Revista 13 Universidad Católica del Ecuador

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  • 8/17/2019 Revista 13 Universidad Católica del Ecuador

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    REVIST

    D E L A

    UNIVERSID D

    C TÓLIC

    A N O IV - N o. 13 -

      M YO

      - 1976

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    CENTRO  DE  PUBLICACIONES 

    DE   LA  

    PONTIFICIA   UNIVERSIDAD  CATÓLICA   DEL  ECUADOR  

    Comi té  d s  Publ icaciones:  

    Consejo de  Publ icac iones: 

    Geren te : 

    Secre ta r io : 

    Of ic inas : 

    Di recc ión  Posta l : 

    Teléfonos: 

    Dr.  Ernesto  Proaño,  S.I.,  Pres idente;  rof Marco 

    Vin ic io  Rueda, S.I . ;  Dr.  Ewald  Utreras  y  Dr. Or lan-

    do  Sandoval , S. l . 

    i ng .

      Rene  Cordero ,  Ledo. José  María  Egas, Dr.  Er-

    nesto  Albán  Gómez,  Dra.  isabel  Robaiino,  Dr.  Au-

    gusto  de l  Pozo,  P.  Car los  Bravo,  Dra.  Eugenia 

    de l  Pino, Dr. Al f redo  Pérez  Rueda, P. Jacinto  Vaca, 

    Ledo.  Manue l  Miño  Gri ja lva,  Dr.   Rafael  Ar ias ,  P. 

    Manue l  Corra les , Ledo. Rubén Díaz y Sor  Francisca  

    López. 

    Ledo.

     John  Sigüenza  B.  

    Ledo.

      Carlos  Vázquez  F. 

    Ponti f ic ia  Univers idad Cató l ica de l  Ecuador 

    12 de  Octubre   y  Carr ión 

    Pabellón  de  Admin is t rac ión ,  Ofic ina  N

    9

      122  

    Apartado  2184 

    529-240;  529-250;  529-260, Extens ión  122  

    Can jes :  Bibl ioteca  de  la   P.U.C.E. 

    Qui to —   Ecuador —   Sud Amér ica 

    REVISTA  DE   LA  UNIVERSIDAD  CATÓLICA 

    Di rec to r :  Dr.  Ernesto  Proaño,  S. l . 

    Aparece  c inco  veces  a l  año : 

    Tres  números  genera les  enero  —   marzo  —   jun io

    Dos  números  técn icos  especial izados  mayo  —   nov iembre . 

    Los  art ícu los  f i rmados  son  de  responsabi l idad   exc lus iva  de  sus  autores. 

    VALOR   DEL   NUMERO:  25   sucres 

    Univers i tar ios  en  el  Almacén  Univers i ta r io :  20   sucres 

    SUSCRIPCIONES: 

    Sólo  para  números  genera les :  70  sucres 

    Con  lo s  números  técn icos :  110   sucres 

    Univers i ta r ios :  60   y  100   respec t i vamente ] 

    AL  EXTERIOR   lo s  5  núme ros :  7  dólares 

    SUSCRIPCIONES  EN   EL  ALMACÉN  UNIVERSITARIO  

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    ¿  so  7¿Ao/ csp /¿/¿ s^y¿3

    AÑ O

      JUBIL R

      XXX

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    REVISTA

    DE LA

    UNIVERSIDAD CATÓLICA

    Año IV

    Mayo

    1976

    N

    ?

      13

    PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL ECUADOR

    QUITO

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    L^oníemdo

    Pág.

    ENTREGA 7

    La razón en Kant

    Dr. Julio Te rán D uta rl S. J 13

    La razón en Hegel

    Dr. Enzo Mella 45

    El problema de la razón en la concepción Dialéctica del Marxismo

    Dr. M anuel Agustín Aguirre 75

    Crisis de la "razón" en Miguel de Unamuno

    Dr. Benjam ín Carrión 95

    Símbolo y razón en el pensamiento de Paul Ricoenr

    Dr. Daniel G rand a 109

    "La razón" en la Ley

    Dr. K laus Gra etzer 129

    La razón en el Arte contemporáneo

    Prof. Ed m und o Ribaden eira 147

    La razón en el pensamiento Cristiano

    Dr. M arco Vinicio Ru eda , S. 1 167

    Universidad sede de la razón

    Dr. H ern án Malo González, S. 1 185

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    ega

    En la primera semana de febrero del año en cur

    so el Departamento de Filosofía y su Asociación de

    Estudiantes organizó un "Encuentro de Filosofía" so

    bre "La crisis de la Razón". El valor de las ponencias

    sustentadas en esos días nos han obligado a preparar

    esta edición, en miras a extender y compartir un

    aporte que juzgamos significativo para nuestro queha

    cer cultural. La publicación de las Conferencias que

    aquí se ofrecen es el testimonio de ese encuentro y

    la garantía de lo alcanzado en esos días.

    Algo de Historia. El Departamento de Filosofía,

    a través de una densa semana de reflexión y debate

    pretendía conservar, transformar y desarrollar la he

    rencia histórica de los más famosos estudios de Filo

    sofía que haya tenido nuestra nación, los de la Uni

    versida d de San Gregorio Magno, de Quito: Desde

    1692 obtuvieron la aprobación pontificia y regia y fun

    cionaron hasta que el gobierno español expulsó, a

    fines del Siglo XVIII, a los jesuítas ecuatorianos que

    los dirigían. Recientemente en 1950, se volvió a abrir

    la Facultad de Filosofía San Gregorio, la misma que

    desde 1971 se ha transform ado en el Departam ento de

    Filosofía, de la Facultad de Ciencias Humanas y cons

    tituye el único centro del país dedicado en forma es

    pecializada al cultivo de esta rama del saber.

    En concreto, qué significado asignábamos a los

    términos conservar, transformar y desarrollar esa rica

    herencia histórica, de quehacer filosófico, que nos ha

    7

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    legado la Facultad de Filosofía San Gregorio. Entre

    uno de sus tantos aspectos, mantener un alto nivel

    académico, desarrollar, al decir del Doctor Benjamín

    Carrión: "un grave y magnífico encuentro".

    La calidad de los señores expositores unida a la

    preparación que otorgan a los temas de sus ponencias,

    —veinte, treinta y en algunos casos cuarenta páginas

    de trabajo—, pusieron de manifiesto la seriedad con

    que habían asumido nuestra invitación y permitieron

    mantener una semana de densa reflexión filosófica

    sobre una temática tan acuciante hoy en día como

    es la crisis de la razón.

    El contenido de la presente obra es motivo de

    sano orgullo para el Departamento de Filosofía y po

    ne de manifiesto, más allá de la mera erudición, el

    alejamiento de la improvisación o del dogmatismo en

    aras de una excelencia académica pocas veces vista

    en este t ipo de reuniones. Correctamente señaló el

    señor Rector, Doctor Hernán Malo en el acto de aper

    tura: "Es una iniciativa muy universitaria, el haber

    convocado a este Seminario, se trata de algo impor

    tante, quehacer totalmente universitario, con mucho

    sentido cultural".

    Otra forma de transformación y desarrollo de

    nuestro quehacer filosófico juzgo que se ha alcanzado

    convirtiendo esos días de reflexión, también en unos

    días de "Encuentro"; es decir, de diálogo y conoci

    miento entre profesores, investigadores y estudiantes

    de algunas universidades del país. Si bien es verdad

    que entre nosotros son aún muy pocas las personas

    dedicadas a esta clase de tareas y tampoco existe un

    organismo que aglutine esfuerzos, ni los más mínimos

    canales de intercambio y debate, sin embargo, se han

    sentado las bases de lo que esperamos se vaya con

    virtiendo en un Centro o en una Asociación de Filoso

    fía entre cuyos objetivos constarían: promover a nivel

    nacional el desarrollo y cultivo de la filosofía, a tra

    vés del diálogo e intercambio vivo de ideas y pensa

    mientos; fomentar las relaciones interuniversitarias en

    esta rama del saber, y canalizar la discusión filosófica

    8

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    que sirva de comienzo a la formación de un movi

    miento y una corriente ecuatoriana de pensamiento.

    Próximamente asistiremos al Segundo Encuentro

    de Filosofía a realizarse en la ciudad de Cuenca, que

    busca desarrollar y ampliar más aún el diálogo y el

    debate entre profesionales que desde diferentes cien

    cias se interrogan por problemáticas filosóficas, al

    mismo tiempo que facili tar las relaciones personales

    y el conocimiento mutuo de los dedicados a los estu

    dios y a la enseñanza de la Filosofía en el Ecuador.

    Señalados los objetivos fundamentales pasemos a

    dialogar sobre el tema: "La crisis de la razón"y sobre

    la dinámica y estructura del Encuentro.

    Es evidente que hoy en día asistimos a una crisis

    de la razón; crisis en el sentido de que ella aparece

    sujeta a situaciones confllctivas, aporias y talvez hasta

    se pueda h ablar de un período d e decaimiento. El

    pensamiento humano ha atravesada, a lo largo de su

    historia, por períodos de esplendor y de descanso.

    Pero la crisis de la razón también puede ser interpre

    tada en el sentido de que ella internamente se ha de

    autocríticar, analizar y resolver sus propios interro

    gantes y problemas; es decir ha de permanecer cons

    tantemente en crisis en cuanto está l lamada en cali

    dad de "saber crít ico" a revisar permanentemente sus

    supuestos y bajo este punto de vista su crisis puede

    ser fructífera y positiva. Ambos derroteros, las dos

    facetas de la actual crisis de la razón, se trató de in

    vestigar en esos densos días de reflexión: La crisis de

    la razón en cuanto está vinculada con las circunstan

    cias del siglo que vivimos y en cuanto pone en dis

    cusión sus mismos fundamentos.

    En cuanto a la dinámica y estructura del encuentro

    no cabe más que indicar que hemos tratado de ser

    fieles y mantenerla en la presente publicación; salvo

    los debates y comentarios desarrollados al término de

    cada una de las conferencias, que por motivos técni

    cos no nos han sido factibles reproducir, el texto de

    todas y cada una de las ponencias, sin alteración al-

    9

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    guna, lo presentamos en esta obra, de acuerdo al or

    den en que se fueron exponiendo a lo largo de la se

    mana:

    La "Razón" en M. Kant:

    La "Razón" en W. F. Hegel:

    El Problema de la "Razón"

    en la concepción dialéctica de

    K. Marx:

    Crisis de la "Razón"

    de Unamuno:

    en M.

