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Los Hitlers La historia de los uruguayos llamados Hitler, un caso extremo en el país de los nombres extraños. Darín “Para un actor, como yo, fue increíble ver la cara de Cobos. Fue maravilloso”. Spinetta “Conozco músicos que se han falopeado con cosas carísimas para componer una puta cumbia”. + Moda Tecno Vinos Comer Autos Viajes C se entrega gratuitamente con el diario Crítica de la Argentina del 3 de agosto. Prohibida su venta por separado. c 01-Tapa-030808.indd 1 31/07/2008 1:07:34

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Diario critica de la Argentina

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Los Hitlers La historia de los uruguayos llamados Hitler, un caso extremo en el país de los nombres extraños.

Darín“Para un actor, como yo, fue increíble ver la cara de Cobos. Fue maravilloso”.

Spinetta“Conozco músicos que se han falopeado con cosas carísimas para componer una puta cumbia”.

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“El rock no es un tarado

drogado”Pasaron cuarenta años desde que grabó su

primera canción, “Tema de Pototo”, y acaba de sacar su disco número 36. No vive

encerrado, simplemente da pocas entrevistas. Cuando lo hace, siempre tiene algo para decir: sobre la música y el ego de los músicos, las tragedias nacionales y las máquinas de destrozar Charlies y Fitos.

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Por Tomás ohanian y Guido BilBaofoTos dieGo sandsTede y eduardo marTí

Luis Alberto Spinetta está sentado ante una com-putadora. Edita un video, su video, el primero de su flamante disco Un mañana. Se pone de pie y tarda en hacerlo porque está hablando de fútbol. Reconocido hincha de River, dice que al princi-

pio Simeone no lo convencía, que esa cosa mercantilista del fútbol lo fatiga, pensaba que tendría que haberse quedado en Estudiantes. Pero que al final salió campeón y trabajó bien. Le tiene fe.

Camina hacia la calle mientras se calza un gorrito, gafas y una campera inmensa. Se inventa un look para las fotos. No quiere mostrar el pelo largo y desparejo que lleva y que se dejó crecer para el video. También tenía barba pero ya se afeitó. En los pasillos cuelgan dibujos de Almendra y discos de los Kuryaki. Al salir, lo primero que hace es levantar la mano y saludar al panadero de la esquina que, desde atrás del mostra-dor y a casi cuarenta metros, le devuelve el saludo. Después posa delante de un portón azul, dibuja en el aire una puerta que intenta abrir sin suerte, se abraza a una planta de Ginseng para asomar su cara entre las flores y decir gentilmente que ya está. Spinetta es una especie de autoexiliado de los medios que se presta poco a estos juegos y muy cada tanto. Una leyenda que siempre ha parecido un paso adelante del resto, como quien sabe algo que los demás no. Y que vuelve al ruedo con doce canciones que le recuerdan al mundo la existencia de su don. Cuando se cumplen cuarenta años de la formación de Almendra, Spinetta sigue grabando sin descanso y, sobre todo, es un hombre dedicado a su familia.

La charla sucede en su estudio de grabación. Spinetta ofrece té verde en cazuelitas japonesas.

—Yo tengo cinco nietos, cuatro varones y una nena. Cuando miro a la bebé me fragilizo. ¿Qué querés? Para mí ese mundo es muy feliz, no tengo por qué romperlo ni con mi ego ni con mis mierdas. Es el mundo concebido para la imaginación o para enseñarles a dibujar en la compu a ellos cuando crezcan. La otra vez vino Fito con sus dos hijos y yo me enternezco con ellos de una manera… Y Martín me empezó a pedir que le mos-trara mis dibujos de autos, un preview de autos todos pintados, re–grossos. Y se volvió loco. Hasta que se fue le estuve dibujan-do autos. Y después me pidió un avión, ¿entendés?... De tal palo tal astilla ¿no?... Mis nietos me miran y me dicen: “Abuelo, quiero hojas”. Ni me saludan, vienen a dibujar acá. Eso es mara-villoso.

—¿Por qué te parece que la idea de la familia está alejada del imaginario rockero?

—Para mí el rock y las violas eléctricas y John Lennon y todo servían para esto, no para la maldad, ¿ok? Para mí, la belleza del rock, la rebeldía que tuvimos siempre y los tonos lindos o el rock pesado, duro, como venga, fue para alimentar una cosa positiva. Lo otro es “lo que quedó de…” De años de toda esta

porquería. En vez de hacer escuelas u hospitales se construyen shoppings. Ahora los pibes no saben qué hacer con su tiempo. Están en pedo.

—Hace poco fuiste elegido por los músicos como el artista más influyente del rock.

—¡Pero más influyente es Ricky Maravilla, boludo! O cual-quiera de estos muchachos que hacen ese tipo de cosas. Dado lo que pasa con la música, hermano… No mientan, ¿viste? El rock no es un tarado, todo drogado, haciendo todo mal, no produciendo una puta canción o todas canciones espantosas y aburridas. Sino que significa alguien laburando para mejorar las cosas. Para mí eso es rock. Lo otro es todo un ego de pajeros que no tiene límite. ¡Déjense de joder! Encima para tocarte una porquería. No sé, yo conozco músicos que se han falopeado con unas cosas carísimas para componer una puta cumbia... Tené respeto por Charlie Parker, ¿entendés? Si lo vas a hacer, hacelo por una causa noble.

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“¡Más influyente que yo es Ricky Maravilla! O

cualquiera de estos muchachos que hacen ese tipo de cosas. Dado

lo que pasa con la música...”

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—Siempre hablás de una especie de mezquindad en el mundo de la música. ¿A qué te referís?

—Hay mezquindad en todo. Es decir: te querés divertir, podés hacerlo con algo muy bello o podés divertirte con una porquería, es algo muy simple. Está en el ser humano, no es que mi intención sea modificar los comportamientos de nadie. Simplemente es llegar a un sentido común. ¿Cuál es? La belle-za. Si eso no lo entendés… La sopa tiene fideos o arroz, pero es sopa. Es eso. Cuando vos usás la música como una fuente de ambición para tu ego, para llenarte de dinero, hasta lo podés lograr. Y que tu canción la repita todo el mundo, también. Pero la belleza reside en otro lado, que no puedo especificar. Yo busco eso en todo lo que hago. Obviamente, a veces tengo que cortar un bife y ponerlo en la plancha, no es muy lindo de hacer.

—También eligieron Artaud como el disco más importante de la historia del rock nacional.

—Lo veo muy bien porque ahora está Luis Almirante Brown (el personaje de Peter Capusotto y sus videos), que le hace con-trapeso (risas). Fue para eso en realidad que hice Artaud. Para que después aparezca “Artaud para millones”. O sea, realmente, ¿qué es Artaud sino una especie de Un mañana de otra época? Yo lo vivo como que… que hice algo bueno. Listo. Si ustedes me dicen que mi mejor tema es “Me gusta ese tajo”, qué se yo, sería un bruto rockero, falopero hasta el último día, no sé. Por eso, me gustaría poder hacer cosas que fueran como Artaud, porque cada cosa la pensé así: como si fuera un estallido artístico. Que pongas el disco y te pasen múltiples cosas por la cabeza, que puedas soñar en parte con aquello que te imaginás y no podés expresar. Y uno, cuando termina un disco, a veces no sabe qué fue incapaz de articular dentro de eso. Y después empieza a notar…

—Las comisuras…—Exacto, entonces uno no termina de hacerlo. Viene otro,

ahora. Viene otro trabajo y hay que emprenderlo ya, para tener

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aire, para hacerlo sin premura. Que se vaya haciendo piolamen-te. Si le metemos buena energía a las cosas, esto es un paraíso, hermano. Si venimos todos de gamulina, vamos a terminar entre delincuentes, cada vez peor. Yo empujo, empujo, empujo en pos de algo que vaya para adelante, para que la gente esté mejor. No sé cómo lograrlo, pero utilizo la música para intentar. Pero si no alimentás, digamos, todos los recursos de los momentos del día, ya te empezás a perder la película que yo quiero ver.

Santa Fe—¿Cómo es encarar un nuevo trabajo cuando ya se grabaron 35 discos?

—Grabar con los años se ha convertido en un proceso bastan-te eficiente. Es un poco fanfarrón, pero esa es la verdad. O sea, vos vas sumando este disco, el otro, el otro… Y este disco en particular está cargado de un montón de cosas que sucedieron.

Spinetta escribió Un mañana atravesado por la tragedia de Santa Fe, en la que nueve chicos del colegio Ecos murieron en un accidente cuando volvían del Chaco luego de un viaje social. Vera, su hija, iba a la misma escuela secundaria y era amiga de los chicos. Spinetta sintió la tragedia salirse de la tele para esta-llar en su casa y se puso en movimiento. Incluso llegó a tocar en vivo una canción compuesta por un chico que murió en el accidente, Benjamín Bravo.

—No es que el disco esté hecho por eso ni para eso, sino que estoy ingresando en una causa muy importante como es la tragedia de Santa Fe y, sobre todo, el proyecto Conduciendo a Conciencia. Lo estoy transportando al disco para que eso con-cientice. Hay que entender que este disco tiene muchas connotaciones de carácter afec-tivo, emocional. Hay algo de pérdida y algo de nacimiento en él.

—¿Por qué te comprometiste tanto con la tragedia de Santa Fe?

—Yo la he visto a mi hija Vera aullar cuando sucedió… Qué se yo, nunca me pasaron cosas así. Quizás no hubiera tomado conciencia de no ser por ella. Los padres, cuando se juntaron conmigo, me preguntaron: “Si Vera no fuera al mismo colegio que los chicos, ¿nos ignora-rías?” Y yo les dije: ‘Y, la verdad que posiblemente…’”

—Nadie quiere el horror.—Eso no quiere decir que espiritualmente no adhiriera a

ellos y que si, de última, venían a pedir que tocara, voy, lo hago, ¿cómo no? Cuando es una causa que sirve es más importante que los Pepsis y todas las boludeces, ¿okey? El 8 de octubre se festeja el día del estudiante solidario y por eso hace poco estu-vimos reunidos con León Gieco, con Javier Malosetti… tratan-do de armar un Obras. Hemos compuesto una canción para esto, también. Es como que uno tiene que redoblar el esfuerzo a como dé lugar. Me doy mucha manija cuando me junto con los padres. Es desesperante no poder curar el dolor de inme-diato para esta gente. Ellos te agradecen, te convidan. Son maravillosos. Es una lección de vida de la puta madre, que jamás esperaba recibir.

—Llamaste a ese accidente “el Cromagnon de los viajes de Egresados”.

—Sí, exacto. Porque los padres le reclaman al colegio, y el colegio lo delega en la agencia de turismo, y la agencia de turis-mo se lo pasa a quien alquila los micros, y los que alquilan los

micros se lo pasa a los choferes… Es como el Cromagnon sin fuego. La ignorancia estuvo de parte de un tipo en pedo que ya se había llevado un espejo retrovisor de un auto tirándole el acoplado y al final, bueno, lo que pasó. ¿Por qué? ¿Si ahora no están los milicos, por qué hacen eso? Como lo de Cromagnon, la deficiencia de la educación es la única causa por la que un pibe cree que en un lugar cerrado puede prender una bengala y que no pase nada. Es como si fuera dos más dos, ocho. Así es. Ig–no–ran–cia. No tiene la culpa ni la coima de la cana, ni nada que se le parezca. Al contrario, la coima es el mismo proceso.

—¿En qué cosas notás el paso de los años en tu forma de mirar el mundo?

—Por ahí, no me hubiese detenido a hacer estas cosas en la época de Pescado, ya que hablamos de temporadas y eso. Es otra idea. Uno cuando es más pendejo quizás hasta no valore del todo las cosas importantes, va más al ego, a lo instantáneo: un poco abusar de uno, lo que sea. Y después, a medida que te vas vol-viendo más rocalloso, en el buen sentido, reconocés los valores de las cosas, en las cuales el ego jugó siempre un papel en contra. Las ambiciones personales siempre jugaron en contra de una idea de reflejarse en la gente y que la gente esté bien, que sea lindo, que no se maten en las rutas por boludeces. Que nos suce-dan cosas importantes, de crecimiento para nuestros hijos. Y a esta edad es como que si en un momento te agarra una sacatra-ca, ves a un país desmoronado espiritualmente, políticamente, con una cultura que no alcanza a crecer del todo.

—Sin embargo el disco no suena lúgubre, ni triste.—Hay como un esfuerzo por llenar, por contestarle a Vera… Por

ejemplo, en el tema del disco llamado “No quie-re decir”, digo: “que el sol te cubra no quiere decir que no tengas más frío”, o sea, no te la creas tanto. Se trata de que sepas equilibrar tus emociones, en un momento en el que perdiste a tus amigos. Y sirve para uno mismo, también. Porque llega una edad en la que uno pierde a los amigos, como el Tuerto Wirtz (Daniel, ex baterista de Spinetta y los Socios del Desierto). Entonces te destrozás. Pero en realidad a uno no le pasa nada, pero se destroza porque lo que hace es reconocer su propio fin inexorable.

—El disco también está dedicado a Carlos Fuentealba, el maestro neuquino asesinado durante una protesta gremial.

—Hay tantas personas que injustamente han perecido. Podés nombrar personas cuya muerte genera y advierte sobre el poder, como Fuentealba o Kosteki y Santillán. Gente que muere en manos del Estado, de su falencia, de su fracaso institucional después de los milicos. La política evidentemente demuestra su falta de amor por la patria. Fuentealba es el ejemplo de la otra cosa: no es la muerte por un accidente en Santa Fe; no es la muerte de Olga, la curandera de mi barrio, que murió de un paro cardíaco, a la que también le hice una canción. Es la muer-te circunstancial, es la muerte por un latigazo específico de alguien que le hace mal a la gente. Es otra forma de verlo y que está incluida también en el disco. Me pongo un poco filosófico, pero en realidad el disco no contaba con ninguna de estas cues-tiones en sí. Es sólo música y letras, que se reúnen por el desti-no. Es como una casualidad. Y hay algo también de querer rescatar ese abismo, ponerlo en el lugar que va. Poder sostener el llanto de los hijos que perdieron a sus hermanos. Eso es muy importante para mí.

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“No es que me rajo para no ver el país o para ver

sólo una parte de la realidad. Nadie me quita esa visión, no estoy en un plan de

ostracismo”.

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CasaEn el living de la casa–estudio donde Spinetta pasa su vida, hay una computadora Mac con la que lucha —él usa ese verbo— todos los días. No hay mucho más: dos sillones, una mesa y, hacia la izquierda, una gran cocina repleta de woks, ollas y sartenes de todos los tamaños. Spinetta, dicen los que lo han testeado, es un gran cocinero. Frente a la mesada hay un tele-visor de 20 pulgadas.

—¿Cómo es tu vida cotidiana?—Dibujo mucho. Tengo una colección de ilustración digital,

que es como un arte personal. Como dibujar viñetas de auto-móviles. O hacer mandalas. Tengo una colección… Son como 700 mandalas y 800 dibujos de esferas y otros profundos. Generalmente son reiterativos, es como una sucesión de imá-genes. Pero cuando vos dibujás un auto te das cuenta de que estás intentando emular la posición social de aquel que lo hace de verdad. Me encantaría ser un pendejo de la universidad y laburar dibujando Lamborghinis. ¿Para qué? No sé. Si respiran cinco Lamborghinis juntos en un lugar donde hay pajaritos, se mueren; los motores aspiran tanto aire que se caen los pajari-tos. Entonces, ¿qué pasa? Hay una parte que lucha contra el complaciente que se auto–adula con los automóviles y eso. Entonces yo dibujo autos pero no me gusta mostrarlos, es como si fuera un interior perverso. Me muero con esos caños de una manera terrible. ¡Pero a la vez no! Porque vas a ir a 300 kiló-metros por hora y vas a matar a un pibe, ¿okey?

—Mejor dibujarlos.—La idea es esa. Uno tiene que saber priorizar aquello que

se ha integrado con uno para crear, no para estupidizar. Entonces está claro que dibujar autos tiene un significado y

hacer dibujos abstractos, otro, algo más espiritual. Por lo menos para mí. Existen diferentes planos para poder jugar y estar constantemente creando, de alguna manera. Así es mi vida. Sino, creo con la comida o con la computadora, o estoy com-poniendo o grabando.

—¿Paraste en algún momento?—Parar de crear, no. “Parar” es parar la máquina de aquello

que se requiere para la producción de ingresos (risas). ¡Vivimos para pagar! Hemos nacido libres, nos educamos, somos inge-nieros, filósofos. Nacemos para garpar guita. ¿No se dan cuen-ta, a medida que van creciendo, cómo la cuenta del Banco empieza a ser un apriete terrible? Y vivimos pagando, pagando, pagando. Recibimos y pagamos. Sería muy sórdido vivir así para alguien que hace música. Hay que motivarse a crear en todas las maneras: escribiendo una poesía bien temprano rela-cionada a algo que sentí adentro mío o a algo de un sueño… O viendo TV. Veo mucha TV, pero bien; no veo trash TV, ¿okey? Veo aquello que tiene ingenio humano, arte, deporte… docu-mentales. Por más que mis temas salgan de una visión o de lo que sea, o que yo te dibuje mandalas dimensionales, soy el mismo boludo de siempre que hace lo que hay que hacer. No es que me rajo para no ver el país o para ver sólo una parte de la realidad. Nadie me la quita esa visión, no estoy en un plan de ostracismo. Hace poco mi viejo estuvo muy enfermo, se curó y ahora sufre una secuela. Suspendí mis shows un poco por eso… Pero son decisiones naturales. Si estuvieran más cerca mío podrían comprobar cómo me muevo a diario, con una dosis de realidad que, de no ser así, yo sería una piltrafa huma-na en un manicomio. O estaría preso, o ya me hubiese matado, no sé. Entonces, para mí es muy importante consolidar todos

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esos afectos en esta etapa de mi vida y volcarlo en la música con ternura, por ejemplo, para mis nietos. Tratar de eludir la hostilidad. Vivimos en una sociedad sumamente hostil.

Say No More—¿Qué pensás sobre la internación de Charly y todo lo que se montó alrededor?

—Yo pienso que si alguien toca el cielo y vos le exigís que lo haga mil veces, alguna vez cuando va a volar por ahí lo agarra un rayo. Entonces nosotros no podemos pretender que él sea toda la vida el mago de siempre. Ni yo ni nadie lo logra. ¿Por qué se lo exigimos a él? ¿Qué es lo que falta que nos dé? ¿Qué mierda queremos de él? Creo que justamente el ego es la parte más débil de García. Se jugó un papel muy sobresaliente, muy mediático. Y ese es un círculo vicioso porque los medios te liquidan. Por eso, tener esa línea de “que nadie se entere”, supo-nete, a veces es mejor que la línea totalmente abierta del qui-lombo. Por otro lado, si vos te aniquilás sin que nadie se ente-re, terminás aniquilado igual, ¿okey?

A Charly no se lo puede quitar lo genial, ni la peor hazaña que pueda realizar. Somos un poco buitres con respecto a eso,

queremos que el tipo, aunque esté caído, nos siga dando algo que nosotros consideramos tal cosa y todo lo que no sea eso no lo queremos. La gente quiere que algunos artistas sean un Mc Donalds de crear arte. No existe eso. No nos engañemos. ¿Qué le pedimos? ¿Qué somos capaces de darle?

