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    Rediseando fronteras culturales:mapas alternativos para la historiografa

    literaria latinoamericana

    Re-designing Cultural Frontiers:

    Al te rna ti ve Ma ps fo r La ti n- Amer ic an Li te ra r y Hi st or io gr ap hy

    Patricia DAllemandUniversi ty of London

    El artculo evoca la marginalizacin de los debates pro-pios de la academia latinoamericana por la posturahegemnica de las academias norteamericanas y europeas.En ese contexto, invita a volver sobre los proyectos de his-torias literarias alternativas promovidos en los aos setentay ochenta por investigadores como ngel Rama, AlejandroLosada, y Antonio Cornejo Polar, desde la perspectiva de lacrtica cultural. El artculo esboza un balance comparativode las propuestas de esos autores, en especial su reevalua-cin, y en ciertos casos, aguda crtica, de la nocin de lite-ratura nacional.

    Palabras claves: Literatura Historia ; Literatura latinoa-mericana historiografa ; Literatura latinoamericana His-toria y crtica siglo XX ; Latinoamrica Vida intelectual ;

    Libros selectos Literatura Amrica Latina.

    The arti cl e di scusses how the charac teri st ic debates ofLatin-American universities are marginalized by the hegemo-nic posture of European and North-American universities. Inthis context, it calls for a reexamination of the projects foralternative literary histories promoted in the seventies andeighties by thinkers like ngel Rama, Alejandro Losada, and

    Antonio Corne jo Polar , from the perspect ive of cu lturalcriticism. The article sketches a comparative balance of these

    writers proposals , especial ly their reevaluation, and sometimespenetrating criticism, of the notion of a national literature.

    Key words: Literature History ; Latin america literature hi st or io gr ap hy ; La ti n am er ic a li te ra tu re Hi st or y an dcriticism 20 th century ; Latin america Intellectual life ;Bibliography Best books Literature Latin america.

    Literatura: teora, historia, crtica 5 (2003): 79-104

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    De alguna manera es difcil evitar que losinterrogantes sobre la pertinencia de ciertas lneasde investigacin sobre otras dentro de los discur-

    sos crticos, nos remitan a interrogantes sobre las direccionesgenerales que estos ltimos toman en un momento dado, so-bre los factores que condicionan estos diversos rumbos, so-bre las tradiciones o corrientes intelectuales con las cualesellos interactan, sobre las condiciones y necesidades espec-ficas de los espacios acadmicos desde los cuales se enunciantales discursos, en fin, sobre las agendas que surgen en estosdiferentes contextos. Estas preguntas, probablemente, se ha-

    cen ms apremiantes en el caso de reas del conocimientoasociadas a los mrgenes de un orden que, no por global hadejado atrs las desigualdades entre centro y periferia, sinoque, por el contrario, ms bien, las ha profundizado. Y estasdesigualdades, casi est de ms decirlo, no dejan de encon-trar su correlato en el sistema acadmico internacional (Richard1998, 58), lo que conl leva una se ri e de problemas para es tu -dios de rea tales como los latinoamericanos, los cuales que-dan frecuentemente expuestos a una condicin de receptoresde los sucesivos cambios en las agendas investigativas emana-das de los centros acadmicos hegemnicos, que los lleva msa adoptarlas, que a participar en su diseo. Esto evidentemen-te menoscaba la posibilidad, dentro de los estudios latinoame-ricanistas, no slo de mantener el dilogo con los debates ge-nerados por el campo intelectual latinoamericano, sino deagotar las discusiones en las que estaban comprometidos an-tes de embarcarse en nuevas exploraciones que, por lo gene-ral, responden ms a las necesidades y a la lgica interna delos centros acadmicos metropolitanos que a las del mbitoacadmico local.

    No hace mucho, hablando de las dificultades que hoy enda tienen los debates locales para posicionarse en un contex-to internacional, Nelly Richard llamaba la atencin sobre el

    hecho de que, en la actualidad, slo se reconoce validez a losdiscursos que encuadran en las demarcaciones de categorasy objetos ya recortados por el diseo globalizante de la indus-

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    tria universitaria, y enfatizaba como nefasta consecuencia elque se sacrificara la densidad reflexiva de ciertos pliegues msesquivos o reticentes que no entran en directa corresponden-cia de xito con los temas de alta visibilidad (Richard 2000,841). Si bien el comentario de Richard se enmarca dentro desu preocupacin por el efecto marginalizador que la perspec-tiva globalizante tiene sobre el pensamiento crtico latinoame-ricano contemporneo, no deja de ser relevante, por cuantoste, en realidad, hace eco a un problema de vieja data entrenosotros, que no se limita slo a la reduccin de la capacidadde visibilidad de nuestros discursos, sino a la prdida de nues-

    tra propia capacidad de control sobre los rumbos de nuestrastareas investigativas y de nuestro quehacer intelectual. En estesentido, resulta interesante la defensa que Digenes Fajardohace del fortalecimiento de los estudios literarios en Latino-amrica, y en particular en Colombia, frente a la crisis de losmismos y al correlativo auge de los estudios culturales en lasuniversidades norteamericanas, en tanto esta defensa rescatala especificidad y el carcter diferencial de las tendencias inte-lectuales, culturales e institucionales latinoamericanas y sea-la el riesgo de lecturas reduccionistas y descontextualizadasde las mismas al perder de vista que ellas se deben a procesosarticulados a tradiciones de pensamiento locales y no sola-mente al impacto de corrientes globales (Fajardo 2001). Tantola afirmacin de Richard como la reflexin de Fajardo nos re-cuerdan la fragilidad de estas tradiciones frente a la presinejercida por la veloz sucesin de agendas originadas en loscentros hegemnicos, y subrayan el imperativo de replantear-nos, al menos, dos efectos de esta asimtrica relacin: el pri-mero hace alusin al ya familiar reclamo de Walter Mignolorespecto a la tendencia a convertir a Latinoamrica simple-mente en objeto de conocimiento, desconociendo su rol comoproductora del mismo (Mignolo 1996), mientras que el segun-do alude al ya mencionado riesgo de hacernos dar por

    clausurados o por exhaustos, debates que en realidad no ne-cesariamente lo estn. Deberamos, tal vez, al menos darnosla oportunidad de realizar los balances del caso antes de deci-

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    dir si realmente se han agotado o si las truncadas pesquisasiniciadas por investigadores latinoamericanos conservan analguna vigencia.

