Receptor y Consumidor
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I. El papel del receptor en los procesos de
información y comunicación
II. Del consumidor mediático al usuario activo de
los nuevos medios digitales
1. Definición de comunicación de masas.
La comunicación de masas es una forma de comunicación mediante la cual unas
fuentes institucionales (denominadas comúnmente "los medios") se dirigen a audiencias
extensas y diversas cuyos miembros se encuentran separados físicamente los unos de
los otros. El contacto que se produce entre ambas entidades comunicativas, los medios y
el público, es indirecto; los dispositivos de transmisión, almacenamiento y recepción de
información se encuentran interpuestos entre la fuente y el receptor. La comunicación
de masas es un modo de comunicación poderoso y persuasivo y en las sociedades
modernas los medios se han erigido en poderosas instituciones sociales que reflejan y
alteran los valores y conductas de amplios segmentos de población.
1.1. Características de los mensajes mediáticos.
Los mensajes que emiten los medios son únicos en, al menos, tres de sus
particularidades: (1) en los principales contextos de comunicación masiva, la fuente es
una organización compleja, orientada al beneficio económico; (2) los receptores son
anónimos, dispersos en el tiempo y en el espacio y heterogéneos en lo referente a sus
intereses y orígenes sociales; y (3) la comunicación ocurre a través de canales indirectos
que requieren técnicas especializadas de codificación y descodificación.
1.1.1. Fuentes institucionales.
En los contextos de comunicación que hemos tratado hasta el momento, la
fuente ha sido un único individuo que compone y emite su propio mensaje. A pesar de
que la fuente puede estar influida por sus amistades o sus asesores, siempre se hace
responsable del contenido o efectos de su mensaje. Ahora, en la comunicación de
masas, los mensajes son el producto de organizaciones complejas compuestas por
individuos que realizan funciones especializadas. Para hacerse una idea de la cantidad
de especialización que demanda la comunicación mediada, es suficiente con observar
los créditos finales de cualquier película, reportaje, informativo, etc.
1.1.2. Receptores invisibles.
Otra diferencia significativa entre la comunicación interpersonal o grupal y la de
masas reside en la relación que establecen la fuente y el receptor. En el contexto de la
comunicación interpersonal, las fuentes y los receptores se encuentran en contacto
directo y la respuesta es inmediata; en los contextos comunicativos de masas, el efecto
(feedback o retroacción) es indirecto y se produce con cierto retraso. Una vez que
finaliza una película, con ella acaba la contribución de la fuente. Los actores no pueden
modificar su actuación en respuesta al estado de ánimo de la audiencia. El guionista no
puede clarificar una idea que no haya entendido la audiencia. Los comunicadores de
masas deben anticipar las reacciones del público con anterioridad a la emisión y
elaborar sus mensajes para espectadores invisibles.
La invisibilidad de los receptores se manifiesta, además, de otra manera: en la
incapacidad del emisor para determinar sus características de manera estandarizada. Las
audiencias son enormes. En España, por ejemplo, un evento televisivo, como un partido
de fútbol, puede congregar a 10 millones de espectadores. Estos espectadores
representan una variedad de edades y clases sociales; sus antecedentes e intereses puede
ser extremadamente variados. Incluso en el caso de los medios muy especializados,
como las revistas de carácter técnico, los lectores pueden contarse en decenas de miles
y, aparte de su interés compartido que les lleva a comprar la publicación, lo más
probable es que tengan muy poco en común. El problema de la adaptación a la
audiencia (que vimos en el tema anterior) adquiere una importancia especial con
públicos tan heterogéneos. Por ello, la anticipación de los gustos y preferencias del
"espectador/lector/oyente genérico" se utiliza para crear mensajes que sean aceptados
por la generalidad de los públicos y son enormemente valorados por las industrias
mediáticas.
Una característica final de los receptores de los medios atañe a las condiciones
bajo las cuales se produce la recepción. A excepción de los espectadores de cine, los
receptores de los medios consumen sus mensajes solos o en pequeños grupos y en
ambientes poco ruidosos. Una fuente de ruido puede ser la competencia de otros
mensajes mediados. Es importante recordar que la relación entre receptor y fuente es
voluntaria y puede cortarse en cualquier momento. Los miembros de la audiencia son
libres de apagar la radio si el comentarista o presentador les irrita, o de cambiar de canal
sucesivamente hasta encontrar una imagen que les satisfaga. A pesar de que en todos los
contextos de comunicación se da alguna forma de competencia entre mensajes (p.e. en
esta clase), esta competición es especialmente intensa en los medios de masas. Por
ejemplo, como los abonados a una plataforma digital disponen de la posibilidad de
cambiar a cualquiera de sus treinta cadenas, los productores de cualquiera de los
programas emitidos por cada una de esas cadenas deben esforzarse para conseguir una
cuota de pantalla aceptable que les permita mantenerse en el mercado. De lo contrario
serán sustituidos por otros programas más rentables.
1.1.3. Canales interpuestos.
El uso de canales interpuestos es la característica final de la comunicación de
masas. Los diferentes medios de comunicación emplean diferentes tecnologías, para la
transmisión y recepción de mensajes, y esas tecnologías promueven la participación
tanto del emisor como del receptor. Los medios electrónicos (Internet por ejemplo),
requieren el uso de equipos especiales para codificar y descodificar los mensajes. La
posesión de este equipo, además de significar un considerable esfuerzo financiero,
precisa de un equipo de expertos para su funcionamiento correcto. Igualmente, los
receptores necesitan manuales, software especial y cursos de aprendizaje para aprender
cómo se usan los equipos mediáticos más sofisticados. Al diseñar las nuevas
tecnologías, los productores deben hacerlas lo más manejables posible. En suma, para
desenvolvernos en la llamada sociedad de la información, en la que emergen
constantemente nuevas tecnologías de la comunicación de masas, los seres humanos
debemos familiarizarnos rápidamente con unos artefactos tecnológicos cada vez más
sofisticados.
Los distintos medios de comunicación de masas, además de incorporar
diferentes grados de sofisticación, requieren diferentes capacidades cognitivas. Los
libros y las revistas, por ejemplo, no demandan un equipo costoso, pero sí que el
receptor sea capaz de leer la palabra escrita, un logro que necesariamente pasa por la
adquisición de cierto grado de formación académica. En cambio, la habilidad para leer
un mensaje es algo que sí demandan todos los medios. Para comprender una serie
televisiva, los receptores deben ser capaces de acostumbrarse al lenguaje de los ángulos
de la cámara, la edición, la composición de escenas y demás procesos implicados en su
producción, del mismo modo que los directores deben aprender a contar historias en
términos visuales. Cada medio tiene su propio formato y los comunicadores de éxito
son conscientes de la importancia de conocerlo.
2. La interacción entre las audiencias y los mensajes de los
medios.
A pesar de que los mensajes mediados revisten características que los hacen
únicos, la comunicación de masas es similar a cualquier otra forma de comunicación por
el simple hecho de que las fuentes y los receptores crean una relación recíproca. Desde
los orígenes de los media, los teóricos de la comunicación han investigado los diferentes
interrogantes que suscita esta relación, preocupándose por las funciones que
desempeñan los medios de comunicación de masas, el grado hasta el que influyen en las
audiencias y las maneras en las que los receptores procesan los mensajes mediáticos. En
el siguiente epígrafe repasaremos algunos de los puntos de vista divergentes que han
emergido a medida que los teóricos de la comunicación han intentado comprender la
especial correspondencia que une a los medios y a sus públicos.