—¿Por qué no llegaron a terminar el disco que iban a grabar juntos, del que salió “Rezo por vos”? Charly siempre dijo que había demasiada energía…

—Básicamente, yo estaba en otra cosa, no podía seguir ese tren. Con mis hijos chicos… No era mi forma de vivir, no podía simplemente seguirlo a él. Se le ocurría llamarte a cualquier hora para grabar y yo tenía mis cosas. Cuando vi que eso no caminaba, no volví a insistir. Relacionado con la música, todo bien. La gente que me rodeó a mí siempre fue mi familia, mis amigos del alma y nada más. García no es así, pero no tiene por qué serlo. ¿Por qué debería estar tan tranquilo? Es un genio, es un divino, tiene que ponerse bien y volver a hacer buena música, como a él se le ocurra. Y lo aplaudiremos otra vez. Sino, estamos haciendo fuerza sobre algo demasiado débil… Yo les

un aniversario redondo

40 años y mucho más

Por marcelo fernández BiTar

Los seguidores de las estadísticas celebran con genuina felicidad y reconocimiento pleno los 40 años de trayectoria de Luis Alberto Spinetta,

figura emblemática del rock en la Argentina. Este aniversario toma como punto de partida el lanzamiento del primer simple de Almendra, el famoso “Tema de Pototo” que el productor Ricardo Kleinman había editado pocos meses antes con la voz de Leonardo Favio, una maniobra que hasta el día de hoy le recrimina el grupo, y con razón.Pero hubo más antecedentes artísticos que se abren mágicamente como un juego de trivia que no termina de descubrir más y más datos insólitos: Luis ya había tocado en la televisión a los 14 años, dentro del ciclo La Escala Musical. Es la época de la legendaria unión de dos bandas de rock que coexistían en su colegio de Bajo Belgrano, Los Larkins y Los Sbirros. No llegaron a grabar, pero ahí se plantaron los cimientos de la amistad y creatividad grupal entre Spinetta, Emilio del Guercio, Edelmiro Molinari y Rodolfo García, quienes bien podrían haber debutado antes con su long play, pero con lealtad pactaron esperar a que García terminara de hacer el servicio militar.Otro dato que hoy se puede comprobar, incluso, en youtube, es la primera propuesta que les hizo Kleinman después de acercarse hasta su sala de ensayos (un ambiente en la casa familiar de Spinetta): componer para otros artistas de su productora. Así es como el dúo Bárbara y Dick grabó temas como “La tristeza en mi lugar”, que no llegó a ser un hit masivo como el “Tema de Pototo” en manos de Favio.En 1968, a los 18 años, Spinetta da el primer puntapié real de su carrera, con una canción que ya refleja inquietudes superiores a la media del rock y beat nacional. Como no podía ser de otra manera, también encierra su buena cuota de mitos urbanos: el Pototo del título no murió, sino que fue una falsa noticia que igualmente conmocionó a Luis para ponerse a escribir una letra que lo inmortalizó, aunque hoy es un dentista cuyos pacientes seguramente desconocen el apodo.El “Tema de Pototo” conforma la tercera pata de una trilogía de grupos argentinos que sin saberlo sentaron las bases de todo un movimiento cultural: Los Gatos, Manal y Almendra. Todo lo que vendrá después surge de ese tronco firme e inspirado, con nombres de recambios generacionales que se suceden como un fast-forward furioso e imparable, pero siempre con el sello subyacente de un Nebbia, un Martínez y –cuándo no– un Spinetta, que hoy sigue iluminando el camino con sus nuevas obras.

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digo que esta parte es la peor del reportaje, eh. Porque… ¿qué puedo decir yo?

—¿De dónde te parece que sale esa cosa caníbal? A veces tam-bién parece que está de moda pegarle a Fito Páez, por las pelí-culas, sus últimos discos…

—Le pegan porque es Fito. A Perón le cortaron las manos y San Martín está en el billete de cinco. O sea, ya sabemos. Forma parte de nuestro acervo, de nuestra lengua popular. Podemos erigir lo que queramos y destronarlo absolutamente aunque sea lo elegido y lo amado. Tenemos esa propiedad práctica-mente femenina, ¿no? De ida y vuelta. En ese sentido somos unas putas porque erigimos algo, lo amamos, lo apoyamos y después, cuando el tipo se va a sentar, le sacamos la silla y pum. Mirá vos, los sucesos que venimos de vivir políticamente. Algunos lo consideran bien, otros mal. La prensa totalmente monopólica, absolutamente enfermiza, va para un lado, la gente para el otro. El peronismo va para un lado, los radicales aprovechan... O sea, es espantoso en ese aspecto… ¿En dónde estábamos, me podés refrescar?

—En San Martín en los billetes de cinco pesos.—La gente quiere lo que no se obtiene, no se contenta con esos

genios que le han dado amor. Quiere algo que no se sabe qué es. Es como si fuera pasto para la hoguera de la desilusión y la frustración de los personajes que caen. Y ese dolor le gusta a la gente verlo y son los buitres del dolor. Por eso, por mí pueden demonizar lo que quieran. También estaban los cantos contra Gustavo Cerati. ¿Quién es el que se empoma a quién, en defini-tiva? La ignorancia de la gente construye esos acentos.

—Y con vos no se meten, ¿supiste correrte de ese lugar?—Yo estuve en la palestra, llegado el momento, por un amor

o por algo que me hizo aparecer en todos lados. Hicieron sas-himi de Luis Alberto. Todo lo que no habían podido hacer conmigo lo hicieron en ese preciso momento, duró un tiempo y punto. Tampoco me hago demasiado el cancherito, ¿enten-dés? Escuché hablar sobre mí a colegas que luego se enamo-raron de personajes divinos y ahora están ellos en el banquillo del acusado. Y en ese momento, por ahí, me bajaron la caña. O Pettinato, que dijo que yo estaba en Pescado Baboso. La otra vez le dije: ‘Pelotudo, vos te burlaste de mi amor. ¿Cómo te burlaste de MI amor, estás loco? ¿Yo alguna vez me metí con tu amor?’ De mi nueva novia dijo otra cosa, peor. Entonces, la imbecilidad tiene un precio, que es la ignorancia. Un día te encontrás con que fuiste tan ignorante… Y no queda tiempo para recuperarse de la ignorancia en la vida. Entonces es pre-ferible un minuto de pelotudo y no la vida entera de ignorante. Proverbio chino. Este tipo de cosas, en el fútbol, pasan de manera escandalosa.

—Sufriste bastante el año pasado con los partidos de River…

—Mirá, es indudable que nosotros pretendemos tener por lo menos diez años mejores que los que tuvo Boca Juniors. Ese es el ansia de todo Gallina. Y ahí morimos. El que no lo acepta es un necio que no se da cuenta del campañón de Boca en los últimos años. La misión del Gallina es romper eso y llegar a ser el club más ganador en títulos internacionales. Es la aspi-ración de River. ¿Pero cómo lo veo? Si juega bien, me encanta, porque River cuando gana, no gana de pedo. Gana porque juega bien. De pedo, a veces, le han ganado. River cuando gana, gana con todo. Lo único que falta es que nos caguemos tam-bién en eso.

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En La Rural, el

estilo gauchesco este año se

ostenta. Claro que no es lo mismo la

boina tejida que el

sombrero de liebre, o la alpargata que la bota de potro.

moda real

En La Rural, el

estilo gauchesco este año se

ostenta. Claro que no es lo mismo la

boina tejida

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Fotos: leAndro sÁnchez

producción: mArÍA FernAndA

mAinelli

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cArlos, 56 Años. es de BolÍvAr, provinciA de Buenos Aires.Lleva un conjunto (bombacha y chaleco), confeccionado en tela Príncipe de Gales por una modista de Bolívar ($800). La campera es de carpincho y la tiene hace varios años (una parecida no cuesta menos de $1.500). Sus botas de cuero fueron hechas por el señor Almendro, de General Alvear, con cuero de potro ($550). El sombrero, de pelo de liebre, es de Lagomarsino (alrededor de $180). Debajo lleva una rastra de plata y oro; la compró a un platero de Mar del Plata a $ 4.500 y pesa unos 650 gramos.

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Judith, es de Buenos Aires y vive en su cAmpo de mAr del plAtA.Diseña su propia ropa: el saco de paño y las botas de cuero, los mandó a hacer con modistas y el pullover lo encargó a una tejedora. Tiene un pantalón chupín de corderoy, que no recuerda donde lo compró.La cartera es de La Curtiembre (por la calle Ayacucho, en la Capital).

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clAudiA, 42 Años. es BrAsileñA. Toda su ropa la compró en Brasil: traje (unos 100 reales), cartera (50 ) y botas ( 70 ). La manta la trajo de Bolivia, y le costó u$s 50. El sombrero se lo llevó de La Rural ($50).

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ernesto, 26 Años. es correntino, vive en verónicA (A 130 km. de lA plAtA).Lleva un jean comprado en Corrientes, que tiene desde hace tiempo, y un sweater que compró en La Plata. La boina tejida ($25) y las alpargatas ($15) las compró en La Rural.

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Jorge, 60 Años. es de BerAzAtegui (provinciA de Buenos Aires).Lleva una bombacha "típica, a la usanza" ($130), un poncho de Catamarca ($250, aproximadamente), boina ($25) y botas de cabritilla (las compró hace algunos años en la tienda La Horqueta). "Esta ropa es sport, no es para desfilar", asegura Jorge.

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BlAncA, es de cApitAl.La pollera (unos $160) es de Adriana Gutman, una tienda en Palermo Viejo que trae prendas de Salta. El saco es de Max Mara (se ríe cuando le preguntan por el precio: "No me salió caro porque lo compré en liquidación"). Sus botas son de De María (unos $400 ). La cartera es Prüne ($300 “y algo”). El sombrero (alrededor de $40) lo compró en Quilmes.

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Hace una década, las ONGs, consultoras y organismos oficiales

que fomentaban los micro-emprendimientos –como forma de reciclarse laboral-mente en medio de la crisis– decían que el nicho de las prendas infantiles era todavía un nicho sin explotar, tanto para diseñadores recién reci-bidos como para señoras que cosían y tejían "para afuera". Diez años después, y tras la devaluación que frenó parte de la importación, el rubro explotó. Las opciones hoy van desde la ropa de batalla con diseño, hasta locales exclusi-vos de ropa de fiesta para chi-cos. Y varias de las marcas de éxito de hoy nacieron bajo la ya remanida frase china que se transformó en consig-na, aquella de que las crisis son oportunidades. Una guía para compradores en busca de liquidaciones y regalos para el Día del Niño:

Vestite y divertite. En el planeta Owoko viven unos extraños seres (los owokos) con pode-res especiales. Ellos pueden cumplir cualquier deseo que les pidan, por más disparata-do que sea; pero para lograr esos objetivos, atravesarán divertidas aventuras con desafíos, desencuentros, jue-gos y alegrías. Los owokos son los protagonistas de esta marca de ropa para niños, que en cada prenda cuenta una historia de estos seres: "Por eso cada producto viene

acompañado por un libro", informa Martín Boero, uno de los tres dueños y director de imagen de Owoko, fundada a comienzos de 2004.

"El concepto que maneja-mos desde el principio, y al que somos muy fieles, es que los chicos puedan interactuar con las prendas como si fue-ran juguetes; para eso, incor-poramos a cada conjunto muñecos, juegos, apliques, objetos con luz, movimiento y hasta pinturitas para colorear. Queremos que los chicos no sientan que vestirse es una tortura, por eso también nues-tras prendas son funcionales –afirma Boero–. Es muy común que en nuestro local los chicos busquen prendas con los personajes que ya conocen", agrega.

Owoko fabrica prendas para niños recién nacidos y

ción a la Feria Internacional de Moda Infantil.

Owoko: El Salvador 4694. Lunes a sábados de 11 a 20 y domingos de 15

a 19. Está en liquidación.

Amigos imaginarios. Lorena Bustos conoció a una nena que durante varios años jugó diariamente con dos amigui-tos imaginarios: Tolko y Tolka. Estos dos personajes esta-ban incluidos en su vida coti-diana, les hacía ropita, les daba comer, los acunaba a la hora de dormir, iban a la escuela con ella y hasta se

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hasta los ocho años, y saca dos colecciones por año. La propuesta para la primavera y verano 2009 se basa en pren-das de algodón livianas y muy coloridas. Hay remeras de manga corta y sin manga, enteritos a rayas y vestiditos para nenas. Todos los diseños con fuerte presencia de nue-vos animalitos, como un mur-ciélago medio bizco o un ratón de dientes enormes. También hay prendas en denim y gabar-dina.

Esta empresa se desarrolló primero en España, cuando llevó en 2004 la primera colec-

Victimitas de la modaLas marcas de ropa para chicos explotaron con la crisis. El espectro va de la ropa de batalla a las tiendas exclusivas.

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los llevaba de vacaciones. Bustos se apropió de los per-sonajes con autorización de la niña, que hasta chequeó la imagen final de ambos: "Ella nos guió con los dibujos de sus amiguitos por más de seis meses, algunas pruebas le parecieron que no eran como ella los imaginó, hasta que un día dijo 'estos son'", recuerda. "Cuando comencé, en 2005, ella ya se había olvi-dado de Tolko y Tolka", cuen-ta la diseñadora egresada de la Universidad de Palermo. La marca, claro, lleva esos nombres.

La dueña asegura que fue una de las primeras que se animó a usar el negro en la ropa para chicos y que sus prendas se distinguen por tener "detalles de diseño, pero además por ser prácticas y cómodas": "Yo hago polleritas para nenas con calzas incor-poradas, pensando en que no se les vea la bombacha cuan-do juegan en un pelotero; y además, cuido que los deta-lles –cierres y avíos–, no sean toscos", afirma.

Tolko y Tolka fabrica ropa para niños y niñas desde los dos hasta los 12 años, saca dos colecciones por año y la de primavera-verano 2009 está inspirada en el zoológi-co. Las telas con las que tra-baja son tejidos de punto o combinaciones de tejido plano y de punto; y para la ropa de los más chiquitos usa modal, jersey, lycra con algo-dón y mezcla de poliéster.

Tolka y Tolko: Gurruchaga 1889. Lunes a sábados de 11 a 20. Ropa de

invierno en liquidación.

Corazones. La diseñadora Marina Braverman, dueña de la marca de ropa para niños Hola Manola, sacó su primera colección en 2002 con la idea de vestir diferente a las nenas entre los dos (a partir de que caminan) y los 14 años: "Investigué bastante y descu-brí que faltaba un toque de personalización dentro de la oferta de ropa para niños y además, como consumidora, veía que lo que era original o distinto no cumplía con los parámetros de calidad. Por

eso decidí armar mi propia marca", cuenta.

Hola Manola presenta cuatro colecciones por año y su estilo incluye detalles de diseño. En cada temporada hay nuevos dibujos –que pueden ser bichi-tos de luz, mamushkas, muñe-cas caricaturizadas–, pero siempre están presentes los corazones.

Braverman tiene un contac-to diario con sus pequeñas clientas y asegura que son ellas las que eligen: "Compran las mamás, pero las nenas saben qué quieren, qué les gusta, qué es cómodo y qué

no. Tengo clientitas muy fieles, que son fanáticas porque empezaron a vestirlas con nuestra ropa cuando tenían un año".

Hola Manola: Salguero 2656 local 8. Lunes a viernes de 10 a 20 y sábados

de 10 a 14. Está de liquidación y a mediados de agosto presenta la colec-

ción de primavera.

Como mamá y papá. Pito Catalán es una de las primeras marcas de diseño de ropa de niños que surgieron en el país y que,

además, desde su creación en 2001 se mantuvo firme en su estilo. "Lanzamos la marca en plena crisis, porque en el medio de la hecatombe no teníamos nada que perder", recuerda María Urquizo una de las dos socias de Pito Catalán, que venían de estudiar Bellas Artes y de trabajar en la indus-tria textil.

"Primero investigamos el mercado y vimos que faltaba ropa de diseño. Cuando lanza-mos la primera colección fue un buen momento, porque por la devaluación dejó de entrar tanta ropa importada y las

ferias de diseño, con curaduría real, eran muy concurridas", afirma la diseñadora.

Pito Catalán ofrece prendas que no siguen la tendencia de lo que está a la moda, es más bien un estilo "descontextuali-zado" y asociado a la ropa que usan los adultos, pero que no pierde el espíritu de la niñez: "Nuestro estilo está cargado de humor y de guiños que remiten al mundo de los gran-des. La idea es que los padres vean a nuestra ropa como si fuera para ellos pero que a los más pequeños también les guste", detalla Urquizo. Es por eso que en Pito Catalán usan todo tipo de telas con las que se confecciona la ropa de adultos, como terciopelo, gasas, corderoy, lycra de algo-dón, hilados o plush. Algo que distingue a la marca –que con dos colecciones al año viste chicos hasta los ocho años– son las prendas para fiestas.

Pito Catalán: Armenia 1806 (desde septiembre, también en Estados

Unidos y Defensa). Lunes a sábados de 10 a 20 y domingos de 16 a 20. Promociones durante todo agosto.

Algo distinto. En 2002, Nélida Serra, su hija Anabella y Ana, su nuera, abrieron una góndo-la en las Galerías Pacífico donde vendían ropa de niños que compraban en fábricas y, en menor medida, prendas que diseñaban ellas mismas. "Pero resulta que lo que más gustaba y mejor vendíamos era lo nuestro", afirma Serra, quien después de la crisis económica del país sintió, junto a una parte de su familia, "una gran necesidad de hacer

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algo"; y la idea coincidió con la aparición de los primeros niños del clan.

Hoy, y a pesar de que exportan la marca a cinco países (Chile, México, Brasil, España y Puerto Rico) y de que cuentan con más de 220 productos, Zuppa sigue sien-do una empresa familiar: Nélida está al frente del sec-tor comercial y relaciones públicas, Anabella es la dise-ñadora y Ana, la encargada de producción.

"Nuestra marca creció muchísimo porque, creo, ofre-cíamos algo distinto. Cuando empezamos la ropa para chi-cos era celeste o rosa y en Zuppa incorporamos el fuc-sia, el azul y el amarillo. Nuestras prendas son muy elaboradas, pueden tener apliques en tres dimensiones, bordados con imágenes que crean nuestros dibujantes, telas superpuestas o apliques de flores, mariposas y moños. Creo que inauguramos un estilo", asegura Serra.

En Zuppa fabrican ropa para bebés y niños de hasta 12 años. Sacan dos coleccio-nes por año y la que se verá en el próximo primavera-vera-no 2009 se llama Las olas y el viento, en la que la playa, los lunares y las margaritas son las vedettes. Las salidas de baño con forma de animalitos son un ítem clásico e ineludi-ble de Zuppa.

Zuppa: Honduras 4872 (lunes a sábados de 11 a 20 y domingos de

14 a 18) y Florida esquina Viamonte (de lunes a sábados de 10 a 20.30). Está en liquidación y a mediados de

agosto llega la nueva colección.

Diseño bien nacional. Marcela González y Jennifer Lerzberg fabricaban juguetes de madera que vendían en rega-lerías de shoppings, cuando de una editorial las llamaron para formar parte de un libro donde se enseñaba a fabricar

juguetes. En ese momento, entonces, comenzaron a hacer juguetes en tela para marcas de ropa de niños, que con el tiempo les empezaron a pedir prendas. "Nos meti-mos de lleno y armamos la mesa de corte, los talleres, controles de calidad, busca-mos cortadores, trabajamos para Zara, nos convertimos en exportadores. Aprendimos todo lo que teníamos que aprender de cada eslabón de

la producción y cuando nos sentimos seguras lanzamos nuestra propia marca, Tipotea, en febrero de 2007", relata González, hoy jefa de producto y comercialización.

Estas dos amigas de toda la vida quisieron lanzar una marca muy profesional, para ello pensaron sus manuales de franquicia, formaron un equipo grande dividido en departamentos y encargaron investigaciones de mercado que dieron como resultado que había marcas que "ves-tían a los chicos iguales" y otras propuestas "moderno-sas, que impactan pero tam-bién cansan".

Es por eso que se ubicaron dentro de un diseño clásico con toques modernos sin lle-gar a ser vanguardista. Las colecciones están compues-tas por una gran cantidad de prendas de las que no se fabrican gran cantidad; lejos, así, del concepto de uniformi-

dad y cerca de la exclusivi-dad. Se incluyen, como característica y concepto de la marca, bordados manuales y materias primas especial-mente tejidas a mano con agregados de diseño. Además, tienen una línea pre-mium de sastrería infantil y prendas en cuero de exporta-ción, que convive con una amplia gama de prendas urbanas. "Ponemos hincapié en el arte de cada prenda,

que generalmente tiene ador-nos, dijes y bordados, o estampas hiper-realistas".

Tipoteo saca dos coleccio-nes por año para chicos de dos a 12 años. Está presente en más de 80 locales multi-marcas de Capital, Buenos Aires y el interior del país, donde es muy fácil reconocer esta marca con una fuerte identidad de diseño.

Con acento francés. María Eugenia y Rocío son hermanas. En octubre de 2006 decidieron lanzar su propia marca de ropa

para niñas de dos a 12 años, Petit Plaisirs, después de haber trabajado varios años para otras empresas. "En casa hay muchas nenas y nosotras que-ríamos diseñar ropa que no encontrábamos, con un estilo europeo, con toques france-ses. Pensamos ropa para nenas muy femeninas, no infantiles", explica María Eugenia. Las colecciones de esta marca son clásicas, no responden estrictamente a lo que se usa en cada temporada aunque sí respetan algunos ítems, como la gama de colo-res que está de moda.

Para el próximo verano sacarán una línea de pantalo-nes tipo sastre, forrados de telas con dibujitos y que vie-nen con dijes colgando (sím-bolos de la paz y palomitas); polleras voile con telas de la india y enaguas abajo; cardi-gan con volados que vienen con prendedores. "La nueva colección es medio hippie y romántica, usamos telas vaporosas, volátiles, mucho broderie y puntillas", adelanta la diseñadora, que destaca que el ítem más importante de esta colección es que la ciudad de París está presente en casi todas las prendas.

