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106 Aspirantes a la jerarquía. Relaciones de mérito del clero poblano, 1831 Sergio Francisco Rosas Salas Resumen El objetivo del presente trabajo es analizar el perfil de los aspirantes a ocupar las canonjías vacantes del Cabildo Catedral de Puebla en 1831, tras la ley que sobre este respecto emitiera el gobierno de Anastasio Bustamante. El trabajo, pues, se ubica en el proceso que reconformó la jerarquía eclesiástica del país, tras la designación de la primera generación de obispos mexicanos por Grego- rio xvi. A partir de la utilización de las relaciones de mérito de los candidatos como fuente primaria, nos interesa mostrar la importancia de este tipo de do- cumentos para la historia eclesiástica de Puebla. A partir de la trayectoria vital de los candidatos, todos miembros del clero secular de Puebla, se identifican elementos comunes entre los sacerdotes del obispado. El trabajo plantea, así, que el clero secular poblano de la I República Federal compartía orígenes y edades, y al mismo tiempo, muestra la importan- cia concedida al trabajo pastoral y a la trayectoria estudiantil y académica como elementos importantes para acceder a la jerarquía eclesiástica. Abstract The purpose of this research is to analyze the profile of the candidates to oc- cupy the available canonry of the Cathedral Chapter of Puebla in 1831, aſter a law, which, in relation to this, the government of Anastasio Bustamante had re- cently passed. This research, then, is placed during the process that reshaped the ecclesiastic hierarchy in the country, aſter designating the first generation of Mexican bishops by Gregory xvi. By using the merit relation of the candidates as a primary source, we are interested in showing the importance of this kind of documents for the ecclesiastic history of Puebla. Starting with the life trajectory of the candidates, all members of the secu- lar clergy in Puebla, some common elements among the priests of the bishopric are identified. This research states that the secular clergy in Puebla during the Federal Republic shared the same roots and ages, and at the same time, shows the importance granted to the pastoral work and to the scholar and academic trajectory as important elements to access the ecclesiastic hierarchy. Palabras clave: Puebla, clero secular, relaciones Iglesia / Estado, canónigos, obispado Key words: Puebla, secular clergy, Church/ State relationship, priests, canons, priests, bishopry Licenciado en historia por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Estudiante del doctorado en Ciencias Humanas especialidad estudios de las Tradiciones de El Colegio de Michoacán, A. C.

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Aspirantes a la jerarquía. Relaciones de mérito del clero poblano,

1831

Sergio Francisco Rosas Salas∗

ResumenEl objetivo del presente trabajo es analizar el perfil de los aspirantes a ocupar las canonjías vacantes del Cabildo Catedral de Puebla en 1831, tras la ley que sobre este respecto emitiera el gobierno de Anastasio Bustamante. El trabajo, pues, se ubica en el proceso que reconformó la jerarquía eclesiástica del país, tras la designación de la primera generación de obispos mexicanos por Grego-rio xvi. A partir de la utilización de las relaciones de mérito de los candidatos como fuente primaria, nos interesa mostrar la importancia de este tipo de do-cumentos para la historia eclesiástica de Puebla.

A partir de la trayectoria vital de los candidatos, todos miembros del clero secular de Puebla, se identifican elementos comunes entre los sacerdotes del obispado. El trabajo plantea, así, que el clero secular poblano de la I República Federal compartía orígenes y edades, y al mismo tiempo, muestra la importan-cia concedida al trabajo pastoral y a la trayectoria estudiantil y académica como elementos importantes para acceder a la jerarquía eclesiástica.

AbstractThe purpose of this research is to analyze the profile of the candidates to oc-cupy the available canonry of the Cathedral Chapter of Puebla in 1831, after a law, which, in relation to this, the government of Anastasio Bustamante had re-cently passed. This research, then, is placed during the process that reshaped the ecclesiastic hierarchy in the country, after designating the first generation of Mexican bishops by Gregory xvi. By using the merit relation of the candidates as a primary source, we are interested in showing the importance of this kind of documents for the ecclesiastic history of Puebla.

Starting with the life trajectory of the candidates, all members of the secu-lar clergy in Puebla, some common elements among the priests of the bishopric are identified. This research states that the secular clergy in Puebla during the Federal Republic shared the same roots and ages, and at the same time, shows the importance granted to the pastoral work and to the scholar and academic trajectory as important elements to access the ecclesiastic hierarchy.

Palabras clave: Puebla, clero secular, relaciones Iglesia / Estado, canónigos, obispadoKey words: Puebla, secular clergy, Church/ State relationship, priests, canons, priests, bishopry

∗ Licenciado en historia por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Estudiante del doctorado en Ciencias Humanas especialidad estudios de las Tradiciones de El Colegio de Michoacán, A. C.

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Gregorio XVI confirmó a la primera generación de obispos mexicanos el dos de febrero de 1831. El angelopolitano, Francisco Pablo Vázquez, fue con-sagrado en San Juan de Letrán, catedral de Roma, por el Papa, el 16 de marzo (cfr. García Ugarte, 1999 y Staples, 1976). Con el problema de las diócesis re-sueltas, el gobierno de Anastasio Bustamante se preocupó por cubrir otras va-cantes: las canonjías.1

Las siguientes líneas tienen por objetivo profundizar en el estudio de la Iglesia poblana durante la Primera República Federal, específicamente en el mo-mento que hemos enunciado: el reparto de espacios vacantes en los Cabildos Catedrales en 1831. Las fuentes de las que nos valdremos para tal propósito, además de las secundarias, se resguardan en el acervo de la Biblioteca Pala-foxiana, en la sección de impresos. Se trata de doce relaciones de mérito —lo que hoy llamaríamos currícula— de sacerdotes seculares poblanos que se sin-tieron aptos para ocupar los asientos que se buscaba llenar.

