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1 RESISTENCIAS POLITICAS EN EL VALLE DEL RIO CAUCA ALONSO VALENCIA LLANO Profesor Titular Centro de estudios regionales, Región Universidad del Valle [email protected] El estudio de las formas de resistencias siempre ha llamado la atención de los científicos sociales. Unos porque quieren estudiar los conflictos que la modernidad ha creado; otros por su simpatía con los sectores populares, con los vencidos, con los dominados, con los excluidos; otros simplemente porque quieren entender las persistencias de culturas tradicionales que enfrentan las imposiciones de un mundo globalizado. Cualquiera que sea la justificación los estudios acerca de la resistencia continúan presentes en nuestros espacios académicos, ellos nos dicen que la imposición de los Estados y de las sociedades que ellos crearon, o que los crearon, suscitaron la oposición de amplios conjuntos humanos que se negaron a aceptar que sus tradicionales formas de vida social fueran modificadas mediante la imposición de formas extrañas a sus tradiciones y costumbres, tal y como nos los indicó E. P. Thompson. 1 Sería largo enumerar las formas de resistencia detectadas por quienes han abordado la problemática pero, indudablemente, los “refractarios”, los rebeldes, insurgentes, 2 “los vencidos, 3 los “agentes” de su propia libertad, 4 los bandidos, 5 los bandoleros, los abigeos, 6 los subalternos 7 o –simplemente- los “dominados”, 8 que en la 1 THOMPSON, E. P., Tradición, revuelta y conciencia de clase. Estudios sobre la crisis de la sociedad preindustrial, Barcelona, Editorial Crítica, 1989. 2 IZARD, Miquel, “Ensayando rescatar la memoria. Sobre el rechazo a la colonización. Refractarios, rebeldes e insurgentes”, en URIBE URÁN, Víctor Manuel y ORTIZ, Luis Javier (Comp.), Naciones, gentes, territorios. Ensayos de Historia e Historiografía comparada de América Latina y el Caribe, Medellín, Universidad de Antioquia, 2000. 3 WACHTEL, Nathan, Los vencidos: los indios del Perú frente a la conquista española, Madrid, Alianza Editorial, 1976. 4 AGUIRRE, Carlos, Agentes de su propia libertad. Los esclavos de Lima y la desintegración de la esclavitud. 1821-1854, Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú, 1993. 5 HOBSBAWM, E. J., Bandidos, Barcelona, Ariel, 1976 y Rebeldes primitivos, Barcelona, Ariel, 1974. SLATTA, Richard (editor), Bandidos. The Varieties of Latin American Banditry, New York, Greenwood Press, 1987. VANDERWOOD, Paul, “El bandidaje en el siglo XIX: una forma de subsistir”, SANTOS TORRES, José, El bandolerismo en España. Una historia fuera de la ley, Madrid, Ediciones Temas de Hoy, 1995. 6 AGUIRRE, Carlos Y WALKER, Charles, (editores), Bandoleros, abigeos, montoneros. Criminalidad y violencia en el Perú, siglos XVIII – XX, Pasado y presente, Instituto de Apoyo Agrario, Lima, 1990. 7 GUHA, Renahit, Las voces de la historia y otros estudios subalternos, Barcelona, Editorial Crítica, 2002.

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RESISTENCIAS POLITICAS EN EL VALLE DEL RIO CAUCA

ALONSO VALENCIA LLANO Profesor Titular

Centro de estudios regionales, Región Universidad del Valle

[email protected]

El estudio de las formas de resistencias siempre ha llamado la atención de los científicos

sociales. Unos porque quieren estudiar los conflictos que la modernidad ha creado; otros

por su simpatía con los sectores populares, con los vencidos, con los dominados, con los

excluidos; otros simplemente porque quieren entender las persistencias de culturas

tradicionales que enfrentan las imposiciones de un mundo globalizado. Cualquiera que sea

la justificación los estudios acerca de la resistencia continúan presentes en nuestros

espacios académicos, ellos nos dicen que la imposición de los Estados y de las sociedades

que ellos crearon, o que los crearon, suscitaron la oposición de amplios conjuntos humanos

que se negaron a aceptar que sus tradicionales formas de vida social fueran modificadas

mediante la imposición de formas extrañas a sus tradiciones y costumbres, tal y como nos

los indicó E. P. Thompson.1 Sería largo enumerar las formas de resistencia detectadas por

quienes han abordado la problemática pero, indudablemente, los “refractarios”, los

rebeldes, insurgentes,2 “los vencidos,3 los “agentes” de su propia libertad,4 los bandidos,5

los bandoleros, los abigeos,6 los subalternos7 o –simplemente- los “dominados”,8 que en la

1 THOMPSON, E. P., Tradición, revuelta y conciencia de clase. Estudios sobre la crisis de la sociedad preindustrial, Barcelona, Editorial Crítica, 1989. 2 IZARD, Miquel, “Ensayando rescatar la memoria. Sobre el rechazo a la colonización. Refractarios, rebeldes e insurgentes”, en URIBE URÁN, Víctor Manuel y ORTIZ, Luis Javier (Comp.), Naciones, gentes, territorios. Ensayos de Historia e Historiografía comparada de América Latina y el Caribe, Medellín, Universidad de Antioquia, 2000. 3 WACHTEL, Nathan, Los vencidos: los indios del Perú frente a la conquista española, Madrid, Alianza Editorial, 1976. 4 AGUIRRE, Carlos, Agentes de su propia libertad. Los esclavos de Lima y la desintegración de la esclavitud. 1821-1854, Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú, 1993. 5 HOBSBAWM, E. J., Bandidos, Barcelona, Ariel, 1976 y Rebeldes primitivos, Barcelona, Ariel, 1974. SLATTA, Richard (editor), Bandidos. The Varieties of Latin American Banditry, New York, Greenwood Press, 1987. VANDERWOOD, Paul, “El bandidaje en el siglo XIX: una forma de subsistir”, SANTOS TORRES, José, El bandolerismo en España. Una historia fuera de la ley, Madrid, Ediciones Temas de Hoy, 1995. 6 AGUIRRE, Carlos Y WALKER, Charles, (editores), Bandoleros, abigeos, montoneros. Criminalidad y violencia en el Perú, siglos XVIII – XX, Pasado y presente, Instituto de Apoyo Agrario, Lima, 1990. 7 GUHA, Renahit, Las voces de la historia y otros estudios subalternos, Barcelona, Editorial Crítica, 2002.

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cotidianidad construyen abierta o disimuladamente su oposición a la dominación, han

conquistado su visibilidad en la historia.9

A estas gentes me voy referir a continuación, para mostrar cómo en una región de

Colombia, el valle del río Cauca, los intentos por imponer nuevas formas de dominación

produjeron masivos procesos de resistencia que hicieron tortuosa y difícil la imposición del

Estado y las formar organizativas de la sociedad occidental. El proceso lo ubicaré en un

período que cubre desde el siglo XVI al XIX.

1º. La resistencia indígena a la dominación española

Las primeras formas de resistencias que se vivieron en el valle del río Cauca, se remontan

al momento mismo del descubrimiento, cuando las comunidades indígenas debieron

enfrentar al invasor español, en un proceso que tiene varios momentos:

1º. El “encuentro” entre los nativos y los europeos, a partir de 1536, cuando los

indígenas se vieron superados por la preparación y la tecnología militar de los invasores, lo

que produjo que muchos indígenas fueran exterminados, otros sometidos a formas nuevas

de explotación y dominación, y, la gran mayoría, obligada a abandonar sus territorios

ancestrales y a refugiarse en las partes altas de las cordilleras, desde las cuales desarrollaron

un proceso continuado de resistencia armada y de reorganización social y cultural que,

mediante claros procesos de etnogénesis, permitiría su supervivencia en áreas marginales a

la sociedad colonial transformadas, desde ese momento, en fronteras militares para el recién

establecido gobierno controlado por los europeos.10

2º. Muchas de las comunidades fueron sometidas a nuevas formas de explotación

introducidas por los españoles, en particular a las derivadas de las encomiendas, entre las

que destacan el pago de tributos en especies y, particularmente, en fuerza de trabajo. Esta

última significaría una temprana desestructuración comunitaria, un abandono de las tierras

ancestrales y un desplazamiento a tierras controladas por los españoles, donde sufrirían un

proceso de aculturación que rompería con las tradiciones indígenas y los llevaría a un

8 SCOTT, James, Los dominados y el arte de la resistencia, Tafalla, ed. Txalaparta et al, 2003. 9 Una buena crítica y propuestas metodológicas para superar la invisibilidad de actores históricos es la que hace IZARD, Miquel en “Creación, Poder y Pasado”, en Varios, Relaciones sociales e identidades en América, Universidad de Barcelona, 2004. 10 Véase VALENCIA LL., Alonso, Resistencia Indígena a la colonización española, Cali, Universidad del Valle, 1991.

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acelerado mestizaje. La respuesta indígena se materializó en un importante proceso de

resistencia armada iniciada a partir de la realización de “Juntas de Guerra”, en las cuales

representantes de diferentes comunidades acordaron la aplicación de técnicas militares

aprendidas de los españoles, el rechazo a las prácticas religiosas recién introducidas y la

recuperación de sus concepciones y prácticas tradicionales y a un intento por destruir las

ciudades y las unidades productivas que los europeos construyeron. Todo esto se presentó a

finales de la década de 1540.

3º. Después del primer ciclo de resistencia indígena armada y de que los españoles

consolidaran algunos espacios conquistados, las comunidades de las cordilleras central y

Occidental, iniciaron procesos de confederación que llevarían a una guerra caracterizada

por sistemáticos y permanentes ataques a ciudades como Toro, Cartago, Buga y Caloto,

obligando a sus traslados a sitios que ofrecieran más seguridad. Esta guerra se caracterizó

por la acusación de que la principal forma de resistencia utilizada por los indígenas fue el

canibalismo, una referencia distorsionada a las prácticas culturales antropofágicas, que sólo

fueron denunciadas para las comunidades de la cordillera Central, pero no para las

ocupantes de la cordillera Occidental, tierra donde se encontraron enormes yacimientos de

oro. Esta acusación hizo que la resistencia que se prolongó por más un siglo tuviera

tratamientos diferentes:

a) En la cordillera Central, “la tierra de los caníbales”, sin mayor importancia inmediata

para los invasores, se realizó una campaña de tierra arrasada, de exterminio y de

genocidio, que llevó a que los indígenas se desplazaran hacia las tierras altas de los

pijaos y “la tierra adentro” de los paeces, donde se protegieron de las armas españolas

logrando, mediante la resistencia armada, perpetuarse como pueblos.

b) En la Occidental, “la frontera minera”, cuyo dominio constituía la mayor ambición de

los europeos, se buscaron espacios de negociación plasmados en tratados de paz, que

sirvieron para que los europeos invadieran los territorios mineros con nuevos hombres

y mujeres transplantados de las lejanas tierras africanas, quienes fueron obligados a

ocupar los territorios que los indígenas abandonaron al tener que desplazarse en busca

de refugio a zonas cada vez más alejadas del control español, en el Darién, Atrato y

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Urabá, situadas muy al norte, donde realizaron procesos de etnogénesis que

garantizarían su supervivencia comunitaria hasta nuestros días.

2º. Las resistencias políticas en la sociedad de conquista.

Además de las resistencias indígenas las autoridades de la recién establecida colonia

debieron enfrentar la resistencia de quienes habían participado en la construcción del poder

colonial, pues surgieron conflictos entre los mismos conquistadores que fueron conocidos

como "guerras civiles". Estas fueron verdaderas resistencia políticas frente a las imposi-

ciones de un rey que no había realizado directamente la conquista.11

En la Gobernación de Popayán los conflictos se remontan al momento mismo de la

conquista, con la invasión de Pascual de Andagoya y la rebelión de Jorge Robledo. Si bien

en el caso de Andagoya se trató de usurpación de espacios de conquista liderada por

comerciantes asentados en Panamá contra el gobernador Sebastián de Belalcázar, el de

Robledo fue un acto de ambiciones individuales de un grupo faccioso local en el norte de la

Gobernación. Diferentes fueron las protestas que se presentaron cuando los conquistadores

asumieron la construcción de la sociedad colonial, hecho que exigía el abandono de la

mentalidad conquistadora y el sometimiento a las autoridades nombradas por el rey; ocurrió

cuando la Corona -buscando disminuir el poder de los conquistadores y evitar la creación

en Indias de una sociedad feudataria-, dictó leyes que buscaban mitigar la explotación que

sufrían los indígenas a manos de los españoles. Esto vino unido a enfrentamientos entre los

viejos conquistadores y los nuevos colonos, y que se materializarían en la negativa a

reconocer la autoridad de personas que no habían participado en la conquista y que

aparecían ahora como usufructuarios de lo que habían construido los conquistadores. Este

conflicto se dirimió en enfrentamientos entre los cabildos de las ciudades, espacio de poder

de los conquistadores, y las instituciones coloniales, desde las cuales virreyes, oidores y

gobernadores, pretendían hacer cumplir la voluntad del soberano español y su Consejo de

Indias.12 Estos problemas pueden ser considerados de “orden menor”.

11 CIEZA DE LEÓN, Pedro, Las Guerras Civiles del Perú, Colección de Documentos Inéditos para la Historia de España, tomos 68 y 76, Madrid, Imp. de Miguel de Ginesta, 1855 y 1851. 12 VALENCIA LL., Alonso, "Las revueltas de los Encomenderos en la Gobernación de Popayán" en Historia y Espacio, # 14, Universidad del Valle, Cali, 1991.

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De mayor importancia fue la oposición de los conquistadores a las "Leyes Nuevas”, cuya

promulgación se dio como consecuencia de un debate adelantado acerca de la licitud de

esclavizar a los indios,13 que muy seguramente tuvo como objetivo político la necesidad de

de controlar a los encomenderos que se estaban haciendo demasiado poderosos en

territorios alejados de la autoridad real. La aplicación de “Las Leyes”, suscitó una fuerte

resistencia en muchos sitios de Indias, entre ellas, la Gobernación de Popayán, con la

diferencia de ser las débiles autoridades coloniales –encabezadas por Belalcázar, se negaron

a aplicar las Nuevas Leyes ante la presión de los encomenderos, y el temor a que se siguiera

el ejemplo de Gonzalo Pizarro, quien se había rebelado contra la Corona en los vecinos

territorios del Perú.

Nuevos movimientos de resistencia se vivieron después, cuando restricciones en la

explotación de los indios, el control de los cargos públicos por “paniaguados” de las

autoridades, y de los cabildos por los antiguos conquistadores, no permitieron que una

importante población flotante que llegaba a Popayán pudiera satisfacer sus ansias de poder

y de fortuna.14 Esto representaba un problema potencial de subversión del orden que se

materializó en Popayán con el grito de “¡Libertad! ¡Libertad!”. Ocurrió en octubre de 1853

cuando Alvaro de Oyón, quien se declaró “Capitán General de la Libertad” y a la cabeza de

muchos españoles dio muerte a varios empleados y asaltó los pueblos de Timaná y La

Plata, amenazando con tomar Popayán y luego apoderarse del Nuevo Reino. Estos

sublevados fueron sometidos en Popayán.

Los trastornos políticos no cesaron, pues del Perú llegaron revolucionarios comprometidos

en un levantamiento encabezado por un antiguo vecino de Popayán, Hernández Girón, y en

1568 secretamente prepararon un levantamiento cuyo fin era matar al gobernador, objetivo

que no lograron.

3º. Conflictos en la sociedad colonial: la lucha entre criollos y chapetones

El sometimiento de los conquistadores a las normas de la sociedad colonial no eliminó los

conflictos, pues desde 1556 los cabildos dejaron de estar integrados por “regidores

13 Algunos afirman que se trató de un intento exitoso por parte del “partido proindigenista” de mejorar la si-tuación de los aborígenes. 14 Lo referente a los inicios de la sociedad colonial en la Gobernación de Popayán puede verse en mi trabajo: "Encomiendas y Estancias en el Valle del Cauca", en Historia y Espacio, Vol.3, números 11-12, enero-diciembre, 1987.

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cadañeros”, y se compusieron con “regidores perpetuos”, pues las “dignidades de la

república” pudieron comprarse por medio de remate; gracias a esto llegaron a los cabildos

de ciudades algunos colonos nuevos. De todas maneras, la venta de cargos en los cabildos

favoreció la consolidación de los criollos quienes se habían fortalecido económicamente

por el largo dominio social y económico sobre las haciendas del Valle y los distritos

mineros de Chocó y Raposo. Desde luego, este sector debió enfrentar la competencia de

comerciantes, funcionarios de la Real Caja y de la Real Hacienda, Jefes de la Milicia

Española, etc., todos de origen español, quienes frente a los descendientes de los

conquistadores constituían un grupo de “recién llegados” que, a lo largo del Siglo XVIII,

serán actores en todos los conflictos que se desarrollaron, lo que no impidió las alianzas

matrimoniales entre “antiguos”y “recién llegados”.15

En Cali se configuró un sector dominante criollo con gran poder económico para el que

controlar el Cabildo local era importante, dado el desarrollo económico que la ciudad

alcanzó. Este sector contó con la familia del Alférez Real don Cristóbal de Cayzedo

Salazar, como principal representante, la cual consolidó su hegemonía social y política

gracias al acceso a los ricos yacimientos mineros del Pacífico, y al enfrentamiento con los

recién llegados españoles convertidos ahora en competidores sociales, políticos y

económicos. Esto nos lleva a pensar que los conflictos se originaron por el aumento de la

importancia social de los recién llegados, derivada de la diversificación de sus actividades,

que llevó a que superaran el papel de comerciantes y se convirtieran en terratenientes, paso

previo a su llegada a los cargos del cabildo, que había sido desde siempre el principal

espacio de poder. El mejor ejemplo de esto lo tenemos en las elecciones de 1743 cuando los

Caicedo perdieron el poder frente a españoles recién llegados. La respuesta de los criollos

fue despertar la protesta del pueblo caleño con “amenazas, abajos y mueras contra los

perros chapetones, al mismo tiempo que con afiladas hachas convertían en pedazos la

represiva horca erigida como emblema de la autoridad del Rey”, acto que ha sido calificado

como “el más significativo suceso que haya ocurrido en la historia colonial de la antigua

provincia de Popayán.”16

15 Puede consultarse más ampliamente a COLMENARES, Germán, Cali: terratenientes, Mineros y Comerciantes. Siglo XVIII, Universidad del Valle, 1979, pp. 189 y ss. 16 GARCIA, V., “Cali en la Independencia de Colombia”, p. 298. Estos hechos aparecen en el A.H.M.C. capitular de 1743.

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4º. Las resistencias populares en la sociedad colonial

Durante la segunda mitad del Siglo XVIII el valle del Cauca se vio inmerso en una profunda

crisis económica y social ya que, por una parte, se sintió la finalización de otro ciclo en la

producción aurífera en el Chocó y Raposo y, por otra, los hacendados vieron cerrarse sus

mercados constituidos principalmente por los sectores mineros y debieron enfrentar difíciles

condiciones climáticas y periódicas invasiones de langostas; en estas condiciones en el Valle

se nota la consolidación de economías campesinas, controladas por mestizos libres quienes

estaban en capacidad de producir a más bajos costos que los hacendados y competían con ellos

por los pocos mercados existentes; todo esto afectaba la tradicional sociedad colonial

controlada por los terratenientes, quienes desde los cabildos de las ciudades buscaron imponer

normas a una población mestiza cada vez más numerosa y díscola. Conocidos como “libres de

varios colores”, estos mestizos representaban los sectores más libres de la población pues, al

estar “poblados” en sitios alejados del control de los cabildos y de los terratenientes, podían

desarrollar prácticas culturales que no compaginaban con la normatividad colonial, ya que no

pagaban impuestos, rara vez firmaban documentos públicos y no se sometían a las normas de

“policía” urbana y rural, ni a las que imponía la religiosidad católica.17

Para finales del Siglo XVIII los mestizos habían alcanzado tal importancia demográfica que

atrajeron la atención de funcionarios del Estado controlado por los borbones, quienes les

impusieron nuevas cargas tributarias. Esto, a la vez que deterioró las condiciones de

existencia de los sectores más pobres, incrementó las diferencias sociales entre los

“blancos” y los mestizos, lo que –como lo expone Gilma Mora- “hizo brotar un sentimiento

de angustia, inconformidad y resentimiento y, aún más, de rebeldía de parte de las clases

oprimidas contra aquellos que representaban o simbolizaban el nuevo espíritu de las

reformas.”18 La medida que más afectó a la población fue el establecimiento de los estancos

y en particular el de aguardiente, cuyo pago fue exigido a los productores individuales, algo

que rompía la tradición campesina ya que pagaban los antiguos impuestos en forma

colectiva, es decir, por una suma que era tasada para la jurisdicción de cada ciudad donde

se repartía proporcionalmente entre los diferentes productores.

17 MEJÍA P., Eduardo, Origen del Campesino Vallecaucano, Cali, Universidad del Valle, 1993. 18 MORA DE TOVAR, Gilma, Aguardiente y conflictos sociales en la Nueva Granada. Siglo XVIII, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1988, pp.175-176.

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La implantación de tales medidas fiscales produjo protestas aisladas en diferentes sitios, pues

en 1765 el descontento recorrió las poblaciones del Valle y en particular las del Chocó donde

hubo algunos movimientos tumultuarios, lo que fue seguido con motines por parte de vecinos

pobres de la ciudad de Cali, en 1766. Pero los hechos más graves ocurrieron el 7 de noviembre

de 1765 en Cartago, ciudad limítrofe con Toro y Anserma, donde los vecinos pobres

insultaron y amenazaron a las autoridades y colocaron pasquines con la consigna de que si no

suprimían el estanco los edificios de la administración serían quemados.19

Ante esta realidad los funcionarios coloniales buscaron una solución negociada para evitar que

el malestar se extendiera a otras partes; sin embargo, no hubo soluciones de fondo, pues esta

misma justificación sería esgrimida en 1781 por los sublevados del Hato de Lemos en un

levantamiento que coincidió en el tiempo y en sus contenidos sociales y reivindicativos con el

de Tupac Amaru en el Perú,20 con el de los Comuneros del Socorro21 y con el de Tumaco22 y

otros sitios de la Nueva Granada.

5º. Las resistencias populares en el período posterior a la Independencia

En 1819, cuando aún resonaban en el valle del río Cauca los ecos de la Batalla de San

Juanito con la que los vallecaucanos sellaron la independencia de esta región de la Nueva

Granada, en las planicies bañadas por el río Cauca se escuchó un grito que llenó de terror a

los terratenientes esclavistas de la zona: “¡Mueran los blancos y los ricos!”. Para las pocas

fuerzas patriotas que habían luchado en Venezuela y que estaban presentes en el Valle, este

grito no era nada nuevo, pues lo padecieron en 1813 cuando lo repetían los seguidores de

José Tomás Boves, pero para los hacendados del Valle del Cauca fue como un aviso

premonitorio de que la insurgencia social, que ellos venían padeciendo desde el siglo

19 GARRIDO, Margarita, “Cultura política colonial”, Valencia, Historia del Gran Cauca. Estudios más amplios sobre el tema son los realizados por MCFARLANE, Anthony, Desórdenes civiles y protestas populares”, Colombia en el Siglo XIX, Bogotá, ed. Planeta, 1999 y GARRIDO, Margarita, Reclamos y representaciones. Variaciones sobre la política en el Nuevo Reino de Granada, 1770-1815, Bogotá, Banco de la República, 1993. 20 Un buen modelo analítico para el estudio de esta rebelión es el elaborado por MÖRNER, Magnus, “Aplicación de un esquema analítico general en el caso de la rebelión de Túpac Amaru, Ensayos sobre historia latinoamericana. Enfoques, conceptos y métodos, Quito, Universidad Andina Simón Bolívar, Corporación Editora Nacional, 1992. 21 Aunque hay muchos estudios acerca del tema, pueden consultarse los de PHELAN, John Leddy, El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781, Bogotá, Carlos Valencia ed., 1980, y el de AGUILERA, Mario, Los comuneros: guerra social y lucha anticolonial, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1985. 22 ZULUAGA, Francisco y BERMÚDEZ, Amparo, La protesta social en el suroccidente colombiano. Siglo XVIII, Cali, Universidad del Valle, 1997.

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anterior, se volvería incontenible en momentos en los que la dominación española era

derrotada por unos campesinos que no tenían una instrucción militar previa. “¡Mueran los

blancos y los ricos!” era un grito que parecía confirmar lo que la élite esclavista de la

Nueva Granada temía: la “guerra de castas” o “guerra de colores”, que ellos veían

materializada en las acciones contestatarias que se sentían desde finales del siglo anterior.

Esta “guerra de castas” había sido advertida por los principales políticos de la temprana

república, quienes se dieron cuenta que muchos negros esclavos y libertos, indios, mestizos

y blancos pobres, no compartían sus ideales políticos y que, por el contrario, se oponían a la

consolidación de una “república” que permitía que los sectores dominantes continuaran con

la explotación que habían mantenido durante siglos. Vista desde los sectores populares,

dicha “guerra”, no era más que la oposición beligerante a aquellos sectores que querían

perpetuarse en el poder para constreñir la libertad que los hombres y mujeres de los

sectores populares habían conquistado de hecho durante el largo período de dominación

española y de las guerras de independencia. Se trataba de un proceso de insurgencia social

desarrollado en el Valle del Cauca durante las primeras cinco décadas del período

republicano, cuando los campesinos de la zona, por su persistente oposición a las medidas

de control tributario y social que mostraron desde la colonia, fueron calificados y

perseguidos como “bandidos” por los terratenientes y funcionarios del Estado.

Desde luego, no se trata de los “bandidos” que han encontrado para Europa y otras partes

de América quienes se han dedicado a estudiar el tema bajo las influencias teóricas de

Hobsbawm y Thompson, sino de “delincuentes”, de hombres del común que rompían las

reglas que la tradición, la moral católica y la ley les imponían, y que –como aquellos- de

una u otra manera cuestionaban el orden social imperante. Eran agentes sociales que se

resistían a perpetuar el statu quo y que enfrentaban las políticas dominadoras

implementadas por los terratenientes y/o por el Estado. Estas conductas, que se

materializaron en prácticas sociales campesinas al margen de la sociedad dominante,

llevaron a que se les mirara y calificara como “bandidos”, único medio que encontraron los

dominadores para justificar la represión que llevó a que los campesinos, muchos de ellos

refugiados en los montes, desarrollaran procesos de insurgencia con los que enfrentaron no

sólo el orden social imperante, sino también el jurídico.

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Dejando esto de lado, podemos decir que la participación de los campesinos en el proceso

de independencia tuvo para ellos dos consecuencias negativas que se sintieron a partir de

1819:

1º. Muchos dejaron de ser campesinos libres y se convirtieron en reclutas forzosos

para marchar a la guerra en Pasto, Quito y Perú. Esto llevó a una permanente

presión sobre ellos que los llevó a abandonar sus tradicionales formas de vida e

incrementar la de los “enmontados”, único medio que encontraron para reconstruir

sus economías, bastante menguadas por la pérdida de brazos y la destrucción de

chagras y fincas; lo hicieron de acuerdo con sus tradiciones contrabandísticas:

sembraron tabaco –que las autoridades coloniales habían desestancado y las

republicanas volvieron a estancar-, destilaron aguardiente, y convirtieron “los

rastros” –la venta de carne seca y en salmuera- en su más importante actividad

económica, pues las reses y cerdos eran producto del abigeato. Esto mostró de

nuevo unas sociedades campesinas cimarronas acusadas de prácticas

delincuenciales de diverso tipo, que las élites intentaban controlar sin mayores

resultados.

2° Muchos de los campesinos fueron convertidos en contribuyentes por el Estado

republicano, al exigirles tributos por sus actividades económicas y niveles de renta y

a pagar impuestos sobre la tierra y sus productos, en una continuidad del régimen

impositivo colonial pues alcabalas, diezmos y estancos constituyeron la base fiscal

de la república, tal y como lo afirma Margarita González.23 Hubo, por supuesto,

mucha resistencia y evasiones que fueron perseguidas por las autoridades, pero lo

cierto es que muchos campesinos entraron al régimen republicano gracias a su

conversión en contribuyentes.

3º. Las más importantes transformaciones se sintieron en el campo político, pues para

lograr una mayor eficiencia en los aspectos administrativos se alteró el viejo orden

de las ciudades con términos territoriales e instituciones patrimoniales y se avanzó

en el desarrollo de uno que fuera más acorde con el sistema republicano. Esto

significó quebrar la hegemonía de las élites de las viejas ciudades coloniales y darle 23 GONZÁLEZ, Margarita, Aspectos económicos de la administración pública en Colombia: 1820 – 1886, Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, n. 13-14 (1986), p. 63.

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mayor categoría a pueblos que fueron elevados a la de villas con todas las

implicaciones que esto tenía, al exigir un aparato administrativo en el cual los

campesinos –los excluidos de la colonia- encontraron espacios de participación

política que los convirtió en electores y elegibles y –guardadas proporciones- en

integrantes de la naciente burocracia republicana; esto es lo que, según Marcello

Carmagnani, convierte al sector de los campesinos en “un actor social capaz de

reivindicar un papel político.”24

4º. Queda una última consecuencia de la independencia que es necesario destacar: el

comportamiento de los esclavos durante el proceso. Aunque muchos esclavos se

vincularon a los ejércitos debido a la promesa de libertad que les hicieran quienes

los comandaban, las quejas de los esclavistas -realistas o patriotas-, muestran que

muchos de ellos habrían aprovechado el caos generado durante el período para

escapar. La situación no parece haber cambiado mucho cuando Bolívar llegó al

Valle, pues para formar el ejército del Sur, ordenó la conscripción de miles de

esclavos, quienes obtendrían su libertad al finalizar su servicio; la respuesta no fue

la que esperaba, pues muchos esclavos huyeron y muchos amos los ocultaron.25

6. Las resistencias político sociales durante el período de consolidación republicana

En el fondo del reclutamiento ordenado por Bolívar estaba el temor que los “libertadores”

sintieron frente a una posible guerra racial como las que se habían dado en Venezuela y que

en el Valle se evidenciaron a partir de 1819, cuando muchos afrodescendientes liderados

por el filibustero inglés, Juan Runel, conservaron las armas y en medio de alteraciones del

orden público, que incluyeron saqueos y asaltos, gritaron: “¡Mueran los blancos y los

godos!”. Por otra parte, en algunas zonas como las montañas de Tuluá, los montes cercanos

a Caloto, los de la Torre, Llanogrande, Sopinga y en la región de Supía, se estaban dando

verdaderos procesos de cimarronismo armado muy difícil de controlar por el nuevo

gobierno. No se trataba del cimarronismo colonial, aquel que era emprendido por grupos de

esclavos para construir formas de vida en lugares alejados de sus opresores, sino el

24 CARMAGNANI, Marcello, “Prólogo”, TIO VALLEJO, Gabriela, Antiguo régimen y liberalismo, Tucumán, 1770 – 1830, Tucumán, Universidad Nacional de Tucuamán, 2001, p. 11. 25 Véase mi artículo: “Integración de la población negra en las sociedades andinas” En AYALA, Enrique, Editor, Historia de América Andina, Tomo V, Universidad Andina Simón Bolívar, Libresa, Quito, 2003.

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realizado en zonas poco controladas por los blancos en las cuales iniciaban procesos de

apertura de parcelas para la producción de tabaco, destilación de aguardiente y “salazones”

que eran comercializados por medio del contrabando en las zonas de frontera minera, de

colonización o en las mismas ciudades vallecaucanas. En cierta forma siguieron inmersos

en procesos económicos tradicionales, de allí el esfuerzo de los administradores

republicanos por insertarlos en la república y el de los hacendados por sujetarlos a las

haciendas.26

La situación se hizo más critica a partir de 1821 con la expedición de leyes que buscaban

abolir la esclavitud, así fuera una abolición gradual, pues los esclavos -entendiendo que la

esclavitud sería definitivamente abolida- no esperaron a que ello ocurriera y se convirtieron

en agentes de su propia libertad al acelerar procesos de huida, lograr la libertad por

procesos manumitorios o reclamándola en los tribunales, proceso similar a los ocurridos en

otros sitios de América.27 Esta actitud de los afrodescendientes es la que sobresale al

realizar un seguimiento a las medidas que respecto a la abolición de la esclavitud tomó el

gobierno republicano y a la oposición que a ellas hicieron los hacendados quienes veían que

no sólo sus esclavos huían, sino que los pocos que lograban conservar entraban en procesos

de manumisión y de libertad de vientres resquebrajando definitivamente el orden social que

los había convertido en el sector dominante.

El proceso se desarrolló en medio de una insurgencia cada vez más fuerte de los esclavos y

los campesinos vallecaucanos, quienes debieron seguir enfrentando las pretensiones de los

sectores más conservadores por someterlos a nuevas formas de sujeción social, ocultas en

los proyectos de monopolizar los cultivos comerciales, única forma de quitarles su

autonomía. Esto explica su persistente lucha por el derecho a cultivar libremente, que

produjo el enfrentamiento contra el Estado republicano y los guardias de los estancos que

los llevó a gritar nuevamente en 1830: “¡mueran los blancos!”, grito que sustentó el temor

de la élite frente a una posible “lucha de castas”. Esta pareció materializarse desde cuando

muchos de los antiguos esclavos sin esperar la abolición de la esclavitud se refugiaron en

26 Izard, ofrece una opinión de algún viajero acerca de este tipo de cimarronaje, que podríamos llamar “republicano”, y que también se presentó en Venezuela: “[...] ha habido una gran dispersión debido a la inseguridad. Cuando desaparezca esta última causa, muchos regresarán de sus escondites y ayudarán a cultivar la tierra”.Izard, América Latina, Siglo XIX, pp. 86 –87. 27 Aguirre, Agentes de su propia libertad. ....

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los montes y permanecieron en ellos esperando a que se modificara la excluyente sociedad

caucana y les brindara posibilidades de integrarse, lo que permitió que fueran calificados

como “bandidos”. La marginalidad de estos sectores no impidió su participación en la

actividad política, pues aprovecharon las guerras civiles que se realizaron a lo largo del

siglo XIX para conquistar los espacios que los sectores señoriales de la élite caucana les

negaban. Esto fue posible ya que los políticos caucanos más liberales recurrieron a ellos

como fuerza armada para dirimir sus conflictos por el poder, y los negros, mulatos,

mestizos y blancos pobres, a su vez, aprovecharon dichos conflictos para medrar

económicamente o para ascender socialmente.28

La intervención de estos sectores marginales en actividades políticas hizo que los

esclavistas fueran perdiendo el poco control social que conservaban sobre algunos de los

esclavos y libertos, lo que obligó a la expedición de leyes para el control de vagos,

mendigos y tahúres de profesión, que no tuvieron ninguna aplicación debido a la

permanente alteración del orden público; esto incrementó la relajación de los lazos de

sujeción social aumentando el desespero de los señores esclavistas quienes consideraban

que “sus” libertos y esclavos avanzaban en un acelerado proceso de “bandidaje”. Sus

temores no eran infundados, pues desde de los años treinta la élite del suroccidente

colombiano empezó a denunciar la presencia de bandas de delincuentes que, según ellos,

eran una consecuencia directa de los desórdenes sociales que causó la independencia. La

élite asociaba la actividad de estos “bandidos” con las reformas sociales que se estaban

dando y que permitían que muchos negros y mulatos salieran de la esclavitud sin que

encontraran un adecuado espacio en la clasista sociedad caucana.

En forma diferente a como pensaban las élites, muchos de los marginados lucharon en las

ciudades por un espacio de participación democrática en la excluyente sociedad republicana

que permitiera abolir la esclavitud y los estancos, o buscaron en los campos la posibilidad

de acceder a un pedazo de tierra que les garantizara una existencia digna; lo hicieron en

medio de procesos de desorden social como en la llamada “Guerra de los Supremos” (1839-

1841) cuando muchos esclavos siguieron al caudillo José María Obando quien había

28 Una visión más amplia de este proceso puede consultarse en mi libro “Dentro de la ley. Fuera de la ley”. Resistencias sociales y políticas en el valle del río Cauca. 1830 -1855, Cali, Centro de Estudios Regionales – Región / Universidad del Valle, 2008.

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decretado la libertad de los esclavos de su ejército. La derrota del caudillo llevó a que

muchos esclavos huyeran de sus amos y se refugiaran en los montes en los que fueron

perseguidos al ser considerados delincuentes y bandidos. Su larga resistencia permitió que

al finalizar la década de los años cuarenta afloraran con fuerza en la escena pública, al

desarrollar el proceso de insurgencia social conocido como los “retozos democráticos” que

se caracterizó por la violencia ejercida por hombres armados que recorrían los campos y

ciudades sembrando el terror entre los terratenientes.

En medio de la lucha política, muchos de los negros y mestizos invadieron ejidos o tierras

comunales de las tradicionales ciudades coloniales de Cali, Buga y Cartago, mientras que

otros derribaron cercas, invadieron y asaltaron haciendas en el Valle; de esta manera, en

tierras comunales o de propiedad privada, arrebataron por la fuerza lo que la exclusión

social no les permitía lograr: convertirse en campesinos libres. Todo esto produjo en el

valle del Cauca, durante la década de los años 40 y 50 la ampliación de la insurgencia

social que tuvo como consecuencias negativas para los sectores dominantes, entre muchas

otras, que las márgenes de los grandes ríos que cruzan el Valle, como el Cauca, el Palo, el

Risaralda y el Amaime, se convirtieran en endémico refugio de negros huidos de las

haciendas vecinas. De esta forma se fue perfilando un sector de hombres libres que, de una

u otra manera, logró identificar intereses y luchar por ellos, aunque lo hicieran al lado de

políticos liberales, o en otras circunstancias mediante la vinculación a instituciones como

“las Sociedades Democráticas” que los liberales crearon para darle una base social a su

partido.

Todo esto permitió que los afrodescendientes, mestizos y blancos pobres aparecieran

vinculados a sectores artesanales urbanos y que, influidos por los discursos radicales de

jóvenes liberales, adquirieran la conciencia de que constituían “el pueblo” y que en ellos

residía “la soberanía” que había perdido el monarca español después de la independencia.

Su accionar mostró el fracaso de los gobiernos conservadores en sus intentos por

someterlos, fracaso que dio nuevos bríos a aquellos sectores de la población que estaban

empeñados en destruir el sistema esclavista y la dominación terrateniente.

La participación política más decisiva se dio a partir del 7 de marzo de 1849 cuando el

liberalismo alcanzó el poder presidencial en la Nueva Granada con José Hilario López,

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15

gracias a las presiones populares que fueron conocidas como “los puñales de los asesinos”,

título que le dieron los conservadores al apoyo popular. Este triunfo permitió la aplicación

del principio de "la soberanía popular", un dogma liberal que habría de convertirse en el

paradigma del partido y que, por estar basado en los principios de "igualdad, libertad,

fraternidad”,29 fue causa de excesos particularmente en las provincias de Buenaventura

(Cali) y Cauca (Buga y Cartago).30 Pero ella produjo una reforma político social

importante: en 1851 se dictó la ley que abolió la esclavitud, lo que dio nuevo bríos a los

sectores populares.31

La situación se hizo especialmente compleja hacia 1854 cuando una conspiración militar

depuso al caudillo liberal José María Obando del solio presidencial e instauró a José María

Melo, el Jefe de la Guardia Nacional, quien manifestó tomar el poder en nombre de los

artesanos y del pueblo liberal. El apoyo popular a la dictadura no se hizo esperar y se

expresó por medio de la creación de “Juntas Revolucionarias”, compuestas en su gran

mayoría por miembros de las Sociedades Democráticas, quienes veían que el dictador

podría facilitar el logro de sus aspiraciones.

Este será el inicio de un proceso que llevó a que el sector más radical del liberalismo, el

mismo que había estimulado el surgimiento de las sociedades democráticas y socializado

las ideas liberales por las que ahora luchaba el pueblo, se uniera con el conservatismo y los

terratenientes liberales para buscar llevar al pueblo por los canales del orden; en

consecuencia se produjo una gran represión que derrocó a Melo y sometió a los

revolucionarios. Esta represión, curiosamente, fue liderada por el mismo general López a

quien las mismas sociedades democráticas habían puesto en el poder, el mismo que había

decretado la libertad de los esclavos.

Las medidas tomadas por López sorprendieron a los habitantes del Valle del Cauca, pues su

enérgico comportamiento contra los hombres del pueblo que lo había llevado al poder,

29 Los significados de estos principios en el contexto de la Nueva Granada pueden ser consultados en KÖNIG, Hans-Joachim, En el camino hacia la nación. Nacionalismo en el proceso de formación del Estado y de la Nación de la Nueva Granada, 1750-1856, Bogotá, Banco de la República, 1994. 30 Un estudio importante sobre el tema es el de PACHECO, Margarita, La fiesta liberal en Cali, Cali, Universidad del Valle, 1992. 31 Al respecto puede verse el artículo de mi autoría: “Esclavitud y libertad: El dilema de los caucanos republicanos”, en Memoria y Sociedad, vol. 11, No. 22, Universidad Javeriana, Bogotá junio de 2007.

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incluyó encarcelamiento de la mayoría de miembros de las sociedades democráticas,

torturas, enrolamientos como "voluntarios" para luchar contra sus correligionarios,

fusilamientos, etc. y, como era de esperarse, muchos dirigentes populares fueron

expulsados del país, muriendo varios de ellos en el exilio. De esta manera, la represión

ejercida por López sirvió para que la oligarquía liberal-conservadora se entronizara en el

poder para impedir que en el futuro hubiese nuevos "retozos democráticos", pero la

embriaguez por su triunfo no les permitió darse cuenta que, muchos hombres y mujeres del

pueblo nuevamente se refugiaron en los montes caucanos y desde ellos, por fuera de la ley,

continuaron luchando por reconquistar los espacios de libertad que la excluyente sociedad

caucana les negaba.

Conclusiones

Hemos tratado de mostrar que la implantación del Estado y la sociedad colonial, produjo

una serie de conflictos que no fueron plenamente resueltos y que se conservaron hasta

buena parte del período de consolidación del Estado y de la sociedad republicana. Esos

conflictos y la forma de solucionarlos produjeron la consolidación de sociedades que se

pusieron al margen de la sociedad dominante, único medio que encontraron para perpetuar

sus tradiciones libertarias.

Aún al margen de la sociedad, los habitantes del Valle del Cauca aprovecharon las pocas

oportunidades que les brindaron los sectores más liberalizantes de la República y lograron

muchas de sus reivindicaciones sociales que habían caracterizado su tradicional resistencia:

la abolición de la esclavitud, de las rentas estancadas, de los diezmos y alcabalas,

recuperado las tierras de los ejidos, ampliado la frontera agraria y, aún con restricciones,

conquistado espacios políticos de participación democrática. Desde luego, muchos debieron

refugiarse en los montes y desde ellos siguieron resistiendo hasta lograr la libertad que los

creadores de la república les habían prometido y que se negaban a reconocerles por no

poner en riesgo la dominación que habían monopolizado desde los inicios de la colonia;

esta lucha, dados los avatares de los desarrollos políticos colombianos, se prolongaría hasta

el siglo XX.

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APROXIMACIÓN A LA GUERRA DE LOS MIL DÍAS

DESDE EL CASO TOLIMENSE

Brenda Escobar

Introducción

Por mucho tiempo la historia de la formación de los estados-nación en Latinoamérica se

limitó a lo ocurrido a las elites nacionales, que fueron las que dejaron los testimonios

escritos más numerosos. Sólo desde hace unos años se vienen multiplicando

investigaciones históricas que procuran enfocar el análisis en lo que ocurría a escala

regional y local y no sólo entre las elites, sino también entre grupos subordinados

socialmente (campesinos, artesanos, mujeres, negros, indígenas). Algunos de estos trabajos

incluso han conseguido no sólo describir lo que pasaba en estos sectores de la población,

sino que han buscado también ver de qué manera sus acciones aportaron en ese proceso de

constitución del estado-nación

Tradicionalmente se entendía el proceso de conformación de lo estados nación como una

mera pugna entre las elites por el poder central, en que los grupos populares tuvieron poca

injerencia, al no gozar del derecho al voto. Menos aun si se trataba de población rural lejana

a la capital. Estos estudios más recientes (entre los que se pueden mencionar para México

Peter Guardino, Peasants, Politics and the Formation of México’s Nacional State.

Guerrero, 1800-1857, 1996; Gilbert Joseph, Everyday Forms of State Formation, 1994; y

Florencia Mallon, Peasant and Nation, 1995; y para los países andinos también Florencia

Mallon y la compilación de Nils Jacobsen y Cristóbal Aljovín, Political Cultures in the

Andes 1750-1950, 2005) han tratado de desentrañar otras formas de participación que no

pasaron por el sufragio o la participación directa en los debates del congreso o las

asambleas y sin embargo condujeron a derribar o catapultar medidas gubernamentales y

aun gobiernos, a escala local y nacional. Rebeliones, participación en guerras civiles e

internacionales, desobediencia a leyes, deserción de los ejércitos, resistencia a pagar

impuestos, sabotaje a las jornadas de votación, fueron acciones que grupos populares

promovieron autónomamente a escala local y con los que buscaban unos objetivos que a

veces fueron conseguidos aunque muchas otras no. De esta manera tratan estos estudios de

Page 18: RESISTENCIAS POLITICAS EN EL VALLE DEL RIO CAUCA …

mostrar que los grupos populares por medio de estos actos aportaron a la construcción del

estado nación en América Latina y aunque no emplearon medios políticos tradicionales sus

acciones fueron políticas.

El caso colombiano comienza apenas a explorarse desde esa perspectiva. Los estudios se

han enfocado más a sectores urbanos que rurales, que constituían la gran mayoría de la

población, y más a las regiones de más poder como Bogotá, Cauca y Antioquia. (Se puede

mencionar: David Sowell, Los inicios del movimiento laboral colombiano, 1992, Mario

Aguilera, Insurgencia urbana en Bogotá. Motín, conspiración y guerra civil. 1893-1895,

1997; James Sanders, Contentious Republicans. Popular Politics, Race, and Class in

Nineteenth-Century Colombia, 2004)

En mi trabajo pretendo estudiar la población rural en una región relativamente pobre,

aunque geográficamente central, el Tolima, en el contexto de la guerra civil con que

terminó el siglo XIX: la guerra de los Mil Días.

El conflicto nacional

La particular agudeza de la guerra de los Mil Días se debió en buena medida a la alta

participación de la población rural y pobre y a que ésta se sostuvo en la guerra de manera

autónoma. Al comienzo de la guerra hubo un intento de los principales jefes liberales de

formar un ejército unido e integrar a éste gente de todo el país. Con este ejército lucharon

los liberales durante unos siete meses, hasta que fueron derrotados por un ejército

conservador más organizado y mejor armado. Después de esta derrota los jefes liberales se

dispersaron quizás esperando los términos para llegar a acuerdos de paz, como en otras

guerras había sucedido. Sin embargo, los conservadores no ofrecieron negociar ni

propusieron reformas al régimen político. Los generales liberales tampoco quisieron

aceptar su derrota y siguieron buscando medios para continuar la guerra (apoyo de países

limítrofes cuyos gobiernos eran liberales; préstamos para la consecución de armas;

organización de nuevos ejércitos con los que obtuvieron algunas victorias, la más

importante la toma de Panamá). Pero estando disgustados unos con otros y sin un plan

común, además aislados en el extranjero, no consiguieron constituir una verdadera amenaza

contra el gobierno. Más efectiva resultó ser la resistencia opuesta por las guerrillas liberales

que la gente del común fue formando espontáneamente en varias regiones del país y que

Page 19: RESISTENCIAS POLITICAS EN EL VALLE DEL RIO CAUCA …

sostuvieron constantes batallas con el ejército conservador por los siguientes dos años de

guerra.

Las elites liberales tuvieron que aceptar esta situación en contra de su voluntad, ya que la

guerrilla era una forma de guerra que ellas despreciaban. En el siglo XIX la oposición

armada al gobierno era un acto legítimo, que si bien era criticado, se aceptaba como válido.

Pero esa oposición debía llevarse a cabo por medio de una guerra de ejércitos, de combates

frente a frente. La guerra de guerrillas, en cambio, no era un método legítimo pues su

principio fundamental era precisamente evitar esos combates frente a frente. Como estos

grupos se formaban espontáneamente, contaban con poco arsenal y poca organización no

podrían tener victorias contra un ejército organizado, por eso buscaban hacer escaramuzas,

ataques rápidos, sorpresivos, para después marcharse. Justo lo contrario del ideal de guerra.

Por eso era problemático para el partido liberal basar su oposición al gobierno en esas

guerrillas. Sin embargo éstas fueron por mucho tiempo la principal fuerza armada de los

liberales y un difícil enemigo a vencer para los conservadores.

Entre éstas, las guerrillas del Tolima se hicieron muy conocidas, sus jefes alcanzaron fama

más allá de la región, en los periódicos se enfatizaba en los triunfos que el ejército

conservador había obtenido frente a ellas, en los acuerdos de paz al final de la guerra se

redactaron cláusulas sólo dirigidas a ellas y después de la guerra, a pesar de la derrota al

partido liberal, se narraron las campañas de sus principales líderes en más de una ocasión,

éstos fueron objeto de alabanzas por su compromiso con el partido liberal y trató de

incluírseles entre sus héroes.

La fuerza que ganaron estas guerrillas permite pensar que en el Tolima estaban en curso

conflictos que constituían razones de peso para hacer la guerra y que esas motivaciones no

las encontraremos enfocándonos en el debate nacional, sino analizando la situación política

y social de esta región y de las localidades específicas donde surgieron esas guerrillas.

Conflictos regionales en el Tolima

Una característica notable del Tolima en esta época era su poca cohesión como región.

Desde la Colonia había sido un territorio de paso entre regiones más poderosas:

Cundinamarca, Cauca y Antioquia. Como estado (convertido con la Constitución de 1886

en departamento) fue creado sólo en 1861, por un decreto expedido por Tomás Cipriano de

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Mosquera siendo en ese momento líder de las fuerzas revolucionarias que se enfrentaban al

gobierno conservador de Mariano Ospina Rodríguez. Al triunfar a la postre la revolución de

Mosquera y tomar éste el poder presidencial, se confirmó la creación del estado del Tolima

a partir de dos provincias (Mariquita y Neiva) que no habían constituido antes una unidad

política ni cultural.

Construir esa unidad no fue fácil: la región no tenía un centro económico, sino varios del

mismo nivel, también carecía de unas elites que tuvieran claro predominio sobre las demás

y que pudieran imponer un proyecto económico y político para la región. Así, durante su

existencia como Estado (de 1863 a 1886) fueron constantes los cambios de gobiernos, se

expidieron cinco constituciones y tuvo el mismo número de capitales. Con la instauración

del régimen centralista de la Regeneración se estableció definitivamente el conservatismo

como ideología del gobierno y se asignó a Ibagué como capital. Pero esto generó nuevos

descontentos que siguieron avivando la fragmentación.1

Para finales de siglo podían distinguirse más o menos tres subregiones en competencia que

correspondían aproximadamente con las provincias en que estaba dividido el

departamento2: El sur era una zona donde predominaban grandes latifundios fundados

desde la Colonia y en donde tuvieron influencia ricos hacendados. Algunos de ellos fueron

compañeros de Bolívar en las guerras de Independencia, y posteriormente tuvieron la

tendencia a adoptar el partido conservador. Por la influencia de éstos, otros pobladores de la

región también se hicieron conservadores y poco a poco se fue volviendo éste el partido

predominante de la subregión, en parte también como contraposición a la zona del centro,

que en la segunda mitad del siglo XIX creció mucho y fue dejando relegado al sur. Este

crecimiento del centro se debía principalmente a las medidas económicas liberales de

medio siglo (abolición del monopolio del tabaco, libre mercado de tierras, abolición de la

esclavitud, impulso a la exportación, abolición de medidas proteccionistas). Especialmente

la industria del tabaco hizo surgir grandes fortunas, aumentó la productividad de la región,

fomentó su desarrollo y provocó un gran crecimiento demográfico. El liberalismo había

1 Sobre los primeros años de Tolima como Estado cf. Álvaro Cuartas Coymat, Estado Soberano del Tolima (Historia política y constitucional), Bogotá, 2003. 2 James Henderson (Cuando Colombia se desangró. Un estudio de la Violencia en metrópoli y provincia, Bogotá, 1984, cap. 1) propone una división más tajante entre Sur conservador y Norte liberal.

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traído beneficios fehacientes a la Provincia del Centro y por eso fue el partido liberal el que

adoptó la mayoría.

Otro polo de desarrollo que vino a competir con la Provincia del Sur fue el extremo norte

del estado. Éste comenzó a ser colonizado por antioqueños desde los años sesenta, también

por impulso de los gobiernos liberales. Con esta colonización antioqueña se reemprendió la

explotación de minas (actividad muy importante durante la Colonia), se acondicionaron

tierras para el laboreo, se fundaron numerosas aldeas, se desarrollaron nuevos mercados, se

abrieron caminos y a finales del siglo el café también empezó a ser sembrado en la zona y a

rendir sus ganancias. La colonización creó un intercambio constante con Antioquia, por

medio del viejo camino del Quindío que conectaba Ibagué con Cartago y comenzó a ser

transitado más frecuentemente y con un nuevo camino abierto entre Manizales y Honda.

Las relaciones con el departamento de Antioquia fueron muy estrechas y también marcaron

la adscripción política de la mayoría de las nuevas poblaciones, que se hicieron

conservadoras, al ser tradicionalmente conservador aquel departamento.3

El desarrollo de esta zona en contraposición al rezago económico del sur aumentó la

polarización entre sur y centro-norte. Pero centro y norte como vemos, no estaban

cohesionados como subregión: tenían una adscripción política y un origen poblacional

distintos. Esto creaba también conflictos.

Podemos observarlos en diferentes ámbitos. Pero de manera patente se encuentra en una

discusión de particular agudeza en la época, que fue el tema de la renta de aguardientes.4 En

el Tolima el aguardiente era consumido con asiduidad por la gente de todos los rangos. No

era sólo un producto para socializar, sino que también hacía parte de la alimentación. Por

eso los impuestos sobre su producción eran una de las mayores fuentes de riqueza del

departamento. Pero al mismo tiempo estos impuestos eran fuente de conflicto permanente.

La Constitución de 1886 había permitido el monopolio de la renta, es decir, que una sola

persona jurídica administrara la recolección de los impuestos o la producción y diera un

porcentaje al departamento. Esto representaba la posibilidad de grandes ganancias a quien

3 Para la colonización del norte del Tolima cf. Hermes Tovar Pinzón, Qué nos tengan en cuenta. Colonos, empresarios y aldeas: Colombia, 1800-1900, Bogotá, 1995. 4 Descrito con detalle por Hernán Clavijo Ocampo, “Monopolio fiscal y guerras civiles en el Tolima, 1865-1899” en Boletín Cultural y Bibliográfico, nº 32, vol. XXX, 1993.

