Revista Criterio Nº 2417 - Agosto 2015

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CriterioFUNDADA EN 1928 - AÑO LXXXVII - Nº 2417

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EDITORIAL. ¿Poder Judicial independiente?

IGLESIA. Impresiones del viaje de Francisco a Ecuador. Rolando Calle (Quito)

IGLESIA. Francisco cercano al pueblo boliviano. Víctor Codina (La Paz)

IGLESIA. Un pueblo que “puede”. Silvano Malini (Asunción)

IGLESIA. Los Estados Unidos en espera del Papa argentino. Peter Casarella (Indiana)

IGLESIA. Ciencia y religión ante el desafío verde. Ignacio Pérez del Viso

IGLESIA. Francisconomía integral, no sólo ecología. Juan Carlos de Pablo

IGLESIA. Enseñanzas sobre el ambiente y la sociedad. Raúl A. Estrada Oyuela

IGLESIA. El papa Francisco y el populismo económico. Samuel Gregg (Michigan)

HISTORIA. San Martín, de militar revolucionario a “Padre de la Patria”. Roberto Di Stefano

SOCIEDAD. #NiUnaMenos, una oportunidad de unidad. Raúl Buffo

POLÍTICA. Superar las confrontaciones. Conrado Echagüe

ECONOMÍA DEL CONOCIMIENTO. Los “tigres asiáticos”.Arturo Prins

COMENTARIO. Reflexiones sobre el Grupo Consenso. Vicente Espeche

LECTURAS. Salir del desaliento. Pedro Antonini

CINE. Una vida sin vocación. Daniel Sendrós

LECTURAS. La pregunta detrás de la obra. Ignacio J. Navarro

DEBATE. El Aleph olvidado. José María Poirier

LECTURAS. Sorbiendo esencias. Rosa Rubolino

LIBROS.

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DIRECTORJosé María Poirier

VICEDIRECTORESGustavo Irrazábal y Diego Botana

SECRETARIA DE REDACCIÓNRomina Ryan

CONSEJO DE REDACCIÓNEnrique Aguilar, Pedro Antonini, María Bestani, Roberto Di Stefano, Vicente Espeche Gil, Jorge E. Fernández, Alejandro Frere, Elena Kiyamu, Eduardo López Rivarola, Luis D. Mendiola, Ricardo Murtagh, Juan G. Navarro Floria, Ernesto A. O’Connor, Norberto Padilla, Arturo Prins, Ángela Sannuti y Claudia Touris.

CONSULTORESMaria Clara Bingemer (Río de Janeiro), Antonio M. Battro, Natalio Botana, Rafael Braun, Pablo Capanna, Bruno Forte (Chieti-Vasto), Carlos M. Galli, Olegario G. de Cardedal (Salamanca), Víctor M. Fernández, Austen Ivereigh (Londres), Santiago Kovadloff, Juan J. Llach, Marcelo Montserrat, Laura Moreno (Madrid), Alberto Petrecolla y Rafael Velasco.

DISEÑO, DIAGRAMACIÓN Y PRODUCCIÓN GRÁFICA:Juan Cordero Impresión: Latin Gráfica S.R.L.

Suscripciones para la Argentina:Precio de tapa $ 60Anual $ 720Semestral $ 360Débito mensual por tarjeta: $ 60Suscripciones anuales para exterior:Países limítrofes U$S 230Resto de América y del mundo U$S 300Cheques y Giros extendidos a la orden de Fundación Criterio.Está prohibida la reproducción total o parcial de la presente edición de CRITERIO amparada por la ley 11.723.Registro de Propiedad Intelectual Nº 672.062. ISSN 0011-1473.Impreso en la Argentina.

Es una publicación de Fundación Criterio.Tucumán 1438 - PB (C1050AAD) Buenos AiresTelefax: 4371-6889 / Tel.: 4371-6759comunicacion@revistacriterio.com.arwww.revistacriterio.com.arHorario de oficina: lunes a viernes de 10 a 16 hs.

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EDITORIAL

¿Poder Judicial independiente?

El primer semestre del año estuvo signado por una enorme cantidad de decisiones políticas relevantes, tendientes a consolidar los distintos candidatos que disputarán la prime-ra magistratura en octubre. En para-lelo, y de manera sostenida, la mayo-ría oficialista en el Congreso, con la aquiescencia y soterrada motivación del Poder Ejecutivo, puso la mira so-bre el Poder Judicial. Por una parte, y con dudosa legali-dad, la Comisión de Juicio Político de la Cámara de Diputados inició una suerte de investigación prelimi-nar para poner en duda la capacidad del doctor Carlos Fayt para ejercer su cargo como Ministro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.Por otra parte, en breve trámite, el 10 de junio pasado el Congreso, sólo con los votos del Frente para la Vic-toria, aprobó la Ley N° 27.145, que regula el procedimiento para la de-signación de jueces subrogantes.Quizá convenga repasar rápidamen-te ambas cuestiones.La Corte Suprema de Justicia de la Nación está compuesta por cinco miembros, a instancia de la actual Presidente, Cristina Fernández de Kirchner, cuando era senadora y presidenta de la Comisión de Asun-tos Constitucionales, durante el mandato de Néstor Kirchner. Si ha-

cemos un poco de historia, en 1990 el presidente Carlos Menem, con apoyo del Congreso, incrementó el número de miembros de la Cor-te de 5 a 9 y llenó las vacantes con abogados amigos, lo que provocó la famosa “mayoría automática”, todo con la anuencia del Senado Nacio-nal. Con posterioridad a la crisis de 2001, y ante la clara indicación de que esa composición no avalaría la pesificación asimétrica impuesta por el gobierno de Eduardo Duhalde, el presidente Néstor Kirchner, a po-cas semanas de su asunción, utilizó la cadena nacional para solicitar la renuncia, o en su caso el inicio del juicio político, a los integrantes de la “mayoría automática”. Esta acción provocó la dimisión o remoción de varios miembros, lo que motivó la designación de reemplazantes.En este marco, el entonces presi-dente Kirchner estableció un loable proceso de designación de miem-bros de la Corte, en donde –previo a someter un nombre a consideración del Senado– se abría un plazo de im-pugnaciones y opiniones vinculadas a las capacidades del postulante, lo que permitió un sano debate público sobre las características de los poten-ciales integrantes.Así fue que el Poder Ejecutivo pro-puso a figuras como Ricardo Lo-

renzetti, Elena Highton de Nolasco, Carmen Argibay y Eugenio R. Za-ffaroni. Todos ellos convivieron con los miembros no renunciantes o no sometidos a juicio político, que fue-ron Augusto C. Belluscio, Enrique S. Petracchi, Carlos S. Fayt y Juan Car-los Maqueda.Es en ese contexto que la actual Pre-sidente propuso y aprobó una ley mediante la cual se volvió a estable-cer en 5 el número de integrantes de la Corte, dejando en claro que no era la intención del Gobierno con-tar con futuras vacantes para llenar, de manera de garantizar una justi-cia independiente.Así, la actitud del gobierno kirchne-rista frente a la Corte fue valorada por todo el arco político y la socie-dad, en el entendimiento de que se había buscado afirmar la idea de una Corte Suprema independiente. Quedará para los estudiosos evaluar el contenido de las sentencias, para ratificar o no esta visión general.Hoy, a causa del fallecimiento de dos integrantes (Petracchi y Argibay) y la renuncia de otros dos (Belluscio y Zaffaroni), la Corte quedó con 4 miembros, uno de los cuales es Car-los S. Fayt, un juez casi centenario. Cambiando diametralmente lo ac-tuado en el inicio de su Gobierno, el kirchnerismo pretendió cubrir la

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vacante con un postulante sin mé-ritos ni experiencia, que no logró hasta ahora la mayoría especial re-querida para su designación. Por otra parte, pretende remover a Fayt, sin razón constitucional alguna. La norma que rigió la designación de este juez es clara cuando dice que su cargo se mantiene mientras dure su buena conducta.El instrumento del juicio político permitiría removerlo en caso de mala conducta, para lo cual es necesario que se expida la Cáma-ra de Diputados con una mayoría de dos tercios de sus miembros, que el oficialismo no tiene. En caso de que con esa mayoría especial se resolviera iniciar el juicio político, competería a la comisión acusadora ordenar las diligencias del caso para demostrar el mal desempeño y otor-gar al acusado el elemental derecho de defensa. Carente de tales núme-ros, el oficialismo ha inventado un procedimiento de “investigación preliminar”, para determinar las condiciones “psicofísicas” del juez Fayt. Se trata de una maniobra bo-chornosa que agravia a un juez que, más allá de su edad, ha sido siempre digno y probo.En definitiva, este relato contextual, aunque extenso, es necesario para comprender que lo que se busca es subordinar la Justicia al Poder Ejecu-tivo. El gran cómplice de este accio-nar es el Congreso, que debería ser quien limite las ambiciones del Eje-cutivo de turno y mantenga al Poder Judicial a resguardo de estos ataques. Hoy, este muro de contención está roto y ambos poderes se ensañan con el Judicial.Dicho sea de paso, es también in-

Ahora bien, una manera de contro-lar indirectamente el Poder Judicial es mediante la generación de vacan-tes que deban cubrirse con suplen-tes, los cuales no gozan de la misma estabilidad que los titulares. En este sentido, se trata de un trabajo de pinzas, consistente en bloquear o no nombrar jueces titulares en los juzgados desocupados y designar a los suplentes amigos, con mayorías simples. Esto con el agravante de que el suplente puede removerse con las mayorías simples. Además, en mu-chísimos casos se trata de funciona-rios que están concursando para car-gos titulares y dependen del favor de los gobernantes para acceder a ellos. La pregunta cae de maduro: ¿de qué independencia va a gozar un juez “suplente”, si puede ser removido in-mediatamente por una mayoría po-lítica circunstancial, y además aspira a hacer carrera judicial? En la actua-lidad está vacante aproximadamente el 25% de los cargos de jueces en la justicia nacional y federal. Lo que resumimos precedentemen-te es lo que el oficialismo logró con la ley de subrogancias, con un agra-vante mayor: los suplentes pueden ser abogados que no hayan sido nunca funcionarios judiciales, ni acrediten antecedentes, experiencia ni idoneidad.Entonces, ¿cuál será la calidad e in-dependencia de lo que resuelva un juez subrogante? En estos casos, los incentivos estarán firmemente ali-neados para que sentencien en sin-tonía con la mayoría simple que los designa y remueve. Porque, en defi-nitiva, los dos tercios que conforman la supermayoría para designar y re-mover jueces por parte del Consejo de la Magistratura y del Senado ga-rantizan la estabilidad judicial y pro-tegen la independencia, hoy eludida de manera burda por estos mecanis-mos de presión ideados por el ofi-

aceptable la actitud de la oposición en el Senado, que se ha juramenta-do no aprobar ningún candidato a la Corte que el Ejecutivo proponga, cualesquiera sean sus méritos, lo que implica el abandono o liso incumpli-miento de los deberes institucionales de los senadores.A la maniobra ilegal contra el juez Fayt hay que sumar el segundo de los hechos a los que aludimos al inicio, que es la ley de subrogancias

aprobada por el Congreso. Cuan-do hablamos de s u b r o g a n c i a s , nos referimos a “suplentes”. Vale decir, jueces que ocupa n ca rgos vacantes, que no fueron debida-

mente cubiertos por los mecanis-mos que prevé la Constitución.Un juez se mantiene en sus funcio-nes mientras dura su buena con-ducta. El cargo es vitalicio para los designados antes de 1994, y has-ta los 75 años para los designados bajo el actual texto constitucional, y goza de estabilidad. Esto encuen-tra su razón de ser en la necesidad de equilibrar los poderes del Esta-do. Un juez no puede ser removido por mayorías del poder de turno y tampoco puede ser designado por las mismas mayorías. Requiere de dos tercios (sea en el Senado o en el Consejo de la Magistratura), de manera que quien ejerza el poder en un tiempo determinado no pue-da designar jueces con una mayoría simple y circunstancial.Lo que describimos es un principio básico de la democracia republicana. El juez es designado por una super-mayoría, y removido de la misma manera. Esto le garantiza la estabili-dad necesaria para administrar justi-cia de modo imparcial.

EDITORIAL

A la maniobra ilegal contra el juez Fayt hay que sumar

la ley de subrogancias aprobada por el Congreso.

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Luisa ValmaggiaAtando cabos

Lunes a Viernes

de 16 a 17.30

Radio Cooperativa AM 770

cialismo. La independencia judicial, cabe decir, no es una garantía para los jueces: es para los ciudadanos, para todos nosotros.Este mecanismo es inconstitucional, y así lo están comenzando a declarar algunos jueces y Cámaras de Ape-laciones a los que se les formula el planteo. Veremos qué es lo que re-suelve la Corte Suprema.El servicio de justicia, reiteramos, es clave en una democracia republica-na. Que los ciudadanos puedan per-cibir que los juicios llegan a término, que las condenas se cumplen y que las denuncias se investigan de ma-nera objetiva es fundamental para la salud democrática. Por el contrario, los manoseos sobre el Poder Judicial han causado ya un daño institucio-nal enorme. Si todos los días en la tapa de los diarios está en cuestión la idoneidad, la independencia y la honorabilidad de los jueces, la ciu-

dadanía pierde irremediablemente la confianza en ellos: en los cuestio-nables, y también en los muchos dig-nos, que los sigue habiendo.La creación de comisiones inves-tigadoras como la que se orquestó contra el juez Fayt o la maniobra de pinzas pensada por el oficialismo respecto de la ley de subrogancias apuntan directamente hacia el cora-zón de nuestro sistema republicano: la subordinación de los jueces a una mayoría circunstancial.Esa fue, justamente, la razón primor-dial de quienes pensaron nuestra Constitución: evitar la concentra-ción de poder y la arbitrariedad. Hoy los límites son difusos y el Poder Judicial pierde credibilidad. Los po-líticos en campaña, si quieren volver a cierto cauce de normalidad, deben tomar cartas en el asunto e indicar de manera precisa cuál es su visión sobre el Poder Judicial.

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IGLESIA

Impresiones del viaje de Francisco

a Ecuador

Rolando Calle (Quito)Sacerdote jesuita, comunicador social y rector del colegio San Gabriel de Quito

La visita del Papa, muy esperada por todos,

sobrepasó las expectativas de católicos, obispos y

gobierno ecuatoriano.

ciones de los científicos más confia-bles, en los hechos más conocidos y aceptados, y en el sentido común de todo habitante de la Tierra co-nocedor del peligro que enfrenta nuestra casa común.Por otro lado, los escenarios socio políticos de los tres países que el Papa ha visitado tienen muchas si-militudes. Lo que ha dicho Francis-co en un país se complementa con lo dicho en otro. El telón de fondo sigue siendo el claro entramado de ideas y verdades de la encíclica; a ella tendremos que recurrir para llegar al fondo de las intervenciones papales en nuestros tres países.

La contribuciónmás importanteLaudato si ha recogido los conceptos más fuertes de la Doctrina Social de la Iglesia y los ha expresado clara-mente y sin ambages: el sistema ac-

Millones de ecuatorianos ovaciona-ron al Papa, asistieron a sus misas, escucharon sus discursos y se con-movieron por su genuino interés por cada persona que encontró, sa-ludó y bendijo. Prácticamente todos los ciudadanos lo vieron en algún momento en televisión. La mino-ritaria oposición política al actual Gobierno quedó esperando que el Papa oyera sus quejas y sus versio-nes de “la verdad”.Pero para realizar un balance serio de la visita papal debemos mirar un poco más atrás.Francisco llegó al Ecuador con el discurso bien pensado, coherente y claro de Laudato si, la encíclica pre-parada por meses y que contó con el concurso de muchas personas de variada procedencia científica, ideológica y religiosa. El resultado es un documento que presenta un discurso apoyado no tanto en los dogmas de la Iglesia ni en las ver-dades eternas sino en las constata-

tual de mercado es perverso, fallido y causante de inaceptables inequidades sociales y, en buena parte, del alar-mante deterioro de la casa común, la Tierra. Con esto, el Papa ha ampliado el concepto de “ecología ambiental” hasta el de “ecología integral”, que incluye no sólo los problemas am-bientales de la Tierra sino que mues-tra cómo debemos entender el tema para solucionarlo: todo está interre-lacionado; no podemos resolver lo ambiental si no lo relacionamos con lo social y cultural. Necesitamos “un cambio que toque al mundo entero porque hoy la interdependencia pla-netaria requiere respuestas globales a los problemas locales”, dijo Francisco en Santa Cruz, Bolivia.Después de casi setenta horas de es-tadía en Ecuador, el Papa dejó mu-chos corazones entusiasmados y es-peranzados. Pero el éxito o fracaso del viaje papal a América latina no dependerá del número de personas que lo hayan ovacionado en las calles

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cursos del Papa. En Ecuador ya se ha comenzado a hablar, en ambientes educativos, de cómo introducir en la realidad diaria del aula los grandes requerimientos de Laudato si. ¡Ojalá no se queden en buenos deseos!

El corazónAdemás de las ideas y conceptos, cabe destacar el impacto de los ges-tos e imágenes del papa Francisco en todos los actos en los que inter-vino. Los ecuatorianos nos hemos quedado impresionados de la aten-ción indivisa del Papa a cada perso-na, la preocupación auténtica por los más pequeños y necesitados, la voluntad de escuchar, de ver en pro-fundidad, de salir de su papel de au-toridad cuando hacía falta y asumir el papel de un hombre desarmado y pecador como cualquier otro, encontrándose con otro ser huma-no, frágil y limitado como él. Este hombre que denuncia con fuerza al sistema de mercado, acoge con res-peto y genuina preocupación a cada persona con quien se encuentra en el camino. Y no era una actuación, sino una manera de ser auténtica y contagiosa. Una actitud que no po-día venir sino del corazón.

cía un paisano suyo, “hay gente a la que no le va a gustar todo esto”.2. La educación, que está siendo re-mozada en nuestro continente con ingentes inversiones estatales y con acciones e inversiones importantes en la educación católica, debe incluir en su nuevo diseño una educación para la ciudadanía ecológica (LS 211), buscando un nuevo estilo de cuidado y compasión por la natura-leza y por cada ser humano, especial-mente por los más pobres, tratando de crear y encontrar un nuevo estilo de vida de sobriedad compartida que dé como resultado una alianza sus-tentable entre humanidad y ambien-te (LS 203-208).El Papa, al parecer, tiene claro el pa-pel determinante de la educación en este complicado proceso de formar generaciones diferentes, que no sólo comprendan sino que vivan la eco-logía integral.Ahora bien, uno de los recursos de cambio más eficientes con que cuen-ta la Iglesia latinoamericana es, sin duda, su red de instituciones educa-tivas. Tomar en serio el viaje de Fran-cisco sería tomar en serio Laudato si y, por lo tanto, tratar de reorganizar la escuela católica desde los grandes desafíos propuestos por la encíclica y remarcados en las homilías y dis-

o que hayan asistido a sus misas. El verdadero éxito de su viaje depen-derá del seguimiento que las iglesias locales hagan de Laudato si. Todos los discursos papales tienen relación directa con la encíclica, que nos sirve de gran marco conceptual y de refe-rente para entender su pensamiento y el momento vivencial por el que camina Jorge Bergoglio. Y, seguramente, esa respuesta de-penderá de la tendencia ideológica de pastores y líderes católicos. Pocos se atreverán a llamarle comunista al Papa, pero los que estén alineados con los grandes poderes socio eco-nómicos tratarán de minimizar el impacto y el valor de Laudato si por todos los medios, incluido el olvido.

Dos pilaresPara los que quieran aprovechar la presencia de Francisco y pasar de la emoción a la acción, les puede ser útil reflexionar sobre dos de los temas mencionados en Ecuador y relaciona-dos directamente con la encíclica:1. El actual sistema socio político económico de mercado ha fallado, dicen la encíclica y las intervencio-nes del Papa. Este no es un tema nuevo en América latina. Cambiar el sistema ha sido por décadas una necesidad sentida por generaciones de latinoamericanos. Pero hablar de ello era exponerse a ser catalogado de comunista o revolucionario, con las peores connotaciones que esos dos términos podrían evocar. Sólo el Papa podía, como lo ha hecho Francisco, referirse al tema en toda su crudeza y ser tomado en serio por todos, hasta por los grandes poderes de este mundo. “Digámoslo sin mie-do: queremos un cambio, un cam-bio real, un cambio de estructuras”, dijo en Santa Cruz, Bolivia. “El papa Francisco se la está jugando”, me de-

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IGLESIA

Francisco cercano al

pueblo boliviano

Víctor Codina (La Paz)Sacerdote y teólogo jesuita, profesor en la Universidad Católica de Cochabamba.

La convocatoria del Papa al II Encuentro

internacional de movimientos populares en Bolivia

reforzó la idea de considerarlos como una esperanza

de cambio social duradero.

del mar: no muros sino puentes. Pero sería injusto reducir el mensaje papal a este problema. Hubo muchos otros signos y mensajes. Entre los primeros está la cercanía al pueblo, los abrazos y besos a niños y ancia-nos, el cariño con que se acercó a los privados de libertad en el penal de Palmasola, donde dijo que para Dios no hay rejas y que la reclusión no sig-nifica exclusión. Otro gran momento simbólico y profético fue la breve parada junto al lugar donde se encontró el cadá-ver del sacerdote jesuita Luís Espinal (1932-1980), acribillado a balazos por predicar una fe unida a la justi-cia. Francisco oró brevemente y dijo que “su compañero Espinal” predicó la libertad del evangelio; esto moles-tó y lo mataron.

