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    La paz no ser una opcin hasta que la violencia centralizada y organizada que esel Estado sea destruida. Una dependencia exclusiva a la hora de construir

    alternativas, -para mantenernos hasta hacer que el Estado qued obsoleto-,tampoco es una opcin, porque el Estado puede aplastar toda alternativa que no

    pueda defenderse a s misma. Si se nos permite vivir el cambio que deseamos veren el mundo, no se necesitar tanto para la revolucin. Nuestras opciones han sido

    violentamente reducidas a las siguientes: apoyar activamente la violencia delsistema; apoyarla tcitamente rechazando desafiarla; apoyar cualquiera de losenrgicos intentos para destruir el sistema basado en esa violencia; o perseguir

    nuevas y originales formas de luchar y destruir se sistema. Lxs activistasprivilegiadxs deben entender aquello que el resto del mundo ya sabe desde hacetiempo: estamos en medio de una guerra, y la neutralidad no es posible. No hay

    nada en este mundo que pueda merecer el nombre de paz. Es ms, es unacuestin que se reduce a qu violencia nos asusta ms, y del lado de quin vamos

    a resistir.

    No he visto que circulen muchos textos en los que se valoren las tcticas yestrategias actuales, y la mayora de los que hay no son mucho mas tiles ni vanms all de decirnos que: Todo lo que estamos haciendo es una mierda. Es muyfcil decir eso. Nunca tendrs que sentir la desilusin si nunca intentas hacer algocon ilusin, y adems parecers muy madurx y durx si nada de lo que hay a tualrededor es suficiente. Y es que lxs violentos tambin podemos ser pasivxs. La

    estrategia debera ser una actividad difusa que desarrollramos en artculos,fanzines y conversaciones tanto como en los libros. Antes de cada accin debemos

    preguntarnos: Cules son los objetivos? Cmo vamos a conseguirlos? Ydespus de cada accin: Qu hemos conseguido y porqu? Y entre una

    accin y otra: Cmo podemos cambiar esta sociedad o este barrio -o estemovimiento- para hacerlo ms receptivo a la lucha? Cules son los elementosnecesarios para una lucha fuerte y sostenible? Los debates entre las distintas

    visiones son importantes para conformar las respuestas, pero hay que reconocerque el mundo es demasiado grande para una sola estrategia de lucha, as que los

    debates sirven para desarrollar ideas, no para llegar a un acuerdo.

    El futuro pertenece a la imaginacin. Hay tantas posibilidades para la acciny tantas oportunidades para usar nuestra creatividad!.

    Ante esta situacin, el o la rebelde que siente impotencia y aburrimiento en vez deilusin y ganas es que ya ha sido pacificadx.

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    El presente texto es una seleccin de algunos prrafos interesantes que seencuentran en el libro Cuando la no violencia protege al Estado (el cual se puededescargar completo en pdf). El autor deja en descubierto cuales son las intencionesde quienes detentan el poder que por medio de ongs, la cultura oficial del castigo yla guerra contra el terrorismo a influenciado fuertemente a movimientosfeministas, ecologistas, anticapitalistas, etc normalizando la noviolencia y elciudadanismo.Para esto Gederloos comienza contrastando algunos de los hechos histricosfavoritos manipulados por los pacifistas:

    Existe un patrn para la manipulacin y la tergiversacin de la historia que esevidente en cada una de las victorias que lxs activistas no violentxs reivindican. Laposicin pacifista requiere que el xito sea atribuible a las tcticas pacifistas y sloa stas; mientras que el resto de nosotrxs cree que el cambio proviene de todo elespectro de tcticas presente en cualquier situacin revolucionaria, siempre que sedesplieguen de forma efectiva. Porque ningn conflicto social relevante exhibe unauniformidad de tcticas e ideologas; lo cual nos permite afirmar que todos estosconflictos muestran tcticas pacifistas e indudablemente no pacifistas. Pero lxspacifistas deben borrar aquellas narraciones de la historia que discrepan con ellxso, alternativamente, acusar de sus fracasos a la presencia, en el mismo contexto,de la lucha violenta.

