REFLEXIONES SOBRE EDUCACIÓN, PEDAGOGÍA Y FORMACIÓN: Palimpsesto de muchos con letra propia

Por: Mónica Patricia Osorio

“…La educación es un proceso inacabado…”

Octavi Fullat

Reflexionar sobre educación, pedagogía y formación es un acto quizás tan complejo como tomar posición y escribir acerca de ellas; razón por la que el presente escrito da comienzo con la célebre frase de Octavi Fullat, la cual en pocas palabras dilucida el carácter inacabado de estos conceptos y sustenta que no todo está dicho, ya que aunque las definiciones personales simulen más una colcha de retazos que un producto original; es en el aporte propio de cada individuo, donde se constituye la esencia del proceso educativo. Esta naturaleza de la educación y sus secuaces (como decido llamar a la pedagogía y la formación; acompañantes y cómplices, íntimamente ligadas a la educación), es la que permite enriquecer una discusión dialógica entre muchos; políticos, sociólogos, economistas, maestros, estudiantes y personas del común, todos, portadores de concepciones temporales sobre un proceso que está y ha estado en constante reformulación, conforme ha pasado el tiempo. La educación es dinámica e inacabada como el mismo hombre, de allí su carácter, puesto que un proceso cuyo sujeto es un ser inconclusito, adquiere también la misma naturaleza. En palabras del maestro brasilero Paulo Freire:

No es exclusivamente la transitividad de su conciencia lo que le permite autoobjetivarse, y a partir de ahí reconocer órbitas existenciales diferentes, distinguir un "yo" de un "no yo", Su trascendencia, para nosotros, se basa también en la raíz de su finitud, en la conciencia que tiene de esta finitud, del ser inacabado que es y cuya plenitud se halla en la unión con su Creador, Unión que, por la propia esencia, jamás será de dominación o de domesticación, sino siempre de liberación (Freire: 2009, 11)

Y como toda raíz punto de partida de un complejo enramado dispuesto a ser explorado.

Partiendo de lo anterior, a continuación se forjará un concepto que de igual manera inacabado, he construido sobre Educación, y presento excusas al lector, por escribir esta acotación en primera persona, pero como he dicho al comienzo del escrito, es importante entender que un proceso que afecta a un mundo entero, pero más aún a cada uno de nosotros como individuos, no se debe tomar de manera impersonal; la educación te compete a ti, querido lector, sea cual sea tu profesión, me compete a mí como maestra, y compete a aquellos que no desean tomar posición. Por nuestros días, el malestar de muchos es el pensamiento de impotencia, pues se cree que la educación es manipulada por los poderosos y las instituciones, y que inmersos en las mismas, no se hace la diferencia; sin embargo, es de entender que el tan sólo tomar posición, comienza a cambiar lo incambiable o incontrolable en pluralismo propulsor de democracia e inclusión, conllevando actos de coherencia entre lo que se piensa, se dice y se hace. Esta es la invitación.

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Hasta este momento, se ha enaltecido el papel individual del sujeto, como cabeza del proceso educativo, sin embargo, es necesario aclarar que esta subjetividad en acción está estrechamente relacionada con la existencia del “otro” y su entorno sin el cual "no se puede ser", porque al vivir en un mundo con más individuos (entre ellos el maestro), "se es" en la medida que se siente el reconocimiento de los demás; así al ser reconocidos y reconocer a otros, como parte del sistema; el sujeto, el otro y el medio adquieren un rol fundamental en el proceso. De hecho, la educación es un proceso de realización individual, donde entra en juego las capacidades, los talentos, la autorregulación y la opinión crítica personal del sujeto; pero al no existir tal individualización sin socialización, aparece el “otro”, quien con un proceso ya individualizado; convierte a la educación en un colectivo, donde también entra en juego la cultura, puesto que cada individuo trae consigo su acervo de formas y manifestaciones culturales propias de vivir en sociedad. (Lenguaje, costumbres, normas…). La educación entonces concilia, socializa y comparte sin transgredir ni mucho menos extinguir al individuo ni al colectivo, teniendo en cuenta las expresiones culturales y sociales del ser; estando dentro de estas acciones implícita, la formación, como un forjamiento responsable en el que se preparé al individuo para la vida, dependiendo de los principios éticos social y culturalmente aceptados, que le permitan vivir y sobrevivir en comunidad.

