RECUERDOS DE ANTONIO

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Historia familiar

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Son dos los acontecimientos familiares que tengo por más lejanos en el tiempo; y en ellos es posible que haya algo de fantasía que también se agranda con el tiempo. Uno de ellos, el bautizo de (Salvita, entonces) Salva de Saucedilla. Yo ayudaba a lavar vasos y platos (¿) en el arroyo (sí, en el arroyo por detrás de la casa de los abuelos) con alguien (se me mezclan las imágenes de Isa, Ascen, de tío Julián Puertas “El alcalde”, Mari la de tía Petra, y me corté con un vaso. Todas las mujeres pendientes de mí (que no se enteraran los padres).

Seguramente en alguna de estas celebraciones el abuelo Antonio, sombrero o gorra, blusón negro y cayá por delante, nos contaría el cuento de “ La viuda que velaba al marido, mientras que el gato, que se llamaba Mundo le comía los chorizos; ella que además bebía vino, le gritaba, “Ay Mundo (mundo) que te llevas a los mejores y no me queda ninguno”, con un juego de palabras que hacía reír al abuelo.

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Otro, año 52 ó 53, la visita a tía Sofía a Salamanca, para algunos nuestro primer viaje a una ciudad (no a Guijuelo o Béjar) que ya nos parecían enormes, sino a un lugar que tenía escaparates con muchísima luz, príncipes me parecían los maniquíes, con sus trajes de marinero, o grises con la solapa con brillo, sus “Mijesús”, libros nacarados, rosarios blancos,… Helados de chocolates en la Plaza Mayor, ajardinada entonces, Colegio de jesuitinas de abajo, mármoles, imágenes, cristaleras, capillas, tren, ventanilla, Sieteiglesias, Fuentes de Béjar, monjas y una de ellas que debía ser importante, venía de lejísimos (Filipinas), y además era tía nuestra. Teníamos otra (Tía Primi) pero estaba más cercana, se podía presumir menos con ella.

Las matanzas, con las albóndigas (en tomate) de Ascen, o las natillas con una galleta en la superficie, una para cada uno, como mucho, mientras te contaban cuentos con una pincelada de sadismo, “Asaúra, ura, ura, por el pasillo” versión familiar o el otro universal, atractivo y repulsivo, “BarbaAzul”. El ambiente era el adecuado como para tardar en dormirte después; además de los cuentos, noche temprana, poca luz en las calles, barro, lluvia, viento y a veces hasta nieve que relajaba un poco , tranquilidad, color blanco pero que más tarde sería peor, con el suelo resbaladizo y sucio. Procuraré estos momentos más tristes y serios montarlos en una nube y “Echarlos a volar” como diría hoy, cantando, Manolo García en “Pájaros de barro” y como diría, no cantando, sino bebiendo, el personaje shakesperiano de Falstaff en “Campanadas a medianoche” “JESÚS, JESÚS LAS COSAS QUE HEMOS VISTO”.

Me situaría en la que creo es la hornada de nacimientos anual más abundante; la de los que nacimos en el 45: Benja, Jose, Mari, Salva y yo de la que creo soy el mayor (de febrero), o por qué no, en la totalidad, desde Manolo, de Salamanca hasta Pedro Antonio. O por qué no también, y voy a hacerlo así: En el año natural, uno cualquiera que englobe personas, hechos, todo desde una perspectiva quizá un poco sentimental y lejana que como dije antes es posible que se mezclen realidades, deseos y fantasías.

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Un año cualquiera, en Medinilla y cercanías, en lugar y tiempo, yo estoy escribiendo esto en Sevilla a las 6 de la mañana, no necesito que la abuela Felipa me saque agua del pozo, interior, con toda la parafernalia ruidosa que ello conllevaba, para avisar que había que levantarse si no en forma de “Mañanitas” tampoco demasiado bruscamente.

Cuando aparezca algún personaje del que no recuerde el nombre pondré…

En enero, los lunes al Barco, a caballo con carga (tripas, claro), con los dedos engurdíos, con alguno del pueblo, por el camino, hablando poco que se helaban hasta las palabras; cuidado en Junciana al atravesar el río Becedillas; conviene subir en el caballo, pues en el invierno lleva corriente y las piedras, que hacen de puente están bastante separadas como para saltar con seguridad. (¡cómo sentaría una caída!) Al llegar al Barco (Barco que decían los más finos) el caballo a la posá. Llegada a la plaza, abarrotada de gente, el suelo con bellotas,

castañas, patatas… y tripas. Saludos a los de tío Emiliano y a gente a la que conoces de Las Fiestas de los pueblos: de La Liseda (así lo pronunciábamos), San Lorenzo, Caballeros, Santiago Aravalle, La Carrera, Solana, etc. La tarde, que duraba poco, recogida y algunos a Plasencia, en el Coche de línea (La Empresa). Dios mío qué diferencia. Esa plaza del Barco, gélida, Gredos nevado,