    En el caso de la India, la historia cuenta que la gente, bajo el liderazgo de Gandhi,desarroll un movimiento masivo no violento, activo durante dcadas e involucradoen protestas, desobediencia civil, boicots econmicos, huelgas de hambreejemplares y actos de no cooperacin para hacer impracticable el imperialismobritnico. Sufrieron masacres y respondieron con un par de disturbios, pero, engeneral, el movimiento fue no violento y, despus de perseverar durante dcadas,lxs ndixs ganaron su independencia, proporcionando un nada desdeable sello devictoria a la causa pacifista. La historia es, en realidad, algo ms complicada, enella muchas de las presiones violentas tambin llevaron a los britnicos a ladecisin de renunciar. Los britnicos haban perdido la habilidad de mantener elpoder colonial despus de perder millones de tropas y un gran nmero de recursosdurante dos guerras mundiales extremadamente violentas, la segunda de lascuales devast especialmente a la madre patria. Las luchas armadas demilitantes rabes y judos en Palestina, desde 1945 hasta 1948, debilitaron anms al imperio britnico, e hicieron que constituyera una clara amenaza laposibilidad de que lxs ndixs abandonaran la desobediencia civil para tomar lasarmas en masa si los ignoraban; este hecho no puede ser excluido como un factordeterminante para que los britnicos tomaran la decisin de renunciar a laadministracin colonial directa.Nos damos cuenta de que esta amenaza es an ms directa cuandocomprendemos que la historia del movimiento de independencia de la India comopacifista es un retrato selectivo e incompleto; la no-violencia no fue universal en laIndia. La resistencia al colonialismo britnico incluy la suficiente militancia paraque el mtodo Gandhiano fuera visto como una de las variadas formas efectivas de

    La visin pacifista de la lucha, basada en una dicotoma polarizada entre violenciay no violencia, no es realista y adems es contraproducente.Adems, es difcil ver claramente cmo un movimiento de liberacin, usando unadiversidad de tcticas, puede dirigir su lucha. Los grupos especficos deben decidiresto por s mismos, basndose en las condiciones a las que se enfrentan; nobasndose en las prescripciones de una determinada ideologa. Segn todas lasprobabilidades, no obstante, un movimiento de liberacin antiautoritario debeenfatizar la construccin de una cultura autnoma que pueda resistir al controlmental de los medios de comunicacin y la fundacin de centros sociales,escuelas libres, clnicas libres, agricultura comunitaria y otras estructuras que

    puedan apoyar las comunidades en resistencia. La gente occidentalizada debedesarrollar relaciones sociales colectivas. Para dichos crecimientos en el norteglobal, ser unx anarquista no te salva de ser imbuido de formas individualistas,basadas en el castigo y en el privilegio de interaccin social. Debemos emplearmodelos de trabajo de justicia restaurativa o transformadora, de modo queverdaderamente no necesitemos ni a la polica ni las prisiones. Mientras seamosdependientes del Estado, no lo derrocaremos jams.

    Hacer aumentar la aceptacin de las tcticas radicales no es un trabajo fcil,debemos llevar a la gente, gradualmente, hacia la aceptacin de formas msradicales de lucha. Si la nica eleccin que podemos hacer es entre tirar bombasy votar, la mayora de nuestrxs aliadxs potenciales elegirn votar. Y aunque elcondicionamiento cultural debe ser superado antes de que la gente pueda aceptary practicar las ms peligrosas y mortales tcticas, dichas tcticas no pueden sersituadas en la cspide de ninguna jerarqua. Fetichizar la violencia ni siquieramejora la efectividad del movimiento, ni tampoco preserva sus cualidadesantiautoritarias.

    Debemos aceptar, siendo realistas, que la revolucin es una guerra social, noporque nos guste la guerra, si no porque reconocemos que el status quo es unaguerra de baja intensidad y desafiar al Estado tiene como resultado unaintensificacin de esta guerra. Debemos aceptar tambin que la revolucin precisadel conflicto interpersonal, porque ciertas clases de personas estn empeadas endefender las instituciones centralizadoras que debemos destruir. La gente quesigue deshumanizndose a s misma actuando como agentes de la ley y del ordendeben ser derrotadxs por cualquier medio que sea necesario, hasta que ya nopuedan impedir la realizacin autnoma de nuestras necesidades.

    Con la valenta y la resistencia empoderadora suiciente, nos podremos mover msall de pequeas victorias para lograr una victoria ulterior contra el Estado, elpatriarcado, el capitalismo, la supremaca blanca, el especismo, el sistematecnoindustrial, etc. La revolucin es imperativa, y la revolucin requiere lucha.Hay muchas formas efectivas de lucha y algunos de estos mtodos puedenconducirnos hacia los mundos con los que soamos. Para encontrar uno de loscaminos correctos debemos observar, asesorar, criticar, comunicarnos, y, sobretodo, aprender haciendo.

