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El convento de San Francisco de Tarazona, como es frecuente en la mayor parte de las sedes de órdenes mendicantes, tiene una historia muy poco documentada. No se sa- be la fecha de su fundación ni el desarrollo de sus primeros avatares. Este desconoci- miento se ve agravado por la destrucción de su fondo documental en el curso de las gue- rras entre Castilla y Aragón en el siglo XIV. Su importancia, sin embargo, puede presu- ponerse dado que era el único que existía en Tarazona en época medieval 1 . La iglesia del convento fue remodelada en el curso de una reforma constructiva más amplia que afectó igualmente al resto de las dependencias del conjunto, entre ellas el claustro. A finales del siglo XV se comenzaron a le- vantar capillas al exterior de la iglesia y en torno al claustro en una tradición de nuevos espacios de enterramiento para la oligarquía urbana 2 . Entre esas capillas, desaparecidas en su mayor parte, se conserva la de Nues- tra Señora de la Piedad, ya mencionada en 1445 pero que fue objeto de sucesivas obras a lo largo de las décadas siguientes. Su nom- bre actual –capilla del Cardenal Cisneros– se debe a que en ella fue consagrado, en 1495 y en presencia de los Reyes Católicos, como primado de Toledo. En cuanto a la capilla del Sepulcro, se sa- be que es una construcción de los primeros años del siglo XVI, pero no existe gran do- cumentación sobre la misma. La primera mención corresponde a 1520, fecha en la que era propiedad del mercader turiasonen- se Andrés Baildo, su más que probable pro- motor, y en la que su decoración debía estar ya ultimada. Cuatro años después había pa- sado a manos de Jerónimo Baildo. La capilla tiene acceso directo desde el claustro bajo a través de una sencilla puerta adintelada. Se divide en dos espacios: la na- ve, más grande, es de planta cuadrada cu- bierta con una bella bóveda estrellada de nervios moldurados vistos, y el segundo, rectangular más pequeño donde se sitúa un retablo de época reciente realizado en ma- dera sin policromar, deja ver una bóveda de aristas simple, también con los nervios mol- durados vistos. El paso entre ambos espa- cios se hace a través de un arco apuntado. Sobre el vano de acceso a la capilla hay una pequeña ventana rectangular que abre al claustro alto, y a la izquierda del retablo, ya en la cabecera (mirando desde la entrada), hay una puerta por la que se accede a la Sa- cristía (fig. 1). Todo el conjunto está pintado de blanco con una imitación de sillería, salvo el zóca- lo de los muros que presenta colores pardos y ocres enmarcando bandas con un marmo- rizado de color rosáceo. En cuanto a los ner- vios de las bóvedas, la decoración está eje- cutada en colores ocres y verdes. Al parecer todos estos trabajos pictóricos datan de 1905, cuando se hacen importantes obras 1 TERESA AINARA, M., y CRIADO, J. (1999): Aragón en la Edad Media, XIV-XV, Universidad de Zaragoza. 2 AINARA y CRIADO, en la obra cita- da, indican como ejemplos más rele- vantes los enterramientos de Fortín Pérez Calvillo, inhumado en 1373 en la capilla mayor o el de Esperan- deu de Santa Fe, acaudalado conver- so, que en 1438 se construyó una ca- pilla en la nave del templo en el que instaló un retablo en que se hizo re- presentar arrodillado ante la Virgen. 127 Recuperación y restauración de las pinturas murales de la capilla del Cardenal Cisneros en San Francisco de Tarazona SANTIAGO FERRETE PONCE Instituto del Patrimonio Histórico Español

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El convento de San Francisco de Tarazona,como es frecuente en la mayor parte de lassedes de órdenes mendicantes, tiene unahistoria muy poco documentada. No se sa-be la fecha de su fundación ni el desarrollode sus primeros avatares. Este desconoci-miento se ve agravado por la destrucción desu fondo documental en el curso de las gue-rras entre Castilla y Aragón en el siglo XIV.Su importancia, sin embargo, puede presu-ponerse dado que era el único que existía enTarazona en época medieval1. La iglesia delconvento fue remodelada en el curso de unareforma constructiva más amplia que afectóigualmente al resto de las dependencias delconjunto, entre ellas el claustro.

