Revista 13 Universidad Católica del Ecuador
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8/17/2019 Revista 13 Universidad Católica del Ecuador
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REVIST
D E L A
UNIVERSID D
C TÓLIC
A N O IV - N o. 13 -
M YO
- 1976
-
8/17/2019 Revista 13 Universidad Católica del Ecuador
2/196
CENTRO DE PUBLICACIONES
DE LA
PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL ECUADOR
Comi té d s Publ icaciones:
Consejo de Publ icac iones:
Geren te :
Secre ta r io :
Of ic inas :
Di recc ión Posta l :
Teléfonos:
Dr. Ernesto Proaño, S.I., Pres idente; rof Marco
Vin ic io Rueda, S.I . ; Dr. Ewald Utreras y Dr. Or lan-
do Sandoval , S. l .
i ng .
Rene Cordero , Ledo. José María Egas, Dr. Er-
nesto Albán Gómez, Dra. isabel Robaiino, Dr. Au-
gusto de l Pozo, P. Car los Bravo, Dra. Eugenia
de l Pino, Dr. Al f redo Pérez Rueda, P. Jacinto Vaca,
Ledo. Manue l Miño Gri ja lva, Dr. Rafael Ar ias , P.
Manue l Corra les , Ledo. Rubén Díaz y Sor Francisca
López.
Ledo.
John Sigüenza B.
Ledo.
Carlos Vázquez F.
Ponti f ic ia Univers idad Cató l ica de l Ecuador
12 de Octubre y Carr ión
Pabellón de Admin is t rac ión , Ofic ina N
9
122
Apartado 2184
529-240; 529-250; 529-260, Extens ión 122
Can jes : Bibl ioteca de la P.U.C.E.
Qui to — Ecuador — Sud Amér ica
REVISTA DE LA UNIVERSIDAD CATÓLICA
Di rec to r : Dr. Ernesto Proaño, S. l .
Aparece c inco veces a l año :
Tres números genera les enero — marzo — jun io
Dos números técn icos especial izados mayo — nov iembre .
Los art ícu los f i rmados son de responsabi l idad exc lus iva de sus autores.
■
VALOR DEL NUMERO: 25 sucres
Univers i tar ios en el Almacén Univers i ta r io : 20 sucres
SUSCRIPCIONES:
Sólo para números genera les : 70 sucres
Con lo s números técn icos : 110 sucres
Univers i ta r ios : 60 y 100 respec t i vamente ]
AL EXTERIOR lo s 5 núme ros : 7 dólares
SUSCRIPCIONES EN EL ALMACÉN UNIVERSITARIO
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¿ so 7¿Ao/ csp /¿/¿ s^y¿3
AÑ O
JUBIL R
XXX
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REVISTA
DE LA
UNIVERSIDAD CATÓLICA
Año IV
Mayo
1976
N
?
13
PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL ECUADOR
QUITO
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L^oníemdo
Pág.
ENTREGA 7
La razón en Kant
Dr. Julio Te rán D uta rl S. J 13
La razón en Hegel
Dr. Enzo Mella 45
El problema de la razón en la concepción Dialéctica del Marxismo
Dr. M anuel Agustín Aguirre 75
Crisis de la "razón" en Miguel de Unamuno
Dr. Benjam ín Carrión 95
Símbolo y razón en el pensamiento de Paul Ricoenr
Dr. Daniel G rand a 109
"La razón" en la Ley
Dr. K laus Gra etzer 129
La razón en el Arte contemporáneo
Prof. Ed m und o Ribaden eira 147
La razón en el pensamiento Cristiano
Dr. M arco Vinicio Ru eda , S. 1 167
Universidad sede de la razón
Dr. H ern án Malo González, S. 1 185
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ega
En la primera semana de febrero del año en cur
so el Departamento de Filosofía y su Asociación de
Estudiantes organizó un "Encuentro de Filosofía" so
bre "La crisis de la Razón". El valor de las ponencias
sustentadas en esos días nos han obligado a preparar
esta edición, en miras a extender y compartir un
aporte que juzgamos significativo para nuestro queha
cer cultural. La publicación de las Conferencias que
aquí se ofrecen es el testimonio de ese encuentro y
la garantía de lo alcanzado en esos días.
Algo de Historia. El Departamento de Filosofía,
a través de una densa semana de reflexión y debate
pretendía conservar, transformar y desarrollar la he
rencia histórica de los más famosos estudios de Filo
sofía que haya tenido nuestra nación, los de la Uni
versida d de San Gregorio Magno, de Quito: Desde
1692 obtuvieron la aprobación pontificia y regia y fun
cionaron hasta que el gobierno español expulsó, a
fines del Siglo XVIII, a los jesuítas ecuatorianos que
los dirigían. Recientemente en 1950, se volvió a abrir
la Facultad de Filosofía San Gregorio, la misma que
desde 1971 se ha transform ado en el Departam ento de
Filosofía, de la Facultad de Ciencias Humanas y cons
tituye el único centro del país dedicado en forma es
pecializada al cultivo de esta rama del saber.
En concreto, qué significado asignábamos a los
términos conservar, transformar y desarrollar esa rica
herencia histórica, de quehacer filosófico, que nos ha
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legado la Facultad de Filosofía San Gregorio. Entre
uno de sus tantos aspectos, mantener un alto nivel
académico, desarrollar, al decir del Doctor Benjamín
Carrión: "un grave y magnífico encuentro".
La calidad de los señores expositores unida a la
preparación que otorgan a los temas de sus ponencias,
—veinte, treinta y en algunos casos cuarenta páginas
de trabajo—, pusieron de manifiesto la seriedad con
que habían asumido nuestra invitación y permitieron
mantener una semana de densa reflexión filosófica
sobre una temática tan acuciante hoy en día como
es la crisis de la razón.
El contenido de la presente obra es motivo de
sano orgullo para el Departamento de Filosofía y po
ne de manifiesto, más allá de la mera erudición, el
alejamiento de la improvisación o del dogmatismo en
aras de una excelencia académica pocas veces vista
en este t ipo de reuniones. Correctamente señaló el
señor Rector, Doctor Hernán Malo en el acto de aper
tura: "Es una iniciativa muy universitaria, el haber
convocado a este Seminario, se trata de algo impor
tante, quehacer totalmente universitario, con mucho
sentido cultural".
Otra forma de transformación y desarrollo de
nuestro quehacer filosófico juzgo que se ha alcanzado
convirtiendo esos días de reflexión, también en unos
días de "Encuentro"; es decir, de diálogo y conoci
miento entre profesores, investigadores y estudiantes
de algunas universidades del país. Si bien es verdad
que entre nosotros son aún muy pocas las personas
dedicadas a esta clase de tareas y tampoco existe un
organismo que aglutine esfuerzos, ni los más mínimos
canales de intercambio y debate, sin embargo, se han
sentado las bases de lo que esperamos se vaya con
virtiendo en un Centro o en una Asociación de Filoso
fía entre cuyos objetivos constarían: promover a nivel
nacional el desarrollo y cultivo de la filosofía, a tra
vés del diálogo e intercambio vivo de ideas y pensa
mientos; fomentar las relaciones interuniversitarias en
esta rama del saber, y canalizar la discusión filosófica
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que sirva de comienzo a la formación de un movi
miento y una corriente ecuatoriana de pensamiento.
Próximamente asistiremos al Segundo Encuentro
de Filosofía a realizarse en la ciudad de Cuenca, que
busca desarrollar y ampliar más aún el diálogo y el
debate entre profesionales que desde diferentes cien
cias se interrogan por problemáticas filosóficas, al
mismo tiempo que facili tar las relaciones personales
y el conocimiento mutuo de los dedicados a los estu
dios y a la enseñanza de la Filosofía en el Ecuador.
Señalados los objetivos fundamentales pasemos a
dialogar sobre el tema: "La crisis de la razón"y sobre
la dinámica y estructura del Encuentro.
Es evidente que hoy en día asistimos a una crisis
de la razón; crisis en el sentido de que ella aparece
sujeta a situaciones confllctivas, aporias y talvez hasta
se pueda h ablar de un período d e decaimiento. El
pensamiento humano ha atravesada, a lo largo de su
historia, por períodos de esplendor y de descanso.
Pero la crisis de la razón también puede ser interpre
tada en el sentido de que ella internamente se ha de
autocríticar, analizar y resolver sus propios interro
gantes y problemas; es decir ha de permanecer cons
tantemente en crisis en cuanto está l lamada en cali
dad de "saber crít ico" a revisar permanentemente sus
supuestos y bajo este punto de vista su crisis puede
ser fructífera y positiva. Ambos derroteros, las dos
facetas de la actual crisis de la razón, se trató de in
vestigar en esos densos días de reflexión: La crisis de
la razón en cuanto está vinculada con las circunstan
cias del siglo que vivimos y en cuanto pone en dis
cusión sus mismos fundamentos.
En cuanto a la dinámica y estructura del encuentro
no cabe más que indicar que hemos tratado de ser
fieles y mantenerla en la presente publicación; salvo
los debates y comentarios desarrollados al término de
cada una de las conferencias, que por motivos técni
cos no nos han sido factibles reproducir, el texto de
todas y cada una de las ponencias, sin alteración al-
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guna, lo presentamos en esta obra, de acuerdo al or
den en que se fueron exponiendo a lo largo de la se
mana:
La "Razón" en M. Kant:
La "Razón" en W. F. Hegel:
El Problema de la "Razón"
en la concepción dialéctica de
K. Marx:
Crisis de la "Razón"
de Unamuno:
en M.
Símbolo y "Razón" en el
Pensamiento de P. Ricoeur:
La "Razón" en la Ley:
La "Razón" en el Arte
Contemporáneo:
La "Razón" en el Pensamiento
Cristiano:
Universidad Sede de la
"Razón":
Dr. Julio Terán Dutari, S.J.
