Retórica Parlamentaria

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06—Nuestro Tiempo julio&agosto 2009 En Portada

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Ofrece herramientas a considerar para el correcto diseño de un discurso locutado dentro del recinto

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  • 06Nuestro Tiempo julio&agosto 2009

    En Portada

  • julio&agosto 2009 Nuestro Tiempo 07

    Es la democracia espaola realmente parla-

    mentaria? Tiene sentido la inversin de tiem-

    po y esfuerzo que se hace en unas cmaras donde

    impera la disciplina de voto? Quines son los

    mejores oradores del Congreso y del Senado?

    Estas pginas renen las respuestas de ochenta

    parlamentarios, que hablan de su relacin con la

    retrica, del sentido que les ven a los debates y de

    los dudas de conciencia que a veces les asaltan.

    Texto Chus Cantalapiedra [Com 02] Patricia Sinz de Robredo [Com 08] Yago Gonzlez [Com 08] Sonsoles Gutirrez [Com 04] Javier Marrodn [Com 89]Fotografa Marisa Flrez

    Las Cortesa examen [oral]

    Un lenguaje propio. Antes de cada votacin, el grupo acuerda su voto: tres dedos significa no, uno, s y dos, abstencin.

  • En portada Retrica parlamentaria

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    El lder del cambio. Felipe es uno de los mejores oradores que han pasado por el hemiciclo, afirma uno de los encuestados.

    el 30 de noviembre de 1982, arropado por los diez millones de votos que su partido acababa de obtener en las elecciones generales, Felipe Gonzlez subi a la tribuna del Congreso de los Diputados dispuesto a inaugurar la legislatura del cambio. Buena parte del pas estaba pendiente de un modo u otro de sus palabras, y l lo saba. Imagino que ah explic-, en el centro del hemiciclo, unos cuantos ciudadanos han penetrado hoy desde la calle. Me esfuerzo por verlos. Por mirarlos. Quines son? Pueden ser un ama de casa camino del mercado, un empleado de banca, un botones de hotel o un uni-versitario. Les veo y me pregunto: Qu piensan de nosotros? Siguen nuestros debates? Les ilusionamos o les desencantamos? Hacemos lo mejor para su futuro, que es el de nuestros hijos?.

    No todas esas preguntas son fciles de responder, pero hay algunas que s. El pasado 12 de mayo, 946.000 espectadores (un 7,7% de share) siguieron el Debate sobre el Estado de la Nacin, una cifra que algunos comentaristas calificaron de buena, pero que se qued lejos de los 2,9 millones de espectadores que cosech House, de los 2,7 de Hos-pital Central o de los 2,5 de Los Simpson, por citar otros espacios emitidos aquel mismo da, aunque a horas diferentes. Lo llamativo no es tanto el mayor o menor nmero de ciudadanos interesados por el debate de las Cortes como el hecho de que cualquiera de esos 946.000 televidentes podra haber adelantado con bastante precisin el desenlace de la cita. En general, casi todo lo que ocurre en el Congreso y en el Senado es bastante previsible. Iaki Anasagasti, el incansable parlamentario del PNV, lo resumi de forma grfica el 5 de febrero de 2003, con ocasin de un debate sobre la situacin en Irak. Me imagino, seor presidente le dijo a Jos Mara Aznar, entonces mximo responsable del Ejecutivo, que usted habr estado en Hyde Park durante alguna visita a Londres. All cualquiera puede decir lo que le apetezca, gesticular lo que crea necesario, subirse a un cajn de cerveza e improvisar una tribuna, pero tambin sabe que lo que diga no ten-dr ninguna repercusin, es simplemente un aliviadero. Y aadi: Desgraciadamente,

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    en cifras

    los mejores

    33,8%

    43,4%

    13,3%

    lo defiendo, pero no lo comparto. Es el tanto por ciento de los encuestados que han defendido en algu-na ocasin posturas que no compartan.

    el mejor orador actualPo Garca escudero [PP] La mayora de los ochenta parlamentarios encuestados lo sitan por delante de Alfredo Prez Rubalcaba, Ramn Juregui o Josu Erkoreka.

    el mejor orador de la Transicinfelipe Gonzlez [Psoe]El ex presidente socialista es considerado el orador ms brillante de la etapa demo-crtica. Tambin destacan Herrero de Min, Roca y Alfonso Guerra.

    lo apoyo pero no lo voto Es el porcentaje de senadores y diputados que reconocen haber cambiado de opinin al escuchar los argumentos de sus contrarios.

    no a la disciplina de voto Es el porcentaje de senado-res y diputados que estn en contra de la disciplina de voto. El restante 86,7% la con-sidera indispensable y nece-saria en un sistema de listas cerradas como el actual.

    En el punto de mira. La democracia dio paso a una nueva retrica.

    este Parlamento se parece cada vez ms a Hyde Park, incluso pueden hasta convencer los argumentos, pero no se cambian las polticas y menos an el voto.

    Las afirmaciones de Anasagasti las comparten muchos ciudadanos de a pie y algunos polticos, pero quiz no acaban de hacer justicia al trabajo de sus seoras. Luis Arroyo, que ha trabajado para varios ministros socialistas y que hoy es el responsable de una empresa de asesora en comunicacin pblica, cree que tanto en el Congreso como en el Senado hay todos los das decenas de parlamentarios trabajando y negociando apoyos. Eso s, cuando le preguntan por el nivel retrico de las Cortes, Arroyo elige sus adjetivos con cuidado y contundencia: Bajo, tecncrata, burcrata, tacticista. lvaro Matud, autor de diversas publicaciones sobre comunicacin y propaganda poltica, tambin tiene un diagnstico preocupante: Actualmente, el Parlamento se ha conver-tido en un plat de televisin en el que se prefieren las frases cortas, las ideas sencillas y las imgenes efectistas. Es una retrica ms eficaz que brillante.

