Regimen Esco Pico

16
Felipe García Quintero Universidad del Cauca / [email protected] Profesor Asociado del Departamento de Comunicación Social de la Universidad del Cauca, Colombia; estudiante del Doctorado en Antropología de la misma universidad. RÉGIMEN ESCÓPICO COLONIAL: CRÍTICA CULTURAL DEL MURAL “LA MEDICINA EN EL CAUCA” DE BELISARIO GÓMEZ Artículo de reflexión SECCIÓN CENTRAL

description

Estudios sociales en el cauca

Transcript of Regimen Esco Pico

  • 80 // CALLE14 // volumen 5, nmero 6 // enero - junio de 2011

    Felipe Garca QuinteroUniversidad del Cauca / [email protected]

    Profesor Asociado del Departamento de Comunicacin Social de la Universidad del Cauca, Colombia; estudiante del Doctorado en Antropologa de la misma universidad.

    RGIMEN ESCPICO COLONIAL:CRTICA CULTURAL DEL MURAL LA MEDICINA EN EL CAUCA DE BELISARIO GMEZArtculo de reflexin

    SE

    CC

    IN

    CE

    NT

    RA

    L

  • Rgimen escpico colonial // Felipe Garca Quintero // 81

    ResumenEste artculo es una reflexin crtica acerca del estatuto colonial contemporneo en Popayn (Colombia). Mediante un acercamiento al dispositivo artstico de una obra mural de reciente creacin, se indaga por el sentido de la representacin icnica en la construccin de la identidad cultural urbana, ms all de la valoracin esttica o el propsito curatorial del arte, que no constituyen los problemas tratados en este ejercicio de interpretacin visual. El propsito es abrir un dilogo crtico con la obra respecto al sentido poltico de la representacin del ser cultural. En esta tentativa, el sensorium popular y la percepcin experta se suspenden, puesto que el ejercicio de valoracin es de orden subjetivo, y no compromete ms que el juicio propio, con el cual la discusin esttica se desplaza al horizonte poltico de determinar los caminos que emprende la identidad, y los significados de la misma en el contexto urbano, al pensar el estatuto colonial contemporneo como dispositivo de poder cultural.

    PalabRas clavearte, crtica cultural, estatuto colonial contemporneo, identidad urbana, rgimen escpico

    colonial scoPic Regimen:a culTuRal cRiTique of The muRal la medicina en el cauca bY belisaRio gmez

    absTRacTThis essay is a critical reflection on the contemporary colonial statute in Popayan (Colombia). Approaching the artistic devices of a recent mural, it inquires about the iconic representation in the construction of an urban cultural identity, beyond the aesthetic valuation or the curatorial purpose of art, which arent the issues dealt with in this visual interpretation exercise. The purpose of the essay is to initiate a critical dialogue with the work about the political meaning of representing a cultural being. For this intent, the popular sensorium and the perception of the expert are put on hold, because this valuation exercise is subjective in nature and doesnt involve anything more than the judgment of the individual, and as such the aesthetic discussion is displaced to the political horizon to determine the roads that identity takes on, and the meanings of this identity in an urban context, all the while thinking about the contemporary colonial statue as a device of cultural power.

    KeY WoRdsart, cultural critique, contemporary colonial statute, urban identity, scopic regime

    Rgime scoPique colonialcRiTique culTuRel du muRal la medicine dans le cauca de belisaRio gmez

    RsumCet article offre une rflexion critique autour de lstatut colonial contemporain Popayn (Colombie). travers dune approche au dispositif artistique dune uvre mural contemporaine, l'auteur enquiert sur le sens de la reprsentation iconique et la construction didentit culturelle urbaine au-del de la valoration esthtique ou le propos des curateurs de lart, qui ne constituent pas le sujet de cet exercice dinterprtation visuelle. Le propos cest douvrir un dialogue critique

    La medicina en el Cauca. Mural. Fotografa: Felipe Garca Quintero, tomada del catlogo.

  • 82 // CALLE14 // volumen 5, nmero 6 // enero - junio de 2011

    avec luvre par rapport au sens politique de la reprsentation de ltre culturel. Dans cette tentative le sensorium populaire et la perception qualifie ne se retrouvent pas, puisque lexercice de valoration est dun ordre subjectif, et ne compromet plus que le jugement propre, avec lequel le dbat esthtique se dplace a lhorizon politique pour dterminer les chemins que poursuit lidentit, et les signifiants de cette identit dans le contexte urbain, pour penser lstatut colonial contemporain comme un dispositif de pouvoir culturel.

    moTs-clesart, critique culturel, statut colonial contemporain, identit urbaine, rgime scopique

    Regime escPico colonial: cRTica culTuRal do muRal a medicina na cidade de cauca de belisaRio gmez

    ResumoEste artigo uma reflexo crtica sobre o estatuto colonial contemporneo na cidade de Popayn (Colmbia). Mediante uma aproximao ao dispositivo artstico de uma obra mural de recente criao, se indaga pelo sentido da representao icnica na construo da identidade cultural urbana, alm da valorao esttica ou o propsito curatorial da arte, que no constitui os problemas tratados neste exerccio de interpretao visual. O propsito abrir um dilogo crtico com a obra com relao ao sentido poltico da representao do ser cultural. Nesta tentativa, o sensorium popular e a percepo experta se suspendem, toda vez que o exerccio de valorao de ordem subjetivo e no compromete mais que o prprio juzo, com o qual a discusso esttica se desloca para o horizonte poltico de determinar os caminhos que empreende a identidade e os significados da mesma no contexto urbano, ao pensar o estatuto colonial contemporneo como dispositivo de poder cultural.

    PalavRas-chave: arte, crtica cultural, estatuto colonial contemporneo, identidade urbana, regime escpico

    chuRachisKa escPico YuYaY KichusKa KuTijmandaPiai suYu YuYaYTa aTun llunchisKa ambiRiYPa caucaPi belisaRio gmez RuRasKa

    PisiachisKa Kay kilkaska kami suj yuyariy piaima sugllayachiy churachiska yuyay kichuska kutij kunapunchakunamanda Popayn (Colombiapi). Suj tupachiskamandata chi churachij yuyay rurachijta suj atun llunchij ruraskata kunakunalla, tapuchirimi chi samaimanda kauachikuypa atuniachiskata chi uasichiska kikinpa yuyay kaugsay atun kausaypajpi, achka karuy yukaipa sumakai u chi munakunga ambiykilkai yuyay rurachiskaua, ima mana churarinkuna makaikuna rimanakuska kay yuyariykai rimanakuipa kauachiska. Yuyaimi ka paskanga suj rimanakui piai chi ruraskaua imasa chi yachiy yuyay kuyuchijta kauachikuyta paipa kay yuyay kaugsay. Kay munaipi, chi sensorium tukuipalla kauakuchiy aska yacha kichurinkunami, a imasa chi rurakui maitukupa kami kikinpa uillay, chiua chi rimanakui kuyurimi kinchska yuyay kuyuchijtama churachiypa ambikuna ima kallariska chi kikinkai, chi niykunauanta kikinpa chi rimanakui atun suyu kaugsaipi, yuyakuspa chi churachiska yuyay kichuska kutij kunapunchakunamanda imasa tupachingapa yukai suyu yuyaypa.

