Relatos Salvajes y La Realpolitik

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Relatos Salvajes y la realpolitik Advertencia: como este no es un texto publicitario ni una reseña periodística sino un ejercicio interpretativo, contiene spoilers. Fiel a mi costumbre de llegar siempre tarde a los lugares donde debería haber estado y de sumarme a las modas, tendencias y espacios de sociabilidad como un auténtico late adopter que llega al fin de fiesta algo mal vestido, demasiado enérgico y bebe los fondos de botellas tibias y manoseadas, este fin de semana me acerqué a un cine a mirar Relatos Salvajes. Como me pasa con los libros, tenía una sensación previa al consumo, y era que no me iba a gustar, que me iba a indignar, una reacción a la que tiendo para desgracia de los que me rodean. Una intuición de que esta película que batía récords de taquilla, cuyo director había toreado a Mirtha Legrand justificando a los chorros, había hecho ese largo y simpático chiste de exportación llamado Los Simuladores y ahora, tras especular minuciosamente con la fecha del estreno por el Mundial y de revisar maniáticamente los efectos de sonido –imagino que entre otro millón de detalles-, había lanzado este boom que le gustaba a personas que estaban catalogadas en lugares random y opuestos de la grilla socioestética que me sirve de muleta para deambular por el mundo, iba a parecerme una porquería esteticista e irrelevante, de una torsión política quizás todavía más banal que la del realismo literario que consumo con asiduidad. Por supuesto que me equivoqué. La película de Szifrón encarna uno de esos casos singulares en los que un producto cultural, además de funcionar comercialmente y de trasuntar una destreza técnica poco común para el campo de producción en el que se inserta, logra condensar las contradicciones de un momento concreto del

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Relatos Salvajes y la realpolitikAdvertencia:como este no es un texto publicitario ni una resea periodstica sino un ejercicio interpretativo, contiene spoilers.Fiel a mi costumbre de llegar siempre tarde a los lugares donde debera haber estado y de sumarme a las modas, tendencias y espacios de sociabilidad como un autnticolate adopterque llega al fin de fiesta algo mal vestido, demasiado enrgico y bebe los fondos de botellas tibias y manoseadas, este fin de semana me acerqu a un cine a mirarRelatos Salvajes. Como me pasa con los libros, tena una sensacin previa al consumo, y era que no me iba a gustar, que me iba a indignar, una reaccin a la que tiendo para desgracia de los que me rodean. Una intuicin de que esta pelcula que bata rcords de taquilla, cuyo director haba toreado a Mirtha Legrand justificando a los chorros, haba hecho ese largo y simptico chiste de exportacin llamadoLos Simuladoresy ahora, tras especular minuciosamente con la fecha del estreno por el Mundial y de revisar maniticamente los efectos de sonido imagino que entre otro milln de detalles-, haba lanzado este boom que le gustaba a personas que estaban catalogadas en lugares random y opuestos de la grilla socioesttica que me sirve de muleta para deambular por el mundo, iba a parecerme una porquera esteticista e irrelevante, de una torsin poltica quizs todava ms banal que la del realismo literario que consumo con asiduidad. Por supuesto que me equivoqu. La pelcula de Szifrn encarna uno de esos casos singulares en los que un producto cultural, adems de funcionar comercialmente y de trasuntar una destreza tcnica poco comn para el campo de produccin en el que se inserta, logra condensar las contradicciones de un momento concreto del devenir histrico llammoslo fin de ciclo del keynesianismo paliativo sin sujeto social con discursividad progresista que rige en la Argentina desde hace aproximadamente diez aos- y al mismo tiempo soar las pesadillas del tiempo que se acerca.El terrorismo del goceTodo el mundo sabe queRelatos Salvajeses la agrupacin de seis cortometrajes sin aparente relacin cuyo cemento narrativo est al parecer constituido por la aparicin de cierta crispacin, que en realidad es cierta violencia no latente sino explcita en la subjetividad de sus personajes. Es una violencia que tiende a estallar. Por eso la pelcula se organiza en estallidos: su sujeto es, precisamente, una violencia emparchada por lo cotidiano que ante el roce genera chispas y desencadena la combustin. La repeticin de esta estructura es como la repeticin de un trauma, y funciona en todas y en cada uno de los relatos. El sistema de acorden, sin embargo, muestra una variacin en el principio y en el final. Mientras el primer y el ltimo corto versan sobre la conflictividad en lo privado, los cuatro del medio, el jamn del medio, versan sobre lo poltico. Sobre aquello que funda el orden de lo poltico: el conflicto entre grupos sociales como materializacin de ese pecado originario llamado plusvala.