Dr. Enzo Mella
Dr. Manuel Agustín Aguirre
Dr. Benjamín Carrión
Dr. Daniel Granda A.
Dr. Klaus Graetzer
Profesor Edmundo Ribadeneira
Dr. Marco V. Rueda, S.l.
Dr. H ern án Malo González, S.l.
Como se podrá apreciar, sobre una sola temática:
la crisis de la razón, se escogieron dos formas de
abordaje. En primer lugar, se juzgó necesario presen
tar el enfoque que sobre el tema han realizado filó
sofos pertenecientes a diferentes escuelas o posicio
nes; se escogieron pensadores representativos de la
filosofía moderna y contemporánea: Kant, Hegel, Marx,
Una mun o y Ricoeu r. En segund o lugar, se examina
ron los retos que determinadas ramas de la realidad
plantean a la reflexión filosófica: el arte, la ley, la re
ligión y la univers idad. De este m odo se hacía con
fluir lo histórico en cuanto herencia de reflexión fi
losófica, con lo actual. Obviamente se determinaron
autores y problemáticas relevantes sin pretender juz
gar que ellas sean las únicas y fundamentales; sucesi
vos encuentros irán delimitando y profundizando es
tos campos.
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S i s e p r e s t a a t e n c i ó n s e p o d r á a b s e r v a r q u e l o s
a u t o r e s y l a s t e m á t i c a s g u a r d a n c i e r t a r e l a c i ó n . P e n
s a d o r e s c o m o K a n t , H e g e l y M a r x s e r á n s i e m p r e r e
c o r d a d o s p o r e l a p o r t e y s u p e r a c i ó n q u e s u c e s i v a m e n t e
f u e r o n e n t r e g a n d o . L a s p r o b l e m á t i c a s e x a m i n a d a s
t a m p o c o s o n d e l t o d o d i s c o n t i n u a s , p u e s l a m a y o r í a
d e e l l a s p e r t e n e c e n a u n a m i s m a z o n a , q u e e n t é r m i n o s
g e n e r a l e s p o d r í a m o s d e n o m i n a r c u l t u r a : e l a r t e , l a
l ey, l a u n iv e r s id ad . A p e sa r d e e s t a ac l a r ac ió n n o se
p u e d e n e g a r c i e r t a d i s p a r i d a d e n l o s t e m a s , d i s p a r i d a d
e n p a r t e d e b i d a a l a m i s m a a m p l i t u d d e l o b j e t o d e
n u es t r a r e f l ex ió n : "La c r i s i s d e l a r azó n " .
Tam b ién e s n ecesa r io señ a la r q u e l a r e f l ex ió n f i
lo só f i ca n av eg ó en e so s d í a s b a jo l a g u ía d e p en sad o
r e s d e d i f e r en te s p o s i c io n es y p u n to s d e v i s t a , p u es n o
se t r a tó d e o rg an iza r u n a l i d in t e l ec tu a l t en d ien te a
l a d e f e n s a c e r r a d a y d o g m á t i c a d e u n a e s c u e l a s i n o
m á s b i e n d e p r o p i c i a r u n i n t e r c a m b i o v i v o d e i d e a s
y p e n s a m i e n t o s .
P a r a t e r m i n a r , d o s c o r t a s a c o t a c i o n e s . L a u n a
h ace r e f e r en c ia a l ep íg r a f e d e l a s i n v i t ac io n es q u e se
c u r s a r o n p a r a e s t e E n c u e n t r o y q u e s e ñ a l a b a q u e l a
inves t igac ión y la re f lex ión c ien t í f ica en e l campo f i lo
só f i co co n s t i tu í a u n a ex ig en c ia fu n d am en ta l d e l De
p a r t a m e n t o d e F i l o s o f í a ; a s p e c t o q u e e s p e r a m o s h a b e r
a l can zad o e so s d í a s y a t r av és d e l a s p r e sen te s p ág in as .
La o t r a an o tac ió n e s u n ag rad ec im ien to a lo s se
ñ o re s Co n fe r en c i s t a s , a l a Aso c iac ió n d e Es tu d ian te s ,
r e p r e s e n t a d a p o r e l s e ñ o r C a r l o s L u n a , y a l D o c t o r
D a n i e l G r a n d a , C o o r d i n a d o r , s i n c u y o a p o r t e , c o m o
e x p r e s é e n l a c l a u s u r a d e l E n c u e n t r o , n o h u b i e r a s i d o
p o s i b l e r e a l i z a r d i c h o e v e n t o . E s t e a g r a d e c i m i e n t o l o
h a g o e x t e n s i v o , n u e v a m e n t e , a l o s c o n f e r e n c i s t a s p o r
h a b e r n o s p e r m i t i d o e d i t a r s u s p o n e n c i a s y a l o s s e
ñ o r e s M i e m b r o s d e l C e n t r o d e P u b l i c a c i o n e s q u e a s u
m i e r o n e s t a t a r e a .
D R . C A R L O S P A L A D I N E S ,
D I R E C T O R — E N C A R G A D O
D E L D E P A R T A M E N T O D E F I L O S O F Í A
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LA RAZÓN EN KANT
Dr. Julio Terán Dutari, S. J.
ESQUEMA ANALÍTICO
0. - In t rod ucc ión .
0.1 Orientación den tro del tem a general del en cu en tro.
0.2 Plan del pre sen te estud io.
1.
- El sent id o de la razó n en K an t .
1.0 Dificultad m etod ológ ica y su solución .
1.1 Co ntexto de Ontología G eneral : RAZÓN com o LOGOS
ESPECÍFICAMENTE.
1.1 .1 El ho m bre , se r na tura l como espon tane idad.
1.1.2 El ho m br e, ser f inito con recept ividad .
1 .1 .3 El ho m bre , se r pa ra s í con t rascen den ta l idad.
1.2 Co ntexto de Lógica: RAZÓN com o SUPREMA FUNCIÓN
PENSANTE.
1.2.1 Lug ar de la razón de ntro del cam po cognosci t ivo.
1.2 .2 Su fun ción unif icativa en el us o lógico y en e l
t rascendenta l .
1.2.3 Relación al "log os ".
1.2.3.1
en cuan to espo ntane id ad.
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1.2.32 en cuanto recept iv idad .
1.2.3.3 en
cua nto t rascend enta l idad .
1.3
Contexto
de
Psicología Racional: RAZÓN como SUPRE
MA FACULTAD HUMANA.
1.3.1 Luz
p r imo r d i a l
que
r ige voluntad
y
en tend imien to .
1.3.2 N ueva relación al " logos" .
2 . - La cr is is de la razón en Kant .
2 .1 Cr is is por K a n t a la concepción anter ior .
2 . 1 . 1 La razón com o teór ica .
2 . 1 . 2 La razón como práct ica .
2 . 1 . 3 La razón como cr í t ica .
2 .2 Cr is is pa ra Ka nt desde la concepción pos ter ior .
2 .2 .1 Tens ión en t re t eo r ía
y
praxis .
2 . 2 . 2
No
autosuficiencia
de la
razón.
2 . 2 . 2 . 1
en
cuan to r azón
y
teórica.
2 . 2 . 2 . 2 en cuanto razón práct ica .
0 .1 .— El p r o p ó s i t o del p resen te t r aba jo no ha sido recoger
todo , ni p rec i samente lo inédi to o menos conocido , de cuan to
significa
e
i m p o r t a
la
razón dentro
del
m on um en to f ilosófico
que Kan t
nos
legara , s ino cons iderar
en
K a n t
el
t e ma
de la
r azón ba jo la perspect iva de un in te rés más a mp l io que se
e n ma r c a
en el
t í tu lo genera l
de
es te encuen t ro :
la
cr is is
de la
r azón . Hab la r
hoy de tal
cr is is supone
ser
consciente
de la
especia l impor tancia concedida a la razón desde los orígenes
p r ime r o s en la e m p r e sa de es te saber profundo que Occidente
pron to empezó
a
l lam ar f ilosofía . Sup one tam bién hab er per
cibido el ju ic io al que en épocas pos ter iores del filosofar se
ve somet ida esa m ism a razón. ¿Cuáles son esas épocas? Di-
fícil
en
ve rdad de te rminar lo , po rque toda
la
h is tor ia
de la fi-
losofía puede aparecer
en
r igor objet ivo como
una
crisis
de
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l a razón. A juzgar po r los no m bres de autor es cons iderados ,
se nos propone aquí , ta l vez en fuerza de una "razón prag
mát ica", e l período que se abre con Kant y va hasta nuestros
días —está incluido el contemporáneo Ricoeur— es decir , e l
lapso de los úl t imos doscientos años.
0 .2 .—Queda seña lada as í para nosot ros la t a rea de en
marcar la concepción kant iana dentro de la cris is que esta
razón ha sufrido en los dos s iglos úl t imos; pero justamente
en cuanto la cris is empieza a cris ta l izar en Kant mismo y bajo
su influjo se desarrol la después. Afrontaremos la tarea en dos
pasos pr inc ipa les : Pr imero, cuá l es , en su contexto más propio,
el significado de la razón según Kant. Segundo, cuál es la cri
s is que para la razón misma se cont iene en esa concepción
kant iana de razón; y esto segundo en dos partes y con un sen
t ido doble: cr is is que ha int roducido Kant (en forma expresa
e intencionada casi s iempre) dentro de las anteriores concep
ciones; y después, cr is is que, s in que Kant lo pretendiera , que
da en perspect iva gracias a su obra y va aflorando en la f i lo
sofía posterior, influida por él .
