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Los maestros nos ayudan a encontrar el camino, pero sólo nosotros pode- mos recorrerlo (Alejandro Jodorowsky) Revista de la Provincia Barnabita Chilena Año XVIII Nº 89 -Julio 2008 P A D R E S B A R N A B I T A S R evista R enacer P R O V I N C I A C H I L E N A En este número No avanzar es retroceder, Enzo Carozzi Correa, pp. 3-4 Originalidad de Antonio María: un santo para hoy, Marco Castro Ruz, pp. 5-12 El pecado y el misterio del hombre, P. José Carvajal Gallardo, pp.13-22 De cara a la LEGE, P. Humberto Palma Orellana, pp. 23-28 Noticias de la Provincia, p.29

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Renacer 89. Revista de la Provincia Chilena de los Padres Barnabitas.

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Los maestros nos ayudan a encontrar el camino, pero sólo nosotros pode-mos recorrerlo (Alejandro Jodorowsky)

Revista de la Provincia Barnabita Chilena! Año XVIII Nº 89 -Julio 2008

P A D R E S B A R N A B I T A S

! ! !Revista

! ! ! ! ! ! Renacer

P R O V I N C I A C H I L E N A

En este número No avanzar es retroceder, Enzo Carozzi Correa, pp. 3-4

Originalidad de Antonio María: un santo para hoy, Marco Castro Ruz, pp. 5-12

El pecado y el misterio del hombre, P. José Carvajal Gallardo, pp.13-22

De cara a la LEGE, P. Humberto Palma Orellana, pp. 23-28

Noticias de la Provincia, p.29

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60 años de historia en la vida de una persona representan la madurez suficiente para atreverse a mirar atrás sin el temor de convertirse en estatua de sal, al tiempo que se mira el provenir con la confianza de caminar de la mano con aquello que ha sido y es esencial. Y lo mismo vale para nuestra Provincia.

Los Barnabitas miramos las huellas de nuestra presencia en Chile, y en ellas des-cubrimos algunos tópicos que han ido configurando el perfil de la Provincia. Des-tacan nuestro carisma educacional y presencial parroquial, el compromiso políti-co-cultural y la opción por lo pobres, la sobriedad y profundidad en todos los campos de la acción pastoral, y la comunión de vida y el espíritu profético. No es ocasión de este número de Renacer ahondar en cada uno de ellos, pero esperamos poder hacerlo en los próximos.

Este legado nos ha conducido a descubrir lo esencial: la experiencia de Dios, cru-cificado y resucitado, peregrino, bajo el prisma de San Pablo y Antonio María. Di-cha experiencia de Dios nos permite mirar el futuro, que nos vuelve a desafiar desde contextos educativos, económicos, políticos, religiosos y culturales, convul-sionados, con la confianza que nace de la cruz victoriosa, para seguir anunciando a Cristo en el diálogo permanente de razón y fe, de cuerpo y espíritu. El legado y el futuro de nuestra presencia en Chile dependen de que ese diálogo no se extinga jamás. 60 años de historia. 60 años de vida. 60 años de presencia Barnabita. RR

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No avanzar es retroceder

Pensamientos de un joven sobre el le-gado espiritual de Antonio María Zaccaría

Pareciera ser que todo sobre este médico y sacerdote está dicho, sus obras religiosas y las congregaciones que fundó; sus luchas contra los vicios de la época, en pleno Renacimiento. Hilando más fino, en la expresión de la Refor-ma y Contrarreforma.

Su tiempo, cargado de la-cras de toda índole; las más diver-sas inmoralidades que se podían esperar en la historia estaban ocu-rriendo en esos momentos, con una Iglesia en crisis por las co-rrupciones de los sacerdotes, obispos y fieles; amantes del po-der y el ascenso a altas cumbres de riqueza y bienestar. ¡¿A quién le importaba predicar un evange-lio de pobres?!; ¿quién prestaría siquiera oído a una Palabra de Dios hecha carne y sangre en pe-sebres malolientes?

Y entre todo este mal, que penetraba las aristas del mundo conocido, un hombre prontamen-te sacerdote, nace entre estas malas hierbas, con visión crítica y celo religioso, res-catando los valores ocultos tras los crímenes y el aprovechamiento de la nobleza sobre los más desposeídos. Este hombre, llamado por Dios para servir y dedicarse a esa gente, luchó por reencantar el mundo con las enseñanzas de Je-sús, transformándolas en guías prácticas para las personas que estaban a su alrededor. Anto-nio María se transformó para los más necesita-dos, enfermos y pobres, en un estanque de es-peranza inmenso. Para ellos, más que médico fue amigo y hermano.

En sus Cartas nos deja entrever las an-sias de mejorar el mundo y, sobretodo, las rela-ciones entre las personas, preocupándose del

otro como de uno mismo. Sus sermones pueden ser leídos como guía práctica para las personas, indicándonos actitudes para enfrentar el mundo en contracorriente con el peso de las batallas en las que se nos pone a prueba, pero también como la exposición de la propia existencia en-tregada a Dios y al prójimo, en la ayuda hu-milde y desinteresada -como insiste en sus Car-tas-. Sus escritos corren el riesgo de ser conside-rados como irrelevantes para los tiempos actua-les. Pero ¿qué será lo que tiene que acaecerle al mundo para que sí y en serio las personas tomemos estos regalos de enseñanzas y nos

situemos de una vez por todas y de verdad fren-te al espejo, y desde allí mirar la sociedad que hemos construido, y atacar lo que se debe ata-car y defender lo que se debe defender hasta que sea posible hacerlo, al estilo de este hom-bre, es decir, enfrentarlo para siempre, sin ren-dirnos, sin decirnos hasta aquí y nada más, sino que, al contrario, continuar perfeccionando no sólo el aparataje técnico, que hasta el momento es lo único que parece avanzar, sino también empezar desde cero a preocuparnos por las gentes, los adultos, los jóvenes, ancianos y ni-ños.

El legado espiritual, los pensamientos de Antonio María y su estilo tan propio de seguir a Cristo, permanecen vigentes. Tal vez han cam-

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biado las formas, pero la eficacia del mal sigue presente. Antonio María nos presenta a Dios como aliado incondicional en esta lucha contra el pecado, como aquél que nos compromete a unirnos en familia y en la caridad de los pue-blos, a rechazar rotundamente los crímenes. El Fundador de los Barnabitas, cierto de que no avanzar es retroceder, lleva sus enseñanzas a las prácticas humanas comunes, a las simples y complejas por igual, dando lecciones de cómo deducir, cómo actuar mejor, cómo servir mejor, que para eso están las personas. Si no es para servir al prójimo, el trabajo se convierte en una ruleta de vicios y actos mecánicos, sin ningún provecho para la caridad, encerrándonos en un mundo hostil y sin el amor de Dios. San Anto-nio nos invita a ligar a Dios con nuestros actos, y a Dios con el bienestar del que está a nuestro lado, y al otro y a ése otro, recuperando el sen-tido de la vida social justa.

Nuestra realidad personal pasa por en-cima de las personas que tienen problemas, ca-da uno en lo suyo, sin hacer ningún esfuerzo por escuchar a la gente. Cuando la religión pasa a segundo plano -y también al individual y pri-vado-, pensando que unos rezos íntimos y en silencio ayudan a mejorar el mundo para luego seguir en la misma postura individualista, no es extraño que el mal avance paso a paso, en una loca y maquiavélica espiral de deshumaniza-ción. Pero también el bien puede, y puede más, en cada pequeña acción, sin espectáculo, sino en la simpleza y grandeza de un grano de mos-taza, en la debilidad y fuerza de la Cruz.

Antonio María habla por Jesús y en Je-sús, rescatando su filosofía intrínseca de sus pa-labras puras, aterrizándolas para que sigan siendo el modelo y esquema de todos los tiem-pos, en un doloroso proceso de conversión permanente que pocos se atreven a vivir, a sa-ber, el ejercicio del diálogo con Dios, a cual-quier hora del día -propone el Santo-. Nada es más importante que darnos un espacio para ha-blar con Dios, para exponer los avatares de la vida delante del Crucifijo. Hoy más que antes necesitamos elevar la mente a Dios, sobre todo cuando no nos atrevemos a ser coherentes o a asumir el precio de la libertad. Dios nos pide

elevar nuestra mente a Él sin mezquindades, con generosidad y altura de miras.

La palabras de Antonio María son fuente de esperanza, pero más que eso, una metodo-logía constante para nuestras acciones, consti-tuyéndose en crítica a la tibieza del hombre, a su falta de decisión en la vida. Pero lo peor es leer para después olvidar de nuevo. Muchas veces nos quedamos en la tibieza de no saber más qué hacer, porque ya lo tenemos todo y porque nadie nos moverá de allí. Nos asustan las implicancias de ser un cristiano de verdad; son tantas que reclaman movimiento, y eso nos desalienta, tantas responsabilidades, la severi-dad de la vida cristiana, el diálogo frecuente con Dios, la pobreza al estilo de Jesús, compar-tir lo poco que tenemos. Preferimos sepultar las Cartas y Sermones de Antonio María antes de sacarnos la mochila cargada de celulares, com-putadores, dinero, fama y poder. Ni siquiera estamos dispuestos a escuchar, porque ya lo hemos hecho miles de veces, y si no las vamos a poner en práctica ¿para qué escucharlas de nuevo? Pero ahí esta la respuesta, cada uno debe ir cambiando y después cambiar al otro, y recién entonces podremos escuchar realmen-te la palabra de Dios que nos llega e interpela a través de este Santo médico de Cremona. Entonces caerán las vendas de tus ojos, para ver que la humanidad puede ser aquel espacio en donde la pobreza sea combatida de verdad, en donde la política sirva al bien común, en donde las personas importen más que el dine-ro, en donde la vida sea sagrada y podamos hablar en vez de engullirnos. Sigamos levan-tando las palabras de Antonio María Zaccaría, como lanza que enfrenta el mal, primero en ti mismo y después, por el ejemplo de tu vida, en los demás.

Enzo Carozzi CorreaAlumno del Cuarto año medio B

Colegio El Salvador , San Vicente de TT

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Originalidad de Antonio Ma-ría: un Santo para hoy

“En un tiempo de relajación general, San Antonio María Zaccaria reavivó la fe, promoviendo una intensa vida de renovación interior centrada en Cristo crucificado y en el culto de la Eucaris-tía, corazón de la vida de la Iglesia. Que su ejemplo os impulse a proseguir su misma misión, tan valiosa hoy como ayer, porque está orientada a anunciar y testimoniar a Cristo, muerto y resuci-tado por nuestra salvación” 1

La Edad Moderna comienza con la emi-gración de los sabios del imperio Bizantino a Europa, después de la caída de la capital del imperio romano oriental en el año 1453 tras la expansión de los turcos Otomanos, que deter-mina la difusión de la cultura griega y latina. A esto se suma el descubrimiento de América en el año 1492. Ello explica que, de una u otra forma, los europeos de la primera mitad del si-glo XVI, al igual que San Antonio María Zacca-ria, se ven envueltos en una serie de cambios que poseen distinta intensidad según la posi-ción social, región que se ocupa dentro del continente y capacidad de escapar del hambre y las guerras. En términos generales, estos hom-bres experimentaron los siguientes fenómenos: 1º El surgimiento de estados denominados mo-nárquicos; 2º La revolución cultural que signifi-có el Renacimiento y el Humanismo; 3º La rup-tura homogenizadora de la Iglesia Católica lue-go del proceso de “Reforma”, aunque considero discutible hablar de ésta en el siglo XVI, ya que significaría desconocer lo hecho por el concilio de Letrán en el año 1123 que: “hace referencia clara a la reforma de las costumbres clericales, estableciendo las bases para el conjunto de la

acción reformadora que llegará posteriormente de la mano de los sucesivos concilios lateranen-ses” 2; y 4º las consecuencias sorprendentes de la expansión ultramarina en África, Asia y el descubrimiento de América. Hay que aclarar que el concepto de “modernidad” es eurocén-trico y se esboza, además, en una secuencia espacio-temporal que comprende desde 1453 hasta 1789, considerando también al movi-miento Ilustrado y Parlamentarismo Inglés, es decir, en orden “…corresponde a los territorios de España en el siglo XVI, Italia del siglo XV, Alemania de los siglos XVI al XVIII, Francia del siglo XVIII e Inglaterra del siglo XVII”. 3

Desde el punto de vista político, San Antonio María encuentra a la Europa del siglo XVI representada prácticamente por “El Imperio de Carlos I de España y V de Alemania (1516-1556)… que… se formó por una enorme heren-cia no premeditada, debido a una política ma-trimonial iniciada por los Reyes Católicos con el objetivo de aislar a Francia” 4 del contexto internacional. Esta misma alianza es la que lle-va a los españoles a enfrentarse con éstos por el territorio italiano, el que heredó Carlos a partir “de su abuelo materno Fernando el Católico

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1 Discurso del Santo Padre Juan Pablo II a los Capitulares de los Clérigos Regulares de San Pablo (Barnabitas) sábado 8 de julio del año 2000. www.vatican.va

2 FOREVILLE, R.: “Lateranense I, II y III” en GERVAIS DUMEIGE, S.J.: Historia de los concilios ecuménicos, 6/1, Vito-ria, 1972, p. 81-121 y 172-203

3 Enrique Dussel, Europa, modernidad y eurocentrismo. Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa (UAM-I), México.