    Símbolo y "Razón" en el

    Pensamiento de P. Ricoeur:

    La "Razón" en la Ley:

    La "Razón" en el Arte

    Contemporáneo:

    La "Razón" en el Pensamiento

    Cristiano:

    Universidad Sede de la

    "Razón":

    Dr. Julio Terán Dutari, S.J.

    Dr. Enzo Mella

    Dr. Manuel Agustín Aguirre

    Dr. Benjamín Carrión

    Dr. Daniel Granda A.

    Dr. Klaus Graetzer

    Profesor Edmundo Ribadeneira

    Dr. Marco V. Rueda, S.l.

    Dr. H ern án Malo González, S.l.

    Como se podrá apreciar, sobre una sola temática:

    la crisis de la razón, se escogieron dos formas de

    abordaje. En primer lugar, se juzgó necesario presen

    tar el enfoque que sobre el tema han realizado filó

    sofos pertenecientes a diferentes escuelas o posicio

    nes;  se escogieron pensadores representativos de la

    filosofía moderna y contemporánea: Kant, Hegel, Marx,

    Una mun o y Ricoeu r. En segund o lugar, se examina

    ron los retos que determinadas ramas de la realidad

    plantean a la reflexión filosófica: el arte, la ley, la re

    ligión y la univers idad. De este m odo se hacía con

    fluir lo histórico en cuanto herencia de reflexión fi

    losófica, con lo actual. Obviamente se determinaron

    autores y problemáticas relevantes sin pretender juz

    gar que ellas sean las únicas y fundamentales; sucesi

    vos encuentros irán delimitando y profundizando es

    tos campos.

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    S i s e p r e s t a a t e n c i ó n s e p o d r á a b s e r v a r q u e l o s

    a u t o r e s y l a s t e m á t i c a s g u a r d a n c i e r t a r e l a c i ó n . P e n

    s a d o r e s c o m o K a n t , H e g e l y M a r x s e r á n s i e m p r e r e

    c o r d a d o s p o r e l a p o r t e y s u p e r a c i ó n q u e s u c e s i v a m e n t e

    f u e r o n e n t r e g a n d o . L a s p r o b l e m á t i c a s e x a m i n a d a s

    t a m p o c o s o n d e l t o d o d i s c o n t i n u a s , p u e s l a m a y o r í a

    d e e l l a s p e r t e n e c e n a u n a m i s m a z o n a , q u e e n t é r m i n o s

    g e n e r a l e s p o d r í a m o s d e n o m i n a r c u l t u r a : e l a r t e , l a

    l ey, l a u n iv e r s id ad . A p e sa r d e e s t a ac l a r ac ió n n o se

    p u e d e n e g a r c i e r t a d i s p a r i d a d e n l o s t e m a s , d i s p a r i d a d

    e n p a r t e d e b i d a a l a m i s m a a m p l i t u d d e l o b j e t o d e

    n u es t r a r e f l ex ió n : "La c r i s i s d e l a r azó n " .

    Tam b ién e s n ecesa r io señ a la r q u e l a r e f l ex ió n f i

    lo só f i ca n av eg ó en e so s d í a s b a jo l a g u ía d e p en sad o

    r e s d e d i f e r en te s p o s i c io n es y p u n to s d e v i s t a , p u es n o

    se t r a tó d e o rg an iza r u n a l i d in t e l ec tu a l t en d ien te a

    l a d e f e n s a c e r r a d a y d o g m á t i c a d e u n a e s c u e l a s i n o

    m á s b i e n d e p r o p i c i a r u n i n t e r c a m b i o v i v o d e i d e a s

    y p e n s a m i e n t o s .

    P a r a t e r m i n a r , d o s c o r t a s a c o t a c i o n e s . L a u n a

    h ace r e f e r en c ia a l ep íg r a f e d e l a s i n v i t ac io n es q u e se

    c u r s a r o n p a r a e s t e E n c u e n t r o y q u e s e ñ a l a b a q u e l a

    inves t igac ión y la re f lex ión c ien t í f ica en e l campo f i lo

    só f i co co n s t i tu í a u n a ex ig en c ia fu n d am en ta l d e l De

    p a r t a m e n t o d e F i l o s o f í a ; a s p e c t o q u e e s p e r a m o s h a b e r

    a l can zad o e so s d í a s y a t r av és d e l a s p r e sen te s p ág in as .

    La o t r a an o tac ió n e s u n ag rad ec im ien to a lo s se

    ñ o re s Co n fe r en c i s t a s , a l a Aso c iac ió n d e Es tu d ian te s ,

    r e p r e s e n t a d a p o r e l s e ñ o r C a r l o s L u n a , y a l D o c t o r

    D a n i e l G r a n d a , C o o r d i n a d o r , s i n c u y o a p o r t e , c o m o

    e x p r e s é e n l a c l a u s u r a d e l E n c u e n t r o , n o h u b i e r a s i d o

    p o s i b l e r e a l i z a r d i c h o e v e n t o . E s t e a g r a d e c i m i e n t o l o

    h a g o e x t e n s i v o , n u e v a m e n t e , a l o s c o n f e r e n c i s t a s p o r

    h a b e r n o s p e r m i t i d o e d i t a r s u s p o n e n c i a s y a l o s s e

    ñ o r e s M i e m b r o s d e l C e n t r o d e P u b l i c a c i o n e s q u e a s u

    m i e r o n e s t a t a r e a .

    D R . C A R L O S P A L A D I N E S ,

    D I R E C T O R — E N C A R G A D O

    D E L D E P A R T A M E N T O D E F I L O S O F Í A

    11

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    LA RAZÓN EN KANT

    Dr. Julio Terán Dutari, S. J.

    ESQUEMA ANALÍTICO

    0. - In t rod ucc ión .

    0.1 Orientación den tro del tem a general del en cu en tro.

    0.2 Plan del pre sen te estud io.

    1.

     - El sent id o de la razó n en K an t .

    1.0 Dificultad m etod ológ ica y su solución .

    1.1 Co ntexto de Ontología G eneral : RAZÓN com o LOGOS

    ESPECÍFICAMENTE.

    1.1 .1 El ho m bre , se r na tura l como espon tane idad.

    1.1.2 El ho m br e, ser f inito con recept ividad .

    1 .1 .3 El ho m bre , se r pa ra s í con t rascen den ta l idad.

    1.2 Co ntexto de Lógica: RAZÓN com o SUPREMA FUNCIÓN

    PENSANTE.

    1.2.1 Lug ar de la razón de ntro del cam po cognosci t ivo.

    1.2 .2 Su fun ción unif icativa en el us o lógico y en e l

    t rascendenta l .

    1.2.3 Relación al "log os ".

    1.2.3.1

      en cuan to espo ntane id ad.

    13

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    1.2.32 en  cuanto recept iv idad .

    1.2.3.3  en

      cua nto t rascend enta l idad .

    1.3

      Contexto

      de

      Psicología Racional: RAZÓN como SUPRE

    MA FACULTAD HUMANA.

    1.3.1 Luz

     p r imo r d i a l

      que

      r ige voluntad

      y

      en tend imien to .

    1.3.2  N ueva relación  al  " logos" .

    2 . -  La  cr is is  de la  razón  en  Kant .

    2 .1 Cr is is  por  K a n t  a la  concepción anter ior .

    2 . 1 . 1  La  razón com o teór ica .

    2 . 1 . 2  La  razón como práct ica .

    2 . 1 . 3  La  razón como cr í t ica .

    2 .2 Cr is is pa ra Ka nt desde  la  concepción pos ter ior .

    2 .2 .1 Tens ión en t re t eo r ía

      y

      praxis .

    2 . 2 . 2

      No

      autosuficiencia

      de la

      razón.

    2 . 2 . 2 . 1

      en

      cuan to r azón

      y

      teórica.

    2 . 2 . 2 . 2  en  cuanto razón práct ica .

    0 .1 .— El p r o p ó s i t o  del p resen te t r aba jo  no ha  sido recoger

    todo ,  ni  p rec i samente  lo  inédi to  o  menos conocido ,  de  cuan to

    significa

      e

      i m p o r t a

      la

      razón dentro

      del

      m on um en to f ilosófico

    que Kan t

      nos

      legara , s ino cons iderar

      en

      K a n t

      el

      t e ma

      de la

    r azón ba jo  la  perspect iva  de un  in te rés  más  a mp l io  que se

    e n ma r c a

      en el

      t í tu lo genera l

      de

      es te encuen t ro :

      la

      cr is is

      de la

    r azón . Hab la r

      hoy de tal

      cr is is supone

      ser

      consciente

      de la

    especia l impor tancia concedida  a la  razón desde  los  orígenes

    p r ime r o s  en la e m p r e sa  de  es te saber profundo  que  Occidente

    pron to empezó

      a

      l lam ar f ilosofía . Sup one tam bién hab er per

    cibido  el  ju ic io  al que en  épocas pos ter iores  del  filosofar  se

    ve somet ida  esa  m ism a razón. ¿Cuáles  son  esas épocas?  Di-

    fícil

      en

      ve rdad de te rminar lo , po rque toda

      la

      h is tor ia

      de la fi-

    losofía puede aparecer

      en

      r igor objet ivo como

      una

      crisis

      de

    14

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    13/196

    l a razón. A juzgar po r los no m bres de autor es cons iderados ,

    se nos propone aquí , ta l vez en fuerza de una "razón prag

    mát ica", e l período que se abre con Kant y va hasta nuestros

    días —está incluido el contemporáneo Ricoeur— es decir , e l

    lapso de los úl t imos doscientos años.