    En estas pginas, 83 diputados y senadores responden a diversos aspectos relacio-nados con su actividad retrica y eligen a los mejores oradores de la legislatura actual y de la historia reciente. Las entrevistas se hicieron por escrito, a travs del correo elec-trnico, a lo largo del mes de mayo. Se envi el mismo cuestionario a los 350 diputados y a los 264 senadores, y lo respondi el 13,5% de sus seoras. Entre los parlamentarios que contestaron haba 43 del PSOE, 24 del PP, seis de CiU, tres del PNV, tres de IU/ERC, dos del Grupo Mixto, dos del Bloque y uno de IPC. Casi todos asumen de buen grado las caractersticas del sistema y se muestran partidarios de la disciplina de voto. Sin embar-go, bastantes de ellos admiten que alguna vez han cambiado de opinin al escuchar las razones del portavoz del partido contrario, aunque despus su voto se haya ajustado a lo previsto. Todos cierran filas con sus respectivos partidos y, salvo excepciones, piensan que la espaola es una democracia realmente parlamentaria. Este el resumen de sus aportaciones.

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    1. QUines son a sU jUicio los mejores oraDores De la cmara?

    La contundencia y rigurosidad o el convencimiento son algunos de los rasgos que dos de los polticos encuestados atribuyen a Po Garca Escudero, valorado como el mejor orador de la cmara. De l tambin dicen que argumenta muy bien y dice cosas contundentes sin crispacin alguna, que siente lo que dice y transmite muy bien lo que siente, aunque hay quien destaca las intervenciones del diputado del Partido Po-pular por lo duro e incluso hiriente que puede llegar a ser. Una compaera de partido seala: Es un seor hablando, muy locuaz, buen discurso. No se altera en absoluto pero es muy contundente y puede dejar fuera de juego al adversario.

    El segundo mejor considerado procede de la bancada contraria: Alfredo Prez Rub-alcaba ha cosechado elogios como brillante, agudo, preciso, culto pero sin abusar de las citas, siempre desborda a su rival dialctico y adems con sentido del humor. Del ministro del Interior dicen que elige bien los hilos argumentales y es capaz de trans-mitir su mensaje a la vez que desmonta el del adversario y destacan su capacidad de improvisacin y su dominio del tiempo, estilo contenido y retrica precisa e incisiva, tanto en las crticas como en la articulacin de los contenidos propositivos. Un compa-ero de partido lo resume con estas palabras: Tanto su lxico, amplio y elegante, como su capacidad de sintetizar argumentos le confieren una poderosa dialctica.

    Ramn Juregui ocupa el tercer puesto del rnking gracias a su dominio de los contenidos, correccin en las formas y sobriedad. Para otro de los encuestados, sus intervenciones transmiten seguridad y, sobre todo, credibilidad.

    Los discursos de Josu Erkoreka en el cuarto puesto de la clasificacin destacan por la puesta en escena, los contenidos ajustados a la agenda poltica nacional, la irona, la fluidez y la vehemencia. Un diputado de IU le reconoce adems un mrito aadido: Siendo el euskera su lengua materna, domina perfectamente el castellano y lo pone al servicio de sus propuestas, de forma incisiva, con un sentido del humor que a veces se convierte en irona.

    Dilogo de opuestos. Juan Mara Bandrs [izda], diputado de Euskadiko Ezkerra, conversa con Blas Piar [Fuerza Nueva].

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    Banco azul. Francisco Fernndez Ordez y Fernando Abril Martorell ocuparon sendos ministerios con UCD.

    Precisamente otro diputado regionalista es el orador mejor valorado, eso s, cuando argumenta: Durn i Lleida traslada plena conviccin sobre los mensajes que emite, aunque otro de los encuestados reconoce: Me interesa bastante, ms que por su calidad oratoria, por los contenidos, que suelen ser muy sensatos y propositivos.

    Junto a las contestaciones que aportan nombres propios, y otras muchas que eluden la cuestin por considerar que no hay suficiente nivel en la cmara como para destacar a ningn poltico, un diputado socialista ofrece su visin particular sobre el asunto: Creo que la oratoria ha cambiado mucho en estos aos. Hoy, los discursos son todos ledos y con un espacio mnimo para la improvisacin. Probablemente, el rigor de los contenidos y la elaboracin previa es mucho mayor y ms slida que al inicio de la etapa democrtica. Pero, ciertamente, se ha perdido espontaneidad y se ha renunciado a una buena oratoria. En este sentido, nada tiene que ver nuestra dinmica parlamentaria con la britnica, sin duda la mejor y ms gil del continente.

    2. QUines son a sU jUicio los mejores oraDores De la eTaPa DemocrTica? Por QU?

    A la hora de echar la vista atrs, los diputados y senadores sealan un nombre con abru-madora mayora: Felipe Gonzlez. Es a mi juicio explica uno de los encuestados la figura poltica que ms ha brillado. Todava ahora, cuando interviene consigue mantener la atencin del auditorio. No fija sus posiciones para adaptarlas a la opinin pblica, sino que defiende lo que cree con el objetivo de generar opinin pblica. Y eso es poltica. Su opinin es similar a la de otro encuestado: Es, sin duda, uno de los mejores oradores que han pasado por el hemiciclo. A su carisma personal hay que sumarle su capacidad para conectar con los problemas de los ciudadanos, es decir, su empata y tambin su amplitud de recursos dialcticos. En esa facilidad de conexin con sus interlocutores inciden calificativos como cautivador, y, de manera ms rotunda, encantador de

    manUel azaaPresidente de la II Repblica.

    Ningn credo poltico, venga de donde viniere, aunque hu-biese sido revelado en una zar-za ardiente, tiene derecho, para conquistar el poder, a someter a su pas al horrendo martirio que est sufriendo Espaa.