1.—El sent ido de la razón en Kant
1.0. En form a esp on táne a solemo s asociar la ob ra de
Kant a la razón, sea porque se ve a este fi lósofo en la perspec
t iva del racional ismo de la Edad Moderna, sea sobre todo por
el tema de sus dos grandes Crí t icas . Esto no obstante , se ha
ce difícil dar una síntesis de lo que significa razón en todo el
pensamiento de Kant , aun presc indiendo de sus pr imeras e ta
pas , las precrí t icas; y el motivo es doble: Kant no l legó a es
cribir un t ra tado expreso acerca de la razón en general , aun
que repetidas veces vio su necesidad e incluso inició la tarea;
en segundo lugar, su concepción de razón se entronca de ta l
modo en la de la tradición fi losófica entonces vigente, que es
imprescindible referi rse a esta y dis t inguir dentro de la mis
m a diversos plano s del uso de este con cep to: razón. Sobre-
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sale desde luego el plano lógico, especialmente en la Crít ica de
la Razón Pura; pero hay que considerar también las concep
ciones de la Psicología Racional, uno de los tres tratados de
Metafís ica Especial que según el esquema wolff iano, e incluso
de acuerdo con el texto de Baumgarten, tenía delante Kant
para sus prelecciones. Más a l fondo todavía está presente en
Kant una concepc ión de razón que debe ubicarse dent ro de la
Ontología (como Metafís ica General) , discipl ina también es
tudiada por é l , aunque agudamente c r i t i cada : es aque l la con
cepción griega, que atraviesa toda la tradición fi losófica, de
la razón como logos especif icante del hombre, y que como ta l
ha tenido siempre que ver con el empeño de descubri r e l "ser
del ente", según la posic ión pla tónico-aris toté l ica; se est ima
que es este logos (o razón) del hombre lo único que permite
cualquier mirada hacia e l ser en general y lo que por tanto
debe escudriñarse en la vis ión misma del ente (onto-logía) .
Pues bien, ante estos diversos planos, conviene c i rcunscri
bir en forma adecuada el contexto dentro del cual vamos a
intenta r e l sent ido profundo de " razón" en Kant , para orga
nizar luego los datos provenientes de estos diversos planos
según las l íneas que en ta l contexto aparezcan como est ructu-
ra lmente importantes . Por eso, en e l in tento de recons t ruc
c ión s i s temát ica cuya responsabi l idad asumimos por ente ro
—aunque nos s i rvamos de va l iosos e lementos contenidos en
in t e rpre t ac iones de comenta r i s t a s renombrados (1)— echa re -
(1) Hemos aprovechado en particular, fuera de otras obras genera
les,
la de Martin Heidegger: Kant und das Problem der Metaphysik.Frankfurt 1965.— Las citas de las dos Críticas principales de Kant
se hacen dentro del mismo texto con las siglas usuales en alemán:
KrV (Kritik der reinen Vernunft: Crítica de la Razón Pura).—
KpV (Kritik der praktischen Vernunft: Crítica de la Razón Prác
tica).
Las letras A y B designan como de costumbre la primera y
la segunda impresión original de la obras kantianas. Los números
se refieren a las páginas de la clásica edición alemana de la Real
Academia de Ciencias de Berlín.— Son del autor de este estudio
las traducciones del alemán.
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mos por delante e l examen del contexto ontológico general
para i r lo enfrentando luego con los resul tados que ofrezca e l
contexto de la Lógica y finalmente el de la Psicología Racional.
1.1 . Según un a ontología general , que ve en la anal í t ica
de l se r humano un paso previo y de te rminante para e l acceso
al ser en general , la razón aparece como logos. En efecto, el
hombre es , de acuerdo con esta concepción ontológica que
procede de los griegos, un "viviente racional" (ZOON LOGI-
K O N ) .
En es ta "def inic ión" de l hombre hay —como en toda
definic ión a la manera de Aristóte les— un género (viviente)
y una diferencia específica (racional = que t iene logos); el
logos,
t rad uc ido com o razón (V ernu nft) es , pu es, lo qu e dis
t ingue a la especie hombre.
¿Cómo había entendido la t radición f i losófica que vino
desde los gr iegos has ta Kant es ta "espec ia l idad" de l hombre
consistente en e l logos? De t res maneras fundamentales que
se complementan, porque no son más que la a r t i culac ión su
cesiva, desde diversas si tuaciones de interés, de una sola intui
c ión original ; las t res maneras pueden asociarse con t res ma
tices significativos de la palabra logos, tan rica en contenido
fi losófico: El logos, o razón, caracteriza a l hombre cuando éste
adquiere una perspect iva metafís ica de s í mismo ya sea por
una vis ión exterior , puesto é l frente a la naturaleza infrahuma
na, o también frente a la real idad suprahumana, ya sea por
una vis ión interior , puesto frente a s í mismo.
1 .1 .1 . De frente a la natu raleza infrah um ana, e l género
"viviente" (animal) s ignif ica todo aquel lo por lo que e l hom
bre es sol idario con esta naturaleza, la asume y la resume en
sí a t ravés de todos los grandes est ra tos de e l la , l lámense re i
nos (el mineral , el vegetal , el animal), o dinamismos (el físico,
el químico, el biológico), o de cualquier otro modo. La dife
rencia específ ica "racional" s ignif ica entonces aquel la manera
de ser del hombre que le permite superar la naturaleza a t ra-
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vés de todos esos mismos est ra tos naturales que é l encarna.
Logos aparece aquí con su básico sent ido l i tera l de palabra
con la que e l hombre t raspasa e l mut i smo de la na tura leza .
Este aspecto de lo "racional" es e l que se re laciona directa
mente con la concepción kant iana de la espontaneidad aprio-
rís t ica que é l a t r ibuye a lo que en e l hombre l lama "razón"
(si bien no sólo a ésta s ino igualmente a toda la subjet ividad
humana aun en sus facul tades o funciones; queda abierta la
pregunta , a ver s i Kant concentra en la razón de un modo ori
ginar io o par t icula rm ente represe nta t ivo es ta espo ntane id ad
apr ior í s t i ca , pregunta a l a que nues t ro es tudio responderá a f i r
m a t i va m e n t e ) .
1.1.2.
Fren te a l a rea l idad supra hu m ana , y ante todo
frente a Dios como aquel ser absoluto, o s implemente ser con
subsistencia, admitido por la tradición fi losófica desde los grie
gos hasta la Edad Moderna a t ravés del Medioevo, e l género
"viviente" apl icado al hombre toma más bien la s ignif icación
de ente l imitado que posee en forma fini ta esa perfección su
prema l lamada vida. Pero la di ferencia específ ica "racional"
se baña entonces de un mat iz pecul iar —que también está en la
voz griega "logos" y más todavía en la la t ina "ra t io"— el ma
t iz de medida, de aquel la potencia o modo de ser y actuar que
permite recibir según una capacidad f i ja y proporcionada la
perfección que en nuevas y nuevas realizaciones se le vaya co
m un ican do desde la fuente infini ta de tod a pleni tud . Rep et ida
y recalcadamente es este aspecto de lo "racional" e l que se
manifiesta en la problemát ica kant iana de la recept ividad y de
la necesidad (o a l menos inevi table presencia confl ic t iva) de
lo aposteriori para todo lo que s ignif ica la razón en e l hom
b r e ; dejamos aquí en igual forma abierta provisionalmente la
pregunta sobre la apl icación de esta caracterís t ica a toda y
a sola la razón en cuanto parte que es , según Kant , de la sub
je t iv idad humana; pero desde ahora puede verse que , s i se
admite que también Kant l lega a tomar la razón como diferen-
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cia específ ica del hombre, el concepto de receptividad como
razón le bas tará para d is t inguir lo humano y la subje t iv idad
humana (a l menos en unión con los o t ros dos aspectos de la
razón, que ahora es tamos exponiendo) .
1 . 1 . 3 . Po r ú l t im o, f rente a s í m ism o, e l ho m br e se con
cibe a base del género "viviente" entendido como aquella ma
nera fundamental de ser él mismo para s í , a part ir de la cual
puede luego concebirse lo inf rahumano y lo suprahumano co
mo esferas con las que es tá s iempre en comunión gracias a
este ser pr imordial que es la vida. Pero entonces la diferencia
específ ica "racional" adquiere el sentido de una trascendencia,
es decir aquella manera especial de ser que es condición po
s ibi l i tante para ir más al lá de s í mismo hacia la comunión
(consciente y voluntar ia) con todo lo que —de cualquier mo
do que se ent ienda— es tá en torno a l hombre , por encima o
por debajo de él . Aquí se ins inúa otro matiz de logos al que
la f i losofía vuelve repetidamente desde Herácli to hasta Hei-
degeer: logos como vínculo de unión, como recolección. La
palabra con que hemos des ignado es ta manera especí f icamente
humana de ser en comunión y enfrentamiento con e l todo su
giere ya el tercero de los grandes temas kantianos respecto a
la razón: su t rascendenta l idad . También aquí echamos por de
lan te la observa ción de que , s i bien tod a subje t ividad del
hombre (y no sólo la razón) es , según Kant, t rascendental ,
con todo, en un sentido profundo, viene a coincidir para
nues t ro autor la razón como t rascendenta l con la subje t iv i
dad humana en toda su ampl i tud .
1 .2 . Hem os com enzado po r es tas concepciones de t ras -
fondo acerca de la razón, en las que hallamos a Kant básica
mente concorde con la t radición f i losófica precedente, concep
c iones per tenecientes a una anal í t ica del ser humano como
inicio fundante de la ontología general , que nos muestran el
modo de ser especí f ico del hombre ( la razón) en su inconmen
surable alcance metafísico de acceso al ser de todo ente, in-
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f rahumano o suprahumano, mejor dicho: a l se r de l ente en
general . Ahora debemos pasar a la consideración de aquel uso
expreso que hace Kant de l t é rmino razón, pr imero en un con
texto predominantemente lógico y luego en e l contexto de la psi
cología racional de su t iempo. Así se podrá apreciar todo el a l
cance de aque l las pr imeras concepc iones —acaso demasiado
vagas has ta ahora— que hemos ubicado en una ontología ge
neral .