Antes de entrar en materia, recordemos que aquella sociedad vivía un Patronato de facto: los modelos de Antiguo Régimen, refiriéndonos específicamente al regalis-mo, no habían sido rotos, y el Estado se sentía llamado a reglamentar la labor eclesiás-tica.2 Por su parte, el movimiento de libertad e independencia de la Iglesia aún estaba en construcción, y no se completaría sino hasta 1871, con la publicación de la Cons-titución dogmática Pastor Aeternus (cfr. Martina, 1973). Dentro de dichos marcos se ubica este trabajo. Para alcanzar nuestro propósito, presentamos en primer lugar una somera revisión de las relaciones Iglesia — Estado en nuestro país hasta el momento que nos interesa. Después, una justificación teórica que, cree-mos, valida nuestra aportación, y concluiremos con la presentación del caso.

Los antecedentes. La Iglesia y el Estado en el México IndependienteA pesar de que la Constitución de Cádiz de 1812 reconocía a la Iglesia Católica como la religión oficial española, prohibiendo el ejercicio de cualquier otra (Cons-titución política…, 1820, pp. 7 — 8), cuestiones como la libertad de imprenta in-comodaron a la jerarquía eclesiástica (Floris Margadant, 1999: 160). Por ello, su restauración en 1820, gracias al retorno al poder de los liberales, generó un cambio de actitud en el alto clero novohispano con respecto a la Independen-cia.3 En un trabajo clásico, Anne Staples ha considerado que “la Independencia se da como una manera, por parte del clero, de mantener sus privilegios en Nueva España” (Staples, 1976: 14).4 Guiados por esta posición, los eclesiásticos apoyaron la causa de Agustín de Iturbide moral y económicamente, e incidieron así grandemente en el con-senso para conseguir la separación de España, como una manera de anular a la Cons-titución y sus reformas (cfr. Villoro, 2002).5

1. Una canonjía es una prebenda por medio de la cual se pertenece a un Cabildo eclesiástico. Además de la pertenencia al cuerpo en sí, la prebenda es el gozo que se tiene de una arte de las rentas anuales de la Iglesia Catedral, la destinada al sustento de los canónigos. ( Cance y de Arquer, 1934, p. 254).

2. De manera general, el Patronato es el derecho por el que algunos individuos o Estados, actuando como patronos, nombrar a quienes integrarán la jerarquía eclesiástica de un lugar dado. En el caso mexicano, se refiere al Patronato que ejerció la Corona española durante el periodo virreinal (de la Hera, 1992; Costeloe, 1978).

3. La restauración liberal inició con el levantamiento del mayor Rafael Riego en Cádiz, con las tropas movilizadas para intentar una salvación de los territorios sudamericanos por parte de la Corona Española, bajo el nombre de “la Gran Expedición”. El movimiento, si bien reivindicó la Constitución de 1812, el movimiento se generalizó por el descontento de los militares, que habían visto reducido su número y veían amenazada la integridad de su salario. El 7 de marzo de 1814, Fernando VII proclamó la Restauración de la Constitución gaditana.

4. En ese sentido, ya Marta Eugenia García Ugarte consideró que “los obispos de 1810” (Lizana y Beaumont, Campillo) se opusieron al movimiento de Hidalgo por considerar que “destruía el sistema político, social y religioso” en el que creían y actuaban” (cfr. García Ugarte, 1999: 22).

5. Sobre este tenor es fundamental el trabajo de Farris, 1995.

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El Plan de Iguala, documento fruto de esta coalición anti — liberal, al mis-mo tiempo que proclamó la independencia novohispana, declaraba que no mo-vía al ejército trigarante otro deseo […] que el conservar pura la Santa Religión, y en su artículo primero decretó que una de las bases de la nación era la religión Católica Apostólica Romana, sin tolerancia de alguna otra (México…, 1976, pp. 93-97). El hecho de la alianza entre el emperador criollo y el alto clero mexicano quedó demostrado con la elevación al carácter imperial de Agustín de Iturbi-de, el 21 de julio de 1822: el obispo de Guadalajara, José Ruiz Cabañas y Cres-po, lo coronó y el obispo de Puebla, Antonio Joaquín Pérez y Martínez Robles, predicó el sermón.