4 Fray Pedro Urbina: La España del siglo XVI. Pág 2

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junto con los territorios de Aragón y que incluía los dominios de Sicilia, Cerdeña y Nápoles” 5 . Dentro de las principales aspiraciones de Carlos está la de lograr establecer el imperio universal cristiano, en el que los monarcas se unan en torno de un solo emperador que, está demás decir, sería él y sus herederos, y donde los pue-blos lograran encontrar en la fe el elemento que les dé la sensibilidad necesaria para conformar un único cuerpo o conjunto. El planteamiento de Carlos sólo queda en el plano de las ideas, puesto que nada de lo presupuestado resulta; la unión en contra del elemento musulmán no sirve como excusa para lograr el fin anhelado y los enfrentamientos por el dominio de Europa estallan con los descendientes de Clodoveo, quienes durante la Alta Edad Media habían es-tablecido una alianza con la Iglesia, que les permitió establecer un equilibrio entre el poder espiritual y el temporal en el noroeste de Euro-pa y así fortificarse y consagrarse como pueblo cuya identidad se perfila en torno a la defensa de la Iglesia romana.

Hay que recordar que Robert Fossier en La Infancia de Europa plantea que el siglo XII es un siglo donde se logra establecer la paz y el orden que en un primer momento “…se llama-ba de Dios y que se ha convertido en la del príncipe” 6 , clarificando que son los civiles los que toman el control de Europa, relegando el de la iglesia a un segundo plano, cuestión que Carlos impone en la lucha contra Francia y cla-rifica en 1525 cuando éste vence en la batalla de Pavía a Francisco I, hecho que le permite ocupar Milán y detentar de manera pasajera el poder. Sin embargo, los conflictos se proyecta-rán con los sucesores del Rey franco.

El viejo continente no es la única preo-cupación del monarca español, las posesiones ultramarinas constituyen una nueva base de po-der si se logra el control de los nuevos merca-dos que posibilitarían el crecimiento de su auto-

ridad, el territorio sudamericano, especialmente Argentina y Chile, en mayor medida, son geo-políticamente la puerta de entrada a los nuevos dominios y la ruta de conexión a la riqueza del Perú. Es así como Carlos, para el año 1536, autorizaba a Francisco Pizarro para enviar sol-dados desde el Perú a conquistar y poblar los territorios descubiertos más al sur. Pedro de Valdivia, en 1540, parte desde el Cuzco en ca-lidad de teniente Gobernador de Pizarro. La muerte de Pizarro lo transforma en gobernador interino por elección del Cabildo de la recién fundada ciudad de Santiago de Nueva Extrema-dura. Su nombramiento obtuvo la confirmación del virrey del Perú, el 18 de abril de 1548, con-figurando los límites de la gobernación de Chi-le, la que costó a España más esfuerzo y en to-do caso más tiempo y dinero que la de cual-quiera otra región de América. El dominio de Carlos I se extiende por Europa y de igual forma se expresa en la posesión del nuevo continente y toma énfasis en la ocupación de nuestro ac-tual territorio, entendiendo que sin asegurar éste el dominio del continente puede ser pasajero. Elaborando un punto de vista general, podemos ahora dimensionar las características de la Italia en la que nace San Antonio y que determinan algunos de los principales matices que se plas-man en su obra fundadora.

El territorio italiano se encuentra dividi-

do en el siglo XVI en una serie de estados que podemos asimilar a las piezas de un rompeca-bezas que sólo a finales del siglo XIX logra ser resuelto por el llamado “Risorgimiento”, un movimiento encabezado por el ministro y con-de Camilo de Cavour. Seis son los estados prin-cipales que lo conforman: “Reino de Nápoles, Ducado de Milán; República de Venecia, repú-blica de Florencia, Estado Pontificio y Estado Saboyano-Piamontes” 7.

Además de éstos, podemos encontrar una serie de estados menores como la Repúbli-ca de Génova, el Ducado de Ferrara, el Mar-

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5 Ibídem6 Robert Fossier: La infancia de Europa. Pag 434.7 Rubén Dri, La religión en la concepción política de Maquiavelo. En publicación: Fortuna y Virtud en la república

democrática. Ensayos sobre Maquiavelo. Tomás Varnagy CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Ciudad autónoma de Buenos Aires, Argentina 2000. ISBN: 950-9231-54-1

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quesado de Mantua, el Ducado de Urbino, la República de Siena y la República de Lucca.

El momento histórico que enfrentó nues-tro Fundador es de especial complejidad. El na-cimiento de la Orden de los Clérigos Regulares de San Pablo sucede en medio de una serie de preocupaciones que afectan a su entorno. El conflicto con el Islam revive con fuerza en el mundo europeo y sin duda lo afectó: “los ejércitos de Solimán el Magnífico derrota-ron y mataron al rey de Hungría y Bohe-mia, Luis II Jagellón, en la batalla de Mo-hacz (1526). Casi toda la llanura húngara, salvo una estrecha franja muy cerca ya de Austria, pasó a manos de los turcos durante dos siglos” 8.

Durante los años 1529 y 1532, Fernan-do de Habsburgo, cuñado del rey asesinado y hermano de Carlos V, dirigió la defensa de Vie-na, es decir, el paso obligado al mundo europeo que anhelaba el Islam. El viejo continente si-guió siendo fuertemente amenazado cuando los Otomanos conquistaron Egipto y protegieron Argel, gobernada por los hermanos griegos Bar-barroja. “Nápoles, Sicilia, las Baleares, el Le-vante español: todo se convirtió en una frontera latente, amenazada en cualquier momento por los secuestros y la piratería. Los caballeros del Hospital de San Juan de Jerusalén, expulsados de la isla de Rodas en 1522, se instalaron en la de Malta en 1530, como baluarte de la Cris-tiandad” 9.

La Vida de San Antonio transcurre entre los enfrentamientos de los reyes de Francia, Francisco I (Cristianísimo) y de España Carlos V (Católico), quienes luchan entre sí por el control del actual territorio de Italia, y que los llevó a la disputa armada durante 23 años en cinco gue-rras en la frontera con Francia (1521-1526,

1527-1529, 1536-1538, 1542-1544 y 1552-1559). Entre la segunda y la tercera surge la Congregación Barnabita.

Con respecto a la complejidad conside-ro interesante el debate que surge con respecto a la visión que proyecta el problema religioso dentro de la sociedad y que se plasma de mane-ra natural en el arte, que definen la posición mendicante bajo medieval en contraposición

con las nuevas ideas que se reparten por Italia y luego por el continente, logrando abstraerse de las dis-putas políticas. Desde el punto de vista artís-tico surge la contro-versia en el siglo XVI

en el mundo europeo entre las posturas a favor o en contra de la imagen, que derivan de un arte de “contrarreforma” de contenido católico. En los Países Bajos se tradujo en una disputa religiosa, volcada al pasado donde es difícil dis-tinguir los matices que la historiografía define como Edad Media y Renacimiento. Dentro de los principales autores de este siglo destaca Al-berto Durero, El Bosco, (quien fallece 1516), Gerard David con la pintura flamenca del siglo XV, Joachim Patinir que hasta su muerte en 1524 realizaba su revolución en la pintura del paisaje y Quintin Metsys quien a 1530 pregonó un nuevo clasicismo, y el famoso Erasmo de Rotterdam.

La idea artística de Alberto Durero es interesante y la considero como fuente de in-formación ya que él viaja a la Italia de nuestro Fundador y nos muestra la controversia que se vive y el agitamiento de Europa, es entonces que su obra creativa recoge este momento y lo intenta racionalizar bajo su visión artística con-siderando las ideas religiosas de la edad media, la postura piadosa de la Devotio Moderna y la radical de Erasmo y Lutero. Para ello pretendo una comparación breve de algunas obras artís-ticas y así describir este contexto.

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8 Alfredo Floristán, Tiempos de cambio. La europa que vivió san Francisco de Javier. Conferencia Programa El mundo alrededor de Javier. Pamplona, 30 de marzo de 2006. Pág 9.

9 Ibídem, 10.

La Vida de San Antonio transcurre entre los enfrentamientos de los reyes de Francia, Francisco I y de España Carlos V (Católico), quienes luchan entre sí por el control del actual territorio de Italia

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El Bosco proponía una visión morali-zante, aún no individualista que manifestaba un peregrinaje humano, mientras que Durero, pre-senta su fe en el destino individual del hombre como un ser dotado de autonomía, el “Carro de heno” y “San Antonio en meditación” de El Bosco a fines del siglo XV, representan los tor-mentos del hombre santo, que chocan con el “San Jerónimo en su celda” de Durero en 1514, que muestra la fuerza interior del hombre ilu-minada desde el exterior, iluminado por la luz de la revelación. En el siglo XV Durero había dado su visión medievalista en la obra “Apoca-lipsis” y en sus sucesivas series de “La pasión”, sin embargo, para el nuevo siglo se percibe un cambio, su pintura se basa en la introspección y en el conocimiento del yo, (visión renacentista) que busca la belleza del ser humano y que se plasma en su obra “Adán Y Eva” de 1504. Para 1521 el artista se deja llevar por Lutero, e inclu-so el viernes que precedió al día de Pentecostés éste se conmociona por la noticia falsa de que Lutero había sido apresado. Tal hecho lo lleva a pintar “Melancholia”. Considerando el arte co-mo reflejo de la sociedad, podemos distinguir cómo ésta se encuentra en movimiento: Italia y su presente viven la dicotomía religiosa, y la dieta de Worms termina por establecer y marcar el punto de no retorno entre Carlos V y el fraile agustino, entre los reformistas y los contrarre-formistas.

Sin embargo, en Italia se producen una serie de acciones que intentan abstraerse del

dominio político, de la discordia religiosa, de la imposición de cómo mantener la fe y de la vi-sión perfeccionista e individualista que preten-den simplemente dar solución a la problemática moral y social que se vive en consecuencia a la responsabilidad de ser seguidores de Cristo, desde abajo, ajenas al humanismo y al ámbito escolástico, determinando como principio de acción la caridad. Héctor Vernazza en Génova da inicio a este proceso fundando una fraterni-dad de laicos y eclesiásticos para la caridad, se toma como base la “Oratoria del Amor Divino” que nace en Roma, y luego se difunde por toda Italia configurando una notable camada de san-tos que pasan a ser reformadores de la Iglesia. En primer lugar encontramos a San Cayetano de Tiena (1480-1547) quien en el año 1524 fundó a los Clérigos Regulares de San Agustín, los llamados Teatinos; San Jerónimo Emiliani (1481-1537) funda la congregación de los “Somascos” que mantiene estrechas relaciones con la pri-mera; San Antonio María Zaccaria (1502-1537) funda la tercera: Los Clérigos Regulares de San Pablo en el año 1530, llamados “Barnabitas” por la iglesia de San Bernabé de Milán; Santa Ángela de Merici (1474-1540) funda en el año 1535 a las “Ursulinas”, con el fin de llevar la educación a las niñas abandonadas. Es impor-tante también destacar que es en este momento cuando Mateo de Bascio y Ludovico de Fossombrone promovieron la reforma “Capu-china” de los franciscanos, en 1528, basada en la vida rigurosa y el trabajo manual que logran difundirse con gran fuerza.

En el caso de nuestro Fundador pode-mos establecer que vive en un mundo cuya concepción es eurocéntrica, políticamente he-gemónica, expansiva y conquistadora, y que se remece por la intromisión de los postulados de Lutero que cuestionan el concepto de universa-lidad cristiana, y que deben transformarse en el comentario obligado dentro de los círculos so-ciales y artísticos.

