Estadominación se expresa en varios ámbitos (mer-cado de insumos, comercialización, capital fi-nanciero) e impide -como sucede en el casoecuatoriano- que la producción campesina seauna producción competitiva (dados los altoscostos de producción y el enfrentamiento en elmercado con productos más baratos de otrospaíses). Al mismo tiempo, los mismos campe-sinos no reconocen que la suya es una activi-dad poco competitiva, lo que conlleva a la ilu-sión de considerarse productor independientey a no ver las condiciones de “autoexplotación”que se generalizan en el medio rural.

De allí que Bourdieu habla de que el reco-nocimiento de esta situación, junto a las ven-tajas de la sociedad urbana, llevaría a una“conversión colectiva” de la visión del mundo(2002:226) que se produciría a través de unaacumulación de conversiones individuales es-pecialmente de aquellas personas con menosvínculos con la tierra (jóvenes, mujeres). Enuna sociedad rural como la nuestra, con pre-

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11 Conceptualizado como “matriz práctica de un peque-ño número de principios implícitos a partir de loscuales se engendra una infinidad de prácticas quepueden ser arregladas sin ser el producto de la obe-diencia a reglas” (Bourdieu, 2002:204).

12 En un interesante estudio sobre algunas comunidadesde la provincia de Cotopaxi, se muestra cómo las mu-jeres jóvenes con un nivel de educación básico buscansalir del mundo rural a toda costa, huir del pesadotrabajo agrícola y sobre todo de la tiránica autoridadpaterna (Sánchez-Parga 2002).

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dominio del minifundio, sin herencia impor-tante que dejar, el número de conversos a lasventajas del mercado y de la sociedad urbanava en aumento, lo que se refleja en su progre-sivo despoblamiento: una realidad frente a lacual no podemos taparnos los ojos.

Por último, es importante señalar que losprocesos de desestructuración de la sociedadrural tienen sus características propias y res-ponden a configuraciones diferentes tanto dela estructura agraria como de la misma res-puesta de la sociedad campesina y rural. Elmercado en el caso de las sociedades andinasno ha sido una realidad ajena a su cotidiani-dad. En algunas regiones donde el sistema dehacienda no tenía mucho peso, ya se habíaconfigurado una sociedad rural más dinámicaen base al acceso más igualitario a la tierra ydonde el mercado en cierto sentido se fueconstruyendo desde abajo a través del sistemade ferias campesinas (Martínez 1998) . Noera un elemento extraño a su vivencia y fue encierto sentido “domesticado” por la mismadinámica rural. Seguramente, la lógica eco-nómica no era independiente de la lógica delas relaciones sociales en la cual se encontrabainmersa, situación que ha cambiado actual-mente, en beneficio del mercado (Bourdieu2003). Además, en el área andina del Ecua-dor la cercanía campo-ciudad condujo a lacreación de un campo social bastante abiertoa las influencias de uno y otro lado. Incluso sellegó a hablar de “ciudades de campesinos”,pero nunca se mencionó el impacto de lasciudades en el campo. Aquí hay una rica vetade investigación a desarrollarse destacando lasespecificidades andinas en el proceso de cons-trucción de este campo social que ya no co-rresponde al de la sociedad tradicional ruralpero que, al haber estado abierto más tempra-namente al mercado, puede haber generadouna “conversión” más social al mercado, aun-que se exprese en prácticas individuales y nonecesariamente colectivas.

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Luciano Martínez Valle

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Encuentros artísticos con el dolor,las memorias y las violencias

Pilar Riaño Alcalá

Antropóloga, Ph.D. Universidad de VancouverProfesora de la Universidad Nacional de Colombia

Mail: [email protected]

Fecha de recepción: julio 2004Fecha de aceptación y versión final: noviembre 2004

Resumen: El artículo examina las pugnas del recuerdo y el olvido en comunidades afectadas ydivididas por la violencia. Mira a un proyecto de arte público comunitario que reunió mi in-vestigación antropológica sobre jóvenes, memoria y violencia, el trabajo de arte público de laartista Suzanne Lacy, el trabajo comunitario de una coalición de organizaciones gubernamen-tales y no gubernamentales y el liderazgo de un grupo de residentes del barrio Antioquia enMedellín (Colombia). El proyecto de arte comunitario creó un museo de la memoria en un busde transporte público como lugar activador de procesos de elaboración del duelo tanto a nivelindividual como colectivo y como lugar para imaginarse el futuro mientras que se confrontanaspectos del duelo, la coexistencia pacífica y la reconciliación.

Palabras claves: Arte público, memoria y violencia, Colombia

Abstract: The article examines the politics of remembering and forgetting in communities di-vided and affected by violence. It looks at a public art project that brought together my anth-ropological research on youth, memory, violence and place in Medellín, the public art work ofvisual artist Suzanne Lacy, the community work of a coalition of several local government andnon government organizations and the leadership of a group of residents from Barrio Antio-quia in Medellin (Colombia). The community art project created a museum of memory in apublic transit bus as a meaningful place that activated processes of individual and collectivemourning and that invited individuals and the community to envision the future and addressissues of mourning, pacific co-existence and reconciliation.

Keywords: Public Art, Memory and Violence, Colombia

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Iconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 21, Quito, enero 2005, pp. 91-104.© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.

ISSN: 1390-1249

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Reflexionando sobre la necesidadde recordar a los muertos paraconjurar el olvido, un joven de

Medellín -ciudad colombiana en la que en losúltimos 20 años han muerto más de 40.000jóvenes como resultado de múltiples violen-cias- escribe:

La muerte sola, no es muerte completa. Lamuerte completa es el olvido. Así que no haymuertos más muertos que los que se olvidan.Esto lo debíamos saber mejor los habitantesde Medellín, que en los últimos años nos hatocado aprender en suerte, y al son de sálvesequien pueda, ese oficio atroz que es torear lamuerte, además con el capote más rojo, másalegre, más vivo... más débil: nuestra juven-tud. Pero también y con el otro lado del mis-mo capote hemos aprendido el oficio del ol-vido1.

Su voz se une a muchas otras que interro-gan el olvido y el sentimiento de pérdida co-mo expresiones de las heridas que las violen-cias extremas y múltiples han ocasionado enel mundo social de los colombianos. A partirde mi investigación etnográfica sobre memo-ria y violencia en la ciudad de Medellín y deuna intervención de arte público comunita-rio, La piel de la memoria2, este artículo com-parte la preocupación por el papel del recuer-do y el olvido en sociedades atravesadas por laviolencia y el terror. Presenta una reflexiónantropológica sobre el impacto de la violencia

en la experiencia humana y en los modos detramitación de los duelos.

La piel de la memoria tuvo lugar en el ba-rrio Antioquia al suroccidente de Medellín(un barrio con una historia marcada por laexclusión, las tensiones sociales y las violen-cias) e intentó responder a la discontinuidady vacío que preocupa al residente citado a tra-vés del arte, el ritual y la conmemoración co-munitaria. En una primera parte, se recogie-ron cerca de 500 objetos emblemáticos de lasmemorias de los habitantes del barrio Antio-quia para su instalación en un bus-museo dela memoria, que rodó por los diferentes sec-tores del barrio, y en una estación del metrode Medellín. El proyecto enfatizó la elabora-ción del duelo y la reflexión sobre el pasado através del préstamo de un objeto seleccionadopor los residentes como representativo de unamemoria significativa en sus vidas. La obten-ción de estos objetos fue tarea de un grupo de20 jóvenes y mujeres del barrio quienes,mientras visitaban a sus vecinos, se convirtie-ron en escuchas y escribanos de las historias yemociones que acompañan a los objetos delmundo material. El museo, como lugar ex-presivo de la memoria que recibió en 10 díasa más de 4.000 visitantes de toda la ciudad, seconvirtió así en un recinto dinámico de lasmemorias individuales y colectivas, y en unlugar que les rindió homenaje pero que tam-bién develó su carácter conflictivo y en dispu-ta. Los objetos dan cuenta de la tradición orallocal pero, además, de los trazos de la memo-ria de eventos nacionales que perviven en lavida familiar y de los modos en que los con-flictos locales se articulan con procesos macrosociales como los de la violencia política delos años 50, el narcotráfico, las políticas deplanificación urbana y la exclusión social.

La segunda parte del proyecto buscaba su-perar la sospecha y hostilidad entre los veci-nos del barrio y crear un canal expresivo parapensar en el futuro. A los residentes que en-tregaron un objeto y a los visitantes del mu-

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Pilar Riaño Alcalá

1 Ricardo Aricapa, citado en Henao y Castañeda(2001).

2 El proyecto en referencia es La piel de la memoria: Ba-rrio Antioquia, pasado, presente y futuro. El proyectode un museo de la memoria fue de carácter colabora-tivo entre la artista americana Suzanne Lacy y la an-tropóloga Pilar Riaño y contó con el apoyo de la Se-cretaría de Educación de Medellín (EDUCAME), laCaja de Compensación Comfenalco Antioquia, laCorporación Región, Presencia Colombo Suiza y lacomunidad del Barrio Antioquia. La producción ge-neral y coordinación pedagógica estuvo a cargo deMauricio Hoyos. El equipo coordinador del proyectoestuvo integrado por William Álvarez, Jorge García,Juan Vélez y Ángela Velásquez.

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seo se les pidió que escribieran una carta queincluyera un deseo para un vecino(a) desco-nocido(a) (los escritores no conocerían quieneventualmente recibiría qué carta en particu-lar), y un deseo específico para el futuro delbarrio Antioquia. Cerca de dos mil cartas enpapel blanco, colocadas en gruesos sobresblancos de gran tamaño, fueron expuestas sinabrir próximas a los objetos en el museo. Alfinal de la exhibición, en una celebración-per-formance que tomo la forma de seis compar-sas por las calles del barrio, jóvenes y adultosen una coreografía de bicicletas, mimos, con-tadores de historias, chirimías, zancos y per-sonal de pie, deambularon por el barrio cele-brando la instalación del museo de la memo-ria y anticipando el futuro con la entrega deuna carta a cada hogar del barrio3.

En los últimos quince años, la Oficina dePaz y Convivencia de Medellín tramitó másde cien pactos de no-agresión con bandas ymilicias del nororiente, centroriente, surocci-dente y suroriente de la ciudad (Daza 2001).En su gran mayoría, estos pactos han tenidouna corta historia y, en materia de meses, losgrupos o nuevas versiones de ellos regresan alenfrentamiento armado y al ejercicio del te-rror. Las posibles razones del fracaso repetiti-vo de estos experimentos de “paz” tienen quever con los vínculos directos entre conflictoslocales y violencias-sistemas macro sociales, ycon una débil voluntad política para sostenerestos procesos. Pero también tienen que ver

con la ineficiencia e impunidad que caracteri-zan los sistemas judiciales, el fracaso en la for-mulación y ejecución de estrategias para la in-serción económica y social de estos jóvenes, yla ausencia de intervenciones socioculturalesque tramiten las venganzas y duelos no elabo-rados que continúan alimentando odios yviolencias. Desde esta preocupación, el artí-culo se interroga acerca de las condiciones ba-jo las cuales los procesos de paz y reconcilia-ción pueden operar a nivel microsocial:

• el papel de la memoria, los rituales y el ar-te como motores de reconocimiento delsufrimiento social y de la elaboración delduelo colectivo;

• el modo en que las respuestas culturales yde intervención social a través del arte, lamemoria y la cultura pueden constituirseen elementos dinamizadores de una peda-gogía colectiva y cívica que cuestione losmodos en que la violencia destruye la vidasocial local, las separaciones tajantes entrerepresentación y experiencia y aquellasconstrucciones binarias (víctima-victima-rio, violento-no violento) que no dancuenta de las complejidades y contradic-ciones desde las que se viven las violencias.

