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UN DIOS CERCANO

Celebrar la Navidad es, ante todo, creer, agradecer ydisfrutar de la cercanía de Dios. A esta fiesta sólopuede vivirla en su verdad más honda quien se atrevea creer que Dios es más cercano, más comprensivo ymás amigo de lo que nosotros habitual y espontánea-mente podemos imaginar.

Ese Niño nacido en Belén es el punto de la creacióndonde la verdad, la bondad y la cercanía cariñosa deDios hacia sus criaturas se manifiestan de la maneramás tierna y bella.

Ciertamente, no hay que buscar demasiado para vercómo les cuesta hoy a muchas personas encontrarsecon Dios. Quisieran creer de verdad en El, pero nosaben cómo. Desearían poder rezarle, pero ya no lessale nada de su interior. Pero justamente, la Navidadpuede ser la fiesta de los que se sienten lejos de Dios,y la ocasión propicia para el reencuentro.

En el corazón de estas fiestas en que celebramos al Dioshecho ser humano, hay una llamada que todos, absolu-tamente todos, podemos escuchar: "Cuando no tengasa nadie que te pueda ayudar, cuando no veas ningu-na salida, cuando creas que todo está perdido, confíaen Dios y ponte en sus manos. El está siempre juntoa ti. El te entiende y te apoya. El es tu salvación".

Siempre hay salida. Lo más importante de nuestro ser,lo más decisivo de nuestra existencia, está siempre enlas manos de un Dios que nos ama incondicionalmentey sin medida. Y esta confianza en un Dios Amor ha deabrirse paso en nuestro corazón, incluso cuando nues-tra conciencia nos acuse haciéndonos perder la paz.

La fidelidad y la bondad de Dios están por encima detodo, incluso de toda fatalidad y de todo pecado. Todopuede ser nuevo si nos abrimos confiadamente a superdón, y si buscamos en Él la reconciliación. Y preci-samente, en ese Niño nacido en Belén, Dios nos ofre-ce la posibilidad de darnos cuenta de que es posiblecomenzar de nuevo, nos dice que - pese a todo - lavida tiene sentido y vale la pena, y nos muestra quesu amor de Padre y su ternura de Madre son capacesde restañar cualquier herida. Para Dios nadie estádefinitivamente perdido.

Sabemos que las fiestas de Navidad no son unas fies-tas fáciles. El que está solo, siente en estos días conmás crudeza su soledad. Los padres que sufren el ale-jamiento del hijo querido, lo añoran estas fechas másque nunca. La pareja en la que se va apagando elamor, siente aún más su impotencia para reavivaraquel cariño que un día iluminó sus vidas.

Sabemos también que en estos días es fácil sentir den-tro del alma la nostalgia de un mundo más justo y fra-

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terno que los seres humanos no somos capaces deconstruir. Pero en el fondo, todos somos concientes deque, al margen de otras muchas cosas, el mundo no esmejor por el egoísmo, la ambición, la mezquindad y lafalta de sensibilidad y solidaridad de los mismos sereshumanos.

Pues bien, la Navidad nos recuerda que, a pesar denuestra aterradora superficialidad y, sobre todo, denuestro inconfesable egoísmo, siempre hay en no-sotros un rincón secreto en el que todavía se puedeescuchar una llamada a ser mejores personas.

Si muchas veces huimos de Dios, en el fondo es parahuir de nosotros mismos y de nuestra superficialidad.No es de la bondad de Dios de la que queremos esca-par, sino de nuestro vacío y de nuestra mediocridad.

Felices los que, en medio del bullicio y aturdimientode estas fiestas sepan rezar a un Dios cercano y aco-gerlo con corazón creyente y agradecido. Para elloshabrá sido Navidad.

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Les anuncio, hermanos, una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo; escúchenla con corazón gozoso:

Habían pasado miles y miles de años desde que, al principio, Dios creó el cielo y la tierra y, asignándoles un progreso continuo a través de los tiempos, quiso que las aguas produjeran un pulular de vivientes y pájaros que volaran sobre la tierra.

Miles y miles de años, desde el momento en que Dios quiso que apareciera en la tierra el hombre, hecho a su imagen y semejanza, para que dominara las maravillas del mundo y, al contemplar la grandeza de la creación, alabara en todo momento al Creador.

Miles y miles de años, durante los cuales los pensamientos del hombre, inclinados siempre al mal, llenaron el mundo de pecado hasta tal punto que Dios decidió purificarlo, con las aguas torrenciales del diluvio.

Hacía unos 2.000 años que Abraham, el padre de nuestra fe, obediente a la voz de Dios, se dirigió hacia una tierra desconocida para dar origen al pueblo elegido.

Hacía unos 1.250 años que Moisés hizo pasar a pie descalzo por el Mar Rojo a los hijos de Abraham, para que aquel pueblo, liberado de la esclavitud del Faraón, fuera imagen de la familia de los bautizados.

Hacía unos 1.000 años que David, un sencillo pastor que cuidaba los rebaños de su padre Jesé, fue ungido por el profeta Samuel, como el gran rey de Israel.

Hacía unos 700 años que Israel, que había reincidido continuamente en las infidelidades de sus padres y por no hacer caso de los mensajeros que Dios le enviaba, fue deportado por los caldeos a Babilonia; fue entonces, en medio de los sufrimientos del destierro, cuando aprendió a esperar un Salvador que lo librara de su esclavitud,y a desear aquel Mesías que los profetas le habían anunciado, y que había de instaurar un nuevo orden de paz y de justicia, de amor y de libertad.

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Hoy es Navidad, la fiesta del nacimiento de Jesús y dela manifestación de la paternidad-maternidad de Dios.

Hoy es Navidad: la fiesta de nuestro nacimiento a unavida nueva.

Hoy celebramos Navidad; pero no celebramos sola-mente el nacimiento de un niño en Belén; tambiéncelebramos el origen de nuestra historia cristiana y elacontecimiento desde el cual los cristianos tratamosde interpretar toda nuestra existencia.