La pregunta que debemos hacernos, luego de establecer algunas pinceladas de la Europa del siglo XVI, es si existe con estos Clé-rigos Regulares una nueva visión de Iglesia o simplemente son una nueva expresión conti-

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nuista de las ordenes mendicantes bajo medie-vales como los Domínicos, Franciscanos, Agus-tinos o Carmelitas por citar algunos. Lo intere-sante es descifrar cuál es el aporte de los Cléri-gos regulares de San Pablo y cuál es la trascen-dencia de San Antonio María. Para poder res-ponder a esto se hace necesario elaborar una visión del contexto social que logre describir al hombre dentro de su cotidianeidad, pero en relación a la Iglesia, su percepción de ella y más que nada qué tan práctica puede resultar para lograr la vida eterna. Es cierto que no po-demos dimensionar en su totalidad la visión que poseen todos los grupos sociales que con-forman el mundo europeo o, incluso, conside-rar dentro de este fenómeno moderno al mundo americano que se inserta dentro del patrón oc-cidental, pero sí podemos rescatar pinceladas de los principales debates que se manejan res-pecto de la Iglesia y las percepciones de los fie-les a partir de los concilios, la política, el arte y la economía. Ellos pondrán a nuestra disposi-ción elementos que nos permitan evaluar el aporte de esta Congregación clasificándola co-mo la continuidad legalista eclesiástica bajo medieval o dentro de un marco de originalidad reformadora.

Para el análisis se hace necesario enton-ces tener la visión cristiana anterior al siglo XV y la posterior a éste, lo que pretendo por medio de la revisión de los Concilios medievales que tomaré considerando los postulados de María Nieves Munsuri Rosado quien en la tesis docto-ral: “Perspectiva Socio-Económica del Clero Secular en la Valencia del Siglo XV” estudia a fondo las reformas del clero a partir de Letrán y nos muestra cómo a través de la legislación, ellos establecen una imagen de la realidad exis-tente en la iglesia, estableciéndose un marco general en que se encontraba el referido colec-tivo.

Según la autora citada, los concilios “la-teranenses”, de una forma esquemática, entre-gan normas relativas a la vida cotidiana, las

costumbres, el vestir, el corte de cabello, el lu-gar de residencia y lo relativo a la descenden-cia; muestran además los criterios para la elec-ción de los clérigos; las obligaciones rituales considerando los oficios litúrgicos y los sacra-mentos; el sometimiento a la jurisdicción ecle-siástica, la situación económica destacando el “vivir del altar” y la posesión de bienes de rea-lengo, viniendo a determinar una forma de lo que representa ser cristiano desde el punto de vista laico o clerical, estableciendo una proyec-ción para los siglos venideros.

De este análisis podemos establecer lo siguiente: “El hombre europeo de 1500 es un hombre religioso, no en todas partes igual de clerical, pero sí religioso; y al mismo tiempo vivía en una sociedad en plena mutación de todas las estructuras” 10 que se encuentra en una sociedad que ebulliciona en pleno cambio, es un hombre que desde el punto de vista del cristianismo se hegemoniza en torno a la refor-ma gregoriana del siglo XI y que se cristaliza en el siglo XIII, por lo que se puede afirmar que es más un hombre medieval que uno moderno. La Iglesia impone su visión por medio de los con-cilios como marco legal que regirá a ésta, el que perdura hasta el siglo XVII. Se trata de un modelo que sufre algunas críticas de manera cierta durante su implementación en los cuatro siglos que atraviesa, pero que en lo medular es aceptado y determina lo siguiente: “La iglesia se estableció como una monarquía papal, que in-tentó eliminar sus males como la simonía o compraventa de cargos eclesiásticos, y el nico-laismo o clerogamia, se intentó modificar la formación teológica y se separó a los clérigos de los laicos” 11 estableciendo dos niveles, don-de los primeros tienen la llave para la salvación del alma y el paso al otro mundo, y los segun-dos dependen de ellos para lograr dicha salva-ción.

Durante los siglos XII y XIII se fijan en siete los sacramentos, aparece la confirmación en el XIII, que antes era una especie de anexo

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10 Ronquilio Rubio: El rechazo del modelo religioso hacia 1500. Carlos de Gante rey de Canaria. Encuentro Hispano-Belga En el Centenario del Nacimiento del Emperador. 2000. Pág 9.

11 Ídem, 16

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del bautismo. Con respecto a la penitencia se declara (será la base de discusión del protestan-tismo) que “lo importante no era declarar los pecados en público ni hacer propósito de la enmienda, sino la absolución del sacerdote en nombre de Dios” , el sacerdote pasó a estable-cerse como el mediador entre el creyente y Dios, con respecto a la penitencia surge la prác-tica de las Indulgencias que “redimirán la pena temporal debida por los pecados, pero no la culpa”, aunque prevaleció la visión de que se absolvía de la culpa. El IV Concilio de Letrán plantea al matrimonio como monogámico e indisoluble. En cuanto a la doctrina se obliga por medio del II Concilio de Letrán a la comu-nión una vez por año, por Pascua. En cuanto a la Eucaristía se define la transubstanciación del pan y el vino en el cuerpo y en la sangre de Cristo, se fija la misa dominical, los períodos de ayuno y abstinencia. Este modelo plantea la uniformidad del cristianismo, que es el que a 1500 asegura al hombre la salvación siempre y cuando se obre como lo plantea la Iglesia.

El hombre de 1500 sufre de la angustia de la doble muerte, la biológica y la espiritual, el miedo al juicio final existe. Las penas del purgatorio serán peores que los males de los hombres en esta tierra, sólo la Iglesia puede amortiguar ello. La institución de la Iglesia pue-de salvar al hombre moderno, pero su mente y su ser pretende otra explicación, otro medio de salvación, en donde los laicos la consiguen al participar dentro de la iglesia como comunidad y no como los que deben ser conducidos. Se quiere rebrotar el cristianismo primitivo que no acepta la burocratización y la jerarquización de esta Iglesia reformada que plantea un sistema más teórico que práctico y que no se acerca a la sensibilidad. La iglesia de 1500 planificaba mediante manuales, incluso, cómo debía de ser la buena muerte, es decir, si se seguía lo dicho al final de la vida, las culpas y la vida terrenal quedaban de lado. En este contexto surgirá la búsqueda de una nueva expresión del cristia-nismo como son la Devotio Moderna, el Pietis-mo, el Misticismo y el Humanismo, que influi-rán en el nacimiento de Wicliff, Huss o Lutero, entendiendo a este último no como el “propul-sor de la reforma” sino como el catalizador de

la primera reforma de la Iglesia y del desánimo que ésta produjo en los fieles.

Son muchas las visiones que se mane-jan al momento de la fundación de la Orden de los Clérigos Regulares de San Pablo, y conside-ro que Italia presenta una nueva base espiritual como resultado del surgimiento de la “Devotio Moderna”, movimiento espiritual que surge a finales del siglo XIV, en los Países Bajos, cuyo iniciador fue Gerard Groot, secundado luego por su discípulo Florencio Radewinjs, y que traspasa a nosotros la espiritualidad de este mo-vimiento en los escritos de Tomás de Kempis en su obra “De imitatione Christi”, uno de los li-bros más leídos de la cristiandad después de la Biblia, y que define a este movimiento filosófico y teológico como voluntarista, que busca la en-trega generosa, resaltando el valor de la senci-llez, la moralidad y las realidades concretas de la santidad; sin embargo, el cultivo de la vida interior los alejó del apostolado activo, aunque produjo la renovación de las almas, introdu-ciendo la divulgación de la práctica de la ora-ción personal tanto a monjes como clérigos y seglares. Terminó por insertarse en un subjeti-vismo individualista, este movimiento ha de marcar el contexto del Fundador de los Padres Barnabitas, quien recoge además lo mejor de la Oratorio del Divino Amor, el Pietismo y el Hu-manismo.

La formación de los Clérigos Regulares de San Pablo corresponde, entonces, a una obra reformadora y no continuista legalista. Los Bar-nabitas y su visión son algo ajeno a lo ya esta-blecido en los siglos anteriores, son progresistas que incluso fueron cuestionados por la Inquisi-ción.

San Antonio toma como base de acción la figura de San Pablo, apóstol que predica qui-zás en los momentos más difíciles del cristia-nismo, situación similar a los años de Antonio María. Juan Pablo II, al referirse al nacimiento de los Barnabitas, transcurridos ya más de cua-tro siglos, lo testimonió así: “Consideró al após-tol san Pablo como su maestro, su modelo de vida y su guía en la realización de un apostola-do de caridad en favor del clero y de todo el

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pueblo cristiano” 12 . El nuevo soldado toma como base la caridad. La ley debe regir con preceptos claros e intachables para el buen fun-cionamiento de la Orden naciente, consideran-do al dinero, al usufructo y al lujo como un re-torno al pasado, inconsecuente con la nueva espiritualidad que él impone. Por ello es claro en cómo se debe obrar estableciendo que: “Ningún Hermano se comprometa con nadie con Misas u Oficios; eso sí sin (recibir) dinero y "por amor a Dios" recen por los difuntos o por quien padezca necesi-dad espiritual o material. Por ningún motivo acep-ten limosnas que obli-guen a las cosas predi-chas, para que no se comience a hacer "co-mercio", y esto con la Sangre de Cristo”13. Con respecto al usufructo de la Iglesia, otro de los ma-les arraigados en la Baja Edad Media, declara en el Capítulo IV, concer-niente a la pobreza, lo siguiente: “no se recibi-rán por ningún motivo propiedades o rentas anuales en dinero, vestidos, víveres o cualquier otra cosa” 14. En el capítulo sobre el Ayuno y la Alimentación recalca sobre la sobriedad y plantea el modelo del Cristo pobre a seguir por parte de sus clérigos: “Y si sucediera que algu-nos se quejasen de la pobreza y quisieran intro-ducir más cosas, no los escucharán, los consi-derarán más bien enemigos de la pobreza de Cristo, quien quiso que le faltasen casi todas las cosas necesarias” 15 . Esta mentalidad es clara y tiene por finalidad asegurar el fin de los males de la Iglesia, el Fundador tiene claro que la po-breza es el camino a seguir por sus discípulos:

todos así son iguales, todos así son verdaderos hermanos con una sola preocupación: imitar a Dios, amarlo y darlo a conocer: “Nadie acepte por ningún motivo regalos de cosas que no usamos; las que usamos, aunque hubiesen sido dadas con miras a determinadas personas, serán distribuidas de todos modos en común” 16

La caridad que surge en San Antonio tiene como base la observación de los manda-mientos, el estudio de la verdad y el evangelio y

el anuncio de la buena nueva, estableciéndose como plantas y colum-nas de la renovación del fervor cristiano (carta VII), donde el mensaje alcance a todos los miembros de la socie-dad. Este mensaje debe enraizarse y ser difundi-do a través de la reforma espiritual de quienes ocupan puestos de res-ponsabilidad: “los pa-dres en las propias fami-lias y los profesionales en sus funciones”17, es-tableciéndose las bases y

pilares de la sociedad. Un ejemplo concreto de esta visión es la fundación del grupo “Ami-cizia”, el que busca reformar las costumbres. La labor evangelizadora hace presente el senti-miento de la sociedad laica de alcanzar mayor participación dentro de la Iglesia. Lo que se perdió en el siglo XII con las reformas latera-nenses ahora es comprendido. San Antonio no discrimina en cuanto a quienes deben acercarse a Dios, ni menos pretende establecer al clero como puente de unión entre Dios y los hom-bres. La caridad es la base del encuentro con la divinidad, y todos deben practicarla, los hom-bres (Barnabitas), las mujeres (las Angélicas ) y

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12 Discurso del Santo Padre Juan Pablo II a los Capitulares de los Clérigos Regulares de San Pablo (Barnabitas) sábado 8 de julio del año 2000. www.vatican.va

13 Id. Pág 4.14 Íd. pág 715 Íd. Pág 916 Ibídem17 Provincia Chilena, Vida de San Antonio María Zaccaría. Pág 2

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los seglares a partir de la Orden Tercera de los Casados (Laicos de San Pablo).