Petits Plaisirs saca dos colecciones por año y no hace grandes cantidades de cada modelo porque quiere mantenerse como una marca exclusiva. "La nuestra no es ropa para dar batallas, quere-mos que las nenas se vean elegantes, por eso usamos las mismas telas con las que se fabrica la ropa de mujer", afirma María Eugenia, tía de tres niñas que se prueban y dan el visto bueno a cada modelo y que "si ellas quie-ren, serán las continuadoras de todo esto".

Petits Plaisirs: Nicaragua 5942. De lunes a sábados de 13 a 19. Está en liquidación y la nueva colección apa-

recerá a mediados de agosto.

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Por Federico KuKso

N o sucede en un momento exacto, pero el click sucede, y

entonces uno se despierta y el cambio generacional ya se produjo. Y con la mutación de ropa, comportamientos y amistades ocurre también otra rotación clave: la de los juguetes, que ya no son objetos exclusivos de pibes y pibas. De ellos se apropiaron todas las franjas etarias, convirtiéndose en ciertos casos en objetos de culto. Y las empresas, por supuesto, lo capitalizan.

El mundo en el que esto se divisa con mayor claridad tal vez sea el de los videojuegos. Desde el primero de ellos, el mítico Pong (1973) que emulaba una partida de ping pong con dos franjas blancas y

una pelotita rectangular, no se han detenido en ninguna de sus consolas-soporte. Atari, Commodore, Spectrum, Amiga, Nintendo NES, Sega, MSX, Gameboy, las primeras Apple. Y más. Lo que antes era de uso exclusivamente juvenil ahora se convirtió en una industria

de adultos que se estima que a lo largo de 2008 facturará, tan solo en Estados Unidos, unos 22.000 millones de dólares.

Junto a la televisión, los videogames son considerados "agentes de socialización temprana", es decir, los medios para conocer el mundo. Aunque al encenderlos y disfrutarlos los usuarios terminan sin ir al encuentro de esa realidad de la que estas mediaciones hablan.

Aquellos que ingresaron al mundo virtual a los cuatro o cinco años, con clásicos como el Prince of Persia, la saga de Zelda, Super Mario Bros., Donkey Kong y otras delicias creadas por la celebridad japonesa Shigeru Miyamoto -el "Spielberg de los videojuegos"- todavía están ahí. Y la tendencia sigue en alza: para 2010 se

prevé que en todo el mundo serán 80 millones los adultos que utilizarán regularmente videoconsolas para divertirse.

La consultora estadounidense Experian Consumer Research, por ejemplo, realizó un estudio de mercado que arrojó como

conclusión que no todos los video-fanáticos adultos prefieren las mismas máquinas. Así, la Wii, el quinto chiche en la línea del gigante Nintendo –aquella consola de joysticks que parecen nunchakus blancos, que revolucionó el mercado desde su salida en 2006–, es la más popular en el sector joven, que se extiende entre los 18 y 24 años. Para el grupo de usuarios comprendidos entre los 25 y los 44 años, la consola favorita es la Xbox 360 de

Microsoft. Y la Playstation 3 de Sony es la elegida entre los que superan los 45 años.

Esta ampliación del público viene acompañada de una nueva percepción de los videojuegos. Ya no se los demoniza. Neurocientíficos de todo el mundo afirman que esta forma de diversión

y ocio digital mejora la atención visual y la memoria. De ahí que los títulos de agilidad mental y corporal rankeen bien alto. En la Nintendo DS, por ejemplo, están Brain Age 1 y 2 o Brain Training (diseñado por el neurólogo Ryuta Kawashima para mejorar habilidades mentales), My Word Coach (que aumenta el vocabulario) y My Weight Loss Coach (para bajar de peso).

La adicción a los videojuegos también está siendo analizada y los resultados son más que llamativos. En una investigación realizada en la Universidad de Stanford, por ejemplo, concluyeron que este tipo de entretenimiento despierta en los hombres –pero no en las mujeres– los instintos de cazar y conquistar, o sea, los instintos primarios que cada individuo carga en su código genético desde el amanecer de la humanidad, hace cien mil años.

Igualmente, los videojuegos todavía no acapararon todo. El futuro traerá muchos juguetes tecno. Algunos de ellos ya se dejan ver. Así, se destaca el increíble Fentix Cube, una especie de cubo mágico versión siglo XXI creado por Andrew Fentem (www.andrewfentem.com), que lo hizo táctil y luminoso con 216 diodos LEDs que encienden las seis caras. Un juego espectacular para entretenerse en el futuro recordando el pasado.

tecno

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Juegos para adultos niñosEn el mundo tecno, los chiches se comparten: chicos y grandes juegan a lo mismo.

chiches. Las consolas son las más pedidas. Uno nuevo: el “Fentix Cube” (centro).

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Hitler vive en

Uruguayentre los numerosos uruguayos que llevan

nombres extraños o absurdos, están los que se llaman Hitler. Sobre dos de ellos: Hitler Aguirre,

de tacuarembó, y Hitler Da Silva, de Artigas, hasta se hizo una película.

Por Leonardo Haberkorn

Sí, Hitler vive en Uruguay. en esta república Oriental de Sudamérica viven Hitler Aguirre y Hitler Da Silva. Viven Hitler Pereira y Hitler edén Gayoso. Vive hasta un Hitler De los Santos. Y aun-que en la guía telefónica del país sólo aparecen

seis ciudadanos llamados así, es difícil saber cuántos otros no tienen teléfono o cuántos prefieren figurar con otros nombres para evitar que los califiquen o que se burlen de ellos. llamarse como se apellidó el mayor genocida del siglo XX, o sea Hitler, ¿no es acaso una razón para vivir avergonzado?

"Nadie sabe que me llamo así", confiesa en el teléfono luis Ytler Diotti, que guarda su segundo nombre como un secreto familiar, tal como le aconsejó su padre cuando todavía era un niño. todos lo conocen como luis y punto.

Con Hitler Pereira pasa algo parecido: quienes lo conocen lo llaman Waldemar, que es su segundo nombre. Su hijo, que atiende el teléfono, se niega a comunicarme con su padre: no hay nada que comentar.

Juan Hitler Porley rechaza tomarse una fotografía: "Yo de esto no quiero hacer propaganda", dice, desconfiado.

A Hitler De los Santos lo entrevisté en 1996 y entonces ya había empezado los trámites para cambiarse el nombre. tal parece que lo logró, porque ahora es imposible ubicarlo en la guía telefónica.

Hitler Aguirre tiene un almacén en Tacuarembó.

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Pero hay quienes llevan el nombre Hitler sin pudor y hasta con orgullo. Hitler Aguirre, por ejemplo, nunca quiso cam-biarse el nombre. llamarse así le parece de lo más normal, pues no encuentra en su nombre motivos para avergonzarse. Hablar con él es algo inquietante: este comerciante, dueño de un almacén en tacuarembó –una pequeña ciudad en el norte del país–, dice ser un hombre de izquierda, que incluso fue perseguido por sus ideas, pero al mismo tiempo insiste en que Hitler es un nombre como cualquier otro. tan normal le pare-ce que a su hijo primogénito también le puso Hitler.

todos los Hitlers uruguayos (al menos los de la guía de telé-fonos) son ancianos. todos nacieron poco antes o durante la Segunda Guerra Mundial, cuando el dictador alemán Adolf Hitler dividía al mundo entre sus simpatizantes, sus detracto-res y sus víctimas. todos los Hitlers uruguayos pertenecen a esa época, menos uno. Hitler Aguirre junior, el hijo mayor de Hitler Aguirre, tiene 38 años y es la única excepción. ¿Vivirá a gusto con su nombre?

tradiciónes conocido que en Uruguay los nombres raros son una tradi-ción centenaria. Hoy el jefe de la guardia del Parlamento es el comisario Waldisney Dutra. Y un político de apellido Pittaluga se llama lucas Delirio. Casos parecidos ocurren en otros paí-ses. en Venezuela hay un debate para prohibir nombres como Batman, Superman y Usnavy. en españa, el pueblo de Huerta del rey se jacta de ser "la Meca" de los nombres raros porque 300 de sus 900 habitantes han sido bautizados con nombres tales como Floripes y Sinclética. Pero en cuanto a la extrañeza del nomenclátor ciudadano, Uruguay va a la cabeza.

el principal historiador de la vida privada en este país, José Pedro Barrán, dice que los nombres extravagantes comenzaron a multiplicarse a principios del siglo XX, cuando el presiden-te anticlerical José Batlle y Ordóñez impulsó un temprano laicismo y la gente descubrió que no estaba obligada a bautizar a sus hijos usando los nombres de los santos y mártires cris-tianos.

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Por esa época, el médico roberto Bouton recorría el país ejerciendo su profesión y conocía a paisanos de nombres tan alejados del santoral como Subterránea Gadea, tránsito Caballero, Felino Valiente, Clandestina Da Cunha, Dulce Nombre rosales y lazo de Amor Pintos. también trató a un señor llamado Maternidad latorre y a otro bautizado Ciérrense las Velaciones. entonces, la ley permitía que los padres eligie-ran para sus hijos el nombre que se les antojara, sin importar lo espantoso que fuera. el registro Civil certifica la existencia de Pepa Colorada Casas, roy rogers Pereira, Caerte Freire y Selamira Godoy, entre muchos otros. Mientras que en la Corte electoral, figuran como ciudadanos uruguayos: Feo lindo Méndez, No Me Olvides rodríguez, Democrática Palmera Silvera, Filete Suárez, teléfono Gómez y Oxígeno Maidana. Ponerle el nombre a un hijo, por aquellos años, parecía una demencial competencia de ingenio. Una lapidación anticipa-da. ¿Qué otra cosa pude decirse de los padres que decidieron llamar tomás a un niño de apellido leche?

Pero la razón también ha tenido sus héroes. Hay funciona-rios que bien podrían ser condecorados por haberse negado a registrar nombres denigrantes. A mediados del siglo XX, el juez Oscar teófilo Vidal, que ejercía su oficio en el remoto pueblo de Cebollatí, en el este del país –cerca de la frontera con Brasil–, anotó en un cuaderno todos los nombres que logró evitar durante su carrera. la lista, que fue publicada en 2004 en un diario local, incluía a Coito García, Prematuro Fernández, Completo Silva, Asteroide Muñiz, lanza Perfume rodríguez, Socorro inmediato Gómez y Sherlok Holmes García.

Por supuesto, una cosa es querer llamar Sherlock Holmes a tu hijo y otra muy distinta es condenarlo a llamarse Hitler.

Noticias de la guerralos historiadores de Uruguay creen que hay claves racionales para explicar la abundancia de Hitlers en este país. la mayor parte de la población desciende de inmigrantes; en general de españoles e italianos, pero también de alemanes, franceses, suizos, británicos, eslavos, judíos, sirios, libaneses y armenios. estas colonias prestaban mucha atención a lo que ocurría en sus tierras de origen. "Uruguay siempre vivió con pasión lo que pasaba fuera de sus fronteras, porque somos un país de inmi-grantes. la nacionalidad uruguaya está fundada en un ideal cosmopolita y abierto", dice el historiador José Pedro Barrán, con cierta molestia, como remarcando lo obvio.

A principios del siglo XX, Uruguay era un país orgulloso de estar abierto al mundo, dice José rilla, otro historiador. las escuelas públicas llevaban nombres como "inglaterra" y "Francia". los feriados reflejaban fechas extranjeras, como el 4 de julio, el día de la independencia de estados Unidos. No

existía resquemor hacia lo extranjero y la prensa dedica-ba sus primeras planas a las noticias internacionales. en los años 30, por ejemplo, la invasión de italia a etiopía fue seguida con pasión en el Uruguay. este interés comen-zó a notarse en los nombres que los inmigrantes italianos y otros uruguayos les ponían a sus hijos. Más de medio siglo

después, en la guía telefónica aun sobreviven once ciudadanos que se llaman Addis Abeba, como la capital etíope, y dos Haile Selassie, como el príncipe que se enfrentó a las tropas de Benito Mussolini.

A Addis Abeba Morales, que nació en 1936, le encanta su nombre. Pero sus conocidos prefieren llamarla Pocha. "Mi nombre fue idea de mi madrina –dice con orgullo–. ella esta-ba con mi madre en las tiendas london Paris, en el centro de Montevideo, y había un aviso luminoso que pasaba las princi-pales novedades de la guerra. Mi madre estaba embarazada y, mientras leían las noticias, se decidieron: 'Si es nena, le pone-mos Addis Abeba y si es varón, Haile Selassie'."

en el extremo opuesto de ese campo de batalla imaginario, otros padres bautizaban a sus hijos con el apellido del dictador italiano. Hoy Manuel Mussolini García es un bancario jubila-do de 70 años, que a veces se entretiene desentrañando los misterios de su nombre. "Mussolini era un héroe. Después, en 1942, cuando se alió con el bandido de Hitler, se transformó

“lo que pasó, bueno. Yo no tuve nada que ver. Cada

persona hace su propia historia y no importa el nombre

que tenga”. (Hitler Aguirre)

Aguirre también le puso Hitler a su hijo, que tiene 38 años. A su otro vástago

quiso llamarlo Líber Seregni.

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Hitler Da Silva vive en Artigas. Fue policía, está jubilado y vive con casi nada.

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en un hombre indigno, pero yo ya tenía su nombre", dice resig-nado. luego cuenta que su hija se ha casado con un muchacho de apellido Moscovitz. "Mire lo que son las paradojas de la vida: yo, Mussolini, ahora tengo un nieto judío".

Un nombre famosoAl igual que la guerra de etiopía, la turbulenta política de europa de los años 30 y 40 producía noticias que en Uruguay se seguían con la misma fruición con que hoy se siguen las telenovelas. Y a continuación, por un mecanismo de imitación en cadena, nacía una ola de Hitlers en este país apacible de Sudamérica.

"Yo nací en 1934 y entonces mi madre ya había tenido once hijos. Se le habían acabado los nombres. No sabía cómo poner-me y justo leyó Hitler en el diario y le gustó ese nombre", dijo Hitler edén Gayoso la tarde en que conversé con él a través del teléfono. "ella no conocía de política, vivía en la mitad del campo, ¿qué iba a saber quién era Hitler?"

Algo parecido le ocurrió a luis Ytler Diotti, que también nació en 1934 y es hijo de un inmigrante italiano. Su padre quiso ponerle el nombre de Hitler, pero el niño fue inscripto Ytler por motivos que se desconocen. "Yo nací cuando Hitler fue nombrado jefe del Gobierno de Alemania. ese nombre llamó la atención de mi padre. en ese momen-to le pareció que ponerle Hitler a su hijo era algo bueno. Pero después él mismo se dio cuen-ta de que no había sido una gran idea".

Juan Hitler Porley, que de joven fue futbolis-ta, nació en 1943, cuando el tétrico perfil del führer ya estaba más claro para el mundo. Sin embargo, él asegura que su padre no era nazi. "Nunca le pregunté por qué me puso este segundo nombre –dice a través del teléfono–. Yo pienso que creyó que Hitler era un nombre famoso cualquiera, como ponerle Palito a un niño, por Palito Ortega".

las historias de Hitler edén Gayoso, luis Ytler Diotti y Juan Hitler Porley tienen algo en común: los tres cuentan que sus padres eligieron sus nombres por novelería o ignorancia. los tres parecen sentir cierta incomodidad cuando se les toca el tema.

los casos de Hitler Aguirre y Hitler Da Silva son distintos. Sus padres sí creyeron en Hitler y en su ideología.

Ambos son protagonistas del documental Dos Hitleres, de la cineasta uruguaya Ana tipa.

tipa, que vivía en Alemania, observó allí lo chocante que es para los pueblos involucrados en la Segunda Guerra Mundial el nombre de Hitler. Pensar que una persona se llame Hitler, como ocurre en Uruguay, les parece un horror imposible. entonces hizo la película.

Hitler Da Silva nació en Artigas, una ciudad de una única avenida en la frontera norte con Brasil. Su padre era un oficial de la policía que desbordaba de admiración por el líder nazi. "le gustaban sus ideas, su forma de ser, las cosas que hacía", cuenta en una noche de lluvia, vestido con jeans, en el modes-to departamento de su hija, en Montevideo. "Mi padre escu-chaba las noticias, guardaba recortes y todo lo que podía con-seguir sobre Hitler. Si alguien lo criticaba, él lo defendía a los gritos. Cuando yo nací, en 1939, me puso Hitler como había prometido, a pesar de la oposición de mi madre". luego –dice–

quiso ponerle Mussolini a su segundo hijo, pero su madre, que era analfabeta, se negó con firmeza. ella prefería los nombres corrientes.

No muy lejos de allí, en el departamento de tacuarembó, y durante la misma época, los hermanos Aguirre discutían sobre política internacional, tal como era habitual en aquellos años. ¿Quién era "mejor" –se preguntaban–, Hitler o Mussolini?

"los viejos brutos se ponían a discutir quién mataba a más gente, ¡qué barbaridad! Al final mi tío le puso Mussolini a su hijo y mi padre me puso Hitler a mí", cuenta Hitler Aguirre, que ahora es un comerciante en la ciudad de tacuarembó. Él es el inquietante Hitler de izquierda que nunca se quiso cam-biar el nombre.

–Si su padre le puso a usted Hitler por bruto, ¿por qué usted también le puso Hitler a su hijo?

–Por tradición. ¡Qué bruto!

el rechazoAhora se sabe que las ideas y actos de Hitler causaron la muer-te de decenas de millones de personas. Cuando los crímenes cometidos por su ejército de nazis empezaban a conocerse en todo el mundo, llamarse como él pasó a ser un estigma. el padre de luis Ytler Diotti, por ejemplo, se arrepintió pronto

del nombre que había elegido para su hijo. "le pesaban las barbaridades que había hecho ese hombre. Mi nombre había tomado un concep-to que no tenía nada que ver con lo que él había pensado cuando me llamó así. Se asesoró sobre los trámites que había que seguir para cam-biarme el nombre, pero vio que no era sencillo. Yo era un niño grande cuando me dijo: 'Nunca más uses este nombre, ni firmes con él'. Desde ese día, no lo menciono nunca".A Hitler Da Silva sus compañeros de escuela lo molestaban todo el tiempo. lo perseguían y

se mofaban de él: "¡Alemán! ¡Asesino!" eso le decían.Un día Hitlercito volvió muy enojado a casa y, con rabia, incre-pó a su padre por el nombre que le había puesto. el padre lo miró, le acarició la cabeza y le dijo que algún día se sentiría muy orgulloso de llamarse así.Pero ese día nunca llegó. Hitler Da Silva fue policía como su padre y hasta llegó a enfrentarse a balazos con los guerrilleros tupamaros en los años 70. en su ciudad natal de Artigas toda-vía muchos lo saludan: Heil, Hitler. Pero él, un hombre alto, de abundante pelo blanco y rasgos que podrían pasar por "arios", no se siente orgulloso de eso. "ese hombre tenía ideas descabelladas: el despreciar a la gente por su piel o su raza, lo que le hizo a los judíos, el Holocausto. eso no está en mi cri-terio", dice sin consuelo.

A Da Silva el nombre de Hitler no le trajo suerte. la dureza con que lo ha tratado la vida se le nota en la mirada. No hizo carrera en la Policía y hoy, ya jubilado, vive con casi nada. Ni siquiera tiene teléfono en su casa. Dice que más de una vez ha sentido el recha-zo que provoca el nombre Hitler y que por eso jamás pensó en llamar así a sus hijos. Una vez visitó Buenos Aires: cada vez que mostraba su documento de identidad para ingresar a un hotel le decían que no quedaban más habitaciones.

Hitler Aguirre, en cambio, insiste en que nunca tuvo ningún problema con su nombre, nunca sintió ningún tipo de recha-zo. el juez que lo inscribió no se opuso. tampoco el sacerdote

“Si alguien lo criticaba, mi padre lo defendía. Cuando yo nací, me puso Hitler

como había prometido, a pesar de

la oposición de mi madre”. (Da Silva)

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que lo bautizó. el único que intentó conven-cerlo de que se cambiara el nombre fue el director del hospital de tacuarembó, que fue su profesor en el liceo. entonces Aguirre tenía unos trece años, y averiguó que el trá-mite para cambiarse de nombre era muy costoso. Su familia era muy pobre. "entonces nunca me quise cambiar el nombre", dice, reafirmando su decisión de entonces. "el doctor Barragués me contaba las cosas que había hecho Hitler, pero la verdad es que a mí no me importaba. Y cuando nació mi primer hijo le puse Hitler, como marca la tradición. Yo opino que eso no es nada de malo, ¿no é?" en tacuarembó todos terminan sus frases con un "no, é".

