Resumen de La Obra El Tunel

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El tunel - Resumen por Cap. 1. 1. El túnel Cap. I Soy Juan pablo Castel, el pintor que mato a mira Iribarne; supongo que el proceso está en el recuerdo de todos y que no se necesitan mayores explicaciones sobre mi persona. La frase “todo tiempo pasado fue mejor” no indica que antes sucedieran menos cosas malas, sino que la gente las echa en el olvido. Yo, por ejemplo, me caracterizo por recordar preferentemente los hechos malos y, así, casi podría decir que “todo tiempo pasado fue peor”, si no fuera porque el presente me parece tan horrible como el pasado. En lo que a mí se refiere, debo confesar que ahora lamento no haber aprovechado mejor el tiempo de mi libertad, liquidando a seis o siete tipos que conozco. Que el mundo es horrible, es una verdad que no necesita demostración. Bastaría un hecho para probarlo, en todo caso: en un campo de concentración un ex pianista se quejo de hambre y entonces lo obligaron a comerse una rata, pero viva. 2. Cap. II No sé si ya dije que voy a relatar mi crimen. Conozco bastante bien el alma humana para prever qué pensarán en la vanidad. Piensen lo que quieran: me importa un bledo; la opinión y la justicia de los hombres. Supongan, pues, que publico esta historia por vanidad. De la vanidad no digo nada: creo que nadie está desprovisto de este notable motor del Progreso Humano. Cuando era chico me desesperaba la idea de que mi madre muriera algún día, no imaginaba que mi madre pudiese tener defectos. Ahora que no existe, debo decir que fue tan buena como puede llegar a serlo un ser humano. Sin embargo no relato esta historia por vanidad, me anima la débil esperanza de que alguna persona llegue a entenderme. AUNQUE SEA UNA SOLA PERSONA. Podría hablar hasta el cansancio y a gritos ante una asamblea de rusos y nadie me entendería. ¿Se dan cuenta de lo que quiero decir? Existió una persona que podría entenderme. Pero fue, precisamente, la persona que mate. 3. Cap. III Todos saben que mate a María Iribarne Hunter, pero nadie sabe como la conocí, que relaciones hubo exactamente entre nosotros y como fui haciéndome la idea de matarla. Presente un cuadro llamado “Maternidad”, en el Salón de Primavera de 1946, en Buenos Aires. Todo el mundo pasaba y miraba el cuadro pero no se fijaban en una pequeña ventanita que había arriba a la izquierda del cuadro, en la cual había pintada una mujer que miraba al mar, solo se fijaban en la imagen de primer plano, porque creían que ese pequeño detalle solo era un adorno. Una mujer paso y miro el cuadro, pero a diferencia de las demás personas se fijo en esa escena de la ventanita, después de un

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El tunel - Resumen por Cap.

1. 1. El túnel Cap. I Soy Juan pablo Castel, el pintor que mato a mira Iribarne; supongo que el proceso está en el recuerdo de todos y que no se necesitan mayores explicaciones sobre mi persona. La frase “todo tiempo pasado fue mejor” no indica que antes sucedieran menos cosas malas, sino que la gente las echa en el olvido. Yo, por ejemplo, me caracterizo por recordar preferentemente los hechos malos y, así, casi podría decir que “todo tiempo pasado fue peor”, si no fuera porque el presente me parece tan horrible como el pasado. En lo que a mí se refiere, debo confesar que ahora lamento no haber aprovechado mejor el tiempo de mi libertad, liquidando a seis o siete tipos que conozco. Que el mundo es horrible, es una verdad que no necesita demostración. Bastaría un hecho para probarlo, en todo caso: en un campo de concentración un ex pianista se quejo de hambre y entonces lo obligaron a comerse una rata, pero viva.

2. Cap. II No sé si ya dije que voy a relatar mi crimen. Conozco bastante bien el alma humana para prever qué pensarán en la vanidad. Piensen lo que quieran: me importa un bledo; la opinión y la justicia de los hombres. Supongan, pues, que publico esta historia por vanidad. De la vanidad no digo nada: creo que nadie está desprovisto de este notable motor del Progreso Humano. Cuando era chico me desesperaba la idea de que mi madre muriera algún día, no imaginaba que mi madre pudiese tener defectos. Ahora que no existe, debo decir que fue tan buena como puede llegar a serlo un ser humano. Sin embargo no relato esta historia por vanidad, me anima la débil esperanza de que alguna persona llegue a entenderme. AUNQUE SEA UNA SOLA PERSONA. Podría hablar hasta el cansancio y a gritos ante una asamblea de rusos y nadie me entendería. ¿Se dan cuenta de lo que quiero decir? Existió una persona que podría entenderme. Pero fue, precisamente, la persona que mate.

3. Cap. III Todos saben que mate a María Iribarne Hunter, pero nadie sabe como la conocí, que relaciones hubo exactamente entre nosotros y como fui haciéndome la idea de matarla. Presente un cuadro llamado “Maternidad”, en el Salón de Primavera de 1946, en Buenos Aires. Todo el mundo pasaba y miraba el cuadro pero no se fijaban en una pequeña ventanita que había arriba a la izquierda del cuadro, en la cual había pintada una mujer que miraba al mar, solo se fijaban en la imagen de primer plano, porque creían que ese pequeño detalle solo era un adorno. Una mujer paso y miro el cuadro, pero a diferencia de las demás personas se fijo en esa escena de la ventanita, después de un rato desapareció entre la multitud, yo vacilaba entre un miedo invencible y un angustioso deseo de llamarla. Sin embargo cuando desapareció me sentí irritado, infeliz, pensando que podría no verla más, perdida entre habitantes anónimos de buenos aires.

4. 2. Volví a casa, nervioso, descontento, triste. Hasta que clausuro el salón, fui todos los días y esperaba cerca para reconocer a las personas que se paraban frente a mi cuadro. Pero no volvió a aparecer. Durante los siguientes meses solo pensé en ella y en la posibilidad de volver a verla. Solo pinte para ella.

5. Cap. IV Una tarde, por fin, la vi por la calle. Caminaba por la otra vereda, como quien tiene que llegar a un lugar definido a una hora definida. Sentí una indescriptible emoción, imagine tantas cosas, que al verla no supe que hacer. La muchacha por lo visto, solía visitar salones de pintura. Creo haber dicho que soy muy tímido; por eso había pensado y repensado un probable encuentro y entablar una conversación a propósito de algunos de los cuadros. Después de examinar esta posibilidad, la abandone. Yo nunca iba a salones de pintura. Diré antes que nada, que no me gustan los grupos, sectas, cofradías, gremios y cosas por el estilo. Tampoco la jerga y la vanidad de estos grupos, de creerse superiores al resto. Tomo el ejemplo que se me ocurre en este momento: el del Doctor Prato. Tiene mucho talento y lo creía un

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verdadero amigo. Un día Prato me invito a una fiesta de una sociedad a la que el pertenecía: la Sociedad Psicoanalítica. Allí había una gran calidad de gente, pero decidí salir a la calle. Allí pensé que los grupos que menos me gustaban eran los de pintores, por culpa de los críticos ya que ellos solo critican sin saber cómo se pinta un cuadro, como si una persona que no ha llegado a tocar un bisturí le critique el trabajo a un cirujano. Lo mismo pasa con la pintura.

6. Cap. V Debía descartar, pues, la posibilidad de encontrarla en una exposición. Podía suceder, que ella tuviera un amigo que a su vez fuese amigo mío. En ese caso, bastaría con una simple presentación. Pero luego descarte esta posibilidad, encontrar un amigo suyo era tan difícil como encontrarla a ella misma. Luego pensé en otra posibilidad, el encuentro con María en la calle, pero lo malo es que había un problema ¿Quién iniciaría la conversación? soy muy tímido, e incapaz, entonces solo me quedaba una posibilidad: que ella iniciara la conversación. Durante varios tiempos me imagine encuentros, en los que, ella iniciaba la conversación y a partir de eso yo continuaba. Pero el problema estaba en que ella, empezara preguntándome por algo tan alejado como el arte o sobre la impresión que le había causado mi ventanita. Una noche llegue a la conclusión: era imposible que yo tomara la iniciativa, y aun más difícil que si ella la tomara, fuera a preguntar por mi cuadro.

7. Cap. VI Al verla caminar por la vereda de enfrente, todas las variantes se amontonaron y revolvieron en mi cabeza. Mientras tanto me sentía tan nervioso y emocionado que no atinaba a otra cosa que a seguir su marcha por la vereda de enfrente. Caminamos varias cuadras, dio vuelta en la esquina de San Martin, camino unos pasos y entro en edificio de la Compañía T y entre detrás. Esperaba el ascensor y le pregunte: ¿este es el edificio de la Compañía T?, ella se dio vuelta con sencillez y me respondió afirmativamente, pero enseguida al mirarme, se sonrojo tan intensamente, que comprendí que me había reconocido Me emocione tanto que solo atine a otra pregunta: ¿por qué se sonroja? Me iba a responder cuando perdí el control y agregue: se sonroja porque me ha reconocido. He pensado en usted varios meses, tengo algo que preguntarle, algo referente a la ventanita ¿comprende? Asustada respondió ¿Qué ventanita? pensé que si ella no se acordaba de la ventanita, era porque no le había dado mayor importancia, sino por simple curiosidad.

8. 3. Veo que me he equivocado. Buenas tardes y Salí apresuradamente casi corriendo en una dirección cualquiera. Oí detrás una voz que me decía: ¡señor, señor! Era ella me había seguido, al instante dijo: perdóneme, señor...perdone mi estupidez... estaba tan asustada...que no advertí que usted preguntaba por la escena del cuadro. ¿Entonces la recuerda? Le pregunte. Si, la recuerdo constantemente agrego, luego pareció arrepentirse de lo que dijo y se echo a correr. Salí corriendo tras ella hasta que comprendí lo ridículo de la escena, no era necesario, podría verla en cualquier momento, a la entrada o a la salida de la oficina. Lo importante era que recordaba la escena de la ventana, estaba contento.

