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Relatos de las abuelas y abuelos de San Mateo Piñas Edgardo Leonel García García

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Relatos

de

las abuelas y abuelos de

San Mateo PiñasEdgardo Leonel García García

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Sin copyright, licencias o derechos específicos. Invitamos a copiar, inter-cambiar, reproducir y distribuir por cualquier medio posible. Amplifiquemos y mul-tipliquemos los esfuerzos autónomos a través de redes abiertas de compartencia y apoyo mutuo.

García García, Edgardo Leonel. Relatos de los abuelos y las abuelas de San Mateo Piñas. Editorial CatorceFuerzas, El Rebozo Palapa Editorial y Alianza Global Ecoversidades, Oaxaca, México, 2017, pp: 29.

AutorEdgardo Leonel García García

IlustracionesColectivo Antiposturista

Diseño EditorialPalapa Editorial El Rebozo

Diseño de PortadaAbajo

Esta publicación es un esfuerzo autogestivo para recuperar la memoria y la historia colectiva de mi pueblo, San Mateo Piñas. Esta dedicado a aquellas personas que luchan a diario por no olvidar sus raíces y por recuperar la

sabiduría de nuestros antepasados.

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Agradecimientos=

Esta publicación no hubiera sido posible sin el apoyo de la Red Global de Ecoversidades y su iniciativa para sacar a la luz textos que contribuyan con el aprendizaje libre y autónomo, a todos ellos muchas gracias. En especial, agradezco a Gerardo, Manish, Udi y Kelly por haberme acompañado en esta aventura y ser la inspiración sin saberlo.

A mi papá Marino y mi mamá Reyna porque siendo un niño no dudaron en transmitirme con mucho cariño sus raíces y hasta la fecha me hacen sentir orgulloso de mi origen. A mis abue-los y abuelas, paternos y maternos, por haber mantenido vivo el legado que antes les había sido transmitido por los abuelos de sus abuelos. Sin ellas y ellos simplemente esta compilación de relatos no existiría.

Finalmente, quiero agradecer a mi compañera de vida Arely y a mi bebé Ximena Donají porque ellas son la fuerza que me impulsa a seguir adelante y el motivo de haber escrito este texto. A mi gran amigo Ernesto Amaru y mi entrañable amiga Lindsey de la Cooperativa El Rebozo por haber puesto sus talentos a disposición para la edición del texto y el diseño gráfico. A Italibi (Ika Atl) y el Colectivo Antiposturista de Ilustradores,

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quienes fueron los encargados de darle vida a los relatos a través de las ilustraciones que acompañan cada historia.

Gracias a todxs los que han sido parte de esta aventura, gracias porque aún antes de saber que se publicaría dieron todo su esfuerzo, ánimo y voluntad para que fuera posible, sin esperar nada a cambio y al contrario, dándolo todo de corazón. MUCHAS GRACIAS. Esta publicación nos pertenece a todxs.

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A todos los abuelos y abuelas de San Mateo,grandes sabios y sabias, con cariño y respeto

A mis abuelitas Carmen y Beta y mis abuelitos Eucario y Marciano, con amor

A Ximenita, Mateo y las nuevas generaciones, para que nunca olvidemos de donde venimos

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Índice

I. Introducción ... 11

II. Cuentos ... 15

El CatorceFuerzas • 17

El Alumbrador • 21

Cabeza de jícara • 23

Para sacar espanto • 27

Historias de tlacuaches I • 29

Historias de tlacuaches II • 31

Señales campesinas • 33

El encanto • 35

Una de borrachos • 37

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De cuando se hicieron las campanas • 39

Los tonales • 41

Otra de tonales • 43

El cachudo • 45

Historia de la campana • 47

Cuéntame una historia • 49

III. A modo de conclusión ... 51

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I. Introducción e Invitación=