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Encuentros artísticos con el dolor, las memorias y las violencias

3 Un equipo multidisciplinario (antropología, arte, his-toria, trabajo social, arquitectura) trabajó con líderescomunitarios del Barrio Antioquia en un proceso queincluyó formación pedagógica y artística, difusión,producción y colaboración. La piel de la memoria seinició en junio de 1998 con una serie de talleres en losque Suzanne Lacy y Pilar Riaño trabajaron con elequipo de veinte líderes para crear una visión de estainstalación-museo y de la performance-celebración fi-nal del proyecto. Posteriormente, este grupo trabajódurante un año con el historiador Mauricio Hoyos enla preparación del proceso de recolección de los obje-tos que se exhibirían en el museo, en la producción yen el proceso pedagógico del proyecto.

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Las discusiones sobre las políticas de reconci-liación en períodos postdictatoriales o post-conflicto han tendido a sucumbir en trampo-sas oposiciones entre una alternativa de recon-ciliación y el ejercicio de la justicia. La recon-ciliación se asocia así con un acto hegemónicode silenciamiento de los horrores del pasado,en aras de la reconstrucción nacional o comouna puesta en escena de un supuesto consensonacional que neutraliza la violencia (Funda-ción Manuel Cepeda 1998, Humprey 2002,Paris 2002). Al examinar el profundo impactode las violencias en el mundo social de los ha-bitantes de Medellín, argumento por la nece-sidad de pensar la reconciliación desde un lu-gar y perspectiva diferentes. Esta mirada a lareconciliación expande y desplaza su campo deacción en una multitud de ámbitos públicos, ala vez que privilegia la importancia de pensarla reconciliación desde las redes sociales, lo lo-cal y los ámbitos comunales e íntimos. Entien-do la reconciliación como un acto colectivo decomunicación y aprendizaje desde el que unacolectividad se sitúa como testigo del pasado deviolencia y atrocidades. Es decir, los procesos yactos mediante los cuales una colectividad en-frenta su pasado a través del testimonio, el re-conocimiento del dolor y el dialogo en mu-chas voces (Humprey 2000).

Desde un cuestionamiento más amplio so-bre las tareas de la memoria en un país comoColombia, el artículo interroga usos y senti-dos: ¿cuál es el tipo de recuerdo y conmemora-ción que necesitamos en una sociedad frag-mentada y debilitada moral y socialmente porla guerra? ¿Cuál es la memoria que puede ale-jarnos de ese olvido que no asume las heridas,ni las aflicciones o a los muertos? ¿Cuál es laconmemoración que permite la reconstruccióndel tejido social, que no silencia las heridas enel cuerpo social? ¿Pueden acaso las heridas so-ciales de un pasado violento sanarse cuando nose ha hecho justicia? Las claves que aquí se ex-ploran se colocan en la intersección entre el pa-pel social y cultural del recuerdo y el olvido y

los usos del arte, los rituales colectivos y la par-ticipación comunitaria en tanto dispositivos dereconstrucción del mundo social, de las con-fianzas básicas y los lazos sociales primarios.

Las imágenes y lenguajes de la exclusión: el barrio Antioquia

En sus avatares investigativos por el barrioAntioquia, un grupo de siquiatras concluyóque los jóvenes involucrados en el conflictoviolento tenían una “concepción de vida fata-lista, que le resta importancia a la responsabi-lidad o participación individual en el curso delos sucesos de la existencia propia” (Ángel,Fernández, Jaramillo y Zapata, 1995: 47).Los jóvenes del barrio Antioquia, nos dicenestos siquiatras, mantienen un afán “por unaimagen narcisista de potencia agresiva”, por“la intimidación, la burla y el chantaje” y porun impulso de “venganza o por la deriva de lasatisfacción maníaca en la ‘rumba’ y la droga”(Ángel, Fernández, Jaramillo y Zapata, 1995:48). Su conclusión, que en 1997 se funda-menta en el psicoanálisis4, no se aleja muchode la imagen que se crea de esta zona cuandoen el año 1951 la administración del alcaldeLuis Peláez Restrepo lo declara como zonaúnica de tolerancia de la ciudad de Medellín,argumentando que “el barrio Antioquia erapor muchas razones el indicado para la zonade tolerancia. Su situación; su anterior conta-minación…” (El Colombiano, 29-08-1951,pág. 11). Tampoco difiere mucho de la rese-ña que tres periodistas norteamericanos ha-cen de los habitantes del barrio Antioquia en1988, como “los perpetradores de los críme-nes más atroces de Medellín” (Hedí, Sabogaly Walden 1988: 29-30).

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4 Bajo un convenio entre la Secretaría de Bienestar So-cial de Medellín y el Departamento de Psicoanálisisde la Universidad de Antioquia, este grupo de siquia-tras llevaron a cabo una serie de talleres de acompaña-miento psicológico con jóvenes del barrio Antioquia.

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Siquiatras, políticos y periodistas contri-buyen a lo largo de cuatro décadas a la cons-trucción de un discurso y unas representacio-nes sociales que ponen a los habitantes de es-te barrio entre la patología, la inmoralidad yla delincuencia social, y al barrio como epi-centro y símbolo de la marginalidad socialque se teme y evita.

Los orígenes del barrio se remontan a losaños 20 como núcleo receptor de migrantespobres del campo, provenientes de regionesmuy diversas del departamento de Antioquia.La violencia política que afecta al país en losaños 50 se vive intensamente en el barrio has-ta el año 1951 cuando es declarado zona úni-ca de tolerancia y sus calles se llenan de pros-titutas, burdeles y visitantes de todo tipo,mientras sus escuelas se convierten en centrosprofilácticos. El impacto de la zona de tole-rancia dejará numerosos secuelas de delin-cuencia social y establecerá al barrio comoepicentro de mercadeo de drogas sicoáctivasen la ciudad. Durante los 60 y 70, las posibi-lidades de ascenso social las brinda el narco-tráfico: éste toma al barrio Antioquia comobase material, social y geográfica5 vinculandoen los años 60 a los habitantes del barrio enlas redes del tráfico de marihuana, en el tráfi-co de cocaína en los 70-80s y en la prestaciónde una multitud de servicios al narcotráfico ya las redes organizadas del crimen. El barriovive diversos períodos de violencia pero conmás agudeza a comienzos de los 90 cuandolas bandas locales se enfrentan en una guerraterritorial. El momento más álgido se presen-ta en 1993 cuando más de 200 jóvenes delbarrio mueren violentamente dentro del mis-mo barrio a consecuencia de los enfrenta-mientos armados entre las seis bandas que allítenían su base territorial. En diciembre de

1993 se inicia un proceso de paz que se sellaen 1994 cuando las seis bandas enfrentadasrealizan un acuerdo de no-agresión. La paz serompe en ese mismo año y desde entonces ladinámica de “guerra” y “paz”, de pactos y rup-turas se ha mantenido hasta el presente.

Desde que llegué a ese barrio en 1997 (aasesorar un proceso de recuperación de histo-ria de barrio como clave para solidificar unfrágil pacto de paz entre las bandas del ba-rrio), la cartografía que va emergiendo desdelas memorias de sus pobladores indica unosentramados culturales y sociales mucho máscomplejos que los de las redes sociales de de-lincuencia, crimen e ilegalidad. Pues si bienen el barrio Antioquia se convive con los ex-tremos de lo ilegal y la violencia armada, tam-bién se convive con la zozobra diaria, los sen-timientos de pena y congoja y con el empeci-nado esfuerzo de mantener una tradición oraly unas celebraciones comunitarias que atansus sentidos de pertenencia como barrio.

El impacto que las acciones violentas y laspolíticas de exclusión social han tenido sobreel tejido social y la experiencia humana y co-tidiana de los habitantes del barrio ha sidodevastador. Dicho impacto puede ser rastrea-do desde el concepto de “herida social” quemaneja Doris Salcedo6 y a partir de una ex-ploración de las formas en las que el dolor yel sufrimiento individual y colectivo se viveny re-significan como experiencias sociales. Es-ta herida colectiva se forma en el entrecrucede los efectos de procesos macro sociales deplaneación urbana, violencia política y eco-nomía política del narcotráfico, con los con-flictos que desangran a bandas locales, sus fa-milias, cuadras, sectores y al barrio, y con eléxodo continuo de sus habitantes (que persi-guen la esperanza de “coronar” a través del

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Encuentros artísticos con el dolor, las memorias y las violencias

5 Numerosos factores permiten la instalación del narco-tráfico en la vida del barrio: su cercanía al aeropuerto,la presencia de redes organizadas de delincuencia (Ej.apartamenteros) y las experiencias como carteristas dealgunos de sus habitantes en los Estados Unidos.

6 Doris Salcedo (en Feitlowits 2002) sostiene que sibien la pena de familiares y víctimas es profundamen-te íntima, la esencia de los eventos que la genera espolítica; así, la sociedad debe reconocer esta pena y sucarácter colectivo.

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transporte de droga o el traqueteo –traficar-).El sufrimiento social resulta del impacto deestos poderes nacionales o locales sobre la ex-periencia cotidiana y es vivido desde las expe-riencias extremas frente a la muerte, los jue-gos paradigmáticos de lealtades, la ausenciade procesos comunitarios de elaboración delduelo y la desestructuración de la confianzasocial. Se trata, entonces, de un sufrimientosocial que como lo han anotado Kleinman,Das y Lock (1997) tiene sus orígenes y con-secuencias en las devastadores lesiones que lasfuerzas sociales pueden infringir en la expe-riencia humana.

Objetos del recuerdo,sujetos de las historias

La propuesta de intervención cultural surgede los logros que se obtienen con el procesode recuperación de historia barrial, las refle-xiones del grupo de jóvenes y mujeres del ba-rrio vinculados a este proceso y las de los tra-bajadores con jóvenes y activistas. En el pro-yecto de arte público comunitario, la memo-ria fue el motor principal de una intervenciónartística, comunitaria e investigativa que ex-ploró la relación memoria, duelo y reconcilia-ción. A través del arte público comunitario yla recuperación de la memoria, se propició unespacio de reflexión colectiva sobre el pasado,un espacio que permitiera desde el presenteelaborar los duelos individuales y colectivospara así poder mirar hacia el futuro con unamirada que ayude a la reconciliación y a laconvivencia.

En la primera parte del proyecto de artepúblico se enfatizaba la elaboración del dueloa través del préstamo de un objeto u artefactosignificativo de la memoria de cada familia.Los recolectores de objetos optan por la prác-tica cultural de la visita a los vecinos de la cua-dra o sector. La visita buscaba establecer unarelación cercana que permitiera al visitado

compartir y evocar ciertas memorias a travésde los objetos. Un periodista local describió latarea de los recolectores-visitantes como unaforma de “arqueología cotidiana”: buscandoobjetos e identificando su carga significativa,ayudando a los residentes a establecer una re-lación entre el objeto, el lugar que ocupa ensu mundo material y los modos en que ésteestablece para el individuo y/o la familia unlazo con el pasado. Allí, en la intimidad delcuarto o de la sala de la casa, mientras los ob-jetos eran sacados de baúles, repisas, paredes orincones, las historias se fueron contando:

“Un anillo de un hijo que hace seis años nolo veo que está en Miami. Lo quiero mucho,me lo dejo de recuerdo, lo quiero mucho, loextraño mucho”.

“Este pasamontañas es de un parcero que semató y lo llevamos al centro un día que acomprar una camisa y vimos los pasamonta-ñas y él compró dos, uno negro de una ma-tica de la marihuana y uno gris y... bueno co-mo el se mató, lo enterramos con el negritopasamontañas y yo me quedé con ese otropasamontañas y mi otro hermanito se quedócon los guantes, lo único que nos quedó derecuerdo de él”

Madre: Una foto de mi niña, de mi hija Padre: esta es la niña, esto es el único recuer-do que yo tengoMadre: que nosotros tenemosPadre: es de esa niña que la dejamos en el Pu-tumayo botada después de muerta. Y yoquiero conservar esta foto lo más que puedaal lado mío y es el único tesoro que yo tengo,como tesoro, ¿sí o no?