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gozara de ese monopolio. A finales del siglo quien gozaba de este privilegio era el

antioqueño José María Sierra. Pero los productores tolimenses querían también sacar

provecho de ese jugoso negocio, así que hicieron tanta campaña de oposición que lograron

hacer abolir el monopolio y exigir un remate de la renta en que varios pudieran

administrarla. Para ello se valieron de argumentos como el impulso a la industria local y

críticas a la injerencia cada vez más molesta de los antioqueños en los intereses tolimenses.

De hecho uno de los requisitos que debían cumplir los candidatos a la administración de la

renta era tener posesiones en el Tolima con qué respaldar su candidatura.

Pero la renta también fue fuente de otros conflictos: cualquier control a la producción de

aguardiente causaba gran resentimiento entre las clases populares, porque entre éstas era

generalizada la producción casera. El monopolio de la producción era rechazado

enérgicamente. Pero también los impuestos eran impopulares. En la oposición a José María

Sierra la alianza de algunos productores con sectores populares de la población fue también

crucial para tumbar aquel monopolio.

El desarrollo de la guerra en la región

Los numerosos conflictos en juego en esta región y la fragmentación de la sociedad pueden

en parte explicar el hecho de que hubieran surgido tantas guerrillas en su seno. En la zona

sur no hubo grupos guerrilleros importantes, fue en cambio un fuerte bastión del

conservatismo. El principal general conservador que combatió con un fuerte y cohesionado

ejército a las guerrillas del Tolima, Toribio Rivera, era del sur. La cohesión de la zona

podría explicarse en parte por qué las elites locales actuaron conjuntamente para

contraponerse al rezago económico de que eran víctimas. Siendo además una zona de

grandes hacendados y campesinado pobre, las relaciones más verticales hicieron más fácil

cooptarlos para servir a esos intereses de la subregión. La Iglesia tuvo también un papel

importante en la homogenización de la región en torno al partido conservador. El respaldo

total que brindó esta provincia al gobierno central se vio finalmente recompensado tras la

guerra, pues ésta fue desmembrada del Tolima y se le dio autonomía propia como nuevo

departamento.

La actitud de la Provincia del Norte frente a la guerra fue diferente. Aunque casi todas sus

poblaciones eran decididamente conservadoras, la zona no se comprometió mucho con el

Page 23: RESISTENCIAS POLITICAS EN EL VALLE DEL RIO CAUCA …

partido. Siendo una región próspera, quizás les traía más perjuicios que beneficios enviar

soldados a la guerra y sostener ejércitos. Además ellos no se identificaban con el

conservatismo del gobierno, sino con una disidencia denominada “conservatismo histórico”

que tenía fuerte arraigo en Antioquia. Éstos estaban en contra del gobierno y aunque no

llegaron al punto de aliarse con los liberales en la guerra, sí mantuvieron una actitud más

neutral. El poco compromiso de esta provincia con la guerra también podría estar ligado al

hecho de que en esta zona de reciente colonización no había unas elites tradicionales ni

jerarquías sociales establecidas desde antaño. Las relaciones pues no eran tan verticales

como en el sur y esto permitía a la gente evadir reclutamientos.

En últimas las famosas guerrillas liberales del Tolima se concentraron en la Provincia del

Centro. Esto no sólo por su particular afinidad con la causa liberal, que había generado

tanto desarrollo en la región, sino también por la insatisfacción que generaba tener el

gobierno departamental sede en Ibagué, cuya población era netamente liberal.

Problemas de las guerrillas

Sin embargo, las guerrillas allí, a pesar de su compromiso y su identidad con el partido

liberal, no lograron una alianza entre ellas para luchar por objetivos comunes, fueran éstos

el retorno al régimen liberal a nivel nacional o regional, el enfrentamiento conjunto contra

la creciente injerencia antioqueña, la abolición de las rentas de aguardiente, abolición de

otros impuestos, la luchas por tierras contra terratenientes.

Tomemos por caso la guerrilla de Tulio Varón y la de Ramón Chaves, que se movían

ambas cerca de Ibagué, una hacia el oriente hasta el Magdalena y la otra al occidente en

límites con Cauca. A ambos grupos les interesaba tomarse Ibagué, sede de gobierno del

departamento, aunque por diferentes razones. Tulio Varón, provenía de una familia raizal

del Tolima con vínculos de parentesco con otras familias ancestrales de la región que eran

de tradición liberal. Para Varón, tomarse Ibagué significaba recuperar el dominio que sobre

esa plaza tradicionalmente liberal habían tenido su familia y sus copartidarios hasta que se

convirtió en sede del gobierno departamental conservador. Chaves en cambio, perseguía

otras intenciones. Esta guerrilla se movía por Anaime, región colonizada por antioqueños,

siendo Chaves mismo antioqueño. En esa zona en límites con el Cauca se podía desplazar

con facilidad y sostener a una tropa fuerte porque contaba con el apoyo de hacendados

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antioqueños y de la población. Con la toma de Ibagué esta fracción de antioqueños podría

ganar más peso en el juego de poder local.

Poco compromiso de los campesinos

La misma dificultad que tenían los líderes para unirse con otros, la tenían para cooptar

gente que entrara a su guerrilla. En realidad estos conflictos no parecen levantar mucho los

ánimos del campesino común y corriente. Una fuente bastante rica para observar las

intenciones de los campesinos, son los interrogatorios hechos a “presos políticos” en el

Tolima, es decir, a aquellos hombres y mujeres que fueron apresados en combates o de

quienes se sabía o se sospechaba que pertenecían a guerrillas. Los apresados eran enviados

de diferentes partes del Tolima a la cárcel de Ibagué. Un análisis de 279 interrogatorios

hechos en la alcaldía de esa ciudad en 19015 arroja el siguiente resultado:

De los 268 que respondieron a la pregunta de por qué estaban presos o de si habían

participado en guerrillas sólo 60 (22 %) aceptaron que habían entrado voluntariamente a

una guerrilla. Si analizamos esos 60 casos encontramos que 41 saben firmar (68 %) y 35

(58 %) son comerciantes, artesanos o hacendados (en la muestra total sólo el 36 % saben

firmar y 27 % realizan oficios diferentes a agricultura y oficios domésticos). Se observa la

tendencia de que aquellos más comprometidos con la guerra y con el partido liberal tienen

en general un rango social más alto y son de origen urbano (por ejemplo, en nuestra

muestra hay 5 vecinos de Bogotá y de ellos cuatro dicen que entraron voluntariamente a las

guerrillas). En cambio de los que negaron su participación o manifestaron que habían sido

obligados a ello y se muestran descontentos frente al partido, sólo 21 % saben firmar y 16

% no se desempeñan en la agricultura ni en oficios domésticos. La respuesta negativa

puede ser una estrategia para protegerse frente al juez, pero me parece que una diferencia

tan marcada en los perfiles de los que confiesan abiertamente su participación y los que no,

permite hacer la generalización de que la gente más pobre tenía una actitud de desidia

frente a la guerra y poco compromiso con la guerrilla. A esto se le suma el hecho, también

evidenciado por esta fuente, de que la deserción a las guerrillas era generalizada, y que

hubo muchos que habían luchado en ocasiones en las fuerzas conservadoras.

5 Archivo Histórico de Ibagué, Sección República, Caja 321.

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La guerrilla no era para los campesinos una actividad a la que ellos quisieran y pudieran

dedicarles todo su tiempo. Con la sola acción militar, la apropiación de bienes y botines de

guerra, el pillaje, no se podía subsistir por mucho tiempo. Tenían que trabajar y producir

para poder sobrevivir. Y en esa búsqueda, como se evidencia también en los interrogatorios

mencionados, la población rural se movía mucho: se desplazaban de manera constante entre

distintas poblaciones y solían desempeñar actividades variadas, principalmente agricultura

(tanto de su propiedad como en cultivos de otros), pero combinada con aserrío,

construcción, minería, arriería, ganadería, producción de panela, aguardiente, quesos,

tabaco, comercialización de esos productos. También las mujeres se desplazaban, en

especial iban al mercado de la cabecera municipal, y a veces incluso a cabeceras más

lejanas (de hecho, sus constantes desplazamientos les facilitaban servir de postas y muchas

veces fueron apresadas por ello).

Conclusión

Podemos por el momento conluir que la sociedad campesina de la zona del centro del

Tolima, no estaba particularmente oprimida bajo el poder de grandes terratenientes y tenía

posibilidades de subsistencia relativamente variadas. En ciertas ocasiones la guerrilla podía

ser una de ellas. Sin embargo, si la vida en el monte estaba muy dura, si los jefes no les

daban jornal, buena alimentación, o ropa, ellos preferían irse a buscar suerte en otra cosa.

No quiero decir que estos campesinos fueran totalmente autónomos. De hecho ya vimos

que se quejan de haber sido obligados por otros más poderosos a entrar en una guerrilla.

Pero digamos al menos que aquellos que los presionaban no eran gamonales que pudieran

ejercer un dominio total sobre ellos. Había más capacidad de decisión en los campesinos,

entraban y salían de la guerra, buscaban alternativas, actuaban por su propia cuenta.

Lo que intento mostrar con esto es que, al igual que las elites de la región, los grupos

populares también estaban muy fragmentados. Debido a su movilidad no se identificaban

con objetivos comunes, gracias a la relativa prosperidad económica de la zona, no estaban

obligados a padecer bajo condiciones muy duras de vida. Muchos no estaban aferrados a un

terruño en el que hubieran vivido siempre o a una actividad que hubieran desarrollado por

años en el mismo lugar o a una comunidad con la que compartieran ancestros, tradiciones o

historia.

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La movilidad de la población finalmente favoreció la multiplicación de las guerrillas y su

subsistencia porque éstas tenían una flexibilidad que no tenían los conservadores y podían

escaparse con facilidad de los cercos puestos por éstos. Pero al mismo tiempo, esa libertad

de movimientos imposibilitó la consolidación de esas guerrillas, las uniones entre ellas, el

fortalecimiento de unos líderes y la lucha por unos intereses comunes que les permitieran

hacer reivindicaciones de más largo alcance.

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NOTAS PARA UNA PROPUESTA DE PERIODIZACIÓN DE LA HISTORIA DEL CONFLICTO COLOMBIANO

CARLOS MEDINA GALLEGO

Docente Investigador Universidad Nacional de Colombia

La historiografía colombiana, del siglo XX, ha optado para presentar la historia del país

por una periodización en la que predomina la hegemonía de los partidos políticos y las

estrategias de mediación de sus conflictos. Así, desde esta óptica la periodización se reduce

a seis grandes periodos: La república conservadora (1886-1930), la república liberal(1930-

1946), el periodo de la violencia (1946-1953) , la dictadura del general Rojas Pinilla (1953-

1957), el frente nacional (1957-1974) y el postfrente nacional (1974- en adelante).

Quiero distanciarme de esta periodización para proponer para el estudio de los conflictos

sociales y políticos, que incluyen el conflicto armado, un nuevo ordenamiento que esta más

ligado a la naturaleza y al desarrollo de los conflictos que al predominio de la hegemonía de

los partidos. Esté nuevo ordenamiento hasta ahora llega a la discusión académica y en él

deben precisarse aún los puntos de inflexión, que separan un periodo, etapa o fase de la

siguiente y llenar con suficiencia el contenido de cada periodo con los hechos,

acontecimientos y análisis que le son pertinentes.

Generalmente, en los procesos de periodización histórica hay un eje que define los puntos

de inflexión y que guarda por su naturaleza una única línea clasificatoria. En la

periodización histórica convencional es el cambio de régimen político el que define los

puntos de inflexión. La que propone éste trabajo, es la dinamica de confrontación de los

movimientos sociales y políticos con el régimen político, lo que define los puntos de

inflexión, cuando se producen en el marco de acontecimientos relevantes. Exceptuando el

punto de partida del primer periodo que se da con la finalización de la Guerra de los Mil

Días, para hacer el énfasis de ruptura temporal con las dinámicas del siglo XIX,

caracterizada en el ámbito de lo político por las guerras entre caudillos, fracciones de

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partido y los partidos políticos tradicionales, he asumido como acontecimientos relevantes

que define el punto de inflexión en el paso de un periodo, etapa o fase a otro, los paros

cívicos con repercusión nacional. Sugerir una periodización del conflicto centrada ahora en

hitos del movimiento social y ciudadano resulta valioso pues re-significa a sujetos sociales

como sujetos históricos presentes y a los conflictos como procesos no resueltos y en

confrontación legitima.

En esta concepción, la historia de los conflictos sociales y políticos del país, en siglo XX,

se divide para su estudio en cuatro grandes periodos:

� Primer Periodo: Orígenes de los actores y conflictos sociales y políticos del siglo XX

(1903-1929)

� Segundo Periodo: Retorno de los conflictos interpartidistas y la violencia (1930-1957)

� Tercer Periodo: Conflictos sociales y político-ideológicos (1958-1977)

� Cuarto Periodo: “Enrarecimiento y degradación” de los conflictos. (1978 al presente).

No es el propósito de esta investigación entrar a desarrollar las características de cada uno

de estos periodos, trabajo que resultaría a todas luces de grandes proporciones y que esta

por fuera de los objetivos de este estudio comparativo. No obstante, esta investigación

requiere para una mejor comprensión de la misma de un marco de referencia histórica

básica en la que se pueda observar la dinamica de los dos actores objeto de la comparación

en un escenario de análisis histórico definido por unas indicaciones cardinales. Desde esta

perspectiva, se señalara brevemente la importancia que tiene el conjunto de procesos y

acontecimientos que encierra cada periodo para comprensión de la historia durante el siglo

XX, de los conflictos sociales y políticos, incluyendo el conflicto armado.

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PERIODIZACIÓN HISTORICA DEL CONFLICTO

COLOMBIANO SIGLO XX

Primer Periodo: Orígenes de los actores y conflicto s sociales y políticos del

siglo XX (1903-1929)

Algunos componentes importantes de este primer periodo, tienen que ver con la herencia

del conflicto militar que el siglo XIX le hace al XX, como mecanismo de reestructuración,

económica, social y política; el afianzamiento de los EE.UU., como actor predominante en

el desarrollo de los conflictos colombianos; la presencia de las empresas transnacionales en

el país en el impulso de un modelo de economía de enclave en las áreas agrícola y minera;

el desarrollo de la economía agro- exportadora del café como base fundamental del

desarrollo económico del país; el impulso de una primera fase de desarrollo industrial; el

fortalecimiento del endeudamiento externo como asiento esencial de la dependencia; la

formación de las clases trabajadoras y de los sectores sociales, como agentes

dinamizadores de los conflictos durante todo el siglo y, el surgimiento y la consolidación de

los movimientos sociales, populares y políticos, como actores fundamentales de los

conflictos del siglo XX.

Es una fase fundacional que configura los actores, las contradicciones y define la naturaleza

de sus conflictos en los procesos históricos.

Una síntesis explicativa.

La finalización de la guerra de los mil días, a comienzos del siglo XX, no constituye como

suele pensarse el fin de las guerras políticas entre los dos partidos tradicionales, que

acontece en gran parte del siglo XIX, sino, la herencia que ese siglo hace al siguiente en

materia de conflicto armado entre las dos grandes colectividades que se retomara tres

décadas después con el reinicio de la violencia con la misma lógica de devastación y tan

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cruenta como fue esa guerra. Guerra y violencia se constituyen, desde entonces, en dos

fenómenos sociales y políticos que definen las relaciones de desconocimiento y exclusión

entre adversarios y que aniquilan las posibilidades de la democracia como práctica política

que se reconoce y potencializa en la diferencia. Pero, igualmente, estos dos fenómenos

modifican sustancialmente las relaciones de acumulación y desarrollo económico, redefinen

las relaciones de tenencia - propiedad y posibilitan los ajustes estructurales que requieren el

modelo económico que se este implementando1.

La finalización de la última guerra del siglo XIX, coloca en la perspectiva del siglo XX a

Estados Unidos como un actor preponderante de las definiciones que en materia política,

económica y de conflicto social y armado han de tomarse en el país. La separación de

Panamá y su posterior indemnización, conjuntamente con lo que la historiografía conoce

como la danza de los millones introduce en la historia del siglo XX, una particular forma de

la dependencia donde esta unida la ayuda económica y la deuda externa. El inicio de la

exploración y explotación petrolera (concesiones Barco y De Mares) y la temprana

presencia de las compañías petroleras norteamericanas en Colombia definen la naturaleza

de las relaciones de la economía colombiana con las empresas trasnacionales y la dinamica

de los conflictos petroleros y laborales en el país. La primera guerra y postguerra mundial

convierte en imperio a USA y declina Inglaterra y Europa.

En los propósitos de este trabajo, la importancia que tiene el periodo propuesto es la

configuración de actores y las dinámicas de los conflictos que se desarrollan a lo largo del

siglo, así:

Primero, es un periodo en el que los artesanos como sector social dan sus últimas batallas y

heredaran a la clase trabajadora y a los sectores populares el entusiasmo de sus ideas

políticas y luchas igualitarias2.

1 A este respecto puede verse el trabajo de Fernán Gonzáles, Las guerras Civiles en el Siglo XIX y el de Gonzalo Sánchez Gómez, Guerra y política en la sociedad colombiana, Ancora Editores, Bogota 1991. 2 Los artesanos tienen un destacado papel protagónico en los procesos políticos del siglo XIX. En las distintas ciudades del país, forman organizaciones denominadas “sociedades democráticas”, en las que unen los intereses del gremio, la lucha contra el librecambio, con propósitos políticos que articulan los fundamentos del pensamiento liberal y el socialismo de la época. Después de las reformas de Medio

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Segundo, desde muy temprano, la población indígena inicia un proceso de luchas por el

sostenimiento de los erosionados resguardos que se va desplazando rápidamente hacía la

lucha por la tierra. Durante la administración del presidente José Vicente Concha (1914-

1918) se produce el levantamiento indígena acaudillado por Quintín Lame, en el

Departamento del Cauca, contra el proceso de la expansión de la ganadería en esa región

que amenaza la agricultura de los pequeños propietarios indígenas, impulsa la disolución

legal3 y violenta de los resguardos de indios aún existentes bajo la presión de hacendados y

latifundistas y, acentúa en el seno de las haciendas tradicionales, la explotación de los

aparceros y terrazgueros obligados a trabajar para los propietarios de la tierra a cambio del

derecho a sembrar una pequeña parcela. Más allá de las reivindicaciones alcanzadas, con

ese levantamiento, lo más importante es el posicionamiento en la historia del siglo XX de

las comunidades indígenas, como actores sociales y políticos, que se articulan en torno a la

lucha por la tierra y a reivindicaciones de naturaleza social, política y cultural.4

Tercero, a lo largo del siglo XIX se va configurando un sector social unido a los trabajos

rurales y a las posibilidades de acceso a la tierra que constituye un tipo de población

campesina atada a distintos mecanismos de producción agraria (aparcería,

arrendamiento…) y, explotación de la mano de obra (peones, jornaleros, asalariados). Ese

sector, aparece en el desarrollo de la lucha por mejores condiciones de trabajo y la

posibilidad de poder acceder a la tierra, en varias formas de organización campesina, ligas

campesinas y ligas agrarias, que serán determinantes en la organización social y política del

movimiento campesino y en el desarrollo de sus luchas reivindicativas. Es en este periodo

Siglo, al lado del General Melo, intentan los más importantes cambios en el marco de sus imaginarios sociales, no obstante, la alianza entre la aristocracia terrateniente y los comerciantes da al traste con el proyecto político de Melo y es el inicio del derrumbe de la lucha de los artesanos, la que termina en las jornadas de protesta durante la administración de Marco Fidel Suárez en la segunda década del siglo XX. Esta alianza es la base de la oligarquía criolla 3 La Asamblea Nacional Constituyente convocada por el general Rafael Reyes ratifica mediante la ley 5 de 1905, la legalidad de la venta de los resguardos efectuados en subasta pública y los derechos de los rematadores. La tierra de los indígenas se convierte rápidamente interés de los latifundistas y hacendados 4 Los nuevos movimientos sociales que irrumpen en el país a partir de 1920, promueven una nueva visión de los indígenas de su cultura y sociedad. Algunos de ellos ven en las comunidades indígenas existentes la fuente de la nacionalidad, mientras que otros, piensan el resguardo como el germen de la futura organización socialista. Quintín Lame supo articularse a los más destacados dirigentes sociales de la época y moverse en las luchas reivindicativas por la tierra en la tercera década del siglo XX.

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que surgen, o mejor que adquieren forma los problemas agrarios que determinan las luchas

campesinas a lo largo del siglo XX.

Cuarto, la primera década del siglo XX es de expansión de la economía cafetera5,

sustentada no en el sistema de haciendas con las que se desarrolla la producción del grano

en los Santanderes, Cundinamarca y en algunas zonas de Antioquia en las últimas décadas

del siglo XIX, sino en la pequeña producción parcelaria del occidente del país6. Esa

expansión representa a la vez un desplazamiento de las zonas de producción, hacia zonas de

colonización y de ampliación de la frontera agrícola y, nuevas formas de organización

social y productiva.

Con la emergencia del Café en el occidente, además de contribuirse a sentar las bases del

crecimiento económico del país con la acumulación de capital y la ampliación del mercado,

se genera, como consecuencia de la distinta filiación política de los productores, una

sociedad con tendencia a “estabilizarse” en torno al interés económico.7

No obstante, si bien las confrontaciones políticas se “apaciguan”, sin dejar de existir8,

pronto los problemas comienzan a girar en relación con la tierra, las formas de trabajo y las

posibilidades de la producción agrícola articulada al Café y al desarrollo industrial: A

finales del siglo XIX las nuevas haciendas cafeteras se levantan, con la adquisición de

tierras baldías, que se hacen productivas mediante la utilización del trabajo de colonos y

arrendatarios, los cuales una vez abierto el campo, ocupan una pequeña parcela para

cultivar café o productos para su propia supervivencia. La forma en que se constituyen las

haciendas con un límite entre la propiedad privada y las tierra baldías, ocupadas,

extremadamente impreciso, dan origen a los conflictos entre propietarios y colonos o

5 Sobre el desarrollo de la Industria del café en Colombia, son trabajos relevantes: Marcos Palacios, El café en Colombia (1850-1970): Una historia económica, social y política. Bogota, 1983; Absalón Machado, El café: de la aparcería al capitalismo, Bogotá 1977; Mariano Arango, Café e Industria (1850-1930), Bogota1977. 6 A este respecto puede verse. James Parsons, La colonización antioqueña en el occidente colombiano, Bogota 1979. 7 Jesús Antonio Bejarano, El despegue cafetero,(1900-1928), en Historia Económica de Colombia, José Antonio Campo y otros, Siglo XXI Editores-Fedesarrollo, Bogota 1991. Pgs173-2007 8 Recordemos el asesinato del caudillo y destacado dirigente liberal, Rafael Uribe Uribe, durante la administración conservadora del

presidente José Vicente Concha.

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arrendatarios. Esos conflictos se van agudizando a los largo de las tres primeras décadas

motivados por el tratamiento institucional y coercitivo dado a los mismos y por la creciente

valorización de tierras y cultivos.

Desde 1920, tienden a generalizarse los conflictos agrarios, inicialmente, extendiendo las

disputas en relación con la exigencia por parte de los arrendatarios de una mayor precisión

de los contratos de arrendamiento y de mejoramiento de las condiciones de vida de la

población campesina. El régimen de haciendas que se sustenta en la sujeción de la fuerza de

trabajo y en los bajos niveles de remuneración en dinero o en especie, va progresivamente a

debilitarse bajo el empuje de la mayor movilidad del trabajo y la exigencia de los

arrendatarios de sembrar café en sus propias parcelas, lo que genera entre los hacendados el

temor que una vez establecidos los cultivos en la parcela del arrendatario inicia la

reclamación de la propiedad sobre ella y, el arrendatario se rehúsa a entregar el trabajo al

hacendado, lo que debilita en gran medida a la hacienda pues esta pierde el control sobre

una fuerza trabajo que constituye el núcleo de su organización. La contradicción va

trasladándose de la exigencia de los arrendatarios de la posibilidades de cultivar café, a la

liberación de la mano de obra de las ataduras de la hacienda y de allí hacía la lucha por la

tierra.

El punto critico de la confrontación agraria, surge en 1926, cuando se da a conocer una

sentencia dictada por la Corte Suprema, en la que se señala que toda persona que reclame

propiedad sobre un terreno esta obligada, en caso de litigio, a exhibir el título original de

traspaso de propiedad sobre un baldío nacional. Situación aprovechada por los arrendatarios

dada la imposibilidad de los hacendados de cumplir con ese requerimiento. No obstante,

son las vías de hecho las que empiezan a demarcar el territorio del conflicto por la tierra

entre colonos, campesinos, arrendatarios y hacendados. Así, en Sumapaz, Cundinamarca,

Norte del Valle de Cauca y Tolima, se originan las invasiones de latifundios por colonos sin

tierra, acompañadas, en muchos casos de la negativa de los arrendatarios de pagar las

obligaciones contraídas con las haciendas, alegando la propiedad de las parcelas.

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La tierra se va convirtiendo al lado de la necesidad de una reforma agraria democrática en

el eje esencial de los problemas agrarios y razón de las luchas campesinas que atraviesan el

siglo XX e instituyen una de las causas centrales de la violencia y la guerra.

Quinto. A lo largo de la segunda mitad del siglo XIX, surge en medio de los debates entre

el librecambio y el proteccionismo, los desplazamientos poblacionales generados por la

guerra, la necesidades del mercado y el surgimiento de formas de trabajo articulado en

torno a relaciones salariales, las condiciones para engendrar una fase de desarrollo

industrial impulsado por mecanismos de acumulación originaria de capital, procesos de

inversión extranjera y una marcada participación de la administración publica en el

desarrollo de obras de infraestructura que va potenciando el mercado interno.

El acento de la política proteccionista desarrollado durante la administración del general

Reyes, la relativa atmósfera de paz existente y la iniciativa empresarial de sectores

tradicionales de la economía que desde finales del siglo XIX mantienen pequeñas industrias

ligadas a la producción de artículos de cuero, tejidos de lana y algodón, loza y cerámica,

licores… genera un proceso de ampliación de la oferta productiva y de modernización de

pequeñas industrias que se instalan en algunas regiones del país que se convierten con el

tiempo en importantes centros industriales: En Antioquia, unido a la producción cafetera, se

ubican fabricas de textiles, chocolate, cerveza, loza y vidrio; en Bogotá, es de resaltar la

creación, a finales del siglo XIX, de la cervecería Bavaria y posteriormente la fabrica de

cemento Samper; en Barranquilla, hay gran impulso la industria textil, industrias similares

se crean en otras ciudades , como Calí y Bucaramanga.

El desarrollo Industrial va forjando la modernización de las ciudades y su rápido

crecimiento, lo que conduce a la demanda creciente de vivienda y servicios públicos,

gestando nuevas posibilidades de trabajo y necesidades de desarrollo. En la medida en que

se incrementa la población trabajadora y esta se centraliza surgen nuevas realidades ligadas

directamente con la calidad de vida y la pobreza.

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Las condiciones económicas de las dos primeras décadas del siglo XX, unidas a las

dificultades generadas para el comercio exterior por el desarrollo de la primera guerra

mundial, acrecientan la demanda interna y motivan la expansión del desarrollo industrial.

Desde entonces, se va configurando la estructura de la industria nacional, cuya

característica es estar constituida por capitales predominantemente colombianos y por

unidades empresariales familiares que no solo se dedican a la actividad industrial, sino, que

igualmente se hacen participes de la actividad comercial y el desarrollo agropecuario y

exportador.

El desarrollo industrial y el crecimiento simultaneo de las ciudades, así como el impulso

que reciben las obras públicas, son las condiciones para que aparezca en el escenario de la

historia colombiana la clase trabajadora, como clase obrera asalariada, que se articula en

torno a reivindicaciones propias, generando formas de organización sindical y dinámicas de

participación política que la convierten, poco a poco, en una fuerza social y política

determinante9.

Desde 1910, van a presentarse huelgas en el país, básicamente, en el sector de los

trabajadores portuarios y ferroviarios. En medio de la hostilidad institucional y patronal y

no pocas veces en la confrontación violenta, la huelga se hace un instrumento de lucha de

los trabajadores hasta lograr, en noviembre de 1919, su “reconocimiento” legalmente como

derecho10. El desarrollo de la actividad huelguística produce rápidamente la expansión de

las organizaciones sindicales, las cuales buscan crear un organismo único de trabajadores e

impulsar que las organizaciones obreras nacionales vayan adhiriendo las ideas socialistas y

adquieran independencia ideológica de la tutela de los partidos tradicionales11.

9El proceso de organización obrera se da principalmente en el área del transporte – ferrocarriles, trabajadores del rió Magdalena, trabajadores portuarios- y en los enclaves extranjeros –instalaciones petroleras y plantaciones bananeras-. A estos grupos de trabajadores se unen las organizaciones de artesanos que difundían las ideas socialistas. 10 No obstante, es importante señalar, que el decreto que reconocía la huelga como derecho, prohibía toda actividad distinta al cese del trabajo y garantizaba a los patrones a contratar trabajadores para reemplazar a los huelguistas. Una año después se prohibió la huelga en las actividades del transporte y en algunos servicios públicos y se prohibió a los trabajadores declarar la huelga antes de someterse a un periodo de conciliación. 11 En 1913 se creo la Unión Obrera de Colombia y en 1919 se produjo la reunión del Congreso Obrero en Bogotá.

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Para este trabajo resulta relevante señalar tres aspectos que han de caracterizar el conflicto

obrero-patronal-estatal en las décadas siguientes, e igualmente, perfilan el comportamiento

obrero en la escena política nacional. Primero, dadas las particularidades de la diversidad

patronal (Estado, empresarios nacionales y compañías extranjeras) la lucha obrero-sindical

de las tres primeras décadas se desarrolla en el marco de imaginarios antipatronales y

antiimperialistas; segundo, la expansión del movimiento sindical y el marcado desarrollo

huelguístico, va reivindicando una legislación laboral en torno al lento reconocimiento de

derechos fundamentales de los trabajadores en lo relacionado con las condiciones de vida y

de trabajo12 y, tercero, desde muy temprano la lucha gremial de los trabajadores los

conduce a la reivindicación de la lucha política en la tensión entre ideas socialistas13 y, las

ideas y los imaginarios de los partidos tradicionales, liberal y conservador, e incluso, de las

ideas religiosas14.

Sexto. Durante este primer periodo las ciudades crecen y definen las dinámicas de sus

propios conflictos urbanos. Al lado del desarrollo industrial, brotan en ellas nuevas

necesidades alrededor de los servicios públicos, la vivienda, el transporte y la seguridad,

que pronto van a movilizar la población urbana entorno a reivindicaciones propias de la

ciudadanía, dando origen a movimientos cívicos que se dirigen igualmente contra las

administraciones corruptas y el clientelismo.

El punto crucial de esta dinamica lo constituye el movimiento cívico, que se desarrolla en

junio de 1929 en la ciudad de Bogota, en el que confluyen, las tensiones políticas del

régimen, la lucha contra el clientelismo y la corrupción en la administración y en la

empresas publicas municipales, así como la protesta por la masacre de trabajadores

12 En estos años comenzaron a expedirse algunos lineamientos normativos en relación con las condiciones mínimas de trabajo: se estableció el seguro de vida obligatorio, el derecho al descanso dominical (no remunerado), algunas normas de seguridad e higiene en las fabricas, entre otros aspectos, que no obstante, al igual que el reconocimiento del derecho a la huelga, se establecían en condiciones que no fueran a limitar los beneficios del los empresarios. 13 En la dinamica del desarrollo del movimiento obrero, los trabajadores contaron con el acompañamiento de un grupo de intelectuales (Raúl Eduardo Mahecha, Tomás Uribe Márquez, Ignacio Torres Giraldo, Ángel Maria Cano…) que ayudaron al fortalecimiento de las ideas socialistas y condujeron el proceso obrero hacía la organización de un partido socialista que publico su plataforma en 1919, en el que se exponían reivindicaciones unidos a este enfoque ideológico. No obstante, estos grupos hicieron en su comienzo un énfasis en la lucha electoral. 14 El carácter político de la lucha económica obrera se fortalece por la represión violenta, criminalización de la protesta social y satanización comunista que hacen patrones ligados con los gobiernos y la iglesia.

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bananeros, de la United Fruit Company, ocurrida en diciembre de 1928, en Cienaga

Magdalena, bajo el régimen impuesto por la llamada “ley heroica”.

En el marco de este movimiento se produce el asesinato del estudiante, Gonzalo Bravo

Pérez, que se ha de constituir en un símbolo de las luchas estudiantiles del siglo XX, y cuya

muerte ha de precipitar la caída del régimen conservador que es incapaz de responder a los

retos modernos y a las nuevas realidades sociales y políticas del país, dando salida al

descontento social y popular de la época, sin tener que recurrir a la violencia.

Séptimo. Desde los albores del siglo XX se inicia la circulación entre los movimientos de

trabajadores, tanto rurales como urbanos, de las ideas socialistas, surgiendo al interior del

movimiento sindical la idea del “partido obrero”. Esta forma de organización política de los

trabajadores comienza adquirir perfil histórico en la segunda década en medio de una

limitada percepción de las ideas socialistas y una muy variada configuración social que

agrupa asociaciones obreras y artesanales, con núcleos de campesinos y de trabajadores

agrarios.

De ese proceso es resultado la formación del Partido Socialista Revolucionario(PSR) que

para 1926, ya esta afiliado a la Internacional Comunista, y participa activamente en la

dinamica del movimiento obrero, las luchas huelguísticas y campesinas y, contribuye con

el levantamiento de los “bolcheviques” del Líbano, departamento del Tolima en 1929, año

de grandes convulsiones sociales y determinante en el derrumbe del régimen conservador

que se inicia con la constitución de 1886 y el movimiento de la regeneración. El PSR

conjuntamente con sectores radicales del Partido Liberal y la movilización social, van

erosionando las estructuras del régimen conservador y favorecen desde distintos frentes a

su derrumbe.

La importancia que este trabajo le atribuye al PSR es, además de haber alimentado con las

ideas socialistas al movimiento de los trabajadores y a sectores campesinos y popular, de

haber apoyado e impulsado su organización y haber acompañado sus luchas, ser la matriz

de la que nace el Partido Comunista Colombiano.

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En síntesis, en este primer periodo se configuran los actores y crean las dinámicas sociales

y políticas que van a desdoblarse durante gran parte del siglo XX, con sus respectivas

complejidades y particulares desarrollos. La historia de las tres primeras décadas del siglo

XX se dan en un contexto internacional en el que los acontecimiento más relevantes en

cuanto que van a influir de manera directa e indirecta las dinámicas nacionales la

constituyen la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa de 1917 y la gran crisis capitalista de

los años treinta. Es un periodo que se da en el marco del decaimiento de Europa como

centro de la hegemonía mundial y la aparición de la USA como potencia.

Segundo Periodo: Retorno de conflictos interpartidi stas y la violencia (1930-1957) Este periodo toma en consideración el retorno de los conflictos entre los partidos

tradicionales que se desarrollan en el siglo XIX, en el marco de un nuevo contexto social,

político y económico que se estructura, en el campo internacional, en torno al ascenso del

fascismo, el desarrollo de la segunda guerra mundial, la aparición de la Unión Soviética

como potencia mundial y la guerra fría; en el campo nacional, en el desarrollo de las luchas

sociales y políticas en una fase de reformismo institucional, el crecimiento de la violencia

y el resurgimiento de movimientos armados.

Comprende la historia del país del 7 Junio de 1929 al 10 de Mayo de 1957. Durante este

lapso de tiempo retorna al poder el partido liberal que gobierna de 1930 hasta 1946, a través

de las administraciones de Enrique Olaya Herrera(1930-1934), Alfonso López Pumarejo

(1934-1938 y 1942-1945), Eduardo Santos (1938-1942) y Alberto Lleras Camargo (1945-

1946); es un periodo de resurgimiento de odios - alimentado por un fascismo corporativista

que se ha ido apoderando del partido conservador- y de recrudecimiento creciente de la

violencia que instala nuevamente en el poder, al partido conservador 1946 a 1953 en la

cabeza de Mariano Ospina Pérez (1946 1950) y Laureano Gómez (1950-1953).

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En este periodo son las luchas sociales entre terratenientes, gamonales y sectores

empresariales (oligarquía) y los sectores campesinos y populares en la lucha por la tierra y

modificación de las condiciones de vida y trabajo las que activan la violencia, incrementada

con la pugna por el control estatal y territorial dada la pérdida de los liberales del gobierno

y el surgimiento de un liderazgo popular creciente representado en Gaitán y su movimiento.

La muerte del Caudillo Liberal Jorge Eliécer Gaitán el 9 de Abril de 1948, profundiza una

oleada de violencia que se va desarrollando en una confrontación de largo aliento que

adquiere la forma de la resistencia armada con la organización y el fortalecimiento de las

guerrillas liberales y comunistas, con lo cual se extiende la guerra por gran parte del

territorio nacional. La persistente situación de violencia unida a las contradicciones al

interior del partido conservador buscan resolverse por la vía del golpe militar del General

Gustavo Rojas Pinilla, el 13 de Junio de 1953, a quien se encarga de encontrar a través de la

amnistía y el indulto, el camino de la desmovilización de parte de la guerrillas liberales y de

abrir la confrontación directa contra las guerrillas comunistas. .

Cumplida la tarea y, ante las pretensiones autonomistas de Rojas Pinilla, los partidos, la

iglesia, los gremios económicos y sectores populares y de trabajadores unidos a estos

desarrollan la jornada del 10 de mayo de 1957, que pone fin al gobierno de Rojas y, a través

de una Junta Militar, devuelve el poder a los partidos en el marco del acuerdo del FRENTE

NACIONAL.

Una síntesis explicativa.

El ascenso al poder del partido liberal15 en 1930, coloca en la agenda pública una nueva

dinamica para la solución de los conflictos que se han ido estructurando a lo largo de las

15 El partido liberal llega al poder en la elecciones de 1930, con Enrique Olaya Herrera, quien tiene la responsabilidad de iniciar un proceso de adecuación institucional y social para las transformaciones que deben producirse en el país de mano de las ideas liberales y en el contexto de las nuevas condiciones históricas en que se encuentra, en relación con el desarrollo del capitalismo mundial. El ascenso del partido liberal se posibilita en razón de dos aspectos centrales: el desgaste tenido por los gobiernos conservadores a lo largo de tres primeras décadas, en la obstinada tarea de mantener el modelo de desarrollo soportado sobre el privilegio de las clases terratenientes y

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décadas anteriores y que se concretan básicamente en la necesidad de responder al

desarrollo capitalista16, generando una industria moderna, reorganizando el sistema de

tenencia de tierra y producción agraria, construyendo el mercado interno, potenciando la

economía exportadora y, sobre todo, institucionalizando la inconformidad social que se

había expresado con gran intensidad en los dos gobiernos anteriores.

La nueva dinamica reactiva el conflicto entre los partidos en la medida que los principios

doctrinarios estaban unidos a la defensa de los intereses económicos y a los cambios o

permanencias en las relaciones productivas y sociales que estos demandan. Así, el

desarrollo agrario que se ha construido, hasta entonces, sobre el control que los

terratenientes ejercen sobre la mano de obra campesina mediante formas de trabajo

premodernas que mantienen atada al trabajador a la propiedad terrateniente requiere de

transformaciones que liberen para el mercado de trabajo la mano de obra y posibiliten el

desarrollo industrial . Esta necesidad histórica, cuenta con grandes resistencias no solo en el

partido conservador, sino, igualmente en sectores del partido liberal que están vinculados a

la producción agraria y que ven con inquietud las reformas en marcha en la medida que

expresan un marcado intervencionismo del Estado en los asuntos económicos y en la

solución de los conflictos sociales derivados de las contradicciones entre capital y trabajo,

entre patrones y trabajadores, entre propietarios y arrendatarios.

Durante el primer gobierno de Alfonso López Pumarejo (1934-1938) el liberalismo coloca

al centro de sus preocupaciones el desarrollo industrial el que necesita de una

empresariales, que genero un vigoroso movimiento social y político que fue capaz de movilizarse de manera permanente colocando en la agenda nacional una conjunto de reivindicaciones de los sectores campesino, obrero y popular y, segundo, la división que se produjo en el partido que disminuyo sustancialmente su capacidad electoral para derrotar a un candidato que no solo tenía el electorado del partido liberal, sino que estaba siendo acompañado por fuerzas del partido conservador que sentían la necesidad de contar con un gobierno capaz de colocar el país en disposición de responder a nuevos retos en materia de organización y desarrollo económico. 16 La crisis del modelo capitalista que se desencadeno a partir de octubre de 1929, impacto profundamente la economía nacional al disminuir drásticamente el flujo de capitales provenientes de las exportaciones de café y la oferta de capitales del mercado financiero. Durante este periodo los gobiernos de Abadía Méndez y Olaya Herrera tuvieron que afrontar las dificultades económicas del país y, en particular, la generada en torno a las obligaciones contraídas en relación con el pago del servicio a la deuda externa que no le dejo otra salida al país que la declarar de moratorio, buscar una negociación favorable para el cumplimiento de la obligaciones sin sacrificar las posibilidades del desarrollo económico del país. Ese proceso concluyo a comienzo de la segunda guerra mundial. No obstante, lo esencial de este periodo es que se inicia una fase de transformaciones estructurales que van a estar guiadas por una particular forma de intervencionismo del Estado dirigido a la regulación macroeconómicas, las administraciones de López Pumarejo y Eduardo Santos serán las encargadas de construir los instrumentos y elaborar las normas constitucionales que posibilitaron la fase intervencionista. Ver a este respecto: Ocampo, José Antonio, Crisis mundial y cambio estructural (1929-1945) en Historia Económica de Colombia. Fedesarrollo-Siglo XXI editores. Bogotá 1987 1991. .

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reconfiguración de las relaciones de trabajo y propiedad de tal manera que se modifiquen,

sustancialmente, las condiciones económicas y sociales de los trabajadores que los

convirtiera en parte fundamental de las economías monetarias y de las lógicas de consumo

capitalista. Así, el desarrollo industrial debe contar con la construcción de un mercado

nacional dinámico que tiene como prerrequisito la existencia de un mercado de trabajo

donde se libere de las ataduras terratenientes la mano de obra campesina y se den las

garantías institucionales que favorezcan un nuevo régimen laboral que debe condicionar y

limitar los derechos de los terratenientes sobre la propiedad de la tierra, los regimenes

productivos y la fuerza de trabajo.

Con el propósito de transformar las relaciones de propiedad y trabajo, el gobierno liberal de

la revolución en marcha, emprende una serie de reformas dirigidas a “modificar el régimen

de tenencia” y a liberar la mano de obra. Así, las reivindicaciones de los campesinos que se

han concretado en las décadas anteriores en torno a las posibilidades de acceso a la

propiedad de la tierra y al impulso de cultivos comerciales, por las vías de hecho en las

invasiones de tierra y en el uso de las armas para su defensa, intentan “enredarse”

institucionalmente en las reformas liberales17.

Las reformas emprendidas y sus contradicciones de hecho, terminan agudizando los

problemas agrarios, en los dos aspectos fundamentales que los han originado: el derecho de

los campesinos a realizar cultivos de tardío rendimiento (café) y, la posibilidad de acceder a

17 Desde finales del gobierno de Enrique Olaya Herrera comenzó a discutirse el contenido de una reforma que frenara los conflictos

agrarios, sin lesionar los intereses de los propietarios de la tierra. Esa reforma se materializo finalmente con la LEY 200 de 1936. que tuvo la particularidad que no tocar la estructura de tenencia de tierra, saneo los títulos defectuosos y no resolvió de manera definitiva el problema más sentido existente en el momento que era las relaciones entre trabajo y arrendamiento. “el aspecto más polémico de la reforma, señala José Antonio Ocampo, tuvo que ver con el articulo 12; en él se estableció que quien ocupara de buena fe tierras de propiedad privada tenía derecho a reclamar al cabo de cinco años la propiedad de la parcela que explotaba. La ley había reiterado además el derecho del colono al pago de las mejoras en caso de que se declarara el desalojo. La reforma abrió así la posibilidad de que arrendatarios y aparceros se declararan propietarios de la tierra arguyendo que nunca habían reconocido dominio ajeno, o que reclamaran mejoras anteriores a la ocupación basándose en la ausencia de contratos escritos…” la contraofensiva de los propietarios a través de la Acción Patriótica Económica Nacional (APEN) y la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC), no se hizo esperar y con la ayuda de la Federación Nacional de Cafeteros, se produjo una contrarreforma que se materializó en la LEY 100 de 1942. la nueva ley declaró de utilidad pública los contratos de aparcería, garantizando a los propietarios el tipo de benéficos que había quedado en entre dicho en 1936: la prohibición de cultivos permanentes, restricción de la siembra en las parcelas a productos de pan coger, y un procedimiento rápido y expedito para liquidar las mejoras que permitiera al dueño la desocupación inmediata de las parcelas .Ocampo op. cite Pag 232 .

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la propiedad de la tierra18. En las siguientes décadas la lucha por la tierra va seguir siendo,

el centro esencial de los conflictos agrarios que se recrudece en términos de la

confrontación, hasta construir el espiral de la violencia, que se expresa en toda su crudeza a

partir de 1946.

La luchas del movimiento obrero, durante este periodo, se inscriben en las transformaciones

que se están produciendo en el país en el marco del desarrollo capitalista; están unidas a los

procesos de reconocimiento institucional de derechos y al segundo ciclo de crecimiento

industrial que se da posterior a la finalización de la II Guerra Mundial.

Con el ascenso del liberalismo al poder se produce un cambio sustancial de la actitud de

institucionalidad política hacía el movimiento obrero que se expresa en una legislación que

le posibilita, en el marco de unos referentes de “control” claramente establecidos, avanzar

en el proceso de organización sindical y en el impulso de los mecanismos de presión

dirigidos a reivindicar mejores condiciones de vida y trabajo19. Desde luego estas

transformaciones se producen como parte del encauzamiento del movimiento social al

apoyo institucional y a la defensa del régimen liberal, pero, son de gran importancia para el

fortalecimiento del movimiento obrero organizado que, en estos años, queda bajo la tutela

de los partidos tradicionales20, el partido comunista y la iglesia21.

18 “Todas las parcelaciones que se realizaron en el país hasta 1940, favorecieron a poco más de 20.000 propietarios, distribuyendo unas 430.000 has. El numero de propietarios favorecidos equivalía a solo el 3,2% de los dueños y al 6.5 % de los arrendatarios y colonos registrados en el censo de población de 1938 en el sector agropecuario”. Ocampo. Op cite. Pg. 233. 19 La Ley 83 de 1931, reconoce el derecho de sindicalización de los trabajadores y establece multas para los patrones que violen este derecho. No obstante, esa misma ley, recorta de hecho la capacidad de organización y negociación de los sindicatos, pues mantuvo el derecho de las empresas a contratar nuevos trabajadores durante los periodos de huelga, así como. La Ley de 1945 le otorga a las organizaciones obreras protección legal. Estas normas prohibieron el paralelismo sindical, la celebración de nuevos contratos de trabajo durante los periodos de huelga, consagraron el fuero sindical, entre otros derechos, que quedaron sujetos a la declaratoria de legalidad de la huelga y al cumplimiento de las etapas de arreglo directo y conciliación previas a la declaración de la huelga. Desde entonces se establece la prohibición de ceses laborales en los servicios públicos, conforme se había estipulado en el reconocimiento del derecho de huelga hecho en 1919. 20 La primera administración de López Pumarejo promovió además la confederación de los sindicatos existentes. Esta política se materializo con la creación de la Confederación Sindical de Colombia la que, en 1935, se termino llamando Confederación de Trabajadores de Colombia(CTC). La unidad obrera se facilito con la política de Frentes Populares adoptada por el Partido Comunista que permitió la elección de un comité ejecutivo único. Esta confederación jugo un papel político destacado en la defensa de las reformas adoptadas por el gobierno liberal, así como en la reelección de López Pumarejo. 21 El desarrollo de la actividad sindical, que había disminuido durante el gobierno de Santos, va ser muy intenso durante la segunda administración de López; pero, una vez el partido liberal pierde el poder en 1945, la confrontación entre liberales y comunistas por el control de la Confederación fue generando fisuras que condujeron a una primera ruptura de la unidad sindical con la creación de la Confederación Nacional de Trabajadores por parte del movimiento Gaitanista y, luego, a una nueva ruptura que confluye con el apoyo de la iglesia en la creación de la Unión de Trabajadores de Colombia. UTC.

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Durante el periodo liberal se produce un muy importante avance normativo en el

reconocimiento de las prestaciones sociales de los trabajadores y en la construcción una

institucionalidad que se va a colocar al servicio de la materialización de sus derechos

fundamentales22.

En el periodo de la segunda postguerra el país se hunde en dos dinámicas diferentes: por

una lado, el crecimiento económico va a ser impactado por un cambio estructural de

marcada significación que modifica la relación entre el desarrollo industrial y las dinámicas

del sector agrario y, por otro lado, se dispara el espiral de la violencia bipartidista que

redefine las relaciones de tenencia y propiedad de la tierra, produciendo el fenómeno del

desplazamiento de campesinos con sus respectivas implicaciones en el crecimiento de los

centros urbanos23.

Desde muy temprano la oposición a los gobiernos liberales y en particular al primer

gobierno de López Pumarejo es violenta. Esa oposición no solamente viene de las huestes

conservadoras, lideradas por Laureano Gómez, sino, de sectores del partido liberal que

sienten que las reformas y las medidas intervencionistas del gobierno de López afectan sus

particulares intereses. Así, los cafeteros y los industriales, ven con preocupación la política

fiscal y social del gobierno de la revolución en marcha y no dejan de incomodarse con la

manera como su administración intervenía en la solución de los conflicto obrero-patronales.

Por su parte, los terratenientes liberales y conservadores, crean la Acción Patronal

Económica Nacional (APEN) para hacer oposición al gobierno, dirigiendo toda su acción

contra la política agraria de López, expresada en la Ley 200 de 1936, considerada como

“bolchevique y subversiva”. Esta organización desarrollo una intensa persecución contra

los campesinos que reivindican el derecho a la tierra y a formas dignas de trabajo rural. 22 Entre las normas dictadas durante el régimen liberal resulta importante destacar el establecimiento de la jornada de 8 horas para trabajadores urbanos y 9 para trabajadores rurales (1934); las medidas de protección a la maternidad (1938); el derecho a vacaciones remuneradas (1931-1944); el derecho al descanso dominical remunerado (1944) y el auxilio de cesantías(1944), entre otras normas que irán constituyendo el cuerpo del derecho laboral. Unida a esta normas se reorganiza la Oficina Nacional del Trabajo(1936) la que posteriormente se convertirá en el Ministerio, se establece la carrera administrativa(1938), se crea la Caja Nacional de Previsión(1944) y se sientan las bases para la creación del Instituto de Seguros Sociales. 23 La violencia en las zonas rurales, posterior a la II Guerra Mundial, fue uno de los factores más determinantes de expulsión de la población rural, esta población se desplazó a las ciudades que carecían de los recursos estructurales de vivienda, servicios y trabajo para recepcionar a los nuevos habitantes, generándose una dinámica de poblamiento periférico en cinturones de miseria y una marcada desocupación laboral que se escondía en formas de subempleo y la conformación de una amplio sector informal.

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No obstante, la oposición más violenta se construye en la unidad del partido conservador,

con la iglesia y los grupos fascistas. A partir de la perdida del poder en 1930, Laureano

Gómez decreta la abstención purificadora que lleva al partido conservador a abstenerse en

las elecciones presidenciales en las que llega al poder López Pumajero. Las reformas

implementadas por su gobierno y, en particular, la reforma Constitucional de 1936, es

catalogada por los conservadores y por la iglesia como socialista y atea, reviviendo allí,

uno de los viejos debates entre los partidos en el siglo XIX, en relación con la libertad de

cultos, y la laicización del Estado. Ese proceso de contradicciones se va a ver reflejado en

la creación de grupos cada vez más radicales que se reconocen católicos, conservadores,

nacionalistas y reaccionarios y se autodenominan la vanguardia de las derechas

colombianas, moral, económica y políticamente amenazadas por la revolución.24

Dentro de esos grupos se destaca el que se denomina “Los Leopardos”, compuesto por un

grupo de intelectuales, que con sus discursos violentos y sus ideas fascistas alimenta el

espíritu de barbarie que se da en el periodo conocido como la Violencia.

Los ejes fundamentales de la contradicción con los conservadores se terminan de despertar

durante la primera administración López que es la que marca las más significativas rupturas

con el régimen anterior. La administraciones de Olaya Herrera y Santos no se destacan

precisamente por ser innovadoras y generar profundas transformaciones en la vida

institucional y política de la nación, más bien contribuyen a generan procesos de transición

y en el caso de Santos reversiones de los avances alcanzados por López que, también, en el

segundo gobierno, en un contexto de marcada oposición y creciente violencia, tiene que

moderar su comportamiento, sortear un intento de golpe y retirarse de la presidencia en

1945, Alberto Lleras Camargo termina su periodo, elegido para hacerlo por el congreso de

la república.

24 Álvaro, Tirado Mejía. Colombia: siglo y medio de bipartidismo; en Colombia Hoy. Siglo XIX editores. Novena Edición.1985. pg 164

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Las confrontaciones entre los dos partidos se desarrollan en medio de sus propias

contradicciones internas y mutuos apoyos. En las elecciones presidenciales del 5 de mayo

de 1946, el partido liberal se presenta dividido con las candidaturas de Gabriel Turbay y

Jorge Eliécer Gaitán, lo que posibilita el retorno de un conservatismo minoritario pero

unido -en ese momento- con el nombramiento del presidente Mariano Ospina Pérez, que

denomina su gobierno de Unión Nacional dando participación en los Ministerios a un

importante numero de liberales25. Ese acompañamiento se va a producir durante todo su

gobierno con un único alejamientos después de las elecciones de 194726, como

consecuencia de la agudización de la violencia que lleva al liberalismo a realizar grandes

manifestaciones27 lideradas por Gaitán, ahora jefe único del partido28.

El asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de Abril de 1948, incrementa el proceso de

violencia que se presenta y conduce, principalmente, a las bases del partido liberal

acompañadas desde la distancia por los jefes de la colectividad hacía la resistencia armada,

dando origen a un vigoroso movimiento guerrillero que se expande rápidamente por

importantes regiones del país.