    RimaiKuna niYyuyay rurachiska, piai suyu yuyayta, churachiska yuyay kichuska kutij kunapunchakunamanda, kikinkai atun kaugsaipajpi, churachiska escpico

    Recibido el 28 de junio de 2010Aceptado el 26 de julio de 2010

  • Rgimen escpico colonial // Felipe Garca Quintero // 83

    Noticia

    El 12 de enero de 2006 se inaugur en Popayn el mural La medicina en el Cauca, del profesor de diseo grfico Belisario Gmez. Con el auspicio del Ministerio de Cultura, la Alcalda de Popayn y otros patrocinadores locales, la Universidad del Cauca hizo entrega de esta obra a la comunidad como parte de su labor de proyeccin social.

    La instalacin del mosaico en un sector de mucha pero difcil movilidad y afectado por la polucin ambiental tuvo un efecto inmediato en la recuperacin del espacio pblico. El factor esttico de la intervencin urbana del arte puede tambin considerarse en la intencin poltica de ampliar el rea de influencia del patrimonio cultural central, cuya matriz de poder vemos reproducida para este caso. Estudiaremos el todo como un dispositivo cul-tural del estatuto colonial contemporneo, utilizado para extender su hegemona sobre el imaginario de Popayn como ciudad letrada (Rama, 1984).

    introduccin y propsito

    Frente al gran inters ciudadano y la recepcin callada de los expertos en arte que suscit la creacin de esta obra en la pared externa del auditorio Antonio Jos Lemus Guzmn de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad del Cauca, surgi la pregunta por el sentido de la representacin icnica en la construc-cin de la identidad cultural urbana. Como respuesta, este ejerci de interpretacin visual va ms all de la valoracin esttica o el propsito curatorial del arte y busca un acercamiento crtico al estatuto colonial contemporneo de Popayn.

    Aunque la ciudad cuenta con un valioso patrimonio pictrico mural (como el situado en entidades ban-carias del centro histrico, la misma Universidad del Cauca o el aeropuerto), creo que la atencin expresa de las gentes en este caso se debi a que no se contaba con una pieza artstica de tal naturaleza en un espacio

    netamente pblico, a pesar de la instalacin en 2002 de la escultura en concreto del maestro Adolfo Torres (ubicada en la rotonda sur de la va Panamericana y que rinde homenaje a la msica tradicional de chirima). Y fue notorio el inters de la gente por cuanto, da a da, se era testigo cotidiano del paulatino avance de la obra durante un periodo de poco ms de ao y medio. Fue un proceso artstico de ardua y paciente instalacin artesanal, realizado entre 2004 y 2005 por el profesor Belisario Gmez y un equipo de cinco ayudantes (sobre el cual, reiteramos, la crtica acadmica y la opinin de los creadores plsticos locales no se dejaron or).

    Y dado que la interseccin vial y las congestiones en este sector de Popayn obligan a posar la mirada sobre el entorno, mientras los semforos regulan los turnos de paso hacia el norte y el centro de la ciudad, todo el que pasaba por esas calles terminaba atrado por la imagen del equipo fijando a la pared del torren universitario las 2.500.000 teselas vtreas importadas de Mxico, que iban dando forma a la historia de las prcticas mdicas en esta regin de Colombia.

    Los comentarios espontneos de la gente celebraron el mosaico con adjetivos comunes de aprobacin: lo vean bonito y como algo chvere, sin duda porque la obra era agradable a la vista o a causa de embellecer un sec-tor contaminado de ruido y trfico vehicular. En cam-bio, la mirada de los creadores y acadmicos del arte se mantuvo en un silencio que comunicaba al tiempo aceptacin y rechazo, siendo ese silencio, quiz, el modo en que la crtica participa cuando el juicio acerca del valor esttico de una obra es reservado.

    Por nuestra parte, intentamos establecer una aproxi-macin diferente, realizada mediante un dilogo crtico con la obra acerca del sentido poltico de la represen-tacin del ser cultural. En esta tentativa el sensorium popular y la percepcin experta se suspenden, dado que el ejercicio de valoracin es de orden subjetivo y no compromete ms que el juicio propiocon lo cual

  • 84 // CALLE14 // volumen 5, nmero 6 // enero - junio de 2011

    la discusin esttica se desplaza al horizonte poltico de determinar los caminos que toma la identidad y los significados de la misma en el contexto urbano, y de pensar el estatuto colonial contemporneo como dispositivo de poder cultural.

    acerca del mtodo de lectura

    El ejercicio de interpretacin se realiza bajo una meto-dologa de lectura complementaria de los planos visual y textual de la obra mural, en tanto se trata de estimar, en el relato de las imgenes, la dimensin poltica de la representacin de la identidad urbana de Popayn.

    El plano visual de la imagen se trabaja a travs de la mediacin fotogrfica, que permite descomponer la obra en escenas independientes y relacionar su signi-ficado con el contexto local y geogrfico de la regin caucana. Esto ltimo sirve al autor de la obra para situar la tradicin mdica en cada escena. El plano textual de la obra proviene de la hoja catlogo editada con motivo de la ceremonia oficial de presentacin pblica. Mediante la cita directa del discurso exegtico del autor sobre su trabajo, se trata de discutir el sentido de la representacin visual e interpretar acaso la intencin poltica que toma el arte cuando se lo interroga sobre el papel que juega en la construccin de la identidad cultural urbana.

    Tanto la imagen global del mosaico, el contexto y la especificidad de las secuencias visuales de 16 escenas, junto a los comentarios del autor, constituyen el corpus de este ejercicio de anlisis revisionista del imaginario colonial en Popayn y su verdadero rgimen escpico, ejercido mediante el dispositivo artstico que actualiza, expande y revitaliza la accin simblica de dar sentido mediante los signos visuales.

    alteridad negativa

    Seguimos al autor en su texto de presentacin pblica, con el que documenta e ilustra el contenido particular de las imgenes, y en estas los elementos de referencia local y de la tradicin mdica. All, la intencin gene-ral de la obra es explicitada como rendir homenaje a la medicina desde las prcticas primitivas hasta los grandes avances tecnolgicos de hoy da (Gmez, 2006). En el orden secuencial de las 16 escenas se disponen las rplicas aleatorias que realizamos por vnculos temticos, como elementos para la discusin establecida con el estatuto colonial de la Popayn contempornea.

    Escena 1: Grupo de aborgenes practicando la Medicina Natural Tradicional, a travs de infusio-nes o cocimiento de races y hojas, de las cuales hacan vaporizaciones o las tomaban como bebi-das medicinales. De igual manera llevaban a cabo rituales con el fuego como medio de sanacin. (Gmez, 2006).

