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Cuando la mente decide formar parte de la vida de las personas, aparecen muchas historias que contar, y cada una de ellas es parte de un Universo mágico que hay más allá… Recovecos es la recopilación de varios relatos que nos enseña lo que pasa por la mente de personas comunes y corrientes, que viven su rutina diaria, que sufren por no tener a quien quieren o lo que quieren, que desean ser algo más, que nos cuentan cómo conocieron al gran amor de su vida y que nos muestran su manera de ver el mundo que nos rodea. Algunos mensajes nos harán abrir los ojos, otros quizás nos causen tristeza, tal vez alegría, pero todos tratarán de llegar a lo más profundo de nuestro corazón para quedarse allí por el resto de nuestras vidas. Recovecos se compone de ciento seis relatos que nos llegarán al alma, cada uno de personajes diferentes, de historias diferentes. Porque, a veces, necesito dejar salir lo que siento y pienso en pequeñas cantidades…

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Recovecos

May Abiatti

Recovecos

Ediciones

Készlet

Recovecos.Primera edición en Chile: año 2013.©2013, May Abiatti, autor.©2013, Silwenka, imagen portada©2013, Készlet ediciones, maquetación, corrección y

diseño de portada.

Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la reproducción de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamos públicos.

ISBN (10): 1491243406ISBN (13): 978-1491243404Depósito Legal N°: 231.457

A todos aquellos que en algún momento de sus vidas pasaron por

las líneas que una vez nacieron...

«Una vez me dijeron que el mundo estaba loco... y yo le creí.

Luego me di cuenta que no era así, él estaba bien, yo no...».

May Abiatti

Prólogo

Queridos lectores, antes de comenzar a leer esta recopilación de relatos cortos, son necesarias unas pequeñas aclaraciones al respecto.

Como bien sale en la sinopsis, Recovecos son las voces de personas comunes y corrientes que han dejado salir lo que sienten y piensan en pequeñas cantidades. Sus emociones, pensamientos, historias, vivencias y reflexiones están plasmadas en lo que leerán más adelante, buscando, de esta manera, emocionarte, a ti, lector, con cada una de las letras que fueron formando los relatos.

Estas personitas salieron de un mundo mágico, un mundo en donde todos pueden entrar pero que no cualquiera comprenderá, salieron de un mundo creado por mí. Cada uno de los relatos que aquí se cuentan son sentimientos de los personajes que aparecen en el mundo mágico que llevo en mi mente, que expreso a través de mis historias y que más de alguno se siente identificado al momento de leer, porque, al fin y al cabo, ellos son personas comunes y corrientes al igual que todos nosotros.

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Es por eso que algunos de los relatos que verán más adelante sentirán que forman parte de un Universo más grande, porque así lo es, sobre todo en el apartado Historias, donde los que relatan no soy yo, la autora, sino que presté mis dedos para que los personajes salidos de mi mente pudieran expresarse con total soltura y desahogarse de la misma manera que lo hago yo: a través de las letras.

No es necesario haber leído las historias para comprenderlas, todo lo que se expresa en los relatos se comprenden por sí mismos, por eso era necesario dar esta aclaración antes que se embarquen en esta lectura.

Y sin más que aportar, los invito a entrar en mi mundo mágico, esperando que lo disfruten tanto como yo al crearlo.

Gracias por leer,

May Abiatti

Pensamientos

Abrir los ojos

—¿Te has despertado alguna mañana y mirado más allá de los que tus ojos alcanzan a ver a través de los edificios?

—No. ¿Por qué habría de hacerlo?—Porque a veces las cosas más hermosas se ocultan entre

cemento y fierros, pero sólo algunos somos capaces de verlos, porque sólo algunos tenemos los ojos abiertos.

—¿Me estás diciendo que debo abrir mis ojos?—Te estoy diciendo que los abras, pero no los que tienes

de adorno en tu cara, sino que los de tu alma y corazón.—Eso ya lo he hecho y me he enamorado...—Ahora haz lo mismo, pero mirando hacia afuera y desde

tu ventana. ¿Logras ver algo más o tu mente sigue presa de lo que los otros te obligan a mirar? Libérate y mira más allá, libérate y date cuenta de lo que realmente tienes a tu alrededor, sólo así sabrás darle el valor que se merece a cada uno de ellos, cada uno de ellos a quienes no ves, porque estás enceguecido en que el Hombre debe reinar por sobre todo... pero ten cuidado, porque los que están allá afuera son más fuertes y poderosos que cualquiera de aquellos que están

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pasando por tu cabeza en este instante. Está en ti, en mí y en los demás ayudarlos, la naturaleza es de todos, pero ya comenzó con su venganza...

—¿A qué te refieres con venganza?—Sólo basta con mirar un poco de noticias, nosotros la

estamos destruyendo y ella se está defendiendo, tornados, volcanes, terremotos en lugares donde no deberían haber. Y esto es sólo el inicio.