Sin contendor, dado que el candidato único del partido liberal ha sido asesinado, el

conservador Laureano Gómez es elegido presidente en noviembre de 1949. Desde el

gobierno, sin una oposición sólida, debido al que el movimiento sindical se ha deshecho y

el movimiento campesino enfrenta una violenta arremetida que lo ha obligado a refugiarse

en las armas e ir a la guerra, Gómez prosigue la persecución y eliminación de los

25 A pesar de la colaboración que los liberales prestaban en los ministerios, embajadas y gobernaciones, los trabajadores del partido eran suspendidos de sus cargos y los militares liberales, perseguidos, y asesinados en los campos y ciudades. 26 Estas selecciones las gano ampliamente los liberales, la estrategia del gobierno conservador para disminuir la distancia electoral entre los dos partidos consistió en desarrollar una estrategia de aniquilamiento de los adversarios 27 Son de recordar la manifestación de Manizales en 1946 y la Manifestación del Silencio en Bogota, el 7 de Febrero de 1948, en las que Gaitán llama la atención del gobierno conservador sobre la violencia y señala lo que significaría el desborde del potencial de movilización del partido liberal saliendo en su legítima defensa. . 28 Desde su llegada al poder el partido conservador se dedico a deshacer lo realizado durante las administraciones liberales, modifico sus relaciones con los movimientos sociales que ya se venía deteriorando al interior de las administraciones liberales y construyo conjuntamente con el apoyo de los jesuitas y la iglesia en general su propio movimiento obrero centralizado en la UTC. Despidió de los cargos públicos a los trabajadores de filiación liberal y adelantó una política de represión y violencia contra liberales y comunistas.

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adversarios bajo la sindicación de liberales ateos, masones y comunistas y, se da a la tarea

de impulsar su proyecto corporativista29.

En medio de una guerra generalizada adelantada por las guerrillas liberales y comunistas, el

partido conservador entra en un periodo de confrontaciones y divisiones internas: Gilberto

Alzate Avendaño quien en los años treinta forma un partido fascista (Acción Nacionalista

Popular –ANAP) retorna al partido, ahora aspira a su jefatura, la que también se disputan

Laureano Gómez y Ospina Pérez. El reconocimiento de esta situación genera que la

persecución y la violencia que hasta ahora se dirige contra liberales y comunistas

comprometan la seguridad de Alzate y Ospina y que, Gómez, se dirija contra los intereses

que dentro de su mismo partido ya no lo apoyan.

Comienza a constituirse un bloque de oposición a Gómez del que se hacen participes el

sector financiero y los industriales, que han tomado distancia de las posturas corporativistas

del Presidente. Ospina construye, a través de la conspiración, una salida con dirigentes del

partido y oficiales conservadores que termina con el golpe militar del General Gustavo

Rojas Pinilla, el 13 de Junio de 1953, que fue apoyado por Ospinistas y Alzatistas y bien

recibido por la dirigencia liberal.

Durante los primeros años de su administración, el General Rojas Pinilla, cumple con la

misión que se le encomienda: apuntalar el régimen conservador minado por las

contradicciones internas, desarmar el movimiento campesino que se ha constituido en

guerrilla liberal y que viene evolucionado políticamente hacia un proyecto autónomo, de

naturaleza popular, convirtiéndose en un peligro para los partidos y el sistema y, crear una

atmósfera de tranquilidad que permita el retorno de poder de los partidos tradicionales a la

conducción del Estado. Pero, Rojas va más allá, rodeado de militares y funcionarios de

origen conservador, inicia desde 1954, un proceso de construcción autónoma de una base

29 El Apoyo al general Franco, la solidaridad con las potencias del Eje y la predica corporativista y fascista habían calado hondo en sectores del partido conservador, el propósito de Laureano Gómez, que se identificaba profundamente con ese pensamiento, era reformar la constitución dando un corte corporativista. En el mensaje que como Presidente de la Republica dirige a las Cámaras en su instalación propone a ellas la reforma de la Constitución en el contexto de sus inquietudes corporativistas. Mediante el decreto 1338 de 1952 crea una Comisión de Estudios Constitucionales para que proponga la base de las reformas.

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política propia que se empieza a concretar en una central de trabajadores30, y un

movimiento político propio con pretensiones de partido.31 Esos intentos de “autonomía”

del General-Presidente, unidos a la política económica que compromete en materia fiscal a

los empresarios industriales (ANDI), comerciante (FENALCO y cafeteros (Federación

Nacional de Cafeteros), van creando las fisuras y la animadversión hacía el gobierno

militar. Para derribar el régimen de Rojas se congregan en un solo Frente los empresarios

de la banca, de la Industria y del Comercio; los liberales y los conservadores de los más

diversos matices, la iglesia, los comunistas y los estudiantes con quienes el régimen tiene

una deuda, por los acontecimientos del 8 y 9 de junio de 1954; todos unidos, el 10 Mayo

de 1957, en una gran movilización nacional en la que los empresarios paran la economía,

los estudiantes llenan las calles y los partidos inician el proceso de reconciliación que

conduce al Frente Nacional.

En términos del propósito de esta tesis puede sintetizarse o reducirse de manera esencial

los dos primeros períodos, a unos enunciados centrales que marcan las dinámicas

históricas y van definiendo el tejido complejo de sus conflictos en relación con el territorio,

los actores, y la confrontación sociopolítica.

En síntesis, pese a que el escenario histórico esencial en el que se desarrolla el ejerció

comparativo, es en lo primordial el de los dos periodos siguientes, es importante dejar

reseñados los antecedentes en los dos primeros periodos en el sentido metodológico de

claves para un análisis estructural de los procesos históricos subsiguientes. Me permito

destacar dentro de las ideas centrales a tener en cuenta para el abordaje de la segunda mitad

del siglo XX : el proceso de transición de una sociedad rural a una nación urbana en un

contexto de desarrollo capitalista, de marcada dependencia y ligazón a los intereses

económico –políticos norteamericanos y, de las grandes corporaciones transnacionales; el

proceso de la integración nacional del territorio y su población entretejido con las

30 La Confederación Nacional de Trabajadores, CNT con profundas simpatías con el régimen peronista 31 El Movimiento de Acción Nacional (MAN) que lo conformaron conservadores, liberales y “socialistas”. Ambos proyectos se derrumbaron antes de finalizar su administración. No obstante Rojas deja sembradas las bases de lo que ha de ser una Tercera Fuerza, en la lucha política en década siguiente

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dinámicas de expropiación y apropiación de la tierra, de expulsión, ocupamiento y

control de territorios, dados de manera progresiva e intensa en el devenir del siglo; la

diversidad y simultaneidad de procesos tanto en el mantenimiento y transformación de las

relaciones económicas y políticas, como en las afirmaciones de identidades culturales y

permanencia de condicionamientos del antiguo régimen colonial en una sociedad donde la

modernidad sigue postergada; los procesos de constitución de los actores como clase

social y su transcurrir a la ruptura política con las clases dominantes; la diferenciación

de visiones, estrategias y tácticas, posturas y prácticas políticas entre los sectores

sociales e inclusos sus principales actores en la lucha política contra el régimen establecido;

y quizás la dinámica cíclica, coyuntural y de largo tiempo de los procesos referidos.

Tercer Periodo: Conflictos sociales y político - id eológicos (1958-1977)

Durante el desarrollo del Frente Nacional se transforman en su concepción y contenido las

luchas sociales y políticas, la violencia y la guerra, cambia sustancialmente su carácter,

pasando de ser un mecanismo de acción política de los partidos tradicionales para acceder y

permanecer en el gobierno, a ser un instrumento de la lucha social y política de sectores

sociales y de izquierda de la población, para reivindicar derechos fundamentales, ampliar

los espacios de participación política y, tratar de acceder al poder político, para transformar

la sociedad y el Estado, desde una concepción ideológica y política anclada en el marxismo.

La nueva fase de conflictos tiene entonces como componente fundamental el inscribirse en

una recuperación de la autonomía política de los sectores sociales, en el marco de una

nueva concepción ideológica y política que busca posesionarse en los imaginarios

populares y que se desarrolla en un escenario institucional de confrontación que ve los

conflictos a la luz e interpretación de los fundamentos de la guerra fría y la doctrina de la

seguridad nacional, como un enfrentamiento entre la derecha e la izquierda, la burguesía y

el proletariado, la democracia y el comunismo.

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Este es un periodo en que los conflictos se van a dar en un creciente proceso de

polarización, que ira conduciendo hacia una redefinición de las estrategias institucionales

de seguridad, marcadas por una concepción en la que el centro de acción será no la defensa

del ciudadano y la sociedad en su conjunto, sino, del Estado y las instituciones. Adquiere

mayor importancia la figura del enemigo interior y la población civil organizada se ira

convirtiendo en objeto de la acción coercitiva gubernamental, dada la dinamica

organizativa y de movilización que comienza a desarrollar autónomamente.

Una síntesis explicativa.

El Frente Nacional se propone detener de manera definitiva la violencia ínter-partidista,

superando la historia de confrontación de las dos colectividades tradicionales que al anclar

su construcción, como partidos políticos, en una concepción dualista y diferenciadora en

torno a la concepción de estado y sociedad a edificar, en el periodo de formación de los

imaginarios del Estado-Nación. En esa dinamica polarizan sus distintas actuaciones

desarrollando un proceso de confrontaciones que llena de guerras, sangre y tragedia la

historia nacional. Pero la violencia que se desata en la parte media del gobierno de Ospina

Pérez y que atraviesa toda la década del cincuenta, configura una nueva situación histórica

que se desarrolla, en el periodo de conciliación y matrimonio interpartidista.

La violencia, desde mediados de los años cincuenta, se inicia como mucho más que la

confrontación entre liberales y conservadores; genera el espacio al interior de la dinamica

de sus procesos para una transformación de los imaginarios políticos de los sectores

populares en armas; en relación con los propósitos de la violencia política posibilita a los

grupos guerrilleros que no se desmovilizan, ni se bandolerizan32, adquieran su propia

32 La nueva fase de conflictos, que se extiende en su proceso de acomodamiento y desprendimientos de las razones de la fase anterior tiene como expresión de la continuidad de la violencia el bandolerismo social y político y el surgimiento de las primeras guerrillas revolucionarias. El primero tuvo su geografía en la zona predominantemente cafetera del norte del Valle, el Norte del Tolima, el Viejo Caldas y las regiones campesinas del altiplano cundiboyancense y Nariño. Por su parte, las guerrillas revolucionarias tuvieron distintos orígenes, las luchas agrarias que se fueron extendiendo e intensificando en el país desde las primeras décadas del siglo XX y que, confluyendo con los residuos de la violencia, de las guerrillas liberal y comunista, dieron origen a las FARC; el impacto causado por la revolución Cubana de 1959 en los jóvenes inconformes de las disidencias de los partidos tradicionales y del Partido Comunista, que salieron de sus colectividades a impulsar la lucha revolucionaria a través de la teoría del Foco Revolucionario dando origen al ELN y, las

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identidad, en un acuerdo de imaginarios del liberalismo insurgente y el comunista, para

revestir sus acciones de una nueva legitimidad social, que emprende un pensar en un orden

legal distinto al existente y en reconocer a sus propios jefes naturales como jefes políticos,

lejos de las burocracias de las direcciones de los partidos tradicionales ahora coaligados en

la ideología del frente Nacional.

El propósito de enmienda en que se comprometen los dos partidos promueve en cada uno el

reconstruir el prestigio y la credibilidad de la colectividad contraria para hacer posible un

proceso, que en el marco del esquema ideológico y político del Frente Nacional, convierta a

cada partido en garante de los buenos propósitos de su contrario33. En un gobierno paritario,

de política coaligada, campañas electorales conjuntas, con alternación en el ejercicio del

poder ejecutivo, los conservadores deben comunicar a sus huestes que los liberales ya no

eran unos masones, ateos y socialistas, sino, una comunidad de bien y democrática, con la

que se va a compartir el poder sobre la base de propósitos comunes e, igual, los liberales

deben convencer a sus bases sociales que los conservadores no son una fuerza terrorífica

que amenaza sus vidas, sino, una especie de co-partidarios de otro partido con los que se

va a gobernar el país para mantener la armonía y la tranquilidad de la nación. Así, la tarea

de devolver crédito al rival es la primera acción que emprenden los partidos en el desarrollo

del pacto Frentenacionalista.

Esta situación establece las condiciones para producir en los años siguientes una marcada

despolitización de las bases sociales de los partidos tradicionales y, que distintos sectores

sociales agobiados por la situación de pobreza generalizada, sin tener colectividad donde

refugiarse para demandar los cambios, principie la búsqueda de otras opciones políticas

que marquen la diferencia con el régimen del Frente Nacional.

que resultaron de las contradicciones y divisiones del mundo socialista, que genero el alineamiento internacional de la izquierda sobre los ejes de Moscú y Pekín que dieron origen al EPL. 33 Resultante del acuerdo político entre los jefes de los partidos tradicionales, liberal y conservador, se establece a través de una reforma constitucional que voto plebiscitariamente el mismo por 12 años. El Congreso bipartidista lo aumento a 16: cuatro periodos de cuatro años para que los dos partidos se turnen en la Presidencia de la Republica y se repartan por mitades los cargos de gobierno y los asientos en el Congreso.

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El primer gobierno del Frente Nacional tiene la responsabilidad de forjar la nueva

atmósfera social y política de la nación: primero convencer a los liberales y a los

conservadores que pueden gobernar en común superando sus contradicciones y odios sobre

un programa de interés nacional que responda a los retos que le impone el momento

histórico; segundo, lograr el afianzamiento del poder civil colocando a los militares en el

sitio que les asigna la Constitución. Para ello, el presidente Alberto Lleras Camargo

dispone una estrategia dirigida a reconocer la tradición republicana de las fuerzas militares

y la necesaria subordinación del mando militar al mando político, conservando para ellas,

una cuota importante de poder discrecional en el manejo del orden público con el

mantenimiento de la figura de Estado de Sitio que es un hecho permanente y que se sigue

desarrollando invadiendo buena parte del territorio de la justicia. Tercero, Lleras

comprende que no es suficiente el hermanamiento de los dos partidos y los llamamientos

conjuntos, sino, que es preciso poner remedio a ciertos efectos económicos y sociales que

producen tensiones en los campos y engrosaba peligrosamente la población urbana34. El

instrumento fundamental para la persuasión es la reforma agraria, concebida en su

momento por Carlos Lleras Restrepo, que debe fortalecer la economía campesina y frenar

las corrientes migratorias del campo a las ciudades y apagar los conflictos agrarios que se

han reactivado de manera significativa35. Esos cambios deben hacerse sin incomodar a los

terratenientes inscritos en los acuerdos del Frente Nacional.

Los gobiernos del Frente Nacional Lleras Camargo, Guillermo León Valencia, Carlos

Lleras Restrepo y Misael Pastrana Borrero con sus respectivos planes de gobierno, buscan

mantener un orden institucional que combine convivencia democrático partidista y

desarrollo capitalista36. Así, obligados a gobernar sobre la base del respeto a las

instituciones económicas capitalistas, los gobiernos quedan expuestos a la impopularidad 34 Los procesos políticos, la dinamica económica y la violencia fueron generando una movilidad demografía que pronto transformo el país de predominantemente rural a predominantemente urbano, con todo lo que ello implica en materia de calidad de vida y demanda de trabajo y servicios. 35 La tensión social en el campo cedió parcialmente con los procesos de Reforma Agraria y con la conformación de la Asociación de Usuarios Campesinos ANUC, concebida por el gobierno Lleras Restrepo como una organización similar a los sindicatos obreros de la década del treinta, y cuarenta con el objetivo de canalizar, dentro de las instituciones, la inconformidad campesina.. 36 El capitalismo colombiano completo bajo el régimen del Frente Nacional su etapa sustitutiva, aquella en que su expansión tuvo como centro el desarrollo industrial, el que, se limitaba a ir copando las demandas directas provocadas por la agricultura tradicional de exportación dependiendo de las divisas generadas por esta agricultura para pagar sus importaciones de maquinaria, equipos y materias primas.

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del régimen económico, estadísticamente asegurada por las altas tasas de desempleo, el

crecimiento de la pobreza y la marginalidad y el decreciente nivel de ingreso de la

población trabajadora que es obligada a iniciar toda clase de actividades económicas para

su subsistencia básica.

Los sectores sociales que en el periodo anterior han pasado por el proceso de

institucionalización y permanecen bajo la tutela de los partidos y de los gobiernos, en el

periodo del Frente Nacional, entran en estado de abandono y orfandad institucional y se

enfrentan a la necesidad de reivindicar a través de sus propios esfuerzos sus derechos

fundamentales. Su acercamiento a terceros partidos y a otras dinámicas de confrontación,

legales e ilegales, va a darse en lo sucesivo.

En las elecciones para el periodo de 1970-1974, el último de los gobiernos del Frente

Nacional, el candidato de la coalición partidista no puede vencer con suficiente claridad la

candidatura del General Gustavo Rojas Pinilla, que a través de la Alianza Nacional

Popular-ANAPO- logra canalizar electoralmente la creciente inconformidad popular

surgida del empobrecimiento marcado de la población37. Con la “derrota” de Rojas se

golpea el movimiento populista que encarnaba la Anapo llevando a sus bases sociales a

retornar a los partidos tradicionales y a un sector minoritario a migrar hacia la oposición en

la izquierda marxista.

Durante el periodo del F. N. comienza a configurarse un nuevo escenario de confrontación

social y política que convoca la atención de la institucionalidad estatal y la alianza inter-

partidista de las próximas décadas. Aparece un nuevo enemigo constituido por los

movimientos sociales y políticos que no solo reivindican para si mejores condiciones de

vida y trabajo, sino, que van colocando al centro de sus luchas una nueva concepción

política guiada por ideologías de la izquierda marxista que se plantea la lucha por el poder

37 La forma en que se consolida la victoria del candidato de la coalición genera una reacción popular que los días que siguieron a las elecciones, el Presidente Carlos Lleras Restrepo, se vio en la necesidad de establecer el toque de queda obligando a la población a recogerse en sus viviendas y tratando de evitar que la inconformidad generada a raíz de un “supuesto” fraude electoral produjeran desmanes que afectaran a la población y a la institucionalidad estatal.

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del Estado, para su transformación y la construcción de una nueva sociedad de naturaleza

socialista.

El crecimiento de la movilización social, durante este periodo, se va dando de manera

simultánea con la liberación del mismo de las ataduras ideológicas de los partidos

tradicionales, dirigiéndose al encuentro con sus propias reivindicaciones sociales y políticas

que se expresan en distintas formas organizativas (sindicales, gremiales, políticas y

militares…) y mediante acciones que van desde las invasiones de tierra38, las huelgas y

protestas obreras, los mítines estudiantiles y los paros cívicos, hasta, incursiones

guerrilleras de la izquierda radical.

En el convulsionado mundo social que se esta levantando, en el que crece y se manifiesta

vertiginosa y vehementemente la in conformidad de los distintos sectores de la sociedad, en

su afán de sostener el poder, en el marco del acuerdo frentenacionalista y, conjurar el

fantasma de la amenaza militarista y comunista los gobernantes del Frente Nacional

abandonan la posibilidad de realizar reformas capaces de incidir significativamente en las

transformaciones del orden socio-económico, para constreñirse a la función de administrar

el establecimiento, aplazando de paso las soluciones para un conflicto que se va haciendo

más estructural y más complejo.

Así, bajo la égida del régimen económico existente, el establecimiento se va haciendo

rígido en la conducción y tratamiento de los conflictos, termina por ver en cualquier

proyecto reivindicativo o critico al sistema político un movimiento opositor al cual finaliza

descalificando bajo la denominación de subversivo.

Frente a la ausencia de una expresión política capaz de ser receptora de la inconformidad

creciente y canalizarla hacía la confrontación y la salida institucional, la protesta social y el

38 En los primeros años de la década del 70, las invasiones de tierras lideradas por un sector de la ANUC que se había radicalizado haciendo las rupturas correspondientes con la institucionalidad de la reforma agraria , se intensificaron hasta comprometer 150.000 hectareas de tierra, movilizar 30.000 usuarios y afectar 274 propiedades rurales, conforme los señalas los estudios de Pierre Gilhodes, Las luchas agrarias en Colombia(1974) y Daniel Pecaut, La modernizaciónde la agricultura en Colombia(1974).

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descontento colectivo encuentra sus principales apoyos en organizaciones de izquierda

inspiradas ideológicamente en el marxismo, que buscan establecer en la dinamica de la

construcción histórica una estrecha relación entre los enunciados teóricos y las prácticas

políticas y sociales, las que comienzan a darse en espacios extra-institucionales y se van

radicalizando, en algunos sectores, en el contexto de la época hasta reencontrase en la

lucha, por reivindicaciones estratégicas distintas, con las armas y la violencia como vía para

acceder al poder político.

Se va construyendo a lo largo del Frente Nacional una izquierda idealista y flotante, que se

ufana de constituir la fuerza transformadora de la sociedad y el estado y se autodenomina,

partido “único” del proletariado o “vanguardia” de la revolución colombiana; en términos

generales - exceptuando al Partido Comunista Colombiano que, sobre los cuarenta años de

existencia, a lo largo de toda su historia ha logrado construir y disciplinar alguna base

social significativa en los sectores obreros y campesinos- la mayoría de las organizaciones

de izquierda carecen de esas bases y sueñan con un proletariado revolucionario de

vanguardia. Estas organizaciones, movidas por un tipo de liderazgo personalista y

dogmático, cargadas de contradicciones y confrontaciones internas se van dividiendo hasta

llenar de pequeños grupos el escenario de la política. Esos partidos y movimiento políticos,

“obreros” y de “vanguardia”, están “llenos” de funcionarios públicos, estudiantes e

intelectuales de izquierda, que se convierten en obreros y campesinos a través de la magia

de la “proletarización” revolucionaria.

No obstante, todas las críticas que se le pueda hacer a esa izquierda, idealista, sectaria,

dogmática, son sus organizaciones las que movilizan la inconformidad social y llenan de

contenido reivindicativo y “revolucionario” los conflictos de este periodo que se mueven

entre la lucha reivindicativa reformista, la lucha política democrática y la lucha armada

revolucionaria.

En las elecciones presidenciales de 1974, los dos grandes partidos colombianos

enfrentándose nuevamente después en 16 años, lanzan las candidaturas de Alfonso López

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Michelsen y Álvaro Gómez Hurtado39. El triunfo liberal de López abre el ciclo de

conducción política libre de los acuerdos del frente Nacional, restableciendo la norma del

partido mayoritario. Las expectativas creadas por López que se ha opuesto al proceso del

Frente Nacional generando su propia fuerza política, el Movimiento Revolucionario Liberal

(MRL) que juega un destacado papel en las luchas políticas de la época, pronto declinan

como consecuencia de la dinamica de los procesos económicos que generan una ola

inflacionaria40 que coloca en extrema precariedad a gran parte los sectores más

desfavorecidos de la población agudizando la pobreza.

El costo de la vida resultante del proceso inflacionario alcanza en este periodo índices antes

nunca vistos lo que empuja a que las distintas manifestaciones de inconformidad social y

protesta política confluyan en un Paro Cívico Nacional, 14 Septiembre de 1977, convocado

por las distintas centrales obreras y acompañado por las fuerzas sociales y políticas y

sectores de la insurgencia, que supera todas las expectativas de las convocatoria hecha y,

se convierte, por su dimensión y expresividad, en una especie de “paro insurreccional”

que marca la historia de los movimientos sociales, como un hecho de obligada referencia y

que, para este trabajo, es el punto de inflexión en el que finaliza el tercer periodo y se abre

un nuevo ciclo en el que los conflictos se enrarecen y se degradan.

Cuarto Periodo: “E scalamiento , enrarecimiento y degradación” de los conflictos: La sociedad civil como blanco (1978…).

Desde el año 1978 se inicia en el país un proceso ascendente de enrarecimiento y

degradación de los conflictos sociales, políticos y militares que adquieren para la sociedad

colombiano un altísimo costo en vidas y la erosión de las instituciones del Estado.

Durante este periodo, se genera un creciente proceso de persecución, criminalización

judicialización y de la protesta social; se desarrollan practicas de terrorismo de Estado 39 Hijos de dos grandes políticos de la primera mitad de siglo que encarnaron las contradicciones entre los partidos: Alfonso López Pumarejo del Partido Liberal y Laureano Gómez, Partido Conservador.

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mediante la implementación de grupos paramilitares y de una escala de violencia dirigida

en lo fundamental contra la sociedad civil; el desplazamiento forzado, como estrategia de

guerra, se constituye en una de las practicas más utilizadas para la reconfiguración de las

relaciones de tenencia y de producción en el campo; se desarrolla y fortalece la economía

del narcotráfico y se potencializa su capacidad de corrupción de las institucionalidad del

Estado y la sociedad colombiana; se genera un modelo de alianzas perversas que une el

paramilitarismo y el narcotráfico en una oleada de violencia criminal, revestida de ideas

anticomunistas que se dirige, en un primer momento, contra las formas organizadas de la

población civil y sus dirigencias naturales, produciendo la degradación del conflicto a

través de asesinatos selectivos, desapariciones, masacres, genocidios, desplazamientos

masivos de población y practicas de terrorismo, que catalogados como crímenes de lesa

humanidad, colocan el país, frente a la comunidad nacional e internacional, en un estado

generalizado de crisis humanitaria. Y, en un segundo momento, se dirige contra el Estado

en el marco de los intereses de los carteles del narcotráfico en su lucha contra la

extradición, mediante prácticas narcoterroristas que terminan por someter la voluntad y la

autoridad institucional a ese propósito.

La alianza entre narcotráfico y paramilitarismo se fortalece en un proceso de sometimiento

territorial y social de distintas regiones del país y de cooptación de la voluntad política de la

clase dirigente y los estados locales y regionales, hasta alcanzar una importante injerencia

en la política nacional.

Lejos de disminuir la violencia guerrillera, en este periodo se incrementa y alcanza sus más

importantes logros militares; los grupos armados se extienden por todo el país, se desplazan

de las zonas de colonización hacia los centros de desarrollo productivo y poblacional,

articulan sus economías de guerra a los procesos productivos regionales, entran a controlar

territorio y población y a definir con las autoridades locales sus respectivos planes de

desarrollo. “Impuestan” a los sectores productivos, incrementan los secuestros y

comienzan a relacionarse con los recursos y la empresa del narcotráfico hasta hacerse parte

Page 57: RESISTENCIAS POLITICAS EN EL VALLE DEL RIO CAUCA …

de la misma y llegar a controlarla, lo que dispara su capacidad operativa y de confrontación

al Estado.

En este periodo, comienza a ser explicita y a desarrollarse la necesidad de la solución

política del conflicto armado, el que convierte a la guerrilla en interlocutora valida de la

Sociedad y el Estado a través de procesos de dialogo y negociación con el gobierno

nacional. Se dan en esa dinamica procesos exitosos que conducen a desmovilización y

reinserción social e institucional de algunos actores armados que se hacen participes de los

procesos de transformación institucional del Estado en la Asamblea Nacional

Constituyente.

En general es un periodo de creciente confrontación, escalamiento y degradación de los

conflictos, que introduce dos nuevos actores con una altísima capacidad para destruir y

corroer la sociedad colombiana: El narcotráfico y el paramilitarismo. Este periodo se da en

el marco de las transformaciones que se están produciendo en el mundo en relación con el

modelo económico neoliberal y las economías de libre mercado, el derrumbe del socialismo

real, el fin de la guerra fría, el retorno a un mundo unipolar de bloques, la globalización y el

crecimiento de democracias alternativas en América Latina.

Una síntesis explicativa.

Desde finales de la década de los setenta los protagonistas centrales de la historia nacional

van a ser el movimiento insurgente, el narcotráfico y el paramilitarismo. La sociedad civil

organizada va ser el blanco de sus acciones lo que va producir una desfiguración creciente

de los conflictos que conduce al reconocimiento de la existencia de una crisis humanitaria

que convoca la atención y el concurso de la comunidad internacional.

La Década de los ochenta es de una enorme expansión subversiva, la guerrilla se extiende

por todo el territorio nacional, el ELN, las FARC y el EPL, las guerrillas tradicionales,

conjuntamente con las llamadas guerrillas de la segunda generación, aquellas que se

Page 58: RESISTENCIAS POLITICAS EN EL VALLE DEL RIO CAUCA …

crearon en la década de los setenta, Movimiento 19 de Abril (M-19), Quintín Lame, PRT…

se desarrollan y generan los procesos de unidad, primero en la CNG y luego, en la CGSB41.

En este periodo, los enfrentamientos de ejército y guerrilla se enrarecen con la aparición y

el crecimiento del fenómeno paramilitarismo y su posterior alianza con el narcotráfico,

originando un escalamiento del conflicto armado, que se manifiesta en la cantidad y la

“calidad” de los enfrentamientos, la delimitación excluyente de los intereses de los actores

(enemigos absolutos), el fortalecimiento de las estructuras militares de las organizaciones y

su desdoblamiento permanente, el aniquilamiento de los sectores sociales de soporte, la

implementación de practicas de terror y contra-terror y, la redefinición y modernización

creciente de las practicas de confrontación, procesos estos que se producen en el marco de

una estrategia de guerra que persigue el posicionamiento social y el control territorial, la

instauración de una economía de guerra sostenible, unida a procesos sociales de

construcción de nuevas legitimidades.

En el contexto de la dinamica anterior se inicia una manifestación de la crisis humanitaria

como resultado de la violación masiva y sistemática de los derechos humanos, el

desconocimiento por parte de los actores armados del Derecho Internacional Humanitario

en las practicas de guerra, la incapacidad institucional de proteger a la población civil, la

generación de una situación de crisis parcial de gobernabilidad, la perdida de la credibilidad

de los actores entre si, con el surgimiento de una ética de doble moral, que se expresa a

través de un cinismo institucional y contra-institucional. Todos estos aspectos conducen por

sus efectos a una mayor visibilidad internacional del conflicto, que convoca, la

participación, veeduría, cooperación y ayuda internacional que, en la práctica,

internacionaliza el conflicto colombiano, generando una vigilancia y “juzgamiento” del

Estado y los actores del conflicto en materia de Derechos Humanos.

41 La FARC-Ep, se habían resistido a hacer parte de la CNG, en razón de que se encontraban en un proceso de paz con el gobierno Betancur al que la Coordinadora se oponía y, que al interior de este proceso de unidad se encontraba el Frente Ricardo Franco, una disidencia de las FARC. En 1985 Jaime Delgado, comandante del Ricardo Franco lleva a cabo la masacre de Tacueyo en la que 184 guerrilleros son asesinados por sus propios compañeros y enterrados en fosas comunes, sindicados de infiltración. La CNG, realiza la investiogación considera que se ha cometido un crimen de lesa humanisdad con la militancia del frente y expulsa al “Ricardo Franco”

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Durante la década de los ochenta el proceso de crecimiento del fenómeno del narcotráfico

pasa del auge de la marihuana en la costa atlántica, hacia el cultivo de la coca, en distintas

regiones del país y, su respectivo procesamiento en cocaína. El auge del narcotráfico

colombiano, a partir de los ochenta, tiene que ver con el manejo completo de la cadena

productiva: producción de la hoja de coca, su transformación en cocaína, el transporte a los

centros de consumo y la puesta en el mercado de consumidores al menudeo en Estados

Unidos y Europa.

La legalización de la marihuana en Estados Unidos y su producción directa impulsa la

industria del narcotráfico soportada en la coca y la amapola, cultivos que se convierten en

la base fundamental del narcotráfico, el cual desde la década del ochenta gira en torno a una

mafia que se constituye como carteles y que se hace acompañar de sus propios ejércitos. A

comienzo de esa década Carlos Ledher es el primer narcotraficante que dimensiona el

fenómeno del narcotráfico en el desarrollo de la economía, establece las relaciones de este

con la política y visiona el impacto que el mismo puede tener en el fortalecimiento del

movimiento insurgente. Con su captura y extradición son Gonzalo Rodríguez Gacha y

Pablo Escobar quienes asumen el liderazgo de la “industria” de narcotráfico. Rodríguez

Gacha incursiona en el narcotráfico convirtiéndose en uno de los principales capos de la

droga en el país, en alianza con Pablo Escobar Gaviria, que delinque desde la década del

setenta, los Ochoa y pequeños capos de la costa atlántica, crean el Cartel de Medellín. En el

Valle del Cauca, los hermanos Gilberto y Miguel Rodríguez Orejuela, en alianza con

narcotraficantes menores del centro y norte del Valle dan origen al Cartel de Calí, que se

instituye en la segunda gran empresa de la industria del narcotráfico en pugna con el cartel

de Medellín

Durante la década de los ochenta el narcotráfico atraviesa toda la economía e impacta

profundamente la sociedad colombiana. El dinero capital producido por la industria del

narcotráfico, a través de los dos carteles, cruza toda la economía nacional, compromete el

sector agrario, industrial, de la construcción, turístico, el deporte, el comercio y el sector

financiero, incluyendo, el Banco de la Republica. Ese proceso va unido a una cultura del

Page 60: RESISTENCIAS POLITICAS EN EL VALLE DEL RIO CAUCA …

enriquecimiento rápido que tienta a un amplio sector de la población que se vincula al

fenómeno del narcotráfico en distintas actividades que se mueven entre lo legal a lo ilegal:

de el trabajo desprevenido en empresa-fachada al testaferrato, el lavado de activos y el

sicariato. La capacidad de corrupción del fenómeno llega al interior de la institucionalidad

estatal en sus más altas esferas, genera una dinamica de comportamiento social y político

que va erosionando la legalidad y legitimidad institucional y, que obliga a diseñar e

impulsar una estrategia de saneamiento institucional dirigida a recuperar credibilidad y

legitimidad social.

En la lucha contra la droga y el narcotráfico se va generando la política antinarcóticos, que

va haciendo más estrechas las relaciones entre Colombia y Estados Unidos hasta establecer

niveles de cooperación que comprometen el conjunto de la institucionalidad colombiana y

llegan hasta el impulso del Plan Colombia en el gobierno de los presidentes Pastrana y

Uribe.

Aunque se atribuye, la aparición del paramilitarismo al secuestro de Martha Nieves Ochoa,

por parte de un comando del M-19, en la figura del MAS, el paramilitarismo como

fenómeno, surge en el contexto de la implementación de las estrategias de lucha

contrainsurgente, que contempla la doctrina de la seguridad nacional, como grupos armados

al margen de la ley que operan conjuntamente con el ejercito en la lucha contra la

subversión comunista. Durante las tres últimas décadas del siglo XX, los grupos

paramilitares, sufren un proceso de transformación significativo hasta convertirse en

protagonistas centrales de la vida nacional y en un fenómeno que esta más allá del

escenario exclusivo de la acción militar terrorista, en los contextos que definen la vida

política, económica y social de la nación, reconfigurando las relaciones de poder y

acumulación capitalista, transformando las estructuras de tenencia y producción agraria y

estableciendo los regimenes de convivencia social, en gran parte del territorio nacional.

Desde la segunda mitad de la década de los ochenta comienza a darse la doble relación del

narcotráfico con la guerrilla y los paramilitares, iniciándose un procesos de fortalecimiento

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de ambos fenómenos, que ha de incrementar el espiral de la violencia en el país, la que se

dirige en lo esencial contra la sociedad civil: Asesinatos, desapariciones, masacres,

desplazamientos, secuestros, extorsiones y expropiaciones se constituyen en practicas

comunes de confrontación militar, control territorial y social, y acumulación económica.

Después de un periodo de muy dura represión durante la administración de Julio Cesar

Turbay Ayala (1978-1982), guiada por el Estatuto de Seguridad, que en lo esencial orienta

sus acciones contra el movimiento social y popular, las administraciones que siguen buscan

una salida política para el tratamiento del conflicto armado. Un importante proceso de paz

desarrolla el presidente Belisario Betancur (1982-1986) con las FARC que gira en torno a

los Acuerdos de la Uribe. Este proceso se inicia con una declaración de cese al fuego y

tregua, y se da en el marco de una ley de amnistía42. Del proceso de Paz de la Uribe surge

la Unión Patriótica, en el marco de una reforma política de elección popular de alcaldes.

Este movimiento es brutalmente criminalizado en un genocidio que compromete más de

cinco mil asesinatos lo que lleva a las FARC-EP a replantear sus relaciones con el Estado y

a diseñar una estrategia de confrontación en la que centra todos sus esfuerzos en el

fortalecimiento militar de la organización.

El 6 de noviembre de 1985, un comando del M-19 se toma las instalaciones del Palacio de

justicia produciéndose el más cruento episodio de las relaciones entre militares, gobierno,

guerrilleros y población civil43. Desde ese momento, la organización inicia un proceso de

reflexión interna que la conduce hacía la desmovilización y la reinserción institucional. No

obstante, con el secuestro a Álvaro Gómez Hurtado se da inicio a un proceso de dialogo

dirigido hacia su incorporación a la vida institucional.

42 Resulta importante precisar que el proceso de Paz de la Uribe, se produce en un periodo en que el paramilitarismo se encuentra en su primera fase de desarrollo como estrategia de confrontación a la insurgencia y de pacificación y esta localizado, básicamente, en las regiones del Magdalena Medio y en los territorios de Córdoba y Urabá y que la ley de amnistía se produce como un gesto unilateral del gobierno Betancur frente a la guerrilla, para hacer manifiesta su voluntad de paz. 43 A las dificultades sociales y políticas, existentes, se unen las catástrofes naturales produciéndose semanas después, de la toma del Palacio de Justicia, la tragedia de Armero, en la que la avalancha generada lo el Volcán Nevado del Ruiz, acaba con la vida de 22 mil habitantes de esta población del Departamento del Tolima.

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La segunda mitad de la década de los ochenta, tiene como característica esencial el

recrudecimiento de la violencia en una fase que se ha de denominar de guerra sucia y

cuyos protagonistas centrales son el narcotráfico y el paramilitarismo44. El entonces

Ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla - administración Betancur- lanza una ofensiva

general contra el narcotráfico colocando al centro de su lucha la aprobación en el Congreso

de la Republica del tratado de extradición a Estados Unidos.

El 30 de Abril de 1984, el cartel de Medellín, asesina a Rodrigo Lara Bonilla y se da inicio

a la guerra entre narcotráfico y Estado. A partir de ese momento, jueces, fiscales y

representantes del Estado se convierten en blanco de la acción terrorista del narcotráfico. La

declaración de guerra del narcotráfico contra las instituciones del Estado se une a la

situación de violencia que atraviesa el país en relación con el crecimiento de las acciones de

la guerrilla y las movilizaciones sociales de distintos sectores y paros cívicos regionales que

conducen al Paro Cívico Nacional de 1985 y a las Marchas Campesinas del Nororiente.

Entre 1986 y 1989, durante la administración del presidente Virgilio Barco Vargas (1986-

1990), el paramilitarismo en unidad con el narcotráfico, inicia un ciclo de violencia dirigido

contra la dirigencia política y democrática del país. En ese proceso mueren Jaime Pardo

Leal, Bernardo Jaramillo, Guillermo Cano, Raúl Echevarria Barrientos, Carlos Lajud,

Héctor Abad Gómez…entre muchos otros significativos dirigentes democráticos, sociales

populares. La arremetida del narcoterrorismo golpea al conjunto de la sociedad colombiana:

centro comerciales, bancos, periódicos, instituciones del estado son blanco de la acción de

comandos terroristas y de sicarios formados en las escuelas del Magdalena Medio, por

mercenarios israelí, ingleses y norteamericanos, pagados por el narcotráfico.

44 La guerra sucia tiene como actor clave el Estado aliado al narcoparamilitarismo. En tiempos de auge de esta alianza en Centroamérica, Estado Unidos crea y patrocina estas prácticas a través de los Contras en Nicaragua y luego en el resto de la región. Igualmente se produce durante la guerra sucia la vinculación y pactos políticos de narcos con sectores partidistas y el apoyo de los dineros del narcotarfico en las campañas electorales locales, regionales y nacionales. Esos pactos al denunciarse o incumplirse gestan la confrontación contra sectores gubernamentales y del estado.

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Durante la administración Barco se gesta el proceso de negociación que logra la

desmovilización de las guerrillas de M-19, el Quintín Lame, el PRT y la Corriente de

Renovación Socialista.

La campaña política de 1990 para la presidencia, Luís Carlos Galán, candidato del partido

liberal, la dirige contra el narcotráfico y los agentes de la violencia. En agosto de 1989 en el

desarrollo de la misma, Galán es asesinado en el municipio de Soacha. Otros candidatos

como Bernardo Jaramillo y Carlos Pizarro León Gómez también son asesinados en ese

proceso.

Cesar Gaviria Trujillo asume las banderas de Galán e inicia su ascenso a la presidencia de

la Republica. Una vez en el gobierno, Gaviria Trujillo (1990-1994) convoca a la Asamblea

Nacional Constituyente que proclama la nueva Constitución de Colombia y lanza una

ofensiva militar contra la retaguardia estratégica de las FARC, en Casa Verde. Esa

constitución se convierte en un pacto político en el que cada sector saca adelante su propia

iniciativa: Los sectores desmovilizados de la insurgencia liderados por el M-19, dejan

consignado en la constitución el capitulo de derechos civiles y políticos, los sectores

económicos, representados en los partidos tradicionales, el espíritu neoliberal de la carta y,

el narcotráfico, la no extradición45.

Desaparecido el fantasma de la extradición, y ante el ofrecimiento de una política de

sometimiento a la justicia favorable, un sector de la delincuencia organizada del

narcotráfico, liderado por Pablo Escobar Gaviria se somete a la autoridad del Estado y se

recluye la cárcel de alta seguridad conocida como La Catedral. En los meses siguientes a

ese sometimiento, el gobierno establece que el capo continua delinquiendo desde la cárcel y

decide modificar las condiciones de reclusión, produciéndose en 1992, la fuga de Pablo

Escobar. El gobierno emprende la persecución de Escobar a través del bloque de búsqueda,

45 La Constitución de 1991, que busca responder a las especificidades del momento crea la tutela, la fiscalía y la corte constitucional, establece la independencia del Banco de la Republica, la elección de los gobernadores, entre otros aspectos que contribuyen al ajuste institucional del Estado y serán relevantes para el desarrollo de la vida institucional y democrática del país.

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que en Alianza con los pepes- perseguidos por Pablo Escobar- y Carlos Castaño, dan con el

paradero del capo, lo cercan y le dan muerte en la ciudad de Medellín a finales de 1993.

Las muertes de Escobar Gaviria y Rodríguez Gacha, dan origen a una lucha, criminal, entre

narcotraficantes, paramilitares y guerrilla por el control de la industria y los recursos del

narcotráfico. En ese proceso las FARC- EP va a tener que decidir si continúan en las tareas

de impuestación o entran, como ocurre, a controlar la cadena productiva del narcotráfico,

en una disputa abierta con el paramilitarismo y los nuevos capos de la droga.

El Presidente Ernesto Samper (1994-1998) gobierna el país en medio de las dificultades

generadas por la vinculación de su campaña con los recursos del narcotráfico denunciadas

por su opositor el candidato Andrés Pastrana Arango46, quien coloca en conocimiento de la

opinión publica los llamados “narcocassettes” que ponen en duda la legitimidad de la

campaña y obligan un proceso de investigación al presidente que se rotula con el numero

8000. La investigación se realiza en el Congreso de la República donde precluye.

Durante la administración del presidente Samper el conflicto armado alcanza sus mayores

desarrollos. Por una parte, durante este periodo el fenómeno paramilitar se extiende por

todo el país y se convierte en un “actor político y militar” fundamental en la lucha contra la

insurgencia y en la consolidación de los proyectos políticos regionales47 y, por otro lado, el

avance de la guerrilla se expresa en el cambio de la táctica de guerra, en particular de las

FARC-EP que los lleva de la guerra de guerrillas a la guerra de movimientos - de la

defensiva a la ofensiva- y con ella a la toma de bases militares y a la captura de centenares

de policías y soldados que quedan bajo la condición de prisioneros de guerra48. Es un

46 Se señala que la campaña fue financiada por los hermanos Rodríguez Orejuela del cartel de Calí por intermedio de Guillermo Alejandro Palomares quien estableció relaciones con Santiago Medina y Fernando Botero, tesorero y director de la campaña, respectivamente. 47 A mediados de 1997, los grupos paramilitares, hasta entonces agrupados bajo mandos distintos y con incidencias regionales concretas, inician el proceso de coordinación nacional que da origen a las AUC, organización ésta que desde entonces, se articulara en torno a un “proyecto político” de control territorial y se convierte en un obstáculo que va hacer determinante en las posibilidades y desarrollos del proceso de paz de la administración del presidente Pastrana con las FARC-Ep. Una intensa ofensiva lanzaran estos grupos contra los territorios de influencia y control del ELN, especialmente en el Sur de Bolívar y la Región del Magdalena Medio 48 Se producen la toma de las Delicias en el Caquetá y, Cartagenera de Chaira se convierte en el primer sitio de despeje para un intercambio humanitario.

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periodo en que las FARC-EP afianzan sus relaciones con el narcotráfico en una disputa de

territorio y población con los paramilitares y que fortalece sus frentes y los apertrecha con

recursos provenientes de la economía de droga.

La guerra entre guerrilla, Estado, paramilitares y narcotráfico agudiza el problema del

desplazamiento forzado y la expropiación de la tierra. Se calcula en cuatro millones y

medio la población desplazada por la guerra y en cuatro millones de hectáreas el botín de

guerra capturado por paramilitares y narcotraficantes. Es un periodo de recrudecimiento de

la crisis humanitaria en un ambiente institucional que se mueve con dificultad dada la

legitimidad del gobierno que se ve abocado a enfrentar, los problemas económicos y

sociales existentes, el avance del conflicto armado, su propia defensa en el marco del

proceso 8000 y procesos de “conspiración” dirigidos a obligarlo a dimitir.

No obstante, toda la adversidad existente, es durante esta administración que se diseña la

estrategia para transformar el modelo de confrontación militar a la guerrilla, colocando

especial énfasis en la inteligencia y la aviación militar; se inicia la lucha contra los cultivos

de coca, lo que genera las movilizaciones de cocaleros e intensifica las acciones militares

de la guerrilla y, se produce el más importante golpe del momento al narcotráfico con la

captura de los hermanos Rodríguez Orejuela. Con la consigna “aquí estoy y aquí me

quedo”, el presidente Samper enfrenta todos sus problemas y termina el periodo para el

cual fue elegido.

El Presidente Andrés Pastrana Arango(1998-2002), asume el poder comprometido en un

agresivo proceso de paz con las FARC-EP que se da sin el establecimiento de un cese al

fuego o una tregua preliminar, sino, en medio de la Guerra, lo que desde el comienzo va

generar múltiples dificultades dada la dinamica ofensiva en que viene la guerrilla49. El

proceso de Paz adelantado por esta administración, es una especie de repliegue político del

Estado, ante el nivel de confrontación alcanzado por la insurgencia; en ese repliegue, se

49 La toma de Mitú se da en ese contexto. Decenas de soldados y policía son sometidos por la guerrilla y puestos en condición de prisioneros.

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reconstruye la moral de las fuerzas armadas, se fortalece y moderniza la institución militar

y se implementa el Plan Colombia como un plan antidroga.

El despeje del Caguán y el inicio del proceso de dialogo con las FARC se da en medio de la

imagen de la silla vacía dejada por Manuel Marulanda, que es un buen símbolo para un

balance de resultados50. No obstante, todos los esfuerzos hechos por el gobierno Pastrana

por sacar adelante ese proceso el mismo se va hundiendo en las dinámicas de la guerra

hasta dejarlo en una agenda de acuerdo e intercambio humanitario51.

La guerra no cesa, el paramilitarismo sigue avanzando en torno a la consolidación de las

AUC comandadas por Carlos Castaño. El proceso se sigue desarrollando en medio de

múltiples dificultades. Los incidentes del 11 de septiembre en Nueva York, impactan

profundamente la dinamica de los diálogos y los esfuerzos de Paz de la administración

Pastrana llegan a su fin. Se redefine el proceso que se adelanta en el país y la lucha

internacional de USA contra el terrorismo se coloca al orden del día, incluida esta en

Colombia.

El Presidente Álvaro Uribe (2002-2010) desde del momento que asume el cargo impulsa la

política de seguridad democrática, fortalece las fuerzas militares e implementa el “plan

patriota” iniciando un ambicioso proceso de recuperación del territorio nacional y de lucha

contra la insurgencia. La administración Uribe ha centrado su actividad de paz en adelantar

la desmovilización y la reinserción del fenómeno paramilitar, a través de la Ley de Justicia

y Paz y, tratar de sacar adelante un lento y enredado proceso con el ELN. Sus más grandes

problemas giran en torno concretar el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, el

intercambio humanitarios con las FARC-EP, la puesta en cuestionamiento de la legitimidad

50 Durante los diálogos de paz del Caguán se hace un importante despliegue de sectores sociales con propuestas, mesas de trabajo, elaboración de acuerdos y agendas, pero no se logra concretar programas, reformas o proyectos pactados con las FARC, el proceso se da sin concreciones claras. En este periodo, igualmente, se produce la liquidación del proceso con el ELN por “exigencia” del paramilitarismo del Magdalena Medio, Antioquia y la Costa con su consigna de no al despeje de territorios que contó con el “respaldo” de movilizaciones de población donde su presencia y control era evidente. 51 Durante la Administración Pastrana las FARC-Ep se produce nuevamente liberación de soldados y policías. El 28 de junio de 2001, 248 soldados y policías son liberados. El gobierno libera 11 guerrilleros. No obstante, esta organización armada sostienen en cautiverio a soldados y policías hasta la fecha (2008)

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del régimen a raíz de fenómeno de parapolítica, la tensa situación existente con los países

vecinos resultante de la transnacionalización del conflicto colombiano y, su persistente

interés de mantenerse en el poder a través de la reelección.

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1

Ponencia: ”Pasto en las guerras de independencia, Análisis de una actitud

frente a un proceso”.

Pasto tenía desde su fundación casi completa dependencia administrativa frente a

sus dos más cercanos centros de gobierno, Popayán y Quito. Las tres ciudades

tienen fechas cercanas de fundación pero su nivel de desarrollo es diferente, esto

se determina por su nivel socioeconómico, político y espacial. Pasto en los albores

del siglo XIX, era una ciudad estacionada en el tiempo, monótona y aislada

prácticamente de todo, en cambio Quito y Popayán cuentan con los puertos

marítimos de Guayaquil y Buenaventura, que implican una ventana al mundo.

Acerca de esto Sergio Elías del Castillo escribe: Pasto era un poblado de tercer

categoría enclavado en un pliegue de los andes inmensos, “lejos de todo

el mundo” entregado a su propia suerte para bastarse y defenderse.

Decimos de tercera categoría por que por un destino geográfico

implacable, solo alcanzo la cabecera de distrito con su cabildo

ayuntamiento, justicia y regimiento, escudo de armas y titulo de leal

ciudad, mientras que las dos ciudades más cercanas a ella, Popayán y

Quito, habían alcanzado con igual edad y con los mismos fundadores y

pobladores la preeminencia como capital de gobernación la primera, y de

presidencia la segunda, y ambas la de cedes episcopales, con los

organismos que cada una de estas componía. Por esta fatalidad

geográfica, mientras que en lo administrativo dependía de Popayán y por

lo tanto en lo político pertenecía al virreinato de la Nueva Granado, en lo

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2

judicial dependía de la real audiencia de Quito y para ultima instancia del

consejo de indias.1

Para el año de 1809, Pasto tenia una de las poblaciones más grandes de la Nueva

Granada, conformada por 23.340 habitantes, de los cuales 12.300 eran indios,

7.700 eran montañeses *, 2.600, nobles y 740 que se dividían entre pardos y

otros2. Popayán siendo el centro de gobierno poseía 6.954 Habitantes, conformada

por 3.000 mestizos, 1.280 mulatos, 1.359 esclavos, 354 indios y 1.018 nobles3,

aunque la población de las dos ciudades tiene una brecha grande según los

autores citados, Popayán poseía la cede de gobierno de la provincia, además era

cede de la Caja Real y de la Casa de la Moneda donde se acuñaba todo el oro que

producía toda la región, era cede del obispado desde 1547, y poseía un seminario

y una academia de estudios fundada en 1744, Pasto aspiraba a todos los

beneficios y prerrogativas de las que gozaba Popayan4 y se vislumbraba un

conflicto por esta circunstancia.

Pasto disfrutaba de una gran agricultura, en su comarca se producían papas,

cebada, trigo, maíz, así como ganados (carnes y leche) y azúcar, lo que la hacia de

cierta manera autosuficiente y al mismo tiempo la iba convirtiendo en una ciudad

más autárquica. Lo geográfico se convirtió en un factor determinante en su vida

social, su territorio tan accidentado hacia que fuera muy difícil y lento el

desplazamiento de personas y bienes, por lo que la región era cada vez más

1 ORTIZ, Sergio Elías, Agustín Agualongo y su tiempo Banco Popular. Bogotá. 1974.p 28. 2 Ídem. p. 34-34 (citado del archivo municipal de pasto, libro capitular, año 1809). 3 MOLLEN, Gaspard Théodore, Viaje por la República de Colombia en 1823, biblioteca V centenario. Colcultura. Bogotá, 1992. P. 290. *montañeses se les llamaba a los hijos de españoles e indígenas que vivían como campesinos. 4 BASTIDAS URRESTY, Julián, Historia urbana de Pasto. Ediciones Testimonio. Bogotá. 2000. P. 99

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3

cerrada, además las noticias de Popayán o de Quito por lo general llegaban muy

tarde por lo que perdían valor o veracidad, Julián Bastidas describe la vida de la

ciudad así: La vida social se fundamenta en ideales de orden metafísico y

se manifiesta en innumerables fiestas y ceremonias religiosas. Él

replique clave y angustioso de las campanas anuncia el amanecer de

todos los días, llama a misa a toda hora y recuerda a los fieles su

condición de mortales. Se puede decir que los frailes hacen de la ciudad

un convento, una especie de ciudad de Dios cerrada a cualquier

intromisión exterior, sin imaginar que las cosas pueden cambiar. El

progreso se interpreta como una injerencia peligrosa. Las iglesias

permanecen colmadas de nobles y plebeyos que van a confesase

regularmente y a implorar la ayuda celestial. Algunas mujeres llamadas

beatas se visten con hábitos sin pertenecer a ninguna comunidad

religiosa. Dentro de este panorama, donde la autoridad se fundamenta

en el fanatismo religioso, frailes y obispos son los personajes

destacados.

Tras la usurpación del poder Monárquico en España por Napoleón, y la abdicación

de Fernando VII, la gran corriente autonomista e independentista en América

Andina inicia su proceso de emancipación de la metrópoli, en una primera instancia

los movimientos autonomistas desconocen cualquier otro poder que no sea el del

rey legitimo, por lo que no aceptan la subyugación a la junta de Cádiz, en segunda

instancia desconocen la dominación colonial para iniciar un proceso de

independencia.

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4

En el inicio de la coyuntura Pasto mantenía su fidelidad al rey y la autoridad

colonial, no acepto vincularse ni con los movimientos autonomistas, ni a los

independentistas, el pueblo de Pasto recibe órdenes desde los púlpitos y se opone

con fiereza los ideales revolucionarios jurando lealtad a su rey y a sus

instituciones, jura defenderlas hasta la muerte. De cierta manera lo que Pasto

quería era que se respetara su autonomía de cual gozaba dentro del sistema

colonial, progresar dentro de este sistema manteniendo su vínculo con la

metrópoli. Lo anterior se puede sustentar, desde las reivindicaciones solicitadas

tras derrotar en los primeros combates a Quito (1809), y luego a Santa Fe (1813).

