Revelación de La Natividad de La Virgen María en El Antiguo Testamento y Despúes de La Ascención...

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REVELACIÓN DE LA NATIVIDAD DE LA VIRGEN MARÍA EN EL ANTIGUO TESTAMENTO Y DESPÚES DE LA ASCENCIÓN DEL SEÑOR Dios planeó desde toda la eternidad toda la obra admirable de la Encarnación del Verbo como culminación de la creación del Universo; y como quiera que en la mente sapientísima de Dios cabía simultáneamente la previsión del mal del hombre y de su restauración por medio del mismo verbo revestido de carne mortal, dentro de toda esta visión divina estaba también con preponderante papel, la persona y la misión de María Madre del Verbo hecho carne. Así, pues, la razón misma de ser de la Virgen María estaba en los designios del Altísimo aun antes del tiempo, en su carácter de Madre del Verbo Encarnado. Nosotros pensamos y proyectamos, pero muchas veces nuestros proyectos, por hermosos y hacederos que parezcan, permanecen en la ineficacia; no ocurre así con Dios, cuyo poder no tiene límites. De ahí que, al pensar Dios desde toda la eternidad en María, Madre de su Hijo Unigénito hecho carne, confiera a esta elegida un carácter muy específico para su existencia. Por eso podemos concluir que la elección de María no es el escoger una persona determinada para una misión específica, sino la predestinación desde antes de los siglos de una Madre para Jesucristo. La liturgia de la Iglesia dedica con insistencia a la Madre del Señor en sus festividades los textos de los libros sapienciales en los que aparece la Sabiduría, o la Esposa, en la mente de Dios desde antes de los tiempos: "Desde el principio y antes de los siglos me creó, y para la eternidad viviré " (Ecl 24, 9) "Yahvé me creó en el comienzo de sus designios, antes de sus obras más antiguas. Desde la eternidad fui constituida, desde el comienzo, antes del origen de la tierra." "Cuando el abismo no existía, fui yo engendrada, cuando no había fuentes ricas en aguas. Antes que los montes fueran fundados, antes de las colinas fui yo engendrada " ( Prov 8, 22-25 ) Estas expresiones son aplicables a la Madre de Dios.

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REVELACIÓN DE LA NATIVIDAD DE LA VIRGEN MARÍA EN EL ANTIGUO

TESTAMENTO Y DESPÚES DE LA ASCENCIÓN DEL SEÑOR

Dios planeó desde toda la eternidad toda la obra admirable de la Encarnación del

Verbo como culminación de la creación del Universo; y como quiera que en la mente

sapientísima de Dios cabía simultáneamente la previsión del mal del hombre y de su

restauración por medio del mismo verbo revestido de carne mortal, dentro de toda

esta visión divina estaba también con preponderante papel, la persona y la misión de

María Madre del Verbo hecho carne. Así, pues, la razón misma de ser de la Virgen

María estaba en los designios del Altísimo aun antes del tiempo, en su carácter de

Madre del Verbo Encarnado.

Nosotros pensamos y proyectamos, pero muchas veces nuestros proyectos, por

hermosos y hacederos que parezcan, permanecen en la ineficacia; no ocurre así con

Dios, cuyo poder no tiene límites. De ahí que, al pensar Dios desde toda la eternidad

en María, Madre de su Hijo Unigénito hecho carne, confiera a esta elegida un carácter

muy específico para su existencia. Por eso podemos concluir que la elección de María

no es el escoger una persona determinada para una misión específica, sino la

predestinación desde antes de los siglos de una Madre para Jesucristo.

La liturgia de la Iglesia dedica con insistencia a la Madre del Señor en sus festividades

los textos de los libros sapienciales en los que aparece la Sabiduría, o la Esposa, en la

mente de Dios desde antes de los tiempos:

"Desde el principio y antes de los siglos me creó, y para la eternidad viviré " (Ecl 24, 9)

"Yahvé me creó en el comienzo de sus designios, antes de sus obras más antiguas.

Desde la eternidad fui constituida, desde el comienzo, antes del origen de la tierra."

"Cuando el abismo no existía, fui yo engendrada, cuando no había fuentes ricas en

aguas. Antes que los montes fueran fundados, antes de las colinas fui yo engendrada

" ( Prov 8, 22-25 )

Estas expresiones son aplicables a la Madre de Dios.

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En la Bula "Ineffabilis Deus" de Pío IX leemos cómo "El Dios inefable, habiendo

previsto desde toda la eternidad la lastimosísima caída de todo el género humano por

la transgresión de Adán, decretó la primera obra de su bondad en el misterio oculto

desde los siglos, por medio de la encarnación del Verbo.

"Es pues, la elección y predestinación de María algo íntimamente unido al decreto de

la Redención que había de realizarse por el Verbo tan unido, que, concluye el Papa

Pío IX, el destino de la Virgen fue preestablecido en un mismo decreto con la

Encarnación de la Divina Sabiduría."

Esta predestinación de Nuestra Señora, desde la eternidad, para ser Madre de Dios,

empieza a realizarse con el tiempo. He aquí cómo lo expresa el Concilio Vaticano II:

" El benignísimo y sapientísimo Dios, al querer llevar a término la redención del

mundo, cuando llegó la plenitud del tiempo, envió a su Hijo hecho de mujer... para que

recibiésemos la adopción de hijos (Gál 4 4-5)

El cual por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación descendió de los cielos, y

se encarnó por obra del Espíritu Santo de María Virgen." (Credo de la Misa: Símbolo

de Constantinopla)

Este misterio divino de salvación se nos revela y continúa en la Iglesia, a la que el

Señor constituyó como su Cuerpo y en ella los fieles, unidos a Cristo, su Cabeza, en

comunión con todos sus santos, deben también venerar la memoria "en primer lugar,

de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de nuestro Dios y Señor Jesucristo"

(Canon de la Misa. Concilio Vaticano II: Constitución Apostólica "Lumen Gentium",

capítulo VIII n.52).

NATIVIDAD DE LA VIRGEN MARÍA

La celebración de la fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen María, es conocida

en Oriente desde el siglo VI. Fue fijada el 8 de septiembre, día con el que se abre el

año litúrgico bizantino, el cual se cierra con la Dormición, en agosto. En Occidente fue

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introducida hacia el siglo VII y era celebrada con una procesión-letanía, que terminaba

en la Basílica de Santa María la Mayor.

El Evangelio no nos da datos del nacimiento de María, pero hay varias tradiciones.

Algunas, considerando a María descendiente de David, señalan su nacimiento en

Belén. Otra corriente griega y armenia, señala Nazareth como cuna de María.