    Por eso, al interrogarnos sobre la pertinencia de pensar enun proyecto de historia social de la literatura hoy en da, sobrelos paradigmas en los cuales dicho proyecto se anclara o lossistemas conceptuales que le serviran de soporte, tendramostal vez que preocuparnos no solamente por la resonancia quepueda tener en el mbito de los temas de alta visibilidad oincluso por el limitado inters en las historias literarias dentrode los debates contemporneos, sino tambin por la conve-

    niencia de re-examinar y re-evaluar las discusiones alrededorde la produccin de historias literarias alternativas, abiertas enlas ltimas dcadas por la crtica cultural latinoamericana, dis-cusiones que no estoy muy segura de que podamos, con justi-cia, considerar como concluidas. Slo as nos damos la posibi-lidad de establecer hasta dnde nos llevaron, qu quedpendiente de los interrogantes que se plantearon, hasta qupunto se pusieron a prueba los paradigmas propuestos o selleg a conclusiones satisfactorias sobre su eficacia yoperatividad. A la aparente clausura de estas investigacionescontribuy en parte, muy probablemente, la prematura muer-te de tres de sus ms importantes promotores, ngel Rama yAlejandro Losada en los aos ochenta, y Antonio Cornejo Polar,una dcada ms tarde; pero, sobre todo, el rebasamiento y des-autorizacin del proyecto por la llegada de nuevas tendenciashegemnicas dentro de los estudios literarios y culturales.

    Estos tres autores, como es sabido, forman parte funda-mental del equipo intelectual que, a partir de los aos seten-ta y partiendo del cuestionamiento de modelos crticos uni-ve rs al is tas por su li mi ta ci n pa ra da r cuent a de lo s ra sg osespecficos de los procesos histrico-culturales latinoameri-canos, se comprometi en la redefinicin de los objetivos dela crtica latinoamericana, en la reformulacin de su objeto

    de reflexin, en la ampliacin de su corpus, en la revisindel canon y en la renovacin de sus sistemas conceptuales ymetodolgicos, afirmando as el perspectivismo del conoci-

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    miento local.1 A esta reflexin se articulan los replanteamien-tos de los fundamentos a partir de los cuales, hasta entonces,se haban construdo las historias literarias nacionales, replan-teamientos cuyo examen constituye el foco de este artculo.

    Vale la pena recordar que, en cualquier caso, los debatesalrededor de este proyecto nos han dejado legados muy con-cretos, en tanto ellos han dado lugar a radicales relecturassobre todo de literaturas nacionales como la peruana, y hastacierto punto la paraguaya, y de literaturas supra-regionales,como es el caso de las andinas en primer lugar y del Ro de laPlata y el Caribe en menor medida; las literaturas coloniales

    de algunas de estas reas geo-culturales tambin se han bene-ficiado de importantes relecturas asociadas a dichas investiga-ciones. Sin embargo, es evidente que tanto el examen de unagran parte de los procesos literarios continentales dentro deeste marco de discusin, como un balance de la productivi-dad y pertinencia del mismo, as como las revisiones y adicio-nes que de tal balance puedan surgir, estn todava por llevar-se a cabo; como est por llevarse a cabo la evaluacin de lasdeficiencias y reas problemticas especficas de las historiasliterarias nacionales particulares que deben acompaar dichoexamen .

    Ahora bien , como just amente sea la Fr iedhelm Schmidt,los debates recientes sobre los estudios latinoamericanos ysobre las posibilidades de aplicar conceptos tericos delposcolonialismo, de los estudios subalternos y de los estu-dios culturales, o de los Cultural Studies en general, al con-texto de la historia cultural latinoamericana,2 dejan en claroque, si algo queda plenamente vigente del proyecto historio-grfico propuesto por la crtica cultural latinoamericana a partirde los aos setenta, es la cuestin de las posibilidades deescribir una historia literaria y cultural latinoamericana con

    1 Para una reconstruccin, contextualizacin y evaluacin de los proyec-

    tos autonomistas de la crtica cultural latinoamericana, ver DAllemand2001

    a.Para una discusin de las contribuciones de ngel Rama y Antonio CornejoPolar a los estudios latinoamericanos, ver Moraa 1997 y Schmidt 2002.

    2 Para una sntesis y balance de estos debates, ver Schmidt 2002, 5-34.

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    mtodos y conceptos tericos que consideran la especificidadde los procesos histricos en la regin (Schmidt 2002, 9 y 11).Mi propsito es, entonces, examinar los debates surgidos apartir de los aos setenta, a raz de la problematizacin quedentro de la crtica cultural latinoamericana se hiciera de lanocin misma de lo nacional sobre la cual se apuntalaran lashistorias literarias, objeto de revisin. A la problematizacindel concepto de lo nacional, se suman cuestionamientos a pers-pectivas jerarquizantes y excluyentes que marginan compo-nentes tradicionales y populares de las culturas nacionalesen cuestin, o a visiones homegeneizadoras y unitarias que

    reducen la complejidad de los procesos culturales continen-tales y que hacen perder de vista el doble fracaso del proyectoliberal en la regin, en tanto difcilmente se puede hablar dellogro de la ansiada integracin de los espacios nacionales ode la consolidacin de las culturas nacionales. Me interesadetenerme tanto en las alternativas propuestas como en lasrelaciones entre stas y las formulaciones resultantes de la cr-tica a los modelos de periodizacin eurocntricos hasta en-tonces dominantes en nuestra historiografa literaria. Mi obje-tivo es, pues, realizar un balance comparativo de los aportesde ngel Rama, Alejandro Losada y Antonio Cornejo Polar,que sirva como marco de referencia para algunos de los inte-rrogantes que motivan este volumen.