2.1. Funciones de los medios.
El sociólogo Charles Wright, ampliando un modelo desarrollado por el
politólogo Harold Laswell, identifica cuatro funciones de los medios: vigilancia,
correlación, transmisión cultural y entretenimiento1.
1 LASWELL, H.D., "The structure and function of communication in society", en BRYSON, L. (ed.) The communication of ideas, Institute for Religious and Social Studies, 1948; y WRIGHT, CH., "Functional anlysis and mass communication", Public Opinion Quarterly, 24, 1960, pp. 605-620; y WRIGHT, CH., Mass Communication: A sociological perspective, Random House, pp. 8- 22.
La primera de esas funciones es la de vigilancia, la de recoger y diseminar
información. Las fuentes mediáticas afectan a los receptores proporcionándoles noticias,
advirtiéndoles de las crisis o peligros y ofreciendo información útil que necesitan en su
cotidianedad. Cuando se dice que los medios son "los perros guardianes de las
sociedades libres", se hace mención a la función de vigilancia. En general, esta función
es desarrollada por los periódicos, la radio y los noticiarios televisivos.
La segunda de las funciones es la de correlación, o el análisis y evaluación de la
información. Además de informar sobre la realidad circundante, los medios afectan a los
receptores interpretando los hechos noticiosos y analizando los problemas sociales.
Mediante el seguimiento de las noticias, los comentaristas se hallan en disposición de
comprender plenamente los eventos que suscitan la historia noticiable y de ofrecer
opiniones relevantes acerca de los problemas sociales. La función de correlación es la
más común de las páginas editoriales de los periódicos, en los programas de análisis de
noticias y en los artículos de revistas que analizan los asuntos de la actualidad
informativa.
La tercera función de los medios es la de transmisión cultural, o la educación y
socialización de los públicos. Los medios no sólo informan a la audiencia de los hechos,
sino que también la educan. Al observar lo que hacen los personajes de las series
televisivas, interiorizamos las normas sociales; al ver películas, aprendemos sobre
nuestra propia cultura o historia; y, a leer revistas, periódicos y libros nos planteamos
cuestiones referidas a nuestros valores y creencias.
A menudo, el tipo de aprendizaje que concitan los medios es parasocial, es decir,
refuerza los ideales sociales preexistentes y sirven como mecanismos de transmisión de
nuestros logros culturales de generación en generación. Otras veces, sin embargo,
nuestro aprendizaje mediático es esencialmente antisocial y refuerza conductas sociales
destructivas. El debate sobre los efectos de la violencia televisiva en el comportamiento
infantil es indicativo de una preocupación generalizada, el de que los mensajes
transmitidos culturalmente pueden socavar de forma subrepticia los valores culturales.
La última de estas funciones es la de entretenimiento. Los medios ofrecen a los
receptores una vía de escape de los problemas cotidianos. Proporcionan diversión y
gratificación, nos ayudan a relajarnos, nos permiten experimentar aventuras vicarias y
excitar nuestras emociones. La función del entretenimiento es ejercida por,
prácticamente, todos los medios de comunicación de masas: al leer el periódico, hojear
una revista o mirar un programa, disponemos de la posibilidad de alejarnos de las
preocupaciones diarias.
Por supuesto, cada una de estas funciones puede acarrear efectos negativos.
Consideremos, por ejemplo, cuáles podrían ser en el caso de la función de vigilancia.
Las noticias pueden desinformarnos en la misma medida que informarnos, así como
causar ansiedad o incluso pánico. Demasiada información puede, por otro lado,
narcotizarnos o abrumarnos. Cuando los receptores se encuentran inundados con
noticias, su conocimiento real de los problemas sociales puede llegar a ser superficial, y
llegar a reemplazar su preocupación por estos temas por la apatía.
El resto de funciones de los medios también pueden derivar en efectos negativos.
Así, un comentario demasiado simplista podría aumentar la pasividad y desmotivar la
crítica social. Cuando los presentadores aparecen después de cada retransmisión
importante para resumir lo que acabamos de oír o ver, podemos perder la cautela que
requiere el conocimiento de la fuente que emite el comentario (si está adscrita
ideológicamente a algún partido o poder social) o incluso perder la confianza que
depositamos en nuestras propias conclusiones.
De manera similar, la socialización a través de los medios podría llegar a reducir la
capacidad educativa de otras instituciones (como la familia o los colegios) y promover
valores superficiales u homogeneizados. Por último, el entretenimiento constante puede
favorecer el escapismo mental y menoscabar el gusto popular. Las funciones que los
medios desempeñan son, por tanto, objeto de una gran controversia.
3. Los efectos de los medios de masas.
A pesar de que coexisten numerosos enfoques teóricos centrados en el problema
de los efectos de los medios de masas, quizás el más elaborado hasta el momento sea el
enfoque funcionalista que, como sabemos, presta una especial atención a las efectos
manifiestos y latentes de la comunicación humana. Sin embargo, el enfoque
funcionalista no explica con claridad si los contenidos de los medios responden a las
necesidades de la audiencia o si lo que realmente hace es crear esas necesidades. Dada
la ubicuidad de los medios en las sociedades contemporáneas, la cuestión de cómo nos
afectan los medios es una cuestión que permanece abierta para el núcleo científico que
estudia los efectos de la comunicación de masas.
¿Lavan el cerebro los medios al público indefenso o somos capaces de ver con
claridad la finalidad de sus contenidos? ¿Crean los medios los deseos o, simplemente,
dan a la audiencia lo que ésta les pide? ¿Pueden los medios inculcar valores o se limitan
a reflejar los que ya existen? El debate sobre estas cuestiones ha resultado en dos
corrientes opuestas de pensamiento. De acuerdo con la primera de ellas, los receptores
son relativamente pasivos; aceptan los mensajes de los medios y permiten a sus fuentes
que les controlen sus maneras de pensar. Los teóricos adscritos a esta corriente se
denominan partidarios de los modelos de los efectos poderosos de los medios de
masas.
De acuerdo con el segundo punto de vista, lejos de aceptar los mensajes de los
medios como éstos pretenden, los miembros de la audiencia interpretan los mensajes en
función de las creencias y valores preexistentes, amén de utilizar esos mensajes de
diferente manera. Para los autores que siguen esta corriente, los miembros del público
son procesadores activos de la información y están capacitados para defenderse a sí
mismos contra la influencia y la persuasión de los medios. Los investigadores que
aceptan esta perspectiva emplean modelos basados en los efectos limitados de los
medios de masas.
Durante los últimos cincuenta años, el "péndulo científico" en teoría de la
comunicación ha oscilado de manera constante hacia uno u otro de estos dos extremos.
Las teorías de la comunicación de masas más tempranas ofrecieron una visión de los
medios como entidades sociales con un gran potencial de influencia. Las metáforas
usadas para describir la relación entre los medios y la audiencia se centraron, durante
ese período, en investigar la pasividad de los públicos. De ese modo, algunos autores
describieron los efectos de los mass media mediante las nociones de "bala mágica" o
"aguja hipodérmica", entendiendo que los mensajes de los medios de masas podrían
impactar a las audiencias de manera directa o inyectarles (persuadirles) de forma
inmediata sus contenidos. Los receptores, por otro lado, fueron tratados como víctimas
inocentes de los todopoderosos medios de masas2.