Sin embargo, las desavenencias entre el Primer Imperio y la Iglesia Católica se dieron casi de inmediato. La Comisión de Relaciones Exteriores de la Sobe-rana Junta Provisional Gubernativa declaró que el Real Patronato pertenecía a México, como derecho inherente por la emancipación de España. En contrapo-sición, El 4 de marzo de 1822, bajo el apoyo de la Junta Eclesiástica de Censura y del Cabildo de la Catedral de México rechazó que el Real Patronato pudiera ser ejercido por la nueva nación, pues había sido otorgado por el Papa como privilegio exclusivo a los Reyes de Castilla y León. La separación de la Coro-na española hacía, por tanto, a la Santa Sede, de nueva cuenta, depositaria de la soberanía de la Iglesia. La Reglamentación Provisional Política del Imperio Mexicano, emitida el 18 de diciembre de 1822, atribuía a éste el Patronato, tal como lo había expresado el secretario de Justicia y Negocios Eclesiásticos, José Domínguez (Morales, 1975, pp. 121-130).6

El 21 de junio de 1823, una comisión del Congreso, compuesta por Servando Teresa de Mier, Félix Osores, Pablo Franco, Joaquín Román y José María Iturral-de, consideró que él tenía facultad de decidir si ejercía o no el Patronato. Así, ya en el preámbulo de la primera república federal, la Comisión de Relaciones Exte-riores del Congreso dictaminó mandar un representante a Roma, para que reco-nociera al Papa como cabeza de la Iglesia, y así iniciar negociaciones tendientes al establecimiento de un Concordato.7 En medio de discusiones nacionales por este asunto, el 9 de agosto de 1824 el Congreso nombró representante de Méxi-co en Roma a Francisco Pablo Vázquez (Floris Margadant, 1991, pp. 164-165). 8

Al año siguiente comenzó a circular en tierras americanas la encíclica del Papa León xii, del 24 de septiembre de 1824, que convocaba a la lealtad del cle-ro a Fernando VII. La respuesta del alto clero a esta encíclica no dejó lugar a dudas de la lealtad que tenía para con la nación mexicana: arguyeron que el Papa estaba mal informado, y reiteraron su fidelidad a la Constitución fede-ral (cfr. Ibídem y García Ugarte, 1999, p. 37). Ella había declarado la Religión Católica como oficial, al mismo tiempo que incluía ideas políticas modernas: soberanía nacional, división de poderes y del Congreso y constitución de una

6. El problema había iniciado con la carta que Agustín de Iturbide enviara al arzobispo de México, Pedro José de Fonte, el 19 de octubre de 1821, preguntando la forma de cubrir vacantes en tanto se solucionaba el Patronato. El español respondió lo que resolvió, después, la Junta de 1822: en realidad, el Patronato cesó cuando terminó el domino real sobre América, pues era privilegio exclusivo del rey de España. El Cabildo catedralicio de México escribió a Iturbide el 26 de junio de 1822, “deseando sinceramente” que el Papa otorgara el Patronato a él y a sus sucesores.

7. Un Concordato es el acuerdo firmado entre la Santa Sede y un Estado soberano, por medio del cual se regulan las relaciones entre ambos.

8. La llegada de Francisco Pablo Vázquez tiene el antecedente del viaje a Roma de fray José Marchena, quien reportara favorablemente la situación, y así se resolvió prontamente el envío del próximo obispo angelopolitano. Cabe mencionar que la dificultad para el reconocimiento de la independencia de México por la Santa Sede pasaba al rechazo que hacia ésta tenía España. Aquella, siendo amiga de la Santa Alianza, no reconocería la Independencia de los países americanos en tanto no lo hiciera la antigua metrópoli, que finalmente cedió en 1836, cuando hacía ya tres años que había muerto el intransigente Fernando VII.

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república representativa.

El 28 de febrero de 1825 el Congreso propuso que la representación mexi-cana pidiera al Papa que se continuara ejerciendo el Patronato como hasta en-tonces. La idea central era que el Patronato no tenía que negociarse con Roma, pues residía de hecho y derecho en el país. El 9 de octubre de 1827, el Senado aprobó esta resolución, y fue enviada inmediatamente a Vázquez.

El 5 de marzo de 1830, Francisco Pablo Vázquez presentó a los candidatos a obispos elegidos en México ante el papa. El 30 de noviembre, Pío VIII nombró cinco eclesiásticos para sedes vacantes mexicanas, y con la llegada de Gregorio xvi a la sede apostólica, el representante mexicano consiguió su confirmación, que se dio el dos de febrero de 1831. Esta acción mostró la política implemen-tada en Roma por el nuevo pontífice, quien antepuso la estabilidad de la Igle-sia al sistema político de los países (García Ugarte, op. cit., pp. 41-42).9

Los elementos. La justificación teórica¿Qué enfoque vale para escribir de nuevo sobre una historia conocida? La res-puesta está en nuestra visión. Buscamos, a partir de la historia religiosa, escri-bir una historia global más completa. Un elemento fundamental, en el estado de la investigación, para alcanzar la construcción de una historia religiosa es conocer quiénes fueron sus actores. Ciertamente, este aspecto ha empezado a revalorarse en los últimos años, pero el interés se ha centrado en la jerarquía. Por ello es necesario acercarse a otros actores, no necesariamente encumbrados en la estructura. Nuestras fuentes permiten este acercamiento, pues traslucen la labor cotidiana y constante de varios sacerdotes poblanos que no pertenecí-an directamente a la jerarquía, si bien tampoco eran los más humildes.

Es necesario hacer uso de ella. Ésta ha sido revalorizada en los últimos vein-te años. La nueva corriente de esta metodología se ha centrado en el estudio del sujeto dentro de su ámbito, de las estructuras históricas dentro de las que vive. La biografía moderna, en fin, “no concibe a personas y estructuras como pares contrastantes, sino como alternativas que se influencian recíprocamente” (Bödeker, 2006, p. 326). En el fondo, toda investigación biográfica es al mismo tiempo una investigación erudita (Ibíd..: 335). Para François Dosse, la biografía ha tomado auge por ser “una nueva fuente para el estudio de la singularidad y una atención particular a los fenómenos emergentes que son considerados como objetos válidos para ser pensados gracias a su complejidad, a la imposi-bilidad de reducirlos a esquemas mecánicos” (Dosse, 2006: 40). Incluso acep-tando que tiene una parte de ficción, la biografía implica un pacto de verdad.