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abrigos, pellizas, los pudientes, canadienses, mantas en los paisanos, (o tapabocas con aquellos flecos que húmedos, te ponían la cara como si te hubieras lavado sin secarte, guantes de lana después de La Carrera; PuertoCastilla, Tornavacas y el VALLE (El paraíso); en Navaconcejo árboles coloreados (eso es un naranjo me dijo tío Isidro). En el camino ese Puerto de Tornavacas, peligroso por el hielo; aprovechaban los mayores (Arsenio e Isidro) para contarte cómo El… de Tornavacas (conocido) en la época del estraperlo llevaba a cuestas de Tornavacas (Cáceres) a Puertocastilla (Ávila) un pellejo (¿) de aceite y al contrario patatas, sierra arriba evitando a la guardia civil. Llegada a Plasencia, en vez de nieve, lluvia, menos frío y luz eléctrica en las calles y escaparates, café expreso que entonces me parecía fatal (acostumbrado a la leche y una gotina de café). Ese parador de Cobos, cerca de La puerta Talavera, con un cuarto, sin luz eléctrica, mezclas de olores: tripas, cera fundiéndose y ardiendo de las velas, y la dormida. Como mucho te lavabas la cara.

Amanecía el martes y por la calle hacia la plaza (Padilla, Bravo y Maldonado, calles hacia la derecha, que me llevaban a un ardor patriótico (ahora sería comunero); ya habíamos visto “La leona de Castilla” ¿de Maruchi Fresno?). Martes de venta de tripas en la plaza llenísima de gente que vestía según la zona de procedencia; (Montehermoso, alegre y juncal en su movimiento el traje de la mujer, sombrero de paja) (El valle), Malpartida (Serio el pañolón), Las Hurdes que hacían el camino andando, Galisteo (Mozas de buena planta y de mal aseo). A las dos se acababa el mercado: Tío Emiliano sacaba siempre alguna conclusión, no sólo en Plasencia; tiene gracia su incorporación de personaje de concejal (¿) en aquel pueblo de “Tierral Barco” cuando fue a cazar Franco cabras monteses (La Angostura (¿). El miércoles era posible que tío Arsenio fuera a Galicia y tío Isidro al mercado de Aldeanueva; yo me quedaba sólo vendiendo (esa responsabilidad, y otras nos ha tocado a todos) ya en una

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posada nueva que comparada con la anterior era un 5 estrellas; dormíamos en cama, teníamos una habitación (almacén de las tripas) con luz eléctrica. (aunque andaría por los 15 ó 20 watios. Un recuerdo cariñoso a aquella gente que atendía a la posada de “La Cisterna” ( SRES EULOGIO; LUISA y los hijos Toni y Petri) y a los personajes que en torno a una fogata en el interior, habitación poliuso (cocina, dormitorio,…), charlaban y calentaban su comida. El que venía de muy lejos y hacía noche, la que tenía que ir al médico pues en el parto el niño había tenido problemas, el republicano al que se escuchaba en silencio, el realquilado, hijo, que vivía con su familia y por las mañanas de los martes con un espejo, reflejando el sol, hacía encabritarse a las caballerías del patio central. Recuerdo un miércoles, sólo, vendí a un comerciante y me pagó 25000 pesetas (¿); escondí el dinero en la almohada, todo el día vigilando hasta que llegó de Aldeanueva tío Isidro, descansé). Tío Isidro ¡qué bueno era conmigo! (mi padre era más duro); me compraba algún TBO, tendría once o doce años, y un día me invitó al cine; era una película de piratas y en color.

Los jueves para el pueblo. Tío Antonio a Béjar. Salíamos o yo sólo, si tío Isidro se quedaba en Plasencia, antes de las cuatro en tren, El Villar, Casas del Monte, Aldeanueva, Hervás, Baños con su cuesta que andando un poco deprisa pillabas al tren…; En Fuentes de Béjar se cogía el Correo (tío Gregorio conducía) y llegábamos al pueblo a las 8 y media. Otros tiempos a los actuales en los que se puede hacer en poco más de una hora. el mismo trayecto

Con los demás primos, de Salamanca, Saucedilla, Guareña, en esta época del año se tenía menos trato, después sí. Por ejemplo, a Manolo de Salamanca lo relaciono con “De colores” cantando los seminaristas del pueblo ( Domingo, Marcos, Mateo y Venancio) en el Huerto del Arroyo, a Antonio con un verano en que Bahamontes ganó la Vuelta; venía de un campamento y nos enseñaba “Montañas Nevadas” y “Arre dale a las mulillas” y nos contaba cuando le pilló una bici en la calle Caldereros (cada vez que paso por allí me acuerdo de él); Lorenzo venía mucho, claro, y también lo tengo relacionado con la música: Salva, Arse, Lorenzo y yo en una Fiesta de Septiembre hicimos mucha ronda una noche hasta que despedimos a Arse que se iba La Horcajada. Recuerdo la última (Al amanecer se marcha el tren se va mi amor yo me voy con él). Salva

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menos pachanguero nos hacía cantar habaneras “Salió de Jamaica”; fue la persona que me inició en la clásica, Rimsky-Korsakov y Scherezade. A nosotros en realidad nos gustaban Antonio Molina, Caracol (mi padre cantaba “Ay niña de fuego” antes de la muerte de la abuela Felipa) y los discos dedicados de radio Andorra (A los ojos más negros de … de quién ya sabe) y algo que teníamos más cercano. “Los Coiras” (Qué bueno que fue Jesucristo que resucitó a la hija del Coira/Jairo decía mi hermano Javier). Ese José Luis Coira, con la trompeta, o Félix con el Saxo que nos parecían mejores que Louis Armstrong (Con Francisco Alegre, Canastos, y otras).

