Revista 33

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Nuestra Música - Revista creada por el Cineclub La Quimera Ciclo de Patricio Gúzman Mayo/Junio 2012

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La vía vida nos encuentra en ruedas inciertas. No por desconocerlas en sí mismas sino por el hecho de realmente estarlas viviendo. Así fue el final del dos mil once. El agua bajó, la marea retrajo todo lo que tenía que ser, fue hacia atrás, buscó el lugar en el que pisar fuerte para volver, fiel a lo que somos y a lo que queremos ser. Nunca olvidamos las imágenes que están por venir, de ayer, de hoy, nuestras, prestadas también, cuando el cine nos viste y nos devuelve a la calle. Esa idea de cine que perseguimos, en cada ámbito, en cada lugar que hoy nos toca habitar. No nos desprendemos de nuestra historia, la vivimos como tal, dibujando nuestros pasos en la playa, en lo duro del cemento, en la tierra mojada de la lluvia. De amores locos, locas entregas y varias lágrimas camino aquí. La sala comienza a dibujar lo que será este año treinta y dos, ese que nos excede en general. Hecho de esa fibra, delicada, única, que a veces no logramos vislumbrar... de la que en algún punto somos, ese lazo flexible nos recibe en pie, y cuando volvemos a caminar desde atrás, en las bambalinas sin luces al final de la calle, encontramos incondicionales presencias en La Luna, nuestra casa. Así dar paso al arranque del año, este mayo que viene a la superficie, a compartirnos el cine de Patricio Guzmán. Años de formas nuevas, viejas, renovadas, de esos que Juanjo acumula en su ancha espalda, aprestandonos a vivir-lo...

Juan Bianchini

EDITORIAL

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Nochecitas de verano donde la tranquilidad abría el portal hacia otras galaxias. Un angosto cordón de cemento alisado que rodeaba la pileta de Río Ceballos era la plata-forma perfecta para ver el cielo. La permanente curiosidad del niño que en aquel mo-mento era yo atosigaba a mi padre a preguntas. Me intrigaba el por qué de las cosas y él siempre tenía respuestas perfectas e indiscutibles, irrefutables, sabias. Sin embargo, algo cambió en mí desde aquella nochecita en que, tirado boca arriba, me intrigó el espacio y me invadió una pregunta: dónde termina el cielo? Para mi sorpresa había encontrado una pregunta sin respuesta, una pregunta que ni mi padre pudo explicar, una pregunta que, como un rayo furioso, instantáneamente salió y volvió a mi, impacto... “el cielo es infinito, no se sabe dónde empieza ni dónde termina, o mas bien, nunca empieza y nunca termina”. Entonces ya no estábamos hablando más de algo ajeno sino de nosotros mismos. Claro, no era tan difícil de comprender: si alguien planteara un límite en el espacio, una muralla que marcara el final del cielo, qué habría del otro lado de esa muralla? Más cielo? Algo debe haber, y claro, el cielo entonces es (in)finito. Pero “infinito” era algo muy grande para mi pequeñez, si el cielo nunca empieza, entonces, nosotros existimos realmente? Cómo es posible? Somos un instante, una millonésima de segundo en un destello del universo...

Desierto de Atacama, una de las regiones con menos vida animal y vegetal sobre la superficie terrestre. “Ha de ser lo mas parecido a Marte” dice Guzmán. Paradójicamente, en esa tierra inerte y vacía en apariencia mucha gente busca respuestas. Los astrónomos reciben información de hace millones de años, información de nuestra galaxia, del origen del universo y de nuestro planeta. Aunque a veces lo olvidemos, somos parte del universo y esto se manifiesta en cuestiones tan concretas como el hecho de que las estrellas se componen del mismo calcio que da forma a nuestros huesos. El arqueólogo busca rastros de civilizaciones pasadas, encuentra datos fácticos y los interpreta. Conoce lo que fuimos, transita esos puentes del tiempo, esos mensajes que algunas personas lanzaron hace miles de años (un petroglifo, un cuerpo embalsamado, un pueblo de roca que se funde en el cerro...). También hay un grupo de mujeres que recorre la superficie áspera del desierto en busca de los restos fósiles de familiares desaparecidos en la última dictadura chilena. Cuál es la diferencia entre su tarea y la de las madres de Atacama?, inquiere Guzmán al astrónomo. “Nuestras búsquedas son muy similares” responde, “con una gran diferencia, una diferencia insalvable: los días que no encuentro lo que busco yo puedo dormir tranquilo...”

