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    LA RESISTENCIA Y LA MSICA URUGUAYA

    INOSTALGIA VERSUS MEMORIA *

    Las ltimos tres o cuatro dcadas de la vida cultural de este pas no constituyenuna unidad, sino algo as como lo contrario. Tomadas como tales, son el marco de unquiebre histrico. De un doloroso quiebre histrico. En la mitad del cuento, seencuentran y se desencuentran tres Uruguayes, que hasta ahora no han logradoreencontrarse. Y que la superficialidad posmoderna (y pos-posmoderna) mantiene enun sostenido desencuentro. Quienes quieren recordar para de ese modo poderperdonar - no es posible perdonar lo que se ha olvidado - son agredidos y acorraladospor sus victimarios de ayer, por los cmplices activos o pasivos de esos victimarios, y -para colmo - por legiones de apresurados amnsicos que fueron vctimas, pero que

    olvidaron en aras de qu principios lo fueron, porque quieren - como dira Maslah - norevolver el pasado creyendo ingenuamente que as van a estar menos angustiados oque van a acomodar mejor sus asentaderas - vers, vers, deca Bonaldi -.

    En los diecisiete aos de dictadura - la parlamentaria desde diciembre de 1967y la francamente militar, desde junio de 1973 -, se construye en el Uruguay un pasdentro de rejas, el pas de los presos polticos. Y se construyen otros dos. Uno de elloses el pas fuera del pas, el de los exiliados polticos y el de los emigrados - porangustia o por simple desesperacin econmica -. El otro surge del intento de destruiro desfigurar un pas fuera de aquellas rejas pero encerrado en otras rejas, no visibles:el pas territorial de los tres millones de uruguayos que se quedan (o que logranquedarse, o que se empecinan en quedarse), divididos, en grandes lneas, en

    cmplices y resistentes. Es el pas, quirase o no, cuantitativamente real, el pas quecontina, el pas que permite y condiciona la continuidad.

    En 1985, al producirse la transicin a la democracia formal, se dan cita los trespases. Pero ocurre que la mayor parte de los repatriados acta como si el Uruguay sehubiese detenido el da que cada uno de ellos se fue, y reiniciara su marcha el da quecada uno de ellos regres. La mayor parte de los presos polticos tambin acta as: lahistoria se detuvo el da que ellos cayeron presos, y se reinicia el 10 (o el 12, o el 14)de marzo. Ocurre que un pas no es ninguno en particular de sus individuos sino lasuma de todos. Y especialmente sus mayoras: sus tres millones de permanecedores -voluntarios o involuntarios, complacientes u opositores -.

    En el Uruguay de los tres millones han estado pasando muchas cosas, pero loscientos de miles de "afuera" y de "adentro" no quieren enterarse. Siempre que haygente por ah, nacen nios, por ejemplo. Y en diecisiete aos, esos nios se hacenhombres. Y hombres que hacen cosas. An los hijos de los complacientes - que ningnfascista est libre de que le salga un hijo revolucionario (y viceversa, claro) -.

    Esta situacin de desmemoria es dramtica - yo dira que brutalmentedramtica - en la aplastante mayora de los casos; y refleja parte de la enfermedadque ha sufrido la sociedad uruguaya en los aos posteriores al 1985. En msica, porejemplo, se ha estado dando una demencial negacin por parte de quienes "regresan"(del exilio poltico o econmico, o del campo de concentracin) de todo lo que ha

    estado ocurriendo en el Uruguay "real" en materia de msica popular en los aososcuros. De lo malo por una u otra razn, y tambin de lo excelente, de lo que hatenido un excepcional nivel de calidad a escala internacional.

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    Este fenmeno se da sobre todo en los sectores de centro e izquierda - de laclasificada como moderada y de la otra -, que suelen tener una idea muy borroneadadel papel social de la msica. No as la derecha, y especialmente la ultraderecha. Losservicios de inteligencia controlados por la CIA a travs de su colaborador el comisarioVctor Castiglioni encarcelan a Daniel Viglietti en 1973, y lo utilizan para medir lacapacidad de reaccin de la opinin pblica lanzando andanadas de rumoresmorbosos casi a diario. Luego lo exhiben fsicamente sano para que la prensa y latelevisin complacientes se ocupen por nica vez de l en sus titulares con primerosplanos de sus manos que, oh curiosidad, no han sido destrozadas como esos mismosrumores queran hacer creer. Pocos aos ms tarde, el presidente de facto Gral.Gregorio lvarez proclama que no hay que desalambrar. Por qu un dictador sepreocupa, en plena lujuria del poder, por enfrentar una consigna-smbolo lanzada porun simple compositor e intrprete de canciones populares? Tanto Castiglioni comolvarez demuestran ser muy buenos escuchas de Daniel Viglietti y valorar mucho laimportancia y el peso social de su figura.