Los últimos años han visto resurgir la biografía gracias a una interroga-ción sobre el lugar que ocupa el hombre en la historia. Consideramos desde entonces, y a ello nos sumamos, que la historia no está alejada de la vida, de la singularidad como otro modo de llegar al conocimiento de lo histórico. La biografía, en fin, subraya la correlación entre la construcción de una carrera y la singularidad de un contexto (Bödeker, 2006: 399). En medio de un contexto singular, la Puebla de 1831, las relaciones de mérito permiten explorar cómo los sacerdotes poblanos construyeron una singularidad única, digna de ser es-tudiada: su propia carrera.

9. Así se muestra en la Constitución Apostólica Sollicitudo Ecclessiarum, del Papa Gregorio XVI, del 7 de agosto de 1831. Esta política estuvo emparejada a la condena de los principios liberales y a su oposición a la libertad de conciencia y prensa, manifestada en su encíclica Mirari Vos. Sobre los errores modernos.

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Los aspirantes a la jerarquía. Las relaciones de méritoBajo el gobierno de Anastasio Bustamante se promulgó el de 16 mayo de 1831,

10 una ley que permitía a la Iglesia la libre designación de sus canónigos (Sta-ples, 1976, p. 21).11 El antecedente inmediato fue el decreto del aún presidente Guer-rero, en septiembre de 1829, para que los cabildos eclesiásticos propusieran candidatos para ocupar las sillas episcopales, y la presentación, el 5 de marzo de 1830, por parte de Pablo Vázquez, de los elegidos como obispos ante el papa.12

Inmediatamente se procedió a la búsqueda de los personajes idóneos para cubrir las vacantes eclesiásticas. La ley recibió bastante difusión, inferimos, pues aquel mismo año empezaron a presentar sus solicitudes los sacerdotes que que-rían ingresar a los Cabildos. En Puebla la recepción de los documentos, es de-cir, las relaciones de mérito con documentos probatorios, correspondió a Carlos Mellado, Secretario del Cabildo catedralicio.13 Algunas de ellas llegaron al Se-minario, donde quedaron resguardadas.

Una de las primeras fue la de José María Zambrano y Vicinay. Nació en Puebla en 1786, y había estudiado en el Seminario Conciliar Palafoxiano de Puebla Artes y Teología. Alcanzó el sacerdocio en 1810. Fue Rector del Colegio de San Pablo, y fue párroco de San Pedro Chapulco y Santa Cruz Tlacotepec. Dentro de sus méritos destacaba que había contribuido “a conservar la quietud pública en Chapulco, al mismo tiempo que sosteniendo las libertades patrias cooperaba con su influjo y dinero a la independencia nacional” (Zambrano y Vicinay, 1831, p. 3).

También buscó un lugar en el Cabildo José María Gil y Camino, quien ha-bía nacido en 1785. Estudió latinidad en el Colegio Carolino, y teología en el Seminario Palafoxiano. Su carta de presentación eran las labores académicas: fue catedrático de filosofía y lugares teológicos, mayores, retórica y vísperas de teología, además de secretario y rector de San Pablo y examinador sinodal del Obispado. Fue desde 1815 cura, vicario y juez eclesiástico de Amozoc, y des-pués de Atlixco, Orizaba y Acajete. Había sido, además, diputado del Congre-so General en 1827 y 1828 (Gil y Camino, 1831: 3).

10. Se había llegado en 1829 a la ausencia de obispos en México. La arquidiócesis de México fue abandonada por el arzobispo Pedro María de Fonte en 1821, quien se autoexilió tras la coronación de Iturbide, aunque la sede fue aceptada como vacante sólo hasta 1838; lo mismo ocurrió con la diócesis oaxaqueña, que Manuel Isidoro Pérez Suárez dejara en 1827 y fuera aceptada vacante hasta 1831; la diócesis de Guadalajara quedó sin pastor por la muerte de José Ruiz de Cabañas y Crespo el 28 de noviembre de 1824; la de Puebla se enfrentó a la misma situación en abril de 1829, ante el deceso de su obispo Antonio Joaquín Pérez y Martínez Robles; el obispo de Michoacán, Marcos Soriana de Zafrilla murió el 27 de julio de 1809, y el electo Abad y Queipo nunca regresó a su sede, preso en España; la mitra yucateca quedó vacante el 8 de mayo de 1827, ante el deceso de Pedro Agustín de Esteves y Ygarte; el obispo José Ygnacio Aran-civia, de Monterrey, murió el 2 de mayo de 1821; el obispado de Durango, presidido hasta entonces por Juan Francisco Castañiza, quedó vacante el 29 de octubre de 1825; el obispo de Chiapas, Salvador Sanmartín y Cuevas, murió el 17 de febrero de 1821, y el obispo de Sonora, Bernardo del Espíritu Santo, murió el 23 de julio de 1823. A propósito del gobierno de Bustamante, cabe recordar que García Ugarte considera que los sustentos del proyecto conservador fueron “a defensa de la libertad económica y la diversificación de las actividades productivas, el rechazo a las milicias cívicas y la defensa del Ejército, el rechazo al régimen federal y republicano y la defensa del centralismo y el gobierno monárquico y, finalmente, la defensa de la Iglesia, sus bienes y privilegios por ser la institución más sólida y vértice de la nacionalidad y la unidad de los mexicanos”. (García Ugarte, 1999, p. 39).