1 .2 .1 . En el con texto lógico del térm ino razón , apare ce
es ta como la suprema func ión pensante . Aquí debemos remi
t i rnos a los mismos pasajes de los escri tos de Kant , especial
mente a la Crí t ica de la Razón Pura: en esta obra , en la se
gunda par te de la doc t r ina t rascendenta l de los e lementos , que
se t i tula " lógica t rascendental" , t ra ta Kant —al comienzo de
la introducción— sobre la lógica en general . Lógica es la cien
cia qu e se ocu pa de un a de las dos fuentes fund am entales del
conocimiento en e l espír i tu del hombre: la facul tad de la es
pontane idad, que produce conceptos y se l l ama entendimiento ,
frente a la facultad de la receptividad por la que se da la
intu ición y se l lam a sen sibil idad . Lógica es pu es, ciencia de
las reglas de la facul tad de pensar, o sea de producir y usar
representaciones unif icat ivas de aquel la intuic ión gracias a
la cual somos afectados por la presencia de las cosas; y to
do esto, con el f in de poder tener de a lguna manera las cosas
mismas como obje tos de nues t ro conocimiento . Conocer , en
el sent ido técnico kant iano, es pensar lo intuido sensible
mente . Como la lógica se refiere a l pensar y a l entendimiento
que piensa, toda e l la pertenece a la parte de e laboración den
t ro de la act ividad cognosci t iva propia del espír i tu humano.
Ahora bien, la razón dentro de este contexto lógico no signi
f ica más que e l ápice y e l culmen del entendimiento en su
función pensante . De hecho en estos capí tulos a que a ludi
mos se habla indist intamente ya sea del entendimiento solo,
como término que conviene a toda la facul tad de pensar, ya
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del entendimiento y la razón. Y en forma más expl íc i ta , y
por c ie r to que con pa labras que recuerdan la t radic ión es
colást ica , aquel capí tulo primero de la dia léct ica t rascendental
que t ra ta de "la razón en general" nos dice de ésta —dist in
guiéndola s í del entendimiento en sent ido más est r ic to, pero
subsumiéndola ba jo la facul tad de pensar : "Todo nues t ro co
nocimiento empieza por los sent idos, pasa de aquí a l entendi
miento y acaba en la razón, sobre la cual nada hay en noso
t ros más e levado para e laborar la materia de la intuic ión y
poner la ba jo la suprema unidad de l pensamiento" . KrV, A 298) .
1.2.2. Es ta preem inenc ia de la razón de ntro del pensa
miento y de todo e l campo cognosc i t ivo se documenta mucho
más con la determinación de su esencia que intenta Kant en
ese mismo capí tulo por medio de la fórmula: razón es la fa
cultad de los principios frente al entendimiento que es la fa
cul tad de las reglas (A 299). Lo que es un "principio" no se
ent iende s ino a l captar la ampli tud que Kant quiere dar a
es te té rmino, de modo que abarque las dos subdivis iones de
la razón en cuanto a su uso teórico: la razón lógica o facul tad
de raciocinio y la razón t rascendental o facul tad de producir
ju ic ios y conceptos ( l l amados por Kant más propiamente
"ideas") que pretenden i r más a l lá de todos los objetos de una
experiencia posible . Principios son, pues, aquel las proposicio
nes generales sintéticas a priori que la razón saca de sí mis
ma y que apl ica a normar los conocimientos del entendimien
to , de ta l modo que és tos puedan o reduc i rse a l menor número
posible de condiciones generales (uso lógico en el raciocinio)
(cfr. A 305) u ord en arse de acu erdo con las sup rem as ideas
reguladoras , pero inobje t ivas , de nues t ro pensamiento: a lma,
m un do . Dios (uso tras cen de ntal) (cfr . A 309 ). En tod o caso,
la razón por medio de sus principios a priori opera la mayor
unificación que cabe del conocimiento humano, real izando así
en grado sumo el ideal de la facul tad de pensar, que consiste
en poner unidad dentro de lo múlt iple y variado de la intui-
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ción sensible . Razón es , en e l pensar, y —de modo general—
en e l conocer hu m ano , lo sup rem am ente uni f icante . Para
Kant la superioridad de la razón en e l contexto lógico no
proviene de que ésta proporcione un nuevo y mejor acceso
cognosci t ivo a otras capas, acaso superiores , de la real idad
de las cosas, ni de que amplíe nuestros conocimientos objet i
vos, sino de que confiere su perfección unificativa a ese mis
mo conocimiento que, s iempre dentro de l ímites muy fi jos ,
nos es dable tener de las cosas.
1 . 2 .3 . Pero aquí prec i sam ente es donde se m ues t ra ya
la eficacia de aquellas concepciones sobre la razón como logos
especif icante del hombre, que veíamos al comienzo: esta ra
zón, ápice del pensamiento, es aquel la misma diferencia espe
cíf ica de lo humano por la que a l hombre se lo concibe como
el ser que supera la naturaleza, resumiéndola s in embargo
en sí ; como al ser que es capaz de part icipar del infinito, sien
do finito y l imitado; como al ser que puede l legar a una co
munión con e l todo, s iendo por esenc ia una mismidad para
sí.
Es e l momento de exponer, s iquiera sea brevemente , e l s ig
nif icado de los t res temas kant ianos que enlazábamos con es
tas tres visiones del logos-razón: espontaneidad, receptividad,
t rascendenta l idad.
1.2.3.1 La esp on taneid ad de la razón en K ant t rad uc e
y actual iza la concepción de logos como facul tad de superar
la na tura leza : espontane idad es lo propio de la razón kant ia
na, precisamente en cuanto suprema función dentro de la sub
je t ividad: ya e l cr i ter io mismo para una gradación de las
funciones del suje to en cuanto cognoscente (2) se toma de
esta espontaneidad que no signif ica s ino act ividad a priori ,
(2) Es ta gradación existe según Kant, como se echa de ver en el pa
saje de KrV, A 298, citado más arriba, a pesar de que en el otro
pasaje igualmente citado, A 51, se dice —desde otro punto de
vista— que no puede preferirse el entendimiento a la sensibilidad
o viceversa.
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o sea determinada por e l su je to mismo con exclus ión de in
f lujos que le vengan de fuera, a poster ior i ; en la intuición
sens ib le exis te ya espontaneidad ( la de las formas puras de
espacio y t iempo) , pero muy entre lazada aún con la mater ia
de la in tu ic ión; en e l pensar in te lec tual es mucho más notable
e l apor te de la espontaneidad apr ior ís t ica , pero todo es te apor
te es inseparable de la referencia objet ivante a la intuición
por la que el sujeto es afectado a poster ior i ; en el pensar ra
c ional o pensamiento puro , en cambio , toda la ac t iv idad es
apr ior ís t ica ; la razón es por tan to aquel pr incip io ac t ivo en
que se mues t ra e jemplarmente la esencia de la subje t iv idad
humana como espontaneidad, es deci r como capacidad de su
perar , en e l conocimiento de los obje tos per tenecientes a la
natura leza , ese modo de ser na tura l que se impone en la in
tu ic ión , pero que ya en és ta misma queda sobrepujada por
las formas "s inópt icas" a pr ior i de espacio y t iempo, que son
formas del sujeto; en los juicios del entendimiento, por los
conceptos puros o ca tegor ías con los que e l su je to hace una
síntes is , de las sensaciones , s í , pero s iempre s íntes is subjet iva
y a pr ior i ; y en la razón f inalmente, en la cual lo que se unif ica
y ordena por ideas puras a pr ior i , no es ya la intuición sen
s ib le cond ic ionada po r las cosas que form an pa r te de la na
tura leza , s ino únicamente nues t ros conocimientos , que no son
ni pueden concebirse en manera a lguna como par te de la na
turaleza.
Hay que confesar que e l tono de conjunto que resuena en
la Crí t ica de la Razón Pura (Teórica) , por dominar al l í la po
lémica del cr i t ic ismo contra e l dogmat ismo, amenaza oscure
cer a veces el sentido de las auténticas valoraciones kantianas
f rente a la espontaneidad de la razón: puede adquir i r se en
tonces la impres ión de que Kant cons idera es te apr ior ismo
de la subje t iv idad y par t icu larmente e l de la razón pura (que
simboliza ejemplarmente lo específ ico de toda la subjet ividad
humana) como un hecho que hub ie ra que reconocer con c ie r ta
vergüenza, como s i toda la act ividad especulat iva del hombre
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fuera un cier to engaño con el que diéramos por verdad que
se impone lo que en rea l idad no es más que producto de nues
t ra propia subje t iv idad que imponemos a las cosas . Nada
más alejado de la intención de Kant. Aun cuando polemiza
en la d ia léc t ica t rascendenta l contra la "apar iencia" t rascen
denta l , que es una " i lus ión" ocas ionada por la razón nece
sar iamente, no deja s in embargo de advert ir lo que la Crí t ica
de la Razón Práct ica subray ará y fund am entará despu és : que
esta necesidad racional de pensar aun más al lá de los obje
tos de experiencia, gracias a las ideas de alma, mundo y Dios ,
es ta neces idad de superar la na tura leza , apunta hacia la exce
lencia del espír i tu humano, en defini t iva hacia su l ibertad y
su per tenencia a lo que Kant l lama un mundo suprasens ib le ,
una comunidad de personas en un re ino de f ina l idades .