Sin embargo, ya en el siglo V existía en Jerusalén el santuario mariano situado junto a

los restos de la piscina Probática, o sea, de las ovejas. Debajo de la hermosa iglesia

románica, levantada por los cruzados, que aún existe -la Basílica de Santa Ana- se

hallan los restos de una basílica bizantina y unas criptas excavadas en la roca que

parecen haber formado parte de una vivienda que se ha considerado como la casa

natal de la Virgen.

Esta tradición, fundada en apócrifos muy antiguos como el llamado Protoevangelio de

Santiago (siglo II), se vincula con la convicción expresada por muchos autores acerca

de que Joaquín, el padre de María, fuera propietario de rebaños de ovejas. Estos

animales eran lavados en dicha piscina antes de ser ofrecidos en el templo.

La fiesta tiene la alegría de un anuncio premesiánico. Es famosa la homilía que

pronunció San Juan Damasceno (675-749) un 8 de septiembre en la Basílica de Santa

Ana, de la cual extraemos algunos párrafos:

"¡Ea, pueblos todos, hombres de cualquier raza y lugar, de cualquier época y

condición, celebremos con alegría la fiesta natalicia del gozo de todo el Universo.

Tenemos razones muy válidas para honrar el nacimiento de la Madre de Dios, por

medio de la cual todo el género humano ha sido restaurado y la tristeza de la primera

madre, Eva, se ha transformado en gozo. Ésta escuchó la sentencia divina: parirás

con dolor. A María, por el contrario, se le dijo: Alégrate, llena de gracia!

¡Oh feliz pareja, Joaquín y Ana, a ustedes está obligada toda la creación! Por medio

de ustedes, en efecto, la creación ofreció al Creador el mejor de todos los dones, o

sea, aquella augusta Madre, la única que fue digna del Creador. ¡Oh felices entrañas

de Joaquín, de las que provino una descendencia absolutamente sin mancha! ¡Oh

seno glorioso de Ana, en el que poco a poco fue creciendo y desarrollándose una niña

completamente pura, y, después que estuvo formada, fue dada a luz! Hoy emprende

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su ruta la que es puerta divina de la virginidad. De Ella y por medio de Ella, Dios, que

está por encima de todo cuanto existe, se hace presente en el mundo corporalmente.

Sirviéndose de Ella, Dios descendió sin experimentar ninguna mutación, o mejor

dicho, por su benévola condescendencia apareció en la Tierra y convivió con los

hombres".

Si pensamos por cuántas cosas podemos hoy alegrarnos, cuántas cosas podemos

festejar y por cuántas cosas podemos alabar a Dios; todos los signos, por muchos y

hermosos que sean, nos parecerán tan sólo un pálido reflejo de las maravillas que el

Espíritu de Dios hizo en la Virgen María, y las que hace en nosotros, las que puede

seguir haciendo... si lo dejamos.

HISTORIA DE MARÍA

María en los Evangelios

El lector de los Evangelios se queda al principio sorprendido al encontrar tan poco

sobre María; pero esta oscuridad de María en los Evangelios ha sido estudiada

exhaustivamente por San Pedro Canisio[17], Auguste Nicolas [18],

el Cardenal Newman [19] y el muy reverendo J. Spencer Northcote [20]. En el

comentario al "Magníficat" publicado en 1518, incluso Lutero expresa

su creencia de que los Evangelios alaban suficientemente a María al llamarla

(ocho veces) la Madre de Jesús. En los siguientes párrafos agruparemos

brevemente lo que se conoce de la vida de Nuestra Señora antes del nacimiento

de su divino Hijo, durante la vida oculta de Nuestro Señor, durante su vida pública

y después de suResurrección.

María antes del Nacimiento de Jesús

Su ascendencia davídica: San Lucas (2,4) narra que San José subió

desde Nazaret a Belén para empadronarse, "por ser él de la casa y de

la familia de David". Como si quisiera eliminar cualquier dudarespecto a la

ascendencia davídica de María, el evangelista (1,32.69) afirma que al niño nacido

de María sin intervención de varón le será otorgado "el trono de David, su padre",

y que el Señor Dios ha "levantado en favor nuestro un cuerno de salvación en la

casa de David, su siervo". [21] San Pablotambién da fe de que Jesucristo "nacido

del linaje de David según la carne " (Rom. 1,3). Si María no hubiera sido

descendiente de David, su Hijo concebido por el Espíritu Santo no hubiera podido

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considerarse "de la descendencia de David". Por ello los comentaristas nos dicen

que en el texto "Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel... a

una virgen desposada con un varón de nombre José, de la casa de David" (Lucas

1,26-27); la última frase "de la casa de David" no se refiere a José, sino a la

doncella virgen que es el personaje principal de la narración; así tenemos un

testimonioinspirado directo de la ascendencia davídica de María [22].

Mientras que los comentaristas generalmente están de acuerdo en que

la genealogía que se encuentra al comienzo del primer Evangelio es la de San

José, Annius de Viterbo propone su opinión, a la que ya se refirió San Agustín, de

que la genealogía de San Lucas describe la ascendencia de María. El texto del

tercer Evangelio (3,23) puede explicarse de forma que Helí sea el padre de María:

"Jesús... era, según se creía, hijo de José, hijo de Helí" [23]. En estas

explicaciones el nombre de María no se menciona explícitamente, pero va

implícito; ya que Jesús es el hijo de Helí a través de María.

Sus padres: Aunque pocos comentaristas están de acuerdo con esta opinión

acerca de la genealogía de San Lucas, el nombre del padre de María, Helí,

coincide con el nombre dado al padre de Nuestra Señora en una tradición basada

en la narración del Protoevangelio de Santiago, un Evangelio apócrifoque data de

finales del siglo II. Según este documento, los padres de María

eran Joaquín y Ana. Ahora bien, el nombre de Joachim es sólo una variante

de Heli o Eliachim, sustituyendo un nombre divino (Yahveh) por otro (Elí, Elohim).

La tradición en lo que respecta a los padres de María, según el Evangelio de

Santiago, es reproducida por San Juan Damasceno [24], San Gregorio de

Nisa [25], San Germán de Constantinopla [26], Pseudo-Epifanio [27], pseudo-

Hilario [28] y San Fulberto de Chartres[29]. Algunos de estos escritores añaden

que el nacimiento de María se consiguió gracias a las fervientes oraciones de

Joaquín y Ana cuando ya tenían una edad avanzada. Así como Joaquín

pertenecía a la familia real de David, también se supone que Ana era

descendiente de la familia sacerdotal de Aarón; por ello, Cristo, el Eterno Rey

y Sacerdote, descendía de una familia real y sacerdotal [30].