    Discurso Paz, piedad y perdnBarcelona, 18 de julio de 1938.

  • aDolfo sUrezPresidente del Gobierno [1976-1981].

    Somos un pas viejo que no tiene sus nuevas fronteras fuera de s, sino dentro de lo que a lo largo de los siglos ha sido la difcil y terca voluntad de convivencia entre lenguas y culturas diferentes.

    Discurso de investidura como Presidente del Gobierno en el Congreso de los Diputados. 30 de marzo de 1979.

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    serpientes. Un diputado del Partido Popular reconoce que el ex-presidente del Go-bierno tena capacidad de convencer hasta de lo imposible, aunque la mayora de las veces no compartiera su tesis y una diputada socialista lo explica as: Ha sido el mejor porque tena la enorme cualidad de ser profundo con palabras sencillas. Llegaba igual al ilustrado que al que careca de estudios.

    Ese talento para divulgar ideas complejas es otro de los rasgos que han merecido ms elogios para Miquel Roca: Su facilidad para explicar fcilmente cuestiones complica-das est al alcance de muy pocos, recalca un diputado. Otros no dudan en situarle como el mejor orador en castellano o describir sus discursos en estos trminos: Limpios como una patena.

    De l y de otro de los padres de la Constitucin de 1978, Miguel Herrero y Rodrguez de Min, afirma un encuestado: Sencillamente eran brillantes. De Rodrguez de Min se han destacado adems su capacidad explicativa, sus conocimientos y su verbo, as como su brillantez estilstica y su agilidad argumentativa.

    En las respuestas a esta pregunta aparecen recurrentemente otros nombres conoci-dos, como Alfonso Guerra, Santiago Carrillo y Manuel Fraga, este ltimo por sus conocimientos y amor a Espaa, pero resultan llamativas las alusiones a dos polticos regionalistas, pertenecientes adems al mismo partido: Coalicin Canaria. Jos Carlos Mauricio es recordado por articular discursos brillantsimos sin ningn apunte ni, aparentemente, preparacin previa, testimonio que coincide con este otro: Es, tal vez, quien ms me ha impresionado. Su retrica limpia, sin artificios, hecha sin apoyarse en un papel, recuerdan a la oratoria de los aos treinta y del parlamentarismo anterior a la guerra, y le convierten en uno de los mejores oradores de la etapa democrtica.

    Sobre Luis Mardones, un senador confiesa que era una delicia orlo hablar. Sin papel alguno, y otro llama la atencin sobre su facilidad como orador siguiendo un simple guin.

    Momento de receso. Gonzlez conversa con Fraga, de quien un encuestado alaba su amor a Espaa.

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    Luis Arroyo Un buen discurso debe reunirvalores, principios, historias y metforas

    Quines son a su juicio los mejores oradores de las cortes actuales?En las Cortes actuales no hay un nivel retrico comparable al de la Transicin. Los discursos son ms previsibles, me-nos vibrantes y ms tcticos que estrat-gicos o de valores.

    Quines le parecen los mejores ora-dores de la espaa democrtica?Por el contexto, el momento decisivo, los principios, etctera., Carrillo, Fraga, Herrero de Min, el propio Surez y, por supuesto Felipe... Pero, de hecho, no hay ni un solo discurso que haya pasado a la historia. Se recuerda buen nivel dia-lctico, pero ninguna pieza memorable. Para encontrarlas hay que remontarse a la Repblica y la preguerra: Pasionaria (Seores de las derecha...), Azaa (Paz, piedad y perdn...), etctera.

    Qu caractersticas debera reunir un buen discurso de carcter poltico?Que est lleno de valores, de principios, que cuente historias, que use metforas, que remita a nuestros orgenes mticos y a nuestro destino como comunidad. Ni un dato. Todo principios y valores.

    Qu opinin le merece el nivel ret-rico de las actuales cortes espaolas?Bajo, tecncrata, burocrtico, tacticista.

    se puede hablar de democracia parlamentaria en un sistema dondehabitualmente impera la disciplina de voto?Por supuesto: el nuestro es un sistema de partidos fuertes como el del resto de la Europa continental. Tan democrtico

    como un sistema mayoritario anglo-sajn, en el que la disciplina de partido es sustituida por la presin de los poderes fcticos, las empresas, etctera.

    Qu opina de la disciplina de voto?No me parece mal. Es un sistema que prima el trabajo colectivo sobre el trabajo individual. No creo que tengamos nada que envidiar a Estados Unidos o al Reino Unido en materia de democracia.

    merece la pena tratar de convencer a los miembros de otro partido?S, y se hace cada da en las negociaciones para lograr apoyos a las iniciativas legis-lativas. De esto el Gobierno actual sabe mucho, porque lleva aplicndolo cinco aos.

    favorece el escenario poltico actual el intercambio sincero de argumen-tos y opiniones?Por supuesto, como he dicho. Es impres-cindible. Cada da hay decenas de diputa-dos y senadores y diputadas y senadoras negociando apoyos. No se sabe y no se conoce bien, pero as es.

    existe el riesgo de que los polticos hablen para la prensa y no para los otros polticos o para la ciudadana?Tambin se habla a otros polticos y a la ciudadana a travs de los medios. El ries-go es trivializar el debate. No todo puede decirse en veinte segundos...

    iaki anasagasti dijo en una ocasin que las cortes espaoles se parecen a Hyde Park, en el sentido de que cual-quiera puede exponer sus ideas, pero con muy pocas posibilidades de que alguien le escuche de verdad. cree que es cierto?Si l lo dice... Anasagasti es muy crtico con todo. Yo creo que l sabe muy bien que muchas cosas se pueden negociar y se negocian en los escaos y en los pasi-llos y los despachos.

