Reincidente 71

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Año V, Número 71, 1ra. quincena de febrero de 2014 M i primer acercamiento a José Emilio Pacheco lo tuve a mediados de la déca- da de 1980, en los años de secundaria, cuando una nueva generación de profe- sores, específicamente los que impartían la materia de “Lectura y Redacción”, incluyeron en la práctica de la asignatura a escritores que llamaban contemporáneos, y sobre todo “vivos”; destinados a convertirse en clási- cos, nos decían entusiastamente. Fue tal la influencia de aquellos profesores que, pasando el tiempo, estos escritores fueron anidando en nuestro interior como autores familiares, íntimos, indispensables para apre- hender y comprender posteriormente nuestras propias transformaciones en el ámbito personal, nacional y mundial. La Generación de los 50, también llamada Genera- ción de medio siglo, estuvo integrada por un grupo de escritores que podríamos llamar “de coyuntura”, pues- to que presenció el paso de un México añejo, que toda- vía mostraba frescas las cicatrices que la había dejado la lucha revolucionaria, a una nación industrializada a marchas forzadas y empujada hacia esa modernidad “liberal” que se encargaría de dilatar y radicalizar pos- teriormente las desigualdades sociales, la corrupción y la oscura interrelación entre política y crimen organi- zado. Sin embargo, la cara de México ya era otra, la de una nación en plena emergencia, con cambios e inno- vaciones que acercaba por primera vez, aunque tími- damente, a la clase media con la seductora posibilidad de los nuevos consumos. En este contexto nacería la excepcional visión de José Emilio Pacheco, cuyo papel ha sido central en la escena literaria mexicana de la segunda mitad del siglo XX. Desde su juventud ya era considerado una figura central de su generación. En 1973 ganó el Premio Xa- vier Villaurrutia por la novela El principio del placer. El 17 de junio de 1980 publicó, bajo la forma de “cuento”, su magistral nouvelle Las batallas en el desierto en el su- plemento “Sábado” de Unomásuno. Colaboraría con Gabriel Zaid para editar la poesía de José Carlos Becerra. Y en una ocasión comentando sobre Carlos Monsiváis dijo que: “[él] paseó en su de- rredor lo que en inglés llaman red herring, es decir, una pista falsa que desorienta a los rastreadores. Se hizo pasar por desorganizado y caótico y, todo lo contrario, es de una disciplina brutal y una capacidad de trabajo sobrehumana. De otra manera no se entiende lo mu- cho y lo bien que ha escrito”. El viernes 24 de enero de 2014 había terminado de escribir su “Inventario” (columna semanal para la revista Proceso), dedicado a su amigo Juan Gelman, cuando un tropiezo con una hilera de libros en su es- tudio le dejó un golpe en la cabeza. Sin embargo ese accidente doméstico “menor” lo conduciría el sábado a ser internado en terapia intensiva del Instituto de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”. Desde ese momento, su hija Laura Emilia fue el único lazo con la prensa para informar paso a paso sobre su salud. El primer parte médico lo señalaba como “esta- ble, pero delicado”. Murió el domingo 26 de enero de un paro cardiorrespiratorio, “tranquilo, en paz y en la raya, como él hubiera querido”, en palabras de su hija Laura Emilia. La vasta obra de José Emilio Pacheco abarca los géneros más diversos de la actividad literaria: la poe- sía, el cuento, la novela, el ensayo, la traducción, el pe- riodismo cultural, la edición y el guionismo cinema- tográfico. Pacheco consideraba el castellano como una fuen- te de riqueza única, esencial, directa, que invirtió del mejor modo posible en los dieciséis poemarios (en- tre ellos la antología del 2009 que reúne casi toda su obra), en sus dos novelas (Morirás lejos y Las batallas en el desierto) y en los seis volúmenes de esplendidos relatos, entre los que destacan, El principio del placer. Ana Clavel nos comenta que para Pacheco escribir era “el cuento de nunca acabar y la tarea de Sísifo. Paul Valéry acertó: No hay obras acabadas, sólo obras aban- donadas”. Su inconfundible letra —simétrica y marcial, como un caligrama chino—, semeja los viejos tipos de imprenta. Una caligrafía para desafiar al tiempo, por- que Pacheco era un obsesionado con el paso del tiempo, con la falta de memoria, con la devastación que el hom- bre inflige a la tierra, con la situación del país, la extre- ma violencia, la indiferencia ante la pobreza nacional y mundial, la angustia y soledad por la que está pasan- do la juventud, asuntos que le harían decir, durante su discurso de aceptación recibido el Premio Cervantes en 2009: “Por momentos me siento afín a Páladas, el poeta de Alejandría que vio derrumbarse su propio mundo y contempló el triunfo del cristianismo contra lo que ha- bía sido por mucho tiempo griego y romano”. No obstante, esta especie de pesimismo que lo haría verse, según Carballo, como un hombre “discreto, sabio y un poco triste”, jamás fue obstáculo para ejercer cons- tante y sutilmente la ironía, así como la capacidad de in- terpretar, relacionar y comprender los cambios del país, tal como lo podemos apreciar de manera fehaciente en su icónica noveleta Las batallas en el desierto, verdadera piedra angular de la literatura mexicana. Las batallas en el desierto es el retrato irónico, afec- tivo y temerario de una nación y una sociedad en rá- pida y turbulenta mutación a través del fino filtro que produce los ojos de un niño de doce años enamorado de la madre de uno de sus amigos. Un amor imposi- ble que desata la desazón de los protagonistas al grado de convertirse en un terror cotidiano que preferirían creer como una fantasmagoría, un mal sueño. No obs- tante, la historia también recrea otros aspectos como la corrupción social y política, el ingreso de México a la modernidad y la desaparición de ese mundo tradi- cional y el rescate de la cultura popular manifestada en las memorias individuales y colectivas de una ciu- dad, testimoniando así, las transformaciones de nues- tras vidas y nuestra historia sin nostalgia y como una implacable denuncia. Para Ana Clavel, Las batallas en el desierto abre las puertas “a una literatura deslumbrante y perfecta”, ca- paz de asombrar por su aparente sencillez y por su es- tructura compleja, que tiende lazos para una variedad de lecturas múltiples y diferentes, y para una compli- cidad que hermana para siempre al lector con el au- tor. Ha sido reeditada unas 40 veces y ha inspirado la realización de un filme, Mariana, Mariana, un cómic, una canción del conjunto de rock alternativo Café Ta- cuba y una dramatización; ha siso también publicada en otras partes del mundo hispano y se ha traducido al inglés, francés, alemán, italiano, ruso, japonés y griego. Estamos de acuerdo con Sergio Pitol cuando dice que “la obra de Pacheco se ha convertido en una fuerte columna de las literaturas de nuestra lengua. Su pres- tigio es internacional. Sus seguidores y sus estudiosos componen ejércitos. ¿Quién no se ha enriquecido con sus traducciones y variaciones de poemas procedentes de las más inesperadas latitudes?”. * El autor es Maestro en Ciencias de la Educación por la Facultad de Filosofía y Letras de la BUAP y, ac- tualmente, coordina la Dirección General del Óclesis, Víctimas del Artificio A. C. * Reincidente no incluye sección de Sociales JOSÉ EMILIO PACHECO Francisco Hernández Echeverría Hugo López Coronel Isaías Grijalbo M. Estephani Granda Lamadrid DESDE LA FACULTAD Mariano Torres Bautista ENGAÑO Enrique Condés Lara DICCIONARIO (poblano) DEL DIABLO Humberto Sotelo Mendoza REINCIGRAMA Fernando Contreras AQUÍ, PUROS CUENTOS Paco Rubín FRANTASÍAS José Fragoso Cervón ARITMOMANÍA Gabriela Breña BEBIDAS ILUSTRES II Francisco Hernández Echeverría* Otro grande de las letras se va, dejando un enorme hueco difícil de llenar por la hondura de su trayectoria y el peso que su humana presencia ejerció durante su andar terrenal.

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* Reincidente no incluye sección de Sociales

Año V, Número 71, 1ra. quincena de febrero de 2014

Mi primer acercamiento a José Emilio Pacheco lo tuve a mediados de la déca-da de 1980, en los años de secundaria, cuando una nueva generación de profe-

sores, específicamente los que impartían la materia de “Lectura y Redacción”, incluyeron en la práctica de la asignatura a escritores que llamaban contemporáneos, y sobre todo “vivos”; destinados a convertirse en clási-cos, nos decían entusiastamente. Fue tal la influencia de aquellos profesores que, pasando el tiempo, estos escritores fueron anidando en nuestro interior como autores familiares, íntimos, indispensables para apre-hender y comprender posteriormente nuestras propias transformaciones en el ámbito personal, nacional y mundial.