9. Cap. VII ¿En la oficina? Me pregunte en voz alta, ¿Y quién me había dicho que trabajaba en la oficina? La idea de perderla por varios meses o para siempre me da vértigo y ya sin reflexionar corrí; pronto me encontré en la puerta de la compañía T, y ella no se veía por ningún lado. Salí de la compañía y me senté en frente a ver si la veía, pero no la vi por ningún lado. Al poco tiempo decidí ir al ascensor y subir a ver si de pronto la veía, pero luego de buscarla en los demás pisos, no la encontré. Salí de la compañía y pensé en 3 posibilidades: 1. La gestión era larga; en ese caso había que seguir esperando. 2. Después de lo que había pasado, quizá estaba demasiado excitada y habría ido a dar una vuelta antes de hacer la gestión; también correspondía esperar. 3. Trabajaba allí; en este caso había que esperar hasta la hora de salida. Después de que pasaron unas cuantas horas, descarte las dos primeras posibilidades, solo me quedaba esperar a que saliera el personal de la empresa. A las seis y minutos salieron los primeros empleados y a las seis y media ya habían salido casi todos los

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empleados, solo quedaban los empleados que ocupaban los cargos más altos, y decidí esperar hasta las siete. Pero a esta hora tampoco había salido ella, todo había terminado. Cap. VIII Llegue muy deprimido a mi casa, pero no deje de ordenar y clasificar las ideas, o ella entro para hacer una gestión o trabajaba allí. Pensé que la diligencia que había ido hacer, la hubiera pospuesto para otro día por el trastorno del encuentro, o si era que trabajara allí habría decidido ir a su casa por el encuentro. En estos dos casos era conveniente que volviera al día siguiente. Pero la tercera posibilidad era fatal, había pensado en que la diligencia que María tuviera que hacer fuera muy corta y que mientras que la buscaba, ella hubiera salido y no nos hemos cruzado. En este caso de nada serviría ir al día siguiente, pero había dos posibilidades favorables y me aferre a ellas con desesperación. La frase de María: “La recuerdo constantemente” me había dejado pensativo, imagine que podía pasar mucho tiempo antes de volver a encontrarla. Era necesario me encontré diciendo en voz alta, varias veces: “¡Es necesario, es necesario!”. Cap. IX Al día siguiente fui a la compañía T y me puse a esperar en el café, hasta que la vi salir del subterráneo, inmediatamente me levante de un salto y corrí hacia ella. Cuando me vio, se detuvo como si se hubiese convertido en piedra, la tome del brazo y sin decir ni una sola palabra la arrastre por la calle en dirección a la plaza. Me pregunto: ¿a dónde me lleva? Y le respondí: a la plaza San Martin. Necesito hablar con Usted urgente.

10. 4. Cuando llegamos a la plaza busque un banco alejado y nos sentamos. Le pregunte ¿por que se había ido? y me respondió que no sabía. Luego de hablar un rato, le dije que necesitaba de ella, y me pregunto ¿Por qué?, y le dije porque ella era la única que se había fijado en esa escena de mi cuadro, por lo tanto pensaba igual que yo. Luego de un largo tiempo de hablar, María dijo: “pero no se qué ganarías con verme. Hago mal a todos los que se me acercan”. Cap. X Quedamos en vernos pronto. Me dio vergüenza decirle que deseaba verla al otro día o que deseaba seguir viéndola allí mismo. Esa misma noche le hable por teléfono, me atendió una mujer y le dije que necesitaba hablar con la Srta. María Iribarne, casi instantáneamente oí su voz, pero con un tono oficinesco. Le dije que necesitaba verla, y ella me pidió que esperara un momento, descargo la bocina del teléfono, y cuando volvió al teléfono le dije: “necesito verla, María”, el silencio de su respuesta me inquieto hasta que dijo: “yo también, no he dejado de pensar en Usted, todo esto me parece muy extraño y estoy muy perturbada. De repente me dijo que debía colgar porque viene gente, no conforme le respondí que la llamaría por la mañana muy temprano. Ella accedió. Cap. XI Pase una noche agitada. No pude dibujar ni pintar, aunque intente muchas veces empezar algo. Salí a caminar y de pronto me encontré en la calle Corrientes. Me sentí diferente, miraba a la gente con simpatía y antes siempre he mirado con antipatía y hasta con asco, sobre todo en los amontonamientos. Esa noche, pues, mi desprecio por la humanidad había desaparecido. Entre al café Marzotto, en ese lugar va gente a oír tangos, pero a oírlos como un creyente en Dios oye “La pasión según San Mateo” Cap. XII A la mañana siguiente, a eso de las diez, llame por teléfono a María, me dijeron que había salido para el campo. Me quede helado, pero me había dejado una carta. Fui a buscar dicha carta en casa de María, es ahí cuando conocí al Sr. Allende, esposo de María. Era un hombre alto y flaco, tenía los ojos bien abiertos, pues, era ciego. Me pidió que leyera mi carta con tranquilidad, aunque siendo de María no debe ser nada urgente, me dijo. Abrí el sobre, saque la carta; decía una sola frase: “Yo también pienso en usted. MARIA”. Cuando Allende sintió doblar el papel me dijo: “Nada urgente, supongo.” No, le respondí. Allende me dijo que María se había ido a la estancia de su familia, pero que en estos momentos estaba en manos de su primo Hunter. “He oído hablar de él” respondí con amargura. En ese momento decidí irme, me acompaño hasta la puerta y me despidió. Cap. XII Después de la charla con Allende, necesitaba despejarme y pensar con tranquilidad. Me preguntaba cosas: ¿cómo porque María no me había dicho que era casada, y porque tenía que ir a la

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estancia a estar con Hunter? Estas y otras preguntas daban vueltas en mi cabeza. Todavía me seguía pareciendo extraño el por qué se encerraba María para hablar por teléfono. Deduje que ella también hablaba con otros hombres, como lo hacía conmigo, ya que a la mucama le pareció extraño cuando llame a su casa preguntando por la señorita Iribarne, cuando los demás le decían solo María. Volviendo al tema de la carta, reflexione y saque más deducciones, como la forma en que me hizo llegar la carta. Olvide mis razonamientos y me dedique mejor a tratar de recordar que era lo que tenía su rostro, ya que me hacia recordar algo del pasado. Sentí que el amor anónimo que había alimentado durante años de soledad, se habían

11. 5. concentrado en María. Trate de dejar atrás miss tontas deducciones acerca de Hunter, la Estancia, el teléfono, etc. Pero no pude. Cap. XIV Los días siguientes fueron agitados. En mi precipitación no había preguntado cuando volvería María de la estancia; ese mismo día llame por teléfono para averiguarlo, la mucama no sabía nada, entonces le pedí la dirección de la estancia. Esa noche escribí una carta desesperada, preguntándole cuando volvería y que me llamara urgente. Tuve un sueño: visitaba de noche una vieja casa solitaria. Era una casa conocida por mi desde la infancia, algunos recuerdos me decían el camino que debía seguir, pero sentía que habían enemigos y gente que se burlaban de mi, y de mi ingenuidad. También sentí que renacían los amores de infancia que había tenido y las sensaciones que estos me hacían sentir, pero cuando desperté, comprendí que la casa del sueño era María. Cap. XV Mi pensamiento era como un explorador perdido en un paisaje neblinoso: veía cosas vagas, siluetas de hombres y cosas, indecisos perfiles de peligros y abismos. La llegada de la carta fue como la salida del sol. Un sol nocturno, no sé si se puede decir esto pero, “Nocturno” era la palabra más apropiada para María. La carta que me envió decía que los paisajes que veía le traían recuerdos y que cuando se paraba en frente del mar veía como Yo me interponía entre el mar y ella. Luego de que termine de leer la carta, tuve la extraña certeza de que María era mía y solo mía. Sin embargo la había matado, debido a que soy un estúpido, egoísta y cruel. Cap. XVI Amaba desesperadamente a María y no obstante la palabra amor no se había pronunciado entre nosotros. Espere ansioso su regreso de la estancia, pero ella no volvía. Creció en mi una especie de locura, le escribí nuevamente pero ahora le confesé mi cariño hacia ella. A los días recibí una respuesta:” tengo miedo de hacerte mucho mal”. Le conteste que no me importaba el mal que pueda hacerme, sino podría amarla, me moriría. Cada segundo que pasaba lejos de ella era una tortura. Pasaron días y la contestación de María no llego, desesperado escribí: “estas pisoteando este amor”. Al otro día, por teléfono oí su voz: vuelvo mañana a Buenos Aires. Te hablo apenas llegue. Al otro día me llamo, le pedí que nos viéramos pronto, me dijo: “si, nos veremos hoy mismo, en la Recoleta.” Cuando nos encontramos allí le pregunte por que se había ido, pero ella no me respondió y en vez de eso, ella dijo que no quería hablar de ella, sino de mí. Mi respuesta era obvia, no quería hablar de mí, sino de los dos. “te quiero” le dije, ¿Qué sentís por mi María? y ella no respondió. Me Altere y prendí un fosforo para verle la cara, estaba llorando silenciosamente y a la vez me miraba con ternura. Luego me respondió que también me quería, pero no conforme le pregunte ¿De qué manera, me quieres? ya que había muchas formas de querer a un ser y que no era lo mismo querer a un hermano o a un amigo que a el novio. Luego María se paro y me dijo que ya se iba, le pregunte por que se iba tan rápido, a lo que ella respondió diciéndome que tenía miedo de que no la entendiera, también dijo que ella me había advertido de que me haría mucho mal. Respondí diciéndole que eso era culpa mía. Le pregunte su edad, y ella me respondió preguntándome lo mismo. Le respondí que tenia 38 y María me dijo que era muy joven. Volví a preguntarle su edad pero ella no respondió y me dijo lo absurdo de la conversación.