Con los de La Horcajada mucho trato mercantil, aparte de las tripas, en Santiago de La Aliseda , en casa de… que tenía un-bar-debajo-y-dormíamos… como podíamos). Allí Benja nos hacía observar cómo los muchachos de Namediana o (Namojá), los de Bohoyo eran más finos, se identificaban por el color del jersey, todos amarillos, todos marrón,… Lo que hablaba (Benja); muy optimista, tenía anécdotas de todas clases; tenía embelesado a su padre (Emi creo tardó un poco en llegar) y su padre a mi padre.

Con tía Florencia mucho cariño, Félix distante en la edad nos hablaba de una bebida que se llamaba cocacola, y de la televisión que algún día veríamos en Medinilla. Cuando venía de Madrid, el tío Corona (otro duro) le permitía el descanso un día; después al curro. Con respecto a los “duros de la familia” yo los comprendí más tarde, eran muchos hijos y la vida era tela de dura (además comer, gastos, estudios,…).

Con los extremeños (qué raro hablaban, pero qué divertidos), eran más pequeños. Feli, José Luis y Cefe y Salva nos hacían conocer a un tal Luis Chamizo del que no teníamos ni idea, y que Medinilla era muy pequeño comparado con los pueblos de Extremadura, y que había una virgen muy importante (la de Guadalupe nos decía tía Vitoria), y que los partidos judiciales de Badajoz eran: Alburquerque, Almendralejo, Don Benito, Badajoz,… Luisito de tía Victoria conocía mejor a las gallinas nuestras que mi madre “Tía que no meta esa en su portal, que es de tía Culorina”.

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”Cefe nos enseñaba a Jose, su hermano, y a mí los juguetes de… aunque ya éramos mayorcitos (14 años). Con Cristi recuerdo sus misas en San Martín; ya mozalbete charlaba sobre algún vecino y compañero del Instituto (Hernández Cartes, Fenando Viñals ‒ buen músico).

Y llegaba febrero. Las vacas, la escuela, las “pasturas a las vacas” pero sobre todo San Julián y Los Carnavales. Se había acabado la temporada de las tripas y no había llegado la de las fiestas. Las almendras se humedecían y no sacábamos puesto (burrillas, cajones, balanza, pesas, cartones…); sobre cada palabra anterior se podría escribir un rato (y si me apuráis una tesina) (“La balanza, su manejo, su instalación en los cajones para que no se caiga, su barra vertical, gancho,

¿cómo pesar media libra, un cuarterón,…?), cómo hacer que se balancee pero no dar de más (ni de menos), por la familia de Tío Antonio El Dulcero. No solían asistir a la fiesta (de San Julián, 6 de enero) forasteros, por lo que no se llevaban las almendras correspondientes. La procesión de la imagen del santo dependía del tiempo climatológico. Le venía bien sacarle de aquella hornacina obscura, a él que tampoco era un personaje claro. Y ese “ramo” cantado por mozas , familiares y amigos: “Salió san Julián de caza un martes…” no sé qué sentido tenía lo del martes , pero bueno quedaba alegre y bonito en medio de la muerte de los padres…En torno al 6 ó 12 ( hubo cambio de fechas para la fiesta) de febrero solían caer los Carnavales. No había disfraces, o muy limitados; tío Macario el pastor (Los tres pastores con M: Mateo, Meterio y Macario) que, cuando hacían la noche en sitios

cercanos, propiciaban champurrones entre los mozos en los arroyos que se cruzaban cuando se llevaban las ovejas, de noche; a llenar de cagalutas (con perdón) una finca; las cayadas, ahijadas, bastones eran instrumentos de impulsar el agua, (aunque no llegaba nunca la sangre al río). El tío Macario se

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pintaba y nos asustaba a los niños desde El álamo, que pasó a mejor vida, de la plaza (sería en los Carnavales con buen tiempo, o en otra fecha).

