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Aunque el tema de la evalua-ción del quehacer docente uni-versitario ha sido examinado ydebatido en foros y textos aca-démicos, este libro constituyeun aportación significativa, nosólo por la revisión que hace elautor de sus antecedentes,paradigmas, alcances y cues-tionamientos al respecto, sinoprimordialmente por el marcoteórico y metodológico alterna-tivo que nos presenta, y repre-senta un giro importante a lasprácticas vigentes aplicadaspara la evaluación del docentede la educación superior.

En sus tres capítulos, y conbase en su experiencia y la delgrupo de sus colaboradores,Mario Rueda analiza la evalua-ción de la docencia universita-ria en el contexto de las políti-cas de evaluación educativa enMéxico promovidas desde ladécada de los noventa, y recu-pera algunos antecedentessobre el tema; señala experien-cias y estrategias habidas alrespecto, pero principalmenteenfatiza la necesidad e impor-

tancia de reorientarla en bene-ficio de la calidad educativa.En este sentido, el eje principalque articula el texto en su con-junto es que las condicionesde la evaluación del quehacerdocente contemplen, desde suplaneación hasta la aprecia-ción y uso de sus resultados,la participación de los mismosdocentes, es decir, el punto devista de los actores involucra-dos, y sirva ésta para la refle-xión y el mejoramiento de lapropia práctica.

En su primer capítulo,“Evaluación de la docencia enla universidad”, Rueda señalaen primer instancia los aspec-tos que hicieron complejo elabordaje del tema e implicaronun reto, entre ellos, la escasaliteratura al respecto, las pocasexperiencias documentadas enMéxico, el inexistente marcoteórico que oriente el procesode la evaluación de la docen-cia universitaria, y el uso pre-dominante de cuestionarios deopinión de los estudiantescomo instrumento práctica-mente exclusivo para evaluar eldesempeño de los docentes.Argumenta asimismo que supropuesta de participación delos docentes en los contenidosy formas de evaluación de supropia práctica responda a la

necesidad de contrarrestar losefectos de resistencia que enmuchos casos ha generadoentre los docentes la prácticade la evaluación en las institu-ciones, debido a que históri-camente ha estado administra-da por directivos einstrumentada por personalacadémico técnico, por lo quees vista como un sistema decontrol, más que como unaestrategia para mejorar la edu-cación. Para ello, considera eluso de la etnografía educativacomo la más pertinente paraconstruir formas alternativas deevaluar la docencia universita-ria, en tanto y como enfoquecualitativo de la investigación,permite su edificación a partirde dar prioridad al punto devista de los propios actores.Desde esta perspectiva, losprocesos de evaluación de ladocencia –nos señala el autor–deberán observar tanto ladiversidad como la individuali-dad en cuanto a las formas enque se concibe y se da signifi-cado a la evaluación en cadainstitución; tales diferenciasresponden, entre otras razo-nes, a los papeles y posicionesque los académicos ocupan enella; no obstante, la búsquedade consenso sería la estrategiapropuesta por el autor.

Evaluación de la labor docenteen el aula universitaria

MARIO RUEDA BELTRÁN

México, CESU-UNAM (Pensamiento Universitario, 100), 2006.

POR PATRICIA COVARRUBIAS PAPAHIU*

* Doctora en Pedagogía de la

Facultad de Filosofía y Letras,

UNAM. Profesora e investigadora

de la FES-Iztacala, UNAM.

Correo electrónico:

[email protected]

R E S E Ñ A S

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Su exhortación se derivatambién del análisis que hacede las tradiciones o paradig-mas empleados en la evalua-ción de los aprendizajes, deltipo de estrategias, criterios ypropósitos empleados, de lasacciones promovidas yemprendidas institucionalmen-te, y de las diversas problemá-ticas por las que históricamen-te ha transitado la evaluaciónde la docencia. Su plantea-miento considera el sesgo quese promueve desde las políti-cas gubernamentales (marca-da por organismos internacio-nales hace más de unadécada) en el que se concibe ala evaluación del personal aca-démico como “política”, quecorre el riesgo de caer ensimulaciones al asumirse comomedida de control y de com-pensación salarial, en lugar deusarla como mecanismo demejoramiento de la educación.Prueba de ello es la diferencia-ción de los salarios, la afecta-ción del clima social institucio-nal, la sustitución de cuerposcolegiados por comisionesespeciales de evaluación,y en general, por un clima“asfixiante” de evaluación enque se ha convertido la carreraacadémica.