El pueblo natal de los padres de María: Según San Lucas 1,26, María vivía

en Nazaret, una ciudad deGalilea en el momento de la Anunciación. Cierta

tradición afirma que fue concebida y nació en la misma casa en la que el

Verbo se hizo carne [31]. Otra tradición, basada en el Evangelio de Santiago,

considera a Séforis como la primera casa de Joaquín y Ana, aunque se dice que

después vivieron enJerusalén, en una casa a la que San Sofronio de Jerusalén

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llama Probatica [32]. El nombre Probática probablemente procedía de la cercanía

del santuario a la piscina llamad Probática o Betzaida en Juan5,2. Aquí fue donde

nació María. Alrededor de un siglo después, sobre el 750 d.C., San Juan

Damasceno [33] afirma de nuevo que María nació en Probática.

Se dice que ya en el siglo V la emperatriz Eudoxia construyó una iglesia en el

lugar en que nació María, y donde sus padres vivieron en su ancianidad. La

actual iglesia de Santa Ana se encuentra a una distancia de menos de 100 pies

de la piscina Probática. El 18 de marzo de 1889 se descubrió una criptaque

contiene el alegado lugar de la tumba de Santa Ana. Probablemente ese lugar fue

en su origen un jardín en el que Joaquín y Ana recibieron sepultura. En su época

todavía estaba situado fuera de los muros de la ciudad, a unos 400 pies al norte

del Templo. Otra cripta cercana a la tumba de Sta. Ana se cree que es el lugar

donde nació la Bienaventurada Virgen; por ello, en los primeros tiempos a esa

iglesia se le llamó Santa María de la Natividad [34]. En el torrente Cedrón, cerca

de la carretera que lleva a la Iglesia de la Asunción, hay un pequeño santuario

que contiene dos altares, que se cree que están edificados sobre las tumbas de

San Joaquín y Santa Ana; sin embargo, estos sepulcros pertenecen a la época de

las Cruzadas [35]. También en Séforis los cruzados reemplazaron un antiguo

santuario situado sobre la legendaria casa de San Joaquín y Santa Ana por una

gran iglesia. Después de 1788 parte de esta iglesia fue restaurada por los

Padres Franciscanos.

Su Inmaculada Concepción: Vea el articulo Inmaculada Concepción.

El nacimiento de María: En lo referente al lugar de nacimiento de Nuestra

Señora, existen trestradiciones diferentes que hay que considerar.

Primero, se ha situado el acontecimiento en Belén. Esta opinión se basa en la

autoridad de los siguientes testigos: aparece expresada en un documento titulado

"De nativ. S. Mariae" [36] incluido a continuación de las obras de San Jerónimo;

es una suposición más o menos vaga del Peregrino dePiacenza, llamado

erróneamente Antonino Mártir, que escribió alrededor del 580 d.C. [37];

finalmente, los Papas Pablo II (1471), Julio II (1507), León X (1519), Pablo

III (1535), Pío IV (1565), Sixto V (1586) eInocencio XII (1698) en

sus Bulas referentes a la Santa Casa de Loreto afirman que la Bienaventurada

Virgen nació, fue educada y recibió la visita del ángel en la Santa Casa. Sin

embargo, estos pontífices no deseaban en realidad decidir sobre una cuestión

histórica; ellos simplemente expresan las opiniones de sus épocas respectivas.

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Una segunda tradición situaba el nacimiento de Nuestra Señora en Séforis, a

unas tres millas al norte de Belén, la Diocesarea romana, y la residencia

de Herodes Antipas hasta bien entrada la vida de Nuestro Señor. La antigüedad

de esta opinión puede deducirse por el hecho de que bajo el reinado

deConstantino se erigió en Séforis una iglesia para conmemorar la residencia

de Joaquín y Ana en dicho lugar [38]. San Epifanio habla de este santuario [39].

Pero esto sólo demuestra que Nuestra Señora debió vivir durante algún tiempo en

Séforis con sus padres, sin que por ello tengamos que creer que nació allí.

La tercera tradición, la de que María nació en Jerusalén, es la más probable de

las tres. Hemos visto que se basa en el testimonio de San Sofronio, de San Juan

Damasceno y sobre la evidencia de hallazgos recientes en la Probática. La Fiesta

de la Natividad de la Santísima Virgen María no se celebró en Roma hasta cerca

de fines del siglo VII; pero dos sermones hallados entre los escritos de San

Andrés de Creta (m. 680) implican la existencia de esta fiesta, y nos hacen

suponer que fue introducida en unafecha anterior en algunas otras iglesias [40].

En 1799, el décimo canon del Sínodo de Salzburgo señala

cuatro fiestas en honor de la Madre de Dios: la Purificación (2 de febrero),

la Anunciación (25 de marzo), la Asunción (15 de agosto) y la Natividad (8 de

septiembre).

La presentación de María: Según Éxodo 13,2 y 13,12,

todo primogénito hebreo debía ser presentado en el Templo. Dicha ley llevaría a

los padres judíos piadosos a observar el mismo rito religioso con otros hijos

favoritos. Ello hace suponer que Joaquín y Ana presentaron a su hija en el

Templo, la cual obtuvieron tras largas y fervientes oraciones.

En cuanto a María, San Lucas (1,34) nos dice que respondió al ángel que le

anunciaba el nacimiento deJesucristo: "cómo podrá ser esto, pues yo no conozco

varón". Estas palabras difícilmente pueden ser entendidas, a menos que

supongamos que María había hecho voto de virginidad; pues cuando las

pronunció estaba desposada con San José [41]. La ocasión más adecuada para

tal voto fue su presentación en el Templo. Del mismo modo que

algunos Padres admiten que las facultades de San Juan Bautista fueron

desarrolladas prematuramente por una intervención especial del poder de Dios,

se puede admitir la existencia de una gracia similar para con la hija de Joaquín y

Ana [42].

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Pero lo que se ha dicho no supera la certeza de las conjeturas piadosas

anteriormente probables. La consideración de que Nuestro Señor no pudo

haberle negado a su bendita Madre cualquier favor que dependiera

exclusivamente de su magnificencia, no tiene un valor mayor que el de un

argumento a priori. La certeza sobre esta cuestión debe depender de testimonios

externos y de las enseñanzas de la Iglesia.