1.2.3.2. E n segun do lugar , se nos descu bre ah ora el al
cance de la recept iv idad de la razón kant iana como aquel la
capacidad especif icat iva del hombre por la que, s iendo l imi
t ado , puede é l s in embargo hacerse par t íc ipe , en forma muy
peculiar , del inf ini to. Hablando del pensamiento, cuyo ápice
y, casi dir ia m os, esencia vim os que en el ho m br e se ha de
at r ibuir a la razón, af i rma Kant , a l pr incip io enteramente de
la pr imera Cr í t ica , que todo pensar apunta como un medio
hacia el f in que es la intuición (KrV, A 19); de es ta manera,
la perfección del conocimiento debe as ignarse, sugiere expre
samente Kant , a un entendimiento "que sea por s í mismo in
tu i t ivo" (y que no tenga que suponer la in tu ic ión como dada
previamente a la ac t iv idad propiamente in te lec t iva) ; que sea
"como un entendimiento d iv ino que no se represente obje tos
dados , s ino por cuya representac ión se den a l mismo t iempo
o se produzcan los objetos mismos" (B 145). El ideal de la
razón viene a ser aquella " intuición originante" exclusiva del
Ser Primordial (del Urwesen), cuyo conocimiento es todo in
tu ic ión y no pensamiento , porque es te ú l t imo "acusa en todo
tiempo fronteras y l ímites" (B 71-72). Parecería que aquí
es tuviéramos ahora es forzándonos en presentar empeque-
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ñecida esa m ism a razó n no intui t iva s ino unif if icat iva de la
intuic ión, que antes most rábamos exa l tada por Kant . Pero
en real idad lo que hacemos es ofrecer desde otro aspecto
complementario y casi ant i té t ico la misma diferencia espe
cíf ica del hombre: La razón es precisamente lo que dis t ingue
a l hombre , porque en e l la como recept ividad radica l res ide
la potencia de part ic ipar dentro de l ímites la perfección i l imi
tada del conocimiento divino.
Ahora bien, puede obje ta rse que Kant parece poner la
receptividad no en la razón sino en la facultad sensit iva, cuan
do dice expresamente , en aque l lugar que aduc íamos más
arr iba : " la recept ividad de nues t ro espí r i tu para acoger re
presentaciones, en cuanto de a lgún modo es éste afectado, la
vamos a l lamar sensibi l idad" (A 51); a esta sensibi l idad en
frenta é l a renglón seguido el entendimiento, coronado por
la razón. Sin embargo, observemos que una cosa es a t r ibui r
a una facul tad part icular ( l lamada sensibi l idad) aquel la fun
ción en que, gracias a l hecho del "ser afectado", se patent iza
más inmedia tamente la recept ividad de l espí r i tu , y ot ra cosa
es carac te r izar por la recept ividad todo e l "espí r i tu" mismo
(Kant ut i l iza e l término dif íc i l de t raducir para nosotros: Ge-
müt , y no e l término clásico antes y después de Kant : Geist ) .
Y de hecho, según Kant , es te "espí r i tu" , que se resume en la
razón como en su máximo exponente , es todo él recept ivo: por
eso prec isamente también la razón misma, como func ión par
t icular , (y no sólo la sensibi l idad) t iene necesidad de depender
de las cosas exteriores para cumplir su papel unif icat ivo de
lo diverso. Una y otra vez insis te Kant en que no es posible
una act ividad inte lectual s in la intuic ión sensible ; más aún,
la pura act ividad a priori de la razón t rascendental , como su
prema ordenadora de los conocimientos in te lec tua les por me
dio de l s i s tema de ideas t rascendenta les (a lma, mundo. Dios) ,
si bien no necesita de intuición sensible para realizarse, sin
embargo no t iene en defini t iva sent ido ninguno sin las cosas
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externas, no digo ya las cosas en s í que correspondan a esa
idea —porque de ta les cosas no se t ra ta en e l campo teórico—,
sino las cosas sensibles cuyo conocimiento es e l que t iene que
ordenarse por medio de aque l las ideas .
El m un do super io r de la rac iona l idad teór ica pu ra , a
pr ior i , aparece en Kant como e l máximo documento de la su
misión que echa sobre s í e l hombre f ini to para poder de a l
gún modo asemejarse a l conocer infini to de Dios. Para Dios
conocer es pura espontane idad y por tanto s imple in tuic ión
inte lec tua l product iva ; para e l hombre conocer es sólo par t i
c ipar de le jos, pero act ivamente , en esa perfección divina, y
po r tan to s ignifica tota l recep t ividad . Es ta recept ividad com
porta necesariamente e l que se diversi f iquen y se subordinen
entre s í los aspectos que se presentan ident i f icados dentro de
la pura espontane idad de l conocer divino: l a recept ividad com
porta ante todo que lo intui t ivo se dé en un ser afectado por
algo exterior , en un acoger la materia del conocimiento; y
luego que lo inte lectual product ivo y unif icat ivo no se ext ien
da más que a la forma del mismo conocimiento cuya materia
se debe cada vez acoger de fuera . Po r lo dem ás, incluso esa
misma forma, que se debe a lo espontáneo de la act ividad
cognosci t iva , no se apl ica en absoluta espontaneidad a la ma
teria del conocimiento, s ino con una sumisión, con una "re
cept ividad" que se manifiesta por lo menos en estos dos he
chos : pr imero, en que de te rminadas formas (o mejor dicho
determinados aspec tos de una forma) ac túan como s i se so
met ie ran a de te rminadas exigenc ias de de te rminadas cosas en
sí,
por más que es ta "de te rminac ión" no pueda expl icarse
ul teriormente en e l s is tema kant iano (véase sobre todo el ca
pí tulo , cent ra l pero s iempre enigmát ico, de l esquemat i smo en
la primera Crí t ica); segundo hecho, que a l f in y a l cabo todas
las formas a priori son, no leyes cualesquiera que e l espír i tu
impusie ra a su a rbi t r io sobre la mater ia de l conocimiento , re
cibida "de fuera", sino las leyes de su propio ser, las formas
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de la subjet ividad en cuanto ta l ; a l acatarlas y a l hacerlas
valer para la materia que recibe, a f in de poder conocer obje
tos ,
e l espí r i tu no hace más que most ra rse recept ivo ante s í
mismo, acepta rse como a lgo ya dado, ya pues to , con una es
t ructura y unos l ímites f i jos . Pero a l recibirse a s í mismo, su
premo ac to dent ro de todo lo ent rañado por la recept ividad,
es tá e je rc i tando también supremamente aque l la misma es
pontane idad que culmina en la razón y que le permi te tomar
parte , dentro de sus l ímites , en la perfección divina del cono
c imiento como autoconcienc ia y como comunión o t rascen
dencia con "lo otro".
1 .2 .3 .3 . Así se anun cia ya e l t e rcer t em a kan t iano, el
de la t rascendental idad de la razón, re lacionado también en
forma directa con la tercera concepción t radicional del logos
especif icante del hombre; es la capacidad de sal i r e l hombre
de sí mismo hacia e l todo, s in dejar de ser un "viviente para
s í" .—Lo t rascendenta l : he aquí un concepto dec is ivo para to
da la Crí t ica kant iana; hay que dis t inguirlo con cuidado de
lo t rascendente , es decir de aquel lo que como una "cosa en s í"
es tá sobrepasando, " t rascendiendo" la exper ienc ia , es to es ,
e l conocimiento de lo sensible . Trascendental es aquel lo que
se refiere no a objetos (ni menos a cosas en s í ) s ino a nues
t ro conocimiento de objetos, en cuanto que la posibi l idad y e l
uso de es te conocimiento es tán condic ionados a pr ior i por la
manera de ser del suje to mismo cognoscente (cfr . B 25; A 56).
A pe sar de esta im po rtan t ís im a dist inción, es lo c ierto que
en Kant e l concepto de " t rascendenta l" t i ene una ín t ima subor
dinac ión a l de " t rascendente" . Suena muy ext raño, pero lo
han comprobado as í todos los inves t igadores que nos han
abierto la vis ta para e l Kant metafís ico, sobre todo en los t ra
bajos por e l segundo centenario del nacimiento del f i lósofo
hace ya 50 año s, y m ás recien tem ente H eidegger. Según es
tas invest igaciones podemos concluir que la "mismidad" del
sujeto kant iano, vuel to sobre s í mismo en aquel núcleo de
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todo el proceso cognosci t ivo que es la "apercepción t rascen
dental del yo", coincide con la apertura radical de una "t ras
cendencia" hacia " lo otro". Mismidad y t rascendencia del su
j e to ,
tomadas juntamente , son las que cons t i tuyen su t rascen
denta l idad.