—¿Cómo lo sabes?—Porque yo soy parte de ella.El viento silbó cuando dejó su forma humana y pasó a

través de la ventana, el chico se quedó mirándolo, pensativo y distante, con la mente perdida y la vista fija... y fue entonces que vio, vio lo que el viento le dijo, logró mirar más allá, pero aún era uno solo y con eso no bastaba, tenía que seguir las palabras del viento y encontrar más ayuda... Pero ¿dónde, cuándo, cómo? Tomó su chaqueta y salió y en el camino encontró a más gente... ¿Te unes o prefieres seguir mirando y destruyendo?

Amor, amor, amor...

¿Cuántas veces nos hemos preguntado qué es el amor? ¿Cuántas veces nos hemos contestado y a la vez hemos quedado aún más en la duda o con más preguntas? ¿Cuántas veces nos han debatido insistentemente por causas de que uno opina algo y el otro algo diferente con respecto al amor? ¿Cuántas veces hemos creído sentir «amor»?

Se me viene a la mente una canción, una que dice algo como:

«¿Y qué es amor? ¿Qué crees tú que significa amor? ¿Acaso crees que se trata de decirlo en dos palabras, te quiero y nada más?».

Las interrogantes sobre el amor son muchas, quizás demasiadas como para resolverlas en esta vida... Tal vez sean cosas que nunca sepamos, como tal vez sólo basta enamorarse para saber la respuesta a todo eso, quién sabe, sólo queda esperar a que ese bichito llegue a por ti y te ayude con todos eso que tienes en la cabeza.

Aunque mientras, me gusta bastante la definición que conocí hace tanto tiempo atrás en un cuaderno de frases y

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poemas:«El amor es un yo, que busca un tú, para formar un

nosotros».

Cosas

No sé por qué, pero mientras más te hablo, más ganas me dan de mandarte a la mierda...

Sí, mis palabras son un poco fuertes, esta vez, pero creo que se lo merecen muchas personas...

De seguro más de alguno se sentirá identificado y pensará que nunca han hecho algo así... De seguro otros pocos pensarán que esto va dirigido a ellos, pero no, va a todos aquellos que se pasan por aquí y tienen aquello que se llama «amigo» pero que en realidad no lo son, sino que son simples personas que sólo buscan encontrar algo con que sacarte provecho y usarte mientras ellos no son siquiera capaces de preguntarte: ¿cómo estás el día de hoy?

A veces me pregunto qué los hizo ser tan, tan... creo que no tengo la palabra justa, quizás diferentes personas le podrán diferentes letras, pero para llegar todos al mismo lado de bajeza de persona.

Lo peor es que sólo les gusta conseguir a ellos algo a cambio y si ellos están bien creen que los demás también... Si ellos no lloran, los demás tampoco, ¿alguien se ha detenido

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alguna vez a pensar en el que está al lado? Dicen sufrir o haber sufrido bastante en la vida, pero en realidad, con su comportamiento, sólo causan lástima... Quizás es la única manera que la gente se acerque a ellos y así puedan usarlo de provecho.

Yo creo en la amistad, creo en las personas, tengo fe en que un día aquellos a quienes va dirigido esto se den cuenta de lo que hacen y dejen de causarles daño a sus «amigos». Tengo fe en que en algún momento de nuestras vidas encontraremos a aquellos que realmente vale la pena... Pero, mientras, no pierdas el tiempo con personas así, mejor respira, mira a tu alrededor y nota lo que tienes y lo que no, disfruta del simple hecho de respirar y vive, vive cada día de tu vida, porque como todos dicen: la vida es una sola...

Para todas aquellas personas aprovechadoras que sienten que sólo ellos merecen ser tomados en cuenta y no dan nada (ni siquiera lo piensan) a cambio, aunque sea un hombro en señal de apoyo... las personas no suelen pedir mucho, sólo afecto...

Cosas que son y que no

Se deslizaba con lentitud, a veces más rápido, la superficie era lisa y eso le permitía un mayor desplazamiento, nada se le interponía, todos dejaban que avanzara libre, libre y tranquila, libre y serena, libre y agigantada...

Agigantada, sí, porque a cada paso que daba, otra igual o de menor tamaño a ella era absorbida, pasaba a formar parte de ella y continuaba arrastrándose por la superficie, tenía una sola meta en la vida y ésa era llegar al final del camino. Costara lo que costase.

Sus iguales, al verla pasar, no le decían nada, ni siquiera cuando eran «comidas» ya que sabían —desde el momento de nacer— cuál era su destino en la vida, así que cuando la veían venir, llevándose consigo a todo quien se le interpusiera en el camino, se resignaban y esperaban, quizás tendrían la dicha de pasar a formar parte de ella, quizás tendrían que seguir viviendo y esperando ser absorbidas por otro ser, uno que aparecería en unas horas más, cuando las nubes se dispersaran, cuando el Astro rey hiciera su acto de presencia.

Porque así era la vida para ellas, nacían cuando los grandes

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nubarrones lloraban, ellas eran sus lágrimas que caían al suelo, unas se perdían en la tierra formando grandes pozas, otras se iban directo al agua en los ríos y riachuelos, otras chocaban contra los vidrios... Allí se quedaban, avanzado y absorbiendo, creciendo y luchando por llegar al final, a veces un viento extraño, entre tibio y vaporoso, las ayudaban, otras veces debían hacerlo solas, completamente solas... Todas aquellas que no fueron absorbidas se convertían en vapor, se evaporaban con la ayuda del Astro rey y volvían a sus orígenes, en un tiempo más se convertirían en nubes y luego, otra vez, serían lágrimas de los nubarrones grises y todo volvería a comenzar.