11. De acuerdo con el Derecho Canónico, “se llama canónigo el sacerdote que forma parte de algún colegio o cuerpo, cuyos miembros han de tributar a Dios un culto más solemne y participar, a veces, bajo determinadas condiciones, en la administración eclesiástica”. En términos concretos, el canónigo es el miembro del Cabildo Catedral. (Cance y de Arquer, 1934, p. 252).

12. Los obispos en cuestión eran, además de Francisco Pablo Vázquez, Juan Cayetano Gómez de Portugal, para Michoacán; José de Jesús Belanzuarán, franciscano, para la mitra neolonesa; para Durango, Juan Antonio Laureano López de Zubiría, y para Guadalajara José Miguel Gordoa y Barrios, quien murió al año siguiente. El 17 de diciembre de 1832 Gregorio XVI nombró a dos obispos más: Luis García Guillén, mercedario, para la mitra chiapaneca —murió en 1834, camino al exilio— y para la sonorense, Ángel Mariano Morales —quien renunciara en 1833 por enfermedad—.

13. Cf. las relaciones de Mérito señaladas detenidamente en las siguientes notas.

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José Mariano Vera Maraver no consignó su fecha de nacimiento, pero pode-mos inferir que era mayor que nuestros dos primeros personajes, pues en 1893 había ya recibido el diaconado. Nacido en Puebla, había estudiado en el cole-gio de San Ignacio de Puebla, y obtenido el grado de Bachiller en Artes en la Nacional y Pontificia Universidad de México. Se había dedicado a la pastoral, y según él mismo su mayor virtud era su zelo. Fue capellán, en lengua mexicana, de Santa Clara Ocoyucan, San Pablo del Monte y Amozoc, vicario de Tepeaca y Tecamachalco, y cura, desde 1806, de Tonalá, Tetolzintla, Atlixtac, Zitlata, es-tos últimos en la zona de Chilapa, y de Zitlacacoya, Ixtaxoquitlan y Santa Ma-ría Molcaxac. Se gloriaba de haber sido un ciudadano honrado, [que] siempre ha estado por el orden, nunca se ha introducido en asuntos públicos (Vera Ma-raver, 1831: 3).

José María de Pardiñas había nacido en Tepeaca, suponemos cerca de 1870. Estudió gramática y filosofía en el Colegio de San Juan de Letrán, y se había gra-duado en ambos derechos en el Colegio del Espíritu Santo. En 1800 era ya cura interino de Mejicalzingo y Tepeji del Río, en el arzobispado de México. En 1802 recibio en propiedad el curato de San Miguel Xaltocan, donde había permaneci-do por 29 años. Apuntaba que “jamás se había mezclado en opiniones políticas, y había hasta desembolsado de lo suyo” para poner “buen orden” en las escuelas y fabricado una casa de ejercicios en su curato (Pardiñas, 1831, p. 2).

Vicente Clavero y Álvarez de Abreu era nativo de Tehuacán, donde con-cluyó en 1795 gramática y retórica. En aquel mismo año se matriculó en el Co-legio de San Juan de Letrán, donde estudio filosofía, matemáticas y lógica. En 1800 recibió el Bachillerato en Artes de la Pontificia Universidad, el mismo año estudió teología por el Seminario Palafoxiano, y en 1804 recibió el bachillerato en esta rama. Fue catedrático de teología del Seminario Palafoxiano, y propie-tario de Ruedas de Teología.14 Fue colector de Tlaxco, Santa Ana y San Pablo del Monte, y desde 1810 párroco de Santa Mónica Alcozauca, Tlachichilco, Tla-pancingo, Zoyatlan, Tlapa y Hueyotlipan. En 1828 se trasladó a Nopalucan, y en 1830 a Acaxochitlan. Recibió el permiso de administrar la confirmación por Breve de Pío viii del ocho de marzo de 1830, y había confirmado en un año a 6 300 personas (Clavero y Álvarez de Abreu, 1831: 1-6).15

Otro candidato que había recibido esa gracia pontificia fue José Ignacio Díaz de Luna y de la Vega, que nació en Tehuacán y ahí estudió gramática y retórica, en el convento de San Francisco. Estudio filosofía en el Seminario Pa-lafoxiano, y obtuvo su bachiller en Artes en la Real y Pontificia Universidad de México, donde también alcanzó los grados de licenciado y doctor en teología. Recién egresado fue examinador sinodal del arzobispado de México. En Puebla fue secretario de Academia de San Pablo y catedrático de Ruedas de Filosofía. En 1803 fue nombrado cura de Santiago Tetla y posteriormente de San Vicen-te Coyotepec, Santa Inés Ahuatempa y Santo Domingo de Izúcar. En 1797 fue nombrado, ya como presbítero, presidente de la Junta Subalterna de Caridad en la epidemia de viruela de aquel año. Tuvo intensa actividad política. Fue di-putado suplente a las Cortes por Tepeji en 1814 y por Izúcar en 1820; diputa-do por Puebla en 1824 y vicepresidente y presidente del Congreso Nacional en

14. La cátedra de Ruedas de teología era una de las clases de teología en los estudios superiores. En ella se enseñaba a los estudiantes la argumentación y la disputa, siempre de acuerdo con el plan de estudios de las universidades de Antiguo Régimen, apegadas a la enseñanza escolástica.