La Generación de los 50, también llamada Genera­ción de medio siglo, estuvo integrada por un grupo de escritores que podríamos llamar “de coyuntura”, pues-to que presenció el paso de un México añejo, que toda-vía mostraba frescas las cicatrices que la había dejado la lucha revolucionaria, a una nación industrializada a marchas forzadas y empujada hacia esa modernidad “liberal” que se encargaría de dilatar y radicalizar pos-teriormente las desigualdades sociales, la corrupción y la oscura interrelación entre política y crimen organi-zado. Sin embargo, la cara de México ya era otra, la de una nación en plena emergencia, con cambios e inno-vaciones que acercaba por primera vez, aunque tími-damente, a la clase media con la seductora posibilidad de los nuevos consumos.

En este contexto nacería la excepcional visión de José Emilio Pacheco, cuyo papel ha sido central en la escena literaria mexicana de la segunda mitad del siglo XX. Desde su juventud ya era considerado una figura central de su generación. En 1973 ganó el Premio Xa-vier Villaurrutia por la novela El principio del placer. El 17 de junio de 1980 publicó, bajo la forma de “cuento”, su magistral nouvelle Las batallas en el desierto en el su-plemento “Sábado” de Unomásuno.

Colaboraría con Gabriel Zaid para editar la poesía de José Carlos Becerra. Y en una ocasión comentando sobre Carlos Monsiváis dijo que: “[él] paseó en su de-rredor lo que en inglés llaman red herring, es decir, una pista falsa que desorienta a los rastreadores. Se hizo pasar por desorganizado y caótico y, todo lo contrario, es de una disciplina brutal y una capacidad de trabajo sobrehumana. De otra manera no se entiende lo mu-cho y lo bien que ha escrito”.

El viernes 24 de enero de 2014 había terminado de escribir su “Inventario” (columna semanal para la revista Proceso), dedicado a su amigo Juan Gelman, cuando un tropiezo con una hilera de libros en su es-tudio le dejó un golpe en la cabeza. Sin embargo ese accidente doméstico “menor” lo conduciría el sábado a ser internado en terapia intensiva del Instituto de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”. Desde ese momento, su hija Laura Emilia fue el único lazo con la prensa para informar paso a paso sobre su

salud. El primer parte médico lo señalaba como “esta-ble, pero delicado”. Murió el domingo 26 de enero de un paro cardiorrespiratorio, “tranquilo, en paz y en la raya, como él hubiera querido”, en palabras de su hija Laura Emilia.

La vasta obra de José Emilio Pacheco abarca los géneros más diversos de la actividad literaria: la poe-sía, el cuento, la novela, el ensayo, la traducción, el pe-riodismo cultural, la edición y el guionismo cinema-tográfico.

Pacheco consideraba el castellano como una fuen-te de riqueza única, esencial, directa, que invirtió del mejor modo posible en los dieciséis poemarios (en-tre ellos la antología del 2009 que reúne casi toda su obra), en sus dos novelas (Morirás lejos y Las batallas en el desierto) y en los seis volúmenes de esplendidos relatos, entre los que destacan, El principio del placer.

Ana Clavel nos comenta que para Pacheco escribir era “el cuento de nunca acabar y la tarea de Sísifo. Paul Valéry acertó: No hay obras acabadas, sólo obras aban-donadas”. Su inconfundible letra —simétrica y marcial, como un caligrama chino—, semeja los viejos tipos de imprenta. Una caligrafía para desafiar al tiempo, por-que Pacheco era un obsesionado con el paso del tiempo, con la falta de memoria, con la devastación que el hom-bre inflige a la tierra, con la situación del país, la extre-ma violencia, la indiferencia ante la pobreza nacional y mundial, la angustia y soledad por la que está pasan-do la juventud, asuntos que le harían decir, durante su discurso de aceptación recibido el Premio Cervantes en 2009: “Por momentos me siento afín a Páladas, el poeta de Alejandría que vio derrumbarse su propio mundo y contempló el triunfo del cristianismo contra lo que ha-bía sido por mucho tiempo griego y romano”.

No obstante, esta especie de pesimismo que lo haría verse, según Carballo, como un hombre “discreto, sabio y un poco triste”, jamás fue obstáculo para ejercer cons-tante y sutilmente la ironía, así como la capacidad de in-terpretar, relacionar y comprender los cambios del país, tal como lo podemos apreciar de manera fehaciente en su icónica noveleta Las batallas en el desierto, verdadera piedra angular de la literatura mexicana.

Las batallas en el desierto es el retrato irónico, afec-tivo y temerario de una nación y una sociedad en rá-pida y turbulenta mutación a través del fino filtro que produce los ojos de un niño de doce años enamorado de la madre de uno de sus amigos. Un amor imposi-ble que desata la desazón de los protagonistas al grado de convertirse en un terror cotidiano que preferirían creer como una fantasmagoría, un mal sueño. No obs-tante, la historia también recrea otros aspectos como la corrupción social y política, el ingreso de México a la modernidad y la desaparición de ese mundo tradi-cional y el rescate de la cultura popular manifestada en las memorias individuales y colectivas de una ciu-dad, testimoniando así, las transformaciones de nues-tras vidas y nuestra historia sin nostalgia y como una implacable denuncia.

Para Ana Clavel, Las batallas en el desierto abre las puertas “a una literatura deslumbrante y perfecta”, ca-paz de asombrar por su aparente sencillez y por su es-tructura compleja, que tiende lazos para una variedad de lecturas múltiples y diferentes, y para una compli-cidad que hermana para siempre al lector con el au-tor. Ha sido reeditada unas 40 veces y ha inspirado la realización de un filme, Mariana, Mariana, un cómic, una canción del conjunto de rock alternativo Café Ta-cuba y una dramatización; ha siso también publicada en otras partes del mundo hispano y se ha traducido al inglés, francés, alemán, italiano, ruso, japonés y griego.

Estamos de acuerdo con Sergio Pitol cuando dice que “la obra de Pacheco se ha convertido en una fuerte columna de las literaturas de nuestra lengua. Su pres-tigio es internacional. Sus seguidores y sus estudiosos componen ejércitos. ¿Quién no se ha enriquecido con sus traducciones y variaciones de poemas procedentes de las más inesperadas latitudes?”.

* El autor es Maestro en Ciencias de la Educación por la Facultad de Filosofía y Letras de la BUAP y, ac-tualmente, coordina la Dirección General del Óclesis, Víctimas del Artificio A. C.

* Reincidente no incluye sección de Sociales

JOSÉ EMILIO PACHECO Francisco Hernández Echeverría

Hugo López Coronel Isaías Grijalbo M.

Estephani Granda LamadridDESDE LA FACULTAD

Mariano Torres BautistaENGAÑO

Enrique Condés LaraDICCIONARIO (poblano)

DEL DIABLO Humberto Sotelo Mendoza

REINCIGRAMA Fernando Contreras

AQUÍ, PUROS CUENTOS Paco Rubín

FRANTASÍAS José Fragoso CervónARITMOMANÍA

Gabriela BreñaBEBIDAS ILUSTRES II

Francisco Hernández Echeverría*

Otro grande de las letras se va, dejando un enorme hueco difícil de llenar por la hondura de su trayectoria y el peso que su humana

presencia ejerció durante su andar terrenal.

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Tenemos que empezar a acostumbrarnos a los nuevos paradigmas del mercado de trabajo. La cuestión central es pensar en los únicos trabajos en los que los humanos estaremos

por encima de los cada vez más sofisticados robots, que no son, principalmente, otros que los que requieren de la inteligencia social. Por ejemplo, la persuasión y la ne-gociación, o la inteligencia creativa (que no es más que la capacidad de imaginar nuevas ideas).

En un panorama tan aterrador como el de Colombia y México, donde se ha preferido el terrorismo orquestado con grupos armados -¿para qué hacemos la lista de ellos si todos los conocemos?- haciendo el consabido “1-2” con instituciones que lejos de convencer a la ciudadanía cada vez evidencian más una hipocresía y cinismo lega-lizados, la negociación política parece que tendrá pocas posibilidades de ser cultivada. Si no fuera así y viésemos una democratización real del sistema político, dejaríamos de lado la posibilidad de habarle a Alicia para que deje su país y se venga a este. En cuanto a la persuasión mejor ni hablamos, esta nunca ha sido la manera de hacer política en este país. ¡Y si usted no se ha dado cuenta de ello, po-siblemente es porque nunca se ha interesado verdadera-mente en conocer su Historia!

La inteligencia creativa o capacidad de imaginar nuevas ideas es, como dijese el filósofo noruego Jon Els-ter, “Tan indispensable como rara”. Su falta es la prin-cipal razón del atraso en el desarrollo de la mayor parte del planeta. Aunque, como en las corridas de toros, las mentes consideradas como críticas y progresistas se han ido siempre detrás del capote rojo en vez de tras quien lo porta.