Culpables

Acurrucada, abrazada, estrechada...Lamentando, suplicando, sollozando...Abrumada y cansada... quizás todo eso la definía en ese

momento, quizás nada de eso tenía relación con ella, quizás todo era un sueño, quizás era un sueño lo que deseaba que fuera su vida...

¿En qué momento todo había cambiado? Ella no lo sabía porque si lo supiera hubiera hecho algo por enmendarlo ¿verdad? Estaba segura que sí, pero no es así, porque a pesar de saber lo que pasó y de estar consciente de cuál fue su error, no le importó, no le interesó, siguió adelante y eso tuvo sus consecuencias... lamentables para ella, lamentables para él, lamentables para todos quienes la rodeaban en ese instante...

Fue un día viernes, al igual que todos los otros viernes, salió a celebrar con sus amigos, bailó, rió, jugó y bebió sin medirse, olvidando que el auto que los llevaría de vuelta era de ella, olvidando que la encargada de llevar a sus amigos de regreso sanos y salvos caía sobre sus hombros, olvidando

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pasar las llaves antes de subir al piloto...Tarde se vino a dar cuenta, tarde se vino a arrepentir,

porque ya no había vuelta atrás, fue irresponsable, fue una egoísta, fue alguien que sólo pensó en sí mismo y en pasarla bien... Cinco amigos salieron aquel viernes —contándola a ella—, sólo dos regresaron, uno de ellos partió al mes siguiente... Sólo una quedó de todos, sólo ella sobrevivió al accidente...

«¿Por qué» se preguntaba día tras día, quería olvidar todo, dejarlo atrás, y a pesar que muchas veces creía lograrlo, no era así, porque a cada paso que daba el peso de la muerte de sus amigos le caía encima. «¿Por qué no me fui yo» se preguntaba también, pero la respuesta la sabía muy bien, debía pagar por su error, debía pagar castigo por lo que hizo, debía seguir viviendo y sufriendo por ser una irresponsable que se convirtió en asesina...

Tuvo que aguantar los insultos de parte de los familiares de sus amigos, tuvo que aguantar las quejas de los demás que también eran amigos de los que se fueron, tuvo que aguantar hasta las lágrimas para poder salir adelante, pero aun así no era lo mismo, ella apagó cuatro sonrisas, cuatro sonrisas que debían seguir iluminando el camino de los demás, cuatro sonrisas que no debieron extinguirse nunca, cuatro sonrisas que muy bien pudieron decidir si subirse o no a un auto conducido por una persona que no se encontraba en todos sus sentidos, cuatro sonrisas que tuvieron tanta culpa como ella, cuatro sonrisas que en realidad son cinco, porque la de ella también se apagó y no volvió a aparecer nunca más en su vida...

Dame la mano

Dame la mano y quédate a mi lado, no te alejes de mí, no te apartes de mí...

Dame la mano y danza conmigo, siempre junto a mí, nunca lejos, porque moriría si alguien te arrebatara de mis brazos...

Dame la mano y mantente a mi lado, siempre sonriente, siempre alegre, siempre feliz...

Dame la mano y regálame una sonrisa, una que te salga del corazón y del alma, que demuestre que lo que sientes por mí es tan mágico como lo que siento por ti, que sea única y que sólo sea para mí...

Dame la mano y sígueme, porque no te haré sufrir, porque odio las lágrimas en tu rostro, porque amo tu sonrisa pero más que nada porque te amo a ti.

Diferente

Él ya no recordaba cuando fue la última vez que la vio, sólo tenía una vaga imagen de cuando jugaban hace muchos, muchos años atrás siendo apenas unos niños de cuatro y cinco años de edad… Y después la separación cuando apenas tenían seis.

Nunca más se volvieron a ver, ella se fue a otro país, él continuó donde siempre… Y fue precisamente allí donde se volvieron a encontrar…

Transcurría una tibia tarde primaveral, ella regresó después de más de doce años viviendo en el extranjero. Había cambiado, tanto en su aspecto físico como psicológico, fue lo primero que le dijeron sus abuelos y ella lo sabía… lo sabía muy bien, aquello la hacía diferente y esa misma diferencia la alejaba del resto.

Él, en cambio, casi no había cambiado. Su cara seguía siendo la misma, con rasgos de niño pequeño y no se le notaban los años que le pesaban encima, su espalda se había ensanchado, sus músculos se hicieron notorios tanto en los brazos, piernas y pecho, se le oscurecieron los ojos y se le aclaró

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el cabello, algo que no entendía aún, pero había pasado… Sus pensamientos… claro que cambiaron, ya no tenía seis, ahora era un adolescente de dieciocho años a quien no le faltaban chicas. Al fin y al cabo casi todas caían rendidas por esos ojazos azules, el auto deportivo y la billetera que siempre estaba llena. Él simplemente disfrutaba, le gustaba tenerlas a todas así, aunque sabía cuando parar y qué dar, no era tan tonto, conocía la finalidad de por qué lo querían.