12. 6. Cap. XVII Durante más de un mes nos vimos casi todos los días. María comenzó a venir al taller, yo vivía obsesionado con la idea que su amor era, en el mejor de los

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casos, amor de madre o de hermana. De modo que la unión física se me aparecía como una garantía de verdadero amor. El amor físico, lejos de tranquilizarme, me perturbo más. En algunos encuentros la agarraba del brazo y la apretaba fuerte lastimándola; otras veces el encuentro con ella era positivo. En uno de esos encuentros violentos, llegue a tal extremo de gritarle “PUTA”, por lo cual ella se pasmo y se puso a llorar; arrepentido, corrí y le pedí que me perdonara, hasta tal punto de llorar suplicándole y diciéndole que era un monstruo cruel. Apenas María se calmo comenzó a sonreír, y eso me pareció sospechoso ya que cualquier mujer a la que le digan eso no se pondría contenta aun después de que le pidieran perdón. Estas escenas se repetían varias veces y entonces decidíamos salir a dar una vuelta por Plaza Francia como dos adolescentes enamorados. Pero esos momentos se fueron haciendo más raros y cortos, como inestables. Mis dudas y mis interrogatorios fueron envolviéndolo todo, como una liana que fuera enredando y ahogando los arboles de un parque en una monstruosa trama. Cap. XVIII Mis interrogatorios, cada día más frecuentes y retorcidos, eran a propósito de sus silencios, sus miradas, sus palabras perdidas, algún viaje a la estancia, sus amores. Un día le pregunte por que usaba el apellido de soltera y no el de Allende, respondió que eso no tenía importancia, pero para mí si le dije. Se rio y dijo: “eso es costumbre de familia”. Al instante le dije:”sin embargo, la primera vez que hable a tu casa y pregunte por la Srta. Iribarne, la mucama vacilo un instante antes de responderme”. “te habrá parecido, es costumbre nuestra de manera que la mucama también lo sabe. Todos me llaman María Iribarne” dijo; le dije: “no me parece natural que siendo casada, cuando te llamen señorita la mucama se extrañe”. Agrego: “Ah... No me di cuenta que era eso lo que te sorprendía. Nada de esto tiene importancia Juan Pablo, y no sé que quieres demostrar”. En ese momento me elogio mientras se reía, pero yo seguía completamente serio y continúe con el interrogatorio hasta que ya no aguante y le pregunte quien era ese Richard, del que ella en otras oportunidades me había hablado. Dijo que era un hombre que le enviaba cartas, y que probablemente ella fue la causa del suicidio. Le pedí que me mostrara las cartas, a lo que ella respondió que las había quemado porque eran tristes y la deprimían. Se me ocurrió preguntarle si estuvo enamorada de ese hombre, me respondió que no, Richard no era de su tipo y que en cierto modo se parecía mucho a mi. Cuando murió decidió destruir todo lo que prolongaba su existencia. Quedo deprimida y no pude sacarle una sola palabra más acerca de Richard. Cap. XIX Naturalmente, puesto que se había casado con Allende, era lógico pensar que alguna vez debió sentir algo por ese hombre, eran varios enigmas que quería dilucidar, pero sobre todo estos dos:¿lo había querido en alguna oportunidad? , ¿Lo quería todavía? Estas dos preguntas no se podían tomar en forma asilada: estaban vinculadas a otras: si no quería a Allende, ¿a quien quería? ¿A mí? ¿A Hunter? ¿A alguno de los otros misteriosos personajes del teléfono? Pero también era posible que no quisiera a nadie. Decidí aclarar el problema con María, le pregunte por que se había casado con él, la respuesta fue que lo quería. Entonces ahora no lo quieres, pensé en voz alta; no he dicho que haya dejado de quererlo, refuto. Siempre haces cuestiones de palabras y retorces todo, hasta lo increíble.

13. 7. Repetí mi pregunta y ella se quedo en silencio. Le pregunte si se acostaba con Allende, a lo que me respondió: “si”; entonces lo deseas, afirme con mala intención, tardo en responder y al fin dijo: “¡he dicho que me acuesto con él, no que lo desee! Me sentí aliviado, y exclame: “¡lo haces sin desearlo pero haciéndole creer que lo deseas!”. María se quedo muda y empezó a llorar mirando al suelo, luego murmuro: “yo no he dicho eso, sos increíblemente cruel”. “porque es evidente que es así, si lo haces es porque lo engañas, no solo en sus sentimientos si no también en sus sensaciones.” Le dije, y por un momento sentí el deseo de llevar la crueldad hasta el máximo y agregue, aunque me daba cuenta de su vulgaridad y torpeza: “Engañando a un ciego”. Cap. XX Después de decir esa frase me sentía divido, sentía dos

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personalidades: una cruel y mezquina y la otra pura y tierna; dispuesta a humillarme, arrodillándome y pidiendo perdón. De todos modos, ya era tarde para cerrar la herida que había provocado en el alma de María. Lo único que logre fue una mirada piadosa mientras ella salía del taller que aseguraba que no me guardaba rencor. Quede sin hacer nada, hasta que tuve conciencia de que debía hacer una serie de cosas. Corrí a la calle, pero María ya no se veía por ningún lado; tome un taxi y decidí esperarla en su casa, luego llame a su casa desde un teléfono público y no se encontraba. Salí a caminar por los lugares que recorríamos juntos, cuando pensé que ella no quería verme después del episodio. Corrí hasta su casa, pero era muy tarde entonces telefonee nuevamente y en efecto había vuelto; pero me dijeron que estaba en cama y que le era imposible atender el teléfono. Había dado mi nombre, sin embargo. Algo se había roto entre nosotros. Cap. XXI Volví a casa con la sensación de una absoluta soledad, en aquel momento me encontraba solo como consecuencias de mis peores atributos, de mis bajas acciones. En esos casos siento que el mundo es despreciable, pero comprendo que yo también formo parte de él; en esos momentos me invade una furia de aniquilación, me dejo acariciar por la tentación del suicidio, me emborracho, busco a las prostitutas. Esa noche me emborrache en un cafetín del bajo, sentí tanto asco de la mujer que estaba conmigo y de los marineros que me rodeaban que Salí corriendo a la calle. Me senté junto al mar y pensé en todas las proyectos de suicidio que tenia. En la madrugada cuando decidí volver a mi casa, de golpe me encontré frente a la casa de Allende, era absurdo que a esas horas pudiera verla de algún modo. Se me ocurrió una idea, baje por la avenida busque un café y llame por teléfono. Me atendieron después de cinco minutos, en ese momento me quede paralizado y sin abrir la boca colgué. Hui despavorido y comencé a caminar al azar, de pronto estaba nuevamente en el café, pedí una ginebra y mientras la bebía me propuse volver a mi casa. Luego de un tiempo me encontré por fin en el taller. Me eché, vestido, sobre la cama y me dormí. Cap. XXII Desperté tratando de gritar y me encontré de pie en medio del taller. Tuve un sueño: me habían citado junto a unos amigos a una casa. Luego de que llegue, observe la casa por fuera y parecía común e igual a las otras. Decidí entrar, pero una vez adentro vi que esa casa era diferente a todas las otras y el dueño de la casa me dijo que me había estado esperando; fue allí cuando comprendí que eso había sido una trampa, e intente huir pero mi cuerpo no respondía; me resigne a ver lo que sucedía. Luego el sujeto me convirtió en un pájaro, llegaron mis amigos y note que ellos no se habían dado cuenta de que estaba convertido en pájaro y me veían normal, entonces decidí gritarles para advertirles del peligro pero solo salía un chillido y además de eso mis amigos no escucharon; entonces me di cuenta que estaba perdido para siempre y el secreto iría conmigo a la tumba.

14. 8. Cap. XXIII Cuando desperté estaba en medio de la habitación, de pie, bañado en sudor frio. Eran las diez de la mañana, corrí al teléfono. Me dijeron que se había ido a la estancia, quede anonadado. Resolví escribirle una carta, no recuerdo ahora las palabras exactas, era muy larga, le decía que me perdonase que era una basura que no merecía su amor, estaba condenado con justicia a morir en la soledad absoluta. Pasaron días sin que llegara respuesta, le envié una segunda carta y luego una tercera y una cuarta en la que decidí relatarle todo lo que había pasado aquella noche que siguió a nuestra separación. A la vuelta de correo llego una carta de María, llena de ternura, quería que fuera a la estancia. Prepare la valija, una caja de pinturas y corrí a la estación Constitución. Cap. XXIV La estación Allende es una de esas estaciones de campo. Me estaba esperando un chofer, me dijo que María no había ido por que estaba enferma. El chofer me llevo a la estancia, donde se encontraba María, una vez ahí me recibieron Hunter y Mimí Hunter que realizaron una serie de preguntas. Luego Hunter me dijo que María estaba indispuesta y que bajaría luego. Decidió llevarme a conocer la casa, también dijo que el cuarto en el que el dormía era

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el del difunto abuelo y luego me dirigió al cuarto que ocuparía. Me dejo solo en la pieza y dijo que me esperaría abajo para él te. Pensé que María podía estar en cualquiera de los otros cuartos, tuve una idea: me acerque a la pared y golpee, con la esperanza que si fuera María contestaría con un golpe. Salí al corredor, mire si no había nadie, me acerque a la puerta de al lado y mientras sentía una gran agitación trate de golpear la puerta. No me anime a hacerlo y volví casi corriendo a mi cuarto. Después decidí bajar al jardín. Estaba muy desorientado. Cap. XXV Fue una vez en la mesa que la flaca me pregunto a que pintores prefería, cite algunos nombres muy importantes y Mimí dijo que a ella no le gustaban esa clase de artistas y si ella fuera una artista no haría cosas que llamaran la atención. Luego me pregunto si era capaz de leer una novela rusa, sin dejarme responder dijo que era muy difícil, debido que a cada rato cambiaban los nombres de los personajes en la novela. En ese momento comprendí que esta clase de gente, es la que a María le produce tristeza y de ninguna manera son rivales para mí. Cambiamos de tema y nos dirigimos hacia las novelas policiales, en ese momento Mimí le dice a Hunter que el sería incapaz de escribir una novela policial, instantáneamente Hunter le demuestra que si puede y empieza a relatar una. Luego de un rato deduje que María no quería bajar, para no soportar las opiniones de su primo. Recordé unas palabras que dijo el chofer a las que no había prestado atención, algo referente a una prima del señor que acababa de llegar de Mar del Plata, para tomar el té. María desesperada por la llegada repentina de esa mujer, se había encerrado en su dormitorio fingiendo sentirse mal. Mi capa más profunda se entristeció al pensar que María formaba también parte de ese círculo y que, de alguna manera, podría tener atributos parecidos. Cap. XXVI Cuando nos levantamos de la mesa para caminar por el parque, vi que María se acercaba a nosotros, lo que confirmaba mi hipótesis. Inmediatamente volvieron las sensaciones de culpa que había sentido cuando le había dicho a María que engañaba a un ciego. Me saludo, pero ya no era como antes, como un saludo de un amigo y me pregunto por las manchas, en ese momento no supe que decir, no sabía a qué manchas se refería; María dijo las manchas que prometiste mostrarme entonces comprendí lo que María quería lograr con esas preguntas y le respondí que sí, claro que las traje las