    La obra de estos tres autores est fundamentalmente edifi-cada sobre la perspectiva de la crtica cultural y de su proyectohistoriogrfico, que privilegia tanto el carcter diferencial delos procesos histrico-culturales de las sociedades continen-tales, como la necesidad de trabajar con aparatos terico-metodolgicos que puedan dar razn de dicho carcter, locual no implica, ni una actitud aislacionista motivada poresencialismos ni territorializaciones de ndole nacionalista, nique ella se haya desarrollado obstinadamente a espaldas delneas de investigacin y debates contemporneos. En el caso

    particular de Antonio Cornejo Polar, como se desprende delagudo ensayo de Friedhelm Schmidt, Hacia una crticaheterognea de las culturas latinoamericanas, el dilogo en-

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    tablado con stos, que se extiende hasta incluir, por ejemplo,los estudios subalternos, el postcolonialismo y los estudiosculturales, es dinmico y constante y la estrategia de su escri-tura revela un concienzudo esfuerzo por responder a los efec-tos distorsionadores generados por las ya mencionadasasimetras en las relaciones intelectuales entre los sectoreshegemnicos dentro de la academia norteamericana y las aca-demias latinoamericanas. La obra de Cornejo se puede ver,entonces, a la luz de la lectura que de ella hace Schmidt, comoexpresin tanto de dilogo crtico con las tendencias ms re-cientes dentro de la reflexin literaria y cultural internacional

    (Schmidt 2002, 5-34),3

    como de resistencia a la no siempre pro-ductiva irrupcin de nuevas y problemticas tendencias uni-ve rsal is tas cuya contribucin, aun con las me jores intencio-nes, en ocasiones no deja de menoscabar la continuidad deproyectos crticos y de agendas investigativas latinoamerica-nas. Lo interesante de la representacin de la estrategia deldiscurso cornejiano por parte de Schmidt es su efecto de fil-tro, por decirlo de alguna manera, por medio del cual Cor-nejo, a la vez que sopesa, incorpora o deshecha elementos delos debates contemporneos, garantiza la continuidad de unproyecto que enfatiza el perspectivismo del conocimiento la-tinoamericano y rechaza agendas globalizantes que amenazancon borrar los conflictos y las agendas locales y nacionales.

    En este sentido, a pesar de que los debates sobre la globa-lizacin hayan, hasta cierto punto, restado centralidad a lapreocupacin por lo nacional y lo local, el hecho es que nohan logrado eliminar del discurso cultural latinoamericano sus

    3 Dejando atrs la tradicional ubicacin de fuentes, Schmidt hacevis ibl e la comple ja trama de la confli ctiva relacin intelectual ent re los cen-tros hegemnicos acadmicos y sus periferias. Una pesquisa similar, anpor realizarse con respecto a las obras de ngel Rama y Alejandro Losada,constituira, sin duda, una importante contribucin a la historia de la crti-ca cultural latinoamericana. El artculo de Schmidt discute la obra de Cor-nejo en el contexto de la creciente desterritorializacin [] de la crtica

    por los procesos de migracin y globalizacin, as como de sus implica-ciones para la construccin del aparato terico de la crtica cultural lati-noamericana (Schmidt 2002, 9), di sc us i n de la qu e de sa fo rt un ad am en teno puedo ocuparme aqu, por trascender el objeto del presente ensayo.

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    persistentes interrogantes por las identidades nacionales yregionales o por las negociaciones entre ellas. 4 Dado que eleje transnacional no cancela estos interrogantes, sino que hacems compleja la red de relaciones y negociaciones, se imponehacer un balance de las propuestas de los crticos que nosconciernen aqu como punto de partida para poder decidirqu aspectos, dentro de ellas, se mantienen vigentes o qureformulaciones aparecen como necesarias.

    El cuestionamiento de la legitimidad del concepto (l i-beral) de nacin y de literatura/cultura nacional, en tantodeudor del modelo homogeneizador que rigiera a las his-

    torias l i terarias europeas en que se inspiraran desde suscomienzos las latinoamericanas conduce, como se ha suge-rido, a replanteamientos del campo y base terica de lasmismas; replanteamientos que generan categoras con lasque se pretende ya sea dar cuenta tanto de la pluralidad comode los rasgos especficos de las formas de produccin litera-ria o cultural caractersticas de las sociedades de la regin(heterogeneidad, transculturacin, las categoras que susten-tan los diversos modos de produccin literaria/cultural delmodelo losadiano), ya sea construir marcos explicativos deorganizacin espacio/temporal del proceso literario continen-tal (concepciones alternativas de lo nacional, perspectivasregionales y continentales en el discurso de estos tres crti-cos, la totalidad contradictoria de Cornejo o la propuesta deperiodizacin losadiana).

    La crtica a la nocin de literatura/cultura nacional5 estdirectamente vinculada, en los escritos de Cornejo, a su ela-boracin de la categora mariateguiana de heterogeneidad,como base de un discurso que inicialmente le permite esta-

    4 Para una elaboracin sobre esta persistencia, ver Achugar (1996, 1998)y Trigo (2000).

    5 Para un examen detallado de las sucesivas reformulacionescornejianas de las nociones de literatura y cultura nacional y de las impli-

    caciones de tales reformulaciones para el sistema conceptual del crticoperuano, ver DAllemand 2002. Parte de las observaciones que al respectohago aqu, siguen de manera abreviada el anlisis que ofreciera en elcitado ensayo.

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    blecer el doble estatuto socio-cultural tanto de la literaturacomo de la sociedad peruanas (Cornejo Polar 1978) y ms ade-lante le lleva a la formulacin de las nociones de sujetomigrante y de heterogeneidad no dialctica (Cornejo Polar 1995,1996).6 En la obra de Rama, esta crtica conduce a su incorpo-racin al discurso crtico de la categora antropolgica de trans-culturacin, acuada originalmente por el cubano FernandoOrtiz en los aos cuarenta. En el proyecto de Rama esta cate-gora ocupa un lugar central de su discusin sobre los en-cuentros y desencuentros que la problemtica relacin entretradicin y modernidad genera a nivel del proceso literario y

    cultural en Amrica Latina; por medio de ella, Rama exploralos procesos de mediacin, seleccin, reformulacin e inven-cin operados entre los sistemas culturales regionales y elhegemnico y examina la relacin entre estos procesos y latendencia dentro del sistema literario erudito que, articuln-dose a las culturas populares rurales, ensaya vas de renovacinalternativas a aqullas articuladas a las corrientes de renova-cin internacionales. Rama lee este proyecto de renovacin al-ternativa como un proyecto contrahegemnico con respectoal movimiento universalista de la cultura occidental; ste ten-dra, como doble objetivo, el salvaguardar y revitalizar el acer-vo cultural local, a la vez que servir de estrategia de penetra-cin y modificacin del sistema dominante por parte de lasculturas populares tradicionales (Rama 1987).