    El valor antropolgico de esta imagen y su discurso parecieran incuestionables por cuanto la intencin primera es el reconocimiento cultural de las prcticas curativas ancestrales realizadas por grupos tnicos de la regin. En tanto procedimientos naturales contra la enfermedad y forma ritual de sanacin del cuerpo, el sentido de la escena de los nativos se dirige ms a comunicar el carcter primitivo de la historia mdica ejercida por los grupos subalternos de la ciencia, que est o debiera ser superado, o que debe quedar atrs, justo en el lugar otorgado por el autor en el mosaico: el pasado de unas prcticas pre-cientficas sin vigencia ni futuro.

    De esta manera, se seala el comienzo de la historia mdica: el punto cero de un tiempo cultural en aparien-cia abolido, que sin embargo nos constituye hoy como sociedad heterognea. Este tiempo conserva una pode-rosa actualidad cotidiana en la gente que an emplea los mtodos heredados de antao, quienes adems alternan sin restricciones las formas mdicas tradicionales con las de la medicina facultativa occidental. La afirmacin del pasado como condicin histrica fundacional supe-rada, porque no forma parte del presente, es una manera de constitucin propia del saber cientfico colonial de rgimen evolucionista, progresivo, de dominio y verdad esenciales, que al representar su historia niega, segrega, margina o excluye la diferencia porque no la comprende o le resulta eficaz mostrarla as, bajo el poder simblico que le arroga superioridad y prestigio sociales.

    El problema poltico apenas esbozado se acenta cuando lo anterior se relaciona con la ubicacin espa-cial de la escena en el conjunto del mosaico. Los abo-rgenes innominados estn en el lado inferior izquierdo del plano visual, mientras que la enfermera y el compu-tador de la Escena 13, que complementa la gramtica visual del relato de esta secuencia, lo est del lado derecho. Una moral del espacio pareciera darse aqu, por cuanto los planos opuestos de una dicotoma cardi-nal (lo izquierdo y lo derecho, el arriba y el abajo), sirven (1) para significar la temporalidad cronolgica de la historia entre un antes lejano y extrao, por primitivo y extico y un ahora triunfal y creciente, dado por

  • Rgimen escpico colonial // Felipe Garca Quintero // 85

    el optimismo de la modernidad tecnolgica del cono-cimiento, sin puntos intermedios de contacto, y (2) para establecer una valoracin que estratifica y segrega a los grupos sociales representados en condiciones opuestas de atrasados y adelantados, de tal suerte que en las coordenadas espaciales del mosaico se emplaza un sentido negativo de la alteridad.

    cartografa moral

    Esto ocurre porque en la cartografa de la imagen se instalan relaciones de poder moral que representan la visin del mundo euro-centrado del pensamiento colo-nial, de buenos y malos, donde lo propio es reconocido slo en su condicin primitiva, casi salvaje, visto como atraso o torpeza superados. Estas prcticas y saberes brbaros estn muy lejos de la reflexin y abstracciones tericas que son las formas con que el patrn civilizato-rio moderno se impuso, cuando separ la ciencia de las creencias. El concepto de la historia como una conti-nuidad lineal de tiempo, evolutiva, progresista, tambin est expresada, en el mosaico, en la orientacin didc-tica en hemisferios polares, cuya fuerza desarrollista es la del lado derecho, donde la luz del conocimiento brilla, dejando al otro lado la oscuridad de la magia ritual de sanacin por elementos.

    Es por el sentido de la composicin artstica, la nocin de Gestalt de Mukarovsky (1999: 231-232), que resulta importante determinar la disposicin de la representacin en el espacio fsico de la obra. Y siendo la proxemia un factor que orienta el uso del rea para la posicin de las imgenes, encontramos una escena complementaria en su oposicin valorativa con la anterior; expresa el autor:

    Escena 13. La tecnologa ha llegado a desempe-ar un papel preponderante al servicio de la cien-cia mdica, aqu vemos una tcnica profesional manejando un sofisticado equipo. (Gmez, 2006).

    Adems de la imagen misma, ntese el modo contras-tante y complementario de representacin icnica de las Escenas 1 y 13, donde la diferencia representacio-nal del cuerpo, por ejemplo, responde a la matriz de pensamiento colonial que la estructura, cuando opone los sistemas de conocimiento mdico y las tcnicas empleadas por cada sujeto, para connotar inferioridad en una y supremaca cultural en la otra, barbarie en un lado y civilizacin en el otro; un contraste entre atraso y adelanto, de nuevo, por cuanto las prcticas represen-tadas son temporalidades opuestas, como los signos corporales, la ropa, los utensilios o los gestos de cada

    escena lo establecen. Ntese, adems, la imagen de cuerpos casi desnudos, con elementos rsticos y expre-sin ruda, frente a aquellos sin mcula en sus vestidos blancos, instrumentos expertos y placentera actitud.

    El contraste temporal de los planos del conocimiento prctico ancestral como edad pre-moderna y el ahora deslumbrante de la modernidad cientfica con sus herramientas tecnolgicas que anticipan un futuro prspero y garantizan la promesa del bienestar, hace que el mosaico La medicina en el Cauca contenga la dicotoma radical de una tensin no expresada visual-mente, en la medida en que se deja sin proveer el punto de encuentro y el cruce existente entre ambos mbitos, siendo el presente el lugar donde esta polaridad se mezcla y confunde en un crisol de visiones y activi-dades que conviven sin disolverse, sin crear armonas completas o equilibrios totales. Si en la cotidianidad la gente resuelve la disyuncin temporal del antes y el ahora cuando combinan los mtodos de la ciencia ortodoxa con los de la medicina alternativa y la magia o la supersticin sanadora, la obra no muestra la realidad de ese conjunto complejo de prcticas, conocimien-tos y creencias, fruto tambin del mestizaje cultural que caracteriza en otros mbitos a la sociedad urbana contempornea. Este paradigma visual es copiado de la pintura Apoteosis de Popayn de Efram Martnez, la cual, como en su momento se explicar, despolitiza del mismo modo la historia urbana al eliminar de la repre-sentacin el conflicto de la diferencia.

    multiculturalismo visual

    La secuencia anterior se replica de igual modo en la Escena 2 y el correlato de oposicin y complemento de la 10. Acerca de la primera escribe el autor:

    Escena 2. Parte superior, otro grupo representati-vo de las etnias negras de la Costa Pacfica, prepa-rando en una piedra cncava un majado de plantas para aplicar un emplasto en la zona enferma del paciente. (Gmez, 2006)

    Sealamos la vecindad temtica de esta secuencia con la primera, no slo por tratarse de la misma visin de alteridad tnica disminuida por su naturaleza primaria frente al deslumbramiento civilizatorio de la moderni-dad el locus de enunciacin de la obra, sino porque ampla el espectro esttico del mosaico acerca de su carcter multiculturalista, esa vocacin polticamente correcta que sin duda deriva de la nueva Constitucin de 1991, donde el Estado declara reconocer y proteger la

  • 86 // CALLE14 // volumen 5, nmero 6 // enero - junio de 2011

    secuencia inTeRPReTaTiva del muRal

    1. Grupo de aborgenes practicando la Medicina Natural Tradicional, a travs de infusiones o cocimiento de ra-ces y hojas de las cuales se hacan vaporizaciones o las tomaban como bebidas medicinales. De igual manera llevaban a cabo rituales con el fuego como medio de sanacin.