Conocedor de la Devotio Moderna, eli-minó el problema de la subjetividad individua-lista y se lanzó en la formación de una objetivi-dad universal, hecho que se expresa en la pri-mera carta del 31 de mayo de 1530: “será me-jor que yo la escriba no ya con la pluma, sino con los hechos”. El alma se rejuveneció con la enseñanza, que junto a los asuntos del saber cotidiano debe pregonar a los demás la imita-ción de Cristo. Ésta se estableció entonces co-mo la prueba concreta de dicha objetividad, hecho que Juan Pablo II reconoció. Viendo la relevancia de la educación y de los difíciles momentos que ésta pasa, el Papa invitó a conti-nuar, recordar y no decaer a los Clérigos Regu-lares de San Pablo sobre esta misión que impul-só San Antonio “Quisiera exhortaros a no desa-nimaros y a permanecer serenos incluso ante esta dolorosa prueba, confiando en la ayuda divina y en el apoyo de vuestro Fundador”.18

La visión de Iglesia que presenta San Antonio es aquella que se compromete, sin du-dar un segundo del amor de Dios; una visión optimista que necesita de gente fuerte, deseosa de actuar y de romper con la incertidumbre del siglo XVI, primero reconociendo el hecho de una crisis moral que puede haber infectado el jardín de Dios, e incluso a él mismo, pero segu-ro de poder sobreponerse “Animo, hermanos; levántense, pues, y vengan por fin conmigo. Quiero que arranquemos juntos estas malas plantas, si las hay en ustedes; y si no las hay, vengan a ayudarme a mí que las tengo bien arraigadas” 19 . La fórmula que promueve para alcanzar a Dios se basa en la oración, sin re-glamentación, otro antecedente que rompe con los esquemas de los siglos anteriores “Hagan, ante todo, ejercicios de oración; y esto, por lo general, sin orden fijo, o sea, sin una reglamen-tación determinada, pero sí por el espacio de

tiempo que el Señor le inspirare al momento” 20. Plantea -además- que Dios siempre está pre-sente en nosotros, y que por ello es fundamen-tal consagrarse a él y dedicar nuestro día a El de forma sencilla: “Antes de iniciar, pues, cual-quier trabajo, dirija a Cristo unas pocas palabras a gusto de usted. Y también durante su ejecu-ción, levante a menudo la mente a Dios: le ase-guro que con ello sacará usted un gran prove-cho espiritual, sin causarle ningún menoscabo” 21

El hombre debe ser capaz de conocerse en sus virtudes y en sus males, para así perfec-cionarse y lograr la construcción de una nueva mentalidad “La tercera práctica que le encarez-co es la de un esfuerzo constante -durante sus meditaciones, oraciones y reflexiones- para descubrir los defectos y pasiones principales” 22

La visión de San Antonio María Zacca-

ria, por lo tanto, rompe con la mentalidad bajo medieval, entregando al hombre la capacidad de encontrarse con Dios por sí mismo, sin dejar que el colectivo católico se diferencie en capa-cidades entre seculares y regulares, elimina el lujo, la ostentación, reglamentando la forma de vida, las costumbres y el orden dentro de la na-ciente congregación de manera sencilla y pru-dente, sin el sonido de trompetas al igual que el carácter austero de San Pablo, dictando con el ejemplo su amor a Dios, con la caridad y la elocuencia de la enseñanza de la imitación de Cristo expresada a la sociedad y no dentro de un individualismo. En Antonio María, el laico tiene el camino libre para conocer y gozar a Dios.

Marco Castro Ruz, Profesor de HistoriaColegio El Salvador, San Vicente de TT

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18 Discurso del santo padre Juan Pablo II. Pág. 219 P. Ricardo M. Frigerio; Cartas de San Antonio María Zaccaría. Pág 9 20 Ibídem; Pág 1221 Ibídem; Pág 1522 Ibídem; Pág 16

RR

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El pecado y el misterio del hombreAproximaciones conceptuales y re-flexión pastoral

En Renacer 861, p. Giulio Pireddu ha tocado un tema que hoy se discute poco, inclu-so en ámbitos eclesiales, pero se evidencia por doquier: El pecado. En un texto “sesudo” como bien lo calificó Mons. Goic, y junto a otros acercamientos a realidades profundas, se ofre-cen pistas de aterrizaje para nuestra vida y nuestro ministerio penitencial. Ante una “alerta permanente”2 no podemos sino adoptar una actitud crítica y que nos vincule a partir de una reflexión seria ante una complejidad por mu-chos ignorada y por otros despreciada. Y miran-do con sinceridad y altura de miras nuestras vidas, no pocas veces esta experiencia tan pro-funda, nos sobrepasa y nos agota; pone en jui-cio nuestro calibre teológico-pastoral, deslum-brado tantas veces por situaciones de vida, per-sonales como comunitarias, que esquivan la necesidad de tocar en lo profundo (o al menos intentarlo) lo que hoy vivimos y asistimos en la vida de tantos que no se topan accidentalmente con nosotros, sino que revelan la misma com-plejidad de la cuestión y la necesidad de una respuesta seria y madurada. Que pecamos… no cabe duda, pero no me atrevería a decir lo mismo ante la asunción en nuestra memoria personal y social de las repercusiones de tales acciones. En ese intento, no debemos desconocer aquellos medios a nuestra mano que son una

ayuda. La reflexión profunda del pecado a la luz de la S.E3, del derecho canónico y el desa-rrollo pastoral en la Iglesia, es sin duda un tema a profundizar. Trataremos de dar una mirada crítica y reflexiva sobres aspectos de la proble-mática que no siempre se vinculan y necesita-mos conceptualizar y madurar a la luz de nues-tro quehacer. A la luz del misterio del Hombre, la relación justicia y naturaleza humana nos situará en el centro de esta reflexión, para luego sopesar nuestro ser comunidad creyente anima-da por el espíritu (y de un modo peculiar, pau-lino-zaccariano), desembarcando al fin en la paradoja misma del hombre y el misterio del pecado, reasumiendo desde allí, nuestra opción de vida fundamental, fortalecida y vinculada con la gracia que supera toda angostura de pe-cado.

1. Relación entre justicia y naturaleza humana a la luz de la Sagrada Escritura4

Un texto propicio para contextualizar la reflexión entorno al misterio del hombre es el salmo 8. Desde una opción creyente siempre crítica y en apertura, el autor sagrado apunta a la auténtica dignidad del hombre y a algunos derechos fundamentales. El ser humano aparece en una relación de armonía con Dios, con lo creado y con los demás hombres. Es esta rela-ción, es decir, la capacidad de establecer rela-ciones auténticas, sacudidas de prejuicios y lle-vadas por la reciprocidad, donde se afirma la dignidad fundamental en perspectiva teológica. A un tiempo, es esta relación del hombre con Dios la que define toda relación del hombre con la realidad. Emerge, por tanto, el tema de la

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1 Renacer 86 (Año XVII, abril 2007); páginas 18-242 Ibíd.; 13 Sagrada Escritura.4 José Carvajal G; Curso de Introducción al Derecho Canónico, PUC 2001

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comunión con Dios, con el mismo hombre y la creación. El hombre comienza a establecer re-laciones con otros que le ayudan a reconocerse primero como tal y luego como hermano. En la máxima del paraíso, como aquel lugar de deli-cias5, dicho principio articulador de la vida co-tidiana, si sitúa en la misma experiencia y natu-raleza del hombre. Hay dos aspectos por los que el hombre es imagen de Dios6. El hombre tiene la “capacidad de generar otros hombres «transmitiendo su imagen»”. El mandato es cla-ro: “Sed fecundos”7. Para dominar sobre la creación visible, de lo que es constituido señor, en cierto modo, “administrador de Dios”8. En la inteligencia del hombre se reconoce la ventaja y la capacidad del hombre para ejercer su do-minio. En el mismo salmo 8, 5 el hombre es señalado por la atención divina, entre los seres del universo.

Ante todo esto, cabe la pregunta: ¿Por qué el hombre es considerado, dentro del pen-samiento cristiano, como una criatura superior? Podríamos decir, que es por el singular hecho de estar llamado, desde su origen, a una pecu-liar relación de amistad con el creador, ya que es un ser inteligente y capaz de amor9.

Ahora bien, la comunión, que nace por designio de Dios, sufre alteraciones que pocas

veces alcanzamos a visualizar. Se nos encubre su mismo origen y por lo mismo nos sitúa ante el misterio, pero aquel de tipo irracional que rompe con la lógica establecida desde los ini-cios. Si miramos nuestra vida de penitentes, como la misma condición penitencial de la Iglesia, esta comunión queda rota por la desar-monía del pecado y se produce un quiebre en las relaciones, quiebre que muchas veces nos aflige, nos supera y no sabemos como sobrepa-sar. Es por esto que el hombre recurre a la bús-queda de un nuevo orden para fundamentar la sacralidad de su vida; toma conciencia que na-die puede lesionar el carácter absoluto de su vida, primer derecho a vivir como hijo de Dios, y por ende, como hermanos. Hablar del hom-bre como imagen de Dios, permite hacer un “intercambio”: Se permite trasladar al hombre lo que sabemos de Dios y, trasladar a Dios, lo que sabemos del hombre”. Es interesante que apreciemos que dicho intercambio se produce a modo de “relación personal”; de aquí la impor-tancia que la tradición atribuye al concepto de “persona”. Aplicada al hombre, expresa su par-ticular dignidad, alude a su condición espiritual y sugiere los derechos que le son innatos. La relacionalidad es una característica básica y fundamental del espíritu humano, reflejo del modo del ser divino10.

.1 El aporte veterotestamentario: La justicia con la que YHWH salva.

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5 El ser colocados en el jardín (traducción de parádeisos) es una representación llena de significado. Se trata de un lugar de “delicias”; lenguaje mitológico tomado de los pueblos orientales que hablan de un lugar de felicidad donde viven los dioses. Desde la tradición cristiana se quiere mostrar la situación privilegiada en la que Dios creó al hom-bre. Martín Gelabert Ballester; “Jesucristo, Revelación del Misterio del Hombre”; P. 125 (completar la cita al pie, falta la editorial, o al menos, la proveniencia del libro)

6 Salmo 8, 6-77 Gén. 5, 1- 38 A la luz del relato bíblico, el tema del paraíso está escrito como contraste con las miserias de nuestra condición ac-

tual para que el hombre vea la causa de tales miserias y sepa, por tanto, donde está su remedio. Se trata de situar al hombre ante su realidad para que rectifique su camino y reemprenda el camino del Dios de la vida. Gelabert., o.c. p. 130

9 En paralelo al pensamiento cristiano surge otra pregunta: ¿Por qué dentro de un clima de sensibilidad “ecológica” se objeta la superioridad y dominio del hombre? Sin duda, es por las exageraciones que se han cometido y de las cua-les el mismo hombre pocas veces asume con una actitud responsable. Pero no hay que olvidar que la relación del hombre con el mundo no es de “dueño”, sino de administrador. Lorda Juan Luis; Para una idea Cristiana del Hom-bre; Aproximación teológica a la Antropología; p.45 (completar cita)

10 Lorda Juan Luis; Para una idea Cristiana del Hombre; Aproximación teológica a la Antropología; p.55-57

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La experiencia veterotestamentaria nos nutre a partir de la historia del hombre-Israel que sabe de estas contradicciones y que reafir-ma su ser relación en la Alianza. La manifesta-ción del pecado, ese rebelarse del hombre diri-gido a Dios11, expone la fragilidad del tiempo del ser humano y lo destierra ante si mismo y de si mismo. El desposeer-se recuerda en todo momento que la vida misma ha sido da-da para vincularse, unirse, comulgar de aquella natu-raleza que es semejanza de la de Dios. Esta misma reflexión que vierte el A.T sobre la naturaleza del hombre y la emergencia del pecado, plantean la conjetura siempre inaca-bada de la búsqueda del culpable. ¿Soy acaso yo responsable de mi hermano? Esta pregunta se responde des-de la vida del pueblo, desde el avanzar del viator, puesto en camino “hacia”. El destierro del pueblo, que no es sino la imagen del mismo hombre experimen-tado el destierro, rememora lo que experimenta aquel que no se reconoce ante Dios y ante su naturaleza como relacionado. Perder la tierra es perder el origen. Y sin él, no hay destino, no hay fin.