NOSTALGIAS COMPARTIDASSobre Nostalgia de la luz, por Juan Maristany

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Las mujeres llevan mas de 28 años rastrillando el desierto, sin embargo aún hay mucho oculto, mucho que aún se calla. Las pocas de ellas que aún quedan son un retrato vívido del desconsuelo y la perseverancia. Cuando ellas hablan es como si hablara Guzmán, nunca van a dejar de buscar, nunca van a dejar de decir aquello que aún en Chile se calla. Al igual que a las madres de Calama hay algo que a Guzmán no le deja dormir tranquilo, algo que una y otra vez invade su cine y en Nostalgia de la luz se manifiesta por medio de una paradoja enorme: el país de los telescopios, el país donde la ciencia devela el origen del universo es un país que no trabaja su pasado más cercano. El filme plantea una tesis: el presente es una línea muy débil, casi no existe, vivimos en un pasado permanente.Entonces: no ver el pasado es en realidad no ver el presente. No ver el pasado es como estar ciegos hoy.

Quizá, en el mar de personas, no sea muy relevante que un niño de pronto pueda ser consciente de la fragilidad de nuestra misma existencia. Pero ese niño hoy recuerda aquel momento y es consciente que ya nunca volvió a ser el mismo.. Ha perdido su inocencia y ha iniciado su propio camino de auto (re)conocimiento. “Los que tienen memoria son capaces de vivir en el frágil tiempo presente, los que no la tienen no viven en ninguna parte...”

Nostalgia de la Luz - Jueves 17, 20.30hs.

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¿Como reconstruir a Salvador Allende? Quien encarnó el sueño de un pueblo, el de Chile, el de Guzmán mismo.La búsqueda de quien era, cómo y qué pensaba este luchador social que trató de establecer el social-ismo con una experiencia única. Chile aún se pregunta. Guzmán indaga en las huellas dolorosas que les dejó ese 11 de septiembre de 1973. Esa fecha, punto de inflexión para la historia chilena, la del pueblo, la de Salvador Allende, ese que puso fin a un largo derrotero que lo depositó como la esperanza pacifica del socialismo en Chile y en el mundo. Su muerte. Habitar el exilio, la derrota, la barbarie, la muerte y la impunidad, de los que ejecutan y los que avalan ("malditos sean" grita la señora de rigurosos lentes negros), la eterna connivencia de nuestros pueblos. De caníbales de poder, planes y estrategias para el mundo sin importar quién diga qué. Allende no sólo fue la esperanza de muchos, también entrañaba al peor de los males. Escindía la lucha armada del socialismo, allí Nixon y los suyos hicieron todo lo que tuvieron a la mano para terminar con el gobierno popular. Guzmán busca debajo de sus uñas, la respuesta perdida. Esa pintura en capas, que hoy es la historia de lo que no fue y se fue con ese hombre, con la cobardía de los aviones volando bajo, rapaces, que bombardean sin mirar. Ensayan preguntas a futuro, esperando que Salvador no haya muerto en vano. Tendiendo luz sobre el oscurantismo militar y los silentes expedientes que aún duermen al resguardo. El pueblo se pregunta en voz alta donde se allanó ese sueño, qué seguimos esperando desper-tar antes de ir a dormir...

“ESTO ES TODO LO QUE QUEDA DE SALVADOR ALLENDE…”Salvador Allende, por Juan Bianchini

Salvador Allende - Jueves 24, 20.30hs.

