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Territorios ISSN: 0123-8418 [email protected] Universidad del Rosario Colombia Coronado, David ¿Realmente sabemos lo que hacemos cuando creemos combatir la delincuencia? Territorios, núm. 15, agosto-diciembre, 2006, pp. 33-52 Universidad del Rosario Bogotá, Colombia Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=35711624003 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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Territorios

ISSN: 0123-8418

[email protected]

Universidad del Rosario

Colombia

Coronado, David

¿Realmente sabemos lo que hacemos cuando creemos combatir la delincuencia?

Territorios, núm. 15, agosto-diciembre, 2006, pp. 33-52

Universidad del Rosario

Bogotá, Colombia

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=35711624003

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Número completo

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Sistema de Información Científica

Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal

Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

Territorios 15 / Bogotá 2006, pp. 33-52

¿Realmente sabemos lo que hacemos cuandocreemos combatir la delincuencia?David Coronado*

Con una madera tan torcida como aquéllade la que está hecho el hombre,

no se puede tallar nada derecho.Kant

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Palabras clave:percepciones de ladelincuencia, configura-ciones, espacios, racionali-dad, consecuencias nodeseadas, subjetividad ycreencias.

Recibido: 21-02-2005Aceptado: 10-11-2005

* Doctor en CienciasSociales, coordinador de lalicenciatura en Sociologíadel Centro Universitariode Ciencias Sociales yHumanidades [email protected].

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DAVID CORONADO

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RESUMEN

Este artículo trata el tema de las percepcionesde la delincuencia que han sido formadas porlos habitantes de dos zonas urbanas de la ciudadde Guadalajara, México: el barrio de Analco y lacolonia Providencia. Las percepciones son de-finidas como una construcción social que pro-picia las configuraciones subjetivas con las quelos sujetos se apropian de las vivencias cotidia-nas y la manera como seleccionan las posiblesinterpretaciones.Esta definición relaciona a las percepciones conlas sensaciones y los sentidos, pero también conun entramado –que se puede llamar red, es-quema o ejemplar– de símbolos, sentidos y sig-nificados, que les ayudan a actuar en y con elmundo. La propia construcción de las percep-ciones otorga elementos para eslabonarlas consituaciones de vital importancia para los suje-tos: descripciones espacio-temporales del mun-do, evaluaciones cotidianas de las situacionesy, especialmente, con los aspectos prescripti-vos de la vida.En el sentido arriba descrito, las percepcionesestán incluidas dentro de los procesos de cog-nición social, ubicados espacio-temporalmen-te, en tanto que dependen de los sentidos delos sujetos para captar la realidad y de los co-nocimientos previos. Esto es lo que da pisopara hablar de la subjetividad, de la racionali-dad y de las creencias.

ABSTRACT

This article treats the topic of the perceptionsof the delinquency that they have been formedby the inhabitants of two urban areas of thecity of Guadalajara, Mexico: the neighborhoodof Analco and the colony Providence. The per-ceptions are defined as a social constructionthat propitiates the subjective configurationswith those that the fellows appropriate in thedaily personal experience and the way like theyselect the possible interpretations.This definition relates the perceptions withthe sensations and the senses, but also with alattice –can be call net, outline or copy– ofsymbols, senses and meanings that help themto act in and with the world. The own con-struction of the perceptions grants elementsto link them with situations of vital impor-tance for the fellows: space-temporary de-scriptions of the world, daily evaluations ofthe situations and, especially, with the pre-scriptive aspects of the life.In the sense up described, the perceptions areincluded inside the processes of social knowl-edge, located space-temporarily, as long as theydepend on the senses of the fellows to capturethe reality and of the previous knowledge. Thisis what gives floor to speak of the subjectivity,of the rationality and of the beliefs.

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territorios 1535¿REALMENTE SABEMOS LO QUE HACEMOS CUANDO CREEMOS COMBATIR LA DELINCUENCIA?

Este artículo trata el tema de las percep-ciones de la delincuencia que se han for-mado los habitantes de dos zonas urba-nas de la ciudad de Guadalajara, México:el barrio de Analco y la colonia Provi-dencia. Las percepciones1 serán enten-didas como una construcción social quepropicia la configuración interna de lasubjetividad; en otras palabras, son lasconfiguraciones con las que los sujetosse apropian de las vivencias cotidianas yla manera como seleccionan las posiblesinterpretaciones.Esta definición es más amplia que aque-lla que relaciona a las percepciones conlas sensaciones y los sentidos. Las percep-ciones, en este artículo, están configuran-do en los actores un entramado –que sepuede llamar red, esquema o ejemplar–

de símbolos, sentidos y significados, queles ayudan a actuar en y con el mundo.La propia construcción de las percepcio-nes otorga elementos para eslabonarlascon situaciones de vital importancia paralos sujetos: descripciones espacio-tem-porales de la vida, evaluaciones cotidia-nas de las situaciones y, especialmente,con los aspectos prescriptivos de la vida(Potter, 1985: 170).En el sentido arriba descrito, las percep-ciones están incluidas dentro de los pro-cesos de cognición social, en tanto quedependen no solamente de los sentidosde los sujetos para captar la realidad, sinoque están hermanadas con los conocimien-tos previos y también con la posible rea-lidad por conocer, incluyéndose mutua-mente en una espiral infinita:

DIAGRAMA 1LA COGNICIÓN SOCIAL EN LAS PERCEPCIONES

1 Según Zerubavel(1997: 122) el estudio delas percepciones lo iniciaA. Child en 1950 conThe sociology ofperceptions y loprosiguen en 1982 tantoMary Douglas con suEssays in the Sociologyof Perception, comoLowe con su textoHistory of BourgeoisPerception.

CONOCIMIENTOPRETEÓRICO

LO POSIBLEPOR CONONER

Fuente: elaboración propia

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Un nexo también importante, que es ine-vitable analizar, es el de las emociones,en tanto que suscitan consecuencias impor-tantísimas para las mismas percepciones.Y con esta finalidad, las relaciones esta-blecidas entre las percepciones del riesgo(PR) y el miedo al crimen (MC) son untema para ejemplificarlas.Las emociones están presentes en todoslos procesos cognitivos, aunque en rela-ción con las percepciones siempre apare-cen como particulares y dirigidas haciaalgún objeto específico, con un principioy un fin, por esto Wilcox y Land (1996a)hablan de miedo al crimen, pero invaria-blemente dirigido hacia algún tipo de cri-men en particular y no a la delincuenciaen general. De la misma manera, las per-cepciones aparecen como generales, abs-tractas y mediando multidimensional-mente el ingreso de la informacióngeneral al cuerpo.2 Pero, aunque las emo-ciones se encuentren inmersas en un marde percepciones, antes y después de ellas,los objetos específicos de las primerascondicionarán nuevas percepciones inclusohacia esos mismos objetos.Cotidianamente los sujetos construyenimbricaciones en torno a los delitos queocurren en su entorno, o que ellos creenque se cometen, produciendo tejidos reti-culares o hilados intersubjetivos (Zeru-bavel, 1997: 6), que van más allá de undelito particular y autónomo.Para comprender y explicar esas redes,Lowe (1986: 11) ha propuesto seguir la“interacción dinámica entre el contenidodel pensamiento y la institucionalización