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    luchas de liberacin, el FBI apoy a los paramilitares asesinando a sesentaactivistas y partidarios del American Indian Movement (AIM) en la Reserva de PineRidge, y el FBI, la polica local, y agentes pagados asesinaron a docenas demiembrxs del Black Panther Party, de la Republic of New Afrika, y del BlackLiberation Army,as como otros grupos.

    Permitir las protestas no violentas mejora la imagen del Estado. Lo quieran o no,la disidencia no violenta juega el papel de una oposicin leal en una representacinque dramatiza la disensin y crea la ilusin de que el gobierno democrtico no eselitista o autoritario. Lxs paciistas pintan al Estado como benvolo porque le dan la

    oportunidad de tolerar una crtica que en realidad no amenaza su funcionamientocontinuado. Una protesta colorida, concienzuda y pasiva frente da una base militarslo hace mejorar la imagen del PR del ejrcito; y es que slo un ejrcito justo yhumano tolerara que se hicieran protestas delante de su puerta principal!. Unaprotesta de este tipo es como meter una flor en el can de una pistola. No impideque la pistola pueda disparar.

    Lo que la mayora de lxs pacifistas parece no entender es que la libertad deexpresin no nos empodera, y que no es una libertad igualitaria. La libertad deexpresin es un privilegio que puede ser (y de hecho es) bandera del gobiernocuando sta sirve a sus intereses. El Estado tiene el incontestable poder dequitarnos nuestros derechos y la Historia nos muestra el ejercicio regular de estepoder. Incluso en nuestra cotidianidad podemos intentar decir lo que queramos a

    nuestrxs jefxs, juecxs o a lxs oficiales de polica, y a menos que seamos esclavxscomplacientes, una lengua libre y honesta nos conducir a funestasconsecuencias. En situaciones de emergencia social, las limitaciones de la libertadde expresin se vuelven an ms pronunciadas. Consideremos por ejemplo a lxsactivistas encarceladxs por pronunciarse en contra de las quintas en la PrimeraGuerra Mundial y a la gente que fue arrestada en el 2004 por protestar durante loseventos en los que Bush intervena. La libertad de expresin slo es libre en lamedida en que no constituye una amenaza y no tiene la posibilidad de desafiar alsistema.

    Pero en lugar de ajustar los medios (nuestras tcticas) a la situacin a la que nosenfrentamos, se supone que tenemos que llevar a cabo nuestras decisionesbasndonos en unas condiciones que ni siquiera estn presentes, actuando comosi la revolucin ya hubiera ocurrido y como si ya viviramos en un mundo mejor).Esta renuncia sistemtica a estrategias olvida que ni siquiera los loados tteres dela no violencia, Gandhi y King, crean que el pacifismo fuera una panaceauniversalmente aplicable. Martin Luther King Jr. estaba de acuerdo con la idea deque aquellxs que hacen imposible la revolucin pacfica slo hacen inevitable larevolucin violenta. Dada la creciente consolidacin de los medios de comunicacin(la presunta herramienta aliada de lxs activistas no violentxs), y la crecienterepresin de los poderes del gobierno, podemos realmente creer que unmovimiento pacifista podr superar al gobierno a la hora de no comprometer susintereses?

    resistencia popular. Como parte del patrn universal distorsionado, lxs pacifistasborran aquellas otras formas de resistencia y ayudan a propagar la falsa historiaen la que Gandhi y sus discpulos fueron el nico timn de la resistencia India.Se ignoran importantes lderes radicales tales como Chandrasekhar Azad, quiencombati en la lucha armada contra los colonos britnicos; o revolucionarios talescomo Bhagat Singh, quien gan un apoyo masivo hacia los bombardeos y losasesinatos como parte de una lucha que quera lograr el derrocamiento tanto delcapitalismo ndio, como del extranjeroLas guerrillas urbanas tales como el grupo compuesto por judxs sionistas ycomunistas en Crackovia, hicieron volar con xito trenes de reserva y rales,