La Cuaresma tenía la ventaja de que no comías cocido los viernes (tortilla de patatas, y a veces pesca. Participaba en el asunto, Tío Ramón, uno que se fue al norte,… que iba por la calle con una carretilla ofreciendo verdeles, y sable; tenía que buscar el trozo de la calle duro, para que, habiendo tanto barro, no se le atascara el carro. No había baile los Domingos y no trabajaban “Piezo y Cocina” (músicos de Palacios que, gaita y tamboril, terminaban desplazándose cuesta abajo hacia Palacios con un remate final de La Jota). Cantar no estaba bien visto, como no fuera algo religioso, “El vía crucis”- acompaña tu Dios alma mía, cual vil asesino “O escuchar El Miserere, no sé de quién, que cantaban en un latín misterioso, tío Esteban el Sacristán, gran sonador de campanas, acompañado a veces por tío Virgilio y José. El Viernes de pasión, negras las imágenes, y el Domingo de Ramos, misa larga y recogida de laurel, puesto en las ventanas de las casas para espantar al demonio. El Jueves Santo, por la tarde: oficios y el Viernes y sábado tristes días; a veces escuchando en casa de tía Florencia “El sermón de las siete palabras” o los sermones del Padre Venancio Marcos.

¡Qué bonito era el Domingo de Pascua!. Se podía cantar; a las doce, los niños acompañábamos a la imagen del Niño Jesús y en la plaza las mujeres, con la Virgen, con manto negro, la descubrían y mientras madre e hijo se acercaban (se daban un abrazo) tocaban las campanas (las dos) y hasta el esquilín. La merienda a Fuentesanta ( tortilla, pan escaldao, y…gaseosa). Ya un poquito mayores (11 o 12 años) a “La teta Gilbuena). Por la tarde, apoteosis (baile en la plaza) si se podía con los músicos buenos (Los Coiras).

En marzo y abril llovía bastante . En el campo “el escardijo”, zacho pequeño para manejar mejor y más rápido. Yerbas fuera, en caso de cultivo de huerta patatas, tomates, los ceñiglos; a mano los arrancábamos, con algo de cuidado, que no se arrancara demasiada tierra con ellos; no todas las hierbas salvajes

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eran malas; se comían las aliceras, el resto dulce que tenían en el tuétano algunos espinos, y otras cuyo nombre no recuerdo. De fiestas para salir: San Marcos (El Losar, Valdehijaderos…) (so,so,so-verano san Marcos, arre; arre; arre-pentidos venimos). Baile, que junto con nosotros y la misa especial éramos los coautores de la fiesta (si no había dulceros, no había fiesta); esos caballos

vistosos, mantas de colores, y personajes de fuera pero que te daban confianza y al paisano de Tierral Barco o de Valdehijaderos le gustaba consultarte, incluso por su vida amorosa, buen sicólogo el abuelo Antonio, y algo miedoso, con pistolón a veces, que cierto día en el camino de Guijuelo, por “Callejamala”, al asustarse el caballo, no sé si llegó a tirar un tiro al aire, gritó “Bicho fuera” y un taco fuerte; sale un pobre hombre con los pantalones a medio poner gritando “No ero bicho, ero…, ero haciendo del cuerpo” (Se reía el abuelo cuando lo contaba).

El 28 y 29 de abril, “La feria”, de ganado (ovejas, cochinos, cabras,...) en El Legío de arriba (el Ejido). Baile, juego de calva en el camino de Valdiberrueco, y en nuestra casa “patatas rebozás” (un lujazo). Y desde entonces hasta el verano mercado concedido desde muy antiguo (los domingos).

En mayo, san Isidro (uno tenemos en la familia), concurso de arada (surco recto y profundo), que aunque no hubiera concurso oficial el mozo que araba tierras

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cercanas a algún camino (de Neila, o de Valdivicente, p.ej.), se esmeraba más que si las cortinas (tierras) estaban lejanas.

Mayo, el mes de María; niños y niñas íbamos a la clase de Doña Custo y se hacían cantos “con flores María que madre nuestra es”…lo niños de pie y las niñas sentadas. A veces venía gente importante al pueblo, el gobernador, el señor obispo, el inspector… debíamos estar limpios y un poco aviados, por si preguntaban (el catecismo, sois cristiano?, cuáles son los partidos judiciales: Arévalo,… además debíamos decir, casi gritar, pero eso nos gustaba (viva el señor gobernador, viva el señor obispo). Catecismo, el del Padre Ripalda, que correspondía a la diócesis de Plasencia, mientras que en la de Salamanca, había que saberse el del Padre Astete.

Un domingo, se sacaban las vacas a pastar a la Dehesilla para después ir a Navalengua. Niños y niñas, mozos y mozas y casados no nos perdíamos el espectáculo de tanta vaca, novilla,… juntas en una superficie tan reducida; incluso había peleas (se acornaban). No pasaba a mayores, estaban los vaqueros. En el campo había galanas, violetas, en algún sitio escondidas, claveles (otros), y flores (cuando no sabíamos el nombre: flores); y lirios, azucenas, rosas, pensamientos,… en algún huerto, cuidados, agua y escardijo, por manos femeninas. En mayo se celebraba la Cruz en La Nava, pero el llegar no era fácil por el camino, río Valvanera al medio, no había puente Milvio sobre el Tíber (Magencio, Constantino, Santa Elena; no manejo bien la historia de la Cruz, aunque por nuestra profesión de dulceros, sabíamos alguna que otra historia de Santos (quizá pocas),…y a alguno le tocaría ir a la romería.