A la luz de los textos bíblicos, y como si fuera la pri-mera vez que lo hacemos, trataremos hoy de pregun-tarnos si esta festividad tiene que ver algo con nues-tra vida.

¿Qué tendrá que nacer en nosotros en este tiempo, paraque el nacimiento de Jesús no haya sido en vano…?

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Finalmente, durante la olimpíada 94, el año 752 de la fundación de Roma, el año 14 del reinado del emperador Augusto, cuando en el mundo entero reinaba una paz universal, hace 2005 años, en Belén de Judá, pueblo humilde de Israel, ocupado entonces por los romanos, en un pesebre, porque no tenía sitio en la posada, de María virgen, esposa de José, de la casa y familia de David, nació Jesús, Dios eterno, Hijo del Eterno Padre, y hombre verdadero, llamado Mesías y Cristo, que es el Salvador que los hombres esperaban.

El es la Palabra que ilumina a todo hombre; por él fueron creadas al principio todas las cosas; él, que es el camino, la verdad y la vida, ha acampado, pues, entre nosotros.

Nosotros, los que creemos en él, nos hemos reunido hoy, o mejor dicho, Dios nos ha reunido, para celebrar con alegría la solemnidad de la Navidad, y proclamar nuestra fe en Cristo, Salvador del mundo.

Hermanos, alegrémonos, hagamos fiesta y celebremos la mejor NOTICIAde toda la historia de la humanidad.

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A: No puede haber tristeza en nuestros corazonescuando nos nace la Vida… Para recuperar la alegría,pedimos perdón al Señor y a la comunidad por nues-tros pecados, y lo hacemos convencidos de que Diosnos ama con un amor infinito e incondicional y quiereque nuestro gozo sea pleno…

C: Por las veces en que la Palabra viene a nosotros yno la recibimos… Señor, ten piedad.

R: Señor, ten piedad.

C: Por las veces en que no nos dejamos iluminar porTi, que eres la Luz verdadera que alumbra a todohombre y a toda mujer… Cristo, ten piedad.

R: Cristo, ten piedad.

C: Por las veces en que dudamos de que "de su pleni-tud todos hemos recibido, gracia tras gracia"… Señor,ten piedad.

R: Señor, ten piedad.

C: Danos tu perdón, Padre bueno, y enséñanos a verla Luz verdadera, para que podamos vivir y caminaren la verdad.

Te lo pedimos por Jesús, Hijo tuyo y hermano nuestro.Amén.

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Dios y Padre nuestro, fuente de todo bien, que desde el inicio de la Historia nos tenías preparada la venida del Emmanuel, la Luz verdadera que ilumina a todo hombre y a toda mujer.

Al llenarnos de gozo por el Nacimiento de Jesús,tu Hijo y nuestro Salvador,te pedimos que nos ayudes para que asumiendo la tarea de hacer realidadtu Reino en este mundo,no nos dejemos abatir por las dificultades, de manera que nada pueda mellar nuestra confianza en Ti,y que nadie pueda quitarnos la alegríade ser tus hijos

Te lo pedimos por el mismo Jesús,tu Palabra hecha carne.

Amén.

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PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de Isaías.

¡Qué hermosos son sobre las montañas los pasos delque trae la buena noticia, del que proclama la paz,del que anuncia la felicidad, del que proclama la sal-vación y dice a Sión: "Tu Dios reina". ¡Escucha!: Tuscentinelas levantan la voz, gritan todos juntos de ale-gría, porque ellos ven con sus propios ojos el regresodel Señor a Sión. ¡Prorrumpan en gritos de alegría, rui-nas de Jerusalén, porque el Señor consuela a suPueblo, él redime a Jerusalén! El Señor desnuda susanto brazo a la vista de todas las naciones, y todoslos confines de la tierra verán la salvación de nuestroDios.

Es Palabra de Dios.

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SALMO RESPONSORIAL

R. Los confines de la tierra han contemplado el triunfo de nuestro Dios.

Canten al Señor un canto nuevo, porque él hizo maravillas: su mano derecha y su santo brazo le obtuvieron la victoria. R.

El Señor manifestó su victoria, reveló su justicia a los ojos de las naciones: se acordó de su amor y su fidelidad en favor del pueblo de Israel. R.

Los confines de la tierra han contemplado el triunfo de nuestro Dios. Aclame al Señor toda la tierra, prorrumpan en cantos jubilosos. R.

Canten al Señor con el arpa y al son de instrumentos musicales; con clarines y sonidos de trompeta aclamen al Señor, que es Rey. R.

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EVANGELIO

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.

Al principio existía la Palabra, y la Palabra estabajunto a Dios, y la Palabra era Dios. Al principio estabajunto a Dios. Todas las cosas fueron hechas por mediode la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo queexiste. En ella estaba la vida, y la vida era la luz delos hombres. La luz brilla en las tinieblas, y las tinie-blas no la percibieron. La Palabra era la luz verdade-ra que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre.Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho pormedio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a lossuyos, y los suyos no la recibieron. Pero a todos losque la recibieron, a los que creen en su Nombre, lesdio el poder de llegar a ser hijos de Dios. Ellos nonacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de lavoluntad del hombre, sino que fueron engendradospor Dios. Y la Palabra se hizo carne y habitó entre no-sotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria querecibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y deverdad.

Es Palabra del Señor.

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SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta a los Hebreos.