    0 .2 .—Queda seña lada as í para nosot ros la t a rea de en

    marcar la concepción kant iana dentro de la cris is que esta

    razón ha sufrido en los dos s iglos úl t imos; pero justamente

    en cuanto la cris is empieza a cris ta l izar en Kant mismo y bajo

    su influjo se desarrol la después. Afrontaremos la tarea en dos

    pasos pr inc ipa les : Pr imero, cuá l es , en su contexto más propio,

    el significado de la razón según Kant. Segundo, cuál es la cri

    s is que para la razón misma se cont iene en esa concepción

    kant iana de razón; y esto segundo en dos partes y con un sen

    t ido doble: cr is is que ha int roducido Kant (en forma expresa

    e intencionada casi s iempre) dentro de las anteriores concep

    ciones; y después, cr is is que, s in que Kant lo pretendiera , que

    da en perspect iva gracias a su obra y va aflorando en la f i lo

    sofía posterior, influida por él .

    1.—El sent ido de la razón en Kant

    1.0. En form a esp on táne a solemo s asociar la ob ra de

    Kant a la razón, sea porque se ve a este fi lósofo en la perspec

    t iva del racional ismo de la Edad Moderna, sea sobre todo por

    el tema de sus dos grandes Crí t icas . Esto no obstante , se ha

    ce difícil dar una síntesis de lo que significa razón en todo el

    pensamiento de Kant , aun presc indiendo de sus pr imeras e ta

    pas ,  las precrí t icas; y el motivo es doble: Kant no l legó a es

    cribir un t ra tado expreso acerca de la razón en general , aun

    que repetidas veces vio su necesidad e incluso inició la tarea;

    en segundo lugar, su concepción de razón se entronca de ta l

    modo en la de la tradición fi losófica entonces vigente, que es

    imprescindible referi rse a esta y dis t inguir dentro de la mis

    m a diversos plano s del uso de este con cep to: razón. Sobre-

    15

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    sale desde luego el plano lógico, especialmente en la Crít ica de

    la Razón Pura; pero hay que considerar también las concep

    ciones de la Psicología Racional, uno de los tres tratados de

    Metafís ica Especial que según el esquema wolff iano, e incluso

    de acuerdo con el texto de Baumgarten, tenía delante Kant

    para sus prelecciones. Más a l fondo todavía está presente en

    Kant una concepc ión de razón que debe ubicarse dent ro de la

    Ontología (como Metafís ica General) , discipl ina también es

    tudiada por é l , aunque agudamente c r i t i cada : es aque l la con

    cepción griega, que atraviesa toda la tradición fi losófica, de

    la razón como logos especif icante del hombre, y que como ta l

    ha tenido siempre que ver con el empeño de descubri r e l "ser

    del ente", según la posic ión pla tónico-aris toté l ica; se est ima

    que es este logos (o razón) del hombre lo único que permite

    cualquier mirada hacia e l ser en general y lo que por tanto

    debe escudriñarse en la vis ión misma del ente (onto-logía) .

    Pues bien, ante estos diversos planos, conviene c i rcunscri

    bir en forma adecuada el contexto dentro del cual vamos a

    intenta r e l sent ido profundo de " razón" en Kant , para orga

    nizar luego los datos provenientes de estos diversos planos

    según las l íneas que en ta l contexto aparezcan como est ructu-

    ra lmente importantes . Por eso, en e l in tento de recons t ruc

    c ión s i s temát ica cuya responsabi l idad asumimos por ente ro

    —aunque nos s i rvamos de va l iosos e lementos contenidos en

    in t e rpre t ac iones de comenta r i s t a s renombrados (1)— echa re -

    (1) Hemos aprovechado en particular, fuera de otras obras genera

    les,

     la de Martin Heidegger: Kant und das Problem der Metaphysik.Frankfurt 1965.— Las citas de las dos Críticas principales de Kant

    se hacen dentro del mismo texto con las siglas usuales en alemán:

    KrV (Kritik der reinen Vernunft: Crítica de la Razón Pura).—

    KpV (Kritik der praktischen Vernunft: Crítica de la Razón Prác

    tica).

      Las letras A y B designan como de costumbre la primera y

    la segunda impresión original de la obras kantianas. Los números

    se refieren a las páginas de la clásica edición alemana de la Real

    Academia de Ciencias de Berlín.— Son del autor de este estudio

    las traducciones del alemán.

    16

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    mos por delante e l examen del contexto ontológico general

    para i r lo enfrentando luego con los resul tados que ofrezca e l

    contexto de la Lógica y finalmente el de la Psicología Racional.

    1.1 . Según un a ontología general , que ve en la anal í t ica

    de l se r humano un paso previo y de te rminante para e l acceso

    al ser en general , la razón aparece como logos. En efecto, el

    hombre es , de acuerdo con esta concepción ontológica que

    procede de los griegos, un "viviente racional" (ZOON LOGI-

    K O N ) .

      En es ta "def inic ión" de l hombre hay —como en toda

    definic ión a la manera de Aristóte les— un género (viviente)

    y una diferencia específica (racional = que t iene logos); el

    logos,

      t rad uc ido com o razón (V ernu nft) es , pu es, lo qu e dis

    t ingue a la especie hombre.

    ¿Cómo había entendido la t radición f i losófica que vino

    desde los gr iegos has ta Kant es ta "espec ia l idad" de l hombre

    consistente en e l logos? De t res maneras fundamentales que

    se complementan, porque no son más que la a r t i culac ión su

    cesiva, desde diversas si tuaciones de interés, de una sola intui

    c ión original ; las t res maneras pueden asociarse con t res ma

    tices significativos de la palabra logos, tan rica en contenido

    fi losófico: El logos, o razón, caracteriza a l hombre cuando éste

    adquiere una perspect iva metafís ica de s í mismo ya sea por

    una vis ión exterior , puesto é l frente a la naturaleza infrahuma

    na, o también frente a la real idad suprahumana, ya sea por

    una vis ión interior , puesto frente a s í mismo.

    1 .1 .1 . De frente a la natu raleza infrah um ana, e l género

    "viviente" (animal) s ignif ica todo aquel lo por lo que e l hom

    bre es sol idario con esta naturaleza, la asume y la resume en

    sí a t ravés de todos los grandes est ra tos de e l la , l lámense re i

    nos (el mineral , el vegetal , el animal), o dinamismos (el físico,

    el químico, el biológico), o de cualquier otro modo. La dife

    rencia específ ica "racional" s ignif ica entonces aquel la manera

    de ser del hombre que le permite superar la naturaleza a t ra-

    17

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    vés de todos esos mismos est ra tos naturales que é l encarna.

    Logos aparece aquí con su básico sent ido l i tera l de palabra

    con la que e l hombre t raspasa e l mut i smo de la na tura leza .

    Este aspecto de lo "racional" es e l que se re laciona directa

    mente con la concepción kant iana de la espontaneidad aprio-

    rís t ica que é l a t r ibuye a lo que en e l hombre l lama "razón"

    (si bien no sólo a ésta s ino igualmente a toda la subjet ividad

    humana aun en sus facul tades o funciones; queda abierta la

    pregunta , a ver s i Kant concentra en la razón de un modo ori

    ginar io o par t icula rm ente represe nta t ivo es ta espo ntane id ad

    apr ior í s t i ca , pregunta a l a que nues t ro es tudio responderá a f i r

    m a t i va m e n t e ) .

    1.1.2.

      Fren te a l a rea l idad supra hu m ana , y ante todo

    frente a Dios como aquel ser absoluto, o s implemente ser con

    subsistencia, admitido por la tradición fi losófica desde los grie

    gos hasta la Edad Moderna a t ravés del Medioevo, e l género

    "viviente" apl icado al hombre toma más bien la s ignif icación

    de ente l imitado que posee en forma fini ta esa perfección su

    prema l lamada vida. Pero la di ferencia específ ica "racional"

    se baña entonces de un mat iz pecul iar —que también está en la

    voz griega "logos" y más todavía en la la t ina "ra t io"— el ma

    t iz de medida, de aquel la potencia o modo de ser y actuar que

    permite recibir según una capacidad f i ja y proporcionada la

    perfección que en nuevas y nuevas realizaciones se le vaya co

    m un ican do desde la fuente infini ta de tod a pleni tud . Rep et ida

    y recalcadamente es este aspecto de lo "racional" e l que se

    manifiesta en la problemát ica kant iana de la recept ividad y de

    la necesidad (o a l menos inevi table presencia confl ic t iva) de

    lo aposteriori para todo lo que s ignif ica la razón en e l hom

    b r e ;  dejamos aquí en igual forma abierta provisionalmente la

    pregunta sobre la apl icación de esta caracterís t ica a toda y

    a sola la razón en cuanto parte que es , según Kant , de la sub

    je t iv idad humana; pero desde ahora puede verse que , s i se

    admite que también Kant l lega a tomar la razón como diferen-

    18

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    cia específ ica del hombre, el concepto de receptividad como

    razón le bas tará para d is t inguir lo humano y la subje t iv idad

    humana (a l menos en unión con los o t ros dos aspectos de la

    razón, que ahora es tamos exponiendo) .

    1 . 1 . 3 . Po r ú l t im o, f rente a s í m ism o, e l ho m br e se con

    cibe a base del género "viviente" entendido como aquella ma

    nera fundamental de ser él mismo para s í , a part ir de la cual

    puede luego concebirse lo inf rahumano y lo suprahumano co

    mo esferas con las que es tá s iempre en comunión gracias a

    este ser pr imordial que es la vida. Pero entonces la diferencia

    específ ica "racional" adquiere el sentido de una trascendencia,

    es decir aquella manera especial de ser que es condición po

    s ibi l i tante para ir más al lá de s í mismo hacia la comunión

    (consciente y voluntar ia) con todo lo que —de cualquier mo

    do que se ent ienda— es tá en torno a l hombre , por encima o

    por debajo de él . Aquí se ins inúa otro matiz de logos al que

    la f i losofía vuelve repetidamente desde Herácli to hasta Hei-

    degeer: logos como vínculo de unión, como recolección. La

    palabra con que hemos des ignado es ta manera especí f icamente

    humana de ser en comunión y enfrentamiento con e l todo su

    giere ya el tercero de los grandes temas kantianos respecto a

    la razón: su t rascendenta l idad . También aquí echamos por de

    lan te la observa ción de que , s i bien tod a subje t ividad del

    hombre (y no sólo la razón) es , según Kant, t rascendental ,

    con todo, en un sentido profundo, viene a coincidir para

    nues t ro autor la razón como t rascendenta l con la subje t iv i

    dad humana en toda su ampl i tud .