No se encontraron hasta una tarde de verano, a pesar que vivían sólo a unas pocas casas. Ella tenía mucho que hacer, transportar las cosas desde el extranjero hasta la casa de sus abuelos donde viviría, arreglar los asuntos para entrar a estudiar, escribir a diario a sus padres que llevaban una buena vida lejos y no ansiaban regresar… Poner su vida de pie luego de tan difícil decisión, otra vez había vuelto a dejar todo atrás por cumplir un sueño, aunque esta vez era su sueño, el anterior era el de sus padres.

Él esperaba en el paradero del bus, un amigo estaba por llegar a quedarse unos días en su casa. Ella necesitaba ir a firmar unos papeles para que le terminaran de trasladar sus cosas. Se vieron, se miraron, ella lo reconoció, él creyó haberla visto en un sueño, ella le sonrió, él habló.

—Hola…Ella sonrió aún más al notar que él no la recordaba,

pero la saludaba porque quizás la encontró bonita y esas pocas palabras eran un buen pretexto para entablar una conversación y llegar a algo más. Suspiró, otra vez aquella manía de intentar leer la mente le estaba jugando una mala pasada. Decidió responder.

—Hola, ¿no me recuerdas? —Él parpadeó confundido por varios instantes, luego negó con la cabeza—. Normal, nos conocimos cuando teníamos como cuatro años, luego yo me fui y con el clima de esos lados mi piel cambió, antes era más

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blanca.Él continuó mirándola y le llegó el susurro de su madre,

hace unos días cuando la ignoró mientras hablaba, que le decía que aquella niña de la foto que guardaba en el cajón de su mesita de noche había regresado a vivir con sus abuelos, nada más que crecida y más bonita. ¡Y sí que lo estaba! ¿Por qué ignoró a su madre cuando le hablaba cosas tan importantes? Quizás porque lo que hacía en el computador, en aquel momento, era más importante…

—Bueno, hablamos otro día porque tengo cosas que hacer…

—¿Quieres que te lleve a algún lado? —preguntó interrumpiéndola, esperando una respuesta afirmativa y olvidando que esperaba a un amigo.

—No, sé a donde debo ir y no me pierdo —contestó con una sonrisa para no parecer antipática.

—Te puedo llevar en auto —dijo acercándose, ahora sólo le bastaba que ella aceptara, cosa que era segura que haría, ¿qué chica se resiste a un chico con auto? O a un auto quizás… O más bien a un paseo seguro en auto y no tener que usar los molestos buses.

—No, gracias, me gusta andar en bus. —Él casi se le cayó la mandíbula al escuchar aquellas palabras.

—Te acompaño, te puedo pagar el pasaje —añadió, con eso sí que debía caer, es decir, no auto pero sí dinero, las chicas siempre son interesadas.

—Tengo dinero, no te preocupes —respondió y él se sintió aturdido, ¿de dónde había salido? ¡Pero sí todas son iguales! ¿Y si le ofreciera salir en un programa de televisión?—. ¿Sabes? Si estás intentando ligar conmigo de la manera usual, te aviso que no podrás, lo siento pero yo soy diferente.

—¿De dónde saliste?—Soy de otro mundo —sonrió, él también lo hizo.

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Ella le estiró la mano y le dijo su nombre, él le correspondió y contestó con el suyo. Ambos sonrieron y él de a poco comenzó a recordar a aquella niña con quien solía jugar, una que tampoco era como recordaba al resto de las niñas de esa edad.

Y entonces él comprendió que no todas eran iguales, había excepciones, escasas pero las había. Aunque luego entendió que en realidad la culpa era de él, diciendo que todas eran iguales cuando sólo buscaba siempre en los mismos lugares, y cuando comenzó a frecuentar otros espacios donde ella lo llevaba, notó que sus pensamientos eran limitados y deseó aprender más.

Ella, por otro lado, dejó de «leer mentes» con tanta frecuencia y comenzó a esperar acciones de los demás, ella no era la sabiduría en persona, ella no era el centro de atención, ella no era tan diferente como se creía…

Y de esa manera ambos entendieron que las diferencias sólo las hacen para catalogar a las personas, a veces sin siquiera conocerlas, se prejuzgan sin tomarse ni un tiempo, sólo hablar y pensar erróneamente, en ocasiones.

Y por eso decidieron dejarse llevar y que el tiempo les dijera lo que sucedería con ellos, quizás llegarían a amarse locamente y no se volverían a separar jamás, o quizás simplemente su destino es ser amigos. ¡Quién sabe! Pero lo que sí sabían es que él buscaba algo diferente a lo que estaba acostumbrado y ella deseaba poder ser ella misma en las relaciones y no tener que actuar de alguna manera específica para caer bien, y con él podía hacerlo, porque él necesitaba aquella diferencia.

Una diferencia que hasta el día de hoy los mantiene unidos.

El final...

Y aquel era el final...Después de tanto recorrer, de caerse y levantarse otra

vez, había llegado el fin de su camino, no tenía donde más avanzar, no tenía donde más ir, sólo le quedaba llegar al final y luego... luego no sabía más.