Pasto pide que se establezca en la ciudad las instituciones que históricamente

había reclamado:

• Ser centro de gobierno

• Sede episcopal

• Real casa de la moneda

• Tribunal de la real audiencia

• Un colegio para estudios mayores

• Un seminario

• Exenciones en el pago de alcabalas y en el tributo de los indios5

Los combates inician en 1809, y se extendieron por 15 años, terminaron por

destrozar la ciudad y dejarla en ruinas, pero su gente a pesar de su destrucción

5 BASTIDAS URRESTY, Edgar. Las guerras de Pasto. Ediciones Testimonio. Pasto. 1979, p. 24.

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5

nunca la abandonó, siempre la defendió de lo que ellos pensaban era el enemigo

invasor.

Se levanta la rebelión en pasto contra los independentistas, en esta gran

coyuntura Pasto entra en decadencia, la independencia era un duro golpe contra el

sistema en el que habían vivido armónicamente – claro esta, con algunas

excepciones –,toda su autonomía y autoabastecimiento entran en crisis, pasaba

por temporadas de hambruna que se marcaban más por que sus productos como

el trigo y la harina pasaban directamente a Popayán, y la carne salía para

Barbacoas6,

Dentro de las guerras de independencia en el sur son famosos los agravios que se

le hacían a Pasto para solicitar su capitulación, Antonio Nariño escribía un

memorando para el cabildo de Pasto en los siguientes términos: “Porque si se

me obliga a usar la fuerza y la fuerza de las armas se declara a mi favor

esa ciudad va a ser pasto de las llamas”. A lo que el cabildo de Pasto

respondió: “nosotros en fuerza de nuestros principios santísimos que le

compendiamos a nuestro oficio, hemos vivido satisfechos y contentos de

nuestras leyes, gobiernos, usos y costumbres. Usía es quien nos viene

hacer agresión más injusta... puede escoger a lo largo del Juanambú, el

punto que le parezca más apropiado para terminar nuestras diferencias”.

Nariño entra tiempo más tarde derrotado, los Pastusos le respetaron la vida y

reafirmaron su posición de seguir viviendo dentro del sistema que conocían,

respetando lo que para ellos era concreto y no ideas. Tras toda la violencia

6 HUMBOLDT, Alexander. Cuadros de la naturaleza, Gaspar. Madrid.

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6

desatada sobre ellos con más convicción se convirtieron en un estandarte realista

importante sobretodo para la reconquista española.

El 7 de abril de 1822, se da la batalla de Bombona, aun se duda si hubo vencedor

o no, el caso es que el libertador para evitar pasar por Pasto y poder interponerse

entre la comunicación entre esta ciudad y Quito, viajo con 2.000 hombres por

detrás del volcán Galeras, intentando no ser detectado- hay varias versiones sobre

este hecho-, en la tarde del 7 de abril iniciaron la lucha los batallones Bogotá y

Vargas, los realistas descubrieron el plan de Bolívar y al detectarlo pusieron en

graves aprietos a los patriotas. Claro que la victoria en Bombona del ejército

Libertador no es muy clara, la campaña del sur es para Simón Bolívar una de sus

principales derrotas de las cuales algunos autores afirman fue salvado por la

victoria del general Sucre en el Panecillo de Quito. En las memorias de Manuel

José Castrillón se dice la siguiente: “Mientras el ejercito del general Sucre

vencía en el Panecillo de Quito a los españoles de un modo glorioso y

honroso, el del libertador, en Bomboná, era derrotado y vencido. Allí

pereció casi toda la columna del Valiente y experto general Pedro

Antonio Torres, quedando él gravemente herido, de lo cual murió poco

después en Pasto. Allí fueron derrotadas las demás columnas y

batallones, allí perecieron mil y mil valientes y allí se experimentaron

desastres inauditos, que si no hubiera triunfado en Quito, la causa de la

independencia fuera desesperada”. (Cita de Castrillón Arboleda Diego,

Manuel José Castrillón, Bibliografía y memorias, Banco Popular, 1971).

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7

Luego de la batalla de Bomboná, El gobernador de pasto Basilio García negocia

con Bolívar la capitulación de Pasto, Bolívar le ofrecía un tratado bajo los

siguientes términos:

Primero: indemnizados de todo cargo y responsabilidad aquellos contra

los cuales tenemos ultrajes que reclamar.

Segundo: las tropas que quieran volver a territorio español serán

remitidas con sus bagajes y propiedades donde quieran que gusten ir.

Tercero: el pueblo de Pasto será tratado como el más favorecido de la

República, y no pondremos ni guarnición siquiera si entrega sus armas y

se restituye a una vida pasiva.

Cuarto: el pueblo de Pasto tendrá los mismos privilegios que el de la

capital de la República en todos los derechos respectivos.

Quinto: los españoles, sean militares o civiles, si quieren jurar fidelidad

al gobierno de Colombia, serán colombianos, conservándoles sus

empleos y propiedades.

“Estas generosas ofertas son las mismas que el gobierno de Colombia ha

hecho a sus enemigos desde la feliz transformación del gobierno español

y es bien sabido que las ha cumplido religiosamente”8.

Las fuerzas realistas en Pasto querían seguir resistiendo, pero Bolívar se acercaba

por el Juanambú con 4.000 hombres, además la victoria de Sucre en Pichincha

Ecuador -de la cual Bolívar no estaba informado aun-, presiono la negociación,

desde el 8 de abril en adelante una nutrida correspondencia se cruzo entre el

8 ORTIZ, Sergio Elías. Agustín Agualongo y su tiempo. Banco Popular. Bogotá. 1974, p. 466.

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8

Libertador y Basilio García, éste apresuro a enviar dos comisionados ante Bolívar,

la capitulación fue acordada en berruecos el 6 de junio y aprobada en pasto el 8,

luego le llego la información de la victoria de Sucre al libertador.

Bolívar entra en Pasto el 8 de junio a las 5 de la tarde, acompañado de su estado

mayor y su guardia poca numerosa. El ejército realista lo recibió en calle de honor,

Bolívar lanzo entonces una proclama dirigida a los pastusos. “Pastusos, vosotros

sois colombianos y, por consiguiente, sois mis hermanos. Para

beneficiarlos no seré solo vuestro hermano sino también vuestro padre.

Yo os prometo curar vuestras heridas, aliviar vuestros males, dejaros en

el reposo de vuestras casas, no emplearos en esta guerra, no grabarlos

con exacciones extraordinarias ni cargas pesadas, seréis en fin, los

favorecidos del gobierno de Colombia”9. A Bolívar le convenía la capitulación,

Pasto para él había sido una piedra en el zapato muy grande, pensó entonces que

por fin se encontraba a salvo de los Pastusos, por eso reconoce que la capitulación

de Pasto es una obra extraordinaria. En carta dirigida al general Santander, Bolívar

afirma: La capitulación de Pasto es una obra extraordinariamente

afortunada para nosotros, porque estos hombres son los más tenaces,

más obstinados y lo peor es que su país es una cadena de precipicios

donde no se puede dar un paso sin derrocarse. Cada posición es un

castillo inexpugnable, y la voluntad del pueblo está contra nosotros, que

habiéndoles leído públicamente aquí mi terrible intimidación, 9 Ibídem, Cit. 7, p. 202. *Benito Boves era sobrino materno de Tomas Rodríguez Boves, personaje realista en Venezuela.

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9

exclamaban que pasarán sobre sus cadáveres; que los españoles los

vendían y que preferían morir a ceder10.

Habían transcurrido 5 meses después de la firma del tratado, llego entonces a la

ciudad un hombre que iba a iniciar nuevamente la insurrección, Benito Boves*,

había escapado tras haber sido prisionero luego de la batalla de Pichincha, venia

en compañía de Agustín Agualongo, en Pasto encontró eco a sus ideas

reaccionarias, Boves se proclamó Comandante General de las milicias del Rey11.

Con el mayor sigilo se hizo el arrastre de las armas desde los montes al convento

de las monjas Conceptas y el 28 de octubre con centenares de milicianos armados

con todo tipo de elementos bélicos como fusiles, lanzas, machetes etc. Se

proclamo el grito nuevamente en Pasto de “Viva El Rey”, se declaro la guerra santa

contra los usurpadores de los derechos “del muy amado Fernando VII y enemigos

de la religión católica y Romana”, como primera medida destituyó a todas las

autoridades constituidas en el gobierno que no quisieran atender las peticiones de

los insurrectos, se los reemplazo con elementos complacientes entre los que esta

un antiguo general que peleo en Bombona a cargo del Batallón Vencedores,

Estanislao Merchancano.

Merchancano fue nombrado gobernador militar y político de Pasto, se saco lo poco

que le quedaba a la ciudad en erario y se dispusieron a marchar en busca de

Bolívar que se encontraba en Quito. Muchos autores afirman que este

levantamiento no fue popular y condenan la actitud de Boves. La clase dirigente

junto con el clero y las autoridades desaprobaron el rompimiento del tratado, que

10 BASTIDAS URRESTY, Edgar. Las guerras de Pasto. Ediciones Testimonio. Pasto. 1979, p 121. 11 MUÑOZ CORDERO, Lidia Inés. Manual Historia de Pasto tomo IV. Pasto. 2000, p. 65.

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10

aunque no les satisfizo en su hora, serviría de tregua para esperar una actitud

fuerte de España por reconquistar nuevamente sus colonias12.

Boves fue derrotado en el norte del Ecuador y re replegó en Pasto, este grave

error le costara la destrucción a la ciudad, el 24 de diciembre de 1822 se recordara

en la historia Pastusa, como la más miserable de las noches buenas.

Retrocediendo Boves intenta reorganizar un nuevo regimiento en la ciudad, pero

uno a uno sus unidades empiezan a caer, el General Sucre movió un numero

considerable de tropas sobre Pasto, adelante iba el batallón Rifles, los escuadrones

de Guías y Cazadores y los Dragones de la Guardia, en un principio fueron

rechazados en la cuchilla de Taindala, pero Sucre logró al fin saltar por el Guáitara

ya con nuevos refuerzos, mil hombres de los batallones Vargas, Bogotá y las

milicias de Quito.

Al verse derrotado Boves, cierras las filas en Pasto y da la orden de defenderla

hasta la muerte, en las primeras horas de ese 24 de diciembre Sucre, llega por san

Miguel al sur de pasto y empieza una lucha encarnizada, él numero abrumador del

ejercito patriota vence todo obstáculo que se atraviesa, los pastusos viéndose

situados ceden, además se les suma la noticia de que Boves acababa de huir de la

ciudad hacia el valle del Sibundoy junto a sus principales lugartenientes, ya estaba

todo perdido, muchos alcanzaron a huir pero los que no alcanzaron a hacerlo,

aunque levantaban bandera blanca fueron ajusticiados, no se dio cuartel a nadie13,

Agualongo alcanza a esconderse en el convento de las Conceptas luego logra

escapar. José María Obando escribe acerca de lo sucedido ese 24 de diciembre lo

12 Ibídem, Cit. 8 p. 485. 13 ORTIZ, Sergio Elías. Agustín Agualongo y su tiempo. Banco Popular. Bogotá. 1974 p. 490-492

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11

siguiente: No se como pudo caber en un hombre tan moral, humano e

ilustrado como el General Sucre, la medida altamente impolítica y

sobremanera cruel, de entregar aquella ciudad a muchos días de saqueo,

de asesinatos y de cuanta iniquidad es capaz la licencia armada: las

puertas de los domicilios se abrían con la explosión de los fusiles para

matar al propietario, al padre, a la esposa, al hermano, y hacerse dueño

el brutal soldado de las propiedades, de las hijas, de las hermanas, de las

esposas; hubo madre que en su despecho saliese a la calle llevando a su

hija de la mano para entregársela a un soldado blanco, antes que un

negro dispusiera de su inocencia; los templos llenos de depósitos y

refugiados, fueron también asaltados y saqueados; la decencia se resiste

a referir por menor tantos actos de inmoralidad ejecutados hacia un

pueblo entero que de boca en boca a trasmitido sus quejas a la

posteridad14. Sergio Elías Ortiz describe ese día así: Lo que paso después fue

una iniquidad que no puede perdonar la historia. Los soldados

vencedores penetraron a la ciudad ebrios de sangre y empezaron a

matar a todo el que oponía la más mínima resistencia o se le encontrara

con un arma en la mano. Como muchos de sus habitantes se había

encerrado en sus casas y echado el cerrojo, empezó la obra de

destrucción de hacer volar en astillas las puertas y ventanas para

buscara a los milicianos o los haberes de las familias para saquearlos, sin

perdonar las vidas(...)no se perdono ni a las mujeres, ni a los ancianos, ni

14 13 OBANDO, José María. Apuntamientos para la historia. Editorial Bedout S.A. p. 57

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12

a los niños, aunque muchos se habían refugiado en la iglesia de san

francisco, el escuadrón Dragones penetro a caballo y cometieron los más

horribles excesos en las mujeres que allí se habían acogido. Por tres días

se prolongaron los salvajes excesos en los que se distinguieron como

más crueles y desalmados los soldados del batallón Rifles15. Tras estos tres

días de venganza contra el pueblo Pastuso, El general Sucre dejó a cargo al

general Solom, quien por orden expresa de Bolívar, no dudó en amarrar por

parejas a los milicianos realistas capturados y lanzarlos desde el puente colgante

del río Guáitara. Bolívar llegaría el 2 de enero, con la resolución de adoptar las

medidas más enérgicas para frenar el foco de rebelión en Pasto.

Bolívar ocupó Pasto empeñado en organizar nuevamente su ejército, conocía por

experiencia propia el arrojo y la tenacidad de los milicianos pastusos ante la causa

realista y tenia el deseo de utilizarlos para la suya. Previamente publico en pasto

decretos donde se les perdonaba todas sus faltas por seguir las causas de España,

con un leguaje mágico embriagó a los pastusos y según cuenta Manuel José

Castrillón en sus memorias “cuando descansaban tranquilos en promesas tan

solemnes, se publico un bando para que todo ciudadano concurriese a celebrar, la

gran fiesta del renacimiento y la promulgación de la constitución que aseguraba las

garantías sociales. No hubo hombre que no se presentara a oír leer esa carta

constitucional que tantos bienes debía producir en un país iniciado apenas en las

doctrinas liberales. Y cuando ya estaba llena la plaza de tantos hombres útiles para

15 ibídem. Cit 12, p 492.

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13

llevar a las armas, la cercaron por todas partes y los amarraron, trasladándolos a

los cuarteles y filiándolos para llevarlos a la campaña de Perú y Bolivia”.

Agustín Agualongo de vuelta en Pasto casi 6 meses después, llega a asediar la

ciudad con casi 3.000 hombres de los cuales solo 200 tenían fusiles, los generales

Solom, Obando y Flores tenían la ciudad bajo su control, con 2.200 hombres. los

triunfos de Agualongo continuaban y los milicianos pastusos seguían luchando al

parecer por una causa perdida, también sobrevenían derrotas ante las cuales

siempre se levantaban, el 6 de noviembre de 1823, el vicepresidente Francisco de

Paula Santander, escribe una carta a Merchancano y Agualongo en las que les pide

que depongan las armas por la República, a la que responden que “Son 12 años

de lucha donde la traición, el incumplimiento y las masacres indiscriminadas han

vuelto incrédulos a los Pastusos, razón por la cual se rechaza airadamente la

petición y se hace pública la manifestación de entregar su vida antes que deponer

las armas1

Cabe por ultimo resaltar las palabras del libertador Bolívar transcritas por Rafael

Sañudo, como sentencia al pueblo Pastuso: Los pastusos deben ser

aniquilados, y sus mujeres e hijos transportados a otra parte, dando

aquel país a una colonia militar. De otro modo, Colombia se acordara de

los Pastusos cuando haya el menor alboroto o embarazó, aun cuando sea

de aquí a cien años, jamás se olvidaran de nuestros estragos17.

1 MUÑOZ CORDERO, Lidia Inés. Manual Historia de Pasto tomo IV. Pasto. 2000, p. 65. 17 SAÑUDO, José Rafael. Estudios sobre la vida de Bolívar. Bedout. Medellín. 1980, p. 256.

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14

En una carta de Bolívar dirigida a Santander luego de su triunfo frente a las

fuerzas realistas al mando de Agualongo entre Ibarra y chota escribe:

Logramos en fin destruir a los Pastusos, no sé si me equivoco como me

he equivocado otras veces con esos malditos hombres. Pero me parece

que por ahora no levantaran más su cabeza los muertos... yo he dictado

medidas terribles contra ese infame pueblo... las mujeres mismas son

peligrosísimas... desde la conquista acá ningún pueblo se ha mostrado

más tenaz que ese... es preciso destruirlo hasta en sus elementos18.

Agustín Agualongo, el último realista pastuso, fue capturado después de su

derrota en Barbacoas frente a las fuerzas de Tomas Cipriano de Mosquera.

Agualongo fue hecho prisionero en el camino del Castigó el 24 de junio de 1824,

cuando se disponía a encontrarse con las milicias realistas del Patía, su antiguo

compañero de armas José María Obando, lo condujo a Popayán donde se le ofreció

respetarle la vida si juraba lealtad a la república o que seria fusilado como traidor,

Agualongo manifestó que el no era un criminal ni un traidor ya que había hecho la

guerra sosteniendo la causa de sus convicciones, llenando un deber de conciencia;

que el no era un traidor al gobierno republicano porque no lo había reconocido, ni

lo había jurado. El día 13 julio de 1824 Agualongo portando un uniforme de

General de Brigada de los ejércitos del Rey, fue fusilado frente al hospital de la

caridad de Popayán a sus 44 años de edad19, por ordenes del coronel Comandante

de la provincia José María Ortega.

18 ALVAREZ, Jaime. Que es que en Pasto. Biblioteca popular Nariñense. Casa Mariana. Pasto. 1973, p.8. 19 ídem, p. 10.

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15

Había terminado la guerra de independencia pero la resistencia seguía, en el Norte

por el Río Mayo estaba una fracción de resistencia a cargo de José Erazo, en

Berruecos estaba Noguera uno de los más famosos realistas y en Pasto aun

quedaba al mando Benavides quien era apoyado por grandes familias pastusas

como los Toro, los Zambrano y los Álvarez, además respaldados por todos los

pueblos de indios: Chagualbamba, el Tambo, la Laguna, Guilguipamba, etc.

Apoyados por clérigos que sostenían la causa realista y la defensa de la ciudad

ante todos los atropellos cometidos por las autoridades militares patriotas

estacionadas en Pasto.

El nombramiento De Obando como Gobernador de Pasto en 1826 cambia un poco

el panorama para los pastusos que Hasta ese momento habían sido ultrajados y

martirizados por toda su historia de rebeldía, con un tono más conciliador Obando

intento pactar con las guerrillas y le permitió más libertad a la ciudad, luego se

ganaría él titulo de “Benefactor de los pastusos”

ACTITUD REALISTA DE LOS PASTUSOS

La actitud realista de los Pastusos tiene desde luego motivaciones que justifican su

actuar antagónico en el proceso “revolucionario” de independencia, sobretodo en

lo que respecta al proceso histórico en el se desarrolla. En un principio su actitud

fue puramente defensiva en resguardo de su autonomía, actuaron ante la

necesidad de repeler agresiones externas, que amenazaban su desarrollo

independiente, Por ejemplo Pasto rechaza la petición de Quito de adherirse a ella,

por que pensaba que la independencia era un invento para asaltar su integridad

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16

económica política y territorial, por lo que eligieron el camino de fidelidad al rey

rechazando como muchas regiones la adhesión a los constitucionalistas, en 1811

los Quiteños invaden Pasto destruyendo parcialmente la ciudad, esto no crea la

esperada actitud sumisa de los pastusos, si no que al alzarse en armas repelen la

invasión y nacen como estandarte realista, creando desde ya sentimientos de

venganza y odio hacia los invasores por la destrucción de la ciudad. Es el proceso

y la dinámica de la guerra lo que los lleva a los habitantes de Pasto a cerrar filas

ante lo que se pensaba era su única salvación, la fidelidad al Rey para el

mantenimiento de su territorio y costumbres que veían amenazadas por fuerzas

extranjeras.

Uno de los factores más interesantes para analizar en la actitud realista de los

Pastusos es la unión entre la clase dirigente, los criollos, y los indígenas y mestizos

estos últimos llevarían la guerra hasta el final. Pasemos a analizar las razones de

cada sector para fortalecer las filas realistas.

Razones de la clase dirigente y criollos para mantenerse fieles al Rey.

Uno de los primeros argumentos de la elite de la ciudad era evitar la subordinación

política o militar de ciudades rivales, en este caso Quito y Popayán, que tras sus

peticiones de adhesión franqueaban militarmente la ciudad intentando imponer su

voluntad, los pastusos creían que su fidelidad al Rey pronto iba a ser

recompensada y que las ciudades que se habían independizado pronto serian

puestas en cintura, la recompensa esperada era gozar de la autonomía en toda la

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17

provincia, aunque esta petición nunca fue contestada por el Rey Fernando VII, los

pastusos criollos siguieron resistiendo.

A diferencia de otras ciudades y regiones, los criollos pastusos no tuvieron conflicto

alguno por la administración de la ciudad, Los pastusos se sentían bien tratados

por los españoles, sus intereses no eran opuestos a la administración colonial

aunque chocaban con Quito y Popayán. Dentro de la provincia el cabildo era

manejado por criollos que gozaban de autonomía en sus decisiones, además el

régimen colonial que llevaba casi 300 años, había montado en Pasto una relación

armónica con el soberano, con la religión y con la organización político y social,

para los Pastusos no había duda de que era necesario defender el Statu Quo y por

ende la religión.

La llegada tardía de las ideas ilustradas a la ciudad es una de las explicaciones que

se dan para comprender su actitud realista, esto lo confirma la poca o nula

educación que recibían, su aislamiento cultural se debía a que con las reformas

Borbónicas los colegios Jesuitas habían sido expulsados, para 1809 de 23.000

habitantes solo 2.000 podían leer y escribir, la mayor parte eran Españoles o hijos

de españoles, casi ninguno de los vecinos principales de la ciudad pudo enviar a

sus hijos a educarse militarmente a España, como si lo hacían los de otras

ciudades que tenían mejores niveles económicos, faltando así a la tradición de

nobleza. Había criollos pastusos educados, pero no en las ideas liberales y de

revolución salvo contadas excepciones, en este sentido la mayoría iban a defender

lo que conocían y a rechazar lo desconocido.

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Dentro del ámbito político y militar los criollos pastusos no resistían por simple

motivación ideológica, ya que se tenían calculados una serie de estrategias y se

esperaba una buena recompensa de la corona Española cuando se reconquistase

los territorios, cosa que nunca llego ni siquiera con la reconquista salvo algunas

excepciones en los impuestos a los indígenas y proclamaciones de festividades, en

este sentido Bolívar cuando le toco tratar con los Criollos Pastusos los llamaba, “los

que tienen que perder” *, sabían que la defensa de la monarquía, podría costarles

en el mejor de los casos sus propiedades y la perdida de su prestancia social y

política, si no la muerte. Pero los Pastusos mantenían su guerra por que hasta

cierto momento fue viable, al convertirse en estandarte realista era defendida por

ejércitos Españoles, y su posición geográfica era estratégicamente infranqueable

por que además sus defensas conocían muy bien el terreno, esto logró que Pasto

mantuviera sus éxitos militares por todo su tiempo de resistencia. Cuando la

guerra deja de ser viable los criollos de la ciudad y los Españoles pactan su

capitulación contra la negativa popular luego de la batalla de Bombona, lo que

causa el levantamiento de Agualongo Y Boves llevando a la destrucción de la

ciudad el 24 de diciembre de 1822, es aquí donde la resistencia de los criollos de

Pasto se acaba, sigue solo Agualongo con su ejercito de indígenas y mestizos

llevando la guerra hasta sus ultimas consecuencias.

Apoyo indígena y mestizo a la causa realista.

Los indígenas y mestizos juegan un papel muy importante en la guerra contra los

ejércitos patriotas, su participación a sido relegada por muchos autores como

simple manipulación por parte de la nobleza Pastusa y la Iglesia a favor de la

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monarquía, en este sentido vamos a analizar tres factores que podrían demostrar

que no actuaron segados por la influencia de la clase dirigente de la ciudad si no

en defensa de sus derechos y costumbres que creían iban a ser violadas por el

sistema republicano y que al final lo fue.

Razones económicas: en primera instancia actuaron en defensa de sus resguardos

indígenas, estos se veían amenazados por el movimiento liberal, al salir del sistema

colonial y de protección de la corona española perderían los derechos que les

daban las leyes de indias y las españolas, sobretodo las que los protegían como

minoría.

Razones Religiosas: no cabe duda que a través de nuestra historia la religión

cualquiera que sea a sido un arma de alienación, este caso no es diferente, en un

principio se presiono desde los púlpitos, para engrosar las milicias en favor de la

monarquía, pero no podemos desconocer que protegían sus intereses, se había

declarado la guerra santa contra los patriotas, este factor deja de ser importante a

medida de que sigue la guerra, después de la navidad Negra, el obispo Jiménez de

Enciso, excomulga a Agualongo y sus milicianos pero esto no frena para nada sus

constantes hostigamientos contra las fuerzas del ejército libertador en defensa de

la ciudad.

Razones militares: la dinámica de la guerra causa que la violencia genere más

violencia, en este sentido el pueblo de Pasto se alza en armas tras la invasión de

fuerzas extranjeras que quieren imponerles un sistema político con el que no están

de acuerdo, los ejércitos invasores responden con castigos lo que causa

sentimientos de venganza y la creación de fuerzas insurgentes, el conflicto se va

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rutinizando por la prolongación por décadas, por lo que se amplían el desarrollo de

destrezas militares dentro de un solo territorio, esto se comprueba con la cantidad

de éxitos militares dentro del la provincia, además las fuerzas insurgentes no

habían sido seriamente derrotadas por los ejércitos patriotas, cuestión que los

motivaba a seguir su lucha, y mucho más se sabían que la geografía estaba

departe de ellos y les servia para hacer la guerra. No es menos importante el

hablar de los sentimientos vengativos de los Pastusos que motivaban su guerra

contra los patriotas sobretodo después de la navidad negra, la guerra era a muerte

y así lo demuestra la actitud de Agualongo frente a la petición Obando en Popayán

de jurar lealtad a la república frente al pelotón de fusilamiento a la cual se negó

prefiriendo la muerte.

Muchas gracias

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Control social de la República en las fronteras de las provincias del Cauca, 1820 – 1850.

Luis Ervin Prado Arellano∗∗∗∗ Resumen: Este estudio presenta las estrategias del control social que se establecieron en los territorios de frontera de las “provincias del Cauca”, por parte del Estado de la Nueva Granada en el valle del Patía, las inmediaciones selváticas de Caloto – Palmira y los confines al sur de Almaguer. En este sentido, se muestra cómo la captación de los hombres notables de aquellas poblaciones, fue el mecanismo por medio del cual la República penetró dichas zonas al nombrarlos funcionarios parroquiales (alcaldes, jueces o comisarios de policía) u oficiales de milicias. Dicha acción si bien permitió la presencia de la República en la frontera, esta fue precaria, en tanto dependió de la mediación de los notables de las localidades, con lo cual la frontera como forma de organización social alterna al modelo hegemónico, pervivió y se mantuvo. Palabras Claves: control social, frontera, mediación, Jefes Naturales, Patrones, Broker, patrimonialización Introducción En los últimos años en el renacimiento de la denominada historia política en Colombia y en Latinoamérica, han tenido mucho que ver los estudios que han girado sobre la construcción de la Nación. Temática renovada por el trabajo de Benedict Anderson, a partir de un enfoque antropológico y, posteriormente por una serie de investigaciones que han contribuido a enriquecer el debate1. Este revival por los estudios de la Nación ha venido acompañado de investigaciones sobre la construcción del Estado que han dando un giro a las interpretaciones tradicionales. En este sentido, es Charles Tilly quien desde los años setenta del siglo XX, inició una investigación de largo aliento que puso en el congelador, por así decirlo, las lecturas clásicas sobre la formación de los Estados modernos occidentales y el por qué de la tendencia a configurarse como Estado – Nación2. Las dos variables que el sociólogo e historiador norteamericano identificó en las rutas y formación de los Estados occidentales modernos fueron la coerción y el capital, que se convierten en los ejes centrales de su argumentación; sin embargo un poco antes las variables fueron identificadas por el sociólogo polaco Norbert Elias3. Este hecho no quita el mérito a Tilly, en tanto que no sólo ∗ Por: Luis Ervin Prado Arellano. Licenciado en Historia (Universidad del Valle), Maestría en Historia (Universidad Industrial de Santander). Docente Asistente, Departamento de Historia, Universidad del Cauca. 1 ANDERSON, Benedict. Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y difusión del Nacionalismo. México: FCE, 2ª reimpresión 2005. La expresada obra se editó en inglés en 1983, posteriormente aparecieron los trabajos de: GELLNER, Ernest. Naciones y Nacionalismo. Madrid: Alianza editorial, 1998; HROCH, Miroslav. Social preconditions of national revival in Europa. London: Cambrigde Express, 1985; HOBSBAWM, Eric. Naciones y Nacionalismo desde 1780. Barcelona: Crítica, 2000; HOBSBAWM, Eric y RANGER, Terence (editores). La invención de la tradición. Barcelona: Crítica, 2002. Claro está que previo al trabajo de Anderson se editó la obra de Anthony Smith, quien abordó la problemática del Nacionalismo en una perspectiva sociológica: SMITH, Anthony. Teorías del Nacionalismo. Barcelona: ediciones península, 1976. Varios de los planteamientos de los autores citados se encuentran en la revista Occidente. Madrid: número 161, 1994. 2 TILLY, Charles. Coerción y capital y los Estados europeos, 990 – 1990. Madrid: Alianza editorial, 1992. 3 ELIAS, Norbert. El proceso de la civilización. Investigaciones sociogenéticas y psicogenéticas. México: Fondo de Cultura económica, 1ª reimpresión, 1994. Es pertinente aclarar que la obra de Elias, apareció en el mundo alemán en 1977, trabajo que no pretendía ser una reflexión sobre el Estado moderno, sino más bien exponer cómo los hombres han venido desde el último milenio en un proceso de construcción de redes de interdependencias mucho más amplias y que han comprometido el fortalecimiento de los controles del comportamiento de los seres humanos, que se expresan en su autocontrol. En esta perspectiva, la emergencia del Estado moderno a partir del monopolio de la violencia y la tributación en un territorio, por parte de un monarca, es la expresión de la constitución de unas redes de interdependencias más amplias que van

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se conformó con identificarlas sino por exponer las diversas combinaciones que se dieron a lo largo de un milenio (990 – 1990), para finalmente explicar la conformación de un sistema de Estados de orden post westafaliano, que aun hoy, a pesar de los cuestionamientos acerca de la Nación y los resurgimientos de los denominados movimientos etnogénesicos, sigue vigente. Estos trabajos promovieron también la reflexión de otra serie de problemáticas que atravesaban el hacer del Estado y la Nación, entre ellos el del ciudadano y la ciudadanía; los procesos de penetración gubernamental en la vida cotidiana de las gentes; la construcción de monopolios ideológicos como la educación, la historia oficial, entre otros. Esta serie de objetos de estudio que emergieron en los países centrales del capitalismo a partir de los años sesenta, llegaron a Latinoamérica de una manera más o menos irregular, pero a fines de los noventa se habían convertido en una temática central abandonando los viejos derroteros que la historiografía profesional había privilegiado en sus años iniciales. Este asunto, aunado a la inminente celebración de los 200 años de independencia en los países allende al río Grande o Bravo del norte, ha cobrado inusitada relevancia, haciendo pertinente mirar, con cierta distancia crítica, estas nuevas producciones historiográficas, en tanto que el afán por mirarnos en el espejo del occidente central distorsiona nuestra realidad histórica4. Con lo anterior estoy haciendo alusión a una serie de investigaciones que han tenido como derrotero las reflexiones del historiador francés Fraçois Xavier-Guerra y que en cierta manera han continuado sus epígonos a lo largo y ancho del continente, en una serie de estudios que tratan de identificar el proceso de modernidad política que se dio en Hispanoamérica, especialmente después de las independencias, que al decir del historiador francés, agenciaron uno de los primeros proyectos de Estado – Nación, mucho antes que

exigiendo un modelamiento del comportamiento y el autocontrol de las emociones en los individuos. De la misma manera y un poco antes, el sociólogo alemán Max Weber, manifestó que uno de los procesos centrales en la construcción del Estado, era la consolidación por parte de un gobernante del monopolio de la fuerza y la violencia. 4 Hago la distinción del occidente central, particularmente para el territorio que compromete la Europa occidental y Norteamérica, no en las perspectiva de la relación centro – periferia, sino procurando establecer una diferencia frente a la metáfora occidente, que generalmente se considera como realidad homogénea, lo cual no es cierto, pues Europa es una realidad abirragada de heterogeneidades y diversidades étnicas, sociales y políticas, que indudablemente se manifestaron en la década de los ochenta cuando el proyecto de una Europa políticamente unificada empezó a adquirir forma y se promovió un proyecto editorial (constituido por cinco editoriales europeas: Crítica (España), Éditions du seuil (Francia), Laterza (Italia), Blackwell (Inglaterra) y C. H. Beck (Alemania)), que buscaban dar cuenta de la construcción de Europa e identificar procesos que fuesen comunes a dicha realidad continental. De este esfuerzo colectivo ha salido a la luz los trabajos de Michell Mollat. Europa y el mar; Leonardo Benevolo, La Ciudad europea; Máximo Montanari, El hambre y la abundancia; Ulrico Im Hof, La ilustración europea; Joseph Fontana, Europa ante el espejo; Humberto Eco, La búsqueda de la lengua perfecta; Charles Tilly, Las revoluciones europeas, 1492 – 1992; Hagen Schulze, Estado y Nación en Europa; Aaron Gurevich, los orígenes del individualismo europeo y Peter Brown., el primer milenio de la cristiandad occidental. En este orden de ideas, lo que quiero expresar es que en la misma Europa existen otros occidentes como en el caso nuestro; somos parte de occidente, pero con otras particularidades, que obedecen a dinámicas complejas y diversas que se iniciaron con el denominado encuentro de dos mundos en 1492. Esta reflexión del occidente, para Latinoamérica, se puede consultar en: CARMAGNANI, Marcello. El otro Occidente. América latina desde la invasión Europea, hasta la globalización. México: Fondo de Cultura Económica / Colegio de México, 1ª edición, 2004.

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otros Estados europeos5. Este programa de investigación, parte de una serie de ideas o certezas comunes que han servido de derroteros para la elaboración de diversas temáticas. Entre ellas tenemos el considerar las sociedades latinoamericanas de la colonia y primeras décadas del siglo XIX como sociedades de antiguo régimen (Ancien Regimen), concepto desarrollado por la historiografía francesa, para dar cuenta de la sociedad francesa pre-revolucionaria. Dicha palabra es una categoría analítica en el caso francés, por haber sido llenada de contenido, pero en el caso latinoamericano, es metáfora, al ser transvasada sin mayor vigilancia epistemológica, presuponiendo que en su aplicación al nuevo continente, por antonomasia, sus contenidos son aplicables a estas realidades6. En este resurgimiento de la historia política, bajo nuevos moldes analíticos, hay un afán desmesurado por identificar procesos de modernidad en las sociedades latinoamericanas recientemente independizadas; una búsqueda acérrima por rastrear formas de sociabilidad moderna, a partir de clubes políticos, sociedades masónicas y otras formas de agrupaciones que se articularon en torno a proyectos educativos, políticos, sociales y filantrópicos. Es un esfuerzo de considerar un sector de las elites latinoamericanas y sus proyectos de Estado, con referentes en la ilustración y la modernidad política liberal, bajo los moldes de una difusión atlántica, que convierte a sus agentes en islas situadas en un océano de tradicionalismo y oscurantismo político, social y económico. Dicotomía que se expresa en las reflexiones de los intelectuales de la primera mitad del siglo XIX, magistralmente representado por Domingo Sarmiento en su obra, Facundo: Civilización y Barbarie. Pero si bien no se puede desconocer los esfuerzos de sectores de las elites, para jalonar proyectos liberales (como la promoción de la educación primaria en la Nueva Granada), también es cierto que este hecho encubre la negación reiterativa por parte de estos, de su

5 Considero en términos expositivos para este artículo, que las investigaciones del historiador francés François Xavier-Guerra, se pueden asimilar a un programa de investigación, dentro de los términos ilustrados por el filósofo de la ciencia Imre Lakatus 6 Esta caracterización de Latinoamérica como sociedades del Antiguo Régimen, es iniciada por Guerra en su magnifica obra de México del Antiguo régimen a la revolución. Si bien el autor hace un esfuerzo por caracterizar lo que considera sociedad del antiguo régimen para el caso mexicano, partiendo del análisis de sistemas propuesto por el sociólogo francés Michel Crozier, en la que se da preferencia a lo que es “vivido por los actores”. El modelo de Crozier, parte de un estudio de las organizaciones en una perspectiva funcionalista, pero teniendo en cuenta que lejos de mirar las actitudes de la estructura en los individuos, pone de relieve los márgenes de libertad que existen en ella, por lo cual se privilegia las estrategias de los actores y se interrogar sobre sus motivaciones y las lógicas de estos. Es por lo tanto una propuesta que exige un ejercicio empírico detallado para identificar estos procesos. Indudablemente este ejercicio es lograda en la obra mencionada por François Xavier-Guerra, pero indudablemente su mirada analítica está centrada en un referente: la sociedad francesa. La propuesta de Guerra a mi modo de ver se radicaliza, en su trabajo: Modernidad e independencias, en la cual considera las sociedades coloniales del mundo hispánico, sociedades de antiguo régimen, y expone a lo largo del texto las similitudes de procesos que se dan en lo que posteriormente serán las repúblicas Latinoamericanas, con el caso francés. En esta etapa del trabajo, hay un esfuerzo por ampliar una serie de reflexiones que el autor dejó manifestadas en su trabajo del México de don Porfirio Díaz, pero también el autor extrapola y extiende una serie de conclusiones para esta área del mundo sin un mayor ejercicio empírico que soporte sus afirmaciones. Cfr. XAVIER-GUERRA, François. México: del antiguo régimen a la revolución. México: Fondo de Cultura Económica, 2ª reimpresión 2001, 2 volúmenes; Ibíd. Modernidad e Independencia. Ensayos sobre las revoluciones hispánicas. México, Fondo de Cultura Económica / Editorial MAPFRE, 1ª reimpresión 2001. Sobre la propuesta de Michel Crozier, Cfr: ANSART, Pierre. Las Sociologías contemporáneas. Buenos Aires: Amorrortu editores, 1ª edición, 1992.

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propio pueblo y en particular de cualquier intento abierto de participación en la política, ya sea con tintes moderno o tradicionales, exigiéndoles siempre sumisión y deferencia7. En este orden de ideas, considero que todo esfuerzo por identificar procesos de modernidad política en nuestras sociedades, si bien es válido, conlleva un problema central de fondo que es el referente con el cual se está contrastando nuestra realidad histórica. En el programa de investigación jalonado por Xavier-Guerra y sus epígonos, esa realidad en buena medida está delineada por la sociedad francesa y su camino de modernidad socio-política, por ello establece derroteros heurísticos, positivos y negativos, que en el primer caso serían los de abordar estudios que identifiquen hechos que reafirmen las conclusiones predeterminadas en el programa de investigación; y en el segundo caso, no estudiar fenómenos, que muy posiblemente falsarían las afirmaciones centrales del programa. De ahí la pertinencia de mirar otros caminos en el derrotero de la construcción del Estado republicano de la Nueva Granada, siguiendo vías independientes de los procesos de modernidad política, y más bien situando el asunto en la misma cotidianidad de los agentes del Estado, los cuales en el día a día tuvieron que enfrentar una serie de problemas, muchos de los cuales fueron herencia de su pasado o promovidos por las guerras de independencia. El siguiente texto girará en referencia a las estrategias asumidas por el Estado en las denominadas provincias del Cauca, para ejercer un control social en aquellos territorios de frontera8, que fueron desde la colonia un dolor de cabeza para los patricios locales, en tanto 7 Sobre este hecho basta sólo con mirar la correspondencia existente sobre los hombres que formaron parte de nuestra primera generación de mandatarios y miembros de los gabinetes de gobierno, para encontrar lecturas despectivas sobre cualquier forma de participación abierta por parte de los sectores sociales subordinados: artesanos, grupos étnicos, mulatos, negros, pardos y demás castas de todos los colores. De igual manera se expresa en las historias nacionales que se escribieron en ese tiempo, como la de José Manuel Restrepo y posteriormente la de José María Groot. Particularmente estos hechos se manifestaron fuertemente entre los años de 1849 a 1854, cuando un grupo de jóvenes los liberales, particularmente, movilizaron a los estamentos sociales bajos por medio de las denominadas sociedades democráticas, a una abierta participación política, que finalmente fue reprimida y se llegó a una especie de acuerdo entre los partidos, después de la caída del régimen de Melo, consultar a: PACHECO, Margarita. La Fiesta liberal en Cali. Cali: Universidad del Valle; y GUTIERREZ SANÍN, Francisco. Curso y discurso del movimiento plebeyo (1849/1854). Bogotá: IEPRI / el áncora editores, 1995. 8 Por Frontera entiendo en este artículo, un territorio no carente de seres humanos, sino más bien una territorialización constituida por una diversidad de grupos humanos de diversas pigmentaciones en su piel, que gestaron una colonización espontánea y anónima, particularmente en la otrora gobernación de Popayán, los cuales en conjunto constituyeron diversidad de formaciones sociales (palenques, comunidades campesinas, cimarronas o étnicas). Pero no necesariamente los procesos de frontera fueron agenciados por estos seres anónimos, y de manera espontánea, sino que en algunos casos como en el norte del actual departamento del Cesar, fueron promovidos por peninsulares y milicianos, con claros intereses económicos que constituyeron el denominado hato ganadero, que por las características ilustradas por los investigadores, se acerca al modelo de latifundio de frontera de Germán Colmenares. Pero en los dos casos, ya sea espontáneo o inducido, el hecho fundamental, es que el territorio a pesar de poseer seres humanos, se constituye como una sociedad sui generis, en tanto los modelamientos de la vida cotidiana y las construcciones de sentido de los individuos son en parte opuestos a los establecidos por el deber ser del régimen hispánico. Por ello los hombres provenientes de los centros de civilización hispánica que deciden emprender empresas agropecuarias o mineras en estos territorios deben establecer una serie de vínculos de amistad, reciprocidad, co-parentesco con los grupos humanos establecidos para emprender sus proyectos so pena de fracasar en ellos. En otras palabras, se debe insertar en las dinámicas de la sociedad de frontera. He ahí, una de las razones por las que a pesar del establecimientos de unidades agropecuarias, e incluso la penetración por parte del sistema colonial o el gobierno republicano por medio del nombramiento

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las poblaciones establecidas en aquellos territorios manifestaron abiertamente unas formas de vida diametralmente opuestas a los modelamientos de la civilización hispánica y a los dispositivos de control de policía y campana. Las “provincias del Cauca” y sus fronteras El territorio, que comprometió la denominada Gobernación de Popayán y posteriormente las llamadas genéricamente provincias del Cauca, se caracterizó por sus dinámicas de conquista y poblamiento. Éstas fueron diferentes en frente a los que se dieron en los territorios del oriente, que posteriormente serían nombrados del Nuevo Reino, tal como lo manifestó Germán Colmenares en sus estudios pioneros en la zona. El hecho fue que en el suroccidente la conquista no finalizó en el siglo XVI, sino que se extendió a lo largo del siglo XVII y en las primeras décadas del XVIII, debido a la resistencia “indígena” que se presentó en diversas áreas la cual obligó a re-fundar varias ciudades como en los casos de Caloto y Buga, y constituir otra estrategia de poblamiento, con un corredor de ciudades desde Pasto hasta los confines del valle – Cartago –, que más bien constituyeron fuertes y “marcas” de una frontera militar9. De ahí que la ciudad hispánica de la conquista, constituida para racionalizar el trabajo “indígena” y la extracción de recursos a través de instituciones formalizadas por la corona por medio de la las leyes de Burgos, las leyes Nuevas y el denominado derecho indiano, no tuvo este carácter tan claro en el suroccidente. Si bien, la ciudad se constituyó para mantener el ser hispánico y vivir bajo los dispositivos de control social que pretendía imponer la monarquía, para la región en cuestión, hasta bien entrado el siglo XVIII, el poder efectivo no pasó de unas pocas leguas de distancia. En el caso de la ciudad de Popayán, cabeza política de la Gobernación, su control territorial efectivo comprometió hasta la primera mitad del siglo XVIII, los partidos y sitios que estaban alrededor de la meseta (Tejares, Puelenje, Totoró, Julumito, Río Blanco, Alto Cauca, entre otros). Sólo a

de funcionarios públicos, si bien puede interpretarse como indicadores de inserción de estos territorios en la “sociedad mayor” o la que se pretende hegemónica, siguen siendo fronteras, en tanto sus dinámicas sociales siguen vigentes. Sobre esta conceptualización de frontera se puede consultar en: GÓNGORA; Mario. “Vagabundaje y sociedad fronteriza en Chile (siglo XII – XIX)”, en: Cuadernos del centro de estudios socioeconómicos, Nº 2, facultad de ciencias económicas, Universidad de Chile, Santiago, 1966; también se puede consultar en www.bicentenariochile.com; COLMENARES, Germán. Historia económica y social de Colombia - II. Popayán una sociedad esclavista, 1680 – 1800. Bogotá: TM editores / Universidad del Valle / Colciencias / Banco de la República, 2ª edición, 1997, pp. XV – XXVI; GÓMEZ L, Augusto; BARONA B, Guido y DOMINGUEZ O, Camilo. “Territorios ausentes: razón y civilización”. En: Geografía física y política de la Confederación Granadina. Estado de Boyacá, tomo I, territorio del Casanare (Obra dirigida por el general Agustín Codazzi). Bogotá: Fundación Puerto Rastrojo / Fundación GAIA / COLCIENCIAS / COAMA, 1ª edición, 2000, pp.17 – 37. 9 Una descripción sobre la insularidad de la ciudad de Popayán y las ciudades principales que constituían la Gobernación de Popayán en: BARONA, Guido. La maldición de Midas. En una región del mundo colonial, Popayán, 1730 – 1830. Cali: Universidad del Valle/fondo Mixto de la cultura y las artes del Cauca, 1995, pp. 21 – 104 y en Ibíd. “Economía colonial y Archipiélago regional”. En: BARONA BECERRA, Guido y GNECCO VALENCIA, Cristóbal. Historia, Geografía y Cultura del Cauca. Territorios posibles. Cali, Universidad del Cauca, 2001, pp. 169 – 186. Además se puede consultar a: COLMENARES, Germán. Op cit; ZULUAGA, Francisco. Cartago: la ciudad de los confines del valle. Cali: Universidad del Valle, 2ª edición, 2008; Ibíd. Guerrilla y Sociedad en el Patía. Una relación de clientelismo político e insurgencia social. Cali: Universidad del Valle, 1ª edición, 1993, pp. 17 - 30; VALENCIA LL, Alonso. Resistencia militar indígena en la gobernación de Popayán. Popayán: Fris, 1ª edición, 1989.