En el siglo XX proliferaron las teorías del dependen-tismo. Luego de la crisis europea actual y de lo que apa-rentemente es un desempleo crónico y un lento y casi inexistente crecimiento económico, se ha reeditado el “síndrome Norte-Sur”, pero ya no entre países “capita-listas desarrollados” contra un tercer mundo “sometido y explotado”. En Europa se ha creado el mito de una Ale-mania parasitaria que vive de esquilmar a unos sufridos países del sur, de donde extrae implacable sus riquezas. Pero, ¿cuáles? Esas sesudas deducciones caen en lo que antiguamente se decía –usted disculpe la franqueza- ¡orinar fuera de la bacinica! Como ejemplo, simplemente basta con comparar lo que pasa en un país como Portu-gal y la vida cotidiana en Alemania. Mientras en el pri-mero falta la inteligencia creativa, la capacidad de ima-ginar nuevas ideas, la segunda basa en eso su riqueza, su envidiable infraestructura industrial y su capacidad para producir bienes y la mayor parte de la riqueza del viejo continente. Mientras en las calles de Lisboa pasan me-ses para que se repare un simple bache en el pavimento o en el adoquín de sus románticas calles, en Alemania, además de haberse realizado una reconstrucción paula-tina, calle por calle con revestimiento sólido, duradero y bien hecho, no pasa un día sin que surjan nuevas pa-tentes, nuevos productos, nuevas empresas, nuevas ini-ciativas. Hasta su principal socio comercial lo reconoce: la productividad alemana es superior, ¡el mismo trabajo crea más riqueza en Alemania que en Francia!

La clave del desarrollo es, pues, comprensión de nuestro entorno, imaginación, diseño y "sabiduría ope-ratoria". Pero, ¿qué tan pronto podremos dejar por completo todo el levantamiento de datos pesados para nuestros mayordomos digitales (y físicos), ayudantes, agentes y otros miembros del equipo robótico? ¿Qué tan pronto la mayoría de los humanos podremos cen-trarnos en lo que sólo nosotros podremos hacer y ha-cerlo cada vez mejor: emplear nuestra imaginación al máximo, reconocer pautas, realizar la conexión de pun-tos y nodos, la creación de contextos, el diseño de las cosas, el debate y la negociación, el sentido de decisio-nes, la narración de cuentos, ¡la creatividad! Esto puede convertirse en el triunfo final de la parte derecha del ce-rebro que se hace cargo de la fuerza humana dominan-te. Y que nos disculpen los neurólogos contemporáneos, por el momento seguimos usando la añeja distinción entre el pensamiento de la parte izquierda y derecha del cerebro.

Para que el aprendizaje y el desarrollo tengan con-secuencias bastante obvias es necesario vislumbrar una forma de vida verdaderamente humana para que el rá-pido avance de manera exponencial de hombres más inteligentes, rápidos, y el abaratamiento de la tecnolo-gía no pueda –más bien no deba- ser detenido como ahora por una elite corrupta, psicópata, egoísta y des-humanizada. Esto quiere decir que para que cientos de productos y servicios nuevos, baratos, de gran alcance, que resuelvan necesidades y potencialicen las capacida-des humanas, entren en el mercado, tendremos que re-pensar completamente la manera en que formamos a las personas. Se tiene que trabajar entonces por y para el desarrollo del conocimiento. En cierto modo, se tiene que dejar de lado el educar y tratar a los seres humanos con las formas del pasado, formar "mejores máquinas" en muchos sentidos, verbi gracia: el trabajador o em-pleado más rápido, más eficiente, más preciso, más pro-ductivo; a menudo era el más preciado, el que aumenta-ba el beneficio y el crecimiento y era el que estaba más altamente clasificado.

En el futuro, tendremos que centrar en la creativi-dad, el ingenio, la imaginación, la plasticidad, la alegría,

la cooperación y la interdependencia. Se preguntarán to-dos: ¿y cómo la gente puede aprender todo eso? Eviden-temente, estas habilidades y rasgos parecen ahora impo-sibles de formar. Es obvio que se va a requerir un enfoque completamente nuevo para la educación, la formación y el aprendizaje. Se debe comenzar a construir la sociedad del conocimiento y del desarrollo.

El futuro del conocimiento no es simplemente co-piar y pegar información, o almacenar la máxima canti-dad de datos “para más adelante”. El futuro es dejar que las máquinas hagan el trabajo pesado y que nosotros los seres humanos nos centremos en los puntos de co-nexión, descubramos contextos, significados, relevancia. Es obvio que todo esto tendrá por función dar sentido humano a todo y por todo. El acopio y ordenamien-to de la información será completamente mercantiliza-do como la audición de música y video en línea que es como el agua o la electricidad en nuestros hogares ac-tualmente. El conocimiento y la sabiduría interiorizada en realidad es otra cosa totalmente distinta. Y es que ve-mos que el capitalismo como lo conocemos se está rein-ventando – algo en realidad inevitable- y los negocios se vuelven más como una biosfera a nivel mundial; el pen-samiento del cerebro derecho por tanto se vuelve extre-madamente valioso. Insistimos una vez más, la empa-tía, la improvisación y el pensamiento interdependiente también se convierten y constituirán el nuevo estándar.

El conocimiento en consecuencia no tiene por qué convertirse en un activo utilizado para el control o la dominación, sino fundamentalmente para la contribu-ción y la co-creación. Las universidades, especialmente las públicas como la BUAP, deberían enfocarse desde ya en estas tareas y no sólo en… lo que todos vemos ahora.

* El autor es Doctor en Historia por la Universidad de París I y actualmente se desempeña como profesor-in-vestigador de tiempo completo en el programa de Maes-tría del Colegio de Antropología Social de la BUAP.

Hace varios números escribimos acerca de “un mundo sin empleos”. Fue una provocadora manera de hablar de la tendencia actual a la automatización y robotización de muchos de los empleos que conocemos actualmente. Sin embargo, esto no quería decir que anunciáramos el Apocalipsis de la humanidad.

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Destacó en guerra civil (1918-1921) y en la guerra con Polonia donde tras resonantes victorias fue derrotado a las puertas de Varsovia por el mariscal Josef Pitsudski

quien había descifrado el primitivo sistema radial de códigos usado por el Ejército Rojo, además de que una esperada insurrección de los obreros polacos, nunca se presentó. No obstante, fue designado jefe del Estado Mayor del Ejército (1925-1928) y vice-ministro de Defensa. A inicios de la década de los treinta impul-só importantes reformas orientadas a transformar al Ejército Rojo en un organismo profesional, bien es-tructurado y dirigido aunque sus propuestas más im-portantes consistieron en el diseño de operaciones de profundidad basadas en ofensivas de fondo sostenidas por significativas cantidades de carros blindados que, contando con respaldo aéreo, destruyeran comunica-ciones, aprovisionamientos e impidieran la reagrupa-ción del enemigo. (1929: Regulaciones de Combate del Ejército Rojo. 1935: Instrucciones de Combate en Pro­fundidad) Condoleezza Rice, profesora de Ciencias Políticas en la Universidad de Stanford, especializada en temas soviéticos antes de ser designada Secretaria de Estado norteamericana en 2005, apuntó: “Esta vi-sión del nuevo campo de batalla fue ganando adeptos en la jerarquía militar soviética y fueron aumentan-do los planes para equipar y entrenar al Ejército Rojo para que fuera capaz de llevar a cabo operaciones en profundidad... La justificación ideológica de Tujache-vsky aumentó probablemente aún más el atractivo de la opción. Él sostenía que la victoria en la próxima guerra dependería del ataque de carácter ofensivo que produciría el colapso de los países capitalistas débi-les, que ya venían sufriendo como consecuencia de sus profundas diferencias de clases.” (La Creación de la Estrategia Soviética en, Creadores de la Estrategia Mo­derna. Ministerio de Defensa, Madrid, 1992. p. 683). El 20 de noviembre de 1935 fue nombrado Mariscal de la Unión Soviética y a las pocas semanas designado primer vice-comisario de Defensa.

Sin embargo, tan solo año y medio después, fue detenido por el NKVD y acusado de encabezar una

conjura militar y de espionaje en favor de Alemania nazi y, junto con otros siete generales, fue ejecutado el 12 de junio de 1937, luego de un proceso secreto que duró apenas un día.

Su actividad y liderazgo en el Ejército Rojo provo-caban recelo en muchos, particularmente entre los mi-litares con ideas conservadoras encabezados por Vo-roshilov y Budionni. Por su pensamiento y acción in-dependiente, había tenido también diferencias y roces con Trotsky, Stalin, Frunze y otros. Y no era una “pe-rita en dulce”. Por ejemplo, a principios de los treinta, Tujachevsky fue uno de los promotores de “Primave-ra”, una purga de los oficiales blancos que se sumaron al Ejercito Rojo y que arrojó muchas pérdidas de ex-pertos militares al Ejército Rojo.

A los ojos de Stalin, quien sabía que el Ejército Rojo era en la década de los treinta la única fuerza ca-paz de arrebatarle el poder, Tujachevsky aparecía como un posible “Napoleón rojo” encabezando un golpe de Estado. Lo veía con recelo y muy autónomo: las rela-ciones entre el Partido bolchevique y el Ejército Rojo estaban plagadas de fricciones ocasionadas por la in-terferencia de los “comisarios políticos” en las decisio-nes de los mandos militares y Tujachevsky nunca fue partidario de la primacía del Partido sobre el Ejército.

Tal situación la conocían los servicios de inteligen-cia nazis y la supieron aprovechar.