Todo comenzó en la casa de mis abuelos en un pequeño ran-cho del pueblo de San Mateo Piñas, entre las montañas de la Sierra Sur y la Costa de Oaxaca. En el bracero la leña crujía y en el comal se calentaban las tortillas, afuera gritaban los pericos y las gallinas se preparaban para subirse al palo y dormir. Caía la noche, se prendían los candiles de petróleo y los ocotes (en ese tiempo todavía no había luz eléctrica), sentados a la mesa tomábamos café con pan. Era yo un niño, si mucho llegaba a los 10 años, y en ese momento no sabía que 18 años después escribiría estas palabras. Todas las vacaciones venía de la ciudad al rancho de mis abuelos y era en ese lugar el niño más feliz del mundo, no había televisión ni chucherías, en cambio podía ir a nadar al río, ver los pájaros y jugar en el monte.

Era una noche cualquiera de un mes cualquiera de un año cualquiera y como les dije antes, tomábamos café con pan. Todas las noches practicábamos el ritual de charlar con los abuelos. A cada sorbo de café fluían las historias, cuentos mágicos de ani-males del monte, de personas chistosas del pueblo, de espíritus

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y ánimas en pena; historias que crecieron conmigo y llenaron de sentido mi vida. El monte, el panteón y los caminos, no volvieron a ser los mismos. En esa cocina de barro de pared y piso de tierra supe por primera vez lo que era la matlacihua, el cachudo, el pájaro caballero y el catorce fuerzas.

Desde niño me pregunté ¿porque las historias de mis abuelos no aparecían en los libros? Al crecer me di cuenta que esto es porque estas historias no se leen sino que se hablan, se cuentan, se platican y así se van transmitiendo de generación en gene-ración. Los pueblos están llenos de personas, animales, situa-ciones y lugares que podrían llenar miles de bibliotecas. Cada quien le pone de su cosecha o le compone a cada historia y nunca es contada de la misma manera. Se cuenta con gestos, con cambios de voz, con modo pues, y eso no se puede trans-mitir a través de los textos, que son planos, rígidos, sin sabor y olor. Sin embargo, los mayores se están yendo muy rápido, las enfermedades o simplemente la vejez se los están llevando y nosotros como jóvenes no ponemos tanta atención a sus histo-rias porque estamos distraídos viendo la televisión o pensando en irnos pa’ otro lado. Es por eso que decidí poner en papel estos cuentos, anécdotas e historias chuscas, porque es importante preservarlas y transmitirlas ya que ahí está el conocimiento y la sabiduría de nuestras comunidades que nos sirve en nuestra vida diaria y que les será de gran utilidad a las nuevas generaciones.

Mi papel es solamente el de un narrador, estas historias de mis abuelos y abuelas no me pertenecen, le pertenecen a todo el pueblo, forman parte de su historia y memoria, por eso este folleto es también una invitación, para que si tú que estás leyen- do sabes alguna historia, cuento o anécdota, te animes a contarla, a trasmitirla a tus hijos e hijas y si tienes ganas, al final de este folleto hay una sección donde puedes escribirla y ser parte de

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Introducción e Invitación • 13

esta propuesta de recuperación de la memoria colectiva de nuestro pueblo.

Sólo si mantenemos viva nuestra memoria, si conservamos la sabiduría de nuestros antiguos podremos recuperar nuestra capacidad autónoma de vivir y hacer nacer un mundo nuevo.

San Mateo Piñas, Pochutla, Oaxaca. 3 de julio de 2016

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III. Cuentos=

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¡Ten cuidado si te vas pal’ monte! – me dijo mi abuela con su voz melodiosa y tranquila. Si no te pones listo te puede salir una culebra o cualquier otro animal peligroso, ¡hasta te podrías

encontrar un CatorceFuerzas!

—¿un CatorceFuerzas?, le pregunté muy interesado en el nombre de aquel animal.

Sí, un CatorceFuerzas, ¿apoco no lo conoces?