El primer corto, quizs el menos complejo desde la perspectiva argumental, aunque de una ejecucin narratolgica exquisita, termina con una escena que atesorar en mi corazn durante mucho tiempo: un avin comercial manejado por un tal Pasternak se estrella en el jardn de la casa de sus padres, dos seores cultos de clase acomodada. Pasternak plane una venganza que incluye como pasajeros de ese vuelo de la muerte a una serie de personas que le jodieron la vida. Sus padres, al momento de ser sepultados por la bestia voladora, leen plcidamente en su jardn un libro amarillito de Anagrama y el suplemento cultural de un diario. El zorro Szifrn elige iniciar su gran pelcula, dedicada a su padre, con un manifiesto a favor de un buen terrorismo: a diferencia del terrorismo islmico, que es brutal, estpido y dispara al bulto, el terrorismo utpico y justiciero de Pasternak elige con minucia a sus vctimas y en este plano de la fantasa no produce daos colaterales. A diferencia del terrorismo financiero y del terrorismo de elite de Israel y de Estados Unidos, el terrorismo de Pasternak no pretende que el mundo siga funcionando de acuerdo a sus intereses sino que se inmola para liquidar al germen de su desgracia personal: sus padres como metonimia de la familia pequeoburguesa.Este punto de no retorno es el que habilita al paso de las historias cuyolocuses lo pblico, y que al mismo tiempo dialoga con el corto final, en el que Erika Rivas hace de novia vengadora. Rivas y su novio son los padres de Pasternak. Ah, Szifrn elige representar el combustible mrbido que hace que esa relacin, a fin de cuentas, funcione. La escena de la sanguinolenta pareja de novios cogiendo semiborracha encima de la torta de bodas, tras haberse humillado pblicamente y con sus dos Edipo mirando la escena desde las sombras, una vez que rompieron cuantos cristales y espejos los rodeaban espejos y cristales que se les clavaron, que se hicieron cuerpo-, es un poema sobre el combustible oscuro del deseo recalentado que se caldea en el mundo de lo ntimo hasta convertirse en un goce que define a las existencias privadas de los ciudadanos de los capitalismos en serio. Si el primer relato era sobre el terrorismo y la finalizacin, el ltimo es sobre la amenaza y la reproduccin. El orden de lo privado se sostiene en la amenaza permanente de la proyeccin hacia lo pblico del goce mrbido que, como un retorno de lo reprimido, brota desde el antagonismo social propio de una esfera pblica en mutacin. De esta manera, el cierre de la pelcula es una movida polivalente que funciona tanto como un falsohappy endingen favor del amor, como un vaso comunicante con el inicio de esta pelcula circular, que nos habla del conjunto de estallidos por venir una vez que los reclamos de los realpolitikers de diverso calibre se hayan materializado en nuestro futuro gobierno de centroderecha.El automvil y los matafuegosDicho esto, al momento de lo pblico en la pelcula faltan algunos eslabones. Bsicamente, la hilacin de cortos aporta la siguiente seguidilla de conflictos: la venganza de los dbiles en el segundo, donde Rita Cortese cose a cuchilladas a un caudillo poltico de una localidad perifrica; la lucha de clases entre un yuppie que maneja un Audi y un oscuro personaje que conduce un Peugeot 504 destartalado y parece salido de un relato de Carlos Busqued; el hombre contra la corrupcin en el corto donde Ricardo Bombita Rodrguez Darn enfrenta a la corporacin poltica y halla una derrota prrica en la crcel; y finalmente la angustia de los dlares y la discusin poltica en el relato donde Oscar Martnez negocia la libertad de su hijo que atropell y mat a una embarazada. A mi gusto, se podran agregar otros dos cortos: los jvenes idealistas cediendo convencidos frente a la realpolitik desarrollista y la organizacin social que fracasa frente al poder de las corporaciones.En los cuatro relatos que versan sobre lo pblico, entonces, hay antagonismos que estallan con la gramtica de la venganza. Los elementos en danza son la corrupcin como un elemento ineludible en el mal funcionamiento de lo pblico, y el antagonismo entre poderosos y desposedos. La justicia por mano propia, como ocurra enEl secreto de sus ojos, otra pelcula taquillera de produccin nacional, parece ser la solucin despolitizadora frente a los conflictos, en una singular confluencia entre rebeldismo primitivo y liberalismo privatista. Pero siEl secreto de sus ojosmiraba hacia el pasado con una resolucin individualista, infantil y conservadora,Relatos Salvajesmira hacia el futuro como un escenario de mltiples focos infecciosos organizados en torno al trauma reciente del sistema poltico. Que es el estallido de 2001, reanimado como zombie en cada diciembre argentino.