    1 .2 . Hem os com enzado po r es tas concepciones de t ras -

    fondo acerca de la razón, en las que hallamos a Kant básica

    mente concorde con la t radición f i losófica precedente, concep

    c iones per tenecientes a una anal í t ica del ser humano como

    inicio fundante de la ontología general , que nos muestran el

    modo de ser especí f ico del hombre ( la razón) en su inconmen

    surable alcance metafísico de acceso al ser de todo ente, in-

    19

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    f rahumano o suprahumano, mejor dicho: a l se r de l ente en

    general . Ahora debemos pasar a la consideración de aquel uso

    expreso que hace Kant de l t é rmino razón, pr imero en un con

    texto predominantemente lógico y luego en e l contexto de la psi

    cología racional de su t iempo. Así se podrá apreciar todo el a l

    cance de aque l las pr imeras concepc iones —acaso demasiado

    vagas has ta ahora— que hemos ubicado en una ontología ge

    neral .

    1 .2 .1 . En el con texto lógico del térm ino razón , apare ce

    es ta como la suprema func ión pensante . Aquí debemos remi

    t i rnos a los mismos pasajes de los escri tos de Kant , especial

    mente a la Crí t ica de la Razón Pura: en esta obra , en la se

    gunda par te de la doc t r ina t rascendenta l de los e lementos , que

    se t i tula " lógica t rascendental" , t ra ta Kant —al comienzo de

    la introducción— sobre la lógica en general . Lógica es la cien

    cia qu e se ocu pa de un a de las dos fuentes fund am entales del

    conocimiento en e l espír i tu del hombre: la facul tad de la es

    pontane idad, que produce conceptos y se l l ama entendimiento ,

    frente a la facultad de la receptividad por la que se da la

    intu ición y se l lam a sen sibil idad . Lógica es pu es, ciencia de

    las reglas de la facul tad de pensar, o sea de producir y usar

    representaciones unif icat ivas de aquel la intuic ión gracias a

    la cual somos afectados por la presencia de las cosas; y to

    do esto, con el f in de poder tener de a lguna manera las cosas

    mismas como obje tos de nues t ro conocimiento . Conocer , en

    el sent ido técnico kant iano, es pensar lo intuido sensible

    mente . Como la lógica se refiere a l pensar y a l entendimiento

    que piensa, toda e l la pertenece a la parte de e laboración den

    t ro de la act ividad cognosci t iva propia del espír i tu humano.

    Ahora bien, la razón dentro de este contexto lógico no signi

    f ica más que e l ápice y e l culmen del entendimiento en su

    función pensante . De hecho en estos capí tulos a que a ludi

    mos se habla indist intamente ya sea del entendimiento solo,

    como término que conviene a toda la facul tad de pensar, ya

    20

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    del entendimiento y la razón. Y en forma más expl íc i ta , y

    por c ie r to que con pa labras que recuerdan la t radic ión es

    colást ica , aquel capí tulo primero de la dia léct ica t rascendental

    que t ra ta de "la razón en general" nos dice de ésta —dist in

    guiéndola s í del entendimiento en sent ido más est r ic to, pero

    subsumiéndola ba jo la facul tad de pensar : "Todo nues t ro co

    nocimiento empieza por los sent idos, pasa de aquí a l entendi

    miento y acaba en la razón, sobre la cual nada hay en noso

    t ros más e levado para e laborar la materia de la intuic ión y

    poner la ba jo la suprema unidad de l pensamiento" . KrV, A 298) .

    1.2.2.  Es ta preem inenc ia de la razón de ntro del pensa

    miento y de todo e l campo cognosc i t ivo se documenta mucho

    más con la determinación de su esencia que intenta Kant en

    ese mismo capí tulo por medio de la fórmula: razón es la fa

    cultad de los principios frente al entendimiento que es la fa

    cul tad de las reglas (A 299). Lo que es un "principio" no se

    ent iende s ino a l captar la ampli tud que Kant quiere dar a

    es te té rmino, de modo que abarque las dos subdivis iones de

    la razón en cuanto a su uso teórico: la razón lógica o facul tad

    de raciocinio y la razón t rascendental o facul tad de producir

    ju ic ios y conceptos ( l l amados por Kant más propiamente

    "ideas") que pretenden i r más a l lá de todos los objetos de una

    experiencia posible . Principios son, pues, aquel las proposicio

    nes generales sintéticas a priori que la razón saca de sí mis

    ma y que apl ica a normar los conocimientos del entendimien

    to ,  de ta l modo que és tos puedan o reduc i rse a l menor número

    posible de condiciones generales (uso lógico en el raciocinio)

    (cfr. A 305) u ord en arse de acu erdo con las sup rem as ideas

    reguladoras , pero inobje t ivas , de nues t ro pensamiento: a lma,

    m un do . Dios (uso tras cen de ntal) (cfr . A 309 ). En tod o caso,

    la razón por medio de sus principios a priori opera la mayor

    unificación que cabe del conocimiento humano, real izando así

    en grado sumo el ideal de la facul tad de pensar, que consiste

    en poner unidad dentro de lo múlt iple y variado de la intui-

    21

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    ción sensible . Razón es , en e l pensar, y —de modo general—

    en e l conocer hu m ano , lo sup rem am ente uni f icante . Para

    Kant la superioridad de la razón en e l contexto lógico no

    proviene de que ésta proporcione un nuevo y mejor acceso

    cognosci t ivo a otras capas, acaso superiores , de la real idad

    de las cosas, ni de que amplíe nuestros conocimientos objet i

    vos,  sino de que confiere su perfección unificativa a ese mis

    mo conocimiento que, s iempre dentro de l ímites muy fi jos ,

    nos es dable tener de las cosas.

    1 . 2 .3 . Pero aquí prec i sam ente es donde se m ues t ra ya

    la eficacia de aquellas concepciones sobre la razón como logos

    especif icante del hombre, que veíamos al comienzo: esta ra

    zón, ápice del pensamiento, es aquel la misma diferencia espe

    cíf ica de lo humano por la que a l hombre se lo concibe como

    el ser que supera la naturaleza, resumiéndola s in embargo

    en sí ; como al ser que es capaz de part icipar del infinito, sien

    do finito y l imitado; como al ser que puede l legar a una co

    munión con e l todo, s iendo por esenc ia una mismidad para

    sí.

      Es e l momento de exponer, s iquiera sea brevemente , e l s ig

    nif icado de los t res temas kant ianos que enlazábamos con es

    tas tres visiones del logos-razón: espontaneidad, receptividad,

    t rascendenta l idad.

    1.2.3.1  La esp on taneid ad de la razón en K ant t rad uc e

    y actual iza la concepción de logos como facul tad de superar

    la na tura leza : espontane idad es lo propio de la razón kant ia

    na, precisamente en cuanto suprema función dentro de la sub

    je t ividad: ya e l cr i ter io mismo para una gradación de las

    funciones del suje to en cuanto cognoscente (2) se toma de

    esta espontaneidad que no signif ica s ino act ividad a priori ,

    (2) Es ta gradación existe según Kant, como se echa de ver en el pa

    saje de KrV, A 298, citado más arriba, a pesar de que en el otro

    pasaje igualmente citado, A 51, se dice —desde otro punto de

    vista— que no puede preferirse el entendimiento a la sensibilidad

    o viceversa.

    22

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    o sea determinada por e l su je to mismo con exclus ión de in

    f lujos que le vengan de fuera, a poster ior i ; en la intuición

    sens ib le exis te ya espontaneidad ( la de las formas puras de

    espacio y t iempo) , pero muy entre lazada aún con la mater ia

    de la in tu ic ión; en e l pensar in te lec tual es mucho más notable

    e l apor te de la espontaneidad apr ior ís t ica , pero todo es te apor

    te es inseparable de la referencia objet ivante a la intuición

    por la que el sujeto es afectado a poster ior i ; en el pensar ra

    c ional o pensamiento puro , en cambio , toda la ac t iv idad es

    apr ior ís t ica ; la razón es por tan to aquel pr incip io ac t ivo en

    que se mues t ra e jemplarmente la esencia de la subje t iv idad

    humana como espontaneidad, es deci r como capacidad de su

    perar , en e l conocimiento de los obje tos per tenecientes a la

    natura leza , ese modo de ser na tura l que se impone en la in

    tu ic ión , pero que ya en és ta misma queda sobrepujada por

    las formas "s inópt icas" a pr ior i de espacio y t iempo, que son

    formas del sujeto; en los juicios del entendimiento, por los

    conceptos puros o ca tegor ías con los que e l su je to hace una

    síntes is , de las sensaciones , s í , pero s iempre s íntes is subjet iva

    y a pr ior i ; y en la razón f inalmente, en la cual lo que se unif ica

    y ordena por ideas puras a pr ior i , no es ya la intuición sen

    s ib le cond ic ionada po r las cosas que form an pa r te de la na

    tura leza , s ino únicamente nues t ros conocimientos , que no son

    ni pueden concebirse en manera a lguna como par te de la na

    turaleza.

    Hay que confesar que e l tono de conjunto que resuena en

    la Crí t ica de la Razón Pura (Teórica) , por dominar al l í la po

    lémica del cr i t ic ismo contra e l dogmat ismo, amenaza oscure

    cer a veces el sentido de las auténticas valoraciones kantianas

    f rente a la espontaneidad de la razón: puede adquir i r se en

    tonces la impres ión de que Kant cons idera es te apr ior ismo

    de la subje t iv idad y par t icu larmente e l de la razón pura (que

    simboliza ejemplarmente lo específ ico de toda la subjet ividad

    humana) como un hecho que hub ie ra que reconocer con c ie r ta

    vergüenza, como s i toda la act ividad especulat iva del hombre

    23

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    fuera un cier to engaño con el que diéramos por verdad que

    se impone lo que en rea l idad no es más que producto de nues

    t ra propia subje t iv idad que imponemos a las cosas . Nada

    más alejado de la intención de Kant. Aun cuando polemiza

    en la d ia léc t ica t rascendenta l contra la "apar iencia" t rascen

    denta l , que es una " i lus ión" ocas ionada por la razón nece

    sar iamente, no deja s in embargo de advert ir lo que la Crí t ica

    de la Razón Práct ica subray ará y fund am entará despu és : que

    esta necesidad racional de pensar aun más al lá de los obje

    tos de experiencia, gracias a las ideas de alma, mundo y Dios ,

    es ta neces idad de superar la na tura leza , apunta hacia la exce

    lencia del espír i tu humano, en defini t iva hacia su l ibertad y

    su per tenencia a lo que Kant l lama un mundo suprasens ib le ,

    una comunidad de personas en un re ino de f ina l idades .