15. Un Breve es un documento pontificio, de menor solemnidad que las Bulas, y que se refiere exclusivamente a un tema.

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1825 y 1826. Además, predicó hasta 1830 17 sermones en la Catedral de Puebla (Díaz de Luna y de la Vega, 1831: 1-7).

José Camilo Jiménez, de quien no poseemos datos sobre su origen y estu-dios, era en 1812 cura interino de Huamantla, y después fue propietario de los de Zongolica, Jalapa, Coronando y Los Reyes Acatzingo. Entre sus labores aca-démicas mencionó que había sido secretario de Academia y catedrático de Mí-nimos, Medianos y Retórica en el Colegio de San Pablo. Mencionó que había predicado tres sermones en la Catedral de Puebla, y que había combatido la epidemia de peste en Huamantla en 1812 (Jiménez, 1831: 2-5).16

José María de la Llave registró lo fundamental. Era nativo de Tehuacan, y había alcanzado la licenciatura en Teología por la Pontificia Universidad. Ha-bía enseñado en el Seminario Palafoxiano de Puebla filosofía y vísperas de teo-logía, además de prima de teología aquel año de 1831, y sido cura interino de Orizaba, además de propietario de Huamantla y, desde 1803, de la parroquia del Santo Ángel de Analco.17 Había sido diputado de Puebla tres veces (de la Llave, 1831: 1).

José Francisco López de la Peña Gamboa y Aguilar nació en Puebla en 1772. Hombre de muchos saberes, estudió gramática, filosofía, teología, cánones y leyes en los Colegios de San Luis, San Ignacio y el Espíritu Santo, y era bachi-ller en filosofía y teología por la Universidad de México. Ahí fue sustituto de Cátedras Menores y había sido cura de Tlaxcala, Totimehuacan, Acajete y Cal-pan, además de examinador sinodal desde 1812 (López de la Peña Gamboa y Aguilar, 1831: 1-3).

José Castillo Rosete nació en 1780. Había estudiado gramática latina y fi-losofía en el colegio del Espíritu Santo, y era bachiller en Sagrados Cánones y Derecho Civil en la Pontificia Universidad, donde alcanzó el segundo título en 1805. Al mismo tiempo se ordenó subdiácono “en idioma chocho o popoloca”. Desde 1810 se le había permitido participar en asuntos civiles. Al año siguiente se ordenó sacerdote. Las siguientes dos décadas se dedicó a las leyes: en 1821 fungía como defensor de los Monasterios de Santa Catarina y la Soledad, y el Colegio de Guadalupe en Puebla. Desde aquel año y durante todo el I Imperio fue promotor fiscal, defensor de obras pías y matrimonios, y de 1826 a 1829 fue catedrático de Sagrados Cánones. Desde 1825 fue párroco de Tepeaca, y desde 1830 de Atlixco (Rosete, 1831, pp. 1-7).

Los dos últimos casos son los más reveladores. El primero corresponde a Agustín José Roxano Mudarra. El más grande de los aspirantes, nació en Izta-cuiztla, Tlaxcala, en 1758: en 1831 tenía 73 años. En 1770 estudió Gramática en el Nacional y Pontificio Seminario Palafoxiano de San Pedro y San Juan de Pue-bla, además de alcanzar su bachillerato en Artes por la Pontificia Universidad en 1775, y en 1794 el doctorado en Teología en la misma institución. Se orde-nó en 1781, y fungió como colector de diezmos en San Martín Texmelucan. En 1794 fue cura coadjuntor en aquella villa, y al año siguiente propio de San Lo-

16. Las cátedras de mínimos y las cátedras de medianos eran las dos divisiones de la clase de gramática enseñada en los Colegios y Seminarios de Nueva España, que en lo general siguieron el plan de estudios de las universidades de Antiguo Régimen. La primera, mínimos y menores, eran los rudimentos del latín, y la de medianos, mayores y retórica era la etapa avanzada, necesaria para pasar a los estudios superiores propiamente dichos. Éstos se dividían general-mente, en orden de importancia, en estudios de teología, derecho canónico, derecho civil y medicina. (cf. Becerra López, pp. 149 — 159).

17. Las cátedras de primas y vísperas eran cátedras de teología en las Universidades de Antiguo Régimen. En Nueva España, la Cátedra de Prima era la primera del día (siete a ocho de la mañana) y en él se estudiaban las Sentencias de Pedro Lombardo; la Cátedra de Vísperas se leía de tres a cuatro de la tarde y en ella se dictaban los libros de Lombardo. Más tarde en ellas se enseñó a Santo Tomás de Aquino (Becerra López, p. 182).