Reinhard Heydrich, jefe del Servicio de Seguridad del Reich (SD), montó un operativo para exacerbar las contradicciones en el núcleo dirigente de la URSS y descabezar al Ejército Rojo. A mediados de 1936, solicitó la colaboración de grafólogos de la Abwehr (dirección de inteligencia militar del Estado Mayor alemán) para falsificar las firmas de Tujachevsky. De esta manera crearon cartas ficticias entre el jefe militar soviético y altos oficiales alemanes. Se las ingeniaron para que tales documentos fueran “descubiertos” por el servicio secreto checoslovaco. A continuación, Edvard Benes, presidente de una Checoslovaquia urgida de apoyos internacionales ante las crecientes amenazas de Alemania nazi, las hizo llegar a Stalin.

Se trataba de un expediente de unas quince pa-ginas de archivo que pretendías ser informes de un agente del contraespionaje alemán encargado de in-vestigar las relaciones existentes entre el Estado Ma-yor alemán y el Ejército rojo, transcripciones de con-versaciones telefónicas entre oficiales del Estado Ma-yor alemán, copias de cartas interceptadas, varios do-cumentos cifrados y “la pieza más importante... una pretendida carta del propio Tujachevsky y un informe de Canaris al Führer”. (André Brissaud: Canaris. Ed. Boguer, Barcelona, 1972. p. 96)

El contexto político y militar de la época, hacía muy creíble dicha documentación. Una cláusula secreta del Tratado de Rapallo (1922) mediante el cual se estable-cieron relaciones diplomáticas entre Alemania y la Ru-sia Soviética, inauguró una amplia colaboración militar

entre ambas países. Saltando a escondidas las prohibi-ciones del Tratado de Versalles, los alemanes pudieron desarrollar y modernizar y sus fuerzas armadas en bases situadas en territorio soviético: en Lipetsk, para adies-trar su fuerza aérea, en Kazán para probar y ensayar con tanques, y en Tomka para experimentar con armas quí-micas. Los soviéticos obtuvieron a cambio tecnologías para fabricación de aceros de alta calidad, facilidades para construir tanques, artillería y aviones; y las escuelas militares alemanas en Lipetsk y Kazán brindaron adies-tramiento a tropas y aviadores soviéticos. En ese tiem-po, Tujachevsky fue el responsable militar soviético de la colaboración con la Reichswehr, y entre 1925 y 1932 viajó a Berlín cuando menos en cinco ocasiones.

Es difícil saber hasta qué punto creyó Stalin la ma-nipulación de la SD alemana o bien, en otra perspec-tiva, qué tanto usó las pruebas fabricadas contra Tu-jachevsky. Al respecto, no hay acuerdo entre los es-tudiosos del tema. Lo cierto es que a diferencia de otros procesos realizados anteriormente, en esta oca-sión la noticia del juicio y ejecución de Tujachevsky y sus compañeros se dio a conocer después de consuma-dos los hechos. Y aun cuando en el XXII Congreso del PCUS (Moscú, octubre de 1961), fue rehabilita-do, todavía a mediados de los años setenta, Viaches-lav Molotov, presidente del Consejo de Ministros de la URSS entre 1930 y 1939, aún admitiendo que se habían cometido muchos “errores” represivos en la dé-cada de 1930, insistía machaconamente en que en el caso de Tujachevsky y los generales “no cabía duda al-guna: eran culpables de preparar un golpe de Estado contra Stalin”. (Arch Getty y Oleg Naumov: La Lógica del Terror. Crítica, Barcelona, 2001. p. 351).

El proceso contra Tujachevsky y los generales, fue el inicio de una gigantesca purga en el Ejército Rojo que se realizó en los meses siguientes y eliminó a los once comisarios adjuntos de Defensa, a 3 de los 5 ma-riscales de la Unión Soviética, a 75 de los 80 integran-tes del Consejo Superior de Guerra, a 13 de los 15 co-mandantes de Ejército, a 57 de los 85 comandantes de Cuerpo de Ejército, a 110 de los 195 comandantes de División, a 200 de los 406 comandantes de Brigada; en total, algo así como 33 mil oficiales fueron depues-tos por motivos políticos, de ellos 9 941 fueron arres-tados y 23 434 tan solo fueron destituidos.

Para el espionaje alemán, la ejecución de Tujache-vsky y sus compañeros y la depuración del Ejercito Rojo fueron grandes acontecimientos, y para los ser-vicios de inteligencia de Japón, Polonia y los Estados Bálticos una bendición. A todas luces, la capacidad militar soviética quedó sumamente dañada. Poco des-pués, la guerra con Finlandia a fines de 1939 y princi-pios de 1940, lo demostraría.

* El autor, Doctor en Sociología Política por la Uni-versidad de Granada, España, es Director del Museo de la Memoria Histórica Universitaria de la BUAP.

Enrique Condés Lara*

Mijail Tujachevsky fue un sobresaliente jefe militar soviético que terminó fusilado el 12 de junio de 1937. Siendo oficial del ejército zarista, se sumó a la revolución de octubre y se afilió al partido bolchevique.

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Juvenal González González*

José Emilio Pacheco, fallecido el pasado 24 de enero, sin duda tenía muy presente el apotegma que lanzó Theodor Adorno : “Escribir poesía después de Aus-

chwitz es un acto de barbarie”. Tal vez eso explica su pro-verbial sentido de la ironía, que no la instalaba fuera de la poesía sino dentro de la misma. Esta es, quizás, una de las razones que lo llevaron a conjurar la avasalladora influen-cia de Octavio Paz, que se advierte en sus poemas de ju-ventud, lanzándose a explorar senderos en los que se insi-núa un afán inequívoco por recusar la barbarie de nuestro tiempo. En uno de sus ensayos escribió: “Nací a mediados de otro año horrible, 1939 y, sin embargo, me libré de los desastres de la guerra. No sufrí los bombardeos, las bata-llas, las persecuciones, los campos de exterminio. Todo lo experimenté a distancia y no por ello dejó de imprimirse en cuanto he escrito. Ahora la violencia y la crueldad ex-tremas son mi pan cotidiano y vivo en medio de un con-flicto bélico sin esperanza de victoria. A ello se suma la visión agravada del hambre y la miseria en México y en el mundo. A todo aquello en lo que no dejo de pensar, aña-do la angustia de quienes se quedan sin trabajo y de los jóvenes que no encuentran el sitio para el que fueron pre-parados” (La Jornada, 27 de enero de 2014).

Sin embargo, en lugar de asumir la postura del “escri-tor comprometido” (Vgr. Jean Paul Sartre, Louis Aragon, etc. ) --que estuvo tan de boga en los años sesenta del si-glo pasado--, prefirió cuestionar la barbarie desde el seno de la poesía, y en general desde todos los campos en que incursionó, la novela (Las Batallas en el desierto, Morirás Lejos), el ensayo y el periodismo (su columna Inventario).

Para sorpresa de propios y extraños, la escritura de José Emilio Pacheco logró cautivar a un público que nin-gún otro artista o poeta mexicano, incluyendo a Octavio Paz, había logrado conquistar. Es el caso, por ejemplo, de cuando a iniciativa de Alejandro Aura, entonces director de cultura, el gobierno del Distrito Federal anunció que repartiría de manera gratuita en el Zócalo capitalino una edición especial de Las Batallas en el Desierto, y acudieron miles de personas ávidas de conseguir el libro, algo nunca visto en un país que no se caracteriza precisamente por su interés por la lectura.

¿Qué factor o factores nos permiten comprender la enorme popularidad de José Emilio?

Tal vez que logró comprender como ningún otro ar-tista la sensación de desasosiego y desolación que invade a nuestro país ante los desastres provocados por la crisis económica y por sus hermanos siameses: la destrucción ecológica, la violencia que asoma sus fauces por todos los rincones del país y los estragos causados por la destruc-ción de los vínculos que otrora nos permitían a los mexi-canos enfrentar la adversidad. En Las batallas en el desierto escribió: “Demolieron la escuela, demolieron el edificio de Mariana, demolieron mi casa, demolieron la colonia Roma. Se acabó esa ciudad. Terminó aquel país. No hay memoria del México de aquellos años. Y a nadie le im-porta. De ese horror, quién puede tener nostalgia. Todo pasó como pasan los discos en la sinfonola…”.

Y en una entrevista con el periodista español Oriol

Malló, expresó: “Yo diría que el desastre interminable co-menzó cuando la estúpida arrogancia nos llevó a organi-zar las Olimpiadas. El movimiento del 68 reveló lo que había tras el “milagro mexicano”. Y nunca nos repondre-mos de la matanza de Tlatelolco. ¿Quién tiene la culpa? La codicia, la corrupción, la ignorancia y la afrentosa mi-seria de la mayoría”(…) Pecado original que el paso del autoritarismo a esta incierta, extraña y surreal democracia no parece haber redimido: “Todo salió mal. Se olvidó el arte de la política. Ya nadie quiere dialogar.” (El siglo de Europa, marzo del 2010).