En la década de los cincuenta y los sesenta, los teóricos comenzaron a
profundizar en las características y las acciones postexpositivas de los públicos. En
general, encontraron que los individuos exhibían una resistencia a la manipulación
mediática muy superior de lo que en principio se había asumido. De acuerdo con la
2 SCHRAMM, W., "The nature of communications between humans", en SCHRAMM y ROBERTS (eds.), The process and effects of mass communication, University of Illinois, Urbana, 1971, p. 565.
teoría de la audiencia obstinada, en lugar de entender a los receptores como víctimas
pasivas, es necesario concebirles como consumidores activos que tratan de encontrar e
interpretar los mensajes de los medios en función de sus necesidades y valores3. Fruto
de tales inferencias, los efectos de los medios aparecieron como mediadores entre la
personalidad del receptor y su lealtad a los valores imperantes en el grupo social de
pertenencia.
A pesar de la popularidad de esta nueva perspectiva de análisis, los críticos
perseveraron en su idea de que las audiencias no eran tan resistentes. Algunos teóricos
sostuvieron que la aparente selectividad de los contenidos de los medios no implicaba
necesariamente que los consumidores no sufrieran su influjo; otros comenzaron a
cuestionarse el grado de selectividad que, en realidad, manifestaba el público. En
definitiva, a partir de los años setenta y ochenta, una serie de teóricos comenzaron a
reconsiderar el poder de influencia de los medios sobre las audiencias.
Después de numerosos intentos por establecer un marco teórico común, los
partidarios de cada perspectiva (efectos poderosos o efectos limitados) siguen
involucrados en una fuerte dialéctica. En los epígrafes que siguen a continuación
haremos una síntesis de estas dos corrientes de investigación.
3.1. Las teorías sobre los efectos poderosos de los medios de comunicación.
La mayoría de los manuales de comunicación social abordan, en alguno de sus
apartados, la tradición de los efectos poderosos de los medios. Por regla general, detrás
de la mención de esta temprana corriente de investigación subyace un interés por
mostrar la crisis histórica que determinó la adopción de nuevos planteamientos referidos
a los efectos indirectos, o relativos, de los medios de masas sobre las audiencias y, por
ende, al desprestigio de esta modalidad de estudio4.
Esta primera etapa referida a la investigación empírica de los medios de
comunicación cifra su origen en los últimos años del siglo XIX y la finalización de su
avance en la década de los treinta. Durante este período, primó entre los científicos
sociales de la comunicación de masas la hipótesis de que los medios tienen un efecto
3 BAUER, R., "The obstinate audience: The influence process from the point of view of social communication", en SCHRAMM y ROBERTS (eds.), The process and effects of mass communication, University of Illinois, Urbana, 1971. 4 Véase ROGERS, E. M.,y SCHRAMM, W., "Mass Media and Interpersonal Communication", Handbook of Communication, Rand McNally College Publishing Co., Chicago, 1973.
unidireccional y uniforme sobre los miembros de las audiencias receptoras5, esto es, que
las plataformas de comunicación de masas eran responsables de la formación de
creencias y actitudes políticas, de ciertos cambios en los hábitos de vida y de la
mutación del comportamiento humano en general6.
Las teorías centradas en el poder de los medios defienden tres posturas
diferenciadas: que los medios nos dicen lo que debemos pensar; que los medios nos
dicen lo que no debemos pensar; y que los medios afectan de forma significativa las
maneras en las que pensamos. Veamos en qué consiste cada una de estos tres
planteamientos generales:
3.1.1 Las agendas de los medios de comunicación.
El término anglosajón “agenda setting” define en la literatura sobre
comunicación aquella tendencia de los medios masivos a seleccionar y destacar algunos
temas informativos, menoscabando por defecto otros, en virtud de los intereses
(políticos y económicos, fundamentalmente) que mueven la acción de sus responsables
y resultando, en último término, en la estructuración condicionada de la “agenda”
cognoscitiva del público7. De acuerdo con los investigadores de esta selección temática
de los medios, los "guardianes" o gatekeepers de los medios eligen los eventos que
consideran dignos de cobertura y les prestan una atención especial. Por su parte, los
receptores aceptan las agendas temáticas de los gatekeepers sin darse cuenta de que, en
algún lugar del proceso de transmisión informativa, un editor o productor está
seleccionando lo que se ha de difundir y lo que es preferible ignorar. Como afirma
Norman Felsenthal, "ni los individuos aislados ni la sociedad pueden prestar una
atención similar a todos los contenidos. Constantemente somos requeridos para
determinar qué problemas han de centrar nuestra atención inmediata y cuáles
5 El defensor más conocido de dicha formulación fue LASSWELL, quien, además, inauguró, con su celebérrima pregunta “quién dice qué a través de qué canal a quiénes, con qué efectos” el conjunto de teorías, modelos e hipótesis que constituyen el eje central de este programa de investigación. Véase a propósito de su pensamiento teórico y un comentario crítico del mismo: DeFleur y Ball-Rokeach, Theories of Mass Communication, The Free Press, Nueva York, 1975, p. 159 y Chaffee y Hochheimer, 1983 6 MCQUAIL, D., The influence and effects of mass media, en CURRAN, J., GUREVITCH y WOOLLCOTT (eds.), Mass Communication and Society, Sage, Beverly Hills, California, 1979, p. 72 7 MCCOMBS, M. y SHAW, B.A., "The agenda setting function of mass media", Public Opinion Quarterly, 1972, 36, 176-187.
simplemente van a perdurar, y por tanto no son noticiables, o conviene desdeñar por su
desinterés informativo"8.
Con frecuencia, los medios toman decisiones por nosotros, alertándonos hoy de
un problema con un determinado tipo de droga, mañana acerca de la crisis del sistema
educativo español, y la próxima semana sobre la final de la Copa de Europa. Las
razones por las que los medios se fijan particularmente en estos contenidos rara vez
atañen al consumidor de los medios.
La agenda setting tiene lugar, en la mayor parte de las ocasiones, en la
producción de noticias periodísticas, pero puede suceder también en los contenidos de
entretenimiento. Un documental sobre las nefastas condiciones asistenciales de los
orfanatos chinos puede llamar nuestra atención sobre un problema que obviamos, a
pesar de que suceda cotidianamente y afecte a millones de niños en el mundo. Si, al día
siguiente, otros medios recogen los buenos resultados de audiencia del documental,
quizás el resto de medios procedan a emitir reportajes, informaciones e incluso películas
relacionadas con la orfandad. Esta es, en definitiva, la manera en que los medios
organizan sus preferencias de transmisión y nos dicen qué debemos pensar en cada
momento.
3.1.2. Mensajes hegemónicos.
Si la selección temática de los medios altera nuestro conocimiento y nuestra
percepción de los asuntos trascendentales del día a día, también actúan como
mecanismos de ocultación de muchos otros. Los teóricos críticos sostienen que los
medios reflejan y reproducen únicamente ciertas ideas, significados y valores que
defienden los intereses de las élites y que silencian las posturas disidentes. De acuerdo
con dichos autores, los mensajes de los medios son hegemónicos; es decir, los medios
de masas mantienen a los grupos desprovistos de poder alejados de su radio de acción,
de modo que les resulta imposible comunicar sus ideas a la generalidad social. A pesar
de la apariencia de pluralidad de contenidos y elecciones que representa la enorme
cantidad de medios existente en la actualidad, esa diversidad no es sino una mera
ilusión. En lugar de mensajes heterogéneos, los medios reproducen y transmiten un
único mensaje, o ideología dominante. Todd Gittlin, por ejemplo, postula que la
8 FESENTHAL, N., "Orientations to mass communication", APPELBAUM, R. y HART, P. (eds.), Modules in Speech Communication, SRA, Palo Alto, pp. 7-8.
televisión fomenta que los espectadores "se transformen en individuos apolíticos,
simples acumuladores de bienes privativos". La televisión, en otras palabras, favorece el
sostenimiento del status quo (nacional, global...) y potencia una ética consumista, al
mismo tiempo que neutraliza la difusión de posturas críticas basadas en una
organización política o económica alternativa9.