del mundo”. Lo que ubicado en el terre-no de “las percepciones de la delincuen-cia”, implica seguir un doble camino. Unode entrada donde estos fenómenos influ-yen sobre las experiencias de los sujetos,sin importar si son propias o apropiadasdesde cualquier tipo de relación intersub-jetiva; y otro de exteriorización, dondelos delitos gatillan las percepciones y losmiedos, concretizados tanto en accionescomo en justificaciones. Aquí está el ori-gen de la formación de las redes de ex-periencias subjetivas, pero también de lasacciones y de las organizaciones concretas.Con el objeto de cubrir este objetivo sedesarrollan los siguientes puntos: unabreve introducción sobre el tema de laspercepciones y su relación con la delin-cuencia; después están los elementos bá-sicos del modelo de la racionalidad clási-ca; para presentar inmediatamente, unadefinición de los actores y la ejemplifi-cación de sus modos típicos de actuar ypensar; finalizando con una interpretaciónde éstos y con algunas pequeñas reflexio-nes sobre las limitaciones de este modelo.

1. Escenarios e ilusiones

El punto de partida implica una reflexiónsobre el peso específico que juega el es-pacio en la formación de las percepcio-nes. Guadalajara, en su conjunto, cuentacon un crecimiento urbano desordenadoy anárquico, al igual que casi todas lasmegalópolis latinoamericanas.3

2 Desde la perspectiva deMerleau-Ponty (1994:231) “toda percepción seda en una atmósfera degeneralidad y se nos dacomo anónima... Lasensación solamente puedeser anónima porque esparcial”. Y desde laperspectiva de estainvestigación todapercepción está inmersaen un mar de significadosprevios y posteriores a ella,por lo que puedeenlazarse con diferentescaminos de acción.3 El contexto social estáimpregnado por laglobalización (Fernándezy Gavelio: 1997) y lasociedad red (Castells:T.1, 1999), que hanprovocado un sinnúmerode problemáticas y aspectossociales hasta ahorainéditos. Otros autoreshan rescatado algúnrasgo esencial dela sociedad y con éste handefinido elfuncionamiento socialactual, en este sentido sepuede citar a Beck(1997) y su ‘sociedaddel riesgo’, o al mismoCastells (op. cit.) y a su‘esquizofreniaestructural’ y a Giddens(1997) con el ‘secuestrode la experiencia’. Otro

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El barrio de Analco y la colonia Providen-cia han sido urbanizadas, a su vez, bajodinámicas completamente distintas, conresultados claramente asimétricos.Para el joven Castells (1973, 93) la dife-renciación espacial obedece a los factoresestructurales,4 propios de las sociedadescapitalistas industrializadas.5

Castells llama la atención sobre la expre-sión morfológica en el espacio de las po-líticas públicas e iniciativas de sujetos ygrupos, en las que también están presen-tes la estructura social y el quantum eco-nómico. Estas circunstancias determinanel acceso de los sujetos a los diferentestipos de residencia y de servicios, en unlugar predeterminado socioespacialmentey relacionado con su jerarquía socioeco-nómica.Es cierto que los espacios son expresio-nes de relaciones sociales, pero tambiénson ciertas dos cosas: que éstas se vanobjetivando de una generación a otra, yque se dan en un espacio jerarquizado cony de clases sociales. Este es el énfasis deCastells (1973: 88),

la estructura urbana expresa la estructura de clasesde la sociedad y, al mismo tiempo, el dinamismourbano se hace, de forma más o menos mediati-zada, dinamismo de lucha de clases.

Según este razonamiento, si los espaciosestán constituidos por las relaciones so-ciales de quienes los habitan, y si se tomaen cuenta que son también relacionespolíticas y económicas, entonces se esta-rá en acuerdo conque –de conformidadcon la misma recursividad de las estruc-

turas estructuradas y estructurantes– elorden y el poder se harán presentes demanera diferenciada, según la estructurade clases y las prácticas que en cada espa-cio tengan lugar.6

Esta afirmación parte del supuesto de queel crecimiento urbano ha sido orientadoy mantenido por los grupos dominantes,gracias a su alto poder adquisitivo y a sucercanía con los centros políticos de deci-sión. En el caso de Analco y Providenciaestuvieron presentes consideraciones dis-tintas: detrás de la creación del primero,una decisión eclesiástica para trasladar yreubicar a un grupo indígena; detrás dela creación de la segunda, las demandastanto por valorizar el capital, como pormantener un espacio de prestigio social.Analco creció como un pueblito aledañoa Guadalajara, con la función de proveeralimentos y mano de obra. Con la ex-pansión de la ciudad fue absorbido comobarrio, pero mantuvo sus característicaspeculiares. Providencia, por su parte, fuecreada por los fraccionadores para satis-facer la necesidad de la clase alta de con-tar con una zona habitacional exclusiva yde prestigio.Con el paso del tiempo, estos dos espa-cios urbanos se han convertido en repre-sentantes de dos formas de vida, aunqueno las únicas existentes: uno tradicional,donde los habitantes del barrio cuentancon núcleos espaciales para la conviven-cia de personas, que en su mayoría perte-necen a la clase media, media baja y baja;el otro es parte de una forma de vida másmoderna y aunque también cuenta con

rasgo característico aenfatizar de maneraseparada, porque formaparte de los supuestosbásicos del ensayo, es laenorme difusión con quecuentan los hechosdelictivos, también cadavez más numerosos,gracias a la sociedadinformacional. Sinembargo, soninterpretadossubjetivamente a partirde las redes localesdadoras de identidad(Castells: 1999, t.II. yTouraine: 1997).4 En la década de losochenta “comienza lacrítica a planteamientosmarxistas sobre lanaturaleza de laciudad”, entre cuyosexponentes se encontrabaCastells, quien “sesgó eincluso devaluó elacercamiento a la culturaurbana (...) al proponer aésta como productomeramente ideológico”(Aguilar y Sevilla, 1996:14). Tras esta críticaaparecieron otroshorizontes analíticos,como los de Wirth, Park ySimmel, vinculados asituaciones de interacciónsocial, vecindario, modosde vida urbanos, etc.También en México, aún