Durante tres largas conversaciones telefónicas, le pregunto

a Hitler Aguirre por los horrores del nazismo de todas las maneras posibles. Pero el nombre de Hitler no le provoca nada.

"Francamente no me importa lo que haya hecho Hitler. Yo me dedico a mi vida. lo que pasó, bueno. Yo no tuve nada que ver. Cada persona hace su propia historia y no importa el nom-bre que tenga".

¿Ha visto alguna de las películas que narran el horror del Holocausto? Hitler Aguirre dice que jamás va al cine y que nunca mira la televisión. No tiene video, ni DVD. No usa com-putadora. Nunca sale de la pequeña tacuarembó. Sólo un par de veces en su vida ha ido a Montevideo, para ver al médico. "Yo me encerré a trabajar de bolichero a los 17 años, día y noche, sábado y domingo de corrido", cuenta.

trabajando así, logró tener uno de los bares más grandes de

su ciudad. Hitler Aguirre había empezado a votar por el Frente Amplio, un partido de izquierda, como protesta porque el voto se había hecho obligatorio en Uruguay. Cuando en 1973 una dictadura militar tomó el poder, él quedó en la mira como todas las personas de izquierda. estuvo cincuenta días preso acusado de usura. también le enviaron una inspección impositiva tras otra, hasta que le pusieron una multa tan grande que se vio obligado a cerrar el bar, ven-derlo e irse a vivir al campo. la jefa de ese equi-

po de contadores que lo inspeccionó era judía. Cuando Hitler Aguirre va recordando aquellos días, lo invade la furia y el odio que sintió en aquel momento. "Yo digo, si Hitler hubiera mata-do siete millones de judíos –dice–, esa contadora no hubiera existido. Y no me hubiera jodido".

Simplemente HHitler Aguirre no consultó a su esposa para elegir el nombre que habría de llevar su primogénito: Hitler. Como su abuelo y su padre habían hecho en su momento, Aguirre decidió solo. el que manda es el dueño de casa, explica. A otro de sus hijos lo quiso llamar líber Seregni, en honor al primer líder del Frente Amplio, un militar que estuvo preso más de una déca-da durante la dictadura de la derecha. Ahora recuerda que una enfermera lo convenció de que mejor lo llamara solo líber.A Hitler Aguirre junior todos lo llaman Negro. Al igual que su padre, el Negro Hitler nunca le reprochó a su progenitor el nombre que le puso, ni se siente incómodo llamándose así, ni ha tenido ningún inconveniente por ese motivo. Una ocu-lista que frecuenta en Montevideo le dice que lo va a llamar

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Cuando Hitler Da Silva visitó Buenos Aires, cada vez que

mostraba su documento en

un hotel le decían que no había habitaciones.

dos HitLeres. Así se llama el documental de la cineasta Ana Tipa, en el que aparecen Aguirre y Da Silva.

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simplemente H. Él piensa que sólo se trata de una broma de esa doctora. "Nunca tuve un problema con el nombre –dice–. A la gente le llama la atención la novedad. Pero a mí no me afecta en nada. en aquel tiempo Hitler debía ser famoso".

A Hitler Aguirre junior nunca le gustó estu-diar. terminó la escuela, cursó un año de cla-ses en un instituto politécnico y luego aban-donó las clases para irse a trabajar al campo. Hoy cría vacas y ovejas.

A diferencia de su padre, Hitler Aguirre junior sí vio algu-nas películas sobre el líder nazi. "¡Unas matanzas bárbaras!", dice. ¿lo conmueve enterarse de los crímenes de su homóni-mo más famoso? "Sí, me conmueve lo que hizo –reconoce sin cambiar el tono de voz–, pero el nombre no, el nombre no me

perjudica para nada. Quizás en Montevideo la gente lo vea distinto, pero acá en tacuarembó el mío es un nombre como cualquier otro".

¿No es paradójico que a una persona llamada Hitler le digan Negro? Él se ríe. Dice que en su tierra nadie anda cali-brando ese tipo de sutilezas.

el caso de los Hitlers uruguayos (y de los Haile Selassie y los Mussolini) debe ser entendido en su contexto histórico, explica el historiador rilla. "en aquellos años había una confianza en la política, en los grandes líderes, en el progreso –explica en el instituto universitario donde da clases–. Hoy los líderes políticos han perdido esa dimensión profética. Ya nadie le pone a su hijo tony Blair. los políticos hoy no recaudan adhesiones mayores". Si lo que afirma rilla es cierto, en poco tiempo los Hitlers se extinguirán en Uruguay y no serán sucedidos por otros niños

llamados George Bush, Vladimir Putin, Hugo Chávez u Osama Bin laden. el país ha cambia-do: ya no es tan cosmopolita como antes, ya no recibe inmigrantes, los diarios venden diez veces menos que hace medio siglo y la política inter-nacional dejó de encender las ilusiones colecti-vas. Ya casi nadie cree en un líder que vendrá a salvar el mundo. Hoy los padres se inspiran en los personajes de la televisión a la hora de bau-tizar a sus hijos. en el registro Civil los funcio-narios recuerdan que en los años noventa hubo

una ola de niños llamados Maicol, en honor al protagonista de la serie de televisión estadounidense El auto fantástico. luego hubo miles de niñas llamadas Abigail, como la heroína de una telenovela venezolana.

en el medio del campo, Hitler Aguirre junior, el Negro,

también tiene televisor. Y a pesar de las películas que ha visto sobre los nazis y sus matanzas, su sueño era tener un hijo varón para llamarlo Hitler, como se llama él y como se llamó su padre. "No lo decidí porque fuera fanático, ni nada. es la tra-dición y hay que seguirla", explica. Pero como los tiempos sí han cambiado en algunas cosas, él lo consultó con su esposa. ella aceptó y sólo pidió que el niño tuviera un segundo nom-bre. lo iban a llamar Hitler Ariel y habría sido el único Hitler del mundo con nombre judío. Pero no fue. Dos veces su espo-sa quedó embarazada, y las dos veces alumbró niñas: Carmen Yanette, que hoy tiene 16 años, y María del Carmen, de 12. el Negro se ríe al contar estos hechos. Quería un varón pero ya se resignó, le salieron dos niñas, a las cuales adora. Ahora ya no quiere tener más hijos. "la fábrica está cerrada", dice.

Con él la dinastía parece haber llegado a su fin.

“Sí, me conmueve lo que hizo, pero el nombre no me

perjudica para nada. en tacuarembó es un

nombre como cualquier otro”.

Hitler Aguirre Junior

eL cHoque. Ana Tipa vive en Alemania y allí es impensable que alguien pueda llamarse Hitler. Por eso hizo la película.

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autos

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L a impronta oriental es fuerte en el mercado mundial. Pero el Tribeca

esta inspirado en los gustos norteamericanos, a pesar de ser un auto japonés. Tanta es la influencia y presencia de Subaru en los Estados Unidos, que esta camioneta tomó el nombre de un famoso barrio neoyorquino. Este modelo llega ahora al país, aunque ya había sido anticipado en el Salón Internacional del Automóvil de Buenos Aires del año pasado.

Es el modelo más grande de la marca: puede transportar a siete personas adultas. La tercera fila de asientos es rebatible, lo cual permite ampliar considerablemente el espacio de carga. De nuevo diseño, se destaca la trompa, que le da su personalidad entre los vehículos de mayor envergadura. Pero además, por su silueta deportiva, no deja de ser elegante. Este balance entre dos espíritus es la característica esencial de Subaru, que siempre se destacó por su tracción integral (4x4), por lo cual resulta lógico que ofrezca un vehículo de estas características.

Impresiona su aspecto decidido, como para enfrentar cualquier dificultad que presente el camino, y un fuerte motor de 3.6 litros con transmisión automática de cinco velocidades. Incorpora un sistema Sportshift, que

permite al conductor desarrollar una conducción manual de estilo deportivo.

Además, el nuevo Tribeca busca, como todo lo nuevo, ser seguro: un sistema que mantiene simétricas todas las ruedas se complementa con otro de control de estabilidad, y se suma el reconocido sistema de frenos ABS, con mecanismo de distribución de fuerza de frenado. Sin contar la carrocería reforzada antivuelcos.

Fina y rústica a la vez, esta camioneta comparte el segmento de los SUV (Suburban Vehicle, vehículos suburbanos), junto con sus parientes: Forester, Legacy y Outbacks.

La marca está relacionada tanto con lo deportivo como con el off road. El auto de competición y más reconocido es el Impreza. Seguramente, por los triunfos logrados en el mundo del rally.

Dentro de su equipamiento se destacan el climatizador automático para dos zonas (con filtración de aire), el aire acondicionado para asientos traseros, el calefactor de asientos delanteros, los asientos eléctricos delanteros, el conductor con memoria, la computadora a bordo Touch Screen multifunción, el tapizado de cuero, el techo eléctrico, las llantas de aleación 18”, los faros antiniebla. El precio: u$s 62.500.

un japonés en nueva york

Subaru tribeca

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Es el modelo más grande de Subaru: puede transportar a siete personas y la última fila de asientos es rebatible.

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Desde ahora, todo lo que reluce es rojo. Tras una década de predominio

del oro blanco, la joyería se está volcando, en todo el mundo, al oro rojo y rosado, una tendencia que está tomando de la relojería.

“El oro rojo no se usaba desde los años 40”, explica Homero Pereyra, dueño de la joyería que lleva su nombre y que acaba de lanzar una colección completa realizada

en ese material (fotos). “En nuestro gremio a la joyería de los 40 se la llama ‘la moda Rita Hayworth’, porque ella usaba mucho oro rojo”.

Hasta esa década, en el mundo de las joyas dominaban los franceses, que tras la Segunda Guerra Mundial fueron desplazados por los italianos. El oro rojo y la herencia del art déco fueron sus últimos destellos.

Años después, el tono rosado o cobrizo –según la aleación– en una joya era considerada algo cache, una antigüedad como el viejo Chevallier, un anillo de cierto volumen que se llevaba en el meñique.

“Pero todas las modas

vueven –dice Homero– y hoy el material ofrece unas posibilidades muy buenas. La mejor combinación es con el caucho negro”. Justamente, su colección tiene alguna gargantilla de caucho con dije de oro rojo (aproximadamente u$s 700), además de un osado collar de grandes bolas que alternan un pulido mate con uno espejado, algo que también está dentro de la tendencia; de la exclusiva

pulsera tenis, toda de oro y brillantes, que se vende a unos lejanos u$s 10 mil, o de sus clásicas pulseras y anillos de acrílico y oro, que ahora están en su versión rosada. Más allá de los alcances de la billetera de cada uno, se presume que la tendencia durará unos cuantos años: en joyería, las modas no son cosa de una temporada o dos.

Homero venía trabajando las piezas de una colección Pink Gold, pero se decidió a lanzarla cuando en marzo pasado, en la feria de Basilea, quedó demostrado que el rosado, como con los vinos, había salido del ostracismo.

Fue la relojería la que impulsó este vuelco al oro rojo: casi todos los modelos lujosos tienen una opción en esa gama. La cuestión no es sólo estética: el oro rojo es el más resistente de todos. El oro presenta diferentes colores según la aleación: por cada 1.000 gramos, el rojo presenta 750 de oro fino (que es un material demasiado blanco para usar puro), 200 de cobre y 50 de plata; el rosa, 150 de cobre y 90 de plata. “El rojo del oro rojo es en realidad un color cobre perfecto”, dice el joyero.

De las creaciones de Homero, sorprende la combinación con el

acrílico: “Es algo que gustó mucho en nuestra tienda de Japón –explica–. Aunque parezca mentira, no es que no se raya, sino que no se nota, porque el acrílico tiene memoria, vuelve a su estado visual original, no muestra el daño”. El joyero asegura ser el creador de esta combinación, y también de la de oro y caucho, hoy difundida en todo el mundo, tanto en los diseños más modernos de joyas como en las correas de los relojes. “Pedí la patente en 1994, me la dieron en 2005, cuando ya lo había copiado todo el mundo”, dice.

Polémicas aparte, la tendencia parece confirmarse: desde hace un par de meses, en Homero se encargan alianzas de boda en oro rojo o rosa (u$s 500 el par) con más regularidad que antes. El fetiche del amor por excelencia tiene ahora el color que se merece: rosa.

dato snob

Lo que reluce es rojoLa relojería usa cada vez más oro rosa o rojo, porque es el más resistente de los oros. La joyería tomó el material y lo está transformando en una moda que se presume duradera: suben los encargos de alianzas de ese color.

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Ricardo Darín

“Me siento incompleto”

Mientras en lo laboral no para de crecer -ahora está en Chile, filmando con el español Fernando Trueba-,

el actor habla de lo que le falta: "Tengo que hacer algo, tenemos que hacer algo para cambiar la realidad.

Si no, como sociedad, estamos en el horno".

Por Pablo Perantuonofotos: Patricio Pidal

lego, toco timbre, espero y nada.Hago de nuevo la operación. Nada. Golpeo una, dos veces.

Grito “Ricardo“, y nada. ¿Será la casa? Sí, es la casa. Enfrente, un graffiti anuncia desde la

pared: “Gracias Ricardo Darín por tu ayuda a la comunidad wichi”.

Sigo esperando: 20 minutos, 30, ¡50 minutos! Nada. Es viernes en Palermo. El país amaneció sacudido por una nega-tiva que ya es remera: “Mi voto no es positivo”. De repente, muy orondo, desentendido, el hombre que buscamos sale con su camioneta del garage, como yéndose.

Con respeto, pero sorprendido, le pregunto: “¿Qué hacés, boludo?” Me mira. “¿Qué hacés acá?”, balbucea, aturdido. “La nota”, respondo. “Uyyyyy la c… de la lora, me re–olvidé… Pero... ¿tocaste timbre?” “Dejé el pulgar en el portero”. “Uy, cierto, estaba en la parte de atrás de la casa, solo, y ahí no se escucha el

timbre porque se rompió, la c… de la lora, perdoname, y encima, como no venías, arreglé para irme a una reunión a las seis. ¡Qué pelotudo que soy! Venite el lunes a las cinco, ¿llegamos?”

LunesEl lunes Dios parece enojado: Buenos Aires es un lugar dan-tesco, hundido en la negrura de una lluvia persistente. Un solo timbre basta para que Darín aparezca. “Qué día de mierda”, dice. Pasamos al living, amplio, silencioso, decorado con cali-dez. Primer Marlboro en el sofá. Retumban aun los ecos del no a las retenciones. Hablamos de eso, entonces. Emerge, de inmediato, sin preludios, un Darín visceral y enfocado, com-bativo y elocuente que contrasta brutalmente con la calma del lugar, con la languidez de ese lunes atrapado por la siesta.

–Lo vi todo. Nos quedamos con mi mujer y mi hijo mirando hasta las cuatro y media de la mañana. Fue algo increíble, una material que debería pasarse en las escuelas. Estuvo bueno verlo con mi hijo, que tiene 19 años. Estuvo bueno porque fue un ejercicio fascinante de democracia. ¿Sabés por qué además?

–No.

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–Porque es como si nos olvidáramos de que en realidad somos un país con una historia democrática muy corta. Todo este conflicto no hizo más que sacar a la luz algunas de las grandes mentiras de este país. A lo que voy es... Basta de cha-muyo, pónganse a laburar. Tiene que salir humo del Congreso. El mismo Rodríguez Saá, y mirá el personaje que estoy nom-brando, dijo que habían creado una comisión y ¡no se habían reunido nunca! ¿Cómo puede ser eso? Basta de chamuyo. Basta de izquierda y de derecha. Basta de simplificación, basta de que si no pensás como yo, o sino me apoyás, sos el enemigo, y basta, sobre todo, de intolerancia. No vamos a generar nada bueno hasta que no aprendamos a tolerar la opinión o el pen-samiento del otro.

Darín desborda de entusiasmo nacional. Un entusiasmo que nace en la convicción de que Argentina vivió un momento histórico de su vida política y está buenísimo hablar, debatir y compartir esa peripecia.

–Yo creo en el laburo. Y creo que tanto el mediano como el pequeño productor son laburantes. Ahí no hay verso. Son gente que trabaja la tierra porque sino, no morfa. Ayer escuchaba a unos perso-najes que decían: “Con esto se beneficiaron seis mil y se perjudican 60 mil”, un disparate.

–Estuvo bueno el hecho de poder mirar una definición en directo sin filtros, ¿no?

–Yo casi me cago encima, te juro. Tendríamos que poder verlos siempre, es una herramienta para obligarlos a laburar. Además, para alguien como yo, actor, fue increíble poder ver la cara de Cobos, su gestualidad, todo eso que le pasa-ba y que era imposible de disimular. Fue mara-villoso. Un amigo me mandó un mensaje que decía: “¿Estás viendo el reality del Senado?” Y, sí, era un poco eso. Además, había personajes de todo tipo, porque era increíble verlo a Pichetto, cómo se movía, cómo sentía en todo el cuerpo la pesadilla que estaba viviendo.

–Se vivió como si fueran penales de un mun-dial.

–Lo increíble fue ver a la gente metida en el tema y creo que la democracia es eso. Fue un gran ejercicio. No podía salir una resolución si no tenía consenso.

–Ahora, el conflicto parece que revivió un odio que estaba enterrado.

–Sí, es verdad. Vuelvo a la intolerancia: hay gente que no se banca el color de piel del otro, que no se banca sus creencias religiosas. Y yo, te digo la verdad, tengo la convicción de que estamos jodidos en serio, y no soy un tipo alarmista ni pesi-mista, pero sí me parece que estamos jodidos, porque no puede ser que nos pasen las cosas que nos pasan y nos chupe un huevo todo. Mirá, yo no miro mucha televisión, pero recuerdo el “Proteste ya” (una sección de CQC) en el que fueron a ver a un funcionario que había recibido una donación de computa-doras, y ¡se las había llevado a la casa! (Darín levanta la voz) ¡No puede ser! Llegamos a un nivel de impunidad obsceno.

–¿“Jodidos” por la crisis moral?–Sí, y no sólo la del país. La concentración de dinero en pocas

manos es algo que crece en todos lados, pero lo loco es que ¡no se dan cuenta de que eso significa que mientras ellos se llenan

de guita, hay otros que tienen cada vez menos! Decime: ¿en qué le cambia al que tiene 100 palos tener 101? Decime: ¿es necesario? No quiero sonar tremendista, pero creo que noso-tros, como especie, estamos jodidos. Necesitamos un cambio. Y ese cambio tiene que ver con la generosidad, con la toleran-cia, con aprender a convivir con el otro. No podemos seguir haciéndonos los boludos, creyendo que levantando el vidrio de la ventanilla los problemas no se ven. No macho: no pode-mos escapar de la realidad, porque la realidad está atrás nues-tro y nos toca el hombro todo el tiempo para que nos demos vuelta y la miremos. ¿Qué vas a hacer? ¿Ponerle triple reja a tu casa? ¿Irte a vivir a una fortaleza? No, no hay salida: siem-pre vas a estar metido en esta. No podemos seguir escapando, prendiendo la tele y creyendo que la vida es eso, esa ametra-lladora de estupidez desparramada en horario central.

–Bueno, por algo los canales de aire grandes no tienen pro-gramas políticos, ¿no?

–Sí, y encima la televisión se nutre de un programa que nutre a todos los demás programas, donde en el mejor de los casos –repito, en el mejor de los casos– dos chicas consiguen salvarse porque supieron mover bien el culo.

“Tengo tu papel”Es el tercer Marlboro que prende Darín en la primera media hora de la charla. Todo es ansie-dad en él: en pocas horas partirá hacia Chile para filmar una película a las órdenes de Fernando Trueba. Darín será uno de los prota-gonistas de El baile de la victoria, la adaptación al cine de la novela del escritor chileno Antonio Skármeta. Fue el mismo Trueba el que hace dos años y medio lo llamó a Darín para decirle que había encontrado el papel que tanto anhelaba para él. Ambos se conocieron en el Festival de Cannes hace cincos años. Se cruzaron en un ascensor y fue Trueba –cuya película Belle Epoque ganó el Oscar al mejor filme extranjero en 1992– el que se presentó ante Darín para decirle que le encantaba lo que hacía y que que-ría dirigirlo alguna vez. A ese festival –“una obscenidad de plata y de ostentación”, dice Ricardo– había viajado junto a Fabián Bielinsky

en busca de apoyo económico para filmar El Aura. “Me acuer-do de que me hinchó las pelotas cuando Fabián me dijo de acompañarlo. Hoy, a la distancia, me doy cuenta de que estu-vo muy bien, de que fue una buena experiencia”.

Lo cierto es que Trueba hablaba en serio: quería trabajar con él.