No es fácil resumir en pocas líneas este viaje maratoniano de Francisco a Bolivia, donde la población se des-vivió y lo recibió con gran calidez. El pueblo esperó durante horas para ver pasar el papamóvil por La Paz en un ambiente frío o para poder parti-cipar de la gran eucaristía de Santa Cruz. Había gran expectación, hubo emoción y lágrimas. El pueblo boliviano demostró una vez más su ser sencillo y profunda-mente religioso, con una fe arraigada en siglos de tradición, que en algu-nos momentos incluso podía derivar en papalatría o en magia.A nivel internacional tal vez lo que causó mayor impacto fue la petición de Francisco de que las diferencias entre países se resuelvan con un au-téntico diálogo… como en el tema

La visita del Papa al II Encuentro internacional de movimientos po-pulares también fue muy significati-va, pues demostró que la Iglesia no sólo apoya la lucha por “el trabajo, el techo y la tierra” sino que pone en estos movimientos de base, no en las elites, la esperanza de un cambio so-cial duradero.Los mensajes del Papa tuvieron una dimensión no sólo eclesial, sino que Francisco salió de los muros de la Iglesia a la calle y se dirigió a la so-ciedad civil. Seguramente su alocu-ción a los movimientos populares fue la más revolucionaria. No cayó en la trampa de bendecir sin más el actual proceso de cambio ni de ali-nearse con la oposición boliviana, sino que fue a la raíz de la actual situación socio-política mundial y

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ESTUDIO JURÍDICO QUINODOZFUNDADO EN 1946

• Roberto Ramón Quinodoz +• Roberto Carlos Quinodoz• Esteban Pablo Quinodoz• Ángel Daniel Eugenio Quinodoz• Sebastián Marcos• Fernando Andrés Quinodoz• María Evangelina Quinodoz

AbogadosSan Martín 228 (E3100AAS) Paraná - Entre Ríos

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pidió sustituir la lógica del descarte por la de la inclusión, propiciar un cambio no impuesto desde arriba sino fruto de una conversión que desea otro modelo de sociedad y otro estilo de relación con la natu-raleza. Retomando las propuestas de Laudato si, exhortó a una eco-logía integral que cuide de las per-sonas, la familia y la tierra. Criticó duramente la idolatría del dinero que genera exclusión y descarte, y animó a un nuevo paradigma de vida que no sólo afirme el lema an-dino –no mientas, no robes, no seas flojo– sino que integre a todos los excluidos: niños, jóvenes, mujeres, indígenas, ancianos, hacia un desa-rrollo que respete los valores de la

dignidad humana y la riqueza de las culturas, al servicio de los pueblos y en defensa de la madre tierra.En este proceso de cambio, Francis-co exhortó a los cristianos a jugar un papel determinante, ser fermento y luz, anunciar la alegría del evange-lio. Que los ministros y consagrados escuchen al pueblo, que no lo hagan callar sino que se acerquen al “santo Pueblo de Dios”. Les dijo que no se sientan de una casta ni de una elite superior, que recuerden sus orígenes y no sean capataces sino pastores. Hay que acoger al pueblo, mostrar-le la ternura y misericordia del Pa-dre, curar sus heridas, acompañarlo. Con sinceridad reconoció el Papa que la Iglesia participó en el geno-

cidio de indígenas en la época de la conquista y pidió por ello perdón a Dios. Pero reconoció que tanto ayer como hoy no han faltado voces pro-féticas que se han distanciado del sistema colonial y han acompañado y defendido al pueblo indígena. Se puede resumir el mensaje papal en estos puntos: acercarse con ter-nura al pueblo excluido, anunciarle un evangelio que exige un profundo cambio personal, familiar, social y ecológico, y denunciar las injusticias de un sistema que no va más y de una ideología que descarta al pueblo débil y destruye nuestra casa común de la tierra. Hay que volver a Fran-cisco de Asís, hay que volver sobre todo al alegre evangelio de Jesús.

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IGLESIA

Un pueblo que “puede”

Silvano Malini (Asunción)

Una detallada crónica de la visita del papa Francisco a

la capital de Paraguay, su última parada en el viaje por

Sudamérica.

de Ñu Guasú. También lo hizo el monumental retablo del presbiterio, realizado por el artista Koki Ruiz, con 20 artesanos, utilizando 32 mil espigas de maíz, 200 mil cocos de campo, mil calabazas y cereales, con el concurso de la gente del pueblo misionero de Tañarandy, que cada año da vida en su proprio terruño a un triduo pascual que une religiosi-dad popular y arte que entró de dere-cho en la cultura paraguaya.El contacto “personal”, simple y profundo que el Santo Padre es-tableció con la muchedumbre fue constante, y los más privilegiados fueron los de siempre: enfermos, discapacitados, ancianos, niños, las reclusas del Buen Pastor y todo “descartado” de la sociedad. Antes de la llegada de Francisco, una desánimo casi general se había adue-ñado de la gente. La resignación y el pesimismo parecían ganar. En esta situación, el anuncio de la visita del Pontífice había concitado esperanza. Los paraguayos se reconocen como un pueblo sumiso, ya sin fuerza de reaccionar frente a sus gobernantes, electos en base a la negociación por el voto de la mayoría de los electo-

Cansados de “narcopolítica” y escán-dalos cada vez más inocultables y, sin embargo, siempre impunes; y de una salud, educación y prosperidad para pocos, los paraguayos depositaban en Francisco mucha esperanza, pero tampoco esperaban de él milagros.La generación de los “papa boys” de los años ‘80 tenía muy presente que la anterior y primera visita de un Papa (Juan Pablo II) al país se había dado justo un año antes de la caída del régimen de Alfredo Stroessner, y que sin dudas ese histórico aconteci-miento eclesial había tenido que ver con el revés de un régimen por otra parte ya debilitado. La preparación de la visita del Papa Bergoglio movilizó a la Iglesia ente-ra, pero pocos creían que los jóvenes de hoy pudieran tener el protago-nismo de los de 1987. Parecía faltar esta vez la cuota de heroismo que había sido necesaria y motivadora en esa recordada visita. Finalmen-te, llegaron a ser más de 80 mil los “servidores”, que conmovieron con su entrega sacrificada y siempre son-riente. Un coro de 520 integrantes (se postularon más de 1.500) asom-bró a los 1.200.000 fieles en la misa

res (los pobres e indigentes), a su vez persuadidos de que las elecciones no son más que una zafra de oportuni-dades ofrecidas por políticos intere-sados en las ventajas que otorga el poder como forma de vida y sustento para sus clanes familiares. Sin em-bargo, a los representantes de 1.500 organizaciones de la sociedad civil, Francisco les dijo que “Paraguay no está muerto”. “Veo en ustedes la savia de una vida que corre y que quiere germinar. Y eso siempre Dios lo ben-dice –les dijo–. Hay cosas que están mal, sí. Hay situaciones injustas, sí. Pero verlos y escucharlos me ayuda a renovar la esperanza en el Señor, que sigue actuando en medio de su gente”. Fue un bálsamo en las heri-das de las tantas batallas perdidas en las que la dignidad y la autoesti-ma fueron pisoteadas. El paraguayo es un pueblo en búsqueda de una identidad todavía fragmentada, que hasta hoy se nutre del orgullo por la valentía demostrada en las guerras y en otras adversidades y de la cultura y de lengua guaraní como elementos cohesionantes. Pero no basta para conformar la identidad de un pueblo. El Papa dio algunos estímulos en

Periodista residente en Paraguay.

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ESTUDIO JURÍDICOPORTESI Y ASOCIADOS

FUNDADO EN 1940

• Juan Antonio Portesi • Ignacio Antonio Respuela

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Abogados

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e-m: [email protected]

este sentido. En el encuentro con los “actores de la sociedad paragua-ya por una cultura de la confianza” (éste fue su lema), Bergoglio expresó alegría y esperanza por “la cantidad y variedad de asociaciones compro-metidas en la construcción de un Paraguay más próspero”, y pronun-ció un discurso valiente y novedoso, en continuidad con lo que dijo en Bolivia a los movimientos sociales. Ambas intervenciones, como es opi-nión también del portavoz vaticano, Federico Lombardi, muestran un notable coraje de parte del Pontífice, una “originalidad de pensamiento” que explicita y actualiza la Doctri-na Social de la Iglesia y la capacidad de Francisco de impulsar procesos de cambio, expresión que le gusta mucho, como dijo en Santa Cruz. En palabras de Lombardi, “es cohe-rente” con la condena de un sistema económico global que no funciona y que produce “descartados”, que él mismo promueva la búsqueda de “soluciones desde la perspectiva de quienes sufren esas consecuencias, y no de quienes las provocan”.En el encuentro paraguayo, la mis-ma composición del auditorio que escuchó al Papa demostró valentía. Seguramente sólo la Iglesia podía reunir bajo un mismo techo a líderes campesinos, sindicales, de entidades de solidaridad, empresarios, coo-perativas, de los 19 pueblos nativos del país, e incluso dos exponentes de organizaciones pro gay. Lo subrayó

también monseñor Adalberto Mar-tínez, secretario general de la Con-ferencia Episcopal paraguaya, pre-sentando el evento al Santo Padre. Semejante convocatoria no es menor en un país que hace 30 años sólo contaba con un 10% de las organiza-ciones ciudadanas existentes hoy. A ellos, Francisco impartió una clase de diálogo real y concreto, el que cuesta pero permite avanzar, con pequeños pasos, hacia un pro-yecto común. La base es “asumir el conflicto” que nace de la diversidad, que incomoda, pero que puede con-ducir a una unidad que enriquece, que no anula, dijo Bergoglio. Tam-bién habló del “amor a la patria” como “identidad de un país” y de-nunció la corrupción, “gangrena” y “polilla” de un pueblo que “si quiere mantener su dignidad, tiene que desterrarla”. La identidad es “la base fundamental” del diálogo, y no se “negocia”. Cada cultura aporta si no se cierra en sí misma. La “cultura del encuentro” es el presupuesto. Un magisterio indispensable.En las citas con los distintos grupos, Francisco atendió todos los pedidos. Como en Ecuador y en Bolivia, con distintas matices, existía el temor de que se buscara instrumentalizar la presencia del Pontífice para fines políticos. Pero, salvo episodios muy menores, hay que reconocerle al Go-bierno paraguayo una valentía de la que muchos dudaban: nadie se calló. Presidente y Ministra de Educación

fueron abucheados en dos instan-cias, la segunda, en presencia del Papa. Habitantes del marginal barrio del Bañado Norte, parcialidades in-dígenas y campesinos, todos acérri-mos opositores, pudieron expresar a veces con vehemencia sus reclamos. En todos los lugares, cabe subrayar, el Santo Padre se dirigió antes que nada a los católicos, en línea con una visita fundamentalmente pastoral.Si bien cuidadoso, el Papa no fue di-plomático. Se puso claramente del lado de los pobres, de los “descarta-dos”. Pero no atacó a nadie, sólo a las miserias humanas. Por el contrario, invitó a todos a sumarse a “procesos de cambio” sin “apuntar el dedo” a los presuntos culpables. “No pien-sen: ‘qué bien lo que el Papa le dijo a Fulano..., No. ¿A quién se lo dijo? A mí”. En el Bañado, después de escu-char las enérgicas denuncias de dos vecinas (“para las autoridades somos “un estorbo para las inversiones”), enfatizó: “No podía estar en Para-guay sin estar con ustedes, sin estar en ésta ‘su’ tierra”. Después de subra-yar la necesidad de solidaridad entre pobres, imploró: “¡Y no dejen que el diablo los divida!”.Por cierto, los problemas son dramá-ticos. Pero si muchos pequeños gru-pos se unen y dialogan creativamente para proponer un modelo económi-co “con rostro humano”, puede exis-tir la esperanza –que en Francisco es convicción– de que “otro modelo de desarrollo es posible”.

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IGLESIA

Los Estados Unidos en espera del Papa

argentino

Peter Casarella (Indiana)Profesor de Teología de la Universidad de Notre Dame

Expectativas en el país del norte ante la próxima

visita de Francisco, con una agenda política y

pastoral que impactará más allá de sus fronteras.

Pero hay otros procesos de cambio de igual importancia. Entre los jó-venes está creciendo un indiferen-tismo (lo que un sociólogo católico denomina “moralistic, therapeutic Deism”), pero entre los adultos ca-tólicos la polarización política se extiende a una dinámica eclesial frágil y fragmentada. Las posiciones políticas y sociales del papa Francisco han sido repor-tadas regularmente pero la informa-ción muchas veces presenta posicio-nes exageradas, sin equilibrio. Por ejemplo, su famosa respuesta al pe-riodismo “Quién soy yo para juzgar a un gay?” ha sido interpretada por algunos políticos de izquierda como apoyo público e incondicional al ma-trimonio igualitario. Por otro lado, las citas sobre la evidencia científica del calentamiento global condujeron rápidamente a los defensores más ar-dientes del mercado libre a repudiar al Papa. En efecto, para algunos cató-licos Francisco es el pregonero de un progresismo católico estadouniden-

El 23 de septiembre llegará el Papa a los Estados Unidos después de una peregrinación de cuatro días en la isla cubana. Su primer even-to será la bienvenida del presidente Barack Obama en la Casa Blanca. Los siguientes cuatro días incluirán el primer discurso en la historia del país de un Papa frente al Congreso, la canonización del más importante misionero de California, fray Juní-pero Serra; una probable defensa de Laudato si en la ONU y un en-cuentro con el Congreso Mundial sobre la Familia pocos días antes de la apertura de la Sínodo sobre la fa-milia en Roma. ¿Qué esperan los estadounidenses del Papa? ¿Qué encontrará Francis-co? Entre la cuarta y la quinta parte de la población estadounidense es católica y de ese total, una tercera parte es hispana. En este sentido, las proyecciones demográficas se incli-nan por el crecimiento de esa cifra, con lo cual el futuro de la Iglesia está en manos de los hispanoparlantes.

se que ya conocen, y para otros es la prueba del acecho de un populismo económico que siempre amenaza desde el sur. La visita ofrecer enton-ces la oportunidad de restablecer el retrato auténtico. Sin embargo, la comunicación del su propio mensaje será el desafío más grande.En realidad el Papa ya tiene un perfil público en sus diversas proclamacio-nes sobre la realidad social. La inclu-sión de los pobres en la sociedad es un buen ejemplo. La necesidad de ir a las periferias sugiere una nueva estructura para la teología y la pas-toral. Los efectos diabólicos de la es-tructura actual del capitalismo glo-balizante no es muy fácil de entender para quienes no comparten una mi-rada global del modelo económico neoliberal que ha prevalecido en los Estados Unidos casi desde sus oríge-nes. En cambio, la espiritualidad ra-dicalmente franciscana en Laudato si y la crítica fuerte al consumismo no deben ser suavizadas frente a los norteamericanos.

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los Estados Unidos.1 La inclusión del migrante tiene entonces una historia más larga y profunda que la de otros países en la Iglesia en América y los norteamericanos deben ser invitados a recordar su propia herencia en este campo. Además, hay una tradición católica norteamericana de obras caritativas y de volunteerism (que no es el voluntarismo) que fue evidente en el compromiso de Santa Francisca Cabrini (1850-1917) con los pobres de Chicago. El papa Benedicto, en su penúltima audiencia general, elogió a Dorothy Day (1897-1980), periodis-ta y fundadora del movimiento y del periódico The Catholic Worker. Su-brayó el camino espiritual por el cual una mujer atea y socialista puede lle-gar, con la gracia de Dios, a testificar el vínculo esencial del compromiso litúrgico con el discipulado misio-nero en favor de los marginados. La memoria testimonial de Day, pre-gonera (en las palabras de Benedic-to) de “una adhesión consciente a la Iglesia” y a la vez “una vida dedicada a los desheredados”, pudiera ser una huella importante que deja el Papa argentino durante su peregrinación histórica a los Estados Unidos.

1 Véase Emilce Cuda, “Inclusión social e inmi-gración: posibilidades a partir de la experien-cia católica norteamericana del siglo XIX”, Revista Teología Tomo XLVII, Nº 101 (Abril 2010):117-138.

Como Pablo VI, Francisco tiene mu-cha confianza en la pedagogía del testimonio. Por eso canonizará al mi-sionero franciscano Junípero Serra durante su visita a la Basílica del San-tuario de la Inmaculada Concepción en Washington. Y hay otros modelos de santidad que el Papa argentino puede destacar para señalar su apoyo a la fe mestiza del pueblo y ponerse la patria al hombro. Llegando desde Cuba y pasando por Nueva York, por ejemplo, merece la pena un homena-je al sacerdote de la isla que encontró refugio político en la arquidiócesis de Nueva York, padre Félix Varela (1788-1853). “Recordemos que ‘el ser ciudadano fiel es una virtud y la

participación en la vida política es una obligación moral’ dice Evan-gelii Gaudium, n. 220”, cita por la Conferencia de Obispos Católi-cos de los Esta-dos Unidos. Para Varela, “no hay

patria sin virtud”. En sus varios escri-tos y compromisos pastorales, Varela aplicó este compromiso social a una nueva forma de educación política y moral. Otra figura importante ha sido el obispo John Ireland (1838-1918) que apoyó un liberalismo republica-no conservador en la época en que existía una persecución tremenda contra los migrantes irlandeses en

El Papa conversó el 27 de marzo de 2014 en el Vaticano con el Presidente Obama sobre la reforma migratoria. Algunos activistas en la delegación de los Estados Unidos presentaron al Papa el caso de la niña mexicana Jersey Vargas, que estaba indocu-mentada e iba a perder contacto con su papá, detenido por el gobierno es-tadounidense, en caso de que fuera deportado. La intervención del Papa ante Obama culminó con un cambio positivo en cuanto a la situación de la familia Vargas. Fue un ejemplo pas-toral en el marco de una situación que es grave y mucho más amplia. Por otro lado, los norteamericanos saben que el Papa fue responsable de abrir el diálo-go que permitió la reinstauración de las relaciones diplomáticas con Cuba. También ha demostrado, durante un en-cuentro con una delegación de la Universidad de Notre Dame y el cardenal Donald Wuerl de Washington, que el disci-pulado misionero debe incluir una definición amplia y factible de la libertad religiosa, que tiene actuali-dad tanto en las universidades y hos-pitales católicos como en los sitios del culto. En fin, el Papa no ha sido hasta ahora indiferente a la política específicamente estadounidense.

El Papa ya tiene un perfil público en sus diversas proclamaciones sobre la

realidad social. La inclusión de los pobres en la sociedad

es un buen ejemplo.

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IGLESIA

Ciencia y religión ante el desafío verde

Ignacio Pérez del VisoProfesor en la Facultad de Teología de San Miguel

Entre ponderaciones a su encíclica verde, el Papa ha

recibido alguna observación porque la religión no debería

interferir en las cuestiones científicas. A veces ha sido

criticado por influir en la política. Nos preguntamos ahora si

no ha invadido la autonomía de la ciencia.

El contexto religiosoEn la sección específica (n.199), nos recuerda el Papa que no debemos limitarnos al “marco cerrado” de las ciencias empíricas, olvidando lo estético, lo ético y lo religioso. Los valores éticos universales, ¿pueden ser descartados por el hecho de ha-ber surgido en el contexto de una creencia religiosa? Confirmando esa línea, digamos que los derechos humanos no pierden valor porque hayan surgido en el contexto tradi-cional de los Diez Mandamientos. Y Francisco da un paso más. Sostiene que los principios éticos no pueden presentarse “de un modo puramen-te abstracto”. Reaparecen siempre “bajo distintos ropajes” y se expre-san “con lenguajes diversos, incluso religiosos”. Digamos que el “no ma-tar” es una formulación abstracta.

El papa Francisco, en su re-ciente encíclica “verde” Lauda-to si, habla como obispo pero también como líder moral de la humanidad. Todos los cre-yentes pueden suscribir sus afirmaciones, incluso sus pre-guntas, ya que él se siente pe-regrino de la Verdad. Por eso, al analizar la relación entre la ciencia y la fe en el terreno de la ecología, no podemos limitar-nos a la fe católica. La encícli-ca termina con dos oraciones que pueden ser compartidas, la primera por los creyentes de todas las religiones y la se-gunda por los fieles de todas las Iglesias. Y dedica un acápi-te de tres números (199-201), “Las religiones en diálogo con las ciencias”, a la exposición de esta problemática.

En la Biblia, en cambio, aparece en forma de pregunta dirigida al pri-mer homicida, Caín: “¿Dónde está Abel, tu hermano?”. La discusión actual sobre la pena de muerte pare-ce otra formulación abstracta. En el Evangelio, en cambio, Jesús afirma: “El que esté sin pecado que tire la primera piedra”. Hacer desaparecer a alguien, como ocurrió en la Ar-gentina, parece también una for-mulación muy genérica. En cambio, anunciar que se ha ubicado al nieto nº 100, hijo de una desaparecida, constituye un avance significativo. El contexto religioso de la recon-ciliación, ofrecido por los obispos, no encubre al núcleo ético, sino que lo profundiza. Lo vemos en el caso del nieto de la Carlotto, cuya fami-lia se ha reconciliado con los padres adoptivos, superando los cuestiona-mientos jurídicos previsibles.