Una gran mayoría de los objetos que se ofre-cen tienen un carácter mundano y de uso co-tidiano. Sus significados, sin embargo, tras-cienden los usos para indicar su condición deobjetos únicos y especiales, “tesoros” comonos dice el padre de la niña muerta, que se re-significan por las historias que evocan. Se tra-ta de objetos-puente que -como lo expresa Do-ris Salcedo- conectan la perdida material y

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humana al cuerpo y al mundo material: unaporcelana de una iglesia, con el campanariofracturado y un ángel tocando guitarra, un re-galo que Tulia no deja tocar a nadie y que lorecibió de “una persona que yo quería muchoy ya está lejos”. Las prendas que una vez queel sujeto desaparece quedan como evidenciade su ser, así como la madre del Negro le re-galó a Lili la camisa azul que “se colocaba conun jean blanco y zapatillas color café y se veíamuy lindo”, o cuando Mayerly y su amiga re-cogen y lavan el “bluyin” que llevaba su ami-go cuando fue asesinado, “y lo tenemos guar-dado como un recuerdo de él porque de él só-lo quedaron poquitos recuerdos”. Objetos en-tonces que acarrean los trazos del ausente yque en la vida cotidiana se colocan en espa-cios familiares, como las fotos en el cuarto deJosé marcando una cierta presencia de la per-sona ausente (Reyes 2001).

Mezclados con estos objetos están aquellosque cargados de tradición oral han pasado degeneración en generación, evocando eventosfundadores del barrio o marcando las historiasfamiliares: las ollas y jarras de peltre, el muñe-co Pinocho de plástico que tiene setenta añosy ha pasado por cuatro generaciones, la cente-naria máquina de coser en la que “la tatara-buela cosía los ajustadores y todo lo que erasostén de pechuga”. Les acompañan los obje-tos viajeros que regresan con o sin el viajerode “la USA”: radios en forma de un Cadillacde los años 70 o teléfonos dorados en formade elefante. Están también los artefactos queligan las historias familiares a los ciclos de vi-da, cambios generacionales y la confirmaciónde las lealtades y los lazos de parentesco: naci-miento, bautizo, los primeros pasos, los ritua-les religiosos, el matrimonio. También estánaquellos objetos emblemáticos de momentoscríticos o límite en la experiencia de quien losguarda a veces en secrecía, u otras con la de-terminación de contar su historia muchas ve-ces: esculturas, carros o pinturas que se creanen la cárcel, el recorte de periódico que narra

el drama de una mujer que cae presa con co-caína, las cartas que una niña de cinco años leescribe a su padre que esta muerto y que al-macena cuidadosamente en una cajita plásti-ca, la cruz de balas que fabrican soldados du-rante su servicio militar en 1928, los cubier-tos recubiertos de oro que Griselda Blanco, la“reina de la coca”, le regaló a una abuela delbarrio que trabajó para ella.

Una vez recopilados los objetos y familia-rizados con sus historias de dolor, perdida,cambio, viaje, creencias y tradición, las pre-guntas y dilemas se trasladan al campo de larepresentación artística y a la manera en queel bus, en tanto espacio físico, podría trans-formarse en un lugar simbólico-social para elrecuerdo, la reflexión y la conmemoración. Elbus se escoge como lugar para la instalacióndel museo de la memoria cuando nuestrasdiscusiones con los jóvenes y mujeres del ba-rrio y con el equipo coordinador concluyenque no existía un lugar en el barrio al que pu-dieran tranquilamente desplazarse los habi-tantes de todos los sectores. Surge así la pro-puesta de utilizar un bus de tránsito público

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El bus-museo de la memoria

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no sólo por la creatividad decorativa de susexteriores e interiores sino porque puede mo-vilizarse entre sectores. La transformación deun bus de transporte público -en este caso, es-colar- en museo nos permite, además, entre-lazar su función de desplazamiento por la ciu-dad (cruzando territorios) con la metáfora delmuseo de memorias que desdibuja y cruza lasfronteras territoriales para trazar una rutasimbólica hacia el encuentro de las memorias.El bus con los colores verde y blanco que de-velan su función de transporte escolar ofreceun lugar para el recuerdo y para la transfor-mación de los actos de ver y recordar en actosde re-conocimiento.

Para la distribución de los objetos en elbus se revisaron las historias de cada objeto.Las propuestas estéticas y narrativas que sur-gieron en los talleres y reuniones con el equi-po de jóvenes y mujeres recolectoras, deter-minaron que cada objeto debía ser instaladopara dar cuenta del valor que tienen paraquién lo prestó y su carácter único. La pro-puesta de la artista Suzanne Lacy fue la deagrupar los objetos de acuerdo a unos hilosnarrativos visuales que seguían los temas do-minantes en las memorias que éstos evoca-ban: pérdida de un ser querido, amistad, pe-ríodos de la vida, relaciones e historia. Conexcepción de aquellos objetos que por su ta-maño no cabían en las vitrinas, todos los ob-jetos recolectados fueron incluidos en la ins-talación. Como antropóloga conocedora delimpacto desarticulador de la violencia en eltejido social del barrio y en las relaciones deconfianza, mi dilema se ubicaba en los modosde contrarrestar el poder representativo de laviolencia sangrienta y la posibilidad de ofre-cer imágenes alternativas que, ancladas en locultural, permitan re-elaboraciones de las me-morias de las violencias y visibilicen otras re-presentaciones y marcas.

La propuesta de un bus museo (como lu-gar para la memoria que exhibe los objetosque se recogieron en las visitas a vecinos) se li-

gaba con una de las pistas de mi investigaciónetnográfica: la profunda interconexión entrememorias y lugares, y las cualidades mnemó-nicas de los lugares para activar la memoria eimaginación y para conectar los individuoscon un sentido de historia e identidad7 Elconcepto de lugar como metáfora de identi-dad y del habitar (cf. Escobar 2001) fue desa-rrollado en el proyecto de arte público a tra-vés de la instalación del museo en un espaciofamiliar. El bus como un objeto familiar demovimiento que cruza diariamente bordesimaginarios e impuestos facilitó el contextofísico para la instalación. Entendimos así almuseo como un receptáculo de memoria vivay cotidiana, una especie de textura sensorial,una piel de la memoria, sentida y resignificadapor cada uno de sus visitantes.

El lazo entre el propietario anónimo de unobjeto, los otros objetos y la memoria colecti-va que resulta de su instalación produjo uncampo de significados muy ricos en el cual es-taba reflejado el carácter conflictivo y en dis-puta de las memorias y los modos diversos enque las historias locales recrean historias na-cionales. La secuencia de estos objetos puestoscon cuidado y creatividad detrás de cientos deluces blancas crea un conjunto de relaciones yuna aura ritual que daba cuenta de la magni-tud de la pérdida, pero también de continui-dades y referentes históricos e identitarios:tradiciones culinarias y familiares, la partici-pación de varias generaciones en la guerra y elimpacto de ella. Ellos también daban cuentade la singularidad con que cada quién mantie-ne esos vínculos con el pasado a través de losobjetos más diversos: el pedazo de algodón, laestampita, el cofre, la manila, los radios, lasprendas de vestir, las fotos, las cartas.

Cuando los recolectores finalizan su tareay el museo abre sus puertas, ellos y ellas seconvirtieron en sus custodios: alfabetizadoresdel recuerdo que comparten las historias de

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7 Desarrollo esta idea en Riaño (2000:23-39).

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los objetos con los visitantes, que acompañanal vecino o a la vecina para quién el museoabre las venas del dolor o la nostalgia, queaprenden nuevas historias que los visitantescontaron, que recogen impresiones y comen-tarios. Su labor fue de escucha pero tambiénde testigos de la fuerza del acto de recordar,de los modos en los que personas desconoci-das les confiaron sus historias íntimas, y delos modos en que en el intercambio se reco-nocen uno a otro, en el dolor o la emocióncompartida.

En el bus: miradas de sentido

Una vez colocados los objetos en el museo dela memoria, las preguntas se desplazan hacialos modos de ver la instalación, a los signifi-cados y sentidos que construyeron los visitan-tes del museo. Para explorar en este conjuntode relaciones sociales y miradas de sentidoque se generan en el momento de la visita,parto del planteamiento de Doris Salcedo so-bre el potencial del arte para crear relacionesentre los individuos durante el momento fu-gaz de la observación. Al entrar los visitantesal bus museo, ellos y ellas establecieron unsinnúmero de relaciones a través de sus mira-das y actos de contemplación: reactivando lamemoria de quienes lo visitaron, reconocien-do objetos, encontrando piezas de historiaque se remontan a generaciones pasadas,compartiendo historias, mirando y recono-ciendo las caras de muchos que han muerto,contemplando silenciosamente, lanzando co-mentarios rápidos que denotaban a veces elresentimiento y/o la desconfianza, invitandoal diálogo y a compartir emociones y gene-rando un sinnúmero de reflexiones.

Para algunos, la visita les invita a recorrerel pasado debatiéndose entre la nostalgia, laconstatación del dolor y la autorreflexión:

Carlos: Yo soy de las personas que ya tene-mos una edad adulta; recordamos con mu-

cha nostalgia ciertas cosas del barrio, queahora el barrio de nosotros lo seguimos que-riendo con mucha nostalgia pero seguimoscon la inquietud de que se esta edificando enbase a la sangre de nuestros jóvenes, de nues-tros muchachos. La tolerancia de nosotroshacia la muerte nos lleva hacia un abismo. Yocreo que nosotros necesitamos creer más ennosotros, en lo que podemos hacer y lo quehay aquí forma parte de esa historia bonita,de esa historia de lágrimas. Yo creo que en to-das las familias de acá del barrio hemos esta-do tocados por la muerte, nuestro amigo,nuestro vecino. Yo creo que esto es como en-trar en el interior de uno mismo. En realidadnostalgia, siento ganas de llorar.

A Carlos, la visita al museo le despierta unamultitud de sensaciones y lo llevan a la refle-xión sobre el impacto de la violencia en su co-munidad. Este conjunto de emociones fuer-tes se acompaña de una crítica al modo enque se esta construyendo historia en el barrio,“con la sangre de nuestros jóvenes”. Su espe-ranza de que se le estuviera “tocando al cora-zón” a la gente coincide con la de los organi-zadores del evento y apunta a esa posibilidadde que la mirada relacional de los objetos enel museo se torne en reconocimiento de la his-toria y del impacto de la violencia en la vidadiaria y en la historia del barrio. Las reacciónde muchos otros indica que esta conexión es-tuvo muy presente:

John, de Prado Centro: Todos esos objetosnos hablan, nos cuentan muchas historias dequienes los tuvieron en sus manos ¿cierto?Fue un impacto muy fuerte porque como tedigo no necesitas saber las historias completasde todas las cosas que hay ahí reunidas por-que todas ellas te hablan de la vida, de lamuerte, de los jóvenes, de los viejos, del pasa-do, del presente y me parece que es muy bue-no que quienes visitan el museo, que la gentedel barrio, logren conocer esa historia porqueahí aprende uno mucho de uno mismo, delos padres, del pasado. Supongo que va a per-mitir crear muchísimos lazos de cómo quererpertenecer y cómo sentir que uno pertenece a

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una historia, que no está uno solo. A mi espe-cialmente [me llamaron la atención] las car-tas, los cuadernos y las fotografías. Sí, espe-cialmente las fotografías.