Al respecto, Mario Ruedanos advierte, oportunamente,que investigar para diseñar for-mas alternas de evaluación dela docencia requiere necesaria-mente comprender los proce-sos de enseñanza y aprendiza-je, y sobre todo considerar elsignificado de enseñar y apren-der en un contexto particular.Es aquí donde se reconoce,desde la literatura al respecto,la complejidad de la docencia

y más aún de su evaluación. Elprincipal problema, nos advier-te el autor, es la dificultad dedefinir las cualidades o carac-terísticas de un “buen profe-sor”, o lo que se espera de sufunción si se consideran losmúltiples factores que intervie-nen en ello. Entre los factoresmás importantes a tomar encuenta estarían: la diversidadde contextos en los que losdocentes despliegan sus activi-dades, el enfoque sobre laenseñanza que se adopte enellos, o la misma conceptuali-zación sobre ella (que aúnoscila entre considerarla unarte o una ciencia con sus con-secuentes tratamientos), lasdiferentes posturas instituciona-les sobre el tema, sus valores,creencias y prácticas sobre lamisma.

La caracterización de ladocencia se complejiza aúnmás si se considera la natura-leza de las disciplinas que seenseñan y el alcance quedeben tener de acuerdo a laformación y desempeño profe-sional esperado de sus egresa-dos, o las diferentes funcionesque el docente debe adoptarsegún las heterogéneas situa-ciones de enseñanza y aprendi-zaje contempladas en el currí-culo; es decir, no es lo mismopromover aprendizajes en prác-ticas de laboratorio que enprácticas de campo, y másaún si de lo que se trata es deenseñar matemáticas, biologíao historia, que implican actua-ciones y exigencias diferencia-les de los docentes. De lamisma manera, en la delimita-ción de las funciones deldocente habría que distinguir,nos aclara Rueda, las que

corresponden al trabajo de losacadémicos en su conjunto–que incluyen actividades deasesoría, de investigación o dedifusión por ejemplo–, con lasactividades de enseñanza pro-piamente, que se circunscribena la interacción de los docen-tes con sus estudiantes, comoserían los seminarios, clases oprácticas de laboratorio y decampo.

Es así que la evaluación dela docencia se ve demarcadapor la diversidad de coordena-das que habría que tomar encuenta en las decisiones sobrequé se evalúa y cómo, y éstaspor lo tanto corresponderán–como señala Rueda– a cadauniversidad, carrera o progra-ma, configurándose así diferen-tes formas de evaluar la labordocente.

En este primer capítulo, elautor también nos presentauna caracterización general delos procesos de la evaluaciónde la docencia de seis universi-dades públicas, que sin seruna muestra representativa oexhaustiva, le permite llegar aciertas conclusiones generales.Tras su investigación, constatóque la aplicación de las políti-cas públicas de la evaluacióndocente ha sido exitosa, en elsentido de que se aplican en lamayoría, aun cuando existegran variedad de prácticas ins-titucionales para llevarla acabo (antigüedad, tipo y usos);las promueven generalmentelos directivos o allegados a laadministración en turno; losencargados de la evaluacióntienen generalmente formacióndisciplinaria en la carrera depertenencia de los docentesevaluados, con escasa expe-

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riencia en actividades de eva-luación, y las evaluaciones ensu conjunto están asociadas alos programas de compensa-ción salarial. También corrobo-ró que la aplicación de los pro-cedimientos para evaluar sondifíciles, incluso en algunoscasos llegan a frenarse porconsiderarse punitivos para losprofesores, sin embargo, lasprimeras oposiciones llegan adesvanecerse ya sea por unaconstrucción colectiva o por-que implican acceder a losprogramas de compensaciónsalarial.

El autor encontró asimismoque los cuestionarios de opi-nión de los estudiantes son losinstrumentos que se aplicanpor excelencia para dar res-puesta a las políticas de eva-luación por las instituciones,que si bien se han adoptadopor sus atributos metodológi-cos y su practicidad, no obs-tante, su aplicación generaliza-da, y su uso prácticamenteexclusivo para evaluar eldesempeño docente, son fuen-te de polémica en la actualidadpor los sesgos que originan yno se reportan en las experien-cias revisadas; entre ellos, losefectos de los factores políticosy administrativos inherentes asu aplicación, la congruenciaentre las categorías y los indi-cadores, los criterios deinterpretación y uso de losresultados, la falta de retroali-mentación de los mismostanto a los docentes evalua-dos, como a los administrado-res y estudiantes. Asimismo, elautor encontró la utilización engeneral de un cuestionarioúnico para todas las áreas dis-ciplinarias y niveles educativos,

en el que prevalece la evalua-ción de las dimensiones rela-cionadas con la planeación,desarrollo y cobertura de losprogramas y las formas deevaluación empleadas, setocan apenas las relativas aldominio de la asignatura o elmanejo de las técnicas didácti-cas; pero lo más importante esque no se contemplan formasde evaluar la manera en queafecta la actuación de losdocentes en los aprendizajesde los estudiantes.