A finales del siglo XV se comenzaron a le-vantar capillas al exterior de la iglesia y entorno al claustro en una tradición de nuevosespacios de enterramiento para la oligarquíaurbana2. Entre esas capillas, desaparecidasen su mayor parte, se conserva la de Nues-tra Señora de la Piedad, ya mencionada en1445 pero que fue objeto de sucesivas obrasa lo largo de las décadas siguientes. Su nom-bre actual –capilla del Cardenal Cisneros–se debe a que en ella fue consagrado, en1495 y en presencia de los Reyes Católicos,como primado de Toledo.

En cuanto a la capilla del Sepulcro, se sa-be que es una construcción de los primerosaños del siglo XVI, pero no existe gran do-cumentación sobre la misma. La primera

mención corresponde a 1520, fecha en laque era propiedad del mercader turiasonen-se Andrés Baildo, su más que probable pro-motor, y en la que su decoración debía estarya ultimada. Cuatro años después había pa-sado a manos de Jerónimo Baildo.

La capilla tiene acceso directo desde elclaustro bajo a través de una sencilla puertaadintelada. Se divide en dos espacios: la na-ve, más grande, es de planta cuadrada cu-bierta con una bella bóveda estrellada denervios moldurados vistos, y el segundo,rectangular más pequeño donde se sitúa unretablo de época reciente realizado en ma-dera sin policromar, deja ver una bóveda dearistas simple, también con los nervios mol-durados vistos. El paso entre ambos espa-cios se hace a través de un arco apuntado.Sobre el vano de acceso a la capilla hay unapequeña ventana rectangular que abre alclaustro alto, y a la izquierda del retablo, yaen la cabecera (mirando desde la entrada),hay una puerta por la que se accede a la Sa-cristía (fig. 1).

Todo el conjunto está pintado de blancocon una imitación de sillería, salvo el zóca-lo de los muros que presenta colores pardosy ocres enmarcando bandas con un marmo-rizado de color rosáceo. En cuanto a los ner-vios de las bóvedas, la decoración está eje-cutada en colores ocres y verdes. Al parecertodos estos trabajos pictóricos datan de1905, cuando se hacen importantes obras

1 TERESA AINARA, M., y CRIADO, J.

(1999): Aragón en la Edad Media,

XIV-XV, Universidad de Zaragoza.2 AINARA y CRIADO, en la obra cita-

da, indican como ejemplos más rele-

vantes los enterramientos de Fortín

Pérez Calvillo, inhumado en 1373

en la capilla mayor o el de Esperan-

deu de Santa Fe, acaudalado conver-

so, que en 1438 se construyó una ca-

pilla en la nave del templo en el que

instaló un retablo en que se hizo re-

presentar arrodillado ante la Virgen.

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Recuperación y restauración de las pinturasmurales de la capilla del Cardenal Cisneros

en San Francisco de Tarazona

SANTIAGO FERRETE PONCE

Instituto del Patrimonio Histórico Español

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de restauración en toda la iglesia de SanFrancisco a expensas del bolsillo particulardel prelado excmo. señor don José M.ª Sal-vador y Barrera.

Las bóvedas no presentan el mismo trata-miento constructivo. Los nervios de la ca-becera son de ladrillo, mientras que los de la

nave son de piedra. Los muros de ambos es-pacios están fabricados de ladrillo y tapial.Junto a la puerta de acceso a la sacristía seobserva un pequeño desconchón que dejaver la existencia de pinturas subyacentes.

La lectura de esta capilla después de laintervención es muy distinta, ya que apare-

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Figura 1. Vista parcial del segundo cuerpo de la capi-lla del Cardenal Cisneros antes de su restauración. Ca-tas de localización de pintura subyacente realizadas enmuros y plementos de la cúpula.

Figura 2. Imagen anterior tras su restauración.

Figura 3. Detalle del paramento izquierdo del segun-do cuerpo tras su restauración. Sobre lagunas de morte-ro original circundadas por pintura original se ha prac-ticado un tratteggio a la acuarela.