    La colaboracin con varios ministros y su trabajo como formador de portavoces han llevado a Luis Arroyo a presidir desde 2008 Asesores de Comunicacin Pblica.

    en Pocas PalaBras

    Don juan carlos de BorbnInstitucional. Sobrio. Funcio-na y punto.

    adolfo surezJoven, fresco, conciliador pa-ra el momento. En positivo.

    felipe GonzlezUn mago, pero no recorda-mos nada de lo que dice.

    jos mara aznarEficaz, castellano viejo, duro, sobrio.

    jos luis rguez. zapateroVisionario, idealista, de prin-cipios.

    mariano rajoyMuy bueno tcticamente, pe-ro falla en la estrategia.

    alfonso GuerraMuy eficaz, popular y un pe-ln populista.

    miquel rocaMuy CiU: pragmtico y ele-gante.

    manuel fragaThatcherista, carismtico.

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    Un nuevo presidente. El carisma de Felipe Gon-zlez dio paso al estilo ms sobrio de Jose M Aznar.

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    Tedio e intensidad. El sopor de Manuel Fraga [arriba, a la izquierda] con-trasta con el gesto del dipu-tado de Euskadiko Ezkerra Francisco Letamenda.

    Recuperar el centro. Adolfo Surez protagoniz una etapa crucial del parla-mentarismo.

    Abierto a todos. Figuras antagnicas como Santiago Carrillo [izquierda] y Blas Piar tenan cabida en el hemiciclo.

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    Confidencias en el escao. Jorge Verstrynge [dcha], escucha a Herrero de Min, valorado por su brillantez estilstica.

    3. recUerDa alGUna inTerVencin esPecialmenTe BrillanTe o reVelaDora? PoDra DescriBir el conTeXTo en el QUe se ProDUjo? Por QU le imPresion?

    No destacan aqu especialmente la ecuanimidad ni el justo reconocimiento de la brillan-tez con independencia de las siglas polticas, pues abundan los elogios de los parlamen-tarios a sus respectivos compaeros de filas. Muchos socialistas recuerdan la mocin de censura de Felipe Gonzlez al presidente Adolfo Surez en 1980. Represent un punto de inflexin en la naciente democracia, asegura un diputado. All gan las elec-ciones que vendran un ao ms tarde. El pas entero le escuch y todo el mundo supo que acababa de escuchar al futuro presidente, afirma otro. De los miembros del PSOE actual, las intervenciones ms dignas de alabanza corresponden a Jos Luis Rodrguez Zapatero, Ramn Juregui y, sobre todo, Alfredo Prez Rubalcaba, cuyos discursos en la primera parte de la pasada legislatura constituyen estupendos ejemplos para diseccionar en una clase de oratoria.

    Dentro del PP, an resuenan los gritos de Vyase, seor Gonzlez! que Jos Ma-ra Aznar dirigi a un Felipe Gonzlez en el abismo de su mandato. Aquello son a una rasgadura del intangible presidente del Gobierno, segn palabras de un diputado popular.

    Otro encuestado valora la tranquilidad que transmita y la contundencia de los ar-gumentos de Aznar, mientras que el orador del PP ms estimado del Senado es, con diferencia, Po Garca Escudero.

    Varios diputados del PNV fijan dos momentos en su imaginario retrico: las palabras de Xabier Arzalluz en el debate sobre la amnista de 1977 y Juan Jos Ibarretxe de-fendiendo su Plan en el Congreso en 2003. Un senador nacionalista elogia al primero por solicitar la mano tendida y mirar adelante, y un diputado del mismo grupo ca-lifica de magnfica la intervencin del segundo. No obstante, dos situaciones clave

  • feliPe GonzlezPresidente del Gobierno [1982-1996]

    Es ms fcil la generosidad y la lealtad desde posiciones de fortaleza que desde la debilidad que necesita recurrir con frecuencia a las armas oblicuas de la astucia.

    Discurso de investidura como Presiden-te del Gobierno en el Congreso de los Diputados. 30 de noviembre de 1982.

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    concitan la atencin de gran parte de los encuestados por su trascendencia histrica, en un caso, y su altura dialctica en el otro. La primera remite a 1981, cuando Adolfo Surez, el general Gutirrez Mellado y Santiago Carrillo permanecieron erguidos en sus escaos frente a los golpistas del 23-F. Un diputado de IU lo traduce as: Con su actitud, mostraron la fuerza moral mancomunada del poder legislativo y del Gobierno frente a una fuerza militar irracional. Por otro lado, muchos parlamentarios destacan la riqueza argumental que presentaron los debates sobre la Ley de Memoria Histrica de la pasada legislatura.

    4. en las corTes esPaolas fUnciona HaBiTUalmenTe la Disci-Plina De VoTo, Pero, Ha camBiaDo UsTeD alGUna Vez De PosTU-ra aUnQUe no De VoTo al escUcHar las eXPlicaciones Y los arGUmenTos De Un PorTaVoz De Un ParTiDo DisTinTo al sUYo?

    Si bien la mayora de los encuestados niega haber cambiado el sentido de su voto, muchos reconocen que escuchar otras argumentaciones contribuye a enriquecer los matices de un problema, a profundizar en el debate y a entender la postura del contrario. Tal y como dice una senadora del PP, nadie es tan de piedra ni tan cerrado como para ignorar que ningn tema es hermtico y que nadie tiene toda la razn. Un miembro del mismo partido admite que se ha sentido inclinado a premiar con su pulsacin digital a un compaero de otro grupo, fuera por razones argumentales o a causa de la brillantez verbal esgrimida. Un senador resume as el mismo sentimiento: Ha habido ocasiones que al or intervenciones de otros se me ha escapado pues tiene razn. Y una diputada del PSOE en el Congreso va ms lejos al reconocer lo siguiente: No he cambiado de postura oyendo al adversario. S he cambiado o he estado en desacuerdo oyendo a mi propio portavoz.