Un elemento crucial del proyecto de artepúblico comunitario fue la compresión deque el proceso es clave en este tipo de inter-vención artística. Me refiero a un proceso en-tendido tanto en su duración temporal comoen su dimensión de interacción social, en laque se busca que la experiencia de hacer y verarte se torne en un proceso de creación de sig-nificados y referentes comunes (Lacy 2003).En el caso de La piel de la memoria, la parti-cipación de un equipo de lideres jóvenes ymujeres, la colaboración y coproducción conel equipo de las organizaciones no guberna-mentales y gubernamentales, y la inscripcióndel proceso del arte dentro de un proceso másamplio de organización comunitaria y peda-gogía cívica, fueron cruciales para establecerla base comunitaria y las posibilidades estéti-cas y sociales para la construcción de signifi-cados comunes acerca del sentido de pérdidae historia.

Las entradas en el libro de registro dancuenta de los modos diversos como se vio yexperimentó el museo, y que cada quién sin-tetizó en sus propias palabras: “super genial”,“me gustó”, “muy organizado”, “¡heavy!”, “fa-buloso”, “fue el verdadero museo que todos

creíamos”, “la idea es muy funky y original”,“me encanta que tengan en cuenta a la gentedel barrio para el museo, todos resultan sien-do unos Van Gogh!”. Los comentarios tam-bién dan cuenta de los modos en que la expe-riencia estética frente a la obra de arte y las vi-vencias personales le dan forma y un sentidoritual a las emociones que se suscitan al cami-nar por el bus museo. Ellas sugieren el poderde la memoria para convertirse en un medioexpresivo y un referente desde el que los indi-viduos se re-sitúan en el presente:

Super elegante porque hay muchos parcerosmuertos y en esas burguesías de fotos.

El bus trae todos los muertos, el bus es bus esmuy bonito (niño).

Salí sobrecogido, conmovido, estremecido.Los objetos, las voces, las fotografías palpitan.

La secuencia y cantidad de objetos crearon unaura sacralizada y ritual que daba cuenta de lamagnitud (numérica y emocional) de la pér-dida, pero también de lo que existe en co-mún, de los lazos desde los que los residentesdel barrio se perciben como comunidad ydesde los que los visitantes del resto de Mede-llín establecieron asociaciones con su propiaexperiencia. Experiencia estética y reflexivaque en varios casos es acompañada de la cu-riosidad:

¿Por qué yo no había visto esto antes y a estagente?

A su vez, los objetos fueron reconocidos en sucarga histórica y como marcadores de impor-tantes momentos. Así, de una forma más ve-lada se van dibujando esos lazos entre historialocal, regional y nacional:

Señora del barrio, 50 años: Muy lindo. Metrajo recuerdos la foto de Jorge Eliécer Gai-tán. Cuando lo mataron a él en Bogotá traba-jaba yo en tejidos Leticia y cuando vine deltrabajo, a él lo mataron como a la una y pico,

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Pilar Riaño Alcalá

Interior del bus-museo de la memoria

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entonces la bulla de que lo mataron y comosoy tan sentimental me puse a llorar.

Viviana, del barrio: Muy bueno pero olíacomo a muerto. Las cosas antiguas como laplancha, unas chanclas. Más cosas antiguas yrecordar a la gente que ya murió a los jóvenes.

Artefactos cargados de historia y potencialasociativo que les trae sensaciones tan concre-tas como la del olor de muerto. La metáforadel objeto puente se aplica así no sólo paranombrar esa asociación íntima entre el arte-facto, quién lo guarda, el pasado y el mundosensorial, sino además para explicar lo que elbus museo generó en el entrecruce entre ex-periencia estética y las relaciones sociales: elmuseo como objeto-puente entre los residen-tes y su historia, entre los visitantes y los queprestaron las piezas, entre los residentes delbarrio y los visitantes de afuera, entre dueñosde objetos y los mismos objetos resignificadosen su instalación en el museo. En esta miradarelacional se construye la posibilidad de unproceso cívico colectivo en el que los visitan-tes se sitúan como testigos del pasado de vio-lencia y terror. El arte y la memoria activanesta mirada relacional para potenciar el deseopor reconocer, dar testimonio y ver, es decir,para pensar la reconciliación.

Al recorrer el bus los diversos sectores delbarrio y abrir sus puertas en cada uno deellos, se cruzan las fronteras territoriales quedividen al barrio para establecer ciertos puen-tes emocionales y de lugar. De la misma for-ma, los cientos de visitantes de fuera del ba-rrio rompieron otras fronteras simbólicas y seadentraron a un lugar estigmatizado y temidocomo el barrio Antioquia. Al cruzar las fron-teras, al adentrarse al mundo complejo de losrecuerdos de los habitantes del barrio, los pre-juicios se quiebran y de esta forma también seabre una posibilidad relacional entre habitan-tes de la misma ciudad, una posibilidad queva más allá de las dicotomías de amigo-ene-migo, bueno-malo, para encontrase en la co-munalidad del dolor vivido.

El tipo de miradas y experiencias que elmuseo suscitó deja certezas claras sobre el pe-so del dolor y la perdida en la historia del ba-rrio, y también enseñanzas muy claras. Tantolas entradas en el libro de registro como lascartas que se escriben dan cuenta de ello:

¿Y quién dijo que la gente no siente? ¡Diosmío! Por favor... (24-07-00)

“Y los muertos aquí la pasamos muy bien en-tre flores de colores” Mecano

Vecino(a):Pero sería mejor que estuviesen con nosotros.Sabe que triste es o fue ver todos esos cadá-veres desangrarse y morir en silencio, chis-mes, gritos de los demás.

Sabe que es triste es o fue enterrar, malde-cir, llorar, rezar y ver inerte en una caja máspatética que la muerte a nuestro ser amado.

Sabe, es triste y duele, pero más triste ydoloroso es que ignoremos que también so-mos culpables así no hayamos matado al fu-lanito aquel de cualquier sector de nuestrooscuro barrio.

Del reconocimiento se avanza acá a las consi-deraciones de responsabilidad social, a enfren-tar el peso del silencio, la indiferencia y losmodos de recordar a los muertos. Los actos delecto-escritura de las cartas y las entradas en ellibro de registro se constituyen en otras aveni-das de expresión y en elementos centrales dela pedagogía colectiva cívica. Escribir la cartay entregarla representarán otros actos relacio-nales en los que a través del lenguaje escrito seactiva la mirada hacia el futuro. Los actos dever y leer en el museo, la calle o la casa invi-tan a la crítica individual y comunitaria; invi-tan a una mirada crítica de la historia y las res-ponsabilidades sociales que -como nos dice elescritor de la última carta- no pueden ignorar-se. Es precisamente este tipo de cuestiona-miento el que puede sustentar un posible pro-ceso de reconciliación comunitaria.

El hecho de que el bus recorrió y abrió suspuertas en todos los sectores del barrio, sin re-gistrar ningún incidente, atestigua de los lo-

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gros, del reconocimiento y el respeto que elproyecto tuvo aún cuando se vivía una de lasépocas de más aguda confrontación armada.En los días previos a la apertura del bus mu-seo se habían presentado numerosos enfrenta-mientos armados entre las bandas y en dosocasiones se quebró el acuerdo implícito derespetar los eventos comunitarios. Como or-ganizadores de este evento temíamos, ade-más, que al portar el bus fotos y objetos depersonas que habían estado involucradas en elconflicto, éste se convirtiera en blanco de ra-bias y agresión. Pero esto no sucedió y el buscomo objeto cultural en movimiento cruzólas fronteras simbólicas y físicas del territorioy fue creando otro tipo de topografía y movi-miento. Esto en parte fue posible por el tra-bajo comunitario que durante un año adelan-taron los líderes locales en sus sectores, infor-mando sobre el propósito del proyecto y suslazos con otras propuestas comunitarias quebuscan fortalecer al barrio en tanto comuni-dad (como el festival anual Calles de Culturao el Comité Interinstitucional). Tiene tam-bién que ver con el impacto de los procesosprevios de recuperación de memoria y de lamisma expectativa que el bus-museo creó an-te los habitantes de la comunidad. Durantelos diez días que estuvo abierto el bus-museofuimos testigos de cómo sus visitantes se con-virtieron en difusores y promotores, compar-tiendo con otros vecinos sus reacciones, susdescripciones de lo que allí había y su propó-sito. Este modo de difusión es en sí mismo unproceso de resignificación y de transmisióndesde la experiencia perceptiva y emocionalde los habitantes del barrio.

Durante la celebración final, la metáforadel objeto puente se reviste de nuevos signifi-cados. La celebración retoma a la calle y al re-corrido como espacios expresivos y rutas a re-correr, estableciendo conexiones entre el pre-sente y el futuro, entre sectores y vecinos, en-tre visitantes y visitados a través de las cartasanónimas. En esta celebración final se reto-

man elementos claves de las celebraciones car-navalescas y lúdicas de esta región: los mimos,la música, los zancos y la procesión. Los mi-mos, montados en bicicletas -el medio mas co-mún y generalizado de movilización en y den-tro del barrio-, iban cargados de sonrisas peroel acto de la entrega era en silencio, desmon-tándose de la bicicleta para hacer una reveren-cia que diera cuenta del significado poderosodel objeto que entregaban. Con seis comparsasque recorren los sectores del barrio entregandocartas, la celebración final extiende la imagende movimiento del bus museo y la metáforadel cruzar fronteras. Posteriormente, las com-parsas se unen en un desfile final que irrumpecargado de alegría y sentimientos de futuro,mientras marcha por la calle principal del ba-rrio. Las comparsas y los mimos en bicicletarecuperan el ambiente festivo y la celebracióncomo espacios neutrales activos desde los quees posible congregar al barrio.

La celebración final se desarrolla como unacto colectivo y festivo que tiende un puenteprofundamente íntimo entre el vecino anóni-mo que escribió la carta y aquellos quienes laleen, entre los que abren las puertas de las ca-sas y los que van por las calles, entre mimos,zanqueros y marchantes y los que se aglutina-ron en las calles:

Yo creo que las cartas entraron mucho másque todos esos recuerdos de ese bus, para no-sotros que fuimos recolectores, esas cartasfueron algo muy especial por las frases y pala-bras bonitas, porque llenaron, porque mien-tras estuvimos en el museo, todo el barrio An-tioquia estuvimos terapiados con esto del re-cuerdo. Las cartas fueron esa cura, como unasanación a todas las cosas que estábamos vi-viendo, un perdón que hubo.8

Una vez finalizado el proyecto de arte pú-blico, el grupo de jóvenes y mujeres líderescontinuaron con el proceso comunitario através del trabajo con niños y jóvenes del ba-

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8 Citado por Mauricio Hoyos (2001:124).

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rrio. Con entusiasmo y en medio de grandesdificultades,9 este grupo fomentó actividadesculturales y deportivas y se proyectaron comolíderes y actores de paz.

Ingenuo sería pensar que el proceso desen-cadenado cambia de manera fundamental eltejido de relaciones, las tensiones y conflictosen el barrio Antioquia. El proceso, sin embar-go, puso en movimiento una serie de posibi-lidades que abarca tanto la experiencia estéti-ca como el imbricado universo de resignifica-ción cultural, la elaboración emocional y re-flexiva entre aquellos a quién esta interven-ción estético-comunitaria tocó de una u otramanera: los duelos elaborados, las pequeñasreconciliaciones, el exorcismo de ciertos pe-nas y -como lo dice la líder citada- la posibi-lidad del perdón a nivel local. Este imbricadouniverso de acciones resignificadas por unproceso de interacción social a través del artepúblico ilustra la trayectoria y emociones queacompañan procesos sólidos de construcciónde paz a nivel local.