    1.2.3.2.  E n segun do lugar , se nos descu bre ah ora el al

    cance de la recept iv idad de la razón kant iana como aquel la

    capacidad especif icat iva del hombre por la que, s iendo l imi

    t ado ,  puede é l s in embargo hacerse par t íc ipe , en forma muy

    peculiar , del inf ini to. Hablando del pensamiento, cuyo ápice

    y, casi dir ia m os, esencia vim os que en el ho m br e se ha de

    at r ibuir a la razón, af i rma Kant , a l pr incip io enteramente de

    la pr imera Cr í t ica , que todo pensar apunta como un medio

    hacia el f in que es la intuición (KrV, A 19); de es ta manera,

    la perfección del conocimiento debe as ignarse, sugiere expre

    samente Kant , a un entendimiento "que sea por s í mismo in

    tu i t ivo" (y que no tenga que suponer la in tu ic ión como dada

    previamente a la ac t iv idad propiamente in te lec t iva) ; que sea

    "como un entendimiento d iv ino que no se represente obje tos

    dados , s ino por cuya representac ión se den a l mismo t iempo

    o se produzcan los objetos mismos" (B 145). El ideal de la

    razón viene a ser aquella " intuición originante" exclusiva del

    Ser Primordial (del Urwesen), cuyo conocimiento es todo in

    tu ic ión y no pensamiento , porque es te ú l t imo "acusa en todo

    tiempo fronteras y l ímites" (B 71-72). Parecería que aquí

    es tuviéramos ahora es forzándonos en presentar empeque-

    24

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    ñecida esa m ism a razó n no intui t iva s ino unif if icat iva de la

    intuic ión, que antes most rábamos exa l tada por Kant . Pero

    en real idad lo que hacemos es ofrecer desde otro aspecto

    complementario y casi ant i té t ico la misma diferencia espe

    cíf ica del hombre: La razón es precisamente lo que dis t ingue

    a l hombre , porque en e l la como recept ividad radica l res ide

    la potencia de part ic ipar dentro de l ímites la perfección i l imi

    tada del conocimiento divino.

    Ahora bien, puede obje ta rse que Kant parece poner la

    receptividad no en la razón sino en la facultad sensit iva, cuan

    do dice expresamente , en aque l lugar que aduc íamos más

    arr iba : " la recept ividad de nues t ro espí r i tu para acoger re

    presentaciones, en cuanto de a lgún modo es éste afectado, la

    vamos a l lamar sensibi l idad" (A 51); a esta sensibi l idad en

    frenta é l a renglón seguido el entendimiento, coronado por

    la razón. Sin embargo, observemos que una cosa es a t r ibui r

    a una facul tad part icular ( l lamada sensibi l idad) aquel la fun

    ción en que, gracias a l hecho del "ser afectado", se patent iza

    más inmedia tamente la recept ividad de l espí r i tu , y ot ra cosa

    es carac te r izar por la recept ividad todo e l "espí r i tu" mismo

    (Kant ut i l iza e l término dif íc i l de t raducir para nosotros: Ge-

    müt , y no e l término clásico antes y después de Kant : Geist ) .

    Y de hecho, según Kant , es te "espí r i tu" , que se resume en la

    razón como en su máximo exponente , es todo él recept ivo: por

    eso prec isamente también la razón misma, como func ión par

    t icular , (y no sólo la sensibi l idad) t iene necesidad de depender

    de las cosas exteriores para cumplir su papel unif icat ivo de

    lo diverso. Una y otra vez insis te Kant en que no es posible

    una act ividad inte lectual s in la intuic ión sensible ; más aún,

    la pura act ividad a priori de la razón t rascendental , como su

    prema ordenadora de los conocimientos in te lec tua les por me

    dio de l s i s tema de ideas t rascendenta les (a lma, mundo. Dios) ,

    si bien no necesita de intuición sensible para realizarse, sin

    embargo no t iene en defini t iva sent ido ninguno sin las cosas

    25

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    externas, no digo ya las cosas en s í que correspondan a esa

    idea —porque de ta les cosas no se t ra ta en e l campo teórico—,

    sino las cosas sensibles cuyo conocimiento es e l que t iene que

    ordenarse por medio de aque l las ideas .

    El m un do super io r de la rac iona l idad teór ica pu ra , a

    pr ior i , aparece en Kant como e l máximo documento de la su

    misión que echa sobre s í e l hombre f ini to para poder de a l

    gún modo asemejarse a l conocer infini to de Dios. Para Dios

    conocer es pura espontane idad y por tanto s imple in tuic ión

    inte lec tua l product iva ; para e l hombre conocer es sólo par t i

    c ipar de le jos, pero act ivamente , en esa perfección divina, y

    po r tan to s ignifica tota l recep t ividad . Es ta recept ividad com

    porta necesariamente e l que se diversi f iquen y se subordinen

    entre s í los aspectos que se presentan ident i f icados dentro de

    la pura espontane idad de l conocer divino: l a recept ividad com

    porta ante todo que lo intui t ivo se dé en un ser afectado por

    algo exterior , en un acoger la materia del conocimiento; y

    luego que lo inte lectual product ivo y unif icat ivo no se ext ien

    da más que a la forma del mismo conocimiento cuya materia

    se debe cada vez acoger de fuera . Po r lo dem ás, incluso esa

    misma forma, que se debe a lo espontáneo de la act ividad

    cognosci t iva , no se apl ica en absoluta espontaneidad a la ma

    teria del conocimiento, s ino con una sumisión, con una "re

    cept ividad" que se manifiesta por lo menos en estos dos he

    chos : pr imero, en que de te rminadas formas (o mejor dicho

    determinados aspec tos de una forma) ac túan como s i se so

    met ie ran a de te rminadas exigenc ias de de te rminadas cosas en

    sí,

      por más que es ta "de te rminac ión" no pueda expl icarse

    ul teriormente en e l s is tema kant iano (véase sobre todo el ca

    pí tulo , cent ra l pero s iempre enigmát ico, de l esquemat i smo en

    la primera Crí t ica); segundo hecho, que a l f in y a l cabo todas

    las formas a priori son, no leyes cualesquiera que e l espír i tu

    impusie ra a su a rbi t r io sobre la mater ia de l conocimiento , re

    cibida "de fuera", sino las leyes de su propio ser, las formas

    26

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    25/196

    de la subjet ividad en cuanto ta l ; a l acatarlas y a l hacerlas

    valer para la materia que recibe, a f in de poder conocer obje

    tos ,

      e l espí r i tu no hace más que most ra rse recept ivo ante s í

    mismo, acepta rse como a lgo ya dado, ya pues to , con una es

    t ructura y unos l ímites f i jos . Pero a l recibirse a s í mismo, su

    premo ac to dent ro de todo lo ent rañado por la recept ividad,

    es tá e je rc i tando también supremamente aque l la misma es

    pontane idad que culmina en la razón y que le permi te tomar

    parte , dentro de sus l ímites , en la perfección divina del cono

    c imiento como autoconcienc ia y como comunión o t rascen

    dencia con "lo otro".

    1 .2 .3 .3 . Así se anun cia ya e l t e rcer t em a kan t iano, el

    de la t rascendental idad de la razón, re lacionado también en

    forma directa con la tercera concepción t radicional del logos

    especif icante del hombre; es la capacidad de sal i r e l hombre

    de sí mismo hacia e l todo, s in dejar de ser un "viviente para

    s í" .—Lo t rascendenta l : he aquí un concepto dec is ivo para to

    da la Crí t ica kant iana; hay que dis t inguirlo con cuidado de

    lo t rascendente , es decir de aquel lo que como una "cosa en s í"

    es tá sobrepasando, " t rascendiendo" la exper ienc ia , es to es ,

    e l conocimiento de lo sensible . Trascendental es aquel lo que

    se refiere no a objetos (ni menos a cosas en s í ) s ino a nues

    t ro conocimiento de objetos, en cuanto que la posibi l idad y e l

    uso de es te conocimiento es tán condic ionados a pr ior i por la

    manera de ser del suje to mismo cognoscente (cfr . B 25; A 56).

    A pe sar de esta im po rtan t ís im a dist inción, es lo c ierto que

    en Kant e l concepto de " t rascendenta l" t i ene una ín t ima subor

    dinac ión a l de " t rascendente" . Suena muy ext raño, pero lo

    han comprobado as í todos los inves t igadores que nos han

    abierto la vis ta para e l Kant metafís ico, sobre todo en los t ra

    bajos por e l segundo centenario del nacimiento del f i lósofo

    hace ya 50 año s, y m ás recien tem ente H eidegger. Según es

    tas invest igaciones podemos concluir que la "mismidad" del

    sujeto kant iano, vuel to sobre s í mismo en aquel núcleo de

    27

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    todo el proceso cognosci t ivo que es la "apercepción t rascen

    dental del yo", coincide con la apertura radical de una "t ras

    cendencia" hacia " lo otro". Mismidad y t rascendencia del su

    j e to ,

      tomadas juntamente , son las que cons t i tuyen su t rascen

    denta l idad.