Después de haber hablado antiguamente a nuestrospadres por medio de los Profetas, en muchas ocasio-nes y de diversas maneras, ahora, en este tiempofinal, Dios nos habló por medio de su Hijo, a quienconstituyó heredero de todas las cosas y por quienhizo el mundo. Él es el resplandor de su gloria y laimpronta de su ser. Él sostiene el universo con suPalabra poderosa, y después de realizar la purificaciónde los pecados, se sentó a la derecha del trono de Diosen lo más alto del cielo. Así llegó a ser tan superior alos ángeles, cuanto incomparablemente mayor que elde ellos es el Nombre que recibió en herencia. ¿Acasodijo Dios alguna vez a un ángel: "Tú eres mi Hijo, yote he engendrado hoy"? ¿Y de qué ángel dijo: "Yo seréun padre para él y él será para mí un hijo"? Y al intro-ducir a su Primogénito en el mundo, Dios dice: "Quetodos los ángeles de Dios lo adoren".

Es Palabra de Dios.

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PRIMERA LECTURA:

Is 52, 7-10

Los anuncios del profeta Isaías que en el siglo VIII a.C.vaticinaban la llegada de un mesías que traería la paza su pueblo han quedado casi en el olvido de la gente.Dos siglos han pasado desde entonces, y el pueblo viveahora uno de los peores momentos de su historia.

Las palabras que ahora escuchamos fueron dichasdurante el exilio de Babilonia. Para muchos resultabaya inútil esperar en ningún mesías. La dinastía davídi-ca había quedado truncada y apartada de Jerusalén.El templo santo, morada de Dios, había sido profana-do e incendiado por el enemigo. La ciudad santa habíaperdido sus murallas y buena parte de sus hijos habí-an muerto o vivían en el destierro.

El profeta del siglo VIII había anunciado con gran gozola llegada de un príncipe de la paz. Por medio de élDios daría a su pueblo una paz sin límites desde ahoray por siempre. Pero las cosas no sucedieron así.Aunque el reinado de este niño (se trataba deEzequías) fue positivo para Judá y supuso una impor-tante recuperación de libertad y justicia frente a losasirios (la potencia dominante del momento), loscaminos de la historia se fueron torciendo para el pue-blo de Dios y se terminaron frustrando aquellos bellosanuncios que aseguraban la estabilidad de la dinastíadavídica y sus augurios de justicia y derecho hasta laeternidad.

Asiria había caído sí, pero en su lugar se había levan-tado otra potencia más poderosa, Babilonia. Ahora losisraelitas habían sido tragados por el nuevo dominadordel mundo.

Desesperanza. Las palabras del libro de Isaías queescuchamos en esta celebración fueron proclamadaspor un profeta que participó de ese destierro; lo viviócomo uno más. Como sus paisanos, tuvo que pasar porla terrible experiencia de ser arrancado de su tierrapor la fuerza, de ver morir (durante la conquista y porel camino) a muchos de sus amigos y familiares, detener que echar raíces en un lugar desconocido, desobrevivir como exiliado y estar sometido a gentesextrañas, en una cultura dominadora diferente.

Algunos israelitas, en estas circunstancias, y conformea las costumbres de la época, se llegaron a acomodara las nuevas circunstancias. Dado que el responsablede su desgracia había sido Dios, lo abandonaron ydejaron a un lado sus costumbres y tradiciones. Sinduda era más rentable vivir como querían los nuevosdioses que habían manifestado su poder que no comoel Dios de sus padres, que tan pocas ganancias leshabía procurado.

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Fidelidad. Pero otros, los que aún se mantenían fie-les a su Dios, seguían alentando una esperanza.Esperanza que cada vez era más débil. El paso deltiempo iba desgastando la poca fe que aún les queda-ba. Los que se acomodaban al nuevo imperio prospe-raban, en cambio ellos no veían nunca cumplidas suilusión de volver a sus casas, a la tierra que Dios leshabía prometido.

Nuevo anuncio. Y en medio de esa tensión entre ladesesperanza y la fidelidad, un profeta levanta valien-temente su voz, que de monte en monte va saltandohasta alcanzar la devastada ciudad de Jerusalén. Uncoro de vigías proclaman desde todos los altozanosque Dios se dispone a actuar en favor de su pueblo;que trae la tan esperada paz; que con el grupo de exi-liados retorna a Sión; que habitará de nuevo en sucasa (el templo).

SEGUNDA LECTURA:

Hb 1, 1-6

Este prólogo de la carta de los Hebreos sitúa todo elescrito bajo la perspectiva de la palabra de Dios, elmedio que se utiliza para establecer las relaciones per-sonales. El Antiguo Testamento estaba caracterizadopor intervenciones divinas, múltiples; y por eso, frag-mentarias, de las que fueron portavoces los profetas.

El Nuevo Testamento supone una etapa definitiva,Dios ha hablado por su Hijo, lo que supone la novedadinaudita de la nueva relación que Dios establece consu pueblo.

El “título” Hijo describe la posición actual deJesucristo como heredero de todas las cosas; de lapromesa de David, de Abrahán y de Adán; puede here-darlo todo porque Dios se sirvió de él para crearlotodo (Cf. Prov. 8,27-31; Sab 7,21; 9,9; Eclo 24,26interpretando una tradición sapiencial). El Hijo tieneuna relación más estrecha con Dios que la Sabiduría.El Hijo participa de la misma gloria divina, porque esla imagen perfecta de su ser; la gloria le pertenece deforma propia y no como un atributo.

El Hijo realiza la misión de mantener el universodesde siempre y por su ministerio público, muerte yresurrección redimió y purificó la creación entera, porlo que ahora está glorificado a la derecha del padrecomo Señor de todo. Cristo es proclamado Hijo de Diosal que los ángeles deben adorarlo. Por la Resurrecciónha sido hecho el “primogénito” de la creación nueva.

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EVANGELIO:

Jn 1, 1-18

Por una vez, dejamos a un lado los textos de Lucas,para adentrarnos en “tierra santa” donde la haya: enla sublime y profunda contemplación que Juan hacede la venida de Jesús a este mundo, querida y consen-tida por Dios desde siempre y para siempre. Se tratade un texto lúcido y clarificador, que conviene medi-tar y agradecer como se merece, porque contieneBuena Noticia en estado puro. Prescinde de lo super-fluo para centrarse en lo que verdaderamente impor-ta para que el hombre pueda mantener una relaciónauténtica con Dios, encontrar el debido sentido a suexistencia, hacer realidad que su vida se logre porcompleto y, en definitiva, alcanzar la salvación.