En su libro Miro la Tierra, escrito poco después del terremoto que estremeció a la ciudad de México en 1985, José Emilio escribió:

Con qué facilidad en los poemas de antes hablábamosdel polvo, la ceniza, el desastre y la muerte.Ahora que están aquí ya no hay palabrascapaces de expresar qué significanel polvo, las cenizas, el desastre y la muerte.Secamos toda el agua de la ciudad, destruimos,por usura, los campos y los árboles.En vez de tierra a nuestras plantas quedó un sepulcro de fango áridoy rencoroso, malignamente incapazde amparar lo que sostenía.La ciudad ya estaba herida de muerte.El terremoto vino a consumarCuatro siglos de eternas destrucciones.

En no pocos de sus mejores poemas José Emilio esbo-zó magistral –y terriblemente— la tragedia que vive nues-tro país. Así, en “Malpaís”, escribió:

Esta fue la ciudad de las montañas.Desde cualquier esquina se veían las montañas.Tan visibles se hallaban que era muy rarofijarse en ellas. Verdaderamentenos dimos cuenta de que existían las montañascuando el polvo del lago muerto,los desechos fabriles, la cruel ponzoñade incesantes millones de vehículos,la mierda en átomosde muchos millones de explotados,bajaron el telón irrespirabley ya no hubo montañas.

Es claro el contraste con Visión de Anáhuac (1915), donde Alfonso Reyes escribió: “Lo nuestro, lo de Aná-huac, es cosa mejor y más tónica. Al menos, para los que gusten de tener a toda hora alerta la voluntad y el pensa-miento claro. La visión más propia de nuestra naturaleza está en las regiones de la mesa central: allí la vegetación arisca y heráldica, el paisaje organizado, la atmósfera de extremada nitidez, en que los colores mismos se ahogan —compensándolo la armonía general del dibujo—; el éter luminoso en que se adelantan las cosas con un re-salte individual (…); y, en fin, para de una vez decirlo en

las palabras del modesto y sensible Fray Manuel de Na-varrete: una luz resplandeciente que hace brillar la cara de los cielos”.

Según el crítico Anthony Stanton “la obra posee ple-na vigencia e, incluso, absoluta relevancia para los pro-blemas actuales en México, pues Alfonso Reyes ofrece un mito secular de salvación, una alegoría simbólica de la historia personal y colectiva, en el cual el ‘alma común’ o espíritu de la nación es, en primer lugar, una extraordina-ria construcción textual que busca armonizar elementos conflictivos y discordantes.”

Seguramente, José Emilio Pacheco se percató del “mito secular de salvación” que encerraba Visión de Aná­huac, decidiendo “desmitificarlo” (En sus Mitológicas, Ro-land Barthes escribió: “el mito es un habla despolitizada”, de lo que se desprende que hay que mostrar que en reali-dad es un “habla politizada”).

Una operación semejante realiza José Emilio en Alta traición, uno de sus poemas más conocidos. En sus prime-ras líneas se dice lo siguiente: “No amo a mi patria (…) Su fulgor abstracto es inasible (…)Pero (aunque suene mal) daría la vida por diez lugares suyos, cierta gente, puertos, bosques de pinos, fortalezas, una ciudad deshecha, gris, monstruosa, varias figuras de su historia, montañas -y tres o cuatro ríos”.

Es fácil notar que tal poema rezuma ironía: en apa-riencia el poeta “traiciona” a su patria, pero lo que hace en realidad es desenmascarar el velo que impide amarla a fondo. Esto es, rechaza el “fulgor inasible” (digamos, “ofi-cialista”) de Patria, pero reivindica su verdadero rostro, es decir, su gente, sus montañas, sus ríos.

No se requiere de un gran esfuerzo de imaginación para adivinar que José Emilio tiene presente el poema Suave Patria, de López Velarde, una de las construcciones literarias que contribuyeron de manera decisiva a forjar el mito nacionalista.

Suave Patria: te amo no cual mito,sino por tu verdad de pan bendito,como a niña que asoma por la rejacon la blusa corrida hasta la orejay falda bajada hasta el huesito. En su Catecismo de Historia Patria (1894), Justo Sierra

dijo que “el primer deber de todo mexicano es amar a su patria”. José Emilio Pacheco invierte la operación: para amar a la patria se requiere, en primer lugar, destruir su “fulgor inasible”, o sea, el mito que oculta sus miserias, sus contradicciones, sus desgarramientos. Y una vez aniquila-do el mito, el poeta nos exhorta a renacer, a enfrentar la adversidad.

Pero en vez de llorar actuemos;Con piedras de las ruinas hay que forjarOtra ciudad, otro país….Otra vida (Miro la Tierra).

* El autor es escritor y filósofo.

Ya no hay nada que pueda alimentarte/Poesía/

Muérete de ti misma o por favor/Ya cállate

José Emilio PachecoIrás y no Volverás, Falsos Testimonios.

Isaías Grijalbo M.*

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5

Aburrimiento.- Abundan las definiciones. A nuestro parecer la mejor es la que acuñó Abel Dufresne : "El aburrimiento es la enfermedad de las personas felices. "

Según Ambrose Bierce, “una persona aburrida es la que habla cuando deseas que te escuche” .

Según el autor del Diccionario (poblano) del diablo, “una persona aburrida es aquella que habla sin cesar cuando estás pensando en todo menos en lo que te habla”.

Astuto.- Individuo malévolo que se adelanta a nues-tros planes.

Cobardía.- Aunque la cobardía es considerada tam-bién una de las más repulsivas debilidades huma-nas, lo cierto es que –a diferencia de otras- no se le puede definir de manera esquemática, debido a que se manifiesta en todos los hombres, incluso en los héroes. Por ello, no es casual que Thomas Carlyle diga que “Todo hombre lleva en el alma un cobarde y un héroe”.

Según Shakespeare, “Los cobardes mueren muchas veces antes de su verdadera muerte; los valientes prueban la muerte sólo una vez”.

Con un poco más de realismo (si es que no de cinismo), un proverbio irlandés dice : “Vale más ser cobarde un minuto que muerto el resto de la vida”.

Con su típico sentido negro del humor, Am-brose Bierce escribió: “Cobarde es aquel al que el instinto de conservación le funciona con normali-dad (Vid. Diccionario del Diablo).

En el relato “Todos los pilotos muertos” de William Faulkner, uno de los personajes dice: “De sobra sé que nadie merece el elogio por su valen-tía ni el oprobio por su cobardía, puesto que hay situaciones en las que cualquiera dará muestras de ambas” (Cuentos Reunidos, Alfaguara, España, 2012. p. 454).

Confianza.- Francisco de Quevedo (1580-1645) defi-nió este vocablo de manera despiadada: “el mayor despeñadero”.

Confianzudo.- Individuo que nos vio la cara de pende-jos siendo que pensábamos que él era más pendejo.

Egoísta.- Con su típico humor ácido e irreveren-te, Ambrose Bierce escribió: “Un egoísta es una persona de mal gusto, que se preocupa más por sí misma que por mí” (Diccionario del Diablo).

Matrimonio.- Abundan las definiciones. Al parecer del Diablo la mejor es la que acuñó Montaigne: “El matrimonio es como una jaula; uno ve a los pájaros desesperados por entrar, y los que están dentro igualmente desesperados por salir”. Y agre-

ga: "El mejor matrimonio sería aquél que reuniese una mujer ciega con un marido sordo."

Miedo.- “El miedo, –dice Montaigne- me parece una pasión extraña. No habiendo otra más propicia, en el criterio de los médicos, para trastornar el juicio. Por lo pronto, conozco muchas gentes a las que el miedo ha llevado a la insensatez, y aun en los de cabeza más firme, cuando la pasión domina en-gendra graves alucinaciones”.

Pinche.- Para el escritor José Emilio Pacheco, la pala-bra ‘pinche’ es la expresión más mexicana que ha alcanzado al español de otros países (Revista Et-cétera, 22 de octubre de 2013). El poeta y novelis-ta recién fallecido afirma que “En México, ‘pinche’ canceló su acepción normal para adquirir, no se sabe cuándo, las características de un epíteto de-rogatorio que sorprende por su omnipresencia y durabilidad(…) “Pinche” puede ser un empleado, el hábito de fumar, la suerte, un policía, una ca-misa, un perro, una casa, una persona, el mundo entero, una comida, un regalo, un sueldo o bien lo que a usted se le ocurra. Se trata, pues, de un epíteto que degrada todo lo que toca. Normali-za y vuelve aceptable una furia sin límites contra algo que nos ofende y humilla pero no podemos cambiar... Admite grados y amplificaciones: “Esa novela me pareció un poco pinche”. “El racismo es una actitud pinchísima”. A veces puede ser un sustantivo inapelable: “No te lleves con él: es un tipo de lo más pinche.” Puede adquirir el rango de injuria máxima: “No me vuelvas a hablar, hijo de tu pinche madre.” El autor de Las Batallas en el Desierto comenta que no se sabe cuándo empezó a emplearse, ya que “pinche” en español común es “el ayudante de cocina”, sin ninguna pretensión ni autoridad. Pacheco lanza la hipótesis de que tal vez el término se originó en tiempos de la hacien-da y el latifundio. “Nació entre los peones obliga-dos a trabajar la tierra para beneficio de los amos y que veían con explicable resentimiento a quie-nes laboraban en ocupaciones serviles dentro de la casa grande(…) Si el uso está restringido a Méxi-co, resulta algo anecdótico e insignificante frente al hecho de que, a diferencia de tantos otros idio-mas, quinientos millones de personas podamos entendernos en nuestra lengua materna. Es una ‘pinche’ desgracia que muy pocas veces tengamos conciencia de este prodigio”.