    Ahora bien, es te concepto de lo " t rascendenta l" pene t ra

    todas las funciones del suje to cognoscente estudiadas en la

    Crí t ica de la Razón Pura: por eso hay en ésta una esté t ica

    t rascendenta l y una lógica t rascendenta l ; es ta úl t ima compren

    de a su vez una anal í t ica (del entendimiento) y una dia léct ica

    (de la razón en sent ido más es t r ic to) , ambas t rascendenta les

    también; a todo lo cual se añade por f in una metodología

    t rascendenta l . Es que , en rea l idad, Kant ha concebido que

    todo el sujeto cognoscente está de forma radical referido a sí

    mismo en el proceso de conocer, y por tanto referido a lo

    o t r o ,  di s t in to de s í ; conocer es se r luminosamente uno mismo

    en comunión con lo ot ro; porque se r suje to , se r hombre , s ig

    nif ica esta mismidad en comunión, o esta comunión en inte

    r ioridad reflexiva.— ¿Cómo expl ica esto Kant? Lo i lust raré

    únicamente con una referencia a l hecho céntr ico de la aper

    cepción t rascendental , aquel que mereció lo principal y lo

    más amplio de los esfuerzos de nuestro f i lósofo cuando revisó

    su Crít ica p ar a la segu nda ed ición. Se tr at a all í de la pu ra

    autoconciencia del yo como un "yo pienso", representación

    simple de s í mismo que está a la base de cualesquiera otras

    representaciones sensibles o inte lectuales , porque en e l la se

    funda a priori la posibi l idad del conocimiento; consis te , pues,

    en una "unidad sinté t ica y originante", es decir que de e l la

    brota la posibi l idad de diferenciarse a lgo así como dos polos

    en el conocer, pero unif icados de antemano en la s imple uni

    dad del yo: estos dos polos son el suje to cognoscente y todo

    aquel lo que como un objeto puede representarse ante e l su

    j e t o .  El yo es esencialm ente yo pienso ; pe ro ese "yo p ienso ",

    que de suyo —como vimos , c i tando a Kant— t iende s iempre a

    la intuic ión, no t iene lugar s ino —cont inúa la c i ta— "en cuanto

    28

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    se nos da e l objeto; pero esto sólo es posible , a l menos para

    nosotros los hombres, bajo condición de que e l objeto afecte

    de a lguna manera nues t ra mente" (Gemüt) (B 33) . Así pues ,

    todo el proceso cognosci t ivo está colgado de este punto, dice

    Kant (B 134), que es la unidad sinté t ica de la apercepción.

    Y él la l lega a ident i f icar en este mismo pasaje con el enten

    dimiento mismo (en su ac to or iginar io) ; pero ya sabemos

    que el ápice de este entendimiento que dice "yo pienso" es ,

    según Kant , la razón misma, de la cual , como potencia "ar

    qui tectónica" (A 832) afi rma también que "sin ésta no ten

    dr íamos uso a lguno coherente de l entendimiento" (A 651) .

    La razón es , pu es, en su sent ido k an t ian o fund am ental ,

    aquel principio donde radica a un t iempo, y en vir tud de una

    misma síntesis previa , la posibi l idad de autoconciencia del yo

    y de conocimiento objet ivo de las cosas. Debemos omit i r aquí

    toda reflexión sobre e l sent ido más profundo de aquel la pro

    piedad del suje to que expl icaría hasta e l f in esta racional idad

    trascendental de su act ividad cognosci t iva . ¿Es acaso la tem

    pora l idad, como ha quer ido most ra r lo Heidegger , de modo que

    la misma razón se funde al fin y al cabo en la "imaginación

    trascendental" , cosa que parece insinuarse en la edición pri

    mera de la Crí t ica? En todo caso valga aquí de resumen lo

    que dice ese intérprete de Kant : "En la esencia de la razón

    pura, esto es de la razón pura teórica , hay ya l ibertad, en

    cuanto és ta quie re dec i r ponerse ba jo una neces idad que uno

    se da a s í mismo" (3) . Y lo que la razón se impone aquí a

    s í misma como ley espontánea , no proveniente más que de

    la misma razón, es la necesidad de no ser pensante ni auto-

    consciente s ino ante e l requerimiento de una afección venida

    del exterior, de lo que no es el sujeto. Y concluye Heidegger:

    Libre es la razón no por su espontaneidad a secas, s ino porque

    esta espontaneidad es recept iva; en una palabra , concluyamos

    (3) M. Heidegger: Kant und das Problem der Metaphysik. Frankfurt

    1965, p. 142.

    29

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    nosotros, por su t rascendencia . Esto nos remite a l punto s i

    guiente de nuestro estudio.

    1.3 . Debem os ab or da r ah or a la razón en e l con texto fi

    losófico de la psicología racional que const i tuía e l marco de

    referencia para las prelecciones y los escri tos de Kant. Así

    aparecerá la razón, no sólo como suprema func ión pensante

    (según el contexto lógico que acabamos de examinar) s ino

    también como facul tad suprema en la to ta l idad de l espí r i tu

    hum a no .

    1 .3 .1 . Según esa psicología racion al en qu e se recoge

    la tradición de los griegos y los medievales, se reducen a dos

    fun dam enta lme nte las "po tencias del a lm a", las "facul tades

    del espír i tu": hay una capacidad cognosci t iva , l lamada con ese

    término plurivalente que cobra aquí su acepción más general :

    entendimiento (Vers tand) ; y una capac idad vol i t iva , l a vo

    luntad (W i l le ) . De acuerdo a l conju nto de la obra kan t iana

    no cabe duda ninguna sobre e l hecho, aun te rminológicamente

    inexpugnable , de que para Kant hay un supremo pr inc ipio que

    norma y regula tanto a l entendimiento cuanto a la voluntad,

    y está consiguientemente por encima de la act ividad de am

    bos :

      es la razón (Vernunft) , que por lo mismo se diferencia ,

    s iendo una misma, en dos pr imordia les aspec tos : razón teó

    rica y razón práct ica . Estos son también los dos grandes te

    mas de las dos pr imeras Cr í t i cas publ icadas por Kant . Es ta

    concepción tan tota l izante y excelsa de la razón desborda to

    da lectura meramente lógica y movió por lo mismo a Kant

    a un es tudio que nunca pudo e jecuta r sa t i s fac tor iamente : Ya

    en el período de t rabajo preparatorio antes de la Crí t ica de

    la Razón Práct ica , a l poner prólogo a su "Fundamentación de

    la Metafís ica de la Moral idad", vis lumbraba Kant la tarea de

    most ra r " la unidad de la razón prác t ica con la t eór ica en un

    pr inc ipio común" (BA XIV); pero después , en la misma Crí

    t ica de la Razón Práct ica muestra que esa tarea s igue s iendo

    para é l sólo un anhe lo todavía remoto aunque fundado en

    30

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    inevi tables exigencias de la misma razón humana (A 162).

    Por fin, en la tercera Crít ica, de la Facultad de Juzgar, pre

    tende ponerse a la obra , pero los resul tados se l imitan a exa

    minar e l problema de reconci l iar entre s í la l ibertad moral y

    la neces idad na tura l . No nos queda ot ro remedio que recoger

    e in te rpre ta r aque l los da tos , no s iempre s i s temat izados por

    Kant pero s í af i rmados por é l con énfasis part icular , que nos

    presentan la razón como facul tad uni ta r ia y suprema.

    Empecemos por recordar que Kant no hace más que se

    guir la t radición cuando dice que la razón regula nuestra vo

    luntad; pero la t radición que esto afi rmaba era la que suponía

    exis ti r un pr im ad o de l entend imien to so bre la volutad. En

    cambio Kant sos t iene e l pr imado de la voluntad sobre e l en

    tendimiento aun en lo que se refiere a descubri r campos del sa

    ber. Por tanto tenemos aquí una nueva concepción, según la

    cua l esa misma razón que es norma suprema de l entendi

    miento lo es también para la voluntad, pero no por ser razón

    especulat iva , s ino por ser razón pura , apriorís t ica , la cual do

    mina igua lmente e l campo teór ico y e l campo prác t ico. Lo que

    está por just i f icarse a l comienzo de la Crí t ica de la Razón

    Prác t ica es prec i samente que la razón en cuanto pura o apr io

    rís t ica sea por s í misma práct ica s in serle necesario, para

    mover la voluntad, ningún motivo sacado de la experiencia

    (A 30-31) . Kant muest ra que indudablemente es as í , recurr ien

    do para e l lo a l hecho de la ley moral que por e l imperat ivo

    categórico se da la razón a s í misma: obrar s iempre de ta l

    modo que , s in a tenc ión a ningún mot ivo empír ico, l a propia

    máxima de acción pueda servir de ley universal para todos

    los hombres .

    La razón es , pues , para Kant una facul tad que indepen

    dientemente de la pr imacía que pueda haber ent re conocer y

    obrar, es razón práctica a la vez que teórica, rige a la volun

    tad en igua l forma que a l entendimiento , por medio de pr in

    cipios a priori , sacados únicamente de la razón pura misma

    31

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    y no de ningún uso empírico de cualesquiera facul tades.—

    Sin embargo hay que confesar que en c ierto sent ido la razón

    parece per tenecer más a l campo teór ico: porque en todo caso

    la razón es facul tad "representat iva": su acto es s iempre "re

    pres enta c ión " (V ors te l lung ) . Y es to aun cu ando , com o razón

    prác t ica pura , de te rmina e l uso de la voluntad (4) . El suje to

    no puede , pues , t ener ac tuac ión a lguna —teór ica o prác t ica—

    referente a obje tos , s i no es en una representac ión, en una

    luminosidad de la razón. El mismo impera t ivo ca tegór ico con

    t iene una representación, la del deber (Sol len), que dif iere

    de todas las representac iones de l campo teór ico, pues no es tá

    "captada" sobre ningún obje to de conocimiento o de vol ic ión,

    ni es fruto de ninguna intuic ión ni empírica ni pura , ni se ob

    t iene de otros datos de la razón (A 55-56), s ino que como mera

    síntesis a priori viene a ser la luminosa autoconciencia original

    de la razón pura en cuanto práct ica .— Por eso, en defini t iva

    no es que la razón sea más teórica que práct ica , s ino que es

    luminosa por esenc ia —estamos en la cumbre de l rac iona l i s

    m o—   y sólo así domina el conocer y e l obrar .

    De es te modo bien podemos carac te r izar a l a razón kan

    t iana como luz pr imordia l de l espí r i tu que en cuanto auto-

    conciencia precede y rige toda la actividad en el sujeto, sea

    la del entendimiento (razón teórica) , sea la de la voluntad ra

    zón práct ica) . Esta luz es de ta l naturaleza que puede i lumi

    nar e l ámbito de la real idad no sólo a t ravés del conocimiento

    por representac iones teór icas , s iempre l imi tadas en su va lor

    objet ivo a l campo de la experiencia; s ino también a t ravés de

    la misma voluntad, por representac iones prác t icas que con in

    conmovible certeza y autent ic idad nos l levan más a l lá de la

    (4) Cfr. la Introducción a la Crítica de la Razón Práctica, donde se

    divide la voluntad como "facultad, sea de producir objetivos

    correspondientes a representaciones — , sea al menos de deter

    minarse a la realización de los mismos — ' (A 29-30); el subrayado

    es nuestro.