El Logos de Dios, es decir, la Palabra salvadora delPadre, constituye el protagonista de este himno cris-tológico de notable antigüedad que, ampliado por elevangelista, le sirvió como grandioso pórtico paraentrar en su evangelio.

Cuatro confesiones de fe, que pueden orientar lagrandeza de la navidad, sobresalen en sus versos: 1)La Palabra es Dios. 2) Tiene una función creadora ysalvadora. 3) Tomó la condición humana, siendorechazada por la mayoría de los suyos. 4) A los que laacogen por la fe les da poder de ser hijos de Dios.

1. En los inicios se alza la Palabra, como realidad llenade vida, luminosa, activa y difusiva en el seno mismode Dios. Con toda verdad puede proclamarse comoHija de Dios con mayúscula, engendrada en la mentedivina por amor. En el origen primero no se impone, enmodo alguno, el caos, las tinieblas y el sin sentido,como pudiera pensarse y algunos nihilistas incluso qui-sieran, sino la vida, la luz, la gracia y amor. La Palabraparticipa de la plenitud de Dios, permaneciendo siem-pre en la mente de Dios como regalo de gracia, dis-puesta a comunicarse. Y así, cuando sale de la mentedivina es para transmitir vida, comunicar sentido yalentar el amor.

2. La Palabra ilumina al universo entero y confiereorientación al hombre. Se acredita como Creadora ySalvadora, llevando a la creación a una transfigura-ción universal, puesta al servicio humano. Todo cuan-to existe fuera de Dios ha sido creado a través de laPalabra y la humanidad encuentra en ella al autor dela vida en plenitud. El mundo y los hombres tienen asísu origen en la bendita Palabra. De aquí sacamos unaconsecuencia luminosa: lo existente tiene sentido,que puede captarse cuando se contempla el universocon los ojos abiertos y además se participa de la vidaauténtica, que puede ser acogida cuando se tiene elcorazón en su sitio. No lo olvidemos nunca: nada decuanto existe está fuera de los dominios del amor divi-no, expresado y verificado en la Palabra. La Palabraasí interviene dentro del seno de la Trinidad comoamor eterno, que se desborda en la creación, en lasalvación y en la planificación humana.

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3. Y, llegada la plenitud de los tiempos, acontece loinaudito: La Palabra se hizo carne y habitó entre no-sotros: viene al mundo y se encarna en Jesús deNazaret, un judío por opción, vocación y misión, quepasa por la vida haciendo el bien, muere y resucitapor nosotros.

La gloria de Dios culmina así en la humanidad de gra-cia del profeta nazareno. La Palabra toma todos loscondicionamientos concretos inherentes al hombre yse convierte en uno de los nuestros con garantías deverdad y sin trampa alguna.

No rechaza nada de lo humano, todo lo acoge, asu-miendo lo que al hombre le hace más persona encamino hacia la plenitud. La Palabra es de la Trinidad,pero también pertenece a los hombres. En la Palabraencarnada está la verdad, la vida y el amor. Aunqueacontece la tragedia: la Palabra viene a los suyos,pero la mayoría de los suyos no la reciben. Dejemos aun lado la negatividad y afirmemos la positividad.

4. Quien acoge la Palabra encarnada se convierte enhijo de Dios mediante el nacimiento nuevo por la fe:a todos los que la recibieron, a los que creen en suNombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios.Nadie es capaz de labrarse la salvación por sí mismo.Para poder alcanzarla, necesita la fe en Cristo Jesús,la Palabra encarnada. Una fe que tiene por lo tanto,su fundamento más profundo y definitivo en la acep-tación de esa Palabra encarnada. La fe se acredita asícomo afirmación y acogida de la Palabra en la propiavida. Y una fe así, acompañada de júbilo y gozo, dealabanza y acción de gracias, es la que necesitamos enla Navidad 2006. Y una fe así, nos descubre el milagrode amor que se esconde en toda relación con Dios enCristo: “lo inefable que se suele llamar Dios se entre-ga en una Palabra para que le hablemos y conozca-mos” (Angelus SILESIUS).

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1ER. MOMENTO: apertura, escucha, acogida…

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Busco una postura corporal cómoda, y que me per-mita ir serenándome y centrándome… Puedo cerrarlos ojos unos instantes... Tomo conciencia de queestoy en presencia de Dios… Respiro profundamen-te varias veces... Dejo que el silencio vaya creciendoen mí...

Leo y releo la Palabra de Dios (quizá te convenga ele-gir un solo texto y centrarte en él).

¿Qué dice el texto en sí mismo? ¿De qué habla?¿Hay algo que me llame la atención en formaespecial? ¿Qué preguntas me surgen ante eltexto?

¿Qué "me" dice el texto? ¿Cómo "me" veo refleja-do en él? ¿Qué ecos, qué resonancias, suscitan enmí estas palabras...?

¿Tiene algo que ver conmigo, con lo que mepasa, con lo que estoy viviendo? ¿Me dice algoacerca de mí mismo? ¿Me aclara algo acerca delmisterio que soy yo mismo? ¿Qué siento al res-pecto?

¿Qué me dice del misterio de Dios? ¿Qué rasgo oaspecto del misterio de Dios se me revela? ¿Quésiento ante eso?

2DO. MOMENTO: diálogo, intercambio, conversación...

Estoy atento a los pensamientos, sentimientos, ideas,recuerdos, deseos, imágenes, sensaciones corpora-les… acojo serenamente todo lo que va surgiendo enmí, todo lo que voy descubriendo…

En todo ello el Espíritu me hace "ver y oír"… y dealguna manera (que puede resultarme no tan clara eneste momento), me hace experimentar el amor deDios...