    La descalificacin de la nocin de literatura nacional estligada en la obra de Losada a la formulacin de un complejosistema categorial a partir del cual el crtico argentino se pro-pone no slo dar razn de la diversidad de modos de produc-cin literaria/cultural que caracterizan la historia republicana,sino sentar las bases para la formulacin de un sistema de

    6 Estas dos ltimas nociones de hecho inscriben el discurso de Corne-jo, como ya haba sealado en otro lugar, en los actuales debates sobre lareconstitucin de las identidades locales y perifricas en el contexto de la

    revolucin massmeditica y los procesos de globalizacin cultural(DAllemand 2001b). Abril Trigo explora el potencial de la nocin demigrancia para operar en el contexto de lo transnacional (Trigo en Moraa1997, 163-164).

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    periodizacin alternativo, capaz de recoger los rasgos espec-ficos de los procesos histrico-culturales latinoamericanos.7

    La categora losadiana de praxis social sirve de base a su crti-ca de la nocin de literatura nacional. Praxis social se refiereal proceso dentro del cual [] el sujeto productor [o gruposocial al cual el autor individual se articula], precisamente ensu forma de produccin y a travs de su producto, estableceun modo concreto de relacin consigo mismo y con los hom-bres de su sociedad (Losada 1976, 121). Para Losada, el con-junto de sistemas literarios denominado tradicionalmentecomo literatura latinoamericana, en realidad constituye la

    praxis de lites sociales particulares y no la totalidad de sucorpus (181); Losada nos recuerda que, de hecho, en AmricaLatina no se ha articulado jams un proyecto genuinamentenacional, en el que la totalidad de los actores sociales puedareconocerse y reconciliarse (Losada 1981, 183). Estas tres pro-puestas se conciben, pues, como vehculos para restituir ladensidad de los procesos socio-culturales involucrados en laproduccin de las literaturas del continente, densidad esca-moteada por la historiografa literaria tradicional.

    El carcter problemtico de la nocin de literatura nacionalse revela, para estos crticos, en la ficcin de unidad, evolucinlineal y cohesin que sta ofrece de las prcticas literarias den-tro de los diferentes espacios nacionales; en su inadecuidadpara aprehender la totalidad de las mismas, inadecuidad mani-fiesta, por ejemplo, en su exclusin del sistema oral y populardel corpus de las literaturas nacionales; en sus limitaciones paradeslindar literaturas ilustradas y literaturas populares; o en suincapacidad para aprehender variantes intranacionales, espe-cialmente cuando ellas se articulan a estratos socio-culturalesdiferentes o se producen en lenguas nativas. Ella se queda cor-ta tambin cuando se busca dar cuenta de movimientos que,trascendiendo las fronteras nacionales, encuentran sus correla-tos en otras regiones del continente; cuando se intenta exami-

    7 Para una sistematizacin del sistema categorial de Losada, una discu-sin de su propuesta de modos de produccin literaria/cultural y sugeren-cias bibliogrficas especficas, ver DAllemand 2001a, 85-126.

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    nar zonas de confluencia y momentos de comunicacin entrelas producciones literarias de los diversos pases y regiones delcontinente; cuando se pretende abarcar la unidad cultural deregiones que trascienden las fronteras nacionales, frecuente-mente arbitrarias; cuando se intenta explicar el diferente ritmocon el que florecen determinados movimientos estticos, endiferentes espacios nacionales o cuando se intenta entenderlos diferentes procesos de recepcin y apropiacin de discur-sos o propuestas estticas particulares en los diversos espaciosnacionales, en un momento dado.

    Este diagnstico refleja nuevas formas de pensar el objeto

    de la disciplina que recogen el impacto, ya sea directo o indi-recto, de la antropologa dentro de los debates del periodo y,en particular, dentro de la obra de los crticos discutidos aqu.De las dos categoras alternativas (la regin, Latinoamrica)generadas por este diagnstico, la regin resulta sin duda lade mayor productividad y proyeccin; las regiones propues-tas no son concebidas como meras variaciones de orden espa-cial; las nuevas fronteras que se pretende disear por mediode ellas tienen un referente histrico-cultural, ms que sim-plemente geogrfico.8 Incluso, como apunta Rama, ellas noslo desenmascaran el mito de la unidad nacional, sino la ar-bitrariedad de las fronteras estatales en parte derivadas delmapa poltico colonial y en parte determinadas por los aza-res de la vida poltica nacional o internacional (Rama 1987,57-58). Ahora bien, es cierto que estas categoras estn a la vezmarcadas por las reflexiones sobre la identidad de las socieda-des latinoamericanas que dominan la dcada del setenta y partede la siguiente, como lo es tambin el que estas reflexionesestn, en mayor o menor grado, cargadas de perspectivasesencialistas de cuo romntico. Sin embargo, ni estas pers-pectivas agotan todas sus posibilidades, ni parece justificabledescartarlas sin darnos la oportunidad de explorarlas.

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    Los mapas regionales propuestos por Rama y Losada como alter-nativa a la compartimentalizacin nacional se pueden ver en: Rama 1982,144 y Losada 1980, 1983. Obviamente, stos constituyen slo una primera yesquemtica, aunque sugestiva, tentativa.