    La izquierda recuperada. Dolores Ibrruri, Pasionaria, y Rafael Alberti entran en la cmara baja en 1977.

  • jos m aznarPresidente del Gobierno [1996-2004].

    Despus del 11 de septiembre sabemos que no nos movemos en el terreno de la fantasa; lo que s sabemos es que los lamentos, por profundos que sean, por dolidos que sean, no devuelven las oportunidades perdidas; los lamentos no devuelven la vida a la gente; los lamentos no eliminan los riesgos; los lamentos no de-vuelven el tiempo perdido y las oportunidades que no se han aprovechado.

    Debate en el Congreso de los Diputados sobre la situacin en Irak. 5 de febrero de 2003.

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    En portada Retrica parlamentaria

    Otros, sin embargo, se identifican por completo con las directrices ideolgicas de su partido y niegan tajantemente haber sucumbido a razonamientos ajenos. Escucho todos los debates y argumentos y, aunque coincida con algunas visiones particulares, la postura general de mi partido me parece la correcta, dice un senador popular. Tengo el compromiso y el convencimiento de que nuestras propuestas son las adecuadas, asegura un compaero de cmara socialista. Convicciones aparte, son muchos los que se acogen al principio de la disciplina de voto, resumida en esta frase de Churchill citada por un par de diputados: Aunque me hayas convencido, no cambiar el sentido de mi voto. Un encuestado respeta esa disciplina porque viene marcada por el programa electoral con el que concurre a las elecciones. Aunque no es ningn secreto que las posiciones de los grupos se consensan antes de las pulsaciones, un encuestado del PNV se muestra implacable al sentenciar que la disciplina de voto supone la muerte del parlamentarismo.

    Aun as, y aunque no sea prctica habitual, s se han dado casos de votos rebeldes. Una senadora del PP admite que su grupo cambi de postura y de voto en un tema de lingismo ante las explicaciones del PSOE. Tras un debate sobre poltica interior, un diputado socialista recuerda que el grupo vot s cuando Antonio Hernando, tambin del PSOE, haba defendido el no. Otro encuestado de la bancada popular seala que modific su posicin y su voto tras escuchar la intervencin de Jos Mara Barreda en defensa del Estatuto de Castilla-La Mancha. Fue un continuo ataque a mi regin y a la Constitucin, sentencia.

    5. QU oPina De la DisciPlina De VoTo?

    Es infrecuente que una votacin en el Congreso o en el Senado depare sorpresas. En la mayora de los casos, sus seoras se limitan a pulsar el botn de acuerdo con la postura fijada previamente por su partido. En los temas relevantes, las posturas de unos y otros ya han sido adelantadas en comisin, en el debate plenario o en la prensa.

    La disciplina de voto hace imposible la esencia de una discusin democrtica, asegura uno de los diputados ms veteranos de la cmara alta. Es un mal necesario, se resigna otro. Es la consecuencia de la astucia de mentes cerradas y bloqueadas, se queja un tercero. Sin embargo, la inmensa mayora de los parlamentaros entrevistados la considera coherente, necesaria y aun imprescindible. Creen que es una medida lgica en un sistema de listas cerradas y afirman que garantiza el cumplimiento de lo programas y evita las disidencias y los oportunismos.

    Eso s, varios de los diputados y senadores consultados aseguran que el ejercicio de la disciplina de voto debera estar limitado por la conciencia. Uno de ellos, miembro del PP, lo resume en los siguientes trminos: Yo lo tengo muy claro: en poltica hay unos pocos principios que son fundamentales y que son los que hay que defender. Por eso, cuando se entiende que el sentido del voto choca con alguno de ellos, a la hora de elegir yo me quedar con mis principios, guste o no guste al resto del grupo, guste o no guste a la direccin de este o del partido en el que milite. Y aade: En poltica, como en la vida, lo fundamental es meterse a la cama con la conciencia tranquila y esa norma yo no la quiebro ni por un voto o por el qu dirn o por qu consecuencias puede tener para m en el futuro. El resto, en general, se muestra ms sumiso con las decisiones de sus respectivos partidos.

  • julio&agosto 2009 Nuestro Tiempo 19

    Con motivo del trigsimo aniversario de la Constitucin Espaola, el Senado recopil en un CD los debates que se produjeron en la Cmara en aquellos compases iniciales de la transicin. Hace unos das, durante una sesin de varias horas en las Cortes, bus-cando un poco de aire fresco y algunos estmulos periodsticos, opt por echarle un vistazo al CD.

    Descubr al senador Camilo Jos Cela, entonces parlamentario por la Agrupacin Independiente, que intervino en sucesivas ocasiones para defender enmiendas al proyecto constitucional. En la mayora de los casos, mostraba ms inters en corregir la forma que el fondo de los artculos. El escritor se diriga a sus compaeros de tarea como senadores y senatrices, reconoca ante ellos ser poco proclive a la divagacin y los daba por su-ficientemente informados, por lo que les ahorraba la pesadez de tener que escuchar argumentos ya ledos en los textos de las enmiendas. Y se despeda as, tras muchos das de debate: Mi sabidura se ha terminado antes que la paciencia de ustedes.

    Poco queda hoy de este estilo en los debates del Congreso y del Senado, pero es justo aadir que poco queda tambin de las crnicas periodsticas que entonces se publicaban. Si el estilo de los parlamentarios se ha vuelto rido y son muchos los que no se expresan con correccin, tampoco creo que haya mejorado la forma de hacer periodismo desde las Cortes, donde se han infiltrado lentamente los modos de otras facetas de la profesin: titular, minuto y resultado, previa persecucin del poltico por un pasillo como si fuese un personaje rosa.