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renzo Chaucinco, y de San Salvador el Verde desde 1798. Decía haber vacuna-do a los niños de su costa en la peste de 1812. Fue sinodal del Obispado desde 1816, y rector y regente de estudios del Seminario Palafoxiano de 1817 a 1820. Recibió al Virrey Iturrigaray en Veracruz, comisionado por el Obispado, leyó las honras fúnebres latinas por Carlos IV en 1819, felicitó a Iturbide por su co-ronación en 1821 y al Congreso General de 1822. Fue elegido dos veces dipu-tado propietario por Tlaxcala y Huejotzingo a las Cortes españolas, en 1813 y 1821, a las cuales no asistió, y desde 1820 tenía una ración en la Catedral de Pue-bla, además de una canonjía magistral en 1830.(Roxano Mudarra, 1831: 1-11).18

El último caso registrado es también de mucha valía, pues pertenece a José María Luciano Becerra y Jiménez. Nació en Jalapa en 1784. Ahí estudió gramá-tica, y se trasladó a Puebla, donde estudió filosofía y teología. Fue Bachiller y Doctor en Teología por el Seminario Palafoxiano. Fue catedrático de filosofía, lugares teológicos y vísperas de teología, además de vicerrector y rector del Co-legio de San Pablo. Hacía 1812 fue párroco por cinco años de Acatzingo, al que intentó fortificar contra los insurgentes y donde combatió la epidemia de peste. Después pasó a ocuparse de las parroquias de Tepeji de la Seda y de Santiago Tecali. En 1820 fue elegido diputado suplente a las Cortes, y propietario para el periodo 1822 - 1823. Fue diputado por el primer congreso nacional —donde se opuso a la conformación de la república federal—,19 del cual fue presiden-te. Leyó las honras fúnebres por León xii y varios panegíricos en la Catedral de Puebla. En 1831 era candidato a suceder a Francisco Pablo Vázquez si fuera promovido al Arzobispado de México (Becerra y Jiménez, 1831).

Con su trayectoria vital tenemos un botón, si bien excepcionalmente propi-cio, de lo que pasó con los candidatos de entonces: Becerra ingresó al Cabildo poblano, y en 1839 fue elevado al obispado de Chiapas. En 1853 fue promovi-do a la diócesis de Puebla, y aquel mismo año Santa Anna lo nombró miembro de la Orden de Guadalupe (Decreto…, 1853, pp. 2-11). Murió al año siguiente, en 1854.

Consideraciones finalesLas relaciones de mérito surgidas en 1831 para la provisión de canonjías va-cantes son de gran utilidad para realizar aportaciones a la historia eclesiástica y global de Puebla. No sólo nos revelan la trayectoria vital de los aspirantes a la jerarquía, sino que nos revelan los patrones del clero poblano en los inicios del México independiente. A partir de ellos podemos establecer un acercamien-to a sus rasgos esenciales.

El clero poblano que se sintió convocado compartía orígenes, edades y ex-periencias. Todos eran nativos de México: se había consumado con éxito la ex-pulsión del elemento español en 1827. Muchos pertenecían a familias criollas. Salvo un caso, habían nacido entre 1775 y 1790, lo que los ubicaba en una fran-ja de edad de 40 a 55 años: un clero maduro, ya formado y establecido.

Su educación era idéntica, y había sido completada cuando aún se vivía bajo dominio español. Aunque todos procuraron presentarse en 1831 como defenso-res del país, en su vida se trasluce una aceptación tácita, como estudiantes, del

18. La canongía magistral es la encargada, dentro del Cabildo Catedral, de la predicación. Por su parte, la ración es la porción de prebenda de la que goza un canónigo (Cance y de Arquer, 1934, p. 261). De Roxano Mudarra se conserva una pintura en la capilla de bautizos de la parroquia de Acatzingo, Puebla.

19. José Barragán Barragán, El federalismo mexicano. Visión histórico constitucional, México, Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, 2007, p. 75.

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gobierno virreinal. Esto no debe sorprendernos, ni llamarnos a engaño: no eran hombres de Estado, sino de Iglesia. Todos ellos habían seguido las pulsaciones de la vida eclesiástica, no de la civil. Por ello pueden participar, como grupo, tanto en las Cortes como en los Congresos nacionales: en ambos son represen-tantes del más importante cuerpo social, aún más, de aquella otra sociedad: la Iglesia, sociedad perfecta. En ese sentido, por formación y desarrollo profesional, este grupo de clérigos aún seguía moldes de la sociedad de Antiguo Régimen, como se puede ver en su paso por las aulas universitarias.

Hay un par de constantes marcadas en este clero de la Primera Repú-blica Federal que prevalecerán en la conformación eclesiástica de los futuros obispos mexicanos. Por un lado, todos prestan gran atención a la labor pasto-ral, lo que se comprueba con la relación de curatos a los que sirvieron.

La otra es su paso por los Seminarios. Este aspecto educativo es muy importante, pues demuestra que el clero nacional, específicamente el poblano, tenía claro que la construcción de la nueva nación estaba en relación directa con la formación intelectual de los futuros cuadros de eclesiásticos. Esta posi-ción de estudiantes destacados y catedráticos les permitió acceder, o aspirar al menos, a las canonjías que la ley de 1831 llamaba a ocupar. Aún en la segunda generación de obispos este va a ser un requisito no escrito para alcanzar la je-rarquía: recordemos el caso de Clemente de Jesús Munguía y Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos, ambos rectores del Seminario Conciliar de Morelia. Sin afirmarlo categóricamente, podemos apuntar que había un espacio intermedio entre el clero bajo y el alto: el ámbito académico.