15. 9. tengo en el dormitorio. Ella dijo tener mucha ansiedad de verlas, la invite a verlas y dude por un momento de que se nos uniera Mimí, pero María supo que hacer que impidiera cualquier tipo de entro metimiento. Me tomo del brazo con decisión y me condujo hacia la casa. Observar a los que quedaban y me pareció advertir un relámpago intencionado en los ojos con que Mimí miro a Hunter. Cap. XXVII Pensaba quedarme varios días en la estancia, pero solo pase una noche. Subimos a buscar las presuntas manchas y finalmente bajamos con mi caja de pintura y una carpeta de dibujos, destina a simular las manchas. Los primos habían desaparecido de todos modos, María comenzó a sentirse de buen humor era una mujer diferente de la que yo había conocido hasta ese momento; y lejos de producirme alegría, me entristecía y desesperanzaba, porque intuía que esa forma de María me era casi totalmente ajena y que, de algún modo debía pertenecer a Hunter o a algún otro. Luego de caminar por el bosque, fuimos a unas rocas que había en la playa y durante mucho tiempo estuvimos en silencio hasta que María me dijo cuantas veces había soñado compartir ese momento conmigo, le parecía que esa escena la hubiéramos vivido siempre juntos. Cuando vi aquella mujer solitaria de tu ventana, sentí como que eras como yo y que también buscabas ciegamente a alguien, una especia de interlocutor mudo, desde aquel día pensé constantemente en vos, te soñé muchas veces acá en este mismo lugar, pensé en buscarte pero tenía miedo de equivocarme; con mi mente te llamaba, por eso me quede paralizada en ese absurdo encuentro en el ascensor. María empezó a contarme como era ella antes, me hablo de un primo Juan, de la infancia en la estancia y otros momentos tormentosos vividos con ese primo, María estaba haciendo una confesión cruel y tormentosa. Cap. XXVIII Pasaron cosas muy raras. Cuando

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llegamos a la casa encontramos a Hunter muy agitado, trataba de disimularlo. Mimí se había ido y en el comedor todo estaba dispuesto para la comida. Durante la comida casi no se hablo, vigile a Hunter, cada palabra y sus gestos también vigile la cara de María, que comento acerca de la novela de Sartre que estaba leyendo. A Hunter pareció no gustarle, era evidente que tenía algo contra María que había nacido durante nuestra larga conversación. Mi conclusión fue: Hunter esta celoso y eso prueba que entre ellos y ella hay algo más que una simple relación de amistad y de parentesco. Pretexte cansancio apenas nos levantamos de la mesa, simule entrar a mi pieza, y me quede parado en el corredor para ver si lograba escuchar algo; enseguida oí la voz agitada de Hunter pero no descifré lo que decía, no hubo respuesta de María, Hunter repitió la frase más agitada que la vez anterior y María dijo unas palabras en voz muy baja seguidas de un ruido de sillas; al instante oí pasos en la escalera y corrí a encerrarme en mi cuarto, me quede escuchando por el agujero de la llave. No pude dormir y saque una conclusión: “María es amante de Hunter”. Amaneció y baje las escaleras con mi valija y mi caja de pinturas, le pedí a un mucamo que saludara al señor de mi parte y que tenía que viajar de urgencia a Buenos Aires. Camine hasta la estación y tuve que esperar varias horas, por momentos pensé que aparecería María, pero no vino. Cuando llego el tren mire por última vez con la esperanza de que apareciera a último momento y no la vi llegar, sentí una infinita tristeza. Cap. XXIX Los días que precedieron a la muerte de María fueron los más atroces de mi vida, recordé muchos acontecimientos como si fueran sueños. Tengo la impresión que durante días estuve borracho y seguí tomando hasta que alguien me llevo a mi casa. Cuando desperté, abrí la ducha y me metí, empecé a recordar cosas que María me preguntaba como por

16. 10. las manchas, lo de las novelas policiales, etc.… Y luego, a medida que me enfriaba, aquellos trozos de recuerdos se unieron y así todo concordaba y encajaba bien. Salí del baño, me vestí y decidí escribirle otra carta a María. En ella le dije por que me había ido de la estancia así, y también que no se explicaba cómo podía estar con Allende, Hunter y conmigo al mismo tiempo. Esa clase de actitudes daba mucho que pensar. Releí la carta y me pareció que con los cambios anotados quedaba lo suficiente hiriente. La cerré, fui al correo central y la despache. Cap. XXX Apenas Salí del correo advertí dos cosas: no había dicho en la carta por que había inferido que ella era amante de Hunter; y no sabía que me proponía al herirla tan despiadadamente. Así que busque el recibo para ir a reclamar la carta pero no lo encontré. Decidí volver al correo y le dije a la empleada que atendía que había perdido el recibo pero que quería sacar una carta que hace poco había enviado por que ya no la quería enviar, pero la empleada me dijo que eso era imposible ya que el reglamento no se lo permitía. Le insistí diciendo que le podría mostrar documentos que le podían acreditar que esa carta era mía, los miro y respondió diciendo que esos documentos no servían. Al final la mujer accedió a buscar la carta y comprobar que era mía, y para ello me hizo una serie de preguntas. Le dije que le podría mostrar el borrador, pero ella dijo que eso tampoco servía, entonces estalle en rabia y le dije que la mandara si así lo quería. Decidí esperar la salida del personal para insultar a la empleada solterona. Cap. XXXI Después de esperar una hora, decidí irme la carta estaba bien y era bueno que llegase a manos de María. Luego decidí ir a dar una vuelta, fui a la Recoleta allí me puse a pensar en lo que realmente quería y llegue a la conclusión de que debía llamar a María por el teléfono y emprendí camino a mi casa. Cuando llegue inmediatamente llame a María, pero me dijeron que ella no estaba y que llamaría en una hora. La espera me pareció interminable. Al fin hable con María y le pregunte varias cosas, pero no contesto a ninguna de mis preguntas y eso hizo que terminara diciéndole a gritos que me mataría y que necesitaba verla en seguida en Buenos Aires. Me prometió venir Buenos Aires, al día siguiente, lo único que lograremos es lastimarnos cruelmente, una vez más; dijo con voz muy débil. Le pedí que lo pensara bien antes de

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tomar cualquier decisión y colgué sin agregar nada más. Cap. XXXII Salí de mi taller furiosamente, a pesar de que la vería al otro día estaba desconsolado y sentía un odio sordo e impreciso. Esa tarde empecé a beber, termine yendo a un bar donde contrate a una prostituta y luego pelee con un marinero. A la madrugada la lleve al taller y ella se rió de uno de los cuadros que allí había, no me importaba el juicio de esa desgraciada sobre mi arte. Estábamos en la cama y en esos momentos vi una expresión en ella que ya había visto antes en María. “¡Puta!” grite apartándome con asco, la prostituta ofendida me agarro fuerte y me mordió el brazo hasta sangrar. Pensaba que me refería a ella. La saque de mi casa a puntapiés y le dije que si no se iba la mataría como a un perro. Se fue gritando insultos a pesar de la cantidad de dinero que le arroje detrás. Fui al baño, llene la bañadera de agua fría, me desnude y entre. Quería aclarar mis pensamientos, poco a poco puse en funcionamiento mi cerebro hasta que logre formular la idea en esta forma terrible, pero indudable: “María y la prostituta han tenido una expresión semejante; la prostituta simulaba placer; María, pues, simulaba placer; María es una prostituta”. Furioso salte de la bañadera gritando: “puta, puta, puta”…me vestí a con rapidez cuando pasaron ante mi todos los momentos sospechosos. Todo encajaba, María me había engañado.

17. 11. Cap. XXXIII Muchas de las conclusiones que extraje en aquel lucido pero fantasmagórico examen eran hipotéticas, no las podía demostrar, aunque tenía la certeza de no equivocarme. Después de concluir esto llame a Lartigue, era amigo de Hunter y le dije que lo iría a visitar. Ya estando en casa de Lartigue le elogie el libro de versos, pero luego le pregunte secamente: ¿hace cuanto son amantes Hunter y María? Lartigue es vanidoso pero no zonzo y creyó evadir mi pregunta contestando que no sabía nada y rápidamente volvió a hablar del libro y del premio. Me fui corriendo, eran las tres de la tarde, María ya debía haber llegado a Buenos Aires; entonces fui y la llame desde un café, quedamos de encontrarnos en la Recoleta, en el lugar de siempre a las cinco. María también dijo que solo vino porque se lo pedí, pero debería haberse quedado en la estancia ya que Hunter estaba enfermo. Cap. XXXIV Antes de las cinco estuve en la recoleta, en el banco donde solíamos encontrarnos. Pensé, con desesperada melancolía, en los momentos que habíamos pasado en aquellos jardines. A medida que me iba analizando esas reflexiones, mas iba haciéndome a la idea de aceptar su amor así, sin condiciones y me aterrorizaba la idea de quedarme sin nada. Desgraciadamente María me fallo una vez más, fui y la llame desde un teléfono público, la mucama me dijo que hacía poco había partido a la estancia y se quedaría una semana. Indignado volví al taller, pensé que entre consolarme a mí en un parque y acostarse con Hunter en la estancia no podía haber lugar a dudas. Se me ocurrió una idea, llame nuevamente y pregunte si antes de que ella partiera había recibido una llamada de la Estancia y me dijeron que si, era Hunter. Iba a salir corriendo cuando se me ocurrió una idea, fui a la cocina y agarre un cuchillo grande y destrocé la pintura de la playa mientras lloraba veía como caían los pedazos de aquella mujer ansiosa y aquella espera. Corrí a la casa de Mapelli, pero no se encontraba, estaba en una librería. Corrí hasta ahí y lo encontré, le pedí que me prestara su auto y con asombro me pregunto si pasaba algo grave, se me ocurrió decirle que mi padre estaba muy grave y no tenia tren hasta el otro día. Se ofreció a llevarme pero me negué, me miro con asombro nuevamente, pero termino por darme las llaves. Cap. XXXV Eran las seis de la tarde, calcule que con el auto podía llegar en cuatro horas, de modo que a las diez estaría allá. Mientras viajaba pensaba en que María y yo parecíamos separados por un muro de vidrio, por el cual nos podíamos ver pero nunca hablar, oír ni tocar. Sentía una voluptuosidad que le hacía pensar en el desprecio que él sentía por ella. Me acordaba de la cita a la que ella no fue, para que la había citado si nos volveríamos a decir esas cosas oscuras y ásperas , y así una vez más pareceríamos separados por esa pared de vidrio. Llegue a la estancia a las diez y cuarto, detuve el auto en el camino real, para no llamar la atención con el ruido