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espacios públicos destinados a la convi-vencia comunitaria y al establecimientode redes entre vecinos, para sus habitan-tes es mucho más importante un estilo devida más individualizado, refinado y estili-zado, basado en un nivel económico alto.Este nivel económico es evidente en los edi-ficios lujosos de más de cuatro pisos, congaraje para dos o tres autos, elevador y por-tero; en la disposición de los locales comer-ciales; así como en la cantidad y tipo de ser-vicios que se ofertan.En Analco los espacios públicos son lascalles, jardines, templos, mercados y engeneral todos los espacios abiertos, utili-zados como núcleos para esas actividades.En Providencia también existen estos es-pacios para la recreación y oxigenación delcuerpo, sin embargo, no son representa-tivos del tipo de relaciones predominan-tes en esta colonia. Para poder explicarestos espacios públicos es necesaria otranoción que los contemple con funcionesy símbolos distintos a los tradicionales.Pues éstas son ahora desempeñadas en elespacio privado doméstico y en organiza-ciones selectivas diseñadas para condicio-nar y controlar el libre ingreso; algunasde éstas exigen, velada o abiertamente,una serie de requisitos que les preservansu exclusividad, como los malls, cafés yclubes de prestigio.Esa diferente forma de vida favorece unamanera de apropiación del espacio urba-no específica para cada zona. Por un ladoestán los trabajadores, los artesanos, em-pleados medios y una gran cantidad de

subempleados; por el otro los empresa-rios, industriales, comerciantes, en su granmayoría profesionistas.En cuanto a su delimitación física espa-cial, los territorios de Analco y Provi-dencia han sido divididos por criterioshistórico-sociales y al mismo tiempo hansufrido una serie de transformacionesdesde su conformación hasta lo que sonactualmente.Y de la misma manera que los grupossociales aprovechan e interiorizan de ma-nera diferenciada los espacios urbanos,la percepción de la delincuencia tampocoes homogénea (Ito: 1996, 556). La va-riación está dada por el contacto que losactores tengan con su espacio y, enton-ces, con los hechos delictivos; las expe-riencias personales; el grado de organi-zación propia de los colonos; las noticias,los programas de corte amarillista; loscomentarios entre familiares, vecinos yamigos; y las políticas de seguridad públi-cas, que como iniciativas de tipo macroso-cial afectan y son percibidas de maneradiferenciada por los habitantes de las dis-tintas zonas de la ciudad.

2. Imágenes de accionesy creencias de los sujetos

Es evidente que en este proceso se en-cuentran inmersos muchos factores, pero,de nuevo, la influencia que ejercen enAnalco y Providencia se expresa de ma-nera diferenciada. Esto implica un tipo

en los ochenta “los barriosse constituyeron en unobjeto de estudio para laantropología, la sociolo-gía, la arquitectura y elurbanismo (...) Losfactores que influyeron(...): el aceleradocrecimiento urbano de lasmetrópolis (...), eldeterioro de las condicio-nes de vida de los sectorespopulares (...); laexistencia de barrios,áreas urbanas y pueblos(...) donde se define elsentido de la vidaciudadana. Lamasificación de losprocesos sociales se expresaespacialmente con laintroducción de unanueva traza urbana, unequipamiento comercialtrasnacional y nuevasformas de utilización deltiempo libre. La búsquedade la diferencia y de laprivacidad se realiza através del consumo; comocontraparte, larevaloración de losámbitos comunitarios yvecinales se articula conel surgimiento delmovimiento urbanopopular, la irrupciónviolenta de las bandasjuveniles y algunasexperiencias de colabora-ción fructífera entre

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para una colonia popular como Analco, yotro para la colonia caracterizada comode clase media alta y alta: Providencia. Yal interior de cada una de las zonas la per-cepción del riesgo varía de acuerdo con elgrado de incivilidad, de atención y cuida-do a los sitios de reunión, lugares deshabi-tados, lotes baldíos, etc. Mientras que elmiedo al crimen, por su parte, se da demanera específica hacia diferentes casos.Las siguientes son imágenes sueltas, cuyodenominador común es la PR y/o el MCque han desarrollado los actores en lasdos zonas urbanas. Se presentan comocasos que, hasta el momento, se han re-velado como representativos:

a) Analco

Hace poco salió publicada la noticia de unrobo con allanamiento de morada, en unode los periódicos de Guadalajara. Narra-ba que a una casa ubicada en la esquina deCuitlahuac y 5 de Mayo, llegaron dos hom-bres y una mujer, todos vestidos de blan-co. Adujeron que eran trabajadores delDIF y que su trabajo consistía en revisarla salud de los ancianos. Se introdujeron,adormecieron a la pareja de ancianos queallí vivían y robaron todo lo robable (ElOccidental: enero 2000).Sobre este caso se le preguntó al “güe-ro”, el joven dueño de la tienda de aba-rrotes ubicada en la calle de 28 de Eneroy Cuauhtémoc, y respondió:

(...) uno siempre oye de amigos y familiares todoel tiempo que les están pasando cosas. Ya no es

una cuestión de cuentos que uno simplementeescuchaba de alguien que uno nunca conocía niiba a conocer, ahora es muy frecuente tanto en lamisma familia, como en la gente más cercana (...).

Lo primero que resalta es la frecuenciadel delito y su cercanía: las experienciasdiarias que se transmiten de cara a cara,fundamentan creencias y certezas cotidia-nas y transmisibles, que justificarán dife-rentes acciones contra el delito. En cadaintercambio de experiencias, los hablantesen el chachareo analizan casos y perso-nas, exageran situaciones y caracterizanpersonajes, aunque de la misma maneraesconden otros, y las víctimas se convier-ten en alguien empáticamente familiar(Schutz: 1974, 77).7

Una vecina del par de ancianos expresó:

(...) La verdad es que es terrible, a mí no me hasucedido, pero por lo menos, a veces las noticiasque se han oído de que mataron a tal persona,hasta a un anciano durmiendo... A veces cuandoestoy descansando le doy una leidita al periódicoy ya ves lo de los ancianitos (...).

Al parecer la agresión llega del exterior,porque el delincuente no ataca a la genteen su propio hábitat. Un vecino del Tem-plo de San Sebastián de Analco, llamadoPorfirio, dejó en claro su sentido de per-tenencia:

Es raro que a los de aquí (de Analco) les robenalgo de los coches, si lo hacen es que son de fuera.Tengo mucho tiempo de vivir aquí y me cono-cen y respetan. Tienen sus conocidos y aunqueestá lleno de vecindades, con muchos ladrones y‘no sé cuánta cosa más’, no nos hacen nada.

grupos universitarios yorganizaciones sociales”(Rosales, 1996: 89-90).5 En este sentido, unopuede afirmar que eltrazado urbano deGuadalajara es parte detoda una concepciónurbanística que se haalimentado históricamen-te desde corrientesconocidas como elhigienismo y elfuncionalismo urbano.Monnet (1995: 228 y230) rastrea alfuncionalismo desdefinales del colonialismo enMéxico, aunque se haceplenamente presentehacia finales del sigloXIX y principios del XX;esta corriente concibe quecada lugar tiene sufunción que se debemanifestar en suapariencia y no solamentecomo una corrienteteórico-ideológica. Pero entanto imágenes, elfuncionalismo se incorpo-ra a la urbanización conimágenes que salen de nose sabe dónde -o por lomenos esto se puede decirtanto de los funcionariosque se encargan de tomarlas decisiones políticas,como de los habitantes-, yacríticamente formanparte de los modelos de los