    2. Parte superior, otro grupo representativo de las etnias negras de la Costa Pacfica, preparando en una piedra cncava un majado de plantas para aplicar un emplasto en la zona enferma del paciente.

    3. Siguiendo a la derecha, se aprecia un tegua o curan-dero analizando un envase transparente que contiene orina, por medio de la cual diagnostican a sus pacien-tes; a continuacin se aprecian dos indgenas de la etnia Guambiana esperando el resultado del examen y su formulacin.

    4. Seguidamente estn los padres tutelares de la Medicina: el Caduceo o vara de Esculapio, utilizada como smbolo de la Medicina, Hipcrates, mdico Griego y Galeno, Claudio: mdico Grecorromano.

    5. En la parte inferior Don Toribio Maya, smbolo de caridad evanglica y amor al prjimo; consagr toda su vida al servicio de los ms necesitados fsica y espiri-tualmente; al lado una Hermana Vicentina (conocidas como las hijas de la Caridad), atendiendo un enfermo.

    6. A la derecha la vacuna, uno de los ms grandes descubrimientos para la prevencin y erradicacin de las enfermedades.

    7. Por una niez ms sana, continuando a la derecha se aprecia al Mdico Pediatra evaluando clnicamente a sus pequeos pacientes.

  • Rgimen escpico colonial // Felipe Garca Quintero // 87

    8. Parte superior, la Medicina Investigativa est representada por el microscopio y el cientfico mdico analizando las muestras de diferentes especimenes humanos, que lo llevarn al encuentro de le verdad.

    9. Por una mejor integracin social, se observa aqu la Fonoaudiloga para mejorar la salud comunica-tiva y preventiva de patologas del lenguaje, habla y audicin.

    10. A continuacin el quirfano, donde los Cirujanos se aprestan a efectuar el acto mdico-quirrgico, por medio del cual se erradicar el dao producido por la enfermedad.

    11. El deporte tambin, como complemento impor-tante de la salud fsica y mental.

    12. El Mdico y la Enfermera, como actores funda-mentales en el campo de la Medicina.

    13. La tecnologa ha llegado a desempear un papel preponderante al servicio de la ciencia mdica; aqu vemos una tcnica profesional manejando un sofisti-cado equipo.

    14. Como figura principal se destaca la antorcha, sm-bolo mximo del Alma Mater.

    15. El anterior historial est precedido por la fuente y el gran portn principal del Claustro de Santo Domingo, donde est ubicada la sede de la Universidad del Cauca; en la parte superior est inscrito el ao (1827), en que fue fundada.

    16. Esta secuencia se complementa con la montaas de los Coconucos, el volcn Purac, el mensajero del sol como se le conoce a nuestra ave smbolo: el cndor de los Andes, y el mar y el cielo multicolor resplandeciente en los ms bellos atardeceres caucanos.

    La medicina en el Cauca. Mural. Fotografa: Felipe Garca Quintero, tomada del catlogo.

  • 88 // CALLE14 // volumen 5, nmero 6 // enero - junio de 2011

    diversidad tnica y cultural de la Nacin colombiana, sin garantizar en modo alguno la igualdad social que la ley consagra en el texto, pero a la cual falta en la prctica.

    Para este caso se trata de un elogio de la diversidad cultural, ahora puesto en la territorialidad visual de la obra que debe mostrarse como elemento a destacar de cartografa social y ambiental rica en biodiversidad y recursos naturales, mas no de la diferencia, por cuanto la identidad de los grupos y sujetos representados no se nombra sino es a travs de la identificacin de sus prcticas mdicas, del conocimiento primario que estas revelan como estereotipo, slo a modo de comienzo, de pasado de la historia que la modernidad ha superado. Para ello hay que dejar atrs ese tiempo extico, del cual no hay legado ni futuro, sin considerar la actuali-dad y vigencia de ese conocimiento mdico como parte integral de un sistema cultural vivo, con races en el pasado y ramas en el presente, al que no se renuncia ni se busca superar porque su tronco provee de sentido al mundo propio.

    Ese multiculturalismo de diversidad pero sin diferencia de la obra mural, de las identidades sin nombre en las imgenes representadas, dado por la in-nominacin particular de no saber al fin de quines se habla cuando se dice slo aborgenes, y esto bajo la semio-praxis corporal del arte mdico (De Certaud, 2007), inferior en todo caso a la abstraccin mental, el perfeccionamiento tecnolgico y la sistematizacin positiva que caracte-rizan el conocimiento clnico de Occidente. Todo esto reaparece en la Escena 10, cuya descripcin enuncia una verdad mdica, sino arrogante de saber, al menos con la certeza de su eficacia, que en el caso de la medicina tradicional nativa fue puesta en duda, cuando el autor se limit a la descripcin sin nfasis de las prcticas mdicas vernculas. Sobre la tcnica mdica actual, afirma:

    Escena 10. A continuacin el quirfano, donde los Cirujanos se aprestan a efectuar el acto mdico-quirrgico por medio del cual se erradicar el dao producido por la enfermedad. (Gmez, 2006).

    La intervencin interna del cuerpo, no la externa ni la dimensin espiritual que ejecutan los aborgenes y negros esclavizados de la representacin del lado izquierdo del mural, establece de por s sola una distan-cia epistmica acerca de lo que es el cuerpo humano y la naturaleza misma para cada cultura, en tanto el cuerpo constituye un depsito de metforas que sirven para dramatizar y escribir el texto social (Juregui,

    2008:13). El significado y sentido construidos alrededor del ser y la vida encuentran en esta secuencia una rela-cin sin vnculos, sin tensin siquiera, entre territorios separados por la temporalidad mental de las prcticas mdicas, idealmente asptica de conflictos. El discurso que describe las imgenes mantiene su efecto de comunicar cierto desdn o acaso tambin incredulidad acerca de la realidad misma que se representa. En cam-bio, para el caso contrario, aplica la reivindicacin sin reservas del saber mdico de la academia moderna, el cual no es objeto de sospecha discursiva por cuanto se afirma en certero tiempo futuro el triunfo de la ciencia sobre la enfermedad.

    Tropicalismo nativo

    Valga aclarar que aquello que soslaya la representacin de la diferencia cultural mdica en la obra se orienta a determinar el carcter salvaje del nativo indgena y afrodescendiente, que an viven en la barbarie del conocimiento ritual y mgico, aislados en sus saberes propios y, a su vez, limitados al mundo endgeno, lo cual, para el relato histrico en mencin, cobra valor de diversidad cultural pero confinado a ser slo un comienzo, una edad pasada que la modernidad des-bord y super al punto extremo de hacerla distante, diferente e inalcanzable. Quiz por ello la polaridad de hemisferios visuales donde se ubican ambas escenas sea de naturaleza opuesta y complementaria para el efecto de establecer la estratificacin simblica y jerarqua social del conocimiento.

