Religión, Arte y Libertad de Expresión

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Pliego de la revista Vida Nueva sobre el arte

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    explicado que esta reforma pretende tipificar mejor, agravar, segn los casos, las penas y evitar que determinadas agresiones basadas en las creencias y en otros aspectos salgan gratuitas. Sin embargo, habra que insistir en que la proteccin a la libertad de creacin del artista hasta ahora ha sido eminentemente preponderante ante cualquier intento de preservar el sentimiento religioso. De hecho, ampliando el escenario a la Unin Europea, tan solo dos sentencias del Tribunal Europeo de Derechos Humanos han sido favorables al respeto a los sentimientos religiosos frente, curiosamente, a dos pelculas: son los casos conocidos como Otto-Preminger-Institut contra Austria (1987), y el denominado Windrove contra el Reino Unido (1996). En ambos casos, los tribunales nacionales haban prohibido la difusin de dos pelculas por atacar el sentimiento religioso: Das Liebeskonzil, basada en la novela sacrlega del mismo ttulo, publicada, y prohibida, en 1895 (Austria) y el vdeo Vissions of Ectassy, acerca de la conexin entre el xtasis religioso y la pasin sexual en santa Teresa de Jess (Reino Unido). El tribunal europeo rechaz el amparo a las productoras, que estimaban se haba vulnerado su libertad de expresin. En otros casos recientes que han afectado a Francia y Turqua, sin embargo, ha prevalecido la libertad de expresin frente, no en s mismo el sentimiento religioso, sino ante determinadas instituciones o personalidades religiosas. Ha protegido a la religin y a los creyentes del mensaje artstico de vdeos y filmes, no siendo as cuando se trata de la libertad de prensa, de informacin o debates pblicos.

    El profesor Rafael Navarro-Valls hace tiempo que analiz las sentencias del Tribunal Europeo de Derechos Humanos desde la perspectiva del conflicto entre lo artstico y lo religioso. Para Navarro-Valls, no existe variacin en el criterio que gua a este tribunal en unos y otros casos: El lmite de la libertad de expresin radica en que su ejercicio no implique un nivel tan grande de injuria y de denegacin de la libertad de

    religin de otro, que la propia libertad de expresin pierda el derecho a ser tolerada por la sociedad. En sntesis concluye Navarro-Valls, as como sera una insensatez proclamar una libertad religiosa sin lmites, tambin correran peligro las bases de una sociedad democrtica si se autorizan ataques gratuitos, graves y discriminadores contra las convicciones religiosas. Lo exige la doble vertiente de la tolerancia, no solo protectora de la libertad de expresin, sino tambin de la integridad de los propios grupos sociales.

    VI. EL LAICISMO COMO EXCUSA PARA EL TODO VALE

    Un ensayo reciente firmado por la catedrtica Irene Mara Briones Martnez, bajo el ttulo de Dignidad humana y libertad de expresin en una sociedad plural (Revista General de Derecho Cannico y Derecho Eclesistico del Estado, Iustel, 2013) seala: Los sentimientos religiosos estn protegidos por el Cdigo Penal espaol, que mantiene los delitos de escarnio, ultraje y la profanacin, pero el mensaje artstico de las pelculas espaolas y extranjeras que se importan conlleva un alto grado de violencia psquica, fsica y espiritual, tolerada en virtud de la teora de la libertad del espectador, una vez que las pelculas son calificadas

    y se paga una entrada. El mundo cinematogrfico tiene el poder de transformar los valores de la sociedad y se est creando un gnero burlesco hacia la religin. Si bien convive tambin, no es menos cierto, con una presencia de obras plsticas que se sirven de iconos religiosos tratados de forma irreverente para mezclar a Dios con sexo y poltica. Estas ltimas obras, utilizadas de modo exhibicionista y propagandstico, han capitalizado ciertas polmicas que, sin duda, simbolizan una cierta esttica anticatlica contagiada del impulso laicista que llega a los espacios pblicos.

    Ms all de la ofensa, en algunos casos tambin hay obras que presentan, detrs de su apariencia, una reflexin sobre la sociedad contempornea o la propia Iglesia en s misma, con la que se podr o no estar de acuerdo, y sobre la fe. Otras se dejan llevar por el simple escndalo. Este contexto de la deliberada irreverencia o provocacin, ms que con fines artsticos, con la bsqueda de una publicidad para la obra o para el artista incluso para una determinada exposicin, galera, museo o feria de arte, es un elemento que siempre hay que tener en cuenta. El conflicto, especialmente cuando se traslada a los medios de comunicacin, se distorsiona, pero, sobre todo, otorga al contenido irreverente una fama, un eco, que est precisamente en la mayora de los casos entre los fines ltimos del autor. Es complicado

    Moto al cielo, de Len Ferrari (derecha)

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    ha animado a la necesidad de buscar una verdadera conciliacin entre el ejercicio de la libertad de expresin y los sentimientos religiosos o la libertad religiosa. Tal conciliacin proviene de un uso responsable y armnico de ambas libertades, sin confiar todo el peso de la solucin a las aportaciones que, siempre sometidas a la mejora, pueda proporcionar el Derecho. Dichas aportaciones, por otro lado, se revelan ciertamente limitadas, cuando el problema alcanza dimensiones planetarias y los organismos regionales e internacionales, a lo sumo, pueden tan solo aconsejar y orientar las acciones y normas de las legislaciones y de los agentes jurdicos estatales.