Ahora bien, es te concepto de lo " t rascendenta l" pene t ra
todas las funciones del suje to cognoscente estudiadas en la
Crí t ica de la Razón Pura: por eso hay en ésta una esté t ica
t rascendenta l y una lógica t rascendenta l ; es ta úl t ima compren
de a su vez una anal í t ica (del entendimiento) y una dia léct ica
(de la razón en sent ido más es t r ic to) , ambas t rascendenta les
también; a todo lo cual se añade por f in una metodología
t rascendenta l . Es que , en rea l idad, Kant ha concebido que
todo el sujeto cognoscente está de forma radical referido a sí
mismo en el proceso de conocer, y por tanto referido a lo
o t r o , di s t in to de s í ; conocer es se r luminosamente uno mismo
en comunión con lo ot ro; porque se r suje to , se r hombre , s ig
nif ica esta mismidad en comunión, o esta comunión en inte
r ioridad reflexiva.— ¿Cómo expl ica esto Kant? Lo i lust raré
únicamente con una referencia a l hecho céntr ico de la aper
cepción t rascendental , aquel que mereció lo principal y lo
más amplio de los esfuerzos de nuestro f i lósofo cuando revisó
su Crít ica p ar a la segu nda ed ición. Se tr at a all í de la pu ra
autoconciencia del yo como un "yo pienso", representación
simple de s í mismo que está a la base de cualesquiera otras
representaciones sensibles o inte lectuales , porque en e l la se
funda a priori la posibi l idad del conocimiento; consis te , pues,
en una "unidad sinté t ica y originante", es decir que de e l la
brota la posibi l idad de diferenciarse a lgo así como dos polos
en el conocer, pero unif icados de antemano en la s imple uni
dad del yo: estos dos polos son el suje to cognoscente y todo
aquel lo que como un objeto puede representarse ante e l su
j e t o . El yo es esencialm ente yo pienso ; pe ro ese "yo p ienso ",
que de suyo —como vimos , c i tando a Kant— t iende s iempre a
la intuic ión, no t iene lugar s ino —cont inúa la c i ta— "en cuanto
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se nos da e l objeto; pero esto sólo es posible , a l menos para
nosotros los hombres, bajo condición de que e l objeto afecte
de a lguna manera nues t ra mente" (Gemüt) (B 33) . Así pues ,
todo el proceso cognosci t ivo está colgado de este punto, dice
Kant (B 134), que es la unidad sinté t ica de la apercepción.
Y él la l lega a ident i f icar en este mismo pasaje con el enten
dimiento mismo (en su ac to or iginar io) ; pero ya sabemos
que el ápice de este entendimiento que dice "yo pienso" es ,
según Kant , la razón misma, de la cual , como potencia "ar
qui tectónica" (A 832) afi rma también que "sin ésta no ten
dr íamos uso a lguno coherente de l entendimiento" (A 651) .
La razón es , pu es, en su sent ido k an t ian o fund am ental ,
aquel principio donde radica a un t iempo, y en vir tud de una
misma síntesis previa , la posibi l idad de autoconciencia del yo
y de conocimiento objet ivo de las cosas. Debemos omit i r aquí
toda reflexión sobre e l sent ido más profundo de aquel la pro
piedad del suje to que expl icaría hasta e l f in esta racional idad
trascendental de su act ividad cognosci t iva . ¿Es acaso la tem
pora l idad, como ha quer ido most ra r lo Heidegger , de modo que
la misma razón se funde al fin y al cabo en la "imaginación
trascendental" , cosa que parece insinuarse en la edición pri
mera de la Crí t ica? En todo caso valga aquí de resumen lo
que dice ese intérprete de Kant : "En la esencia de la razón
pura, esto es de la razón pura teórica , hay ya l ibertad, en
cuanto és ta quie re dec i r ponerse ba jo una neces idad que uno
se da a s í mismo" (3) . Y lo que la razón se impone aquí a
s í misma como ley espontánea , no proveniente más que de
la misma razón, es la necesidad de no ser pensante ni auto-
consciente s ino ante e l requerimiento de una afección venida
del exterior, de lo que no es el sujeto. Y concluye Heidegger:
Libre es la razón no por su espontaneidad a secas, s ino porque
esta espontaneidad es recept iva; en una palabra , concluyamos
(3) M. Heidegger: Kant und das Problem der Metaphysik. Frankfurt
1965, p. 142.
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nosotros, por su t rascendencia . Esto nos remite a l punto s i
guiente de nuestro estudio.
1.3 . Debem os ab or da r ah or a la razón en e l con texto fi
losófico de la psicología racional que const i tuía e l marco de
referencia para las prelecciones y los escri tos de Kant. Así
aparecerá la razón, no sólo como suprema func ión pensante
(según el contexto lógico que acabamos de examinar) s ino
también como facul tad suprema en la to ta l idad de l espí r i tu
hum a no .
1 .3 .1 . Según esa psicología racion al en qu e se recoge
la tradición de los griegos y los medievales, se reducen a dos
fun dam enta lme nte las "po tencias del a lm a", las "facul tades
del espír i tu": hay una capacidad cognosci t iva , l lamada con ese
término plurivalente que cobra aquí su acepción más general :
entendimiento (Vers tand) ; y una capac idad vol i t iva , l a vo
luntad (W i l le ) . De acuerdo a l conju nto de la obra kan t iana
no cabe duda ninguna sobre e l hecho, aun te rminológicamente
inexpugnable , de que para Kant hay un supremo pr inc ipio que
norma y regula tanto a l entendimiento cuanto a la voluntad,
y está consiguientemente por encima de la act ividad de am
bos :
es la razón (Vernunft) , que por lo mismo se diferencia ,
s iendo una misma, en dos pr imordia les aspec tos : razón teó
rica y razón práct ica . Estos son también los dos grandes te
mas de las dos pr imeras Cr í t i cas publ icadas por Kant . Es ta
concepción tan tota l izante y excelsa de la razón desborda to
da lectura meramente lógica y movió por lo mismo a Kant
a un es tudio que nunca pudo e jecuta r sa t i s fac tor iamente : Ya
en el período de t rabajo preparatorio antes de la Crí t ica de
la Razón Práct ica , a l poner prólogo a su "Fundamentación de
la Metafís ica de la Moral idad", vis lumbraba Kant la tarea de
most ra r " la unidad de la razón prác t ica con la t eór ica en un
pr inc ipio común" (BA XIV); pero después , en la misma Crí
t ica de la Razón Práct ica muestra que esa tarea s igue s iendo
para é l sólo un anhe lo todavía remoto aunque fundado en
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inevi tables exigencias de la misma razón humana (A 162).
Por fin, en la tercera Crít ica, de la Facultad de Juzgar, pre
tende ponerse a la obra , pero los resul tados se l imitan a exa
minar e l problema de reconci l iar entre s í la l ibertad moral y
la neces idad na tura l . No nos queda ot ro remedio que recoger
e in te rpre ta r aque l los da tos , no s iempre s i s temat izados por
Kant pero s í af i rmados por é l con énfasis part icular , que nos
presentan la razón como facul tad uni ta r ia y suprema.
Empecemos por recordar que Kant no hace más que se
guir la t radición cuando dice que la razón regula nuestra vo
luntad; pero la t radición que esto afi rmaba era la que suponía
exis ti r un pr im ad o de l entend imien to so bre la volutad. En
cambio Kant sos t iene e l pr imado de la voluntad sobre e l en
tendimiento aun en lo que se refiere a descubri r campos del sa
ber. Por tanto tenemos aquí una nueva concepción, según la
cua l esa misma razón que es norma suprema de l entendi
miento lo es también para la voluntad, pero no por ser razón
especulat iva , s ino por ser razón pura , apriorís t ica , la cual do
mina igua lmente e l campo teór ico y e l campo prác t ico. Lo que
está por just i f icarse a l comienzo de la Crí t ica de la Razón
Prác t ica es prec i samente que la razón en cuanto pura o apr io
rís t ica sea por s í misma práct ica s in serle necesario, para
mover la voluntad, ningún motivo sacado de la experiencia
(A 30-31) . Kant muest ra que indudablemente es as í , recurr ien
do para e l lo a l hecho de la ley moral que por e l imperat ivo
categórico se da la razón a s í misma: obrar s iempre de ta l
modo que , s in a tenc ión a ningún mot ivo empír ico, l a propia
máxima de acción pueda servir de ley universal para todos
los hombres .
La razón es , pues , para Kant una facul tad que indepen
dientemente de la pr imacía que pueda haber ent re conocer y
obrar, es razón práctica a la vez que teórica, rige a la volun
tad en igua l forma que a l entendimiento , por medio de pr in
cipios a priori , sacados únicamente de la razón pura misma
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y no de ningún uso empírico de cualesquiera facul tades.—
Sin embargo hay que confesar que en c ierto sent ido la razón
parece per tenecer más a l campo teór ico: porque en todo caso
la razón es facul tad "representat iva": su acto es s iempre "re
pres enta c ión " (V ors te l lung ) . Y es to aun cu ando , com o razón
prác t ica pura , de te rmina e l uso de la voluntad (4) . El suje to
no puede , pues , t ener ac tuac ión a lguna —teór ica o prác t ica—
referente a obje tos , s i no es en una representac ión, en una
luminosidad de la razón. El mismo impera t ivo ca tegór ico con
t iene una representación, la del deber (Sol len), que dif iere
de todas las representac iones de l campo teór ico, pues no es tá
"captada" sobre ningún obje to de conocimiento o de vol ic ión,
ni es fruto de ninguna intuic ión ni empírica ni pura , ni se ob
t iene de otros datos de la razón (A 55-56), s ino que como mera
síntesis a priori viene a ser la luminosa autoconciencia original
de la razón pura en cuanto práct ica .— Por eso, en defini t iva
no es que la razón sea más teórica que práct ica , s ino que es
luminosa por esenc ia —estamos en la cumbre de l rac iona l i s
m o— y sólo así domina el conocer y e l obrar .
De es te modo bien podemos carac te r izar a l a razón kan
t iana como luz pr imordia l de l espí r i tu que en cuanto auto-
conciencia precede y rige toda la actividad en el sujeto, sea
la del entendimiento (razón teórica) , sea la de la voluntad ra
zón práct ica) . Esta luz es de ta l naturaleza que puede i lumi
nar e l ámbito de la real idad no sólo a t ravés del conocimiento
por representac iones teór icas , s iempre l imi tadas en su va lor
objet ivo a l campo de la experiencia; s ino también a t ravés de
la misma voluntad, por representac iones prác t icas que con in
conmovible certeza y autent ic idad nos l levan más a l lá de la
(4) Cfr. la Introducción a la Crítica de la Razón Práctica, donde se
divide la voluntad como "facultad, sea de producir objetivos
correspondientes a representaciones — , sea al menos de deter
minarse a la realización de los mismos — ' (A 29-30); el subrayado
es nuestro.