Durante toda su vida caminó buscando algo, algo que quizás ni siquiera en ese momento en que había llegado al final lo tenía claro, pero caminó, por líneas rectas y curvas, por subidas y bajadas, por camino pedregoso y liso, por encima de la tierra y por entre los árboles, simplemente caminó buscando su destino.

A veces se detenía en algún pueblo a comer algo, en otros compraba cosas para llevar en el camino, algunos simplemente los pasaba como si no existieran, nunca le preguntaron qué hacía, por qué vestía de esa manera tan andrajosa y harapienta, nunca le preguntaron para donde iba. ¿Y qué les hubiera respondido cuando se lo preguntasen? Era algo que ni siquiera sabía, simplemente porque un día tomó su mochila y salió de casa, les dijo a sus amigos y familiares

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que buscaría su destino y su finalidad en la vida, pero tampoco imaginó que terminaría caminando y caminando, aprendiendo y tropezando, cayendo y levantando. No, nada de eso, sólo quería buscar y al final no encontró más de lo que esperaba...

Nunca pensó que sus últimos pasos los llevarían a un lugar como ése, un puente, el mar, agua...

Caminó con lentitud por la madera vieja y crujiente, no se detuvo a mirar atrás, y mientras avanzaba pasaba sus dedos con suavidad por el borde de la baranda, siempre mirando al frente. Cuando llegó al fin, sus piernas le flaquearon como nunca antes en todos los años de caminata y chocaron contra el suelo. Cubrió sus manos y lloró, lloró porque no entendía, lloró porque el cansancio ya le pedía un descanso, lloró porque no encontró lo que buscaba...

O quizás sí...Un débil rayo de sol le iluminó las manos y cuando sintió

que algo le quemaba con suavidad los dedos, descubrió su cara y miró al frente... El mar... El agua... y sonrió. Se quitó los zapatos, viejos y a punto de romperse, dejó sus pies al descubierto y los metió al agua, qué sensación más pura, cerró los ojos y se internó en un mundo de sensaciones que había olvidado por muchos años mientras caminaba. Y entonces lo supo, todas las preguntas que se había hecho durante su recorrido se respondieron por arte de magia, el agua despejó sus dudas y le limpió la mente, se sintió libre de nuevo y quiso regresar, regresar a donde nació, regresar al lugar de sus orígenes... y así lo hizo.

Una fuerte lluvia comenzó a caer, miró al cielo y continuó sonriendo, sabía qué pasaría en ese momento, sabía por qué llovía de esa manera, sabía lo que pasaría. Cerró los ojos...

Un niño encontró unas ropas viejas y desgastadas al final del puente, gritó pidiendo auxilio, pensó que alguien se

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había lanzado al mar y necesitaba ayuda, pero allí no había nadie. Y tampoco encontrarían a quien portaba esas ropas, porque al final descubrió lo que quería y su deseo de volver a sus orígenes se cumplió. Ya que del agua nacimos, del agua somos y del agua volveremos a ser, a pesar que primero seamos polvo.

Ellos...

—Eres lo mejor que me ha pasado —dijo al abrazarla más fuerte.

—¿De verdad tanto así?—Sí que sí.—¿Me amas? —preguntó al levantar la mirada y verlo fijo

a los ojos.—Más que a mi vida, más que a todo, daría lo que fuera

por ti.—Meloso.Sonrió y él frunció el ceño, nada más podría hacer, ella

siempre arruinaría los momentos románticos, era así y así la amaba, a pesar de todo. Aunque mejor la tomó del cuello y juntó sus labios con los de él, nada mejor que un beso para callarla y para mostrarle cuanto la amaba.

Y así se quedaron, frente a frente, con los dedos entrelazados, con los labios esperando otro roce, con los ojos fijos en los otros, observándose las almas, observándose minuciosamente. Quizás sus besos durarían para siempre, quizás se separarían al otro día, pero de lo que sí estaban

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seguros era que el amor que se tenían nunca acabaría, pasara lo que pasase, ocurriera lo que ocurriese, su amor perduraría más allá de las fronteras que los humanos, o quién sabe quién, les pudiera poner en el camino.

Locura de amor

No era la primera vez que iba allí, quizás la quinta o sexta. Solía ir a comprar cosas para su artesanía, a pesar que le quedaba bastante retirado de su hogar, la señora que allí atendía siempre la trataba de buena manera y le daba consejos. Pero lo que realmente la llevaba allí era otra cosa: el hijo de la dueña.

No fue hasta la segunda vez que fue a comprar que lo vio, aquellos ojos castaños claros, su cabello corto y del mismo color de los ojos, un poco de barba que no alcanzaba a verse grotesca y una sonrisa divina, con sólo recordarlo suspiraba y se imaginaba toda una vida al lado de aquel chico.

Entró como siempre, con una gran sonrisa pintada en los labios mientras se sacaba los audífonos de los oídos y apagaba su mp3. Y allí estaba él, como siempre, le sonrió y se saludaron como si fueran grandes amigos, aunque en realidad sólo se habían visto un par de veces y dudaba si la recordaba.