Ahora bien, el Protoevangelio de Santiago (7-8) y el documento titulado "De

nativit. Mariae" (7-8), [43] afirman que Joaquín y Ana, cumpliendo un voto que

habían hecho, presentaron a la pequeña María en el Templo cuando tenía tres

años de edad; que la criatura subió sola los escalones del Templo, y que hizo su

voto de virginidad en dicha ocasión. San Gregorio de Nisa [44] y San Germán de

Constantinopla [45] aceptaron este testimonio, que también fue seguido por

pseudo-Gregorio Nacianceno en su "Christus patiens" [46]. Además, la Iglesia

celebra la Fiesta de la Presentación, aunque no especifica a qué edad fue

presentada la pequeña María en el Templo, cuándo hizo su voto de virginidad y

cuáles fueron los dones sobrenaturales y naturales especiales que Dios le

concedió. La fiesta es mencionada por primera vez en un documento de Manuel

Commeno, en 1166; desde Constantinopla, la fiesta debió ser introducida en

la Iglesia Occidental, donde la podemos hallar en la corte papal de Aviñón en

1371; alrededor de un siglo más tarde, el Papa Sixto IV introdujo el Oficio de la

Presentación, y en 1585 elPapa Sixto V extendió la Fiesta de la Presentación a

toda la Iglesia.

Sus esponsales con José: Los escritos apócrifos a los que nos hemos referido

en el párrafo anterior afirman que María permaneció en el Templo después de su

presentación para ser educada con otros niños judíos. Allí ella disfrutó

de visiones extáticas y visitas diarias de los santos ángeles.

Cuando ella hubo cumplido los catorce años, el sumo sacerdote quería enviarla a

casa para que contrajera matrimonio. María le recordó su voto de virginidad, y

confundido, el sumo sacerdote consultó al Señor. Entonces llamó a todos

los hombres jóvenes de la familia de David y prometió a María en matrimonio a

aquel cuya vara retoñara y se convirtiera en el lugar de descanso del Espíritu

Santo en forma de paloma. José fue el agraciado en este proceso extraordinario.

Hemos visto ya que San Gregorio de Nisa, San Germán de Constantinopla y

pseudo-Gregorio Nacianceno parecen admitir estas leyendas. Además, el

emperador Justiniano I permitió que se construyera una basílica en la plataforma

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del antiguo templo, en memoria de la estancia de Nuestra Señora en el santuario;

la iglesia fue llamada la Nueva Santa María, para distinguirla de la Iglesia de la

Natividad. Se cree que es la moderna mezquita de Al-Aqsa [47].

Por otra parte, la Iglesia no se pronuncia en lo que respecta a la estancia de

María en el Templo. San Ambrosio [48], cuando describe la vida de María antes

de la Anunciación, supone expresamente que vivía en la casa de sus padres.

Todas las descripciones del Templo judío que puedan reclamar algún

valor científico nos dejan a oscuras en cuanto a la existencia de lugares en los

que pudieran haber recibido su educación las muchachas jóvenes. La estancia de

Joás en el Templo hasta la edad de siete años no apoya la suposición de que las

chicas jóvenes fueran educadas dentro del recinto sagrado, ya que Joás era el

rey, y fue obligado por las circunstancias a permanecer en el Templo (cf.

2 Reyes 11,3). La alusión de 2 Macabeos 3,19, cuando dice "las jóvenes que

estaban recluidas" no demuestra que ninguna de ellas fuera retenida en los

edificios del Templo. Si se dice que la profetisa Ana ( Lucas 2,37) que "no se

apartaba del Templo, sirviendo con ayunos y oraciones noche y día", nosotros no

suponemos que ella viviera de hecho en una de las habitaciones del Templo. [49]

Como la casa deJoaquín y Ana no se encontraba muy alejada del Templo,

podemos suponer que a la santa niña María se le permitía a menudo visitar los

sagrados edificios para que pudiera satisfacer su devoción.

A las doncellas judías se las consideraba aptas para el matrimonio a la edad de

doce años y seis meses, aunque la edad de la novia variaba según las

circunstancias. El matrimonio era precedido por eldesposorio, después del cual la

novia pertenecía legalmente al novio, aunque no vivía con él hasta un año

después, que era cuando el matrimonio solía celebrarse. Todo esto coincide con

el lenguaje de losevangelistas. San Lucas (1,27) llama a María "una

virgen desposada con un varón de nombre José";San Mateo (1,18) dice "Estando

desposada María, su madre, con José, antes de que conviviesen, se halló haber

concebido María del Espíritu Santo". Como no conocemos ningún hermano de

María, debemos suponer que era una heredera, y estaba obligada por

la Ley de Números 36,3 a casarse con un miembro de su tribu. La ley misma

prohibía el matrimonio entre determinados grados de parentesco, de modo que

incluso el matrimonio de una heredera se dejaba más o menos a su elección.

Según la costumbre judía, la unión de José y María tenía que ser concertada por

los padres de José. Uno se puede preguntar por qué María accedió a sus

esponsales, cuando estaba ligada por su voto devirginidad. De la misma manera

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que ella había obedecido la inspiración divina al hacer su voto, también la

obedeció al convertirse en la novia prometida de José. Además, hubiera sido un

caso singular entre los judíos el rehusar los esponsales o el matrimonio, ya que

todas las doncellas judías aspiraban al matrimonio como la realización de

un deber natural. María confió implícitamente en la guía de Dios, y por ello estaba

segura de que su voto sería respetado incluso en su estado de casada.

La Anunciación: Vea el artículo la Anunciación.

La Visitación: Según Lucas 1,36, el ángel Gabriel le dijo a María en el momento

de la Anunciación, "Isabel, tu parienta, también ha concebido un hijo en su vejez,

y éste es ya el mes sexto de la que era estéril". Sin poner en duda la verdad de

las palabras del ángel, María decidió enseguida contribuir a laalegría de

su piadosa pariente [50]. Por ello, continúa el evangelista (1,39): "En aquellos

días se puso María en camino y con presteza fue a la montaña, a una ciudad

de Judá, y entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel". Aunque María debe

haberle comunicado a José su propósito de realizar esa visita, es difícil

determinar si él la acompañó; si dio la casualidad de que el momento de la visita

coincidiese con alguna de las temporadas de fiestas en que los israelitas tenían

que acudir al Templo, habría pocas dificultades acerca de la compañía.