Hablo con Jesús, como un amigo habla con otroamigo, con plena confianza, con toda franqueza ylibertad:

le expreso mis sentimientos…, le cuento lo que mepasa..., le manifiesto mis dudas…, le pregunto…, leagradezco…, le pido..., le ofrezco...

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La liturgia de hoy nos propone el prologo del evangeliode Juan para la reflexión. Este himno al Verbo-Palabrade Dios, a la Verdad, a la Luz, que es Jesús mismo,posee una dinámica descendente. En el principio laPalabra se encuentra al lado de Dios y por ella sonhechas todas las cosas. Es la Palabra preexistente, juntoa Dios y antes de todos lo tiempos. Esta Palabra, que esJesús, "acampa" entre nosotros, se hace carne, asume lacondición humana, se hace uno de nosotros, para mani-festarnos al Padre. Y por que él nos ha comunicado alPadre, podemos decir que "hemos visto" a Dios.

Juan vino a dar testimonio de Jesús, le preparó el cami-no, vino antes para anunciar la venida del Salvador.Luego vino la Luz verdadera que es Jesús, pero "lossuyos" (el evangelista se refiere así a los judíos), no lorecibieron. Pero a los que lo recibieron les dio el poderde hacerse hijos de Dios en el Hijo (hermanos). Como seve, este himno es un texto teológico muy profundo, y enél se expresa el misterio de la encarnación. Dios se hacehombre, asume la temporalidad y limitación de los hom-bres, para hacer infinito e ilimitado al ser humano. Diosse hace hombre, para hacer del hombre imagen de Dios.

Esta es la misma dinámica que estamos invitados aasumir en nuestra vida como cristianos: encarnarnos,asumir los valores y realidades de los lugares dondevivimos; mirar hacia abajo, a los que son vistos porla sociedad como poca cosa, y reconocer que en ellosla revelación de Dios acontece a los ojos del creyen-te. Espontáneamente tendemos a buscar seguridadesen nuestra vida, pero la novedad de la encarnaciónde Jesús radica en el riesgo que corre el mismo Diosde abandonar toda seguridad, abajándose para asu-mir la radical inseguridad y fragilidad de la condiciónhumana, y más aún, no solamente de la condiciónhumana en general, sino de la condición humanapobre y marginada.

Y es por eso es que creer en Jesús implica el riesgo dedejarlo todo, de abandonar nuestras seguridades y deabajarnos, para seguirlo…

(si ayuda… y si no, podemos hablar de lo que hemospensado y sentido en el rato de oración personal).

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3ER. MOMENTO: encuentro profundo, silencioamoroso, comunión...

Después de haber hablado y de haber expresado todolo que tenía que decirle al Señor, procuro permane-cer en silencio…

Trato de estar, simple, sencilla y amorosamente enpresencia del Señor... Trato de que cese toda activi-dad interior, de que cesen los pensamientos y laspalabras; a lo sumo, me quedo repitiendo algunafrase que se hubiera quedado resonando en mi inte-rior, o reviviendo alguna imagen que me hubieraimpactado especialmente…

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Creemos que el mundo es bello, Señor, porque una Noche,nos diste tu Palabra mejor como regalo,y tu Palabra se hizo ser humano en el Niño de Belén

¡Creemos en ti, Señor!

Creemos que el mundo es limpio, Señor, porque una Noche,tu Luz se hizo presente en nuestra tiniebla,y a todos los que estábamos en la oscuridad, nos iluminó su resplandor.

¡Creemos en ti, Señor!

Creemos que el mundo es luminoso, Señor, porque una Noche,las estrellas bajaron a quedarseen los ojos de un Niño,y desde entonces brillan en los ojos de todos los niños.

¡Creemos en ti, Señor!

Creemos que el mundo es gozoso, Señor, porque una Noche,tu madre se alegró contigo entre sus brazos,y te ofreció a todos para contagiarnos su alegría.

¡Creemos en ti, Señor!

Creemos, que el mundo es libertad, Señor, porque una Noche,el "Sol que nace de lo alto"nació de tu servidorapara que los seres humanos seamos libres.

¡Creemos en ti, Señor!

Creemos, que hiciste del mundo un lugar para todos, Señor, porque una Noche,los más pobres de la tierra fueron los primerosen recibir la alegre noticiade un Dios hecho hombre, de un Dios-con-nosotros.

¡Creemos en ti, Señor!

Creemos, que el mundo es comunión, Señor, porque una Noche,tú, que eres trinidad y hogar caliente,viniste a quedarte en nuestra casa como amigo,para compartir con nosotros la vida entera.

¡Creemos en ti, Señor!

Creemos, que el mundo es Navidad, Señor, porque una Noche,te hiciste Niño en Belénpara quedarte para siempre entre los seres humanos,y para que aprendamos a descubrirte en cada hermano.

¡Creemos en ti, Señor!

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C: Hoy se ha manifestado la bondad de Dios, hoyhemos conocido el amor del Padre. Por ello, confiada-mente, recemos juntos para que todas las personaspuedan experimentar este amor.

A cada intención respondemos: ¡Ven, Señor Jesús!

- Por la Iglesia, para que, llena de alegría por elNacimiento de Jesús, la sepa contagiar a los que mássufren de la sociedad, practicando un amor solidario yliberador. Oremos.

- De un modo especial, unámonos en este día a todaslas personas que tienen su vida marcada por el dolor yla tristeza, sea cual fuere el motivo; y pidamos porellos, para que experimenten el amor y la cercanía deDios Padre, y el cariño de sus hermanos. Oremos.

- Tú has anunciado, Padre Bueno, la paz a todos loshombres, por medio de tus ángeles; revela, Señor, elsentido de la justicia y la verdad a los responsables delas naciones y a los que se ocupan de las relacionesentre los pueblos. Oremos.

- Contemplando a Dios que tanto nos ama, pidamos detodo corazón por aquellos a quienes más nos cuestaamar: por las personas concretas que nos han ofendi-do o perjudicado. Oremos.