Se acercó lentamente al mostrador y comenzó a mirar buscando lo que necesitaba, aunque no lo encontró así que

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le pidió ayuda al chico que no le quitaba ojo de encima. Ella le explicó lo que buscaba, él la miró dudoso y continuó preguntando, pero justo en ese momento aparecieron por la puerta unos señores.

Él saludó, como le correspondía hacer por estar atendiendo, y ella se mordió el labio y miró un punto fijo mientras una extraña idea se le cruzó por la cabeza… Después de meditarlo por varios segundos, aceptó lo que su «Pepito Grillo» le decía.

—¿Y ya sabes lo que quieres?—No, aún no… —Lo miró con cara de afligida y él la

observó con extrañeza. Ella se acercó y susurró—: ¿Sabes? De hace rato que esos dos me están siguiendo, no es por ser paranoica, pero a cada almacén que entro, ellos también, y ya me están asustando.

—¿Y quieres que llame a la policía o algo? —preguntó con gesto algo burlesco y ella rodó los ojos.

—No, quiero que me atiendas después de ellos.—Trato hecho —dijo y se fue a atender a los que llegaron.Ella suspiró, hasta ese momento las cosas iban bien…

Continuó mirando el mostrador en busca de lo que necesitaba —aunque en realidad hace rato que lo había encontrado— y sintió que era el momento justo para hablar, pero el chico se le adelantó.

—¿Y cómo está tu novio?Aquella pregunta la descolocó un poco, pero luego meditó

bien y respondió.—Hace tiempo que ya terminamos, no tenía sentido

aquella relación. ¿Y tu novia?Él sonrió de medio lado al mirarla mientras sacaba unos

botones y los comenzaba a contar, ella lo miró fijamente y en su mente esperaba atentamente esa respuesta.

—Estoy solo desde hace seis meses, no soy de relaciones largas.

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Sin poder evitarlo ella esbozó una gran sonrisa cuando él se agachó para sacar unos hilos del estante de abajo. Decidió seguir con el interrogatorio, su idea iba viento en popa. Aunque a veces las cosas siempre se arruinan…

—¡Hola! —Ésa era la voz de la dueña del local, obligándola a mirar al frente y sonreír, aunque en realidad quería que la señora se devolviera por donde vino—. No me digas que éste te tiene esperando —dijo meneando la cabeza—. Mejor dime qué quieres.

—Yo…—Gracias. —Él acabó de hacer la venta y caminó hasta

su madre—. Má, yo sigo.—Está bien —contestó al mirarlos a ambos—. Pero deja

de ser tan tonto y date cuenta de las cosas, ellos no la estaban siguiendo. —Ella abrió la boca del asombro—, simplemente era una excusa para acercarse más a ti.

Dio la media vuelta y entró por donde salió, ambos se quedaron mirando el suelo, aquello había sido un golpe fuerte para los dos.

—¿Y? —preguntó él dubitativo mirándola de reojo.—Ese elástico, ese hilo y esos cordones —respondió con

rapidez, sentía que le picaban los ojos y echaría a llorar en cualquier momento de la vergüenza.

—Vale…Volteó para comenzar a sacar lo pedido y ella se mordió

el labio, otra vez su consciencia le pedía hacer algo, pero de seguro se le arruinaría, como siempre, la consciencia tenía buenas ideas, eso no lo negaba, a pesar que siempre pasaba algo que todo lo estropeaba.

—¿A qué hora sales? —habló sin darse cuenta, él se levantó—. Por si no te diste cuenta, tu mamá tenía razón y sí hice eso para llamar tu atención. —La rapidez de sus palabras lograron que él sonriera—. No sé si tus miradas son

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un gesto de que te gusto o qué, pero desde que vengo y estás siempre me miras raro, quizás son sólo ideas mías… Pero si me preguntaste por mi novio es porque te intereso, tal vez estoy hablando mucho y no quiero…

—¿No quieres qué? —Se acercó al notar que ella se silenciaba y dejó las cosas sobre la mesa.

—Asustarte… —suspiró y bajó la mirada—. ¿Cuánto es?—¡Qué lentos son! —dijo la madre al volver a salir—.

Tiene la tarde libre, si trabaja aquí es porque no tiene tareas de la universidad, así que puede salir contigo cuando quiera. Lo que pasa es que ambos son unas tortugas, él corre a atenderte cuando te ve…

—¡Mamá! —reprochó y ella notó que sus mejillas se coloraban, sonrió por eso.

La señora continuó reclamando por lo lento que eran mientras empujaba a su hijo fuera del mesón, le pasó sus cosas y los corrió del negocio. Los observó alejarse con una sonrisa y luego entró.

Ellos caminaron cabizbajos por varios metros, sin mirarse y sin decir nada, hasta que el silencio rompió por la voz de él.

—Ni siquiera sé tu nombre.—Ni yo el tuyo, pero tienes unos ojos lindos.—Y tú unas manos suaves.Ninguno se había percatado que caminaron tomados

de las manos durante todo el rato, se miraron a los ojos y sonrieron, no necesitaron más, se gustaban pero como decía la señora: «eran unos lentos». Siguieron caminando y conociéndose hasta que el día acabó.