Es interesante considerar que en el A.T no aparece el término “derecho” para designar la relación del hombre con Dios; sí aparece jus-ticia, Sedaqah (Jc. 5, 11) pero Sedeq no significa una justicia distributiva, sino la fidelidad, la jus-ticia con que el Señor está detrás de sus prome-sas. La justicia de Dios debe entenderse como la salvación que Él da, y ofrece por pura gracia. Se significa así, que la justicia humana viene de la justicia Divina, el derecho humano está ins-pirado en el derecho Divino. Justicia humana

que se desliga de la misericordia Divina, no puede sino devenir en injusticia. La revelación bíblica lleva a una com-prensión más profunda, a una experiencia más humana, por ejemplo, del derecho positivo. Por lo tanto, el hombre puede conocer la voluntad

de Dios que se expresa por medio de la justicia, la que a la vez se

expresa en las leyes y juicios humanos, teniendo en

consideración que son mediaciones nunca perfectas12. La justicia bíblica, que tanto di-fiere de nuestra apre-ciación y aplicación de la justicia, no por eso es excluyente. La Sagrada Escritura en

su referente constante a la voluntad trascen-

dente, da a la justicia una dimensión metafísica dife-

rente. No excluye la actua-ción histórica de Dios, que hace

que los hombres sean reconocidos como socios en una alianza. En toda la Sagrada Escritura se afirma que la fuente de la dignidad humana y sus derechos es Dios Creador, de cu-al recibimos el encargo de administradores de su acción creadora y dispensadores de su mise-ricordia. En su voluntad creadora, Dios mismo se reconoce en la textura de la historia que jun-to con transformarla la trasciende hacia nuevos horizontes, donde la instauración de cielos nuevos y tierra nuevas, llena de esperanza a la Iglesia sustentada en su gracia y en la opción de los creyentes.

.2 La Teología neotestamentaria como promesa y cumplimiento

Dando un salto cualitativo, Cristo en el N.T ensalza la dignidad de todo hombre en su

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11 Éste es el sentido religioso del pecado que se descubre en el A.T, a partir de la lectura del Génesis y las consecuen-cias de tal rebelión al plan de Dios.

12 Y esta es la experiencia de la gracia y del pecado, de la cual se hace cargo la antropología teológica, como un inten-to aproximativo, siempre in-acabado, a la situación en la cual el hombre convive.

Si miramos nuestra vida de penitentes, como la misma

condición penitencial de la Igle-sia, esta comunión queda rota por la desarmonía del pecado y se pro-duce un quiebre en las relaciones,

quiebre que muchas veces nos aflige, nos supera y no sabe-

mos como sobrepasar

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acción concreta. En su encuentro con los peca-dores, débiles y enfermos, les restituye la digni-dad a la que han sido convocados. El hombre puede a través de Cristo restaurar esta comu-nión rota con Dios y con los demás y con ello, el pecado, que destruye las estructuras de la convivencia humana, puede ser destruido. Siempre el pecado va a producir desconfianza en la comunidad y en la propia capacidad del hombre por levantarse. Ello traerá consecuen-cias, a saber, divisiones que prohiben la convi-vencia y que engendran rupturas. Cristo es quien cumple toda la justicia divina y da fun-damento a la justicia humana13. Quien cree en Él, puede realizar obras de justicia. En su muer-te y resurrección se restituye todo lo que se ha-bía perdido por el pecado. Se restablece la co-munión y sus derechos fundamentales, el nuevo orden que la creación anhela con gemidos ine-fables (Rm 8,19.22) El rechazo que sufre Jesús por parte de los suyos es el “rechazo de Dios que se acerca para ser acogido por cada hom-bre”. Así, la cruz se convierte en el resumen y signo de todos los pecados.

Por tanto, hemos de plantearnos como tarea la justicia del discípulo de Jesús: superar la justicia de los escribas y fariseos. Se trata de asumir una nueva justicia que nos lleva a crear vínculos de auténtica comunión en la Iglesia y en el mundo. La superación de la condición legalista de una sociedad que, paradojalmente se cimienta en una justicia para todos, es urgen-te declarar en voz de la Iglesia.

La exigencia de la radicalidad en el se-guimiento de Cristo se puede encontrar en el Sermón de la Montaña (Mt. 5, 1-11): La justicia evangélica no sólo exige el respeto exterior de la ley, sino que exige y lleva a actitudes interio-res positivas de caridad. Sólo esto implica supe-rar lo exterior para llegar al corazón, al centro mismo de la misericordia con la cual Dios, des-de la Cruz, proclama la liberación, la salvación del hombre. La prenda por su rescate se sitúa en la experiencia fraterna, desinteresada y libre de todo legalismo que, a ultranza, no hace sino excluir a los más necesitados de perdón.

Se comprende así que la naturaleza misma del Derecho en la Iglesia no es sino me-dicinal para la condición humana que, tendien-do naturalmente a buscar el bien sumo, de vez en tanto, desvía el camino hacia metas desco-nocidas. No es allí el lugar donde el pecado emerge como imposibilidad de una vida nueva, sino en el avanzar diario, simple y cotidiano, donde los esfuerzos por ir siempre hacia lo bueno, tantas veces se desvanecen ante los po-deres que aniquilan toda esperanza.

2. Para formar un interés fraternal

Señalemos una consideración básica: La justicia que buscamos debe llevarnos a excluir toda posibilidad de “venganza o violencia”. Si no lo hacemos, el hombre puede ver que su derecho ha sido lesionado. Sin venganza, a la luz de la proclamación que hace el mismo Jesús

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13 Lc. 4, 16-30, un texto que es claramente el reverso de lo que hoy anunciamos referente a la gracia, tantas veces opacada en nuestra profesión de fe por el mismo peso del pecado.

a) Lc. 4, 16-22: Jesús es quien da "cumplimiento" al año de gracia. V19: Leyendo a Is. 61, 1-2, Jesús hace referencia al año de gracia. Se describe la salvación en términos gozosos, ya

que entra en acción, como proclamación que ya es eficaz: Jesús se constituye en salvador como tal. V20: Momento del cumplimiento de la profecía. Se da en la venida de Jesús lo que se manifiesta en su Palabra. La

interpretación que hace Jesús de la S. E no es rabínica, sino de calidad nueva, escatológica mesiánica. Cuando Jesús leyó la lectura, la salvación era concebida en la palabra profética proclamada. La lectio se transforma en Evangelio.

V21: La presencia de Jesús se relaciona con la conciencia del "ahora". V22: Auto revelación de Jesús en Nazaret. Sus palabras indican la predicación de "su gracia", "Evangelio de su gra-

cia", y tiene aquí, en la palabra originaria de Jesús, su origen y su comienzo. La gracia de Dios se hace patente en Jesús.

La palabra de Jesús es asombro ¿Cómo entiende las Letras sin haber estudiado? Además, en el mensaje de Jesús no tiene cabida el castigo, sino solo palabras de gracia, lo que provoca rechazo y escándalo (paradoja)

b) Lc. 4, 23-30. Ya en el versículo 22 se realiza la “ruptura”. Jesús “suprime” en su relato el día de “venganza” y eso los indigna (a los

judíos y maestros de la ley). Jesús sólo habla de la gracia de Dios. Es el anuncio del Evangelio lo que suscita su in-dignación, es decir, la supresión del día de venganza contra los paganos. El cambio se explica teológicamente ya que es provocado por Jesús.

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del año de gracia, reconoceremos y asumire-mos la capacidad de la misericordia que viene de Dios.

La justicia evangélica se aparta del con-cepto de justicia puramente legal, ya que ésta es aquella que discierne y divide, es capaz de separar, es decir, de distinguir. La justicia evan-gélica es esa virtud que es plenamente vivida y se llega a identificar con la caridad y se realiza si los otros son reconocidos como hermanos, miembros de una misma comunidad. La cari-dad es la forma de la justicia y tiene que ser el elemento fundamental y constitutivo del orden jurídico que regula la vida de la comunidad. La justicia evangélica no niega la experiencia ni la sabiduría de la justicia humana, pues no es un concepto unívoco, pero la completa superándo-

la. Sólo Dios es el Justo que se ha revelado en Jesucristo. El mensaje cristiano no puede presentar-se como un cúmulo de profecías de desgracias. Pero tampoco puede permitir que se pierda el dramatismo de la condición humana por ver-siones de una realidad erróneamente “suaviza-da”. Es tarea de la antropología cristiana ayudar al hombre post-moderno a enfrentarse con el problema del mal y poner sus anhelos de salvación donde merecen, evitando las ilusio-nes vanas o la evasión irracional ante el pro-blema.3. De la paradoja (del pecado) al misterio (del hombre) La experiencia y condición penitencial, se considera un lugar sacramental, propicio pa-

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ra el encuentro del hombre con Dios, una anti-cipación de la gracia que comprende la para-doja del hombre que se gesta por el dinamismo propio del ser humano que trasciende todo lo creado hacia lo increado14; por ello es necesa-rio mirar la situación del cristiano pecador que se arrepiente y se convierte de su pecado, situa-ción que involucra al ser humano completo en cuanto ser-que-se-da y es acogido por la miseri-cordia de Dios, que se hace acción salvífica, es decir, sacramento.

Para poder acercarnos y mirar con sere-nidad y misericordia esta dimensión de toda vida humana, nunca debemos perder el hori-zonte, a saber, que el misterio del pecado se relaciona con el misterio de Cristo15. Por ello, no resulta fácil dada la situación actual, elabo-rar una teología del pecado capaz de responder realmente a los problemas que se plantean; así, cualquier reflexión seria considerará ciertos lí-mites por cuanto es el hombre quien por su ac-ción se constituye en centro de atención; su misma naturaleza, siempre inconclusa, en cuanto el mismo hombre ES dicho problema16; hace que cuanto se reflexiona, presente esta misma condición. Pero consideremos un dato que nos ofrece la misma revelación cristiana: el carácter mistérico del pecado. El pecado es un misterio que se nos ha revelado en el misterio de Cristo Redentor17. Es tal, porque la acción y actitud libre de la persona, en respuesta a la llamada de Dios, nunca es totalmente concep-

tualizable. Por tanto, no se podrá hablar de pe-cado sino en relación con el misterio profundo de la relación del hombre con Dios en Jesucris-to18. El misterio de Cristo, tal como se realiza en la historia, revela cual es la estructura fun-damental y el sentido último de la vida del hombre. Éste se presenta como un ser que vive necesariamente en diálogo con Dios y con los demás hombres: existe, por tanto, en virtud de los demás, con los demás y para los demás. En éste, su ser "dialogal" se presenta igualmente como un ser en construcción, llamado a hacer-se a través de su compromiso en la construc-ción del Reino de Dios, sólo en cuanto lo reco-noce como don inmerecido de la gracia en la creación del nuevo futuro prometido y definiti-vamente inaugurado con la muerte-resurrección de Cristo. Pero esta construcción se ve obstacu-lizada por la presencia del pecado en la histo-ria; el pecado, máxima de la irracionalidad, aparece como una situación de toda la huma-nidad – mysterium iniquitatis - que se opone a los designios de Dios, como una actitud del hombre que rechaza la llamada divina y el diá-logo con los demás, encerrándose dentro de sí y desconfiando de Dios y de los demás, y que se empeña en construirse por sí solo, obstaculi-zando entonces el verdadero crecimiento de sí mismo y del Reino de Dios. En pocas palabras, el hombre se monopoliza. La misteriosa profundidad del pecado se pone más claramente de manifiesto en el acon-

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14 Meis Anneliese, “Antropología Teológica”; Acercamientos a la paradoja del Hombre; Ediciones Universidad Católica, 2ª edición 2001, pág. 447

15 “« Aquí tenéis al hombre. » Jn. 19, 5. La revelación de las consecuencias del pecado, bien pueden apreciarse en este texto de Juan. El mismo que proclama “la vida y la gracia” que nos han sido dadas, nos revela lo que produce el pecado en todo hombre: la desfiguración de su imagen que se ve dificultada para revelar el Rostro de Dios. Aquí se concentra la paradoja, pues ese mismo hombre herido en su “carne de pecado” expresa y muestra al ser humano la condición que Dios le ofrece para salir de tal situación. Cristo, ante Pilato y ante el pueblo que lo acusa, manifiesta en su ser Rey, herido y humillado, la parodia máxima de la teología de la Vida en el Evangelio de Juan. El contem-plar al hombre, al señalarlo después de los azotes, no quiere sino demostrar que el lugar que Dios toma por noso-tros, se hace, efectivamente, sacramento.

16 Ibíd. 2, pág. 1917 Cf. Jn 19, 518 La dramaticidad del amor de Dios para con el hombre, se torna rostro, el del Hijo muy Amado, totalmente humano,

propio de Kyrios, que le pertenece como Hijo pre-existente. Esta es la paradoja de la reflexión bíblica según Baltha-sar. Jesús de Nazaret siempre se orienta por el Padre... Dios hizo irradiar en el rostro de Cristo Su propio rostro. A la luz del rostro del “Hijo muy amado”, siempre orientado hacia el Padre, pero rebajado hasta la bajeza sin igual, el “mal” este intento del hombre por ponerse infinito, revela su ser mysterium iniquitatis. Cf. Meis A; o.c. pp. 119-121.