El lugar de la casa de Isabel ha sido localizado en varios emplazamientos según

los diferentes escritores: ha sido situada en Machaerus, a unas diez millas al este

del Mar Muerto, o en Hebrón, o también en la antigua ciudad sacerdotal de Jutta,

unas siete millas al sur de Hebrón, o finalmente en Ain-Karim, la tradicional San

Juan-en-la-Montaña, a unas cuatro millas al oeste de Jerusalén [51]. Sin

embargo, los tres primeros sitios no poseen ningún memorial tradicional del

nacimiento o de la vida deSan Juan Bautista; además, Machaerus no estaba

situada en las montañas de Judá; Hebrón y Jutta pertenecían a Idumea, después

del exilio a Babilonia, en tanto que Ain-Karim está situada en la "región

montañosa" [52] mencionada en el texto inspirado de San Lucas.

Después de un viaje de unas treinta horas, María "entró en casa de Zacarías y

saludó a Isabel" (Lucas 1,40). Según la tradición, en la época de la Visitación

Isabel no vivía en su casa de la ciudad sino en su villa, a unos diez minutos de la

ciudad; antiguamente este lugar estaba señalado por una iglesia superior y otra

inferior. En 1861 se erigió sobre los antiguos cimientos la pequeña iglesia actual

de la Visitación.

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“Y sucedió que en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en

su seno”. Fue en este momento cuando Dios cumplió la promesa hecha por el

ángel a Zacarías (Lc. 1,15), "estará lleno deEspíritu Santo ya desde el seno de su

madre"; en otras palabras, el niño que Isabel llevaba en su seno fue purificado de

la mancha del pecado original. La plenitud del Espíritu Santo en el niño se

desbordó, por así decirlo, en el alma de su madre, "e Isabel se llenó del Espíritu

Santo" (Lc. 1,41). Así, tanto la madre como el hijo fueron santificados por la

presencia de María y del Verbo Encarnado [53]; llena como estaba del Espíritu

Santo, Isabel "exclamando con gran voz dijo: ¡Bendita tú entre las mujeres y

bendito el fruto de tu vientre! y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a

mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño

en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron

dichas de parte del Señor!” (Lc. 1,42-45). Dejando a los comentaristas la

explicación completa del pasaje precedente, centramos nuestra atención sólo en

dos puntos:

Isabel comienza su saludo con las mismas palabras con las que el ángel había

terminado su salutación, mostrando de esta manera que ambos hablaban por

inspiración del Espíritu Santo.

Isabel es la primera en llamar a María por su título más honorable "Madre de Dios".

La respuesta de María es el cántico de alabanza denominado

comúnmente Magníficat, por la primera palabra de su texto en latín; el

"Magníficat" ha sido tratado en un artículo separado. (vea Magníficat).

El evangelista termina su relato de la Visitación con las palabras: "María

permaneció con ella como unos tres meses y se volvió a su casa" (Lc. 1,56).

Muchos ven en esta breve frase del tercer evangelio una sugerencia implícita de

que María permaneció en casa de Zacarías hasta el nacimiento de [San Juan

Bautista]], mientras que otros niegan tal implicación. Dado que el cuadragésimo

tercer canon del Concilio de Basilea (1441 d.C.) colocó la Fiesta de

la Visitación para el día 2 de julio, el día siguiente a la octavade la fiesta de San

Juan Bautista, se ha deducido que posiblemente María permaneciera con Isabel

hasta después de la circuncisión del niño; pero no hay más pruebas que

corroboren esta suposición. Aunque la Visitación es descrita con tanta precisión

en el tercer evangelio, su fiesta no parece haberse celebrado hasta el siglo XIII,

cuando fue introducida a través de la influencia de los franciscanos; fue instituida

oficialmente en 1389 por el Papa Urbano VI.

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EL DULCE NOMBRE DE MARÍA

El evangelista San Lucas revela el nombre de la doncella que va a ser la Madre de

Dios: "Y su nombre era María". El nombre de María, traducido del hebreo "Miriam",

significa Doncella, Señora, Princesa.

Estrella del Mar, feliz Puerta del cielo, como canta el himno Ave maris stella. El

nombre de María está relacionado con el mar pues las tres letras de mar guardan

semejanza fonética con María. También tiene relación con "mirra", que proviene de un

idioma semita. La mirra es una hierba de África que produce incienso y perfume

(Jesús Marí Ballester).

En el libro "Mes de María" del Padre Eliecer Salesman, se explica que

María en el idioma popular significa: "La Iluminadora". (S. Jeronimo M 1.23.780). En el

idioma arameo significa: "Señora" o "Princesa" (Bover). El significado científico de

María en el idioma hebreo es: "Hermosa" (Banderhewer).

En el idioma egipcio que fue donde primero se utilizó este nombre significa: "La

preferida de Yahvé Dios". (Exodo 15, 20). Mar o Myr, en Egipcio significaba la más

preferida de las hijas. Y "Ya" o "Yam", significaba: El Dios verdadero -Yahvé-. Así que

MAR-YA o MYR-YAM en egipcio significaría: "La Hija preferida de Dios" (Zorell).

Celebración

Su belleza, amada de Dios, estrella del mar, señora y también el de iluminada. Todo

depende de las múltiples interpretaciones que se hagan de las palabras que forman el

nombre, tanto en griego como en hebreo.

Incluso hay quien cree que puede significar "mar amargo", por la situación de

amargura en que vivía el pueblo de Israel. Recuerda que muchos israelitas ponían a

sus hijos los nombres que más expresaran las situaciones sociales y económicas en

que vivían.

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También es importante destacar que en 1683, el Papa Inocencio XI declaró oficial una

fiesta que se realizaba en el centro de España durante muchos años y que es la del

"Dulce nombre de María".

Se cuenta que la primera diócesis que celebró oficialmente la fiesta fue la de Cuenca.

Pero, la onomástica del "Dulce nombre de María" tiene fecha propia, y es la del 12 de

septiembre. Es bueno que sepas que hay muchas "Marías" que celebran su fiesta

durante este día y no el 15 de agosto.

LA VIRGEN MARÍA SEGÚN EL CATESISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA

CONCEBIDO POR OBRA Y GRACIA DEL ESPÍRITU SANTO, NACIÓ DE SANTA MARÍA VIRGEN"

I CONCEBIDO POR OBRA Y GRACIA DEL ESPÍRITU SANTO ... 484 La anunciación a María inaugura "la plenitud de los tiempos" (Ga 4, 4), es decir, el cumplimiento de las promesas y de los preparativos. María es invitada a concebir a aquel en quien habitará "corporalmente la plenitud de la divinidad" (Col 2, 9). La respuesta divina a su "¿cómo será esto, puesto que no conozco varón?" (Lc 1, 34) se dio mediante el poder del Espíritu: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti" (Lc 1, 35).