Con base en estas proble-máticas, el autor hace diversasadvertencias, algunas de ellas,nos aclara, están ya documen-tadas en la literatura al respec-to; entre ellas, la necesidad departicipación de los involucra-dos en la evaluación, no sólocomo estrategia sino por laimportancia de conocer susdiferentes puntos de vista; lanecesidad de vincular laevaluación con la formaciónpermanente del docentey la planeación y revisióncontinua de las condicionesinstitucionales en las que sedesarrolla la docencia, y ellopara contrarrestar el sentido de“control” administrativo y usopreferencial de ésta para elacceso a los programas decompensación salarial, revela-das en las instituciones estu-diadas; la necesidad de emple-ar una evaluación serial queproporcione una informaciónmás completa del desempeñodel docente, en oposición auna evaluación de una solamedición que resulta pordemás injusta, sobre todocuando la promoción ocontratación del docenteestá en juego.

Es así que Mario Ruedapone el punto en la llaga alseñalar las incongruencias ycontroversias que generan lossistemas generalizados de eva-luación de la docenciauniversitaria, y al exponer laurgencia de crear las condicio-nes que promuevan el perfec-cionamiento continuo de losmismos que beneficien porigual a docentes, estudiantesy directivos.

Y para finalizar el capítulo,el autor describe una experien-cia en la que se logró la partici-pación del personal académicode una institución para el dise-ño y puesta en marcha de unproceso de evaluación de ladocencia. La estrategia consis-tió en elaborar un instrumentoque recogiera la opinión de losdocentes sobre los aspectos odimensiones importantes aevaluar sobre la docenciaimpartida en esa institución,con la finalidad de proponer alos directivos una forma deatender el problema de la eva-luación docente pero que res-pondiera a ese contexto enparticular y con la participacióninformada de los mismos invo-lucrados.

Lo interesante de este ins-trumento fue su elaboración amanera de guía como mediopara recuperar la opinión ysugerencias de la plantadocente, cuyas informacionesobtenidas pudieran ser trans-formadas en orientacionespara la construcción de unaforma particular de atender laevaluación del docente, ejerci-cio que por sí mismo incorporaen el proceso de evaluación alos propios docentes, como elmismo autor nos aclara.

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La guía contempla tresapartados: 1) la disposición oexpectativas del docente frenteal proceso de evaluación; 2)las dimensiones más pertinen-tes para un proceso de evalua-ción local de la docencia: pla-neación, desarrollo e impactode la docencia. Estas dimen-siones fueron seleccionadas deotras experiencias de evalua-ción docente con la intenciónde que opinaran sobre su perti-nencia en el propio contexto, y3) medios e instancias prefe-rentes para conducir el proce-so de evaluación.

El autor presenta esta guíacomo un instrumento auxiliaren el diseño de procesos deevaluación que consideren laparticipación de los docentes.Tal y como era su propósito,sus resultados sirvieron porejemplo para la elaboración deun cuestionario de opinión diri-gido a los estudiantes, segúnla preferencia señalada por losacadémicos. Aunque la expe-riencia que reporta fue en unacomunidad de académicos deposgrado, no obstante, puedeser utilizada en otros contextos,con las adaptaciones que serequieran para los mismos.Con todo y el éxito de estaexperiencia, Rueda nos aclarala pertinencia de clarificar pri-mero el propósito central quese persigue al evaluar la activi-dad docente, y ponderar elmejor o mejores recursos paracontribuir al propósito plantea-do. Habrá casos en que elcuestionario de opinión de losestudiantes no sea el oportuno,que en todo caso es un instru-mento que sólo proporcionainformación muy puntal sobrelas acciones pedagógicas de

los profesores en el contextode la formación profesional, yse tendrá que buscar otrasalternativas según lo específicoo general que se quiera evaluardel quehacer docente. Loimportante –nos dice el autor–es que los docentes participeny se apropien de los procesosde evaluación y estos procedi-mientos no sean exclusivos delos académicos en turno.Asimismo, ésta será másauténtica si reúne las caracte-rísticas de una autoevaluaciónasistida.