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    experiencia al mundo intel igible de las cosas en s í (KpV, A

    74-75).

    1.3.2.

      Con el res ulta do de es ta vis ión en m arc ad a en la

    ps icología rac ional que manejaba Kant , podemos nuevamente

    volver en forma breve a la t r iple temática del logos, y sondear

    todavía más su impor tancia dentro de la anal í t ica del hom

    bre que es fundamental en el f i lósofo de Konigsberg. Repase

    mos qué d ice ahora para la razón esa espontaneidad, esa re

    cept iv idad , esa t rascendenta l idad . La espontaneidad de la ra

    zón, pr imeramente , nos aparece como t raducción de aquel

    cons t i tu t ivo de la subje t iv idad humana descubier to en los ú l

    t imos anál is is que preceden: la l iber tad . Razón como suprema

    facul tad del hombre es l iber tad como autonomía . S i ya en la

    razón teór ica descubr íamos cómo la espontaneidad anunciaba

    el ser l ibre , en cua nto es espon taneida d pa ra im pon erse una

    receptividad como ley propia, ahora vemos que la razón prác

    t ica ent raña l iber tad por su esencia misma; más aún, que ra

    zón s ignif ica s implemente l ibertad: s i a esa luz suprema del

    espí r i tu la carac ter izábamos como autoconciencia , más profun

    damente le corresponden la carac ter ís t ica de autonomía , y es

    to también en su uso teór ico , aunque natura lmente resplan

    dece m ás en el uso p ráct ic o al cual — com o se indic ará en

    seguida— queda subordinado e l teór ico ,

    En segundo lugar , la receptividad se manif ies ta as í mismo

    más l lena de sentido. Razón s ignif ica doblegarse de tal modo

    ante la real idad, es tar de tal modo remitido a el la , que toda

    autonomía no v iene a ser s ino respeto de es ta misma rea l idad .

    Impres ionan las páginas en que Kant anal iza e l " respeto" co

    mo sent imiento puro a pr ior i fundamentado en la ley moral ,

    y que nos descubren una razón reverente ante su propio pr in

    cipio,

      v ic tor iosa en su autonomía de todo amor propio y de

    toda presunción (KpV, A 128-130). Fundamentación de la Me

    tafísica de la Moralidad, (A 41-42). El respeto ante sí es res

    pe to a u n ord en de cosas que es ord en de f inal idades (cfr .

    33

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    Crí t ica de la Facul tad de Juzgar, Segunda Parte) y que está

    fundado y garant izado por e l Ser supremamente l ibre (KpV,

    A 223-226), el Ser m od elo de la razón , ya en su us o teó rico

    (como antes vimos), ya en su uso práct ico (como expresa la

    Crít ica de la Razón Pura, A 57-58), de tal manera que toda

    la act ividad racional está guiada por e l "proceso intermina

    b le "

      de acercars e a l divino ejem plar ( ib ide m ).

    De es ta manera emerge , en te rcer lugar , l a t rascendenta

    l idad de la razón como el principio de apertura a l orden me

    tafísico en toda su amplitud, a la auténtica realidad de las co

    sas ,  a t ravés de la dual idad integrada de un mundo sensible y

    otro suprasensible o inte l igible , según los nombres que Kant

    aquí ut i l iza . Razón es apertura de la mismidad del yo a l todo

    de una real idad universal ordenada te leológicamente . Se cons

    truye así , gracias a la investigación de la razón sobre sí misma,

    aque l la metaf í s ica inherente a l a na tura leza humana (Natu-

    ranlage) que en sus úl t imos años quiso escribir Kant , s in lo

    grar hacerlo: una metafís ica que, basándose en la crí t ica , sería

    dogmática pero práct ica , y que no const i tui r ía una c iencia

    pero s í un saber superior de inconmovible certeza, a sa lvo de

    todo ataque o de todo fa lso apoyo que quisiera venir le de un

    uso simplemente teórico de la razón. A la luz de esta meta

    fís ica práct ica (es decir , basada en e l hecho de la moral idad

    autónoma) aparece la misma razón especula t iva y toda su ló

    gica con otra faz mucho más coherente: la razón especulat iva

    o teór ica nos da un aspec to de l mundo ( inc luso de nosot ros

    mismos) que no puede cons iderarse ya como una par te de la

    real idad tota l , a l lado de la cual estuviera esa otra parte enig

    mát ica const i tuida por las cosas en s í , sobre todo las cosas

    l lamadas suprasensibles (Dios, e l a lma inmortal , la acción l i

    b r e ,  los f ines, la intercomunicación personal) . No, la real idad

    total y autént ica conforma toda e l la un mundo inte l igible ,

    a l que pertenecen no sólo las personas espir i tuales , s ino la

    materia como esa mult ipl ic idad de sustancias s imples y diná-

    34

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    micas a las que propendía e l pensamiento de Kant en su ma

    durez. Este mundo inte l igible está suje to a la suprema ley de

    la l ibre autonomía de una comunidad de personas en que se

    real izan f ines dentro de un inacabable progreso hacia e l In

    f ini to.  Es en este m un do don de es tá radica do el ho m bre y en

    é l ac túa di rec tamente , pues su razón humana es congenia l a

    la real idad así descri ta . Pero para poder actuar en e l mundo

    necesi ta poder dominar c iertos sectores de é l , y por eso la

    razón humana , que es prác t ica por esenc ia , t i ene también una

    función teórica de cara a estos sectores part iculares: en e l los

    le l lega un influjo que, al afectar la subjetividad se recibe de

    manera sensible y se piensa de manera lógica . Así la razón en

    su act ividad teórica l lega a construir una c iencia que le per

    mite enseñorearse de la "naturaleza", es decir —según la de

    finic ión de Kant (KpV, A 74)— enseñorearse de aquel la es

    fera de la real idad que e l hombre teoriza y concibe sometida

    a la ley de una causal idad necesaria . Sin embargo, esa causa

    l idad necesaria , lo mismo que todo el s is tema de nuestra re

    presentación objet iva , teórica , lógica , c ient í f ica , del mundo de

    la experiencia const i tuye un mero ropaje que con el nombre

    de "mundo o na tura leza sens ible" no es más que e l hacerse

    presente una esfera del verdadero mundo, del inte l igible , ante

    nues t ra razón y según los modos de nues t ra razón l imi tada ,

    recept iva , t rascendenta l ; pero por lo mismo, ante nues t ra ra

    zón capaz —en su mismidad autoconsc iente y autónoma— de

    comunicar a su manera con e l todo.

    2.—La cris is de la razón en Kant

    Nos toca examinar ahora en qué sent ido esta diversi f icada

    concepción tota l de razón en Kant entraña una cris is f i losó

    fica para e l mismo pensamiento l lamado racional . Cris is es jui

    c io ante un t r ibunal acerca de un sospechoso y acusado. Su

    pone incer t idumbre y temor; pre tende obrar un di scernimien

    to .

      Aquí tenemos lo inaudi to de que uno mismo es e l sospe-

    35

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    choso acusado y el juez. Una misma la luz incierta y la luz

    del discernimiento.

    Veamos, ante todo, en qué forma Kant significa para la

    concepción anterior una crisis, es decir la sospecha, la incer

    t idumbre y a un t iempo también la sentencia que discierne.

    Luego veremos cómo en la concepción kant iana se prefigura

    ya una nueva cris is , que la f i losofía posterior ha patent izado.

    2 . 1 .  Tres aspectos pu ede n tom ars e en K ant , que en es

    te contexto significan crisis para la fi losofía anterior: la razón

    como teórica , la razón como práct ica y la razón como crí t ica .

    2 . 1 . 1 .  La razón com o teórica: El creer op t im ista en la

    razón, propio de la época del racionalismo, se sintetiza en el

    principio le ibniziano que, enunciado en la t ín como "principium

    ra t ionis" , se t raduc ía dec idoramente a l a lemán como Sa tz vom

    Grunde: pr inc ipio de fundamentac ión; l a razón, suprema forma

    del pensar humano, aparec ía como e l fundamento de todo en

    te ;

      e l ser se entendía como dotado de una racional idad tota l .

    Contra ese opt imismo, a l que tacha de dogmático, di r ige Kant

    su crí t ica de la razón teórica y cree demostrar que esta razón

    no es más que e l modo de ser del hombre que presta a Jas

    cosas conocidas su propio modo de ser (en defini t iva tempo

    ral ,

      de donde —como Heidegger ha in tentado deduci r— resul

    tarían todas las formas a priori de la subjet ividad, desde e l

    espac io has ta los conceptos puros de l entendimiento) . Lue

    go el ser en general desborda con mucho la especulación de

    la real idad humana. Lo que son las cosas en s í mismas, e l

    "númeno" , no puede escudr iñarse por una teor ía rac iona l .

    Esta es la sentencia y e l discernimiento, contra toda fa tua

    presunción del pensar. Pero ya vimos que esa sentencia per

    manece dentro del ámbito t radicional de concepciones opt i

    mistas sobre la razón, en cuanto conocer así l imitadamente ,

    en e l escueto reducto de la experiencia donde se nos presen

    tan las cosas como "fenómeno" , es t ambién una manera de

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    par t ic ipar en e l supremo y perfec to conocimiento divino, para

    el cual conocer a sí mismo es igual a conocer intuit iva y crea

    t ivamente todo lo demás. En la medida en que, según Kant ,

    e l pensamiento rac iona l de l mundo t iene que humi l la rse a

    reconocer sus modes tos l ími tes , en la misma medida ha que

    dado encumbrado y exa l tado a l rango de autoconocimiento en

    e l que de a lgún modo comunica e l hombre con todo lo demás;

    es c ierto que no en la manera de s imple intuic ión especulat iva ,

    propia de Dios; pero esta divina intuic ión sigue apareciendo

    en Kant como la añoranza fundamenta l de la razón humana .