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    Como alternativa al recorte nacional del objeto dentro dela historiografa literaria tradicional, Rama propone dos enfo-ques con funcin complementaria: uno continental y otro re-gional (Rama 1975 , 1985, 1987). El lo s, de hecho, cons ti tuyenejes de dos proyectos en gran medida contradictorios dentrode su discurso crtico: por una parte, un problemtico pro-yecto integrador, heredero de arraigadas utopas latinoameri-canistas dentro de nuestra historia intelectual, y por otra, unproyecto de infinito mayor alcance, en cuanto su propsito eshacer visible la pluralidad tanto de sistemas (regiones) cultu-rales, como de sistemas literarios articulados a aqullos; testi-

    monios vivientes, ambos, tanto de la tenaz resistencia de lasculturas rurales tradicionales a los movimientos universalistas yhomogeneizantes de la modernizacin, como de su capacidadde proponer vas alternativas a la misma. De este segundo pro-yecto se desprende su lectura de la narrativa transculturadora,por medio de la cual no slo establece un fundamental quiebredentro de la pretendida homogeneidad de la narrativa del boom(Perus en Moraa 1997), sino que, como ya se ha indicado, de-muestra con creces que los narradores transculturadores en-cuentran en el seno de las menospreciadas culturas tradiciona-les campesinas una de las fuentes ms radicales de renovacinartstica del periodo.9

    Cornejo tambin ensaya (aunque slo en una etapa inicial),el abandono del concepto de literatura nacional y su reempla-zo por el de literatura latinoamericana, concepto tensionadopor aspiraciones, en cierto grado, integradoras y totalizantes,de un lado, y por una conciencia de diversidad de la produc-cin literaria, al menos binaria, por otro. Como ya se ha seala-do en el caso de Rama, esta dimensin integradora y totalizantetiene fuerte presencia dentro de los debates crticos de la dca-da del setenta y de parte de la siguiente.

    Sin embargo, como veremos, en la obra posterior de Cor-nejo la tensin arriba mencionada se resolver a favor de lec-

    turas que combinan y superponen perspectivas nacionales,9 Para una exploracin de este doble y contradictorio proyecto y de sus

    implicaciones para la propuesta crtica de Rama, ver DAllemand 2001a, 59-84.

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    regionales y continentales y enfatizan tanto la pluralidad desistemas literarios/culturales producidos por las sociedadeslatinoamericanas, como su carcter conflictivo. Y dentro delmarco de estas lecturas, la categora de la totalidad contradic-toria jugar un papel crucial, en tanto Cornejo aspira a cons-truir, por medio de ella, totalidades capaces de recoger la plu-ralidad literaria y socio-cultural empricamente verificabledentro de las formaciones ya sea nacionales, regionales o con-tinentales, segn vare el objeto que el crtico aborde.

    Como resultado de sus reflexiones sobre la interpretacinmariateguiana de la cuestin nacional en el Per, Cornejo re-

    moviliza, ms adelante, la nocin de literatura/cultura nacionaly la redefine, legitimndola, al hacerla incorporar ahora las prc-ticas literarias populares y orales de la cultura peruana y con-vertir la en portadora de una vis in, que en vez de hacer refe-rencia a un objeto unitario y cohesivo, lo asume ahora comoplural y disgregado (Cornejo 1980, 56), producto de un pa sahora comprendido como multitnico (Cornejo 1982, 23-4 y 31).Por medio de esta reconceptualizacin, que es coherente concierta tradicin discursiva de la izquierda de la regin (comna Rama y Losada tambin), que de hecho no concibe una na-cin sin pueblo, Cornejo expone la nacin liberal, ella s sinpueblo, en que se sustenta el concepto de literatura nacionalmanejado por la historiografa latinoamericana.10

    Esta resemantizada nocin de lo nacional entra para noabandonar ya ms el discurso de Cornejo. La encontraremosan actuando en su ltimo libro, Es cr ib ir en el ai re (1994a),por ejemplo, donde lecturas mucho ms densas tanto de lahistoria cultural peruana, como del mundo andino, ms quepresentarse como perspectivas mutuamente excluyentes, seentrelazan y enriquecen mutuamente.11 Interactuando con laperspectiva regional e incluso con la continental, contribuye

    10 Para una muy iluminadora exposicin de la identificacin entre pue-blo y nacin dentro del discurso de la izquierda latinoamericana, as como

    de la persistente vigencia de esta agenda nacional/popular para la izquier-da continental, ver Castaeda 1994, 272-274.11 Para una lectura alternativa, desde la cual la nocin de literatura nacio-

    nal desaparecera del ltimo perodo de la obra de Cornejo, ver Moraa 1995.

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    a la conformacin de un fluido sistema de ejes alrededor delos cuales se piensa el objeto literario de manera mucho mscompleja. A esta complejidad se llega por va de la desenciali-zacin de los discursos identitarios construdos alrededor deestos ejes a partir de una comprensin de los procesos hist-ricos [como procesos] abiertos, no excluyentes, que puedenarticularse entre s de muchas maneras distintas (Cornejo 1987,129). Para Cornejo, la profundizacin de la invest igac in de lsistema (supra-)regional arrojara luz no slo sobre las formasen que se integran en l las literaturas nacionales que lo com-ponen, sino tambin sobre las variantes interiores y sobre las

    posibles relaciones entre stas y otras similares en otros espa-cios nacionales o regionales. Inclusive, Cornejo considera quela (reconceptualizada) perspectiva nacional no puede aban-donarse sin riesgo a perder de vista las maneras en que siglo ymedio de existencia de sociedades como estados independien-tes marca las tradiciones que se articulan a experiencias colo-niales o pre-coloniales cuyo mbito trascendiera el de las fron-teras nacionales: en otras palabras, aunque sea posible hablarde zonas culturales (supra-)regionales, es preciso tambin re-conocer que stas derivan rasgos particulares a partir del selloimpreso por la experiencia histrica especfica de formacio-nes nacionales individuales (Cornejo 1987, 129-31).