Y san Antonio, (cantidad de pueblos con ese patrón); mis experiencias en atravesar el río (Tormes) por el molino de Santibáñez: ¡Barquero, barquero! gritaba mi padre; aparecía el barquero-molinero y tirando de una cadena, en una balsa, caballo cargado y personas, nos trasladaba a la otra parte del río, como Caronte, en este caso bueno, y el río Leteo. Paso por Cespedosa, con miedo; en mí persistía la imagen del médico en la puerta de su casa (algo tétrica pero imborrable). La Tala, pueblo de la fiesta; allí la misa no empezaba hasta que

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llegaban los señores de la Dehesa (¿) y vuelta al pueblo; si llovía no se podía pasar el río y se rodeaba por Navamorales y El Puente Congosto. Pasábamos al lado del Berrueco, al lado de la finca de tío… padre de Marcos, Germán y Tere, en donde abandonado estaba el verraco de piedra que ahora está en la plaza de El Puente. Y de La cama del moro y la mora, al lado de La fuente de la minga reonda.

Azucenas al santo. Corpus, calles engalanadas, niños y niñas vestidos con el traje de la comunión. Los que la celebrábamos con los demás y los que, por estar el padre ausente, en el día de la comunión necesitaban la compañía de las primas (Mari, Pili y Cristi) por no hacerla solos. Chocolate y berretes con Don Alfredo, la hermana, y paseo por el pueblo, con el bolso las niñas, los niños no sé con qué, pero memorizando (tía ‒no de la familia-sí me acuerdo de quién- 8 perras gordas) y que seas buen cristiano.

El 29, San Pedro; algunas mozas tienen en sus puertas, ventanas, o…, ramos de cerezas, aunque a veces

algún ¿gracioso? (malaje diría ahora) lo ha cambiado por un cardo.

Y el campo siempre presente; algarrobas a recoger; madrugón para llegar al alba (o antes) a la tierra, El cuarto la juyuela, Los casares (a veces de cebada), La desa (cuidado con los alacranes, Arsenio): convenía o arrancarlas o ayudarse del hocino, temprano, pues secas se desgranaban. Ya cerca del mediodía, para casa. Se llevaban a las eras y extendidas (la parva), se trillaban. Si hacía bueno (sol) en un día se podían recoger (rastro de madera , palas de madera, escobas de anjunjeras) en montones (ya se limpiarían cuando “anduviera aire”). Siempre andaba aire los domingos después de la misa; así que un rato de juego para los niños, se fastidiaba y a la era (pala, u horca, o bieldo; según el cereal; volteando el empalado cuando llegaba el aire, se recogía la algarroba (ya se llevaría al molino): En julio, la cebada; también debía segarse de madrugada; la caña era seca y podía saltar la espiga, aunque luego vendrían a espigar (dale que dale

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tras la cuadrilla ”La rosa del azafrán”. Más tarde el trigo, espiga recia. Su siega necesita fuerza y compañía (triste la soledad de un solo segador) coritos

gallegos que se sentaban en El álamo.

Las eras con los haces artísticamente puestos (muelos, muelas). En la Peñagorda, al lado de la Casa nueva, la era del abuelo Antonio. Venían los de Salamanca y cantaban “Arre dale a las mulillas”… y lo solían hacer (sobre todo Lorenzo) bien. La vuelta a la parva con palas u horcas de madera eran puntos de encuentro entre vecinos de parva; terminada, se bebía agua del botijo, a la sombra y a esperar a que terminara de cachar para hacer los montones. Había que cuidarlo, el montón, (tiempos difíciles) y a alguno nos gustaba dormir al sereno, aunque cuidado con los violeros. Tío Ramón, padre de Segunda, Emilia, Ángel, nos enseñaba las estrellas (el

Lucero, Las cabrillas,...) y nos contaba el romance de “La loba parda” que hacía que la viéramos por cualquier camino: estando yo en la mi choza, pintando la mi cayada, vide venir siete lobos”.

El 18, los niños agradecíamos la fiesta porque coincidía con Santa Marina, de Gilbuena, y no se podía trabajar; nos aviaban e íbamos al “Pantano de Gilbuena” pomposo nombre, veíamos las exhibiciones que hacían los muchachos que sabían nadar (José Mari el de tía Rosalía, de Béjar, y otros); nosotros éramos de secano; algunos aprendimos a nadar con 20 años; comprábamos algún caramelo, tomábamos gaseosa (algunos sifón que era más barato), visita a algún conocido y al baile. Hasta las diez y ya de noche para Medinilla, que mañana no es fiesta y toca, trillar, limpiar si anda aire, espigar o segar, y llevar a los segadores la merienda, comida o almuerzo (patatas revueltas, torreznos-chicharros-, huevo frito, garbanzos,...).

El día (mejor la mañana, al alba) de Santiago, los tres hermanos con algún muchacho. Arsenio, Isidro y Antonio a Tierralbarco, (La Aliseda, Santiago Aravalle y…) sus destinos: despedida en El Barco. La vuelta, a veces, el mismo día, y en el punto del posible encuentro, se ponía una piedra, en un lugar de una pared, que indicaba que ya se había pasado (buen código de señales).