- Tú grandeza supera a la del universo, y sin embargote fijas en lo pequeño y te recluyes en los límites dela fragilidad humana; otorga, Señor, el don de la espe-ranza a quienes están envueltos en la soledad o la de-sesperación. Oremos.

- Hoy, en todo el mundo, los cristianos nos reunimospara celebrar al Dios hecho ser humano. Pidamos quenuestra vida sea siempre signo transparente de suamor infinito e incondicional. Oremos.

C: Escucha, Padre, nuestra oración, y no permitasque nadie se vea excluido de la alegría de laNavidad. Y haz que cada uno reciba lo que anhelaen lo más profundo de su corazón.

Te lo pedimos por Jesús, tu Hijo, que hoy quierenacer en cada uno de nosotros. Amén.

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De Ti, Padre Bueno, recibimos hoy a Jesús, que nació en Belén y quiere nacer en nuestro corazón.

Él es el mayor Don, expresión de tu amor infinito.

De la misma manera, recibimos de Ti el pan y el vino que ahora te presentamosy que luego compartiremos.

Envía sobre ellos tu Espíritu y transfórmalos en alimento de Salvación,que nos llene de gozo y de vida.

Te lo pedimos por Jesús,el Emmanuel, el Dios-con-nosotros.

Amén.

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PREFACIO DE LA PLEGARIA EUCARÍSTICA

C: El Señor esté con ustedesR: Y con tu espíritu

C: Levantemos nuestros corazonesR: Los tenemos levantados hacia el señor

C: Demos gracias al Señor, nuestro DiosR: Es justo y necesario

Todos juntos:

En este día tan especial y memorable,es justo y nos hace mucho bien, Padre Bueno,darte las gracias por el infinito amor con que nos amas.

Lo hacemos con la confianza y la libertad,que nos proporciona el hechode sabernos y sentirnos hijos tuyos,gracias a la Encarnación de tu Hijoque se ha hecho nuestro hermano.

El misterio de la Navidadque hoy revivimos y celebramos,es la manifestación definitivade que verdaderamente eres nuestro Padre,y de que tu amor para con nosotroses entrañablemente tierno y misericordioso.

Por eso estamos contentos y te damos las gracias, y nos unimos ahora a todos los que creen en ti,para cantarte, llenos de alegría:

Santo, Santo, Santo...

Celebrante:

Santo eres, en verdad, Dios nuestro,Señor de la Esperanza y fuente de toda plenitud.

Derrama tu Espíritu sobre este pan y este vinoque aquí te presentamos,y sobre esta comunidad que se reúne en el nombre de Jesús.

Él mismo, la noche en que iba a ser entregado,estando a la mesa con sus amigostomó un pan, te dio gracias, lo partió y se lo dio diciendo:

Tomen y coman todos de él, porque esto es mi cuerpo que se entrega por todos.

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De la misma manera, después de comer, tomó una copa, dio gracias y se la pasó diciendo:

Tomen y beban todos de ella, porque esta es la copa de mi sangre; sangre de la Alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedesy por todos los hombres y mujerespara el perdón de los pecados. Hagan esto en memoria mía.

Y desde entonces, éste es el Misterio de nuestra fe.

Todos:

Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!

Celebrante:

También queremos darte las gracias, Padre, porque durante el largo tiempode los albores de la humanidad,tiempo de adviento, y por eso mismo,tiempo de espera y esperanza,los seres humanos hemos ido escuchando y acogiendo,en el silencio de nuestros corazones,esas palabras que nos dirigíasy que depositabas en el fondo de nuestra historia.

Con estremecimiento emocionado,percibíamos que Alguien nos hablabay nos enviaba un mensaje gozosoque venía desde muy lejos;pero que al mismo tiempo,surgía desde lo más profundo de nosotros mismos.

Cuando descubrimos la maravilla de la naturaleza,el amanecer y el ocaso, las estrellas y el sol,los paisajes de la montaña, el mar y la llanura,pudimos percibir tu belleza,y comenzamos a darnos cuenta de tu bondad.

Cuando nos encontramos con otros hombres y mujeres,y más aún, cuando descubrimos el amor,en el enamoramiento, en la amistad,en el don de los hijos y en los lazos familiares,barruntamos que allí estabas Tú,que allí te revelabas.

Viviendo la experiencia de nuestra historia,tan compleja y a veces tan desconcertante,con tantas luchas, con tantas tensiones,con tanta sangre derramada absurdamente,aprendimos a darnos cuenta de que allí también te revelas:te manifiestas como el que sufre y espera,como el que siente una fuerza superior al odio,la fuerza del perdón, la fuerza de un amor infinito e incondicional.

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Todas estas experiencias que el ser humano ha ido haciendo,son palabras de ese diálogoque Tú iniciaste,desde el comienzo del mundo,cuando preparabas la Encarnación de tu Hijo,que llegaría un día con el nacimiento de Jesús.

Desde entonces dejaste reflejada tu imagenen todos los corazones,como el padre refleja en su hijo su propia persona,porque le entrega lo más suyo, su vida y su sangre.

A través de Israel, el pueblo de la promesa,continuaste este inefable diálogoque ha culminado en el nacimiento de Jesús.

Gracias, Padre Bueno, porque nos has dado lo más tuyo,enviándonos a tu Hijo.

Con su venida ha resonado en el mundola Palabra más clara y luminosa,la más diáfana y transparente.

Se ha abierto un nuevo horizonte de esperanzapara la humanidad,porque sus pies han pisado el polvo de nuestros caminos,anunciando con fuerza inconteniblela llegada inminente de tu Reino.

Desde el fondo de nuestra fragilidad e incertidumbre,acogemos su profecía de mensajero de la paz.

De la misma maneraque Él siguió confiando en Ti y en tu Alianza, en medio de su pasión y muerte,nosotros también confiamos y creemosen la alianza que has sellado para siempre con nosotrosmediante la Encarnación de tu Hijo.