    Quera hacer esta precisin porque la tentacin es fortsima. Me refiero a la tentacin de dedicar estas lneas a contar cmo los periodistas arreglamos buena parte de las declaraciones y discur-sos de los parlamentarios para redactar frases con coherencia; a la tentacin de contar cmo una buena parte de los diputados y los senadores se expresan mal. Los hay que no llegan a aclarar si votarn en contra o a favor de una iniciativa, cuando emplean un turno para ello. Incluso alguna seora ha reconocido con orgullo ante el hemiciclo que en castellano no sabe hablar bien.

    Me asalta tambin la tentacin de relatar nicamente cmo en los momentos ms importantes de la vida parlamentaria -ha vuelto a suceder en el ltimo Debate sobre el estado de la Nacin-, el presidente del Gobierno y los portavoces leen sus intervenciones; y que tambin lo hacen en el Senado aunque all el Reglamento de la Cmara no se lo permita en ningn caso (artculo 84). Ellos leen.

    Tambin tengo que superar la tentacin de dedicar estas lneas a recordar cmo algunos parlamentarios se equivocan al votar en

    algn pleno al que bastantes de ellos se presentan slo para votar; y a contar cmo pasan los meses sin que algunos hayan registrado ni una sola iniciativa. Al parecer, los socialistas Txiki Benegas o Alfonso Guerra no han necesitado interesarse an por nada en esta legislatura; el ex secretario de Estado Ignacio Astarloa, del PP, ha registrado 87 preguntas por escrito, pero desmenuzando slo dos asuntos hasta alcanzar esa cifra.

    Ellos son los nombres conocidos. Es cierto que una parte de los miembros de los dos grupos mayores de las Cortes, PSOE y PP, tiene menos tiempo comprometido por el Parlamento y compatibiliza su actividad poltica con otra. En el Senado, casi la mitad de sus seoras son alcaldes, concejales, miembros de Diputacin o de Cabildos insulares; en el Congreso esta duplici-dad de cargos pblicos es menor, pero se da de otro tipo porque bastantes diputados mantienen despachos profesionales, tra-bajan en fundaciones, participan en consejos de administracin u otras tareas.

    Todo lo ampara en teora la ley, pero este asunto de las incompa-tibilidades est en revisin desde hace unos meses; en Espaa no se ha llegado al grado de escndalo del Reino Unido, pero parece necesario reflexionar sobre si una persona que cuenta con una declaracin de invalidez permanente puede ser alcalde de su pueblo y diputado a la vez, o si resulta razonable que los polticos cobren por ejercer de tertulianos en los medios de comunica-cin, donde no dejan de representar a unas siglas.

    Se argumenta que, si los alcaldes llegan a las Cortes, podrn acer-car la realidad territorial al Parlamento. Y se aade que aquellos que mantienen una actividad privada podrn defender mejor los intereses de los distintos sectores sociales en la legislacin. Es bueno que convivan diputados de prestigio -aunque poca ac-tividad-, con jvenes hiperactivos, porque aquellos aportan una reflexin y un poso del que quiz carecen estos. Por otra parte, ya se sabe que la poltica requiere tiempo de lectura y reflexin: el que los diputados y senadores tienen mientras no asisten a comisiones o plenos, es decir, entre dos y tres de cada cinco das laborables.

    Con todo, pienso que el sistema, al menos en teora, puede funcionar. Creo que puede an recuperar los planteamientos de la vida parlamentaria que imaginaron los constituyentes al redactar y aprobar la actual Constitucin Espaola. En fin, mi sabidura tambin se ha terminado, y perdonen que me compare con Cela; slo espero que tambin, como en su caso, haya sido antes que su paciencia.

    Mara Jos Artuch [Com 95] es redactora de Europa Press.

    un PaRlamEnto mEjoRablE

    Mara Jos Artuch

  • 20Nuestro Tiempo julio&agosto 2009

    En portada Retrica parlamentaria

    Compaerismo. Rafael Arias-Salgado y Jos Pedro Prez-Llorca, sentados, charlan con Alfonso Guerra.

    6. cmo PrePara sUs inTerVenciones? DnDe se DocUmenTa? PiDe consejo? a QUin? UTiliza ciTas? BUsca las ciTas De manera DeliBeraDa? De DnDe las oBTiene?

    Los diputados y senadores disponen de muchos medios para preparar sus intervencio-nes. Algunos grupos cuentan con un asistente parlamentario, y todos pueden acudir a los expertos de sus respectivos partidos para pedir orientacin y consejo en los temas ms complejos. Si he de hablar sobre un tema del que no tengo datos, me pongo en contacto con quien me los puede aportar y pido toda la informacin que crea necesaria, explica una senadora, y en parecidos trminos se expresan sus compaeros de las dos cmaras.

    Todos preparan personalmente sus discursos. Un diputado asegura que a la hora de hacerlo le parece especialmente importante construir intervenciones argumenta-das. Y aade: Me interesa menos la polmica que la posibilidad de alcanzar acuerdos, o al menos de no impedir acuerdos en el futuro.

    Muchos acuden a Internet para documentarse y tambin para buscar antecedentes parlamentarios: Es una buena herramienta para revisar, reforzar y recuperar o plan-tear las contradicciones de quien deca digo y ahora dice Diego, explica un diputado socialista que ya va por su segunda legislatura. La bibliografa convencional, los diarios de sesiones, los informes del propio partido, los recortes de peridicos, los programas electorales, equipos de asesores, los buscadores de las versiones on line de los peri-dicos, la lesgislacin o las disposiciones de la Unin Europea son otras de las fuentes citadas por sus seoras.

    Varios de los entrevistados aseguran que, cuando se da el caso, tratan de ponerse en contacto con los sectores afectados para conocer de primera mano sus problema y sus demandas. Pienso que un diputado es la voz del pueblo en el Parlamento, por lo que deber contar con el asesoramiento de aquellos grupos que se vern afectados por alguna ley que emane del mismo, explica un entrevistado.

