Relato, fábula, parábola (La lengua como mito) - … · ensayo de explicación ... oscuro e...

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Relato, fábula, parábola (La lengua como mito) Suele pensarse que los mitos son historias fabulosas que las culturas «pri mítivas>~ inventan para explicarse de algún modo los fenómenos naturales. Esta idea ha campeado con tanta fuerza a lo largo de la historia que ha tenido tiempo de sobra para colarse entre nuestros hábitos mentales, para los que mito es sinónimo de engaño (lo mismo que fábula) y remite al universo de las supersticiones. Hoy, sin embargo, esta opinión no goza de mucho crédito entre los especialistas. Para los mitógrafos modernos mito sigue siendo todavía un relato, pero ya no es necesariamente un vano ensayo de explicación precientifica. En 1936, en su famoso libro El amor y Occidente. Denis de Rougemont decía que un mito es una historia, una fábula si,nhúlica, simple y patente, que resume un número infinito de situaciones mas o menos análogas. El mito permite captar de ti visiazo cierto tipo de relaciones consbanles y destacarías del revoltijo de las apariencias cotidianas. En un sení ido más estricto, los mitos traducen las reglas cíe conducía de un grupo social o religioso. De esta concepción podríamos deducir, por ejemplo, que la figura de Zeus, más que intentar explicar al rayo, lo expresa en el mundo de los hombres (y particularmente en el de los griegos clásicos), que lo ven como un misterio, no como una incógnita planteada sólo para la razón. Por eso, creo, dice Rougemont que «necesitamos de un mito para expresar el hecho oscuro e inconfesable de que la pasión está vinculada con la muerte»; vínculo que difícilmente podríamos colocar entre los fenómenos naturales. El mito que expresa tal «hecho oscuro», como saben ustedes, es el de Tristán e Isolda, que se formó en la Europa medieval y que —según la tesis principal de El amor y Occidente— aún rige la conducta amorosa de nuestra civilización. Anales de Literatura Hispanoamericana, núm. 24. Servicio de Publicaciones. UCM. Madrid, 1995

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Relato,fábula, parábola(La lengua como mito)

Suelepensarseque los mitos son historiasfabulosasquelas culturas«primítivas>~ inventanpara explicarsede algún modo los fenómenosnaturales.Esta idea ha campeadocon tanta fuerza a lo largo de la historia que hatenido tiempo de sobrapara colarseentrenuestroshábitos mentales,paralos que mito es sinónimo de engaño(lo mismo que fábula) y remite aluniverso de las supersticiones.Hoy, sin embargo,esta opinión no gozademucho créditoentrelos especialistas.Paralos mitógrafosmodernoseí mitosigue siendo todavía un relato, pero ya no es necesariamenteun vanoensayode explicación precientifica. En 1936, en su famoso libro El amor y

Occidente.Denis de Rougemontdecíaque

un mito es una historia, una fábula si,nhúlica, simple y patente, que resume unnúmero infinito de situaciones mas o menos análogas. El mito permite captar deti visiazo cierto tipo de relaciones consbanles y destacarías del revoltijo de lasapariencias cotidianas. En un sení ido más estricto, los mitos traducen las reglascíe conducía de un grupo social o religioso.

De estaconcepciónpodríamos deducir, por ejemplo, que la figura deZeus, más que intentar explicar al rayo, lo expresaen el mundo de loshombres(y particularmenteen el de los griegosclásicos),que lo ven comoun misterio, no como una incógnita planteadasólo para la razón. Poreso,creo, dice Rougemontque «necesitamosde un mito para expresarel hechooscuro e inconfesablede que la pasión está vinculada con la muerte»;vínculo que difícilmente podríamoscolocar entrelos fenómenosnaturales.El mito que expresa tal «hecho oscuro», como saben ustedes,es el deTristán e Isolda,quese formó en la Europamedievaly que—segúnla tesisprincipal de El amor y Occidente—aúnrige la conductaamorosade nuestracivilización.

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La leyendade Tristáne Isoldanosstrvecomo ejemplo paramostrarqueno todoslos mitos son «primitivos» ni todos son estrictamente«religiosos»(podríamosdecir, en estesentido, que hay mnitos modernos,por lo demásajenosa la religión: Don Juan, Frankenstein,etc.), lo cual nos permitedesbrozarmucha dc la selva racionalista de las antiguas definicionesdemito. Tanto, quizá, que tendremosque conformarnoscon decir que losmitos son relatossimbólicos que expresanel sentido más intimo y funda-mental de las relacionesdel hombre con el mundo (donde caben, desdeluego, la naturaleza,los diosesy los otros hombres).Es sin duda la expre-sión de estaintimidad con el mundolo queda a losrelatosmíticossu poderde fascinacióny su misterio.

Ahora bien, en cuanto relatos, los mitos nacen atados a la lenguanatural (y no ha fatadoun filósofo que diga incluso que son «unaenferme-dad del lenguaje»),pero la relación entremito y lenguanatural es cuandomenos paradójica. Poruna parte es imposible pensaren un relato míticoqueprescindadel lenguaje;pero,por otra, el origendel lenguajeno sólo nopuedeexpresarsesin echarmanodel mito sino quea vecesla lenguanaturalse presentaa sí misma como un relato mítico, como si hubiesenacido en elmomentoprecisode narrar un mito. Me explicaré.

Las palabrasmito y fábula compartenen nuestralenguala acepciónde«mentira». No olvidemos, sin embargo,que compartenademásla acep-ción de «relato,cuento»,que al pareceres másantigua,aunqueseriadifícilprobarlo. De hecho,ya en latín la palabrajhbula (derivadade /kri, «ha-blar») significabatanto «conversación»como «relatosin garantíahistóri-ca». Fabula prohijó el verbo¡¿buían, que ya en españolse transformóenjáblar, y finalmenteen hablar. El italiano, el francésy el catalánsiguieronun camino muy similar a partir de un vocablo distinto, quesin embargotenía también el sentido de «relato»,parabola, y así dicen parler, parlá yparlar. (El españolrecurrea vecesa esamismaformaparareferirsea cosasrelacionadascon «hablar»,como cuandodecimos parlanchín, par/oteo,parlamento,etc.).

Pero eso no es todo, puesel inglés, que no es lenguaderivadadel latín,también relacionael verbo to talk, «hablar»,con tale, «relato»(vocablosasu vez emparentadoscon nuestrodolo, provenientedel latín dolus, «astucia,fraude, engaño»). Esta similitud entre el inglés y las lenguas romancessugiereque la asociaciónentre hablar, contar y mentir tiene un origencomún muy arcaico,seguramenteindoeuropeo,pero no nos ocuparemosdeél ahora.Diremos,en cambio,a modode resumen,que la lenguase presentaa sí misma, al menos imaginariamente,como relato. Cuando habla porprímera vez, fabula, cuenta historias (seguramente«falsas», míticas). Escomo si estuvieraen su naturalezaabandonarsede inmediato,apenasnaci-da, al impulso de contarcuentosfascinantes;es decir, fábulas, parábolasymítos. Y es que,a decir verdad, la lenguanatural pareceestarconstituidapor ellos. Por eso no necesitamosproponerun mareo religioso ni, mucho

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menos,«primitivo», para calificar de mito un relato: nos bastacon queexpresede algún modo la misteriosarelacióndel hombrecon el mundo(«unhechooscuro»,como dice Rougemont,quese repiteinFinitas veces);es decir,queexprese,en lo que tiene de inexplicable, la intimidad de nuestracomu-nión con él.

FRANCISCO SEGOVIA