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rrarse en los límites de su propio len-guaje”. En los tiempos modernos, ha surgido la filosofía del lenguaje, con sus aperturas y sus limitaciones. Ya los antiguos hablaban del lenguaje apofático, mostrando las limitacio-nes de todo lo que afirmamos sobre el más allá. Cuando decimos que Dios es “eterno”, tenemos la sensa-ción de haber dado un paso seguro hacia la esencia divina. Pero quizás es más lo que nos alejamos, porque lo encerramos en nuestras categorías temporales, diciendo que ha exis-tido siempre y siempre existirá. De modo similar, cada ciencia posee su lenguaje propio, que le permite acer-carse a la verdad y con frecuencia alejarse algo de ella. Cada vez nos aproximamos más, en millonésimas de segundo, al Big-Bang original. Y podemos alejarnos de la realidad al sostener que antes de esa explosión no hubo nada, aunque tal vez esto sea cierto, o afirmar que todo surgió porque tenía que surgir, cuando en nuestra experiencia lo que se produ-ce posee una causa.A la reflexión sobre el lenguaje pro-pio de cada ciencia, añade el Papa la virtud y el riesgo de la especiali-zación, que “tiende a convertirse en aislamiento”. Esto lo percibimos dia-riamente en las ciencias médicas, ya que un especialista nos deriva a otro. Y en el cuidado de la naturaleza han surgido especializaciones. ¿Cómo alimentar a la población mundial actual, cuyo crecimiento no cesa, sin caer en las modificaciones genéticas?Por último, después del diálogo entre las religiones y entre las ciencias, pro-pone Francisco un diálogo “abierto y amable entre todos los movimientos ecologistas, donde no faltan las luchas ideológicas”. La distancia entre las po-siciones extremas de los ecologistas es mayor que la existente entre algunos

ceso y acompañarlo desde adentro, porque no somos extraterrestres, no estamos fuera de la naturaleza.

Un triple diálogoNos invita el Papa a un diálogo ge-neral para “afrontar adecuadamente los problemas del medio ambiente” (n.201). En primer lugar, un diálogo entre todas las religiones, conside-rando que la mayor parte de los habi-tantes se declaran creyentes. Diálogo abierto al misterio de lo trascenden-te y, al mismo tiempo, sumergido en lo inmanente, es decir, “orientado al cuidado de la naturaleza, a la defen-sa de los pobres, a la construcción de redes de respeto y de fraternidad”. Estos fines parecerían responder, unos a la dimensión trascendente, como la fraternidad (por tener un mismo Padre en el cielo), otros a la inmanente, como el cuidado de la naturaleza. Sin embargo, esa divi-sión sería sólo conceptual, ya que lo trascendente se encarna en lo inma-nente. San Agustín sintió que Dios es más íntimo a mí que yo mismo.

Esto nos permite una relectura del proceso de la evo-lución hasta llegar al hombre. Como sostenía Teilhard de Chardin, hay en la materia una tendencia hacia la complejidad que le permite orga-nizarse como vida

vegetal, animal y humana. Esa ten-dencia es una atracción divina, más interior a la materia que sus partícu-las elementales.En segundo lugar, “es imperioso también un diálogo entre las ciencias mismas, porque cada una suele ence-

La personalidad de san FranciscoDespués de haber ponderado lo positivo del “contexto religioso” (n.199), señala el Papa las “infide-lidades” de los creyentes que han llevado al maltrato de la naturaleza (n.200). A veces “hemos sido infieles al tesoro de sabiduría que debíamos custodiar”. Volvamos a las palabras de Jesús sobre tirar la primera pie-dra. Los ideales de la Revolución Francesa cayeron bajo la guillotina y el sueño de las Bienaventuranzas agonizó bajo la Inquisición. Pero no seamos pesimistas, ya que es posible el regreso a las fuentes. Para ello, los creyentes deberán “beber en lo más hondo de sus propias convicciones sobre el amor, la justicia y la paz”.Una de esas fuentes es la personali-dad de san Francisco de Asís, donde lo poético, como en san Juan de la Cruz, proyecta lo religioso más allá de sí mismo. Podemos pensar: cui-demos la naturaleza porque es un bien. Francisco nos dice: amemos la naturaleza porque es hermosa. Las Cataratas del Iguazú, la Quebra-da de Humahuaca, los lagos de Barilo-che, la Península de Valdés, responden a esa mística. Lo que no es bueno posee sólo una hermosura aparente, como los abrigos de pieles. La religión nos mues-tra el plan de Dios sobre la creación. La ética hace que nos sintamos res-ponsables del planeta. La poesía nos permite soñar con los nietos que he-redarán algo hermoso. Aunque no lo diga el Papa expresamente, las cien-cias nos permiten conocer este pro-

A la reflexión sobre el lenguaje propio de cada ciencia, añade el Papa la virtud y el riesgo de la especialización, que

“tiende a convertirse en aislamiento”.

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ecologistas y otros ajenos a ese movi-miento. La posición más extrema de los ecologistas consiste en afirmar que el ser humano es el mayor enemigo de la naturaleza. Si la especie humana se extinguiera, dicen, la naturaleza po-dría sobrevivir. La idea de que la es-pecie humana se extinga, sin que por ello desaparezca el mundo que co-nocemos, es posible y no contradice a la fe cristiana. Pero el movimiento ecologista extremo convierte esa po-sibilidad en necesidad. Comprende-mos entonces las luchas ideológicas al interior de este movimiento y la nece-sidad de que el diálogo sea “amable”, según la expresión del Papa.

Heredaránun mundo mejorFrancisco ha mencionado tres tipos de diálogo para el cuidado de la na-turaleza: entre las religiones, entre las ciencias, entre los ecologistas. ¿Y el diálogo entre estos tres tipos de entidades, que nos interesa a todos? ¿De qué nos sirven las conclusiones que sacan las religiones por un lado, o las ciencias y los movimientos eco-logistas, por otro?En principio, el Papa no ingresa en este nivel sino que opta por exponer las condiciones de posibilidad de este triple diálogo. No pretende reempla-

zar a los científicos ni a los ecologis-tas. Lanza un llamado para que cada grupo beba más en su propia fuente, de modo que sea más auténtico. No propone directamente medidas a adoptar para salvar a la naturaleza. Lo que pretende insuflar es un nuevo espíritu, que se percibe en diferentes documentos de la Iglesia, pero con un estilo personal de Bergoglio-Francis-co, ya que concluye este acápite con una sentencia muy propia de él, que “la realidad es superior a la idea”. Mu-chas de las ideas ecologistas son ver-daderas y el riesgo de extinción de la especie humana debe ser examinado. Pero hay una realidad superior a esa

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idea, y es la voluntad de que nuestros descendientes hereden un mundo mejor, más equilibrado, más fraterno y más hermoso.A lo largo del texto encontramos constantes referencias a la ciencia, que desbordan las condiciones de po-sibilidad de un diálogo. Pondera “los progresos científicos más extraordi-narios” (n.4), se refiere al “lenguaje de las matemáticas o de la biología” (n.11), desea “asumir los mejores frutos de la investigación científi-ca actualmente disponible” (n.15), se apoya en “un consenso científico muy consistente, que indica que nos encontramos ante un preocupante

calentamiento del sistema climático” (n.23), advierte que “numerosos estu-dios científicos señalan que la mayor parte del calentamiento global (…) se debe a la gran concentración de gases de efecto invernadero” (n.23), conside-ra “admirables los esfuerzos de cientí-ficos y técnicos que tratan de aportar soluciones” (n.34), afir-ma que “es necesario invertir mucho más en investigación” (n.42), etc. En síntesis, la lectu-ra de la encíclica se con-vierte en una peregri-nación conjunta entre la ciencia y la fe.

A lo largo del texto encontramos constantes

referencias a la ciencia, que desbordan las condiciones

de posibilidad de un diálogo.

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IGLESIA

Francisconomía integral, no sólo ecología

Juan Carlos de Pablo

“No se trata de hablar tanto de ideas, sino sobre todo de las motiva-ciones que surgen de la espirituali-dad para alimentar una pasión por el cuidado del mundo. Porque no será posible comprometerse en co-sas grandes sólo con doctrinas sin una mística que nos anime”, afirmó el papa Francisco en el párrafo 216 de Alabado seas, la encíclica de 192 páginas dada a conocer a mediados de junio de 2015.

Las líneas que siguen plantean una reflexión en el plano de las ideas, aún a riesgo de ser acusado de ma-linterpretar el escrito del Sumo Pon-tífice. No sólo eso, también me voy a permitir una interpretación muy personal de la encíclica, seguramen-te complementaria de las restantes, según la cual en Alabado seas la cuestión ecológica ocupa cierto es-pacio, pero el núcleo del documento radica en la cosmovisión que tiene el papa Francisco, del ser humano y de las instituciones políticas y económi-cas que nos rigen.

Entiéndaseme bien. No estoy diciendo que la cuestión ambien-tal no sea importante dentro de las preocupaciones papales, ni que carezca de importancia en el mun-

“Dado que el mercado tiende a crear un mecanismo consumista compulsivo para colocar sus produc-tos, las personas terminan sumergi-das en la vorágine de las compras y los gastos innecesarios. El consumis-mo obsesivo es el reflejo subjetivo del paradigma tecnoeconómico… Tal paradigma hace creer a todos que son libres mientras tengan una supuesta libertad para consumir, cuando quienes en realidad poseen la libertad son los que integran la mi-noría que detenta el poder económi-co y financiero” (203).

Sistema político. “El siglo XXI, mientras mantiene un sistema de gobernanza propio de épocas pasa-das, es escenario de un debilitamien-to de poder de los Estados naciona-les, sobre todo porque la dimensión económico-financiera, de caracte-rísticas transnacionales, tiende a predominar sobre la política. En este contexto se vuelve indispensable la maduración de instituciones inter-nacionales más fuertes y eficazmente organizadas” (175).

“Llama la atención la debilidad

de la reacción política internacional. El sometimiento de la política ante la tecnología y las finanzas se muestra

do actual. Lo que estoy diciendo es que gran parte del texto de Alabado seas podría reproducirse sin mo-dificar, en una encíclica que se hu-biera ocupado de la indigencia o la discriminación.

. . .A continuación reproduzco al-

gunas afirmaciones extraídas de la encíclica, representativas del men-saje general del pensamiento papal (el número que aparece entre parén-tesis corresponde al párrafo, en el texto original).

Apelación a cada persona. “Je-sús vivía en armonía plena con la creación. No era un asceta separado del mundo o enemigo de las cosas agradables de la vida” (98). “Hay un modo de entender la vida y la ac-ción humana que se ha desviado y que contradice la realidad hasta da-ñarla” (101). “El hombre y la mujer del mundo posmoderno corren el riesgo permanente de volverse pro-fundamente individualistas” (162). “Internet genera un nuevo tipo de emociones artificiales, que tienen que ver más con dispositivos y pan-tallas que con las personas y la natu-raleza” (47).

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en el fracaso de las Cumbres mun-diales… La alianza entre la econo-mía y la tecnología termina dejan-do afuera lo que no forme parte de sus intereses inmediatos” (54). “Las negociaciones internacionales no pueden avanzar significativamente por las posiciones de los países que privilegian sus intereses nacionales sobre el bien común global” (169). “Urgen acuerdos internacionales que se cumplan, dada la fragilidad de las instancias locales para intervenir de modo eficaz” (173).

Sistema económico. “Los recur-sos de la tierra están siendo depre-dados a causa de formas inmedia-tistas de entender la economía y la actividad comercial y productiva” (32). “Los poderes económicos continúan justificando el actual sistema mundial, donde priman una especulación y una búsqueda de la renta financiera, que tienden a ignorar todo contexto y los efec-tos sobre la dignidad humana y el medio ambiente. Así se manifiesta que la degradación ambiental y la degradación humana y ética estén íntimamente unidas” (56).

“Conviene evitar una concep-ción mágica del mercado, que tien-de a pensar que los problemas se resuelven sólo con el crecimiento de los beneficios de las empresas y los individuos” (190). “El principio de la maximización de la ganancia, que tiende a aislarse de toda otra conside-ración, es una distorsión conceptual de la economía” (195). “La estrategia de compraventa de bonos de carbono puede dar lugar a una nueva forma de especulación, y no servir para re-ducir la emisión global de gases con-taminantes. Este sistema de ninguna manera implica un cambio radical a la altura de las circunstancias” (171).

“Desacelerar un determinado

ritmo de producción y de consu-mo puede dar lugar a otro modo de progreso y desarrollo” (191). “Ha llegado la hora de aceptar cierto de-crecimiento en algunas partes del mundo, aportando recursos para que se pueda crecer sanamente en otras partes” (193). “Es urgente avanzar en una valiente revolución cultural. Nadie pretende volver a la época de las cavernas, pero sí es indispensa-ble aminorar la marcha, para mirar la realidad de otra manera” (114). “Los términos medios son sólo una pequeña demora en el derrumbe. Simplemente se trata de redefinir el progreso” (194).

Afirmaciones empíricas, cuanto menos discutibles. “El crecimiento de los últimos dos siglos no ha sig-nificado en todos sus aspectos un verdadero progreso integral y una mejora de la calidad de vida” (46). “Se desperdicia aproximadamente un tercio de los alimentos que se producen” (50).

. . .¿Qué “dice” el papa Francisco,

en Alabado seas? Deliberadamente clasifiqué las afirmaciones que aca-bo de reproducir, entre aquellas re-feridas a cada una de las personas en particular, por un lado, y las que tienen que ver con el actual sistema político y económico por el otro. Va-mos por partes.

En el plano personal, nos invi-ta a reflexionar sobre la manera en la cual estamos encarando nuestras vidas, por ejemplo, si estamos equi-librando el esfuerzo para conseguir bienes, con el tiempo dedicado a los afectos, a apreciar la belleza de un cielo estrellado o la sonrisa de un niño. Reflexión apropiada, porque así como para los economistas los

gustos o las preferencias de las per-sonas son un dato, le cabe a un líder religioso invitar a cuestionar las con-ductas observadas.

Pero, siempre en el plano per-sonal, el Papa Francisco no se detie-ne allí. Explica, vía conspiraciones, que lo que nos impide elegir co-rrectamente cómo asignar nuestras energías, es el “lavado de cerebro” que realizan los productores, para colocar sus productos. El ideal de vida no es el de Mahatma Gandhi, pero la desesperación por vivir “pe-gado” al teléfono celular no surge de la naturaleza humana o una nece-sidad genuina, sino de las distintas formas de propaganda.

Exactamente lo mismo ocurre con los sistemas político y econó-mico. El daño que personas y em-presas ocasionan al medio ambiente constituye lo que los economistas denominamos deseconomías ex-ternas, situaciones en las cuales “el mercado falla”, porque en ausencia de regulaciones a ninguna persona le conviene caminar hasta el tacho de residuos para tirar la botella vacía, o a ninguna empresa eliminar el mal olor o los ruidos que ocasiona.

El ámbito municipal alcanza para corregir algunas fallas (ejem-plo: la que ocasionan los ruidos molestos), otras requieren una coordinación mundial (ejemplo: el deterioro de la capa de ozono). Las dificultades en lograr acuerdos entre Estados derivan del hecho de que a cada uno de los agentes eco-nómicos que deteriora el medio am-biente, le conviene que los demás lo cuiden y él (o ella) no, de la misma manera que a cada uno de nosotros nos conviene que el resto de los au-tos circule por el carril derecho y nos deje libre el izquierdo.

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Pero como en el caso de la ape-lación a la persona, también cuando se refiere al sistema político y econó-mico el papa Francisco plantea una visión conspirativa. Según la cual, tanto la política como la economía han sido cooptadas por malvados, que sólo piensan en sí mismos y dis-frazan sus móviles glorificando la economía de mercado, las privatiza-ciones, etc. En particular, las institu-ciones financieras.

Es importante diferenciar entre conspiraciones y explicaciones cons-pirativas. Si alguien me dice que, producto de un atentado, dentro de cinco minutos la Casa Rosada vola-rá por los aires, le pregunto ¿cómo lo sabe? y me muestra la bomba que

piensa colocar de inmediato, estoy delante de una conspiración, es de-cir, un hecho, y ante los hechos lo único que cabe es rendirse. Pero si alguien me dice que las Torres Ge-melas fueron destruidas por la CIA, para hacernos creer que fue Bin La-den, estoy delante de una explica-ción conspirativa.

Los argentinos en general, y los porteños en particular, amamos las teorías conspirativas porque nos aguantamos cualquier cosa menos pasar por ingenuos. Pero no “com-pro” ninguna explicación conspirati-va, porque alienta la pereza intelec-tual. Quien se acostumbra a explicar la realidad en el plano conspirativo, deja de buscar las causas específicas

de los problemas, sin las cuales es muy difícil mejorar la realidad.

Aún si la realidad resultara de múltiples conspiraciones, se plan-tea la siguiente cuestión: ¿quién me cuida de los cuidadores? Específi-camente, ¿es un gobierno nacional, o mundial, la forma práctica de eliminar el accionar conspirativo generado por la tecnoeconomía? En base a la experiencia argentina contesto rotundamente que de nin-guna manera.

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Raúl A. Estrada Oyuela

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Enseñanzas sobre el

ambiente y la sociedad

En su encíclica Laudato si, Francisco señala la

relación directa entre la destrucción del medio

ambiente, la economía y la pobreza.

Abogado y diplomático

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IGLESIA

En Laudato si Francisco ofrece a los hombres de buena voluntad sus reflexiones sobre el ambiente y la sociedad que él considera que se encuentran en una sola y compleja crisis de nuestros días (Párrafo 139). Sus actitudes han impactado fuerte-mente en la opinión pública mun-dial desde la noche de su elección, y este enfoque asociado de los proble-mas ambientales y sociales tendrá gran repercusión, aunque algunos gobiernos, como el nuestro, hoy mi-ren para otro lado.La encíclica, un documento de je-rarquía mayor, se yergue a partir de los documentos de sus predeceso-res y tiene sus raíces en la Doctri-na Social de la Iglesia que encara la cuestión ambiental desde la teolo-gía de la creación y la encuadra en el principio del destino universal de los bienes de la tierra. Comentarla íntegramente es un ejercicio que ex-cede estas líneas.El Papa nos recuerda que el mandato del Génesis debe entenderse otorga-do al “administrador responsable” (P116) ya que, si el hombre se cons-tituyera en dominador, la base de su existencia se desmoronaría por “re-belión de la naturaleza” (P117).Denuncia el uso irresponsable y abusivo de los bienes y los niveles de consumo de los países desarro-llados y de los sectores más ricos de las sociedades, pero también expresa confianza en que la situación puede mejorar y propone que la protección de nuestra casa común incluya “la preocupación de unir a toda la fami-lia humana en la búsqueda de un de-sarrollo sostenible e integral” (P13).Es una propuesta para todos los hombres de buena voluntad que no pretende definir las cuestiones cien-tíficas ni sustituir la política, sino es-timular la deliberación y el diálogo.Entre los componentes sociales del cambio global incluye efectos labora-

les de innovacio-nes tecnológicas, exclusión social, inequidad en el acceso a la energía y otros servicios, f r a g m e nt a c i ón social, crecimien-to de la violencia y surgimiento de nuevas formas de agresividad social, narcotráfico y consumo creciente de drogas (P46).Señala que la contaminación atmos-férica “produce un amplio espectro de efectos sobre la salud, especial-mente de los más pobres”, y mencio-na los daños que se originan en el transporte, la industria, los depósi-tos de sustancias que contribuyen a la acidificación del suelo y del agua, y los elementos tóxicos utilizados en la agricultura en general. “La tecnología que, ligada a las finan-zas, pretende ser la única solución de los problemas –acota–, de hecho sue-le ser incapaz de ver el misterio de las múltiples relaciones que existen entre las cosas, y por eso a veces resuelve un problema creando otros”(P20).Claramente la cuestión del cambio climático resulta un tema principal en la encíclica y muchos comenta-ristas han relacionado el momento de su publicación con los ejercicios para preparar la conferencia de di-ciembre en París, convocada para impulsar la respuesta de los gobier-nos al cambio climático.La encíclica sostiene que es “indis-pensable crear un sistema normati-vo que incluya límites infranquea-bles y asegure la protección de los ecosistemas, antes de que las nue-vas formas de poder derivadas del paradigma tecnoeconómico termi-nen arrasando no sólo con la polí-tica sino también con la libertad y la justicia”(P53).

“Llama la atención la debilidad de la reacción políti-ca internacional” (P54), dice Fran-cisco, y declara que las reuniones “sobre el ambien-te de los últimos años no respon-dieron a las expec-tativas porque, por

falta de decisión política, no alcan-zaron acuerdos ambientales globales realmente significativos y eficaces”. La encíclica elogia la Carta de Río aprobada en 1992 y cita con enco-mio algunos de sus principios, pero es muy dura con los resultados de la conferencia Río+20. También es dura cuando dice que esperar que un político asuma responsabilida-des ambientales “no responde a la lógica eficientista e inmediatista de la economía y de la política actual”. Francisco dice que sin la presión de la población (¿hagan lío?), siempre habrá resistencia de los gobiernos a intervenir, pero con espíritu genero-so augura que si el político se atreve a asumir esos compromisos, “volverá a reconocer la dignidad que Dios le ha dado como humano y dejará tras su paso por esta historia un testimonio de generosa responsabilidad” (P181).Califica el cambio climático como un “problema global con graves di-mensiones ambientales, sociales, económicas, distributivas y políti-cas”, y sostiene que se trata de uno de los principales desafíos actuales para la humanidad. Haciéndose eco de los informes del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático, indica que “los peores impactos probablemente re-caerán en las próximas décadas sobre los países en desarrollo” y recuerda que las poblaciones de menores re-cursos están más expuestas a los efec-

La encíclica, un documento de jerarquía mayor, se yergue a partir de

los documentos de sus predecesores y tiene sus

raíces en la Doctrina Social de la Iglesia.