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del motor y camine. Cuando llegue a la casa grande, vi que estaban encendidas las luces de la planta baja; pensé que todavía estarían en el comedor. Me oculte en un lugar del parque que me permitía vigilar la salida de gente por la escalera y espere. Cap. XXXVI Fue una espera interminable, no sé cuánto tiempo paso pero de mi propio tiempo fue una cantidad inmensa y complicada, lleno de cosas y vueltas atrás. Me parecía que había vivido en un túnel oscuro, al igual que María, en una especie de pasadizos paralelos, pero la hora del encuentro finalmente había llegado. ¿Los pasadizos se habían unido?, no, los pasadizos seguían paralelos como antes; toda la historia de los pasadizos era una ridícula invención o creencia

18. 12. mía que en todo caso había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío, el túnel en que había transcurrido mi infancia, mi juventud, toda mi vida. Y en uno de esos trozos transparentes del muro de piedra yo había visto a esta muchacha y había creído ingenuamente que venía por otro túnel paralelo al mío, cuando en realidad pertenecía al ancho mundo, al mundo sin límites de los que no viven en túneles y por casualidad se había acercado a una de mis extrañas ventanas. Mientras yo avanzaba siempre por mi pasadizo, ella vivía afuera su vida normal. Entonces sentía que mi destino era infinitamente más solitario que lo que había imaginado. Cap. XXXVII Después de este inmenso tiempo de mares y túneles, bajaron lentamente por la escalinata, sabiendo que mientras ella gozaba en calma yo estaría atormentado en un minucioso infierno de razonamientos, de imaginaciones. Pensaba en que podrían estar charlando y en que lenguaje, mientras hicieron una larga recorrida por el parque, la tormenta estaba encima de nosotros, negra, desgarrada por los relámpagos y truenos. El pampero soplaba con fuerza y comenzaron las primeras gotas, corrieron a refugiarse en la casa. Desde mi escondite vigilaba las luces del primer piso, al poco tiempo se encendió la luz del cuarto central: el de Hunter; esperaba que se encendiera el del cuarto de María, pero la luz no se encendió. Era obvio que dormirían juntos. Mi cuerpo se derrumbo lentamente, como si le hubiera llegado la hora de la vejez. Cap. XXXVIII Entre los arboles agitados por el vendaval, empapado por la lluvia, sentí que pasaba un tiempo implacable hasta que a través de mis ojos vi que una luz se encendía en otro dormitorio. Lo que sucedió luego, lo recuerdo como una pesadilla. Luchando con la tormenta, trepe hasta la planta alta por la reja de una ventana. Luego camine por la terraza hasta encontrar una puerta. Entre a la galería interior y busque su dormitorio. Temblando empuñe el cuchillo y abrí la puerta, ahí estaba ella, me acerque a su cama, me miro y luego me pregunto qué iba a hacer, acariciándole el pelo le respondí que tenía que matarla. Llorando le clave el cuchillo en el pecho, ella apretó las mandíbulas y cerró los ojos y cuando yo saque el cuchillo con sangre, me miro con una mirada dolorosa y humilde. Clave el cuchillo varias veces en su pecho y vientre, luego Salí por la terraza y descendí. Corrí a buenos aires, telefonee a la casa de Allende, lo hice despertar y le dije que debía verlo urgente. Le dije que venía de la estancia y que desde luego María era la amante de Hunter, y también era mi amante y la de muchos otros. Insensato me dijo el ciego mientras corría hacia mí con unas manos que parecían garras, me hice a un lado y tropezó con una mesita. Se incorporo y me persiguió por toda la sala, escape a la calle por la escalera. Cuando me entregue en la comisaria eran casi las seis, sentí que una caverna negra se iba agrandando dentro de mi cuerpo. Cap. XXXIX En estos meses de encierro he intentado muchas veces razonar la ultima palabra del ciego, la palabra insensato. Algún día tal vez logre hacerlo y entonces analizare también los motivos que pudo haber tenido Allende para suicidarse- Al menos puedo pintar, aunque sospecho que los médicos se ríen a mis espaldas, solo sé que existió un ser que entendía mi pintura. Mientras tanto, estos cuadros deben de confirmarlos cada vez mas en su estúpido punto de vista. Y los muros de este infierno serán, así, cada día mas herméticos. FIN.

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Capitulo 1.

Habla de Pablo Castel, y de que fue el quien mato a Maria Iribarne.

Pablo era un artista, bueno exactamente un pintor. El decía que la frase de: “Todo pasado fue mejor”, no era cierta, y menos en su caso, ya que cuando el pensaba en su pasado siempre recordaba las cosas malas.

El piensa que los criminales en cierta forma son inofensivos, pues ayudan a limpiar la sociedad de individuos perniciosos.

También decía que el mundo es horrible y que lo demostraría con el caso de un pianista, pero el no hablara de eso, sino de pronto mas tarde si le queda tiempo.

Capitulo 2.

Aquí, Pablo, dice que relatara su historia, la historia de un crimen que el cometió.

También dice que la historia la contara no por vanidad, y que las demás personas crean lo que quieran ya que el también es humano; de carne y hueso como los demás. El también recordaba a su mama y recordaba que cuando el era chico creía que su madre no tenia defectos, pero después de que su madre murió, se dio cuenta de que junto a sus acciones había un poco de vanidad.

También dice que espera que al final de su relato tan siquiera una persona lo entienda, pero piensa que es muy difícil, ya que solo existió una persona que lo pudo entender, pero fue precisamente a quien mato.

En conclusión, en este capitulo Pablo quiere decir que todos tenemos un poco de vanidad.

Capitulo 3.

Aquí Pablo dice que todos sabemos que el mato a Maria, pero que nadie sabe como fue la relación entre ellos y como planeo su muerte. Dijo que presento un cuadro, que se llamaba “Maternidad”, en el Salón de Primavera de 1946, en Buenos Aires. Todo mundo pasaba y miraba el cuadro pero no se fijaban en una pequeña ventanita que había arriba a la izquierda del cuadro, en la cual había pintada una mujer que miraba al mar, solo se fijaban en la imagen de primer plano, por que creían que ese pequeño detalle solo era un adorno. Pero una mujer paso y miro el cuadro pero a diferencia de las demás personas se fijo en esa escena de la ventanita, pero después de un rato desapareció entre la

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multitud y el sintió miedo, pero no savia por que había sentido esa sensación.En la noche cuando llego a casa tampoco se sintió bien. Todos los días iba al salón y se hacia cerca para ver si reconocía a la mujer, pero ella no se volvió a ver y desde ese momento el solo pensaba en ella y en volver a verla, y también de algún modo solo pintaba para ella.Capitulo 4.

Un día, Pablo logra ver a aquella dama que vio en el salón, pero no supo que hacer ni como reaccionar, recordó que ya había planeado un encuentro con ella, pero fue incapaz de ponerlo en práctica.

A el le pareció que la dama frecuentaba salones de pintura, y pensó en entablar una conversación con ella en uno de tantos salones, pero pensó que era muy difícil ya que el no frecuentaba estos lugares, y explico por que el no iba a estos sitios ya que a los lectores les debía de parecer muy extraño.

Dijo que no le gustaban los grupos y cosas por el estilo. Tampoco le gustan la jerga y la vanidad de estos grupos, y se le ocurrió un ejemplo, el del Doctor Prato. Este era un gran amigo de Pablo. Un día Prato invito a Pablo a una fiesta de una sociedad a la que Prato pertenecía. Allí había una gran calidad de gente. Pablo decidió salir a la calle. Allí pensó que los grupos que menos le gustaban eran los de pintores, por culpa de las críticas ya que ellos solo critican sin saber como se pinta un cuadro, es como si una persona que no ha llegado a tocar un bisturí le critique el trabajo a un cirujano.

Capitulo 5.

En este capitulo Pablo dice que debe descartar la posibilidad de encontrar a esa mujer en una exposición, pero piensa en la posibilidad de que un amigo suyo se la podría presentar, ya que el es muy tímido. Pero luego también descarto esta posibilidad. Entonces pensó en otra posibilidad diferente, en encontrarse con Maria en la calle, pero lo malo es que había un problema ¿Quién iniciaría la conversación? El era muy tímido, y era incapaz de iniciar, entonces solo le quedo una posibilidad, que ella iniciara.

Durante vario tiempo en se imagino encuentros en los que ella iniciativa la conversación y a partir de eso el continuaba, pero el problema estaba en que ella empezara preguntando por algo tan alejado como el arte.

Pero una noche el pensó que era imposible que el tomara la iniciativa, y aun mas difícil que si la tomaba ella fuera a preguntar por su cuadro, pero después pensó que era imposible también ya que era muy tímido.

Capitulo 6.