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En Agosto Santo Domingo (la Nava de Antonio, Peromingo…), san Lorenzo y La Virgen (de agosto) solapada con San Roque, nosotros a Caballeros (Santa María de los) (Otros: a Ledrada, Hoyorredondo, La Cabeza). Y de allí al Puente, pasando por El Collao, La Horcajada. Recuerdo los desayunos en casa de tío Emiliano y tía Ceferina. Me impresionaba tío Emiliano; reloj de cadena en el bolsillo del chaleco, serio, muy hablador, pero con aplomo y seguridad, dando consejos, bastante realistas, no exento de algún detalle irónico, “comentaban una vez la historia de la llegada de tío Linos al pueblo”. Se rumoreaba, nunca se sabía dónde nacía el rumor, que venía de América un hombre del pueblo; los niños, entre ellos los hermanos García Casas, se acercaron a La Cruz Nueva a esperarlo; lo imaginaban en Haiga, trajeado, cadenas de oro, fumando puros, sombrero de paño,... el indiano. Ven a lo lejos, subiendo la cuesta un hombre, que a medida que se acercaba no correspondía a la imagen supuesta; sin afeitar de hace tiempo, desarrapado. Era la otra cara del indiano. Recuerdo haberle oído contar también la historia de La Parda de “Valliondo” o del Barbero de Ríofraguas.

En las eras se terminaba con los garbanzos, quien los tuviera, (muy ricos los capuchos, verdes sin madurar). Santos Bartolo, san Juan degollao, san Ramón Nonato (Los Santos, Navalmoral de Béjar, Valdehijaderos, La Calzá y su famoso Fausto, El niño de la Calzá, gigante de 2,40 m que daba miedo en la feria de Béjar y qué buena persona era.

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Y septiembre: La Virgen de Fuentesanta. De aquí podríamos hacer una tesis doctoral según las vivencias y recuerdos de cada uno. Sermones previos en la novena (Don Abdón, de Junciana, D. Antonio de Gilbuena, D. Demetrio, Piquito de oro, y otros) Pero lo más, era que la víspera, el día 7, subía La Serrana de Santibáñez con gente que venía de

Madrid, de Bilbao,… Las maniobras que tenía que hacer Coca el conductor, no eran pocas.

Diana, músicos, cohetes, paseo a la ermita, misa con muchos celebrantes y mucho público las de Neila ocupaban la primera fila pues madrugaban mucho; procesión, campanas volteando, agua, puja por la entrada de las manos… de la Virgen y baile en la plaza de toros. Comida buena; café en cá tío Ceferino Corona. Después, era fiesta, copa, coñac los hombres, y puro. Las mujeres, en casa.. Saludos, alguna visita an cá tío Bolilla, tío Roca,…(se solía beber un perro de vino, nosotros, no). Baile en la plaza, antes y después de cenar (Los Coiras casi siempre; y La Campanera, Canastos, Doce cascabeles, y otras. Forasteros, de Gilbuena y Neila. Las mozas a la entrada del pueblo cambiaban las alpargatas por zapatos, más elegantes.

Se acababa la fiesta y los de fuera, entre ellos algunos familiares, se marchaban. ¡Qué triste! Algo se muere en el alma, cuando…dicen Los amigos de Gines. Los de Extremadura “ya se van marchando, tras, tras, tras”. Los tíos Luis (qué buenas personas eran), el de Guareña me decía que había una feria de ganado (cochinos) en San Miguel. La de veces que lo

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he recordado yendo por la 630 y ahora por la autovía. El 14 Los Cristos, la lluvia a veces estropeaba con su humedad las almendras sobre todo, (AL GÉNERO). Neila con su San Miguel, los demonios y la romana, y Santibáñez acababan las fiestas del verano; los unos auténticos paisanos, los otros más señoritos (y presumidos) que te tenían por un poco atrasado (claro que nos vengábamos cantando. Santibáñe, bañe. Corral de cabras; donde cagan y mean, van a por el agua.

En octubre se notan las tardes cortas, el sol se pone en el Cabezo de Neila, las sombras, largas. Ya no hay bodas; han sido en agosto, cuando terminaba la

recolección, o en septiembre. (Una que recuerdo; la de Tío Antonio y Tía Luisa). Ni los hombres se vestían de carantollos, ni en la iglesia los novios llevaban las velambres, que con cuidado ponía la madrina, ni se veía el ofrecijo, con bancos de madera, en la plaza. Yo…tantos costales, etc…

Se supone que había llovido; en caso de necesidad se habría sacado a la Virgen de Fuentesanta en procesión, hasta por ejemplo Carravilla. (Virgen de la Fuentesanta , tú que tienes el poder, quita el candado a las nubes y que se ponga a llover).