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y especifica que “la pérdida de selvas y bosques implica al mismo tiempo la pérdida de especies que podrían significar en el futuro recursos su-mamente importantes”(P32). En un aspecto principal y poco atendido de la crisis socio ambien-tal, Laudato si advierte que el cre-cimiento desordenado de muchas ciudades las ha hecho insalubres por la contaminación, el caos urba-no, el transporte y la contaminación visual y acústica, y sostiene también que “no es propio de habitantes de este planeta vivir cada vez más inundados de cemento, asfalto, vi-drio y metales, privados del contac-to físico con la naturaleza”.

consumismo extremo y selectivo de algunos es un modo de no enfrentar los problemas”.Como es conocido, ya se han alza-do voces –inclusive en sectores ca-tólicos– que niegan la relación de causalidad entre el despilfarro de los bienes naturales y el deterioro ambiental. La encíclica dice textual-mente que “muchos de aquellos que tienen más recursos y poder eco-nómico o político parecen concen-trarse sobre todo en enmascarar los problemas o en ocultar los síntomas”. Además del daño que se está produ-ciendo a la atmósfera, Francisco tam-bién señala la cuestión de la calidad del agua disponible para los pobres, que causa muertes todos los días, y proclama que “el acceso al agua po-table y segura es un derecho huma-no básico, fundamental y universal” (P30). Señala que los recursos de la tierra y de los ma-res “también es-tán siendo depre-dados a causa de formas inmedia-tistas de entender la economía y la actividad comer-cial y productiva”,

tos deletéreos del cambio climático. Considera “trágico el aumento de los migrantes huyendo de la mise-ria empeorada por la degradación ambiental, que no son reconoci-dos como refugiados en las con-venciones internacionales y llevan el peso de sus vidas abandonadas sin protección normativa alguna” (P25). La inequidad obliga a pen-sar en una ética de las relaciones internacionales (P50).Francisco señala que “la falta de reacciones ante estos dramas de nuestros hermanos y hermanas es un signo de la pérdida de aquel sentido de responsabilidad por nuestros semejantes sobre el cual se funda toda sociedad civil”. Cla-ramente propone cambiar los mo-delos actuales de producción y consumo y dice que “no podemos dejar de reconocer que un verda-dero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar la justicia en las dis-cusiones sobre el ambiente” (P49). “En lugar de resolver los problemas de los pobres y de pensar en un mun-do diferente –señala la encíclica–, algunos atinan sólo a proponer una reducción de la natalidad… Culpar al aumento de la población y no al

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Mendoza 634 - X5800BIN - Río Cuarto -Tel/Fax: [email protected]

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Dr. Jorge Horacio Gentile

Dr. Enrique J. Saravia

Gustavo de Guernica

Francisco Castro Villagra

Juan José Sosa

María Alicia Cadario

Diego Zárate

Federico Javier Bossi

Dr. Rodrigo E. Sánchez Brígido

María Erika Nanzer

Romina Patricia Verri

Tomás Celli

Carla Fernanda Simón

Mariana Torres

Agustín Alberto Traversaro

Juan Ignacio Cortez

Ignacio Ramón Fernández

Ignacio Javier Llarens

Matías Astegiano

Valeria Pollini Inaudi

Manuel Ángel Fernández

Iván Jorge Gallardo

Los recursos de la tierra y de los mares “también están siendo depredados a causa

de formas inmediatistas de entender la economía y la actividad comercial y

productiva”.

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Page 26: Revista Criterio Nº 2417 - Agosto 2015

IGLESIA

El papa Francisco y el populismo

económico

Samuel Gregg (Michigan)Filósofo, Director de Investigación del Acton Institute, de Estados Unidos

El autor sostiene que la idea de una tercera vía

latinoamericana entre el socialismo y el capitalismo es

un sinsentido utópico y sentimental. La versión original

de este artículo fue publicada en The Stream.

papel higiénico), el sistemático uso de la violencia contra los críticos del régimen y un completo desdén por el rule of law (el gobierno de la ley). No es homogénea la actitud de los líderes populistas de América latina hacia la única institución que no han sido capaces de dominar: la Iglesia católica. Por un lado, regularmente se enfrentan a muchos obispos católicos. En enero de 2015, una carta pastoral que publicaron los obispos de Vene-zuela describió con coraje las políti-cas del gobierno como “totalitarias y centralistas”. El régimen, agregaron los obispos, busca el control “sobre todos los aspectos de la vida de los ciudadanos y de las instituciones pú-blicas y privadas. También amenaza la libertad y los derechos de las per-sonas y las asociaciones, y ha llevado a la opresión y a la ruina en todos los países en los cuales se ha intentado”.La reacción del Gobierno a esta crí-

Desde que el fallecido Hugo Chávez llegó al poder en Venezuela en 1999, gran parte de América latina ha es-tado bajo el dominio de gobiernos populistas de izquierda. Caracteri-zados por líderes caudillescos, una retórica demagógica, la deliberada movilización de unos grupos con-tra otros (pobres contra ricos, indí-genas contra blancos), la acusación a los extranjeros por los problemas del continente, la eliminación de los jueces independientes, la nacionali-zación de grandes segmentos de la economía y los esfuerzos por des-truir a la prensa libre, todos estos re-gímenes han producido un enorme daño económico a Latinoamérica. A contramano de las enfáticas decla-raciones de algunas celebridades de Hollywood, Venezuela es el país más avanzado en el camino de una infla-ción sin freno, control de precios, escasez de productos básicos (como

tica fue el habitual discurso demagó-gico. Sin embargo, los mismos líderes populistas invocan regularmente los símbolos cristianos para legitimar sus ideologías. El regalo del presidente boliviano, Evo Morales, al Papa –aho-ra denominado “crucifijo comunista” –es un ejemplo de ello. Cualesquiera sean los motivos del ya fallecido sacer-dote que diseñó el crucifijo, el hecho de que el martillo y la hoz simbolizan el materialismo filosófico, estados po-licíacos, encarcelamientos masivos, tortura y asesinato de millones de per-sonas, no cuentan nada en el mundo más bien provincial del populismo de izquierda de América latina.

La influencia anónima de “mamón”1

Esto me lleva a referirme a algunas de las afirmaciones del papa Fran-cisco durante su visita a Bolivia. Los

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mente, no hay ninguna evidencia de que Francisco esté escuchando, por ejemplo, a cristianos que respetan su autoridad como sucesor de Pedro, que no piensan que sea socialista, que comparten su compromiso para dis-minuir la exclusión económica, pero que respetuosamente sugieren que algunos de sus comentarios econó-micos son incoherentes y poco aten-tos a las evidencias. El desinterés del Papa por otras visiones en este cam-po es extraño, ya que él reconoce que los fieles católicos pueden estar en desacuerdo acerca de cómo enfren-tar los desafíos económicos actuales. En su discurso, Francisco dijo a sus oyentes que tomaran la iniciativa en la búsqueda de alternativas para su-perar la pobreza económica. Es un buen consejo. El macro-efecto de esos esfuerzos, sin embargo, estará limitado si no hay cambios funda-mentales en las instituciones y ac-titudes en toda América latina, es decir, si no se da el tipo de transfor-mación cultural que los populistas latinoamericanos seguramente resis-tirán. Significaría, después de todo, poner fin a su poder. Pero eso tam-bién implica que los latinoamerica-nos deben abandonar sus ilusiones acerca de una “tercera vía” económi-ca latinoamericana, algo que, dada la historia económica de la región, ya hace tiempo deberían haberla deja-do atrás como lo que es: un sinsenti-do utópico y sentimental.Como me dijo un perceptivo sacer-dote y profesor en Buenos Aires al co-mienzo de este año: “¡Sólo queremos ser un país normal!” Y normalidad significa que los latinoamericanos no sólo deben decir que no a los Kirch-ners, Correas y Morales de la región sino también a sus destructivas ideas. Se trata de un mensaje que los lati-noamericanos –y quizá también el papa Francisco– necesitan oír.

1 Referencia a la riqueza convertida en un ídolo, que la Biblia condena.

acceso a los mercados globales de los países en desarrollo. Por definición, es el proteccionismo lo que constitu-ye una economía de exclusión, no el libre mercado.Del mismo modo, mientras que el historial de las corporaciones multi-nacionales en países en desarrollo no es inmaculado, son ellas sin embargo quienes han realizado las inversiones y generado los empleos desesperada-mente necesitados en América latina. Francisco lamentó que nuevas for-mas de colonialismo a menudo redu-cen naciones en desarrollo a ser me-ros “proveedores de materias primas y mano de obra barata”. Sin embargo, si los países en desarrollo dejaran de capitalizar lo que es a menudo su ventaja comparativa en la economía global –es decir, sus costos laborales más bajos y vastos recursos natura-les– es difícil de ver cómo podrían generar suficiente riqueza para sacar a millones de personas de la pobreza. Es más, cualquiera sea la “agencia de crédito” que el Papa tiene en mente, las naciones en desarrollo necesitan aportes de capital extranjero si quie-ren disminuir la pobreza.

Incoherente y poco atento a las evidenciasDicho sea de paso, el discurso de Francisco no dedicó una sola pala-bra a las contribuciones de los regí-menes populistas de América latina a los problemas de la región. En este punto, sus comentarios reflejaron un punto ciego común en Latinoaméri-ca: una renuencia a aceptar que mu-chos de los problemas de la región son auto-infligidos, y a menudo, por gobiernos elegidos por una mayoría de los votantes. Interrogado sobre el discurso papal, el vocero de la Santa Sede, padre Federico Lombardi s.j., lo describió como parte de un “diálogo”. Sin em-brago, un diálogo significativo impli-ca un intercambio de visiones en la búsqueda de la verdad. Lamentable-

movimientos populistas no son des-conocidos para Francisco. Como ar-zobispo de Buenos Aires tuvo que li-diar con los Kirchner en la Argentina y no tuvo una buena relación con ese Gobierno peronista, que dañó severa-mente a una nación que ya es sinóni-mo de autoinmolación económica en el siglo XX. Dicho esto, algunas ex-presiones utilizadas por Francisco en Bolivia la semana pasada durante el II Encuentro Mundial de Movimientos Populares no sólo se hicieron eco de algunos temas enfatizados por los po-pulismos latinoamericanos sino que también compartieron algunos de sus errores de diagnóstico sobre los pro-blemas de la región. Por cierto, todo el que haya pasado un tiempo en América latina sabe que la mayoría de esos países sufren profundos problemas económicos. Pero mientras que en su discurso el Papa afirma que el estado de bienes-tar no es la solución a estos desafíos, su análisis de las dificultades de la re-gión dejó mucho que desear. En primer lugar, Francisco habló de la injusticia producida por “un sistema”, expresión con la que parece referirse a la globalización económica. Este “sistema”, afirma, ha resultado en una “economía de la exclusión” que niega a millones de personas la bendición de la prosperidad. Luego Francisco atacó específicamente a las “corpora-ciones, agencias de crédito y ciertos acuerdos de libre comercio” como parte de la “anónima influencia de mamón” y un “nuevo colonialismo”. Es difícil diferenciar parte de esta retórica de la que utilizan los popu-listas latinoamericanos, desde el ya hace tiempo fallecido Juan Domingo Perón hasta el boliviano Evo Mora-les o el ecuatoriano Correa. Dejan-do esto de lado, uno se pregunta si el papa Francisco y sus asesores han estudiado alguna vez los respectivos méritos del libre mercado contra el proteccionismo. Mi sospecha es que no lo han hecho, ya que tarifas y sub-sidios son precisamente los que per-miten que los países ricos limiten el

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HISTORIA

determinados personajes de nues-tra historia que actuaron buscando soluciones a los problemas que a su juicio debía sortear el país. Otro motivo de interés de esos estudios es que a través de ellos podemos com-prender mejor los contextos en que se formularon esos diagnósticos de los problemas y se propusieron tales o cuales soluciones. Todo ello, vale la pena aclararlo a fin de no herir susceptibilidades, no responde en absoluto a ninguna intención de des-merecer la actuación pública de San Martín ni poner en duda sus valores como hombre público, sino simple-mente al deseo de conocer mejor el pasado, con la debida conciencia de que los próceres, al fin y al cabo son hombres de carne y hueso, y como tales también dudan, se contradicen, se confunden, se equivocan y desean

San Martín, de militar

revolucionario a “Padre de la Patria”

Roberto Di Stefano

cardo Rojas y José Pacífico Otero en los años treinta.En los últimos años ha habido inte-resantes contribuciones de historia-dores en relación con el proceso que transformó a San Martín primero en prócer y en “Padre de la Patria” des-pués. Esos estudios resultan de sumo interés por diferentes motivos. El más importante es que ponen en evi-dencia cosas que para los historia-dores son obvias –o deberían serlo–, pero que no lo son en absoluto para el común de los ciudadanos: que el hecho de que San Martín ocupe el sitial de honor en el panteón de los héroes patrios es el resultado de un proceso de construcción discursiva; que ese proceso pudo ser diferente y elevar al mismo rango a otro héroe revolucionario; que el resultado final se explica a partir de elecciones de

Quienes desde nuestra infancia más tierna fuimos sometidos a los ritua-les de la liturgia patria podríamos considerar del todo natural que el panteón de sus deidades se encuen-tre presidido por la figura del Gene-ral José de San Martín, cuya ideali-zación supo alcanzar en la escuela argentina niveles a veces delirantes. Recuerdo, por ejemplo, que una de mis maestras llegó a decirnos que San Martín era tan santo que jamás había matado a un enemigo: el céle-bre sable corvo, sostenía, lo utiliza-ba para “pegarles” a los realistas en el campo de batalla. Nunca dejé de sonreír con simpatía al recordar esa idea de mi señorita, que expresaba tan prístinamente una de las imáge-nes más sublimadas del héroe, la del “Santo de la espada” que acuñaran –principalmente, pero no sólo– Ri-

Cómo fue el proceso de construcción de la imagen

heroica del General José de San Martín desde

principios del siglo XIX.

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que la posteridad los recuerde cuan-to menos con benevolencia.El caso de San Martín es interesante, además, porque la tarea de construc-ción de su imagen heroica data de la época misma en que le tocó actuar como militar re-volucionario y fue en parte encarada por él mismo. Tras la victoria de Cha-cabuco (1817) y Maipú (1818), en diversas ciudades se realizaron actos celebrativos en los que se lo proclamó libertador y héroe, con iluminación de calles y plazas, composiciones poéticas y hasta con la colocación de su retra-to en el escenario del por entonces único teatro porteño. Por otra par-te, él mismo, en discursos y arengas pronunciados durante las campañas militares –como es el caso de una célebre proclama del 20 de agosto de 1820–, se ocupó de refutar a sus “calumniadores” y de declarar que su vida y su honor estaban enteramente consagrados a la causa independen-tista. Esa causa, decía, había sido siempre su único pensamiento, como su única ambición había sido “la de merecer el odio de los ingratos y el aprecio de los hombres virtuosos”. En los años que siguieron a las cam-

pañas de Chile y Perú San Martín debió justificar repetidamente al-gunas de sus actitudes y decisiones

pol í t ic a s , por entonces áspera-mente criticadas por parte de sec-tores de la opi-nión pública en los países en que había actuado. Por ejemplo, la decisión de haber buscado una sa-lida monárquica para el Perú, la de abandonar ese

país a juicio de muchos prematura-mente, o la de haber desobedecido a las autoridades porteñas cuando le ordenaron que interviniera en la cri-sis que condujo a la caída del Direc-torio en 1820. Las críticas hacia el prócer arreciaban en Lima, en Cuyo y en Buenos Aires tras su salida de Lima y su regreso primero a Chile y luego a las provincias argentinas. Su llegada a Buenos Aires fue salu-dada tibiamente por las autoridades, que no organizaron ninguna cele-bración oficial, mientras la prensa apenas le dedicó algunos elogios en formato reducido. Por eso tras su regreso a Europa el general se dedi-có a justificar su actuación durante las campañas militares y durante su desempeño como protector de Lima, “ordenando” sus papeles con

el objeto de explicar “los hechos y motivos sobre que se ha fundado mi conducta en el tiempo que he tenido la desgracia de ser hombre público”.Esos esfuerzos de San Martín en-contraron eco en los románticos argentinos enemigos de Rosas, al-gunos de los cuales –como Alberdi, Sarmiento y Frías– lo visitaron en Francia. Esos hombres, preocupa-dos en recuperar los valores e idea-les que consideraban propios de la Revolución y a la vez pisoteados por la dictadura de Rosas, echarían un manto de olvido sobre las preferen-cias monárquicas que en el pasado había manifestado el prócer para rescatar su contribución a la revolu-ción en clave republicana. Además, San Martín mismo dejó el encargo de entregar su archivo a un historia-dor capaz de narrar debidamente la gesta de la independencia, y la elec-ción de su yerno Mariano Balcarce recayó en Bartolomé Mitre.Esos hombres de la generación ro-mántica fueron quienes en la co-yuntura política sucesiva a Caseros encararon la tarea de reorganizar el país, superar la infinita serie de contiendas civiles, construir el Esta-do nacional y atraer los brazos y los capitales que juzgaban necesarios para encaminar a la Argentina por la senda del anhelado progreso. En ese contexto, y con esos objetivos, la figura de San Martín proporcionaba el ejemplo de un héroe de la inde-

San Martín dejó el encargo de entregar su archivo a un historiador capaz de narrar debidamente la

gesta de la independencia, y la elección de su yerno

Mariano Balcarce recayó en Bartolomé Mitre.

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HISTORIA

pendencia que había demostrado su desinteresado amor a la patria y se había negado a intervenir en las “luchas fratricidas”. El “ostracismo voluntario” de San Martín era el del prócer no suficientemente apreciado por sus contemporáneos, pero que debía serlo por la posteridad, criti-cado injustamente por haber refuta-do desenvainar su espada contra sus compatriotas. Así, motivos de crítica en la década de 1820 se transforma-ron en motivos de elogio a partir de la de 1860. La repatriación de los restos de Lavalle y Rivadavia en ese año permitían exaltar la tradi-ción liberal contra el pasado rosista, pero se trataba de próceres que no podían proponerse como símbolos de la unidad nacional, justamente a causa de su compromiso militante en los enfrentamientos entre unita-rios y federales. En 1862 Mitre, ven-cedor de Pavón y figura dominante, primer presidente electo del período de la organización nacional tras el enfrentamiento de una década entre Buenos Aires y las demás provincias, ordenó construir la estatua de San Martín en la Plaza del Retiro, anti-guo Campo de Marte, donde había funcionado el cuartel del regimiento de granaderos a caballo. El tema de la unidad nacional se advierte tam-bién en el frontis de la catedral, que data de esa misma época y represen-ta el encuentro bíblico de José (figu-ra de Buenos Aires) y sus hermanos (figura de las otras provincias). Así como la Iglesia católica eleva a los altares a santos y a santas con el ob-jeto de proponer a los fieles determi-nadas virtudes religiosas, los países elevan a los altares de las patrias a sus héroes para proponer a sus ciudada-nos determinadas virtudes cívicas. El San Martín del Mitre de aquellos años es el héroe de la independencia, pero también el fundador de “repú-blicas democráticas”, campeón de la libertad, síntesis de las virtudes pa-

trióticas que el Estado en construc-ción creía necesario inculcar a sus ciudadanos en el presente con vistas a un futuro promisorio. Esa imagen de San Martín se volvió oficial y se difundió profusamente a través de biografías, monumentos, discursos, manuales escolares e iconografía. En 1877, en el contexto de la política de conciliación de los partidos en pug-na, el presidente Nicolás Avellaneda inició el proceso de repatriación de los restos de San Martín. En 1878 el día del nacimiento del prócer fue declarado feriado nacional, con grandes celebraciones, concursos li-terarios, liturgia católica, desfile de guerreros de la independencia su-pervivientes, conciertos y bailes. En 1880 los restos del general llegaron

a Buenos Aires y las celebraciones y discursos exaltaron la figura del símbolo de la unidad nacional. Sar-miento consideró el acontecimiento como signo del inicio de una nueva era de paz y progreso; el presidente Avellaneda destacó la negativa de San Martín a transformar “su espada en cetro”, subrayando de ese modo la necesidad de que el ejército se subor-dinara al poder civil. Para entonces la inmigración de masas había comen-zado, y las elites culturales y políticas empezaban a prever la necesidad de fortalecer una identidad nacional que nacía “amenazada” por el alu-vión cosmopolita. La decisión de co-locar los restos en una capilla de la catedral y no, como había querido el prócer, en el cementerio público de

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Buenos Aires, era otra forma de dar a su figura el carácter de prenda de unidad nacional, por encima de toda bandería. La oposición de ciertas fi-guras de la intelectualidad porteña a que San Martín descansara en un templo católico, como fue el caso de Juan María Gutiérrez y Adolfo Sal-días, fue prudentemente desoída.En el siglo XX fueron numerosos los intentos, más o menos logrados, de apropiación y de re-significación de la figura de San Martín. Por ejemplo, la apropiación nacionalista católica. Desde la época del Centenario el catolicismo inició una operación historiográfica tendiente a catolizar la Revolución, que alcanzó su pun-to culminante en los años ‘30 y ‘40 con el desarrollo de la idea de que las “fuentes ideológicas” de Mayo debían buscarse en la neo-escolás-tica española del siglo XVI y no en la Ilustración dieciochesca francesa: en el jesuita Suárez, no en el impío Rousseau. Parte de esa iniciativa implicó la catolización de San Mar-tín, del que se enfatizarían ciertos hechos (como el nombramiento de la Virgen del Carmen como gene-rala del Ejército de los Andes) y se olvidarían otros (como las diatribas anticlericales, algunas subidas de tono, que el prócer consignara en su correspondencia privada con Gui-

do). Se discutiría largamente, en ese contexto, si había sido masón o no, olvidando –o deseando olvidar– que muchos masones del siglo XIX fue-ron católicos, tal vez fervorosos. San Martín además era militar, y por tanto su figura simbolizaba la sinto-nía nacionalista católica que unía a Iglesia y Fuerzas Armadas en el con-texto de la crisis de la democracia li-beral que caracterizó al período de entreguerras. El Instituto Sanmar-tiniano, creado en 1933 y presidi-do inicialmente por el historiador católico José Pacífico Otero, pasó a transformarse en 1944 en organis-mo nacional y fue colocado bajo la órbita castrense. También es preciso recordar el intento revisionista de apropiarse de San Martín, quien –en esa perspectiva historiográfica–, si bien se había negado a desenvainar su espada en las contiendas civiles, como quería la vieja tradición, había sin embargo ma-nifestado su soli-daridad con Ro-sas en el momento del bloqueo an-g l o - f r a n c é s y le había hecho don nada menos que de su céle-bre sable corvo.Como dije más

arriba, la Iglesia tiene sus santos y santas y las naciones tienen sus hé-roes y heroínas. Elevarlos a los alta-res, de la Iglesia o de la Patria, supo-ne operaciones discursivas hechas de recuerdos selectivos y de oportu-nos olvidos. La tarea más noble del historiador, aunque a veces resulte irritante, es la de explicar por qué las cosas son como son y también que podrían haber sido de otra ma-nera. El caso de la construcción de la figura de San Martín es suma-mente apropiado como ejemplo. No se trata de ninguna manera de po-ner en duda los méritos y virtudes del prócer, sino de recordar que fue un ser humano y que sus elevación al altar máximo de la patria fue el producto de sucesivas intervencio-nes discursivas y simbólicas, reali-zadas en determinados contextos políticos y culturales que es preciso conocer y comprender.