Otros críticos, por su parte, postulan que los mensajes ideológicos que
transmiten los medios son tan poderosos que sus opositores prefieren mantenerse al
margen y no ejercer su función crítica por temor a encontrarse aislados socialmente o a
convertirse en el chivo expiatorio de los propios medios. De acuerdo con la creadora de
la teoría de la "espiral del silencio", Elizabeth-Noelle Neumann:
"La opinión pública como control social busca garantizar un nivel suficiente
de consenso social sobre los valores y los objetivos comunes. Según este
concepto, el poder de la opinión pública es tan grande que no puede
ignorarlo ni el gobierno ni los miembros individuales de la sociedad. Este
poder procede de la amenaza de aislamiento que la sociedad dirige contra
los individuos y los gobiernos desviados, y del miedo al aislamiento debido
a la naturaleza social del hombre"10 .
Su tesis central es que los sujetos estamos siendo observados de forma constante
por el resto de individuos que conforman nuestro entorno social y que esa observación
de las reacciones ajenas se manifiesta de dos maneras: en la tendencia a expresar
nuestras opiniones sin temor (cuando son concomitantes con la ideología dominante) y
el silencio (de quienes se desvían de los valores y metas estandarizadas sociales). El
silencio es, por tanto, una función indirecta de los medios de comunicación, encargados
de difundir de forma masiva las actitudes, valores y creencias que comparten la mayoría
de los individuos, cuya contradicción acarrea una fuerte sanción social, y de silenciar las
disidentes o "menos normales". De ese modo, los grupos "fuera del sistema" tienen
escasas posibilidades de ser escuchados, puesto que los medios rechazan de forma
sistemática legitimar sus ideas. En este sentido, los medios podrían decirnos qué es (o
no) correcto pensar.
9 GITTLIN , T., "Prime time ideology: The hegemonic process in television entertainment", Social Problems, 26, 1979, pp. 251-266. 10 NOELLE-NEUMANN, E., La espiral del silencio. Opinión pública: nuestra piel social, Paidós Comunicación, Barcelona, 1993, p. 289.
3.1.3. La lógica de los medios.
Otra manera en la que los medios nos pueden afectar tiene que ver menos con el
contenido y más con la forma de los mensajes. De acuerdo con esta postura, en el
momento en que emerge una nueva tecnología, ésta cambia nuestra manera de
experimentar y percibir el mundo. Las nuevas tecnologías potencian ciertos tipos de
mensajes y limitan la acción de otros. Su presencia misma crea nuevas posibilidades
sociales y cambia las relaciones de poder existentes. Algunos críticos sostienen,
además, que los medios electrónicos han contribuido sobremanera a la aparición de
nuevas formas de colonización e imperialismo, en el marco general de la globalización
o mundialización planetaria.
Respecto al término "globalización", los investigadores se refieren a la manera
en la que, bajo las condiciones tecnológicas actuales, las relaciones de poder y
comunicación se estrechan a lo largo y ancho del globo, implicando compresiones de
tiempo y espacio y una recomposición de las relaciones sociales. Entre muchos otros,
Herbert Schiller y Jill Hills destacan por su investigación de los rápidos cambios que ha
experimentado el mercado internacional de contenidos y medios de comunicación, fruto
de la liberalización del mercado mundial y de la mejora progresiva de los canales de
transmisión de información y datos en tiempo real11. En su opinión la concentración de
empresas mediaticas transnacionales ha traído consigo la aparición de mega
corporaciones con intereses en varios sectores económicos, así como una nueva clase de
mercaderes de bienes culturales, entretenimiento y tecnologías de la información.
Hoy en día, una de las funciones más importantes de la globalización es el
llamado "libre flujo informativo". Si se tiene en cuenta, por ejemplo, que la CNN es una
corporación global, y que su función principal es la transmisión de noticias e
información, la superioridad tecnológica de los Estados Unidos, apoyada en el libre
flujo, permite que la CNN llegue a todos los países del mundo de habla inglesa y que su
formato televisivo (y sus noticias, reportajes, imágenes...) encuentren una gran acogida
en el exterior. Como la CNN forma parte de un grupo mediático mayor, Time Warner
AOL, que a su vez comparte dividendos con un sinfín de empresas de la más variada
finalidad, todo parece indicar que los contenidos y formatos que exporta la cadena de
11 SCHILLER, H.I., Cultura S.A., Siglo XXI, Madrid, 1989; HILLS, J., Deregulation telecoms, Competition and Control in the United States, Japan and Britain, Frances Pinter, Londres, 1986.
noticias se deben a otros intereses distintos de los puramente informativos. De manera
similar, el resto de industrias culturales americanas, y sus correspondientes formatos
mediáticos de entretenimiento (cine, series televisivas, publicidad, música, etc.),
respaldados por la doctrina del libre flujo informativo, han tenido, y tienen, un gran
efecto en el resto del mundo.
Por otro lado, la llegada de la red Internet ha supuesto un mejor acceso de las
empresas transnacionales a los mercados globales. A pesar de que antes de la aparición
de la "red de redes" estas grandes corporaciones transnacionales se encontraban ya en
una posición ventajosa, las autopistas de la información favorece ahora la producción, el
intercambio y la manipulación de los datos que circulan por ellas. Esto, unido a la
creciente necesidad de transmitir información en el menor tiempo posible (por ejemplo,
en los negocios bursátiles), ha beneficiado particularmente al tejido empresarial
norteamericano en su conjunto, que en la década de los 90 ha visto crecer de forma
espectacular sus rendimientos económicos.
Las explicaciones anteriores ofrecen soluciones actuales a los problemas del
desequilibrio informativo-comunicativo entre los países pobres y ricos, dentro del
paradigma del "imperialismo cultural". Los autores adscritos a esta corriente de
pensamiento emplean con frecuencia ilustraciones acerca de cómo los formatos de los
medios afectan tanto a los mensajes que se emiten como a la estructura social donde son
recibidos.
Estos razonamientos fueron anticipados por el profesor canadiense Marshall
McLuhan quien mediante la metáfora "el medio es el mensaje" expresó su
convencimiento de que el canal a través del cual se transmite un mensaje es tan
importante como el propio mensaje, y que dicho canal es, en efecto, el factor
determinante de los mensajes que se emiten y de los que se omiten. Según McLuhan,
cada medio tiene su propia lógica interna y cada uno afecta la manera en la que
experimentamos el mundo en que vivimos. Por ejemplo, los medios escritos tienen una
lógica lineal, esto es, transmiten la información a través de una secuencia ordenada,
palabra tras palabra, idea tras idea. Los medios impresos favorecen el uso de la razón y
el individualismo. La televisión, por el contrario, posee una lógica de mosaico, nos
bombardea con piezas cambiantes de información que debemos ensamblar
cognitivamente. La televisión, además, promueve la implicación sensorial de los
receptores, la pasividad, el conformismo y el gregarismo.
Puesto que la televisión es lo que McLuhan denomina un "medio frío", obliga a
los espectadores a completar mentalmente los lapsos que deja su vertiginosa sucesión de
imágenes y palabras descontextualizadas. Algunos presentadores, realizadores o actores
que pretenden involucrar a la audiencia con análisis profundos o detallados de la
realidad pasan a ser "calientes", es decir, no triunfan en el medio televisivo, a pesar de
que su actuación resulte perfecta en otras instancias como la radio o la prensa.