Salir de la escuela e ir a buscar las vacas, al prao Fresno, o a Vandeneila, El prao Cierro o La Cruz de Francia (buenos cornachuelos se cogían, en mayo, a la

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entrada del portillo, en la parte que da con lo de tío Luis, el de tía Carmen). Te ibas comiendo la merienda, por el camino, pan y un trozo de morcilla, de calabaza por supuesto, o si quedaba chorizo, o queso o uvas, que alguna vez se compraban al uvero de la Sierra (de Francia); el salchichón casero, si había salido bueno, que no siempre pasaba, se acababa pronto; las patatas asadas, con sal, también ayudaban y si se conseguía un buen asado la piel, con costra churruscante estaba exquisita.

Las cabras ya habían vuelto, o debían haber vuelto, mal asunto, si no; habrían saltado a algún linar, por ejemplo en la Quebraílla a hacer algún destrozo; los santaneros lo sufrían a veces y se molestaban con razón. Las cabras seleccionaban las hierbas, podían de paso haber arrancado los ceñiglos, de algún linar, pero no, pastaban las cosas buenas.

Avanzaba la tarde y la luz eléctrica iba llegando, a rachas ; para los científicos un buen apoyo a una particularísima teoría corpuscular de la luz (o la cuántica de Planck); emitida por “ los de Becedas”, bastante remisos a la hora de darla, la luz; sobre todo cuando había algún espectáculo que la necesitara en el pueblo (eso pensábamos). Por ej. el Cine (Los últimos de Filipinas) en el Salón, de tío Corona por supuesto, o la que daban gratis quizá ya en la sala parroquial, “Sin novedad en el Alcázar”; toda la logística, de Eufronio que nos ilustraba, con el tocadiscos, con “Ay, ay,… no te mires en el río” (era un fan de la Piquer) aunque las películas, Morena clara, Recluta con niño,… eran más de Imperio Argentina, José Luis Ozores,…

O el teatro en el que algunos del pueblo hacían de figurantes; Rosa, fallecida, y su hermana Saturnina, quinta del 45, de tío Juan el peluquero, con sus trajes de comunión haciendo de angelitos, en la Pasión de Cristo que salían corriendo cuando había petardos (terremotos y tormentas en la Crucifixión) o José, hermano de tío Esteban, haciendo de san Pedro, o … Y ese intermedio en el que se rifaba una botella de anís, “La castellana”, con su dibujo falimúndico: La mujer tiene una botella, que tiene una mujer, que tiene una botella, que tiene... O cantaban también en el intermedio, generalmente coplas.

Había poca iluminación en las calles, así que Béjar o… ¡Salamanca! nos parecían palacios iluminados. La radio se oía con dificultad aunque mejoró

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cuando empezó a haber “luz de día”. Anuncios, locutores, Matilde, Perico y Periquín; ya habíamos crecido y no mirábamos si había personajes de verdad dentro del aparato, como en el de tía Florencia que era enorme y casi cabían.

Con la leña, había que tenerla controlada; había costado mucho conseguir una pella para el invierno, cortar la encina, serrarla con la ayuda de tío Joaquín, M… (tío Joaquín que si puede ir usté pa mi padre mañana), astillarla, con la segura o el martillo, el mazo,…que cuando no estabas acostumbrado te salían borjas (ampollas en fino), llevarla al corral (leñera) y recoger el moligajo; los quintos “ la robaban” para en la noche de Los Santos hacer la calvotá, en una gran lumbre, en la plaza.. Los niños hacíamos calabazas huecas, con tres agujeros, a la altura de los ojos y la boca, y poníamos una vela encendida en su interior; con ella pretendíamos asustar a los demás (hoy sería Hallowen); visita al cementerio por la tarde y comentarios de cruces, fechas, familias, ángeles dibujados, todo demasiado obscuro. El día siguiente, 2, día de las ánimas, todo el día las campanas “doblando por ellos “; tristonas (din ‒ daaaaan).

En el campo, no había aceitunas; aunque en La Viña, el abuelo tenía al menos que yo recuerde un olivo, del que pretendíamos comerlas, a las aceitunas, del árbol; no soportábamos el amargor y terminábamos escupiéndolas. En cambio, en Valdiberrueco, si comíamos directamente las castañas, nos pinchábamos con los erizos; aunque la verdad estaban mejor cocidas o asadas como calvotes.

Las enciclopedias, se había pasado el tiempo de las cartillas, y el de que te frieran un huevo en el cambio promocional, de Hermanos Rodríguez, Burgos, u otros, se utilizaban mucho; a veces se nos

olvidaban al pasar La puente del arroyo, después de casa del abuelo; nos interesaba más no quedar el último en pasarla, pues en los niños (machos) era “manforito el último” y a veces a causa de ello, empujones y zancadillas, nos caíamos al arroyo. Los artículos, las regiones, los ríos, la unidad y en la pizarra las cuentas; en casa, cuidado con el pizarrín, que si