    As como el gobierno nazi utilizaba la Quinta Sinfona del republicano y

    revolucionario Beethoven como marco de sus anuncios a la poblacin, loscomunicados 4 y 7 de las Fuerzas Armadas son difundidos de la mano de grabacionesde Los Olimareos, el smbolo uruguayo "nacional y popular" por excelencia entre1966 y 1974, portavoces como Viglietti de la lucha armada por la justicia social. Ladeseada confusin acerca de la verdadera filiacin ideolgica del golpe es conseguidasobre todo con la manipulacin de este smbolo comunitario. Claro que muy pocodespus, Los Olimareos van a ser los primeros y nicos msicos populares enmerecer un decreto entero de prohibicin por parte del poder ejecutivo. Los civiles noestaremos autorizados a escuchar a Los Olimareos, ni siquiera a poseer sus discos.Los soldados rasos y los suboficiales sern descubiertos en sus cuarteles por algncivil de pasada - obligatoria - escuchando, a pesar de todo, a Los Olimareos. Muchosoficiales (y altos oficiales) sern descubiertos despus de la dictadura por sus propios

    hijos poseyendo colecciones completas - a menudo malhabidas - de Los Olimareos ode otros protagonistas de la msica popular.

    Afirmada la ultraderecha en el poder, sus servicios compartidos con la CIA (conel oficial Adolfo Sentena de Alencastro 1 como adjunto de Castiglioni, a cargo de lacultura y al mismo tiempo... de las iglesias) se encargan de una manera u otra deprohibir, de hecho, a casi toda la generacin de msicos populares que cantaba hacia1973. Se produce entonces un gran silencio, slo llenado autorizadamente por elnativismo fascista de los Hugo Ferrari o por el bombardeo extranjerizante disfrazadode acn juvenil de los Rupenin, todos ellos celebrados y premiados hoy da por algoque pretende ser una democracia, al mismo tiempo que premia de hecho y de

    derecho a los asesinos y torturadores de la dictadura.Los civiles fascistas se encargan de rayar uno a uno los discos de la Discoteca

    Nacional que no les agradan 2. Los soldados visitan las editoras y se toman el mismopaciente trabajo - a veces durante das - con los materiales del stock.

    En 1974, las voces creativas quedan aisladas, y slo logran cantar sin ir presoslos muy jvenes, todava no fichados ni por los servicios uruguayos ni por losestadounidenses. Ni por los franceses, que hacia 1977 se han sumado alegremente ala tarea de vaciamiento y de fascistizacin forzada del pas. Apenas un par desupervivientes de los que ya estaban cantando queda actuando por ah, en lugares

    1 Alencastro no se llamaba as. Con su verdadero nombre, haba sido antes miembro - comoAriel Ricci - de la UJC. Despus de la dictadura, trabaj sucesivamente, al parecer, en unalibrera - frente al local del MLN - y en una empresa de seguridad.2 Armando Diez Boussac empieza la tarea con Yupanqui y Viglietti.

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    pequeos y en la mayor discrecin posible. En 1977, precisamente, se producir elboom del nuevo movimiento creativo, aglutinado especialmente en torno a laaparicin inesperada del grupo Los que iban cantando. Hacia 1980 hace ya tiempoque los msicos llenan estadios cerrados, sustituyendo a otros actores sociales quedeberan provocar esos actos cvicos. Por esa poca ya hay un grueso informe deinteligencia sobre la cancin popular uruguaya, que recomienda prisiones yacallamientos, y distingue peligrosos de menos peligrosos, e indomables deasimilables. Astutamente, la lista no slo se ocupa de creadores e intrpretes, sinotambin de organizadores de recitales.

    Es que la cancin popular es muy peligrosa, entienden los dirigentes de ladictadura: no slo comunica consignas de resistencia en entrelneas que logran eludirlos implacables y sdicos mecanismos de censura, sino que, sobre todo, sostiene laesperanza y alimenta en forma permanente, por lo tanto, esa resistencia. Y adems,gana terreno constantemente, a pesar de todas las trabas, y a pesar del viejo silencioominoso de las radios y los canales de televisin. Hacia 1982 Jaime Roos (nacido en1953) ha ganado la batalla de la popularidad masiva, tras cinco aos de lucha, y tresaos ms tarde logra conquistar una popularidad equiparable a la que tuvieran ms

    de diez aos atrs Los Olimareos.En el rea de la composicin de msica culta, el disparate del desencuentro de