Un día Pablo vio a la mujer por la acera de en frente y en ese momento se le vinieron a la mente muchos de los encuentros y conversaciones imaginarias que había pensado por si se la encontraba, pero recordó que era ella quien debía de tomar la iniciativa, el la siguió hasta la compañía T, y allí, casi llegando al ascensor, Pablo le pregunto que si esa era la compañía T y

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ella le respondió que si, pero al verlo se sonrojo y el le pregunto que por que se había sonrojado, pero luego pensó que eso era normal, ya que el había salido en revistas y periódicos. Luego el le dijo que tenia que decirle algo sobre la ventanita, pero ella le pregunto ¿Cuál ventanita? Pablo pensó que si ella no se acordaba de la ventanita era por que no le había dado mayor importancia, y le dijo que pena, que se había equivocado y se fue. Al poco tiempo ella lo alcanzo y le dijo que no se imaginaba que el le estaba preguntando por la ventanita del cuadro y le dijo también que ella recordaba esa escena constantemente, pero ella se fue corriendo luego de decirle esto y Pablo la siguió corriendo también, pero pensó que no era necesario correr, que al fin y al cabo el la podía encontrar en la entrada o salida de la compañía T.

El estaba contento por que ella le había dicho que había pensado constantemente en esa escena.

Capitulo 7.

Pablo se pregunto ¿En la compañía? A el quien le había dicho que ella trabajaba allí.

Salio de la compañía y se hizo en frente a ver si la veía, pero no la vio por ningún lado. Al poco tiempo decidió ir al ascensor y subir a ver si de pronto la veía, pero luego de buscarla en los demás pisos no le encontró. Luego salio y pensó en 3 posibilidades:

Que la diligencia que estaba haciendo era muy larga y aun no había salido, en ese caso debía esperar. Que antes de hacer la diligencia había salido a dar una vuelta, entonces también convenía esperar. Que ella tuviera un empleo allí, entonces debía esperarla hasta la hora de la salida del personal.Entonces decidió ir a sentarse en un café y esperar. Después de que pasaron unas cuantas horas, Pablo descarto las dos primeras posibilidades, solo le quedaba esperar a que saliera el personal de la empresa.

A las 06:00 PM. Salieron los primeros empleados y a las 06:30 PM. Ya habían salido casi todos los empleados, solo quedaban los empleados que ocupaban los cargos mas altos, y decidió esperar hasta las 07:00 PM. Pero a esta hora tampoco había salid ella.

Capitulo 8.

Pablo llego a su casa muy deprimido por lo sucedido en la compañía T, y se puso a pensar en que era necesario que el volviera a ver a Maria. También pensó que la diligencia que ella había ido hacer, la hubiera pospuesto para otro día por el trastorno del encuentro, o si era que trabajara allí habría decidido ir a su casa por el encuentro, en estos dos casos era conveniente que volviera al día siguiente. Pero a tercera posibilidad era fatal, había pensado en que la diligencia que Maria tuviera que hacer fuera muy corta y que mientras el la buscaba ella hubiera salido y no se hubieran cruzado, en este caso de nada serviría ir al día siguiente, pero el decidió inclinarse por las dos primeras posibilidades.

La frase que Maria había dicho: “La recuerdo constantemente” había dejado a Pablo pensativo, entonces Pablo decido que era necesario volver a verla.

Capitulo 9.

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Al día siguiente Pablo fue a la compañía T y se puso a esperarla, hasta que la vio salir del subterráneo, inmediatamente corrió hacia ella, la agarro del brazo y la llevo al parque San Martín.

Ella le preguntaba que para que la necesitaba, y el le respondía que necesitaba hablar con ella urgentemente.

Cuando llegaron al parque y se sentaron Pablo le pregunto que por que se había ido y ella le respondió que no savia. Luego de hablar un rato pable le dijo que el necesitaba de ella, y Maria le pregunto que por que, y Pablo le dijo que por que ella era la única que se había fijado en esa escena de su cuadro, y que también por que ella era como el.

Luego de un tiempo de hablar Maria le pregunto a Pablo que el que ganaría con verla, y luego agrego que ella le hacia daño a todos los que se le acercaban.

Capitulo 10.

Maria y Pablo quedaron en que se verían de nuevo, pero Pablo por dentro deseaba verla y seguir viéndola y no separarse ya.

Luego ella le dijo que se tenía que ir.

Por la noche, cuando Pablo llego a su taller llamo a Maria y le dijo que necesitaba verla, y ella le dijo que esperara un momento y descargo la bocina del teléfono, cuando Maria volvió al teléfono Pablo le dijo que el no había dejado de pensar en ella, y ella le dijo que también había pensado mucho en el y en todo y también le dijo que todo eso le había parecido muy extraño y que ella estaba muy perturbada.

Luego Maria le dijo que ya debía colgar y el le dijo que la llamaría al otro día y ella dijo que bueno.

Capitulo 11.

Esa noche fue muy agitada para el y decidió salir a la calle a caminar, ya que no podía pintar. En la calle miraba con simpatía a la gente y eso no era común en el, ya que de por si generalmente miraba a la gente con antipatía, sobretodo a las multitudes.

En esa noche su desprecio por la humanidad parecía haber desaparecido por completo y decidió ir al café Marzotto a escuchar tangos.

Capitulo 12.

En la mañana Pablo llamo a Maria y le dijeron que ella no estaba, que se había ido a la estancia pero que le había dejado una carta. Lo de la carta lo había dejado pensativo y pensó en ir inmediatamente por ella. Cuando llego a la casa de Maria, que quedaba en un quinto piso, toco el timbre y le abrió un criado y le dijo que podía pasar a la sala. En la sala Pablo sentía que atrás de el había alguien e inmediatamente voltio para mirar y vio a un hombre alto y flaco que tenia los ojos bien abiertos pero que era ciego, ese tipo le pregunto que se el era el señor Castel y pable le respondió que si y el señor se presento y le dijo que el se llamaba Allende, y que Maria era su esposa. Allende le dijo a Pablo que Maria hablaba mucho de el y de su pintura, y luego saco la carta que Maria había dejado para el de su bolsillo, Pablo la abrió y la leyó y decía:

“Yo también pienso en usted”

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MARIA.

Cuando Allende sintió doblar el papel le pregunto a Pablo que si la carta decía algo urgente, pero pablo le respondió que no.

Allende le dijo a Pablo que Maria se había ido a la finca de su familia (la estancia), pero que en estos momentos estaba en manos de su primo Hunter.

Pablo le dijo a Allende que ya se tenía que ir y se retiro.

Capitulo 13.

Después de esta conversación con Allende, Pablo necesitaba meditar bien las cosas.

Pablo se preguntaba cosas como por que Maria no le había dicho que era casada, y por que tenia que ir a la estancia a estar con Hunter. Estas y otras preguntas daban vueltas en la cabeza de Pablo.

A pablo todavía le seguía pareciendo extraño el por que se encerraba Maria para hablar por teléfono. Creía que ella también hablaba con otros hombres como lo hacia con el, ya que a la mucama le pareció extraño cuando Pablo llamo a su casa preguntando por la señorita Iribarne, cuando los demás le decían solo Maria.

Volviendo al tema de la carta, Pablo reflexiono y saco mas deducciones como la forma en como le hizo llegar la carta.

Pablo olvido mas bien su razonamientos y se dedico mejor a tratar de recordad que era lo que tenia su rostro, ya que le hacia recordar algo de su pasado.

Sintió que el amor que el había alimentado durante años se había concentrado en Maria.

En fin, Pablo trato de dejar atrás sus tontas deducciones acerca de Hunter, la Estancia, el teléfono, etc.

Capitulo 14.

Los días siguientes fueron agitados para Pablo. El llamo a la casa de Maria y le pidió a la sirvienta la dirección de la estancia, y esa noche Pablo le escribió a Maria una carta en la que le pedía que lo llamara.

Esa noche, Pablo soñó con una casa que conocía desde que su infancia, y por eso algunos recuerdos le decían el camino que debía seguir, pero sentía que habían enemigos y gente que se burlaba de el y también sentía que en el renacían los amores de infancia que había tenido y las sensaciones que estos le hacían sentir, pero cuando despertó se dio cuanta que esa casa era Maria.

Capitulo 15.

Aquí Pablo dice que en los días que pasaron después de que el le envió la carta a Maria su pensamiento era como su sueño, veía cosas y peligros y decía que la palabra “nocturno” era la palabra que describía perfectamente a Maria.

Luego Pablo relata la carta que Maria le envió, y decía que los paisajes que veía le traían recuerdos y decía que cuando se paraba en frente del mar veía como Pablo se interponía entre el mar y ella. Luego de que Pablo termino de leer la carta, tuvo la extraña certeza de que

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Maria era de el y solo de el y que sin embargo la había matado, decía que el era un egoísta y cruel.

Capitulo 16.

Pablo dice que ama a Maria y que espera su regreso. Pablo le escribió nuevamente diciéndole que el la quería. A los pocos días hablo recibió una carta de Maria en la que ella le decía que tenia miedo de hacerle mal y Pablo inmediatamente le respondió con otra carta diciéndole que eso no le importaba.

Al poco tiempo Maria llamo por teléfono a Pablo y le dijo que llegaría al día siguiente. Cuando Maria llego llamo a Pablo y quedaron de encontrarse en la recoleta.

Cuando se encontraron allí Pablo le pregunto a Maria por que se había ido, pero ella no le respondió y en ves de eso ella le dijo que quería hablar de el pero Pablo le dijo que el no quería hablar de el sino de los dos y le dijo que el la quería y luego le pregunto ella que sentía por el y ella le respondió que ella también lo quería, pero Pablo le pregunto que como era que ella lo quería a el, ya que había muchas formas de querer a un ser y que no era lo mismo querer a un hermano o a un amigo que a el novio.

Luego Maria se pero y le dijo que ya se iba y Pablo le pregunto que por que se iba tan rápido, ella le respondió diciéndole que ella tenia miedo de que el no la entendiera, también e dijo que ella le había advertido que le haría mucho mal y el le respondió diciéndole que eso era culpa de el.

Pablo le pregunto a Maria que cuantos años tenia ella, y ella le respondió preguntándole lo mismo a el y el le dijo que el tenia 38 y Maria le dijo que el era muy joven. Pablo volvió a preguntarle su edad pero ella no le respondió y le dijo que esa conversación era muy absurda.

Capitulo 17.

Después de ese encuentro se siguieron viendo varias veces todos los días. A veces Maria iba al taller de Pablo; y a Pablo la única garantía de amor era la unión física.

En algunos encuentros con Maria, Pablo la agarraba por los brazos y la apretaba fuertemente lastimándola, pero otros días su aptitud con ella era totalmente positiva.