–Yo no lo conocía y, de movida, me pareció que podía ser un comentario típico para salir del paso, alguien a quien te encon-trás y te dice algo halagador porque tiene buena onda. Pero después nos cruzamos un par de veces más y siempre me repe-tía lo mismo. Hasta que un día me llamó y me dijo: “Tengo tu papel”. Me contó de la novela y, cuando la leí, me caí de culo. Me pareció increíble. Volvimos a hablar y nos pusimos de acuerdo. En realidad, la íbamos a empezar el año pasado, ya estaba todo listo, pero surgió lo de La Señal y le tuve que decir a Trueba que no podía, que me tenía que hacer cargo de una película de un amigo fallecido (Eduardo Mignona). Él lo

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“No podemos escapar de la

realidad porque la realidad está atrás nuestro y nos toca el hombro todo el tiempo para que

nos demos vuelta y la miremos. ¿Qué

vas a hacer? ¿Ponerle tripe reja

a tu casa?

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entendió perfectamente y me dijo que me esperaba, que la película sí o sí la tenía que protagonizar yo. Es un gran honor, obviamente, y también una responsabilidad porque, te digo en serio, no sé si voy a poder. O sea: sé que tengo capacidad para hacer el laburo, pero es un papel muy exigente que sé que puedo hacer, pero que significa un desafío enorme.

–¿Por qué? ¿De qué se trata el papel?–Interpreto a un ex convicto que sale en libertad después de

una amnistía muy grande en Chile. Es un papel complejo.La charla se interrumpe porque suena el celular de Darín.

Es Trueba, desde Cuba. Lo llama para ultimar algunos deta-lles: el cabello del personaje, su estado físico, el encuentro en Santiago, etcétera. Dos días después de esta charla se encon-trarían allí para comenzar, por fin, la filmación.

Darín corta y retoma la conversación. “Estoy ansioso”, dice, mientras enciende su cuarto Marlboro. “Quiero trabajar ya, quiero que empiece el rodaje ya”.

–¿Qué te entusiasma de la historia?–Poder filmar con Trueba me entusiasma mucho. Me pare-

ce un tipo grosso, pero grosso en serio, eh. Un tipo con una luz y una potencia fuera de lo común. Es un capo; ir a trabajar con él también me tiene un poco ansioso.

–Es alguien de quien vas a aprender.–Totalmente. Yo creo mucho en los equipos de trabajo, pero

también creo en el rol del director. Para mí, el director es la cabeza del proyecto, el tipo que está a cargo de todo y quien puede hacer que la cosa funcione o no. Es la persona que puede hacer que salga lo mejor de vos, el tipo que te exige. Me acuer-do de que con Bielinsky, por ejemplo, preparamos juntos mi papel de epiléptico en El Aura. Leímos un montón los dos, pero llegó un momento en el que él me dijo: “Hasta acá llegué, a partir de ahora vos tenés que terminar de elaborarlo solo“. Y bueno, seguí yo.

–¿Los buenos directores son los que saben exigir o los que dejan hacer?

–Los que exigen, los que te piden pero sin apabullarte. Esos son los grandes.

–¿Como Woody Allen, por ejemplo?–No te creas eh, si querés le decimos a Javier Bardem que

nos cuente lo que le costó filmar con él (Bardem actuó en Vicky Cristina Barcelona, aun no estrenada). Es que Javier, al ser tan anárquico –y tan genial–, necesitaba a alguien que lo contuviera, que lo hiciera enfocarse, y Allen lo dejaba hacer.

La canción es la misma“Aguantá un segundo que le abro al perro”, pide Darín. Es la hora del té y cuando vuelve, trae algo para comer. No llega con facturas ni con galletitas; mucho menos con torta. Darín trae tres bocaditos Cabsha. Sí, tres Cabsha. “Estoy a dieta, agarro el Cabsha y me lo morfo despacito, como si fuera una torta”, dice, mientras deja en la mesa otro a la espera. A un costado, Susana sonríe desde una revista. Es su revista. Qué lejano parece el mundo Susana –la ingravidez, el despiste, su estilo de vida–, de este Darín sobrio, que alguna vez fue una suerte de líder de una generación de nuevos galanes que tomó por asalto las tapas de las revistas y que, incluso, coqueteó con la noche y con la banalidad, pero que hoy abraza la mesura y la búsqueda artística. No hay rastros de aquellos tiempos, a excepción de un cuadro con la cara de Mick Jagger que deco-ra el comedor de su casa. El cuadro era de Susana y Darín lo encontró arrumbado en el sótano de la casa de la diva. “Me lo regaló uno de ellos, no me acuerdo quién”, le dijo ella. Darín se lo llevó. La obra está firmado por alguien que conoce de cerca el semblante de su majestad satánica: Ron Wood, gui-tarrista de la banda.

–¿Qué viene después de trabajar con Trueba?–Voy a filmar una nueva película con Campanella, distinta

a todas las que hice con él hasta ahora. Se va a llamar La pre-gunta de sus ojos.

–El cine te tiene atrapado, ¿no? ¿Consumís mucho cine?–Sí, todo el tiempo. Te diría que con mi mujer y mi hijo nos

miramos entre ocho y diez películas por semana. Lo que pasa es que “el chino”, mi hijo mayor, está estudiando cine, entonces varias veces por semana nos juntamos con algún amigo suyo y vemos películas. Anoche, por ejemplo, vimos Batman: increíble el papel de “El Guasón” de (Heath) Ledger. Pero la

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película en sí... mmmm. Después vimos Antes que el diablo sepa que estás muerto y me pareció un peliculón. Seymour Hoffman es un actor increíble. Hay un par de escenas antoló-gicas. También me gustó Petróleo sangriento. Los primeros quince minutos, en los que no se dice una sola palabra, son una maravilla. Ese es otro hijo de puta: Day Lewis. Ese, ya con lo que hizo en Mi pie izquierdo tiene ganada mi admiración para siempre.

–¿Ves series?–Sí, vi Lost, y, la verdad, me comí toda la primera tempora-

da y no me pasó nada. Todo bien con el fanatismo de la gente, pero a mí los personajes dejaron de parecerme verosímiles y los volantazos del guión no me parecen creíbles. Y no es que no le di chances, eh, pero no me pasó nada.

–¿Con ninguna?–No, bueno, Los Soprano y Six Feet Under me parecen

extraordinarias, son obras maestras realmente. Son otra cosa. Es cierto, también, que tienen plata para hacer-las, pero Los Soprano es una cosa tremenda: todos los personajes son buenísimos, todos. También me gusta la estructura de 24, me parece que ahí los tipos inventaron algo.

–Es como si hoy los grandes escritores norte-americanos estuviesen volcados a las series , ¿no?

–Es que es lo que pasa. –Un crítico español, Carlos Boyero, dice que

Los Soprano es superior a El Padrino, porque mientras El Padrino dura, en total, nueve horas, Los Soprano, a la que considera también una película, dura 80.

–Ja, bueno, no está mal, igual, creo que son dos cosas distintas.

–¿Qué viste últimamente que te haya sor-prendido?

–Zeitgeist, me partió la cabeza. –¿Zeitgeist?–Sí, buscalo, es un documental, es tremendo.

Espíritu del tiempoZeitgeist es un documental independiente hecho para Internet y su nombre quiere decir “espíritu del tiempo”. Es demoledor. Dividido en tres partes, la primera relata la historia de Horus, el dios sol egipcio cuya historia data del año 3000 AC. Horus nació un 25 de diciembre en la isla virgen Isis Meri y su nacimiento fue acompañado por una estrella del este que ayudó a ubicar a tres reyes que fueron a su encuentro. Horus comenzó su educación a los 12 años y a los 30 fue bautizado, cuando inició su ministerio. Lo acompañaban doce discípulos que viajaban con él haciendo milagros, como curar enfermos o caminar sobre las aguas. Era conocido por varios nombres: La Verdad, La Luz, Cordero de Dios. Después de ser traicionado por Typhon, Horus fue crucificado pero sólo permaneció tres días enterrado, porque resucitó.

Este es apenas un resumen de la primera parte del docu-mental que, por respeto al lector, no seguiremos contando. Queda claro, de todas formas, que es un poderoso alegato que dispara en la frente de algunas de las creencias más arraigadas de la cultura occidental. Sin ser un iconoclasta o un rebelde

impenitente, Darín, que de joven integró una agrupación estudiantil de aspiraciones revolucionarias, es un tipo que busca involucrarse con su época (con el Zeitgeist). En su caso, su compromiso parece una provincia de su bonhomía.

Algo de eso se adivina cuando habla de sus ambiciones. “No soy un tipo ambicioso en el tema laboral. O a lo mejor sí, pero no estoy pensando en que quiero hacer tal o cual personaje. Lo que sí siento es que me falta algo... me siento incompleto”.

–¿Eso qué significa?–Que tengo que hacer algo, que tenemos que hacer algo para

transformar la realidad, porque si no estamos en el horno como sociedad, y cuando pase eso no nos va a salvar nadie, no va a haber 4 x 4 que te salve de esa.

–Te han ofrecido ingresar en algunas agrupaciones políticas, ¿o no?

–Sí, he ido a charlar, pero una vez que llegué me di cuenta de que había algunos tipos con los que no quería estar. O sea,

me llamó gente con la que tenía buena onda, pero que estaba con otros con los que yo no quería saber nada. Con el que me llevo muy bien, soy amigo, hablo mucho, es con Juan Carr. Un enfermo...

–Un optimista dogmático.–Sí, no, un enfermo... no sé cómo hace por-

que hace mil quinientas cosas a la vez y siem-pre puede hacer más. No sé de dónde saca la energía.

–¿Qué tipo de ayuda querés dar?–No, no sé, quiero hacer algo, pertenezco a

una generación que imaginó que cuando lle-gase al poder las cosas iban a cambiar, y acá estamos.

Es el tiempo para las fotos y la charla de tono social le da paso al Darín más íntimo. Es cuan-do confiesa que sus grandes maestros fueron su padre (cuya foto, haciendo un Guapo del 900 está debajo del cuadro de Jagger), Carlos Carella, Héctor Alterio y Norma Aleandro. Que es un apasionado del tenis y un fan incon-dicional de Gastón Gaudio –“Lo conozco desde que tiene 15. Cuando iba al Vilas Raquet siem-pre me lo encontraba y peloteábamos juntos”–; que vio la final de Roland Garros de 2004

arrodillado frente al televisor, “por cábala, al lado de Florencia, que tejía… Sí, soy un enfermo”; que dice que lo que más nece-sita el país son gestos de grandeza.

Es hora de irnos. De pasada por la cocina, nos topamos con Florencia Bas, su mujer, que ordena unos platos y saluda con una sonrisa cálida. Una postal de cualquier casa, una escena que, a esa hora y con esos sonidos (el ronroneo de la heladera, una gota que retumba en la pileta, una alacena que se abre y un tacho de basura que no cierra bien), se repite en miles de hogares argentinos. Gente común los Darín.

Cuatro días después, al momento de cerrar esta nota, recuer-do un párrafo de La vida como supermercado de Michel Houellebecq. El francés dice que las sociedades establecen sis-temas de diferenciación jerárquica basados en el nacimiento (la aristocracia), la plata, la belleza, la fuerza y el talento, entre otras. “Todos estos criterios –escribe– me parecen despreciables. La única superioridad que reconozco es la bondad”.

“Filmar con Trueba me entusiasma

mucho. Me parece un tipo grosso.

Un tipo con una luz y una potencia

fuera de lo común. Es un

capo, ir a trabajar con él también me

pone un poco ansioso.

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h ola lectores queridos, adivinen con quién me encontré en el

subte esta mañana. Con un filósofo de la ciudad y de los cafés, un pensador constante, moderno y discotero de todo lo que nos incumbe a los porteños: calles raras, cafés culturales, bares desolados, pulperías de Pompeya y tanguerías para turistas. Pablo Dreysik es, en sí mismo, una guía fabulosa de los rincones más avantgardistas de Buenos Aires.

Llevaba a mis hijos al centro, a festejar el primer domingo de vacaciones. El vagón venía atestado de gurrumines con vinchas y globos de los Powers Rangers, de Angelito Fantástico que acababa de dar una función en el Gran Rex. La línea B del subte se vio invadida, sobrepasada de público cuando llegamos a la estación Carlos Gardel, en el Abasto, y otra triara, un huracán de niños, un tritón de los tropeles de tritones, diría Rubén Darío. Caos de risitas, de llantos, de tiradas de pelo, de palabras mal dichas, de bromas zonzas. Fui feliz al verme rodeado de niños, apretujado en el vagón al límite de su capacidad. Para mi sorpresa, asido al jolgorio como un niño, entró al vagón mi amigo y amigo de todos. Si lo conocieran, si tuvieran el gusto de conocer a este ser de Buenos Aires, a esta persona de hilarante

naturaleza festiva, a este ser siempre buena onda y con noticias bombas: el pensador de la porteñidad y de los clásicos griegos, Pablito Dreysik. Y qué importante es en la vida tener cerca a un filósofo. Apenas me vio, me gritó desde el otro lado del andén inundado de cabecitas colorinches: "Cucu, el poeta del sexo". Y todos los gurrumines se dieron vuelta para mirarme, algunos se reían, otros me miraban con cara de: "¿Y a este viejo quién lo conoce?" Con Pablito tengo una fuerte amistad de años, una amistad de bares, siempre me lo encuentro en algún sucuchún del centro o de barrios aledaños como Almagro u Once. En una época de rocanrol escribíamos guiones para el Sindicato de Teatro. Nos reuníamos a escribir en el Mc Donalds, de Perón y Pueyrredón (donde Rodi perdió su corazón).

Bajamos todos juntos en la estación Callao y ahí mismo, luego de abrazar y besar a mis hijos, me dijo: "Cucu, vení, entren a este bar que les voy a presentar al filósofo polaco amigo de Gombrowicz y de Günter Grass. Les va a cantar una canción en polaco a los nenes..." Y entramos al bar donde estaba sentado un viejito de más de trescientos años, que no sé cómo hacía para respirar. El bar estaba lleno de gente. En el camino hacia la mesa, Pablito me hablaba, como siempre, pero en verdad hablaba solo, sin esperar jamás a que le contestara. "¿Seguís yendo al Mc Donalds del Once? No sabés lo importante que es la constancia, la disciplina, la metodología, Cucu. ¿Vos no vas al bar Las Orquídeas? Ese bar se llena de escritores, Cucu, todas las mañanas va Martín Kohan, con su cuadernito y Américo

Cristófalo. También los jueves a la noche aparecen borrachos Fogwill, Dalia Rossetti y Pedrito Mairal. Por suerte, todavía hay escritores de bares. El blog jamás reemplazará a la charla de bar, a la lectura solitaria junto a la ventana de un cafetín". Y este comentario de Pablito me hizo recordar los grandes bares de escritores. Hoy día son: Piringulín, en la esquina de Matheu e Independencia; El Guaraní, de Pueyrredón y Paraguay; La Morena, bar dominicano con fonola de bachata, en el superconsti bailable, Cochabamba y Santiago del Estero. Me acuerdo de que hace un vagón de años conocí a Roberto Raschella, a Ricardo Zelarayán y a Alberto Laiseca, en el Estaño, en la esquina de Corrientes y Uruguay.

Pienso en todos los bares que quiero, a los que volveré siempre, irremediablemente, a tomarme un café, a conversar con uno o dos mozos que saben todo de mi vida. Volveré, siempre, con la frente marchita, porque uno siempre vuelve al primer amor, dice el tango.

Y todos estos recuerdos surgieron gracias a mi amigo, filósofo notable, compañero de bares inigualable. Si volviera a nacer, si comenzara otra vida después de muerto, la gastaría sentado en un bar conversando con mi amigo Pablo.

tras cartón

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Los cafés de Buenos Aires Washington CuCurto

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–¿Cómo te vinculás con la música?

–A través de la búsqueda constante. Soy bajador com-pulsivo, siempre rastreando en base a alguien que me recomendó algo. Tengo un patrón de búsquedas en Internet. Tengo amigos músi-cos, también. En cuanto tuve tiempo y conexiones rápi-das, me quemé la cabeza.

–¿Cuándo empezaste a escuchar música?

–La primera banda que descubrí fue Queen. A los 10 años. No estaba para escuchar los primeros dis-cos de la banda, eran demasiado rebuscados para mi edad; una vez que me enganché, fui para atrás y me encantó. Empecé a explorar, me convertí en una especie de investigador. Escuchaba Yes; Focus; Genesis; Emerson, Lake & Palmer. Me quemaba la cabeza con Peter Gabriel. A los 18 años descubrí Laurie Anderson, no lo podía creer. Me gustaba lo que sonaba raro. Ahora es más accesi-ble encontrar cosas. Antes rastreaba, me pasaba días en las disquerías. Empezar de chico me dio una identi-dad musical distinta.

–¿Ahora en qué andas?–Me gustan los grupos

nuevos vinculados a la psi-codelia, como Flamings Lips o Mercury Rev. Pero también Tom Yorke, Cocteau Twins, Rem, Moby o Radiohead. Me mata Sakamoto, BlackMoth Superainbow o cosas como Friends of Dean Martinez, que son muy bue-nas. Siempre vuelvo a los últimos tres discos de Talk Talk. También descubro

cosas en la radio, como The Dodos.

–¿Qué no te gusta?–No soy de entusiasmar-

me con el rock nacional cua-drado. Nunca le encontré la vuelta al retro de los Hives, the Strokes o Franz Ferdinand, no hicieron nada nuevo. Para eso escucho a los que inventaron eso.

–¿Cómo te llevás con los préstamos?

–Hay que desconfiar de la persona que te pide un disco. El tipo que pide un disco es un irrespetuoso de la música. Nunca pediría un disco. Ya no tiene sentido pedir discos. El disco se raya, quiero cuidar el arte, todo lo que significa el

disco. Un torpe saca el libri-to y te lo arruina. No da. A mí me gusta tenerlos cuida-dos, ordenados. No se los dejo tocar a nadie.

–¿Ni tus hijos?–En chiste, les digo que si

me arruinan un disco les vendo los juguetes para cómpramelo de nuevo (son-ríe); y funciona, son muy cui-dadosos. Si un chico rompe algo es culpa de los padres, hay que hacerse cargo de sus cosas. Igual, se portan bien los míos.

–¿Compartís algo con ellos?

–Architecture in Helsinki, la de la publicidad del bizco-chuelo. Está puesto en el auto y les encanta. Y les dejo jugar con mis instru-mentos. Con cuidado.

–¿Sos fanático de algún grupo?

–Escucho U2 desde hace más de 20 años. Tenía un programa con Marley e inventamos un concurso para poder ir. Me impactó porque era mi primera vez, pero no fue un gran show. Después los vi en México DF; alucinante

–¿Los conociste?–Entrevisté a The Edge y a

Adam Clayton. Los tipos son cero estrellas.

–¿Tenés muchos CDs?–Discos compro habitual-

mente; hay muchos que los bajo antes. Antes gastaba muchísima guita en discos. Mi primer CD me lo compré en el 90, en el uno a uno, era una época de consumo terrible: gastaba 120 dólares por cada vez que iba a (la disquería) Rock n' Freud. Los discos costaban diez pesos. ¿Te acordás?

los discos de

horacio cabak

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“Hay que desconfiar del que te pide un disco”

U2. The Unforgettable Fire. "Un histórico. Me lo regaló mi tía, lo trajo de Inglaterra. Soy seguidor de la primera hora".

Talk Talk, Spirit of Eden. "Es re-loco. Tiene un track solo de seis temas unidos. Algo conceptual. Siempre escucho algo de ellos".

Ryuichi Sakamoto, Beauty. "Me engancharon los sonidos que utilizó. Es una mezcla de electrónica con musica japonesa . Un grosso".

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Villa OcampO para chicOs

Serán cinco días en los que el palacete donde vivía Victoria Ocampo, en San Isidro, abrirá sus puertas para compartir su glamour con los niños. En ple-nas vacaciones de invierno y con el apoyo de las fundacio-nes ArteBa y del Teatro Colón entre otras, se dictarán talleres de música, danza, artes plásti-cas y visuales, teatro y literatu-ra para chicos de 5 a 12 años. Las actividades están progra-madas para los últimos cinco días de las vacaciones y los padres también podrán partici-par. Aunque los eventos son pagos, los costos son accesi-bles. El valor de la entrada general es de $ 10 y el horario es de 14 a 19. La totalidad de lo recaudado por la venta de entradas será destinado a Villa Ocampo. Dos de las actividades más interesantes se desarrollarán dentro del espacio destinado a las artes audiovisuales. Por un lado, se montará una Escuela de detectives artísticos que, lupa en mano, tendrán que resolver los enigmas que se planteen alrededor de las obras de la colección. Además la artista Fabiana Barreda corr-dinará una actividad llamada Arquitectura para niños. También se ofrecerá un espec-táculo teatral "En busca del caballo alado", que a través del teatro generará un recorrido por la histórica casa de Victoria Ocampo.