=El CatorceFuerzas

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En mi corta vida viviendo en la ciudad nunca me encontré un animal así, los únicos animales que conocían eran las mascotas que la gente tiene en sus casas, perros y gatos, uno que otro hámster o perico, pero que yo me acordara nunca supe de alguien que tuviera un CatorceFuerzas de mascota y en mi vida había escuchado siquiera el nombre, así que mi respuesta fue definitiva:

—¡No abuelita, no lo conozco, cuéntame del CatorceFuerzas!

Mira, el CatorceFuerzas es un animal que tiene la fuerza de catorce animales, es un animal muy fuerte y anda en el monte, ahí vive, tiene garras fuertes y también una trompa larga. Si te lo llegaras a encontrar se para de patas y te pide que eches fuer-citas con él, ¡cuidado si vas a aceptar! Porque ese animal es muy fuerte. Te va a extender su brazo como para que echen unas fuercitas y si te va a ganar entonces vas a perder toda tu fuerza, ni un machete vas a poder agarrar, no vas a poder hacer ningún trabajo. Pero si le vas a ganar entonces sí, vas a tener la fuerza de esos catorce animales.

— ¿y tú conoces a alguien que haya peleado con el Catorce-Fuerzas y le haya ganado, abuelita?

No, si conozco gente que se lo ha encontrado, pero no conozco a alguien que se haya animado a pelear con él. Es que te digo que ese animal es muy fuerte, así que cuidado vas a ir al monte tú solo y de noche porque te lo vas a encontrar, por ahí anda escondido pero cuando es hora ya sale. El perro a veces lo sigue pero no le logra ganar y mejor se va.

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El CatorceFuerzas • 19

— Esta bien abuelita, no te preocupes que no pienso ir al monte en estos días – le contesto en broma, porque a mis diez años no tengo muchas intenciones de ir a trabajar al campo y menos de noche.

Ella sonríe, se mete a la casa grande y saca una bandeja llena de maíz para darle de comer a sus pollos. Los grillos ya tocan el sonido de la noche y los animales del monte se preparan para salir, entre ellos el CatorceFuerzas.

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=El Alumbrador

Dicen que antiguamente, anteriormente, los antiguos cuentan, que antes de que llegara la luz eléctrica había el cargo de alumbrador para las fiestas y que consistía en que con tiempo

dos señores iban a traer ocote y rajarlo en tiras largas, luego lo ponían amarrado en varias partes del municipio y le pren-dían lumbre para que se viera un poquito. Así alumbraban en la fiesta del patrón San Mateo, el 21 de septiembre o durante la calenda o la procesión. Allá iban con su ocote para alumbrar.

Así cuentan los antiguos que era el cargo de alumbrador.

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=Cabeza de jícara

¿Porqué no te cortas el cabello? – me dijo un día mi abuelito al verme mechudo. Llegado de la ciudad y en plena adoles-cencia traía la greña bien larga.

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— Así me gusta – le respondí luego luego.

— Te van a ver así en la plaza, te van a confundir y te van a pegar. Déjame rasurarte como rasuraban antes, con un corte de jícara, vas a quedar bien, hasta se te van a pegar las muchachas - replicó decidido a echarle tijera a mi larga y sedosa cabellera.

— ¿y cómo rasuraban antes? – pregunté, nomás por saber porque la verdad no me iba a dejar rasurar.

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Cabeza de jícara • 25

— El corte de jícara era común, le ponían a uno una jícara en la cabeza y el cabello que se salía de la jícara era lo que le cortaban a uno, quitaban la jícara y ya está – me explicó el abuelo pen-sando en que ya había quedado totalmente convencido.

— ¡ah! creo que mejor para la otra - Le dije.

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=Para sacar espanto

Mi abuelita me contó como hacían antes sacar espanto. Acuérdate bien, no se te vaya a olvidar – me dijo.