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La externalidad del fenómeno es un ele-mento que fácilmente se puede detectarde manera regular. Inicialmente sobresa-le que la delincuencia se genera y estruc-tura de manera espontánea en el barriode Analco –aunque es necesario tener cla-ras las implicaciones socioestructuralesdel término “espontáneo”–, mientras queen Providencia sigue un camino más pla-nificado, más intencionado; es decir, enAnalco la delincuencia se puede presen-tar como una expresión de la cantidad eintensidad de las interacciones y del lu-gar donde habitualmente conviven losdelincuentes, mientras que en Providen-cia operaría más bien bajo un móvil pre-determinado.También se podría hablar de delincuen-cia interna y de delincuencia externa, res-pectivamente, para cada una de las doszonas urbanas. Sin embargo, esta creen-cia, igual que la relación espontánea-pla-nificada, es necesario analizarla bajo eltamiz de los atributos que otorgan iden-tidad a los grupos sociales, en tanto queel crimen y las agresiones, e incluso laviolencia, siempre se ven como algo queviene del exterior.8

Acerca del vínculo entre las motivacionesy los modos de acción, en Analco se pre-sentan: coches estacionados en la calle,alarma en el auto, candados. Forma deprevención del delito (la evitación del de-lito supone maniobras que interrumpenel flujo de la vida cotidiana): posesión depistolas, alertando a otros vecinos, for-mando grupos de vigilancia (que no es-

tán plenamente organizados), e inclusoalgún tipo de represalia contra el delin-cuente, como el linchamiento (la vulne-rabilidad, asociada con la impotencia y lafuria, puede provocar muchas cosas, en-tre ellas el linchamiento).Los elementos que componen estas ac-ciones son claramente discernibles desdela óptica de la racionalidad clásica. Sonactores que tienen la finalidad de resguar-dar sus bienes y su persona de los delin-cuentes, pero que para lograrlo han derealizar un esfuerzo. Un elemento típicoes que dejan el auto fuera porque, evi-dentemente, la mayoría de las casas care-cen de cochera, es decir, las condicionesmateriales escapan de su control, por loque adoptan otros medios: ponerle can-dado, atarlo con cadenas a los árboles opostes. Este comportamiento se ha vuel-to prácticamente una pauta de conductao norma de acción individualizada (Par-sons: 1937 y Elster: 1989).9 Pero un la-drón tarda menos de 30 segundos en ro-bar un automóvil, así que lo que estáhaciendo es estorbarle al ladrón antes queimpedir el delito. Así ¿de qué cosa depen-de el robo del automóvil? Habría que pen-sar en una serie de elementos azarosos,quizá alguien lavó y enceró su auto, pero almismo tiempo lo está volviendo un blancoapetitoso para el ladrón. ¿Quién lo sabe?Habría que considerar las causas azarosasy superficiales en los actos delictivos (Vey-ne: 1971, 121), y de la misma forma “laocasión” que le propicia al delincuente unaoportunidad (Campbell: 1996).

espacios urbanos. Bajo estaóptica Analco y Providen-cia no son la excepción.6 Esta idea la sostieneMonnet (1995: 213) alanalizar los usos delCentro Histórico del D.F.7 Para Schutz (1974,77), el “acervo deexperiencia” para elsentido común es el de:“un hombre que viveingenuamente. En suvida cotidiana, el serhumano sano, adulto yalerta tiene talconocimientoautomáticamente amano... Su acervo deexperiencias se construyea partir de la herencia yla educación, lasmúltiples influencias dela tradición, los hábitos ysu propia reflexiónprevia... ”. TambiénSchutz aborda elproblema de laintervención del azar,aunque no de maneratan clara y lúcida comoVeyne.8 “At present, most peopledo not think of crime ascommon in theircommunities” (Ito, 1993,385).9 No abordaremos ladiscusión que critica ladiferencia entre acción y

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b) Colonia Providencia

Una joven deportista:

Bueno, como son zapatos de marca y como soncaros, no se puede ir por allí caminando como sinada (porque se convertiría fácilmente en un blan-co, DC)... porque como salió en el periódico,que por allá en el sector libertad... le quitaron lostenis y le dieron un navajazo (...).

Otros hechos en la colonia Providencia:

(...) pero incluso en la casa de mi madre, en lacalle donde está una caseta de vigilancia y todo...Donde actualmente vivo me siento muy segura,pues la colonia tiene vigilancia privada (...).

Una trabajadora de la educación,

Tras un arduo día de labor, regresó a su casa porProvidencia, alrededor de las 20:30 horas. Al abrirel portón, un sujeto empistolado, que al parecerla estaba esperando –es decir, que la había estadovigilando– se acercó a su coche y la instó a bajarde inmediato de éste. Ella, por el susto gritó ygritó. Afortunadamente para nosotros corrió consuerte, el asaltante se puso nervioso y decidió huirsin causarle ningún daño.

Los medios masivos, junto con las situa-ciones personales y el intercambio de ex-periencias con familiares, amigos y veci-nos, constituyen una fuente importantepara la construcción de las percepcionesdel riesgo y del miedo al crimen. Unabuena parte de la causalidad de los me-dios masivos se enfoca hacia la creación yel reforzamiento de las imágenes colecti-vas y, entonces, de ciertos estereotipos ytipificaciones para combatir la delincuen-cia y la inseguridad. Las tipificaciones tien-

den a iniciarse con base en simples aso-ciaciones, que posteriormente arriban auna mayor diferenciación entre los esti-los de vida, aunado también a una segre-gación y marginación de los sujetos deestratos bajos. Los procesos de tipificacióncontribuyen a la fragmentación y rupturasociales en lugar de equilibrar las desigual-dades, incluso, evitan la adopción de res-ponsabilidades colectivas.Acerca del vínculo entre las motivacionesy los modos de acción en Providencia: co-che estacionado en cochera, alarma encoche y propiedad, puerta eléctrica, cir-cuito cerrado de TV, vigilancia privada,organización vecinal. Forma de preven-ción del delito (la evitación del delito su-pone maniobras que interrumpen el flu-jo de la vida cotidiana): confianza en laacción del poder privado, individual y ve-cinal (relacionada con el alto poder adqui-sitivo de la colonia); se respira un aire deseguridad otorgada por la confianza en losmecanismos de seguridad y vigilancia(otras personas cuidan de mí porque seles paga), alto grado de organización enla colonia, confianza en la tecnología y elarreglo frente al desarreglo externo lo-grado gracias a la voluntad comunitariacon otros iguales.Son evidentes los contrastes entre los al-cances de una colonia y otra. Si bien esverdad que en la Colonia Providencia tie-nen que realizar un cierto esfuerzo, tam-bién lo es que su poder adquisitivo les daacceso a más y mejores formas de evitarla delincuencia, mientras que las condi-ciones materiales sin control se vuelvenmenos importantes. Por seguir el ejem-

acción social, pero a quienle interese puede remitirseal excelente libro deCampbell (1996: 23).