    No obstante, la voz crtica acerca de este modo particu-lar de ver y representar la diferencia cultural indgena y afro-descendiente, consiste en determinar su condicin moral de sujetos de bien, de ser buenos salvajes, cuyo dficit es justamente el no formar parte del sistema mundo occidental, con sus valores de conocimiento e identidad social, poltica, cultural y religiosa. La imagen piadosa del buen salvaje, que el mosaico representa en su intencin multicultural contempornea de reconocer las prcticas de un sistema mdico complejo, es una construccin visual colonial (Barriendos), correspon-diente a la representacin eurocntrica del brbaro americano del siglo XVI, que mediante su reproduccin icnica primero en pinturas, dibujos y relatos, ahora en afiches, fotos y postales exalta algunos valores que la modernidad perdi y delega al nativo ecolgico (Ulloa, 2004) como guardin de la naturaleza, dueo de filosofas armnicas con el universo, facultades mdicas propias e intenciones morales buenas de agente cultu-ral que desde su nicho protege por Occidente lo que a

  • Rgimen escpico colonial // Felipe Garca Quintero // 89

    Occidente slo le es dado usufructuar y destruir, como son el conocimiento y la naturaleza locales a manos del capitalismo trasnacional.

    la condicin mestiza

    La siguiente escena, formada por las Escenas 3 y 6-7, llama a considerar un asunto antes enunciado, el de la condicin mestiza de la sociedad contempornea, en particular la urbana. Idea que ahora es objeto de discu-sin, ya que la nocin misma de mestizaje ha cambiado en su definicin biolgica inicial de referirse slo a fenmenos de mezcla racial o en la vertiente cultura-lista de hoy da que determina los procesos de contacto entre individuos y sociedades diferenciadas, donde los elementos varios de su composicin heterognea mantienen visible la diferencia que los identifica y caracteriza como parte constituyente de una existencia en tensin, no armnica, incluso en constante pugna y violencia permanente, sin llegar a disolverse o inte-grarse de un modo tal que el conjunto de la expresin, la prctica o el sujeto que los realiza sea el resultado de una fusin armnica o un equilibrio integrador, como s llega a ser el caso del sincretismo religioso, musical, hasta en el de la gastronoma y la moda.

    El carcter general dado al trmino mestizaje, cuando no existe espacio social sin mezcla antigua o nueva (Carvalho, 2007: 1), nos coloca en la posicin de pensar ese fenmeno en un contexto pluritnico como es la regin caucana. Reflexin que se orienta, para el caso singular, de las prcticas mdicas y el conoci-miento de la salud y la enfermedad que se mantienen en una dicotoma esencial de la representacin mural, una separada de la otra por la evolucin histrica progresista de un pasado mgico pre-cientfico a una modernidad tecnolgica del conocimiento que, al parecer, se suceden integrados a un pensamiento mestizo de voluntad social incluyente pero al cabo en detrimento de la coexistencia de varios sistemas de salud o culturas mdicas (Portela, 2008).

    La descripcin que hace el autor de la Escena 3 per-mite pensar en el debate actual acerca del sentido del mestizaje cultural al que hemos aludido para referir los procesos de encuentro con la diferencia de las prcticas y el conocimiento mdico tradicional y el de la ciencia moderna, permitiendo dar paso a una idea de integracin social, incluso de igualdad, cuando lo cierto es que la segregacin de los grupos culturales se mantiene en los roles de agentes productores y

    consumidores del saber medicinal, en tanto los mismos siguen siendo mdicos que ostentan la verdad y los otros, irremediablemente, slo pacientes acallados.

    Al respecto anota el profesor Belisario Gmez (2006):

    Escena 3. Siguiendo a la derecha, se aprecia al tegua o curandero analizando un envase trans-parente que contiene orina, por medio de la cual diagnostican a sus pacientes; a continuacin se aprecian dos indgenas de la etnia Guambiana espe-rando el resultado del examen y su formulacin.

    Se asciende en el plano visual izquierdo y el lugar que se otorga a la condicin subalterna en el mosaico lo ocupa la imagen de la pareja misak, indgenas guambianos, que esperan sentados el veredicto de una prctica mdica mestiza llevada a cabo por el tegua o curandero emp-rico. El gesto corporal de los misak denota no slo expectativa sino dependencia cultural de esta forma ajena de conocer y tratar la enfermedad, y connota tambin, quiz, no tanto paciencia como pasividad, acaso una asimilacin epistmica sin resistencia, pues ya no se acta como lo mostraran las Escenas 1 y 2, animados por el conocimiento propio de la experiencia medicinal, sino que ahora se trata de silenciosos pacientes en busca de respuesta al enigma mdico que los aqueja y desconocen. Lo anterior permitira, en otro momento, hablar de transculturacin mdica, al modo en que se entiende la compleja tensin socio-cultural y poltica de este concepto que naciera en la antropologa latinoamericana con Fernando Ortiz y luego fuera aplicado a fenmenos estticos como la narrativa literaria de Arguedas y Rulfo, que estudia ngel Rama (1982).

    En razn a que esta nueva secuencia espacial de la obra es un desplazamiento en el tiempo, tenemos la repre-sentacin de un momento nuevo en la historia de la medicina en el Cauca, la cual se caracteriza por el pau-latino alejamiento de las prcticas propias, del conoci-miento ancestral, y la apropiacin y resignificacin del saber occidental que subsumi en el olvido, desuso o descrdito el acervo medicinal tradicional, no obstante su supervivencia clandestina como recurso alternativo o complemento mdico a los protocolos, tratamientos y posologa modernos. De la escena en mencin cobra relieve la figura del tegua, con la cual se representa ese nuevo periodo del relato visual que muestra acaso lo que fuera el primer encuentro, todava no concluido, entre la medicina tradicional y la moderna.

  • 90 // CALLE14 // volumen 5, nmero 6 // enero - junio de 2011

    Por la forma de su representacin (ntese la ropa y fenotipo), se trata de un mestizo que aprendi con nativos los conocimientos empricos de la medicina prctica, que se basa en una ciencia precaria, en la observacin subjetiva de la materia y no en su anlisis qumico. Mas cuando el tegua es un sujeto tnico, su accin mdica se realiza por lo general en su propio contexto cultural, sirviendo de ayuda a su comunidad sin buscar a cambio beneficios econmicos, contrario al tegua mestizo que pregona en pblico su conocimiento, recorriendo las plazas y mercados de pueblos y ciuda-des. En ese caso, que es afn al de la representacin del mosaico, el paciente paga por un diagnstico y trata-miento basado, esencialmente, en el uso de plantas y alimentos naturales, alternado casi siempre con el efecto simblico de baos, rezos y la adoracin de im-genes tomadas del panten de deidades populares. En la historia cultural de la medicina este modo de cien-cia verncula, de mtodo cientfico propio, no es algo superado, sino un periodo de actualidad coexistente con otros sistemas y culturas mdicas, cuya vigencia hoy da, decamos antes, se destaca por el poder de cohesin ejercido en el mbito popular rural y urbano.