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partir de la segunda mitad de este siglo en mención se empezaron a nombrar autoridades parroquiales en Guambía, Patía y otros poblados no muy distantes de su perímetro urbano10. La ciudad de Almaguer, fundada a mediados del siglo XVI, con el objetivo de penetrar la abrupta región del macizo, en busca de veneros de oro, se convirtió en una avanzada de frontera al suroeste de la gobernación de Popayán y paso obligado para viajar a la ciudad de Quito, siendo el valle del Patía un territorio vedado por la resistencia Sindagua. Este carácter se mantendrá a lo largo de las siguientes centurias y en el siglo XIX, pues a pesar de la estructuración de los pueblos de indios en el siglo XVIII y la formación de las parroquias de mestizos, la dinámica del territorio que constituyó posteriormente el cantón de Almaguer será el de frontera, en tanto la penetración de las autoridades civiles y religiosas fue precaria y en muchos casos debieron adaptarse a las dinámicas sociales presentes o fracasar en el empeño11. Caloto, actualmente localizada sobre una de las estribaciones de la Cordillera Central, entrando al valle del río Cauca, tuvo también el carácter de ciudad fronteriza, pues, a pesar que para el siglo XVIII se había impuesto la pax a los grupos “indígenas” de la zona, sus términos que comprendían desde el río Ovejas, al norte de esta ciudad, hasta una parte de la banda oriental del río Cauca, fue un área de control precario, no obstante la existencia de parroquias y vice-parroquias con alguna presencia de autoridades civiles y eclesiásticas, pues en las inmediaciones de dichos poblados se abría una vasto espacio de montes y selvas que sirvió de refugio temprano a negros fugitivos que formaron comunidades cimarronas y manifestaron abierta resistencia contra cualquier penetración por parte de las autoridades coloniales o republicanas. Similares apreciaciones se pueden manifestar para el caso de Buga, donde a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, se inician procesos de colonización en las inmediaciones de la Ciudad, que dieron origen diversas engrupamientos rurales que al igual que los anteriores, resistieron a la penetración colonial y republicana12. 10 Sobre Popayán: COLMENARES, Germán. Op cit, pp. xix – xxiv. Esta misma situación se percibe para el caso de Cali o de la misma Bogotá, en este último caso y especialmente en la formación de las haciendas cafeteras hacía 1880, Colmenares expone que no se constituyeron a partir de un reducto colonial. Aunque las tierras en donde se levantaron las nuevas haciendas tenían títulos coloniales y estuvieran relativamente cercanas a la capital, nunca antes fueron integradas al paisaje habitual y a las actividades de los hacendados bogotanos. Por ello la formación de estas haciendas cafeteras, tuvo el carácter de una ampliación de la frontera agraria, en tanto se comprometió la roturación los terrenos. Es por esta razón que el historiador concluye que “… Así, el latifundio colonial en las márgenes de los términos urbanos, es decir, el dominio efectivo de la ocupación española, no pasaba de ser un mero concepto jurídico de apropiación. Muchas veces este latifundio colindaba con tierras baldías, cuya usurpación en el siglo XIX se amparaba con el título original. Esta frontera contrastaba con la hacienda colonial, en los términos urbanos. Mientras aquí se perpetúa una rigidez extrema en las relaciones sociales, el latifundio marginal representó una oportunidad no sólo para comerciantes con capacidades empresariales, sino para poblaciones que eran víctimas del estancamiento de la hacienda colonial y podían migrar en búsqueda de mejores salarios”, COLMENARES, Germán. “La Nación y la historia regional en los países andinos, 1870 – 1930”. En: Ibíd. Varia, selección de textos. Colección Germán Colmenares, obras completas. Bogotá: TM editores / Universidad del Valle / Colciencias / Banco de la República, 1998, pp. 143 – 168, la cita es de la página 152; Ibíd. “La ley y el orden social: fundamento profano y fundamento divino”; Op Cit. p. 221. 11 Para el caso de Almaguer. BUENAHORA; Gonzalo. Historia de la ciudad colonial de Almaguer. Popayán: Universidad del Cauca, 2003. 12 COLMENARES, Germán. “Castas, patrones de poblamiento y conflictos sociales en las provincias del Cauca, 1810 – 1830”. En: COLMENARES, Germán (editor). La Independencia. Ensayos de historia social. Bogotá: Instituto colombiano de Cultura, 1986, pp. 137 – 180. En este artículo el autor presenta el proceso conflictivo del poblado de Santander de Quilichao para ser considerado parroquia y posteriormente Villa, y

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En conclusión, la gobernación de Popayán y posteriormente las provincias del Cauca, si bien tuvieron por lo general unos términos políticos “claramente determinados”, sus hinterlands de jurisdicción, no necesariamente implicaron presencia efectiva y de control por parte de las autoridades respectivas. Al contrario, fueron provincias con centros administrativos en océanos de frontera, donde se gestó una sociedad al margen de los modelamientos de civilización hispánica, con prácticas sociales y formas de organización reguladas por la reciprocidad, el parentesco y la vecindad, entre otras, que constituyeron sentidos y cotidianidades objeto de reproche y malquerencia por los letrados del siglo XIX. Estos vieron en estas prácticas de vida, las raíces de la pobreza, la miseria y el conflicto y concluyeron, en muchos casos en el siglo XIX, que las razones obedecían a factores de orden racial o climático, y consideraron como única alternativa la migración de la simiente europea para alcanzar el progreso de los países centrales del capitalismo13. Las formas de penetración de la República en las fronteras Es en los territorios de frontera donde las autoridades de las provinciales del Cauca, desplegaron, estrategias de penetración con clara intención de insertar a los grupos humanos de estas periferias a formas de control social y las disciplinas de la civilización hispánica. El proceso distó de ser una acción cómoda para los notables del incipiente Estado, pues, al igual que en la conquista, la guerra de independencia cobró inusitada resistencia realista, particularmente al sur de Popayán14. La magnitud de la resistencia cómo las autoridades de Caloto consideraron este “espacio” un área de gente vaga, sin Dios ni ley. Sobre el poblamiento de la banda oriental del río Cauca, la denominada “otra banda”, ver: MEJIA PRADO, Eduardo. Origen del campesino vallecaucano. Siglos XVIII y siglo XIX. Cali: Universidad del Valle. 2ª edición. Cali 1996. 13 Sobre las lecturas peyorativas por parte de las autoridades a los poblados de frontera, se puede consultar a: GONZALEZ, Fernán. “Poblamiento y conflicto social en la historiografía colombiana”, en: SILVA, Renán (Editor). Territorio, regiones y sociedades. Cali: Universidad del Valle / CEREC, 1994, pp. 13 – 33; BELL LEMUS, Gustavo. “deserciones, Fugas, cimarronajes, rochelas y uniones libres: el problema del control social en la provincia de Cartagena al final del dominio español”, en: Cartagena de Indias: de la colonia a la república. Bogotá: fundación Simón y Lola Guberek, Bogotá 1991, pp. 75 – 103; MEJIA P, Eduardo. La formación del campesino vallecaucano, siglos XVIII y XIX. Cali: Universidad del Valle, 1994; CONDE C, Jorge. Espacio, sociedad y conflictos en la provincia de Cartagena 1740 – 1815. Barranquilla, fondo de publicaciones Universidad del Atlántico, 1999, pp. 29 a la 54. Respecto a las explicaciones de orden genético y climático, promovidas por los letrados e intelectuales del siglo XIX, a las poblaciones de frontera ver en: MÚNERA, Alfonso. Fronteras imaginadas. La construcción de las razas y la geografía en el siglo XIX colombiano. Bogotá: Planeta, 2005; ARIAS VANEGAS, Julio. Nación y diferencia en el siglo XIX colombiano. Orden nacional, racialismo y taxonomías poblacionales. Bogotá, Uniandes – CESO, 2005. 14 En el caso de la ciudad de Popayán, su rol durante las guerras de independencia en el suroccidente, que se inició con la batalla de Funes en 1810 en la provincia de Pasto, hasta más o menos 1826, se caracterizó por ser la línea conflictiva de una frontera. Popayán marcó el punto de transición de un territorio que era a su vez pro-republicano y pro- realista. Después del puente de Calicanto al sur, se encontraba una sociedad activamente realista e incomprensible para los patriotas. Este carácter de marca de una frontera militar se expresó en la constante forma en que Popayán cambió de bando a lo largo de los años en contienda. Sobre este asunto consultar a: ZULUAGA, Francisco. “La independencia en la gobernación de Popayán”, en: VALENCIA Ll, Alonso (editor). Historia del gran Cauca. Historia regional del suroccidente colombiano. Cali, ediciñon facsimilar diario occidente, Nº 6, pp. 104 – 109. Tal vez el que mejor comprendió estos grupos de seres humanos fue don Manuel José Castrillón, quien en sus memorias que escribió, por petición de un familiar político, lo siguiente: “Los hechos hablan mas elocuentemente que los raciocinios; de la sangre de esas víctimas resultan no el sosiego y el escarmiento de los levantamientos sino más frenesí, mas entusiasmo, entre los que no habían podido ser enredados en las

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expresó la envergadura de la construcción social de la frontera. Después del denominado puente de Calicanto, y siguiendo por el camino que conducía a la parroquia de Timbío, se abría un amplio espacio que a duras penas las autoridades de Popayán habían logrado penetrar, con el inicio del nombramiento de curas y autoridades civiles. El territorio estuvo constituido por una diversidad de grupos de castas y gentes de castas de todos los colores que iban desde negros cimarrones y esclavos fugitivos, a engrupamientos rurales de mestizos, blancos pobres y los indígenas, que habían establecido relaciones fluidas y un manejo de la territorialidad de tal amplitud, que se sustentaba por medio de relaciones de parentesco y consanguinidad. Fue una sociedad alterna a los procesos de modelamiento cognitivo y de cuerpo (comportamiento), que promovía la sociedad hispanizada. Este conjunto de formaciones sociales (platanar, engrupamientos rurales, cimarronas e indias), había gestado unas formas de “resistencia” secular frente a las pretensiones de las autoridades coloniales de sujetarlos a los dispositivos de control que comprometían el acceso a sus recursos y a su fuerza de trabajo. Solamente aquellos personajes de Popayán, Pasto o Almaguer, que establecieron vínculos con aquellas sociedades, a partir de relaciones adscrititas, préstamo de favores, padrinazgo y clientelismo, lograron constituir unidades de producción agropecuarias y penetrar por ende en estos territorios, convirtiéndose en intermediarios entre la “sociedad mayor” y los respectivos engrupamientos15 , estos notables desempeñaban cargos de autoridad o

redes que se les tendieron. Díganlo si no los Erazos, los Noguera, los Sarria y los López de Timbío; los Córdoba de la Sierra; los Anaya de Ríohondo, los Runas y Davides del Tambo, Los López de Mercaderes y los Vargas y Delgados del Patía; los Álvarez, los Torres y los Españas de Rosas; el padre Villota de Pasto y otros centenares de fanáticos que, esparcidos desde el ejido de Popayán hasta más allá del Guáitara, obraban de acuerdo, aguardaban el menor movimiento para lanzarse sobre los magistrados constitucionales y desconocer el gobierno, robar, matar y esparcir la anarquía. ¡Cuantas escenas dolorosas y sangrientas han pasado por nuestras vistas! ¡Cuantas lágrimas se han derramado por esos campos de maldición!”. CASTRILLON A, Diego. Manuel José Castrillón (biografía y Memorias, Tomo 2. Bogotá: Biblioteca del Banco popular, 1971, pp. 27 y 28, la negrilla es mía. José María Espinosa en sus memorias también aporta información en torno a la frontera militar que se iniciaba al sur de la ciudad de Popayán: ESPINOSA; José M. Memorias de un abanderado. Recuerdos de la patria boba, 1810 - 1819. Bogotá: Biblioteca del banco popular, 1971, ver especialmente desde la página 79 en adelante esta interpretación. 15 Utilizo el concepto de intermediario para designar aquellos sujetos ya de los pueblos de indios, engrupamientos rurales o de los cimarrones, que recogen las demandas de la base y las presenta ante las instancias superiores; al mismo tiempo que traducen las normas y exigencias de las autoridades al lenguaje cotidiano de las comunidades para volverlas inteligibles y aceptables; se convierte pues, en un mediador entre un mundo y otro. La historia Latinoamericana del siglo XIX y XX, presenta diversidad de ejemplos de hombres que asumieron estas funciones, los cuales por sus relaciones lograron convertirse en autoridades locales, pues eran las personas que tenían nociones de leyes, sabían leer y escribir, y relaciones con los hacendados y autoridades de mayor rango de la República, todo lo cual les permitió servir de puentes de mediación entre el Estado republicano y los respectivos engrupamientos. La antropología norteamericana, especialmente en sus trabajos de campo en el México rural del siglo XX, ha identificado este tipo de personaje con la metáfora de Cacique. Aunque generalmente se ha asociado este término con un hombre procedente de un mismo engrupamiento, considero que para el caso de la provincias del Cauca éste no es el caso; podía también ejercer las funciones de cacique otra persona ajena al engrupamiento, pero íntimamente vinculada por relaciones de amistad, clientelismo, consanguinidad, entre otras, lo cual permitió su ingreso a estas formaciones sociales como en los casos de miembros de familias radicadas en las cabeceras cantonales o ciudades coloniales, que lograron constituir unidades productivas en aquellos territorios. Cfr: PEÑA, Guillermo de la. “Los desafíos de la clase incómoda: el campesinado frente a la antropología americanista”. En: LEÓN–PORTILLA, Miguel (coordinador). Motivos de la Antropología americanista. Indagación en la diferencia. México: Fondo de Cultura Económica, 1ª reimpresión, 2002, pp. 134 – 166;

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nombrando lugareños que estaban vinculados a sus redes de abscripción social. Estos fueron los casos de las familias Diago de Popayán, los Zúñiga de Almaguer, y don Juan Luis Obando de Pasto. Los notables facilitaron el acceso a otros grupos familiares como los Mosquera, Olave y Segura de Popayán. La tragedia republicana en Popayán estuvo dada porque la mayoría de las familias de intermediarios fueron abiertamente realistas (Los Zúñiga, los Obando y Diago), lo cual llevó a que a través de que esta representación se estableciera el realismo de este territorio. Éste fue también alimentado por la “resistencia” secular que muchos miembros de las castas y hombres de todos los colores habían mantenido respecto a los representantes del proyecto republicano, en tanto eran los dueños de haciendas y minas esclavistas, de las cuales se habían fugado los esclavos que ahora ocupaban el valle16. De esta manera y por la dinámica propia de la guerra promovida por los republicanos, persistió la posición realista y su prolongamiento hasta fines de los años veinte del siglo XIX. Incluso, este sometimiento fue dado fue dado por el plegamiento de los intermediarios a la república sin negar que el sentimiento realista y anti-republicano se mantuvo durante unas décadas más17. Los territorios comprendidos entre el río Párraga, el Palo y el Cauca, que comprendían las jurisdicciones de las ciudades de Cali, Caloto y la villa de Palmira, también pueden describirse como zonas de frontera en los términos previamente conceptualizados. Pero, a diferencia del sur de la ciudad de Popayán, en algunos lugares de estas jurisdicciones las modalidades de poblamiento fueron diferentes y se constituyeron poblados que se asentaron generalmente en las inmediaciones de las haciendas trapicheras. Germán Colmenares identificó esta dinámica de poblamiento con la emergencia, desde la segunda mitad del siglo XVIII, de nuevas formas de sujeción laboral en las haciendas que carecían de mano de obra esclavizada18. Contrario a lo que sucedió al sur de Popayán, en estás áreas se constituyeron caseríos rurales determinados por los vínculos con las haciendas. En éstas se promovieron, de manera espontánea, mercados en los días de misa, en cada una de sus

16 Esta es la interpretación que hace el profesor Zuluaga para el caso del Patía y su posición realista, que se inscribe en términos generales en el modelo de “guerra de clases”, como lo ha tipificado el profesor Eric Van Young. Estas interpretaciones se sustentan en el hecho impuesto por las condiciones socioeconómicas del momento que predispusieron a los sectores rurales a la acción colectiva; es por tanto su participación una reacción contra la opresión social y económica. YOUNG, Eric Van. “Los sectores populares en el movimiento mexicano de independencia 1810 – 1821: una perspectiva comparada”, en: URIBE, Víctor M y ORTIZ, Luis J (editores). Naciones, gentes y territorios. Ensayos de historia e historiografía comparada de América latina y el Caribe. Medellín: Universidad de Antioquia / Universidad Nacional, 1ª edición, 2000, pp. 141 – 174. 17 Indudablemente el repliegue realista en la zona al sur de Popayán, se encuentra estrechamente relacionado con la entrada de sus principales líderes a los toldos republicanos. La estructura social de las comunidades al sur de Popayán se había constituido por el parentesco, el padrinazgo, la amistad y la redistribución de favores y beneficios. Relaciones adscriptivas que contribuyeron en un momento dado a que los seguidores se desmovilizaran cuando su líder se plegaba. Pero indudablemente el sentimiento realista siguió en sus horizontes cognitivos, mucho más cuando los representantes del nuevo orden eran aquellos hombres con los cuales secularmente habían promovido una abierta aversión. De ahí que no sea raro que después en las diversas rebeliones que acontecieron en aquellos territorios uno de sus manifestaciones fuese a favor de la lucha por Fernando VII, como aconteció en la rebelión antibolivariana de 1828, en la reacción contra Urdaneta en 1831, en la guerra de los Supremos (1839 – 1842) y la guerra del 51. 18 COLMENARES, Germán. “Castas, patrones de poblamiento y conflictos sociales en las provincias del Cauca 1810 – 1830”. En: La Independencia, ensayos de Historia Social. Bogotá: Instituto colombiano de Cultura, 1986, pp. 137 – 180.

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capillas. Inclusive, la estrategia de erigir en muchos casos estas construcciones anexas a la casa del hacendado fue una acción promovida conscientemente para atraer la población suelta, que podía ser vinculada a procesos laborales menos “atados” que la mano de obra esclava. Es por ello, que muchos de los actuales municipios de la suela plana del valle, tienen su origen en poblados a lo largo del siglo XIX se nuclearon en torno a las capillas de las haciendas19. Este fenómeno, que le dio protagonismo a las capillas de las haciendas, hizo que, no obstante el carácter fronterizo del territorio, existieran tempranamente formas de control social provenientes del “régimen dominical” del propietario y de los vínculos que éste constituía con los caseríos y poblamientos dispersos20. Además hay que decir que

19 Este hecho lo manifiesta con claridad el trabajo de: MEJIA P; Eduardo. Origen del campesino vallecaucano. Siglos XVIII y siglo XIX. Universidad del Valle. 2ª edición. Cali 1996. Para citar algunos casos, municipios como Cerrito, Palmira, Candelaria, Florida, Amaime, Vijes, entre otros, tienen sus orígenes en los poblados nucleados en torno a las haciendas coloniales del Alisal, Llanogrande, Perodíaz, Amaime, respectivamente y para Vijes, entre la hacienda Bermejal y Mulaló. 20 Este vínculo es el que nos explica en buena medida las razones por las cuales el valle del Cauca en general, salvo contadas excepciones, fue un territorio patriota. Un estudio detallado mostrará claramente que las formaciones de poblados, denominados partidos y sitios, se constituyeron en las inmediaciones de las haciendas; regularidad presente desde el norte de la suela plana del valle hasta el sur. Incluso se presenta este fenómeno en las haciendas ubicadas en la denominada hoy vía al mar como en el caso del valle del Salado. Lo que salta a la vista, es el carácter patriota de los poblados y sus vínculos con las haciendas de los propietarios apoyaron el proyecto de las ciudades confederadas del valle. Para mencionar algunos ejemplos tenemos los casos del poblado de Vijes en las inmediaciones de la hacienda Mulaló, cuyo propietario fue José María Cuero y Caicedo, miembro de las ciudades confederadas en representación de Anserma, y la hacienda San Marcos, propiedad del Dr. y procurador general don Félix Vergara y Caicedo, hermano de don Ignacio Vergara y Caicedo, quienes eran condueños y estaban involucrados con los notables del cabildo caleño. En el denominado partido de Quintero y Riofrío, fueron alineados los engrupamientos rurales al patriotismo por los comisionados don Joaquín Micolta y el escribano don Nicolás Silva, involucrados en el proyecto republicano; en este caso contaron con el proselitismo de los presbíteros Jerónimo Mondragón de Roldanillo y Tomás Certuche y con hacendados de segundo orden como don Custodio Valderrama, don Narciso Durán y don Domingo de Torres, y algunos otros, de las poblaciones vecinas. El partido de Yotoco estuvo fuertemente influenciado por los señores José Nicolás Ospina, Fernández de Soto, Antonio Domínguez, Nicolás de Ospina, Pedro Vicente Martínez y Cabal, Diego Salcedo, José María de la Quintana, Juan Egmidio Gil de Tejada vecinos de Buga; de los Caicedo y Cuero, del padre Escobar, Caicedo de la Llera, Francisco Cabal Barona, José María Cabal vecinos de Cali; sobra decir que todos ellos estaban involucrados con el proyecto republicano en mención; aquí también contaron con mediadores representados en hacendados de segundo orden como don Vicente Serrano, dueño de la hacienda Pampaná, que contaba en su interior con 61 casas, 2 de teja, capilla, cárcel y 471 habitantes. El partido de Yundé, que tuvo su origen en un extenso latifundio de frontera, que fue el punto d partida de diversas haciendas y poblados como el Arrastradero, Palmaseca, Malagana (hacienda perteneciente al Dr. y Capitán Miguel Cabal Barona, hermano del coronel Francisco Cabal Barona, y primo hermano del general José María Cabal Barona), Aguaclara, Malaganita, Tamborero, Santa Bárbara, Burrera, Guabito, Herradura, Limonar, Cabuyal, Cascajal, Abrojal; San Jerónimo, de doña Francisca y doña Tomasa Cobos; Amaime, de don Toribio García y Serrano (casado con Manuela Riascos y Pozo, padres del prócer Dr. Luis José García Riascos); la Torre, propiedad de Antonio Barona; Malibú propiedad de doña Casimira Soto; La Chivera, de don Miguel Umaña; Coronado, de don Francisco Molina Rendón (natural de Buga y vecino de Cali); todos los propietarios nombrados, fueron activos patriotas. En diversos momentos estos poblados apoyaron abiertamente la causa republicana formando guerrillas que vigilaban los pasos del río Cauca y hostigando las fuerzas realistas, que en muchos casos sus jefes eran los mismos hacendados, quienes agregaron sus fuerzas a los ejércitos patriotas que iban en marcha a campañas para el sur. En definitiva, la hacienda fue el eje que aglutinó las fidelidades y vínculos. Estamos frente a un tipo de relaciones que se ha denominado Patrón – Cliente, en el cual el patrón (un hacendado) ofrece bienes y servicios a los campesinos aledaños a su propiedad y éstos devuelven sus favores en lealtad y alianzas políticas. Tales relaciones recíprocas pueden ser expresadas en términos de contratos formales con derechos

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en este territorio también se constituyeron otras dinámicas de poblamiento mucho más “libres”, en tanto no estuvieron sujetas a los controles de los hacendados. Me refiero a las poblaciones constituidas por negros y mulatos huidos de las haciendas esclavistas de Caloto, que originaron asentamientos que las autoridades republicanas denominaron Palenques; éstos eran caseríos dispersos a orillas de los ríos, que desde muy temprano reprodujeron formas de apropiación del ganado y de siembra de tabaco, consideradas delictivas por las autoridades coloniales y republicanas21. En los intersticios de las jurisdicciones republicanas de las provincias de Buenaventura, Cauca y Popayán, se manifestaron poblamientos carentes de control efectivo por parte de las autoridades coloniales y republicanas. En su defecto los hacendados constituyeron vínculos que actuaron como dispositivos reguladores de estos asentamientos. Fue a través de estas relaciones de vecindad y reciprocidad, que se construyó el ideario patriótico de la independencia. Sólo en el caso de la hacienda Perodíaz, se dio una postura abiertamente realista, el resto de los hacendados, su gran mayoría, se afiliaron al proyecto de las ciudades confederadas del Valle. Es por esta razón que en el periodo de 1818 a 1821, hay presencia de guerrillas patriotas que son las determinantes de los triunfos sobre las fuerzas realistas en Guanábano (2 de septiembre, 1819), entre las inmediaciones de Candelaria y Miranda; San Juanito (20 de septiembre de 1829), cerca de Buga y Santander de Quilichao (16 de mayo de 1820) 22.Fue en estas haciendas que las familias de los patriotas de Popayán encontraron refugio ante la persecución de los realistas, como lo expresaron en sus memorias don Manuel José Castrillón y José María Espinosa23. A pesar de estas afiliaciones, los hombres y mujeres de “todos los colores” en la suela plana del valle, fueron objeto de una mirada recelosa por parte de las autoridades republicanas. Esta lectura prejuiciosa fue radicalizada en 1819, después del triunfo de San Juanito, cuando las ciudades de Cali, Buga y poblados como Palmira, fueron asoladas por un movimiento liderado por el aventurero inglés John Runner, quien promovió con gentes provenientes de estas poblaciones y esclavos fugitivos de algunas haciendas, una abierta rebeldía contra el orden social imperante. Si bien la situación fue conjurada por el Coronel Concha, cuando arribó a éste territorio, estas acciones marcaron un precedente en los

institucionalizados y obligaciones para cada periodo. Pero en general estas relaciones entre patrón - cliente están parcializada contra los segundos, quienes por definición son económica y políticamente más débiles. Consultar: RIASCOS G, Eduardo. Procerato caucano. Cali: imprenta departamental, 1964; pp. 205 – 231; Sobre las relaciones Patrón - Cliente en: HALL, Anthony. “Patron-Cliente relations”, y DUCAN POWELL, John. “Peasant society and clientelist politics”. A reader in political clientelism. En: SCHIMIDT, S; GUASTI, L; LANDÉ, C; y SCOTT, James (Edited by). Friends, Followers, and Factions. Los Ángeles: University of California Press, p. 510. y pp. 147 – 148, respectivamente. 21 Para fines del siglo XVIII, en las inmediaciones del río Palo despuntaba como una zona de poblados dispersos de negros fugitivos que alternaban el robo ganado con el cultivo de tabaco, pues ya en 1788 existe documentación judicial al respecto en el archivo central del Cauca. 22 Sobre la formación de guerrillas patriotas en la zona y el triunfo de estos sobre las huestes del gobernador realista Pedro Domínguez en Guanábano en: CASTRILLÓN, Diego. Manuel José Castrillón. Biografía y memorias, volumen 1. Bogotá: Banco Popular, 1971, p. 159 en adelante. Sobre el triunfo de San Juanito en: GARCÍA Vásquez, Demetrio. Reevaluaciones históricas. Para la ciudad de Santiago de Cali. Cali, Imprenta Palau Velazquez & CIA. 1926, 23 CASTRILLÓN, Diego. Op cit., volumen 1; p. 132 en adelante; ESPINOSA, José María. Memorias de un abanderado. Bogotá: Banco Popular, 1971, p. 94

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integrantes del patriciado republicano, el cual los condujo a establecer precarias formas de control sobre estos grupos de levantiscos24. Entrado el régimen republicano, los esfuerzos encaminados por las autoridades de las ciudades en mención, junto con Caloto, fueron los de sujetar a estas gentes, particularmente a los negros fugitivos que vivían en las márgenes de los ríos Palo, Timba, Párraga y Cauca. Este proceso se volvió más conflictivo con el restablecimiento del estanco de Tabaco (1821), al ser estos territorios zonas de cultivo clandestino de la hoja. El panorama expresado fue una constante a lo largo de los años veinte y treinta del siglo XIX. Durante este periodo, se constituyeron unas imágenes sobre los sujetos habitantes de la frontera, con claros antecedentes en el siglo XVIII, reforzada en la independencia y cristalizada por los informes oficiales y la historiografía decimonónica. Hago referencia a la metáfora de Bandidos, esgrimida por los patricios urbanos del suroccidente a los engrupamientos asentados en el valle del Patía y en las selvas o montes - como lo expresaban las autoridades -, de las márgenes del río Párraga, el Palo y el Cauca. Esta palabra enuncia dos horizontes de mundo. Por una parte la afirmación bandido procedente del Estado y de los notables locales, denota una mirada peyorativa a las prácticas sociales de los grupos de frontera, como comer ganado en el Patía, que dentro de sus cotidianidades el abigeato no era entendido como delito, en tanto era una acción social regulada por el acceso democrático al ganado cimarrón del valle. Esta situación cambió con la entrada de hacendados en el valle durante el siglo XVIII, quienes penalizaron la práctica; sin embargo, se presentaron casos que se pueden conceptualizar bajo el pactismo colonial, pues en algunas situaciones los hacendados asintieron a sacas de “sus” hatos, por parte de algunos grupos de negros, con el objeto de capitalizar relaciones cordiales con las castas presentes en el territorio25. El hecho concreto es que los mores y cotidianidades de las fronteras fueron estigmatizados por no estar modeladas por el orden moral hegemónico. Por ello el abigeato, la unión libre, ciertas prácticas jurídicas (venganzas de sangre, castración), en incluso formas de organización cotidiana, se consideraron incivilizadas y bárbaras, no acordes con la vida de campana y policía. De otra parte en estas sociedades se formaron grupos armados de asaltantes, cultivadores y comercializadores de hoja de tabaco, que contribuyeron a fomentar la lectura del bandido y de hombres amantes del “libertinaje”, el vicio y la maldad. En contra cara, el sujeto endilgado de Bandido no fue percibido de esta manera por las sociedades de fronteras, más bien aquellos hombres, que por sus constantes trasgresiones al orden republicano que se les quería imponer, los convirtió en héroes culturales. Sus reiterativos actos de desacato a la autoridad, los envistió en arquetipos de la resistencia y

24 Sobre el movimiento de J. Runner en: COLMENARES, Germán. “Castas, patrones de poblamiento y conflictos sociales en la provincias del Cauca, 1810 – 1830”, Op Cit., p. 147. También en: GARCÍA Vásquez, Demetrio. Op Cit, p. XXXIX; existe un trabajo reciente sobre este aventurero inglés que recaba sobre esta misma interpretación: BROWM, Mattew. “Mercenarios británicos e irlandeses en la guerra de independencia”, en: Humanidades, revista de la facultad de ciencias sociales y humanas. Popayán: Universidad del Cauca, volumen 7, números 9 – 10, 2003, pp. 9 – 28 25 Sobre este hecho consultar en el trabajo de: USSA FERNÁNDEZ, Constanza. De los Empauta´os a 1930. tesis de grado para optar el título de Antropóloga. Popayán: universidad del Cauca, 1989, pp. 52 – 58;

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oposición a los agentes del Estado26. Bandido fue por lo tanto la palabra que el discurso público27 colonial y posteriormente republicano, usó para estigmatizar aquellos sujetos que cuestionaban el régimen que se les quería imponer y por ende sus actividades cotidianas. Se les llamó bandidos, rebeldes, “facciosos” y facinerosos, con el fin de deslegitimar sus resistencias y sus exigencias políticas. Con ello se inauguró un sujeto social sobre el cual se debía extirpar, pero que en el caso del suroccidente pervivió y fue necesario captarlo, domesticarlo y controlarlo. La República incapaz de someter los territorios de frontera, debió desplegar estrategias de regulación de lo social dentro de las lógicas de las relaciones sociales de aquellos universos de significado alterno al pretendido de hegemónico. No penetró el territorio bajo los dispositivos de intervención del Estado moderno (la acción directa, sin mediación) con sus funcionarios letrados y versados en asuntos judiciales, de policía, hacienda y control. Por el contrario, el Estado naciente de la independencia, al estar insuficiente de hombres capaces de ejercer las funciones que exigían sus organizaciones y de recursos fiscales para llegar a todos los rincones habitados de la república con escuelas, obras públicas y promover la integración de sus “ciudadanos”, debió plegarse a otras formas de intervención, la mediación fue una de ellas y por lo tanto la patrimonialización de la República28. El proceso se expresó durante la independencia, los republicanos ante el fracaso militar de someter a los rebeldes del sur, optó por la política de captarlos, una de ellos y bien conocida

26 Dentro de la distinción que hace James Scott, entre discurso público y oculto, expone que en el segundo muchas veces se tiene que ocultar para sobrevivir los subordinados, pues responder de manera abierta a los dominado pude comprometer su vida misma. Por ello expresa que muchas tensiones y frustraciones, se manifiestan en espacios más seguros. Donde finalmente se “arreglan las cuentas”, en un sentido al menos simbólico. Estos sentidos simbólicos son las fantasías que el subordinado en su discurso oculto da cumplimiento a sus deseos de ira y rencor. Claro está que muchas de las fantasías, pueden tomar muchas facetas y no sólo en el pensamiento; las fantasías se vuelven explícitas muchas veces en las conversaciones entre subordinados, que toman el carácter de rumores, en algunos casos, o expresan abiertamente lo que les gustaría hacer a los opresores. En este contexto emergen sus héroes, que son aquellas personas que con sus actos de abierta rebeldía, redimen a los subordinados, de las humillaciones que han sufrido. Por ello sus actos no son considerados delictivos, sino más bien heroicos. SCOTT, James. Los dominados y el arte de la resistencia. Navarra: Txalaparta ediciones, 2003, pp. 68 – 76. 27 El discurso público, es un discurso político del autorretrato de las elites, que tiene estrecha relación con imponer una hegemonía ideológica sobre los subordinados. Este asunto compromete el comportamiento, el actuar de los dominantes frente a los dominados, pero también un lenguaje que busca enmascarar ciertos aspectos del poder y la explotación que no se pueden negar, pero que es necesario decorarlos. Con ello se busca expulsar del lenguaje una actividad o hecho que es considerada moralmente ofensiva. En este sentido el discurso público de las elites, propende a imponer un monopolio del conocimiento público sobre los dominados, imponen versiones sobre la sociedad, el trabajo, el castigo, de las cosas, entre otras, que no admite explicaciones, mientras no tenga detractores públicamente, pero es posible que los halla de manera oculta. Este hecho se relaciona con el poder de llamar a alguien de alguna forma, como aquellos que cuestionan el orden establecido, es un ejercicio de estigmatizar con el fin de desviar la atención de sus exigencias políticas. La función por lo tanto del discurso público, es dar una apariencia de unanimidad y de un consentimiento de los grupos gobernados. Esta se expresa en las sociedades jerarquizadas en las redes matrimoniales y sociales, que permiten el monopolio de los principales renglones económicos y de los puestos públicos que cubren el ámbito provincial. Ver: SCOTT, James. Op Cit., pp. 23 – 110. 28 TILLY, Charles. Coerción, capital y los Estados europeos, 990 – 1990. Madrid: Alianza editorial, 1ª edición, 1992, pp.

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su historia, fue la de José María Obando29; posteriormente otros jefes naturales de las localidades y cabezas de grupos guerrilleros se entregaron al nuevo orden político30. Fue en el fondo un pacto implícito promovido por el Estado. Este hecho se evidencia en una constante a lo largo de fines de los años veinte hasta los cuarenta, es que muchos de los funcionarios nombrados en las parroquias de Timbío, Tambo, Patía, Trapiche, Mercaderes y la Sierra o en los sitios y partidos como Mazamorras, el Bordo, Mojarras, Quilcacé, Chiribío, Sotará, Ríohondo, entre otros, fueron los miembros principales de los clanes familiares más importantes de cada localidad, quienes habían sido activos guerrilleros y colaboradores realistas en la guerra magna. El hecho lo manifestó a inicios de los años treinta el científico francés Jean Baptiste Boussingault31. Si bien su mirada de extranjero por la tierras del sur deja entrever su asombro por los habitantes de aquellos territorios (quienes hasta no hace mucho eran antiguos guerrilleros realistas y aun ferviente monarquistas de corazón, en ese momento algunos de ellos los encargados del control social, como los curas), se explica en tanto él era un hijo de otro tipo de Estado que recientemente había constituido un gobierno directo32. 29 ZULUAGA, Francisco. José María Obando de soldado realista a caudillo republicano. Bogotá: biblioteca Banco Popular, 1ª edición, 1985, pp.51 – 54; pp. LEMUS GUZMÁN, Antonio José. Obando de cruz verde a cruz verde. Bogotá: Planeta, 1ª edición, 1995, pp. 101, 118 30 Si bien puede existir la creencia que con la entrada de José María Obando a las filas republicanas significó automáticamente la entrada de otros jefes de guerrillas a las filas patriotas, es falso. José María Obando indudablemente fue uno de los líderes más importantes que tuvo el Patía después de la muerte de Juan José Caicedo (1815), Simón Muñoz (1821) y Joaquín Paz, pero en la documentación que reposa en denominado archivo muerto del Central Cauca, evidencia que después de la entrega de José maría Obando (1822), otros jefes de guerrilla se entregaron de manera directa a las autoridades republicanas, como el caso de Juan Gregorio Sarria. De la misma manera hubieron otros como el caso de Jerónimo Toro y Calixto, que mantuvieron en constante alarma a las autoridades de Popayán y del valle en los años siguientes. ZULUAGA, Francisco. Guerrilla y sociedad en el Patía; Op cit, pp. 67 en adelante; Cfr. Carta de Juan José Flores, fechada en Siquitán, mayo 23 de 1823 al intendente del departamento del Cauca; carta del clérigo Matías Antonio Gutiérrez, fechada en el Tambo 20 de mayo de 1823, al intendente del departamento; carta de los alcaldes del Trapiche (Juan Antonio Caicedo y Javier Zúñiga, Trapiche 16 de enero de 1823, al intendente del departamento; carta del clérigo Domingo Belisario Gómez, Trapiche, mayo 23 de 1823, al intendente del departamento, en: Archivo Central del Cauca (ACC), fondo Archivo Muerto (AM), 1826, sin índice. Los documentos citados de esta forma significa que no se encuentran en el índice que existe en el archivo Central del Cauca, que arranca de 1830, son otros paquetes que sólo indican los años que contiene la información y abarcan desde el periodo colonial hasta los años setenta del siglo XIX. 31 BOUSSINGAULT, Jean B. Memorias de Boussingault, 1830 – 1832. Volumen 5. Bogotá: Banco de la República, 1985, pp. 48. Análoga situación manifestaba en la costa del pacífica, el juez político de Iscuandé Manuel de Jesús Zamora, patriota de origen venezolano, quién comunicaba al intendente del departamento del Cauca en una carta fechada en Iscuandé mayo 1º de 1823 lo siguiente: “La prevención que VS me hace por su oficio 4 del ppado acerca de la vigilancia para desvanecer los proyectos de los facciosos de Tumaco y costa de Esmeraldas; es de mi deber siendo cierto que en todos estos territorios desde sus principios han sido y lo serán sus habitantes enemigos acérrimos de Colombia. Sus crímenes son públicos y se han visto con admiración que los caudillos de los asesinatos cometidos en las personas de nuestros oficiales y soldados, se hayan dejado libres paseándose con sonrisa, entre tanto no halla un ejemplar, siempre tendremos después que arrepentirnos (hablo con la moderación debida y como un ciudadano de Colombia). Dios guarde a VS. Manuel de Jesús Zamora (La ortografía fue corregida). Cfr: ACC. AM. 1823, sin índice. 32 El Estado de Francia pre-revolucionaria estaba constituido principalmente por un gobierno indirecto, especialmente a nivel local, recurriendo la monarquía principalmente a sacerdotes y nobles para su mediación. Con el advenimiento de la revolución, los abogados y burgueses, desplazaron a los antiguos intermediarios del Estado (Nobles terratenientes, funcionarios señoriales, empleados venales, clero y algunas veces también oligarquías municipales). En el nivel municipal la revolución transfirió el poder municipal a coaliciones

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Si bien la formación del Estado republicano de corte liberal comprometió un proyecto al decir de Marco Palacios, de un Estado centralizado moderno, la expansión de los derechos de la ciudadanía y la definición de la nacionalidad33. Indudablemente este proceso quedó postergado por otras necesidades más urgentes en la construcción del Estado, en la primara mitad del siglo XIX, cómo la urgencia por establecer un control sobre las poblaciones que nominalmente se ejercía una soberanía. Este asunto es de capital importancia en el Cauca, en tanto la guerra había desarticulado los fundamentos del orden social, que en la zona se habían constituido sobre las relaciones Hacienda – Mina – Hacienda, sustrato de las relaciones sociales de producción y dominación. De ahí que los ideales liberales de libertad, igualdad y el equilibrio de poderes públicos, debieron postergarse ante los obstáculos de las jerarquías coloniales y de este modo para el caso neogranadino, el liberalismo se circunscribió al ámbito de la política económica, mientras la ciudadanía fue metáfora, en tanto la inmensa mayoría de la población fueron considerados “menores de edad”, al carecer de las calidades para obtener la ciudadanía de forma activa34. Las razones de este viraje del Estado Neogranadino fue el peso de la estructura colonial con sus jerarquías y privilegios, que en el caso de las provincias del Cauca estuvieron “endurecidas” por la presencia de una sociedad esclavista, regímenes dominicales de las haciendas, vastas áreas de frontera no sometidas al control del poder de las ciudades y grupos de notables que no quisieron ceder sus privilegios, sino más bien mantenerlos e insertarse al mercado mundial, sin una transformación radical de las

patriotas basadas en milicias, clubes y comités revolucionarios, que fue una estrategia para gobernar sin intermediarios. De igual manera transformaron el mapa político, formando departamentos con distritos, cantones y comunas y enviaron representantes con el fin de promover la nueva organización del Estado. La política en mención, promovió la imposición de una cuadrícula geográfica uniforme que alteró las relaciones y jerarquías de las ciudades, pues ascendió a insignificantes poblados en capitales administrativas. En términos generales, los revolucionarios parisinos improvisaron tres sistemas paralelos, y a veces encontrados de gobierno directo: “los comités y las milicias; una jerarquía geográficamente definida de funcionarios y representantes por elección; y comisionados itinerantes del gobierno central. Para reunir información y lograr adhesión, los tres sistemas recurrieron ampliamente a las redes ya existentes de abogados, profesionales y comerciantes. TILLY; Charles. Coerción, capital y los Estados europeos, 990 – 1990. Madrid: Alianza editorial, pp. 165 – 175, la cita en la página 167 – 168. 33 PALACIOS, Marco. “El (des)encuentro de los colombianos con el liberalismo. Algunas notas sobre el déficit estatal crónico”, en: GUERRERO, Javier. Iglesia, Movimientos y Partidos: política y violencia en la historia de Colombia. Tunja: Universidad pedagógica de Colombia, Archivo general de la nación, Asociación colombiana de historiadores; s. f, pp. 13 – 30; existe una revisión de este artículo por el autor en: PALACIOS, Marco. Parábola del Liberalismo. Bogotá; Editorial Norma, colección vitral, 1999, pp. 143 – 336. 34 MARTÍNEZ, Armando. “Debate legislativo sobre las calidades en la Nueva Granada”. En: Boletín de Historia y Antigüedades. Bogotá: volumen XC, No. 821, 2003, pp. 241 – 262; como lo expone Marco Palacios, uno de los historiadores que más ha estudiado el Liberalismo en Colombia, la idea era que los procesos económicos promovieran el desarrollo del ciudadano, se esperaba que la inserción en el mercado promoviera en los sectores sociales impactados la libertad individual y la democracia política. Cfr: PALACIOS, Marco. El Café en Colombia, 1850 – 1870. Una historia económica, social y política. Bogotá: Colegio de México / el Áncora editores, 1983, pp. 29 – 30; estas mismas apreciaciones del autor especialmente para la segunda mitad del siglo XIX colombiano, se pueden extrapolar para la primera, en tanto en el Cauca a lo largo de los primeros treinta años de vida independiente, se buscó promover proyectos agroexportadoras, que si bien fracasaron, no buscaron insertar a los sectores sociales subordinados al proyecto político y social liberal.

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relaciones sociales de producción35 . También la reticencia en el suroccidente, fue promovida por el temor a que una activa participación política de los sectores subordinados podría generar un transtocamiento en el orden social, como había acontecido en algunos pasajes de la guerra magna con las guerrillas del Patía; la de los altiplanos de Pasto y los Pastos; el movimiento de John Runnel, y Francisco Osses en la suela plana del valle y las luchas autonómicas de las cuadrillas en el andén del Pacífico36. Por ello considero que el objetivo principal de la República y especialmente en el Cauca, era restablecer las estructuras sociales de dominación alteradas en la independencia e imponerlo en los territorios de frontera. Ello implicaba no promover un nuevo tipo de relaciones sociales, en los lineamientos del proyecto liberal de sociedad, al contrario lo que se quiso fue establecer las relaciones de dominación coloniales. Se impuso en las provincias del suroccidente “el negociamiento faccioso de las leyes”, como lo expresa Marco Palacios37. Los patricios de las ciudades como Buga, Cali, Popayán y Pasto, buscaron mecanismo para sustraerse de las leyes, en una intrínseca alianza con los miembros del clero, como ocultar las partidas bautismales de los negros esclavos que según la libertad de partos de 1821, debían ser libres cuando alcanzaran la mayoría de edad. Esto lo manifestó patentemente el gobernador bogotano de la provincia del Cauca José Acevedo, que comunicaba al gobierno nacional:

“ ...Remito a Ud. Un oficio para que resuelva el gobierno lo que se haga de hacer, puesto que no se sabe en que días se publicó la ley de manumisión en Cali. En todo este valle se

35 Un sector fuerte de la sociedad hegemónica, entendió el liberalismo económico, como una forma para insertar desde el mercado a los sectores subordinados, no integrados a los ideales de la nación y la ciudadanía. Este hecho distó de ser sólo una simple intención, pues la historia de las economías extractivas a lo largo del siglo XIX en Colombia, lo que manifiestan es que no se buscó transformar las relaciones sociales de producción de corte preindustrial, más bien se buscó mantenerlas. Este es un ejemplo diciente de la verdadera falta de intencionalidad por parte de los notables por expandir el liberalismo. Demuestra, particularmente frente al famoso debate de la transición del feudalismo al capitalismo entre M. Dobb y P. Sweezy, y que hoy en día tiene sus prolongaciones en el denominado “debate Brenner”, que no son las condiciones objetivas como el mercado, la ciudad, la demografía, entre otras, las variables centrales que expliquen las transformaciones de las relaciones sociales de producción, sino que más bien, estas se hallan es en la lucha y la resistencia cotidiana que establecen los dominados frente a los dominantes. De la misma manera el proceso de adquisición de los derechos en Europa, no fue un acto filantrópico por parte de un Estado que considero necesario extender los derechos civiles y políticos en la gran mayoría de la población, sino que al igual que el caso anterior, fue gracias a una lucha constante. Este asunto pone de manifiesto que los derechos son luchas colectivas por parte de cada sociedad con su Estado y no un acto universal que se extiende como una mancha de aceite en el mar, impactando a los demás grupos sociales. Sobre el ideal económico liberal en Colombia, ver en: PALACIOS, Marco. Parábola del Liberalismo. Op cit., pp. Sobre el debate de la transición del Feudalismo al capitalismo en: KANYE, Harvey. Los historiadores marxistas británicos. Zaragoza: Universidad de Zaragoza, 1989; sobre la lucha de los derechos colectivos en: TILLY, Charles. Op cit, pp. 149 – 199. 36 En cada uno de los casos mencionados se puede concluir que independientes de sus afiliaciones en los bandos en contienda, estos movimientos cuestionaron en el fondo la estructura social de las ciudades de la antigua gobernación de Popayán. Sobre el Patía sigue siendo los trabajos del profesor Francisco Zuluaga una venta para recabar en esta afirmación; sobre Pasto, si bien aun estamos supeditados a las miradas románticas de los historiadores de la zona, particularmente en el caso de Agustín Agualongo, se puede inferir una resistencia por parte de los grupos étnicos en defensa de sus comunidades, en los trabajos de Sergio Elias Ortiz y Alberto Montezuma Hurtado. Para el caso de la suela plana hay algunas referencias en el estudio de Colmenares sobre el movimiento del inglés John Runner ver en la cita número 25. 37 PALACIOS, Marco. Parábola del Liberalismo. Op cit., p. 209.

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cometen las mayores atrocidades con los esclavos, detestando por supuesto aquella hermosa ley. Todos sin excepción están coligados por hacerse alto con la mayor impudencia, sobre la cual pudiera citar mil hechos escandalosos que causan indignación. Ahora se trata de eludir respecto de muchos infelices la disposición de la ley que les manda dar su libertad absoluta a los 18 a que se cumpla en este. Se que muchos andan solicitando donde los curas que se enmienden las fechas de la fe de bautismo, y que en general pretenden que al cumplir los 18 años los libertos tienen la obligación de pagarles los alimentos y demás costos de crianza, es decir que quieren perpetuarlos en la esclavitud. Para cortar estos males quiero poner una circular antes de salir fijando el día que se comienza a cumplir los 18 años y explicando los derechos de esos infelices; pero si la contestación del gobierno no vuelve a vuelta de correo, entregará la gobernación sin hacer este servicio a esos miserables, que por mi sucesor se callarán, si es de aquí. Creo que no sabiendo cuando se publicó la ley en Cali, pudiera disponer el gobierno que se estableciera a su publicación en Popayán que era capital del valle, y que debía circular esta resolución en las provincias respectivas, puesto que se han callado porque no es león el pintor”38.

De otra parte los grupos de poder no sólo miraban despectivamente a los estamentos subordinados, si no que además los consideraban carentes de asumir las responsabilidades de la República. El punto central era que las lecturas despectivas a los grupos subordinados - como lo manifiesta la carta fechada en abril de 1834, de José Antonio Arroyo, al general Tomás Cipriano de Mosquera39-, se fundamentaban en una característica central de las sociedades estamentales y altamente jerarquizadas, que los sectores subordinados no pueden manifestar ningún acto de insubordinación, en tanto se considera que cada quien tiene su lugar en el “cuerpo social” con sus fueros y privilegios. En otras palabras con lo que a cada uno le corresponde. Esta visión de mundo de la sociedad, promovía una lectura despectiva a cada individuo o grupo social que expresara abiertamente con actos, lenguaje o comportamiento, una inconformidad o cuestionamiento del mismo40. Es sobre este eje de una república más cercana al orden social de los Austrias y no a un orden liberal, es que se trazó las estrategias del orden social. Controlar implicaba penetrar en las sociedades, pero no integrarlos en la República como ciudadanos; era una integración con un sentido mentado por los intereses de los notables locales en sujetar a los hombres de las fronteras a sus unidades de producción y acceder de esta forma a los recursos de sus 38 Carta de José Acevedo a Pedro Alcántara Herrán, Buga 16 de febrero de 1839, en: Archivo General de la Nación. Fondo Pedro Alcántara Herrán (de ahora en adelante: AGN. Fondo Herrán), Rollo 2. Serie correspondencia personales y políticos. Caja 5. Carpeta N. 16, folios 19 - 20 39 “… Yo no puedo dejar de ser enemigo de los patianos, hoy son héroes, y porque ayer nos enterraron el puñal y echaron palo a nuestros parientes, amigos y ciudadanos. De repente se han hecho liberales, no es extraño que patriotas de nuevo cuño continúen la política atacándome por el flanco en que hallan disposiciones favorables en el gobierno.”, ver el texto completo en: ACC. Archivo Mosquera. Carpeta 1ª, año 1834, signatura 6986. 40 Como lo expresó Germán Colmenares: “Desde el punto de vista del Estado español, la existencia de diversas jerarquías y esferas en la sociedad debía garantizar un eslabonamiento indispensable para trasmitir la autoridad regia. Colocada en un extremo de la cadena, esta requería de un orden social inalterable para hacerse sentir, a través de sus intermediarios, hasta el eslabón más bajo de la cadena, tan alejado del primero. La fundamentación de este orden era también de naturaleza religiosa. El privilegio social premiaba la lealtad, y a lealtad más esencial era la debida a la ortodoxia religiosa (…) De esta manera, todo los que empañara el prestigio de las jerarquías sociales afectaba en la misma medida a la autoridad política”. Cfr: SCOTT, James. Los Dominados y el arte de la resistencia. País Vasco: ediciones Txalaparta, 2003, p. 57 en adelante

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territorios; y por parte de la República en ampliar la cobertura de tributación sobre aquellas comunidades, por medio de los impuestos indirectos o reclutarlos para las milicias. En cualquiera de los dos casos fue una conjunción de intereses, pues al fin y al cabo, los representantes del Estado: los funcionarios eran los mismos notables de las ciudades, quienes buscaban con la intervención estatal, controlar las poblaciones y de esta manera asegurar el statu quo que legitimaba su posición social y les permitía monopolizar los sectores económicos más rentables del momento41. Bajo este palio, el orden social se constituía a partir de una sociedad estamental, que reconocía tácitamente la desigualdad social. El control se establecía por medio de una “correa de transmisión”, que partía de los notables locales con sus haciendas, minas y demás unidades de producción buscando sujetar a las comunidades, finalizando con un Estado atravesado por estos intereses, en tanto sus agentes eran los mismos notables locales. Por ello debió ceder a los intereses de los patricios provinciales y locales, ante su precario tesoro público42.

41 Este hecho se pone de manifiesto en el andén del Pacífico, territorio que desde su colonización, se mantuvo como una frontera precariamente integrada a las ciudades andinas del Suroccidente. Para el periodo republicano, debido al dislocamiento de las relaciones sociales de producción y dominación, se intentó reactivar la actividad minera con el establecimiento del departamento de Buenaventura en 1822, el cual tuvo como primer gobernador al coronel Tomás Cipriano de Mosquera, acción por parte del Estado, que tenía como objetivo organizar la actividad económica preponderante en la zona, enviando para ello a un notable de Popayán, el cual como otras familias conectadas entre sí (Arboleda, Angulo, Diago, Quiñónez, entre otras), tenían intereses en la región. Pero el hecho paradójico, es que no se buscó transformar las relaciones sociales de producción y dominación, sino que al contrario, se buscó mantenerlas. De la misma manera los mineros residentes en la zona, fueron los llamados a ocupar los cargos de la municipalidad, de hacienda y de justicia, en los villorrios investidos con categoría de urbanas, los cuales defendieron sus intereses y el statu quo de la sociedad. Cfr: ALMARIO, Oscar. “Anotaciones sobre las provincias del Pacífico sur durante la construcción temprana de la república de la Nueva Granada. 1823 – 1857” En. Anuario de Historia Regional y de las Fronteras. Bucaramanga: N. 6, 2001, pp. 115 - 161; Ibíd. “Racialización, etnicidad y ciudadanía en el Pacífico colombiano, 1780 – 1830”. En: MARTÍNEZ, Armando. Independencia y transición a los estados nacionales en los países andinos: nuevas perspectivas. Memorias del 2º itinerario de la cátedra historia de Iberoamérica, Cartagena de indias, agosto 10 al 13 del 2004. Bucaramanga: ediciones UIS / Organización de los Estados Iberoaméricanos, S F, pp. 317 – 356. Sobre esta colusión entre intereses particulares con los intereses del Estado o de la integración en algunos casos de intereses entre autoridades y empresarios agropecuarios ver: SOULODRE – LA FRANCE, Renée. Región e Imperio. El Tolima grande y las reformas borbónicas en el siglo XVIII. Bogotá: ICAH, 2004. 42 En este sentido la lectura de Estado se acerca a los planteamientos de Gramsci, que considera que el Estado opera de manera simbiótica con la clase dirigente. Dentro de este paradigma, el Estado en si mismo no tiene intereses discretos más allá de la extensión de la hegemonía y liderazgo político de la clase dominante. Si bien el argumento es sugerente para el caso neogranadino, es necesario matizarlo, pues no podemos considerar que existiese en ese momento una clase dirigente hegemónica en el país, más bien y como lo han manifestado algunos autores, estamos en el periodo, frente a unos grupos dirigentes fragmentados y fracturados, que generalmente sus intereses giran en el ámbito local y provincial. Es en lo local donde el modelo gramsciano se ajusta. Los grupos de notables locales, quienes fueron los funcionarios del Estado en los espacios administrativos cantonales y provinciales los que permearon a las organizaciones del Estado con sus intereses de grupo y modelaron la institucionalidad (entendiéndola aquí como el comportamiento que debe tener un miembro dentro de una organización), sobre las bases de sus relaciones sociales de sus mundos cotidianos. De esta manera estamos frente a una patrimonialización del Estado. Sobre lo que compromete la institucionalidad ver en: BERGER, Peter y LUCKMANN, Thomas. La construcción social de la realidad. Buenos Aires, Amorrortu editores, 18ª reimpresión, 2003, pp. 72 – 89.

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En los territorios allende al puente de Calicanto en Popayán, el Estado/notables, promovieron una estrategia de control sobre aquellos “espacios”. Se penetró el territorio captando a los “jefes naturales” de las localidades, quienes en tiempos no muy remotos habían sido jefes, miembros o simpatizantes de partidas guerrilleras realistas. Para ello se contó con el apoyo de aquellos hombres que durante la segunda mitad del siglo XVIII habían constituido relaciones sociales con las comunidades, como don Juan Luis Obando, el ejemplo más emblemático; pero también se encuentran los casos de la familia Diago, Castrillón, Segura y posteriormente los Mosquera y los Hurtado, quienes penetraron en los territorios fundando estancias ganaderas, agrícolas y enclaves mineros. Son estos personajes con sus descendientes, quienes lograron constituir alianzas y vínculos con los jefes naturales, que cómo mayordomos de las haciendas, peones o agregados lograron acceder a favores personales como para sus parientes y seguidores en diversos universos de situaciones. Los jefes naturales son los personajes por medio del cual Estado/Notables, penetró el Patía convirtiéndolos en el punto de intermediación o articulación entre gobierno y comunidades, varios factores contribuyeron con este rol. Por una parte fueron personajes que poseían cualidades que los hacían superior dentro de su estructura social, cualidades que sólo tenían lógica dentro de racionalidad cultural de las comunidades. En el caso del Patía el ser un empauta`o43; cabeza de un clan familiar prestigioso de una localidad con acceso a recursos; capacidad de liderazgo y lucha; entre otros aspectos, eran una serie de valores que convertían a una persona en una figura central dentro de la comunidad. A esta situación se le agrega los vínculos que por diversas vías fueron constituyendo ya el personaje o su clan familiar, por medio del préstamo de favores, el compadrazgo, entre otros, contribuyendo a convertirlo en una persona de notabilidad. Generalmente este tipo de hombres, eran letrados, lo que les permitió ser (como también los curas) los encargados de redactar documentos y promover querellas ante las autoridades, lo que les daba un “valor agregado” más44.