En uno de sus encuentros violentos Pablo llego a tal extremo de llegar a grátale “PUTA”, por lo cual ella se pasmo y se puso a llorar; Pablo, arrepentido, corrió y le pidió que lo perdonara, llego hasta tal punto de llorar el también suplicándole y diciéndole que el era un monstruo cruel. Apenas Maria se calmo comenzó a sonreír, y eso a Pablo le pareció sospechoso ya que cualquier mujer a la que le digan eso no se pondría contenta aun después de que le pidieran perdón.

Estas escenas se repetían varias veces y entonces ellos decidían salir a dar una vuelta.

Capitulo 18.

Pablo cada día hacia sus interrogatorios mas frecuentes. Un día le pregunto a Maria por que se hacia llamar con el apellido Iribarne y no con el de Allende y ella le dijo que eso no tenia importancia pero Pablo le dijo que para el si y ella se rió diciendo que eso era costumbre de la familia. Pablo también le pregunto que por que la sirvienta se había extrañado cuando el llamo la primera vez preguntando por la señorita Iribarne y ella le respondió que eso era normal y se

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volvió a reír, le dijo que todo eso no tenia importancia y también le dijo que el era fantástico, pero Pablo permanecía serio. Pablo siguió preguntando a Maria cosas sobre ella, sobre por que cuando sierra la puerta los demás saben que no la pueden molestar, y luego le pregunto por un tal Richard del que ella le había hablado en otra ocasión; el le pregunto que si ella alguna ves había esta do enamorada de el, pero ella le dijo que no y que una parte de el se parecía a Pablo; ella le dijo que Richard no era de su tipo, entonces Pablo le dijo que por que decía que se parecía a el, pero ella le dijo que solo se paresia, no que fuera idéntico.

Luego de todo este interrogatorio Maria quedo deprimida y el no pregunto nada mas.

Capitulo 19.

A Pablo le llegaron muchas dudas a la cabeza sobre Maria y Allende. El tenía dos incógnitas: ¿Lo había querido? ¿Lo quería aun?; estas preguntas daban vueltas en la cabeza de Pablo y decidió aclararlas.

Un día le pregunto que por que se había casado con el y ella le respondió que por que lo quería, el le pregunto que entonces por que en el muelle ella la había dicho que el era el único hombre que había querido, ella se quedo callada. Luego le pregunto que si ella aun se acostaba con Allende, y ella le respondió que si, entonces el le pregunto que si ella aun deseaba a Allende, y ella le respondió que el hecho de que se acostara con el no quería decir que lo deseara, entonces Pablo le dijo que ella lo hacia sin desearlo, y que si así lo hacia era por que lo engañaba, no solo en sus sentimientos si no también en sus sensaciones. Maria lloraba silenciosamente mirando hacia el suelo.

Por un instante Pablo quiso llevar la crueldad de sus preguntas hasta el máximo y dijo: Engañando a un ciego.

Capitulo 20.

Después de Pablo haber dicho esa frase sintió que tenia dos personalidades: Una cruel y mezquina, y la otra pura y tierna; la cual se disponía a humillarse y arrodillarse para pedirle perdón, pero de todas formas ya era tarde para cerrar la gran herida que sus palabras habían creado en el alma de Maria.

Después de esto Pablo no dudo en arrodillarse y besar sus pies mientras le pedía perdón, pero lo único que logro fue una mirada de compasión por parte de Maria. Luego de que ella salio del taller, Pablo sintió que debía hacer algo y salio corriendo afuera pero ya Maria no se veía; entonces decidió tomar un taxi que lo llevara a la casa de Maria y allí se sentó a esperarla. Luego llamo a su casa desde un teléfono publico pero le dijeron que aun no había llegado, entonces Pablo decidió salir a dar una vuelta por los lados que frecuentaban juntos, pero no la vio; luego callo en cuanta que después de ese episodio ella no querría recordarlo y que por lo tanto no iría a esos lugares que frecuentaban. Luego de un tiempo Pablo decidió llamar de nuevo pero le dijeron que estaba dormida y que no podía pasar al teléfono.

Pablo sintió que algo se había dañado entre Maria y el.

Capitulo 21.

Cuando Pablo vuelve a la casa siente que esta solo por culpa de sus acciones.

Siempre que el siente esas sensaciones lo provoca la tentación del suicidio y también siente ganas de emborracharse, así que decide ir a un cafetín cerca al muelle y allí con prositutas y

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algunos marineros se emborracha; luego de un rato ya cansado de estar con esas mujeres sucias decide salir y se sienta junto al mar, allí se pone a pensar, pero decide ir a casa y sin darse cuanta se encuentra en frente de la casa de Allende mirando hacia el quinto piso y decide llamar; mientras va a un teléfono piensa en como justificar una llamada a esas horas y luego de que le contestan el teléfono el se queda mudo y decide colgar, sin darse cuanta se encuentra de nuevo en el cafetín, pero decide volver a casa y cuando llega al taller se hecha en su cama con ropa y se duerme.

Capitulo 22.

En este capitulo Pablo despierta y relata el sueño que tuvo:

Dice que lo habían citado junto a unos amigos a una casa. Luego de que Pablo llego observo la casa por fuera y le parecían común e igual a las otras y decidió entrar, pero una ves adentro vio que esa casa era diferente a todas las otras y el dueño de esa casa le dijo que lo estaba esperando; fue allí cuando Pablo comprendió que eso había sido una trampa, e intento huir pero su cuerpo no respondía; entonces Pablo se resigno a ver lo que sucedía

Luego el sujeto convirtió a Pablo en un pájaro, llegaron sus amigo y Pablo noto que ellos no se habían dado cuenta de que el estaba convertido en pájaro y que lo veían normal, entonces Pablo decidió gritarles para advertirles del peligro pero solo salía un chillido y además de eso sus amigos no lo escucharon; entonces Pablo se dio cuenta que estaba perdido y que ese secreto se iría con el a la tumba.

Capitulo 23.

Luego de despertar miro el reloj y corrió a llamar a Maria, pero no estaba, entonces decidió escribirle una carta en la que le decía que el era una basura y que no merecía su amor. Pasaron días y no llego respuesta, entonces escribió mas cartas y en la ultima le dijo lo que le había pasado en la noche en que pelearon, también le dijo que había pensado en el suicidio.

En el correo llego una carta de Maria, ella quería que el fuera a la estancia en donde se encontraba ella, entonces Pablo inmediatamente salio hacia la Estación Constitución a coger el tren.

Capitulo 24.

Pablo llega a la estación y allí lo estaba esperando un chofer que le dice que Maria no había ido por que estaba enferma.

El chofer lo llevo a la estancia, donde se encontraba Maria, y allí lo recibieron Hunter y Mimi Hunter que le hicieron una serie de preguntas. Luego Hunter le dijo que Maria estaba indispuesta y que bajaría luego y decidió llevarlo a enseñarle la casa, le dijo que el cuarto en el que el dormía era el del difunto abuelo y luego llevo a Pablo a su dormitorio.

Cuando Pablo entro en su cuarto dio un golpe en la pared, con la esperanza de que fuera Maria quien estuviera ahí y le respondiera el golpe, pero nadie respondió. Pablo decidió salir al corredor y allí quiso tocar la puerta pero fue incapaz y salio corriendo de nuevo a su dormitorio. Luego se dirigió al jardín y estaba muy desorientado.

Capitulo 25.

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Luego en la mesa Mimi le pregunto a Pablo que cuales pintores prefería y el respondió los nombres de algunos muy importantes, inmediatamente Mimi dijo que a ella no le gustaban esa clase de artistas y que si ella fuera una artista no haría cosas que llamaran la atención. Luego pregunto a Pablo que si el era capas de leer una novela rusa, y sin dejarlo responder le dijo que era muy difícil, ya que a cada instante de la novela cambian el nombre de los personajes.

Pablo entendió que esa clase de gente producía en Maria tristeza y que además no podían ser rivales para el.

Luego empezaron a hablar de novelas policiales, Mimi le dice a Hunter que el seria incapaz de escribir una novela policial, pero Hunter inmediatamente le demuestra que si puede y empieza a hablar de una.

Luego de un rato Pablo dedujo que Maria no había bajado solo por que no quería escuchar las idioteces de sus primos y que lo de la indisposición era solo un pretexto para no tener que aguantárselos.

Capitulo 26.

Luego de que se pararon de la mesa, Pablo vio bajar a Maria, lo cual confirmaba su teoría, e inmediatamente volvieron las sensaciones de culpa que había sentido cuando el le había dicho a Maria que engañaba a un ciego.

Maria saludo a Pablo, pero ya no era como antes, como un saludo de amigo y luego le pregunto que se había llevado las manchas, pero Pablo no savia a que manchas se refería Maria y le pregunto que cuales manchas y ella le respondió que las manchas que el había prometido mostrarle, Pablo entendió lo que Maria quería lograr con esas preguntas y le respondió que si, que si había traído las manchas y ella le dijo que las quería ver y les dijo a sus primos que volvieran pronto y subieron al cuarto de Pablo.

Capitulo 27.

Cuando llegaron al cuarto, Pablo cogio sus dibujos para simular que esas eran las manchas pero cuando bajaron ya no estaban los primos de Maria. Ella se sentía como feliz y decidieron caminar por el parque. Pablo no se sentía tan bien como ella, ya que creía que esa actitud no le correspondía a el por que ella no se comportaba nunca así con el. Luego de caminar en el bosque fueron a unas rocas que había en la playa y se sentaron allí, paso un largo rato hasta que Maria pronunciara la primera palabra y dijo que siempre había deseado estar con el en ese lugar y luego dijo que le paresia que esa escena ya la habían vivido juntos, también le dijo que cuando había visto esa ventanita del cuadro ella se había dado cuenta que el era como ella.

Luego Maria empezó a contarle como era ella antes y le hablo de otro primo, también le dijo que esos tiempos habían sido tormentosos.

Capitulo 28.

Cuando llegaron a la casa y se sentaron en la mesa a comer, todo era muy silencioso, solo Maria dijo que estaba leyendo una novela, pero luego de eso se quedaron de nuevo en silencio.

Pablo pensó que Hunter estaba celoso, y dedujo que si estaba celoso era por que entre Maria y el había sucedido algo, entonces Pablo concluyo que Maria y Hunter eran amantes.