Mira, lo que vas a hacer es lo siguiente:

1. En una botella de mezcal poner maíz negrito, ruda, copal blanco y conchaerizo. Rociar 7 mañanas y 7 noches. Llamar al espantado y decirle

“no te espantes, ven, no te espantes”.

Rociar en la cabeza, pecho, espalda, codos, rodillas, palmas de las manos y planta del pie.

2. Moler ruda y hierba de espanto, mezclarla con mezcal. Tener a la mano una vela, agua y una cacerolita. Prender la vela. Rociar al espantado y llamarlo por su nombre diciéndole “no te espantes, ven”. Taparlo con una cobija para que no le de el aire. Rociarlo 7 mañanas y 7 noches.

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3. Se unta la vela o veladora al espantado. En un plato de barro se pone agua. Se derrite la vela y se pone la cera dentro del agua, se tapa el plato. Se rocía y se llama al espantado. Se destapa el plato y la cera forma la figura de lo que espantó a la persona.

Está curado.

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El tlacuache es un animal tlayudo – me dice

el abuelo mientras vemos como la tarde se prepara para dormir y empieza a caer la noche. Estamos sentados en el corredor tomando café y los grillos nos acompañan con una melodía que nos invita a desenvolver la palabra y dejar fluir las historias.

La otra noche dejé plátano en un canasto y como el tlacuache es bien listo olió el dulce del plátano y se metió a la cocina. Yo ya me había acostado pero escuché un ruido y fui a ver qué pas-aba. ¡que me voy encontrando al tlacuache adentro del canasto! Como no quise matarlo no llamé a los perros y el tlacuache cuando me vio se hizo el menso y se fue poco a poco.

=Historias de tlacuaches I

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¿Y no pensó en matarlo pa’ comer? – le pregunté.

Dicen que el que come carne de tlacuache no se va a morir luego porque el tlacuache es un animal tlayudo – me dijo el abuelo mientras le daba el último sorbo a su taza de café.

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=Historias de tlacuaches II

La otra noche me despertaron los perros, era de madrugada y no dejaban de ladrar. Entonces salí a ver qué era.

Los perros estaban mordiendo un tlacuache, lo tenían ya todo ensangrentado, parecía que ya estaba muerto. Entonces en una de esas que lo sueltan porque el pobre tlacuache ya ni se movía y como yo tenía sueño me regrese a dormir, “mañana lo voy a hacer en caldo aunque sea para los perros” me dije. ¡Y cual! Si al otro día ni rastro del tlacuache había.

Por eso te digo que el tlacuache es un animal tlayudo, el que lo va a comer no se va a morir luego.

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=Señales campesinas

1. Cuando canta el chigüiro seguro va a haber visita

2. Hay que ver cómo está el tiempo los primeros 12 días del año porque así es como va a estar cada mes del año

3. En año nuevo hay que fijarse donde va a aparecer como que sale lumbre, ahí hay que escarbar y seguro aparece dinero

4. Cuando el cielo está emborregado segurito va a temblar

5. ________________________________________________ __________________________________

6. __________________________________________________________________________________

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Dicen que donde hay agua, hay encanto. La otra vez iban dos compadres caminando por la vereda, eran arrieros y siempre andaban por los caminos y ahí les agarraba la noche. Pasando

un río, uno de ellos vio un encanto, como si hubiera una fiesta de un pueblo, con mucha comida, muchachas y música, no pudo aguantarse y que se mete al encanto. El otro compadre se dio cuenta que era la cosa mala, se asustó y se fue corriendo. Todos pensaron que el compadre ya se había muerto porque no volvió a aparecer.

Al otro año el otro compadre volvió a pasar por el mismo camino y que se va encontrando a su compadre.

¿Donde has estado todo este tiempo, compadre? – le preguntó.

¡Cuál!, si hace apenas un rato que te dejé aquí – le dijo el compadre.

No compadre, si ya pasó un año – le dijo el otro compadre. El compadre no lo podía creer, hasta blanco se puso del susto.