    Esto significa, entre otras cosas, que a veces con sentido comn, con un anlisis lo ms objetivo posible de las circunstancias de una obra y sus derivaciones, es posible la conciliacin. Es lo que en cierto sentido defiende tambin el abogado Javier Cremades, presidente de Madrid Vivo, al hilo de las polmicas cerillas del Museo Reina Sofa: En el siglo XXI no es un acierto exponer una obra que recuerda a cosas que molestan a una parte de la poblacin y que anima a otras, es un desatino. El arte debe ser provocador, pero sin ofender. Todo lo que sea atentar contra las convicciones de los ciudadanos lo considero innecesario.

    Aunque Palomino va ms all en la solicitud de lo que denomina el Estado neutral, una tendencia muy en boga en los Estados Unidos, que propicia un especial tacto con el contenido de las obras de arte y sus lmites con la libertad religiosa, especialmente, en los escenarios sostenidos por las administracin pblica. Parece tambin aconsejable, exigible en muchos casos, que en una materia tan sensible como la libertad religiosa y de creencias, el Estado permanezca en una posicin ideolgicamente neutral, ajena o imparcial, de forma que sus agentes no estimulen, alienten o financien aquellas manifestaciones de libertad de expresin y libertad artstica que pudieran razonablemente lesionar los sentimientos religiosos de los ciudadanos. Tal vez sea lo nico que, a da de hoy, sea posible conseguir. Pero es suficiente?

    al menos por los defensores de la no limitacin de la libertad de creacin frente al sentimiento religioso, no debera ser el nico, porque tal como est planteado concede un peso extraordinario tanto al recurso de la violencia o la amenaza como al de la discriminacin por la religin, con lo que se estara poniendo en riesgo no solo un derecho fundamental, sino tambin un punto de partida de consecuencias imposibles de medir.

    VII. EL RIESGO DE LA VIOLENCIA COMO LMITE Y EL ESTADO NEUTRAL

    Dice la profesora Garca Rubio que ningn sentimiento, ni religioso, ni moral, ni de ningn otro tipo puede convertirse en canon de lo que es artsticamente lcito, entre otras razones porque resulta difcil imaginar una genuina creatividad artstica que es un bien constitucionalmente protegido sin una cierta dosis de heterodoxia y algn grado de provocacin. Sin embargo, la ausencia de lmites, o la aceptacin del riesgo de violencia o discriminacin como nicas limitaciones, no es ni mucho menos la solucin. Rafael Palomino, catedrtico de Derecho Eclesistico del Estado de la Universidad Complutense,

    atender a generalizaciones, pero se han dado casos por ejemplo, el lamentablemente famoso Piss Christ (1987), del norteamericano Andrs Serrano donde es complejo encontrar un sentido artstico a la obra, ms all de la bsqueda de una amplia publicidad; en otras, sin embargo, hay una intencin de crtica social, institucional o eclesistica que, simplemente, no ha valorado el lmite entre la crtica y la ofensa; o s, usando precisamente esa irreverencia para plantear que su fin artstico alcance una relevancia social que excede, con mucho, el recinto musestico. En estos casos, desde el sentimiento religioso se contiene la duda del silencio o la protesta, de mirar hacia otro lado o pasar al escarnio pblico. La eleccin es compleja. Porque, curiosamente, la memoria periodstica guarda rastro de unas cuantas obras en las que se ha superado el lmite del arte para pasar a la ofensa; muchas menos de las que, seguramente, se han creado en estos tiempos. Y aquellas a las que se ha dado relevancia, precisamente, han sido, en ms de algn caso, las que podran haber pasado de puntillas por su nulo inters artstico, pero que, al contrario, han tenido una difusin desproporcionada porque, en vez de silencio, se ha cado en la tentacin de hacerle frente con protestas, peticiones de retirada, intentos de censura, etc. Es decir, se le ha dado lo que precisamente buscaba. Pero hay que quedarse necesariamente callado?

    Como apunta Mara Paz Garca Rubio, pese a que ella misma proclama, en su interpretacin, la superioridad de la libertad de expresin y creacin sobre la libertad religiosa, ello no quiere decir que en determinadas ocasiones no est justificada la sancin de conductas, acciones o expresiones consistentes en insultar a unas determinadas creencias religiosas, por ejemplo; porque si se permiten pueden provocar violencia y conflicto social, o inducir al odio entre comunidades o a la discriminacin de alguna de ellas. Pero entonces la restriccin a la libertad de expresin lato sensu se justifica por la evitacin de la violencia o la discriminacin, no por la proteccin de las creencias religiosas. Este escenario, admitido

    Piss Christ (1987), de Andrs Serrano