Del 5 al 10 de agosto, Elortondo 1837, San Isidro.

buscador

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la casa del jazz

La escena jazzera argentina no para de crecer. Nadie sabe muy bien hacia dónde pero sí se sabe como: la

reapertura del mítico Jazz & pop, hace apenas algunas semanas, es una demostración más de que los viejos tiempos, en realidad, nunca terminan. porque así como en su escenario tocaron algunos de los más grandes como chick corea, carmen mcrae o el criollo Fats Fernández, lo cierto es que el local remozado de parana 340 regresó del pasado con un solo propósito: que Buenos aires tenga todas las noches un lugar donde escuchar a los mejores

músicos del circuito. En conciertos exclusivos, en sesiones de jam abiertas. habrá funciones todos los días, de lunes a lunes a las 21:30 y los sábados y domingos tendrán doble función. El dueño del lugar es el Negro González (foto), figura trascendental del jazz local . Jazz & pop viene a sumarse a otros lugares como Notorius, Thelonius y clásica y moderna que ya vienen enriqueciendo la noche porteña desde hace rato y más allá de las olas. por eso, cuando la noche se vuelva azul, si anda por el centro en este invierno, no lo dude y dele un voto positivo al jazz.

Los chocolates de Engolosinados pueden ser o un capricho de esa gente que no soporta comprar algo cualunque ni siquiera cuando se trata de una golosina, o un regalito con mucha onda cuando uno no tiene un mango. Son unas tabletas que vienen en una cajita que juega con el estilo de los anuncios de los años 50, y textos del estilo: "Recupere el diálogo con su pareja" (con menta), "Dar para recibir - afrodisíacos para la comunidad gay" (chocolate con leche) o "Convertite en un ciudadano útil al sistema - No a las drogas, sí al cereal" (chocolate con cereales). Lo inventaron unos jóvenes de familia chocolatera y sólo se consiguen en Tienda Palacio (Palermo) o en Cualquier Verdura (San Telmo). Salen $ 12.

TE TraJE uNa paVadiTa

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Río quietoEl gobierno correntino prohibió buena parte de la pesca del

tradicional dorado, que para tres millones de turistas es como suspender algo tan popular como el turismo carretera o el turf.

La discusión ambientalista y el hilo que se corta por lo más delgado: los que viven de la pesca.

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Por Pablo Perantuono, desde Corrientesfotos leandro sanChez

Pablo tiene 12 años y llegó desde 9 de julio, provin-cia de Buenos Aires. Vino a buscar lo que buscan todos los que llegan hasta aquí: un dorado. Se internó en el río Paraná con su padre, a la altura de Paso de la Patria, Corrientes. Eran las 10 de la

mañana. Media hora más tarde, su caña empezó a temblar: un dorado había caído en la trampa. Durante 15 minutos Pablo peleó contra el animal, uno de los más resistentes a la captura. Con la ayuda del guía de pesca consiguió sacarlo: el pez estaba sujetado desde la panza. El año anterior, había sacado un ejem-plar de 10 kilos que llevó a 9 de julio como recuerdo. El de este año era más chico (apenas seis kilos), pero no se lo pudo llevar. Es que está prohibido. En Corrientes, desde enero de este año, la pesca y extracción del dorado es delito. La que durante dece-nas de años fue una de las actividades más emblemáticas de la provincia —actividad que practican tres millones de argenti-nos— sufrió una transformación que cambió por completo la vida de esta gente. Pablo y su padre resolvieron de forma simple la imposibilidad: hicieron 50 kilómetros y se fueron a pescar al Chaco. Allí la extracción no está prohibida.

La disposición 1067 de diciembre de 2007 dictada por la Dirección de Recursos Naturales de Corrientes prohíbe “la pesca extractiva, la tenencia en embarcación y el transporte de la especie dorado” y aclara que solo “podrá efectuarse la pesca con devolución” de la misma especie.

Pero la 1067 adquiere una dimensión que va más allá de un reglamento: significa un golpe en la frente a una ceremonia, la de la pesca deportiva, que forma parte de la vida social de gene-raciones de argentinos, tipos que depositan en el arte de la caña mucho más que una mera actividad: es una diversión, un refu-gio, un escape, una pasión. Como el TC o el turf, como el tango o el fernet, la pesca en esta región —considerada la capital de la pesca del dorado, donde se hace, además, la fiesta nacional— tiene sus fanáticos y sus cultores, un rito con códigos de acero

donde hay espacio y tiempo para cada detalle. Además, la pesca tiene sus fases: el plan, el viaje, el muchachismo, la cerveza, la espera, el pique y finalmente el premio mayor: una presa que no se come o comparte, sino que vuelve en las valijas —bueno, en una bolsa— y que funciona como trofeo y recuerdo de esa pequeña epopeya atlántica.

Como era previsible, la prohibición cambió el paisaje de todos los pueblos costeros de Corrientes, que pasó de vivir un 2007 extraordinario (con 100 por ciento de ocupación de su oferta hotelera) a esta realidad desértica, con habitaciones vacías y la pesca, que parece un recuerdo. Sólo queda el eco del furor, pos-tales de lo que se conoció como la capital del dorado.

En Paso de la Patria, por ejemplo, se calcula que en lo que va del año los empresarios hoteleros han dejado de ganar más de un millón de pesos. No hay datos oficiales, en buena medida por la falta de control de la provincia, pero también por la prác-tica extendida de una economía informal o en negro. Lo que puede parecer, para quien no conoce, apenas un cambio banal en la forma (se permite pescar, pero no se permite extraer), es en realidad un cambio de paradigma, una imposición que desa-fía de plano la idiosincrasia del pescador, aquel que llega hasta aquí para llevarse un recuerdo. Lo curioso es que sólo en

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Corrientes ocurre esto, no así en el resto de las provincias que son bañadas por el Paraná (Chaco, Entre Ríos, Santa Fe, etcé-tera), ni muchos menos en Paraguay.

La pregunta se cae de madura: ¿Por qué Corrientes? ¿Por qué una medida unilateral?

Pesca y saqueoY está la pregunta madre, la que se hacen todos: ¿Está en ries-go el dorado? “Su perpetuidad no corre peligro, en todo caso, otras especies, de las más de doscientas que hay en el Paraná, tienen más riesgo ecológico”. El que habla es Carlos Cruz, quí-mico y ex director de Flora y Fauna de la provincia. Cruz, actual asesor de la legislatura en estos temas, está considerado uno de los hombres que más conoce el mundo sumergido que habi-ta el Paraná, un inmenso hábitat tan abigarra-do como misterioso. Cruz, durante su gestión, fue reduciendo de a poco la pesca y extracción del dorado. Hasta fines de los 80, quien llega-ba hasta aquí podía hacer estragos con su caña y llevarse todo lo que quería. El ex director de Flora y Fauna fue morigerando lo que él llama “el saqueo”: de ocho dorados por persona se

pasó a seis, luego de seis se pasó a tres y finalmente a dos. Desde hace tres años se permite la extracción de un dorado (o surubí, la otra especie reinante en la zona) por pescador. “Con esa cantidad, la especie no corre ningún peligro”, agrega.

¿Por qué entonces se prohíbe su pesca deportiva si no corre peli-gro y si, como aseguran los empresarios de la actividad, el 80 por ciento de quienes llegan a esta zona se quieren llevar un dorado como recuerdo? Según pudo averiguar C, quien tomó la medida fue el mismo gobernador de Corrientes, Arturo Colombí, un radical K que en las últimas semanas profundizó la línea de diálogo con Julio Cobos. Dentro del gobierno provincial, quienes anunciaron y respaldan la resolución son el ministro de la producción provincial, Alfredo Aún, y el actual director de Recursos Naturales de Corrientes, Sergio Zajarevich. En diálogo con C, Zajarevich defen-

dió la prohibición, aduciendo que lo que se busca cambiar “es la orientación de la pesca”: “Pretendemos que el turista venga a pescar, pero no a llevarse el pescado”, explica. Según el gobier-no, la pesca y devolución es una práctica más “pura” que, a la larga, va a atraer a un turista más sofisticado, con un nivel de consumo más eleva-do, que no busca matar, sino divertirse.

“Mirá el río. No hay una sola lancha

pescando. El año pasado a esta altura

había como cuarenta lanchas en el Paraná”.

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—¿Y qué les puede decir a los hoteleros que se oponen y a la drástica caída en la ocupación hotelera?

—No, no, son algunos hoteleros, nada más, y, por otra parte, la caída de la actividad turística ocurrió en todo el país, pro-ducto de los cortes de ruta.

El año pasado las localidades costeras que viven de la indus-tria de la pesca deportiva (Goya, Esquina, Paso de la Patria) se llenaron de turistas brasileños, visitantes que, de acuerdo a los anhelos del gobierno, representan a ese turista más sofisticado tan buscado. Sin embargo, y pese a que las rutas que unen a Corrientes con Brasil nunca estuvieron cortadas, los brasileños este año abandonaron masivamente la provincia. “Ellos tam-bién se quieren llevar al dorado como trofeo, por eso dejaron de venir”, asegura Gonzalo Castaño, dueño de una posada en Paso de la Patria. Castaño, al igual que la mayoría de los caba-ñeros de la zona, también ofrece un servicio de pesca al visi-tante. “Mirá el río”, invita Castaño, a 30 metros de la costa, un martes a las 11 de la mañana. “No hay una puta lancha pescan-

do. Y eso que estamos en vacaciones de invierno. El año pasa-do, a esta altura, había más de 40 lanchas en el Paraná”. La misma imagen de desolación entrega una visita a las guarderías de la zona: están atestadas de lanchas, que apenas tocaron el río en lo que va del invierno.

Las aguas están vacíasEl lunes pasado, representantes del gobierno y de la industria de la pesca y de la hotelería mantuvieron una reunión conci-liatoria en el Ministerio de la Producción en la ciudad de Corrientes. Los segundos, que vienen protestando desde que se implementó la medida, y que ven que el año se consume y el “pescado no se vende”, llegaron hasta allí con la idea de con-seguir que el gobierno diera marcha atrás con la medida. En la charla, a la que C tuvo acceso, los hoteleros mostraron datos sobre la retracción de la actividad: bajó cerca de un 60% con respecto a 2007. Hablaron, también, de la situación de los guías de pesca (solo en Paso de la Patria hay cerca de 100 matri-

culados), gravemente comprometidos, ya que muchos comen lo que pescan. Son el hilo más delgado del asunto. Y también hablaron de la desesperante situación que aparece en el hori-zonte: “Si seguimos así, en tres meses tengo que echar a doce personas. Llevamos cuarenta años trabajando en esto, ¿por qué cambiar ahora?”, se quejó Irupé Lafuente, propietaria de cabañas en Paso de la Patria.

En la reunión, que contó con la presencia de un diputado y un senador provinciales, el ministro Aún reconoció que la medida había sido “un error”. Que el daño causado era mucho mayor al beneficio buscado. Y hasta admitió su desconocimien-to en la materia, por su complejidad. “Saben que se equivoca-ron, pero no pueden dar marcha atrás con la medida porque el costo político puede ser muy alto”, comentó un ex ministro, presente en la reunión.

En el encuentro, el gobierno ofreció una alternativa a la medi-da: que el pescador pueda comer in situ su dorado. Que lo coci-ne allí, en la costa, sin dar mayores precisiones sobre cómo

hacerlo o sin saber, según señalaban los comerciantes, si la costa está preparada para eso. La respuesta fue inmediata: “No tiene sentido, ¡ustedes no entienden lo básico: el pescador se lo quie-re llevar! Si el pescado ya está muerto, ¿qué diferencia hay entre llevarlo y comerlo allí?”, cuestionaron. Los representantes del gobierno parecían desconcertados. Buscaban desviar la discu-sión central e, incluso, se sorprendieron cuando los hombres del sector les aseguraron que “la mejor publicidad para la actividad es la famosa foto del pescador con su dorado”.

Lo que se desprendió de la reunión fue que el gobierno tomó la medida sin conocer en profundidad las características del sector, pese a que, tal como admitió Facundo Palma —secre-tario de turismo provincial—, “es una de las actividades más importantes del turismo” en Corrientes.

Al día siguiente de esa reunión, el diario La República, pro-piedad de Pablo Chamas, hombre fuerte de los medios de la provincia y empresario cercano al gobierno, no publicó una sola línea sobre la frase del ministro Aún en la que reconocía

históriCos. Un grupo de guías a la salida de una audiencia con el gobierno correntino; Julián Lafuente, de 83 años, dueño de la primera posada de Paso de la Patria, cuna del dorado, y José Correa considerado el mejor guía de pesca de la zona.

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el error de la medida. Todo lo contrario: el artí-culo mencionaba que la reglamentación seguía muy firme.

El gran interrogante, deslizan los defensores de la pesca, es saber si la prohibición encierra otros intereses y tiene algún trasfondo político que resulta incomprensible para ellos.

Lo curioso de la medida es la soledad con la que la encaró Corrientes. Es lo que subraya Jorge Francia, director de Recursos Naturales del Chaco. “Nosotros entendemos que el río Paraná tiene que manejarse como cuenca, por la sola razón de que los peces no conocen de límites provinciales. No pueden tomarse medidas unilaterales, sino que deben tomarse en conjunto. Para eso tenemos dos foros de concertación, uno es con la república de Paraguay y las provincias de Formosa, Corrientes, Chaco y Misiones; y el otro incluye a Buenos Aires y Santa Fe. Creo que Corrientes, en vez de basarse en fundamentos técnicos, tomó

una medida política. Técnicamente, está demostrado que el recurso no está sobre-explotado, se pueden sacar las cantidades tal como están reglamentadas ahora”.

Francia, cuya provincia recorre la costa occidental del Paraná, sabe por experiencia propia que las medidas de protección sirven tal como están. “Además, fueron tomadas en conjunto y coordinadas”, enfatiza. “Claramente —concluye— es una medida ineficaz”.

Francia, incluso, se atreve a cuestionar la actividad de la pesca con devolución. “Está comprobado que el pez, luego del estrés que sufre por su resistencia a ser extraído o las heridas que recibe en esa instancia, nunca vuelve al río en las mismas condiciones”. Muchos de ellos —y el porcentaje supera el 50%— pierden o disminuyen su capacidad de reproducción.

El viejo y el río“Estamos muertos hermano, no pasa nada”, repite José Correa, al que todos conocen como López o Lopecito, considerado el

mejor guía de pesca de la costa correntina. Lopecito —los brazos gruesos, la piel curtida por el agua y el sol, una sonrisa peronista— es un erudito de las cañas. Su sabiduría, claro está, es empírica: hace treinta años que lleva turistas a pescar. A su lancha se han subido Maradona, Julio Iglesias, Carlos Menem y Eduardo Duhalde. “Siendo presidente, Menem vino seis o siete veces”, dice en el living de su casa, un cuadrado blanco atibo-

rrado de fotos suyas con esos personajes. López, que fue tapa de la revista Weekend sosteniendo un dorado de dimensiones oceánicas y que estuvo en Olivos invitado por el riojano, cono-ce cada pliegue del Paraná. Sabe leer como nadie su tempera-mento y sus arrugas, sus secretos y sus advertencias. Para pes-car, tiene sus argucias y sus cábalas. Si el primer día de pesca fue malo, al día siguiente, antes de lanzar la caña, se da un chapuzón, cualquiera sea la hora o el clima. Es uno de los tan-

tos apasionados por la pesca que disfruta con esa batalla pri-mitiva que se libra toda vez que el bicho se entrevera con el anzuelo. Allí comienza una lucha inmemorial que es hedónica para el pescador, pero que casi siempre resulta lapidaria para la presa. El dorado hace lo suyo también: está considerado uno de los peces más resistentes a la captura, por su tenacidad y por su plasticidad, generando una pulseada que desgasta y satis-face al pescador. De allí también el deseo y el sabor que des-piertan su búsqueda.

Pero el momento posterior a la captura, cuando el dorado cede y el pescador lo arrastra hasta su lancha, es uno de los highlights del que se enorgullece todo aficionado a esta actividad. La satis-facción mitiga la espera o el tedio de los días anteriores que resul-taron improductivos. Si encima es un día soleado —y Corrientes está bendecida por el sol casi todo el año—, los colores del dorado se despliegan en toda su dimensión. Luego, seguramente, vendrá el mito sobre el centimetraje de la presa. Como ocurre con muchos detalles masculinos, las dimensiones suelen potenciarse.

“Pretendemos que el turista venga a pescar,

no a llevarse el pescado”, dice Sergio Zajarevich, director

de Recursos Naturales.

históriCos. Un grupo de guías a la salida de una audiencia con el gobierno correntino; Julián Lafuente, de 83 años, dueño de la primera posada de Paso de la Patria, cuna del dorado, y José Correa considerado el mejor guía de pesca de la zona.

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López es uno de los tantos personajes que orbitan alrededor del mundo del dorado, como lo es también Julián Lafuente, un zaragozano de 83 años, pionero de Paso de la Patria, dueño de la posada más vieja —y durante muchos años, única— del lugar.

Lafuente llegó a la Argentina desde España colado en un barco, en 1951. Su primer trabajo fue en el teatro Gran Rex, limpiando butacas. Luego se afincó en la Patagonia donde vendió fruta en Cipolletti y fue maestro rural en Centenario, Río Negro. Inquieto y aventurero, fue uno de los primeros en construir kayaks en el país. Con uno de ellos, un día se lanzó a recorrer el río Pilcomayo, a donde había llegado en un Ford T. Tardó dos meses en bajarlo, durante los cuales comió carpincho y todo lo que se movía. Luego tomó el Paraguay. El río lo llevó hasta Paso de la Patria, donde se quedó para siempre. Desde que vio la película Río Salvaje (con Montgomery Cliff ), había querido vivir cerca de un río.

Cuando llegó fue a hablar con el secretario de Turismo de

entonces. Fue a su casa y se sorprendió: el secretario de Turismo era ciego, y lo recibió tocando la guitarra en su cama. “Me dijo que hiciera lo que quisiera. Allí comencé a construir la posada”. Realismo mágico en la Mesopotamia.

Lafuente también conoce el Paraná. Una vez el río se enfu-reció e inundó su cabaña casi hasta el techo. No se desesperó ni perdió los estribos. Eligió una manera romántica de comba-tirlo: le escribió un poema. El río se calmó y no se llevó nada en su fuga. Lafuente imprimió un folleto con el poema, que toda-vía conserva. El folleto está adornado con una foto suya de los años 60: lleva un sombrero de paja y un cigarro negro cuelga de su boca. Parece Ernst Hemingway.

Lafuente tiene autoridad para hablar de la materia. “Es curio-so: llevo cuarenta años trabajando aquí y el año pasado fue el mejor de todos. Esta temporada iba a ser mejor todavía, pero terminó siendo la peor”, señala en su hostería, muda, quieta, ocupada solo en un 15%.

Es uno de los tantos empresarios de la zona que está dispues-to a llevar su combate hasta las últimas consecuencias. Al igual que el resto de los cabañeros de la región, rechaza por comple-to la medida del gobierno.

Aún con una organización precaria (en rigor, el conflicto fue lo que llevó a cabañeros, guías de pesca y comerciantes a aglu-tinarse), todos los actores perjudicados por la medida realiza-ron, a fines de junio, una caravana solidaria que salió desde la entrada de la ciudad de Corrientes hasta la gobernación. Fue un shock para el gobierno, que comenzó a revisar su medida.

Al cierre de esta edición (miércoles 30), el gobierno y los representantes del sector volverían a tener una reunión. Todo indicaba que el status no sería alterado. O sea: los dorados seguirían sin poder ser extraídos del Paraná.

Cabañeros, guías y comerciantes estaban dispuestos a redo-blar la apuesta. La experiencia reciente del campo y de Gualeguaychú, aseguran, les indica la posibilidad de medidas más drásticas. Los puentes, por ahora, están sin cortar.

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La pesca del dorado tiene su tradición: los pescadores no aceptan la orden de devolver la presa al río. Se van a otras provin-cias. En Corrientes, las lanchas, que en esta época del año suelen estar en el río, están guardadas.

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Por Silvina Pini

San Telmo es uno de los puntos más calientes de la ciudad, no sólo

para los turistas. Y Amici Miei, casi frente a la Plaza Dorrego y sobre la histórica calle Defensa, es mucho más que un restaurante pen-sado para captar gringos. Ubicado en el primer piso de una gran casona centenaria –desde donde, posiblemen-te, se arrojó aceite hirviendo a los ingleses durante las invasiones– suma al contex-to turístico una muy buena cocina italiana.