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experiencia al mundo intel igible de las cosas en s í (KpV, A
74-75).
1.3.2.
Con el res ulta do de es ta vis ión en m arc ad a en la
ps icología rac ional que manejaba Kant , podemos nuevamente
volver en forma breve a la t r iple temática del logos, y sondear
todavía más su impor tancia dentro de la anal í t ica del hom
bre que es fundamental en el f i lósofo de Konigsberg. Repase
mos qué d ice ahora para la razón esa espontaneidad, esa re
cept iv idad , esa t rascendenta l idad . La espontaneidad de la ra
zón, pr imeramente , nos aparece como t raducción de aquel
cons t i tu t ivo de la subje t iv idad humana descubier to en los ú l
t imos anál is is que preceden: la l iber tad . Razón como suprema
facul tad del hombre es l iber tad como autonomía . S i ya en la
razón teór ica descubr íamos cómo la espontaneidad anunciaba
el ser l ibre , en cua nto es espon taneida d pa ra im pon erse una
receptividad como ley propia, ahora vemos que la razón prác
t ica ent raña l iber tad por su esencia misma; más aún, que ra
zón s ignif ica s implemente l ibertad: s i a esa luz suprema del
espí r i tu la carac ter izábamos como autoconciencia , más profun
damente le corresponden la carac ter ís t ica de autonomía , y es
to también en su uso teór ico , aunque natura lmente resplan
dece m ás en el uso p ráct ic o al cual — com o se indic ará en
seguida— queda subordinado e l teór ico ,
En segundo lugar , la receptividad se manif ies ta as í mismo
más l lena de sentido. Razón s ignif ica doblegarse de tal modo
ante la real idad, es tar de tal modo remitido a el la , que toda
autonomía no v iene a ser s ino respeto de es ta misma rea l idad .
Impres ionan las páginas en que Kant anal iza e l " respeto" co
mo sent imiento puro a pr ior i fundamentado en la ley moral ,
y que nos descubren una razón reverente ante su propio pr in
cipio,
v ic tor iosa en su autonomía de todo amor propio y de
toda presunción (KpV, A 128-130). Fundamentación de la Me
tafísica de la Moralidad, (A 41-42). El respeto ante sí es res
pe to a u n ord en de cosas que es ord en de f inal idades (cfr .
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Crí t ica de la Facul tad de Juzgar, Segunda Parte) y que está
fundado y garant izado por e l Ser supremamente l ibre (KpV,
A 223-226), el Ser m od elo de la razón , ya en su us o teó rico
(como antes vimos), ya en su uso práct ico (como expresa la
Crít ica de la Razón Pura, A 57-58), de tal manera que toda
la act ividad racional está guiada por e l "proceso intermina
b le "
de acercars e a l divino ejem plar ( ib ide m ).
De es ta manera emerge , en te rcer lugar , l a t rascendenta
l idad de la razón como el principio de apertura a l orden me
tafísico en toda su amplitud, a la auténtica realidad de las co
sas , a t ravés de la dual idad integrada de un mundo sensible y
otro suprasensible o inte l igible , según los nombres que Kant
aquí ut i l iza . Razón es apertura de la mismidad del yo a l todo
de una real idad universal ordenada te leológicamente . Se cons
truye así , gracias a la investigación de la razón sobre sí misma,
aque l la metaf í s ica inherente a l a na tura leza humana (Natu-
ranlage) que en sus úl t imos años quiso escribir Kant , s in lo
grar hacerlo: una metafís ica que, basándose en la crí t ica , sería
dogmática pero práct ica , y que no const i tui r ía una c iencia
pero s í un saber superior de inconmovible certeza, a sa lvo de
todo ataque o de todo fa lso apoyo que quisiera venir le de un
uso simplemente teórico de la razón. A la luz de esta meta
fís ica práct ica (es decir , basada en e l hecho de la moral idad
autónoma) aparece la misma razón especula t iva y toda su ló
gica con otra faz mucho más coherente: la razón especulat iva
o teór ica nos da un aspec to de l mundo ( inc luso de nosot ros
mismos) que no puede cons iderarse ya como una par te de la
real idad tota l , a l lado de la cual estuviera esa otra parte enig
mát ica const i tuida por las cosas en s í , sobre todo las cosas
l lamadas suprasensibles (Dios, e l a lma inmortal , la acción l i
b r e , los f ines, la intercomunicación personal) . No, la real idad
total y autént ica conforma toda e l la un mundo inte l igible ,
a l que pertenecen no sólo las personas espir i tuales , s ino la
materia como esa mult ipl ic idad de sustancias s imples y diná-
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micas a las que propendía e l pensamiento de Kant en su ma
durez. Este mundo inte l igible está suje to a la suprema ley de
la l ibre autonomía de una comunidad de personas en que se
real izan f ines dentro de un inacabable progreso hacia e l In
f ini to. Es en este m un do don de es tá radica do el ho m bre y en
é l ac túa di rec tamente , pues su razón humana es congenia l a
la real idad así descri ta . Pero para poder actuar en e l mundo
necesi ta poder dominar c iertos sectores de é l , y por eso la
razón humana , que es prác t ica por esenc ia , t i ene también una
función teórica de cara a estos sectores part iculares: en e l los
le l lega un influjo que, al afectar la subjetividad se recibe de
manera sensible y se piensa de manera lógica . Así la razón en
su act ividad teórica l lega a construir una c iencia que le per
mite enseñorearse de la "naturaleza", es decir —según la de
finic ión de Kant (KpV, A 74)— enseñorearse de aquel la es
fera de la real idad que e l hombre teoriza y concibe sometida
a la ley de una causal idad necesaria . Sin embargo, esa causa
l idad necesaria , lo mismo que todo el s is tema de nuestra re
presentación objet iva , teórica , lógica , c ient í f ica , del mundo de
la experiencia const i tuye un mero ropaje que con el nombre
de "mundo o na tura leza sens ible" no es más que e l hacerse
presente una esfera del verdadero mundo, del inte l igible , ante
nues t ra razón y según los modos de nues t ra razón l imi tada ,
recept iva , t rascendenta l ; pero por lo mismo, ante nues t ra ra
zón capaz —en su mismidad autoconsc iente y autónoma— de
comunicar a su manera con e l todo.
2.—La cris is de la razón en Kant
Nos toca examinar ahora en qué sent ido esta diversi f icada
concepción tota l de razón en Kant entraña una cris is f i losó
fica para e l mismo pensamiento l lamado racional . Cris is es jui
c io ante un t r ibunal acerca de un sospechoso y acusado. Su
pone incer t idumbre y temor; pre tende obrar un di scernimien
to .
Aquí tenemos lo inaudi to de que uno mismo es e l sospe-
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choso acusado y el juez. Una misma la luz incierta y la luz
del discernimiento.
Veamos, ante todo, en qué forma Kant significa para la
concepción anterior una crisis, es decir la sospecha, la incer
t idumbre y a un t iempo también la sentencia que discierne.
Luego veremos cómo en la concepción kant iana se prefigura
ya una nueva cris is , que la f i losofía posterior ha patent izado.
2 . 1 . Tres aspectos pu ede n tom ars e en K ant , que en es
te contexto significan crisis para la fi losofía anterior: la razón
como teórica , la razón como práct ica y la razón como crí t ica .
2 . 1 . 1 . La razón com o teórica: El creer op t im ista en la
razón, propio de la época del racionalismo, se sintetiza en el
principio le ibniziano que, enunciado en la t ín como "principium
ra t ionis" , se t raduc ía dec idoramente a l a lemán como Sa tz vom
Grunde: pr inc ipio de fundamentac ión; l a razón, suprema forma
del pensar humano, aparec ía como e l fundamento de todo en
te ;
e l ser se entendía como dotado de una racional idad tota l .
Contra ese opt imismo, a l que tacha de dogmático, di r ige Kant
su crí t ica de la razón teórica y cree demostrar que esta razón
no es más que e l modo de ser del hombre que presta a Jas
cosas conocidas su propio modo de ser (en defini t iva tempo
ral ,
de donde —como Heidegger ha in tentado deduci r— resul
tarían todas las formas a priori de la subjet ividad, desde e l
espac io has ta los conceptos puros de l entendimiento) . Lue
go el ser en general desborda con mucho la especulación de
la real idad humana. Lo que son las cosas en s í mismas, e l
"númeno" , no puede escudr iñarse por una teor ía rac iona l .
Esta es la sentencia y e l discernimiento, contra toda fa tua
presunción del pensar. Pero ya vimos que esa sentencia per
manece dentro del ámbito t radicional de concepciones opt i
mistas sobre la razón, en cuanto conocer así l imitadamente ,
en e l escueto reducto de la experiencia donde se nos presen
tan las cosas como "fenómeno" , es t ambién una manera de
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par t ic ipar en e l supremo y perfec to conocimiento divino, para
el cual conocer a sí mismo es igual a conocer intuit iva y crea
t ivamente todo lo demás. En la medida en que, según Kant ,
e l pensamiento rac iona l de l mundo t iene que humi l la rse a
reconocer sus modes tos l ími tes , en la misma medida ha que
dado encumbrado y exa l tado a l rango de autoconocimiento en
e l que de a lgún modo comunica e l hombre con todo lo demás;
es c ierto que no en la manera de s imple intuic ión especulat iva ,
propia de Dios; pero esta divina intuic ión sigue apareciendo
en Kant como la añoranza fundamenta l de la razón humana .
Y es esta l ínea kant iana la que han prolongado luego los f i
lósofos jesuí tas de este s iglo, primero el belga Maréchal y
en su seguimiento varios otros de habla francesa, luego los
alemanes Rahner y Lotz (éstos en est recha cercanía de Heide
gger) y f inalmente e l canadiense anglófono Lonergan, para c i
ta r sólo unos nombres ya consagrados .