Dicen que suelen verlos aún juntos, caminando de la mano. Él va a buscarla todos los días y le regala una rosa, ella lo espera y le regala una sonrisa. Ambos se besan y se toman de las manos. A ella le siguen gustando sus ojos, a él le siguen agrandando sus manos. Ella le dice «te amo» y él

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responde «no puedo vivir sin ti».Y así continúan, juntos aún, no hay quien los separe,

porque no hay poder que logre hacer un mal cuando el amor es tan grande, porque al fin y al cabo estaban destinados a estar juntos y seguir juntos.

Un paseo

Vamos a dar un paseo...Un paseo por lo más oculto de tu ser, un paseo por donde

nunca nadie ha entrado, un paseo donde tú y yo simplemente estemos solos... recorriéndonos, conociéndonos...

Vamos a dar un paseo...Nunca te he pedido nada, siempre me has dado todo, pero

ahora quiero un paseo, donde avancemos de la mano, donde el mundo exterior no exista, donde todo se basará en ti y en mí, donde no importara más que tus ojos, tus labios, tus manos... tú...

Vamos a dar un paseo...Tomados de la mano, como antes, como después, como

haremos de ahora en adelante, porque ya nada existe, porque sólo somos tú y yo, porque todo quedó atrás y vivimos en el recuerdo de quienes nos amaron.

Vamos a dar un paseo...Un paseo por los recuerdos, un paseo por nuestro amor.

Más allá...

En ocasiones suelo pensar en lo que hay más allá, pero no más allá de lo que mis ojos ven, sino que más allá de la muerte…

¿Te lo has preguntado alguna vez? ¿Has imaginado el día en que cerrarás los ojos para siempre y eternamente? ¿Qué crees que hay más allá?

No soy un experto en el tema, es más, ni siquiera creo en la existencia del cielo, infierno y purgatorio, pero me gusta creer que hay un algo más allá a donde iremos todos algún día… algún día.

Quizás no hay nada… quizás está lo que siempre soñamos, quizás reencarnemos en algo que nos guste o nos pregunten, quizás todo sea un sueño eterno… Un sueño en el que quizás serás feliz, quizás no lo serás. Tal vez pagarás por todo lo que hiciste en vida, sea malo o sea bueno, porque recuerda que no sabes quiénes o quién te juzgará. O simplemente vivirás todo lo que no hiciste antes, que por cualquier motivo no pudiste hacer.

Pero si esto es cierto, ¿recordaremos lo que fuimos y

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vivimos antes de cerrar nuestros ojos? Yo creo que no, pero sí veremos imágenes pequeñas que aparecerán como flashes en nuestra cabeza, a veces mientras soñamos, a veces mientras estemos en nuestro diario vivir y, tal vez, sólo sean cosas que veamos de pronto y pensemos que son premoniciones.

¿Y ahora, qué crees que hay más allá?Y si tengo razón, ¿has pensando que en este preciso

momento puedes ser parte del sueño de tu anterior vida? ¿Y ésta, a su vez, sea el sueño de la anterior? Y así caeremos en un bucle infinito, con un principio —porque un alguien fue el primero que te soñó—, pero sin un final, porque mientras existan los sueños, existirás tú, él, yo y todos, porque son los sueños los que mueven el mundo, aunque lamentablemente hoy en día muy pocos quedan que los recuerden…

¿Qué crees que hay más allá de la muerte?Yo creo en el sueño infinito, porque soy un sueño nacido

de todos ustedes, de las esperanzas de todos, de los buenos y malos deseos, yo soy un sueño que cree en los sueños para seguir existiendo, yo soy un sueño que sueña con que ustedes sigan soñando y yo pueda seguir existiendo.

Por todo eso y más ¿qué crees que hay más allá de la muerte?

Derecha e izquierda

Nunca entendieron cómo fue que terminaron juntos, quizás fue porque nunca se lo cuestionaron, el hecho simplemente fue que después de unas salidas entre amigos en común, miradas traviesas y juguetonas que se perdían entre ellos, bailes que cada vez eran más cercanos, roces de manos al caminar, pequeñas risas cómplices cuando se topaban en la calle… y, prácticamente, todo lo que se demostraban con su cuerpo, los hizo ser lo que son ahora.

Cuando les dijeron a sus amigos que entre ellos había algo más, que ya no sólo se juntaban a hablar, sino que sus labios se tocaban y sus manos se acariciaban; ellos se burlaron de aquella relación, no podían creerlo, hicieron apuestas para ver cuánto tiempo duraban.

Y es que agua y aceite no se mezclan, dicen, pero también se debe tomar en cuenta el tipo de aceite y el tipo de agua ¿no? Porque no todos son iguales, y eso mismo pasaba con ellos…

A ella le gustaba el campo, a él las montañas. Ella prefería quedarse leyendo, a él le gustaba mirar televisión. A ella le

Recovecos

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gustaba el tenis, él prefería el fútbol. Ella decía blanco y él negro. Uno prefería un restaurante y el otro comida rápida. Ella estaba acostumbrada a luchar por lo que quería, él siempre lo había tenido todo… todo.