43 USSA FERNÁNDEZ, Constanza. De los Empauta´os a 1930. Popayán: tesis de grado para optar el título de Antropólogo, universidad del Cauca, 1989. 44 Prefiero utilizar la metáfora Jefes Naturales, que caciques o patrones, al considerarla que esta se ajusta más a las realidades que pretendo retratar sin falsear el mundo de aquellos seres humanos. Si bien cacique o patrones, son conceptualizaciones fabricadas por los investigadores sociales, en aras de encapsular de manera definitoria un fenómeno o acción social y por lo tanto tiene un valor heurístico, también considero que las palabras pueden distorsionar en un momento dado al lector, en tanto sitúa este tipo de modelos de acciones políticas dentro de un “sistema social” más del presente que del pasado. Por otra parte en la misma pesquisa documental hecha para el valle del Patía, si bien los modelos conceptuales de patrón o cacique, se ajustan mucho, también es cierto que no estamos frente a hacendados en el estilo clásico que los estudios hechos en América latina han encasillado a este tipo de actores políticos. Por lo tanto al no ajustarse a los modelos clásicos de hacendado e incluso al de las mismas comunidades rurales sujetas al dominio de la hacienda y el patrón, me ha llevado a considerar este tipo de personajes mediadores entre su mundo y el externo como jefes naturales. Para la segunda mitad del siglo XVIII, se hace evidente en lo que hoy es el denominado departamento del Cauca, la consolidación en cada localidad, sitio o partido, de unos troncos familiares, que se convierten en los mandones, por así decirlo de su localidad, e independiente de los clanes familiares de las ciudades y villas. Estos grupos familiares, se caracterizaron al igual que los patricios criollos, por monopolizar ciertos recursos en su ámbito de acción, con lo cual se revirtió posteriormente en poder y prestigio frente a los demás de sus comunidades. Son estos troncos familiares los que darán origen a aquellos jefes naturales, en el siglo XIX, donde su prestigio está determinado por una familia extensa, diversos vínculos y relaciones constituidas por esta con su comunidad y con gentes por fuera de la misma y que al tener acceso a ciertos recursos, pudo

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Los patricios de Popayán comprendieron por lo tanto la necesidad de captar los “jefes naturales” asentados al sur de la ciudad, para ello contaron con los primeros hacendados que se habían establecido en el territorio. Por medio de estos hacendados lograron adscribir a los “jefes naturales” a sus redes de vínculos, y una vez adheridos fueron nombrados autoridades parroquiales (alcaldes, comisarios, cabos de justicia, síndicos, entre otros), en el anexo, se puede apreciar un cuadro sobre este hecho con algunos poblados de la región. En ella podemos apreciar como los antiguos guerrilleros, denominados bandidos, fueron insertados en la República, investidos de cargos municipales que fue un reconocimiento tácito de su “valimiento” en cada localidad donde tenían influencia. Para el caso de Timbío, personajes como Jerónimo Moreno, la familia Agredo, Mellizo, Muñoz, activos guerrilleros en la independencia, son una muestra de aquel proceso socio-político. El proceso tuvo variantes, en el caso de los territorios que comprendían los intersticios jurisdiccionales de Caloto, Cali y Palmira. En este caso y como ya lo habíamos anotado, el hacendado fue la figura central y eje de los vínculos que estableció con las comunidades agrarias de la zona. Por ello son los propietarios los encargados de ser los representantes de la autoridad estatal y algunos de sus más fieles clientes, se constituirán en algunos casos en funcionarios políticos locales de segundo orden. El hecho se evidencia con claridad en los llanos del Párraga, Bolo, Desbaratado y en algunas localidades parroquiales y partidos de la zona, en donde buena parte de los agentes del Estado fueron los hacendados entre los que se destacaron: Rafael Prado, Francisco Molina Rendón, Manuel María Bedoya, Pedro Quintero, Cayetano Escobar, Lucas Valdivieso, entre otros en las inmediaciones de Palmira y Antonio Boso en Candelaria45. Con algunos matices el fenómeno se presenta en

ofrecerlos en algunos casos a sujetos de menor condición social, amparado sobre la reciprocidad, que no comprometía una relación mercantil propiamente dicha. 45 En este caso concreto, nos acercamos mas al modelo de Patrón, desarrollado por los estudios antropológicos y sociológicos norteamericanos en países en “vías de desarrollo”, que hace referencia a una persona con poder, status, autoridad e influencia en una comunidad, que construye vínculos a partir de los patrones de reciprocidad que establece con los campesinos al brindar servicios y bienes en sociedades donde el poco desarrollo de las fuerzas productivas, hace que las comunidades rurales estén siempre al límite de la subsistencia, con lo cual el acceso a los recursos de un patrón, son una vía para paliar las amenazas que se ciñen sobre ellos en la vida cotidiana. Estamos frente a estructuras de solidaridad, que si bien son jerarquizadas, son centrales para hacer la vida más llevadera. Sobre los patrones, ver en: HALL, Anthony. “Patron-Cliente relations”. En: SCHIMIDT, S; GUASTI, L; LANDÉ, C; y SCOTT, James (Edited by). Friends, Followers, and Factions. Los Ángeles: University of California Press, p. 510; GONZALEZ, José A. El clientelismo Político. Perspectiva socio antropológica. Barcelona: Anthropus, 1ª edición, 1997, pp. 23 -30. Sobre los personajes mencionados: Rafael Prado, hacendado de Palmira, tenía gran influencia en la población (según informes confidenciales del gobierno), especialmente por algunos saberes médicos, desempeñó cargos públicos parroquiales, pero especialmente fue oficial de las Guardias Nacionales de Palmira, este caso junto con Pedro Quintero, Manuel María Bedoya, Lucas Valdivieso, Cayetano Escobar, que además de ocupar cargos parroquiales y concejiles en Palmira, fueron además oficiales de la Guardia Nacional, obedeció a la necesidad de nombrar personas que tuviesen influencia en la zona, para que la asistencia a los ejercicios doctrinales los domingos, fuese cumplida, pues buena parte de la tropa estaba constituida por agregados y campesinos que mantenían estrechos vínculos con sus haciendas. Francisco Molina Rendón, hacendado de Palmira, dueño de la hacienda el Coronao, tenía tanto residencia en Buga y Palmira, pero ejerció diversos cargos públicos en los años treinta en el último poblado. Sobre el caso de Antonio Bosso, era un propietario acomodado de Candelaria, quién mantenía amistad con el general Tomás Cipriano de Mosquera, ocupó varios cargos concejiles y parroquiales entre los años treinta y cuarenta del siglo XIX. Tuvo una destaca acción durante la guerra de los supremos, con el grado de Sargento Mayor, pues organizó y llevó la Guardia Nacional de su parroquia a Popayán en 1841, y combatió a los rebeldes de la zona. A fines de dicho año y

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las inmediaciones de Caloto – Quilichao, y en las parroquias de Santa Ana, Gelima y Celandia, en los cuales figuraron la familia Terreros, y los Tejada46. El punto de variación en el último territorio en mención, es que también descollaron como funcionarios los mayordomos de las haciendas y administradores de las minas (en menor medida) de las familias principales de Popayán, que poseían estas unidades de producción en las jurisdicciones de Caloto, Quilichao, Celandia (hoy Buenos Aires) y Jelima (hoy Suárez)47.

principios del siguiente estuvo con su cuerpo ejerciendo tareas de gendarmeía en Tunía, Ovejas y Piendamó y fue uno de los grupos armados que intervino en la campaña sobre Tierradentro para someter a Lorenzo Ibito. Posteriormente en septiembre del mismo año actúo entre oficiales que hicieron incursiones por la rebelión de negros, mulatos y castas de todos los colores que asolaron desde mediados de dicho año las haciendas que habían entre las inmediaciones de Caloto y Palmira y que fueron finalmente derrotadas en el llano del Fraile. 46 Para el caso de la familia terreros (Buenaventura, Félix María, Gabriel, Manuel Antonio, Miguel y Nicolás), podemos decir que era una extensa familia que se ubicó en Caloto, Quilichao y particularmente en Celandia, donde era sin lugar a dudas los patrones de la parroquia, dueños de haciendas de mediana envergadura. Mantuvieron relaciones con la familia Arboleda y Mosquera, al punto de ser en algunos momentos mayordomos de las haciendas que estas familias de Popayán poseían en la zona. Fueron básicamente (igual que Manuel Tejada), los esbirros de los notables de Popayán defendiendo sus intereses. Desempeñaron diversos cargos públicos desde alcaldes parroquiales, hasta administradores de rentas provinciales y nacionales. Incluso, algunos se desempeñaron como oficiales de Guardias Nacionales. Durante la guerra de los supremos, fueron gobiernistas y se enfrentaron a la fuerte rebelión de corte racial que se vivió en la zona y fueron una de las familias encargadas de organizar las “batidas” y correrías en los montes aledaños a Celandia, cuando desde fines de 1842 hubo una rebelión de negros y mulatos, que asolaron las haciendas. Sobre Buenaventura Terreros ver en: ACC. AM. 1840, Paquete 31, legajo 46; Op cit. 1843. Paquete 37, legajo 74; Op cit. 1844. Paquete 38, legajo 44; Félix María Terreros: ACC. AM. 1843. Paquete 36, legajo 47; Gabriel Terreros: ACC. AM. 1842. Paquete 34, legajo 40; Op cit. 1843. Paquete 37, legajo 74; Op cit. 1846. Paquete 40, legajo 65; Op cit. 1847. Paquete 42, legajo 52; Manuel Antonio Terreros: AGN. Fondo Herrán, ACC. AM. 1843. Paquete 37, legajo 76; Op cit. 1846. Paquete 40, legajo 46; Op cit. 1846. Paquete 41, legajo 75 bis; Miguel Terreros: ACC. AM. 1840, Paquete 31, legajo 46; Op cit. 1843. Paquete 37, legajo 74; Op cit. 1844. Paquete 38, legajo 44; y Nicolás Terreros: ACC. AM. 1837. Paquete 27, legajo 7; ACC. AM. 1840. Paquete 30, legajo 12; Op Cit. 1841. Paquete 33, legajo 62; Op cit. 1841. Paquete 33, legajo 62, 72 varios documentos y 73; Fondo Herrán; Op cit. 1843. Paquete 36, legajo 47; Paquete 36, legajo 47; Op cit. 1843. Paquete 37, legajo 72 varios; Op cit. 1846. Paquete 40, legajo 65; Op cit. 1846. Paquete 41, legajo 75 bis. Para el caso de Manuel Antonio Tejada, era dueño de las haciendas el Jagual y Pilamo, al igual que los terreros mantuvo relaciones con las familias notables de Popayán, especialmente co los Arboleda, el cual se convirtió en un agente para someter y cobrar terraje a los grupos de negros cimarrones que habitaban las inmediaciones de sus haciendas. Su área de influencia fue más extensa que la anterior familia, pues abarcaba hasta Toribio y Tacueyó. Desempeñó cargos cantonales y parroquiales, aunque más bien fue reacio a ocuparlos y desempeñó con más agrado cargos militares. Fue sin lugar a dudas uno de los patrones más poderosos y brutales de la zona entre los años cuarenta y cincuenta del siglo XIX. Pero indudablemente fue un intermediario entre la localidad con la capital provincial. Cfr: ACC. AM. 1842. Paquete 35, legajo 45; Op cit. 1843. Paquete 36, legajo 64; Op cit. 1843. Paquete 37, legajo 74 varios documentos. 47 Algunos de los personajes identificados son los siguientes: Manuel María Vergara, quien desempeñó en varias épocas el cargo de mayordomo de la hacienda La Bolsa, pero también fue alcalde de varios partidos de la zona como Quebradaseca en 1821, incluso llegó a ser nombrado jefe político de Caloto, pero por intervención de los Arboledas en Popayán, logró ser eximido del cargo. Cfr: ACC. AM. 1823, sin índice; ACC. AM. 1829, sin índice vario; AGN. Fondo Herrán; Marcos María Vergara, quien fue administrador de una mina de Joaquín Mosquera en Caloto en los años cuarenta del siglo XIX. Cfr: ACC. AM. 1844. Paquete 38, legajo 55; Nicolás Estela, vecino de Caloto, quien fuera también mayordomo de la Bolsa y uno de los lideres que promovió la reacción de mayo de 1841, contra las fuerzas de José María Obando; también colaboró activamente contra los rebeldes de 1843 del cantón de Caloto. Era una persona de amplias influencias en el territorio, según informes confidenciales del gobierno. ACC. AM. 1843. Paquete 37, legajo 69; op cit. 1846. Paquete 41, legajo 71.

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Estamos en términos globales, frente a un tipo de personajes que se pueden considerar patrones como la han descrito e identificado la antropología y la sociología norteamericana, especialmente en sus estudios de campos sobre los sistemas políticos latinoamericanos hace ya más des cuarenta años48. Son los individuos denominados bajo la metáfora “cacique”, que emergen con fuerza en la vida de las sociedades rurales hispanoamericanas, posterior a la independencia y que debido a un doble proceso de cambio social, en las comunidades, ya de orden económico y político se convierten en Broker. Para el caso de los territorios de frontera de la antigua gobernación de Popayán, no se puede manifestar que se presentaron cambios de orden económico que comprometió la especialización y diferenciación económica. Pero indudablemente si se experimentó un cambio en el orden político posterior a la guerra magna, en cuanto se promovió una apertura política en aquellos territorios, los cuales unos fueron elevados a categorías jurídicas urbanas y con ello una penetración por parte del gobierno. Pero este último proceso no se puede registrar como un proceso de centralización política, porque si bien se puede afirmar que hubo unos intentos por parte del Estado republicano por generar dinámicas centralizadoras en las parroquias, el hecho distó de ser homogéneo por una parte, y por otra, las leyes y las directrices republicanas se estrellaron en las áreas rurales con el peso de las cotidianidades y sus mundos de quienes los habitaban. En este orden de ideas se pone de manifiesto que en el suroccidente, el Brokarage no necesariamente se presenta en sociedades rurales sometidas a procesos de cambio económico y centralización política, como lo manifestó en su momento Eric Wolf49. Las redes de intermediación se presentan en el caso caucano sin un cambio de orden económico, y con mayor claridad en los llanos de Palmira, el Bolo, Párraga y Desbaratado, en tanto son los hacendados (patrones), lo que asumen el rol de intermediarios entre las comunidades campesinas y la administración estatal, pues al desempeñar los cargos administrativos parroquiales y cantonales, los convirtió tácitamente en los representantes de los grupos humanos que se encontraban adscritos a sus vínculos. Pero de igual manera la lucha por controlar los territorios de frontera por la República no concluyó en el nombramiento de funcionarios locales y parroquiales, con vínculos entre los 48 En este punto considero pertinente aclarar que esta definición de intermediarios culturales, fue señalada seminalmente por Eric Wolf a fines de los años cincuenta para el caso mexicano y posteriormente otros autores han contribuido a precisarla e identificar variantes de ese proceso, como el caso de Paul Friederich, Roger Bartra, entre otros, en los sesenta y setenta. El punto central del argumento de Wolf, es que las comunidades campesinas sometidas a procesos de penetración por parte del Estado y la ampliación de sus redes mercantiles, compromete una transformación en las relaciones Patrón – Cliente, en el cual el patrón se transforma en un Broker. Con esta metáfora Wolf, expone la forma como un patrón tradicional se adapta a un nuevo contexto político-económico, al convertirse en un intermediario (brokerage) entre las autoridades del Estado y la comunidad. Esta capacidad la logra por una parte por el status alto que tiene en la comunidad, al tener una serie de recursos que ofrecer a los campesinos pobres y de otra parte, al tener algunos rudimentos cognitivos y jurídicos (ser letrado y tener nociones de leyes) que lo hacen capaz de representar al Estado en las comunidades y a su vez representar a las comunidades ante el Estado. Sobre el particular consultar a: DUCAN POWELL, John. “Peasant society and clientelist politics”. A reader in political clientelism. En: SCHIMIDT, S; GUASTI, L; LANDÉ, C; y SCOTT, James (Edited by). Op Cit. p. 149; También se puede consultar sobre este asunto en: BRANDING, G. (Editor). Caudillos y campesino en la revolución mexicana. México: Fondo de cultura económica, 3ª reimpresión, 1995, especialmente en el artículo de Gilbert M. Joseph. 49 Robert Renfield fue un antropólogo fuertemente interesado en los estudios del cambio cultural de comunidades agrarias a urbanas, una problemática que lo acompañó toda su vida.

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sectores subordinados, el nuevo Estado también promovió en su agenda la constitución de un monopolio de la fuerza – violencia, que se representó en la formación de un ejército con intención nacional. Lo fue en intención, en tanto los recursos del erario público no permitieron la constitución de un cuerpo armado lo orgánicamente consistente para hacer presencia en todo el territorio que ejercía su soberanía nominal. Por ello se debió recurrir a las Guardias Nacionales, especie de cuerpo armado de reserva que buscaba promover la participación de “los ciudadanos” en la defensa del Estado y los ideales republicanos: la “Nación armas”. Pero en el fondo la Guardia Nacional más que promover ideales liberales, fue la alternativa que encontró una precaria hacienda Estatal de hacer presencia armada en todos los rincones de la República. En sus reglamentos se consideraba que todos los sectores sociales debían formar parte de ella, pero la constituyeron los sectores subordinados, mientras que otros sectores sociales altos y medios, lograron por medio de una serie de artimañas propias de una sociedad estamental patrimonial, eludir la engorrosa función del servicio de las armas50. En los territorios de frontera el proceso de constitución de las Guardias Nacionales fue particular, las redes de vínculos que habían constituido los “jefes naturales” o los patrones de las haciendas, fue aprovechada por el Estado, que institucionalizó de facto las clientelas al convertir al “jefe natural”, el líder de una partida armada (bandido), o el patrón de una hacienda en un oficial, y sus seguidores en los soldados de la compañía o el escuadrón. Este hecho se manifestó en los años veinte, en la zona sur de Popayán, cuando las autoridades republicanas al aceptar a los jefes de las partidas guerrilleras realistas en su ejército, lo hicieron reconociendo sus grados militares y los ascensos que estos habían otorgado a sus clientes. Este modelo de inserción a la República continúo a lo largo de los treinta y cuarenta, en tanto los oficiales de las guardias nacionales no serán otros en el valle del Patía y Almaguer, que aquellos antiguos jefes de guerrillas y “bandidos”, que por medio de la formación de las guardias nacionales los insertaron en la República e institucionalizaron sus redes de adscripciones y obteniendo el control, ya por la mediación de sus jefes, de aquellas zonas que tradicionalmente las autoridades habían considerado foco de barbarie y de nido de ladrones y bandidos. Los casos más emblemáticos fueron Manuel Delgado51, Juan Gregorio López,52 Matías Mosquera53 y Jacinto Córdoba54. 50 Este hecho se pone de manifiesto en el proceso de organizar la guardia nacional de Popayán en noviembre de 1834, en el cual las autoridades militares y la jefatura política del cantón se vio en la necesidad de hacer un nuevo sorteo, pues personajes de la notabilidad de la ciudad de Popayán fueron eximidos, por manifestar ser estudiantes, funcionarios o simplemente porque el gobernador los había excluido. Cfr: ACC. AM. 1834. Paquete 24, legajo 25. Sólo cuando las circunstancias políticas eran apremiantes los notables se enrolaban en las filas del ejército como aconteció en la guerra de los supremos tanto en Popayán como en Bogotá. Mirar por ejemplo, la lista de los miembros de la Guardia Nacional Civica, organizada en Popayán en agosto de 1840, en pleno momento en que el grueso del ejército regular y colecticio se hallaba en campaña en la provincia de Pasto. Dicho documento presenta como en ella se encontraban diversos miembros que se pueden considerar miembros de notablato de Popayán, ver en: ACC. AM. 1840. Paquete 30, legajo 42; sobre el caso de Bogotá ver en: PRADO ARELLANO, Luis Ervin. Rebeliones en la provincia. La guerra de los supremos en las provincias suroccidentales y nororientales neogranadinas, 1839 – 1842. Cali: Universidad del Valle / Región, 2007, p.306, especialmente en la cita de píe de página 434. 51 Manuel Delgado, de la parroquia del Patía, antiguo guerrillero realista, que operó con una partida de hombres autónomamente, aunque era dependiente de Obando. Cuando el oficial se entregó a Bolívar semanas después se entregó Delgado y sus hombres, logrando el reconocimiento de los ascensos militares y quedando de facto como guardias nacionales de la localidad del Patía. Participó a favor de Obando y López en las rebeliones de 1828 y 1831. Pero posteriormente fue captado por las autoridades de Popayán y a fines de los

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años treinta, él junto con sus hombres y otros jefes naturales como Matías Mosquera, Juan Gregorio López y Jacinto Córdoba estaban alinderados con los clanes familiares más notables y poderosos de la ciudad de Popayán. El personaje era un negro, con algunos rudimentos de conocimiento, sabía leer y escribir, y a lo largo de los años treinta y cuarenta se desempeñó como oficial de Guardia Nacional del Patía, fue activo colaborador del gobierno en la guerra de los supremos y era considerado la persona más influyente del valle. ACC. AM. 1827, sin índice; Op cit. 1828, comunicaciones dirigidas al Sr. Jefe político municipal del cantón; Op cit. 1831. Paquete 20, legajo 25; Op Cit. 1834, Paquete 24, legajo 27; Op Cit. 1839. Paquete 29, legajo 10; OP Cit. 1840, Paquete 31, legajo 48; Op cit. 1840. Paquete 31, legajo 55; Op Cit. 1841. Paquete 32, legajo 56 varios documentos; Op cit. 1842. Paquete 35, legajo 44 varios, 45 y 47; Op cit. 1843. Paquete 36, legajo 17; Op cit. 1843. Paquete 37, legajo 70 varios; Op cit. 1843. Paquete 37, legajo 72; Op cit. 1846. Paquete 40, legajo 9, 47; Op cit. 1846. paquete 41, legajo 75 bis; Castrillón, Diego. Biografía y memorias de Manuel José Castrillón. Bogotá, banco popular, 1971, tomo II, p. 49; Arboleda, Gustavo. HCC, tomo II. Bogotá: banco central hipotecario, 1990, p. 364. 52 Juan Gregorio López, era de Mercaderes, al igual que Delgado fue un activo guerrillero realista que en 1822, se entregó a las fuerzas del gobierno; relacionado con José María Obando, operó con él especialmente hasta 1826, en la denominada línea del mayo. Apoyó a Obando y López en las rebeliones de 1828 y 1831, pero a fines de los treinta se había distanciado de éstos y acercado a los clanes familiares de Popayán. Fue el comandante de las Guardias Nacionales de Mercaderes y en algunos casos de Almaguer, en los años treinta y cuarenta. Luchó a favor de gobierno en la guerra de los supremos y era considerado después de Delgado la segunda persona en influencia en el valle del Patía. Castrillón, Diego. Biografía y memorias de Manuel José Castrillón. Bogotá, banco popular, 1971, tomo II, pp. 49; ACC. AM. 1824, sin índice, comunicaciones dirigidas al Sr. Juez político del cantón; ACC. AM. 1835. Paquete 25, legajo 17; ACC, AM, Paquete 29, legajo 21, año 1839; Op cit, 1840, legajo 30, paquete 12; Op cit, 1840, Paquete 31, legajo 48; Op cit. 1840, Paquete 31, legajo 46 y 50; Op Cit. 1841. Paquete 32, legajo 56; Op cit. 1841. Paquete 33, legajo 62; Op cit. 1842. Paquete 35, legajo 44 y 47 varios; Op cit. 1843. Paquete 36, legajo 17; Op cit. 1843. Paquete 36, legajo 20; Op cit. 1843. Paquete 36, legajo 26; Op cit. 1843. Paquete 37, legajo 69 y 70, varios; Op cit. 1843. Paquete 37, legajo 72; Op cit. 1846. Paquete 40, legajo 9 y 47. 53 Matías Mosquera, era de la parroquia del Patía, guerrillero realista que luchó entre las partidas que dirigió Obando, se entregó a las autoridades republicanas en el momento en que su jefe lo hizo. Posteriormente se dedicó a actividades agrícolas y ganaderas, ejerció varios cargos de funcionario parroquial y mantuvo su grado militar, desempeñándose ocasionalmente como oficial de la Guardia Nacional Auxiliar entre los años treinta y cuarenta, en los cuerpos que dirigía Manuel Delgado. Era un negro que sabía leer y escribir y en la guerra de los supremos luchó a favor del gobierno. ACC. AM. 1841. Paquete 33, legajo 62; Op Cit. 1842. Paquete 35, legajo 44, 45, 48; Op cit. 1843. Paquete 36, legajo 24; Op cit. 1843. Paquete 37, legajo 72, 74; “ Informe privado de los gobernadores de las personas notables de su provincia” en: Archivo General de la Nación, fondo Pedro Alcántara Herrán, Rollo 3, legajo 6, 75 folios (en este informe se pueden consultar a los demás). 54 Jacinto Córdoba, natural de la Horqueta, hoy Rosas. Era miembro de una de las familias más prominentes de la viceparroquia, los cuales habían tenido una activa participación en la lucha guerrillera realista. Algunos de sus miembros era Manuel Córdoba (hay dos de ellos) y Pedro Antonio Córdoba. Cuando se entregaron a la república, si bien los otros miembros del clan familiar fueron funcionarios parroquiales y oficiales de milicias, es Jacinto Córdoba el miembro más prominente de este grupo; tenía una amplia zona de influencia que comprendían la Sierra San Antonio y Timbío. Fue una de los últimos jefes notables en ser captados por los clanes familiares de Popayán, pues en una carta fechada el 6 de septiembre en Popayán, Bartolomé Castillo recomendaba a Herrán, la pertinencia de llamarlo al servicio, pues del personaje había sido partidario de Obando y luchado con Noguera en los tiempos de la guerra de independencia. El personaje en cuestión luchó a favor del gobierno en la guerra de los supremos, por lo que suponemos que la oferta de bienes y servicios, tanto para este como para sus clientes debió ser generosa. Cfr: sobre la carta citada en: AGN. Fondo Herrán, Rollo 7, caja 12, carpeta 35; Arboleda, Gustavo. Diccionario Biográfico y Genealógico del Antiguo Departamento del Cauca. Bogotá: Horizonte, 1966, p. 125; Arcesio Aragón. Monografía histórica de la Universidad del Cauca. Popayán, Tomo II, Universidad del Cauca, 1977, p. 114; Arboleda, Gustavo. HCC, tomo II. Bogotá: banco central hipotecario, 1990, p. 248; pp. 360 – 361; ACC. AM. 1835. Paquete 35, legajo 44; Op cit. 1839. Paquete 29, legajo 21; Op Cit. 1840. Paquete 31, legajo 50; Op Cit. 1840, Paquete 31, legajo 47; Op Cit. 1841. Paquete 32, legajo 40;; Op Cit. 1841. Paquete 33, legajo 62, varios documentos; ACC. AM.

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El problema más serio que se enfrentó el Estado – notables, en la provincia de Popayán, en los años treinta y cuarenta, fue la necesidad de ganarse la adhesión incondicional de aquellos “jefes naturales” y sus clientes del valle del Patía y Almaguer, en tanto estaban vinculados a José María Obando, personaje que en el fondo no era un representante de los intereses de los clanes familiares más poderosos de la otrora gobernación de Popayán. Por ello una de las políticas que se encaminaron fue captarlos por fuera de la mediación de Obando, por medio de aquellos hombres quienes representaban los intereses de los clanes de la ciudad. Esta estrategia fue en parte promovida por un sector del gobierno nacional que tenía serios intereses que los grupos familiares de la provincia lograran alinderar a estas comunidades que hasta ese momento, si bien, no hacían la guerra contra la república, no eran del todo garantía del orden y sometimiento, en tanto sus filiaciones giraban en torno a un personaje que no era del agrado para los gobiernos nacionales que emergieron después de 183755. Para ello recurrieron a otorgar recompensas y privilegios a los “jefes naturales”, por medio de ascensos al escalafón militar o solucionando problemas a los hombres de estas comunidades, en tanto Obando, no se encontraba en capacidad de otorgarlos y por ende mantener los vínculos al estar en ese momento sin las conexiones necesarias en el gobierno provincial y nacional56. Entre los hombres que logran ser intermediarios son Guillermo Antonio y José Antonio Segura, no sabemos a ciencia cierta si eran hermanos, pero muy posiblemente eran familiares, los cuales compartían intereses comunes: eran dueños de estancias agropecuarias con mano de obra esclava en el valle del Patía y al sur de la ciudad; mantenían redes comerciales que se extendían hasta la provincia de Pasto y en algunos casos hasta Quito57. En un informe redactado en 1842, sobre las personas importantes e

1841. Paquete 32, legajo 53 (varios documentos), y legajo 56; Op cit. 1843. Paquete 36, legajo 17; Op cit. 1843. Paquete 37, legajo 72 y 73; Op cit. 1844. Paquete 38, legajo 26. 55 Esta conclusión la sostengo a partir de la correspondencia que mantuvo el general Herrán con diversos representantes del gobierno nacional durante la guerra de los supremos. En dichas cartas se pone en evidencia la intención por captar a los hombres más importantes de la zona, que en algunas cartas los denominan caciques. 56 Para bien entrado los años treinta las derrotas electorales que sufrió Obando, primero en las elecciones presidenciales (a pesar que en la provincia de Popayán triunfó) y para el congreso posteriormente, abonado a que su agrupación política también fue derrotada y convertida en una minoría en el congreso nacional, lo llevó a perder capacidad para intermediar y por lo tanto solucionar problemas y otorgar recompensas a sus clientes. Esto permitió que otros personajes de la provincia de Popayán lograran reemplazar al general en estas funciones y con ello obtener las lealtades de los jefes naturales de aquellas comunidades y de sus seguidores. Si bien todavía me hace falta identificar los caminos en que se logró el proceso. El hecho evidente era que el general a fines de los años treinta tenía menguada su capacidad de intermediación entre sus seguidores y las autoridades provinciales y nacionales, al punto que su más fiel seguidor Juan Gregorio Sarria debió recurrir a José Hilario López, para que este buscase la forma de intermediación por un proceso judicial que se le seguía en Popayán por Estupro, ver en: Carta de José Hilario López a Herrán, Pirabete 7 de febrero de 1839; de igual manera se percibe en una carta de Juan de Dios Aranzazu que incita a Herrán a que se le otorgue un indulto a Sarria por el proceso judicial en mención, considerando que ello lo convertirían en uno de sus esbirros, Cfr: carta de Juan de Dios Aranzazu a Pedro A. Herrán, Bogotá 25 de octubre de 1839, en: Archivo General de la Nación (AGN). Fondo Herrán, rollo 5, caja 9 y carpeta 40, Op cit. Rollo 5, caja 8 carpeta 36. 57 Sobre Guillermo Antonio ver en: ACC. AM. 1840, paquete 30, legajo 42; Op cit. 1841. Paquete 32, legajo 53; ACC. AM. 1841. Paquete 33, legajo 62, varios documentos; ACC. AM. 1841. Paquete 33, legajo 62; Herrán; Op cit. 1842. Paquete 34, legajo 38; Op Cit. 1842. Paquete 35, legajo 45; Op cit. 1842. Paquete 35, legajo 44; Op cit. 1843. Paquete 36, legajo 66; Op cit. 1843. Paquete 37, legajo 72; Sobre José Antonio

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influyentes en la provincia, eran considerados hombres con amplias relaciones58. Otro personaje es Tomás Olano notable de la ciudad de Popayán, quien durante un tiempo de la década del treinta se radicó en el Patía, y aun se hallaba en aquel valle en 1842, muy posiblemente para administrar personalmente su hato ganadero y cómo síndico de la Universidad, la hacienda Quilcacé. El hecho es que Tomás Olano, estableció una estrecha amistad con Manuel Delgado, sin duda el hombre más importante en influencia en la parroquia del Patía y alrededores; de igual manera con Juan Gregorio López y Matías Mosquera, todos ellos oficiales de las guardias nacionales con grados que iban desde coronel a capitán59. Olano no sólo se habían granjeado una estrecha amistad con los antiguos bandidos y guerrilleros realistas del valle, sino a la misma comunidad en tanto se decía que promovía asistencia cristiana en la zona, lo que se infiere que ayudó a personas necesitadas y muy posiblemente colaboró en las fiestas parroquiales de la zona, que era un acto que lo convertía en una persona de influjo y del querer de las gentes del común60. El asunto descrito es central para explicar no sólo el fracaso del general José María Obando en la guerra de los supremos, pues si bien llegó a contar con algunos seguidores en Patía y Almaguer, los hombres más importantes, aquellos que he denominado “jefes naturales” (en tanto no se adaptan bien al modelo de un hacendado patrón), fueron gobiernistas y el talón de Aquiles a la hora de contar un apoyo homogéneo en el territorio. Sus servicios después de la guerra se encuentran documentados, fueron recompensados con nuevos grados militares, lo mismo que sus lugartenientes y gozaron de pensiones de retiro por el Estado61. A su vez siguieron desempeñándose como alcaldes parroquiales, miembros de los concejos de las localidades y oficiales de las Guardias Nacionales. De igual manera su adhesión a los clanes familiares de Popayán explica el porque muchos de estos personajes a pesar de su condición racial, ser negros o mulatos, participaron en la reacción antiesclavista de 1851, en la que fueron derrotados. El hecho manifiesta el poder de los vínculos que habían establecido con las familias de Popayán, reacios a cualquier procedimiento abolicionista y cómo lograron establecer un orden patrimonial en aquellas sociedades de frontera, que no buscaron integrarlas a la República, sino someterlas a los modelamientos de su orden moral

Segura ver en: ACC. AM. 1827, sin índice; ACC. AM. 1834, paquete 24, legajo 40; ACC. AM. 1837, comunicaciones dirigidas al consejo municipal de Popayán vario; ACC. AM. 1840, memoriales elevados al concejo municipal de Popayán; ACC. AM. 1840, Paquete 30, legajo 42; Op Cit. 1841. Paquete 33, legajo 62, varios documentos; Op cit. 1841. Paquete 33, legajo 72; Op cit. 1846. Paquete 41, legajo 76; Arboleda, Gustavo. Historia Contemporánea de Colombia. Tomo II. Bogotá: Banco Central Hipotecario, 1990, p. 35 58 “ Informe privado de los gobernadores de las personas notables de su provincia” en: Archivo General de la Nación, fondo Pedro Alcántara Herrán, Rollo 3, legajo 6, 75 folios 59 Sobre el personaje en cuestión: Arcesio Aragón. Monografía Histórica de la Universidad del Cauca. Popayán, Tomo II, Universidad del Cauca, 1977, pp. 117; ACC. AM. 1828, comunicaciones de la intendencia y decretos del gobierno dirigidos al señor jefe político del cantón; ACC. AM. 1829, sin índice; ACC. AM. 1840. Paquete 31, legajo 48; Op Cit. 1841. Paquete 33, legajo 62; Op cit. 1842. Paquete 35, legajo 47; Op cit. 1843. Paquete 36, legajo 24, Op cit. 1846. Paquete 41, legajo 75 bis. Sobre la relación con los hombres notables del Patía en: “Informe privado de los gobernadores de las personas notables de su provincia”, Ibid. 60 Sobre la importancia de las fiestas parroquiales en el Patía y la manera como los notables de las localidades contribuyen para ella ver en: USSA FERNÁNDEZ, Constanza. De los Empauta´os a 1930. tesis de grado para optar el título de Antropóloga. Popayán: universidad del Cauca, 1989, pp. 23 - 31 61 Este asunto se expuso más a manera de intuición en mi libro, pues aun me faltaba recabar más sistemáticamente en los fondos documentales que reposan en el Archivo Central del Cauca. PRADO ARELLANO, Luis Ervin. Op cit, capítulos III y IV.

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hegemónico, que reconocía tácitamente las jerarquías sociales. Su derrota en 1851, abre una nueva historia que aun está por ser narrada. En el caso de los territorios de Caloto, Palmira y Cali, la formación de las Guardias Nacionales, siguió el modelo adscriptivo de la hacienda, los oficiales fueron los hacendados, los hombres más influyentes y poderosos de la zona y los soldados, los hombres de las comunidades rurales vinculados a los universos de relaciones de sus haciendas. Con esta estrategia, el Estado no sólo logró la asistencia de los campesinos los domingos a sus ejercicios castrenses, sino que además se convirtieron en agentes del control de sus comunidades, en tanto son estos cuerpos armados los encargados de perseguir contrabandistas y cultivadores de tabaco; partidas de bandoleros que de cuando en vez surgían en aquellos inmensos “montes”. Y al igual que aconteció en el Patía y Almaguer, fue desde los vínculos, en este caso articuladas por la hacienda con sus estructuras de dominación y universos de relaciones, donde surgió la reacción de mayo de 1841, que llevó a la caída del efímero Estado rebelde de José María Obando durante la “guerra de los supremos”62.

Lista de los posibles oficiales para la formación de los escuadrones de caballería de la GNA de Palmira

Capitanes Tenientes 1º Tenientes 2º Alférez 1º Alférez 2º Elías Soto Santiago Bejarano Gabriel Prado Rafael Prado José María Patiño Pedro Quintero Cayetano Escobar José María González Luis Molina.

Lucas Valdivieso Joaquín González Miguel Escobar Juan Vicente Bejarano Manuel Antonio Molina Francisco Sinisterra Ramón Sinisterra Tomás Soto

Agustín Jaramillo Simón Bejarano Ramón Barona Joaquín Soto Joaquín Cárdenas Francisco Delgado Juan Cuevas Francisco Zorrilla Simón Saavedra José Tomás Sánchez

Ramón Zorrilla Joaquín Gómez Juan Avenía Francisco Saa Agustín Quintero Pedro Zorrilla José Antonio Saavedra José María Vivas Rafael González Federico Valdés Inocencio Silva Juan Antonio Saavedra

Joaquín Herrera Roto Bustamante Roto Domínguez Rafael Soto Santos Martínez Domingo Martínez Ciprián Girón Gabriel baena Juan de Dios Olave

Fuente: ACC. AM. Paquete 24 / legajo 25 / año 1834, carta del jefe político de Palmira al gobernador de Popayán, Palmira abril 23 de 1834.

En este caso los hacendados fueron los grandes protagonistas del ejercicio del control sobre las comunidades rurales inmediatas a sus propiedades. El Estado institucionalizó su poder, por medio de cargos civiles o militares, y con ello obtuvo la forma de penetrar sobre unas formaciones sociales que se habían constituido al margen de la sociedad mayor hispánica. A su vez los campesinos ganaron una representación mediada por sus patrones hacía el Estado. En todo caso ambos grupos ganaron, ya que la República, debió ceder su gobierno a agentes que no eran los más adecuados para promover una acción directa, el mecanismo patrimonializó al Estado, pues los vínculos comprometían relaciones reciprocas de bienes y servicios establecidos entre el hacendado – campesino, con lo cual se institucionalizó el clientelismo. En los casos expuestos, los mecanismos de penetración si bien promovieron un control sobre las sociedades de frontera, por lo agentes expuestos, fue una acción precaria, al depender el Estado de una mediación y porque el mismo ejercicio del poder no contribuyó a construir otro tipo de relaciones sociales más adecuado a los lineamientos de un gobierno

62 Sobre este asunto consultar la cita número 45.

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con pretensiones liberales. Al contrario la forma de penetración, fue en el fondo una forma de negociación entre las formaciones sociales de frontera con los agentes del Estado, las cuales sus modelamientos de mundo siguieron vigentes y explican aun hoy, porque la frontera en el Estado colombiano es conflictiva. No se “domesticó” la sociedad bajo los regulamientos de un nuevo orden, lo que se hizo fue mantener un control por medio de unos agentes que tenían acceso a aquellas sociedades, los cuales difícilmente estaban comprometidos a construir un nuevo orden social. Pero no todo fue control, indudablemente en los casos de frontera expuestos, siempre pervivió unos márgenes de grupos humanos que no fueron sometidos aun por la precariedad del Estado. Estas manchas de un tejido punteado por un orden social patrimonial, mantuvieron una férrea resistencia a la penetración de la República. Hago referencia explícita a las comunidades cimarronas que genéricamente en la primera mitad del siglo XIX los documentos oficiales los denominan como “palenques”. Fueron los casos de los sitios de Gallinazas, Playa Larga, Colorada, Cocoroco y en las inmediaciones de las haciendas Pílamo, Jagual, La Bolsa, Japio y en las márgenes del río Palo, Fraile, Cauca y Timba, en donde se asentaron principalmente comunidades negras que en algunos casos databan de fines del siglo XVIII, pero que se multiplicaron con el desorden de la independencia63 . Poblaciones constituidas por negros, mulatos y pardos libertos o cimarrones principalmente, que se dedicaron al robo de ganados, cultivo y comercio ilícito de tabaco y refugio de todos aquellos que no querían someterse a los controles de una sociedad patrimonial. Fueron en estas comunidades, donde desertores del ejército y excombatientes rebeldes de la guerra de los supremos se refugiaron, los cuales promovieron posteriormente una rebelión que asoló a las haciendas de la zona entre fines de 1842 a abril de 1843, que finalmente fue sofocada por una conjunción de fuerzas de Guardias Nacionales de Palmira y Caloto64. 63 Sobre Gallinazas ver en: carta del jefe político del cantón de Palmira 6 de mayo de 1833; carta del jefe político del cantón de Cali 8 de mayo de 1833; carta jefatura militar de la provincia de Popayán, 12 de junio de 1833; en: ACC. AM. 1833. Paquete 23, legajo 25; sobre los demás sitios y también el primero en mención: copiador de oficios del jefe militar de la provincia de Popayán, 1 de septiembre de 1842, en: Op cit. 1841. Paquete 32, legajo 56; Carta de la gobernación de la provincia de Buenaventura, Cali 15 de septiembre de 1842, en Op cit. 1842. Paquete 35, legajo 42; carta secretaría de Estado en el despacho de guerra y marina, Bogotá 5 de octubre de 1842; en: Op cit. 1842. Paquete 35, legajo 45; carta jefatura política del cantón, Caloto 10 de septiembre de 1842; carta jefatura política del cantón, Caloto 1 de octubre de 1842; en: Op cit. 1843. Paquete 36, legajo 47; carta de la comandancia de la Guardia Nacional de la provincia del Cauca, Jagual 26 de abril de 1843; en: en: Op cit. 1843. Paquete 37, legajo 69; carta de la jefatura política, Caloto 1 de agosto de 1846 y en: “Diario de operaciones practicadas por la guardia Nacional auxiliar que se halla en servicio activo en este cantón, comprensivo desde el 12 de mayo principado hasta esta fecha en el corriente año de 1846”, en: Op cit. 1846. Paquete 41, legajo 75 bis. 64 Esta ha sido una rebelión desconocida por la historiografía oficial, en la cual Gustavo Arboleda hace una mención marginal en su: Historia Contemporánea de Colombia. Los hechos se iniciaron el 13 de abril de 1843, cuando una partida de hombres armados asaltó una casa en el sitio de Quebradaseca y dieron muerte a un cabo y dos soldados que venían de Buga a Popayán. Después de este suceso la partida cobró inusitada fuerza y saqueó a las haciendas de los alrededores del cantón de Caloto y posteriormente se trasladó al cantón de Palmira donde finalmente fueron derrotados en el Llano del fraile (19 de abril), por una partida de la guardia Nacional Auxiliar de Palmira dirigida por el coronel José María González Camacho y el sargento Mayor Antonio Bozo, en el campo quedaron siete hombres muertos y seis prisioneros. Si bien en el parte militar expresaba que la partida rebelde (o más bien bandoleros, como se les llamaba), en el sitio en mención donde fue sorprendida, estaba constituida de 26 hombres, el grupo estaba constituido de aproximadamente cien personas. Por ello después de la derrota sufrida en la cual cayó su principal líder Antonio Tascón, las

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Similares casos se presentaron en el valle del Patía donde surgieron de cuando en vez partidas de “bandidos”, que operaban entre las montañas de San Pablo y la Cruz, en Capellanías y en las márgenes del río Mayo, hasta el tablón de los Gómez, ya en jurisdicción de la provincia de Pasto65. Es en este último sitio operó una guerrilla que fue finalmente derrotada por las Guardias Nacionales de Chachagüí, considerada por las autoridades de Pasto el último movimiento rebelde de la guerra de los supremos en 1843 en la provincia66.

autoridades continuaron promoviendo incursiones en los montes de los cantones de Palmira y Cali, hasta fines del mismo año y movilizaron tanto las Guardias Nacionales de Cali, Buga, Palmira, Caloto y un cuerpo regular de Popayán. Para octubre de 1843, el juzgado de hacienda de la provincia de Popayán condenó al último suplicio a José Antonio Tascón, José Antonio Hoyos Romero, Bernabé Rincón y Apolinar Castro; Leandro Ortiz, José Toribio Vergara, Silvestre Patiño, Pascancio Salgado y José Ramón Castillo, a vergüenza pública (en el cantón de Caloto), y a doce años de trabajos forzados en el Chagres. Baltasar Binasco, Rafael Ramírez y Lucas Caicedo Diago, condenados a 4 años de trabajos forzados en el Chagres. En el mimo proceso siete fueron absueltos muy a pesar del juez, por no haberse producido la plena prueba y por ello consideró que “… presunciones muy vehementes se encuentran en el proceso de sus comprometimientos en la insurrección, i horrendos atentados que le fueron consiguientes, y mientras estos individuos existan en la provincia del Cauca y Popayán, estará continuamente amenazada la tranquilidad de los habitantes honrados y patriotas de ambas provincias, y de la de Buenaventura: por fortuna se haya en su fuerza y vigor la sabia ley sobre medidas de seguridad, y en cuya observancia se encuentra cifradas las esperanzas de la mayor parte de los caucanos amantes del orden y del gobierno: este es el único remedio a que se aspira: y yo no dudo V(uestra) S(señoría) lo empleo contra los vecinos de esta provincia, poniéndose en armonía con los gobernadores del Cauca y Buenaventura, para que no permitan por un solo instante esos hombres sospechosos con la planta insolente pasen un solo palmo de la provincia de su mando: mientras ellos vivan radicados en sus antiguas posesiones, repito que existirá la alarma, y el peligro que no ha sido mi ánimo hacer a VS indicaciones en el cumplimiento de sus deberes… Dios que a usted. Francisco Antonio Palau”. Cfr: ACC. AM. 1842. Paquete 35, legajo 42; Sobre esta rebelión consultar a: ARBOLEDA, Gustavo. Historia Contemporánea de Colombia. Tomo III. Bogotá: banco Central hipotecario, 1990, p.161; también en: carta del juez subrogante de hacienda, Popayán 22 de mayo de 1843, ACC. AM. 1843. Paquete 37, legajo 66; carta de la comandancia de armas de la provincia de Popayán, 19 de julio de 1843, en: Op Cit. 1843. Paquete 37, legajo 69; representación de María Encarnación Zúñiga, procesada por el delito de complicidad en la rebelión, Popayán 23 de mayo de 1843; en Op cit. 1843. Paquete37, legajo 77; proceso judicial contra Antonino Arboleda, esclavo de Manuel Esteban Arboleda, en: Op Cit. República, Judicial Criminal 167. 65 Entre los casos que se pueden mencionar es el de Manuel Alegría, antiguo guerrillero en la guerra de los Supremos, capturado a fines de mayo de 1842, en el sitio denominado Alto de la Cruces, fue procesado y conmutada la pena de muerte por 16 años de presidio en el Chagres. En su viaje a cumplir la pena, en el camino de Buenaventura se fugó y a inicios de 1843, entre las parroquias de Timbío y Tambo, se informaba que el personaje operaba con una pequeña partida. Ver en: copiador de oficios con el jefe militar de la provincia, Popayán 30 de mayo de 1843, en: ACC. AM. 1841. Paquete 32, legajo 56; carta de la comandancia de la 1ª división, Popayán 30 de mayo de 1842, en: Op cit. 1842. Paquete 35, legajo 44; copiador de oficios con el jefe Político del cantón de Almaguer, Popayán 1 de mayo y 22 de septiembre de 1843, en: Op cit. 1843. Paquete 36, legajo 18; copiador de oficios con los particulares, Popayán 1 de mayo y 2 de mayo de 1843. Op cit. Paquete 36, legajo 42. 66 Sobre esta rebelión el cabecilla era Santiago Acha, un indio (no se especifica su etnia), que había sido antiguo rebelde en la guerra de los supremos en la provincia de Pasto y posteriormente se refugió en el Ecuador. El personaje en cuestión en diciembre de 1843, promovió un pequeño movimiento con una partida que no excedió los diez hombres entre las parroquias de Tambo Pintado y Chachagüí y que fue conjurado por las Guardias Nacionales de las localidades mencionadas, ver en: carta del gobernador de la provincia de Pasto, 26 de diciembre de 1843, en: ACC. AM. 1843. Paquete 37, legajo 74; Mensaje del jefe político gobernador accidental de la provincia de Pasto; Op cit. 1844. Paquete 38, legajo 7; proceso contra Santiago Acha en: Op cit. 1844. paquete 38, legajo 36.

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En los casos mencionados, se evidencia la falta de penetración por parte del Estado en aquellos contornos de una geografía ignota, que fue descrita por algunos intelectuales del siglo XIX como territorios de barbarie, desidia y pereza, promovida por el clima y una simiente negra e india. Las razones para la presencia de estos espacios fue la nula presencia de agentes que hubiesen constituido vínculos con aquellas sociedades, con las cuales se hubiese logrado establecer una mediación, que garantizara el control y los intereses de los clanes de las familias asentadas en las ciudades de antaño coloniales.

Abreviaturas: AP: Alcalde parroquial, OG: oficial Guardia Nacional; JP: juez parroquial; SP: síndico parroquial67

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67 Fuentes: ACC. Independencia, 1815 – 1816, folio 42; ACC. AM. 1825. Sin índice: comunicaciones al Sr. Jefe político municipal del cantón; ACC. AM. 1826. Sin índice: comunicaciones de la intendencia del departamento al señor jefe político municipal del cantón; Op cit. 1827, sin índice; Op cit. 1828, comunicaciones de la intendencia y decretos del gobierno dirigidos al señor jefe político del cantón; Op cit. 1829, sin índice; ACC. AM. 1833, Paquete 23, legajo 32; Op cit. 1835, Sin índice, memoriales elevados a la municipalidad; Op cit. 1836. Sin índice: memoriales elevados al concejo municipal; Op cit. 1837. Comunicaciones dirigidas al consejo municipal de Popayán; Op cit. 1838. Paquete 28, legajo 14; Op cit. 1839. Sin índice: memoriales elevados al concejo municipal de Popayán; Op cit. 1840. Paquete 31, legajo 50, 55; Op Cit. 1841. Paquete 32, legajo 50, 56; Op Cit. 1841. Paquete 33, legajo 62; Op Cit. 1841. Paquete 32, legajo 29, 51, 53; Op cit. 1842. Paquete 35, legajo 38, 44, 47; Op cit. 1843. Paquete 36, legajo 20; Op cit. 1843. Paquete 37, legajo 70, 72, 73; Op cit. 1844. Paquete 38, legajo 48; Op cit. 1846. Paquete 40, legajo 56; Op cit. 1846. Paquete 41, legajo 86; Op cit. 1847. Paquete 42, legajo 52; Op cit. 1848. Paquete 44, legajo 58.

Funcionarios parroquiales nombrados para la Parroquia de Timbío

Nombres Timbío Sotará Río Blanco Chiribío Cecilio Moreno 1816 AP Francisco Astaiza 1820AP 1820AP Salvador Muñoz 1820 Alejo Paz 1816, 1820 AP Francisco Agredo 1820, 25, 29 AP Manuel Fernández 1820 AP Francisco A. Mellizo 1826, 38 AP, OG José Joa. Muñoz 1827 AP,OG Francisco Cuellar 1826 AP Pedro Ortega 1826 – 1829 AP Bartolomé Castillo 1826-29 AP, OG, SP Francisco Rivas 1827 AP Ricardo E. Solano 1827 AP Jerónimo Moreno 1827 AP, OG Antonio Agredo 1827 AP, OG José Joaquín Muñoz 1827 AP, OG Francisco Perafán 1827 AP Ventura Sánchez 1835 AP Atanasio Agredo 1839 JP Francisco Narváez 1837, 41, AP, OG 1826, 29 AP, JP Manuel Ant. Agredo 1827, 42 AP, OG José Montilla 1828 AP Manuel Salv. Muñoz 1829 AP; OG 1835 AP Miguel Sarria 1829 AP Pedro Antonio Rosas 1825, 1829 JP, AP Ramón Campo 1834, 35 JP Manuel José Díaz 1837 AP Ventura Gaspar 1837 AP Francisco Narváez 1837, 41 AP, OG 1826 AP

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La guerra de 1851 en la Provincia de Antioquia: ¿Una guerra mal preparada o vendida con antelación? 1

María Elena Saldarriaga Peláez 2

1. Antecedentes inmediatos a la guerra

La guerra de 1851 en la Nueva Granada es una respuesta de los conservadores a las

reformas liberales de mediados del siglo XIX, impulsadas por la administración de José

Hilario López, que estaban encaminadas a:

darle a la tierra –convertida en mercancía– libre circulación... así como a la mano de obra indígena y esclava; liquidar las trabas del comercio... de las reglamentaciones y los monopolios para facilitar la libre actividad en todos los órdenes, igualar a todos los hombres de la Nación en el terreno de los derechos ciudadanos, suprimir el ejército de caudillos, separar la Iglesia del Estado y de paso liberalizar la enseñanza –abolir el fuero eclesiástico y los diezmos, elegir popularmente a los párrocos, finalmente, liberalizar el Estado3.

La reacción más importante ante estas reformas fue protagonizada por las provincias de

Cauca y Antioquia. La elite conservadora antioqueña y el clero leyeron estas reformas

como políticas estatales encaminadas a destruir la religión católica con reformas

religiosas como la supresión del diezmo, la abolición del fuero eclesiástico, la facultad

concedida a los cabildos parroquiales para nombrar y presentar los curas de entre los

propuestos por los diocesanos y la introducción del matrimonio civil. Asimismo,

consideraban que el gobierno quería implantar el comunismo y la desmoralización de

las costumbres. Otro ingrediente más en el conflicto fue la expulsión de los Jesuitas de

la Nueva Granada. A lo anterior se sumó la división de Antioquia en tres provincias

1 Esta ponencia es el resultado de un avance de la investigación financiada por la DIME “Actores, escenarios y vida cotidiana en la ejércitos en la Guerra civil de 1851 en la Nueva Granada en las Provincias de Antioquia y Cauca”, dirigida por María Elena Saldarriaga 2 María Elena Saldarriaga Peláez. Profesora Asociada Magíster en Historia. Universidad Nacional de Colombia, sede de Medellín. Candidata a Doctorado, Universidad de la Sorbona Panteón, París I. 3 Álvaro Tirado Mejía, “El Estado y la Política en el siglo XIX”, Planeta Colombiana Editorial S.A., Bogotá, 1989, pp. 159-160.

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(Antioquia, Córdoba y Medellín), como un objetivo del gobierno central para dividir el

poder de la elite conservadora antioqueña, con un fuerte poder regional y de gran

influencia en la política central. La participación del clero en la guerra de 1851 en

Antioquia fue significativa, "Dios y Federación" fue su lema.

La inestabilidad política en Antioquia

En la provincia de Antioquia, desde abril de 1850, se había generado un periodo de

gran inestabilidad política. Jorge Gutiérrez de Lara, liberal que se desempeñaba como

Gobernador de Antioquia desde que José Hilario López lo había nombrado por decreto

en 18494, renunció a su cargo por desacuerdos entre la Secretaría de Hacienda y la

Gobernación, debido a un remate de bienes del Estado que había hecho la secretaría

sin su consentimiento5. Aunque le fue rechazada su renuncia, se vio obligado a

permanecer en el cargo hasta el 4 de febrero de 1851, cuando asumió el poder de

forma transitoria el conservador Estanislao Barrientos. Barrientos fue Gobernador

encargado de la Provincia de Antioquia hasta el 12 de marzo de 1851, fecha en la que

fue nombrado como Gobernador Interino el liberal José María Sáenz.

Durante el gobierno de José María Sáenz, el Congreso de la República expidió la Ley

del 15 de mayo de 18516 donde se decretaba la división de la Provincia de Antioquia en

tres, que desde esta fecha serían: la Provincia de Antioquia con capital en Santa Fe de

Antioquia, la Provincia de Medellín con capital en Medellín y la Provincia de Córdoba

con capital en Rionegro7. José María Sáenz, heredero de la casa Comercial Montoya y

Sáenz, debía entregar la Gobernación a otro liberal, Sebastián José Amador, para que

desde el 1 de julio que empezaba a regir la ley, se desempeñara como Gobernador de

4 Decreto del 24 de abril de 1849 En: Gaceta Oficial de 26 de abril de 1849, Sala de Prensa, Biblioteca Universidad de Antioquia. Es importante anotar en este punto que Estanislao Barrientos fue el único Gobernador conservador nombrado por decreto presidencial en la provincia de Antioquia durante el gobierno de José Hilario López. 5 Jorge Gutiérrez de Lara. “A mis amigos: renuncia del gobernador de la provincia de Antioquia”, Medellín, 1851, En: Hojas Sueltas, Sala de Prensa, Biblioteca Universidad de Antioquia. 6 La fecha del día de la expedición de la ley varia de acuerdo a los autores, unos afirman que es del 15 de mayo, otros que del 16. En este relato siempre va aparecer como la ley del 15 de mayo porque es la fecha que más se repite en la fuente primaria. 7 Francisco Duque Betancur, "Historia del departamento de Antioquia", Albón, Medellín, 1968 P.704.

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la recién conformada Provincia de Medellín8.

La división político administrativa de la Provinci a de Antioquia

El detonante de la guerra fue la ejecución de la ley del 15 de mayo, ya que, dividida la

Provincia, se daba más participación a los liberales en el Congreso, pues así se

formarían dos fortines liberales en Antioquia, uno en Santa Fe y otro en Rionegro, lo

que restaba poder a Medellín, que era reducto conservador en Antioquia9. Ésta fue,

según la historiografía tradicional, una estrategia para mermar el dominio conservador

porque

Rionegro podría sostenerse contra sus vecinos conservadores en las elecciones. Santa Rosa, un socio curioso para Santa Fe de Antioquia y Sopetrán, iba a ser parte de la nueva provincia con la capital en Santa Fe. Su separación de la provincia de Medellín debilitaba al conservatismo allí, mientras con su anexión a occidente iba a ser empantanado electoralmente10 *

Con esta división se controlaba el dominio que sostuvo Mariano Ospina Rodríguez en la

región, se resquebrajaría la fuerza y el control político y electoral que los conservadores

ejercían en la región porque éstos no habían facilitado una participación apropiada a

otros sectores, tanto en el Congreso como en las legislaturas11.