* El autor se desempeña como investigador en el Mu-seo de la Memoria Histórica Universitaria de la BUAP.

Nudo de corbata Se miró al espejo.Vestido con el traje negro sólo le

faltaba la corbata.Tomó entonces cada extremo

en una de sus manos.De primavera a invierno a lo lar-

go de aquel pedazo de tela.De norte a sur, de tierra a sol esa

distancia.Una cuerda para saltar como en

sus tardes de lluvia y de in-fancia.

Una serpiente sin veneno que se enreda por su cuello.

Un vaivén, ir y venir, danza en seda italiana.

Prenda que imita el fatídico destino de un suicida en una soga.

Remedio de los distraídos para no perder la cabeza.

La deslizó por su cuello, tan sua-ve como cuando una mujer desliza sus besos de a poco cuando les da por amarse.

Lo recordó momentáneamente con aquel roce.

Le dio la primera vuelta, como la vuelta al mundo, como las vueltas de la vida.

La enredó, como esa telaraña que le enreda el destino a ese pasado resuelto y sin regreso.

Dejó caerla sobre su co-razón cubierto por un ejér-cito de ocho botones en la camisa.

Una escalera de la punta su-biendo a su garganta.

Se la ajustó como un ajuste de cuentas cuando interviene el crimen.

Acomodó el nudo de tela, de-seando a veces acomodar ese otro nudo de angustia que a veces le adorna la apariencia.

Estaba listo.Lucía impecable.Sonrió al espejo y salió de la ha-

bitación.         

HORIZONTALES2. Delito que se ha incrementado

de manera alarmante en la mayor parte del país.

11. Terminación verbal.13. Ladrón que asalta a una persona

o a un grupo cuando se hallan de viaje o en lugar despoblado.

14. Isla francesa del océano Atlánti-co.

15. Señal de auxilio.17. Ente.18. Te dirigías a un lugar.20. Agencia Central de Inteligencia.22. Prefijo que expresa oposición o

contrariedad.23. Símbolo del oxígeno y abreviatu-

ra de oeste.24. Éste delito de carácter violento

prolifera exageradamente en la zona conurbada del Distrito Fe-deral y Estado de México (pl.).

27. Alcohólicos Anónimos.28. Dios entre los mahometanos.29. Símbolos de resistencia eléctrica

y teluro.31. Ladrón que robó cuatro parejas

de bueyes a Hércules y fue es-trangulado por éste.

32. (La), narcotraficante, presunta-mente es amigo de Leonel Go-doy.

34. Río de Europa.35. (Alma), capital de Kazajstán.37. Pronombre personal.39. Poned en línea recta (inv.).43. El robo de vehículos se presenta a

gran escala en este territorio de la república (inic.).

44. Prefijo que significa madera.46. Sonido agradable.47. Presos, culpables de un delito

(inv.).49. Ciudad de Paraguay.52. Central campesina fundada por

Garzón Santibáñez.53. Símbolo del calcio.54. Organización secreta de malhe-

chores nacida en las cárceles del reino de Nápoles, en el siglo XIX.

58. Antes de Cristo (inic.).59. Delito que ha ido creciendo y que

solamente lo supera en cantidad el secuestro.

VERTICALES1. Delito que se presenta a menudo

en los robos con violencia.3. Símbolos del electrón y boro.4. Óxido de calcio.5. Artículo indeterminado.6. Línea de una heredad con otra

(inv.).7. Afirmación.8. Abreviaturas de tera y de doctor.9. Voz de arrullo.10. Ejemplo de este tipo de asesinos

es la llamada “mata viejitos”.12. Delito que se practica con o sin

violencia, pero que crece cada día.14. Desafía.16. Milicias nacionalsocialistas diri-

gidas por Röhm (sigla).17. Símbolo del estaño.19. (Carlos), futbolista surgido de

Chivas, jugó en Europa.20. Abreviatura de Centro América.21. Símbolo del astato.22. Hábil para engañar o para evitar

el engaño (pl.).25. Río del centro de Francia, princi-

pal afluente del Ródano.26. ( Jerónimo), conquistador español

del siglo XVI, acompañó a Diego de Ordás en la expedición al Ori-noco.

28. Río de Suiza.30. Organización independentista

vasca.33. Estado de la república con alta in-

cidencia de asesinatos de mujeres.36. Una de las cinco partes del mun-

do.38. (Rossanna Ford), guitarrista y

vocalista rockera, tuvo éxito en los 80.

40. Existe.41. Porción del intestino grueso (inv.).42. Prefijo privativo.43. Prefijo que significa diez.45. Artículo determinado.48. Lengua provenzal.50. Tipo que personifica al gobierno

de Estados Unidos.51. Partido político que dirigió Cota

Montaño.54. Símbolo del cobalto.55. Nota musical.56. Símbolos del roentgen y momen-

to de inercia.57. Perezoso, mamífero.

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Hugo I. López Coronel*

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A principios del siglo XX, tras di-versos antecedentes y aconteci-mientos políticos e históricos, Europa se configura bajo una

atmósfera enrarecida por las ambiciones expansionistas de las principales poten-cias de ese continente. La posibilidad de una guerra mundial tras el surgimiento de otras potencias allende Europa y los avances tecnológicos en materia bélica ocasionaron una escalada militarista de alcances inimaginables. En ese contex-to, diversas manifestaciones artísticas no fueron ajenas a los acontecimientos y sus expresiones suscitaron una “auténtica re-volución” como oposición a la barbarie del conflicto armado. Este panorama alentó un ambiente de inseguridad y confusión que favoreció el anarquismo político y ar-tístico, aspectos que contribuyeron al na-cimiento y desarrollo de los movimientos vanguardistas.

En el ámbito literario, la llamada van-guardia tiene en común cierta plurali-dad de “ismos europeos”, como afirma-ra Monte Ávila en Ensayos sobre la poe­sía hispanoamericana (1975) que cita José Emilio Pacheco en Nota sobre la otra van­guardia (1975): en la poesía hispanoa-mericana florece, alternativamente, una corriente conocida como “antipoesía” o “poesía conversacional” –también referida la distinción entre ambos conceptos por Roberto Fernández Retamar en Panora­ma de la actual literatura latinoamericana (Casa de las Américas, La Habana, 1969.pp. 251-253).

Esta corriente, de acuerdo con José Emilio Pacheco, “de corte realista y no surrealista” encuentra sus orígenes en la “New Poetry” norteamericana, surge de manera discreta y se articula en las cir-cunstancias históricas y personales de quienes la fundaron en 1922; su escenario es un México “que vive una explosión de <nacionalismo sin xenofobia> y donde el ministro José Vasconcelos aspira a un <re-nacimiento logrado a través de la unión cultural hispanoamericana>” .

En Nota sobre la otra vanguardia, José Emilio Pacheco reconoce a los autores que incorporaron las características de la New Poetry norteamericana a la poe-sía en español: es el caso de Salomón de la Selva en El soldado desconocido, que Pa-checo sitúa como el primer poemario de esta vertiente en lengua española, estable-ciendo así el antecedente inmediato del Coloquialismo como referente importan-te y como forma de vanguardia alterna-tiva de las demás vanguardias hispanoa-mericanas. Pacheco afirma que los libros claves de esta vanguardia son, además de El soldado desconocido: Espejo, Poemas pro­letarios y la primera Antología de la poesía norteamericana moderna que aparece en español”; que a la postre serán el antece-dente de “la dependencia que los Estados Unidos imponen en todos los terrenos a México y las naciones del Caribe, aunque andando el tiempo esta corriente será ve-hículo de una poesía de la resistencia”.