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plo del automóvil: en esta colonia cadacasa tiene cochera y el problema es ¿cómoevitar que al llegar a mi casa me asalten,como en una de las imágenes? De aquí lapertinencia de las reflexiones en torno alos móviles o blancos previamente selec-cionados, por lo que adquiere más impor-tancia la capacidad organizacional de losvecinos o el acceso a sofisticados sistemasantirrobo, como acciones racionales paraevitar ser asaltados.

2.1. Morralla y calidad

En los datos presentados por las diferen-tes encuestas que abarcan los ámbitosnacional y estatal –Instituto Nacional deEstadísticas, Geografía e Informática(INEGI), Instituto Ciudadano de Estudiossobre Inseguridad (ICESI), Centro de Es-tudios Económicos del Sector Privado(CEESP) y la Procuraduría General de Jus-ticia (PGJ)–, todas coinciden en presentaral robo como el delito con mayor frecuen-cia y, dentro de éste, el primer lugar loocupa el “robo a transeúntes”, aunquegeneralmente esta categoría no se en-cuentra desarrollada como modalidad derobo por esos institutos, porque quieneslo padecen generalmente nunca levantansu denuncia ante el Ministerio Público(MP), por lo que la categoría más impor-tante es la de “robos a casa-habitación”,con 3.098 presentados durante el año2000 y 273 detenidos, lo que da un 8.81%de detenidos respecto a los presentados.De cualquier manera, sí ocupa este delito

genérico el primer lugar dentro de las fre-cuencias estadísticas.Como se señaló antes, los detenidos pue-den formar parte del número de presen-tados o pueden ser independientes de és-tos. El problema de fondo reside en queincluso la cantidad de presentados es muyinferior a la cantidad real de delitos, tal ycomo lo podemos comprobar en la cate-goría “robo a transeúntes”.Cuestionado sobre el valor real de estascifras, un funcionario de la Procuraduría(Especialista 9), señaló que los delitosdenunciados son los delitos existentes yque la llamada “cifra negra” es solamen-te un mito de la prensa amarillista. Su-brayó que muchas de las denuncias sehacen con base en delitos inexistentes ofalsos y presentó dos ejemplos concretos:muchas denuncias relacionadas con per-sonas secuestradas son falsas, y cuandose querella para recuperar documentosoficiales, como las credenciales del IFE,la gente prefiere acusar un robo, antes querevelar que los extravió. Entonces, denun-cias como éstas –“delitos de esos de mo-rralla”, según lo dio a conocer un alto fun-cionario de la Procuraduría de Justicia delEstado de Jalisco– son las que alimentanel incremento de las estadísticas y los ín-dices de delincuencia.Según los datos que presenta el InstitutoCiudadano de Estudios sobre Inseguri-dad (ICESI), tal parece que el problema dela inseguridad ha ido en constante cres-cendo. Pero no así los porcentajes de lasdenuncias. En el ámbito nacional el por-centaje de denuncias ante las autoridadespor parte de los afectados es del 34%, y

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en Jalisco el porcentaje de víctimas quereportan el delito ante las autoridades au-menta al 45%. Pero esta cifra disminuyecuando se trata de levantar un acta anteel MP. En el nivel nacional sólo un pocoarriba de las dos terceras partes de losafectados continúan con el trámite (76%del 34%), mientras en Jalisco la cifra estáun poco más arriba (81% del 45%).Por su parte las cifras del Instituto Na-cional de Estadística, Geografía e Infor-mática están orientando la mirada de loslectores hacia un aumento paulatino dela delincuencia, con algunas disminucio-nes en ciertos rubros. Los datos del ICESI

están testificando que lo que disminuyeno son los delitos sino las denuncias, opi-nión a la que se suma el Centro de Estu-dios Económicos del Sector Privado.10

Según este Centro, de cada 100 personasque fueron víctimas de algún delito sólo14 lo denunciaron ante el Ministerio Pú-blico, en tanto que 74 no lo hicieron. Delos 14 delitos denunciados, 60% no pro-cedió ante la justicia; es decir, que de las100 víctimas sólo obtuvieron seguimien-to 5.6 casos. De las denuncias que no pro-cedieron, el 3.2% se debe a que son igno-radas por las autoridades, en el 29.4% noocurre nada y el 29.5% de ellas no proce-de (Herrera, 2001: 14).De las personas que sufrieron algún tipode robo y se decidieron a levantar denun-cia ante el Ministerio Público, sólo el 20%obtuvo respuesta para procesarlas. En9.9% de los casos se consignó al delin-cuente y en 7% encontraron lo robado.En Jalisco, de 85,712 averiguaciones pre-vias en 1995, fueron robos 37,404 (el

43.64%); en el 2000 de 63,866 averigua-ciones previas, 25,469 fueron robos (el39.88%). Según el estimado superior, en1995 obtuvieron respuesta para procesarsu denuncia sólo 7,480 y en el 2000 sólo5,092. Siguiendo los porcentajes delCEESP, para 1995 las autoridades detu-vieron a algún culpable de 3,702 robos ypara el 2000 fueron consignados 2,521delincuentes. Lo recuperado es irrisorio:en 1995 se encontró lo robado en 2,618casos; en el 2000 fueron 1,782. La cali-dad y el monto de lo robado son distintospara todos los eventos y espacios. Y nohay estadísticas al respecto.

CUADRO 1ESTRUCTURA DEL SEGUIMIENTODE LOS ROBOS PARA EL ESTADO DE JALISCO,SEGÚN PORCENTAJES DEL CEESP1995-2000*

*Información al mes de septiembre.Elaborado con los datos provenientes de la Direc-ción General de Estadística y Política Criminal, apli-cando los porcentajes del CEESP.

10 Información queapareció en undocumento llamadoPunto de vista acercade la criminalidad enMéxico, citado porHerrera, et al. (2001:14).

Rubros del CEESP 1995 2000

Cantidadde robos 34704 25469

20% obtienerespuesta 7480 5092

9% se consignaal delincuente 3702 2521

7% se recuperalo robado 2618 1782

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En los medios impresos de Guadalajaraapareció la noticia de que solamente el 2.2%de las averiguaciones previas tenían un des-enlace favorable a los denunciantes. El datocompleto es que de 125,000 averiguacio-nes previas, se consignan 6,500 (el 5.2%),de las cuales se procesan y sentencian 2,750(el 2.2%) (El Occidental, 03 de diciembre,2001). Y un poco antes ya había salido lanoticia de que el 92% de los delitos quedaimpune (Ocho Columnas, 06 de julio, 2001).Lo que realmente es dramático.Con estos datos que muestran una tenden-cia creciente de la delincuencia, queda pre-guntarse cuáles han sido las medidas adop-tadas por el Estado y cómo es que laciudadanía ha reaccionado.