    sabotearon fbricas de guerra y asesinaron a oiciales del gobierno. Judxs y otrosgrupos partisanos a lo largo y ancho de Polonia, Checoslovaquia, Bielorrusia,Ucrania y los pases Blticos tambin llevaron a cabo actos de sabotaje en lineasde reserva alemanas y combatieron a tropas de las SS. En palabras de Bauer, enPolonia del Este, Lituania y la Unin Sovitica occidental, por lo menos 15000judxs partisanos lucharon en los bosques, y por lo menos 5000 judxs no armadosvivan all protegidos -toda o buena parte del tiempo- por lxs luchadorxs. EnPolonia, un grupo de partisanxs, lideradxs por los hermanos Belsky, salvaron ams de 1200 mujeres, hombres y nixs judxs, en parte llevando a caboasesinatos por venganza contra aquellos que actuaron como delatores osealaron a fugitivos. Similares grupos de partisanos en Francia y Blgicasabotearon la infraestructura de guerra, asesinaron a oficiales nazis y ayudaron ala gente a escapar de los campos de concentracin. Sin nombrar a lxs judxs

    comunistas que hicieron descarrilar un tren que se diriga a Auschwitz, y ayudarona varios centenares de lxs judxs que transportaba a escapar. Durante unarebelin en los campos de concentracin de Sobibor en octubre de 1943, lxsresistentes asesinaron a varios oficiales nazis y permitieron escapar acuatrocientxs de los seiscientxs reclusxs. Dos das despus de la revuelta,Sobibor fue clausurado. Una rebelin en Treblinka, en agosto de 1943, destruydicho campo de concentracin, y no fue reconstruido. Lxs participantes de otrainsurreccin en Auschwitz, en octubre de 1944, destruyeron uno de loscrematorios. Todas estas violentas revueltas redujeron el Holocausto.En comparacin, las tcticas no violentas (y, dicho esto, los gobiernos aliadoscuyos bombarderos podran fcilmente haber ganado Auschwitz y otros campos)fracasaron al no derribar o destruir ni un solo campo de exterminio antes del fin dela guerra.

    No conozco activistas, revolucionarixs o tericxs relevantes para el movimientohoy en da que aboguen slo por el uso de tcticas violentas y se opongan acualquier uso de tcticas que se podran denominar como no violentas. Somospartidarixs de una diversidad de tcticas, -refirindome a una combinacin efectivaextrada de un registro completo de tcticas que conducirn a la liberacin detodos los componentes opresivos del sistema: la supremaca blanca, elpatriarcado, el capitalismo y el Estado-. Creemos que las tcticas se deberanescoger en funcin de la situacin particular, no a partir de un cdigo moralpreconcebido.

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    En el mundo actual, los gobiernos y las empresas sostienen un monopolio casitotal del poder, cuyo aspecto ms importante es el uso de la violencia. A menos quecambiemos las relaciones de poder (y, preferiblemente, destruyamos lainfraestructura y la cultura del poder centralizado para hacer imposible lasubyugacin de la mayora por una minora), aquellxs que a menudo se beneficiande la ubicuidad de la violencia estructural, quienes controlan los ejrcitos, losbancos, las burocracias y las empresas, seguirn detentando el poder. La lite nopuede ser persuadida a travs de llamadas a su conciencia. Los pocos individuosen el poder que cambien de opinin sern despedidos, sustituidos, retirados,desaparecidos o asesinados.

    Una y otra vez, la gente que lucha no por una determinada reforma sino por lacompleta liberacin, por la reivindicacin del control sobre nuestras propias vidas yel poder para negociar nuestras propias relaciones con la gente y con el mundoque est a nuestro alrededor, encontrar que la no violencia no funciona, queafrontamos una estructura de poder que se auto-perpeta, que es inmune a lasllamadas de conciencia y que es suicientemente fuerte como para desechar a lxsdesobedientes y a lxs que no cooperan. Debemos reivindicar las historias deresistencia para entender porqu hemos fracasado en el pasado y cmo,exactamente, nos planteamos los limitados xitos que conseguimos. Debemostambin aceptar que todas las luchas sociales, excepto aquellas llevadas acabo por gente completamente pacfica e inefectiva, incluyen una multiplicidad detcticas. Dndonos cuenta de que la no violencia en realidad nunca ha producidovictorias que condujeran a objetivos revolucionarios, se abre la puerta para

    considerar seriamente otros fallos presentes en la no violencia.

    La no violencia declara que los ndios Americanos podran haber luchado contraColn, George Washington, y todos los dems carniceros genocidas mediantesentadas; que Crazy Horse, usando la resistencia violenta, se volvi parte del ciclode la violencia y fue tan malo como Custer. La no violencia afirma que losafricanos y africanas podran haber detenido el comercio de esclavxs con huelgasde hambre y peticiones, y que aquellos que se amotinaron fueron tan malos comosus captores; que el amotinamiento, una forma de violencia, conduce a msviolencia, y, de esta manera, la resistencia conduce a ms esclavitud. La noviolencia se niega a reconocer que estos esquemas slo funcionan para la genteblanca privilegiada, que tiene un estatus protegido por la violencia, comoperpetradoras y beneficiarias de la jerarqua que la ejecuta.