=El encanto

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Cuando tu papá cumplió un año paramos el trapiche allá en la loma, mero esa vez sembré bastante caña y chulo se dio. Entonces busqué dos padrinos, uno trajo un tocadiscos

y el otro puso una orquesta. Amarramos el buey y mero que empezó a dar vueltas que empieza a tocar la orquesta. Vino bastante gente, se puso bueno, tomamos aguamiel. Pero como vinieron varias muchachas no quise tomar porque vieron que le puse grasa de buey al trapiche, sí le puse pues pero donde da vuelta, no donde se mete la caña. Luego ya como eso de las tres de la mañana que se pelean dos amigos, uno de Río Culebra con uno del Perdiz y como había más borrachos que les gusta echar guante, que le entran y que se hace la bola.

=Una de borrachos

Lo bueno que llamé a mi gente y estaban en juicio, esa hora fui por el mecate con el que amarro a mis bueyes y que amarramos a esos pobres.

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Ya que amaneció desatamos a uno y le dijimos: “¡órale pendejo vete pa’ tu rancho!”, no digo si no encontró camino luego luego. Ya al otro rato desatamos al otro. Les fue bien porque si los entregamos a la autoridad les iban a cobrar multa además de que los iban a guardar otro rato en la cárcel municipal.

Esta historia me la contó mi abuelo entre el cafetal cuando fuimos por un tercio de leña,

un 26 de septiembre del 2014.

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=De cuando se hicieron

las campanas

Cuentan los anteriores que las campanas las fundieron aquí en el pueblo, allá arriba en la plaza. Dicen que la gente llevó monedas para que ahí se hicieran las campanas. Los que tenían

billete llevaron cada quien un canasto de monedas, ahí iban esas gentes cargando hasta el pueblo desde sus ranchos. Ya los que eran pobres llevaban lo que da la copa de su sombrero, copeteado de monedas.

Antes la gente tenía dinero porque casi no gastaba en nada, ellos hacían su panela y no tenía que comprar azúcar, sembraban su maíz y ya con eso tenían para todo el año, sembraban frijol, hacían tortilla; además, tampoco había mucho que comprar porque no llegaba casi nada al pueblo, no había carretera, lo poco que lle-gaba lo traían en mula desde Pluma Hidalgo.

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Cada campana tenía un sonido, había una campana para cada cosa, para llamar misa, para llamar al rosario, no era nada más porque sí pues. Hasta les pusieron unas letras en latín a esas campanas. Había varias, pero se robaron una.

¿cómo que se robaron una? – interrumpo bruscamente ya interesado en la siguiente historia.

sí, ¿apoco no te he contado la historia de la campana que se robaron los tonales de San Mateo del Mar y quedó muda? – me contesta el abuelo, ya entrado para alargar la noche y el café pero de repente se acuerda de algo y me dice: bueno, pero será pa’ la otra porque tengo que ir a soltar a mi perro porque ya lleva mucho rato ahí, y sin darme tiempo de decir “pero abuelito...”, se levanta de su banquito y se va a desatar a su perro.

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= Los tonales

Acá en el pueblo hay tonales chingones – me dice el abuelo de repente, como esperando a que le siga preguntando y así empezar esta nueva historia.

Sí, el otro día me contó un señor, un mi amigo, que acá en San Mateo, hay tono de cometa, de rayo, de culebra y de león. Son gentes que de día se ven normales, así como tú y yo, pero de noche es cuando agarran y se transforman para irse al mar, si es tono de cometa, o para irse al monte si es tono de león. Por ahí andan, nomás que no se enseñan para que uno no se de cuenta. Esos nomás andan vigilando como se porta la gente. El que tiene tono de cometa está bueno porque se puede ir al mar y traer unos pescados pa’ comer.

Yo me quedo imaginando cómo es que podría ser que alguien tenga tono de rayo o de cometa. Mientras tanto mi abuelita nos acerca otra taza de café y mi tío saca del canasto unos panes. Se acabó la historia y volvemos a acercarnos poco a poco a la mesa para merendar otra vez.