Entre muchas otras, la anécdota de la fotode la hermana de Estela nos sugiere cómo sevivenció ese juego de posibilidades:

“No fue fácil para Estela entregar la foto de suhermana pues ella representaba el único obje-to que preserva su memoria. Pero Alejandra laconvenció cuando le explicó que esta foto es-taría junto con muchos otros objetos en unmuseo rodante que exhibiría los objetos sig-nificativos de las memorias de los habitantes

del barrio. Y Estela -quien a diario notaba elhueco que había dejado el cuadro ausente-pudo comprobarlo cuando entró al bus mu-seo y emocionada vio la foto de su hermanaen una vitrina de vidrio y aluminio ilumina-da por cientos de bombillas incandescentes.Días más tarde, su otra hermana visitó el bussin saber que la foto estaba allí. Con lágrimasen sus ojos, Mirta reconoció y remiró la fototantas veces vista, mostrándosela a sus com-pañeras de la nocturna y sumiéndose en lanostalgia. Mientras, los ojos de otra compa-ñera se aguaban también y ella se mantenía si-lenciosa y sobrecogida. Más tarde ella comen-taría con una amiga la pena que sentía al re-conocer el dolor de su compañera por la pér-dida de su hermana, y el suyo propio pues sumarido esta pagando condena por el asesina-to de esta joven” (Riaño 1999:79)

A nivel de la ciudad, el amplio despliegue queel proyecto de arte público comunitario reci-bió en los medios de comunicación atrajo amuchos que venciendo miedos y estereotiposcruzaron las fronteras imaginarias para visi-tarlo y para reconocer simbólica y pública-mente el impacto humano y material de laviolencia como experiencias comunes entrelos residentes de Medellín. El arte público co-munitario y la recuperación de la memoria eneste proyecto conjuraron temporalmente mu-chos de los fantasmas y miedos del presenteabriendo las puertas para el encuentro a tra-vés del recuerdo, la visita o la fiesta, para laelaboración del duelo y la reconstrucción deltejido social. La piel de la memoria nos sugi-rió la importancia de pensar en la reconcilia-ción social como un proceso paulatino de ci-vic literacy que se apoya en intervencionesculturales y simbólicas para reconstruir lazosde vecindad, amistad o familiares que han si-do debilitados por las violencias.

La piel de la memoria nos permite indicardesde una experiencia local la importancia dela legitimación simbólica de los reclamos delos dolientes y los modos en que las memoriashistóricas mediatizan las relaciones de los in-dividuos con el presente y sus posiciones fren-

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9 Como he anotado, el barrio continúa en una dinámi-ca de enfrentamiento violento armado. Tiene largosperiodos de tensión alternados con momentos de pazy de acuerdos de no-agresión. La proyección de lide-razgo del grupo dinamizador ha tenido repercusionesmuy importantes en el área de trabajo con los niños,el trabajo cultural con jóvenes a través del teatro y ladanza y en la participación en la junta de acción co-munal. Sin embargo, en un barrio en el que tradicio-nalmente los líderes han sido elegidos dadas sus cone-xiones políticas y clientelares o por sus nexos con lospatronazgos del narcotráfico, el posicionamiento deeste grupo de jóvenes y mujeres fue recibido por algu-nos de los líderes tradicionales con recelo.

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te a la paz, la violencia, la reconciliación y lajusticia. Estos elementos también juegan unpapel central en los procesos nacionales denegociación cuando se convierten en una delas bases desde las que los diversos actores, in-cluido el Estado, definen y negocian sus posi-ciones. Las dimensiones simbólicas, humanase intrasíquicas son fundamentales en la res-tauración de las confianzas, en los procesosindividuales y locales de elaboración del due-lo y en los procesos de paz que se vislumbrencon un margen de sustenibilidad. Sin embar-go, y regresando a la idea de la naturaleza so-cial y política de nuestras heridas sociales, losintentos de una sociedad por lidiar con unpasado de terror y dolor tienen que estar lide-rados por procesos de administración de jus-ticia y establecimiento de responsabilidadessociales. Estos procesos deberán responderefectivamente a los reclamos por justicia, porel reconocimiento de las historias que se hansilenciado, de las atrocidades cometidas y laresponsabilidad estatal, mientras que conside-ren las avenidas justas para la reparación so-cial. En este sentido, es importante entenderel alcance limitado de una intervención artís-tica que opera en el ámbito cultural.

El uso del arte y la memoria como camposde interacción y testimonio social nos permi-ten reformular el campo de acción social delos procesos de reconciliación. La reconcilia-ción es reformulada, más que como silencia-miento del pasado, como una fuerza, un de-seo-pasión, desde el que nos enfrentamos conel pasado. Esta mirada hacia el pasado involu-cra un retorno a los sentidos a través del reco-nocimiento del dolor y de una memoria rela-cional donde experiencia, testimonio y reco-nocimiento se entrecruzan. Los procesos dereconciliación proporcionan una estructura yun marco temporal para reconocer el sufri-miento, elaborar los duelos y para encarar ladesestructuración del mundo social por laviolencia. Un proceso humano, social y cultu-ral que propicia lugares colectivos de testimo-

nio acerca del pasado, y desde los que las so-ciedades e individuos pueden estar mejorequipados para reclamar la verdad y la justi-cia, para recrear una comunidad moral.

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Pilar Riaño Alcalá

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Coaliciones fantasmas, esencialismos políticos y corrupción

Felipe Burbano de Lara

Profesor-Investigador de Flacso-Ecuador

Mail: [email protected]

Fecha de recepción: noviembre 2004Fecha de aceptación y versión final: noviembre 2004

ResumenEste artículo reflexiona sobre la inclinación de los partidos políticos ecuatorianos a ocultar suspactos y acuerdos. Sostiene que el funcionamiento de “coaliciones fantasmas” -como las ha de-finido el politólogo Andrés Mejía- hay que explicarlas en la necesidad de los partidos y de suslíderes de sostener -en el espacio público- identidades ligadas a principios de legitimación po-lítica y valores éticos irreductibles. La negociación política y los pactos con el gobierno, ine-vitables en democracia, son entendidos como daños irreversibles a la identidad política, unmestizaje inaceptable desde el punto de vista de la imagen pública. De allí que los acuerdosdeban ser ocultados, negados, aún cuando la práctica cotidiana les empuje a buscarlos cons-tantemente.

Palabras clave: Alianzas fantasmas, identidad política, espacio público, partidos políticos,liderazgos, corrupción

AbstractThis article reflects upon the trend of the Ecuadorian political parties of hiding their pactsand agreements. It sustains that the functioning of the "phantom coalitions" -as they havebeen defined by the politologist Andrés Mejía- should be explained in the necessity of theparties and their leaders, of maintaining, in the public scenario, identities that confirm thepolitical legitimation and irreductible ethic values. The political negotiations and the agree-ments with the government, all inevitable in a democracy, are understood as irretrievabledamages to the political identity, as unacceptable merge according to the point of view of thepublic image. Thus, these pacts should be hidden, denied, done under the table, eventhoughthe daily practice obliges to look for them constantly.

Key Words: Phantom coalitions, Political Identity, Public Sphere, Political Parties, Leaderships,Corruption

Iconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 21, Quito, enero 2005, pp. 105-112.© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.

ISSN: 1390-1249

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La práctica de los partidos políticosecuatorianos, en el marco de las insti-tuciones y los espacios creados por la

democracia, se mueve en dos lógicas contra-dictorias y difíciles de aprehender: mientrasen la escena pública reafirman constantemen-te sus diferencias y oposiciones, en un ámbi-to privado -casi habría que decir secreto- ne-gocian y pactan acuerdos de manera constan-te. Algunos estudios sobre cultura política ygobernabilidad en el Ecuador han puesto ma-yor énfasis en la dinámica de conflicto que enla de negociación. Los problemas de goberna-bilidad más estudiados -por ejemplo, la pug-na de poderes- han sido interpretados justa-mente como resultado de una cultura políticaque se orienta por el conflicto y no por la bús-queda de acuerdos (Hurtado 1990, Burbanode Lara y Rowland 1998, Sánchez-Parga1998). Se podría establecer también la exis-tencia de una fuerte corriente de opinión pú-blica que atribuye las dificultades de la demo-cracia a la incapacidad de los actores para lo-grar acuerdos mínimos como sustento de unproyecto nacional e institucional. La ausenciade acuerdos básicos se ha convertido en unalamentación constante de analistas y comen-taristas mediáticos. La inclinación de los ac-tores políticos a confrontar entre sí encuen-tra, en la mayoría de análisis, una explicaciónen los cortes regionales, étnicos, de clase, degénero e ideológicos que atraviesan a la socie-dad ecuatoriana. Un contexto general de frag-mentación y rupturas sobre el cual se levan-tan las grandes disputas.

Sin embargo, en algunos trabajos recien-tes, el politólogo Andrés Mejía ha lanzadouna perspectiva distinta de análisis respectode la política ecuatoriana (Mejía 2004, Mejía,Araujo, Pérez-Liñan, Saiegh y Pachano2004). Ha mostrado el reverso del conflicto,esto es, una práctica constante de negociacio-nes y acuerdos entre partidos, desde una lógi-ca que llama muy acertadamente “coalicionesfantasmas”1. Sus trabajos muestran que buena

parte de las reformas económicas propuestaspara implantar un modelo neoliberal en elEcuador, se han alcanzado gracias a alianzasmultipartidistas en el Congreso promovidaspor el Ejecutivo. No han venido -como suelecreerse- del uso indiscriminado de los podereslegislativos extraordinarios que la Constitu-ción reconoce al Presidente de la Repúblicadesde 1984. De acuerdo con su trabajo, almenos la mitad de las reformas económicaspropuestas por los ejecutivos fueron aproba-das por coaliciones multipartidistas. Los pre-sidentes han tenido mayor éxito en el Con-greso con sus iniciativas de reforma económi-ca que con sus propuestas legislativas en otrasáreas. Detrás de esta problemática aparece co-mo tema de fondo el difícil “maridaje” entrela democracia y las reformas neoliberales en elEcuador durante los últimos 20 años.

El trabajo de Mejía muestra que a pesar desu confrontación constante en el escenariopúblico, existe una tendencia fuerte en lospartidos políticos a pactar y formar coalicio-nes por debajo de la mesa. No se trata dealianzas duraderas para llevar a cabo proyec-tos nacionales, sino acuerdos transitorios pa-ra empujar reformas puntuales. Las negocia-ciones han favorecido acuerdos globales(“wholesale agreements”) con los partidos, an-tes que negociaciones al menudeo (“retail”)con diputados sueltos. Los legisladores obtie-nen mayores beneficios cuando negocian co-mo parte de un bloque partidista que cuandolo hacen individualmente. Los estudios deMejía señalan que la cooperación de los par-tidos con el Ejecutivo se traduce en una seriede beneficios concretos, gracias a los cualespueden mantener viva la relación con sus

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Felipe Burbano de Lara

1 Otro autor que subraya la tendencia de negociación ybúsqueda de consensos en el sistema político ecuato-riano es Jorge León, quien analiza el tema desde elcorte regional de la sociedad ecuatoriana. León sostie-ne que el empate de poder entre sierra y costa ha lle-vado a los actores sociales y políticos a buscar nego-ciaciones y consensos permanentes para sostener elequilibrio del sistema (León 2003).

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clientelas sociales. Todo esto hace ver queexisten fuertes incentivos para negociar y pac-tar con el Ejecutivo.