La tarea más noble del historiador, aunque a veces

resulte irritante, es la de explicar por qué las cosas son como son y también

que podrían haber sido de otra manera.

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#NiUnaMenos,una oportunidad

de unidad

Raúl Buffo

SOCIEDAD

Algunas reflexiones sobre la cuestión cultural a partir de la

convocatoria Ni una menos, la multitudinaria marcha de

protesta en contra de la violencia contra las mujeres que se

realizó el pasado 3 de junio.

Abogado y escritor.

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Dicen que los análisis no hay que ha-cerlos en caliente, que hay que dejar que las cosas decanten, que el polvo se asiente para poder ver realmente qué hay en el fondo; qué es lo que importa y qué es lo que ocasiona que el aire se enturbie.Hay conflicto y hay revuelo: la cues-tión femenina está en el tapete. Y eso es siempre objeto de discusiones y de intercambio de opiniones; de ruptu-ras definitivas y, por sobre todo, de avances. Es un tema polémico. Sí, polémico pues propone un quiebre del paradigma cultural.Quisiera empezar por lo que se ve, por lo que, a mi entender, no es ma-teria discutible respecto de las rei-vindicaciones del lema #NiUnaMe-nos que ha definido la convocatoria del 3J. ¿Cuáles son esas las consignas visibles y qué roles cumplen?En primera instancia está el “basta de mujeres asesinadas”. No es el fin del presente análisis discutir si se trata de un eslogan propiamente feminista, ni tampoco cuestiones lingüísticas so-bre si es un feminicidio, un homicidio o simplemente asesinato: lo cierto es que hay una serie de hechos crimina-les –puntualmente asesinatos– per-petrados por varones en contra de mujeres, que comparten circunstan-cias más o menos similares: mujeres-adolescentes y un elemento sexista o de violencia sexual (celos, embarazos no deseados, infidelidades, libido desequilibrada, vestimenta provoca-tiva, violación, cosificación). Reitero: la violencia existe en infinitos planos pero aquí nos ocuparemos sólo de la del varón hacia la mujer.Entonces, la primera y más luminosa consigna de la convocatoria no ad-mite discusión; en este plano no tie-ne banderas políticas ni ideológicas porque es causa inherente a la con-dición humana: el derecho a la vida.Pasemos a las demás consignas de convocatoria.

La violencia física contra la mujer sin llegar a la muerte. Maridos o parejas golpeadores . Es imperativo –aun-que infelizmente a veces no suceda así- condenar la violencia física del varón hacia la mujer. Por el motivo que sea: some-timiento, placer, enojo, infidelidad.Sigamos. El piropeo, elegante o gua-rango, no es otra cosa que violencia verbal. ¿Por qué una mujer debe soportar que desconocidos le digan cosas por la calle, halagadoras o las-civas, por su sola condición de mu-jer? Y aunque ésta sea una conducta casi exclusiva del varón para con la mujer, sucedería lo mismo a la in-versa. Hay violencia en el hacer un comentario a un desconocido y en la calle –ámbito público por excelencia donde más se está expuesto y por ende desprotegido–, sobre sus cua-lidades físicas o, peor aún, fruto del deseo –recto o corrupto– de quien lo dice. Se obliga a esa persona a escu-char algo que lo puede incomodar, turbar y violentar. No cabe el justifi-cativo de que, a veces, a ciertas muje-res sí les agrada un piropo elogioso, pues también otras tantas les puede desagradar, supongamos, porque no estén de ánimo.En definitiva, hay violencia verbal contra la mujer, y aunque puedan existir matices, la conducta por sí misma es condenable. Es un com-portamiento que engendra violencia –a veces potencial, y en general, efec-tiva-, y por ende, debe ser erradicado.Otro punto de reclamo es la discri-minación laboral. Las estadísticas dicen que las mujeres reciben una retribución sensiblemente inferior por igual trabajo1. Las leyes del mer-cado mandan por sobre la cuestión fisiológica. El varón rinde más, se abstrae más, no se embaraza, su

preocupación se centra en llevar el pan a sus hijos y no tanto en si tienen un resfrío, un acto escolar o en los ho-rarios de sus acti-

vidades extracurriculares. ¿Estamos de acuerdo? ¿Totalmente? ¿Parcial-mente? Por lo pronto, los números son lapidarios. Pero, ¿hay otras cau-sas que justifiquen esa desigualdad? Las hay miles, aunque una de las pri-meras que viene a colación conlle-va un elemento que hasta ahora no había aparecido –explícitamente–: la cuestión cultural. ¿Quién cuida a los hijos, quién los lleva y los trae, quién se encarga de las pequeñas tareas co-tidianas? ¿Depende de cómo se or-ganiza cada pareja? Y en el caso de padres solteros o separados, ¿quién debe tener la tenencia? ¿Cuánto debe colaborar quien no la detenta? Son preguntas a las que no se puede dar una respuesta generalizada, aunque si nos aventuráramos en el incons-ciente colectivo podríamos arriesgar contestaciones: porque la madre es la madre, porque la psiquis femenina está más preparada para los hijos pe-queños (idea fuertemente extendida en los juzgados de familia), porque eso es lo común.La cuestión cultural nos lleva a ha-blar de “es que…”, de “peros”, de vi-siones parciales y tendenciosas. Ese elemento cultural –distinto en su origen del elemento ideológico–, esas pautas de conducta implícitas que rigen las relaciones humanas en una sociedad, es lo que verdade-ramente subyace en cada una de las consignas del #NiUnaMenos. Es esa idea transversal –que hasta ahora llamamos cuestión cultural– lo que aflora como real materia de discu-sión. El debate genuino, en definiti-va, gira en torno a una eventual sub-versión de valores y normas en pos

Las pautas de conducta implícitas que rigen las relaciones humanas en

una sociedad subyacen en las consignas

de #NiUnaMenos.

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SOCIEDAD

1 http://www.trabajo.gob.ar/downloads/cegiot/140703_brochure.pdf2 http://www.episcopado.org/portal/actualidad-cea/oficina-de-prensa/item/976-ni-una-menos-comisi%C3%B3n-episcopal-de-laicos-y-familia.html

de un nuevo equilibrio: qué es lo que quiero o pienso yo y qué es lo que quiere o piensa el otro, qué normas estamos dispuestos a aceptar, qué valores nos representan y cuáles ya perdieron vigencia por no responder a las necesidades actuales.En los medios de comunicación cir-cularon muchas propuestas, la ma-yoría a favor de la convocatoria del 3J, pero también algunas en contra. ¿Hubo un organizador, algún intere-sado en obtener rédito con el #NiU-naMenos o fue expresión genuina de una sociedad cansada de los atrope-llos contra las mujeres? ¿Es culpa de los medios masivos, que ofrecen un producto que consumimos sin rece-lo? ¿Nos sentimos indignados porque nos encantan las crónicas policiales, y a fuerza de repetición de noticias las internalizamos, ponemos el tema sobre el tapete y generamos un re-clamo masivo? ¿Hay alguien detrás de esto a quien le interese introducir consignas radicales tendientes a sub-vertir el orden de valores sociales por motivos desconocidos, oscuros, o tal vez de dominación?Pongámosle rostros: aunque rastrear los orígenes de eventos masivos pue-da ser una tarea imposible pues tie-nen un grandísimo componente de espontaneidad, se podría decir que

los promotores originales del #NiU-naMenos son grupos feministas; agrupaciones políticas de izquierda o nueva izquierda latinoamericana; sectores en los que –tanto los más radicales como los transigentes- la eliminación de todo tipo de violen-cia contra la mujer es un estandarte, y en algunos casos, su razón de ser. Es cierto que algunos grupos prota-gónicos de la sociedad –en especial los religiosos- hicieron correr la voz de alarma de que debajo de los es-lóganes que “todos” aceptamos (en cuanto a la lógica de que en ellos subyace una ‘cuestión humana’) se escondían segundas intenciones, como la legalización del aborto o una profundización de la teoría de género. Pero cuando digo que “todos hemos aceptado las consignas de la marcha”, incluyo a la Iglesia Católica2 -siendo como los es, un actor social en apariencia antitético a los grupos feministas y de izquierda-, pues es primordialmente la dignidad huma-na es lo que está en juego en las con-signas del #NiUnaMenos.La dimensión cultural se construye entre todos los actores sociales, pú-blicos y privados, individuales y co-lectivos, cada uno desde su lugar de acción. Los gru-pos feministas no construyen la di-mensión cultural en su totalidad, del mismo modo que no lo hace la Iglesia Católica a través de sus diversas expresiones. Tampoco entiendo que sea posible una ‘cons-trucción’ dialéctica en cuanto des-trucción del contrario; no es posible ‘construir’ desde posiciones antagó-nicas sin que un grupo termine im-

poniéndose sobre el otro: pro-aborto versus pro-vida, familia tradicional versus familia moderna, y así po-dríamos seguir. Hay bemoles, hay cuestiones intermedias, son más las cosas que unen que las que diferen-cian. Sectores opuestos marcharon juntos por el #NiUnaMenos, grupos cuyas ideas son ‘irreconciliables’. Todo depende desde dónde se parte, desde qué perspectiva se plantea el debate. Es violencia tanto querer im-poner una idea como pretender que el otro renuncie a la suya. Para dia-logar es necesaria la comprensión de la idea ajena sin perder la propia. Ir desde lo que diferencia para llegar a lo que une y viceversa, las veces que haga falta. En ese sentido, el #NiU-naMenos ha probado que no todo es confrontación, y más allá de las di-vergencias, ha sido una oportunidad de unidad.

Hay violencia verbal contra la mujer, y aunque puedan existir matices, la conducta por sí misma es

condenable.

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Superar las confrontaciones

La planta de celulosa de UPM en Fray

Bentos: entre el integrismo ambiental y la

razonabilidad científica y política.

POLÍTICA

Conrado Echagüe

Se atribuye a Joseph Goebbels, mi-nistro de propaganda de Adolfo Hitler, la frase “miente, miente, que algo quedará”, con la idea de que una mentira repetida continuamente puede convertirse en verdad. La-mentablemente, desde mucho antes de Goebbels, la mentira se ha con-vertido en un instrumento político no sólo utilizado por las tiranías más atroces, sino también por al-

gunas democracias occidentales. No es exagerado asociar ese funesto instrumento propagandístico con el conflicto políticamente escalado con Uruguay por la instalación, en la localidad de Fray Bentos, de una planta procesadora de pulpa para papel de origen finlandés. Una con-troversia inflada por dos goberna-dores de Entre Ríos y dos presiden-tes de la Nación.

No pretendo desarrollar aquí la his-toria completa de ese conflicto tan absurdo como dañino para las rela-ciones bilaterales de la Argentina con un país hermano y, de rebote, con una lejana nación del norte europeo. Ya lo hicieron la prensa adicta y aquella otra, más moderada, que informaba con sensatez. Pero vale la pena dete-nerse en algunos hechos sobresalien-tes. El primero es la incomprensible

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actitud del más alto nivel político de nuestro país de colocarse del lado de una Asamblea Popular Ambiental que no tuvo mejor idea, para hacerse escuchar, que cortar durante varios años el puente internacional General San Martín que une Gualeguaychú con Fray Bentos. Con esa excesiva medida de protesta, la controversia en sí misma fue potenciada por la presión de un piquete responsable de interrumpir un paso fronterizo con funestas consecuencias para el co-mercio y el turismo internacionales. Fue una absurda medida tolerada por el Gobierno argentino, que combinó un exagerado apego al garantismo y la no criminalización de la protesta social con un grosero comporta-miento en el ámbito externo, ante el que no ha moderado, como en otros conflictos, su adhesión al criterio amigo-enemigo.

Otro hecho digno de mención se relaciona con la Corte Internacio-nal de Justicia de La Haya. No ha-bía consenso en nuestra cancillería ni fuera de ella sobre la convenien-cia de este recurso para resolver el conflicto, ante la imposibilidad de hacerlo políticamente. Nuestra de-manda fue defectuosa desde el pun-to de vista técnico, a pesar de los es-fuerzos del solvente equipo jurídico de nuestra cancillería, ya que su tra-

bajo no fue enriquecido con el sufi-ciente asesoramiento de académicos locales en derecho ambiental inter-nacional, y empeoró las cosas la de-ficiente argumentación de los abo-gados extranjeros contratados por la Argentina, que cometieron grue-sos errores al presentar las pruebas. Vaya, por caso, la argumentación de un reconocido experto mundial contratado por nuestro lado, que, en su presentación, confundió el índice de demanda bioquímica de oxígeno con el correspondiente al oxígeno disuelto en agua. Pero también la propia Corte de La Haya mostró un conocimiento parcial del derecho ambiental, al considerar meramente procesales los principios de consulta previa y negociación y al obviar los alcances de la contaminación sobre la atmósfera, concentrándose sólo en los perjuicios causados al agua del río Uruguay.

Los hechos previos a la demanda transcurrieron por un carril des-atendido por la Argentina. Los uru-guayos, luego de haberse sancionado en 1987 una ley que fomentaba la forestación de decenas de miles de hectáreas con árboles de fibra larga, avanzaron decididamente con una política de hechos consumados que superó al lado argentino, que debía controlar y hasta detener esos he-

chos. La sostenida acción uruguaya, hay que decirlo, mostraba una defi-nida política de Estado en favor del desarrollo y el empleo. Aquella fores-tación habría sido lo que inclinó la balanza de la firma finlandesa para instalarse del lado uruguayo y no tanto una supuesta corrupción atri-buida a las autoridades de Entre Ríos, más fácil de declamar que de probar.

La Corte Internacional falló en abril de 2010 reconociendo que Uruguay no había cumplido las obligaciones relativas a informar previamente a la otra parte, pero nuestro país no pudo probar que la planta causara la con-taminación que se le atribuía. Como la Corte entendió que Uruguay no violó obligaciones tendientes a evi-tar la contaminación, consideró que ordenar el cierre de la planta era una medida desproporcionada. El alto tribunal instruyó a ambos países a realizar un monitoreo conjunto del río a través de la citada Comisión Administradora, aplicando el esta-tuto respectivo. El conflicto se con-sideró finalizado con la firma, en agosto de 2010, de un convenio para crear un Comité Científico en el ám-bito de la Comisión.

Sin embargo, nuestro país continuó con sus gestos sobreactuados, amena-zas no cumplidas e informes cuestio-nables. Luego de iniciados los traba-jos del Comité Científico y cuando el Presidente uruguayo autorizó dos au-mentos de la producción de la plan-ta, en 2013 y 2014, nuestro canciller amenazó con una nueva apelación al tribunal de La Haya, que hasta ahora

Nuestra demanda ante La Haya fue defectuosa desde el punto de vista técnico, a pesar de los esfuerzos del solvente equipo jurídico de nuestra cancillería.

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no se concretó y difícilmente se con-crete. La publicación de un informe ambiental sobre la planta de celulosa, preparado por técnicos argentinos y anunciada en octubre de 2013 por nuestro irascible ministro, dejó du-das sobre la buena fe de esos datos, fácilmente rebatidos por el Presidente uruguayo. Por ejemplo, a las acusacio-nes argentinas sobre la presencia del insecticida endosulfán, el entonces mandatario oriental acusó al canciller argentino de ocultar información so-bre el impacto ambiental del lado ar-gentino (respecto de los efluentes in-dustriales del río Gualeguaychú, que presentaría concentraciones mucho mayores del insecticida) y de abusar con datos técnicos que la gente co-mún no maneja pero que sí conocen sembradores de cereales y producto-res agropecuarios, por ejemplo, sobre la erosión del suelo.

Una visita realizada este año a la planta de Fray Bentos y otra más re-ciente a Gualeguaychú me permiten arriesgar algunas conclusiones más o menos equilibradas. La primera es relativa a la planta, ya que no se cuestionan tanto sus altos estánda-res ambientales como su enorme volumen de producción –más de un millón de toneladas anuales– y su ubicación, cerca de dos ciudades que suman más de cien mil habitan-tes. El punto central argentino fue siempre la localización de la planta

y su volumen de producción, con una emisión de materiales tóxicos hacia el aire, el agua y la tierra. En el país de origen de UPM no hay plan-tas de ese volumen.

La segunda conclusión integra ele-mentos de la contaminación. El daño más inmediato es el atmosfé-rico, seguido de la contaminación visual y, luego, la del agua. Respec-to del primero, es lo que afecta de forma más inmediata a la salud. Los gases tóxicos que despide la planta, como el ácido sulfhídrico que los vientos empujan hacia Gualeguayc-hú, a niveles bajos y por períodos prolongados, pueden causar irrita-ción en los ojos, dolor de cabeza y fatiga. En los dos días que pasé en la ciudad entrerriana no llegué a percibir olores, aunque éstos de-penden de los vientos, que deben ser muy fuertes para ser percibidos si se tiene en cuenta que la distan-cia entre la planta y Gualeguaychú es de 30 km, similar a la que existe entre el Obelisco y el delta del Ti-gre. En cuanto a la contaminación visual, aún situado en la parte norte de la playa de Ñandubaysal, de uso intenso por los habitantes de Guale-guaychú durante el verano, la planta apenas se ve a una distancia aproxi-mada de 12 km. Sin embargo, han circulado fotos trucadas de la plan-ta, que la ubicaban en frente, como parte de la gran mentira orquestada.

La planta es más visible desde la ca-becera argentina del puente General San Martín. En cuanto a la contami-nación del agua por los efluentes de UPM en el río Uruguay –un curso de agua sin rápidas corrientes y con reflujos–, afectará la biota del agua y, eventualmente, la salud de los ha-bitantes del lado argentino, aunque en un plazo bastante más largo. Por eso el agua y el aire requieren un intenso monitoreo que ambos paí-ses deberían encarar con seriedad, compromiso y transparencia.

La tercera conclusión es política. Di-fícilmente la planta se vaya a cerrar o relocalizar, aún con una segunda de-manda argentina ante el tribunal de La Haya. Pretender semejante cosa es utópico y presionar con cortes de ruta o agresiones basadas en men-tiras y enfrentamientos, sobre todo apoyados desde un alto nivel polí-tico, es impropio de la madurez de naciones hermanas y vecinas que de-berían buscar la solución de sus dife-rencias en el diálogo y la exploración conjunta de opciones sensatas. Para éste y otros conflictos diseminados en el frente externo se aguarda que quien vaya a sentarse en el sillón de Rivadavia desde el 10 de diciembre próximo, con independencia de su signo político, abandone la confron-tación y aliente enfoques positivos para el relacionamiento, dentro y fuera de la Argentina.

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Los “tigres asiáticos”Arturo Prins

ECONOMÍA DEL CONOCIMIENTO

El economista Jeffrey Sachs decía, en un reportaje publicado en La Na-ción, tras nuestra crisis de 2001: “En-tendí mejor a América latina cuando la comparé con Asia, más decidida al desarrollo de la ciencia y al impulso de la educación. ¿Entenderán los lí-deres políticos argentinos que el país necesita una nueva economía in-ternacionalmente competitiva, una economía del conocimiento?”En artículos anteriores (Criterio N° 2414/15/16) nos referimos a expo-nentes asiáticos de esa economía –Ja-pón, China y Corea del Sur– que les permitió reducir la pobreza y ubicar-se entre las naciones más avanzadas.Corea, Hong Kong, Singapur y Tai-wán lograron por esa vía un desarro-llo regional tan rápido que se los lla-mó los “tigres” o “dragones” asiáticos. Un estudio de 2004, con indicadores del Banco Mundial, comparaba el crecimiento de esos países con el de la Argentina. Las cifras impresionan y de ellas se deduce por qué Sachs comprendió lo que nos ocurría. Vea-mos: el estudio muestra que, en 44 años de haber implementado la eco-nomía del conocimiento, los “tigres” tenían un incremento de sus PBI de

entre 1.700 y 2.500% (promedio anual: 7 a 8%); la Argentina cre-cía en el mismo perío-do 125% (2% anual). Mientras el aumento del ingreso per cápita de los asiáticos, tras 20 años de aplicar la men-cionada economía, era de entre 800 y 1.400%,

el de la Argentina llegaba a 59% tam-bién en 20 años (1960-79) y a 66% en 42 años (1960-2001).Los “tigres”, a diferencia de la Argen-tina, tienen reducidas superficies en el sudeste asiático, con clima tropical y sub-tropical húmedo, escasos re-cursos minerales y muy pocos suelos fértiles. Sólo el 7% de las tierras de Hong-Kong son cultivables, el 22% de las de Corea y el 25% de las de Taiwán; la pobreza de las de Singapur hizo que el país desarrollara moder-nas técnicas de cultivo con muy bue-nos resultados. Ellos emplean así su inteligencia para enfrentar la escasez natural. Nuestro inmenso territo-rio no nos exigió esa imaginación. Acorralados por las limitaciones, los “tigres” crearon una industria manu-facturera que compitió internacio-nalmente y produjo uno de los creci-mientos regionales más importantes de la historia económica.Japón fue el primero en Asia en lo-grar un desarrollo que lo llevó a ser segunda potencia económica del mundo, con industrias que incorpo-raban el conocimiento, como pedía Sachs. Los “tigres” siguieron el mo-delo japonés con resultados a la vista:

1)Hong-Kong, colonia británica has-ta 1997, desde los años ´50 vivió un proceso de industrialización muy reconocido, que la consolidó como centro financiero del sudeste asiático por la creciente confianza en su Bolsa.