Por eso sus amigos se burlaron, pero si habían opuestos ellos eran la clara representación. Los conocían y fueron testigos de todas y cada una de aquella riñas generadas entre ambos por pensar de manera diferente… por ser tan diferentes… Porque cuando ella decía: «me gusta el frío», él opinaba que el calor era mejor en todo aspecto.

Aunque la cosa se volvía pesada cuando aparecían los temas políticos. Ella defendía al pueblo y los derechos de todos aquellos que no tenían voz, él defendía los intereses de los que únicamente pensaban en seguir llenándose los bolsillos propios. Rayos y centellas aparecían en sus ojos cada vez que discutían, sus amigos quedaban de lado, solo ellos dos, solos los dos, nadie más cerca, nadie más lejos, lo único importante era dejar callado al otro.

—¿Dónde dejaste el collar que te regalé?—Lo vendí.—¿Necesitabas dinero? —preguntó arqueando una ceja y

mirándola moverse de un lado a otro, ordenando.—No, el dinero no me sirve, no es importante para mí.—¿Entonces por qué vendiste mi regalo? —Su voz sonó

un poco irritada.—No lo necesitaba, no sé por qué me das esas cosas que

sabes que no me gustan.—¿Y qué hiciste con el dinero? —consultó rodando los

ojos.—Lo di a la fundación de ancianos, ellos sí lo necesitan

más que yo. —Él apretó los puños, aguantando no golpear algo.

—Me cansé… —dijo al fin y ella continuó ordenando—.

May Abiatti

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Me harté de ti y de esta relación que siempre supimos no nos llevaría a ningún lado, me aburrí de todo, ya no doy más… ¡No se puede vivir así contigo! Saldré por esa puerta y no volverás a saber de mí en tu vida —amenazó y dio la media vuelta.

Pero ella no dijo nada, simplemente siguió con lo que hacía, sin mirarlo, sin voltear a detenerlo, tarareando una canción y ordenando…

Él tomó el pomo y lo giró, pero antes de jalar la puerta sonrió y luego comenzó a reír, se acercó a ella por atrás y le dio un beso en el cuello.

—¿Por qué no puedo dejarte?—Porque, a pesar de todo, a pesar que seamos

completamente diferentes, somos compatibles, no hay quien te aguante como yo lo hago y viceversa… Además, me amas tanto como yo a ti.

Sólo eso necesitaba escuchar para quedarse tranquilo y saber que nunca nada ni nadie los podría separar, porque a pesar de ella ser de izquierda y él de derecha, se amaban, y eso era más poderoso que cualquier color o diferencia que pudiera llegar, siquiera, a pensar en separarlos.

Dices y digo

En la oscuridad solía mirarte... en la oscuridad solía besarte... en la oscuridad solía amarte...

¿Dónde quedó todo eso? ¿Dónde quedó aquella a la que amaba? ¿Dónde quedó mi niña?

Dices que aún está en nuestra luna de miel, dices que ya no me amas, dices que ya no tienes nada... Y es entonces cuando me pregunto: «¿Por qué? ¿Qué fue lo que nos pasó? ¿Por qué hiciste eso? ¿Qué fue lo que no te di? ¿Qué fue lo que mató lo que sentíamos? ¿Qué fue lo no pude darte para hacerte feliz...?».

Dices que te hice daño, dices que te quité todo, dices que mejor nunca me hubieras conocido... dices que te sale más fácil odiarme que amarme...

Pero ¿sabes qué digo yo? Digo que es mentira, digo que no puedes odiarme, digo que nunca has sido buena para eso, digo que en el fondo me sigues amando, digo que aún eres mía, digo que lo tuyo y lo mío no acabará nunca... nunca...

Digo que te amo, aunque cuando me miras y me preguntas lo niego, porque no quiero dar mi brazo a torcer, porque en el

Recovecos

~50~

fondo quiero ver que derrames las mismas lágrimas que yo, porque cierta parte de mi corazón quiere verte sufriendo por mí... aunque a la vez sé que no es así, sé que ahora ya tienes a alguien más, sé que tu sonrisa apartará esas lágrimas y tu rostro se volverá a iluminar, sé que un día serás la misma que yo conocí, como también sé que ese día ya no serás mía, ya no serás para mí, ya no me recordarás... ya lo tuyo y lo mío no existirá...

Sólo quedarán los recuerdos, los recuerdos de nuestro amor, los retozos de lo que hicimos en las noches, las lágrimas derramadas y las cicatrices que nunca cerrarán... porque aunque niegues nuestro amor e intentes olvidarme, la herida que dejó el amarnos tanto una vez que cerró, siempre dolerá y molestará, porque será quien nos recuerde lo que fuimos y quien nos haga pensar en todo aquello que un día pudimos ser...

Porque a pesar que otros brazos te den cobijo y que otros labios besen los tuyos, nunca llegarás a sentir por él lo mismo que por mí, nunca llegarás a amar como lo hiciste conmigo, nunca serás por completo de otro teniendo mi recuerdo y mi marca en ti, porque nunca olvidarás que yo fui el primero, tu más grande amor, el primero que lloró por ti, el primero que te amó y el primero que te odió.

¿Y sabes por qué? Porque nunca habrá en el mundo alguien que te ame como yo te amo a ti.