Figura 4. Detalle del paramento izquierdo del segun-do cuerpo tras su restauración. Ilustración de la reinte-gración cromática similar a la de la fotografía anterior.

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cen los restos de la decoración primitiva sibien en un estado fragmentario. Los másdestacados se concentran en las paredes la-terales del presbiterio, lo que hemos deno-minado cabecera, que se trata de la partemás antigua, donde se representan episo-dios de la vida de la Virgen; en el lado de laEpístola, la Anunciación y una escena per-dida, y en el lado del Evangelio, la Nativi-dad y la Epifanía (figs. 2, 3 y 4). Los cuatromurales están cobijados bajo doseles arqui-tectónicos, imitando la organización de unretablo.

Estas pinturas se pueden datar en torno a1490-1495.

En el espacio de la nave se observan,tras la recuperación de pintura subyacen-te, dos momentos decorativos bien dife-renciados. El más antiguo puede corres-ponder al de la ejecución de las pinturasde la cabecera si bien quedan pocos ele-mentos como para poder asegurar esta hi-pótesis. El segundo corresponde ya a laocupación del monasterio por la ordenfranciscana y puede ser del siglo XVII. Ladecoración consiste en escudos donde se

representan los estigmas de San Franciscoy un moteado por todos los paramentosimitando gotas de sangre (figs. 5 y 6). Pordebajo del arranque de los nervios apareceuna cenefa con letras góticas y en latínmuy fragmentadas (fig. 7) cuya transcrip-ción es la siguiente:

«quis + dabit + capiti + meo + aquam + et +oculis + meis + fonterm + lacrimarum + et +plorabo + interfectos + filiae + populi + mei+ jeremie + profete + cap. 9.1»,

es decir,

«Quien dará a mi cabeza agua y a los ojosmíos fuente de lágrimas y lloraré a las vícti-mas de la hija de mi pueblo» [Jeremías pro-feta cap. 9.1].

Actuaciones previas

Tras detectar en el citado pequeño descon-chón en la cabecera posibles pinturas mu-rales, se preparó un proyecto para realizaruna serie de catas, cuyo objetivo era la lo-

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Figura 5. Proceso de eliminaciónde capa pictórica posterior sobre unode los escudos de la bóveda del primercuerpo.

Figura 6. Detalle donde se aprecia una zona del paramento lateral derechodel primer cuerpo donde está siendo eliminado el mortero y el despiece. En lazona que rodea al escudo han aparecido regueros de pintura original. Esto sedebe probablemente a un fallo en la ejecución.

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Figura 7. Imagen anterior tras surestauración.

Figura 8. Vista parcial del paramen-to izquierdo del segundo cuerpo antesde su restauración. Se observa la exis-tencia de catas practicadas y la posiblelocalización de pintura subyacente.

Figura 9. Vista parcial del paramen-to derecho del segundo cuerpo antes desu restauración. Se observa la existen-cia de las catas practicadas y la posiblelocalización de pintura subyacente.

Figura 10. Detalle de las figuras en-contradas bajo los revocos de yeso.

Figuras 11 y 12. Detalle de las figu-ras encontradas bajo los revocos de yeso.

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calización de los diversos estratos, la exis-tencia de pinturas originales y la extensiónde las mismas (figs. 8, 9, 10, 11 y 12).

Así, antes de comenzar los trabajos se po-día determinar el alcance de la intervenciónnecesaria; no obstante, no se podía preveren ningún caso el resultado final al descu-brir la totalidad de la capa subyacente y lavisión estética resultante.

Estado de conservación

Como ya se ha comentado, inicialmente lacapilla se encontraba cubierta por una capade mortero y de pintura plástica que oculta-ba la decoración original.

Estos revestimientos a lo largo de su histo-ria sólo responden a una razón: las grandespérdidas y el mal estado de las pinturas, tan-to por la propia naturaleza de la obra, ya quese trata de muros de tapial y mampuesto, co-mo por la acción de la humedad, que desdesus cubiertas en mal estado han permitidofiltraciones a lo largo del tiempo, así comolas notables humedades ascendentes del pro-pio suelo.