Aunque son numerosos los autores que han desacreditado los postulados de
McLuhan, también son muchos los que aceptan la idea de que "la forma es tan
importante como el contenido" a la hora de afectar al público. A medida que nos
acostumbramos a las diferentes formas mediáticas, nuestras prácticas cognitivas y
nuestras expectativas cambian. La exposición al aluvión constante de imágenes
excitantes que cambian a gran velocidad (como las de la televisión), altera la forma en
la que pensamos. Por ejemplo, nos volvemos impacientes con estímulos no visuales y
con los mensajes sin carga emocional. Las personas criadas en condiciones de
exposición regular a la televisión pueden llegar a demandar noticias condensadas,
simples, cortas y con una alternancia veloz. De ese modo, el espectador rechazará la
información lineal y detallada (contextualizada) y lo mismo hará el medio, que en
última instancia debe prever, en base a la rentabilidad que le mueve, los gustos de la
mayoría de la población también educada en la cultura televisiva.
Ciertos críticos, por otro lado, sostienen que nuestra definición de información
ha cambiado con la llegada de la televisión y el lenguaje televisivo. Robert Snow, por
ejemplo, cree que nuestro compromiso con el lenguaje televisivo es tan fuerte que está
cambiando incluso el lenguaje del resto de medios. Los espectadores de la televisión,
acostumbrados a las tendencias condensadoras y telescópicas de la televisión, están
demandando la misma configuración en los periódicos, libros y revistas. Así, el
periódico americano USA Today, por ejemplo, constituye una ilustración muy clara del
intento de trasladar el lenguaje de la televisión al medio escrito. Incluso los libros de
texto académicos emplean ya gráficos multicolor, fotos, tipografías exóticas y sumarios,
de modo que su lectura resulte más tolerable para la generación televisiva12.
12 SNOW, R., Creating media culture, Sage, Londres, 1983.
4. Las teorías sobre los efectos limitados de los medios de masas.
Las teorías que hemos repasado hasta el momento muestran a los receptores
como pasivos y sujetos a la influencia de los medios. Sin embargo, muchos otros
teóricos entienden que los lectores/oyentes/espectadores somos selectivos, que en
realidad somos consumidores racionales de los mensajes y que, bajo esas condiciones,
el efecto que ejercen los medios se debe, en partes iguales, a sus objetivos y prácticas de
persuasión, a nuestras necesidades y a diversos factores de índole social y cultural.
En líneas generales, el núcleo teórico que investiga los efectos limitados de la
comunicación de masas trata de confirmar las siguientes hipótesis13:
Los medios presentan los mensajes a los miembros de la sociedad, pero esos mensajes
se reciben e interpretan selectivamente.
En base a esta selectividad, los miembros de la sociedad exhiben diversos hábitos de
recepción y percepción.
Las variaciones en los hábitos de recepción y percepción se dan porque cada individuo
tiene una organización personal o única de creencias, actitudes, valores, necesidades
y modos de acercarse a los medios de comunicación.
Puesto que la percepción es selectiva, la interpretación, retención y respuestas a los
mensajes de los medios son también selectivas y variables.
Por tanto, de acuerdo con los autores adscritos a esta corriente, los efectos de los
medios no son uniformes, ni poderosos, ni directos; su influencia es parcial, limitada
por numerosas variables psicológicas individuales.
Los estudios centrados en explicar la relatividad del efecto de los medios se
remontan a principios de la década de los treinta, momento en el cual ya es posible
encontrar evidencias claras de análisis multivariable de la influencia de los medios de
masas sobre los públicos. Por ejemplo, frente a la idea general de que un estímulo
mediático provoca una reacción unilateral en la audiencia, en los estudios llevados a
cabo por el Fundación Payne14 sobre los efectos de la comunicación masiva en los niños
ya se tuvo en consideración el sexo, la edad, los prejuicios, las percepciones, el entorno
social o la influencia de los padres.
13 Según la clasificación efectuada originalmente por LOWERY y DEFLEUR, recogida por N. NOSNIK en El desarrollo de la comunicación social: Un enfoque metodológico, Trillas, México, 1993, p. 84 -85 14 En REEVES y WARTELLA , For some children under some conditions: A history of research on children and media. International Communication Association, Boston, 1982, pp.6-7.
Más adelante, sobre todo a partir de la década de los sesenta, coincidiendo con el
auge del cognitivismo y partiendo de los postulados de Elihu Katz y Paul Lazarsfeld15,
los estudiosos de este enfoque teórico centran sus hipótesis en la predisposición y las
actitudes previas de los receptores, reduciendo a cinco los componentes fundamentales
del proceso comunicativo de masas:
1. Las predisposiciones. La audiencia recibe el influjo de la comunicación de
masas a través de la exposición selectiva, la percepción selectiva y la
memorización selectiva, y elige aquellos contenidos y formatos que en
mayor medida coinciden con sus actitudes previas, intereses y motivaciones.
2. Los grupos y las normas grupales. En general, la resistencia al influjo de los
medios depende del grado de acatamiento del individuo de las normas de su
grupo social y del grado de participación en la discusión interna del grupo al
que se pertenece. En este sentido, el grupo cumple una función instrumental:
dentro de él se expresan las opiniones y actitudes de aquellos con quien la
persona desea identificarse (función referencial del grupo). De igual modo, el
grupo proporciona un sentimiento de cohesión social a sus miembros y
define paulatinamente los valores compartidos o comunes de los individuos
en torno a lo que Robert Merton denominó “valor homófilo” 16. El influjo de
los medios de masas es, a partes iguales, causa y efecto de los grupos y sus
normas de convivencia.
3. Las redes interpersonales de comunicación. La configuración de una red de
comunicación (su tamaño, grado de proximidad...) determina buena parte de
las actitudes y predisposiciones anteriores y posteriores al efecto de los mass
media. Se suele decir que cuanto mayor es la cercanía de las unidades
comunicativas (afinidad, proximidad física o geográfica...) menor es su
potencial de intercambio informativo (ver tema 5), pero mucho mayor es el
efecto de la comunicación. Los rumores y "cotilleos" que transmiten los
medios son un claro de ejemplo de ello. Cuanto mayor es la vinculación, la
proximidad, etc. de los miembros de una red comunicativa, antes se
transmite y mayores son las secuelas de la habladuría.
4. El liderazgo de opinión. El líder de opinión actúa como un elemento decisivo
en la producción de efectos, ya que su carisma se fundamenta en su mayor
15 KATZ, E. y LARZARSFELD, P.F., La influencia personal, Hispano-Europea, Barcelona, 1979, pp. 169-187. 16 MERTON, R.K., Teoría y Estructura Sociales, op. cit, pp. 350-351.
disponibilidad de información y en su constante exposición a los medios de
comunicación de masas.
5. La naturaleza de los medios de comunicación de masas. La exposición
depende de la selección previa por parte de los receptores de aquellos canales
de comunicación que más se ajustan a sus motivaciones y predisposiciones,
sustentándolas y reafirmándolas.
En suma, podemos afirmar que los investigadores de los efectos limitados de los
medios apoyan todas estas conjeturas en los siguientes tres argumentos: (1) que los
miembros de las audiencias procesan los mensajes selectivamente; (2) que la
motivación de las audiencias se basa en sus necesidades, deseos e intereses privados; (3)
que los significados que otorgan los miembros de las audiencias a los mensajes de los
medios son construcciones sociales.
4.1. Procesamiento selectivo.
Si todo el mundo reaccionara a un mensaje de la misma manera, los medios no
tendrían ningún problema para controlar a los receptores a su antojo. Los estudiosos de
la comunicación humana reconocen, sin embargo, que esta no es la manera en la que se
produce la percepción. Cada persona percibe el mundo circundante de una manera única
y diferente. De todos es conocido que los seres humanos somos capaces de ignorar los
mensajes que nos disgustan, de desconectar ante mensajes tediosos o irrelevantes, de
interpretar los mensajes de una forma original y de olvidar los detalles inconvenientes o
molestos. Es decir, nos exponemos, atendemos, percibimos y retenemos los mensajes de
los medios de forma selectiva.