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=Otra de tonales

Oye abuelo el otro día me quedé pensando en los tonales ¿será que es cierto que en Piñas hay

de los meros buenos?

El abuelo agarró el banquito que ocupa para sentarse cuando desgrana su maíz, tomó su taza de café y remojando unas galletas de animalito me empezó a contar tranquilamente otra historia de tonales.

Sí es cierto – me dijo totalmente convencido. El otro día un amigo de esos que andan todo el día en la plaza me contó que vinieron unos SanJuaneros a vender al pueblo y traían sus burros. Pues se les hizo fácil ir a amarrar sus burros ahí por el panteón, como vieron que ahí había buen zacate y pensaron que no iba a pasar nada pues ahí los dejaron y se fueron para la plaza. ¡Cuál fue su sorpresa! Que cuando regresaron los burros estaban muertos, porque los había matado el rayo. Dicen que tono de rayo los mató, porque es terreno de la gente ahí donde estaban los bur-ros y los tonales se enojaron. A los dos burros los mató el rayo. ¡Pobres SanJuaneros! Ya no dijeron nada y que agarran camino pa’ su pueblo.

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=El cachudo

La madrugada envuelve el corredor de la casa, las últimas bra-sas alumbran tímidas en el comal y nosotros no podemos dormir porque mi abuelo Papá Cayo (como le decimos de

cariño) está contando historias de terror. Nosotros como cha-macos nos morimos de miedo pero aparentamos que no para que el abuelo siga contando. No se asusten chamacos – dice el abuelo sin saber que poco a poco nos juntamos unos a otros pa’ no espantarnos.

Ora les voy a contar la historia del cachudo – nos dice agarrando fuertemente su bastón.

El cachudo te da cuando le pides, pero cuidadito porque te va a quitar lo que más quieres. Dicen que había un señor que se sentía muy chingon, que se va una noche a un cruce de cuatro caminos y empezó a llamar al cachudo, ¡Cuál fue su sorpresa! Al ver que venía un señor bien vestido encima de un caballo negro.

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¿Qué quieres? – le dijo el cachudo al señor. Si quieres dinero te voy a dar, si quieres trabajo te voy a dar. Pero eso sí, me voy a llevar a toda tu familia.

Dicen que el señor ya no tuvo valor de pedirle nada al cachudo y se puso pálido de puro miedo y sin poder hablar. Pero como el cachudo no va a venir en balde, que se lleva al señor por andar jugando. A los pocos días que se va el señor con el cachudo. Se murió pues.

Dicen que anda bien vestido y en su caballo, por eso no es bueno caminar de madrugada solo y sin lámpara, porque en una de esas te lo puedes encontrar y te va a ofrecer trabajo.

¿Oiga abuelo y usted se lo ha encontrado alguna vez? – pregunta uno de los nietos desde entre las cobijas.

¡Qué lo voy a encontrar! si no no te estaría contando esto, chamaco – responde el abuelo.

Nos agarramos a reír, un poco por la gracia del abuelo y otro poco pa’ que se nos pase el miedo y podamos dormir.

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=Historia de la campana

Desde que tengo memoria mis abuelos me contaron la historia de la campana, es una historia muy famosa en San Mateo, todos se la saben y cada quien la cuenta a su modo. Siempre

que veía a mis abuelos no perdía oportunidad en pedirles que me contaran esa historia y ellos siempre la contaban con el mismo entusiasmo de la primera vez.

Era de noche y Papá Cayo ya tenía que dormir, a sus 94 años él sigue respetando sus horarios, en puntito a las 7pm ya está en la cama. Pero esa noche se tuvo que regresar porque a medio corredor le pedimos que nos contara la historia de la campana. Con tan solo oir la petición, el abuelo se acomodaba el sombrero, agarraba fuerte su bastón y se sentaba en la hamaca.