En suma, la educación como proceso formativo se fundamenta en estos 2 principios: individualización y socialización, permitiendo que el sujeto tenga visiones subjetivas y colectivas del mundo en el que vive, cumpliendo con principios básicos de convivencia, ética y supervivencia, al mismo tiempo que alimenta su papel en la sociedad.

Y cómo analizar entonces, el papel que tiene el sujeto individualizado y socializado mediante el proceso educativo, en este mundo. Pues bien, partamos de la misma diferencia que hace al ser “ser humano” y no animal y ésta es su capacidad de “reflexionar”“pensar” “hacer” y “tomar decisiones y posiciones” frente a él mismo, a los demás y a su entorno, que como se enunció con anterioridad, son los participantes en el proceso. Vivimos en un mundo, donde se hace necesario reflexionar y tomar acción acerca de las situaciones que afectan nuestro individuo y colectivo dentro de la sociedad (en el ámbito político, económico, social, histórico y/o cultural). Siendo éste el objetivo de la educación. No se educa para posicionar una economía en el tope del mundo, no se educa para responder a paradigmas capitalistas e industrialistas, no se educa para suplir intereses de clase, de ideologías y de gobernantes o grupos privilegiados que detentan el poder y se encargan de adoctrinar a los más débiles de la sociedad. La educación no es adoctrinamiento, ni transmisionismo y el educador no es un depositador. Se educa para que el sujeto sea un actor en su propio escenario y transforme al mundo en el cual está inserto. (Freire: 2009). Se educa definitivamente para continuar con la transformación de los paradigmas educativos, lo que va acercando mi definición de educación a la escuela y aún más allá, a la pedagogía.

Claro es, así como se habla de corrientes, enfoques y modelos en educación que existen y coexisten a través de los tiempos; también es importante discutir acerca de los paradigmas que se han hecho luz, como respuesta a necesidades trascendentales de las diferentes épocas socio- históricas que han tenido lugar, desde la antigüedad hasta la

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actualidad. Partiendo de Kuhn (1971) se define “paradigma” como un esquema de interpretación básico que incluye leyes, teorías, aplicaciones e instrumentaciones, adoptados por una comunidad científica; entonces, adecuándolo a la educación, este esquema se acercará y abarcará la pedagogía, entendida entonces, como una disciplina/ciencia que se encarga de reflexionar en la teoría, la teoría/práctica y la práctica educativa; donde se estudia la investigación en el aula, la reflexión de los maestros (praxis), sus modelos de acción (modelos pedagógicos), los procesos enseñanza- aprendizaje (didáctica), la escuela como motor de la sociedad y sus asociados (currículo). En suma, sin proceso educativo no hay pedagogía; sin pedagogía que sería del proceso educativo, ya que como se enunció en los primeros párrafos de este escrito, la pedagogía es una secuaz de la educación, la sigue, la estudia, la reflexiona y lo mejor de todo, brinda los elementos necesarios para seguir indagando en ella y de esa forma mejorar los procesos que darán cumplimiento a sus fines y propósitos.

Para finalizar entonces, doy forma a mi palimpsesto1 de muchos con letra propia, que comprende el concepto de educación que he construido a través de este escrito, esperando que usted, querido lector, se atreva a construir el suyo propio: Educación es un proceso de formación dinámico, complejo e inacabado, que se fundamenta en la socialización e individualización del sujeto. Proceso mediado por la cultura y el entorno; que responde a cambios paradigmáticos y cuyo fin es construir sujetos capaces de pensar coherentemente, decidir y tomar posición, para el determinado momento socio-histórico, en el cual tienen la oportunidad de vivir; siempre pensando que en sus manos está la transformación de una realidad que le pertenece no sólo a él, sino a un pueblo entero.

REFERENCIAS

FULLAT, O. (1987) Filosofía de la Educación: Concepto y Límites. http://ddd.uab.cat/pub/educar/0211819Xn11p5.pdf. [Consulta: 11 de Agosto]

FREIRE, P. (2009) La educación como práctica de la libertad. Siglo 21 editores. Ciudad de México

KUHN, T. (1971) La estructura de las revoluciones científicas. Fondo de cultura económica. Ciudad de México.

1 Se llama palimpsesto (del griego antiguo "παλίμψηστον", que significa "grabado nuevamente") al manuscrito que todavía conserva huellas de otra escritura anterior en la misma superficie, pero borrada expresamente para dar lugar a la que ahora existe.

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