Salomón de la Selva vivió en Esta-dos Unidos y tuvo acercamientos con la poesía en lengua inglesa. Fue intérprete y traductor de Rubén Darío en su estancia

final en Nueva York. Posteriormente, se alistó en el ejército británico y tomó parte en la guerra de trincheras en Flandes. La experiencia de una muerte masiva y tecni-ficada como nunca antes la había conoci-do la humanidad es el gran detonador de la vanguardia, afirma José Emilio Pache-co en Notas sobre la otra vanguardia. De la Selva es el único poeta hispanoamerica-no que vivió en carne propia los aconte-cimientos de la Gran Guerra; a este res-pecto, Miguel Ángel Flores señala “…el soldado de la guerra para Salomón fue un conjunto de poemas que se referían a ésta en términos directos, prosaicos y con un tono de brutalidad que buscaba rimar con los hechos sórdidos que significaban las batallas, realizadas ahora con armamentos cada vez más letales. El soldado descono-cido nace de la amargura, la decepción y la desesperanza. Un garetti mientras a su lado caían los obuses entonaba un canto a la vida: en medio de tanta muerte cabía la emoción al recordar un amanecer entre el himno de la pólvora” (Salomón de la Sel-va, Antología. FCE. México, 1989)

Asimismo, Flores refiere que la obra de Salomón de la Selva describe los ho-rrores de las trincheras y que su destino pudo haber sido el del soldado descono-cido y su sobrevivencia es para rendirle homenaje “con palabras duras, amargas y desencantadas: El héroe de la Guerra es el Soldado Desconocido. Es barato y a to-dos satisface. No hay que darle pensión. No tiene nombre. Ni familia. Ni nada. Sólo Patria”. Otro aspecto importante es la imagen misma del poeta ante los ver-gonzosos acontecimientos de la guerra, aspecto que Pacheco refiere: “El primer desplazamiento lo sufre la representa-ción del poeta mismo como hablante. A la máscara triunfalista del creacionismo o el estridentismo, al poeta como <mago> se opone la figura del bufón doliente y el ser degradado”. Y más adelante comenta: “…Escribir versos no es jugar al <peque-ño dios>, sino una debilidad y una ver-güenza…”. Esta preocupación se enuncia claramente en el poema Vergüenza

Éste era zapatero,éste hacía barriles.y aquél servía de mozoen un hotel de puerto...Todos han dicho lo que eranantes de ser soldados:¿y yo?¿Yo qué seríaque ya no lo recuerdo?¿Poeta? ¡NO! Decirlome daría vergüenza.

Finalmente, como señala el autor de Las Batallas en el Desierto, el coloquialis-mo es la tradición poética donde se mues-tra a la poesía sumergida en el devenir histórico y sus cambios en el sistema mis-mo de la lengua para decantarla circuns-tancial dentro de su contexto mismo.

* El autor es licenciado en Lingüística y Literatura Hispánica y maestrante en Literatura Mexicana por la FFyL de la BUAP; es miembro fundador y miembro activo del grupo académico Óclesis, Víc-timas del Artificio.

Por desgracia, en lo que va del 2014, ha habido varios días de luto para el medio poético más que para los

lectores. Para estos últimos, de repente hay un momento mediático: se vuelve la mirada a los poetas y se trata de rescatar lo que en vida no fue leído, de repente todos dicen que lo han leído, que es su favorito, etc... No todo está perdido, algo bueno también puede ocurrir; en el caso de Juan Gelman, escritor argentino, será revisada su poética del exilio con dete-nimiento; mientras que para José Emilio Pacheco, quien es más conocido por sus libros de narrativa, correrá con fortuna, pues ahora tendrá la oportunidad para ser releído, sobre todo en el ámbito poé-tico -en donde su legado asciende a 16 poemarios-, además de poner atención a su labor como traductor y ensayista. Pero Pacheco no fue la única pérdida, también hay que hablar de otros poetas que no recibirán el reconocimiento del público, simplemente porque no son “tan famo-sos”.

a) El recuento comienza con la poe-ta Paula Alcocer (Salamanca, Guanajua-to, 1920), quien falleció en Guadalajara el 12 de enero, y dejó 7 poemarios, pu-blicados por la Secretaría de Cultura de Guadalajara, (caso que nos recuerda al de la poeta sinaloense Norma Bazúa (1928-2011), quien sólo encontró el reconoci-miento años después de su deceso, y que hasta hoy no ha sido difundida siendo que su trabajo es parte importante en la historia de la literatura femenina) y cuya obra será inaccesible para el resto de los lectores por su nula disponibilidad:

Una secreta enemistad de espadas y pre­sagios / borra hallazgo y retorno, y me de­fiendo apenas, / a duras potestades dada en servidumbre: / he venido a llorar mi soledad / en las ciudades extranjeras, / he venido a llamar en los opacos / aldabones enlutados, / a romperme los puños en el polvo / de las aras desiertas / y en los ciegos cristales / in­vadidos de muerte y de maleza.

b) Una noticia que consternó fue el suicidio del poeta Marco Fonz (1965, México, DF) en Viña del Mar, Chile, entre el 22 y 23 de enero, en donde se encontraba participando en la promo-ción de una antología de poetas infra-rrealistas. Muchos se preguntarán quién es Marco Fonz. Pocos se imaginarán que hoy en día existe lo que el maestro Guillermo Fernández Rentería nombra como “el boom de la poesía mexicana y sus editoriales”, que es un fenómeno de efervescencia tanto de editoriales (in-dependiente y alternativas) y de poetas. Dentro de este “boom poético”, en el que consideran a poetas nacidos entre 1915 y 1985, Fonz ya es mencionado, pues su obra ha sido publicada en diversas casas editoriales, con más de 20 poemarios, dando muestra de una gran capacidad creadora y de contar con una propuesta y voz poética combativa. Además de im-partir talleres y cursos a jóvenes escrito-res, también se adentró en ensayos críti-cos del quehacer literario y en contra la corrupción en el medio poético:

Un día más sobre las ruinas y mi locu­ra será eterna. / No cierro por completo mis ojos / por temor a que me ataquen /los fan­tasmas de estos sitios. /Todo aquí tiene una piel transparente y viscosa /se mueve tan despacio que me da vértigo el movimiento /estático / que hace sombra de mi luz recupe­rada. (…) Un día más sobre estas ruinas y comenzaré a tragarme /el cuento de nuestra grandeza en el pasado. / Como si no los vie­ra llorar perdidos en los siglos. / Como si nos los viera suplicar un poco de ayuda. / Como si no los viera buscar escorpiones debajo de sus /camas. /Como si no fueran los eternos cobardes a la muerte./ Grandeza ancestral mi pie sobre la roca.

c) Desde hacía varios meses, el joven poeta Segio Loo (1982, México, DF) es-taba convaleciente. Su enfermedad final-mente lo venció este 28 de enero. Pese a su breve edad, había contado con becas del FONCA, y nos deja un puñado de libros, entre poemas y novelas, y algunos textos en antologías, que habrá de revisar esta generación y anotar sus temas y sus tratamientos:

“ahí vamos de nuevo al cabal lito gira­to rio del car rusel que / no avanza nues tra des dicha o nue stro tedio le par al izó el hocico / de plás tico inox id able implaca ble tu risa que de tan rísp ida / relinchido de nervios porque no vamos no a poder regre sar al ca­ramelo / de los besos y las lla madas inter­minables y los arru ma cos que / ensoñado­res cabal li tos de car rusel ter mi naron devi­niendo en / El Guer nica o El Grito o Las señori tas de Avi gnon o todos los planes / que ya no pero dán donos vueltas nuevas vueltas nuevas opor tu nidades y eso / que dijiste no lo voy a tomar en cuenta o bus camos la for­ma el / cómo retrac tarnos pero ya no enca jan mis pier nas con tus pier nas”

d) Los otros. Si no es por la muer-te, pocas veces regresamos a los autores para volverlos una moda, hablar de las anécdotas curiosas, de las fotos y los li-bros autografiados en el mejor de los ca-sos. Pero más allá del acto “fashonista” del momento, lo deseable sería que no se esperara hasta la desaparición física de los poetas, o más bien, que la poesía tras-cendiera mucho más allá del cuerpo del creador. Hay poetas enormes que recibi-rán espacio completo en los ámbitos aca-démicos, como en son los casos de Octa-vio Paz y Efraín Huerta, pero para aque-llos que no están publicados en sellos editoriales trasnacionales, o no cuentan con otros medios de legitimación -di-gamos- oficiales en el ámbito nacional, tal parece que les queda gestar una obra interesante y esperar tener mejor suerte hacia el final de sus días, pues la labor de la distribución de sus trabajos, así como la generación de poetas y público (inclu-yendo los traspiés que Fonz denunciara en vida en el medio literario) tienen un reto enorme que dista mucho ser supe-rado, simplemente no hay espacio. Ahí el libro abierto de las letras “mexicanas”.

* La autora es poeta, editora y diseñadora gráfica. 

Estephani Granda Lamadrid*

Y LOS ORÍGENES DEL COLOQUIALISMO EN HISPANOAMÉRICA

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RE~INCIDENTE. Año 5. No. 71. Primera quincena de febrero de 2014. Es una publicación quincenal editada por el C. Enrique Condés Lara, domicilio Costado del Atrio de San Francisco 22 bis. Cuadrante de san Francisco, Delegación Coyoacán, CP. 04320, tel. (55) 55-17-76-63. Correo electrónico: [email protected]. Editor responsable: Enrique Condés Lara. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo 04-2011-032210460200-101. ISSN: 2007-476X. Otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Certificado de Licitud y Contenido No. 15198 otorgado por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas de la Secretaría de Gobernación. Impresa en los talleres de El Errante, Editor. Privada Emiliano Zapata No. 5947, San Baltasar Campeche, Puebla Pue. C.P. 72550. Este número se terminó de imprimir en noviembre de 2013 con un tiraje de 5000 ejemplares. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación. Que-da estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización de RE-INCIDENTE.