485 La misión del Espíritu Santo está siempre unida y ordenada a la del Hijo. El Espíritu Santo fue enviado para santificar el seno de la Virgen María y fecundarla por obra divina, él que es "el Señor que da la vida", haciendo que ella conciba al Hijo eterno del Padre en una humanidad tomada de la suya.

486 El Hijo único del Padre, al ser concebido como hombre en el seno de la Virgen María, es "Cristo", es decir, el ungido por el Espíritu Santo, desde el principio de su existencia humana, aunque su manifestación no tuviera lugar sino progresivamente: a los pastores, a los magos, a Juan Bautista, a los discípulos. Por tanto, toda la vida de Jesucristo manifestará "cómo Dios le ungió con el Espíritu Santo y con poder" (Hch 10, 38).

II ... NACIDO DE LA VIRGEN MARÍA 487 Lo que la fe católica cree acerca de María se funda en lo que cree acerca de Cristo, pero lo que enseña sobre María ilumina a su vez la fe en Cristo.

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La predestinación de María

488 "Dios envió a su Hijo" (Ga 4, 4), pero para "formarle un cuerpo" quiso la libre cooperación de una criatura. Para eso desde toda la eternidad, Dios escogió para ser la Madre de su Hijo, a una hija de Israel, una joven judía de Nazaret en Galilea, a "una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María" (Lc 1, 26-27): El Padre de las misericordias quiso que el consentimiento de la que estaba predestinada a ser la Madre precediera a la encarnación para que, así como una mujer contribuyó a la muerte, así también otra mujer contribuyera a la vida.

489 A lo largo de toda la Antigua Alianza, la misión de María fue preparada por la misión de algunas santas mujeres. Al principio de todo está Eva: a pesar de su desobediencia, recibe la promesa de una descendencia que será vencedora del Maligno y la de ser la Madre de todos los vivientes. En virtud de esta promesa, Sara concibe un hijo a pesar de su edad avanzada. Contra toda expectativa humana, Dios escoge lo que era tenido por impotente y débil para mostrar la fidelidad a su promesa: Ana, la madre de Samuel, Débora, Rut, Judit y Ester, y muchas otras mujeres. María "sobresale entre los humildes y los pobres del Señor, que esperan de él con confianza la salvación y la acogen. Finalmente, con ella, excelsa Hija de Sión, después de la larga espera de la promesa, se cumple el plazo y se inaugura el nuevo plan de

salvación".

La Inmaculada Concepción

490 Para ser la Madre del Salvador, María fue "dotada por Dios con dones a la medida de una misión tan importante" El ángel Gabriel en el momento de la anunciación la saluda como "llena de gracia" (Lc 1, 28). En efecto, para poder dar el asentimiento libre de su fe al anuncio de su vocación era preciso que ella estuviese totalmente poseída por la gracia de Dios.

491 A lo largo de los siglos, la Iglesia ha tomado conciencia de que María "llena de gracia" por Dios había sido redimida desde su concepción. Es lo que confiesa el dogma de la Inmaculada

Concepción, proclamado en 1854 por el Papa Pío IX: ... la bienaventurada Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de pecado original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo Salvador del género humano.

492 Esta "resplandeciente santidad del todo singular" de la que ella fue "enriquecida desde el primer instante de su concepción", le viene toda entera de Cristo: ella es "redimida de la manera más sublime en atención a los méritos de su Hijo". El Padre la ha "bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo" (Ef 1, 3) más que a ninguna otra persona creada. El la ha "elegido en él, antes de la

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creación del mundo para ser santa e inmaculada en su presencia, en el amor" (Ef 1, 4).

493 Los Padres de la tradición oriental llaman a la Madre de Dios "la Toda Santa" ("Panaghia"), la celebran "como inmune de toda mancha de pecado y como plasmada por el Espíritu Santo y hecha una nueva criatura". Por la gracia de Dios, María ha permanecido pura de todo pecado personal a lo largo de toda su vida.

"Hágase en mí según tu palabra..."

494 Al anuncio de que ella dará a luz al "Hijo del Altísimo" sin conocer varón, por la virtud del Espíritu Santo, María respondió por "la obediencia de la fe" (Rm 1, 5), segura de que "nada hay imposible para Dios": "He aquí la esclava del Señor: hágase en mí según tu palabra" (Lc 1, 37-38). Así dando su consentimiento a la palabra de Dios, María llegó a ser Madre de Jesús y, aceptando de todo corazón la voluntad divina de salvación, sin que ningún pecado se lo impidiera, se entregó a sí misma por entero a la persona y a la obra de su Hijo, para servir, en su dependencia y con él, por la gracia de Dios, al Misterio de la Redención : Ella, en efecto, como dice san Ireneo, "por su obediencia fue causa de la salvación propia y de la de todo el género humano". Por eso, no pocos Padres antiguos, en su predicación, coincidieron con él en afirmar: "el nudo de la desobediencia de Eva lo desató la obediencia de María. Lo que ató la virgen Eva por su falta de fe lo desató la Virgen María por su fe". Comparándola con Eva, llaman a María ’Madre de los vivientes’ y afirman con mayor frecuencia: "la muerte vino por Eva, la vida por María".

La maternidad divina de María

495 Llamada en los evangelios "la Madre de Jesús" (Jn 2, 1; 19, 25), María es aclamada bajo el impulso del Espíritu como "la madre de mi Señor" desde antes del nacimiento de su hijo (Lc 1, 43). En efecto, aquél que ella concibió como hombre, por obra del Espíritu Santo, y que se ha hecho verdaderamente su Hijo según la carne, no es otro que el Hijo eterno del Padre, la segunda persona de la Santísima Trinidad. La Iglesia confiesa que María es verdaderamente Madre de Dios ["Theotokos"].

La virginidad de María

496 Desde las primeras formulaciones de la fe, la Iglesia ha confesado que Jesús fue concebido en el seno de la Virgen María únicamente por el poder del Espíritu Santo, afirmando también el aspecto corporal de este suceso: Jesús fue concebido "absque semine ex Spiritu Sancto", esto es, sin semilla de varón, por obra del Espíritu Santo.

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Los Padres ven en la concepción virginal el signo de que es verdaderamente el Hijo de Dios el que ha venido en una humanidad como la nuestra: Así, san Ignacio de Antioquía (comienzos del siglo II): "Estáis firmemente convencidos acerca de que nuestro Señor es verdaderamente de la raza de David según la carne, Hijo de Dios según la voluntad y el poder de Dios, nacido verdaderamente de una virgen... Fue verdaderamente clavado por nosotros en su carne bajo Poncio Pilato... padeció verdaderamente, como también resucitó verdaderamente".