Para concluir, señalemos que, por el periodo de formación del clero que estudiamos, podemos leer ya una postura eclesiástica: los sacerdotes poblanos de entonces eran aún regalistas. Aún falta perseverar en la investigación, pero lo aquí apuntado nos induce a pensar que esto permitió que la práctica de fac-to del Patronato no causara perturbaciones en el México de la primera mitad del siglo xix: concediendo una voz importante al Estado en cuestiones eclesiás-ticas, para ellos era casi natural que el nuevo país se atribuyera decisiones de competencia eclesiástica —como la distribución de canonjías—.

La defensa del clero contra esta práctica y la lucha por la independen-cia y soberanía de la Iglesia estaba apenas fraguándose en el pensamiento de los jerarcas y en los seminarios, en la formación de los futuros cuadros. La de-fensa llegó dos años después, con el primer embate reformista. Para la lucha habría que esperar el mediodía de aquel siglo fundante.

B I B L I O G R A F Í A

Becerra y Jiménez, José María Luciano, Relación de los méritos y ejercicios literarios del

Doctor Don.., Cura propio de la doctrina de Santiago Tecali, Puebla, Imprenta del

Hospital de San Pedro, 1831.

Castillo Rosete, José, Relación de Méritos que a la notoria piedad del Excelentísimo e Ilus-

trísimo Señor Obispo y del Muy Ilustre y Venerable Señor Deán y Cabildo, presenta

respetuosamente el Licenciado Don…, cura propio y vicario foráneo de la Villa de

Atlixco, con motivo de la convocatoria para la obtención y servicio de las prebendas

vacantes, Puebla, Imprenta del Hospital de San Pedro, a cargo del Ciudadano José

de la Rosa, 1831.

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E S T U D I O

Clavero y Álvarez de Abreu, Vicente, Relación de los méritos y ejercicios literarios del cura

propio y foráneo de Acaxochitlan, Bachiller Don…, catedrático de ruedas de filoso-

fía, en los nacionales colegios de San Juan y San Pedro de esta ciudad de Puebla, y

colegial en los mismos espresados colegios, Puebla, Imprenta del Hospital de San

Pedro, a cargo del Ciudadano José de la Rosa, 1831.

Constitución política de la Monarquía Española, promulgada en Cádiz a 19 de marzo de

1812, Madrid, Imprenta Nacional, 1820

Decreto para la organización de la Nacional y Distinguida Orden Mexicana de Guadalupe,

México, Imprenta de Lara, 1853.

Díaz de Luna y de la Vega, José Ignacio, Relación de los méritos y egercicios literarios del

Doctor Don…, Cura Propio, Juez Eclesiástico y Vicario Foráneo de la parroquia de

Santo Domingo de la ciudad de Matamoros, y examinador sinodal de este Obis-

pado, Puebla, Imprenta del Hospital de San Pedro, a cargo del Ciudadano José de

la Rosa, 1831.

Gil y Camino, José María, Relación de los ejercicios literarios y servicios del Presbítero

don… en este Obispado de la Puebla de los Ángeles siendo estudiante, catedrático,

Colegial y Rector del Eximio Colegio de San Pablo, cura interino de las feligresías de

Amozoc y Zacatlán y propio de las de Atlixco, Orizaba y Acajete, Puebla, Imprenta

del Hospital de San Pedro, a cargo del Ciudadano José de la Rosa, 1831.

Jiménez, José Camilo, Relación de méritos del Cura de Los Reyes de Acatzingo, Don…,

Puebla, Imprenta del Hospital de San Pedro, a cargo del Ciudadano José de la

Rosa, 1831.

Llave, José María de la, Ilustrísimo Señor… [relación de méritos], Puebla, Imprenta del

Hospital de San Pedro, 1831.

López de la Peña Gamboa y Aguilar, José Francisco, Resumen de los méritos del Presbítero

don…, cura propio de San Andrés Calpan, ecsaminador sinodal del Obispado de

Puebla, Puebla, Imprenta del Hospital de San Pedro, a cargo del Ciudadano José

de la Rosa, 1831.

Pardiñas, José María de, Relación de la Carrera y Servicios de Don…, cura propio y Juez

Eclesiástico del partido de San Miguel Xaltocan en el arzobispado de México, Pue-

bla, Imprenta del Hospital de San Pedro, a cargo del Ciudadano José de la Rosa,

1831.

Roxano Mudarra, José, Relación de los méritos y ejercicios literarios del Señor Doctor

Don…, Racionero de esta Santa Yglesia Catedral y Examinador Sinodal de este

obispado de la Puebla, Puebla, Imprenta del Hospital de San Pedro, a cargo del

Ciudadano José de la Rosa, 1831.

Vera Maraver, José Mariano, Relación de méritos del bachiller Don…, cura propio y Juez

Eclesiástico de la feligresía de Santa María Molcaxac de este Obispado, Puebla, Im-

prenta del Hospital de San Pedro, a cargo del Ciudadano José de la Rosa, 1831.

Zambrano y Vicinay, José María, Resumen de los ejercicios literarios y méritos del Licen-

ciado don, Puebla, Imprenta del Hospital de San Pedro a cargo del Ciudadano José

de la Rosa, 1831.

Obras citadasBarragán Barragán, José, El federalismo mexicano. Visión histórico constitucional, México,

Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de

México, 2007.

Becerra López, José Luis, La organización de los estudios en la Nueva España, México,

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