3. Las consecuencias no deseadas

La afirmación de que la sociedad es des-igual y que los diferentes estratos cuen-tan con percepciones diferenciadas, llevaa su lado la reflexión de que tanto la PRcomo el MC –diferenciados en dos zonascon estratos, organización y otras carac-terísticas claramente distintas– provoca-rán coacciones en el sujeto que lo manten-drán en estado de angustia y le impedirán,a su vez, eslabonar conocimientos coheren-tes o de largo alcance (Giddens: 1997). Deaquí que la mayoría de las soluciones quepropongan los actores no solo serán de cor-to alcance temporal y espacialmente, sinoque no rebasarán ni siquiera sus organiza-ciones vecinales y serán exclusivamente in-dividuales, en el peor de los casos.

De la misma manera se puede asegurarque los sujetos ven mediadas sus relacio-nes con los demás actores por la interven-ción de los especialistas en seguridad ycomunicaciones, situación bastante difun-dida y que produce consecuencias socialesmuy distintas a las que persigue cada ac-tor en lo particular, lo cual es más bien un“efecto perverso” de las acciones (Boudon:1977; Elias: 1995). Con esta base, enton-ces, las afirmaciones sobre la defensa con-tra la inseguridad caen fuera de los obje-tivos inicialmente perseguidos, rebasandoel ámbito del sentido común.En el terreno del desarrollo urbano y dela intervención de las autoridades en losproblemas de seguridad, la respuesta quehan dado los ciudadanos a la ausencia deuna planificación urbana global y cohe-rente, ha sido la proliferación de losfraccionamientos cerrados y la apariciónde un sinnúmero de organizaciones y em-presas que se mantienen de la venta deadminículos destinados a la vigilancia yprevención del delito. La consecuenciainmediata de esto es la aparición de esas“burbujas habitacionales”, donde convi-ve un número determinado de personasen el coto cerrado de entrada controlada,y que traen de manera paralela desarti-culación de la convivencia urbana y pre-dominio de los intereses de un espacioparticular sobre los de la ciudad. En estenivel la percepción de la delincuencia esparte del mismo proceso de desarticula-ción, experimentándose como un proble-ma del espacio urbano específico, en el quese vive separado del resto de la ciudad.

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Sin embargo, un aumento de los contro-les sociales es vacuo,11 porque una de lascaracterísticas definitorias de la sociedadactual es el crecimiento de la cultura delcontrol y la seguridad junto al aumentode la incertidumbre y el riesgo (Luhmann,1998: 138). En consecuencia, las solu-ciones que pretendan remediarlos no pue-den depender de un aumento de la segu-ridad privada, ni de más circuitos cerradosde TV, ni de otros adminículos parecidos–aunque sí ayuden a modificar la percep-ción de inseguridad–, sino que deben abar-car las relaciones sociales en su conjunto–Marx hablaría de las formas de propie-dad–; involucrar diferentes instancias yresponsabilidades en las que participe elvecindario con acciones organizadas co-

lectivamente, la ciudad como un entornototal, y el municipio con acciones políti-cas generales (Kilburn y Shrum, 1998).De la misma manera es necesario pensarque la elección de cualquier forma de vidacotidiana debe depender de los gustos per-sonales y no de la coacción de los delin-cuentes y mucho menos de las accionesprotectivas contra ésta (Leonard, 1998).Cuando se presenta en la población unaumento de la percepción de la delincuen-cia, automáticamente se parcializa la vi-sión de los habitantes y del Estado, queparticipan de la creencia de que con lassoluciones particulares que proponen, ladelincuencia, como problema social, ten-drá un desenlace favorable. Entonces, sepresenta un círculo vicioso:

11 Aunque desde la teoría,Norbert Elias (1995 a:189-190) propuso unarelación entre eldesarrollo de la civiliza-ción y el aumento de lasofisticación y extensiónde los controles sociales -latriada de los controlesbásicos son: los sociales, losorganizacionales y los deautocontrol-.

Fuente: elaboración propia

DIAGRAMA 2LA RELACIÓN CIRCULAR ENTRE LAS SOLUCIONES PARTICULARES

Y LAS SOLUCIONES DE CORTO PLAZO

SOLUCIONES PARTICULARES

SOLUCIONES A CORTO PLAZO

AUMENTO DELA PERCEPCIÓN DELA DELINCUENCIA

RECORTETEMPO-ESPACIAL

DE LA VISIÓN SOCIAL

PARCIALIZACIÓN DELA VISIÓN DE LOS

HABITANTES

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La parcialización juega un papel impor-tante en este círculo vicioso, porque amayor percepción de la delincuencia sepresentará una disminución en la calidady cantidad de las interacciones, en la so-lidaridad entre los ciudadanos y en laapropiación pública de los espacios.12 Asu vez, el alto riesgo coacciona al sujetointerrumpiendo su cotidianeidad y man-teniéndolo en un estado de angustia cons-tante, que le impide eslabonar de maneracoherente y permanente su conocimien-to sobre los problemas del barrio o colo-nia, de aquí que las soluciones que puedadar sean de corto plazo en el tiempo y enel espacio. Esto forma parte de las con-secuencias no buscadas ni deseadas pornadie.La incertidumbre, el riesgo y la inseguri-dad se han incorporado, en tanto rasgossociales, en la cotidianeidad de los suje-tos.13 Para Beck el riesgo es la parte cen-tral de una sociedad que abandona lasformas tradicionales de hacer las cosas,la sociedad industrial, y que se abre pasohacia un futuro incierto. Giddens (1995 y1997) coincide con él y ubica al riesgo, entanto que las certidumbres son reempla-zadas por la duda, como uno de los tresgrandes temas que modelan la moderni-dad tardía.14 Posteriormente Giddens rea-liza una diferenciación al interior del tér-mino riesgo: uno sería el riesgo externo,proveniente de la tradición o de la natu-raleza, y otro sería el riesgo manufactura-do, creado por el impacto del conocimientocreciente sobre el mundo (Giddens, 2000:38-9).

Luhmann representa una vertiente más.Él critica la opinión muy extendida de queel concepto de riesgo solamente puede de-terminarse en oposición a la noción de segu-ridad. Señala que la relación entre riesgoy seguridad sería como la relación enfer-mo y sano ¿quién dice cuándo está una per-sona realmente enferma o sana? Y en estatesitura ¿existen situaciones en las que sepueda distinguir entre seguridad y riesgo?(Luhmann 1998: 63-4).Pero este autor va todavía más lejos y pro-pone sustituir la relación riesgo-seguri-dad, por la relación riesgo-peligro, por-que “no existe ninguna conducta libre deriesgo” (Luhmann, 1998: 72). La rela-ción riesgo-seguridad implica la existen-cia de la seguridad absoluta, mientras queen la relación riesgo-peligro los riesgosson inevitables cuando se toman decisio-nes. De esto se deriva que si no hay de-cisiones con la garantía de estar libres deriesgo, debe abandonarse la esperanzade que con más investigación y conoci-miento se puede pasar del riesgo a la se-guridad. Más bien es al revés: mientrasmás se sabe, más se constituye una con-ciencia del riesgo, y aparece de nuevo lanoción de saber o reflexividad.Si la incertidumbre impacta todas las es-feras de la vida, desde el cuerpo y los pro-cesos psíquicos hasta los grandes proce-sos de integración sistémica, entonces lossujetos han creado un sinnúmero de admi-nículos tecnológicos y simbólicos paraevitar o minimizar la inseguridad y posi-bilitar el desenvolvimiento de una vidacómoda y normal. Y esto va formando una