497 Los relatos evangélicos presentan la concepción virginal como una obra divina que sobrepasa toda comprensión y toda posibilidad humanas: "Lo concebido en ella viene del Espíritu Santo", dice el ángel a José a propósito de María, su desposada (Mt 1, 20). La Iglesia ve en ello el cumplimiento de la promesa divina hecha por el profeta Isaías: "He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo".

498 A veces ha desconcertado el silencio del Evangelio de san Marcos y de las cartas del Nuevo Testamento sobre la concepción virginal de María. También se ha podido plantear si no se trataría en este caso de leyendas o de construcciones teológicas sin pretensiones históricas. A lo cual hay que responder: la fe en la concepción virginal de Jesús ha encontrado viva oposición, burlas o incomprensión por parte de los no creyentes, judíos y paganos; no ha tenido su origen en la mitología pagana ni en una adaptación de las ideas de su tiempo. El sentido de este misterio no es accesible más que a la fe que lo ve en ese "nexo que reúne entre sí los misterios", dentro del conjunto de los Misterios de Cristo, desde su Encarnación hasta su Pascua. San Ignacio de Antioquía da ya testimonio de este vínculo: "El príncipe de este mundo ignoró la virginidad de María y su parto, así como la muerte del Señor: tres misterios

resonantes que se realizaron en el silencio de Dios".

María, la "siempre Virgen"

499 La profundización de la fe en la maternidad virginal ha llevado a la Iglesia a confesar la virginidad real y perpetua de María incluso en el parto del Hijo de Dios hecho hombre. En efecto, el nacimiento de Cristo "lejos de disminuir consagró la integridad virginal" de su madre. La liturgia de la Iglesia celebra a María como la "Aeiparthenos", la "siempre-virgen".

500 A esto se objeta a veces que la Escritura menciona unos hermanos y hermanas de Jesús. La Iglesia siempre ha entendido estos pasajes como no referidos a otros hijos de la Virgen María; en efecto, Santiago y José "hermanos de Jesús" (Mt 13, 55) son los hijos de una María discípula de Cristo que se designa de manera significativa como "la otra María" (Mt 28, 1). Se trata de

parientes próximos de Jesús, según una expresión conocida del Antiguo Testamento.

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501 Jesús es el Hijo único de María. Pero la maternidad espiritual de María se extiende a todos los hombres, a los cuales El vino a salvar: "Dio a luz al Hijo, al que Dios constituyó el mayor de muchos hermanos (Rm 8, 29), es decir, de los creyentes, a cuyo nacimiento y educación colabora con amor de madre".

La maternidad virginal de María en el designio de Dios

502 La mirada de la fe, unida al conjunto de la Revelación, puede descubrir las razones misteriosas por las que Dios, en su designio salvífico, quiso que su Hijo naciera de una virgen. Estas razones se refieren tanto a la persona y a la misión redentora de Cristo como a la aceptación por María de esta misión para con los hombres.

503 La virginidad de María manifiesta la iniciativa absoluta de Dios en la Encarnación. Jesús no tiene como Padre más que a Dios. "La naturaleza humana que ha tomado no le ha alejado jamás de su Padre...; consubstancial con su Padre en la divinidad, consubstancial con su Madre en nuestra humanidad, pero propiamente Hijo de Dios en sus dos naturalezas".

504 Jesús fue concebido por obra del Espíritu Santo en el seno de la Virgen María porque él es el Nuevo Adán que inaugura la nueva creación: "El primer hombre, salido de la tierra, es terreno; el segundo viene del cielo" (1 Co 15, 47). La humanidad de Cristo, desde su concepción, está llena del Espíritu Santo porque Dios "le da el Espíritu sin medida" (Jn 3, 34). De "su plenitud", cabeza de la humanidad redimida, "hemos recibido todos gracia por gracia" (Jn 1, 16).

505 Jesús, el nuevo Adán, inaugura por su concepción virginal el nuevo nacimiento de los hijos de adopción en el Espíritu Santo por la fe. "¿Cómo será eso?" (Lc 1, 34) . La participación en la vida divina no nace "de la sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de hombre, sino de Dios" (Jn 1, 13). La acogida de esta vida es virginal porque toda ella es dada al hombre por el Espíritu. El sentido esponsal de la vocación humana con relación a Dios se lleva a cabo perfectamente en la maternidad virginal de María.

506 María es virgen porque su virginidad es el signo de su fe "no adulterada por duda alguna" y de su entrega total a la voluntad de Dios. Su fe es la que le hace llegar a ser la madre del Salvador: "Beatior est Maria percipiendo fidem Christi quam concipiendo carnem Christi" ("Más bienaventurada es María al recibir a Cristo por la fe que al concebir en su seno la carne de Cristo").

507 María es a la vez virgen y madre porque ella es la figura y la más perfecta realización de la Iglesia: "La Iglesia se convierte en Madre por la palabra de Dios acogida con fe, ya que, por la predicación y el bautismo, engendra para una vida nueva e inmortal a los hijos concebidos por el Espíritu Santo y nacidos de Dios. También ella es virgen que guarda íntegra y pura la fidelidad prometida al Esposo".

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"Alégrate, llena de gracia"

721 María, la Santísima Madre de Dios, la siempre Virgen, es la obra maestra de la Misión del Hijo y del Espíritu Santo en la Plenitud de los tiempos. Por primera vez en el designio de Salvación y porque su Espíritu la ha preparado, el Padre encuentra la Morada en donde su Hijo y su Espíritu pueden habitar entre los hombres. Por ello, los más bellos textos sobre la sabiduría, la tradición de la Iglesia los ha entendido frecuentemente con relación a María: María es cantada y representada en la Liturgia como el "Trono de la Sabiduría". En ella comienzan a manifestarse las "maravillas de Dios", que el Espíritu va a realizar en Cristo y en la Iglesia:

722 El Espíritu Santo preparó a María con su gracia. Convenía que fuese "llena de gracia" la madre de Aquel en quien "reside toda la Plenitud de la Divinidad corporalmente" (Col 2, 9). Ella fue concebida sin pecado, por pura gracia, como la más humilde de todas las criaturas, la más capaz de acoger el don inefable del Omnipotente. Con justa razón, el ángel Gabriel la saluda como la "Hija de Sión": "Alégrate". Cuando ella lleva en sí al Hijo eterno, hace subir hasta el cielo con su cántico al Padre, en el Espíritu Santo, la acción de gracias de todo el Pueblo de Dios y por tanto de la Iglesia.