2)Taiwán, en los años ´50 tenía una economía básicamente agrícola; desde 1962 hizo reformas para im-pulsar sus industrias, primero ma-yormente textiles y luego con pro-ductos de alta tecnología.

3) Singapur, tras independizarse del Reino Unido (1965), adoptó políti-cas orientadas a las exportaciones, en especial en el área electrónica y farmacéutica.

4) Corea comenzó su despegue en los años ´70 y de los “tigres” es el que llegó más alto entre las economías del mundo. Es muy competitiva su industria electrónica y automotriz.

Algunos economistas piensan que estos hechos pueden dar lugar al nacimiento del Siglo de Asia. Otros indican que la presencia del Estado es allí muy intensa, con elevados ni-veles de corrupción que podrían de-teriorar lo logrado.La Argentina, también objeto de es-tas críticas, sigue estancada, por lo que debería poner inteligencia en su escasez económica.

Corea, Hong Kong, Singapur y Taiwán

lograron un desarrollo regional tan rápido que se los llamó los “tigres” o

“dragones” asiáticos.

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Los autores de las “Reflexiones sobre los desafíos externos de la

Argentina” han acertado en dar un importante y necesario paso en el camino de los grandes

consensos políticos nacionales.

Reflexiones sobre el Grupo Consenso

COMENTARIO

En su editorial del número de mayo de 2014, Criterio exhortaba “a los dirigentes de todas las fuerzas polí-ticas a que se encare entre ellos un estudio en profundidad sobre las tendencias vigentes en el panorama internacional y un diálogo del que puedan existir consensos en torno de las grandes líneas de una política ex-terior como política de Estado para los próximos años”.En este sentido, justo es felicitar a quienes se reunieron para producir las “Reflexiones sobre los desafíos externos de la Argentina: Seremos afuera lo que seamos adentro”. Al mismo tiempo, es de notar con pesar que no haya participado en la elaboración del documento, o no lo haya suscripto, la totalidad del arco político nacional.El documento cubre con acierto una amplia gama de cuestiones, vincula-das a la necesidad de alcanzar una participación activa y ofrecer aporte argentino a la institucionalidad glo-bal y, al mismo tiempo, privilegiar integración regional. Cabe destacar, por ejemplo, la necesaria referencia a la vinculación entre política exterior y política de defensa.Por otra parte, por el momento no es posible saber si los puntos cuya au-sencia se nota, responden a una falta de consenso o una simple omisión.Hace bien el documento en mencio-nar por su nombre la relación estra-

tégica con Brasil. Hubiera sido de desear que cada uno de nuestro ve-cinos inmediatos –prioridad absolu-ta en la política ex-terior de cualquier país– mereciera una consideración específica. El capítu lo refe-rido a los factores e s t ratég icos no hace mención a las cuestiones humanitarias acuciantes vinculadas a las migraciones inter-nacionales. Estas, por motivos de progreso o como resultado de nume-rosos conflictos, representan un de-safío que no puede dejar de interesar a nuestro país. El importante capítu-lo de la cooperación internacional, donde será preciso retomar el cami-no oportunamente emprendido por la Argentina, parece dejado de lado.Al mencionarse diversas instancias vinculadas a los derechos humanos, no se incluye el órgano tal vez más importante del que la Argentina participa: el Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Tampoco se registra referencia alguna sobre la recuperación de una vinculación humana, cultural, con los habitantes de nuestras Islas Malvinas, nativos argentinos y ciudadanos de un país

con el que tene-mos muy viejas y complejas relacio-nes que todavía pueden of recer beneficios a ambos países.Asimismo, la re-ferencia a la iden-tidad occidental hubiera requerido mayores precisio-nes, ya que, des-provisto de notas especificas, evoca

distintos posibles contenidos, que no necesariamente se corresponden con la política que debería seguirse en cada caso.Finalmente, nada dice el documento sobre la necesidad de asegurar y pro-mover la idoneidad profesional del Servicio Exterior de la Nación, que tendrá a su cargo la puesta en prácti-ca de nuestra política exterior.Los autores de las “Reflexiones so-bre los desafíos externos de la Ar-gentina” han acertado en dar un importante y necesario paso en el camino de los grandes consensos políticos nacionales. El documento es presentado como el primero. Es de esperar que la ini-ciativa prospere de manera que su-men su aporte todos aquellos que tienen algo que decir en materia de política exterior.

Vicente Espeche

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Salir del desaliento

Pedro Antonini

LECTURAS

La Argentina constituye una pa-radoja cuando se compara su po-tencialidad en recursos físicos y humanos y la declinación en su po-sición relativa, incluso en el ámbito latinoamericano, en los últimos 80 años. Desde la negación de esta rea-lidad a las más variadas teorías de izquierda y derecha se han ensaya-do para explicar esta evolución. La observación de Iván Petrella en su libro Que se metan todos es que de-trás de todas las soluciones técnicas o parciales hay un hilo conductor caracterizado por la falta de visión estratégica, o la falta de políticas pú-blicas compartidas, lo que determi-na reacciones erráticas, carentes de continuidad. A lo anterior añade la interesante observación de que esta inestabilidad en la conducción está acompañada y gestionada por ac-tores políticos que se reciclan per-manentemente, asumiendo, si fuera necesario, discursos contrapuestos para permanecer en el poder. Según Petrella, no habrá solución hasta

no producir una renovación de la dirigencia política, aspecto parcial-mente favorecido por el cambio generacional, que ya incorpora la franja etaria inferior a los 50 años con ciudadanos iniciados en la vida política en democracia. Para el au-tor, “la política sigue siendo la prin-cipal herramienta para lograr cam-bios en la sociedad” y, por lo tanto, hay una primordial responsabilidad de su clase dirigente, porque es en el ámbito de las decisiones políti-cas donde se determinan líneas de acción y su continuidad en el tiem-po. Por otra parte, reconociendo la interdependencia entre dirigentes y sociedad, afirma que “el descrei-miento que tenemos de la políti-ca y de nuestros políticos limita drásticamente las posibilidades de mejorar”. Alienta entonces la nece-sidad de involucrarse sobre la base de que a través de nuevas políticas pueden resolverse algunos de los crónicos problemas pendientes. En este sentido, el libro se detiene en la

descripción de experiencias exito-sas en otros países, en condiciones similares o más complicadas que las nuestras, como una demostración de factibilidad capaz de quebrar el desaliento y abrir una vía de com-promiso para hacer de la esperanza una realidad. Las cinco experiencias analizadas son la violencia en el fút-bol, la opción en favor de los mar-ginados, la declinación educativa y la falta de reacciones para revertirla, la dificultad para mirar con honesti-dad el pasado violento de la década del ‘70 y la renovación de actores en la política.La violencia en el fútbol. Constitu-ye, para Iván Petrella, un fiel reflejo de las pobres prácticas de convi-vencia democrática en cuanto al respeto del espacio público como de la conducta frente a eventuales adversarios, pero también respec-to a cómo toleramos la connivencia entre dirigentes y mafiosos o grupos de choque, no pocas veces entrevis-tados por los medios como si fueran

Reflexiones a partir del libro Que se metan todos.

El desafío de cambiar la política argentina, de Iván

Petrella, donde se arriesgan algunas líneas de

acción para recuperar la buena política.

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estrellas. A partir del fútbol inglés, donde se logró neutralizar la acción de los hooligans, el autor rescata la determinación política y social para revertir la situación. En cambio, la pasividad y la complicidad de diri-gencias políticas y deportivas en el caso argentino explican los escasos avances de cualquier medida de con-trol o disuasoria. Los episodios cita-dos en el libro sobre tal connivencia son elocuentes y trágicos en térmi-nos de seguridad. La opción a favor de los margina-dos (o el Estado apóstol). La Argen-tina es, a nivel mundial, el tercer ex-portador de cocaína y, con España, el mayor consumidor de esa droga. La droga se cocina en las villas de emergencia, bajo la mirada atenta de soplones que registran cualquier movimiento extraño en el barrio y pertenecen a organizaciones vertica-les con todos los recursos técnicos, económicos y de organización para expandirse. Petrella entrevistó larga-mente a un cura de la villa 1-11-14,

quien consideró que la droga es el estímulo que termina consolidando la miseria y la criminalidad. La des-penalización vista como un derecho individual es, según él, una visión cómoda del problema, porque está formulada desde el bienestar de la clase media o alta que cuenta con todos los medios para asistir al afec-tado. En la villa, los chicos se tornan esclavos de las organizaciones narco, que los prostituyen y los sumergen en una vida sin sentido. Hacia 2004 Medellín era la ciudad con más muertos en forma violenta de Latinoamérica; la mayoría, jóve-nes de entre 17 y 25 años. Sergio Fa-jardo, elegido alcalde en 2003 como parte de un partido independiente de la estructura política tradicional de Colombia, asoció la violencia con la desigualdad social y se propuso combatirla con un programa que lo-gró el apoyo del Gobierno nacional, presidido entonces por Álvaro Uri-be. Fajardo capacitó y recuperó en primer lugar a la policía, reformó el

sistema judicial con centros de admi-nistración en todos los barrios y, para lograr la confianza del vecino, cons-truyó comisarías de paredes transpa-rentes en los barrios más hostiles a la acción policial, con lo que demos-traba que no habría más torturas. Su plan se resumió en el lema “lo más bello para los más humildes”, y mo-torizó la autoestima de poblaciones largamente postergadas, actuando como motor del cambio personal y social. Así nacieron los “Parques Biblioteca de Medellín”, construidos con el objetivo explícito de dar un mensaje revolucionario y claro de promoción y transformación social, a partir de un patrimonio cultural que despertara el orgullo de la co-munidad. Paralelamente se comple-taban los trabajos de catastro y lega-lización de títulos de viviendas y se multiplicaban por diez los espacios públicos disponibles por habitante. La apuesta consistió en enfrentar la ilegalidad y la informalidad con el Estado actuando en su mejor ex-presión. Medellín redujo el índice de homicidios a un tercio entre 2003 y 2007. En esto, además de la mejor dotación policial, fue fundamental la recuperación de la confianza públi-ca en el Estado como garante de la seguridad. La transformación no fue el resultado de un proyecto ilumi-nado, sino de una planificación que incluyó como elemento primordial el conocimiento y participación de los habitantes del barrio. En el libro se detallan distintos ejem-plos de políticas exitosas que preten-den poner en el centro al pobre, por ejemplo, los hospitales concebidos por Paul Farmer en territorios mar-ginales de distintos continentes para tratar enfermedades propias de las comunidades pobres, como el sida, la tuberculosis y la malaria; o el pro-yecto educativo de Geoffrey Canadá destinado a chicos de barrios margi-nales de Harlem.Las experiencias mencionadas reve-lan que las poblaciones marginales tienen el potencial de superación ne-

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ATEC S.A.

Cerrito 866, 5° - C.A.B.A

cesario si se las libera de las trabas sanitarias, de educación, de seguri-dad personal y de vivienda. Asimis-mo muestran que todo programa exitoso requiere el concurso de los beneficiados y toda política de poner al pobre en el centro debe integrarlos desde el principio en su diseño.La cuestión de la educación. Es co-nocido el pobre resultado de las eva-luaciones de calidad educativa reali-zadas en la Argentina en los últimos años. PISA es una de ellas y en su úl-tima edición de 2012 el país resultó clasificado en el puesto 59 de 65 par-ticipantes. En una segunda parte, la prueba incluye también mediciones sobre el esfuerzo, la dedicación, res-ponsabilidad y solidaridad. Lo más grave de nuestra experiencia es que en la encuesta a los docentes sobre el clima imperante en las aulas ocupa-mos el último lugar.Frecuentemente se explican las crisis educativas con un criterio reduccionista: se atribuyen a la po-breza, al escaso presupuesto edu-cativo, a los salarios docentes, a la debilidad de la acción sindical, a la tradición cultural. Pero todos esos parámetros aislados o combinados son insuficientes para explicar la primacía internacional del sistema educativo de Finlandia en los últi-mos 15 años, resultado de una de-cisión de la dirigencia política, que encontró en la educación para la

excelencia el medio para reinsertar el país en el mundo desarrollado a partir de la caída del muro de Ber-lín en 1989. Hoy Finlandia forma excelentes docentes que a su vez forman excelentes alumnos. Tan reconocido es este desempeño que varios países lo toman de ejemplo y contratan a sus docentes para ase-soramiento. El caso más sorpren-dente, citado en el libro de Petrella, es el “Plan Decenal de Educación” vigente en Ecuador. Iniciado en el ciclo primario y secundario, ac-tualmente se extiende también al universitario, donde, luego de las evaluaciones de 26 casas de altos estudios, se cerraron 14 e impusie-ron condiciones de mayor calidad a ocho para que siguieran funcio-nando. La reforma además prohíbe los paros docentes en las escuelas públicas. En definitiva, la mirada en Ecuador está puesta en la necesi-dad de capacitar para competir con el mundo y por eso se nutre de las mejores experiencias disponibles de otros países y no se detiene tanto en las “realidades locales”. Mirar con honestidad nuestro pa-sado violento de la década del ´70. El proceso de enjuiciamiento por los actos violentos se inició con el re-torno del gobierno democrático en 1983. El juicio estuvo a cargo de la Cámara Federal y comprendió tanto las violaciones por actos terroristas

como aquellas ordenadas y ejecuta-das por la represión desde el Estado. El proceso debía ser rápido y la ley de Punto Final estableció una fecha límite para el ejercicio de la acción penal. Con posterioridad al movi-miento de Semana Santa, en 1987, se dictó la ley de Obediencia Debida, que dispuso la inimputabilidad de los mandos medios e inferiores de las FFAA y de seguridad por el cumpli-miento de órdenes emanadas de sus superiores. El presidente Carlos Me-nem indultó posteriormente a todos los militares y guerrilleros, lo que desató una cadena de acciones pena-les por otros delitos como el robo de bebés. Luego, durante el gobierno de Néstor Kirchner, se declararon nulas las leyes sancionadas de Punto Final y de Obediencia Debida y, además, la Corte Suprema declaró la incons-titucionalidad de los indultos. Para la época estaba vigente con carácter constitucional el Tratado de Roma, por lo que las violaciones, caracteri-zadas como delitos de lesa humani-dad, pasaron a ser imprescriptibles y de aplicación retroactiva. Esto abrió nuevamente un proceso judicial que cubrió todas las jerarquías y mandos militares y de seguridad. Por el con-trario, de acuerdo a instrucciones emitidas en 2007 por la Procuración General a los fiscales, las acciones guerrilleras fueron excluidas por no ser caracterizadas como delitos de

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ÁNGEL I. GONZÁLEZ DEL CERROJORGE E. IVANCICH

ÁNGEL I. GONZÁLEZ DEL CERRO (h.)GONZALO P. SIFONE

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lesa humanidad, con lo que ya esta-ban prescriptas. Desde que Sudáfrica vive en demo-cracia, dejó el tiempo de la violencia y necesita que convivan enemigos irreconciliables.Aunque el régimen blanco del apartheid había perdi-do vigencia, la entrega del poder político estaba condicionada a una garantía de cierta inmunidad por violaciones a los derechos humanos. En esas condiciones y para evitar un ciclo de revanchas, Mandela, si-guiendo la filosofía del arzobispo Desmond Tutu, adopta una solu-ción inédita y creativa, que procu-ra el encuentro con la verdad de lo ocurrido, por encima de la condena o venganza. Para ello crea la Comi-sión de la Verdad y la Reconciliación en 1995, con la facultad judicial de otorgar amnistías individuales por delitos de raíz política cometidos entre 1960 y 1994, declarados es-pontáneamente o reconocidos por los imputados. Tutu explica el sen-tido de este procedimiento: “Hay varias clases de justicia. La justicia retributiva es principalmente occi-dental. El entendimiento africano es mucho más restaurativo, no tanto para castigar, sino para rectificar o restaurar el equilibrio que se ha gol-peado hasta dejarlo chueco”. La Comisión buscó la reconciliación del país bajo la idea de que para re-conciliarse primero había que co-

nocer la verdad. El nuevo gobierno hizo una autocríti-ca y denunció los crímenes cometi-dos en los campos de sus detenidos. Aquellos que ha-bían torturado a sus enemigos com-parecieron ante la Comisión, como también lo hicie-ron quienes habían puesto bombas que habían matado o dañado a ci-viles. Una vez aceptada la verdad se pudo construir una sociedad civil y evitar la guerra civil que la amena-zaba. Al saber lo que había pasado, nadie monopolizó la interpretación de los hechos y la historia. La liber-tad, como dijo Tutu, se consiguió a un precio muy alto. La verdad y la reconciliación también porque, aunque fue doloroso, arriesgaron el diálogo cara a cara y, en ocasiones, pudieron encontrarse el arrepenti-miento y el perdón.

La renovación de los cuadros polí-ticos. Hay un cambio demográfico enorme en la sociedad todavía no registrado en la política. Afortunada-mente cada vez más jóvenes se suman a hacer política, como fruto de una combinación de hartazgo y compro-miso. Esto es bueno porque no habrá cambios en la política a menos que la

integre gente dis-tinta, libre de pre-juicios respecto a rótulos de izquierda o derecha, que no celebre la cultura de la pobreza o la dá-diva, que esté enfo-cada al futuro y no anclada en el pasa-do, preocupada por

buscar soluciones más que culpables. Una política distinta propone un esti-lo de liderazgo más humilde, más par-ticipativo y más cercano al ciudadano, que privilegie la unidad por sobre la división, el diálogo por sobre la con-frontación y la vocación de servicio por sobre el privilegio del funcionario. En este contexto, enfatizar la gestión es mejorar la vida de la gente sin hipo-tecar el largo plazo ni fomentar divi-siones y sin la pretensión mesiánica de salvar el país. Cuando la señal de los líderes políticos sea unívoca a favor de la calidad moral y la idoneidad técnica se despertará un potencial dormido en los ciudadanos que permitirá apos-tar a algo más grande que la simple normalidad. ¿Acaso podemos lograr-la estando prácticamente de espaldas al mundo civilizado? La Argentina está en condiciones de mostrar al mundo una posición privilegiada en cuestiones como alimentos, recursos naturales, medio ambiente, tecnología e innovación.

Enfatizar la gestión es mejorar la vida de la gente sin hipotecar el

largo plazo ni fomentar divisiones y sin la

pretensión mesiánica de salvar el país.

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CINE

las instituciones des-de los estrados civi-les y eclesiásticos. Alarma, por último, sobre la desgracia de quien quiere decidir sobre su propia per-sona y su libertad, sin estar preparada

ni socialmente amparada para ello. Con un sentido moderno de la na-rración, los últimos párrafos de esa historia en primera persona parecen escritos por una mujer en situación extrema, y quedan inconclusos. La costumbre de encerrar a las hijas en conventos ya no existe; se perdió casi junto con la obligación de aportar una dote al matrimonio. Pero esas tres for-mas de manejo de la voluntad se man-tienen, y no son, de ningún modo, ex-clusivas de la vida conventual: “charla”, atemorización y “apropiación”. La Madre Superiora Mori es una buena cristiana y hace lo que puede, dentro de su leal saber y entender. La narradora, Suzanne Simonin, siem-pre la recordará con agradecimien-to, aunque la haya llevado a actuar

Una vida sin vocación

Daniel Sendrós

y algunos dicen que también se inspira en su propia herma-na, que termi-nó loca dentro de un conven-to. Denuncia el egoísmo de las familias que veían los claustros como una solución para sacarse de encima a las hijas no casaderas o problemáticas, y la mezquindad de los claustros, que aceptaban a esas hijas a cambio de aportes económi-cos (siempre menores al costo de una dote matrimonial). A eso agrega el maltrato a quien se considera “hija del pecado”, obligándola a purgar la culpa de su madre. Pide por las chi-cas llevadas a una vida sin vocación. Describe tres formas de manejo de la voluntad: por la conversación, por el terror y por acoso pretendidamente seductor, y el modo en que cada una de esas formas influye en las perso-nas y en el conjunto. Advierte sobre las limitaciones de los hombres que deben controlar la buena marcha de

¿Cómo acercarse hoy a la novela más famosa de Diderot? Polemista inquietante, mente privilegiada de su época, pieza clave del Enciclope-dismo, sus obras todavía crispan los nervios de algunos y abren las men-tes de otros. Carta sobre los ciegos para uso de los que ven, El hijo natu-ral o Las pruebas de la virtud, El pa-seo de un escéptico, los Pensamientos filosóficos, la novela Jacques el fatalis-ta (parte de la cual inspiró a Robert Bresson Las damas del bosque de Boulogne), todas ellas despertaron escándalo a la hora de su publica-ción. Por La religiosa lo acusaron de ateo. Sin embargo, su personaje ja-más desespera de Dios, y sólo tiene reproches para las personas que cau-san daño en Su nombre.Claro, esos reproches son muy gra-ves. Escrita en primera persona como el relato de una monja fugada de su claustro, expone actitudes muy graves, habituales de su tiempo, allá por el siglo XVIII, algunas de las cuales todavía persisten. Se inspira en el caso de una monja que acudió a Tribunales para deshacer su voto,

A propósito de la película La religiosa (dir.