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tecimiento pascual. En la muerte de Cristo, el pecado aparece al mismo tiempo en una triple negación: de Dios, de los demás y de sí mismo. Negación de Dios, porque Jesucristo es Dios que muere por el pecado de los hombres. Se-gún Moltmann, el centro del problema radica en el hecho que “el hombre parece haberse desprendido del hecho significativo que su hu-manidad se desarrolla en relación con la divini-dad de su Dios”19; Negación de los demás, porque Jesucristo que muere por el pecado es hermano de todos los hombres, ya que todos han sido creados a imagen suya y son todos so-lidarios con él. Negación de los demás, porque al rechazar a Cristo con el pecado, se rechaza la alianza a la que han sido llamados todos los hombres, se rechaza y se niega el Reino, el fu-turo prometido por Dios a todos los hombres. Finalmente, negación de sí mismo, porque Je-sucristo es la palabra de Dios que nos pone en la existencia y nos invita a la construcción de nosotros mismos en una comunión de vida ca-da vez más perfecta con él y con los hermanos.

En la muerte de Cristo, el pecado apare-ce como un poder personificado, como oposi-ción radical de toda la humanidad al plan divi-no, causada por el "príncipe de este mundo". La muerte de Cristo nos revela finalmente nuestro pecado como acción y actitud libre y responsa-ble de cada hombre. Su muerte no es absurda, por cuanto tiene sentido y dirección en la vida de cada hombre.

Pero el "NO" del hombre ha quedado superado definitivamente por el "SI" de Dios en la resurrección de Cristo. En ella Jesucristo ha vencido definitivamente a los poderes adversos, al príncipe de este mundo, ha liberado al hom-bre de la esclavitud del pecado. Con su resu-rrección Cristo ha reconciliado con el Padre a cada uno de los hombres y ofrece a todos los pecadores esta justificación super-abundante. Por eso, en la visión cristiana del hombre y de la historia, el pecado es un momento negativo que hay que superar mediante la inserción libre y voluntaria, por la fe y los sacramentos, en el

misterio Pascual de Cristo. De este modo, la negatividad queda asumida y englobada en la positividad más poderosa de la fidelidad com-pasiva de Dios.

4. La opción fundamental y su repercusión mo-ral.

Frente a estas perspectivas, debemos manifestar claramente que el pecado es una acción humana. Pero no existe una acción en sí. Existe una persona que actúa. Una acción humana es un modo de existir, en un momento determinado, de una persona que ha hecho una opción. De esta forma, de un modo un tanto paradójico, puede decirse, salvando las propor-ciones, que no existe el pecado, sino el peca-dor, la persona que peca.

El pecado como acción humana, es una toma de posición consciente y libre de la per-sona; eso es lo que hace que el modo actual de existir le pertenezca real y responsablemente. En cuanto toma de posición, que es fruto de una opción, el pecado como acción humana es un compromiso en la auto-construcción de la persona. Mediante su acción libre, la persona intenta hacerse lo que todavía no es, procura proyectarse hacia su deber ser. Desde este pun-to de vista, aparecen dos elementos muy impor-tantes en la estructura del pecado:

1. Es la intención, la opción o proyecto fundamental de la persona lo que le da sentido a cada una de sus accio-nes. En efecto, con sus acciones li-bres, la persona desea desarrollarse y construirse en una o en otra direc-ción, según éste o aquel proyecto fundamental de la vida.

2. Sin embargo, cada acción humana está incluida en la historia de la per-sona, en su devenir libre y responsa-ble. Por eso, no puede "cosificarse" el pecado, considerándolo fuera del devenir en que está inserto. Para po-der dar un juicio sobre una acción

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19 Cf. Moltmann J., El Dios crucificado, en “Selecciones de Teología”; nº 45, vol. 12, 1973; http://www.seleccionesdeteologia.net

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particular de la persona, hay que considerarla a la luz de la dirección fundamental del devenir de la per-sona, teniendo en cuenta de dónde viene y hacia qué dirección desea dirigirse.

Por lo tanto, hay que precisar en qué consiste la actitud moral fundamental de la per-sona, su opción moral fundamental.

El comportamiento moral empieza cuando uno considera su vida como una misión que debe realizar20. El hombre tiene la misión de construir su vida. Con ello toda su existencia queda unificada en su elección y proyectada en una determinada dirección. Esta unificación es progresiva y nunca total y plenamente definiti-va.

Se puede considerar la opción funda-mental como un proyecto existencial, un pro-yecto fundamental de vida. Se da esta opción cuando una persona, con todas sus dimensio-nes, se proyecta en una determinada situación futura que construir partiendo de la situación presente, para realizar unos determinados valo-res que la persona descubre en sí misma, en el mundo o en la revelación. Todo hombre vive según un proyecto existencial fundamental. Hay acciones puestas por la persona que no pueden referirse plena y directamente a su opción fun-damental, pero tampoco la cambian por otra. La persona humana no es nunca totalmente coherente consigo misma ni con su proyecto de vida (¿esperanza o mediocridad antropológi-ca?). Esto explica por qué incluso los santos pueden tener pecados veniales y por qué inclu-so en los pecadores no todos sus actos son pe-cados. Estas acciones no son insignificantes: cada una de las acciones humanas está situada en la historia de la persona que existe como espíritu-en-el-mundo y por eso acepta o crea en la persona y en torno a ella situaciones y hábi-tos determinados.

Se comprende así, que el pecado es una acción del hombre que lo pervierte de su camino. Esto significa que el pecado es expresión de la per-sona humana que se hace existir libremente a sí misma en una forma desviada, con mayor o menor conciencia de tal. En relación con la tri-ple negación, de la que se dio cuenta anterior-mente, no todo pecado tiene que incluir nece-sariamente la experiencia psicológica de tal ar-ticulado. Para nuestro objetivo debemos tratar de comprender que es el pecado pero en un sentido distinto al psicológico; queremos com-prender el pecado en su mayor profundidad posible, esto es, en su nivel ontológico.

El pecado es, esencialmente, una reali-dad religiosa, que toca la relación de la persona con Dios; es una repulsa y una ofensa a Dios, como creador y salvador. Repulsa que puede describirse como la actitud de la persona que no desea verse determinada en su existencia por su relación con Dios como creador, como salvador, como aquel que invita a su alianza, como el Amor que lo invita a la comunión de amistad, con él y con los demás hombres me-diante Cristo y en el Espíritu. El pecador, por consiguiente, es pecador por que rechaza el amor de Dios que lo mantiene en la existencia y lo llama a la intimidad, a la participación a su misma vida trinitaria. El pecador rechaza el ser hijo del Padre, hermano de Cristo y templo del Espíritu Santo. Pero esta verdad, requiere de una constante toma de conciencia en nuestra vida. Desde un punto de vista dinámico-histórico, el pecado es repulsa de la llamada de Dios a construir el nuevo futuro que ya ha sido inaugu-rado por el acontecimiento de Cristo, pero que se vive a diario como la negativa a construir comunión con los demás hombres, en pocas palabras, el rechazo del Reino de Dios, pero no aquel que se pierde en lo indefinido o irreal, sino aquel que tiene un Rostro, aquel humano que encierra toda la complejidad del misterio mismo aún en la sombra que proyecta ante los demás. Es el Rostro velado de un ser que, por más que quiera no ser tal, es uno de aquellos que viven en relación con los demás.

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20 Según R. Blomme, "Cuando el hombre toma su vida en sus propias manos, cuando asume su propia responsabilidad frente a su existencia, es entonces cuando comienza su experiencia moral".

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Por ello, y con propiedad, podemos ha-blar también de un pecado estructural o social, del cual hay ya referencias bíblicas abundantes. Según el Decálogo, el amor de Dios y el amor de los hermanos son dos aspectos inseparables al único sí al Dios de la alianza. La fidelidad a la alianza, es por consiguiente, amor a Dios y amor a los demás hombres, es compromiso por la construcción del reino de la verdad, de justi-cia, de amor y de paz prometido por Dios a los hombres como incluido en su ofrecimiento de alianza y definitivamente inaugurado por acon-tecimiento de Cristo. Por eso, el pecado, como repulsa de la alianza, como “no” del hombre al proyecto y a la llamada divina, como repulsa de la comunión y del amor de Dios, como des-confianza en la promesa divina, es también ne-cesariamente repulsa de la comunión con los demás hombres. Para P. Ricoeur el pecado “anida en el corazón, en el punto de donde surgen las relaciones con los demás; por eso el pecado que denuncian los profetas es insepara-blemente iniquidad en la persona y herida en la comunidad humana”21

Por consiguiente, no existe ontológica-mente un amor de Dios puramente individualis-

ta y privado, que no incluya y no se ma-nifieste en el amor a los demás hom-bres. Y por eso, tampoco existe, ontoló-gicamente, un pecado puramente indi-vidual y privado. El pecador al rechazar la llamada de Dios al amor hacia él y hacia los demás hombres, se encierra en su egoísmo. Y esta actitud egoísta influ-ye –para mal- en los demás, en la co-munidad, en la sociedad. Por ello, bien se puede hablar de un pecado colectivo, con tal que se tenga presente el carácter análogo de la noción del pecado, para designar con él (pecado colectivo) “una situación de pecado, que va unida a una responsabilidad colectiva”22.

Correlativamente, de la relación ante-

rior, se desprende la posibilidad de hablar de un pecado eclesial, por cuanto la Iglesia, como institución humana, presenta la posibilidad del pecado colectivo, una especie de situación in-justa y moralmente desordenada, que se haya ido formando en el curso de la historia y se ha-ya quedado como inserta en la forma concreta de la institución. Todos los cristianos son res-ponsables de ello en el sentido indicado ante-riormente. Por eso, todos debemos esforzarnos para que la Iglesia, “sancta simul et semper pu-

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21 Ibíd., 5; o.c. (Por mucho que haya mirado no he visto citado anteriormente a Ricoeur, por lo cual habría que hacer aquí la cita completa)

22 De esta forma puede llamarse “pecado colectivo” al pecado de un grupo que se forma y actúa para crear, desarrollar o explotar un mal social: pornografía, prostitución, alcoholismo, etc.

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rificanda” luche contra el pecado y, a través de una continua renovación de sí misma23, intente superar esas acciones injustas que se encuen-tran al interior de su misma forma institucional concreta.

5. Proyectando la esperanza.

Como esbozo de solución, frente a la problemática del pecado, se puede señalar que es necesario establecer un puente, que por lo demás, sea esperanzador24. El kerigma cristiano es que el Crucificado vive ahora Resucitado. Este anuncio es una prolongación de su mensa-je propio; así contemplamos que él puede sal-var cualquier vacío existencial. Cristo se hunde de tal modo en él, que el “hiato” mismo se

hunde en Cristo25. Ser la vida y la resurrección implica que sólo Cristo puede ser la identidad de aquello que sólo para Dios y para el Hombre sería pura contradicción. Ha pasado el vacío y, por ello, tiene incluso en la muerte una identi-dad absoluta consigo mismo26.

El esfuerzo ha de pensarse en el cómo pensar todo esto; esfuerzo que nace del conte-nido mismo de la proclamación: La curación desde Dios del mismo hombre quebrado por la muerte de pecado. La misma visión del resuci-tado adquiere una connotación escatológica. Lo ya visible es la tumba “vacía”27. Del vacío de la muerte de Dios surge el brillo de la doxa y re-suenan las palabras de la resurrección.

Para Juan28, Jesús salva el vacío produci-do por el pecado con la omnipotencia de su amor (y no su exigencia), y por adelantado, por gracia. Se comprende así la invitación a em-prender un camino nuevo, que inicia Jesús en su retorno al Padre, lo que posibilita la herme-néutica que establece la acción del Espíritu; sólo así, la mediación entre el mundo y el Pa-dre, congregará a los hombres de todas partes. Mientras dure el “vacío” Jesús confía lo suyo (palabras y amor hasta la muerte) a sus discípu-los.

La muerte en la cruz demostró, en la profundi-dad de la kénosis del Hijo, la hondura del amor expansivo de Dios por la humanidad. Así no hay choque ni contradicción entre la bondad infinita de Dios y la realidad de pecado de la humanidad.

P. José Carvajal Gallardo, c.r.s.p.

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23 Cf. LG. 8c24 Pienso, y no sin angustia, en todos aquellos hermanos que están alejados, libre o ignoradamente, de la comunión

sacramental. ¿Cómo seguir anunciándoles la esperanza, la vocación a la santidad, cuando no puede vivir en la ple-nitud de la comunión eclesial? ¿Existe una especie de esquizofrenia social-comunitaria-eclesial al respecto?

