Reflexion Lectio I de Adviento

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DOMINGO I° TIEMPO DE ADVIENTO - CICLO C No nos desanimemos en las pruebas de la vida Lecturas: Jr. 33, 14-16: «Suscitaré a David un vástago legítimo» Sal. 25(24): «A Ti, Señor, levanto mi alma» 1Ts. 3,12 - 4, 2: «Que el Señor los fortalezca interiormente, para cuando Jesús vuelva» Lc. 21, 25-28.34-36: «Se acerca su liberación» Reflexión: Iniciamos el tiempo del Adviento que, durante cuatro semanas, nos preparará para la celebración cristiana de la navidad. Es el inicio de un nuevo «Año Litúrgico» y, en nuestra Iglesia Diocesana, una nuevo Año Pastoral. Es un tiempo propicio para acercarnos a la Palabra de Dios y escucharla en el corazón. Como sucede en la primera lectura, una y otra vez los profetas del Antiguo Testamento le recuerdan al pueblo la promesa de Dios: nos enviará un Salvador (descendiente de David) para traer justicia y paz a la tierra, y para librar nuestros corazones del miedo y del mal. Creemos que esta promesa se cumplió con la venida del Hijo de Dios en persona a habitar entre nosotros. Desde entonces Jesucristo es la fuente de nuestra esperanza: en nuestras vidas y en el mundo el bien prevalecerá sobre el mal. Adviento es el tiempo de renovar esta esperanza. San Pablo nos da el mejor consejo par aumentar nuestra esperanza en la venida de Jesús, y para prepararnos a la gracia de Navidad, que es de paz y justicia: amarnos los unos a los otros. Esto es Adviento: quitar de nuestros corazones los rencores que aún guardamos, y hacer algo, aun si ello implica un pequeño sacrificio, para hacer más feliz la vida de los necesitados y sufrientes. Y, para coronar la Palabra de este Domingo, el Evangelio de hoy tiene dos partes: La primera es sobre los temibles signos en cielos y tierra que producen tribulación y angustia en la gente. Esto no hay que tomarlo literalmente, sino como un símbolo de la condición humana y de nuestras propias vidas. Lo que Jesús trata de decir es que ahora y siempre hay muchas experiencias negativas en nosotros y en nuestra sociedad, que nos desaniman y que ponen nuestra esperanza a prueba. La segunda parte es la respuesta de Jesús a estas inquietantes experiencias: mantengan su fe y esperanza; la vida cristiana ha de crecer a través de tribulaciones y tentaciones; ello no durará mucho tiempo, así como la hora más obscura de la noche es la que precede al alba. Y sobre todo: los peligros exteriores nunca destruyen una vida cristiana, sino los peligros desde adentro: nuestro apego a los vicios, la riqueza y el egoísmo. Acercándonos a la Palabra para escucharla y llevarla a la vida diaria, nos preparamos para recibir a Dios que viene para darnos vida. Algunas preguntas para pensar durante la semana 1. ¿Qué cosas debilitan mi esperanza? ¿Qué hago para superarlas? 2. ¿Qué es lo que habitualmente afirma mi esperanza cristiana? ¿Recurro a ella en mis momentos de dificultad? CPC

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Reflexion Evangelio I de Adviento

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DOMINGO I° TIEMPO DE ADVIENTO - CICLO C

No nos desanimemos en las pruebas de la vida

Lecturas:

Jr. 33, 14-16: «Suscitaré a David un vástago legítimo» Sal. 25(24): «A Ti, Señor, levanto mi alma» 1Ts. 3,12 - 4, 2: «Que el Señor los fortalezca interiormente, para cuando Jesús

vuelva» Lc. 21, 25-28.34-36: «Se acerca su liberación»

Reflexión:

Iniciamos el tiempo del Adviento que, durante cuatro semanas, nos preparará para la celebración cristiana de la navidad. Es el inicio de un nuevo «Año Litúrgico» y, en nuestra Iglesia Diocesana, una nuevo Año Pastoral. Es un tiempo propicio para acercarnos a la Palabra de Dios y escucharla en el corazón.

Como sucede en la primera lectura, una y otra vez los profetas del Antiguo Testamento le recuerdan al pueblo la promesa de Dios: nos enviará un Salvador (descendiente de David) para traer justicia y paz a la tierra, y para librar nuestros corazones del miedo y del mal.

Creemos que esta promesa se cumplió con la venida del Hijo de Dios en persona a habitar entre nosotros. Desde entonces Jesucristo es la fuente de nuestra esperanza: en nuestras vidas y en el mundo el bien prevalecerá sobre el mal. Adviento es el tiempo de renovar esta esperanza.

San Pablo nos da el mejor consejo par aumentar nuestra esperanza en la venida de Jesús, y para prepararnos a la gracia de Navidad, que es de paz y justicia: amarnos los unos a los otros.

Esto es Adviento: quitar de nuestros corazones los rencores que aún guardamos, y hacer algo, aun si ello implica un pequeño sacrificio, para hacer más feliz la vida de los necesitados y sufrientes.

Y, para coronar la Palabra de este Domingo, el Evangelio de hoy tiene dos partes: La primera es sobre los temibles signos en cielos y tierra que producen tribulación

y angustia en la gente. Esto no hay que tomarlo literalmente, sino como un símbolo de la condición humana y de nuestras propias vidas. Lo que Jesús trata de decir es que ahora y siempre hay muchas experiencias negativas en nosotros y en nuestra sociedad, que nos desaniman y que ponen nuestra esperanza a prueba.

La segunda parte es la respuesta de Jesús a estas inquietantes experiencias: mantengan su fe y esperanza; la vida cristiana ha de crecer a través de tribulaciones y tentaciones; ello no durará mucho tiempo, así como la hora más obscura de la noche es la que precede al alba. Y sobre todo: los peligros exteriores nunca destruyen una vida cristiana, sino los peligros desde adentro: nuestro apego a los vicios, la riqueza y el egoísmo.

Acercándonos a la Palabra para escucharla y llevarla a la vida diaria, nos preparamos para recibir a Dios que viene para darnos vida.

Algunas preguntas para pensar durante la semana 1. ¿Qué cosas debilitan mi esperanza? ¿Qué hago para superarlas? 2. ¿Qué es lo que habitualmente afirma mi esperanza cristiana? ¿Recurro a ella en

mis momentos de dificultad? CPC