    El enfoque nacional es reemplazado, en el trabajo deLosada, por uno regional, o sub-regional, como prefiere lla-marlo l, que sirve de base a un proyecto comparatista. Pormedio de este enfoque, Losada busca dar cuenta, entre otrascosas, del diferente desarrollo diacrnico subregional, arro-jando luz sobre las diferencias entre producciones literariasque no por coetneas constituyen el mismo fenmeno; o dela simultaneidad de fenmenos que de manera inmediata apa-recen como literaturas de cualidad diferente; el simultneosurgimiento de indigenismo y vanguardismo en el Pacficoandino, por ejemplo (Losada 1976, 17 9). Tamb in se of re ce

    como respuesta a la cansada perspectiva generacional, parapotenciar la percepcin de la diferencia entre los proyectossociales a los que se articulan las obras de autores coetneos,

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    como en el caso, por ejemplo, de Onetti y Alegra (Losada1976, 212). Finalmente, es a par tir de este enfoque subregionalque Losada construye su modelo de lectura de los modos deproduccin literaria/cultural caractersticos de la Amrica La-tina de los siglos XIX yXX, una de las ms sistemticas y elabo-radas propuestas de historia social de la literatura propuestaspor la crtica cultural latinoamericana. Lamentablemente, estambin la que menos escrutinio crtico ha recibido (CornejoPolar 1977, Lienhard 1986, Borel 1987, Ventura 1987, DAllemand2001a, 85-126). Me atrevera a decir que cualquier proyecto fu-turo de historia social latinoamericana tendra que partir de

    una relectura y de una profundizacin del, hasta ahora, ma-gro balance del proyecto losadiano.A las reformulaciones del concepto de lo nacional, propues-

    tas por la crtica cultural latinoamericana, se asocia otra pre-ocupacin central en el discurso de Cornejo y Losada princi-palmente. Se trata de su esfuerzo por desmantelar la ficcin deunidad, homogeneidad, coherencia, sntesis y armona socio-cultural contenidas en el paradigma de mestizaje dominantesen el discurso de la crtica latinoamericana tradicional. Esteparadigma, no sobra recordarlo, subyace no slo a la mayorade los discursos oficiales de identidad nacional construdos porlas lites republicanas post-independentistas, sino a parte subs-tancial de nuestra historiografa literaria desde sus primerosesbozos nacionales en las historias literarias fundacionales pro-ducidas por las lites criollas en el siglo XIX.12

    La problematicidad de la categora de mestizaje no consti-tuye realmente un foco de la reflexin de Rama. Por el contra-rio, de hecho se ha argumentado que su discurso sobre la trans-culturacin puede ser considerado hasta cierto punto como

    12 En el caso colombiano, para una discusin del lugar que el discursodel mestizaje ocupa en la obra de Vergara y Vergara y una contextualiza-cin de la misma dentro del pensamiento de las lites decimonnicas co-lombianas, con su correlativo borramiento de la memoria indgena de la

    conciencia nacional, ver DAllemand (prximo a aparecer). Para un exa-men de la marginacin del negro por la ideologa del mestizaje y su ficcinde democracia racial, ver el importante libro de Peter Wade, Gente negra,nacin mestiza (1997).

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    una versin sofisticada del discurso de mestizaje (Cornejo1994b). Aunque es evidente que el discurso de la transcultura-cin se ve atravesado por una visin integradora y sintetizadora,no es posible desconocer que sta co-existe, sin duda, en unasituacin de tensin, con una visin que en cambio potenciala lectura del conflicto socio-cultural en las sociedades lati-noamericanas y la capacidad contrahegemnica de sus cultu-ras populares, en particular las culturas populares rurales alas cuales se articula la produccin literaria que l rotula comotransculturadora. En otro lugar ofrezco una discusin detalla-da de estas contradicciones internas de la categora transcul-

    turadora, tal como ella funciona, tanto en el discurso de Ramacomo en el de Ortiz, y propongo un abordaje por el que sepretende rescatar los ejes productivos que la atraviesan, a lavez que prob lema ti za r aque ll os que minan su po tenc ia linterpretativo. Ahora bien, aunque Abril Trigo comparte laevaluacin cornejiana del discurso transculturador de Rama,sin embargo, opta por no desechar el instrumental herme-nutico ofrecido por esta nocin y propone su actualizacincomo transculturacin (en lo) transnacional, o transcultu-ras hbridas, o heterogeneidad transcultural [con lo cual ella]captara aventajadamente el carcter procesual de los fen-menos culturales en la hora actual (Trigo en Moraa 1997,163; en bastardilla en el original). Franoise Perus, por su par-te, reivindica el aporte a la renovacin del instrumental teri-co de la historiografa literaria latinoamericana, por parte deldiscurso transculturador de Rama (Moraa 1997, 54 -70).

    Desde la perspectiva losadiana, la nocin de mestizaje noslo tiene un efecto homogeneizador sobre literaturas en rea-lidad diferentes, sino que adems escamotea la naturalezaconflictiva de nuestras sociedades, al diluir la pluralidad deproyectos socio-culturales a partir de los cuales se producenlos distintos sistemas que conforman la totalidad de su proce-so literario (Losada 1976, 187-188 y 1977, 8). Losada descalif ica,

    pues, la categora de mestizaje por su carencia de legitimidadcomo principio tanto interpretativo como diferenciador de losprocesos literarios latinoamericanos, ya que en todo caso con-

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    duce a la prdida de vista de las caractersticas especficas dela sociedad, la literatura y la historia continentales: la ideadel mestizaje olvida la de dominacin y dependencia, la arti-culacin de la sociedad latinoamericana al proceso de desa-rrollo histrico desatado por la Edad Moderna y, posterior-mente, por la revolucin burguesa como entidad subordinaday sub-desarrollada, excepto ciertos enclaves productivos y cier-tos grupos sociales que se desarrollan bajo su dominio(Losada 1976, 187-88). Esta perspectiva, como bien seala Ro-berto Ventura, est directamente conectada con los ya men-cionados planteamientos losadianos de modos de produccin

    literaria/cultural y con su propuesta de divisin en regionesculturales como base para la investigacin de los diversos sis-temas literarios producidos en ellas (Ventura 1987, ix).