    Transculturacin epistmica

    En la figura del tegua se encarna la nocin de una medicina mestiza, que es tambin el resultado de un fenmeno de transculturacin epistmica. Su efecti-vidad clnica y el orden simblico as lo dejan apreciar. Lo constata tambin el equilibrio formal y concep-tual de ser un conocimiento prctico que enfrenta la enfermedad con recursos y mtodo heterogneos, cuyo origen est por igual en las fuentes ancestrales y el cmulo dismil de tradiciones populares nuevas y renovadas, como en el rigor de la exactitud positiva que se aspira conseguir cuando se observa los signos de la materia al modo cientfico, pero sin los recursos tecnolgicos de la ciencia que establecen el estatuto de verdad moderno. Y por tratarse de un conocimiento no profesional, sin la sancin acadmica que lo legi-tima y faculta como tal, el conocimiento del tegua es slo saber que no deja de provocar la sospecha del pensamiento mestizo, que lo representa visualmente como protagonista de un periodo histrico al parecer terminado.

    La accin afirmativa del reconocimiento social del tegua en la narrativa histrica de la medicina local, lo sita en un rol menor frente a la jerarqua que adquieren las figuras del correlato 6-7, dado por la proyeccin moral de la atencin mdica encargada de proteger la vida

    de los nios, y ms an en la Escena 12 con la cual el eurocentrismo de la representacin colonial llega al clmax de satisfaccin racial. La pureza blanca de la ropa, el rostro y la sonrisa del mdico y la enfermera, es tanto un signo de asepsia profesional como del cariz social del color que bordea la intencin discriminatoria tnica, cuando lo monumental de esta imagen destaca su importancia en el imaginario social de ver en ello la supremaca cultural que faculta al conocimiento aca-dmico como la nica verdad vigente, actual, duea adems del futuro instalado en el gesto de una alegra, de por s evanescente y transitoria.

    Este detalle lo notamos tambin en la significacin del entrecomillado puesto por el autor a la palabra examen. Rasgo de recelo cultural que, a su vez, evidencia la matriz eurocntrica de la representacin colonial instalada en el mosaico, mediante el dispositivo esttico, como el vector ideolgico de la narrativa visual de una historia elevada al estatuto de verdad, donde los signos soportan el peso de la autoridad del conocimiento moderno occidental y lo proyectan para validar o no la realidad y el signi-ficado mismo de los seres que actan desempeando roles sociales en el juego del poder visual de la imagen que los estratifica y jerarquiza.

    Racismo pos-esclavista

    Nos hemos referido a un conocimiento mestizo de la medicina que en la prctica social vincula a los sujetos segregados en paciente y mdico, en consumidor y productor, bajo la figura del tegua, un colombianismo empleado para referirse a la persona que ejerce la medicina emprica. La accin afirmativa de la diversidad multicultural hereda asimismo la voluntad integradora y de inclusin de la ideologa del mestizaje de intelectua-les como Jos Vasconcelos, Gilberto Freyre o Fernando Ortiz, pero que en este mosaico es una visin igual de limitada por tratarse de un falso universalismo, si tenemos en cuenta que la retrica homogenizadora de afirmar que todos somos mestizos es una cons-truccin discursiva de la lite blanca, en torno a una nacin mestiza desigual en derechos que, adems, borra la diferencias y a los diferentes en una colec-tividad estratificada y jerarquizada por la idea anti-gua de superioridad racial y cultural, y lo peor, segn Carvalho (2007), que nunca ha garantizado la igualdad de oportunidades y la ciudadana para todos. Frente a lo cual agrega: puede decirse que el mestizaje no ha inhibido, de hecho, la reproduccin de nuestro racismo pos-esclavista. Ms todava, el blanqueamiento, que se traduce en privilegios para los que son ms blancos,

  • Rgimen escpico colonial // Felipe Garca Quintero // 91

    es el lado racista an intocado de este mestizaje celebrado a lo largo de todo el s. XX por las lites nacionales latinoamericanas, de derecha e izquierda (Carvalho, 2007: 4).

    el sujeto intercultural

    Es as como la Escena 3 encuentra el correlato de oposicin temporal y complemento crtico de discusin cultural en la secuencia 6-7. Veamos la descripcin que hace el autor de la misma:

    Escena 6. A la derecha la vacuna, uno de los ms grandes descubrimientos para la prevencin y erradicacin de las enfermedades.

    Escena 7. Por una niez ms sana, continuando a la derecha se aprecia al Mdico Pediatra evaluando clnicamente a sus pequeos pacientes. (Gmez, 2006)

    La enunciacin positiva de la misin mdica moderna, que especializa cada vez ms su conocimiento en campos y reas particulares, permite considerar que las facultades de la ciencia tienen un beneficio social amplio y, sin duda, meritorio, que alcanza a ser investido con rasgos morales mesinicos cuando el bienestar que logra la salud pblica tiene como objeto emblemtico la proteccin de la infancia, como clara representante del futuro de la sociedad. Este atributo y la esperanza sal-vfica que despierta no admiten cuestionamientos. Sin embargo, prima en su representacin visual la mirada abarcadora, totalizante, hegemnica de la prctica cl-nica occidental como nico camino existente en medio de la pluralidad tnica de la regin caucana, que con-tiene, por su parte, una realidad heterognea del cono-cimiento. Esta heterogeneidad coexiste y sobrevive en la actualidad, segregada al mbito de las minoras tnicas o en el reducto urbano de lo popular, aspecto de cierta manera representado por la diversidad no en la diferencia, precisamos de nuevo de la poltica multiculturalista del autor, que est circunscrita al lado izquierdo del campo visual para connotar el atraso y la ignorancia del pasado. As, queda reducida al lugar que histricamente ha ocupado lo subalterno desde la con-figuracin misma de la sociedad colonial, luego republi-cana y contempornea, que no han logrado cumplir la promesa de la igualdad social.

    La pregunta que surge al considerar el contexto social de las prcticas culturales mdicas en la regin caucana es por el sujeto intercultural. La inquietud crtica que

    cuestiona su ausencia de la representacin icnica se comprende acaso porque este sujeto es apenas un proyecto, cuya realidad emprica es tan slo discursiva, de orden terico creciente a cargo de los intelectuales de la decolonialidad que lo proponen como una apuesta poltica y epistmica emancipadora (Walsh, 2008:205). No alcanza entre nosotros, por ahora, a tener forma concreta de representacin icnica, ni siquiera de deseo; as lo demuestra el hecho de ver en la carto-grafa visual del mosaico la pluralidad tnica pero no la coexistencia temporal y espacial de los sistemas de salud diferenciados, mas no integrados ni menos an reconocidos de la manera debida por el canon cient-fico, ni la estratificacin social que vencen, sin domar la alteridad del conocimiento.