8 “Sáenz desde Rionegro, después de dejar la gobernación de la Provincia de Medellín, asociado al señor Mendoza, gobernador de la provincia de Córdoba, organizó un columna de 250 hombres, con el fin de resistir a los revolucionarios en caso de que atacaran la ciudad, pero luego, temiendo la hostilidad de Abejorral, Sonsón y Marinilla, poblaciones adictas al gobierno de Borrero, se retiró con dicha columna, el 8 de julio, hacia Antioquia, donde se pensaba que la fuerza podía aumentarse con gente y armas y defenderse, mientras llegaba el auxilio De Bogotá. Al llegar al paso del río, súpose que los gobiernistas se habían desbandado y que no se presentaría arbitrio propio para triunfar. En tan penosa situación, Mendoza y Sáenz resolvieron trasladarse al Chocó, con unos pocos compañeros, por no caer en manos del enemigo. Antes de partir, Sáenz hizo que su gente volviera a Rionegro a mantenerse a la defensiva, y como esto implicaba necesidad de fondos, de las que se carecía, él los suministró generosamente de su peculio particular”. Gaceta Oficial, agosto 2 de 1851, p. 4. En: Sala Patrimonial, Universidad de Antioquia * Mirar mapa de la división Político Administrativa de Antioquia 1851 9 Roger Brew, “Aspectos Políticos en Antioquia”, Tesis doctoral en la Universidad de Oxford, Traducción provisional e interna realizada por el Profesor Jaime Mondragón, Departamento de Humanidades, Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín, 1971, p. 120. 10 Roger Brew. op. cit., p. 40. 11 Jorge Orlando Melo ”Progreso y guerras civiles entre 1829 y 1852”, En: Jorge Orlando Melo (dir.), Historia de Antioquia,; Editorial Presencia / Suramericana de Seguros, Bogotá, 1988, pp. 114-116.

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La administración elegida en 1849 había hecho cambios en los cargos públicos desde

agosto de 1850, en los cuales estaban enquistados los burócratas conservadores por

su estabilidad económica y el poder político que habían adquirido12.

Ante la situación de descontento en la Provincia por su división, los conservadores que

no se habían opuesto antes a la división como lo narra el periódico13, el Presidente

López justificó la división de Antioquia en un comunicado el 13 de julio de 1851,

mostrándola como un asunto que era necesario y favorecía a sus habitantes

… ya que la división de la Antigua Provincia de Antioquia ha venido a ser un pretexto revolucionario, tened en cuenta que en esa división se ha consultado vuestro bienestar. Por inteligente y laborioso que sea un Gobernador, es de todo punto imposible que atienda, como sería de apetecer, a los multiplicados intereses de más de 200.000 habitantes que deben formar aquella provincia, toda vez que en 1843 la constituían 189.534. La acción administrativa que se debilita a medida que se aparte de su centro se pierde casi enteramente en las extremidades, y si en otro tiempo esta verdad reconocida, aconsejaba la división de las grandes provincias, el día de hoy en que, por la memorable ley de descentralización de rentas y gastos las funciones de los Gobernadores y de las Cámaras provinciales se han extendido considerablemente, tal división es una necesidad imperiosísima14.

2. La Guerra civil de 1851 en la provincia de Antio quia

2.1 Los promotores de la revolución

La revolución estuvo precedida por los hechos que sucedieron en la Provincia del

Cauca y en la frontera con el Ecuador. El caudillo conservador Julio Arboleda preparó la

revolución en el Cauca desde abril de 1851, y se comunicó:

12 Luis Javier Ortiz Mesa, El federalismo en Antioquia. Aspectos Sociales.1850-1880. Universidad Nacional, Sede Medellín, 1985, p. 16. 13 Diario de Debates, Bogota, Mayo 30 de 1850, pp. 223-224 14 Gaceta Oficial. Op. Cit., p. 502.

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en Bogotá con el conservador caucano Eusebio Borrero por medio de Vicente B. Villa perteneciente a la elite antioqueña y una vez este último llegase a Medellín se organizaría la revolución y el éxito de ella dependería en buena parte de la no intervención del Gobierno Central sobre Antioquia15.

Luego, “en la junta militar de conservadores en Popayán se convino en conferir el

mando civil de la revuelta a Borrero y el militar a Arboleda”16, quien no alcanzó a asumir

el mando militar de la revuelta en Antioquia, porque antes de lo previsto se vio obligado

a huir al Ecuador para no ser capturado por las tropas de Herrera que luego sofocaron

la revuelta en el Cauca. Después

Borrero salió para Medellín, a dirigir allá la revolución contra el gobierno del general López, en virtud por lo resuelto en la junta conservadora en Popayán, que escogió a Borrero para Jefe civil y a Julio Arboleda para Jefe Militar de la subversión del orden constituido…17.

La toma de Medellín se venía preparando por el general Eusebio Borrero y por notables

antioqueños entre los que se destacaron Román María Hoyos, Camilo Antonio

Echeverri, el señor Obergozo, que planeaban qué hacer con la Provincia después de

que se ejecutara la ley del 15 de mayo. Luego,

Borrero llegó a Medellín el 20 de junio y se hospedó en casa de su amigo José María Restrepo. Uribe diose a buscar su cometido buscando el contingente en los pueblos cercanos a esa ciudad, donde era grande el descontento contra el gobierno, sobre todo por la división de Antioquia en tres provincias18.

En la ciudad Borrero contó desde un principio con el apoyo del Presbítero Canuto

Restrepo y José María Restrepo, quienes habían adelantado algunas acciones

militares.

2.2. La toma de Medellín 15 A.H.A. Sección República. Copiadores. Tomo 1126. doc. 16085. junio 20 de 1851 16 Gustavo Arboleda, Historia contemporánea de Colombia, Bogotá, Banco Central Hipotecario, 1990, Tomo V, cap. XV, p. 277 17 Ibíd., p. 83 18 Ibíd., p. 277.

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Por esos días de junio, se había presentado una revuelta en la parroquia de Belén

encabezada por Manuel Tirado, artesano conocido; así se evitó el reclutamiento forzoso

que el gobierno había ordenado en ese sector del cantón19. Acerca de esta situación,

otra fuente señala que se había presentado en Belén un enfrentamiento:

Por la noche del 30 de junio próximo pasado, como a las 9, se dió denuncio al Gobernador de la antigua provincia de Antioquia, señor doctor José Maria Saenz, que en la parroquia de Belen que dista de Medellin como dos leguas poco mas o ménos, se advertian tumultos que con fundados motivos se crian hostiles a la paz pública. El doctor Saenz monto inmediatamente y puso en armas a los pocos patriotas que se encuentra en Medellin, i auxiliado por el Jefe político sañor Francisco Posada empezó a dictar cuantas providencias juzgó necesarias para conservar el órden en la provincia: sacó las armas útiles que se hallaban guardas en una pieza del señor José María Valle Maya, i puso el cuadro veterano en la casa del despacho de la Gobernacion que está situada en la plaza principal de la ciudad, allí se reunieron los jóvenes patriotas sañores Aparicio Arango, Uladislao Posada, Justo Pabon, Lucrecio Gómez, Antonio Jose Esdovar, Nianceno Mejía i otros que no recuerdo bien. Estos jóvenes unieron sus esfuerzos a los doctores Saenz i Nicolas F.de Villa i señor Sebastián José Amador que al otro dia 1º de julio debia empezar a ejercer las funciones de Gobernador de la provincia de Medellin conforme a la ley de 15 de mayo ultimo que dividió en tres la provincia de Antioquia. Estando en la plaza el Gobernador se presentaron los señores Evaristo y Francisco Zea que decididos siempre por la causa de la libertad, no vacilaron en empuñar las armas para defender la administracion mas liberal i tolerante que ha tenido la Nueva Granada desde el año de 31. Aquella noche, a esfuerzos de los pocos patriotas, no estalló la revolucion20.

Borrero se encontraba desde el 20 de junio escondido en Belén; lo acompañaban

Vicente B. Villa, el doctor Rafael María Giraldo, Pedro Antonio Restrepo Escobar,

Antonio Pascasio, Juan Crisóstomo Uribe, el General retirado Francisco Giraldo y el

Presbítero Juan Manuel Lobo Rivera, párroco de Belén21. También se hicieron

19 A.H.A., Sección República, Tomo 1661, doc. 1. Medellín, junio 30 de 1851. 20 “Sucesos de Antioquia”, El Neo-Granadino. 18 de julio de 1851, En: Rollo 067, Colección de Periódicos Microfilmados, Archivo Judicial de Medellín 21 Lobo Rivera también participó en la Guerra de los Supremos.

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presentes los señores Pedro y Julián Vásquez C., quienes eran ricos propietarios de

minas en el norte de la Provincia22. Allí se habían reunido todos los partidarios de la

revolución provenientes de Hatoviejo (hoy Bello), Copacabana, Girardota, Envigado,

Itagüí, Barbosa, La Estrella, Caldas, Aná, Abejorral, Sonsón, Amalfi, Antioquia,

Sopetrán, Salamina y Aguadas23. Había rumores por todas partes que en Girardota y

Copacabana se estaba preparando otra revuelta24.

Los acontecimientos del 30 junio en Belén, controlados por el gobernador José María

Sáenz, muestran el malestar existente en el Distrito de Medellín frente al gobierno

liberal. Lo que llama la atención es que por esos días Borrero se encontrado escondido

en el mismo lugar, lo que se puede entender, como una incitación a la revuelta,

además, además, al día siguiente, Sáenz entregaba la gobernación José Sebastián

Amador, liberal sin experiencia militar, momento propicio para dar el golpe conservador

en manos de Eusebio Borrero.

El 1 de julio, fecha para tomar las armas, los designados a ser los nuevos gobernantes

de Antioquia, Medellín y Rionegro, en su primer día de gobierno no estarían en la

capacidad de pelear de manera eficiente por mantener su poder y el gobierno liberal en

las nuevas provincias, pues Sebastián José Amador, quien había sido designado para

ser gobernador de la provincia de Medellín, era comerciante y no tenía ninguna

experiencia como militar y mucho menos tenía experiencia en la resolución de conflictos

bélicos. Antonio Mendoza, que había sido nombrado Gobernador de la Provincia de

Córdova era médico, y en el momento en que fue nombrado gobernador se

desempeñaba como comerciante; era uno de los socios de la casa comercial más

prestigiosa que había en todo el territorio neogranadino: Montoya, Sáenz y Compañía,

se llamaba la empresa. Esta casa comercial poco tiempo atrás se había hecho dueña

22Julián Vásquez estuvo en el Batallón Medellín el 8 de octubre de 1840, cuando Salvador Córdova se tomó la Provincia, en calidad de negociador. 23 A.H.A., Sección República, Tomo 1131, doc. 16168, Medellín, 4 de julio de 1851 24 A.H.A. Sección República, Tomo 1661, doc. 1, Medellín 24 de julio de 1851.

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del monopolio de transporte de mercancías a través del río Magdalena25. Antonio

Mendoza era uno de los hombres más ricos de Antioquia y no está por demás decir que

era el heredero de la colonización Aranzazu; tenía mucho poder económico, pero

ninguna experiencia en la guerra. Estos liberales hacían parte de otra generación de

gobernantes; todos sus predecesores de una manera u otra siempre habían estado

relacionados con las guerras de independencia, mientras los nuevos gobernantes eran

comerciantes. Con su nombramiento puede notarse la aplicación de las reformas

liberales que pretendían restarle poder a los caudillos a nivel regional. Los

organizadores de la revuelta en Antioquia veían en ellos gran debilidad, por su falta de

experiencia militar.

Durante los 70 días que duró el enfrentamiento entre los dos ejércitos en conflicto, y

que no es el objetivo de esta ponencia, sólo se registraron dos combates; el de

Abejorral en el Alto de las Letras donde triunfó el ejército comandado por Borrero, los

liberales después de la confrontación, huyen y se refugian en Rionegro, donde se

abastecen y se preparan bajo la dirección de Tomás Herrera y se lleva a cabo el

segundo y último combate en el cementerio El carmen de esa localidad el diez de

septiembre. Este combate dio la victoria definitiva a los liberales en la Provincia de

Antioquia. Luego vinieron los indultos para los actores conservadores durante la

revolución. Borrero se fuga, para no someterse inmediatamente al indulto, luego paga

una fianza y se refugia definitivamente en Jamaica, donde muere.

Pasemos al análisis de tres documentos llamados “Al Público”, no trabajados hasta el

presente en la Historiografía Nacional

25 Los Trastornadores, El Neo-Granadino, op. cit.

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¿La guerra de 1851 en la Provincia de Antioquia fue una guerra mal preparada o

traicionada?

Entremos ahora a la explicación de por qué la guerra es conocida como una guerra “mal

preparada”, a partir de un documento que salió a la luz pública el 20 de octubre de

1851, escrito por el coronel Braulio Enao titulado: “Manifiesto del Grál Braulio Enao ‘Al

Público’”. El análisis se realiza fundamentado en los tres documentos encontrados: el ya

referenciado escrito por Enao; la “Contestación al manifiesto del señor Braulio Enao

titulado ‘Al Público’”, firmado por Pedro Antonio Restrepo Escovar el 20 de diciembre de

1851; las “Observaciones a una parte del manifiesto firmado por el señor Braulio Enao

el 20 de octubre de 1851”, escrita por el Presbítero Canuto Restrepo∗, y, por último, la

“Contestación del Jeneral Eusebio Borrero al señor Braulio Enao”, firmada el 10 de

diciembre del mismo año.

3. Los “Al Público”

Desde finales de junio, el Coronel Enao fue invitado por Borrero a participar en la

guerra:

República de la Nueva Granada - número 17 Gobierno civil y militar del estado federal de Antioquia Medellín, Julio de 1851 Sr Coronel Braulio Henao Cansados los pueblos de la antigua provincia de Antioquia de sufrir la tiranía que una camarilla desenfrenada ejerce en la nación con el título de gobierno, han desconocido su autoridad y proclamado la federación; yo me he puesto a la cabeza de tan justa causa, y por tanto le prevengo que inmediatamente venga a esta ciudad a ocupar su puesto dentro de los defensores de los principios de Federación, orden y moralidad que son los proclamados. Eusebio Borrero26

∗ El contenido de este manifiesto no se tuvo en cuenta para el desarrollo de esta ponencia dado que en la información no contradice a las contestaciones “Al Publico” de Eusebio Borrero y Pedro Antonio Restrepo. 26 Gonzalo Uribe Villegas, Imprenta departamental, 1914. Notas y documentos históricos del general D. Braulio H., Sala Antioquia. Biblioteca Pública Piloto.

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Solicitud realizada debido a que Enao gozaba de un gran prestigio desde que pacificó la

Provincia de Antioquia en la guerra de los Supremos, con el combate de Salamina, el 5

de mayo de 1841. En su manifiesto, el coronel Enao sostiene que

… a fines de junio* se remitieron por la autoridad política de este canton 100 fusiles para la ciudad de Rionegro, i habiéndolos quitado para Abejorral, al momento que lo supe le hable al Sor. Lorenzo Jaramillo jefe político de este canton reuniera jente i marchara con ella á hacer que los volvieran a entregar, como se verificó. Posteriormente escribió el Dr José María Sáenz gobernador de la antigua Antioquia al mismo Sor Lorenzo Jaramillo … i manifestándome la carta le contesté, que no tomaría parte alguna tanto porque ninguna provincia tenia menos motivo que esta para hacer armas contra el gobierno, como porque la lejitimnidad valía ciento por uno: que tal invitación era falsa. El 30 de junio mandó el general Borrero [estando ya en Belén] en la casa de al Dr Cayetano Delgado á invitarme á tomar parte en la revolución, i dicho Sor. se volvió sin haber podido comprometerme… … no quise tomar parte hasta el dia 9 de en que se presentó en esta el Dr Joaquin Emilio Gómez con una comunicación para mí del Jral Borrero i del Dr Pedro A. Restrepo Escovar su secretario general en que me manifestaba que de tomar yo parte en la revolución ó de que se formara una acta en que apareciera mi firma dependia precisamente el que no se derramara la sangre en Rionegro i Medellin: entónces me pareció llegado el caso de tomar parte para si con mi presencia se evitara este gran mal i el resultado fue el que me propuse27. Desde esta época hasta el 30 de julio no ocurrió cosa que merezca referirse, aquel dia supe que al canton de Supía habian llegado fuerzas del gobierno que dispersando la guarnicion que habia allí tomaron posesión de la plaza i que en Manisales habia otra fuerza…28

Pedro Antonio Escobar narra una serie de hechos que para Enao no tienen

mayor importancia:

decia Enao: que el jeneral Herrera [venía con ] 700 hombres por Supía y ya nos habia dicho que Alzate tenia 200 en Manizales, de manera que a esta ya teniamos sobre nosotros, según él, 900 hombres armados, i lo peor de todo es, que jamas ponia los hechos en duda, no nos decia el conducto por el cual adquiria tales noticias; de suerte que persuadidos

27 Manifiesto del Grál Braulio Enao. “Al Público”, Medellín, Imprenta de Manuel Balcázar, Miscelánea 1397, Manuscritos, Biblioteca Luis Ángel Arango, 20 de octubre de 1851, pp. 1 y 2. 28 Ibíd., p. 2.

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nosotros de que él era mui activo para el espionaje i de que la grande opinión que tenia en los pueblos del sur, era un medio seguro para estar al corriente de todos los hechos29

Según Eusebio Borrero, la primera invasión se presentó contra Antioquia por el sur,

envió a Enao para que combatiera a Alzate, que había llegado a Manizales e

inmediatamente se dio orden a Enao que lo atacara sin tardanza: ofrecio hacerlo i prometio destrozarlo i apoderarse de todo su armamento; pero en lugar de esto lo que hizo fue replegar todas las fuerzas sobre Abejorral, para dejar al enemigo libre i descubierto su importante punto de Salamina, que luego fue ocupado30

Borrero le solicita a Enao que ataque las fuerzas que llegan a Supía

No convenia a las miras de Enao este plan, por que aunque sabia bien que el no cooperase, las tropas que yo mandaba eran mas que suficientes para batir a las que habia en Supia, que se componian en su totalidad de Zurriagueros del cauca: me propuso otra, cuya base era, la reunion del ejercito en Abejorral31 Instado por mi para que emprendiésemos alguna operación sobre el enemigo que ocupaba a Salamina marchamos a Aguadas, i alli tuvimos una larga conferencia a que asistieron el doctor Restrepo, i los capitanes Miguel Marulanda i Rafael Mesias, oficiales valientes i mui practicos del terreno de Salamina. En ella sostuvo Enao obstinadamente que Salamina era inatacable, asi como lo sostuvo en la hacienda del Burro, [propiedad de Braulio Enao, donde hubo apertrechamiento de los ejércitos facciosos] que era imposible atacar a la ciudad de Antioquia donde se habian retirado las fuerzas de Rionegro. En efecto, todo debia ser imposible para quien no habia tomado parte en la revolucion, con el objeto de obrar a favor de ella sino en contrariarla, i para quien estaba en intelijencia con el enemigo, desde el 2 de Agosto según consta de una comunicación del C Jeneral Herrera inserta en la gaceta…32 Cartago, Agosto 5 de 1851 Sr Comandante Braulio Henao Mi querido Amigo:

29 Pedro Antonio Restrepo Escobar. Contestación al manifiesto de Braulio Enao titulado “Al Público”. 20 de diciembre de 1851. En: Biblioteca UdeA, Sala Patrimonial, Folleto Miscelánico 125, Documento 7 p. 9, 30 Contestación del General Eusebio Borrero al manifiesto del señor Braulio Enao titulado "Al Público”, Biblioteca Universidad de Antioquia, Sala patrimonial, Folleto Miscelánico 125, doc. 6, p. 5. 10 de diciembre de 1851 31 Contestación del General Eusebio Borrero al manifiesto del señor Braulio Enao titulado "Al Público”, Biblioteca Universidad de Antioquia, Sala patrimonial, Folleto Miscelánico 125, doc. 6, p. 6. 32 Pedro Antonio Restrepo, op. cit., p. 48

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Con suma pena he sabido que usted se ha involucrado en la revolución de Antioquia. No me propongo examinar la causa, sino manifestarle cuanto celebraría salvarlo a Ud. y a su honrada familia de los males que la amenazan. El gobierno está fuerte y ha triunfado de sus enemigos de todas partes. Julio Arboleda y su gente han pasado fugitivos hacia el Ecuador, porque las fuerzas del general Franco, despues de haber vencido en Buesaco, han ocupado Túquerres; en las provincias del Cauca y Buenaventura hay entusiasmo extraordinario en favor del gobierno, y diariamente se presentan los hombres a tomar las armas. De manera que es imposible que en el sur los partidarios de la Revolución permanezcan ni un solo dia, y así sucede poco mas o memos en el resto de la República. Espero que Ud. que conoce mi caracter me hará el honor de creerme. Estas noticias no pueden intimidar a un hombre valiente como usted; pero si servirá para persuadirlo de que lo han engañado, si le han dicho lo contrario. Yo tengo aquí una lúcida división con la que voy a obrar sobre Antioquia y sentiría mucho a usted verlo en el campo de batalla, sosteniendo una mala causa, pues sabe Ud. que lo he apreciado desde el año de 1822, en que tuve el gusto de conocerlo. Si Ud. quiere separarse de la revolución puede entenderse con el comandante Miguel Alzate, o esperarme a mi, en inteligencia que yo estoy dispuesto a mas de las facultades que el poder ejecutivo me ha conferido., consultando de todos modos el bienestar de Usted. Ninguna provincia ha tenido menos motivos para revolucionarse que la de Antioquia, y el general Borrero, al levantar en aquellos pueblos el estandarte de la rebelión, ha consultado solo sus odios y sus intereses; pero estoy seguro que la mayoria de los antioqueños, que lo conocen, no estará dispuesto a sostener a un hombre que bajo ningún aspecto merece mandar aquel importante país. Me despido de Ud., suscribiendome su afectísimo amigo y servidor Tomas Herrera33. … Por manera que para mi [Eusebio Borrero], Enao fue traidor desde que se pronuncio en Sonsón. Bastante lo da a entender él mismo, cuando habla de su conducta en los primeros momentos de la revolucion. Es verdad que yo no empezé a sospechar su traicion sino desde la conferencia que tuvimos en Aguadas; porque realmente no podia esplicarse por otra clave, la conducta de un jefe que se oponia decidida i constantemente a toda operación que pudiera conducirnos aun resultado favorable34.

Braulio Enao no reportaba la fuente de su información, al menos no en su “Al Público”

con fecha de 20 de octubre, y en una comunicación que envió el mismo 30 de julio a

Borrero y a su Secretario diciéndoles que

33 Gonzalo Uribe Villegas. “Notas y documentos históricos del general D. Braulio Henao”, Imprenta departamental. 1914. p. 56 34 Contestación del General Eusebio Borrero al manifiesto del señor Braulio Enao titulado "Al Público”, Biblioteca Universidad de Antioquia, Sala patrimonial, Folleto Miscelánico 125, doc. 6, pp. 6-7.

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habian sido engañados cuando les aseguraron que dentro de seis meses no seria invadida Antioquia que el gobierno podia atacarnos por muchas vias, que ella sola no podia resistir al resto de la republica i por consiguiente hiba a ser destruida que en tiempo vieran hacer algun arreglo honroso35

Y Pedro Antonio Restrepo le contestó

que despues de destruir a los bandalos que nos atacaban y poner a la provincia en una actitud imponente i respetable si el resto de la nación nos abandonaba entraríamos en arreglos y que yo mismo iria a Bogotá36.

Según Pedro Antonio Restrepo, Enao había enviado una comunicación con fecha del

29 de julio donde informaba que tuvo que replegar las tropas a Abejorral, sin embargo,

Restrepo Escovar, en su mismo texto, reporta una segunda comunicación con fecha del

30 de julio donde consta de nuevo el repliego de las fuerzas a Abejorral y añade que

Enao dice

que nadie quiere pelear que los voluntarios en pasandoles el primer calor i el entusiasmo con pocos se puede contar, que estaba confundido con ellos por que no se podian contener acuartelados y que de allí se huian con frecuencia y que ya le sobraban bastantes fusiles37.

Si bien existe una inconsistencia en las fechas que proporciona Restrepo Escovar, no

se puede negar que los reportes de Enao despertaron sospechas en los dirigentes de la

revolución:

¡que falsedad! jamas dejo Enao de tener que ocupar muchas lanzas pues siempre le sobraba mucha gente, despues de llenar los fusiles que tenia: que responda a esto todo su ejercito38.

El mismo Enao envía otra comunicación a Borrero y a Restrepo, diciendo

35 Manifiesto del Grál Braulio Enao “Al Público”, Medellín, Imprenta de Manuel Balcázar, Miscelánea 1397, Manuscritos, Biblioteca Luis Ángel Arango, 20 de octubre.1851, pp. 2. 36 Pedro Antonio Restrepo Escobar. Op.cit., p. 8 37 Ibíd., p. 9 38 Ibíd., p. 9

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que en honda se habian embarcado fuerzas para invadir esta provincia que por Ruiz debian salir 200 hombres a reunirse con Alzate: que por varias cartas se confirmaba que las Fuerzas de Supia eran de 700 hombres: que por Nare debian salir esta semana tropas contra nosotros: que por datos que tiene cree que las fuerzas de Rionegro se unen a las de supia39.

Toda esta información es catalogada por Restrepo Escovar como falsas

noticias esparcidas por Enao,

¿Cómo es que Braulio se atrevio a decir esto bajo su firma? Esto debia ser desmentido i que probaba, hasta no dejar duda, su funesto pensamiento de desalentarnos y perdernos?... En aquella misma fecha Restrepo Escobar afirma recibio una misiva desde Abejorral del Comandande Fernando Esocvar. ”Estoi al lado de 500 hombres que solo desean la hora del combate” ¿Cual de los dos decia la verdad?40.

Pedro Antonio Restrepo E continúa y sustenta la traición de Braulio Enao cuando se

refiere a las falsas noticias esparcidas por este último, además de la supuesta

complicidad que él mismo tenía con los militares liberales. Con fecha del 4 de agosto,

Enao mandó un parte que decía:

Las fuerzas de Alzate son de 600 hombres, siempre e creido que aquel posta fue mandado por Alzate para que los cogiera Enao, y posteriormente he llegado a pensar que fue una cosa acordada entre los dos: por que a la verdad, ¿dónde estaba ese posta? ¿Por qué no lo aprehendio Enao? Ya nos habia dicho que nuestras fuerza habian cogido varios postas del enemigo tales postas no aparecieron nunca41. A Enao se le dieron tres ordenes para que atacase y todas las desobedecio, haciendo por el contrario replegar las fuerzas a Abejorral para dejarle el camino libre y para que no le faltase ningun recurso. Esto solo serviria para que quedase convicto y confeso de traidor, pues que con haber obedecido, Alzate hubiera sido destruido infaliblemente42.

Esta tesis de Restrepo Escovar, en la cual presenta a Enao como traidor, se hace más

fuerte en la medida en que las fuentes arrojan información sobre pedidos de armas y

39. Ibíd., pp 10-11 40 Ibíd., pp.10-11 41 Pedro Antonio Restrepo Escobar, op. cit., p. 11 42 Ibíd., p. 13

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dinero por Enao para sostener la revolución en el sur de Antioquia y que en el momento

en que las armas son recibidas por Enao, éste se repliega en Abejorral temiendo las

cifras de las fuerzas liberales que él mismo reporta. Todos estos acontecimientos no

son referidos por Enao en su manifiesto, pero Restrepo continúa su relato sobre la

falsedad de su información y las quejas de deserción que profesaba:

Cuando supo [Enao] por un oficio que debia ir a Abejorral, a consertar con él el plan de operaciones, se apresuro a dirigirme una comunicación en la cual nos decia: que con su permanecia en Abejorral estaban saliendo los individuos de los bosques y presentandose. De esta manera queria paliar el efecto que necesariamente habia de producir en mi, al encontrarlo en frente de 600 hombres cuando acababa de decirnos que solo tenia 270.

Fuese real o no, cualquier cantidad de hombres en el ejército, Restrepo Escobar

denuncia el maltrato impuesto por Enao a sus soldados para que desertaran y alude a

la sospechosa cercanía que tenía con algunos liberales:

En Sonson tenia largas conferencias con un tal Eleodoro Jaramillo y el padre de este que son de los rojos mas exaltados que tiene la provincia de Córdoba: los trataba con la mas exquisita consideración, y cuando estos hacian una guerra abierta y descarada a la ferderacion, era que Enao estaba mas satisfecho de ellos: desde entonces los honrados Sonsoneños comenzaron a concebir fuertes sospechas contra el43.

En varios apartes del comunicado, Restrepo se refiere a la reunión que tuvo con Enao

en Abejorral, en la cual este último siempre se mostró desatento y hostil e intentaba en

todo momento desalentar el movimiento; sin embargo, entre estos dos hombres se

concreta un plan de ataque propuesto por Restrepo:

Reunir todas nuestras fuerzas en Abejorral, volar sobre Herrera, destruirlo, pasar en el acto por Supia por la Cano, Monja o Velasco, destruir las fuerza insignificantes que se encuentran alla, quedando de hecho cortadas y sin esperanza de salvacion las partidas de malhechores que habian invadido la provincia de Caramanta, saqueando y robando, caer sobre estas por detrás, aniquilarlas y regresar en el acto a Medellin a rechazar las fuerzas que atacaran por Nare, en caso de que se verificase…El plan concertado como se ve hermoso, infalible; pues

43 Ibid., p. 13

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sin la traicion de Enao, nada, nada hubiera impedido que se llevara a cabo44.

Hasta el momento, Enao no habla sobre estos acontecimientos en su Manifiesto; el

relato presenta el escenario del alto de las Coles donde retoma su defensa y Restrepo

Escobar continúa argumentando sobre los hechos de la guerra.

Enao se refiere así acerca de los hechos del 13 de agosto:

… marchamos para Aguadas donde permaneciamos cuando se supo de la retirada que el comandante Miguel Alzate habia hecho para la P; [La Palma] esa misma noche marchó una partida de 200 hombres á ocupar á Salamina, haciéndolo el resto del ejército al siguiente día45.

Sin embargo, y sobre este mismo hecho, Pedro Antonio afirma que ese mismo día,

… marchamos para Aguadas en dirección a Salamina, después de habernos detenido en Abejorral mas de dos días, por instigaciones de Enao, quien ya sabía que herrera estaba en marcha a reuniese con Alzate, i quien ya sabía como se verá después, el dia preciso en que aquel debía llegar a Salamina. Enao queria en todo caso, que tal reunion se verificase para seguir sus miras.46

Enao continua diciendo que

… al llegar al paraje de “Las Coles” frente á Salamina encontramos la partida cuyo comandante nos dijo no haber seguido porque se sabia de una manera positiva que el Jral. Tomas Herrera habia llegado allí con una gran fuerza, al dia siguiente por la mañana se descubrió el ejercito en algunas partes47.

Pedro Antonio Restrepo, a diferencia de Eano, en los días 13 y el 17 de agosto, hace

referencia a acontecimientos que no aparecen en el manifiesto de Braulio Enao y que

para Restrepo son parte de la traición calculada de antemano por Enao, y reporta

constantemente información precisa sobre las fuerzas liberales. Enao no reveló sus

44 Ibid., p. 13 45 Manifiesto del Grál Braulio Enao “Al Público”, op. cit., p. 2. 46 Contestación al manifiesto del señor Braulio Enao titulado "Al publico". firmado el 20 de octubre de1851 En: Biblioteca UdeA, Sala patrimonial, Folleto Miscelánico 125, Documento 7, p. 18 47 Manifiesto del Grál Braulio Enao “Al Público”, op. cit., p. 2.

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fuentes, las catalogadas como fuentes fidedignas. Pedro A. Restrepo en su documento,

cuestiona las fuentes mostrando la traición de Braulio Enao.

El 14 de agosto se encontraban ya en Aguadas las columnas de Marinilla y el batallón

Salamina y

… alli, como siempre, persistia Enao en su frialdad i indesicion, hasta que por fin nos declaro: que era imposible tomar a Salamina a viva fuerza…Despues de esto, comenzamos a pensar… como se pudiera cortar al enemigo, hasta que [Enao] nos hizo decidir en abrir una trocha por un punto llamado “Perrillo”… indicandonos que se gastarian por lo menos cuatro dias para abrirla i seis para pasar el ejercito… Barbaro sino ridiculo nos parecio pretender cortar ocultamente a un enemigo que estaba casi al frente de nosotros pues de Aguadas a Salamina solo ahi una pequeña distancia… La víspera de comenzar aquella empresa, vino de Salamina un señor Ospino, individuo de toda la confianza i nos aseguró: que esa noche se habia retirado [Alzate] precipitadamente i que esa noche habia pernoctado en un punto llamado la Palma, distante de Salamina como una legua. Tan luego como supimos esta noticia entramos en conferencias con Enao sobre el partido que debiamos tomar i ese dia nos aseguró: que la retirada de Alzate habia sido con el objetivo de reunirse con el general Herrera que ese dia debia llegar a la Palma temiendo ser cortado por nosotros. ¿Como sabia Enao estos pormenores? Por su intelijencia con el enemigo, pues posteriormente hemos sabido, que no pasaba un dia sin que él tuviera noticias exactas de todos los pasos que daban nuestros contrarios: i este es el hombre que acababa casi todas sus comunicaciones diarias de esta manera: Nada he sabido hasta ahora del enemigo. Por en la conferencia de Aguadas se propuso el plan de una trocha para cortar al enemigo, plan que mas bien era una burla por parte de Enao, que un proyecto serio i practicable48.

La retirada de Alzate con el batallón Marinilla y la compañía Salamina se debió a un

cambio de planes, decisión que según Restrepo Escovar fue obedecida por Enao a

regañadientes. Sin embargo, y debido a unas fuertes lluvias, solo pudieron salir el 16

llegando al alto de las Coles, donde Enao organizó su campamento y recibió al General

Eusebio Borrero y a su secretario Pedro Antonio Restrepo.

48 Contestación del General Eusebio Borrero al manifiesto del señor Braulio Enao titulado " Al Público”, Biblioteca Universidad de Antioquia, Sala patrimonial, Folleto Miscelánico 125, doc. 6, p. 7

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Borrero, en su respuesta al manifiesto de Enao, quien en varias ocasiones es acusado

por sus tratos con los liberales, narra que

Apenas llegamos alli supimos que las tropas de Salamina y Marinilla habian capturado a los señores Gregorio Marulanda i Aparicio Anjel, rojos conocidos i que habian partido de Sonsón pocos dias antes para reunirse con el enemigo i que confesaban paladinamente venir de su campamento. Pero ¡cosa estraña! en el acto llegó Enao i los tomo bajo su protección i los trató muchísimo que a los oficiales de su ejército: no permitio que se les prendiese i los dejo recorrer libremente i a todas sus anchas nuestro campamento: Después de los hechos que posteriormente sucedieron, nadie ha dudado que estos individuos eran ajentes intermediarios entre Herrera y Enao… Cuando nadie dudaba de que atacaríamos a Salamina el 17, Enao se presentó por la mañana al general i le dijo: que no se podia atacar a Salamina: que nuestra derrota era probable, i que aunque triunfaramos perderíamos la mitad de nuestro ejército: el general que como he dicho temblaba al solo pensamiento de ver derramada la sangre antioqueña, convino a indicación de Enao, en celebrar esa tarde una junta de los jefes del ejercito i de algunas personas notables que nos acompañaban, con el objeto de tratar varias cuestiones de importancia: en efecto se mandó a hacer i se hizo la invitación a la orden del general el dia 1749. Después que se retiro Enao, el general i yo [Pedro Antonio Restrepo] tuvimos una larga conferencia, en la cual repasando con una mirada imparcial la conducta de este, desde el principio de la revolución hasta aquella hora, comenzamos a concebir la mas profunda desconfianza hacia él, i un fatal desaliento se apoderó de nosotros: ya comenzamos a temer que nos estaba vendiendo i nos persuadimos íntimamente, que nuestra causa estaba en mal estado, pues ya no podiamos contar con Enao. Como a las dos de la tarde llegó Enao donde nosotros i cualquiera que hubiera observado su risa feroz i traidora en aquel momento, se hubiera persuadido del infernal proyecto que meditaba y que ya estaba al consumar. Nos dijo que tenia noticias de suma importancia que comunicarnos i en consecuencia nos retiramos a una pieza secreta: allí nos mostró un parte del jefe político del cantón de Salamina, del cual resultaba: que Diago i Viana, nuestros amigos de Mariquita, habian sido completamente destruidos por Mendoza i que a Sonsón habian llegado dos oficiales que confirmaban el hecho… Persuadido yo de cuanto se nos habia comunicado ese dia era exacto, i lo mismo lo que decia Enao, i mas persuadiso de que no se podia contar con él, pues aunque todavía dudaba que fuera capaz de vendernos, si me parecia que no coadyuvaria en nuestros planes, espuse mis ideas con entera franqueza. Dije en resumen que la venida de Herrera probaba hasta no dejar duda,

49 Pedro Antonio Restrepo, op. cit., p. 20-21

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que el Valle del Cauca estaba en completa tranquilidad: que la de Mendoza por Nare, i la de los dos oficiales de Diago por la montaña de Mariquita, justificaban que todo se habia perdido, no solo en Honda sino en Bogotá; pues que el gobierno no habia de mandar tropas contra nosotros, sin estar sometida totalmente la capital i las provincias, que la venida de las tropas por Zaragoza destruia completamente nuestras esperanzas con respecto a Cartagena, Mompos y Ocaña: i en fin una comunicación del sur nos probaba: que nuestros amigos habian sucumbido en Pasto. Que contaba el triunfo seguro contra Herrera, pues nada podia resistir el brillante ejército que nos acompañaba; pero que aquel triunfo seria el precursor de desgracias espantosas para Antioquia, pues no debiamos alucinarnos creyendo que Antioquia sola podia resistir al resto de la República; pero aunque lo llegasemos a creer, no podiamos dudar que nuestra resistencia arruinaria la provincia. El general Borrero, que siempre se encontró decidido a evitar la efusión de sangre encontró mui justas mis reflecciones…Después de esto, de acuerdo los tres convenimos: en nuestro i nuestra conciencia nos obligan a procurar una trasacion honrosa, antes de inundar la sangre de la provincia. En consecuencia allí mismo yo redacte la comunicación que Enao ha insertado en su manifiesto i que yo copio al fin de esta comunicación (Letra A) comunicación con la cual me honro i me honraré siempre, i que conservo como un timbre de gloria para mi familia; comunicación que en todas circunstancias dulcificará las penas de mi amigo el general Borrero; pues por ella verá todo antioqueño y todo granadino, que el general Borrero, no es el hombre sediento de sangre que ha pintado sus encarnizados enemigos, sino un militar que cede ante el imperio de la necesidad i que no es indiferente, como lo ha dicho Enao, que se derrame la sangre de sus semejantes.50

Borrero afirma sobre este hecho que

A ese tiempo se presentó un joven que venia de Salamina i dio aviso, que Alzate habia abandonado el pueblo i retiradose a la Palma, a una legua de distancia. Enao dijo al momento que aquella era una retirada aparente, ejecutada para reunirse con el C Jeneral Herrera que venia del Cauca con mas tropas. ¿I como lo sabia? Por la frecuente correspondencia que mantenia con él por medio de Eleodoro Jaramillo. Sin embargo, yo aproveché esta circunstancia para obligarlo a que nos presentáramos delante de Salamina, i el ejército se movió a las Coles. Allí se convocó una junta con el objeto de acordar el plan de ataque, i mientras se reunia, se recibieron las noticias (falsas muchas) de que habló Enao. Reunida la junta, ya no se discutió sobre el motivo de su convocatoria, si no si debiamos transigir o no con el enemigo; una gran mayoria opinó por la negativa: entonces fue que yo descubrí la traicion de Enao. Crítica en estremo fue mi situación en aquel momento: en fuerza de ella me resolvi a poner al coronel Herrera la comunicación que

50 Pedro Antonio Restrepo, op. cit., p. 21-22

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se ha publicado, i di la orden de retirada sin esperar su contestación, que yo veia que no podia ser satisfactoria; i en efecto, recibida que se vio que no dejaba de un transacion honrosa. De esta prontitud de mi movimiento desde las Coles y Aguadas hacia Medellín, ha pretendido Enao hacer un argumento de que yo marchaba resuelto a entregar las armas, cuando la circunstancia misma que, él nota, de no haber esperado en las Coles la respuesta del C Jeneral Herrera, es una prueba clara de que yo no tenia tal intención51.

Redactada y firmada la comunicación por parte de los tres dirigentes conservadores,

Pedro Antonio Restrepo se ofrece a entregarle dicha misiva al general Tomás Herrera y

entonces

Enao se opuso abiertamente a mi viaje, exponiendo: que me prenderían, que podian asesinarme i que yo era una persona mui interesante para la revolucion. El jeneral Borrero, que siempre me manifestó un afecto paternal, convino con Enao, i entonces este ofrecio que iria el señor Eusebio Robledo: el intimo amigo de Enao: aquel que nos acompañaba sin saber bajo que carácter; aquel que por entregar a Herrera nuestras armas se convirtió en arriero, siendo como es un poderoso capitalista. Nosotros consentimos i Enao entrego, ademas de la nuestra, otra comunicación para Herrera, la cual nos mostró alli52.

Comunicación adicional sobre la cual no se especifica su contenido, pero que fue

llevada por Eusebio Robledo, hombre de confianza de Enao; posiblemente fue

cambiado en el camino su contenido hacia el campamento de Herrera, pues tanto

Robledo como Eleodoro Jaramillo se movían con facilidad entre los campamentos

enemigos53.

Braulio Enao en su manifiesto54se refiere a la reunión del 13 de agosto entre Borrero,

Restrepo Escovar y el mismo Henao, para Pedro Antonio fue el 17, quien a su vez

relata los acontecimientos ocurridos entre el 13 y el 17 de agosto, así:

Como a las cuatro de la tarde tuvo lugar la reunion de la que habla Enao, i a la cual habian sido invitados los jefes del ejercito i algunos

51 Contestación del General Eusebio Borrero al manifiesto del señor Braulio Enao titulado " Al Público”, Biblioteca Universidad de Antioquia, Sala patrimonial, Folleto Miscelánico 125, doc. 6, p. 7 52 Pedro Antonio Restrepo, op. cit., p. 23-24 53 Contestación del General Eusebio Borrero al manifiesto del señor Braulio Enao titulado " Al Público”, Biblioteca Universidad de Antioquia, Sala patrimonial, Folleto Miscelánico 125, doc. 6, p. 13 54 Manifiesto del Grál Braulio Enao “Al Público”, op. cit., p. 3

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particulares. El jeneral Borrero habló primero i en mui pocas palabras hizo ver el estado del pais, encargándome a mi la comision de explanar mas i mas los hechos: que en concepto de los jenerales Borrero i Enao, i tambien en el mio, nos hallábamos en el caso de procurar una transacción honrosa con el enemigo. Varios emitieron la misma opinión; pero habiéndose opuesto a nuestras ideas, no uno como dice Enao, sino muchos de los que estaban presentes, manifestaron entre otras cosas, que no habian datos enteramente ciertos i seguros para convencernos de que realmente el que se presentaba, fuese el verdadero estado del pais; la opnion de no transigir fue generalizándose aun entre los mismos que antes estaban por la transacciones, i entonces el general i yo manifestamos con energía, que adoptábamos aquellas ideas i que debiamos resistir hasta que datos inefable nos hiciese conocer nuestra verdadera posición. Enao se puso ferioso con tal determinación, sus ojos echaban fuego i cada uno que hablaba en contra de sus ideas, lo miraba de una fuerza feroz. Alli espreso: que con jente como la que teniamos nosotros no se podia contar; que a la menor alarma se desertarian casi todos; que el resultado probaria que él tenia razon: que en su ejercito tenia mucha desconfianza i otras cosas semejantes. Creo que hubo alli un solo individuo que no saliese disgustadísimo de la conducta de Enao, i persuadido no de la traicion de Enao, pero si de su flojedad i ninguna desicion por nuestra causa. Al tiempo de separarnos llego el señor Manuel Antonio Jaramillo de Sonsón, excelente joven i de los mas decididos por nuestra causa: el espuso allí, no lo que dijo Enao, sino otra cosa mui diferente i de la cual resultaba: que los individuos que habian llegado a Sonsón del lado de Mariquita, eran mui sospechosos, no estaban mui de acuerdo con sus relaciones, i que tal vez ni aun eran oficiales de Diago. Al salir de la reunion aprete la mano de mi amigo el doctor Juan C. Uribe i le dije: “Mi amigo, este indio (señalando a Enao) lo echa todo a perder”. El convino con amargura i se retiró55.

Braulio Enao, no habla de la reunión que tuvieron los tres líderes a las 2 de la tarde,

sólo de la que se llevó acabo a las 4. Asevera sobre esta reunión que al exponer a

Borrero la situación del país se convino la entrega de armas, y que los demás jefes

militares presentes en la reunión aceptaron también este proceder. Para Pedro Antonio

Restrepo ya se había convenido la entrega de armas, pero en la reunión que tuvieron

los tres líderes de la revolución en Antioquia a las 2 de la tarde, Enao no permitió que el

secretario de Borrero llevara la comunicación a Herrera sino que fuera el Señor Eusebio

Robledo amigo de Enao, referenciado por Restrepo Escovar como colaborador en la

traición y mediador entre Enao y Herrera. Además, Restrepo Escobar asegura que en la

55 Pedro Antonio Restrepo, op. cit., p. 23-24

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reunión de las 4 de la tarde el 17 de agosto, los jefes militares de Antioquia no

estuvieron de acuerdo con la entrega de armas, dada la falta de información segura, por

lo cual apoyaron la idea de continuar en armas, lo que para ellos se confirma cuando

llega el comunicado de Herrera que los lleva a decidir entre desistir o continuar en

lucha. De esta manera, Borrero es presentado por Enao en su manifiesto como un

traidor, pues tras haber arreglado la entrega de las armas resuelve continuar con la

revolución, lo que para Enao es muestra de su egoísmo, y de lo cual escribe que

el raciocinio que formo no puede ser otro que el siguiente: “ya que no se me indulta a mi, nada pierdo en perpetuar los males de esta provincia que efecto defender, con tal que lleve mis miras adelante”56.

Borrero escribe sobre un acontecimiento que para él tiene mucha validez, dentro de sus

argumentos que acusan de traidor a Enao

Hai un hecho mui notable sucedido en las Coles, que confirma mi temor bajo este respecto. A las 6 de la tarde del 17 de Agosto, me mandó a avisar a Enao con el Doctor Juan C. Uribe, que el enemigo nos atacaba por la retaguardia. Esto era falso, i el mismo habia invitado a aquella alarma, para ver si se cumplia el pronostico que el habia hecho en la tarde en la junta de guerra, que las tropas que yo habia mandado de Medellín, se dipersaron a la primera alarma, i aun afirmo, que del batallón Salamina, que era el cuerpo de mas reputación. Enao colocó dos compañias de este batallon al mando del capitan Hilario Patiño, en un punto que tenia a su izquierda al batallón Nº 1 de Medellín que a las ordenes del comandante Franciso Jiraldo ocupaba, formando en cuadro un pequeña colina que dominaba el campo, i dijo Enao al capitan Patiño: “Haga U. Fuego a la izquierda si el enemigo ataca”. El oficial le replicó manifestándole que au izquierda se hallaba el batallón Numero 1º: “no importa, contestó, esos no resisten el enemigo”.

Sin embargo, Borrero a continuación rechaza la veracidad del convenio de entrega de

armas, efectuado en la reunión de las 2 de la tarde del 17 de agosto, cuando dice:

¿Qué habria hecho pues en circunstancias tan amargas, el militar menos esperto? Ordenar una pronta retirada; alejarse cuanto antes del enemigo para restablecer la moral del ejército, rehacerse i tratar de reponer la fuerza de que quedaba privado con la defección de Enao. Esto fué lo que yo hice; i tales providencias, que las habria tomado cualquiera en mi

56 Manifiesto del Grál Braulio Enao “Al Público”, op. cit. p. 6

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lugar, dice Enao que fueron consecuencias del convenio para entregar las armas. Esta es la lógica de la malfe, que busca de cualquier manera una protesto, una suposición para escudarse57.

Esta reunión es referenciada por Restrepo Escovar y asevera que sí se firmo un

convenio de entrega de armas, que él mismo llevaría a Tomas Herrera, y que al final fue

entregado por Eusebio Robledo. A pesar de esto Borrero en su texto escribe:

Era conforme en las miras del señor Enao suponer que el famoso convenio habia sido secreto entre los tres solamente, él, el doctor Restrepo i yo. Pues bien: un hecho del que solo hai tres testigos, dos lo niegan, i confirman con los hechos su negativa. El otro afirma i su dicho es desmentido por los hechos. ¿A quien debera creerse según las reglas de la crítica menos severa? Responda el preguntador58.

Si bien existen tres testigos dos, no lo niegan, es más, Braulio Enao no escribe sobre

esta reunión, sólo lo hace el Señor Pedro Antonio Restrepo y lo hace en contra de lo

que es afirmado por Borrero, así el único que niega dicha reunión es el mismo general

Borrero, mientras su secretario expone los pormenores con los cuales se firmo el

convenio59. Borrero continúa con su relato:

¿No era público en Aguadas, la entrega de las armas desde la noche del convenio? Sí, la que el iba, i como temia que los soldados del batallon Salamina, llenos de ardor para combatir, se resistieran a entregarlas, empleó el artificio de entregar entre ellos i en el pueblo, que aquello era de acuerdo conmigo, i que yo iba a hacer lo mismo en Medellin. Asi es que cuando estos soldados se desengañaron, se pusieron furiosos i corrieron a presentárseme exponiéndose a mil peligros, i atravesando montañas sin senda para evitar al enemigo que se habia interpuesto i ocupaba los caminos60.

57 Contestación del General Eusebio Borrero al manifiesto del señor Braulio Enao titulado " Al Público”, Biblioteca Universidad de Antioquia, Sala patrimonial, Folleto Miscelánico 125, doc. 6, p. 9. 58 Ibíd., p. 9. 59 Véase también: Pedro Antonio Restrepo, op. cit., pp. 21-22. 60 Contestación del General Eusebio Borrero al manifiesto del señor Braulio Enao titulado " Al Público”, Biblioteca Universidad de Antioquia, Sala patrimonial, Folleto Miscelánico 125, doc. 6, p. 9.

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Lo extraño de este asunto es la intención de Borrero en esconder el convenio firmado a

las dos de la tarde del 17 de agosto, mientras su secretario Pedro Antonio Restrepo

afirma y describe en su texto cómo se efectuó dicha reunión.

Aunque el incumplimiento del convenio por parte de Borrero y Pedro Antonio, firmado el

17 de agosto a las 2 de la tarde con Enao, entregar las armas, presenta a los primeros

como traidores de Enao, éstos toman la determinación de continuar en armas, tras la

reunión efectuada a las 4 de la tarde del mismo día, debido a la insistencia de los

líderes militares de la revolución, quienes afirmaban que no se podían rendir sólo por

las informaciones de Enao sobre el estado de la provincia.

Se supone también, según lo arrojado por la información, que Borrero no hace alusión a

la reunión de las dos de la tarde, pues ya estaba seguro de la traición de Enao; así, tras

haber firmado la entrega de armas, decide continuar con la revolución. Además, Borrero

no estaba incluido en el indulto que Enao ya había pactado con Herrera, donde estaba

incluido Pedro A. Restrepo, sin que éste lo pidiese.

Si bien Borrero contradice la información de Restrepo con respecto al convenio de

entrega de armas, puede entenderse que el primero niega la primera reunión y

Restrepo es quien habla de ella, pues Borrero quiere presentar a Enao como un traidor

de la revolución desde un principio. La reunión sí se llevó a cabo, Borrero cambia de

opinión tras las reunión de las 4 de la tarde, al negar el convenio de las 2, y Enao queda

como el único que estaba dispuesto a entregar las armas.

Señor general Tomas Herrera Señor Mañana se retira precisamente de esta parroquia el ejército de la provincia de Medellín y la columna de Marinilla y quedo yo mandando en jefe el batallón Salamina; este es un batallón compuesto en su totalidad de hombres honrados y laboriosos, y lo mismo es el cantón a que pertenece. Por estas consideraciones pido a Ud. un indulto para el batallón, para demás individuos del ejército vecinos del cantón de Salamina y residentes en Supía, para todos los particulares del mismo

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cantón que, de cualquier manera se hayan comprometido en la revolución y para mi. Si se me concede este indulto, ofrezco bajo mi palabra de honor deponer las armas y entregarlas al alcalde de este distrito. Con respecto al ejército de Medellín, Antioquia y Santa Rosa y de Marinilla, y de todos los demás individuos comprometidos de cualquier manera en la revolución, creo, señor, que la humanidad exige que se les extienda a todos ellos el indulto; mas de tres mil individuos se han comprometido en este movimiento, y es muy triste ver a estos hombres, todos en general padres de numerosas familias huyendo por los bosques; yo ofrezco señor, igualmente, que el ejército del que he hablado depondrá las armas, y por tanto, pido también un indulto general para el, lo mismo que para las demás personas que se hayan comprometido en esta revolución. Al pedir indulto para las personas, pido tambien el indulto para las propiedades Dios guarde a Ud. BRAULIO HENAO

Luego de salir para Aguadas, no a entregar las armas según Borrero, sino para

organizar sus fuerzas, Pedro Antonio se refiere a la llegada de la comunicación de

Herrera y dice:

Cuando llegó la contestación de Herrera61, tuve un verdadero placer: me dirijí a Enao i le dije: –estoi mui contento– Por que? Me preguntó él. –Porque ahora ya U. Tiene que decidirse i combatir hasta vencer o morir– Solo hizo un jesto i se retiró.

61 “Tomás Herrera, General de los ejércitos de la Nueva Granada y comandante en jefe de la división de operaciones sobre Antioquia. CONSIDERANDO: 1° Que en este cantón apareció una rebelión a mano armada contra el gobierno de la República, en la cual se ha comprometido hombres, que si han obrado contra el orden constitucional, no ha sido por perversidad de costumbres ni dañados intentos, sino mas bien seducidos por otros, como incautos y de poca previsión, lo cual por el mismo hecho es disculpable. 2° Que el poder ejecutivo ha manifestado constantem ente los mas vivos deseos de evitar el derramamiento de sangre granadina, ejerciendo repetidos actos de clemencia. En ejercicio de las facultades que estoy investido DECRETO: Art 1°. A nombre del gobierno de la República y baj o mi palabra de honor, concedo amplio y seguro indulto, a todos los habitantes del cantón de Salamina que de - p. 59 - cualquier manera se hayan mezclado en la Rebelión, que a mano armada estalló en estos pueblos en el mes de Julio próximo pasado, en cuyo indulto queda expresamente comprendido el Sr. Braulio Henao. Art 2° Los individuos de quienes habla el artículo anterior, quedan relevados de toda clase de responsabilidad, siempre que depongan las armas y los entreguen o personas que la autoridad pública designe, lo cual deberá verificarse dentro del término de veinticuatro horas, contadas desde las seis de la tarde de este dia. Dese cuenta al poder ejecutivo y comuniquese a los Sres. gobernadores de la provincia de Córdoba, Medellín y Antioquia. Dado en el cuartel general de Salamina, el 19 de agosto de 1851. Tomás Herrera”. Véase Gonzalo Uribe Villegas, Notas y documentos históricos del general D. Braulio Henao, Imprenta departamental, 1914, p. 58.