    Recientemente critiqu al movimiento anti-guerra estadounidense, diciendo quese merecan compartir la culpa de la muerte de tres millones de vietnamitas por sertan complacientes con el poder del Estado. Un pacifista respondi a mi acusacinsosteniendo que la culpa era de (yo esperaba que l dijera que slo era de losmilitares norteamericanos pero no!) Ho Chi Minh y los lderes vietnamitas, porpracticar a lucha armada. (Tampoco este pacifista considera a lxs vietnamitascapaces de haber dado un gran paso popular hacia la resistencia violenta por smismxs, o bien les culpa por ello igualmente.) Uno se lleva la impresin de que sihubiera habido un mayor nmero de gitanos, judos, gays y otrxs colectivos que

    hubieran resistido violentamente al Holocausto, lxs pacifistas lxs hubieran culpadode la matanza.

    Podemos decir, resumiendo, que la no violencia asegura el monopolio de laviolencia al Estado. Los Estados (las burocracias centralizadas que protegen alcapitalismo, preservan la supremaca blanca, el orden patriarcal; e implementan laexpansin capitalista) sobreviven gracias a asumir el rol de ser el nico que utilizala fuerza violenta en sus territorios de manera legitimada. Cualquier lucha contra larepresin necesita de un conflicto con el Estado. Lxs pacifistas hacen el trabajodel Estado al pacificar a la oposicin. Los Estados, por su parte, desaniman a la

    militancia contenida dentro de la oposicin e incitan a la pasividad. Algunxspacifistas niegan esta mutua relacin de dependencia al sentenciar que algobierno le gustara que abandonaran su disciplina no violenta y se entregaran ala violencia, o cuando afirman que el gobierno incluso espolea la violencia de susdetractorxs, y que muchxs activistas que instan a la violencia son, en realidad,provocadores gubernamentales. As argumentan que son lxs violentos quienesverdaderamente actan como tteres del Estado. Aunque en algunos casos elgobierno de los Estados Unidos ha usado infiltradxs para animar a los grupos deresistencia a atesorar armas o a planear acciones violentas (por ejemplo, en loscasos del atentado de Molly Maguires y Jonathan Jackson, durante la huelga enlos juzgados), debe establecerse una distincin crtica. El gobierno slo anima laviolencia cuando est seguro de que dicha violencia podr ser contenida y no sele escapar de las manos. En definitiva, inducir a un grupo de resistencia a actuar

    prematuramente o a caer en una trampa, elimina el potencial para la violencia dedicho grupo, al garantizar una condena fcil a prisin de por vida, o bien, en casosen los que ya est en marcha un proceso judicial, permite acabar msrpidamente con lxs radicales. En conjunto, y en casi todos los otros casos, lasautoridades pacifican a la poblacin y disuaden de la rebelin violenta.Hay una razn clara para ello. Contrariamente a las fatuas reivindicaciones de lxspacifistas que, de alguna manera, les empoderan al excluir la mayor parte de susopciones tcticas, los gobiernos de todas partes reconocen que abrirse a unactivismo revolucionario ilimitado supone una de las mayores amenazas para elpoder. Aunque el Estado siempre se ha reservado el derecho a reprimir a quiendesee, los gobiernos modernos democrticos tratan a los movimientos socialesno violentos con objetivos revolucionarios como amenazas potenciales, ms quereales. Espan a dichos movimientos para estar atentos a su desarrollo, y usan elpalo y la zanahoria para hacer que esta multitud de movimientos simpatice conunos canales totalmente pacficos, legales, e inefectivos de lucha. Los grupos noviolentos podran estar sujetos a recibir una buena paliza -por ejemplo-, pero talesgrupos no son objetivos a eliminar (excepto por gobiernos regresivos oenfrentados a un periodo de emergencia que amenace su estabilidad). Por otrolado, el Estado trata a los grupos radicales como amenazas reales e intentaneutralizarlos con una contra insurgencia altamente desarrollada y operacionesde guerra interna. Centenares de sindicalistas, anarquistas, comunistas yagricultorxs militantes fueron asesinadxs durante las luchas anticapitalistas defines del XIX y de principios del siglo XX. Durante las ltimas generaciones de