723 En María el Espíritu Santo realiza el designio benevolente del Padre. La Virgen concibe y da a luz al Hijo de Dios por obra del Espíritu Santo. Su virginidad se convierte en fecundidad única por medio del poder del Espíritu y de la fe.

724 En María, el Espíritu Santo manifiesta al Hijo del Padre hecho Hijo de la Virgen. Ella es la zarza ardiente de la teofanía definitiva: llena del Espíritu Santo, presenta al Verbo en la humildad de su carne dándolo a conocer a los pobres y a las primicias de las naciones.

725 En fin, por medio de María, el Espíritu Santo comienza a poner en Comunión con Cristo a los hombres "objeto del amor benevolente de Dios", y los humildes son siempre los primeros en recibirle: los pastores, los magos, Simeón y Ana, los esposos de Caná y los primeros discípulos.

725 Al término de esta Misión del Espíritu, María se convierte en la "Mujer", nueva Eva "madre de los vivientes", Madre del "Cristo total". Así es como ella está presente con los Doce, que "perseveraban en la oración, con un mismo espíritu" (Hch 1, 14), en el amanecer de los "últimos tiempos" que el Espíritu va a inaugurar en la mañana de Pentecostés con la manifestación de la Iglesia.

MARÍA, MADRE DE CRISTO, MADRE DE LA IGLESIA

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963 Después de haber hablado de la función de la Virgen María en el Misterio de Cristo y del Espíritu, conviene considerar ahora su lugar en el Misterio de la Iglesia. "Se la reconoce y se la venera como verdadera Madre de Dios y del Redentor... más aún, ’es verdaderamente la madre de los miembros (de Cristo) porque colaboró con su amor a que nacieran en la Iglesia los creyentes, miembros de aquella cabeza’" "...María, Madre de Cristo, Madre de la Iglesia".

I LA MATERNIDAD DE MARÍA RESPECTO DE LA IGLESIA

Totalmente unida a su Hijo...

964 La función de María con relación a la Iglesia es inseparable de su unión con Cristo, deriva directamente de ella. "Esta unión de la Madre con el Hijo en la obra de la salvación se manifiesta desde el momento de la concepción virginal de Cristo hasta su muerte". Se manifiesta particularmente en la hora de su pasión: La Bienaventurada Virgen avanzó en la peregrinación de la fe y mantuvo fielmente la unión con su Hijo hasta la cruz. Allí, por voluntad de Dios, estuvo de pie, sufrió intensamente con su Hijo y se unió a su sacrificio con corazón de madre que, llena de amor, daba su consentimiento a la inmolación de su Hijo como víctima. Finalmente, Jesucristo, agonizando en la cruz, la dio como madre al discípulo con estas palabras: ’Mujer, ahí tienes a tu hijo’ (Jn 19, 26-27).

965 Después de la Ascensión de su Hijo, María "estuvo presente en los comienzos de la Iglesia con sus oraciones". Reunida con los apóstoles y algunas mujeres, "María pedía con sus oraciones el don del Espíritu, que en la Anunciación la había cubierto con su sombra".

... también en su Asunción...

966 "Finalmente, la Virgen Inmaculada, preservada inmune de toda mancha de pecado original, terminado el curso de su vida en la tierra, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial y enaltecida por Dios como Reina del universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los Señores y vencedor del pecado y de la muerte". La Asunción de la Santísima Virgen constituye una participación singular en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los demás cristianos: En el parto te conservaste Virgen, en tu tránsito no desamparaste al mundo, oh Madre de Dios. Te trasladaste a la vida porque eres Madre de la Vida, y con tu intercesión salvas de la muerte nuestras almas.

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... ella es nuestra Madre en el orden de la gracia

967 Por su total adhesión a la voluntad del Padre, a la obra redentora de su Hijo, a toda moción del Espíritu Santo, la Virgen María es para la Iglesia el modelo de la fe y de la caridad. Por eso es "miembro muy eminente y del todo singular de la Iglesia", incluso constituye "la figura" ["typus"] de la Iglesia.

968 Pero su papel con relación a la Iglesia y a toda la humanidad va aún más lejos. "Colaboró de manera totalmente singular a la obra del Salvador por su fe, esperanza y ardiente amor, para restablecer la vida sobrenatural de los hombres. Por esta razón es nuestra Madre en el orden de la gracia".

969 "Esta maternidad de María perdura sin cesar en la economía de la gracia, desde el consentimiento que dio fielmente en la Anunciación, y que mantuvo sin vacilar al pie de la cruz, hasta la realización plena y definitiva de todos los escogidos. En efecto, con su asunción a los cielos, no abandonó su misión salvadora, sino que continúa procurándonos con su múltiple intercesión los dones de la salvación eterna... Por eso la Santísima Virgen es invocada en la Iglesia con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora".

970 "La misión maternal de María para con los hombres de ninguna manera disminuye o hace sombra a la única mediación de Cristo, sino que manifiesta su eficacia. En efecto, todo el influjo de la Santísima Virgen en la salvación de los hombres... brota de la sobreabundancia de los méritos de Cristo, se apoya en su mediación, depende totalmente de ella y de ella saca toda su eficacia". "Ninguna creatura puede ser puesta nunca en el mismo orden con el Verbo encarnado y Redentor. Pero, así como en el sacerdocio de Cristo participan de diversa manera tanto los ministros como el pueblo creyente, y así como la única bondad de Dios se difunde realmente en las criaturas de distintas maneras, así también la única mediación del Redentor no excluye, sino que suscita en las criaturas una colaboración diversa que participa de la única fuente".

II EL CULTO A LA SANTÍSIMA VIRGEN

971 "Todas las generaciones me llamarán bienaventurada" (Lc 1, 48): "La piedad de la Iglesia hacia la Santísima Virgen es un elemento intrínseco del culto cristiano". La Santísima Virgen "es honrada con razón por la Iglesia con un culto especial. Y, en efecto, desde los tiempos más antiguos, se venera a la Santísima Virgen con el título de ’Madre de Dios’, bajo cuya protección se acogen los fieles suplicantes en todos sus peligros y necesidades... Este culto... aunque del todo singular, es esencialmente diferente del culto de adoración que se da al Verbo encarnado, lo mismo que al Padre y al Espíritu Santo, pero lo favorece muy poderosamente"; encuentra su expresión en las fiestas litúrgicas dedicadas a la Madre de Dios y en la oración mariana, como el Santo Rosario, "síntesis de todo el Evangelio".