El nombre alude a la gran película de Mario Monicelli, pero también a la amistad entre Alfonso Villamil, inge-niero en administración hotelera y gastronómica de larga experiencia, y Sebastián Rivas Proia, el

chef entrenado en el país y en Parma, Italia. Lo italiano está presente también en el color de las paredes rosa Toscana que enmarcan una ambientación moderna, con cuadros y otros detalles de arte y diseño.

Los panes, como las piz-zas y las pastas rellenas y largas al huevo, son hechos en la cocina. La carta está escrita en italiano y traduci-da. Un buen comienzo es el girello in salamoia ($30), peceto delicioso estaciona-do con hierbas y acompa-ñado con rúcula y escamas de parmesano, todo de pri-mera calidad, que es lo que marca la diferencia. El car-paccio caldo di funghi al tartufo ($39) son gírgolas a la plancha con ajo, parme-sano y aceite perfumado con trufa negras. También hay sopa del día ($22) y

ensalada tibia del mar ($44) con calamares, mejillones, langostinos y vieiras. Los que prefieren las ensaladas no sabrán si quedarse con la Tognazi ($24) de peras, rúcula, queso azul y pista-chos con vinagreta de limón y oliva, o con alguna de las otras cinco.

Entre los primi piatti, –las pastas– los papardelle con ragú di salsiccia porcini y vino rosso ($35), una pasta casera al huevo, provocan una emotiva evocación ins-tantánea a la nonna por el inconfundible sabor de la salsa con salchicha y vino tinto, sabor que los nietos de piamontesas llevamos tatuado en el alma. Otro

primi piamontés, pero más sofisticado, es el cappellotti de fonduta al tartufo ($45), una riquísima pasta rellena de crema de queso fontina salseado con un fondo

platos

San Telmo for import

amici miei

Público: turistas, freaks de San Telmo, familiones domingueros.libro: si lo ve al chef, pídale que le muestre el libro antiguo e italiano de recetas. Empieza diciendo que los piamonteses son de poca pala-bra porque comen mucho ajo.Specialita italiane: en el local de al lado venden pasta fresca, cantucci, funghi porcini, pastas de trufas negras y hasta delantales y vinos. Fumadores permitidos: el área para fumar no es un sucucho, sino una linda galería.Estado de ánimo al pagar: haga como los extranjeros y sonría usted también cuando llegue la cuenta.

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Ubicado casi donde se fundó Buenos Aires, Amici Miei no apunta a desplumar a los turistas, sino a satisfacer a todo el mundo con una vera cucina italiana.

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oscuro de carne. Estas son dos de las diecisiete opcio-nes de pastas que prepara Rivas Proia, respetando las recetas y técnicas regionales italianas.

Entre los secondi piatti, hay un pescado del día en camisa con frutos de mar y vino blanco ($48); una supre-ma de pollo con jamón crudo y salvia, y papas batidas con albahaca ($40); y un par de platos con cuadril y bife de chorizo, seguramente pensados para los turistas que vienen a comer carne argentina.

capítulo aparte merecen las pizzas, de receta napoli-tana, individuales y muy fini-tas, algunas clásicas y otras originales como la Belga ($38), con tomate, mozzare-lla, endivias y brie.

Los postres son de inspira-ción italiana y aportan un buen final, como los membri-llos sobre pan de especias con helado de mascarpone ($18) y manzanas tibias cara-melizadas con helado y masa partida de frutas secas ($18).

Además de un buen surti-do de vinos nacionales, hay Grappa, Sambuca, Amaretto y Fernet italiano. Los mozos, como el uruguayo Jorge, hacen gala de su profesiona-lismo y discreción. no espere el próximo día del amigo para ir.

DatosDefensa 1072, 1er piso, San Telmo. Tel. 4362-5562. Estacionamiento sin cargo en Defensa 1040. Abierto de martes a domingos, mediodía y noche. Durante la tarde, pizzas, sand-wiches y pastelería. Precio promedio por persona: $100 con media botella de vino (www.amicimiei.com.ar).

–¿Qué tipo de gente viene a este bar?

–Bohemios, poetas, escritores y personajes de todo tipo. Algunos que ya no están, como Héctor González a quien recor-damos con una placa en una mesa. Héctor se sentaba y leía el diario en voz alta y hacía comentarios hasta que alguno le contestaba y se armaba un debate.

–¿Ya son como su familia?–Algunos sí, como por ejem-

plo Ricardo, que viene todos los días a desayunar y a almorzar, o don Enrique, presidente de la Asociación Amigos de Boedo.

–¿Los escritores vienen a escribir?

–Vienen a buscar ideas. Edgardo Lois, que está termi-nando su novela, escribió algu-

nas anécdotas que le conté yo. Y una vez Alberto González, autor de teatro, me invitó a ver su obra Armatetón y vi escenas que había escuchado acá.

–¡Es como un reality!–El día que pongan una

cámara… tiene más rating que Gran Hermano. Hasta tuvimos un gato, Mingo, negro como una pantera, tan querido que cuando varios habitués escribieron el libro Café Margot, pusieron una foto suya en la tapa y quisieron que estuviera en la presentación.

–¿Qué es lo que más se pide?

–El sándwich de pavita, que se inventó acá.

Café Margot, Boedo 857, esquina Pasaje San Ignacio, Boedo. Tel. 4957–0001

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Estar sentados dos horas mientras los grandes comen y hablan no es el mejor plan para los chicos. Por eso, algunos restaurantes combinan buena cocina con espacio y actividades para ellos. Algunos ejemplos: Ravello: Honduras 5906, esquina Arévalo, Palermo. Muy buena cocina. Los fines de semana hay magos,

animadores y mesita común para los chicos.La Escondida: Arcos 3200, esquina Campos Salles, Núñez. Parrilla y salad bar. Con trepadoras de soga

y toboganes.Don Battaglia: S. Ortiz 802, Villa Crespo. Restaurante clásico y parrilla, con gran salón para chicos. El Padrino: Rafael Obligado 6920, Costanera Norte. Enorme restaurante con mega espacio para chicos

de todas las edades: hay desde un pelotero hasta metegoles, maquinitas electrónicas y PC con juegos.Pequeña Sociedad: Manuela Pedraza 22311, Núñez. Bar con carta breve y buena, y profesionales que

arman juegos copados para los más chiquitos.

cOcInAR ES JUGARUna opción para la agitada agenda de vacaciones de los niños

puede ser tomar dos clases de cocina. Es lo que pensó la escuela de gastronomía del CESYT cuando organizó el curso Petit Chef, para chicos de 3 a 14 años. Son solo dos clases de panadería y repostería pensadas para cada edad. Hay tres grupos: uno de 3 a 6 años que trabaja con trufas, formas con pionono, pintura de masa con glacé o chocolate, y masa sin levadura para armar for-mas; otro de 7 a 10 años que amasa panes, grisines, budines, bizcochos de grasa, ensaimadas y bollitos de manteca; y un tercer grupo de 11 a 14 años que se anima con las masitas, los cuernitos, las madalenas, el bizcochuelo y la trenza de campo. Todo va para casa, junto con un gorro y un recetario.

Don Bosco 159, San Isidro. Tel. 4743-9678

el mozoOSVALDO MAnSILLA, 43 AñOS, qUIncE En cAFé MARGOT

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ElisabEth ChECa

h ace unos años, exactamente en el tórrido verano europeo

de 2003, estuve dos días en Epernay, en Champagne, recorriendo viñedos, probando millèsimes-champagnes de una cosecha especial, con comidas gourmet y en catas profesionales. Un inolvidable, burbujeante viaje.

Philippe Coulon, en ese momento enólogo de Möet Chandon, nos contó de la gran performance de la Maison creada para celebrar el milenium: Esprit du siècle, un blend de once de las añadas más notables del siglo XX. Algo así como embotellar la historia.

Las añadas fueron seleccionadas por su calidad y su aptitud para ensamblarse con diferentes vinos: 1900, 1914, 1921, 1934, 1952, 1962, 1976, 1983, 1985 y 1995. Las mejores del siglo. Después el assemblage sufrió una tercera fermentación en botella y un tiempo adicional sobre sus borras. Del tesoro, se produjeron solo 232 Mágnum. Durante tres años, el Esprit du Siècle maduró en esas botellas diseñadas especialmente para la

ocasión. Añada de añadas, representa la esencia del tiempo, resucitado por esa idea genial de la tercera fermentación. La eternidad y lo efímero. Ese es el homenaje que estos enólogos hicieron al arte del assemblage, esa magia ideada por el monje que convierte vinos intrascendentes en maravillosos.

En ese viaje conocí la Abadía de Hautvilliers, donde empezó la historia del champagne. Muy bien mantenida, es un lugar conmovedor. Estuvimos en el gabinete donde el monje ciego hacía los blend de los diferentes crus de champagne, bien temprano en la mañana.

En esa breve visita pudimos conocer algunos viñedos, famosos crus como el de Avezay, de Chardonnay, y otros con Pinot Noir. Y recorrimos las infinitas cavas subterráneas donde reposan esas codiciadas botellas universales

Hace unos días, Chandon presentó en el restaurante La Bourgogne, con platos franceses, por supuesto (otro homenaje al tiempo): la última edición de Dom Pèrignon: Vintage 2000,

nacido de uvas recolectadas al final del siglo pasado, que maduraron en absoluto secreto. Como todas las cosechas de Dom Pèrignon, está realizado con uvas cultivadas en los ocho grands crus de Dom Pèrignon, junto al premier cru Hautviller. Cada cosecha es una nueva creación pero también una renovación del estilo de Dom Pèrignon.

Esta última cosecha afirma su identidad con un doble juego: es untuoso y ácido a la vez. Cuando se dedica tiempo para catarlo adecuadamente, Dom Pèrignon 2000 demuestra ser más profundo y ambivalente. Estas son las notas de cata del chef de Cave Richard Geoffroy, el enólogo de Dom Pèrignon: "Fresco, cristalino y ácido. El primer paso por nariz revela un mundo único vegetal y acuático, con notas de pimienta blanca y gardenia.

La madurez del vino hace luego una aparición suave antes de exhalar acentos de turba. En boca, el ataque es directo, un preludio para una redondez lujuriosa que parece ondularse como una planta. Las notas de anís y de jengibre seco se deslizan sobre las cáscaras de fruta y crean un efecto que es más táctil que carnoso. El final se despliega y luego se aplaca, calmo, maduro y difuso." ¡Ayyyy!

Dom Pèrignon inspira: el enólogo de Chandon Argentina, Manuel Lousada, cuando presentó el Dom Pèrignon 2000 lo definió como "puro, táctil, resplandeciente, carnal, etéreo, complejo". ¿Que más? El Chardonnay proviene de Mont Aigu de Chouilly, Buisson de Crémant y Les Joyette de Mesnil-sur-Ouger. Los grandes viñedos de Ay, de Bouzy y las viñas de alrededor de la Abadía de Hautvilliers son las responsables de la potencia y el volumen del Pinot Noir. Todas las cosechas fechadas de Dom Pèrignon envejecen entre seis y nueve años en las caves subterráneas. Y cada añada expresa los matices particulares de la cosecha y la vendimia. Tener tanta iridiscencia dorada en casa sale $ 770 (se compra en vinotecas o en el súper).

Viaje a las estrellas

copas

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Viña Cobos/Felino Cabernet sauvignon 2007 ($58)Siempre me gustó este Cabernet Sauvignon de Luis Barraud, Andrea Marchiori y el californiano Paul Hobbs, socios en este emprendimien-to. Las uvas pertenecen a antiguos viñedos en Perdriel, Luján de Cuyo, del padre de Andrea Marchiori. Recién presentado con nuevo packaging y un nombre más claro, ya que hasta ahora la línea de varietales se llamaba Nativa y la etiqueta tenía cocodrilos, lagartos,

felinos y benteveos, con esta cosecha pasó a ser Felino a secas. Tiene 86% Cabernet Sauvignon, con 14% de Merlot, Petit Verdot y Syrah. Intenso, profundo, se sienten los aromas de pimienta negra, nuez moscada, con algo de frutas rojas. Elegante en boca, sin sobreactuación, pese a su juventud no desasosiegan los taninos y apenas se siente el paso por barricas. Es complejo y con matices seductores. Ganará con algunos meses más de botella

la botella

Una experiencia de lujo: probar champagnes creados con diferentes añadas, una especie de vintage.

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Por Cristina Costa

C uando uno decide via-jar al África negra ya sabe que se está

yendo a otro planeta. Poco sabía de Camerún aparte de Eto'o y de algún otro hecho futbolístico memora-ble. Ni siquiera es de los países de los que suenan en las noticias.

La forma más razonable de llegar al país de los camarones (de ahí su nom-bre) es vía París, con Air France. Y, en la misma cola de embarque, los estampa-dos coloridos y geométricos de los compañeros de viaje son la puerta de entrada a lo desconocido.

Aunque lo más delicioso de este viaje iniciático fue, sin duda, el descubrimiento de otras vidas, otros códi-gos, otras magias, espíritus y misterios con aroma de maní, también mereció la pena recorrer los otros luga-res, los comunes.

Primero, un barrio de la periferia de la capital, Yaoundé, al lado del cual las villas porteñas parecen metrópolis del cuarto milenio. Sin embargo, la vida sigue y, por lo general, sigue bailan-do. Porque la música y la danza aquí es como respirar y el ritmo del tamtam es el latido que hace que todo siga fluyendo. De hecho, son innumerables los instrumen-tos de percusión que se pueden encontrar en las ferias de artesanías, en las que, además de típicas más-caras oscuras y misteriosas,

también se puede encontrar interesante orfebrería en oro y plata. Aquí, el regateo es una ceremonia a la que más vale acercarse con pacien-cia y humor.

Otra de las paradas inelu-dibles son las casas de telas, que son mucho más que la materia prima de una prenda de vestir. Los motivos de los estampados, diversísi-mos y que van cambiando de año en año, pueden entre otras cosas identificar al clan familiar. Hay estampados conmemorando el día de la mujer e incluso con las caras

de Chirac y de presidente camerunés, Paul Biya.

Yaoundé, construida sobre siete colinas, está en el cen-tro de este país costero que limita con Nigeria, el Chad, la República Centroafricana, el Congo, Gabón y Guinea Ecuatorial. La segunda etapa del viaje fue Bafia, una zona rural al nordeste de Yaoundé. Gracias a las infra-estructuras heredadas de los tiempos de la colonia francesa, el recorrido se puede hacer en auto por una carretera en muy buen estado. Al salir del bullicio de la ciudad uno se da cuenta de que está en una región de vegetación tropi-cal exhuberante, que crece sobre una tierra color rojo intenso, rica y fértil.

Un poco más al norte se encuentra Foumban. En la ruta el paisaje se va secan-do poco a poco hasta dar con la sabana. Foumban es un lugar muy peculiar. Es considerada la capital histó-rica del reino de Bamum, una dinastía ancestral cuyo palacio, ahora convertido en museo, data del siglo XVIII. El rey Njoya (1889-1933), una de las figuras culturales más relevantes del país, fue mecenas, creó escuelas e incluso llegó a diseñar un sistema de escritura picto-gráfico.

El recorrido camerunés termina en Kribi, un pueblo pesquero, 170 km al sur de Douala. Kribi se ha converti-do en destino de descanso de aquellos nacionales que pueden darse tal lujo. Y no es de extrañar. Un amanecer al borde de estas playas rodeadas de vegetación serena a las que, por suerte, no ha llegado ningún boom inmobiliario es un lujo que no tiene precio.

mi viaje

Mi primera vez en ÁfricaUn viaje iniciático a Camerún, un país sin infraestructura turística pero con bellos lugares, sólo apto para viajeros dispuestos a la incomodidad.

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Somos los piratas

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Misóginos y tal vez más conservadores que sus padres, los nuevos gateros

imitan las costumbres de los cabareteros de antes pero con menos calle y más Internet. Debaten on line,

cuentan sus proezas y prefieren la “comodidad” a salir de levante en serio.

Misóginos y tal vez más conservadores que sus padres, los nuevos gateros

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Por CiCCofotos PatriCio Cabral

Antes de que siga leyendo, hay un mito que mere-ce ser derribado: no todo drogón tiene una infancia desgarradora para contar. Sus mamás no suelen ser putas y sus padres no siempre son alcohólicos golpeadores. A menudo, los psicó-

logos se preguntan por qué gente saludable, con estudios y buena familia, que podrían transitar por el lado luminoso de la vida, hacen lo que hacen. Por qué pisan el palito. Por qué se dejan llevar por el lado oscuro de la fuerza. Y bien, como verá aquí, con los gateros sucede lo mismo. No hace falta ser feo, tímido, jorobado, ni un fracaso en la vida sentimental para salir con prostitutas. De hecho, muchos de los gateros son bonitos, extrovertidos, triunfantes, jóvenes y podrían tener la vida sentimental resuelta. Entonces, ¿qué clase de transmisión

irracional se establece entre el pito y el hombre para enviarlo a explorar parajes desconocidos, costosos y muchas veces ries-gosos cuando tiene asegurado el calor del hogar? Hace pocos años pagar por sexo era demodé. Hoy vuelve a ser una proeza que merece ser contada entre amigos en el bar. Los gateros ya no son sólo viejos visitantes de cabarets, consumi-dores esporádicos o lectores del rubro 59. Hoy, son un movi-miento floreciente unido por decenas de foros en Internet.

Internet lo cambió todo, hasta el modo de actuar del gatero. Antes, los que no frecuentaban cabarets, accedían al sexo a través del rubro 59. El marketing de un aviso clasificado pocas veces coincidía con la realidad. Una diosa era demasiado terrenal. Una lolita, una viejita. Una pechugona, un lechón. Los gateros debían ser muy perspicaces para no cometer erro-res. Los primeros sitios en Internet, acompañados con fotos, mejoraron un poco las cosas y atrajeron a un público más joven. “Yo nunca me hubiese animado a llamar a una mina por un aviso clasificado”, dice Carlitos, estudiante de

Periodismo, que empezó a consumir prostitución a través de Internet. “La red ayudó, aunque hay muchas fotos trucadas. Cuando desembarcaron los foros de piratas, se terminaron las confusiones. Hoy podés pedir asesoramiento a otros usuarios sobre los departamentos privados, sobre la calidad de las chicas y hasta para saber si el gato que te interesa te la chupa o no con forro”.

Años atrás, con la irrupción de los grupos de amigos por Internet, una decena de piratas que intercambiaban experien-cias vía mail decidieron abrir su propio foro. Así, nació el primer grupo que compartió información abiertamente. Hoy, no hay sitio que no tenga su foro. De tanto en tanto, organizan fiestas, orgías, gang bangs —una mujer, varios hombres—, se habla de las performances de las chicas como si fuera una crítica de teatro y hay sorteos mensuales de escorts.

Los foros convirtieron a los nuevos gateros en un hobby de tiempo completo. Una movida paralela con identidad propia

como el rock, el fútbol, o la música electrónica. Los gateros tienen la camiseta bien puesta y los pantalones bien bajos.

En un foro pirata usted puede tropezar casualmente con mensajes intitulados: “Celeste de Platynum cada día la chupa mejor”, y una catarata desesperada de 900 lecturas. Los gate-ros paladean sus relatos como si reconstruyeran un gol de media cancha. Leamos este comentario, escrito por Minneapolis, donde relata las virtudes de Laura, también llamada Mariel, también Angélica, también Electra. “Laura es tal cual en las fotos con nada o muy poco photoshop. El pete lo hace con mucha dedicación. La chuchi la tiene con algunos pelos, pero no forman ninguna figura aparente. Leves gemi-dos, callada y sumisa pero muy atenta. Usa muy bien los mús-culos de su chuchi, y aprieta y relaja varias veces sobre el amigo. Muy agradable la charla. $150. No entrega la cola”. O lea este otro del usuario Xeneize sobre sus aventuras con Jessy: “El físico es ES-PEC-TA-CU-LAR, tiene una cola terrrribbbbbllllleeeeee... Charla intergarching de sus cosas.

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Me cuenta que vive a siete cuadras de casa. Somos vecinos. 120 pesos la hora”.El último 22, se reunieron los foristas del Foro Escorts en una fiesta con cincuenta chicas y un show de magia, donde se sortearon ocho culeadas, veinte DVDs porno, diez vouchers de telos y seis masajes eróticos. Así festejan los gateros en sus reuniones.