En el espacio de la cabecera sólo encontra-mos un vano, en el lado derecho, que corres-ponde al acceso a la sacristía. En este área ydespués de eliminar el revoco, la decoraciónque aparece corresponde estilísticamente a laépoca de los Reyes Católicos, con un góticofinal, ya casi metido en el Renacimiento.

Respecto a las dos capas de mortero queaparecen, el arriccio, de varios centímetrosde grosor, está muy disgregado y separadodel muro de mampostería con zonas en pe-ligro de desprendimiento, y el intonaco, so-porte de las pinturas, está a su vez igual-mente desprendido del soporte de tapial.

Las pinturas realizadas al temple con unaglutinante de cola y huevo, aparecen llenasde picotazos de distintos tamaños (fig. 13),con el único fin de asegurar el agarre demortero que las cubre, siendo otra causa depérdidas bastante importante.

En el espacio de la nave por encima deuna placa de mármol conmemorativa, sehan hallado restos de policromía que pudie-ran corresponder a las alas de un ángel enuna escena de la Anunciación (fig. 14).

En el paramento de entrada a la capilla, aambos lados de la puerta, bajo el revocoaparece en la parte izquierda los restos de unescudo heráldico (fig. 15), y en el lado de-recho un dibujo incido de un Cristo cruci-ficado (fig. 16).

Aunque se trata de una hipótesis, este es-trato puede corresponder a la época de laspinturas de la cabecera. Sobre esta capa seencuentra otra que es la que tiene la carte-la que bordea el perímetro de la nave a unaaltura de cuatro metros, de época posterior.Este espacio presentaba modificacionesposteriores más relevantes, ya que encon-tramos distintos vanos o incluso dos capri-chosos rehundimientos en el muro para

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Figura 13. Imagen anterior quemuestra la total eliminación de pintu-ra y morteros posteriores. La existenciade pintura subyacente no es uniformeen toda la superficie. La apertura deuna puerta ha provocado la pérdida degran parte de la escena.

Figura 14. Imagen anterior tras surestauración.

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alojar dos lienzos, además de la existenciaen esta parte de una policromía que no tie-ne continuidad con los estratos encontra-dos en la cabecera.

En las catas iniciales, donde se apuntabala existencia de dos puertas flanqueando laentrada a la sacristía, al eliminar los morte-ros añadidos en 1905, se descubrió que setrataba de ventanas situadas a media alturacon forma de arco apuntado y situadas si-métricamente a ambos lados de la puerta(figs. 17 y 18).

En líneas generales, el estado de conser-vación que presentaba toda la capilla se pue-de resumir así:

• Respecto al soporte mural, el tapial pre-sentaba humedad, estaba muy arenizadoy con escasa consistencia, los estratos(arriccio e intonaco) estaban separadosentre sí, y el primero, a su vez, del murode mampostería.

• La capa de intonaco, soporte de las pin-turas, es muy fina y se encuentra pico-

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Figura 15. Detalle de los restos de la representación deun escudo heráldico en el paramento posterior del pri-mer cuerpo tras su restauración.

Figura 16. Detalle de Crucificado. Dibujo inciso apa-recido en la entrada lateral derecha del alzado posteriordel primer cuerpo.

Figura 17. Vista general de los paramentos anterior yderecho del primer cuerpo y paramento derecho del se-gundo cuerpo antes de la intervención.

Figura 18. Imagen anterior tras su restauración.

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teada, está muy desprendida del soporte,sujetándose puntualmente por las capasdel mortero que la cubren. Esto ocurreespecialmente en la cabecera, lo que difi-culta la eliminación de estos morteros.

• En cuanto a las bóvedas, inicialmente noparecían estar en mal estado, aunque al eli-minar el mortero de los plementos se com-probó la existencia de zonas con separa-ción de estratos y con cierto peligro dedesprendimiento. En los nervios esta capade mortero no existía, habiendo sido susti-tuida por varias capas de pintura plástica.

Debido al recubrimiento plástico y a sudureza, los trabajos de eliminación se hicie-ron costosos, retirándose esta capa a puntade bisturí.

Tratamiento realizado

El trabajo ha ido dirigido a la recuperaciónde las pinturas originales que adornaban la

capilla, cubiertas con sucesivos enlucidosde yeso aplicados sobre toda la superficie.