Guillaume Niclaux, Fr.-Al.-Belg.), basada en la obra

del francés Denis Diderot.

En 1966, también con algún escándalo, Jacques

Rivette estrenó la primera versión cinematográfica

de la novela.

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por cariño y resignación y no por convicción ni por real vocación. En cambio, la Madre Christine es una mala persona, supersticiosa más que religiosa. Prohíbe la lectura de la Bi-blia e impone la mortificación de la carne. Le gusta ejercer la autoridad, sus castigos son terribles, y lo peor es que las demás la siguen, por mie-do o por contagio. Y la Madre Saint-Eutrope parece un bálsamo contra esas crueldades, pero es el extremo contrario: ella impulsa el placer de la carne. Relaja las costumbres, pertur-ba la inocencia, se altera y enloquece ante la firme oposición de Suzanne, que quiere ser una buena cristiana, pero no monja, y menos una monja tan poco espiritual.Padres confesores y un exorcista lla-mado erróneamente tratan de poner límites a las dos malas conductoras. Obispos y abogados civiles disputan por la cuestión básica de la libertad de elección y los límites de poder. El libro comenta otros asuntos, pero esos son los principales. Y sobre el mayor de ellos, cabe citar aquí dos frases de Diderot: “La religión más santa y tolerante, el propio cristianis-mo, no se ha afirmado sino a costa de algunos dramas” (de sus Pensa-mientos filosóficos) y “Fue entonces cuando sentí la superioridad de la religión cristiana sobre todas las re-ligiones del mundo, qué profunda sabiduría hay en lo que la ciega filo-sofía denomina la locura de la cruz” (el personaje de Suzanne Simonin

cuando por la oración supera las ma-yores pruebas en La religiosa). En 1966, también con algún escán-dalo, Jacques Rivette estrenó la pri-mera versión cinematográfica de la novela. La suya fue una película bastante fiel, de muchos diálogos bien transcriptos, puesta en escena un tanto bressoniana y predominio de tonos grises. Sólo se tomaba la libertad de dramatizar el comien-zo, con una síntesis excelente de la angustia sentida por la chica en la primera ceremonia. Más adelante agregaba un diálogo entre letrados, referido al jansenismo, y otro citan-do sin nombrarlo al propio Diderot. El final iba más allá de la novela, y terminaba abruptamente en suici-dio. Enmarcando ese drama, había respectivas frases de Louis Bour-daloue y Jacques-Bénigne Bossuet, grandes predicadores que exigían la vocación religiosa como único moti-vo para tomar los hábitos. Y antes de los títulos, había también una breve exposición informativa sobre dotes y claustros del siglo XVIII. Llega ahora a nosotros una nueva versión, de Guillaume Niclaux, ro-dada en 2013. No tiene epígrafes ni explicaciones, aunque el público de hoy desconoce aún más que el de 1966 las cuestiones atinentes a la vida monacal en viejos tiempos. Prescinde de conversaciones claves, pinta a una chica mística como tonta y a la Madre Mori como hipócrita; ignora sus buenas acciones y le des-

tina una muerte abrupta en vez de la despedida rodeada de amor que figura en la novela (para peor, deja circulando dos informaciones sobre esa muerte, una más antojadiza que la otra). Luego cambia el repertorio de Suzanne en el coro (una cancion-cilla profana en vez de unas líneas de “Castor et Polux”), e impone un desnudo completo y una escena de cama. Cierto que en la novela hay algo de eso, pero contado desde la inocencia de Suzanne. En la novela también hay referencias a un cierto marqués de Croismare como posible receptor de las memo-rias de Suzanne, a quien ella escri-be esperando su protección. De esa punta se toman Nicloux y su coguio-nista Jérome Beaujour para insertar cada tanto a dos personajes leyendo esos textos, y darle a través de ellos un final reconfortante a las penurias de la pobre chica. Diderot no lo pen-só, pero los tiempos actuales piden finales felices, o al menos luminosos. A favor de esta nueva versión se ano-tan el predominio de tonos radian-tes, buenas actuaciones y atractivo despliegue visual en la ceremonia de los votos, previo agregado del mortificante corte de cabellos. Otro detalle, de apreciable actualización: la Superiora Christine es llamativa-mente joven, lo que hace pensar en tantas ejecutivas y funcionarias de corta edad que se complacen en ser malas practicando su poder sobre un personal indefenso.

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LECTURAS

La pregunta detrás de la obra

Ignacio J. Navarro

Todo poeta trata de ir más allá de lo obvio. No todos lo consiguen. Los que lo logran establecen, por me-dio de la palabra, un sentido justo y apropiado para cada cosa que, en virtud de esa palabra que la desen-traña, aparece cierta e innegable.Eso es, en parte, la poesía: una de las mejores maneras de decir la

Si rasgaras el cielo y des-cendieras (Is. 63, 19b)

verdad. Y la belleza es, en cierto sentido, una posesión de la verdad sin esfuerzo. Hasta los objetos más simples y comunes se muestran en su singularidad irrepetible, sin que se haga necesaria ninguna razón ex-terna que los justifique o demuestre, ya que la palabra poética los ha tor-nado evidentes.

Así lo dijo Rilke:

Estamos aquí tal vez para decir: casa,puente, vertiente, puerta, cántaro, árbol frutal, ventana,todo lo más: columna, torre... pero para decir, compréndelo,para decir así, como las mismas cosasnunca en su intimidad pensaron ser.1

He encontrado el secreto; sé hablar;si lo deseas, sabré decirte lo que cada cosa desea decir.2

...el olor del jazmín y la madreselva,el silencio del pájaro dormido,el arco del zaguán, la humedadesas cosas, acaso, son el poema.3

Y muy parecido lo dijo Claudel:

Borges también. Palabras inmediatas, afines:

Y en otro lugar:

Quiero volver a las comunes cosas:el agua, el pan, un cántaro, unas rosas...4

Se ha dicho (y yo, ahora, pasado el tiempo y las

lecturas, tengo por opinión propia y convencida) que detrás de cada gran obra,

acuciando y alentando cada obra de verdadera

importancia espiritual, suele haber una sola pregunta.

Sacerdote y poeta.

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El poeta confía en lo singular, en la vitalidad de lo frágil. También, con moderación, en la posibilidad de nombrarlo; confía en la mención.

Aquí el poeta confía además en los símbolos, en un cierto decir de las cosas más allá del lenguaje, en la po-sibilidad de evocar y de convocar en el poema, en lo dicho, lo no dicho, en la capacidad de acoger y de albergar

Pero hay poetas que, sin abandonar lo anterior, dan un paso más: cada cosa les habla de todas las cosas, de sus secretos vínculos:

misteriosas presencias y sutiles rela-ciones; confía en la alusión.

Por fin, algunos poetas comienzan a presentir en estas cosas una reunión y empiezan a ver en ellas, en cada una,

en su todo en el fragmento, un mun-do, un cosmos, una multiplicidad sin discordia, que requiere también de una palabra capaz de comunicarla. Hay un humus que hace ser y sostie-ne a todas las cosas. ¿Cómo decirlo?

Soy ciego y nada sé, pero preveoque son más los caminos. Cada cosaes infinitas cosas. Eres músicafirmamentos, palacios, ríos, ángeles,rosa profunda, ilimitada, íntima,que el Señor mostrará a mis ojos muertos.5

Dejar un verso para la hora tristeque en el confín del día nos acecha,ligar tu nombre a su doliente fechade oro y de vaga sombra. Eso quisiste.¡Con qué pasión, al declinar el día,trabajarías el extraño versoque, hasta la dispersión del universo,la hora de extraño azul confirmaría!No sé si lo lograste ni siquiera,vago hermano mayor, si has existido,pero estoy solo y quiero que el olvidorestituya a los días la ligerasombra para este ya cansado alardede unas palabras en que esté la tarde.6

...unas palabras en que esté la tarde. Este anhelo acompañó a Borges en una figura que recurre en toda su obra: el crepúsculo. Tanto el de la mañana como el de la tarde, pueden ser un lugar de revelación: no se ve cada cosa, se adivinan todas, se ve el ser. No es extraño que él haya tratado esto, con segura perseverancia, desde su primer li-bro, en el poema titulado Amanecer, hasta en su último libro, en la poesía La tarde.

...unas palabras en que esté la tarde. ¿Hay algo en lo que decimos?7

Se ha dicho (y yo, ahora, pasado el tiempo y las lecturas, tengo por opi-nión propia y convencida) que de-trás de cada gran obra, acuciando y alentando cada obra de verdadera importancia espiritual, suele haber una sola pregunta. También hay otras, por supuesto, pero que más bien aparecen como satélites de la dramática pregunta central. Cada obra relevante, de modo más o me-nos explícito o insinuado, quiere aproximarse a la posibilidad de re-

solver qué es aquello que no ha de quedar inexpresado. La respuesta a esa inquietud se origina y se apoya en la pregunta que animará a toda la obra y le irá imponiendo una deter-minada forma.Ahora bien, ¿qué pregunta subyace a la obra de Jorge Luis Borges? Lo que ahora diré es ciertamente discutible, pero yo tengo para mí que esta pre-gunta es una de las más enormes que se hayan levantado en la Literatura. La formularé así: ¿habrá la Palabra,

Una y Única, capaz de contener, pro-nunciar y producir la totalidad de la realidad bella, simultáneamente?Y aquí es donde Borges ha dado su paso quizás más audaz: no se tra-ta sólo de la palabra que menciona, que celebra o establece a cada cosa; tampoco de la palabra que ve en cada cosa a todas y las alude; ni siquiera de la palabra que da cuenta del magma que hace ser a las cosas en este mun-do y trata de poseerlo en la voz poéti-ca. Debe haber, más allá, una palabra

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Por eso, a lo largo de la obra de Bor-ges, mientras se intenta el poema, también, a la vez, la peregrinación en pos de esa palabra trascendente

De manera que ya no es sólo la pro-pia palabra personal, sino una pala-bra que la excede, una palabra a la que se busca y anhela, una palabra otra y trascendente.Es trascendente porque es más que

será constante. Muchos poemas de Borges evocan esa palabra. También en la estructura de varios cuentos se hace evidente este camino. Jus-

todo, mundo, universo. Es trascen-dente porque en ella no sólo está la belleza sino la causa de la belleza; no sólo están ahí todas las voces sino su vertiente, la fuente. Es el fundamento, es la palabra asociada

tamente: varían los temas, pero esa estructura permanece. Quizás el re-lato emblemático en este sentido sea “El acercamiento a Almotásim”. Ya lo

al todo, a lo definitivo y al destino de la forma humana.No es, pues, de extrañar, que Borges imagine la aparición de esa palabra a la manera de un juicio, en su poema “Mateo XXV, 30”:

Consideré que en el lenguaje de un dios toda palabra enunciaría esa infinita concatenación de los hechos, y no de un modo implí-cito, sino explícito, y no de un modo progresivo, sino inmediato. Con el tiempo, la noción de una sentencia divina parecióme pue-ril o blasfematoria. Un dios, reflexioné, sólo debe decir una pa-labra y en esa palabra la plenitud. Ninguna voz articulada por él puede ser inferior al universo o menos que la suma del tiempo. Sombras o simulacros de esa voz que equivale a un lenguaje y a cuanto puede comprender un lenguaje son las ambiciosas y pobres voces humanas, todo, mundo, universo.8

El primer puente de Constitución y a mis piesfragor de trenes que tejían laberintos de hierro.Humo y silbatos escalaban la noche,que de golpe fue el Juicio Universal. Desde el invisible horizontey desde el centro de mi ser, una voz infinitadijo estas cosas (estas cosas, no estas palabras,que son mi pobre traducción temporal de una sola palabra):Estrellas, pan, bibliotecas orientales y occidentales,naipes, tableros de ajedrez, galerías, claraboyas y sótanos,un cuerpo humano para andar por la tierra,uñas que crecen en la noche, en la muerte,sombra que olvida, atareados espejos que multiplican,declives de la música, la más dócil de las formas del tiempo,fronteras del Brasil y del Uruguay, caballos y mañanas,una pesa de bronce y un ejemplar de la Saga de Grettir,álgebra y fuego, la carga de Junín en tu sangre,días más populosos que Balzac, el olor de la madreselva,amor y víspera de amor y recuerdos intolerables,el sueño como un tesoro enterrado, el dadivoso azary la memoria, que el hombre no mira sin vértigo,todo eso te fue dado, y tambiénel antiguo alimento de los héroes:la falsía, la derrota, la humillación.En vano te hemos prodigado el océano,en vano el sol, que vieron los maravillados ojos de Whitman;has gastado los años y te han gastado,ytodavía no has escrito el poema.9

LECTURAS

capaz de dar razón de todas las ante-riores. No son sólo unas palabras en que esté la tarde. Se trata de algo más.

En el cuento “La escritura del Dios”, Tzinacán, el mago de la pirámide de Qaholom, dice:

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sabemos: un estudiante, en Bombay, se ve envuelto en una serie de peri-pecias y debe esconderse entre per-

Luego de años de enorme derrote-ro, llega a su meta y queda ante una puerta. Llama. Llama golpeando las manos; ya no habla. Entonces se oye la inconcebible voz de Almotásim. Luego, una cortina se corre para que podamos pasar y el cuento ter-mina. (El cuento referido por el na-rrador; porque es un cuento dentro de un relato).Señalemos algunos cuentos con una estructura análoga: “La escritura del Dios”11, “El etnógrafo”12, “Tigres azules”13, “El milagro secreto”14. Lo que se asoma e insinúa al final ya no depende del esfuerzo humano, aun-que lo suponga. Se ha llegado ante la posibilidad de asistir a la palabra capaz de pronunciar lo inefable. Por eso estos relatos terminan en el si-lencio. Pero aquí hay que aclarar algo importante: no es que se pos-tule al silencio por sí mismo como meta. Se trata de callar con ocasión de la palabra. No es que se llegue hasta “un silencio”; es que hace si-lencio el protagonista. Calla, para abrir el espacio en el cual acaso esa anhelada palabra única se diga a sí

sonas abyectas. Entre todas ellas hay un hombre, también ruin, en quien el joven cree ver la revelación del

misma. A lo que se llega es a la pa-labra. Bien que a una palabra que excede la pronunciación del poeta; pero palabra que, aunque él no pue-da decir, puede convocar o aludir.Pero es también importante señalar aquí otro elemento en lo que se re-fiere a la estructura de estos relatos: todos los esfuerzos de los peregri-nos y sus búsquedas tienen sentido porque aquella palabra total que se insinúa, desciende. En el caso de “El acercamiento a Almotásim”, lo que se plantea es que el mundo partici-pa gradualmente de la perfección a la que se aspira. Es una suerte de “vía de eminencia”, de camino de ascenso por una creciente belleza, que en cada peldaño deja entrever el siguiente y sospechar el último. Se hace patente la finalidad. También la búsqueda de Tzinacán es posible porque a su ascenso corresponde un descenso: la “rueda altísima”, el “res-plandor de arriba”, la visión que por fin se le ofrece. En el final de “Tigres azules” hay una aparición: el mendi-go que dice he venido. Antes se había dicho: las piedras son de arriba; y eso

sentido de su existencia. El texto lo refiere así:

lo había dicho un anciano con una voz que no era la suya. Lo “de arriba”, lo “altísimo”, inexplicablemente se esboza aquí abajo.Esa voz, esa palabra, está del otro lado, es de otro lado. Como en “El acercamiento a Almotásim”, o como en algunos poemas: en la ya citada rosa que el Señor mostrará a mis ojos muertos; o, como en “Everness”15, en los dos últimos versos: sólo del otro lado del ocaso / verás los Arquetipos y Esplendores.Pero este “estar del otro lado” no es una clausura de esa palabra; por el contrario, hay una constante invita-ción al poeta para acercarse, intuirla y labrar la voz propia con los ecos que ella va suscitando. Inspiración.No es, entonces, una clausura. Uno de los elementos más originales de la poética de Borges es, pues, concebir la trascendencia también como una simultánea “descenden-cia” a través de la cual lo inalcanza-ble se participa16:

...el estudiante incrédulo y fugitivo que conocemos, cae entre gente de la clase más vil y se acomoda a ellos, en una especie de certamen de infamias. De golpe -con el milagroso espanto de Robinson ante la huella de un pie humano en la arena- percibe alguna mitigación de infamia: una ternura, una exaltación, un silencio, en uno de los hombres aborrecibles. Fue como si hu-biera terciado en el diálogo un interlocutor más complejo. Sabe que el hombre vil que está conversando con él es incapaz de ese momentáneo decoro; de ahí postula que éste ha reflejado a un amigo, o a un amigo de un amigo. Repensando el problema, llega a una convicción misteriosa: En algún punto de la tierra hay un hombre de quien procede esa claridad; en algún punto de la tierra está el hombre que es igual a esa claridad. El estudiante resuelve dedicar su vida a encontrarlo.10

La música, los estados de felicidad, la mitología, las caras traba-jadas por el tiempo, ciertos crepúsculos y ciertos lugares, quieren decirnos algo, o algo dijeron que no hubiéramos debido perder, o están por decir algo; esta inminencia de una revelación, que no se produce, es, quizá, el hecho estético.17

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¿Qué es lo que es intraducible pero indudablemente es? ¿Cuál es la reve-lación que no se produce pero que es inminente? Borges se maneja en un umbral: lugar de luz (lumbral) y a la vez de sombras (umbra), lugar pe-núltimo al que se llega por los pro-pios medios, pero que requiere luego detenerse, quedar en estado de deseo y de espera, hasta ser invitado a pa-sar. Lo que está más allá, adentro o del otro lado, es del “dueño de casa”, del “señor del misterio”.Borges supo esto constantemente, y su obra se inclina o eleva en ese sen-tido, con una suerte de teotropismo, con una clarividencia que ningún asunto podía ensombrecer. Uno de los capítulos de su libro Evaristo Ca-rriego termina así: ...nos hemos acer-cado a la metafísica: única justifica-ción y finalidad de todos los temas.19 Y es así que, en medio de “todos los temas”, Borges siempre estuvo atento a las grandes verticales de sentido, a la trascendencia que se instala en la palabra de todo gran poeta.

Pero, ¿qué es, quién es, en qué se ve-

Años después insistirá, de modo quizás menos intenso, en una forma más lírica:

rifica un gran poeta? Principalmente, en el hecho de haber legado un in-menso don que muy pocos pueden ofrecer: palabras que permiten decir algo que antes era imposible. (Todo gran poeta tiene algo de inaudito y de inaugural). Hombres como Bor-ges viven vicariamente las vidas de los demás. La poesía la sentimos to-dos. Simultáneamente, sentimos que no se puede decir. Llega el poeta y la dice, y nosotros experimentamos la certeza de que, si hubiéramos podido decir eso, lo hubiéramos dicho exac-tamente así. Se nos ha manifestado, con la consiguiente alegría y libertad que eso provoca, que algo mudo en nosotros ahora puede ser expresado.¿Qué es lo nuevo que se puede decir después de Borges? Además, con el aditamento de suuniversalidad úni-ca. ¿Qué hace que cualquier hombre, de cualquier cultura, de cualquier lengua e incluso dialecto, una vez iniciada la lectura de Borges, persis-ta en ella más allá de otras lecturas? ¿Qué fue lo que Borges dijo y que todos los hombres necesitaban oír? ¿Qué escribió que le hacía falta a

todo el mundo? Imposible decirlo a ciencia cierta; es un dato que se ex-cede a sí mismo. Pero lo cierto es que Borges toca en el lector una cuerda interior definitiva, un lugar al que es imperioso llegar, y al que parece que no se puede acceder salvo por la palabra del poeta argentino. Ese “lugar” no puede quedar inexpresa-do, pero hacía falta un don, una ins-piración superior para decirlo, y no es imposible reconocer esa cualidad única en Borges. Abrió, desde una profundidad rica y secreta, un estilo de belleza, inteligencia y sentido que nos ha renovado y mejorado.¿Qué dice ese lenguaje nuevo y me-jor? Tal vez si existirá o no aquella Palabra, forma de todas las figuras. Eso que Borges llamaba el “Verbo hacedor”20, el Verbo poietés, poeta, creador, hacedor pero con palabras, un Verbo que desde siempre haya quebrado el silencio de la nada. Un cosmos. ...una voz infinita / dijo estas cosas (estas cosas, no estas palabras, / que son mi pobre traducción temporal de una sola palabra).No hay ingenuidad en Borges, pero

Hay una hora de la tarde en que la llanura está por decir algo; nunca lo dice o tal vez lo dice infinitamente y no lo entendemos, o lo entendemos pero es intraducible como una música.18

LECTURAS

Patricia AcuñaDiseñadora de interiores

15- 4437-9905

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sí inocencia: una palabra original, pobre y genial como la de un niño adámico, no arrancada todavía de su singularidad ni sofocada por capas de sintaxis secundarias; algo del len-guaje anterior a la caída.¿Qué dice ese lenguaje nuevo y mejor?La primera respuesta es, inevitable-mente, tautológica: ese lenguaje nue-vo y mejor sólo se dice en la poesía de Borges; su literatura es ese lengua-je. Sencillamente, hemos de volver a su obra para que ella diga eso inau-dito a lo que ahora podemos asistir.Pero también es evidente que ese lenguaje ha modificado a quienes lo han leído o escuchado, y que algo acerca de esa modificación puede ser dicho.

Hay un verso de Saint-John Perse que dice así: Pero ¿qué es, oh, qué es eso que en todo, de repente, falta? Borges parece haber acercado una posible respuesta a esa hermosa y desgarradora línea de Saint-John Perse. Porque Borges transformó la ausencia en inminencia, lo intangi-ble en innegable.Ante esto, gracias a Borges, la ten-sión infructuosa de un deseo desbo-cado hacia lo inalcanzable se torna apertura serena que aguarda el Don.Detengámonos aquí. No se pue-de traducir la literatura de Borges, transponerla a sus efectos. Pero la sabemos y la sentimos asociada a una forma de esperanza, a esa rosa ilimitada que el Señor mostrará a mis

ojos muertos, a una suerte de nueva e inédita alegría que surge en nosotros y penetra en esa misteriosa síntesis de cordialidad e inteligencia a la que llamamos sensibilidad.