El tema interesante, sin embargo, es porqué los partidos deben esconder sus negocia-ciones en el ámbito público. ¿Por qué las coa-liciones se vuelven fantasmas? ¿Por qué no selas esconde? Me parece que se trata de un pro-blema fundamental cuya presencia introduceuna suerte de esquizofrenia en la política ecua-toriana, un doble juego muy difícil de sostenerentre lo público y lo secreto, entre lo público ylo fantasmal, que corroe la legitimidad del sis-tema político. En el mediano plazo, la lógicade pactar y esconder los acuerdos ha restadocredibilidad a los mismos partidos -a pesar delos beneficios obtenidos- y a las institucionesdemocráticas. Como señala Mejía, los procesosdemocráticos de rendición de cuentas se atro-fian gracias a esta lógica fantasmal de acuerdos.La misma racionalidad de pactar por debajo dela mesa exige neutralizar la acción de aquellasinstituciones que tienen bajo su responsabili-dad los procesos de rendición de cuentas. Losincentivos que pueden tener para pactar, y losbeneficios que efectivamente se logran, se con-sumen en el mediano plazo por el daño gene-ral que producen sobre la legitimidad demo-crática. La racionalidad inmediatista de lospartidos se convierte, en el mediano plazo, enuna gran irracionalidad. ¿Por qué los partidoshan preferido erosionar la confianza de la so-ciedad en ellos y en el sistema democrático enlugar de publicitar sus entendimientos?

Mejía cree que los partidos ocultan lasalianzas para no verse afectados por el desgas-te que ha significado en estos 20 años llevaradelante programas impopulares de reformaeconómica. Como se ha visto en todo estetiempo, la implantación de programas de re-forma estructural ha producido deteriorosmuy rápidos de las popularidades presiden-ciales. Al ser socios fantasmas de la reforma,los partidos empujaron los cambios, recibie-ron prebendas, pero no asumieron pública-

mente su responsabilidad. Si esta explicaciónresulta acertada, tenemos entonces que la ra-cionalidad cortoplacista de los partidos ter-mina convirtiéndose en un suicidio. Luego de25 años, casi todos los partidos importantesde la etapa democrática han pasado por el po-der y han sufrido, sin contemplaciones, eldesgaste de programas económicos impopu-lares. De nada les ha servido, pues, su juegode alianzas fantasmas.

La explicación de Mejía tendría sentido siencontráramos en la política ecuatoriana unatradición de cooperación entre los partidosque se haya roto en los años 80 y 90 por laimplantación de reformas económicas neoli-berales. Podríamos plantear la pregunta deotra manera: ¿si no habrían estado de por me-dio los programas impopulares de reformaeconómica, los partidos habrían transparen-tado sus alianzas? ¿Se habría dado una lógicadistinta de cooperación? Mi hipótesis es queno, sino que hay un mecanismo que operadesde el interior de la política ecuatoriana yque lleva a los partidos a seguir una lógica deexclusión. Se trata de una tradición formadaa lo largo del siglo XX que la democracia noha podido superar. El peso de las tradicionesha sido mucho más fuerte que la capacidad deinnovación política abierta por la democracia.Bastaría, a modo de ilustración, mirar rápida-mente el proceso de transición a la democra-cia (1976-1979) para descubrir algunas líneasde conflicto y exclusión entre sus principalesactores. Citaré solo algunas de ellas: AssadBucaram, líder del principal partido en elmomento de la transición –Concentración deFuerzas Populares- fue impedido de partici-par en las elecciones como candidato a la pre-sidencia de la República cuando todo hacíapensar que podía ser el ganador. Los partidosmodernos, que debutaban en la vida políticaen el momento de la transición, estaban con-vencidos de que los partidos tradicionales, decorte oligárquico y aristocrático, constituíanun obstáculo para la consolidación democráti-

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ca y que debían, en consecuencia, ser supera-dos históricamente. Los partidos tradiciona-les, a su vez, impugnaron el proceso de retor-no por considerarlo una maniobra de la dicta-dura para favorecer a los partidos de la moder-nización estatal. Los partidos de la izquierdamarxista, entre tanto, veían con sospecha y re-celo ideológico el retorno a una democraciaburguesa considerada como una democraciade fachada. Y los militares, en alianza con lospartidos modernos, creían que la versión me-nos ilustrada del populismo -Assad Bucaram-debía estar fuera del proceso, como de hecholo estuvo. Con estos ejemplos solo quiero se-ñalar algunas líneas de exclusión presentes du-rante la transición y que marcaron -desde elinicio- la dinámica del conflicto en la reciéninstaurada democracia. Entre estos actores nose dio un pacto fundacional que legitime ple-namente la cooperación democrática y quefuese roto -años más tarde- por la implanta-ción de las reformas económicas neoliberales.Las reformas, que comienzan a ponerse enmarcha desde 1984, simplemente crean nue-vas líneas de oposición y conflicto entre fuer-zas movidas por conductas excluyentes.

En otro trabajo hemos definido al sistemade partidos que se configura con la transición-y que opera con pequeñas variantes durantelas décadas de los 80 y 90- como un sistema de“pluralismo polarizado” (Burbano de Lara yRowland 1998). Se caracteriza por tener entre4 y 6 partidos con capacidad para competirelectoralmente, con posibilidades de alianzaspara formar mayorías, y con fuerza suficientepara el chantaje. Lo de “polarizado” alude, sinembargo, a la distancia simbólico política quelos separa. Esa distancia es una convergenciade concepciones ideológicas, morales y de ri-validades personales entre los líderes partidis-tas. A los partidos políticos ecuatorianos les se-para de manera profunda sus maneras de en-tender y actuar la política. Se trata, creo yo, deun fenómeno de culturas políticas largamentesedimentadas, disímiles e irreductibles, que se

manifiesta en la forma cómo los partidos y suslíderes construyen las identidades en el espaciopúblico. Pero esas culturas políticas no sólo serefieren a ideologías y valores morales que rei-vindican -esenciales, irreductibles-, sino al me-canismo que opera desde el interior de lasconstrucciones identitarias.

El juego de las identidades

Me atrevería a pensar que se trata de una vie-ja tradición que nos remite a los enfrenta-mientos entre conservadores y liberales a fina-les del siglo XIX y comienzos del XX, al apa-recimiento del populismo en la década de los30, al peso de la tradición marxista en la iz-quierda ecuatoriana y la expansión del discur-so de modernización en los años 60 y 70(Burbano de Lara 1998, De la Torre 1996 y2000). Todas estas construcciones discursivasdefinen su posición política a partir de unaidentificación con un conjunto de principiosideológicos y valores morales consideradosesenciales. Lo interesante, sin embargo, es eldoble juego que describen: lo esencial aludetanto a una noción de pureza, de cualidad in-terna de las ideas y valores defendidos, comotambién a un posicionamiento dentro de uncampo de múltiples fuerzas, de múltiples des-pliegues retóricos. Se aplica muy bien el con-cepto de antagonismo desarrollado por La-clau (1990 y 1993) para explicar la formaciónde identidades políticas. De acuerdo con esteautor, toda identidad que se construye a par-tir de la afirmación de unos valores y princi-pios considerados esenciales, hace de la pre-sencia del otro, del adversario, un “acciden-te”, un obstáculo a mi realización plena. Elejemplo perfecto de la política ecuatorianapuede ser Velasco Ibarra. Toda la retórica ve-lasquista constituye una afirmación perma-nente de unos principios políticos y valoresmorales esenciales, absolutos, de los cualesdepende la buena convivencia social. Velasco

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se convierte en guardián de esos principios yvalores frente a la presencia corruptora deconservadores, liberales y socialistas. Inclusopuede ser que algunos principios y valoressean compartidos con liberales, conservadoresy socialistas, pero lo que distingue a Velascoes la fuerza moral, la firmeza, la conviccióncon la que los defiende. En el caso de Velas-co, los principios esenciales deben encarnaren el pueblo, entendido como el único sujetoauténtico de la política. En esta lógica deconstrucción identitaria, la presencia del otrosiempre es percibida como una impureza, co-mo un obstáculo y una amenaza para la reali-zación plena de los valores esenciales de losque depende la buena vida social.

Creería que es dentro de este juego dondehay que entender la constitución de los lide-razgos personalistas en la política ecuatoriana,cuya figura paradigmática es justamente Ve-lasco. Los líderes intentan constituirse en unarelación íntima, de proximidad absoluta, conunos principios y unos valores esgrimidos co-mo esenciales. La cualidad moral de los lide-razgos depende de una suerte de identidad to-tal entre el ser y la esencia. Laclau sostieneque las identidades políticas, a pesar de su re-tórica esencialista, requieren un “afuera”, un“exterior” para constituirse. La presencia delotro es necesitada para afirmar mi propiaesencialidad (Laclau 1990 y 1993). Si “elotro” no estuviera presente, y si no lo estuvie-ra como impureza, no tendría frente a quiendesplegar y exhibir mi condición esencial. Enun campo político caracterizado por un plu-ralismo polarizado, las dinámicas de cons-trucción de identidad describen una multipli-cidad de antagonismos, que deben ser minu-ciosamente trabajadas y descritas para com-prender mejor la dinámica del conflicto en lapolítica ecuatoriana2. Mientras mayor presen-

cia de fuerzas políticas se pueda establecer enel escenario, más obstáculos, más límites, másimpurezas, encontrará cada identidad pararealizarse plenamente.

Uno de los méritos que puede atribuirse aestos 25 años de democracia es haber consti-tuido un espacio público como resultado deun ejercicio de las libertades políticas. Lesguste o no a los partidos y a sus líderes, la po-lítica no puede escapar al espacio público, ycada vez puede hacerlo menos. Es el drama, sise quiere, que persigue a las coaliciones fan-tasmas. Hay que entender, por tanto, el mo-do cómo los partidos y sus liderazgos se pre-sentan a sí mismos y cómo se dan una identi-dad en la escena pública de la democracia. Enel campo estrictamente político, a la distin-ción esencia-accidente, interior-exterior co-rresponde la distinción amigo-enemigo. Esalógica, en la definición de Carl Schmitt(1984), distingue un grado intenso de unióny separación, simultáneamente una asocia-ción y una disociación. En el concepto de an-tagonismo político de Schmitt, la alteridaddel otro es total, no hay mediación ni consen-so posible. La lógica amigo-enemigo tiene co-mo presupuesto la guerra, es decir, la realiza-ción extrema de la hostilidad. ¿No describenestas imágenes el despliegue de la políticaecuatoriana en la escena pública?

En este punto, habría que preguntarsesobre la otra dimensión de la política a laque se enfrentan los partidos ecuatorianosbajo la democracia, esto es, al proceso conti-nuo pero oculto de negociación subrayadopor Mejía. En primer lugar, la negociaciónsugiere un punto límite a la lógica amigo-enemigo. Hay un umbral del conflicto queuna vez alcanzado desata la lógica de nego-ciación. No obstante, y es esto lo significati-vo, lo que podría interpretarse como un ges-to de realismo democrático, que aleja final-mente a la política ecuatoriana del presu-puesto de la guerra, se convierte en un juegosecreto, oculto. Ahí está el gran problema. El

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2 Fernando Bustamante (2000) ha intentado describiresa constelación de culturas políticas a partir de lascuales se forman un conjunto de líneas de exclusión.

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realismo político es objeto de un cuestiona-miento público.

¿Cómo explicar este comportamiento? Ami juicio, la negociación tiene que ser oculta-da porque atenta contra el principio identita-rio de amigo-enemigo, de esencia-accidente,proclamada en la escena pública. La negocia-ción lanza una sombra, una mancha, a la cua-lidad moral de los líderes políticos. Lo que enun campo con mayor tradición democráticasería una práctica normal de negociación, dedirimencia de los conflictos, en la políticaecuatoriana aparece como un acto de conta-minación, de corrupción identitaria, de dañoirreversible de la moral. De esta manera, lapolítica ecuatoriana establece una esquizofre-nia entre lo público y lo privado: en lo públi-co opera siempre una declaratoria de guerra yenemistad unida a proclamas de pureza morale ideológica, mientras en el ámbito de lo pri-vado se puede negociar y pactar todo. El dua-lismo significa, sin embargo, que la negocia-ción no desarma la relación amigo-enemigo.En la medida en que esa lógica no llega a de-sarticularse, serán necesarias negociacionesentre sujetos sin rostro, sin diálogo, sin reco-nocimiento mutuo. Es muy llamativo que lospartidos actúen en la escena pública como sinunca hubieran ocurrido las negociaciones,como si nunca hubieran pactado entre ellos ocon el gobierno. Hay un daño a la moral po-lítica que intentan esconder hasta el final.