La exposición selectiva se refiere a la tendencia de la gente a evitar ciertos
mensajes y buscar otros. A pesar de que nos gusta creer que poseemos mentes abiertas y
que somos intelectualmente curiosos, no todo el mundo es así. Las preferencias
preexistentes nos guían en la selección de los mensajes de los medios. El gusto musical,
por ejemplo, determina qué emisora de radio escuchamos; un fan del flamenco no
escucha regularmente una cadena de música clásica. Las creencias y valores (religiosos,
políticos, éticos...) también afectan a la exposición mediática; los votantes de una
determinada facción o corriente política son lectores asiduos de determinadas cabeceras
periodísticas y su consumo de otras fuentes de información alternativas no se realiza
con la "mente abierta", sino para criticar o ridiculizar los mensajes contrarios a su
manera de opinar. No obstante, la mayor parte del tiempo no llegamos a ese extremo;
simplemente rehusamos la exposición a los mensajes que presentimos disonantes o que
no nos van a gustar.
La exposición selectiva consiste, en definitiva, en la tendencia del público de los
medios a decidir, basándose en sus opiniones e intereses, cuáles son aquellas fuentes de
información que coinciden, en mayor medida, con sus motivaciones y orientaciones pre-
expositivas.17
Incluso cuando elegimos procesar un determinado mensaje, podemos atender
selectivamente. Es decir, escuchar o ver únicamente algunas partes del mensaje. Puesto
que la atención de los humanos tiende a desvanecerse, los mensajes de los medios
tienen que ser vívidos y novedosos si se desea que las personas los procesen con
efectividad. Los anunciantes, por ejemplo, son conscientes de este hecho y emplean la
música, el color, los efectos sonoros y un sinfín de artefactos textuales y visuales para
obligar al público a centrar su atención en el spot publicitario.
Los receptores tampoco son inmunes a la percepción selectiva, el proceso
mediante el cual asignamos significados a los mensajes de forma selectiva. Si
preguntamos a dos personas distintas que no expliquen el argumento de un libro o
película comprobaremos que, con toda probabilidad, las narraciones diferirán
sustancialmente y que se encontrarán afectadas, en proporción similar, por las nociones
preconcebidas de la persona y por la intención de la fuente mediática.
El concepto de percepción selectiva se corresponde, entonces, con aquella
propensión del individuo a prestar atención e interpretar los mensajes de los medios
según sus propias predisposiciones, distorsionando el mensaje de la manera que mejor
sirva a sus propios valores, intereses y preferencias 18.
Finalmente, los receptores experimentan una retención selectiva de los
contenidos de los medios, recordando sólo una parte muy reducida de cualquier
mensaje. Diversos estudios han demostrado que los "espectadores de los telediarios rara
17 Entre otros autores que han investigado la percepción selectiva se encuentran los siguientes: SEARS y FREEDMAN, "Selective exposure to information: A critical view", en SCHRAMM, W. y ROBERTS, D.F. (eds.), Process and effects of mass communication, University of Illinois Press, Chicago, 1977; MILLS , J., "Interest in supporting and discrepant information", Theories of cognitive consistency: A source book, Mcnally, Chicago, 1968; KATZ, E., "On reopening the question of selectivity in exposure to mass communications", Theories of cognitive consistence, TFP, Nueva York, 1968. 18 BERELSON, B. y STEINER, G.A., Human Behavior, Hartcourt, Brace and World Inc., Nueva York, 1964; BLAKE y HAROLDSEN, Taxonomía de conceptos de comunicación, Nuevomar, México, 1977.
vez puede recordar más de tres o cuatro historias, o aproximadamente el 20% de sus
contenidos, una hora después de haber visto las noticias"19.
4.2. Los usos y gratificaciones de la comunicación de masas.
¿Cuál es el motivo inicial que impulsa a los receptores a consumir un medio de
comunicación? Muchos teóricos de la comunicación sostienen que el público entra en
contacto con los medios para satisfacer unas necesidades preexistentes. El programa
científico de los usos y gratificaciones, por ejemplo, se centra en el estudio de las
necesidades que promueven el consumo de los mass media.
La teoría de los usos y gratificaciones es un enfoque metodológico emparentado
con el funcionalismo que experimentó su mayor desarrollo durante las décadas de los
sesenta y setenta, centrando su labor investigadora en el sujeto receptor, más que en los
efectos que los medios provocaban en las audiencias. La investigación de los usos y
gratificaciones ha existido durante más de cinco décadas, si bien fue el israelí Eliu Katz
(1959) quien al combinar el estudio de los efectos en las audiencias con los estudios de
cultura popular, dio nombre a este método de investigación.
La lógica de esta teoría, basada en un tipo de análisis funcional, se resume en el
siguiente enunciado:
"Los origenes sociales y psicológicos de las necesidades, que generan
expectativas en los contenidos de los medios de masas y otras fuentes
comunicativas, explican los patrones diferenciales de exposición (o
comienzo de otras actividades), resultando, a su vez en otras consecuencias,
quizás la mayor parte inintencionadas"20.
19 BOOK, C. et al., Human Communication: Principles, contexts, and skills, St. Martin´s, Nueva York, 1980, p. 206; BOOTH, A., "The recall of news items", Public Opinion Quarterly, 34, pp. 604-610. 20 Esta acepción, clásica en los manuales de comunicación, procede del trabajo realizado por BLUMLER J., KATZ E. y GUREVITCH M. (Usos y gratificaciones de la comunicación de masas, 1974) incluido en el
Rosengren21, más adelante, modificó esta perspectiva original afirmando que las
“necesidades” de este modelo deberían ser entendidas como los problemas y las
posibles soluciones dadas por la audiencia a través de los medios.
Actualmente, la teoría de los usos y gratificaciones presupone cierto grado de
actividad en la audiencia, ya sea ésta instrumental o ritual. Dicho enfoque asume que la
audiencia es en diferentes grados participante en el uso de los medios, más que sujetos
puramente activos o reactivos. Debido a este supuesto, la investigación contemporánea
de los usos y gratificaciones tiende a reflejar cinco aspectos diferenciados, de acuerdo
con Rubin (1993)22:
1. La conducta comunicativa generada por el uso de los media es típicamente
motivada o dirigida hacia una meta o fin. Dicha conducta es de carácter
funcional y tiene consecuencias en el público y en las sociedades.
2. La audiencia selecciona y usa las fuentes de información y los mensajes con
el fin de satisfacer necesidades o deseos. La utilización de los medios es un
vehículo que conduce a la satisfacción de intereses directos o indirectos,
como la búsqueda de información para reducir el umbral de desconocimiento
(incertidumbre) del entorno o la resolución de dilemas personales.
3. Varios factores sociales y psicológicos intervienen en la conducta
comunicativa. La conducta es una respuesta a los medios sólo si se
consideran algunas circunstancias sociales y psicológicas concomitantes a la
acción del individuo, como pudieran ser la capacidad personal para la
comunicación interpersonal, las categorías sociales y/o la propia
personalidad del sujeto encuestado.
4. Los medios compiten con otras formas de comunicación por la selección, la
atención y el uso. Existen interacciones manifiestas entre el mensaje de los
medios y la comunicación interpersonal para satisfacer las necesidades o
requerimientos de la audiencia.