1 Rainer Maria Rilke. Elegías de Duino. Ediciones Cátedra. Madrid, 1993, pág. 112.2 Paul Claudel. Cinco Grandes odas. Siglo Veintiuno Editores. México, 1997, pág. 14.3 Jorge Luis Borges. Obras completas, vol. I (OC.I). Emecé Editores. Buenos Ai-res, 1974, pág. 19. Del poema “El Sur”, del libro Fervor de Buenos Aires.4 Jorge Luis Borges. Obras completas, vol. II (OC.II). Emecé Editores. Buenos Aires, 1989, pág. 492. Del poema “Góngora”, del libro Los conjurados.5 OC.II, pág. 116. Del poema“The Unending Rose”, del libroLa rosa profunda.6 OC.I, pág. 900. Del poema “A un poeta menor de 1899”, Del libro El otro, el mismo. (1899. Es decir, se trata de Borges.)7 George Steiner. Subtítulo de Presencias reales. Ediciones Destino. Barcelona, 1991.8 OC.I, pág. 598. Del cuento “La escritura del Dios”, del libro El Aleph.9 OC.I, pág. 874. Del poema “Mateo XXV, 30”, del libro El otro, el mismo.10 OC.I, pág. 416. Del cuento “El acercamiento a Almotásim”, del libro Historia de la eternidad.11 OC.I, pág. 596. Del libro El Aleph.12 OC.I, pág. 989. Del libro Elogio de la sombra.13 OC.II, pág. 381. Del libro La memoria de Shakespeare.14 OC.I, pág. 508. Del libro Ficciones.15 OC.I, pág. 927. Del libro El otro, el mismo.16 Como nota al pie, podemos enunciar un asunto sobre el cual Borges volvió muchas veces y que aquí no podemos tratar: la inspiración, todo un capítulo para estudiar en la concepción borgeana de la construcción de su literatura. Es posible al poeta la pronunciación de una pala-bra personal muy alta, que bien puede ser participación de una palabra superior. Sólo participación; a la palabra superior es posible acceder solamente si ella se pronuncia a sí misma. No obstante, el fenómeno de la participación, de la inspiración, resulta un hecho fascinante: ocu-rre una palabra acerca de la cual el poeta puede decir “mía”, y que sin embargo excede la capacidad de haberla pronunciado. (Borges tocó este tema en algunos de los prólogos a sus libros de poesía, y también en muchas conversaciones y entrevistas que hoy están publicadas.)Y ya que hoy, en este ámbito, estamos haciendo referencia a una perspectiva teológica, no estará de más dejar anotado, como complemento a lo que acabamos de enunciar acerca de la inspiración, que el aspecto de la obra de Borges que ve a la trascendencia también como “des-cendencia” es inimaginable fuera de un universo mental que no haya dado cabida al ethos bíblico. Es un hecho cultural que cabe señalar. No en vano Borges tiene dos poemas titulados “Juan 1, 14”, que es el versículo del prólogo del evangelio de Juan donde leemos: Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Existe, en la obra de Borges, una pregunta por lo que pudiera ser una palabra divina humanizada. 17 OC.I, pág. 635. De “La muralla y los libros”, del libro Otras inquisiciones.18 OC.I, pág. 521. Del cuento “El fin”, del libro Ficciones.19 OC.I, pág. 147. De “El truco”.20 OC.I, pág. 360. En Historia de la eternidad, II.

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DEBATE

El Aleph olvidado

José María Poirier

Se trata del entredicho entre María Kodama y Pablo Katchadjián, que publicó un cuento titulado El Aleph engordado, en el que copia (salvo con brevísimos cambios) el cuento de Borges, pero le intercala una cantidad de frases y palabras de su propio cuño que duplican la extensión del original.Ha sido notoria la reacción en de-fensa de Katchadjián por parte de numerosas personalidades de la cul-tura. Pero no es descabellado afirmar que, en medio de la pasión de esta defensa, se han mezclado temas muy distintos, quizás en menoscabo del tema estético del cuento de Borges, y acaso de Borges mismo. Si la pregunta es si una persona pue-de ser expropiada o llevada a pri-sión sólo por estropear un cuento, no nos parece razonable la solución judicial. Podrá haber otras compli-cadas cuestiones legales a debatir sobre propiedad y derechos, pero no es este el lugar y no es nuestra com-petencia especial.

Un amigo, que no quiere que su nombre figure en letras de molde (como se decía ant ig uamente), me escribe sobre un triste hecho reciente con r e -f l e x i o n e s q u e compa r to casi plenamente. Me

voy a permitir ahora hacer uso del plagio y firmar como propias mu-chas de sus afirmaciones. Es una persona culta y particularmente sensible a las manifestaciones artís-ticas. He compartido con él largos y felices encuentros de lectura sobre textos de Jorge Luis Borges. Si se quejara luego de la apropiación de pensamientos suyos que voy a escri-bir en seguida, diré que, más que co-piar sus expresiones, he intervenido sus frases. Tema hoy en boga entre artistas y escritores.

A partir del cuento El Aleph de Borges, Pablo

Katchadjián escribió una extraña versión titulada

El Aleph engordado. Fue denunciado por plagio y

también se abrió un debate en el que intervinieron

conocidas figuras de las letras y el periodismo.

No es descabellado afirmar que, en medio de la

pasión de esta defensa, se han mezclado temas muy distintos, quizás en

menoscabo del tema estético del cuento de Borges, y acaso

de Borges mismo.

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cuentos de Julio Cortázar: “Nadie puede contar el argumento de un texto de Cortázar; cada texto cons-ta de determinadas palabras en un determinado orden. Si tratamos de resumirlo verificamos que algo pre-cioso se ha perdido”. Es importante, entonces, establecer una diferencia cualitativa entre una gran obra de arte y (por ejemplo) un experimento de taller literario. La primera supone una importancia es-piritual de la que dan testimonio to-dos los que se han enriquecido con ella a lo largo del tiempo; el segundo tiene un potencial dinamizador que está más en el orden de lo didáctico o lo provocador, pero que no consti-tuye, de por sí, una obra en el sentido estético de la palabra. Esto presenta un problema muy difí-cil para el mundo de los que no son artistas y se dedican a las Letras: la especulación, la crítica, el periodis-mo cultural, la teoría y todas las dis-ciplinas que se quieran invocar en torno de la literatura, están hechas de palabras. La poesía también, pero es otro espacio, otra valencia.Katchadjián anota, dentro de El Aleph engordado, una metodología que se impuso: “El trabajo de en-gordamiento tuvo una sola regla: no quitar ni alterar nada del texto original, ni palabras, ni comas, ni puntos, ni el orden”. Afirmada esta regla, no rigurosamente respetada, él interpola frases o palabras que extienden o interrumpen el cuento de Borges. Los agregados son raros y es difícil comprender a fondo el propósito de esas extensiones. Ya el título es vulgar (y sobre la idea de “engordar” el texto se vuelve dentro del relato). Justamente, el cuento presenta a Carlos Argentino Daneri, un mediocre infatuado que piensa que puede realizar un poema in-mortal simplemente enumerando el universo en su totalidad. Borges lo define así: “Había elaborado un poema que parecía dilatar hasta lo infinito las posibilidades de la caco-fonía y del caos”. Y se burla de todos

los intentos por justificar esa poesía fallida: “En su poesía habían colabo-rado la aplicación, la resignación y el azar; las virtudes que Daneri les atribuía eran posteriores. Compren-dí que el trabajo del poeta no estaba en la poesía; estaba en la invención de razones para que la poesía fuera admirable; naturalmente, ese ulte-rior trabajo modificaba la obra para él, no para los otros”. Está claro que El Aleph es una espe-cie de “anti Divina Comedia”. Para Borges, la obra de Dante es lo más alto de cuanto se haya escrito. Dice el escritor argentino: “Soy un hom-bre de letras y creo que el ápice de la literatura y de las literaturas es la Comedia. Es muy difícil, tratán-dose de cumbres, saber cuál es la más alta, y la Comedia está hecha de cumbres[...]La Divina Comedia es el libro más justificable y más firme de todas las literaturas[…] La pere-grinación de Dante, que lleva a la visión beatífica y al mejor libro que han escrito los hombres[…] Dante edificó el mejor libro que la litera-tura ha alcanzado[…] Es el poema máximo de todas las literaturas[…] Ya que Dante era esencialmente un hombre de letras, por qué no supo-ner que se le ocurrió, o mejor dicho, que descubrió, que entrevió un ar-gumento para otro poema. Si pudié-ramos llegar a esa idea, habríamos hecho algo... seríamos casi Dante; porque, ¿qué puede escribirse des-pués de haber escrito La Divina Co-media? Parecería que en ese libro ya está todo”.¿Por qué, entonces, volver precisa-mente al cuento El Aleph para trans-formarlo en un fárrago? ¿Ha jugado el autor a ser una especie de “anti Borges”? ¿O ha jugado a transfor-marlo a Borges, dentro de uno de sus textos, en una suerte de Daneri? ¿Ha jugado Katchadjián a ser Daneri él mismo? Quizás la enseñanza pro-funda del autor de El Aleph engorda-do sea haber mostrado los peligros de una “profanación”, de una desfi-guración de un cuento hermoso.

Katchadjián ha insistido, para jus-tificarse, en un elemento ajeno al relato de Borges: alega que el escri-tor argentino ha sido sacralizado y que él ha realizado una suerte de profanación de la obra. Dice que profanar es recuperar lo que ha sido sacralizado, traerlo al mundo de los hombres y hacerlo hablar. Esto presupone que lo sacro ni está en el mundo ni habla… Además, lo que olvida es que el cuento de Borges si-gue hablando admirablemente. Sabemos que Borges fue sensible a los cambios de significado que cada época impone a un texto y a las transformaciones de sentido que las diversas formas de leer pueden ope-rar. Pero todo eso es lo que no daña al texto, es aquello sobre lo que no vale la pena trabajar; sencillamen-te, ocurre, y no compromete a la literatura. Dice Borges: “La página que tiene vocación de inmortalidad puede atravesar el fuego de las erra-tas, de las versiones aproximativas, de las distraídas lecturas, de las in-comprensiones, sin dejar el alma en la prueba”. Es decir: hay textos que, a diferencia de otros, manifiestan con particular evidencia su propia relevancia y figura. Y cuando Bor-ges dice que no hay muchas histo-rias para contar, que la humanidad ha inventado unas pocas esenciales, abre a partir de aquí dos caminos para su literatura: uno es la incesan-te evocación agradecida de esos tex-tos; el otro, el de “agotar modestas variaciones”. En su poema La luna afirma temer que Lugones ya haya usado alguna de las metáforas que él va hilvanando.Pero esas modestas variaciones no consisten en repetir las grandes historias, en copiarlas, sino en alu-dirlas desde su propia virtud a tra-vés de nuevas representaciones que tienen su valor propio, pero que se enriquecen con la gravitación de la obra a la que se ha aludido, no reite-rado. Para todos los grandes textos, incluso para El Aleph, vale, en par-te, lo que Borges dice acerca de los

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LECTURAS

tarla dos veces por semana. Flush fue el primero de la fa-milia en descubrir que esa relación era algo serio y eso lo inquietó tanto que una tarde de

celos exacerbados lo mordió en la pierna, sobre la tela del pantalón. A Browning no pareció importarle mu-cho, a diferencia de su ama, quien lo castigó firmemente. Así supo Flush que el amor ahora sería de a tres, en-tonces fue perdonado. Elizabeth de-mostró cuánto quería a Flush cuando lo secuestraron. Por 1830 la pobreza en Londres podía ser extrema, la gen-te hacía cualquier cosa para conseguir algo de comida o abrigo. Muchos pe-rros, aunque debían andar con cade-nas, estaban mejor cuidados y vivían en mejores condiciones que las per-sonas, por lo que se hizo habitual el robo para pedir rescate por ellos. Este episodio tan funesto para Flush, aun-que tuvo final feliz, le mostró a Eliza-beth una realidad de Inglaterra que desconocía: rostros siniestros que vio durante esa búsqueda fueron retrata-dos en su obra Aurora Leight, bastan-te tiempo después.El padre de Elizabeth nunca consin-tió el noviazgo de su hija y la pareja se casó en secreto. Después de una cui-dada preparación la joven se fugó con

Sorbiendo esenciasRosa Rubolino

permitía rodearse de libros y recibir semanalmente la visita de poetas y escritores. Sien-do ya una mujer de más de treinta años, una de sus amigas, Miss Mitford, le regala un cachorro Spaniel, de la variedad Coc-ker, de la más pura estirpe según la calificación del Kennel/Spaniel Club. “Se sorprendieron el uno del otro. A miss Barret le pendían a ambos la-dos del rostro unos tirabuzones muy densos, le relucían sus grandes ojos y su boca grande se sonreía. A ambos lados de la cara de Flush colgaban sus espesas y largas orejas, los ojos los tenía también grandes y brillan-tes. Existía un cierto parecido entre ambos”. Nació enseguida un vínculo sólido que llevó a Flush a renunciar a sus correteos diarios por la campiña a cambio de un invierno guardado en la penumbra del cuarto de su ama, donde Elizabeth leía, escribía, recibía visitas. Le permitía dormir sobre un diccionario griego y le regalaba las alas de pollo para no dejar evidencia de su falta de apetito.Robert Browning entra en escena. El poeta se había enamorado de Eliza-beth leyendo su poesía y el noviazgo fue en gran parte epistolar, sin embar-go, a los pocos meses empezó a visi-

Estimulada por el síndrome Stend-hal, acabo de leer Flush, una biogra-fía, la deliciosa novela de Virginia Woolf. ¡Bella Florencia! Lo que afec-ta a Stendhal al salir de Santa Crocce es el agobio ante tanta belleza, ante la obra magnífica del hombre rena-centista. Sin embargo, no es lo único que lo atrapa; el paisaje florentino y su clima, la historia, las costumbres y el espíritu libre de su gente habrán sido decisivos para ser elegida como lugar de residencia por artistas, inte-lectuales y espíritus errantes de varia-da procedencia y en todas las épocas.En el antiguo cementerio inglés de la ciudad descansa la poeta británica Elizabeth Barret Browning, autora de Las ventanas de la Casa Guidi y Sonetos del portugués, quien vivió en Italia, según sus palabras, los años más felices de su vida.En la novela que nos ocupa, el bio-grafiado es su mascota, Flush.Elizabeth Barret fue la hija menor de una familia rica que por generaciones había hecho su fortuna en plantacio-nes en la India. El padre estaba acos-tumbrado a manejar esclavos, era un hombre severo y riguroso. Como la chica parecía algo enfermiza, la man-tenía recluida en la última habitación de la casa, en la zona más elegante de Londres. Todas las noches pasa-ba a verla por su cuarto y controla-ba si había comido toda la cena. Sí le

En la novela Flush, a través de la peculiar mirada del

perro de la escritora Elizabeth Barret, Virginia Woolf

describe la siempre bella ciudad de Florencia.

El mundo es conocido por Flush a través de los

sentidos: olfatea, lame, oye, ve, roza hasta el mármol

con su pelambre.

Psicóloga y escritora.

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paz, aparece en una de las frases del libro para recordar: “El verdadero filósofo es el que se queda sin pelo pero se libra de las pulgas”.El mundo es conocido por Flush a tra-vés de los sentidos: olfatea, lame, oye, ve, roza hasta el mármol con su pe-lambre: “Italia significa para él, princi-palmente, una sucesión de olores”, “Lo correteaba todo con la nariz a ras del suelo, sorbiendo esencias”, “En resu-men, se sabía Florencia, como jamás se la supo ningún ser humano… la co-nocía como sólo pueden conocer los mudos. Ni una sola de sus innumera-bles sensaciones se sometió nunca a la deformidad de las palabras”.Basada en la frondosa correspon-dencia entre Barret y Browning, Vir-ginia Woolf narra con singular en-canto esta romántica historia desde el punto de vista del perro y finaliza la obra con palabras propias de Ba-rret: “…cuando la barbuda aparición acabó de secar mis lágrimas, reco-

nocí a Flush y me repuse de mi sor-presa y de mi pena, dando gracias al verdadero Pan, quien valiéndose de criaturas insignificantes, nos permi-te conocer cumbres de amor”.Es esta una alegoría en la que Woolf muestra mundos recortados, como lo es el de las mascotas, o los con-trastes de las clases sociales de la Inglaterra victoriana, para detenerse en los problemas que la preocupan. Se reconocen las ideas del grupo Bloomsbury, de ideología progresis-ta y liberal, sus temas de vanguardia, el lugar de la mujer, en particular el lugar de la mujer educada dentro de una comunidad regida por hombres. Exalta la poesía como recurso mara-villoso para explorar lo desconocido; sostiene que somos conmovidos por infinitas sensaciones, hasta el punto de interrogarse adónde podría llegar la percepción como reconocimiento del mundo si ésta no estuviera me-diatizada por palabras.

su doncella y Flush, sin despedirse de la familia. El padre nunca la perdonó.Arribo a Italia. Lo primero que des-cubre Flush es que no había catego-rías entre los perros. ¿Será posible?, se pregunta. Todos eran mestizos, andaban sueltos, solos de aquí a allá. No había aquí Kennel Club ni padres severos. Libertad, amor, salud. Tex-turas, colores, fragancias. Flush supo lo que era andar borracho de aromas y sin cadenas. Sin miedo. Elizabeth, a su vez, parecía no sufrir ninguna enfermedad, vivía con deleite lo que Florencia le ofrecía, el arte, la natu-raleza y su matrimonio. Quedó em-barazada y tuvo un hijo. Claro que el verano toscano, además del amor libre, le hizo conocer a Flush la mo-lestia de las pulgas. Mr. Browning in-tentó diferentes formas para librarlo sin conseguirlo, y finalmente decidió raparlo. Sacrificar una parte de su belleza, dejar atrás la identidad de su raza para conseguir a cambio alivio y

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Habiendo presidido práctica-mente durante toda una década el Pontificio Consejo para la Pro-moción de la Unidad de los Cris-tianos y ocupado otros cargos de alta responsabilidad en la Santa Sede, el cardenal Walter Kasper es hoy una de las figuras más impor-tantes de la andadura histórica de la Iglesia católica surgida del pon-tificado de Francisco.Resulta interesante conocer la mirada que alguien de tal en-vergadura posee sobre el nuevo periodo abierto con la elección del Papa argentino. Pero a pesar de su especialización, el autor no se limita a mostrar o a expli-car –como podría esperarse– la específica dimensión ecuménica de Francisco, para lo cual se en-cuentra favorablemente acredita-do (y que sería deseable abordara en el futuro), sino que ha preferi-do una mirada más amplia y por lo tanto más integradora de esta rica personalidad.En efecto, en algo más de un cen-tenar de páginas, el autor desgra-na algunos de los principales ras-gos y sensibilidades de la persona del actual pontífice, buscando mostrar de un modo sencillo que si sabemos ver las cosas como lo que ellas son, las sorpresas que suscita el Papa en realidad no de-berían ser tan mayúsculas como a veces se ha sugerido.

El libro se inscribe, en tal sentido, como un aporte pedagógico que tiene la pretensión de ayudar a com-prender el significado del actual pontificado, a la manera de la expli-cación brindada en su momento por Víctor Manuel Fernández en diálogo con el vaticanista Paolo Rodari.La obra es producto de la reelabo-ración de varias conferencias pro-nunciadas en la Academia Católica de Baviera, en la Universidad de Viena y en la Escuela Superior de Filosofía y Teología Sankt Georgen de Frankfort del Meno, así como en el Centro Pro Unione de Roma y en la Universidad Católica de América, la cual ha distinguido al autor con el Premio Johannes Quasten.El libro no es una colección de anéc-dotas ni trata de trazar valoraciones intraeclesiales del pontificado, sino que aspira a presentar sin precon-ceptos y, por lo tanto, de un modo desprejuiciado, una lectura en clave teológica de la sensibilidad humana y cristiana de Jorge Mario Bergoglio, superando simpatías o antipatías que se mueven en un nivel bastan-te superficial, pero que sin embargo constituyen al fin de cuentas un ca-non más o menos habitual en el au-ditorio católico y aun mundial.La novedad del Papa, nos transmi-te el autor, no tiene que ver con la reforma de la curia que ocupa tanto centimil mediático, ni siquiera con la continuidad o discontinuidad en

la que a veces se ha centrado la atención de las audiencias, sino en algo más trascendente y por lo mismo mucho más profundo, pero que sin embargo hay que te-ner una cierta pureza en la mira-da para visualizar con plenitud.No se trata de ningún misterio y es así percibido con claridad por una multitud de fieles cris-tianos e incluso de increyentes. Estamos aquí asombrados una vez más ante la novedad eterna del evangelio, que hace nuevas todas las cosas, pero que a la vez y por lo mismo provoca sor-presas en el espíritu mundano, dentro y fuera de la comunidad de fe de los cristianos. Last but not least, en todo caso, su-giere el autor en clave reformista, lo que desea el papa Francisco y que causa tantas perplejidades, no es más que apartar o remover al-gunas cenizas que con el paso del tiempo se han ido acumulando en el acontecer de la vida eclesial, a fin de avivar el rescoldo perenne y siempre vivo del Evangelio.

Roberto Bosca

EN CLAVE TEOLÓGICA

El papa Francisco. Revolución de la ternura y el amor. Raíces teológicas y perspectivas pastoralesde Walter KasperSal Terrae, Bs.As., 2015

LIBROS

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