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Cuando empecé a escribir sobre cine, sobre películas más bien, Chile, la memoria obstinada fue una de mis primeras víctimas. Los malos archivistas, como yo, no guardamos ciertos papeles irred-imibles. Sólo hay una frase de esa crítica vieja, elaborada de mis rudimentarios conocimientos sobre el cine y la vida, que sobrevive gracias a un intercambio de mails: es algo que se siente en cada esquina del cuerpo. No se a qué me refería. Quizás ya no lo sepa nunca a pesar de que me esfuerce. Esa experiencia de la memoria, de hacer memoria, ensaya Guzmán volviendo a Chile después de 23 años de exilio. Tantos años después de aquel 11 de septiembre. Volver a Santiago, luego de haber escapado con La batalla de Chile, relato épico sobre el gobierno Socialista de Salva-dor Allende y la Unidad Popular. Y ahora hay preguntas que ya no pueden ser respondidas. Hay respuestas que no pueden ser escuchadas, que ni siquiera se toleran. Probablemente existe una dimensión en donde la experiencia política, social y emotiva que significó ese gobierno, no puede ser interrogada desde los ordenes estrictos de la razón o el entendendimiento. Y es esa perpleji-dad la que Guzmán sabe bien cómo disponer en escena. La perplejidad de escuchar por las calles céntricas de Santiago el Venceremos, himno de la Unidad Popular, después de 23 años. Y es que ese eco musical funda un estremecimiento al que sólo un sonido y una imagen pueden arrojarnos. A veces no se trata de entender la historia sino de sentir su tensión en el cuerpo. La divisa lanzada por uno de los personajes es clave: recordar es, etimológicamente, volver a pasar por el corazón. La película interroga a sus protagonistas a través de una confrontación directa con el pasado y mantiene siempre esa confrontación en escena. Identificarse en las imágenes de La batalla de Chile, repitiendo el mismo trayecto que hace 23 años para salir del Estadio Nacional o tan solo enfrentandose hoy a las imágenes de aquel Chile. Repetir un acto que fue cotidiano puede ser una ceremonia reveladora. Uno de los últimos hom-bres en abandonar la Moneda el día del golpe, repite el mismo camino y baja por las mismas escal-eras por donde salió aquel 11 de septiembre. Igual que ese día, camina entre una guardia militar de carabineros. No se trata de un confrontación simbólica ni metafórica sino estrictamente mate-rial. La misma que producen las imágenes de La Batalla de Chile a las alumnas de un colegio secundario, que sin haber atravesado los 70´, encarnan como nadie las tensiones que atraviesan a la sociedad chilena. A veces no es necesario recordar para ver sino ver para recordar. Quizás, por eso es que a mi parecer esta es la más esencial de las películas de Guzmán. Sin el refi-namiento metafórico de Nostalgia de la luz, sin esa sensación de contingencia que atravesaba El Caso Pinochet o sin la profundidad ensayistica de Salvador Allende, y frente a sus propas limita-ciones, Chile, la memoria obstinada sintetiza el núcleo duro del cine de Guzmán: la memoria como un acto de confrontación con el presente, la imposibilidad sintomática del cuerpo de reconciliarse con la historia. Entre el pasado y el presente, entre el gesto y la ceremonia, en medio de una oposición social irresuelta. La película pone y encuentra en imágenes esa confrontación en el seno social pero desde el lugar más intimo de los individuos. Y esa es la virtud de todo gran cine, encon-trar en una imagen y un sonido algo que a priori parecía inasible y que a pesar de todo aún es pro-fundamente perceptible.

NO HAS VISTO NADA DE SANTIAGO…La batalla de chile, por Ezequiel Salinas

La Batalla de Chile - Jueves 7, 20.30hs.