25 Hans Urs von Balthasar , EN, “Mysterium Salutis”, Volumen III, Ediciones cristiandad (página del artículo, o al menos de la cita mencionada)

26 Cf. Heb. 13, 827 Cf. Mc. 16, 428 Cf. Jn. 3, 16; 13, 36; 14, 4; 17, 11.13

RR

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De cara a la LEGE1

La educación chilena está viviendo cambios que, sin duda, incidirán en el futuro de los alumnos. Por eso nos comprometemos a seguir trabajando con responsabilidad y generosidad, como hasta ahora lo hemos hecho y mejor, para contribuir a la superación de las incongruencias que vivimos como País y frenan nuestro desarrollo hacia una comunidad de hombres y mujeres más noble y justa

A propósito de los debates y desconcier-tos provocados por las declaraciones frente a la nueva Ley General de Educación, y a propósito también de algunas corrientes de opinión que desacreditan la educación particular, especial-mente la subvencionada, responsabilizándola de los malos resultados de la municipalizada, y de algunos intentos políticos por restar peso a los proyectos educativos de Iglesia, deseo com-partir con Ustedes algunas reflexiones e inquie-tudes, a modo de memoria colectiva y pensa-miento escrito, que nos ayuden a rescatar el sentido de nuestras opciones y acciones en ma-teria de educación, pues aquí no está en juego la imposición de un partido político sobre otro, sino el destino mismo de una nación y, en últi-mo término, el futuro propedéutico de sus hijos, de nuestros alumnos y de ustedes, los estudian-tes. Pero antes de esta memoria explícita, dejemos en claro que la LEGE afecta en general a todos los colegios particulares del País, subvencionados o pagados. Independiente de nuestra postura al respecto, la afectación tiene un campo visible y otro invisible:

a) en el visible: • marco curricular determinado por de-

creto, el que es dispuesto por el Go-bierno de turno;

• establecimientos de estándares míni-mos educacionales, bajo los cuales no debiera funcionar establecimiento educacional alguno;

• proceso de selección de alumnos.b) en el invisible:

• tolerancia al lucro: los sostenedores deberán organizarse como personas

jurídicas con objeto único educacional (con o sin fines de lucro)

• exigencias académicas a los represen-tantes legales de los sostenedores (a lo menos carreras de 8 semestres)

• Consejo nacional de educación• Agencia acreditadora de la calidad

Frente a este escenario, y sobre todo de cara a la opinión pública, retomemos el discur-so sobre algunas verdades que hoy merece la pena evidenciar. Lo primero es que los colegios par t iculares , ya sea pagados, ya sea subvencionados, especialmente los de Iglesia o afines a su formación, destacando aquellos que pertenecemos a instituciones como FIDE, tene-mos una vasta trayectoria en formación y edu-cación de calidad, lo que viene demostrado año tras año principalmente por dos vías: la prime-ra, los logros en mediciones externas, como son SIMCE, PSU y PCA, y rankings de gestión y ca-lidad realizados por los principales medios de prensa nacionales e Instituciones vinculadas a

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1! El texto forma parte de una ponencia dada por el autor a los centros de padres y alumnos de colegios FIDE, Sexta Región.

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la educación, como universidades y organismos estatales; y, la segunda, los éxitos alcanzados por nuestros alumnos. La mayoría de ellos in-gresa a la educación superior en Universidades del Consejo de Rectores, y su sentido ético y del deber, fruto de una sólida formación en va lores , les lleva a desta-carse en sus lugares de es-tudio y, poste-riormente, en el mundo del trabajo. Es esto último lo que más nos enor-gullece y satisface. Cada año recibimos gratas noticias de ex alumnos que triunfan y se abren caminos en Chile y en el extranjero, que nos escriben agradeciendo la formación recibida. Esto, que para algunos puede sonar a romanti-cismo, denota la mística que se vive en nuestros colegios. Esa mística que se traduce en identi-dad, admirada u odiada por quienes ven desde fuera sin entender el por qué un alumno puede llegar a sentir que el colegio es su segunda ca-sa. Esta es la mística que no da el dinero, ni las leyes ni los discursos reivindicionistas. Esta mís-tica es fruto de un carisma que corre por las venas de quienes trabajan en estos colegios, y se transmite por generaciones de alumnos.

Lo segundo, ¿qué está detrás de los re-sultados? Algo que no es extraño a cualquier experiencia exitosa, y que bien vale recordar para nuestra educación:

a. Compromiso de todos los miembros de la comunidad educativa. Si nos va bien es porque todos deseamos lo mismo, porque nos damos por entero a esta causa, sin medir esfuerzos, espacios ni tiempos, aportando mucho más de lo que los con-tratos laborales nos piden dar. Cada uno sabe que el éxito del colegio no depende de factores externos, ni de terceros, sino de uno.

b. Proyecto educativo. Para nosotros la edu-cación es fruto de una propuesta pensada, seria y responsable; basada en valores que estimamos fundamentales, como son: responsabilidad, justicia, solidaridad, fe,

verdad, liber-t a d , e n t r e otros; que mira hacia un obje-tivo en común y camina hacia él. Es penoso saber que al-gunos colegios ni siquiera tie-nen un proyec-to, pero tal ca-rencia no es

nuestra responsabilidad ni mucho si te-niéndolo no lo ponen en práctica. La va-riedad de proyectos educativos en ningún caso atenta contra la calidad de la educa-ción; muy por el contrario, constituye una enorme riqueza sustentada en el hecho de que existen múltiples inteligencias, y es sano que el país tenga la posibilidad de ofrecer un amplio espectro de alternativas antes que uniformar la educación.

c. Profesores que tienen altas expectativas de sus alumnos. Si un profesor espera po-co de los estudiantes, terminará enseñán-doles lo mínimo. Pero si un profesor se para frente a ellos como un escultor cuya tarea es pulir los diamantes que tiene en-frente, entonces esos diamantes en bruto terminarán como joyas preciosas. En nuestros colegios, y especialmente en los particulares subvencionados, los alumnos no son “pobrecitos” a quienes debamos tenerles lástima, son diamantes en bruto. Y los profesores tienen clara conciencia de que su vocación es llegar a ser un Mi-guel Angel.

d. Alumnos que trabajan. Lamento haber escuchado días atrás a un funcionario de gobierno decir que cuando un alumno fracasa la responsabilidad no es del alumno. Este tipo de reflexiones compla-cientes terminan dañando a los jóvenes. Los alumnos podrían tener millones en

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Como país no nos hace bien que el lifemotiv sea siempre el mal. Necesi-tamos destacar los buenos ejemplos y las buenas gestiones

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recursos económicos y profesores gra-duados en Harvard, pero la calidad de la educación no mejoraría hasta el momento en que ellos se diesen a la tarea de traba-jar para aprender. Nuestros alumnos aprenden porque trabajan, porque están motivados, porque creemos en ellos y ellos creen en sí mismos. Lo que pasa es que muchos adultos tienen miedo de exi-gir a los jóvenes, tienen miedo de pedirles que den todo cuanto son capaces de ha-cer. Y por eso creen que nuestros resulta-dos obedecen a factores externos. No de-sestimen a los jóvenes, pues sus resulta-dos y éxitos se deben al tesón que ponen en ello, y no a la suerte.

e. Apoderados comprometidos con su co-munidad educativa y con el aprendizaje de sus hijos, participativos y entusiastas de las actividades que vamos proponien-do. La relación familia-colegio es para nosotros una preocupación permanente. Las familias son protagonistas, y nunca agentes pasivos, en el proceso de forma-ción.

f. Cuerpo directivo que lidera y acompaña los procesos. Para nosotros, la Dirección no es un privilegio, sino un servicio. Nuestro liderazgo se fundamenta en la autonomía y responsabilidad. Autonomía frente a la gestión y responsabilidad de cara a la marcha de los colegios, a sus resultados académicos y a la formación de los alumnos. Pero no puede haber au-tonomía ni responsabilidad sin flexibili-dad. La flexibilidad es el ingrediente ne-cesario para crear, proyectar y atender a las necesidades que cada tiempo y cultura requiere de la educación.

g. Disciplina. Para nosotros la disciplina no es un fin en sí mismo, pero tampoco algo pasado de moda. La disciplina está en función de la educación. Sin disciplina no se puede establecer interacción alguna profesor-alumno, necesaria en todo pro-ceso aprendizaje enseñanza. Esto nues-tros alumnos lo saben bien, lo valoran y lo viven.

Lamentamos que haya personas que piensen que los logros obtenidos obedecen a los ingresos percibidos. A esas personas les re-cordamos que el dinero es un medio necesario,

pero no lo es todo. Si no existe una buena ges-tión, el dinero sólo lleva al estropicio. Lamen-tamos, igualmente, que el Vocero de Gobierno haya sido tan visceral al indicar que uno de los motivos principales para aprobar la LEGE es evitar que un mismo sostenedor sea dueño de un colegio y al mismo tiempo dueño de un mo-tel. No dudo de que haya sostenedores de esta línea, pero nuestra educación requiere un diá-logo serio, respetuoso y argumentos de peso a la hora de tomar decisiones, y los argumentos de peso son aquellos propositivos y no aquellos restrictivos. Las palabras del Ministro ofenden a esa enorme mayoría de sostenedores que nos interesamos verdaderamente por la educación. Si el Gobierno desea mejorar el prestigio de la educación en el colectivo nacional, ese tipo de descalificaciones y generalizaciones no es la mejor forma de hacerlo. Como país no nos hace bien que el lifemotiv sea siempre el mal. Nece-sitamos destacar los buenos ejemplos y las bue-nas gestiones.

Lamentamos, además, que algunos ciu-dadanos, incluidas autoridades, piensen que todo lo descrito arriba obedece a la selección de alumnos, y que entonces los colegios admi-nistrados por particulares somos los responsa-

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bles de los malos resultados de la administra-ción municipal. Hace un par días, la Unesco publicaba su informe sobre los Aprendizajes de los estudiantes de América Latina y El Caribe2. En él hace ver que el factor que más directa-mente influye en los logros de los alumnos es el clima de trabajo de la comunidad escolar, se-guido de la segregación por razones socioeco-nómicas y culturales. Para nosotros esto es muy alentador, pues viene a confirmar una tesis que siempre hemos defendido, y que seguiremos luchando: la selección de alumnos en sí misma (descartada obviamente la selección por razo-nes socioeconómica, culturales…) no es el fac-tor que más incide en los logros académicos, como muchos pretender hacer creer a la pobla-ción chilena. Además, queda confirmado que un pobre puesto en un clima de trabajo serio, responsable, exigente y con valores, puede vencer su pobreza. Y al revés, el hecho de que el nuevo proyecto de ley prohiba cualquier tipo de selección, incluida la selección por mérito, entre el primero y sexto básico, no garantiza absolutamente nada. Si la educación municipal quiere mejorar debe centrarse en el factor clima de trabajo de la comunidad educativa. Si la educación de administración municipal desea mejorar, es urgente que se conozcan, reflexione y trabaje con los factores que porcentualmente pesan más en la calidad. Y en ellos deberíamos poner todo esfuerzo y empeño.

Lo tercero que requiere de permanente memoria es que en muchos colegios subvencionados, sobre todo pertenecientes a congregaciones religiosas, los pobres están en el centro de los proyectos educativos. Incluso conocemos de loables iniciativas en que la se-lección de alumnos apunta directamente a los más pobres, excluyendo a los de mejor situa-ción socioeconómica. La verdad es que no ve-mos qué de malo haya en esto. Pero una ley que prohibe la selección sin ningún criterio ni matiz, impedirá que estas nobles ideas y políti-cas de acción puedan continuar y mucho me-nos multiplicarse. Como muy bien lo ha indica-do Carlos Peña3, si el Estado decide, como se

ha anunciado, favorecer desde el punto de vista de los recursos a la educación municipalizada, éstos favorecerán a todos quienes estén en esas escuelas, independientes de si lo merezcan o no. Y, por obvias razones, los pobres matricula-dos en la educación particular quedarán sin esos recursos, aunque los merezcan. De esta forma se obligará a los más pobres a optar por la educación municipalizada toda vez que de-seen recibir más aportes del Estado. Concluye Peña con esta lapidaria profecía: “Un sistema como ése (lo que se acaba de convenir en los acuerdos de esta semana) tiene una sola expli-cación: es una manera lenta y larga de instituir el sistema municipal como el único al que pre-ferirán acceder los más pobres. Y así la elección y la diversidad quedarán al alcance sólo de quienes tienen más recursos”.