  • GasPar llamazaresPortavoz del Grupo Parlamentario Federal de IU.

    Aqu hay una diferencia, se-or Aznar, respecto a Moby Dick. No s si recuerdan al Capitn Achab, que podra ser el seor Bush, el seor Blair, el seor Aznar. En Moby Dick no comprenden la realidad, se obsesionan con la ballena por intereses econmicos, por afn de venganza, y terminan con todo el barco y su tripulacin en el fondo del mar. La diferencia es que la tripulacin no les ha seguido. La gran mayora de los ciudadanos del mundo y de los espaoles no les siguen en esta locura de la guerra.

    Debate en el Congreso de los Diputados sobre la situacin en Irak. 5 de marzo de 2003.

    julio&agosto 2009 Nuestro Tiempo 21

    Con respecto a las citas, un condimento habitual en muchos discursos, los plan-teamientos de los parlamentarios son distintos e incluso opuestos. Hay algunos que no las utilizan por sistema. Introducen un estilo poltico decimonnico que ya no se corresponde con los usos parlamentarios del siglo XXI, afirma un diputado del PP de 43 aos. Procuro no utilizarlas, ya que creo que, ms que aportar riqueza al debate, tratan de generar una competicin de conocimientos, explica un senador socialista que ya va por su cuarta legislatura. Otro parlamentario emplea argumentos similares: Creo que hay una cierta tendencia en algunos polticos con proyeccin a utilizar un lenguaje algo cursi y cargado. Abusan de las citas, metforas y frases hechas. Yo, deliberadamente, trato de evitarlo.

    Otros las buscan de forma expresa y detallan con naturalidad sus fuentes: Diccionario de citas, de Luis Seor, o El gran libro de las citas y frases clebres, de Jos Ignacio de Be-nito. Y por supuesto, Internet. Entiendo que, muchas veces, una frase de alguien que sabe ms que yo puede servir para el guin de mi discurso, indica una parlamentaria socialista.

    Y hay quien las emplea cuando la ocasin se presenta. Me agrada utilizarlas, pero exentas de ridcula petulancia, dice uno de los entrevistados. No soy muy amiga de las citas, pero a veces he utilizado algn proverbio africano, seala una diputada socialista que afronta su primera legislatura. No las busco deliberadamente, si me viene alguna a la mente la utilizo, aade un tercero. No soy amigo de las citas, si bien Ortega y Gasset me ilustra, reconoce un cuarto. Un diputado que procede del mundo sindical admite que las ideas y las frases ajenas pueden ser muy tiles, pero l las emplea con una cierta denominacin de origen: No me interesan mucho las citas de personajes histricos, prefiero la lgica de la gente normal, los refranes, las frases hechas, el estilo coloquial, los smiles ms cercanos.... Otro indica que las suyas slo corresponden al recuerdo de lecturas propias.

    El relevo de la derecha. Muchos encuestados recuerdan el Vyase, seor Gonzlez! de un Aznar a un paso de La Moncloa.

  • jos lUis roDrGUez zaPaTeroPresidente del Gobierno [2004 - ].

    No hay razn en el terrorismo, no hay sentido en el terrorismo, no hay poltica en el terrorismo. Slo hay terror, muerte, chantaje. Slo hay voluntad de someter, de sojuzgar, de destruir la moral de los hombres, de eliminar sus convicciones.

    Discurso de investidura como Presidente del Gobierno en el Congreso de los Diputados. 15 de abril de 2004.

    22Nuestro Tiempo julio&agosto 2009

    En portada Retrica parlamentaria

    7. alGUna Vez Ha TeniDo QUe DefenDer alGUna PosTUra QUe no acaBaBa De comParTir?

    Es ley de vida, asegura un parlamentario cuando le preguntan si alguna vez ha tenido que defender una postura con la que no estaba de acuerdo. Y no es el nico que lo admi-te. Quienes se han visto en esa tesitura argumentan que la unidad del partido est por encima de los matices y las diferencias que a veces plantea la actividad parlamentaria.

    Una senadora del Partido Popular asegura que es necesario aplicar el criterio de equipo y el hoy por ti, maana por m. Sin embargo, sostener un principio no com-partido crea situaciones conflictivas. Ella misma lo reconoce: La verdad es que no es plato de gusto. Como soy abogada, creo que he utilizado una toga ficticia, como cuando se defiende un caso de esos que no dan ninguna alegra.

    El balance de esas pequeas o grandes incoherencias son un conjunto de ancdotas difciles de digerir. Una parlamentaria socialista recuerda un debate concreto: el que se produjo al hilo de la invasin de Afganistn, en el otoo de 2001. Ella acab defendiendo una postura diferente a la de su partido. Pens que la direccin tendra ms informa-cin que yo y me equivoqu, explica. Por su parte, un diputado del PP recuerda que haba preparado un discurso demoledor para el debate sobre el hermano de Alfonso Guerra, y que a ltima hora tuvo que bajar el tono porque lo haba pedido Txiki Be-negas. Y desvela la razn: Haba una negociacin estatuaria en el aire. Un miembro de CiU aporta un tercer ejemplo: Aunque mi voto en el trasvase del ro Ebro no era lo que yo opinaba, tena que votar a favor por la disciplina de voto. Por suerte, ahora mi partido tiene la misma tesis que yo.

    Sin embargo, el planteamiento del uno para todos y todos para uno no conven-ce a los ms idealistas. Un congresista de 49 aos se muestra tajante: Hay siempre posibilidades de renunciar a defender una posicin si no se comparte. Un senador socialista insiste de manera rotunda: Mi sentido de la disciplina no est por encima de mi conciencia. Y lo mismo un parlamentario popular: No soy como algunos, que los hay, que cuando van a intervenir, como los abogados de parte, preguntan: A favor o en contra?.