Entre la corrupcin como cncer de las instituciones del presente y el antagonismo fundado en la desigualdad como roca viva de lo real, hay dos escenas que se repiten: golpes contra vidrios blindados y automviles que explotan en nubes de fuego. El matafuegos, que se usa para reducir un incendio, o se transforma en una precaria arma de ataque frente a la blindadura transparente del poder. Los autos, que representan de una manera casi directa las capacidades de consumo de la apaciguada euforia del crecimiento econmico, no pueden sostenerse y explotan. De esta manera, la utopa realpolitiker de paz y administracin, de consumo y desarrollo del mercado interno, de bajar los niveles de confrontacin y acceder al crdito internacional aparece como enferma, falsa y bsicamente como un apsito combustible ante el menor roce.El corto donde la cocinera ex presidiaria achura al poltico de pasado usurero materializa la fantasa individualista de reventar a un poltico. Aquel que no haya experimentado un oscuro placer ante cada una de esas cuchilladas tiene agua Villavicencio en las venas. Ocurre en un territorio onrico, y lo importante de este corto es la duplicidad mencionada entre el poltico en campaa que es al mismo tiempo un usurero. Mucho ms complejo, el corto donde Sbaraglia termina luchando cuerpo a cuerpo contra un tipo que transportaba fierros y herramientas viejas en el techo de su 504 y termina con ambos cuerpos incinerados al interior de un Audi retoma y reformula la gresca entre civilizacin y barbarie que recorre ciertas lecturas cannicas de la literatura argentina. La mierda, la abyeccin, la inutilidad de los matafuegos y la banalidad de lo masculino entran en escena; sin embargo lo notorio es que en este caso no slo los papeles entre el civilizado y el brbaro se van intercambiando, sino que justamente este filn narrativo, que alimenta mucha de la fraseologa nacanpop, parece quedar enknock out, con un vaho de obsolescencia. Lamentablemente habr que pensar en otras categoras.Poltica y negociosLa segunda subserie dentro de la serie de relatos sobre lo pblico introduce la cuestin de la burocracia y el funcionariado, ausentes en los primeros -porque en el caso del poltico que muere se trataba de una venganza personal. Recordemos: el momento de feliz confluencia de intereses entre el partido de centroderecha modernizadora que gobierna la ciudad de Buenos Aires y la vertiente progresista del peronismo que gobierna el estado nacional fue llamado Macristinismo, y tuvo en la figura del vicepresidente Amado Boudou su sntesis perfecta. Clown y engendro al mismo tiempo, el inexpresivo y tibio Boudou es hoy un cadver poltico cado en desgracia justamente por sus visibles actos de corrupcin y deshonestidad. De a momentos,Relatos Salvajesparece ser la proyeccin alucinada del fracaso poltico, econmico y social de esa utopa republicana. El cuarto relato, una versin portea deUn Da de Furia, nos muestra a un Ricardo Darn que es justamente un ingeniero recordemos: tambin haba un caudillo poltico que haba sido usurero- que no se resigna a capitular frente al pacto vergonzoso y absolutamente visible que existe entre el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y la contratista que levanta a los automviles por mal estacionamiento, con criterios esotricos y mientras un gobierno que invent una polica propia ni siquiera puede lidiar con los trapitos. Darn se especializaba en implosiones de edificios; en un momento parece estar trabajando en una zona cercana a Puerto Madero, el paraso del Macristinismo. En este caso, importa menos el final que el grado de visibilidad de los conflictos: son conflictos transparentes, a la vista de todos, tanto en el caso de la debilidad del hombre a la hora de disputar la tenencia de sus hijos, como en el caso de la debilidad del ciudadano comn frente a los pactos de la burocracia. Otra vez, la solucin se coloca del lado de un rebeldismo primitivo y liberal donde nuevamente hay automviles que explotan. Si Bombita Rodrguez era una parodia amorosa y reconciliatoria que estableca la compleja operacin de generar indulgencia y al mismo tiempo simplificar y deshistorizar el terrorismo poltico al presentarlo como un impulso de poca mientras se burlaba del montonerismo kitsch de cierta discursividad poltica oportunista, Bombita Darn es otro de los perejiles de la pelcula, tan genuino en sus acciones como infantil en sus efectos.