    Transposicin mimtica

    La subordinacin de la obra al sentido histrico lineal, evolutivo y progresista, se da mediante el relato visual mimtico que entroniza sin transformacin ni cues-tionamiento alguno la escisin de la sociedad y el pensamiento en temporalidades y espacios divergen-tes. Esta escisin, a su vez, es resultado palpable de la colonialidad del poder en tanto estructura que mantiene y reproduce relaciones sociales y prcticas de dominacin, explotacin e injusticia (Quijano, 2000) y establece un vnculo de lealtad con una determinada forma de realidad. El orden social es transpuesto sin alteracin en el orden espacial de la representacinque no debiera permanecer inclume, ya que puede ser motivo de trasgresin imaginaria cuando se usan repre-sentaciones simblicas que otorgan sentido histrico, y con ello establecer la imagen posible de una sociedad intercultural cuyos vnculos formales, dados por una economa de bienes y servicios materiales, trasciendan al campo epistmico y poltico del reconocimiento y la participacin, y no encallen en el discurso liso de la representacin pasiva, muda, de tono discriminador y carcter segregador.

    Esta mirada utpica de una historia otra, contrasta de plano con el relato fiel del mosaico, que muestra las cosas como lo son en la prctica: mundos dicotmicos y aislados por las relaciones coloniales de poder y las diferencias culturales, que al tiempo de representar una imagen afirmativa mas no positiva de los subalter-nos, ocultan la condicin oprimida que estos ocupan en la sociedad. La visibilidad de la imagen no evidencia los signos de la dominacin y acalla los de la libertad creadora que la obra no tiene ni aspir tener. Porque, al decir de Berger (1975: 14), nunca miramos slo una

  • 92 // CALLE14 // volumen 5, nmero 6 // enero - junio de 2011

    cosa; siempre miramos la relacin entre las cosas y nosotros mismos. El plano visual de la imagen multicul-tural cumple a satisfaccin con un sentido de realidad devoto del orden social, reproducido sin alteracin en lo simblico del mural; y, en cambio, por el argumento antes citado, se falta de igual modo a la imaginacin y su potencia transgresora, siendo este dficit la carencia esttica ms notoria del mosaico, en cuanto la configu-racin de ese universo se constituye en una reedicin del imaginario colonial central, cuyo paradigma, como veremos, es una pintura de viejo cuo, ya legitimada como el relato de la identidad urbana de Popayn.

    Rgimen escpico colonial contemporneo

    Es oportuno, entonces, revisar el rgimen escpico colonial del mural La medicina en el Cauca, en razn a que hemos anotado la polarizacin espacial de la ima-gen en hemisferios divergentes, sin puntos de encuen-tro cultural, que tajan el pasado del presente y oponen los campos sociales representados por las prcticas mdicas pre-cientficas con el conocimiento moderno. El antecedente, en efecto, est en el modo de repre-sentar la sociedad jerarquizada y estratificada de una ciudad como Popayn, que fuera pensada, desde su fundacin misma, como una repblica de espaoles separada de los pueblos de indios. El mestizaje se encarg de liquidar este proyecto (Romero, 1976); no obstante, prevaleci en el imaginario urbano la idea de una sociedad asctica de la diferencia, cuyo discurso de la alteridad, aunque existe, es negativo.

    Un ejemplo de la anterior reflexin est condensado en la siguiente descripcin de la Escena 8, cuando el autor seala:

    Escena 8. Parte superior, la Medicina Investi-gativa est representada por el microscopio y el cientfico mdico analizando las muestras de diferentes especmenes humanos, que lo llevarn al encuentro de la verdad. (Gmez, 2006).

    Ese encuentro de la verdad no es tan slo una realidad discursiva, sino una prctica epistmica y de poder social, cuya mxima institucin entre nosotros la esta-blece la tradicin letrada y cuyo origen se remonta al saber eclesistico instalado en Popayn durante tres siglos. De esa realidad histrica queda como testimonio material el patrimonio arquitectnico actual de claus-tros y templos, varias veces reconstruidos debido a la historia ssmica de la regin. Esto le otorga a Popayn esa caracterstica tan suya de ciudad monasterial,

    donde se albergaran catorce congregaciones religiosas, adems del patrimonio ritual de celebrar la Semana Santa ms antigua de Amrica. En la actualidad el conocimiento y la cultura se han vuelto el renovado propsito de la ciudad, tambin legados de la tra-dicin colonial y republicana, pues de los apelativos de ciudad religiosa y mrtir, la ciudad se hace llamar ahora universitaria o del conocimiento. Esta condicin que con orgullo hoy ostenta Popayn es un haber que histricamente corresponde a la misin conquistadora del Imperio espaol, cuando el proyecto de civilizar el entorno brbaro, imponiendo el patrn cultural de Occidente por medio de la lengua espaola y el dogma religioso, motiv la fundacin o refundacin de las ciudades del Nuevo Continente.

    Torsin simblica de la historia

    En la actualidad quiz no exista una ciudad en Colombia tan arraigada en la tradicin hispnica que impusiera la evangelizacin y castellanizacin como determinantes transculturales de la identidad urbana contempornea, como esta antigua capital de provincia. Siendo estos elementos lengua, religin y conocimiento ras-gos esenciales de la identidad de Popayn es que se comprende la torsin simblica que el profesor Belisario Gmez acomete en el relato visual sobre la historia de la medicina en el Cauca, cuanto establece que la historia contada tiene un punto de inicio anterior y distinto al momento mismo del sentido que tienen las imgenes de las prcticas mdicas ancestrales como punto cero de esa historia.

    Leemos en la descripcin de la Escena 15 lo siguiente:

    El anterior historial est precedido por la fuente y el gran portn principal del Claustro de Santo Domingo, donde est ubicada la sede de la Univer-sidad del Cauca; en la parte superior est inscrito el ao (1827) en que fue fundada. (Gmez, 2006). (El subrayado es nuestro.)

    El paradigma escpico colonial del signo visual y la tradicin letrada que representa se constituye entonces en un meta-relato de la historia urbana de Popayn, capaz incluso de invertir el sentido del tiempo hist-rico, no en su linealidad polar y evolutiva, progresista y dicotmica con el cual es visto el conocimiento mdico que parte de lo primitivo y llega a ser moderno, sino en la eficacia simblica de otorgar el poder exclusivo al saber letrado colonial contemporneo, de encontrar en la Universidad el camino rector de la verdad con la cual

  • Rgimen escpico colonial // Felipe Garca Quintero // 93

    la ciudad se constituye y toma conciencia de su ser cul-tural, de su identidad urbana hispnica. As, la gnesis social de Popayn est en el signo escrito y en los sm-bolos que representan la institucionalidad acadmica y religiosa (que tienen como legtima prueba la data-cin histrica incontrovertible de haber nacido con el Imperio espaol y luego con la nacin misma en el siglo XIX), siendo por igual de significativo el uso dado a la antorcha como smbolo del conocimiento civilizador que destierra la oscuridad de rgimen diurno que gobierna el imaginario urbano de Popayn, incluso iluminando con su fuego el mismo cielo de la historia negada.