12 Estos tres procesosinhibidos forman partede lo que Giddens (1997)denominó “secuestro de laexperiencia”.13 En el terreno teórico laaparición del riesgo es unhecho no muy lejano.Para Luhmann apareceen forma muy precisa en1921, cuando FrankKnight (1964) lorelaciona con el problemade la inseguridad eincertidumbre en elsistema económico. Existeun sinnúmero deconceptos paradenominar al desarrollocontemporáneo de lasociedad: Bell y lasociedad postindustrial,Lyotard y lapostmodernidad,Touraine y ladesmodernidad, Augé yla sobremodernidad,Castells y la sociedadinformacional, Beck conla sociedad del riesgo yGiddens con la moderni-dad tardía. Bartra desdehace por lo menos 15 añosseñaló que México seencontraba inmerso en la‘desmothernidad’. PeroUlrich Beck (1997: 18)amplía ese concepto comoel rasgo esencial de lasociedad actual: “La otracara de la obsolescencia de

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territorios 1547¿REALMENTE SABEMOS LO QUE HACEMOS CUANDO CREEMOS COMBATIR LA DELINCUENCIA?

espiral entre las consecuencias no desea-das y los conocimientos y estrategias de-sarrollados para evitarlas.

4. Lo que no sabemos sobre lo quecreemos... saber

Según algunos psicólogos, gran parte delas acciones de los sujetos –dicen que un95% de ellas– descansan en motivacio-nes inconscientes. Freud señaló en reite-radas ocasiones que para conocer la per-sonalidad de los sujetos era necesarioexaminar los detalles menos apreciadoso inadvertidos, que generalmente sonmarginales en nuestras observaciones.15

Esto por sí solo parecería un grave golpea la concepción básica de la racionalidadclásica. Sin embargo, cualquier crítica de-berá tomar en cuenta el hilo completode la reflexión del mismo Weber (1988:21): “Muy raras veces la acción, especial-mente la social, está exclusivamente orien-tada por uno u otro de estos tipos (deacción). Tampoco estas formas de orien-tación pueden considerarse en modo al-guno como una clasificación exhaustiva,sino como puros tipos conceptuales cons-truidos para fines de la investigación so-ciológica, respecto a los cuales la acciónreal se aproxima más o menos o, lo quees más frecuente de cuya mezcla se com-pone. Sólo los resultados que con ellosse obtengan pueden darnos la medida desu conveniencia”.Bajo esta óptica, habría que considerarque el continuo lógico-ilógico (Pareto:1989) se encuentra presente en todas y

cada una de las acciones, especialmentesi pensamos, junto con Weber, que todaacción se encuentra acompañada y pre-ñada de decisiones valorales y subjetivas.Pero ¿cómo los sujetos lograrán salir deeste atolladero?Para contestar esa pregunta es necesarioañadir que en todo comportamiento típi-co, dada la complejidad social, siempresalta como el conejo al conductor despre-venido, algo atípico e irracional. Con es-tas salvedades, se presentan a continua-ción las acciones y creencias típicas de loshabitantes de las dos colonias: Analco yProvidencia.

5. ¿Acciones racionales?

La racionalidad es una cualidad de las ac-ciones y de las creencias. Aunque la rela-ción entre creencias y acciones no es mu-tuamente implicatoria, esto es, que sibien es cierto que los actores para actuarnecesitan creer en algo –acciones orien-tadas o motivadas por una creencia aun-que sea implícita–, también es cierto queexiste un montón de creencias cotidia-nas que nos acompañan y de las que nose deriva ninguna acción. Las creenciasforman parte de las redes subjetivas enlas que participan los individuos comoseres sociales y como seres humanos(Zerubavel: 1997, 5). Las creencias jus-tifican y legitiman la acción de los suje-tos; este es el objetivo del tercer aparta-do: encontrar la explicación al vínculoentre las creencias y las acciones.

la sociedad industrial es laaparición de la sociedaddel riesgo. Este conceptodesigna una fase dedesarrollo de la sociedadmoderna en la que losriesgos sociales, políticos,económicos e individualestienden cada vez más aescapar a las institucionesde control y protección dela sociedad industrial”.14 Los otros dos rasgos deésta serían ladeslocalización en elespacio y tiempo, con lacirculación global decapital e información, yla reflexividad, lacapacidad creciente de lassociedades de transformarsus prácticas por elconocimiento queadquieren de ellas.15 Según Collingwood, lapregunta es lo queguiaría la recolección dedatos y, entonces, laconstrucción científica dela investigación, sinimportar si los indiciosson, en apariencia,importantes o no. Estapropuesta, sin embargo,no es original deCollingwood, porqueencuentra sus raíces enun crítico de artellamado GiovanniMorelli. Incidentalmente,

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Si se acepta que una acción es más racio-nal que otra, se hace en función de lacomparación de un sujeto con otro, deacuerdo con los recursos disponibles, conel tiempo, etc. Según las característicasde la racionalidad clásica, cada acciónpuede extenderse y afinarse al máximo,pero en cierto momento la curva del be-neficio marginal empezará a decrecer, fun-damentalmente porque el esfuerzo desa-rrollado para seguir creciendo serádesproporcionado en relación con el in-cremento del beneficio que produzca.16

Desde el punto de vista de Weber, un su-jeto actúa racionalmente cuando orientasu acción de acuerdo con el fin, medios yconsecuencias implicados en ella, para locual debe sopesar racionalmente los me-dios con los fines, los fines con las conse-cuencias y los diferentes fines posiblesentre sí (Weber: 1988: 21). De esta no-ción se han hecho derivaciones y reelabo-raciones, entre las que sobresalen las deParsons (1968, 44) y Simon (1986, 133-4). Para Parson la racionalidad quedaríaexpuesta así: 1) implica un actor; 2) debetener un fin; 3) debe partir de una situa-ción, que difiere de la situación que se es-pera –contiene las situaciones sobre lasque tiene control: medios y sobre las queno: condiciones–; 4) y una cierta formade relación entre sus elementos, que per-mite una elección normativa.El punto en el que coinciden los autoresno es otro que la consideración de que elsujeto actúa conscientemente y que, porello, tiene que desarrollar un esfuerzo ante

una serie de alternativas posibles (Alexan-der: 1992, 28) que descompone analíti-camente gracias al cálculo de cada una delas variables que constituyen las alterna-tivas. Es decir, el cálculo de las variablespermite visualizar su influencia en el pro-ceso de selección y en las consecuencias quetodo el acto tendrá en la realidad. De estaponderación entre las variables y las con-secuencias, los actores obtendrán una elec-ción final que representa la máxima utili-dad o valor.Esta serie de consideraciones llevan alpunto de partida: la racionalidad clásicaes una concepción que parte del supues-to de una acción efectiva y conscientemen-te emprendida, que conoce sus fines y quetiene a su disposición los medios y lasheurísticas necesarias para alcanzarlos yque, por tanto, ¡Oh, gran conclusión!, es unaacción completamente divorciada del azar.17

Tras realizar 43 entrevistas en profundi-dad, las respuestas condujeron a una cier-ta tipificación y a constatar que los suje-tos son capaces de construir ciertas pautasde acción, definidas por reglas de com-portamiento y un elemento de actuaciónque proviene de la necesidad de tomarposición frente a un probable encuentrocon delincuentes. Estas pautas dictan re-glas a seguir para proteger la vida y evi-tar lesiones o la muerte misma duranteel asalto. Las pautas de acción son mo-delos de acción producto de la PR y delMC, es decir, de sentimientos de temorque cobran significado para los actorescon relación a su propia percepción y asus miedos.