Les voy a contar la historia de la campana pues – decía el abuelo muy serio. Era una noche de tormenta, nadie sabía lo que iba a pasar. Llovía muy fuerte, tronaba por aquí y por allá, parecía que se iba a caer el cielo. Es que no era para menos, si los tonales de rayo y de cometa de San Mateo Piñas luchaban ferozmente con-tra las culebras de agua, tonales de San Mateo del Mar.

Los de San Mateo del Mar habían venido a robarse la campana más grande de Piñas. Es que como ya les conté la otra vez, esas

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campanas eran muy buenas porque las forjaron aquí mismo en el pueblo y cada una tenía un sonido especial.

Los tonales de Piñas son muy chingones, dicen que hay de los buenos por acá. Pero los de San Mateo del Mar se pusieron más listos. De tanta lluvia hicieron crecer el río y se transformaron en culebras de agua, entonces bajaron por todo el río y llegaron hasta San Mateo. Como el campanario estaba abajo se les hizo fácil sacar la campana. Estaba lloviendo muy fuerte, parecía tem-porada, ¡quién iba a saber que se estaban llevando la campana! nadie salía. Nomas los tonales de rayo de San Mateo estaban peleando con los del Mar.

Después de pelear toda la noche, los tonales de San Mateo del Mar ganaron llevarse la campana por el río, pero cuál fue su sorpresa que la campana se enojó por que la sacaron de nues-tro pueblo y en su enojo se quedó muda. Entonces, cuentan

los abuelos que cada 21 de septiembre que es el día que se celebra al santo patrón San Mateo, la

campana vuelve a sonar en recuerdo de haber estado desde el principio en Piñas.

Ni bien ha terminado la histo-ria, el abuelo ya agarra camino para la cocina y a la distancia nos grita: ¡órale chamacos vamos a tomar café con pan porque de aquí hasta mañana!

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=Cuéntame una historia

Todos en Piñas se saben una historia, desde el más pequeño hasta el más grande, así que ¡anímate! Y cuéntame una historia, si no se te da escribir no te preocupes, cuentásela

a alguien más y que te ayude a escribirla. Si este folleto llega a tus manos y quieres que tu historia sea publicada en una siguiente edición, por favor comunícate al teléfono (044) 9511026807 y con gusto será incluida. Mientras más historias recopilemos podremos conservar mejor la memoria oral de nuestro pueblo.

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Titulo:

Historia contada por:

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III. A modo de conclusión=

Esto no es para nada un final sino al contrario, es un comienzo, el principio de un camino lleno de veredas y atajos a lugares inesperados, con animales, personas y situaciones que sólo

pueden encontrarse en la imaginación de un pueblo.Así como el CartorceFuerzas, estas primeras catorce historias

son tan sólo una probadita de la gran riqueza cultural de nues-tra comunidad, una riqueza que no se puede tocar pero que es invaluable. Las letras y el papel se desgastan con el tiempo, pero las palabras que transmite una abuela a su nieto perduran de generación en generación, así que este folleto es sólo un intento para animar a más paisanos a escribir o contar las historias de nuestro pueblo y sobre todo una invitación a los niños y jóvenes para estar atentos a escuchar la sabiduría que se encuentra en nuestros mayores.

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Mis dos abuelas se han ido físicamente, pero su recuerdo está vivo, todavía me quedan mis dos abuelos, así que mientras los tenga a mi lado, escucharé con atención su palabra y transmitiré a mi hija todos esos cuentos y relatos que alguna vez me cobijaron cuando niño, en esa cocina de barro, en un pequeño rancho del pueblo de San Mateo Piñas, entre las montañas de la Sierra Sur y la Costa de Oaxaca.

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=Publicado con la mirada puesta en

la memoria colectiva de nuestros pueblos, en el verano de 2018,

en algún lugar de los Valles Centrales de Oaxaca.

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