5. La intermediación de otros individuos es más influyente sobre las
audiencias que los medios y sus mensajes por sí solos.
volumen recopilatorio II de Miguel DE MORAGAS, Sociología de la comunicación de masas: estructura, funciones y efectos, Gustavo Gili, Barcelona, 1986, pp. 127-172. 21 Véase: ROSENGREN, K., "Uses and gratifications: a paradigm outlined", en Media Gratifications Research: Current perspectives, Sage, Beverly Hills, 1989. 22 RUBIN, A.M., "Audience activity and media use", en Communication Monographs, 60, 1993, p. 101.
4.2.1. Necesidades y motivación.
La premisa inicial de que el consumo de medios de comunicación es un proceso
activo nos conduce a la cuestión de cuáles son las necesidades que los públicos tratan de
satisfacer con ellos. No se ha establecido al efecto una teoría que englobe el conjunto de
necesidades psicológicas y sociales que incentivan la decisión racional de utilizar un
medio de masas o interpersonal. Sin embargo, los teóricos de los usos y gratificaciones
sí han reconocido cuáles son las gratificaciones genéricas que obtienen los sujetos que
participan activamente en la búsqueda de información y, a través de ellas, deducen las
necesidades iniciales que motivaron el intercambio simbólico. El esquema más utilizado
a la hora de singularizar dichas gratificaciones es el de Katz, Gurevitch y Hass, según el
cual, los individuos reciben cinco tipos de recompensas del contacto con los medios:
1. Cognoscitivas: derivadas de la necesidad de ampliar los conocimientos y la
comprensión del entorno.
2. Afectivas: derivadas de la necesidad de fortalecimiento de las experiencias
emocionales, agradables y estéticas.
3. De integración personal: derivadas de la necesidad de autoestima y
estabilidad emocional del individuo.
4. De integración social: derivadas de la necesidad de refuerzo de los
vínculos sociales y familiares.
5. De evasión o escape: derivadas de la necesidad de liberar las tensiones,
reducir la ansiedad y el deseo de diversión.
Partiendo de estas generalizaciones, algunos teóricos de los usos y
gratificaciones han distinguido entre la motivación que guía el uso instrumental y la
propia del uso ritualizado.
El uso instrumental, en primer lugar, surge de una exposición relativamente
voluntaria hacia tipos específicos de material informativo y, por ello, se corresponde
con las gratificaciones cognoscitivas. Se trata, entonces, de la acción orientada hacia
una gratificación que "revela selectividad, intencionalidad e implicación de los
consumidores de los media"23 y que "es perceptible cuando se hace uso del contenido de
un medio por razón de la utilidad de su información, de la afinidad o del realismo
percibido en dicho contenido"24. En segundo lugar, el uso ritualizado concierne más al
medio que a su contenido y define el tipo de actividad dirigida por motivos extrínsecos,
tales como acabar con el aburrimiento, el uso rutinario, la relajación y el divertimento25.
A modo de ilustración de ambos supuestos, en el caso de la televisión cabría
esperar que el televidente encendiera el aparato para conocer, por ejemplo, la previsión
metereológica, lo que constituye un uso instrumental; o, por el contrario, que su
intención fuese evadirse de los problemas cotidianos, lo cual sería una manifestación de
uso ritualizado.
Durante los últimos años, los investigadores de los usos y gratificaciones han
obtenido resultados confirmatorios de estas hipótesis. Conway y Rubin26, por ejemplo,
revisaron la teoría de la reducción de la tensión, es decir la idea de que el público de los
medios busca reducir la tensión de sus vidas y persigue experiencias que disminuyan las
afecciones negativas cotidianas. En su estudio, los niveles más altos de ansiedad
registrados predijeron un incremento significativo de los motivos ritualizados como,
por ejemplo, los de evasión. A pesar de ello, resulta factible aducir que "las
características sociales y psicológicas de la persona actúan frecuentemente junto a las
motivaciones, aunque esta interrelación requiere una clarificación mayor”27.
La hipotética relación entre las variables psicológicas y sociológicas ha sido
también objeto de análisis en la literatura de los usos y gratificaciones. Rubin y Rubin, a
este respecto, descubrieron que la televisión supone un medio de evasión de la realidad
para algunos ancianos en condiciones de soledad o para las personas insatisfechas con
su vida presente28. Donaheu, Palmgreen y Rayburn, por su parte, evaluaron la relación
entre los estilos de vida de varias personas, sus necesidades emocionales, como la
excitación (arousal), su uso diario de los medios y las gratificaciones buscadas en ellos.
Concluyen estos autores afirmando que los diferentes estilos de vida de las personas
23 CONWAY, J.C. y RUBIN, A.M., "Psychological predictors of television viewing motivation", en Communication Research, 18, 1991, p. 444. 24 RUBIN, A.M. y PERSE, E.M., "Audience activity and television news gratifications", en Communication Research, 12, 1987 p. 59. 25 RUBIN y PERSE, "Audience activity...", ídem. 26
RUBIN y PERSE, "Audience activity...", p. 448. 27 SWANSON, D.L., "Political Communication Research and the Uses and Gratifications model: A Critique", en Communication Research, (6), 1, 1979, p. 317. 28 Vid. RUBIN, A.M. Y RUBIN R.B., "Contextual age and television use", Human Communication Research, 8, 1982, pp. 228-244.
influyen en el grado de agitación que afirman obtener con los medios: “Aquellos sujetos
que en su vida cotidiana experimentan altos niveles de excitación tienden a exponerse a
una gama más variada de fuentes de estimulación, al igual que aquellos con bajos
niveles de necesidad de excitación son más propensos a usar del medio aquello que
supone una mayor rutina para ellos”29.
Estos investigadores encontraron, además, patrones de consumo mediático
asociados a determinados estilos de vida. Por ejemplo, los individuos con predilección
por las actividades de ocio extrahogareñas mostraron una mayor necesidad de
estimulación y un fuerte consumo de medios impresos. De igual modo, dicho segmento
poblacional evidenció unos niveles muy bajos de búsqueda de gratificaciones derivadas
del uso ritualizado, quizás debido a que carecían de tiempo para ello. De ese modo,
ciertas predisposiciones “pueden servir para vigorizar los estilos de vida, incitando a la
gente a involucrarse en varias tareas y actividades que, en respuesta, generan más
necesidades inmediatas hacia las gratificaciones buscadas y obtenidas con los
medios”30. Por esta razón, aseveran Donahue y colaboradores, “las raíces del uso de los
medios son mucho más complejas que lo que la mayoría de las investigaciones previas
han indicado”31.
4.2.2. Los usos y gratificaciones de Internet.
Internet es una tecnología comunicativa, es decir, "un proceso de intercambio de
símbolos que sucede en el contexto de redes cooperativas de computadoras
interconectadas, siguiendo un modelo de intercambio de información de cliente-servidor
y el protocolo TCP/IP de transferencia de datos” 32. Además de un diseño instrumental
destinado a facilitar los intercambios informativos, la Red es considerada como el
medio de comunicación más polivalente de la historia humana, dado que satisface todas
las necesidades de transmisión de conocimientos, tanto masivas como interpersonales33.