Henry Doyle, tío deConan Doyle, fuenombrado director de unmuseo de arte y entró enestrecho contacto con elcrítico Morelli y esta es laforma como, según dicenlos críticos literarios deSherlock Holmes, Doyletuvo conocimiento delmétodo morelliano. Freudtambién tuvo contactocon este método deinvestigación. Cfr.Ginzburg, 1989,138-141.16 ¿Será bueno recordar aBruno Traven? ¿Quiénno recuerda su cuentoLa Canasta Mexicana?Cuando unestadounidense comprauna canasta por centavos,mientras que 1,000canastas no las puedeadquirir a no menos de10 pesos cada una,vendidas por el mismoindígena. Laracionalidad clásica,aunque no tematizada,también era practicadapor el indígena, so penade desconfigurar suentorno vivencial.Canasta de CuentosMexicanos. México:FCE.17 La intervención delazar y del caos en lasacciones son elementos

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En los sujetos pertenecientes a Analco,finalmente son tipificaciones, se encuen-tra conformidad con la figura del delin-cuente cercano y conocido, con el que pue-den convivir y cohabitar, así como elestablecimiento de un paradójico sistemade alianzas informales, que buscan serformas de control social, de tolerancias yconnivencias con los delincuentes ‘locales’,aunque la delincuencia se siga atribuyen-do a personas de fuera que acechan a loshabitantes del barrio.En Providencia, por su parte, el miedoencuentra su nido en los estereotipos delpensamiento y acción hacia los estratosforáneos o externos a la colonia. Se per-ciben como posibles víctimas de éstos yrechazan a los pobres y marginales, lo quehace imposible una futura solidaridad,reforzando las soluciones a corto plazoen el tiempo y en el espacio. El riesgo y elmiedo generan prejuicios que se ven comonecesarios para evitar la inseguridad. Losespecialistas juegan un papel esencial, perosólo en estratos con poder adquisitivopara pagar sus servicios. La delincuenciaes un problema local, de su colonia, lo queevita las soluciones sociales-globales. Ladelincuencia y el riesgo se ven como pro-blemas de colonias, de asociación de ve-cinos, o de la ineficiencia de las compa-ñías de seguridad privada, de donde sederiva una deconstrucción sistemática delos espacios públicos y de la acción políti-ca de la sociedad civil, organizada y orien-tada hacia el interés público social-globaly no sólo particular espacial.

6. Conclusiones

Las tipificaciones contienen algunos ele-mentos que se repiten de manera reitera-da en un cierto número de sucesos. Esascaracterísticas tipificatorias ocasionan quefrente a la delincuencia y el riesgo mu-chas veces sólo el azar y la casualidad noshagan pensar en la seguridad. Como Pa-reto (1989, 146) lo asegura “... el fenó-meno objetivo no se presenta a nuestroespíritu más que en forma de fenómenosubjetivo”, con lo que es el segundo el queestá presente en las acciones del sujeto.Posteriormente surgen en éste una seriede justificaciones (derivaciones), cuya pre-tensión es otorgarnos seguridad. La po-sibilidad de ser víctima se transforma enun sentimiento permanente de vulnerabi-lidad reactualizado en estrategias de reclu-sión, restricción de horarios y territorios,ocultamiento de estatus en zonas de rela-tiva carencia, implementación de dispo-sitivos y sistemas de seguridad que im-plican aislamiento, y prevención delcontacto con sujetos potencialmenteamenazantes. Los organismos públicosde seguridad son los grandes ausentes.Las distintas estrategias que implemen-tan los sujetos en función de contrarres-tar la acción de los delincuentes formanparte integral de las pautas de compor-tamiento de su vida cotidiana en ambascolonias. Sin distingo de estrato social ode experiencias personales, todos los su-jetos entrevistados hasta la fecha decla-raron tener precauciones y formas de com-portamiento incorporadas a sus rutinas

que algunos autores hanincorporado en el análisisde las acciones. Cfr.Veyne, 1971 yCastoriadis, 1994.

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diarias, de acuerdo con la colonia en la queviven y con su poder adquisitivo. El cono-cimiento que tienen de la delincuencia esproducto de las redes subjetivas que hantejido gracias a sus experiencias persona-les, los intercambios de información conotros sujetos y las imágenes que manejanlos medios masivos de información.Este tejido es en sí mismo un conocimien-to que los actores han elaborado, del quese benefician de diferentes maneras se-gún se insertan y participan en él. Cuentacon ciertos elementos fácticos, pero suelaboración como conocimiento social seconstruye con base en los procesos per-ceptivos y comunicacionales.El conjunto de acciones constituye un es-cenario cuya permanencia ha venido aconformar una nueva normatividad, ma-tizada por las redes que se han tejido conlos hilos del conflicto, las desigualdades,la competencia y el nuevo orden social,entre otras hebras más. Este entramadoreticular, cuenta, a su vez, con una nuevanormativa,18 que ha sido analizada porElster (1989).En este sentido, las consecuencias del MCy de la PR se reflejan claramente en elámbito del intercambio y la solidaridad.El secuestro de la experiencia es una con-secuencia de este entramado. Aquí es lainstancia del otro diferente la que se havisto desvalorizada por el incremento delriesgo y el miedo; el otro no es confiable,excepto si es mediado por alguien o algoespecializado (Giddens: 1997). Si el otrocoincide con el entramado de conocimien-to, entonces debe cooperar de manera

mediada o evitar, si es el objeto de riesgoy miedo. Y aquí los estilos de vida se veninterrumpidos por el alto riesgo cotidia-no y el MC. La PR y el MC coaccionan alsujeto para que se mantenga en estadode angustia y no pueda eslabonar un co-nocimiento coherente ni de largo alcan-ce, por lo que las soluciones que puedendar los actores son de corto alcance en eltiempo y en el espacio y no pueden ir másallá de su organización vecinal o colonial,o de la acción individual en el peor de loscasos, pero el más socorrido. Por ello estetipo de visiones y soluciones que impulsael Estado o la Junta de Vecinos no aportanunca una seguridad real. Entonces, ¿paraqué sirven todas las medidas preventivasque adoptamos?

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