    La crtica cornejiana al paradigma del mestizaje busca, porsu parte, desmitificar las visiones de sntesis conciliadoras con-tenidas en ste, visiones que escamotean la efectiva conflicti-vidad de s ituaciones socio-cu ltural es y de di scursos en losque las dinmicas de los entrecruzamientos mltiples no ope-ran en funcin sincrtica sino, al revs, enfatizan conflictos yalteridades (Cornejo 1994, 36 9; nfasis en el original). ParaCornejo, la crtica debe partir del reconocimiento de las frac-turas y conflictos de orden socio-cultural herederos, en lassociedades latinoamericanas, de problemticas originadas enuna historia colonial, y su rol, a contrapelo del asumido por lacrtica tradicional, debe ser el de hacer visibles estos conflic-tos y alteridades y dar razn de los grados tanto de encuentrocomo de desencuentro que se den entre dichas prcticas cul-turales y los discursos producidos en estas circunstancias (Cor-nejo 1994).

    Finalmente, como ya se ha sealado, otro aspecto impor-tante de las discusiones que hemos venido examinando sedesprende del cuestionamiento a los modelos de periodiza-cin eurocntricos dominantes en la historiografa literaria tra-

    dicional. Quisiera, en esta ltima seccin del presente ensa-yo, referirme brevemente a las perspectivas generales desdelas cuales estos tres crticos abordan la cuestin y a los bos-

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    quejos de propuestas de periodizacin que nos han dejadoen sus escritos.

    A part ir de su evaluacin de los princ ipales momentos enel desarrollo de la historiografa literaria latinoamericana, msque sugerir caminos especficos, Rama propone estrategiasgenerales como medio para buscar correctivos al tipo de na-rrativas ofrecidas hasta entonces por la disciplina (Rama 1974,1975, 1985). Para Rama, toda tentat iva de repensar el procesoliterario debe aspirar, en primer lugar, a construir una totali-dad de dimensin continental, perspectiva que obviamentetendra que trascender el tradicional principio aditivo de lite-

    raturas nacionales con el que hasta entonces se continuabatrabajando (Rama 1974, 126); y la construccin de esa totalidaddebera, adems, sustentarse en el cuestionamiento de la no-cin de narrativa lineal, progresiva [evolutiva] y sin espesor,construda por la historiografa latinoamericana. El nfasis ten-dra que ponerse sobre el desmantelamiento de las unidadesya forjadas y [de] las unidades que dentro de ellas autorizanarticulaciones evolutivas (Rama 1975, 81-82 y 84). Objetivo dela disciplina debera ser, entonces, volver, temporalmente, unamirada nueva hacia el proceso literario con el nimo de detec-tar discontinuidades y nuevas articulaciones. Esta mirada fres-ca debera permitir el elucidamiento de rupturas a partir delas cuales establecer secuencias literarias, secuencias queaunque [correspondan] a periodos histricos, 13 no los ago-tan. El nfasis de Rama est puesto, sobre todo, en el espe-sor de dichos periodos y en la necesidad de convertir el re-gistro de este espesor en objetivo central de las futuras historiasliterarias. Dentro de estos periodos siempre se encontraransuperpuestas diversas secuencias literarias, secuencias di-ferentes y autnomas, a veces enfrentadas o simplemente con-tiguas, como en el caso del modernismo y del criollismo, por

    13 No olvidemos que Rama nos alertara tambin sobre los riesgos deotra tradicin dentro de la historiografa literaria, que tiene que ver con la

    supeditacin inmediada del proceso literario a las periodizaciones pro-puestas por las historias nacionales o continentales, sin atender a losdesfases entre estas periodizaciones ni a las modulaciones generadas porel proceso literario mismo (Rama 1985, 91).

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    ejemplo; y esto hablando slo de la produccin erudita, sinentrar siquiera a considerar la contribucin de las varias mani-festaciones populares (rurales y urbanas), al espesor de cadaperiodo; es el reconocimiento de este espesor el que final-mente desbarata el sistema plano y lineal de las historias reci-bidas. Ahora bien, las secuencias, aade Rama, deben en pri-mer lugar, ser delimitadas y definidas atendiendo a susmanifestaciones artsticas y luego, articuladas, con las debi-das mediaciones, al universo cultural al que pertenecen, puesslo esta articulacin les garantizar su coherencia y su signi-ficacin. Como ya se haba indicado, el objetivo final es la de-

    terminacin del lugar que ocupan las secuencias literarias den-tro de la totalidad, de modo que se pueda, no slo esclarecerlas relaciones entre literatura y sociedad en un momento dado,sino los rasgos especficos de esta relacin en el contexto lati-noamericano. La necesidad de una relectura y reinterpretacindel proceso literario continental, que le restaure no slo sudensidad, sino su especificidad, va mano a mano en el discur-so de Rama con la necesidad de una relectura y reinterpretacinde su proceso social que realice esta misma operacinrestauradora (Rama 1975, 84-88 y 96-99).

    Tanto estas cr ticas de Rama a la histor iog rafa tradicional ,como las estrategias que propone como respuesta, encuen-tran amplio eco en el modelo losadiano de modos de produc-cin literaria/cultural y en las exploraciones cornejianas alre-dedor de su categora de la totalidad contradictoria. El modelolosadiano, que est comprometido con la restitucin de ladensidad de la produccin literaria en las sociedades latinoa-mericanas, rompe con el principio de organizacin del mate-rial en periodos, o al menos con el sistema de periodizacintradicional, as como con las visiones lineales, evolutivas, a lasque Rama se refera; su modelo ofrece, por ejemplo, la posibi-lidad de hacer visibles las a-sincronas del proceso literarioentre diferentes regiones o de mostrar cmo y explicar por

    qu ciertos modos de produccin persisten en ciertas reasculturales por pocas mucho ms largas de lo que normal-mente es aceptado, cuando en otras, ya han perdido su vigen-