Recordamos también toda su vida terrena,junto con su pasión y muerte;y por encima de todo,su resurrección gloriosa y su ascensión al cielo,que nos permiten estar segurosde que el mal y la muerte no tienen la última palabraen nuestra vida y en la historia humana.

Envíanos tu Espíritu, para que la sangre derramadaen testimonio de la verdad y el amor,se convierta en sello de alianza eterna,de compromiso y entrega a Ti y a los hermanos.

Que este admirable intercambiode la divinidad que se abaja para darse a la humanidad,y de la humanidad que se va divinizando,llegue un día a su plenitud en la fiesta sin findel banquete del Reino.

Te lo pedimos…

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Al finalizar nuestra Eucaristíaen esta fiesta de Navidad, queremos darte gracias una vez más, Padre bueno, por todo lo que somos y tenemos, por lo que has ido haciendo y por lo que hacesen cada uno de nosotros;pero sobre todo, por mostrarnos tu rostro en Jesús.

Ayúdanos a contagiar esta alegríaque hoy experimentamos, y haz que seamos capaces de llevar la Buena Noticia de tu amora todas las personas que comparten con nosotros el camino de la vida.

Te lo pedimos por ese Niño nacido en Belén,que hoy quiere nacer en cada uno de nosotros.

Amén.

Levantando el pan y el vino consagrados

Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre misericordioso, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.

Amén.

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-Dios nuestro Padre, que con su amor infinito disipólas tinieblas del mundo por la Encarnación de su Hijoe iluminó este día santo con su Nacimiento glorioso,aparte de nosotros toda tiniebla y todo mal, e ilumi-ne nuestros corazones con su Luz. Amén.

-El que concedió al ángel anunciar a los pastores lagran alegría del Nacimiento de Jesús, nos llene degozo y nos haga mensajeros valientes del Evangelio.Amén.

-Y el que por la Encarnación de su Hijo reconcilió lohumano y lo divino, nos conceda su paz y nos hagaparticipar de su misma vida divina. Amén.

Y que la bendición de Dios Padre, Hijo, y EspírituSanto, descienda sobre nosotros y nos acompañesiempre. Amén.

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PARA REFLEXIONAR

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1. Dios nos habla

Con gran claridad, los textos leídos nos hablan de Cristo,Palabra del Padre. Posiblemente ya estemos bastanteacostumbrados a oír que Jesús es la Palabra, pero tam-bién desconcertados acerca de su significado, ya queentre nosotros tal expresión no es precisamente muyusual y su sentido bíblico parece escapársenos. Es quepara nosotros la palabra está siendo lo menos dinámico ycomprometedor que existe en nuestra cultura.

Generalmente decimos: "Hechos, y no palabras", y llamarentonces palabra a Jesús nos puede resultar chocante.Por otra parte, vivimos una época en que la palabra se hadesvalorizado en un proceso inflacionario: se la usa tantoy de tantas formas, que "nadie cree más en palabras".¿Qué significa, por ejemplo, democracia, libertad, justi-cia, solidaridad? Desde que nacemos hasta que morimosnos encontramos con palabras: en documentos, en pape-les de negocio, en trámites; en la casa, en las charlas conlos amigos; en la escuela, en la calle, en la radio, en latelevisión; palabra escrita en revistas, diarios y libros...En fin, tantas palabras como para que se nos diga quetambién Jesús es palabra... Y, sin embargo, tal idea escasi la medula del evangelio de Juan.

Tratemos, pues, de encontrar alguna pista para que tengasentido llamar hoy a Jesús: Palabra de Dios.

Cuando la Biblia dice que Dios habla, dice muchas cosasal mismo tiempo. Palabra en lenguaje semita no es sola-mente emitir vocablos o enunciar ideas. Se trata de algomucho más rico y variado.

Ante todo, si Dios habla es porque puede hablar. Es decir,es alguien que existe realmente, que conoce al hombre yque quiere relacionarse con él. Más aún: tiene algo quedecirle al hombre. Los ídolos, en cambio, son mudos,pura ilusión, simple creatura del hombre. Ya tenemos unbuen punto de partida: Dios tiene algo que decirnos anosotros los hombres. Y es algo importante: relacionadocon nuestra vida, con nuestro destino, con nuestro pro-yecto humano y con nuestra historia. Por esto a estaPalabra de Dios la llamamos también Palabra deSabiduría, porque nos orienta acerca de problemas fun-damentales de nuestra existencia.

Pero hay algo más aún. Sabemos que hay muchas mane-ras de hablar; a veces hablamos por hablar, con palabrasvacías que nada o muy poco expresan. Otras veces, encambio, al hablar sacamos algo de nuestro interior, nosproyectamos hacia afuera tal cual somos, según lo quequeremos o sentimos. En tales casos, decimos palabras,gesticulamos, nos enardecemos y... acto seguido pasa-mos a la acción. La palabra es como el trueno que pre-cede a la tormenta y la acompaña.

Es decir: la Palabra es parte de una acción humana bienpensada, asimilada, expresada y puesta en marcha. Deotra forma: la palabra pone en acción a todo el hombre.

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No es casualidad que antes de una batalla el generalhable a los soldados; que en momentos importantes elpresidente hable al país, o el padre a sus hijos. La pala-bra, primero, saca de dentro de nosotros en forma sim-bólica eso que somos nosotros y, luego, lo pone en eje-cución.

Ahora podemos comprender mejor el sentido bíblico dela expresión "Después de haber hablado antiguamente anuestros padres por medio de los Profetas, en muchasocasiones y de diversas maneras, ahora, en este tiempofinal, Dios nos habló por medio de su Hijo" (segunda lec-tura). Esto significa: siempre Dios actuó en la historia delos hombres, y actuó dando sentido a sus acciones, por-que nacían de una idea, de un plan. Dios, empujado porsus pensamientos y sentimientos divinos, hizo cosas connosotros, y su hacer total y definitivo se realizó por mediode Jesús. Así lo entiende Juan, cuando inicia su evange-lio con un cántico a Jesús Palabra de Dios. Y si es Palabrade Dios es pensamiento-sentimiento y es acción de Diosen medio de los hombres.