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es de cera es blando y se desgasta enseguida, y si es duro, raya la pizarra y deja una marca indeleble, como algunos sacramentos estudiados en el catecismo. En el recreo “Salga la olla” vaya una ristra que se formaba a veces para pillar al más saltarín, “El clavo” “Los serrones”, “A la una anda la mula” “ pico, zorro, zaina”… A las doce, a veces se pedía la licencia (que si puedo ir a llevar la comida a…, alguien que estuviera en el campo, jornaleros o familiares mayores, preparada la burrilla o el caballo, y con las alforjas, y bastante cuidado…). Ya fuera de la escuela Chinchabeo chinchazul, Ronda; un poco mayores y niños sólo, a Güi (cara tapada con la mano y a averiguar quién te daba una torta, algunos se aprovechaban y pegaban fuerte). A las ocho y media de la tarde-noche sonaba El ángelus, y para casa. El álamo se quedaba sin niños y algunos mozos, que querían ir a la Guardia Civil atravesaban la plaza para ir a la escuela y hacer dictados y cuentas, con los maestros.

Con las nueces había que tener cuidado, manchaban, y con las bellotas, varearlas; distinguir las dulces de las otras (los cochinos daban cuenta de ellas, así como de las patatas cocidas que se le llevaban a la zagurda -zahúrda ); y ojo con las Landes, las bellotas del roble, que alguien que presumía de entendido (¿), decía que eran venenosas y producían bocio (¿). Nueces y castañas troceadas, a veces con los mismos dientes se hacían masa, con higos, no frescos, ya de invierno, conservados, bien mezclados, que llamábamos “ turrón de pobre” y sabía bien.

En diciembre volvía la época de las tripas, (mercados en El Barco, Plasencia y Piedrahita, Aldeanueva, Béjar, Ledrada, Guijuelo y el Domingo descansó, ¿descansó? Muchos domingos, no; había que cambiar la talla de los madejones, más largos o menos largos, o anchos, con mejor apariencia externa, iba bien la cuerda azul y calibre del 60, según los distintos mercados. Nos ayudaban Manola (¿) y Honorio, dos grandes trabajadores que devanaban y hacían el nuevo madejón con mucho arte, en la habitación de las tripas, con su papel, antiguo y coloreado, que daba al arroyo; en esta época del año bastante movido, con cuidado si se iba a casa de tío Dámaso, el padre de Eduvigis, ir de piedra en piedra, o a la puente de la carretera de Gilbuena, al lado del hito (mojón) del Km. 4, (4 Km. desde Valvanera, justito en la curva de la cuesta que viene de la plaza. Peligrosa la carretera si nevaba y luego se helaba, pero alegre porque allí llegaban los Reyes Magos y dejaban (yo las he visto) las huellas de los camellos, a la puerta de tía Ceferina, madre de Juani, al lado de La Muralla de la escuela de los mayores (no la de los cagones).

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Y las matanzas; matar al cerdo, gruñidos,… pesada con la romana, “doce arrobas y tres picas”, socarrar con ramos, (no sigo pues puede haber personas sensibles que se sientan molestas), lengua al veterinario en un plato, (siempre me recordó a la cabeza del Bautista) “y dile a tu padre que no tiene trichina”; ya se podía comer: fiesta; las chichas, los bútagos, la máquina, tripas, las del cochino bien lavadas, en el arroyo, ¡qué frío!, o en algún pozo; las mujeres bromistas en grupo solían colgar un trozo de tripa en la espalda de algún hombre, cuerdas, de distintos colores para los chorizos, o los salchichones,... especias,…clavo, pimientas, nuez moscada, anises, cominos, sal y a san Bartolo, con alguna burra, a buscar carne de Luis, el de tía Ascensión u otros, pasar por Neila, y camino de San Bartolo, con el burro y mi primo Leoncito escuchar a un gañán arando (Ay , barrio de Santa Cruz).

Con la noche y el cansancio, satisfacción y algo de desahogo, cante y…; la música que acompañaba a las voces, en nuestra familia, buenas (qué súpitos), en lugar de platos o gong, tapaderas, metálicas, o almireces, o la citada botella de anís, granujienta, raspándola con cuchara metálica en lugar del güiro de madera, o el cencerro, bastante abundante, con sonido más grave ( son las vacas de Josefa, o más agudo, las de tío Jaime. Silbidos, no tan poderosos como los de Pedro Silba, hermano de Froi, que lo hacía en La Plazoleta, an cá tío Eurico y se oía en El cañolpueblo, (como “El cantar del marinero, es un cantar muy bajito; si se canta en Astillero, se oye el eco en Puertochico”, que cantan en Santander). Terminábamos con p. ej. Ande, ande, ande, la marimorena.

Se cierra el ciclo anual y espero haberos entretenido algo. En julio nos veremos.

Un abrazo para todos los tíos, primos, sobrinos,…

Y aunque resulte cursi “Que la base que formamos todos, hijos, nietos, biznietos,… se sienta unida formando la pirámide cuyo vértice (Felipa y Antonio) ha sido una referencia importante en nuestras vidas” O más personal: ¡OJALÁ QUE TE VAYA BONITO! Antonio desde Sevilla