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    cia y dado lugar al surgimiento de nuevos sistemas literarios,como en el caso del romanticismo peruano frente al del Rode la Plata, por ejemplo (Losada 1977). Por otra parte, como yase haba sealado, este modelo de lectura le lleva a sentar lasbases para la construccin de un sistema de periodizacin que,rompiendo con las perspectivas eurocntricas de la historio-grafa literaria tradicional, se propone la captacin de los rit-mos especficos del proceso literario latinoamericano. Aun-que desafortunadamente la muerte de Losada abortara esteltimo proyecto, nos queda un sugestivo bosquejo inicial, quesugiere parmetros tanto para distinguir procesos globales

    latinoamericanos de procesos particulares a las regiones, comopara entender los cambios histricos y culturales que se ope-ran en las sociedades latinoamericanas, independientementede los cambios operados en las sociedades hegemnicas has-ta entonces consideradas como variable independiente y de-terminante de los cambios en la periferia (Losada 1983, 1986).Este bosquejo recoge, de hecho, la perspectiva que rige suinterpretacin del proceso de internacionalizacin de la lite-ratura latinoamericana, as como su diseo de los modos deproduccin literaria/cultural dominantes en los siglos XIX y XX(Losada 1987, 47 -10 9), de fo rma que todo ba lance de di ch obosquejo pasa necesariamente por un examen de sus aplica-ciones concretas.

    Ahor abi en, co mo ya se hab a indi cado , las lectu rascornejianas que combinan y superponen perspectivas nacio-nales, regionales y continentales estn estrechamente vincu-ladas con la categora de la totalidad contradictoria, una ca-tegora espacio-temporal, histrica y socio-cultural por mediode la cual se configuran objetos complejos y se busca darcuenta del carcter conflictivo de las redes de relaciones quese dan a su interior. El funcionamiento de esta categora enel discurso de Cornejo se entiende ms claramente si esta-blecemos, desde una perspectiva metodolgica, dos instan-

    cias: una primera instancia descriptiva, en la cual se constru-ye ese objeto complejo y contradictorio, referido tanto a unatotalidad espacial concreta (nacional, regional, etc.), como a

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    una totalidad temporal especfica (la l iteratura de la Con-quista, por ejemplo); la segunda instancia es explicativa yconsiste en insertar ese objeto complejo en la totalidad his-trica correspondiente (la historia social de la Conquista, eneste caso), con lo cual se busca dar razn de la densidad desus sistemas literarios y de su capacidad de representacinde la totalidad socio-cultural.

    Es evidente que en esta propuesta metodolgica de cons-truccin del objeto, est en ciernes, de hecho, el bosquejo deuna propuesta de periodizacin de los procesos literarios delas sociedades latinoamericanas. El principal problema sea-

    lado por Cornejo est en la capacidad de captar correctamen-te los momentos de quiebre que determinan la desintegra-cin de una totalidad y el surgimiento de otra (Cornejo 1982,49-50), en la capac idad de determinar las modificaciones espe-cficas de los tiempos y ritmos propios de cada sistema osubsistema integrante de la totalidad, as como de las relacio-nes entre stos y con respecto a la totalidad englobante; estasmodificaciones daran lugar, precisamente, a un nuevo perio-do, a una nueva totalidad espacio-temporal. El objetivo lti-mo no sera, para Cornejo, sin embargo, el construir una histo-ria de los sistemas independientes que conforman el procesoliterario latinoamericano, sino elaborar la historia de esapolifona, de las muchas voces que dialogan en nuestro dis-curso literario (Cornejo 1988, 68 y 70). Finalmente, es impor-tante sealar que en este bosquejo de propuesta de periodi-zacin, se pasa por dos visiones del proceso literario: unaprimera visin secuencial, en que una totalidad se desintegrapara dar surgimiento a otra, generando cambios que afectanla totalidad de sistemas y subsistemas dentro del periodo (Cor-nejo 1982), y una segunda visin ms densa de los ritmos his-tricos a los cuales el proceso literario se articula, donde lastransformaciones no tienen un impacto global, sino que esposible, en cambio, detectar asimetras, continuidades y rup-

    turas a nivel de los diferentes sistemas y subsistemas, al consi-derar la conformacin de una nueva totalidad (Cornejo 1988).En su ltimo libro, Cornejo profundiza esta visin densa de

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    14 Valdra la pena explorar tanto los vnculos entre esta visin densa delos tiempos histricos de Cornejo y la nocin de heterogeneidadmultitemporal de Garca Canclini (1990), como la af in idad que Jos Anto-nio Mazzotti seala entre la categora de la totalidad contradictoria y la

    concepcin benjaminiana de los rasgos internos de un perodo histricoen que es visible el retroceso, la persistencia de la inmovilidad y a la vez lafuerza de los agentes del cambio, que, sin embargo, no siempre logranmodificar su entorno (Mazzotti 1999, 37).

    los ritmos histricos, dejando atrs la visin secuencial; esto,sin embargo, ms que implicar un abandono de la miradahistrica o una prdida de conviccin en la necesidad deanclar el proceso literario en la historia social, implica unaradicalizacin en su discurso de la conceptualizacin de ladensidad histrica de los procesos literarios y culturales. Elobjetivo es dar cuenta del espesor histrico de las prcti-cas literarias y este espesor se deriva de la multiplicidad detiempos y ritmos sociales que se hunden verticalmente ensu propia constitucin, resonando en y con voces que pue-den estar separadas entre s por siglos de distancia. Corne-

    jo habla, igualmente, de la necesidad de trabajar sobre se-cuencias que, pese a su coetanidad, corresponden a ritmoshistricos diversos; lo importante no es entonces la deter-minacin de un solo curso histrico totalizador, sino de lapluralidad de tiempos histricos coexistentes en un deter-minado espacio (Cornejo 1994 , 17 -18). 14 La aspiracin a unavisin tota lizadora se mant iene , pero es ta tota lidad se pien-sa como plural y contradictoria, en cuanto se busca dar ra-zn de la complejidad del proceso literario y cultural a partirde la aprehensin de su integridad relacional (Cornejo 1994,88-89). El ltimo libro de Cornejo se propone como una pri-mera incursin en este ambicioso proyecto, y en ms de unamanera constituye un reto para el futuro desarrollo de lad isc ip l ina .

    Espero haber cumplido con mi objetivo inicial de motivaruna relectura de estos fecundos aunque truncados proyectos,que nos anime a retomar los desafos que ellos nos proponen.

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