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Llegamos como dije, a Aguadas el 18 de Agosto como a las cuatro de la tarde. El jeneral estaba mui afectado i se retiró a su cuarto: entonces le hablé Enao i le dije: U. ve que Herrera quiere es sacrificarnos: vamos a combinar un plan de defensa i resolvamos de una vez arrostrarlo todo por nuestra causa; porque U. debe estar persuadido de que ya no hay otro remedio. Enao convino conmigo en esto i me dijo: Bien, pues: ustedes se van a Abejorral con todo su ejercito: yo me quedo aquí con el batallón Salamina i con mi hermano Francisco Ramon: aguardando al enemigo lo llevo en retirada hasta Arma: les mando una posta para que se unan alli conmigo, en donde inefablemente los destruiremos. –Yo le objeté, que el enemigo podia atacarnos por el camino de la Florida, i destruirnos en detal: él me contestó –Eso no: no soi tan torpe que lo deje pasar sin saberlo: entonces le aviso volando: lo ataco por retaguardia i ustedes por vanguardia i no escapará ninguno. Nada tuve que decir a esto i fui corriendo donde le jeneral i le dije: las cosas estan en muy buen estado: se lo explique detalladamente el plan i quedó mui satisfecho. En el acto comenzé a redactar una comunicación circular, llena de energia para los gobernadores de las tres provincias, explicándole el motivo de nuestra retirada, i dándoles ordenes perentorias para que vigilasen sobre la seguridad del territorio, i para quedase alguna duda sobre el buen éxito de la empresa. El general Borrero estaba recostado en su cama: yo escribia a poca distancia de él: llegaba al final de la tercera linea de comunicación, i nunca olvidaré lo que entonces me sucedió, porque ella fue una inspiración de la providencia i ella nos libró de ser degollados.62 En el acto salí a la plaza, eran como a las seis de la noche, llamé a Enao, lo tome por el brazo i comenzamos a pasearnos. Yo le dije: ¿Dígame U. como es mas facil hacer una retirada frente al enemigo, con mucha o con poca jente? Esto lo dije con un aire de sencillez i sinceridad, que el no concibió la menor malicia. Juzgó el que yo le iba a proponer que nos quedaramos todos en Aguadas e hicieramos todos la retirada hacia el rio Arma. Cayó en la red –¿Cómo pregunta U. eso doctor? Me dijo: ¿ignora U. que es mas facil retirarse con poca jente que con mucha? – Ya lo sabia yo mui bien, le dije, pero queria oirlo de su boca; pues bien; entonces nosotros nos llevaremos las compañias a Abejorral, tanto porque es mui justo que yendo a estacionarnos en Abejorral esten alli ellos con sus familias, como porque U. hace su retirada con mui poca jente. Enao se sorprendió, i después de un momento de silencio me dijo. No: ni un hombre del batallón Salamina se irá con ustedes. Braulio, que es esto, por que esta conducta de U.? Hábleme con toda franqueza. – Voi a hacerlo, me dijo. Lo que hai en todo esto es que el jeneral Herrera no quiere tratar con ustedes sino conmigo. Adviertase que cuando tuvimos esa conferencia, yo creia que estabamos perdidos: que nos atacaban ejércitos numerosisimos i que toda la república nos habia abandonado; pues nada habiamos sabido a

62 Pedro Antonio Restrepo, op. cit., p. 27

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favor nuestro desde las Coles. – Bien, le contesté: que no sea un obstáculo para un arreglo honroso: yo me retiro ahora mismo con el jeneral: que nos sacrifiquen a nosotros dos; U. se hace cargo del mando i salva esa multitud de infelices que van a perecer. – No, me dijo él: esos jefes que ustedes tienen hoy me asesinan. Pues que ese no sea un obstáculo, le dije: nosotros no llevaremos los que U. quiera. Guardo un momento de silencio i me dijo: ¿U. porque teme algo?- - U. me ha visto temer algo? Le contesté: no le he dicho por el contrario, que el jeneral i yo nos entregamos al sacrificio, por salvar a nuestros compañeros? –Es que U. esta indultado, me dijo Enao– Yo indultado! Le repliqué. Cómo es eso? Le he pedido indulto? Sería tan infame que lo admitiese dejando sacrificados a i mi familia, a mis amigos, a mis compañeros de armas? Aguardese ahí. Llamemos a Robledo que el le explicará esto. Eusebio Robledo estaba a pocas varas de nosotros observando con mucha atención nuestros movimientos. Bien, dijo Robledo: yo fui donde el jeneral Herrera i le pedí un indulto para el doctor Uribe i me lo negó: lo pedí para U. i me contestó: “Yo no indulto personalmente nadie”. Entonces se levantó Alzate que estaba sentado junto a él i le dijo: “Mi jeneral: si no se indulta al doctor Restrepo, que una de las personas mas queridas en el canton de Salmamina i de nuestro amigo Braulio Enao, entonces no paso por lo que se ha hecho en el canton de Salamina”. Esclamé: “¡¡¡Con que ya no hai remedio!!!”. La palabra se anudó en la garganta de Enao i al cabo d en buen rato me dijo: “A mi… siempre me fusilan… porque yo soi cabecilla”. Al instante volé donde el jeneral [Borrero] i le dije: “Todo es cierto Jeneral: estamos vendidos: vamos a fusilar ahora mismo al indio Enao”. ¡Cual seria mi furor i desesperación en aquel momento…!63

Restrepo Escovar continúa hablándole al general y convinieron en

No demostrar que sabemos nada, retirarnos mui de mañana a Abejorral con nuestro ejército, dar cuenta allí a todos los jefes i oficiales de cuanto a sucedido, i seguir el camino que señale la mayoria. El furor i desesperación con que los jefes oficiales i soldados del leal batallon Salamina, recibieron la noticia de que tenian que entregar las armas, me probó mui que no habia uno solo con Enao64.

Restrepo vuelve a hablar con Enao, cuidándose de no levantar sospechas dado que ya

sabía sobre la traición de éste y le dice:

63 Pedro Antonio Restrepo, op. cit., p. 28-29 64 Ibíd., p. 30

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Ya que usted esta seguro de obtener cuanto quiera de Herrera, por que no salva esa infeliz columna de Supía tan valiente, tan sufrida, i que ha acompañado a su hermano, a su sobrino. Luego le dije: Hágame U. un último favor: permitame poner esa comunicación que U. va a dirijir a Herrera. Tengan presente, que Enao es tan insensato, que no conocia que estaba descubierto por mi, sin embargo de lo ocurrido. Para que? Me dijo él. Para pedir por tanto infeliz que va a ser sacrificado –No hai incoveniente me dijo– Entonces puse en borrador, no esa comunicación que ha insertado Enao en su manifiesto, sino otra que el jeneral Borrero aprobó: yo entregué el borrador a Enao i él puso la comunicación a su antojo65.

Cuando Enao dice no saber por qué Borrero decidió continuar en armas, el “Al Público”

de Restrepo Escovar aclara que, desde la reunión llevada a cabo el 17 de agosto a las

4 de la tarde, se decidió continuar en armas, a pesar de haber enviado la comunicación

desde lo decidido en la reunión de las 2 de la tarde, donde se decidió que Eusebio

Robledo llevaría dicha comunicación de negociación.

Estando Restrepo en Aguadas, Enao pidió reses para la tropa,

El mandó por ellas al camino, i sin embargo no racionó la tropa ese dia i nadie ha dado cuenta de dos reses que tomó ese dia, de otra que tenia en su poder, ni de cuatro a seis mil pesos que debe tener de sobrantes de los muchos miles que le habiamos remitido. Apenas llegamos a Abejorral i segunda espsición de varios señores que nos indicaron, que el batallon Salamina no estaba de acuerdo con Enao, mandamos una comisión a Aguadas a informar al batallon de todo lo sucedido: para desgracia de nuestra causa, la comisión se regresó del camino, i perdimos un golpe seguro; pues habia sido infalible que todos se nos habian unido con sus armas. Por la noche convocamos una junta de jefes i oficiales, de que habiamos el Jeneral i yo en Aguadas i les comunicamos extensamente cuanto habia sucedido i el estado en que se encontraba la republica, según las ultimas comunicaciones que habiamos recibido: todos, sin exceptuar uno solo, convinieron en hacer la mas obstinada resistencia, i prometieron bajo su palabra, vencer o morir combatiendo. Al dia siguiente nos pusimos en marcha para Medellín, i en el acto de salir una carta de Braulio Enao, comunicandome que yo habia sido indultado, i saludando al jeneral: es tan insensato que todavía pensaba que estabamos engañados por él, no obstante el desprecio con que lo tratamos en Aguadas, después de que descubrimos su traicion. Yo le

65 Ibíd., p. 30

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pedí permiso al jeneral para contestarle rechazando con indignación tal indulto, i él me respondio: “A traidores no se contesta”. Posteriormente se ha asegurado, que el jeneral Herrera estaba molesto conmigo, por cuanto decia él: que yo habia pateado el indulto que me concedió i que me habia reido de él: nunca a mis manos llegó el indulto de Herrera, i la unica noticia que de él tuve, fue la que he referido: no soi tan imbecil que fuera capaz de ejecutar los actos que Herrera me atribuye, pues sé respetar la posición social de los individuos: pero si declaro aquí, cuesteme lo que me costare tal declaracion: que si he recibido el indulto, se lo he devuelto rechazándolo. Parece que el señor jeneral Herrera se ha formado una idea bien triste de mi, pues unas veces me cree un grosero miserable, i otras un ladron descarado: puede que algun dia se persuada él, que está mui equivocado el concepto que se ha formado de mi. Enao alega en su honor que no lo perseguimos: como lo ibamos a perseguir, si hasta Abejorral no supimos la disposición de su ejército, i si de alli nos retiramos precipitadamente con la persuasión de que Herrera aprovechando el desaliento que podía infundir en nosotros el espantoso golpe que Enao nos habian dado, ocuparian el lugar siguiente? I sin embargo de esto, se dieron las órdenes para su captura i la de Robledo, las cuales no pudieron llevarse a efecto.66 Esta es la relación de todo lo sucedido con relación a la traición manifiesta de Enao; para confundirlo a él, para probarle su traición bastaría racionar así. Enao segundo jefe del ejército, entró en comunicaciones con el enemigo sin saberlo el primer jefe: le entregó una parte del armamento, vendio a sus amigos y compañeros. Estas pocas palabras hacen su proceso i lo condenan para siempre a la ignominia. Pero para que ni el mas iluso i apasionado enemigo del jeneral Borrero i mio, tenga una sola palabra que decir a favor de Enao, copio al fin de este manifiesto (letra C) una parte de una comunicación del jeneral Herrera dirijió al poder ejecutivo con fecha del 22 de agosto, la cual se encuentra en la “gaceta oficial” Nº 1265, i tambien parte de una carta de Henao a Herrera (Letra D) inserta en la misma gaceta. Ante estos documentos tiene que callar aun el mas obstinado defensor de Enao, i nadie, nadie después de leerlos, se atreverá a negar que Braulio Enao ha sido, es i será un traidor, i que el jeneral Borrero i yo, somos si se quiere, hombres mui crédulos e incapaces de descubrir una traicion; pero nunca jamas podrá decirse, que hemos faltado en un solo ápice a los principios de Honradez i buena fe que nos caracterizan. Diciembre 20 de 1851 Pedro Antonio Restrepo Escovar67.

Cuando Borrero decide continuar en armas, ya conociendo la traición de Enao,

emprende movimientos sobre Tomás Herrera y lo vence en Abejorral, obligándolo a 66 Ibíd., p. 31-32 67 Ibíd., p. 33

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replegarse hasta Rionegro; tal vez la única victoria conservadora y la única acción

militar que se concreta tras los amagues de batalla de Enao, que nunca terminaron por

acontecer:

Si Enao no nos hubiera privado de 400 fusiles, los mejores de nuestro armamento, i de los servicios de cooperación de los fieles i bizarros servicios de los oficiales i soldados del batallon Salamina, hoy no gemiría Antioquia bajo la horrible tirania Roja68.

68 Contestación al manifiesto del señor Braulio Enao titulado " Al Público", firmado el 20 de octubre de 1851, Biblioteca Universidad de Antioquia, Sala patrimonial, Folleto Miscelánico 125, doc. 15.

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CONCLUSIONES

La historiografía nacional se refiere a la guerra civil de 1851 en Antioquia, afirmando

que fue una guerra mal preparada, con pocos enfrentamientos bélicos69, la peor de

todas las guerras civiles del siglo XIX, lo cual se ve reforzado después del análisis de un

amplio número de fuentes primarias cuando estas arrojan conclusiones, como que fue

una guerra pensada desde afuera, con un líder como Borrero, extranjero y que “se le

conoce como lento en sus operaciones y que no acataba en su totalidad las ordenes de

sus superiores”70. María Martínez de Nisser, quien participó en la guerra de los

Supremos, se refiere a Borrero en estos términos: “… se puede calcular, en que apuro se

habrá visto , cuando a los tres meses va apareciendo el auxilio. ¿Con que por fin llegó el tiempo

en que el gobierno se acordara de esta provincia?”71; afirmación por haber llegado Borrero a

Riosucio, tres días después de haberse llevado a cabo el combate, donde se le

esperaba desde hacía varios días

En una publicación de antes de las elecciones presidenciales, en las cuales Borrero era

candidato, se le referencia en estos términos:

Joven de 72 años el general Borrero i sin mas porvenir que el fallo de los hombres venideros es hoy dia una planta exotica y cortada de raiz. Sus vetustos hombros se agobiarían bajo el enorme peso de la Presidencia de la República…Su biblioteca se reduce a algunos volúmenes de Montesquieu, Madame Stael i la Casandra.– la sombra de Agualongo lo persigue aun. Las glorias militares del General Borrero reposan en las mazmorras de Obando – su brillante estrella se eclipsó en las cuchillas del Tablazo i para siempre desapareció en el llano de García”72

Las referencias anteriores permiten pensar que Borrero fue el “Chivo expiatorio” de la

elite Antioqueña, pues esta no se levantó en su conjunto debido a que las reformas

69 María teresa Uribe de Hincapié y Liliana María López.“Las Palabras de la Guerra. Un estudio sobre las memorias de las guerras civiles en Colombia”. La Carreta Histórica, Medellín, 2006, P. 211 70 José Manuel Retrepo, Diario Político y Militar: memorias sobre los sucesos importantes de la época para servir a la historia de la revolución de Colombia y de la Nueva Granada, desde 1849 para adelante, tomo III y IV, Bogotá, Imprenta Nacional, 1954 p. 218. 71 Martínez de Nisser, María “Diario de los sucesos de la revolución en la provincia de Antioquia en los años de 1840-1841”, Bogotá, Editorial Incunables,1982, p. 22. 72 “Los tres candidatos”, Medellín, Imprenta de Balcázar, 16 de junio de 1848, en: Hojas sueltas, Sala de Prensa, Biblioteca Universidad de Antioquia.

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liberales no los afectaban de una manera significativa73; mientras el Clero*, que se veía

disminuido por las reformas liberales, y un sector de la elite actuaron activamente en la

guerra de la mano del conservador extranjero motivados por los ataques a la moral y las

costumbres, modelo ético de los antioqueños.

Por otra parte, Braulio Enao, no quería participar en la guerra porque mantenía una

secreta comunicación con el General liberal Tomás Herrera desde el 5 de agosto74:

HERRERA DICE AL GOBIERNO LO SIGUIENTE: Desde que el poder ejecutivo confió a mis debiles fuerzas el restablecimiento del orden público en los pueblos de la antigua Antioquia, concebí la idea de alcanzarlo a costa de los menores sacrificios posibles, i con este fin ME PUSE EN COMUNICACIÓN PRIVADA DESDE CARTAGO CON EL COMANDANTE BRAULIO HENAO, de acuerdo con el teniente coronel Miguel Antonio Alzate jefe de la vanguardia de la división de mi mando; i no me es satisfactorio participar a U. que el resultado va correspondiendo a mis fuerzas75.

Enao, había votado en las elecciones de 1849 por José Hilario López en el congreso76,

tenía relaciones comerciales con la casa Montoya y Sáenz, que se había ganado la

licitación para el transporte de mercancías por el río Magdalena, además, era heredero

de la Concesión Aranzazu, relaciones económicas que se verían afectadas si Enao

atacaba a los rionegreros, por eso, hace referencias descalificadoras sobre esta

población y deja ver, según los documentos, su desinterés por la guerra lo que explica,

la negociación con Herrera. La elite antioqueña, lo mismo que Enao, no se siente

afectada por las reformas liberales, pues en las discusiones en la Cámara Provincial 73 Diario de Debates, op.cit. * El Clero no es objeto de estudio de esta ponencia. 74 Véase también: Gonzalo Uribe Villegas, Notas y documentos históricos del General D. Braulio Henao, Imprenta departamental, 1914, p. 56. 75 Contestación al manifiesto del señor Braulio Enao titulado "Al Público". firmado el 20 de octubre de 1851, Biblioteca Universidad de Antioquia, Sala patrimonial, Folleto Miscelánico 125, doc. 7. 76 “Entre los ocho votantes agregados al nombre del general López, sólo son conocidos los siguientes: El señor Mariano Ospina, jefe del partido conservador, arrastrado por el ímpetu singular de su pasión, y no por un sentimiento de debilidad, al que nunca fue propenso, escribía su papeleta en esos términos: "Voto por López para que no asesinen al congreso". El senador por Casanare, señor Antonio Benítez, quien lo dio a entender en la sesión del 12 de marzo. Los diputados Jorge Gutiérrez de Lara por Antioquia, doctor Senen Benedetti, por Cartagena, y Pablo Arosemena, incorporado casi inmediatamente a las filas liberales. Los tres restantes se juzgó haber sido: el coronel Braulio Henao, el doctor Juan Climaco Ordoñez y el señor… bien que respecto de este ultimo no hay seguridad en la conjetura.” Salvador Camacho Roldán, Memorias, Editorial Bedout, SF, p. 43

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acerca de la división de la provincia en tres, se tuvo en cuenta la lejanía de la capital de

cada provincia, los caminos, las rentas, las relaciones mercantiles, las familias etc,

porque “lo más importante es la acción legal de los funcionarios i de las autoridades, así

como se ejerce sobre los demás cantones77”. La división fue aprobada después de siete

debates con mayoría significativa a favor. De otra parte, la inestabilidad política de la

provincia antes del 1 de julio se puede entender como el no compromiso de la elite

antioqueña en la guerra por los beneficios que la división les proporcionaba, bien fueran

liberales o conservadores.

La división administrativa de la provincia de Antioquia, que fue argumentada por los

conservadores como un intento para debilitar su poder político, no es del todo tan cierta,

“Ya que la división de la Antigua Provincia de Antioquia ha venido a ser un pretexto

revolucionario, tened en cuenta que en esa división se ha consultado vuestro bienestar”;

y en las elecciones de 1853, en las que se mantenía la misma división política, la

victoria conservadora fue aplastante. Si se había aprobado la división de la provincia, la

elite antioqueña no tenía argumentos para la insurrección, sólo en el sentido de la moral

y las costumbres, lo explicaría la intensa actividad de algunos conservadores,

acrecentado por los excesos no castigados del Cauca que según la información de

Eusebio Borrero y algunos miembros del clero llegarían a destruir la provincia y acabar

la religión.

Medellín 28 de Julio de 1851 Sor. Cura de Belen y Alcalde del mismo Distrito Se acaba de saber, de una manera positiba que los vandalos asesinos del sur en número de 200, han pisado ya el territorio de la federación por el lado de Supia nuestras vidas, nuestras fortunas i lo que es mas, el honor de nuestras mujeres i nuestras hijas… Estan en peligro: a las armas pues bravos ciudadanos del distrito de Belen…Dios gue a U. Eusebio Borrero”78.

Argumentación más apropiada para agitar a la población antioqueña y hacerla partícipe

en la Guerra, referenciada en estos términos en la mayoría de la fuente investigada. 77 Diario de Debates. Junio 8 de 1850. Sesión del 9 de mayo, pp. 23-24 78 A.H.A., Sección República, tomo 1662, doc. 16257, folio 44r.

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También, la creencia de que Antioquia perdió la guerra, no es cierta, su lema “Dios y

Federación” se cumplió cabalmente. El clero fue activo políticamente con sus arengas

en los púlpitos a favor de la guerra para proteger la religión católica, la elite seguía

protegiendo sus intereses económicos y la guerra fue un medio para perpetuarse.

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BIBLIOGRAFÍA

Libros Arboleda, Gustavo. “Historia contemporánea de Colombia”, Tomo V, cap. XV, Banco Central Hipotecario, Bogotá ,1990, p. 27. Brew, Roger. “Aspectos Políticos en Antioquia”, Tesis doctoral en la Universidad de Oxford, Traducción provisional e interna realizada por el Profesor Jaime Mondragón, Departamento de Humanidades, Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín, 1971. Francisco Duque Betancur, "Historia del departamento de Antioquia", Albón, Medellín, 1968. Gutiérrez de Lara, Jorge. “A mis amigos: renuncia del gobernador de la provincia de Antioquia”, en: Hojas Sueltas, Medellín, 1851, Sala de Prensa, Biblioteca Universidad de Antioquia. Melo, Jorge Orlando. “Progreso y guerras civiles entre 1829 y 1852”, en: Jorge Orlando Melo (dir.), Historia de Antioquia, Editorial Presencia / Suramericana de Seguros, Bogotá, 1988. Ortiz Mesa Luis Javier, El federalismo en Antioquia. Aspectos Sociales.1850-1880. Universidad Nacional, Sede Medellín, 1985. Tirado Mejía, Álvaro. El Estado y la Política en el siglo XIX, Planeta Colombiana Editorial S.A., Bogotá, 1989 Uribe Villegas, Gonzalo. Imprenta Departamental, 1914. En: Notas y documentos históricos del general D. Braulio H., Sala Antioquia. Biblioteca Pública Piloto. Decretos Gaceta Oficial de 26 de abril de 1849. Decreto del 24 de abril de 1849. En: Sala de Prensa, Biblioteca Universidad de Antioquia Diarios - Periódicos Diario de Debates, BLAA, Bogota, 1850 Gaceta Oficial, Sala Patrimonial, Universidad de Antioquia, 1851 “Sucesos de Antioquia”, El Neo-Granadino. 18 de julio de 1851, En: Rollo 067, Colección de Periódicos Microfilmados, Archivo Judicial de Medellín.

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PONENCIA: XIV CONGRESO COLOMBIANO DE HISTORIA LAS ELECCIONES PRESIDENCIALES DE 1949 EN BOYACÁ••••

OLGA YANET ACUÑA RODRIGUEZ•

Profesora Escuela de Sociales - UPTC Los comicios electorales efectuados en 1949, son considerados unos de los más violentos por la persecución de militares a civiles y por la respuesta de estos sectores con la conformación de grupos de resistencia. Adicionalmente, por las medidas de “protección” a los electores implementadas por el gobierno, para controlar el orden público; las que se convirtieron en tácticas de presión y coacción contra la sociedad civil. Los comicios presidenciales efectuados el 27 de noviembre de 1949, oscilaron entre la violencia institucional, la resistencia de los “bandoleros” y los “mecanismos de protección” del gobierno: estado de sitio, censura a los medios de comunicación y clausura de los concejos municipales. Estas medidas generaron un desequilibrio entre lo social y lo gubernamental que polarizó las relaciones entre tendencias liberales y conservadoras, lo que afianzó la crisis política y social. El gobierno para contrarrestarla utilizó la fuerza y la beligerancia contra los movimientos de masas; mientras los liberales y comunistas perseguidos y desterrados, por las autoridades estatales, conformaron grupos de autodefensa independientes, los que posteriormente se organizaron militar y tácticamente no solo para defenderse, sino para atacar al enemigo. Palabras clave: elecciones, violencia, crisis política, persecución, mecanismos de protección, estrategias de resistencia El presente artículo hace parte de un trabajo de investigación que se pregunta por la construcción de ciudadanía, en el que analizar las elecciones es un factor central para establecer las relaciones de poder subyacentes, el papel de los electores, de los grupos dominantes y el cómo los excluidos del sistema acuden a prácticas de fraude y violencia y de esta forma asumen el concepto de ciudadanía, como expresión colectiva y como un componente central de la representatividad. Este trabajo ha sido base para comprender cómo a través de las elecciones presidenciales realizadas en 1949, se transformó el sistema

• El presente trabajo es un avance en el proyecto de Investigación “Violencia política Electoral en Boyacá 1930 – 1953”, inscrito en la Dirección de Investigaciones de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia. • Licenciada en Ciencias Sociales y Magíster en Historia de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, Doctora en Historia de América Latina por la Universidad Pablo de Olavide, Sevilla – España. Actualmente es docente de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia y del Doctorado en Ciencias de la Educación RUDECOLOMBIA - UPTC, es coordinadora del Área de Historia de la Educación del Doctorado en Ciencias de la Ecuación, además coordina los grupos de investigación HISULA e ILAC, avalados por Conciencias en categoría A. Ha sido docente de planta de la Universidad del Valle e invitada especial a la Maestría en Historia de la misma universidad y catedrática de la Escuela Superior de Administración Pública- ESAP.

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democrático en autoritario, puesto que previo al debate electoral: se incrementó el índice de violencia oficial con el apoyo a las fuerzas de choque creadas por el gobierno, se le dio más poder al ejecutivo, se clausuraron las corporaciones públicas, se les dio mayor poder a los militares y fueron nombrados en cargos de civiles. Esta realidad no es ajena a la comprensión de nuestro presente. En términos generales el problema de las elecciones ha sido poco abordado por la historiografía, algunos estudios se han centrado en el análisis del comportamiento electoral en el siglo XIX, como es el caso de Eduardo Posada Carbó1, David Bushnell2, Alfonso Alarcón Meneses3, a través de los cuales se pueden establecer las prácticas, las estrategias de fraude y violencia y se mira el fenómeno como la deformación del sistema democrático, el que persiste hasta nuestros días. Trabajos como el de Javier Guerrero4 y Martha Niño5 analizan el impacto de la violencia política en Boyacá entre liberales y conservadores y la represión de los conservadores, haciendo énfasis a un tipo de violencia oficial. El trabajo de Niño Porras resalta demás cómo la violencia en Sogamoso fue un factor que vivió la población en su cotidianidad por ser liberal, sufrió fuertes atropellos de las autoridades, incursiones de los conservadores de las poblaciones circunvecinas, amenazas y hasta el entredicho de la Iglesia. Una vez finalizadas las elecciones para corporaciones públicas efectuadas el 5 de junio de 1949, que oscilaron entre la violencia y el terror, se inició la campaña electoral para los comicios presidenciales, que se desarrollaría el 27 de noviembre. Las garantías del gobierno se centraron en afianzar el terrorismo oficial, con tácticas como el estado de sitio en todo el territorio nacional, censura a los medios de comunicación y clausura de los concejos municipales. Estas medidas generaron un desequilibrio entre lo social y lo gubernamental que polarizó las relaciones entre tendencias liberales y conservadoras, lo que afianzó la crisis política y social. El gobierno para contrarrestar este hecho utilizó la fuerza y la beligerancia contra los movimientos de masas. Por su parte, los liberales y comunistas perseguidos y desterrados por las autoridades estatales, conformaron grupos de autodefensa independientes, los que posteriormente se organizaron militar y tácticamente no solo para defenderse, sino para atacar al enemigo. A continuación abordaremos tres apartes: violencia

1 Eduardo Posada Carbó, (University of London), “Civilizar las Urnas: Conflicto y Control de las elecciones colombianas 1830 – 1930, en Carlos Malamud, Partidos Políticos y Elecciones en América Latina y la Península Ibérica, 1830 – 1930, febrero de 1996. --------, “Malabarismos electorales: Una historia Comparativa de la corrupción del Sufragio en América Latina, 1830 – 1930”, El Desafío de las Ideas, Ensayos de Historia Intelectual y Política en Colombia, Medellín, Fondo Editorial Universidad EAFIT, 2003. ------- Eduardo Posada Carbó “Elecciones y Guerras Civiles en la Colombia del Siglo XIX: la campaña presidencial de 1875” 2 David Bushnell, “Las elecciones en Colombia. Siglo XIX, para bien o para mal, las delegaciones han sido una característica nacional”. En: Credencial de Historia, No. 50, Bogotá (Febrero de 1994) 3 Luis Alfonso Alarcón Meneses, "Comportamiento Electoral y actores políticos en el Estado Soberano de Magdalena". Memorias X Congreso de Historia, Medellín, 1991 4 Javier guerrero Barón, Los Años del olvido. Boyacá y los orígenes de la violencia. Bogotá, Tercer Mundo, 1991. 5 ****

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y coacción: ritualidad electoral, tácticas del gobierno para “garantizar” la emisión del sufragio, y resultados electorales en Boyacá. Violencia y coacción: ritualidad electoral El liberalismo decidió lanzar la candidatura de Darío Echandía, que se disputaría el poder con el líder conservador Laureano Gómez. A pesar del triunfo conservador en las elecciones del 5 de junio en Boyacá en las que tuvo 93.098 votos, frente a 37.460 liberales; de la ola de violencia que acompañó estos comicios en las tres etapas pre, durante y post electoral. En esta dinámica se abrió el debate electoral, en el cual se desarrollaron fiestas, bailes, coctails y se proyectaron visitas de los candidatos y líderes políticos a las diversas localidades. En octubre de 1949 se reunió la Convención Liberal Nacional en la cual se acordó respaldar a Darío Echandía como candidato del partido liberal a la presidencia. El liberalismo orientó su actividad a visitar diversas regiones entre ellas Tolima, Girardot e Ibagué, en su discurso hizo alusión a la necesidad se replantear “el orden, la paz, la justicia”, solicitar al gobierno nacional garantías para ejercer el derecho al sufragio y dinamizar el fervor partidista. A nivel nacional el lanzamiento de la campaña presidencial de Laureano Gómez, se inició con titulares de prensa publicados en el periódico “El Siglo”, tales como: “Hoy regresa a Colombia Laureano Gómez, grandiosa recepción se le tributará en Medellín, así inicia su campaña para la presidencia de 1950 – 1954”.6 Posteriormente se desarrolló una intensa propaganda a través de radio y prensa, además se estableció como política el intensificar las visitas y concentraciones en las regiones del país. En Boyacá se delegó a José María Villarreal encargado de la actividad electoral y de despertar el fervor partidista. La gira de Laureano Gómez a Boyacá en el mes de agosto7 implicó el que la fuerza pública, visitara las casas de liberales para intimidarlos y boletearlos. A quienes no accedieron a las peticiones les fueron abaleadas sus casas y se les obligó a izar la bandera, como parte de un ritual que significaba el reconocimiento de lo nacional, del poder y de la obediencia frente al líder conservador. El periódico La Opinión hizo seguimiento de este hecho y denunció la presión y coacción a los liberales asociándolos con tácticas fascistas, además se refirió a Laureano Gómez como el monstruo8. Por su parte, el líder conservador en los planteamientos centrales planteó defender la filosofía política y social del catolicismo, ya que la religiosidad, según su concepto, era sinónima de ser buen ciudadano, por esto se debería reivindicar el papel de la Iglesia en la

6 El Siglo, Bogotá (Sábado 25 de Junio de 1949), p. 1 7 Eduardo Fonseca Galán, Los Combatientes del Llano 1949-1953. Impresión universidad INCA de Colombia. Unidad editorial. P. 34 8 Opinión. "El Monstruo en Duitama". Sogamoso, Agosto 28 de 1949. P. 1

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relación con el Estado. La estrategia de la religiosidad fue utilizada en las campañas electorales, para llegar a un mayor número de electores especialmente del área rural. En el parlamento la campaña electoral se inició con el asesinato del líder gaitanista, Gustavo Jiménez, el 8 de septiembre de 1949. En esta reunión el parlamentario liberal hizo una exposición en la Cámara de Representantes, en la que denunció los hechos de violencia acaecidos por los agentes del gobierno contra la población liberal de Boyacá. Igualmente cuestionó el contenido de la ley electoral, que además determinaba la fecha para la elección presidencial, lo que desató una fuerte confrontación, y entre riña y disparos el líder boyacense fue asesinado. Por este hecho el periódico El Tiempo responsabilizó a Carlos Castillo, por iniciar consecutivamente los disparos en los que pereció Gustavo Jiménez. Según el relato de Franco Izasa, Gustavo Jiménez, apodado el Chato, fue asesinado por “Amadeo Rodríguez, un general del ejército, godo y sectario”9 En respuesta a estos hechos en Sogamoso y en las localidades aledañas se hicieron manifestaciones pacíficas que reclamaban paz y justicia. La administración municipal temía que se generaran disturbios, porque era el segundo líder gaitanista asesinado, pero las manifestaciones se redujeron a marchas pacíficas que acompañaban el féretro, sin que se alterara el orden público. La explicación a esta acción pacífica la podemos encontrar en las medidas de control implementadas por el gobierno representado en: el alcalde militar y en el incremento del pie de fuerza - policía chulavita10. El asesinato de este líder político para los liberales del Norte de Boyacá significó el rompimiento con la política tradicional y con el conformismo para aceptar las tácticas de represión implementadas por la policía chulavita. Muchos de los seguidores tomaron la decisión de unirse a las guerrillas liberales de los llanos – a la revolución, para hacer resistencia a los ataques del gobierno, fue el caso de Eduardo Franco Isaza, los hermanos Fonseca Galán, *** que se desempeñaban como caciques políticos del liberalismo, pero ahora se sentían amenazados por la coacción de la policía chulavita. Hechos de violencia se registraron en varias localidades, en Bogotá la sede del diario El Liberal fue apedreada después de una manifestación en apoyo a Alzate Avendaño11. En Tunja hubo atentados a las casas de liberales con piedras y dinamita por grupos de manifestantes cubiertos con pañuelos blancos, atacaron las residencias de José del Carmen Roche, Carlos Mateus, Casa de la familia Lara. Generalmente estos tiroteos empezaban a las 6 de la tarde y se prolongaban hasta las primeras horas del día, convirtiéndose para la población en una situación desesperante que llevó a que los habitantes (liberales) abandonaran la ciudad.

9 Eduardo Franco Isaza, Las Guerrillas del Llano, Medellín, ediciones Hombre Nuevo, tercera edición, 1976, pp. 16 10 Martha Niño Porras****** 11 El Tiempo, Bogotá (6 de octubre de 1949)

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El pillaje, los asaltos y la violencia a nivel general se asumieron como parte de la cotidianidad, los liberales responsabilizaron a las llamadas “fuerzas de choque”, las que recorrían las calles, tanto en la noche como en los días de mercado, intimidaban a la población y la obligaban a abandonar sus pertenencias para luego apropiarse de estas, como ocurrió, el 7 de octubre, día de mercado, con las señoras Zipa12, a quienes la milicia estatal después de agredirlas, les disparó y les arrebató sus pertenencias. De esta manera, a la llamada “violencia política” que se traducía básicamente en la confrontación entre liberales y conservadores, se le de dio una connotación social, al fomentar además de la intimidación, el saqueo, el pillaje, el robo y en general el bandidaje. La característica de este tipo de acciones es que la realizaban seguidores de un partido; y su beligerancia se incrementó con el porte del uniforme, el armamento y la figura de autoridad que representaban. Así, la estructura política se transformó en un modelo militar como medio fundamental para prevenir la alteración civil basada en la “docilidad automática”13. En los campos la situación era cada vez más alarmante, por ejemplo en la población de Caldas, fueron asesinados 3 campesinos y varios heridos por la guardia de Chiquinquirá en cabezada por el Teniente Olarte, la mayoría de campesinos atacados fueron obligados a abandonar sus propiedades y posteriormente golpeados.14 Es de anotar que ee presentaron diversas denuncias contra el teniente Olarte, por abuso de autoridad, según las denuncias este personaje intimidaba a la población civil con fusil o con manopla y la obligaba a abandonar sus territorios, de lo contrario podían ser golpeados o detenidos. Además utilizó la táctica del apedreo y la destrucción de las puertas de las casas, entre estas la del jefe liberal Alejandro Cortés y otro líder de apellido Colmenares. Hechos similares se presentaron en Socotá, el 3 de noviembre se produjo un enfrentamiento que dejó aproximadamente 50 muertos y 60 casas incendiadas15. En Buenavista y Coper, operaba una banda encabezada por Antonio Bravo – bandolero oriundo de Páuna y protegido de José María Villarreal, que amenazaba a los liberales y los obligaba a abandonar sus tierras. De Chiquinquirá, Chita, Chitaraque, Leiva, Maripí (vereda “Hoyo Caicedo”), se denunciaron asaltos, detenciones arbitrarias, torturas, saqueos y robos. En Mongua, Moniquirá, Muzo, Pesca, San José de Pare, Sotaquirá, Sutamarchán, Toca, Toguí, Tunja, se hizo alusión a frecuentes ataques contra la población liberal. En Turmeque, se denunciaron persecuciones, torturas, saqueos por bandas de choque. Así mismo se evidenciaron hechos de violencia en Arauca, Antioquia, Pacho, de lo cual “El Siglo” y el conservatismo, responsabilizaban al bandolerismo o a la chusma liberal, el conservatismo

12 La mujer recibió un tiro de revolver en el pecho y fue llevada al hospital y falleció a los 5 minutos, su hijo recibió un tiro de revolver que le destrozó el brazo derecho. 13 Michel Foucault, Vigilar y Castigar, Bogotá, Siglo XXI, 1990, pp. 172 14 El Tiempo, Bogotá (26 de octubre de 1949) 15 "Continua Alabando al país el trágico alud de la violencia", El Tiempo, Bogotá (3 de noviembre de 1949). Con respecto a estos hechos se hacía alusión a que grupos de conservadores protegidos por la policía y procedentes de Socha, Jericó, Chita y Sativanorte sorpresivamente atacaron las veredas de “El morro”, “Mausa” y “Mortiño”… estas acciones al parecer fueron orientadas por un Teniente Castañeda de la Policía de Boyacá , se produjeron migraciones en masa” El Tiempo, Bogotá (10 de noviembre de 1949)

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presentó los hechos de violencia como “ataques de liberales contra las fuerzas legítimas” y como el ataque de los civiles a la fuerza pública. En Miraflores, la situación fue cada vez más alarmante, a los pobladores les fue arrebatada la cédula y se les obligó a renunciar a su filiación política y quienes no accedieron fueron condenados al destierro. Además, el 4 de noviembre se exigió a los habitantes embanderar de azul sus residencias, bajo la amenaza de incendio. El sectarismo llegó hasta el punto de que los símbolos ancestrales eran decorados con prendas de color azul, mientras otros emblemas de representatividad liberal fueron incendiados o destruidos en plena plaza pública. El busto de Santos Acosta, líder del radicalismo liberal siglo XIX, fue exhibido con una ruana azul, igualmente fueron destruidos los retratos de próceres liberales, entre ellos el de Jorge Eliécer Gaitán que fue llevado a la plaza y abaleado. A nivel nacional la situación de orden público se hizo cada vez más tensa, con frecuencia los periódicos publicaban en sus titulares de prensa: - El Tiempo: “Ola de terror han desatado en Boyacá los agentes de la policía”./ “Renunció un juez, ante el temor de ser asesinado, en Duitama”./ “El juzgado promiscuo de Socha se trasladó a Paz del Río, por falta de garantías”. - El Siglo: “Ni los señores se escapan de la persecución liberal./ “Dos muertos liberales en Betania (Antioquia), cuando la chusma liberal intentó atacar a la policía”./ “Dos policías asesinados en Tutasá Boyacá, chusma ebria, dirigida por liberales”./ “La alcaldía de Obejas (Bolivar) atacada por los liberales”./ - El Liberal: “Cárcel, por vivar al partido, golpeados los liberales. Dirigentes liberales denuncian maquina de persecución oficial”./ “Hernando Navía Barón (Senador conservador de Cali) detenido cuando atacaba al liberalismo”./ “Asalto por conservadores un tren de pasajeros en Boyacá”. - Jornada: “Manifestación falangista en Buenaventura: dos muertos. Gran desfile de empleados nacionales. Al grito de viva Laureano a atacar”. / “Violencia pastoral contra el liberalismo del obispo de Santa Rosa de Osos, estimulada por los directivos conservadores de Antioquia”. El gobierno adoptó tácticas de represión contra los manifestantes e incrementó el pie de fuerza para perseguir a la población civil. Adicionalmente a las formas de persecución directa de que era víctima la población, la secretaría de gobierno de Boyacá solicitó a las alcaldías informes de la situación de orden público, en los cuales se debería reseñar a los personajes de filiación liberal. Una vez se recibían la información sobre la descripción de liberales, su actividad, su trascendencia política y policiva, éstos se convertían en objetivo militar, ya fuese cobrando altas multas o llevándolos a la cárcel. En el Informe enviado por el alcalde de la Población de Sáchica se señaló que era una localidad peligrosa, porque que allí la mayoría de habitantes eran de filiación liberal, por lo tanto se hacía necesaria la construcción de un reten de la policía16. En el informe de Socha se señaló que existían líderes del liberalismo especialmente en la vereda “La Laja” cuyos antecedentes estaban ligados a persecución y homicidio contra seguidores del conservatismo, algunos de ellos estaban asociados con los “bandoleros” (guerrillas de los llanos). Informes como el de la población de Susacón señala que allí había

16 Archivo Regional de Boyacá, , Fondo: Gobernación, de Boyacá, Sección: Secretaría de Gobierno, Caja: 1 Carpeta: 3, Folio: 13, “Informe de la Alcaldía de Sáchica"

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jefes liberales, pero que a muchos de ellos se les decretó el destierro, por no acogerse a lo establecido por el conservatismo;17 el informe del municipio del Cocuy adjuntó la lista de jefes liberales y comunistas que se consideraban peligrosos. Además de los hechos de violencia El Tiempo denunció falsificación de cédulas electorales, señaló que varias cédulas revalidadas habían sido utilizadas en otros departamentos. Precisamente, a finales del mes de octubre se produjo un desequilibrio entre el gobierno y el liberalismo, debido a las constantes denuncias sobre falsificación de cédulas y posible fraude en los sufragios, sin que el gobierno tomara medidas; el Registrador Nacional, Eduardo Caballero Calderón, puso en evidencia la falta de garantías existentes para la labor de los organismos a través de una denuncia pública, esto a su vez desencadenó una huelga general en todo el ramo electoral. Finalmente la Dirección Nacional del liberalismo decidió abandonar los comicios electorales, justificó su decisión en el recrudecimiento de la violencia lo cual hacía imposible el ejercicio democrático. Por otra parte, los problemas de orden público como la crisis política motivaron a los funcionarios públicos del liberalismo a presentar su renuncia en todo el país. Y el 29 proclamaron la abstención del partido para los comicios presidenciales; en esta conferencia se planteó el castigar cualquier participación de liberales en el ramo electoral y en esa misma resolución se estableció una sanción que implicaba la expulsión del partido, si se comprobaba la participación con el gobierno. Pero esto no significó un cese de hostilidades, en noviembre la persecución fue más fuerte se denunció el asesinato de 3 liberales en la localidad de Caldas, de lo cual se responsabilizó a la policía de Chiquinaiurá; otras denuncias sobre diversos asesinatos a los civiles, quienes eran sacados de sus casas y llevados a sitios particulares y posteriormente ajusticiados – asesinados. Igualmente la policía en occidente recorría las veredas y destruía las puertas de las casas de los liberales, especialmente la de los líderes del partido. En Socotá, el 3 de noviembre, la policía en compañía de un grupo de trabajadores de las carreteras asaltaron la población y quemaron numerosas casas de liberales, de estos hechos el liberalismo hizo alusión a más de 50 muertos, mientras el investigador enviado reseñó dos. Se denunció que un grupo de conservadores procedentes de localidades de filiación conservadora incursionaron en las veredas de filiación liberal y atacó a la población. Este hecho suscito el que migrara la población a Sogamoso que era un fortín del liberalismo y a los llanos para apoyar la causa revolucionaria. A manera de denuncia El Tiempo en un titular de prensa en la primera página señaló: “continua asolado el país con el trágico alud de la violencia”, con esto se refirió al impacto de la violencia en ciertas regiones, en la que policías y conservadores habían iniciado una cruzada contra la vida y los bienes de los liberales.

17 Archivo Regional de Boyacá, Fondo Gobernación de Boyacá Sección, Secretaría de Gobierno, Caja: 1, Carpeta: 3, Folio 30, Informe Alcadía de Susacón.

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Como parte de la campaña electoral, a los campesinos de filiación liberal les quitaban las cédulas y se las cambiaban por “salvoconductos”, que otorgaba el gobierno para poder desplazarse de la región de los llanos al centro. A estos salvoconductos se les colocaba la fotografía de Laureano Gómez, de tal forma que la imagen les ayudaba a identificarse con el candidato presidencial y con el conservatismo. Por su parte, la Iglesia intensificó las estrategias de control social a través de la administración de los sacramentos, de esta manera quiso que liberales y comunistas renunciaran a sus creencias políticas para hacer parte de un movimiento político – religioso que defendía el orden, por eso muchos de los ciudadanos que no compartían creencias religiosas o que se habían acogido a las reformas liberales fueron excomulgados, como ocurrió con 2 habitantes de Socotá Homero Hernández Fernández y Mariana Porras, quienes habían contraído matrimonio civil y no se retractaron de sus decisiones, y a pesar de ser sancionados con la excomunión, de acuerdo con lo planteado en el Derecho Canónico, mantenían su decisión; por consiguiente la sentencia del prelado determinó que estos personajes: “No pueden ser admitidos como padrinos de bautismo ni confirmación. [además] / Si los nombrados señores tuvieran la desgracia de morir en ese lamentable estado, no se les podrá dar sepultura eclesiástica, ni hacerles funerales ni celebrar la santa misa por sus almas”18. Este tipo de sanciones se publicaron tanto en la parroquia y además se leía en misa o sermón en la parroquia, a fin de que el castigo no fuera solamente para los llamados infractores, sino que se convirtiera en una penitencia psicológico para los demás, esto en términos de la noción de pecado como parte del control social ejercido por la Iglesia. Finalmente el gobierno adoptó mecanismos con miras a garantizar la emisión “libre” del sufragio, con lo cual obtuvo la homogeneización electora y consolidó su hegemonía en el poder. Tácticas del gobierno para “garantizar” la emisión del sufragio La crisis política fue cada vez más fuerte, porque los liberales aunque decretaron la abstención seguían denunciando hechos de violencia y concurrían normalmente al Congreso, intentaron acusar al presidente, ante el senado, por ineptitud para conservar el orden público, aunque en el fondo esperaban que Ospina negociara. Pero el presidente reaccionó y acudió a la fuerza, en primer lugar para desalojar a los liberales del recinto y posteriormente emitió una serie de decretos con miras a “garantizar” el orden público. El 9 de noviembre declaró turbado el orden público y decretó estado de sitio en todo el territorio nacional,19 como estrategia para controlar la situación de violencia; además se determinó hacer consejos de guerra verbales para reprimir el bandolerismo. Y desde el 10 de noviembre dejaron de sesionar el Congreso, las Asambleas, los Consejos Municipales.

18 Crisanto Luque Obispo de Tunja, Boletín Diocesano (Junio - diciembre de 1949) 19 Decreto Nacional N°. 3518 (noviembre 9), El Diario Oficial, Bogotá (10 de noviembre de 1949). El Siglo, Bogotá (10 de noviembre de 1949)

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Los gobernantes fueron investidos de poderes especiales y según el caso podrían dictar todas las disposiciones que consideraran convenientes para mantener el orden público. Igualmente, se prohibió cualquier tipo de manifestación y finalmente se decretó “toque de queda” desde las 9 de la noche. Además, para mediar la crisis política y social el gobierno de Ospina decretó Estado de Sitio en todo el país,20 el 9 de noviembre 9 de 1949. Con esta medida se les dio más poder a los militares, varias funciones ejercidas por civiles fueron transferidas al ente militar; igualmente el aparato judicial dependería del poder militar, en tal sentido, se adoptaron los Consejos de Guerra verbales para juzgar a los rebeldes y a los que consideraban delincuentes. Por lo tanto, todos los delitos civiles serían sancionados por militares de acuerdo con la reglamentación vigente. Por consiguiente, los Concejos Municipales entraron en una etapa del llamado “entredicho…”. La suspensión de los concejos también hizo parte de la suspensión del régimen constitucional, de esta manera, el poder público de los municipios quedó sujeto a la decisión del alcalde. La clausura de los concejos se reiteró en enero de 1952, sustentado por razones de orden público, “no es posible, ni conveniente el funcionamiento de los concejos municipales (los últimos fueron elegidos popularmente el 5 de junio de 1949) para un periodo de dos años que expiró el 30 de octubre de 1951”. Entonces la administración municipal, el poder público de las localidades se concentró en el alcalde, sometiendo las normas legales y presupuestales a la voluntad de un funcionario. Por otra parte, mediante decreto 053/49 a se estableció censura de radio y prensa en todo el territorio nacional, esta función fue delegada a los gobernadores, intendentes y comisarios, quienes deberían vigilar el funcionamiento de los medios, el cumplimiento de la censura y tendrían la facultad para quitarle el funcionamiento a la emisora o periódico que no cumpliera con las disposiciones adoptadas por el gobierno. A partir de esta norma todos los periódicos en su publicación colocaron un rótulo “esta edición aparece bajo censura oficial”. Por consiguiente, también limitaron la información sobre la situación de orden público y sobre las elecciones, sus reportajes se orientaron a describir generalidades sobre la economía y la situación internacional con poco énfasis en el comunismo. El liberalismo asumió esta medida como táctica para afianzar el proceso de conservatización, denunció que el gobierno había adoptado mecanismos de represión y coacción que atentaban contra las liberales; de esta forma, las elecciones que tenían un carácter democrático se desarrollarían entre estado de sitio y censura. Mientras que para el conservatismo la llegada de Laureano Gómez al poder representaba la continuidad del régimen, la “salvación de la República” y la redención de la “patria”, que de por sí representó el inicio de una nueva era, la tan esperada “revolución del orden” mediante el poder de las armas.

20 Decreto Nacional Nº 03518, El Tiempo, 10 de noviembre de 1949

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Resultados electorales en Boyacá Los resultados electorales efectuados el 27 de noviembre ratificaron el triunfo de Laureano Gómez, único candidato. A nivel nacional obtuvo 1’140.646 votos, siendo los resultados de Antioquia y Boyacá los más altos, el primero con 153.974 y el segundo con 147.883. En la siguiente tabla se hace una relación del resultado de los comicios obtenidos en las capitales de círculos electorales en Boyacá. Tabla 26: Resultados electorales en las capitales de Círculo Electoral en 1949: para corporaciones

efectuadas el 5 de junio y presidenciales el 27 de noviembre

Elecciones 1949: Corporaciones (5 de junio)

Elecciones 1949 presidenciales 27 noviembre

Mmunicipio

Liberal

Conserv

Total sufragios

Laureano Gómez

Boyacá 37.460 93.098 130.558 147.883 Tunja 1229 2621 3850 3084 Moniquirá 1801 813 2614 2937 Sogamoso 4637 56 4693 95 Ramiriquí 0 1856 1856 2110 Soatá 25 3350 3375 3751 Santa Rosa 120 743 863 949 Garagoa 194 1521 1715 2280 Guateque 1090 398 1488 1192 El Cocuy 1874 218 2092 615 Guicán 2 2000 2002 2547 Chiquinquirá 3323 5485 8808 7078

Fuente: El Tiempo Bogotá (6 de junio de 1949) y El Siglo, Bogotá (29 de noviembre de 1949)

Tanto a nivel nacional como departamental el resultado de las elecciones significó la culminación del proceso de homogenización electoral y el afianzamiento de la hegemonía conservadora. A pesar de la ola de violencia y de las frecuentes confrontaciones, estas elecciones en Boyacá registraron el más alto índice de votación de las efectuadas en los últimos 20 años. De los 375.565 hombres, votó el 39,4%, un caso curioso fue el de Chiquinquirá, de los 10.255 hombres registrados en el censo de 1951 votó el 69%. Es de anotar que el censo no disgrega la población por edades, lo que nos permite inferir que pudo haber más electores que habitantes. En la siguiente gráfica podemos apreciar el comportamiento electoral de Boyacá entre 1946 y 1949, ésta nos muestra como el conservatismo ganó posiciones, hasta lograr el control

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total de los resultados electorales. De los comicios de junio de 1949 a los de noviembre del mismo año se produjo un incremento de 17.325 sufragios, equivalente al 11,7%.

GRAFICA 4

Previo el desarrollo de los comicios un grupo de guerrilleros apoyados por la dirección del liberalismo y del capitán de la fuerza aérea, Alfredo silva Romero, intentaron dar un golpe de Estado, pero por falta de apoyo y organización de los líderes el golpe de estado se redujo a la toma de Villavicencio, Puerto López, Cabuyero, Barranca de Upía, Cumaral, Restrepo y otros. El 25 de noviembre se intentó tomar el poder por las armas en estas localidades, “Así se dio comienzo a la “Revolución del Llano”, que se prolongó con reducidos periodos de tregua hasta mediados del año 53”. 21 Al parecer, la toma del poder por parte de la guerrilla, fracasó porque no había aún un proyecto político y la dirección liberal no apoyó la causa revolucionaria que perseguían los “bandoleros”. Durante el desarrollo de los comicios no se presentaron hechos violentos que denunciara la opinión pública, tal vez por que el gobierno suministró todas las “garantías” para la emisión del voto, entre estas: estado de sitio, censura de prensa, clausura de los Concejos, incremento del pie de fuerza, los que acompañaron el “normal” proceso democrático y fueron la base de la noción dictatorial o de “orden”, que se estableció en Colombia al finalizar el gobierno de Ospina y durante el gobierno de Laureano Gómez.

21 Reinaldo Barbosa, Guadalupe y sus centauros, Bogotá, Universidad Nacional, IEPRI, CEREC, 1992, pp. 83

VARIACION DE LOS RESULTADOS ELECTORALES EN BOYACA 1946 - 1949

0

20000 40000 60000 80000

100000 120000 140000 160000

Liberal 45841 42577 48065 37460 0

Conservador 32571 58260 60713 93098 147883

1946 marzo 1947 oct 1947 junio 1949 nov 1949

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La homogenización electoral y las tácticas de “protección” del gobierno generaron desconcierto en el liberalismo, tanto en la dirección como en las bases sociales, lo que fortaleció el movimiento popular o “guerrillas liberales” y comunistas. Este movimiento polarizó aún más la situación entre liberales y conservadores y transformó tanto la acción de defensa en ofensiva de los alzados en armas, los llevó a organizarse militar y geográficamente. La situación de violencia no culminó con el proceso electoral desarrollado el 27 de noviembre, la confrontación partidista paulatinamente tomó una orientación más social. En primer lugar porque los liberales consideraban que no habían condiciones para participar en un debate democrático; la persecución y destierro a los liberales se agudizó en las diversas localidades, lo que llevó a incrementar el número de rebeldes, a polarizar la relación entre “bandoleros civiles” y “bandoleros militares”. Por otra parte la homogenización territorial se produjo por el destierro y apropiación de propiedades y bienes de quienes fueron perseguidos, lo que generó a su vez una movilidad social y poblacional.