En otro orden de cosas, cuando en edu-cación hablamos de pobres es importante tener

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2 http://www.colegioelsalvador.cl/documentos/unesco.pdf3 http://blogs.elmercurio.com/reportajes/2008/06/22/cuadrar-el-circulo.asp

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claridad de lo que entendemos por ellos, y pro-poner proyectos educativos que les permitan realmente vencer sus círculos de pobreza. No debemos confundir pobreza con miseria, pues los modos como se debe hacer frente a ambas realidades es diverso, y en esto la Iglesia posee sabiduría de siglos. Pobre es quien careciendo de los medios materiales necesarios para vivir con la dignidad de los hijos de Dios, lucha y trabaja con tesón, generosidad, responsabilidad y conciencia social, para vencer esa realidad mediante la educación. La opción fundamental de algunos colegios subvencionados y Congre-gaciones religiosas es por ellos. Y sin embargo, en éstos son bienvenidos, también, quienes po-seyendo lo necesario y más, vienen a buscar el complemento al intelecto y al espíritu que les permita ser auténticos ciudadanos en sus mun-dos, distinguidos no por su afán de ser servidos, sino de servir y ser, de este modo, auténticos y nobles señores. Se da, de esta forma natural, el llamado “efecto pares”, esto es, que en una misma comunidad educativa convivan pobres y acomodados, cada uno aprendiendo y enrique-ciéndose con la presencia del otro, sentando así las bases de una sociedad donde la segmenta-ción sea cada vez menor. Pero insistimos en que pobre no es quien exige atención o dádivas por el sólo hecho de ser pobre. Hay algunos pobres que viven como ricos, es decir, requi-riendo siempre, pero trabajando poco o nada. También ellos son merecedores de una adecua-da atención, pero en tiempos y espacios diver-sos, para que sea una ayuda realmente eficaz. Pues bien, es esta opción por los pobres con mayor potencial intelectual y disposición al tra-bajo la que ahora se verá afectada con las tra-bas a la libertad de la enseñanza sin ninguna distinción entre unos colegios y otros, entre unos sostenedores y otros. Sabemos muy bien que la justicia ciega no es verdadera justicia.Lo último es recordar que nuestros colegios ha-cen al Estado de Chile -lo mismo que todos los colegios administrados por privados- un inmen-so servicio. Los colegios particulares abarcamos

más del 40% de la población escolar del País4. ¿Se han preguntado dónde irían esos alumnos si no existiese educación particular en Chile, co-mo algunos diputados y senadores desean? ¿Es-tamos preparados como País para asumir sólo un sistema de provisión de la educación, el de gestión estatal? Las respuestas son obvias, aun-que la soberbia de algunos se niegue a recono-cerlas. Estamos cansados de ser hostigados por un sector de opinión y autoridad que en vez de ayudar nos persigue con sospecha, sin ningún tipo de distinción, ni menos aún una palabra de reconocimiento y gratitud por el servicio que, sobre todo la Iglesia, ha prestado a nuestra Pa-tria. Nos preocupa, por otro lado, un discurso público que pretende hacer ver que el Estado paga la educación de los niños y jóvenes, y que nosotros somos, por ende, inescrupulosos co-merciantes al exigir de los apoderados un debi-do aporte económico a la educación de sus hi-jos. Un discurso de este tipo cala hondo en los oídos y razonamientos de algunos apoderados que se permiten mes a mes postergar dichos aportes económicos pensando que el Estado paga por ellos. Y mientras tanto, todos los ex-pertos coinciden en que la subvención estatal es absolutamente insuficiente si se pretende ofrecer un servicio de calidad. El Gobierno acaba de firmar un acuerdo que le permitirá inyectar más fondos a la educación de adminis-tración municipal. Esto hace más urgente de-fender el financiamiento compartido, pues su-mado a nuestra colaboración y patrimonio, nos permitirá continuar ofreciendo un servicio edu-cacional de calidad. Que no se instalen entre nosotros las incongruencias de País que acusa-ba José Joaquín Brunner a propósito de los re-sultados del último SIMCE5:

a. Primero, persiste hasta hoy la absurda idea que una educación de razonable ca-lidad puede obtenerse con un gasto pú-blico por alumno 50% inferior al co-múnmente considerado como imprescin-dible. Y, peor aún, insistimos en engañar-nos, sosteniendo que, igual, el gasto ha

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4 http://www.gemines.cl/p4_gemines/antialone.html?page=http://www.gemines.cl/p4_gemines/site/artic/20060830/pags/20060830113036.html

5 http://mt.educarchile.cl/mt/jjbrunner/archives/2007/05/simce_que_podem.html

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crecido, sin reparar que tal esfuerzo ha servido, apenas, para alcanzar la mitad del nivel mínimo requerido. En breve, es-tamos comprando los resultados que ob-tenemos. Mientras el mercado de la ense-ñanza particular pagada nos indica que el costo de formar un alumno proveniente de un hogar rico en recursos económicos, sociales y culturales alcanza a alrededor de 150 mil pesos, nosotros pretendemos (hipócritamente) que el costo de formar a los niños de hogares pobres en estos re-cursos, podría equivaler a la quinta parte. Cosechamos lo que sembramos: un abis-mo cada vez mayor de aprendizaje entre niños provenientes de los dos extremos de la sociedad.

b. Segundo, sabemos hace rato, y ahora ve-mos confirmado, que más de la mitad de los alumnos de los grupos bajo y medio-bajo, y un 40% de los niños del sector medio --que en conjunto representan al-rededor de un tercio del total de alumnos de 4° grado del país-- no alcanzan el um-bral mínimo de competencias necesarias para seguir aprendiendo normalmente durante su carrera escolar. Sin embargo, pretendemos que también estos estudian-tes, que a los déficit del hogar agregan los propios de una mala formación inicial, pueden educarse en condiciones de abierto sub-financiamiento. Los conde-namos así a seguir adelante sin siquiera haberlos dotado de las capacidades mí-nimas de lecto-escritura y matemática. ¿Cómo podrían, entonces, mejorar su de-sempeño?

c. Tercero, mantenemos para este mismo tercio de alumnos un régimen de salas de clase sobrepobladas, con 35 o más alum-nos por profesor. En estas condiciones es imposible que alumnos rezagados en sus aprendizajes puedan recibir la atención personalizada que requieren para progre-sar más rápido.

d. Cuarto, una proporción mayoritaria de estos alumnos, los más vulnerables entre ellos, asisten a escuelas municipales. Sin embargo, hasta aquí poco hemos hecho para entregar a estos establecimientos la

autonomía de gestión y las capacidades que necesitarían para enfrentar la comple-ja tarea que la sociedad les impone.

e. Quinto, tampoco hemos abordado inte-gralmente el rediseño de la profesión do-cente -su formación inicial, estatuto labo-ral, evaluación, retribución e incentivos- al punto que contamos con algo así como un 5% de profesores destacados o de primera línea, cifra absolutamente insufi-ciente para dar un salto en los resultados de aprendizaje.

f. En fin, si no hemos hecho las tareas que nos corresponden como sociedad, ¿por qué habríamos de obtener mejores resul-tados en el SIMCE de los que merecemos? A fin de cuentas, el SIMCE no es más que un espejo que nos devuelve la imagen de nuestro pobre esfuerzo y falta de resolu-ción para abordar los problemas de fondo de la educación chilena.

Como colegios pertenecientes a FIDE queremos seguir pensado y creyendo que todos deseamos el mismo bien. La educación chilena está viviendo cambios que, sin duda, incidirán en el futuro de los alumnos. Por eso nos com-prometemos a seguir trabajando con responsa-bilidad y generosidad, como hasta ahora lo he-mos hecho y mejor, para contribuir a la supera-ción de las incongruencias que vivimos como País y frenan nuestro desarrollo hacia una co-munidad de hombres y mujeres más noble y justa.

P. Humberto Palma Orellana, c.r.s.p.Rector Colegio El Salvador, San Vicente T.T.

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Noticias

! El viernes 04 de Julio, Vísperas de la Fiesta de nuestro Fundador, parte de la Provincia Chilena concelebró la Eucaristía de Acción de gracias por los 60 años de presencia bar-nabita en Chile. La Santa Misa, celebrada en la capilla del Colegio El Salvador, fue presi-dida por Monseñor Alejandro Goic Karmelic, Obispo de Rancagua y Presidente de la Con-ferencia Episcopal de Chile. Además de los religiosos, asistieron profesores, alumnos, apoderados, amigos y vecinos.

! La Provincia Barnabita Chilena, a propósito de la celebración de sus 60 años de arribo a estas tierras, ha publicado un texto que con-densa los Escritos de San Antonio María Zaccaría: sus Cartas, Sermones y Constitu-ciones. Se trata de una obra imprescindible para conocer de primera fuente el pensa-miento de uno de los grandes santos de la Reforma.

! Nuestros colegios de San Vicente y La Serena han sido distinguidos una vez más con la Excelencia Académica por el período 2008-2009. La evaluación del desempeño de ex-celencia la hace cada dos años el propio Mineduc a todos los colegios, escuelas y li-c e o s m u n i c i p a l e s y p a r t i c u l a r e s subvencionados del País, en base a las medi-ciones externas, pero también en base a la gestión de los establecimientos educaciona-les. Para nosotros resulta aún más meritorio esta distinción, pues uno de los factores con-siderados es la iniciativa para superar las propias metas, lo cual no siempre es simple. Se requiere de comunidades educativas donde los planes de mejoras pedagógicas sean objeto de permanente reflexión y ac-ción. Agradecemos especialmente a profeso-res, auxiliares y apoderados que, trabajando codo a codo con nosotros, nos llevan a ob-tener estos reconocimientos, los cuales no sólo redundan en beneficios económicos directos para ellos sino también en la con-firmación de que estamos bien encaminados. Damos infinitas gracias a Dios por darnos un

motivo para seguir esforzándonos en una educación de calidad en favor de nuestros alumnos. Sigamos creciendo a la luz de las palabras de nuestro Fundador, para quien “No avanzar es retroceder”.

! Los Seminaristas Barnabitas salen de la Casa de Formación rumbo a nuestros colegios, con el fin de compartir con los alumnos la experiencia del llamado a la Vida Religiosa. Este año, la ya tradicional Semana Vocacio-nal, ha buscado rescatar lo mejor del legado barnabita tras sesenta años de presencia apostólica en Chile. De este modo, su visita ha sido, también, ocasión de homenajear y reconocer el trabajo de todos quienes sem-braron el carisma de Antonio María y del Apóstol Pablo, desde aquel lejano 1948.

! El día 13 de Abril ha fallecido, en la ciudad de Rengo, el Profesor Marcelo Reyes Alonso. Sus restos mortales fueron trasladados a San Vicente y sepultados en el Cementerio Par-que. El velatorio y la Misa de funeral tuvo lugar en la Capilla de su querido Colegio El Salvador, y fue concelebrada por varios reli-giosos de la Comunidad Barnabita. Asistie-ron, además, numerosos alumnos, ex alum-nos, profesores, compañeros de curso, fami-liares y amigos.Marcelo Patricio, hijo de Lisandro Reyes Me-dina y de Luisa Alonso, nació en San Vicente de TT el 3 de Marzo del año 1964. Es el me-nor de seis hermanos. Ingresó como alumno a esta familia barnabita del Colegio El Salva-dor el año 1970, y como profesor de Historia y Geografía el año 1988. Casi al finalizar la década de los 90 conoció a Erica, con quien contrajo matrimonio en Marzo de 1999. Tres son las hijas a quienes Marcelo amó con ese corazón de hombre bueno reflejado en su rostro: Constanza, Marcela y Javiera. Pero además de ellas, se duelen también por su partida sus alumnos, esos otros hijos que to-do profesor va engendrando en la medida en que guía, orienta y se desvela por ellos. Su vocación de servicio a los jóvenes conoció, también, la mística del escultismo, partici-pando del Grupo San Jorge, ya sea como miembro activo, ya sea como dirigente.

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Revista Renacer es editada en Colegio El SalvadorHoracio Aránguiz 1500San Vicente de TTFono 56-72-583053E-mail: [email protected]

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Renacer XXVIII Nº 89-Julio 2008

Hoy les quiero animar con mu-cha esperanza a ser verdaderos testigos del amor de Cristo. El mundo actual necesita de jóve-nes como ustedes, creyentes convencidos y convincentes, que con su palabra y sobre todo con su vida anuncien especialmente, a sus coetáneos, el gozo de Jesu-cristo Salvador y su Evangelio como proyecto de vida liberador

(Saludo de Monseñor Alejandro Goic Karmelic a los jóvenes educados al alero de los Padres Barnabitas)