En su segundo capítulo“Diagnóstico del estado de laevaluación docente en laUNAM”, Rueda presenta unainvestigación sobre evaluaciónde la docencia realizada en 14de las 15 facultades que con-forman la UNAM, cuyo objetivofue contar con un diagnósticoal respecto. Aclara que se reali-zó bajo el esquema de un estu-dio exploratorio y forma partede un proyecto más ampliocuyo fin es el análisis y la eva-luación de la docencia en elnivel universitario.

El autor detalla la metodolo-gía empleada, basada princi-palmente en entrevistas perso-nales con los encargados de laevaluación de cada facultad ocon el secretario académicorespectivo, a partir de una guíadiseñada ex profeso. Ademásde la guía de entrevista, sediseñaron dos instrumentosmás para el levantamiento yprocesamiento de la informa-ción: un cuestionario que reco-ge principalmente datos sobreel perfil de los entrevistados ydatos de cada facultad, losantecedentes sobre la evalua-ción de la docencia en cada

una, y un formato de vaciadode la información queposibilita la sistematizaciónde la misma.

Llama la atención que elautor incluya, en la descripciónde la metodología, la capacita-ción cuidadosa proporcionadaa las tres personas que colabo-raron en la realización de lasentrevistas, que aun cuando yacontaban con experiencia enello, se puso especial atenciónen su preparación medianteseminarios de discusión, ensa-yos y análisis de las entrevis-tas, sensibilización sobre sucontenido y retroalimentaciónsobre las primeras entrevistasrealizadas. No es comúnencontrar este tipo de informa-ción en los reportes de investi-gación, además de que develala preparación metódica de lafuente básica de recolecciónde datos para asegurar su vali-dez y confiabilidad.

Asimismo, detalla las tresetapas que requirió el trabajode campo (entrevista telefónicacon el secretario académico decada facultad, entrevista colec-tiva con los encargados de laevaluación docente, y análisisde la entrevistas audiograba-das), y los dos tipos de proce-samiento de la información uti-lizado (cuantitativo ycualitativo).

Los resultados más relevan-tes que cabe destacar tantopor lo datos cuantitativos obte-nidos, como por los análisis detipo cualitativos realizados, esque en principio la evaluaciónde la docencia en la UNAM noha sido históricamente regula-da o conducida por alguna ins-tancia central, sino más biense ha caracterizado por ser

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heterogénea, aislada e inde-pendiente en cada institución,es decir, no parece haber unesfuerzo en toda la universidadpor dirigir o al menos conocerlo que sucede en cada facultaden materia de evaluacióndocente; sin embargo, el pro-grama de estímulos implanta-dos en los noventa promovióun proceso de evaluación enaquellas facultades que nocontaban con él, aunque la ini-ciativa y sentido de la actividadde evaluación parece respon-der a una necesidad de controladministrativo, al promoverseésta desde las instancias aca-démico-administrativas en lamayoría de las facultades.

Otro aspecto importante aresaltar es que el instrumentoprimordialmente utilizado paraevaluar la actividad docente esde nueva cuenta un cuestiona-rio de opinión estudiantil, queen su mayoría está conforma-do por preguntas cerradas deopción múltiple, generalmentees un cuestionario único utiliza-do para todos los niveles ysituaciones de enseñanza, ysólo en contados casos y demanera limitada se ha tenidola participación de los profeso-res en su diseño. Sin embargo,pocas son las facultades intere-sadas en lograr a futuro un sis-tema de evaluación más com-pleto. De la misma forma, lamayoría de los cuestionarios seconcentran en evaluar aldocente, y sólo en algunoscasos permiten la autoevalua-ción de los estudiantes, ade-más de que no hay consensoen los temas y dimensionesevaluadas, sus resultadosgeneralmente tienen un trata-miento descriptivo, sin llegar a

elaborarse un análisis máscomplejo o un seguimientopara perfeccionar los instru-mentos.

Es importante señalar tam-bién que la información obteni-da en esta investigación develaun rechazo o resistencia inicialde los profesores hacia la eva-luación, al considerarla comouna acción persecutoria y auto-ritaria, generada principalmen-te por falta de información. Deaquí que Rueda insista en lanecesidad de un trabajo con-sensuado y ampliamente expli-cado y discutido con los involu-crados.