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Luego de esto Pablo dijo que estaba muy cansado, se paro de la mesa y se fue a su cuarto, simulo que entraba en el pero se quedo en el corredor para ver lo lograba escuchar algo.

Al poco tiempo sintió que Hunter le decía algo a Maria, pero ella no le respondió. Luego Hunter volvió y dijo una frase aun mas larga y Pablo sintió que Maria le respondía y luego sintió que alguien se paraba de la mesa y subía al cuarto, entonces Pablo salio corriendo a su cuarto.

Al día siguiente Pablo se fue de la casa y fue a pie hasta la estación de, allí tuvo que esperar a que llegara el tren, durante ese tiempo tuvo la esperanza de que Maria apareciera, pero no fue así.

Luego subió al tren y partió hacia Buenos Aires.

Capitulo 29.

Después de la muerte de Maria, Pablo recordó muchos acontecimientos que se le aparecieron como sueños.

Recuerda que durante días estuvo borracho y seguía tomando hasta que alguien lo llevo a su casa. Cuando despertó se metió a la bañera y empezó a ver y recordar cosas como cuando Maria le preguntaba por las manchas, lo de las novelas policiales, etc… Y luego, a medida que se enfriaba, todo concordaba y encajaba bien. Luego salio del baño y se vistió y decidió escribirle otra carta a Maria. En ella le dijo por que se había ido de la casa, y también que no se explicaba como podía estar con Allende, Hunter y el al mismo tiempo. Luego fue y puso la carta en el correo.

Capitulo 30.

Luego, cuando Pablo salio del correo, pensó que no debía herir de esa manera a Maria y decidió retractarse de enviar la carta, así que busco el recibo para ir a reclamar la carta pero no lo encontró.

Decidió volver al correo y le dijo a la que atendía que había perdido el recibo pero que quería sacar una carta que hace poco había enviado por que ya no la quería enviar, pero la mujer le dijo que eso era imposible ya que el reglamento no se lo permitía. Pero Pablo insistió diciendo que le podría mostrar documento que le podían demostrar que esa carta era de el, pero ella le dijo que esos documentos no servían. Al final la mujer accedió a buscar la carta y comprobar que era de el, y para ello le hizo una serie de preguntas. Pablo le dijo que le podría mostrar la cedula, pero ella dijo que eso tampoco servia, entonces Pablo estallo en rabia y le dijo que la mandara si así lo quería y decidió esperar afuera hasta la salida del personal para insultar a esa mujer.

Capitulo 31.

Después de esperar un rato pensó que insultar a la mujer no serviría de nada y que era mejor que esa carta llegara a Maria.

Después de eso Pablo decidió ir a dar una vuelta y fue a la Recoleta y allí se puso a pensar en lo que realmente quería y llego a la conclusión de que debía llamar a Maria por el teléfono y se fue a su casa. Cuando llego inmediatamente llamo a Maria pero le dijeron que ella no estaba, pero le dijeron que ella lo llamaría en una hora. La espera se le hizo infinita.

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Al fin Pablo hablo con Maria y le preguntó varias cosas, pero Maria no respondía a ninguna de esas preguntas y eso hizo que a Pablo le diera rabia, y amenazo con suicidarse si ella no iba a Buenos Aires para hablar con el. Maria le dijo que así lo único que lograría seria herirse más pero Pablo estaba decidido y le colgó la bocina.

Capitulo 32.

A pesar de que Pablo vería a Maria al otro día estaba triste.

Esa tarde beber y resulto yendo a un bar donde contrato a una prostituta y peleo con un marinero. Luego llevo la prostituta a su taller y ella se rió de uno de los cuadros que allí había. Después la llevo a su cama y en esos momentos vio una expresión en ella que ya había visto antes en Maria. A Pablo le dio mucha rabia y le grito puta mientras se alejaba de ella, la prostituta ofendida le mordió el brazo a Pablo y le hizo salir sangre de este. Pablo saco a las prostitutas de su casa a puntapiés y le dijo que si no se iba la mataría.

Luego de esto Pablo se metió en la bañera y allí se puso a pensar y termino diciendo que Maria era una prostituta. Furioso salto de la bañera gritando puta, puta, puta… Para Pablo todo encajaba, Maria lo había engañado.

Capitulo 33.

Todas las conclusiones que había sacado Pablo para el Terán ciertas, pero le había faltado algo importante, ¿Qué opinaban las demás personas?

Después de concluir esto llamo a Lartigue, un escritor, y dijo que lo iría a visitar.

Ya estando en casa de Lartigue empezaron a hablar de uno de sus libros, pero luego Pablo le pregunto secamente: ¿desde hace cuando son amantes Hunter y Maria? Lartigue le dijo que no savia nada y mejor siguió hablando de su libro.

Acabada la conversación, Maria ya debía haber llegado a Buenos Aires; entonces Pablo fue y la llamo desde un café y quedaron de encontrarse en la Recoleta, Maria le dijo que solo había ido por que el se lo pidió, pero que ella no debería estar ahí por que Hunter estaba enfermo y Pablo le respondió que gracias.

Capitulo 34.

Pablo llego a la Recoleta y allí se puso a pensar mientras esperaba a Maria. Veía los árboles y caminos que antes eran testigos del amor entre Maria y el, recordaba como antes salían y andaban por el parque. Antes todo era hermoso y claro, pero ahora todo es helado y oscuro. Pensó que era posible dejar de lado todo lo sucedido con Maria, que no importa lo que pase alrededor, solo lo que pase entre ellos dos, o al menos eso era lo que pensaba Pablo. A medida que pensaba mas en eso, mas seguro estaba de darse otra oportunidad con Maria, pero a las 05:30PM Maria aun no había llegado. Pablo fue y llamo desde un teléfono público y pregunto por Maria y le respondieron que hacia poco tiempo había partido hacia la Estancia. Indignado, Pablo volvió a su taller y pensaba que Maria prefería estar con Hunter que con el. Al llegar al taller llamo de nuevo a Maria y pregunto que si antes de que ella partiera había recibido una llamada de la Estancia y le dijeron que si.

Mientras lloraba, Pablo fue por un cuchillo y con este destrozo el cuadro de la escena de la playa y luego fue donde Mapelli, su amigo, y le pidió prestadas las llaves de su auto, Mapelli le

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pregunto que para que las necesitaba, y Pablo le respondió que era que su padre estaba enfermo y debía ir a verlo, al final Mapelli le presto el auto.

Capitulo 35.

Luego de coger el auto Pablo calculo que llegaría mas o menos a las 10:00PM a la Estancia y esta le parecía una buena hora, mientras viajaba pensaba en que Maria y el parecían separados por un muro de vidrio, por el cual se podían ver pero nunca hablar, oír ni tocar.

También sentía una vuloptuosidad que le hacia pensar en el desprecio que el sentía por ella.

Se acordaba de la cita a la que ella no fue, para que la citara si se volverían a decir esas cosas oscuras y ásperas y una vez mas parecerían separados por esa pared de vidrio.

Pablo llego a la Estancia como a las 10:15PM y se acerco a la casa y vio que aun había gente en la planta baja. Luego se hizo en un lugar desde el que podía ver la entrada y la salida de la casa para ver si alguien salía.

Capitulo 36.

Aquí Pablo dice que su espera fue casi interminable.

A Pablo le paresia que había vivido en un túnel oscuro al igual que Maria, en una especie de pasadizos, pero la hora del encuentro finalmente había llegado. Pablo se pregunto ¿realmente sus pasadizos se habían unido con los de Maria? Esto solo era una ilusión tonta y entupida.

Ahora Pablo se había dado cuenta que solo era el quien vivía en el túnel, y que Maria solo vivía en un mundo libre fuera del mundo de Pablo, y en uno de los pedazos de muro de si túnel había una ventana, por lo cual Maria se asomaba y mientras Pablo avanzaba en su pasadizo, ella vivía normalmente. Pablo sentía que su destino era aun mas solitario de lo que el había creído.

Capitulo 37.

Después de esos túneles y calabozos, Pablo vio que Maria y Hunter bajaban por la escalas y que salían a dar una vuelta. Pablo pensaba en que podía en que podía sentir Maria sabiendo que el la había estado esperando en su cita y que cada minuto que pasaba sin que ella fuera era un minuto mas de desespero para Pablo. También se preguntaba que podía hablar Maria con Hunter? Y se imaginaba que se podían estar burlándose de el. Ellos caminaban por el parque cuando empezó a llover y decidieron volver a su casa y allí subieron las escaleras, Pablo observo que la luz del dormitorio de Hunter fue la primera en encenderse y eso le pareció lógico a Pablo ya que era la alcoba principal y estaba junto a las escalas pero luego espero a que se prendiera la luz de la alcoba de Maria, pero eso no sucedió, Pablo inmediatamente dedujo que ella dormía con Hunter y sentía que su cuerpo se derrumbaba.

Capitulo 38.

Pablo empapado por la lluvia y sus lágrimas vio que se encendía la luz del otro dormitorio. Inmediatamente corrió hacia allá y trepo hasta llegar a ese cuarto y entro por la ventana. Ahí estaba Maria. Maria le pregunto a Pablo que era lo que iba a hacer y el le dijo que la debía matar, le acaricio el pelo y luego le clavo el cuchillo en el pecho. Luego sintió que una rara sensación se apoderaba de el y la siguió apuñalando el pecho y el vientre. Luego de esto salio tomo el auto y partió hacia Buenos Aires.

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Cuando llego allí llamo a Allende y le dijo que debía verlo. Cuando estuvo en la casa de Allende, Pablo le dijo que Maria era amante de Hunter y de el, y que los había estado engañando a todos, Allende intento cogerlo para golpearlo pero no fue capaz.

Luego de esto Pablo fue y se entrego a las autoridades. Sentía que dentro de el había una caverna, una caverna que se apoderaba de el y era oscura.

Capitulo 39.

En su encierro, Pablo trata de pensar sobre la última palabra de Allende: “Insensato” pero no puede. Quizás cuando pueda entenderá por que se suicido Allende.

Mientras tanto Pablo sigue pintando entre esas 4 paredes, que siente que cada vez son más herméticas.