El pueblo como escenario

Carlos de la Torre (1997) ha planteado queen el Ecuador las relaciones entre Estado y so-ciedad operan por mediación del concepto depueblo antes que por el de ciudadanía. Si nosapoyamos en su interpretación, tenemos en-tonces que el discurso de las elites políticasintentaría representar de distintas maneras alpueblo. No hay nada de novedoso en esteplanteamiento, por su puesto. Una de las ca-

racterísticas de la democracia, como lo subra-ya constantemente la tradición liberal, es latensión permanente entre la vigencia de las li-bertades individuales y la necesidad de cons-tituir al pueblo como una voluntad colectiva.En una cultura política con una fuerte tradi-ción populista y débil tradición liberal, la vo-luntad colectiva que debe encarnar el pueblose coloca siempre más allá de las libertades in-dividuales, reconocidas de manera muy selec-tiva. La retórica populista ha deificado al pue-blo, convirtiéndolo -en palabras de Velasco-en el único sujeto auténtico de la política. Miinterpretación es que la escena pública de lapolítica ecuatoriana se define por una dispu-ta constante entre juegos discursivos que in-tentan fusionar al pueblo con diversas expre-siones ideológicas y morales. La “seduccióndel pueblo”, su “conquista emocional”, se lle-va a cabo desde discursividades que reivindi-can distintos presupuestos de legitimaciónpolítica y de pureza moral3. Las diferenciassimbólico-ideológicas de los partidos se pro-yectan en las estrategias de seducción del pue-blo. Las elites políticas afirman su propia ene-mistad a través del pueblo, que no es más queuna entelequia que se construye retóricamen-te en los espacios públicos. La conquista emo-cional del pueblo, la seducción populista, só-lo pretende legitimar las posiciones de guerrade los partidos y de sus líderes4.

La moralidad política se exhibe ante elpueblo como fidelidad a unos principios. Dela exaltación a esa fidelidad depende la cali-dad moral de los líderes y de sus partidos.Mostrar una imagen no contaminada es, porlo tanto, una condición para conquistar y se-

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3 Sobre la idea de seducción ver el trabajo de Carlos dela Torre (2000). Sobre el concepto de “conquistaemocional” ver Bustamante (1996).

4 Eso hemos visto, por ejemplo, en las elecciones loca-les del 15 de octubre: los partidos ganadores interpre-taron su triunfo como una acumulación de fuerzas ensu confrontación con el presidente. La elección seasumió como un juego para acumular o perder fuer-za en una guerra.

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ducir al pueblo, les da –como suelen decirellos- autoridad moral para hablar. Los líderesestán obligados a exaltar su estatura moral co-mo parte de una afirmación irreductible de suposición en el campo político. En este con-texto, las negociaciones políticas sólo puedenser entendidas como un contacto con aquelloque públicamente se denuncia como impuro,como contaminado; de allí que deban trans-currir en el patio trasero, de espaldas a la luzpública. El discurso de la corrupción calzaperfectamente en esta lógica. La denunciaconstante del otro como corrupto tiene undoble propósito: descalificarlo moralmente yrealzar mi propia condición moral, o conde-narnos moralmente todos. Lo corrupto seasemeja claramente con un daño irreversibledel alma, de los buenos valores, de la correc-ción ética. Del lado opuesto, quienes son co-rruptos y no poseen un discurso moralizadorde las identidades en la escena pública, se hanencargado de denunciar a los moralistas co-mo falsos apóstoles de la política, como acto-res de una farsa. Su consigna es “todos soniguales”, con la cual pretenden justificar la co-rrupción. Ellos expresan el lado oscuro, ne-gro, de las almas políticas.

La conclusión a la que ha llegado una am-plia mayoría de los ecuatorianos es que laconfrontación es sólo una mascarada; unaforma de exhibirse públicamente con fineselectorales, puesto que se pacta por debajo dela mesa. En suma, una gran mentira. Me pa-rece difícil creer que todo se trate de una mas-carada, de una capacidad infinita de los parti-dos y de sus líderes para inventar un juego derivalidades. Se trata de una rivalidad auténti-ca, no plenamente consciente, que nace deuna profunda creencia en la pureza de lasidentidades políticas, lo que a su vez tienemucho que ver con una manera de entender“lo político”. Si los partidos siguieran la lógi-ca de su confrontación pública, los ecuatoria-nos nos habríamos matado hace mucho tiem-po, como lo han hecho pueblos vecinos. No

obstante, nuestros partidos se detienen ante elabismo, no llevan su lógica de lucha hasta lasúltimas consecuencias, han definido un um-bral de su propio conflicto. Han hecho de laguerra sólo el presupuesto y no el fin de suconfrontación, para usar palabras de Schmitt.¿Por qué entonces esconden sus pactos y arre-glos? Para conservar su imagen pública. Paralas identidades puras, la negociación y el pac-to son un mestizaje inaceptable. Reconocer elpacto equivaldría a desvirtuar la identidadque se han dado en la escena pública de la po-lítica. De este modo se instaura un juego bas-tante esquizofrénico: los pactos por debajo dela mesa van acompañados de esfuerzos deses-perados por conservar la identidad política.No es un juego mentiroso, es un juego movi-do por un moralismo político, del cual nopueden escapar los partidos y sus líderes a lahora de posicionarse en el competitivo campode la política democrática. En la escena públi-ca son dioses, en la privada políticos de carney hueso en busca de apoyos para los interesesde los grupos que los respaldan. La imagen defamiliaridad y cordialidad que muestran lascámaras de televisión entre los diputadoscuando están fuera de la batalla, contrastafuertemente con la exaltación de las rivalida-des que hacen en la escena pública. La políti-ca se mueve entre dos polos: el de los dioses,donde las esencias se contemplan a sí mismas,y el de los corruptos, en donde las almas hansido entregadas al diablo.

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Francisco Delich,Repensar América Latina,Gedisa, Barcelona, 2004.

Repensar América Latina nos invita a abando-nar los prejuicios y a cambiar la mirada paraentender la especificidad de la región y de suhistoria reciente, en particular, las transfor-maciones que se han dado con el nuevo mile-nio. El autor genera preguntas para analizarcuatro grandes problemáticas. La primera esla “revolución en el campo” que abarca desdetransformaciones inducidas por la expansióndel capitalismo hasta una comparación muyinteresante de las reformas agrarias guatemal-teca, boliviana, peruana y la modernizacióndel agro en el Paraguay. La segunda transfor-mación que estudia Delich es la “revoluciónen la ciudad”, donde se analiza el auge de lasclases medias que lograron su movilidad so-cial y su ciudadanía junto a la expansión de laeducación, para en la actualidad vivir proce-sos de incertidumbre y movilidad social des-

cendente cuando la educación no garantizaun mejor acceso al mercado de trabajo ni lamovilidad social. Además se analiza los cam-bios en las situaciones de marginalidad y ex-clusión de los grandes conglomerados que vi-ven en las ciudades y se plantea el problemade estudiar cuáles son los mecanismos que losintegran y los excluyen. La tercera problemá-tica que discute el libro de Delich es la espe-cificidad de la “revolución industrial” latinoa-mericana basada en la sustitución de impor-taciones. Se estudia cómo se articula un Esta-do que directamente promueve la industriali-zación, con pactos corporatistas con los prin-cipales beneficiarios de estas políticas, el desa-rrollo de la nación impulsada por el estado, lasubordinación de las prácticas liberales de lademocracia a las políticas que promueven laequidad y la movilidad social. La última sec-ción discute la desarticulación de este mode-lo y plantea el estudio de la nueva situaciónen la que se conjugan por un lado las luchaspor la creación de instituciones y prácticaspara que se respeten los derechos civiles y po-líticos de los ciudadanos, junto al acotamien-to de la soberanía del estado y una mayor in-tegración a los mercados mundiales.

Haciendo un recorrido por los textos clá-sicos de las ciencias sociales latinoamericanas,la estrategia del autor es desarrollar una pro-puesta teórica-metodológica de investigaciónen la que cuatro campos analíticos (el Estado,la nación, el mercado y la sociedad civil) seanvistos como unidades que evolucionan con sulógica específica y donde interesa analizar suarticulación. Donde mejor se ilustra esta pro-puesta es en el estudio de la industrializaciónpor sustitución de importaciones. Ésta se ba-sa en una estrategia económica de crecimien-to autosuficiente, con un Estado soberanoque a su vez respeta la soberanía de los otros

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Iconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 21, Quito, enero 2005, pp. 115-117.© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.

ISSN: 1390-1249

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Estados, y que es planificador y reguladoreconómico. La sociedad civil se articula a tra-vés de pactos corporativos: es la exaltación delpueblo visto como un ser virtuoso que se en-frenta maniqueamente a la oligarquía y alclientelismo que permea a las institucionesdel Estado. Ya que se privilegia el desarrollonacional se subordinan las ciudadanías civil ypolítica a la ciudadanía social.

Frente a este panorama, Delich demuestracómo esta articulación entre estado, nación,sociedad civil y mercado colapsó por muchosmotivos. En parte, porque no todos estabanincluidos en dichos pactos. Los pobladoresurbanos que en gran parte viven del llamadocomercio informal son un buen ejemplo.Además, muchas demandas de los movimien-tos sociales trascendieron a la lógica corpora-tiva, presentando propuestas de autonomíacomo son las luchas por los derechos huma-nos. El mercado rebasó las limitaciones de laspolíticas proteccionistas y demostró las inefi-cacias, cuellos de botella y distorsiones de es-te modelo de desarrollo económico.

Por otro lado, este libro plantea el estudiode temas fundamentales para crear una agen-da de investigación que ayude a comprenderlas dinámicas de nuestras sociedades. Porejemplo, contrastando los excelentes trabajossobre la oligarquía peruana de los años 60,Delich nos invita a estudiar el carácter y laforma del poder de las nuevas élites, tema quepor lo demás ha sido descuidado. Delich tam-bién nos invita a estudiar a las clases mediasque fueron analizadas sistemáticamente porúltima vez en los años 50.

Me quiero detener en dos aspectos deagenda de investigación planteada por Fran-cisco Delich: el estudio de los mecanismos deintegración de los marginales y el estudio dela ciudadanía. Con razón anota Delich, “lamarginalidad se construye como un orden almargen de la legalidad” (p.73). Ejemplos deesto son la construcción de viviendas ilegalesy la inserción en el trabajo informal. De esta

observación Delich pasa a sostener que lamarginalidad tiene prácticas sociales que sedesenvuelven fuera del Estado y fuera delmercado. Y concluye, a la manera de la viejaescuela de Francfort, que “la televisión reem-plaza al púlpito, la escuela, la familia y la ve-cindad… las imágenes dicen más que los dis-cursos, que la retórica y el logos” (p.74).

Para empezar, varios trabajos antropológi-cos y sociológicos demuestran las integracio-nes entre los mercados formal e informal.Además, los informales y quienes habitan enlos barrios periféricos se auto-organizan y sonorganizados por los partidos políticos y por elEstado en redes clientelares que permiten elacceso, aunque sea limitado, a una serie debienes y servicios, incluidos la informaciónsobre con quién hablar y en nombre de quiénpara acceder a los derechos de salud, educa-ción y hasta a puestos de trabajo. Los infor-males no viven en situaciones de anomia ydesorganización. Al contrario, la organiza-ción es clave para su sobrevivencia. Sin orga-nización no se pueden invadir terrenos, lu-char por su legalización, ni conseguir obras deinfraestructura. La organización de los infor-males y de los pobladores en dichas redestampoco puede ser vista únicamente desdeperspectivas utilitarias de intercambios de vo-tos por favores. En muchos casos, sobre todopara los punteros y caciques que están cerca-nos a los políticos que trabajan en los barrios,estas relaciones crean sentimientos de solida-ridad, de pertenencia a los partidos políticose identificaciones tales como la de peronista.