Ms interesante es el quinto corto, que cierra la serie de lo pblico. El argumento es simple: un adolescente cheto de San Isidro mata a una embarazada a la salida de un boliche y su padre quiere protegerlo. Para esto, se elige al jardinero como potencial falso victimario, a cambio de quinientos mil dlares. El corto se organiza entonces en torno a dos significantes: dlares y negociacin. Hay un abogado que simula defender a la familia y es corrupto, un fiscal que es corrupto, y un jardinero que no es corrupto pero que al darse cuenta de la corrupcin que lo rodea termina sumando a su parte un departamento en Santa Teresita. Esta construccin de lo popular no recae en el miserabilismo sino que est anclada en una cosmovisin clasista y paternalista propia de las izquierdas clsicas, el enano progresista y didctico enquistado en Szifrn. En este caso, la estructura deEl Mataderoes recreada en base a una inversin particular: es el supuesto brbaro fogoneado por la aspiracionalidad consumista de clase media quien irrumpe en el santuario de los ricos, y termina sacrificado. Lo significativo, sin embargo, no es el desenlace sino lo que se cuenta: una negociacin en las sombras, a espaldas de lo pblico, llena de intermediarios, donde un crimen inconfesable es soslayado para resolver una situacin acuciante. Justamente, la esencia de la poltica para aquellos embanderados en la realpolitik, ms all de su supuesta frecuencia ideolgica.El ojo blindadoSegn dicen, en el programa de Mirtha Legrand, Damin Szifrn produjo un momento incmodo cuando al ser consultado sobre el problema de la inseguridad expres que, s l hubiese nacido pobre, tambin sera un delincuente. Ignoro si fue tal cual as, pero la escena condensa en gran parte la filosofa poltica que exudaRelatos Salvajes. No se habla de estructuras ni de organizaciones, y los conflictos son reducidos al lenguaje de la venganza y la corrupcin como un problema ms moral que institucional y colectivo. Sin embargo, y a pesar de estas flaquezas evidentes, el film condensa de manera imaginaria muchos de las herencias, conflictos y silencios alrededor de los cuales se erige el discurso de la realpolitik que, como la gota que horada la piedra, conforma el clima cultural para lo que se viene y no slo en el caso argentino, sino tambin regional. Me gustara finalizar con una imagen, y es la de un vidrio blindado que se quiebra frente al filo de una barreta o bajo el peso de un matafuegos. Nadie ignora que Sergio Massa es un arribista espurio que no titubeara en propulsar un gestionalismo liberal y corrupto de sintaxis desarrollista; nadie ignora que Daniel Scioli es un inepto que hara la plancha indefinidamente; nadie ignora que Sanz o que Carri son unos inoperantes incapaces de gobernar un pas, ni que Macri y sus chicos con MBAs de la Fundacin Pensar no tomarn ni una sola medida que conlleve a una redistribucin sustentable de la renta, ni hablar de una transformacin en los valores sociales. Todo esto es muy transparente, como el antagonismo social que presenta la pelcula. Sin embargo, y de una u otra manera, todos ellos ejercen y aparecen protegidos por el grueso y blindado vidrio de la realpolitik, esa hegemona que se viene construyendo sobre la promesa del fin de una supuesta crispacin. Quizs esto sea cierto, pero quizs no.Relatos Salvajesviene a anunciar que ese vidrio sufrir varios golpes y se ver rodeado de potenciales estallidos. Y que quizs se quiebre////PACO