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(Fragmento)

Durante el gobierno de la Unidad Popular, la cinematografía chilena estuvo sujeta, más o menos fielmente, a las mismas tensiones y dificultades que tuvieron que afrontar otros medios de comunicación de masas, problemas que trataremos de abordar brevemente, así como sus tentativas de desarrollo y los éxitos conseguidos. En 1970 no existe en Chile ninguna legislación cinematográfica que permita avalar un Instituto de Cinematografía u otro organismo centralizador y planificador de la actividad de toda la rama. (…) Si al cabo del tiempo empieza a encontrarse un camino, una metodología, para producir películas dentro de este marco subsiste en todo caso el problema principal: hacer un cine revolucionario dentro del aparato del estado burgués. Es decir, un cine revolucionario en medio de una infraestructura cinematográ-fica burguesa: salas convencionales dedicadas a la pequeña burguesía, distribuidores y exhibidores comerci-antes y además reaccionarios en su mayoría. (…) Por otra parte como, ¿Cómo pasar a la ofensiva, en qué instante? ¿Qué es lo que conviene decir y cuándo? ¿Qué películas hacer, sobre qué temas y en qué momento?, son preguntas que se plantean los periodistas, los jefes de producción, y desde luego los cineastas y creadores comprometidos con el proceso revolucionario. (…) Para una parte de la izquierda está claro que no se puede dar una lucha ideológica agresiva frente a la pequeña burguesía, pero sí frente a los trabajadores, y surgen infinidad de órganos de información especializados ( nuevas radioemisoras populares, periódicos para los cordones industriales, películas en 16mm para los circuitos móviles), creándose poco a poco una infraestructura paralela a la convencional, que no es otra cosa que el aparato de comunicaciones del poder popular naciente. (…) El advenimiento de la Unidad Popular provoca el deseo, la necesidad imbatible de crear, proyectar, hacer de diseñar lo que durante décadas no había podido concretarse en Chile, país oprimido artística-mente. Surge una producción desbordante por lo menos en cantidad: 13 largometrajes de ficción, 71 docu-mentales de corto y largometraje, 41 informes y noticieros. (…) La agudización de la lucha de clases de 1973. Ahora bien, a partir del paro de Octubre de 1972, propiciado por la burguesía con la clara connotación de derrotar al Gobierno Popular y, más tarde, con el resultado de las elecciones parlamentarias de Marzo de 1973 (44% para la Unidad Popular), la reacción y el imperialismo descubren que no tienen otra alternativa que el golpe de estado para conquistar el poder. De aquí para adelante el proceso de agudización de lucha de clases es tal, que sobrepasa todos los medios de información. Las películas de argumento, en muchos casos al finalizarse, resultan “pasadas de contexto”, incluso antes de su estreno.

BREVE ANÁLISIS DE CINE CHILENODURANTE EL GOBIERNO POPULARPor Patricio Guzmán - Publicado por primera vez en 1974

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Los documentales sobre problemas contingentes, al concluirse, resultan fuera de situación por que su temática “contingente” ha sido reemplazada por otras. Esto provoca la caducidad del medio cinematográfico como instrumento eficaz al servicio directo del proceso revolucionario, no porque los cineastas se encuentran desubicados, sino porque, en ciertos períodos históricos, lo único que cuenta es el militante. El combatiente antes que su especialidad técnica o talento artístico o creador.En este caso, el cine queda reducido a su expresión límite: el reportaje diario en la calle y en cada frente de conflicto. El cineasta, si quiere subsistir como tal, se convierte prácticamente en corresponsal.

Filmé LA BATALLA DE CHILE en Santiago y otras ciudades a partir del 15 de Octubre de 1972 hasta el 11 de Septiembre de 1973. Está filmada en 16mm con una cámara Eclair. No es un film de archivo. Es una película documental filmada en el momento mismo de producirse los hechos. La película virgen fue proporcionada por el cineasta francés Chris Marker. El trabajo duró seis años en total: uno de rodaje y cinco de montaje. Jorge Mûller Silva, el camarógrafo del film, fue secuestrado por la policía militar de Pino-chet en Noviembre de 1974. Hasta hoy se desconoce su paradero. Es uno de los 3.100 desaparecidos de la dictadura. Federico Elton, el jefe de producción, estuvo detenido dos días en la Escuela Militar en las jornadas posteriores al golpe y yo estuve incomunicado dos semanas en el Estadio Nacional. Esta trilogía ha sido objeto de la censura en Chile y nunca ha sido emitida por televisión pública ni estrenada cinematográficamente en las salas chilenas.

Para el Catálogo del Buenos Aires Festival de Cine Independiente (BAFICI) 2011.

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