2 .1 .2 La razón com o prá ct ica en K ant s ignifica p ar a las
concepciones f i losóficas anteriores una cris is de mucho mayor
alcance todavía: sólo en la razón práct ica aparece la perfecta
espontane idad y au tonomía (aunque a l l í t ambién como au to-
sumisión a un orden de cosas) , que ya la razón teórica mues
tra en sí . En todos los aspectos básicos, incluso en el de per
mit i r una not ic ia de las cosas, es la praxis de la razón su
perior a su teoría: en efecto, los conceptos que en la razón
teór ica se dan como inevi tables aunque también como inobje-
t ivos y peligrosamente falaces, la l ibertad, la finalidad, la es
pir i tual idad e inmortal idad del a lma. Dios y e l orden absoluto
del universo, cobran en la razón práct ica suprema val idez,
aunque con e l los no pueda e laborarse lo que se l l ama una
ciencia objet iva , s ino más bien lo que Kant l lama tma fe , que
posee certeza universal . Es fe en sent ido f i losófico moral , no
en sent ido re l igioso (y por lo demás Kant reduce toda la re
l igión a la moral) . Y aquí está la cris is para toda la f i losofía
inte lectual is ta que viene desde los griegos, impugnada ya por
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tantos golpes del nominalismo y del voluntar ismo medieva
les, y luego del pragmat ismo empir is ta de la Edad Moderna;
el golpe más fuerte viene ahora del mismo racionalismo, en su
empeño de poner a sa lvo , por encima de todo pensamiento ,
la moral y la rel igión. Porque lo supremo en la razón —viene
a concluir Kant— no es conocer lo que las cosas son (es to nos
es imposible s i lo tomamos en sentido absoluto; un conocer ,
res tr ingido en su campo y refer ido en su validez sólo al fenó
meno, lo tenemos únicamente para los obje tos sens ib les ) . Pe
ro es que tampoco es necesar io e l conocer absolu to para lo
que hay de supremo en la misma razón, que es la praxis en
tendida como actuación m oral au tó nom a. Parece anun ciarse
aquí esa fuer te l ínea es t ructura l de un nuevo pensamiento ,
el de Marx, quien habría de decir : "Lo que han hedió los f i lóso
fos es in terpre tar e l mundo de d iverso modo; lo que impor ta
en cambio es t r ans fo rmar lo" (5 ) .
2 .1 .3 La razón co m o crí t ica, p or úl t im o, s ignifica en
Kant no s implemente una capacidad de juzgar o t ras cosas ,
sobre todo esos famosos "objetos metaf ís icos" , al t ratarse de
la teoría , o esa moralidad denominada en la Crí t ica práct ica
con desprecio "empír ica" , por más que apela a Dios o al bien;
n o : la cr í t ica más importante es la autocrí t ica, que por lo mis
mo podr ía l lamarse cr i t ica de la razón t rascendenta l y com
por ta mucho más que la popular izada cr i t ica del conocimien
to :
es la autocrí t ica de aquella suprema facultad que r ige al
pensar y a l querer , como luz p lenamente espontánea . Nunca
antes de Kant se hizo en la filosofía un esfuerzo tan notable
por señalar l ími tes , por acotar competencias , por poner a
prueba segur idades obvias , y es to a l supremo nivel que emer
gía ante la conciencia escudriñadora, el de la razón. De este
modo se puso también revolucionar iamente de manif ies to que
(5) La ideología alemana. Tesis sobre Feuerbach (Tesis 11). Cfr. Karl
Marx: Die Frühschriften. Hrsg. v. Siegfried Landshut. Stuttgart
(Kroner) 1971, pág. 341.
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no era s iquiera e l pr imado de la praxis sobre la teor ía lo más
impor tante de la razón; por eso no exis te en Kant un corres
pond ien te p r imado de bonum sobre e l ve rum: por sobre todo
es tá lo que podr íamos l lamar e l ipsum, la mismidad, la subje
t ividad: és ta es para Kant lo supremo, no sólo en la escala
de las cosas , s ino también entre las clás icas nociones trascen
dentales del ser . En es ta vis ión se enuncia otra de las grandes
l íneas de fuerza para la próxima f i losofía , que tendrá en Hegel
su pa t r iar ca : " tod o se reduce — dice és te en e l pró logo de
la Fenomenología del Espír i tu— a concebir y expresar lo ver
dadero no como subs tancia s ino as í mismo como suje to" (6) .
2 . 2 .
Y así es t am os ya repit ien do la alusión a las co
rr ientes del f i losofar que han venido después de Kant, y que,
a l i r desar ro l lando o contras tando las nuevas pos ic iones kan
t ianas , in t rodujeron también una fecunda cr is is en és tas (7) .
Ins inuaremos só lo dos capí tu los de esa cr is is pos ter ior : la
tens ión en tre teor ía y praxis ; la desenm ascarad a autosuf ic ien
cia de la razón.
2 . 2 . 1 .
La tens ión entr e teor ía y pra xis : ¿Logró Ka nt
una verdadera s ín tes is en t re esos dos polos? El desglose de
es ta pr imera pregunta tendr ía que recoger las inquie tudes que
habrán surgido de la mera expos ic ión precedente . ¿Son en
real idad dos polos en tens ión , o cómo deben concebirse las
re lac iones ent re esos términos? ¿Caracter iza es te problema la
entraña misma del ser humano; y se v is lumbra só lo desde aquí
(6) G. W. F. Hegel: Werke in zwanzig Bánden. Frankfurt (Suhikam p).
1970. Bd. 3: Phánomenologie des Geistes, pág. 22-23.
(7) Pueden verse tales corrientes representadas simbólicamente en el
programa de este encuentro por las figuras allí desplegadas; con
todo, frente a esta gran vertiente que, no sin zozobra pero tampoco
sin "razón", me atrevería a llamar metafísica, hay en la racionali
dad contemporánea otra vertiente de mucho influjo, emparentada
también con Kant: el positivismo de la filosofía analítica, que en
este encuentro no se considera.
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el problema del ser en general? Estas han s ido preocupaciones
primarias de la f i losofía postkantiana, que metieron la cr is is
en el corazón del s is tema. En continuidad de diversa índole
con los temas de Kant, ha vuelto a aparecer el intelectualismo
(así en cier tas facetas de la obra de Schell ing y en algunos s is
temas neoescolást icos) y el voluntar ismo puro (as í sobre to
do en Fichte , y de m odo pe s imis ta en Sc hop en hau er) ; pero
también se ha abier to e l paso para una nueva aproximación:
la cr í t ica trasc en den tal a teoría y prax is desde el com plejo
engranaje mismo de la praxis y la teoría (as í en la dialéct ica
de Hegel y de forma innovadora en Marx) . Hegel pone la
conciencia como el lugar donde se l lega a plantear , discernir
y superar el problema de praxis y teoría . En la conciencia
también encuentra su lugar or iginario la fenomenología de
H usse rl . Y a la conciencia ape lan los qu e prete nd en ver un a
ruptura de la misma razón dialéct ica o fenomenológica, en se
guimiento de Kierkegaard. La conciencia, como razón práct ico-
teórica, s igue s iendo el punto de part ida para quienes se ins
piran en Hegel y Husserl , por un lado, y en Kierkegaard y Dil-
they por otro: para la filosofía existencia , sobre todo de Hei
degger , y paralelamente para las l lamadas f i losofíaas de la
vida.
2 . 2 . 2 . La autosuficiencia de la razó n: De ntro de todo s
los l ímites que él haya podido señalar , la razón en Kant es so
be ran a y autosuficiente. El devenir f ilosófico ha mo stra do
que ni s iquiera dentro de esos l ímites puede hablarse de tal
autosuficiencia. Hay factores decisivos que la relativizan o
la res tr ingen, ignorados por Kant (y en buena parte por la
tradición de la Edad Moderna); esos factores , pues , no se iden
t if ican con la receptividad (aunque t ienen que ver con el la) .
La receptividad en Kant confronta al sujeto con objetos . Pero
el grande problema que aquí se propuso a la f i losofía poster ior
fue el de superar es te esquema de sujeto y objeto, el de qui
tar e l ve lo a o t ra s escondidas presenc ias a barca ntes den tro
de las cuales aparece posible una razón como s intét ica unidad
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a priori de sujeto y objeto. Lo abarcante y fundante se pue
de l l amar , con té rmino de Husser l , un "hor izonte" en e l cua l se
const i tuye e l suje to con su apriorismo y los objetos que lo en
f rentan; pero para e l hor izonte mismo no va len ya propia
mente los té rminos de apr ior i y apos te r ior i , porque es tá cons
t i tuido por una tota l idad compleja y heterogénea, f lexible e
inacabada, de hechos y acontecimientos. Señalaremos t res a l
menos de las grandes tendenc ias en que se busca de te rminar
este horizonte abarcante de toda razón subjet ivo-objet iva: una
va hac ia e l "mundo" entendido no en e l ant iguo sent ido cos
mológico, ni menos en el teológico part icular, sino en el es
pecíf ico antropológico: mundo del hombre, por e l que éste
es un "ser-en-el-mundo", pero que comprende también re la
ciones básicas a la "naturaleza"( digamos, para i lust rarlo, a l
sector económico) y aun a lo que se presenta como sobre
humano (un futuro absoluto , por e jemplo) . Es desde es te
"mundo" desde donde inconsc ientemente se dibuja —por e jem
plo también— en nues t ro Kant un impera t ivo ca tegór ico de la
razón pura , concre t izado en máximas como no romper nunca
ba jo ninguna c i rcuns tanc ia y con ninguna apar ienc ia de bien
un depósi to de dine ro recibido desfa vora blem ente: af i rmación
bastante