Resumen Aristóteles

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Ampliación de los aspectos que faltan en el libro de texto sobre la filosofía de Aristóteles.

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NOCIONES ACLARATORIAS ARISTÓTELESTérmino medio, funciones del alma, ciencias y virtudes

La referencia al término medio parece relacionada en Aristóteles con su concepción del equilibrio universal, que hace del cosmos un todo ordenado y bello. El cosmos muestra un establecido por una inteligencia superior, de manera que nunca se pasa del frío extremo al calor ni viceversa, sino que hay una transición progresiva (la primavera). Ni se pasa sin más del día a la noche, porque el atardecer constituye el período intermedio.

Antes de comenzar a ver con detenimiento las características y elementos de la virtud. Conviene que hagamos aquí un alto en el camino. Para Aristóteles todo objeto, todo animal, toda profesión tiene una función determinada. Conviene que recordemos aquí que el universo aristotélico es un universo finalístico (teleológico). Es decir, focalizado en los fines. La función del médico sería la de curar, la del cuchillo la de cortar, la de la silla soportar un peso determinado… etc.

El problema surge cuando la finalidad que se analiza es la del ser humano. No todo es tan sencillo ahora, ya que… ¿Cuál es la función ser humano? Evidentemente, la respuesta no es simple ni fácil. Aristóteles señalará que el ser humano desempeñará diferentes funciones dependiendo del lugar que ocupe en la sociedad.

El ser humano como compuesto de cuerpo y alma tendrá también unas funciones propias, y serán las funciones del alma las que nos interesan especialmente en el tema de la ética. El alma tiene diferentes funciones: - NUTRITIVA CRECIMIENTO REPRODUCTIVA

Funciones del - SENSITIVA Y APETITIVA → VIRTUDES ÉTICAS O MORALESALMA - PENSANTE → VIRTUDES DIANOÉTICAS O INTELECTUALES

A cada una de estas funciones corresponderá una virtud (areté) que consistirá en la eficacia de su ejecución. Son funciones características pero evidentemente, pueden ejecutarse correctamente o no.

Este orden cósmico debería tener también su reflejo en la pólis. Veamos con más detenimiento dos clases de virtudes que distingue Aristóteles: (a) morales (éticas), perfeccionan nuestro carácter (ethos). La virtud ética es un hábito desiderativo (manera de desear constante) que consiste en un término medio del deseo establecido por la prudencia (reflexión práctica). Según el ejemplo del ser humano prudente. Es un término medio desde el punto de vista del deseo y un extremo desde el punto de vista del valor moral.

El alma humana es un todo orgánicamente estructurado. Si el humano funciona bien, su parte racional guiará sus deseos. Si por el contrario funciona mal, sus deseos se descontrolarán y escaparán a la dirección de la razón. Todos aquellos deseos que no respondan/obedezcan a la razón representarán un defecto de funcionamiento. La virtud moral consiste, pues, en el control de la parte volitiva del humano por la pensante:

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Volición, marca los fines. ANÁLISIS DE LA Boúleusis: Deliberación, sopesa los medios. ACCIÓN HUMANA Proaíresis: Decisión, conduce directamente a la acción.

Para que se dé la excelencia ética precisamos del hábito ético. Es decir, una manera constante de desear que incorpore el principio moral. Los hábitos morales se constituyen por repetición.

Aristóteles no puede concebir que un ser humano sea generoso en una sociedad que no lo es. Ya que el ser humano para Aristóteles se instruye en ejemplos. Luego, no tenemos otra forma de transmitir la generosidad que no sea dando, por eso en Aristóteles es tan importante la educación moral. La constitución del hábito moral parte necesariamente del ejemplo de ahí el papel del maestro.

Para concluir esta parte tenemos que tener en cuenta que la prudencia es la última instancia directora de la conducta humana tanto en la esfera personal como en la vida política. Pero no basta con deliberar con prudencia y concluir atinadamente que tal acción o tal otra es la preferible. A la deliberación sigue la elección y es necesario estar dispuestos a elegir lo correcto y a mantenerse en la elección. Con otras palabras, es necesario estar dispuesto a seguir el consejo de la prudencia. Esto depende ya del carácter. Son pues, necesarias las virtudes del carácter, las virtudes éticas.

(b) intelectuales (dianoéticas), se encargan de perfeccionar nuestra capacidad de conocer. Entre algunas de las virtudes cita la prudencia (phrónesis), la virtud propia de una persona sensata; y la sabiduría (sofía), culminación de la vida moral. En este sentido, la virtud es el cultivo de todas las cualidades personales, una huida de la mediocridad. No es simplemente la repetición mecánica de actos o prácticas virtuosos. Puesto que el bien del conocimiento es la verdad, las virtudes intelectuales son disposiciones o estados (hábitos) mediante los cuales se alcanza la verdad. Aristóteles enumera y distingue cinco:

1) Sabiduría (sophía) conocimiento que aúna la ciencia y la intuición y que tiene como objeto el desarrollo de lo que es más excelente por naturaleza.

2) Entendimiento o intuición: (noûs), disposición a la cual corresponde la captación de los principios.

3) Ciencia: disposición intelectual relativa a lo necesario y cuyo proceder es demostrar.

4) Arte: conocimiento orientado a la producción que es “una disposición que nos facilita hacer cosas con la ayuda de una regla verdadera”

5) Prudencia: que se refiere al obrar y que es “una disposición verdadera que con ayuda de una regla nos permite obrar en lo concerniente a las cosas buenas y malas para el ser humano”.

La prudencia se distingue de la ciencia porque no versa sobre lo necesario, ni tampoco se queda en lo universal: su reino es el ámbito de la contingencia de las acciones humanas, de lo que puede ser de otro modo, acciones que son siempre particulares y se realizan en circunstancias particulares. Igualmente se distingue del arte ya que obrar y hacer son cosas bien diferentes. La prudencia constituye el eje de toda la ética aristotélica, y de la política como tal.

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Ciertamente el contenido concreto de la prudencia no está dado –ni puede estar dado- de antemano, sino que se ejerce y actualiza en cada caso. De ahí que Aristóteles hable usualmente de lo que en cada caso diría o haría el ser humano prudente, el ser humano sensato. Cuya característica no será otra que la deliberación. Prudencia es capacidad de deliberar bien, con acierto, en cada caso y ante cada problema. De ahí que la prudencia “no versa solamente sobre lo universal, sino que ha de conocer también lo particular”