29 DONOHEU, G.A., RAYBURN, J.D y PALMGREN, P., "Social and psychological origins of media use: A lifestyle analysis", Journal of Broadcasting and Electronic Media, 31, 1987, p. 257. 30 DONOHEU, G.A., RAYBURN, J.D y PALMGREN, P., "Social and psychological...", p. 273. 31
DONOHEU, G.A., RAYBURN, J.D y PALMGREN, P., "Social and psychological...", p. 274. 32 Brevemente, podríamos definir el servidor como un ordenador y los programas informáticos asociados que proporcionan acceso a la información de Internet en respuesta a un software cliente, basándose en un protocolo particular de intercambio de datos. El software cliente, por otro lado, es el paquete informático (o navegador) que opera en los ordenadores de los usuarios y permite el acceso a la información distribuida por los servidores gracias a uno o más protocolos de intercambio de datos. 33 Vid. MORRIS, M. y OGAN C., "Internet as a mass medium", Journal of Communication, 46,1, 1996 , pp. 39-50.
Esta última peculiaridad determina que Internet se conciba, además, como un espacio
virtual (o ciberespacio) donde se reúnen los usuarios para entablar contactos por medio
de computadoras.
En virtud de sus propiedades telemáticas, los tipos de comunicación mediada por
computadoras34 que facilita Internet pueden clasificarse en las siguientes categorías :
• Comunicación de usuario a usuario: un único usuario envía un mensaje a un único
receptor (por ejemplo, el correo electrónico)
• Comunicación de usuario a varios usuarios: un único usuario envía un mensaje a un
número específico de receptores (por ejemplo, las listas de correo electrónico).
• Comunicación de usuario a servidor: un único usuario envía un mensaje a un
servidor. Este servidor hace que el mensaje se encuentre a disposición de cualquier
usuario con el programa cliente adecuado. El servidor puede transmitir el mensaje
alternativamente a uno o más servidores siguiendo un patrón de propagación de
mensajes determinado. Este es el tipo de comunicación empleado para difundir
contenidos en los foros de discusión y la World Wide Web en general.
• Comunicación de usuario a servidor con restricciones: un único usuario envía un
mensaje a un servidor. Este servidor hace que el mensaje esté a disposición
únicamente de un grupo específico de usuarios que utilizan clientes conectados
directamente a ese servidor. Igualmente, dichos usuarios pueden verse obligados a
identificarse con su nombre y contraseña. Un ejemplo de este tipo de patrón de
comunicativo se encuentra en los servicios bancarios on-line.
Del mismo modo, observando específicamente el lapso temporal que separa al
emisor del receptor, los servicios que proporciona la comunicación en Internet pueden
agruparse en estas otras cuatro categorías:
• Comunicación asincrónica de usuario a usuario: por ejemplo, el correo electrónico.
• Comunicación asincrónica entre múltiples usuarios: foros de discusión, World
Wide Web y listas de distribución de correo electrónico.
• Comunicación sincrónica de usuario a usuario: teleconferencias, conversaciones
electrónicas personalizadas (ej.: a través del cliente Microsoft Messenger).
34 Este término se utiliza de forma genérica en el ámbito anglosajón (computer-mediated-communication) para definir la comunicación de Internet. Hay que tener en cuenta que en la comunicación que se dirige a Internet desde otros dispositivos distintos de los ordenadores, como teléfonos móviles o televisiones digitales, se ajusta también al protocolo TCP/IP y por ello no procedemos a su distinción.
• Comunicación sincrónica entre múltiples usuarios: conversaciones electrónicas
interactivas o IRC (Internet Relay Chat)35.
Por tanto, la comunicación que se realiza en Internet por medio de computadoras
se caracteriza, en términos generales, por presentar dos posibilidades de acción
comunicativa, a saber: la comunicación de masas e interpersonal sincrónica y la
comunicación de masas e interpersonal asincrónica.
Considerando esta polivalencia, el investigador que desea profundizar en el
conocimiento de las necesidades que gratifica esta tecnología comunicativa dispone,
consecuentemente, de dos alternativas de enfoque: la que centra su interés en los efectos
sociales de los mass-media sobre sus receptores y la que investiga los efectos derivados
de la comunicación espontánea, que sólo parece obedecer a la costumbre social y que se
inscribe en el marco de las relaciones interpersonales.
El problema que suscita el estudio de las gratificaciones de la comunicación que
se realiza a través de Internet es que no puede encasillarse por completo dentro ninguna
de las categorías mencionadas, puesto que además de los tradicionales efectos de los
medios de masas, la navegación por Internet incorpora los efectos derivados de la
comunicación interpersonal y la retroalimentación que genera la combinación de ambas
funciones en una misma plataforma tecnológica.
Esta particularidad está transformando, en opinión de numerosos autores, la
tradicional división de las ciencias que estudian los efectos del comportamiento
comunicativo humano. En estos momentos, los teóricos de la comunicación se enfrentan
a importantes limitaciones que, según Purcell, son el resultado de su estatismo doctrinal,
de “una dicotomía comunicación de masas- comunicación interpersonal que resulta
arcaica al referirnos a los nuevos medios de comunicación, pues la relación entre ambas,
gracias a los modernos soportes telefónicos (Internet), ha perdido su peculiar
exclusividad”36. Otros, como Morris y Ogan, pronostican un cisma teórico debido a "la
incapacidad explicativa de los términos comunicación e información en los contextos
multimedia (como Internet), cuya característica principal es la reproducción y el
intercambio de claves tanto cognoscitivas como interpersonales”37.
35 Vid. DECEMBER, J., "Units of analysis for Internet communication", en Journal of Communication, 46, 1, 1996, pp. 14-38. 36 PURCELL, K., Towards a communication dialectic: embedded techology and the enhacemente of place. Sociological Inquiry, 67, p. 106 37 MORRIS, M., Y OGAN, C., "Internet as... ", p. 39.
En términos generales, se puede afirmar que la mayor parte de estos trabajos han
sido diseñados por los investigadores con el propósito de validar los presupuestos
iniciales de Katz, Gurevitch y Haas. Uno de los primeros analistas en proceder a la
confirmación (o falsación) de las cinco gratificaciones de Internet fue Butler38. En su
investigación, centrada en el ámbito institucional, registró tres tipos de necesidades
cubiertas por la Red: integración social y personal, a través de la comunicación
interpersonal (sincrónica y asincrónica) con compañeros de trabajo y otras personas del
exterior; y cognoscitivas, derivadas de la búsqueda de información relacionada, por un
lado, con las tareas productivas y, por otro, con intereses ajenos a la organización. Del
mismo modo, Butler descubrió que el uso de Internet afectaba a los hábitos cotidianos
de los usuarios. Una vez que éstos tuvieron la posibilidad de conectarse a la Red,
aumentaron el número de horas que pasaban delante del ordenador y el número de
contactos interpersonales diarios que entablaban, sobre todo debido al uso del correo
electrónico. Pese a todo, la generalización de estos resultados es problemática, debido al
reducido tamaño poblacional del sistema observado.
La tipología de Butler puede servir como elemento de contraste de otros
trabajos. En el estudio de Yoo, por ejemplo, se infieren seis dimensiones de
gratificación: entretenimiento, información, transacciones generales, transacciones
laborales, creación de vínculos interpersonales y mantenimiento de los vínculos
preexistentes39. Yoo analizó también las necesidades satisfechas por razón del género
del usuario. De este modo, los hombres presentaron niveles significativamente más altos
de utilización de materiales cognoscitivos y de entretenimiento, mientras que las
mujeres utilizaron más el correo electrónico, lo que, en su opinión, refuerza la hipótesis
de que las mujeres prefieren aplicaciones relacionales (que satisfacen necesidades de
integración social) mientras que los hombres recurren más a los servicios de la Red que
facilitan el esparcimiento y la integración personal. Las diferencias en cuanto a las
transacciones laborales no ofreció diferencias significativas.
38 BUTLER, K.D., A uses and gratifications study of the internet, San Jose State University, 1995. 39
YOO, H, The gratifications of the internet (1996), en http://www.apa.org/releases/internet.html.