    los tres Uruguayes es menos grave y menos traumtico, quizs. Ha habido tambinuna produccin excepcional, resistente contra la barbarie. Como en la msica popular,la obsesin por la calidad ha sido central en buena parte de los creadores, y estoconstituye un dato muy importante para la comprensin del proceso compositivouruguayo en las ltimas dcadas del siglo XX. Pero como la msica culta - a pesar desu peso histrico - es en su momento de creacin un producto de consumo no masivo,los compositores no sienten tanto el vaco de la nueva etapa que se abre en 1985. Almenos no lo sienten en ese plano, que s en otros: el del impacto de la vergenzatica nacional, sobre todo. Pesa el hecho de que en casi ningn caso se haya cortado

    la relacin con los colegas de "afuera". Tambin pesa - y mucho - el hecho de estarjuntos, apoyndose mutuamente. A ello converge su agrupamiento institucional, queno ha cesado con la dictadura, pese a todos los pesares.

    Qu ha ocurrido antes de 1985? Hacia 1977, tanto en el terreno de la msicaculta como en el de la popular, ha empezado a andar una nueva generacin demuchachos nacidos aproximadamente entre 1950 y 1960. La generacin de losnacidos hacia 1940, que haba empezado a mostrar su produccin en la dcada del1960, est afianzada ya... y en cierto modo auto-diezmada. Varios de sus integrantesse han ido al exterior, y alguno de ellos (uno solo, en realidad) contemporiza con elrgimen. Quienes hemos permanecido en el pas en actitud de resistencia abrazamos

    todos la docencia privada, una actividad que permite la supervivencia a pesar de lainterdiccin de ejercer actividades pblicas, y que adems hace posible que no seproduzca un agujero generacional en la trasmisin de conocimientos y en la delespritu de lucha. Por otra parte, por una rara coincidencia, los miembros de estageneracin obtenemos en general una buena resonancia fuera de fronteras, hechopoco habitual en el pasado uruguayo, salvo casos puntuales, y esto nos da ciertorespaldo frente a la barbarie.

    Los compositores activos anteriores a la generacin nacida hacia 1940 son muypocos: alguno ha dejado de componer tiempo ha, otro sobrevive como "pianista devariet" mientras el rgimen utiliza impunemente su msica en el marco de unapoltica cultural populista, otro hace un difcil equilibrio entre la colaboracin y la

    resistencia, otro - ingenuo y retrgrado - colabora alegremente con el fascismo, y elridculo abogado Pedro Ipuche Riva (1924-1996) - negacin de la creatividad si las hahabido en este pas - se las arregla para ser mano derecha de todas las etapas de la

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    dictadura, desde Pacheco hasta Gregorio lvarez, para todo menester deadministracin musical. Pero hay quienes componen regularmente y no se entregan, yentre ellos se destaca netamente Hctor Tosar (1923-2002).

    Tosar, a dos generaciones de Eduardo Fabini (1882-1950), ha retomado desdeel temprano comienzo de su carrera la bandera de la autoexigencia, en materiatcnica y en creatividad. La generacin siguiente recibe este desafo, y le agrega - envarios de sus integrantes - el de la obsesin por la bsqueda de una identidadlatinoamericana. Algunos de los jvenes del 1977 agregan todava otro desafo: el dela autocapacitacin simultnea en el terreno de la msica popular. Unos y otros sedesentienden finalmente de la creacin popular (quedndose en la culta) o de la culta(quedndose en la popular), pero entretanto han hecho su aporte a la discusin de laproblemtica comn. No slo en el marco del pas, sino tambin en el mbito de losCursos Latinoamericanos de Msica Contempornea, cursos de temporada anuales eitinerantes iniciados en 1971, que han alimentado y propiciado tambin lasdiscusiones de sus mayores, y en los que se confrontan - a pesar, paradjicamente, delas rejas de la dictadura - con jvenes de tierras hermanas. Es que la jaula ha logradoencerrar - y esto es importante dejarlo bien claro - slo a quienes han querido quedar

    encerrados.Hay quienes dicen que en el Uruguay no ha ocurrido nada en materia musical.

    Algunos de ellos hacan su catarsis semanal con la msica de la resistencia en losaos oscuros. Hoy son dirigentes universitarios o polticos importantes, y sus asesoresde imagen les recomiendan un aire light. Padecen de amnesia social.

    Las consecuencias las paga el pas. Especialmente sus jvenes.

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    * Este texto utiliza como base el que fuera escrito originalmente para el panel Nostalgiaversus memoria en la msica uruguaya realizado en Montevideo el 24 de setiembre de 1996dentro del ciclo Memoria social: la literatura, el teatro, el cine, la msica, el arte. Utilizatambin, parcialmente, un ensayo escrito para la revista Graffiti en diciembre de 1989 ypublicado por sta en mayo de 1990.

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