En el tercer capítulo,“Cuestionarios de opinión estu-diantil como instrumento deevaluación docente”, el autorexpone pormenorizadamente eldiseño y estimación de uncuestionario estudiantil paraevaluar la actividad de los pro-fesores. Como lo ha aclaradoantes, estos instrumentos hanrecibido críticas severas, aun-que paradójicamente son elmedio más utilizado en las uni-versidades de todo el mundo,altamente valorado por directi-vos y profesores por su practi-cidad, y sus estudiosos se hanpreocupado por resolver proble-mas de validez y confiabilidadseñalados. Su idea fue explo-rarlos para darles un uso dis-tinto y contribuir a su análisiscrítico.

Nos detalla así una expe-riencia en la que se procedióde manera distinta a la usualpara su elaboración; ello impli-có recurrir a varias fuentespara su construcción y consi-derando siempre la participa-ción de los profesores con lafinalidad de orientarlos al mejo-

ramiento de la actividad docen-te en el contexto mexicano. Elprimer paso fue la revisión decuatro cuestionarios utilizadosen diferentes universidadesmexicanas y la elaboración deuna primera versión del instru-mento en el que se incluyerontodos los reactivos contempla-dos en ellos. Elaborada estaversión preliminar, se sometióal análisis de cinco especialis-tas en evaluación de la docen-cia buscando validarlo parauniversidades mexicanas. Deacuerdo con las sugerenciasde los especialistas, se agrega-ron preguntas que expresarandimensiones importantes noconsideradas y siempre pen-sando en el poder orientadorde la evaluación con el fin demejorar la actividad evaluada.

Una fuente más en la cons-trucción de este instrumento loconstituyeron dimensiones deri-vadas de una postura construc-tivista no contempladas en elmismo. La versión final incluyedimensiones sobre planeación,ambiente del aprendizaje, con-ducción de la clase, y estrate-gias instruccionales formativas;además se incorporaron dosrubros, uno sobre la evaluaciónglobal del desempeño deldocente, y otro sobre la evalua-ción del estudiante en la mate-ria correspondiente.

De manera muy precisa, elautor describe este instrumen-to de “Evaluación de la docen-cia en el nivel universitario” ensu fase inicial de validación, ydetalla su contenido y estructu-ración, así como los procedi-mientos y los resultados obteni-dos de su fase inicial, realizadacon alumnos de varias carrerasy semestres de la UNAM. La

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intención de esta etapa prelimi-nar fue indagar su capacidadde discriminación, validez yconfiabilidad, así como analizarsus principales ventajas y limi-taciones. El autor adviertesobre la necesidad de realizarotros estudios de manera reite-rada para probar su validezpredictiva. Actualmente seencuentra probándose en laUNAM.

Esta primera etapa arrojaya importantes resultados deri-vados de la aplicación de sufi-cientes muestreos y análisisminuciosos de reactivos paraanalizar su capacidad de discri-minación, mediante la utiliza-ción de variadas pruebas esta-dísticas que permiten desdeesta primera versión tener un

instrumento que diferencia odiscrimina los atributos de losprofesores esperados por losestudiantes de acuerdo con elnivel o grado de avance de susestudios, el área de conoci-miento de la carrera estudiada,y por cada profesor evaluado.También cuenta ya con la vali-dez necesaria y con un nivelmuy alto de confiabilidad que,junto con su capacidad de dis-criminación de sus reactivos,permiten concluir que “el senti-do que los alumnos le dan asus respuestas define, precisa-mente, las dimensiones queconforman el desempeño de lacalidad docente”.

Así, esta obra nos ofrece nosólo un texto interesante ynecesario para estudiar e

investigar el tema de la evalua-ción docente universitaria, entanto aborda conceptos, teo-rías, paradigmas, debates ycontroversias de manera muypuntual, sino que también ofre-ce estrategias que dan voz yparticipación a los profesoresen los procesos de evaluaciónde los que son objeto, y toda-vía pone a la disposición de lacomunidad universitaria un ins-trumento de evaluación estu-diantil rigurosamente diseñado,que recoge asimismo las apre-ciaciones de los que son eva-luados, e invita por supuesto asu utilización y perfecciona-miento a los que estamosinteresados en proponeralternativas para mejorar lacalidad de la enseñanza.