Gustavo, por ejemplo, es un representante de la nueva era pirata. Administra el Foro Hot. Tiene 3.200 usuarios, cin-cuenta mensajes por día y dice que, comparado con el resto, es un foro pequeño. Hace dos años, a Gustavo lo echaron del foro de Bairesgirls, uno de los pioneros, porque discutió con un usuario sobre la performance de una chica, y el otro, según parece, era amigo del administrador. Así que decidió hacerles un corte de manga y abrir su propio foro con diez amigos gateros. Hoy tiene setenta avisos de chicas. A pesar del entu-siasmo, reconoce que en poco tiempo el espíritu pirata de hermandad que se vivía en los foros, esa camaradería a calzón

quitado, ya empezó a diluirse. Con miles y miles de gateros viéndolos, muchos ya utilizan el foro como vidriera. “Hay una cuestión de quién es el mejor y quién tiene las mejores expe-riencias”, dice Gustavo. “Hay gente que está todo el día pen-diente de que su experiencia esté arriba del sitio, actualizán-dola con cualquier pavada, así se mantiene a la cabeza. Eso sin contar los que se enamoran de una mina y se enojan cuan-do otro se las critica”.

En el foro de Bairesgirls, uno de los más concurridos, hay quilombo constante, como jurado de Bailando por un sueño. Hay denuncias de que los sitios censuran las malas críticas contra las escorts que publicitan. Y hay una polémica recien-te y urgente: cómo distinguir un elogio auténtico de un clien-te alegre, de una publicidad encubierta de un cafisho. A las chicas todas estas cosas las tienen sin cuidado. Dice Gustavo: “Las minas me cuentan que les da protagonismo incluso cuan-do hablan mal de ellas. Parece que las empiezan a llamar por curiosidad. Es loco, ¿no?”

Te como el coco“El 90% de los pibes que tienen la posibilidad de hacer alguna travesura, termina acá”, dice Omar Suárez, dueño de Cocodrilo, el emblema de la piratería sexual en la Argentina. Por este lugar pasó —y muchas veces— Diego Maradona, amigo personal de Omar. También Mike Tyson, los músicos de Maná y un panteón de estrellas que empapelan la pared de la barra. Hoy, los nuevos piratas se sienten acompañados. Tienen el aval de la fama. Suárez dice que el gaterío acaba de alcanzar su cumbre mediá-tica. “Cuando Tinelli empezó con el baile del caño, el noticiero del 13 anunció: ‘Se cocodrilizó la televisión’. En radio, Pergolini pregunta siempre a sus entrevistados si conocen Cocodrilo. Y Mirtha confesó que, si fuera hombre, vendría a Cocodrilo. Qué querés que te diga, estas cosas me hacen sentir muy orgulloso”. Bronceado, rubión y de pelo en pecho, Suárez es el padrino de los gateros. El ídolo de miles de jóvenes que lo ven como lo mira Robin a Batman: desde abajo y más pequeño.

Cada vez que hay un tema de piratas —y no del asfalto—, los medios lo consultan. Su palabra no es santa, pero sí experta. Suárez le da vueltas a la pregunta inicial: ¿por qué los gateros vienen cada día más jóvenes? “Las pibas hoy están muy difíciles. No dan bola. Y hay mucho joven solo que necesita cariño. Acá te encontrás de todo: el empresario que vino de traje y sale con la corbata de vincha, el estudiante universitario, el empleado del taller que trabajó doce horas y ahorró el mango para venir... Pero, es cierto, cada vez hay más público joven. Y hasta las chicas vienen a festejar cumpleaños porque les picó la curiosidad del baile del caño. No sé si te conté pero yo traje el primer caño a Buenos Aires”.

Para un hombre, Cocodrilo es el boliche ideal. Los tipos hablan a las mujeres y ellas los escuchan. Los tipos se emborrachan y ellas los consuelan. Los tipos cuentan chistes malísimos y ellas se ríen a carcajadas. Los tipos bailan como el orto y a ellas no les importa. Solamente hay que pagar un poco para que estas cosas sucedan. “Acá los chabones se sienten que hicieron un levante, aun cuando tienen que dejar un regalito”, resume Suárez.

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Coco Silly, el actor, es un cabaretero confeso. Cada dos por tres, invita a chicas a su programa, en la Rock and Pop, y defiende al cabaret como lugar fundacional del varieté argen-tino y cuna del gatero con códigos. “Soy cabaretero, pero no gatero, eh. Me quedo charlando con amigos en las mesitas de afuera. Lo más interesante, para mí, es el sutil enamoramien-to que se da entre el cliente y el gato, aun cuando todos sabe-mos que es una seducción de cartón. El cabaret tiene charla, tiene amistad, tiene códigos. Y cada vez hay más flacos que pagan tres copas sólo para hacer terapia con el gato”. Así habla Coco y muchos de los jóvenes que lo siguen sienten, como él, que para tener calle, hay que tener mucho cabaret encima.

El negocio El sexo es un negocio lucrativo. Las chicas que aparecen en Internet cobran 150 pesos por hora como piso. Y en los caba-rets de Recoleta no salen por menos de 100 dólares. Los por-tales tienen tanto éxito que abren más sitios porque se quedan sin espacio, tienen estudio fotográfico propio para retratar a las chicas y disponen de departamentos donde manejan el negocio. “Hay páginas en Internet que les cobran a las chicas hasta 600 pesos por salir”, dice Fabricio Pons, quien fue administrador de dos sitios escorts —uno de ellos en Chile— y llegó a “representar” a treinta mujeres. “Algunos les piden 800 pesos sólo por la sesión de fotos. Así que imaginate lo que deben ganar las chicas.”

El horario pico de coti-zación es después de las tres de la madrugada: a esa hora los gateros, borra-chos y vencidos, muchos jóvenes inexpertos, pagan fortunas con tal de no terminar la noche abrazados a la almo-hada. “Conozco flacos que pagaron hasta 3000 pesos, cash”, dice Rolando, como el taxista, gatero forista y asiduo frecuen-tador de cabarets. “Después ves muchos pibes que manejan autos importados del padre y se bajan con modelitos para hacer facha. Pero no son modelitos, son gatos”.

El que va a hablar ahora se llama Willy Herrera, bigotito, parlanchín, administra cuatro limusinas donde lleva de rotation por cabarets desde médicos del Churruca hasta amigos en des-pedidas de soltero. Además, Herrera es gatero. Una vez, fue al cabaret con su señora y con su papá de 84 años. “Mi mujer se hace la boluda”, dice. Willy aun no puede creer la cantidad de jóvenes que prueban sus primeras armas como piratas. “Acá vienen muchos pibes con buena pinta que van a los cabarets porque no quieren renegar más. Con los gatos no tenés proble-mas. Vos te comiste al mejor caramelo, y sabés que no te va a romper las pelotas al día siguiente. Es la relación perfecta”.

Carlos es abogado del interior, tiene plata, facha y anda por los 30. Llega a los cabarets mascando una bolita de coca. Buena

parte del mes viaja al exterior. Cuando está afuera, lo que más extraña no es el bife, ni el tango, ni el dulce de leche. Son los gatos. “Trabajo 12 horas por día. Y cuando me divierto no mido en gastos. Cada uno hace con la plata lo que quiere, viejo”.

Patricio es empleado administrativo de una empresa de mar-keting. Es pelado, de anteojos y se parece a George Constanza, el compañero de Jerry Seinfeld —no diga que nunca vio la serie Seinfeld—. Hace tres años, Patricio rompió con su novia y, de un día para el otro, terminó convertido en gatero. Gana 1.600 pesos, lo justo. Tiene más de treinta y vive con la mamá. Cada mes, hace los cálculos: tanta plata para pagar el cable, tanto para el super, la luz, el gas, los gastos de mamá, y con el 20% que le queda le da de comer a los gatos. Patricio dice que salir de putas le resulta más barato que salir con otras chicas. “Hacé las cuen-tas: entre que la invitás a comer, la llevás al cine, el taxi. Y des-pués, si tenés suerte, el telo, no sólo se te va mucha más plata. Además, perdés mucho más tiempo. Y eso si tenés éxito en la primera noche. A mí dejame con los gatos”. Patricio es un buen cliente. Saluda hasta a la chica del guardarropas en el cabaret.

Y es amigo de Omar, el dueño de Cocodrilo. Es un caballero que, después de hacer lo suyo, lleva a las chicas de regreso al traba-jo. Una vez, Patricio se ena-moró de un gato. Salió veinte veces. Por poco se queda más pelado de lo que está. “Pero, bueno, hasta ahí llegaba mi plata. Y la chica se dio cuenta y siguió camino”.

Felo Diez es un cafisho de Palermo, hoy retirado. Tiene coleta de caballo, anteojos de sol aun de noche y gorrita con visera. Dice que semana a sema-na se sorprendía viendo cómo se reproducían sus gatos sin mover un dedo.

“Las chicas se van llamando unas a otras. Una llama a la her-mana. Otra a la prima. Y así se van sumando al mercado”. Diez dice que un deportista veinteañero, un gatero de la era de Internet, se enamoró perdidamente de uno de sus gatos estre-lla. Salía hasta tres veces por semana. Y en la salida, el pobre chico pagaba hasta la cena. “Al poco tiempo, el flaco estaba sin una moneda —recuerda Felo—. Y me llamaba para rogarme que una salida que le costaba 150 se la dejara a 50. Estaba desesperado. Le pasa por ser tan pibe. En la noche, no hay que confundir los tantos.”

Enrique Grissi llegó a manejar tres cabarets y conoce tan bien a los gatos como barrendero del jardín japonés. “Este negocio es una mina de oro, querido. Los cabarets siempre existieron pero ahora tienen una publicidad increíble, por eso se acercan tantos jóvenes. El boliche saca hasta un 400% del precio de las bebidas. Y a las chicas que invitan los clientes con whisky, nosotros les servíamos te. Así ahorrábamos guita y las minas no se ponían en pedo”. Grissi dice que hombres que en la calle miran para abajo y son el colmo de la vergüenza, en el

“Acá los chabones sienten que hicieron un levante, aun cuando tienen que dejar un regalito”,

dice Omar Suárez, dueño de Cocodrilo.

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cabaret se transforman en titanes: “No lo podés creer. Se vuel-ven los reyes de la noche”. Una vez, él mismo confundió los tantos y se enamoró de un gato que venía de República Dominicana, 25 años más joven. Convivieron cinco años. La chica se cansó y lo dejó. Cuando Grissi le pidió explicaciones, le dijo que extrañaba. Que extrañaba el cabaret.

El ReyEl de los gateros es un fenómeno que a veces se extiende en el mercado inmobiliario. Los clientes más acaudalados tienen gatos estables a quienes pagan un sueldo fijo para tenerlas a disposición en cualquier momento. Otros les entregan depar-tamentos, siempre y cuando los reciban a toda hora con la cama preparada y ellas adentro. “Pensá que la mayoría de los gatos viene del interior y no tienen garantías para alquilar un departamento”, dice Sergio, estudiante de Relaciones Internacionales en una universidad privada y militante pirata en los foros.

El rey de los gateros es Yabrán, próspero empresario del barrio de Palermo. Ese no es su apellido verdadero, pero todo el mundo lo conoce así. Sus amigos le dicen que es un soldado de la noche. No hay otro como él, tan experto y dedicado. Años atrás, mantenía a quince gatos con sueldo fijo y, además del staff, tenía citas con dos mujeres distintas al día. “Para redondeártelo, en cinco años me habré acostado con 1.200 gatos. Me acosté hasta con tres jugadoras de fútbol femenino de la primera de River. No sabés las piernas que tenían”. En un bar de Belgrano, Yabrán corre el café con leche, esti-ra su muslo y se lo aprieta. “Me dieron una cogida bárbara”.

Yabrán es un pirata solitario de la vieja guardia. Dice que, más allá de la buena difusión que tienen, las orgías suelen terminar mal. “Hay mucha gente y siempre uno te caga la noche”.

Después de 20 años militando en el gaterismo, le entró un poco de miedo. Cambiaron los tiempos, irrumpieron los foros, llegó Internet, los gateros jóvenes y los celulares le cagaron la vida. ¿Por qué? Ahora verá por qué. Él lo llama el segundo cómplice. En 2007, el lugar al que siempre llamaba le envió a dos escorts nuevas. Una de ellas, desde el baño de su piso en Belgrano, envió un mensaje de texto a un cómpli-ce y con una excusa tonta, lo hizo entrar al departamento. A Yabrán lo encañonaron, lo ataron y lo asaltaron. “Nunca me equivoqué en veinte años. Y tiré la llave por el balcón sin fijarme quién era. Por suerte la saqué barata. Me podrían haber matado”.

Yabrán dice que está un poco cansado del gaterío, así que invierte 4.000 pesos al mes para mantener a cinco mujeres,

algo que a él le suena a poco. “Los foros de piratas no me inte-resan. Y a los gateros nuevos las minas los cagan desde arriba de un árbol. Les hacen perder tiempo. Les roban el dinero. Algunas se masturban en el baño para tener olor. Si me caga-ron a mí, pueden cagar a cualquiera”.

Después de varios días registrándome en foros y entrevis-tándome con piratas, elaboré una lista del modus operandi del perfecto gatero. Si usted es un joven pirata, hay cosas que necesita saber. Diez hábitos que sonarán discriminadores, de mal gusto, misóginos y antipáticos, por no decir forros. Pero para los gateros es pura cuestión de supervivencia:

-Vivir en un piso bajo. De lo contrario, se tarda mucho tiem-po en el ascensor. Y a veces hay que dejar a una chica sola espe-rando arriba mientras uno va a abrirle a otra. Es peligroso.

-No es bueno tener un custodio en la puerta. Aviva giles y levanta sospechas entre vecinos.

-No dejar CDs, ni perfumes ni libros a la vista. -Comprar con anticipación profilaxis, chicles, alcohol, ciga-

rrillos y lo que haga falta. Así no hay necesidad de bajar a comprar nada a las tres de la mañana.

-Tener cambio chico para pagarles el taxi.

-Disponer de un combo de películas porno, en especial de lesbianismo.

-No es bueno poner música. Distrae. Lo mejor es el sonido de fondo de las películas.

-No dejar más que un shampoo, un jabón y un desodorante femenino en el baño.

-A dos gatos juntos jamás se les debe permitir la entrada al toilette: cons-piran para engañarte.

-Un gato no puede estar más de cuatro minutos en el baño. Es sospechoso. Si se

extienden en la ducha, recomiendan bajar el calefón al mínimo. Y aquí está nuevamente Yabrán, el soldado de la noche,

bebiéndo su café con leche en un bar de Olleros y Libertador. Dice: “Si a una chica le suena el celular a las dos de la mañana, no importa que te diga que la llamó la mamá o la amiga. Es un gato. Ponele la firma”. Detrás de los pliegues de su cara, detrás del cansancio después de haberse acostado con mil mujeres, guarda un corazón tierno. “¿Sabés cuál es mi sueño?”, pregun-ta revolviendo la taza. Los tiempos cambian, los gateros ahora son gente cool, pero él sigue fiel a sus principios y, sobre todo, soltero. “No pienses que es enamorarme de un gato. Yo el amor ahí lo tengo bloqueado.” Yabrán sonríe. Si no lo conocés, tal vez te parezca un poco duro. Una vez, mandó al portero a exterminar al pajarito del fondo porque le molestaba. Pero no te engañes: es un hombre de corazón, que espera el momento indicado para ser querido. “Antes de morirme —dice—, me gustaría poder ver la sonrisa de mi hijo. Quiero formar una familia. Ese es mi sueño”. Será el rey de los gateros, pero ¿no es un amor?

“Acá vienen muchos pibes con buena pinta que no quieren renegar más. Con los gatos no tenés

problemas. Es la relación perfecta”.

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m i v i d a y y opor carolina balducci

espués de mi gripe la gente en la oficina empezó a mirarme raro. Cuando regresé, después de mi idilio de reconciliación, me veía, según todos, más

rozagante que nunca. “Qué bien te sentó la gripe”, me dijo Mariana y me guiñó un ojo, con lo que pretendía generar complicidad. Pero a estas alturas se necesita más que un guiño de ojo para hacerme confesar. Así que, aunque me moría por contarle hasta al por-tero eléctrico lo bien que la había pasado esos cuatro días, la miré con cara de consternación y le dije: “¿Bien? Todo lo que hay dentro de mi cuerpo —huesos, celulitis, empanadas viejas—, se convir-tió en moco. Soy un gran saco de mocos”. Ella me miró con asco y no dijo nada.

Después vino el jefe, se sorprendió de verme de vuelta y fingió no recordar mi nombre: “Qué sorpresa verla por acá señoritaaa...”. “Carolina, señor. Buenos días. Tenía gripe”, dije y le di el certificado médico que Juan Pablo me había conse-guido con un amigo suyo. “Un neurólogo, caramba, ¿la gripe le llegó al cerebro?”, dijo el jefe. Bajé la cara y no supe qué decir. ¿Cómo mierda se le había ocurrido conseguirme un certificado de gripe con un neurólogo? ¿Cómo mierda no lo revisé antes de ponerlo en manos del tirano? Era una trage-dia; estaba, otra vez, a punto de perder mi trabajo por culpa de un polvo. Llamé a Juan Pablo unas catorce veces para averiguar cómo le había ido a él con su jefe y para culparlo, por supuesto, de mis desventuras laborales. Pero no contes-tó. Pensé que seguramente habría tenido más suerte que yo, que quizá hasta le habría largado toda la verdad al jefe y hubiese salido victorioso, porque cuando un hombre le dice a otro que faltó al laburo porque estuvo cogiendo sin parar, el otro le palmea la espalda y le dice: “Sos un maestro”.

A la hora del almuerzo Mariana me dijo que tenía planes, y cuando fui a buscar a los chicos ya se habían ido. Me tocó salir a comer sola. Intenté otra vez comunicarme con Juan Pablo, nada. Me lo imaginé en un barsucho del centro con su jefe, mirando a las minas bailar en el caño. Repensando el asunto recordé que ni siquiera habíamos hablado de la pelea que antecedió a la fogosa reconciliación. Y, mientras tragaba con dificultad esa entraña fría y retostada, empecé a envene-narme con el hecho de que para él hubiera sido tan fácil man-darme a la mierda un día, ya no recuerdo ni por qué y, des-pués, entrar a mi departamento sin pedir disculpas, ejercien-do sus dotes de macho, convenciéndome de mentir en mi trabajo con sus artilugios baratos de latin lover gordo, pelado y petiso, y, entonces, caí en la cuenta de que el problema era yo, porque soy más fácil de conseguir que un choripán. Mi

madre lo decía, que una no podía ponerse de alfombrita de los hombres, “porque ¿sabés qué le pasa a las alfombritas, mi amor? Que todo el mundo las pisotea”.

Volví a la oficina con un humor de mierda, y me dolía la garganta. Ahora, para colmo, Dios me castigaría por mentir mandándome una gripe real. Me la pasé estornudando el resto de la tarde y cuando llegué a casa no pude probar bocado. Como a eso de las ocho sonó el teléfono, corrí lo más rápido que pude a contestarlo y en esa carrera descubrí mara-villada que todo lo que quería en ese momen-to era escuchar la voz de él. Me olvidaría de los

reclamos, le pediría que viniera a casa y se acostara a mi lado y compartiéramos un té caliente y mi gripe y mi vida y la suya para siempre. Contesté:

—¡Amor!—¿Carito, cómo estás?—Mal, creo que estoy resfriada: es por haber mentido, ya sé.

Pero no me importa, sólo quiero que vengas y te quedes acá conmigo, quiero verte, te extraño tanto, estoy tan feliz de que llames. Vení, por favor, lindo, quiero que me abraces y...

Pero Juan Pablo me interrumpió, dijo pará, pará, tengo algo que decirte y hubo un silencio en el que estuve tentada a rogar-le que me leyera el I Ching. Pero era tarde, Juan Pablo se había embarcado en un discurso condescendiente y triste, que me revolvía la panza y me hacía palpitar la cabeza de dolor.

—...porque vos sos tan buena y generosa, Carito, que no te merecés esto, pero si no te lo digo me voy a sentir peor. Ella es la mujer de mi vida, la madre de mis hijos, no me imagino vivir más tiempo lejos de mi familia. Todos estos meses han sido horribles, ya no lo soporto. Yo soy un tipo de hogar, no puedo dármelas de adolescente. Ayer, cuando salí de tu casa entendí que sos una mujer maravillosa pero que nunca podré enamorarme de vos porque yo todo lo que quiero es estar con mi familia. Lo siento Carito, espero sepas entender que...

Esta vez lo interrumpí yo.—Que sos un mariconazo y que tu mujer se va a arrepentir

el resto de su vida por dejarte volver. —Carito, perdón, yo deseo que con el tiempo...Lo volví a interrumpir.—Yo todo lo que deseo es que sigas siendo el cerdo que sos,

y que tus hijos tengan problemas de obesidad en la adoles-cencia.

Colgué. Por la ventana entró una brisa helada que se me plantó en el pecho. Tosí y volví a toser muchas veces hasta que la tos se volvió llanto incontenible. Era oficial, era un castigo: tenía una gripe macabra y el corazón hecho moco. Mentir está mal, muy mal, casi tanto como enamorarse.

El corazón hecho moco

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