2. Jesús, una palabra comprometida

Es así como la Iglesia, en este día de Navidad, nos presen-ta a Jesús con una imagen un poco distinta a la del Niñoen Belén. No es que contraponga la imagen de Jesús-Palabra a la de Jesús-Niño; lo que sucede es que Juan vea Jesús en la totalidad de su obra, lo ve proyectado enel tiempo y en el espacio, lo ve actuando ya en medio delos hombres, entre los cuales ha querido habitar.

Y no está de más que contemplemos a Jesús como el pro-yecto total del Padre, proyecto que nace en Belén y quehalla cumplimiento en la Pascua. Sin la Pascua, Belén esun recuerdo folclórico...

Pero hay algo más aún: este Jesús no comienza en Belén.Viene de antes, desde siempre, porque desde siempreestá junto al Padre aun sin manifestarse plenamente. "Alprincipio estaba junto a Dios. Todas las cosas fueronhechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nadade todo lo que existe". Sin embargo, solamente se hacerealmente Palabra cuando "al venir a este mundo, ilumi-na a todo hombre". En Navidad, Dios comienza a volcartoda su Palabra, encarnada en Cristo, que habla, piensa,siente y nace en nombre de Dios.

Con Jesús, el hombre tiene acceso a todo el proyecto deDios sobre el hombre. Sin embargo, también esta palabranos puede pasar desapercibida: puede estar entre noso-tros y no ser conocida ni aceptada. Puede venir hastanuestra casa y no ser recibida. Este es el otro elementodel evangelio de Juan: el drama de la Palabra o el juiciode la Palabra. Jesús, por ser luz, separa lo tenebroso delo luminoso; exige al hombre una definición o respuesta,pues le exige que piense, sienta, hable y obre de deter-minada forma, hacia cierta dirección, colocando todo suser bajo el prisma de la luz.

Quienes reciben en sí esta palabra y se unen a su proyec-to, llegan a ser hijos de Dios, pues la misma Palabra losengendra con la fuerza del Espíritu. De esta formaNavidad llega a su culminación: Dios se hace hombre paraque el hombre tenga acceso a la plenitud de la vida. Estavida total es Dios.

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Siempre será muy poco lo que sabremos de Dios. Perosiguiendo el proyecto de Jesús llegaremos hasta El. Escierto que Dios es inaccesible; pero si queremos teneruna idea acabada acerca de qué piensa, siente, dice yhace Dios, nada mejor que ver qué piensa, siente, dicey hace Jesús. "El que me ve a mí, ve a mi Padre". EnNavidad, el primer proyecto divino de hacer un hombrea su semejanza, se hace realidad. Cristo es el hombre-imagen de Dios (segunda lectura); es la totalidad de unproyecto de Dios sobre el hombre. Dicho proyecto noconsiste en que el hombre abandone su ser humano o sucondición histórica, sino todo lo contrario: que lo realicetotalmente.

Con Jesús, Dios lanza su proyecto. Dicho proyecto no estáen contradicción con el proyecto del hombre. Al contra-rio: el plan divino se pone al servicio del plan humano.Por eso la Palabra se hizo hombre, para comprometersehasta las últimas consecuencias con la situación históricadel hombre. Jesús es Palabra, pero palabra comprome-tida. Bien lo dice Juan: "Se hizo carne"; expresión semi-ta que significa: se hizo parte de nuestro ser, compañerode viaje, hermano de raza, solidario con todo hombreque pise el planeta.

Los cristianos que hoy celebramos Navidad estamos lla-mados a decir nuestra palabra. No podemos quedarmudos mientras la humanidad bulle en uno de susmomentos más cruciales. Pero: ¿Cuál es nuestra palabra?¿Qué pensamos, sentimos, decimos y hacemos los cristia-nos? ¿Cuál es nuestro compromiso con la historia? Unlargo momento de meditación ante el Niño-Palabra com-prometida hasta la cruz puede, quizá, ayudamos aencontrar la respuesta.

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Busco un momento, al final del día, y vuelvo aleer el Evangelio…

Lo leo y lo releo muy lentamente, varias veces,saboreando cada palabra, cada frase…

El prólogo del cuarto evangelio es un textofundamental para la vida cristiana. ¿Qué aportaa mi vida de fe lo que en él se afirma sobre Diosy sobre Jesús?

¿Qué siento al leer el Prólogo del Evangelio deSan Juan?

¿Alguna de la afirmaciones que se hacen sobrela Palabra, queda como resonando en mi inte-rior? ¿Qué descubro allí? ¿Hay alguna palabrapara mí, algo que me ilumine en este momentode mi vida?

"En el principio ya existía la Palabra, y laPalabra estaba junto a Dios, y la palabra eraDios…"

"Por medio de la Palabra se hizo todo, y sinella no se hizo nada…"

"En la Palabra había vida, y la vida era la luzde los hombres…"

"La Palabra era la luz verdadera, que alum-bra a todo hombre…"

"Vino a su casa, y los suyos no la recibieron…""… la Palabra se hizo carne, y habitó entrenosotros…"

La Palabra se hace carne y viene a habitarentre nosotros. ¿Qué me sugiere el ejemplo dela Palabra encarnada a la hora de entender yconcretar mi compromiso cristiano? ¿Por dóndepuedo empezar?

Acoger la Palabra supone recibir una promesade plenitud de gracia, la posibilidad de vivircomo hijos e hijas de Dios. ¿De qué modo meestimula esta promesa a vivir en esperanza?

Espontáneamente, con mis propias palabras ydejando que hable mi corazón, ¿qué le digo alSeñor…?

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