    --Hay otros, ms pragmticos, que cambian de rumbo y acaban nadando a favor de la corriente. Suelo dar la vuelta a lo que no comparto para acabar haciendo como que defiendo eso que me han pedido, pero con argumentos distintos, comenta un parla-mentario del partido en el Gobierno. Busco argumentos para estar convencido; si no, sera imposible, seala un miembro de la oposicin.

    De todos modos, los senadores y diputados distinguen los asuntos nucleares, como los de conciencia, de otros menos relevantes. Son muchos los que alegan que en cuestiones esenciales no apoyaran algo en lo que no creen. Pero tal y como dice un cargo del PSOE, en cuestiones localizadas y sobre todo en momentos polticos en que mi partido est en el Gobierno, no puedes utilizar cuestiones que en ese momento no convienen.

    Las explicaciones recogidas revelan que la disciplina de voto tambin tiene algunas fisuras. Un parlamentario socialista confiesa que, hace unos aos, cuando estaba en la oposicin, renunci a intervenir porque no estaba de acuerdo con el enfoque que su partido haba dado a un tema determinado. Pero no es lo frecuente, porque la mayora de las cosas no son blancas o negras, aade. Sus palabras son muy similares a las que emplea otro diputado para resumir la cuestin: Nunca he defendido una postura en la que no creo totalmente. Pero la realidad nunca es blanca o negra. nt

  • julio&agosto 2009 Nuestro Tiempo 23

    Hubo un tiempo en Espaa en el que las gentes cuidaban y aun mimaban las herramientas que les permitan ejercer su oficio: los labradores sus aperos, cocineros y matarifes, sus cuchillos; los escritores, el lenguaje y los polticos , la retrica. Era un tiempo en que la palabra de un poltico empeada en el espacio pblico era un compromiso firme con sus votantes, el instrumento de su contrato con ellos.

    Haba excesos, claro. Emilio Castelar, que arrastraba alguna herencia del barroco, pronunci el que quiz sea su ms famoso discurso en abril de 1869: Grande es Dios en el Sina; el trueno le precede, el rayo le acompaa, la luz le envuelve, la tierra tiembla, los montes se desgajan; pero hay un Dios ms grande, ms grande todava. Demasiados efectos especiales, diramos hoy ante una prosa semejante, y con razn.

    El orden de los fenmenos meteorolgicos en el discurso revela que el diputado gaditano no tena su fuerte en lo que hoy llama-ramos Conocimiento del medio. La velocidad de transmisin de la luz y el sonido dejan claro que es siempre el rayo el que precede al trueno y no al revs. En cualquier caso, la pirotecnia verbal de Castelar no encajara bien en estos tiempos .

    Debemos tener en cuenta que los usos parlamentarios slo arraigan y florecen en pocas de libertad y stas han sido excep-cin ms que norma en la historia de Espaa. Sin libertades, el juego parlamentario se convierte en una sombra de s mismo y la conversacin en chchara. Despus de la dictadura de Primo de Rivera, la Repblica hizo del Parlamento un gora para los intelectuales de la poca. Hoy sera impensable la repeticin de un debate como el que enfrent a Ortega y Gasset con Manuel Azaa en mayo de 1932, a propsito del Estatuto cataln que se haba de aprobar en septiembre de aquel ao.

    La democracia asentada en la Constitucin de 1978 tuvo una interesante etapa constituyente y algn periodo de sesiones en el que la clase poltica dio lo mejor de s misma. Los debates protagonizados por Felipe Gonzlez, Surez, Carrillo, Fraga, Arzalluz o Roca dejaron grandes momentos, pero la oratoria se fue apagando desde entonces. Hay, ciertamente, diputados y senadores capaces de enhebrar un buen discurso. Ha habido algunas grandes intervenciones de Rubalcaba, Rajoy, Durn i Lleida y Erkoreka, por ejemplo.

    La partitocracia inaugurada entonces fue probablemente una ne-cesidad de unos partidos dbiles, de reciente creacin o salidos de la clandestinidad en que los haba sumido la dictadura fran-quista. Era preciso apuntalarlos para que cumplieran el esencial cometido que les asignaba la Constitucin en su artculo 6.

    Treinta y un aos despus, los partidos y los aparatos que los go-biernan siguen siendo la piedra angular del sistema. La mayora de los diputados acaba la legislatura sin haber tomado la palabra en un pleno y reducidos a la mera condicin de votantes. As debe de ser si quiere ganar un puesto apropiado en listas cerradas y bloqueadas. No es el elector quien selecciona a su representante. Se limita a sumar su apoyo a la mquina gregaria y a quien sus responsables hayan dispuesto que se vote. A los efectos, tanto dara que los portavoces se reunieran en un caf con un voto ponderado al nmero de diputados que tiene cada grupo.

    Nadie trata de brillar en el escao y es lgico que la oratoria haya languidecido. En general, ha perdido tanto que parece un valor de otro tiempo. La retrica no es disciplina que se cultive ni tenga vigencia y el propio trmino ha cado en desuso. Su empleo lleva asociado hoy un toque despectivo. Se llaman retricas a las razo-nes que no vienen a cuento.

    Los debates parlamentarios no son el mbito en que los repre-sentantes confrontan ideas en defensa de los intereses de sus representados. Con los mismos mimbres se hacen todos los cestos, sin embargo. La prdida de calidad de los parlamentarios est a juego con el retroceso de nuestro sistema educativo y, por qu no decirlo? tambin de nuestro periodismo.

    Santiago Gonzlez [Com 95] es columnista poltico del diario El Mundo.

    un aRtE En dEsuso

    Santiago Gonzlez