Por último, varios estudios empíricoscuestionan las tesis de que las imágenes reem-plazan a las palabras en la política latinoame-ricana. La imagen del espectador aislado ymanipulado por las imágenes parece tenerpoca validez empírica pues varios estudiosilustran cómo las imágenes televisivas son dis-cutidas en los barrios y analizadas en común.

Si bien las percepciones de desorganiza-ción, anomia y manipulación por parte de los

reseñas

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Reseñas

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medios no llevan a preguntas fructíferas deinvestigación, me parece que las situacionesde ilegalidad en que los marginados viven nosayudan a comprender las dificultades por laimplementación de ciudadanías. Como lo de-muestra elocuentemente Delich, la ciudada-nía se conformó con características particula-res en la región. Esta no se basó en el respetoa los derechos civiles que garantizan las liber-tades individuales de la arbitrariedad del Es-tado y de los ciudadanos poderosos. Tampo-co siempre se respetaron los derechos políti-cos. A diferencia de las frágiles ciudadaníaspolítica y civil, la ciudadanía social fue la másfavorecida a través de los privilegios de lospartícipes en los pactos corporatistas, de laspolíticas distributivas del Estado, y de las po-líticas integradoras de la nación.

Las luchas por los derechos humanos y encontra de la corrupción ponen sobre el tapetela búsqueda de derechos civiles y la construc-ción de un Estado de derecho al que tambiénse exigen libertades políticas, todo esto en uncontexto de recorte de los derechos sociales.¿Qué pasa con los marginales? ¿Qué tipo deluchas privilegian? ¿Buscan y pueden accedera la ciudadanía? La ciudadanía política es lacarta que tienen los marginales para ser toma-dos en cuenta y poder negociar el acceso abienes, servicios y aún empleos. El voto, co-mo dice Carlos Vilas, opera como su tarjetade crédito. Pero este acceso limitado a dere-chos sociales no se basa en la igualdad de to-dos ante la ley, ni en los derechos y obligacio-nes que esta contempla. Más bien se accede alos derechos universales establecidos en lasconstituciones en calidad de personas espe-ciales que son los clientes de un partido polí-tico tal, o que van en nombre de un políticoo de un notable particular. El problema esque esta búsqueda de soluciones a problemasconcretos de la sobrevivencia, si bien puedeser exitosa en garantizar que la persona nece-sitada acceda a bienes y servicios, garantizaque este sistema basado en la desigualdad y en

la falta de derechos se perpetúe. Se crea un ci-clo en el cual, como la igualdad ciudadana nogarantiza la protección ante la policía o laatención en las dependencias estatales, losmecanismos no universalistas sino particula-ristas serán los que funcionen en obtener es-tos bienes tan necesitados.

Repensar América Latina, en definitiva,cumple con su objetivo al retarnos a estudiarlas complejidades de las diferentes transfor-maciones sociales con mecanismos teóricosque den cuenta de esta diversidad y que ana-licen las especificidades del mercado, el esta-do y la sociedad civil sin dogmáticamente sos-tener la preeminencia de alguno de estoscampos. Pero este texto al igual que la mayorparte de reflexiones que generalizan sobre La-tinoamérica privilegia las experiencias de lospaíses grandes de la región. Creo que es un re-to, a partir de las herramientas conceptualesde este texto, comparar las experiencias de losgrandes con las de los países pequeños.

Carlos de la TorreProfesor-investigador Flacso-Ecuador

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Reseñas

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Guillaume Fontaine, Editor,Petróleo y Desarrollo Sostenible en Ecuador. 2. Las apuestasFlacso, Quito, 2004

Aclaradas la regla del juego en el primer librode la trilogía sobre la explotación petrolera enel Ecuador, este segundo libro aborda el im-pacto y las consecuencias para el país de lapolítica petrolera y su relación con el desarro-llo sostenible, como base para un examen dela sociedad y el Estado. Las Apuestas muestrael debate de los últimos 25 años y nos prome-te, para el futuro, la discusión de la democra-cia y el petróleo.

Cuatro temas y una diversidad de vocesexpresan el desarrollo del debate y el conteni-do. Las apuestas son sobre la experiencia, lapolítica petrolera, los derechos territoriales yla consulta previa. Las voces vienen de repre-sentantes de fuerzas e instituciones compro-metidos en la realización de la política petro-lera ecuatoriana -en funciones de gobierno y

administración de entidades del Estado-, jun-to a las de líderes sociales e indígenas, acadé-micos, expertos y consultores internacionales.

Un primer aporte del libro es dejar senta-do que el petróleo no es un tema de expertos.Su problemática incorpora cada vez más en sudiscusión a pobladores, actores sociales y es-tudiosos de los temas. La riqueza que produ-ce es de tal dimensión que su análisis es elcentro de discusión, ya sea por la fuente y lacalidad de los crudos, el precio de intercam-bio, la cantidad de productos obtenibles de sutransformación y los usos que se le puede dar.

Un segundo aporte, y no menos impor-tante, es sobre los temas del debate. Un exa-men de esa realidad implica observacionesanalíticas sobre los impactos producidos porlos intereses de las empresas contratantes, lalegitimidad social de las actividades y la per-cepción que la sociedad tiene de la forma ymanera de esa producción de riqueza, el des-tino de la renta y su distribución, la prioriza-ción de las necesidades que se cubren con losingresos petroleros, los impactos en la culturay las regiones de los territorios productores,todo ello a partir de los puntos de partida yde un acuerdo básico establecidos constitu-cional y jurídicamente.

La discusión sobre los recursos económi-cos plantea los intereses de tres posiciones: elEstado y el Goberment Take, los inversionistasy la rentabilidad, y la sociedad y la forma dedistribución de la renta. El inversionista tieneen realidad dos intereses básicos: obtener eldominio y la propiedad sobre los recursos yoptimizar la tasa de ganancia; por ello, lascondiciones de contratación o tipos de con-trato las convierte no sólo en disputa por losderechos sobre el subsuelo sino que, a la vez,parece estimular la competencia nacional en-tre países del área por mejores condiciones

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Iconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 21, Quito, diciembre 2005, pp. 118-120.© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.

ISSN: 1390-1249

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contractuales (que signifiquen menores gastose inversiones). El argumento es muy sencillo:la infraestructura ayuda a desarrollar merca-dos difíciles de financiar, por ello se defiendela idea de que el Estado aumente gastos de in-fraestructura en el desarrollo de las zonas pe-troleras. Pero además, los megaproyectos tras-cienden las fronteras nacionales: en el proyec-to latinoamericano de integración, en aplica-ción de la Cumbre presidencial de Miami de1994, consta la construcción de la carreteradenominada Corredor de los llanos Caracas-Bogotá-Quito, de la que está en ejecución lostramos Baeza-Tena y Puyo-Macas en Ecuadory la Conexión vial Cuenca-Méndez-Morona(Ecuador-Perú) que está aprobado1.

El Estado como responsable de la adminis-tración de los recursos y la distribución de losingresos nacionales, debe dar cuenta de dosaspectos: el destino de la renta y (el Gober-ment Take) cuánto toma el Estado, es decir,cuánto corresponde a los ecuatorianos por laactividad extractiva del petróleo. Esta segundaexpresión es propia de los inversionistas paramedir su tasa de ganancia, pero la aplican co-mo condición de negociación ante los estadosy como estrategia de comunicación.

Para dejar claro este papel del Estado, esnecesario resaltar que la renta petrolera es laremuneración internacional de un recursonatural nacional, entendida como remunera-ción a la propiedad, y no como sinónimo deingreso. Se origina en la exportación y se dis-tribuye por medio del gasto público; se distri-buye después de haber ingresado al fisco na-cional, es decir, después de la exportación.Por tanto, de la forma contractual se deriva elmonto de la renta y es indicativo del valor dela propiedad (Mommer 1989:15-40). A me-nor participación tenemos una propiedad demenor valor. El precio se establece internacio-nalmente y la renta se distribuye a través delpresupuesto. Por ello, lo que corresponde a

Ecuador significa el disfrute de su riqueza; sinembargo los datos que presenta el libro sobreel análisis de los impuestos pagados en el2002 (p.64) muestran extrañamente que lascompañías están trabajando a pérdida. Es de-cir, es el país quien se queda el “sin pecado ysin el género”, lo que implica preguntas sobreel control a los contratos, sus actividades de-rivadas y sobre el cobro de regalías.

Estas dos posturas nos llevan a un terceractor: la sociedad (en la cual se procesa el ne-cesario debate sobre el medio ambiente, la de-finición de la propiedad de la amazonía y eldominio de la naturaleza). Una voz en el libronos dice: “Las compañías transnacionales,que consideran que el petróleo es un recursoestratégico para el nuevo milenio, por sus es-casas reservas propias, al no poder cambiar defuentes de energía, estarán más dispuestas aapoderarse de estos recursos y, en ningún ca-so, reconocerlos como derecho legítimo delos pueblos ancestrales de la región (p. 113).

No podemos dejar de lado que en esta dis-cusión Ecuador, Colombia y Perú compartenuna extensión amazónica rica también en pe-tróleo, y que las compañías petroleras tienenel sueño de acceder al Amazonas, lo cual, ensu lógica capitalista, no es posible si antes ex-propiar a las comunidades del dominio sobreel medio ambiente.

Las étnias apenas están siendo incluidas enla discusión. Una real inclusión implica el re-conocimiento real -no simbólico- de la auto-nomía territorial de los pueblos indígenas, entanto “una competencia reconocida y respeta-da externamente para disponer las propiasnormas respecto del territorio determinado”(p. 142). Es decir, el reconocimiento a su au-todeterminación como pueblo. El mecanis-mo de la consulta previa establecido por elconvenio 169 de OIT habilita espacios de co-municación para la legitimación de la explo-tación petrolera y de la contratación efectua-da por el Estado, con resultados de reconoci-miento de derecho fiscal, protección de me-

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1 Ver www.iirsa.org

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dio ambiente y la posibilidad de mejorar ladistribución de ingresos petroleros y la redis-tribución equitativa de la renta petrolera (p.208).

La aplicación del proceso de consulta pre-via, si bien es un avance, todavía no trascien-de el carácter simbólico de la consulta. Esmuy pronto poner en ella el único camino dediscusión del futuro uso y disfrute de los re-cursos petroleros, para dar por inaugurada“una nueva etapa”, que haya transformado lastradicionales prácticas petroleras. Este debateaún requiere de mucha conversación y mu-cho estudio y elaboración.

En resumen, en cada página el libro gene-ra una pregunta. Es una puerta de entrada aun debate sobre la democracia, su forma derelacionarse con el medio ambiente, la formacomo dispone de los recursos naturales delsubsuelo, y cómo comprendemos nuestrapropia sociedad. Tal vez será el tema de la ter-cera parte de la triada.

Pedro Elías Galindo LeónDoctorante en Ciencias SocialesFlacso-Ecuador

Bibliografía

Mommer, Bernard y Asdrúbal Baptista,1989, “Renta Petrolera y DistribuciónFactorial del Ingreso”, en Mommer, Ber-nard y Hans-Peter Nissen, coordinadores,¿Adiós a la Bonanza? Crisis de la Distribu-ción del Ingreso en Venezuela, Ildis-Cendes-Editorial Nueva Sociedad, Venezuela, Ca-racas.

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