En primer lugar se procedió a la elimina-ción de estos estratos de mortero que ocul-taban la policromía original, mediante me-dios mecánicos, alternando, según loscasos, con tratamientos de consolidación,fijaciones y sujeciones más urgentes de laszonas descubiertas, y desprendidas del so-porte mural.

Descubiertas las pinturas y libres delmortero que las cubría se pudo comprobarla existencia de grandes zonas con escasapolicromía, procediéndose a reponer estosespacios con un nuevo enlucido de yeso aun nivel algo inferior (fig. 19).

En líneas generales el tratamiento ha con-sistido en la eliminación de todos los mor-teros no originales, la consolidación de pin-turas descubiertas, mediante adhesivosacrílicos e inyecciones de morteros en aque-llas zonas en las que la separación de los es-tratos era excesiva, y reposiciones de enluci-do de yeso en las grandes lagunas, acabadas

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Figura 19. Detalle del paramentotras su restauración.

Figura 20. Vista general de la bóve-da y paramentos laterales del segundocuerpo de la capilla del Cardenal Cis-neros antes de la restauración.

Figura 21. Imagen anterior tras surestauración.

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un nivel inferior tal y como corresponde auna respetuosa intervención restauradora yde valoración de las partes originales. A estemortero de yeso con cal se le aplicó un es-tarcido con el fin de integrarlo cromática-mente con la decoración original. Así mis-mo, se ha recuperado tanto la decoración delos nervios de las bóvedas como los escudosy capiteles presentes en el arranque de lasnervaduras (figs. 20, 21, 22 y 23).

Una vez limpio y consolidado todo elconjunto decorativo quedaba por definirqué hacer con la gran cantidad de picotazosque cubrían esas grandes zonas de superficiepintada. Con el fin de unificar todo el con-junto pictórico y darle un aspecto estéticoacorde con la belleza de las figuras apareci-das, se procedió a minimizar los picotazosmás grandes, cubriéndolos con nuevos mor-teros, dejándolos más pequeños; en otros, senivelaron totalmente con la superficie origi-nal, intentando reconstruir éstos en zonaspoco comprometidas pero que ayudaran aconseguir el objetivo perseguido.

La reintegración cromática se realizó conacuarela, siguiendo la técnica del tratteggioen todas las zonas donde se llegó a recons-truir con mortero todo el picotazo, mien-

tras que en el resto se procedió a aplicar unacqua sporca con el único fin de matar laszonas blanquecinas que perturbaban la vi-sión del conjunto (figs. 24 y 25).

Para terminar, se aplicó a toda la superfi-cie una capa de Paraloid B-72 a baja con-centración, con el fin de fijar las reintegra-ciones y proteger todo el conjunto.

El resultado final de la restauración na-da tiene que ver con la visión que esta ca-pilla tenía antes del inicio de los trabajos.Se ha tratado toda la intervención con elmáximo rigor, llegando a rozar casi lo ar-queológico. Su aspecto es sobrio, pero conuna gran fuerza y aunque la lectura delconjunto resulte algo difícil, se ha devuel-to a la iglesia de San Francisco en Tarazo-na, la capilla del Cardenal Cisneros en suestado más puro.

Con motivo de esta intervención se hanrealizado pequeñas catas en el claustro, des-cubriéndose la presencia de restos pictóricosque bien pudieran corresponder al mismomomento de la capilla del Cardenal Cisne-ros. Este hecho justifica plenamente la pues-ta en marcha del estudio de identificación,alcance e interés de las pinturas que escon-den los revestimientos del citado claustro.

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Figura 22. Vista parcial de la bóveda estrellada y pa-ramento derecho del primer cuerpo antes de la interven-ción.

Figura 23. Imagen anterior tras su restauración.

Figura 25. Imagen anterior tras surestauración. Sobre lagunas de mor-tero de reposición se ha practicado lareintegración siguiendo la técnica deltratteggio con acuarela.

Figura 24. Detalle del paramentoizquierdo del segundo cuerpo en la fa-se previa a la reintegración cromática.Obsérvense los repiqueteados del muro.