    Paradigma visual y matriz colonial

    La lealtad al espritu conservador que instaura y protege la idea de Popayn como Arcadia Colonial (Salazar Bondy, 1964) es de escasa inventiva artstica. Lo sea-lamos, puesto que el mosaico refuerza la idea tambin circulante por otros discursos (como la publicidad turstica, la literatura testimonial y cierto periodismo, e incluso, la arquitectura central, de mayor efecto en la realidad) acerca del sentido y visin del mundo social jerarquizado en el espacio urbano. La matriz icnica del imaginario colonial contemporneo a la cual nos hemos referido con insistencia se funda en 1956 con la pintura al leo Apoteosis de Popayn, de Efram Martnez. Este mural, inspirado en dos poemas de Guillermo Valencia escritos en 1909 y 1914, haba sido comenzado dos dcadas antes para celebrar los cuatrocientos aos de la fundacin espaola. Dado el prolfero y com-placiente jbilo acrtico que presenta en torno a la historia hispana de la ciudad y de sus clases sociales, la pintura de Martnez se ha impuesto en el imaginario contemporneo de Popayn, causando en sus habitan-tes un silencio reverencial sobre su significado cultural (Garca Quintero, 2004: 39-71).

    El doble efecto de la imagen de este mural que puede apreciarse en el Paraninfo Francisco Jos de Caldas de la Universidad del Cauca proviene de su formato inti-midante de 54m2 (lo que bien concuerda con el espritu monumental de la obra en tanto la historia que narra es amplia en el tiempo y prolfera de actores) y de su vero-similitud, que se debe a la excelencia tcnica del retrato: la historia urbana se despolitiza a manos del calco ideal e idealizante del pintoral servicio, esta vez, de la lite republicana. Sin contar con el anterior atributo, el mosaico del profesor Gmez se alinea en la direccin que establece la pintura de Martnez para orientar el sentido cultural de la identidad de Popayn en la continuidad histrica de la tradicin letrada, el carcter religioso y la

    actitud conservadora. Procedimiento simblico de reedi-cin actual del discurso que establece cierta perpetuidad del rgimen colonial, extendido ahora a un lugar distante del centro histrico, como proyeccin efectiva de su dominio pblico.

    colofn

    El mosaico que venimos leyendo de modo crtico desde una perspectiva poltica de la imagen cultural y la identidad urbana de Popayn lleva a establecer el vn-culo orgnico que mantienen las relaciones sociales con el orden simblico, en su propsito prctico de cohe-sionar la pluralidad de sentidos y visiones, o bien de escindir aun ms la heterogeneidad constitutiva de ese conglomerado en transformacin permanente llamado ciudad. Ha sido una intencin interpretativa determi-nar en alguna medida cmo las imgenes construyen alteridad, en este caso aplicado a cuestionar el multi-culturalismo cartogrfico de la representacin artstica como una retrica visual de poder y control sociales, que reproduce, ampliado y sin los mritos artsticos, el paradigma icnico del estatuto colonial establecido en la pintura de Efram Martnez y los poemas inspiradores Canto a Popayn y Alma mter de Guillermo Valencia, los cuales son sin duda alguna el referente esencial de una obra que aspira a compartir la gloria que alcanzan las anteriores, y de este modo alimentar el apetito insa-ciable de pasado, el espritu nostlgico del tiempo que de otro modo nos es difcil de aprehender.

    Referencias

    Barriendos, Joaqun (2008). Apetitos extremos: La colonialidad del ver y las imgenes-archivo sobre el canibalismo de Indias. Disponible en http://eipcp.net/transversal/0708/barriendos/es. Consultado en mayo de 2011.

    Berger, John (1975). Modos de ver. Barcelona: Gustavo Gili.

    De Carvalho, Jos Jorge (2007). Mestizaje, en Baran, Ascencin et al. Diccionario de Relaciones Interculturales, diversidad y globalizacin. Madrid: Editorial Complutense.

    De Certeau, Michel (2007). La invencin de lo cotidiano: 1. Artes de hacer. Mxico: Universidad Iberoamericana.

  • 94 // CALLE14 // volumen 5, nmero 6 // enero - junio de 2011

    Garca Quintero, Felipe (2004). Crtica cultural de la pintura Apoteosis de Popayn de Efram Martnez, en Visiones alternativas del patrimonio. Popayn una ciudad en construccin. Popayn: Alcalda de Popayn, Fundacin La Morada.

    Gmez, Belisario (2006). La medicina en el Cauca. Desde las prcticas primitivas hasta los grandes avan-ces tecnolgicos de hoy da (Hoja-catlogo). Popayn: Taller Editorial - Universidad del Cauca.

    Juregui, Carlos A. (2008) Canibalia: canibalismo, cali-banismo, antropofagia cultural y consumo en Amrica Latina. Madrid: Iberoamericana.

    Portela Guarn, Hugo (2008). La epidemiologa intercul-tural. Argumentaciones, requerimientos y propuestas. Serie Cum Anthropos. Popayn: Editorial Universidad del Cauca.

    Rama, ngel (1984). La ciudad letrada. Hanover: Ediciones del Norte.

    (1982). Transculturacin narrativa en Amrica Latina. Mxico: Siglo XXI.

    Mukarovsky, Jan (1999). El arte como totalidad, en Jess Martn-Barbero y Armando Silva, (comp.), Proyectar la comunicacin. Bogot: Tercer Mundo, Universidad Nacional de Colombia.

    Quijano, Anbal (2000). Colonialidad del poder y clasi-ficacin social, en Journal of World-Systems Research, VI, 2.

    Romero, Jos Luis (1976). Latinoamrica: Las ciudades y las ideas. Mxico: Siglo XXI.

    Salazar Bondy, Sebastin (1964). Lima la horrible. Mxico: Biblioteca Era.

    Ulloa, Astrid (2004). La construccin del nativo ecol-gico: complejidades, paradojas y dilemas de la relacin de los movimientos indgenas y el ambientalismo en Colombia. Bogot: ICANH, Colciencias.

    Walsh, Catherine (2008). Interculturalidad, plurinacio-nalidad y decolonialidad: las insurgencias poltico-epis-tmicas de refundar el Estado, en Tabula Rasa: Revista de Humanidades. N. 9.

    (2005). Interculturalidad, conocimientos y decolonialidad, en Signo y Pensamiento, Vol. 24, N. 46.

    La medicina en el Cauca. Mural. Fotografa: Felipe Garca Quintero, tomada del catlogo.

  • Rgimen escpico colonial // Felipe Garca Quintero // 95