Solución alReincigRama de eSte númeRo

Como buen kamikaze que gusta de meterse en causas suicidas, la aventura en el feudo jurídi-co me dio una nueva oportunidad para entrar

a favor de causas nobles, justas y que, sin embargo, están perdidas.

Fue la historia de una catástrofe anunciada. El Reino del Saber estaba en un problema porque en el feudo jurídico habían parado las elecciones al se­ñor del lugar —¡en su propio feudo!—, por medio de una argucia judicial (un amparo; entre licenciados te veas). Como solución, los actores principales acorda-ron discutir el asunto en conclave (solo los buenos) para darle un nuevo cauce. Dentro del acuerdo acor-dado por los acordadores, el día lunes 13 de enero (¡válgame!, tenía que ser día 13) deberían efectuarse las elecciones anunciadas del feudo jurídico.

Entonces, como todo buen suicida, tempranito y bañadito, acudí a mi trágico destino: participar como representante de uno de los candidotes opositores al candidato oficial. Y, al final del día me tocó de cerca sufrir una estrepitosa derrota. Como todo buen alu-cinado, viví también de cerca la serie de causas que determinaron ese trágico final:

Enfrentarse a un cacique de 20 años que por nin-gún motivo quiere dejar el hueso (su negocio) de re-gentear el feudo jurídico de una universidad pública, tiene sus bemoles. Y nos topamos (te lo advertí) a una bien disciplinada maquinaria. Para empezar la máxi-ma autoridad del feudo (Consejo de Unidad) está compuesta por pajes y siervos a modo, puestos y legi-timados en elecciones dirigidas y manoseadas por el señor feudal. También, los coordinadores de las cinco licenciaturas (unidades) que integran el feudo fueron impuestos por este Consejo, lo cual no es poca cosa dado que para tener trabajo de docente en el feudo, esos mismos coordinadores dan o niegan el necesario aval. Así, cuando tienen lugar elecciones, los coordi-nadores amenazan a los maestros con no darles carga

de trabajo, con su posible despido o con no promo-cionarlos para mejores salarios y horarios. Todos de-ben sufragar en el sentido ordenado (candidato ofi-cial). Lo mismo sucede con trabajadores no académi-cos. Finalmente, los representantes de los candidatos de oposición tienen voz pero no voto en el comité electoral y sólo aquellos integrantes nombrados por el servil Consejo de Unidad pueden votar. El mayoriteo en favor de los intereses del cacique y su candidato oficial queda de esa forma asegurado.

Por su parte, el Rey, quien quería que terminara el conflicto en el feudo, se limitó a enviar como ob-servadores a veintitantos miembros de su Mesa Re-donda y a un contingente de auxiliares de todas sus confianzas, apoyados por un escuadrón de milicos del reino (Por si las porsis).

De esa forma, el día de la elección, las diversas mesas de votación se encontraron manipuladas (per-dón administradas) por los cochupeados integrantes del Consejo de Unidad (la jauría controlando al re-baño) y como no se permitió a los “observadores” de los candidotes de oposición estar cerca de las urnas, su embarazo estuvo al alcance de la mano. Como el recuento de voto es ponderado un voto por cada una de las urnas, el “triunfo” del candidato oficial estuvo muy bien cocinado.

Con todo, lo que se vio es que las leyes y regla-mentos que rigen el Reino han quedado obsoletos y se tornaron antidemocráticos. Particularmente, las de los feudos están hechas para que el poder se conserve en manos de los caciques y señores feudales, a costa del desarrollo académico y científico de la Universidad.

Y me pregunto a mi mismo, ¿tanto cuento para llegar a este sabidísimo descubrimiento? ¡Chaaale! No cabe duda que todavía me gusta el rocanrol.

* El autor es Doctor en Sociología Jurídica por la BUAP, y cuatachín.

José Fragoso Cervón*

Las mujeres somos más de la mitad de los habitantes del mun-do. Somos indispensables y soñadoras. Somos las madres y las putas, las enfermeras y las institutrices. Amigas, amantes,

confidentes, monjas, alcahuetas y chismosas. ¿Y dónde nos tratan mejor?

Según datos del Foro Económico Mundial, los países con mejor equidad de género, más feministas pues, los que más aman y prote-gen a las mujeres, los meros, meros a la hora de reconocerles su va-lía, son en orden descendente: Islandia, Finlandia, Noruega, Suecia, Filipinas, Irlanda, Nueva Zelanda, Dinamarca, Suiza y Nicaragua.

Entre los peor evaluados: Yemen, Pakistán, Chad, Costa de Marfil.

Ningún país del G20, grupo que reúne a las naciones más in-dustrializadas del mundo, está entre los 10 mejor evaluados.

Los tres países con mejor desempeño en América Latina son Nicaragua, Cuba y Ecuador, que se incluyen entre las primeras 25 naciones. La posición de México mejoró en el último año: 68 de los 136 evaluados, los cuales representan más del 90% de la po-blación mundial. Cuba, que tiene el mayor porcentaje de mujeres en el Parlamento, avanzó cuatro posiciones este año hasta el lugar número 15.

Las 4 consideraciones básicas para medir la participación fe-menina en la sociedad son: participación económica y oportuni-dades; escolarización; salud y sobrevivencia; empoderamiento po-lítico. Cabe señalar que los ámbitos con mayores rezagos son los relacionados con los temas económicos, laborales y de participación política.

Fuente: http://www3.weforum.org/docs/WEF_GenderGap_Re-port_2013.pdf

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UNA DEUDA HISTORICA

El mundo tiene enormes deudas históricas con los árabes. Una de ellas, sin lugar a dudas, es la destilación. En una época en la que el saber de siglos se había perdido prácticamente en toda Europa, los eruditos ára-

bes de Córdoba, Damasco y Bagdad cultivaron la ciencia y desarrollaron la as-tronomía, las matemáticas, la medicina y la filosofía. Entre sus muchos logros crearon la destilación: un procedimiento que dio vida a una gama de nuevas bebidas: el whisky, el brandy el ron, la ginebra, el vodka. El resultado de des-tilar el vino fue para los sabios árabes de la época un medicamento, más que una bebida. Fueron los europeos cristianos quienes lo empezaron a consumir masivamente y, ¡cosas de la vida!, con el Islam, los árabes se alejaron de las es-pirituosas bebidas que procrearon.

MARTINICorre el rumor de que este popular coctel fue creado hace unos ciento cincuenta años por aristocráticas damas inglesas que querían ponerse contentas con la ginebra pero ocul-tando su aroma y sabor, para lo que emplea-ron el vermut. También se dice que en el Ho-tel Knickerbocker de Nueva York lo ideó un tal Martini di Arma di Taggia para el ricote Rockefeller, y que para evitar confusiones le puso su nombre. Lo cierto es que es la bebida favorita de James Bond.

PREPARACIÓN- 5 tantos de Ginebra- 2 tantos de vermut secoEn un vaso mezclador, con bastantes hielos, agregar ambos licores y remover mientras cuenta hasta veinte. Servir en copa fría ador-nado con una (imprescindible) aceituna.

BUÑUELONI El gran cineasta aragonés Luis Buñuel (1900-1983) fue un gran bohemio. Gustaba de la buena comida, la conversación y la be-bida. En su autobiografía Mi Último Suspiro (1982), asegura: "El bar es para mí un lugar de meditación y recogimiento sin el cual la vida es inconcebible; en los bares he pasado

largos ratos de ensueño, hablando rara vez con el camarero, invadido por cor-tejos de imágenes a cuál más sorprendentes. El bar es un ejercicio de soledad, es una ceremonia”. E hizo su propia bebida, el buñueloni.

PREPARACIÓN- Tres partes de Ginebra- Dos partes de Carpano (vermut amargo con aroma de naranja)- Un golpe de vermut dulce Se sirve en un vaso old fashion muy frio y con bastantes cubos de hielo.

GIMLETFue introducido en la armada británica por el oficial médico Sir Thomas D. Gimlette en el último tercio del siglo XIX con el propósi-to de combatir el escorbuto ocasionado por la carencia de vitamina C. Además, como gi-mlet se llamaba una herramienta usada para hacer agujeros en la madera, particularmente en las barricas, rápidamente se popularizó la bebida con este nombre. PREPARACIÓN- Un tanto de jugo de lima- Un tanto de jarabe o sirope- Tres tantos de Ginebra

Se prepara en un vaso mezclador, con hielo, y se sirve en copa tipo Martini adornado con una rodaja de lima.

LA GINEBRAEs una bebida alcohólica fuerte sin la cual no sería posible hacer martinis, gimlet o buñue-lonis. Es producto de la destilación de granos de cebada sin germinar aromatizados con ba-yas de enebro. Su creador, el médico holandés Franciscus de la Boë, profesor de la Universi-dad de Leyden, la empleó con fines medici-nales, pero no pasó mucho tiempo para que le dieran mejores y más populares usos. Gene-ber es su nombre original y Holanda, no In-glaterra, su país natal.

Nuevamente REINCIDENTE se engalana presentando las bebidas y los cocteles más

apreciados y populares, aquellos sin los cuales docenas de millones de personas no podrían vivir