    Y es esta l ínea kant iana la que han prolongado luego los f i

    lósofos jesuí tas de este s iglo, primero el belga Maréchal y

    en su seguimiento varios otros de habla francesa, luego los

    alemanes Rahner y Lotz (éstos en est recha cercanía de Heide

    gger) y f inalmente e l canadiense anglófono Lonergan, para c i

    ta r sólo unos nombres ya consagrados .

    2 .1 .2 La razón com o prá ct ica en K ant s ignifica p ar a las

    concepciones f i losóficas anteriores una cris is de mucho mayor

    alcance todavía: sólo en la razón práct ica aparece la perfecta

    espontane idad y au tonomía (aunque a l l í t ambién como au to-

    sumisión a un orden de cosas) , que ya la razón teórica mues

    tra en sí . En todos los aspectos básicos, incluso en el de per

    mit i r una not ic ia de las cosas, es la praxis de la razón su

    perior a su teoría: en efecto, los conceptos que en la razón

    teór ica se dan como inevi tables aunque también como inobje-

    t ivos y peligrosamente falaces, la l ibertad, la finalidad, la es

    pir i tual idad e inmortal idad del a lma. Dios y e l orden absoluto

    del universo, cobran en la razón práct ica suprema val idez,

    aunque con e l los no pueda e laborarse lo que se l l ama una

    ciencia objet iva , s ino más bien lo que Kant l lama tma fe , que

    posee certeza universal . Es fe en sent ido f i losófico moral , no

    en sent ido re l igioso (y por lo demás Kant reduce toda la re

    l igión a la moral) . Y aquí está la cris is para toda la f i losofía

    inte lectual is ta que viene desde los griegos, impugnada ya por

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    tantos golpes del nominalismo y del voluntar ismo medieva

    les,  y luego del pragmat ismo empir is ta de la Edad Moderna;

    el golpe más fuerte viene ahora del mismo racionalismo, en su

    empeño de poner a sa lvo , por encima de todo pensamiento ,

    la moral y la rel igión. Porque lo supremo en la razón —viene

    a concluir Kant— no es conocer lo que las cosas son (es to nos

    es imposible s i lo tomamos en sentido absoluto; un conocer ,

    res tr ingido en su campo y refer ido en su validez sólo al fenó

    meno, lo tenemos únicamente para los obje tos sens ib les ) . Pe

    ro es que tampoco es necesar io e l conocer absolu to para lo

    que hay de supremo en la misma razón, que es la praxis en

    tendida como actuación m oral au tó nom a. Parece anun ciarse

    aquí esa fuer te l ínea es t ructura l de un nuevo pensamiento ,

    el de Marx, quien habría de decir : "Lo que han hedió los f i lóso

    fos es in terpre tar e l mundo de d iverso modo; lo que impor ta

    en cambio es t r ans fo rmar lo" (5 ) .

    2 .1 .3 La razón co m o crí t ica, p or úl t im o, s ignifica en

    Kant no s implemente una capacidad de juzgar o t ras cosas ,

    sobre todo esos famosos "objetos metaf ís icos" , al t ratarse de

    la teoría , o esa moralidad denominada en la Crí t ica práct ica

    con desprecio "empír ica" , por más que apela a Dios o al bien;

    n o :  la cr í t ica más importante es la autocrí t ica, que por lo mis

    mo podr ía l lamarse cr i t ica de la razón t rascendenta l y com

    por ta mucho más que la popular izada cr i t ica del conocimien

    to :

      es la autocrí t ica de aquella suprema facultad que r ige al

    pensar y a l querer , como luz p lenamente espontánea . Nunca

    antes de Kant se hizo en la filosofía un esfuerzo tan notable

    por señalar l ími tes , por acotar competencias , por poner a

    prueba segur idades obvias , y es to a l supremo nivel que emer

    gía ante la conciencia escudriñadora, el de la razón. De este

    modo se puso también revolucionar iamente de manif ies to que

    (5) La ideología alemana. Tesis sobre Feuerbach (Tesis 11). Cfr. Karl

    Marx: Die Frühschriften. Hrsg. v. Siegfried Landshut. Stuttgart

    (Kroner) 1971, pág. 341.

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    no era s iquiera e l pr imado de la praxis sobre la teor ía lo más

    impor tante de la razón; por eso no exis te en Kant un corres

    pond ien te p r imado de bonum sobre e l ve rum: por sobre todo

    es tá lo que podr íamos l lamar e l ipsum, la mismidad, la subje

    t ividad: és ta es para Kant lo supremo, no sólo en la escala

    de las cosas , s ino también entre las clás icas nociones trascen

    dentales del ser . En es ta vis ión se enuncia otra de las grandes

    l íneas de fuerza para la próxima f i losofía , que tendrá en Hegel

    su pa t r iar ca : " tod o se reduce — dice és te en e l pró logo de

    la Fenomenología del Espír i tu— a concebir y expresar lo ver

    dadero no como subs tancia s ino as í mismo como suje to" (6) .

    2 . 2 .

      Y así es t am os ya repit ien do la alusión a las co

    rr ientes del f i losofar que han venido después de Kant, y que,

    a l i r desar ro l lando o contras tando las nuevas pos ic iones kan

    t ianas , in t rodujeron también una fecunda cr is is en és tas (7) .

    Ins inuaremos só lo dos capí tu los de esa cr is is pos ter ior : la

    tens ión en tre teor ía y praxis ; la desenm ascarad a autosuf ic ien

    cia de la razón.

    2 . 2 . 1 .

      La tens ión entr e teor ía y pra xis : ¿Logró Ka nt

    una verdadera s ín tes is en t re esos dos polos? El desglose de

    es ta pr imera pregunta tendr ía que recoger las inquie tudes que

    habrán surgido de la mera expos ic ión precedente . ¿Son en

    real idad dos polos en tens ión , o cómo deben concebirse las

    re lac iones ent re esos términos? ¿Caracter iza es te problema la

    entraña misma del ser humano; y se v is lumbra só lo desde aquí

    (6) G. W. F. Hegel: Werke in zwanzig Bánden. Frankfurt (Suhikam p).

    1970. Bd. 3: Phánomenologie des Geistes, pág. 22-23.

    (7) Pueden verse tales corrientes representadas simbólicamente en el

    programa de este encuentro por las figuras allí desplegadas; con

    todo, frente a esta gran vertiente que, no sin zozobra pero tampoco

    sin "razón", me atrevería a llamar metafísica, hay en la racionali

    dad contemporánea otra vertiente de mucho influjo, emparentada

    también con Kant: el positivismo de la filosofía analítica, que en

    este encuentro no se considera.

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    el problema del ser en general? Estas han s ido preocupaciones

    primarias de la f i losofía postkantiana, que metieron la cr is is

    en el corazón del s is tema. En continuidad de diversa índole

    con los temas de Kant, ha vuelto a aparecer el intelectualismo

    (así en cier tas facetas de la obra de Schell ing y en algunos s is

    temas neoescolást icos) y el voluntar ismo puro (as í sobre to

    do en Fichte , y de m odo pe s imis ta en Sc hop en hau er) ; pero

    también se ha abier to e l paso para una nueva aproximación:

    la cr í t ica trasc en den tal a teoría y prax is desde el com plejo

    engranaje mismo de la praxis y la teoría (as í en la dialéct ica

    de Hegel y de forma innovadora en Marx) . Hegel pone la

    conciencia como el lugar donde se l lega a plantear , discernir

    y superar el problema de praxis y teoría . En la conciencia

    también encuentra su lugar or iginario la fenomenología de

    H usse rl . Y a la conciencia ape lan los qu e prete nd en ver un a

    ruptura de la misma razón dialéct ica o fenomenológica, en se

    guimiento de Kierkegaard. La conciencia, como razón práct ico-

    teórica, s igue s iendo el punto de part ida para quienes se ins

    piran en Hegel y Husserl , por un lado, y en Kierkegaard y Dil-

    they por otro: para la filosofía existencia , sobre todo de Hei

    degger , y paralelamente para las l lamadas f i losofíaas de la

    vida.

    2 . 2 . 2 . La autosuficiencia de la razó n: De ntro de todo s

    los l ímites que él haya podido señalar , la razón en Kant es so

    be ran a y autosuficiente. El devenir f ilosófico ha mo stra do

    que ni s iquiera dentro de esos l ímites puede hablarse de tal

    autosuficiencia. Hay factores decisivos que la relativizan o

    la res tr ingen, ignorados por Kant (y en buena parte por la

    tradición de la Edad Moderna); esos factores , pues , no se iden

    t if ican con la receptividad (aunque t ienen que ver con el la) .

    La receptividad en Kant confronta al sujeto con objetos . Pero

    el grande problema que aquí se propuso a la f i losofía poster ior

    fue el de superar es te esquema de sujeto y objeto, el de qui

    tar e l ve lo a o t ra s escondidas presenc ias a barca ntes den tro

    de las cuales aparece posible una razón como s intét ica unidad

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    a priori de sujeto y objeto. Lo abarcante y fundante se pue

    de l l amar , con té rmino de Husser l , un "hor izonte" en e l cua l se

    const i tuye e l suje to con su apriorismo y los objetos que lo en

    f rentan; pero para e l hor izonte mismo no va len ya propia

    mente los té rminos de apr ior i y apos te r ior i , porque es tá cons

    t i tuido por una tota l idad compleja y heterogénea, f lexible e

    inacabada, de hechos y acontecimientos. Señalaremos t res a l

    menos de las grandes tendenc ias en que se busca de te rminar

    este horizonte abarcante de toda razón subjet ivo-objet iva: una

    va hac ia e l "mundo" entendido no en e l ant iguo sent ido cos

    mológico, ni menos en el teológico part icular, sino en el es

    pecíf ico antropológico: mundo del hombre, por e l que éste

    es un "ser-en-el-mundo", pero que comprende también re la

    ciones básicas a la "naturaleza"( digamos, para i lust rarlo, a l

    sector económico) y aun a lo que se presenta como sobre

    humano (un futuro absoluto , por e jemplo) . Es desde es te

    "mundo" desde donde inconsc ientemente se dibuja —por e jem

    plo también— en nues t ro Kant un impera t ivo ca tegór ico de la

    razón pura , concre t izado en máximas como no romper nunca

    ba jo ninguna c i rcuns tanc ia y con ninguna apar ienc ia de bien

    un depósi to de dine ro recibido desfa vora blem ente: af i rmación

    bastante